Representaciones Y Espacios Públicos En El Área Maya
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REPRESENTACIONES Y ESPACIOS PÚBLICOS EN EL ÁREA MAYA. DISTINTAS APROXIMACIONES. Editado Por Rodrigo Liendo Stuardo y Francisca Zalaquett Rock Marzo, 2009 1 Representaciones Públicas en el Área Maya Rodrigo Liendo Stuardo IIA-UNAM “Solidarity is produced by people acting together, not by people thinking together” Kertzer, David (1988) La mayoría de los artículos que conforman a este volumen fueron presentados en el simposio “Representaciones Públicas en el área maya”. Nuestro objetivo en esa oportunidad fue abordar el estudio del ritual público en el área maya, desde una perspectiva arqueológica, como una “representación”, esto es: como una actuación ante una audiencia que se erige en observadora y evaluadora de los mensajes que recibe (Beeman 1993:383-384; Inomata y Coben 2006:15). Antes de continuar con la discusión de este fenómeno en particular, creemos necesario aclarar dos aspectos especialmente importantes en relación a este punto: el primero tiene que ver con el aspecto “público” (en oposición a aquellos celebrados en ambientes construidos segregados o de escasa participación comunitaria) de tal fenómeno. El segundo, subraya la importancia político- simbólica de las ceremonias públicas, en donde las élites gobernantes pondrían en práctica los papeles asociados con su posición, transmitiendo y, en su caso, revalidando las fuentes reconocidas de su poder. Pensamos que los rituales públicos pueden ser considerados como instrumentos a través de los cuales la ideología de un pueblo particular se manifiesta materialmente, proporcionando experiencias compartidas por un grupo mediante la participación en rituales cíclicos (festividades, carnavales, ceremonias públicas, mercados, juegos, procesiones). Las ceremonias a gran escala requieren planeación, liderazgo, coordinación y financiamiento, lo que implica un manejo social y por ende político (Lucero 2006; Joyce 2000; Meskell 1999; Hymes 1975; Schechner 1994). En primer lugar, nuestra perspectiva al estudio de los rituales públicos como “representación” quisiera poner énfasis en un aspecto importante de la práctica del rito, esto es: la generación, negociación y contestación de los significados ligados a los mensajes transmitidos y no en la preexistencia de “estructuras” que se escenifican periódicamente, el acento, por lo 2 tanto, y objetivo central de este volumen se sitúa en la construcción social de los espacios públicos, a través del ritual (Turner 1967:50; Valeri 1985:335; Bell 1992; Ortner 1978). Nuestra propuesta de acercamiento al estudio del ritual como “representación” pretende recalcar dos aspectos del estudio del “ritual “: Por un lado, aquellos factores históricos que provocan el surgimiento de espacios determinados, es decir, el estudio de las ideologías y fuerzas económicas involucradas en la producción del espacio en donde se lleva a cabo dicha representación. Y por otro, queremos aproximarnos al análisis y discusión del uso social y significado afectivo del rito como una forma de entender aquellos factores que inciden en la construcción social del espacio (Barret 1994:58; Thomas 1999:228; Lowe 2000) La construcción social del espacio El siguiente volumen pretende, sobre todo, ser una invitación a la reflexión acerca de los mecanismos por medio de los cuales la actividad política se incorpora a la vida cultural y social de una comunidad mediante la creación de espacios de participación colectiva y cotidiana (Tambiah 1979:124; Rappaport 1999; Bourdieu 1991; Bell 1998). Nuestro punto de vista es que no existe una clara línea divisoria entre lo evidentemente “político” y lo social. De hecho, es muy probable que lo “verdaderamente” político en sociedades tradicionales debiera identificarse en eventos y representaciones que constituyen una parte integral de sus rutinas cotidianas (festividades, carnavales, ceremonias públicas, mercados, juegos, procesiones, etc) (Foucault 1977:188; Douglas 1966:62; Geertz 1980:133-135). Si aceptamos que lo político puede ser encontrado en una variedad de formas sociales, culturales, o económicas aparentemente no políticas, entonces, también podríamos aceptar que lo que verdaderamente empuja a los individuos a participar en sociedad, lo que captura la imaginación, lo que impulsa a la acción, lo que motiva a querer influenciar el cursos de sus vidas particulares; en resumidas cuentas, el ser político, no es sólo la existencia de líderes carismáticos o un sistema coercitivo efectivo, sino la participación en eventos rutinarios representados a nivel local. Nuestra impresión es que estos aspectos rutinarios de la vida comunitaria están comúnmente enmarcados por eventos cíclicos (representaciones simbólicas acerca del orden social local el cual se repite cada año en ciertos momentos y en ciertos lugares) capaces de congregar un gran número de individuos bajo una experiencia colectiva con consecuencias políticas (Anderson 1991; Bailey 1996: 13). Estas consecuencias pueden ser el resultado de la 3 representación misma o bien, resultado de la extensión de las mismas a otras área estratégicas de toma de decisiones que afecten a la comunidad. Por lo mismo, y yendo un poco más allá, es posible que el “poder” en ciertas sociedades tradicionales fuese entendido sólo a través de lo que pudiera ser experimentado de manera directa tal y como Takeshi Inomata, de manera muy clara, ha señalado recientemente con respecto a la importancia de estos eventos públicos entre los mayas prehispánicos: “subject populations’ perception and experience of authorities and national unity were highly uneven, (en sociedades tradicionales) accentuated in the specific temporal and spatial contexts of state- sponsored events such as ceremonies and construction projects but diluted or even nonexistent in the routines of daily lives.” (Inomata 2006:805). Esta importancia que las formas festivas populares tienen en la construcción de identidades colectivas y estructuras de dominación particulares es evidente en la propuesta de autores como Bakhtin (1968), quien sostiene que estas formas festivas están siempre unidas a proyectos particulares de empoderamiento o dominación. Según esta idea, nos resulta sugerente presentar a lo largo de un continuum, las posturas, que diferentes autores (Ducan:1993; Harvey: 1985; Foucault: 1975; Bordieu: 1991; Lefebvre: 1991 o De Certeau: 1984), han indicado, de manera implícita o explícita, como la relación que existe entre política, practica social, formas festivas y compartimentación del espacio. De esta manera, los extremos de este continuum pudieran ser concebidos como dos ejes de poder: por un lado, el de la autoridad formal y, por el otro, la crítica al orden establecido. Este continuum, siguiendo a Mikhail Bakhtin (1965), estaría delimitado en uno de sus extremos por las ceremonias rituales (situaciones oficiales y por lo tanto, formales), y por el otro, por los carnavales (espectáculos públicos incluyentes con un alto contenido de humor, consagrados por la tradición y llevados a cabo por todos los presentes.). Las ceremonias públicas, según la propuesta de Bakhtin, corresponderían a eventos diseñados para ser observados más que como una invitación a la participación colectiva y que generalmente, tratan de persuadir a la sociedad participante a comportarse de acuerdo a ideales morales o políticos determinados. Desde esta perspectiva, las ceremonias de carácter público pueden ser concebidas como una manera de control social. 4 Las posturas de diferentes autores en torno al problema de cómo este “control” opera (intencional o inesperadamente) - es decir como éste es aceptado o confrontado en la práctica cotidiana - varían en cuanto a énfasis e implicaciones teóricas. Harvey (1985), por ejemplo, enfoca su atención en la manera en que las estructuras de poder reformulan las relaciones sociales y el espacio en el que éstos se desenvuelven. Foucault (1977) ve en el espacio construido una “tecnología política” dirigida hacia la creación de “individuos disciplinados” a través la delimitación y organización de los individuos en el espacio y la “canalización” de su vida cotidiana. Michael De Certau (1984), tomando el fenómeno de “resistencia” como punto de partida de su crítica sobre la construcción del poder, sostiene que las prácticas articuladas en los detalles de la vida cotidiana de grupos o individuos necesariamente eluden los intentos de “disciplina” mencionados por Foucault. Estas “estrategias” o “prácticas clandestinas”, como menciona De Certeau, necesariamente contribuyen a la planeación y compartimentación espacial y por lo tanto, deben ser tomadas en cuenta en el estudio de la construcción de estructuras de dominación. Pierre Bourdieu (1991) con su concepto de “habitus” como principio generativo y estructurador de estrategias colectivas y prácticas sociales particulares, ha contribuido de manera importante a nuestra comprensión sobre los mecanismos que inciden en la espacialización de la conducta cotidiana y por ende, como un orden sociopolítico particular puede traducirse en experiencias y prácticas corporales concretas. Los conceptos de “habitus” (Bourdieu), como el de “dispositivo” (Foucault) o “recorrido” (De Certau) hacen énfasis en diferentes “cualidades” del ambiente construido, sin embargo, todos ellos posibilitan desde una óptica arqueológica la discusión de la intersección de la estructura social con experiencias y prácticas corporales concretas, en contextos particulares. Nos proponemos resaltar en el presente volumen el potencial que el análisis de los espacios arquitectónicos de carácter “público” puede aportar