Falla, Lorca Y Fernando De Los Ríos: Tres Personajes Claves En El Concurso De Cante Jondo De Granada De 1922
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FALLA, LORCA Y FERNANDO DE LOS RÍOS: TRES PERSONAJES CLAVES EN EL CONCURSO DE CANTE JONDO DE GRANADA DE 1922 Por RAMÓN MARÍA SERRERA El 14 de noviembre de 1946, nueve días antes de cumplir los setenta años, fallecía en su residencia argentina de Alta Gracia, víctima de una angina de pecho, don Manuel de Falla, nuestro músico más universal, el compositor gaditano que durante toda su vida proyectaría en su producción el alma musical de Andalucía, su tierra natal, cuyos cantos populares, más o menos explícitamente, están presentes en sus composiciones más conocidas. Como ha expresado muy poéticamente un buen conocedor de su obra, Félix Grande, en su estudio sobre las relaciones del maestro con el Flamenco, "Falla lanza su sed continuamente hacia la fuente de su infancia, el lugar donde un pañuelo húmedo le consuela la fiebre. La Vida Breve, El Amor Brujo, El Sombrero de Tres Picos, la Fantasía Bética, las Noches en los Jardines de España son obras que están untadas de flamenco , ardidas y refrescadas con la sed del flamenco. Toda su producción entre 1909 y 1922, es decir, desde el principio de su madurez como artista, hasta el Concurso de Cante Jondo de Granada, es un continuo ir y venir a aquel frescor de las nanas andaluzas en que su madre lo dormía, a aquella agua sedienta que le cantaba La Morilla". El tema del Flamenco y del Cante Jondo llegó a interesar al compositor hasta el extremo de organizar, recién llegado a Granada, uno de los acontecimientos que más trascendencia tuvo en el nacimiento y evolución -marcando un ante_s y un después de la moderna Flamencología: el 1 Concurso de Cante Jondo que RAMÓN MARÍA SERRERA se celebró con motivo de las fiestas del Corpus en la Plaza de los Aljibes de la Alhambra granadina durante los días 13 y 14 de junio de 1922. Mi modesta aportación a estas 1 Jornadas sobre Literatura y Flamenco, organizadas por la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, recoge, revisa y replantea la ponencia que presenté en la conferencia inaugural del XXIV Congreso Internacional de Arte Flamenco que se celebró en Sevilla entre los días 8 y 14 de septiembre de 1996 y que, con el correspondiente aparato crítico, se publicó en las Actas de dicho Congreso. En aquella ocasión, en mi intervención en el paraninfo de la Universidad de Sevilla, tuve la fortuna de contar, para ilustrar musicalmente la conferencia, con la colaboración del maestro Juan de Udaeta y la cantaora Esperanza Femández, que interpretaron pasajes de El Amor Brujo de Manuel de Falla. Abordé entonces una interpretación histórica del mítico certamen desde una perspectiva revisionista, más algunas notas sobre el magisterio musical que don Manuel ejerció en Federico García Lorca y un acercamiento a la obra que, sin duda alguna, mejor plasmó en pentagramas y en escena ese mundo de magia y sortilegio de esta tierra de hechizos y cantares gitanos: El Amor Brujo. Hoy, trece años después, de forma más suelta y libre, sin aparato crítico, vuelvo sobre el tema en estas I Jornadas sobre Literatura y Flamenco introduciendo un nuevo personaje que considero clave para la plena comprensión de aquel importante acontecimiento musical granadino: la figura de don Femando de los Ríos. EL CONCURSO DE 1922 Y LA INSTITUCIÓN LIBRE DE ENSEÑANZA: EL TESTIMONIO DE MANUEL PEINADO CHICA Mucho, muchísimo, se ha escrito, en efecto , sobre el legendario Concurso de Cante fondo que se celebró en junio de 1922 en la capital del Darro. Los estudios ya clásicos de Félix Grande; Eduardo Malina Fajardo, Jorge de Persia, Bemard Leblon, Federico Sopeña y tántos otros han dejado suficientemente explicitados todos los detalles de los preparativos y desarrollo de este certamen, del que el autor inicialmente citado, Félix Grande, ha dicho que tras este año FALLA, LORCA Y FERNANDO DE LOS RÍOS 373 de 1922, después de la reivindicación enérgica, casi violenta, del género por parte de Falla, los antiflamenquistas quedaron obligados a iniciar un aprendizaje o callarse la boca, porque don Manuel los había despojado de la frivolidad o del desprecio. Por nuestra parte, nos vamos a centrar en un punto que entre los historiadores siempre ha despertado interrogantes: ¿Cómo pudo un certamen de tales características congregar en torno a sus preparativos y celebración a una deslumbrante constelación de figuras de la vida artística y cultural española en unos momentos de auténtica postración nacional? Porque, si originalísima fue la idea, y más aún su desarrollo, sorprendente en grado sumo es repasar la lista de personajes (músicos, poetas, escritores, ensayistas, polí• ticos) que tomaron parte en el concurso directa o indirectamente, bien en la fase de convocatoria y adhesión, o bien durante la propia celebración del certamen en torno a la venerada figura de don Manuel de Falla. La nómina asombra al más pintado. Compositores, musicólogos, intérpretes y directores como el mismo Falla, Adolfo Salazar, Roberto Gerhard, Ángel Barrios, Miguel Salvador, Lamote de Grignon, Conrado del Campo, Enrique Femández Arbós, Bartolomé Pérez Casas, Joaquín Turina, Federico Mompou, Óscar Esplá, Felipe Pedrell, Andrés Segovia y un largo etcétera, a los que a punto estuvieron de sumarse nada menos que Igor Stravinski y Maurice Ravel si el Ayuntamiento Granadino hubiese dispensado la ayuda precisa para su desplazamiento desde París. Junto a Jos mencionados, poetas, ensayistas, políticos y literatos de la talla de Antonio Gallego Burín, el mexicano Alfonso Reyes, Hermenegildo Giner de los Ríos, Fernando de los Ríos, Miguel Cerón, José María Rodríguez Acosta, Ignacio Sánchez Mejías y figuras universales del renombre de Federico García Larca, Juan Ramón Jiménez, Ramón Pérez de Ayala, Salvador Rueda, Ramón Gómez de la Serna, Juan de la Encina, Edgar Neville,Antonio y Manuel Machado y la guinda aristocrática de los Duques de Alba. Y, también, los más grandes pintores del momento, como Manuel Ángeles Ortiz (el gran amigo de Lorca, discípulo de Picasso), Santiago Rusiñol e Ignacio Zuloaga (autor de los decorados del Concurso), a los que podríamos agregar, por su apoyo en los años previos, los nombres de Daniel Vázquez Díaz y Gustavo 374 RAMÓN MARÍA SERRERA Bacarisas. Y, entre los participantes, los guitarristas Amalio Cuenca, Manuel Jofré ("El Niño de Baza"), el ya citado Andrés Segovia y voces que hicieron época en la historia del cante: don Antonio Chacón (presidente del jurado, discípulo de Silverio Franconetti), Manuel Torres ("El Niño de Jerez"), Pastora Pavón ("La Niña de los Peines"), "El Centeno", Juana "La Macarrona", Diego Bermúdez ("El Tenazas"), Antonio del Pozo ("El Mochuelo") y, todavía un niño, nuestro inolvidable Manolo "Caracol". La pregunta que lanzamos al aire es ésta: ¿cómo fue posible aglutinar en torno a un acontecimiento tan efímero, de tan sólo dos días de duración, a esta pléyade de figuras? Tradicionalmente se atribuye el mérito exclusivo de ello al carisma y personalidad singularísima del convocante principal, don Manuel de Falla. Ello es muy verosímil en el caso de los personajes del mundo de Ja Música, entre los cuales el compositor gaditano ejercía una autoridad indiscutible. Pero, ¿y los demás? Quiero aportar en este punto la opinión de alguien que calló durante muchos años, tío abuelo del autor de estas líneas, sobre el que publiqué en 1984 una semblanza en el periódico Ideal de Granada, testigo cercano del acontecimiento dada su profunda amistad con los organizadores, y del que conservo varias horas de diálogos grabados con motivo de mi época de residencia en Granada como Catedrático de Historia de América en su Universidad entre los años 1983 y 1987. Me refiero a Manuel Peinado Chica, fallecido en El Fargue en 1985, tres años mayor que Larca, compañero del poeta en la Universidad Granadina y en el célebre viaje en el que conocieron a Antonio Machado en Baeza y a Miguel de Unamuno en Salamanca, amigo de la familia, doctor en Derecho y Licenciado en Filosofía y Letras, alumno predilecto de don Fernando de los Ríos en su Cátedra de Derecho Político y que, como Larca, fue enviado por el catedrático rondeño con beca de la Junta de Ampliación de Estudios a la Residencia de Estudiantes de Madrid, en donde compartió habitación con Luis Buñuel y amistad entrañable con Salvador Dalí, Pepín Bello y el clan de los granadinos: el propio Federico García Larca, Melchor Fernández Almagro, José Álvarez Cienfuegos, etc. y los visitantes asiduos, como el jiennense Manuel Ángeles Ortiz o Antonio Gallego Burín. FALLA , LORCA Y FERNANDO DE LOS RÍOS 375 Allí pudo Peinado Chica conocer personalmente a Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Ortega y Gasset, Unamuno, el doctor Negrín o Santiago Ramón y Cajal. A él destinaría Lorca una de su más bellas dedicatorias salidas de su imaginativa pluma, de la que hablaremos más adelante. Y con Federico subiría en dos ocasiones al Carmen de la "Antequeruela Alta" a visitar a don Manuel de Falla, siendo testigo de las conversaciones de ambos genios sobre Música y sobre los preparativos del Concurso. Una postguerra terriblemente difícil, con años de encarcelamiento en Jaén por su simple condición de republicano, provocaron en Manuel Peinado un prolongado mutismo de cerca de cuarenta años, que sólo rompió al abrir las puertas de su corazón y de su memoria a su sobrino-nieto, objeto de su afecto más paternal. Mi tío Manuel Peinado fue para mí en Granada, durante los dos años en que pude disfrutar de su cariño y de su amistad, como un padre, al que visitaba todos los domingos en su casería "La Ermita" de El Fargue. Y allí pude comprobar su inteligencia privilegiada y su memoria portentosa, que mantuvo hasta el mismo día de su muerte en 1985. Comparto la idea de Manuel Peinado, que reiteradamente me manifestó, de que el hombre clave que logró movilizar desde un segundo plano - "desde la sombra", según decía- a tales figuras de las letras (más que de la Música, que acudieron directamente convocadas por Falla) fue el catedrático de Derecho Político don Fernando de los Ríos , sobrino del fundador de la Institución Libre de Enseñanza Francisco Giner de los Ríos (fallecido en 1915) y de su hermano Hermenegildo Giner de los Ríos, que sí estuvo presente en el Concurso.