Facultad de Filosofía y Humanidades Departamento de Historia Licenciatura en Historia

La vida de una mujer debe ser útil: revista Familia (1910-1920) y el perfil femenino aristócrata a principios de siglo XX

Tesina para optar al grado de Licenciada en Historia

Por Daphne Hernández Álvarez

Director de Tesis: Daniel Palma Alvarado

Santiago de Chile, agosto de 2013

1 Agradecimientos:

A mi profesor guía Daniel Palma, por su eterna paciencia, apoyo, ánimo y consejos durante este proceso,

A los amigos más leales: Aldo Perán, Jaime Sepúlveda, Amanda Martínez, Valeria Menay, Camila Azócar, Nicolás de la Fuente y Paulina Barramuño. Sin duda fueron un gran soporte y apoyo durante todo este proceso,

A mis hermanos Lázaro, Víctor, Sandra y Vanessa. A mis cuñados Mauricio Fuentes, Aldo Martínez y María Elena Moreno. De una u otra manera se hicieron siempre presentes,

A mi adorado Mauricio Benjamín, tremendo amigo,

A mis padres, Angélica y Lázaro. Lo que soy se los debo a ellos.

2

Contenido

Agradecimientos: ...... 2

Introducción ...... 4

Capítulo I: la mujer aristócrata en su espacio doméstico ...... 13

Crianza de los hijos ...... 18

Educación de los hijos ...... 24

Labores hogareñas y servidumbre ...... 29

Espacio doméstico ...... 33

Capítulo II: la mujer puertas afuera...... 40

Revista Familia ...... 44

Agrupaciones femeninas impulsadas por Familia: el Círculo de Lectura y el Club de

Señoras ...... 49

Caridad y cuestión social ...... 54

Conclusión ...... 61

Bibliografía ...... 65

Fuentes ...... 65

Bibliografía primaria ...... 65

Publicaciones en revistas académicas ...... 68

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Introducción

Esta tesina se propone estudiar el retrato de la mujer aristócrata chilena de la primera parte de principios de siglo XX a través de la mirada de la revista Familia, magazine de la época. La publicación mensual va dirigida hacia las damas de los sectores altos de la sociedad y tiene una duración que va desde 1910 hasta 1928, siendo una publicación amplia y variada en sus temáticas; a través de ella se puede observar la evolución del pensamiento sobre la comprensión de lo femenino mediante la divulgación de ciertas ideas desde la prensa. Por su condición social, estas mujeres tuvieron acceso a una formación educativa y de este modo fue la manera en como lograron plasmar un leve cambio en la legitimación de sus pensamientos y costumbres, dando pequeños pasos de progreso en materia de feminismo, el cual se verá potenciado desde 1930 en adelante. Como se ha podido observar a través de la historia –particularmente desde la propuesta historiográfica de la Historia Conceptual1- los conceptos van mutando de significado y sentido; por lo que no podemos decir –o asumir- que la concepción de lo que significa la idea de familia chilena aristócrata ha permanecido inmutable, sino que más bien ha cambiado de costumbres, prácticas y tradiciones. Es así como nace la inquietud de indagar sobre la vida cotidiana de estas familias, en especial de las mujeres, quienes se llevaron históricamente “la carga mayor” de ser “dueñas de casa”, ya que el hogar se constituye el centro permanente de su vida: en él se elabora su existencia personal y social en todas sus posibilidades, pero muy diferentes de lo que será unos 50 o 70 años después. Estas mujeres, fuera de la carga laboral, se desempeñaban fundamentalmente dentro de las tareas del hogar, pero no tan solo remitidas a funciones domésticas, ya que se esmeraron en desarrollar el buen gusto, cuidar de su familia, de su alimentación y de acceder a una educación acorde a los marcos culturales establecidos en la época. Pero además debían lidiar con temáticas como el matrimonio, el amor y la vida social. El interés por este tema surge entonces a partir de la idea de que es en la primera década del siglo XX cuando los temas de la vida privada comienzan a salir a la luz a través de diversas publicaciones; concepciones en torno a lo privado se transforman en objeto de discusión pública. En los periódicos comienzan a aparecer nuevos vínculos que se

1 Koselleck, Reinhardt, historia/Historia, Madrid, Trotta, 2010.

4 establecen entre los productos y secciones de una prensa masiva y cultural. Lentamente las revistas comienzan a diferenciar su contenido de los periódicos, desarrollándose de gran manera las de tendencia magazinesca, así como lo fue representativamente la revista Zig- Zag (fundada por Agustín Edwards en 1905). El público lector del Centenario amplía el ámbito de sus intereses, siendo impactado por la novedad de los acontecimientos representados por medio de la imagen y la fotografía. Este nuevo panorama de la primera década del siglo XX es una transformación o ‘renovación cultural’ que tiene que ver con la extensión y complejización de los espacios comunicacionales y la reformulación entre lo público y lo privado, dado que en los espacios públicos se dan manifestaciones como bailes, paseos, boxeo, fiestas de primavera, cuplés, etc., acompañado de la habitual música de salón2. Estos medios de comunicación comienzan a sufrir un boom, dada la ampliación de información que se comienza a publicar; ya no sólo lo político era noticioso, sino que también fueron a serlo temas sociales, económicos y culturales; es así como se explica el nacimiento del periodismo moderno en Chile.3 De a poco una lluvia de información de distinta índole comienza a expandirse a través de las empresas editoriales y su producción hasta el consumo de este en el espacio público. Con esto, también hay un aumento de las editoriales a comienzos de 1900 y por lo mismo aumenta el nivel de lectores. Por supuesto, no pueden quedar fuera publicaciones dedicadas a estas mujeres que entre sus pasatiempos se encontraba tomar té con sus amigas en los saloniéres y dedicar tiempo al ocio. Observando el panorama familiar europeo, se hayan antecedentes que vienen a sostener el asunto. Michelle Perrot afirma que en la familia europea de fines de siglo XIX es el padre quien tiene doble poder: el pode público como el doméstico. El primero lo domina absolutamente, el segundo de manera distinta, ya que es él quien maneja las finanzas del hogar; lo reglamenta y pone en las manos de su mujer el relativo control del hogar, la educación de los hijos, puesto que solo él era el indicado para llevar la conducción

2 Consultar a Rinke, Stefan,Cultura de Masas, Reforma y Nacionalismo en Chile, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Santiago, 2002. 3 Al respecto, véase la reciente publicación sobre este tema de García Huidobro, Cecilia y Paula Escobar, Una historia de las revistas chilenas, Ediciones UDP, Santiago, 2012 y Subercaseaux, Bernardo, Historia del libro en Chile. Desde la Colonia hasta el Bicentenario, LOM Ediciones, Santiago, 2010.

5 de su familia4. Por otra parte, las mujeres aristócratas se encargan de administrar su casa, su servidumbre, los detalles domésticos, además del cuidado de los hijos, su educación, su salud, entre otras actividades. No se debe pasar por alto que las mujeres también se encargan de la educación moral de la familia. A principios de siglo XX, en Chile no es muy diferente la situación, por lo que ya se tiene cierta noción de esta ‘forma de vida’. Anne-Marie Sohn por otra parte, afirma que con la llegada de los años veinte -y con ello la sociedad de consumo- la vida cotidiana de las mujeres europeas se despliega poco, lo mismo con la distribución de roles que implica lo anterior. Es verdad que en algunos países de Europa ya existían regímenes democráticos; no obstante, las mujeres no pudieron escapar del todo de lo doméstico: el estereotipo de las mujeres queda bien definido en las novelas de mediados del siglo XIX en donde ellas eran descritas como un “ángel de la casa”, junto con esto se sostiene lo primero con el discurso masculino referente a la debilidad física de la mujer, con lo cual deben velar por su cuidado para la maternidad, dado que es su obligación. Imposible es dejar de lado el relato moral de la mujer, el cual va ligado a la devoción y sumisión masculina5. Hay que agregar también el discurso médico que ejerce presión sobre las mujeres en el hogar, ya que ella son las destinadas a la crianza de los hijos (se les culpaba a las mujeres por la alta mortalidad infantil). Solo una madre ‘desequilibrada’ podría dejar a su hijo solo sin nadie que lo amamante. Es por esto que las mujeres aristócratas se resisten al trabajo, y en general los esposos de estas mujeres son orgullosos de poseer una mujer sabia y ama de casa6. Analizando el planteamiento de Luis Barros y Ximena Vergara quienes realizan una interpretación de la cultura chilena y de las fuerzas sociales que la modelan: el dinero es el que abre todas las posibilidades, pues este se relaciona con el buen gusto ya que la fortuna y el dinero son los resortes principales de la sociedad moderna, en cuanto encarnan la idea de vanidad. Se debe resaltar que la oligarquía aborrece el trabajo remunerado, puesto que es lo propio de las clases inferiores. En definitiva los rasgos esenciales de esta clase son: la

4 Perrot, Michelle, “Figuras y funciones”, en Aries, Phillipe; Georges Duby. Historia de la vida privada, , Editorial Taurus, Madrid, 2001, vol. 4, págs. 128-130. 5 Sohn, Anne-Marie, “Los roles sexuales en Francia y en Inglaterra: una transición suave”, en Georges Duby y Michelle Perrot, Historia de las mujeres, Editorial Taurus, Madrid, 1993, vol.9, pág. 110. Consultar además Bordieu, Pierre, La dominación masculina, Editorial Anagrama, Barcelona, 2000. 6 Revisar Zárate, María Soledad, Por la salud del cuerpo, Historia y Políticas Sanitarias en Chile, Eds. Universidad Alberto Hurtado, Santiago, 2008.

6 valorización aristocrática del dinero, por las actividades empresariales, la valorización del derroche y del consumo conspicuo7. Por otra parte no se puede dejar de lado la carga valórica del apellido, el cual dota de linaje y tradición a la aristocracia, la cual se tiñe del prestigio de los antepasados, alega el prestigio histórico de nobleza y excelencia de los ascendientes. Un discurso similar es el de la sangre limpia, pura, rica y noble, expresiones que se refieren al prestigio de lo antepasado y asegura la reputación de los ascendientes, llegando al límite incluso de hablar de razas, es decir la mejor selección, dado que la raza europea es superior en cuanto a rasgos físicos y signos naturales, denotando la excelencia de una naturaleza moralmente superior8. Manuel Vicuña en La belle epoque chilena retrata un análisis de la familia aristocrática de principios de siglo como institución social clave en la constitución y desarrollo de una elite, ya que es aquí donde se pone de manifiesto la relevancia de los vínculos de parentesco en la historia de la elite santiaguina. Importante es mencionar el rol activo de las madres, ya que ellas eran las supervisoras de la reproducción social de su clase a través de la conformación de alianzas matrimoniales9 ampliando la diversificación económica, conforme estas redes de parentesco cubrían negocios en las áreas de la hacienda, minería, comercio, etc.10. Al poseer el control del país a mediados del XIX, las modas europeas, el desmesurado lujo y la forma de vida de la oligarquía hicieron que se experimentara un cambio de costumbres y de actitudes sociales: comprar desmesuradamente, hablar francés, viajar al extranjero, tener sastres y modistas, distinguiéndose socialmente del resto. El autor señala que hubo una publicación constante que fue punto de encuentro para las mujeres aristócratas, esta era Revista Familia: un espacio dedicado plenamente a las mujeres en torno a su hogar. A medida que la publicación va ganando lectoras, aparecen nuevas inquietudes y problemáticas dentro de ella y es así como poco a poco el rol que toma esta publicación es fundamental en el fomento de la emancipación intelectual

7 Revisar Nazer, Nazer Ahumada, Ricardo. "El surgimiento de una nueva élite empresarial en Chile.1830- 1880", Minoranze e culture imprenditoriali, Cile e Italia (XIX-XX), 2000. 8 Barros, Luis y Ximena Vergara, El modo de ser aristocrático: el caso de la oligarquía chilena hacia 1900, Ediciones Aconcagua, Santiago, 1978, pág. 146. 9 Vicuña, Manuel, La belle époque chilena, Editorial Sudamericana, Santiago, 2001, pág. 23 10 Ibíd., pág. 29

7 femenina: con el auspicio de la revista se da origen al Círculo de Lectura y al Club de Señoras. Estos organismos cobran importancia dentro del espacio público, ya que son las primeras organizaciones femeninas que surgen en Chile y que son la base para la promoción y difusión de la educación y emancipación de las mujeres, todo esto bajo la sombra conservadora de todos modos. Con la creación del Club de Señoras -institución que reunía a mujeres aristócratas en torno a la acción social, en lucha de la pro-emancipación de la mujer y difusión de la cultura- se vio abierto un espacio que estaba destinado a la educación de las mujeres a través de lecturas semanales, las cuales compartían y posteriormente discutían en torno a ella. María Paz Fernández por otra parte sostiene que el papel de la mujer tendía a la pasividad, emotividad, modestia y los sentimientos, la gracia y la belleza, la predilección por la privacidad y la vida doméstica.11 El ideal del matrimonio estaba presente, al igual que la virginidad al momento de casarse. Con esto también se puede decir que la dominación de la pareja estaba bajo las manos del hombre, dado que “…controlaba el dinero, la educación de los hijos y además exigía obediencia y fidelidad de su mujer, quien se encontraba sometida a su marido. Sin embargo, se enfatizaba que tal sujeción se basaba en el “compañerismo”, en donde debía primar el amor y la comprensión”12. Con esto también se destaca la labor maternal de las mujeres la cual las autorrealizaba, y las constituía como una fémina. Por otra parte la filantropía y las actividades benéficas ayudaban a ganar un rol mínimo en la sociedad de principios de siglo. Junto a esto, se complementa con la visión de Teresa Pereira, quien afirma que el mundo de las mujeres a fines de siglo XIX y principios del XX era el hogar y la familia; sin embargo es en este mismo periodo en el que la mujer realiza su tránsito desde la esfera privada al ámbito público. Las lecturas y el cultivo de las artes permitieron de que a poco las mujeres de elite fueran surgiendo a través de la prensa, en publicaciones mensuales, en donde “Los valores religiosos, y los acontecimientos heroicos inspiraron la mayor parte de sus obras y la elección de sus lecturas”13. Sin embargo no se debe olvidar que las mujeres de clase alta y

11 Fernández Smiths, María Paz, Amor a palos. La violencia en la pareja en Santiago (1900-1920), LOM ediciones, Santiago, 2011, pág. 9. 12 Ibíd., pág. 11. 13 Pereira, Teresa, Afectos e intimidades: el mundo familiar en los siglos XVII, XVIII y XIX, Universidad Católica de Chile, Santiago, 2007, pág. 293.

8 media no tenían mayor acceso a las profesiones, dado que se les consideraba incapaces para tales actividades, además de no estar adecuadas para producir, sólo para consumir. No obstante no debe dejarse de lado la mujer que está en su hogar, la que es una buena esposa, una madre hacendosa, recatada y virtuosa, resguardando así su honor y el de su familia. Por otra parte ella además de madre, debía comprender, apoyar e identificarse con el marido en sus aspiraciones. Por otro lado, María Rosaria Stabili realizó un estudio profundo de un período de cien años y analizando y estudiando a las mujeres en su subjetividad, sentimientos, valores y formas de vida a través de relatos orales reconstruyendo parte de su pasado. A través de las entrevistadas se va construyendo un relato que radica en los apellidos, los cuales definen el grupo social de pertenencia de un individuo; con esto también se comprende la compleja red de enlaces que hay entre estos apellidos, los cuales van formando endogamias familiares y del Estado, por el papel jugado dentro de la construcción de Estado. Al observar a las mujeres, los relatos orales recopilados plantean que las señoras aristócratas no eran un lamentable modelo de malgasto económico, sino que están sumidas en su ambiente social y están comprometidas con los problemas sociales de su época, llegando muchas veces a gestionar el trabajo de sus maridos en ausencia14. La mujer subalterna, y dedicada a su hogar es un modelo histórico que según la autora se fundamenta en el Código Civil de 1885, el cual le quita el régimen de “patria potestad” y de “potestad marital” a la mujer; previo a esto, la mujer gozaba de autonomía y protección legal de sus bienes. Complementando esto, la Iglesia Católica también realiza su aporte al asumir de igual manera el rol moralizador de la familia: ambos deben asumir la tutela moral de los que dependen de ellos. Entonces, además de ser la mujer aristócrata la dueña de su casa cumple un doble papel al ir entre las esferas de lo privado y lo público.

Familia fue una revista fundada en enero de 1910 por la prestigiosa editorial Zig- Zag. Una de sus principales funciones era entretener y culturizar a la mujer a través de sus secciones de literatura, de temas de contingencia, además de los temas cotidianos propios del hogar. Tuvo dos periodos de ediciones: el primero fue desde enero de 1910 hasta diciembre de 1928 y el segundo fue desde enero de 1935 hasta diciembre de 1940. Las

14 Ibíd., pág. 249.

9 escritoras de Familia fueron en general mujeres letradas y profesionales, de las cuales destacaban Inés Echeverría de Larraín, Elvira Santa Cruz Ossa, así como el sacerdote yy crítico literario Omer Emeth, Amanda Labarca, entre otras mujeres. Para los objetivos de investigación, la revista cuenta con doscientos veintiocho números publicados, de los cuales sólo se consideraron los 10 primeros años, correspondientes a 132. Esta selección fue realizada debido a la extensión de los artículos de la revista; además de que fueron diversos en sus temáticas, eran de amplia cobertura. Los números elegidos se escogieron tratando de ser lo más fiel posible a la visión y representación de la revista. Respecto a los conceptos claves utilizados en esta tesina, considero sumamente importante tener en cuenta dos que son fundamentales dentro de esta investigación, y que están unidos de forma directa: mujer, familia y maternidad. Estos conceptos estarán presentes durante todo este proceso y es necesario tener en cuenta qué se entiende por cada uno de ellos, situándonos en el Chile de 1910 en adelante. Con respecto a la familia, se puede decir que teniendo en cuenta el Código Civil es un grupo de personas unidas por un vínculo de parentesco, siendo la unidad básica de la sociedad; sus necesidades fundamentales (pasando por alto el comer, dormir) son el amor, cariño y protección, con el fin de que la descendencia de ésta se constituya bajo los mismos principios. Siendo más específico, la mentalidad burguesa buscará ante todo la confluencia de las aspiraciones masculinas y femeninas en torno a la formación y consolidación de una célula familiar, dotada de auténtica felicidad y construida sobre la base de un verdadero hogar, alrededor del cual se desarrollará gran parte de la vida de sus componentes, bajo un estricto sentido de intimidad y alejamiento de influencias extrañas. Siguiendo en la misma línea, considerando el papel de la mujer se debe mencionar que el matrimonio para las clases altas tenía como principio fundamental el “compañerismo”. Esto se ve reflejado en el rol complementario que adoptaría la mujer, por ejemplo en la educación de los hijos. Una mujer instruida podía hacer el trabajo educativo del padre un poco más fácil, contribuyendo a la formación de los pequeños. Aquí vemos, al igual que en la familia europea, que la mujer no realiza esta tarea sola. Únicamente se esperaba que ella ayudara, ya que no se la consideraba apta como para tomar la educación

10 infantil por sí misma15. Entre finales del siglo XIX y principios del XX, la maternidad era vista como “el rasgo constitutivo de la feminidad, la fuente suprema de autorrealización femenina, y la condición mediante la cual las mujeres podían contribuir al progreso moral y social de las naciones”16. Esta exaltación de la maternidad se manifestó también en la filantropía, actividad realizada por muchas mujeres de clase alta. Aquí se relacionaban “maternidad patricia, espacio privado, gobierno de la familia, “cuestión social” y “maternidad divina”, encarnada en la Virgen María. Las actividades de beneficencia relacionaban la caridad cristiana con el sentido social que muchas de estas mujeres tenían. Por otra parte, las mujeres chilenas ya sean ricas o pobres, su gran mayoría compartían la opción de la maternidad. Como las tasas de natalidad de la época eran muy bajas, el Estado realizó un llamado para que la “madre chilena” se comprometiera con el desarrollo y la consolidación de la nación.17 El objetivo general de esta tesina tiene el fin de caracterizar y retratar a la mujer aristócrata en su espacio privado y público mediante la revisión de la revista Familia (enero 1910-diciembre 1920). De este modo, los objetivos específicos son: 1) ilustrar la imagen de la mujer aristócrata en su vida privada, y 2) caracterizar el papel de la mujer aristócrata puertas afuera.

La hipótesis central de la presente entrega plantea que la revista Familia fue el lugar desde el cual se retrató la idea y concepción de lo que significaba ser mujer aristócrata durante la primera parte del siglo XX. Esta noción de mujer se encuentra entre un modelo a la antigua, marcado por un fuerte catolicismo –pensamos en los lineamientos de la enciclica Rerum Novarum- y otro más “contemporáneo” y acorde a la creciente modernización cultural del país y la entrada a la sociedad de masas. Por un lado, la publicación periódica representó un perfil conservador de la mujer tradicional respecto a sus funciones y labores dentro del hogar, mientras que por otro lado, simpatizó con algunas ideas modernas

15 Vicuña, Manuel, óp. cit., pág. 160. 16 Ibídem. 17 Moreno, Claudia, “La madre chilena, domesticación de la mujer. Los discursos higienistas ligados a la maternidad (1870-1920)”, en Stecher, Lucía y Natalia Cisterna Jara, América Latina y el Mundo. Exploraciones en toro a identidades, discursos y genealogías, Edit. Universidad de Chile. Facultad de Filosofía y Humanidades-Centro de Estudios Latinoamericanos, LOM, Santiago, 2004, pág. 140.

11 respecto de la situación de la mujer, tales como la creación de agrupaciones como el Círculo de Lectura y el Club de Señoras, obras caritativas, entre otras.

En torno a la metodología utilizada, primeramente se realizó una exhaustiva revisión a la bibliografía necesaria para dar cuenta del estado de la cuestión. Esto implicó que las fuentes documentadas, las fuentes primarias, tales como la revista Familia fueran claves para llevar a cabo esta tesina; la revista Familia, fue analizada explícitamente respecto de las necesidades del núcleo de este proyecto, por lo que fue la fuente más trabajada. Por otra parte se utilizó la novela Casa Grande de Luis Orrego Luco y los datos del Censo de 1907. En este sentido, se intentó dimensionar desde una fuente documental la visión de mundo de una revista sobre esa época, mientras que la ilustración o representación narrativa permitía comprender los alcances figurados sobre la significación del rol de la mujer de alta sociedad, así como el uso del Censo de 1907 permitió comprender –cuantitativamente- datos en torno a las tasas de natalidad y existencia de profesiones determinadas y descritas en el desarrollo de la tesina en un par de ocasiones.

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Capítulo I: la mujer aristócrata en su espacio doméstico

Hablar de las mujeres aristócratas a principios de siglo XX es un gran desafío: fue el comienzo de una nueva era cuando la mujer comenzó a ser un sujeto de cambio dentro de la sociedad chilena. La integración de las mujeres al mundo moderno es un tema bastante amplio, dado que no obtuvo un papel protagónico, pero sí logró ser reconocida como un sujeto social; desde el seno de su hogar y familia se denotó el cambio, para luego dar paso a lo público, fuera de las paredes de su hogar. Este proceso se llevó de forma paulatina, pero continuada, adquiriendo las condiciones para integrarse a nuevos mundos; desde mediados del siglo XIX surgen las primeras voces femeninas, inspiradas en el liberalismo secularizador18, el cual iba en ayuda de los desvalidos, de los más pobres y desprotegidos.

Por ahora se hará enfoque en las actividades realizadas dentro del hogar, las cotidianas, las que toda mujer debía saber en el Chile de 1910.

Luis Barros y Ximena Vergara retratan a la mujer aristocrática a través de las novelas. En primer lugar, los autores definen a “lo aristocrático” como el “sentimiento que surge de una convicción de superioridad sobre los demás. Esta convicción puede esgrimir distintos fundamentos, acusar diversos signos, pero establece siempre una jerarquía tajante entre quienes se reconocen en esta creencia y el resto de la sociedad, lo aristocrático equivale, pues, al sentimiento de excelencia, a la idea de estar situado en la cumbre, y a la certidumbre de la inferioridad de los otros.”19. Se recalca que la oligarquía con su riqueza destina gran parte de su tiempo al lujo y al consumo derrochador, viviendo en un mundo

18 Stuven, Ana María, Fermandois, Historias de las mujeres en Chile. Tomo 1, Taurus, Santiago, 2010, pág. 23. 19 Barros, Luis y Vergara Ximena, “La imagen de la mujer aristocrática hacia el novecientos”, en Covarrubias, Paz [ed.], Chile: Mujer y Sociedad, Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia UNICEF, Santiago, 1978, pág.230.

13 lleno de excesos y lujos: galas en el Teatro Municipal, kermesses de beneficio, veranos en

Viña del Mar, concursos en el Club Hípico, entre otras actividades. Aparentar felicidad, dicha, placeres, riqueza y ostentación eran los matices, la clave del éxito y de la vida plena para los aristócratas.

Ahora, considerando el papel de la mujer, los autores plantean que hay dos tipos de mujer aristocrática: la tradicional mujer aristocrática y la de buen tono. Con respecto a la primera se dice que es modesta, digna, doméstica, hacendosa, devota de los suyos; en general se le presenta dentro del ámbito doméstico, dedicada a la educación y cuidado de sus hijos, preocupada de la administración, economía y quehacer del hogar, parca en la lectura, católica, orgullosa de su estirpe, preocupada de sus familiares, junto con su esposo ejerce la tutela de la moral de los suyos y el rol providencial, dedicándose a los trabajos de beneficencia a los pobres. A diferencia de lo anterior, la mujer de buen tono es elegante, refinada, hermosa, esclava de la moda, mujer de seducción y encanto, agraciada, de buen gusto por la moda. Sus preocupaciones giran en torno a rumores, escándalos, noticias de sensación, chismes y comadrería. Figura en fiestas, organiza kermesses, asiste al teatro, al balneario de moda. Su educación es más esmerada, sabe idiomas, toca algún instrumento musical. Esta mujer venera el dinero, pero depende absolutamente del marido, por lo tanto el marido percibe a su mujer como una pertenencia, un objeto de opulencia. En la literatura finalmente se describe a la mujer de buen tono como desgraciada al final de su jornada: al terminar la fiesta y las luces siente la soledad y un vacío afectivo. En este caso la atención se concentra en la mujer tradicional aristocrática, a la cual va dirigida Familia.

Es sabido que el estilo de vida de la clase alta fue bastante cómodo, donde el modelo a seguir era el estilo europeo, lo elegante, de buena clase; los constantes viajes, la

14 remodelación del hogar, el ocio y la intensa vida social eran los patrones a seguir y, dentro de este ambiente, fue donde la mujer aristócrata se desenvolvió; sin poder participar dentro del mundo político y privadas de la educación formal, éstas se desarrollaban como tal dentro del hogar siendo las responsables del quehacer de su casa y de su familia. Una definición interesante de lo que significó ser mujer, la brinda Manuel Antonio Carreño; este hombre fue un importante intelectual venezolano que a mediados de siglo XIX lanzó su

Manual de urbanidad y buenas costumbres, que enseñaba el manejo de hábitos y prácticas entre las generaciones venideras. Carreño señalaba que:

“La mujer encierra en su ser todo lo que hai de mas bello e interesante

en la naturaleza humana; y esencialmente dispuesta a la virtud, por su

conformación fisica y moral, y por la vida apacible que lleva, en su corazon

encuentran digna morada las mas eminentes cualidades sociales. Pero la

naturaleza no le ha concedido este privilejio, sino en cambio de grandes

privaciones y sacrificios, y de gravísimos compromisos con la moral y con la

sociedad; y si aparecen en ella con mayor brillo y realce las dotes de una

buena educacion, de la misma manera resaltan en todos sus actos, como la mas

leve mancha en el cristal, hasta aquellos defectos insignificantes que en el

hombre pudieran alguna vez pasar desapercibidos”20.

Por otra parte, hay que considerar que el darwinismo social del siglo XIX planteó que la hembra era la especie más frágil y por tanto, necesitada de protección dada su

20 Carreño, Manuel Antonio, “Compendio del manual de urbanidad y buenas maneras”, Imprenta y Librería del Mercurio de Santos Tornero, Valparaíso, 1863, pág. 37.

15 inferioridad física y mental respecto de los varones.21 Además de ser menos intelectual que el hombre, la mujer poseía una incompatibilidad fisiológica con el desarrollo intelectual:

“La mujer era menos intelectual que el hombre; ello derivado de la convicción de que los

órganos genitales femeninos disminuyen la inteligencia o en una variación menos brutal, debido a que la vida fisiológica femenina era incompatible con el desarrollo intelectual”22

El cuerpo de la mujer encerraba ambigüedades: la mujer era más espiritual, pero menos intelectual; más moral que el hombre, pero con control menos desarrollado. Como parte natural de las mujeres, se les otorgó el manejo del hogar: una mujer que cumplía con estos requisitos era una mujer virtuosa, digna de ser el orgullo nacional. Para mantener una familia feliz y unida, era necesario sembrar el amor en ella de diversas maneras: “Puede mover su corazón de tal manera, que llegue á amarla honda y profundamente. Los principales elementos que pueden concurrir á tan excelente obra, son espíritu recto, razón elevada y carácter dulce y prudente”23. Además de todas estas características que se mencionaron, cabe agregar que una buena mujer, debía tener una virtud que fue difícil desarrollar: saber escuchar. “El cultivo del arte de escuchar es esencialmente para las damas. Un hombre prefiere decir lo que siente a una mujer, -sobre todo si es atrayente, inteligente o bella-que a media docena de hombres eruditos, calvo y que probablemente saben más que él. Precisamente, ahí está el secreto del agrado que encuentra el hombre en

21 Veneros, Diana, Perfiles revelados: historia en Chile, siglos XVIII-XX, Editorial Universitaria de Santiago, Santiago, 1997,pág. 23 22 Ibíd., pág. 24. 23 El amor en el matrimonio, en Familia, n° 14, febrero 1911, Santiago, Editorial Zig-Zag, pág.34.

16 que una mujer le oiga: la idea de su ‘superioridad’ le es más agradable que cualquiera otra…”24.

Este modelo de mujer hacendosa también vino desde Europa, donde además de tener que cargar con sus hijos y el hogar, fueron las encargadas de impartir la moralidad dentro de su familia; en este sentido los hombres eran los dominadores del espacio público y privado de sus casas, y lo hacían efectivo a través del poder del dinero reglamentando las finanzas del hogar. Carlos Sanhueza expone que el padre dominaba la vida privada y pública y la madre adoptaba un pequeño protagonismo dentro del mundo privado, pero jamás podría disputar el lugar del hombre, dado que era él quien “…representaba la racionalidad, objetividad y universalidad […] de la sociedad moderna occidental”25. Y por otro lado, ser madre se relacionaba con el sentimiento, la subjetividad y la individualidad, además de ser una fortaleza moral, un ideal de virtud y honor. En este sentido, la mujer desdoblaba su papel en el mundo público a través de un rol educativo y benefactor. La mujer, finalmente, organizaba la administración de su hogar con el capital facilitado por su marido; fue así como Michelle Perrot afirma el doble poder del padre sobre la madre26. De esta manera, en el sector más conservador de la elite, se vio reflejado el ideal de la mujer, donde su virtud era una de sus principales imágenes a la sociedad; esta mujer debía tener una serie de condiciones, tales como ser bondadosa, sencilla, pudorosa, recatada, caritativa, discreta, dulce y pura. Al tener estas cualidades, la mujer desarrolló estas virtudes en sus hijos, los cuales serán en un futuro el fiel reflejo de una sociedad mejor.

24 Lo que todas las mujeres deben saber, en Familia, n° 93, septiembre 1917, Santiago, Editorial Zig-Zag, pág. 13. 25 Sanhueza, Carlos, “«El problema de mi vida: ¡soy mujer!». Viaje, mujer y sociedad”, en Rafael Sagredo [ed], Historia de la vida privada en Chile, vol. 2, Taurus, Santiago, 2005, pág. 333. 26 Perrot, Michelle, “Figuras y funciones”, en Aries, Phillipe; Georges Duby. Historia de la vida privada, Madrid, Editorial Taurus, 2001, vol. 4, págs. 128.

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Crianza de los hijos

Aparte del rol moralizante de la mujer y la resguarda de valores, es importante considerar que la crianza de los hijos fue en la época un tema muy delicado, dado que era común que éstos murieran a temprana edad por la falta de cuidados, por su mala calidad de salud, mala alimentación y carencia de higiene; este tema se tocaba mínimo una vez al año a lo largo de las publicaciones. En esta época, se multiplicaron los textos con respecto a la crianza de los niños, dado que la tasa de mortalidad infantil era bastante elevada:

“Si la mortalidad infantil preocupa en Chile con sobrada razon la

atencion, fácilmente se ve ademas que la mortalidad general es superior a la de

los paises mas atrasados o pobres de Europa. Así en efecto, mientras aquí

fluctúa entre el 18 y 25 por 1,000 por año, en nuestro país ha alcanzado, en

igualdad de proporciones, a 30.3 durante los años transcurridos de 1885 a 89.

Si descendiéramos a analizar mas cuidadosamente estas cifras encontrariamos

que en algunos pueblos de la República aquella cifra es todavia sobrepasada”27.

En este sentido, las mujeres aristócratas estaban privadas de cargas laborales porque era mejor amamantar a su hijo que producir trabajo: “La madre que educa á un niño debe ser como los artistas, que al ejecutar una obra, ponen toda su alma en ese trabajo…”28; junto con esto, el discurso masculino típico de la época daba a entender la debilidad física de las mujeres frente a los hombres, por lo cual los varones se vieron obligados a protegerla dentro de un espacio reducido como el de su hogar, y evidentemente la crianza de los hijos no podía estar en mejores manos que en las de las mujeres. Además de esto es importante

27 Sierra, Mendoza, Lucas, La mortalidad de los niños en Chile, Sociedad Protectora de la Infancia, Valparaíso, 1895, pág. 7. 28 Revista Familia, n° 23, noviembre 1911, Editorial Zig-Zag, Santiago, pág. 2

18 volver al relato moral femenino el cual da mayor poder al hombre y es por eso que las mujeres les debieron sumisión y devoción a sus maridos. El consejo infaltable de Familia sugirió a las madres inexpertas a solucionar los diversos problemas de organización en el hogar:

“…la joven de que hablamos había aprendido en su niñez el principio

de que para llevar bien una casa son necesarios el orden y el método; con

consiguiente, lo primero que hace es arreglar la vida del pequeñuelo, tratando

naturalmente de no disminuir en nada el confort de los demás miembros de la

familia y conservando sin embargo para el niñito todos los cuidados necesarios.

Afortunadamente, la madre es capaz de criarlo, pero, por consejo del médico,

le da de todas maneras un biberón de leche de vaca, habituándolo de este modo

a digerir los otros alimentos para que, si eventualmente la lecha materna

viniese a faltar, no se produjesen demasiados trastornos”29.

Con respecto a la crianza infantil existían varios temores dado que ser madre no fue una tarea fácil, por lo que los textos de ayuda facilitaban un poco la labor. Un ejemplo de esto fue el Dr. Isauro Torres, quién fue médico cirujano y diputado impulsor de políticas públicas sanitarias30. Creó un texto, el cual fue una base de datos que proporcionaba excelentes datos prácticos sobre el embarazo, el parto, el recién nacido, la lactancia

(lactancia materna, de nodrizas y de biberones), su alimentación, la higiene del niño y las enfermedades. La ignorancia sobre la puericultura no solo afectaba a las mujeres de elite,

29 Revista Familia, n°5, mayo 1910, Editorial Zig-Zag, Santiago, pág. 15. 30 Su biografía disponible en: http://historiapolitica.bcn.cl/resenas_parlamentarias/wiki/Isauro_Torres_Cereceda Consultada en octubre 2012.

19 sino que también a las madres pobres, y es por esto que surgieron en gran manera los manuales de crianza. Aconsejaba el doctor que:

“Los mejores dormitorios son los que tienen ventanas y ventiladores o

tragaluces, a fin de que sean bien aireados y bien asoleados […] no deben tener

ni cortinas ni alfombras, que no sirven para otra cosa que para guardar polvo

[…] las dueñas de casa no debieran ignorar que los utensilios más anti-

higiénicos que existen son la escoba y el plumero, porque no sirven sino para

levantar polvo y llenar de microbios el aire […] Observando todas estas reglas

se evitarán muchas enfermedades, entre ellas la tisis, la anemia y el

raquitismo”31.

Las madres al ser las responsables de la crianza de los hijos, son a la vez las encargadas de reproducir los ideales impuestos por la sociedad; esto significa que sus hijos serían los ciudadanos comprometidos con su país.

“La madre que educa á un niño debe ser como los artistas, que al

ejecutar una obra, ponen toda su alma en ese trabajo, y no omiten detalle, por

pequeño que sea, para hacerlo perfecto. Si ellos gastan tal empeño en lo que

sólo es materia, cuánto tiene una madre que preocuparse á su vez de su obra, de

su hijo, cuando de por medio está un alma, un corazón, un porvenir, una

familia, un hogar y la patria. Desde que se inicia el ser, comienza la

maternidad: ya hay que preocuparse de su formación […] Un niño de buena

salud es, por lo general, paciente de buen carácter, y lo mismo se observa en

los adultos. En un cuerpo sano es más fácil inculcar las buenas ideas, los

31 Torres, Isauro, Cómo tener y criar hijos sanos y robustos, Nascimiento, Santiago, 1926, pág. 341.

20

buenos principios […] Al contrario sucede en las naturalezas enfermizas que

como no tienen el dominio de sus sentidos porque no poseen la salud completa,

no pueden percibir con precisión lo que se les quiere comunicar. […] Muchas

veces se sabe de señoras, que pronto serán madres, y que no se preocupan de

alimentarse como se debe […] Cuando nacen esos bebés, esas madres esperan

con la alimentación, con los remedios del médico, suplir la falta de crecimiento

que ellas impidieron.”32

En ciertas ocasiones se trata con dureza a las madres y se les exige que realicen de manera correcta su labor, para no tener problemas en el futuro. Muchas veces el amor a los hijos los convertía en ídolos, consintiéndolos en todo tipo de mañas y deseos:

“Lo que llama en esto la atención […] es el amor con que los padres trabajan y se sacrifican para sus ‘ídolos’… preciso es confesarlo: esos padres buscan el bien de sus hijos y los aman entrañablemente […] El éxito en la educación exige algo de que, salvo rarísimas excepciones, carecen los padres de hoy día. Ese algo se llama: Autoridad”33.

En cierto modo, la paternidad se practicaba de forma más dura, no obstante el cariño y devoción a los hijos existió. Para que los hijos fueran grandes profesionales y servidores de la patria, se demandó que los padres fueran estrictos y autoritarios. No obstante, se tiene el registro delatando que en la práctica los progenitores eran más cariñosos de lo que se pensaba.

Dentro de la crianza de los hijos también se incluye su alimentación, la cual muchas veces no pudo ser llevada a cabo por la madre, y la leche de vaca fue la

32 “Maternidad”, en Familia, n°23, noviembre de 1911, Santiago, Editorial Zig-Zag, pág. 2. 33 La autoridad en el Hogar, en Familia, n° 28, abril 1912, Santiago, Editorial Zig-Zag, pág. 1.

21 reemplazante. En este caso se les sugiere a las señoras el máximo de higiene al utilizar implementos externos como cucharas, biberones y chupetes; todos estos debían esterilizarse con agua hervida: “Nunca se deberá recurrir a esas leches compuestas que el comercio expende, y que según reza la etiqueta, su composición las asemeja a la leche materna […] Cuando el niño haya concluido de beber se le limpiará la boquita con un paño muy limpio y mojado en agua hervida; el biberón se echará en agua hirviendo, la botella se la dejará en agua hervida y caliente, sin sacarlos hasta el siguiente día”34.

Ya con el paso de los años, el niño pudo nutrirse con alimentos más sólidos gracias al crecimiento de sus primeros dientes. De esto también había que preocuparse, ya que los dientes son esenciales en la alimentación, crecimiento y desarrollo del infante. La odiada visita al dentista era necesaria y es por esto que Familia recomendó que:

“La visita al dentista, aunque no es muy agradable, es una de las cosas más

útiles para tener buen estómago, pues se sabe que si se mastica bien se tiene buena

digestión y para poderlo hacer hay que empezar a cuidarles los dientes a los niños

desde que nacen. Los descuidos en estos son muy generales y la madre, por no

darle un mal rato al pequeño, lo deja así sin obligarlo a ir donde el dentista,

teniendo este que sufrir más tarde las consecuencias y los males que trae consigo

este descuido. Moraleja de estas líneas: tened mucho cuidado con los dientes de

seis años, y como conclusiones de estas líneas, hacer vigilar cuidadosamente los

34 Consejos de una doctora para las lectoras de “Familia”, en Familia, n° 58, octubre 1914, Santiago, Editorial Zig-Zag, pág. 10.

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dientes de leche de vuestros niños, pues estos son los precursores de los

permanentes”35.

Con solo un diente picado por una caries, se sabe que se pueden contagiar los otros y con los miles de microbios que existían, era mucho más probable que estos se expandieran con facilidad; la visita al dentista fue absolutamente necesaria para quienes pudieron asistir y se recomendaba que fueran cada tres meses para mantener el control de la placa bacteriana y si había alguna caries. Según el Censo de población de 1907, en Santiago había un total de 192 dentistas36; este número de profesionales de los dientes no dejó de ser reducido para la época, por lo que se deduce que asistir a sus consultas fue de un valor elevado, costoso, pero no para las madres aristócratas preocupadas de la salud dental de sus hijos y de su imagen física.

Sin duda, la llegada de los hijos al hogar fue uno de los más frecuentes anhelos de los matrimonios, dado que ellos son su misma consolidación, su propia sangre, una extensión de ellos. Al verlos crecer, van desarrollando pequeñas habilidades que son el delirio de los padres; Orrego Luco en su novela Casa grande revela las reacciones de los padres respecto la presencia de sus hijos en casa: “La alegría de los niños, sus gritos, la preocupación dolorosa y punzante de sus enfermedades, el placer ruidoso de sus carreras, de sus gracias infantiles, transformaron de súbito la casa […] Las primeras palabras y los primeros pasitos, el juguete recibido con gritos y luego quebrado, el zapatito roto, las palabritas cariñosas e ininteligibles, pronunciadas con media lengua, el beso, los bracitos

35 Los dientes de nuestros hijos, en Familia, n°46, octubre 1913, Santiago, Editorial Zig-Zag, pág. 43. 36 Comisión Central del Censo, Censo de la República de Chile levantado el 28 de noviembre de 1907, Santiago, Editorial Universo, pág. 431. Extraído de Memoria Chilena, revisado en julio 2013 http://www.memoriachilena.cl/temas/documento_detalle.asp?id=MC0007943

23 que se extienden…”37 fueron sin duda la alegría de sus casas, llevaban paz y calma hacia las almas de sus padres, estando ellos llenos de orgullo por el trabajo realizado. A través de una buena crianza, con una alimentación adecuada, los cuidados delicados, una higiene y salud controlada, se podían obtener estupendos resultados, dando paso a otra etapa importante en el desarrollo humano: la educación.

Educación de los hijos

Con el paso de los primeros años, se aproxima otra etapa en el desarrollo personal del niño: la educación. Importante e imprescindible en la formación de los hijos, la educación marcó un cambio en la crianza, dado que se adquirió cierta independencia de los hijos para con la madre. Si bien es cierto a veces este paso cuesta: “…-Mando mis nenes al

Kindergarten por librarme de ellos!- así me decía una amiga en días pasados, y yo meditaba esas palabras: ‘Por librarme de ellos’ … ¿Cómo quieren esas madres, que en lejanos días esos nenes ya grandes no quieran también librarse de ellas?”38. En nuestros tiempos es común dejar a niños de 2 años en jardines infantiles, dado que ambos padres trabajan y realizan sus actividades a diario. No obstante, en las primeras décadas del siglo XX era incluso extraño que las mujeres aristócratas ejercieran un trabajo; sus labores estaban abocadas a su hogar y su familia. Por lo mismo, justificaban que hasta los ocho años era necesario que los hijos permanecieran dentro de su casa. Esto se creía así porque:

“…hasta los 8 años, a lo menos, debe estar en el nido, al calor de las

caricias maternales. Son florecitas delicadas; el menor soplo puede herirlas […] Es

increíble el alejamiento que se va formando en el corazón del niño que crece

37 Orrego Luco, Luis, Casa grande: novela: escenas de la vida en Chile. Santiago, Zig-Zag, 1908, pág. 177- 178. 38 Nuestros nenes, en Familia, n°88, abril 1917, Santiago, Editorial Zig-Zag, pág. 6.

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apartado de su madre, los hay, que ven a sus madres sólo instantes en el día,

comen lejos de los padres por distintos motivos, según ellos muy justificados […]

Las niñas deben vivir prendidas al corazón de sus madres, como están las estrellas

en el cielo, y brillarían como ellas”39.

Si no se quiere apartar el niño a temprana edad del hogar, también existían consejos alternativos para generar juegos didácticos con materiales sencillos dentro del hogar; con juegos simples en el jardín, agregando materiales como bolitas de lana, blocks de madera, papel, lápices de colores, juegos de tés y cajas pueden hacer la diferencia en las actividades de los pequeños. Al guiarlos en su juego, se pudieron obtener grandes resultados como por ejemplo: “Les desarrolla el amor a la naturaleza, les enseña a manejar sus deditos por medio de juegos […], al mismo tiempo que el niño se entretiene con juegos infantiles. Estas ideas de trabajo natural, trabajos de mano y juegos, puede llevarlos a efecto cualquier madre en su propia casa, con buenos beneficios y agrado a la vez.”40

Siguiendo en la temática, en la entretención del infante también fue posible la educación, dado que a través de esta experiencia los niños pueden jugar, explorar y aprender sobre el mundo. Al ejercer diferentes funciones en sus juegos, adquieren diferente habilidades como la imaginación, socialización y autonomía. El juego fue una buena herramienta para lograr que los niños formen valores, actitudes y habilidades que sirven para el resto de su vida:

“el niño se desarrolla a través de los juegos, que son los que más educan al

niño y lo que los hace más felices con que construyen, dándoles así la ocasión de

39 Ibíd. 40 Kindergarten en la casa, en Familia, n° 46, octubre 1913, Santiago, Editorial Zig-Zag, pág. 35

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hacer y ejecutar. […] La vida está llena de pesares, así es que debemos estimular

los placeres en los niños para que adquieran gustos alegres y puedan, sobrellevar

mejor las penas que tendrán que venirles más tarde. […] los padres deben dejarlos

que ellos mismos se proporcionen sus juegos con un poco de ingenio y de trabajo

propio, pues de este modo los padres, también, van conociendo los gustos y las

inclinaciones de sus hijos, y los puede corregir jugando con ellos mismos, y

demostrándoles el mal que han hecho o que han ideado”41.

Además de esto, era importante que el infante se pudiera desarrollar en un ambiente libre, tal como lo es una plaza, un parque. Es por esto que, junto con los juegos caseros, la recreación al aire libre fue altamente valorada en la época: se realizaban recreos dominicales en varias plazas públicas, se adoptó el modelo norteamericano de la plaza de juegos y se valoró el contacto con el sol y aire libre42.

También se puede considerar que las mujeres aristócratas dedicaban un tiempo a las manualidades, a sus tejidos y bordados, para adornar su hogar, su vestuario y crear algún juguete para sus hijos. Se destaca la hechura de muñequitos de trapo para niños pequeños que no son capaces de manipular grandes objetos. Jorge Rojas señala que las madres confeccionaban muñecas para sus hijas43

Estos muñecos son agradables a los ojos de pequeños por su sencillez y resistencia.

“Los juguetes, como todo lo demás, han encarecido muchísimo últimamente y no por esto debemos privar a los niños; ensayemos de hacer nosotras mismas juguetes baratos si es que

41 Modo de mantener a los niños felices, en Familia, n° 44, agosto 1913, Santiago, Editorial Zig-Zag pág. 7. 42 Rojas, Jorge, Historia de la infancia en el Chile Republicano, 1810-2010, Ocho Libros Editores, Santiago, 2010, pág. 276. 43 Rojas, op. Cit., pág. 275.

26 no podamos o no queramos pagar caro los juguetes que se venden […] Con las muñecas de trapo, no hay nada que temer, y son prácticas bajo todo aspecto y la modestia de su precio las pone al alcance de todos los niños pobres, privados de juguetes.”44

Ya cuando el niño ha adquirido edad y experiencia, es necesario que asista a la escuela, dado que es en ese lugar donde se aprende a interactuar con sus pares, a relacionarse de manera sana y correcta. La socialización fue y es fundamental en el desarrollo integral del ser humano, en este sentido es que la madre debe monitorear los pasos que dieron sus hijos en el colegio. Familia recomienda que la relación entre el maestro, la madre y el niño sea comunicativa, informando los avances y restricciones que se pueden generar dentro de una escuela: “Los dos más grandes factores en el progreso de un niño son: la madre y el maestro […] De esta unión resultan muchas ventajas, pues por un lado, la madre conoce algo de los trabajos y arduos esfuerzos que la vida escolar implica, y el maestro, á su vez, se impregna del amplio espíritu maternal y penetra en la mentalidad del niño”45.

Por otra parte, hubo los padres y madres que creen que al entrar los niños a la escuela, deben desligarse de sus preocupaciones: las atenciones de la vida moderna y sus exigencias múltiples hacen que el tiempo se agote rápidamente y no quede hora para demostrar el interés por lo que aprende el niño, el incentivo a que estudie: “Pero al lado de padres tan inteligentes, hay otros para quienes el trabajo educativo es un trabajo cualquiera que uno encarga a un obrero, al ‘maestro’ y que sólo se diferencia de los otros porque suele pagarse adelantado […] Es, pues, necesario que la familia se doblegue á las exigencias de

44 Las muñecas hechas en la casa, en Familia, n° 115, Editorial Zig-Zag, Santiago, pág. 14. 45 La familia y la escuela, en Familia, n° 15, marzo 1911, Santiago, Editorial Zig-Zag, pág.1.

27 la escuela y colabore con ésta en la larga y difícil tarea de hacer con el niño de hoy el hombre armado para los combates de mañana”46.

La formación de un niño es una importante etapa en su crecimiento, dado que es aquí donde desarrollan habilidades sociales como intelectuales. Al conocer a sus profesores y relacionarse con sus compañeros, va conociendo diferentes caracteres, personalidades y se desenvuelve en un mundo desconocido y lleno de cosas por explorar. Mediante estas relaciones el infante va generando independencia y autonomía respecto sus actividades escolares; aprende a leer, escribir, sumar, restar, realizar sus tareas diarias, utiliza su destreza manual, entre otros aspectos. Cierto es que a través del juego, en los primeros años van adquiriendo habilidades más prácticas y manuales, ya que despliegan y forman su sistema psicomotor, exploran a través de sus sentidos y aprenden a socializar con sus pares.

Importante es destacar que los juegos al aire libre fueron sanos y recreativos, dado que además de interactuar con niños, tienen contacto con su entorno, ya sea en una plaza o en un parque de diversiones.

Respecto al área intelectual, la escuela fue una institución primordial para los niños sobre todo. En general a ellos se les otorgaba más acceso a la educación, mientras que a las niñas se les contrataba institutrices para que se les enseñe diferentes materias, además de lecciones de cocina, bordado, tejido, música, entre otras actividades.

Además de estar formando intelectuales, se educaron a grandes personas, con valores y principios establecidos, dispuestos a ser un aporte para su patria y su familia. Los padres mientras puedan intentarán brindarles las mayores oportunidades posibles a sus hijos

46 Ibíd.

28 y esta no es la excepción, por lo que la educación fue un bien imprescindible en la formación de sus hijos.

Labores hogareñas y servidumbre

Desde que las mujeres fueron niñas se les inculcó que debían ser damas de bien, de utilidad para su hogar y la sociedad. Así se les aconsejó rectitud, madurez y armonía en su ser. No debían ser “…niñas que no hacen nada, sin servir a nadie, ni á los de su casa. Niñas que no hacen sino pensar en modas y en esperar la hora del paseo, que no se interesan por nada de su hogar, no ayudan á su madre ni para disponer una comida, no trabajan siquiera para esa multitud de obras de caridad que hay en Santiago”47. La ociosidad no podía entrar en la vida de las niñas a tan temprana edad, por ello se les inculcó ser productivas y posteriormente, dedicar tiempo a la diversión y distracción: “Las niñas deben compartir ese periodo de la juventud con discreción entre las diversiones y entre los deberes que todos tenemos que cumplir…”48.

Si las preocupaciones de la madre eran amplias y diversas, las labores de dueña de casa no pueden pasarse por alto; organizar las diversas tareas de un hogar fue todo un tema, dado que a veces no se contaba con la totalidad de la servidumbre: además de atender a los hijos, había que consentir al marido, lavar y planchar ropa, limpiar la casa en general, ordenar el hogar, regar y mantener el jardín, bordar paños, comprar diversos productos para el hogar, de belleza, etc. Cabe mencionar que en todas las ediciones de la revista se incluyó un especial espacio a la moda y a la cocina; la sección de moda tuvo una extensión entre 10 y 15 páginas en cada edición; entre sus temas se incluían la moda europea, bordados de

47 La vida de una mujer debe ser útil, en Familia, n° 26, febrero 1912, Santiago, Editorial Zig-Zag, pág. 2 48 Ibíd.

29 manteles, sábanas y cortinas, accesorios para toda la familia, entre otros artículos. Respecto a la cocina, se le dedicaban unas 5 páginas a cada edición, incluyendo la preparación de un menú completo para deleitar a cualquier estómago. Los gustos de la aristocracia eran refinados, por lo que a veces era costoso llevar a cabo una cena con aperitivo, entrada, plato de fondo, postre y bajativo.

Es por esto que a las mujeres se les consideraba idóneas para este trabajo: la dirección de los asuntos domésticos. Es cierto que las mujeres de elite no eran las encargadas de realizar el aseo profundo o de cocinar las diferentes comidas, sin embargo, ellas eran quienes organizaban su morada y las diferentes actividades realizadas en su hogar. Es así como se le dio paso al área social del hogar, ya que cuando se realizaban tertulias, la hora del té o veladas se les enseñaba a los empleados el uso de una exigente etiqueta en el instante de servir a los invitados. El antiguo Manual de Carreño fue la guía esencial para aprender sobre urbanidad en el hogar, en sociedad, etc. Este manual era casi de lectura obligatoria para las niñas, de manera que garantizara el éxito en las responsabilidades sociales y el triunfo de su hogar. La revista Familia sugirió a sus lectoras que tuvieran en la mira a sus criados:

“Una buena dueña de casa celosa del orden y de la reputación como de la

corrección de su ‘home’ no debe dejar pasar ningún descuido, ni en el servicio,

ni en la manera de presentar á su servidumbre. Debe vigilarlos para que estén

vestidos como debe, según su ocupación y las exigencias de su servicio. En

30

general, la sencillez muy cuidada es siempre la mejor. Los sirvientes no deben

nunca llamar la atención por su originalidad pero sí por su corrección.”49.

Por otra parte, los quehaceres del hogar y las labores cotidianas que existen dentro de él fueron y son múltiples. Las extensiones de las mansiones de estas señoras no eran menores: llenas de lujos y de detalles, eran tremendos palacios que debían estar siempre limpios y ordenados. Nuevamente Orrego Luco ilustra con lujo de detalles el hogar de

Gabriela, la protagonista de esta novela que vive junto a su marido y su pequeño hijo:

“…había dos salas, comedor y escritorio, de regulares dimensiones, elegantemente decoradas y amuebladas con gusto sábio y severo. La última pieza, empapelada de rojo, tenia guarda mui ancha, de arte nuevo, en la parte superior, y friso de madera de laqué blanco en la inferior. Gruesa alfombra de Smirna cubría el centro del parquet, bien mantenido. Una lámpara electrica, retorcía sus rosas de bronce en ampolletas de vidrio.

Cerca de la puerta-ventana, el escritorio americano de cortina, abierto, mostraba un puñado de papeles en desorden, arrojados allí de cualquier modo, con visible disgusto, por mano nerviosa. Los sillones de cuero, bajos y cómodos, se agrupaban en torno del sofá de Maple, mueble tan cómodo que daba ganas de hundirse e él con sólo verlo. Estaban colgados de las paredes varios grabados y aguas fuertes con márcos blancos, suspendidos de largos cordones…”50

Las manos que ayudaron a estas mujeres, las personas que dedicaron su vida a mantener en pie y en orden un hogar fue la servidumbre en general. Este grupo fue conformado por sirvientas, nodrizas, mayordomos, jardineros, ‘chauffeurs’, entre otros,

49 Revista Familia, n° 30, junio 1912, Editorial Zig-Zag, Santiago, pág. 35. 50 Orrego Luco, Luis, op.cit, pág. 148.

31 quienes fueron servidores del hogar, formando parte importante dentro de la morada. Para que fueran un equipo de excelencia, debían estar coordinados, organizados en sus tareas diarias, de modo que el día a día estuviese bien estructurado. Familia propuso a sus lectoras que este grupo humano se mostrara a la sociedad de forma ordenada, lo más correcta posible, con el objeto de mostrar reputación y prestigio a quienes asistieran a su propiedad.

Las servidoras domésticas fueron la cara más visible de la servidumbre, por lo mismo fueron las encargadas de verse relucientes, impecables en todo momento: “Las sirvientas de las casas personifican los signos más visibles del orden o desorden de la casa en que sirven. La buena organización de un establecimiento se manifiesta inmediatamente en el aspecto de arreglo y nitidez de sus sirvientes, como también el buen gusto de la señora dueña de casa”51. El costo de los uniformes de las servidoras domésticas no fue muy elevado, de esto modo es que ellas tenían por lo menos dos mudas de recambio durante el día. Los colores tradicionales utilizados fueron el negro, azul marino y blanco. Pero por otra parte, seleccionar al personal con el cual se trabajó fue significativo, dado la delicadeza y confianza que se debía tener con ellos. Al no conocer a las personas que se deseó contratar, fue difícil elegir a alguien que debía trabajar y alojar en los hogares, por esto

Familia cuenta que el trabajador doméstico chileno:

“…es habilísimo y la prueba la tenemos en el manejo de las máquinas de

labor en el campo. Un mes después de adquirirlas, un peoncito zarrapastroso es

hábil para manejarlas […] Es hábil, dijimos, pero no es aseado, ni aprende a hacer

su labor diaria con prolijidad; no acepta tampoco que lo enseñen… Es ambicioso,

orgulloso, y para él el utópico lema ‘Igualdad ante la ley’ le es tan querido como

51 El uniforme de las sirvientas, en Familia, n° 55, julio 1914, Santiago, Editorial Zig-Zag, pág. 38.

32

su propio ser […] Mucho se dice que el chileno es ratero; creemos poder sostener

que, por lo menos, hay que hacerle honor al sirviente de buena casa, y decir que

son en su mayoría más honrados que los de otras naciones. El sirviente chileno,

bien tratado y bien comido, llega a ser, a veces, un dechado de fidelidad y

abnegación”52.

Después de haber realizado la elección del personal de trabajo doméstico, sigue el aprendizaje de las labores por realizar, las restricciones que poseen como servidumbre, sus obligaciones y deberes. Ser sirviente a principios de siglo XX era un oficio respetado, por la misma capacitación que recibieron y lo detallado de su trabajo; al tener mayor roce social con gente culta e ilustrada, aprendieron a expresarse de manera correcta y a pulir sus modales: “Hoy, los sirvientes más cultos e ilustrados que antes, no rehusan llevar libreas o estar uniformados. Saben muy bien que, como el uniforme en los soldados y oficiales, marca una institución honorable a la que ellos pertenecen; y ellos comprenden ya que él les da crédito y respetabilidad […] Muy lejos estamos aún de ese ideal, pero, todos deberíamos tratar de ir adelantando, enseñando y puliendo a la servidumbre. Es un bien para todos”53.

Espacio doméstico

La diversidad de temas que contenía esta publicación era muy amplia, indagando temas de enfermedades, consumo, arte, economía doméstica, manualidades, etc. De vez en cuando se reportaban estos temas y se da cuenta de la variabilidad de detalles y dudas respecto al hogar. Un ejemplo de esto, fue que con el uso de la electricidad en los hogares

52 El Problema de la servidumbre en los pueblos civilizados, en Familia, n° 82, octubre 1916, Santiago, Editorial Zig-Zag, pág.10. 53 Para los sirvientes de las casas. Los uniformes, en Familia, n° 86. Febrero 1917, Santiago, Editorial Zig- Zag, pág. 7.

33 se facilitó el quehacer diario de las dueñas de casa; el progreso y desarrollo se había instalado en las casas más acomodadas y de a poco los objetos domésticos fueron evolucionando, teniendo así un mejor funcionamiento, optimizando el tiempo. Al ser la electricidad un método seguro, limpio y flexible, se confiaba mucho más en ella que en los combustibles. La cocina fue y sigue siendo un implemento básico dentro del mundo doméstico, por lo mismo fueron elaboradas “…portátiles y por consiguiente pueden ser llevadas a un cuarto á otro si así se deseare; en ellas no hay penosa necesidad de las posiciones forzadas, pues sus hornillas pueden ser colocadas sobre una mesa á la altura más conveniente”54. También destaca otros elementos como

“La estufa está siempre libre de cenizas y los utensilios limpios de aquellos

repugnantes desperdicios que se forman al usar cualquiera otra forma de

combustible […] El desayuno puede ser preparado aquí, sin necesidad de entrar á

la cocina, gracias á la cafetera eléctrica y el aparato para hacer tostadas. Estos

utensilios eléctricos presentan siempre una apariencia muy atractiva y no hay

razón alguna para que se ensucien. […] No dejaremos de mencionar la escalfeta

eléctrica, que se halla siempre lista, para preparar un bocado ligero y delicado

cuando al volver de teatro se siente uno tentado de comer algo bueno antes de

retirarse”55.

Sin duda el uso de aparatos eléctricos facilitó la vida a muchas aristócratas dueñas de casa, simplificando las tareas diarias del hogar. Sin embargo también fue vital restringir los gastos del hogar, especialmente de los alimentos. Muchas veces se adquirió una gran

54 El uso de los aparatos eléctricos, en Familia, n° 18, junio 1911, Editorial Zig-Zag, Santiago, pág. 39. 55 Ibídem.

34 cantidad de ellos y no fueron ocupados; en estado de putrefacción ya no fueron útiles para su organismo, por lo que había que comprarlos de manera limitada. Otro factor a considerar es el valor de estos alimentos, que constantemente iba en alza y poco dejaba descansar los bolsillos y el presupuesto de estas mujeres; cada cierto tiempo había que reformular el listado de compras con sus respectivas prioridades y por lo mismo

“Bastará considerar los precios que alcanzan el azúcar, el té, los frejoles y

tantos otros artículos de primera necesidad en la nutrición […] Ha subido todo, en

términos excesivos, en términos que no dicen relación con múltiples

consideraciones que sería fácil hacer; y, sin embargo, las dueñas de casa, la mujer

en general […] no ha hecho sentir sus protestas ni sus clamores, protestas y

clamores que por venir de corazón de mujer se verían y tomarían en consideración

mucho más que las peroraciones de las hombres”56.

Para finalizar, después del arduo y amplio trabajo que tuvo la mujer en su hogar y en sociedad, también existió un espacio dentro de Familia sólo para ella el cual se dedicaba a su imagen, a su belleza, elegancia y apariencia. Varios artículos dieron cuenta de muchos consejos dirigidos a que la mujer se sintiera bella y refinada; se debía tener cierto cuidado con las uñas, el cabello, rostro, dado que esa era la imagen que ellas proyectaban a la sociedad. Ser bella era realmente un arte, al cual había que dedicarle una cantidad considerable de tiempo, teniendo en cuenta que cada parte del cuerpo necesitaba diferentes tipos de cuidados y productos. Se recetaban fórmulas sencillas para obtener ungüentos y lociones para el rostro y cuerpo; importante es recalcar que la piel debía conservarse tersa y pálida, dado que eso representaba la vida alejada del trabajo, distinguiéndose como mujeres

56 Nuestros consumos, en Familia, n° 102, junio 1918, Editorial Zig-Zag, Santiago, pág. 37.

35 de la aristocracia. En los diferentes números de la revista, se pueden encontrar consejos tan prácticos y sencillos como:

“Es preferible cortarse las uñas una misma, que dejar que lo haga la

manicura. Si se quiere llegar á la perfección, hay que hacerlo una vez al día […]

Nunca se deben usar tijeras para cortar las uñas lo mejor es limárselas con una

lima ad-hoc […] Si les es difícil procurarse un buen jabón de olor, pueden

fácilmente reemplazarlo por la harina de almendras que es tan buena i mejor que el

jabón. Reemplazará las lociones y las cremas costosas por la leche fresca. Todas

las noches, antes de acostarse, se deberán lavar en leche las manos, la cara y el

cuello […] Al escoger un perfume hay que tener juicio y tacto. Hay perfumes que

son más apropiados para rubias; hay otros que les pertenece exclusivamente á las

morenas. Este es un hecho”57.

Es así como estos consejos se van multiplicando en las diferentes publicaciones; además de los cuidados de la piel, también se ponía énfasis en los dientes, el cabello, y la forma de vestir elegantemente en toda ocasión. Se critica fuertemente a las mujeres que se visten deliberadamente, sin guardar pudor alguno al caminar por las calles, dado que “Las maneras importadas, las exageradas modas que nos traen, las que pasan por París sin estudiar bien la manera cómo se visten las señoras, no parecen adecuadas para el tipo perfecto de una buena mujer. Los hombres no reconocen en ellas a las que hubieran

57 El arte de ser bella, en Familia, n° 29, mayo de 1912, Santiago, Editorial Zig-Zag, pág. 8.

36 deseado tener por esposa, por compañera de su vida”58. En lo posible se sugiere ser recatada, decente y pudorosa, ya que eso revela carácter y actitud.

Para poder lucir elegantemente un buen vestido con sus detalles, se aconseja tener un cuerpo esbelto y bien cuidado. Esto se puede obtener a través de actividades físicas como la danza, la cual se podía realizar en sus hogares fácilmente. Al efectuar diferentes tipos de movimientos del cuerpo se podía formar la figura deseada, además de interactuar socialmente con otras mujeres:

“En los tiempos actuales, en que tanto preocupa el mejoramiento de la raza futura

se necesita colocar el baile en su verdadero punto de vista: es decir la enseñanza de

la cultura física […] Mientras mejor es la salud, más alta y pura es la mentalidad y

con el baile figurado se consigue: salud, naturalidad, sinceridad en la

expresión.”59;

Por otra parte, la natación también es un buen deporte para mantener el cuerpo en equilibrio. Los movimientos en el agua al ser más lentos, permiten que las extremidades adquieran firmeza y flexibilidad. Al ser una actividad lúdica, se le consideró una actividad recreativa y refrescante en los calurosos días de verano:

“El aprender a nadar bien es hoy día una educación tan necesaria como caminar y

hacer otros sports recomendados por los higienistas, y las autoridades de las

grandes y pequeñas ciudades dan todas las facilidades para fomentar este sport tan

58 Lo que piensan los hombres de las mujeres, en Familia, n° 50, febrero 1914, Santiago, Editorial Zig-Zag, pág. 4. 59 Corrientes de alegría, en Familia, n° 99, marzo 1918, Editorial Zig-Zag, Santiago, pág. 8.

37

necesario […] Existen aún entre nosotros muchas señoras y niñas que no saben

nadar, porque ignoran la importancia que tiene para la salud este sport.”60;

El ejercicio físico, al ser una actividad motora mantiene la salud y el bienestar de las personas, ayuda a mejorar el sistema cardiovascular, ayuda con la perdida de grasa, entr otros beneficios. Al mejorar la imagen corporal, se produce una actitud de personalidad y satisfacción propia por lograr estar en armonía con el cuerpo:

“La gordura proviene de descuido en la alimentación o de pereza para hacer

ejercicio, o de ambas cosas a la vez […] el remedio está en regular los ejercicios y

la dieta. No hay necesidad de tomar remedios, ni de hacer ejercicios misteriosos, ni

de hacer nada intrincado. La cuestión es tratar de quemar las grasas del cuerpo, y

eso se consigue jugando golf, lawn-tennis, caminando. También el trabajo

doméstico activo, que pone en movimiento todos los músculos del cuerpo, es

espléndido y sus resultados son admirables”61.

Por último, otra actividad física destacable es el baile, el cual es muy similar a la danza, pero su diferencia radica en que el baile es de carácter netamente recreativo y de entretención; el baile es considerado como una actividad de distracción, de esparcimiento, en donde a través de los movimientos corporales se logra cierta comunicación entre quienes ejecutan el baile, expresando gestos y emociones:

“…el baile es el mejor sport que se conoce. Desarrolla los músculos y los fortifica,

le da a un cuerpo gran flexibilidad y una exquisita gracias, rechaza las

60 Aprendiendo a nadar y a zambullirse, en Familia, n° 108, diciembre 1918, Editorial Zig-Zag, Santiago, pág. 8. 61 Para evitar la obesidad, en Familia, n° 113, mayo 1919, Editorial Zig-Zag, Santiago, pág. 10.

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enfermedades, las ideas negras, la neurastenia, contribuyendo, además, a la belleza

moral y física del hombre y de la mujer […] La juventud debe bailar, y en lugar de

mirarlo con ojos de reprobación se le debe mirar por el bien lado higiénico y

social”62.

62 La hora del té y del baile, en Familia, n° 127, julio 1920, Editorial Zig-Zag, Santiago, pág. 4.

39

Capítulo II: la mujer puertas afuera.

Entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX se vivió una época de magnificencia entre la clase aristócrata chilena, la cual es denominada “la belle epoque”; la gran cantidad de bienes que se obtuvo con el triunfo de la Guerra del Pacífico, agregando la proliferación del salitre posibilitó un gran desarrollo comercial y financiero dentro y fuera de Chile. Los chilenos, llamados en ese entonces “los ingleses de América del Sur” se sentían optimistas.63 Habían enfrentado un conflicto con Perú y Bolivia, resultando vencedores, lo cual, a su vez, había aumentado el territorio nacional y, por consiguiente, generado una inédita riqueza y expansión salitrera. Esto hizo que la población se concentrara en las ciudades, lo que generaría un desplazamiento cada vez mayor del campo a la capital y a los centros mineros del norte.64

Junto con esto, Santiago también se vio transformado con las políticas urbanas de

Vicuña Mackenna65, las cuales dieron una nueva cara a la ciudad considerando que los espacios públicos y las instituciones cumplieron una función de sostén al desarrollo de la sociedad chilena. Los salones de las nuevas residencias santiaguinas vivieron grandes reuniones matrimoniales, además de contribuir a la destacada posición social de las familias anfitrionas. María Rosaria Stabili plantea que además de radicarse en la ciudad, estas familias tuvieron haciendas y participaron en el Parlamento administrando sus recursos; bajo esta ordenación es como se forman “…estructuras, dinámicas y redes familiares que

63 Reyes, Soledad, El centenario de Chile (1910). Relato de una fiesta. Globo Editores, Santiago, 2007, pág. 18. 64 Villalobos, Sergio, Chile y su historia, Editorial Universitaria, Santiago, 2003. 65 Para más información sobre este tema, consultar: De Ramón, Amando, Historia de Chile. Desde la invasión incaica hasta nuestros días (1500-2000), Catalonia, Santiago, 2003. De Ramón, Armando, Santiago de Chile (1541-1991) Historia de una sociedad urbana, Editorial Sudamericana, Santiago, 2000. Subercaseaux, Bernardo, Historia de las ideas y de la cultura en Chile, tomo IV, “Nacionalismo y cultura”, Editorial Universitaria, Santiago, 2007.

40 reflejan y, al mismo tiempo, se reflejan en las estructuras, en las dinámicas y en los acontecimientos públicos y sociales. Esto significaba que los miembros de las familias de elite, en el momento que asumían responsabilidades de Estado, reproducían roles, funciones, dinámicas y valores familiares, replanteándolos en aquellas instituciones a las que se integran”66.

Junto con esto se comprometieron los herederos de las familias aristócratas, generando grandes riquezas además de matrimonios pactados previamente. Tras el prestigio y poder que conllevó esto, se multiplicaron los espacios de encuentro entre estas familias.

El mismo Luis Orrego Luco lo deja entrever en su novela Casa grande cuando dice que:

“La sociedad chilena se compone de oligarquía mezclada con plutocracia, en la cual gobiernan unas cuantas familias de antiguo abolengo unidas a otras de gran fortuna, transmitiéndose, de padres á hijos, junto con las haciendas, el espíritu de los antiguos encomenderos ó señores de horca y cuchillo que dominaron al país durante la conquista y la

Colonia como señores soberanos.”67.

La familia fue una institución social clave en la constitución y reproducción de una elite, ya que fue aquí donde se puso de manifiesto la relevancia de los vínculos de parentesco en la historia de la elite y la de Santiago. Importante es mencionar el rol activo de las madres, ya que ellas fueron las supervisoras de la reproducción social de su clase a través de la conformación de alianzas matrimoniales68 y también se amplió la diversificación económica, conforme estas redes de parentesco cubrían negocios en las

66 Stabili, María Rosaria, El sentimiento aristocrático: elites Chilenas frente al espejo (1860-1960), Andrés Bello, Santiago, 2003, pág. 156. 67 Orrego Luco, Luis, Casa grande: novela: escenas de la vida en Chile. Santiago, Zig-Zag, 1908, pág. 15

68 Vicuña, Manuel, La belle époque chilena, Editorial Sudamericana, Santiago, 2001, pág. 23.

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áreas de la hacienda, minería, comercio, etc.69. Al poseer el control del país a mediados del

XIX, las modas europeas, el desmesurado lujo y la forma de vida de la oligarquía hizo que se experimentara un cambio de costumbres y de actitudes sociales: comprar desmesuradamente, hablar francés, viajar al extranjero, tener sastres y modistas, distinguiéndose socialmente del resto.

Gabriel Salazar y Julio Pinto plantean que de forma cautelosa y cuidadosa las mujeres comenzaron a introducirse en la cultura moderna a través de mínimos detalles desde comienzos del siglo XIX; al haber sido en general mujeres en “recogimiento”, las cuales estaban privadas de mostrar su figura física y socialmente, fueron cambiando de a poco sus vestimentas, su expresión oral, etc. Este fenómeno se dio gracias a la liberación comercial y la importación de productos de Francia e Inglaterra: las antiguas casonas comenzaron a transformarse en palacios con bellos salones en donde la reina sería la dueña de casa70. A pesar de que estos salones no eran comparables con el Congreso Nacional o algún organismo del Estado, de alguna u otra manera las mujeres participaban de las opiniones políticas dentro de sus palacios. Al ver una crisis oligárquica aproximarse a fines del XIX, las mujeres aristócratas adoptaron dos posiciones: dedicarse a la filantropía social, ayudando a los necesitados en las calles (comienzos de la Cuestión Social) o simplemente quedarse en sus palacios esperando el fin de siglo entre la juerga, la cultura y el aristocratismo. La primera opción dio origen al feminismo oligárquico71, el cual pretendía

69 Ibíd., pág. 29. 70 Salazar, Gabriel y Pinto, Julio, Historia Contemporánea de Chile IV, Editorial LOM, Santiago, 2002, pág. 127. 71 Para los autores, el feminismo oligárquico fue un canal independiente de opinión, sobre el cual las mujeres aristócratas defendían el absoluto y pleno derecho a gobernar su espacio privado. Pero no solo el de su hogar: “Y desde dos espacios privados: el de los ricos y el de los pobres. Lo cual equivalía a un intento embrionario por refundar la política y el espacio público a partir de la lógica social, la opinión soberana y el arte de

42 equipararse con la política masculina a la cual no tenían acceso y además procuraba purificar la política pública y ajustarla a los principios gubernamentales de los espacios privados72. En ambos casos, la liberación de las mujeres de linaje tuvo como principal sustento el poder del patrimonio mercantil, basado en la cultura moderna importada desde

Europa y en la opinión artística, social y política brotada en los salones de mediados y fines de siglo XIX73.

Por otra parte, Claudia Montero plantea que en el período que va desde 1900 hasta

1920, se ve la irrupción de múltiples sujetos femeninos en relación a clases sociales y posturas políticas74. Por su condición social, las mujeres de salones a mediados de siglo

XIX fueron las primeras en irrumpir en la prensa, dado que su formación educativa incluía la lectura y escritura. Estas publicaciones no fueron radicales desde un principio, sino más bien iba en defensa de los valores tradicionales de la sociedad y la conservación de la familia. No obstante, Desde 1900 se observa otro momento en la prensa femenina, dado las condiciones que se vivían: la consolidación de los estados nacionales y procesos de modernización: esto provocó que el centro de atención se tornara a las ciudades. Según la

gobierno comunitario desarrollados por la mujer en los espacios privados […] Era un feminismo que tomó para sí el trabajo social realizado hasta allí por la Iglesia Católica en tanto intuición masculina y jerárquica, asumiéndolo como trabajo de liberación social, cultural y, aun, ‘política’ de la mujer de clase alta, siempre dentro del vacío inquieto en que se revolvía la ‘cuestión social’ dejada por el Estado y el Mercado que los patriarcas mercantiles habían administrado, por tanto tiempo, como un monopolio natural, para sí mismos […] Era un feminismo, por tanto, universal de María. Un movimiento de liberación tan enclaustrado como en enyugamiento matrimonial de la Colonia. Una protesta que no podía proyectarse hasta las ultimas consecuencias en el espacio público, pues éste estaba dominado por los intereses relativos a la ‘mantención y aun ‘salvación’ del patrimonio mercantil”. Salazar, Gabriel, Pinto, Julio. Historia contemporánea de Chile., Op. Cit., pág. 129-136. 72 Ibíd. Pág. 129 73 Ibíd. pág.136. 74 Montero, Claudia, “Camino a la sala de redacción: los orígenes de la prensa de mujeres en Chile”, en Concurso Nacional “Cien Años de Prensa en Chile”, Cien años de prensa en Chile: Concurso Nacional de Ensayo en Conmemoración de los 100 años del Círculo de Periodistas de Santiago, Universidad Diego Portales, Santiago, 2008, pág. 14.

43 autora, “en América Latina lo público, entendido como lo estatal, se confunde con lo privado; es decir, los intereses de las elites políticas, sociales y económicas son traducidos como intereses estatales. Sumado a esto, tenemos las particularidades del proceso de modernización e instalación del sistema capitalista en América Latina”75.

En el caso chileno, las mujeres participaron de una explosión cultural, reinterpretando su rol dentro de la sociedad, adquiriendo un sentido moderno. Sus publicaciones se diversificaron y pasaron al ámbito público, siendo significativo en la nueva actitud que las mujeres tomaron en sociedad: mujeres activas. En el caso de Familia, se puede decir que no fue completamente escrita por mujeres, pero si va dedicada 100% para ellas76.

Teniendo formada y proyectada la imagen de la mujer aristócrata chilena a principios de siglo XX, es necesario profundizar en sus intereses, gustos y afecto. Esto se realizó a través del estudio de revista Familia, mediante la cual se analiza su contenido, tomando énfasis en los reportajes que traten los diversos temas planteados en torno a la mujer y su vida privada. Para comenzar, es importante señalar los orígenes de la revista

Familia, para tener en cuenta detalles como quién y dónde la escribe, dónde se imprime, etc., además de tener en cuenta sus características, temáticas, estructura, entre otros puntos.

Revista Familia Las articulaciones y procesos de cambio que sucedieron desde mediados del siglo

XIX en las publicaciones diarias latinoamericanas, dieron paso a tecnologías de modernización en el periodismo de la época, diferenciando los tipos de publicaciones como

75 Ibíd., pág. 18. 76 Ibíd., pág. 20.

44 periódicos, revistas, folletines, etc. Las temáticas se fueron especializando, ampliándose el espectro de lectura entre los lectores de la clase dominante. Como se explicó anteriormente, la complejización de los espacios comunicacionales y la reformulación entre lo público y privado, permitió que en la primera década del siglo XX ya se respirara otro aire respecto al periodismo. Es así como las revistas ilustradas, las magazinescas y especializadas, tomaron su espacio dentro de esta naciente “cultura de masas” que se comenzaba a vivir en Chile.

Es así como Agustín Edwards Mac Clure, visibilizó un negocio redondo en las revistas; ya siendo dueño de la cadena de periódicos El Mercurio, observó que en las revistas también existía un futuro claro.

En un principio, Edwards Mac Clure lanzó a la venta la revista Zig-Zag en 1905

(posteriormente así sería llamada la Editorial) la cual contenía una gran variedad de temas como: literatura, actualidad, vida social, arte, etc. Continuando con las publicaciones, en

1908 fue lanzada El Peneca (revista infantil), en 1909 fue el turno de la revista Selecta

(revista de arte y literatura) y en 1910 se publicaron dos revistas: Pacífico Magazine y

Familia77.

El lema inicial de la revista Familia fue “Revista mensual ilustrada, dedicada exclusivamente al hogar” y este se mantuvo hasta octubre de 1926. En diciembre de 1928 se dejó de publicar para volver nuevamente en 1935 hasta 1940. Las escritoras de Familia fueron en general mujeres letradas y profesionales, de las cuales destacaban Inés Echeverría de Larraín, apodada Iris, descendiente directo de Andrés Bello, dedicada a la literatura;

Elvira Santa Cruz Ossa, denominada Roxane, periodista, pedagoga y devota de la labor social, especialmente la infantil; Omer Emeth, sacerdote y crítico literario francés,

77 Información obtenida de Sitio Web Memoria Chilena: http://www.memoriachilena.cl/temas/index.asp?id_ut=editorialzig-zag(1905-2004) Revisado noviembre2012.

45 encargado de redactar la mayoría de las editoriales de la revista; Amanda Labarca, educadora e intelectual feminista, destacada por la preocupación de la educación y salud de los niños y mujeres. Muchas veces, por la poca práctica femenina en la escritura, habían autoras que optaban por el anonimato en sus publicaciones, o sino otra opción era ocultarse bajo un seudónimo; esto explica que de manera paulatina, las mujeres se fueron ganando espacios públicos, pero sin revelar su identidad, dado que muchas veces sus reflexiones pueden ser discrepantes: “…cuando se manifiestan desde lugares que cuestionan estos roles, aparecen escribiendo con pseudónimos o desde la clandestinidad, aunque sólo el hecho de escribir es importante pues es una opinión disidente.”78

Este grupo selecto fue el encargado de mes a mes, redactar y seleccionar el contenido de Familia, variando en sus temáticas. En la editorial de su primera edición, deja muy claro el lugar que tomó en ese entonces el género de las revistas y lo expresó en las siguientes líneas:

“En la actualidad, la revista es el tipo de publicación que más se cuadra

á las inclinaciones del público y es, después de la prensa diaria, lo que mejor

satisface las necesidades dentro de la vida contemporánea, intensa, agitada y

celosa del fugaz correr del tiempo. En nuestras costumbres, la revista ha

entrado á ocupar un puesto importantísimo, ha llegado á ser casi una necesidad

para los diferentes círculos, y esto ha permitido el desarrollo de las

publicaciones del género bajo mejores auspicios que la misma prensa diaria,

que el libro en todo caso”79

78 Agliati, Carola, Claudia Montero, Explorando un espacio desconocido: Prensa de mujeres en Chile, 1900- 1920. Revisado en julio 2013, http://www.archivochile.com/Medios_de_Comunicacion/html/text_gen/comutextgen0014.pdf 79 Familia, n° 1, enero 1910, Santiago, Editorial Zig-Zag, pág. 1.

46

Esta publicación constaba de variados y amplios temas que iban dirigidos a la mujer en función de su hogar: comentarios de libros, artículos musicales, vida social, novelas, temas relacionados con el amor, matrimonio, noviazgo, religión, hogar, crianza de niños, consejos de belleza, jardinería, avicultura, entre otros. En general, “las temáticas que abordan a través de la escritura van de la mano con el ideal de domesticidad definido para las mujeres en la época, a través de este rol, las mujeres latinoamericanas tomarán una posición social definida interviniendo políticamente en el espacio público.”80

Una de las funciones principales de las revistas es satisfacer la lectura especializada en cada temática; cuando éramos niños, leíamos revistas infantiles, cómicas, agradables a nuestra vista por la diversidad de colores y secciones. Con el paso de los años las lecturas se fueron especializando, así como a las jovencitas les gusta la lectura de temas amorosos, de moda, a los varones les agrada el deporte o las de corte erótico Formando ya el carácter se van incluyendo revistas con otros temas como las de cine, la actualidad, etc. En definitiva, todas las edades pudieron encontrar un espacio dentro de ellas. De este modo, las mujeres aristócratas hallaron un amparo dentro de esta publicación mensual. Con las diferentes temáticas buscó ser una compañía para ellas, enfocada en su mundo familiar:

“…sólo la familia ha vivido hasta ahora olvidada, y el hogar y la mujer, que en él es reina y dueño, no han tenido una publicación que venga á servirlos ampliamente y á ofrecerles cuanto en todas las publicaciones que ruedan en un público se halla, pero mal repartido, dado sin cuidado ni especial interés por constituir una verdadera revista de familia”81. Es por eso que lo planteado con anterioridad viene a ser satisfecho con esta publicación, dado que esa fue la orgánica de la misma: “Todas las cuestiones que se ofrecen á la atención de

80Agliati, Carola, Claudia Montero, op.cit. 81 Revista Familia, N°1, enero 1910, Editorial Zig-Zag, Santiago, pág. 1

47 una familia son tantas y tan complejas, se hacen tan nuevas cada día que, dentro de las atenciones de la vida moderna y de sus exigencias múltiples, es difícil encontrar medio mejor que no sea una revista para verlas tratada en forma amable”82.

Dado que la prensa del siglo XX era más especializada, el tema principal de

Familia fueron justamente los contenidos que tengan que ver con el núcleo de la vida social: temas como la crianza y educación de los hijos, el matrimonio, la religión, la moda, la limpieza, decoración, recetas de cocina y literatura son la esencia que mes a mes trajeron sus páginas. La mujer moderna, al estar llena de exigencias, encontró un espacio dentro de esta revista que vendría a llenar los vacíos existentes con respecto a los temas mencionados. Dentro del pequeño mundo del hogar y la familia habían muchos quehaceres, ya que su casa constituye el centro permanente de su vida: ahí se desarrollan sus tareas diarias, además de ser lugar de socialización y de intimidad. Al especializarse la prensa, también el siglo XX fue el momento en el que el género femenino, de forma paulatina, se insertó en la sociedad como un agente activo dentro de ella. Es por esto que la revista fue un medio de expansión e influencia de sus preocupaciones e inquietudes. Con esto, la sociedad conservadora de la época mira a la mujer aristócrata con rigidez, dado que el paulatino protagonismo que ésta adquirió significó que se dotara de carácter, fuerza y destreza en sus diferentes actividades, ya fueran privadas o públicas y por esto amenazó con romper la calma del hogar, por el hecho de que sus actividades cotidianas fueran reemplazadas por el ajetreo de la esfera pública. La principal misión de Familia fue entretener y cultivar a las mujeres de elite y letradas.

82 Ibídem.

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Es claro que esta revista estaba en la mira de los maridos y hombres ilustrados de la época, dado que su contenido era un producto que incluía en su repertorio nuevas modas y estilos del extranjero, que muchas veces fueron rupturistas respecto a la realidad nacional, y por lo mismo pudo ser un impacto en la vida de las mujeres.

Además de modas, estilos y costumbres, la cotidianeidad de la mujer se vio influida por estas publicaciones por el avance de las nuevas tecnologías: fotografías e ilustraciones que fueron un modelo de conducta y comportamiento dentro del hogar. Importante es considerar el panorama que trajo el siglo XX: acceso de mujeres a la educación, éxodo campo-ciudad, inmigración europea, fueron “…factores que se combinaron para acelerar la literatura periodística desde y para mujeres en Latinoamérica. Las temáticas ya no sólo incluyen la defensa de los valores tradicionales para las mujeres, sino que aparecen aspectos políticos e ideológicos relacionados con la mayor participación de mujeres de otras extracciones sociales (capas medias, sectores obreros)”83

Agrupaciones femeninas impulsadas por Familia: el Círculo de Lectura y el Club de Señoras

Si se hace enfoque en el desarrollo social de la mujer, la sociedad conservadora de la época estaba muy consciente de la evolución que tuvo el género femenino. Es por esto que de a poco se tuvo que ir abriendo espacios para ellas, y fue en la revista donde se fue generando este lugar. Familia mencionó que muchas veces este tipo de ideas y planteamientos era una real batalla; las iniciativas de garantías intelectuales y sociales femeninas buscaron arduamente un espacio en la sociedad: “¿acaso el cerebro femenino, como el masculino, no tiene también derecho a ilustrarse y a elaborar ideas? Si; mil

83 Agliati, Carola, Claudia Montero, op.cit.

49 veces sí. Y con satisfacción constatamos que, no siempre cerebros masculinos superan a los femeninos. Y entonces ¿por qué privan a la mujer de esos derechos y de ese equilibrio de garantías que reclama? ¿Por qué, en vez de haber brazos alentadores para levantarlas, hay manos crispadas que pretenden bajarlas?”84.

Con estas palabras se dio a entender que las habilidades femeninas habían sido demostradas, no obstante no se gozó del espacio para desenvolver sus virtudes. En el marco de la Primera Guerra Mundial, el ex Presidente de EEUU, Theodore Roosevelt ensalza el papel femenino en todo este proceso, dado que ellas además de ser excepcionales, fueron

“… excelentes dueñas de casa, y fuera de ella geniales obreras […] Algunos creen que la excesiva educación es perjudicial a la mujer: ¡Dispárate! La mujer tiene tanto derecho como el hombre para exigir instrucción y ni a uno ni a otro le puede hacer daño; en ambos casos puede hacerles daño a los tontos, pero a nadie más”85. Aprovechándose las mujeres chilenas, hicieron suyo este discurso y de a poco fueron adquiriendo herramientas para elevar el papel de la mujer en la sociedad nacional. Uno de los métodos que desarrollaron las mujeres aristócratas para desenvolverse en el medio público fueron las agrupaciones; de diverso carácter e índole, fueron en estos grupos donde ellas pudieron participar públicamente.

Las agrupaciones femeninas que fueron surgiendo, fueron hechas por mujeres instruidas para promover la educación femenina, igualdad ante la ley y la expresión propia.

Asunción Lavrin habla de la “asunción del feminismo de clase media y alta” y la data a partir desde el 17 de junio de 1915. En este día, Amanda Labarca fundó el Círculo de

84 Para “Familia”, en Familia, n° 86, febrero 1917, Santiago, Editorial Zig-Zag, pág. 5. 85 La mujer parásita, en Familia, n° 85, enero 1917, Santiago, Editorial Zig-Zag, pág. 11.

50

Lectura86; este espacio no tuvo vínculo con ninguna institución religiosa, es decir era de orientación secular. Familia fue un sitio que se ofreció para el fomento y expansión de instituciones femeninas. Esta agrupación tuvo por objetivo fomentar la educación para las mujeres a través de la lectura, fomentando así el desarrollo cultural femenino por medio de charlas, conferencias y comentarios de libros. Este modelo se tomó como ejemplo de los

Reading Clubs existentes en Estados Unidos. Tratando de explicar su lógica, Amanda

Labarca expuso a modo de motivar a las lectoras que:

“No hay temor de que falten elementos para crearlos, ni que las diferencias

de gustos y educación sean un obstáculo para su éxito. Se podría comenzar con

libros relativamente sencillos y poco a poco se iría clasificando a las socias en

distintos grupos […] lectora mía, si quieres acompañarnos en esta iniciativa que

será un paréntesis de ensueño y de comunión espiritual en medio de las

dificultades cotidianas, y si la aceptas, envíanos tu adhesión que será cordialmente

bienvenida”87.

Quienes quisieron conformar este grupo selecto, se reunieron semanalmente para leer y compartir lecturas de textos nacionales e internacionales. Después de la publicación de Amanda Labarca, se incrementaron las lectoras al Círculo de Lectura de Santiago, pudiendo “…muy pronto ofrecer en esta misma imprenta un local para las reuniones. Para las lectoras de provincia preparamos una circular con los detalles de la organización del círculo, de modo que esta idea […] pronto será una realidad en toda la República”88. Luego

86 Lavrin, Asunción, Mujeres, Feminismo y cambio social en Argentina, Chile y Uruguay 1890-1940, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, Santiago, 2005, pág. 361. 87 La hora de los Libros. Los círculos de Lectura, en Familia, n° 64, abril 1915, Santiago, Editorial Zig-Zag, pág. 10. 88 Círculos de lectura, en Familia, n° 65, mayo 1915, Santiago, Editorial Zig-Zag, pág. 39.

51 de esto, se explicó el funcionamiento del Círculo de Lectura, su modo de operación, los textos del mes y el intercambio de revistas. Por ejemplo, en el mes de junio de 1915 se daría lectura a textos nacionales como “El niño que enloqueció de amor” de Eduardo

Barrios, “Lo que me dijo el silencio” de Juana Inés de la Cruz y “Los pájaros errantes” de

Pedro Prado89.Así fue como “…el movimiento intelectual contemporáneo, ha tenido un eco cariñoso entre las lectoras de ‘Familia’ […] creemos que para principiar hemos encontrado ese núcleo lleno de vida, entusiasmo y de fe, del cual invariablemente se desarrollan todas las grandes empresas”90. Estas mujeres asimilaron el Circulo de lectura en un principio no como un centro de difusión cultural91, sino que más bien como la continuación del ideal de la tertulia y del salo de los círculos aristocráticos. No obstante, de a poco tomó otro carácter, sirviendo de plataforma intelectual para quienes se desarrollaron dentro de este

Círculo.

Por otra parte, desde el mismo Círculo se fundó el Club de Señoras. Este Club fue una reacción femenina, frente al tradicional club masculino, llenando el vacío de las tertulias que se celebraban desde fines del siglo XIX. Se instauraron en diferentes sedes en provincias, organizando eventos de cine, conciertos, además de cursos de costura y cocina.

Las señoras de clase alta del Club, preparaban a mujeres de clase media y baja para sus servicios; en cierto modo, este grupo tuvo entre sus misiones la acción social, la propagación de la cultura y la emancipación femenina a través del desarrollo intelectual de las mujeres de clase alta así como también el reconocimiento de su importancia dentro de la

89 La Hora de los Libros, en Familia, n° 66, junio de 1915, Santiago, Editorial Zig-Zag, pág. 12. 90 La hora de los Libros, en Familia, n° 66, junio 1915, Santiago, Editorial Zig-Zag, pág. 12. 91 Stuven, Ana María, “El Asociasionismo femenino: la mujer chilena entre lo derechos civiles y los derechos políticos”, en Sonia Montecino (Compiladora), Mujeres chilenas. Fragmentos de una historia, Catalonia, Santiago, 2008, pág. 110.

52 sociedad. En este sentido, fue uno de los movimientos que mejor conciliaban el ideal antiguo con el nuevo, que propugnaban muchas mujeres de esa época:

“No solamente no merece censura, sino que se debe aplaudir como una

iniciativa altamente culta y provechosa. No sólo los harapientos, pordioseros y

ociosos los que deben ser alentados y socorridos […] La clase social que el ‘Club

de Señoras’ quiere proteger es más elevada, inteligente, instruida y, por lo tanto,

mas desgraciada y merecedora de la protección pública y privada […] Estos y

muchos otros son los ideales que acarician las señoras fundadoras del club […] El

bien que puede hacer es inmenso y la general cultura que de esa noble institución

resultará, será un timbre de honor para las señoras que lo lleven a cabo ”92.

En las publicaciones siguientes no se le da énfasis al Club de Señoras ni a sus diversas actividades y servicios, sin embargo, se presta atención a múltiples obras de caridad que existían. Su actuar no fue tan demostrado en las hojas de Familia, no obstante el Club de Señoras fue considerado una buena influencia para las mujeres de las familias aristocráticas; El Círculo y el Club fueron agrupaciones entre el pasado y el futuro que representaban un feminismo refinado que promovía nuevas funciones para la mujer, persiguiendo cambios limitados dentro de sus posibilidades. No obstante, en materia intelectual, la mujer chilena estaba lista para ocupar funciones sociales y políticas fuera del hogar. Estas agrupaciones, además de compartir socias, tenían fines diferentes; el Club de

Señoras era un lugar para mujeres “tranquilas y respetuosas”, donde se instruían sobre

92 Club de Señoras, en Familia, n° 69, septiembre de 1915, Santiago, Editorial Zig-Zag, pág. 13.

53 diferentes temáticas. En 1919 ocurrió una ruptura: el Círculo de Lectura se dividió en dos grupos: El Consejo Nacional de Mujeres y el Centro Femenino de Estudios.93

Caridad y cuestión social

En cuanto a las prácticas de corte religioso, se destaca que el rol de la mujer era fundamental dentro del hogar, ya que era ella quién dirigía las oraciones y lecturas de la biblia que se realizaban a diario junto al personal de la casa. Como las dueñas de casas eran mujeres virtuosas y llenas de cualidades positivas, cumplían con el perfil mariano que se inculcaba dentro de la sociedad conservadora. Además de lo mencionado, otra labor que ejercían en silencio estas mujeres era la beneficencia a través de hogares de niños desvalidos. En la revista Familia se realizó un reportaje a la casa de huérfanos de las

Hermanas de la Providencia, la cual fue fundada en 1853 por monjas canadienses. Además de hacer una descripción del lugar, se reporteó el quehacer diario de las monjas con los

‘niños de pecho’ y los ya criados, y finalmente se les recomendó: “A ustedes, señoras, que visitan los pobres, les pertenece aconsejar a esas madres desvalidas quienes muchas veces para no perder sus trabajos dejan abandonados a sus niños, expuestos a todos los peligros.

Deben ustedes indicarles esa obra protectora colaborando así indirectamente a la reforma popular; así contribuirán eficazmente al adelanto de la nación chilena, proporcionándole los medios de formar una nueva generación”94. La exhortación que se realizó a estas mujeres fue absolutamente comprensible debido al contexto vivido: el influjo de la modernidad, los problemas asociados a la cuestión social y las proposiciones de la Rerum Novarum de 1891

93 Lavrin, Asunción, op.cit, pág. 363

94 Revista Familia, n°19, julio 1911, Editorial Zig-Zag, Santiago, pág. 11.

54 del Papa León XIII. Frente a esto, las actividades de caridad se comenzaron a multiplicar paulatinamente, dándole oportunidad a las mujeres para ampliar su rol social, asumiendo una nueva condición.

Un ejemplo de esto es la Sociedad Protectora de la Infancia, que desde 1895 comenzó a resguardar niños de la pobreza, de la calle, de malos tratos, entre otros. Ésta se instauró a pedido de señoras que quisieron socorrer a esos pequeños con el fin de “…aislar

á los niños pobres y mendigos, quienes se encuentran expuestos á la miseria y al abandono, sea por carecer la familia del tiempo necesario, obligados á desatenderlos para ir á sus trabajos, sea por indiferencia de parte de muchas de ellas, y así evitar que recorran las calles tomando malas costumbres y aprendiendo el vicio para hacer de ellos seres desgraciados en el futuro”95. En ese lugar se vistió y calzó a los niños, se les formó para el futuro enseñándoles actividades acorde a su sexo, se desarrollaron sus habilidades físicas y artísticas.

Por otra parte, también se mostró un avance de esta sociedad, una obra social que fue benéfica: las Escuelas Profesionales. La principal misión de éstas fue formar mujeres obreras y jefas de hogar, brindándoles conocimientos intelectuales, artísticos y domésticos, todo esto para que sean unas damas de bien, preparadas para enfrentar la vida: “Al aprendizaje de la industria y arte se unen todas las enseñanzas indispensables para el hogar

á que deben someterse obligatoriamente todas las educadas de ingresan á la escuela […] Al ingresar la alumna á uno de estos cursos tiene obligación de asistir á las clases prácticas de

95 La Sociedad Protectora de la Infancia, en Familia, n° 18, junio 1911, Santiago, Editorial Zig-Zag, pág.7.

55 cocina, lavado, aplanchado, desmanches, composturas, gimnasia y dibujo lineal y ornamental y á las conferencias de higiene moral, economía doméstica y urbanidad”96.

La caridad97 como práctica de la mujer aristocrática, la realizó ayudando en la fundación y supervisión de estos lugares, junto con la organización del financiamiento que llegaba a los hogares mediante eventos públicos. El manual de Manuel Antonio Carreño, además de dar consejos de buen comportamiento y etiqueta, concentra parte de su trabajo en los deberes para con Dios, ya que Él:

“…es el ser que reune la inmensidad de la grandeza y de la perfeccion; y

nosotros, aunque criaturas suyas y destinados a gozarle por toda una eternidad,

somos unos seres mui humildes e imperfectos; asi que nuestras alabanzas nada

pueden añadir a sus soberanos atributos. Pero Él se complace en ellas y las

recibe como un homenaje debido a la majestad de su gloria, y como prendas de

adoracion y amor que el corazon le ofrece en la efusion de sus mas sublimes

sentimientos, y nada puede por tanto escusarnos de dirijírselas”98.

Así como se expuso en párrafos anteriores, en el principio del siglo XX se encuentra a una mujer con una gran habilidad y abertura hacia el mundo intelectual y no tanto hacia lo que fue el adorno y el lujo. No obstante, estos cambios trajeron conflictos; si la mujer comenzó a tomar de a poco un protagonismo intelectual, es cierto que también su presencia trajo disputas entre las visiones conservadoras y liberales de la época, generando un

96 Las Escuelas Profesionales, en Familia, n° 21, septiembre 1911, Santiago, Editorial Zig-Zag, pág. 9. 97 Para mayor ampliación del tema, consultar Ponce de León, Macarena, Gobernar la pobreza. Prácticas de caridad y beneficencia en la ciudad de Santiago, 1830-1890, Editorial Universitaria, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, Santiago, 2011. 98 Carreño, Manuel Antonio, Óp. Cit., pág. 6.

56 constante antagonismo entre ambas perspectivas. No obstante, según Stuven la persistente participación de las mujeres, les dio el valor, conciencia y aliciente para prevalecer en las labores benéficas para que el mundo público fuese la extensión del mundo privado.99

Omer Emeth, en una de las cientos de editoriales criticó fuertemente a los ‘señores y señoritas’ de la época; mucho se habló en la época de caridad, de filantropía, de bondad para con el prójimo. Sin embargo el autor reclamó y reprochó a sus pares diciendo:

“Conozco solterones y solteronas (y casados también) que se desviven por perros, gatos, cotorras y loros, sin por eso manifestar la menor caridad hacia el género humano. Muy al contrario, son tipos extraordinariamente perfectos de egoísmo. En la inversa está la verdad.

Hasta hoy no he conocido corazón caritativo hacia los hombres que no lo sea también hacia los animales”100.

Emeth además, planteó que algunas de las soluciones para superar la pobreza eran instrucción, salud y un hogar; el objetivo no fue darles soluciones a medias a los más necesitados, sino que ofrecer ayuda económica a gente especializada para que los ayudaran a superar la pobreza y desgracia: “Es menester que, en el árbol de su vida, se hallen no

únicamente hojas (lecturas, pensamientos, veleidades, etc.) sino frutos, esto es, obras de bondad”101, citando la parábola de Jesús y la higuera. Emeth al tener una raíz religiosa, realizó comparaciones bíblicas con la triste realidad vivida: comparó a Job con Chile, ambos heridos de pies a cabeza por el mal de la sarna, peste bubónica, tísis y viruela. La historia bíblica cuenta que Job buscó aliviar sus dolores, sin embargo en Chile hay una calma respecto al tema, una tranquilidad para resolver los asuntos de desgracia. El autor

99 Stuven, Ana María, op. Cit., 113. 100 Una Hipocresía, en Familia, n° 38, febrero 1913, Santiago, Editorial Zig-Zag, Santiago, pág. 3 101¿Qué leeremos? ¿Qué haremos?, en Familia, n° 40, abril 1913, Santiago, pág. 2.

57 contó que hace unos cinco o seis años en el Congreso se discutió un Código Sanitario, pero sólo quedó en la discusión, dándole prioridad a la política. Emeth apeló a que las lectoras formaran “…un grupo de señoras resueltas a obtener el despacho del Código Sanitario, este no tardaría en ser la ley de salvación pública que todos esperamos […] Lo que es negado a los periodistas, no puede negárseles a ellas. La atención que aquellos no alcanzan, estas la obtendrán, tan pronto como la pidan y, si fuere necesario la exijan”102.

Frente a la miseria que se vivió en la época por el fenómeno de la cuestión social, se dio especial enfoque en ella, caracterizando la miseria y pauperismo que se vivió, recalcando que poco era posible ayudar, dado que las condiciones eran realmente deplorables:

“En mala hora surge entre nosotros, la tan debatida cuestión del

pauperismo que en Europa nada han podido hasta aquí enmendar. Hoy que ha

aumentado en este país su poder productivo, su riqueza nacional y privada; el

desarrollo de la instrucción, las industrias que dan vida y trabajo bien remunerado,

a los proletarios; los colegios que se abren para dar instrucción gratuita a sus hijos,

y desarrollan las artes y oficios que un día les proporcionarán riquezas y también

honores, si lo merecen. ¿Por qué?, me pregunto entristecida, nada de esto puede

acabar con la miseria del pueblo; ni aun el mismo esfuerzo colectivo de esta

sociedad tan caritativa”103.

Estas palabras, no hacen nada más que demostrar lo poco y nada que se hizo por revertir la situación de los más desgraciados; la miseria estaba a la orden del día y

102 El santo Job. A propósito de algunas pestes, en Familia, n° 43, julio 1913, Santiago, Editorial Zig-Zag, pág. 1. 103 La cuestión social, en Familia, n° 127, julio 1920, Santiago, Editorial Zig-Zag, pág. 2.

58 comenzaba a ser intolerable el panorama. Fue acá donde el rol mariano femenino contribuyó a darle la batalla a la pobreza. Su inspiración y abnegación fueron la clave para dar solución a este patente problema que dificultaba el progreso y desarrollo del país; era necesario eliminar la embriaguez, la ignorancia y la miseria de las calles de las ciudades, esto se lograría en parte con sus aportes económicos, además de los valores cristianos promovidos, tales como la igualdad, la bondad, el perdón, la compasión y el amor. Si el modelo a seguir era Cristo, pues la solidaridad y nobleza de sus actos sería recompensada y quién más idóneas que las mujeres para llevar a cabo esta tarea: “…ellas a las que es más fácil adquirir las virtudes soberanas de la paciencia, la dulzura, la bondad; en las que el corazón domina con más amplitud y profundidad que en el hombre que se inclina más hacia la razón”104.

Con lo dicho anteriormente, no se debe dudar de la multiplicidad de temáticas abordadas en Familia; esta publicación, además de ser una de las primeras publicaciones del periodismo moderno e innovadoras, fue una ayuda inmediata para las mujeres respecto sus roles en la familia, en el hogar, en su ambiente social y sus diferentes inquietudes culturales.

Es cierto que muchas veces la revista tuvo una tendencia hacia el aliciente de la educación femenina y su emancipación, sin embargo fue bastante conservadora para tratar ciertas temáticas. En efecto, muchas veces se realizaban llamados para retornar a la idea de mujer doméstica. Su esencia pura fue el rol social y la domesticidad. Así como lo dice

Claudia Montero, “la cercanía femenina a la naturaleza justificó la asignación de un rol funcional a la construcción de la idea de Estado-nación, que las relegó al ámbito de lo

104 Ídem.

59 doméstico, otorgándoles la tarea de ser Madres de la Patria”105. La cultura tradicional heredada del siglo XIX era de contornos sociales cerrados y privados, de a poco la cultura se “funcionaliza”106 y comienza a expandirse mediante medios de comunicación como lo fue y es la prensa escrita. Al irse integrando estos temas a la esfera pública, la cultura se transforma en son del servicio, reforzando el flujo de exhortaciones, para la formación de una nación civilizada y en pos de su progreso y futuro.

Con la expansión de la prensa, comenzó a aparecer nuevos vínculos que se estableció entre los productos y secciones de una prensa más empresarial, cultural y abierta de mente, por otra parte. De a poco las revistas comenzaron a diferenciar su espacio de los periódicos y el público lector decimonónico amplió el ámbito de sus intereses, siendo impactado por la novedad, la imagen y la fotografía. Este nuevo panorama de la primera década del siglo XX fue una transformación o reorganización cultural; esto tiene que ver con la extensión y complejización de los espacios comunicacionales y la reformulación entre lo público y lo privado.107

La expansión de la prensa “irreligiosa”, según la visión del arzobispo Casanova,

“…era una ‘amenaza para la estabilidad del orden social’ (…) En 1908, un clérigo vinculado a la Revista Católica denunció el hábito consistente en la lectura de libros

‘animados de espíritu modernista’, enunciando los peligros que se desprendían de las

‘malas lecturas’, entre las cuales, por ofrecer el caso más dañino, destacaba la novela

105 Agliati, Carola y Montero, Claudia “Del silencio privado a la voz pública: periodismo de Mujeres en Chile 1900-1920”, en Espinoza, Malva, ed. Wilson Aedo, Puntos de fuga y arraigo. Género, Comunidad y sociedad, Centro de Estudios para el Desarrollo de la Mujer, Santiago, 2003. 106 Brunner, José Joaquín, Chile: transformaciones culturales y modernidad, FLACSO, Santiago, 1989, pág. 29. 107 Ossandon, Carlos y Santa Cruz, Eduardo, Entre 1as alas y el plomo. La gestación de la prensa moderna en Chile, Santiago, Editorial LOM, 2001, pág. 103.

60 moderna. (…) Por otra parte, el mensaje presuntamente licencioso transmitido por la literatura e iconografía pornográfica –categorías que incluían las imágenes de las revistas ilustradas y las novelas naturalistas-, permeaba todo el edificio social. Sus reacciones ante tales desafíos se confunden con el cultivo de una retórica galvanizada por un entusiasmo bélico. En este contexto, las mujeres sobresalieron con decididas cruzadas”108.

Es cierto que las revistas ilustradas comenzaron a tomar un espacio dentro de esta sociedad conservadora, donde no quedó atrás el espacio femenino, el cual iba a causar gran influencia entre sus lectores, ya que no solo estas publicaciones le abrían sus ojos al mundo y les ofrecían nuevas prácticas y novedades, sino que también apoyaron a la expansión de la cotidianidad a favor de la modernidad con las nuevas técnicas de fotografía. De esta manera se expandió el espacio privado entre lo público.

Conclusión

Durante las primeras décadas de siglo XX, las mujeres chilenas en general, comenzaron a experimentar cambios significativos en su forma de actuar y sobre todo de

108 Vicuña, Manuel, Óp. Cit., pág. 195-197.

61 pensar. Para cada grupo socioeconómico el impacto fue de manera diferente, pero para las aristócratas fue un caso distinto, ya que desde la comodidad de sus hogares pudieron percatarse de los cambios que la modernidad le traía.

La revista Familia fue uno de los productos concretos de la modernización cultural chilena. Esta fue una revista hecha para mujeres, llegándose a considerar como una publicación vanguardista para el periodo revisado. Ésta responde a la incipiente lógica comercial, descubriendo como foco a las mujeres de elite, las cuales recién se estaban ocupando de temas como el feminismo y la caridad. De manera paulatina, Familia plasmó los cambios en las necesidades e inquietudes de las mujeres: el rol de madre, esposa y dueña de casa en general no variaba mucho en su esencia, sin embargo mediante la revista, estas mujeres adquirieron razón de las cualidades que poseían y quisieron asumir un rol más protagónico, no el principal, pero si ser una mujer de palabra y carácter. Para esto era necesario que fueran letradas, formadas. Las labores femeninas ya no parecían tan complicadas y no era suficiente con sólo saber las tareas diarias y lecciones de moral, sino que quisieron instruirse en diferentes materias, preparándose de mejor forma para comprender el mundo que las rodea.

Si bien es cierto, la revista jamás realizó un llamado para liberarse de sus maridos, no obstante fomentó un nuevo tipo de sociabilidad, en donde las mujeres no sería un ente pasivo frente a los hombres, sino que más bien debían relacionarse de manera activa con ellos. Paulatinamente fueron adquiriendo pequeñas libertades dentro de este medio conservador. Dentro de este parámetro, la revista Familia constituyó un hito fundamental; mediante ella se ha podido apreciar que para las lectoras no fue tarea fácil asumir estos cambios de actitud y de cotidianeidad. Sin duda alguna fue difícil batallar con el modo de

62 vida que llevaban, aceptando las nuevas condiciones de sociabilidad, intentando superarse como mujeres más instruidas, inteligentes y capaces de asumir diversos roles dentro de una sociedad eminentemente modesta.

En este sentido Familia fue un soporte para las mujeres que querían constituir un estilo de vida más moderno, generando así espacios de discusión y constante aprendizaje.

Si bien es cierto, la revista no imponía este nuevo modelo de mujer, la publicación intenta conciliar estos dos mundos buscando nuevas identidades, para poder definirse claramente.

Las lectoras de Familia no buscaron rechazar tajantemente el modelo antiguo heredado de sus madres y abuelas, sino más bien buscan reforzar sus valores y principios dentro del hogar y la familia. Pero a la vez, era necesario cambiar un par de condiciones, cultivando su espíritu no tan solo en lo espiritual, sino que en lo intelectual, teniendo mayor instrucción de lo que las rodeaba.

Gracias a estas reflexiones, las mujeres de Familia consideraron necesario que la sociedad las reconocieran como tal, dado que finalmente ellas fueron las formadoras de los futuros habitantes del país. Los cambios sociales de una sociedad machista eran absolutamente necesarios para el progreso de la nación, quedando a la altura de los modelos modernos.

Los aportes de esta investigación sin duda complementarán lo escrito sobre género y vida privada de las mujeres chilenas, ampliando aun más el campo de investigación seleccionado. Al no tratar el resto de los números de Familia, la contribución de esta tesina es mucho más amplia y rica, dado que se tiene un extracto bastante concentrado de lo que fue la representación de la idea familiar aristócrata y diversa de principios de siglo XX.

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Considero que en esta oportunidad tanto la hipótesis y los objetivos fueron cumplidos en la extensión de los capítulos, dado que se trató consistentemente cada punto planteado. Se logró ofrecer un perfil de la mujer aristócrata de principios de siglo XX, gracias a la bibliografía consultada y los valiosos artículos hallados en Familia, contribuyendo a la caracterización cultural del género. A través de éstos se consiguió tener el retrato de las mujeres aristócratas tanto en su mundo puertas afuera como puertas adentro.

El haberse incluido en el mundo público no significó que se pusieran en duda sus roles tradicionales de madres, esposas y protectoras del desvalido, sino que al contrario, revalidaron sus nuevas motivaciones: la instrucción profesional.

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