Francisco De Aguirre Un Ilustre Talaverano (Ii). Del Cénit Al Ocaso
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maquetas 10:Layout 1 5/5/11 10:33 Página 145 FRANCISCO DE AGUIRRE UN ILUSTRE TALAVERANO (II). DEL CÉNIT AL OCASO David Fernández Cuando Francisco de Aguirre supo del resultado de la misión con- fiada a su hijo Hernando, montó en cólera y envió a Santiago al capitán Juan Martín de Guevara con una comunicación para el Cabildo en la que exigía la devolución inmediata de los dieciséis jinetes, necesarios para de- tener al rebelde Hernández Girón; en caso contrario, expresaba, se veía en la necesidad de apelar a las armas, pues no le asustaban las tropas de San- tiago. maquetas 10:Layout 1 5/5/11 10:33 Página 146 146 FRANCISCO DE AGUIRRE UN ILUSTRE TALAVERANO (II). DEL CÉNIT AL OCASO El Cabildo, viendo lo que se avecinaba, envió en misión de paz a La Serena al más prestigioso de los militares de Santiago, Rodrigo de Qui- roga, acompañado de los soldados de Aguirre que, voluntariamente, qui- sieron ir y del capitán Juan Martín de Guevara. En febrero de 1555 llegó Quiroga a La Serena, donde cumplió de ma- nera satisfactoria su misión. Hizo ver a Francisco de Aguirre las graves di- ficultades por las que atravesaba el país, la falta de unidad en el gobierno, así como la insurrección indígena que amenazaba a la propia Santiago, por lo que no pudiendo ya tardar la llegada de una resolución del rey sobre el gobierno de Chile, lo más prudente era esperar y no exponerse a los ho- rrores de una guerra civil. Francisco de Aguirre se convenció gracias a las razones dadas por Quiroga, y ya, desde ese momento, sólo pensó en afianzar su situación ante la Corona de España, haciendo levantar una nueva información de sus méritos, conseguidos en tantos años de servicio, y en enviar provisio- nes a Santiago del Estero para continuar la colonización de Tucumán, que seguía gobernando junto con el norte de Chile. Por otro lado, las noticias que llegaban de Perú y de la frontera arau- cana eran tranquilizadoras. Por un barco que llegó a Valparaíso tuvo no- ticia de que Hernández Girón había sido capturado y decapitado en Lima. Del sur supo que Villagra había contenido a los indómitos araucanos. Debido a esto, el Cabildo de Santiago creyó que había desaparecido todo el peligro y, tras recoger las armas distribuidas entre los vecinos, di- solvió las milicias mientras la colonia recuperaba la calma. Sin embargo, era ilusoria la confianza que Aguirre y Villagra tenían en la resolución del Perú, porque este virreinato estaba tan desgobernado como Chile. No había autoridad de Virrey y era la Real Audiencia la que tenía en sus manos el gobierno, de un modo provisional y con facultades limitadas. Por todo ello, el tribunal no se atrevía a tomar una resolución sobre los asuntos de Chile, aún cuando el representante de Villagra, Fran- cisco de Riberos y el representante de Aguirre, Diego Sánchez Morales, hacían grandes esfuerzos y ponían en juego toda clase de influencias a favor de sus respectivos jefes. El recuerdo de los hechos sucedidos en Perú en los últimos años, im- puso a la Real Audiencia el deber de velar para que no surgieran los mis- mos desórdenes en Chile. Con todo, aún era asombroso que Aguirre y maquetas 10:Layout 1 5/5/11 10:33 Página 147 David Fernández 147 Villagra no hubiesen llegado a las manos. El 13 de febrero de 1555 la Real Audiencia dictó un importante decreto, por el que se anulaba la parte del testamento de Pedro de Valdivia referido a las personas que debían suce- derle; ordenaba que Francisco de Aguirre y Francisco de Villagra disol- viesen las tropas y que conservasen el estado de cosas existente al morir Pedro de Valdivia. En el decreto se disponía, además, que los alcaldes or- dinarios de cada ciudad fueran quienes ejercieran el gobierno y la admi- nistración de Justicia en su jurisdicción hasta el momento en que el rey nombrase a un gobernador. El encargado de llevar este decreto desde Lima a Chile fue Arnao Cegarra Ponce de León, un caballero sevillano que había recibido del prín- cipe Felipe los cargos de regidor perpetuo del Cabildo de Chile y de con- tador del Tesoro Real. El mal tiempo, los vientos contrarios y la corriente marina que aún no sabían esquivar, provocó que Arnao Cegarra tardase cuatro meses en llegar a Valparaíso, donde arribó el 22 de mayo. La tarde del 23 de mayo, Arnao Cegarra Ponce de León exhibió pri- mero los documentos que le designaban miembro del Cabildo y Tesorero Real, y luego, tras una solemne ceremonia, procedió a la lectura del fallo de la Real Audiencia. El decreto no satisfizo a nadie, llegándose a temer que produjera nuevos conflictos por falta de unidad en el gobierno. Para notificar a Francisco de Aguirre, Arnao Cegarra dio poder a Juan de Maturana, el 24 de junio, para que marchase a La Serena acompa- ñado de Juan Godínez, de Luis de Cartagena y del vicario de Santiago Ro- drigo González. El 10 de julio de 1555, tras un viaje largo y difícil, se efectuó en La Se- rena la notificación. Se reunió en el templo principal casi todo el vecinda- rio, entre quienes estaban Francisco de Aguirre, los miembros del Cabildo y el vicario Rodrigo González. Juan Maturana se presentó en nombre del Tesorero Real, con poder suficiente y pidió a Juan de Céspedes, escribano del Cabildo de La Serena, que leyese la notificación. Tras la lectura, Fran- cisco de Aguirre tomó el pliego, lo besó y poniéndolo sobre su cabeza pro- clamó que aceptaba las disposiciones como emanadas de la autoridad real, exigiendo que se dejase constancia en el acta. Dos días después, efectuó la ceremonia de su renuncia al cargo de gobernador de Chile, entregó su mando a la autoridad comunal y se retiró maquetas 10:Layout 1 5/5/11 10:33 Página 148 148 FRANCISCO DE AGUIRRE UN ILUSTRE TALAVERANO (II). DEL CÉNIT AL OCASO a la vida privada, dedicándose a atender sus tierras en los valles de Co- quimbo y Copiapó, y al trabajo de las minas que tenía en este lugar y en Andacollo. Desde su retiro, Aguirre continuó atendiendo el gobierno de Santiago del Estero, donde tenía un representante y seguía enviando re- fuerzos militares y elementos de colonización. Por aquel tiempo quiso Aguirre fundar a unas cuarenta leguas de Santiago del Estero, en el camino que comunicaba con Chile, una ciudad en la sierra de los diaguitas. Con ese objetivo envió desde La Serena a los capitanes Rodrigo de Palos y Juan Cusio con un buen número de soldados. El lugar escogido fue una tierra rica en oro, en el valle de Conando. El 17 de abril de 1556 los capitanes se abastecían en Santiago del Estero para partir seis días después. Muchas esperanzas puso Francisco de Aguirre en esta nueva ciudad, sin embargo, su duración fue efímera. Aguirre, además, concibió nuevos proyectos. Sabiendo que Santiago del Estero no podía prosperar por el aislamiento en que se encontraba, se propuso no sólo fundar nuevas poblaciones, sino abrir nuevos caminos; todo ello sin reparar en gastos y sin pensar lo que podía reportar el futuro. Mientras concebía estos proyectos y proveía a Tucumán, único poder que le quedaba, reapareció un problema que ya parecía olvidado. Juan Núñez del Prado, el antiguo gobernador de Tucumán a quien Aguirre había vencido y desterrado en abril de 1553, logró que la Real Audiencia de Lima le estableciese en el gobierno de Tucumán con la condición de no avanzar en la conquista del país. El decreto que otorgaba a Juan Núñez del Prado el gobierno de Tu- cumán era de la misma fecha que el que anulaba el testamento de Pedro de Valdivia. De este modo, Francisco de Aguirre perdía a la vez los go- biernos de Chile y de Tucumán. El vecindario de Santiago del Estero, al conocer este nuevo problema y sintiendo verdadero afecto por su líder, se alarmó y el procurador de la ciudad, Lorenzo de Maldonado, se presentó el 6 de julio de 1556 ante el al- calde Martín de Rentería, para instruir ante testigos una información sobre la mala administración de Núñez del Prado cuando gobernaba la colonia, y de los buenos servicios de Francisco de Aguirre. Las declaraciones afirmaban que sin Francisco de Aguirre aquella tierra no se podría sustentar y se despoblaría, pues Aguirre era rico y desde sus tierras de Copiapó abastecía a la colonia, mientras que si Núñez del maquetas 10:Layout 1 5/5/11 10:33 Página 149 David Fernández 149 Prado se hacía cargo de la colonia, habría escándalos y muertes, pues se trataba de un hombre vengativo y cruel. Aunque en junio Núñez del Prado había ido a Santiago de Chile a proclamarse gobernador de Tucumán, al final no logró hacerse con el cargo, bien porque Francisco de Aguirre le cortase el paso, o porque Juan Núñez del Prado falleciera en 1556, el caso es que ya no se volvió a hablar de él. Aguirre en La Serena y Villagra en Santiago continuaron ocupados en sus labores, esperando pacíficamente el desarrollo de los sucesos, dando así ejemplo de sumisión a la autoridad de la Real Audiencia y de respeto a las leyes. No obstante, una idea inquietante rondaba la cabeza de Francisco de Aguirre ¿y si la Corte desconocía sus servicios y finalmente enviaba de gobernador a un noble que les mirase por encima del hombro? Para con- jurar el peligro, obtuvo permiso del Cabildo de La Serena para despachar a uno de los regidores a Santiago.