E Juan Y Santacilia a Ntonio De Ulloa Y De La Torre -Gruirá!
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JULIO F. GUILLÉN Los I ementes Je N avio »e Juan y Santacilia A ntonio de Ulloa y de la Torre -Gruirá! y la me del Merid íano MA DR I D 19 7 3 Deposito Legal M.31.771 - 1972 Gráficas Lormo El año 1935 se celebró en Quito, por una comi sión francesa, el II Centenario de la medición del grado de meridiano por el ecuador terrestre; pero, con tal olvido de nuestros compatriotas Juan y Vlloa, que la Sección de Culturales del Ministerio de Apuntos Exteriores me encomendó la redacción de un libro en donde se desvirtuaran algunos con ceptos y referencias en discursos y artículos de prensa que silenciaban o disminuían él mérito de aquellos jóvenes compatriotas nuestros. El libro se terminó de imprimir en septiembre de 1936, ya en plena guerra y la edición se per dió casi toda, salvándose tan sólo unos pocos ejem plares que me habían remitido al Museo Naval, del cual, yo estaba ya separado. Con motivo del II Centenario del fallecimiento de don Jorge Juan y Santicilia, se ha considerado imprescindible esta reedición que ha sufragado la CAJA DE AHORROS DE NOVELDA, su patria. SUMARIO PÁGS. I ¿Cuál es la forma de la Tierra? Sus dimensiones. Leguas cartas y largas. La Real Academia de Ciencias de París. La Tierra ' no es redonda. Unas experiencias de péndulo. Newton y los Cassini. ¿Sandía o me lón? Polémica porfiada. Una frase de Voltaire. Godírr propone nuevas mediciones. Al Perú. Bouguer. La Condamine. El permiso de Felipe V. i II España y la matemática. La Marina. La Compañía de Caballeros Guardias Marinas, Don Juan José Navarro. Dos guardias marinas al Perú. Don Jorge Juan y Santacilia. Un comendador de catorce años. El joven Euclides. Don Antonio de Ulloa y de la Torre-Guiral. Aventurero. Las instrucciones para la Comisión. Cuatro ascensos de un golpe... 13 III Cádiz. El Virrey Vlillagarcía. En la mar. Cartagena de Indias. Esperando a los académicos. Su encuentro con ellos. Un incidente en Portobelo. Panamá. Otra vez por la mar. División de opiniones. Quito. Don Dio nisio de Al-sedo y Herrera. Un proceso a La Condamine 37 IV Los 'preliminares de la medición. Fallece M. Couplet. La base de Yaru- qui. Se forman dos grupos. El mal genio de M. de La Condamine. Campaña inútil. El nuevo Presidente Araujo. Llegan- los instrumentos españoles. Por un Usía. El geniete de Ulloa. Arrojo de Juan. Proceso y agua de borrajas 59 — VII — PÁGS. V La triangulación. Los instrumentos. En la región de las nieves perpetuas. Vida de perros a cinco mil ^metros de altura. Los caballeros del punto fijo. Un Virrey tacaño. Intrigas del caballero de La Condamine. En fermedades y accidentes. Bouguer, desconfiado. Una cuestión de fal das y unos toros accidentados. Muerte de M. Segnier¡gues. Baños y Tarqui. Las inquietudes de don Carlos María 87 VI Un aviso del Virrey. Cae Ulloa. Los valles y Lima. Ulloa y las limeñas. Ropa interior. Regreso a Quito. El almirante Anson. La guerra contra Inglaterra. Guayaquil. Otra vez a Lima. Corso por la mar del Sur. Chile. El teniente general de la Armada Pizarro. En Quito. EÎ cometa de Ticho Brahe 113 VII Se termina la medición. Las observaciones de latitud. Ulloa se separa de los franceses de su grupo. Cuenca y Mira. Un instrumento nuevo. Piques entre franceses. Terminan éstos. Reanudan Juan y Ulloa sus trabajos. Más triángulos y vuelta a las alturas. El sector. Las distin tas mediciones. De re monumental. La cuestión de las pirániides. As- sistentibus. El travieso La Condamine. Unos autos. Quosque tandem- ahí tere, Condamine, patientia nostra ? Resuelve la Corte de Madrid. El arrepentimiento de un sabio Ü27 VIII El tornaviaje. Mal tiempo y averías. Se separa la fragata Liz, que mon taba Juan. Noroña. Corsarios ingleses. Tres horas de fuego. Escapa la Deliberance, de Ulloa. Terranova. Prisionero en Inglaterra. Varios gentlemen y un amigo de España. Los sabios de la Royal Society. Ulloa es recibido como miembro. Londres. Madrid. El viaje de Juan. Santo Domingo. Costas de España. París. La Académie Royale des Sciences. Juan, académico 151 IX En los funerales de Felipe V. La covachuela. Juan y Ulloa ante Ensenada. Las Memorias secretas. El P. Burriel. Tinta, papel y tipos. La Relación vin PÁGS. histórica, de UUoa. Las Observaciones, de Juan. Efecto en la Academia de Ciencias de París. Otra vez la cuestión del meridiano de Alejan dro VI. Bouguer, La Condamine y la bibliografía francesa. Lettre a Madame ***. La Figure de la Terre. Mesure des trois premiers degrés du méridien. Guerra de folletos. Las pirámides. ¡Pobre Godín! 163 X Los papeles de Ensenada. Comisión a Ulloa. Seda, riegos y arsenales en Francia. La carta de Maldonado. Holanda. Dinamarca y su Marina. Por los reyes de Suècia. La Corte de Federico el Grande. Malos ca minos. Un proyecto para limpiar las calles de Madrid. La construc ción naval. Una ojeada atrás. El Examen marítimo. Jorge Juan, el sabio español. Su viaje a Inglaterra. Por unos sobrinos. Mr. Josues y Mr. Sublevant. Su fuga 199 XI Epílogo. Juan, capitán de Guardias Marinas. La "Asamblea Amistosa Li teraria". Embajador en Marruecos. Juan y Ensenada. Ulloa. "Sin Guancavélica, adiós Arriérica. " Luisiana. El estudio de un filósofo. Un proyecto español de desarme naval en el siglo xvin. Godín. En Cádiz. Al fin, feliz. Bouguer. El curioso La Condamine. Los auxi- liawbibus 22g APÉNDICES Obras de Jorge Juan y de Antonio de Ulloa 251 Iconografía 255 INDICES De personas 263 De lugares 271 De buques 277 Colofón 2S1 ... y por cierto que es cosa digna de grande admiración que unos jóvenes en la clase de Guardias Marinas, sin ha ber aún salido del noviciado de su carrera y hallándose completando su instrucción en el colegio de Cádiz, saliesen de él para ir a alternar por sí solos con los más célebres Académicos de la Francia en una de las empresas científi• cas más delicadas y más importantes que jamás han podido ocupar la atención de los sabios; y, sobre todo, que se dis tinguiesen en este honrosísimo encargo con tal aplicación, celo y profundidad de conocimientos como respectivamente acreditaron en sus escritos. Quizás será éste un ejemplar único en su especie, o, por lo menos, habrá muy pocos hom bres en el mundo de quien pueda citarse tan relevante Pitido para su gloria y para la del Cuerpo y la Patria que logran la fortuna de contar entre el número de sus hijos sujetos tales. La lástima es que acaso no hayan logrado en ella toda la estimación y el aprecio que merecían; porque con mucha razón puede decirse que aun cuando desde la fun dación de la Compañía de Guardias Marinas no se hubiese logrado otro fruto que el haber salido de eüa un don Jorge Juan y un don Antonio de Ulloa, sólo esto bastaría para acreditar la utilidad del establecimiento y darle perpetuo honor y eterna fama. (SALAZAR : Discurso sobre los progresos y estado actual de la hidrografía en España.—'Madrid, Imprenta Real, 1809; página 147-) STIMO que. a falta de otras cosas que lo hagan hue- no, al menos el presente libro es oportuno, por E celebrarse en estos meses el segundo centenario de la iniciación de los trabajos científicos que se han de rela tar, careciendo de otra pretensión que la de divulgar la parte brillantísima que en dichas tareas, tan raras enton ces, tuvieron nuestros compatriotas don Antonio de Ulloa y don Jorge Juan, que con ellos se revelaron ante el mun dillo culto, iniciando la fama universal que desde tem prana edad iban a gozar. Creo también que esta obra contiene algunas noveda des, circunstancia poco común entre sus compañeras—sal vo las de Cervera y M an jarres, breves, sin embargo—que se limitan a glosar, sin añadir nada original, los textos consabidos, fuentes de tantos folletos y artículos, que en realidad, y por ello, resultan idénticos. Esta nueva versión de aquella sublime anécdota de la vida de ambos marinos deshace, de paso, algún que otro equívoco que con cierta habilidad habían introducido, en ocasiones, autores no — XIII — bien intencionados. Con todo ello, sin embargo, no cuen to haber aumentado ni un ápice la justa fama de aquellos dos españoles, pero sí, en cambio, haberme acercado más a la verdad histórica, en narración objetiva y huyendo de apologías. Por otra parte, pronto observará el lector que el libro es de divulgación y, por tanto, poquita cosa, no pretendiendo en las notas—que por cierto es lo que leo más a gusto en cuantos caen en mis manos—sino garantizar lo nuevo o indicar campos siempre poco espigados a algún que otro lector curioso. Porque España entera, que está mate- rialmente llena de las actividades de uno y otro persona je, también lo está de cierta discreta ignorancia de lo que significaron para la ciencia en muchas de sus disciplinas. Nuestro país—eterna y maravillosa paradoja—-, cuan do más ayuno estaba de verdaderos y sesudos hombres de ciencia, cuya exportación estaba paralizada desde casi un siglo, produjo a estos dos chiquillos, que, siéndolo aún, maravillaron a sus contemporáneos. ¡Gran perspicacia y enorme valentía de quien los eligió para alternar con aque llos sabios de París! Sin una y otra, Juan y su compañe ro Ulloa hubieran alcanzado, sin duda, gran reputación de excelentes oficiales de Marina; tal vez hubieran llegado a ser pasables almirantes—que esta fruta se agusana pronto y no consigue su sazón en país tan de secano como el nues tro—, pero quizás nada más. ¿Qué fué, acaso, de aquel otro guardia marina García del Postigo, que, como veréis, fué el primitivamente nombrado para acompañar a Juan, y a quien, por su tardanza, tuvo que sustituir Ulloa? Pues uno de tantos, apenas conocido por la referencia de haber sido hermano de quien alcanzó muy alta gradua ción en la Armada.