El Ritual Del Mundo Jarocho a Través De Los Siglos
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A la memoria de mi abuela, MARÍA LUISA AGUIRRE SANTIESTEBAN, frágil bailadora de fandango, transportada zapateando sobre la tarima por las calles de Jáltipan en las procesiones de la Candelaria, en la primera década del siglo XX. Johann Moritz rugendas, Vista de Veracruz desde el mar, 1831, colección Arte Gráfico de Munich. P. 1: anóniMo, Plano de la costa de Veracruz, 1754, colección particular. ANDANG O feL rituAL deL mundo jArocho A trAvés de Los siGLos A n t o n i o G A r c í A d e L e ó n · L i z A r u m A z o ConseJo naCional para la Cultura y las artes (ConaCulta) Dirección General De Vinculación cultural Dirección General De Publicaciones instituto VeraCruzano de Cultura prograMa de desarrollo Cultural del sotaVento secretaría De cultura, recreación y DePorte De tabasco instituto Veracruzano De cultura secretaría De cultura De oaxaca Dirección De Vinculación reGional De la DGVc Del conaculta coorDinación General Armando Herrera y Amparo Sevilla coorDinación oPeratiVa Eduardo Hernández, Rubí Oseguera y Rodolfo Candelas caPtura De textos Sofía López y Elizabeth González reVisión y corrección tiPoGráfica Sofía López, Alejandro Cruz y Marcelo Gauchat Diseño y cuiDaDo De la eDición Jorge Lépez Vela imáGenes tomaDas Del libro Bernardo García Díaz y Ricardo Perez Montfort, Veracruz y sus viajeros, banobras/Gobierno del Estado de Veracruz/Grupo Sansco, México, 2001. D. R. © 2006 Primera edición, 2006. Antonio García de León Griego Programa de Desarrollo Cultural del Sotavento ISBN 970-35-1115-5 Impreso y hecho en México Índice Aproximaciones 11 Introducción 13 eL mundo jArocho y Los veneros de LA fiestA 18 eL cAmpo Armónico 36 LA poéticA deL cAncionero reGionAL 46 despArrAmAndo mudAnzAs: eL LenGuAje de Los pies 53 LA reinvención de LAs trAdiciones 55 Un cancionero posible 61 La fiesta y los fandangos jarochos a través de los siglos: unA compiLAción de textos de épocA AcusAdores, cronistAs, estudiosos y testiGos de pAso 97 entierro y resurrección deL difunto MedeLLín, 1781 105 memoriAs íntimAs. un fAndAnGo en LAs cercAníAs de ALvArAdo, 1825 EuGENIo DE AVIRANEtA 126 un fAndAnGo en chinAmecA en 1831 PIERRE ChARPENNE 132 un fAndAnGo en eL mAnAntiAL, 1840 GABRIEL FERRy, alias LouIS DE BELLEMARE 135 viAje A méxico en 1831 MAthIEu DE FoSSEy 151 un viAje A verAcruz en eL invierno de 1843 MANuEL PAyNo 159 fAndAnGo en eL cAmpo de ALvArAdo, 1850 LuCIEN BIARt 160 viAje A méxico en 1854 ERNESt DE VIGNEAux 163 Los romAnces jArochos de josé mAríA estevA 1843-1860 167 eL Libro de mis recuerdos: sones en LA cApitAL, 1860 ANtoNIo GARCíA CuBAS 179 un bAiLe de tArimA en LA bArrA de nAutLA, 1874 ANtoNIo GARCíA CuBAS 180 fAndAnGos en tuxtepec, 1883 MANuEL MEDINILLA 182 Los fAndAnGos de tLAcotALpAn A fines deL xix JoSé MARíA MALPICA 183 un noveListA de tLAcotALpAn CAyEtANo RoDRíGuEz BELtRáN 185 un huApAnGo en LA puntiLLA (bArrA de nAutLA), en 1911 ENRIquE JuAN PALACIoS 206 ALGunAs ApuntAciones sobre eL foLkLore mexicAno, AbriL-junio 1927 MAx L. WAGNER 211 fiestAs de LA cAndeLAriA en medeLLín VICENtE RuIz MAzA 226 ALGunAs AnécdotAs deL vALe bejArAno FEDERICo FERNáNDEz VILLEGAS 235 eL fAndAnGo de mi tierrA, 1926-1937 EuLoGIo P. AGuIRRE SANtIEStEBAN, EPALOCHO 247 dos estudios sobre eL son jArocho GERóNIMo BAquEIRo FoStER 270 LA músicA popuLAr deL sotAvento GERóNIMo BAquEIRo FoStER 281 Bibliografía y fuentes 299 salVador fernando, Panorama de Tlacotalpan, 1754, colección, Museo de Arte del Estado, orizaba, Veracruz. 10 Aproximaciones ste ensayo pretende ser un acercamiento al tema de la fiesta tradi- cional del sur de Veracruz, el fandango jarocho. En su primera parte Ese analizan los aspectos históricos, musicales, literarios y sociales que hicieron posible esta decantación cultural, insistiendo sobre todo en los contextos históricos que pudieron haberlo generado: haciendo énfasis en las fuentes, la memoria oral y algunos aspectos de la historia del litoral veracruzano. En la segunda parte se presenta una colección de documentos hasta ahora dispersos o poco conocidos: testimonios escritos por viajeros, cronistas y testigos nacionales, locales y extranjeros, que a lo largo de tres siglos dejaron constancia de los fandangos en las costas de Barlovento y Sotavento. Estas referencias se remontan a la segunda mitad del siglo XVIII, cuando el género regional se volvió distintivo en el conjunto de las músicas y danzas que la administración colonial llamaba sones de la tierra en oposi- ción a “los de España”. Incluye también la visión de los fandangos jarochos ceñidos por el vulgo en el XIX, cuando se regularizó todo un protocolo de sus danzas y sus aires musicales –sus sones–, y llega hasta la primera mitad del siglo XX, cuando estas manifestaciones aparecían ya como distintivas de lo regional, dando incluso pie a la creación literaria costumbrista. 11 12 Introducción La música folklórica no lo es porque la ejecuten los cantores populares, campesinos, analfabetos, prácticos, pobres, etc., sino por su condición de música sobreviviente.1 CARLOS VEGA, 1944 n sistema integrado de comunicaciones enlazaba al conjunto del mundo colonial español, teniendo como vórtice y referente el eje Sevilla-Cádiz, Uen el sur de la península Ibérica, en el cual desembocaban y desde donde se difundían los patrones culturales que dieron origen a todas la variantes musicales y líricas del mundo hispanoamericano. En oleadas sucesivas y desde el umbral de los puertos, muchas influencias fueron interactuando mientras se adentraban en las tierras interiores, quedando allí sujetas a ritmos de cambio más pausados y particulares. Durante los dos siglos de pervivencia del sistema de flotas y del monopolio sevillano no se distinguían mayores diferencias, ni preferencias regionales muy marcadas, en tanto que las músicas estaban hechas para la integración colectiva en un mundo predominantemente rural intercomunicado por una gigantesca red marítima. 1 Carlos Vega, Panorama de la música popular argentina..., 1944, pp. 74-75. Y agrega: “El terreno popular es un bisabuelo de aspecto desconocido, puede Johann Moritz rugendas, Jarocho de tierra caliente, ser, pero de nuestra propia sangre. Un bisabuelo que se internó en la campaña 1838, colección Museo Nacional de historia. y vive todavía”. 13 La Nueva España, situada en el vórtice que unía a Europa con el Oriente, a Sevilla con Manila y el sur del continente, era el perfecto corredor de paso de aquella primera integración planetaria de la economía y la cultura. Los activos y anónimos portadores de ese patrimonio, los que hacían posible ese sistema circulatorio en el que se vinculaban todo tipo de referentes infiltrando los espacios posibles, los que atravesaban las fronteras culturales y regionales enlazando el conjunto de estos sistemas, eran precisamente los que trajinaban de ida y vuelta con las mercancías y los tesoros: los arrieros, los traficantes, los marineros, buhoneros y comerciantes vagabundos. Como producto de estos encuentros y decantaciones, México se convirtió en un país dotado de una enorme di- versidad musical, pues en su territorio –aparte de muchas cosas más– confluyeron cancioneros, tradiciones, géneros, formas arcaicas y modernas, orquestaciones y estilos que coincidieron en cierto momento con la conformación de sus regiones. Precisamente, estas adaptaciones continuas que se fueron dando en los últimos siglos, adquirieron, cada vez más, características regionales que se convirtieron luego en provincias folclóricas, en la medida en que la conformación de las regiones económicas implicaba también la búsqueda de espacios propios de expresión cultural. Pisos rurales y urbanos, ambientes sociales diversos, diferencias étnicas y territoriales fertilizaron el suelo y fueron marcando un sello particular a las músicas y las orquestaciones preferidas de cada ámbito, mientras éstas se convertían en polos de atracción y digestión de múltiples influencias. Por todo ello, hablar de la música regional mexicana implica la necesidad de colocarse en el tiempo histórico que es el principal propiciador de las configuraciones regionales. Podemos decir que en los primeros dos siglos de la colonia se consolidaron en la Nueva España formas culturales marcadas fuertemente por el mestizaje. Los elementos y los símbolos que posteriormente se crearon sobre la identidad regional y nacional proceden de esa época de fusión y síntesis, son productos elaborados en esa larga duración: desde la gastronomía, las bebidas, la cultura ganadera, los usos y costumbres, las comunidades indígenas actuales, las autonomías municipales, las técnicas de cultivo, las formas de supervivencia, la magia popular, el folclor literario, musical, narrativo y danzario, las formas de socialización, las estructuras familiares y de parentesco, los temores ancestrales, los fantasmas regionales, los demonios familiares, etcétera. Así, el siglo de la colonización, el corto siglo XVI, preparó los ingredientes y los puso sobre la mesa, y el siglo de la aculturación y el mestizaje, el XVII, les dio su sabor particular. Pero ya para finales del sigloXVIII , las regiones fueron adquiriendo poco a poco su propia identidad y hubo un gran proceso de popularización de la música y las danzas, de separación contextual a todos los niveles, un movimiento que indicaba la emergencia de fuerzas inéditas en la sociedad borbónica de la época, pero que estaba determinado por una transformación relevante de las identidades culturales. Y así, el ambiente de finales del periodo colonial se convirtió en una excelente vía de transmisión cultural, vertical y horizontal. Estas expresiones festivas, reproducidas