¡Abajo los monopolistas! Política popular radical en Bogotá, 1853.

NEM ZUHUÉ PATIÑO GARCÍA

TRABAJO DE GRADO Presentado como requisito para optar al título de Historiador

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Historia Bogotá, octubre de 2018 Índice general Agradecimientos...... 4 Nota metodológica...... 5 Introducción...... 7 1. Los límites de la política partidista...... 17 De López a Obando...... 18 ¿División liberal?...... 20 Conservadores frente a la cuestión social...... 27 La religiosidad popular: un indicio...... 29 De la sociabilidad a la sociedad...... 31 2. Protesta popular radical en 1853...... 45 Protesta popular radical, una aproximación...... 47 19 de mayo...... 52 8 de junio...... 60 3. Pobreza y resistencias. Una mirada a la dinámica social bogotana...... 71 Oficios y trabajo en la sociedad bogotana...... 81 Artesanos y librecambio, un debate todavía abierto...... 96 Conclusiones...... 101 Referencias...... 105 Fuentes documentales...... 105 Bibliografía...... 109 Anexos...... 117 Índice de tablas Tabla 1. Secretarios de Hacienda, 1845-1854...... 21 Tabla 1. Relación de deudas de la Subvención Provincial, febrero de 1853...... 75 Tabla 2. Depósitos hechos en la Caja de Ahorros de Bogotá, 1853...... 86 Tabla 3. Créditos otorgados por la Caja de Ahorros de Bogotá, 1853...... 89 Tabla 4. Precios ofrecidos por Tomás Rodríguez en su sastrería, 1852...... 92 Tabla 1. Algunas sociedades de las Notarías 1ª y 2ª , 1850-1859...... 118 Tabla 2. Estructura ocupacional de la población de la ciudad de Bogotá ,1858...... 121 Tabla 3. Subvenciones adeudadas de los miembros de la Sociedad Democrática, 1853...... 124 Tabla 4. Subvenciones adeudadas por los miembros de la Sociedad Popular, 1853...... 126

Índice de figuras Figura I. Relación entre depositantes y depósitos de la Caja de Ahorros de Bogotá, 1853...... 88 Figura II: Distribución nominal de los créditos por categoría, 1853...... 90 Figura I. Deudas y deudores de la subvención provincial. Distrito de la Catedral, 1853...... 131 Figura II: Deudas y deudores de la subvención provincial. Distrito de Las Nieves, 1853...... 132 Figura III: Deudas y deudores de la subvención provincial. Distrito de Santa Bárbara, 1853...... 133 Figura IV: Deudas y deudores de la subvención provincial. Distrito de San Victorino, 1853...... 134 Agradecimientos En este proceso de investigación han ocurrido más cambios de los que puedo recordar. A nivel personal la situación no ha sido diferente. La serie de rupturas, transformaciones, conflictos, alegrías y descubrimientos por las que he pasado han enriquecido mi interés en la vida cotidiana de los artesanos bogotanos. Las diferencias de tiempo y espacio, me gusta pensar a veces, no pueden ser tantas si, como ellos, encontramos la fuerza para resistir al avance de la hegemonía. No hubiera podido siquiera plantear mi problema de investigación sin la ayuda de las personas que me rodean.

Mis padres han sido fundamentales en el desarrollo de todo el trabajo, siempre como ejemplo de tenacidad ante los avatares impredecibles de la vida. El profesor Aristídes Ramos, director de este trabajo, ha sabido guiar mis inquietudes para articular un escrito coherente. Daniela Romero Alarcón me ayudó a sistematizar los datos que he utilizado para el capítulo 3; a ella, futura abogada, infinitas gracias. El Colectivo de Historia Popular, con el que hemos discutido, acompañados de tinto y pasteles, todos los tópicos que he trabajado y muchísimos más, ha sido un espacio de vitalidad y discusión incomparable, al que debo muchísimo. Merecen una mención muy especial Alejandro Cifuentes, Beatriz Guerrero, Lucas González y Tomás Perea, con quienes he armado y rearmado esta tesis hasta el cansancio y quienes me han brindado todo su conocimiento y disposición para avanzar en el trabajo de reconstruir la urdimbre social bogotana de mediados del siglo XIX.

El personal del Archivo General de la Nación, el de la Biblioteca Nacional, el de la Biblioteca Alfonso Borrero Cabal S.J. y el de la Biblioteca Luis Ángel Arango me permitieron consultar con toda libertad los documentos, libros, artículos, folletos o otras piezas que fui ubicando. Para ellos un agradecimiento especial. Nota metodológica

Para las tablas y los análisis que utilicen datos sobre moneda hay dos acepciones para los

Reales1. Los reales eran monedas anteriores al período republicano, con los que se hacían transacciones regulares. Estaban compuestos de plata en una ley de 0.825. El 30 de mayo de 1853 cambia la denominación de moneda, y los antiguos reales pasan a ser denominados pesos. Los pesos eran piezas de 25 gramos de plata con una ley de 0.900. De aquí en adelante, los reales pasan a denominarse décimos de real. La Tabla 1 y las figuras I, II, III, y IV utilizan la primera denominación de reales. Las tablas 1, 2, y 3 y las figuras I y II tienen la segunda acepción. Véase Guillermo Torres García. Historia de la moneda en . (Medellín: FAES, 1980), 48.

1 Guillermo Torres García. Historia de la moneda en Colombia. (Medellín: FAES, 1980), 48. Introducción La historia de los trabajadores, considerando todas las ramificaciones del trabajo humano, será la más extensa, la más general de todas las historias; sería igual a la historia de la civilización. José Leocadio Camacho, 1886

Mi intención inicial, quisiera comentarle al lector, consistía en acercarme con un análisis local al período que la historiografía ha denominado el Golpe de Melo; que se ha presentado historiográficamente como gobierno regido por artesanos y militares ofrecía muchas posibilidades de investigación, al ser un momento por fuera de la imagen del dominio de la hegemonía partidista. Al empezar mi trabajo con las fuentes encontré que muchas de ellas ubicaban las razones del Golpe en acontecimientos de 1853, en las que se narraban disímiles enfrentamientos que conmocionaron a la sociedad bogotana de la época. A su vez, en la bibliografía, éstos sólo se mencionaban de forma anecdótica y pasajera. Contrastando los trabajos historiográficos y las fuentes, me topé con que la interpretación académica recortaba y limitaba la experiencia extraída de mi lectura de las segundas, sin reparar en las fuentes de origen artesanal. Siendo 1853 un año trascendental para los personajes de la época, al que no se le ha dedicado ni atención ni un estudio más dinámico, decidí postergar mi investigación sobre el Golpe de Melo y dedicarme a examinar dos acontecimientos trascendentales de 1853. Analizaré en el presente trabajo los enfrentamientos sociales el 19 de mayo y el 8 de junio. Siguiendo las experiencias y el comportamiento de quienes participaron en ellos, he encontrado múltiples para adentrarme en la vida social de los artesanos, que dan cuenta de una diversidad de fenómenos que no son abordados en los estudios sobre el tema. Un análisis de la antesala a 1854 ofrece fuentes y perspectivas para una comprensión diametralmente diferente a la que ha dominado la producción historiográfica sobre el Medio Siglo.

7 Frente a este horizonte, esta investigación busca rescatar la experiencia vital de un grupo humano esencial de las clases populares de la Bogotá decimonónica: el artesanado. La idea convencional para describir este sector social –el artesanado- parte de la denominación extraída de la Reformas Borbónicas2, las cuales planteaban que el oficio manual ejercido en un taller con jerarquías maestro-aprendiz para producir mercancías trazaban su definición. A mediados del siglo XIX, la jerarquía deja de ser definitoria; a pesar de persistir en la práctica de los talleres3. En el mismo momento, el trabajo en el espacio del taller deja de ser un criterio clasificatorio, dado que se integran otras formas de trabajo manual en la vida de los artesanos: como la servidumbre o como los labradores. Por esto hay autores que han considerado que ser artesano es «autoclasificación política»4, sugerencia que amplía la definición a tal punto que matiza demasiado cualquier consideración relacionada con el trabajo manual. Siguiendo múltiples fuentes puede observarse que existe una reivindicación del trabajo manual como forma de identidad. Empero, mi investigación intenta mostrar aquí que quienes se identifican como artesanos necesariamente ejercieron algún trabajo manual, al interior de un taller o de otros establecimientos, como las fondas, los molinos, las pulperías, etc. Por supuesto, esto se abordará con detalle a lo largo del trabajo (Véase capítulo 2), por ahora sólo se desea dejarlo enunciado.

Además del trabajo manual, otro factor que permitiría delimitar el grupo es su accionar en la vida pública. Los artesanos se movilizaron afectando políticamente a la sociedad bogotana, desplegando múltiples formas de resistencia ante órdenes que consideraban injustos, contradictorios y amenazantes frente a sus formas de vida. Su acelerada, fuerte y

2 Humberto Triana y Antorveza, «El aprendizaje en los gremios neogranadinos», Boletín Cultural y bibliográfico 8, n.o 05 (1965): 735-42; Humberto Triana y Antorveza, «Los artesanos en las ciudades neogranadinas», Boletín Cultural y Bibliográfico 10, n.o 02 (1967): 326-36. 3 Muchos autores anotan la existencia de la jerarquía a partir de la vestimenta de los maestros artesanos, pero en las fuentes consultadas no hay menciones a la diferenciación. Es más, la categoría de artesanos cada vez es más amplia y abarca sectores que no eran considerados como artesanales en las Reformas Borbónicas. Véase Mario Aguilera Peña y Renán Vega Cantor, Ideal democrático y revuelta popular, 2.a ed. (ISMAC - CEREC, 1998). 4 Malcolm Deas, «La presencia de la política nacional en la vida provinciana, pueblerina y rural de Colombia en el primer siglo de la República», en La unidad nacional en América Latina: del regionalismo a la nacionalidad, ed. Marco Palacios (México: El Colegio de México, 1983), 149-73.

8 amplia organización, a pesar de sus variadas obligaciones laborales, les permitió influir, de forma decisiva, en algunas de las votaciones de Senado y Cámara, constituyéndose como un pilar social fundamental al que todas las organizaciones partidistas apelaron (Véase capítulo 1). La reconstrucción de estas experiencias es fundamental para la comprensión de los sucesos que analizaré. A pesar de su importancia, las acciones de los artesanos han pasado como comentarios sueltos en libros especializados. Se han dedicado múltiples trabajos de grado5 y de postgrado6 a mostrar su presencia en el siglo XIX, pero predomina la idea de que ellos actuaron de forma homogénea y por reflejo de las acciones de las clases dirigentes.

La interpretación dominante, propia del liberalismo oligárquico7, se ha posicionado en la historiografía colombiana a partir del análisis de las reformas liberales de mediados del siglo XIX, durante los gobiernos de José Hilario López (1849-1853) y José María Obando (1853-1854) y han sido denominadas, por algunos autores, la Revolución de Medio Siglo. De acuerdo con esta afirmación, la dominación hegemónica del Estado en el naciente liberalismo constituye una revolución, materializada en la constitución de 1853, en la abolición de estancos coloniales y en leyes como la manumisión de esclavos de 1851. En la historia política, donde se destacan dirigentes de Estado como los únicos actores históricos, prima esta interpretación y sus conclusiones se han repetido decenas de veces en distintos trabajos8. El eje epistemológico de esta interpretación afirma que la posición política es 5 Los enfoques de estos trabajos, dada su extensión, son trabados en detalle en los capítulos 1 y 2. El trabajo de pregrado más destacado es Juan Pablo Ossa Parra, «Cultura y participación política de los artesanos en Bogotá, 1850-1870» (Pregrado, Universidad de los Andes, 2004). 6 Como trabajo destacado se encuentra la tesis doctoral de David Lee Sowell, «The Early Latin Amercan Labor Movement. Artisans and Politics in Bogotá, Colombia., 1832-1919» (Ph.D Thesis, University of Florida, 1986). Los trabajos más destacados en esta materia son: Jay Robert Grusin, «The revolution of 1848 in Colombia.» (Ph.D Thesis, University of Arizona, 1978); Jennifer Zamora Cantor, «Cultura, política y educación de los artesanos bogotanos, 1847.1854» (Tesis de especialización, Universidad Militar Nueva Granada, 2012); María Esther Forero Galvis, «Cultura y mentalidad de los artesanos de Bogotá: 1840-1880» (Tesis de Maestría, Universidad Nacional de Colombia, 1998). 7 Marcelo Cavarozzi, «Elementos para una caracterización del capitalismo oligárquico», Revista mexicana de sociología, 1978, 1327-52; Doménico Losurdo, Contrahistoria del liberalismo (Madrid: El Viejo Topo, 2005). 8 Javier Ocampo López, ¿Qué es el liberalismo colombiano? (Plaza & Janés, 1990); Gerardo Molina, Las ideas liberales en Colombia, 1849-1959, 5.a ed. (Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1978); Enrique Gaviria Liévano, El liberalismo y la insurrección de los artesanos contra el librecambio: primeras manifestaciones socialistas en Colombia (U. Jorge Tadeo Lozano, 2002); Luis Eduardo Nieto Arteta, Economía y cultura en la historia de Colombia (Bogotá: El Áncora Editores, 1996); Indalecio Liévano

9 reflejo de la posición social de los sujetos. La ley -afirman estos autores- obtiene valor absoluto y es suficiente, por sí sola, para eliminar conflictos; erigiéndose como una forma de consenso social.

Con algunos matices, una larga lista de analistas han dicho que este período fue la verdadera ruptura con el pasado colonial9. Otros autores han anotado la rápida expansión de los clubes de sociabilidad auspiciados por las organizaciones partidistas como una forma de consolidación de la hegemonía de los partidos10, esta interpretación se constituye como un paradigma en el cual el siglo XIX se explica desde la vida partidaria, sus luchas y devenires en los avatares estatales. En esta interpretación, proyectos políticos distintos, vinculados a clases sociales en formación (terratenientes para el conservatismo, burgueses para el liberalismo), que luchan por el control del Estado de manera excluyente. Los momentos en los que gobiernan en relativa armonía son vistos como anomalías, porque han considerado únicamente el consenso, provisional y de alcances muy parciales, en torno al liberalismo. Se ha olvidado que la coerción fue otro componente fundamental en el proceso de la construcción de esta hegemonía11.

Buscando dar razones materiales a la división partidista, otros analistas muestran que el período estuvo caracterizado por el ascenso de un grupo social específico y de una

Aguirre, Los grandes conflictos sociales y económicos de nuestra historia (Bogotá: Intermedio, 2002). 9 Los autores mantienen la caracterización de revolución, pero la encuentran en terrenos diferentes (político, constitucional y económico). El primero de ellos es José Manuel Restrepo, Historia de la Nueva Granada: 1845-1854, vol. 2 (Bogotá: Editorial El Catolicismo, 1963). El segundo lo representan Nieto Arteta, Economía y cultura en la historia de Colombia.; Marco Palacios y Frank Safford, «La era liberal: 1845-1876», en Colombia. País fragmentado, sociedad dividida (Bogotá: Norma, 2002), 365-446. 10 Esta es una discusión transversal a los trabajos sobre los artesanos. Los mayores desarrollos los hacen Jaime Jaramillo Uribe, «Las sociedades democráticas de artesanos y la coyuntura política y social colombiana de 1848», Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, n.o 8 (1976): 5-18; Fabio Zambrano Pantoja, «Historiografía sobre los movimientos sociales en Colombia. Siglo XIX», en La historia al final del milenio. Ensayos de historiografía colombiana y latinoamericana., vol. 1, 2 vols. (Bogotá: Departamento de Historia - Universidad Nacional de Colombia, 1994), 147-81; Miguel Urrutia Montoya, HIstorial del sindicalismo en Colombia, 1850-2013 (Bogotá: Universidad de los Andes, 2016). 11 Tomamos el concepto de hegemonía de Antonio Gramsci, entendido como la extensión de ciertas concepciones propias de una clase social sobre las demás. Véase Antonio Gramsci, «El partido político», en Notas sobre Maquiavelo, sobre la Política y sobre el Estado moderno (Madrid: Ediciones Nueva Visión, 1980), 28-35; Luciano Gruppi, El concepto de hegemonía en Gramsci (México: Ediciones de Cultura Popular, 1978).

10 forma de producción. Se les nombre como políticos-comerciantes12, burguesía comercial o compradora13 o como producción-especulación14, siempre las categorías refieren a los jóvenes de la segunda generación después de la Independencia15. Éstos actores, a pesar de tener orígenes políticos distintos, se reunían en la producción de materias primas para la exportación a mercados como el inglés y el francés16. La disolución de los monopolios coloniales, la casi entera dependencia de tarifas aduaneras por parte del Estado17 y la producción para integrar al país al mercado mundial, son los principales hechos en los que estos grupos sustentan su hegemonía18. Estos autores constituyen otro paradigma, que lee la historia del período en clave de proyectos económicos, librecambio y proteccionismo. Estos se enfrentan por la apropiación de las ganancias de la exportación.

Hasta aquí los trabajos reseñados comparten un tipo de análisis macroanalítico19, por lo que me parece necesario enfatizar la tendencia común de apelar al método y a la metodología de la historia-síntesis20. La agregación de múltiples eventos, experiencias y

12 Marco Palacios, «El fratricidio colectivo como fuente de nacionalidad», Populistas: el poder de las palabras (Bogotá: Editorial Universidad Nacional de Colombia, 2011). 13 Germán Colmenares, Partidos políticos y clases sociales (Cali: Universidad del Valle, 1997); Mario Arango Jaramillo, Luchas del Comerciantes y Terratenientes por el Poder. Período Inicial de Acumulación de Capitales, vol. 3, 3 vols., El proceso del Capitalismo en Colombia (Medellín: Aurora, 1977). 14 José Antonio Ocampo Gaviria, «Comerciantes, artesanos y política económica en Colombia, 1830-1880», Boletín Cultural y Bibliográfico 27, n.o 22 (1990): 21-45; José Antonio Ocampo Gaviria, Colombia y la economía mundial 1830-1910 (Bogotá: Siglo XXI, 1984). 15 Víctor M. Uribe-Urán, Vidas honorables: abogados, familia y política en Colombia, 1780-1850 (Medellín: Fondo Editorial Universidad EAFIT, 2008). 16 Waldo Ansaldi y Verónica Giordano, eds., De la Colonia a la disolución de la dominación oligárquica, vol. 1, 2 vols., América Latina. La construcción del orden (Buenos Aires: Ariel, 2012). 17 De esta opinión son Luis Ospina Vásquez, Industria y protección en Colombia, 3.a ed., Biblioteca colombiana de ciencias sociales 1 (Medellín: FAES, 1979). Las mayores excepciones a esta caracterización son las estrategias financieras de endeudamiento a mediano plazo, a través de bonos de financiamiento respaldados en tierras baldías. Véase Jorge Orlando Melo, «Las vicisitudes del modelo liberal (1850-1899)», en Historia económica de Colombia, ed. José Antonio Ocampo Gaviria, 2.a ed. (Bogotá: Fedesarrollo - Siglo XXI, 1988), 119-71. 18 Esta tesis tiene lugar en la historiografía a partir del trabajo de Safford de 1965. Véase Frank Safford, «Commerce and Enterprise in Central Colombia, 1821-1870.» (Ph.D Thesis, Columbia University, 1965); Frank Safford, «Empresarios nacionales y extranjeros en Colombia durante el siglo XIX», Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, n.o 4 (1969): 87-111. 19 Maurizio Gribaudi, «Escala, pertinencia, configuración», ed. Jacques Revel, Juegos de escalas. Experiencias de microanálisis (Buenos Aires: UNSAM, 2015), 135-65. 20 La denominación es propia de Edoardo Grendi, y se utiliza para clasificar a la producción historiográfica dominante en Italia en 1960. Véase Edoardo Grendi, «¿Repensar la microhistoria?», Entrepasados. Revista de Historia 5, n.o 8 (1995): 131-39.

11 lugares para dar cuenta de un proceso supuesto (la modernización, la consolidación del capitalismo, la hegemonía partidista, la revolución de las reformas liberales, etc) no permiten mostrar la urdimbre de relaciones sociales que se tejen en los conflictos cotidianos. Las categorías de análisis son tomadas de intereses presentes, por lo que los eventos se insertan en una narrativa preestablecida y tienen significado sólo en relación con ésta. La escala observada muestra ciertos fenómenos procesuales, pero el campo de las relaciones sociales y el conflicto social se entiende como subordinado al proceso, lo que dificulta su comprensión.

Por su parte, hay otras publicaciones que destacan intenciones, ideas y prácticas los sectores populares, lo que transforma su método de análisis. El trabajo de Vega y Aguilera destaca en este aspecto, rastreando la influencia de la revolución francesa de 1848 en las fuentes de origen popular21, buscando en ellas distintas nociones de esta coyuntura22 como socialismo, igualdad, igualitarismo y república. Publicaciones con intenciones similares han sostenido que estas ideas fueron también asimiladas por las clases dirigentes. Estas, a su vez, las utilizaron como vehículo para manejar, al menos discursivamente, la economía y la política neogranadinas23. Otro grupo importante de obras se ha enfocado sus estudios en mostrar un proceso que denominan «la irrupción del pueblo en la política» con los gobiernos liberales24. Resaltan la importancia de los grupos populares en el proceso de configuración del Estado. La obra de James E. Sanders destaca en esta perspectiva, entre

21 Aguilera Peña y Vega Cantor, Ideal democrático y revuelta popular. 22 Algunos ejemplos son socialismo, igualdad, igualitarismo y república. 23 En la discusión que hace Acevedo Carmona sobre este tema resaltan las interpretaciones de Jaime Jaramillo Uribe, Germán Colmenares y Gerardo Molina. Véase Darío Acevedo Carmona, «Consideraciones críticas sobre la historiografía de los artesanos del siglo XIX», Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, n.o 18-19 (1991): 125-44. 24 Este argumento ha sido sostenido privilegiando el análisis del discurso, tanto desde las clases dirigentes como de las clases populares. Como indicio, no muy desarrollado, está el trabajo de Helen Delpar, Rojos contra azules; El Partido Liberal en la política colombiana, 1863-1899 (Bogotá: Tercer Mundo, 1994).; para el segundo véase Francisco Gutiérrez Sanín, Curso y discurso del movimiento plebeyo, 1849/1854 (Bogotá: Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales - El Áncora Editores, 1995); María Teresa Uribe de Hincapié y Liliana María López Lopera, Las palabras de la guerra: metáforas, narraciones y lenguajes políticos. Un estudio sobre las memorias de las Guerras Civiles en Colombia, 1.a ed. (Medellín: La Carreta Editores E.U. - Instituto de Estudios Políticos, Universidad de Antioquia, 2010).

12 otras cosas por discutir profusamente con el paradigma partidista a partir de las categorías de raza y clase25.

Específicamente sobre Bogotá, el trabajo que publicara Germán Mejía hace unos años sigue siendo el recuento más completo sobre la historia de la ciudad en el siglo XIX26. En el desarrollo del trabajo refiero otros artículos que se han producido sobre aspectos específicos, por motivos de claridad en la redacción. Acotando los estudios que trabajan sobre el artesanado bogotano, en ellos se han resaltado aspectos su sociabilidad política (con amplia extensión)27, su beligerancia en las demostraciones callejeras y en las fiestas populares28, su baja calificación en sus correspondientes oficios29 o su corta visión a largo plazo30. Sin embargo, la observación detallada de acciones, vida cotidiana y relaciones (sociales, filiales, laborales) de los artesanos ha sido un tema tangencial para los autores citados.

La historiografía que he presentado busca mostrar panoramas generales, tal vez demasiado. Por ello no aborda, de manera sistemática, los mecanismos ni los comportamientos de los grupos sociales, a través de los que éstos gobiernan, viven, hacen transacciones comerciales, etc. La historia social, en particular la influenciada por la escuela marxista británica, ha hecho significativos avances en este sentido. Considerada en sentido amplio esta aproximación historiográfica, los actores populares deben ser puestos en el centro de la investigación y analizados no sólo por sus escritos, o apariciones en ellos,

25 James E Sanders, «Contentious Republicans: Popular Politics, Race, and Class in Nineteenth-Century Southwestern Colombia» (Ph.D Thesis, University of Pittsburgh, 2000); Florencia E Mallón, Campesino y nación: la construcción de México y Perú poscoloniales (México: CIESAS - El Colegio de San Luis - El Colegio de Michoacán, 2003). 26 Germán Rodrigo Mejía Pavony, Los años del cambio: historia urbana de Bogotá, 1820-1910, 2.a ed. (Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2000). 27 Véase Fabio Zambrano Pantoja, «Las sociabilidades modernas en la Nueva Granada, 1820-1848», Cahiers des Amériques latines 10 (1990): 197-210; Gilberto Loaiza Cano, Sociabilidad, religión y política en la definición de la nación: Colombia, 1820-1886 (Bogotá: U. Externado de Colombia, 2011). 28 Este tópico se repite en múltiples trabajos, pero el que más lo resalta es Alirio Gómez Picón, El golpe militar del 17 de abril de 1854 (Bogotá: Editorial Kelly, 1972). 29 Alberto Mayor Mora, Cabezas duras y dedos inteligentes: estilo de vida y cultura técnica de los artesanos colombianos del siglo XIX (Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, 1997). 30 Carmen Escobar Rodríguez, La revolución liberal y la protesta del artesanado (Bogotá: Fundación Universitaria Autónoma de Colombia, Fondo de Publicaciones, 1990).

13 sino por sus actos. Los trabajos de E.P. y Dorothy Thompson31, Eric Hobsbawm32 y George Rudé33 han sido definitivos en la formulación de la hipótesis de este trabajo. Estos autores han podido dar cuenta de fenómenos que, al mismo tiempo contradicen dogmas del imperante liberalismo económico y reconstruyen la experiencia vital de los actores populares34. La densificación del análisis de fuentes para reconstruir fenómenos cotidianos y la búsqueda de categorías y posibilidades propias de las fuentes, siguiendo todos los indicios que en ellas pueda encontrarse, son elementos centrales en este trabajo, tomados de la microhistoria italiana35.

La misma crítica que hacían Edoardo Grendi y Maurizio Gribaudi a la historiografía italiana es válida para el caso colombiano, donde se piensan los modelos a priori y se le imponen a la realidad, donde las categorías académicas inundan y asfixias a las propias de las épocas de estudio, donde las fuentes adquieren el nivel de síntoma demostrativo del relato previamente establecido, donde se asumen las relaciones sin reconstruir con tintes de rigor la compleja urdimbre social que se configura de forma constante. En últimas, para resumirlo en una corta frase, donde la interpretación presente reemplaza la experiencia pasada36. Sin lugar a dudas, el método microanalítico es condensado en esta apreciación sucinta del historiador turinés:

«[…] se trata entonces de un enfoque totalmente inductivo. Se observan dinámicas complejas y aparentemente irregulares. Se asume esa irregularidad colocándola en el centro del análisis, y se construye un conjunto de hipótesis sobre los mecanismos subyacentes que la han generado.

31 Edward Palmer Thompson, Miseria de la teoría (Barcelona: Crítica, 1981); Edward Palmer Thompson, Los Orígenes de la Ley Negra: Un Episodio de la Historia Criminal Inglesa (Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2010); Dorothy Thompson, The Chartists: Popular Politics in the Industrial Revolution (New York: Pantheon, 1984). 32 Eric John Hobsbawm, Workers: Worlds of labor (Nueva York: Pantheon, 1984). 33 George Rudé, Ideology and popular protest (Chapel Hill: UNC Press Books, 1995). 34 Edward Palmer Thompson, «The moral economy of the English crowd in the eighteenth century», Past & present, n.o 50 (1971): 76–136; Eric John Hobsbawm, «The Tramping Artisan», The Economic History Review 3, n.o 3 (1951): 299–320. 35 Anteriormente he citado el libro de Jacques Revel. El artículo que escribe Simona Cerutti ha orientado estas acepciones de la microhistoria. Véase Simona Cerutti, «Proceso y experiencia: individuos, grupos e identidades en Turín, en el siglo XVII», en Juegos de escalas. Experiencias de microanálisis, ed. Jacques Revel (Buenos Aires: UNSAM, 2015), 189-220. 36 Jacques Revel, ed., Juegos de escalas. Experiencias de microanálisis (Buenos Aires: UNSAM, 2015).

14 A partir de esos mecanismos, se definen las formas y los lazos pertinentes en el contexto analizado. El retorno a las fuentes y al contexto es el momento que permite poner a prueba y, llegado el caso, corregir el modelo»37.

En la aplicación de propuesta historiográfica se entiende la necesidad por analizar eventos a menor escala. La complejidad de estos mecanismos puede ser muy alta y su alcance puede ser muy amplio. Propongo mostrar la utilidad del microanálisis para detectar y comprender ciertos mecanismos de gobierno que eran percibidos por los artesanos como peligrosos. La razón por la que los rechazaban no es siempre explícita, pero se puede encontrar rastreando su comportamiento en detalle.

Con esto en mente, se formulan tres campos de indagación preliminar para la presente investigación, los cuales, a su vez, serán la estructura capitular del presente trabajo. El primero abarca las distintas organizaciones asociativas y partidistas que promovían acciones políticas, económicas y legislativas. Los límites de la interpretación del paradigma partidista pueden establecerse en relación con los comportamientos de quienes componen dichas asociaciones, más allá de sus justificaciones. La religiosidad popular y la interpretación social de ciertas ideas de la revolución francesa de 1848 se trabajan como indicios. En ambos casos hay elementos que permiten desplazar la interpretación del paradigma partidista (conflicto político) a un nuevo análisis (conflicto social), mostrando mecanismos con los que se tejen relaciones entre los artesanos, la Iglesia y los partidos.

El segundo campo trata los acontecimientos del 19 de mayo y el 8 de junio de 1853, a partir del análisis de fuentes, buscando densificar la información y reconstruir la mayor cantidad de relaciones sociales posibles. El enfrentamiento entre los artesanos y los monopolistas38 se desarrolla de una manera muy particular, que expande la producción de fuentes y, por tanto, los indicios que permiten examinar en detalle el funcionamiento de la sociedad bogotana. 37 Gribaudi, «Escala, pertinencia, configuración»., 149. 38 Categoría empleada por Miguel León para referirse a los gólgotas y conservadores que tenían negocios relacionados con la exportación de tabaco, posible por la abolición del monopolio que lo producía en 1850. Véase nota 41.

15 El tercero, y último, trata de seguir todas estas pistas, buscando los mecanismos a través de los cuales se mantiene la hegemonía liberal, así como los mecanismos que les permite a las clases populares oponerse a ella. Se reconstruyen algunas relaciones de los artesanos, tanto entre ellos como con otros grupos de la sociedad. También se muestran algunos aspectos de su vida material en relación con algunos estimativos sobre su ingreso, que era variable y estaba siempre afectado por deudas. El mayor indicio que encontramos sobre el funcionamiento de la sociedad bogotana proviene del análisis detallado de una lista de deudores. Busco confirmar la sospecha de que, como era regida por un mecanismo extraeconómico, generó una importante resistencia en torno al cobro del impuesto.

Para respaldar estos hallazgos utilicé los siguientes acervos documentales. En la Biblioteca Nacional consulté los fondos Pineda, Vergara, Miscelánea J.A.S y la colección de prensa microfilmada de la Hemeroteca. En esta tarea fue muy importante la ayuda de la Hemeroteca histórica de la Universidad de Antioquia, desde donde me enviaron ejemplares que no estaban disponibles en la Biblioteca Nacional. En la Biblioteca Luis Ángel Arango pude acceder a la Sala Libros Raros y Manuscritos, donde reposan múltiples hojas volantes y algunos procesos judiciales. En el Archivo General de la Nación ubiqué algunas listas de nombres y procesos inconclusos contra artesanos en la Sección República y en el Archivo Histórico Legislativo. Una importante colección de libros decimonónicos neogranadinos digitalizados se encuentra disponible en el portal archive.org.

16 1. Los límites de la política partidista

En 1855, Pastor Ospina, Gobernador encargado de la Provincia de Bogotá, mostraba algunas consignas que se gritaban en las calles durante el Golpe de Melo: «En esta ocasion, como siempre que los perversos han querido trastornar la sociedad, inventaron un lenguaje propio para disfrazar sus tendencias criminales i alucinar a los ignorantes. Las instituciones, baluarte de las libertades publicas i esperanza del porvenir, eran, en ese lenguaje, la anarquia. Las empresas productivas de la agricultura i de la industria, eran el monopolio. El comercio i toda clase de cámbios, cran el ajio. Así, todas las personas prorninentes de la República, toda la juventud ilustrada, todos los hombres acomodados, todos los ciudadanos honrados i laboriosos, eran anarquistas, monopolistas o ajiotistas. Con estos nombres, los jefes de la conjuracion inspiraron a sus adeptos la mas exajerada ociosidad contra la jente honrada i contra la sociedad civilizada»39

Las categorías que utiliza Ospina refieren a una realidad poco explorada. En la literatura historiográfica que hemos consultado estas ideas han sido pasadas de soslayo. Gilmore, por ejemplo, se limita a anotar que el socialismo estaba mal entendido por los artesanos40, sin buscar quienes se denominaban asó, cómo actuaban y a qué referían sus categorías. Considero que, la mejor forma de recoger y mostrar el alcance de estas categorías, usadas por los artesanos desde 185041 es darles un lugar dentro de esta

39 Pastor Ospina, «ESPOSICION DEL SECRETARIO DE ESTADO DEL DESPACHO DE GOBIERNO DE LA NUEVA GRANADA AL CONGRESO CONSTITUCIONAL DE 1855» (Bogotá: Imprenta del Neogranadino, 1855), 6, Fondo Vergara 271, pieza 4, Biblioteca Nacional de Colombia. 40 Robert Louis Gilmore, «Nueva Granada’s Socialist Mirage», The Hispanic American Historical Review 36, n.o 2 (1956): 190-210. 41 «EL QUE PREGUNTA NO YERRA», El Pobre, 14 de septiembre de 1851, 4, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia; Miguel León, «ARTESANOS,¡ DESENGAÑAOS!», 6 de agosto de 1853, Fondo Pineda 815, pieza 15, Biblioteca Nacional de Colombia; Miguel León, «SATISFACCIÓN que da el que suscribe, al Sr. Doctor M. Murillo Secretario de Hacienda», 19 de enero de 1852, Fondo Pineda 573, pieza 378, Biblioteca Nacional de Colombia.

17 investigación. Es decir ¿A quienes referían los artesanos cuando hablaban de monopolistas, ajiotistas o anarquistas? ¿Qué hacían para que se los caracterizara así?

Las diferencias de principio, que sí eran explícitas en las publicaciones partidistas42, han servido para argumentar la existencia de un enfrentamiento de proyectos y concepciones distintas de la sociedad en el siglo XIX43. Pero las categorías anteriores no distinguen entre partidos, sino que ubican una serie de acciones, con excepción de los que denominaban anarquistas. Sin olvidar los programas de los partidos, estas fuentes señalan que había personajes que se aprovechaban de sus posiciones (Secretarios de Hacienda, Gobernadores) para modificar la ley. Esto para apropiarse de las ganancias del recién disuelto monopolio de tabaco44 y del comercio de importación45.

El 1° de marzo, en el discurso de José María Obando al Congreso que empezaba a ejercer funciones, se empieza a atisbar la diferenciación que buscaban los artesanos frente al naciente Partido Liberal, las profundas reservas que tenían ante el Partido Conservador y la dirigencia de la Sociedad Popular, el fortalecimiento de sus consignas y la tensión que tenían con la Iglesia y los comerciantes. Por ahora, buscaremos la categoría de monopolistas dentro de los comportamientos de las élites46.

De López a Obando

En una convocatoria masiva, luego de la elección de José María Obando como Presidente de la República, José Hilario López pronunció su último discurso como Primer

42 Molina, Las ideas liberales en Colombia, 1849-1959, 39-99; Antología del pensamiento conservador en Colombia, vol. 1 (Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, 1982), 60. 43 Un buen resumen de esta interpretación está en Alberto Gómez Martínez, «Formación de los partidos políticos en Colombia», en Historia de las ideas políticas en Colombia, ed. José Fernando Ocampo T. (Bogotá: Taurus - Instituto Pensar, Pontificia Unviersidad Javeriana, 2010), 67–71. 44 Entre otros estudios, lo más destacados son Santiago Colmenares Guerra, «La inserción de economías regionales periféricas al mercado mundial: el caso del tabaco en el Caribe colombiano, 1850-1914» (Ph.D Thesis, Universitat de Barcelona, 2017); Luis Fernando Sierra, El tabaco en la economía colombiana del siglo XIX (Bogotá: Dirección de Divulgación Cultural, Universidad Nacional de Colombia, 1971). 45 Ocampo Gaviria, Colombia y la economía mundial 1830-1910; Safford, «Commerce and Enterprise in Central Colombia, 1821-1870.» 46 La categoría de ajiotistas se analizará en el subcapítulo Oficios y trabajo en la sociedad bogotana, 81

18 Mandatario buscando defender el legado que su gobierno le aportaba a las instituciones neogranadinas. Entre todos los temas que tocó, interesan a esta investigación especialmente los que hablan de las clases populares, la Guardia Nacional y el manejo de la economía y la política neogranadinas. Apelando a los Legisladores tanto como a los demás grupos que lo escuchaban, López adujo una mejoría en la situación de las clases populares al fomentar la libertad de industria47 y la abolición de los impuestos coloniales48. Dijo a los comerciantes que había ayudado decididamente a liberar el comercio, disminuyendo los aranceles a las importaciones49 y a los tenedores de deuda que iba a pagarles con tierras baldías50.

Pareciera en este discurso que el desarrollo de su gobierno, a pesar del levantamiento conservador de 1851, hubiese sido benéfico para la República en su conjunto. Este discurso da la impresión de que el legado que buscaba mantener López, para ser consolidado, debía continuar en el gobierno siguiente, para lo que ponía todas sus esperanzas en la reforma a la Constitución51. Pero lo que se suponía no fue lo que sucedió.

La transición se dio con conflicto. La principal razón de este fue la división de los liberales entre gólgotas y draconianos. La 21ª legislatura de la República se posesionó en La Catedral con comentarios favorables a la administración anterior, pero eclipsada por la votación arrolladora de José María Obando para la presidencia, que tendía más hacia el ala draconiana. Los nuevos legisladores eran de mayoría gólgota, de acuerdo con varios cronistas de la época52. Es necesario explicar la división en otra clave.

47 José Hilario López, «Mensaje del Presidente de la Nueva Granada al Congreso Constitucional de 1853», Gaceta Oficial, 1 de marzo de 1853, 141-48, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 48 López, 144. 49 López, 143. 50 López, 143. 51 López, 144. 52 José María Cordovéz Moure, Reminiscencias de Santa Fe y Bogotá (Madrid: Aguilar, 1957), 429; Gómez Picón, El golpe militar del 17 de abril de 1854, 109-32; Gustavo Arboleda, (Administraciones de López y Obando) 1849-1953, vol. 3, Historia contemporanea de Colombia:(desde la disolución de la antigua república de ese nombre hasta la época presente) (Popayán: Imprenta del Departamento, 1930), 361.

19 ¿División liberal?

Más que una ruptura absoluta, las dos facciones del liberalismo disputaban dos herencias en el campo político, principalmente: 1) la popularidad de los gobiernos de Mosquera y López, tanto en la Nueva Granada como en el extranjero y 2) la línea de acción del liberalismo para consolidar su hegemonía. Como no era una disputa en lo esencial, las facciones usaron las tribunas públicas para mostrar sus diferencias ante el escenario electoral53.

Esto quiere decir que la disputa se dio, principalmente, por causas materiales, atadas a sus formas de producción y de vida. Gólgotas y draconianos podían compartir lo que escribió Ezequiel Rojas en el ideario del Partido Liberal:

«[…] República quiere el partido liberal: quiere sistema representativo, real y verdadero, y no apariencias como las que existen.

Quiere que las libertades públicas y los atributos de la soberanía nacional se garanticen suficientemente, y no se les deje expuestos a ser invadidos y usurpados.

Quiere que los derechos individuales y sus garantías sean realidades y no engañosas promesas; y quiere esto porque hoy los que ejercen los poderes públicos pueden hacer impunemente cuanto quieran, y pueden deponer la vida de los hombres y de los intereses de la nación a su arbitrio; porque las instituciones no contienen freno alguno capaz de prevenir estos atentados»54.

53 Una interpretación similar, aunque recalcando el carácter profundamente radical de la facción gólgota, está en Rodrigo Llano Isaza, Los draconianos. Origen popular del liberalismo colombiano (Bogotá: Planeta, 2005). 54 Ezequiel Rojas, La América, 2 de julio de 1848, 16 edición, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia.

20 Mientras hubiese control de las instituciones por medios parlamentarios o se pudiera deliberar en las cámaras legislativas, los liberales consideraban que se podía vivir en democracia. Cualquier limitación, especialmente de derechos individuales, era considerada como propia del orden monárquico colonial55. Hasta este punto había unidad en el ejercicio del liberalismo en órganos parlamentarios, pero la división se siente cuando se plantea cómo ordenar a la sociedad más allá de los intelectuales del partido. Es en la cuestión social donde se puede investigar más claramente la división.

El ala gólgota asume el control de la Hacienda porque, entre otras cosas, estaba convencida de que, aplicando los principios del librecambio56, podría lograrse un alto nivel de prosperidad material generalizada. Florentino González, José María Samper, Salvador Camacho Roldán y fueron los principales impulsores de este movimiento57. Además de su larga actividad editorial58, se encargaron de brindar cuerpo a sus ideas fortaleciendo la Secretaría de Hacienda con legislación abundante desde 184559. Si bien no siempre controlaron directamente la Secretaría, como muestra la Tabla 1, la legislación tuvo marcada la impronta de las ideas gólgotas: baja de aranceles a las importaciones, disolución del monopolio del tabaco, descentralización de gastos por Provincias, entre otras.

Tabla 1. Secretarios de Hacienda, 1845-185460 Nombre del Secretario Período Tendencia Juan Clímaco Ordóñez 1845 N. E.

55 Palacios y Safford, «La era liberal: 1845-1876», 389-90. 56 Para ver este debate en extensión véase Artesanos y librecambio, un debate todavía abierto, 96. 57 La formación e ideas de estos personajes no es Una prosopografía de estos personajes puede encontrarse en Uribe-Urán, Vidas honorables: abogados, familia y política en Colombia, 1780-1850, 305-37, 371- 400. 58 Los periódicos El Neogranadino, La Reforma, El Bogotano, El Tiempo, entre otros, eran controlados por este grupo. Véase Gilberto Loaiza Cano, «El neogranadino y la organización de hegemonías. Contribución a la historia del periodismo colombiano», Historia Crítica, n.o 18 (junio de 1999): 65-86; Arboleda, (Administraciones de López y Obando) 1849-1953, 3:358-59. 59 Los informes completos pueden consultarse en Adolfo Meisel Roca, ed., Memorias de Hacienda y del Tesoro y de la Nueva Granada y Colombia, siglo XIX, Libros BRC (Bogotá: Banco de la República, 2016), http://www.banrep.gov.co/es/libro-memorias-hacienda-tesoro. 60 Meisel Roca, sec. 17-25.

21 Lino de Pombo 1846 N. E. Florentino González 1847-1848 Gólgota Ramón M. Arjona 1849 N. E. Manuel Murillo 1850-1852 Gólgota Juan Nepomuceno Gómez 1853 N. E. José María Plata 1854 Gólgota

No pretendo hacer el recuento general del paso de los gólgotas por esta Secretaría, sino anotar que éste fue un fortín que esta tendencia utilizó para poder controlar ciertos aspectos de la línea ideológica del Estado. Como ha anotado Marco Palacios, la exportación como vehículo para el desarrollo fue compartida por las élites nacionales, sin distingo de partido61. En este sentido, el librecambio fue un proyecto que juntó a las élites. De forma hipotética se podría decir que, para mantener al sistema librecambista funcionando, asignó lugares en distintas secretarías a los representantes de cada facción.

La materialización de este sistema se vio en leyes que trascendían las coyunturas. En los Informes del Presidente ante el Congreso, después de 1851, se empieza a solicitar el el reporte de presupuestos de todas las provincias62. Todos los presupuestos, proyectos e iniciativas de cualquier institución de gobierno tenían que tener el visto bueno del Secretario de Hacienda, a pesar de la descentralización de rentas63. La ley 1ª del 4 de junio de 1851 era la que obligaba a referir estos informes, entre otras muchas disposiciones.

La amplitud de esta ley, comparada con las demás aprobadas ese año, impresiona. Sus 44 páginas, además de definir las tareas del Secretario, definen cómo se deben entregar los libros de cuentas, los presupuestos, los montos de recaudo de los impuestos locales,

61 Marco Palacios, «Capítulo 1. Exportar o perecer en el camino a la civilización», en El café en Colombia, 1850-1970. Una historia económica, social y política, 3.a ed., La Línea del Horizonte (Bogotá: Planeta - Ediciones Uniandes - El Colegio de México, 2002), 45-62. 62 Esto aparece en Ramón Correa, ed., «Ley 1a. 4 de junio de 1851», en Codificación Nacional, vol. XIV (Bogotá: Imprenta Nacional, 1929), 480-524. 63 Correa, 491-93.

22 entre otras. Si bien buena parte de la ley se encarga de ordenar las finanzas públicas, es en este ordenamiento donde se introducen los criterios ideológicos64. La descentralización no fue completa, ya que una parte de los ingresos corrientes seguía destinada al pago de la deuda del Gobierno central. Como ha mostrado López Bejarano: «[…] en la reducción del tamaño y de las funciones del gobierno central, paradójicamente, se fortalece el papel del endeudamiento y su administración dentro de las finanzas estatales que se manejan desde la capital»65.

Esto, a pesar del alcance de la Ley, no se encuentra entre sus disposiciones, pero puede rastrearse. Hay una cierta dialéctica entre la ley del 20 de abril de 1850 y la ley del 4 de junio de 1851. La primera, con el artículo 24, obliga a los gobernadores a hacer acuerdos con el gobierno central para que las contribuciones regionales fueran las mayores posibles, antes de establecer el presupuesto66. Aunque se mantuvieran proyectos o iniciativas regionales, la contribución a la deuda estatal siempre era prioritaria.

El mecanismo de pago de la deuda es analizado con detalle en otra publicación67. Me limito a anotar aquí que, a pesar de la ejecución de una cierta descentralización, otros mecanismos entran en funcionamiento para cubrir las obligaciones estatales. Se yuxtaponen intenciones y comportamientos, siendo los segundos un campo todavía por explorar. Esto quiere decir que, a pesar de las múltiples discusiones que se establecieran acerca de proyectos políticos o cuestiones sociales, el mecanismo para el pago de la deuda permanecía. No era imprescindible un presidente gólgota para que la política fiscal fuese

64 Esta idea parte de la lectura de Giovanni Levi, «Comportamientos, recursos, procesos: antes de la “revolución” del consumo», en Juegos de escalas. Experiencias de microanálisis, ed. Jacques Revel (Buenos Aires: UNSAM, 2015), 221-44. 65 Pilar López-Bejarano, Un Estado a crédito: Deudas y configuración estatal de la Nueva Granada en la primera mitad del siglo XIX (Bogotá: Edtitorial Pontificia Universidad Javeriana, 2015), 87. 66 Ramón Correa, ed., «Ley 1a, 20 de abril de 1850», en Codificación Nacional, vol. XIV (Bogotá: Imprenta Nacional, 1929), 36. 67 López-Bejarano, Un Estado a crédito: Deudas y configuración estatal de la Nueva Granada en la primera mitad del siglo XIX, 127-214.

23 controlada por sus postulados y las finanzas del Estado quedaran atadas a su actividad económica, principalmente68.

Además de participar activamente en Hacienda, los gólgotas entran directamente en el negocio de la importación y la exportación. El recién disuelto monopolio del tabaco, por ejemplo, fue tomado casi por completo por negociantes ingleses y por la familia Samper69, Manuel Murillo fue denunciado por ser agente de empresas inglesas de exportación mientras era Secretario de Hacienda70. Muchos otros ejemplos pueden aducirse, todos reseñados en el trabajo de Uribe-Urán, citado anteriormente. Es importante anotar, sin embargo, que estas relaciones eran las que se concebían como propias de los monopolistas. La apropiación de los recursos de los monopolios, sus altos cargos en el Gobierno y su labor como agentes de empresas extranjeras fueron denunciadas y rechazadas por los artesanos bogotanos71.

Los draconianos, más que las ideologías, compartían la experiencia de haber combatido para establecer el orden republicano72. Centraban sus esfuerzos en consolidar las instituciones que, según ellos, habrían permitido la separación del orden colonial. El Orden (1852-1853), periódico impulsado por Joaquín Pablo Posada y José María Melo, entre

68 Se lee en la Ley del 20 de abril de 1850: «Artículo 14. Se declaran rentas nacionales únicamente las siguientes: 1.ª Aduanas: comprendiendo esta denominación toda exacción que se haga por la ley sobre los buques, efectos y mercaderías prodcedentes del extranjero, por el hecho de ser intrioducidos al territorio de la República. No se cobrarán derechos de exportación de ninguna clase [...]» (La negrita es propia). Correa, «Ley 1a, 20 de abril de 1850», 35. La ampliación de esta discusión está en el subcapítulo Artesanos y librecambio, un debate todavía abierto, 96. 69 Véase nota 385. 70 León, «SATISFACCIÓN que da el que suscribe, al Sr. Doctor M. Murillo Secretario de Hacienda». 71 Para la ampliación véase el sucapítulo 19 de mayo, 52. 72 Como argumenta James Sanders, la noción de orden republicano no es exclusiva ni tiene una sola acepción en la Nueva Granada, pero para este caso la definiremos como el conjunto de factores sobre los que se sustenta un estado no monárquico. Esta categoría ha tenido análisis contemporáneos muy interesantes, que pueden consultarse en Daniel Gutiérrez Ardila, «Soberana indiferencia. El discurso historiográfico frente al republicanismo popular colombiano», Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 45, n.o 2 (1 de julio de 2018): 119-47, https://doi.org/10.15446/achsc.v45n2.71029; Sanders, «Contentious Republicans: Popular Politics, Race, and Class in Nineteenth-Century Southwestern Colombia».

24 otros, muestra la tendencia que asumieron diversos medios impresos draconianos para atacar a los gólgotas73:

«Libertad, Igualdad, Fraternidad Estas son las tres palabras sacramentales de la época, pero a pesar de su sonora rotundidad i de ser mas populares que el mismo Jeneral Obando, para mí tengo que no han de valer gran cosa, porque Florentino no las usa; i para mi tengo que Florentino es el emblema de la Epoca, la encarnación del siglo xix, de este siglo positivo i material, en que nadie piensa sino en sí mismo»74

Uno y otro bando se acusaban de no seguir la doctrina central del liberalismo. La aplicación de estos principios se mostraba, principalmente, en la apuesta que tenían por el ordenamiento social. Los draconianos, que no tenían una vía definitiva para tratar estos temas, abrían la posibilidad para que actores populares entraran en el gobierno75. Su experiencia militar les brindaba gran prestigio entre las clases populares, que tenían una presencia importante en el Ejército76. Pero no fueron decisivos en objetar las medidas económicas que impulsaban los gólgotas. Su debate más álgido fue sobre la abolición del Ejército permanente.

Historiográficamente, esta discusión se ha reseñado como una división por la separación definitiva del orden colonial77. Los gólgotas, más adelante llamados radicales, al consolidar medidas que fortalecían la propiedad y debilitaban la capacidad real de acción

73 El Socialista (1852); El Eco de los Andes (1852-1853) y La Tribuna Popular (1852), principalmente. 74 Yo, «Libertad, Igualdad, Fraternidad», El Orden, 14 de noviembre de 1852, 1 edición, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 75 En el análisis de las publicaciones periódicas oficiales (los reportes de pago de la Tesorería) de la Provincia de Bogotá, se han podido ubicar artesanos (Francisco Londoño, Saturnino Álvarez, Santos Castro) en cargos administrativos. 76 La exposición tanto del debate como de la participación popular en el Ejército se desarrolla en Juan Carlos Chaparro Rodríguez, «Capítulo IX. La reinstitucionalización del debate sobre la cuestión militar», en Desmilitarizar las repúblicas: ideario y proyecto político de los civilistas neogranadinos y venezolanos, 1810-1858 (Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2017), 237-68. 77 Molina, Las ideas liberales en Colombia, 1849-1959, 35 y ss; Hermes Tovar PInzón, «La lenta ruptura con el pasado colonial, 1810-1850», en Historia económica de Colombia, ed. José Antonio Ocampo Gaviria, 2.a ed. (Bogotá: Fedesarrollo - Siglo XXI, 1988), 87-117.

25 del Estado, no sólo buscaban metas abstractas, sino que estarían fundando un nuevo orden social con ello. La acción de los draconianos, en este sentido, no habría sido tan decisiva porque buscaron mantener elementos como el Ejército permanente o ciertos privilegios coloniales. Pero esta explicación deja de lado las causas materiales del proceso.

La diferenciación que los gólgotas tenían con otros sectores sociales se dio por la limitada ventana de oportunidad que aprovecharon, por medio del sistema que habían estructurado legalmente para mantenerse en el Gobierno. Fernando Guillén Martínez muestra que, desde 1750 hasta 1854, la hacienda se consolida como la principal unidad de producción de la Nueva Granada; haciendas que tenían, en su mayoría, los políticos- comerciantes que componían a ambos partidos. Las privatizaciones de tierras comunales78, la legislación que referimos anteriormente y los proyectos de reformas a los aranceles buscaban usar al Estado como vehículo para consolidar su orden social. Los liberales, aunque no exclusivamente, que estaban aupados en el Estado, casi sin excepción, tenían o bien vinculación con el sector comercial o con la acumulación de tierras79. En este proceso, independientemente del partido, se empieza a conformar una clase social, difierenciándose de los demás sectores sociales. Como dice Uribe-Urán:

«Las élites parecen haberse dado cuenta conjuntamente de que bajo las diferencias de posición y estátus sociales por las que se habían enfrentado durante tantos años tenían intereses materiales similares, es decir, los intereses comunes de una clase alta conformada por altos burócratas, propietarios, profesionales e intelectuales, comerciantes y terratenientes»80

78 Fueran ejidos, resguardos o tierras de arrabal. Véase Fernando Guillén Martínez, El poder político en Colombia, 2a (Bogotá: Ariel, 2015), 286-95. 79 El análisis del orígen y negocios de los liberales se encuentra en Uribe-Urán, Vidas honorables: abogados, familia y política en Colombia, 1780-1850, 321-22. 80 Uribe-Urán, 330.

26 Conservadores frente a la cuestión social

De este proceso no quedaron excluidos los conservadores. Su airada participación en el levantamiento de 1851, especialmente en las provincias del Cauca y Antioquia, dejaba un hálito de conflicto que no se borró con los múltiples decretos de indulto del Gobierno central81. La contienda electoral, en la que Obando tuvo mayoría absoluta, los dejó débiles electoralmente82, pero esto pareció no afectar demasiado su accionar político.

Al no poder recuperar la posición electoral que ocuparon durante los 12 años83 antes del gobierno de Mosquera, los conservadores no buscaron hacer un nuevo levantamiento armado, sino que sus posiciones se moderan y pueden encausarse en el mismo Estado. Los conservadores, con Tomás Herrera perdiendo la presidencia, pueden igualmente ocupar la Secretaría de Gobierno luego de la renuncia de José de Obaldía, conocido dirigente del ala draconiana liberal. Su minoría, tanto en Congreso como en Cámara de Representantes, no influyó de forma determinante en sus votaciones favorables a los proyectos del ala gólgota84

Frente al conflicto de 1851, varios analistas han destacado su importancia en la consolidación del Estado colombiano. Según ellos, en este breve coyuntura85 se mostró un conflicto honda calada en la sociedad colombiana:

«De un lado, un proyecto laico, basado en los principios utilitarios del progreso, de ampliación de la democracia hacia lo “popular”, el fortalecimiento de la ciudadanía basada en leyes reguladoras de la relación con

81 José Hilario López, «Indulto», El Repertorio, 26 de febrero de 1853, 4 edición, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 82 Sumados todos los votos de las asambleas cantonales, que elegían al presidente, se obtiene el siguiente resultado: 1462 por Obando y 263 por Herrera (Conservador). Véase Arboleda, (Administraciones de López y Obando) 1849-1953, 3:346. 83 Juan Carlos Jurado Jurado, «Guerra y Nación. La guerra civil colombiana de 1851», HiSTOReLo. Revista de historia regional y local 7, n.o 14 (2015): 99–140; Armando Martínez Garnica, «La experiencia del 7 de marzo de 1849», Anuario de Historia Regional y de las Fronteras 10, n.o 1 (2005): 53–110. 84 Especialmente se ve en la votación de los artículos de la constitución de 1853. Véase Arboleda, (Administraciones de López y Obando) 1849-1953, 3:351. 85 La duración fue de 132 días.

27 el Estado y la sociedad, y de pluralidad en lo moral; y del otro, el proyecto conservador, para el cual el catolicismo era el fundamento absoluto de la sociedad y, en consecuencia, el Estado debía ser confesional, la democracia estaba restringida a los sectores de la élite culta y propietaria, la moral quedaba bajo la férula de la Iglesia Católica y la ciudadanía se basaba en las tradiciones históricas y culturales hispanas»86

Las guerras civiles y la constitución de partidos se producirían, en este paradigma, por el enfrentamiento de proyectos ideológicos. Esta interpretación toma los motivos de la guerra de las causas que, posteriormente, los justifican. Si bien es cierto que existen motivos ideológicos para el enfrentamiento, estos no son ni los únicos ni los absolutos determinantes para que exista enfrentamiento a nivel social. Los actores sociales que no se encontraban en los directorios de los partidos deben, en este tipo de relatos, identificarse con alguno de los bandos en contienda. No tiene cabida en un conflicto de carácter civil si no repiten las posiciones de los dirigentes bélicos87. Pero es exclusivamente una interpretación en la que las redes que tenía la Iglesia88, o el interés genuino de actores populares en los enfrentamientos son consecuencia de las posiciones de los dirigentes.

Contrario a esta explicación, la variedad de actores que se desplegó en este enfrentamiento fue amplia. Mientras que el Partido Conservador estaba reservado para abogados y funcionarios estatales que no tenían mayores diferencias de clase con sus homólogos liberales, las asociaciones de beneficencia y las Sociedades populares, por su relación con más sectores sociales, ejecutaban la política de la Iglesia89. La apelación a las clases populares, en función de su relación con la moral cristiana, se piensa como una reacción al avance de los clubes políticos que habían ayudado a hacer varios miembros del 86 Jurado Jurado, «Guerra y Nación. La guerra civil colombiana de 1851», 107-8. 87 Un ejemplo de esta interpretación: «No obstante que la geografía de la Nueva Granada dificultó la circulación de la prensa escrita entre distantes localidades, hubo una relativa profusión de medios impresos en Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla, lo que permitió que la política involucrara en forma activa a diversos sectores populares».Jurado Jurado, 121. 88 La importante acogida que tenía el clero regular en la sociedad neo-granadina o el uso social de las propiedades eclesiásticas (que se analiza en las páginas siguientes) son ejemplos pertinentes. 89 La explicación más completa sobre este tema puede consultarse en Loaiza Cano, Sociabilidad, religión y política en la definición de la nación: Colombia, 1820-1886, 215-36.

28 liberalismo90. Pero, así mismo, es esta apelación la que le permite a estos grupos organizados seguir siendo relevantes en la vida social neogranadina.

Desde la derrota de Garrapata91 el Partido Conservador entra en reflujo, pero no se retrae completamente de las decisiones del Gobierno de López. La prensa católica, que tenía una importante extensión92, también difundía ampliamente las posiciones de los conservadores frente a asuntos de gobierno. Pero ninguno de estos factores basta por sí mismo para explicar la fuerza social que todavía se congregaba en torno a las instituciones católicas, no al conservatismo, por ser ellos parte de la clase que se consolidaba burocrática y militarmente en el ejercicio de gobierno.

Esto quiere decir que en la apelación a lo popular de los Conservadores se ve sólo una forma de la política en la extensión de la sociedad. Otra parte, que hasta ahora no ha sido analizada en profundidad, es la de la religiosidad popular vista desde abajo93.

La religiosidad popular: un indicio

La religión se comprende desde los púlpitos y las plumas de algunos de sus dirigentes, olvidando la impronta popular que permitió que estas explicaciones tuvieran algún tipo de arraigo. Hasta el día de hoy no se ha dedicado un estudio completo a explicar la relación de las clases populares con la religión en la vida cotidiana neogranadina94. Pero, a pesar de ello, vale la pena investigar con algo de profundidad un indicio acerca de la relación material entre artesanos y la Iglesia: la propiedad.

90 Loaiza Cano, 215-21. 91 Batalla decisiva que acabó con la guerra civil de 1851. 92 Para este período se encuentran El Catolícismo, El Católico Constitucional, El Aviso, La Civilización, 93 Esta idea se entiende de acuerdo con Raphael Samuel, «Historia popular, historia del pueblo», en Historia popular y teoría socialista (Crítica, 1984), 15-47. 94 Lo más cercano ha sido, aunque con muchos matices el trabajo de Loaiza Cano, Sociabilidad, religión y política en la definición de la nación: Colombia, 1820-1886, 215-55.

29 Analizando la literatura disponible se puede observar que aparecen artesanos e Iglesia juntos en asociaciones de tipo mutual, con mucha intensidad hasta 1851. En las cofradías se buscaban recursos para celebraciones religiosas, donde las asociaciones mutualistas artesanales tenían un papel fundamental95. La relación social que se establece es más que centenaria, por lo que puede aducirse que ambas partes veían un beneficio en mantener su cooperación. Esta relación ha sido trabajada, aunque de forma escasa, por lo cual no profundizaremos en ella96.

Un tema que ha pasado de soslayo, pero sobre el que hay algunos rastros, es el establecimiento de talleres en propiedades eclesiásticas. No ha sido siquiera mencionado sino hasta hace poco97 en una investigación reciente sobre la desamortización de bienes de manos muertas, no había sido estudiado con profundidad. Más que pensar en la privatización de estos bienes y en la configuración de una sociedad de propietarios, la gran cantidad de artesanos que aparecen en el proceso de compra de bienes98 brinda el indicio de que, para el establecimiento de muchos talleres artesanales, se contó con propiedad eclesiástica puesta a disposición de los artesanos bajo contratos de trabajo99.

Para ilustrar este punto, en el se muestra una relación de las distintas sociedades comerciales que se fundaron en Bogotá entre 1821 y 1870100. Esta información ha sido referenciada en distintos trabajos de grado de la Facultad de Ciencias Económicas la Universidad Externado en el año 1985101. El total de siete trabajos han contado con un

95 Gary Wendell Graff, «Cofradias in the : Lay Fraternities in a Spanish- American Frontier Society, 1600-1755.» (Ph.D Thesis, University of Wisconsin - Madison, 1974). 96 Humberto Triana y Antorveza, «El aspecto religioso en los gremios neogranadinos», Boletín Cultural y Bibliográfico 9 (1966): 2. 97 Constanza Castro Benavides, «“As a Citizen of this City” The Urban Reform of Radical Liberalism Bogotá 1848-1880» (Ph.D Thesis, Columbia University, 2015). 98 84, de acuerdo con Castro. Castro Benavides, 94. 99 Castro Benavides, 96. 100 Véase Tabla 1. Algunas sociedades de las Notarías 1ª y 2ª , 1850-1859., 118 101 En todos los trabajos referenciados se hace mención a un proyecto general de la Universidad Externado por investigar la cultura empresarial (categoría que nunca se aclara específicamente) en Bogotá. El trabajo terminado no se conoce. Véase José Rubén Parrado, «El desarrollo industrial en Colombia: El caso de Bogotá, su historia industrial 1825-1850» (Tesis de pregrado, Universidad Externado de Colombia, 1985); Ana Leonor Torres Munar, «Los origenes de la cultura industrial en Bogotá : la ética empresarial» (Tesis de pregrado, Universidad Externado de Colombia, 1986); Piedad Velazco Ariza, «Los orígenes de la cultura industrial en Bogotá : educación» (Tesis de pregrado, Universidad Externado de

30 importante trabajo empírico, a pesar del análisis superficial con el que trabajan estos datos. Los pocos artesanos que se encuentran en el listado tenían una inversión inicial muy baja comparada con los comerciantes de la misma época102 . La propiedad eclesiástica, para varios, se transforma en un refugio que les permite, a pesar de su precariedad material, continuar ejerciendo su trabajo.

En este caso, adoptando el punto de vista de Thompson en «La economía moral de la multitud en el siglo XVIII»103, se configura históricamente una relación en la que los artesanos ven en la Iglesia la posibilidad de producir de acuerdo a contratos diferenciados del sistema de propiedad privada. La moral cristiana, que predicaba la beneficencia como uno de sus pilares, era aceptada por los artesanos antes del avance de la propiedad privada104, pero con este fenómeno cobra un carácter de resistencia. Esto explica, en alguna medida, que los artesanos protestaran contra los jesuitas, pero no contra la Iglesia, ya que los negocios de los primeros estarían en contra de la doctrina de la segunda.

Estos análisis deben ser entendidos como provisionales, ya que su desarrollo escapa a los límites de este trabajo. Pero es importante resaltar que las causas de la religiosidad popular pueden, a partir de esta vía, empezar a entenderse en su dimensión material.

De la sociabilidad a la sociedad

Colombia, 1985); Walter Hernando López Guzmán, «Los orígenes de la cultura industrial en Bogotá: evolución económica del artesanado en el siglo XIX» (Tesis de pregrado, Universidad Externado de Colombia, 1985); Óscar Noé Pachón Pedraza, «Orígenes de la cultura industrial en Bogotá: las industrias bogotanas de 1850-1875.» (Tesis de pregrado, Universidad Externado de Colombia, 1985); Hernando Suárez S, «Orígenes en la cultura industrial en Bogotá: aspectos políticos del artesanado a mediados del siglo XIX» (Tesis de pregrado, Universidad Externado de Colombia, 1985); Gloria Inés López Ramírez, «Orígenes de una cultura industrial en Bogotá: la educación técnica.» (Tesis de pregrado, Universidad Externado de Colombia, 1985). 102 Véase notas 373 y 387. 103 Thompson, «The moral economy of the English crowd in the eighteenth century», 80. 104 Hayley Susan Froysland, «’Para El Bien Común: Charity, Health, and Moral Order in Bogotaʹ , Colombia, 1850-1936» (Ph.D Thesis, University of Virginia, 2002).

31 Los partidos, entonces, no pueden ser entendidos como ejes de la disputa política, por lo que sus diatribas ideológicas y diferencias de estatus aparecen de forma accidental y son resueltas sin mayores contradicciones. He mostrado cómo, a partir de ciertos comportamientos, los proyectos políticos se diluyen durante la coyuntura de las reformas liberales. Los artesanos denunciaron esta coalición informal, porque se no consideraban posible defender a quienes se habían alzado contra el orden republicano. Además de esto, la participación de artesanos en la Guardia Nacional, combatiente en la guerra de 1851, aumentó la animadversión contra los conservadores. Emeterio Heredia, por ejemplo, era un artesano brillante que, además de ser un destacado orador, tenía un taller de zapatería y herrería. Además, tenía una muy amplia formación militar, llegando a ser capitán de la Guardia Nacional en la Batalla de Garrapata105. A pesar de la animadversión hacia este pacto, no todos los políticos eran retartados de la misma manera. El electo presidente es representado con mucho ahínco por La Tribuna Popular (1852):

«Tan conocido es el candidato de nuestro corazon en toda la República, tan notorio su patriotismo, sus altos hechos a favor de la causa popular i democrática, sus sacrificios i padecimientos por esta misma causa que nada tenemos que reproducir, nada que decir para que se le conozca. No hay pueblo en la República donde el nombre de Obando no sea sagrado, no se repita con entusiasmo, i el de sus perseguidores con el anatema i la execracion universales»106

Inclusive, el sólo hecho de ser obandista empezó a tener valor moral por sí mismo107. José María Obando escapó al rechazo de los artesanos y a los pactos entre

105 Batallón de Infantería Nº 3 de la Provincia de Bogotá. «Registros de despachos entre el 21 y el 25 de julio», 1851, Sección República. Fondo Despachos y Títulos Militares, Libro 50, Legajo 3, 16r, Archivo General de la Nación. 106 «Candidato para la Presidencia de la República en el próximo período Jeneral José María Obando», La Tribuna Popular, 7 de marzo de 1852, sec. Remitido, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 107 «[…] porque el portero de una corporación obandista vale mas que cualquier liberal traidor i solapado» Un socio, «Remitido», La Tribuna Popular, 18 de marzo de 1852, sec. Remitido, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia.

32 liberales y conservadores, y así lo retratan en una gran cantidad de fuentes108. Esto puede explicarse, en parte, por la diferencia de generación con los gólgotas109. Pero además hay en Obando una cierta apelación a lo popular que genera mucha acogida entre los artesanos110. Cuando los partidos no se vuelven garantía de la aplicación de principios políticos, la fuerza popular apela al líder. Pareciera, de acuerdo a las anotaciones de Cordovéz Moure, que la alianza entre gólgotas y conservadores era un hecho que era imposible desconocer:

«Al tomar posesión de la Presidencia de la República el infortunado general José María Obando, encontró tan acentuada la división {entre gólgotas y draconianos} que le fue imposible lograr un acuerdo entre las dos fracciones; y como la parte inteligente de los liberales terciaba del lado de los gólgotas, apoyados por los conservadores, no le quedó al jefe de Estado sino uno de dos recursos: gobernar contra sus convicciones, rodeándose de los atrevidos cuanto fantásticos reformistas, o apoyarse en el ejército, que aquellos combatían con tesón, y en las sociedades democráticas que le eran adictas. Optó por lo segundo […] »111.

Esta impresión popular era muy mal vista por quienes eran parte del pacto de gobierno. Cordovéz Moure, en su diario autobiográfico, anota algo similar, pero su valoración es más favorable a la actitud de los conservadores, arguyendo que la división del partido liberal le fue funcional112. A pesar del cambio de interpretación, el cronista bogotano muestra que el electo presidente se había distanciado del pacto de gobierno. El discurso de posesión muestra lo contrario. La actitud de Obando en su discurso de posesión, a pesar del apoyo popular, buscó mantener el acuerdo para poder gobernar113. En varias fuentes se

108 En la biografía que publicara Lemos Guzmán se puede ver esto con claridad. Véase Antonio José Lemos Guzmán, Obando: de cruzverde a cruzverde, 2.a ed. (Bogotá: Planeta, 1995). 109 Esta interpretación, en extenso, se encuentra en Uribe-Urán, Vidas honorables: abogados, familia y política en Colombia, 1780-1850, 209-40. 110 Gutiérrez Sanín, Curso y discurso del movimiento plebeyo, 1849/1854, 100. 111 Cordovéz Moure, Reminiscencias de Santa Fe y Bogotá, 428-29. 112 Cordovéz Moure, 1400-1401. 113 Lemos Guzmán, Obando: de cruzverde a cruzverde, 235.

33 resalta la decepción general que se vivió con el discurso que se pronunció en la Catedral. Se detectaba un tono conciliador muy impropio del General114. Restrepo anota la frase final del discurso:

«"Me tendré por dichoso, dice al fin, si lograre conservaros solamente la paz, devolver la calma a los espíritus, reconciliar las pasiones enconadas, revivir la caridad y la pura moral del Evangelio y oíros exclamar agradecidos al fin de mi administración: ‘si no ha hecho grandes cosas, su gobierno ha sido realmente de libertad, práctica de igualdad genuina y de cristiana fraternidad’.”»115.

Varios artesanos se manifestaron decepcionados con el tono conciliador de Obando, cuando dijo que promovería «[…] El olvido absoluto de las contiendas pasadas, i el recíproco perdon de todas las injurias»116. La protesta de Cruz Ballesteros, fechada el 17 de diciembre de 1851, resume en buena medida el carácter del reclamo al gobierno después de la Guerra de 1851:

«Cuando se supo la sublevación de las provincias de Mariquita i Antioquia todos los artesanos liberales ocurrimos voluntarios i entusiasmados a ofrecer nuestros brazos para defender al gobierno del 7 de marzo. Varias compañias de la guardia nacional de Bogotá marcharon a aquellas provincias, i llenaron en ellas honrosamente su deber. I cual ha sido el comportamiento que se ha tenido para con ellos, patriotas ciudadanos que han dejado sus hogares,

114 Cordovéz Moure, Reminiscencias de Santa Fe y Bogotá, 430; José Manuel Restrepo, Diario político y militar, vol. 4 (Bogotá: Impr. Nacional, 1954), 280-82; Venancio Ortíz, Historia de la revolución del 17 de abril de 1854 (Bogotá: Imprenta de Francisco Torres Amaya, 1855), 18, https://books.google.com/books/about/Historia_de_la_revoluci%C3%B3n_del_17_de_abr.html? hl=es&id=KHIzAQAAIAAJ; Gómez Picón, El golpe militar del 17 de abril de 1854, 102. 115 Restrepo, Diario político y militar, 4:281. 116 «CONGRESO», El Catolicismo, 8 de abril de 1853, 702, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia.

34 abandonado a las privaciones sus familias, sacrificados sus intereses i espuesto su vida por el Gobierno?»117

Ya la figura de Obando, sin ningún otro respaldo, y con un congreso que no era totalmente simpatizante a su gobierno, pierde la omnipotencia que le dieran los artesanos durante su candidatura118. La lectura de este enfrentamiento, especialmente en fuentes artesanales, no tiene lenguaje partidista, sino social. Algunos artesanos sostuvieron que su última esperanza residía en darle al presidente condiciones para legislar sin el pacto entre liberales y conservadores119. Otros pidieron independencia y unión para hacer peso ante el Congreso120. No podemos saber con certeza qué pensaban todos los artesanos acerca de la política partidista en esta coyuntura, pero sí podemos seguir los pocos documentos disponibles como indicios de ciertas tendencias que contradecían las acciones de los partidos. Donde pueden reconstruirse con mayor claridad estas tendencias es en las sociedades de artesanos.

La Sociedad Democrática de Artesanos de Bogotá no debe confundirse con las Sociedades de Labradores i Artesanos. La primera fue fundada por Lorenzo María Lleras en 1837 y tenía como propósito ser un club de sociabilidad liberal. La segunda es fundada por Agustín Rodríguez, Cayetano Leiva, Martín Plata, José María Solano, Francisco Torres, Francisco Londoño, Pedro Aguilar, Máximo Bernal, Rafael Lasso, Ambrosio López,

117 Cruz Ballesteros, «Anexo 11. La Teoria I la Realidad», en La revolución liberal y la protesta del artesanado, de Carmen Escobar Rodríguez (Bogotá: Fundación Universitaria Autónoma de Colombia, Fondo de Publicaciones, 1990), 354. 118 Gutiérrez Sanín, Curso y discurso del movimiento plebeyo, 1849/1854, 114-15. 119 «¡ARTESANOS TRABAJADORES PROPIETARIOS!», 16 de julio de 1853, Fondo Vergara 296, pieza 13, Biblioteca Nacional de Colombia. 120 León, «ARTESANOS,¡ DESENGAÑAOS!»; C. López, «Anexo 20. Grande i fraternal protección del Partido Liberal», en La revolución liberal y la protesta del artesanado, de Carmen Escobar Rodríguez (Bogotá: Fundación Universitaria Autónoma de Colombia, Fondo de Publicaciones, 1990), 375-77.

35 Bartolomé Andrade, Antonio Chaves y otros doscientos artesanos en 1847121. El principal motivo de la fundación, dice Agustín Rodríguez, fue:

«[…] reasumir en un solo punto los sentimientos de patriotismo, de virtud i de lealtad, sino que haciasenos sentir las funestas consecuencias de la bárbara lei que se dictó en el mismo año , rebajando los derechos de importación, i facilitando con ello la introducción de varios artículos que en el país pueden manufacturarse equivalentemente a los estranjeros. Tal medida que atacaba directamente a nuestro bienestar i a las profesiones que forman la ocupacion de la mayor parte de la Sociedad en jeneral, era preciso combatirla, i para ello se creyó indispensable reunirnos en Sociedad para reclamar, por medio de una representación a las Cámaras lejislativas, se reformase dicha lei que usurpaba violentamente nuestros derechos con detrimento de la subsistencia de nuestras familias»122.

Mucho tiempo se ha entendido que estas sociedades eran parte de la estrategia del liberalismo por ganar popularidad y que funcionaban como clubes para su expansión intelectual. Serían, dice Jaramillo Uribe, una aplicación de la estrategia de los liberales franceses en la revolución de 1848123. Loaiza Cano las analiza como una alianza muy precaria entre el liberalismo y los artesanos contra el librecambio, que acabó cuando «el notablato liberal se percató del error de haber promovido una “política tumultuaria” [...]»124.

121 Sociedad Democrática de Artesanos, «Los artesanos que nos hemos reunido con el fin de establecer una sociedad que promueva el adelantamiento de las artes i demas ramos que puedan contribuir a nuestro bienestar en particular, i al de la gran sociedad en jeneral hemos acordado el siguiente REGLAMENTO para su rejimen interior i economico» (Imprenta de Nicolás Gómez, 1847), Miscelánea J.A.S 357, pieza 7, Biblioteca Nacional de Colombia. 122 Agustín Rodríguez, «Al director i miembros de la Sociedad Democrática», 10 de octubre de 1849, Fondo Ancízar 45, pieza 14, Biblioteca Nacional de Colombia, http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/bd/search/detailnonmodal/ent: $002f$002fSD_ASSET$002f0$002f57869/ada?qu=Agust%C3%ADn+Rodr%C3%ADguez. 123 Jaramillo Uribe, «Las sociedades democráticas de artesanos y la coyuntura política y social colombiana de 1848». 124 Gilberto Loaiza Cano, «Del débil utopismo de las élites a la formación de una cultura política popular en Colombia», en Mundos posibles. El primer socialismo en Europa y América Latina, ed. Andrey Schelchkov, 1.a ed. (México: El Colegio de México - UAM, unidad Cuajimalpa, 2014), 192; Loaiza Cano, Sociabilidad, religión y política en la definición de la nación: Colombia, 1820-1886, 75.

36 König anota que esta alianza fue producto del «equívoco» de los artesanos al pensar que el Partido Liberal fundamentaba sus acciones políticas en la defensa de la producción y no del «librecambio»125. Estos análisis comparten la idea de que entre los artesanos había demasiada ingenuidad política. Como he mostrado antes, su conducta era directa y su intención al fundar la Sociedad Democrática (SD) era clara.

A pesar de sus esfuerzos, las memorias del siglo XIX retrataron a las SD de manera muy limitada. Germán Mejía, en un estudio amplio sobre las SD, ha mostrado que éstas se retrataron bajo tres ideas, principalmente: 1) como reflejo desbordado del radicalismo liberal; 2) una deformación de la acción política partidista o 3) como un grupo de instrucción en valores liberales126. Estas interpretaciones, si bien tienen algún alcance, no muestran fenómenos claves para la comprensión del lugar que ocupaban los artesanos bogotanos.

Entre otros fenómenos, por ejemplo, no hay explicaciones para la rápida expansión de las SD por el país127. Además, la afiliación de miembros, que excedió por mucho las primeras expectativas de los artesanos fundadores, podía llegar a más de seis mil miembros que parece pertenecían a la SD128, casi un 25% de la población de acuerdo con el censo de 1851129. Si seguimos los datos que brinda Rodríguez, encontramos un panorama diferente al analizado por la historiografía. Los artesanos buscaban centralizarse con la SD para conseguir mayor fuerza en sus reclamos contra los proyectos de baja de aranceles. La percepción moral de que éste era un atentado contra su forma de vida y subsistencia habría

125 Hans-Joachim König, En el camino hacia la nación: nacionalismo en el proceso de formación del Estado y de la nación de la Nueva Granada, 1750 A 1856 (Bogotá: Banco de la República, 1994), 480-81. 126 Véase Germán Rodrigo Mejía Pavony, «Estudio historiográfico sobre las Sociedades Democráticas, 1848-1854» (Tesis de Licenciatura en Filosofía y Letras, Pontificia Universidad Javeriana, 1980). 127 112 en menos de 4 años, según Loaiza Cano, «Del débil utopismo de las élites a la formación de una cultura política popular en Colombia», 192. 128 Salvador Camacho Roldán, Mis memorias, 2.a ed., vol. 1, Biblioteca Popular Colombiana 21 (Bogotá: Editorial A B C, 1946), 106-13. 129 Miguel Urrutia y Mario Arrubla, Compendio de estadísticas históricas de Colombia (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1970), 9-31.

37 que seguirla con mayor detenimiento130. De cualquier manera, el estudio de las SD ha sido poco satisfactorio en términos de reconstruir las relaciones que allí se tejían, sus discusiones o sus objetivos.

Las fuentes disponibles, de origen artesanal, sobre la SD, remiten a discusiones131, hojas volantes132, un reglamento133, cuatro periódicos134 y múltiples apariciones en la prensa partidista. La multiplicidad de posiciones que se muestran allí impide hacer una generalización tan grande como la que ha hecho la literatura historiográfica hasta ahora. En ella muestran a un artesanado débil, poco organizado y muy disperso, sin dar un lugar más central a las apreciaciones artesanales. De la misma manera, las memorias decimonónicas han buscado retratar la vida de las SD como violenta y agreste. El episodio de las memorias de José María Samper , bien conocido, muestra la fuerza de las discusiones que se daban allí, apelando a la violencia física cuando se amenazaba la forma de vida artesanal. Dice Samper sobre su posición en una sesión extraordinaria de la SD en 1850:

«Demostré que habiendo en el país muchos productos fabriles, tales como mantas, lienzos, ruanas y tejidos, sombreros de paja, cueros curtidos, licores &° &°, seria mounstruosamente injusto que no se extendiese á todos los productores de estos artículos la protección que se exigia para los simples

130 Véase capítulo Oficios y trabajo en la sociedad bogotana, 81 131 Emeterio Heredia, «Contestación al cuaderno titulado “EL DESENGAÑO o confidencias de Ambrosio López, etc” por el presidente que fue de la Sociedad de Artesanos el 7 de marzo de 1849» (Imp. de Morales y Compañía, 1851), Biblioteca Nacional de Colombia; Ambrosio López, «El Desengaño o confidencias de Ambrosio López Primer Director de la Sociedad de Artesanos de Bogotá, denominada hoi “Sociedad Democrática” escrito para conocimiento de sus consocios» (Imprenta de Espinosa, por Isidoro García Ramírez, 1851), Biblioteca Nacional de Colombia; Ballesteros, «Anexo 11. La Teoria I la Realidad». 132 La mayor parte de ellas se encuentran recopiladas en Carmen Escobar Rodríguez, «Anexos», en La revolución liberal y la protesta del artesanado, 1.a ed. (Bogotá: Fundación Universitaria Autónoma de Colombia, Fondo de Publicaciones, 1990), 321-90. 133 Sociedad Democrática de Artesanos, «Los artesanos que nos hemos reunido con el fin de establecer una sociedad que promueva el adelantamiento de las artes i demas ramos que puedan contribuir a nuestro bienestar en particular, i al de la gran sociedad en jeneral hemos acordado el siguiente REGLAMENTO para su rejimen interior i economico». 134 El Alacrán (1849), El Pobre (1850), El Demócrata (1850) y El Pobre (1850).

38 “artefactos” designados por los artesanos, es decir, artículos de zapatería, sastrería, talabartería, carpintería y herrería»135.

El abogado capitalino recuerda con especial viveza la respuesta de uno de los miembros de la SD: «[…] —un maestro herrero, Miguel Leon, muy conocido por sus desatinadas peroratas sobre la * tiraniberia ” Y otras cosas de este jaez (1) —pidió a gritos que se me hiciese bajar de la tribuna. —Aun no-bajaré, dije al interruptor, porque no he concluido. —Con lo dicho basta! gritó otro. Yá sabemos que usted está contra nosotros ! —Léjos de eso, estoy en favor de ustedes, puesto que combato un error pernicioso para todos y principalmente para los artesanos mismos. —Nosotros entendemos las cosas de otro modo! Que baje el orador ! . ——¿No hay, pues, libertad de pensamiento y de palabra ? exclamé. : —-Contra los enemigos sí; contra nosotros no ! replicó un zapatero de campanillas (2) —Que baje el orador ! —No he concluido ! —No importa ! abajo! abajo ! —¿ Por la fuerza ? — Si es necesario, á palos! [...]»136

La expulsión de Samper de la SD explicaría la fundación de la Sociedad Republicana, donde no podían ingresar artesanos. De alguna manera, esta es más cercana a la idea de clubes de sociabilidad liberal137. En este debate no hay desborde más allá del

135 José María Samper, Historia de una alma: memorias intimas y de historia contemporanea... 1834 a 1881 (Bogotá: Imprenta de Zalamea Hermanos, 1881), 208-9. 136 Samper, 209-10. 137 «Las Escuela Republicana fue un intento de rectificación del notablato liberal reunido en Bogotá que quería sustraerse del contacto inicial y entusiasta con los artesanos; y se constituyó en una asociación para “crear un contrapeso” a los desbordes democráticos» Gilberto Loaiza Cano, PODER LETRADO: Ensayos sobre historia intelectual de Colombia, siglos XIX y XX (Cali: Programa Editorial Universidad del Valle, 2014), 80.

39 rechazo a la posición de Samper. Samper, en este fragmento se muestra la fuerza con la que se desarrollaban los debates en la SD. Mientras que el abogado capitalino aplicaba principios abstractos a la dinámica concreta del comercio, Miguel León contestaba lo mismo que sostenía Rodríguez dos años antes. Más que un desatino, los artesanos conocían muy bien el debate que adelantaban, por lo que nunca desfallecieron en su petición por mantener aranceles altos. Este reclamo, aunque parece propio de la SD, también puede encontrarse en miembros de la Sociedad Popular de Instrucción Mutua y Fraternidad Cristiana (SP).

La fundación de la SP se ha entendido como una forma para competir con «los vilipendiados clubes fundados por el liberalismo»138, dado que se regía bajo una estructura organizativa muy similar a la de la SD, defendiendo a la Iglesia Católica y la civilización cristiana139. Sus reglamentos establecen que los miembros deben ser hombres, respetar la autoridad y, por ende, a la ley. Organizadores de la SP fueron Mariano Ospina Rodríguez, Ramón Espina140, José Manuel Arrubla141, Antonio Herrán, Higinio Cualla142, Francisco Torres Amaya143, José María Torres Caicedo, José Joaquín Borda y Lino de Pombo. El complemento de la SP lo daba la caridad, organizada por las Sociedades de Socorro Mutuo, por lo que la unidad ideológica no abrigaba de manera cabal a sus miembros. La presión que ejercieron estos grupos tendió a identificarse con la organización de procesiones y demostraciones públicas del Partido Conservador144.

En su reglamento se muestra que la vida que tenía no era orgánica, sino como un grupo de oposición popular a los gobiernos liberales. De la actitud reacia de los

138 Loaiza Cano, Sociabilidad, religión y política en la definición de la nación: Colombia, 1820-1886, 226. 139 Escobar Rodríguez, La revolución liberal y la protesta del artesanado, 141. 140 Alférez Jefe de la 2ª División de la Guardia Nacional. «Tomas de razón registradas entre el 10 de agosto y el 10 de septiembre», 1846, Sección República, Fondo Despachos y Títulos Militares, Libro 49, Legajo 7, 54r, Archivo General de la Nación. 141 Dueño de una compañía de construcción, lo que le permitía movilizar a varios albañiles. 142 Impresor que difundía ideas católicas. 143 Impresor que difundía ideas católicas 144 La Civilización, 30 de enero de 1851, 75 edición, 306, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia.

40 organizadores conservadores a apelar constantemente al pueblo en términos iguales nace la Sociedad Filotémica que, como la Escuela Republicana, tiene principios intelectuales que separan a los dirigentes de la población a la que dirigen. La SP tiene interés para el proceso de politización en la medida en que esta separación lleva a varios miembros a tomar acciones directas contra el gobierno y a diferenciarse de asociaciones de principios abstractos.

Los principios de fraternidad cristiana sólo operaban si coadyuvaban al propósito electoral de la SP y los demás clubes. En 1849 se publicó una renuncia pública a la SP por parte de dos artesanos, Eusebio Melo y Meliton González, en la que decían:

«Los que suscribimos mimebros de la “Sociedad de Instrucción Popular i Fraternidad Cristiana” a Ud. decimos: 1º: Que cuando nos hicimos socios de esa corporación creíamos que ella tenía tendencias filantrópicas i humanitarias i de ningun modo fines políticos que nosotros reprobamos con toda indignación de que es capaz el patriotismo i la virtud»145.

La participación de clases populares nunca fue masiva en la SP. Había restricciones de credo y buena parte de los artesanos que allí estaban atendían a las fiestas que ellos, como gremios, organizaban146. Las apelaciones a la moral cristiana aglutinaban más sectores conservadores por su filiación al clero, que estaba en abierta disputa con el Estado, pero que además había manejado siempre una línea retórica y ciertas políticas que reconocían la función social de la Iglesia.

La participación del arzobispo Manuel José Mosquera en la guerra de 1851, el debate social que suscitó esta participación, la expulsión de los jesuitas; todos fueron

145 «¡ARTESANOS, ATENCIÓN!», El 7 de marzo, 6 de enero de 1850, 6 edición, 3, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 146 Lucy Amparo Ardila Pedraza, «Las mentalidades en el preámbulo de la reforma del medio siglo XIX (1840-1854) Bogotá» (Tesis de Maestría, Universidad Nacional de Colombia, 1992), 75.

41 factores que transformaron la táctica del clero. El padre Manuel Gil, encargado de la Compañía de Jesús, fue citado por José Hilario López para responder por distintas acusaciones, entre las que estaban: no haber aceptado a los artesanos de la congregación de artistas en la SP, no haber jurado ni la Constitución de 1843 ni las leyes vigentes, no especificar cuales eran los criterios para ubicar a los jesuitas en misiones y explicar la entrada de miembros extranjeros de la Compañía sin autorización del gobierno147. Argumenta Gil que «[…] ni él ni ninguno de los Jesuitas existentes en la República, han tomado parte alguna en los asuntos políticos, que jamás se han mezclado en elecciones ni directa ni indirectamente, que jamás han aconsejado entrar en Sociedades políticas de color alguno [...]»148. Esto quiere decir que 1) reconoce que la Sociedad Popular es de carácter político y 2) que no hace apelación ninguna al artesanado para que defienda su causa. se da porque Los enfrentamientos que habían tenido miembros de la SD con la SP, que llegaban hasta el punto de saboteo de las reuniones de la segunda149. Como apunta Ardila Pedraza, el debate por a expulsión de los jesuitas llevó a que ambos partidos se disputaran la responsabilidad en la agitación popular, pasando de las acusaciones de periódicos a los enfrentamientos en las calles.

La apelación a las clases populares que estaban buscando organización llevó a que los fundadores perdieran el control de la dirección y que esta acabara finalmente por disolverse. Pero, tanto para la SD como para la SP, la experanza que los artesanos tenían en que el Congreso representara adecuadamente sus intereses se acaba de fragmentar. La creación de la Sociedad Republicana y de la Sociedad Filotémica, compuestas por los representantes de las las Cámaras legislativas es un puntal decisorio para esta ruptura. Más que procesos paralelos, la creación de las sociedades socialmente diferenciadas de los artesanos muestra un profundo desdén por los artesanos.

147 Ardila Pedraza, 75-76. 148 Ardila Pedraza, 76. 149 Gilberto Loaiza Cano. (2011)

42 Por estas razones, la división no se presenta como política, sino social. Y, a pesar de esto, los artesanos mantenían sus reclamos a las Cámaras legislativas. La actitud de las clases dirigentes, a través del pacto de gobierno, se manifestó en hostilidad directa hacia cualquier intento de reclamo ante sus medidas de gobierno. Los acontecimientos del 19 de mayo y del 8 de junio, analizados a partir de sus impresiones, muestran el enfrentamiento social de forma contundente.

43 44 2. Protesta popular radical en 1853

«Sucesos del 19. Compárese lo que dice el gobernador en la Gaceta Oficial con lo que dijo el Alcanze a la Gaceta Oficial, i diga alguno si están de acuerdo. ¿Qué hará el pobre historiador, andando el tiempo, cuando trate de referir estos sucesos? ¡Caramba!»150

En el Congreso no existía ya ningún tipo de anhelo por delegar la aprobación de proyectos favorables a los artesanos. Los apoyos que había tenido en las dirigencias de las Sociedades no depositaron todos sus anhelos en la labor del electo Presidente. No por desconocimiento de la situación en la que éste se encontraba, sino precisamente por considerar una solución distinta. En una hoja volante del 16 de junio se argumenta:

«El poder ejecutivo es una entidad nula, un rei sin trono, un jeneral sin soldados. Los gólgotas al desengañarse de que Obando no era el buey de oro, llamado a saciar su abominable ambición, le despojaron de cuantos elementos necesitara para hacer el bien, le ataron las manos, le dejaron tan solo los honores de la retreta!!»151

Si el accionar político del presidente ya no era garantía para que se avanzara en la dirección que buscaban los artesanos, la única posibilidad real era la acción directa. Como sucedió con la elección de José Hilario López el 7 de marzo de 1849, se planeó un acto de presión a la Cámara para el 19 de mayo, mientras se decidía si el proyecto de reforma a los

150 «Sucesos del 19», El Pasatiempo, 1 de junio de 1849, 479, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 151 «¡ARTESANOS TRABAJADORES PROPIETARIOS!»

45 aranceles era aprobado. La votación se dio con inusitada rapidez y los artesanos entraron al salón donde se estaba votando. Esto produjo un enfrentamiento de varias horas en la Plaza de la Constitución. Un artesano fue abatido, miembros de ambos bandos fueron heridos.

Con armas se enfrentaron gólgotas, draconianos, artesanos de todas las vertientes, miembros del Ejército y de la Guardia Nacional ¿Cómo puede explicarse tal escalamiento? Para responder a esta pregunta es necesario ubicar historiográficamente un fenómeno poco trabajado: la configuración histórica del artesanado como clase social.

Más que una formación histórica, la principal explicación que se le ha dado al proceso de movilización del artesanado bogotano es la irrupción violenta del «pueblo» en la política granadina152. Esto en función de dos variables, principalmente: 1) el enfrentamiento que tenían con los gólgotas porque estos eran impulsores del libre cambio; 2) la creciente brecha de ingreso entre «pobres» y «ricos». Ambas interpretaciones dar por sentado los motivos de la movilización y la radicalización de un grupo humano muy diverso, condenando sus acciones a la revuelta contra el «necesario avance del capitalismo global»153.

La supuesta irracionalidad de los artesanos se ha convertido en un lugar común que no permite ver sus acciones con rigor. Por ello, muchos de los análisis sobre los artesanos han privilegiado La pobreza se toma como una condición inherente a ellos, aunque muy relativizada. La movilización se explica por cierto nivel de pobreza material, sumado a algunos movimientos repentinos de precios y a la agitación ideológica de ideas europeas. Esta interpretación supone que no hay agencia en los sectores populares, sino reflejo de condiciones atemporales e inmodificables. En el balance realizado por Mejía Pavony se muestra claramente esta tendencia154. Estas ideas también aparecen en el debate que

152 Sanders, «Contentious Republicans: Popular Politics, Race, and Class in Nineteenth-Century Southwestern Colombia», 18; Loaiza Cano, PODER LETRADO: Ensayos sobre historia intelectual de Colombia, siglos XIX y XX, 71-98. 153 De esta posición son: Ocampo Gaviria, Colombia y la economía mundial 1830-1910, 20; Urrutia Montoya, HIstorial del sindicalismo en Colombia, 1850-2013, 30. 154 Mejía Pavony, «Estudio historiográfico sobre las Sociedades Democráticas, 1848-1854»; Mejía Pavony, Los años del cambio: historia urbana de Bogotá, 1820-1910, 227-96.

46 Thompson establece con las tendencias historiográficas liberales inglesas y los dogmas del liberalismo155. De la misma manera que el autor inglés, busco contestar a estas ideas a partir de la reconstrucción de los acontecimientos a partir de las fuentes disponibles. Busco probar, como hipótesis, que en estos espisodios se configura una forma de protesta popular radical ¿A qué refiere este fenómeno?

Protesta popular radical, una aproximación

La diferenciación social que he tratado de mostrar en el capítulo anterior, a pesar de las múltiples críticas de artesanos, es mucho más explícita en la actitud de las élites nacionales. Los artesanos aún mantenían cierto respeto ante las Cámaras legislativas, pero rechazaban las actitudes de quienes ejercían como representantes. En el tentativo análisis del orden republicano popular que hace Ardila Gutiérrez hay elementos para establecer esta caracterización.

Aunque para un período anterior, el análisis del historiador bogotano rescata una vía muy fértil de investigación: el republicanismo popular. La diferencia que establece con el tratamiento historiográfico que se le hizo durante el siglo XIX es muy similar a la que hemos planteado en páginas precedentes. Aunque, debo decir, con una salvedad fundamental: Ardila sólo muestra las adhesiones populares al realismo y en la apropiación de elementos republicanos a su accionar político156. De alguna manera, a pesar de sus valiosas consideraciones y de la reflexión pública sobre este aspecto profundamente olvidado, las nociones de incertidumbre y posibilidad, características de cualquier acción humana157, no se recogen en su trabajo. Se entiende que estas nociones exceden a los alcances del trabajo, pero su inclusión dentro del lenguaje historiográfico permite avanzar

155 Thompson, «The moral economy of the English crowd in the eighteenth century», 76-84. 156 Gutiérrez Ardila, «Soberana indiferencia. El discurso historiográfico frente al republicanismo popular colombiano», 138-39. 157 Grendi, «¿Repensar la microhistoria?», 137; Levi, «Comportamientos, recursos, procesos: antes de la “revolución” del consumo»; Gribaudi, «Escala, pertinencia, configuración», 163.

47 en la investigación de fenómenos que se ven, principalmente, en las acciones de los sujetos populares158.

Para analizar los procesos de protesta popular es necesario referirme a esta tendencia ya que, como se mostrará en páginas siguientes, los artesanos que la convocaron no conocían la forma en la que se iban a desarrollar específicamente estos acontecimientos. Las fuentes que he encontrado para reconstruir los acontecimientos los leen como si todo fuera un plan generalizado para destruir las instituciones republicanas. Con excepción de algunas159, todas refieren a una violencia innata al pueblo llano160, en la dialéctica por constituir un discurso legitimador del accionar de las élites en el combate contra los artesanos. La convocatoria al pueblo, necesaria para todo proyecto político, estaba signada, para las élites nacionales, por el miedo a la plebe161. Es decir, un miedo generalizado que se expande a los sectores que vivían de su trabajo. Pero estos aspectos se desarrollan más adelante.

Evitando estos problemas en la metodología, pude encontrar ciertos rasgos comunes a las protestas populares. La primera característica es que se desarrollan en lugares abiertos, sin convocatorias clandestinas. La segunda es que buscan la convocatoria de los artesanos movilizados; trascienden las barreras partidistas. La tercera es que, para los casos analizados, hay un reclamo que motiva la acción, aunque no siempre es explícito162. Esto último tiene mayor valor para el enfrentamiento del 8 de junio. Pero estas anotaciones, más

158 Thompson, The Chartists: Popular Politics in the Industrial Revolution, 26. 159 Véase nota 187. 160 Con muchos alcances, y para el inicio del siglo XIX, esta noción es utilizada por Garrido para comprender la dialéctica referida en el texto. Véase Margarita Garrido, «Convocando al pueblo, temiendo a la plebe», Historia y Espacio 5, n.o 14 (1991): 79-97. 161 Además de Garrido, Sanders y Ardila señalan esta cuestión. Sanders, «Contentious Republicans: Popular Politics, Race, and Class in Nineteenth-Century Southwestern Colombia», 18; Gutiérrez Ardila, «Soberana indiferencia. El discurso historiográfico frente al republicanismo popular colombiano», 135- 38. 162 Esta idea, aunque para un caso muy diferente, fue adelantada por los estudios de George Rudé. Véase Rudé, Ideology and popular protest, 21-33.

48 que delimitar los alcances de las fuentes, no tienen como objeto hacer tipologías de la protesta.

A pesar de ello, es importante decir que la protesta contiene una respuesta a conductas, proyectos o ideas. Como he anotado antes, la integración del principio de incertidumbre a la escritura de esta investigación guarda especial relación con su objeto. La transformación de objetivos y condiciones, en el desarrollo de los acontecimientos, muestran la configuración del rechazo de los artesanos hacia las élites nacionales. Éste constituye un desafío a la incipiente consolidación de la hegemonía partidista y en este sentido es un desafío radical. ¿Cómo se define su carácter radical?

El desafío no puede entenderse sólo en términos de polémica escrita. Esto quiere decir que muchos de los eventos no tienen justificación o siquiera una lectura hecha por sus protagonistas. De acuerdo a la revisión de prensa y hojas volantes, no existen convocatorias más allá de las reuniones de la SD163 y algunas hojas volantes que invitaban «[...]a concurrir a la barra i presenciar la discusion»164 o a «defender la causa del pueblo165», por lo que hay que desplazar el centro del análisis hacia la acción misma de la movilización.

Frente a lo anterior, algunos autores afirman que estas acciones se pueden categorizar como irrupciones166 del pueblo en la política. Pero en esta interpretación es la motivación la que explica la acción: para cambiar las votaciones de los órganos legislativos de proyectos que no les convenían es que las SD convocaban a sus miembros a los órganos legislativos. Esto supone que la racionalidad que utilizan los artesanos es la misma que 163 Esto se conoce sólo por memorias. Véase Januario Salgar, «El 19 de mayo de 1853», s. f., 12780/Misc. 1176, Biblioteca Luis Ángel Arango, http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/ciencia-politica/el-19-de- mayo-de-1853. 164 No existen referencias a tales hojas más allá de esta publicación extraordinaria. Véase «ALCANCE A LA GACETA NUMERO 1,527.», Gaceta Oficial, 20 de mayo de 1853, 1527 edición, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 165 «REVISTA DE LA SEMANA», El Catolicismo, 26 de mayo de 1853, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 166 Véase nota 25.

49 usarían los políticos-comerciantes, antes de investigar la situación concreta. Contrario a estas afirmaciones, la dinámica de esta protesta no obedece a una aspiración homogénea por influir una votación.

El Congreso había sido antes presionado para votar de acuerdo a intereses populares167, con tal intensidad que la votación se recuerda como «la noche de los puñales»168. La amenaza que se presentaba a los miembros del Congreso en 1849 mostraba que había un impulso genuino por nombrar a López como presidente. Este estaba amparado, más que en hechos, en la creencia de que la presidencia era omnipotente.

Otra constante en estas protestas es que se dirigen contra mandos medios: Senadores, recaudadores de impuestos, algunos Secretarios. La diferencia entre quienes sostenían burocráticamente el régimen y el Presidente era tajante, de acuerdo a las acciones de los grupos populares. La idea de un «rey sin trono»169 que gobernaba contra su propia voluntad fue constante durante todos estos episodios, aunque los mandatarios no estuvieran de acuerdo con tal interpretación170:

«Los militares, las viudas i huérfanos de los servidores de la República i los empleados que gozan de jubilacion, temian por las pensiones que disfrutan; las comunidades relijiosas temian por sus bienes; el clero temia por su mentida proteccion ; los fanáticos temian por la persecucion de la relijion; algunos capitalistas temian por la falta de respeto al derecho de propiedad; los padres de familia temian por la sancion del matrimonio civil con ciertas exajeraciones de invencion ad hoc……. pero qué decimos; todos temian sin que el fundamento racional de los temores pudiera hallarse en otra parte que en

167 Casos pueden rastrearse desde la época previa a la Independencia, como muestra Margarita Garrido, Reclamos y representaciones. Variaciones sobre la política en el Nuevo Reino de Granada, 1770-1815 (Bogotá: Banco de la República, 1993). Tiene un lugar especial en la memoria del período el 7 de marzo de 1849. Véase Garnica, «La experiencia del 7 de marzo de 1849». 168 Garnica, «La experiencia del 7 de marzo de 1849», 56. 169 «¡ARTESANOS TRABAJADORES PROPIETARIOS!» 170 El discurso de Obando, analizado en el capítulo anterior, muestra esta afirmación.

50 la cabeza de los enemigos jurados de las presuntas instituciones» (negrilla propia)171.

Es precisamente esta diferencia social que marca, casi con total seguridad Januario Salgar172, en su escrito sobre los sucesos del 19 de mayo la que establece el carácter radical de la protesta. Se da por sentado que las causas de un levantamiento organizado contra el Legislativo es un invento de algunos saboteadores, desconociendo la profunda diferencia social que se evidencia con el levantamiento. Los artesanos toman parte en el enfrentamiento como un grupo social que se configura históricamente como una clase.

Entendernos clase de acuerdo a los planteamientos de Marx, Engels173 y Thompson174, es decir: como el grupo social definido por sí mismo y para sí mismo durante el proceso de lucha con otros grupos sociales. No negamos que la clase sea una formación objetiva que deriva de condiciones propias de un modo de producción, sino que la clase no puede entenderse como un reflejo mecánico de este (que está también en formación), sino como un proceso que es experimentado por los sujetos que viven en estas condiciones, que se agrupan, dividen, deliberan y deciden actuar en función de su propia experiencia175. Siguiendo a Wood: «Decir que la explotación es “experimentada en formas de clase y sólo entonces da paso al surgimiento de formaciones de clase” es decir, precisamente, que las condiciones de explotación y las relaciones de producción están objetivamente allí para ser experimentadas»176. ¿Qué experimentaron los grupos sociales que se enfrentaron el 19 de mayo y el 8 de junio? 171 Salgar, «El 19 de mayo de 1853», 8. 172 Salgar, 19. 173 Estos planteamientos se han analizado con más profundidad en un trabajo inédito de mi autoría. Véase Nem Zuhué Patiño García, «Comparación del concepto de clase entre La ideología alemana y El Manifiesto Comunista», 20 de septiembre de 2017. 174 Edward Palmer Thompson, «Preface», en The Making of the English Working Class (New York: Vintage Books, 1963), 9-16. 175 Thompson, Miseria de la teoría, 140-62. 176 «To say that exploitation is "experienced in class ways and only thence give(s) rise to class formations" is to say precisely that the conditions of exploitation, the relations of production, are objectively there to be experienced.» Véase Ellen Meiksins Wood, «The politics of theory and the concept of class: EP Thompson and his critics», Studies in Political Economy 9, n.o 1 (1982): 49.

51 19 de mayo

La versión más repetida sobre este episodio ha sido la de Cordovéz Moure. En ella, lo que se desarrolló fue un atentado criminal, convocado por la SD del distrito de La Catedral, que los representantes agredidos y algunos cuerpos de policía combatieron valientemente. La sesión de la Cámara de Representantes empezaría discutiendo el proyecto de aumento de aranceles que había presentado esta Sociedad. Los artesanos, tratando de ingresar en el recinto, fueron expulsados, pero atacaron a los Representantes a la salida. El enfrentamiento se extendió por unas horas y, cuando los jóvenes republicanos (léase gólgotas y jóvenes de la Escuela Filotémica), controlaron a los artesanos llegó el cuerpo de húsares que comandaba el General Melo con Jose María Obando177.

Existe polémica desde el mismo establecimiento del relato, porque en una publicación extraordinaria de la Gaceta Oficial178 que asegura que: «[…] algunos de los alborotadores que, según parece eran en su mayor parte de la antigua Sociedad llamada Popular, o de Congregantes, arrojaban de vez en cuando gritos que perturbaban el órden, i que tenían por objeto influir en sentido favorable a la petición que se discutía»179. En el Diario Político y Militar de José Manuel Restrepo está la más directa referencia a esta discusión: «Las autoridades a quienes tocaba mantener el orden no debieron permitir que los democráticos turbaran la sesión del congreso con gritos de aplauso o improbación por cerca de 3 horas, y en esto las juzgamos culpables»180 respondiendo a la idea de que el Partido Conservador era el que había estado hostigando a los Representantes.

Más que agotarse en quién lanzó el primer ataque o a qué bando pertenecía, el asalto a la Cámara marca un cambio en las formas que adquiría la política popular. Ya no se trataba de presionar a los dirigentes de las distintas sociedades, sino que se presionaba a

177 Cordovéz Moure, Reminiscencias de Santa Fe y Bogotá, 428-32. 178 Véase nota 164. 179 «ALCANCE A LA GACETA NUMERO 1,527.» 180 Restrepo, Diario político y militar, 4:289.

52 toda una corporación para discutir y votar un proyecto que ellos habían presentado. Ni siquiera cuando el proyecto fue rechazado y se negó la posibilidad de que este fuera discutido en el Congreso hubo ataques directos. De acuerdo con varios cronistas181, los secretarios Patrocinio Cuéllar y José María Plata detuvieron el primer intento de atentado con una puesta firme en la puerta. Es inverosímil que, siendo una multitud tan amplia como se la describe, dos personas la hubiesen detenido.

De acuerdo con el informe que José Nicolás Escovar, Gobernador de la Provincia, levantó unos días después, este hecho se dio luego de que ordenaran despejar las barras de la Cámara182. La causa del enfrentamiento principal, en el que los hombres de casaca gritaron ¡Afuera, afuera! Mientras que los de ruana buscaron ingresar al recinto, sería un enfrentamiento personal entre los asistentes. Con esto, narrativamente, evitaban la indagación en los motivos de la protesta para imponer la idea del asalto a las instituciones y condenar directamente a los implicados, de los que no se tenía claridad en el momento de publicación del informe. De acuerdo con un artículo publicado por los redactores de La Reforma, el representante Próspero Pereira Gamba, que fue quien intervino antes de que empezara el enfrentamiento, dijo:

«[…] que en esta tierra ningun hombre honrado i que trabaje se puede morir de hambre, i que nadie necesita para vivir, privilejios especiales, no teniendo, por consiguiente, lugar aquí las ideas de derecho al trabajo, ni otras semejantes o peores, que la situación esepcional de las sociedades europeas ha brotado, como remedios desesperados de males desesperados [...]»183.

Lo que olvidaban los redactores gólgotas184 era que su posición social, como fue analizado en el capítulo anterior, era de absoluto privilegio. La familia Pereira Gamba 181 Cordovéz Moure, Reminiscencias de Santa Fe y Bogotá, 430; Restrepo, Diario político y militar, 4:288. 182 José Nicolás Escovar, «Informe del Gobernador de Bogotá sobre los sucesos del día 19», Gaceta Oficial, 25 de mayo de 1853, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 183 «Jornadas del 19, 20 i 21 de mayo», La Reforma, 28 de mayo de 1853, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 184 Eran editores de este periódico los jóvenes de la Sociedad Republicana.

53 gozaba de una importante fortuna, acumulada por sus profusos tratos comerciales185. Si, de acuerdo con Pereira Gamba, el derecho al trabajo era un privilegio, era uno que en su familia, ciertamente, no habían ejercido como forma de vida186. Se lee en El Orden, continuando la discusión:

«I aunque no faltó un Diputado [Próspero Pereira Gamba] que se olvidó de lo que era, para convertirse en gladiador, i que abdicó su parte de majestad soberana, como delegado del pueblo, para echar bravatas de espadachín, los artesanos no traspasaron ciertos límites, contentándose con imitar el ejemplo de sus conciudadanos más ilustrados, es decir, que no faltó uno que otro silbo, una que otra impertinente carcajada»187

La polémica existe, pero no en términos de hechos, sino buscando la condena inmediata de los sujetos populares que participaron en la jornada. De acuerdo con Joaquín Pablo «El Alacrán» Posada, las barras del Congreso se llenaban con frecuencia de artesanos y gentes del común. Compara el hecho con los vitoreos del 3 de abril luego de la instalación del Congreso188. De este indicio se desprende una interpretación alternativa: el asalto no fue con el propósito de tomar la Cámara. La asistencia a las barras del recinto no era con el propósito de intervenir en la votación, sino que puede entenderse como la materialización de una defensa popular del orden republicano, una manifestación del republicanismo popular.

185 Pereira Gamba i Cía. funcionó desde 1852 como una compañía de comercialización. Más adelante, en su alianza con Camacho Roldán adquirirían más importancia en el mercado bogotano. Véase María Teresa Álvarez Hoyos, «FORTUNATO PEREIRA GAMBA: TRAYECTORIA DE UN INTELECTUAL EN LA BÚSQUEDA DE PROGRESO PARA EL PAÍS», Rhec 18, n.o 18 (2015): 19-20. 186 La biografía que hace Gustavo Arboleda de Nicolás Pereira Gamba muestra este vínculo. Véase Gustavo Arboleda, Diccionario biográfico y genealógico del Antiguo Departamento del Cauca, 2.a ed. (Cali: Imprenta Arboleda, 1926), 505-6. 187 Joaquín Pablo Posada, «¡¡El 19 de mayo!!», El Orden, 22 de mayo de 1853, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 188 Posada.

54 ¿Esto qué quiere decir? La existencia de instituciones legislativas, la diferenciación de los tres poderes pero, sobretodo, la posibilidad de cambiar a la máxima autoridad de la República eran elementos centrales en el republicanismo popular. No puede hablarse de una ideología sistematizada, sino de una mezcla importante de fuentes liberales con la experiencia de defensa de estas ideas en guerras y enfrentamientos. Un artículo que Emeterio Heredia publicó en 1850 contra los jesuitas es un excelente ejemplo de esta defensa189. De esta misma manera, el hecho de que los artesanos estuviesen expectantes a la decisión de la Cámara no es algo anómalo, sino un elemento constitutivo de este orden, que es siempre negociado.

Frente a esta idea, los desarrollos de James E. Sanders tienen especial relevancia. Para el caso del Valle del Cauca entre 1848 y 1853, el autor norteamericano muestra que la negociación era la forma para hacer política. No existía siquiera la posibilidad de adelantar una reforma pequeña en espacios locales sin que esta fuera negociada entre élites y grupos populares. Pero el mecanismo nunca fue definitivo:

«Cuando un grupo decide que el sistema hegemónico es muy limitante (o muy liberador, para algunos) y que la negociación es fútil o muy demorada este debe retirarse hacia los terrenos de la fuerza bruta, la represión violenta o la revuelta desesperada»190.

La negociación entre grupos sociales heterogéneos se rompió, pero en los grupos de artesanos se gestaba una unidad diferente. Se dice en El Catolicismo:

«La misma Sociedad tuvo en aquella noche [17 de mayo de 1853] i en la siguiente, bulliciosas i acaloradas sesiones en que sus miembros propusieron incorporar en su seno a los artesanos que no participaban de sus opiniones i que antes formaron la Sociedad Popular conservadora, para que haciéndose 189 Emeterio Heredia, «REMITIDOS», El Demócrata. Periódico de la Sociedad de Artesanos, 16 de junio de 1850, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 190 «When a group decides the hegemonic system is too limiting (or too liberating for some) and feels bargainig is futile or too sluggish, then they must withdraw into the realms of raw force, violent repression or desperate revolt» Sanders, «Contentious Republicans: Popular Politics, Race, and Class in Nineteenth-Century Southwestern Colombia», 10.

55 una sola Sociedad son el título de la Union, se engrosasen sus filas para la defensa i sostenimiento de la comun causa»191.

Desde el 1º de abril la hegemonía liberal había estado en búsqueda de una negociación directa con los miembros del Partido Conservador. El rechazo que hicieron los artesanos de esta negociación los llevó a plantear, aunque fuesen sólo algunos miembros de las SD y SP, una disputa material en la que buscaban garantizar que su proyecto fuera discutido. La intervención de Pereira Gamba exhaltó a la multitud, de la cual algunos emisarios buscaron tomar la palabra, era la consecuencia material de haber negado la palabra a los artesanos; no era un desafío a la Cámara, sino una respuesta a su actitud192.

En esta fuente se revela, también, que el proyecto de unidad entre los artesanos de las diferentes sociedades es anterior al Golpe de Melo, contrario a lo que afirman Loaiza Cano193 y Gutiérrez Sanín194 sobre una transición hacia la conservatización de los artesanos. En este proyecto, más que la adopción de idearios partidistas, se encuentra el germen de unidad de clase. El debate que llevó a la adopción de la propuesta de unidad fue público195 y llevó varias horas en la parte baja de las Galerías196. Las referencias a esta reunión son muy generales, sólo referidas a través de las crónicas periodísticas que hemos referenciado. Si bien lo que se puso en discusión fue una unidad de causa para exigir que la propopsición presentada el 17 de mayo para subir los derechos de importación fuese aprobada, el profundo miedo al pueblo se evidenció en los artículos justificatorios que circularon en la prensa. Sorprende que hagan tantas loas a la actitud de Francisco Eustaquio Álvarez al salir a enfrentar a la multitud, puñal en mano.

191 «REVISTA DE LA SEMANA», 758. 192 Posada, «¡¡El 19 de mayo!!» 193 Loaiza Cano, Sociabilidad, religión y política en la definición de la nación: Colombia, 1820-1886. 194 Gutiérrez Sanín, Curso y discurso del movimiento plebeyo, 1849/1854, 205-24. 195 Se desarrolló en las partes bajas de las Galerías Arrubla. Véase «REVISTA DE LA SEMANA», 758; Salgar, «El 19 de mayo de 1853», 9-10. 196 «REVISTA DE LA SEMANA», 758.

56 El enfrentamiento que se presentó en la Plaza de Bolívar tiene un carácter diferente al del reclamo. El despeje de las barras se hizo con policía y los artesanos que estaban en la Plaza intentaron ingresar dos veces al recinto, pero fueron detenidos en el acto197. La sesión, dice el informe publicado en la Gaceta Oficial, se desarrolló en calma luego de que las barras fueran clausuradas198. El análisis individualizado de los hechos es reducido a una interpretación que comparten todos los que justifican la acción armada de los jóvenes gólgotas:

«El Congreso que acababa de reconquistar para el pueblo el poder que le arrancaron las instituciones ominosas con que se le gobernara, fué asaltado para esterminar a sus miembros, i sepultar con ellos la Constitucion redentora, que no estaba aun firmada. Este es el hecho que debe ser juzgado por la posteridad, cuando se quiera desvelar la fisonomía del acontecimiento increible del 19 de mayo»199.

Con la intención de asalto a la Cámara, todas las disposiciones de pie de fuerza se violentaron. Quienes defendían abiertamente que el pie de fuerza en época de paz fuera de trescientos hombres pidieron al General José María Melo al menos quinientos hombres para combatir a la multitud200. La solicitud no tuvo eco y las tropas no llegaron a tiempo. Cuando el representante Antonio Matéus salio del recinto fue recibido con algunos abucheos y pedradas. Los jóvenes gólgotas y algunos miembros del cuerpo de policía buscaron defenderlo. No conocemos con certeza qué decía la multitud, pero no es verosímil que se buscara un atentado contra el Congreso.

197 Cordovéz Moure, Reminiscencias de Santa Fe y Bogotá, 431. 198 Escovar, «Informe del Gobernador de Bogotá sobre los sucesos del día 19», 435. 199 Salgar, «El 19 de mayo de 1853», 12. 200 Chaparro Rodríguez, «Capítulo IX. La reinstitucionalización del debate sobre la cuestión militar», 244- 45.

57 Durante varias horas se extendió la batalla en la Plaza de Bolívar. Se ha exagerado hasta el tamaño de las piedras con las que agredieron a Matéus para argüir que la multitud estaba armada. Posada, luego de que se hubiese levantado la lista de implicados cuestiona:

«[…] ¿Quién ha visto un puñal, una pistola, un arma cualquiera en las manos de un artesano? ¿No dijo, no confesó el Sr. Dr. Francisco Eustaquio Álvarez, delante del Ciudadano Presidente de la República, que él i sus compañeros estaban todos armados?»201.

Del bando de los diputados, tres sufrieron heridas: Matéus, Leiva202, Cuéllar203 y Escovar204. Ninguna fue de gravedad. El ataque, de acuerdo con Posada, estaba especialmente dirigido a Matéus. Éste, representante por el Cauca, que además era Gobernador, se había mostrado contrario a la petición de aumentar los aranceles para los productos extranjeros. Es decir que existía un motivo para el ataque, pero esto no explica el ataque armado contra la población. Dicen en La Reforma:

«Del lado de la Representación Nacional se vio a toda la brillante juventud de la capital, quien con su comportamiento valeroso i patriótico, ha desmentido espléndidamente la imputación infame que, hace pocos días, se le hiciera, de querer ella atentar contra la voluntad del Congreso [...]»205.

Hubo un sólo asesinato: el de un artesano206. Este asesinato marcó el carácter de la jornada y dio un giro fundamental a las esperanzas que todavía tenían muchos de los artesanos en el ejercicio de gobierno del Partido Liberal. De manera curiosa, los grupos católicos de la ciudad criticaron fuertemente la actitud de los gólgotas frente a este hecho y a su apelación a la soberanía popular207. Dijeron que los gobiernos liberales cometieron un

201 Posada, «¡¡El 19 de mayo!!» 202 Salustiano Leiva, juez letrado del Circuito de Bogotá. 203 Patrocinio Cuéllar, presidente de la Cámara de Representantes. 204 Gobernador de la Provincia de Bogotá. 205 «Jornadas del 19, 20 i 21 de mayo». 206 Véase nota 219. 207 «REVISTA DE LA SEMANA», 758.

58 grave error al apelar al pueblo en conjunto. Que sus ideas utópicas, al buscar cambios tan drásticos en el Estado y las leyes podrían alterara mucho el «equilibrio social»208. Que fueron demasiadas las promesas incumplidas por ellos. Es decir, que todo el acontecimiento era previsible y repetía un acontecimiento similar en Caracas:

«Al mismo tiempo se hicieron fuertes recriminaciones sobre los engaños que habian sufrido los artesanos en las promesas liberales que se les habían hecho para que se presetasen á ser, como habían sido, el andamio para subir al poder; i repetidas veces se emitió el concepto de aprovechar la ocasión de hacer efectivas aquellas promesas, obligando á ello á los Representantes del pueblo de grado ó por fuerza, haciendo si fuere necesario, una caraqueñada, un 24 de enero»209.

Sobre las consecuencias de este evento, poco dicen los periódicos. La comisión que ordenó investigar a todos los implicados fue puesta en marcha y produjo una lista. En ella hay una gran diferencia con la misión original que se aprobó en la versión oficial que dio la Cámara sobre los acontecimientos. Esta decía que debía levantarse una lista con los nombres de todos los implicados para proceder penalmente contra ellos210. Pero los 175 que aparecen en la lista corresponden sólo al bando que combatió a los artesanos 211. Entre ellos se encuentran parlamentarios, comerciantes y jueces, principalmente.

El día 6 de junio José María Samper firma una «amnistía jeneral a favor de todos los que haya aparecido, o que aparezcan, complicados, en el atentado cometido contra la Cámara de Representantes, el día 19 de mayo último»212. El proyecto fue negado en segundo debate. No hay mención en las fuentes consultadas acerca de la continuidad del

208 «REVISTA DE LA SEMANA», 758. 209 «REVISTA DE LA SEMANA», 758. 210 Escovar, «Informe del Gobernador de Bogotá sobre los sucesos del día 19», 435. 211 «Defensa de la represerntación nacional», 1853, Archivo Histórico Legislativo. Cámara – Tomo III. Proyectos Negados, 1854, 73r-77r., Archivo General de la Nación. 212 «Defensa de la represerntación nacional», 77.

59 proceso. Lo que comenzó como una petición para subir aranceles a productos extranjeros terminó en una persecución armada contra los artesanos.

8 de junio

«[…] Hombres mal intencionados han logrado dividirnos i levantar dos bandos que se combaten con encarnizamiento, considerándose enemigos capitales […] RUANAS I CASACAS […]

[...]No teman los artesanos á la juventud, porque ella es jenerosa, tolerante, magnánima i liberal, aunque sea un tanto susceptible i exajerada [...]»213.

El debate del 19 de mayo continuó hasta finales de junio. Las acusaciones entre partidos se alejaban cada vez más del cambio que se había experimentado cuando los de «casaca» persiguieron armados a quienes estaban afuera de la Cámara. En múltiples hojas volantes se hace la pregunta sobre la conducta de los «doctores enemigos del pueblo»214. La aprobación de la Constitución, que todavía tenía muchos puntos por discutir, fue acelerada y el 21 de mayo tuvo el visto bueno de ambas corporaciones. De nuevo, los partidos Liberal y Conservador votaron afirmativo a las proposiciones que días atrás los habían enfrentado215. Más aún, en La Fé del Pueblo, periódico conservador, se nota un viraje fuerte

213 «La Situación Actual», La Fé del Pueblo, 19 de junio de 1853, 11, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 214 Mas de mil artesanos, «8 de junio», 9 de junio de 1853, Fondo Vergara 296, pieza 12, Biblioteca Nacional de Colombia. 215 José María Azuero, «Sesión del día 28 de marzo», Gaceta Oficial, 2 de abril de 1853, 1496 edición, sec. SENADO, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia; Jorje Gutiérrez de Lara, «Acta de la sesión del día 30 de mayo de 1853», Gaceta Oficial, 9 de junio de 1853, 1543 edición, sec. SENADO, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia.

60 en la apelación popular. Llaman a los miembros de la antigua SP a que apoyen las iniciativas gólgotas216 y abandonen su conducta reciente:

«¡Artesanos populares! Lo que llevamos dicho lo comprueban hechos que os son notorios. Juzgad ahora si los democráticos procederan de buena fé i no querràn engañaros con el llamamiento que os estan haciendo bajo pretesto dc defender la relijion i bajo pretesto de defenderos contra los de casaca. Esto ultimo es una invencion para que os separeis de las personas intelijenles que pueden aconsejaros bien i haceros conocer las artimañas de .ese maldito club obandlsta, donde esta el rojismo propiamente dicho; de ese club de ambiciosas nulidades que no pueden figurar ni medrar bajo un orden politico regular de paz i orden»217.

Más que el «ataque al Congreso», lo que ponía alerta a la prensa conservadora era la posibilidad de unión entre los artesanos de la SP y la SD. La adición de la SD a la figura de Obando se daba por sentada, a pesar de la notoria distancia que tenían, como se ha visto en los análisis anteriores. De alguna manera, el grupo de los de casaca consolidaba acuerdos que trascenderían la coyuntura inmediata218. Los partidos experimentaban una posible consolidación temprana de su clase.

El 19 de mayo produjo un cambio en las actitudes de artesanos ante las disputas políticas del momento. Jueces, representantes, magistrados y comerciantes persiguiendo a los asistentes al debate. La mayor parte armados, asesinaron a un artesano, de quien sólo conocemos que dejaba «una viuda i tres hijos huérfanos»219. La condición artesanal se

216 Se refieren a la abolición del patronato e, íntegramente, a la Constitución de 1853. 217 «UNA ADVERTENCIA I UN RECUERDO A LOS MIEMBROS DE LA SOCIEDAD POPULAR CONSERVADORA», La Fé del Pueblo, 16 de junio de 1853, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 218 La alianza se mantiene hasta después de la guerra de 1854. Véase M. S. C., «LOS GÓLGOTAS EN CAMISA» (Imprenta de Echeverría Hermanos, 23 de mayo de 1869), Fondo Pineda 980, pieza 106, Biblioteca Nacional de Colombia. Este artículo se publicó en 1855 en el periódico El Tiempo. 219 Véase nota 165. Aunque Sowell muestre un nombre y un oficio, Bruno Rodríguez, albañil, la verificación de las fuentes citadas no permite afirmar que fuese así. Sowell, «The Early Latin Amercan Labor

61 tornó, además de múltiples formas de trabajo, una forma identitaria más amplia. Hojas volantes y periódicos murales empiezan a circular por las calles invitando a permanecer en defensa del orden republicano220. La lucha contra los gólgotas y aquellos que se mantenían en el control del Congreso se expande más allá de los miembros activos de la SD.

Los cambios no se explican por sí mismos, sino en relación con quienes los ejecutan. Hay trabajos recientes que sostienen que en la Constitución de 1853 se vio el recipiente de las ideas liberales, posible gracias al movimiento de artesanos, prensa y nuevos intelectuales; quienes componían la opinión pública, dice el autor221. La agregación de tantos actores impide el análisis histórico, por ejemplo, del proceso de firma de la Constitución. Las sesiones de los días 20 y 21 de mayo fueron a puerta cerrada, sin mayor deliberación222. Los artesanos no estuvieron a favor de la reforma constitucional, especialmente por la introducción de la ley de aduanas en su trámite. Aunque es cierto que en la prensa existía una muy clara favorabilidad en torno a la reforma constitucional223, los acontecimientos muestran una profunda apatía por los grupos artesanales.

La separación entre cachacos y pobres o gentes de ruana fortaleció la necesidad política de confrontar posiciones. Obando sostenía que: «Desde el jefe hasta el soldado, nuestra pequeña fuerza permanente ama i sostendrá la causa de la República Democrática con tanto ardor como los mejores ciudadanos»224. La última parte fue tomada de manera literal. La Reforma publicó un aviso en el que advertía que «[…] La juventud, organizada en un Batallón cívico, está con su jefe, el benemérito Jeneral Rafael Mendoza, a las órdenes

Movement. Artisans and Politics in Bogotá, Colombia., 1832-1919», 134.. 220 Véase nota 72. 221 Nicolás Caballero Hernández, «Ciudadanos más allá del papel : ciudadanía, opinión pública y constitución en la Nueva Granada (1843-1853)» (Pontificia Universidad Javeriana, 2018), 108-9, http://repository.javeriana.edu.co/handle/10554/36999. 222 «Jornadas del 19, 20 i 21 de mayo», La Reforma, 28 de mayo de 1853, 2, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia; Joaquín Pablo Posada, «¡¡El 19 de mayo!!», El Orden, 22 de mayo de 1853, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia; «REVISTA DE LA SEMANA», El Catolicismo, 26 de mayo de 1853, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 223 Una artículo muy favorable a la constitución, que la prologaba, se replicó en La Reforma, El Repertorio, El Pasatiempo y la Gaceta Oficial. Originalmente está en «Reforma constitucional», El Neo-Granadino, 20 de mayo de 1853, 251 edición, 166-68, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 224 José María Obando, «Mensaje que el Presidente de la Nueva Granada dirije al Congreso de 1854», Gaceta Oficial, 1 de febrero de 1854, 3, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia.

62 del Sr. Gobernador de la Provincia, para sostener el órden i la dignidad del Cuerpo Lejislativo»225. También apareció en las calles; el punto de reunión fue el Colegio Nacional, que dirigía Juan Francisco Ortíz226. El debate en el que se pedía la eliminación del ejército se suspendió temporalmente para contener la supuesta amenaza a las «Instituciones Republicanas». Chaparro, que ha analizado esta discusión, olvida mirar la actuación de quienes buscaban «desmilitarizar» las Repúblicas227 cuando sus decisiones legislativas se ven cuestionadas.

Por esta acción llovieron felicitaciones a los «jóvenes entusiastas», que continuaron en sus labores legislativas, judiciales y comerciales. Patrocinio Cuéllar, gobernador encargado de la Provincia, envía una circular en la que agradece la actitud de los «buenos ciudadanos» y pone una meta para su administración:

«[…] me propongo no omitir medio alguno de los que las leyes ponen a mi disposición para restablecer la calma i dar completa seguridad a todos los ciudadanos: obraré con la mayor enerjía, sin consideración de ninguna clase, contra los malvados que pretendan mantener la República en el desesperante estado de anarquía, i confío en que un castigo ejemplar restablecerá la confianza i la marcha regular de esta parte importante de la provincia»228.

Los artesanos, los de ruana, no tienen muchas acciones documentadas sobre este breve período. Las vísperas sicilianas que decía Teodoro Valenzuela habían prometido los artesanos de la SD no fueron tales, ni parecen haberse repetido229.

225 «AVISO FIJADO EN LAS ESQUINAS», La Reforma, 28 de mayo de 1853, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia.. 226 Véase nota 165. 227 Véase nota 76. 228 Patrocinio Cuéllar, «CIRCULAR», El Repertorio, 18 de junio de 1853, 75, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 229 Teodoro Valenzuela, «El 19 de mayo», El Pasatiempo, 25 de mayo de 1853, 471, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia.

63 En comparación con el 19 de mayo, no hay un relato establecido sobre el que los artículos de prensa controviertan. Las versiones de Cordovéz Moure son las más aceptadas, aunque sus motivos son los discutidos. Éste refiere el inicio del enfrentamiento desde el 5 de junio, cuando comienza la celebración de la Octava. Los cachacos provocaban constantemente a los artesanos que habían organizado la celebración. Sobre la fiesta dice Triana y Antorveza:

«Las octavas que seguían estaban llenas de sucesos y escenas pintorescas. Se iniciaban en Las Nieves, la parroquia más antigua de Bogotá, y estaban mezcladas de sinnúmero de asuntos profanos, como matachines y danzantes que bailaban la contradanza y la trenza. Durante aquellos días, en las noches se tenían bailes y todo el lugar se convertía en un tenebroso arrabal en donde era "peligrosísimo, por no decir una temeridad, meterse en ese avispero, porque ya habían invadido el estómago de los fiesteros toda la chicha y el aguardiente de las rentas”»230.

Entrar en Las Nieves, supuesto barrio artesanal, ya constituía una provocación directa231. Más que algunos hostigamientos de parte de los cachacos a los artesanos, no hay reportes de enfrentamientos. Los días 6 y 7, aunque el Gobernador Escovar prohibió las corridas de toros, el alcalde de Las Nieves, Plácido Morales, las permitió232. Los toros se soltaron por la cale del Hospicio, por donde venían los jóvenes cachacos. En la huida de la calle, ingresaron a una casa adyacente, de donde fueron expulsados con piquetes233. Una pequeña pelea se trabó con los artesanos, que llegaron en multitud. El general Rafael Mendoza fue el encargado de sacar a los jóvenes234. El hostigamiento de los cachacos en las fiestas es reportado en varios artículos235.

230 Triana y Antorveza, «El aspecto religioso en los gremios neogranadinos», 274. 231 Cordovéz Moure, Reminiscencias de Santa Fe y Bogotá, 433. 232 Sowell, «The Early Latin Amercan Labor Movement. Artisans and Politics in Bogotá, Colombia., 1832- 1919», 137. 233 Cordovéz Moure, Reminiscencias de Santa Fe y Bogotá, 433. 234 Cordovéz Moure, 434. 235 «Anarquia», El Catolicismo, 8 de junio de 1853, 782, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia; Cordovéz Moure, Reminiscencias de Santa Fe y Bogotá, 434.

64 El 8 de junio, durante las fiestas, los cachacos, que venían del Cementerio, levantaron una barrera que habían puesto algunos artesanos organizadores de la celebración en la esquina de los Tres Puentes. Fueron abucheados y apedreados al instante. Justiniano Gutiérrez, el cura de Las Nieves, los alojó en la casa cural para sacarlos por la calle del Panteón mientras los artesanos los obligaban a retirarse hacia el puente de San Francisco236.

La indignación con la que se cuentan estos relatos se dirige al general José María Melo y a José Nicolás Escovar, que no enviaron tropas al auxilio de los cachacos apenas se percató del hecho237. Cuando los cachacos estaban el casa consistorial, en la Plaza de Bolívar, llegó el cuerpo de húsares de la ciudad, luego de haber frenado a los artesanos que hacia allí se dirigían. En el enfrentamiento, por heridas de bala pereció uno de ellos, Isidoro Ladino238. Los cachacos Francisco Pardo, Luis Azcuénaga, Evaristo de la Torre y Medardo Rivas fueron heridos. De los artesanos no existen reportes.

El artículo que publicaron los editores de El Pasatiempo buscaba dar causas materiales al evento. La primera sería la falta de oficio generalizada y la segunda la falta de determinación de las autoridades239. Francisco Eustaquio Álvarez, en un largo informe dirigido al gobernador Escovar, establece una lucha frontal contra los artesanos:

«Las víctimas apelaremos a los sentimientos jenerosos de los granadinos, i ellos decidirán, si después de haber derramado torrentes de sangre por conquistar la República i la libertad, vienen a abdicarlo todo en un gobierno de mashorca i de crápula, como es el que se ha organizado en el barrio de Las Niéves»240.

236 Cordovéz Moure, Reminiscencias de Santa Fe y Bogotá, 434-35. 237 Son de la misma opinión Cordovéz Moure, 433; Francisco Eustaquio Álvarez, «Documentos», La Reforma, 11 de junio de 1853, 1-2, Colecciones patrimoniales, Biblioteca Universidad de Antioquia; Restrepo, Diario político y militar, 4:299-301. 238 Arboleda, (Administraciones de López y Obando) 1849-1953, 3:414. 239 «El 8 de junio», El Pasatiempo, 15 de junio de 1853, 2, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 240 Álvarez, «Documentos», 1.

65 El enfrentamiento no acabó allí. Casi a las nueve de la noche atacaron, cerca de la legación peruana, a Florentino González, y Enrique Grice varias «multitudes de Democráticos»241. Las hojas volantes al otro día mostraban dos bandos en contienda: unos armándose para defender su propiedad242 y otros contestando (con la misma sintaxis): «[…] que moriremos, si fuese preciso, en defensa del gobierno nacional i de nuestros derechos»243.

Se buscó hacer un proceso judicial en el que entrarían los implicados en el 19 de mayo y el 8 de junio. Estos fueron frenados hasta 1854244, y aunque explícitamente no existe motivo para ello, puede aventurarse una hipótesis: la ampliación del grupo de los involucrados. Las peticiones que aparecen en la prensa piden que se castigue la participación en el hecho245.

A pesar de todo, fue un enfrentamiento muy desigual. La mayor parte de las agresiones se hicieron con piedras. Algunos tiros de pistola fueron disparados por los cachacos, que condujeron a la baja de Isidoro Ladino. El coronel Melchor Corena y el sargento mayor Juan de Jesús Gutiérrez dirigieron a un grupo de húsares y uno de caballería para apoyar a los artesanos246. Este hecho sólo quedó registrado de forma anecdótica en los relatos, pero es fundamental para comprender el proceso de radicalización.

241 Arboleda, (Administraciones de López y Obando) 1849-1953, 3:416. 242 Mil ciudadanos, «8 DE JUNIO», 9 de junio de 1853, Miscelánea J.A.S 1063, pieza 73, Biblioteca Nacional de Colombia. 243 Véase nota 214. 244 «1854. Fiscal de Bogotá», s. f., Sección República, Fondo Juzgados y Tribunales, Legajo 17, 294r-295r, Archivo General de la Nación. 245 Véanse notas 237 y 239. 246 Cordovéz Moure, Reminiscencias de Santa Fe y Bogotá, 434; Arboleda, (Administraciones de López y Obando) 1849-1953, 3:416.; notas 242 y 245.

66 Se ha hecho mención en la historiografía a la relación existente entre ejército y clases populares, especialmente para la Guardia Nacional. La experiencia militar de los artesanos es un factor constante en sus publicaciones247, respaldada en participaciones fundamentales en la guerra de 1851. Emeterio Heredia fue Sargento Mayor248; Cruz Ballesteros, conocido por su folleto «La Teoria i la Realidad», en el que denunciaba el destino fatídico de los artesanos que fueron a Antioquia, fue teniente 2º249. Como ellos, hemos encontrado menciones en distintos documentos a la participación militar de artesanos en esta guerra250. Corena fue compañero de batalla de Heredia y Cruz. Gutiérrez también figura251. No se ha encontrado a Ladino referenciado, pero los artesanos lo reivindican como uno de los suyos.

La participación militar el 19 de mayo fue determinante para dispersar a los asistentes al debate de la cámara, pero no tomó partido abiertamente. El 8 de junio, con la división del ejército, cambia el carácter del enfrentamiento. De la división social se pasa a una disputa armada. El asesinato de Antonio París, el 16 de junio, produce una profusa documentación252 y se torna en una excusa para ejecutar artesanos. Por la falta de pruebas y la confusión de los hechos sólo Nepomuceno Palacios es ejecutado.

Con él fueron tres artesanos asesinados en tres meses, un solo juicio adelantado y un cambio de orientación de los partidos abiertamente en contra de los artesanos. Su supuesta culpabilidad se extendió a todos los ámbitos de la vida cotidiana. Miguel León, con razón, invitaba a los artesanos a desengañarse253.

247 1846, Archivo Histórico Legislativo, Congreso, Proyectos Negados, 1846, Tomo V., 118r-126v, Archivo General de la Nación. Además, en las publicaciones del periódico El Orden (1852-1853) este es un tema transversal. 248 Batallón de Infantería Nº 3 de la Provincia de Bogotá. Véase nota 105. 249 Véase nota 117. Ballesteros estuvo presente en la 1ª Compañía del Batallón de Infantería Nº 3 de la Provincia de Bogotá. «Registros de despachos entre el 21 y el 25 de julio», 1851, Sección República. Fondo Despachos y Títulos Militares, Libro 50, Legajo 3, 17r, Archivo General de la Nación. 250 «Registros de despachos», 1851, Sección República. Fondo Despachos y Títulos Militares, Libros 46 (legajos 10 y 13), 47 (legajo 25) y 50 (legajos 3 y 10), Archivo General de la Nación. 251 Sargento mayor del Regimiento de Caballería 7. «Registro de despachos entre el 12 de julio y el 13 de agosto», 1851, Sección República. Fondo Despachos y Títulos Militares, Libro 47, Legajo 19, 114r, Archivo General de la Nación. 252 El Repertorio [Bogotá], núms. 20, 21 y 32. Hemeroteca. Biblioteca Nacional de Colombia. 253 León, «ARTESANOS,¡ DESENGAÑAOS!»

67 68 69 3. Pobreza y resistencias. Una mirada a la dinámica social bogotana

«Los artesanos de Bogota, por más grande que sea su miseria, nunca irán a descerrajar las puertas del rico ni las cajas del comerciante para facilitarse un pan manchado con el crimen. Aconsejar esto a la clase que más pruebas ha dado de honradez , es una bajeza [...]»254.

«¿Era que el malestar de los proletarios habia colmado la medida del sufrimiento, i buscaban, en su desesperacion, el remedio o la muerte?»255.

Aunque algunos años después, la afirmación de este grupo de obreros muestra que la conciencia de éstos sobre la honradez de su trabajo desafiaba la idea de que en los grupos de menores ingresos existía una propensión al delito. Las principales discusiones que se evidenciaron durante el 19 de mayo fueron sobre la irracionalidad de los artesanos. Esta podía tener causas políticas o sociales. En el primer caso, se aducía que el ataque buscaba mantener privilegios, entre los que se citaba el derecho al trabajo256. En el segundo hubo una mayor elaboración, aunque mucha fue posterior al acontecimiento.

254 Unos obreros, «LOS ARTESANOS CALUMNIADOS», La República, 12 de agosto de 1867, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 255 Salgar, «El 19 de mayo de 1853», 12. 256 Véase nota 186.

71 Estos análisis ubicaban a la pobreza como un elemento extrasocial, que afectaba a la mayoría de la población. Aunque es importante señalar matices, la pobreza, que tiene una connotación teológica, sería una condición que propicia levantamientos populares. Miguel Samper y Florentino González señalaban que existían ciertas condiciones objetivas que no permitían que ciertos grupos acumularan tanto como otros, pero siempre tomaban a los pobres como una anomalía social. González, en un artículo en el que busca probar que el sistema de librecambio es necesario para el florecimiento de la riqueza nacional, describe así a la población de Bogotá en 1852:

«Así es que ella se compone de empleados, de militares, de clérigos, frailes, monjas, profesores y alumnos de los establecimientos de educación, abogados, médicos, unos pocos hacendados que gastan aquí su renta, los que venden los géneros de que se viste toda esa gente, unos pocos sastres, zapateros y herreros; y al lado de todos ellos una caterva de mendigos enfermos y asquerosos, que bloquean constantemente las puertas de las casas, y embarazan el paso por las calles»257.

Para el medio siglo diecinueve, Bogotá concentraba una cantidad considerable de población, funcionando como un centro de mercados y de poder político. Pero esta población no ha sido identificada plenamente, sino que conocemos de ella principalmente por relatos de cronistas. Isaac F. Holton, ingeniero estadounidense que estuvo en Bogotá en los años que estudiamos presenta el siguiente panorama:

«The poor live on the ground floors of the two-story houses, in tenements of one room, with no access to court or yard. It may seem incredible, but they have none of the outbuildings or domestic conveniences thought necessary elsewhere. There are no sewers—no drainage—and the ground floors are generally damp; hence the second floors are occupied by the rich, and so

257 Florentino González, Escritos políticos, jurídicos y económicos, 1.a ed. (Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, 1981), 203.

72 extremes meet. But here we come to a horse with his head in a door and his heels out in the middle of the street.»258.

El peso moral que se le asigna a la pobreza y mendicidad es evidente. Hayley Susan Froysland analiza con mucho detalle los planteamientos de Miguel Samper y otros personajes decimonónicos y muestra que ésta se daba como una condición inherente a las sociedades, como una división natural. De esta manera, la gente decente debía actuar como si fuese su misión guiar al bajo pueblo259. Para 1853, los escritos prescinden de bases empíricas sobre las que puedan sustentar esta desigualdad natural e historiográficamente se ha pasado por alto la reconstrucción de la vida social a partir de series de datos e indicadores sobre ingreso. ¿Qué peso material tenía la pobreza en Bogotá? ¿Qué condiciones tenía alguien que era considerado pobre?

A pesar de que se hayan dedicado múltiples trabajos a hablar acerca de la vida social bogotana, muy poco de lo que allí refieren puede demostrarse260. Se han referido algunos cuadros que muestran la constitución de talleres y sociedades comerciales en Bogotá, junto con las inversiones iniciales necesarias para ponerlos en funcionamiento261. Los índices de precios (salarios y bienes alimenticios) reconstruidos por diversos autores muestran, para el mismo fenómeno, resultados diversos. Safford dice que el salario para trabajadores sin calificación, categoría que no desarrolla, no cambia entre 1848 y 1856262 ¿Entrarían los artesanos en esta categoría? Junto con él, William Paul McGreevey y Luis Ospina Vásquez se limitan a anotar que existía pobreza generalizada debido a falta de

258 Isaac F Holton, Twenty Months in the Andes, 1.a ed. (New York: Harper & Brothers Publishers, 1857), 152. 259 Froysland, «’Para El Bien Común: Charity, Health, and Moral Order in Bogotaʹ , Colombia, 1850-1936», 43-55. 260 Véase Mejía Pavony, Los años del cambio: historia urbana de Bogotá, 1820-1910; Froysland, «’Para El Bien Común: Charity, Health, and Moral Order in Bogotaʹ , Colombia, 1850-1936»; Gutiérrez Sanín, Curso y discurso del movimiento plebeyo, 1849/1854; Palacios y Safford, «La era liberal: 1845-1876». 261 Véase Tabla 1, 118 262 $2 reales. Véase Safford, «Commerce and Enterprise in Central Colombia, 1821-1870.», 477.

73 caminos y, por ende, de un sistema de comercio extendido263. Los índices utilizados son sólo indicaciones extraídas de memorias264.

Miguel Urrutia, criticando el trabajo de Álvaro Pardo265, hace un índice sobre dos fuentes (La Casa de la Moneda y las oficinas de Gobierno) que arrojan una tendencia decreciente para los salarios nominales urbanos y una creciente para los precios de alimentos básicos266. Así mismo, Kalmanóvitz y López267 buscan estimar, de manera generalizada, una medición para el ingreso de la población a partir de los ciclos de mercado externo. Este tipo de estimativos desprecia la dinámica real de obtención del ingreso, privilegiando la agregación antes que el análisis de la dinámica que muestran los datos.

Un último trabajo que vale la pena mencionar es el de José Antonio Ocampo, en el que se analiza el ingreso a partir de ciclos de exportación e importación268. Según este estudio, la disminución de precios de los bienes importados (causada por los avances de la revolución industrial) afectó drásticamente los niveles de ingreso general de la sociedad. De nuevo, la estimación no permite mostrar la dinámica diferenciada por grupos sociales.

Específicamente para 1853 no hay sino estimativos parciales, pero pueden encontrarse indicios que pueden problematizar las conclusiones a las que lleva la agregación de estos datos. Un impuesto conocido como la subvención provincial no ha

263 William Paul McGreevey, Historia económica de Colombia, 1845-1930, 2.a ed. (Bogotá: Ediciones Uniandes-Universidad de los Andes, 2015), 148-53. 264 Especialmente Ospina Vásquez, Industria y protección en Colombia; Safford, «Commerce and Enterprise in Central Colombia, 1821-1870.» 265 Álvaro Pardo Pardo, Geografía económica y humana de Colombia (Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1972). 266 Aunque hay una reconstrucción más precisa de los datos y se establecen índices de precios comparados con ciertos ingresos salariales, permanece la pregunta acerca de la representatividad de estas dos instituciones para la totalidad de habitantes de Bogotá. Véase Miguel Urrutia, Precios y salarios urbanos en el siglo XIX (Bogotá: Univ. de los Andes, Fac. de Economía, CEDE Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico, 2007). 267 Salomón Kalmanovitz y Edwin López, «El ingreso colombiano en el siglo XIX», en Economía colombiana del siglo XIX (Bogotá: Fondo de Cultura Económica, 2008), 331–374. 268 Ocampo Gaviria, Colombia y la economía mundial 1830-1910.

74 sido analizado en la historiografía económica que trabaja este período. No se conoce la lista total de contribuyentes, pero si la lista de deudores de febrero de 1853. Esta fue publicada en extenso en tres números de «El Repertorio»269.

La subvención se aprobó en una reforma constitucional de descentralización de rentas y gastos de 1850270. Diputados conservadores como Ramón Espina publicaron artículos contra esta recaudación, aduciendo que la contribución aumentaría con los años hasta convertirse en impagable271. Además, decían que el pago de esta contribución sólo servía para subsanar gastos personales de los «rojos», sin atender las demandas que requería «el pueblo bogotano»272. Con esto se referían al servicio de la deuda273 y al pago de los salarios de los empleados del Gobierno central que, de acuerdo con Urrutia, se mantuvieron estables a pesar de las fluctuaciones del recaudo fiscal.

Tabla 1. Relación de deudas de la Subvención Provincial, febrero de 1853274

Distrito Total de Total de Contribución Contribuyen D C*D contribuyent contribucion más repetida, tes que A B es (A) es, en reales en reales (C) deben C (D) (B) La Catedral 2749 40890 4 1929 70,27% 18,87% Las Nieves 630 9317,25 4 362 57,46% 15,54% Santa 281 5705,18 12,5 24 8,54% 5,26% Bárbara San 160 2865 8 61 38,13% 17,03% Victorino Total 3820 58777,43

269 El Repertorio [Bogotá], 2 de abril, 1853, núms 9-11. Hemeroteca. Biblioteca Nacional de Colombia. 270 Véase la nota 64. 271 Ramón Espina, «LA SUBVENCIÓN DE LOS ROJOS», 1852, Miscelánea J.A.S 1097, pieza 68, Biblioteca Nacional de Colombia. 272 Espina, 2. 273 El valor de estas deudas, su composición y la carga que significó para el Estado han sido estudiados en una publicación reciente. Hemos analizado este tema en el capítulo anterior. Véase nota 65. 274 Véase la nota metodológica en la página 5.

75 La base de datos muestra un pequeño porcentaje de la población estimada en 1851275, pero resulta representativo sobre la población bogotana al no conocerse otra lista de la misma extensión. La representatividad de la base no cambia mucho frente a la población de Bogotá en 1858276. El Gobernador Rafael Mendoza consideraba este impuesto «pingüe» frente a los demás ingresos de la Provincia, a los que superaba por más del doble277. Las deudas sobre este impuesto eran especialmente sensibles para ejecutar el presupuesto de la Provincia y representan el 14,85%278 del total. Existían Juntas Calificadoras que se dedicaban a examinar quienes podían contribuir, con qué monto y se encargaban de recaudar la subvención.

Para la Provincia de Bogotá contamos con datos limitados. Esta comprendía seis cantones279 y cada uno de ellos tenía varios distritos. No sabemos, con exactitud qué porcentaje de las contribuciones representaba sólo Bogotá. Existen relaciones sobre pagos a miembros de juntas calificadoras que entran en la contabilidad pero para los que no tenemos listas280. Además, al sólo obtener datos acerca de los deudores no podemos establecer con certeza la dinámica de ingreso y recaudo. Como se ha expuesto anteriormente, estas tendencias muestran algunos indicios, demostrables, que contradicen las conclusiones de los estudios que hemos citado anteriormente.

275 Corresponde al 12,88%. La población total es de 29.649. Véase Enrique Arboleda, Estadística General de la República de Colombia (Bogotá: Impr. Nacional, 1902), 12. 276 Corresponde al 12,19%. Véase nota 389, página 121. 277 Subvención provincial ……………………………………………………………………………..395.798 Aguardientes ……………………………………………………………………………………….108,610 Peaje………………………………………………………………………………………………… 80,000 Multas, aprovechamientos e impresiones oficiales…………………………………………………...6,200 Suma total…………………………………………..………………………………….……….Rs. 590,608 Rafael Mendoza, «Informe que el Gobernador de Bogotá dirige a la Cámara de Provincia en sus sesiones de 1852» (Imprenta del Neo-Granadino, 1852), 28, Biblioteca Nacional de Colombia. 278 14,85% Mendoza, 28. 279 Bogotá, Cáqueza, Funza, Facatativá, Guaduas y San Martín. 280 Bosa, Choachí, Engativá, Fontivon, Soacha, Suba, Usaquén, Usme, Cáqueza, Chipaque, Fómeque, Quetame, Ubaque, Une, Facatativá, Bojacá, Cipacón, Siquima,, La Vega, Funza, Cota, Chía, Serrezuela, Subachoque, Tenjo, Guaduas, Calamoima, Chaguaní, Nimaima, Nocaima, Quebrada-negra, San Juan de Rioseco, Sazaima, Vergara, Villeta, San Martín y Villavicencio. Véase «Ordenanza 197 (de 14 de diciembre de 1853) sobre división territorial», El Repertorio, 17 de diciembre de 1853, 198, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia.

76 En las Juntas, aunque no existía un criterio sobre papel para hacer los cobros, se pueden analizar tendencias sobre el recaudo. Patrocinio Cuéllar, en el informe que dirige a la legislatura de 1853, asegura que se cobra un 1% de la renta producida en un mes a los contribuyentes281. Si esto fuese indicativo del ingreso general, puede hacerse un estimativo sobre el ingreso de esta muestra. La cantidad de información que debía procesar cada Junta hace necesario que el procedimiento fuese estandarizado.

La hipótesis de Cuéllar mostraría que el ingreso mensual de la muestra que hemos tomado es de R$5’877.743. Las cifras estimadas de circulación que muestra Camacho Roldán dicen que, sólo en consumo anual de alimentos, el gasto nacional era de $135’000.000282, por lo que la metodología que aduce Cuéllar tiene sentido. El gobernador dice que en el cobro existe «una notable injusticia»283 ya que no se diferencia entre ingresos de industria284 e ingresos de capital285. El cobro indirecto de la subvención facilitaba que los rentistas pagaran mucho menos, comparado con su ingreso total, de lo que podían efectivamente pagar.

Las críticas del Gobernador Mendoza, un año antes que Cuéllar, brindan indicios acerca de varios problemas de recaudo: «El producto de la subvención provincial calculado en 395,798 reales no dará positivamente sino el de 299,798 rS., pues las juntas calificadoras no han sido, jeneralmente hablando, tan escrupulosas como debieran i han hecho figurar en sus listas de contribuyentes, individuos desconocidos enteramente, i otros que no tienen medio alguno para pagar la mas insignificante cuota» [cursiva propia]286

281 Patrocinio Cuéllar, «Informe que el gobernador de la Provincia de Bogotá dirige a la Lejislatura Provincial en sus sesiones de 1853», El Repertorio, 22 de octubre de 1853, 139-40, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 282 Camacho Roldán, Mis memorias, 1946, 1:196. 283 Cuéllar, «Informe que el gobernador de la Provincia de Bogotá dirige a la Lejislatura Provincial en sus sesiones de 1853», 139. 284 Se refiere a ingresos de trabajo, utilizando el caso de un artesano que no tiene propiedad que le produzca renta. Cuéllar, 140. 285 Se refiere a la renta que viene de bienes inmuebles.

77 En el distrito con más datos, La Catedral, la contribución de $4 representa el 18,87% de los ingresos y la pagan el 70,27% de los contribuyentes. La contribución más alta de este distrito es de R$737 y corresponde a Mariano Tanco, comerciante y economista287; corresponde a 184,25 veces la contribución más común. Comparando estos datos con los índices de salario anteriores, podemos observar que la contribución más baja corresponde a dos días de jornal288. De acuerdo con el índice de precios de Urrutia, los alimentos oscilan entre $1 y $3 por arroba289, que corresponden a R$2 y R$6.

No podemos establecer con certeza si este era el pago que tenían los contribuyentes mencionados, pero es muy diciente la forma en la que está distribuida la carga fiscal. En el informe citado de Cuéllar hay una discusión que no parece sostenerse: «No hai mas que dos medios para balancear los presupuestos: disminuir los gastos o aumentar las contribuciones; he adoptado lo primero [...]»290. Las labores de las Juntas no han sido estudiadas y, con las fuentes disponibles, se puede saber muy poco acerca de su composición. Se dictaron, repetidamente, decretos y ordenanzas para mejorar la efectividad del recaudo y castigar con penas de prisión a quienes no cancelaran291. Antes que replantear la forma en la que se liquidaba la subvención, la Gobernación prefirió aumentar la carga tributaria: subió los derechos de peaje y empezó a establecer un impuesto directo dependiendo de la actividad que se ejerciera en 1854292. A pesar de todos los problemas que presentaba, las reformas que se hicieron para fortalecer la contribución muestran que era una prioridad para los gobiernos liberales. De acuerdo con Cuéllar y Mendoza se requerían entre tres y cinco

286 Mendoza, «Informe que el Gobernador de Bogotá dirige a la Cámara de Provincia en sus sesiones de 1852», 29. 287 Alejandro Napoleón Mancini, «Mariano Tanco: extracto concerniente a su vida pública» (Papelería y tipografía de M. Saray y Ca., 1899), Biblioteca Nacional de Colombia. 288 Safford, «Commerce and Enterprise in Central Colombia, 1821-1870.», 477. 289 Los productos son arroz, azúcar, cacao, carne, papa y sal. Urrutia, Precios y salarios urbanos en el siglo XIX, 10. 290 Cuéllar, «Informe que el gobernador de la Provincia de Bogotá dirige a la Lejislatura Provincial en sus sesiones de 1853», 139. 291 En dos artículos de El Repertorio se registran las diferentes medidas que tomó la Gobernación de Bogotá frente al tema. Véase «Subvención provincial», El Repertorio, 21 de enero de 1854, 27, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia; «Subvención provincial», El Repertorio, 24 de enero de 1854, 31, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 292 «Decreto reglamentando la manera de rendir i llevar su cuenta los recaudadores parroquiales», El Repertorio, 12 de enero de 1854, 10, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia; La Sanción Pública, «Subvención Provincial», 1854, Miscelánea J.A.S 1063, pieza 109, Biblioteca Nacional de Colombia.

78 meses para consolidar las listas, sumados a otros tres de recaudo293. Los salarios de los recaudadores y los honorarios de las juntas oscilaban entre R$90,25 y R$250294.

En un panfleto que firmaba La Sanción pública se decía que una contribución de más de $6 era asfixiante para un artesano; $18 era imposible y $36 significaba la hipoteca de bienes inmuebles295. La carga tributaria no era asfixiante en sí misma, lo que sí era asfixiante era esta en relación con los ingresos de la mayor parte de los contribuyentes. El mecanismo de determinación no tenía en cuenta las fluctuaciones de ingreso, que no eran menores, sino la necesidad de recaudo de la Provincia. Imprevistos como las heladas tenían efectos devastadores y podían doblar o triplicar el precio de los alimentos296, lo que hacía más difícil mantener el pago regular de la subvención.

Uno de los recaudadores de la Junta Calificadora de Las Nieves, Saturnino Ramírez, recibió R$90,25 por su trabajo en la Junta. Aparece también en la lista de deudores con una contribución de R$4, el 4,43% de su ingreso para ese mes. A pesar de la verosimilitud del método de Cuéllar, es muy dudoso que pudiera cobrarse una suma que requería de tanta exactitud sobre el ingreso mensual. Esto puede indicar, dada la cantidad de contribuciones de R$4, que es una cifra para quienes no se tenía suficiente información disponible, entre otros cobros. La discreción de los funcionarios también fue un factor definitivo. Tres de los que se tiene registro fueron miembros de la SD y la SP, respectivamente297.

Todos estos mecanismos para establecer quienes contribuían y con que monto tuvo bastante resistencia. La forma de cobro era por presentación individual y requería brindar

293 Mendoza, «Informe que el Gobernador de Bogotá dirige a la Cámara de Provincia en sus sesiones de 1852», 29; Cuéllar, «Informe que el gobernador de la Provincia de Bogotá dirige a la Lejislatura Provincial en sus sesiones de 1853», 139. 294 El Repertorio [Bogotá], núms 5, 12 y 13. Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 295 La Sanción Pública, «Subvención Provincial», 2. 296 Restrepo, Diario político y militar, 4:364-65. 297 Santos Castro, que además ocupó diversos cargos en la Gobernación de Escovar, y J. Celestino Figueroa fueron de la SD y eran parte de la Junta Calificadora de Las Nieves. Mariano Grillo, que también ocupó cargos con Escovar, era parte de la SP antes de que esta se disolviera. Era parte de la Junta Calificadora de San Victorino. Véase El Repertorio [Bogotá], 5 de marzo, 1853, 20; 23 de abril, 1853, 47. Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia.

79 información ante los recaudadores298, demoraba un día completo y no era seguro que recibieran el visto bueno de los funcionarios. Aunque sólo contamos con dos fuentes para mostrar la inconformidad, estas parecen indicar que la razón por la que muchos contribuyentes no pagaban la subvención no era sólo por falta de recursos, sino que existía una valoración moral que les impedía cancelarlo.

Es decir que la pobreza, por sí misma, no explica ni los levantamientos ni la movilización de los sectores que se podrían considerar pobres. A partir de la transcripción de firmas de algunas peticiones ha sido posible extraer listas de la SD en 1846 y de la SP en 1849299 y compararlas con la lista general de deudores. La correspondencia no es mucha. Para la SD es del 18,9% y para la SP del 12,56%300. La principal contribución es, de nuevo, de R$4, lo que no permite aventurar una explicación. Valdría la pena preguntar si esta forma de cancelar impuestos, al nivelar a todos los sectores sobre la base de su ingreso mensual, no era vista de manera negativa por los artesanos, que tenían sus oficios en alta estima.

De esta manera puede mostrarse un mecanismo que se extiende por las administraciones liberales: el ejercicio discrecional del poder. La gran cantidad de subvenciones de R$4 adeudadas, además de ser indicativas de la pobreza general de la población, muestran que hay una gran tendencia a extender el impuesto a personas a las que les afectaba de forma considerable la contribución. Al aplicarse al análisis de las series de datos, estas ideas muestran que, de alguna manera, la resistencia al pago se ejerce principalmente por quienes menos contribuyen. Como he mostrado no hay ninguna metodología aplicada en el establecimiento de las contribuciones, a excepción de aquellos con deudas más altas. El ejercicio discrecional del poder consiste en esta aplicación a voluntad de los funcionarios, de la misma forma en que funcionó el pacto de gobierno entre

298 La Sanción Pública, «Subvención Provincial», 2. 299 «Miembros de la Sociedad Popular inscritos hasta diciembre de 1849», La Civilización, 23 de diciembre de 1849, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia; Suárez S, «Orígenes en la cultura industrial en Bogotá: aspectos políticos del artesanado a mediados del siglo XIX». 300 Véanse Tabla 3. Subvenciones adeudadas de los miembros de la Sociedad Democrática, 1853, 124 y Tabla 4. Subvenciones adeudadas por los miembros de la Sociedad Popular, 1853, 126.

80 gólgotas y conservadores. Es ésto lo que, podríamos aventurar, era rechazado mayoritariamente.

De quienes trabajaban y podían estar en este grupo de contribuyentes no tenemos muchos datos. Algunas memorias, anuncios y polémicas retratan muy parcialmente su vida cotidiana. En el siguiente subcapítulo busco, a partir de estos vestigios de su labor, brindar un acercamiento a esta dimensión de la vida social bogotana.

Oficios y trabajo en la sociedad bogotana

La producción de la vida material en la Nueva Granada de mediados de siglo se hacía, principalmente, en talleres. La característica que los identificaba era el ejercicio del trabajo manual para producir o recomponer manufacturas. Aunque en el proceso de radicalización no sólo los artesanos participaron, fueron quienes convirtieron las asociaciones en masivas e imprimieron la beligerancia en las transformaciones del Medio Siglo, precisamente por su rol social. Emeterio Heredia, un artesano y dirigente de la SD, describe esta situación en 1850: «[…] haciasenos sentir las funestas consecuencias de la bárbara lei que se dictó en aquel mismo año [1847] rebajando los derechos de importación i facultando con ella la introducción de varios articulos, que en el pais pueden manufacturarse igualmente a los estranjeros; tal medida que atacaba directamente nuestro bienestar i las profeciones que forman la ocupación de la mayor parte de la sociedad en jeneral era preciso combatirla, i para ello se creyó indispensable reunirnos en sociedad para reclamar por medio de una representación a las Cámaras Lejislativas se reformase dicha lei, que usurpaba violentamente nuestros derechos con detrimento de la subsistencia de nuestras familias [...]»301.

301 Heredia, «Contestación al cuaderno titulado “EL DESENGAÑO o confidencias de Ambrosio López, etc” por el presidente que fue de la Sociedad de Artesanos el 7 de marzo de 1849», 24.

81 El reclamo de Heredia establece una dicotomía moral frente a la posición que los defensores del libre cambio. No podría existir prosperidad generalizada si se obligaba a los productores a dejar de producir. Los derechos que se «usurpaban violentamente» eran el del trabajo y el de mantener su forma de vida. Esta defensa también se encuentra en las representaciones que dirigieron artesanos al Congreso de 1846302. La fuerza que tiene esta reivindicación reside en la profunda relación que existe entre trabajo manual y vida social en Bogotá.

La producción de artículos de uso cotidiano, aunque no era masiva, se hacía principalmente en talleres. Múltiples memorias muestran la importancia de estos espacios303, pero no existe un recuento detallado de su funcionamiento. Su organización o capacidad productiva quedan mediados por imágenes como la que brinda Miguel Samper acerca de la precariedad de la producción: «En Bogotá se trabaja en pequeños talleres y con materiales casi todos extranjeros. Esos materiales son de calidad inferior y la obra no puede resultar durable; se compran en pequeñas cantidades y a precios altos, porque ningún taller puede importarlos por su cuenta; no se emplean máquinas a pesar de la baratura relativa a que han llegado las que sirven para coser telas y pieles. Agrégase a esto que la obra se ejecuta con poca puntualidad y no muy perfecta, por lo general»304

¿Qué oficios existían? De acuerdo con la reconstrucción que hace Carmen Escobar existían: sastres, zapateros, carpinteros, talabarteros, herreros, chircaleros, barberos, ebanistas, cerrajeros, jaboneros, guarnicioneros, albañiles, tintoreros, sombrereros, plateros, joyeros (orfebres), tabaqueros, modistas, panaderos, polvoreros, trabajadores de cantera, silleteros, pintores, ornamentadores, latoneros y otros que no describe305. Este ejercicio se

302 Véase nota 247. 303 Salvador Camacho Roldán, Mis memorias, 2.a ed., vol. 2, Biblioteca Popular Colombiana 21 (Bogotá: Editorial A B C, 1946), 91-99; «El hombre honrado i laborioso» (Imp. de J. A. Cualla, 1842), Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia; Miguel Samper, La miseria en Bogotá y otros escritos (Bogotá: Biblioteca Universitaria de Cultura Colombiana, 1969). 304 Samper, La miseria en Bogotá y otros escritos, 97-98. 305 Escobar Rodríguez, La revolución liberal y la protesta del artesanado, 93.

82 ha basado en la sistematización de datos que se encuentran en crónicas, por lo que no existe una referencia en registros que se hayan hecho por los mismos artesanos. González de Cala ha hecho una lista más extensa de oficios306, 124 en total, pero no ha respaldado esta información con fuentes, por lo que no es posible deducir de manera mecánica si estos oficios se ejercían activamente en la Bogotá.

Con intención de reconstruir de manera más amplia tomamos los ejercicios de López & Güiza y Sowell sobre la Caja de Ahorros de Bogotá (1846-1865) por la cantidad de personas que buscan depositar allí algunos de sus ingresos307. La intención que le imprimió Lino de Pombo como director fue la de fomentar el desarrollo industrial por medio de un sistema muy básico de acumulación, herencia del cambio de actitud de la banca inglesa y la impronta moral del ahorro, con la idea de fomentar a los sectores industriales308.

No hay que entender como industria grandes aglomerados que producen mercancías elaboradas por medio de una división del trabajo muy tecnificada, con volúmenes muy altos de trabajadores. El calificativo industrioso tenía la acepción de trabajador, valorado positivamente. Los talleres, aún los más grandes, no tenían niveles de producción de los talleres europeos309. Se proponía estimular el ahorro, especialmente de depositantes individuales, prometiendo algunos rendimientos de acuerdo a la cantidad depositada.

Las autoras sostienen que los principales beneficiados de la Caja de Ahorros fueron los sectores mediana y bajamente calificados. Esta denominación es externa a las categorías de la época, propia de una visión de la economía en la que este factor, no definido claramente, es determinante. Pero vale la pena preguntar si estas categorías son pertinentes para entender la urdimbre social existente. De acuerdo con lo que hemos podido reconstruir

306 Marina González de Cala, «Oficios y artesanos en la colonia y la república», Credencial Historia, 1997, Biblioteca virtual - Banco de la República, http://www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial- historia/numero-87/oficios-y-artesanos-en-la-colonia-y-la-republica. 307 María del Pilar López Uribe y Diana Marcela Güiza, «La Caja de Ahorros: una aproximación a los patrones de ahorro en Bogotá, 1846-1865», Ensayos sobre Política Económica 30, n.o 67 (2012): 128-73. 308 López Uribe y Güiza, 132-33. 309 Safford, «Commerce and Enterprise in Central Colombia, 1821-1870.», 153.

83 en esta investigación, los niveles de ahorro son muy bajos. La calificación, dado que no se exigía título para ejercer oficios y no se tiene claridad sobre los criterios con los que la Caja clasificaba a sus depositantes310. La formación de sastres, zapateros, ebanistas, talabarteros, entre otros, generalmente se reproducía en talleres familiares, como se verá más adelante.

Sin demeritar el esfuerzo de síntesis de cifras que las autoras bogotanas ponen en este artículo, el uso de variables extrasociales, propio de un enfoque macroanalítico311, cercena las posibilidades de comprensión antes de empezar el proceso investigativo. Las cifras se insertan narrativamente dentro de la justificación de la misión que Pombo y los demás miembros de la Junta de Emisión buscaban. Todos los análisis se insertan dentro de un proceso supuesto, el de bancarización y modernización de la economía, muy propia de cierta historiografía liberal312. Por esto, se examinan las cifras desagregadas para 1853, buscando contrastar esta idea.

En la Tabla 2 se muestra un reporte desagregado de la Caja de Ahorros para 1853. No todos los depositantes pueden ser considerados artesanos. Categorías como Casadas, Estudiantes, Menores y Solteras, que son muy importantes numéricamente, son demasiado generales y no permiten examinar los oficios o la actividad que ejercían para depositar. Las demás son bastante explícitas. Resalta que no tengan tanto peso numérico como las anteriores. De los 999 depositantes, 238 están relacionados con trabajos manuales. Se incluyen médicos, artistas y profesores de ciencias. Existe la duda sobre la participación de sirvientes, sirvientas y dependientes dentro de esta categoría general. Sin ellos serían 130. De acuerdo con el censo de 1858313 existían 6499 artesanos. Entre ellos no se incluyen

310 Las fuentes consultadas por López Uribe & Güiza no muestran nunca criterios para hacer esta diferenciación. Véase Junta de emisión i Superintendencia de la Caja de Ahorros, «SETIMO INFORME ANUAL de la Junta de emisión i Superintendencia de la Caja de Ahorros de Bogotá, al Sr. Gobernador de la Provincia», El Pasatiempo, 19 de octubre de 1853, 184-85, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 311 Gribaudi, «Escala, pertinencia, configuración». 312 Véase nota 22. 313 No hay claridad sobre la agregación de esta categoría, pero el número sugiere un número mucho más elevado que el que muestran los reportes de la Caja. Véase Anexo, 121

84 médicos, fabricantes, institutores ni artistas. Ambas muestras comparadas muestran que la primera es muy pequeña como para concluir el éxito general de la misión de la Caja.

No es un propósito de esta investigación mostrar el cumplimiento de los propósitos de la Caja, pero si ubicar los alcances de la fuente para reconstruir una parte de la urdimbre social bogotana. Más que ciertas indicaciones sobre oficios y algunos depósitos no podemos hacer lecturas generales sobre la sociedad bogotana.

Sowell anota que los principales beneficiados, en términos de retornos, fueron los comerciantes y hacendados314. Los artesanos, como se observa en la tabla, no eran asiduos depositantes, ni podían depositar mucho. En promedio, para las categorías que hemos tomado para artesanos, los depósitos individuales son de $92,22. Existen diferencias muy grandes entre algunos oficios. Los tres herreros que aparecen en el Informe depositan sólo $44, mientras que un sólo talabartero depositó $155, R$48. Las diferencias, de acuerdo con el analista estadounidense, se deben a que los artesanos veían en la Caja una forma fácil para acceder a créditos, que eran muy necesarios para mantenerse produciendo315. Ni el monto ni la cantidad de solicitantes permiten concluir que fue una fuente importante de crédito para los artesanos bogotanos.

Puede considerarse que la principal diferencia es de interpretación. No se trata sólo de saber si muchos artesanos buscaban crédito allí, sino por qué quienes lo pedían tomaban montos tan bajos.

314 David Lee Sowell, «La Caja de Ahorros de Bogotá, 1846-1865: Artisans, Credit, Development, and Savings in Early National Colombia», Hispanic American Historical Review, 1993, 634. 315 Sowell, 633.

85 Tabla 2. Depósitos hechos en la Caja de Ahorros de Bogotá, 1853316

Oficio Cantidad de Depósito en pesos Reales (R$) depositantes ($) 1 Abogados 30 7,036 55,5 2 Agricultores 23 3,920 11 3 Albañiles 5 109 57 4 Aplanchadoras 10 1,055 57,5 5 Botilleras 3 408 22 6 Carpinteros 13 468 3 7 Casadas 79 9,897 88 8 Cocineras 13 1,159 41,5 9 Comerciantes 28 5,781 12 10 Costureras 21 575 39 11 Dependientes 8 1,341 42,2 12 Eclesiásticos 14 1,955 44 13 Empleados 47 4,652 0 14 Encuadernadores 1 30 15 Establecimientos 20 9,499 53 públicos 16 Estudiantes 52 2,004 01 17 Herreros 3 44 12 18 Impresores 16 2,030 65 19 Indíjenas en común 3 713 83 20 Litógrafos 2 10 75 21 Médicos 20 1,177 12 22 Menores 231 25,084 81 23 Militares 19 2,613 72 24 Músicos 6 860 36 25 Pintores 8 572 54 26 Plateros 3 420 18 27 Profesores de 1 675 95 ciencias 28 Pulperas 3 88 98

316 Junta de emisión i Superintendencia de la Caja de Ahorros, «SETIMO INFORME ANUAL de la Junta de emisión i Superintendencia de la Caja de Ahorros de Bogotá, al Sr. Gobernador de la Provincia», 184.

86 29 Pulperos 1 11 0 30 Sastres 7 12 91 31 Sirvientas 67 1,455 94 32 Sirvientes 33 1,496 79 33 Solteras 162 18,095 44,5 34 Talabarteros 1 155 48 35 Viudas 40 11,419 07 36 Zapateros 6 231 55

87 Figura I. Relación entre depositantes y depósitos de la Caja de Ahorros de Bogotá, 1853.

100000

10000

1000 231 162 79 100 67 47 52 40 30 28 33 23 21 20 20 19 14 16 10 13 13 8 8 7 10 5 6 6 3 3 3 3 3 2 1 1 1 1 1 s s s s s s s s s s s s s s s s s s n s s s s s s s s s s s s s s s s s o re le ra ra ro a ra te ra te o o re o te ro re ú fo o re re o re ro ia ra ro re ta te ra ro a ro d o i o e e d e n e n ic d o ic n e o m a ic o a ic o e c e e t n n e e d e a lt ñ d ll t a n a r e t a d l a rr s o r d n it s t t n p p s e e lt rt iu t g u a a ti in s i i tu i s le a b i e e c g é e il ú in la e l l a i i o a V a o c lb h o p a c rc s d iá p n ú d r tó i u u S rv rv b p b ri A c B r C o e o n s r p tu H p n i M M M M P P c P P i i S a a A g n a C e e m e s s m e L e S S l Z a C m C p l E d o I s d a A l o e c a t E a T p C D E u n n s A c ie e re n íj o E im d s c n e le I f b ro Cantidad de depositantes ta P s E Depósito en pesos ($)

88 Tabla 3. Créditos otorgados por la Caja de Ahorros de Bogotá, 1853317 Oficio Porcentaje sobre el Deuda en pesos ($) Deuda en Reales total de créditos (R$) Abogados 10,13% $8.994 0 Agricultores 27,13% $24.100 20 Alfareros 0,18% $160 0 Carpinteros 0,56% $496 80 Comerciantes 26,88% $23.880 0 Eclesiásticos 1,15% $1.020 0 Empleados 13,90% $12.350 10 Impresores 1,11% $988 0 Médicos 0,27% $237 0 Militares 2,88% $2.562 70 Músicos 0,05% $40 0 Pintores 0,68% $600 0 Pulperas 0,54% $480 0 Pulperos 1,77% $1.568 0 Sastres 0,68% $600 0 Talabarteros 0,09% $80 0 Vivanderos 0,36% $320 0 Zapateros 0,04% $32 0 Ocupaciones 9,34% $8.292 7,5 desconocidas El Tesoro Nacional, 2,28% $2.026 80 renta del 6 p. 100 100,00% $88.825 267,5

317 Junta de emisión i Superintendencia de la Caja de Ahorros, 185.

89 Figura II: Distribución nominal de los créditos por categoría, 1853 32,00 320,00 Abogados 80,00 Agricultores 8994,00 8292,00 600,00 Alfareros 1568,00 Carpinteros 480,00 Comerciantes 600,00 2026,00 Eclesiásticos 237,0040,00 988,00 Empleados 2562,00 Impresores Médicos 24100,00 Militares

12350,00 Músicos Pintores Pulperas Pulperos Sastres 1020,00 Talabarteros 160,00 Vivanderos 496,00 Zapateros 23880,00 Ocupaciones desconocidas El Tesoro Nacional, renta del 6 p. 100

90 La configuración de la sociedad bogotana no se aborda en extenso en esta investigación. Se puede decir, a pesar de esto, que ciertos indicios pueden avanzar en una dirección que sea verificable. En El Pobre, periódico muy poco citado que circuló entre septiembre y noviembre de 1851 se dice que buena parte de la población artesanal se trasladaba de vivienda con frecuencia, de donde era expulsada por no pagar a tiempo. Allí mismo, para ciertos oficios318, se montaban talleres. También tenemos idea de que hay algunos locales que se mantienen en el tiempo, por ejemplo algunas imprentas y carpinterías319. Los indicios que aparecen en El Pobre muestran que buena parte de los problemas de ingreso que tenían se deben, principalmente, al trabajo por obras320.

Este tipo de trabajos es propio de la mayor parte de oficios referidos anteriormente. Los ingresos derivados de estos trabajos no ha sido posible estimarlos, pero si existen referencias que aseguran que eran profundamente inestables y muchas veces derivaba en deudas. Para varios sastres la situación era de tal magnitud que la publicaban en varios periódicos. La sastrería de Agustín Rodríguez, dirigente y primer firmante del manifiesto de fundación de la SD, y la sombrerería de José María Rodríguez Moreno, su hijo, publican más de ocho anuncios en El Neo-Granadino durante 1853 solicitando que se les cancelen las deudas de noviembre de 1852. En el mismo ejemplar, otro hijo de Agustín, Ignacio Rodríguez Moreno, abre su propia sastrería, pero sin las deudas del taller de su padre321. Más adelante, José María también se va con Ignacio y Agustín no aparece más.

318 Sastres, zapateros, ebanistas y herreros. Véase «El pobre artesano», El Pobre, de setiembre de de 1851, 2, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 319 La imprenta del Neo-Granadino mantiene su dirección por lo menos veinte años. Loaiza Cano, «El neogranadino y la organización de hegemonías. Contribución a la historia del periodismo colombiano», 71; «El pobre artesano», 2. Los talleres de Saturnino Gonzáles y Narciso Garay, pro ejemplo, se mantuvieron también por un período largo. Véase José María Vergara y José Benito Gaitán, Guía de forasteros para 1867 (Bogotá: Imprenta de Gaitán, 1867), 371. 320 Entendido aquí como trabajos por encargo. 321 El taller de Ignacio estaba ubicado en la Carrera de no.34. En 1867 aparece en la Carrera de Bogotá no.13. Véase Ignacio Rodríguez Madero, «AL PÚBLICO», El Neo-Granadino, 7 de enero de 1853, 345, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia; Vergara y Gaitán, Guía de forasteros para 1867, 367.

91 Otro sastre, Tomás Rodríguez, miembro de la SP en 1849 de origen español322, ponía en venta $16.000 en prendas de los $25.000 que le debían para poder pagar el arriendo de su local323. Anunciaba a sus deudores que iba a publicar su lista de nombres y cuanto le debían. La familia Pulido324, que era la mayor deudora, debía $1.500 desde setiembre 15 de 1850. Rodríguez paga a El Neo-Granadino para que su aviso salga 52 veces325. Según Martínez Carreño, la lista de precios de Rodríguez es la siguiente:

Tabla 4. Precios ofrecidos por Tomás Rodríguez en su sastrería, 1852326 Producto Precio (en $ y en R$) Producto Precio Casacas, levitas, sacos $18-20 Chalecos de marsella o $2 de color o negros * pique blanco Sacos o sobretodos de $16-18 Chalecos de terciopelo $6,5 2a. negro Pantalones de color a $6-7 Capas forradas con $26 escoger de mangas o sin ellas Pantalones negros $7 Corbatas de raso negro, R$ 2 elásticos de grot, de razo de colores Pantalones de satén o $9-10 Guantes de caritilla R$ 1-4 raso de lana legítima blancos y negros Chalecos bordados de $6 Sombreros de felpa $6 raso negro y de merino extranjeros de color Chalecos de raso negro $4 Sombreros de fieltro R$4,5 liso o de color floreado Chalecos de raso de $3,5 Camisas de lino para $42 cuadros hombre, docena Chalecos de cachemira $4 Id. de algodón con $30 pechera puños y cuello de lino

322 Aída Martínez Carreño, «Sastres y modistas: notas alrededor de la historia del traje en Colombia», Boletín Cultural y Bibliográfico 28, n.o 28 (1991): 66. 323 Tomás Rodríguez, «AL PÚBLICO», El Neo-Granadino, de setiembre de de 1853, 326, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 324 Antonio, Manuel Antonio y Salvador Pulido. Tomás Rodríguez, «AL PÚBLICO I A MIS DEUDORES», El Neo-Granadino, 13 de octubre de 1853, 374, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 325 Rodríguez, 374. 326 Martínez Carreño, «Sastres y modistas», 66.

92 Es curioso que, a pesar del nivel tan alto de dudas de Rodríguez, mantuviera su negocio y pudiese publicar sus avisos. Había casas en Las Nieves que podían venderse por precios muy inferiores a la suma total que le adeudaban327. El nivel de crédito era tanto una dificultad como una ventaja, ya que si se ampliaba también podían hacerlo las ventas. Lo que se valoraba como negativo no eran las deudas, sino los deudores que se negaban a cancelarlas.

Francisco Meléndez, otro sastre, hace un aviso extenso en el que critica a sus deudores por ser «tramposos» i ser los «verdaderos i únicos Comunistas en la Nueva Granada»328 Luego, advierte a sus deudores: «[…] el infrascrito no reparará en gastos, para hacer publicar en todos los periódicos de la República los nombres de dichos individuos como medio precautivo en favor de otras personas honradas i bondadosas»329. El calificativo de comunistas es utilizado en el mismo sentido que, años atrás, Ambrosio López publicara en su cuaderno El Desengaño, donde los acusaba de querer nivelar la sociedad satisfaciendo sus venganzas y empobreciendo a las mayorías330.

No todos los artesanos sufrían este tipo de problemas. Para aquellos que no estaban obligados a postergar el pago, como barberos, boticarios o cirujanos331. Joaquín Calvo, médico cirujano, podía ofrecer servicios gratuitos a ciertas personas332. El Dr. Faugn, de origen estadounidense, ofrece cuatro tipos distintos de medicinas que dice vender muy

327 Véase nota 339. 328 Francisco Meléndez, «IMPORTANTE», El Neo-Granadino, 3 de junio de 1853, 188, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 329 Meléndez, 188. 330 López, «El Desengaño o confidencias de Ambrosio López Primer Director de la Sociedad de Artesanos de Bogotá, denominada hoi “Sociedad Democrática” escrito para conocimiento de sus consocios», 2. 331 Esta acepción debe entenderse de manera amplia, cobijando a dentistas y algunos médicos. 332 Joaquín Calvo, «LAS PERSONAS VERDADERAMENTE POBRES», El Neo-Granadino, 6 de octubre de 1853, 366, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia.

93 bien333. Algunas de ellas importadas. Un barbero, Felipe B. Ovalles, publica sin hacer mención a sus propias deudas durante 1852334.

Los trabajadores del metal, herreros, fundidores, tuvieron una participación destacada en el proceso de radicalización del artesanado. Emeterio Heredia y Miguel León eran artesanos, pero sus talleres no figuran dentro de los recuentos existentes335. Hay un indicador de precios para este trabajo, que figura en un aviso de El Neo-Granadino de 1851, publicado por Camilo Villamarín, donde cobra $R5 por herrar los cascos delanteros de un caballo, R$10 por todos los cascos y ofrece una garantía de un mes336. Sobre el funcionamiento de sus talleres, sólo hay indicadores de relaciones entre ellos para reparación de piezas337. Escobar Díaz muestra que, buena parte del desarrollo de la herrería se debió a la ampliación de su capacidad productiva, para lo que muestra dos casos: el de Ramón Salgar y el de Fernando Hernández (que figuraba como herrero y vidriero)338.

En el análisis de estas fuentes podemos encontrar indicios sobre la vida de los artesanos que, efectivamente accedían a las publicaciones, pero queda obscurecida una perspectiva más amplia y diversa sobre el ejercicio de otros oficios. Los dos intentos más notorios por tener un directorio general de avisos son el Semanario de Avisos, propiedad de Juan Malo339, y el Diario de Avisos, de Pereira Gamba, Camacho Roldán I Compañía340. Ambos publican negocios que pasan por sus agencias comerciales, pero suman algunas piezas de artesanos. Juan Cáceres, talabartero, publica el siguiente anuncio en el Semanario: 333 Dr. Faugn, «NUEVOS MEDICAMENTOS», El Neo-Granadino, 27 de octubre de 1853, 398, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 334 Felipe B Ovalles, «BARBERÍA DE FELIPE B. OVALLES», El Neo-Granadino, 2 de enero de 1852, 8, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 335 Diego Escobar Díaz, «Los trabajadores del metal en Colombia, 1850-1930», Revista Colombiana de Sociología 2, n.o 3 (1997): 58, 74. 336 Escobar Díaz, 57. 337 Emeterio Heredia, «LAS COSAS COMO SON», 1853, Fondo Pineda 253, pieza 9, Biblioteca Nacional de Colombia. 338 Escobar Díaz, «Los trabajadores del metal en Colombia, 1850-1930», 57-59. 339 Semanario de avisos [Bogotá], núms. 1-3, 10, 1854. Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 340 Diario de avisos [Bogotá], núms. 1-12, 1855. Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia.

94 «Todas las personas que busquen lo mejor i más barato, pueden ocurrir al establecimiento de Talabarteria de Juan Cáceres, […], en donde encontrarán de venta galápagos garantizados, en nada inferiores a los fabricados en Lóndres, como también un surtido de aperos para montura, ejecutado con todo esquisito gusto i a precios módicos. En el mismo establecimiento se refaccionan sillas i galápagos i se despachan todas las obras concernientes al arte [...]»341.

A pesar de que se sugiera que cada gremio era fuerte e independiente342 hay indicios que indican que la especialización era muy relativa a mediados de siglo. Herreros, por ejemplo, son referidos en distintas fuentes como herreros, cerrajeros, sastres o carpinteros343. Varios artesanos son referidos más en función de esta denominación que de su propio oficio. Los barberos, por ejemplo, son conocidos por haber ejercido más de un oficio, incluyendo el de cirujano, en sus tiendas344. Hemos visto anteriormente que varios artesanos podían compartir locales y que las deudas eran recurrentes en su actividad.

Varias fuentes también aseguran que, dentro de las distintas Sociedades, existían ofrecimientos para pagar representaciones legales ayudas para pagar arriendos, redes de crédito para penas345. Aunque no son referidas oficialmente, varias referencias anotan que el dinero para sufragar estos gastos provenía de los aportes de los miembros346. La solidaridad

341 Juan Cáceres, «BUENA PROPUESTA», Semanario de avisos, 13 de marzo de 1854, 3, Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Colombia. 342 Especialmente por la fuerza de las cofradías y los contratos de trabajo entre los siglos XVI y XVIII. Véase Graff, «Cofradias in the New Kingdom of Granada: Lay Fraternities in a Spanish-American Frontier Society, 1600-1755.», 134-99. 343 Miguel León y Emeterio Heredia son referidos como herreros en Cordovéz Moure, Reminiscencias de Santa Fe y Bogotá, 424, 786.; como ebanistas en Loaiza Cano, «Del débil utopismo de las élites a la formación de una cultura política popular en Colombia», 205. 344 José Manuel Groot, «El Barbero», en Narradores colombianos del siglo XIX (Bogotá: Colcultura, 1976), 191. 345 Heredia, «Contestación al cuaderno titulado “EL DESENGAÑO o confidencias de Ambrosio López, etc” por el presidente que fue de la Sociedad de Artesanos el 7 de marzo de 1849», 48. 346 Heredia, 9-10.

95 entre oficios se dio por una necesaria interdependencia entre quienes vivían de su fuerza de trabajo o de los oficios vinculados a la producción material.

El análisis anterior tiene alcances muy provisionales. Siguiendo el censo de 1858, hay casi 6500 artesanos en Bogotá, de los que sólo se han tenido en cuenta algunos indicios que muestran ciertos recorridos. Uno de los problemas que muestran estos casos es que sólo aparecen quienes pueden pagar avisos. Otro gran problema es que las mujeres, que componían la mayor parte del artesanado urbano347 quedan invisibilizadas de estos recuentos. Su participación como hilanderas o dependientas queda registrada en algunos artículos348; sabemos de una, María de la Paz Díaz, que participó con su trabajo en la fundación de una fonda y una tienda en 1851349.

Artesanos y librecambio, un debate todavía abierto

Repitiendo ciertas ideas decimonónicas, buena parte de la historiografía económica se ha dedicado a ubicar a los artesanos como defensores del proteccionismo. En este mapa de ideas, su opuesto sería el librecambio, que defendían los gólgotas. La interpretación no sólo se basa en datos cuantitativos, sino en la adopción de modelos de ordenamiento social350.

Para autores como Ocampo, la defensa del librecambio no sólo era importante, sino que era inevitable351. Las ventajas del ejercicio del librecambio eran tantas que los artesanos estaban destinados a perecer porque nunca pudieron competir con el sistema industrial de

347 Tabla 2. Estructura ocupacional de la población de la ciudad de Bogotá ,1858, 121. 348 Patricia Londoño, «La mujer santafereña en el siglo XIX», Boletín Cultural y Bibliográfico 21, n.o 01 (1984): 16-19. 349 Véase nota 388. 350 Como lo explica Palacios incluyendo a autores como Nieto Arteta y Colmenares. Véase Marco Palacios, El café en Colombia. Una historia económica, social y política, 3.a ed., La Línea del Horizonte (Bogotá: Planeta - Ediciones Uniandes - El Colegio de México, 2002), 48 y ss. 351 Ocampo Gaviria, Colombia y la economía mundial 1830-1910, 25.

96 Europa occidental352 o porque a los artesanos urbanos no les interesaba ser competitivos353. Kalmanovitz opina distinto en dos momentos354, pero nunca se pregunta por la especificidad de los reclamos.

Otro grupo de autores muestra que la relación que los artesanos establecían con su producción era de tipo precapitalista, por lo que defendían un sistema que les devolviera los privilegios que habían gozado antes de la Independencia355. La forma por la que optaron la SD y la SP, solicitar el alza a los aranceles para mercancías extranjeras, es el principal tema de debate en esta discusión.

Carmen Escobar, una de las autoras que más ha estudiado el período, sostiene que el interés principal del artesanado por incidir en las tarifas obedecía al enfrentamiento de clases, que se manifestaba en la contradicción entre la política de comercio internacional del liberalismo y la condición de clase productora del artesanado, aunque siempre precaria356. La autora lleva el argumento hasta decir que todas las manifestaciones del artesanado obedecen a una conciencia estrecha, que sólo buscaba la «[…] defensa de intereses relativamente mezquinos»357.

352 Ospina Vásquez, Industria y protección en Colombia, 232. 353 McGreevey, Historia económica de Colombia, 1845-1930, 218; Urrutia Montoya, HIstorial del sindicalismo en Colombia, 1850-2013, 22. 354 En Economía y nación se muestra favorable al alza de los aranceles, mostrando que era la forma para que el artesanado se apropiara de la producción industrial en Colombia. En Nueva historia económica de Colombia es de la posición de Ocampo. Véase Salomón Kalmanovitz, Economía y nación (Bogotá: Siglo XXI, 1985), 132; Salomón Kalmanovitz, Nueva historia económica de Colombia (Bogotá: Taurus, 2010), 94. 355 Véase notas 342 y 352. 356 Escobar Rodríguez, La revolución liberal y la protesta del artesanado, 95; König, En el camino hacia la nación: nacionalismo en el proceso de formación del Estado y de la nación de la Nueva Granada, 1750 A 1856, 300; Loaiza Cano, Sociabilidad, religión y política en la definición de la nación: Colombia, 1820-1886, 74; Renán Vega Cantor, «Liberalismo económico y artesanado en la Colombia decimonónica», Boletín Cultural y Bibliográfico 27, n.o 22 (1990): 48-49. 357 Escobar Rodríguez, La revolución liberal y la protesta del artesanado, 95.

97 Al plantear esta división ha quedado de lado la configuración social de la disputa, así como las valoraciones populares de los productos extranjeros. Como decía Heredia358, el perjuicio de permitir mercancías que estuviesen a costos demasiado bajos era una forma para atentar contra su forma de vida. Las peticiones para aumentar los aranceles no sólo obedecían a la defensa de ciertos intereses productivos, sino al posicionamiento de una forma de gobierno que contemplara los intereses populares en su haber359. No entra dentro de la lógica de la consideración artesanal que los aranceles sean la barrera efectiva que impida que los productos extranjeros lleguen a su mercado.

Ana María Otero ha demostrado que productos como la bayeta inglesa o los machetes americanos eran adquiridos, principalmente, por consumidores populares360. No había un rechazo hacia las telas por ser extranjeras; la integración era tal que las tiendas en las que se vendían tenían un amplio margen de crédito, que como se ha mostrado anteriormente era la forma más extendida para lograr ventas. Es más, existía una relación fuerte entre varios sastres y las tiendas que les vendían telas extranjeras361.

Para los machetes era un caso distinto. Muchos herreros y plateros se quejaban de que las herramientas terminadas eran más baratas que el material que tenían que comprar para hacerlas362. Pero, de nuevo, el problema no era que fueran extranjeros.

El rechazo no era a los productos, sino a la forma que tomaba la administración del Estado. La demanda de la SD se daba por dos vías: el rechazo a la producción que ellos

358 Hay múltiples referencias a esta posición. Véase nota 301. 359 Gutiérrez Sanín, Curso y discurso del movimiento plebeyo, 1849/1854, 100 y ss. 360 Ana María Otero-Cleves, «Foreign Machetes and Cheap Cotton Cloth: Popular Consumers and Imported Commodities in Nineteenth-Century Colombia», Hispanic American Historical Review 97, n.o 3 (1 de agosto de 2017): 423-56, https://doi.org/10.1215/00182168-3933828. 361 Los modelos y las telas que se muestran en la Tabla 4 son importados. 362 De allí que Escobar Díaz diga que un factor de éxito de los talleres de herrería fuera la combinación de metales nacionales con extranjeros. Véase nota 335.

98 podían producir363 y la exigencia de retirar a los agiotistas del gobierno364. Según la solicitud de 1846, que es reivindicada constantemente,

«[…] no intentamos de ninguna manera que se adopte entre nosotros un sistema prohibitivo tan opuesto a la libertad de comercio como el que existia en tiempo de la dominacion Española, i que esta en pugna con todos los principios de una economia bien entendida»365.

Entre las solicitudes se pedía explícitamente que no hubiesen restricciones para las telas y «[…] los efectos propios de toda manufactura»366. Inclusive, se llega a decir que ellos mismos no tienen la capacidad para abastecer de telas, pero sí para hacer zapatos, chaquetas y herramientas; ninguna nación europea podría desarrollarse si no se le permite a quienes trabajan hacerlo de forma extendida, desarrollando la industria nacional. Es decir, la primera demanda de la SD no pedía protección, sino consideración frente a la poca industria existente, quienes trabajaban en ella y su poca capacidad para competir con manufacturas extranjeras.

La segunda demanda, que no está en el texto de 1846, tiene que ver con quienes introducían bienes manufacturados a la Nueva Granada. Florentino González, Manuel Murillo, la familia Samper, los hermanos Camacho Roldán y otros tenían compañías comerciales que importaban estos mismos bienes367. Al mismo tiempo, eran quienes se reunían para deliberar sobre las reformas a las leyes de Hacienda, siendo algunos secretarios de esta cartera368. Los comerciantes, como hemos mostrado antes369, eran los

363 Véase nota 301. 364 León, «SATISFACCIÓN que da el que suscribe, al Sr. Doctor M. Murillo Secretario de Hacienda».; nota 169; nota 74. 365 AGN. Archivo Histórico Legislativo, Congreso, Proyectos Negados, 1846, Tomo V., 118v. 366 AGN. Archivo Histórico Legislativo, Congreso, Proyectos Negados, 1846, Tomo V., 119r. 367 Véase Tabla 1, 118. 368 Vease página 12 y nota 23. 369 Véase Figura II: Distribución nominal de los créditos por categoría, 1853 .

99 principales solicitantes de deudas, aunque tuvieran elevados capitales. Esto se puede apreciar en las actas de fundación de sus sociedades comerciales.

Las denuncias en este sentido muestran un fenómeno que ha sido analizado desde sus consecuencias económicas370, pero no es su valoración social. Consignas como ¡Abajo los agiotistas!371 no sólo muestran el rechazo a ciertos funcionarios, sino que cuestionan uno de los fundamentos de las reformas liberales del medio siglo: la disolución de los privilegios coloniales en la economía. No hay disolución si se le permite a algunos funcionarios hacer del Estado su negocio. La hegemonía de los gólgotas y conservadores en el Congreso y la Cámara era rechazada por el entramado en el que se movían, que les permitía adecuar la legislación a sus intereses.

370 Véase nota 22. 371 Consigna que puede entenderse en relación con la especulación con bonos de tierras, financiada con créditos de la Caja de Ahorros. Véase Sowell, «La Caja de Ahorros de Bogotá, 1846-1865: Artisans, Credit, Development, and Savings in Early National Colombia», 627.

100 Conclusiones La elección de método que este trabajo presenta ha complejizado el panorama de posibilidades de investigación sobre la Bogotá de mediados del siglo XIX. Metodológicamente se hicieron varias acotaciones. La primera buscó limitar espacialmente la investigación a la Bogotá urbana; sólo cuatro distritos. Luego se hizo una acotación de tipo temporal, el año de 1853, con el objetivo de buscar la reconstrucción de una parte de la urdimbre social con mayor rigor. Finalmente, se trabajaron dos acontecimientos que cumplían con dos características: mostraban enfrentamientos que involucraban a múltiples grupos sociales y tienen gran magnitud, medida en personas que estuvieron presentes durante su desarrollo. A partir de ello se empezaron a plantear preguntas sobre las formas de la protesta popular radical, los espacios de sociabilidad en los que se presentaba y las relaciones sociales que se tejían y destejían con ellas. La individualización de ciertos comportamientos y tendencias observadas en los acontecimientos permitió reificar varias listas de nombres, prácticas y relaciones entre artesanos y las élites nacionales.

A lo largo de esta investigación se ha buscado discutir con la historiografía existente sobre el período denominado Revolución de Medio Siglo. Esto con el propósito de abrir un lugar para indagar, desde el microanálisis, en las relaciones sociales de los artesanos con otros grupos sociales. Se ha mostrado como el artesanado tenía un lugar central en la vida política bogotana, siendo el grupo al que más apelaban los recién creados partidos para concretar sus empresas. Una cierta ubicuidad social caracteriza a los artesanos: se ubican como combatientes, productores, oradores y funcionarios. Las Sociedades (Democrática y Popular) se forman para consolidar al artesanado como grupo social cohesionado, y aunque los partidos traten de darles carácter eleccionario o de formación intelectual y técnica, los intereses del grupo se imponen a los de partido.

101 Las lealtades a los partidos, que habían sido tomadas como naturales, han sido problematizadas de acuerdo a dos indicios: la religiosidad popular y el fervor de defensa de la República. El primero de ellos se ha ubicado en el tipo de contratación que tenían los talleres, casi siempre ausente de las notarías revisadas. Se ha aventurado la idea, sobre el análisis de Castro acerca de la desamortización de bienes de manos muertas, que muchos contratos de arrendamiento debían ser entre artesanos y propiedades eclesiásticas, lo que daría una causa material a las distintas relaciones entre el artesanado y la Iglesia.

El segundo tiene que ver con la fuerza de la Sociedad Democrática para mantener al régimen liberal. Las constantes apelaciones, en fuentes de origen popular, a la participación de artesanos en la guerra de Independencia, las sucesivas guerras civiles, la manutención de un «orden republicano» y el aporte moral que hacían a la sociedad con su trabajo eran elementos que fueron canalizados por los gobierno de José Hilario López y José María Obando a través de la participación de éstos en cargos de gobierno, la extensión de ciertas líneas de crédito o la subvención de periódicos en los que podían publicar, ferias industriales en las que podían participar o eventos públicos donde podían declamar. El encausamiento fue sólo parcial, ya que las formas de resistencia a la hegemonía liberal están presentes durante toda la coyuntura.

También se ha mostrado que la historiografía contemporánea que ha trabajado el período no ha hecho una reconstrucción general de los acontecimientos del 19 de mayo y el 8 de junio, donde se materializó la separación del artesanado de las metas partidistas. Aunque la figura de Obando siguiera manteniéndose fuerte, el Congreso y la Cámara se convirtieron en «enemigos del pueblo». Allí se consolidaba una clase dirigente que gobernaba a través de un pacto que le permitía mantenerse en el Estado, modificar sus leyes y controlar qué proyectos se permitían y cuales se vetaban. Los artesanos también se consolidaron, por algunos momentos, como clase, lo que transformó su postura en radical. La radicalidad de los enfrentamientos no se encuentra solamente en la beligerancia con la que se hayan agitado o en el uso de la violencia, sino en la diferenciación social que

102 establecen frente a los cachacos. Que las hojas volantes, periódicos y, sobre todo su comportamiento mostraran la intención de desafiar el poder decisorio de los representantes públicos es lo que caracteriza a esta protesta como radical.

Como no ha sido posible, con certeza, determinar oficios de quienes participaron en estos episodios ha sido necesario ampliar el foco de análisis, de los artesanos a las clases populares. Dentro de la documentación analizada, la categoría censal de artesano es extremadamente inexacta y cobija poblaciones demasiado amplias comparadas con las muestras que hemos obtenido. No se ha encontrado, con certeza, una forma para aglutinar la población de las Sociedades en torno a una sola lealtad, sea de oficio, partido, familia o barrio. En este aspecto las fuentes han mostrado, más que interpretaciones generales, indicios sobre la configuración de la sociedad bogotana.

Estos indicios, siempre fragmentarios y parciales, establecen patrones que ni siquiera habían sido considerados por la historiografía más contemporánea, donde el artesanado se tomaba como una unidad y sus protestas como alteraciones de su común actuar, explicables solo por hambre u hostigamiento directo. Los niveles de deuda, la capacidad productiva, los sistemas de solidaridad y la fuerte intención de defender activamente la República se muestran en estos indicios, que han sido ubicados a partir del seguimiento individualizado de algunos artesanos. La falta de datos para seguir a las mujeres artesanas han sido una dificultad que no se ha podido subsanar.

Se han tomado índices de precios, propios y ajenos, comparados con listas que permiten dar una idea sobre el ingreso individualizado de algunas personas, esto con el objetivo de establecer matrices de relaciones acerca de la pobreza en Bogotá. La fuente que se presenta aquí no se había trabajado anteriormente: la lista de deudores de la subvención provincial. Agregando y desagregando datos encontré que existen mecanismos extramonetarios para determinar su cobro, frente al que hay un alto nivel de resistencia, con

103 lo que se explica la gran cantidad de deudores He descrito este fenómeno como el uso discrecional del poder, mostrando que la metodología de liquidación del cobro sólo se utiliza para las contribuciones más elevadas, mientras que en las menos elevadas, que son la mayoría, no hay consideraciones metodológicas.

Las fuentes de crédito (la Caja de Ahorros, por ejemplo) no fueron efectivas para subsanar los problemas de ingreso corriente. Los niveles de deuda, aunque muy elevados, se mantenían hasta que el flujo de los talleres no los soportara más. De esta manera se ha mostrado que la protesta no es un reflejo de ciertas condiciones materiales, sino que aúna elementos morales y sociales. Los enfrentamientos, en este sentido, dan solidez a algunos de estos elementos y muestran la diferenciación social en un estado antagónico y no controlado. Los artesanos, aunque nunca lo plantearan explícitamente, tenían ideas compartidas sobre el funcionamiento de la sociedad y estaban dispuestos a enfrentarse con quienes atentaran contra su forma de vida y sus oficios.

104 Referencias

Fuentes documentales

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116 Anexos

117 Tabla 1. Algunas sociedades de las Notarías 1ª y 2ª , 1850-1859.

Nombre de la Número de socios Socios Actividad principal Capital inicial Propósito de la Fecha sociedad de los socios sociedad Sociedad Caicedo, 2 José Ignacio Caicedo Comerciantes $20.000 c/u Compras, ventas, 14 de mayo de 1853 Gutiérrez Cubillos372 G.; Juan U. Cubillos arrendamientos, comisiones y consignaciones S.N.373 2 Emeterio Heredia; Zapateros. $600 y aporte Taller de zapatería 14 de junio de 1853 José A. Saavedra industrial, respectivamente. S.N.374 3 Salvador Latorre; Negocios $1250 de a 8 décimos Toda clase de 1° de agosto de 1853 Dolores Perea; comerciales los dos primeros; negocios comerciales Agápito Latorre $2500 de 8 décimos (sic.) el tercero. Compañía de la 4 Juan José Anza Compañía de teatro376 N. E. Arte dramático, 21 de noviembre de Unión375 (director de teatro); teatro. 1853 Guillermo E. Isáziga (Actor); Margarita Escobar (Actríz); Emilia Ortíz (Actríz). Serrano y Soto377 2 Silvestre Serrano; Comerciantes $3000 y $800 Sociedad comercial. 16 de febrero de Foción Soto. respectivamente. 1854. Robledo Gutiérrez y 3 Eusebio Robledo; Comerciante e $31.559.7 y 3 Comercialización de 21 de septiembre de

372 AGN, Notaría Primera, Tomo 339, Escritura N.º 299, 395r-396r; Oscar Noé Pachón Pedraza. (1985), 46. 373 AGN, Notaría Primera, Tomo 339, Escritura N.º 371, 495r-496v; Oscar Noé Pachón Pedraza. (1985), 47. 374 AGN, Notaría Primera, Tomo 340, Escritura N.º 666, 938r-939r; Oscar Noé Pachón Pedraza. (1985), 48. 375 AGN, Notaría Primera, Tomo 340, Escritura N.º 699, 994r-996r; Oscar Noé Pachón Pedraza. (1985), 49. 376 De acuerdo con Lamus (2010) se trata de teatro influenciado por ideas revolucionarias francesas, lo que se puede ver en su repertorio. Empezó actividades once meses antes de que se constituyera la compañía legalmenteVéase Marina Lamus Obregón. (2010). 127-129. 377 AGN, Notaría Primera, Tomo 343, Escritura N.º 172, 344v-345r; Oscar Noé Pachón Pedraza. (1985), 50

118 Cía378 Gregorio Robledo industriales, octavos reales como todo tipo de 1855 (Industrial); Jesús respectivamente. único aporte. productos. María Gutiérrez (Industrial). Convers i Codazzi379 2 Sergio Convers; Comerciantes $6.000 (en Comercio, compra y 26 de septiembre de Agustín Codazzi. mercancía); $6.000 venta de mercancía. 1855 S. N.380 4 Juan Crisóstomo Comerciantes $26.910,66; Comercio en general 8 de diciembre de Campuzano; José $27.510,66; 1855. Antonio Campuzano; $6.910,68; $10.000, Tomás Campuzano; respectivamente Baltazar Campuzano Tamayo y Calvo381 2 Víctor Tamayo; Comerciantes $8.000 cada uno. Comercio de bienes 28 de diciembre de Valentín Calvo raíces en general. 1855. Davison, Grice y 3 Diego Davison, Comerciantes y $50.000, $25.000 y Empleo y 12 de marzo de 1856. González382 Enrique Grice y Procurador General $25.000, administración de la Florentino González de la Nación respectivamente. máquina para compactar sal Powles, Gover Cia383 3 Powles Hermanos, Comerciantes N.F. Comercio y agentes 1º de enero de 1856. Miguel Rivas y de comisión Samuel John Gover S. N.384 8 Luis Reyes, Joaquín N.E. $2.000, $2.000, Fabricación de 6 de mayo de 1856. Reyes, Nicolás $2.000, $2.000, tejidos en lana y Casas, Manuel $2.000, $36.000, algodón. Ponce, Soler Barrero, $18.000 y $36.000,

378 AGN, Notaría Primera, Tomo 344, Escritura N.º 1.114, 114r-114v; Oscar Noé Pachón Pedraza. (1985), 51. 379 AGN, Notaría Primera, Tomo 344, Escritura N.º 1.135, 143r-144v; Oscar Noé Pachón Pedraza. (1985), 52 380 AGN, Notaría Primera, Tomo 344, Escritura N.º 1.428, 839r; Oscar Noé Pachón Pedraza. (1985), 54. 381 AGN, Notaría Primera, Tomo 344, Escritura N.º 1.470, 926v; Oscar Noé Pachón Pedraza. (1985), 55. 382 AGN, Notaría Primera, Tomo 345, Escritura N.º 261, 471-472v; Oscar Noé Pachón Pedraza. (1985), 56. 383 AGN, Notaría Primera, Tomo 345, Escritura N.º (no existe), 598r-599r; Oscar Noé Pachón Pedraza. (1985), 57. 384 AGN, Notaría Primera, Tomo 346, Escritura N.º 494, 101v-102r; Oscar Noé Pachón Pedraza. (1985), 59-60.

119 Antonio Ponce, Lino respectivamente. Sánchez y Jacobo Sánchez. Samper y Cía385 6 Rafael Samper, Comerciantes $37.801,5 1/4, Comercio en general 1º de abril de 1852 Rodolfo Samper, $31.741.4 3/4, (protocolizada el 10 Manuel Samper, $40,000, $43,293,1 de abril de 1856) Miguel Samper, 1/4, $33,739,7 ¾ y Antonio Samper, y $30,872 ¼, Silvestre Samper. respectivamente. Maldonado y 3 José Ignacio Alfareros $500, 8 cada uno. Taller de alfarería 24 de agosto de 1858 Valenzuela386 Maldonado, Juan N. Maldonado y Petronila Valenzuela Nicolás y Francisco 2 Nicolás Gallissot y Zapateros $10.000 8/10 y Fabricación, compra Enero de 1859 Gallissot Francisco Gallissot trabajo industrial, y venta, exprotación Hermanos387 respectivamente. e importación de todo tipo de calzado. S.N.388 2 Ramón M. y María N.E. $600 y trabajo Establecimiento de 6 de mayo de 1851. de la Paz Díaz. industrial, una fonda y una respectivamente. tienda.

385 AGN, Notaría Primera, Tomo 346, Escritura N.º (no existe), 399r-403v; Oscar Noé Pachón Pedraza. (1985), 61-62. 386 AGN, Notaría Primera, Tomo 352, Escritura N.º 930, 972v-973r; Oscar Noé Pachón Pedraza. (1985), 65. 387 AGN, Notaría Primera, Tomo 355, Escritura N.º 616, 179r-180v; Oscar Noé Pachón Pedraza. (1985), 68. 388 AGN, Notaría Segunda, Tomo 264, Escritura N.º (no existe), 476r-476v; Oscar Noé Pachón Pedraza. (1985), 83.

120 Tabla 2. Estructura ocupacional de la población de la ciudad de Bogotá ,1858389

Hombres % Mujeres % Total Población Población total activa % % I Agricultores 895 71,26% 361 28,74% 1256 7,50% 4,01% Ganaderos 56 82,35% 12 17,60% 68 0,41% 0,20% Mineros 7 100,00% 0 0,00% 7 0,00% 0,02% Pescadores 0 0 0 0,00% 0 0,00% 0,00% II Artesanos 3324 51,15% 3175 48,85% 6499 38,82% 20,75% III Comerciantes 1012 63,45% 583 36,55% 1595 9,53% 5,09% IV Sirvientes 889 16,49% 4502 83,51% 5391 32,20% 17,21% V Capitalistas 14 87,50% 2 12,50% 16 0,10% 0,05% Propietarios 89 55,97% 70 44,03% 159 0,95% 0,51% Fabricantes 40 56,34% 31 43,66% 71 0,42% 0,23% Ministros de 122 100,00% 0 0,00% 122 0,73% 0,39% culto Institutores 36 40,00% 54 60,00% 90 0,54% 0,29% Médicos 51 100,00% 0 0,00% 51 0,30% 0,16% Ingenieros 13 100,00% 0 0,00% 13 0,08% 0,04% Literatos 3 100,00% 0 0,00% 3 0,02% 0,01% Lejistas 104 100,00% 0 0,00% 104 0,62% 0,33% Artistas 168 68,02% 79 31,98% 247 1,48% 0,79% Arneros 65 67,71% 31 32,29% 96 0,57% 0,31% Militares 480 100,00% 0 0,00% 480 2,87% 1,53%

389 Tomado de Cármen Escobar Rodríguez (1990). 91. Los porcentajes y las sumatorias han vuelto a ser calculadas porque no concordaban con las cifras.

121 Marineros 0 0,00% 0 0,00% 0 0,00% 0,00% Relijiosos 179 37,92% 293 62,08% 472 2,82% 1,51% VI Población 7547 45,08% 9193 54,92% 16740 53,44% activa Infantes sin 3175 49,86% 3193 50,14% 6368 38,04% 20,33% oficio Estudiantes 1720 67,48% 829 32,52% 2549 15,23% 8,14% Admición 116 2,05% 5532 97,95% 5648 33,74% 18,03% doméstica Reos remitidos 20 100,00% 0 0,00% 20 0,12% 0,06% Total 12578 40,15% 18747 59,85% 31325

122 Tabla 3. Subvenciones adeudadas de los miembros de la Sociedad Democrática, 1853390 Barrio Nombres Apellidos Contribución (en Rs) La Catedral Agustín Díaz 4 Samudio 19 Useche 4 Dionisio Tavera 4 Eustaquio Sánchez 4 Francisco Cansino 19 Garzón 4 Londoño 42 Quesada 4 Torres 4 Gregorio Niño 4 Hilario Novoa 14 José Torres 4 José Ignacio Maldonado 14 Manuel González 589 Torres 4 Marcelino Laverde 4 Martín Guerrero 4 Miguel García 4 Quintero 4 Pablo Páez 4 Pastor González 104 Pedro Aguilar 20 Rafael Cristancho 4 Santos Pereira 4 Tiburcio Ruiz 4 La Catedral/ Las Antonio Caballero 64 Nieves Francisco González 14 Modesto Rodríguez 8 Nicomedes Niño 8

390

124 Las Nieves Bartolomé Andrade 8 Ignacio Gómez 40 Juan Nepomuceno Cárdenas 4 Narciso Salamanca 4 Simon Caballero 4 San Victorino Francisco Rodríguez 12 José Maria Rodríguez 15 San Victorino/La Domingo Contreras 22 Catedral Total Resultado 38 38 1096

125 Tabla 4. Subvenciones adeudadas por los miembros de la Sociedad Popular, 1853 Barrio Nombres Apellidos Contribución en R$ La Catedral Abel Sanz 4 Agustín Díaz 4 Talero 4 Antonio González 4 Plata 60 Torres 109 Cecilio Castro 7 Celestino Peña 4 David Forero 4 Domingo González 4 Tovar 4 Enrique Maine 4 Vargas 4 Eusebio Cifuentes 4 Sánchez 56 Eustaquio Caicedo 4 Felipe Castañeda 4 Fernando Serrano 4 Francisco Amaya 4 Camacho 4 Cristancho 1 Jiménez 34 Latorre 4 Méndez 4 Pardo 19 Parra 4 Pineda 4 Tamayo 4 Torres 4 Francisco de P. Torres 40 Fructuoso Corredor 19

126 Guillermo Plata 4 Ignacio Beltrán 12 Medrano 4 Roel 4 Salgado 4 Vergara 5 Indalecio Reina 4 Joaquín Camargo 4 Posada 19 José Amaya 49 Dávila 4 Torres 4 José Joaquín Plata 4 José María González 3 Maldonado 5 Mendoza 10 Ortega 4 Salcedo 4 José Mercedes Hidalgo 26 Manuel María Peña 26 Mariano Sánchez 19 Martín Guerrero 4 Mateo Garzón 4 Miguel Romero 4 Nepomuceno Sánchez 4 Paulino Clavijo 4 Pedro González 34 Peña 94 Sánchez 4 Salvador Fonseca 4 Santos Mancera 4 Saturnino González 4 Valerio Amaya 14 Venancio Cabrera 7

127 La Catedral/Las Nieves Antonio Pérez 26 Sánchez 33 Francisco González 14 Vargas 23 Ignacio Torres 8 Joaquín Garzón 8 Pablo Garzón 8 Pedro Rodríguez 25 Las Nieves Cayetano Díaz (vacío) César Guzmán 42 Ciriaco Navarrete 6 Espíritu Santo Montaña 4 Fructuoso Martínez 4 Hilario Parra 18 Justo Grajales 4 Mariano Plata 4 Nepomuceno Peña 4 Pastor Ospina 3,5 Pedro Arjona 3,5 Figueroa 4 Urbano Navarrete 24 San Victorino Fernando Campos 36 Francisco Rodríguez 12 Ignacio Rodríguez 12 San Victorino/La Domingo Contreras 22 Catedral Total Resultado 98 98 1184

128 Nota metodológica

Las siguientes tablas contienen series de datos sobre los deudores de la subvención provincial de febrero de 1853. Las fuentes se refieren en una nota anterior391. Se ha utilizado un gráfico donde aparecen relacionados el número de deudores y el valor de cada contribución. En el eje horizontal se muestran grupos de personas que deben la misma cantidad, ordenadas de manera descendente. En el eje vertical, que está en escala logarítmica, se cuantifican ambas variables en reales (R$)392. Para la variable «Subvención» se establece el valor de cada subvención individual. Para la variable «Valor de las subvenciones de cada grupo» se establece el valor que resulta de multiplicar la

«Subvención» por el total de personas que compongan cada grupo de deudores.

391 Véase nota 252. 392 Véase la aclaración de la página 5.

129 130 Figura I. Deudas y deudores de la subvención provincial. Distrito de la Catedral, 1853 10000

1000 )

$ 100 R (

s e l a e R

10

1

Subvención Valor de las subvenciones de cada grupo

131 Figura II: Deudas y deudores de la subvención provincial. Distrito de Las Nieves, 1853. 10000

1000 ) $ R

( 100

s e l a e R

10

1 2 4 3 1 8 7 6 5 4 4 4 4 3 3 3 3 2 2 2 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 6 2 1 1 3 Subvención Valor de las subvenciones de cada grupo

132 Figura III: Deudas y deudores de la subvención provincial. Distrito de Santa Bárbara, 1853 1000

100 ) $ R (

s e l a e R

10

1 4 3 8 8 6 6 5 4 4 3 2 2 2 2 2 2 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 1 Subvención Valor de las subvenciones de cada grupo

133 Figura IV: Deudas y deudores de la subvención provincial. Distrito de San Victorino, 1853 1000

100 ) $ R (

s e l a e R

10

1 61 16 11 10 9 8 5 3 3 3 3 2 2 2 2 2 2 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 Subvención Valor de las subvenciones de cada grupo 134