Revista de Artes y Humanidades UNICA ISSN: 1317-102X [email protected] Universidad Católica Cecilio Acosta

Ferrer, Dilian Ciudadanía y conflictos políticos en el escenario de la frontera Colombiana (1858-1900) Revista de Artes y Humanidades UNICA, vol. 9, núm. 23, septiembre-diciembre, 2008, pp. 99-119 Universidad Católica Cecilio Acosta , Venezuela

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Ciudadanía y conflictos políticos en el escenario de la frontera Colombiana (1858-1900)

FERRER, Dilian

Universidad del Zulia [email protected] Resumen

El contexto de la guerra de emancipación permitió impulsar la inter- vención del elemento armado en el escenario político de la nueva repú- blica de Venezuela. Desde esos instantes primarios de convocatoria y movilización para la constitución del Estado y la nación, se alza la pre- eminencia de los hombres o ciudadanos de las armas. Éstos se consti- tuirán en los individuos que por su dignidad, se considerarán histórica- mente los custodios del proceso republicano venezolano. Su participa- ción política marcó la realidad histórica y las estrechas relaciones entre el occidente venezolano y el oriente colombiano. Como actores funda- mentales permitieron proponer alternativas de integración o de segre- gación durante el proceso de construcción de la nación. En este sentido, el espacio del occidente venezolano se denota diferenciado y marcado por las actividades mercantiles y políticas. Los ciudadanos de as armas al enfrentar conflictos políticos encontraron en un espacio de desahogo y en algunos casos de apoyo para impulsar sus proyectos. Palabras clave: Ciudadanía, Colombia, Venezuela, conflictos, na- ción.

Recibido: Mayo 2008 Aceptado: Junio 2008

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Citizenship and political conflicts on the scene of the Colombian front (1858-1900) Abstract

The context of the war for emancipation motivated the intervention of an armed element on the political scene of the new Venezuelan re- public. From those first moments of muster and mobilization to consti- tute the State and nation, the pre-eminence of armed men or citizens was raised. These will become the individuals who, due to their dignity, will historically be considered custodians of the Venezuelan republican process. Their political participation marked the historic reality and close relations between Western Venezuela and Eastern Colombia. As fundamental actors, they were allowed to propose alternatives for inte- gration or segregation during the nation-building process. In this sense, Western Venezuelan space is denoted as differentiated and marked by mercantile and political activities. The armed citizens, when confront- ing political conflicts, found in Colombia a space for venting, and in some cases, a support to further their projects. Key words: Citizenship, Colombia, Venezuela, conflicts, nation.

Introducción El ambiente durante la guerra de emancipación permitió im- pulsar la intervención del elemento armado en el escenario político de la nueva república. Desde esos instantes primarios de convoca- toria y movilización para la constitución del Estado- nación, se alza la preeminencia de los hombres de las armas. Estos se trans- formaran en los ciudadanos más activos al formalizarse su nuevo status de ciudadanos de las armas. Por esta razón, la génesis de la nación en Latinoamérica estará vinculada al soldado, la guerra y las armas. Se considera de forma sustancial que “el militar, el sol- dado, es el elemento fundamental en materia de ciudadanía tanto a causa de su papel de defensa del territorio como por su intromisión efectiva y real en el campo del poder político” (Hébrard, 2006). Como resultado, se aprecia que desde una etapa temprana, se exaltarán las acciones militares, elevándolos a la condición de “hé- roes de la patria.” El ciudadano de las armas representa “la patria” y es “el brazo armado del poder”. La historia republicana incorpo-

100 z Revista de Artes y Humanidades UNICA / Año 9 Nº 23 Septiembre-Diciembre 2008 CIUDADANÍA Y CONFLICTOS POLÍTICOS EN EL ESCENARIO DE LA FRONTERA COLOMBIANA (1858-1900) ró dentro de sus prioridades la búsqueda de héroes. Éstos estarían encarnados en los virtuosos ciudadanos de las armas. 1Al forjar esta imagen del héroe militar sacralizado, vemos que esta idea fue incrustada en el imaginario político venezolano de manera casi permanente en nuestra historia. El proceso contemporáneo vene- zolano nos rememora esta situación. Los ciudadanos de las armas se convertirán en un arquetipo que nuestra cultura política acrecentará en el tiempo. De manera que se apropiarán, por especie de derecho “mesiánico”, la función de ejercer el control y la regulación de la sociedad. Esta apropia- ción resultaba ajustada al hecho de ser los “edificadores” y a su vez “salvadores” de la nación. Los militares lograron envestirse del manto mítico y legendario de los héroes que les autoriza a asumir continuamente las riendas de la primera magistratura del país. Este imaginario ha legitimado los múltiples asaltos al poder político, tanto en el siglo XIX como en el XX. En definitiva, el proceso de conformación de la nación y la nueva ciudadanía, se emprendió con la fuerza de la participación de los ciudadanos de las armas y la necesidad de integrar los espa- cios así como a sus colectivos. Resultaba fundamental sumar de forma arrolladora a los ciudadanos dentro del concierto de volun- tades que propulsaba alcanzar la consolidación de la nación. En este sentido, la conflictividad que fue generada dentro de la política y promovida por los líderes armados, condicionó de for- ma dramática el modo de vida en el espacio fronterizo y los dere- chos de la ciudadanía que allí habitaban. Trasciende de forma sig- nificativa la necesidad de reconstruir históricamente la problemá- tica de la ciudadanía en el escenario fronterizo para revelar de ma-

1 Para la construcción de estas imágenes simbólicas, se proclamaba hasta en los templos la idea de una “nación de héroes”, que indudablemente el Libertador continuamente estimuló: …es de interés público, es de la gratitud de Venezuela, es del honor Nacio- nal, conservar con gloria hasta la última posteridad, una raza de hombres virtuosos, prudentes, y esforzados que superados todos los obstáculos, han fundado la República a costa de los más heroicos sacrificios. Y si el pueblo de Venezuela no aplaude la ele- vación de sus bienhechores, es indigno de ser libre y no lo será jamás” (Bolívar, 1985).

Revista de Artes y Humanidades UNICA z 101 FERRER, Dilian nera certera la cercanía existente entre Colombia y Venezuela du- rante su proceso de construcción nacional.

1. Propuesta Integrista: “El Estado Soberano del Zulia” Desde 1810, el concepto de nación derivado de los colectivos sociales que habían logrado definir sus espacios locales o regiona- les como entidades soberanas, se encontraba en permanente muta- ción dentro del discurso político. Los contemporáneos debieron afinar lo que entendían por nación. Ellos se obligaron a considerar cómo la definirían y bajo qué criterios la construirían. Todo esto derivado de acuerdo a los rasgos diferenciadores existentes, a las pretensiones de un orden pensado, a la ilusión de una nación mo- derna, que aún no era real pero posible en el tiempo. De manera que a lo largo del siglo XIX venezolano se observa el esfuerzo para lograr su construcción progresiva. Sin embargo, estas acciones no resultaban fáciles de alcanzar dentro de una realidad no integrada. Por consiguiente, la iniciativa de un sector político para tratar de acabar la heterogeneidad de nuestro mapa, mantuvo durante nuestro proceso histórico una situación de Estado-nación, que per- siguió permanentemente sortear los escollos para integrar los espa- cios y acabar con la diversidad bajo el manto centralizador. La plu- ralidad exigía la novedad de un moderno sistema federal inspirado en el federalismo estadounidense, que integrara y respetara las di- ferencias y tradiciones sociopolíticas de las regiones. A mediados del siglo XIX, luego de ser derrocado el gobier- no de José Tadeo Monagas en 1858, se llegó a un momento crucial para lograr la definición política del nuevo gobierno central y de su estructuración administrativa. De inmediato surgieron las desave- nencias tradicionales en cuanto a la lucha por el poder y la preser- vación de la autonomía local. Por tal motivo ante la emergencia suscitada, la antigua pro- vincia de Maracaibo procedió a informar claramente los elementos de discordia surgidos contra el gobierno caraqueño que encabeza- ba el presidente Julián Castro. El primer asunto que se planteó - por las enconadas controversias que suscitó - fue la legalidad, que im-

102 z Revista de Artes y Humanidades UNICA / Año 9 Nº 23 Septiembre-Diciembre 2008 CIUDADANÍA Y CONFLICTOS POLÍTICOS EN EL ESCENARIO DE LA FRONTERA COLOMBIANA (1858-1900) plicaba a su vez, la legitimidad del nuevo gobierno de la provincia y el rechazo a los nombramientos hechos por el nuevo mandatario del país. Se trató de llevar adelante el respeto por el derecho de au- tonomía política, de allí las divergencias surgidas. En su defensa se manifestaba que, “Disuelto el pacto social y reconocidos todos los Gobiernos provisorios de la que fue la República de Venezuela, los pueblos han reasumido su soberanía, y en uso de los imprescripti- bles derechos que son natural emanación de aquellos, ha podido constituirse de la manera que cada una haya juzgado más conve- niente a sus intereses.” (Comunicación dirigida a Julián Castro por el Gobierno Provisorio de la Provincia. Maracaibo 31 de marzo de 1858. Archivo Histórico del Zulia, en adelante A.H.Z. Año 1858, tomo 7, legajo 16). No se trataba exclusivamente de hacer valer los derechos conforme a los principios constitutivos de las sociedades, sino que se pretendía condenar y descalificar la iniciativa del go- bierno caraqueño ya que afectaba su potestad a decidir. Por este motivo sostienen: “ninguno de los Gobiernos que han surgido de la disolución del Gobierno del antiguo Estado, tiene derecho a sobre- ponerse a la voluntad de los demás...”. De esta manera, se intentaba dejar claro que se cometía una violación de su soberanía y les recordaba: “Esta provincia con las demás... no tiene hoy otro punto de contacto, que el que se des- prende del común asentimiento de delegar sus poderes a una Con- vención Nacional...” La nación estaba en construcción y resulta- ban frágiles los lazos de integración. En consecuencia, a Julián Castro sólo se le reconocía la legi- timidad de sus actos si estaban orientados “a no permitir que la paz se turbe en el interior y representar a las provincias revolucionadas en sus relaciones con el exterior, hasta que un nuevo pacto social, resultado de la voluntad de todas, las una en todos sentidos.” (Co- municación dirigida a Julián Castro por el Gobierno Provisorio de la Provincia. Maracaibo 31 de marzo de 1858. A.H.Z. Año 1858, tomo 7, legajo 16). Creían los maracaiberos que todas estas consi- deraciones cobraban más fuerza con relación a su provincia, por el hecho de considerar la relevancia histórica de su conducta al ser ellos la “protesta viva contra la tiranía”.

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Esta situación caldeó los ánimos hasta el punto de revolotear en el ambiente la posibilidad de un enfrentamiento armado. Los ma- racaiberos daban muestra de su adhesión a la decisión del gobierno de la provincia, inclusive los que se encontraban fuera de ella. Ante semejantes condiciones de tensión política en Venezue- la, desde la Nueva Granada el General Vicente Herrera aprovechó el momento para lanzar una propuesta alterna a la de continuar su- jetos al poder de los grupos del centro del país. Planteó al occidente venezolano la creación del “Estado Soberano del Zulia”, bajo los siguientes términos: Si Venezuela se desprendiera del territorio de la Provincia de Maracaibo, de parte del de la de Mérida y del de la Provincia del Táchira, que se encuentra en iguales circunstancias; si nosotros hiciéramos lo mismo con el territorio de la antigua Provincia de Santander y con el de Ocaña, que queda al Oriente de la ciudad de este nombre, entre Salazar y el lugar donde el Catatumbo deja la Nueva Granada; y se erigiera el Estado Soberano del Zu- lia sobre ese territorio de tres mil seiscientas leguas cuadradas, surcados por dos caudalosos ríos navegables, con puerto sobre el mar, con todos los climas y todas las producciones y las más inagotables fuentes de riquezas, dejándoles bajo el protectorado internacional de las dos Repúblicas, éstas ejecutarían un grande acto de justicia, poniendo a aquellos pueblos en las condiciones que necesitan para desarrollarse sin trabas y para marchar de- sembarazados a la conquista de su magnífico porvenir (Eco de la Juventud. Maracaibo, mayo 20 de 1858. N° 16). Básicamente, con este mensaje se trató de aportar la posibili- dad de unir los lazos económicos de esta región con un proyecto político que a su vez permitía poder asestar un duro golpe al poder caraqueño. Esta propuesta considerada “interesantísima” por mu- chos, quizás propició que la administración central suavizara su posición con relación a la definición de las autoridades y el respeto a la autonomía. En los periódicos locales se debatió sobre el tema y se hizo ver al centralismo las posibles alternativas con las que se contaba. En una editorial del Eco de la Juventud se publicó la

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2. Los conflictos políticos en el escenario de la frontera Colombiana. El desarrollo del siglo XIX exigía acabar con las funestas di- ficultades presentadas en las prácticas del ejercicio del poder y la aplicación del federalismo como elementos fundamentales de la política. Por estas razones no lograban ajustarse las tensiones para

Revista de Artes y Humanidades UNICA z 105 FERRER, Dilian conciliar las diferencias internas entre el centro capitalino y el res- to de los disímiles poderes locales existentes en el país. El escenario político mostraba la evidencia que estaba suma- mente afectado por la crisis generada en los partidos, la ambición y las prédicas de mayor descentralización administrativa que no se concretaba de una manera real en la práctica. En estos instantes, la participación ciudadana era asfixiada por las decisiones de los ciu- dadanos de las armas. La crisis creada afectaba la participación política de la ciuda- danía, por ello, la intervención de los ciudadanos de las armas era lo habitual. Los anhelados cambios en ámbito político resultaban ser lentos por los medios institucionales, generalmente se podía es- perar la aceleración por vía del impacto armado. Es decir, la mili- cia ciudadana se convertía en el factor dinámico para operar los cambios en el poder. A pesar de haberse iniciado a finales del siglo XIX las inno- vaciones legales para la apertura de mayor decisión y participación electoral de los ciudadanos, las transformaciones institucionales no llegaban a concretar los cambios sustantivos que se requerían. Esto robustecía la autoridad del sector militar que ejercía la voz de elector por vía del enfrentamiento armado para lograr los cambios en el poder. Esta situación afectaba en gran medida el funciona- miento regular de la vida social y productiva del país. En consecuencia, dentro del panorama histórico venezolano se revela que en la última década del siglo XIX, hubo un dramático incremento en los movimientos armados que impactó de forma significativa la agitada vida de los pobladores de aquel momento. En 1892 se desarrolló una conflictividad dirigida por los ciudada- nos de las armas contra el presidente . Durante la llamada revolución “Legalista” contra Andueza por su pretensión “Continuista”, se suscitó una situación que resultaba inaceptable al propiciar divergencias con la vecina república de Colombia. Dentro del escenario de confusión y diatribas políticas que se generaron, se presentó la intervención de los asilados vene- zolanos conjuntamente con algunos individuos ligados al gobierno

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Conservador y al comercio del Departamento de Santander en los problemas políticos del país. La prensa se pronunció denunciando la intromisión desde Cúcuta en los asuntos internos de Venezuela con las llamadas invasiones: …ese contingente que llaman invasiones, auxiliadas unas ve- ces éstas por el comercio y personas notables de aquella ciu- dad, a ciencia y paciencia de sus autoridades, y equipadas otras veces con elementos de guerra salidos de los mismos parques colombianos. Esa tolerancia, esa complicidad de las autorida- des de Santander, y esa voluntaria sordez a nuestros justos re- clamos, no se compadecen bien con los lazos de amistad que deben unir las dos Naciones; ni con las corrientes prescripcio- nes del Derecho de Gentes…(Las Noticias. Maracaibo 21 de julio de 1892, número 570, año II, mes XXIII). El caso resultaba ser complicado si consideramos que era no- vedoso el ensayo republicano que se adelantaba en el siglo XIX. Esta original situación exigía el respeto de los espacios fronterizos que históricamente habían compartido de manera cercana y fami- liar. No olvidemos que los fuertes lazos comerciales y de parentes- co habían mantenido la constante interrelación entre ambos espa- cios de las dos repúblicas. En consecuencia, ante la grave situación, el gobierno local también expresó su insatisfacción en el mismo diario, protestando la intervención colombiana en la crisis política venezolana. Además, los ciudadanos de las armas se encargaron de delinear sus redes de acción en torno a los venezolanos y colombianos como esce- nario fundamental para desarrollar sus acciones políticas. Dentro de este contexto histórico, Cipriano Castro se abre paso por medio del alzamiento. Se proclama en octubre de 1899 como el “Restaurador”, anunciando “el renacimiento de la repúbli- ca.” El nuevo mandatario no presenta un programa de gobierno, pero según él, su eslogan condensa su intención o propuesta para la nueva administración. Aseguraba que podía sintetizarse así: “Nue- vos Hombres. Nuevos ideales. Nuevos procedimientos” (El Pensa- miento Político Venezolano del Siglo XX, 1983). Sin programa,

Revista de Artes y Humanidades UNICA z 107 FERRER, Dilian pero con un lema prometedor, anunciaba cambios que nunca llega- ría a ejecutar. No hubo nuevos hombres, ni nuevas ideas, solo que los procedimientos se ajustaron a su voluntad autoritaria, a pesar de las fuerzas adversas que le tocó enfrentar. Como resultado del escenario de conflictividad política del país, muchos llegaron a cuestionar las bases de las prácticas “democráti- cas” del siglo XIX. La prensa había afirmado que en aquel momento resultaba casi caricaturesco el proceso de elección presidencial. La al- ternabilidad de los gobiernos se había verificado en múltiples casos por la fuerza. De forma que el sistema electoral había fallado. En la práctica política la participación ciudadana no se había consolidado, aún resultaban más efectivos los procedimientos armados o los acuer- dos que imponían al candidato. El exclusivismo de algunos actores políticos había predominado. Además, la reforma institucional del Estado para adecuarlo al espíritu federal de la constitución de 1864 continuaba siendo una aspiración en Venezuela. Luego de su ascenso armado a la primera magistratura del país, Cipriano Castro se empeñó en apoyar la revuelta colombiana que se había desatado en el Departamento de Santander por los Li- berales que enfrentaban al gobierno conservador del presidente José Manuel Marroquín.2 Desde Maracaibo se decía que había par- tido el Doctor Foción Soto3 con municiones, refuerzos venezola-

2 El 18 de octubre de 1899 el partido Liberal inició una revuelta en el Departamento de Santander y la extendió a otros Departamentos. Se le ha llamado “la Guerra de los Mil días”, y constituyó uno de los peores acontecimientos bélicos por sus devastadoras consecuencias socioeconómicas para el vecino país. La guerra duró tres años y en ella perdieron la vida más de cien mil colombianos. 3 El doctor Foción Soto de nacionalidad colombiana, estaba residenciado en Maracaibo y era un conocido comerciante de la región, además políticamente constituía uno de los principales líderes revolucionarios alzados en Colombia. También se planteó que otros individuos llegaron a Cúcuta para colaborar, afirmaba el Cónsul en Colombia: “Anoche llegó a esta un señor Aníbal Meléndez con algunos compañeros que tienen tipo maracaibero, y se dice por la calle que trajeron parque de Maracaibo”. …” (Co- municación de Francisco Pérez B. al presidente Castro. Cúcuta, 11 de mayo de 1900. B.A.H.M. Caracas, enero-febrero de 1961. Año II, Nº 10). En otra comunicación afir- maba que había conocido al General Aníbal Meléndez, “que vino con unos maracu- chos” (Comunicación de Francisco Pérez B. al presidente Castro. Cúcuta, 18 de mayo de 1900. B.A.H.M. Caracas, enero-febrero de 1961. Año II, Nº 10).

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4 El General revolucionario agradeció a Cipriano Castro la ayuda proporcionada a la revuelta y le plantea su deseo de “multiplicar por mil ese agradeci- miento personal, para significar el que le debe el liberalismo colombiano” (Comuni- cación de Rafael Uribe Uribe a Cipriano Castro. Cúcuta 28 de febrero de 1900. B.A.H.M.Caracas, marzo-abril de1961, Nº 11). Así mismo, desde Maracaibo, J. I. Vargas Vila escribió a Castro agradeciendo su “bondad,” expresándole: “Como usted sabe, señor General, no contaba para que mi familia viviera mientras a Colombia iba yo, sino con el sueldo puesto en el Banco de Maracaibo que Usted bondadosamente había dado…Mucho espero de la amistad de Usted y de sus nobles sentimientos por nuestra causa, que es la suya” (Comunicación de Vargas Vila a Castro, Maracaibo 31 de mayo de 1900. B.A.H.M. Caracas, noviembre-diciembre de 1964. Año VI, Nº 33).

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General Carlos Rangel Garbiras5 para que efectuara su invasión e intentara derrocar el gobierno de Cipriano Castro.6 Se presentó en el país con un ejército de más de 6.000 hombres integrado en su mayoría por colombianos y refugiados venezolanos. Curiosamen- te la línea defensiva del ejército venezolano la encabezaba el líder Liberal de la revolución colombiana Rafael Uribe Uribe. Los alza- dos se acercaron en sus incursiones a la población de Encontrados en el estado Zulia (A.H.Z. Año 1900, T. 17, Leg. 27). De manera evidente, se presentaba la situación de que ambos gobiernos viola- ban la soberanía de las dos “naciones” al inmiscuirse en los asun- tos políticos internos, de forma que incumplían los tratados inter- nacionales que les obligaban a asumir la neutralidad. Algunos ciudadanos consideraban que para lograr la paz de- finitiva de Venezuela, se requería de un significativo ingrediente: el triunfo de los liberales colombianos7. Al mismo tiempo, resulta- ba curioso que al ser derrotada la revuelta del “mocho” Hernández, se decía que había entregado sus armas a los Liberales colombia- nos para no entregarlas a Castro. Esta acción sería una consecuen- cia del aparente rompimiento de los nacionalistas con el gobierno conservador colombiano. De este modo, es posible que los alzados en Colombia recibieran armas tanto del gobierno como de la opo- sición venezolana.

5 Destacado médico y político que presidió al estado Los Andes, fue presidente de la Cámara de Diputados y ministro de Venezuela en España. En 1898 se alzó contra Ig- nacio Andrade y el 26 de julio de 1901 invade al Táchira para enfrentar a Cipriano Castro. 6 Se decía que “El Dr. Rangel conspiraba públicamente en Cúcuta, apoyado decidida- mente por las autoridades colombianas, hasta el punto que por parte de éstas, son hos- tilizados los venezolanos residentes allí”. Al desarrollarse el alzamiento de Rangel Garbira, los espacios claves que resultaron afectados por la invasión fueron: San An- tonio y Rubio en Táchira y Encontrados en Zulia. B.A.H.M., marzo- abril y mayo y ju- nio de 1965, año VI, Nº 35-36. 7 Comentaba Esteban Chalbaud Cardona a Castro sobre este particular: “También es moti- vo de complacencia y congratulación las noticias que tengo sobre los triunfos de los revo- lucionarios de Colombia. Pues en mi manera de hacer política y la conducta que he obser- vado en este Estado, he llegado a convencerme, por medio del estudio de los hombres, que la verdadera paz de Venezuela está radicada en el triunfo de los liberales de Colombia,..” (Comunicación de Esteban Chalbaud Cardona a Cipriano Castro. Timotes, 11 de mayo de 1900.B.A.H.M. Caracas, noviembre-diciembre de 1964. Año VI, Nº 33).

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Por otra parte, al verificarse la alta conflictividad en el terri- torio de ambas repúblicas, el desconcierto logró alimentar el rumor de invasión hacia Venezuela. Por esta razón exclamaba preocupa- do el Cónsul venezolano en Cúcuta: Mucho me atormenta eso, porque en caso de alguna desave- nencia entre la dos Repúblicas, ésta nos ataca con nuestras mismas armas; por más que se diga esto o aquello, nosotros somos venezolanos y cerramos filas en unión de todos, sin excepción de colores, y ellos tienen que hacer lo mismo, por- que primero esta nuestra casa y después la ajena” (Comuni- cación de Francisco Pérez B. al presidente Castro. Cúcuta, 23 de febrero de 1900. B.A.H.M. Caracas, enero-febrero de 1961. Año II, Nº 10. Cursiva de la autora)8. La situación de invasión hacia Venezuela estaba planteada para algunos, esto como consecuencia de asomarse la posibilidad del triunfo del gobierno colombiano. De manera que sus seguidores habían estado asomando la idea de invadir a Venezuela “como si esta fuera un bocado fácil de tragar” (Comunicación de Pedro Save- rohm al presidente Castro. Curazao, 23 de mayo de 1900.B.A.H.M. Caracas, noviembre-diciembre de 1964. Año VI, Nº 33). Ante un escenario colmado de tanta confusión y tensiones, se especulaba sobre las decisiones políticas de Castro. En este sentido, se pensaba que era posible una invasión liderada por el presidente al te- rritorio colombiano y en consecuencia estaba declarada la guerra en- tre las dos repúblicas.9 Sin embargo, dentro del escenario colombiano

8 Señalaba en una comunicación enviada posteriormente a Castro: “Cuando te llegue esta carta ya sabrás que aquí están disgustados porque no han entregado Gómez y Oli- vares los dos cañones que trajeron, que en mi concepto han hecho bien, porque no sa- bemos si más tarde nos haga falta para defender a Venezuela de Colombia, de Colom- bia sí, donde entran amarillos, verdes, etc., etc., etc. Como sucederá en Venezuela porque primero está la paria que los partidos políticos.” (Comunicación de (Pancho) Francisco Pérez B. al presidente Castro. Cúcuta, 6 de abril de 1900. B.A.H.M. Cara- cas, enero-febrero de 1961. Año II, Nº 10. Cursiva de la autora). 9 Reseña el Cónsul F. Pérez a Castro sobre los rumores: “También me dijo que un em- pleado que tenían denunció que la ida de Pippo (Felipe Arocha) a Caracas era para en- cargarse del gobierno porque tu salías hacia el Táchira con ejércitos, probablemente con intención de invadir a Colombia.” (Comunicación de Francisco Pérez B. al presi-

Revista de Artes y Humanidades UNICA z 111 FERRER, Dilian se clamaba por una pronta salida de la crisis, de allí que “las autori- dades principales y las personas más sensatas manifiesten el deseo de conservar las relaciones con Venezuela” (Comunicación de Francisco Pérez B. al presidente Castro. Cúcuta, 12 de octubre de 1900. B.A.H.M. Caracas, enero-febrero de 1961. Año II, Nº 10). No obstante, existía en Cúcuta un fuerte temor de invasión desde el Táchira. El Cónsul venezolano aseguraba que “no les falta razón porque allá están en continuo movimiento los asilados que manifiestan estar trabajando, y todas esas denuncias las tienen aquí a diario, y cada día aumenta el número de asilados, con los que se van desprendiendo de las fuerzas revolucionarias de Santander”. (Comunicación de Francisco Pérez B. al presidente Castro. Cúcu- ta, 12 de octubre de 1900. B.A.H.M. Caracas, enero-febrero de 1961. Año II, Nº 10). Sin embargo, el gobierno de Colombia exigió el retiro de los derrotados de la frontera para impedir las continuas amenazas. De este modo, se informaba “que de allá no tenía que te- mer el Gobierno de aquí porque no permitirían que de allá vinieran para acá en son de guerra” (Comunicación de Francisco Pérez B. al presidente Castro. San Antonio, 13 de diciembre de 1900. B.A.H.M. Caracas, enero-febrero de 1961. Año II, Nº 10).

3. Vulnerabilidad de los ciudadanos ante la falta de Neutralidad de las repúblicas. La apertura del siglo XX resultó ser sumamente complicada para Colombia y Venezuela. En la frontera las tensiones resultaron extremas; se culpó al ejército expedicionario sobre el Norte de Santander al mando de R. González Valencia, de haber invadido la hacienda venezolana “El Moyano.”Así también, se denunciaba la

dente Castro. Cúcuta, 14 de septiembre de 1900. B.A.H.M. Caracas, enero – febrero de 1961. Año II, Nº 10) Ante la confusión expresaba en otra misiva: “Con la no venida del correo de Maracaibo esta semana, diz que por haber sido cerrado el puerto de Ma- racaibo para Cúcuta, por el Gobierno de Venezuela, hay muchas versiones, y hay quien diga que está declarada la guerra entre las dos naciones.” (Comunicación de Francisco Pérez B. al presidente Castro. Cúcuta, 21 de septiembre de 1900. B.A.H.M. Caracas, enero – febrero de 1961. Año II, Nº 10).

112 z Revista de Artes y Humanidades UNICA / Año 9 Nº 23 Septiembre-Diciembre 2008 CIUDADANÍA Y CONFLICTOS POLÍTICOS EN EL ESCENARIO DE LA FRONTERA COLOMBIANA (1858-1900) incursión armada para sustraer ganados y bestias de carga.10 De manera que los ciudadanos quedaban atrapados dentro de la fuerza expansiva de las milicias armadas que intervenían en cualquiera de las dos Repúblicas. Ante la acusación presentada, respondió González Valencia al General Jefe de la Frontera en San Antonio del Táchira: Me satisface, en cambio, examinado ya los hechos, haber sa- bido que la falta no fue cometida por individuos pertenecien- tes al Ejército de mi mando, sino por simples ciudadanos ve- cinos del caserío “las Lomitas” que, como con tanta frecuen- cia sucede en tiempo de revuelta en los pueblos fronterizos, se forman en pandilla para cometer abusos de toda clase (Co- municación de R. González Valencia al Jefe de Frontera de San Antonio. El Pórtico, 17 de Junio de 1900. B.A.H.M. Ca- racas, noviembre-diciembre de 1964. Año VI, Nº 33). Previamente a estos sucesos, y ante el temor de invasión al Táchira, González Valencia había comunicado a Juan Vicente Gó- mez, Jefe Civil y Militar del estado Táchira, que de ninguna mane- ra existía alguna pretensión de invadir sino de respetar el Derecho Internacional. Esta amenaza de intervención territorial fue atribui- da a simples rumores del momento: …he tenido conocimiento de que algunas poblaciones del Táchira se ha difundido la falsa voz de que el Ejército de mi mando tiene propósitos hostiles contra el Gobierno de Vene- zuela. Aún cuando tengo la seguridad de que ni usted ni los demás miembros de su Gobierno habrán prestado asenti- miento a esos desautorizados rumores, inventados y propala-

10 Se le informó a Castro: “Pero el 17 del corriente, a media noche, un grupo de gentes le- gítimas, compuesto por 30 hombres armados, atravesó el río y se llevó unos 100 ani- males, de los cuales la mayor parte eran bestias de silla...logré recuperar una parte, fal- tándome todavía 9 reses y 3 bestias. Me tomo la libertad de poner esto en conocimien- to de Usted, para hacerle presente la indigna conducta del Gobierno de Colombia y también el peligro que corremos en esta Frontera los que tenemos amparados nuestros bienes por el Pabellón venezolano.” (Comunicación de Isabel V. de Serrano a Cipria- no Castro. San Antonio, 20 de junio de 1900.B.A.H.M. Caracas, noviembre – diciem- bre de 1964. Año VI, Nº 33).

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dos seguramente por los enemigos del Gobierno de Colom- bia, estimo de mi deber manifestar a usted públicamente, por medio de la presente nota, reiterándole una vez más que el Gobierno de Colombia, aún en el rigor de la actual revolu- ción, ha sabido cumplir y seguirá cumpliendo los deberes de estricta neutralidad que para con esa República hermana le impone el Derecho Internacional, los Tratados vigentes entre las dos Naciones y los más elementales preceptos de civiliza- ción y mutua convivencia. (Comunicación de R. González V. al Jefe Civil y Militar del Estado Táchira. El Pórtico, 13 de junio de 1900. B.A.H.M. Caracas, noviembre-diciembre de 1964. Año VI, Nº 33). La realidad resultaba ser clara en aquellos instantes, las inva- siones eran continuas en ambos lados de la zona fronteriza11.Enal- gunos casos por los implicados en los conflictos políticos, en otros, por bandoleros o familias que buscaban refugiarse por causa de las tensiones que provocaban los ciudadanos de las armas en su lucha por el poder.12 Los ciudadanos quedaban desvalidos y sufrían las conse- cuencias de las zozobras políticas. La escasez de alimentos, inse- guridad, violación de la propiedad y el miedo colectivo por las ac- ciones bélicas ejecutadas por los ciudadanos de las armas, obliga- ba a las familias afectadas a refugiarse al otro margen de la fronte- ra. Esta situación sobrecargaba a aquellos centros poblados que re- cibían a los refugiados. Al respecto refería el Cónsul venezolano

11 Refería el Cónsul de Venezuela en Cúcuta: “Me pasó una nota Torres, Jefe Civil de San Antonio, denunciando el hecho de que algunos asilados habían tirado de este lado a la policía de allá, y yo la transcribí al Jefe Civil y Militar y les exigía hiciera retirar de la frontera a esos hombres, como Rafael Volcán y otros por estilo…”(Comunicación de Francisco Pérez B. al presidente Castro. San Antonio, 23 de marzo de 1900. B.A.H.M. Caracas, enero – febrero de 1961. Año II, Nº 10). 12 En otra comunicación expresaba el Cónsul en Cúcuta: “Creo que de San Antonio te escribirán diciéndote que fue en territorio venezolano que tomaron las armas y los hombres y es posible porque en esos puntos no está bien determinada la línea; pero eso en mi concepto está bien porque entre los tres que componían la guerrilla no había nin- guno conocido (sic) y no hacían sino robar de uno y otro lado.”(Comunicación de Francisco Pérez B. al presidente Castro. Cúcuta 7 de septiembre de 1900. B.A.H.M. Caracas, enero – febrero de 1961. Año II, Nº 10).

114 z Revista de Artes y Humanidades UNICA / Año 9 Nº 23 Septiembre-Diciembre 2008 CIUDADANÍA Y CONFLICTOS POLÍTICOS EN EL ESCENARIO DE LA FRONTERA COLOMBIANA (1858-1900) en Cúcuta: “Aquí queda ya poca gente, todas las familias han sali- do para Ureña y San Antonio, y llenando las casas de los extranje- ros con sus intereses móviles. No es imaginable esta alarma…no cabrá la gente en San Antonio” (Comunicación de Francisco Pérez B. al presidente Castro. Cúcuta 8 de junio de 1900. B.A.H.M. Ca- racas, enero-febrero de 1961. Año II, Nº 10)13. Se sumaba a esta catastrófica situación, el hecho de ejecutar- se el reclutamiento forzado sin considerar el origen o la nacionali- dad de los ciudadanos arrastrados a intervenir en las contiendas: Mientras estuvo aquí el ejército, que era Isaza el Jefe de la plaza siempre fui atendido cuando reclamaba algún venezo- lano que reclutaran; pero ahora quien interviene en eso es un General Jesús Padilla U., como Secretario de Guerra, y no quiere licenciar a ningún venezolano de tantos que tiene re- clutados, a pesar de haber dado él mismo un decreto prohi- biendo el reclutamiento, también es cierto que ya no hay co- lombianos a quien reclutar. (Comunicación de Francisco Pé- rez B. al presidente Castro. Cúcuta 1 de junio de 1900. B.A.H.M. Caracas, enero-febrero de 1961. Año II, Nº 10. Cursiva de la autora). Por otra parte, el liberalismo “bolivariano” promovido por Cipriano Castro influyó en las acciones implementadas dentro de su política exterior. Además de auxiliar las revoluciones colom- bianas, pregonó su deseo de intentar “resucitar” la “Gran Colom- bia.”Esta idea concebida por Bolívar sería reforzada por nuevos matices políticos guiados por las circunstancias del momento his- tórico que se vivía. Ante la coyuntura de crisis, se le llegó a sugerir al primer mandatario: “A la propuesta de declaración de guerra respóndales usted, General, con la unificación de la Gran Colom-

13 Ya el Cónsul en Cúcuta se había obligado a enviar a San Antonio a su propia esposa: “Helvia sale hoy para San Antonio con otras familias que están emigrando, por lo ex- puesto aquí y por lo caro de todo, pues ya no se encuentra que comer, y con razón por- que aquí hay más de de 10 mil hombres” (Comunicación de Francisco Pérez B. al pre- sidente Castro. Cúcuta 9 de febrero de 1900. B.A.H.M. Caracas, enero-febrero de 1961. Año II, Nº 10).

Revista de Artes y Humanidades UNICA z 115 FERRER, Dilian bia” (Comunicación de Eduardo Gallegos Celis a Cipriano Castro. Maracaibo 20 de febrero de 1900. B.A.H.M., año 1965, Nº 34). Esta propuesta de plantear la integración parecía hacerse para unir tres naciones consideradas débiles por encontrarse aisla- das, pero que podrían intentar conformar una gran confederación para defender sus intereses: Por lo que creo adivinar que abriga Usted el pensamiento de la resurrección de la Gran Colombia, ya que no en la forma anti- gua, sí útil para los tiempos de la lucha contra la Metrópoli, imposible en todos los tiempos para ser regida por una sola mano,…por lo menos en la que se hace necesaria en lo moder- no de la gran confederación en que tres naciones aisladamente débiles, puedan unificarse para la defensa sus mutuos intereses políticos, haciéndose respetar del mundo entero (Comunica- ción de Eduardo Gallegos Celis a Cipriano Castro. Maracaibo 20 de febrero de 1900. B.A.H.M., año 1965, Nº 34). Dentro de la compleja situación existente, se trató de persua- dir a Castro para que intentara un pacto con el jefe del Liberalismo ecuatoriano y lograr estructurar alianzas entre los gobiernos libera- les de Suramérica, esto como mecanismo de común ayuda luego de producirse el triunfo del conservatismo en Colombia. Pero re- sultaba innegable que tanto Colombia como Venezuela actuaban de manera contraria a los acuerdos internacionales con relación a la neutralidad que debían asumir durante la coyuntura política pre- sentada. Castro incluso intentó invadir por Río Hacha de manera infructuosa en 1901, y las autoridades colombianas aportaban su apoyo a los opositores castristas. Esta situación llegó al extremo de producir la ruptura de relaciones diplomáticas el 19 de noviembre de 1901 como producto de las tensiones ante la abierta interven- ción de ambas repúblicas en sus asuntos internos.

Conclusión A pesar de que Venezuela requería reformas a fondo en las leyes, las instituciones, las políticas económicas y sociales, la so- ciedad no había podido organizarse para asumir sus derechos rei-

116 z Revista de Artes y Humanidades UNICA / Año 9 Nº 23 Septiembre-Diciembre 2008 CIUDADANÍA Y CONFLICTOS POLÍTICOS EN EL ESCENARIO DE LA FRONTERA COLOMBIANA (1858-1900) vindicativos. La ciudadanía era vulnerable y resultó ser usurpada por los ciudadanos de las armas, de allí que fuese imposible obte- ner los beneficios que la institucionalidad debía brindar. Ésta se circunscribió generalmente a participar dentro del ámbito de las disputas por la hegemonía entre grupos dominantes, en particular, bajo el control de los ciudadanos más activos, los líderes de las ar- mas. Las demandas ciudadanas quedaron a la espera de poder ser resueltas, sólo a partir del siglo XX se generaron cambios signifi- cativos para lograr mayor participación ciudadana y limitar las ac- ciones de los ciudadanos de las armas.

Referencias Documentales: Archivo Histórico del Zulia, Sección de Acervo Documental. Años di- versos. Boletín del archivo Histórico de Miraflores. Números diversos, Caracas, Venezuela. Colección Pensamiento Político Venezolano del siglo XX (1983) Docu- mentos para su Estudio, Congreso de la República, Caracas, Vene- zuela.

Hemerográficas: Eco de la Juventud 1858 Las Noticias1892

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