Juan José Tablada DE ATLÁNTIDA
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Juan José Tablada DE ATLÁNTIDA Lucen del Ocaso los pálidos cobres y del mar que duerme, los blancos estaños, y van derramando perfumes salobres las olas que cantan con tonos extraños. De pronto, el mar glauco se ve cristalino, las sombras palpitan de luz salpicadas y el alba triunfante de un sol submarino derrama sus luces en aúreas cascadas . Cual pasa en los claros cielos estivales la nébula errante de un claro de luna, pasa estremeciendo los verdes cristales un delfín de plata con su aleta bruna. En el fondo tiemblan esbeltas arcadas de ópalos brillantes y ágatas obscuras . ¿Es que, obedeciendo la voz de las hadas, Atlántida tiende sus arquitecturas? Silenciosa surge del regio palacio, como iluminada por luces astrales, La Nereida rubia de ojos de topacio y frente ceñida de rojos corales. Y tras ella nada, jadeante y bronco, a grandes brazadas, el tritón fornido, el que airado sopla su caracol ronco y en las tempestades lanza su alarido. Aparece luego como Anadyomena, la de voz que arrulla como dulce flauta, la fascinadora y ardiente sirena, la que entre sus brazos adormece al nauta. En alga marina su frente corona, su vientre escamado fulgura y radía; parece una heroica, gentil amazona que viste armadura de oro y pedrería. Y pasa nadando silenciosa y rauda, tendiendo en las ondas sus brazos amantes, mientras que los golpes de su verde cauda dejan una estela de claros diamantes. ¡Mísero del nauta que surque esos mares! la onda está quieta; la noche serena; los astros esplenden y dulces cantares modula la brisa . Pero la sirena, al mirar la quilla del bajel errante que el espejo terso de la mar desflora, lanzará en al noche su canción amante y el arrullo dulce de su voz traidora! . ONIX Torvo fraile del templo solitario que al fulgor de nocturno lampadario o a la pálida luz de las auroras desgranas de tus culpas el rosario... ¡Yo quisiera llorar como tú lloras! Porque la fe en mi pecho solitario se extinguió como el turbio lampadario entre la roja luz de las auroras, y mi vida es un fúnebre rosario más triste que las lágrimas que lloras. Casto amador de pálida hermosura o torpe amante de sensual impura que vas, novio feliz o esclavo ciego, llena el alma de amor o de amargura . ¡Yo quisiera abrasarme con tu fuego! Porque no me seduce la hermosura, ni el casto amor ni la pasión impura; porque en mi corazón dormido y ciego, ha pasado un gran soplo de amargura. que también pudo ser lluvia de fuego. ¡Oh guerrero de lírica memoria que al asir el laurel de la victoria, caíste en tierra con el pecho abierto para vivir la vida de la gloria . ¡Yo quisiera morir como tú has muerto! Porque al templo sin luz de mi memoria, sus escudos triunfales la victoria no ha llegado a colgar, porque no ha abierto el relámpago de oro de la gloria mi corazón oscurecido y muerto. Fraile, amante, guerrero, yo quisiera saber qué oscuro advenimiento espera el anhelo infinito de mi alma si de mi vida en la tediosa calma no hay un dios, ni un amor, ni una bandera. LAS PROSTITUTAS... Las prostitutas Ángeles de la Guarda de las tímidas vírgenes; ellas detienen la embestida de los demonios y sobre el burdel se levantan las casas de cristal donde sueñan las niñas... EL GALLO HABANERO En el matinal gallinero con el rendimiento caballero, en torno a su hembra enreda el arabesco de su rueda sin cesar el gallo habanero; cual blanco albornoz el plumón envuelve su fiero ademán; ¡por su cresta-fez bermellón y el alfanje de su espolón, el gallo es un breve sultán! Junto a la gallina coqueta, de pronto su blanca silueta fija en soberbia rigidez, como el gallo de la veleta o el caballo del ajedrez... Echando atrás el cuello empina; ¡y en enfático frenesí, rasga la matinal neblina, sobre el jardín que ilumina con su agudo kikirikí! SONETO WATTEAU Manón, la ebúrnea frente, la de cabello empolvado y vestidura crujiente, ¡tus ojos me han cautivado! Eco de mi amor ardiente, el clavicordio ha cantado la serenata doliente y el rondel enamorado... ¡Ven! el amor que aletea lanza su flecha dorada y en el mar que azul ondea, surge ya la empavesada galera flordelisada ¡que conduce a la Citerea! JAPÓN ¡Áureo espejismo, sueño de opio, fuente de todos mis ideales! ¡Jardín que un raro kaleidoscopio borda en mi mente con sus cristales! Tus teogonías me han exaltado y amo ferviente tus glorias todas; ¡yo soy el siervo de tu Mikado! ¡Yo soy el bonzo de tus pagodas! Por ti mi dicha renace ahora y en mi alma escéptica se derrama como los rayos de un sol de aurora sobre la nieve del Fusiyama. Tú eres el opio que narcotiza, y al ver que aduermes todas mis penas mi sangre --roja sacerdotisa-- tus alabanzas canta en mis venas. ¡Canta! En sus causes corre y se estrella mi tumultuosa sangre de Oriente, y ése es el canto de tu epopeya, mágico Imperio del Sol Naciente. En tu arte mágico --raro edificio-- viven los monstruos, surgen las flores es el poema del Artificio en la Obertura de los colores. ¡Rían los blancos con risa vana! Que al fin contemplas indiferente desde los cielos de tu Nirvana a las Naciones de Occidente. Distingue mi alma cuando en ti sueña --cuando sombrío y aterrador-- la inmóvil sombra de la cigüeña sobre un sepulcro de emperador. Templos grandiosos y seculares y en su pesado silencio ignoto, Budhas que duermen en los altares entre las áureas flores de loto. De tus princesas y tus señores pasa el cortejo dorado y rico, y en ese canto de mil colores es una estrofa cada abanico. Se van abriendo si reverbera el sol y lanza sus tibias olas los parasoles, cual Primavera de crisantemas y de amapolas. Amo tus ríos y tus lagunas, tus ciervos blancos y tus faisanes y el ampo triste con que tus lunas bañan la cumbre de tus volcanes. Amo tu extraña mitología, los raros monstruos, las claras flores que hay en tus biombos de seda umbría y en el esmalte de tus tibores. ¡Japón! Tus ritos me han exaltado y amo ferviente tus glorias todas; ¡yo soy el ciervo de tu Mikado! ¡Yo soy el bonzo de tus pagodas! Y así quisiera mi ser que te ama, mi loco espíritu que te adora, ser ese astro de viva llama que tierno besa y ardiente dora ¡la blanca nieve del Fusiyama! HAIKUS LA ARAÑA Recorriendo su tela esta luna clarísima tiene a la araña en vela. EL SAÚZ Tierno saúz casi oro, casi ámbar, casi luz... LOS GANSOS Por nada los gansos tocan alarma en sus trompetas de barro. EL PAVORREAL Pavorreal, largo fulgor, por el gallinero demócrata pasas como procesión. LA TORTUGA Aunque jamás se muda, a tumbos, como carro de mudanzas, va por la senda la tortuga. HOJAS SECAS El jardín esta lleno de hojas secas; nunca vi tantas hojas en sus árboles verdes, en primavera. LOS SAPOS Trozos de barro, por la senda en penumbra, saltan los sapos. EL MURCIÉLAGO ¿Los vuelos de la golondrina ensaya en la sombra el murciélago para luego volar de día...? MARIPOSA NOCTURNA Devuelve a la desnuda rama, mariposa nocturna, las hojas secas de tus alas. LUCIÉRNAGAS Luciérnagas en un árbol... ¿Navidad en verano? EL RUISEÑOR Bajo el celeste pavor delira por la única estrella el cántico del ruiseñor. LA LUNA La Luna es araña de plata que tiene su telaraña en el río que la retrata LA LUNA Es mar la noche negra; la nube es una concha; la luna es una perla... HONGO Parece la sombrilla este hongo policromo de un sapo japonista LA GUACHARACA ¿Asierran un bambú en el gradual? ¿Canta la guacharaca? Rac... Rac... Rac... LIBÉLULA Porfía la libélula por emprender su cruz transparente en la rama desnuda y trémula EN LILIPUT Hormigas sobre un grillo, inerte. Recuerdo de Guliver en Liliput... VUELOS Juntos, en la tarde tranquila vuelan notas de Ángelus, murciélagos y golondrinas. EL BURRITO Mientras lo cargan sueña de burrito amosquilado en paraísos de esmeralda... UN MONO El pequeño mono me mira... ¡Quisiera decirme algo que se le olvida! PANORAMA Bajo de mi ventana, la luna en los tejados y las sombras chinescas y la música china de los gatos. TONINAS Entre las ondas azules y blancas rueda la natación de las toninas arabescos de olas y de anclas. PECES VOLADORES Al golpe del oro solar estalla en astillas el vidrio del mar. 12 P.M. Parece roer el reló la medianoche y ser su eco el minutero del ratón... PALMA REAL Erigió una columna la palma arquitectónica y sus hojas proyectan ya la cúpula. SANDÍA ¡Del verano, roja y fría carcajada, rebanada de sandía! LA CARTA Busco en vano en la carta de adiós irremediable, la huella de una lágrima... IDENTIDAD Lágrimas que vertía la prostituta negra, blancas..., ¡como las mías...! Alfonsina Storni TU ME QUIERES BLANCA Tú me quieres alba, Me quieres de espumas, Me quieres de nácar. Que sea azucena Sobre todas, casta. De perfume tenue. Corola cerrada Ni un rayo de luna Filtrado me haya. Ni una margarita Se diga mi hermana. Tú me quieres nívea, Tú me quieres blanca, Tú me quieres alba. Tú que hubiste todas Las copas a mano, De frutos y mieles Los labios morados. Tú que en el banquete Cubierto de pámpanos Dejaste las carnes Festejando a Baco. Tú que en los jardines Negros del Engaño Vestido de rojo Corriste al Estrago. Tú que el esqueleto Conservas intacto No sé todavía Por cuáles milagros, Me pretendes blanca (Dios te lo perdone), Me pretendes casta (Dios te lo perdone), ¡Me pretendes alba! Huye hacia los bosques, Vete a la montaña; Límpiate la boca; Vive en las cabañas; Toca con las manos La tierra mojada; Alimenta el cuerpo Con raíz amarga; Bebe de las rocas; Duerme sobre escarcha; Renueva tejidos Con salitre y agua; Habla con los pájaros Y lévate al alba.