Por, Juan Luis Ruiz Dyezma
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Mariposas de cristal Por, Juan Luis Ruiz Dyezma. 1 Juan Luis Ruiz Dyezma Apartado de correos 236 - 28300 Aranjuez IBSN: M-002076/2017 2 Dedicado, A los escasos hombres que escapan de las afiladas armas de una mujer, siendo ellos los que manejan los hilos con la habilidad felina, característica de ellas. 3 P R Ó L O G O Este relato, está basado en la imaginación desbordante de su autor, sin tener ninguna conexión con la realidad y si en algún momento para algún lector le pudiera sugerir algo real, consto y dato aquí: Que todo es producto de mi fantasía, unido al conocimiento que he llegado sobre la sicología femenina debido a las cientos y cientos de mujeres y amigas que he conocido y tratado, bajo mi criterio personal. Por otra parte he combinado lo anterior con mi experiencia personal en un colegio interno. Todo ello elaborado, desemboca en este relato sobre la convivencia femenina en un régimen interno tras las puertas del convento más peculiar que jamás hayan conocido, donde se verán mezclados unos personajes con muy variopintas características temperamentales, culturales, educacionales e intelectuales. El único denominador común que existe es que todas son mujeres. Bajo la peculiar narrativa humorística del autor, que está de acuerdo con que lo más cómico de esta vida, es todo eso que nos rodea cotidianamente. 4 1 ¡¡¡ presente ¡!! El amanecer de aquél día era fresco, quizá como prematuro anuncio del otoño, ya que el verano aún daría sus últimos soles, eran primeros de septiembre. Sor Medalla, la más madrugadora del convento, como todos los amaneceres tocaba la campana al alba, anunciando las seis de la mañana. El tañido era fuerte y lento, lento como el movimiento sin fuerza de Sor Medalla que no podía con esa gran campana de bronce que también tenía pereza en despertar. Por otro lado, Sor Basilia en su celda se desperezaba oyendo aquellos tañidos lentos pero ensordecedores, meditaba el ajetreo que supondría el nuevo día que hoy comenzaba. Pensaba en el primer año que vinieron las niñas….hace ya cuatro otoños…cuando el convento se venía a pique y tuvo la lúcida idea de ponerse en contacto con la concejala de asuntos sociales, Rosa Sue, del pequeño pueblecito donde pertenecía su adorado convento. Rosa se portó muy bien, aprobó la propuesta de Sor Basilia y le dio unos toques personales: el convento no se iría a pique, pues en él se darían acogida durante un curso de once meses a todas aquellas chicas de los pueblos de la comarca, que por diversos motivos estando en edad de acceder a la universidad no hubieran podido hacerlo. Durante este curso estudiarían las asignaturas más necesarias para la prueba de acceso a las distintas facultades, también se las espiritualizaría y alentaría para afrontar la vida de mujeres adultas que prácticamente eran ya. Teniendo en cuenta que, todos los años habría un porcentaje de alumnas con algún problema de reinserción social, para así realizar también una labor de integración. Evidentemente todas las jóvenes que pasaban allí dicho curso eran la mayoría chicas que habían suspendido el examen selectivo de acceso a la universidad. Sus padres las ingresaban allí convencidos de que aquél recogimiento religioso las invitaría más que nada a estudiar. Que el convento no se cerrase cierto era que estaba costando sangre, sudor y lágrimas, pues cada año las jóvenes eran más conflictivas e indómitas. El contrato inicial que firmaron Rosa Sue y Sor Basilia era por cinco años, por tanto a la finalización de este curso que hoy daba comienzo, sería decisorio para renovar el contrato ó suspenderlo y cerrarse el convento, todo dependería en gran parte del comportamiento de las alumnas que ingresaran hoy. En aquél año sabático de recogimiento, estudios y espiritualización que sólo se ofrecía a unas cuantas escogidas que cumplían con los requisitos programados 5 por la concejala de asuntos sociales Rosa Sue, las ocho hermanas del convento se desvivían por atender y educar a las quince salvadoras anuales de su fundación religiosa. El número contratado fue quince. Quince alumnas cada año, excepto el año pasado que ya fueron dieciséis y el presente que daba comienzo hoy que serían dieciocho. “No sabe usted el auge que está tomando esto Sor Basilia, nos lo está subvencionando el Estado y nos han concedido un dinero, a finales de este curso, cuando renovemos el contrato, les hare entrega de la mitad de la cuantía, pero hágame el favor de admitir a tres chicas más de lo contratado, si total, entre quince y dieciocho no hay prácticamente diferencia….” Le comentó Rosa Sue hace unos días a sor Basilia que ahora, mientras en su celda se vestía con su hábito y toca hablaba ella sola….”claro, hasta finales de curso dentro de once meses no veremos ni un duro ¡! Eso si renuevo el contrato si no lo renuevo no veremos nada y es que esta Rosa Sue es muy buena pero en cuestión de dinero se le van los ojos, ¿ Cuánto dinero le habrán dado ? No me lo quiso ni decir….claro así eso de que nos daría la mitad….no significa nada…En fin que sea lo que Dios quiera….yo lo hago con buena intención, con la misma intención que ella tiene que así le salga…” Las jóvenes en su mayoría entre dieciocho a veinte años, ninguna menor de edad legalmente estaban citadas a las doce de la mañana. Justo a esta hora, en el jardincito de la fachada principal del convento se arracimaban unas cuantas chicas con sus padres, maletas y otros equipajes… La campana tañó las Doce y por la megafonía del convento se rezó el Angelus…. Tras esta oración, la voz que había orado por megafonía indicó a los presentes en el jardín a donde debían dirigirse que, por las explicaciones dadas nadie hubiera encontrado aquella sala grande y gélida de no ser por Rosa Sue que se erigió monitora e indicó a padres e hijas el lugar donde se encontraba la fría estancia donde les esperaban las monjas, llevándoles ella misma. Las nuevas alumnas se miraban entre ellas de arriba abajo y se remiraban. Unas con gesto de celo, otras amenazadoras, algunas con el orgullo por encima del hombro… lo cierto era que se percibían unas grandes diferencias de todo tipo entre ellas. Las sala estaba presidida por una larga mesa en un estrado donde estaban sentadas siete monjas, al mismo estrado se subió Rosa Sue, que presentó a todos los oyentes a sor Basilia, ésta se levantó despacio y firme, como lo hacen las personas cansadas y quemadas de hacer siempre lo mismo. Sor Basilia presento a su vez al resto de hermanas, citó unas cuantas normativas a cumplir que no eran sino las normales de cualquier colegio interno: puntualidad en los 6 horarios, formalidad, rectitud y sobretodo compañerismo entre ellas. Aquí todas somos una familia, dijo al finalizar, y ahora sor Bruna que será vuestra supervisora en todo lo que hagáis va a pasar lista para que nos vayamos familiarizando y conociendo unas con otras y ver si falta alguna o estáis todas, yo que ya he estado echando un vistazo a la lista ya he visto lo aristocrático de muchos de vuestros apellidos que sin duda hacen honor a vuestra estampa personal. Todas en su interior creyeron que lo decía por sus apellidos y miraban a la de orilla con el desprecio que irradian las miradas que dicen: No te lo creas bonita, que eso va por mí. Dando así por sentado que todas se lo habían creído. Sor Bruna que era la hermana menos agraciada físicamente de todas las hermanas del convento y además tenía cara de pocos amigos y muy malas pulgas, tomó la palabra para comenzar a pasar lista, pero no lista alfabética para sorpresa de muchas sino una extraña lista que no llevaba ningún tipo de orden ni concierto, advirtiendo antes a las jóvenes que según las fuese nombrando levantaran un brazo y respondieran “Presente”. - Guanche Pipón – no se oyó nada ni nadie levantó ningún brazo – por favor la señorita Guanche Pipón……? Todas miraban para ver quién sería aquella chica con esos apellidos tan raros… - Está bien pasaré a la segunda…. Peñafort de Carihuela ¿? - ¡Aquí ando ¡ - se oyó a voz en grito, todas giraron su cabeza hacia la bastorra que exclamó aquello. Sor Bruna resopló y prosiguió… - Albar y Espinos de Espinas del Espinar ? – este apellido causó revuelo en la estancia, sin duda un apellido más aristocrático era imposible. Todas, unas descaradas y otras fingiendo desinterés se deshacían por ver quién era la portadora de dichas raíces, hasta que por un rincón se escuchó – Sabina Albar, soy yo señora ¡!- todas ahora, dirigieron sus afiladas miradas de asombro al adefesio portador de esos apellidos. Una chica con unas greñas en escala, mal teñidas en negro, con gafas de corta de vista colgadas de un collar de cuentas de bisutería barata, sor Bruna resopló de nuevo y prosiguió…. - Miramón y Tomén…? - Yooooo ¡!! - Mártires del Val…? - Aquí estoy también - Toro y Perón-Duro…? - Servidora - Rio-Seco y Cortades…? - No se oyó nada – Rio-Seco y Cortades repito ¡!- 7 - He dicho que YO.!!! ¡¡¡Sorda!!! – hubo un silencio de camposanto. Rosa Sue pidió modales a la joven y el padre de la joven pidió disculpas por el carácter de su hija…..”Perdonen es que Clara tiene un carácter muy fuerte” - ¡Yo también lo tengo! – aclaró sor Bruna - Así que vamos a continuar….Sevilla Licor…? - Soy yo - Lobatos Buenaventura…? - Aquí - Pozo de Oro…? – hubo risas ahogadas - Esa soy yo, no os riáis – dijo la portadora de los apellidos citados - Provenza Dorras…? - Serrrrvidorrrr - Vadem Verde…? - Yo,yo,yo ¡!! - Ya no puedo más – le comentó por lo bajo sor Bruna a sor Basilia – ya conoces mi temperamento pero esto es demasiado, lo haré por el convento pero me da la sensación que éstas chicas son las más tontas que ninguna de las que han pasado anteriormente….ni una que ha dicho presente…que es lo que yo he pedido….!! - Mañana puedes ser tu misma hoy contente hermana… - Perdón – dijo dirigiéndose a la sala – continuo…Puit Lemet…? Una chica muy fea, maquilladísima y pintadísima levantó la mano, no dijo nada, no miró a nadie si es que veía, parecía ciega con unas gafas de sol inmensas negras, que no se había quitado en la triste y fría estancia.