Cuadernos De Aragón, 37. Al Pasar La Barca... Historias Particulares De Las
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Rufina Mullor Sandoval Al pasar la barca… Historias particulares de las barcas de paso en Aragón CUADERNOS DE ARAGÓN 37 RUFINA MULLOR SANDOVAL Al pasar la barca… Historias particulares de las barcas de paso en Aragón INSTITUCIÓN «FERNANDO EL CATÓLICO» Excma. Diputación de Zaragoza Zaragoza, 2007 Publicación número 2.749 de la Institución «Fernando el Católico» Organismo autónomo de la Excma. Diputación de Zaragoza Plaza de España, 2 50071 ZARAGOZA Tels. [34] 976 28 88 78 - [34] 976 28 88 79. Fax [34] 976 28 88 69 [email protected] http://ifc.dpz.es FICHA CATALOGRÁFICA CUADERNOS de Aragón / Institución «Fernando el Católico» .–V.1 (1966) .–Zaragoza: Institución «Fernando el Católico», 1966– 24 cm Irregular ISSN: 0590-1626 1. Institución «Fernando el Católico»; ed. 930.8(460.22) El presente trabajo obtuvo el Premio «Ramón Pignatelli» 2004 del Gobierno de Aragón. © Rufina Mullor Sandoval. © De la presente edición, Institución «Fernando el Católico». ISSN: 0590-1626 DEPÓSITO LEGAL: Z-3.716/2007 PREIMPRESIÓN: DocuGraf. Zaragoza. IMPRESIÓN: La Moderna, S.L. Industrias Gráficas. Zaragoza. IMPRESO EN ESPAÑA-UNIÓN EUROPEA PRÓLOGO No es esta la primera ocasión en que Rufina Mullor elige el Ebro como tema central de sus publicaciones. Es más, considero elogiable la permanente labor de recuperación de la cultura de nuestro río que lleva a cabo esta autora en sus trabajos, y buena muestra de ello es el ejemplar que tenéis en vuestras manos. Rufina Mullor es una profunda conocedora del Ebro, al que presen- ta en todos sus estudios como una arteria de vida, de riqueza, de futuro, aunando a un tiempo tradición y tecnología. En este trabajo realiza un análisis profundo y exhaustivo de la socio- logía, de la forma de vida de las gentes de las poblaciones ribereñas. Explora en la importancia que tuvo el Ebro en la economía de aquellas personas que encontraron en el río un modo de supervivencia. Por todo ello, la Institución “Fernando el Católico” de la Diputación de Zaragoza no puede sino apoyar de forma decidida la edición de esta publicación en su afán por contribuir a difundir la importancia que tuvo un río, el Ebro, en un sector de la población. JAVIER LAMBÁN MONTAÑÉS Presidente de la Diputación de Zaragoza 5 —¿Qué es eso? —dijo Paula alzando la cabeza de sus queha- ceres. —Es la barca —dijo Santiago tras de escuchar un momento. Paula se acercó a la barca del Molino, balsa rectangular que cruza el río sujeta al cable tendido entre las orillas. Hacia ella se acercaban los desentonados cánticos religiosos, chillados por gar- gantas infantiles. Pronto apareció sobre el ribazo una curiosa y reducida procesión, recortada contra el azul y el sol. Las voceci- tas se perdían rápidamente en la inmensidad del aire caldeado. —¡Anda! —dijo Cacholo—. ¡Si es una comunión! —Natural —comentó con respeto Cuatrodedos—. Hoy es la Ascensión del Señor. La barca se aproximaba lentamente gracias a los impulsos de la barquera sobre el cable de sujeción. JOSÉ LUIS SAMPEDRO El río que nos lleva 7 I. LO COMÚN Barca de Pradilla a principio del siglo XX, pasando la diligencia de Ejea-Luceni. Cuestiones generales El hombre, en su necesidad de cultivar la tierra, viajar, recorrer los caminos y veredas que lo conducen de un lugar a otro, se encuentra a menudo con la dificultad de atravesar los ríos que encuentra a su paso. En Aragón, tan abundante en ellos, esto ocurría y ocurre en numerosos puntos de los caminos que recorren su geografía. Unos ríos podían y pueden ser salvados sin demasiadas dificultades por los vados, si el cau- dal del río es escaso, o de puentes de obra y de madera, si la anchura de los mismos permite hacerlo con facilidad y sin demasiado coste. Los numerosos puentes que hoy atraviesan los ríos de la comunidad aragone- sa, facilitando la comunicaciones, nada tienen que ver con lo que podía- mos encontrar en un pasado, no muy remoto, ya que la pobre economía de muchos de sus pueblos no permitía llevar a cabo estas obras, por muy necesarias que fueran. 9 Rufina Mullor Sandoval Si la distancia entre ambas orillas del río era considerable, la dificul- tad y los costes de las obras crecían de tal manera que se hacía impensa- ble el emprender obras de construcción tan importantes. Sólo las gran- des ciudades, y con una buena previsión de ingresos por los impuestos, privilegios reales, o por los rendimientos económicos que éstas podían reportar, lograban costear y mantener a duras penas estos proyectos. Este último era el caso del río Ebro a su paso por Aragón que, hasta los primeros años del siglo XX, tan sólo tuvo un puente de piedra y otro de tablas en Zaragoza capital, siendo el paso de sus orillas, en el resto de la provincia, a través de otros medios menos seguros y permanentes, como fueron las barcas de sirga y los pontones. La excepción a esta situa- ción se dio en Gallur que, mediado el siglo XIX, instaló un puente flotan- te de barcas en sustitución de la ancestral barca de paso. Zaragoza, puente de Piedra. Todos ellos, puentes y barcas, sufrían las continuas avenidas de los ríos que les ocasionaban graves destrozos, dejando incomunicados tem- poralmente a los habitantes de ambas orillas, hasta que la economía de los lugares permitía la reparación de los desperfectos o la nueva cons- trucción. En ocasiones esto podía tardar hasta varios años debido a las guerras, malas cosechas, plagas etc., que dejaban vacías las arcas munici- pales y particulares. Otras causas habituales por las que los puentes y bar- cas quedaban inservibles, destrozados o quemados, fueron los actos van- 10 Al pasar la barca… Historias particulares de las barcas de paso en Aragón dálicos o de sabotaje y las continuas guerras que a lo largo de la historia tuvieron lugar en el territorio aragonés. Son sobradamente conocidas por todos las consecuencias de las cre- cidas impetuosas de los ríos, y en Aragón todos ellos las sufren de mane- ra frecuente. Podemos imaginar las dificultades y perjuicios que soporta- ban las gentes de sus riberas ante estas situaciones de desbordamientos, teniendo que esperar, en el mejor de los casos, a que el río recuperara su cauce para proseguir viaje o, si no, continuar dando grandes rodeos hasta encontrar otro punto por donde poder cruzar. Testimonios de estos contratiempos son frecuentes en la documentación judicial, anota- dos en sus informes por los encargados de entregar requerimientos o resoluciones judiciales. Un ejemplo de ello es el relato de las circunstan- cias desfavorables con las que se encontraron los agentes encargados de hacer entrega de un requerimiento judicial en Pradilla el año 1798, cau- sadas por una avenida del río Ebro. Salida de Zaragoza y llegada a Alcalá. Certifico que habiendo salido de la ciudad de Zaragoza, hoy día de la fecha a las ocho de la mañana el referido Ramón Santos Portero, de la Cámara de la Real Audiencia; ha llegado en mi compañía al lugar de Alcalá de Ebro a las cuatro de su tarde, en donde hicimos noche respec- to de no pasar la barca por el peligro que había a resultas de venir muy grande el Ebro y fuerte tempestad de aire. Y para que conste lo pongo por diligencia que firmo en dicho lugar de Alcalá de Ebro a 30 de dicho mes y año (30-3-1798). Firmado: Burgos. Salida de Alcalá y llegada a Pradilla. Certifico que habiendo salido del lugar de Alcalá como a las siete de la mañana, el referido Portero, comisionado, en mi compañía hemos llegado al lugar de Pradilla, como a las once de la propia mañana, por motivos de la detención a causa del mal tránsito de la barca, y muchas gentes con caballe- rías que se hallaban detenidas para el mismo fin y para que conste lo pongo por diligencia que firmo en dicho lugar de Pradilla a 31 de los referidos mes y año. Firmado: Nicolás de Burgos y Treviño.1 1 AHPZ, Pleitos Civiles, caja 2297.2, año 1798. Magdalena Leuzaún, vecina de Zaragoza, Vda. de don Pascual Azpuru, contra el ayuntamiento de Pradilla sobre el goce y aprovechamiento de las yerbas del Soto. 11 Rufina Mullor Sandoval Barca de Pradilla de Ebro en 1924. Excepcional, por lo poco habitual, fue que el Ebro se helara en algu- na ocasión, aprisionando entre sus témpanos alguna barca, causando con ello destrozos irreparables. Ha quedado en las crónicas y en la memoria colectiva de los pueblos ribereños del Ebro las bajísimas tempe- raturas, que unidas a las nevadas y a un viento helador en los días de fin de año de 1829 y primeras fechas de enero de 1830, hicieron que muchos trechos del río se helaran. En Escatrón, el río Ebro se pudo cruzar total- mente en algunos tramos, incluso con las caballerías y carros descarga- dos.