Breve memoria de los cafés de Mérida*

Roldán Peniche Barrera

"Café —dirá nuestro Serapio Baquei- del 22 de junio de 1792, había pensa- ro Barrera (Parsifal) por 1937—, rene- do detenerse en la casa de su tesorero grido como la laca disuelta, igual al para tomar café y jugar una partida que insaciablemente bebía Voltaire, de naipes, lo que impidió un jinete hasta que sus nervios vibraban como embozado emergido de la oscuridad tensas cuerdas de lira…" Y Parsifal, con aquel certero lanzazo que le par- gran "cafeteador" él mismo, prefi ere tió el corazón al gobernante. En aque- motejar a la bebida como "café, licor llos tiempos se prefería cordialmente de las ideologías", frase atribuida a la taberna, pero es prudente suponer Boutroux, en vez del "néctar negro de que en las fondas y fi gones de aquella los ensueños blancos", como quiere Mérida colonial se serviría café a los Peza, el cantor del hogar. parroquianos. Con todo, ante la au- En Mérida (y en otras ciudades de sencia de la imprenta en Yucatán y el Yucatán) los cafés son parte de la ru- desdén de nuestros historiadores por tina citadina a partir del siglo XIX. Y el asunto, poco o nada podemos decir no sé yo, quizá los había en el siglo al respecto. XVIII porque ciertamente ya se toma- En los periódicos del siglo pasa- ba café en Yucatán: se cuenta que el do se anunciaban los primeros cafés licenciado Sebastián de Maldonado conocidos en la ciudad de Mérida: apuró infi nitas tazas de café la noche por ejemplo en El Siglo Diez y Nueve que dispuso los atroces términos de leemos el 9 de septiembre de 1851 la ejecución del maya rebelde Canek de una fonda "situada en la calle de en diciembre de 1761, y que el go- la Cascarilla, casa núm. 4" (ubicación bernador Lucas de Gálvez, antes de que no he logrado precisar) que ofre- Roldán Peniche Barrera. Escri- tor, narrador y ensayista. Ha cumplir su cita con la muerte la noche ce "café solo y con leche". Signa el publicado en distintos pe- riódicos locales y nacionales así como revistas. Es autor de numerosos libros, princi- * Tomado de Memoria de los cafés de Mérida (y otras crónicas), de Roldán Peniche Barrera, 2008. palmente textos literarios. Es Fondo Editorial del Ayuntamiento de Mérida. también traductor.

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anuncio un tal José Dolores Acosta. mercado: repostería y galletería, ofre- Diez años más tarde (1861) otro anun- ce "refrescos con hielo", licores fi nos, cio en la prensa nos revela la apertu- conservas alimenticias, dulces, etcé- ra del "café y restaurant de los Sres. tera, pero poco nos ilumina sobre la Montillet y Cía., calle del Degollado cuestión del café. frente a la placita, junto a la casa de El advenimiento del siglo XX nos la Sra. Da. Isabel Zavala". Entonces, revela un fl orecimiento de los cafés a mi entender, quedarían los dos es- en la ciudad: el Ambos Mundos (ca- tablecimientos citados como los cafés lle 61 por 60 y 62, actual ubicación precursores de los meridanos aunque del restaurante Nicte Há) deviene nada podemos decir sobre su clien- el más celebrado de todos ellos: es tela. Lo que sí no podemos admitir el café de moda por mucho tiempo, de ninguna manera es lo que nos se- pero no el más viejo en el siglo. An- ñala el Álbum Yucateco, publicado al tes, ya operan de acuerdo con esta- comenzar el XX: La Concordia dísticas del "Anuario del comercio, —afi rma— fundado por el Sr. W. Li- de la industria, de la magistratura zarraga Patrón el 28 de agosto de 1892 y de la administración de la Repú- es "el primer café que se estableció en blica Mexicana" de 1912, La Favorita Mérida", el Álbum pretende ignorar (60-503), La Espiga de Oro (61-501) —no sabemos si con buena o mala de Ildefonso Gómez, La Sin Rival fe— la institución de los cafés de los (63-502), desaparecido, ya en otra señores Acosta y Montillet estableci- ubicación, hace algunos años, Monte dos muchos años antes. La Concordia Carlo (61-502) de José de López, El ubicó en el número 500 de la calle 60 Fénix (59-502), El Universal (62-500) por lo que habría de ser céntrico. Nos de José Millet y El Olimpo (61-502), parece que el Sr. Lizarraga, su propie- enclavados en el centro de la ciudad tario, lo traspasó al Sr. José Llobregad y hoy todos difuntos. Ángel, de acuerdo con una informa- Pero hemos afi rmado que el Am- ción del "Directorio de la ciudad de bos Mundos es el más celebrado y Mérida" de 1896. Lizarraga, según la siendo asimismo el más concurrido, misma fuente, instaura la Lonja Me- expliquemos las razones de su po- ridana en 1899. Mas no quiero pro- pularidad: su privilegiada situación seguir mi crónica sin detenerme en en el lado norte de la Plaza Mayor La Estrella (Panadería y Café) sita en lo hace ser accesible a todo el mun- la calle de la Candelaria "frente al li- do; don Juan Ausucua, su fundador, ceo del Sr. Correa", ajustándome a lo es una especie de hombre-orquesta que dice La Revista de Mérida de 1874. que ha sido poeta, librero, editor de La Estrella es de hecho un pequeño los primitivos cancioneros yucatecos,

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"mecenas de los pequeños genios que español Estanislao de Varela y Pena. se levantaban tarde" (nos dice Víctor De ofi cio marinero, Estanislao recaló M. Martínez) y el verdadero inven- en Yucatán, enfermó y perdió el bar- tor de la "cafetera rusa", implemento co de retorno a la Madre Patria, a la que destilaba directamente el café a que jamás regresó. Con los años tam- las tazas de los consumidores. Sobre bién perdería la razón. ¡Pobre Esta- el asunto leemos en la revista literaria nislao! "Cosa dulce es perder alguna Cervantes que publicaron Zamacois vez el juicio" dice Horacio, y su frase y Villaespesa hacia 1919: "Cafete- se cumple con este maníaco-depre- ra Mundial: la soberana de Ambos sivo que vestía con la extravagancia Mundos. La que elabora la greca di- propia de los enajenados, caldo de recta. Patente No. 1615, México. Pa- cultivo para las chusmas: cuando ha- tente No. 1256,429. Washington. Juan cía su entrada triunfal en el Ambos Ausucua, Café Ambos Mundos. Mundos, el maestro Martínez ya sa- Español, don Juan es un hombre bía que tenía que tocar El mantón de la mar de amable que conoce su ne- Manila, pegajosa tonadilla de La ver- gocio comme il faut; el café lo sirven bena de la paloma. ¡Si tan sólo hubiese en su establecimiento "graciosas y sabido el maestro Bretón para qué fi - esbeltas " y para deleite de nes se emplearía su "mantón"…! No su clientela ha contratado al maestro es mi propósito hacer un listado de Leopoldo Martínez, de hirsuta cabe- los integrantes de la disímil clientela llera que nos recuerda a los románti- del Ambos Mundos; limitémonos a cos alemanes, quien toca al piano las mencionar a los escritores españo- piezas de moda y alegres highlights les Francisco Villaespesa, Eduardo de operetas y zarzuelas en boga. ¿Y Zamacois, Gregorio Martínez Sierra, la parroquia, los habitués que dan Eugenio Noel; al poeta árabe Habbib carne y espíritu al establecimiento? Estéfano; Ricardo Mimenza Casti- Tengo para mí que era lo mejor del llo, Carlos Duarte Moreno (quien, negocio pues conjuntaba a la intelec- según Víctor M. Martínez "con plu- tualidad, a toreros y educadores dis- ma magnífi ca, retrató con pinceladas tinguidos, a políticos, a hombres de iniciales este viejo café…") y Serapio empresa, a periodistas y a una multi- Baqueiro Barrera. tud de desocupados. Los meridanos Otros de los contertulios del Am- viejos recuerdan divertidos la espec- bos Mundos fueron los maestros de tacular aparición en el lugar, a me- artes plásticas Ignacio Rubio Milán, dia mañana, de aquel chifl ado que Miguel Ángel Fernández, Víctor devino en místico y que tanto dio Montalvo, Víctor M. Reyes y Alfon- de hablar en la ciudad: el ciudadano so Cardone; también Alfredo Barrera

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Vásquez y Ermilo Abreu Gómez (en- Yucatán, es cierto, disfruta de una frascados en interminables discusio- época de bonanza con las altas ven- nes), Joaquín Pasos Capetillo, Marcial tas del henequén. Cervera Buenfi l, los poetas Ernesto Un posible café rival del Ambos Albertos Tenorio, Aurelio Veláz- Mundos (por su ambiente y por su quez, Ricardo López Méndez, Luis cercanía) llegaría a ser El Louvre que Rosado Vega y Alberto Bolio Ávila; también data de principios del siglo. José Bálsamo (Camilo Pavía), autor de (Algunos viejos meridanos sitúan su aquellas afables "Ventanas" del Dia- apertura por 1909). El Louvre ocupa, rio de Yucatán; Manuel Sales Cepeda, entre todos los cafés de Mérida, la Carlos R. Menéndez, Antonio Mediz casa más antigua, predio que fue de Bolio, José María Covián Zavala, los Alonso López y Juan de Argáiz, le- educadores Gregorio Torres Quin- vantado hacia el ángulo noroeste de tero, José de la Luz Mena y Artemio la Plaza Mayor (calle 61 por 62) en el Alpizar Ruz y los epónimos general siglo XVI. Salvador Alvarado (gobernador del Y ciertamente, a pesar de las mu- estado) y Carlos Castro Morales. taciones que ha sufrido a través de Hablamos de 1918 (circa), tiempos los tiempos, conserva bastante de arduos de la I Guerra Mundial pero su porte original, de ese aire arcai- zante que lo distingue y que armo- niza con la fi sonomía histórica de la plaza, a pesar de la todavía inexpli- cable demolición de un querido ve- cino de ese predio: el edifi cio de El Olimpo. En 1942, el maestro Castro Pacheco hizo un excelente apunte del interior del café que se publicó en la revista Provincia de aquel año. La clientela de El Louvre está com- puesta de políticos, toreros (Mano- lo Martínez, Eloy Cavazos y Curro Rivera cuando han actuado en la ciudad), boxeadores ("Pulgarcito" Ramos, "Mantequilla" Nápoles, et- cétera), bohemios trasnochadores y turistas, decenas de ellos. Es famo- so por sus sandwiches de jamón y pavo y nunca cierra sus puertas y

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en una época careció de . Jaime Aníbal Gómez, Humberto Lara y Orosa Díaz en su crónica "Los cafés Lara, Julio Buendía… Por unos pesos, de Mérida" aparecida en Provincia y a veces por el solo café, aquellos jó- en 1942, expresa que es "el único lu- venes continuadores de Daumier ca- gar que no mezcla el café con los ne- ricaturizaban a los habitués del lugar; gocios… En El Louvre —añade— no alguna vez me contó don Arturo que se sirven comidas de acuerdo con el cierta noche de 1924 que andaban menú... Vive del café y a él dedica recorriendo los cafés del centro en todos sus cuidados y energía". De compañía de su inseparable Aníbal esto hace más de medio siglo; hoy Gómez y de Armando García Franchi, El Louvre es muy otra cosa. decidieron visitar El Louvre en busca La historia de El Louvre es rica de clientes: a una larga mesa conver- en anécdotas; es fama que en una saban ruidosamente Juan Ricárdez de sus mesas compuso Guty Cárde- Broca, el generalote que hizo ejecutar nas (un poco a la manera de Schu- a Carrillo Puerto, cortejado de una bert con sus lieder, compuestos sobre chusma de lambiscones. Aníbal se servilletas en los cafés de Viena), la aproximó a la mesa y en unos segun- inolvidable canción Nunca. Y que el dos hizo la caricatura del militar "Poeta del Crucero", Max Salazar, y le presentó el trabajo. El hombre pergeñó una de sus disparatadas ri- mas en alguna otra mesa del café a la que había sido invitado por don José Andrés Espinosa, un ameno bohe- mio de los alegres veinte: Espinosa, un poco burla-burlando, le pidió al "poeta" que escribiera un verso bus- cando el consonante de búho. Don Max puso manos a la obra y le re- dactó lo siguiente:

En la esquina de mi casa mataron un búho, quisieron disecarlo pero no se púo.

Don José Andrés festejó el dístico imposible y le pagó el café al "autor". Eran los tiempos de los caricaturistas en los cafés, costumbre que ha pasa- do de moda: Arturo Abreu Gómez,

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bestial gruñó de esta guisa: "¿Y esta modo de interludio curioso, diremos cosa… trae cola?" lo que quería decir que en este café dio comienzo don en buen cristiano si había que pagar Serapio Baqueiro Barrera a su trucu- por el producto. Los caricaturistas, lenta novelette El intruso por el año ofendidos en su amor propio, arreba- de 1938. Concluyó su obrita en una taron el dibujo al general y salieron semana trabajando también en otros huyendo del lugar temerosos de ser cafés meridanos. He aquí sus pro- encarcelados (y quizás fusilados) por pias palabras: "Fumando y tomando aquel enrgúmeno. café… Apresuradamente y en breve El poeta Humberto Lara y Lara, lapso de una semana, fui escribiendo asiduo concurrente de El Louvre en este libro sobre las mesitas de már- sus años de estudiante (vivía en casa mol o de falso granito de los cafeses de su tío a unos cuantos metros del meridanos… En El Louvre de nue- lugar) hacía caricaturas de los parro- ve a once, cuando en el recinto algo quianos por ganar algún dinero, lo penumbroso de la vieja casa infan- mismo que sus condiscípulos y futu- zona que ocupa, sentía cruzar sobre ros médicos Julio Buendía y José Ce- mi cabeza inclinada ante el papel del tina Ortega, buenos caricaturistas los zumbar de los rumores, pero yo im- tres. En los días malos, cuando no ha- perturbablemente escribía… porque bía quien deseara ser caricaturizado, conozco de aislarme, de el propietario del lugar, don Felipe abstraerme de todo lo que me cir- Gómez, "solía obsequiarnos —dice cunda… Pero de pronto el toque de don Humberto repitiendo a Peza— atención de una de estas obligaciones con una tacita del néctar negro de los cotidianas, urgentes e inaplazables, ensueños blancos"; esprit observateur, timbre de alarma en mi conciencia, añade que el pianista de El Louvre, cuyas vibraciones repercutían en to- Anastasio Monsreal Marín "nos había das mis entrañas me obligaba a salir enseñado a calmar el hambre remo- a la calle para realizar otro trabajo de jando en un vaso de agua un pedazo índole distinta… Cumplida la obli- de pan francés, para infl ar el buche, gación y ya tranquilo me instalaba como él decía fi losófi camente". en el moderno Café Express, y en su En realidad, don Felipe Gómez no clara atmósfera perfumada como un era el único dueño de El Louvre sino jardín, porque es el salón preferido socio de Ramiro Martínez Peláez, de de las lindas muchachas meridanas y origen español, cuyos descendientes de las artistas teatrales que le infun- heredaron el negocio, y lo adminis- den un aire de exotismo, reanudaba traron hasta 1967; en ese año lo ad- el hilo de mi narración novelesca… quirió Castro Gamboa. A De esta manera, en distintas horas de

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la semana, fui escribiendo. Es cierto, noches aguardaban, tomando café, a preferentemente escribía en el Café que algún enamorado los contratara de la Panifi cadora, cuyo edifi cio es para llevar serenata a la novia. como un claro minarete que se abre Otros cafés contemporáneos de a la contemplación de los opulentos El Louvre son La Sin Rival, muy fre- jardines de nuestra Plaza Mayor… cuentado de médicos y estudiantes de Así, sobre una mesita de café, termi- medicina por los cuarenta, según ex- né este libro bueno o malo, pero en plica Orosa Díaz; el antiguo dueño de conclusión un libro…" La Sin Rival, el "Chato" Maldonado y Quiero epilogar este capítulo de algunos parroquianos amigos suyos El Louvre retomando las palabras derrochaban grandes sumas de dine- del licenciado Orosa Díaz, que rezan: ro en el juego de dados los domingos "Pueden seguir los años y seguir apa- por la mañana; el establecimiento ce- reciendo y desapareciendo cafés, que rró sus puertas al mediar los ochenta El Louvre, como un abuelo que ve y su longeva existencia duró cerca de nacer y morir a sus nietos continuará ocho decenios, hecho que lo convirtió sirviendo de refugio a escépticos y en- en el decano de los cafés en la ciudad tusiastas, a triunfadores y decepcio- antes de que El Louvre se apoderara nados, a materialistas y soñadores". Y de ese honor. así, en verdad: El Louvre prosigue su Recordamos también al Principal, marcha, un tanto envejecido, a través de Ricardo Fernández, contiguo al del tiempo. teatro de ese nombre; se le memo- Pero quedan por allá (en los años ra por un trágico suceso debido a veinte) otros cafés contemporáneos rivalidades comerciales (los prota- de El Louvre y del Ambos Mundos, gonistas eran empresarios de salas digamos el Maxim (calles 62 x 61), cinematográfi cas): el señor Antonio fundado por don Idelfonso Gómez, Rivas ultimó a don Arturo Moguel café en el que no faltaban el piano y en ese lugar el 25 de marzo de 1921; las meseras bonitas; El Olimpo (61- Rivas penetró en el café y se dirigió a 502), ya citado, administrado por los Moguel gritándole a la cara palabras españoles Ross y Tonet; La Central coléricas; de pronto desenfundó una (donde hoy ubica el Café Express) pistola y le disparó a quemarropa, del señor Edmundo Denis; El Fénix matando enseguida al señor Moguel; (59-502); el Ferráez, vecino muchos la noticia fue muy comentada entre años de la calle 60 por 61 y 59 has- la tranquila sociedad de la Mérida ta su clausura en los años ochenta; de entonces y heredó al Principal la lo recuerdo como sitio predilecto de triste fama de ese imborrable hecho bohemios y trovadores que por las de sangre.

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El licenciado Orosa enlista otros siendo el viejo Café Express de toda cafés muy frecuentados en 1942: Ex- la vida; un tiempo contó con servi- press, inaugurado en 1937, al que cios en el segundo piso al que se ac- llama "café para turistas" por los nu- cedía por medio de un elevador (o merosos visitantes extranjeros y na- por las escaleras laterales), pero todo cionales que ahí pululan; no lo juzga eso se ha suprimido, así como un es- pues, apropiado "para la charla y el tanquillo y una rocola que ya no te- proyecto"; el Express (fundado por nían razón de ser. El turista disfruta don Tomás Font Idachs) cumplió los grandes cuadros de ambiente re- sesenta años de establecido en 1997; gional plasmados por el pintor Ma- ya no es sólo un café sino que ha am- rio Trejo, creador de los "trópicos" pliado sus servicios desde hace años y parroquiano él mismo de ese lu- a los de restaurante, lo que le ha vali- gar. Creemos que todavía labora ahí do su inclusión en las guías turísticas como mesero el señor Luis Pacheco que circulan por el mundo; el local Morales, que ha cumplido cincuenta —propiedad del Sr. Efraín Mondra- y cinco años en servicio y es quizás el gón Abimerhi— ha sufrido diversas decano de los meseros de la ciudad. mutaciones, pero para nosotros, que Además del Express, Orosa recuerda transitamos a diario por allí, sigue el Café Madrid, que frecuentamos en tiempos de su propietario don Luis Cáceres Baqueiro (años 50) y que an- tes fue de sirio-libaneses; La Primera Central (de Tomás Pérez Iturralde) y La Flor de Santiago ambos vecinos del barrio de ese nombre. Preciso es detenerse en La Balsa que data de 1906 y al que acudíamos al mediar los años cincuenta. La Balsa ha vivido diversas épocas. Aquí con- sidero pertinente introducir las pala- bras del señor Juan Francisco Peón Ancona, miembro del Consejo de la Crónica de la ciudad de Mérida en un periódico local: "La Balsa, el más po- pular y concurrido café de Mérida en las pasadas décadas del 40 al 60, era también edifi cio colonial histórico de gran mérito. Concurrían a él los más

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importantes banqueros, comerciantes comestibles ya están llegando los me- y empresarios de la ciudad, habién- jores jamones, conservas, mariscos dose realizado allí las más signifi ca- fi nos, turrones de Jijona, de Alican- tivas transacciones de la época… Su te… para la próxima Navidad" y que portada de piedra labrada, su extenso ahí se puede saborear "el rico café de zaguán, su espléndida escalinata, sus su maravillosa Cafetera Expresa de corredores superiores, su patio cen- fabricación italiana". El Peón Con- tral, sus arquerías, etc., constituían treras fue el sitio predilecto de los algo inigualable entre las casonas intelectuales de aquellos años: Al- coloniales de Mérida. Perteneció a berto Cervera Espejo y sus cofrades la antigua familia Lara de Yucatán y de Voces Verdes (Alberto Peón Solís, fue demolida totalmente, a principios Mario Zavala Velázquez, Fernando de los años 70, víctima de la piqueta Espejo, Roger Cicero Mackinney…). arrasadora que se ha llevado los me- Concurrían también los rectores de jores edifi cios antiguos de Mérida". la vecina Universidad de Yucatán En febrero de 1948, su propieta- doctor Eduardo Urzaiz Rodríguez y rio el señor Rudesindo Peniche Pa- licenciado Francisco Repetto Milán, sos reinauguró La Balsa después de acompañados de maestros y alum- remozar completamente el local con nos. El negocio, de un señor Mario "nueva pintura, magnífi co equipo, área para preparar café y nuevas y confortables sillas y mesas". Hacia los años cincuenta o sesenta lo adquirió el capitán Leopoldo Castro Gamboa, quien lo administró hasta su desapa- rición en los setenta. Por los cincuen- ta, el pintor Ramón Mendoza Novelo tuvo el buen tino de dibujar los re- tratos de los intelectuales que ahí se reunían llegando a constituir una su- gestiva galería. Creo que también el fi nado maestro Aristeo Vázquez Ló- pez esbozó algunos apuntes de escri- tores clientes del lugar. Ahora ocupémonos del Café Peón Contreras, cuya inauguración ocu- rre el sábado 7 de diciembre de 1946. Reza el anuncio que "en el ramo de

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González, cerró, en una fecha que no escribe Orosa Díaz en 1942. En nues- podemos precisar, muchos años des- tros días La Flor de Santiago cuenta pués. Hace algún tiempo ha abierto con una segura clientela. Entre otros de nuevo nuestro apreciado amigo el concurridos cafés recientemente señor Abud y podemos catalogarlo desaparecidos se hallan el Mérida como turístico. (calle 60 frente a la Tesorería del Es- En los viejos cafés se usaba ser- tado), primero propiedad de Fausto vir "grecas" (pequeñas tazas de café) Santos y luego del cubano Alfonso bien fuera la "oscura" (sin crema) o la López Barbeito, que llegó a consti- "clara" (con crema). Con el tiempo se tuir un cenáculo de intelectuales: ahí fueron desechando las "grecas" ocu- concurrían y tuve oportunidad de pando su lugar el llamado café "ame- compartir el café y la grata charla con ricano" en taza grande. Pero todavía el profesor Barrera Vásquez, el poe- existen ciertos cafés que sirven "gre- ta Clemente López Trujillo, Ermilo cas" (verbi gratia el San José y el de Abreu Gómez (cada vez que visita- Moncho). ba Yucatán), William Brito Sansores, Como simple cita —porque no po- Salvador Rodríguez Losa y Everardo demos dejar de mencionarlo a pesar García Erosa; cuando López Barbeito de no pertenecer a Mérida— señala- adquirió el Sevilla todos estos parro- remos entre los cafés viejos al Cordo- quianos se fueron con él a su nuevo bés, ubicado hacia el norte de la plaza café (calles 62 x 65), que luego admi- de la ciudad y puerto de Progreso; nistró William Solís, antiguo locutor, por años ha sido sitio predilecto de ya fallecido, de la XEZ; ahí también progreseños y meridanos para comer acudía el licenciado Rotger Rosas Or- o simplemente para charlar alrededor tiz, director del suplemento cultural de una humeante taza de café. Hoy, de nuestro Diario del Sureste, quien como siempre, permanece al servicio en 1973 escribió una amena crónica del público, refrescado de las cerca- sobre el café y los cafeteros merida- nas brisas del mar. nos que le valió un premio nacional Antiguos también fueron La Pa- de periodismo; en el Sevilla el fi nado nifi cadora, "centro popular y concu- maestro Rolando Victoria, excelen- rridísimo por lo económico" (Orosa te fotógrafo, le tomó una magnífi ca Díaz), Las Tres Caras (hoy difuntos) fotografía a Clemente López Trujillo y La Flor de Santiago ya mencionado, que se publicó en la revista Dos Pun- "en cuyas puertas los repartidores de tos. Acudían también a ese sitio el leche suelen hacer sus tratos en be- bachiller Ignacio Lara Gómez, cronis- nefi cio del negocio y para mal de la tas de Valladolid, Jaime Orosa Díaz, salud de los clientes", según lo que Renán Escalante Mendoza (el "Allan

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Poe" yucateco, como gustaba que le Cantón. Recientemente ha sido re- llamaran) y Conrado Menéndez Díaz conocido como "peñista del año" el (todos fallecidos). El Sevilla, que se abogado Renán Solís Avilés, quien hospeda en un edifi cio histórico, ce- recibió su diploma de manos del ac- rró sus puertas hace algunos años, lo tual presidente del grupo, Gabriel mismo que El Candado (60 x 65) de la Ortega Pérez. Hacia 1990 el doctor señora Julieta Zapata y el Brasil, don- Alfredo González Tamayo organizó de acudían el pintor Armando García y dio vida al grupo "Charlas de café", Franchi y sus amigos melómanos. El que ha ofrecido animados ciclos de Candado llegó a ser uno de los cafés conferencias con excelente asistencia populares de la ciudad, y hasta se de personas en sitios como el Gran formó en él un "Club de tomadores Hotel, El Castellano y en los últimos de café" de no sé cuántos socios. En años en el Holiday Inn. sus últimos años se tornó en un "café ¿Pero cuáles son los cafés que fre- gay" frecuentado de homosexuales y cuentan los meridanos hoy en día? suripantas. He aludido a un "Club de Hay muchos, de cierto, y no los ci- tomadores de café" de El Candado, taremos todos: el Colonial (calle pero he de advertir que no ha sido el 62 x 57), el San José perteneciente único: recordemos La Peña del Café, al hotel de ese nombre (63 x 62), el instaurada en 1988 a iniciativa del li- Café Royal de nuestro ex condiscí- cenciado Juan de Dios Pérez Galaz, pulo Luis Vidal (actual hábitat del que se reunía cotidianamente en el grupo "La Peña del Café"), La Bella café Fausán de Fausto Santos, ubica- Época (frente al Parque a La Madre), do en la planta baja del edifi cio que el Alameda (58 x 57), el Gran Hotel alberga al teatro Héctor Herrera pro- y el Caribe, en el rincón del parque piedad del abogado José María Ca- Hidalgo, el Nicte-Há, predilecto del rrillo Gamboa. La Peña del Café, que poeta Raúl Cáceres Carenzo cuando ha cumplido ya diez años de vida, viaja a Mérida, el Wao de nuestro llegó a rebasar la veintena de socios amigo Wadi Abimerhi (en el callejón y goza de una mesa directiva cuya del Congreso), la nevería Pop (57 x presidencia se renueva cada dos o 62) uno de los más populares , y el tres años. Moncho y el San Gabriel, al fondo Esta "peña" elige regularmente a del Bazar García Rejón, que pode- sus "peñistas distinguidos del año" mos considerar como uno solo por- entre los que recordamos a Raúl Me- que parece que pertenecen al mismo néndez Ortuño, Luis A. Ramírez Az- dueño. En el San Gabriel se inspiró nar, José Ma. Carrillo Gamboa, José alguna mañana el doctor González Adonay Cetina Sierra y Edmundo G. Tamayo y compuso un largo poema

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en el que analiza a los habitués del Alejados del centro de la ciudad, lugar. Reproducimos a continuación retirados en cierta forma del munda- las tres primeras cuartetas de los ver- nal ruido citadino, se hallan algunos sos en cuestión: de los cafés favoritos de los meri- danos contemporáneos: los de los Es el sitio preferido grandes hoteles del Paseo de Monte- de historiadores famosos, jo, los de las plazas (Dorada, Fiesta, de ingenieros distinguidos Gran Plaza), y otros que pertenecen y de químicos virtuosos. a elegantes avenidas de la ciudad como el del Centro Cultural Dante. Comerciantes bien vestidos, Ahí se toma café y se discute a todas militares retirados, horas del día y se está rodeado de un de médicos comedidos ambiente internacional atiborrado y políticos frustrados. de turistas que están por partir hacia Chichén Itzá o Cancún o Cozumel. Las mesas de historiadores Es una atmósfera más cosmopolita, son las más solicitadas: si se quiere, lo que disfrutamos en magnífi cos narradores estos sitios suntuosos. A un costado de historias ya confi rmadas. de Sam's Club hay una cafetería con Internet (of all things!) donde usted accede a una hora de Internet por veinte pesos; en la Prolongación de Montejo tenemos el Café 1900 sitio exornado de art deco donde tam- bién se puede comer; en Plaza Fiesta se halla el Café Mario donde usted puede deleitarse con café capuchino, cubano, alemán, expreso, etcétera. Y en la colonia Alemán estaba El Go- lem de Sonia Tralova, donde se ce- lebraban unos "jueves literarios" con ciclos de lecturas de los escritores del patio. Creo que El Golem se ha mudado a una nueva ubicación. El desdoblamiento de la ciudad, el excesivo incremento de su pobla- ción y su elevado movimiento tu- rístico provocaron una expansión

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comercial hacia el norte que sólo el Vips y Sanborn's, ambos justo en ha benefi ciado a los núcleos de ese la glorieta de Justo Sierra. Ahí, mez- sector. En el sur también hubo una clados con decenas de turistas, los expansión, pero solamente demo- meridanos integran sus grupos y de gráfi ca porque las cosas buenas no hecho cuentan con mesas fi jas. Es llegaron hasta allá. Los restauran- cierto que el café es más caro en es- tes, las boutiques, las discotheques, tos lugares pero por el precio de uno los mercados, los grandes hoteles podemos tomarnos todas las tazas y por supuesto los cafés chic se ex- que nos venga en gana. Aparte los tendieron hacia el norte. Se inaugu- dos nombrados, existen otros cená- raron establecimientos cafeteriles a culos favoritos de los meridanos: los lo largo del Paseo de Montejo que cafés de los hoteles Montejo Palace enseguida contaron con clientelas, y Conquistador, así como los de las pero, curiosamente, los viejos ca- plazas Fiesta, Dorada y Gran Plaza, fés del Centro Histórico conservan ya señalados. a sus concurrentes. Por lo general, Por las noches se acude a Las Fa- los clientes de los cafés del Paseo de rolas del Hotel Montejo Palace don- Montejo no acuden, sino de vez en de, en plein air, nos tomamos un café vez, a los del centro y viceversa. De o un whiskey on the rocks si contamos esta manera, se está dando una nue- va cultura del café en la ciudad que de alguna forma establece cierta se- paración entre los meridanos. Hoy observamos grandes o pe- queños grupos de conciudadanos cafeteando en estos sitios del norte. Y si traigo a colación el verbo cafe- tear es porque ya lo empleamos los meridanos: tomándolo del adjeti- vo cafetero (quien gusta mucho del café) hemos sacado "cafetear" o "ca- fetearse". "¿Qué… ya te cafeteaste?" me inquiere un viejo amigo al verme abandonar mi mesa de café. Y qué le vamos a hacer… el hábito palabre- ril acaba por modifi car al idioma. Algunos de los cafés más frecuenta- dos por los meridanos vienen a ser

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con sufi ciente plata en la billetera. Peniche Vallado… El Ambos Mundos, Si estamos brujas visitaremos el Im- de don Juan Ausucua, vive la extra- pala donde hay sandwiches y tortas vagancia de los dorados veinte, años además del café. Pero estamos en el de Beardsley y su art noveau, años Paseo de Montejo, y ese es nuestro del Whispering de Paul Whitman, del lujo, y nos sentimos cosmopolitas y charleston y de aquellas frenéticas ciudadanos del mundo. Así somos "pelonas", del superhéroe Lindbergh los nuevos meridanos, esto es, los (cuya tragedia familiar eclipsará a que ya estamos pisando el umbral sus glorias), de la "Ramona" de Gene del año dos mil. Austin y de Ramón Novarro, y por Hemos caminado, un poco a tran- momentos nos parece contemplar cos, por la errática topografía de los la entrada triunfal en el café del chi- cafés de Mérida, cuyo más antiguo fl ado (o mejor, nuestro yucatequis- antecedente pudiera ser aquella anó- mo "azotado") Estanislao (Varela) nima fonda de la calle de la Cascarilla vestido con los colores del arco iris instituida hacia 1851, o quizás el café ante la gritería de la concurrencia y (y restaurant) de los señores Monti- los acordes en el piano del maestro llet en la calle del Degollado nacido Martínez; atestiguamos la presencia diez años más tarde; el señor W. Liza- de nuestros huéspedes españoles rraga Patrón se jacta, sin embargo, de Villaespesa, Zamacois, Martínez Sie- que su café La Concordia (fundado rra y Noel y todos los antiguos poe- en 1892) es el primero establecido en tas yucatecos (que ya se han ido) y la ciudad, aserción de la que descon- los maestros y los políticos: y todo fi amos. La cosa no reviste la mayor esto se reitera, con su música, con importancia porque, para empezar, su inútil palabrería cafeteril, con su nada sabemos del ingrediente toral chismografía sin hilos y con sus per- de la vida de todo café que se precie sonajes sui generis, en el vecino café de serlo: la clientela. El Louvre, tan veterano como el Am- Entonces aguardamos hasta el co- bos Mundos; dos viejos que apunta- mienzo de nuestro siglo con la aper- laron la inveterada vida del centro de tura del Café Ambos Mundos cuya la ciudad de Mérida, de la Plaza Ma- clientela nos es familiar a través de yor saturada de historia, una historia las crónicas de Víctor M. Martínez, que aún está por contarse. El Ambos Carlos Duarte Moreno y Francisco D. Mundos cumplió con su papel de de- Montejo Baqueiro y de las conversa- vastador del tedio (como quiere Wil- ciones que hemos sostenido con Ar- de) pero la edad acabó por vencerlo; turo Abreu Gómez y con Leopoldo El Louvre, en cambio, es paradigma

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de longevidad, pero acaso está tam- del piano retozón y de las grecas bién en las últimas. oscuras o "claritas" (que, loado sea El Ambos Mundos y El Louvre Dios, todavía existen en algunos lu- pertenecen a los tiempos román- gares) y de las mesas de granito, y ticos de los cafés meridanos, junto de estudiantes menesterosos que se con el Ferráez, La Sin Rival, La Pa- ganaban los pesos caricaturizando a nifi cadora y quizás el Express en sus los parroquianos. Por entonces, mi comienzos; hablo de tiempos preté- padre el estudiante Leopoldo Peni- ritos, hablo de días de cincuenta ho- che Vallado escribió desde el Café ras en los que era posible gastarse las Central de los hermanos Dennis, mañanas (o las tardes, o las noches) este soneto al café que reproduzco sin preocuparse de nada. Tiempo en su integridad:

Horas muertas que transcurren con letárgica pereza entre el humo sofocante del cigarro y del café; van y vienen los meseros con insólita presteza, y un pianista escandaliza con foxtrots de cabaret. "¡Mozo —un cómico demanda— sirva usted en esta mesa, traigo un hambre que no espera!" "Sirva aquí —grita un burgués regordete y cuasi-briago— ¡otro vaso de cerveza!" y un grupito de estudiantes: "¡Una greca… para tres!" Un poeta se impacienta: "¡Sirva, fámulo menguado…!" Y en su afán cada mesero corre y va desorientado entre el denso y negro ambiente del pletórico café… Y las horas continúan transcurriendo perezosas sin variar el curso eterno de la vida y de las cosas, entre humos de cigarros y foxtrots de cabaret.

Hoy, pasados cincuenta, sesen- estar toda una mañana en el café y ta años ¡qué sé yo! de esos tiem- olvidarse de las duras pruebas im- pos, la escenografía es muy otra: puestas por nuestra brutal manera las horas apremian y no se puede de vivir.

(abril 11-mayo 6, 1998)

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