Una Nueva Fase En El Nacionalismo Catalán?
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Construcción nacional, independencia y soberanismo: ¿una nueva fase en el nacionalismo catalán? Alfredo Crespo Alcázar Instituto de Estudios Riojanos 1. Introducción La política en Cataluña no discurre por las mismas directrices que en otras comunidades autónomas españolas. Hay más partidos y mayor representación en el Parlamento. El eje derecha-izquierda no es el único, coexistiendo con el de nacionalismo-no nacionalismo. Durante estos últimos años han aparecido nuevas formaciones en uno y otro (Solidaritat Catalana Per la Independencia o Ciudadanos de Cataluña) producto de los desarrollos acaecidos durante el periodo 2003-2010. La coexistencia de ambos ejes se pudo comprobar durante la etapa 2003-2010 a través de los dos gobiernos tripartitos, alianza gubernamental de partidos no independentistas (PSC e ICV) con otro que sí lo es (ERC). En efecto, el tripartito reemplazó a CIU al frente de la Generalitat, formación que gobernó Cataluña desde 1980 y que había estado vinculada a la figura de Jordi Pujol. Bajo las presidencias de los socialistas Pascual Maragall (2003-2006) y de José Montilla (2006-2010), aunque con una influencia de CIU real, Cataluña se convirtió en el centro de la política española. La razón principal fue la reforma del Estatuto de Autonomía de 1979. 2. Las elecciones autonómicas catalanas de 1999 Con vistas a estas elecciones, Jordi Pujol acentuó ciertos aspectos de su discurso, hablando de una Constitución más pro-autonómica o reclamando para Cataluña el status de “sociedad diferenciada”1. Gracias al apoyo del PPC (12 escaños), CIU pudo gobernar Cataluña ya que como sucediera en 1995, no logró la mayoría absoluta, quedándose en 56 escaños. Entre CIU y PP se venía produciendo una colaboración en un escenario doble: las Cortes Generales (a partir de 1996)2 y a partir de 1999 en el Parlament. Sin embargo, existían voces discrepantes en uno y otro partido que no apoyaban dicha cooperación. Dentro de los populares, el sector ligado a Alejo Vidal Cuadras; en CIU, el ala más soberanista donde destacaban una serie de políticos que años después ocuparán cargos importantes en la Generalitat (Oriol Pujol, Francesc 1 El País, 15 de marzo de 1999. 2 “Los criterios para apoyar a González y a Aznar fueron, básicamente, los mismos de siempre: convencimiento de que España tenía que hacer frente a retos importantes, sobre todo los derivados de la incorporación primero al mercado único y más tarde a la moneda única que también beneficiaban a Cataluña”. Sostiene el diputado de CIU Carles Campuzano, en la entrevista mantenida con el autor el 20 de junio de 2012 en Madrid. En una línea similar se expresaba su compañero de partido Pere Macías, en la entrevista mantenida con nosotros el 21 de mayo de 2012 en Madrid: “el gran objetivo de CIU a lo largo de su historia ha sido gobernar Cataluña. Se ha logrado en parte sí y en parte no. Para el logro de este objetivo una de las herramientas ha sido tener una presencia importante en la política española. Por ello, hemos establecido acuerdos de gobernabilidad con todos los partidos que han gobernado España (UCD, PSOE, PP)”. Navajas Zubeldia, Carlos e Iturriaga Barco, Diego (eds.): España en democracia. Actas del IV Congreso Internacional de 349 Historia de Nuestro Tiempo. Logroño: Universidad de La Rioja, 2014, pp. 349-358. CONSTRUCCIÓN NACIONAL, INDEPENDENCIA Y SOBERANISMO: ¿UNA NUEVA FASE EN EL NACIONALISMO CATALÁN? Homs, Felip Puig o Artur Mas) y que en aquel momento, apostaban más por el entendimiento con ERC que con el PPC de Alberto Fernández Díaz3. Durante los años en la oposición (1999-2003), el PSC de Pascual Maragall (que había logrado 36 diputados) además de someter a una moción de censura (que perdió) al gobierno de Convegencia i Unió, inició un entendimiento con ERC e ICV de cara al establecimiento de un frente de izquierdas y a la reforma del Estatuto de Autonomía de 1979. Asimismo, dentro del discurso de Pascual Maragall, las críticas hacia el gobierno de PP ocupaban un lugar privilegiado, señalando que tenía como objetivo la re-centralización de España, algo que enlazaba con uno de sus mensajes más característicos de estas fechas: el concepto de insatisfacción autonómica. Bajo el prisma del líder del PSC, en España habían aumentado las tensiones territoriales en los últimos años, siendo José María Aznar el responsable de la involución del sistema autonómico4. También fue significativo que durante la última legislatura de Jordi Pujol, se puso en marcha la Comisión para la Mejora del Autogobierno, con participación de todas las fuerzas políticas con representación en el Parlament, aunque el PPC presentó sus conclusiones al margen, las cuales fueron rechazadas. CIU, en aquel momento, bloqueó la propuesta de reforma del Estatut de Cataluña. 3. El fin de la hegemonía de CIU en la Generalitat. Las elecciones autonómicas de 16 de noviembre de 2003 Uno de los hechos más significativos de estos comicios fue que Jordi Pujol no era el candidato de CIU. El veterano dirigente abandonaba la política activa, eligiendo como sucesor a Artur Mas, en cuyo discurso comenzaban a ser habituales expresiones como “construcción nacional” y “transición nacional”. De la misma manera, Artur Mas lideraba a una nueva generación de políticos que va a dejar en un lugar secundario el carácter más social-cristiano propio de los años de Jordi Pujol, para defender un modelo económico de corte más neoliberal. Las elecciones de 2003 ofrecieron un descenso de escaños de CIU (de 56 pasaba a 46) y un ascenso significativo del PSC (de 36 a 42). Sin embargo, los socialistas fueron incapaces de atraer el voto nacionalista y de izquierdas, dejando que se escapara hacia ERC (23 diputados) y, en menor medida, hacia ICV5. José María Lasalle, desde las páginas ABC, explicaba que los éxitos de ERC eran producto de los años de gobierno de Jordi Pujol: la práctica política del pujolismo de poner una vela a Dios y otra al diablo ha terminado dando sus resultados. La combinación del pragmatismo posibilista con el cultivo del esencialismo identitario ha hecho posible que una parte muy significativa del electorado catalán haya terminado decantándose por el radicalismo de quienes creen que Cataluña sólo puede ser ella misma si decide ser «ajena» al resto de España. La permanente apelación a reparar los agravios de la historia y a profundizar en la construcción de una identidad nacional más allá de lo sensato ha dañado seriamente el proyecto de CIU6. 3 “(Pujol) teme tanto como necesita las alianzas con el partido hegemónico en cada momento de la transición española, se llame el partido UCD, PSOE o PP. Esas alianzas han existido y de una u otra manera han servido para que el Pujolismo conservara el poder en Cataluña y para que presumiera de su capacidad de intervención en la política del Estado”. VÁZQUEZ MONTALBÁN, Manuel: La Aznaridad. Editado por Público y Sabadell Atlántico, 2009, págs. 74-75. 4 Véase al respecto ALONSO DE LOS RÍOS, César: “Hamlet es catalán”, ABC, 6 noviembre de 2003. 5 Véase al respecto el Editorial de ABC de 17 de noviembre de 2003 titulado “CIU gana, Maragall fracasa y ERC decide”. 6 LASALLE, José María: “La herencia del Pujolismo”, ABC, 17 de noviembre de 2003. 350 ALFREDO CRESPO ALCÁZAR Conforme se acercó el final de la legislatura (año 2003), la relación entre CIU y PP fue cada vez más tirante. De hecho, Jordi Pujol afirmaba que “la estabilidad en Cataluña no pasa por el PP. El PP en Cataluña lo único que puede hacer es no aportar estabilidad”7. Sin embargo, a pesar de que la “relación bilateral” tendía a la confrontación, José María Aznar invitó a CiU a que se uniera al gobierno de España, algo que rechazó el líder convergente, afirmando que “se piensan que nosotros somos una gente que hemos venido a hacer política por los cargos”8. Posteriormente, cuando Josep Piqué fue designado candidato del Partido Popular en Cataluña, Jordi Pujol lo recibió del siguiente modo: ser el jefe del cuarto partido político en Cataluña será para él una gran frustración. El PP no puede ser el representante de Cataluña porque han de asumir las ilusiones y angustias del país y esto ha de salir de dentro y no de una campaña de marketing. CIU lo lleva dentro9. 4. CIU ante el gobierno tripartito de Pascual Maragall (2003-2006) El PSC interpretó los resultados en clave de derecha-izquierda en lugar de optar por el eje nacionalismo-no nacionalismo. Pascual Maragall subrayó que “las izquierdas”, entendiendo por tales a PSC, ICV y ERC, habían logrado 74 escaños frente a los 61 de CIU y PPC. El ex alcalde de Barcelona daba un paso más, afirmando que se trataba de una victoria de las “fuerzas de progreso”. Era una interpretación real pero excesivamente optimista. Asimismo, otro vocablo que empleó Pascual Maragall con frecuencia fue el de “cambio”, vinculado al hecho de que José Luis Rodríguez Zapatero (todavía en la oposición) le había autorizado a iniciar los contactos para formar un “gobierno de progreso” en Cataluña, “donde prime lo social y avance también en su vocación de autogobierno dentro del marco constitucional y de la España plural”10. A partir de esos momentos, quien tenía ante sí un escenario más complicado era CIU que, inicialmente, insistió en que era la que más diputados había logrado, hablando José Antonio Durán Lleida de “fracaso de Maragall”11. Artur Mas no descartaba el entendimiento con ERC, ni tampoco un gobierno de concentración con PSC y ERC, aunque en ningún caso cediendo la presidencia de la Generalitat. El propio Jordi Pujol avalaba esta última fórmula por dos razones complementarias: dotaría de estabilidad al gobierno catalán y supondría una reafirmación nacionalista.