Primera Seccion: Factores De Unidad En El Arte Mudejar
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PRIMERA SECCION: FACTORES DE UNIDAD EN EL ARTE MUDEJAR Presidente: Prof. GONZALO BORRAS Vicepresidente: Prof<l . CARMEN FRAGA NOTAS SOBRE ARQUITECTURA MUDEJAR ENRIQUE DOMINGUEZ PERELA Desde que a principios del Siglo VIII la Península Ibérica se convierte en el límite de la demarcación de las dos grandes esferas de poder que se disputan el control del Mediterráneo, hasta finales del Siglo XV en que ese limite pasa al estrecho de Gibral tar, las condiciones sociales, políticas, religiosas y económicas de lo que acabaría siendo España. difieren grandemente de cualquier concepción sincrónica del resto de lo que hoy denominamos Europa. A la ancestral amalgama tribal prerromana, cu bierta de las salpicaduras del Oriente Mediterráneo y "unificada" bajo la administra ción imperial. viene a superponerse una corriente cultural nueva asociada a los pueblos germánicos que rápidamente será desplazada por el extraordinario fenómeno musul mán. La "nueva" cultura islámica aportará sus elementos más característicos, insepara bles de la concepción eclecticista de su orientalismo natural. El resultado es, tiene que ser. de una complejidad inaudita e incomparable en relación con los otros pueblos si tuados dentro del próximo entorno geográfico. Contemplado el panorama artístico medieval hispano desde la perspectiva colo nialista de finales del Siglo XIX y principios del XX. no es de extrañar, que por una serie de complejos fenómenos de psicología social se tendiera a infravalorar todo aquello que no encajara en una concepción occidentalista de la historia. Al margen de la acalorada discusión bizantina asociada al nacimiento del término "mudejar" y de la grandilocuencia academicista de aquellos que tomaron esta cuestión como objetivo de sus actividades eruditas, la realidad es que se tiende, por lo general, a infravalorar el fenómeno islámico español. La perspectiva institucionalista ha permitido buscar coartadas para justificar lo injustificable. En ocasiones, esta perspectiva, ayudada por el término "Reconquista", ha llegado a simplificar la realidad histórica hasta límites ñoños. Para entender el fenómeno mudéjar es preciso remontarse al momento de la hipotética "invasión musulmana" (1). Desde hace tiempo y por supuesto al margen (1) AMADOR DE LOS RIOS, José. El estilo mudéjar en Arquitectura. Paris 1965. Refiriéndose a la penetración islámica en la Península Ibérica : "Afrentoso desastre de Guada!ete". -3- E RIQUE DOM! G EZ PERELA de la historiografía oficialista hispana, se vienen manejando hipótesis que levantan ampollas en la delicada piel de algunos occidentalistas a ultranza (2). Desde una perspectiva más formal, las conclusiones no distan del planteamiento histórico (3). Unas y otras vienen a poner de manifiesto la continuidad social y cultural entre el mundo clásico (helenístico) y la cultura musulmana sobre todo en la Bética, lugar que se va a convertir en recinto territorial fundamental de Al-Andalus y que había sido la zona de mayor influencia bizantina de toda la Península, aunque aceptemos, en princi pio, el carácter eminentemente militar de la ocupación de Ju tiniano, que en todo caso sirvió para amortiguar los efectos de la di gregación gem1ánica. Este inicipiente orien talismo bético e va a ver reflejado en terrenos tan heterogéneo como la liturgia, los sistemas de fortificacione , la vestimenta, etc. Si a ésto añadimos la insistencia musul mana en acudir a elementos decorativo orientales, no nos podrá extrañar que las pri meras comunidades cristianas independientes de Córdoba mantengan vivas unas tradi ciones eminentemente orientale ligadas a sus propias prácticas religiosas, aún y cuando teóricamente en los reinos cristianos se trate de reivindicar el pasado godo. En todo caso las relaciones entre la Península Ibérica y el mundo oriental parecen claras mucho antes de la llegada de los primero mu ulrnanes ( 4). Tras el aniquilamiento del centralismo califal, los reinos cristianos van a extender u área de influencia territorial y ante las necesidades repobladoras y de estabilidad fronteriza van a solicitar el auxilio de las órdenes monacales. La reforma cluniacense va a penetrar en la Península acompañada de sus esquemas onstructivos y formales propios. En estos primeros años, los monasterios ubicados en las zonas de repoblación van a reflejar con extrema precisión los modelos transpirenaicos (5). Sin embargo a la vez, en zonas no repobladas en su integridad por gentes del norte, o allí donde las tradiciones hispanomu ulmanas ejercen manifiesta prepotencia van a aparecer los primeros elementos mudéjares: Toro, Sahagún Cuéllar, Arévalo, etc. Aquí, los esque mas importados románicos e superponen a los tradicionales métodos constru tivos hispanomusulmanes (6). La Península Ibérica, entre los siglo VIII al XVI, aparece inmersa dentro de una erie de fenómenos internacionales centrados en la región Mediterránea. El hipotético antagonismo entre cristianos y musulmanes obedece a una serie de razones en cuyo análisis no vamos a entrar. A grandes rasgos y bajo la observación de Jo resultados. simplificando quizás en extremo, podemos distinguir la existencia de dos concepciones sociales diferentes: Ja occidental (cristiana) y la oriental (musulmana). La primera, (2) OLAGUE, l. La revolución Islámica en Occidente. Barcelona, 1974. En e ta obra se justifica la islamización de la Península en base a razones intrínsecas de carácter hispánico-bético. (3) Ya desde Antiguo venía peculándose con la continuidad helenismo-mundo islámico. KUH NEL, E.M. : Lo antiguo y lo oriental como fuente del arte Hispano-islámico. Reeditado en AL· Mulk nº. 4 Córdoba 1964-65. M:ís recientemente, se viene insistiendo en el mismo sentido ... "el arte islámico de España, ciñéndonos a los siglos VIII, IX y X es la islamizaci6n pro¡;resiva del arte romano, el bizai1 tino, y el visigodo ... " PA VON MALDON ADO. B. La decoración geometrica hispa nomusulmana y los cimborrios aragoneses de tradición islámica. Actas del 1 Simposio Internacional de mudejarismo en Teruel J 975, Madrid-Terne! 1981. Desde una perspectiva científica. BERNAL J.D. Historia social de la ciencia. Madrid 1967, plantea la continuidad entre el período c11sico y la cultura musulmana (pág. 225). (4) S HLU K. H. "Relaciones entre la Península Ibérica y Bizancio durante la época visigoda". A.E. de Arqueología, n°. 60, 1945. (5) AZC RATE RISTORI, J.M. Historia del Arte en cuadros esquemáticos. Madrid 1969. (6) FRUTOS CUCHILLEROS, J.C. "Arquitectura mudéjar en el partido judicial de Arévalo (Avi· la)". Actas del 1 Simposio Internacional de Mudejarismo (Teruel 1975) Madrid-Teruel 1981 : " ... Cuentan además los mudéjares con el buen conocimiento de la técnica que incluso enseñaron a los cristianos". - 4 - NOTAS SOBRE ARQUITECTURA MUDEJAR partiendo de la penuria derivada del proceso degenerativo, que supone el Bajo Imperio (7) aparece durante todo el intervalo en franca situación ascendente que culminará en el complejo cúmulo de circustancias que hemos dado en llamar Renacimiento. El mundo islámico engarzado originalmente en el Imperio Oriental y en la tradición helenística, entrará en un proceso continuo de desarrollo lento (estancamiento), que prácticamente dura hasta nuestros días. Dentro de este proceso, Ja Península aparece inmersa dentro de una dinámica que participa del mundo Occidental y Orien tal. Una vez perfeccionados los métodos de transporte y superada la penuria que acompaña a la caída del centralismo imperial, la distancia de España a los centros generadores de las corrientes islámicas aparece demasiado grande para que los lazos de unión puedan subsistir durante mucho tiempo. No obstante, el fuerte enraiza miento de las tradiciones orientales en la Bética coadyuvará a que estos lazos se mantengan durante más de ochocientos años. A los intereses propios de una sociedad imperfectamente feudal impreganada de un fuerte espíritu señorial heterogéneamente distribuido por la geografía espa ñola hay que añadir los intereses centralistas de la nueva Iglesia Romana, representados por la reorganización administrativa, estimuladora de anacrónicas cruzadas contra el "infiel" que transcienden el espacio puramente religioso. El modelo feudal transpi renaico va a estimular en la nobleza castellana, leonesa y de Aragón la ambición territoriaHsta que poco a poco va decantando el proceso histórico en favor del Norte (8). Sin embargo. el antagonismo entre Norte y Sur no se va a mostrar tan fuerte como para que se declare una guerra sin cuartel al "infiel". Desde mediados del Siglo XIII hasta finales del XV las contiendas más importantes van a tener lugar entre cristianos permaneciendo los hispanomusulmanes al margen en una cómoda situación de dependencia política. Mientras que la civilización hispanomusulmana, desde época muy temprana insiste en planteamientos netamente urbanos, hereqados del período clásico, la zona cristiana participa del proceso ruralizador común a los pueblos germánico con el agravante de la recesión económica que supone la pérdida del poder político sobre las zonas más fértiles de Ja Península. Durante los siglos VIII, IX y X, las comunidades cristianas independientes permanecen en los recintos territoriales que no fueron plenamente asimilados por el Imperio Romano (9). A medida que el proceso ocupa cional avanza. no se incrementa entre los dignatarios de la sociedad cristiana el in terés por las actividades de carácter burgués que son desempeñadas fundamentalmente por judíos y mudéjares, provocando desfases soci~es que van a generar frecuentes revueltas, casi siempre