Los Cuadernos de la Actualidad

do gracias a la presencia del exube­ culturas, la amistad entre hom­ EL PASTICHE rante Roberto Benigni, es plena­ bres... ) e incluso europea (un cierto mente consciente de su condición existencialismo humanista, la inco­ ES EL de objet d'art. municación y, en definitiva, la so­ Pero, lhasta qué punto el filmde ledad humana en un nivel casi me­ MENSAJE Coen se contenta con ser una gi­ tafísico, pues no es otro el sentido gantesca broma, un cómic deliran­ del plano final de la película, en el te únicamente al servicio de la risa que Tom Waits y John Lurie se y la diversión? Frente al contrasta­ alejan por caminos distintos des­ Jim Jarmusch, Bajo el peso de la ley. do blanco y negro de Robby Müller pués de haber logrado escapar jun­ Joel Coen, Arizona Baby. (el fotógrafo habitual de Wenders), tos), su estrategia no se basa en un en Bajo el peso de la ley, los Coen registro totalmente autónomo, si­ ofrecen colores vivos, casi chillo­ no que, aún erigiéndose al fin en arece que no puedan nes, en la línea de ciertas películas un discurso personalísimo, recurre existir, en apariencia, dos de los años 60, de Russ Meyer a sin pudor durante todo su desarro­ películas más distintas Frank Tashlin, pasando por el llo a la mezcla de códigos, a la al­ que Bajo el peso de la ley mismísimo Jerry Lewis. El expre­ ternancia de géneros. Los elemen­ P (Down by law, 1986), de sionismo hiperrealista de Jermusch tos y personajes típicos del thriller Jim Jarmusch, y Arizona Baby contra el pop reciclado de Coen. Y clásico (el submundo urbano, el (Raising Arizona, 1987), de Joel el plano fijo y contemplativo con­ macarra, el loser sin remisión ... ) e Coen. La primera es un calculado y tra el encuadre inverosímil, la pro­ incluso de las películas carcelarias, a la vez desenvuelto ejercicio de fundidad de campo alucinada, el conviviendo con los de la comedia contención narrativa, ascéticamen­ travelling vertiginoso, la planifica­ más hilarante (el equívoco linguís­ te filmado en blanco y negro, y ción dislocada. Arizona Baby tam­ tico, el turista despistado... ), todo avalado por un americano que ad­ bién tiene, pues, vocación estética, ello bajo la apariencia de una pelí­ mira a Ozu y además es discípulo aunque su fuentede inspiración no cula de autor. Y no es muy distinto de Wim W enders. La segunda es la sea Antonioni o el cine japonés, si­ el método de Arizona Baby, donde obra de dos hermanos (Joel dirige no los enloquecidos cartoons de la la intriga policíaca más o menos y escribe, Ethan escribe y produce) Warner y las historietas de Corre­ deformada (el secuestro de un be­ fascinados por el cine clásico nor­ caminos. bé) incluye tópicos extraídos de teamericano y autores de una ópera mil y una fuentes, desde el atraco a prima, Sangre fácil (Blood simple, un banco por parte de una pareja 1985), que era algo así como un de delincuentes tan torpes como ri­ thriller exagerado, llevado hasta sus sibles, hasta el enfrentamiento fi­ últimas consecuencias. nal entre el protagonista (Nicolas Pero vayamos por partes, porque Cage, cada vez mejor) y un cazarre­ la primera diferencia entre ambas compensas brutal y casi madmaxia­ películas radica en su lenguaje. Ba­ no, sin olvidar magnates zafios pe­ jo el peso de la ley se despliega en ro de buen corazón y alocadas per­ planos largos y estáticos que for­ secuciones en coche. Y todo este man secuencias separadas por elip­ amasijo de personajes y situaciones sis bruscas, cortantes. Arizona Ba­ al servicio, no de la configuración by, por el contrario, lo muestra to­ de un todo unitario, como ocurre do y a lo grande: la narración es rá­ en la película de Jarmusch, sino de pida y entrecortada, sin duda para la estética de la acumulación paró­ ofrecer al apabullado espectador el dica, del desorden iconográfico mayor número de hechos en el me­ más desatado. nor tiempo posible. Como conse­ cuencia, la estrategia dramática de La cosa, de todas formas, queda Jarmusch se centra en la observa­ clara. Tanto Jarmusch como Coen, ción de los personajes y sus rela­ aunque sea por caminos bien dis­ ciones, olvidándose casi por com­ tintos, recurren a la misma técnica pleto de los meandros de la peripe­ inspiradora: su material de base cia policíaca (bajos fondos, deten­ siempre transfigurado por la inte­ ciones, cárceles, fugas, persecucio­ Jim Jarmusch. racción de diversos géneros o tópi­ nes ... ) que constituye el armazón cos de la cultura de la imagen for­ del film. Y Coen, por su parte, des­ Y es aquí donde terminan las di­ jados durante décadas de uso coti­ poja la acción de todo aderezo jus­ ferencias y empiezan, inesperada­ diano, de manera que, tanto como tificatorio,de modo que lo que im­ mente, los parecidos, las identifica­ su originalidad de creadores, pesa porta, lo que da sentido y estilo al ciones. Aunque los temas conteni­ en sus películas su afición al pasti­ film, es la suma indiscriminada de dos en Bajo el peso de la ley -muy che, al cóctel más o menos defini­ situaciones y no su disección. Ari­ cercanos a los del anterior trabajo do, ya sea optando por la parodia y zona Baby (como las películas de de Jarmusch, la no menos esplén­ el distanciamiento irónico, ya por : y, si no véase, cuando dida Extraños en el paraíso (Stran­ la utilización más renovadora del se estrene por estos pagos, la cínica ger than paradise, 1984)- estén género o géneros. Podría empezar II) encierra en sí misma fuertemente enraizados en la tradi­ a pensarse, pues, que, por los sen­ su propia parodia; Bajo el peso de la c10n cultural norteamericana (el deros de la estilización, cierta ten­ ley, aunque divertidísima, sobre to- mito del perdedor, el choque de dencia del cine norteamericano ac- ·175 Los Cuadernos de la Actualidad

A los primeros pertenecen por mo en imágenes; cuando Botas ejemplo Juan Luis Panero y Víctor acomete un poema histórico no Botas. A los segundos Eloy Sánchez aburre pues sabe actualizar la anéc­ Rosillo y García Martín. Los terceros dota recreada con habilísimos son legión así que el buen lector quiebros tanto intermedios como ponga a quien mejor le cuadre. finales y con una jugosísima ironía. Víctor Botas, que es de quien se «Teseo» es otro poema histórico va a hablar aquí, ha ido publicando donde el tema está tratado de tal en silencio sus ya cuatro libros de manera que consigue desmitificar poemas. Nada se sabe de este per­ un material ya de por sí serio y se­ sonaje, tan sólo que vive en Oviedo sudo como es el de la mitología. Se y que su obra ha ido creciendo en trata de un poema muy bien termi­ nado que demuestra un pormeno­ Arizona Baby. importancia y calidad con los años. En un principio la crítica pensó rizado conocimiento del olimpo romano. El poema «Padre Apolo» tual -y no sólo la de apariencia que se trataba de uno más de los más popular (el ya citado Raimi el heterónimos utilizados por García nos ilustra con creces esta maner� ' Martín en su revista -hermosa e de hacer; Botas se toma la mitolo­ inesperado descubrimiento de gía a risa, encontramos los mitos Fred Dekker en Night of the creeps, irrepetible- Jugar con Fuego pero lo cierto es que Botas escritor exis­ -siempre tan bien tratados- por el inspiradísimo Johnathan Dem­ los suelos. Nos topamos con la me de Something wild... ), sino tam­ te como tal y doy fe de que se trata de un personaje original y curioso, «desmitificación» de los santones bién otra más, digamos, «refinada» oficiales del Olimpo. En ésto con­ (el último Jarmusch, el Alan Ru­ tanto como su obra. Historia Antigua es una obra siste la originalidad de estos poe­ dolph de Elígeme e Jnquietudes... )­ mas; los dioses son tratados como se está empezando a plantear, por densa en poemas, muy trabajada y vía práctica, cuestiones relativas al en la misma línea irónico-coloquial vulgares imbéciles. funcionamiento de la diégesis y el de sus obras anteriores. Temática­ Otra de las constantes de esta mente nada cambia tampoco: poesía son los giros, guiños anticli­ relato cinematográficos, algo que máticos al final de los poemas. Es­ antes permanecía reservado sólo abunda el poema histórico pero para teóricos. Y si no, al tiempo. con sello propio que más tarde ex­ ta técnica actúa a modo de elemen­ plicaremos, la realidad cotidiana to distanciador para romper el tono serio del poema conectando su te­ Carlos Losilla (realidad social, política, religiosa) a la que sabe sacar punta de magis­ mática con otra que nada tiene que tral manera, el paso del tiempo la ver con la que venía tratando. Se familia, etc. ' trata de un recurso inesperado que Voy a subrayar algunos de los sorprende al lector por el cambio rasgos más sobresalientes de estos que introduce: Botas trae la histo­ poemas que a su vez podrían ser ria a su terreno (y ésto conecta con DE HISTORIA válidos para su obra anterior. la característica anterior), la utiliza a su gusto y manera, ironiza sobre ANTIGUA Uno de los recursos más socorri­ ella y al final«pasa de ella». «En el dos de Botas es el papel que conce­ foro Romano» es un hermoso poe­ de a las acotaciones: guiones, pa­ ma que puede ilustrar lo que aca­ réntesis e interrogaciones que inte­ bamos de apuntar. El eje del poe­ rrumpen el ritmo natural del poe­ ma reside en la riqueza verbal, en Víctor Botas, Historia Antigua. Ed. ma para introducir una explicación el ritmo con un magistal encabal­ Pamiela, Pamplona, 1987. que por un momento desvía la gamiento y en el final inesperado. atención del lector a la vez que El poeta somete la nobleza y rigi­ ay poetas que sólo se les proporciona un correlato irónico­ dez del mundo clásico al tamiz de conoce -rara avis-, por­ humorístico que dota a esta poesía la ironía, haciéndola más amable; que de cuando en cuando de sello propio. publican un cuadernillo El especial uso que el autor hace H de poemas ( que por otra de la historia -casi siempre de la parte sería el método más normal). historia romana- es otro de los Hay otros que además de publicar más importantes rasgos de esta poesía son buenos críticos litera­ poesía. En este apartado puede en­ rios y profesores en universidades trar también la especial utilización y con empeño y tesón van consi­ que hace de la mitología, caudillos, guiendo cierta notoriedad. Los césares, escritores y demás celebri­ hay, finalmente, que además de co­ dades de la antigüedad clásica lati­ menzar a escribir a una edad in­ na. El poema histórico tuvo su au­ creíble son también pródigos críti­ ge hace diez años, ahora ha decaí­ cos, profesores aspirantes a cáte­ do su cultivo quizá porque se trata­ dras lampiños e inocentes, novelis­ ba de una nadería y podían hacerse tas, ensayistas, excelentemente do­ como rosquillas; en serie. Sin em­ tados para la organización y la es­ bargo Botas sigue cultivándolo con calada sin que apenas se note e in­ sabiduría poco común. Por ejem­ cluso viven en la plena convicción plo el titulado «Tiberio» o «Héctor de que son buenísimos poetas. y Aquiles», tan rico en lenguaje co- 176 Los Cuadernos de la Actualidad

• :.,;.!· • • .• • • • sin escrúpulos que ocupa las altas •·· ...... esferas de poder en nuestra socie­ .. . . . dad. También en «Por esos mun­ dos de Dios» se hace crítica social· el grueso del poema, hasta el quie� bro final, parece un poema social CATEDRA de los años sesenta; el guiño iróni­ co finallo cambia todo sobrepasan­ do y reforzando el tema tratado. 21 En «Piadosísimo culto» se critica a • la figura del otrora censor hoy de­ �- . mócrata de toda la vida. La crítica Letras Universales es ácida, para ello se apoya en la re­ dundancia y en las explicaciones LOS MAIAVOGLIA entre paréntesis y guiones, creando Giovanni Verga un tono de burla y proporcionando Edición de M.ª Teresa Nav-dlTO una imagen grotesca e irónica. El EL AMERICANOTRANQUILO lo que antes tuviera un tono noble último verso, típico en Botas con Graham Greene ahora es más humano· quizás esta sólo tres sílabas nos propor�iona Edición de Femando Galv.ín Reula faceta del autor, o �sta técnica un final inesperado. «El heredero» ELEGIAS DE DUINO. muy repetida en su poesía, corres� es otro poema de esta cuerda en el SONETOS A ORFEO ponda a una actitud ante la vida, a que se utiliza un lenguaje científi­ Rainer María Rilke un talante más bien cachondo y de­ co procedente de la economía y de Edición de Eustaquio Barjau senfadado. Otros poemas que ilus­ los círculos bursátiles. Esta forma HISTORIA DEL FUTIJRO tran este punto pueden ser «De los Antonio Vieira de poetizar no es muy frecuente Edición de Luisa Trías y Enrique Nogueras nombres de Eurídice» y «El padre pues nos indica que para hacer de las noches», en heptasílabos y poesía todo vale (desde otro lado NALAY DAMAYANTI endecasílabos este último donde Martín del Burgo hace algo seme­ Edición deFrancisco RodríguezAdrados importa el encabalgamiento hábil­ jante); la temática clásica y tradi­ mente mantenido a lo largo del cional queda así sobrepasada. poema. La concepción del poema es borgiana en la enumeración caó­ Hay poemas como «Playa», «Ve­ Letras Hispánicas tica pero el final es completamente rano», «Una vez más el tema (El EDAD viejo tema) de la rosa» y «Night AntonioGamonecla «botesco». Otro poema semejante Edición deMiguel Casado a éste en su concepción y estructu­ Club» que nos sorprenden por su ra es el titulado «Ius Privatum» en cambio de registro; el poeta nos LA HORA DE TODOS el que el término latino «dolus bo­ habla directamente de sí mismo sin Quevedo nus» -engaño-, repetido varias ve­ intermediarios distanciadores co­ Edición dejean Bourg ces es el eje del poema. El efectoes mo la ironía, la historia o el hu­ AMADIS DE GAULA I y 11 totalmente distinto al producido mor: se destapa y con sinceridad Edición de José Manuel Cad10 Blecua por el término castellano si lo hu­ poco usual en él nos cuenta lo que biera utilizado. El remate del últi­ le pasa. Mirando el libro en su con­ mo verso es concluyente y en él junto podemos concluir que hay converge toda la fuerzadel poema. dos Botas o dos maneras de poeti­ Arte zar en Botas: un Botas irónico es­ EL MUEBLE CLASICO ESPAÑOL El titulado «Gato» -adelantado en M.ª PazAguiló alguna revista, como otros del li­ céptico y bastante ácido y un B�tas bro- es un claro ejemplo de este ti­ humano, sencillo, que como cual­ LAMl[JER Y LAPINTURA EN EL po de finales «sorpresa» de que ve­ quier hijo de vecino nos cuenta lo SIGLOXIX ESPAÑOL nimos hablando. que le pasa. El más frecuente es el Estrellade Diego Al principio apuntábamos la uti­ primero que nos sorprende y entre­ BREVE HISTORIA DEL TR.t\JE lización como tema de los diversos tiene pero el segundo consigue Y LAMODA elementos de la realidad cotidiana emocionarnos. James laver (realidad social, económica, reli­ «A un poeta amigo» es un breve giosa, política, académica, etc.), de poema homenaje a José Luis G. la que el autor sabe sacar jugosos Martín, amigo y supervisor crítico matices. En este punto Víctor Bo­ de Botas, a quien llama Martiniano y Coediciones FundaciónJuanMarch tas y Miguel D'Ors se dan la mano· «El poema» es una boutade del pro­ ESPAÑAEN LA POESIA pio Martín con base en Juan Ramón HISPANOAMERICANA leyendo algunos de los poemas qu� SoledadSalinas voy a comentar me vinieron a la Jiménez aprovechada por Botas que memoria otros de D'Ors de te­ por lo visto nada desperdicia. ESPACIOS POETICOS DE ANTONIO MACHADO mática y estilo semejantes. «Ezra En algún poema nos quedamos Ricardo Gullón Pound con música de fondo» es un con la duda de si lo que nos dice el poema en el que se hace crítica so­ autor es lo que quiso decirnos cial envuelta en fina ironía. Se po­ cuando concibió el poema· es co­ ne en solfala figuradel especialista mo si hubiera un desfase �ntre la trepador (esos bolígrafos con pe­ concepción original del poema De venta en las principales lihrerias. Solicite catálogo al aptdo digrí que lo mismo te hablan de fi­ (que podemos intuir por indicios, 14632. Rd. D. de C. 28080 MRD. Comercializa GRUP DITUIR EDIOR S.. losofía que de redes telemáticas), que por otra parte muy buen pue- Don Ramón de la Cruz, 67. 28001 MRID. Tel. 401 12 00 177 Los Cuadernos de la Actualidad

den ser equívocos), y el poema fi­ sabiduría de los silencios, a la bús­ nal, el entregado al lector: parece queda emotiva de esa conversación como si la idea original se le hubie­ en voz baja ajena a la tertulia esten­ ra escurrido entre los dedos. Así en tórea y grandilocuente. En tornoa la «Quince pasos» y en el poema final balada y al espíritu del blues. «Asturcón». A bote pronto me vienen a la Historia Antigua es de los mejo­ memoria algunos dúos irrepetibles res libros de poesía publicados en que guardo en la memoria, en el este año. Botas es fiel a sí mismo, oído y en los estantes con celo de asume sus maestros (Borges, Auso­ guardián insobornable. En álbu­ nio, Horacio, Safo, la historia ro­ mes absolutamente aconsejables se mana, etc,) -ver por ejemplo «El almacenan los sabrosos dúos de hombre del saco» donde, antici­ Duke Ellington con Jimmy Blan­ pándose al lector y al crítico, con­ ton o Ray Brow, los de este último fiesa su descarada imitación de con Osear Peterson, los numerosos Borges, pero lo curioso es que se acetatos del gran danés Niels-Hen­ las arregla para imitarlo, que el lec- ·12 ning 0rsted Pedersen con Paul tor lo sepa y que el poema sea bue- � Bley, Sam Jones, Joe Pass, Archie no-. El riesgo de esta poesía es el ""�------� Shepp, Kenny Drew o Catherine, de la repetición y que el lector ya merced a la sonoridad redonda y las apabullantes concersaciones sepa de antemano lo que se le va a entre Brexton y Max Roach o entre entregar. Quizás debiera Botas pro­ autosuficiente del saxo de Hawk (y en esa línea abundan los saxofonis­ los contrabajistas Dave Holland y fundizar más en esa segunda ma­ Barre Philips, la finuray delicadeza nera que más arriba apuntábamos tas capaces de grabar temas com­ pletos con líneas solísticas autóno­ de la cita entre Bill Evans y Jim para satisfacciónde lectores y enri­ Hall, o entre éste y Ron Carter, lo quecimiento de su obra. mas, como el soprano Steve Lacy o los multiinstrumentistas Eric etéreo del diálogo entre Chick Co­ José Luna Borge Dolphy, André Jaume, Sam Rivers, rea y Gary Burton, lo definitivodel Anthony Braxton, Jhon Tchicai, encuentro entre Dolphy y Waldron Archie Shepp, Henry Threadgill, o entre Burrel y Coltrane, la frescu­ Roscoe Mitchell o el tenorista Ro­ ra de ideas y el clasicismo de la pa­ llings), hoy sin embargo son legión reja Zoot Sims/Joe Pass, el reen­ DOBLE SALTO los músicos que eligen el dúo co­ cuentro con las esencias del dúo de mo asociación ideal y de ahí que el guitarras pulsadas por John Sco­ SIN RED maridaje sonoro de dos cualifica­ field y Abercrombie y un largo et­ dos intérpretes sea la disidencia cétera. Otros diálogos más célebres grupal más celebrada y editada en (como los de Osear Peterson con las dos últimas décadas (no en va­ los trompetistas Dizzy Gillespie, Mal Waldron/Marion Brow, Songs of Clark Terry, Harry Edison o John /ove and regret. Free Lance Records (32, no el freejazz, con su airada revi­ rue Alphonse Bertillon. 75015 Paris). 9 sión del pasado del jazz propició Faddis o los desiguales conciertos y 10 de noviembre de 1985. estas hasta entonces casi ilícitas re­ pianísticos a cuatro manos entre laciones en aras de una mayor li­ Corea y Hancock) gozaron del fer­ unque la tradición de la bertad interpretativa y de una de­ vor y el favor de un público mito­ gran música negra consa­ fensa radical del ego del músico). maníaco mas obedecieron más a gra al trío como contuber­ En efecto, en dúo los músicos imperativos de orden comercial (y nio instrumental mínimo y pueden hacer de todo menos ser en consecuencia abusaron de la A al cuarteto o al quinteto mediocres: no hay red, se trata de reiteración de clichés de probada como las fórmulas arquetípicas por un doble salto mortal hacia la glo­ eficacia pero manoseados en aras antonomasia de los combos de ria o hacia la chapuza. Expresivi­ de fácil aplauso) que a otra cosa, jazz, sin olvidar los célebres septe­ dad sonora, virtuosismo técnico, semejándose en algún caso a un au­ tos u octetos o las caudalosas big estilo personal inconfundibley cla­ téntico diálogo de sordos en el ámbi­ bands, en las que un par de doce­ ridad de ideas son la conditio sine to de una confusa babel sonora. nas de músicos crean rotundas at­ qua non para que el libérrimo y Uno de los dúos más socorridos mósferas sonoras bajo la tiránica fluido diálogo entre la pareja de es el diálogo entre piano y saxo tutela del líder de turno, sin em­ músicos devenga en entente cor­ (normalmente tenor o soprano). bargo la historia del jazz ha ido dial y en aporte de novedad estilís­ Ahí están Tete Montoliu/George edificándosetambién a base de co­ tica o conceptual y no en aburrido Coleman, McCoy Tyner/Sonny habitaciones un tanto heterodoxas o rutinario encuentro. No es el dúo Rollings y Horace Parlan/Archie o adulterinas en las que la federa­ el contexto ideal para los ritmos Shepp para avalar lo inútil en algu­ ción de los instrumentos huía de lo desenfrenados, los compases velo­ nos casos de la convención rítmica convencional, normalmente por la ces o matemáticamente marcados establecida por contrabajo y bate­ desaparición de alguno de los ele­ y la concesión a veces un tanto gra­ ría. Algo similar a lo grabado por mentos de la sección rítmica. Si el tuita a un cierto swing que, carente Parlan y Shepp es este hermoso vi­ gran Coleman Hawkins demostró de feeling, encanta a los postulantes nilo ahora reseñado en el que dos en Picasso que un tenor se basta -conversos- de «marcha». El dueto intérpretes inquietos, capaces de y sobra para imprimir en el vinilo es el lugar de encuentro de dos sóli­ beber al unísono en la tradición y el acento personal e intransferi­ das personalidades en torno al ma­ en la vanguardia, moderan su len­ ble que posee toda obra maestra tiz, al concepto, a la sugerencia, a la guaje otrora más radical y nos de- 178 Los Cuadernos de la Actualidad

jan en las manos y en los oídos un años en el estilo de este saxofonis- prodigio sonoro que hace de este ta alto, así como su casi total aban­ acetato uno de los mejores de los dono de los clichés parkerianos o grabados en la presente década. colemanianios y su deuda con la Mientras Parlan y Shepp recurren vena lírica de música como Hod­ en su grabación (Archie Shepp-Ho­ ges, Davis o sobre todo Sonny Ro­ race Parlan: Goin' Home. Steeple llings, a quien parafrasea Brow en Chase Records) a la remota tradi­ el corte que toca en solitario (Hurry ción de los espirituales negros, sundow, de Clarence Williams), de Waldron y Brow acuden a fuentes nuevo un blues soplado con arre­ más recientes aunque ancladas ya glo a los cánones clásicos. Waldron en la sagrada historia del jazz como por su parte homenajea al maestro Monk, McCoy Tyner o Billy en un tema propio, tanto en el títu- Strayhron, aportando además dos lo (A cause de Monk), como en el temas propios. Y mientras a Shepp concepto de su improvisac10n y Brow les une su pasado radical en solística, alternándola con pasajes las filasdel free como militantes de que revelan su otra hipoteca musi­ élite y su conversión futura a una cal (Bud Powell), todo ello en un relativa moderación ( de la mano de contexto que por momentos evoca '[ Webster y Ellington en el caso de la música repetitiva actual y el gus- o':!______.__ __J Shepp y de la mano de Johnny to por lo minimalista. En el tema Hodges y Sonny Rollings en el de de Marlon Brow To the go/den lady olvidado aunque aún no haya sido Brow, coincidiendo ambos en su in her Graham cracker window, el li­ editado en nuestro país. Valga la re­ eterna fidelidada Coltrane), Parlan rismo del saxofonista vuelve a po­ ferencia inicial del sello para aficio­ y Waldron fueron piedras angula­ nerse de manifiesto, esta vez de la nados ávidos de paladear este alega­ res de los combos del mejor Min­ mano del nunca olvidado ni mejo­ to en favor del dúo como contexto gus, si bien Mal Waldron ha sido rado John Coltrane, de quien rei­ expresivo y del diálogo estrictamen­ siempre un músico estilísticamente vindica su facetacomo baladista de te lírico entre dos músicos honestos más inquieto que Horace Parlan apabullante finura, mientras Wal­ ajenosa las concesiones o a los suce­ (como lo prueban sus colaboracio­ dron sabe estar detrás de la vena dáneos (y por ende, al favor y el fer­ nes con Lacy o Dolphy). poética del saxofonista tantoen es- vor del público). Ya el primer corte del álbum, el te tema como en el siguiente ( Con­ Carlos Lomas clásico B/ue Monk, nos muestra a templation, de McCoy Tyner, de si­ un inspirado Waldron capaz de au­ milar factura sonora). En ambas nar la obvia influencia que la som­ baladas, que aparecen inundadas bra de Thelonius proyectó hace por el diluvio del blues que todo lo tanto tiempo sobre él con la crea­ empapa y lo sumerge, hay bastante ción de líneas de intenso acento de la sugestiva sonoridad del so­ «THRILLER» rítmico capaces de sugerir atmósfe­ prano del Coltrane que grabó con ras sumamente emotivas y entron­ Ellington un álbum de oro, así co­ cadas con la música europea con­ mo de los surcos de Ascension, el EUSKALDUN temporánea. Marion Brow se des­ memorable vinilo del último Col­ cuelga con una magistral lección trane en el que colaboró Brow. Co­ Juan Antonio de Bias, ¿Hay árboles de cómo interpretar el blues en la mo en el resto del disco, hay en en Guernica? Colección Etiqueta Negra más pura ortodoxia del género im­ ambos temas bastante de los restos Ediciones Júcar, Barcelona, 1987. pregnándolo de un lirismo alta­ del naufragio de Shepp, de la dul­ mente sugestivo que revela la defi­ zura de la sección de saxos del Du­ gnoro de todo punto si nitiva importancia que lo melódico que, de la embargada emotividad ese invento canalla que ha ido adquiriendo en los últimos de Billy Holliday (de quien fuepia­ ha dado en llamarse nista Waldron) o de la estética hard «pensamiento débil» está bop llevada hasta su último extremo I dando lugar a la defaite por Dolphy. Es en el corte que cierra de la pensée, como sostiene enfáti­ el disco, el que firmaese artesano de camente Alain Finkielkraut. Lo la composición criado a los pechos cierto es que si incomodan las des­ de Ellington llamado Billy Strayhorn galichadas prosas de Luciano de ,. (A flower is a lovesome thing), don­ Crescenzo et a/ii (e incluyo en el de la influencia del Johnny Hodges lote a italianos e hispanos, a esa ex­ en Brow aparece más nítida mien­ tensa panda de cretinos que con­ tras Waldron se nos descuelga con funden la filosofía con la bisutería una cita más que obvia de la primera y tienen por «espacio filosófico» la de las seis Gnosiennes de Erik Satie, terraza del Teide o el magazine que revela el influjo de los composi­ más a tiro de la primera cadena), tores finiseculares europeos (Pou­ también joroban bastante los cul­ lenc, Ravel y otros) en la música de tos cultísimos que se pasan la vida este pianista, no en vano afincadoen mostrándonos el camino cierto y frunciendo el ceño ante quienes '8 Europa hace ya dos décadas. "' �u perseveramos en el error, en el ho­ .,':!.______, Un acetato, en fin,digno de no ser rror de la mid-cult. Susan Sontag, 179 Los Cuadernos de la Actualidad

por ejemplo, escritora muy estima­ siglo. La lúcida y concienzuda des­ ble cuando no decide impartir doc­ cripción del nuevo tedio urbano, trina y afirmar, como acaba de ha­ ese espacio de infierno de bolsillo cer recientemente, que lo de Das­ detectado en su hora germinal por hiell Hammett no es novela. Baudelaire, no ha hecho sino refor­ (Susanita no tiene un ratón, sino zar sus raíces y robustecerse como un detector de metales que indica un vino, con los años. sin posibilidad de yerro, no de hie­ En los relatos de este libro de rro, quién noveliza y quién no. Ana María Navales, asistimos a la Gran invento.) contumaz ceremonia de rebeldía Cierto es que asistimos a una tri­ entre los personajes y su ciudad. vialización del pensamiento, y que Pero se trata de una rebeldía ínti­ Chandler no es Joyce pero, caram­ ma, alejada de los aspavientos y las ba, negar su condición de novela a ¡g escenas. La ciudad muestra enton­ El halcón maltés o El sueño eterno ·i; ces una misteriosa afinidadentre la � me parece excesivo. No me impor- i: idea de viaje -la ciudad o el arte de ta reconocer que el género negro ¿:i la fuga- y una forma especial de la me aburre cuando no dosifico su u .______, intimidad vivida como algo dramá­ consumo, pero estoy dispuesto a tico. La ciudad se identifica con el mantener ante cualquier tribunal dad, el lugar del crimen- mejor personaje varado, y el viaje se con­ que eso es novela, y de estimable que Reverte. vierte en metáfora de la libertad, calidad en buena parte de las oca­ Un cutrísimo detective gijonés de la fuga, en el personaje libre. siones. llega a Lekeitio para escribir un li­ Dicho en estos términos, el asunto Es el caso, por ejemplo -deján­ bro sobre ballenas. A partir de ese puede parecer muy fácil de resol­ dose ya de preámbulos, merodeos momento, no dejan de oírse dispa­ ver. Sin embargo, hasta el lector y otras añagazas para demorar el ros, ni cesan los puñetazos, en una más despistado esbozará una sonri­ vero asunto de estas líneas-, de historia embarullada que nadie sa­ sa cómplice y fugaz, si considera ¿Hay árboles en Guernica?, obra de be cómo va a concluir. Sin embar­ que uno no suele cambiar de vida un recién llegado al género que go, termina bien, quiero decir con de un plumazo. responde por Juan Antonio de lógica, un puñado de cadáveres y En Paseo por la íntima ciudad, el Blas, y al que la leyenda supone un fulano escéptico y cansado que relato que da título al libro, se nos cuarentón, lector de cómic, con se larga. La verdad es que, a la altu­ dice «Entonces la ciudad era una unas gafas de imposible grosor y ra de la página ciento sesenta y pi­ alegría necesaria... », y poco des­ un enorme talento para granjearse co, uno acaba sintiéndolo. El tipo pués, «qué puede hacerse en una enemigos por el sencillo procedi­ da juego. Dan ganas de decirle algo ciudad casi muerta.» No, estos re­ miento de decir siempre lo que le así como: latos tienen poco que ver con tal o apetece. A veces, Juan Antonio de -Muchacho, espero que pronto cual coyuntura histórica, la verda­ Blas se oculta bajo seudónimo -en nos volvamos a ver las caras. dera tormenta histórica va por den­ ciertos bares de Gijón, a altas horas tro. La ciudad tiene rostro de viaje de la madrugada, responde por Francisco Orejas frustrado. Los intentos de ruptura Epi-, ocasionalmente pergeña eru­ son como un fatídico río cuyas ori­ ditísimos artículos sobre armas, y llas son la cobardía o la resigna­ parece que también ejerció, duran- ción. Sólo queda la busqueda del te una corta temporada, como co­ origen o el delta agonizante hacia rresponsal de guerra, aunque hay LA CIUDAD O la bruma del mar. que añadir de inmediato, en honor Los personajesse presentan ante a la verdad, que no fue él quien EL ARTE DE nosotros en sus momentos críticos, provocó el conflicto bélico. envueltos en un halo de normali­ Ahora, Juan Antonio de Blas ha LA FUGA dad, un viaje en tren, una excur­ dado rienda suelta a una vieja, que sión hacia las afueras de la ciudad, no oculta, pasión por el género ne- unas vacaciones de verano en otro gro, y ha perpetrado un thriller im­ Ana María Navales, Paseo por la ínti­ país, y poco a poco, vamos descu­ pecable e implacable en el que apa­ ma ciudad y otros encuentros. Librería briendo una tempestad íntima. recen etarras, guardias civiles, trafi­ General, 1987. Zaragoza. Colección Romper con todo y cambiar de ai­ cantes de droga, abertzales y un lar­ Aragón, n.º 75. res, de ciudad, de vida, o seguir con go etcétera de personajes que no lo mismo. Como si aquel pálido hace falta enumerar para que el aseo por la íntima ciudad príncipe danés siguiese vivo en to­ avispado lector de estas líneas su­ y otros encuentros, 1987, dos nosotros. Rodeados de norma­ ponga, y con razón, que la novela es una colección de die­ lidad, hay una sesión de teatro en está ambientada en Euskadi. Un ciocho relatos de la escri­ el castillo, esta noche veremos un paisaje pintiparado para ambientar P tora Ana María Navales, film de John Huston en la televi­ un relato de este tipo. El de Juan fechados entre 1978 y 1986. Se tra­ sión, la comida nos espera en la Antonio de Blas no es el primer ca­ ta de relatos con atmósfera urbana mesa, casi como en un escena de so (recuérdese Gálvez en Euskadi), y cuya protagonista es una mujer. veraneantes de Chejov, y de mane­ pero en las páginas de su libro que­ La ciudad literaria, desde los leja­ ra muy sutil, se nos permite la en­ da bien claro que conoce el terreno nos modelos de Joyce y Eliot, no trada al dramático oleaje de tal o -por expresarlo con mayor propie- ha cambiado mucho a lo largo del cual personaje rompiéndose la cris- 180 Los Cuadernos de la Actualidad

ma contra las rocas que obstaculi­ en que va apoyándose la mirada; zan su camino. Pero nada de aspa­ EL MUSEO ES los peldaños no siguen siempre el vientos y escenas, todo narrado en mismo orden e incluso llegan a un tono de una rara serenidad, co­ EL TIEMPO mezclarse, como cuando se habla mo de sibila irónica habituada a de una locomotora y con el rápido ver al trasluz las tramas del desti­ collage visual se relata su frenesí; no, y al mismo tiempo, como si no pero podían reducirse a dos bá­ se viese nada, o todo diese igual. Walmir Ayala, Museo de cámara. sicos: la descripción y la interpre­ La ciudad y sus personajes, y en el Versión de Rosa Chace!. Edición bilin­ tación. güe, Xanela, Madrid. 1986. centro del mapa la estatuilla enmo­ En la descripción todo predicado hecida de Eros, marcando rumbos directo está negado y se recurre de brújula averiada. Los relatos nos useo de Cámara es el primer libro de Walmir siempre a la comparación y la me­ devuelven de nuevo a la ciudad si­ táfora, apoyadas generalmente en tiada por sus propios límites, a sus Ayala (Río Grande do Sul, Brasil, 1933) que se elementos naturales muy sencillos. personajes varados en el ambiguo Este sistema se desarrolla por me­ páramo entre la juventud y la ve­ M vierte al castellano, aun­ que su autor ha publicado más de dio de una serie de asociaciones jez, en esa lucha ciega con el tiem­ sensoriales, con frecuencia sinesté­ po y sus disfraces. La famosa tor­ diez en su país, además de su acti­ vidad como crítico de arte y traduc­ sicas, que no son atribuidas a nin­ menta de la edad adulta, del estan­ gún sujeto, sino que aparecen ema­ camiento sentimental, biográfico, tor al portugués de Alberti y Larca, Cervantes y Fernando de Rojas. La nadas del cuadro a modo de ré­ íntimo. Ese momento crítico en plicas transparentes que lo mul­ que la personalidad se descubre versión que hace Rosa Chacel de esta breve serie de poemas es, an­ tipliquen mientras se van alejan­ quebradiza como si fuésemos páli­ do de él. das copias del Licenciado Vidriera. tes que nada, un gesto de amistad, anticipado ya en el reciente artícu­ Así, a través de ese proceso, las lo « del turco» (1); después, sensaciones adquieren una cre­ es un ejercicio de rigor en el que se ciente autonomía; siguen sin duda mantiene con firmeza el pulso de sin adjudicarse a nadie, pero se si­ la literalidad más allá de donde pa­ túan ya del lado del espectador; es rece posible, para de pronto des­ el paso a la interpretación. Se ha­ viarse de ella fugamente, con un blará ahora del temblor del cuadro, término que ilumina el texto ente­ de su levedad, de su tristeza, y la ro en su precisión. mirada se siente como una comu­ Museo de Cámara cuenta el reco­ nicación de deseos: el cuadro es la rrido por un pequeño museo, varia­ insinuación de un gesto que no es do, arbitrario, personal. El especta­ relato, sino voluntad o estremeci­ dor conoce bien los cuadros, como miento. Será preciso insistir en que si los hubiera contemplado con fre­ este proceso no va avanzando con cuencia, tiene ideas formadas de el recorrido por el museo; al con­ antemano y, lejos de la posible sor­ trario, se reitera ante cada cuadro, presa inicial, entabla con ellos una el diálogo con él se compone de es­ especie de diálogo. te tránsito. La casa de las dos fachadas abrirá Seguramente podría decirse que En la interpretación predomina un mágico orificio en los robustos en toda descripción la cosa es vista la referenciaal paso del tiempo: los muros de la ciudad, Los pájaros del como objeto pintado, como si el poemas no arrojan más que un cui­ miedo alertarán acerca de las fugas escritor llevara consigo un marco y dado, un estado atento, sin definir ilusorias, El faro de Tabarka jugará lo antepusiera a la realidad, sacan­ en la cuerda floja ante las argucias do de ella a la cosa; así la descrip­ del amor, El inmortal nos conduci­ ción no remitiría a un referente, si­ rá al sueño barroco de los libros, no a otro código. Pero ¿qué ocurre los espejos y el carácter espectral cuando lo descrito es lo encerrado de la vida. Este libro de relatos de en un marco previamente? Como Ana María Navales nos obliga a ad­ en esa operación matemática en vertir una sutil crítica en todo via­ que menos por menos da más, W. je, un doble fondo en todo paisaje, Ayala, al superponer el encuadre como si las páginas de un libro fue­ de su mirada sobre el del recuadro, sen caminos nuevos de nosotros diluye casi el carácter de represen­ mismos que un mago siniestro nos tación y convierte al objeto pintado impidiese transitar. en la cosa misma. Función cosifi­ cadora de la pintura: incluso el nú­ César Pérez Gracia mero 5, pintado, deja de ser mero signo de una cantidad, para conver­ :::::••••••••••••••••••••••••••::::::::::: tirse en un cuerpo, en un conjunto ::::::::::::::::•················•...... de curvas y volúmenes, generador ...... de respuestas sensoriales . ••••••••••••••••••••••••••...... : ...... Los poemas están hechos de di­ ::::::::: ::::::...... versas perspectivas, de sucesivos pa­ ...... ::::::::::::::::...... sos conceptuales, como escalones 181 Los Cuadernos de la Actualidad

una postura clara; como si la at­ descripción, siempre arrastrado por comenzar recordando al enfrentar­ mósfera del cuadro hiciera pesar su impulso interior, vuelto emo­ nos con esta nueva entrega de la un aspecto u otro en la mente del ción ahí delante. autora, La honda travesía del águi­ espectador, obsesionada, pero vo­ la. Son ellos: «la reducción del len­ luble ante la variación de los estí­ Miguel Casado guaje a sus más mínimos elemen­ mulos. Así, se lamenta la fragilidad tos» y la práctica de «una poética de la belleza ligada sólo a lo efíme­ (1) Rosa Chacel. «La casa del turco», del conocimiento». Porque, y en ro de un movimiento (la bailarina en Los Cuadernos del Norte, n.º 38, oc­ relación respectiva a ambos rasgos, gris, de Degas); pero la palabra más tubre 1986. se actúa ahora por ampliación y repetida es «permanecer»: las co­ ahondamiento. Ampliación: el len­ sas permanecen, sugiriendo que no guaje tiende, en La honda trave­ han sido creadas; también las ideas sía ... , a imperativamente desbordar y las teorías permanecen. El hom­ sus antes más contenidos cauces. bre, en cambio, se esfumaen la pa­ DE LA Ahondamiento: al abarcar junta­ sión de un instante y sólo por me­ mente una temática vivencia! -el dio de la memoria aspira a superar AUSENCIA amor- y una inquietud metafísica el tiempo. y epistemológica -la presencia, el Hay, sin embargo, un poema A LA saber, el destino-, el conocimiento («Arqueología») que lleva la refle­ poético a que se arriba se hace de xión a otro sitio. En él los objetos PRESENCIA: más amplias, profundas e inmedia­ de la antigüedad emergen en una tas dimensiones: más húmedo y suerte de resurrección espectral: UNA emocionado, menos abstracto y conservan su entidad física, pero conceptual y de mayor carga de cá­ desgarrados por un deterioro repul­ AVENTURA lida comunicatividad. sivo. Si la vida es carne, su perma­ La preciosa página en prosa que nencia por fuerza se identifica con DEL abre este poemario («palabra de el deterioro. La naturaleza del tiempo es sucederse siempre, no PENSAMIENTO conoce límite ante el estacionarse; el curso del tiempo anula la perfec­ Y LA ción, la posibilidad de la perfec­ ción, que sólo cabría en un instante IMAGINACION aislado, sin leyes, arrancado a la ca­ dena del tiempo. Así, la materia no será ya motivo de envidia, sino fuente del miedo. Amparo Amorós, La honda travesía del águila, Llibres del Mali, Barcelona, El deseo del espectador se dirigía a 1986. las cosas y a la belleza como dos ámbitos equivalentes, asimilando 1 describir la línea poética la una a las otras. Pero en este pun­ en que se inscribía el pri­ to surge la alarma; lo perfecto sólo mer libro de Amparo parece alcanzable a través de débi­ Amorós -Ludia (1983)­ les analogías (como en Platón) o A señalaba Jaime Siles (In­ bien en el espacio de lo invisible, sula, n.º 445-446, 1984), entre otros de lo ilusorio; en el último poema, rasgos, dos que parecería necesario la mirada abandona el cuadro, apoyando en las acciones de los personajes su ensoñación de otras escenas: el objeto es casi solamen­ te una sugerencia, sobre cuya base � ' presencia») nos desvela ya los me­ habrían de construirse otros itine­ canismos básicos del conjunto: rarios de viaje, pues el museo se ha pensamiento, imaginación, sueño convertido en territorio estrecho. o visión «que estallan de cristales Al contemplar los cuadros como luminosos la sombra» (en una re­ cosas, se les ha arrojado entre los petida y acertadísima, por singula­ límites del tiempo, y pueden levan­ rizadoramente poética, transitivi­ tarse, al final, ellos también, como zación de un verbo -estallar- que límites para el deseo. Esa barrera normalmente no comporta tal di­ se rompe cuando el poema los re­ námica posibilidad). Desde esa pá­ duce a espacios de una lectura per­ gina se nos anuncia una posible sonal que se dibuja a sí misma. W. primera lectura del libro: se trata­ Ayala hace la suya con una senci­ ría, así, de un himno a la presencia llez precisa, capaz de multiplicarse desde la ausencia; pues esta sólo sin embargo en tantas direcciones hace confirmar, con más hervor de como los mismos cuadros, expre­ verdad, lo que fue, es y sigue sien­ sándose apelativamente hacia do. En suma, el presente perpetuo ellos, en el esfuerzo continuode la y fecundante, razón de vivir y can- 182 Los Cuadernos de la Actualidad

tar, de saber y ser. Pero tal lectura sentidos pueden ver y aún palpar no impide que otro paralelo y com­ las más espirituales incidencias de plementario acercamiento nos des­ aquella misma aventura. cubra los cuatro niveles semánti­ Dueña de su palabra es hoy cos-estructurales que dan nervio quien ha escrito este libro, pero interior a los poemas, los cuales in­ también esclava de su destino: la tentaré sintéticamente enumerar. marca de la gran poesía, la señal de Primero, una no narrada historia una inquietante voz. Transgresora de amor, sólo sugerida desde las vi­ voluntaria de los esquemas históri­ viencias que éste despierta, no ya cos que operan por estratos crono­ en el alma sino en el espíritu. Dán­ lógicos -ya que Amparo Amorós dole sostén a ello, una indagación vela tercamente su fecha de naci­ ontológica y gnoseológica que miento como aspiradora a que se la cuestiona incesante, minando toda considere intemporalmente «trans­ certeza pero no borrándola, las en­ generacional»-, ante La honda tra­ tidades del ser, la realidad, el cono­ vesía del águila sólo se puede afir­ cimiento (mejor, en este caso, del mar que su autora queda situa­ saber como estado de gracia previo da entre las voces más promisoras y posterior al puro conocer). Un úl­ -más plenas- de toda la poesía timo norte al que apuntan los mu­ actual. chos interrogantes: el sentido del destino humano ( del poeta, de José Olivio Jiménez no puede ser más interesante. Al quien ama, de todo el que vive). Y igual que el Hombre, Foucault di­ de paso, pero de no menor impor­ xit, también la Mujer es una inven­ tancia, una reflexión (nunca re­ ción reciente. Los objetos, las co­ suelta en secas tiradas metapoéti­ sas, antes que entidades más o me­ cas) sobre la urgencia y posibilidad ROSA MARIA nos explícitas en el discurso de lo -el valor- de la voz, el lenguaje, la real, son advenimientos espistémi­ poesía; al cabo, de la palabra por la RODRIGUEZ: cos que conviene descifrar, descri­ que el mundo se es, y el poeta lo bir. El fin de siglo se nos viene en­ funda con su abierta disponibili­ GENALOGIA, cima con un renovado N ominalis­ dad. mo del que, desde luego, se hace De un mundo que es, pero a SEDUCCION Y eco Rosa María Rodríguez y en él quien el amor, la imaginación vi­ se inscribe. Así que la Mujer, en vaz y el pensamiento emocionado DIFERENCIA cuanto objeto discurso, es decir, en devuelven empañado (palabra cla­ cuanto sujeto epistemológico, ha ve en estos poemas), suavizado así tenido una reciente creación. No de sus aristas más secas y duras. Y Rodríguez, M. R. La seducción de la siempre, por tanto, ha habido Mu­ al llegar a las piezas de la última diferencia. Col. Ensayo, n. 0 l. Víctor jer. Como ella también el Sexo co­ sección (las de mayor intensidad), Orenga, Ed. Valencia, 1987. mo referente universal ha desapa­ otra lectura más integradora acaba recido de la reflexión filosófica. por imponérsenos: hemos asistido esde Valencia, concreta- «Asumamos la desintegración de a una ascensión vertical y casi mente en la colección de los nombres. Las cosas se han re­ mímetica en un proceso que ha ido - Ensayo de la editorial belado frente a nuestro discurso, desde los posos de la negación, la º arrojaron su bonete y su tarjeta de Víctor Orenga, nos llega, angustia, el dolor y la desolación recién salido de la im­ identidad, bailaron solas el carna­ hasta cimas presentidas -vividas y prenta, este La seducción de la dife­ val de los referentes. Y, henos dudosas simultáneamente- de luz rencia de Rosa María Rodríguez. aquí, onomaturgos de pacotilla, su­ y armonía, aromas y música, acor­ Ser mujer, escritora y filosófa, es­ midos en un parloteo estéril». Jus­ de y plenitud lDudosas? Sí, porque cribir, por ello, un ensayo sobre el to. Los nombres vuelven, ay Oc­ el aguijón del tiempo parece soca­ amor, el sexo, el final del siglo, la kam, a ser sólo nombres, ninguna varlo todo; y un verso -que nos conclusión del milenio, hacerlo, en esencia universal extraña y solita­ hiere desde el poema más exultan­ este caso, desde fuera de Madrid o ria espera de ellos un nombramien­ te («Criaturas del gozo»)- así lo Barcelona y entroncar con la refle­ to universal. El lenguaje deja de declara: iqué triste es el acorde fugaz xión filosófica última en los países otorgar aristrocráticamente títulos de lo perfecto! europeos (el texto se presentó en a vacíos sacros. Al servicio de esa aventura, la París, concretamente en la Maison Por ello la reflexión feminista poeta -instalada ya en la plenitud de L'Amérique Latine el pasado tiene que plantearse, asegura Rosa de su oficio- ha desplegado un mes de marzo) es el logro que hay María Rodríguez, desde ópticas ra­ lenguaje que es a la vez inteligente que anotarle a la brillante, sugesti­ dicalmente otras a las representa­ y sensorial; imaginativo y simbóli­ va y magnífica prosa de La seduc­ das tanto por el feminismo de la co; a ratos reflexivo (hay incisos ción de la diferencia. igualdad como por el feminismode sentenciosos y resumidores, de Dividido en siete capítulos, La la diferencia. La razón, según lo gran oportunidad) pero también de seducción de la diferenciatrata, fou­ anteriormente dicho, es clara: no una alta y constante sugerencia caultianamente, de convertirse en hay sujeto al que igualar, no hay di­ plástica y fragante,casi táctil, virtu­ una genealogía de la mujer como ferencia que sustantivar. Desde des por las cuales todos nuestros objeto de deseo. El planteamiento aquí, y en ese sentido la argumen- 183 •

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tación del libro es excelente, sólo de 62 años, parece agotar su interés quedará una seria reivindicación UN DESCENSO por el género negro, al ver el esca­ de la vigencia de toda diferencia so éxito de su triología, y tira la que, por serlo, devendrá seductora. AL INFIERNO toalla. El resto es silencio. La seducción no es sino el exarcer­ Ratificado el aforismo de que bado juego dual, múltiple e iguali­ nadie es profeta en su tierra, la tario a un tiempo, de todas las apa­ pasión por la obra de Marc Behn se riencias liberadas del ser del que La mirada del observador. Marc desata en Inglaterra, donde un edi­ son, supuestamente, apariencias. Behn. Ediciones Júcar. Gijón. 1987. tor con conocimiento publica sus Ahora bien: lcómo pensar, hoy, al tres novelas. De allí pasa a Francia, fin del siglo, desde la inequívoca 1 mal llamado género ne­ que le consagra como uno de los posición de mujer? (Sujeto no exis­ gro, ya que en su defini­ maestros realmente importantes de tente en el filosofía, objeto equívo­ ción no hay una exposi­ la actual novela policial. La colec­ co donde los haya dentro del con­ ción de normas obligato­ ción asturiana Etiqueta Negra lo junto de tópicos que constituyen E rias, tiene, muy de vez en traduce al español y, además de la por su lado la nada excelente ima­ cuando, la costumbre de sorpren­ ya publicada, tiene en prensa La gen de ese discurso póstumo). La der. Y lo hace rompiendo los cau­ reina de la noche y La doncella hela­ mujer es una creación epistémica. ces tradicionales para incursionar da, con lo que el lector tendrá la Rosa María Rodríguez, y es la má­ en otros territorios que, si no le ocasión de comprobar si el ruido se xima aportación filosóficade su li­ corresponde con las nueces. Refe­ bro, trata de bucear en la génesis rente a la primera son mayores las del objeto mujer dentro del discur­ nueces. so categorial de deseo. Sus páginas La mirada del observador es la nos pasan revista desde los textos historia de una obsesión. Es un via­ platónicos hasta las tesis respecto je al averno que comienza en un al surgimiento del concepto de Da­ pasado, excesivamente triste y soli­ ma en la literatura «courtois». Es tario, de un detective de agencia y ahí donde surge el objeto deseable termina en una soleada, y compar­ MUJER, ella, entonces, como el tida, tumba californiana. En medio referente objetual, pero también, Orfeo, bajando hacia un pasado sujeto del deseo. La mujer es obje­ amargo para encajar en su realidad to, claro, desde el punto de vista a una mantis religiosa, a la que pre­ del discurso del otro, del Hombre, tende adoptar para reconstruir un pero también, y por ello, sujeto de tiempo pérdido y muchas veces so­ sí misma alineada en el discurso ñado. Otro. La negación de su positividad Esa mirada del protagonista se la llena, falsamente, de un vacío convierte en el protagonista de la colmado por las palabras de lo historia. A través de ella observa­ otro, del Otro. Por ello Rosa María mos fascinados la lucha, en la jun­ Rodríguez dedica un bello capítulo gla urbana extendida por todos los de La seducción de la dierencia al USA, de una mujer que arregla tema de la mujer y las palabras. son extraños, al menos frecuenta cuentas con la sociedad masculina Porque es en ellas, en las palabras, poco. La reciente exhibición de El en la que le ha tocado vivir. El ho­ donde la palabra mujer ha encon­ rror que cuenta la mirada tiene de­ trado y defendido la suya propia corazón del angel, en la que Alan masiado de atracción morbosa. La cosificada en la alteridad del otro Parker se ha cargado el manifiesto posible repulsa moral queda esteri­ siendo, entonces justamente por interés de un thriller teológico, es lizada por la comprensión de que ello, también y, sobre todo, lo un ejemplo de cómo el género ne­ las muertes, las múltiples muertes, Otro. gro tiene capacidad para tocar cual­ de la novela no son más que des­ Si el fin de siglo feminiza lo quier tema. Alguien afirmó lo «de carnadas ejemplarizaciones de la masculino y masculiniza lo feme­ nada humano me es ajeno» y la li­ lucha por la vida. nino. Si los papeles se entrecruzan teratura policial puede hacerlo su Pero dentro de la frialdad de la y desaparecen, si no hay esencias axioma porque nada de lo refe­ mirada hay ternura. Una ternura que reivindicar, descubrir o inven­ rente al hombre, y sobre todo lo que no renuncia a expresarse a tar, sólo nos quedan los nombres más raro, queda fuera de sus ren­ pesar de la brutalidad. Al final, deshabitados del vacío. Resta la se­ glones. La mirada del observador, un final otoñal, en el que las res­ ducción, el proceso de juego, amor de Marc Behn, se inscribe en ese puestas siguen sin concretarse, y odio, atracción, narración e in­ margen de lo negro abierto a otros queda la esperanza de que el juego vención al que podemos llamar territorios. haya de verdad terminado y el vie­ metafóricamente «la seducción». Marc Behn es poco menos que jo observador sea el ganador de la Rosa María Rodríguez apostilla: sí, un enigma. Desconocido en los partida. Una partida que empezó pero la seducción de la diferencia, ambientes literarios, aunque no en con una ausencia, una fotografía de la totalidad de ellas. el mundo de Hollywood donde ha y una soledad que ningún sueño, Un buen ejemplo de la seduc­ escrito guiones para la pantalla con los ojos abiertos, llega a ocupar ción que la autora nos propone es, grande, publica, en 1980, su prime­ del todo ..... sin duda, la lectura de su libro. ra novela La mirada del observador, a la que rápidamente siguen otras Joaquín Calomarde dos. Este escritor norteamericano, Juan Antonio de Bias 184