TOMAS MEDRANO LAZARO

LO QUE FUE Y ES QUINTANAR

PARA QUINTANAR DE LA SIERRA

ANO DE 1950

J

TÜ1WAS IttEDKAMÜ lAZARII

LO QUE FUE Y ES QUINTAM

Y PARA OUINTAMR UE LA SIERRA

A iÑI O'AD E 19 50

PROLOGO

Confieso que tanto en esta ocasión, como en otra hace cerca de cuarenta años en que escribí un sencillo libro sobre mi patria chica, cuyo titulo era A mi desgraciado pueblo, mis sudores me ha costado, además de demostrar que yo no he nacido para profeta, porque desde aquella fecha en que parece veia yo a mi querido pueblo amenazado de una ruina inevitable, aquel pesimismo que yo forjaba ha sido el re• verso de la medalla, y nadie puede suponer lo que celebro mi equivocación, ya que la riqueza de los pueblos se mide por su número de habitantes y esta nuestra querida villa se ha puesto en ese lapso de tiempo como las primeras de la provincia. Cuánto gozaría yo, si otras personas más cultas y desde luego más autorizadas, escribieran algo de mi pueblo, de su naturaleza, de manera que quedara ya formado en pequeño el principio de una futura, útil y sencilla Biblioteca. ¡Con qué satisfacción, con qué ansia devoraría yo esa obrita! Pero nada, está visto que esas personas capacitadas para esta clase de trabajos rehuyen estimular nuestros progre• sos, estudiar nuestras dotes o nuestras miserias. ¡Cuánto lo celebraría Quintanar, que bien se lo merece! El móvil que — 4 — me guía a escribir este librito, como decía en mi anterior, no es otro que el excesivo cariño que tengo a mi querido pueblo, pidiendo benevolencia a todos mis lectores y rogán• doles dispensen mi osadía, pues aun cuando no encuentren ningún mérito, porque no le tiene, vean la mucha volun• tad en un bijo del pueblo, que no vió más letras que las que aprendió en la Escuela del mismo. <><>»<><»<><><><><><><>

LO QUE FUE Y ES QUINTANAR Y PARA QUINTANAR DE LA SIERRA

Es una villa enclavada en un rincón de la provincia de , muy próxima a los límites de las provincias de So• ria y Logroño. Desconozco nuestra procedencia, puesto que no he logrado hallar ningún dato sobre la misma. Cuando los historiadores empiezan a darnos idea de los primeros pobladores de España, nos hablan de Fenicios, Cartagine• ses, Romanos y Sarracenos. Todos ellos durante muchos años fueron dueños de la península. Los primeros se esta• blecieron dos o tres siglos antes de Jesucristo y parece que por esta época y en este rincón se establecieron los Pelen- dones. Posteriormente los árabes, más conocidos vulgar• mente con el nombre de Moros, habitaron la mencionada península por espacio de ocho siglos y antes de ser arrojados parece que ese producto de raza o cruzamiento, da principio con Fernán-González por acá por Castilla, aun cuando nos• otros no quedamos muy lejos de la raza de Jaime el Con• quistador, puesto que la divisoria de ambos debió ser el Moncayo, Puerto Uncala, Urbión y Demanda. Así que vis• tas las cartas geográficas, parece que al unirse en matrimo• nio Don Fernando y Doña Isabel la Católica, pertenecía- - - 6 — mos a los dominios de ésta, y desde estas fechas se empie• zan a encontrar en los Archivos e Iglesias de estos Munici• pios libros y legajos, algunos con letra ilegible que resulta difícil traducir. Esta villa limita al N. con «La Campiña», término muni• cipal de , quedando muy cerca de su limite la célebre «Laguna Negra»; al E. con el mismo término y el de Re- gumiel (inmediaciones del pico de Triguera); al S. con el término municipal de Canicosa, y al O. con los términos municipales de Vilviestre y Palacios, que se separan por el mojón de los «tres Concejos». He dicho en alguna ocasión que su término municipal tiene una extensión de cien kilómetros cuadrados, quedan• do incluido en el mismo los comuneros de Revenga, que dis• frutan con Canicosa y Regumiel, de más de una legua de ex• tensión, y otra pequeña faja, comunera con , que se titula la «Manga». Estos son cálculos aproxi• mados que yo doy por la teoría o práctica que conozco, pues es seguro que quien tiene datos concretos, exactos y oñcia- les es el Distrito Forestal de Burgos. Todo su término es como un plato más o menos ovalado y va su deslinde o mojoneras por lo más alto del cerco o borde del dicho plato. Este plato o término tiene un porti• llo o parte baja donde al fin vierten sus aguas al río Arlan- za, que nace en este mencionado término y sale al de Vil• viestre para seguir su curso natural. Se halla situado entre los 41,50 grados latitud N. y 0,52 de longitud oriental del meridiano de Madrid, hallán• dose el casco de la población urbana de 1.250 a 1.290 me• tros de altitud sobre el nivel del mar. Tiene una pobla• ción de 3.000 habitantes. — 7 —

Dejo dicho que no he podido enconlrar el origen de los primeros pobladores. Por las referencias de nuestros ante• pasados, esto fué una pequeña aldea que se llamó la «Quin• ta del Nar»; allá por los años 1200 a 1300 se llamaba El Quintanar, después se escribía Quintanar de los Pinares y desde el 1450 en adelante ya se llama Quintanar de la Sierra. El casco de la población se halla situado casi en la parte más baja de su término, pero los montes que le rodean, la «Campiña», «Peñas Albas», «Los Hoyuelos», «Pitañal» e in• mediaciones de «Triguera», se aproximan a los dos mil me• tros de altitud. La parte urbana se halla sobre una colina, en terreno desigual y accidentado, rodeado de hermosos pra• dos y cercados con buenas tapias, que dividen el terreno en distintas formas geomérticas. El mencionado casco de la población urbana se compo• ne de buenos y sólidos edificios, mereciendo especial men• ción la Casa de Ayuntamiento, las Escuelas Graduadas y otros muchos, que por no alargarme no he de detallar, y que no envidian a los mejores de otros pueblos de la pro• vincia. Muy digno de señalar es un edificio que ha termi• nado de desaparecer en lo más céntrico del pueblo, vulgar• mente llamado la Casa del Rey. Fué edificada en el año 1778 por orden del Rey D. Carlos 111 y destinada a la fabri• cación de brea, alquitrán, etc., para los barcos que en aque• llas épocas se construían; el grueso de sus paredes de cal y canto era de más de dos metros hasta fuera de sus cimien• tos. Hoy está convertida en buenos edificios, modernos casi todos ellos, de la propiedad de los hijos del industrial don Antidio Bartolomé, y el derribo del mencionado edificio ha costado gran trabajo para convertirlo en modernas y cómodas viviendas. _ 8 —

Esta Villa depenric tanlo en lo civil como en lo eclesiás• tico y judicial de la provincia y ciudad de Burgos, de la que dista 80 kilómetros, y pertenece al oarlido judicial de que se encuentra a 25 kilómetros; existe un Juzgado Comarcal, puesto de la Guardia Civil, Sacerdote, tres Médicos, un Practicante, siete Maestras y cinco Maes• tros Nacionales, Farmacéutico, Veterinario, una Academia de Enseñanza Media y hace poco se ha inaugurado una Es• cuela o taller de Carpintería y Ebanistería. Hay telégrafo, y se asegura que muy en breve estará instalado el teléfono; se dispone de coche-correo a Salas de los Infantes y autobús diario, excepto los domingos, a Bur• gos, capital de la provincia. El Distrito Forestal también dispone de un Sequero para el aprovechamiento de la semilla del pino, con magníficos pabellones para facilitar esta clase de trabajo, un buen edi• ficio-vivienda para el personal, así como también tiene ins• talada una Piscifactoría o criadero de truchas sobre el río ; también se dispone de aguas corrientes que sur• ten y abastecen a la población, así como existen en el mis• mo casco cinco soberbias aceras que la atraviesan. Mencionado cuanto existe hoy en el centro, hemos de decir algo de lo que fué, según se entresaca de los distin• tos legajos archivados en el domicilio particular o casas rectorales de los Párrocos, ya que en las Iglesias o Ayunta• mientos los roedores acabaron en su mayor parte con ellos. Esta villa fué de escaso vecindario, y dependía con su tér• mino municipal, así como el de Revenga, Canicosa y Regu- miel, de la Abadía o Monasterio de San Pedro de Arlanza, y sus vecinos eran vasallos de la mencionada Abadía. Para celebrar los Concejos, sus vecinos se reunían en el cementerio de la iglesia a toque de campana tañida o repi- — 9 — cada, y en la mayor parte de los Concejos, según he podido leer en diversos libros que comúnmente señalan sus nom• bres, apenas llegaban a veinte, y éstos respondían de los ausentes que parece se hallaban trajinando con sus ca• rretas. Muchos y enojosos pleitos sostuvo esta nuestra villa, unas veces con los pueblos limítrofes, otras con la Abadía de San Pedro o con los Señores de la villa que hubo des• pués; sacado de los distintos legajos que aun quedan en las casas Rectorales, que los Párrocos se interesaron por guar• dar, pues sin esta prevención hubieran perecido todos, hemos de hacer msnción de lo más principal de dichos plei• tos. Uno de éstos es el habido y ganado al Concejo de Nei- la, que da principio en el año de 1491 y la primera Sentencia fué dada en Valladolid en 20 de junio de 1494. Lo motivaba el deslinde de mojoneras y pastos; los de Neila alegaban que venían pastando con sus ganados hacía más de 35 ó 40 años, así como legua y medía más abajo de larga y otra legua y media de ancha de los actuales y verdaderos mojo• nes de hoy, que ellos decían que era comunero de ambas villas. Para dar principio a la demanda puesta por esta villa, tuvo que depositar 1.500 doblas de oro que la Ley de Segovia disponía como pena y fianza, y como antes queda dicho, este pueblo dependía de la Abadía del Monasterio de San Pedro de Arlanza y para pleitear necesitaba poder de éste, según las alegaciones del tan mencionado Concejo de Neila y que no incumbía a los Reyes conocer en este pleito, que era potestad del Condestable de Castilla; parece se de• ducía que cien años antes, la Abadía del Monasterio con• cedió a la villa de Neila autorización para pastar con sus ganados en los términos de Quintanar, Revenga y Río-go- mel; Quintanar alegaba que esta escritura que presentaba — 10 —

Neila era falsa. Existen varios autos y sentencias a favor de Quintanar, pero también se deduce que la villa de Neila era más rica que Quintanar y aquélla seguíase burlando de los dichos autos y sentencias, por lo que tuvo necesidad Quin• tanar de recurrir en queja a la Superioridad, la cual nom• bró un Juez especial para que hiciera el deslinde y amojo• namiento, que creo se hizo tal como ahora se halla, y con las comisiones de ambas villas que estuvieron presentes, dejaron posesionada a esta villa en su derecho que hoy dis• fruta, confirmándolo en Sentencia definitiva en el año de 1560. De fecha casi idéntica se encuentra otro legajo, como la mayor parte de ellos escrito en pergamino, sobre otro largo pleito habido también con el Concejo de Neila, en el que dicen que para acabar y quitar los muchos gastos, dis• gustos y hasta muertes que ha habido durante más de ochenta años por cuestión de mojoneras de términos, pas• tos, corta de maderas, rozar, arar y comer la grana con sus ganados, unánimemente convinieron los de Neila con el Sr. de aquella villa, que lo era D. Bernardino Fernández de Velasco, Condestable de Castilla, Duque de Frías, Conde de Haro y Sr. de la villa de Pedraza de la Sierra, de la Casa de los Infantes de Lara y Camarero de los Reyes; y de este lugar de Quintanar el Revnd.0 Sr. D. Diego de Para, Abad del Monasterio de San Pedro de Arlanza, el Prior y Monjes del Monasterio autorizados y con licencia de los Honorables Señores Provisores de la Iglesia y Obispado de Burgos, que era el Señor de este lugar de Quintanar, cuya concordia- sentencia fué firmada y consentida en la Iglesia de San Sal• vador (hoy una Ermita derruida junto al arroyo de este nombre, a menos de 400 metros del collado acá), dando po• deres ambos ("oncejos a sus Procuradores, que lo fueron — 11 — por Neihi Gil F'éfñ&tídei y por Quinlanar Juan de Collado, y como amigables componedores Jueces arbitros D. Pascual Fernández, cura clérigo de Neila, y D. Juan Martínez, cura clérigo de Quintanar, por la que procedieron a deslindar el término, van señalando los mojones uno por uno que dicen da principio el primero por la Campiña que llaman del Rubial, a ojo de la Laguna Negra, mojón de Neila y Quintanar, siguen señalando los demás que bajan aproxi• mándose a «Rio Cabrones», pasa a la «senda Soriana», atra• viesa por «Calaveras», arriba de «San Pedro», «Pozalguillas», «peñas Corvillas», en dirección a «peña el Vaso», y de aquí sigue hacia abajo buscando el mojón de Regumiel y de este deslinde al actual verdadero que queda a la parte de Neila se deja como comunero para pastarlo entre ambas partes y que los vecinos de ambos pueblos no puedan arar, ni ro• zar, ni sembrar pan en dicho término, ni puedan los veci• nos de Neila ni moradores de aquí en adelante labrar las tierras que dicen tienen con justos títulos, ni puedan apro• vechar maderas más que en caso necesario para las Igle• sias y casas propias que tuvieren, ni puedan prender fuego en el monte, y el incendiario que fuere de Neila sea preso en la cárcel de Quintanar y el malhechor e incendiario que fuere de Quintanar sea preso en Neila y no sea soltado has• ta que no pague los daños; que dichos vecinos de Neila no puedan cortar roble, ni pino, ni haya, ni pie, ni rama de acebo, ni con cuchillo, ni con hacha, ni con otra herra• mienta, y que en el ahedo de Rozavientos que es comunero no puedan entrar más que de noche y por el día sólo sea para los puercos, y los ganados que se encontraren pagarán como pena cinco carneros u ovejas en un plazo de 3.° día, y los vecinos de Neila cuando vayan y vengan con sus reatas puedan soltar en el arroyo Sotillos sin pena alguna aun — 12 — cuando es término de Quinianar, y cuando vayan y ven• gan con sus ganados los vecinos de Neila a Extremo no pue• dan pasar por el término de Quintanar, ni por donde dicen que son cañadas; en tales formas termina la sentencia o concordia el 8 de junio de 1496, que por lo que se ve no sa• tisfizo a Quintanar que fué dada 64 años antes que la ante• rior y éste siguió hasta conseguir en el 1560 dicho su con• firmación. No fué este el único pleito o pleitos habidos con Neila, puesto que también hubo otros con vecinos particulares. Allá por los años 1566 y 1567 un Juan Márquez de Prado vecino de dicho pueblo, había pasado con sus rebaños por el término de Canicosa cuando venian de Extremo en di• rección a Revenga, con el pretexto de que era cañada, pero reunidos los vecinos de Canicosa de los Pinares a campana tañida, según era costumbre, en el cementerio de la Igle• sia de San Esteban, acordaron impedir tal abuso o dere• cho que ya había desaparecido hacía muchísimos años y salieron a prender a los dichos rebaños y sus pastores, ha• ciendo presos a éstos y llevándoles por tal motivo cuatro mil maravedís, más otros 500 maravedís por ser sueltos, y por tales causas se siguió otro pleito bastante ruidoso que ter• minó en la Chancillería de Valladolid el día 3 de julio de 1573. Este pleito fué incoado por el dicho Juan Márquez y en su representación el Concejo de la Mesta y hermanos, ante el licenciado Pereda Valenciano Alcalde, entregador de Mesías y Cañadas, y Juan de Arévalo, como Procurador de la dicha Mesta contra el Concejo y vecinos de Canicosa, por entender que se habían excedido en sus atribuciones, que primeramente fueron condenados por un Auto para que devolviesen los maravedís que habían cobrado y otras prendas al dicho Juan Márquez, como antes se dice, por — 13 — pasar con sus ganados por el término de Canicosa viniendo de los Extremos a las Sierras, con más ocho mil maravedís que moderó la pena y condenó al dicho Concejo Regimiento y vecinos de Canicosa a dejar pasar libremente a los gana• dos de los hermanos de la Mes ta por el término de dicha villa, paciendo las hierbas e bebiendo las aguas, yendo y viniendo a los Extremos y Sierras conforme a los privile• gios a ellos concedidos por su Magestad y por los Reyes predecesores de gloriosa memoria declarados por la Sen• tencia del Doctor Vinuesa en este proceso, en dicho auto se indicaba se pusieran hitos y señales que guardaran los dichos privilegios del tan mencionado Concejo de la Mesta y nunca fueran contra ellos, ni contra parte de ellos, bajo la pena contenida de otros 50.000 maravedises cada vez que lo contravinieran, para la Cámara o Fisco de su Mages• tad y más les condenó en las costas justamente hechas en el expresado proceso, cuya sentencia fué dada y pronuncia• da el 4 de diciembre de 1568. Como es de suponer, el Concejo de Canicosa y sus ve• cinos, y en su representación Esteban Sánchez, Procurador General, apelaron de la expresada Sentencia ante el Presi• dente y Oidores de la Audiencia de Valladolid, dando su mandamiento a Gregorio Cabrera, su Alguacil, y parece ser que juntados en Concejo según uso y costumbre, otorgaron poder a favor de D. Pedro de Salazar, Procurador de nú• mero de la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid, para llevar a cabo lo tratado en el dicho Concejo y espera• ban tratar con el Concejo de la Mesta Real, por cuyo mo• tivo hubieron de reunirse en febrero del siguiente año en la Villa de la Puebla de Montalván, los Alcaldes, Escuderos, Oficiales, Caballeros y hombres buenos de la Mesta Gene• ral de los Reinos de Castilla, de León y Granada según te- — 14 —

nían de junlarse cosliiinhie cada un año &ti los Extremos, con el muy magnífico Sr. Diego García (lasca del Consejo de su Magestad, Presidente del mismo, y otros Señores que señala, por la cuadrilla de Soria, por la de Cuenca, por la de Segovia, por la de León, otorgando poder a Juan Tole• dano, mostrándose parte para continuar este pleito, com• prometiéndose con todos sus bienes habidos y por haber y bajo pena y fianza de 1.500 doblas de cabeza que la Ley de Segovia dispone para la paga de ello y se obligaba con las propias cuentas del dicho Concejo, cuya carta poder era sellada y signada por los escribanos de dichos Ayunta• mientos, estando en la villa de la Puebla de Montalván, en la Iglesia del Sr. San Miguel de la dicha villa, y señala nu• merosos testigos que relaciona. Ya en Valladolid, en presencia del Escribano de su Ma• jestad Rodrigo Ruiz, vecino de la dicha villa, Juan del Cas• tillo solicitador del Concejo de la Mesta y hermanos, para efecto de los pleitos sustituyó a Juan Toledano, y se dió traslado del dicho poder y sustitución original que va in• corporado en la Villa de Valladolid a 3 de enero de 1572, ante el Presidente y Oidores presentó una petición y nuevo pedimiento del proceso del tan dicho pleito, en que se halla• ba la sentencia dada por el licenciado Pereda Valenciano, Juez entregador contra la villa y vecinos de Canicosa, que era buena y se había de confirmar y él así lo pedia, pero que había otros términos y cañadas comarcanas de otros pueblos, que eran los lugares de Quintanar, Regumiel y Canicosa y dijo: Que teniendo sus partes privilegios usa• dos y guardados de los Reyes de gloriosa memoria confir• mados por nos para que todos los ganados de su Cabaña Real pudiesen andar y pasar por todas las partes y lugares de estos nuestros Reinos, yendo y viniendo a las Sierras y — 15 —

Ex Iremos y que las partes contrarias querían quebrantar los mencionados privilegios y les perturbaban las cañadas y el paso de sus ganados que eran pastos comunes de los dichos tres Concejos de un término que se llamaba «Reven• ga» y en el término baldío de la villa de Quintanar que era cañada que venía a dar a ios términos propios de Ca- nicosa, la cual cañada era antigua cubierta y amojonada por Alcalde Mayor Entregador, la cual cañada venía dere• cha a dar a la villa de Santisteban y de ésta a tierra de Ayllón, de aquí a la de Sepúlveda, sigue al Puerto de Somo- sierra, de éste a tierra de Manzanares y a los Puertos Rea• les que eran de Esteban Hambrán y Montalván donde pa• gaban el servicio y montazgo a los Villazgos que hasta allí habían hallado con sus ganados, siendo como era la caña• da antigua y provechosa para el servicio de los ganados hasta llegar a los dichos puertos, por lo que suplicaba que habida su relación por verdadera en lo que bastase y se mandase confirmar la sentencia y condenase a los Conce• jos de las villas de Quintanar, Regumiel y Canicosa y a cada uno por lo que les tocara en las penas contenidas en los dichos privilegios y en otras penas en que habían incu• rrido por la fuerza que habían cometido, y amparasen y defendiesen a los dichos sus partes y asi también a los her• manos del dicho Concejo de la Mesta que vivían en la villa de Neila y cinco villas más y Valle de Canales con todos los demás hermanos de tan mencionada Entidad que fue• sen y viniesen a las dichas Sierras y Extremos en la pose• sión que habían estado y estaban de pasar con los dichos sus ganados mayores y menores por todos los dichos tér• minos y cañadas libremente sin ser prendados ni penados, sin pena ni calumnia alguna y suplicaba se diese a sus — le• parles esta Carta y provisión Real de emplazamiento en forma. Nuestro Presidente y Oidores de la Real Audiencia de Valladolid, mandaron dar traslado a la parte contraria para que dentro de cierto término viniesen o enviasen en seguimiento del dicho pleito y causa para tomar copia y traslado de dicha demanda, y a decir y alegar sus derechos y justicia con los títulos y escrituras que tuviesen, y fué notificada según se deduce a Juan de Collado, Alcalde Or• dinario de la villa de Quintanar, a Fabián de Andrés, Pro• curador General del mismo, a Juan Miguel, Teniente Al• calde de Regumiel por Juanillo, Alcalde Ordinario del mis• mo, y a Esteban Sánchez, Procurador General de Canicosa, y a otros varios que también señala, después de todo lo cual el antes dicho Pedro de Salazar, en nombre de los di• chos Concejos, presentó dos cartas de poderes a él dados y otorgados del tenor siguiente: Sepan cuantos esta carta de poder vieren cómo nos... hace una narración tan am• plia y larga como todas las de esta clase y estilo de aque• llas fechas, sin que sea del caso reproduciría por lo extensa que resulta, cuyo poder es otorgado en los últimos días del mes de julio de 1572 y es del tenor siguiente: Pedro de Sa• lazar, respondiendo a la demanda contra los dichos sus par• tes en nombre del Concejo y vecinos de Quintanar, puesta por el Concejo de la Mesta, presentó en la dicha nuestra Audiencia una petición en que dijo: que la dicha demanda no se ponía por parte bastante en tiempo ni en forma, que carecía de lo sustancial y de relación verdadera y como tal la negaba como en ella se contenía y porque las dichas partes contrarias no habían tenido, ni nunca tuvieran la cañada que pretendían por los términos de los dichos sus partes y si en algún tiempo habían entrado en ellos, no — 17 — seria ni fuera por cañada que pretendían, sino porque sa• bían que el Concejo de vecinos de Neila, antiguamente habían tenido cierta precaria posesión de sus partes en un término que se titulaba «Revenga» que era comunero del dicho Concejo de Quintanar sus partes, Canicosa y Re- gumiel y estando enclavado el término de Revenga entre los tres pueblos, no podían entrar los hermanos de la Mesta vecinos de Neila para aprovechar la concesión precaria que habían tenido por los dichos términos, ya que el dicho precario se había revocado en pleito habido sobre él y ha• bía sido denegado y los dichos sus partes tenían sacada carta-ejecutoria contra ellos y así de allí en adelante, ja• más habían tornado a entrar ganados de las partes con• trarias en dicho término, ni habían tenido paso por los términos de los dichos sus partes, ni cañada, entendiendo como es verdad lo era, que no les pertenecía ni tenían de• recho nara ello a lo menos en la forma debida no tener títulos ni posesión alguna para lo que pretendían y por• que por otra parte los términos de los dichos sus partes nunca hubo cañadas y si las partes contrarias ahora pre• tendían pasar lo hacían por defraudar nuestros derechos que nos pertenecían; pidió y suplicó mandásemos absol• ver y dar por libres a los dichos sus partes de todo lo en contrario pedido y demandado, imponiéndoles sobre ello perpetuo silencio y pidió justicia y costas. Aparece seguidamente otro escrito del mismo Procu• rador Pedro de Salazar en nombre del Concejo y vecinos de Canicosa que dijo: Que por nos mandado ver y exami• nar el proceso del dicho pleito y m sentencia en él dada por el licenciado Pereda Valenciano Juez Entregador por la cual en efecto, había condenado a los dichos sus partes a que dejasen cierta cañada para que pasasen los ganados a — 18 — los Extremos y más en 4.000 maravedises de pena con otros tantos y más las costas con todo lo demás hecho pro• cedido y ejecutado contra los dichos sus partes, recalcan• do todas las razones que antes se dice respecto a Quintanar que anteriormente quedan dichas, terminando que les fue• ran vueltos y restituidos todos y cualesquier bienes que por aquella anterior sentencia les hablan sido tomados y ejecutados, y que la dicha restitución no se pedía de ma• licia, sobre la que pidió justicia y costas; de la cual visto por nuestro Presidente y Oidores fué mandado dar tras• lado a las partes contrarias del dicho Concejo de la Mesta y se nos suplicaba que el dicho pleito tocaba al Concejo y vecinos de la dicha villa de Neila por ser como eran inte• resados en él y hermanos del tan mencionado Concejo de la Mesta y les mandásemos nuestra carta y provisión de emplazamiento y les parase perjuicios los autos y senten• cias que se dieren y asi fué cumplido, quedando el dicho pleito concluso para someterlo a prueba, fueron hechas ciertas probanzas con diversos testigos que se señalaron y pidieron y una vez concluso, nuestro Presidente y Oido• res dieron y pronunciaron la sentencia definitiva del tenor siguiente: En el Pleito entre el honrado Concejo de la Mesta y hermanos de él y Juan Toledano su Procurador de una parte, y los Concejos Alcaldes, Regidores y vecinos de las villas de Quintanar, Canicosa y Regumiel y Pedro Sala- zar Procurador y en nombre de la otra: FALLAMOS: Que el licenciado Pereda Valenciano, Alcalde Entregador del dicho Concejo de la Mesta, que de este pleito conoció en la sentencia definitiva que en su dia pronunció, de que por parte de la villa de Canicosa fué apelado, la juzgó y pro-^ nuncio mal y el dicho Concejo apeló bien, por ende que — 19 — debemos revocar y revocamos su juicio y sentencia del dicho Alcalde y haciendo justicia mandamos sean vueltas y restituidas a la dicha villa de Canicosa y sus consortes todas y cualesquier prendas y maravedís que sobre razón de este pleito les hubieren sido tomadas. Queda dicha la parte más sustancial de dicha senten• cia, larga e interminable, que como se dice absuelve al Concejo de Canicosa y condena a perpetuo silencio al Con• cejo de la Mesta y hermanos; no hace expresa condenación de costas, fué dada el 3 de julio de 1573. En 11 de junio de 1575 aparece otra sentencia, por pa• recidas causas a la anterior, que también absuelve a los tres Concejos, acabando en éstos o parecidos términos: En el pleito entre el honrado Concejo de la Mesta y hermanos y Juan Toledano su Procurador de una parte; y vecinos de las villas de Quintanar, Canicosa y Regumiel e Pedro de Salazar su Procurador de la otra; FALLAMOS: Que la sentencia definitiva en este pelito dada y pronunciada por alguno de los Oidores de esta Real Audiencia de su Ma- gestad de que por parte del dicho Concejo de la Mesta y hermanos de él, fué suplicado fuese buena, justa y dere• chamente dada y pronunciada, y sin embargo de las ra• zones a manera de agravios contra ella y alegadas la de• bemos confirmar en grado de revista y no hacemos con• denación de costas y por esta nuestra sentencia definiti• vamente asi lo pronunciamos y firmamos; aquí aparecen los nombres de los licenciados que tomaron parte y los Procuradores que siguieron este pleito, cuya ejecutoria fué sacada por Pedro de Ucero y Matías Calvo vecinos de Quintanar, Juan Santos y Juan Martínez vecinos de la villa de Canicosa. — 20 —

En un extenso libracho también aparece un ruidoso pleito por denuncia presentada por los Guardas de esta villa, contra Doña Ana de Rosales y D. Juan Fernández de la Cuesta y sus pastores que también señala y que por no hacer largo este sencillo libro hemos de abreviar; dicen que por haber pasado por este término tres rebaños de ganado de más de 1.500 cabezas cada uno y hecho majada con ellos en este término en los últimos días de abril de 1687, que además según las ordenanzas de Neila no podían en• trar en el término hasta el 28 de mayo de cada año, por lo que fueron penados y prendados con veinte cabezas de ma• chos cabríos y en virtud de excusas y disculpas que mani• festaban los denunciados, la justicia de Quintanar de• cretó fueran matadas y degolladas las prendas detenidas, y los pastores y sus dueños fueran detenidos y presos en la cárcel de esta villa, a lo que se opusieron los Alcaldes de aquélla, manifestando que los dichos ganaderos eran hermanos de la Mesta, tenían facultad y podían pasar y pastar por sus cañadas, siguieron el enojoso pleito en el que deponen numerosos testigos no sólo de esta villa, sino de Neila, Palacios y , y termina la sen• tencia imponiendo doscientos reales a cada rebaño, más las costas que detalladamente señala, que importan 706 reales, a los mencionados ganaderos vecinos de Neila Doña Ana de Rosales y D. Juan Fernández de la Cuesta. Hemos de hacer ahora mención de otros diversos habi• dos con la Abadía del Monasterio de Arlanza, pues parece que estos pueblos dependían del dicho Monasterio y eran sus vasallos. El primero que encontramos, en un libro gran• de escrito en pergamino (como casi todos ellos), da prin• cipio el 27 de junio de 1498 por demanda que presenta Quintanar por ciertas nuevas imposiciones que pretende — 21 — imponer e) Abad del expresado Monasterio por el Seño• río y vasallaje que sobre este pueblo tenía; la jurisdic• ción criminal pertenecía a San Leonardo y la civil a esta villa, y este Concejo ponía y nombraba sus Alcaldes, los cuales usaban de su jurisdicción civil en primera instan• cia y así lo habían usado desde tiempo inmemorial, excep• to que bubiera pena de muerte, cortamiento de miembro, o fusión de sangre y que en la primera instancia le dejen usar y ejercer la dicha jurisdicción, y sólo en los casos antes dicbos podía el Abad ejercer sus derecbos. El dicbo Abad no podía entremeterse en nombrarles ni usar de su jurisdicción, en primera instancia, y el Abad D. Diego de Para por fuerza y violencia babía inten• tado despojar de su derecho al dicho Concejo de Quinta- nar, nombrar Alcaldes y perturbar su posesión y conocer en las causas civiles en primera instancia y en los ríos que pasaban por su término municipal pretendía prohibir el pescar sus truchas que siempre habían usado como eran públicos, así como los demás aprovechamientos, y esta po• sesión la habían tenido desde tiempo inmemorial que ha• bían pescado de toda clase libremente, y que había man• dado a este dicho lugar ciertos mandamientos con gran• des penas que no pescasen ni tomasen truchas en los dichos ríos, y este Concejo había contestado muy honesta y obe• dientemente que eso era ir contra justicia, cuya carta se mandó en mano de dos vecinos. Llórente Martín y Andrés Ucero, los cuales fueron prendidos por el dicho Abad y les dejó presos como si fueran malhechores, y en demanda se pedía que ante todas las cosas, el Abad soltase a los presos y que no atentase en despojar de sus derechos a los vecinos y moradores que por fuerza y violentamente pre• tendía otra nueva imposición de que le llevasen los veci- — 22 — nos con sus hueves y e;irrel;is óchenla carcas de pan ñk renta al dídhó Monasterio que hahía trece o catorce leguas y porque algunos vecinos hahían rehuido de llevar el pan porque no eran ohligados, aquél Señor por la fuerza les habla de prender y prendió en grandes prisiones y uno de los vecinos de este dicho lugar era muerto y no soltaba más que a los que le prometían que llevarían el pan e hicie• ron juramento sobre el particular, por lo que pedían que el expresado Abad fuera condenado a que no pidiese ni llevase semejante nueva imposición que ya les había cos• tado unos siete mil maravedís de cada año y que ya lleva• ban diez años poco más o menos que importaban setenta mil maravedís y que de una manera terminante se les de• jara en el disfrute que siempre antes tuvieron desde tiem• po inmemorial, no quedándoles más recurso que acudir al Señor Presidente y Oidores de la Real Audiencia de Va- lladolid para que se cumpliese la Justicia que esperaban y no había otro Juez que pudiera entender y conocer en tan grave causa. A esta demanda contesta el Procurador puesto por el Abad y Prior del Monasterio en representación de éstos di• ciendo; que la parte contraria parece que les hacían agra• vios, así en la jurisdicción civil, como en la pesca de los ríos y como en otras cosas contenidas en la demanda, pero que no era ni hubiera sido nunca el Abad su parte obli• gado a hacer ni cumplir cosa alguna de cuanto en la de• manda se contenía por las razones siguientes: lo uno por defecto de jurisdicción y que los Oidores con la debida reverencia no habían tenido ni tenían derecho para cono• cer en la mencionada causa, por ser como era el dicho Abad Religioso y Clérigo de la orden Sacra y reo deman• dado sobre bienes Eclesiásticos del Monasterio, por lo cual — 23 — según derecho contenido no podía ni debía de ser deman• dado, salvo ante su Superior y Juez Eclesiástico y no hubiera ni había caso de Corte alguno de calidad alegada ni probada que en aquel caso a los dichos Señores Oidores atribuyese jurisdicción y pidió se pronunciase por no Juez en tan repetida causa y la remitiese ante su Juez Ecles:ás- tico, ante quien estaba presto de estar a derecho con la parte contraria, y la dicha demanda no era puesta por parte bastante y no procedía ni era apta, ni formal ni con- cluyente, y lo relacionado en ella no fuera ni habla pasado así, por lo que se mandó dar traslado de esto a la parte con• traria. El Procurador en nombre del Concejo presentó ante el Sr. Presidente y Oidores que a la sazón residían en la dicha Audiencia de Valladolid una petición en la que dijo: Que se debía demandar en todo conforme se había pedido sin em• bargo de la declinatoria opuesta por parte del dicho Abad, porque para conocer de la dicha causa los dichos Presiden• te y Oidores tenían jurisdicción en los casos de Cortes por él alegados y eran Notarios tales que atribuían jurisdic• ción a los Señores Presidente y Oidores aunque el citado Abad fuese Monje y persona religiosa, así por las fuerzas y violencias con armas y sin ellas que el tan repetido Abad había hecho y hacía a sus partes en las prisiones, que les había prendido y encarcelado, no teniendo jurisdicción cri• minal alguna sobre ellos, lo cual era notorio y venía a exa• minarse en la causa principal y que para conocer de agra• vios entre el Señor y Vasallos en las cosas temporales aun• que el Señor fuese Religioso y persona Eclesiástica los di• chos Presidente y Oidores habían de conocer en la tan men• cionada causa y no los Jueces Eclesiásticos, a pesar del Título al Señorío del lugar de Quintanar, según más largo — 24 — en la dicha petición se contenía, sobre lo cual fué con• cluso el dicho pleito y dada sentencia de la declinatoria por la cual en efecto, se pronunciaron por Jueces de la dicha causa y pleito, mandando a las dichas partes que alega• sen en el negocio principal según más largo en sentencia se contenia, después de lo cual el Procurador del dicho lugar de Quintanar en nombre de las dichas sus partes dijo: que se afirmaba en la dicha demanda que tenia pues• ta contra la parte contraria y pidió fuese hecho cumpli• miento de justicia a los dichos sus partes. El Procurador del Abad, Prior y Monjes en nombre de éstos dijo: que la dicha demanda no hubiera ni había lugar, ni habían sido ni eran tenidos hacer cumplir cosa alguna de lo en ella contenido, por las razones siguientes: lo uno por lo que dicho y alegado tenía en que se afirmaba y todo cuanto intentaban las partes contrarias carecía de fuerza y valor, ya que el dicho Abad, no les había hecho ni hacía fuerza ni agravio alguno, ni tal se podría probar con ver• dad y todo lo que el Abad había hecho y hacía, lo hacia con justa y derechamente, no haciendo nada nuevo más que lo que siempre le perteneció y le pertenecía desde tiem• po inmemorial y en posesión de uso y costumbre El y sus predecesores Abades que habían sido del expresado Mo• nasterio como Señores del dicho lugar y jurisdicción y habían conocido de cualquier queja y agravio de que ante cualquiera de los dichos sus vasallos se quejasen de cual• quier Alcalde del dicho lugar o de otro vecino del mismo y nunca el dicho Abad había tratado mal a vecino alguno del mismo, ni a otra persona alguna, ni motivo o cosa de que falleciese el que falleció, que maliciosamente decía que falleció, que si así sucedió fué de muerte natural que Dios Nuestro Señor le dió y le quiso dar, y los términos y — 25 — ríos eran y liuhían sido lodo dt-l dicho Abad y Monaslerio por justos títulos y como quiera que el dicho Abad volun• tariosamente les hacía gracia y buena obra en todo el río salvo en un Piélago en que se hallaban más truchas que en otros del dicho río y aun en aquél les había dejado y deja• ba pescar muchas veces, salvo cuando el dicho Abad y sus vasallos estaban en alguna necesidad de haber algunas tru• chas para algunas fiestas y cuando cumplía el vedar que no pescasen y lo guardasen y asi lo habían guardado y guardaban cuando el dicho Abad lo vedaba y que se tuviera la dicha demanda por ninguna y fueran absueltos sus par• tes de este juicio y libres de todo. El Procurador del Concejo en nombre de éste replicó: que la relación por él dicha era verdadera y el dicho Abad había hecho y hacía sus partes las dichas antes sus fuer• zas y violencias y les había puesto las nuevas imposicio• nes que éstos ni sus antecesores jamás habían conocido, ni en pleitos de primera instancia en el dicho lugar ni con vecinos de él, porque la jurisdicción criminal siempre era de San Leonardo y la Civil era de este Concejo y si los Aba• des habían conocido de causas, era en grado de apelación y en causas civiles y no en primera instancia y el vecino Juan de Collado que había fallecido en la Prisión en que el dicho Abad le había tenido sin causa y no debidamente sin tener jurisdicción para ello, ni nunca había hecho delito y que los términos y ríos eran públicos y concejiles y de derecho y por tales siempre los habían tenido y no eran del Monasterio y si alguna vez los había vedado el Abad fuera por conveniencia de todos y quizá alguna vez forzosa y tiránicamente. El Procurador del Abad contrarreplicó vuelve a repe• tir todo lo anteriormente antes dicho, pero de manera poco — 26 — segura se pasa dicieiuio que los Alealdes eran nombrados o mejor dicho que eran aprobados y recibidos el juramenlo por el dicho Abad, los cuales expresados Alcaldes hablan sido y eran de lo Civil y los Alcaldes de San Leonardo ejer• cían la jurisdicción criminal y eran nombrados por los Abades del Monasterio y desde tiempo inmemorial como al ñn también eran vasallos el Abad y todos sus antecesores nombraban los Alcaldes en cada año en Quintanar y San Leonardo de manera que dicha jurisdicción civil y crimi• nal era suya y de sus antecesores y siempre hablan cono• cido en primera instancia como por vía de apelación de cualquier demanda y queja ante el tan citado Abad que cualquiera de sus vasallos ponía y daba ya con otro va• sallo o ajeno, lo proveía y lo remediaba o lo sometía a los otros sus Alcaldes o lo libraba por expediente o como me• jor veía que lo cumplía para bien de todos sus vasallos y a la ejecución de la Justicia que así siempre se había usa• do y acostumbrado y si el dicho Juan de Collado había fa• llecido había sido de su dolencia o enfermedad que Dios Nuestro Señor le quiso dar ocho meses después de la di• cha Prisión en la cual solamente había estado cuatro días en el cepo y después ocho días en la casa por Cárcel y que el motivo que hizo no pagó la pena que merecía, y en cuanto a los ríos eran del dicho Abad y era una vergüenza que el Señor no pudiese vedar un piélago en que había más truchas que en otros, muchas veces para cosas ne• cesarias para el dicho Concejo y para el también dicho Monasterio y muchas veces también lo había hecho a ruego e instancia del mismo Concejo, ofreciéndose probar lo su• sodicho sobre lo cual fué concluso el dicho pleito. Pasan cuatro años y tiene Quintanar que dar principio a reproducir la demanda anterior con las mismas cosas y — 27 — causas antes dichas, o sea el Procurador en su nombre y por lo que se deduce la parte contraria no ha probado nada de las alegaciones antes indicadas ante aquella Superior Justicia y de nuevo vuleven unos y otros a contestar y con- trarreplicar, diciendo la parte contraria en una de sus sú• plicas que la Abadía y Monjes del Monasterio de San Pedro de Alianza goza de este privilegio por concesión que le hizo El Rey D. Alonso de Gloriosa Memoria del Señorío sobre este pueblo, Canicosa y Regumíel con jurisdicción y vasa• llos con todos los derechos que éstos tenían y que les fué concedido para que la dicha Abadía gozase de los tan men• cionados Señoríos, pero sobre este particular hubo ya an• teriormente un pleito que acabó con una sentencia a favor de Quíntanar en febrero de 1471 por la que se manifiesta que fué bien dada y pronunciada derechamente por las par• tes, de que Quíntanar había probado bien sus dichos y las partes contrarias del Abad y Monjes del Monasterio no ha• bían probado sus excepciones y confusiones, quedando fir• me definitivamente por sentencia de 20 de febrero de 1511, por la que condenó al dicho Abad a que de allí en adelante, en ningún tiempo perturbase ni molestase al dicho Con• cejo ni Alcaldes, ni ornes buenos ni vezinos dél en la juris• dicción civil y criminal a la dicha villa de Quíntanar, escep- to que hubiere pena de muerte, cortamiento de miembro o fusión de sangre y que en la primera instancia si le dejen usar y ejercer la dicha jurisdicción, en cuanto a pescar en los ríos, que el dicho Abad y Monjes consientan y dejen pes• cas en los dichos ríos a los vecinos y moradores del dicho Concejo sin pena alguna, con tal que no pesquen con red, barredera o con otras armas para mermar el pescado contra las leyes de estos Reinos; otro sí, en cuanto a los solares que debemos de mandar y mandamos al dicho Abad y Monjes — 28 —

del dicho Monasterio que no lleven maravedís alguno por ni señalar los dichos solares; otro sí, en cuanto toca a llevar o traer el pan, declaramos y pronunciamos que el dicho Concejo no ser obligado de llevar ni traer el pan al dicho Monasterio; otro sí, en cuanto a la tea declaramos y pro• nunciamos no ser obligados el dicho Concejo y vecinos el dar al dicho Abad y Monasterio nada sobre este particular; otro si, en cuanto a los derechos que el dicho Abad y Monas• terio han de llevar por la sangre que debemos de mandar y mandamos, no puedan llevar ni lleven más de sesenta ma• ravedís por ello por cada vez que lo obieron de aver; otro sí, en cuanto a los servicios y pechos que la parte del Conce• jo y vecinos que dicen lleva el dicho Abad y Monasterio al Concejo, de aquí en adelante no lleve a éstos de otros dere• chos, ni servicios, ni pechos, más de la fonsadera y marti- niega y un yantar cada un año. Vuelven, insisten, replican, suplican con vistas y revis• tas y por fin acaba esta sentencia en 5 de agosto de 1544 de la que lo más saliente es como sigue: que por ambas par• tes han suplicado que fuera buena, justa y derechamente dada y pronunciada y sin embargo de las razones dadas y de agravios expuestos contra ellas por las tan mencionadas partes, la debemos confirmar y confirmamos en grado de revista con los aditamientos siguientes: que en cuanto al capítulo de pescar en el río, pueda el Concejo y vecinos de Quintanar y lo mismo el Abad y Monjes del Monasterio; que, en cuanto al pacer las yerbas, puedan pastar en el tér• mino de Quintanar el Abad y Monjes del Monasterio con sus ganados, lo mismo que dos vecinos de los que más ganado tienen por ser Señor de ella; en cuanto a leña que el Abad y Monjes puedan cortar y aprovechar tanta como dos veci• nos de ella; que también puedan cortar el Abad y Monjes — 29 — robles o pinos y puedan percibir tanto como dos vecinos; otro si, que el dicho Abad y Monasterio, puedan como Se• ñores de la villa crear un Escribano en la misma; otro si, que la dicha villa ha de dar una libra de cera cada un año con el yantar al Abad del dicho Monasterio; otro si, que el dicho Abad y Monjes puedan cortar las encinas y hayas del dicho término, tanto como dos vecinos; que las hierbas que se sie• guen y repartan entre los vecinos, tenga derecho a percibir el tan citado Monasterio, tanto como dos vecinos como los que más ganado tienen; que los dichos Monjes puedan go• zar de echar y echen a engordar en los montes de la villa, sus propios puercos tantos como dos vecinos y no más como lo tenían por costumbre; otro si, en cuanto al capítulo de nuestra sentencia, mandamos que de aquí en adelante, la dicha villa de Quintanar por el tiempo que lo hacen de uso y costumbre en cada un año, nombre cuatro vecinos para Alcaldes y una vez nombrados los presente ante el Abad del dicho Monasterio para que éste los escoja o elija los dos más hábiles que a éste le pareciesen para el dicho cargo en la mencionada villa. Como acabamos de ver en éste, se encuentran otros va• rios parecidos, que aunque algunos Autos se hallen pro• nunciados en contra, la mayor parte de ellos acaban siempre a favor de Quintanar, siendo varias también las cartas eje• cutorias que aunque largas y enojosas se pronuncian a fa• vor de Quintanar, tanto sobre este término como del de Re• venga, que unas y otras ya carcomidas por los roedores, aun han conservado los Señores Párrocos en sus casas Rectora• les, puesto que también el dicho término de Revenga per• teneció al tan repetido Monasterio, cuyos originales según éstos dicen, obran en la Ciudad y Chancilleria de Vallado- lid, en la mayor parte de ellos se dice en el ñnal que el Re- — 30 — verendo Abad del dicho Convento, en ningún tiempo pertur• be ni moleste a éstas en el uso de su jurisdicción y siempre bajo la multa de 20.000 y hasta 100.000 maravedises para la Cámara y fisco de su Magestad, que igualmente y en pareci• dos términos concluye no sólo respecto a Revenga, sino tam• bién Canicosa y Regumiel, todas ellas con la advertencia e no conciessedes de la dch& Jurissdición en primera instan• cia si no fuesse en casso que obiesse pena de muerte, corta• miento de miembro, o efussion de sangre y que solamente cada una de las dichas villas, nombrase dos hombres para Alcaldes y el Abad los confirmase y que no sse entremeta a conosce'r en ninguno pleyto en primera instancia en las di• chas villas, ni adboque a si las causas que perdieran ante los Alcaldes ordinarios de las mismas, ni les quithe, ni les tome las varas y les dexe ussar y ejercer ssus offictos libre• mente, etc.; pero en tanto legajo no he podido encontrar cómo terminó el Señorío de los tantas veces dichos Aba• des o Monasterio, sobre la jurisdicción de estos términos. Una cosa parecida a lo que acabo de relacionar, nos su• cedió con los Señores de la villa que aquí ejercieron sus títu• los como tales, que como se verá eran personas muy pode• rosas e influyentes, que aunque todas las cartas ejecuto• rias o sentencias de los múltiples pleitos que con estos Se• ñores hubo, casi siempre las ganaba el Concejo, pero aqué• llos se guían burlando las dichas sentencias, así que será ex• cusado decir los muchos gastos y disgustos que esta villa tuvo que soportar hasta conseguir su independencia. Entre los muchos libros y ejecutorias que se encuentran todas ellas a favor de la villa, hemos de dar principio por uno muy curioso sobre la fundación del Señorío de la villa de Quintanar por D. Juan Asensio de Milán, elevado al rango de este Señorío por S. M, El Rey Don Felipe Segundo — ff — sobre el año de 1558. Haremos una breve bisioria de esle primer Señor de la Villa I). Juan Asensio de Milán, ya que con ella se relaciona un pleito que años más tarde hubo so• bre el derecbo al mayorazgo a la defunción del fundador. Este se casó con Doña Ana de Arana y al concer• tar el matrimonio bicieron unos capítulos matrimoniales que después se confirmaron por escritura en el año de 1559; le señala por dote a ü.a Ana ciertos caseríos en Vizcaya y otros en Motril (Granada) y le prometió en dote dos mil du• cados que confesó cabían en la décima parte de sus bienes; en otro capítulo dice que D. Juan haya de hacer vínculo para los hijos de este matrimonio de la villa de Quintanar con su jurisdicción, más unas casas en Madrid y ciertos juros y censos que aquí no se dicen, y que a falta de hijos suceda en quien llamare el D. Juan y en esta misma escri• tura los vincula; en otro dispone que si él muriese antes que D.a Ana, ésta goce por sus días del mayorazgo o usu• fructo de éste que se case o que no se case, con obligación de dar al sucesor del D. Juan ciento cincuenta ducados cada año para ayuda a sus alimentos, y manda a D.a Magdalena su suegra cien ducados cada año en que viva en su compañía y la de su hija su mujer, y no gustando de vivir en su com• pañía le manda doscientos ducados cada año. Casado ya, en el 1560, entre D. Juan y su mujer se hizo una escritura limitando la condición del usufructo a que sólo le gozase mientras permaneciese en el hábito viudal, y no más. El 21 de julio de 1565 muere D. Juan en El Escorial, por lo que se disolvió el matrimonio y en su testamento deja por usufructuaria a su mujer de los bienes del vínculo y de al• gunos juros, de lo demás deja el usufructo a sus dos herma• nos D. Tomás y D.a María y manda se le paguen a su mujer — 32 — do.s mil duauios de ;u i;is y 20.000 reales que confiesa perte• necen a ella; hace oirás mandas y legados que montan 19.000 reales y una parí ida de mil ducados que dice le ganó al juego un Juan Martínez lllescas a quien manda se paguen o lo que pareciese a los testamentarios. Aprueba la escritura del vínculo y aumenta otros bienes y llama a la sucesión en primer lugar a su hermano Tomás Asensio y a sus hijos, prefiriendo siempre el mayor y varón, y a falta de éste a su descendencia; después a su hermana María que se casó con Bartolomé Escribano, de cuyo matri• monio descienden tres hijas, las tres hermanas que en este pleito más adelante veremos, y con la misma prelación que antes hemos dicho y a falta de descendencia de ios anterio• res, lo manda todo a S. M. El Rey D. Felipe II, y a sus descendientes. Deja por testamentarios a S. M. D. Felipe II, al Conde de Cinchón y a Fray Francisco de Villalua, de la orden de San Jerónimo, y del remanente a sus hermanos D. Tomás y D.a María Asensio. Muerto D. Juan y cumpliendo con lo dicho en el testa• mento, mandó el Rey por cédula para el Corregidor de Soria el día 23 del mismo mes de julm para que se trasladase a la villa de Quíntanar a hacer inventario de los bienes que aquí había y en ejecución de ello, depositó los bienes en ve• cinos de esta misma villa, recibiendo también declaraciones de su mujer y de los criados de D. Juan para averiguar las deudas que había y declararon ser mayores que las señala- las en su testamento y que fueron treinta mil reales poco más o menos con los ducados del juego. Después de hecho el inventario por los testamentarios, se dió orden al Corregidor para que se trasladase de nuevo a Quíntanar y se llevase los bienes muebles que pudieran — :v¿ — ser llevados con comodidad, para hacerles almoneda y se vendiesen en Quintanar los que no pudieran ser llevados. Cumpliendo aquella orden, recibió el Corregidor los bie• nes que babia depositado y dejó libres a los depositarios, llevándose a Soria cuantos pudo llevar, entre otros unos ór• ganos que babia en la Iglesia que eran de D. Juan, un cajón grande tasado en cuarenta ducados y un escaño en quinien• tos maravedís, de lo demás que aquí quedó se bizo cargo Bartolomé Escribano y su mujer D.a María Asensio. En Soria se bizo almoneda de todo y se nombró Deposi• tario de ello, que montó 18.155 reales, estando presentes para esto D. Tomás Asensio y Bartolomé Escribano, marido ya dicho de D.a María Asensio, herederos que eran del tan• tas veces dicho D. Juan, en los bienes libres; también asis• tió D.a Ana, usufructuaria, y por su Magestad asistía el Co• rregidor. Quedáronse por vender unos objetos de poco valor, y ya más tarde en febrero de 1567, tuvo orden el Corregidor de vender lo que había quedado, que salieron unos 180 reales, y por septiembre de 1568, los Depositarios en cuyo poder estaban los bienes que habían quedado por vender, entre• garon a un criado de D.a Ana unos ornamentos, dos cálices y unas vinajeras que en la sentencia arbitraria se le carga• ron cien ducados por ello. Antes de pasar adelante hemos de dejar sentado que D. Tomás Asensio de Milán murió joven, poco tiempo des• pués de ser casado con Biulante Lafoz que vivió y murió en Zaragoza sin dejar descendientes, que hizo testamento y dejó el derecho de la legítima a su hermana D.a María Asen• sio y a los sobrinos o parientes legítimos que de derecho les correspondiese en sus bienes y haciendas y en todos los de• más bienes que apareciesen, muebles, etc.; los deja por es- — 34 — pecial gracia a su amada mujer Biulante Lafoz, en los cua• les le deja heredera suya universal para que haga de ellos su propia voluntad; señala como es consiguiente una larga narración de detalles que en tales casos se hacen necesa• rios, acabando con el nombramiento de sus albaceas testa• mentarios. Ahora pasaremos a dar cuenta sobre el pleito del mayo• razgo, éste se trabó entre D.a María Asensio y su esposo Bartolomé Escribano de una parte, con su cuñada D.a Ana, esposa de D. Juan, sobre la posesión de los bienes del vincu• lo, y se mandó dar posesión a D.a Ana de Arana, declarando que había de gozarlos por todos los días de su vida. No era la D." María Asensio de Milán una Señora para achicarse por cosas de poco más o menos y parece que sus gustos fueron siempre los de andar entre la Justicia. Men• cionaremos otro nuevo pleito que comenzó entre ésta y su marido Bartolomé Escribano con su dicha cuñada D.a Ana y su segundo marido D. Martín de Ugaz. Ésta pretendía que de los bienes de D. Juan, su primer marido, le habían de pagar 42.000 reales de la dote y arras, más los gastos fune• rales y otras cosas y que estos gastos los había de pagar D.a María Asensio como heredera de D. Juan, y éstos que en este pleito defendían los bienes de D. Juan y representa• ban su persona, pretendían que D.a Ana había de tomar en cuenta lo que había de haber, algunas partidas de marave• dís que eran los ciento cincuenta ducados de alimentos que había de dar en cada un año al sucesor y los gastos que se habían hecho por Bartolomé Escribano y salarios de su per• sona por cuenta de D.a Ana en la administración y desem• bargo de estos bienes; con estas dudas y diferencias le so• metieron a dos personas que dicen, más otro tercero en dis• cordia que también señalan y después de examinar deteni- — 35 — damente los cargos de los unos y de los otros y bien rebati• dos, vino a hacer un alcance la D.a Ana a la otra parte de 99.274 maravedís. Esta sentencia se dió en el año de 1576 y las partes se quedaron entonces tranquilas y sin diferencia alguna y doña Ana gozó el usufructo desde el 1565 que murió su marido hasta el 1602 que falleció ésta y entró en posesión la D.a Ma• ría Asensio, ya que su hermano Tomás había fallecido mu• chos años antes, falleciendo esta D.a María el año de 1603 de• jando sus tres hijas y de Bartolomé Escribano su marido, a D.a María Escribano mujer de D. Pedro de Neila, que sucedió en el mayorazgo, Isabel Escribano mujer de Lucas de Rioja, y Magdalena Escribano mujer de Francisco de Rioja. Fué motivo suficiente para que Lucas y Francisco de Rioja, en representación de sus mujeres Isabel y Magdale• na, presentaran demanda contra D. Pedro de Neila por la persona de su mujer María Escribano, como herederas las tres hermanas de Bartolomé Escribano y de D.a María Asen• sio de Milán, fundándose la demanda en que los padres de éstas habían gastado en pleitos habidos con D.a Ana de Ara• na para defender el vínculo que formó D. Juan Asensio y otros que también más adelante diremos, es el caso que por muerte de D. Tomás, hermano de D.a María, quedó ésta como heredera universal, mandando aquél en su testamento se hiciese vínculo de la villa de Quintanar de la Sierra, juris• dicción y vasallaje, con otros juros y bienes que señaló y fundó, pero que en aquellos pleitos se gastaron gran parte de la herencia del D. Juan finado; señalan las cantida• des gastadas, que resultan muy crecidas por haber durado los pleitos más de veinte años, gastando en cada uno de ellos más de doscientos ducados y aunque es así que la di• cha su madre D." María Asensio no dejó bienes ni los hay, — 36 — sino sólo el mencionado vinculo, cuyas sumas han sido re• clamadas a los Señores D. Pedro de Neila y su mujer D.a Ma• ría Escribano y se niegan a cumplirlo. La parte contraria, o sea estos mencionados contestan, que no están obligados ni su legitimo mayorazgo ha de pa• gar semejante reclamación, que además instituyó como here• dero universal a su hermano Tomás y a falta de éste y sus descendientes a su hermana María y que al morir D. Juan, se entró el Bartolomé Escribano en todos los bienes mue• bles y libres que le quedaron que fueron de valor de más de mil ducados, los cuales éste consumió y gastó por estar ausente el Tomás, y si hizo algunas diligencias o gastos fué por conveniencia suya y a costa de ellos, puesto que él nada tenía y toda la vida se sustentó a costa del finado D. Juan, con otros más largos razonamientos que indica y que hemos de abreviar. Vuelven los otros a replicar y así continúan unos y otros con sus dilatados e interminables y repetidos argumentos y tras de todo ello viene la sentencia, FALLAMOS: Atento los autos y méritos del proceso de este pleito que la parte de Lucas y Francisco de Rioja y sus consortes que se dicen en cabeza, probaron su petición y de• manda, según como probarles convino, dárnosla y pronun• ciárnosla por probada; y que la parte del dicho D. Pedro de Neila y su mujer, no probaron sus excepciones ni defen• siones según también como probarlas convino, dárnosla y pronunciárnosla por no probadas, por donde debemos de condenar y condenamos al dicho D. Pedro de Neila y a su mujer a que dentro de nueve días siguientes primeros que fueren requeridos con la carta ejecutoria de esta sentencia, den y paguen a Lucas, Francisco y demás consortes las dos tercias partes de 110.000 maravedís y de doscientas treinta — 37 — y cuatro mil 234.000 maravedís que D.a María Asensio ma• dre de las partes, pagó a D.a Ana de Arana mujer que fué de D. Juan Asensio por la sentencia arbitraria que entre las dichas Señoras hubo en aquel pleito; Y así mismo les dé y pague por razón de los pleitos que la dicha D.a María Asen• sio y Bartolomé Escribano su marido padre de las dichas partes, lo tratado con el Concejo de Quintanar de la Sierra y de los gastos que se hicieron las dos tercias partes de trescientos ducados y todo lo demás pedido y demandado por parte de Lucas y Francisco de Rioja y consortes, y ab• solvemos de todo lo demás al dicho D. Pedro de Neila y su mujer y les damos por libres y quitos de ellos y no hace• mos condenación de costas y por esta nuestra sentencia de vista la pronunciamos y mandamos. = Aparecen las firmas de los Señores Licenciados qeu intervinieron. Contra esta sentencia vuelve el D. Pedro de Neila con otros escritos de agravios que son contestados por la otra parte, replican y contrarreplican, haciéndose tan largas, in• terminables y latosas las súplicas que cada parte señala (aunque algunas muy curiosas), que prescindo de ellas, ter• minando la sentencia definitiva confirmando la mayor par• te de lo dicho anteriormente con muy pocas variaciones. No está claro el usufructo del vínculo del mayorazgo o Señorío de la villa de Quintanar a favor de D.a Ana que su marido le legó, que además hubo otros pleitos que ganó ésta; pero es el caso que la D.a María Asensio de Milán es• tuvo constantemente al frente del dicho Señorío y la mayor parte del tiempo estuvo residiendo en el Palacio que en esta villa hubo, residencia de dichos Señores, y que estuvo em• plazado donde se encuentra la casa construida en el año de 1904 por los vecinos ya finados Andrés López y Esteban de Pedro, hoy habitada por los herederos de Esteban de Pedro e — 38 —

Ignacio de Pedro, cuyo Palacio según nos han trasmitido nuestros antecesores tenia una pasarela, por la que a piso llano entraban o se comunicaba con el cementerio de la Igle• sia, siendo habitado por todos los Señores que se sucedie• ron es esta villa hasta el año de 1803. El último se llamó D. Pedro Zeballos de Mendoza y fué vecino de San Asensio (Logroño). La tan citada D.a María se ve que era intrépida en ex• tremo. Sostuvo por lo que se deduce de tantos legajos que aún quedan, pleitos a la vez no sólo con su cuñada D.a Ana y con esta villa, sino también con la Abadía del Monasterio de San Pedro de Arlanza, y aunque parece que las distin• tas cartas ejecutorias eran todas a favor de su cuñada, de Quinlanar y de la Abadía, y que en la mayor parte de ellas la Superioridad le ponía fuertes multas, aquélla no se aco• bardaba, pues aun viviendo su hermano D. Juan, abusando de los fueros de que gozaba, en una ocasión metió presos a los Alcaldes y Procurador, que no fueron sueltos hasta no pagar una condena de cuatrocientos ducados que fué ya im• puesta por el mismo D. Juan, lo que fué motivo suñciente para un gran pleito que dió principio en el año de 1563, pues estaban hartos de sufrir tanto vejamen y aunque en las cartas ejecutorias se encaminaba a dar la razón al Con• cejo con los requirimienlos que hacía la Superioridad sobre su pretendida jurisdicción y derechos que aquéllas conte• nían, estos Señores se seguían burlando; muerto D. Juan, su hermana D/1, María siguió en el mismo pleito y con ma• yor tenacidad y fueros. No obstante de todo ello, termina la sentencia del pleito que discuten a favor del Concejo en 5 de septiembre de 1591, encontrándose en el dicho largo pleito que los Alcaldes eran dos, que se nombraban el 2 de enero de cada año y este nombrainienlo había de conürmar- — 39 — se por los Señores de l;i Villa, por lo que tenían necesidad los nuevos Alcaldes nombrados de acudir al Palacio-residen• cia de aquéllos para la dicha confirniación; pero sucedía que precisamente en la fecha dicha, casi nunca estaban en este Palacio-residencia, o bien se habían trasladado a los Exiremos con sus rebaños de merinas, o bien donde tenían su vecindad y allí tenían que acudir los nuevos Alcaldes con su nombramiento, y también sucedía que después de este desplazamiento tampoco los encontraban, porque de pro• pósito rehuían para que se quedase el nombramiento sin con• firmar. Después de este largo pleito, hacía el año 1594, hubieron de hacer una concordia entre la dicha D/1 María y este Con• cejo. Esta señora era incansable. Aunque la dicha escritura o concordia se halla incompleta y dudo de su fecha, dicen que de aquí en adelante, para apartar y quitar los distintos pleitos, algunos de ellos muy dudosos, que se hacen con mu• chos gastos y costas para ambas partes, los retiran por me• dio de esta escritura-concordia y dicen lo siguiente: 1.° En cuanto a la jurisdicción de Quintanar y su término, de aquí en adelante civil y criminal en primera instancia, sea de la villa de Quintanar privativamente, excepto en las cosas donde hubiere pena de muerte, efusión de sangre, mutila• ción de miembro y apelación, porque estos casos son y han de ser del Señor de la villa como está reconocido por la car• ta ejecutoría, que la Villa no puede nombrar el Escribano que quisiere y el que nombrase no podrá ejercer ni usar su oficio, sin que sea aprobado por la Señora D.a María Asensio, o por el Señor que después de ella le suceda: 2.° En cuanto al nombramiento de Alcalde Mayor para cada año, tiene facultad de poder nombrar para siempre Alcalde Mayor en la villa a un vecino o de fuera, con tal que el nombrado no — 40 — fuese pariente del Señor, den lio del 4." grado: 3." que el dicho Señor de la villa, no pueda quitar las varas a los Al• caldes que a la sazón las tuvieren y que a la dicha D." Ma• ría le sean devueltos y resliluidos lihremente los bienes en que se llevó a cabo su ejecución, y el dicho Concejo da por libre y quita a la dicha D.a María y a sus bienes y herederos los trescientos ducados y réditos de ellos, para no le pedir ni pedirán ninguna cosa de ningún tiempo: 4.° que como pretende el Concejo que acabada la residencia que se toma• re, se habían de entregar los procesos que en rebeldía se hubieran hecho contra ausentes y sentenciados o por sen tenciar, que jamás se entreguen a los Alcaldes ordinarios y las prendas que por ello hubieren sacado y mandado sacar por el Juez de residencia se depositen en un vecino de dicha villa: 5.° Que entre el Concejo y dicha D.a María, si en dicha villa y su término, hubiese algún ruido o alboroto no estan• do los Alcaldes presentes, si el Señor de la villa o el Alcalde Mayor prendiere a los culpados, los remita a los dichos Al• caldes sin hacer auto ninguno, excepto en los cuatro casos que se dejan señalados en el capítulo 1.° que es de la com• petencia de los Superiores antes dichos para seguirlos y terminarlos: 6.° En cuanto a este capítulo que trata de un yantar y libra de cera y fonsadera, se declara y se con• cierta, que de aquí en adelante para siempre jamás, en cada año se ha de dar al dicho Señor que fuere de la dicha villa un yantar, que se entiende una comida o por ella once reales y una libra de cera y por la dicha fonsadera quinientos ma• ravedís: 7.° Que en cuanto a este capítulo que dice que un Juez ejecutor de S. M. hizo ejecución de unas casas que fueron del D. Juan Asensio por quinientos ducados poco más o menos, que se remataron las dichas casas y prados, se le devuelvan a la D.a María Asensio de Milán para que — 41 — como cosa suya los tenga y posea, goce, haga y disponga por ser bienes vinculados, sin que sea obligada a pagar los quinientos ducados en que fueron rematados, ya que el Con• cejo se los perdona en satisfacción a esta transacción que se hace y por la comodidad, pleitos y pretensiones que contra dicho Concejo tenía: 8." Que en el pleito que tiene la D.a María pendiente de sentencia que pretende pastar con un rocín a su antojo, no podrá entrar hasta el 15 de octubre de cada año y hasta que se cierren los prados y no podrá pastar más que con un rocín suyo en los demás aprovecha• mientos de pastos que los demás vecinos tienen con sus ro• cines y bueyes; así termina esta concordia la que manifies• ta que las partes y sus sucesores, la han de respetar, guar• dar y cumplir bajo la pena de dos mil ducados que valen 750.000 maravedís, la mitad para la Cámara de S. M. y la otra mitad, para la parte que cumpla, obedezca y respete la concordia. Como ya he dicho anteriormente, en estos libros o lega• jos se encuentran ciertas anomalías que no se acaban de entender, como los lectores observarán; es claro también que la letra de aquéllos muchas veces es ilegible, sin que se aclare bien el derecho sobre el Señorío, que siempre lo ma• nejó la D.a María, a pesar de haber sentencias a favor de su cuñada D.a Ana; y también observarán que después de ca• sada aquélla con Bartolomé Escribano, se sigue llamando a éste Bartolomé a secas, sin encontrar ni de casualidad el antenombre de Don, de lo que se deduce y es verdad que; éste era pobre, no obstante que ya muerta D.a María, recae y hereda el mayorazgo su hija mayor D.a María Escribano, se casa y no sé porqué, desde esta fecha es su marido D. Pe• dro de Neila, y éste que no debió de hacerse muy viejo, deja un hijo que cuando es mayor ya se llama D. Juan de Neila — 42 — y su madre viuda (la D.n María Escribano, Señora de la tan repetida villa); pero ya el D. Juan resulta un soberbio, dés• pota, pendenciero, o el legítimo retrato de su abuela, a la que deja chica en la bravuconería y si es verdad que con todos los Señores de la villa hubo pleitos abundantes y enojosos, a éste y aquélla nadie les alcanzó. Pasaremos a relatar uno de los más importantes. En principios del año 1634 encontramos una carta ejecutoría ganada por el Concejo de la villa sobre la posesión del río Arlanza. La Señora en aquella fecha era D/" María Escriba• no y en su representación también hacía las veces su hijo D. Juan y pretendió prohibir pescar en dicho río a los arren• datarios, llegándose un día con su caballo y escopeta y lleno de cólera, con grandes y graves insultos, que los había de matar, con poco temor de Dios, pasando de la palabra a la obra, dando unos fuertes golpes en la cabeza a uno de ellos, causándole heridas que para curarlas se había gastado más de cien ducados y por tiempo de los días perdidos, más de otros' cien ducados por no haber podido acudir con una do• cena de carretas que tenía como carretero de nuestro Reino, acudiendo a pedir justicia ante el Alcalde Mayor y enterado éste de todo ello, mandó se fuese a prender al mencionado D. Juan Neila y que fuera conducido a la cárcel de la villa, pero éste lejos de obedecer desafió a todos los que fueron a su prendimiento, llegando a sacar un cuchillo, manifestan• do que no había nacido quien a él le prendiese; ante tales provocaciones tuvo que acudir la Justicia que fué gravemen• te insultada, repitiendo que se fueran, que eran unos des• vergonzados; ésta insistía que tuviera más respeto a ellos y a las varas; al fin volvió con ellos en calidad de preso hasta la casa de Ayuntamiento, pero parece no le veían muy se• guro y querían cebarle cadenas y amenazó de nuevo sacan- — 43 — do el cuchillo y con él en la mano dijo que mataba a cual• quiera que le vejase o echar prisiones; acudiendo su madre D.'' María Escribano a darle favor diciendo que cualquiera que se llegase a ponerle prisiones habría de matarles a palos y con el favor de la expresada su madre, se salió por unas ventanas y no había tenido efecto la prisión; con todo esto y otras acusaciones que se hicieron contra él, que era un provocador acostumbrado a tratar mal a todos, la Justicia dictó un mito de prisión contra el D. Juan para que se le condujese preso a ta Audiencia de Valladolid; al mismo tiempo que su madre D.a María quedase presa en su casa hasta que declarase confesión; así se cumplió y tuvo por cárcel la Ciudad de Valladolid, terminando con una senten• cia de fecha 17 de diciembre de 1636 a favor de la villa de Quintanar sobre completa posesión del dicho río. Todas cuantas cartas ejecutorias o pleitos habidos con dichos Señores se encuentra que son ganadas por Quintanar, pero tal es la influencia que ejercían aquéllos, que se bur• laban de los autos y sentencias que ganaba el Concejo y siempre tenían al pueblo sumiso, rehuyendo con su ausen• cia para que la Justicia no pudiera ejercer sus cargos, por• que los dichos Señores no los confirmaban y este mismo D. Juan a pesar de haberle sorprendido una vez en su Pa• lacio, se negó a confirmar los nombramientos de Alcaldes, teniendo que recurrir el Concejo hasta tres veces con Es• cribano para que hiciese la confirmación, recibiendo mu• chas y muy injuriosas palabras, saliendo a ellos con un palo, votando a Dios y diciendo que si entraban los mataba a pa• los, echándoles en las malas formas que se dicen en las dichas ejecutorias; ante tanto despotismo el Concejo tuvo que presentar querella contra él, y probados los hechos, la Corte mandó una persona de su confianza para que fuera — 44 — preso el D. Juan con días y salarios pagndos a la Cárcel Real de c^ichíi Corte de Valladolid, dejando diez duca• dos para los pobres de la cárcel, repitióndole respetase todas las ejecutorias que se le tenían ordenadas, fué de• jado en la Ciudad y arrabales por cárcel y condenado en diez mil maravedís para la Cámara del Rey y gastos de Jus• ticia por mitad, los cuales ha de pagar en esta dicha Corte e igualmente sus sucesores de la Casa Mayorazgo que más adelante no cumplieran las cartas ejecutorias. Son bastantes los pleitos sostenidos con este Señor, ya que sin acabar con uno empezaba otro, resultando muy lato• so el continuar, por repetirse los autos y las sentencias, todas ellas condenatorias, y precisamente en 24 de mayo del antes dicho año 1636 se encuentra otra condenando al dicho D. Juan de Neila a que cumpla en término de 3.° día la multa de diez mil maravedís, la mitad para la Cámara y Corte y la otra mitad para los gastos de justicia, así en adelante había de ser para todos los que le sucedieren. Y siendo verdad que tantos gastos y disgustos costó al Concejo la representación del tan mencionado Señorío, voy a dar una breve relación de los nombres que le sucedieron en el mismo, aun cuando con éstos no fueron desde luego tan tirantes las relaciones. Al D. Juan de Neila le sucedió D. Pedro Jphe de Neyla, a éste D. Mattheo de Neyla, a éste D. Manuel de Neyla, a éste D. Manuel Mathías Renito del Valle, a éste D. Agustín Mathías Renito del Valle, a éste siguió D. Agustín Renito Urtado de Mendoza, y a éste parece debió ser el último, D. Pedro Zeballos y Mendoza, que he dejado dicho disfrutó el Señorío a principios del siglo pa• sado, como también dónde tuvieron la morada o Palacio. Los viejos más viejos hemos conocido los restos de un gran solar cuyas derruidas paredes tenían claros indicios de que . 45 — fueron de cal y canto; pero no existen antecedentes, ni de oídas, de su demolición o derrumbamiento, sin embargo siempre se le llamaba el solar del Palacio del Señor de la Villa y fué adquirido por compra-venta, juntamente con tres fincas rústicas más, por el vecino Andrés López a prin• cipios del siglo actual a los herederos del Sr. Zeballos, que creo residían en el pueblo de San Asensio (Logroño). No se encuentra claro cómo terminó el tan repetido Se• ñorío; no obstante aparecen varias cartas por el año de 1803 cruzadas entre los Señores Alcaldes ordinarios y el Señor de la Villa Sr. Zeballos, en que parece que éste se hallaba resuelto a ceder todos los derechos que al pueblo le tueran útiles y que al fin él y sus sucesores no fueran per• judicados, máxime con la publicación de una Real Orden que por aquella fecha se publicó de que los pueblos meno• res de 300 vecinos, si no podían sostener un Alcalde Mayor, quedaban exentos de ello, por lo que no llegando esta villa a ese vecindario, no tenía objeto el sostenerlo por el escaso sueldo que disfrutaba, que no era más que el vasallaje, fon- sadera y un yantar. El Alcalde Mayor que en esta fecha llevaba y representaba este título era un señor que se ape• llidaba Chapero y aun cuando no tenía queja alguna del dicho Señor, ciertos trámites no se cumplían por ser incom• patible el empleo que tiene del Rey con la Alcaldía Mayor y condescendería en suprimirlo; parece ser que en las du• das que entre ambas partes tenían para hacer las cosas bien y quedar en las mejores paces y amistades, decidieron consultar el caso si podían o no suprimir el Alcalde Mayor, mientras no hubiese más de 300 vecinos y si en algún tiem• po les llegase a tener el nombrado Alcalde Mayor había de ser Letrado y con la consignación de 500 ducados de sueldo. Con el fin de hacer un poco más largo el presente libro. — 4(i — aunque no sea de gran interés cuanto se dice, hemos de consignar algunos altercados que hubo en ocasiones entre el Alcalde Mayor y la Justicia, pues estando claro que los dichos Alcaldes Mayores en representación del Señor de la Villa, no podían entender más que en los cuaíro casos que ya tantas veces quedan dichos, hubo ocasiones varias y dis• tintas que el dicho Alcalde Mayor se entremetía y se exce• día en sus funciones. Uno de éstos fué denunciado porque en una ocasión metió presa a una mujer viuda sin haber ruido ni alboroto alguno, porque dice el causante que le había ofendido; este mismo Alcalde en otra ocasión pren• dió a un vecino porque dice le debía una cantidad que tenía pendiente en un juicio y dice el causante que fué llamado tres veces con su criada y no fué a su mandato; este mismo Alcalde en otra prendió al alguacil porque dice no quiso prender a otro vecino que era yerno del Alcalde Mayor dicho y este causante dice que mandó llamar a su yerno a su casa para diferentes negocios y no vino a su presencia y dió orden al Alguacil para que lo prendiese y no habiéndolo ejecutado había puesto al dicho Alguacil preso con cadenas y había remitido la causa a los Alcaldes ordinarios; y el mismo Alcalde en otra ocasión, teniendo cuentas con un vecino, le llevó ante el Alcalde Ordinario y ahí tuvieron palabras, marchando éste a su casa a sus negocios, y cuando vol• vió se hallaba agarrado el Superior a las ropas del veci• no que por la fuerza le había de llevar a la cárcel y el Ordinario lo estorbó, y dice el causante que había habla• do muy mal con descompuestas razones; y en otra este mismo Alcalde, hallándose el vecindario en Concejo pú• blico, no teniendo autoridad ni jurisdicción para cono• cer en estos casos, estando además como estaban allí pre• sentes los Alcaldes y Alguacil, se levantó a decir que — 47 — si no remediaban un caso que iba a decir los habla de castigar, por lo que se levantó un Regidor a decirle que allí no tenía jurisdicción y entonces el tan dicho Alcalde Mayor mandó al alguacil que prendiese al Regidor y como tam• poco el Alguacil obedeció tal orden, mandó que los pren• diesen a los dos a la cárcel, por lo que tuvo que intervenir el Alcalde ordinario y no le permitieron se sobrepasase a nada porque allí no tenía jurisdicción, pero una vez que salieron a la calle del Concejo, prendió al Regidor, le puso en cepo y cadenas en presencia de las justicias y éstas le dijeron que pondrían remedio contra tales abusos que en las cartas ejecutorias se señalan, y dice el causante que si puso preso al Regidor, era por haber dicho palabras muy ofensivas a su dignidad y que él es hombre muy capaz para concurrir a los actos de la República, a quien se le debe mucha reverencia y no hablarle alto y sin razón y por ello había mandado al Alguacil, y que además debía de haber metido al Alcalde Ordinario por no haber puesto remedio, pues ya en otras ocasiones el dicho Regidor ha hablado pala• bras semejantes. Concluyen diciendo que como estos casos han sucedido otros semejantes con tal Alcalde Mayor, que como la mayor parte de las personas amenazadas y castigadas han sido gente pobre, siempre ha habido personas que se han puesto de por medio para evitar pleitos y disgustos; y estos otros hechos fueron consultados a Letrados, junto con las car• tas ejecutorias, para que informasen sobre el particular y sobre los derechos de jurisdicción que el dicho Alcalde Ma• yor tiene para hacer lo que ha hecho, pues su autoridad se limita a intervenir sólo en los cuatro casos ya tantas veces repetidos, causa de muerte, mutilación de miembro, fusión de sangre y juicio de apelación, y así fué contestado de Va- — 48 — lladolid en las consultas hechas y que hajo ningún pretexto el dicho Alcalde Mayor tiene jurisdicción para semejantes ahusos. Algún otro caso se encuentra en que hubo disparidad de criterio, para apreciar los derechos de los dichos Alcaldes, como uno sucedido en 13 de diciembre de 1704, en que yendo de caza nueve hombres, en el monte se agarraron los perros y en la lucha al tratar de separarlos a uno^ de los cazadores se le d!sparó la escopeta e hirió a un cazador por debajo del brazo, por cuya causa falleció a los pocos días; pretendió el Alcalde Mayor ejercer su autoridad porque decía era de su competencia, y como no había auto de intención sino sin culpa e impensadamente, según todos los presentes, que eran buenos amigos, este caso fué consultado y se les con• testó que desde luego no eran atribuciones del Alcalde Ma• yor por no haber autor culpable. Otro caso parecido se encuentra sobre este particular. El día 2 de marzo de 1767 se le dió parte al Alcalde Mayor de que en el sitio que se titula Río «Cabrones», había apa• recido el cadáver de un hombre que parecía haber muerto por violencia al cortar un haya, por lo que dispuso su auto de oficio y buscó personas y Escribano que acompañados de su Alguacil, pasasen con su merced a reconocer y levantar el cadáver, que resultó ser el vecino Antonio del Olmo; pero ínterin se preparaba esta diligencia tuvo conocimiento el Sr. Alcalde Ordinario del caso ocurrido, y como se halla• ba poco ágil para concurrir y alzar el difunto, mandó en comisión, y en señal de ella la vara de la Justicia, a uno de los Regidores para que fuese en su nombre a prevenir la diligencia, y caminando unos y otros hasta el lugar donde estaba el cadáver, viendo el dicho Regidor que el Alcalde Mayor se inclinaba al sitio donde estaba el difunto, echó a correr y llegó primero donde estaba el cadáver y dijo: preso por El Rey, y el Juez que llegó al punto mandó alzar el difunto, reconocerle y llevarle al pueblo. Este caso, como el anterior, que también fué consultado, como no bay agre• sor ni reo que lo baya producido está claro según el Letrado; se ve claro que no es privativo del Alcalde Mayor, siendo preventivo del Alcalde Ordinario y además que en todos los casos, aunque sean graves y criminales según las Leyes Reales, que se imponen las penas de muerte, son los Alcal• des Ordinarios los que ban de dar principio a la instrucción del proceso y después de previsto esto, remitir el proceso y reo al Alcalde Mayor, ya que el asunto es privativo de éste, y éste no puede prevenir ninguna causa de éstas, sino pro• seguirlas privativamente y sentenciarlas. Como babrán visto los lectores, durante la representa• ción del Señorío por la Abadía del Monasterio primero, y por los Señores de la villa después, que unos y otros no he podido averiguar cómo terminaron, unos y otros abusaron y se burlaron por la influencia de que gozaban, de lo que se deduce los cuantiosos gastos que tuvo que soportar el Con• cejo. El nombramiento de los Alcaldes o su conñrmación era potestad de aquellos Superiores, pero sucedía que la mayor parte de las veces se bailaban ausentes, pues ni aún eran vecinos de ésta, y los nombrados se veían en la nece• sidad de buscarlos en otras residencias, en Ezcaray, Oja- castro, Fresneda de la Sierra, y muchas veces aun cuando estuvieran donde les buscaban no parecían, ya que rehuían a ñn de que las nuevas justicias no entraran en posesión de sus cargos. En el archivo de la iglesia de esta parroquia, existen ocho cédulas reales dadas por S. M. El Rey para la Cabaña Real y también a favor de Quintanar de la Sierra en el año — 50 — de 1583, por hallarse acarreando piedra jaspe muchos veci• nos de Quintanar para San Lorenzo del Escorial, que le con• cedían que no alojasen gente de Guerra de Infantería de asiento ni de paso en esta dicha villa. La copia de la pri• mera cédula, ya que las demás son parecidas, dice así: El Rey SicualesS quier Capittanes de Infantería y voS'Alfere- cesS Officiales levantando o levantaSedesS gente de Infante• ría enestosS mis Reinos o a cuyo cargo ffese aquella yaca- dauno y cual quier de VoS aquí enesta mi zédula fuere moStrada ylo en ella conthenido, por la villa de Quintanar de la Sierra me aSido supplicado que theniendo considera• ción a que la dicha villa es de poca vezindaz y de gente muy pobre yneceSithada acauSa de poca coSecha de pan que ay enella, por lo cual andan la mayor parthe délos vezinos della traginando deunas partheS a otraS para poderSe susthentar ybivir acarreando el jaspe y maderaS queS neceSario para la Obra de San Lorenzo del Escorial El Real, ffuesSe servido de mandar quenose aloje enla dicha villa gente de Inffantería y E acordado yos mando que por tiem• po de dos años conthadoS desde el día déla data deSta mi zédula en adelanthe no alojeiS ni entreiS enla deba villa de Quintanar gente de Inffantería de eSthada ni depaSo porque ansí eS mi voluntad yno fagadeSen dealyfech = Madrid a seis de agosto de mili quinientos y ochenta y tres años = yo (ilegible). Estas cédulas a medida que se terminaba el plazo de la concesión las volvían a renovar y prorrogar y termina la última en 1650. Entre estos libros también se encuentra una ejecutoria o pleito ganado a los Concejos de Canicosa y Regumiel sobre el prado segadero de Quintanar que se llama «Cañucar» y la Dehesa del «Pinar hueco» de esta misma villa, que los dichos lugares pretendían aprovechar con sus ganados. De- — 51 — ponen corno testigos un largo número de vecinos de Vil- viestre del Pinar y todos ellos declaran a favor de Quinta- nar, y por fin aparece una sentencia definitiva pronunciada por el Corregidor de Burgos en 12 de diciembre de 1566 que confirma nuestros legítimos derechos. Y entre tantos libros y legajos que existen, hay un in• ventario general, de todas cirantas cartas, ejecutorias, cen• sos y pleitos, este Concejo sostuvo contra diferentes enti• dades y personas, cuyo inventario se llevó a cabo en 13 de febrero de 1679, para cuyo fin se trasladaron a la Parro• quia de esta villa, los Alcaldes ordinarios (éstos por lo ge• neral eran dos), los Regidores y el Procurador General, pro• vistos de dos llaves que tenía el archivo, y en presencia de testigos que también llevaron, fué abierto y examinado lega• jo por legajo; a juzgar por la relación que hacen de los mismos, no fué cosa de terminarlo en un día. También se encuentra un libro de visitas, cuentas de Capellanía y Obra-Pía que eran visadas y examinadas por eclesiásticos comisionados por el Sr. Arzobispo, y entre éstas hay una cumplimentada con fecha 8 de abril de 1707, que después de hecha la visita a la Iglesia, dice visó las Er• mitas de San Salvador, San Martín, Nuestra Señora de la Guía, San Andrés, San Juan, Veracruz y Humilladero, que todos los viejos de mi edad aun hemos conocido donde se hallaron, excepto el último; seguidamente visitaron el Hos• pital, llamando la atención de que no había camas ni ropas. Tampoco sé donde se halló dicho hospital. Igualmente se encuentra un legajo que da principio en junio de 1743, en virtud de instancia que la Justicia de esta villa dirige al Superintendente General de Rentas Reales y Servicios de Hacienda de la Ciudad de Burgos, cuya villa és del partido de , para que intervenga en los — 52 — repartimientos y cargas que tiene este Municipio en relación con su vecindad, por haber sido abandonadas sus casas y hallarse sus vecinos en la mayor miseria, y que se haga el repartimiento en la proporción que hoy tiene y no la que antes tenía, para en adelante no sufrir tan graves perjuicios, y suplicaba para que por sí o por persona de su confianza pasase a la villa e hiciese nuevo vecindario de calles y casas en la forma ordinaria, según se había llevado en el último año de 1725. Parece ser que el Consejo Superior mandó con fecha 7 de junio de 1743, accediendo a la dicha petición, que pasase en nombre de la Real Provisión un Escribano para la prác• tica del dicho vecindario y órdenes expedidas de la villa de Aranda de Duero representada y en unión del Corregidor y Superintendente D. Fran-Antonio del Prado Güemes, que cumpliendo con lo ordenado pasaron al examen y recuento que existía en dicha villa en 19 de junio de 1743. Eran 21 vecinos los que debían contribuir con arreglo al reparto último de 1725 y sumada la relación de los vecinos pobres, suman 37 casas que no deben pagar; las casas que hay rui• nosas e inhabitables y quemadas suman 33, por lo que re• sulta que al ser reducido el vecindario a 21 vecinos, con esta proporción ha de contribuir la villa; así se acordó por la Superioridad y fué notificada esta resolución en 18 de julio de 1743. En este mismo legajo existe una certificación de un auto dado en la villa de Almazán. Parece que entre Soria, Burgos y Aranda de Duero, los Superintendentes hacían los repartos para el arreglo de puentes, y Quintanar venia con• tribuyendo con 82 l/a vecinos para la reparación y arreglo de los citados puentes, de los tres que en aquella fecha tenía, pero comprobada la quiebra de 61 1/2 vecinos, quedaba re- — 53 — ducida esta villa a sólo 21 vecinos que de aquí en adelante han de contribuir. Existe también un libro muy curioso. Con motivo de haberse presentado un Juez Subdelegado de S. M. con la mi• sión de regular la contribución, justificar y averiguar las haciendas y utilidades que se han de imponer para la única Real contribución en lugar de las provinciales, se reunieron la Justicia, oficiales, peritos y vecinos nombrados por aqué• lla con el fin de dar contestación a un interrogatorio largo, bajo juramento en forma y que ofrecieron decir verdad. Consta de 47 preguntas, todas ellas muy interesantes, de las que señalo las más salientes. Llevan fecha 6 de marzo de 1755 = A la 2.a pregunta responden: Que esta villa es de Señorío y pertenece a don Agustín Urtado de Mendoza, vecino de la villa de Fresneda de la Sierra por cuyo motivo se le contribuye anualmente con catorce reales Vil.0 y veyntie y quattro maravedís, por vía de Señorío y vasallaje con una libra de cera que vale ocho reals, y once reals de Vil.0 por razón de Yantar, que Ygnoran el ttitulo Privilegio Yconzesión sobre que goza los Ysinuados Señoríos y derechos. = A la pregunta 10.a = Hacen una larga narración del tér• mino, lo que produce y contiene y termina que hay dos leguas de tierra de 3.a calidad por no poderse utilizar en común y en particular en la corta de árboles por lo áspero y breñoso y sólo el pasto se arrienda para el ganado merino trashumante. = A la 11.a = Que en el término, sólo se produce yerba, verduras, miel y cera. = A la 12.a = Que cada haz de huerto, produce al año diez reals Vil.0 en verzas, que la tierra de prado de primera calidad produce cuatro arrobas de yerba, de 2.a dos, y de 3.a una. — 54 —

= A la ia.a = Hacen urui extensisima relación de los productos a que se refiere, entre ellos, que se cortan 263 pi• nos y producen^QO reals, que el pasto que se arrienda en verano para el ganado merino trashumante produce 5.000 reals Vil.0, los demás de los pastos los aprovechan con sus ganados, y la 3." parte del término de Revenga no se utiliza cosa alguna, más que el pasto para el ganado y leña para los hogares. = A la 14.a = Que computados unos años con otros, tiene cada haz de yerba quatro reals Vil.0, cada cabrito o cordero ocho reals Vil.0, cada pino real y medio, cada azum• bre de miel quattro reals Vil.0, la libra de cera ocho reals Vil.0, cada enjambre 15 reals Vil.0, cada arroba de lana burda 18 reals Vil.0 = A la 15.a == Que en el fruto que se recoge de yerba hay un impuesto de seys reals Vil.0, que anualmente se contribu• ye' en comunidad para los dos Beneficiados que hay en la villa, entre los que con igualdad se dividen y por lo pertene• ciente al diezmo de lana, corderos y chivos, se diezman de diez arrobas de lana una; de diez corderos y chivos uno: por lo que reciben una 3.a parte; otra 3.a parte para la Cole• giata de Valpuesta; y dos novenos y uno respectivamente para el Excmo. Sr. Duque de Frías y para la Fábrica de la Parroquia y separadamente los expresados Beneficiados per• ciben tres docenas de pollos y real y medio cada uno que son cinquentta y cuattro reals Vil.0, por el rediezmo que aprovecha los pastos ganado merino en el verano 388 reals Vil.0, por la cría de becerros anualmente 180 reals Vil.0 y por el diezmo de una casa que tienen los Beneficiados a su elección 15 reals Vil.0 == A la 16.°= Que ateniéndome a una relación que han hecho a un quinquenio, ha resultado cada un año de los — 55 — diezmos, 33 corderos y cabritos, 48 libras de lana y que además de lo relacionado que minuciosamente se detalla, perciben los tan mencionados Beneficiados 1.120 reals Vil.0 = A la 17.° = Que hay en el término municipal seys molinos harineros, y un vatán, y también señala sus nom• bres de los dueños y arrendatarios, siendo la utilidad de ellos de 200 a 300 reals Vil.0 cada año, y el Vattán que es del Concejo sus utilidades las aprecian en 80 reals Vil.0 y 40 reals que consiguen los arrendatarios con su trabajo, que existen dos Sierras para aserrar maderas una de Juan Pedro sobre el río Arlanza y otra de Antonio Medrano sobre el arroyo de Rebanares; la primera tiene una utilidad de 1.500 reals y la segunda 900 reals Vil.0. = A la 19.a = Dicen que existen cinco colmenas (seña• lan sus dueños) y regulan sus utilidades en seys reals Vil.0 cada una. = A la 20.a = Que las especies de ganado que tienen los vecinos son mular domados, caballar, asnal, vacuno, lanar, cabrio y de cerda y señalan tres cabezas de mular domado, 24 rocines, 79 burros y burras, 1.023 bueyes y va• cas domados (para la carretería), 276 vacas y novillas ze- rriles, 218 novillos zerriles, 579 cabezas de ganado lanar, 854 de cabrío, 15 cerdos y 70 cerdas; se previene que al ganado que se dedica a la carretería y que se ocupa en la arriería casi todos ellos tiene cabaña y se alimentan de los de ésta y que todos los ganados que se dedican a este trá• fico allí se les señala la utilidad y por cada vaca de vientre o cerril de las que se alimentan en el término 30 reals Vil.0, las que se alimentan en las dehesas rebajando su coste 9 reals, cada novillo que se alimenta en el término 25 reals y los que van a las dehesas 15 reals, al ganado lanar, oveja, carnero, primal se regula su utilidad en 3 'A reals, el cabrío — 56 — en 3 reals, las cerdas para criar en 20 reals y los cerdos qué tienen para matar no les consideran de utilidad alguna. = A la 21.a = Dicen que este pueblo se compone de 130 vecinos, once viudas que componen cinco y medio ve• cinos, hay nueve moradores y otros que no son moradores mozos mayores de 18 años y otros que a punto fijo no pue• den precisar, pero que se remiten a los memoriales que hayan presentado sus administradores. = A la 22.a = Que hay en esta villa 1(52 casas ocupadas, 13 sin morador y quattro arruinadas, que ninguna tiene carga por su vuelo, no obstante ser de Señorío dicha villa. A la 23.a = Que esta villa tiene por propios una casa que es la del Ayuntamiento, otra que se tiene para taberna, otra que se tiene para mesón, otra que se le da al Boticario para Botica, un cobertizo que se tiene para la fragua y en nada se utiliza la villa, de todas ellas si se arrendaran val• drían 20 reals cada año; así mismo tiene este Concejo siete piezas o parcelas de prado para pasto y siego, se arrienda uno que produce 200 reals Vil.0, los demás para alimento de tres toros padres para vacas y novillas y también para otro toro y novillo que se lleva a invernar en la Dehesa, así mis• mo tiene por propios las seys leguas que ocupa el término, que rebajado lo que ocupan los huertos y prados particula• res y la Dehesa son cinco leguas que se compone de monte de pinos, robles, hayas, acebos, brezo y matorrales, más tiene por propios la 3.i parte del término de Bevenga que todo es de legua y media y lo disfruta con Canicosa y Begumiel, utilizando la leña para el consumo de todos y los pastos se arriendan para el ganado merino en verano y vale 5.000 reals Vil.0 para la moncomunidad o jurisdicción. =P5 A la 25.a == Que entre los distintos sueldos que esta villa satisface son: a los Guardas del monte y campo, Mé- — 57 — dico, Cirujano, Diputados, Mesonero, Escribano del Ayun• tamiento, Saludador, Verederos, Heditores del Censo y Co• mún y Ermiluños que entre todos imporUm anualmente 8.000 reals Vil." fue se deducen de los propios del común y cuando éstos no alcanzan se reparten entre los vecinos. = A la 26.a = Que esta villa satisface anualmente 226 reals VIL0 de réditos de un Censo de principal de 7.534 reals que tiene contra si a favor de la Obra-Pía que está fundada para remedio y socorro de los pobres necesitados lo que tomó a Censo perpetuo para la satisfacción a un donativo que pidió el Rey S. M. Don Phelipe quintto que esttá en glo• ria, sin saber de que año ni commo y por tal causa fueron hipotecados los bienes de la villa. == A la 27.a =. Dicen que los vecinos de la villa, satisfa• cen anualmente a S. M. y ponen en las arcas Reales de la Ciudad de Burgos por razón de servicios ordinarios y ex• traordinarios de sisas, naipes, utensilios, aguardientes (aquí ilegible), etc.; 30.000 maravedís, al Excmo. Sr. Duque de Frías por razón de alcabalas qnarentia y qaattro ssette- zienttos y quarrenta (así mismo dice) en las Arcas Reales de la villa de Aranda el sello y penas de Cámara. = A la 28.a = Señalan ciertas cargas que satisface el Concejo y entre ellas que pagan al Señor de la Villa D. Agus• tín Urtado de Mendoza onze reals por derecho de yantar como ya se ha dicho en la 2.a pregunta, que ignoran el títu• lo porque las percibe y la noticia de donde viene esta fa• cultad y que actualmente el nombramiento de la Justicia de la Villa la tiene Francisco de la Rioja Domingo vecino de ella. = A la 29.a = Dicen que en esta villa hay una taberna, dos panaderías, una abacería, tienda de pescado, azúcar y vinagre, una carnicería, un mesón, etc., todos ellos señala 58 — a sus dueños y la utilidad que obtienen, así como también señala los puentes que sostiene para el paso de los ríos. = A la 30-a st» Dicen que no hay hospital en está villa. =A la 32.a = Dicen que hay un Escribano, un Cirujano, un Boticario, que el Médico que visita es forastero, un Maes• tro de primeras letras, un Sacristán, dos Guardas del monte y campo, dos pastores de ganado vacuno, otro pastor más de ganado vacuno, cuatro pastores de ganado lanar y ca• brío, trece arrieros porteadores de vino y grano y cincuenta vecinos que se dedican al tráfico de la carretería con ca• rretas propias todos ellos los señala con sus nombres y ape• llidos lo que tienen y cuánto ganan y a título de curiosidad señalo yo aquí a los arrieros al que más tiene que es Andrés Hernando Gil con ocho caballerías menores y tres mayores, y en los carreteros los dos que más tienen son Adrián Simón y Gerónimo Martínez que tienen 24 carretas cada uno y se• ñala que tienen una utilidad de 300 reals cada carreta y resulta que estos dos últimos obtienen una ganancia de 7.200 reals anuales; que hay seys vecinos mayorales, seys vecinos pasteroSj trece vecinos gañanes, más otros criados y menores solteros, todos ellos con sus nombre y apellido que no indico por no hacer esto tan largo. — A la 33.a = Dicen que hay un Alguacil, un herrero, un sastre, y cuatro tejedores de paños burdos. == A la 36.a = Que hay en esta villa dos pobres de so• lemnidad. = A la 38.a = Que hay en esta villa tres sacerdotes. = A la 39.a = Dicen que en esta villa no hay ningún con• vento. = Repito que en todas las preguntas que aparecen existen con toda clase de datos, números, nombres y apelli• dos de las personas y cosas. — 59 —

Como ven los lectores poco mérito se encuentra en estos latosos libros, aun cuando he tratado de sacar lo que más interesante me ha parecido y aun de los desaparecidos por haber sido pasto de las ratas, quizá hubiera algunos de cier• ta importancia, pero ello ya no tiene remedio. Aunque hoy su principal riqueza la constituye el pino, se deduce que en los tiempos antiguos el pinar estaba en hilvanes, pues apenas se cortaban después del año de 1700, 263 pinos de escaso valor, pues han llegado a valorarlos en real y medio cada uno. Su vida era misera y dura y consistía en lo que obte• nían con sus carretas trajinando y porteando maderas, sal y granos y otros diversos productos, y antes del año 1300, parece ser que este término estuvo roturado y así se concibe que aun años después, los vecinos de Neila tenían sembra• das tierras de «Sanza arriba» y que en todo el monte se vean vestigios de que se halló utilizado para la agricultura. Como la vida se hacía cada vez más imposible, por su clima de invierno duro y largo, el terreno quebrado, bre• ñoso, accidentado e inaccesible, no sólo en éste, sino tam• bién en los pueblos que nos rodean, todos ellos debieron acu• dir a los Poderes Públicos, quejándose del estado en que vivían y cómo ya el pinar se iba desarrollando y permitía entresaca y aprovechamiento del mismo, S. M. El Rey Don Carlos IV concedió por Real Carta Privilegio de 12 de junio de 1792, a este Municipio y a los de Palacios, Cani- cosa, y Vilviestre del Pinar la corta y aprovechamiento de dos mil pinos a cada uno, que anual• mente habían de repartirse entre sus mismos vecinos, con carácter de gratuitos y exentos de todo impuesto, siendo el motivo primordial de tan singular gracia, en razón de ser el terreno fragoso, áspero e improductible, que, dicers, apenas i — 60 — puede criar otra cosa que pinos, ya que sus vecinos de nin• guna manera podrían subvenir sus más urgentes necesida• des si se les privara del privilegio expresado. No he podido averiguar las causas que lo motivaron, pero es el caso que allá por los años de 1850 aquellos dos mil pinos quedaron reducidos a 1.500 para este Municipio y alguno otro, y otros ya no disfrutan más que de 1.200 pinos. Repetidas veces durante el siglo pasado, el Ministerio de Fomento intentó arrebatar nuestros derechos del Real Privilegio que estos pueblos venían disfrutando, en algu• nas ocasiones pretendió sacarles a remate, otras imponer• les, como al fm lo hizo, el 10 0/0 de su valor para repobla• ciones y mejoras y que a pesar de semejante atropello, nada ha hecho el Distrito Forestal en beneficio de estos nuestros montes. Por R. D. de 5 de febrero de 1909, aparece un nuevo impuesto que oscila entre el 10 0/o al 20 % para dietas del personal facultativo por marqueo y operaciones de monte. En las concesiones extraordinarias de pinos secos, des• arraigados o entresacas, la Oficina Liquidadora del partido desde el año de 1916, exige por transmisión de bienes una suma que alcanza al 3 %. Con fecha 22 de octubre de 1926 aparece otro R. D. que' confundiendo los montes de libre disposición con los de aprovechamientos comunales y gratuitos, confirma co Rls. Dts. de 12 de mayo y 4 de noviembre de 1927 y 30 de marzo de 1929 a todos por igual con un 20 0/0 de propios, no sólo las concesiones de pinos extraordinarias, sino inclusive los 1.500 pinos de privilegios, a pesar de nuestra más enérgica protesta; después de una larga lucha y pertinaz, pretende hacernos sucumbir con un R. D. de 6 de febrero de 1931, cuyo último Considerando dice m que los recursos que el — 61 — libro 2° del Estatuto Municipal concedía a los Ayuntamien• tos, eran más que suficientes para atender a sus obligacio• nes, etc.; en fin, abuso de poder. Aun no se ha pagado el famoso impuesto por los 1.500 pinos de privilegios, pero en todos los demás aprovechamientos sigue en firme y subsis• tente todo lo anterior. Y vamos por etapas bablando de todo un poco, para hacer una sencilla historia de todo cuanto por aquí pasó que yo he llegado a saber. ; Muchas vicisitudesi y gastos ha tenido que sufragar esta villa, y aunque la mayor parte de los pleitos que tuvo que so• portar eran ganados felizmente, todo se hizo a fuerza de te• nacidad y dinero. Por si esto fuera poco, también en las Gue• rras Civiles habidas en España nos alcanzaron las chinitas de la contienda. En la primera Guerra Civil de la que nos hablaron nuestros abuelos, que comprende desde el año de 1833 al 1840, esta villa ya tenía más de 150 vecinos. Isabe- linos y Carlistas tuvieron aquí sus cuarteles generales muy próximos entre si (la casa que hoy habita la vecina Petro• nila Gil unos y la habitada por el vecino Luis Domingo otros) y aun existen en una de estas casas señales de los im• pactos que sus armas dejaron en una ventana de atrás. Ve• nían hombres armados por la calleja que aun existe, pro• cedentes del expresado cuartel primero, y entre unos u otros fué quemado más de una cuarta parte del pueblo, o sea toda la parte NO. del casco de la población, desde la casa que hoy habitan los vecinos Teodoro de Mateo y Cristóbal Santamaría a la que habitan Celestina Mediavilla y su hijo político Mariano Olalla, sin que se salvara una en el dicho trayecto de más de 300 metros. Y aun falta lo más grave; una mujer fué alevosamente fusilada. Nosotros los viejos conocimos el sitio y en el mismo una cruz de madera que -62- se ha conservado hasta el año de 1890. Oímos contar que la llamaban la «tía Mariteresa» (María-Teresa), que vivía en la casa que hoy habita el vecino Juan Abad, que aunque hoy tiene mayor altura tiene las mismas características que la vivienda de aquella infeliz mujer que no cometió otro deli• to, que al preguntarle el Jefe de una banda, que se nom• braba Cobos, que buscaban milicianos de la otra, si ella guardaba escondidos en su casa a éstos, manifestó que no y fué registrada la casa, encontrando los que buscaban que sin duda habían entrado por una puerta de la cuadra que tenía la expresada casa, tal como hoy la tiene la del men• cionado Juan, lo que aquella infeliz mujer ignoraba, y sin más contemplación, hallándose además en estado, fué sa• cada y llevada por entre las casas que hoy tienen Maximiano Abad y Justo Martínez, saliendo al matorral, donde fué fu• silada en el sitio que hoy es finca-egido de Julián Lázaro. El tal Cobos, autor de tan ignominioso crimen, pasado tiempo después cayó en manos de un hijo de aquella víctima y pagó su deuda de la misma o peor manera. Cuentan que le dió una muerte horrible; traído acá, fué cargado y atado a una carreta y conducido en ella más allá de Revenga y pasado el río del valle, fué quemado juntamente con la misma carreta en la que fué conducido, aparte de la perra vida que le dió hasta el tal sitio. Y ya que hablamos de quemas y desgracias, merecen también mención las tantas y tantas casas que aquí han sido pasto de las llamas en un período menor de cien años. Voy a dar la relación por orden cronológico de cuantos sinies• tros de cierta importancia aquí se han sucedido. jEl 12 de marzo de 1864 se quemaron cerca de treinta ca• sas, casi todas chicas y pobres, en el barrio de la «Roza», des• de la casa que hoy habita Pilar Santamaría hasta la de Abdón — 03 —

Sanlainaríu; el 2 de lebrero de 1889 se quemaban diez o doce casas en el barrio del «Cubo», que se titulaban del «tío Garralda» y otros; el 1." de junio de 1890, se quemaban tres casas del «tio Ferminillo»; el 18 de julio de 1892 se quemaban cuatro casas del «tío Botiquín» y otros; el 24 de enero de 1900 se quemaban seis casas de «Larire» y otros; el 23 de abril de 1901 se quemaban cuatro casas de Timoteo Núñez y otros, y entre las mismas perecieron dos niños gemelos del mismo Timoteo; el 17 de julio del mismo año se quemaban siete casas de la «tía Palana» y otros; el 28 de agosto de 1905 se quemaban cuatro casas de Robustiano Alonso y otros; el 29 de enero de 1916 se quemaban cua• tro casas del «tío Perica» y otros; el 18 de julio de 1917 se quemaban nueve casas del «tío Chere» y otros; el 24 de mayo de 1920 se quemaban dos casas de Heliodoro Ruiz y otro; el 15 de abril de 1926 se quemaban tres casas del «tío Zurraco» y otros; el 21 de noviembre de 1927 se que• maban seis casas del «mudo» y otros; el 28 de julio de 1928 se quemaban seis casas del «tío Chicurro» y otros; el 6 de febrero de 1931 se quemaban dos casas de la «tía Pollita» y otro; el 14 de julio de 1932 se quemaban ocbo casas del «tío Aquilinote» y otros; el 21 de junio de 1933 se quema• ban seis casas del «tío Salomón» y otros; el 2 de diciembre de 1934 se quemaban seis casas de la «tía Mejora» y otros; el 13 de febrero de 1939 se quemaban seis casas del «tío Santi- tos» y otros; el 29 de septiembre de 1941 se quemaban por se• gunda vez cinco casas de la «tía Palana» y otros; el 18 de noviembre de 1947 se quemaban seis casas de Juan Mata y otros, y por no hacer más larga esta relación, diré que además se han quemado bastantes casas solas o aisladas, así como cerraderos de ganado, almacenes de madera, mo- — 04 — linos, fábricas de íusenar maderas, y alguno de estos in• muebles basta dos veces. Más de 160 casas en total en el casco de la pobla• ción, y otras 180 que se han becho de nueva planta ha• cen un total de 350 casas que se han hecho en el período dicho. ¡ Pero vaya urbanización y estética! Si se sacan seres humanos de un manicomio no lo hacen peor; es una vergüenza que por apatía o falta de dirección en la mayor parte de las construidas, de inmejorable solidez y presentación, cada cual ha hecho su caprichosa voluntad; menos mal que en estos últimos años se han reformado sus calles céntricas con cinco buenas aceras que han detenido aquella anarquía y parece que aquel desorden se ha termi• nado; de haber estado la urbanización bien ordenada, sería este pueblo uno de los mejores de la provincia. CLIMA, MONTES, RIOS, RIQUEZA. - PATRIMONIO INDEFENSO ¿COMO ACABARA EL MUNDO?

Quintanar de la Sierra, como en principio se dice, es una villa que se halla situada en un rincón de la provincia, muy próxima a los confines de la de Soria y Logroño. Su término municipal se halla elevado sobre el nivel del mar desde 1.200 a 2.000 metros, y es en general muy frío, propio de la Siberia en su largo invierno, y aunque en el verano se registran días de temperatura del mediodía de España, por las noches siempre refresca; son muy frecuen• tes los cambios bruscos de temperatura que repentinamen• te se presentan. En general son más benignos los otoños que las primaveras, que suelen venir tardías, pero a fines de mayo o en la primera quincena de junio, los campos pro• meten tan rápidamente que cualquier turista que nos vi• site y vea nuestra pequeña agricultura (la mayor parte heno) tiene que suponerse que esto es el vergel de Andalucía o el jardín de Valencia; mas pasa el plazo señalado, llegan los fuertes calores de julio y los repentinos cambios atmos• féricos y todo lo visto anteriormente y sobre todo lo poco dedicado a cereales se convierte en sueños nulos. Sin poder especificar las causas, las nieves tan abundan• tes en tiempos antiguos parece llevan trazas de desaparecer. — 66 —

¡Nuestros montes! Merece la pena hablar en esta sen• cilla obra de ellos ya que es la principal y casi había de de~ cirse que la única riqueza o sostén de sus habitantes; no obstante de esto, se les tiene un odio feroz por los de arriba, por los de abajo, por los de fuera, y, lo que es peor, por los de dentro, por nosotros mismos; el pastor en muchas oca• siones lleva el hacha debajo del brazo, cuando marcha al frente de sus ganados, y esta herramienta sobre todo en manos de gente joven, no hay dia que no haga daño, pero de incalculable valor, en nuestro rico monte; las autorida• des que nos representan, que son las indicadas de ase• gurar e incrementar esta soberbia riqueza, sólo con la for• mación de unas ordenanzas en las que señalaran o fijaran un mínimo de seis u ocho días a cada vecino, en el tiempo' perdido de invierno que generalmente nadie hace nada, este insignificante trabajo por prestación personal empleado con este largo vecindario en entresacar y limpiar toda clase de brozas que grandemente al pinar joven le impide su des• arrollo, además de mejorar las condiciones por ello, dismi• nuiría por otra parte el peligro de la destrucción por la amenaza del fuego y progresaría de forma increíble su pre• coz desarrollo. No tengan dudas mis convecinos que esto va muy a menos, y si nosotros no lo defendemos no sé adónde iremos a parar, pues no se le ocultará a ninguna persona de una edad madura la baja sufrida en los últimos 50 años, la reducción de metros cúbicos que hoy se obtienen de los 1.500 pinos que como privilegio aprovechamos hoy en com• paración de la fecha dicha de principio de este siglo. Con ser tan importante este monte o pinar, el más rico de la región, repito que ha ido muy a menos, que apenas, se le presta atención y hasta parece que raya en odio in- — 67 — creíble, después de ser el sostén de sus habitantes, y es menester protegerle, ayudarle, si queremos que el pinar sea la vida y sostén de sus pobladores, que desde luego si le ayudamos quizá sea suflcienle para vivir. No fué siempre su principal riqueza el pino, como mu• chos se llegan a suponer, porque en la actualidad le ven tan abundante; pues si nos remontamos y retrocedemos a más de tres siglos, el pino era casi nulo o quizá desconocido, y sus moradores trajinaban con sus carretas, y cuando el pinar se fué desarrollando, en vista de la mísera vida que llevaban, hubieron de acudir a los más altos Poderes para conseguir el disfrute que hemos gozado. A pesar de ser la concesión en un principio de dos mil pinos, hay que supo• ner que en aquella fecha, 1792, su volumen serían pocos metros, puesto que en el año de 1753 los valoraban en real y medio cada pino por ser aún más delgados. Los que somos de edad prácticamente hemos visto que los mejores ejemplares se han cortado entre los años 1890 a 1910 y que éstos no tenían más de 500 años en un 10 0/0 y los demás no tenían más de 200 a 300 años; y si retrocede• mos al aprovechamiento de ellos, un siglo atrás, apenas pa• saron con el dicho aprovechamiento el arroyo de «Rialares», es decir que nunca llegaron a lo que se llama la senda So- riana, por lo que está claro que si nos remontamos a la Edad Media el pinar era desconocido y su término estuvo cultivado. ¿De qué? No lo sabemos, se encuentran delatores vesti• gios con sus enormes montones de piedra reunida, largas tapias derruidas que señalan las distintas parcelas geomé• tricas que hubo en el mencionado monte, sacando la con• secuencia por distintos escritos antiguos que la parte alta la tuvieron cultivada los vecinos del pueblo de Neila y con — 68 — anterioridad a éstos, la alta y La baja la aprovecharon en lo que fuera los Moros, o quién sabe si antes no fué otra raza anterior de las que hubo en la Peninsula, por lo cpie hasta el pasado siglo no fué el pino ni mucho menos, ya que sus habitantes vivieron trajinando con sus carretas, que per• tenecían a la Cabaña Real, y se dedicaban por el centro de ambas Castillas al ya dicho tráfico los ocho meses del año. Aunque me tachen de machacón he de repetir que a este rico pinar hay que ayudarle, pues parece que son mu• chos los pobladores que no quieren darse cuenta de los be• neficios que reporta y sólo con la insignificancia que he de• jado señalada, puede ser incalculable su valor; también el ramo de montes, si viera más estímulo en nosotros, mayor sería la ayuda que podríamos recibir de él; hoy instalada la Escuela o taller de Carpintería y Ebanistería, aprove• chados estos factores podremos soportar nuestra existencia y nuestro porvenir sería algo halagüeño y el tan repetido monte sería inacabable. El Distrito Forestal hará unos 80 años nos gravó con el 10 % para repoblaciones y mejoras, y desde aquella fecha nada se ha hecho en beneficio del mismo; parece que esa Entidad Superior presta más interés a la creación de nuevo arbolado que al cuidado y mejora de los existentes y todo cuanto se proyecta y dispone en interés de la riqueza fores• tal se dedica con preferencia a la constitución de nuevos Montes Públicos, olvidándose de la atención que éstos se merecen. Según la legislación vigente nuestra intervención en ellos es nula, y los gravámenes que cada día se le señalan son mayores, llegando por este camino a hacer imposible la vida de estos pobladores, que sin duda todo esto y más nos merecemos, pues si hubiéramos demostrado capacidad para — 69 — la adminislración de estos nuestros montes, conseguiríamos tener facultades para ordenarlos, custodiarlos y formar sus planes de aprovechamiento con las limitaciones razonables que el Estado o Inspección juzgase necesarias, encargándose éste cuando los Ayuntamientos o entidades propietarias de• jaren de hacerlo o lo hiciesen deficientemente. Queda bien repetido que la principal riqueza de nuestro monte lo constituye el pino y que éste bien atendido y or• denado se bastaría para con esta sola producción hacer de Quintanar un pueblo rico, de los principales de la provin• cia; también existen diversas clases de arbolado, haya, roble, brezo, y en abundancia canteras de piedra caliza y compacta y arena para la construcción de edificios, caza y pesca de varias clases. Estamos muy orgullosos de nuestro rico monte, con este recurso que alguien cree inacabable; pero me hace recor• dar la fábula de la gallina de los huevos de oro que la ma• yoría opina que hay que matarla y yo repito que este gran depósito de recursos, lo menos que debemos hacer es pro• tegerlo y que no nos sería muy costoso el aumentarlo en la proporción que se aumente el número de sus habitantes y las generaciones que nos sucedan estarán salvadas, lo que no podrán decir la mayor parte de los pobladores de la tie• rra, puesto que ésta no se puede estirar y el enorme aumento global del mundo no se detiene. ¿Qué sucederá en un período lejano de cien años? Como deja mucho que desear nuestra administración del monte me hace sospechar de si algún mal día hemos de ser des• pojados de tan legítima propiedad, puesto que poco a poco nos van restando atribuciones sobre el mismo y hasta algu• na vez he leído en la prensa provincial noticias de esta na• turaleza: «En el monte del Estado del término de Quinta- — Tü- nar de la Sierra se ha declarado un incendio», etc. ¿Pero quién dió semejante noticia? Desde luego este Patrimonio nuestro nunca tuvo buena Administración local (tengo setenta y dos años) y desde que tengo uso de razón esto ha sido una merienda de negros. Desde el disfrute de nuestra Concesión Real, los Alcaldes unas veces, los Ayuntamientos otras, o algún individuo de la Corporación o de fuera que gozaba de más influencia o manejaba mejor la política, hubo plato para los advenedi• zos junto con la simpatía y a cambio del voto, sin ninguna duda consiguieron nuestro privilegio o aprovechamiento fo• restal, también otras veces con un impuesto más o menos crecido, ya que esto fué variable, y también otros más des• graciados que no supieron mamar la vaca de leche (éstos fueron pocos) tardaron cierto número de años y hubo algu• no que no lo consiguió nunca. Y es claro que ante cosas tan descaradas como injus• tas, esto se ha tratado de corregir para la más equitativa distribución de aquéllos y al amparo y con motivo de un R. D. de 1931, este Ayuntamiento, juntamente con los otros cuatro (Regiimiel, Canicosa, Vilviestre y Palacios) que gozan del dicho privilegio, confeccionaron unos Estatutos Loca• les llenos de un egoísmo sin igual, pues si bien es cierto que aquel Decreto nos daba una mano como vulgarmente se dice, nos tomamos el brazo entero y con nuestra intran• sigencia, arrebatamos y atropellamos derechos adquiridos que venían disfrutando aquellos advenedizos durante 20, 30 y 40 años, y después de mil vejámenes que a éstos se les hizo sufrir, las Autoridades de arriba así lo reconocían, pero los de abajo abusando del poder y con la influencia de la política, seguía el atropello sosteniendo la sinrazón y des• pués de una lucha llena de mala fe, de, gastos y disgustos — 71 — pai'a todos, pasando algunos años, empezaron por hacer una criba arbitraria, seleccionando a algún Santo de devo• ción, y al fin sucumbimos perdiendo los derechos que aquel Decreto nos concedía, que si no hubiéramos saltado a la torera lo que era de justicia, nuestro Patrimonio desde aquella fecha hubiera sido respetadisimo y ya nadie se hubiera atrevido a saltar la barrera, pero nadie. Hoy, ajeno a todo cuanto se legisla, oigo decir que el año que ha finalizado, se ha publicado alguna disposición en el sentido de la mal aprovechada anterior, que me hace supo• ner que se desgraciará como aquélla, ya que en primer lugar los cinco Ayuntamientos dueños del tan mencionado privi• legio, han debido por todos los medios ponerse de acuerdo para la redacción de unos Estatutos razonables que regu• laran bien nuestros derechos sobre aquél, sin pretender atropellar derechos obtenidos, y veo que de esto nada se ha hecho, como veo también que el Ayuntamiento de Regu- miel pretende tropezar en la misma piedra de marras. Si cada Ayuntamiento ha formalizado individualmente sus Es• tatutos u ordenanza, en tal forma poca resistencia han de tener. En fin, que desconozco lo que aquí se ha hecho y que todos los vecinos debiéramos de conocer. Además del derecho a nuestro favor, pesa también la costumbre que en los primitivos tiempos fué respetadísima por nuestros antecesores. Dicen las Partidas antiguas: «La costumbre es ley como fuente de derecho, el fuero que han escrito y han usado los hombres largo tiempo ayudándose de él en las cosas y en las razones sobre que lo usaron y para que fuera lícita y reconocida, era necesario repetición de actos uniformes, uso constante por diez años.» La costumbre puede ser general, local o especial: la primera se desenvuelve haciendo referencia a todo o toda 72 - una rama jurídica en todo un país; la segunda es admitida por territorio más o menos extenso dentro de la nación; y la tercera es la que se adopta haciendo relación a institu• ciones o regiones determinadas. La costumbre distingüese en según Ley, fuera de Ley o contra Ley; la primera no hay dificultad en admitir que sea fuente de derecho; en la segunda tampoco hay inconve• niente para admitirla, porque irá supliendo los vacíos del derecho escrito, actuará de elemento introductor de prin• cipios jurídicos, no habrá razón para quitarle eficacia en re• laciones de carácter administrativo no previstas por el de• recho escrito. Las leyes no dejan de tener valor en el terreno legal por la no observancia; pero la costumbre puede obrar en forma tal que vaya elaborando lentamente una modificación de la ley, o que haga sea un hecho patente la no observancia. El artículo 5.° del Código Civil preceptúa que no prevale• cen contra la observancia de las leyes, el desuso, ni la cos• tumbre, ni la práctica en contrario. Y el artículo 6.° del mismo cuerpo legal, dispone que cuando no haya ley exactamente aplicable al punto contro• vertido, el Tribunal aplicará la costumbre del lugar y en su defecto los principios generales del Derecho. También es claro que en el Derecho Mercantil ha tenido siempre más inñuencia la costumbre, pues durante mucho tiempo ha sido una recopilación de costumbres. En el Có• digo vigente de Comercio se determina que la primera fuen• te del Derecho Mercantil es la Ley, y 2.° los usos del comer• cio; y el Reglamento de las Cámaras de Comercio dice que éstas publicarán y ordenarán la costumbre Mercantil. No hay duda que la costumbre sirve para interpretar la ley y para suplir sus deficiencias. — 73 —

Gdli&datltes con este rincón de pueblos, existen dos pue• blos en la provincia de Soria, que son Duruelo y Covaleda. Al igual que nosotros carecen de agricultura, siendo su úni• ca y principal riqueza su rico pinar, pero creo que con menos derechos sobre él, puesto que carecen de privilegio o Concesión Real que aquí disfrutamos, y la costumbre im• perecedera que siempre supieron mantener, a nadie que venga de fuera se le ocurre pretender le incluyan como a un vecino más para el disfrute de tal aprovechamiento y aunque ambos pueblos están de acuerdo para defender sus derechos, en Covaleda entre ellos mismos nunca fueron ra• zonables ni justos para hacerse el repartimiento de los aprovechamientos forestales; cada vez que se formaba un Ayuntamiento que les convenía darles a los varones solte• ros media suerte, suerte entera o nada, prevalecía el capri• cho del que mandaba, para el sexo débil, ¡las mujeres! solteras, nunca tenían participación en el tal aprovechamien• to y a tanto llega el egoísmo y la falta de todo sentido huma• nitario, que ahora oigo decir que han confeccionado unos Estatutos en los que señalan que el cónyuge del pueblo que contrajese matrimonio con forastero, sólo tendrá derecho a medio lote y en caso de fallecimiento del nativo el cónyu• ge advenedizo pierde todo derecho a los tan citados apro• vechamientos. ¿Será esto cierto? ¿Habrá Autoridad que pueda aprobar semejante injusta y descabellada ordenanza? En cambio en Duruelo siempre han sido más justos, más razonables, más humanitarios, en todos sus actos y hasta en• vidiables en sus formas de administrarse, son hospitalarios como nadie les aventaje, dispuestos en todo momento a ayu• dar y socorrer al prójimo y al forastero de donde sea y como sea si se hace necesario, pero que no se le ocurra rogar si _ 74 —

•entre los vecinos de Duruelo reside, se le dé participación en el pinar, porque entonces le cerrarán hasta la casa-vi• vienda; por este asunto no hubo nunca problema, ni creo que lo habrá. Hace ya bastantes años, llegó un forastero al dicho pue• blo con la pretensión de que era nieto de una señora na• tiva del mismo y por lo tanto con derecho a los expre• sados aprovechamienlos, y hasta parece que contaba con fuertes influencias en la ciudad de Soria, capital de la pro• vincia. Éstas consiguieron del Sr. Gobernador Civil que obli• gase al Ayuntamiento, que se negaba a satisfacer la recla• mación que hacia el advenedizo de que le entregasen un lote de pinos al igual que a los demás vecinos, ya que por las buenas no había manera. Aquella Autoridad, apretando y presionando a su inferior, ya que nada sacaba de las dis• tintas Comisiones que ante él se presentaban, recurrió ame• nazando al Alcalde con una, dos, tres y hasta creo cuatro comunicaciones para que se le entregase la suerte de pinos al que aquéllos consideraban advenedizo; las que sin tomar• lo en serio quedaban completamente burladas, y al no con• seguir aquella Autoridad Superior nada, tuvo ya necesidad de llamar a la Capital a su despacho al «Monterilla», que qui• zá haya sido de los más zafios que han disfrutado tan im• portante cargo, y ya en su presencia, con acento duro y severo, le increpa:

—Vamos a ver; ¿usted no ha recibido tres, cuatro co• municaciones mías, para que le entreguen el lote o suerte de pinos al vecino X. que como tal le corresponde? Pero dí• game, ¿es usted el Gobernador, o soy yo? —Pos mi Osté, vaya Osté a Duruelo, se asienta en mi silla, y se los da. — /0 — Le amenazó que no tenían más recurso que darle lo que de derecho le correspondía y que en breve mandaría un Delegado de su Autoridad para meter en posesión de los aprovechamientos al vecino X. porque así era de justicia. El Alcalde todo mohíno y cabizbajo se despidió, dicien• do para sus adentros: —Ya lo veremos. A los tres días de este episodio, a poco más de las tres de la tarde entraba en el pueblo de Duruelo el Sr. Delegado del Sr. Gobernador de la provincia, para cumplir con todo lo que al Alcalde le había ordenado recientemente. En los pueblos chicos, en cuanto entra un forastero en el poblado, lo mismo que la electricidad se corre la noticia de quién ha entrado, si tiene gorro colorado, quién es y qué ha traído o a qué ha venido, y a los cinco minutos esca• sos todos los habitantes lo saben; excusado será decir que en el tiempo dicho, ya quedaron enterados sus moradores del viaje del Sr. Delegado y el objeto que traía. Para cuanto tiene importancia en estos pueblos chicos, se llama a Concejo abierto por medio de campana repicada a los vecinos y así poco después se anunciaba desde el cam• panario que a las cuatro de la tarde acudieran a la casa de Ayuntamiento para tratar asuntos interesantes. Esta casa antigua tenía un salón grande y destartalado con un hueco grande en las ventanas, puesto que éstas ca• recían de hojas de cierre y la altura por la parte del fron• tón o juego de pelota no era menos de diez o doce metros, cuyo piso era de losa o piedra natural más o menos refinada. Eran poco más de las cuatro y ya estaban allí todos cuantos vecinos había\ en el pueblo y en más de media legua del radio del mismo, sin faltar nadie a tal acto, pues hemos dejado dicho que ya sabían o suponían de lo que se había de tratar. — 76 —

El Ayuntamiento ocupa la tribuna señalada para tales menesteres, el Sr. Delegado se encuentra a la derecha del Sr. Alcalde, y éste se levanta saludando a sus vecinos con las buenas tardes y dice: —Aquí ha venío el Sr. Delegado del Gobernador para darle posesión de los pinos a X. Una voz, dos voces: —Echarle por la ventana. — ¡Chis! ¿Quién ha sío ése?—dice el Alcalde. Cuatro, diez voces a la vez: —Echarle por la ventana. El Concejal A.: —¿Pero qué es esto? Veinte voces más: —Echarle por la ventana. El Concejal B.: — ¡Parece mentira! Y ya todos los vecinos como uno solo y de todos los ám• bitos del salón, se levantan, amenazan y gritan con la mis• ma frase, alzan sus puños y ante tan descomunal tumulto, el Sr. Delegado aprovecha la ocasión para huir, como si contra él no fuera nada y el público ni se enteró; se va a la posada, recoge su maleta y aunque la hora es impropia se despide de la mesonera y como alma que lleva el diablo, monta en el caballo de San Fernando, sin que haya vuelto ni aquél ni otro, ni Gobernador que exija jamás cosas im• posibles al pueblo de Duruelo, por lo que repito que la cos• tumbre es Ley y aquí no hay problema. A los 15 días de los sucesos narrados el ... advenedizo nieto de su abuela, levantó el ala sin querer cuentas con la parentela, aunque me atrevo a asegurar, que si no pide pinos es querido, respetadísimo y feliz en el dicho pueblo. — 77 — pero no se fió y se fué en busca de otra morada más tran• quila y según él más pacífica. Este término se halla regado o cruzado por distintos ríos que nacen en el mismo. Entre ellos el principal es el «Arlanza», de algo renombre en la provincia; nace en la fuente «Sanza», a seis kilómetros de la población, reco• giendo aguas de las partes más altas de su nacimiento, afluyendo un kilómetro más abajo por la derecha el río «Cabrones», que desciende de terrenos accidentados y re• coge aguas de las «Lagunas» y «Peñas albas», continúa el dicho río descendiendo y recogiendo aguas de distintos arro• yados hasta las proxímidadels de la población, afluyendo al mismo por la parte izquierda el «Raguililla», en la peña de su nombre; otro río que también nace y corre por su término es el «Torralva», que recoge aguas de las «Ganche• ras» y «Peña el vaso», uniéndose en su último curso aguas del «Malicioso» y «Quiebra jarros» que vienen de Regu- miel, y otros arroyuelos del pueblo de Canicosa, que con el nombre de «Zumel» entran en el «Arlanza»; y por último el río «Rebanares» o de «Las gargantas», quizá el más corto, que recogiendo aguas de las faldas de la «Campiña» baja por terrenos accidentadísimos para unirse al dicho «Ar• lanza» por debajo y junto a la carretera provincial Rur- gos-Soria. Al dar este detalle de los ríos que nacen y cruzan el término, dejo dicho que estamos bien surtidos de aguas, ésta es la verdad haciendo la comparación con otros pue• blos de la Nación; pero es éste un asunto que está ya preocupando a todos los españoles, que sin saber las causas, las sequías se van prolongando con exceso de una manera alarmante; todas las personas de aquí de una edad ya avanzada, han conocido cuando eran jóvenes y entraban — 78 —

en el monte de enero a junio, que por necesichul hnbían de calzar zapato o abarca, por el agua que en el piso se encon• traba, y para comer o descansar por fuerza hablan de bus• carse una piedra o cosa análoga. Por raro que parezca hoy la mayor parte de los pobladores entran y corren todo el monte con el calzado de alpargata; claro que con la len• titud que van las cosas la humanidad no se da cuenta de ello, pero por desgracia, aunque no parezca, este problema se está agravando. Son muchas las fuentes y arroyuelos, veneros o rega• tos que han dejado de dar agua y que los muy mayores lo sabemos sin hacer ninguna clase de exageraciones y de todas las partes del mundo se leen noticias ya alarmantes que coinciden y aun aseguran que las causas no son otras, más que la destrucción de los bosques, por la acción del hacha y del fuego, para destinarlos a la agricultura con gran perjuicio quizá sobre la demás riqueza, ya que esto con• tribuye a que la tierra productiva sea lavada y arrastrada por las grandes inundaciones y conducida por sus gran• des ríos a los mares, puesto que cada día son mayores los; metros cúbicos que se restan a la poca tierra que poseemos, pues también observarán los lectores que las lluvias cada vez se regulan menos, que caen más y más fuertes que antes en menos tiempo. La agricultura tiene escasa importancia en esta villa, ya que el clima no es a propósito para ella. Como antes he dicho, esa envidiable fragancia que se observa en la planta, en los finales de la primavera, desaparece lentamente sin saber por dónde se fué y los antecesores que nosotros hemos conocido, quizá más prácticos que nosotros, jamás pensaron ni intentaron desarrollarla tal como los tiem• pos modernos exigen, pues su único interés fué siempre — 79 — pinos, pastos y ganadería; pero saliendo de aquella rutina: que los abuelos nos marcaron y como el pinar va a me• nos y para la ganadería se ha acabado la facilidad que tuvo con las abundantes dehesas (hoy roturadas) donde pa• saban los siete meses del año, más el aumento de la pobla• ción, esa pequeña agricultura, los prados que rodean el cas• co de la población, se hace necesario parcelarlos señalando servidumbres de antemano y dedicarlos a plantas forraje• ras y artificiales, que es de creer aumentaría su aprovecha• miento con el agua abundante que se podría utilizar, aun• que soy de los que creo que el agua recién salida del monte, que es muy fría, no estando soleada o aireada no da los resultados que alguien supone. Y al hablar algo de nuestra riqueza, una vez más repito que la constituye el pino, y su industrialización no deja de tener importancia, pero podemos señalar que se halla en_ hilvanes; se ha ido poco más allá de la vida rutinaria, se han convertido los saltos hidráulicos de sierras verticales antiguas, en las que se han instalado vapores locomóviles como ayuda auxiliar, con sierras de cinta para troncos pe• sados o aparatos de pecho o sin fin y circulares, así como también con la nueva Escuela de Artes y Oficios tendrán mayor aplicación las materias primas, ya que está resul• tando desconsolador que tan ricas maderas como estos mon• tes producen, se exporten con la primera elaboración 20, 30 ó 60 leguas, para que los muebles u otros objetos se construyan o confeccionen definitivamente. Supongo que con la nueva instalación, esto pueda tomar otro giro para tan importante asunto. Existen en nuestro término fábricas de luz o energía eléctrica para el alumbrado público y par• ticular; además «Soria Industrial» tiene también estable• cido un tendido o servicio que proporciona la energía de — Sü- los Saltos del Duero; y la única falta que se está dejando sentir en la población es una Caja de Ahorros o Casa Ban- caria por el desarrollo comercial considerable. Hay que salir de esta apatía, cuyas causas dejé señaladas en las páginas 46 a (50 de mi anterior libro A mi (¡csí/rciciado pueblo. La ganadería era muy importante en otros tiempos. Siendo los inviernos aquí tan duros y largos y los pastos tan abundantes y baratos, se llevaba mucho ganado a las dehesas de Salamanca y Valladolid, que los ancianos de hoy aun hemos conocido a finales del siglo anterior y prin• cipios del actual. Las últimas dehesas que quedaban en la provincia de Patencia sus dueños han creído más conve• niente roturarlas o destinarlas a otra clase de aprovecha• miento. Por tales y tan importantes motivos la ganadería vacuna ha desaparecido en su mayor parte, no quedando más que la necesaria e indispensable que aquí se puede mantener y hasta creo que con perjuicio para la economía local, por los múltiples tributos y gravámenes que a la misma se le impone, por lo que se hace necesario que las autoridades de arriba asi lo entiendan y desgraven la contribución que hoy pesa sobre aquélla. Como decía en mi obrita anterior, las vías de comunica• ción en esta importante villa casi las desconocemos. Aun• que parezca raro, para el enorme tráfico que aquí existe, tanto en la importación que ha de ser la mayor parte de cuanto consumimos, como en la exportación (maderas que producimos), no estamos a mayor altura que los insignifi• cantes pueblos de la provincia; tenemos una carretera de tercer orden de Burgos a Soria que nos deja a un kilóme• tro, si bien el Municipio la tiene bien suministrada con dos — 81 — ramales para contacto con la misma; hay otro ramal qUC parte de acpiélla o camino vecinal a Navaleno, pueblo de la provincia de Soria, que atraviesa el pueblo de Canicosa para empalmar en aquel pueblo en otra provincial Burgos-Soria; hay otro camino vecinal que llega al pueblo de Neila, que parece es un hecho el Estado se va a hacer cargo del mismo, queriendo dar cumplimiento al proyecto que ha muchos años señaló de , en esta provincia, a Villavelayo, en la de Logroño, pasando por ésta como antes dejo dicho; hay otro camino vecinal en construcción que es prolongación de otra carretera de tercer orden de Burgos a , continuando por , Nei• la, a esta villa; igualmente para mayor facilidad en los arrastres de maderas en el término, con la ayuda del Distri• to Forestal, se ha abierto un camino en dirección al sitio las «Tablas», comprendido en dos trozos; el mismo Distri• to Forestal tiene otro proyecto, que arrancando de la mitad del anterior (majada de «Luisillo») vaya en dirección al sitio llamado «La Horca», o sea faldeando la antigua «sen• da soriana». Del ferrocarril, que seria nuestra salvación, por ahora está muy lejos, ni hablar, y por lo tanto nuestros productos y nuestro consumo serán gravados en un 30 0/0, pues queda bien repetido que aquí se carece de agricultura. Y con todo lo dicho se saca la consecuencia que nuestro pueblo es uno de los más importantes de la provincia, a pesar de no haber tenido nunca protección de nadie y todo cuanto se ha hecho ha sido siempre a costa del pueblo de Quintanar. Este modesto autor vaticinaba hace 37 años un porvenir muy oscuro para el mismo; ya que la riqueza de los pueblos, como siempre se ha dicho, se mide por el número de sus habitantes. Voy a señalar el progreso que. — í& — nuestra Villa ha tenido duríinte el siglo que acaba de íina- lizar, el cual no puede ser más halagüeño y lisonjero.

Años 1850 18(10 1870 1880 1890 1900 Habitantes 990 l.KU) 1.180 1.240 1.290 1.3G0

Años 1910 1920 1930 1940 1950 Habitantes 1.460 1.785 2.095 2.505 3.000

Como se observa en el presente cuadro, nuestro pueblo ha crecido durante el siglo transcurrido, como los que más de la provincia. No sé si por el excesivo cariño que por él siento desde mi juventud, siempre vaticiné distinto porve• nir, quedando claro que yo no he nacido para profeta y que me arrepiento de mi equivocación; sólo deploro que du• rante el periodo mencionado se han edificado cerca de cua• trocientas casas-viviendas de sólida construcción, pero... ¡qué anarquía!, ¡qué vergüenza de urbanización! Con el fin de alargar un poco esta sencilla obra, hemos de hablar de todo un poco, ya que por los caminos tan avan• zados que lleva el mundo no sé dónde iremos a parar. Hace un siglo apenas llegaba la población mundial a mil millones de habitantes, el año de 1930 alcanzaba a dos mil mi• llones, y antes de cuarenta años se dice que pasará de los tres mil millones de seres. Los especialistas en materias de nutrición dicen se requiere cuando menos una hectá• rea de tierra por persona para mantener un adecuado nivel de vida, y según las estadísticas no alcanza ni a media hec• tárea. Además está muy mal repartido esto, puesto que en la India y en la China no poseen ni un quinto de hectárea por habitante, además de estar sujeta esta tierra a desfa• vorables condiciones climatológicas y nos dice la prensa mundial que en estos dos países han muerto de hambre — 83 — durante el pasado siglo más de cien millones de habitantes, y como la tierra no se estira, esto va en aumento en dichos países. A esta Europa ya gastada y hasta superpoblada, aun no le han llegado los chinitas de allá. El régimen alimenti• cio y la abundancia de víveres venidos del Nuevo Mundo a la Europa industrial a cambio de manufacturas, contri• buye a que se viva hoy bastante regular y también con• tribuye a la conservación y prolongación de la vida huma• na, ya que si hacemos cálculos o señalamos las estadísti• cas en esta materia, la vida humana en el año de 1800 era la media de 35 años; en el 1870 era de 42 años; en el 1900 era de 50 años, y en la actualidad pasa de 60 años; aunque en esto hay mucha diferencia de unos países a otros, pues mientras en el Norte de Europa y Estados Unidos la vida media es de 65 años, en la China no pasa de 35. La natalidad está aumentando en todos los países del mundo y la mortalidad ha disminuido y sigue disminu• yendo en una forma asombrosa. Tan es así, que haciendo comparaciones desde el siglo pasado que se calculaba que la dicha mortalidad era el 25 por mil habitantes; del 1900 al 1910 descendía al 15 por mil; del 1910 al 1920 bajaba al 14; del 20 al 30 decían que al 12; y del 1940 a esta fecha dicen se ha reducido al 11 por mil; es claro que todo ello es debido al descubrimiento de miles de microbios, gran parte de ellos por el sabio francés Louis Pasteur y otros muchos norteamericanos que no descansan en estos me• nesteres. Dicen grandes estadistas que al paso del aumento de estómagos, asciende la población mundial a cincuenta mil diarios, o dicho de otro modo cada tres segundos nacen cerca de dos habitantes, y pasarán pronto de esta cifra si — 84 — la medicina y la higiene siguen progresando y mejorando los servicios sociales como se cree; es claro también que los asesinatos, homicidios, atracos, robos y demás casos graves que constituyen delitos, van en vertiginoso progreso en todas las partes, pero desde luego muchísimo más en las grandes urbes, aseguran que en París y en las grandes ciu• dades norteamericanas se sucede un accidente grave de los que dejo señalados cada tres minutos, que cada día que pasa la humanidad se encuentra desenfrenada, pero que está resultando un contagio mundial en todos los aspectos y aseguran hombres científicos que las explosiones atómi• cas están alterando también las condiciones meteorológicas del mundo en que vivimos. Desde luego carezco de capacidad para predecir a dónde vamos a parar, pues si bien es cierto que estamos progre• sando en todos los sentidos, parece que también en cuanto a la destrucción de lo existente es de temer. Ya sabéis la mayor parte de mis convecinos que en la última contienda en las dos grandes ciudades japonesas Hiroshima y Nagasaki en un soplo perecieron miles y miles de habitantes, juntamente con los demás distintos seres vivientes que existían, por efecto de la bomba atómica, y que después de aquellos incalculables daños que aquélla produjo, los mismos norteamericanos dieron comienzo a otras bombas de más enorme potencia; por si aquello no es nada, se habla de bombas de hidrógeno que dicen tienen mil veces más potencia que las anteriores y aun aparecen nuevas y alarmantes noticias de que las armas de arena radio-activa han de ser mucho más terribles, por lo que re• sulta una miniatura los gases asfixiantes y los fantásticos discos volantes. Para qué seguir hablando de profundidades que no en- — 85 — tiendo ni una palabra. Me he limitado a señalar lo que fué y es Quintanar y para Quintanar de la Sierra y para seguir mi opinión ya la he dejado señalada, que a pesar de hallar• me conforme con los útiles del trabajo que la vida moderna exige, no acepto la otra, la que se derrocha un dineral en anuncios murales, películas cinematográficas, deportes, di• fusiones por radio, folletos, etc. Yo digo, ¿por qué no fomentar más el buen uso de la tierra, ya que éste, el más importante, requiere la educa• ción de cientos, de miles de personas, de hombres de ciencia sobre este particular, que por fuerza ha de ser la base para el sostenimiento de sus pobladores? Los esfuerzos por una educación de largo alcance en este sentido, deben hacerse sentir no sólo en las Universi• dades, debe de extenderse, generalizarse en las Escuelas Nacionales; es de necesidad que a los niños se les asigne como una de las de mayor importancia la asignatura de Agricultura, que se dé más importancia a la producción del arbolado, a la conservación del mismo, máxime en este nuestro pueblo que durante el siglo y medio transcurrido ha sido el sostén de sus habitantes y me hace sospechar que hay una gran parle de ellos que aún le miran con an• tipatía. Aquí no cabe más que repetir aquella frase del gran filósofo Costa, que yo aprendí en mis años mozos: «Escuela y Despensa.» Por demás es sabido que la Escuela es la llave de la despensa. Más celo. Padres, Maestros, Autoridades de todos los órdenes, que parece que esta gran apatía que se apodera de todos, está rayando en anarquía en todos los vicios.