<<

Quedan reservados todos los derechos de difusión, también a través de película, radio, televisión, reproducción fotomecánica, soporte de soni- do, soporte de datos electrónicos y reproducción sintetizada.

El autor es responsable tanto del contenido como de la corrección.

© 2014 editorial united p. c.

Impreso en la Unión Europea en papel ecológico, libre de ácidos blanqueadores.

www.united-pc.eu José María Gutiérrez Arranz

Walter Map. Sobre las minucias de los cortesanos

Índice

Prefacio 1) La sátira latina: historia del género. 1.1. Historia y definición del género. 1.2. Ennio. 1.3. Lucilio. 1.4. Horacio. 1.5. Persio. 1.6. Juvenal. 1.7. La sátira menipea. Varrón. 1.8. La Apocolocyntosis de Séneca. 1.9. Petronio. 2) Introducción a Walter Map: vida y obra. 2.1. Biografía. 2.2. Su obra. 2.3. Autoría, fecha y composición de Sobre las minucias de los cortesanos. 2.4. Alcance y propósito de Sobre las minucias de los cortesanos. 2.5. El texto de Sobre las minucias de los cortesanos. 3) La sátira medieval. 3.1. Evolución de la sátira desde la antigüedad hasta la Edad Media. 3.2. La prosa satírica medieval. 3.3. La poesía satírica medieval. 4) Sobre las minucias de los cortesanos en el marco de la sátira medieval. 4.1. Sobre las minucias como sátira medieval. 4.2. La sátira latina clásica en Sobre las minucias de los cortesanos. 5) Conclusiones sobre el análisis comparativo entre los poemas satíricos latinos clásicos y el Sobre las minucias de los cortesanos de Walter Map. 6) Nuestra traducción. Primera Distinción del Libro del Maestro Walter Map Sobre las Minucias de los Cortesanos. Comparación de la Corte del Rey con el Infierno. Segunda Distinción. Tercera Distinción. Cuarta Distinción. Quinta Distinción. Apéndice sobre lo dicho por Walter Map. Referencias bibliográficas.

5

PREFACIO

La sátira es un género literario que muestra todos los vicios y desmanes del ser humano desde tiempos inmemoriales. La aportación de Walter Map a este género se puede considerar como un eslabón entre la tradición clásica grecorromana y la modernidad incipiente, una suerte de vestigios del antiguo género y una denuncia permanente de lo que la sociedad tardomedieval y moderna contrae; por un lado, es la necesidad de denunciar los despropósitos de los vivos y de los muertos; por otro lado, es anunciar lo que el ser humano debe hacer y no parece estar dispuesto a hacer. Las palabras de este traductor tienen menos fuerza que las del oriundo de la nigra montana (Black Mountain, Negra Montaña, la frontera entre Gales e Inglaterra, cerca de Hereford), pero las historias de Map invitan a la reflexión sobre lo dicho por él 9 siglos antes.

6

1) La sátira latina: historia del género.

1.1. Historia y definición del género.

Los antecedentes del género satírico han de remontarse excepcionalmente, no a la influencia de la literatura griega, sino precisamente (y de ahí su excepcionalidad) al propio carácter latino, que hizo que la sátira fuese una auténtica invención romana. Los romanos habían contemplado y recogido con admiración el enorme bagaje cultural griego, en el cual se incluían casi todos los géneros y obras principales que ellos tuvieron que adaptar a su propia mentalidad, amén de imitar, desarrollar y difundir. Pero hubo una excepción en este proceso, y es que para los griegos la sátira no era una forma literaria independiente. El propio Quintiliano, que realiza una comparación crítica y evalúa las literaturas griega y romana género a género, tras comprobar que los poemas elegíacos griegos y romanos eran dignos de elogio, afirma que “la sátira sin duda es toda nuestra” (X, 1, 93).1 Evidentemente, su afirmación está basada en la carencia de una literatura satírica independiente en griego, además de en el mérito indiscutible de la sátira latina. Pero esto no significa que no haya habido sátira anterior a la latina: este espíritu satírico o el deseo de zaherir a personas, poner de manifiesto sus defectos o abusos, el empeño en vituperarlos o describir lo repugnantes que pueden resultar ha sucedido en todos los tiempos y todos los pueblos lo

1 Las citas de Quintiliano proceden de la traducción de I. Rodríguez y P. Sandier (http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/246161411 01038942754491/index.htm). 7 han reflejado. En todo caso, no hay que olvidar que algunos autores griegos ya transmitieron ese espíritu satírico: Arquíloco a principios del siglo VII, Hiponacte, a finales del VI, Timón, a principios del siglo III y los autores de la comedia antigua (Susarión, Quiónides, Magnetes, Ecfántidas, Querilo, Cratino, Eupolis y Aristófanes). Los latinos, por su parte, crearon unas manifestaciones artísticas que se acomodaban a su espíritu crítico y combativo y que son consideradas como los antecedentes de la sátira: los carmina triunphalia o poemas triunfales y la iocatio Fescennina o Fesceninas.2 Con respecto a los poemas triunfales, solían ser habituales cuando un magistrado venía victorioso de alguna campaña y el Senado le concedía el honor de desfilar con el botín conseguido y una representación de los soldados a sus órdenes por las calles de la ciudad. Esos soldados entonaban cantos improvisados que entusiasmaban al público y le hacían partícipe de tal victoria. Dichos soldados debían repetir “io triumpe!” y así celebrar las victorias de su general, pero también hay espacio para ridiculizar sus defectos y costumbres, no para deshonrarlo, sino para evitar las envidias o el enojo de algún dios.3 Del mismo modo que en los momentos oficiales el aspecto mordaz de los latinos se veía en momentos gloriosos y serios, también se hacían notar en celebraciones más alegres de la vida. Tales eran los carmina Fescennina, llamados así por la ciudad de Fescennio, al sur de Italia, aunque sí parece claro su

2 J. Guillén Cabañero (trad.) (1991), AA.VV. La sátira latina (Madrid: Akal), pp. 9-10. 3 J. Guillén Cabañero (1980), Urbs Roma. Vida y costumbres de los romanos, vol. III (Salamanca), p. 533. 8 origen etrusco. Se entonaban en las fiestas agrícolas en tiempo de recolección y sus bromas, llamadas Fescenninas, se entonaban a modo de canciones alternas, en forma de poemas amebeos, improvisados, con libertad de dicción e ingenio.4 Otras celebraciones semejantes, en las que también se difundían cantos de igual calibre, eran la vendimia en otoño, las fiestas del esquileo del ganado en primavera o en la deductio o pedida de la novia a la casa de su esposo.5 Quintiliano sólo vislumbra la figura de Ennio, reconociendo posteriormente a Lucilio como un excepcional satírico. Tras comentar a Horacio y Persio y hacer mención de ciertos escritores contemporáneos del género a los que no nombra (entre ellos, Turno, autor de época de Domiciano), Quintiliano recuerda a Varrón y su mezcla de prosa y verso que resulta ser la sátira menipea, pero deja de lado los dos grandes ejemplos de sátira menipea: la Apocolocyntosis de Séneca y el Satiricón de Petronio6. Quintiliano se acoge, para su reflexión sobre los géneros literarios, al método de clasificación puesto en práctica por los eruditos helenísticos y que repercutiría directamente en la teoría literaria posterior.7 Junto a la

4 Horacio, Epístolas II, 1, 140-148. H. Silvestre (ed. & trad.) (2010). Horacio. Sátiras. Epístolas. Arte poética (Madrid: Cátedra), pp. 495-497. 5 Guillén Cabañero 10-14. 6 M. Coffey (1989), Roman Satire (Bristol: Bristol Classical Press), p. 4. 7 “Cada cual tiene su ley y su hermosura. Ni la comedia se eleva usando de los coturnos, ni por el contrario, la tragedia usa del zueco. Tiene, no obstante, la elocuencia alguna cosa común a todos géneros: imite, pues, lo que es común” (X, 2, 22); Aristóteles, Poética, 1447a8; 1448b24-1449a6; Harvey ((1955), “The Classification of Greek Lyric Poetry”, Classical Quarterly 9 crítica por tipos se halla la noción de decoro. Teofrasto defiende que es una de las cuatro categorías en las que el estilo se debe considerar. Un fragmento papiráceo perteneciente probablemente a su obra sobre el estilo defiende que hay ciertas palabras que se deben admitir y otras rechazar. Accio también discute la naturaleza de los géneros y la diferencia entre uno y otro, y Lucilio, según testimonio de Horacio, se preocupa del decoro en el estilo. El mismo Horacio reconoce la aceptación de las distinciones de género como condición necesaria para escribir poesía (Arte Poética 73 ss.). Séneca (Epístolas VIII, 8) reconoce en la teoría y principalmente en la práctica niveles de estilo. Marcial, que se queja de que un poeta conocido de él le ha copiado todas sus actividades, enumera los géneros en orden descendente de nobleza y tamaño: épica, tragedia, lírica, sátira, elegía y epigrama (XII, 94). Esta distinción de géneros va acompañada de dos corolarios: el reconocimiento de un maestro arquetípico en cada género al cual sus sucesores le profesan una lealtad a veces atemperada por una manifiesta crítica y casi siempre por el hecho de desviarse en la práctica siguiendo modelos y gustos que cambian con el tiempo y, por otro lado, la aceptación de la noción de una lex operis o reglas de comportamiento estilístico dentro del género que podían ser modificadas por el propio genio del autor.

5: 155-175) examina las distinciones de la teoría helenística en relación a los tipos de poesía lírica. R. Pfeiffer ((1968), History of Classical Scholarship (Oxford), pp. 203-207) explora cómo se comenzó en época helenística a trazar los cánones de autores aceptados; cfr.: L. E. Rossi (1971), “I generi letterari e le loro leggi scritte e non scritte nelle letterature classiche”, Bulletin of the Institute of Classical Studies 18: 69-94. 10

Según esto, Horacio contempla a Lucilio como inventor del género e iniciador de unas convenciones según las cuales la obra del primero debía ser evaluada (l. I); en el libro II, Horacio reconoce que él escribe sátira a la manera de Lucilio. La sátira tiene su propio modus operandi y ello se refleja en la discusión que Horacio hace de su obra en las sátiras cuatro y diez del libro I: la palabra lex se utiliza para la sátira al comienzo de la sátira primera del libro II, donde revela que para algunos críticos su sátira parece demasiado dura y que traspasa la ley, aun teniendo en cuenta que él juega con la palabra lex en sus diferentes usos (la criminal, la ley civil y la de género). En su sátira sexta, Juvenal, tras una apasionada descripción de diversas asesinas, se pregunta indignado y de manera retórica:

“¿Dirigimos todo esto vistiendo la sátira, el coturno y saliéndonos de los límites y de las leyes de los primeros satíricos, lanzamos como lamentos un gran poema, con entonación sofoclea, desconocida por los montes rútulos y por el ciego latino? ¡Ojalá estuviéramos fingiendo!” (VI, 634-8).8

Juvenal defiende su propia invectiva y ofrece ejemplos modernos de cómo se ataca y se desenmascara las infamias de heroínas míticas de la poesía trágica. Él conoce que la tradición a la que es fiel le imponía un cierto nivel de estilo y que asumir aparentemente un estilo raro requería una renuncia.9

8 Guillén Cabañero 510-511. 9 Coffey 4-6. 11

El estilo propio del escritor satírico es informal y el lenguaje es el típico del discurso coloquial. El estilo elevado es contraproducente para la sátira, salvo que se utilice como parodia. También es cierto que se evita un exceso de vulgaridad en la expresión. Casi todos los satíricos utilizan obscenidades en algún momento, pero sin llegar al abuso en su uso: de hecho, los satíricos posteriores a Horacio sólo las utilizan como efecto sorpresa.10 Con respecto a los orígenes de la palabra “sátira”, la forma satura sería la forma original de la palabra; satyra surgió ya en época cristiana y se postula gracias a la conexión existente entre la forma literaria latina y los sátiros griegos y el drama satírico. Satira es en origen una variante de satyra: de no ser satura la forma original, sería difícil de explicar de dónde surgió satyra. Las vocales que componen las tres sílabas del nombre femenino satura son cortas; al no haber evidencia de una terminación nominal en latín en –ŭra, satura es un préstamo de otro idioma, o quizás, como parece más probable, una inflexión del adjetivo satur convertido en nombre, femenino

10 Coffey aporta algunos ejemplos de palabras obscenas utilizadas por los satíricos. En Lucilio en 1186M se deduce la obscenidad verbal; aparecen futuo (tener contacto sexual) en Horacio, Sátiras, I, 2, 127 y cunnus (vagina) en I, 2, 36 y 70; I, 3, 107, para no registrarse en satíricos posteriores, aunque ambas sí son comunes en Marcial. Fello (falo) en el sentido obsceno no se encuentra en ningún satírico, pero es común en Marcial y en los escritores de graffiti de Pompeya. Penis (pene), vocablo obsceno para Cicerón (IX, 22, 2), aparece en Horacio en un epodo (12, 8), dos veces en la sátira IV de Persio (IV, 35 y 48) y dos veces en Juvenal (VI, 337; IX, 43). Cf.: Cicerón, Los oficios, I, 128 ss.; VIII, 3, 39; A. E. Housman (1931), “Praefanda”, Hermes 66: 408, n. 2. 12 singular al que se le suple con un nombre femenino. El nombre en concordancia con el adjetivo satura en usos familiares llegó a omitirse, procedimiento paralelo, por ejemplo, a la omisión opcional de cena con adventicia o adventoria, cena para celebrar la llegada de alguien. El significado primigenio del adjetivo satur parece ser “repleto de comida”. El primer testimonio conocido es el himno de los hermanos Arvales, sacerdotes de Ceres.11 El término aparece, por ejemplo, en Plauto en diversos sentidos metafóricos: juegos de palabras en los sentidos de “repleto de comida” y “satisfecho con el juego como sustituto de la comida”; también satura se aplica de manera ambigua a Alcmena que tiene la apariencia de alguien que está repleta de comida y encinta.12 También denota riqueza en el sentido de un color intenso, un paisaje fértil o un estilo opulento de oratoria.13 Además, cualquier cosa que se pueda rellenar se puede hacer con variedad de contenidos y, aunque no está claro hasta qué punto asociaciones tales eran más importantes en el adjetivo satur, la desviación en el significado de lleno a ricamente abigarrado era inapreciable. Para la solución del problema, se suele acudir al gramático Diomedes como fuente más importante en la antigüedad que discute el significado de la palabra satura: “La palabra satura viene del nombre de los Sátiros, porque este poema encierra chanzas y obscenidades parecidas a las palabras y acciones de los sátiros. O

11 Carmina Latina Epigraphica I; M. Von Schanz-Hosius (1927), Geschichte der römischen Literatur, vol. I (Munich), p. 19. 12 El cartaginés 6-8; Anfitrión 667 ss. 13 Séneca, Cuestiones naturales I, 5, 12 (tinte púrpura); Persio, I, 71 (de rus); Cicerón, El orador 123 (oratio). 13 bien proviene del nombre satura lanx, de este plato lleno de las primicias de todas las clases de cosechas que los antiguos ofrecían a los dioses en los sacrificios; se le llamaba así, satura, por la abundancia de cosas de que rebosaba. De este plato habla Virgilio en Geórgicas (II, 194) cuando escribe lancibus et pandis fumantia reddimus exta, «presentamos en curvos platos vísceras humeantes». O bien proviene de una especie de embutido (farcinem) compuesto de muchos cosas, y que según Varrón se llamaba satura; en efecto leemos en el segundo libro de Cuestiones relacionadas con Plauto: «la satura es una mezcla de raíces secas, papilla de cebada y piñones, rociado con vino y miel, incluso algunos añaden granos de granada». Por último, otros creen que se deriva a lege satura (`la ley compleja´) en las cuales se decretan juntas diferentes disposiciones, así como poesías diferentes están comprendidas en una sola satura”.14

Los testimonios de otros gramáticos latinos como Isidoro o Festo derivan de Diomedes o de su fuente, y es que ninguno parece ofrecer otra evidencia independiente, salvo una excepción:15 la información

14 I, 485. La traducción es de Guillén Cabañero (15). 15 Isidoro V, 16 Festo 417 L (315 M). Cfr.: E. Fraenkel (ed.) & F. Leo (1960), Ausgewählte kleine Schriften, vol. I (Roma), p. 245. La excepción a la que se refiere Coffey procede del mismo Isidoro (J. Oroz Reta & M. A. Marcos Casquero (eds. & trads.) (1995), Etimologías, vol. II (Madrid: B.A.C.), XX, 2, 8, pp. 494- 495): “Existe una diferencia entre satietas (saciedad) y saturitas (hartazgo). Satietas puede decirse de un solo alimento, en cuanto que se tiene bastante (satis) con él; en cambio, saturitas deriva su nombre de satura, que es la comida compuesta por toda variedad de alimentos”. Isidoro distingue de manera explícita entre “saciarse por una comida, lo cual toma su nombre de la saciedad 14 adicional dada por un escoliasta de Horacio según la cual la lanx satura o “plato diverso” se ofrecía en el templo de Ceres. Las referencias permanentes y unívocas a Varrón pueden hacer pensar en que en realidad Diomedes las recoge intactas del primero; Diomedes simplemente debió ensamblarlas, ya que no parece haber nada substancial en dichas explicaciones que pueda ser posterior a Varrón. Las citas a Virgilio y Salustio son adiciones posteriores de algún gramático que vivió entre Verrio Flacco y Diomedes. De haber discutido Varrón la sátira los lugares más comunes serían el Sobre la composición de las sátiras y el Sobre los poetas, los cuales incluirían una sección sobre la sátira en su discusión de Ennio.16 Diomedes ofrece cuatro explicaciones sobre la derivación y origen de la sátira, lo cual hace pensar en que al final de la república había una permanente especulación y hasta un sentido adivinatorio del término:17 1) Como primera explicación de Diomedes, el historiador ofrece como paralelo a la mofa de la sátira la chocarrería y la obscenidad del drama satírico, concluyendo que el nombre de sátira proviene de estas criaturas del mito y el drama griegos y tomando como préstamo una palabra griega que le sirve de título. A ello se puede objetar desde el punto de vista de que los antecedentes lascivos no son propios de las que produce y sentirse repleto que deriva de satura, que es algo que se obtiene de una provisión variada de cosas para comer”. Para Isidoro, satura contiene la noción de “abigarrado” y de “miscelánea”. 16 Sobre el comentario que Varrón hace de Ennio en Sobre los poetas, Aulo Gelio XVII, 21, 42 ss. 17 Coffey: 11-18. 15

sátiras conservadas de Ennio, ya que éste se ve influenciado por la poesía helenística no dramática; desde un punto de vista lingüístico, a partir del adjetivo griego “satyrikós” (“conectado con los sátiros”), que en latín se convierte en satyricus, se puede especular con un “satyrikḗ poiḗsis” o “sátyroi”, forma ésta última que aparece en Horacio (Arte Poética 235). No parece probable que Ennio pudiera haber derivado satura o saturae de estas palabras. 2) La segunda explicación de Diomedes tiene que ver con el hecho de que el nombre de “sátira” provenga de un culto ofrecido a los dioses, especificando el punto exacto de donde se deriva la especulación: “de la abundancia y las cuestiones culinarias”. La derivación de “sátira” vendría de lanx satura, para la cual no aporta evidencia, al igual que realizan otros gramáticos. Diomedes pudo querer decir no una lanx satura, sino un tipo de lanx llamado satura en función de nombre. Además, cita dos pasajes de Virgilio que ilustran el uso de lanx sin satura como plato donde se colocan ofrecimientos para el sacrificio, pero sin mencionar a los dioses a los que se realizan esos ofrecimientos. El segundo pasaje virgiliano se refiere a un sacrificio italiano a Baco, el primero proviene de una descripción de sacrificios en el que se ofrecía vino a los dioses en el que se excluiría a Ceres, porque en su culto no había tales sacrificios. Esto entraría en abierta discrepancia con los escolios de

16

Pseudacro a Horacio, donde se dice que la lanx satura se ofrecía en el templo de Ceres. 3) La tercera sugerencia de Diomedes se centra en concluir que satura toma su nombre de un tipo de un plato culinario basado en un relleno. Existe la palabra farcimen, usada como el relleno mismo, lo que rellena al fiambre, o la cosa que está rellena, el fiambre mismo, lo cual implicaría que satura fuese algo parecido.18 Por la receta dada por Diomedes de un plato, consistente en algún tipo de relleno o la cosa rellenada, satura acaba siendo un adjetivo que no acompaña a ningún nombre; lanx podría acompañar a ese adjetivo, así como patina y olla, con lo que el abanico de posibilidades es amplísimo. Además, la colección de Apicio para gourmets de época imperial no incluye dicha receta. 4) La cuarta sugerencia de Diomedes incide en el uso de satura como palabra derivada de la terminología legal. No hay evidencias de una lex satura excepto en afirmaciones de gramáticos y la lex per saturam con el significado de una ley con provisiones mezcladas se atestigua en la segunda mitad del siglo II a. C. y, aun así, se puede argüir que la lex per saturam es una expresión adverbial (“de manera desordenada”) que un verbo como ferre. Se ha discutido también la existencia de una “sátira” literaria. A partir de las fuentes antiguas,

18 Farcimen como relleno o carne de fiambre en Isidoro XX, 2, 28, como fiambre Aulo Gelio XVI, 7, 11. 17 ocurriría lo contrario: Tito Livio narra cómo, para librarse de una plaga, Roma recurrió, en el 364 a. C., a representaciones escenificadas que aplacasen la ira divina:

“Sin ningún texto en verso, sin acción escenificadora de textos en verso, unos ludiones, traídos de Etruria, danzando al son de la flauta ejecutaban unos movimientos no carentes de gracia al estilo etrusco. Comenzaron luego los jóvenes a imitarlos, a la vez que se intercambiaban chanzas en versos toscos acompasando los gestos a las palabras. Recibió así aceptación el espectáculo y, al ser practicado con frecuencia, cobró impulso. A los actores vernáculos se les dio el nombre de histriones, pues al ludión en etrusco se le llamaba ister. Éstos no se cruzaban, como anteriormente, de forma improvisada unos versos toscos y sin ritmo, como los fesceninos, sino que representaban saturas con música initerrumpida, con un canto regulado ya por la flauta y un movimiento acompasado. Algunos años más tarde, Livio (Andrónico), que fue el primero en decidirse a dejar la satura y dar unidad a la obra mediante un argumento, representaba, como es lógico, sus propias obras – cosas que hacían todos por entonces – y se cuenta que, al ser llamado para actuar con mucha frecuencia, se le debilitó la voz, pidió permiso y colocó delante del flautista a un muchacho para que cantase, y él representó la parte cantada con bastante más fuerza en el gesto, porque no tenía el impedimento de tener que utilizar la voz. A partir de ahí los histriones comenzaron a tener a mano un

18 cantor y su voz quedó reservada exclusivamente para los diálogos”.19

Por último, Tito Livio relata que las representaciones de obras se dejaron a actores profesionales, mientras que los amateurs continuaban con la vieja práctica de las bromas en verso y eran responsables de las “piezas aparte”, identificadas con la comedia atelana. De los cinco eslabones en los que Tito Livio divide el desarrollo del drama latino, la sátira ocupa el tercer lugar, precedido primero por danzas mudas importadas con música y después por la imitación de las danzas acompañadas de versos rústicos cáusticos en forma de diálogo; a esto le sucede un drama con argumento propio, diálogo y cantica, desarrollado finalmente por profesionales, mientras que los amateurs se dedicaban a desarrollar intercambios de diálogos severos convertidos en piezas aparte.20 La sátira dramática que es parte de este desarrollo se describe como un espectáculo musical sin un argumento claro pero con letras escritas y probablemente algún tipo de danza, todo ello acompañado por música de instrumentos de viento. Este compendio de organización y profesionalismo contrastaba con la anterior labor improvisada de los amateurs. No existen, por otro lado, evidencias de una “sátira” dramática excepto en un pasaje de Valerio Máximo, basado en Tito Livio o en su inmediata fuente, y que es incluso más patriótico que el propio

19 J. A. Villar Vidal (trad.) (2001), Tito Livio. Historia de Roma desde su fundación, vol. II (Madrid: Gredos), VII, 2, 4-10), p. 275. 20 F. Leo (1904), "Livius und Horaz über die Vorgeschichte des römischen Dramas", Hermes 39: 63-77. 19

Livio en el sentido de que hace del primer eslabón una actividad latina anterior al hecho de que los actores fuesen importados de Etruria.21 Existen opinciones a favor o en contra de la existencia temprana de un espectáculo teatral que para unos no se denominaría “sátira” y para otros sí. Entre los que defienden la primera opinión estaría G. Duckworth (1952).22 Parecen poco creíbles las afirmaciones de Tito Livio, pues existe la posibilidad de alguna plaga entre el 365 y el 364 a. C., información que parece derivar de los Pontificum Annales o “Anales Pontificios”.23 Es también probable que los actores se importasen de Etruria, aunque la práctica durante las guerras púnicas de enviarlos a Etruria en tiempos de crisis no confirma la costumbre, por lo menos a comienzos del siglo IV a. C. También es cierto que no parece haber fuente alguna que haya proporcionado a Tito Livio una información veraz sobre prácticas dramáticas en el siglo IV. Así mismo, se puede recurrir a los versos fesceninos, asociados al ritual religioso de algún

21 Valerio Máximo II, 4, 4: paulatim deinde ludiera ars ad saturarum modos perrepsit (“De ahí que paulatinamente el arte más lúdico evolucionase hacia los modos de la sátira”) (La traducción es mía). 22 The Nature of Roman Comedy (Princeton), p. 10. 23 Catón (fr. 77P = Aulo Gelio II, 28, 6) parece inferir la existencia de dicha plaga a partir de dichos anales. Tito Livio (VI, 1, 1-3) sostiene que los documentos para los años posteriores al saqueo de Roma por los galos (387 a. C.) eran más fiables. Según Cicerón (Sobre el orador II, 52), estos anales recogían res omnes singulorum annorum, incluyendo la introducción de danzas de Etruria. 20 modo.24 El cuarto eslabón mencionado de Tito Livio sería erróneo, ya que la tradición defiende que fue Livio Andronico quien produjo la primera obra en Roma en 240 a. C., cuestión esta aceptada por los estudiosos. Las palabras de Tito Livio post aliquot annis (“tras algunos años”) ni confirman ni contradicen esto, pero la vaguedad y longitud de los eslabones cronológicos en su relato levantan sospechas. Contra la veracidad de los datos de Tito Livio se aboga en ocasiones que Livio Andronico fue un maestro y no un actor, pero las evidencias demuestran que junto a las actividades literarias y de dedicación a la gramática él actuaba en sus propias obras.25 Pero lo que realmente es fundamental dentro de la historia literaria de Roma es el hecho de que Livio Andronico introdujese traducciones de obras griegas, a partir de las cuales surgió el teatro latino, cuestiones estas omitidas por Tito Livio en su relato.26 El problema de la etimología de la palabra sigue existiendo entre los autores modernos. O. Keller27 cree que hay una gran semejanza entre la satura latina y el drama satírico griego, y por tanto se debe admitir que fue importada de Grecia. También es cierto que existen diferencias entre la “fábula satura” – farsa a la manera del drama satírico griego – y la satura de Ennio, que imitaba a Timón de Fionte, el cual llamó

24 Horacio (Epodos II, 1, 139 ss.) habla sobre los versos fesceninos en los festivales de la cosecha y Catón (LXI, 120) en una boda. 25 Festo 446 L (333 M). 26 Coffey: 18-23. 27 “Vermischte bemerkungen (1. Römische tradition in den norischen eisen – und kupferbergwerken. – 2. Das wort `satura´”, Philologus 45, 2 (1886): 388-392. 21

“sátyroi” a un poema de asunto burlesco por alusión al drama satírico. T. Mommsen28 defiende que, debido al hecho de que los elementos primitivos convergieron en Grecia y Roma, había detalles comunes entre italianos y griegos, como en la danza grave de las armas y los saltos desordenados (triumphus thríambos), las mascaradas de los hombres de gran abdomen (sátyroi-saturi-saciado), que terminan en fiesta, disfrazados con pieles de oveja o de macho cabrío y entregándose a juegos de toda especie; el flautista que acompaña y ordena la danza solemne o alegre con los acompasados acentos de su instumento. O. Ribbeck29 distingue entre la satura dramática y la sátira. La primera deriva de “sátiros”, pues, igual que los pastores griegos, los latinos se llamaban saturi y sus burlas satura. De estos nombres se derivó el que indica saciedad, porque estos saturi estaban llenos o saciados de comida y de vino. Por su parte, “sátira” se deriva de satura lanx, es decir, del plato lleno de diferentes frutos, o un pot-pourri, en todos los tonos, acerca de todos los asuntos, bajo todas las formas. Sin embargo, el acento no permite derivar satura de “sátyros”, según demuestra U. Wilamovitz- Moellendorf;30 F. Stieve31afirma que si se quiere encontrar en Grecia una producción semejante a la satura romana, hay que remontarse a los antiguos mimos y a las obras de los dicelistas dorios.

28 Historia de Roma, trad. A. García Moreno, vol. I (Madrid: 1962), p. 53. 29 Histoire de la poesie latine (París), 1891, pp. 9; 49. 30 Hephaistos (Göttingen), 1895, p. 224. 31 De rei scenicae apud veteres Romanos origine (Berlín), 1829, p. 20 22

1.2. Ennio.

Ennio resulta ser el primer autor latino en desarrollar la sátira latina, con sus múltiples tópicos y metros. Sus sátiras tienen como precedentes la poesía alejandrina y la erudición y son un hito en la historia literaria latina, pues la palabra no era un préstamo del griego. Nacido en Rudiae, la moderna Rugge, cerca de Lecce, en Calabria, en 239 a. C., sus antepasados cruzaron el Adriático para instalarse en Italia. Parece que fue educado en la cercana ciudad griega de Tarento, presumiblemente antes de la llegada de Aníbal al sur de Italia tras los sucesos de Cannas en 216 a. C. Sirvió como soldado en Cerdeña probablemente en el cuerpo de auxiliares calabreses aliados de Roma, y se supone que durante este período Catón, cuestor en Sicilia en 204, lo llevó a Roma consigo para instruirlo en la utilización de la lengua griega. Allí Ennio, como antes lo había hecho Livio Andronico, acabó enseñando latín y griego junto a otras actividades literarias, viviendo en el Aventino por las relaciones que estableció con distintas familias nobiliarias. En 189 acompañó a Fulvio Nobilior en su campaña de Etolia y cinco años después recibió de manos del hijo de Nobilior la ciudadanía romana. Murió de gota en 169, a la edad de setenta años. Se sabe que la lengua materna de Ennio era el ilirio, pero él mismo menciona el hecho de tener tria corda o “tres corazones” refiriéndose a la influencia de los tres idiomas fundamentales de su entorno: el griego, el osco y el latín. El osco era la lengua oficial del sur de Italia; su hermana, así como el hijo de ésta y sobrino por tanto de Ennio, Pacuvio, poseían nombres de origen osco y el griego era la lengua de cultura y de 23 educación en el sur de Italia. La hostilidad que en Tarento se sentía hacia Roma no debió afectarle, hasta el punto de que fue un firme admirador de la influencia y de los logros de los romanos. Al llegar a Roma, Livio Andronico, que era enormemente estimado y al que se le había encargado la elaboración de un himno de culto en el 207, ya había muerto; el dramaturgo y cronista de la Primera Guerra Púnica, Nevio, había abandonado Roma, tras haber comprobado que ningún poeta se podía dar a conocer sin el apoyo de familias poderosas. Así mismo, Plauto ya producía comedias de éxito como el Miles Gloriosus. Una vez en Roma, Ennio entró a formar parte del círculo de Escipión Africano, al que dedica el poema Scipio tras su victoria en Zama. Se habla de una gran familiaridad entre Ennio y los Escipiones, cuestión que se corrobora, según cierta tradición, con el hecho de que los restos del poeta fueron depositados a su muerte junto a los de los Escipiones.32 En años posteriores recibió diversos encargos, así como su ciudadanía, de manos de los Fulvios, rivales políticos de los Escipiones. Catón criticó severamente a Fulvio Nobilior por haber llevado a Nevio a su campaña en Etolia, y las explicaciones que se dan al cambió de actitud del primero con respecto a Ennio se explican de diversas formas: al que en un principio había enseñado griego se había convertido en un proveedor más de la perniciosa cultura griega, según el pensamiento de Catón; además, Fulvio Nobilior era enemigo político. Como colofón, Ennio fue también amigo de Servio Sulpicio Galba, asociado, según

32 Cicerón, En defensa del poeta Arquias 22; Sobre el orador II, 276; Tito Livio XXXVIII, 56, 4. 24 parece con el grupo político de Fulvio Nobilior. Sea como fuere, el poeta tuvo tratos con miembros de diferentes familias de las altas esferas, lo cual le permitió recibir favores y que se le confiasen encargos literarios, pero no parece que fuese una especie de chivo expiatorio de los conflictos políticos. Por otro lado, esas relaciones le permitieron dar a conocer sus dotes como poeta y como militar, tanto desde su faceta como soldado como de acompañante en campañas militares.33 Las fechas de composición de las Saturae son especialmente problemáticas. La referencia a Escipión (frs. 10-11) sugeriría una fecha no anterior a la muerte de su mecenas en 184. Si la referencia a la ciudad liguria de Luna no proviene de los Annales y sí de las Saturae, la indicación no permite ofrecer una fecha tardía, pues dicha ciudad no se convirtió en colonia romana hasta el 177. Ello no significa que todas las Saturae se compusieran en el mismo período temporal, como ocurrió con los Annales, que le ocupo muchos años de su vida. Porfirio aporta información sobre los cuatro libros de saturae, sobre la cual no tiene objeciones. También menciona una referencia en ciertos manuscritos de Donato enmendada por Estéfano (e sexto satyrarum Ennii). Si se acepta la enmienda, se podría rebatir diciendo que el numeral ya estaba corrompido anteriormente y que el error sería más bien de Donato, que sólo citó para identificar una fuente de Terencio, que de Porfirio, que simplemente

33 Coffey 24-27. Guillén Cabañero 28-31. 25 habla del número de libros de saturae que Ennio escribió.34 El conocimiento que se tiene de las saturae de Ennio es insuficiente porque escasos o insuficientes son los testimonios que han pervivido: treinta y una líneas, muchas de ellas aisladas y citadas por escritores cristianos. Hay además una paráfrasis en prosa de una de las saturae y unas referencias indirectas. Algunos de esos fragmentos y referencias se incluyen como parte de las saturae, no porque la autoridad citada lo haga, sino en términos de ser plausible literariamente. De manera frecuente, un paralelo griego es el único medio de mostrar el contexto posible de un fragmento. Algunas de las sátiras contienen comentarios del autor sobre su propia vida y descripciones de situaciones sociales: Enni poeta salve, qui mortalibus / Versus propinas flammeos medullitus (“A tu salud, poeta Ennio, que pasas a los hombres mortales una copa de versos encendidos procedentes de tu propia médula”).35 Ejemplos como este llevan a dudar de si tales palabras proceden de Ennio o de otra persona a la cual el poeta se dirige. Si es efectivamente el poeta mismo, parece justificarse a sí mismo al modo de cómo se realizaba en la comedia antigua, aunque existe también la posibilidad de ser pronunciadas por un dios en un sueño, un poeta entusiasta que está en un banquete o incluso un mecenas gratificado. Otros fragmentos

34 Porfirio a las sátiras de Horacio I, 10, 46; Donato a Formión de Terencio 339. 35 J. Vahlen, ed., Ennianae Poesis Reliquiae, Adolf M. Hakkert, Ámsterdam: 1967, pág. 205; E. H. Warmington, ed. & trad., Remains of Old Latin, vol. 1, Heinemann, Londres, 1967, pp. 386-387. 26 hacen referencia a la calumnia y la insensibilidad ante el abuso posiblemente en una situación política (8-9, 63); también hay un elogio a Escipión Africano a modo del mencionado poema encomiástico (10 ss.). Algunas veces es difícil saber si el fragmento es la descripción de una situación de la vida real o la reposición de un discurso o escena de una comedia: “malo hercle magno suo convivat sine modo” (“Dejémosle ser uno de los comilones sin límite y, por el dios, ¡que sea completamente condenado por ello!”).36 El típico lenguaje dramático se encuentra también en un fragmento de cuatro líneas en el que Ennio utiliza las palabras frustra y frustrari nueve veces (59-62). En las saturae ennianas se pueden encontrar elementos filosóficos y moralizantes. La especulación filosófica en este caso se acerca a las creencias estoicas de Cicerón (Sobre la naturaleza de los dioses II, 101). En otro fragmento se comentan las semejanzas entre el hombre y el mono, “la bestia más fea”, quizás para mostrar la diferencia entre la apariencia y la realidad (fr. 69; cfr.: Cicerón, Sobre la naturaleza de los dioses I, 97). El aspecto moralizante aparece en una satura en la que Mors y Vita debaten cara a cara. Coffey recuerda que no hay ejemplos en griego de este tipo de debates entre la Vida y la Muerte, pero si otro tipo de abstracciones personificadas en pleno debate que se localizan en el teatro y la prosa retórica: en Epicarmo, la Tierra y el Mar; en Aristófanes, los argumentos justos e injustos (Nubes 889-1104); el sofista Pródico al confrontar a dos mujeres, Placer y Virtud. Se desconoce la deuda

36 Warmington 385. 27 que Ennio pudo tener con Epicarmo y, de ser así, cómo se resolvería el debate. La fábula esópica también parece proporcionar temática a las saturae de Ennio. En un fragmento se cuenta la fábula del hombre que intentó capturar unos peces al compás de una flauta, a semejanza de lo que Heródoto relata con respecto a los griegos orientales, que rechazaron bailar al son de Ciro (fr. 65; cfr. Heródoto I, 141). La fábula esópica se divide en dos partes, mientras que la de Ennio se desarrolla en tres partes, pues se suele buscar ayuda en vano de familiares y amigos y el cuento se extiende como un cuento para niños, con una descripción muy cuidada. Mientras que estos parámetros son propios de la estructura esópica, son claramente distintos, por ejemplo, de la fábula calimaquea de la aceituna y el laurel interrumpidos en su discusión por el arbusto. Ennio parece apartarse de la poesía helenística o de la invectiva platónica en este tipo de composición para acercarse más a la fábula esópica transmitida oralmente.37

1.3. Lucilio.

Tras Ennio, Lucilio es el segundo gran autor de saturae. Si al primero hay que atribuirle la creación de la forma literaria en sí, desde el punto de vista de haber dado ese nombre a una parte de sus poemas menores, el segundo es el gran maestro que dedicó su carrera literaria a dicho género así como a aportar todas las características esenciales por las que él y el propio género serían reconocidos posteriormente. La crítica otorga a su poesía el calificativo de carmen

37 Coffey 28-31. Guillén Cabañero 30-37. 28 maledicum o “poema maléfico” y a él mismo el epíteto de iambicus, refiriéndose, como ocurrió anteriormente con Arquíloco, a los ataques furibundos que en sus obras se hacía a personas concretas. Junto a esto, a Lucilio se le debe el honor de haber consagrado el hexámetro dactílico como metro modelo. Nacido en Suessa Aurunca en 180 o bien en 168-167 a. C., población situada en la frontera entre el Lacio y la Campania, su familia tenía conexiones con el estamento senatorial. Por ser Suessa una colonia latina, se ha pensado que Lucilio no era ciudadano romano y nunca fue reconocido como tal. Lucilio pudo ser romano por nacimiento, si su padre fue ciudadano romano o un magistrado local que consiguió la ciudadanía mediante este cargo o incluso pudo llegar a serlo por influencia de sus amistades aristocráticas, las cuales por tradición aseguraban la ciudadanía de sus protegidos.38 Lucilio sirvió como eques o “soldado a caballo” en Numancia en 134-133 a. C. a las órdenes de Escipión Emiliano, aunque también se piensa que pudo estar en otras campañas en Hispania. Aun sin ocupar cargos públicos en Roma, sí llegó a ser lo suficientemente bien conocido para ser satirizado en las tablas. Se reconoce la existencia de propiedades a su cargo que se sitúan en Bruttio y Sicilia, así como el hecho de ocupar una casa construida con dinero público para rehenes reales. Es significativo que el rehén seléucida Demetrio, residente en dicha casa, fuese amigo

38 Tito Livio habla sobre las colonias como Suessa que pese a ser sometidas no perdieron sus derechos civiles (XXIX, 15). Sobre la adquisición de la ciudadanía: Asconio Pediano, Pis. 3; Tito Livio XXIII, 22, 5; A. N. Sherwin-White, The Roman Citizenship, Oxford, 1973, pp. 35 ss.; 104; 111 ss. 29 cercano del historiador Polibio, colega a su vez de Escipión, mecenas de Lucilio. En sus poemas se hacen referencias a acontecimientos públicos, lo cual hace pensar, si no en ser un residente en Roman, al menos en visitas periódicas hasta aproximadamente 107 a. C. Murió en Nápoles en 103-102 y fue enterrado con los honores debidos. Sobre su educación no se conoce nada, pero sí se tienen evidencias de posibles visitas a Grecia. Sus referencias a filósofos en Atenas parecen derivar de un conocimiento personal; además, se sabe que el filósofo de origen cartaginés Clitómaco le dedicó una obra filosófica, lo cual hace pensar en algún encuentro entre ambos personajes en Atenas.39 En el ambiente filohelénico creado al menos exteriormente por familias nobiliarias como la de los Escisiones (en las que autores como Terencio o Plauto desarrollaron su actividad y fueron educados personajes relevantes como Tiberio y Cayo Graco) se encuentra Lucilio, disfrutando además de la amistad de Escipión y reconociendo el afecto y admiración que le profesó incluso después de muerto. Lucilio reconoce, sin embargo, que, pese a los esfuerzos de Escipión por ofrecer un ambiente aventurero y de camaradería y por ser devotos de la literatura y la filosofía, hay otros críticos juiciosos de su obra (fr. 593-596). En contrapartida, Lucilio pudo haber contribuido junto a sus servicios con apoyo financiero para la campaña numantina.

39 La referencia en su obra se encuentra en 751-756; la dedicatoria de Clitómaco en Cicerón, Ac. II, 102. El propio Cicerón (Disputas de Túsculo III, 54) afirma que el patriotismo de Lucilio le impidió visitar el estado que había destruido su tierra natal. 30

Las influencias que Lucilio manifiesta en su obra son las que provienen de la comedia, del yambo griego y de la literatura en prosa. De la Comedia Antigua, Lucilio toma prestado de Aristófanes y sus contemporáneos el ataque a los réprobos y a la ridiculez de las personas en figuras públicas; el consejo sobre la moralidad pública, que se observa en los peligros de los cultos religiosos importados. De la Comedia Nueva Lucilio utiliza reflexiones como que es mejor nacer siendo el más insignificante de los animales que nacer hombre, como refleja Menandro en Teoforoumene, o personajes que son ejemplos de una tendencia o comportamiento como Trasónides, amante desafortunado en el Misoumenos de Menandro. El yambo griego fue imitado por Lucilio gracias a la influencia que sobre él ejercieron autores como Arquíloco, Anacreonte o el escéptico Timón de Flio: del primero toma el hecho de ser un poeta personal que describe sus propias experiencias sin inhibiciones; del segundo, diálogos como el de la potra que pace sin bridas y en Lucilio le responde el caballo, preguntándole si ella debe ser sometida como un animal sin voluntad para arar; del tercero, modelos provenientes de la crítica que Timón hacía del Museo fundado por Ptolomeo Filadelfo en Alejandría. De la literatura en prosa habría que hablar de cómo Lucilio se fija en el diálogo socrático y en el banquete para la estructura y el contenido de sus saturae. Con todo ello, el estilo de Lucilio ciertamente se aleja de modelos griegos. Su lengua es la común en Roma, sin los refinamientos que el propio latín reflejaba a veces y que procedían del ático. A veces los fragmentos más largos pueden reflejar conceptos latinos aristocráticos y tradicionales combinados con ideas estoicas de las 31 excelencias humanas (1326-1338). Su imaginería es enormemente rica: las comparaciones y metáforas de los pobres poderes que tienen animales poco heroicos contrastan con el símil formal de la épica que utiliza un animal noble o impresionante para ilustrar acciones de grandeza heroica. Una mujer rapaz es comparada con un pulpo que roe sus propios tentáculos (861 ss.) y las polillas (1358) pueden ilustrar al gandul o derrochador. En relación al vocabulario, Lucilio utiliza numerosas palabras griegas para todo tipo de temática: lujo, abusos, sexo, pero también para reflexionar sobre temas sofisticados e intelectuales. Todo ello da una medida de la huella dejada por Lucilio: alabado por Cicerón, fue enjuiciado desde el punto positivo y negativo por uno de sus más firmes admiradores y detractores al mismo tiempo, Horacio.40

1.4. Horacio.

Tras la muerte de Lucilio, se conocen casos de autores que pretendieron continuar el estilo de aquél. Sevio Nicanor, profesor de gramática, escribe una sátira autobiográfica proclamando que es un hombre libre; Terencio Afro de Atax, en la Galia Narbonense, es mencionado por Horacio como uno de los peores imitadores de Lucilio: sus constantes escarceos en diversos géneros le hacen ser un experimentador más que un satírico consumado. Marco Terencio Varrón escribió sátiras mezclando la prosa con el verso, aunque de los cuatro libros que escribió nada se conoce. Varrón menciona en el Libro III del Sobre cuestiones del campo a un erudito propietario llamado

40 Coffey 35-38; 54-62. Guillén Cabañero 43-47. 32

L. Abuccio que también compuso obras satíricas siguiendo el modelo de Lucilio. Tres meses antes del asesinato de Julio César, C. Trebonio, miembro de la conspiración, procónsul de Asia, informa a Cicerón en una carta de que ha compuesto versos que injurian a su enemigo político (Marco Antonio) con la tosquedad propia de Lucilio. Tras los convulsos años del final de la República, con el ascenso al poder de Augusto, una nueva casta de poetas protegidos por el príncipe, cuya misión era la de ensalzar las hazañas del mismo, surgió. Entre ellos estaba Horacio. Nació en 65 a. C. en Venusia, entre Apulia y Lucania. Su padre, un antiguo esclavo, prefirió llevar a su hijo a Roma en lugar de elegir la educación de la escuela local. Allí fue tutelado como era costumbre en las clases sociales altas: aprendizaje literario bajo la supervisión de Orbilio, estancia en Grecia, donde contacta con el peripatético Crátipo, amigo y tutor del hijo de Cicerón. Las discusiones filosóficas a las que él acudía sirvieron para adquirir el idealismo propio de la juventud que luego era reclutada para la causa anticesariana. Como probablemente ocurrió con el joven Cicerón, Horacio se unió a Bruto, al que quizás acompañó a Asia Menor. Sin experiencia militar y sólo por sus buenas relaciones, consiguió estar al mando de una legión. Posteriormente, tuvo que huir tras la batalla de Filipos. Horacio obtuvo el perdón de los vencedores pero perdió las propiedades que fueron asignadas a los veteranos de Filipos. Consiguió un cargo de scriba quaestorius que no le impidió tener muchas limitaciones que le obligaron a escribir versos, cuestión discutida por otro lado. Durante el año posterior a la batalla de Filipos, fue presentado por Virgilio a Mecenas, quien le otorgó una granja en el 33 campo sabino. En su época de madurez, Horacio ya había conseguido todo aquello a lo que un romano de clase alta podía aspirar. Hombre de cualidades excepcionales, Bruto le concedió un puesto militar y Augusto quiso que fuese su secretario particular. Horacio utiliza la sátira como medio para expresar en primer lugar su gratitud a su padre por la educación que recibió gracias a aquel y también, aunque quizás en segundo plano, a Mecenas por su patrocinio y el regalo de la granja sabina. Asimismo, sus sátiras hay que entenderlas como la defensa de un hombre que no le interesan en absoluto las riquezas o el poder político. Su dependencia de la sátira luciliana se advierte en la invectiva que ataca las ambiciones corruptas de aquellos que son elegidos para un cargo político (I, 6, 23-44), pero por lo general no suelen aparecer en sus sátiras nombres concretos de personas reales relevantes. Con respecto a sus afinidades en cuanto a pensamiento y moral, el hecho de haber asistido en Atenas a las lecciones públicas de filósofos de relevancia no se refleja cuando ofrece su punto de vista sobre cuestiones morales. En I, 1 el tema de la avaricia lo refiere desde el sentido común y la ética más elementales. En I, 4, Horacio trata sobre el estilo más apropiado del poeta satírico. Él manifiesta que es sólo la forma métrica lo que distingue a sus sermones de la prosa corriente (40 ss.), algo que entra en contradicción con la cuidada disposición de las palabras en la sátira. En la sátira X del mismo libro parece conceder al satírico un estilo flexible en el que se incorporen elementos de la oratoria y de la poesía más elevada. El nivel coloquial del lenguaje en sus sátiras es aparente por el uso frecuente de imágenes cotidianas, su presentación 34 de ideas en términos pictóricos y por el uso también frecuente de diminutivos. El léxico vulgar y obsceno es raro y se manifiesta preferentemente en las primeras sátiras del Libro I.41

1.5. Persio.

Hasta la época de Nerón no se encuentra un escritor de sátiras considerable, y ese es Persio. Aulo Persio Flacco nació el 4 de Diciembre de 34 d. C. en la ciudad etrusca de Volaterrae (actual Volterra), muy cerca de la costa del Mar Tirreno. Su familia está adscrita al orden ecuestre con posibles conexiones aristocráticas, pero no parece que hiciese carrera política ni que tuviera experiencia en la administración. Tras sus primeros años de formación en Volaterrae, Persio estudió en Roma con el gramático Remio Palemón, autor de una gramática latina sistemática e influyente y probable profesor de Quintiliano. Su otro gran maestro fue el retórico Verginio Flavo, famoso instructor y teórico de retórica; su amistad desde los dieciséis años con el erudito y filósofo estoico Anneo Cornuto es también relevante. Tanto Flavo como Cornuto fueron condenados al exilio con motivo de la conspiración de los Pisones. Cornuto es el destinatario de la Sátira V, mientras que a otro de sus amigos, el poeta lírico y experto en métrica Cesio Basso, está dirigida la Sátira VI. Se debe mencionar también a Servilio Noniano, cónsul en 35 d. C., historiador de mérito y hombre refinado a quien Persio considera como un padre.

41 Coffey 63-66; 90-96. Guillén Cabañero 157-168. 35

Persio piensa que la sátira no es poesía personal. Aunque se defiende la existencia de ciertos aspectos autobiográficos en sus sátiras, ni siquiera el hecho de que su padre muriese cuando Persio tenía seis años y de que fuesen comunes los ataques a los padres y profesores que intentan forzar una precocidad poco edificante son definitivos para vislumbrar esos aspectos autobiográficos. Pese a ello, en la Sátira V se adivina un episodio vital como es su relación con Cornuto, pero, en lugar de ofrecer detalles de dicha relación, Persio describe detalladamente los destinos astrológicos de ambos. Se puede decir lo mismo de cómo refleja el vicio en la sociedad y de sus referencias a personas concretas. Por tradición, la sátira proclama el derecho y la obligación de atacar los errores de individuos de su entorno por su nombre. Persio declara que él tiene el talento suficiente como para escarbar en la moral de los hombres que temen ser descubiertos y para transformar el pecado en bromas civilizadas (V, 15 ss.). El lenguaje aquí utilizado recuerda al del pasaje de la Sátira I en el que se habla sobre los peligros de seguir fielmente a Lucilio y Horacio. Pero Persio no tiene intención de atacar a los contemporáneos por su nombre: sólo quiere escribir como satírico que debe mucho a Lucilio y Horacio. Hablando precisamente sobre vicios sociales, Persio destaca por presentarlos de manera tan vívida como Horacio trata cazar por herencia, o de manera tan rápida cómo presenta la escena del vicio Juvenal. Sólo en las actividades del exhibicionista indeterminado de la Sátira IV y en la glotonería y lujuria del nieto del heredero de la Sátira VI se describe el vicio con un lenguaje tan repulsivo como el que utiliza Lucilio o Juvenal. 36

Para Persio, el interés tradicional del satírico en el vicio es el lado negativo de la exhortación moral. Como en el caso de otras moralistas, Persio cree que la autocrítica y el conocimiento son el comienzo de una mejora en aspectos éticos. Como seguidor de la Stoa, él asocia frecuentemente hacer el mal con la locura: la paradoja de que nadie excepto los estoicos están sanos, idea de la que se mofa Horacio, es aceptada sin ironías por Persio. Como crítico literario, Persio es tanto moralista como satírico. Tanto en el prólogo como en el cuerpo principal de la Sátira I, Persio rechaza cualquier otro género que no sea la sátira, no porque sea incapaz de aspirar a lo que esos otros géneros demandan, sino porque la literatura que está de moda en su tiempo es un producto de la sociedad, corrompida y degenerada.42

1.6. Juvenal.

Durante la época flavia escribe Juvenal. Las fechas sobre su nacimiento y su muerte no han sido aclaradas. Algunas de sus sátiras ofrecen algún tipo de información biográfica, pero que no aclara completamente sus datos esenciales. En XIII, 16 ss. Juvenal describe a un tal Calvino, destinatario real o imaginario, como nacido durante el consulado de Fonteyo, personaje identificado con Fonteyo Capito, cónsul en el año 67 d. C. Esta podría ser la fecha de nacimiento de Juvenal. Otra fecha más reciente, en concreto el 55 d. C., es mencionada por una antigua Vita sobre la que se tienen serias dudas. En otra de sus sátiras (XV, 27) Juvenal menciona un consulado en

42 Coffey 98-112. Guillén Cabañero 301-314. 37

127 como un hecho reciente, pero dicha referencia es también vaga, por lo que es posible aventurar que Juvenal sobrevivió a Adriano, muerto en 138 y vivió hasta el reinado de Antonino Pío. Volviendo a la mencionada Vita, de la cual derivan todas las demás existentes, es considerada como irrelevante y deficiente en la información. En su inicio se describe a Juvenal como hijo o subordinado de un rico hombre libre y como declamador por propio interés hasta cumplir la edad adulta. La información es en sí plausible, pero es posible que la mención que hace Horacio de su parentesco y los comentarios de Juvenal sobre su experiencia como declamador diese lugar a la tradición. El resto de la Vita relata que Juvenal incluyó en una sátira tardía unos versos sobre la venta de cargos practicada por un actor de pantomimas llamado Paris, favorito de Domiciano y ejecutado en el año 83 d. C. En sus obras, Juvenal se abstiene de comentar datos sobre su origen, su carrera personal o su vida diaria. En esto, contrasta claramente con predecesores suyos como Lucilio u Horacio, que creían que la autobiografía y su rutina diaria eran partes esenciales de sus sátiras, y con dos de sus contemporáneos, Marcial y Plinio. Su reticencia a ello puede deberse a una cierta predisposición al orgullo personal o a no apreciar en absoluto a dichos contemporáneos. También se abstiene Juvenal de realizar cualquier tipo de ataque directo a contemporáneos suyos mencionando el nombre de los mismos. En época imperial los poetas satíricos estaban amenazados, sobre todo por el hecho de ser delatados por informadores reales o incluso de que ellos mismos se volviesen delatores. Cuando Juvenal publicó su primer 38 libro, los delatores que pululaban en el reinado de Domiciano parecían haber desaparecido, pero existía el temor de que el emperador cambiase su actitud hacia una tiranía opresora. Es por ello que en las sátiras de Juvenal los nombres propios asociados a vicios sean ficticios o pertenecientes a un pasado remoto. Del mismo modo que ocurre con los personajes contemporáneos, así ocurre con los temas sociales, ya que Juvenal prefiere mirar al pasado para tratarlos. La nobleza, que era conocida por el abandono de las buenas costumbres romanas, era tema clave desde antiguo. En época de Juvenal la aristocracia, a la que él ataca en la Sátira VIII, había desaparecido. Su decadencia había comenzado al final del período republicano debilitada por las proscripciones y agitaciones políticas en las que se vio inmersa, lo cual hizo que se la conociese por su frivolidad y extravagancia; durante los julio-claudios perdió definitivamente su importancia y su incompetencia política se dejó sentir en el corto reinado de Galba. Los ataques de Juvenal a esa nobleza degenerada tienen su relevancia para los contemporáneos en el sentido de que se refieren a la inmoralidad e indecoroso comportamiento de los altos funcionarios del estado y de los senadores como clase. Un ejemplo de ello es el noble Graco que aparece dando brincos en la arena y que tiene su correspondencia en el senador y antiguo cónsul que se divertía en un espectáculo público con una prostituta vestida de leopardo hembra. La nueva clase dirigente en época flavia tuvo fama de regirse por unas convenciones basadas en la rectitud, pero ello no impedía ciertas excepciones. Juvenal analiza al novus homo o “nuevo 39 hombre” (VIII, 245 ss.), ofreciendo una visión que no parece ser fiel reflejo de la sociedad de comienzos del imperio. Juvenal habla sobre el judío y partidario de la dinastía flavia Tiberio Julio Alejandro, perteneciente a la clase ecuestre y prefecto de Egipto entre 67 y 70 d. C., retórico y que manifiesta la superioridad de aquellos cargos de las provincias sobre los funcionarios romanos que precisamente introducen a los primeros con el sólo objetivo de practicar la corrupción más evidente, pero que también manifiesta su queja por las aspiraciones de esos cargos provinciales de adherirse al modo de vida romano. El odio que Juvenal siente hacia Julio Alejandro es característico de su actitud social, que responde a los prejuicios en contra de los griegos y orientales en general que triunfa en Roma. A menudo combina el odio racial con los prejuicios de clase: a finales del siglo I d. C., griegos y orientales habían alcanzado poder e influencia en la sociedad romana. Al atacar sus tendencias corruptas, Juvenal actúa como ya lo habían hecho otros romanos de épocas anteriores. Con respecto a los judíos, desprecia su modo de vida, pero atemperando sus comentarios, ya que pocos de esos judíos eran relevantes socialmente. Sus iras se dirigen a los hombres libres adinerados de origen oriental: la actitud de Juvenal es la del nacido libre pero que es un vago y un parásito que reprueba el ascenso social de los que han amasado fortuna gracias a su trabajo. Con respecto a sus propios esclavos en Tibur (XI, 145- 160), su actitud es la de tolerancia y hasta de compasión con los que son tratados cruelmente, pero su desprecio se dirige hacia el lacayo zalamero del rico y al esclavo informador. Al describir a los desheredados y humillados que viven con los 40 ciudadanos libres se adivina una humanidad desconocida hasta entonces en la literatura latina. Sobre las críticas al vicio, tan habituales en los autores satíricos, existen dudas de si Juvenal siguió el modelo de la retórica o el de la tradición de la sátira y de hasta dónde refleja los conceptos morales habituales de su época, pues no se conservan fuentes fiables sobre la historia social contemporánea. Así mismo, parece imposible dilucidar entre una actitud personal o tradicional su posición ante comportamientos lujuriosos y codiciosos. En cuanto a sus ideas filosóficas, Juvenal sigue los preceptos del estoicismo en la Sátira XV, pero él mismo no se define como un reformador moral y doctrinario, ni, como ocurre en el caso de Horacio, está comprometido con ninguna secta. En contraposición a Persio, Juvenal cree que los filósofos son excéntricos e hipócritas, idea que concuerda con los prejuicios que los romanos tenían tradicionalmente con la filosofía.43

1.7. La sátira menipea. Varrón.

La sátira menipea se define como el género o subgénero satírico que mezcla el discurso prosaico o narrativo con las formas métricas del verso y cuyo objetivo es ensalzar un momento de la historia que cuenta o ilustrar el argumento de dicha historia. Sus inicios se remontan al siglo I a. C. y es una creación del anticuario Varrón, que describe sus saturae como adaptaciones de las obras de Menipo, cínico fenicio del siglo III a. C.

43 Coffey 119-121; 136-140. Guillén Cabañero 419-426. 41

Marco Terencio Varrón nació en 116 a. C. en Reate, actual Rieti, ciudad sabina situado en el valle de Velino, la cual, según parece, fue famosa en la antigüedad por su extremada belleza natural. Fue descendiente probablemente de Terencio Varrón, cónsul en 216 a. C., de quien se decía que había sido el primero en ostentar ese cognomen. Varrón detentó diversos cargos a lo largo de su vida: al estallar la guerra social, a la edad de 25 años, era triunvir capitalis o triunviro esencial; quizás en 85 a. C., durante el consulado de Cinna, fue cuestor. En todo caso, la cronología de sus cargos es incierta y se conoce a grandes rasgos. Fue legado en Dalmacia entre 78 y 77 y estuvo a las órdenes de Pompeyo en la guerra contra Sartorio en Hispania. Fue tribuno y pretor, y también fue nombrado propretor en 67 a. C., nuevamente bajo los auspicios de Pompeyo, en la campaña contra los piratas desarrollada en el Mediterráneo oriental. Tras atacar el primer triunvirato en un panfleto titulado Trikaranos, fue uno de los 20 funcionarios que en 59 a. C. redistribuyo tierras a beneficio de los veteranos de Pompeyo. En la década siguiente no parece que participase en la vida pública. Durante la guerra civil, y una vez más como partidario de Pompeyo, estuvo al mando de dos legiones en 49 a. C., pero, tras la victoria de César en Ilerda, fue obligado a rendirse. Tras el asesinato de César fue declarado proscrito, pasando el resto de su vida dedicado a los estudios literarios hasta su muerte en 27 a. C. Hablando ya de las sátiras menipeas de Varrón, el diálogo en sus diversas formas, proveniente esencialmente de la tradición literaria griega, es un elemento esencial en dichas sátiras: el diálogo 42 dramático procedente de la comedia, el filosófico que obedece a dos tipos: el de tipo platónico con una conversación entre interlocutores que tienen un status social más o menos semejante, o el aristotélico, con un único interlocutor que cuya exposición está basada en una posición de autoridad ante una audiencia de subordinados. Así mismo, también Varrón utiliza el diálogo en el que un único relator es interrumpido de vez en cuando a la manera de una diatriba. Varrón pudo haber utilizado todos estos tipos de diálogo bien mediante préstamo directo o por medio de Menipo. Varrón adaptó diversos temas procedentes de las descripciones de banquetes y simposios de autores griegos. En Agatho, el anfitrión en el Banquete platónico, contiene una crítica o parodia de las costumbres sexuales del original de Platón, así como un claro ataque a los modernos banquetes en Roma, en los cuales las muchachas solteras corrían el riesgo de escuchar un vocabulario sexual impropio para ellas. Las sátiras de Varrón pueden proceder del argumento dramático de alguna obra bien conocida. En Eumenides, basada en la obra homónimo de Esquilo, el tema es la insensatez que preside la vida contemporánea. También la épica juega su papel en las obras de Varrón: en Sesculixes se describe las andanzas de un romano moderno que se identifica con Varrón y que recorre Asia Menor, Atenas y Roma. Además, se menciona a un moderno Ulises como viajero real y también un idealizado Ulises, de corte helenístico, que es comparado con Diógenes en la simplicidad de su vestido. Varrón adapta diversas formas narrativas tales como la travesía por mar y un viaje a través de un cielo nocturno como trasfondo de su temática favorita, los valores de la filosofía y el 43 contraste entre la moral propia de décadas pasadas y la de su época. Periplous, título propio de la navegación o de las descripciones de largos viajes, menciona a Roma y Siracusa como temas clave de un libro-guía para viajeros, pero la segunda parte está dedicada por completo a la filosofía.44

1.8. La Apocolocyntosis de Séneca.

La muerte del emperador Claudio y los fastos acaecidos tras la misma son el trasfondo de una sátira, titulada Apocolocyntosis, que es atribuida a Séneca y que narra los acontecimientos que tuvieron lugar en el cielo y en el submundo el día de la muerte del emperador (13 de Octubre de 54 d. C.). Tras ser liberado por las Parcas de su agonía mortal, Claudio es llevado al cielo por Augusto y Tiberio. Llega a las puertas de la asamblea de los dioses, donde aterroriza al propio Hércules, que piensa que tendrá que acometer el decimotercer trabajo. El verdadero origen de Claudio es revelado por la diosa Febris, que le ha acompañado en su viaje. Existe una laguna en la que supuestamente se describía la entrada de Claudio al consejo de los dioses. Cuando el texto se reanuda, un dios, del que no se conoce su nombre, ridiculiza la petición de Claudio a la divinidad. Tras ser llamado al orden por Júpiter por no atenerse al procedimiento propio senatorial, los dioses ofrecen su juicio. Aunque Jano habla en contra de aceptar a Claudio en el cielo, Diespiter argumenta a su favor, opinión que parece

44 Coffey 149-150; 155-157. L. Bieler (1992), Historia de la literatura romana, trad. M. Sánchez Gil (Madrid: Gredos), pp. 144-148. 44 prevalecer; pero el deificado Augusto, que habla por primera vez en la asamblea divina, condena su conducta con tal intensidad que es expulsado y arrojado al submundo conducido por Mercurio. De camino al Averno, Claudio admira las vistas y los sonidos de su propia procesión fúnebre. Ya en el submundo, se ve rodeado por los hombres y mujeres que él mandó asesinar y es llevado a juicio ante el tribunal de Eaco. Tras un juicio parcial del tipo de los que él presidía mientras fue emperador, es primero condenado a jugar su juego favorito de los dados con una caja sin fondo. El emperador Calígula aparece repentinamente y demanda satisfactoriamente que Claudio sea esclavizado; así se convierte en el esclavo de un hombre libre en el submundo y obligado a trabajar como secretario de un abogado. El título Apocolocyntosis no aparece en la tradición manuscrita. Un epítome de Casio Dión (LX, 35) menciona, entre los chistes y frivolidades que siguieron a la muerte de Claudio, una obra escrita por Séneca con dicho título, glosándola con el comentario “como un tipo de deificación”. La palabra griega originaria, “apokolokýntōsis” (“transformación en calabaza”) es una parodia de “apothéōsis” (“apoteosis”), pero el significado de la palabra y las implicaciones de la parodia han sido motivo de discusión. No puede significar “transformación en una calabaza”, pues en la obra tal y como ha sido transmitida Claudio no se transforma en tal, ni parece probable que dicha transformación tuviese lugar al final de la obra. La base de la palabra “apokolokýntōsis” es “kolokýntē”, en latín cucurbita (calabaza). Diversas hortalizas de la familia de las cucurbitaceae se utilizaban en la antigüedad como 45 comida y como recipientes. No parece probable que Séneca tuviese en mente la cucurbita maxima o lagenaria. Se ha asociado la calabaza con la estupidez, y es precisamente Apuleyo quien utiliza cucurbita en el sentido de “cabeza tonta y vacía” (El Asno de Oro I, 15, 2). Por su parte, Petronio (XXXIX, 12) también hace mención a la misma, pero el contexto es completamente diferente. Como uso proverbial, el griego “kolokýntē” se asocia, no con estupidez, sino con salud (Epicarmo154). Mientras el latín cucurbita implica estupidez, el griego “kolokýntē”, que es la base del título de la obra senequista, no parece tener ningún matiz. Resulta claro por la glosa de Dión que Apocolocyntosis es una deificación parodiada y que la intención del autor es reflejar que la apoteosis fue una farsa ridícula. La forma de la palabra y no su significado tiene cierta similitud con “aporaphanídōsis” (“hincar un rábano en el ano como castigo”), lo cual implica un comentario desdeñoso. Quizás Séneca eligió la calabaza como medio para ridiculizar la divinidad de Claudio, porque era difícil pensar en algo más apropiado que careciese de característica positiva alguna como la calabaza. De hecho, el lenguaje de la obra es viperino al vilipendiar a Claudio, como en la descripción de la mano temblorosa que sólo se ponía firme cuando hacía el gesto de condenar a los hombres a la muerte (VI, 2), lo cual evidencia el deseo de venganza por parte de Séneca. Al comienzo del reinado de Claudio, Séneca había sido enviado al exilio a Córcega, acusado de haber pernoctado con Julia Livilla, sobrina del emperador. Durante los años de confinamiento, y a pesar de los alagos dirigidos a Claudio en la 46

Consolatio en la persona del influyente liberto imperial Polibio, Séneca no debió sentir afecto alguno por el emperador que le había condenado por algo que no era más que plausible. Los ataques a Claudio en la Apocolocyntosis se basan en que el emperador mandó ejecutar a treinta y cinco senadores y doscientos veintiún caballeros (XIV, 1), en que otorgó concesiones a provincias que no estaban controladas (III, 3), en que permitió que los procedimientos judiciales fueran auténticas farsas (XII, 3, 19-23) y en que no controló a arrogantes libertos (VI, 2). Estos ataques son confirmados por Suetonio, por Tácito y también por Casio Dión. Parte de la acusación de Séneca se concentra en el discurso de Augusto que, como fundador de la dinastía, era una voz autorizada en las quejas en contra de las ejecuciones durante el reinado de Claudio; pero los ataques se realizan a lo largo de la obra, especialmente en el lamento fúnebre y la escena en el submundo.45

1.9. Petronio.

El autor del Satyricon se le suele identificar con el consular cuya carrera y últimos días son descritos por Tácito en los Anales (XVI, 18-19). Su nombre completo parece que es T. Petronio Níger; el praenomen Cayo, que aparece en Tácito, es probablemente un error de transmisión de algún manuscrito. El nombre Arbiter, adherido a Petronio en el título por otros manuscritos, es un cognomen improbable y sí más bien un apodo que el propio autor o sus amigos le otorgaron, o incluso el intento de un

45 Coffey 165-170. Bieler 270-271. 47 gramático por asociar al autor del Satyricon con el hombre a quien Tácito había descrito como elegantiae arbiter o “árbitro de la elegancia”. Se le puede identificar al autor con el consular T. Petronio en tanto en cuanto, y según Plinio el Viejo, cuando estaba a punto de morir, destrozó un cucharón de vino muy caro para evitar que pasase a manos de Nerón quien le privaría de un legado para su mesa; así mismo, con un tal T. Petronio que con una penetrante ironía reprochaba a Nerón la extravagante tacañería con vil mezquindad. El título Satyricon sugiere en parte una obra escrita dentro de la tradición novelística griega. Las novelas griegas con títulos similares trataban de romances amorosos o cuentos de gran emoción presentados retóricamente, en los cuales un héroe y una heroína llenos de virtudes experimentan una serie de aventuras. Esos personajes sufren diversas adversidades (separación, naufragio, captura por piratas, amenazas de muerte), pero permanecen fieles mutuamente y finalmente se reúnen. La mayoría de los extensos romances griegos son posteriores a la época de Petronio, pero la tradición se remonta a la era paleocristiana. Generalmente, se ha interpretado el Satyricon como una parodia de este género. En lugar de un hombre y una mujer jóvenes e intachables hay una pareja homosexual, compuesta por Encolpio, fanfarrón, ladrón y embustero, y Gitón, afeminado, que comparte la mayoría de los trazos de la heroína griega, excepto la fidelidad, propenso a desmayarse o a sollozar de miedo, débil físicamente y cariñosamente gentil. Mientras que en la mayoría de las novelas griegas hay una evidente preocupación por los hechos de 48 hombres y mujeres de integridad incuestionable con una seriedad inquebrantable, ya en el romance de Aquiles Tacio que trata sobre las aventuras de Leucipa y Clitofonte no todo es solemne. El asalto a la virginidad de la heroína por parte del héroe es distorsionado sólo por la incursión repentina de la madre de la chicha (II, 23). Clitofonte se somete a las persuasivas insinuaciones de una mujer casada con una sofistería cínica (V, 27); como Encolpio, es algo cobarde. En tales detalles, Aquiles Tacio, sin apartarse de las convenciones del género, parece ver parte de ellas con humor irónico. La gran disparidad entre Petronio y Aquiles Tacio es la permanente vileza y la cómica picardía de todos los personajes en Petronio; las únicas cosas que les acerca son los parecidos formales como el uso de la primera persona en lugar de la convencional tercera persona de las novelas griegas y la descripción retórica de una pintura que describe los estragos que causa el amor para introducir un personaje que narra sus experiencias. Petronio utiliza aspectos de muchas formas literarias. Introduce dos ejemplos de cuentos milesios, historias cortas lascivas que se asocian a Arístides de Mileto y que fueron traducidas y adaptadas por el historiador Sisena. Una es la del chico de Pérgamo, que él utiliza como parte de la presentación inicial del poeta pederasta Eumolpo; la otra la de la viuda de Éfeso, un cuento amoroso y cínico, relatado por Eumolpo, que se incluía para aplacar la ira tras la lucha a bordo del barco. Petronio también utiliza cuentos populares sobre temas siniestros y macabros, basados en la superstición popular. Al cuento de un hombre lobo narrado por Niceros le sigue la historia de brujas contada por Trimalción. 49

La tradición de la sátira menipea en Petronio se advierte en diferentes aspectos. Con respecto al uso de la primera persona, el cuento es narrado por el gandul Encolpio, que por un lado participa en las travesuras y por otro es el narrador que observa la acción y expresa opiniones generales. Su desdén en la fiesta de Trimalción es manifiesto y parece reflejar la actitud de Petronio hacia un banquete vulgar. Con respecto al comentario social y el tema literario que se desarrolla en las partes escritas en prosa, hay que referirse a la Cena Trimalchionis o “cena de Trimalción”, una descripción crítica de una cena con fiesta pretenciosa y por la que había que pagar un precio indecentemente elevado. Sin duda, y con estas prerrogativas, pertenece a la más genuina tradición de la sátira latina. La lectura de la cena puede recordar al Nasidieno de Horacio o al Granio de Lucilio como antecedentes cercanos a Trimalción. Las evidencias literarias y arqueológicas permiten comparar la fiesta de Trimalción con la realidad social de la época. Séneca habla de un ricachón depravado que celebra su funeral todos los días (XII, 8) y de un liberto con mala memoria que aspira a la “cultura” y depende en sus pretenciosos banquetes de apuntadores esclavos que conocen a los principales autores de memoria (Homero, Hesíodo y los poetas líricos griegos (XXVII, 5-6). La visión de Trimalción de un gran monumento fúnebre conmemorando su carrera es una reminiscencia de la tumba del panadero Eurisaces en Roma, un horno de piedra con frisos descriptivos. La exageración del satírico se vislumbra en que el cuadro de la carrera del ex esclavo Trimalción parece estar acorde con la evidencia que se tiene de que en el siglo I d. C. y en la costa de Campania algunos de los 50 comerciantes más ricos y vulgares, así como hombres de negocios construían sus casas. La Cena se enmarca como escenario dentro de la tradición satírica latina, aunque también debe parte de sus convenciones a las descripciones griegas del festín y el banquete. En época helenística, Hipóloco había descrito un festín matrimonial celebrado en Macedonia y en el siglo I d. C. la literatura simposíaca se había consolidado. La Cena de Petronio es una adaptación de la obra arquetípica en el género, el Banquete platónico en el sentido de reflejar la llegada de un invitado inesperado al final de una fiesta. Otro de los aspectos que reflejan el seguimiento de los patrones de la sátira menipea son las inserciones de partes breves en verso. Estos poemas cortos están emparentados con los tópicos tradicionales de la sátira moralizante helenística y la latina. Algunos aluden a reflexiones sobre la supremacía del dinero, como cuando Eumolpo lamenta que no hay dinero para el artista inspirado (LXXXIII, 10); otros poemas son partes de la acción dramática: Encolpio invoca a Príapo en hexámetros en los que, según las formulas habituales, él describe al dios, lo llama y le promete un sacrificio apropiado (CXXXIII, 3). Asimismo, los pareados elegíacos que condenan una actitud puritana (CXXXII, 15) se ajustan a los pensamientos de Encolpio sobre su predicamento, mientras que la referencia a la enseñanza de Epicuro se debe interpretar como alusión directa del autor a sus lectores. Las partes más largas y elaboradas en verso se centran en comentarios sobre el arte, la retórica y la literatura que los precede. Al entrar al pórtico (LXXXIII), Encolpio comenta con una precisión 51 superficial las obras de pintores realistas de época helenista de un modo que llegaría fácilmente a un hombre con ciertas pretensiones educativas. Rápidamente, se vuelve a los objetos eróticos que hay frente a él y a sus propias desventuras. Un poco más tarde (LXXXVIII), ávido de mostrarse a sí mismo como un intelectual en presencia del poeta Eumolpo, pide su opinión sobre la época de las pinturas y sobre el declive de las artes. En respuesta a ello, Eumolpo no da información sobre las pinturas, pero hace una declamación ya preparada que trata principalmente de la degeneración de la vida intelectual y artística. La inserción en verso que ocupa un mayor espacio, el Bellum Civile, poema sobre la guerra civil entre Pompeyo y César, se incrusta en el plan y ejecución de un timo. Eumolpo pasa de anunciar su plan maestro a enumerar su visión sobre el poeta y la dificultad de escribir poesía sobre la guerra civil. En un momento dado, contrasta los intentos vanos de declamadores cansados con los logros poéticos prodigiosos de Homero, los poetas líricos, Virgilio y Horacio. El que escribe un poema sobre la guerra civil fracasará a menos que se halle inmerso en la literatura. Los acontecimientos históricos son tratados mejor por los historiadores.46

46 Coffey 178-179; 183-192. Bieler 271-273. 52

2) Introducción a Walter Map: Vida y Obra.

Walter Map es uno de esos escritores que ha sufrido, ya desde la época que le tocó vivir, un desprecio constante. La crítica en general, tanto antigua como moderna, parece estar de acuerdo, bien en trivializar la obra de Map, bien en reconocer dicho proceso. En todo caso, no es de extrañar este hecho si tenemos en cuenta que desde el siglo XII en el que vivió hasta el siglo XIX se le atribuyó a Map la autoría de algunos poemas satíricos latinos e incluso de romances franceses, como el Lancelot.47 La obra que objetivamente ha sido reconocida como escrita por Walter Map, o Sobre las minucias de los cortesanos, fue desconocida para el lector medieval, y de ella se conserva un único manuscrito fechado en el siglo XIV.48

2.1. Biografía.

Walter Map nació en la década de 1130 y vivió hasta aproximadamente la primera década del siglo XIII. Su vida transcurrió primero bajo los auspicios de , obispo de Hereford y Londres, y del rey Enrique II, hasta llegar a ser archidiácono en Oxford. Su origen es galés, afirmación refutada por su colega y

47 R. Levine (1988), “How to read Walter Map”, Mittellateinisches Jahrbuch 33: 91; C. N. L. Brooke & R. A. B. Mynors (eds.) & M. R. James (trad.) (1994), Walter Map: De Nugis Curialium (Oxford: O.U.P.), p. xiii. 48 J. Hinton (1917), “Walter Map´s De Nugis Curialium: its plan and composition”, PMLA 32: 126. 53 contemporáneo Gerardo de Gales49 al decir que Map era ab Anglia oriundus u “oriundo de Inglaterra” y por la pobre opinión que el propio Map tenía de los galeses. En todo caso, él mismo habla sobre sus Compatriote nostri Walenses (“nuestros compatriotas galeses”) (II, 20)50 y dice que su nombre “Map” es una versión del galés “Vab” o “Mab” o “Ap”, que significa “hijo de”. Su origen hay que encuadrarlo geográficamente en la frontera entre Gales e Inglaterra: en concreto, hace referencia a la Black Mountain, lo cual indica que procede de algún lugar del sur de Hereford (nigra montana o “negra montaña” - I, 32). Parece que su familia tuvo una posición importante durante el reinado de Enrique II, favor concedido por el rey a resultas de la ayuda que aquella le prestó antes y durante su acceso al trono.51 El nombre de Walter Map también está asociado a otros hechos: se le puede relacionar con el Walter Map que firmó un documento del barón de Herefordshire Roger de Chandos en 1158-1173; un Walter hijo de Walter Map de Wormsley en Herefordshire, de principios del siglo XIII, fue presumiblemente un pariente; el propio Map tuvo un terreno en

49 Gerardo de Gales, Topografía de Gales, I, 306; III, 321. Cfr.: J. S. Brewer et al., eds., Giraldi Cambrensis Opera, 8 vols, Rolls Series, 1861-1891. 50 Las citas a la obra de Map proceden todas ellas de la reimpresión de 1994 (antes citada), prologada por C. N. L. Brooke, de la edición en latín de M. R. James de 1914 que éste, a su vez, tradujo al inglés en 1923. 51 “Este nuestro señor el Rey tenía a su servicio a cierto clérigo, que había escrito sobre estos asuntos para vosotros, cuyo apellido era Map. Él era querido y aceptado por el rey, no por sus propios méritos, sino por aquellos de sus antecesores que habían sido fieles tanto antes como después de su ascenso”. V, 6. 54

Ullingswick, al noreste de Hereford.52 Map cuenta que fue desposeído por uno de sus sobrinos en sus últimos años, pero sólo se conoce un único sobrino, Philip Map, cuya firma aparece en dos de los documentos de

52 Brooke cita algunas entradas bibliográficas para justificar estos datos: W. W. Capes, ed., The Register of Richard Swinfield, , Cantilupe Society, Hereford, 1909, pág. 56 (a este documento lo califica Brooke de “desconcertante”); BL Harl. MS 3586 (en el que aparecen documentos oficiales de Wormsley); V. H. Galbraith & J. Trait (eds.) (1950), Herefordshire Domesday, Pipe Roll Society Series 63, p. 103. En el manuscrito Harl. 3586, ff. 68-75 aparecen una serie de escrituras de Walter Map hijo de Walter Map de Wormsley, de su hija Lucía y especialmente de su hijo Nicholas de Wormsley, para el priorato de St. Leonard (primero llamado Pyon, después Wormsley), que fue fundado a comienzos del siglo XIII. El proceso culminó con la concesión de la advocatio o “adjudicación” de la iglesia de Wormsley, la dimisión del rector y la apropiación de la iglesia por parte del priorato por Peter obispo de Hereford, el 28 de abril de 1242, según reza el f. 76. Los editores del Herefordshire Domesday defienden que no hay evidencia clara para identificar a Map con el dueño de Wormsley, pero la relación parece probable, y es que Map tenía intereses personales cerca de allí. Él había adquirido un terreno cerca de Ullingswick (Herefordshire) en 1186 (W. H. Hart, ed., Historia et Cartularium Monasterii Gloucestriae - Rolls Series, 1863-1867; II, 156). Un Walter Map, probablemente el mayor de los dos Maps de Wormsley, firmó dos escrituras en compañía de Henry hijo de William de Mineriis o Mynors, una fechada en 1195 (A. W. Crawley-Boevey, ed., The Cartulary of the Cistercian Abbey of Flaxley, Exeter, 1887, pp. 135; 162-163, números 10; 154), y la familia Mynors posteriormente, quizás ya antes, poseía un terreno en Burghill, cerca de Hereford y junto a Wormsley, donde Mynors Park aún se recoge; es posible que incluso un miembro de esa familia Mynors presentase a Map en la iglesia de Westbury-on-Severn, pues tuvieron la advocatio en siglos posteriores. 55

Walter.53 Tanto Walter como Philip fueron canónigos de la catedral de Hereford.54 Hay, por otra parte, indicios sobre la estancia de Map en la abadía de Gloucester. En Sobre las minucias refleja cómo, durante su primer viaje a

53 “A mi sobrino Philip Map” está atestiguado en la BL Cotton Charter (XVI, 40). Cfr.: T. Wright, ed., The Latin Poems commonly attributed to Walter Mapes, Camden Society, Londres, 1841, pág. xxix. Esta es una escritura de Walter Map que confirma que fue chantre de Lincoln y canónigo de St. Paul, justificando así el terreno que poseía en su prebenda de Londres. Otros dos nombres son también importantes: uno llamado Master Philip Map atestigua otra escritura de Walter como arcediano de Oxford, confirmando así un derecho de los monjes de St. Guthlac, Hereford, en Oxford (Oxford, Balliol Coll. MS 271, f. 72v); el otro nombre es un Philip Map, muy probablemente sobrino de Walter, que fue administrador y capellán de Giles de Briouze, obispo y también canónigo de Hereford en los primeros años del siglo XIII. Cf.: W. W. Capes, ed., Charters and Records of Hereford Catedral, Cantilupe Society, Hereford, 1908, pág. 42; U. Rees, ed., Cartulary of Shrewsbury Abbey, Aberystwyth, 1975, II, pág. 317-318, nº 352; A. T. Bannister, ed., Reg. Caroli Bothe, Cantilupe Society, Hereford, 1921, pp. 60-61. 54 Brooke & Mynors xiii-xv. Walter Map tuvo una prebenda en la catedral de Hereford (D. L. Douie & H. Farmer (eds.) (1961- 1962), Magna Vita Sancti Hugonis: The Life of St Hugh of Lincoln, 2 vols., Nelson´s Medieval Texts, II, pp. 131-132). Este hecho se atestigua en documentos de 1158, 1183 y 1185 mientras fue canónigo de la catedral de Lincoln (incluso, en los casos de los documentos de 1183 y 1185 se dice que también era canciller en Lincoln; cf.: Oxford, Bodl. MS Rawlinson B 329, ff. 14, 53v- 54; Balliol Coll. MS 271, f. 90). El 19 de marzo de 1177 Map firmó una escritura de Roger, obispo de Worcester, de la cual la catedral de Hereford era la beneficiaria y en la que el rey también estaba implicado (Cf.: M. G. Cheney, Roger, bishop of Worcester, Oxford, 1980, págs. 260-261). Se sabe que el colegio de canónigos de Hereford deseaba elegir a Map obispo en 1199 (Douie & Farmer: II, 131-132), pero finalmente fue Giles de Briouze el elegido. 56

Francia, mientras la tormenta le abatía, pensaba en el viejo monje de Gloucester, Gregorio, detalle que puede demostrar que, al igual que Gerardo de Gales, estudió allí durante su infancia.55 En 1154 se le sitúa como estudiante en París, y es que durante las décadas de 1150 y 1160 realiza numerosos viajes de ida y vuelta a París; en su obra habla de cómo él había visto a Lucas de Hungría en la escuela de Gerard la Pucelle de París, evidencia clara de que Map había estudiado teología y derecho canónico teniendo como compañero a Gerard La Pucelle.56 Mientras tanto, Map

55 “Me encomendé a sus oraciones cuando crucé el Canal por primera vez y, cuando embraveció el mar por una tormenta tal que apenas se podía gobernar el barco con esas olas, presumí en la irreprochable desesperación de los demás de los méritos de aquél a quien me había encomendado y por esa devoción que suelen demostrar los experimentados navegantes rogué con insistencia a Dios, puesto que por su misericordia y por los méritos de aquel buen Gregorio salimos indemnes del oleaje y en medio de la tormenta pude tomar un pequeño descanso” (II, 2). Junto a esta mención al monje Gregorio, también se habla del abad Hamelin de Gloucester (1148-1179). Gregorio murió en 1157 (A. Morey & C. N. L. Brooke, Gilbert Foliot and his Letters, Cambridge, 1965, 80 n.). Gerardo estudió en la abadía de Gloucester bajo los auspicios de un Maestro Hamo en tiempos del abad Hamelin (Opera IV, 107). Otro centro de aprendizaje, que se hallaba cerca del anterior, era el priorato de Lanthony-by- Gloucester: se tiene noticia de que Map firmó un documento dirigido al priorato, realizado en Gloucester, durante el período 1148-1174 (Londres, PRO C115/K2/6683/sec. VIII, nº 12, f. 141v). 56 En II, 2 Map se refiere a la primera vez que cruzó el Canal de la Mancha (cita anterior); en II, 7 se refiere a su relación con Gerard La Pucelle en París en 1154: “Vi en París a Lucas de Hungría en la escuela del maestro Gerardo de La Pucelle” (Cf.: J. Hinton, “Notes on Walter Map´s De Nugis Curialium,” Studies in Philology 20 (1923): 467-468). En V, 5, relata otro incidente en 57

París siendo estudiante: “Cuando estaba en París surgieron murmuraciones entre los clérigos y los laicos de la corte de este rey, y el cisma creció, y los laicos prevalecieron y visitaban a los clérigos casi con puños y palos y, entonces, por temor a la justicia del rey, huyeron a lugares secretos. Sin embargo, el rey oyó el llanto de los desvalidos, y acudió y encontró a un pequeño infante muy pobre vestido con una capa negra, que sangraba de una cabeza rota, y le inquirió: “¿Quién hizo esto?” Y el infante le señaló al maestro de chambelanes de la reina, que acababa de traer a la corte a la hija del rey de España,56 y presumiendo de orgullo y de su propia dignidad, no se dignó en huir, ni, una vez acusado, negó el acto: él solo respondió que el infante lo había injuriado. Siguiendo la orden del rey, él fue arrestado, encadenado y conducido al lugar de ejecución. La reina oyó esto y quedó atónita. Ella se apresuró en ir al lugar con el pelo enmarañado, se arrojó a los pies del rey y así hizo toda la multitud de cortesanos, y rogaron el perdón con grandes lloros. Ella alegó la nobleza del hombre, su sabiduría, el hecho de que el padre de ella le había confiado su mano y su cuidado; y un milagro sucedió, que la compasión movió a Luis a las lágrimas. Por todo ello, la justicia le obligó a castigar y ordenó que se le cortase la mano derecha, con la que la cabeza del chico había sido golpeada”. Gerard La Pucelle es conocido sobre todo como canonista, pero parece haber enseñado también teología, según Kuttner & Rathbone (“Anglo-Norman Canonists of the Twelfth Century: An Introductory Study,” Traditio 7 (1949–51): 296- 303); la actividad de Map en el Consejo Laterano de 1179 (que Map denomina concilio Romano, es decir, una especie de sínodo presidido por el Papa Alejandro III y en el que Map discutió con la “secta” de los Waldesianos la idea de estos de que la Virgen María era la cuarta persona) (I, 31) implica que él había estudiado teología, aunque Gerardo de Gales (Topografía de Gales, I, 271 ss.) parece decir que no había avanzado en dichos estudios demasiado. El encuentro de Map con Beckett, el cual ya era canciller (II, 23: “entonces canciller de mi señor el rey Enrique, a saber, Enrique II”), pudo haber tenido lugar en Francia, donde Beckett estuvo viviendo desde 1158 hasta 1162, cuando se convirtió en arzobispo, quizás en París, ya que Beckett visitó dicha ciudad en 1158 (Cf.: J. C. Robertson & J. B. Sheppard (eds.) (1875-1885), Materials for the History of 58 ya se había ganado el mecenazgo del obispo de Hereford, Gilbert Foliot (1148-1163) y del propio Enrique II.57 En una escritura de Gilbert Foliot, ya obispo de Londres, durante el período 1163-1187, se menciona a Walter Map.58 En 1173 Map detenta el cargo de administrador real. En febrero de ese mismo año asistió al rey Enrique en Limoges, otorgándosele la misión de entretener a Pedro, arzobispo de Tarentaise y aclamado como santo.59 En ese mismo año actúa como justicia real en Inglaterra, y es más

Thomas Becket, Archbishop of Canterbury, 7 vols., Rolls Series), III, 32; R. W. Eyton, Court, Household, and Itinerary of King Henry II, Londres & Dorchester, 1878, p. 41). A. B. Emden (Biographical Register of the University of Oxford to A. D. 1500, Oxford, 1958, pág. XIV, nº 3) cita a Gerardo de Gales (Topografía de Gales III, 92) como evidencia de que Map estudio en Oxford: “El maestro Walter, arcediano maestro de Oxford”. Brooke sugiere que el segundo magister debe leerse como “Map”. 57 V, 6 refiere a los tempranos favores recibidos de parte de Enrique II. Según Morey & Brooke (1967: nº 439), Map pudo estar a las órdenes de Foliot cuando éste era obispo de Londres, antes de 1172; pero la relación entre ambos probablemente empezó antes, cuando Gilbert era obispo de Hereford (1148- 1163), o incluso antes, cuando era abad de Gloucester (1139- 1148). Las principales referencias a Gilbert Foliot en De Nugis (I, 12; 24; IV, 5) son a su posterior vida; la de II, 27 pertenece al tiempo que pasó en Hereford, pero Map pudo haberlo conocido posteriormente. Sin embargo, el modo en que Gilbert Foliot es mencionado implica una larga y cercana relación. 58 La escritura de Gilbert Foliot la comentan Morey & Brooke (1965: nº 439; 1967: 207; 211 n.; 291). 59 “Éste permaneció durante once días con el rey de los ingleses nuestro señor Enrique II en Limoges, de cuyo cuidado el rey me encargó, y entretanto tuve que mantenerlo a cuenta del rey; era un hombre feliz y de rostro hilarante en toda ocasión, limpio, modesto, humilde, completamente perfecto como nos parecía a muchos otros y a mí” (II, 3). 59 que probable que también fuese nombrado por Gilbert Foliot canónigo de San Pablo, así como que le otorgase la prebenda de Mapesbury, incluida en un grupo de las de San Pablo que parece tomar el nombre de los canónigos de este linaje. Todas esas prebendas pueden tener su origen en un chiste entre Map y sus amigos (en dicho chiste, estaría incluido un castillo o señorío fortificado, llamado “burh”).60 Es en este período de su vida cuando adquirirá gran parte de las posesiones en forma de iglesias y dignidades que le permitirán mantener la hacienda que describe en Sobre las minucias. Aunque los detalles son desconocidos, se sabe que tuvo iglesias en su casa de campo, incluida la de Westbury-on-Severn, en Gloucestershire.

60 Gerardo de Gales (Topografía de Gales IV, 219 ss.) cuenta la historia de cómo Map dijo que haría justicia con todos, excepto con los cistercienses y los judíos (Cf.: Pipe Roll, Pipe Rolls Society Series, Londres, 19 Henry II (PRS 9, 1895), p. 154; PR 31 Henry II (PRS 34, 1913), pp. 128; 146; 166 - estos documentos se refieren a los años 1172-1173; 1184-1185). En V, 6 Map relata qué sucedió a Geoffrey Plantagenet, hijo ilegítimo de Enrique II, en su prebenda de Londres; por su parte, el catálogo de prebendas de Londres muestra que éste era Mapesbury: “El día de la renuncia de este hombre nuestro señor el Rey le hizo feliz con el don de la Cancillería, y colgó su sello del cuello del dichoso acreedor. Él lo mostró al mencionado Map, y dijo: `Hasta ahora todo todo te ha llegado gratis ante tu reclamo del Sello, pero desde este momento no la más pequeña brizna tendrás, sino que pagarás cuatro peniques por ello´. Map contestó: `¡Gracias a Dios! Este ascenso es una ganancia para mí. El infortunio de algunos es la salud de otros: el año pasado quisiste cuatro marcos; ahora cuatro peniques´” (V, 6) (Cf.: D. E. Greenway (ed.) (1968-1977), J. Le Neve. Fasti Ecclesiae Anglicanae 1066-1300, 3 vols. (Londres), vol. I, pp. 59-60; J. E. B. Gover, A. Mawer & F. M. Stenton (1942), The Place-Names of Middlesex (Cambridge), pp. 161-162; C. Brooke & G. Keir (1975), London 800-1216 (Londres), p. 348 n.; pp. 349-350. 60

También se conoce el hecho de que fue recompensado por Enrique II con el hogar de Ashwell en Hertfordshire, cuya advocatio pertenecía a la abadía de Westminster, para la cual el rey le presentó tras la vacante dejada por la muerte del abad Laurence en 1173.61 Entretanto, su vida transcurrió entre la corte real y las visitas, probablemente breves, a sus capillas, prebendas y propiedades. En 1179 Map fue uno de los representantes de Enrique en el Tercer Consejo Laterano; en 1183 estuvo en Saumur donde Enrique, el hijo vivo más mayor de Enrique II, murió en

61 La posesión de Westbury se cita en V, 4: “Entonces, este fue el modo de actuar. Cnut poseía Londres y las zonas más allá de Icknield; Edmundo el resto, y así llegó la deseada Minsterworth, la capilla de la cual yo, gracias a Dios, poseo por derecho de su iglesia madre en Westbury”. También en Gerardo de Gales, Topografía de Gales, I, 306 n.; IV, 219. Sobre el hogar de Ashwell, V, 6: “En el año inmediatamente anterior a su renuncia él había demandado con una rígida exacción, no como un pastor, sino con violencia, de todas las iglesias de su diócesis diezmos de todos los ingresos de las mismas, y había gravado a cada una, y obtenía por la fuerza diezmos según su propia estimación: y de la iglesia de Map, que se llamaba Ashwell,61 él orgullosa y arrogantemente ordenó que se le pagaran cuatro marcos, a razón de lo que él estaba saqueando al resto”. Se tiene noticia (Curia Regis Rolls, VI, 93) de que el rey había apoyado a Map para la vacante dejada tras la muerte del abad Laurence, en 1173-1175, y que los monjes de Westminster intentaron reafirmar sus derechos como patronos. En una súplica de 1275 sobre la advocatio de Banham (Norfolk), John Marshal reclamaba que su predecesor, de aproximadamente 1200, Walter Gilfard había mantenido el advocatio y presentado a su administrador Walter Map; en caso de ser esto correcto, se estaría refiriendo a otro Walter (Cf.: Colección de cartas de St Mary´s York, British Library Harl. MS 236, ff. 49v-51v; F. Bloomfield, An essay towards a topographical History of the County of Norfolk, vol. I, Fersfield, 1739, p. 234). 61

Martel; en 1189 el mismo Enrique II murió, con lo que la carrera de Map en la corte llegó a su fin.62 Tiempo antes de que todo esto ocurriera ya había realizado los preparativos para una nueva carrera, la de dignatario en la diócesis de Lincoln. Se desconoce cuando se convirtió en canónigo de Lincoln, pero sí que esto sucedió entre 1183 y 1185, siendo nombrado en 1186 Canciller de Lincoln.63 Como Canciller,

62 Brooke & Mynors: xv-xvii. Sobre cómo Map fue retribuido en 1177-1178 como enviado real al Papa, con Jocelyn, arcediano de Chichester y Osbert de Camera, I, 23; 31 (Cf.: Pipe Roll 24 Henry II - PRS 27, 1906, p. 106); sobre la muerte de Enrique, hijo de Enrique II: IV, 1; sobre la muerte del propio Enrique II: IV, 2. 63 En estas líneas aparecen una serie de cargos regentados por Walter Map en Lincoln. El primer cargo que ostentó fue el de “Chancellor” o “canciller”. El cargo de “Chancellor” se aplica en diferentes contextos: en el ámbito político, cuando se habla del primer ministro o presidente de gobierno; en el ámbito universitario, como rector honorífico; en el ámbito diplomático, como secretario de una embajada y en el ámbito social, el “chancellor” es el secretario de un monarca o noble. La palabra deriva, via el anglo-normando, del latín cancellarius o secretario de la corte (originariamente, el asistente que en una sala enrejillada separaba al público de los jueces, pues tiene que ver con cancer y cancelli). El siguiente cargo fue el de “Precentor” o “preceptor”. El Oxford English Dictionary ofrece diversas definiciones del término que aquí reproducimos: a. In cathedrals of the Old Foundation (ranking next to the dean) whose duties as precentor are now commonly discharged by the succentor; b. In those of the New Foundation, one of the minor canons (among whom he usually takes precedence) or a chaplain who performs the duties in person; c. In churches or chapels in which there is no instrumental accompaniment for the officer who leads congregational singing. Como complemento, el cargo de “Succentor” es definido como A chanter who trakes up the chant after the precentor or who presides over the left choir (un cargo relacionado con el maestro de coro de iglesia). Sobre los detalles 62 estuvo nominalmente al frente de una de las escuelas catedralicias principales del país, en la que, además, pasó gran parte de sus últimos años Gerardo de Gales y donde, bajo la dirección de uno de los sucesores de Map, William de Montibus, surgiría la escuela de teología preponderante en Inglaterra inmediatamente antes de que se iniciara la hegemonía de la de Oxford.64 Parece improbable que Map frecuentase Lincoln mientras fue Canciller. Cuando murió Enrique II y se desligó de los lazos de la corte, pasó de la cancillería a la preceptura. Aproximadamente desde 1189 fue preceptor, y en 1196 o 1197 el obispo San Hugo ordenó su traslado a la sede arcediana de Oxford.65 Teniendo en cuenta con qué viveza describe de su carrera en Lincoln: Greenway, 1977, vol. III, 16, 163 (para su cargo como Canciller), 13 (preceptor), 36 y nº 2 (arcediano), 75 (como posible receptor de la prebenda en la Langford Ecclesia). Sobre el cargo de canónigo, cf. Smith 1980: I, nº 319. Para Brooke, es conjeturable el hecho de que Map fuese nombrado Canciller por su antiguo colega en el servicio real, Walter de Coutances, quien era obispo de Lincoln en el período 1183-1185. 64 Sobre William de Montibus: Greenway, 1977, vol. III, 16-17; H. Mackinnon, “William de Montibus, a medieval Teacher”, en T. A. Sandquist & M. R. Powicke (eds.) (1969), Essays in Medieval History presented to Bertie Wilkinson, Toronto, pp. 32- 45; Kuttner & Rathbone, 321; n. 6; Brewer et al., I, 93; R. W. Hunt (1936), “English Learning in the Late Twelfth Century,” Transactions of the Royal History Society 4th ser., 19: 21-22. William sucedió a Stephen, sucesor a su vez de Map como Canciller, a principios o a mediados de la década de 1190. 65 Sobre el cargo de arcediano: cf., Brewer et al., III, pp. 200-201; Douie & Farmer 1961-1962: II, p. 131. En esta última obra, Map aparece como arcediano y canónigo de Lincoln, y también de Hereford cuando fue propuesto para el obispado de Hereford en 1199. Se tiene constancia de un acta en la que él rubrica como arcediano y que registró S. R. Wingram (1896) (Cartulary of St. 63 sus posesiones en Sobre las minucias, Map vivió o pretendió al menos vivir más allá de sus posibilidades y sus ingresos. Se avergüenza de la extravagancia de su “familia”, especialmente de sus sobrinos, y hasta de sus sirvientes, que, debido a su proverbial hospitalidad, le obligaron a gastar hasta dilapidar su fortuna a base de constantes engaños, todo atendiendo a las indicaciones de los mismos que le recordaban cuánto sufriría su fama si perdiese su reputación basada en la generosidad.66 Map fue candidato dos veces al obispado, en Hereford en 1199 y en St. Davids, tras el fracaso de Gerardo de Gales, en 1203, sin llegar a conseguirlo,67 y Map murió siendo arcediano el 1 de Abril de 1209 o 1210.68 La prosperidad de su carrera no resulta un hecho excepcional. Como en otros casos, estuvo al servicio

Frideswide at Oxford, vol. II, Oxford Historical Society, p. 247). Map firmó una carta del obispo de Hereford durante el período 1196-1198 (PRO E326/10846). 66 “Piden la cena, creen que la hospitalidad es excelsa, no saben qué encontrarán; mejor arrojar el asa tras el hacha; elegiste bien, que el fin sea bueno. No te angusties: Dios aún no ha compartido todo. No pienses salvo en lo que tienes: confía en el Señor. Es un rumor extendido que te convertirán en obispo. ¡Que se aleje toda parquedad! Extiende por completo todos tus bienes, atrévete sin cuidado a lo que quieras; “la fortuna ayuda a los audaces”.66 Tanto se puede ligar un pastel que las migajas no valen nada. Emprende fuerzas y almas: no retengas nada, que al ascender no estorbes a los que vienen detrás” (I, 10). Estas palabras son puestas en boca de un sirviente sobre unos invitados a un banquete que han permanecido en casa de Map durante toda una noche y a los que encuentra al despuntar el día aún aprovechándose de su hospitalidad. 67 Brewer et al., vol. I, 1861, pp. 306-307; III, pág. 32; Douie & Farmer, vol. II, 1962, p. 31. 68 Brooke & Mynors xvii-xviii. 64 de Gilbert Foliot y ascendió de administrador a canónigo, y también como otros encontró empleo y promoción en la corte de Enrique II. El aumento de la administración eclesiástica en la corte papal, en las cortes de arzobispos, obispos, arcedianos y abades proporcionaba empleo e incentivos a un gran número de prometedores administradores, y del mismo modo se puede hablar de lo que sucedía en las cortes seculares de reyes y grandes nobles, por lo que una figura como Map era característica de su época.69

2.2. Su obra.

Hemos indicado anteriormente que se le atribuyeron numerosas obras y que tan sólo una, Sobre las minucias, fue finalmente considerada como la única genuina del autor. Con respecto a ello, hay que tener en cuenta, primero, que es una obra inconclusa;70 segundo, que, como sucede con otros escritores, dicha obra es un vivo retrato de las diferentes carreras que siguió su compositor: estudioso, justicia real, administrador real, canónigo y arcediano. En ella, se encuentra la devoción hacia la corte y lo mundano de la misma, expresados de una manera ingeniosa, pese a

69 Brooke & Mynors xix. 70 Tras analizar con detenimiento la edición bilingüe de la obra de Map, la introducción y las notas complementarias, debemos decir que Brooke & Mynors no profundizan en demasía en el hecho de que Sobre las minucias es una obra inacabada, ya que sólo mencionan este hecho brevemente tres veces; por otro lado, sí les interesa, con la ayuda de los diversos especialistas, profundizar en el orden de las distinciones, el problema de las rúbricas, etc., cuestiones que tendrían que ver con el hecho de que Map no llegó a concluir la elaboración de la obra o, al menos, diseñar el orden tal y como se conoce en el único manuscrito de la misma. 65 la desazón que parece producirle en muchas ocasiones. Al menos, una parte de Sobre las minucias circuló como un tratado independiente. Es un tratado en contra del matrimonio (la Disuasión de Valerio), que circuló ampliamente, y que sólo ha sobrevivido con su nombre en un manuscrito, mientras que el manuscrito de Sobre las minucias no circuló en absoluto. Ya hemos hecho referencia al moderado conocimiento que se tuvo de Map desde la Edad Media hasta época moderna, hecho que se debió a que se le atribuyó la autoría de un ciclo de romances franceses. Algunos investigadores han demostrado que dicha teoría es inexacta, especialmente en lo que se refiere a la composición del ciclo en prosa de “Lancelot”.71 En la región francesa de la Champaña es donde se localiza la versión más popular de la Leyenda del Grial, el ciclo en prosa de Lancelot, compuesto de Lancelot, La Búsqueda del Santo Grial y la Muerte de Arturo. En su momento se defendió que La Búsqueda y la Muerte de Arturo eran traducciones de un original latino conservado en la abadía de Salisbury, llevadas a cabo “por Walter Map a petición del rey Enrique su señor”, e incluso que dichos romances eran históricos, al menos en el sentido de ser copias de originales

71 F. Lot (1918), Étude sur le `Lancelot´ en prose (París), pp. 126 ss.; H. L. D. Ward & J. A. Herbert (1883-1910), Catalogue of Romances in the Department of Manuscripts in the British Museum, 3 vols. (Londres), I, pp. 345-356; Rigg (“Golias and other pseudonyms”, Studi Medievali, 3º serie, 18, 1 (1977), 85) ofrece listas con versos que resultan ser genuinamente de Map; M. Manitius (1911-1931), Geschichte der lateinischen Literatur des Mittelalters (Munich), III, pp. 268-269; F. J. E. Raby (1957), A History of Secular Latin Poetry in the Middle Ages, vol. II (Oxford), p. 91 n. 66 antiguos. Todas estas atribuciones se remontan hasta la Historia de los reyes de Bretaña de Geoffrey de Monmouth, escrita en la década de 1130. Monmouth sostenía firmemente que su obra era una traducción de un original bretón, traído de Bretaña por su amigo Walter, arcediano de Oxford y muerto en 1151.72 Este tipo de conjeturas alcanzan también al Parcival de Wolfram von Eschenbach: este cuenta que Chrétien de Troyes había diseñado mal la historia y que él la había corregido usando la versión de Kyot del provenzal, que la había compuesto a partir de un original árabe. Curiosamente, Chrétien de Troyes es la fuente narrativa principal de von Eschenbach, cuya mistificación era un modo de decir que había alterado la versión de Chrétien para encajar su propio gusto por lo árabe. De algún modo, habría dotado a su obra de un toque de humor usando el nombre de un poeta francés contemporáneo, Guiot de Provins, como base para su imaginario Kyot de Provenza. La razón por la que a Walter Map se le atribuyó la autoría del ciclo vulgar de Lancelot sigue siendo una incógnita, pero lo

72 A. Griscom (ed.) (1929), : Historia Regum Britanniae (Nueva York), p. 536; C. N. L. Brooke (1976), “Geoffrey of Monmouth as a historian”, en C. N. L. Brooke et al. (eds.), Church and Government in the Middle Ages: Essays presented to C. R. Cheney (Cambridge), pp. 77-91; sobre la fecha de la obra de Monmouth: C. N. L. Brooke (1958), "The Archbishops of St. David's, Llandaff and Carleon-on-Usk", en N. K. Chadwick (ed.), Studies in the Early British Church (Cambridge), pp. 201-242; p. 231, n. 2. Aquí se sugiere que la obra de Monmouth fue completada en 1138; una parte, la llamada “profecías de Merlín”, perteneciente al Libro VII, parece haber sido compuesta con anterioridad, ya que, según defiende Brooke, circuló independientemente aproximadamente en el período 1134-1135. 67 que sí es cierto es que él los desconocía. Su tratado contra el matrimonio, la Disuasión Valerio, es una de las sátiras antifeministas más brillantes de la Edad Media y fue erróneamente incorporada a los escritos espurios de San Jerónimo.73 De todas formas, cierto es que, mientras algunos romances del siglo XII idealizaron el amor cortés, otros, como Chrétien de Troyes, lo ampliaron hasta la completa realización de sus dilemas, peligros e inconsistencias; otros, como von Eschenbach, lo criticaban mientras se regocijaban en ciertos aspectos del amor más mundano y otros, como el autor de La Búsqueda, reemplazaban el amor de hombre por el amor de Dios; y el propio Map incluyó en un tono similar al de los anteriores romances como la historia de Sadio y Galo en Sobre las minucias (III, 2), también un romance que desemboca en una moraleja, en el que un diálogo sutil próximo a Chrétien se combina con un antifeminismo algo rudo, pero que conserva la forma del romance. Se ha intentando vincular a Hue de Rotelande con La Búsqueda,74 sugiriendo que Map fue el autor del original perdido, escrito en Anglonormando, que era traducción de la obra en alemán titulada Lanzelet.75 Pero no parece

73 Brooke & Mynors xix-xxi. 74 K. G. T. Webster (1940) (“Walter Map´s French Things”, Speculum 15: 278) cita el Ipomedon de Hue de Rotelande (escrito, quizás, en la década de 1170) como algunos escritores sobre Map habían hecho antes. 75 Entre otros vínculos, Webster observa la concurrencia del tema del torneo que dura tres días en Hugo y en el Lanzelet, aunque resulta vacuo intentar hallar más concomitancias. Gran parte de la evidencia de que existe un original anglonormando radica en la afirmación del Lanzelet sobre su fuente, lo cual es difícil de 68 cierto que este original existiese ni que una obra de Map pudiese parecerse a la traducción alemana. Gerardo de Gales dirige las siguientes palabras a Map:

“Maestro Gerardo, tú has escrito y aún sigues escribiendo mucho, y yo he hablado muchas cosas. Tú has completado escritos y palabras. Tus escritos merecen más que alabanzas y son más duraderos que mis palabras; aun así, debido a que los míos son fáciles de seguir y aparecen en lengua vernácula, mientras que los tuyos están en latín, que es entendido por muy pocas personas, me he ganado una razonable retribución, mientras tú y tus distinguidos escritos no han sido adecuadamente recompensados; porque los príncipes letrados y generosos se han apartado hace tiempo del mundo”.76

El pasaje da a entender, en primer lugar, por qué Map tuvo una mayor fama que Gerardo de Gales y, en segundo, que, si se entiende “palabras” por romances franceses, Map pudo haber sido el autor de los citados romances.77

sostener sin una evidencia que lo apoye, y en este caso la evidencia no tiene peso. 76 Gerardo de Gales, Topografía de Gales, 410-411. En la obra de Gerardo de Gales también se pueden leer las críticas que Map vertió sobre la obra de su colega (I, 412; III, 92; 335-336), así como las habilidades de Map según el propio Gerardo (III, 145) y los comentarios a la correspondencia mantenida entre ambos (I, 271-289; 362-363). A. K. Bate (“Walter Map and Giraldus Cambrensis”, Latomus 31 (1972): 860-875) opina que no hubo una profunda amistad entre Gerardo de Gales y Walter Map. 77 Rigg 1992: 91; Brooke & Mynors xxi-xxii. Webster opina de ese modo. 69

2.3. Autoría, fecha y composición de Sobre las minucias de los cortesanos.

En Sobre las minucias de los cortesanos, Map menciona su apellido varias veces y su nombre una vez: en concreto 11 veces Map en V, 6 y “Walter” en IV, 2. En otras cuatro ocasiones aparece su nombre en las firmas del manuscrito y también en el más antiguo y mejor de los manuscritos de la Disuasión de Valerio. Aunque las referencias a su nombre puedan resultar escasas, es evidente que no hay ningún pasaje del libro que no concuerde con la personalidad del autor. La datación del libro resulta sencilla por las múltiples referencias contemporáneas, muchas de las cuales son bastante precisas: por ejemplo, “Falleció aquel antes mencionado Enrique en Martell en el mes en el que escribí esta página junto a Salmur” (IV, 1); “Pues cuentan que en ese mismo año de infelicidad Saladino, príncipe de los paganos, capturó y se adueñó de la ciudad santa de Jerusalén” (I, 15). Esto entraña, sin embargo, ciertos problemas: el joven Henry murió en 1183, Jerusalén cayó en 1187; en ciertos lugares, un simple capítulo parece pertenecer en parte a 1191 y en parte a la década de 1180. Es frecuente que el autor lance indicaciones de manera indiscriminada y no vuelva sobre sus pasos para engarzarlas. Se ha defendido78 que Sobre las minucias no es un libro en el estricto sentido de la palabra, sino una colección de fragmentos, escritos en diferentes épocas y puestos en común de manera algo arbitraria por otra mano, que se encargó de rubricar la obra, tras la

78 J. Hinton (1917), “Walter Map´s De Nugis Curialium: its plan and composition,” PMLA 32: 81-132. 70 muerte de Map. Aunque se ha aceptado de manera generalizada el argumento de Hinton, la composición del libro merece ser destacada desde otros puntos de vista. Muchas de las indicaciones de la fecha de composición mostrarían que Sobre las minucias fue escrito a comienzos de la década de 1180, quizás incluso durante 1181 y 1182. El propio Hinton demuestra un sentido de continuidad en cuatro grupos de historias, compuestas en la década de 1180, probablemente a principios de la misma, de entre las cuales una de ellas indica la fecha de 1181 o comienzos de 1182.79 Sin embargo, hay una serie de pasajes que deben ser posteriores a 1182: 1. I, 9 contiene la historia de San Hugo, descrito como elegido de Lincoln, que está fechada entre mayo y septiembre de 1186.80 Aun tomando como cierto la expresión “elegido de Lincoln”, parece evidente que todo el pasaje está insertado. Más adelante, en el mismo capítulo, aparece una referencia a la muerte de Enrique II, que debió ser añadido después del 6 de Julio de 1189. 2. I, 15 trata sobre la caída de Jerusalén, y parece que fue escrito poco tiempo después de conocerse el hecho en Inglaterra. Como Jerusalén cayó el 2 de octubre de 1187, el capítulo puede fecharse en el invierno de 1187-8. 3. I, 25 tiene visos de ser un tratado aparte, escrito tiempo antes de los otros capítulos que lo circundan, probablemente en o después de 1177, ya que la referencia a los disturbios de Limoges

79 I, 1-12; 16-32; II, 1-16; IV, 2b-16. Hinton reconoce que estas secciones se escribieron entre 1181 y 1182. 80 Hugo fue elegido el 25 de Mayo y consagrado el 21 de Septiembre de 1186. Cf.: Greenway, 1977, vol. III, 3. 71

posiblemente describe un acontecimiento de ese año. Hinton81 defiende que esto sucedió en 1183; si eso es correcto, I, 25 sería posterior al contexto en el que aparece. 4. II, 18 ofrece un relato extremadamente dulcificado de la historia bizantina del siglo XII, que culmina en una serie de acontecimientos que tuvieron lugar en 1183, fecha del asesinato del emperador bizantino Alexio II por Andronico; la referencia al papa Lucio III, muerto en 1185, puede indicar que el pasaje es posterior a 1185. 5. IV, 1 habla de la muerte del joven rey Enrique, acaecida en Junio de 1183. 6. IV, 2a se escribió aproximadamente dos años después de la muerte de Enrique II, esto es, en 1191. 7. V, 3a tiene visos de ser, bien contemporáneo o posterior a I, 15, ya que también menciona la caída de Jerusalén. 8. V, 6, tal y como aparece, debe ser posterior a abril de 1192, cuando Conrad de Montferrat fue asesinado, y probablemente también posterior a 1193 o 1194, para dar tiempo a madurar el relato de los enfrentamientos protagonizados por Geoffrey, arzobispo de York; en todo caso, es un capítulo algo confuso que bien pudo haber sido revisado.82 Cada uno de estos forma, de ser así, un capítulo simple; ninguno es comparable en extensión a los grandes fragmentos de los capítulos 12 al 16, que Hinton fecha entre 1181 y 1182. No parece que los anteriormente mencionados ocho fragmentos lo sean

81 1917: 102. 82 Hinton 1917: 114, nota 1. 72 en tal sentido. 1 y 7 son breves inserciones añadidas una vez que se compuso el contexto en el que aparecen; 2, aunque no es tan breve, fue claramente añadido después de que la Distinción I acabase, teniendo la forma presente. Esto quiere decir que por lo menos la mitad de los fragmentos antes mencionados son inserciones dentro de un contexto ya existente. Se puede aceptar que la sátira sobre los Cistercienses (I, 25) y la sátira sobre el matrimonio (IV, 3-4) son originariamente tratados separados.83 Se especula con que lo que actualmente compone Sobre las minucias no es una suerte de fragmentos aislados, sino algo compuesto más o menos a la manera de un libro, dentro del cual las adiciones, grandes o pequeñas, fueron apareciendo posteriormente. Hinton muestra que hay una probabilidad razonable de que la mayor parte de I, II, 1-16 y IV, con pocas excepciones, fueron compuestas a principios de la década de 1180, quizás en 1181- 1182.84 Aparte de los ocho pasajes anteriores, nada impide pensar que todo el libro se puede fechar a comienzos de la década citada – las historias de III y V (1-4) y los últimos capítulos de II no se pueden fechar con seguridad. Se baraja la hipótesis de que Walter Map dictó la mayor parte del libro entre 1181 y 1182, después se haría cargo del mismo retocándolo de vez en cuando; además, insertaría pequeños fragmentos, páginas, etc., con una nueva historia o adición de algún tipo. Junto a las divergencias de fecha en diferentes partes del libro, Hinton apunta

83 Brooke & Mynors xxiii-xxvi. 84 1917: 94-111; 117-121. 73 cinco peculiaridades principales en la disposición y rúbrica de Sobre las minucias:85 1. Las rúbricas son notas marginales al tema principal, no encabezamientos de capítulos, pero, antes de que se copiase el manuscrito principal que contiene la obra en el siglo XIV, habían sido tratadas como encabezamientos de capítulos, convirtiéndose en números de capítulo. Así, Sobre el infierno, una descripción general de la sátira inicial sobre la corte, es el capítulo 1; del mismo modo, Sobre Tántalo, etc., sub-encabezamientos a Sobre el infierno, son los capítulos 2-6. Además, las rúbricas son de poca importancia y tienden a desaparecer al final. No parece sostenible decir que, porque la incompetencia de las rúbricas no es suficiente, como parece haber pensado Hinton, ello indique que Map no fue su autor, ni que fueron elaboradas tras su muerte. Parece claro que la ordenación numérica de los capítulos es obra de un copista. El estado de las rúbricas es conforme al estado general del libro, que resulta caótico en su conjunto, desorden que refleja en parte la mente del Maestro. A los capítulos sobre los heréticos, por poner un ejemplo, los sigue una historia sobre tres eremitas (I, 32). Hinton cree que no hay duda de que Map es el único responsable, procediendo después a mostrar el vínculo entre ellos en la cita bíblica con la que ambos relatos se cierran. Generalmente es muy difícil decidir quién compuso las rúbricas a un libro de este tipo. Si, como se presume, el libro mismo fue dictado por Map en extrañas circunstancias, las rúbricas del mismo bien podrían haber sido colocadas por alguno de sus ayudantes como guía de los contenidos. Lo

85 1917: 81-89. 74 inadecuado de las rúbricas, aún mostrando que Map no fue el único responsable, no aclararía que fueron posteriores a su muerte. 2. Hinton advierte que la rúbrica de V, 3 se refiere al Conde Godwine, pero el capítulo se abre con una digresión sobre la caída de Jerusalén, para luego volver a la historia anglosajona. Esto indica que el pasaje sobre Jerusalén es una interpolación y que un copista lo intercaló entre la rúbrica y su capítulo. Por ser esto tan raro, no hay dudas sobre la rúbrica misma, y de hecho indica que la rúbrica ya aparecía en el capítulo, mientras que el manuscrito ya había insertado trozos en él, esto es, en su forma originaria. Esta rúbrica fue escrita bien en vida de Map o por lo menos antes de que una copia fehaciente del libro viese la luz. 3. Hinton apunta lo absurdo de emplazar IV, 1 y 2 correlativamente: el encabezamiento de uno es “Prólogo”, y fue escrito en 1183; el del otro “Epílogo”, y fue escrito en 1191; a ambos le sigue el resto de la Distinción IV, que parece haber sido completada en 1181. Estos capítulos serían el prólogo y el epílogo de todo el libro. 4. IV, 2b-16 resultan ser anteriores tanto a 1181 como a II, 1-16, en el cual hay una referencia (“como se dice antes”) a IV, 8. Ello denota un ligero desajuste en el material del libro. La conjetura de Hinton se basa en que la Distinción IV debería aparecer en medio de la Distinción I, lo que serviría para defender su tesis de que el libro consta de fragmentos sin un orden concreto. 5. Sin salir del terreno de las conjeturas, resulta difícil reconstruir la historia de la composición de Sobre las minucias con precisión. La solución más 75 simple al problema sería decir que en principio IV aparecía al comienzo del libro, siendo el orden del mismo IV, V, I, II, III. Esto explicaría por qué el prólogo, añadido al principio del libro, se abría con IV; si se reajusta el libro adecuadamente, se debería retrotraer V, 7, la descripción esbozada del infierno, cerca de I, 1 y ss., la versión revisada del mismo capítulo. La quinta peculiaridad es la posición de V, 7, ya que no se cuestiona que es un primer juicio para I, 1 y ss., y parece claro que I, 1 y ss. fue escrito muy poco tiempo antes que aquél. El reajuste significaría también que el libro se abría originariamente con la Disuasión, que claramente se completó antes de que se escribiese el libro. Por las palabras del propio Map en IV, 5 (“es denostado con inquina, se intenta copiar, se lee con enorme placer”), y a menos que esto sea una pura invención, se debe concluir que la Disuasión estuvo en circulación antes de que se completara el resto de IV. Ésta permaneció al comienzo del libro cuando el prólogo fue escrito, esto es, en 1183, pero es probable que las distinciones hubieran sido alteradas antes de que se compusiese el epílogo en 1191, pues éste se refiere a la corte de un modo natural para el comienzo de un libro como es Sobre las minucias, con una sátira sobre la corte. Sin embargo, el lugar que ocupa el epílogo es inexplicable. Ya que la evidencia dice que fue escrito en un trozo suelto o bifolio, es posible que Map, encontrando su prólogo alojado de manera poco satisfactoria para él en mitad del libro, adosase el epílogo a éste, e incluso es más probable que hubiese sido colocado allí por un escriba descuidado; además, se debe recalcar que toda esta reconstrucción es una mera conjetura. 76

Con todo, si la conjetura es correcta, la historia de Sobre las minucias sería la siguiente. El grueso del libro se elaboró entre 1181 y 1182, disponiéndose aproximadamente en el orden IV, V, I, II, III. Aún hubo otra elaboración, no un trabajo concluido, que incluía dos versiones de la sátira sobre la corte; algunos capítulos nunca fueron completados. De vez en cuando, el autor añadía pequeñas o grandes inserciones; en 1183 dio a la obra un prólogo. En alguna fecha indeterminada, decidió que la sátira sobre la corte fuese el comienzo del libro, disponiendo el material aproximadamente en el orden actual. No parece haber añadido nuevo material después de 1193, y puede que perdiese interés en el libro para esas fechas. Sin embargo, esto puede significar, por el momento de su muerte y en relación a esta reconstrucción, que el libro tuviese el grueso de las rúbricas actuales, aunque presumiblemente no los números de distinción y capítulo.86 El título Sobre las minucias de los cortesanos depende por completo de las rúbricas, ya que nunca se menciona, sino que sólo se esconde o se evoca en el texto. Esa dependencia no es de una única rúbrica, puesto que se repite ocho veces. Típico de su forma son las entradas, el incipit o “inicio” y el explicit o “fin” del libro I: “Distinción Primera del Libro del Maestro Walter Map sobre las Minucias de los Cortesanos”; “Aquí termina la distinción primera de las minucias de los cortesanos”. Aquí y en todas las rúbricas sin excepción, el nombre de Map aparece como Mahap, mientras que, según apunta Hinton, es Map en el texto y en todos los documentos conocidos.

86 Brooke & Mynors xxvi-xxx. 77

Quienquiera que escribiese estas rúbricas tenía muy claro que el nombre del autor era el Maestro Walter Map y que el libro tenía un título. El nombre del autor se podría deducir leyendo cuidadosamente el texto; el título no. Pero quienquiera que diese al libro su título tenía una idea clara de lo que estaba haciendo: es el subtítulo del Policrático de John of Salisbury, donde se advierte que el libro es comparable en cierto sentido al Policrático, al menos como una parodia con diferencias apreciables. Se tiene conocimiento de una invectiva en verso contra Map, escrita por el subprior de St. Frideswide en Oxford mientras Map era arcediano, en la cual se le acusa de decir cosas irrisorias contra los Monjes Blancos, es decir, los cistercienses, tanto jóvenes como mayores.87 Él cita una línea en verso de Map y defiende a los cistercienses en contra suya; al igual que Gerardo de Gales, él atribuye la bilis de Map al hecho de no haberle pagado el diezmo. El subprior llama dos veces a la lucubración de Map “nuge”, pero, como el verso atribuido a Map no aparece en Sobre las minucias, no es seguro que ésta sea una referencia al libro. Parece más plausible que incluso esto haya inspirado a Map a darle este título. Con respecto a este hecho, el poema del subprior incluye una rúbrica que atribuye a Map invectivas contra los cistercienses tanto en verso como en prosa: esto daría la pista para un conocimiento anterior del libro. Pese a todo, no hay

87 Wright 1841: xxxv-xxxvii. En el MS. Oxford Bodleian Ashmole 1281 (7025), ff. 272v-273v, estas palabras son atribuidas al “Maestro W. Bothewald”, canónigo y subprior de St. Frideswide. El texto se abre con la línea “Lanza de Longino, grey blanca, orden nefasta”, que parece ser un extracto de la invectiva en verso de Map. 78 seguridad al respecto; además de los versos del subprior, sólo han subsistido fragmentos que pueden ser atribuidos a Map de manera sólo en parte plausible, y no parecen tener que ver con Sobre las minucias.88 Sobre las minucias se conserva en un manuscrito del siglo XIV, el cual fue escrito por un monje de Ramsey durante el tiempo que estuvo residiendo en Oxford. Es probable que Sobre las minucias hubiese permanecido en Oxford entretanto, pero tampoco hay seguridad al respecto. Dicho manuscrito resulta ser obra de un escriba poco dotado, aun sin haber tenido que copiar un ejemplar de dificultad extrema. Nos referimos a que el proceso de reajuste y de inserción de material adicional parece haber tenido lugar antes de que el escriba emprendiese su tarea, es decir, habría que postular al menos una copia entre el original de Map y el manuscrito existente. De ser esto cierto, la manera precipitada de negar la existencia de la obra debería empujar a la cautela a la hora de postular más manuscritos perdidos que sobre uno absolutamente necesario. En algún momento entre la década de 1190 y ya en el siglo XIV un escriba hizo una copia del original de Map, insertando en ese momento hojas sueltas, aparte de proporcionar a todo el libro un orden concreto a base de añadir de manera poco atinada los

88 Brooke & Mynors xxx-xxxii. Hinton 1917: 125 ss.; James 1914: xiii y ss. Hay coincidencias en las epístolas de Peter of Blois (XIV, 95; LXXIX) que él toma prestadas de la Disuasión. Hay una serie de historias en común entre Sobre las minucias y las obras de Gerardo de Gales, además de la mencionada amistad entre Walter y Gerardo. Pero no hay evidencia de que Gerardo conociese Sobre las minucias como tal, pues no existe coincidencia que pudiese ser explicada por transmisión oral. 79 números de distinción y capítulo. Esto pudo haber sucedido en vida de Map, o incluso tras su muerte, pero también en el siglo XIV. Lo que parece más improbable es que un hombre de tales características dedujese con agudeza el nombre del autor y mostrase mucha ingenuidad al proporcionar título a la obra. No hay duda de que el nombre del autor y el título del libro fueron añadidos al ejemplar del cual el manuscrito existente ahora deriva, bien en vida del autor, bien poco tiempo después de su muerte, por alguien que sabía lo que hacía. La interpretación más coherente es que el título es del propio Map, o que al menos es uno que él consintió.89

2.4. Alcance y propósito de Sobre las minucias de los cortesanos.

Para analizar estos dos aspectos de Sobre las minucias, podemos acercarnos a un autor contemporáneo de Map, John of Salisbury, y observar las similitudes y diferencias existentes. El Policrático está dirigido al que sería arzobispo y luego mártir Thomas Beckett, canciller de Enrique II. En el prólogo, Salisbury explica el título de manera irónica: “Policrático o sobre las minucias de los cortesanos y las huellas de los filósofos”. El estudio de las huellas dejadas por los filósofos, tal y como propone Salisbury, significa la captación de ejemplos o historias procedentes del pasado. Salisbury profesa el desprecio por los asuntos de las cortes, así como por los cortesanos que desprecian el trabajo de los filósofos. De esta forma, Salisbury se arrepiente de

89 Brooke & Mynors xxxii. 80 haber pasado doce años en la insignificancia, esto es en la administración, al servicio del arzobispo de Canterbury. Con el mismo tono, en el Entético, escrito probablemente muy poco tiempo antes (a mediados de la década de 1150), produjo una violenta sátira sobre la corte de Enrique II, ocultando a personajes reales bajo el disfraz de nombres mitológicos. El comienzo de Sobre las minucias parece ser un tipo de parodia de lo anterior; él compara la corte de Enrique con el Hades y el Infierno, y la puebla con los habitantes del Hades. Se mantiene alerta ante la corte de Juan como Falstaff lo está ante la corte del rey Enrique IV. Las semejanzas entre Policrático y Sobre las minucias concluyen ahí, y más teniendo en cuenta que el primero es un ejemplo del género “Espejo para Príncipes”. Sobre las minucias se aparta de la sátira directa contra la corte para satirizar las órdenes religiosas, pasando rápidamente a otros temas. El significado de nuga o “minucia” parece adquirir el significado de fruslerías para el tiempo libre de los cortesanos, historias vanas para divertirlos. Es difícil decir cuál es el tema del libro, ya que los aspectos serios y morales se entremezclan con los frívolos. La obra oscila entre la parodia de un “Espejo para Príncipes” y el hecho de proporcionar “ejemplos” para edificar a sus lectores.90 En uno de los pasajes en los que Map ofrece una versión del propósito de la obra, dirigiéndose al hombre (quienquiera que fuese) que le dijo que escribiese el libro, escribe lo siguiente:

90 Brooke & Mynors xxxii-xxxiii. 81

“Eliges para mí un tema tan copioso, que no puede ser superada por ninguna tarea ni equiparable a ningún sufrimiento; es evidente que los dichos y los hechos aún no se han contado; he aprendido a tener a la vista cualquier milagro para que al recitarlo resulte placentero y la instrucción atienda a las costumbres. Por otro lado, mi propósito no es golpear nada nuevo, ni exponer ninguna falsedad; pero conozco a cualquiera a la vista o creo explicar a partir de lo oído en la medida de mis fuerzas” (I, 12).91

Este pasaje evoca los prefacios de muchas crónicas y colecciones de historias medievales – historia en los sentidos de historia y ficción - , y la mezcla de motivos edificantes y recreativos, algo habitual en la época. Las palabras dichos y hechos son un claro eco de los “Hechos y dichos memorables” de Valerio Máximo, manual de historias útiles para oradores, que fue la inspiración última no sólo de libros como el de Map, sino de numerosos manuales de “ejemplos” o cuentos morales para predicadores, que fueron muy populares en la Edad Media. La imitación que Map hace de Valerio resultó ser más entretenida que el tedioso libro de los “Hechos y dichos”. Similar a la obra de Map, dentro del género de los “ejemplos” o “adornos”, es el Libro de las gracias de su contemporáneo Gervase de Tilbury, escrito para el hijo de Enrique II, Enrique, muerto en 1183, y similar también a la otra obra de Tilbury que ha sobrevivido, los Ocios imperiales, escritos para el nieto de Enrique

91 Otros ejemplos son: I, 10; 25; 31; II, 32; IV, 1-2 y los prólogos a III y V. Se desconoce el “Geoffrey” a quien va dirigido I, 10, aunque se especula con que debió ser un profesor más que un administrador en tiempos de la obra. 82

II, el emperador Otto IV. El contenido de Sobre las minucias abarca la sátira y la invectiva, los cuentos morales y los de moral dudosa, las historias divertidas, las historias de fantasmas, las de milagros (II, 3), y la distinción final contiene principalmente un tipo de historia para escolares, llenas de faltas.92 En la obra de Map también se pueden encontrar informaciones a través de historias que pueden llegar a parecer absurdas. La intención de Map de relatar sin mentir recuerda las intenciones de Geoffrey de Monmouth y de los autores de los romances. Gran parte de los aspectos históricos que él analiza son puras leyendas, pero, a la vez, hay que tener en cuenta que era difícil informar sobre la reciente historia bizantina, porque nunca se había realizado antes (II, 18). En el prólogo a V contrasta el destino de César y Eneas, que viven “en múltiples loas” de Lucano y Virgilio, con los de Carlomagno y Pepins, que viven de baladas populares y que se mantienen vivos por “la compañía de bufones”. Por eso, Map se embarca en la empresa de honrar a “los Césares modernos” según la moda predominante. Después de todo, ellos se lo merecen; ¿por qué la gente hace caso de lo que se le cuenta del pasado “si veis a Anibal o Menestrates,93 o a cualquier otro excelso nombre con el perfume de la vieja antigüedad, vuestros espíritus se elevan y añorais y os mostrais exultantes ante el pensamiento de entrar en la edad dorada de la antigua fábula?”.94 El nombre de Menestrates es con toda probabilidad invención de

92 Brooke & Mynors xxxiv-xxxv. 93 Los editores (406) creen que es un nombre ficticio; Bradley (1917: 397-398) cree que es un eco de un nombre semejante en la Historia Natural de Plinio (XXXVI, 32-33). 94 V, 1. 83

Map, siguiendo la tradición de Geoffrey de Monmouth y John de Salisbury. Él comienza con el rey Apolonides, “rey de algunas partes de occidente”, que vive del saqueo, a quien “vi y conocí y odié”. El nombre es ficticio, pero se ha indicado que comienza con “Ap”, y esto y otras indicaciones apuntan a un príncipe galés, probablemente Lord Rhys. Tras ello, comienza el curso de la historia inglesa con el rey Edgar, que ofrece algunas informaciones directas y algunos detalles interesantes. Map es el escritor más antiguo conocido en dar a Aethelred II su sobrenombre de “sin asesoramiento” (“Unraed”), con la consiguiente versión corrupta de “poco dispuesto”. Map muestra al lector al Conde Godwine ocupado adquiriendo propiedades eclesiásticas y a Enrique I como benefactor de Cluny. Pero la ascensión de Aethelred resulta especialmente confusa: Map confunde la abadesa de Berkeley, una casa que Godwine reprimió, con la abadesa de Leominster, a quien su hijo sedujo, y también hace que Henry construya toda la tercera iglesia en Cluny. Su historia está salpicada de confusiones o errores y de leyendas improbables.95 En su relato de la historia inglesa, se basa en los hechos acaecidos en la década de 1130, pero, a renglón seguido, da un salto en el tiempo de 1139, año de la llegada de la emperatriz Matilda y el estallido de la guerra civil entre los partidarios de aquella y los del rey Stephen, a 1153, año del tratado de Winchester, confundiendo en el proceso a Milo, que fue conde de Hereford en 1141 y murió en 1143, y a su hijo, que fue conde en 1153. Los diecinueve años de reinado de

95 Brooke & Mynors xxxv-xxxvi. 84

Stephen no tienen casi espacio en su narración, aun siendo coincidentes con los primeros diecinueve años de su vida. Siguiendo con la cuestión de los errores de Map, se pueden ilustrar por el tratamiento de las herejías contemporáneas en I, 30-31. Escribe sobre los Publicanos o Paterinos – dos de las denominaciones asignadas a los heréticos dualistas, llamados habitualmente Cátaros. A veces se les llamó “Publicanos” por una corrupción del nombre de la secta oriental de los Paulicianos, con los cuales estaban conectados, mientras que el origen de la segunda denominación, Paterinos, se desconoce, tras el movimiento popular ortodoxo y reformista en Milán en el siglo XI. Cuando Map escribió sobre ellos, eran muy numerosos en Europa Occidental, especialmente en el sur de Francia y el norte de Italia, donde habían establecido una jerarquía de obispos. Aunque habían hecho una única y breve incursión en Inglaterra, fueron capaces de instalarse en algunas partes del imperio angevino; ambos hechos son fehacientes. Map relata las habladurías comunes en contra de los Cátaros, que se basan en comentarios sobre prácticas antinaturales y el repudio del matrimonio. Después describe algunos ritos obscenos, lo cual recuerda el relato de Alain de Lille de uno de las explicaciones habituales del término “cátaro”. En el siguiente capítulo describe un debate que él mismo sostuvo con los Waldensianos en el Consejo Laterano de 1179, aproximadamente dos años antes de describirlo. En este debate declaró que los Waldensianos profesaban la creencia de que la Virgen María era la cuarta persona de la Trinidad. En el momento en que se

85 celebró el Consejo Laterano, Waldo y sus seguidores eran claramente ortodoxos.96 Las sospechas de Map estaban quizás justificadas, pero también es cierto que su fe era simple, puritana, y muy cercana a la de los reformistas Protestantes de cualquier herejía medieval, y que los Waldensianos formaban el grupo más antiguo de las confesiones protestantes.97 Su estilo a la hora de relatar los hechos históricos o contemporáneos recuerda al de los poetas como Wace, que embellecen sus relatos sin alterar la estructura básica de la historia que cuentan. A Map le gusta contar historias poco conocidas sobre héroes familiares, como la de Gerbert de Aurillac, el papa Silvestre II (999-1003), que es el centro de un ciclo de leyendas. Es característico de Map presentar el retrato familiar del papa que hizo un pacto con el diablo pero al final pudo escapar de él y luego ofrecer una leyenda que es muy diferente de las otras historias que circularon en su tiempo al respecto (IV, 11). En la historia de Pario y Lauso (III, 3) Map toma prestada y altera una historia basada en las ceremonias de las Saturnalias. Otra historia típica en la que se ve con claridad su método es la del rey Herla (I, 11). Herla toma su nombre de Herlechin, Herlekin o Arlequín,

96 R. B. Brooke (1975), The Coming of the Friars (Londres), pp. 72-73; 148-152; C. Thouzellier (1969), Catharisme et Valdéisme en Languedoc à la fin du XIIe et au debut du XIIIe siècle, 2ª ed. (Louvain-París), pp. 27-36. El texto de la confesión de Waldo, que aparece en el libro de Thouzellier, se abre con “En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y de la Santísima y Beatísima y Siempre Virgen María”. La investigación que Map realiza de las palabras de Waldo no parece llegar a conclusiones muy exactas, ya que reflejan mayormente una sensibilidad ortodoxa en detrimento de la devoción waldesiana. 97 Brooke & Mynors xxxvi-xxxviii. 86 líder de un grupo fantasmagórico de cazadores, que ya aparece en obras de autores medievales como Orderic Vitalis o Peter de Blois. El cuento del rey Herla en Map concluye con una cacería fantasmagórica, pero el resto de la historia difiere bastante de otras versiones del cuento de Arlequín. En la Disuasión (IV, 3) Map cuenta cómo Pacuvio, llorando, mantiene una conversación con su vecino Arrio: “`Amigo, tengo un árbol desastroso en mi huerto; mi primera esposa se colgó sobre él, del mismo modo la segunda y ahora también la tercera´. Y Arrio: `Me sorprende de que hayas encontrado las lágrimas en tantas ocasiones´; y de nuevo: `¡Oh, buenos dioses! ¡Cuántas pérdidas ha soportado ese árbol por ti!´; y una tercera vez: `Amico, cédeme los injertos de aquel árbol para que los siembre´. Amigo, te lo digo también a ti, me temo que tendrás que mendigar los surcos de aquel árbol cuando no puedan ser encontrados”.98 La base de esta historia procede de Cicerón, los nombres de Aulo Gelio, pero la versión final revela el aprendizaje clásico que siguió Map y también su tendencia a reorganizar los materiales que tiene a su disposición. Le gusta colocar lo familiar en contextos poco familiares, pero tiende a desviarse hacia contextos completamente diferentes y fantasiosos. Todas ellas son cualidades propias que inspiraron a Geoffrey de Monmouth.99 En la historia de Gado y Offa (II, 17) la influencia de Monmouth es clara. Es una leyenda heroica breve, escrita en prosa, de origen latino, semejante a un romance, salvo en el hecho de que, al contrario que

98 IV, 3. 99 Brooke & Mynors xxxviii-xxxix. 87

Sadio y Galo (III, 2), no es una historia de amor cortés. A. Boutemy100 ha apuntado la semejanza de esta historia con el relato de Monmouth de la campaña continental de Arturo. Map localiza la batalla en Colchester en el mismo lugar en el que, según la leyenda, había nacido Santa Helena. Esta leyenda fue inventada por Monmouth.101 Map hace que Offa se case con la hija del emperador romano, diciendo: “Muchas historias hemos oído entre romanos e ingleses”.102 Map, al igual que Monmouth, utiliza la fantasía al caracterizar a Gado como un vándalo y al hacer que se dirija de la India a Colchester. En la elección de personajes centrales parece seguir la técnica propia de Monmouth. Gado deriva claramente del antiguo héroe legendario inglés Wade o Wada, el cual probablemente dio su nombre al dique de Wat en el extremo norte de la frontera entre Gales e Inglaterra, tal y como Offa, rey de Mercia (757-796), dio sin duda su nombre al dique de Offa, que marcaba la frontera de Cymru desde el río Severn al Dee.103

100 A. Boutemy (1945), Gautier Map, conteur anglais (Bruselas), p. 44 n.; Historia de los reyes de Bretaña, X, 44 ss. 101 V, 6. 102 II, 17. 103 C. Fox (1955), Offa´s Dyke (Londres), 1955, pág. 288. Fox refleja la historia de Map y dice que la doble asociación es una mera coincidencia. Fue por primera vez mencionada por Asser en su Vida del Rey Alfredo, y la referencia de Asser es repetida por “Simeón de Durham” y la Vida de San Oswaldo del siglo XII. También la menciona John of Salisbury (Gran cesta de mimbre, VI, 6; cfr.: C. C. J. Webb (ed.) (1909), John of Salisbury: Policraticus, 2 vols. (Oxford), II, 19) y Gerardo de Gales (Topografía de Gales VI, 217). Para el estudio de Wade: R. M. Wilson (1952), Lost Literature of Medieval England (Londres), pp. 16-19. 88

Los restos del Caerleon romano inspiraron a Monmouth a localizar la corte del Rey Arturo allí. De igual modo, parece que la asociación de los diques de Offa y Wat, los dos monumentos más importantes de la frontera entre Gales e Inglaterra, dieron a Map la idea de asociar “Gado” y Offa.104 La imitación de autores que a su vez fueron parciales o interesados en el uso de sus fuentes históricas es un hecho que se repitió con asiduidad en la Edad Media. Los hombres cultivados del siglo XII solían distinguir entre historia y ficción, pero cierto es que había muchos eslabones intermedios y que no todos respondían a una verdad completamente histórica o basada en una investigación fidedigna. Entre esos hombres cultivados se encuentra William de Malmesbury, que tuvo un especial interés en descubrir lo que había sucedido en el pasado y que poseía sólidos instrumentos que utilizaba en su estudio; pero también es cierto que a Malmesbury le interesaba la historia como entretenimiento, como le ocurría a Beda. Esta noción de historia como literatura (edificante y verdadera, pero con intención de agradar) explica por qué tantos historiadores medievales, especialmente del siglo XII, escribían crónicas para ser leídas, y por qué a algunos de ellos se les leía como novelistas históricos en lugar de como sobrios historiadores. Si se considera a la historia como literatura en la Edad Media como se la consideró en la

104 Brooke & Mynors xxxviii-xli. Offa parece haber sido elegido, al menos en parte, como héroe inglés que se confrontase con Arturo. Como a Arturo, se le hace luchar contra los romanos, representando el papel de Arturo en muchas historias de esa época. Map tenía ciertos prejuicios contra Arturo, de ahí que su aparición sea por casualidad. 89 antigüedad, es lógico pensar que Monmouth, al pretender escribir historia y a la vez acumular mentiras, fuese en contra de los cánones de la época. El autor de la Magna Vita o Gran Vida de San Hugo cuenta los sufrimientos que el héroe padeció para asegurarse que ningún hombre de dudosa moral fuese agraciado con una prebenda de la catedral de Lincoln. Hay que suponer que el hombre a quien Hugo hizo chantre de su catedral y arcediano de Oxford – aun en el caso de que Oxford pretendiese ser un exilio honorable – fue habitualmente considerado como altamente respetable. Este es quizás el motivo por el que Sobre las minucias ha llegado inconcluso aun habiéndose publicado.105 La aptitud que Map tiene con respecto a la sátira puede calificarse de interesante y confusa a la vez. Su habilidad como escritor satírico se despliega en toda su amplitud en la historia de Sadio y Galo (III, 2);106 sátira con un fuerte trasfondo moral, Galo es un caballero que se ve envuelto en dos romances: el uno, un cuento que concluye con el propio caballero y su dama viviendo felices por siempre; en el otro, en lugar de que el caballero persiga a la dama, la dama, que es la reina, persigue al caballero hasta la destrucción última de la primera. Galo es el caballero que ella persigue y Sadio el amigo que intenta, utilizando métodos algo rudos, disuadirla. Es una sátira anti- femenina que concluye con el triunfo de Galo y la exposición de la reina. En la invectiva contra las órdenes religiosas, Map, como Gerardo de Gales,

105 Brooke & Mynors xli-xlii. 106 R. E. Bennett (1941), “Walter Map´s Sadius and Galo”, Speculum 16: 34-56. 90 critica al monacato. Sin embargo, no todas las referencias a las órdenes religiosas son críticas: se habla bien de los Grandimontinos, los Gilbertinos y los Cartusianos y de hombres santos a los que él ha conocido y de los que habla con gran respeto. Pero habitualmente presenta a una orden religiosa para imprecarla, como ocurre con los cistercienses, de los que no dice nada bueno nunca. Incluso se deleita contando cómo San Bernardo no fue capaz de realizar ningún milagro. Sus ataques se centran en la rapacidad de los cistercienses:

“No es nuestro Dios como su dios … `Feliz el que piensa en el necesitado y en el pobre´; el de ellos: `Feliz el que hace a alguien pobre y necesitado´ … El nuestro dice: `Nadie puede servir a Dios y al dinero´; el suyo dice: `Nadie puede servir a Dios sin dinero´ … Tienen entre sus preceptos que habiten los lugares desérticos, a saber, o aquéllos que encuentren o los que ellos conviertan …puesto que no tienen la potestad de guiar a los parroquianos según la regla, destruyen propiedades, arrojan a los parroquianos, transforman las iglesias, no sienten aversión por derribar altares y allanan todo al surco del arado … podían mostrar inquietud al estar solos … aquéllos a los que les tocó la invasión Cisterciense saben que tienen muy próximo un exilio perpetuo”.107

Para un hombre que se preocupa por declarar que vivía tan alegremente, incluso más allá de sus medios, la avaricia es el pecado más execrable. Algunas de sus acusaciones contra los cistercienses (crear un desierto

107 I, 25. 91 donde vivir despoblando pueblos enteros) se vierten sólo para ser contravenidas por otras evidencias. El supuesto aumento de población de un lugar como Yorkshire se queda en una mera especulación.108 Existen pocas evidencias de lo que sucedió con los campesinos desplazados, pero, en el caso de haber sido todos realojados, hay que imaginar que la invectiva de Map habría tenido un gran eco entre el campesinado y los pequeños propietarios de las tierras repobladas por los cistercienses. La mayor parte de las historias de Map basadas en falsedades, en cambios en las demarcaciones territoriales o semejantes tienen paralelos en Gerardo de Gales, y es probable que se fundamenten de hecho; pero es un riesgo afirmar con rotundidad que sucedieron así.109

2.5. El texto de Sobre las minucias de los cortesanos.

Con respecto al manuscrito donde se conserva el texto de Sobre las minucias, ya se advirtió anteriormente que dicho manuscrito data del siglo XIV y que se encuentra en la Bodleian Library de Oxford (MS Bodley 851 – 3041). Es un volumen de 208 hojas que contiene la obra de Map, una antología de poemas medievales en latín de los siglos XII al XIV y un texto de Piers Plowman de cierta importancia para la historia del poema. Brooke & Mynors110 relatan que James ofrece en su edición de

108 R. A. Donkin (1960), “Settlement & Depopulation on Cistercian Estates in the 12th & 13th centuries, especially in Yorkshire,” Bulletin of the Institute of Historical Research 33: 145-165. 109 Brooke & Mynors xlii-xlv. 110 Pp. vii-xi. 92

1914 una descripción completa del volumen realizado por R. L. Poole, y que el manuscrito forma parte de los estudios de E. Faral (1922)111 y A. G. Rigg (1978).112 Éste último defiende que dos copistas o “manos”, B y C, comenzaron a transcribir la segunda parte de la antología y que un tercero, A, copió la parte primera, que contenía toda la obra de Map, continuando después con la antología, que abarcaba los ff. 7-73v, 83v-115v. Otro copista, X, con la ayuda de uno más, S, completó la antología, realizó algunas anotaciones y adiciones y copió un texto de Piers Plowman, concluyendo en un punto que corresponde al texto A, Passus VIII, 184. Este texto está más cercano a A, pero tiene características de B y C. La interpretación tradicional es que es un texto bastante corrompido de A, y reconstruido en parte de memoria, en parte por invención del escriba. Una interpretación más reciente defiende que es la primera versión del poema, anterior a la que se conoce como texto A.113 Por tanto, parece difícil que el texto sea una unidad tal

111 F. Madan & H. H. E. Craster (eds.) (1922), Summary Catalogue of Western Manuscripts in the Bodleian Library at Oxford, vol. II, nº 3041 (Oxford), pp. 574-576. 112 A. G. Rigg (1978), “Medieval Latin Poetic Anthologies (II)”, Medieval Studies 40: 387-407. 113 Para la interpretación tradicional: G. Kane & E. T. Donaldson (eds.) (1975), Piers Plowman: the B version (Londres), pp. 14- 15, n. 95; Rigg 1978: 401-402. Según esta interpretación, el manuscrito sería posterior a la conclusión del texto C, que se adscribe en otros aspectos a una fecha anterior a 1388 en la edición de D. A. Pearsall del texto C (Londres, 1978, p. 9), y en la edición de Everyman de A. V. S. Schmidt de la versión B (Londres, 1978, pp. xv-xvi). La interpretación más reciente es defendida por A. G. Rigg y Charlotte Brewer (Piers Plowman: The Z-version. Toronto, 1982) y para la conclusión de Piers Plowman: Rigg 1978: 401. 93 y como se conserva; además, el destacado ex libris sobre el f. 6v se adhirió al conjunto de los ff. 7-141. “Este libro está custodiado por el hermano Juan de Gales, monje de Ramsey” se inscribe dentro del ámbito de un río que fluye y un retrato sugerente de San Cristóbal intentando cruzarlo. Aunque esto forma un bifolio separado, la unidad de lo que sigue y la mano de quien rubrica parecen mostrar que Juan de Wells era el que custodiaba toda la obra de Map, así como, probablemente, la antología y el comienzo de Piers Plowman. Se tiene noticia de un monje famoso de Ramsey a finales del siglo XIV llamado John of Wells (Juan de Wells), erudito del Gloucester College de Oxford y oponente de Wyclif. Murió en Perugia en 1388 en una misión para el cabildo inglés de los Monjes Negros.114 El ex libris implica un hombre de valía y, como no hay evidencia de otro monje de Ramsey del mismo nombre, la identificación parece muy probable. Se ha dudado sobre el aspecto de que haya elementos del siglo XV en el manuscrito.115 Pero los ff. 74v-75, 76v, donde aparece el poema sobre la ejecución del arzobispo Richard Scrope en 1405, son una adición por obra de otra “mano”, Y, y la otra sección posible del siglo XV es la posterior parte de Piers Plowman, ff. 141-208, que es por su parte una adición. Brooke considera razonable que De Nugis, así como gran parte del manuscrito que se posee, por lo menos pertenezca a John of Wells, erudito de Oxford y monje de Ramsey; que el manuscrito se compilase antes de 1388 o incluso mucho antes y al que se

114 James 1914: xi-xiii; A. B. Emden (1959), A Biographical Register of the University of Oxford to A. D. 1500, vol. 3 (Oxford), p. 2008; Rigg 1978: 392-394. 115 Emdem 2008. 94 añadiesen escritos de otro monje de nombre Ramsey, procedente de dicho lugar o de Oxford.116 A pesar del encanto del “ex libris”, no se considera un libro atractivo y en ocasiones el texto de Sobre las minucias es difícil de descifrar; además, el texto sufrió en determinados momentos la pérdida de uno o más folios. Aunque se denota la existencia de una serie de lecturas inciertas, el texto tal y como existe resulta satisfactorio, al menos desde el punto de vista de que el manuscrito refleja de manera bastante fehaciente el estado de confusión en que el autor utiliza los materiales. El libro parece ofrecer variantes textuales, lo cual supondría la existencia de otro manuscrito y que dichas variantes se copiaron en un manuscrito primigenio: en todo caso, no parecen ayudar a descubrir los pasajes más corruptos. El texto de Map ocupa los ff. 7-73v, consistentes en seis manos de doce hojas, numeradas del iii-viii por una mano del siglo XV; tras el f. 7 hay una hoja perdida y los ff. 74-77v están vacíos originariamente. Los capítulos 3 y 4 y el comienzo del 5 de la IV ya habían sido publicados, como advierte el autor por separado y de manera anónima bajo el título de Disuasión de Valerio al filósofo Rufino de que no tome esposa. En este estado, y como parte de la tradición medieval de atacar al sexo femenino,117 tuvieron un enorme éxito, como lo demuestra la existencia de numerosas copias que circularon en la época en Inglaterra y en Francia, así

116 Sobre las evidencias que unen al manuscrito con Oxford: A. G. Rigg (1979), “Medieval Latin Poetic Anthologies (III),” Medieval Studies 41: 473-474 (nº 8); 501-505. 117 P. Delhaye (1951), “Le dossier anti-matrimonial de l´adversus Iovinianum et son influence sur quelques écrits latins du XIIe siècle,” Medieval Studies 13: 79-83. 95 como el hecho de que el opúsculo fuese incluido en las primeras ediciones de las obras de San Jerónimo. En todo caso, no hay que olvidar que el texto de la Disuasión fue objeto de corrupción y de corrección, hasta el punto de que casi todos los manuscritos no tienen utilidad para el estudioso de Map. En parecidos términos se puede hablar de los comentarios adyacentes a estos capítulos escritos durante el siglo XIV, de los cuales James118 ofrece un listado de cinco.119 Aquí se mencionan siete copias del siglo XIII de la Disuasión:  British Library, Add. 34749 (anteriormente Phillipps 1056), f. 75 – procedente de Waltham (A).  British Library, Arundel 14, f. 27v (B).  British Library, Royal 8 C. IX, f. 103 – procedente de Reading.  Oxford, Bodleian Library, Bodley 728 (2704), f. 93 – procedente de Carlisle.  Oxford, Bodleian Library, Digby 67, f. 80.  Cambridge, Trinity College, O. 7. 7 (1335), f. 64v.  Londres, Lambeth Palace 550, f. 83v (con imperfecciones al final). De estos, el MS Waltham llama la atención, no sólo por su fecha temprana, sino porque delata conocer el nombre del autor y así sugiere alguna conexión con el mismo, pues el título es: “Epístola del maestro Walter

118 1914: xxxi-xxxviii. 119 Brooke & Mynors xlv-xlviii. R. J. Dean (1950), “Unnoticed Commentaries on the Dissuasio Valerii of Walter Map,” Mediaeval and Renaissance Studies 2: 128-150. 96

Map a cierto amigo suyo que se dice que quiere desposarse”. De hecho, este librito tiene el mejor texto de todos ellos. Junto a él está Arundel 14, que no parece ser posterior a 1220. De las otras cinco (de las cuales sólo las copias de Digby y Trinity fueron usadas por James en su edición) se ve cómo el texto comienza a alterarse y cómo se introduce la “vulgata” medieval que difiere en tantos puntos de los que Map escribió y del sentido que demanda.120

120 Brooke & Mynors xlviii. 97

3) La sátira medieval.

3.1. Evolución de la sátira desde la antigüedad hasta la Edad Media.

Ya comentamos al comienzo de este libro el origen y las características esenciales de la sátira y cómo los propios latinos defendían entonces que la sátira era eminentemente romana. En estas líneas, simplemente podemos completar diciendo que en la literatura griega había elementos que se podrían asociar a las características de la sátira latina: en la épica, con la mezcla a veces de lo heroico y lo bajo o de lo cómico y lo trágico, en Eurípides, en algunas de cuyas situaciones trágicas lo cómico emerge, o tras la desaparición de la comedia griega y romana, cuando se conservaron el mimo y la pantomima y se introdujeron elementos cómicos en la prosa y la poesía. Pese a que el origen y características de la sátira se encuadran perfectamente en el contexto latino, las definiciones que los críticos modernos ofrecen del género distan de algún modo de los cánones antiguos. Para K. R. Scholberg121, la sátira

“No es un género literario, porque se sirve de todos ellos. Puede usar la forma, y hasta la lengua, de la poesía lírica e igualmente de la poesía épica. Se presenta en verso o en prosa. Puede aparecer en novela o en teatro. Así para que una obra se considere satírica no importa el género, sino la actitud y

121 K. R. Scholberg (1968), Sátira e invectiva en la España Medieval (Madrid), p. 9. 98 propósito del escritor y cierta visión sardónica. La sátira es un ataque, puede ser muy suave o ferocísimo”.

La crítica moderna también opina que la sátira es un género abierto, múltiple, susceptible de atacar los vicios de los hombres y de ridiculizarlos; así, se emparenta de algún modo con la Comedia Antigua. Los tres elementos que configuran la sátira son la ironía, la moralidad y el humor; los dos últimos resultan imprescindibles, lo cual es confirmado por N. Frye122, para quien no toda la ironía es satírica, pues es necesario que se reconozca la actitud del autor. A. Kernan123 sigue el patrón clásico al dividir la sátira en formal, que ataca en primera persona, coincide con la invectiva personal y está escrita en hexámetros, y menipea, que está escrita en tercera persona y en la que el ataque se realiza al amparo de una fábula, que es mezcla de verdad y fantasía. Una última definición que se puede aplicar tanto a la sátira antigua como la moderna la proporciona G. Highet124:

“Sátira es un fragmento en verso, o en prosa mezclada con verso, de regulares dimensiones, escrito con gran variedad estilística y temática, pero casi siempre caracterizado por un abundante empleo del lenguaje coloquial, la frecuente intromisión de la

122 N. Frye (1957), The anatomy of criticism (Princeton), pp. 223- 239. 123 A. Kernan (1971), “A theory of satire”, en R. Paulson (ed.), Satire (Princeton, New Jersey), pp. 249-277. 124 G. Highet (1954), La tradición clásica. Influencias griegas y romanas en la literatura occidental, vol. II, trad. A. Alatorre (México), pp. 29-30. 99 personalidad del autor, su predilección por el chiste, el humor, la ironía, descripciones vívidas y concretas, chocante obscenidad de temas y lenguaje, un tono de improvisación, alusiones tópicas, y la intención general de corregir a la sociedad exponiendo y fustigando sus vicios y necedades. Su esencia se resume en la palabra “spoudoguéloios”, es decir, “decir, en chanza, la verdad”.

3.2. La prosa satírica medieval.

En época medieval se escribieron numerosas obras que, más que ser satíricas intrínsecamente, tenían la intención de serlo, puesto que no se adaptaban a los modelos clásicos. No había una distinción clara entre el propósito satírico y el didáctico y se elegía el latín antes que las lenguas vernáculas. De hecho, los eruditos, que estaban capacitados para llevar a cabo la crítica de obras, utilizaban en su investigación giros de pensamiento y expresiones de autores clásicos sin necesidad de traducirlos. La influencia de la sátira latina en verso en la Edad Media viene dada por las lecturas generalizadas de los dos satíricos más importantes, Horacio y Juvenal125, lo cual dio origen a la dicotomía del género, atendiendo a la división propuesta por Scholberg126: por un lado, la tendencia horaciana (“decir en chanza la verdad”), cuyo objetivo es inducir a la sonrisa ante las flaquezas humanas; por otro lado, la línea que sigue Juvenal,

125 M. T. Callejas Berdones (1999), “Sátira romana y literatura española: algunos ejemplos de pervivencia”, en A. M. Aldama Roy et al. (eds.), La Filología Latina hoy. Actualización y perspectivas, vol. II (Madrid), pp. 809-816. 126 Pp. 10-11. 100 donde se destaca la indignación moral, el desprecio por los vicios y la corrupción de los hombres y cuyo pretensión es herir y destruir. Los investigadores tienden a pensar que en la Edad Media la sátira es el vehículo de expresión de composiciones de tipo jocoso, de escarnio, sátira de costumbres y de vicios, de tipo moral, etc. Como el conocimiento del griego era escaso en época medieval, las sátiras menipeas o diatribas helénicas no fueron tomadas en consideración. Por lo que respecta a las romanas, el texto mejor conservado, aunque de manera incompleta, fue la Apocolocyntosis de Séneca, ya que de Varrón se han conservado sólo fragmentos. El manuscrito más antiguo de la obra de Séneca data del siglo IX127, por lo que la sátira latina clásica no fue decisiva en la medieval y esta se tuvo que abrir camino a base de denunciar algunos aspectos de la vida de la época. Los modelos de imitación tanto en los autores medievales como modernos son escasos debido a la casi inexistencia de autores de sátira en prosa en época clásica, fenómeno que dio lugar a la parodia de géneros. En la literatura moderna hay numerosos ejemplos, como Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift, las parodias de libros de caballería, la más famosa de las cuales es la del Quijote cervantino, o invectivas políticas, eclesiásticas (como el Diálogo de las cosas acaecidas en Roma de Diego Valdés, donde se ridiculiza los acontecimientos políticos de la

127 L. D. Reynolds (ed.) (1983), Texts and Transmission. A Survey of the Latin Classics (Oxford, Clarendon Press); C. F. Russo (1971) Divi Claudii. APOKOLOKYNTŌSIS. Introduzione, testo critico e commento con traduzione e indici (Firenze); S=St. Gall, s. IX-X; V=Valenciennes, s. IX. 101

Europa del s. XVI), sociales, etc. En época medieval, y más aún en la Alta Edad Media, no existe nada parecido a esto, y es que los ejemplos de prosa satírica en latín son inexistentes, al menos en términos generales. Sin embargo, ciertos estudios parciales avalan la existencia de formas de sátira128. La extensión de dicho material no es muy grande, pero hay que contar con el que se ha perdido o el que todavía no ha sido estudiado. Por el hecho de estar escritas en latín o por tener una forma que no ha llamado la atención de los investigadores, se conoce la existencia de libelos de carácter panfletario que tienen la apariencia de sermones, hagiografías, miracula o translationes con claras dosis de sátira. Se caracterizan por ser parodia de géneros literarios o por atacar a personajes concretos, como ocurre con los escritos de Rathier129. Entre los s. XI y XII, según observa Ghellinck130, proliferan escritos polémicos denominados “investiduras” (Ghellinck los llama “littérature polémique des Investitures”), recogidos en su mayoría en los Monumenta Germaniae Historica. En esa época, las circunstancias políticas y religiosas influyen

128 J. de Ghellinck (1939), Littérature latine au moyen âge (París); M. Hélin (1972) La littérature latine au moyen âge, (París); E. R. Curtius (1976), Literatura Europea y Edad Media Latina, trad. M. Frenk Alatorre y A. Alatorre (Madrid); Scholberg 1968; J. L. Moralejo (1980), “Literatura hispanolatina (s. V-XV)”, en J. M. Díez Borque (coord.), Historia de las Literaturas Hispánicas No Castellanas (Madrid: Taurus), pp. 15- 137; F. Rico (1969), “Las letras Latinas del s. XII en Galicia, León y Castilla,” Ábaco 2: 9-91. 129 Rathier de Verona, personaje polémico que vivió en el siglo X en Francia e Italia, escribió unas Cartas de tono burlesco. 130 Op. cit. 102 en la cultura europea (surgimiento de centros culturales religiosos como Francia, Alemania y Norte de Italia tras el renacimiento carolingio, corriente reformadora del monasterio de Cluny). Estos hechos provocan controversias a partir de los ataques al papado (Gregorio VII, Urbano II, …) y a la jerarquía eclesiástica (Ghellinck habla de que los personajes más citados son los cardenales Damián y de Blanche- Selve y los “papabili” d´Ostie, Lyon y Lucques). Los escritos intentan denunciar la corrupción eclesiástica y política en general y de las órdenes religiosas y del Sacro Imperio Germánico en particular. La temática que aflora en ellos se basa en el exceso de poder otorgado a las altas jerarquías, el abuso, la recomendación, el interés en los nombramientos eclesiásticos, el concubinato, la simonía o las relaciones con Roma. Con la adaptación de la iglesia al régimen feudal europeo, los obispos y abades se convirtieron en señores feudales en sus dominios, imponiendo así penas espirituales. Por un lado, los súbditos de un gobernante excomulgado no estaban obligados a obedecerle, pero, por otro lado, los dignatarios eclesiásticos debían recibir la investidura de su señor y estaban subordinados dentro de la jerarquía feudal. Estas interferencias en el poder causaron la “lucha de las investiduras”, que fomentó la creación literaria y cronística y que, además, fue el primer gran conflicto entre el Pontificado y el Sacro Imperio Romano Germánico, que se mantuvo entre 1054 y 1250. La reforma emprendida por el papa Gregorio VII en la segunda mitad del s. XI pretendía evitar los intentos de sometimiento por parte de los príncipes europeos. Para ello, prohibió a los seglares otorgar la investidura 103 eclesiástica y amenazó con la excomunión a cualquiera que la aceptase. El emperador Enrique IV no aceptó tales premisas e intentó deponer al Papa con la ayuda de sus obispos, por lo que fue excomulgado y perdonado posteriormente, pero volvió a rebelarse contra el pontífice, el cual acabó huyendo a Salermo, donde murió en 1085. Este ambiente tan polémico es el que se desarrolla en este tipo de literatura; en Alemania se desarrolla en Lotaringia, en el sur del país y en las sedes episcopales de Constanza y Salzburgo. En ellas la diversidad de opiniones y autores es lo que predomina: a favor del papado destacan Gebhard de Salzburgo o Bernold de Constanza y en contra Hugues Candidus o Waleran de Naumburg, quien defendía el matrimonio de los sacerdotes o la investidura laica. Por su parte, en Francia aparecen escritos de Yves de Chartres, Geoffrey de Vendôme o Hildabert de Lavardin y en Inglaterra autores como Anselmo de Canterbury o Thomas Beckett. Los géneros literarios propios de este tipo de literatura abarcan la crónica historiográfica, la epístola didáctica, el panfleto versificado, el libelo, el tratado o la parodia de una translatio o “traducción” de reliquias como La Garcineida. El valor literario de las mismas se minimiza a favor de la denuncia y defensa de la verdad, utilizando para ello un elemento esencial en la sátira: el ataque a una sección de la sociedad.

3.3. La poesía satírica medieval.

La sátira en verso en época medieval se desarrolla como lírica latina principalmente desde el s. XI, pero su mayor momento de auge es el Renacimiento del s. 104

XII. Los ejemplos más importantes de poesía satírica o paródica son los poemas de los goliardos y en especial los que se encuentran en el códice CLM 4660 de la Staatsbibliotheck de Munich, los carmina burana. La poesía lírica latina del momento refleja la unidad cultural que se desarrolla en Europa en esa época y que tiene como marco de referencia social el régimen feudal. Se pueden destacar como hechos fundamentales el esplendor del imperio alemán con Federico I Barbarroja a la cabeza y también con sus descendientes Enrique IV y Federico II, cuyo poder se extiende por Francia e Italia (Borgoña, Sicilia, …); el también esplendor de los reinos de Francia e Inglaterra, unidos por la influencia de Enrique II Plantagenet de Inglaterra; la influencia del papado, ejemplificada por Inocencio III (1198-1216), con la reforma cluniacense de la vida monástica, el impulso de las cruzadas, la vocación universalista del pontificado y el desarrollo del arte románico, que contribuyó tan decisivamente en la unidad cultural europea; el desarrollo de las clases sociales dentro del espectro feudal y significativamente el de la burguesía en las ciudades, favorecida por la monarquía como freno a la nobleza feudal. Del mismo modo, ello incentivó el comercio, la artesanía y la agricultura, en una palabra, la reactivación de la economía; paralelo al mundo de señores feudales y caballeros, se desarrolla la lírica trovadoresca y el amor cortés; al mundo escolástico de la clerecía y los intelectuales, que se van separando paulatinamente de las abadías y escuelas catedralicias para acudir a las ciudades y las universidades, corresponde el estudio de las ciencias y de las letras que se estudian en latín y también otras

105 manifestaciones literarias, como por ejemplo la lírica latina goliardesca. Así mismo, habría que resaltar que en esta época proliferan las traducciones del griego y el árabe, los tratados filosóficos y de teología escolástica, de derecho, las crónicas de las cruzadas, las historias de los reinos particulares, los estudios de las artes, y también se generalizan la poesía sacra y profana, de tipo amoroso, escrita en lengua latina o vernácula. Los ejemplos más significativos de lírica no latina se encuentran en la poesía trovadoresca, los Minnesinger (que es la versión germánica de la poesía lírica cortés) y las cantigas de amigo galaico portuguesas; en la lírica latina, sobresalen las colecciones de poemas anónimos o semianónimos como los Carmina burana, los Carmina Cantabrigiensia o Cancionero de Cambridge, llamados así por el lugar donde se conserva el manuscrito que los alberga y en el que se hallan canciones profanas y religiosas; los Carmina Arundeliana, conservados en un manuscrito de Arundel de la British Library y que contiene obras religiosas y profanas, junto a 28 poemas latinos de metro variado y de temática religiosa, satírica y amorosa; otras colecciones menores como Vaticana, Basilea, Laurenziana, Florilegio mixto de Thomas Bekynton, etc.; los llamados Carmina Rivipullensia, conservados en el monasterio de Ripoll, con 20 poemas amorosos y varios textos en prosa y de autor anónimo131.

131 P. Dronke (1995), La lírica en la Edad Media (Barcelona: Ariel); J. L. Moralejo (ed.) (1986), Cancionero de Ripoll. Carmina Rivipullensia (Barcelona: Bosch). 106

4) Sobre las minucias de los cortesanos en el marco de la sátira medieval.

4.1. Sobre las minucias como sátira medieval.

En el artículo, ya mencionado132, dedicado a Walter Map, R. Levine destaca cómo ciertos errores a la hora de atribuir una serie de obras a Map implican una verdad a medias. Por ejemplo, la obra en prosa Lancelot, ya que él escribió una obra sobre la vida en la corte, o los poemas satíricos latinos, ya que él también escribió en un latín elegante y moderno y se le considera un hombre malhumorado. Otras opiniones tienden a confirmar que Map y Sobre las minucias son un autor y una obra claramente medievales. James dice que Sobre las minucias de los cortesanos es la obra más habitual de un “buen tertuliano para después de cenar”133. Rigg aprecia este comentario e incluso añade que Walter Map “tenía el gusto de lo extraño y lo macabro de un Poe, el humor negro de una Evelyn Waugh”.134 Estas opiniones concuerdan con lo que el propio Map defiende en III, 1, al describir su obra como “innoble y llena de anodinas ineptitudes”, algo aplicable a aquellos que necesitan apartarse temporalmente de los estudios filosóficos y de las Sagradas Escrituras:

“Cuando los funcionarios de palacio descienden de sus obligaciones palaciegas, cansados de la inmensidad de las pompas reales, les complace

132 Levine 91-105. 133 P. xlv. 134 Rigg 1985: 177. 107 inclinarse ante las charlas de los humildes y llevar con animosidad el peso de los pensamientos serios. Con ello te puedes sentir complacido, cuando te recobras de la filosófica o bien divina página de algún consejo, o bien oir o leer de este volumen las innobles y anodinas ineptitudes por obra de la recreación y del juego”.

Estas líneas ofrecen una visión de la combinación de convenciones literarias medievales, ninguna de las cuales parecen estar basadas en la sinceridad. Pero la mezcla de humildad con el sentido de literatura como juego, o de seriedad y diversión, confirma, como defienden algunos estudiosos135, que Sobre las minucias es una obra característica como tantos otros textos medievales. Sin embargo, no todo lector medieval era receptivo a las múltiples posibilidades que ofrecía la mezcla de juego y seriedad. Dos de los contemporáneos de Walter Map, el subprior W. Bothewalt y Gerardo de Gales, ponen objeciones al modo de escribir de aquél136. El primero acusaba en su inventiva a Map de producir engañosas e indecorosas nugae o “minucias”;137 Por su parte, Gerardo de Gales, que siente profunda admiración por Map, le aconseja que

135 Curtius 1976; J. Suchomski (1970), Delectatio and Utilitas (Nueva York). 136 Levine no menciona el nombre del canónigo y subprior de St. Frideswide, como lo hacen Brooke & Mynors (1994: xxxii) y L. Thorpe (“Walter Map and ,” Medium Aevum 47, 1 (1978): 7). 137 Wright (1841: xxxv-xxxvii) recoge en su obra el texto de W. H. Black (Catalogue of the manuscripts bequeathed unto the University of Oxford by Elias Ashmole, 1845, pág. 1042, MS. 1281, item 18). 108 se aparte de la literatura y que se concentre en la teología. Levine desgrana aquellos aspectos que hacen de Sobre las minucias una obra eminentemente medieval:  La utilización de un lenguaje rebuscado y complejo. Levine cree que la excesiva elaboración retórica en el uso del lenguaje es una muestra de cordura que recuerda un tipo de ejercicio retórico narrado en verso (comoediae o “comedias”) que fue popular en los siglos XII y XIII138. Estas composiciones atraían la atención de estudiantes adolescentes por tratar temas como la violencia y el sexo.  Junto a la violencia y el sexo, la banalidad es otro de los elementos esenciales en la literatura

138 Suchomski, 1970: 125; R. Glendenning (1986), “Pyramus and Thisbe in the Medieval Classroom”, Speculum 61: 51-78. James (1994: 294, n. 4) llama la atención sobre las semejanzas entre Sobre las minucias y las “comedias” como textos retóricos y cómo Matthew de Vendôme, en Lydiae Comoedia o “Comedias de Lydia” y Walter Map utilizan de manera semejante la tríada Penélope-Lucrecia-Sabina. Los chistes y el vocabulario sobre los genitales son habituales, según Suchomski, en las “comedias” y, de hecho, la historia de Píramo y Tisbe, recreada por diversos autores medievales, ha dado lugar a interpretaciones bien distintas a la versión más famosa de Ovidio. Con respecto a dichas interpretaciones: J. W. Spisak (1984), “Chaucer´s Pyramus and Thisbe”, The Chaucer Review 18, 3: 204-210; S. Delany (1987), “The Naked Text: Chaucer´s Thisbe, the Ovide Moralisé, and the Problem of Translatio Studii in The Legend of Good Women”, Mediaevalia 13: 275-294. Sobre las diversas interpretaciones que se dieron en la Edad Media a los mitos clásicos: J. M. Gutiérrez Arranz, El mito clásico y su evolución formal en la Edad Media: Geoffrey Chaucer (tesis doctoral), 2 vols. (Alcalá de Henares), 2001 (sobre Píramo y Tisbe: vol. II, pp. 1091-1110). 109

popular medieval. El tema de la banalidad es una estrategia retórica conectada con la incompetencia y lo que Curtius llama el “topos” de la humildad. Dicho autor se aleja del uso satírico del “topos”, uso que Map sigue como parte de su diatriba en contra de la corte, a la que compara con el infierno. Para Map, a ojos de la corte, no hay poeta que pueda demostrar su competencia; además, debido a la complejidad y duplicidad de la vida en la corte, Map contrasta dos cortes del mismo modo en que San Agustín contrastaba las Dos Ciudades. Su propia humildad la proclama acudiendo a la respuesta humilde que Jeremías da a Dios (“soy un niño y no sé hablar”), mientras se compara a sí mismo con Tántalo y su sufrimiento en el infierno:

“Todos habéis oído hablar de cortes agitadas además de aquélla única a la que somos atraídos. La ciudad que el Señor rige mantiene la paz y aquélla “permanente” nos promete esa paz. Y a mí, un cortesano, mi queridísimo Geoffrey (no digo alegremente: “Soy niño y no sé hablar”, pero insisto) atado a esta corte así descrita en realidad y confinado en ella me mandas filosofar sobre ella: ¿a quién confieso que yo soy el Tántalo de este infierno?” (I, 10).

 Una variación del “topos” de la humildad sucede cuando Map acude a una anécdota tomada del Antiguo Testamento para castigarse a sí mismo. La analogía que produce entre su propia posición y la de Balaam y su asno le resulta complicada cuando él se compara con un asno y a Geoffrey

110

(personaje al que suele dirigirse a lo largo de Sobre las minucias) con Balaam y viceversa:

“Crees que yo apremio a Balaam con los estímulos con los que azuzó hablando a una mula. ¿Con qué otros estímulos se podrían inducir a alguien a la poesía? Y aún más temo que me abata por la insensatez al contrario que la mula y a ti al contrario que Balaam, que, hasta que me obligues a hablar, empiece a rebuznar, como si ella hablase en lugar de rebuznar y me hicieras asno en lugar de hombre, al que debieras hacer poeta. Sin embargo, me haré asno por ti, porque lo mandas: en caso de que, rebuznando, la ignorancia me vuelva ridículo, cuídate de que el menosprecio de tu orden no se muestre impudente” (I, 12).

 Una variante macabra del “topos” de la humildad aparece al final de la Disuasión de Valerio, junto con una variación sobre el “topos” “no moriré del todo”. Mientras comenta sobre la situación de la literatura en su tiempo, Map predice su propia inmortalidad basada en la incompetencia propia y en la de sus lectores:

“Cuando me haya podrido, entonces el libro alcanzará su zénit, y mi muerte suplirá cualquier defecto descubierto en él, y en la más remota posteridad la antigüedad me convertirá en una autoridad, porque entonces como ahora el cobre viejo se preferirá al oro nuevo. Será una época de simios, como ahora, no de hombres … Sólo de ello me enorgullezco, que he sido protegido por la envidia; nada puede encontrar en mí que sea digno de 111 morderse. Ningún perro roe un hueso seco, ninguna sanguijuela se agarra a una vena vacía. Mi estilo soso y sin sangre se librará sólo por mi ineptitud” (IV, 5).

 Con respecto al tema de la sexualidad, Levine comenta lo que parecen vaivenes en el tratamiento que Map hace de las mujeres, la homosexualidad y la heterosexualidad. Su actitud hacia la heterosexualidad se puede comparar con la que ofrece Walter de Châtillon en su Sátira VIII, en el sentido de que ataca el comportamiento heterosexual y muestra una tolerancia por el homosexual semejante al de la respuesta de Dios en dicha sátira de Châtillon:

“Por ellos conocemos a muchos que practica la sodomía, que no aprecian a las diosas, sino que aman a los dioses, pero de cuantos reos se encuentre de esta especie, el que habita en los cielos, se reirá de ellos”.139

 Como el Dios de Châtillon, Map se ríe del comportamiento homosexual; lo que se debe curar por el proceso que Levine llama “de cauterización lingüística” es el deseo, no de toda actividad erótica, sino de la actividad heterosexual, que, a lo largo de Sobre las minucias, se condena o aparece como horrible, vulgar y aborrecible.  La temática antifeminista en la Edad Media suponía oscilar entre lo detestable y lo cómico. A partir de lo que ofrece Map en la Disuasión, Map

139 K. Strecker (ed.) (1929), Moralische-Satirische Gedichte Walters von Chatillon (Heidelberg), p. 102. 112

pretende apartarse de las ideas iniciales de San Jerónimo y lo hace140 criticando sistemáticamente a las mujeres. Aunque desde el punto de vista del decoro clásico los asuntos eróticos son normalmente tratados de manera cómica, Map los altera añadiendo elementos horrendos y oscuros a la escena heterosexual, mientras que los elementos cómicos aparecen en las anécdotas de carácter homosexual. Las asociaciones negativas de tipo tradicional con las mujeres sirven para describir los horrores de la vida en la corte: Fortuna es una mujer y Codicia es la dama de la corte, cuya existencia amenaza la felicidad (I, 1).141 Otro de los elementos que hay que comentar para confirmar que Map es un autor eminentemente medieval es su adscripción como autor goliardo. Los goliardos son, un grupo de “desplazados”, reunidos en núcleos urbanos, en su mayor parte de nombre anónimo (aunque se conoce el nombre de algunos de ellos: Hugo de Orleáns, Walter de Châtillon, el Archipoeta o el propio Walter Map), en cuya literatura, escrita en latín, se critica duramente el poder y la capacidad de corrupción en el seno de la Iglesia. Por su parte, Rigg142 cree que la palabra “goliardo” describe un abanico de poesía latina medieval, en el que se incluiría la sátira, la invectiva personal, canciones entonadas mientras se bebe, etc. Rigg analiza los diferentes pseudónimos que han permanecido como “fantasmas” de escritores goliárdicos, que en unos casos son personajes reales y

140 Delhaye 1951: 79-83. 141 Levine 1988: 91-98. 142 A. C. Rigg (1977),“Golias and other pseudonyms”, Studi Medievali 3rd ser., 18, 1: 65-109. 113 en otros ficticios. Rigg recuerda que el estudio de estos pseudónimos se ha orientado por dos vías: la biográfica y la sociológica; en la primera, hay que destacar a Wright143, que comenta las referencias que Gerardo de Gales hace a Walter Map. De entre las atribuciones a “poetas” goliárdicos, la que se ha identificado con mayor asiduidad con Walter Map es la de “Golias”. Según Rigg, no hay constancia de que este nombre pertenezca a personaje histórico vivo, y es por ello por lo que ciertos investigadores han apartado la palabra “Golias” como categoría semántica de Primas y Archipoeta. Flacio Illirico identifica a Walter Map con Golias.144 Al final de uno de los manuscritos en los que se aloja el poema Sobre el hecho de no tomar esposa (B.M. Addit. 21243, s. XV, Kenilworth), también aparece esta identificación. En esta ocasión, como en otras, según Rigg, el nombre del durmiente es Gawain. En el Codex Buranus, se puede leer un texto de Gerardo de Gales mencionando el pseudónimo de Golias.145 En una de las obras de Gerardo de Gales, El espejo de la Iglesia, Gerardo cuenta varias anécdotas sobre Walter Map. Lo conociese o no, lo diferencia del Golias a quien él atribuye aquí el poema Confesión y una versión corta de Cuídeme de los vicios. Gerardo también diferencia a Golias de otros autores satíricos medievales: en un pasaje inmediatemante anterior al citado atribuye a esos autores satíricos sin nombre Roma roe la mano,

143 Wright 1841. 144 F. Illirico (1557), Varia doctorum piorumque virorum de corrupto Ecclesiae statu poemata (Basilea), sig. i 3r. 145 A. Hilka et al. (eds.) (1930-1970), Carmina Burana (Heidelberg), nº 42, I, 1, p. 79. 114 el pareado Que no lleve plata y el poema contra el papa Lucio III Lucio es un pez. La tradición de adscribir poemas Golias a Walter Map data del siglo XV. De los poemas que aparecen en las tablas elaboradas por Rigg cuya autoría sería la de algunos de los pseudónimos de goliardos, sólo dos de ellos, Apocalipsis y Sobre el hecho de no tomar esposa, se les atribuye esa autoría en manuscritos medievales; Map aparece como autor de ambos en el Bodley Add. A. 44, como autor del primero en el Rawlinson B. 214 y en el Bodley 496 y como autor del segundo en el Trinity College, Cambridge, 0.9.38. Con su idea de considerar permanentemente a Map como autor de gran parte de los poemas goliárdicos, los anticuarios Flacio Illirico y John Bale ejercieron en las atribuciones posteriores que llevaron a cabo otros anticuarios: la autoridad de Bale se cita como esencial en el Corpus Christi College, Cambridge, MS 450, para confirmar la autoría de Map del Apocalipsis. Pero, según Rigg, lo que sí parece cierto es que Map no escribió ninguno de los poemas que se le adscriben, entre otros buenos motivos por problemas de datación y porque en cualquier caso parece improbable que su autoría no hubiese sido mencionada por Gerardo de Gales. Lo único que parece cierto es que fue autor de Sobre las minucias; por lo demás, Lehmann146 establece una lista de poemas que Map probablemente escribió, ninguno de los cuales forma parte del corpus goliárdico:

146 P. Lehmann Mittellateinische Verse in Distinctiones monasticae et morales, en Münchener Sitzungsberichte, Munich, 1922. 115

 194: Quien escapa del clero (Distinciones monásticas III 472: Walter de apellido Maph).  2719: ¡Oh tú, Cristo del cáliz! (Distinciones monásticas II 486: Walter Map).  6799: Fieles fuertes (en Sobre las minucias).  7102: Gozo porque estoy sano (MS Digby 53: en la primera línea se lee Walter Map al clérigo del rey Hamelin, que rima con la segunda línea).  10101: Lanza de Longino (citado por Bothewald en su ataque a Map).  11480: Si evitas el dinero (en Sobre las minucias).  20236: En versos impares (citado por Gerardo de Gales). La razón por la que a Map se le atribuyen un número tan alto de poemas goliárdicos es, para Rigg, que editores y escribas del s. XV no apreciaban la etiqueta de anónimo. Los anticuarios tardo-medievales preferían asignar a todo poema un autor, siendo esencial el hecho de que fuese famoso. Los sueños- visión relacionados con el amor, por ejemplo, fueron atribuidos por lo general a Chaucer en la generación posterior a su muerte; las obras devocionales en lengua vernácula a Richard Rolle, del mismo modo en que anteriormente se había otorgado el título de autor a Agustín de tratados teológicos. Por la información que de él proporciona Gerardo de Gales y por el posible conocimiento que tuviera de Sobre las minucias, Walter Map había adquirido una reputación como poeta con un fuerte carácter anticisterciense, por lo que era el aspirante a autor más apreciado de sátiras antieclesiásticas al que no se le debía tratar con la indignidad del anonimato. Aun así, se sabe que en la

116

Edad Media había habido numerosos poetas satíricos que escribían en latín, por lo que aún habría que preguntarse por qué entonces era Map el elegido. La respuesta al enigma que ofrece Rigg procede del mismo nombre Walter o Gauterus, que había venido a ocupar el mismo lugar de preferencia semantico que Golias, es decir, un pseudónimo apropiado para un tipo particular de poesía y de sátira.

4.2. La sátira latina clásica en Sobre las minucias de los cortesanos.

Una lectura pormenorizada del texto de Walter Map nos permite identificar elementos de la sátira latina clásica que aparecen de dos formas que podemos calificar de antagónicas y complementarias a la vez: por un lado, las referencias directas a textos de poetas satíricos clásicos que aparecen fielmente o ligeramente alterados con respecto al original; por otro lado, se advierte en el contexto de determinadas historias narradas por Map el aroma de ciertos relatos que los satíricos latinos contaban para satirizar a personajes de sus respectivas épocas.147 Con respecto al primer grupo de referencias, reproducimos aquí las mismas:

147 Este análisis comparativo entre la obra de Map y la de los satíricos latinos clásicos está en parte desarrollado en dos trabajos anteriores: “Elements of Latin Satire in Walter Map´s De nugis curialium,” F. J. Cortés et al. (eds.) (2000), Variation and Variety in Middle English Language and Literature (Barcelona: Kadle Books), pp. 47-54; “Elementos de la sátira latina en De Nugis Curialium de Walter Map,” en J. F. González Castro & J. L. Vidal (eds.) (2001), Actas del X Congreso Español de Estudios Clásicos, vol. III (Madrid), pp. 611-618. 117

1) I, 3. En la comparación inicial que Map hace entre la corte y las regiones infernales, aparece el personaje de Tántalo, ya que, para él, muchos aspiran a las riquezas de otros sin alcanzarlas y “otros semejantes fallar ante las cosas que pueden conseguir al emprender su conquista”. Map recuerda aquí dos versos de Horacio alterándolos ligeramente (I, 1, 68- 69):148

“Acaso no leíste allí que Tántalo `sediento se esfuerza en alcanzar el agua que huye de sus labios´?”

2) I, 10. Map continúa con las comparaciones. En este caso, menciona a las criaturas de la noche (lechuzas, cuervos, buitres y búhos) que sirven de mensajeros a Júpiter, pero cuya preocupación más importante es la carroña. Igual que estos animales, existen “carroñeros” humanos en la corte, hombres dedicados a hacer justicia y también a demostrar siniestras habilidades. Map tiene una opinión aún más negativa de los funcionarios eclesiásticos que de los seglares, pero, sea como fuere, Map se permite elevar a la cúspide de tales abusos a sus propios familiares, tal y como recordábamos en la introducción. Los engaños y las tretas de aquellos para apropiarse o para hacer uso abusivo de sus bienes le hace recordar a Map un verso de Persio, también ligeramente alterado con respecto al original (I, 58):

148 Las ediciones de los autores latinos utilizadas son las siguientes: W. V. Clausen (ed.) (1959), A. Persi Flacci et D. Iuni Iuvenalis. Saturae (Oxford: O.U.P.); S. Borzsák (ed.) (1984), Q. Horati Flacci. Opera (Leipzig: BSB B.G. Teubner). Guillén Cabañero 179. 118

“Y al volverse me pica como una cigüeña”.

3) I, 15. En el año de 1187, año de Jubileo, Map describe un paisaje de destrucción y olvido por parte del Altísimo. La incertidumbre se apodera de los hombres en sus actos, los seres humanos demuestran sabiduría en la ignorancia, la sabiduría de alimentar la carne, la cual es comparada con unas palabras de Juvenal (VI, 460):

“No hay cosa más intolerable que una mujer rica”.

4) I, 25. En una de las “incidencias” que Map comenta sobre el monacato, en el que los monjes “tanto blancos como negros” son catalogados a veces de “egipcios” y otras de “israelitas”, los “hebreos” de Pontigny habían elaborado cierta cantidad de panceta, conocida como petasones, para ser vendida a unos mercaderes que a su vez la confiaron a los monjes hasta que los primeros volviesen con carros para transportarla. Los compradores acudieron al lugar como habían convenido, pero advirtieron que los petasones habían perdido gran parte de su espesor, siendo poco más que “piel y huesos”. Los mercaderes dieron cuenta del hecho al Conde de Nevers, que hacía guardar la ley y el orden en esos lugares. De camino a Pontigny, un pastor informó al conde y a los mercaderes que los “Hebreos” se dedicaban a prensar las lonchas de panceta hasta dejarlas sin jugo. La verdad de los hechos fue puesta en conocimiento del abad, causando el rubor del Conde y la sorpresa de sus hombres. Como respuesta, Map recuerda a Juvenal (VI, 280- 281):

119

“Ahora ruega, Quintiliano, con excusas. Estoy perplejo. Dejémosles hablar por sí mismos”.149

5) I, 25. En el mismo capítulo, Map recapitula sus acusaciones a las órdenes monásticas reafirmándose en sus ataques a las “Hebreos”. De hecho, no le importa que le comparen con el poetastro Cluvieno. La cita es de Horacio (II, 3, 246), y Cluvieno también aparece en Juvenal (I, 80):

“Un hombre de creta y carbón”.

6) II, 16. Map relata un torneo entre caballeros en un lugar denominado Lata Quercus, que se encuentra entre Lorraine y Flandes. De entre esos caballeros uno destaca por su porte, su estatura y sus armas. Él era el blanco de todas las miradas, pero también de cierta envidia e indignación. Cuando el caballero se lanzó sobre sus oponentes, difícilmente éstos podían oponerle resistencia y, como resultado, la envidía se tornó en admiración. De hecho, y antes de ser abatido, parecía ser “Hijo de la Fortuna”, que es una recreación de un verso horaciano (II, 6, 49):

“Él parecía ser hijo de la Fortuna”.

7) II, 31. Se cuenta la historia de un caballero francés, que en su lecho de muerte le hace a su hijo una serie de observaciones para su provecho futuro: que no libere a nadie que haya sido condenado por una causa justa; que no beba de un agua que no emane de una corriente; que nunca aliente a un siervo; que no se

149 Guillén Cabañero 496. 120 case con la hija de una adúltera; y que no confíe en un hombre pelirrojo de baja estirpe. El hijo enterró al padre y el primero asumió el puesto dejado por su progenitor en la corte, siendo un hombre honesto y sabio. Sin embargo, dejó de lado los preceptos dados por su padre, tomando por esposa a la hija de una adúltera, que además tenía un sirviente pelirrojo, comparable a lo que dice Juvenal (III, 78):

“Semejante a un greguillo hambriento”.

8) IV, 2. En este supuesto “epílogo” de la distinción IV, Map celebra de algún modo el haberse librado de la corte, tras la muerte del rey Enrique, y de todo lo detestable que en ella se alberga. Por ello, implora, entre otras cosas, para que vuelva a cantar Cluvieno, el personaje mencionado de Juvenal (I, 80).

9) IV, 3. En la ya citada y destacada Disuasión de Valerio, Map realiza un recorrido por todas aquellas mujeres o personajes femeninos nefastos. Átropo es una de ellas, pues arrebató la vida de manera fulminante a Julio César, el cual es calificado de manera parecida a como Juvenal destaca a Jerjes en X, 168:

“Cuya presencia abarcaba la amplitud del mundo”.

10) IV, 5. En este capítulo, que sirve de epílogo a la misiva a Valerio, Map intenta disculparse ante su amigo en caso de haber escrito algo inacabable. Por ello, no quiere ser acusado de haber escrito otra tragedia como Orestes, a la cual menciona Juvenal en I, 6 como ejemplo de obra agotadora por su extensión: 121

“Para que no parezca que he escrito un Orestes”.

11) IV, 6. Se cuenta la historia de Eudo, hijo de un caballero, que fue nombrado por su padre heredero de una vasta fortuna en castillos, villas y otras posesiones. Pese a ser hombre afable y de gran porte, su fama era la de ser un derrochador. Incluso sus propios vecinos se convirtieron en sus principales enemigos, los cuales consiguieron arrebatarle todas sus posesiones hasta el punto de convertirse en un mendigo, que vagaba por lugares desconocidos pidiendo limosnas y comiendo las migajas que otros le dejaban. Estando en esa situación, y sentado bajo un árbol, alguien con forma demoníaca se le acercó y le prometió, no sólo recuperar sus posesiones, sino engrandecerlas. Eudo le previene que no confiará en él, por ser un enviado del Diablo, pero dicho personaje le intenta convencer de sus virtudes, de la falsa imagen que dan personajes semejantes a él y, para reafirmarse en sus convicciones, relata a Eudo un episodio que le acaeció a su hermano Morfeo. Cierto monje, que se veía involucrado en numerosas fantasías, tenía entre sus aficiones la de pintar a Morfeo en toda pared o ventana siempre deformado. Morfeo le advirtió en sueños que desistiese en su actitud y el monje hizo caso omiso de sus advertencias. Como castigo al monje, Morfeo hizo que los nobles, que eran vecinos del monje, le enviasen presentes en forma de viandas de todo tipo, joyas y pieles de ciervo, que el monje engordase, viviese una vida licenciosa e incluso llegase a enamorarse de una viuda vecina del lugar, a la que agasajaba con frecuentes regalos. La mujer, al principio remisa a los regalos y a la compañía del 122 monje, se rindió a la evidencia y juntos llegaron a apropiarse de los tesoros de la iglesia y a huir. Tras advertir lo sucedido, los monjes compañeros del citado salieron en su busca, lo capturaron y lo encerraron. En su cárcel, el monje fue visitado por Morfeo, quien le recordó su poder y cómo le había hecho sufrir, pero también que podía hacer cambiar la situación a favor suyo siempre y cuando se abstuviera de pintarlo de aquella manera tan deforme. De hecho, liberó al monje y le llevó a su celda habitual y así pudo realizar sus tareas cotidianas. Los demás hermanos y el abad se sorprendieron ante lo sucedido, pero prefirieron dirigirse a él acusándole de robo y de sodomía. El monje negaba lo sucedido y, como castigo, fue llevado a una mazmorra para ser castigado. Allí encontraron a alguien, el propio Morfeo, con la misma forma que el monje, torciendo sus labios, su nariz y sus ojos y

“haciéndoles el gesto de las cigüeñas en múltiples ocasiones” adaptación de un verso de Persio (I, 58).

12) IV, 16. Map cuenta la historia de dos mercaderes, Esceva y Ollo, cuyos beneficios en el comercio fueron aumentando desde que adquirieron un pequeño capital para invertir. El hecho de que sus negocios creciesen como la espuma hizo que

“el deseo de dinero creciera tanto como creció la riqueza” que emula a un verso de Juvenal (XIV, 139). 123

13) IV, 16. En el mismo relato Map comenta que tanto Esceva como Ollo decidieron repartir el capital acumulado de sus negocios y separarse: el primero eligió vivir en Rávena, el segundo en Pavía, donde se casó. Entre ellos la correspondencia era frecuente, hasta que cesó. Esceva fue a visitar a Ollo y encontró a éste a punto de partir con sus carros llenos de objetos a una feria lejana. Tras intercambiarse saludos, Ollo preguntó:

“¿De dónde vienes y a dónde vas?”

Dichas palabras son semejantes a un verso de Horacio (II, 4, 1). El segundo grupo de similitudes entre la obra de Map y la de los satíricos latinos está compuesto por menciones de tipo ideológico que Map realiza y que recuerdan de algún modo ciertas historias de los satíricos en las que se pone de manifiesto los defectos y debilidades de la sociedad de la que hablaron y comentaron aquellos antecesores del género. Desde el comienzo de Sobre las minucias, se advierten dichas similitudes: 1) I, 1 y 3. Desde el principio de la obra Map analiza la naturaleza de la corte recurriendo a un sinfín de citas de autores como Porfirio, Boecio, Virgilio o la Biblia, e incluso parafraseando a San Agustín, para quien el Tiempo es algo desconocido. Map utiliza esta cita para confesar su propio desconocimiento de la corte:

“`En el tiempo estoy y sobre el tiempo hablo´, dice Agustín; y añade: `Desconozco qué es el tiempo´. Yo puedo indicar con parecida admiración que estoy en la 124 corte y que hablo sobre la corte, y que `desconozco – sabe Dios - ´ qué es la corte”.

Las permanentes contradicciones en las que se halla sumido el estamento son la razón que impulsa a Map a denunciar que Fortuna “otorga las gracias: desde luego no considera que los dignos o los merecedores deban ser amados, sino que su gracia la otorga a los indignos en vida”. Teniendo en el recuerdo las Geórgicas virgilianas (I, 166), Map dice que Dios separa el trigo de la cizaña, pero en la Corte ocurre lo contrario, de tal forma que el Primero por su sabiduría elige y la segunda por su ignorancia expulsa. Y es que la Codicia, que él la considera “el deseo dominador de la corte” que “nos incita a tantos de nosotros con sutilezas que la risa desaparece antes de la preocupación”. El tema de la ambición desmedida es uno de los más característicos en los satíricos latinos, entre ellos Horacio, que compara, como así hará Map (“¿Acaso no leíste allí que Tántalo `sediento se esfuerza en alcanzar el agua que huye de sus labios?´” – I, 3), dicha ansia con el suplicio de Tántalo, antes mencionado (I, 1, 68-72). El hijo de Zeus es presentado como uno de los símbolos de la propia Corte, junto con Sísifo e Ixión, para recordar el castigo que supone desear los bienes de otros: “Aquí ves que muchos están sedientos de las cosas próximas que no alcanzan y que otros semejantes ante las cosas que pueden conseguir al emprender su conquista” (I, 3). De la misma manera, Horacio concluía su sátira recordando a modo de moraleja que es difícil encontrar a alguien que viva feliz poseyendo lo que tiene, pero sin desear los bienes ajenos:

125

“Y vuelvo al punto de donde partí, cómo nadie, de la misma forma que el avaro, no se satisface y más bien alaba a los que van por otro camino, y si la cabrita del vecino lleva una ubre más repleta, se recome de envidia, y no se compara con la turba inmensa de los pobres, sino que se resfuerza en superar ahora a éste y luego a ese otro. Pero en la carrera de su afán siempre se le planta delante uno más rico, como cuando lanzados los carros de sus cocheras el auriga no piensa más que en pasar a los que van delante, despreciando como ya entre los últimos al que logra dejar atrás. De aquí procede que rara vez podemos encontrar un hombre que diga haber vivido feliz, y que, cumplido su tiempo, salga de la vida contento, como un comensal saturado (I, 1, 108- 119)”.150

Map reconoce la sabiduría de aquéllos que tienen en la tristeza a su compañera, pues los que mucho ríen acaban siendo blanco de las carcajadas de los demás. Además, los jueces suelen condenar la alegría y premiar la pena o, lo que es lo mismo, quienes mantienen su bondad se regocijan en la conciencia del acierto permanente, mientras que los que acuden a la maldad sólo ven aciertos en la equivocación permanente. La hipocresía de las gentes es el resultado de quienes buscan remedio de la manera más falaz y perversa. La tristeza debería albergar en sus corazones, tal y como Persio pensaba de los que, buscando el dinero y las comodidades, acudían a los dioses como si fueran sobornables:

150 Guillén Cabañero 181. 126

“`¡Oh si diera las boqueadas mi tío paterno, qué hermoso funeral´ y `¡oh sí, con el favor de Hércules, me resonara bajo el rastrillo una tinaja llena de plata!´ o bien `ojalá pueda quitar del medio al pupilo, a quien yo sucedo como heredero más próximo; pues tiene sarna y está hinchado por la amarga bilis. ¡Nerio ya es la tercera mujer que entierra!´. ¿Para pedir esto con santidad, por la mañana metes la cabeza dos o tres veces en el Tíber y purificas en el río las faltas de la noche? Oye, enseguida, responde, es muy poquita cosa lo que quiero saber. ¿Qué piensas de Júpiter? ¿Es acaso tal que tú creas preferirlo a …? ¿A quién, a quién? … ¿Por ejemplo, a Estayo? ¿Pero es que dudas? ¿Quién te parece mejor juez? ¿O cuál el más indicado para los niños huérfanos? Estas cosas, pues, con las que tú tratas de forzar los oídos de Júpiter, anda, díselas a Estayo, y clamará: ¡Oh Júpiter! ¡Buen Júpiter! ¿Pero es que el mismo Júpiter no se llamaría a sí mismo? (II, 9, 23)”.151

2) I, 11. Se cuenta la historia del rey Herla, que gobernó tiempo ha entre los bretones, y que en determinada ocasión tuvo la oportunidad de conversar con un curioso personaje, un pigmeo en concreto, sobre su pequeña estatura. Tras compararle concienzudamente con el dios Pan (“Se manifestaba el hombre pequeño sentado como un macho cabrío imponente según la fabula, un varón como podría describirse a Pan, con rostro resplandeciente, enorme cabeza, barba prolija y rojiza, pecho desarrollado, con la piel de ciervo estrellada y muy luminosa, al cual su vientre erizado y sus pies se le habían degenerado en

151 Guillén Cabañero 346-348. 127 formas caprinas”), el pigmeo engrandece la figura de Herla y le propone que ambos intercambien su papel de testigos en sus bodas respectivas. El rey aceptó tal invitación testificada por la visita de unos embajadores del pigmeo que dieron fe de la disposición de Herla. Cuando el día de la boda llegó, el pigmeo cumplió su promesa y acudió a la celebración. Transcurrido un año de la misma, el diminuto personaje regresó a la corte del rey para que éste no olvidase su parte del acuerdo. Herla partió en efecto hacia una cueva en un elevado acantilado, en la cual la mansión del pigmeo se vislumbraba del mismo modo que Ovidio había descrito del palacio del Sol (Metamorfosis II, 1 ss.). Herla fue conducido por su anfitrión hasta donde la oscuridad del lugar comenzaba y después le confió un can cuya misión sería la de escoltarle. La única condición que le impuso es que la comitiva no debía desmontar mientras el perro no saltase de las manos del rey. Tras un breve trayecto, Herla pudo salir de aquella oscuridad y contemplar la luz del sol, regresando a su reino. Al preguntar a un pastor con el fin de tener noticias de su esposa la reina, el hombre le contestó:

“Señor, apenas entiendo vuestra lengua, puesto que yo soy sajón y tu bretón; nunca he oído el nombre de esa reina, excepto que cuentan que hace algún tiempo con ese nombre se nombraba a una reina de los antiquísimos bretones que fue esposa del rey Herla, del cual se contaba a modo de fábula que junto a estas rocas se había separado de cierto pigmeo y que posteriormente en ningún lugar de la tierra volvió a aparecer. Los sajones se apoderaron de este reino hace doscientos años y sus habitantes expulsados”. 128

Parte de sus cortesanos bajaron de sus monturas e inmediatamente sus cuerpos se redujeron a polvo. Alertado por ello, el rey pidió a los demás que bajo ningún concepto siguiesen su ejemplo hasta que el perro descendiese al suelo, cosa que nunca ocurrió. Desde aquel entonces, según Map, el rey vagó permanentemente por los campos y se cuenta que fue visto incluso en la coronación de Enrique II. Con esta historia, Map lamenta las distracciones de la corte, que le mantienen alejado de su oficio de escritor y le obligan a retomar dicha labor cuando en teoría se libera de ella:

“Sin duda desde aquel momento el viaje del fantasma cesó, como si al enseñarnos su error él llegase a su quietud. Pero, si queréis saber lo que significa implorar, no sólo en nuestra corte, sino en todas las cortes, de casi todos los príncipes, entonces el silencio me será aún más grato y ciertamente parecerá más justo declararlo”.

Del mismo modo, Juvenal se mofaba del emperador Domiciano al convocar un consejo que proclamase la mejor forma de cocer un inmenso rodaballo con el que había sido obsequido. El poeta desearía que en la realidad el autoproclamado Pontifex Maximus o “Pontífice Máximo” se hubiera dedicado a estas brabuconadas en lugar de distraerse asesinando ciudadanos:

“Y ojalá él hubiera distraído en estas burlas su crueldad durante toda su vidam, en la que impunemente y sin venganza alguna arrebató de la ciudad muchas vidas preclaras y gloriosas. Pero no 129 murió hasta que se hizo temible incluso a los humildes menestrales. Esto le perdió, cuando ya estaba empapado en la sangre de los Lamias” (IV, 150- 154).152

3) IV, 3. Tal y como se refirió anteriormente, en este capítulo se desarrolla la famosa Disuasión de Valerio al filósofo Rufino de que no tome esposa, conocida como Carta de Valerio y dirigida a un clérigo llamado John. Consta de 25 exempla o ejemplos antimatrimoniales, tomados de fuentes clásicas y también de San Jerónimo. En ella, Map reitera sus dudas a la hora de interferir en la decisión de su amigo de contraer matrimonio, pero la premura de tiempo le obliga. Se deduce de ello que lo que su amigo está a punto de hacer significa poco menos que estar al borde de sufrir un castigo vital eterno. Al comienzo del capítulo, Map recoge alegorías tan habituales como la de la grulla, el búho y el ruiseñor, manifestando sentimientos hacia ellos: demuestra su odio hacia la primera por su voz y al segundo porque los sonidos que emite son como tétricas profecias de los males que acarrea el invierno y el barro; por su parte, confiesa su aprecio por el tercero pues “tú te burlas con tus vaticinios de futuras pérdidas, verdaderas, si perseveras”, recordando de ese modo el exemplum o “ejemplo” de Filomela, transformada en dicho animal, como recuerda Ovidio. Las comparaciones con la sátira latina clásica se circunscriben a Juvenal y su sátira IV, en la que se trata de las costumbres corrompidas de las mujeres. Tras comentar otros ejemplos representativos, Map

152 Guillén Cabañero 473-474. 130 menciona la desobediencia de una esposa que él califica como afrenta al marido de manera semejante a como Juvenal inicia su sátira:

“La primera esposa del primer Adán, tras la primera creación del hombre, por el primer pecado rompió el primer ayuno contra los mandatos de Dios. La desobediencia estuvo en ello; y en el Día del Juicio ella no dejará de incitar a las mujeres para que se sientan indefensas al ser consecuentes con lo que han heredado de sus madres. Amigo, una esposa es un reproche para un hombre. Sé precavido”. “¡Hete aquí otra vez a Crispín! Tengo que sacarlo muchas veces a escena, monstruo al que ninguna virtud ha redimido de sus vicios, gomoso enervado, con vigor únicamente para la corrupción; el adúltero no desprecia más que a las viudas. ¿Qué importa pues por cuántos pórticos cansa a sus caballos, o cuán densa es la sombra de los bosques por donde es conducido, cuántas yugadas de terreno y qué palacios se ha comprado cerca del foro? Ningún malvado es feliz y mucho menos el corruptor e incestuoso sacrílego con el cual no hace mucho yacía una vestal adornada con sus ínfulas, con peligro de ser enterrada viva” (IV, 1-10).153

Otro de los ejemplos referidos por Map procede de la Biblia y tiene su semejanza en Juvenal. Cuenta la desventurada historia de amor de David, que tiene su reflejo en la queja de Juvenal sobre la pérdida de valores que acarrea el paso del tiempo:

153 Guillén Cabañero 468. 131

“La verdad que no se puede ocultar habla del beato David: `He encontrado a un hombre con mi mismo corazón´. Sin embargo, este ilustre se precipitó por el amor hacia la mujer desde el adulterio al homicidio, para demostrar que los escándalos nunca vienen solos”. “Pero ahora hablamos de crímenes más leves. Y sin embargo, si esto mismo lo hiciera otro, caería bajo el juez de costumbres. Porque lo que sería vergonzoso para hombres buenos, como Ticio y Seyo, le era lícito a Crispín. ¿Qué le vas a hacer cuando su persona es más funesta y más torpe que cualquier crimen? Ha comprado un salmonete por seis mil sestercios, que igualaba en libras de peso al número de sestercios. Así lo aseguran los que exageran incluso las cosas más grandes. Yo elogio esta decisión del artífice, si con ella consiguió la parte principal en el testamento del viejo sin descendencia. Hay además otra razón, y es, si lo envió a una gran amiga, que suele transportarse en una litera cerrada con láminas transparentes” (IV, 11-21).154

La humildad y la castidad han dado paso a la lujuria y la perversión y tanto Map como Juvenal, en su sátira VI, lo ponen de manifiesto:

154 Guillén Cabañero 468-469. 132

“Lucrecia y Penélope junto con las Sabinas portaron el estandarte de la castidad, y con un pobrísimo cortejo retuvieron los trofeos. Amigo, ninguna es Lucrecia, ninguna Penélope, ninguna Sabina; témelas a todas. Contra las Sabinas Escila, hija de Niso, y Mirra, hija de Ciniras, entraron sus hordas y las siguió una turba inmensa de todoas los vicios con sus huestes apiñadas, para convertir en un infierno entre sus cautivas los gemidos y los suspiros. Amigo, a menos que te conviertas en presa de depredadoras inmisericordes, no te quedes dormido a su paso”. “Preguntas de dónde vienen o de qué fuente han salido estos monstruos. La humilde fortuna defendía en otros tiempos a las castas latinas: no permitían la entrada a los vicios las pequeñas casas, el trabajo, el corto sueño y las manos ásperas y encallecidas por los vellones toscanos, y Aníbal que acampaba cerca de la ciudad y los esposos que estaban de guardia en la torre Colina. Ahora sufrimos los males de una larga paz y se ha echado sobre nosotros la lujuria más devastadora que las armas y ultraja al orbe dominado. No hay crimen que no se cometa, ni hazaña libidinosa que no se realice, desde que desapareció la pobreza de Roma. Por esta causa Síbaris se ha instalado en nuestros montes y colinas, y Rodas y Mileto y Tarento, coronado y petulante y empapado en vino. Ha sido el dinero obsceno el primero en introducir las costumbres extranjeras y las muelles riquezas debilitaron nuestra vida con su torpe lujo. ¿De qué se preocupa Venus borracha? No advierte la diferencia que hay entre la ingle y la cabeza, la que muerde en la media noche las grandes ostras, cuando los ungüentos derramados se cubren de Falerno puro, 133 cuando se bebe en una concha, cuando ya el techo da vueltas sobre la cabeza y en la mesa se duplican las luces. Anda y duda tú ahora con qué gesto de la cara respira Tulia, qué dice Maura la hermana de leche de la famosa Maura cuando pasan por delante del antiguo altar de la Pureza. De noche dejan aquí las literas, orinan por allí y cubren de abundantes porquerías la imagen de la diosa. Cabalgan alternativamente y se mueven bajo la mirada de la luna. Luego marchan a casa. Cuando tú vas por la mañana a visitar a tus ilustres amigos pisas los orines de su mujer” (VI, 286-313).155

Las cadenas del amor son un yugo del que difícilmente se puede el hombre liberar. Map recurre a la historia de Marte y Venus para ejemplificar dicha metáfora que Juvenal desarrolla en toda su crudeza:

“Marte, del cual se dice que ganó el título de dios belicoso por la familiar frecuencia de sus triunfos, en los cuales demostró excelsamente una fortaleza intachable, sin temer nada por él de Vulcano se unió a Venus, sin duda con cadenas invisibles, sin embargo sí sensibles; esto sin duda ocurrió con el aplauso de los sátiros y la mofa de la corte celestial. Amigo, al menos medita las cadenas que no ves y sí sientes en parte y líbrate de ellas en tanto en cuanto sean romplibles, a menos que ese obrero cojo y torpe, a quien ningún dios le hace merecedor de su mesa ni ninguna diosa de su lecho, te encadene según su costumbre a su Venus o te haga ser semjeante a él, torpe y cojo, o bien – y

155 Guillén Cabañero 496-497. 134 esto es lo que más temo – te haga patituerto y no puedas poseer tus propias pezuñas para equilibrarte, sino que, atado a Venus, te consuma el dolor y te halles a merced de la mofa de los que te ven, mientras los ciegos te aplauden. “Si tú has de amar a tu mujer y te entregas a ella con toda el alma, inclina la cabeza con la cerviz dispuesta a soportar el yugo. No encontrarás ninguna esposa que perdone al amante. Aunque esté locamente enamorada, se goza con los tormentos y con los despojos del amante. Por consiguiente, al que haya de ser un marido bueno y deseable, le es muchísimo menos aconsejable el casarse. Nada podrás dar en tu vida sin que ella lo apruebe, no venderás nada contra su voluntad, ni comprarás cosa alguna si ella no quiere. Ella gobernará también tus afectos y simpatías: tendrás que dejar a este amigo ya antiguo, a quien recibían ya tus padres, cuando le apuntaba el bozo de la barba. La libertad de hacer testamento de la que disfrutan los rufianes y los entrenadores de los gladiadores, e incluso los que luchan en el circo, no la tendrás, porque a ti se te impondrá a más de un rival como heredero. - Crucifica a este esclavo. - ¿Qué ha hecho que merezca ese suplicio? ¿Qué testigos hay? ¿Quién lo ha denunciado? Oye, nunca es demasiado larga la espera cuando se trata de la muerte de un hombre. - ¡Oh necio! Entonces ¿un siervo es un hombre? No ha hecho nada, conforme; pero lo quiero yo, lo mando, mi voluntad es ya causa suficiente. Domina plenamente al marido, pero luego deja estos reinos. Muda de casa y pisotea el velo nupcial. Vuela de nuevo y vuelve al tálamo que antes había 135 despreciado. Deja las puertas adornadas hace poco, y los velos colgados y las ramas todavía verdes en la puerta. Así va creciendo el número de maridos y en cinco años llega a tener ocho. Hazaña digna de un elogio sepulcral” (VI, 206-230).156

Los ejemplos de mujeres despiadadas se repiten: Map refiere el de Livia, esposa de Druso, hijo de Tiberio, y el de Lucilia, personaje desconocido; Juvenal el de Poncia:

“Livia mató a su marido a quien mucho odiaba; Lucilia al suyo a quien no menos amaba; la primera mezcló veneno a voluntad, la segunda engañada le proporcionó la copa de la locura en lugar de la del amor. Amigo, estas dos actuaron con propósitos contrarios; sin embargo, a ninguna de las dos engañó el fin propio de la mujer, esto es, el mal”. ¡Ojalá estuviéramos fingiendo! Pero he aquí que exclama Poncia: `Lo hice, lo confieso, preparé acónito para mis propios hijos; se ha descubierto y lo sabe todo el mundo. Yo misma realicé el hecho´. - `¿Pero tú, cruelísima víbora, mataste a los dos en una cena? ¿Tú a los dos?´ - `Y lo hubiera hecho a siete, si hubieran sido siete´. Creamos a los trágicos cuanto nos refieren de la siniestra hija de Colquis, o de Procne. Nada tengo que oponer. Y aquéllas se atrevían a cometer esas monstruosidades en sus tiempos, pero no por el dinero. Suscitan menos la admiración las grandes monstruosidades cuando es la ira la que mueve a este sexo, y encendiendo de rabia el hígado, se lanzan a los abismos, como las rocas arrancadas de

156 Guillén Cabañero 493-494. 136 las crestas de los montes cuando las cordilleras se hunden y la ladera presenta una aguda pendiente (VI, 638-650).157

Para Map, la mujer sólo sabe satisfacer sus propios deseos y nunca lo que es conveniente; para Juvenal, los perfumes ocultan el verdadero rostro de las mujeres:

“La mujer, desequilibrada siempre en su voluntad, de mente insana y alma corrompida, piensa lo que desea, no lo que es conveniente; y, como desea satisfacerse antes que todos, antepone su placer a todo lo demás”. “La mujer se lo permite todo; para ella no hay nada torpe, cuando ha rodeado su cuello de verdes gemas, y cuando colgó los grandes pendientes de sus orejas tirantes. No hay cosa más intolerable que una mujer rica. Entre tanto aparece con aspecto sucio, y haciendo la risa por su cara embadurnada de pan y exhalando el olor de los perfumes de Popea; y en todo caso se atascan los labios del desgraciado marido. Pero ante el adúltero se presenta con el cutis bien terso. ¿Cuándo quiere parecer hermosa en su casa? Los perfumes de nardo se guardan para los amantes; para recibirlos a ellos se compra todo lo más precioso que envían los gráciles indios. Finalmente descubre su rostro y quita las primeras capas, empieza a conocerse, luego se baña en leche, para lo cual lleva consigo, como compañeras de viaje, una manada de burras, si se ve desterrada hacia el polo norte. ¿Pero esta cara, a la que se aplican tantos y tan variados emplastes y que recibe

157 Guillén Cabañero 511. 137 tantas cataplasmas de harina cocida y empapada, será un rostro y una úlcera?” (VI, 457-473).158

Como antes señalábamos, nuestras observaciones parten de una lectura exhaustiva de la obra de Map. Aunque Map prefiere considerarse un “moderno” a la hora de utilizar sus fuentes, ya que dichas fuentes proceden de ámbitos orales galeses y de la historia por entonces reciente,159 esto no significa que deje de utilizar una serie de clichés literarios procedentes de la Biblia y de autores clásicos, satíricos o no, para corroborar determinados aspectos de las historias narradas. Este hecho nos permite aventurar que en el caso de Walter Map se repite lo que en otros autores del período medieval resulta ser una constante. En un trabajo anterior160 demostramos que G. Chaucer utilizaba diversas “autoridades” como referencias indispensables para ejemplificar enseñanzas, cuestiones morales y comportamientos adecuados. Autores relevantes como Séneca, Cicerón y, especialmente Ovidio, proporcionan a Chaucer “ejemplos” que él moldea según sus intereses: desde el punto de vista filosófico, un poema como El Libro de la Duquesa pasa de ser una consolación religiosa a ser el resultado de una “Ley Natural” que deriva de la Stoa y que es un elemento básico de la teología moral medieval. Esta teoría está basada en la idea de que “se

158 Guillén Cabañero 504. 159 Gutiérrez Arranz 2001: 617. 160 J. M. Gutiérrez Arranz (1998), “The Classical and Modern Concept of Auctoritas in Geoffrey Chaucer´s The Canterbury Tales”, Selim. Journal of the Spanish Society for Medieval English Language and Literature 6: 85-102. 138 debe actuar dentro de los parámetros del bien y evitar el mal”. Desde el punto de vista narrativo, Ovidio, y más en concreto sus Metamorfosis, proporcionan a Chaucer una parte importante de las historias que aparecen en sus obras, pero Chaucer cambia el sentido de dichas historias orientándolas hacia una perspectiva cristiana: en El Libro de la Duquesa, donde se cuenta la historia de Ceix y Alcíone, no se menciona en absoluto las transformaciones en aves de los protagonistas y la excusa del narrador para relatarla es proporcionarle la idea de implorar a Morfeo que le permita dormir.161 Walter Map no se aparta de esa tendencia medieval a acudir a las “autoridades” literarias para corroborar sus historias, pero dichas autoridades proceden no sólo de los satíricos latinos clásicos y de otros autores también clásicos como el propio Ovidio o Virgilio, sino de las fuentes orales galesas y de la historia reciente, como antes comentábamos. Aquí hay que referir nuevamente el sentido de la historia de las autoridades contemporáneas: su intención de relatar sin mentir es semejante a las intenciones de Geoffrey de Monmouth y de los autores de los romances.

161 H. Cooper (1988), “Chaucer and Ovid: A Question of Authority”, en C. Martindale (ed.), Ovid Renewed. Ovidian Influences on Literature and Art from the Middle Ages to the Twentieth Century (Cambridge: C.U.P.), pp. 71-81; Gutiérrez Arranz 1998: 97-99. 139

5) Conclusiones sobre el análisis comparativo entre los poemas satíricos latinos clásicos y el Sobre las minucias de los cortesanos de Walter Map.

Las conclusiones que arroja el análisis comparativo entre los poemas satíricos latinos clásicos y el Sobre las minucias de los cortesanos de Walter Map son las siguientes: 1) La obra de Map se inscribe y se relaciona con el género satírico por presentar una serie de rasgos de éste: la variedad en los contenidos, que ha llegado a plantear problemas en cuanto a la organización de la obra; la mezcla de seriedad y diversión; la crítica a la sociedad de su época; y, finalmente, el tono humilde. 2) La postura de Map ante las fuentes que utiliza es ecléctica, por cuanto no renuncia a utilizar tres tipos de material: uno propio, formado por las historias locales que él conoce; un material prestado de sus contemporáneos (Monmouth, Malmesbury), alterado en ocasiones más desde el punto de vista de la orientación de su utilización que en cuanto al material en sí, y un material prestado de los autores antiguos, que es el que más fielmente recoge sin alterarlo. 3) Una lectura pormenorizada del texto de Walter Map nos permite identificar elementos de la sátira latina clásica que aparecen de dos formas que podemos calificar de antagónicas y complementarias a la vez: por un lado, las referencias directas a textos de poetas satíricos clásicos que aparecen fielmente o ligeramente alterados con respecto al original; por otro, se advierte en el contexto de determinadas historias narradas por Map la influencia de ciertos relatos de los satíricos latinos presentados para ridiculizar a personajes de su época. 140

4) Hemos podido identificar la presencia intertextual de los tres satíricos latinos por excelencia: Horacio, Persio y Juvenal, pero es de destacar que es el último de estos tres autores el que mayor influencia ejerció, especialmente por la relación en tema y contenidos entre la Sátira VI, contra las mujeres, del poeta latino y la Disuasión de Valerio, contra el matrimonio, que circuló ampliamente y tuvo su propia transmisión independiente de la de la obra completa.

141

6) Nuestra traducción.

Para la presente traducción de Sobre las minucias de los cortesanos hemos utilizado dos fuentes esenciales ya mencionadas: la edición bilingüe latín- inglés revisada de C. N. L. Brooke y R. A. B. Mynors de la obra de Map de 1994 sobre la obra editada por M. R. James de Sobre las minucias de 1914 y la propia edición de James.

142

PRIMERA DISTINCIÓN DEL LIBRO DEL MAESTRO WALTER MAP SOBRE LAS MINUCIAS DE LOS CORTESANOS. COMPARACIÓN DE LA CORTE DEL REY CON EL INFIERNO. CAPÍTULO PRIMERO

`En el tiempo estoy y sobre el tiempo hablo´, dice Agustín; y añade: `Desconozco qué es el tiempo´.162 Yo puedo indicar con parecida admiración que estoy en la corte y que hablo sobre la corte, y que `desconozco – sabe Dios - ´ qué es la corte.163 Sin embargo, sé que la corte no es el tiempo: sin duda es temporal, cambiante y diversa, local y errática, que nunca permanece en el mismo estado.164 Cuando me alejo la reconozco en su totalidad, cuando vuelvo nada mesurado encuentro en lo que dejé; convertido en un extraño, la contemplo como desconocida. La corte es la misma, pero sus miembros cambian. Si tuviera que describir la corte como Porfirio define el linaje, no mentiría en exceso al considerarla como una multitud que de un modo u otro se mantiene como un único

162 San Agustín, Confesiones XI, 25. Las palabras del Obispo de Hipona se toman sólo en parte de manera literal. El capítulo (titulado `No sé qué es lo no sé´) resulta mucho más profundo que esta primera reflexión de Map (ya el título lo atestigua). Literalmente, Agustín dice que sigue “desconociendo qué es el tiempo”. Cfr.: J. Cosgaya (trad.) (1997), San Agustín. Confesiones (Madrid: B.A.C.), p. 405. 163 Epístola II de San Pablo a los Corintios XII, 2. E. Nácar Fuster & A. Colunga (trads.) (1966), Sagrada Biblia (Madrid, BAC), p. 1385. 164 Job XIV, 2. Nácar & Colunga 662. 143 principio.165 Ciertamente somos una ingente multitud, que nos esforzamos en agradar a uno sólo: y hoy somos una multitud, mañana seremos otra; en verdad, la corte siempre es la misma. Es el Centímano Gías,166 que, mutilado en su totalidad, sigue siendo por completo Centímano, una Hidra de muchas cabezas, que deja sin efecto y desprecia los trabajos de Hércules, no siente la mano del atleta más invencible y, más feliz que Anteo, tiene para su madre la tierra, el mar y el aire: no es arrojado contra el pecho de Hércules, todo el orbe multiplica sus fuerzas. Cuando aquel supremo Hércules lo desea, se hace su voluntad. Si hablásemos sobre la corte como Boecio asevera sobre la fortuna, sin duda y de manera inexorable esto se diría: `que sólo en su mutabilidad se mantiene estable´.167 Sólo satisface a aquéllos que alcanzan su

165 Porfirio (Isagoge 2) explica el linaje de diversos modos: puede ser “una colección de ciertas cosas que subsisten en cierto modo con respecto a una cosa, o mutuamente; según esta significación, el linaje de los Heraclidas se denomina de ese modo por hábito de uno – quiero decir, Hércules – y de la multitud de aquéllos que se mantienen aliados gracias a él, cuestión que se denomina según la separación de otros linajes”. También habla sobre el linaje a partir del hecho de un “generador” o “lugar del cual una persona es generada (Píndaro tebano, Platón ateniense …); pero también el linaje es así llamado “porque es el principio de la generación de cada hombre, pero después una cantidad de aquéllos que provienen de un principio (por ejemplo, Hércules) y que se definen y se separan de otros, llamamos a toda la multitud recogida en ella el linaje de los Heraclidas”. Cfr.: http://www.tertullian.org/fathers/porphyry_isagogue_02_translati on.htm#C2 166 Horacio, Odas II, 17, 14. V. Cristobal (trad.) (1996), Horacio. Epodos y Odas (Madrid, Alianza), pp. 117-118. 167 Boecio, La consolación de la filosofía II, prosa 1: “En su misma mutabilidad ha mantenido hacia ti la constancia que le es 144 gracia. Pues ella misma otorga las gracias: desde luego no considera que los dignos o los merecedores deban ser amados, sino que su gracia la otorga a los indignos en vida. Esta es sin duda su gracia, que llega sin razón, que establece sin mérito, que ayuda a los innobles con causas ocultas. El harnero místico168 del Señor con un juicio justo separa el trigo de la cizaña en justa separación: esta separa con no menos preocupación la cizaña del trigo. Mientras que Aquél escoge prudentemente, ésta expulsa de manera imprudente y viceversa, y así en muchos otros casos. El deseo dominador de la corte nos incita a tantos de nosotros con sutilezas que la risa desaparece antes de la preocupación. Se burla de quien ríe; parece saber quien mora en la tristeza. De ahí que los jueces castiguen nuestros gozos y recompensen la tristeza, mientras que los buenos gozan por su buena conciencia de manera justa y los malos se entristecen por sus malas acciones, de ahí que los hipócritas siempre estén tristes y los fieles a Dios siempre felices. Un juez que considera bueno a lo malo y malo propia”. L. Pérez Gómez (trad.) (1997), Boecio. La Consolación de la Filosofía (Madrid, Akal), p. 137. 168 T. de la Ascensión Recio García & A. Soler Ruiz (trads.) (1990), P. Virgilio Marón. Bucólicas. Geórgicas. Apéndice Virgiliano (Madrid, Gredos), p. 268. Geórgicas I, 166. Se menciona a Iaco, hermano de Ceres, diosa de la fertilidad griega. De la Ascensión Recio y Soler Ruiz explican este verso: “En las fiestas Tesmoforias de Ateneas, en las que sólo participaban mujeres de reconocida intención y previamente purificadas, la imagen de Iaco, coronada de mirto y con una antorcha en la mano, presidía la procesión de las iniciadas, camino de Atenas a Eleusis. Llevaban éstas en sus cabezas canastillas con diversos objetos, entre ellos un harnero, que separa el grano de la paja, símbolo de la purificación”. 145 a lo bueno169 de manera igual y satisfactoria es según él mesurado con las cosas desagradables y aún se convierte en causa continua de felicidad entre los buenos la morada interior del Espíritu Santo, en causa de tristeza entre los malos la inflamación de la rugosa serpiente, que, mientras el mal recorre el pecho del que medita, recoge ajos venenosos para sí, que, mientras los devoran, se deleitan, fecundan lo que devoran. Aquél poderosísimo que nos envidia desde el principio nos ofrece en la corte estos ajos. Aquel hombre que se deleita con su trampa es desplazado por la disciplina del Señor. Entonces, ¿cómo es posible que nos hayamos degenerado, nosotros que fuimos concebidos en nuestra primitiva forma con fuerzas y con virtud, mientras que los demás seres vivos de ningún modo se desvían de la primera gracia de sus dones? Adán fue creado como un gigante por su estatura y su fortaleza, convertido en ser angélico en su mente hasta que fue subvertido; su vida, aunque fue temporal, se concibió desde la eternidad, fue cercenada desde la integridad y aligerada con la gran compensación de la longevidad. Pero, en los tiempos de David, profeta del Señor, él mismo describió (la longevidad) como de ochenta años, pues ochenta o más había sido la cantidad antes del esfuerzo y el dolor.170 En cambio, nosotros no alcanzamos los setenta años indemnes, y por cierto, poco después de empezar a saberlo, pensamos en morir o en enloquecer. Por cualquier parte los seres vivos existen en la tierra y en los mares antes que los

169 Isaías V, 20. Nácar & Colunga 894. 170 Salmos XC, 10. Nácar & Colunga 740. 146 hombres, ellos que fueron creados gozan de la vida y de las virtudes, casi sin separarse de la gracia del creador. ¿Qué es, por tanto, esto, sino que por esa misma gracia poseen la obediencia debida, mientras que nosotros la rechazamos desde el principio? Nosotros debemos afligirnos con una mayor desolación porque, mientras todo lo demás se mantiene en pie, sólo nosotros y los demonios hemos caído, porque mantenemos como socios nuestros a seductores, porque nuestra desgracia nos ha condenado a la brevedad de la virtud y la vida y aun con la imitación del primero hemos acabado siendo los peores. ¿Quién descubrió la mezcla de los metales, cómo se transpone uno a otro? ¿Quién transforma los cuerpos más duros en estado líquido? ¿Quién enseñó que la solidez del mármol se lacera con el plomo fundido? ¿Quién tuvo conocimiento de que el diamante brotaba de la sangre de una cabra?171 Ciertamente no nosotros; no se comprende de otro modo la carrera vital de setenta años. Pero los que pudieron dedicarse a la sabiduría a los setenta o a los ochenta, con la prosperidad de las cosas y siendo personas felices, fueron capaces de escudriñar los abismos de la naturaleza y traer a la luz las cosas

171 Las propiedades de la sangre de cabra ya son apreciadas por Plinio el Viejo: “Aquella fuerza invencible (la discordia), despreciadora de las dos fuerzas más violentas de la naturaleza – el hierro y el fuego – se corrompe con la sangre de macho cabrío” (Historia Natural XXXVII, 59). Cfr.: http://penelope.uchicago.edu/Thayer/L/Roman/Texts/Pliny_the_ Elder/37*.html; la traducción es mía. 147 ocultas.172 Estos con la ayuda de los astros percibieron la vida de los animales voladores y de los peces, las naciones y los acuerdos, la naturaleza de las hierbas y de las semillas. Estos aplicaban cien años a las cornejas, mil a los cuervos, así como a los ciervos,173 una duración que no era creíble; sin embargo, creían que debían estar junto a nosotros, particularmente en lo que se refiere a las fieras, puesto que permanecían impertérritos ante el hecho de comer sus carnes, como de algún modo nos ocurre con los perros, de los cuales su vida y sus costumbres no nos pasan inadvertidos. Nos dejaron muchas de sus invenciones por escrito: muchas cosas nos han hecho llegar nuestros antepasados desde el principio y nuestra pericia no

172 Pedro Comestor, Historia Escolástica 36 M: “Y dice José que nadie juzgue falsas las palabras escritas sobre la longevidad de los antiguos, puesto que, gracias a sus virtudes y glorioso servicio, por los que constantemente profundizaban (esto es, las astronomía y la geometría), Dios les dio una vida más amplia para vivir, que de otro modo no hubieran podido aprender, si no hubieran vivido seiscientos años. Por todos los años un gran año completa una carrera vital”; J. P. Migne (ed.) (1854), Patrologia Latina, vol. CXCVIII (París). 173 Sobre la longevidad dada a los ciervos y a los córvidos, Plinio el Viejo dice lo siguiente (Historia Natural VII, 153): “Sobre el espacio y la longevidad de las vidas de los hombres, no es ésta la situación adecuada en modo alguno de los lugares, ni tampoco de las épocas y de que la suerte de nacer se convirtiese en algo incierto. Hesíodo, de manera fabulosa, como creo, que fue el primero en mostrar algunas apreciaciones al respecto, como dando a conocer muchas anécdotas sobre la edad de los hombres, atribuía nueve de nuestras edades a la corneja, el cuádruple de ésta a los ciervos, esto es, el triple a los córvidos, y las demás al Fénix y a las fabulosas Ninfas”; cfr.: http://penelope.uchicago.edu/Thayer/L/Roman/Texts/Pliny_the_ Elder/37*.html; la traducción es mía. 148 viene de nosotros, sino que nos fue transmitida por aquéllos gracias a nuestra capacidad. El principio de mi discurso versaba sobre la corte; y, ¿hacia dónde va ahora? Así siempre se presentan ciertas cosas, que, aunque no se quiera desviar en exceso del tema, no quieren diseminarse, ni se les hace referencia, mientras no acaben en la cola de un pez negro174 y reivindiquen un tema que demanda justamente atención.

II. SOBRE EL INFIERNO

Dicen que el infierno es un lugar de condenación. Pues, ¿qué ocurriría si, al fin y al cabo, audaz presumiese y dijese temerariamente que la corte no es el infierno, sino un lugar de condenación? Sin embargo, aquí dudo si de esa forma se la define adecuadamente; pese a ello, parece ser un lugar y, por tanto, no es el infierno. Ciertamente sí contiene en sí algo, alguna o algunas cosas y puede decirse que es un lugar. Por tanto, que sea un lugar: veamos sí es de condenación. ¿Quién no ha sido crucificado allí que no haya sido aumentado aquí?

174 Horacio, Arte poética 1-5: “A cabeza humana si un pintor cerviz equina unir quisiera e incluir variado plumaje, allegando miembros de todas partes, como para rematar feamente en negro pez mujer hermosa por arriba, ¿ante tal espectáculo contendríais la risa, amigos?” Silvestre 535; sobre la agitación en la corte y la comparación con el Infierno, Pedro de Blois, Epístolas XIV, 50; Migne, 1904, vol. CCVII. 149

III. SOBRE TÁNTALO

¿Acaso no leíste allí175 que Tántalo “sediento se esfuerza en alcanzar el agua que huye de sus labios?”176 Aquí ves que muchos están sedientos de las cosas próximas que no alcanzan y que otros semejantes pierden las cosas que pueden conseguir al emprender su conquista.

IV. SOBRE SÍSIFO

Allí Sísifo sobre su cabeza desde un valle hasta un excelso monte soporta una piedra, que tras haber caído vuelve a transportar desde el valle porque vuelve a recaer. Aquí hay muchos que, ascendiendo el monte de las riquezas no piensan en tal acto y, tras haber caído en el valle de la avaricia, intentan relanzar su alma hacia el monte del más allá, por el cual sin duda no puede continuar, porque las cosas conseguidas se envilecen en la contemplación de los deseos. Aquel corazón bien se puede comparar con la roca de Sísifo, porque está escrito: “Quitaré su corazón de piedra y les daré un corazón de carne”.177 El Señor nos concederá un corazón de carne a los cortesanos que pueda quedar en paz en alguno de los montes.

175 Horacio, Sátiras I, 1, 68-69. 176 Guillén Cabañero 179. 177 Ezequiel XI, 19. Nácar & Colunga 1023. 150

V. SOBRE IXIÓN

A menudo siendo diferente a lo que él es, por encima, por debajo, más allá, más cerca, Ixión gira allí en la roca. Y no faltan aquí los ixiones, a los que la volubilidad de la fortuna hace girar. Ascienden hacia la gloria, se precipitan hacia la miseria y abatidos esperan, y no quedará un solo día en que esta revolución no se cumpla; y, aun estando en la rueda, debe ser temido en todos los sentidos, nadie en ella sucumbe sin esperanza; toda ella estremece de manera horrible, toda ella actúa contra las consciencias, y no por ello desde allí deja de avanzar seduciendo.

VI. SOBRE TICIO

(Según informan James por un lado y Brooke y Mynors por otro, en este punto acaba el folio 7 b y, tras él, no aparece una hoja que contenía los capítulos VI (sobre Ticio), VII (sobre las hijas de la guerra), VIII (sobre Cerbero) y la primera parte de IX (sobre Caronte). Ciertas partes del texto, según los autores, se incorporan en la recapitulación (Dist. V, cap. VII).

IX. SOBRE CARONTE

… sino cazadores de hombres, contra los cuales se ordenó un proceso sobre la vida y la muerte de las fieras, mortíferos, en comparación con los cuales Minos es misericordioso, Radamanto es un amante de la razón y Éaco ecuánime.178 Nada en estos casos hace

178 Estos tres jueces del infierno aparecen reflejados en Ovidio (Metamorfosis IX, 434-438): “Si yo tuviera poder para alterarlo, 151 feliz si no comparta felicidad. A estos Hugo, prior de Selwood, ya elegido en Lincoln, los descubrió expulsados de la puerta del tálamo del rey, a los cuales, como vio que los reprendía y los trataba indignamente, asombrado les dijo: `¿Quiénes sois vosotros?´ Respondieron: `Somos los guardianes´. Y él les dijo: `Los guardianes permanecen fuera´. Ante lo cual, el rey, que lo oía desde el interior, comenzó a reír y salió a su encuentro. El prior le dijo: `Esta parábola os muestra que, cuando los pobres, a los que estos oprimen, se les permita entrar en el paraíso, permaneceréis fuera con los guardianes´. Por su parte, el rey se tomó en serio estas palabras en lugar de en broma e, igual que Salomón no hizo desaparecer todos los altos,179 no despreció a los guardianes, sino desde entonces y hasta ahora, tras su muerte,180 comen la carne de los hombres en presencia de Leviatán y beben su sangre. Maquinan cosas excelsas y, en caso de no haberlo destruido el Señor con mano fuerte, no mi Éaco no estaría encorvado por los años, y Radamantis gozaría perennemente de la flor de la edad, y lo mismo mi Minos, que ahora es despreciado por causa de la amarga carga de la ancianidad, y no reina ya con el mismo prestigio”. A. Ruiz de Elvira (ed. & trad.) (1994), P. Ovidio Nasón. Metamorfosis, vol. II (Madrid: CSIC), p. 153. 179 I Reyes XV, 14. Nácar & Colunga (413) hablan de los altos dedicados a Yavé. 180 Con respecto a la ubicación de las diferentes distinciones de la obra de Map, tanto James (1914: xxiv) como Brooke y Mynors (1994: xxv; li) discuten la información que el propio Map aporta entrelíneas sobre las posibles fechas de composición. En este capítulo se menciona a San Hugo, elegido prior de Lincoln, lo cual haría fechar la distinción al período Mayo-Septiembre de 1186, y la muerte de Enrique II, lo cual indica que esta información se añadió tras ese hecho, ocurrido el 6 de Julio de 1189. 152 se lo arroban. Estos temen que el Señor esté presente entre ellos y se aplacan, sin tener miedo de ofender a Dios, a quien no ven.181 No digo que muchos hombres devotos, buenos y justos con nosotros no estén entregados de lleno en la corte, ni que algunos no se encuentren en este valle de miseria, que no sean jueces misericordiosos, sino que hablo sobre la vanguardia mayor y más insana.

X. SOBRE LAS CRIATURAS DE LA NOCHE

Allí existen criaturas de la noche, la lechuza, el cuervo, el buitre y el búho, cuyos ojos aman las tinieblas, odian la luz.182 Estos desean hostigar, escudriñar hábilmente e informar verazmente de lo que puede concernir a Júpiter sobre las virtudes y los días y qué puede ser condenado por la divinidad por el vicio en la noche. Cuando estos colocan habilidosamente trampas aquí y allá, persiguen ávidamente el hedor de los cadáveres; devorados estos en silencio y adornados, volviendo muestran acusaciones de cualquier tipo por eso que se apropian en secreto en un acto de bandidaje. Para ello, esta corte envía a los que llama justicias, vice-cortesanos, sub-vice-cortesanos, bedeles, para escrutar sutilmente. Estos no dejan nada intacto, nada sin experimentar y, a la manera de abejas, castigan la inocencia, aun cuando su estómago salga indemne:183 y, como juran al

181 Evangelio de San Juan IV, 20. Nácar & Colunga 1275. 182 Evangelio de San Juan III, 19. Nácar & Colunga 1274. 183 Plinio el Viejo (Historia Natural XI, 17) compara a las abejas con los cortesanos: “Además de esto acarrean polen, al que 153 comenzar su labor delante de un supremo juez la que servirán fielmente y sin perjuicio a Dios y sus súbditos, volviendo sobre aquello de que al César lo que es del César, a Dios lo que es de Dios,184 los corrompen con premios, como arrancar las pieles de los corderos, como dejar indemnes a las zorras y ser premiados con plata, sabedores de que el dar es signo de inteligencia.185 Ciertamente, hablando de los justicias, generalmente los clérigos son considerados más fieros que los laicos. Por ello, no comprendo la razón de este hecho, a no ser que respondiese al noble Ranulf de Glanville,186 a quien preguntaría por qué ocurre esto: a algunos llaman sandáraca y otros boraginácea (cerinto). Esto se convertirá en el alimento de las abejas mientras trabaja, el cual se encuentra a menudo depositado en cavidades para ser degustado y es de sabor amargo. Surge en el rocío primaveral en la savia de la corteza de los árboles, se recoge más pequeño en las higueras, más negro con el aliento austral, más dulce y rojizo con los aquilones, muchísimo en los nogales griegos. Menécrates dice que es una flor, pero le ha seguido”; cfr.: http://penelope.uchicago.edu/Thayer/L/Roman/Texts/Pliny_the_ Elder/11*.html. La traducción es mía. 184 Evangelio de San Mateo XXII, 21. Nácar & Colunga 1184. 185 Ovidio, Amores I, 8, 62; cfr.: V. Cristóbal López (trad.) (2001), Ovidio. Amores. Arte de Amar (Madrid: Gredos), p. 25. 186 Sobre Ranulf (principal justicia de Enrique II) y su familia: R. Mortimer (1981), "The Family of Rannulf de Glanville", Bulletin of the Institute of Historical Research 54: 1-16; J. S. Falls (1978), “Ranulf de Glanville´s Formative Years c. 1120-79: The Family Background and his Ascent to the Justiciarship”, Mediaeval Studies 40: 312-327; S. J. Bailey (1957), “Ranulf de Glanvill and his Children”, The Cambridge Law Journal 5, 2: 163-182; (1958), “Ranulf de Glanvill in Yorkshire”, The Cambridge Law Journal 16, 2: 178-198; F. West (1966), The Justiciarship in England 1066-1232 (Cambridge), pp. 54-63. Brooke & Mynors 12. 154 saber, que los nobles de nuestras comarcas o desprecian o sienten repugnancia por dirigir a sus hijos hacia las letras, aun cuando sólo a sus hijos se les permite aprender las artes necesarias sobre el derecho, pues a partir de entonces se les llamará honrados. Y los siervos, ciertamente, a los que llamamos rústicos, tienden a educar a los suyos degenerados e insolentes en las habilidades más indebidas, no para que se alejen de los vicios, sino para que aumenten en riquezas, pues cuanto más diestros son más perniciosos se vuelven. Las habilidades con la espada son propias de los que son capaces, que varían según los hábitos de los que la utilizan. Pues en manos de un príncipe benigno son pacíficas, en manos de un tirano mortíferas. Compran a los suyos por mandato de sus señores, el deseo se sirve de uno y de otro lado y vence cuando la libertad se adjudica al enemigo de la libertad. Aquel singular y preclaro versificador se manifiesta claramente cuando dice:

No hay nada más penoso que un humilde elevándose a las alturas.

Y lo que sigue, igualmente:

Ni una fiera más horrible que la rabia de un esclavo enfurecido en la espalda de un hombre libre.187

Aquel hombre excepcional demostró esta breve máxima.

187 Texto latino procedente de http://www.curculio.org/Claudian/eutr1.html. La traducción es mía. 155

Por otra parte, sucedió recientemente que cierto abad se aplicó para convertirse en uno de estos justicias y comenzó a robar más cruelmente a los pobres que algunos laicos, esperando tal vez convertirse en obispo a través de una gracia adquirida a partir del lucro; tras unos pocos días y como castigo irremediable hacia este, se le volvieron hacia si sus propios dientes y pereció con sus manos roídas. He visto a las cornejas pesándose sobre los frutos dados por la tierra, puesto que temen que otros que las vean se pesen y evitan que otro lo haga, y definitivamente lo impiden. Sin embargo, a los que Dios llama hijos del mundo y asevera que son “los hijos de la luz son más avisados” y los determina “entre sus congéneres”,188 no se asustan ni temen convertirse en un abad, aun cuando ante sus ojos tengan otros dos personajes a los que el mismo rodeo los debilitase en sus lechos gravemente, abatidos por la parálisis. De estas cosas que vemos sobre la corte somos testigos. Envoltorio de incendios, densidad de tinieblas, hedor de ríos, un gran ruido estridente de dientes de los demonios, quejidos endebles y patéticos de espíritus ansiosos, alianza frecuente de gusanos, víboras y serpientes de todo tipo, rugidos insoportables, pestilencia, llanto y horror: si por cada una de estas cosas quisiera alegorizar, no me faltarían alusiones entre los cortesanos; pero veo que merecen más tiempo del que dispongo. Con todo, respetar la corte parece cortés; y basta a partir de estas consideraciones para concluir según las razones expuestas que la corte es un lugar de

188 Evangelio de San Lucas XVI, 8. Nácar & Colunga 1253. 156 penitencia. No digo, sin embargo, que sea el infierno, pues no corresponde, pero sin duda tiene tantas similitudes con él como la pezuña de un caballo a la de una yegua. No podemos descargar nuestra culpa en Nuestro Señor y Rector; aunque nada permanezca intacto en el mundo ni nadie pueda gozar de tranquilidad por mucho tiempo, Dios propone entre sus argumentos a cada uno que “no hay ciudad permanente, antes buscamos la futura”;189 y que no hay un varón con tanta sabiduría que pueda regir la casa de uno para que cualquier error no pueda perturbarla. Realmente yo soy cabeza de un grupo familiar modesto y, sin embargo, desconozco cómo llevar las riendas de mi modesta familia. Mi empeño consiste en buscar el modo en que pueda ser útil a todos, que nada de comer, beber o vestir les falte. Y realmente su inquietud es borrar por todos los medios mis bienes para aumentar los suyos: cualquier cosa que poseo es “nuestra”, que acaba siendo de alguno de ellos, es decir, “suya”. Si digo en verdad algo en contra de alguien, este lo niega y dice tener cómplices. Si alguien me sirve de testigo ante mi familia, dicen de él que es un adulador. “Estás de parte de tu señor; mientes para complacerle; te mereces sus dones; y ciertamente nosotros mismos seremos sinceros, aun cuando por la hora perdamos el favor”. Estas cosas me rechinan cuando las oigo. Por tanto, ¿qué se le hace o se le dice separadamente? Desde luego será tratado de una manera tan vil e insultante que después de esto le horrorizará la verdad. Aquellos despiadados de mis

189 Epístola de San Pablo a los hebreos XIII, 14. Nácar & Colunga 1439. 157 deudas y de mi provecho se esfuerzan en aplacar su estómago y su espalda a costa de lo mío. En estas circunstancias es alabado aquel que deja al señor para ser útil al esclavo y el que es juzgado por su fiel camaradería; el que se burla mintiendo se ríe de sus camaradas, porque se ha burlado de su señor y, al cometer el error, alaba el error y al volverse me pica como una cigüeña.190 Si llevo a cabo algo sabiamente que los moleste en alguna instancia, uno viene con la expresión triste, el rostro abatido y un suspiro fingido diciendo: “Que nada te aflija, queridísimo amo; el pueblo dice que hiciste esto: a mí me satisface bastante, bien sabe Dios, y me parece que es lo correcto, pero esos mismos lo censuran en exceso”. Tras él llega otro por detrás con la misma cantinela. Un tercero de la misma escuela le sigue y no cesan hasta que obligan a poner en duda o a desacreditar la verdad. Ninguno de ellos especifica, cuando dice: “Aquel dice esto y esto sobre lo hecho por ti”, sino “El pueblo dice esto”. Quien acusa al pueblo excusa a todos; no se comprueba a quién puedo dirigirme para no descubrir el engaño. Cualquier sirviente que intente alcanzar mi favor con parquedades incita a la ofensa de todos y ellos le dicen: “Esa casa era buena antes de que entrases; tú corrompiste esa casa, eres la vergüenza y el deshonor de la casa y de su amo; ¡ah! Tú verás cuán grande por esto es tu recompensa; o ¡qué pío eres en la bolsa de tu amo! ¿Qué crees que resulta de esta avaricia? ¿Cómo obrará a partir de ahora tu amo sobre tantas asignaciones y riquezas?

190 Persio, Sátiras I, 58: “¡Oh, Jano, que no ha sentido nunca a su espalda los golpes del pico de una cigüeña”. Guillén Cabañero 334. 158

¿Dices `un tesoro´? ¿Acaso te dejará algo como heredero? ¿O lo degollarás para llevártelo? Ciertamente hiciste para él un tesoro mediante la sustracción y el odio de todos sus amigos, que antes lo trataban como un señor. Tú eres semejante a un bufón, que desprecia la tierra y se muere por la fama; te crees un pretencioso y eres estúpido”. En querellas de esta naturaleza uno de mis siervos me presentó irritado mientras lloraba esta queja. Entonces le contesté: “Hermano, márchate: es cierto que `ninguno puede servir a dos señores´;191 según la enseñanza del Señor eres bueno y fiel; esos, conducidos por el Diablo, acudieron para reprehender tu fidelidad; sobre estas dos alternativas que siguen, nadie que sea sabio elegirá lo peor tras haber abandonado lo bueno”. Entonces él contestó: “No puedo enfrentarme a todos por mí mismo; prefiero transferirte todos mis bienes a que me riñas por dudar ante estos hechos; adiós”. Con esta cautela arruiné al buen siervo y regocijé a su familia. Entonces yo, intuyendo su astucia, convoqué públicamente a todos y les expuse de qué modo había perdido a un buen siervo y que desconocía la inclinación de estos por los litigios. Entonces `todos comenzaron a excusarse´, proclamando `con juramento´:192 “Tu traidor es quien te arrancó a tu buen siervo”. Por tanto, busqué su consejo para saber a quién podría confiar la administración y el trabajo del anterior siervo, no para elegir a quien quisieran, sino a quien no quisieran; estaba seguro de que me darían el consejo de un perro. Hay una antigua y

191 Evangelio de San Mateo VI, 24. Nácar & Colunga 1160. 192 Evangelio de San Lucas XIV, 18; Evangelio de San Mateo XXVI, 72; Nácar & Colunga 1193; 1251. 159 conocida parábola, según la cual un señor meditaba con su esposa qué parte de la mano de cerdo echar a la olla; la señora decía: “El lado”; y el señor: “El hueso”; y su perro: “El hueso, amo”, como diciendo: “Has vencido, eres el amo, y se me alimentará de la mejor parte”. Sin duda sabía que le darían un consejo semejante, esto es, que según su conveniencia me negarían la mía. Viendo, por tanto, lo que querían, aplacé lo que pedían y confié la administración de todas mis posesiones a un siervo, que hasta entonces seguía temiendo a los latigazos, con la advertencia de no hacer nada sin consultármelo. Al principio aquel tuvo miedo y fue bueno. Entonces mis familiares le acosaban con ardides, poniéndole en emboscadas. Aquel exigía lo que había desaparecido, se quejaba y lloraba. Yo sabía lo que se proponían. Ellos me echaron la culpa a mí, por haber confiado una administración tal en un idiota tan grande, y añadieron: “Si se nos permite decir, estamos sorprendidos y dolidos ante sus decisiones”. “Decid: se os permite”. “Sinceramente una persona tan buena como tú ha cambiado tan rápidamente y se ha dejado llevar en tan notable avaricia, que quieres saberlo todo y guardar todo con estrechísima custodia. Nos confundes a todos con estas decisiones que se hablan sobre vos”. Dicho esto, emprendieron un plan suficientemente cruel. “Salían a las calles y a las plazas” y decían que habían sido enviados por mi, “para obligar a los transeúntes a entrar”.193 Los que conmigo estaban en mi casa eran los mismos que, cuando me aceptaban con gran respecto, decían que yo apenas los consideraba y pedían venir frecuentemente.

193 Evangelio de San Lucas XIV, 21; 23. Nácar & Colunga 1251. 160

Ciertamente venían a mí corriendo para anunciarme que hombres venerables en calidad de huéspedes se acercaban y me obligaban a que yo sin querer me congratulase. Así repartían la comida y la bebida y, como sabían que yo no quería, ellos mismos se entregaban a la gula en mi presencia de manera excesiva y obligaban severamente a los que podían y no podían, a los que querían y no querían, para entregarse por completo a todo, casi garantizando un obsequio en mi honor por el mero hecho de haber llevado a cabo sólo eso; también de una manera intachable según el precepto del Señor “no se inquietaban por el mañana”194 y, en efecto, hacían público todos mis bienes. Cuando les reprochaba su embriaguez, ellos me juraban felices que no estaban ebrios y que yo era cruel, que yo los reprendía porque amenazaban gustosamente en mi honor. Cuando volvía por la mañana de la iglesia, veían un fuego copioso y a unos huéspedes de la víspera, que yo creía que se marcharían alrededor del fuego, y me hablaban sobre mi secreto: “Piden la cena, creen que la hospitalidad es excelsa, no saben qué encontrarán; mejor arrojar el asa tras el hacha; elegiste bien, que el fin sea bueno. No te angusties: Dios aún no ha compartido todo. No pienses salvo en lo que tienes: confía en el Señor. Es un rumor extendido que te convertirán en obispo. ¡Que se aleje toda parquedad! Extiende por completo todos tus bienes, atrévete sin cuidado a lo que quieras; “la fortuna ayuda a los

194 Evangelio de San Mateo VI, 34; Nácar & Colunga 1161; M. B. Ogle (1940), “Bible Text or Liturgy”, Harvard Theological Review 33: 212 ss. 161 audaces”.195 Tanto se puede ligar un pastel que las migajas no valen nada. Emprende fuerzas y almas: no retengas nada, que al ascender no estorbes a los que vienen detrás”. Cuando los huéspedes se alejaron de aquel, al momento invitaron a otros. Los prevenían para que acudiesen a mí lamentándose de que la concurrencia de huéspedes los fatigaba excesivamente y me destruían, como si les doliese aquello sobre lo que se alegraban. En esta familia tengo sobrinos, que se adueñan de mis cosas y no se puede calcular lo que puede contradecirles. Éstos luchan desaforadamente contra mí; estos dicen que cualquier cosa que yo gasto supone una deuda con ellos y, por ello, ni me dan las gracias ni me conocen; si les asignase a estos todos mis bienes, manteniendo para alguien una parte para poder desembarazarme de ellos, dirían que eso no se trata de nada real; me desprecian desde luego y enojados “se vuelven como arco engañoso”,196 tanto que no he nacido para mí, sino para ellos y ellos son casi señores y yo un siervo, que nada de lo que yo he ido adquiriendo es para mí, sino todo para ellos. Un padre de familia en Terencio, que tenía defensores semejantes de sus posesiones, dice: “Yo soy lo único mío de mis cosas”;197 con todo, este no es el caso de uno solo: muchos padres pueden decir lo mismo. Ciertamente los míos ya me han superado, pero,

195 Virgilio, Eneida X, 284: “La fortuna ayuda a los audaces”. J. de Echave-Sustaeta (trad.) (2000): Virgilio. Eneida (Madrid: Gredos), p. 306. 196 Salmos LVIII, 57. Nácar & Colunga 733. 197 Terencio, Formio 587. Cfr.: http://www.hs- augsburg.de/~harsch/Chronologia/Lsante02/Terentius/ter_pha4.h tml. La traducción es mía. 162 siendo aún más veraces, los suyos por lo único que se procuran es por sus cosas. Mientras son jóvenes, actúan en muchas ocasiones con reverencia, pero después actúan negligentemente. Hay ciertos padres de familia entre nosotros que de año en año se procuran nuevos sirvientes, por lo que muchos de esos actúan inconscientemente; en verdad me parece de alguien sabio y previsor que se los mantenga medrosos y atentos. Todo esto se puede decir a favor de nuestro rey: ¿de qué modo a miles y miles y gobierna en paz, cuando nosotros, modestos padres, no podemos contener a unos pocos? Ciertamente toda casa tiene un siervo y muchos amos, puesto que el que está al frente sirve a todos; a los que él sirve parecen ser señores. Sin embargo, nuestra corte, fluctuante y vaga, en una peligrosa deriva vive a favor de los demás. Aun así, de ninguna manera me atrevo a calumniar a nuestro rey, porque en una corte tan grande compuesta de tantos miles de corazones diferentes se producen muchos errores y tumultos, sin que él mismo ni ninguno de los demás pueda recordar los nombres de cada uno ni menos conocer sus entrañas; y nadie tiene poder para sostener a toda su familia, de la cual ignora hasta sus pensamientos y sus manera de hablar, esto es, aquello de lo que sus corazones hablan. El Señor “divide las aguas en medio de las aguas”,198 los pueblos en medio de los pueblos, “observador de su corazón”199 y su purificador, y reside en lo más alto y rige con todo su poder; pero parece imposible que nuestros “gigantes suspiren bajo

198 Génesis I, 6. Nácar & Colunga 28. 199 Sabiduría I, 6. Nácar & Colunga 815. 163 las aguas”.200 Todos habéis oído hablar de cortes agitadas además de aquélla única a la que somos atraídos. La ciudad que el Señor rige mantiene la paz y aquélla “permanente”201 nos promete esa paz. Y a mí, un cortesano, mi queridísimo Geoffrey202 (no digo alegremente: “Soy niño y no sé hablar”, pero insisto) atado a esta corte así descrita en realidad y confinado en ella me mandas filosofar sobre ella: ¿a quién confieso que yo soy el Tántalo de este infierno? ¿De qué modo puedo presentar que yo sé todo esto? Es propio de tener la mente tranquila y concisa y a la vez poetizar sobre un tema. Los poetas anhelan toda morada tranquila permanentemente y la situación óptima del cuerpo y de las cosas no resulta útil si un alma tranquila no se encuentra con una paz interna: de ahí que tú me pidas poco menos que un milagro, a saber, que este hombre idiota e ignorante escriba, como si mandases cantar a nuevos infantes desde la fragua de Nabuconodosor.

XI. SOBRE EL REY HERLA

Pese a todo, de una corte y por este que habla se deben contar fábulas semejantes a nuestra corte, como

200 Salmos XXIX, 3; 10; Isaías X, 13; Job XXVI, 5; Nácar & Colunga 670; 705; 898. 201 Epístola de San Pablo a los hebreos XIII, 14. Nácar & Colunga 1439. 202 Brooke & Mynors (xxxiv) comentan el hecho de que este es uno de los lugares (los otros son I, 12; 25; 31; II, 32; IV, 1-2 y los prólogos a III y V) en los que Map se dirige a quien supuestamente le invitó a escribir su obra. El nombre de “Geoffrey” nunca ha sido identificado, pero, según los traductores, parece un maestro de la época. 164 la que cuentan sobre el rey Herla, de los antiquísimos bretones, que fue interrogado por otro rey, que parecía un pigmeo por su modesta estatura, pues no excedía la de una mona. Se manifestaba el hombre pequeño sentado como un macho cabrío imponente según la fabula, un varón como podría describirse a Pan, con rostro resplandeciente, enorme cabeza, barba prolija y rojiza, pecho desarrollado, con la piel de ciervo estrellada y muy luminosa, al cual su vientre erizado y sus pies se le habían degenerado en formas caprinas. Herla se encontró a solas con el pigmeo, el cual dijo: “Yo, rey de muchos reyes y príncipes, de un pueblo innumerable e infinito, enviado por ellos de buen grado vengo a ti; soy sin duda desconocido para ti, pero me encuentro exultante ante la fama y la presencia que te precede sobre otros reyes, porque eres en verdad el mejor y muy próximo a mí por cercanía y sangre y me siento digno y gloriosamente agasajado de ser tu comensal en tus bodas, cuando el rey de los francos te entregue su hija, que ha dispuesto sin duda sin tú conocerlo y, por ello, llegan hoy aquí sus legados. Y por tanto que sea por siempre una alianza entre nosotros, que sea yo el primero en interceder en tus nupcias y tú hagas lo mismo con las mías pasado un año”. Dicho esto y más veloz que un tigre se dio media vuelta y se perdió ante nuestros ojos. Así por ello el rey regresó con admiración, aceptó a los legados y asintió a los ruegos. Ya en la solemnidad de las nupcias, he aquí que el pigmeo apareció antes de las primeras viandas, con tanta multitud de semejantes a él que, con las mesas repletas, se encontraban más invitados a las mesas fuera que dentro, en tiendas propias dispuestas por el pigmeo para la ocasión; los criados por sí mismos se precipitaron desde fuera con 165 vasos impecables hechos de piedras preciosas y pactados para no ser de un arte imitable, llenaron los pabellones y la tienda real de cuberterías doradas o bien de piedra, nada se ofrecía o se ponía en la mesa que fuese de plata o de madera; dondequiera que se deseasen estaban presentes y no servían por ser regios o ajenos, se daba todo de lo propio y los halagos y los votos se vertían con ellos por los deseos de todos. Lo que el rey Herla había preparado se mantuvo adecuadamente: sus siervos se mantenían ociosos, pues nunca pedían ni pagaban. Los pigmeos se situaban en derredor, buscaban la gracia de todos, por la belleza de sus vestidos y sus gemas estaban encendidas casi como luces por los demás. Así pues, el rey de los pigmeos, inmerso en sus ocupaciones en medio de sus siervos, habló de este modo al rey Herla: “Rey excelente, por la copa del Señor, he comparecido ante Vos atendiendo a nuestro pacto en vuestras nupcias; si os es posible explicarme a petición mía algo más extenso de aquello que pensáis, de buen grado os suplico que lo hagáis con precisión; si no, aun cuando lo desee, no diseminéis la suerte de vuestro honor intacto”. Dicho esto y sin esperar respuesta, volvió de allí a su pabellón y alrededor del amanecer se marchó con los suyos. Pasado un año, Herla personalmente y de manera repentina decidió observar el pacto entre ellos. Aquél le asintió y, previendo con antelación que pagaría el talión, siguió al pigmeo por donde le conducía. Así llegaron a una cueva altísima entre peñascos y, tras atravesar entre tinieblas y advertir una luz, que no parecía ni la del sol ni la de la luna, sino la de muchas antorchas, atravesaron el umbral de la casa del pigmeo, una mansión sin duda modesta por todas las que Nasón 166 describe como mansiones del sol.203 Así que allí se celebraron las nupcias y el pigmeo pagó su talión religiosamente; tras concederle permiso, Herla regresó con sus obligaciones cumplidas y con regalos de caballos, perros y aves de presa y de todo aquello que parecía lo más distinguido para la caza o el trampeo. Los condujo el pigmeo sin interrupción por la penumbra y se presentó ante el rey portando un pequeño sabueso,204 recomendándole de todas formas que nadie de toda su comitiva desmontase hasta que aquel can saltase de quien lo portase y volviese a su patria tras saludar. Tras un pequeño trecho, Herla volvió a encontrarse con la luz del sol y en su reino, y se dirigió a un veterano pastor, pidiéndole noticias de su esposa la reina en su nombre, a lo cual el pastor volviéndose con admiración respondió: “Señor, apenas entiendo vuestra lengua, puesto que yo soy sajón y tu bretón; nunca he oído el nombre de esa reina, excepto que cuentan que hace algún tiempo con ese nombre se nombraba a una reina de los antiquísimos bretones que fue esposa del rey Herla, del cual se contaba a modo de fábula que junto a estas rocas se había separado de cierto pigmeo y que posteriormente en ningún lugar de la tierra volvió a aparecer. Los sajones se apoderaron de este reino hace

203 Ovidio, Metamorfosis II, 1 ss.: “El palacio del Sol se elevaba sobre altas columnas y resplandecía de oro reluciente y de piropo que imita a las llamas”. A. Ruiz de Elvira (ed. & trad.) (1992), P. Ovidio Nasón. Metamorfosis, vol. I (Madrid: C.S.I.C.), p. 44. 204 Según Brooke & Mynors, aquí se hace referencia por primera vez a este tipo de can; R. E. Latham (ed.) (1975-1981), Dictionary of Medieval Latin from British Sources, fascículo I, A-B, fascículo II, C (Londres: British Academy), fasc. C, p. 258. Brooke & Mynors 28. 167 doscientos años y sus habitantes expulsados”. Así el rey, que pensaba que la tardanza sólo había sido de tres días, se quedó estupefacto y apenas podía sostenerse sobre el caballo. Por otra parte, algunos de sus compañeros desmontaron sin recordar lo que el pigmeo les advirtió con respecto a que descendiese el can y al instante se derritieron hasta convertirse en polvo. El rey, comprendiendo el significado de aquella desaparición, prohibió bajo amenaza de muerte a sus acompañantes que nadie tocase tierra antes de que descendiese el can. Pero el can aún hoy no ha descendido. La fábula cuenta que aquel rey Herla por su error imperdonable da vueltas permanentemente con su blando ejército de insensatos sin descanso y sin cobijo. Muchos, como afirman, creen haber visto frecuentemente a aquel ejército. Sin embargo, se dice que recientemente en el primer año de la coronación de nuestro rey Enrique dejó de visitar nuestro reino como toda celebridad como antes hacía. Entonces fue visto por muchos galeses cómo se sumergía cerca de Wye, el río de Hereford. Sin duda desde aquel momento el viaje del fantasma cesó, como si al enseñarnos su error él llegase a su quietud. Pero, si queréis saber lo que significa implorar, no sólo en nuestra corte, sino en todas las cortes, de casi todos los príncipes, entonces el silencio me será aún más grato y ciertamente parecerá más justo declararlo. ¿Será grato por un instante escuchar lo que sucedió poco tiempo ha?

168

XII. SOBRE EL REY DE PORTUGAL

Al rey de Portugal, que vive y reina hasta ahora según su parecer, al ser atacado por muchos enemigos y ya casi forzado a la rendición, acudió en su auxilio cierto joven, de belleza soberana y con elegante imagen: el rey permaneció con él y por su virtud en las armas aparentaba ser tan preclaro, que no parecía que sus actuaciones pudiesen ser hechas por un solo hombre. Este, por deseo del rey y del reino, restituyó la paz y entró por sus méritos a formar parte esencial de la familia de su señor y por sí mismo se cultivó aún más, siendo por tanto requerido, visitado frecuentemente y recompensado de múltiples maneras, para que la infelicidad le atrapase. Los nobles de su corte, viéndose menos honrados que antes por su señor, imaginaron que el favorito había desplazado enormemente el favor de ellos y cuanto menos sentían ellos que eran honrados solamente por su señor, tanto más pensaban que el rey los había apartado de su favor y cuanto más evidente veían que aquél se ponía al frente de la devoción de su señor, tanto más deseaban que aquél se alejase de ellos; y habiéndose vuelto aún más envidiosos, movidos por la rabia de la envidia, se esforzaban en rebajarlo por la malicia, por encima de la cual la virtud suprema se elevaba hacia la gracia. Dudaban si acometer contra él armado o siendo él consciente de algún modo. Así pues, se lanzaron hacia una terrible persecución, esto es, la acusación, y se dieron cuenta de que su señor estaba inerme e indefenso, por ello lo atacaron. Ellos sabían que él tenía una insensata tendencia a los celos y por eso enviaron a dos de los suyos al rey, los cuales, como ancianos babilonios, acusaron a la reina inocente, 169 como aquellos otros a Susana, de adulterio con un joven.205 Así que el rey, herido en su corazón por ese lado por el que la coraza de la sabiduría no lo cubría, se afligió hasta la muerte y corrió a su perdición con ciega precipitación, hasta el punto de que los mismos autores del crimen castigaron a la inocente de manera cruel y secreta. Así la inocencia fue entregada con insidias. Los traidores, a los que se ordenó mantener en secreto el crimen, intentaron atraerse al joven confidencialmente con palabras, obsequios y todo tipo de encuentros afectivos y se embarcaron en congraciarse con él con falsas posturas amistosas. Lo arrastraronn casi como para ser cazado en lo profundo del bosque y en un lugar apartado lo abandonaronn para ser degollado por lobos y serpientes y revelaron que a él sólo engañado se le había ordenado hacer esto; puesto que su furia no se había acabado, se dirigieron rápidamente a la casa de la reina, entraron en sus aposentos, una habitación insólita y secreta para ellos y, tras expulsar a los demás, furiosos se precipitaron sobre la mujer embarazada y a punto del parto, la hirieron con los pies y los puños y en un solo intento acometieron un doble homicidio. Se convocaron a los cómplices en los crímenes independientemente de su indolencia; como si justamente hubiese sido autor de una venganza se le glorificó con gran ostentación por la triple falta en presencia de aquéllos. Éstos lo exaltaron en verdad casi como si fuese un hombre orgulloso y fuerte por perseguir permanentemente sus deseos, para hacer perdurar en su estulticia al que habían convertido en estúpido. Se mantuvo en silencio durante algún tiempo

205 Daniel XIII. Nácar & Colunga 1086-1088. 170 mientras la discordia no salió a relucir; pero, como dicen, puesto que una muerte clandestina no se puede mantener mucho tiempo en secreto, finalmente penetró en los oídos del pueblo y, cuanto más contenían las voces el temor que amedrentaba al tirano, tanto más intensamente se agravaba la infamia por las frecuentes injurias. Por otro lado, un rumor prohibido es más veloz que una aseveración lícita cuando irrumpe y la sorpresa se transmite de hombre a hombre y al hacerse público se multiplica más que cuando se comenta en privado. Por ello esto es lo que sucede: que todo oyente que recibe de un amigo algo que debe ser ocultado comete con seguridad una falta con otro. El rey veía a la corte entristecida en un silencio singular y, habiendo salido al extranjero, la ciudad sentía pena por su corte, por un conocimiento adivinatorio ya temía por su fama y, faltando a nuestra costumbre, tras los hechos prestó especial interés a lo que había hecho. Instruido por muchos, le dolía especialmente la envidia con la que le habían seducido los traidores y antes sobre todo vengó con justa ira a los inventores mismos y ejecutores del crimen, privándolos de sus ojos y sus genitales, y los abandonó para que viviesen con la imagen de la muerte, provocándoles una noche eterna, con su voluntad cercenada para todo lo demás. De esta naturaleza son las diversiones de la corte y tales son las ilusiones de los demonios que allí se encuentran; y cualquiera que se deleite viendo algún presagio, que penetre en las cortes de los poderosos. Y, aun siendo nuestra procelosa madre de las aflicciones y la que nutre de iras antes que las demás, ¿tú aconsejas comentar sobre estas discordias? Crees que yo apremio a Balaam con los estímulos con los 171 que azuzó hablando a una mula.206 ¿Con qué otros estímulos se podría inducir a alguien a la poesía? Y aún más temo que me abata por la insensatez al contrario que la mula y a ti al contrario que Balaam, que, hasta que me obligues a hablar, empiece a rebuznar, como si ella hablase en lugar de rebuznar y me hicieras asno en lugar de hombre, al que debieras hacer poeta. Sin embargo, me haré asno por ti, porque lo mandas: en caso de que, rebuznando, la ignorancia me vuelva ridículo, cuídate de que el menosprecio de tu orden no se muestre impudente. Mi temor se halla en muchas cosas: la escasez de conocimiento me acusará, la incapacidad de hablar me condenará, la modernidad en la que vivo me postergará. Tú disculpas tres temores de los que exiges: yo no quiero desligarme del tercero, porque quiero vivir. Eliges para mí un tema tan copioso, que no puede ser superado por ninguna tarea ni equiparable a ningún sufrimiento; es evidente que los dichos y los hechos aún no se han contado; he aprendido a tener a la vista cualquier milagro para que recitarlo resulte placentero y la instrucción atienda a las costumbres. Por otro lado, mi propósito no es golpear nada nuevo, ni exponer ninguna falsedad; pero conozco a cualquiera a la vista o creo explicar a partir de lo oído en la medida de mis fuerzas. Gilbert Foliot, actual obispo de Londres,207 hombre experimentadísimo en tres lenguas – latín, gaélico e inglés – y expresivo de manera evidente en cada una

206 Números XXII. Nácar & Colunga 203-205. 207 Obispo de Hereford (1148-1163) y de Londres (1163-1187) y uno de los mecenas de Map. A. Morey & C. N. L. Brooke (1965), Gilbert Foliot and his Letters (Cambridge), p. 72. Brooke & Mynors 36. 172 de ellas, ya en su vejez más avanzada, en la cual se precipita a una ceguera casi total, habiendo compuesto unos cuantos tratados modestos y brillantes, casi llevando con desesperación la penitencia de estar eximido de tareas, zarpó con su nave de la costa; sondeando la distancia del ancho mar, se esfuerza en redimirse por el tiempo perdido y compone nuevamente una nueva obra de una ley antigua con su dedo presuroso. Bartolomeo, obispo de Exeter,208 hombre anciano y elocuente, escribe en esta época; mientras, Baldwin, obispo de Wigon, hombre muy letrado y sabio en cuestiones relacionadas con Dios, se siente hastiado si se aparta de su pluma. Filósofos como éstos, de esta época, a los que nada falta, que en toda su plenitud poseen una rica residencia y disfrutan de la paz de su hogar, lo alcanzaron dignamente y persiguieron un buen fin. Pero en mi caso, ¿en qué puerto me hallo, que apenas tengo espacio para vivir?

XIII. SOBRE GUICHARD, MONJE DE CLUNY

Guichard de Beaujeu,209 padre de aquel Umberto que se encontraba enfrentado con su hijo, en el último período de su ancianidad asumió los hábitos

208 Entre 1161 y 1184. A. Morey (1937), Bartholomew of Exeter (Cambridge). 209 Señor de Beaujeu, cerca de Cluny, murió ya ordenado monje en Cluny en 1137; fue sucedido por su hijo Umberto II, que también tomó los hábitos en Cluny poco antes de morir en 1174. No se conocen más noticias sobre su conflicto con su hijo, Umberto III. J. Hinton (1923), “Notes on Walter Map´s De nugis curialium”, Studies in Philology 20: 448-468. Brooke & Mynors 36-37. 173 cluniacenses; su alma estaba dividida, evidentemente durante el tiempo de ejercer como profano entre obtener riquezas y tranquilidad y, recogiendo fuerzas, se inclinó por uno de ellos. De repente, sintió que podía ser poeta y de algún modo en su lengua, a saber el gaélico, en la que lucía resplandeciente, era un Homero de los laicos. Ojalá estas cosas me permitan decir que el error de una mente confundida no se convierte en solecismo a través de muchos radios. Ya convertido este Guichard en monje cluniacense, había ya discutido con su hijo Umberto por todos sus terrenos, que su hijo mismo había abandonado por el poder de sus enemigos y su propia impotencia; sin embargo, apenas habían conseguido el abad y los monjes que Guichard volviese a armarse. De vuelta a Cluny, se mantuvo devoto en sus promesas y acabó sus días con el resultado debido.

XIV. ASÍ TAMBIÉN SOBRE OTRO MONJE DE CLUNY

Pero a cada hombre de manera adecuada; algo bastante más miserable le sucede a un hombre noble y valiente, que de igual forma se convirtió en monje del mismo lugar y fue rechazado de la forma ineludible para las armas; sufrió noblemente en su fuerte alma múltiples infortunios en la guerra; de un fracaso siempre renacía para un nuevo combate y, casi excitado con un renacido furor, más despiadadamente se precipitaba sobre sus enemigos y, bien huyesen, bien se resistiesen, se adhería a ellos infatigable como si de sustancias pegajosas se tratasen; y, en caso de que los enemigos lo esperasen con tropa numerosa para aplastarlo, aprendían a ser vencidos por fortaleza, 174 no por multitud. Así que irritados y multiplicando las fuerzas de sus ejércitos, llevaron a cabo un ataque insospechado en la estrechez de dos rocas y casi lo llevaron a buen término. Ninguna esperanza albergaban, ni ser reprimidos por la falta de salvación; y ante ello reaccionaban de manera más apática que con seguridad. Aquel, sin embargo, en medio de los enemigos, como un torbellino de polvo, como una tempestad desatada, dispersaba a los enemigos y ante tanto valor los volvía tan estúpidos que veían su salvación al fugarse al unísono. Aquel monje infatigable se cernía sobre ellos con sus pocas fuerzas sobre el refugio del enemigo; por su parte, los innumerables soldados de la parte contraria, para salvar a sus amos de éste, eran hechos prisioneros por el monje solo. Uno de los generales enemigos, habiendo ya huido, se apresuró en dar un rodeo y adelantarlo y, mezclado de incógnito entre los suyos, retrocedía, dirigiéndose siempre contra el monje, desconociendo que su vida sería extinguida por su enemigo. El monje, casi tan asfixiado por el fervor de su hazaña como por el sol, tras llamar a un siervo, se introdujo en una viña, depositó sus armas y, mientras pasaba por en medio de su ejército, se expuso indefenso pero seguro de sí bajo el alto enrejado de una vid. Por tanto el traidor tras dejar el camino con los que le acompañaban, abandonándolo furtivamente con paso indeciso, atravesó al monje con un dardo letal enviado hacia él y salió huyendo. Aquel, sabiendo que su muerte estaba próxima, ante el único siervo que le ayudaba confesó sus pecados, pidiendo que le impusiese una penitencia. El siervo juró que él desconocía todo eso. Por su parte, el monje, que en todos sus actos resultaba ser tan cruel, rogando de 175 manera sutilísima, le respondió: `Imponme por la misericordia de Dios, mi queridísimo hijo, que en el nombre de Jesucristo mi alma se halle en el infierno haciendo penitencia eternamente hasta el Día del Juicio, que entonces el Señor se apiade de mi, para que yo no vea mi rostro enfervorizado acudir con los impíos´. Entonces con lágrimas el siervo le dijo: `Señor, te impongo como penitencia que aquí tus labios se separen en presencia del Señor´. Y aquel aprobando con sus palabras y su gesto aceptó devotamente y falleció. En recuerdo de aquello se deben traer de nuevo a la memoria las palabras de misericordia que dicen: `A cualquier hora que un pecador se lamente, será salvado´.210 De cualquier modo puede este lamentarse. Y, ¿acaso no lo hizo? Si algo se omitió de lo acontecido, que se mantenga la disputa entre nosotros y que Dios se apiade del alma de aquel.

XV. SOBRE LA CAPTURA DE JERUSALÉN POR SALADINO

Igual que sabemos que los años de remisión o de jubileo son llamados por el jubileo,211 a saber, como los años de remisión y de gracia, de seguridad y de paz, de exaltación y de venida, de alabanza y alegría, así el año de la encarnación del Señor de mil ciento ochenta y siete debe ser llamado por nosotros sombrío

210 Ogle 218-221. 211 Sobre la historia de los años de jubileo: G. Lambert (1950), “Jubilé hébreu et jubilé chrétien”, Nouvelle Revue Théologique 72: 234-251; R. Foreville (1958), Le Jubilé de S. Thomas Beckett (París), pp. 29 ss. 176 por la oscuridad, tan sombrío en el tiempo como tenebroso por la infelicidad, año de temores y guerras, de tristeza profunda y de cargas penosas,212 de blasfemias y tristezas, al que las inundaciones invernales corrompieron constantemente desde mediados de Mayo hasta que se cumplió (Septiembre),213 en el año en que la cosecha anual nos ha sido negada, los frutos se han agotado porque también han dado origen a lo más feo, dañino e inútil de las semillas y han hecho lo común con los animales y causado estragos entre los hombres. Y aun cuando Neptuno siempre o a menudo Cibeles alivien la escasez con su abundancia, el mar cerró sus entrañas misericordiosas de la tierra y negó a su hermana el único interés. Se añade además que el Señor como si se olvidase de compadecerse ante el dolor de la torpeza de los tiempos y la esterilidad de la tierra, del mar y del aire, desató la discordia de los espíritus desde los infiernos y permitió a aquel a quien se había ligado en la cruz por su humanidad burlarse de todo el universo y ultrajar a los cristianos por una pésima promesa. `Todavía no se han consumado las iniquidades de los amorreos´,214 dice el Señor, y

212 Isaías XXXVII, 3; Nácar & Colunga 917. Brooke & Mynors 40. 213 La referencia a las inundaciones invernales resulta ser parca en relación al período relatado (“de mediados de Mayo hasta Septiembre”), teniendo en cuenta además que Map habla también de la ruina de la cosecha de cereales y frutas; junto a ello, la posterior referencia a “en el mismo año de la infelicidad, Saladino tomó Jerusalén” hace pensar que Map da por finalizado el año 1187 el 24 de Marzo de 1188; o simplemente que Septuagesima es un error for “Sep(tiembre)”. Brooke & Mynors 42. 214 Génesis XV, 16. Nácar & Colunga 44. 177 aplazó su destrucción, hasta que fuese completa; pero nuestra iniquidad parecerá tan completa, una tontería tan perfecta, que la venganza por la iniquidad no caerá tanto sobre nuestras posesiones o sobre nosotros mismos, sino que Jesucristo nuestro señor, vencedor de Satán, juzgará que la venganza alcance a su propia persona. Pues cuentan que en ese mismo año de infelicidad Saladino, príncipe de los paganos, capturó y se adueñó de la ciudad santa de Jerusalén y que la asoló con una crueldad mayor que con la que Jeremías hubiese llorado con sus trenos, cuando decía llorando: `Sus sacerdotes gimiendo, sus vírgenes escuálidas´.215 Ya en Jerusalén ni los sacerdotes gimen ni las vírgenes están escuálidas, porque no existen. Tito había devastado este pueblo hasta sus reliquias más modestas, siendo vengador de las injurias del Señor, aunque lo desconociese; este destruyó todo por completo, haciendo allí elección de todos los cristianos. El sepulcro y la cruz del Señor fueron presa de los canes, por cuya hambre languidecían y fue saciada con la sangre de los mártires, para admitir a más en la redención, no tanto por el deseo de dinero o por el vicio de la maldad, como por la apatía del débil y la fatiga de la rabia. No es que faltaran los cuellos sometidos, sino que fallaron las espadas. La libertad no vino después para los redimidos, y a los que fueron redimidos se les dio una paga por ser soldados, se les compró y se hizo mercancía con ellos. Como tantos profetas habían predicho para aquella castigadísima ciudad lamentos y pestes, desastres y muertes, esta vez parecía que el Señor hubiera aumentado sus oráculos. A menudo el Señor la liberó y con todo el ímpetu del

215 Lamentaciones de Jeremías I, 4. Nácar & Colunga 1000. 178 furor no se olvidó de compadecerse de ella; pero ahora allí no queda fuente, ni reliquia ni restos; ¿qué liberación puede haber, qué expectativa, qué esperanza de misericordia? Lo único cierto es el Señor Jesús, por más que nadie vea de dónde puede o de qué modo ser un remedio en suma de tal pérdida. Pues Él, que tuvo oídos para la sordera, vista para la ceguera y vida para la muerte corruptora, nos enseñó a no desesperarnos en ningún momento ante muchas cosas imposibles. En otro tiempo, por así decirlo, el Señor había hecho de su amado David su siervo por la enumeración del pueblo que había creado, casi abrogándole las merecidas alabanzas de sus victorias y casi atribuyéndole a él y a sus múltiples seguidores la llegada de las luchas, y por un ángel asesino él degolló a setenta mil hombres.216 Fue un castigo, no una venganza, que humilló la soberbia, que no provocó la victoria de los enemigos, que no provocó la alabanza de los contrarios, que no envalentonó la envidia de los ciudadanos, que no hirió la vergüenza, que no causó deshonor, que no arrastró a lo demás; esto se mantuvo en los cánones, dispuso al rey, sirvió al pueblo como semillero en su favor. Esto hizo concebir al padre no como un enemigo, un látigo o una espada. Allí no supuso la devastación de las cosas o la enajenación de las posesiones, ni que el poder se transformase; el arca se mantuvo, los actos sagrados también y la seguridad para los restantes; se enumeraron los muertos, se les lloró y se les dio sepultura; gozaron felices ante la desaparición de la infelicidad.

216 Samuel II, 24, 15-16. Nácar & Colunga 386. 179

Pero, qué fin persigue esta miseria infinita, ahora que el Señor permitió que los vínculos de aquéllos se rompiesen, demonios descarados e indomables se apropiaron o destruyeron todo lo honesto que en ellos había, todo lo bueno, todo lo propio de Dios a través de sus compinches; han elevado todo lo ignominioso, todo lo malicioso, todo lo suyo y lo han sancionado allí como la excusa más firme en nombre de la paz eterna, como para que ya `se haga su voluntad así en la tierra´ como en el infierno.217 Aquellos judíos de antaño fueron castigados, no mortificados, pero los de ahora son mortificados, no castigados. Estaban a punto de deslizarse los pies de muchos y por nada resbalaban los pasos de la mayoría,218 porque no se preocupaban de que esta no fuese nuestra Jerusalén. No permitamos que sea,219 sino que busquemos que sea,220 por lo que nos es más evidente la bajeza del mundo y, cuanto mayor sea su desgaste, mayor nuestra preocupación por ella; que nuestra esperanza en las cosas futuras aumente y que sea una tierra más libre de preocupaciones. El caballo, el buey, el camello, el asno y cualquier animal vivo se apresuran a escaparse del fango o bien a saltar de un foso en una tentativa total. Sin embargo, nosotros permaneceremos hundidos en el fango. Es más razonable que seamos guiados por la razón de los seres irracionales, a los que la naturaleza les indica una orden de manera mejor que a nosotros nuestra sabiduría. Por lo general tienen conocimiento; la

217 Evangelio de San Mateo VI, 10. Nácar & Colunga 1160. 218 Salmos LXXIII, 2. Nácar & Colunga 729. 219 Salmos I, 4. Nácar & Colunga 692. 220 Epístola de San Pablo a los Hebreos XIII, 14. Nácar & Colunga 1439. 180 verdad, el ciervo, el jabalí, el gamo, el corzo, casi siempre poseen una ley cierta y un tiempo para descansar y comer, de sueño y de vigilia y su destino dispuesto no es transgredido; nunca se paralizan por cuidarse de sus enemigos, dejan sus huellas de manera prudentísima hasta sus guaridas, como conociendo que es una investigación suya; si poseyesen los consejos de Catón y de todo el senado con su cautela nada les obligaría a fugarse; si se les deja escapar, viven muchísimo tiempo, con el único sustento de hojas y hierbas, revelando que por naturaleza no son refinados por sus argucias; beben agua y carecen de costosas rarezas y de rencores tribales. Las épocas discurren casi siempre de manera inmutable como una hilera. Sin embargo, los animales habitan mansos con nosotros, mientras que nosotros contraemos tales vicios que, aun cuando ellos viven de manera aún más antinatural, sin embargo los caballos, los toros, las gallinas, las palomas contemplan nuestras vicisitudes durante los días y las noches como antinaturales. Aunque sobresalgan frecuentemente por su práctica amorosa y por el deseo de nuestros alimentos, así como por las cosas poco apropiadas, no obstante nosotros sobresalimos en el exceso de esas mismas cosas. Por tanto, aunque necias voces nos hablen de la virtud en la abstinencia y nada hay que ante nuestros ojos nos muestre de qué modo el Señor nos indica algún tipo de instrucción; mientras nos acostumbramos a lo que está prohibido, pese a que evitemos los grandes fastos, nos sumergimos en la arena, según lo que dice Gregorio,221 y una multitud

221 Gregorio Magno, Moralium Libri VII, 2. Migne, 1902, vol. LXXV, col. 768. 181 de cosas insignificantes pasan según la conformidad de las más graves. Es a nosotros a quienes la digna sabiduría no deja de informarnos, clamando fuera, en las plazas más insospechadas222 y nos extraviamos en actos desordenados; por la buena salud tanto de nuestro alma como de nuestro cuerpo tenemos la libre intención, sabedores de hacer extravagancias en beneficio de la carne, aun cuando no hay una sola cosa más intolerable que una mujer rica, que alaba lo útil y reprueba lo inútil.223 Esto nos infatuó con sus demonios cómplices y con el mundo, de tal modo que los preceptos de Cristo no se tienen en cuenta para la vida eterna, ni los aforismos de Hipócrates en vida. Pasamos por encima de las debidas vicisitudes siendo negligentes con la salud de cada uno y, aunque rara vez o nunca surge algo propicio de nosotros, nosotros lo recogemos como un mérito, como diciendo: `Todo cuanto se hace debajo del sol tiene su tiempo´.224 Sabemos de tres personas que fueron resucitadas por el señor dentro de la casa, fuera de la casa y en la tumba; en un breve dístico el obispo Hildebert de Lavardin lo expuso de este modo:

“Una mente perversa significa la muerte interior, un acto perverso la muerte exterior; lo acostumbrado es la tumba: la niña, el niño y Lázaro dan cuenta de estos hechos”.225

222 Proverbios I, 20-21. Nácar & Colunga 771. 223 Juvenal, Sátiras VI, 460. Guillén Cabañero 504. 224 Eclesiastés III, 1. Nácar & Colunga 799. 225 Hildebert de Lavardin, Applicatio moralis ex vetere Testamento; Migne, 1893, vol. 171, col. 1279. El poeta Hildebert fue obispo de Le Mans (1096-1125) y arzobispo de Tours (1125- 1133). P. von Moos (1965), Hildebert von Lavardin (Stuttgart); 182

Dos mujeres bastaron para con unas pocas súplicas mover al Señor a la resurrección de un hombre; ¿hay tantos hombres y mujeres de un viejo o un nuevo orden a quien ellos pueden hacer levantar? ¿Qué podemos conseguir ante la insistencia de sus limosnas, ayudas y súplicas, que, sentados con María `a los pies del Señor´, no cesan de rogarle, como dicen? Pero quizás deseando `que cumplamos toda justicia´226 hospedando a Cristo con Marta `andan afanados en los muchos cuidados del servicio´, para que no falte nada mientras `los deje solos en el servicio´ y buscan cuidadosamente aquello que es menos necesario que lo que sería para nosotros. Por tanto, mientras `se turban por muchas cosas´, como dice Pablo, `cada uno da cuenta de sí´,227 así podremos por la gracia de Dios ser levantados ante una solicitud propia, `confiando en él, no en el hombre;228 y Cristo como hombre bueno nos liberará `del hombre violento´.229

F. J. E. Raby (1953), A History of Christian Latin Poetry, 2ª ed. (Oxford), pp. 265-273; Brooke & Mynors 48. 226 Evangelio de San Mateo III, 15. Nácar & Colunga 1155; para los casos de María y Marta: Evangelio de San Lucas X, 38 ss. Nácar & Colunga 1245. 227 Epístola a los romanos XIV, 12. Nácar & Colunga 1357. 228 Salmos CXVIII, 8. Nácar & Colunga 753. 229 Salmos CXL, 2. Nácar & Colunga 764. 183

XVI. SOBRE EL ORIGEN DE LOS CARTUJOS230

El obispo de Grenoble había visto en sueños siete soles que se concentraban desde diversas direcciones en el monte que se llama Chartreau, en el valle de Grésivaudan. Reflexionando allí consigo mismo en la mañana, haciendo múltiples presagios pero sin encontrar nada, he aquí que seis excelsos hombres clérigos y un séptimo, su maestro, que con ellos acudía – Bruno – acudieron a aquel lugar inmediatamente, para construir allí un oratorio. Así, el obispo se alegró y, viendo el éxito de la feliz visión, levantó una iglesia y celdas propias por su cuenta según las propias especificaciones de los hermanos. Es sin duda un monte altísimo y entre medias de la cima

230 Map inicia aquí un repaso a las órdenes religiosas que luego resumirá en el capítulo XXIII. En estas descripciones se encuentran coincidencias con Gerardo de Gales (J. S. Brewer et al. (eds.) (1861-1891), Giraldi Cambrensis Opera, 8 vols (Londres) y Nigel de Longchamps (J. H. Mozley & R. R. Raymo (eds.) (1960), Speculum stultorum (Berkeley), ésta última escrita entre 1179 y 1180. El compendio más elaborado es la Historia occidentalis de Jacques de Vitry (J. F. Hinnebusch (ed.) (1972), The Historia Occidentalis of Jacques de Vitry (Friburgo). Sobre los cartujos: Mozley & Raymo 2227-2256; Gerardo de Gales, Topografía de Gales IV, 248-254; Guigo, Vita Sancti Hugonis Gratianopolitani Episcopi (Migne, 1854, vol. CLIII, cols. 761- 784); Pedro el Venerable, Sobre los milagros (Migne, 1854, vol. CLXXXIX, cols. 943 ss.). La Orden de los Cartujos fue fundada por San Bruno, antiguo maestro de las Escuelas de Reims, que reunió a un grupo de ermitaños en Grésivaudan, valle de Isère, sobre Grenoble. En la historia se cuenta la historia del sueño del obispo de Grenoble, que no se conoce de otro modo, ni parece poder identificarse la casa renegada en la diócesis de Saint-Jean de Maurienne. Brooke & Mynors 50-51. 184 un profundo y amplio valle, estéril y sin cultivar, aunque sin embargo es abundante en fuentes. El lugar tiene trece celdas: en una se halla el prior, en las otras individuales cada uno de los hermanos. El prior les suministra pan para toda la semana el sábado, así como legumbres y aceite; en tres días por semana se contentan con pan y agua. No comen carne aun estando enfermos; no venden ni comen pescado, si no se les ha otorgado para que pueda ser distribuido a todos; siempre visten en cilicio y en túnica, siempre se encuentran orando o leyendo. Ninguno, salvo el prior, puede abandonar la celda para poner sus dos pies fuera; al prior se le permite para visitar a los hermanos. En días festivos se encuentran en la iglesia; no oyen misa permanentemente pero sí ciertos días. Ellos no acechan a sus vecinos, ni se mofan, ni roban; ninguna mujer se aproxima para estar con ellos ni salen en su busca. A petición de un poderoso hombre del santo episcopado de San Juan de Maurienne, se propagó de dicha sede episcopal que la orden cartuja había construido una casa semejante a la suya que era señalada por la afluencia de pastos y su fertilidad, pero siguiendo el instinto libidinoso del Diablo. Asimismo, la orden cartuja había recogido una hacienda de manera desmesuradamente avariciosa de cualquier lugar al que tuviese acceso y por un deseo avaricioso se habría alterado su caridad, no cejando de colmar su deseo fecundo ante un fin perverso; habría invadido los lindes de sus vecinos, arrebatando de todas partes de manera diligente tanto de manera oculta como por la fuerza, gestionando los hechos del mejor modo

185 posible231 y, lo que al ritmo de su estomago pudiese adquirir, lo adquiría y se ocupaba de los bienes de ella. La orden cartuja era reprendida por el prior frecuentemente, después aporreada; no la abandonó, pero extendida y abundada en bienes se negaba a obedecer. Se apartó232 y recurrió a una madre semejante a ella misma en la casa de los cistercienses, la cual se había abierto a un deseo visceral de caridad y había adoptado la injuria de una madre priora como hija especial, persistiendo violentamente y con mano dura.

XVII. SOBRE EL ORIGEN DE LOS GRANDIMONTINOS233

Los grandimontinos (procedentes de Grandmond, en Burgundia) se iniciaron gracias a Stephen, que los fundó para que recibieran un lugar donde habitar en principio y perpetuamente y no poseyesen más; podrían llegar a menos, pero no a más. Allí permanecían recluidos. Su preceptor era un presbítero, al que no se le permitía salir del recinto bajo ninguna dispensa. Nadie solía salir; nada poseían fuera de la propiedad; no existía animal alguno en el interior

231 Horacio, Epístolas I, 1, 66. Silvestre 351. 232 Deuteronomio XXXII, 15. Nácar & Colunga 260. 233 Gerardo de Gales, Topografía de Gales IV, 254; Mozley & Raimo 2183-2226. La orden fue fundada por un noble de Auvergne llamado Stephen de Muret alrededor de 1100, precisamente en Muret, pero pronto recalaron en Grandmont. J. Becquet (1968), Scriptores Ordinis Grandimontensis, Corpus Christianorum, Series latina VIII (Turnhout); D. Knowles (1963), The Monastic Order in England 940-1216 (Cambridge), pp. 203- 204. Brooke & Mynors 52. 186 salvo las abejas, las cuales no herían a los vecinos circundantes. Comían lo que se les ofrecía de manera caritativa y lo que podían elaborar en el interior del recinto. En caso de faltar los víveres por completo, entonces tras un día de ayuno sin comida envían a dos de ellos al camino más cercano para que digan al primer viandante `los hermanos están hambrientos´. Si el Señor los oye, los viandantes paran para auxiliarlos; si no es así, pasan ese día sin alimento y a la mañana siguiente lo anuncian a su superior. Si éste no lo remedia, claman al Señor que se olvidó de socorrerlos.234 Los laicos manejan todos los negocios fuera, los clérigos se sientan en el lugar de María sin las preocupaciones del momento. De ahí que surgiera un gran sedición dirigida al Papa nuestro señor; los clérigos comenzaban a perfilarse dentro y fuera de los recintos; los laicos deseaban que las estatuas de Stephen permaneciesen inalterables y la cuestión aún está sin decidir,235 pues hasta ahora la bolsa no ha merecido un juicio decidido.

234 Salmos LVII, 10. Nácar & Colunga 731. 235 Horacio, Ars poetica 78. Silvestre 541. 187

XVIII. SOBRE EL ORIGEN DE LOS TEMPLARIOS236

Cierto soldado de una aldea de Burgundia, de nombre Pagano – él mismo se llama así – llegó como peregrino a Jerusalén. Cuando éste oyó que junto a la cisterna de los caballos no lejos de las afueras de Jerusalén se producían ataques de paganos contra los cristianos que allí abrevaban a sus caballos y gracias a emboscadas frecuentemente eran asesinados, se compadeció de ellos y por el celo de la justicia que en tanto faculta comenzó a defenderlos y frecuentemente se lanzaba en su socorro desde escondrijos adecuados y mataba a muchos enemigos; esto resintió a los sarracenos, cuando tantos de los suyos dormían hasta el punto de que nadie se percataba de los ataques impetuosos de aquéllos; por ello, pensaron en abandonar la cisterna. Pero Pagano, que no era indolente ni se dejaba vencer fácilmente, con cuidado se procuró ayuda para Dios y para sí mismo. Obtuvo de los clérigos regulares una gran casa en el interior del recinto del templo del Señor del modo en que él pudo y allí con frágiles vestimentas y feliz por la pequeña victoria con devoción corrió con todos los gastos de caballos y armas; a algunos caballeros peregrinos y belicosos los podía convencer con la

236 Los Templarios fueron fundados por Hugo de Payens, cuyo nombre Map corrompe nombrándolo como Paganus (Payne). Éste procede de Payens, cerca de Troyes. La orden data de c. 1118 y su regla, diseñada con la ayuda de San Bernardo, fue confirmada por el papa en 1128. D. Knowles & R. N. Hadcock (1971), Medieval Religious Houses, England and Wales (Londres), pp. 26 ss.; Mozley & Raymo 2051-2068. Brooke & Mynors 54-55. 188 predicación, con preces y se los atraía de todos los modos para que, entregados al Dios eterno, perseverarán en prestar ayuda o al menos hacer un voto junto al templo. A ellos y a sus escuderos según las armas o el oficio les distinguía con una señal de la cruz o algo a modo de escudo con distinción segura; también se aseguraba de su castidad y sobriedad. Ante el comienzo de hechos tales, sucedió que algunos de entre los cristianos conocieron al soldado por su enorme fama y, conocido por los paganos y odiado por los muchos que murieron de entre sus familiares y amigos gracias a él, se dice que fue capturado por sorpresa por ellos y llevado a la hoguera. Allí acudieron muchos nobles con saetas, que pretendían conseguir del rey arrojarle una de sus saetas por sus talentos singulares como venganza por verter la sangre de los suyos. El rey se presentó ante él, deseando unirse al caballero si él abdicaba de su fe y, lisonjeándole ante todas las heridas recibidas de todos modos, intentó ganárselo, aun cuando lo veía fuerte y con toda firmeza; sin que le abandonasen las esperanzas resuelto ordenó el rey que se le conservara y se le cuidara e intentó con mucho esfuerzo durante mucho tiempo mantener su promesa, lamentándose finalmente de ser engañado. Sin embargo, puesto que el Señor le había hecho tener al caballero una gracia especial ante este rey que le hacía sufrir, deseando el rey liberarlo ante la expectativa de una venganza tan cruel, le propuso el nombre de un infante al que los cristianos como pagano lo retenían encadenado, en lugar del cual le prometió que le dejaría ir, y pidió a su señor que fuese garante de su retorno. Sellado el pacto, el soldado se dirigió a Jerusalén y explicó a su rey lo que había dilucidado. Así, el rey, el clero y el 189 pueblo hicieron alabanzas por recibir a un coadyuvante tan enérgico. Pero, como el soldado acogió al joven que debía partir, preparó el regreso para el día estipulado. El rey y toda la corte se oponen a que esto suceda y mantienen alejado al liberado de su tenedor, comprometiéndose con profusión a cantar misas, conceder limosnas y cualquier cosa que sea pertinente para redimirlo de este modo; y, aunque así pudiese satisfacer a Dios, como parecía, nada le parecía al soldado suficiente y se empeñó en el retorno prometido. Al dar a conocer este hecho a los suyos, de común acuerdo consideran seguro y honesto que sea custodiado, mientras se preparaba el día del regreso, para que el hecho de retenerlo antes de ser soltado no se viese como una promesa rota. Él se resiste, bien esperando finalmente escapar, bien a ser dispensado de algún modo, mientras ve acercarse el día y, entonces desesperado, recurre a la ayuda de una falsedad y promete mantenerse muy serenamente con tal de que lo prometido sea cumplido por ellos. Así pues, libre de las alabanzas y los gozos de todos sale; la noche siguiente entra en un camino, apresurándose con todas sus fuerzas para no entregarse como un preso amable; estaba siendo esperado de manera extraordinaria por el momento y como alguien inmensamente horrible y fue atrapado por su rey y por los vengadores. Tras haberse mofado el rey de él de manera furtiva, como suelen hacer en sus errores los poderosos, adujo como excusa ser un rehén y alrededor de la tarde del día señalado y de su esperanza recibió a un soldado de infantería inesperado, como prófugo y que se rebeló con mucha premura; apenas habló y, como pidiendo una indulgencia, suplicó que se aplazase lo que se le 190 prometió. Todos se admiraron y se compadecieron y el mismo rey por la buena fe de su cautivo aplacado por la gracia de Cristo lo dejó libre.

XIX. CIERTO MILAGRO

Alrededor de la misma época cierto clérigo fue asaeteado por los sarracenos para hacerle negar su fe. Uno que ya había abjurado de su fe se mantenía allí reprochándole que creyese torticeramente y con cada nuevo zarpazo decía: “¿Acaso es tan bueno?”. Aquél nada decía en su contra. Al comprobar su persistencia, alguien le decapitó de un solo golpe diciéndole: “¿Acaso es tan bueno?” La cabeza cercenada, empero, adquiriendo voz propia, increpó: “Ahorá sí es bueno”. Éstos y otros sucesos similares sucedieron a los antiguos templarios, mientras conviían el amor de Dios y la vileza del mundo. Como el amor se despreciaba y la opulencia se fortalecía, oíamos otras historias además, que añadiremos; que se oigan antes sus primeras inquietudes ante la pobreza.

XX. OTRO MILAGRO237

Cierto caballero, de nombre Américo, con un gran patrimonio pero de fama modesta, se dirigía a una práctica militar, que llaman torneo. Recorriendo camino por un alto bosque, oyó el toque lejano de una

237 H. L. D. Ward & J. A. Herbert (eds.) (1883-1910), Catalogue of Romances in the Department of Manuscripts in the British Museum, 3 vols (Londres: Longman); vol. II, 1893, p. 662; S. Thompson (1955-1958), Motif-Index of Folk-Literature, 6 vols. (Copenhage), K 3, 2. 1. Brooke & Mynors 58. 191 campana matutina al son de la misa y, aun siendo disuadido por sus compañeros que lo desaprobaban, aceleró la marcha para oír misa, dejando a los portadores y a las armas en compañía. Encontró a heremitas; celebrada la misa, se apresuró en regresar junto a sus compañeros, esperando encontrarlos a unas dos o tres millas; pero, tras desviarse de su camino y retrasarse durante todo un día, regresó al lugar de celebración de la misa. Lo mismo ocurrió la mañana siguiente. Al tercer día, conducido por un heremita, encontró a sus compañeros que volvían congratulados por una gran alegría. Estaba sorprendido de que se mostrara mayor admiración por él de lo acostumbrado; temió que fuese algo irónico. Así que llamó a un compañero más fiel para charlar con él en privado; le preguntó de qué modo responderían ellos en caso de una desgracia en el torneo; aquel le expuso lo siguiente: `El torneo es bueno para nosotros y tu mano, pero malo para los enemigos, que sin embargo hoy se dirigieron a nosotros para verte por la admiración de tus hazañas, pero, cuando ayer regresamos a nuestros aposentos, nadie entre nosotros pudo decir algo cierto sobre ti; sin embargo, declaran tus armeros que, recibidas tus armas por ti ante sus ojos, desapareciste con tu caballo. Si en verdad deseas oír lo que de ti dijeron en el camino, oigámoslo con los rostros agachados´. De este modo, oyeron de aquellos que iban tras ellos los elogios de Américo, de cada uno de ellos, y grandes alabanzas del hombre que previamente había sido difamado. Él mismo estaba sorprendido, pues no era consciente de ningún mérito, y finalmente advirtió que el Señor le había otorgado un enviado para que sus compañeros no pudieran gozar de la despreciada misa, o bien que él mismo 192 pudiera sufrir por lo visto, y así él se entregó con todo lo que él poseía a Dios y a la orden templaria y los hizo prosperar enormemente, como se cuenta. Después, reyes y príncipes llegaron a pensar que sus propósitos deben ser el bien y la vida honesta y por la intervención de los papas y los patriarcas se les honró como defensores del cristianismo y se les abrumó con infinitas riquezas. Ya podían tener lo que les parecía bien y alcanzaban lo que querían conseguir. En ningún sitio, salvo en Jerusalén, carecían de nada; allí tomaban la espada para defender el cristianismo, lo cual Pedro no contemplaba para defender a Cristo. Allí Pedro aprendió a buscar la paz con paciencia; desconozco quién enseñó a estos a vencer la violencia con fuerza. Cogieron la espada y con la espada perecieron.238 Sin embargo, dicen: `Todas las leyes y todas las normas permiten repeler la fuerza con fuerza´. Pero aquel había negado esta ley, que, cuando ya Pedro había sido abatido, no quería ejercer el mando con legiones de ángeles. Parecía que ellos mismos no eligieron la opción más correcta, habiéndose estrechado nuestras fronteras bajo su protección en aquellos lugares y habíendose aumentado las de los enemigos; los apóstoles habían conquistado en el nombre de Cristo, no en boca de la espada, Damasco, Alejandría y una gran parte del mundo, que la espada dejó escapar. David dijo a Goliath mientras salía a su encuentro: `Tú vienes a mí con armas y yo acudo a ti en el nombre del Señor, para

238 Evangelio de San Mateo XXVI, 52-53. Nácar & Colunga 1192. 193 que la iglesia universal sepa por qué el Señor no salva con la espada´.239 A nadie en su sano juicio le cabe duda de que las fundaciones de las órdenes han avanzado de una misma fuente según un curso adecuado, con la humildad del compañero, maestra de las virtudes de la cual se alejaron porque todos en su deseo la repudiaron y a la que avara y soberbia empujaron al pozo de los vicios. Muchos intentaron huir de la pobreza con sus órdenes y, tras ser rechazada, la humildad huyó; el príncipe soberbio acudió a las riquezas, a quien Jesús humilde en su pobreza había echado fuera. Él no acudió a Elías con el viento que azota las puertas, ni en un terremoto, ni en un incendio, sino con el leve movimiento de la brisa, a quien aguardaba con todo su deseo pese a las funestas predicciones y Elías lo deseaba con fervor; aquellos hechos ocurrieron antes, pero el Señor no estuvo en ellos; el soplo sucedió antes y en ella estuvo el Señor;240 el soplo nos precedió en nuestras órdenes, en ella estuvo el Señor; siguieron los templarios, en los que no estuvo el Señor, de los cuales tomó este sermón; puesto que gracias a sus obras se consideraban como queridos entre los prelados y los reyes y preferentes por su honor, se preocupan con esmero de que no se eclipse el modo en el que se sublimen. Si los confines últimos de la tierra recuerdan convertirse al Señor, como dice el profeta,241 ¿qué harán? Si llega la paz, ¿qué le

239 Reyes I (Samuel I) XVII, 45-47. Nácar & Colunga 343-344. 240 Reyes I XIX, 11-12. Nácar & Colunga 419-420; Ogle 207- 209. 241 Salmos XXI, 28 (XXII, 27). Nácar & Colunga 702. 194 sucederá a la espada? Dicen que en otro tiempo la paz se cuidaba de este modo.

XXI. SOBRE EL HIJO DEL SULTÁN DEL CAIRO242

No mucho tiempo antes de estas fechas, Nassaradin, hijo de Abbas, sultán de El Cairo, fue capturado y encarcelado por los soldados del templo del Señor; pese a ser pagano, era un hombre clarividente en todo lo demás, por linaje, en el arte de la guerra, por letras y virtud de alma. Mientras estuvo libre hasta entonces en su casa, mantenía grandes disputas sobre nuestra fe y sus errores y, viendo que sus ritos no se mantenían acordes a la fe y a la fortaleza de la misma, él se hubiera adherido al cristianismo si el recelo de sus parientes nobles no hubiese sido un obstáculo. Y, cuando este hecho de su relación se dio a conocer entre aquellos que lo mantenían encadenado, no sólo no lo creyeron, sino que hicieron oídos sordos a su petición de ser bautizado. Nassaradin se comprometió con ellos a que El Cairo, es decir, su ciudad de nacimiento, sería conquistada con sus fuerzas y su consejo, con tal que le permitiesen bautizarse. Aquellos carceleros, que se mantenían inflexibles en su inclemencia, sopesaron en detrimento de su ánimo, manteniendo sus oídos abiertos hacia otras preocupaciones. Estos hechos llegaron a conocimiento de los habitantes del Cairo y, reconociendo que aquel que prometía su rendición era

242 La historia es contada de manera más breve por Guillermo de Tiro (Historia rerum in partibus transmarinis gestarum XVIII, 9). Migne, 1855, vol. CCI, cols. 718-719. Brooke & Mynors 62. 195 el más valiente de entre sus familiares, le tenían más miedo a él, del mismo modo que ellos siempre odiaban más al que era contrario a su ley. Celebraron un consejo y acordaron que aquel a quien se ponía en venta, fuese como fuese su precio, sería comprado por ellos; y, tras enviar embajadores, tasado el precio y con un engaño justo, entregaron en un tonel dorado los talentos por la exquisitez de la mercancía y, temiendo por la fortaleza inalcanzable de un hombre tal, lo recibieron atado según lo convenido. Atravesando las calles aquel gritaba que era cristiano y no temía que sus palabras de salvación se propagasen en contra de las reprimendas y castigos de los enfurecidos. Así que, llevado hasta El Cairo por los ciudadanos, con gozo festivo saludaba al encontrarse con los que se le acercaban, los cuales le veneraban casi como un padre de la patria, como varón digno y defensor y, al llegar al centro de la ciudad y con el resto de ciudadanos apresurándose, se reúnen a la voz de un pregonero. Así pues, tras elevar y exaltar al cielo en comunión perfecta, no dejaron de dar las gracias a su Dios casi como si hubiesen sido salvados por los cristianos, esperando que Nassaradín se pusiese al frente de ellos, porque carecían de un líder. Aquel ni por placer ni casi por temor se atribuía haberse arrastrado; invocando al Padre y confesándose ante Cristo, volvió atónita a toda la ciudad. De ese modo, los ciudadanos separadamente de la turba se mantenían estupefactos en sumo silencio y escrutaban cualquier decisión del consejo en medio de un enorme conflicto. Acudían los que se cuidaban de actuar al instante en medio de la algarabía y no faltaban los que por reverencia a una persona tan digna pensaban que debía ser protegido, que, en caso de decir extravagancias, finalmente se arrepintiese. Se 196 convocaron a los príncipes vecinos y, por haber sido instruidos en diversos conflictos, murmuran lo que debe hacerse. Destacan los que, sometido Nassaradin, esperaban que fuesen elegidos para la defensa y el dominio de la ciudad, alegando que por sacrílego y apóstata debía ser crucificado. Los que en verdad se esforzaban en la salvación y preservación de la ciudad pensaban más reflexivamente que sus conciudadanos y semejantes le deberían suplicar que renunciase a la piedad de la ciudad que lo acogió y sin la pasión por el amor a sus vínculos nobilísimos y que venerase a los dioses de sus padres. Aunque esto se intentó de todas las formas posibles, no se pudo obtener ninguna súplica ni ninguna lágrima. Asi que, fue conducido y atado en la estaca de condena y a la manera del rey Edmundo y del beato Sebastián mártires nobilísimos, tras ser asaeteados, fue enviado ante la presencia de Cristo. De qué modo renació del agua y del Espíritu Santo243 es más que evidente, pues la sangre es líquida y todo líquido procede del agua.

243 Cfr.: Evangelio de San Juan III, 5. Nácar & Colunga 1274. San Edmundo, rey de East Anglia, fue muerto por los vikingos en 869, hecho que fue comparado con la muerte de San Sebastián, asaeteado como aquel. Su sepulcro fue lugar de peregrinación desde el siglo XI en adelante. D. Whitelock (1967-1969), “Fact and Fiction in the Legend of St. Edmund”, Proceedings of the Suffolk Institute of Archaelogy 31: 217-233. Brooke & Mynors 66. 197

XXII. SOBRE EL VIEJO ASSASSIN244

También sucedió que un hombre de grandísima autoridad, a quien se le conocía como el Viejo Assassin, como si rigiese a sus subordinados bajo el polo, el cual era la cabeza visible de la religión y de la fe de los paganos, solicitó del patriarca de Jerusalén un libro de los Evangelios; para ello envió uno de sus intermediarios. El intermediario fue aceptado y recibió de manera afectuosa los Evangelios; el hombre, bueno y excelso entre los suyos, fue enviado para traerse consigo del patriarca sacerdotes y levitas de los cuales recibirían el bautismo y los sacramentos plenos de la fe. Los templarios que allí residían, tras preparar una emboscada, acabaron con él para que la fe de los infieles no dejase sin efecto la unidad de la paz. En efecto, eran los Assassin los primeros de entre los paganos por su infidelidad y maestros de la incredulidad. Por otro lado, un anciano con evidente fraude reprimía con freno su anterior devoción al Diablo y el Señor mantuvo silencio sobre llevar a cabo lo que parecía haber prometido. El patriarca podía afligirse y el rey no podía vengarse ni de uno ni de

244 Brooke & Mynors (66) comentan que esta historia del “Viejo de las Montañas” o jeque de los Assassin es mencionada por Guillermo de Tiro (XX, 31-32, Migne, 1885, vol. CCI, 810 ss.). Los Assassin era una secta de musulmanes radicales formada en Persia a finales del siglo XI, que se expandió a Siria y cometió crímenes indiscriminados entre musulmanes y cristianos. El nombre de la secta procede de una bebida (el “hashish”) la cual se cree que ingerían antes de cometer sus asesinatos (de hecho, su nombre dio origen a la voz inglesa “assassin” o “assassination”. Su influencia en Oriente Próximo se centra entre 1090 y mediados del siglo XIII. B. Lewis (1967), The Assassins (Londres). 198 otro: el patriarca no pudo, porque Roma lo llevó como bolsa de cautivos, congregándolos de múltiples lugares; el rey no pudo porque su dedo meñique es más grande que él.245 Jocelyn, obispo de Salisbury, respondió a su hijo, Reginald de Bath,246 elegido con violencia, pero no admitido para la consagración desde Canterbury y lamentándose: `¡Estúpido! Sal veloz a donde se encuentra el Papa, seguro, sin dudar nada, y propínale una buena bofetada con tu gran bolsa y no sabrá por dónde quieres volver´. Asi que acudió, allí le agredió, aquel se tambaleó; el Papa se derrumbó, el pontífice se levantó; y al instante escribió a Dios mintiendo con respecto a los principios de todos sus breves obras, pues, cuando debió haber escrito `por la gracia de la bolsa´ escribió `por la gracia de Dios´. Cualquier cosa que quiso así lo hizo.247 Pero sea nuestra señora y madre Roma como un bastón que se rompe en el agua y que no se tenga que creer lo que vemos. Muchos mienten con descaro sobre lo que predijeron los caballeros templarios; sepamos de ellos y creamos lo que oigamos. Desconozco lo que perpetran con los habitantes de

245 Jeremías XXIX, 14; Reyes I, 12, 10. Nácar & Colunga 409; 973. 246 Reginald Fitzjocelin fue elegido obispo de Bath en 1173 y consagrado en Junio de 1174 por los arzobispos de Canterbury y Tarentaise, por orden del papa, tras la visita de Reginald a la curia papal. Él fue uno de los miembros del grupo de obispos elegidos en 1173, después de que Enrique II firmase la paz con el Papa. La consagración de este grupo fue impedida gracias a la disputa entre Enrique II y su hijo el joven rey Enrique y los elegidos tuvieron que desplazarse a Roma para ser confirmado. Brooke & Mynors 68. 247 Salmos CXIII, 2 (CXV, 3). Nácar & Colunga 752. 199

Jerusalén; con nosotros conviven de manera bastante honrada.

XXIII. SOBRE EL ORIGEN DE LOS HOSPITALARIOS248

Los Hospitalarios seguían un buen principio de su devoción, que redimían las flaquezas de los peregrinos. Se iniciaban de manera humilde: su casa parecía un lugar especial para la caridad, admitían a huéspedes de manera espontánea y, siguiendo fielmente la doctrina de los discípulos del Señor, se preocupaban de acoger a los transeúntes en su hospicio, fueron fieles largo tiempo en consignación, pues sus zurrones intactos les permitían mostrar abiertamente lo peculiares que eran y nada faltaba entre las necesidades de los débiles, que cualquier cosa se pudiese conseguir diligentemente: restituían por completo el dinero entre los que se hallaban convalecientes. Con esta fama muchos y en gran cantidad les ofrecían su patrimonio y muchos más se lo cedían allí mismo para servir a los débiles y desafortunados. De ahí que cierto noble caballero que `había venido a servir, aunque acostumbrado a ser servido´,249 lavando los pies a un menesteroso terriblemente enfermo de úlceras, asqueado ante la fetidez sin pensar se tragó el agua donde había lavado

248 La orden de los Caballeros de San Juan de Jerusalén o de los Hospitalarios se creó a imagen y semejanza de la de los Templarios a comienzos del siglo XII y la confirmación papal se produjo en 1113. Se convirtieron en tema habitual de las sátiras de la época (Juan de Salisbury, Gerardo de Gales, Nigel de Longchamps). Brooke & Mynors 68-69. 249 Evangelio de San Mateo XX, 28. Nácar & Colunga 1181. 200 los pies para que su estómago se acostumbrara a vencer lo que le horrorizaba. Los Hospitalarios percibieron al Señor gracias a un suave susurro250 pero, como gracias a sus ganancias, la codicia, madrastra perversa de los deseos, creció entre ellos, he aquí que apareció un viento que rompió las rocas, un terremoto y un incendio. En la vorágine de aquel incendio se dirigieron al Papa y al santo senado de la curia romana y privilegiados regresaron llenos de injurias contra el Señor y contra sus cristos.251 En el Tercer Concilio Laterano celebrado en época del Papa Alejandro252 toda la multitud de prelados, a quien había convocado el Papa junto con abades y el resto del clero, a duras penas consiguieron algo moderado entre los presentes que fuese suficiente a costa de sus propios privilegios. Mientras estuvimos presentes mantuvieron la calma, pero, disuelto el concilio, al instante el zurrón dominador puso al descubierto las arrugas de su cara, `el amor no lo vence todo, sin embargo Roma todo lo vence´,253 y nos convirtieron en sus presas de nuevo, firmando unos privilegios aún más sustanciosos. No diré los zurrones, sino los vestidos, no diré las personas, sino las voluntades del

250 Reyes I, 19, 11-12. Nacar & Colunga 419-420. 251 Salmos II, 2. Nácar & Colunga 692. La descripción de los cardenales como un senado de la Iglesia de Roma era común en la época; se retrotrae a Pedro Damián en el siglo XI (W. Ullmann (1955), Growth of Papal Government (Londres), p. 320 y n.). Brooke & Mynors 70. 252 Exactamente en 1179. Brooke & Mynors 70. 253 Virgilio, Bucólicas X, 69: “El amor todo lo vence; también nosotros cedamos al Amor”. De la Ascensión Recio y Soler Ortiz 220. “Roma” es “amor” leído hacia atrás. H. Walther (1963- 1969), Proverbia sententiaeque latinitatis medii aevi, 6 vols. (Göttingen,), vol. I, pp. 97-98. 201 clero regular: prevalecen todos ellos contra nuestras vestiduras de clérigos y nuestra voluntad. En realidad, siempre crecen y nosotros decrecemos.254 La vida de los altares nos es dada en primer lugar por Dios, después nos es mostrada por los patriarcas. No sucedemos por herencia a los padres: no se permite negociar. Podemos mendigar: el pudor cesa con esto, el respeto se aviva; con esa apariencia se anula la voluntad. Por tanto, ¿qué podemos mostrar o de dónde? Si los seglares poseen casi todos los altares y apenas quedan altares únicos para cada clérigo y hay muchos más clérigos que altares. Mientras la cárcel de los clérigos es el monasterio y aquel buen Jerónimo dice `El hacha me fue colocada a mis pies, si no llevo mi labor hasta los altares´,255 tras cambiar los acuerdos, ellos han decidido dónde vivimos y que para ellos sea nuestro tributo por nuestro sustento; el monasterio es ahora la cárcel de los monjes, en la cual los clérigos se mantienen si es el deseo de los monjes, a menos que ellos ofrezcan un tributo por el altar. Nos ponen obstáculos con múltiples artimañas y nos apartan de las iglesias. Cuando los soldados, a los que se les permite derechos de patronazgo, quieren actuar y piden ayuda de los Templarios o de los Hospitalarios para que se les faciliten recursos, responden: `A vuestra disposición hay suficientes recursos de los que se os facilitan, pero no se permite que seais partícipes de cualquier cantidad de dinero de la Orden Templaria y de los Hospitalarios si no es para los hermanos; sin embargo, si deseais entrar en nuestra orden,

254 Evangelio de San Juan III, 30. Nácar & Colunga 1275. 255 Jerónimo, Cartas 14. J. Labourt (ed. & trad.) (1949), Saint Jérôme. Lettres, vol. I (París: Les Belles Lettres). 202 recogiendo alguna posesión de la casa del Señor, seréis libres de entrar´.256 Así pues los desdichados, a los que en todos los sentidos se les mantiene encadenados y se encuentran deseosos de ser absueltos, que nada poseen, como creen, de lo que pudiesen carecer de manera más indemne que por donaciones de las iglesias, a estos les otorgan libremente para poder entrar libremente. De este modo, no diré con falacias, sino con engaños, que se alejan de la simonía, para que el Señor no se aleje de las casas donde se enriquecen: nietos e hijos de soldados, y lo que parece aún más indigno, muchas personas dignas mueren en silencio.

256 El fenómeno de la simonía (o pago por ser admitido en las órdenes religiosas) era habitual en este período. J. H. Lynch (1976), Simoniacal Entry into religious life from 1000 to 1260 (Columbus), pp. 170-172. Brooke & Mynors 72. 203

XXIV. SOBRE EL ORIGEN DE LOS CISTERCIENSES257

Los Cistercienses salieron de Inglaterra, de un lugar llamado Sherborne, y allí muchos monjes servían con un hábito negro bajo el discreto manto de abad; como los hábitos les constreñían cada vez más, este hecho comenzó a desagradar a algunos, de los cuales en número de cuatro, sin evitar la fuga, se dirigieron a Francia, madre de todas las maldades. Tras unirse a ellos partidarios de los placeres – de los cuales Francia se exhibe como peculiar – acudieron y en su recorrido tuvieron que afrontar la debilidad de sus vituallas y, castigados por las desgracias de sus penurias, reflexionaron durante largo tiempo qué se debería hacer. No querían regresar, no querían vivir sin

257 La historia que aquí relata Map cuenta con un elemento de ficción, según Brooke & Mynors (72). La orden de Cîteaux fue fundada a partir de un éxodo de monjes de Molesme (1097- 1098), no de ermitaños, aunque cierto es que la sede de Molesme había sido fundada por ermitaños, como muchas de las nuevas comunidades del período, y que los cistercienses tenían influencias de los ideales eremitas, al mismo tiempo que profesaban las reglas monacales. También es cierto, según Brooke & Mynors, que uno de los primeros monjes, Stephen Harding, posteriormente tercer abad y quizás el fundador real del modo de vida cister, había sido monje en Sherborne, pero ello no da pie a pensar que abandonase Sherborne para dejar atrás la rigidez del cargo. Sobre la relación de Stephen con Sherborne: C. H. Talbot (1936), “An Unpublished Letter of St. Stephen”, Collectanea Ordinis Cisterciensis Reformatorum 3: 66-69; D. L. Bethell (1961), “An Unpublished Letter of St. Stephen Harding”, Downside Review 79: 349-350. Sobre las controversias a propósito de los orígenes de los Cistercienses: Knowles 752-753; Brewer et al., 1891, vol. IV, pp. 111 ss; 129-248; Mozley & Raymo 2111-2182. 204 obtener ganancias. ¿De qué modo buscarían? ¿Qué sucedería? Finalmente les pareció adecuado vivir en un desierto bajo el paraguas de la religión, no desde luego como en el desierto de Pablo o de Hilario en Libia o en los inaccesibles de la Negra Montaña,258 no en cavernas o grutas donde nadie puede existir, salvo Dios, sino para los que deciden adorar a un hombre como Dios, hombres que, aunque sean gratos a Dios, sin embargo no están próximos a Él. Así que eligieron un lugar adecuado para habitarlo, un lugar habitable, no habitado, el mundo, fecundo, favorable para los frutos, no desfavorable con las semillas, una barrera con bosques, un lugar del que brotan las fuentes, como el cuerno de la abundancia, un lugar fuera de este mundo en el corazón del mundo, alejado de los hombres pero en medio de los hombres, de aquellos que no quieren saber sobre el tiempo, pero quieren ser conocidos con el paso del tiempo, como diciendo: `huye al saucedal y desea que antes yo la vea´.259 Por tanto, eligieron una parte vil y despreciable en medio de un gran bosque debido a cierta riqueza, simulando enormemente su inocencia, con larguísimas plegarias, añadiendo la palabra Dios como si fueran unas simples sílabas. Así que escardaron y arrancaron el bosque, y lo redujeron desde sus raíces a una planicie, los arbustos (los convirtieron) en frutos, obligaron a los sauces a convertirse en sembrados, redujeron los juncos a viñas y, como se hallan liberados para esas ocupaciones, es posible que arrancasen algo con

258 La Negra Montaña se refiere a Old Red Sandstone, frontera natural occidental de Gales, patria de Map, situado al suroeste, en Herefordshire. Brooke & Mynors 73. 259 Virgilio, Bucólicas III, 65. De la Ascensión Recio & Soler Ruiz 182. 205 oraciones. María se sentaba hace tiempo casi como si no se compadeciese de las fatigas de Marta; ahora María resurge entre ellos como alguien más clemente ante las preocupaciones de Marta. Unas órdenes surgen a media noche para revelar al Señor según el salmista260 y duermen fatigados después de la hora; estos en verdad, que son más rigurosos e intolerantes consigo mismos, decidieron insistir en las oraciones y en las vigilias después de la hora y durante el día. Sin embargo, tras bastante tiempo esto les pareció insostenible y, puesto que resultaba repulsivo alterar la norma, prefirieron cambiar la hora de media noche a la anterior al alba, para que el servicio concluyese con la noche, que ninguna norma se convirtiese en un fraude. Otros se levantan antes del amanecer; estos están más inclinados a que

Roguemos suplicantes a Dios Antes ya de que salga el sol,261 completadas las horas y la misa se salga a trabajar al unísono, todos juntos. A estos cuatro les pareció más incisivo y restringido esta regla que la de los beatos Basilio y Benedicto: se abstenían de concubinas, de cordeles e incluso de hilos; se contentaban con prendas de lana y teñidas y con tanta intención se apartaron de los negros monjes que su vestido blanco lo mantenían contrario a sus propias túnicas. Ningún monje de carne y hueso se cubría antes de la época de Carlomagno, y

260 Salmos CXIX (CXVIII), 62. Nácar & Colunga 756. 261 Este es el comienzo del himno de la hora Prima. C. Blume (ed.) (1907), Analecta hymnica medii aevi, vol. LI (Leipzig), pp. 40-41. 206 con súplicas sentidas pidieron del Papa León el uso de carne (sangre) para los monjes de las montañas, consiguiendo para ellos aceite de grasa de cerdo, para que no fuese de laurel como los transmontanos. Los Cistercienses, que no admitían este arbitrio, mantuvieron intacto la severidad de la antigua senda, para mantenerse ajenos al consumo de carnes. Sin embargo, se nutrían de cerdos en un número mayor de mil, de ahí que vendiesen piezas de tocino, quizás no todo; por su parte, ni donaban, ni vendían, ni desechaban las cabezas, las patas y las pezuñas; lo que fuese de ellos Dios lo sabe. De igual modo, las gallinas es un asunto entre el Hacedor y ellos, de las cuales guardan en abundancia. Ellos renunciaron a las posesiones de las iglesias y en todo caso a las injustas adquisiciones, mientras, como el apóstol, vivieron del trabajo de sus manos,262 alejando todo deseo; pero sólo duró un tiempo. Desconozco qué propusieron o qué prometieron en ciernes, pero, prometiesen lo que prometiesen, los frutos siguieron, hasta el punto de hacernos temer a los árboles. Entonces se mantenían en todas estas cosas de manera humilde y simple, sin avidez, sin hacer nada mejor, rechazando el alivio de lamento alguno, sin hacer nada que no quisiese que les ocurriese, asumiendo el mal para evitar el mal de nadie,263 sirviendo a la inocencia alejándose de la infamia, como el bálsamo de la gualda; todos alababan sus sábados y deseaban que fuesen como ellos. Así se convirtieron en un pueblo grande en exceso y

262 Epístola I de San Pablo a los Corintios IV, 12. Nácar & Colunga1363-1364. 263 Evangelio de San Lucas VI, 31. Epístola I de San Pablo a los Tesalonicenses V, 15. Nácar & Colunga 1237; 1412. 207 aumentaron sus propiedades; los nombres de sus casas encerraban en sí alguna profecía de la divinidad, como la Casa de Dios, el Valle de Dios, la Puerta de la Salvación, la Ascensión al Cielo, el Valle Admirable, la Vigilia, el Claro Valle.264 De aquí surgió Bernardo y comenzó a lucir entre unos, sobre todo sobre otros, como Lucifer entre los astros nocturnos, hombre preparado en la elocuencia, que solía utilizar carromatos para viajar por ciudades y castillos, ya que de ese modo llevarían a los creyentes al claustro. Recorría los confines de la Galia con este espíritu y gracias a él se producían milagros, según escribe Geoffrey de Auxerre;265 creedle.

264 Como la pretensión de los Cistercienses era buscar lugares inhóspitos, a menudo les otorgaban nombres completamente nuevos, razón por la que atrajeron a muchos autores (M. Chibnall (ed.) (1973), The Ecclesiastical History of Orderic Vitalis, vol. IV (Oxford: Clarendon Press), p. 326). La lista de Map está compuesta de hechos reales y filigranas. Casa Dei podría ser La Chaise-Dieu, pero esta fue una gran casa benedictina; Vaudey fue un monasterio cisterciense inglés en Lincolnshire y Vallis Dei el nombre de otras casas; Port Salut no era lugar cisterciense, pero la casa austríaca de Heilbronn era conocida como Fons Salutis; el Ascenso al Cielo podría haber sido inspirada por Scala Dei, L´Escale Dieu de la diócesis de Tarbes; Merevale se encontraba en Warwickshire; Lucerna suena como Luzern, pero tiene ecos de la cisterciense Lucella, Lützel, en Alsacia; y la lista se cierra con la propia Clairvaux de Bernardo. Para la Chaise-Dieu, que llegó a tener 450 dependencias: P. R. Gaussin (1962), L´abbaye de la Chaise-Dieu (París); (1980), Le rayonnement de la Chaise- Dieu (Brioude). Brooke & Mynors 76-77. 265 Geoffrey de Auxerre escribió los libros III al V de la Vita prima de San Bernardo, incluyendo el resumen de los milagros en el libro IV, y fue coautor de los Miracula (libro VI), así como editor general de la empresa en su conjunto; también escribió la Vita de San Pedro de Tarentaise. Geoffrey había sido monje de Clairvaux y secretario de Bernardo; fue abad de Igny y de 208

Estaba presente en la mesa con el beato Thomas [Becket], entonces arzobispo de Canterbury; estaban sentados junto a él dos abades blancos [Cistercienses], hombres preclaros que refirieron los múltiples milagros – a saber, de Bernardo – asumiendo una urdimbre, según la cual allí se leyó una carta de Bernardo sobre la condenación del maestro Pedro [Abelardo], maestro de los nominalistas, que se equivocó más en la dialéctica que en los santos documentos; la carta de Bernardo de Claraval fue leída por los abades al Papa Eugenio,266 que había sido monje suyo, al cual nadie de la orden siguió hasta aquella sede. En aquella carta se incluía que el maestro Pedro, a la manera de Goliath, era soberbio, que Arnaldo de Brescia era su guía y muchas otras cosas en este tono tan negativo. Llegado el momento, los dos abades alabaron a Bernardo y lo encumbraron hasta las estrellas. Así que, John Planet,267 que estaba oyendo cosas sobre su buen maestro que no quería escuchar y que le dolían, dijo: “En Montpellier vi un

Clairvaux durante un tiempo y posteriormente de Fossanova y Hautecombe. Murió poco después de 1188. W. J. Millor, H. E. Butler & C. N. L. Brooke (eds.) (1979), The Letters of John of Salisbury, vol. II (Oxford: O.U.P.), pp. 556-558; J. Leclercq (1952), “Les écrits de Geoffroy d’Auxerre”, Revue Bénédictine 62: 274-291. 266 Brooke & Mynors (78) especulan con que sea la carta CLXXXIX de San Bernardo (J. Leclercq, C. H. Talbot & H. M. Rochais (eds.) (1978), Opera Sancti Bernardi, vol. VIII (Roma), pp. 12-16) en la cual Bernardo ataca a Pedro Abelardo y Arnoldo de Brescia. En realidad iba dirigida al Papa Inocencio II (1130- 1143). Eugenio III (1145-1153), antiguo monje Cisterciense y discípulo de Bernardo, actúa para Map como destinatario natural de la carta. 267 Uno de los consejeros del arzobispo Thomas Beckett. Robertson & Sheppard, 1875, vol. III, pp. 59; 131. 209 milagro que a muchos admiró”; y, tras serle rogado que lo relatase, dijo: “A aquél a quien proclamáis como hombre magnífico y lleno de méritos se le unió cierto hombre endemoniado en Montpellier, el cual se le presentó para que lo sanase. Este, sentado sobre una enorme podenca, ordenó al espíritu impuro – mientras el pueblo, que había acudido, se mantenía en silencio – y finalmente dijo: `¡Suelta tus ataduras y libérate!´. Entonces el endemoniado, al sentirse liberado, arrojó piedras al mismo abad de la manera más intensa que pudo, persiguiéndolo mientras huía rápidamente por las aldeas, en tanto pudo; y aun cuando fue capturado por el pueblo mantenía sus ojos fijos en Bernardo, pese a que sus manos estaban atadas”. Desagradó sin duda este discurso al arzobispo y dijo a John casi amenazándolo: “¿Y éstos son tus milagros?” Y entonces John replicó: “Ciertamente quienes estuvieron entonces presentes dijeron que este fue un milagro digno de ser recordado, porque el poseído era benévolo y benigno con todos, y que sólo se sentía agraviado por los hipócritas; para mí esto fue un castigo por presunción”. Del mismo modo, dos abades albinos [Cistercienses] conversaban sobre el mencionado caballero en presencia de Gilbert Folliot, obispo de Londres, que le comentaron sobre la repercusión de los milagros. Tras relatar muchos de ellos, uno de los abades dijo: “Aunque sean ciertos los hechos que se cuentan sobre Bernardo, sin embargo yo vi que en ocasiones la gracia de los milagros le fallaba. Cierto caballero que vivía en la frontera de Burgundia le rogó que acudiese y sanase a su hijo. Llegamos y lo encontramos muerto. Así que ordenó que el cuerpo fuese llevado ante Bernardo en un tálamo secreto y, 210 dispersados todos, se arrojó sobre el niño268 y, tras rezar, se levantó; el niño, por su parte, no se levantó, pues yacía muerto”. Entonces dije: “Este fue el más infeliz de los monjes. Nunca oí que un monje se hubiese arrojado sobre un niño, de modo que al instante tras él se hubiese levantado el niño”. El abad se sonrojó y todos salieron para reírse de lo relatado. Era público y notorio que tras esta desgracia en el mismo renombre de Bernardo incidió en un segundo, al cual no le siguió la misma fama. Walter, conde de Nevers, había muerto en La Chartreuse y allí fue sepultado. Así que Bernardo acudió rápido a aquel sepulcro y le rezó antes de almorzar: era la hora prima. Bernardo le dijo: “No me apartaré de aquí hasta que me hable el hermano Walter”, y exclamó con voz aguda diciendo: “Walter, sal fuera”.269 Por su parte Walter, que no oyó la voz de Jesús ni tenía los oídos de Lázaro, no acudió. Puesto que antes se introdujo Arnaldo de Brescia en nuestro discurso, digamos algo, si se me permite, de quién era, como lo que oí de un hombre de aquel tiempo, hombre sin duda magnífico y muy versado, Robert de Burnham.270 Este Arnaldo,271 incitado por el

268 Evangelio de San Marcos V, 40. 2 Reyes IV, 34. Nácar & Colunga 1205; 430-431. 269 Evangelio de San Juan XI, 43. Nácar & Colunga 1288. 270 Robert de Burnham, amigo de Gilbert Foliot, fue arcediano de Buckinghamshire (c. 1177-c. 1190). Morey & Brooke 156; Greenway, 1977, vol. III, p. 40. 271 Antiguo abad de una abadía agustiniana de Brescia, Arnaldo fue apartado de su cargo por Inocencio II en 1139; tras cruzar los Alpes, se convirtió en alumno de Abelardo en París. Allí permaneció tras la condena de Abelardo y su retiro a Cluny, enseñando, predicando las virtudes de la pobreza y denunciando a la jerarquía eclesiástica y en particular al abad de Clairvaux. 211

Papa Eugenio tras Abelardo, indefenso y ausente, fue condenado, no por escrito alguno, sino por su predicación. Según la altura de su linaje Arnaldo era noble y grande, según sus letras el más excelso, según la religión el primero, no era complaciente consigo mismo en cuanto al sustento y el vestido, sino que se atenía a la necesidad más perentoria. Recorría el mundo predicando, no buscando su beneficio, sino el de Dios,272 y se hizo amable y admirable entre todos. Cuando llegó a Roma, los romanos veneraban su doctrina. Finalmente llegó a la corte y pudo contemplar las mesas de los cardenales llenas de vasos de oro y plata y de delicias en los banquetes: en presencia de su señor el Papa los reprendió de manera

San Bernardo lo expulsó de Francia y, tras permanecer en Zürich, finalmente se le permitió regresar a Italia y reconciliarse con el entonces Papa Eugenio III en 1146. Sin embargo, poco después se vio envuelto en revueltas políticas en Roma al denunciar al Papa y a los cardenales por su modo de vida, liderando a los insurgentes antipapales de la ciudad. Definitivamente fue expulsado de Roma en 1155, capturado por Federico Barbarroja cuando acudía para ser coronado y condenado por el prefecto de Roma a morir en la horca. R. B. Brooke (1975), Coming of the Friars (Londres), pp. 69-71; 146-147; R. L. Poole (ed.) (1927), John of Salisbury. Historia Pontificalis (Oxford), pp. lviii-lxx; 63 y ss.; A. Fragoni (1954), Arnaldo da Brescia nelle fonti del secolo XII (Roma), pp. 170 y ss.; G. W. Greenaway (1931), Arnold of Brescia (Cambridge). Brooke & Mynors (82-83) entienden que el relato no es impreciso: las evidencias demuestran que Arnaldo hizo predicación a favor de la sedición y de la pobreza, pero, como muchos otros reformadores de los siglos XI y XII, tanto ortodoxos como heréticos, su mensaje principal se centraba en atacar la ostentación de la jerarquía eclesiástica y el uso de la riqueza por parte de la Iglesia. 272 Epístola de San Pablo a los Filipenses II, 21. Nácar & Colunga 1402. 212 tenue, pero no lo toleraron de buen grado, expulsándolo fuera de allí; este, de vuelta a su ciudad, comenzó a enseñar infatigablemente. Acudían a él los ciudadanos y lo oían libremente.273 Entonces sucedió que oyeron cómo se quejó en presencia del Papa sobre las prevendas y sobre Mammón, y que había sido expulsado por los cardenales. Entonces los oyentes de Arnaldo se congregaron en la corte, reprendiendo al Papa y a los cardenales, diciendo que Arnaldo era un hombre bueno y justo y que ellos eran avaros, injustos y perversos, y que no eran la luz del mundo, sino escoria, y otras consideraciones, y estuvieron a punto de desatar una reyerta. Controlado definitivamente este tumulto y tras enviar legados al emperador, el Papa denunció a Arnaldo como susceptible de excomunión y hereje, y los embajadores no abandonaron la corte hasta conseguir que Arnaldo fuese ahorcado.

XXV. DIGRESIÓN DEL MAESTRO WALTER MAP SOBRE EL MONACATO274

Los monjes tanto blancos como negros, como el gavilán ante la aterrorizada alondra, reconocen de ese modo a su presa, a saber, los soldados a los que pueden desplumar, los cuales, o bien consumen sus patrimonios, o bien son encadenados por deudas. A estos los seducen y junto a sus tentaciones,

273 Evangelio de San Marco VI, 20. Nácar & Colunga 1206. 274 James sugería que este capítulo apareció en formato panfletario como en el caso de la Disuasión de Valerio (IV, 3). Brooke & Mynors 84. 213 separadamente del estrépito a modo de huéspedes de la caridad, esto es, como pulgas, se exhiben en abundancia, durante tiempo, con delicias, rogando delicadamente que los visiten con frecuencia, y de este modo les prometen suntuosidades cotidianas y joviales rostros siempre; les muestran sus despensas durante sus ayunos y cuantos tesoros del monasterio correspondiente puedan mostrarles siempre que les parezca, incitándoles en su esperanza; les prometen suplir aquellas cosas de las que carecen, roban en los altares, muestran a quiénes están dedicadas las efigies y con qué frecuencia se realizan las celebraciones eucarísticas; los convocan a capítulo como hermanos y los hacen partícipes de las oraciones; allí se les conduce, como dice Virgilio:

“Cabe la lumbre, si hiciere frío, bajo la sombra, si el tiempo de la mies”.275

Los monjes negros, que tienen como beatos fundadores a Basilio y Benedicto, han conseguido en nuestros tiempos nuevos imitadores, que profesan la misma regla y más fervientes añaden de lo suyo algunas reglas más estrictas; a tales los llamamos o monjes blancos o grises. Los negros poseen una regla por la que visten telas baratísimas de su provincia y pielecillas de cordero solamente según repartición; los blancos llevan lana tejida como la llevaría la propia oveja, sin otro color y, aunque se burlan de los negros por las pielecillas, por equidistancia se pertrechan de muchas túnicas suavísimas, las cuales, si no son

275 Virgilio, Bucólicas V, 70. De la Ascensión Recio García & Soler Ruiz 194. 214 saqueadas por los expertos en tintes, se convierten en delicadas prendas de reyes y preciosas escarlatas de príncipes. Los negros, a los pies de María, oyen la palabra del Señor y no se les permite salir aun siendo solicitados; los blancos, aunque se sientan sobre sus pies, salen a trabajar, ejerciendo todo tipo de labores agrícolas con sus propias manos, siendo mecánicos dentro de su recinto y cortadores de hierbas, pastores de ovejas y negociadores, muy serviciales en cada trabajo singular; no cuentan con boyero o con porquerizo si no es por ellos, y para tareas pequeñas o poco relevantes o relacionadas con mujeres, como de ordeño o similares, no admiten a nadie salvo a sus propios hermanos. Todas las tareas se hacen para todos, de ahí que la tierra se trabaje como su posesión y, aunque no estén obligados a meditar con el evangelio desde la primera hora de la mañana,276 mantienen por precaución tal cantidad de enseres en reserva que podrían llenar el arca con la misma seguridad que Noé, quien nada dejó fuera sin comprobarlo. Se avienen a un único maestro principal, a saber, el abad de Cîteaux, cuyo poder es cambiar cualquier cosa según su voluntad. No sirven a los huéspedes alimentos de los que ellos se abstienen, pero ni siquiera dentro del recinto permiten que se sirva lo que no dan; esto es una señal de que se abstienen de lo que tienen en abundancia, pues una de las manos de la avaricia es la tacañería. Reciben prestados bueyes y arado, pero no pueden prestar los suyos. Les es posible hacer que su causa sea la mejor,

276 Primera Carta de San Pablo a los Corintios IX, 22; Salmos CIV (CIII), 24; Evangelio de San Mateo VI, 34. Nácar & Colunga 746; 1161; 1368; Ogle 212 ss. 215 nunca la peor; para los débiles son huérfanos, para los fuertes suplicantes; perturban a los vecinos, proscriben a sus oponentes vencidos, acogen bajo la apariencia de virtud cualquier cosa que sea de utilidad. Si buscas cuestiones particulares, se te engañará: es tan probable que la razón esté presente que quien lo ve puede argüir que es el evangelio de la falsedad. Aquel que por misericordia los convoca a una parte de su terreno, puede parecer un vecino suyo, pero finalmente lo expulsan. No hagas a otro lo que no quieres que se te haga a ti;277 sin embargo, esto no lo temen y muchas otras cosas similares. Poseen soluciones singulares para cada problema particular, las cuales ellos mismos conocen; sin embargo, una es universal para todos los problemas: para explicar cualquier tipo de violencia, rapiña o cualquier cosa que implique deseo, dicen: `Nosotros robamos a los egipcios y enriquecemos a los hebreos´, como si ellos fuesen los únicos a los que el Señor trajo de las tinieblas. Breve en exceso contemplan el reino de Dios, si excepto ellos actúan extravagantemente. Si no recordaran a ninguno de los profetas, ni al Señor Jesús ni a los apóstoles, ellos podrían encontrar por sí mismos una vía inaúdita, o Dios nos privaría de ella o la desconocería o sería falsa. No obstante, el Señor advierte que se debe tener cuidado de los pseudo- profetas, que llegan vestidos con piel de cordero como estos, pero en su interior son lobos hambrientos, como estos que oran mientras permanecen en las esquinas de las plazas, como estos que aumentan sus filacterías, como estos que magnifican sus fimbrias. Y no

277 Evangelio de San Mateo VII, 12; Evangelio de San Lucas VI 31. Nácar & Colunga 1161; 1237. 216 aumenta su filactería quien conversa con el cielo y dice: `Que Dios me perdone por ser glorificado excepto en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo´;278 no glorifica en la cruz de Cristo quien tortura a otros para que sea él mismo glorificado; pero no parecen aumentar su filactería quienes ellos sólos se llaman hebreos y a todos los demás egipcios. Con el fariseo dicen: `No somos como los demás hombres´, pero no dicen: `Damos la décima parte de lo que poseemos´. Con él dicen sobre cada uno de nosotros: `Y no como este publicano´, y nosotros decimos: `Dios sea propicio a nosotros pecadores´.279 Si Dios presta oídos a la soberbia y no tiene en cuenta la abyección, entonces son hebreos y nosotros egipcios; sin embargo, sí son verdaderos israelitas los que actúan con caridad, a saber, con amor a Dios y al prójimo; quien persigue al prójimo, ¿cómo puede albergar en él el amor de Dios?280 La unidad del amor se divide en dos partes y Dios benefició al hombre y el hombre, como si fuese indivisible, se glorifica de una y de otra parte, y ninguna puede satisfacer sin la otra. No existe nadie que goce sin el beneficio de algún hombre; por tanto, nadie que no tenga prójimo. Así pues, por mucho que ellos quieran rechazar a los que

278 Evangelio de San Mateo VI, 5; VII, 15; Epístola de San Pablo a los Gálatas VI, 14. Nácar & Colunga 1158-1161; 1392. 279 Evangelio de San Lucas XVIII, 11-13. Nácar & Colunga 1255. Brooke & Mynors (88) informan de que los Cistercienses habían recibido del Papa Inocencio II el privilegio de la exención del pago de diezmo por la posesión de tierras que ellos mismos labraban. G. Constable (1964), Monastic Tithes (Cambridge), pp. 246-248; 276-277; 292-294. 280 Evangelio de San Lucas I, 48; Evangelio de San Juan I, 47; III, 17; Epístola de San Pablo a los Romanos XIII, 10. Nácar & Colunga 1227; 1272; 1274; 1357. 217 aceptan, sin embargo los mantienen como prójimos; por lo que, si los odian, ¿de qué modo Dios los acoge?281 Pero, como dicen, aman en el Señor; en cambio, ponen barreras a amar en el Señor al querer el bienestar del alma del prójimo: excluyen el socorro de todo cuerpo. Así ciertamente amo a todos mis enemigos, porque ojalá se disuelvan y estén con Cristo.282 Aun con todo, no odio a nadie de manera tan cruel, pues puedo perdonar todo a aquel que yace moribundo. De ahí que pueda decir con seguridad: `Os perdono vuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores´,283 que conmigo el odio se aleja con el enemigo y, una vez perdonadas todas las deudas, le deseo que se glorifique en el seno de Abrahán. Pero aquellos son perseguidos y aman. Cerrar las vísceras de un hermano que lo necesita ¿qué significa? ¿Acaso no es más importante humillar a los afligidos? ¿De qué modo se asienta el amor en la rapiña, que no actúa por descuido? ¿De qué modo permanece en la ostentación que no se exalta? ¿De qué modo se apropia de lo ajeno violentamente, que no busca lo que es suyo? ¿De qué modo se empeña en los bienes, que no es ambicioso? ¿De qué modo ella, avara, aparta a las personas de los lindes de sus padres, que es benigna? ¿De qué modo no tolera al vecino, que es paciente? Si poseen el amor, ¿dónde se halla? Menos aún lo acogen quienes tras introducirlo

281 Epístola II de San Juan IV, 20. Nácar & Colunga 1456. 282 Epístola de San Pablo a los Filipenses I, 23. Nácar & Colunga 1401. 283 Evangelio de San Mateo VI, 12. Nácar & Colunga 1160. Las siguientes frases evocan el Evangelio de San Lucas XVI, 23; la Epístola I de San Juan III, 17; Lamentaciones de Jeremías I I, 1; la Epístola I de San Pablo a los Corintios XIII, 4 ss. 218 lo despojan de todas sus virtudes. Si no poseen el amor (como parece, y Dios se aleja para que no sea así), carecen del origen de las virtudes y se secan las ramificaciones. Si en verdad lo poseen (como sería deseable), sin generosidad, sin paciencia, que son sus alas peculiares, no puede penetrar en los cielos sin el esplendor propio y se reviste de algo ajeno al transformarse en ignominia, para que se revelen sus vergüenzas. Ellos dicen: `La tierra es del Señor, nosotros somos hijos del Altísimo y además de nosotros no hay quien sea digno de poseerla´. No dicen: `Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo´; no dicen: `No soy digno de, inclinándome, que se desaten los cordones de mis zapatos´;284 no dicen que son dignos de la costumbre en el nombre de Jesus de sufrir ultrajes, sino de poseerlo todo. No dicen que se encuentran entre aquellos para los que el mundo no es digno, sino que son dignos de este mundo. Si son pacíficos, son hijos de Dios; en qué modo lo son no lo puedo ver, porque la paz no está en la rapiña. Si son hijos de Dios, son excelsos; por tanto, son dioses, porque `Yo dije que sois dioses y todos sois hijos excelsos´. Ciertamente no existen dioses de los cristianos, que devastan, sino de los paganos, que son los únicos que nos persiguen, una vez que los judíos desistieron por su debilidad. Así pues, que aprendan del poeta qué son, cuando dice: `Todos los dioses de los paganos son demonios;

284 Salmos XXIII (XXIV), 1; Evangelio de San Lucas VI, 35; XV, 21; Evangelio de San Mateo VIII, 8; Evangelio de San Marcos I, 7; se aprecian ecos de Hechos de los Apóstoles V, 41; Epístola de San Pablo a los Hebreos XI, 38; Evangelio de San Mateo V, 9; y Salmos LXXXI (LXXXII), 6. 219 el Señor creó los cielos;285 en Él creemos, quien creó los cielos, porque no es un Dios que desee la adversidad. No es nuestro Dios como su dios; nuestro Dios es el Dios Abrahán, el Dios Isaac, el Dios Jacob y no es un dios reciente; por el contrario, el suyo es nuevo. El nuestro dice: `Quien no abandone todo por mi no es digno para mi´; su dios dice: `El que no adquiere todo por mi no es digno para mi´. El nuestro dice: `Quien tenga dos túnicas déselas a quien no tiene´; su dios dice: `Si no tienes dos túnicas, arrebátaselas a quien tenga´; el nuestro dice: `Feliz el que piensa en el necesitado y en el pobre´; el de ellos: `Feliz el que hace a alguien pobre y necesitado´. El nuestro dice: `Atended a que vuestros corazones no pongan reparos por las preocupaciones de este tiempo, que no os sobrevenga un día repentino´; el suyo dice: `Atended que vuestras bolsas no sean un reparo por las preocupaciones de este tiempo, que no os sobrevenga la casi pobreza de un viandante´. El nuestro dice: `Nadie puede servir a Dios y al dinero´; el suyo dice: `Nadie puede servir a Dios sin dinero´. Parece que muchas controversias existen entre ellos, muchas más de las que nadie puede acoger. Tienen entre sus preceptos que habiten los lugares desérticos, a saber, o aquellos que encuentren o los que ellos conviertan; de ello se deriva que en cualquier parte a la que los convoques ellos seguirán a la multitud de hombres y la reducirán con solvencia y en breve tiempo a una mera preocupación; y

285 Salmos XCV (XCVI), 5 (estas palabras evocan, entre otros, Salmos V (IV), 5 y Éxodo III, 6); en el resto del párrafo, noster se refiere a Evangelio de San Mateo X, 37 ss.; Evangelio de San Lucas III, 11; Salmos XL, 2 (XLI, 1); Evangelio de San Lucas XXI, 34; Evangelio de San Mateo VI, 24. 220

`Si no de manera recta, sí de algún modo consiguen ganancias,286 y penetran con regocijo a campos entregados por un propietario injusto contra cualquier reclamación de huérfanos, viudas o religiosos, sin preocuparse por obtenerlos de determinada manera, sino para poder adueñarse de cualquier modo según su conveniencia; y, puesto que no tienen la potestad de guiar a los parroquianos según la regla, destruyen propiedades, arrojan a los parroquianos, transforman las iglesias, no sienten aversión por derribar altares y allanan todo al surco del arado, como si, viendo lo que vieras, pudieras decir:

`Ya son sembrados lo que fue Troya´.287

Y podían mostrar inquietud al estar solos y, aunque no se les permitiese tener parroquianos propios, sí se les permitía destruir a los ajenos; no se les permitía servir a la regla, sí precipitarse en la destrucción. Cualquier otro invasor, de un modo u otro, se compadece y respeta algo; o bien se ocupan de lo que invaden y se sirven de ello, o bien dejan algo de lo espoliado para alimentar cierta esperanza en los habitantes que regresan; estos se procuran con cuidado de que no regresen nunca. Si un ladrón muy cruel

286 Horacio, Epístolas I, 1, 66. 287 Ovidio, Heroidas I, 53. A. Pérez Vega (trad.) (1994), Ovidio. Cartas de las heroínas. Ibis (Madrid: Gredos), p. 30. Según Brooke & Mynors (92), la despoblación causada por los Cistercienses ingleses, fue especialmente más apreciable de lo que había sido hasta entonces en la zona de Yorkshire. Donkin 145-165. 221 azuza el fuego, sobreviven el hierro y las paredes de adobe y las mieses para los que vuelven; lo que perece con el calor, lo que oculta la inundación, lo que el aire corrompe el uso del dueño lo conserva para algunos; la mera incursión de esta orden no deja nada. Si un rey heredase un reino de otro fraudulentamente o a través de una guerra, por mucho que fuese un tirano, los colonos lo habitarían, no llegarían los exterminios y sería posible disfrutar de cierta alegría en los confines patrios; y los tiranos pueden aguardar a la muerte bien como otra redención ante el sufrimiento dentro de unos términos sufriendo largamente por Dios; aquellos a los que les tocó la invasión Cisterciense saben que tienen muy próximo un exilio perpetuo. En otros casos algunos son deportados por causas determinadas; estos sin causa proscriben a todos, de donde se desprende que los débiles, bien sea por enfermedad, bien sea por vejez ante la falta de víveres, se dejan llevar más fácilmente por ello, de manera que les dejan menos sustento; así que se desalientan y allí donde el alimento los convoca siguen los que pueden a los hambrientos por todas partes abandonando a padres y vecinos, se lanzan a cualquier precipicio, no temen encontrarse con la muerte por la angustia del hambre. Algunos se rebajan hasta la rapiña, algunos en los robos y, aunque se desesperan por salir de la miseria, desprecian su desdichada vida de cualquier modo en que tú lo causarías, y aceleran su muerte por propia iniciativa en sus gargantas, que los arrojó contra todas las injurias durante mucho tiempo y los dejó libres de la luz que tanta penuria hizo horrenda entre amargas penas. ¡Qué inmensa, qué devastadora, qué diabólica es la epidemia del hambre! ¡Qué cruel, qué abominable, qué detestable severidad! Que sin causa 222 conduce a los cristianos a esta cárcel. Daciano288 y Nerón se mostraban más indulgentes y cuanto más rápido se difumina la brevedad de la pasión que el curso duradero de las aflicciones tanto más benévola es su severidad que provoca la escasez, que no respeta nada, que no posee nada de virtuoso, que tiembla ante los crímenes, que está ensuciada por los vicios, siempre irrevente con Dios, y necia empeora ante todo decoro. Esta ajusta los cascos a los piratas, envilece a las ciudades con ladrones, llena los bosques de ladrones, cambia a las ovejas por zorras y las transporta de los tálamos al lupanar; y, aunque en todos ellos se encuentren todo tipo de suplicios, comete más injusticias que venganzas justas, más ofensas que los rayos fulminantes, más blancos que flechas.289 ¡Dios bondadoso! ¿Cómo son tus hijos, que nacen con esta tara en tus hijas y en los hijos de la luz? Las posesiones y el patrimonio de los monasterios y de las iglesias, poseídos por ellos casi desde el principio y obtenidos justamente, eran saqueados por los Cistercienses; decían que era su propiedad, aun cuando su obligación fuese compartir con todos los cristianos todo lo que fuese común.290 Por ello, alababan a Roma como la creadora, donde ellos se sentían generosos para regresar con los privilegios de la avaricia; fui joven, ahora soy ya anciano y no he visto restablecer a un pobre un privilegio ni conseguir su semilla particularmente en contra de la ley común, porque las injusticias se hallan en sus manos, sus diestras repletas de cargos y porque

288 Según Brooke & Mynors (94) fue el gobernador bajo el cual se cree que San Vicente sufrió martirio. 289 Lamentaciones de Jeremías III, 12. Nácar & Colunga 1003. 290 Hechos de los Apóstoles II, 44; Nácar & Colunga 1307. 223

`Si no traes nada de regalo, te irás, Homero, a la calle´.291

Llaman al Papa señor de todas las iglesias y que él puede arrancar y destruir, edificar y plantar; declaran que ellos son justos poseedores gracias a la rapiña de aquel. Esta excusa – de existir – la he visto en otras congregaciones. Los príncipes de Limoges negaban a su señor el rey de Inglaterra los pagos acordados y los servicios debidos. El rey, por su parte, condujo a su ejército con la orden de devastarlo todo.292 Algunos se abstenían por amor a los pobres; otros, a los que complacía la adversidad, saqueaban todo, diciendo: `No es rapiña, no es violencia, es a la paz y a la obediencia a la que obedecemos. La tierra no es del rey, nuestro señor, somos sus asalariados; esta es nuestra prevenda. Indignos son estos que contradicen injustamente al rey, nosotros, en cambio, somos dignos, porque nos afanamos por sus preceptos´. ¿No es esta la voz de los que arrebatan los diezmos, los que

291 Ovidio, Arte de Amar II, 280. V. Cristóbal (trad.) (2001), Ovidio. Amores. Arte de Amar (Madrid: Gredos), p. 197. Según Brooke & Mynors (96), se observan ecos de Jeremías I, 10. Constable 246-248; 276-277; 292-294. 292 Ségún Brooke & Mynors (96), Map se está refiriendo probablemente a la rebelión de 1173-1174 y sus consecuencias; Enrique II condujo a su ejército hasta Limousin para enfrentarse a aquellos que se habían opuesto a él en la rebelíon de Octubre- Noviembre de 1177 (W. Stubbs (ed.) (1867), Gesta regis Henrici secundi Benedicti abbatis. The chronicle of the reigns of Henry II and Richard I A.D. 1169-1192, known commonly under the name of Benedict of Peterborough, vol. II (Londres: Rolls Series), p. 196; Eyton 221). Pero este hecho puede referir también al mismo año 1173, cuando Map se encontraba asistiendo a Enrique II en Limoges. Esta fecha, según los editores, parece más plausible que la de 1183, como sugiere Hinton (1917: 102). 224 se llaman judíos, nosotros egipcios, ellos que se dicen hijos de la luz, nosotros de las tinieblas? Nosotros ciertamente llorando confesamos que somos indignos de todo bien y sabedores de que Nuestro Maestro come con los publicanos y los pecadores y no viene para llamarnos justos, sino pecadores,293 así que nos arrepentimos y rezamos para recibir su perdón. Por tanto, aunque no está permitido provocar la violencia entre los paganos, o incluso obligarles a abandonar su fe, ¿cómo pueden ser rechazados y desposeídos aquellos a los Dios admite? Dios Nuestro Señor no desprecia el corazón abatido y humillado, pues con su gracia dice: `Es mayor el gozo al practicar la penitencia sobre un pecador que sobre noventa y nueve hombres justos que no necesitan la penitencia´.294 Dios Nuestro Señor invoca y recibe a los pecadores, estos lo menosprecian y lo apartan;295 aquel que llega a Él no es expulsado, estos al venir lo alejan. Sobre estos se dice en verdad: `Los conoceréis por sus frutos´. Oigamos, por tanto, sus buenos frutos. Primero tienen sus manos abiertas para los pobres, pero con moderación: algunos siembran y dan sin duda, pero no restablecen, porque todo hombre en particular recibe su parte correspondiente de lo que recogee; y, al no enriquecerse ni por su abundancia ni por carencia de los pobres, parecen dar con la mano izquierda, no con la derecha.296 Pero, incluso si todo lo

293 Evangelio de San Mateo IX, 11; Evangelio de San Lucas V, 32. Nácar & Colunga 1164; 1235. 294 Salmos L, 19 (LI, 17); Evangelio de San Lucas XV, 7. Nácar & Colunga717-718; 1251. 295 Evangelio de San Juan VI, 37; Evangelio de San Mateo VII, 16. Nácar & Colunga 1161; 1279. 296 Millor, Butler & Brooke, 1955, vol. I, nº 118, nota 3. 225 realizan debidamente, sin hacer nada engañoso, de ninguna manera igualarán al Señor en lo que obtienen, pues ni muchas ni pocas de sus casas hay que hagan más por los pobres de lo que exhiben. Pueden ser hospitalarios mutuamente sin alardes – esto es, entre ellos – pero ¡no con nosotros, por Nuestro Señor Jesucristo, no con nosotros!297 A estos a los que recibieron por temor de su poder o con engaños son propiciados con todo el esplendor de la comida; los rostros reflejan toda la alegría de las palabras; su corazón se muestra en ellos tan benigno, tan misericordioso; todo exceso en ellos es tan simple, tan torpe que creerás que son ángeles, no hombres, y te admirarás, al dejarlos, de sus méritos. Nosotros, en cambio, vagabundos y egipcios, que sólo se nos acepta por la gracia de Dios, que no se nos cita salvo si no es por amor, no llegamos más allá, mientras que algunos han llegado a otras puertas y bolsas, ante las cuales no pueden responder. Tras los himnos vespertinos a ninguno de nosotros nos convocan o nos llevan o nos permiten entrar en la casa, aunque tras largas dietas se elija más la quietud y el restablecimiento en ese momento y una repulsa sea más molesto. Comentan sobre sus vestimentas, la comida y las tareas interminables - para las que ellos se consideran buenos, porque según ellos no pueden hacer nada malo – que sus vestimentas son insuficientes para el frío y la comida para paliar el hambre, aparte de su inmensa tarea; y de ello me argumentan que no son avariciosos, porque lo adquirido no llegó a convertirse en un lujo. ¡Oh, qué respuesta tan fácil ante esto! Los usureros y los que se consagran a la avaricia, ¿acaso

297 Epístola I de San Pedro IV, 9. Nácar & Colunga 1455. 226 no se visten con extrema parquedad y se exhiben de manera vil? Los avaros, aun muriéndose, se precipitan sobre los tesoros; no se congregan en busca de delicadezas, sino por su propio deleite, no para servirse, sino para conservar. Si argumentas sobre la tarea, sobre el frío, sobre la comida, los galeses se afligen mucho más en estos asuntos: los Cistercienses tienen muchas túnicas, los galeses ninguna; los primeros no tienen pieles, ni los segundos; los primeros no hacen uso del lino, ni los segundos de la lana, a excepción de pequeñas y simples capas; los primeros tienen calzado y cáligas, los segundos andan con sus pies y sus piernas al descubierto; los de Cîteaux no se alimentan de carne ni los galeses de pan;298 los primeros dan limosna, los segundos no tienen a quién dar;299 aunque los alimentos son comunes entre los primeros, nadie entre ellos pide alimento, sino que lo toman sin serles prohibido; los segundos, sin embargo, hacen prisioneros y matan a hombres de manera más impúdica y con mayor

298 Según Brooke & Mynors (100), Thomas Wykes, cronista de la campaña de Earl Simon en 1265, cuenta que la cooperación entre las tropas galesas e inglesas tuvo como principal impedimento que los segundos, al contrario que sus aliados galeses, no podían disfrutar de carne y leche, pues sólo comían pan, que por otro lado les era difícil de conseguir (H. R. Luard (ed.) (1869), Annales Monastici, vol. IV (Londres: Rolls Series, nº 36), p. 168). 299 Según Gerardo de Gales (Brewer et al., 1891, vol. IV, 182): “Entre esta gente no hay mendigos, pues las casas de todos están abiertas a todo el mundo”. El hambriento que robaba comida, tras declarar ante tres “trefs” o alguaciles que lo podían condenar, se le declaraba inocente con la ayuda de una ley procedente del Código Demeciano. Brooke & Mynors 100. M. Richards (1954), The Laws of Hywel Dda (The Book of Blegywryd) (Liverpool), p. 113. 227 violencia que los primeros; los segundos siempre están en tiendas o al raso, los primeros se deleitan en ebúrneos hogares.300 Y sobre estas dificultades en el vestido y en la protección de los muslos debo admirarme que les sea obligatorio llevarlo en los altares por obediencia y que se les prive de ellos cuando se alejan. Esta es la dignidad de los ropajes sagrados; sin embargo, estos otros aditamentos no son sagrados, ni se corresponden con los propios de sacerdotes o levíticos, o deben ser bendecidos; son típicos y ocultan las partes pudendas y parecen señalar los secretos del amor y castigar para que no se muestre nada. Alguien me dio el motivo por el cual los Cistercienses se abstienen de llevar esos ropajes – a saber, que pasan frío alrededor de esas partes, para que no brote el ardor o surja impetuoso el sentimiento incestuoso -. ¡Olvídese esto! Que se recorten desde la zona de la túnica hacia abajo, permaneciendo intacta la zona superior y no se rasuren por esta vestidura venerable, que resulta respetada por todas las demás órdenes de lugares ocultos. El rey Enrique II nuestro señor hasta hace poco, como era su costumbre, iba al frente de toda aquella cantidad ingente de sus soldados y clérigos y hablando con el monje Reric, hombre excelso y honesto; el viento era intenso y he aquí que un monje blanco llevaba su camino por las calles de una aldea; volviendo la vista atrás, se apresuraba para apartarse del camino; golpeó una piedra con sus pies y no se dejaba llevar por los ángeles entonces,301 y cayó a los pies del caballo del rey; el viento movía sus vestiduras

300 Salmos XLIV, 9 (XLV, 8). Nácar & Colunga 713-714. 301 Salmos XCI (XC), 11-12. Nácar & Colunga 740. 228 al cuello, de modo que la relevante miseria de sus partes pudendas se hiciera manifiesta ante los ojos desconcertados de Reric y del rey nuestro señor. El rey, como tesoro de toda gracia que es, disimulando su gesto se alejó y calló. Por su parte, Reric expuso en secreto: `¡Maldita religión la que se desvela por el ano!´. Yo oí las palabras y me dolió, porque se hizo burla de la santidad, aunque el viento no se levantase en el lugar adecuado para el monje. Sin embargo, si la parquedad en la comida, las rugosas vestiduras y la penosa labor, como se han descrito con estos hechos singulares, no pueden en modo alguno dosificar sus deseos carnales y el viento no es deseable para poner freno a Venus, es bueno que se les prive de cubrirse sus nalgas y sentir el aire. Sé que nuestra carne – a saber, la mundana, no la celestial – no lleva tantas protecciones en estas contiendas, porque nuestra Venus está sin vigor sin Ceres y Baco;302 pero quizás el enemigo ataca más fieramente a aquellos a los que sabía que estaban más firmemente cerrados. No obstante, el monje que cayese más honestamente se levantaría si en su cuerpo se le encerrase. No puedo olvidar que ellos son hebreos y nosotros egipcios. En un aspecto somos ciertamente egipcios, porque somos expoliados; pero aquellos por su propio modo de ser lo creyeron, nosotros obligados, conocedores de los hechos y prudentes, sufrimos la rapiña. Pero aquellos son hebreos en muchos aspectos, como cuando expoliaron en Egipto, como cuando litigaron en la piedra de Horeb, y otras en las aguas de la objeción, como cuando desearon contra el precepto

302 Terencio, Eunuco 732. http://www.thelatinlibrary.com/ter.eunuchus.html. 229 de Moisés servir el maná hasta el día siguiente, como cuando sofocaron al justo Hur con esputos303 y de muchos otros modos, de ahí que se diga cuarenta años después de ellos: `Siempre andan errantes en su corazón´.304 Tratemos sobre algunas de las hazañas de los hebreos antes mencionados, aun cuando se tengan que omitir muchas de las noticias que provienen de tristes historias. Omitiremos el árbol que fue el límite de sus campos durante mucho tiempo antes de ser arrancado y llevado a los campos de su vecino, soldado egipcio, junto a Coxwold, al cual hizo referencia el arzobispo Roger de Pont L´Evêque.305 Mejor no hacer mención a

303 Brooke & Mynors (102) informan sobre una tradición hebraica citada en la Historia Scholastica de Pedro Comestor (Migne, 1844, vol. CXCVIII, col. 1189). Hur se resistió a que el ternero dorado fuese cocinado y por ello fue ajusticiado. Aaron fue acusado de su muerte. Sobre las “aguas de la objeción”: Salmos LXXX, 8 (LXXXI, 7). Nácar & Colunga 734. Sobre “gomer”, “omer” (maná) como medida: Migne, 1844, vol. CXCVIII, col. 1150. La idea de que los hebreos expolian a los egipcios aparece en las siguientes páginas de la edición de Brooke & Mynors. 304 Salmos XCV (XCIV), 10. Nácar & Colunga 742. 305 Según Brooke & Mynors (104-105), ejerció su ministerio entre 1154 y 1181 (D. Knowles (1951), The Episcopal Colleagues of Archbishop (Cambridge), pp. 12- 14; Millor et al., 1979, vol. II, ns. 306-307). Coxwold se sitúa cerca de Thirsk (Yorkshire) y formaba parte de las propiedades de la abadía de Byland. Los editores no dan fe sobre la veracidad de las historias que relata Map y en las páginas subsiguientes, parte de las cuales aparecen en la Topografía de Gales de Gerardo de Gales (Brewer et al., 1891, vol. IV; en pp. 225-238 y 228-229 se relata cómo se sembraban los campos con sal y en pp. 229-230 se relata una invasión nocturna). El núcleo de esta historia puede estar, según Brooke & Mynors, en la disputa entre Byland y Robert y William de Stuteville por los terrenos de 230 la pradera de aquel otro egipcio, que fue rociada por los hebreos de sal antes de que el rocío cayese y, tras enviar arietes y por efecto de la sal, arrancaron de raíz el terreno, dejándolo yermo durante muchos años, hasta que el egipcio se lo vendió a los hebreos. Y al hecho de que los hermanos hebreos del mismo lugar abonaron un campo cercano a ellos durante una noche con múltiples trabajadores y carros y a la mañana siguiente, después de que usurparan su campo de siempre con tal cantidad de carros suyos, lo trataron casi como un loco, pues le dijeron que su campo era de los hermanos hebreos, el cual habían cultivado durante tantos días y con tantos esfuerzos. Aun cuando nunca antes había hecho ninguna denuncia, ellos mostraron lo verosímil del hecho y con esta intervención los Blancos se sintieron seguros ante la presencia de cualquier juez, hasta el heredero del caballero, enfurecido, movido por la ira se vengó de todos ellos incendiando sus casas. Sin embargo, guardaremos silencio sobre la cédula duplicada, expresada con las mismas palabras y sobre las mismas tierras, obtenida fraudulentamente por un insensato escribano sin ser conocida por su señor – un caso semejante de pérdida de otro documento antes de ser entregado -. Después intercambiaron esa tierra por otras, pero del mismo señor, y le restituyeron una copia manteniendo el original. Sin embargo, muerto

Coxwold (D. E. Greenway (ed.) (1972), Charters of the Honour of Mowbray 1107-1191 (Londres: British Academy), nº 44, pp. 34-35), donde el editor sugiere que los monjes de Byland interfirieron en la cédula de Roger de Mowbray que otorgaba el bosque de Cam y las tierras cerca de Coxwold para su “tercer lugar conventual”, el cual dejaron para la abadía de Byland en 1177. 231 ya el vendedor o el encargado del intercambio, intentaron tomar los antiguos campos del heredero mediante la cédula retenida y en presencia del rey nuestro señor se mostraron convencidos, confusos y, como suelen – esto es, realizando chanzas cuando tendrían que mostrar desconsuelo – dejaron al rey, perdonados por Dios y contra la ley de Dios. Tampoco se debe omitir que en Neath306 se le descubrió haciendo uso de una tierra procedente de William, Conde de Gloucester, de dieciséis acres, que, tras la resolución de la carta, aumentó hasta cien acres. Prefiero no recordar estos hechos cargados de dolor – y como ellos mismos dicen “obras con buenas intenciones”; pero es evidente que estos actos los llevaron a cabo no para deshacerse de los otros, sino en beneficio propio. Aun cuando los egipcios deben ser expoliados de todas las maneras posibles, estos hechos son veniales en comparación, porque no parecen implicar delitos de sangre, y menos causar horror. Pero, en el bosque de Woolaston colgaron a un egipcio e, imitando a Moisés, lo ocultaron bajo un montículo de arena;307 el pobre se había deslizado para

306 Como en el caso de Byland, Neath o Glamorgan era una morada de la Orden de Savigny incorporada a la Orden Cisterciense tras la fusión de 1147. Fue fundada por Richard de Granville en 1130; el superior de Richard fue el señor de Glamorgan, el Conde Robert de Gloucester. El Conde William fue el hijo de Robert y su sucesor (1147-1183). Brooke & Mynors 106. 307 Éxodo II, 12. Nácar & Colunga 91. Brooke & Mynors (106) informan de que H. Bradley (“Notes on Walter Map´s De Nugis Curialium”, English Historical Review 32 (1917): 395) identifica el lugar con Woolaston (Gloucester) en el bosque de Dean, posesión perteneciente a la Abadía de Tintern. Los autores descartan cualquier otro lugar que hubiese pertenecido a los 232 coger unas manzanas con las que saciar su hambre y encontró la paz eterna junto al árbol por obra de los hermanos. Este hecho no debió ser celosamente guardado por sus descendientes, por cuanto lo aborrecen y se muestran discretos ante ellos – siempre y cuando hubiesen visto que les convenía. Los hermanos hebreos tenían por vecino a un caballero egipcio, y se habían asentado en una parte de su terreno; al no poderle alejar ni con ruegos ni con recompensas,308 le fue enviado un traidor al caballero bajo la apariencia de un huésped venido en nombre de Cristo; un grupo, que fue introducido por este, vestido con peplos y armado con espadas y palos, irrumpió de noche y mataron al egipcio con sus hijos y toda su familia excepto a su esposa, a la cual él mismo defendió, con su hijo recién nacido, en tanto se le permitió permanecer para poder huir. Finalmente ella huyó a casa de su tio paterno, tras un día de camino, y este acudió con todos los vecinos que encontró al lugar en el que frecuentemente acudía con sus amigos; y allí se dieron cuenta de que había edificios, setos y grandes árboles y encontraron un inmenso y bien arado campo, pero ningún rastro de figura humana. Y, siguiendo su intuición – pues vestigios no había - 309 atravesaron violentamente una puerta, que por propia iniciativa no se hallaba abierta, y vieron árboles

Cistercienses. Woolaston se encuentra a 13 millas de la posesión de Map en Westbury-on-Severn. 308 Retórica a Herenio III, 3. 4. http://archive.org/stream/adcherenniumdera00capluoft#page/164/ mode/2up. 309 Evangelio de San Mateo II, 18. Nácar & Colunga 1155. Sobre la historia que se cuenta a continuación: Brewer et al., 1891, vol. IV, 225-227. 233 arrancados de raíz y cortados en grandes fragmentos; y, sabedores de lo que de antemano habían creído, llevaron el asunto ante los jueces. La esposa del egipcio señaló por su nombre a muchos de entre los hebreos y sobre todo a un seglar que se había introducido en la casa. Fue arrestado por orden de los jueces, cayó en las ordalías del agua y confesó lo que se ha comentado aquí, nombró expresamente a los hebreos que habían cometido este acto, añadiendo que gracias a ese pacto lo habían absuelto por todos sus pecados pasados, por el presente y por todos los futuros y le juraron sin cesar que no podría perecer ni por cualquier otra cosa ni por el agua ni por el fuego. Así que el infeliz fue ahorcado y pagó por todas sus penas y se ordenó, por obra del mismísimo rey Enrique nuestro señor, que los hebreos se les mantuviera indemnes. Todo ello fue obra de los hebreos de Byland. Los hebreos de Pontigny310 habían fabricado muchas piezas de tocino procedentes de hermosos cerdos, a las que nosotros conocemos por otro nombre – hojas de tocino – y las habían vendido, manteniéndolas en su poder como depósito hasta que los compradores pudiesen volver conduciendo sus carros para llevárselas. Ellos volvían, con carros y todo, y encontraban apiñadas las hojas, en su cantidad correcta, pero se admiraban de encontrar enjutas aquellas hojas que había confiado estando muy grasientas, siendo sólo piel y huesos. Así que se

310 Situada cerca de Auxerre, Pontigny era la segunda sede en importancia de los Cistercienses y fue fundada en 1114, permaneciendo como uno de los pilares fundamentales de la Orden. Fue la residencia de Samuel Beckett en el exilio (1164- 1166). Brooke & Mynors 108. 234 dirigieron al Conde de Nevers, que protege aquellas tierras, el cual, tras regresar de hablar con cierto campesino, conoció que los hebreos habían colocado las piezas de tocino en una prensa hasta hacer desaparecer la grasa de la sangre y las habían marcado en toneles nuevos, en los cuales aún no se había colocado ni una gota de vino.311 La verdad se descubrió en presencia del abad y de los hermanos de la casa. El conde enrojeció y aborrecieron de él, a modo de

“Ahora te ruego, Quintiliano, con excusas. Estoy perplejo. Dejémosles hablar por sí mismos”.312

Dijo el padre abad: `Nada nos afecta de puertas para adentro; todo esto ha ocurrido sin ser nosotros conscientes; unos insensatos de fuera faltaron y serán vapuleados´. ¡He aquí cuán benevolentemente fueron excusados! Ciertamente no nos parece este acto propio de la ignorancia, sino de un gran conocimiento del mal, y el insensato maligno es más proclive a las cosas perversas. Sin embargo, los monjes de clausura se protejen con la excusa antes mencionada en las prácticas que se prodigan de puertas para afuera e imponen a los hermanos que no puedan hacer nada sin ellos.313 Que vean, por tanto, los abades el caso de Eli – padres que ni acusan ni corrigen a sus hijos – sino que asienten en silencio y parecen incitar al consenso. De igual forma ocurre en todas las bandas de ladrones,

311 Evangelio de San Lucas XXIII, 53. 312 Juvenal, Sátiras VI, 280-281. Guillén Cabañero 496. 313 Evangelio de San Juan XV, 5. Para la posterior historia de Eli y sus hijos: 1 Reyes (1 Samuel) III, 13. Nácar & Colunga 327; 392-395. 235 que algunos se quedan en casa y otros salen por el pillaje, pero no miente David que define con justicia que es igual la parte que se pierde en el combate que la que permanece en bagajes.314 Y, ¿acaso se permite a los monjes de clausura mantenerse con los ojos cerrados? Y si oyesen el balido de un cabritillo, ¿no se debería decir con Tobías aquello de `vigila que no sea robado´?315 Pero ciertamente no nacieron en el claustro; dejémosles recordar lo que ya vieron fuera. ¿Acaso no parece la Iglesia presa de su propio monasterio? ¿Es a un claustro o a un castillo al que acceden? Aun cuando la regla prohíba poseer iglesias, ellos obtienen los derechos de presentación de letrados y, una vez que imponen un vicario possen, no iglesias, sino pensiones anuales. ¡Que vean ellos mismos si esto no es un fraude a la ley! Pero nuestros propios custodios nos los vendieron; y, de nuevo, creo que es para callarnos, que no puedan añadir otra herida sobre el dolor, aplicando una iniquidad sobre otra.316 Los hebreos ya han husmeado este libro y me acusan de perseguir la religión; reprehendo los vicios, no las virtudes, a los maestros falsos, no el orden bien establecido. No culpo a los que golpean la carne para moderar su deseo, a los que alimentan a los pobres para que Dios los favorezca, a los que surgen a media noche para confesarse;317 sí en cambio a los que encuentran y siguen toda vía para lucrarse con el

314 1 Reyes (1 Samuel) XXX, 24. Nácar & Colunga 357. 315 Tobías II, 13. Nácar & Colunga 556. Ogle 200-201. 316 Salmos LXIX (LXVIII), 28. Nácar & Colunga 727. Constable 190-197. B. Kemp (1980), “Monastic Possession of Parish Churches in England in the Twelfth Century”, Journal of Ecclesiastical History 31: 133-160. 317 Salmos CXIX, 62. Nácar & Colunga 756. 236 mayor esfuerzo, a los que no piensan que haya mayor crueldad como recibir emolumentos que no exista: estos son a los que conviene odiar y por ellos nos quejamos sensatamente. Aborrecemos a prelados tales y lo hacemos constar sea como sea, de modo que ellos no se hallen entre susodichos. Me parece ver entre ellos el hecho de construir una detractación y una fábula, para compararme con el poeta Cluvieno, de creta y carbón,318 intrascendente y estúpido autor. Esto sin duda lo soy; pero, mientras que mi poema hable sobre la malicia, sin duda digno como el carbón y como la creta, entonces soy un idiota: no descubro nada, no adulo a nadie; y soy intranscendente, como la sal no combate el mal olor, me llamo inepto y poeta insulso, pero no mentiroso; no miento en lo que cuento, sino en lo que oculto. Yo sin duda por estos – es decir, por los hebreos – lloro por lo que sé y por la iglesia y hablo por lo que habitualmente oigo, aunque soy inexperto; y, si no se arrepienten, predicarán sobre unas moradas que ahora se esconden en los cielos.319 Pero, ¡ojalá el Señor se dirija a ellos como un adversario fuerte y cambie las vasijas ultrajadas en recintos de misericordia, para que se vean de manera más precisa y tanto se estimen inferiores en presencia del Justo y del Grande cuanto más ellos mismos se burlen de lo adocenado y humilde.

318 Horacio, Sátiras II, 3, 246. Horacio traduce “señalados con la greda entre los sabios, o con el carbón”. Cluvieno era el poetrasta al que se refiere Juvenal (Sátiras I, 80). Guillén Cabañero 263; 438. 319 Evangelio de San Mateo X, 27. Nácar & Colunga 1165-1166. 237

XXVI. RECAPITULACIÓN SOBRE LOS GRANDIMONTINOS

Y estos han hallado un nuevo culto religioso; hay otra secta además, como antes se comentó, la de los Grandimontinos, que surgió por el precepto de un tal Stephen, que escribió sus reglas a partir del Evangelio, eliminando toda avaricia. Tienen un prior, un presbítero, que permanece siempre en la casa, que no sale del recinto bajo ningún concepto, que no puede responder a las peticiones de nadie y es temido en todas las casas por sus subordinados y discierne según su deseo lo que no ha visto o verá. Los clérigos siempre están recluidos; se deleitarán con María, porque no se les está permitido salir. Los seglares responden de los huéspedes; reciben lo que les corresponde, no lo que demandan y gastan generosamente. Se ocupan de las tareas y los asuntos de la casa y, aunque parezcan dueños de todas las cosas, son administradores y serviciales con las cosas domésticas, puesto que todas ellas las administran en su beneficio, para que ninguna petición de indulgencia de alguien los pueda hacer mover. Fuera del recinto principal no realizan ninguna tarea, no admiten ningún lugar para residir, ni preparan acomodos en ninguna parroquia, sin la autorización del arzobispo metropolitano o del arcediano, firmada antes con el presbítero parroquiano en la que se estipula sobre los diezmos a recibir anualmente y admitida según los ingresos de la casa. No poseen animales, excepto abejas; Stephen las admitió, porque no privan a los vecinos de sustento y sus frutos son recogidos de una vez. El deseo irrefrenable y egoísta no les afecta ni les afecta poseer lo bello. Cuando el maestro los convoca 238 para un asunto, dos o más acuden a la vez y ninguno de ellos acude solo, pues “¡Acude a quien se halle solo! En caso de caer, no tiene a nadie que le ayude a levantarse”. Extienden sus manos a todo el que solicita ayuda.320 Cuando los alimentos no abundan, ayunan un día y recuerdan de quién es el mundo. Si no los oyen, salen dos por la mañana e informan al obispo sobre las necesidades de comida de los hermanos. Si finalmente aquel no los escucha, ayunan, hasta que el Señor los atiende a través de algún enviado. Mantienen conversaciones secretas en privado; además del obispo y los príncipes no reciben a nadie. Allí no predican nada vil. Nuestro Señor, esto es, el rey Enrique II, a quien sin tapujos revelan todo, es tan profusamente generoso con ellos por cómo contemplan la caridad que no carecen de nada.321 Sin embargo, la avaricia les había mostrado su dedo y no se detiene por el tacto. Y no mucho antes, en efecto, habían procurado tener a su favor en cada una de las ciudades ciudadanos singulares que les procuraban vestido y vituallas por los regalos recibidos y por ellos recibieron todo tipo de inmunidad; el resultado, como dicen, es que muchos en particular se ofrecían con sus posesiones y recibían a cambio su parte, y creo que se debe temer que algo ocurra por ello; de hecho, ya están convocados a reuniones para tratar los asuntos de los reyes.

320 Eclesiastés IV, 10; Evangelio de San Lucas VI, 30; Proverbios XXXI, 20. Nácar & Colunga 795; 800; 1237. 321 Para el estudio de los beneficios que otorga Enrique II: Brewer et al., 1891, VIII, 192; 255; también: E. Hallam (1975), “Henry II, Richard I and the Grandmont”, Journal of Medieval History 1: 165-185; “Henry II as a Founder of Monasteries”, Journal of Ecclesiastical History 28 (1977): 113-132. 239

XXVII. SOBRE EL ORIGEN DE LA ORDEN DE SEMPRINGHAM322

El Maestro Gilbert de Sempringham, que aún vive, aunque ya ciego por la edad (pues ya alcanza la centena de años o más si cabe), instituyó un nuevo culto religioso, que en principio mereció la confirmación del Papa Eugenio, consistente en canónigos regulares y monjas, separados por un muro, para que los miembros masculinos no viesen a los femeninos y viceversa. No tienen acceso entre ellos, si no es en caso de necesidad de unción o de viático. Esto se administra a través de una ventana preparada al efecto de manera cuidadísima y en presencia de muchas personas.323 Ya poseen muchas propiedades,

322 Brewer et al., 1891, vol. IV, 184-186; Mozley & Raymo 1960, 2401-2412. Según Brooke & Mynors (114), la Orden de Sempringham, que no parece que se extendiese más allá de las fronteras de Inglaterra, fue fundada como una doble orden de canónigos regulares y monjas por San Gilbert aproximadamente en 1131 y confirmada por el papa Eugenio III, que se encontró con Gilbert en Clairvaux en 1147. La afirmación de Map según la cual Gilbert llegó hasta más allá de los cien años serviría para confirmar al biógrafo de San Gilbert, que dice que él tenía más de cien años cuando murió en 1189. Los editores dudan de ambas versiones coincidentes, puesto que el número 100 solía utilizarse como muestra de extrema vejez. En cualquier caso, Gilbert debíó haber nacido el año 1100 o antes, a juzgar por el hecho de que su carrera eclesiástica había alcanzado su culminación antes de la muerte del obispo Robert Bloet de Lincoln en 1123. Sobre Gilbert y sus seguidores: R. Graham (1901), S. Gilbert of Sempringham and the Gilbertines (Londres), pp. 1; 12-14; 25; Knowles 1963: 205-207. 323 Según los comentarios de Brooke & Mynors (116-117), la ventana situada entre las dos estancias de las casas de la Orden servía para escuchar las confesiones, que eran oídas en la 240 pero no han viajado fuera de Inglaterra. Hasta el momento no se ha oído nada siniestro de allí, aunque se tiene cierto temor a ello; es frecuente que los engaños de Venus y de Minerva penetren por los muros, y no hay encuentro sin el consenso de ambas.

XXVIII. DE NUEVO UNA RECAPITULACIÓN SOBRE LOS CARTUJOS324

Una vez más, una nueva tendencia, como se preveía, se había impuesto en Grésivaudan. Doce presbíteros y un prior compartían estancia, pero estaban separados en celdas, cuyo modo de existencia era muy conocido; y, aunque estos tiempos intentan atraer a Dios de todos los modos posibles, Él parece estar menos presente entre nosotros que cuando se le pedía por un alma sencilla carente hasta de vestido o por algún artificio con el culto. Como si fuese un escudriñador de corazones, no de harapos, Él es un amante del alma dispuesta a la bondad, no de la vestimenta. Por tanto, que no nos condenen los que se visten con ropajes viejos, pues quien no pudo ser atraído en el sermón325 no puede ser engañado en el vestido. Nuestro rey Enrique II, cuyo poder teme casi presencia de otras dos monjas y canónigos. La extremaunción se recibía o bien en la iglesia o en la enfermería de las monjas (Graham 55). Lo que sigue sugiere que Map nada conoce del escándalo de la monja de Watton, que, pese a todo, no era lo suficientemente conocido en la época (sobre este hecho: G. Constable (1978), “Aelred of Rievaulx and the nun of Watton”, en D. Baker (ed.) Medieval Women (Oxford), pp. 205-226). 324 Ver, supra, pp. 74-75. 325 Evangelio de San MateoXXII, 15. Nácar & Colunga 1184. 241 todo el mundo, siempre engalanado de exquisita manera, como procede, no se muestra ensoberbecido ni presume de saber cosa excelsa alguna, ni siquiera su lengua se enorgullece con arrogancia alguna, ni se ensalza sobre ningún hombre, sino que siempre en su palabra se encuentra la elegancia que se ve en su manera de vestir. Aun cuando no haya nadie igual o semejante a él hoy, reconoce por sus propias palabras ser más desdeñoso que manifestarlo por hechos.

XXIX. SOBRE CIERTA SECTA DE HEREJES326

Nuestro rey Enrique II había alejado de todas sus tierras a esa nueva nueva secta muy dañina de herejes, que sin duda de palabra confiesa sobre Dios sobre cualquier cosa que hacemos, pero de hecho convoca a turmas de muchos miles, a las que llaman “desbandadas”, armados totalmente desde la cabeza hasta los pies con cuero, hierro, palos y espadas y que convierten monasterios, villas y ciudades en cenizas, perpetran adulterios violentamente y de manera aleatoria, espetando desde lo más profundo “¡no existe Dios!”. Esta secta surgió en Brabant, de ahí que se les llame brabanzos, pues desde el primer momento que salieron a hurtar se arrumbaron una ley - que se mostraba en contra de toda otra – uniéndoseles en sedición fugitivos, falsos clérigos, monjes evadidos y

326 Según Brooke & Mynors (118), Enrique II hizo un uso considerable en el continente de tropas de mercenarios, conocidos como “routiers”, “cotereaux” y “brabançons”. Pero, salvo en un sóla ocasión (1174), nunca fueron llevados a Inglaterra. No deben considerarse como auténticos “herejes”, sino, como refieren los editores, “no creyentes prácticos”. 242 cualquiera que de algún modo abandonase a Dios y se adhería a sus terribles hordas. Ya se han multiplicado sobremanera y fortalecido estos ejércitos de Leviathan, que se asientan seguros o vagan por las provincias y los reinos con odio a Dios y a los hombres.

XXX. SOBRE OTRA SECTA DEL MISMO TALANTE

También existe otra antigua herejía extendida de nuevo sobre sus cimientos, que tuvo su origen en aquellos que dejaron de lado al Señor cuando se refería a comer su carne y a beber su sangre, diciendo que “este discurso es duro”;327 y, retrotrayéndose, se les llamaba publicanos o paterinos. Se mantuvieron a la espera desde los días de la pasión del Señor, vagando por todas partes entre los cristianos. En principio ellos poseían casas simples en las villas que habitaban y, de donde quieran que llegasen, cada uno podía reconocer sus casas entre el humo, como decían. No reciben el Evangelio de Juan; con respecto al cuerpo y la sangre de Cristo, el pan bendecido, se burlan de nosotros. Cohabitan hombres y mujeres, pero no se evidencian hijos o hijas. Muchos, sin embargo, se arrepintieron y, tras volver a la fe, cuentan que en la primera vigilia nocturna, una vez que cerraron sus puertas, sus verjas y sus ventanas, sentados en silencio solos cada familia esperando en sus sinagogas, desciende por una cuerda colgada en medio un gato negro de asombrosas proporciones; cuando lo ven, tras apagar las luces, no recitan

327 Evangelio de San Juan VI, 61; 67. Nácar & Colunga 1281. 243 himnos, ni se les distingue al hablar, sino que los rumian con los dientes cerrados y acuden adulándole donde vean a su amo; y, al encontrarlo, lo besan. Quien demuestra tener más fervor más humillante e insensato resulta; algunos besan sus pies, muchos debajo de la cola, gran parte sus partes pudendas. Y como si del lugar del hedor se aceptase el poder de la comezón, cualquiera se aproxima a cualquiera, sea hombre o mujer, y se mezclan según lo que cada uno sea capaz de extender la burla. De hecho, los viejos hablan y enseñan a los nuevos que el amor perfecto es recibir y dar lo que el hermano o la hermana desee y pida, a saber, extinguir el fuego mutuo, y por ello se hacen llamar paterinos por su complacencia. A Inglaterra han llegado no más de dieciséis, los cuales por precepto del rey Enrique II, doblegados y derribados con fustas, se dispersaron. No se conoce su existencia ni en Normandía ni en Bretaña; en existen muchos, pero en Aquitania y en Burgundia sobreabundan hasta el límite de sus extensiones. Sus compatriotas dicen que capturan a sus comensales mediante algunos de sus platos y los que no se atreven a intentarlo mediante las ocultas predicaciones que el pueblo lleva a cabo se hacen como ellos. De ahí que esto atañese al Señor Arzobispo de Reims Guillermo,328 hermano de la reina de los francos, que me lo relató y lo confirmó por medio de múltiples testigos: que cierto príncipe noble de la región de Viena, por miedo de esta detestable rapiña, guardaba sal consagrada consigo por considerarse siempre en

328 William aux Blanchesmains, hermano de Henry, conde de Champagne, y de Adela, tercera esposa de Luis VII. Había sido obispo de Chartres y arzobispo de Sens; fue trasladado a Reims en 1176-117 y murió en 1202. Brooke & Mynors 120. 244 peligro, pues desconocía en casa de quién debería entrar y, temiendo que allí su enemigo le engañase, incluso introducía parte de ella en todos los platos de la mesa propia. Por casualidad llegó a su conocimiento que dos soldados habían pervertido a su sobrino, que era señor de muchos pueblos y ciudades; y entonces él mismo acudió a donde se hallaba su sobrino. Mientras tío y sobrino comían juntos según la costumbre, ignorando el sobrino lo que sucedía, hizo que se sirviera a su abuelo un mullo completo en su plato, bello a la vista y esquisito para alimentarse, como parecía.329 Así que el soldado esparció la sal y de repente el pez desapareció y dejó en el plato casi como pequeños restos de heces de liebre. El soldado se horrorizó, así como los que estaban con él. Tras hacerle ver a su sobrino el milagro, el soldado le mostró su más sincero arrepentimiento y con múltiples lágrimas en sus ojos le enseñó multitud de conmiseraciones del Señor y comenzó a vencer a todos los demonios con la única ayuda de la fe, como era evidente a la vista. El sobrino a duras penas soportó el discurso y se retiró a sus aposentos. Así que el príncipe, dolido por haber sido objeto de burla, envió soldados para encadenar a los que habían pervertido a su sobrino y en presencia de muchas y excelsas personas los encerró atados firmemente a una jamba y, dispuesto el fuego, prendieron fuego a toda la estructura. Pero el fuego no los alcanzó por completo, ni se encontró el más mínimo vestigio de cenizas de los vestidos. Entonces surgió un tumulto de entre el pueblo dirigido al príncipe, que decía, “Hemos pecado contra hombres justísimos, contra la fe promulgada

329 Genesis III, 6. Nácar & Colunga 31. 245 con verdaderas virtudes”. El príncipe, sin cercenar la evidencia clara ante nada referente a la fe católica o sin mostrar dudas hacia ella, intentó aplacar el clamor y la ira del vulgo con lisonjas y afirmó su fe entre adecuadas arengas. Acudió al arzobispo de Viena, que los encerró en un edificio más grande amordazados como antes y, circundando toda la casa, la roció de agua bendita contra la charlatanería. Ordenó avivar el fuego, pero no pudo conseguir que llama o material zahiriese la casa adhiriéndose a ella o que cualquier cosa se quemara. Así pues, la ciudad se burló del arzobispo por su fe tan hiriente que muchos de manera manifiesta prorrumpieron contra él con estultas voces y, si no lo hubiera impedido el respeto que les producía su señor el príncipe, habrían arrojado al mismo arzobispo a las llamas y liberado a los inocentes. Asi que, tras romper las puertas, irrumpieron en la casa y, al llegar a la jamba, encontraron cenizas y restos carbonizados hechos con sus huesos y sus carnes; comprobaron que las cadenas estaban sueltas, la jamba intacta y que el fuego sólo había castigado a los que habían sido culpables. De este modo, el buen Señor convirtió los corazones de los erráticos por la penitencia y las blasfemias en alabanzas. Estos hechos han sucedido en nuestra época: quiero decir con nuestra época que es este período moderno, es decir, el curso de estos cien años, en cuyos estertores nos hayamos ahora, de cuyos acontecimientos, parte de los cuales son recientes, tenemos aún memoria, aun cuando algunos centenarios todavía existen e infinidad de sus padres y sus parientes que no los han visto. Me refieron a los cien años que han pasado como nuestra modernidad y 246 no los que vienen, aun cuando son por cercanía los dos adecuados a nuestro entender, puesto que los acontecimientos pasados pertenecen a la narración histórica, los futuros a la adivinación. En este período de cien años han fortalecido su poder los Templarios, los Hospitalarios en Jerusalén y los caballeros cuyo nombre proviene de la espada,330 de los cuales nuestro discurso se ha referido antes.

XXXI. SOBRE LA SECTA DE LOS WALDESIANOS

En el Concilio Romano bajo mandato del Papa Alejandro III vi a los waldesianos,331 hombres simples, iletrados, llamados así por su prior Waldo, que fue ciudadano de Lyon, ciudad bañada por el Ródano; estos presentaron al Papa Nuestro Señor un libro escrito en lengua francesa, en el cual aparecían el texto y las glosas de los Salmos y de los dos libros de la ley (de los dos Testamentos). Estos con gran vehemencia solicitaban que se les confirmara la autorización de su predicación, puesto que ellos se veían capaces, aunque apenas fuesen principiantes. Y

330 Brooke & Mynors (124) comentan que Map se refiere a los de la Orden de Santiago de Compostela (W. Lomax (1965), La Orden de Santiago, (Madrid)) y recuerdan que no se refiere a ellos con anterioridad, por lo que se piensa que hay un capítulo o sección perdido, aunque cierto es que trató sobre los Templarios y los Hospitalarios en I, 18-23 y es por tanto probable que se refiera a ellos en este caso. La referencia a los caballeros de la espada parece haber sido una inserción posterior en la frase o algún descuido en la redacción original. 331 El Tercer Concilio Laterano (ver, supra, p. 80), celebrado en 1179. Brooke 1975: 72; 151-152. 247 en verdad es costumbre de las aves, que no vean las sutiles trampas o una red y que cuando vuelan se crean libres. ¿Acaso no se ejercitan toda la vida en sus capciosos sermones, con los que difícilmente pueden captar adeptos o ser arropados por tales, buscando rimas en los más profundos pensamientos? ¿Acaso ellos no profieren todo tipo de alocuciones sobre Dios de manera reverente y temiendo la ofensa, cuya dignidad es tan alta que no pueden llegar a ella mediante alabanza alguna o ascender a las virtudes de la oración si no se adquiere mediante la misericordia? En cada palabra de los libros sagrados revolotean tantas sentencias con las alas de la virtud, se acumulan tantas obras de sabiduría, que cualquiera a quien Dios lo haya agraciado en ese don puede extraer una plenitud total. ¿No es como proporcionar perlas a los cerdos,332 la palabra a los ignorantes, a los que llamamos ineptos por intentar captarla, tanto menos dar lo que han recibido? ¡Que esto desaparezca y se arranque de raíz! Que desde la cabeza descienda un ungüento por la barba y de allí a la vestimenta; que el agua descienda de la fuente, no de charcas de callejuelas.333 Yo, el más insignificante de los muchos miles que fuimos convocados, me burlaba de ellos, porque fuera arrastrado ante sus peticiones o por la duda, y fui llamado por cierto gran arzobispo, al cual aquel papa excelso le impuso la pena de la confesión; tomé asiento, una señal para las saetas;334 en medio de muchos expertos en leyes y sabios prudentes, fueron llevados a mi dos Waldesianos, que parecían ser

332 Evangelio de San Mateo VII, 6. Nácar & Colunga 1161. 333 Salmos CXXXIII, 2; Proverbios V, 16. Nácar & Colunga 761; 773. 334 Lamentaciones de Jeremías III, 2. Nácar & Colunga 1002. 248 preferentes en su congregación, y discutieron conmigo sobre la fe, no sobre la búsqueda del amor verdadero, sino para que, ya convencido yo, cerrasen mi boca como si fuese impropia para hablar. Confieso que mostré temor a sentarme, a fin de que por la exigencia de los faltas en un concilio importante no se me negase la gracia del perdón. El arzobispo me ordenó que me pusiese a prueba contra ellos, que me preparase para responder. Así que al principio propuse preguntas sencillísimas, que no pudiesen ser ignoradas por nadie, sabiendo que, cuando un asno come cardos, sus labios encuentran despreciable una lechuga: `¿Creéis en Dios Padre?´ Respondieron: `Creemos´. `¿Y en Dios Hijo?´ Respondieron: `Creemos´. Y de nuevo: `¿Y en la madre de Cristo?´ Y ellos de nuevo: `Creemos´. Y todos se burlaron con un gran clamor y confundidos se alejaron y con mérito, porque nadie los gobernaba e intentaban convertirse en regidores, como Faetonte, que `ni conoce los nombres de los caballos´.335 Estos no poseen domicilio fijo en ninguna parte, transitan dos y dos, descalzos, vestidos con ropas de lana, careciendo de todo, compartiéndolo todo en común como los apóstoles, siguiendo ellos desnudos a Cristo desnudo.336 Ahora comienzan de un modo humildísimo, que ni siquiera pueden dar un paso; pero, en caso de admitirlos, es seguro que los

335 Ovidio, Metamorfosis II, 192. Ruiz de Elvira 1994: 52. 336 Hechos de los Apóstoles II, 44. Nácar & Colunga 1307. Según Brooke & Mynors (126), la frase nudus nudum Christum sequi era frecuentemente citada en los siglos XII y XIII. M. Bernards (1951), Wissenschaft und Weisheit, Augustinisch- Franziskanische Theologie und Philosophie in der Gegenwart, vol. XIV (Düsseldorf), pp. 148-151. 249 despreciamos. Quien no lo crea, que oiga lo que se ha dicho antes sobre este asunto. En nuestros días hay sin duda quienes, aunque se burlen y nos hagan daño, quieren conservar la fe y, si se inclinan por la razón, como hace tiempo, inclinan sus almas a favor del pastor su Señor Jesús. Pero desconozco de qué modo nuestros días, como si de hierro se tratase, nos han envilecido llevados o reunidos por la envidia, nos ha complacido el antiguo resplandor como si fuese oro; conocemos historias llegadas de antaño hasta nosotros, también leemos fábulas y, en caso de que nos complazca, debemos conocer por nuestra inteligencia su significado místico. Préstese atención al envidioso Cain, a las ciudades de Gomorra y Sodoma, no digo a uno, sino a todos los que rebosan de lujo, al vendido José, al Faraón castigado con todas las plagas, al pueblo con su ídolo ternero dorado, que se rebela contra Dios y el elegido del Señor por medio de las inigualables exhibiciones del desierto; la soberbia de Datán, la desvergüenza de Zimri, el perjurio de Ajitofel, la avaricia de Nabal;337 y desde el principio de esos hechos hay un número continuado de desgracias hasta las de nuestros días; y no sientas aversión por tan nimio hecho, porque ahora suceden cosas similares o menos viles. Pero es más grave sentir los males que oírlos; lo que oímos lo callamos y lo que nos duele lo lamentamos; e incluso si se piensa en las que pudieron ser aún peores, mantengamos la moderación en esas que parecen ser más insignificantes. Fábulas

337 Génesis IV; XIX; XXXVII; Éxodo V-XI; XXXII. 1 Reyes XVI. 2 Reyes IX. 2 Samuel XV-XVII. 1 Samuel XXV. Nácar & Colunga 33-34; 48-49; 70-71; 96-102; 128-129; 352-353; 373- 377; 414-416; 436-437. 250 instructivas como las de Atreo y Tiestes, Pélope y Licaón y muchas otras de su estilo se encuentran ante nosotros, para que evitemos sus vilezas, y no resultan inútiles los discursos de los historiadores; existe un precepto y una intención en cada una de esas narraciones. Pues la historia, que se apoya en la verdad, y la fábula, que entrelaza ficciones, hacen felices a los buenos mediante un final feliz, para que la bondad sea admirada y condene a los malos del peor modo posible, deseando que la maldad se vuelva aún más odiosa; y en los documentos alternativamente la adversidad se convierte en prosperidad y vuelve a su antiguo estado por cambios frecuentes, puesto que siempre una y otra, aun estando delante de nuestros ojos, pueden avanzar por olvido de la otra; pero los hombres se pueden moderar por prescripción médica, para que la altanería o la ruptura destaquen en modo alguno, a saber, que nuestra meditación no sea vacua ante la previsión de las cosas futuras o por la esperanza en ellas, ni licenciosa por el miedo; hablo del futuro en términos temporales, porque el amor perfecto, que se halla en el cielo, desecha el temor hacia fuera.338

XXXII. SOBRE LA MARAVILLOSA PENITENCIA DE TRES ERMITAÑOS

El ilustre Philip de Newtown nos cuenta que, habiendo llegado a la Negra Montaña para cazar, se topó con un hombre salvaje, peludo y deforme tendido en una fuente para beber a quien de repente cogió por los pelos y en vilo y le preguntó quién era y qué hacía

338 Epístola 1 de San Juan IV, 18. Nácar & Colunga 1456. 251 allí. Aquel por su mansedumbre indujo a su captor a dejarlo en tierra y entonces dijo, `Hemos venido a este lugar de peregrinación nosotros tres para realizar la penitencia debida a semejanza de los antiguos padres; el primero de nosotros es francés y el más dotado, el segundo inglés es mucho más fuerte y paciente que yo; por último, yo soy escocés. El francés tiene tanta perfección que casi temo hablar de su vida, pues excede a la fe. El inglés, tan angelical, está atado con cadenas tan ferreas y tan largas que puede extenderse hasta siete pies. Siempre porta consigo un mazo de hierro y una pequeña pértiga, con las que aferra sus cadenas a la tierra todos los sábados y ora con esas módicas prerrogativas durante una semana, entonando siempre himnos y en permanente alegría, nunca quejumbroso o triste. Come lo que encuentra a su paso, mueve su campo en sábado, no a cualquier sitio, sino buscando lo adecuado del lugar a elegir, no la sobreabundancia, ni una sinuosidad poco oportuna por el viento; cuando encuentra víveres distintos al agua, se llena de alegría; si se encuentra a alguien, sobre el riachuelo de la fuente fija su residencia durante esa semana´. Dicho esto, se apartó de allí a gran velocidad. El hombre de Newtown tras un intervalo corto de tiempo encontró al inglés muerto y por reverencia a sus virtudes no presupuso tocarle a él ni nada de lo que él portaba y se alejó, confiando a sus compañeros la dignidad de sepultarlo. Este inglés portaba a Cristo, fuente de alegría, en su pecho, y no tenía angustia por la que poder infligir daño alguno. Así que que sean hipócritas los tristes, como dice el

252

Señor, porque el amor perfecto expulsa el temor y la tristeza.339

FIN DE LA PRIMERA DISTINCIÓN DE LAS MINUCIAS DE LOS CORTESANOS. COMIENZA LA SEGUNDA DISTINCIÓN.

339 Evangelio de San Mateo VI, 16. Nácar & Colunga 1160; Epístola 1 de San Juan IV, 18. Nácar & Colunga 1456. 253

SEGUNDA DISTINCIÓN

I. PRÓLOGO

La victoria de la carne es contra la razón, pues el hombre busca menos los deseos de Dios y más los del mundo. Pero la razón, cuando se adhiere, es el triunfo del alma; pues a César se rinde lo que es del César, a Dios lo que es de Dios.340 Anuncié previamente dos cuentos sobre la misericordia y el juicio,341 que no sólo no deleitan, sino que resultan tediosos, y se desean como si se esperasen fábulas de poetas o semejantes. Sin embargo, existen diferencias, si no se las aparta, y debemos anunciar como milagros lo que creemos o sabemos.

II. SOBRE GREGORIO, MONJE DE GLOUCESTER

Vi recientemente a Gregorio, monje de Gloucester, ya un hombre anciano y, aunque la misma senectud implica debilidad, se sentía afligido por muchas otras enfermedades: tenía cálculos y fístulas en las piernas, sin embargo siempre se hallaba jocoso; y, aunque las

340 Evangelio de San Mateo XXII, 21. Nácar & Colunga 1184. 341 Salmos CI, 1. Nácar & Colunga 743. Brooke & Mynors (132) especulan con que la frase Duo premisi es más difícil de admitir que promisi. Para ellos, esta última opción implicaría referirse a una promesa que no aparece con nitidez. Es más probable que Map extraiga el tema de I, 31 y que proponga ofrecer algún cuento moralizante; pero aquí se vuelve a demostrar los descuidos deliberados que caracterizan a la obra, quitándose esta carga para dedicarse a otro tipo de asuntos que le parecen más interesantes. 254 acometidas de las enfermedades no cesaban, tampoco se apartaba de los salmos. Si tras largas horas de trabajo un dulce sueño se adueñaba de él, se decía que en aquel momento era abandonado por el Señor y entregado al olvido; y, cuando se aceleraba más intensamente, con mayor devoción daba gracias al Altísimo, como si dijese al beato Agustín, `¡Quémame aquí mismo, castígame aquí!´ y `No me inculpes con tu indignación´342 Me encomendé a sus oraciones cuando crucé el Canal por primera vez y, cuando embraveció el mar por una tormenta tal que apenas se podía gobernar el barco con esas olas, presumí en la irreprochable desesperación de los demás de los méritos de aquel a quien me había encomendado y por esa devoción que suelen demostrar los experimentados navegantes rogué con insistencia a Dios, puesto que por su misericordia y por los méritos de aquel buen Gregorio salimos indemnes del oleaje y en medio de la tormenta pude tomar un pequeño descanso; y he aquí que vi a mi señor Gregorio andando entre los marineros, animándolos y enseñándolos, y enmendando los pequeños errores. Así que, cuando desperté, encontré todo en suma tranquilidad y silencio y di gracias intensas al Señor. Todo ello se lo relaté posteriormente al abad Hamelin,343 que tras darme las gracias lo dio a conocer muchos otros. Tras

342 Brooke & Mynors (132) proponen como fuentes los Salmos VI (2) y XXXVIII (2) (Nácar & Colunga 694; 710), pero no encuentran similitud con cita alguna de San Agustín. 343 Abad de Gloucester y sucesor de Gilbert Foliot (1148-1179). Morey and Brooke 534; D. Knowles, C. N. L. Brooke and V. C. M. London (eds.) (1972): The Heads of Religious Houses, England and Wales, 940-1216 (Cambridge), p. 53. 255 oir esto, Gilbert de Lacy,344 hombre ilustre, que se había entregado a la Orden de los Templarios, se dirigió a Jerusalén, armado con mi ejemplo y con las preces y la bendición de Gregorio y en el Mar Griego narró del mismo modo lo que le había sucedido a él.

III. SOBRE EL BEATO PEDRO DE TARENTAISE345

Tiempo después vi al beato Pedro, arzobispo de Tarentaise, que reside en los montes Alpinos, hombre tan virtuoso y tan ilustre por sus milagros, que por los méritos de los antiguos a los que en la iglesia honramos podría ser ensalzado como a semejante a los Padres, cuya mano el Señor sólo con el tacto y las preces curaba a los enfermos, expulsaba a los demonios y que no habría intentado lo que no hubiese llevado a buen fin. Este permaneció durante once días

344 Lacy era la cabeza visible de la rama familiar que había establecido un gran señorío y cuyos miembros eran importantes benefactores de la abadía de Gloucester, aunque se hallasen en enemistad durante el reinado de Stephen con los Condes de Gloucester y Hereford. Gilbert llegó a ser Templario entre c.1157-1159 y probablemente muríó en la década de 1160. W. E. Wightman (1966), The Lacy Family in England and Normandy, 1066-1194 (Oxford), pp. 185-190; H. M. Colvin (1950): “Holme Lacy: An Episcopal Manor and its Tenants in the Twelfth and Thirteenth Centuries”, en V. Ruffer & A. J. Taylor (eds.), Medieval Studies Presented to Rose Graham (Oxford), pp. 15-40; Brooke & Mynors 134. 345 Según Brooke & Mynors (134), fue un eminente cisterciense y arzobispo de Tarentaise (hoy Moutiers, Savoy) en el período 1142-1174, cuando murió. Fue canonizado en 1191. E. W. Kemp (1948), Canonization and Authority in the Western Church (Oxford), pp. 93-94; Doui & Farmer, vol. I, 1961, pp. 38-40; Millor, Butler & Brooke, vol. II, 1979, pp. 556-558. 256 con el rey de los ingleses nuestro señor Enrique II en Limoges,346 de cuyo cuidado el rey me encargó, y entretanto tuve que mantenerlo a cuenta del rey; era un hombre feliz y de rostro hilarante en toda ocasión, limpio, modesto, humilde, completamente perfecto como nos parecía a muchos otros y a mí. Pude ver un milagro suyo con sus manos y por mediación del Señor y oí muchos más. Al llegar la tarde de un día, llegó una gran multitud de ciudadanos de Limoges que traían con ellos a un hombre endemoniado. Tras ellos llegaba el obispo de Poitiers, que ahora es arzobispo de Lyon, de nombre Belles Mains, nacido en Canterbury,347 hombre de gran elocuencia, inconmensurable en autoridad y celebridad, no para

346 Brooke & Mynors (135) cuentan que a finales de Febrero de 1173 Enrique II convocó a la corte en Limoges, mientras agasajaba a Humberto III, conde de Maurienne, rey de Aragón y conde de Toulousse, como parte de un esquema pacificador concerniente a una destacada parte del territorio comprendido entre Savoya y Toulouse. Este culminó con el tratado matrimonial de la hija de Humberto y el hijo menor de Enrique, Juan, que, de haber llegado a cumplirse, hubiese convertido a John en señor de Turín y gran parte del territorio del norte de Italia y el sur de Francia. Pedro de Tarentaise se convirtió en el principal pacificador. C. W. Previté Orton (1912), The Early History of the House of Savoy (1000-1233) (Cambridge), pp. 338-341; Eyton 170-171; Stubbs, 1867, vol. I, pp. 35-41; W. L. Warren (1973), Henry II (Londres), p. 117. 347 Juan de Canterbury (o aux Bellesmains) había sido clérigo al servicio de Teobaldo, arzobispo de Canterbury, y fue obispo de Poitiers entre 1162 y 1182; fue además arzobispo de Lyons entre 1182 y 1193, cuando renunció y se convirtió en monje en Clairvaux. Murió en 1204. Cfr.: Millor, Butler & Brooke, 1955, vol I, pp. xxvii-xxviii; P. Pouzet (1927), L´anglais Jean dit Bellesmains (1127-1204) (Lyon); C. T. Clay (1940-1943), ‘The early precentors and chancellors of York’, Yorkshire Archaeological Journal, 35: 116–138. 257 especular sobre Dios, sino porque era capaz de saber lo que era una creencia habitual. Éste se dirigió a mi con estas palabras, `Amigo mío, convoca a nuestro arzobispo, para que podamos dar testimonio sin duda de lo que todo el mundo asegura. En ocasiones he visto que sucedían cosas fantásticas cuando la gente defendía que había visto milagros y he percibido siempre el odio y no siempre he visto un verdadero milagro´. Entonces traje conmigo a mi señor Pedro, que de rodillas puso su mano sobre el enfermo babeante y que sin duda deliraba sin parar. El obispo Juan y yo acercamos nuestros oídos y le oímos decir, `cuando los once discípulos estaban sentados a la mesa´ y otras cosas.348 Lo sostenían al endemoniado contra el lecho, sin embargo no lo habían atado, pues era paisano suyo. Así que, tras leer una breve oración basada en el evangelio, Pedro les ordenó que le contuvieran sus manos y este al instante se frotó su boca con la mano derecha y dijo, `Madre de Dios, ten misericordia´. Nuestro señor el obispo Juan, tras dar un salto de sorpresa, dijo con lágrimas, `El enfermo está sanado de una verdad. Aquí sólo hay un obispo, nosotros no somos más que perros que no valemos ni para ladrar´.349

348 Evangelio de San Marcos XVI, 14. Nácar & Colunga 1222. Ogle 206. 349 Isaías LVI, 10. Nácar & Colunga 934. 258

IV. DE NUEVO SOBRE EL MISMO BEATO PEDRO

El maestro Serlo de Wilton, abad de L´Aumône,350 me contó que aquel buen arzobispo Pedro, que apareció en el capítulo dedicado a la Orden de Cister, fue preguntado por cierto monje de aquel claustro – que tenía un pie deformado y retorcido – si intervendría para sanarlo. Pedro condujo al monje aparte y lo hizo sentarse en su escaño; descalzo el monje junto a Pedro comenzó a orar con las rodillas flexionadas, mientras Pedro sostenía entre sus manos aquel pie desnudo. Así que el maestro Serlo se acercó e, inclinando su oído, oyó al Señor Arzobispo; cuando saltó hacia atrás casi como si le hubiera herido el monje y volviéndolo a mirar a este con admiración, dijo: `Hermano, es mejor que tengas un pie dispuesto para entrar en el reino de los cielos que con los dos en el Infierno´,351 y lo apartó; y cuando se volvió a Serlo, dijo: `Hermano Serlo, si el Señor me hubiese enviado la cura para este hermano, lo habría enviado para él´. Serlo juzgó que sin duda todo ello era fruto de su poder más que de la presciencia, pero, para probar lo que esto significaba, relató todo ello al abad

350 El maestro Serlo de Wilton, tras ser escriba secular, profesor en París y poeta, ingresó en la Orden Cluniacense y después se convirtió en monje cisterciense y abad de L´Aumône, la casa principal de la Abadía de Waverley, la más antigua de la Orden Cisterciense en Inglaterra. Como abad sucedió a Felipe de Liège, uno de los editores de los milagros de San Bernardo, entre 1168 y 1172. Murió en 1181. A. C. Friend (1954), “Serlo of Wilton: The Early Years”, Bulletin Du Cange 24: 85-110. Morey & Brooke 1965: 116; Millor, Butler & Brooke, 1955, vol. I, p. 262. 351 Evangelio de San Marcos IX, 44. Nácar & Colunga 1244. 259 cistenciense, pidiéndole que ordenase que el monje fuese convocado aparte y le confesase todo. Tras cumplir la orden, dijo, `Padre, aun cuando sea generoso y de noble estirpe, viendo que aquel pie es distinto a mis congéneres y deforme hasta sentirme ridículo, me decidí llegar hasta aquí por la vergüenza de la abyección. Pero ahora cuando mi señor Pedro ha confortado entre sus manos aquel pie, me pareció sentir que la salud llegaba a mí y, tras conseguir lo que inicialmente debía ser, pensé en volver poco a poco a este sitio, del cual me marché triste por vergüenza´.

V. DE NUEVO SOBRE EL MISMO BEATO PEDRO

El mismo Serlo me contó otro milagro que el maestro Pedro llevó a cabo al día siguiente. El maestro ofrecía un sermón por orden del superior de los Cistercienses al pueblo, cuando, interrumpido por cierta mujer con grandes voces, se quejó de que su señor le había recortado la bolsa. Así que el arzobispo pidió a todos que guardaran silencio; lanzando muchas preces, pidió que se le restituyera a la quejumbrosa y solícita lo que había perdido y, viendo que la exhortación era motivo de burla, dijo finalmente: `Tomad a ese hombre alto con la mitra impoluta y las monedas bajo su axila izquierda´. Como consecuencia, y como si lo hubiese ordenado un auténtico profeta, tomadas las monedas y restituidas, el maestro del ladrón fue preguntado por el arzobispo qué se debería hacer con un ladrón, a lo que este último dijo: `Permitidle que se marche´, dijo, `porque no puede ser acusado, pero tampoco ser enmendado´.

260

Dicen que este Pedro había convertido el agua en vino, que había dado de comer a muchos hombres de manera milagrosa con unos pocos panes: que así sepáis que la gracia del Señor no priva a los que la piden y a los que se la merecen en estos tiempos. En partes de Burgundia eran habituales las historias que se contaban, según las cuales cierto soldado decía no temer lo suficiente a Dios y, aun persistiendo en su pertinaz costumbre de pecar, tuvo ganas de experimentar la venganza, no aminorar el sentimiento. A sus hombros se hallaba adherido un lagarto y solía asir sus dientes y sus garras y, aun cuando de ninguna manera se pudiera mover por arte de Hipócrates o por el auxilio de las oraciones, la Madre de Misericordia se magnificaba de manera admirable. ¡Cuántas veces aquel pobre desdichado entraba en alguna iglesia dedicada a Su nombre, se deslizaba de su hombro y no aparecía, sino que siempre salía del lugar con el lagarto adherido a él! Cuando Pedro fue informado de lo relatado, oída su confesión le infligió la correspondiente penitencia y, tras llevarla a cabo, quedó libre.

VI. SOBRE CIERTO ERMITAÑO352

La misericordia del Señor se hace visible bien cuando se ejecuta el perdón o cuando comienza, cuando el penitente muestra su verdadero corazón de manera invisible y se libera de cosas ocultas. [El Señor liberó a un hermitaño]. A la hora de la cena acudió una pequeña serpiente a un ermitaño solitario,

352 F. Tupper & M. B. Ogle (trads.) (1924), Master Walter Map´s book De Nugis Curialium (Courtiers´ Trifles) (Londres), p. 330. 261 y entró a su celda suplicando, hambrienta, como si el hambre se sentase junto a él, con su súplica casi pidiendo alimento. Aquel, que tenía el celo del Señor, aunque no acorde con el conocimiento, había oído `Da a todo el que te pida´ y `Los pequeños perros comen de migajas´.353 Le daba migajas y así la recibía cuando acudía todos los días, hasta que tanto creció que no podía salir de donde entraba. Después en un breve espacio de tiempo rodeó por un estrecho lugar y de manera inesperada con sus llamativos anillos la pequeña casa, de forma que fue sólo accesible para su huésped. Así que el ayo del escurridizo diablo lloró y ante el Señor alivió su alma entera; arrepintiéndose y escarmentado de algún modo la caridad empleada de manera fatua había respondido. Así el Señor, que no puede pero tiene misericordia, le envió un mensajero de salvación, a saber, un hombre que llegó para visitarlo, el cual, por lo visto, lo oído y el escarnio, aconsejó al penitente que se mantuviera paciente en presencia de aquella serpiente hasta pasados cuarenta días. De este modo ocurrió y en la fecha prevista no fue hallado aquel que nada hizo salvo haber encontrado al ermitaño para hacerlo sufrir. Aquel que puede dispersar al enemigo visible con fuerza invisible es poderoso y ciertamente capaz de destruir a los que se muestran latentes, a menos que nos encuentren obstinados.

353 Epístola de San Pablo a los Romanos X, 2; Evangelio de San Lucas VI, 30; Evangelio de San Mateo XV, 27. Nácar & Colunga 1173; 1237; 1353. 262

VII. SOBRE LUCAS EL HÚNGARO

Vi en París a Lucas de Hungría en la escuela del maestro Gerardo de La Pucelle,354 hombre honesto y excelso en letras, que compartía su mesa con los pobres, pues parecían invitados suyos más que personas en busca de alimento. El Señor lo convocó a través del rey de Hungría, así como del clero y del pueblo, ante el arzobispo de Esztergom. Su vida y sus tratos tras su episcopado me fueron narrados por Hugo, nativo de Le Mans y obispo de Acre. El rey de Hungría, del que antes hablaba, murió, dejando como heredero a su hijo, sin duda un tierno infante. Entonces el hermano del rey acudió al arzobispo Lucas, pidiéndole que él mismo le ungiese y le coronase como rey. Lucas le injurió y le acusó de traición, pues quería contra la ley, la costumbre y el destino desheredar a un inocente, y no era su intención consentirlo. Aquel consiguió que fuese otro arzobispo el que le convirtiese en rey, alguien a quien no correspondía su coronación, como diciendo:

`Si no logro mover a los dioses del cielo, moveré en mi favor al Aqueronte´.355 y al instante fue abatido por Lucas con la excomunión. El rey razonando con terribles amenazas y con sus espada desnuda pidió inmediatamente a Lucas su absolución; al rechazarlo y de nuevo excomulgar a

354 Distinguido maestro de París y escriba de los arzobispos Tomás y Ricardo, Gerardo de La Pucelle fue obispo de Coventry (1183-1184). Millor, Butler & Brooke, 1979, vol. II, pp. 68-69; Kuttner & Rathbone 297. 355 Virgilio, Eneida VII, 312. De Echave-Sustaeta 208. 263

Lucas, el rey lo arrojó violentamente a la cárcel y obligó a que cesaran las iglesias construidas por prohibición. Y, tras permanecer largo tiempo encerrado, cierto amigo suyo le remitió del papa Alejandro III misivas enviadas al rey en secreto para liberar a Lucas. Lucas no quiso de ningún modo hacer uso de dichas cartas, al oír que se fijaban doce denarios con los que otros solían aceptar la bula, diciendo que él no quería ser liberado mediante la simonía. Sin embargo, el Señor abrió la puerta de la prisión el Día de la Pascua de Resurrección, mientras el rey se hallaba en plena celebración de la misa. Así que Lucas entró en la capilla con admiración general por parte de todos y, una vez que desnudó al altar de su bordado y arrojó los demás ornatos, permaneciendo junto a la cruz, se dirigió así al timorato y desconcertado rey: `Señor Jesucristo, cuya resurrección nadie reivindica excepto los cristianos; por tu poder resucitaste; si por tu Visitación decretas que este rey es digno, convierte al impío para que no lo sea; en caso contrario, que en la mano fuerte y diestra del Faraón vengador sepa en el período de cuarenta días a quien él ha atravesado´. Y salió de la capilla y de nuevo fue sentenciado por sus ejecutores más indignos a una custodia más rígida; soportó todo tipo de vejaciones pacientemente, siendo asiduo y cumplidor del Señor en las oraciones y las alabanzas. Y sucedió que antes del cuadragésimo día el rey murió sin arrepentirse. Le sucedió su único hermano, igual de violento que el anterior. A este también Lucas, habiéndosele dado la indulgencia de cuarenta días, `lo mató con el aliento de su boca´356 en los mismos

356 Epístola II de San Pablo a los Tesalonicenses II, 8. Nácar & 264 términos y ungió al hijo que era el justo heredero con toda solemnidad, cuya puericia Lucas acogió con suma tranquilidad, pero no así su juventud. Según fue madurando el joven rey, consideró válido rodearse de cosas más valiosas de lo que podía permitirse; cuando sus posesiones excaseaban, no renunciaba a dilapidar las posesiones eclesiásticas. Viéndole Lucas obstinadamente pertinaz aun después de hacer múltiples y lacrimógenas súplicas, llorando le sometió a la excomunión y, gracias a las múltiples súplicas enviadas a su favor a Cristo, recibió de Dios la gracia para él, para que, tras serle aplicada la penitencia adecuada, se dirigiese a la iglesia de Esztergom para satisfacer a Lucas según la voluntad de este. Lucas, henchido de alegría, salió a recibirlo solemnemente con todo el clero y el pueblo y, tras absolverlo, lo tomó y lo condujo dentro. Mientras otros cantaban, Lucas lloraba en su interior. El rey le preguntó: `¿Qué es eso, queridísimo padre, que hace que de entre todos los gozos se prefiera llorar?´ Entonces Lucas le respondió: `¿Puedo realmente gozar? Pues a la vuelta de un año, en un día similar a este, en medio de la confusión y la ira de todos nosotros serás traído en un sepulcro´. Y así sucedió.

VIII. SOBRE LA INDISCRIMINADA DEVOCIÓN DE LOS GALESES

Como en algunos lugares se dice, `en todo pueblo, aquel que teme a Dios es acogido por él´. Es raro entre nuestros galeses que el temor a Dios sea acorde a la

Colunga 1414. 265 ciencia.357 Junto a Lord Guillermo de Briouze,358 un supino erudito en las armas, como él mismo me relató, se hallaba cierto galés de noble estirpe, infinitamente honesto, que en determinadas noches se levantaba el primero de su lecho a la hora del gallo y desnudo velaba genuflexo en la tierra desnuda orando con la primera luz del día; la práctica del abstinente la realizaba honestamente y era tan escrupuloso en guardarlo consigo mismo, que, si lo conocieras, pensarías que más está por encima de los hombres, cerca de los ángeles. Si en verdad vieras qué tosco es en las contiendas, qué dispuesto al derramamiento de sangre, qué descuidado con su seguridad, qué avido por la muerte de otro, qué felicidad ante la muerte de alguien o el asesinato perpetrado, no dudarías en calificarlo de claro ejemplo de iniquidad: hasta tal punto de firmeza y naturalidad llega el hábito de la mansedumbre entre los galeses, que, si en algún caso parecen modestos, en muchos otros se muestran como díscolos y salvajes.

IX. SOBRE HELIAS, UN HERMITAÑO GALÉS

Vi en cierta ocasión a Helias, un hermitaño galés, hombre preclaro en la fe y de vida honesta. Con él se hallaba su hermano Walenfreit y otros muchos en el bosque llamado Dean – no porque suponga una

357 Hechos de los Apóstoles X, 35. Nácar & Colunga 1317; Epístola de San Pablo a los Romanos X, 2. Nàcar & Colunga 1353. 358 Señor de Brecknock y otras regiones de la marca galesa desde 1175 hasta que se enfrentó a Juan en 1208. Murió en el exilio en 1211. Brooke & Mynors 146. 266 décima parte, sino por su propio nombre – los cuales poseían animales en los pastos que allí abundaban, no por consejo de Helias, sino suyo. Sucedió que una yegua se alejó del resto de equinos y fue buscada durante mucho tiempo al no regresar. Se elevó la queja a Helias, el cual respondió: `Ricardo el barquero la condujo desde aquí llevada con deseas de descanso y hastiada de tareas; la encontramos junto a la puerta de su cabaña´, y, tras lo oído, Helias les entregó cuatro denarios y dijo: `Dádselo por lo sucedido con el robo, que como obrero no deje de pagar por alquilarla´. Y así se hizo y nada se dijo contra lo convenido. Nadie discute que él en este caso fue un profeta. Ya ha pasado a mejor vida y a él le pedimos que interceda por nosotros.

X. SOBRE CADOG, EL REY GALÉS359

Cadog, rey de Gales, oyó al Señor decir: `Quien no abandone todo por mí no es digno de mi´,360 y, tras abandonarlo todo, solitario en el desierto, con el sufrimiento en sus manos y el sudor en su rostro come su pan que busca con jocosa y saludable devoción. Pero sucedió que tras días y años su sucesor – a saber,

359 Brooke & Mynors (148-149) especulan con que esta es una versión extendida de la conversión de San Illtud como aparece en las Vidas de San Cadog (escrita por Lifris y Caradog de Llancarfan) y San Illtud (A. W. Wade-Evans (ed.) (1944), Vitae Sanctorum Britanniae (Cardiff), pp. 62-63; 196-197). Según Lifris y Caradog, Cadog era hijo de Gwynllyw, epónimo y rey de Gwynllywiog; Cadog no se convirtió en rey, Gwynllyw le encomendó le encomendó la custodia del reino en su lecho de muerte. El título de rey o “brenin” (equivalente en gaélico) parece una recomposición hecha por el propio Map. 360 Evangelio de San Mateo X, 37-38. Nácar & Colunga 1166. 267 el elegido por el destino – le envió para que hiciese el camino según el cual debía recoger pan para él y para sus soldados. Cadog respondió que él poseía poco y que no podía hacer mucho por obtener para tantos; sin embargo, si se lo pedía en nombre de Dios, él se lo daría. El sucesor le respondió diciendo: `Si Él te lo concede, lo recibiré; de lo contrario, reduciré a cenizas su casa, su pan y su propia luz´. Y Cadog le dijo: `Prefiero que Él tenga su pan a que tú lo destruyas; pero, ¡malditos sean los que coman de él!´. Y, mientras aquellos comían, sin saber ni padecer la maldición, un soldado llamado Illtud, que se hallaba en medio de ellos, se abstuvo de comer y los disuadió. Y aquellos que fueron obstinados y lo despreciaron perecieron desconcertados en el abismo; pero la tierra bajo sus pies reafirmó a Illtud y fue salvado. Hé aquí la historia de Cadog Brenin.

XI. SOBRE APARICIONES FANTÁSTICAS361

Otro hecho no milagroso sino portentoso nos relatan los galeses. Dicen que Gwestin Gwestiniog

361 Sobre una historia similar de la Dama Cisne: Thompson D 361, vol. I. Según Mynors & Brooke (149), el interés histórico del capítulo viene dado por la leyenda de Brychan, fundador epónimo de Brycheiniog (Breconshire) y el supuesto fundador de su dinastía de reyes. Gerardo de Gales (Topografía de Gales VI, 31-32) ofrece una serie de leyendas sobre él. Lifri, en su “Vida de San Cadog”, lo menciona por primera vez como el abuelo de Cadog (c. 1095-1104; cfr.: Wade-Evans 301-303; 309). Su relación con San Cadobg y los doce hijos y veinticuatro hijas que forman parte de la leyenda galesa parecen, según los editores, invenciones de los siglos XI y XII. 268 vivía en el seco lago de Brycheiniog, cuya amplitud alcanzaba las dos millas, y que contempló durante tres noches claras de luna coros de mujeres en su campo de avena; según él, ellas permanecían hasta que se sumergían en el agua estancada, sin embargo retuvo una cuarta al azar. El raptor de aquella narraba que en determinadas noches tras sumergirse se las oía murmurar y decir: `Si él hubiera hecho esto, él nos habría raptado a una de nosotras´, y que él entonces aprendió de ellas de qué modo podía capturar a una; y esta consintió y se casó con él y sus primeras palabras a su marido fueron estas: `Te serviré libremente y te obedeceré con toda devoción hasta el día en que, deseando salir antes los gritos provenientes de más allá del Llyfni, me golpearás con tu brida´. El Llyfni era un río cerca del lago. Y esto sucedió: después de concebir a una numerosa prole, ella fue golpeada por la brida de él y, cuando él volvió, se la encontró huyendo con sus hijos y, persiguiéndola, apenas pudo atrapar a uno de ellos, de nombre Triunein Vagelauc. Como era ambicioso, le salió de los confines de sus posesiones. Después, eligió como señor para sí al rey de Deheubarth, es decir, del Norte de Gales. Allí se mantuvo durante largo tiempo, pero no soportó la jactancia de su señor, el cual, cuando se sentó en cierta ocasión en la cena, vislumbrando apenas a toda su numerosa familia, bien pertrechada de fuerzas y armas, de manera soberbia declaró: `No hay provincia o reino bajo el cielo donde no me sea fácil convertirla en mi botín y regresar sin batallar: ¿quién puede resistirse tanto a mí como a mi familia? ¿Quién puede huir de nuestras intenciones y de nosotros?´ Una vez que Triunein oyó esto, pensando en la honradez y en la deshonra de sus compatriotas, dijo: `Mi señor y rey, 269 salvando la rectitud de tu majestad, nuestro rey Brychan sobresalía tanto en su valor y en el de los suyos, que tú o cualquier otro rey no puedes espoliar por la fuerza en un día en el que por la mañana las cimas de los montes serán libres y los ríos en los valles de nubes y niebla´. El rey, oídas estas palabras, airado ordenó que lo encadenasen y lo arrojasen a una celda. Ante esto un sobrino del rey, que estimaba a Triunein, de nombre Madoc, dijo: `Señor, por cualquier donaire con la condescendencia de vuestra fama no puede ser atado o mal tratado nadie, antes de que se demuestre que es un mentiroso. Que diga que la niebla se detiene sobre los ríos y que las cimas son libres son signos de serenidad; quiere decir que en un día claro nadie puede hacer un espolio allí. Probemos si esta jactancia es verdadera y la calma de lo conseguido; hagamos que Triunein sea nuestro guía, puesto que conoce la posición de aquellos lugares por los que se debe entrar y salir´. El rey consintió e invadieron el reino de Brychan de Brycheiniog consiguiendo un gran botín. El rey Brychan estaba sentado en su baño, y nadie le informó sobre ello. Él temía este mal hábito, que cuando todo mensajero de siniestros rumores en primer lugar por su conocimiento era tratado casi como si fuese un demonio y al instante era golpeado con lo que se tuviese a mano en ese momento, fuese una piedra, un palo o una espada, arrepintiéndose tras el primer impacto, herida o impulso, revocando lo dicho ileso o herido, hasta dejarle hablar. Oyó algunos gritos y tenía una lanza junto a él, de donde dedujo que, aunque su ejército estaba reunido para atacar al enemigo, nadie se anticiparía para informarle sobre algo. Sin embargo, un niño de entre los más nobles de aquellos, tras 270 adelantarse, dijo: `Sé que por temor nadie de los vuestros hará que un heraldo interceda ante nuestro rey por este rumor, pero, si todos me bendicen, le anunciaré el peligro´; con la cabeza sumisa y sostenida por todos en sus manos, además de por la bendición de sus bocas, se presentó ante el rey y dijo: `Vuestra tierra de Rheinwg – esto es, Brycheiniog – no puede luchar de cualquier modo como si careciesen de bestias´. Así que el rey saltó del baño y en su ataque de ímpetu lanzó una piedra que casi se encontró con él, pero se perdió, y según la costumbre protestó y, propagados los rumores y reuniendo vestidos y armas se montó en su caballo cojo, al cual llevó libremente y como si no estuviera zampo por el monte Montgomery; cuando llegó allí, al instante se dirigió a su tierra, y pidió a una mujer que liberase a su caballo de los grilletes; al instante se quedó quieto y, estando aún atados los grilletes de su caballo, no avanzó hasta que se desenganchasen. Después, maldiciendo a la mujer para que se apresurara no descansó hasta que la presencia de los suyos fue evidente. Tras verlo, los suyos le siguieron y se lanzaron feroces sobre sus enemigos, se emplearon a fondo y acabaron con ellos y, cuando casi todo el ejército enemigo estaba derrotado, a la mañana siguiente el rey ordenó que todas las manos diestras se uniesen en un único lugar y todos los miembros viriles en otro y en un tercero cerca del lugar por donde huyó todos los pies diestros y construyó sobre estos miembros montículos en memoria de su victoria tras tantas jactancias, que ahora subsisten y que son llamados según el nombre incluido. Pero, mientras dicen que Triunein fue salvado por su madre y con ella vive en aquel lago que anteriormente se mencionó, pienso que sin duda esto 271 es mentira, puesto que un error de este calibre no podría ser fingido por alguien que lo inventase.

XII. DE NUEVO SOBRE SIMILARES APARICIONES

Similar a esto es la historia de Eadric el Salvaje,362 que era agreste, así llamado por la agilidad de su cuerpo y jocosidad de sus palabras y sus actos; era un hombre de mucha honradez, señor de Lydbury North, que, al regresar de cazar a altas horas a media noche, dubitativo de qué camino seguir y acompañado tan sólo de un niño pequeño, fue desviado hacia una gran casa en el linde de un bosque, semejante a las recintos para beber que los ingleses poseían en diócesis peculiares, a las que llamaban ghildus; y, como estaba cerca y vio luz en ella, cuando miró en su interior, vio un gran círculo de muchas mujeres nobles bailando. Eran de aspecto impecable, vestidas con ropa de lino

362 Sobre las analogías con este cuento, ver II, 11, pp. 106-107. Eadric fue un súbdito anglosajón que mantuvo diversas posesiones en Shropshire y Herefordshire en 1066 y vivió hasta aproximadamente 1072, tras haber firmado la paz con el rey Guillermo después de un breve período de revueltas, en el cual se cree que debió huir al bosque o a algún lugar desconocido – de ahí su apodo -. Según Mynors & Brooke (154), no tenía la posesión de Lydbury North (cerca del castillo de Bishop, en Shropshire), que ya pertenecía al obispo de Hereford, según Gerardo de Gales (M.R. James (ed.) (1917), “Two Lives of St. Ethelbert. King and Martyr”, English Historical Review 32: 214- 244) por donación de “Edwinus quatiens caput” en época del rey Offa. Sobre Eadric: S. Reynolds (1981), ‘Eadric silvaticus and the English resistance’, BIHR 54: 102–105; E. A. Freeman (1871), History of the Norman Conquest, vol. IV (Oxford), pp. 738-740; Hinton 1923: 451-454. 272 tan elegantemente cuidada, mujeres más altas y más grandes que las nuestras. El hombre citado notó, sin embargo, entre todas la presencia de una entre las demás por su forma y excepcional por su rostro, deseable sobre todas las delicias de los reyes. Daban vueltas con leves movimientos y gestos jocosos, además de con voces moderadas; mostrando armonía, el sonido llegaba bien a los oídos, pero sus palabras no eran inteligibles. Tras esta visión, el caballero recibió una herida en su corazón y los fuegos hundidos por el arco de Cupido apenas se soportaban; todo se encendía, todo repicaba en llamas, y el animoso caballero se henchía por el fervor de tan bella epidemia y de esta aurea situación. Había oído historias de los gentiles, de visiones mortíferas y de ejércitos nocturnos de demonios, de Dictinna y de monstruos como las Dríades y los Lares,363 sabía de antemano la venganza de los númenes ofendidos, de qué modo infligían súbitos castigos a los que por casualidad los observaban, cómo se conservaban intactos y mantenían su anonimato en secreto con ellos mismos, cómo hacían invisibles a quienes intentaban captar sus consejos para descubrirlos, buscarlos para hacerlos visibles, con cuánta preocupación se protegían para no despreciar su vista; había oído sobre venganzas y ejemplos de castigos; pero, igual que el recto Cupido se hace pintar ciego, el espectro desmemoriado de todo no piensa, no ve al vengador y, puesto que no tiene luz, ofende al

363 Dictinna (en la versión helenística) o Britomartis era originalmente una diosa cretense, que fue utilizada como alternativa a la Ártemis griega o la Diana romana. Era acompañada por las ninfas de los bosques o Dríades. Ovidio, Ibis 79-80. Pérez Vega 231; Mynors & Brooke 156. 273 imprevisor. Circundó la casa y se precipitó por un acceso que halló, capturó a la misma por la que él fue raptado y, al instante, fue atrapado por las otras; y por un tiempo se mantuvo alejado gracias a una fortísima lucha, pero consiguió escapar tras muchos intentos por su parte y por la del niño – aun así no del todo indemne, puesto que más podían hacer uñas y dientes, herido en sus pies y en sus piernas. Él la tomó consigo y, utilizándola según su voluntad durante tres días con sus noches, no pudo sonsacar de ella ni una palabra; sin embargo, ella, gracias a un incontrolado consenso, cedió al deseo de la voluntad de él. Al cuarto día ella le dirigió a él estas palabras: `¡Salve, mi queridísimo! Y que bien te conserves y que goces de la prosperidad en tu persona y en tus bienes, mientras me afrentas a mí y a mis hermanas por las cuales fui raptada, de un lugar o de un bosque o de cualquier otro sitio de los alrededores; desde aquel día decides en mi destino y, sometido a un perjucio permanente, me tienes sometida, pero tu inoportunidad se adelantará a tu día´. Aquel juró que siempre era firme y fiel en sus aventuras amorosas en cualquier oportunidad que surgiese; por ello, convocó a sus convecinos y nobles remotos y, tras convocar a la multitud solemnemente, se unió en matrimonio a ella. Reinaba en aquel tiempo Guillermo el Bastardo, entonces recién coronado rey, que, al oír este portento y deseando comprobar y saber si era cierto, convocó a unos y a otros para que llegasen todos a Londres; y muchos llegaron con testigos y muchos fueron los testimonios de los que no pudieron acudir. Una prueba máxima de lo que iba a suceder era la belleza no vista ni oída de la mujer; y con la sorpresa de todos se les invitó a regresar a sus casas. Sucedió después que con el paso de los años 274

Eadric, tras regresar de cazar allá por la tercera hora de la noche, como buscándola no podía encontrar a su esposa, ordenó que se la devolviese; como había llegado tarde y había comenzado a irritarse, dijo: `¿Acaso has sido retenida durante tanto tiempo por alguna de tus hermanas?´ El resto de sus pendencias se lanzaron al aire; pues, tras oír a sus hermanas, ella desapareció. De este modo, la marcha de la mujer entristeció sobremanera al joven, y así llegó al lugar donde se produjo el rapto; pero ni con llantos, ni con lamentos pudo hacer que volviese. Clamaba durante el día y durante la noche, pero para convertirse en una insensatez para él; pues su vida desde entonces se convirtió en una pena permanente. Dejó como heredero a su hijo, por cuya salvación él murió – de nombre Alnoth, hombre excelso en santidad y en sabiduría – que, según fue avanzando en edad, fue sufriendo de parálisis y temblores en la cabeza y en los miembros. Al ver que todos los médicos lo consideraban como incurable, accedió gracias a hombres discretos hasta el punto de preocuparse por llegar a los apóstoles Pedro y Pablo en el modo en que pudiese, recuperar así su salud, allí donde sus cuerpos se hallan sepultos – es decir, en Roma - . Aquel les respondió que él nunca acudiría a ningún lugar bajo la amenaza de injuriar a San Ethelbert, rey y mártir, del cual él mismo era devoto, antes de que él mismo se presentase ante el santo y le hiciera acudir a Hereford; cuando acudió en la primera noche al altar del susodicho mártir, a la mañana siguiente él recobró la salud y en acción de gracias dio limosnas a perpetuidad a Dios, a la Virgen María y al rey San Ethelbert, concretamente en su feudo de

275

Lydbury, que se encuentra en Gales,364 con todas sus posesiones, que ahora forman parte del dominio del obispo de Hereford y se dice que dona treinta libras anuales a sus propietarios. Hemos oído hablar de demonios íncubos y súcubos,365 y sus peligrosísimos concúbitos; nunca leemos sobre sus descendientes o prole beata en constante felicidad en antiguas historias, como Alnoth, para el cual toda su herencia provino de Cristo por su salvación y pasó el resto de su vida siendo peregrino a su servicio.

XIII. DE NUEVO SOBRE SIMILARES APARICIONES

Un fantasma proviene de fantasia, que es lo que sucede en una aparición; pues aquellas apariciones a las que a veces los demonios hacen por sí mismos ante algunos antes de que acepten el beneplácito de Dios, transcurren sin daño o son dañinas, según lo que el Señor, que las conduce, o bien observe, o descuide y permita. Y ¿qué se debe decir sobre estos casos de fantasmagoría, que permanecen y se perpetúan como buenos como en una cadena, como este Alnoth y aquel bretón del que antes se habló, en el cual se contaba que un caballero había enterrado a su mujer muerta y que, tras raptarla en un coro, la había devuelto, y de qué modo posteriormente tuvo hijos y nietos de ella y

364 En Shropshire, a unos ocho kilómetros del canal de Offa. Mynors & Brooke 158. 365 Íncubo se refiere a un demonio masculino que aparece en sueños y tiene contacto sexual con una mujer; súcubo sería su contrapunto femenino.Tupper & Ogle 332; San Agustín, La Ciudad de Dios XV, 23; Mynors & Brooke 158. 276 cómo perduró la descendencia hasta el día de hoy y que los que sobrevivieron de aquel origen se han hecho multitud, a los cuales se les llama “hijos de la muerte”? Las obras y la permisividad del Señor deben ser atendidas con toda la paciencia posible y, aunque Él mismo alabe en casos particulares, porque es así de comprensible, del mismo modo sus obras trascienden nuestras averiguaciones y se escapan de las disputas, y cualquier cosa que podamos pensar o saber sobre su pureza – si realmente algo sabemos – Él parece tenerlo, porque todo Él es pureza verdadera y verdad pura.

XIV. DE NUEVO SOBRE SIMILARES APARICIONES366

Cierto caballero se unió a su hermosísima y noble mujer con quien tuvo su primogénito; al día siguiente de su nacimiento lo encontró degollado en su cuna; y, transcurrido un año, encontró a su segundo del mismo modo y al tercero tras el tercer año, demostrando haber eludido la vigilancia de los padres y de sus guardias de manera lamentable. Así pues, el caballero y su esposa se adelantaron al cuarto nacimiento con abstinencias, limosnas, oraciones y muchas lágrimas, al cual toda la vecindad con la ayuda de sus antorchas y lámparas de cera rodeándole lo vigilaban. Un

366 Hinton 1923: 454. Hinton cita a Étienne de Bourbon (A. Lecoy de la Marche (ed.) (1877), Anecdotes historiques légendes et apologues d'Étienne de Bourbon (París: Renouard), pp. 319- 321). Una historia similar es contada por Gervase de Tilbury (Otia Imperialia III, 86): un bebe es arrancado de su cuna por un demonio. G. W. Leibnitz (ed.) (1707-1710), Otia Imperialia (Hannover: Scriptores Rerum Brunsvicencium). 277 peregrino que había llegado casi exhausto del camino les pidió cobijo en nombre de Dios y con devoción se lo proporcionaron. Este se sentó velando con el matrimonio; y he aquí que tras la media noche, mientras todos los demás dormían, estando él solo en vigilia vio de repente que una dignísima dama se hallaba cerca de la cuna y dispuesta a atacar al infante para degollarlo. Aquel diligente saltó de su lugar y la sostuvo agarrándola firmemente, mientras que era reconocida por muchos de ellos, una vez que todos se habían sobresaltado y los rodeaban, y por todos en un momento, que reclamaban que esa era la más noble de todas las damas de aquella ciudad por linaje, costumbres, posesiones y toda honra; pero a su nombre y otras cuestiones nada respondía. Entonces, el padre mismo y otros muchos atribuyeron al pudor el haber sido interceptada y abogaron por que se la perdonase; aquel que se levantó constantemente aseguró que era un demonio y que la sujetaría firmemente, y con una de las llaves de una iglesia próxima marcó su cara con una señal de su malicia y predijo que esta dama, de quien ellos opinaban eso, sería llevada por él. Y fue llevada mientras la sostenía e igual de cautiva era vista por todos, aun marcada por el fuego. Así que el peregrino dijo a los admirados y estúpidos presentes: `Esta mujer ha llegado hasta aquí impoluta y (espero) elegida por Dios, y sobre sí ha atraído por sus buenas obras el odio de los demonios, de ahí que esta enviada suya mala y ejecutora de iras se haya convertido en alguien bueno, semejante a ella y hostil en tanto ella pueda, para que la infamia de su culpa se derrame sobre esta. Como creeis en esto, observad qué puede hacer al liberarla´. Y por una ventana huyó volando con lamentos y evidentes gritos. 278

XV. DE NUEVO SOBRE SIMILARES APARICIONES367

¿Qué se puede decir de estas y semejantes historias? Pablo y Antonio, rectos hermitaños según se les conoce, que siendo hermitaños que vagaban por un territorio demasiado amplio solo buscaban en soledad a Dios, desconocidos entre ellos, fueron advertidos en espíritu el uno cuando llegó al convertirse en huésped, el otro al recibirlo; el uno al ser observado, el otro esperando a ver. Pero, mientras el camino que llevaban se torcía, inesperadamente apareció corriendo un centauro, animal de doble forma – hombre por todo su pecho, caballo en sus extremidades -; este ante sus preguntas emitía mugidos en lugar de palabras y con su mano enseñaba el camino. Tras él se les apareció espontáneamente cierto animal de pies de cabra, con el vientre áspero, con el pecho de un cervato con marcas esteladas, rostro resplandeciente, mentón barbado, con lustrosa cornamenta; por este aspecto los antiguos lo llamaban Pan; Pan se interpreta como todo, de ahí que él tiene en sí la forma de todo el mundo. Con estas reconocidas palabras enseñaba el camino y, cuando alguien preguntaba quién, él respondía que él era uno de los ángeles que con Lucifer había sido lanzado por el orbe según los méritos de su soberbia.

367 San Jerónimo, Vida de San Pablo XVII. Migne, 1883, vol. XXIII, col. 17. La identificación con Pan procede del propio Map. Mynors & Brooke 162. 279

XVI. DE NUEVO SOBRE SIMILARES APARICIONES

¿Acaso no es esto otro fantasma? Junto a Lovaine, en el camino entre Lorraine y Flanders, en un lugar llamado Laca Quercus, habían llegado, como solían, muchos miles de caballeros para según su costumbre jugar a un juego que ellos llamaban torneo, pero que sería más adecuado llamarlo tormento. Estaba sentado cierto caballero antes de la reunión en su enorme caballo; el caballero era bello, de estatura bastante mayor de las habituales, y coronado con armas resplandecientes de manera conveniente. Apoyado en su lanza, tenía un aire tan aguerrido que era observado por muchos de los que le circundaban al anteponer el corazón a la razón. Él, ante esto, respondía con un suspiro profundo: `¡Oh, buen Dios! ¡Cuánto esfuerzo es para mí vencer hoy a todos los que aquí han acudido!´ Su palabra llegó a cada uno de los presentes, y fue señalado con un murmullo alternativamente y recíprocamente por la envidia y la indignación de todos los que lo veían. Este fue el primero con su lanza en arremeter contra los adversarios y durante toda aquella jornada actuó con tal fuerza, sobresaliendo entre tantos enemigos, resplandeció tan victorioso prevaleciendo entre ellos, que ninguna de las envidias elevadas pudo callar la alabanza para injuriarlo y ante la admiración todo sentimiento maligno de odio se convirtió en amor hacia él. Pero la verdadera alabanza se canta al final, y el día es alabado al anochecer. Parecía el hijo de la Fortuna,368

368 Horacio, Sátiras II, 6, 49. Guillén Cabañero 282. Según Mynors & Brooke (164), vespere laudatur dies era una frase 280 sin embargo al finalizar el día y cuando todos se habían ido fue atravesado en el corazón con la lanza de algún caballero oscuro y sin ningún valor real, y de repente murió. Se hicieron convocar a ambas partes y, al ser desarmado por todos y cada uno de los presentes y mostrado, nadie lo conocía y aún hoy no se sabe quién fue.

XVII. SOBRE GADO, VALEROSÍSIMO CABALLERO

Nos admiramos de Gado por sus méritos casi inalterables como rocas entre tormentas, que se mantuvo siempre equilibrado entre el miedo y la esperanza soportando hercúleos trabajos con su lanza para no tener que salir y llegar indigno a la infamia de nadie. Era hijo del rey de los vándalos, cuyo reino dejó atrás siendo niño, huyendo no de los problemas de su patria o de la severidad de su padre, sino que, poseyendo un alma mayor que el propio mundo, menospreció el hecho de estar atado a los vínculos paternales. Así que, tras conseguir suficientes cartas, tomó sólo las armas y sometió a los monstruos de todo el mundo. Aunque no tuviera el valor de un monstruo como Hércules por su gigantesca estatura, o de Aquiles por su destino, no sólo era digno de ser ensalzado por honores inferiores, sino que parecía ser mayor por su valor y sus fuerzas. Siendo él el más preparado en las contiendas, habiendo acudido muy frecuentemente a capturar fieras, peces y aves, tan preclaro se distinguía en tiempo de paz y de guerra proverbial. A. Taylor (1921), “In the Evening Praise the Day”, Modern Languages Notes 36: 115-118. Hinton 1923: 454. 281 que se le distinguía por no ser desconocedor en algo y, como podía contener con su diestra espada una turba de hombres armados, era distinguido como amante de la paz y encargado de mantenerla y, recorriendo todo el mundo, acudía a reuniones de las más famosas personalidades, siempre por causa de una u otra conocida diatriba de hasta dónde llegaría la humillación de una injuria y la justicia de un atleta; y puesto que nunca se echaba atrás por la empresa ni por actos obtusos retrocedía ante lo prometido, defendían que él poseía toda la sabiduría; hablaba las lenguas propias de cualquiera de los reinos y por la frecuente felicidad en el transcurrir de toda su vida parecía obtener una obediencia tal que los miembros de todos los estamentos notables se rendían ante sus deseos y tenían su inteligencia. Este Gado vio llegar a nuestra isla, esto es, a Inglaterra, a Offa, valerosísimo rey, que vivía el tiempo de cambio entre la pubertad y la juventud de manera agradabilísima, si es que alguien lo puede reconocer; pero nuestra edad se escapa tan rápidamente de tal forma que no se observa hasta que la felicidad se aleja, pero nuestros ojos se abren hacia la felicidad anterior. Este rey de los galeses procedía de una zona recóndita de su país y se dice que por el nombre de ese mismo rey se había construido un canal, cuya salida suponía pagar con un pie que se podría perder lamentablemente. Offa había conducido a su reino a un grado sumo de prosperidad con mucho afán y esfuerzo y había aceptado como su esposa a la hija del emperador de Roma. Muchas uniones se han llevado a cabo entre romanos e ingleses que han conducido al dolor por ambas partes, de cuyos enlaces este resultó ser uno. Acudían frecuentemente 282 emisarios romanos enviados por el emperador a presencia de Offa y enriquecidos se alejaban de él con muchas alabanzas del rey y del reino; cuando Roma los veía con esas vestiduras y rodeados de oro, la innata avaricia surgía por doquier. Y esto no sorprende: este nombre de Roma está formado a partir de la avaricia y de las iniciales de sus principios, y así de cada una de sus letras se diseña una definición en sí misma: la raíz de todos los males es la avaricia.369 Así que sugirieron a su señor el emperador Cunano (del cual una monja, viéndole deforme, le había dicho, `Domnus Cunnanus nichil est nisi cunnus et anus´) que Roma por méritos propios era la capital del mundo y dominadora de todos los territorios; que Inglaterra se convirtiese en tributaria hacia ella; y que no lo abandonaría para animarlo a ello, hasta que lo condujeron hacia ese estado de avaricia. Pero lo único que al emperador romano le impedía comenzar el ataque era que sabían que Gado, defensor de todo inocente, se encontraba aún vivo y que en ninguna parte podría comenzar una empresa tan ardua bien cerca bien lejos, para la cual él mismo no estaba llamado a ser defensor de la justicia. Así que durante mucho más tiempo suspiró por ello con los romanos que también suspiraban y mantenían encuentros secretos con frecuencia. Desconociendo que esta circunstancia se producía, Offa mantuvo alejado con todo a Gado pero siempre honrándolo con gran agasajo; lo retuvo no tanto con lo que pudo como con cuanto él quiso de riquezas y, convenientemente agasajado, salió de Inglaterra y se dirigió a los

369 Epístola pastoral I de San Pablo a Timoteo VI, 10. Nácar & Colunga 1419. Ogle 215-217. 283 confines de la India, llamado desde allí por anillos de compromiso y cartas desesperadas, casi como si fuese a la espada en las manos del Señor, un vengador que era invitado a las injurias de todos. Su recuerdo, puesto que se hallaba en lugares remotos, se debilitó entre los romanos y hubo quien fingió ante el emperador su propia muerte, así como el modo, el lugar y el momento, de modo que no se temiera invadir a los ingleses. Se convocó al imperio a consultas trascendentes y se preparó un numeroso ejército, quizás fuera de lo común, para dirigirse contra Offa y los ingleses; digo de improviso hacia ellos, porque no estaban provistos de Dios. Pues Gado, habiendo librado las angustias de los hindúes y apresurándose a volver al reino de su padre por mar, incluso con vientos adversos según su promesa, pero transformados por Dios en ayuda para los ingleses, en el mismo día llegaron defensor y amigo antes que los enemigos invasores. Se presentó ante Offa y acudió a Colchester con tropas reunidas y se dice que allí había nacido Elena,370 que encontró la cruz de Cristo, y regresaron los emisarios a Gado tras haber pedido la paz pero habérsela negado. Así pues, Gado, que veía la cara de la guerra, sintió que había sido llevado allí por el Señor y de buen grado se acogió a la obediencia debida. Ya se preparaba en el campamento, con bellas vestiduras con las que siempre se entraba en combate y, preparado con cien de los mejores y más elegidos soldados, se dirigió hacia la tienda del emperador. El primero, que lo contempló antes, se quedó

370 A. Griscom (ed.) (1929), The Historia Regum Briianniae of Geoffrey of Monmouth (Londres: Longmans), V, 6, p. 338. Griscom convierte a Elena en hija de Coel, duque de Colchester. 284 impresionado por la admiración y raudo se dirigió a anunciar lo que sucedía, y dijo que se acercaba un hombre corpulento, repleto de canas como si estuviera entrecano, adornado de manera elegantísima con vestiduras de seda, un hombre semejante a los ángeles y ya por tanto glorificado por Dios, y con él alrededor de cien soldados, óptimos para casi cualquier parte del mundo, grandes y hermosísimos. Y debe aclararse que Gado siempre se hacía rodear de al menos cien hombres. Espantado el emperador ante estos rumores, sabiendo lo que sucedía, se quedó atónito y acusó de traición a los consejeros que propusieron su llegada. Y he aquí que Gado en medio de ellos dijo: `¿Y si la visita de nuestro señor el príncipe es pacífica?´ El emperador respondió: `¿Y si acudiera a ti, que nunca te hallas en tu casa? Pero, ¿acaso tu llegada es pacífica,371 tú que buscas las riñas y las querellas en el mundo?´ Entonces Gado, que era un hombre muy firme de corazón e intachable en la verdad, añadió tranquilamente: `Pacífico, porque la paz será la de la inocencia con la gracia y la virtud del Señor; porque me llames cazador de querellas no errarás, pues solícito las investigo y, una vez encontradas, las abato con todas las fuerzas; odio a quien las provoca y, si no cesan de fomentarlas, no las tendré aprecio alguno´. Dicho esto, salió de la tienda, se unió a los suyos que lo esperaban fuera y, saludando a los romanos, se alejó. No saludó porque los respetase o desease devolver un saludo, sino porque es bueno recordar las buenas costumbres, pues nadie debe omitir el cálculo de una amable costumbre, para evitar olvidar el bien que tan fácilmente se pierde. De lo que proviene

371 I Samuel XVI, 4. Nácar & Colunga 341. 285 aquello de que la amabilidad acostumbrada está donde no debe y feliz el que conserva las buenas costumbres por usarlas frecuentemente. Sorprendidos y atemorizados estaban los romanos, porque los caballeros de Gado eran muy celebrados por sus grandes pretensiones, su forma sobresaliente y su culto a la riqueza y no sólo eran preferidos entre los romanos, sino que parecían serlo entre todos los demás. El imprevisible Gado entró en la tienda de Offa y tanta seguridad y esperanza le trajo como a los romanos desconfianza y temor; le mostró su ley y su injuria; armado primero él, incitó a su ejército a armarse debidamente; distribuyó al rey y a toda la multitud excepto a quinientos de los mejores en medio de la ciudad en un lugar espacioso y desértico; él mismo con sus hombres se presentó en la puerta que antes fue atacada por los primeros enemigos y colocó a un joven admirable, sobrino del rey, de nombre Suano, próximo a una puerta en la que estaban al frente los quinientos soldados mencionados. Así pues, al aproximarse la primera avanzadilla de romanos, evitando a Gado por temor, atacaron a Suano. Este los sostuvo con tanto valor y los detuvo con tanta fortaleza que, no creyendo que con sus ojos habían visto a Gado en todas partes, pensaron que se había echado sobre él y comenzaron a luchar con una multitud suficiente con la que no podían superar en ingeniería bélica. Por fin, dos de sus cuñas fueron vencidas y puestas en fuga y abatieron a doscientos de esos quinientos. Una cuña de quinientos se enfrentó a los trescientos restantes antes de recuperarse de la fatiga y, tras enviar a Gado un soldado por refuerzos, Suano obtuvo como respuesta que resistirían duramente. Aquel obedeció sin reproches y con tanto 286 desparpajo irrumpieron contra el enemigo y con tanta seguridad se presentaron en medio de todo, que no parecía una concentración, sino la fuga de los corderos ante la presencia de lobos o de liebres ante perros, y se afanaron por entrar a través de la puerta, abatiéndolos hasta la cuarta línea. Se ruborizó de tener que pedir auxilio, despreciaba vivir, se avergonzaba de ser rechazado por el enemigo, y se preparaba para redimir con su muerte el oprobio de la timidez, mientras Gado compadeciéndose le ordenó que se diese a la fuga. Sin preocuparse de él mismo, sino que obedeciendo prudentemente a sus ancianos, dejó apresuradamente la puerta para acudir raudo a su rey. Los enemigos irrumpieron por la susodicha puerta como una gran fuerza que rompe los diques de aguas,372 seguros de su triunfo, pero Offa los recibió con suficiencia en el foro y se estrellaron contra el obstáculo más firme. Así pues por la espalda Gado los aguardaba por la misma puerta y semejante a un halcón irrumpió como fila de cañas en medio de los desventurados, dejando una calle por la que él se marchó. Por lo que, encerrados, fueron vencidos y degollados y, puesto que no queda esperanza para los vencidos ni temor para los vencedores, los que huyeron fueron despreciados y Gado mandó traer de regreso al rey; los que habían traído la guerra se los conminó a traer de vuelta la paz y, acogidos en naves por el rey sus muertos fueron trasladados a Roma para ser sepultados.

372 Virgilio, Geórgicas II, 479-480. De la Ascensión Recio García & Soler Ruiz 314. 287

XVIII. SOBRE ANDRONICO, EMPERADOR DE CONSTANTINOPLA373

Mientras en Francia reinaba Ludovico Grosso y en Inglaterra Enrique I, Andronico era el emperador de Constantinopla, el cual tenía dos hijos excepcionales, Andronico y Manuel. Andronico fue enviado por su padre a una expedición y, mientras permanecía allí, su padre pasó a mejor vida. Entonces Manuel, que erá más joven, ocupó ilícitamente el trono y, a su vuelta, repelió a Andronico que, anunciando su queja de tal injusticia por campos y ciudades, armó a la mitad del mundo contra Manuel, y hubiera tenido éxito contra él, pero Manuel, pródigo en tesoros y ansioso de honor, sabiendo que los griegos eran blandos y afeminados, locuaces y quejosos, inconstantes contra los enemigos de la fe o de la virtud, los utilizó en el momento adecuado de la mejor forma posible, enviando riquezas y promesas falsas, y trajo de vuelta a hombres de lugares cercanos a las montañas, uno a uno, para protejerlos y proporcionarles abrigo, en realidad para exponerlos a un peligro evidente; y, como de ninguna manera se hacía parco el pago, los hambrientos en turmas que huían llenaban el lugar y,

373 Mynors & Brooke (174-175) comentan el relato de la dinastía Comnenos de Constantinopla o Bizancio que se realiza en este capítulo, defendiendo las inexactitudes que se demuestran. Alexis Comneno (1081-1118) fue sucedido en el trono por su hijo Juan (1118-1143) y este por su hijo Manuel (1143-1180). Alexis II, hijo de Manuel, se casó con Agnes, hija de Luis VII y sucedió a su padre en 1180 a la edad de doce años. Él fue asesinado por orden de Andronico, hijo de Isaac, que era hijo a su vez de Alexis I, que reinó durante dos años y fue entonces condenado a muerte (1185) y tuvo como sucesor a Issac Angélico. 288 entrando paso a paso durante un tiempo, se convirtieron en una gran nación. Así que Manuel, por el esfuerzo de estos y las actuaciones de aquel, resultó vencedor; a su hermano vencido, por completo despreciado y expulsado, le concedió el reino de los partos, es decir, los turcos, contiguo al de Manuel, bastante útil y amplio, pero distante, tomándole como precaución juramento para renunciar a perpetuidad a su reino tanto por parte suya como por parte de su hijo y heredero Andronico. Observadas fielmente estas condiciones en tiempos del papa Lucio, que sucedió al papa Alejandro III, Manuel, como antes se dijo, reinó felizmente y recibió para su hijo Manuel en matrimonio a la hija del rey de Francia Luis, y falleció con una vida plena de fidelidad y felicidad, exceptuando el hecho de que dejó a su hijo de no más de siete años en manos de cierto griego que se hacía llamar por su oficio protosalvador. Al oír esto, Andronico, como es un hombre de audacia peligrosa, que ya en dos ocasiones negó a Cristo adulándose a sí mismo con la ayuda de los turcos, ahora, como dicen lo ha negado por tercera vez y acogiendo para su causa a un gran ejército de sarracenos extendió su queja por las vecinas islas de Manuel y las provincias limítrofes, fingiendo que el protosalvador se acercaba en exceso a la esposa de su señor y que quería unirse en matrimonio a ella y que ambos se habían conjurado para matar al hijo de Manuel o que él mismo ya lo había matado, para reinar simultáneamente bajo la excusa de la piedad; también él aseguraba con muchas lágrimas que él sería el tutor más fiel para su pupilo, si ellos consideraban que esto sería digno en caso de ayudas y favores para ellos y que entretanto se aullentaría el escándalo y la duplicidad. A estas 289 promesas añade regalos, lágrimas y todo tipo de apariencia de un dolor justo. Es creído y adoptado como custodio por todos y también como tutor del infante. Así que, cuando llegó con aquel gran ejército, aniquiló a las líneas de combate dispuestas y destinadas por el protosalvador, que no tenían la preparación bélica adecuada y que fueron vendidas por los mismos generales a una muerte traicionera. Tal es la fe griega. Por fin alcanzaron el mar que lleva el nombre del Brazo de San Jorge. Aquí, enviados algunos griegos por los ciudadanos de Constantinopla, cruzó el mar por el favor de Alexis y sus fuerzas y fue recibido en la puerta de los dacios por el precio pagado y la seguridad de la indemnización. Allí en Constantinopla vivían quienes habían sido atraídos por Manuel, a los cuales llamaban francos, llegados de casi todas las naciones, a los que los griegos perseguían con odio extremo por envidia; hasta tal punto se había debilitado la fuerza de estos por la guerra de Troya que tras Áyax, de cuyo valor sólo prevaleció un dolor injusto, ninguno de los griegos conservaba algo destacable o eminente y hasta tal punto que para ellos la escoria de todas las naciones y lo abyecto de toda gente era motivo de envidia. Sabemos sin duda que falanges fugitivas de proscritos y condenados se habían utilizado y que aquellos a los que la innata malicia hizo prófugos de sus propios lugares fueron acogidos con tanta autoridad entre los griegos, que la envidia de estos los exacerbó tanto como si hubieran revivido los troyanos. No envidio los halagos de la más santa de las vírgenes a la que el Señor elogió desde la cuna hasta el día de su muerte con signos y milagros; no denigro a los que elogió el Señor; este es 290 mi relato sobre los caballeros, puesto que aquel linaje menguó en aquel incidente, tras la destrucción del ejército de Troya y en aquellos ya no se halló el decoro militar tras Aquiles, Áyax y Diomedes.

XIX. SOBRE GILLESCOP EL ESCOCÉS, EL HOMBRE MÁS VALIENTE

Ví en cierta ocasión a un hombre procedente de Escocia cuyas alabanzas habían alcanzado la eternidad; llevaba por nombre Gillescop, esto es, obispo. Este, que tomó parte en casi todos los encuentros de generales, príncipes y reyes de aquellas latitudes, tomaba recompensa en los combates singulares, o bien con vencedores, o bien con los vencidos de uno u otro bando, siendo un hombre de destacada audacia desde la juventud hasta la senectud, a quien nunca la temible presunción afeó su conducta, aun cuando en todo peligro se arrojase casi ciego y rara vez o nunca se ha rechazado un éxito con tanta desvergüenza; se le conocía como obispo no por sus deberes, sino por su círculo de calvicie. Además de esto: hay muchas islas cercanas a Escocia que son gobernadas por un apoderado entre sus habitantes; uno de estos apoderados, que distaba dos millas de la isla principal, hombre pródigo en indignidades para con su sentido de la caballería, raptó antes del amanecer de un día de domingo a la damisela del anteriormente mencionado Gilón; cuando este oyó los rumores de este mismo hecho a primera hora del día actuó tan fieramente que, sin consultar a sus amigos, sin esperar o solicitar una nave, desarmado a excepción de una espada, con los brazos metidos en su asiento y por lo demás desnudo, se atrevió a lanzarse al mar, usándose 291

él mismo como timón, remero y vela, haciendo de barco y de capitán suyo, de ejército invasor y de general y, aun haciendo frente inopinadamente a todos los temores, realizó la travesía seguró aplicándose afanosamente a ello. Entró en la casa del raptor por detrás y, penetrando por un pequeño agujero furtivamente, vio entre trescientos o más invitados a su prometida en los brazos del rey. Así que saltó de improvisto y alocadamente y mató de un golpe al rey y saltó de nuevo para huir. Los invitados se quedaron atónitos y algunos se afligieron por el que yacía muerto; a ellos el dolor inconsolado les acrecentó su irascibilidad y eligieron perseguirlo con las armas. Aquel, en medio del mar, sosteniendo en su mano su espada ensangrentada, consiguió ponerse a salvo nadando; con el valor de un jabalí a quien los perros ladran a distancia, a los que el temor por las heridas los contiene de enfrentarse a él, y el rencor del alma no permite desistir de la caza. Sin embargo, tras apuñalar a dos en el mar, consiguió llegar a salvo a su casa, tras conseguir algo muy audaz e increíble y la venganza más terrible. El mismo hombre respondió a su señor, el rey de Escocia, al no poder por enfermedad ir seguro al encuentro de sus enemigos: `Señor, me enviaste a los confines de tu reino para luchar bien; ten por seguro que sea cual sea el resultado de la guerra, te lo diré a ti o a los enemigos, y yo por las preces de todos triunfaré´. Y triunfó. Él mismo consiguió la victoria poniendo en fuga a muchos enemigos. Tras ser perforadas sus piernas por una ancha lanza y dejar a sus compañeros como espolios, apoyando sus pies en una lanza mientras volvía, cuando se alejaba de sus compañeros y de su 292 vista, de repente tres soldados enemigos lo atacaron, primero con lanzas, después con cuchillos, por último con arcos. Él se hallaba sin armas salvo la lanza y, excepto los mencionados, aquellos tampoco. Así pues, cuando llegó, Gillescop lo recibió con su lanza y le atravesó el corazón, alejando después la lanza del enemigo con la mano izquierda; sacando su propia lanza recibió al segundo y se la clavó en medio de la ingle; al tercero lo encontró titubeante y, despreciándolo, lo rodeó casi para darle a elegir su mejor muerte. El enemigo rápidamente escondió su cuchillo bajo el pecho y Gillescop lo recibió con un cuchillo de entre medias de los hombros. Así que cayeron cuatro, pero este solo se escapó y, encontrado por los suyos, fue llevado a un lugar seguro. Este mismo – Gillescop – entre tantos peligros en situaciones críticas se aferró hasta la senectud y ante casos de esta naturaleza se suele decir en el argot militar: `Vayas donde quieras morirás donde debas´, como si cualquiera pudiera hacer frente a cualquier muerte y predecir su día. Es bueno que los soldados crean esto para envalentonarse e imitar.

XX. SOBRE LAS COSTUMBRES DE LOS GALESES

Nuestros compatriotas galeses, como son casi siempre infieles con todos – sea de manera mutua o hacia otros – son sin embargo buenos – no digo buenos de virtud o excelsos en fuerzas, sino por su rudeza a la hora de luchar y lo apasionados a la hora de defenderse – es decir, sólo buenos en la improbidad, pródigos en la vida, insaciables en su libertad, negligentes con la paz, belicosos y prudentes 293 con las armas y ávidos de venganza, generosísimos en todas las cosas; alguno puede haber que sea muy avaro con los alimentos para ellos y generoso con cualquier otro, hasta el punto de que los alimentos de cualquiera son de cualquiera y casi nadie entre ellos pide pan, sino que sin litigios lo toman cuando lo encuentran y cualquier alimento presto lo reparten para comer. Y no pueden redargüir de la avaricia, mantienen el respeto por ser tan modesto ante la generosidad y la hospitalidad que antes del tercer día nadie pide de un huésped recibido donde esté, para no ruborizarlo o bien que no se tenga la sospecha de un exceso de libertinaje de quien recibe a ese huésped, o bien para que no tenga que responde él ante ninguna llamada, de modo que se mantenga tranquilo ante algo inapropiado. Pero al tercer día es necesario poner el asunto encima de la mesa respetuosamente.

XXI. SOBRE LA HOSPITALIDAD DE LOS GALESES374

Existe algún ejemplo que va contra esta costumbre. Cierto hombre de aquellas partes recibió a un huésped, lo dejó en casa, tomó su lanza a la mañana siguiente y continuó con sus asuntos, pernoctando fuera; y, cuando regresó dos días después y no encontró a quién había acogido como huésped, preguntó a su esposa dónde se había dirigido: `Estaba tumbado en su aposento al amanecer, con su puerta abierta enfrente

374 Según Mynors & Brooke (184), este capítulo remite a Gerardo de Gales (Topografía de Gales VI, 182-184). J. E. Lloyd (1939), A History of Wales from the earliest times to the Edwardian Conquest, 3ª ed., 2 vols. (Londres), vol. II, pp. 609-610. 294 de él y, al ver desatarse una intensa tormenta de viento y nieve, dijo: “¡Oh, buen Dios! ¡Qué tormenta tan peligrosa!” y yo respondí: “Es propio de un hombre ignorante aplazar el bien en caso del sabio”. Entonces él respondió compungido: “¡Mala mujer! No aplazo nada”; y salió con su lanza y no pudo hacerle volver´. El hombre dijo que había sido engañado y, tras atravesar a su mujer con su lanza, con llanto conmovedor buscó incansable las huellas del huésped. Tras seguir camino durante bastante tiempo, encontró a un lobo muerto y tras él, cerca de la senda del caminante, otros ocho y por fin una espada rota. Después de todo esto, vió al hombre que buscaba sentado a lo lejos y a un único pero enorme lobo, situado a la misma distancia que él, que atacaba al hombre sentado. Entonces aquel apresurándose se quitó de encima al lobo y a los pies de su huésped le pidió arrepintiéndose su absolución por lo que le había ocurrido con su esposa, contándole posteriormente el castigo a ella. Aquel desgraciado, completamente exhausto, viendo que el lobo esperaba lo que sucediese, dijo: `Te concedo este pacto sobre tu inocencia ante mi muerte, para que de aquí te apartes mientras me queden fuerzas y me mantenga vivo, puesto que, cuando me ataque el lobo que casi parece adherido a mí, podré entonces matarlo´. Así pues, tras ser rogado, se apartó hacia un lado y el lobo se lanzó hacia el herido, el cual lo atravesó con la lanza que le había prestado quien allí estaba presente. Seguidamente el anfitrión llevó consigo al moribundo huésped a su casa, para poco después caer muerto y ser sepultado. Esta fue la causa del odio entre las generaciones del vivo y del muerto, y de venganzas mutuas hasta el día de hoy. Y, aunque los parientes del 295 vivo se mantienen sin culpa, no se mantienen sin reproches, a causa de las sospechas que parten de las palabras de una mujer envidiosa. Y ya que he comenzado este discurso sobre los galeses, permítaseme introducir en este punto una consideración largamente discutida entre ellos y traída a colación con retraso.

XXII. SOBRE LLYWELYN, REY DE GALES375

El rey Llywelyn de Gales, rey infiel como fueron casi todos sus predecesores y descendientes, se casó con una hermosísima mujer,376 a quien él amaba más de lo que ella lo amaba, de ahí que se armase de tretas para comprobar la castidad de aquella y, desesperado por unos celos incomprensibles, no le preocupaba otra cosa que no fuera el hecho de que ella no fuese tocada por otro. Por casualidad llegó a su conocimiento que un joven de aquellas partes muy exquisito por su fama, de nobles costumbres, linaje y belleza y felicísimo en su estado y persona, soñaba con unirse con su esposa. El rey declaró que eso era una burla, que le dolía tanto como si el hecho fuese verdad, que

375 Habitualmente, Map nombra al famoso rey galés Gruffudd ap Llywelyn (muerto en 1063) como Llywelyn ap Gruffudd. Gruffudd sucedió a Gwynedd y Powys en 1039 y conquistó Deheubarch en 1055; fue asesinado tras su derrocamiento por el Conde Harold en 1063(Lloyd, 1939, vol. II, 358-371). Mynors & Brooke 186. 376 Gruffudd se casó con Ealdgyth, hija de Ælfgar, Conde de Mercia, y más tarde mujer del rey Harold II, a la que se describe como “pulcra” por Guillermo de Jumièges (Freeman, 1868, vol. II, p. 630). 296 se sentía afligido, que aun inofensivo le asfixiaba el dolor y que, si el respeto a sus familiares y el temor a la venganza no fuesen obstáculo, le infringiría un castigo ejemplar hasta la muerte. Como es costumbre, todo el clan se ofreció como responsable ante el joven y colocarse como defensa suyo en un juicio. Él rey se negó y pidió que el juicio se celebrase enseguida. Los repelidos fueron buscados por su repulsa y, mientras se le mantenía con cadenas, rechazaron su liberdad. Muchos acudían al juicio por orden del rey, por la invitación de la otra parte y, apartados de todo acuerdo, muchos convocan a otros prudentes de cualquier parte. Por fin, consultaron a uno que tenía la fama de preeminente y no era asunto baladí; aquel les respondió: `Debemos respetar las leyes de nuestra tierra y no podemos destruir bajo ningún pretexto lo que nuestros padres firmaron como preceptos según una larga tradición. Sigámoslos y no promulguemos nada nuevo antes de que se dicten decretos públicos en su contra. Reglas antiquísimas rezaban que aquel que afease la conducta de la cónyuge del rey de Gales quedaría libre e indemne al pagar mil vacas al rey. Del mismo modo sobre las esposas de los reyes y de los nobles cualesquiera según la dignidad de los individuos se constituyó una pena según ciertos números. Este ha sido acusado de soñar el concúbito con la reina, y no lo ha negado. De ser cierta la verdad confesada del crimen se hubieran pagado las mil vacas. Damos por hecho que es un juicio por un sueño, por el cual este joven obligatoriamente se le instituía un pago de mil vacas ante la presencia del rey en la ribera del lago Brycheiniog, en fila a la luz del sol, para que la sombra de cada una se reflejase en el agua y para que fuese reflejo del rey y las vacas para 297

él que eran antes propiedad suya, aun cuando el sueño sea la sombra de la verdad´. La decisión fue aprobada por todos y mandada ejecutar, a pesar de las quejas de Llywelyn.

XXIII. SOBRE LO MISMO

Este Llywelyn, siendo joven, mientras vivía su padre Gruffudd, era perezoso y desocupado, y se sentó junto a las cenizas de su padre, hombre falto y sin valor, que nunca salía. Una hermana suya, que le lanzaba constantes improperios la noche antes de la Circuncisión,377 acudió a él compungida y le dijo: `Queridísimo hermano, no es sino con gran consternación por el rey y por el reino como me siento ante la burla y las historias de todo tipo, aunque seas el único y legítimo heredero del rey. Ahora te ruego que, aun cuando ello haya sido lo más inocente y sin peligro, actúes. La costumbre de esta tierra es que esta noche, que es la primera de las noches del año, los jóvenes salgan en busca de rapiña, o bien a robar o por lo menos a oír, para que cada uno capte de sí lo que experimenta en estos casos; en la rapiña como Gestino, que marchó lejos para robar y regresó de su aventura con ánimo renovado y en aquel año destacó en diversos sucesos positivos; en el robo, como el bardo Goleno, que trajo paja de una piara sin hacer

377 Según Mynors & Brooke (188), que a su vez remiten a Lloyd (vol. II, p. 358 n.), Map parece confundir el Año Nuevo celta y el inglés. El primero se celebra el 1 de Noviembre y su víspera es una fecha reconocida para buscar presagios. Las personas mencionadas no se pueden identificar, pero Gestino, según lo editores, parece representar a los galeses Iestin, Theudo Tewdws y Meilerio Meilyr. 298 que puerco alguno gruñera y pudo robar todo lo que quiso ese año sin quejas ni ruidos; a oír o escuchar a escondidas, como Theudo (lo que en latín se diría Teodosio), que furtivamente accedió a casa de Meilerio y oyó a uno que dentro decía entre los presentes: “He visto hoy por la mañana cómo una nube ascendía desde el mar y se convertía en una nube imponente, de tal modo que todo el mar se ocultaba”;378 así que yendo pensó que él, un hombre pequeño, era la nubecilla, que procedía del mar, esto es, nacido en Gales, y que siempre estaba en movimiento, y que sería el futuro rey, y así el suceso se hizo visible. Por tanto ahora, queridísimo hermano, acude por lo menos a oír, que eso no entraña ningún peligro´. Envalentonado el joven con estas palabras, como si su alma se levantase de un sueño pesado, su ira se desató como no se le conocía, se volvió válido y ágil por manifiesta y rápida voluntad y permaneció oculto junto a la pared de cierta persona, tras convocar en secreto a muchos, con los oídos bien abiertos. Muchos se sentaron dentro y en medio de ellos se esperaba trocear a un buey en fragmentos, al cual su cocinero frotaría sobre el fuego con un gancho en una olla; y este dijo: `He encontrado un admirable bocado entre otros aquí, pues siempre pierdo por un lado y lo pongo a flote a partir de otros; y al momento aparece sobre todos los demás´. `Este soy yo´, dijo Llywelyn, `a quien muchos intentaron y aún intentan abrumar, y siempre me sobrepondré violentamente en contra de las promesas de todos´. Así pues, feliz ante tan inesperado pronóstico se separó de su padre, declaró la guerra a los pueblos circundantes, se convirtió en un

378 1 Reyes XVIII, 44-45. Nácar & Colunga 419. 299 ladrón agudísimo y lleno de vehemencia a la hora de irrumpir contra las riquezas ajenas; todo tipo de villanos acudían prestos a él y en breve espacio de tiempo era temido por el propio padre, del cual tras su muerte obtuvo todas las fronteras de Gales en paz,379 excepto para aquellos a los que él mismo persiguió. Pues su comportamiento era semejante al de Alejandro de Macedonia y a todos aquellos a los que el deseo avaro los hizo desenfrenados, liberal, velador, infatigable, audaz, amable, afable, sacrificado, ímprobo, pérfido y cruel. Este a cualquier joven que veía de principios buenos y fuertes de algún modo o lo mataba o le hería los miembros, para que no pudiese convertirse en un hombre fuerte, recordando así su propia seguridad; repentinamente se había convertido en el más importante de todos y así decía: `A nadie mato, pero aturdo a los cuernos de Gales para que no puedan dañar a su madre´. Así pues, Llywarch, sobrino de Llywelyn, siendo un joven bueno e indolente, alto y bello, que obtuvo grandes éxitos y mostraba muchos indicios tanto de fuerza como de virtud, era alguien, como había presagiado el rey, que sería grande, y tenía miedo de él mismo, y de ningún modo fue seducido con lisonjas diversas. Sin embargo, tras buscarlo largo tiempo, lo encontró desprevenido, cuando no debía ser

379 Según Mynors & Brooke (190), el capítulo tiene visos de contar la historia de Llywelyn ap Gruffudd, que sólo sucedió a su padre tras un intervalo de tiempo (1023-1039); como ninguno perteneció a las antiguas dinastías de Gwynedd, Powys o Deheubarth, ninguno pudo ser sucesor o regir en términos pacíficos. La aseveración de Map de que Llywelyn era el único hijo de su padre y heredero es aceptada por Lloyd (vol. II, p. 358 y n.), pero no aparece registrada en ningún otro texto. 300 temido por el niño, y le dijo: `Dime, mi muy querido, por qué razón me evitas y huyes de mí, y buscas el refugio más adecuado para ti y los tuyos. Haces un escándalo en perjuicio tuyo y de los de tus congéneres y no hay nada que pueda redimir la infamia que cometes, salvo que un trato agradable hacia nosotros te reconforte, a nosotros que estamos en consanguinidad; puesto que, si algo temes, te daré todas las garantías que me pidas´. Ante esto, el joven dijo: `Pido como garantía a Hoel, a quien por orden tuya mandaste estrangular en secreto; a Rotheric, a quien recibiste con un beso y un abrazo y mataste con una daga, y a Teodosio, a quien yendo contigo caminando y hablando, tropezándote con él, lo precipitaste desde unas rocas; y a tu sobrino Meilin, a quien furtivamente atrapaste con engaños y cargado de cadenas le condenaste a morir en la cárcel´, y de este modo le recordó a muchos otros a los que había llevado a la perdición. Se dice que entre sus inicuas obras hubo un momento en el que actuó de manera noble y honesta. En su tiempo se comportó de manera tan hostil y despreciable con sus vecinos que el rey Eduardo, que entonces gobernaba a los ingleses,380 pensó en suplicar por los suyos o bien armarse para defenderse. Así

380 Eduardo el Confesor. Según Brooke & Mynors (192), el incidente no se puede fechar con seguridad, aunque según los editores una fecha posible es 1056. Map parece obtener la información de la tradición local de Gloucestershire (Lloyd, vol. II, 358; los editores creen que la paz fue firmada tras la victoria de Gruffudd en Junio de 1056 parece la fecha más plausible de ser un hecho histórico cierto. Desde 1056 hasta 1062-1063 Gruffudd no fue inquietado por los ingleses; en 1062 ó 1063 el conde Harold provocó su destrucción). 301 pues, se enviaron emisarios desde ambos lados y se mantuvieron conversaciones desde ambas riveras del Severn; Eduardo se hallaba en Aust Cliff, Llywelyn en Beachley. Entre ellos iban y venían representantes en barcazas y, tras muchas conversaciones entre unos y otros, cierto día surgió el debate de cuál de ellos debía cruzar a la otra orilla. Era una travesía difícil por el riesgo de las corrientes, pero el conflicto no surgió por esta causa. Llywelyn alegaba su ascendencia, Eduardo su parentesco; Llywelyn que los suyos habían conquistado toda Inglaterra con Cornwall, Escocia y Gales de los gigantes y afirmaba que él era heredero por clarísima descendencia; Eduardo que sus antecesores la habían obtenido por sus conquistas. Así pues tras muchas disputas de los contendientes, Eduardo se embarcó en un bote y se apresuró a acudir donde estaba Llywelyn. Allí el Savern tiene una milla de ancho. Tras verlo y reconocerlo Llywelyn, adelantándose bajo un solemne palio (pues se había preparado para estos actos públicos) saltó del agua al pecho de Eduardo y, abrazándolo cordialmente, le dijo: `Rey sapientísimo, tu humildad ha vencido a mi soberbia, tu sabiduría ha triunfado ante mi ineptitud; el cuello contra el cual yo fatuo me quise erigir se eleva sobre mí y así entrarás en la tierra que tu magnanimidad ha hecho tuya hoy´. Y cogiéndolo sobre sus hombros lo hizo sentar sobre su palio y, unidas sus manos, le homenajeó. Este fue el solemne inicio de la paz, pero la costumbre de los galeses observa que son capaces de dañar. De ahí que me convenza responder a ello con una parábola del beato Tomás, entonces canciller de mi señor el rey Enrique, a saber, Enrique II. Me preguntó si yo era habitante de la marca galea, en qué 302 fe – a saber, fidelidad – podrían ellos creer de algún modo. Yo le respondí: `Un caballero, de nombre Franco, se exilió de Alemania a Francia y, al llegar a la mitad del bosque de Bihere, vio al rey Luis, hijo de Carlos, sentado solo en una piedra; allí sus siervos perseguían a un ciervo y, como vieron a otro ciervo que pasaba por allí, dejando al primero se lanzaron a perseguir al segundo. Franco quería hablar con el rey, aunque no sabía quién era; sin embargo, dando un rodeo se dirigió a él y le preguntó dónde estaba el rey. Y Luis, queriendo guardar su anonimato, le dijo: “Estará aquí en breve espacio de tiempo” y, cuando el caballero descendió de su caballo, incorporándose el rey mantuvo la mirada sobre él desde el otro lado, como es la costumbre, para que la silla no se inclinase; y, viendo que el caballero llevaba ceñida una larguísima espada, le pidió que se la mostrara; al sorprenderse de la magnificencia y de la belleza del acero que llevaba ceñido, olvidando su propósito del anonimato le dijo amablemente: “Traedme una piedra para que me siente”. Franco, temiendo que le arrebatase la espada, trajo la piedra y, cuando la sostenía en su empuñadura, le dijo al rey: “Llevad de nuevo la piedra a su primitivo lugar”. El rey, al verle empuñar el acero, tumo miedo y llevó la piedra a su lugar. Y con este hecho os hago partícipes de la fe de los galeses, que, mientras empuñéis el acero, os suplicarán y, cuando ellos lo tengan, os dominarán. Y, para que sepáis algo de lo que le sobrevino a Franco, el rey, encontrado por los suyos, lo retuvo al instante impávido y huyendo con grandes alabanzas, refiriendo a los suyos cuán valiente y cortés le había obligado a llevar la piedra, y le concedió Crépy-en-Valois en herencia. 303

La gloria de los galeses se encuentra en la rapiña y el hurto y se complacen de tal manera en una y otra cosa, que es impropio para un hijo que su padre haya muerto sin heridas. De ahí que surja un proverbio cantado por unos pocos, que dice: `El joven muerto o el anciano pobre´, a saber, que cualquiera se apresure a morir por hambre para no mendigar de viejo.

XXIV. SOBRE CONAN EL INTRÉPIDO

Conan el intrépido, así llamado porque nunca se amedrentaba, bandido y líder de ladrones, deseaba robar a un caballero que vivía sobre el Severn en Glamorgan, hombre valiente y de abundantes riquezas. Salió solo de un bosque que dominaba toda la comarca, ocultando una gran tropa en el bosque, y preparó terribles trampas al inocente caballero. Y, cuando vio a otro caballero alrededor de la tarde que se acercaba a la casa del primero, enviándole un sirviente al cual recibió, regresó con sus compañeros y dijo: `Este caballero a quien deseamos robar merece vivir en paz; pues recibió a otro caballero como huésped en son de caridad, como es nuestra costumbre; y en él se reconoce al mismo Dios como huésped, contra el cual toda contienda es desigual´. Estas palabras hicieron levantar las risas y la sorpresa de todos, que exclamaron: `¡Bah! ¡Qué palabras tan rectas se dicen sin temor!´ y los otros le lanzaron improperios constantes. Prefiriendo morir a abandonarse a la cobardía, los siguió y llegaron a la casa del caballero al caer la noche. Se precipitaron sobre ellos unos perros y, viendo la multitud, como suelen, salieron ladrando al exterior. El invitado estaba postrado en el recinto de la casa bajo unas ventanas 304 grandes y cercanas al suelo; comprendió por los ladridos venidos del exterior que algún contingente multitudiario se aproximaba; con toda premura y silencio se vistió la coraza, tomó en su mano la lanza, se presentó en medio de la estancia enfrente de las ventanas, oyendo la multitud aunque con disimulo en medio del tumulto; y hé aquí que cierto sobrino de Conan apareció y casi furtivamente pudo poner un pie dentro tras abrir una ventana para entrar. Y al instante el caballero le atravesó el corazón con la lanza, lanzándolo hacia detrás; su hermano, pensando que se había echado atrás por el temor, lanzando oprobios fue empujado por aquel y arrojado hacia detrás por el mismo caballero con una herida semejante. De este modo, Conan, asumiendo ya las muertes, huyó con premura, diciendo a los suyos: `Sabía que Dios estaba dentro; además, sé que Judas el macabeo, su campeón más fuerte, había dicho: `No está en la muchedumbre del ejército la victoria en la guerra: del cielo viene la fuerza´.381 De tal modo temía que se produjese este insulto, y el Señor no ha olvidado en vengar en mis sobrinos la soberbia del reproche.

XXV. SOBRE CHEVESLÍN EL LADRÓN

Cheveslín, del norte de Gales, llevando las bridas en el cuello y las espuelas en el cinturón, se alojó en el sur de Gales, en casa de Traher; y, tras una sobria y pequeña cena, se sentaron todos en silencio y dijo a Traher: `Todos estáis sorprendidos y por respeto a nuestras costumbres nadie pregunta quién soy y de dónde vengo. Y, como cualquiera de vosotros desea

381 I Macabeos III, 19. Nácar & Colunga 599. 305 saber esto, soy de la región septentrional de Gales y me condujo hasta estas latitudes la fama de una yegua noble a la que un hombre de nuestra y vuestra marca cuida con tanta diligencia que ya hace un mes que se frustran todos mis intentos de emboscar, siendo vacuos todos ellos; como vosotros conocéis qué es lo adecuado, llevo escondidos mis símbolos, las bridas y las espuelas´. Rio Traher ante esto y luego dijo: `Ciertamente es meritorio y de juicio justo que vuestra gente sea llamada cobarde y diezmada por los nuestros. Cualquiera de nosotros preferiría por cuestión de honor ser cogido en la perversa improbidad de un robo estúpido y entregar su vida de manera cruel que languidecer durante un mes con indolente inercia por un deseadísimo hurto; y hé aquí cuán vilmente te comportas de manera indolente que no te ruborizas al confesar tal opobrio. Explícame quién tiene esta yegua, dónde y de qué modo es custodiada y espérame aquí con mi esposa y mis hijos hasta el tercer día de mi regreso, para que oigas la gloria de mi muerte o te admires de mi regreso con el botín”. Entonces dijo el otro: “Hemos oído muchas historias jactanciosas de vuestra gente que acaban como si unas briznas de hierba se convirtieran en una escoba. Cadolan, a quien conocéis, hijo de Uther, la posee en Gelligaer; durante el día pasta en medio de sus tropas; por la noche permanece en un lugar escondido de su casa, mientras que toda su familia permanece entre ella y la única puerta, de modo que cuatro de sus mejores siervos la custodian entre ella y el fuego sobre un cobertor;382 esto es, una alfombra

382 Según Gerardo de Gales (Topografía de Gales VI, 184), el “brachano” o “brachae” es un cobertor recio de fabricación 306 finísima; si traes contigo tal tela, el precio será diez vacas por la yegua y cinco por el cobertor”. Traher cogió sus bridas y sus espuelas y, aunque aquel que sea atrapado en Gales por un hurto no suele ser apresado o redimido, sino que al instante es castigado con la decapitación, con casi seguridad sobre sus planes preparó la emboscada y advirtió que el asunto era tal y como había oído. Se detuvo la primera noche próximo a la casa, con los oídos atentos y los ojos insomnes. Era una noche adecuada para su objetivo, muy oscura y sin estrellas. Llegada la hora, hizo un agujero con su cuchillo justo en la puerta, a través de la cual introdujo su mano y se abrió camino; todo ello lo pudo hacer con el mayor silencio posible; consiguió abrir la puerta entera, desató a la yegua y se la llevó furtivamente. Cuando se dieron cuenta de lo sucedido los cuatro que dormían sobre el cobertor, con el fervoroso furor de sus almas, se atrevió a atarse con las fimbrias del cobertor, que eran largas y durísimas, firmemente a la cola del animal y arrastró a aquellos cuatro por en medio de un fuego intensísimo fuera de la puerta, que los dejó aturdidos. Así pues, dada la voz de alarma, todo el ejército lo siguió, sólo guiados por las centelleantes marcas que dejaba a su paso el cobertor; tras dejarlos atrás, regresó a casa seguro y entregó el jumento y el cobertor, aceptando en pago las vacas; y obtuvo para sí y para los suyos todo cuando en él se alojaba, el renombre por su audacia contra los hombres del norte.

vernácula. 307

XXVI. SOBRE LA FURIA DE LOS GALESES

Para que conozcáis cuán indiscreta y fatua es la ira de los galeses, se dice que cierto muchacho salió del fortín llamado Peña Recortada o Hay383 para atravesar el agua y personarse en Wye. Llevaba un arco y dos flechas. Se topó con dos enemigos y se dio a la fuga; uno de ellos lo seguía tan de cerca, que parecía que fuese a ser su presa.384 Pero el muchacho lo atravesó en medio del corazón con una de sus flechas. El compañero dijo a su socio: “Detrás de él seguiré, pues yo muero; devuélveme la vida de él”. El compañero siguió al muchacho cuanto pudo hasta una ciudad próxima, y después volvió hacia donde estaba su compañero; el muchacho siguió de lejos al que volvía, para conocer el final del compañero herido, y vio que, cuando el sano había llegado hasta el herido entre los arbustos, aquel quiso saber del sano si traía para él la vida del muchacho; y al responderle que no, dijo: “Ven aquí”, dijo “para que lleves un beso mío para mi esposa y mis hijos, porque yo muero”. Y cuando el sano besó al moribundo, que yacía herido, atravesó su vientre con su cuchillo y dijo: “Pierde tu vida, que por tu cobardía no me devolviste la mía”. El que se hallaba encima le asestó de manera semejante una puñalada en su vientre, diciendo: “No te podrás jactar de mi muerte y sólo esto me resulta malo, que tus

383 Según los editores (200), la “Sepes Inscisa” es una traducción de La Haie Taillée, que en galés se expresa Y Gelli Gandryll. Tanto en inglés como en galés el adjetivo se pierde ante el nombre Hay. 384 Virgilio, Eneida XII, 754. De Echave-Sustaeta 390. 308 heridas me hagan morir antes de que traslade tus besos a tu mujer y a tus hijos”. Hé aquí cuán estúpida e injusta es la ira de los galeses y cuán propensos son a la sangre.

XXVII. SOBRE CIERTO PRODIGIO

Conozco un gran prodigio que sucedió en Gales. William Laudum, caballero inglés, de probada audacia y de ostentosas fuerzas, llegó a la presencia de Gilbert Folliot, entonces obispo de Herefordshire, ahora de Londres, y le dijo: “Señor, acudo a ti para pedir consejo. Cierto galés maléfico falleció de la forma más infiel en mi ciudad, el cual, tras volver a la ciudad tras cuatro noches, no deja de llamar a todos y cada uno de sus convecinos, los cuales en cuanto son invocados caen enfermos y mueren en el período de tres días, de modo que ya sobreviven unos pocos”. El obispo admirado le dijo: “Quizás el Señor otorgó a un ángel perverso de esa alma perdida que persiguiese a aquellos estando él muerto en cuerpo. Sin embargo, que se desentierre ese cuerpo, y que, tras cortarle el cuello, se rocíe de agua la fosa y se le reponga”. Y, tras hacer esto, los supervivientes fueron con todo atormentados por la pretérita sensación. Así pues, cierta noche, cuando unos pocos habían sobrevivido, convocó al mismo William, citándolo tres veces. Sin embargo él, como era animoso y diligente y conocía lo que sucedía, saltó con su espada desnuda y siguió hasta la fosa al demonio que huía; allí mismo en la fosa, mientras caía, clavó su cabeza al cuello, y desde aquel momento cesó la persecución de esa peste errática y ni al mismo William ni a ninguno de los

309 otros desde entonces hizo daño. Conocemos la verdad de este hecho, la causa la desconocemos.

XXVIII. OTRO PRODIGIO

Sabemos también que en tiempos de Roger, obispo de Worcester,385 del cual se dice murió siendo infiel, vagó durante un mes o incluso más manifiestamente en su cilicio, hasta que una inmensa turba del pueblo vecino le asedió en un pomerio, y allí, según se dice, permaneció a la vista durante tres días. Sabemos que el mismo Roger ordenó colocar una cruz junto a la fosa de aquel miserable y que al mismo hombre se le dejase ir; este, cuando acudió seguido del pueblo a la fosa, regresó supuestamente ante la visión de la cruz y huyó en otra dirección; y por puro consenso abrieron la cruz y aquel se precipitó en la tierra; y la tierra se cerró sobre él y, colocada la cruz, quedó quieto.

XXIX. OTRO PRODIGIO

En el libro de Turpin, obispo de Reims, sobre las hazañas del rey Carlomagno,386 cuyo inseparable ayudante se mantuvo hasta la muerte con él, se encuentra escrito que un soldado del ejército de Carlomagno, tras morir junto a Pamplona, dejó todos

385 Hijo de Roger, conde de Gloucester y primo del rey Enrique II; fue obispo de Worcester entre 1164 y 1179. M. G. Cheney (1980), Roger, bishop of Worcester (Oxford). Brooke & Mynors 204. 386 C. Meredith-Jones, ed. (1936), Pseudo-Turpin. Historia Karoli Magni (París), c. 7, pp. 104-109; I. Short (ed.) (1973), Anglo-Norman Pseudo-Turpin Chronicle of William of Briane (Oxford: Anglo-Norman Text Society), pp. 37-38. 310 sus bienes a un clérigo, queridísimo para él, para que fuesen repartidos entre los pobres. El clérigo repartió bien todos los demás bienes, pero retuvo para sí un caballo del soldado, que era de los mejores de todo el ejército con codicia durante un tiempo; fue advertido en sueños por tres veces por el propio soldado de que él no usurpara para sí lo que le había legado para los pobres y que lo despreciase de manera tan funesta. Así que la cuarta vez se le apareció despierto y le dijo: “Ya has sido juzgado, y el Señor ha endurecido tu corazón para que no te arrepientas y, puesto que te has burlado de su paciencia, has rechazado las advertencias y por tu soberbia has rechazado honrar a Dios, al tercer día después de este serás arrastrado por los demonios a los aires en la hora tercera”. Cuando dio a conocer estas palabras a Carlomagno, el emperador reunió a todo su ejército con el clérigo en aquella hora. Se hallaban allí los clérigos con cruces, reliquias y cirios, los laicos armados con espadas y otras armas apropiadas; sin embargo, un aullido tremendo surgió en el aire y el clérigo fue arrancado de sus manos y al cuarto día después fue encontrado entre las rocas, tres días después del cruento viaje, el cuerpo con los miembros arrancados.

XXX. OTRO PRODIGIO

Estaba sentado solo un soldado de Northumbria en su casa alrededor de la hora décima tras el almuerzo en verano, y hé aquí que su padre, que había muerto atrás, acudió a él cubierto de una tela vil y andrajosa. Aquel pensó que era el demonio y se apartó de su luz, pero el padre le dijo: “Queridísimo hijo, no temas, pues soy tu padre, y nada siniestro traigo para ti; pero 311 convoca a un sacerdote, para que veas la causa de que haya acudido”. Así que, tras convocar a un presbítero, acudieron en masa al lugar; tras arrojarse a sus pies, el fantasma dijo: “Yo soy aquel desdichado a quien tú hace tiempo sin nombrarlo en medio de muchos otros excomulgaste por una injusta apropiación de diezmos; sin embargo, por la gracia de Dios las oraciones comunes de la iglesia y las limosnas de los fieles me favorecieron de tal manera que pude solicitar mi absolución”. Así que, tras ser absuelto, acudió con una gran procesión de los asistentes y a la fosa descendió y la fosa se cerró sobre él a voluntad. Este nuevo caso trajo consigo una nueva disputa a los libros sagrados.

XXXI. SOBRE CIERTOS PROVERBIOS387

Un caballero, que era administrador hereditario de Francia, en el lecho de muerte dijo a su hijo: `Queridísimo hijo, por la gracia de Dios eres grato para todos y el Señor se manifiesta en ti sobradamente. Y, para que tus posesiones te sirvan de gratificante prosperidad, atente por tu salud y por la buena condición de tu persona y tus bienes a este último precepto mío. No liberes a un condenado por un juicio justo; no bebas agua vieja que provenga de una corriente que no fluye; no exalces a un siervo; no te cases con la hija de una adúltera; no creas a un hombre pelirrojo y que no es de origen noble´. Así pues, el hijo, tras enterrar a su padre, fue recibido por el rey en el servicio que detentaba el padre; fue

387 H. Oesterley (ed.) (1872), Gesta Romanorum (Berlín), c. CIII, pp. 431 ss. 312 gratificado por el propio rey y aceptado en toda Francia. Sin duda él era un hombre ejemplar y sabio y que humildemente se acomodaba a las buenas costumbres. Sin embargo, fue menos diligente con respecto a los preceptos de su padre: contrajo matrimonio con la hija de una adúltera; tenía, además, un siervo pelirrojo semejante a un greguillo hambriento,388 del cual conoció su solvencia y su rápida diligencia en los negocios; por ello consideró que con su llegada sería feliz y que llegaría la bendición a él con el mismo Dios; así pues, le confió su casa, su dinero y todas sus posesiones …389

XXXII. CONCLUSIÓN DE LO EXPUESTO HASTA AHORA

No os expongo aquí sobre bosques o sobre madera, no os cuento fábulas sino breves sucesos, pues no me esmero en el cultivo de los discursos ni, si lo logro, que deba ser consecuente. Los lectores seleccionarán todo lo rudo que aquí se exponga, de forma que gracias a su diligencia se publique de la mejor forma. Soy vuestro cazador: os traigo cosas toscas, convertirlas en vajilla.

AQUÍ CONCLUYE LA SEGUNDA DISTINCIÓN SOBRE LAS MINUCIAS DE LOS CORTESANOS. COMIENZA LA TERCERA.

388 Juvenal, Sátiras III, 78. Guillén Cabañero 457. 389 Hinton 1917: 89 ss. 313

COMIENZA LA TERCERA DISTINCIÓN

I. PRÓLOGO

Cuando los funcionarios de palacio descienden de sus obligaciones palaciegas, cansados de la inmensidad de las pompas reales, les complace inclinarse ante las charlas de los humildes y llevar con animosidad el peso de los pensamientos serios. Con ello te puedes sentir complacido, cuando te recobras de la filosófica o bien divina página de algún consejo, o bien oír o leer de este volumen las innobles y anodinas ineptitudes por obra de la recreación y del juego. No tanteo las querellas de los tribunales ni la seriedad de las peticiones; frecuento el teatro y la arena, soy un luchador desnudo y sin armas, a quien de manera ostensible enviaste a tal denigración para encontrarme con hombres armados en formación de cuña. Sin embargo, en el caso de que Catón o Escipión o cualquier otro visiten este teatro y esta arena, espero su indulgencia, siempre y cuando sus juicios no sean severos. Me incitas a escribir ejemplos para la posteridad para ensalzar la jocosidad y edificar cosas morales. Puede que me resulte imposible seguir este mandato, puesto que

El pobre poeta no conoce las cuevas de las Musas,390

390 Brooke & Mynors (210) refieren que éste es un ejemplo de metro “hiponacteo” mencionado por el gramático Servio (H. Keil (ed.) (1864), Grammatici Latini (Leipzig), vol. IV, 458); según los editores, puede ser un proverbio que también aparece en los Aenigmata de arzobispo Aldhelmo en el manuscrito Lat. 8440 de la Biblioteca Nacional de París (R. Ehwald (ed.) (1919), Aldhelmi Opera, MGH Auctoritates Antiquae XV, p. 149); P. Lehmann 314 no es difícil leer o escribir que la bondad de los buenos la convierten en algo útil (pues los buenos hacen que todas las cosas se conciban para el bien)391 ni que encomendar semillas para una buena tierra pueda traerles beneficios. Pero, ¿quién puede cultivar un alma ignorante y díscola, puesto que las escrituras dicen que “Echar vinagre sobre el natrón es cantar canciones al corazón afligido”?392 Sadio cantó un poema; ¿os apetece oírlo?

II. SOBRE LA AMISTAD DE SADIO Y GALO393

Sadio y Galo, iguales en belleza, edad y costumbres, eran eruditos en la ciencia de las armas y preclaros por la nobleza de su antiguo linaje; se amaban mutuamente con semejante y honesta afabilidad, de ahí que, habiendo ya sido probada de manera eficiente su competencia en contiendas, eran un ejemplo y proverbiales para los cercanos y para los remotos. Fieles en su amistad gozaban de esta felicidad que incluso arrancaban de sus enemigos alabanzas por conservar su mutua bondad.

(“Reste und Spuren antiker Gelehrsamkeit in mittelalterlichen Texten”, Philologus 83 (1928): 193-203) lo cita también como procedente del comentario a Prisciano de Sedulio Escoto. 391 Epístola de San Pablo a los Romanos VIII, 28. Nácar & Colunga 1352. 392 Proverbios XXV, 20. Nácar & Colunga 790. 393 Ésta es la historia más elaborada de la obra de Map. Sobre su elaboración, ver supra pp. 36-37; Bennett 1941: 34-56. En dicha historia aparecen muchos elementos de los “romans” medievales y también se vislumbran elementos del amor cortés. Pero, según los editores, es un claro ejemplo de romance invertido, con la dama persiguiendo al caballero hasta el fin de la misma. 315

Sadio era sobrino del rey de Asia, en cuyo palacio ambos residían como iguales caballeros; era amado de una manera tan tierna por su abuelo que sin Sadio no podía vivir o respirar; y no era injusto este hecho, pues él era acorde con la virtud del alma y la habilidad del cuerpo como si tú quisieras serlo contigo mismo. Galo, aunque extraño, era opulento en todo con la misma bondad, excepto en el hecho de sentir tanto amor regio; en silencio lloraba su infortunio a menudo, lo cual para unos quizás parecía un éxito, a saber, que era amado por la reina latentemente y que era atacado con gravísimas acusaciones por ella, con palabras y señales con las que se puede doblegar al impertérrito o destruir al duro o infatuar al sabio, con gestos de las manos y de los ojos deseados y no deseados, recibidos y no aceptados; no cesaban los regalos, a saber: collares, anillos, ceñidores, vestidos de seda; y en verdad el amor no es ocioso ni olvidadizo; la reina no omitía un detalle de preocupación ni de insistencia; como una completa prónuba se entregaba a la perversidad; cualquier cosa que el amor suele aconsejar tienta al enfurecido. Galo intentó por todos los medios con reverencias y humildemente negociar con ella, sin rechazarla de forma definitiva, deseando que ella se abstuviera hasta que se arrepintiera, y esperaba actuar con suave corrección. La reina se apresuró a retenerlo mientras intentaba escapar y utilizaba vastas riendas; este se esforzaba denodadamente en correr para no ser apresado, cerradas las puertas de la vergüenza, y – lo que no es un mérito menor en presencia del Altísimo – vigilaba la fortaleza de la castidad contra los deleites de la reina y el embate de la propia carne y por su propio consejo que no engaña ni es engañado 316 rechazaba a la vez los ataques, rechazaba sus regalos, le molestaban los emisarios e intentaba inducirla de todos los modos a la desesperación. ¡Oh Sadio! Percibiste la ansiedad de tu amigo y, tras mostrárselo, lo hiciste a ella. Sadio se dirigió a la reina y, como si ella ignorase sus propios errores, cantaba canciones a un corazón afligido;394 la alababa por la altura de su linaje, por la elegancia de su cuerpo y de su rostro, declaraba la virtud de sus costumbres y destacaba sobre todo lo admirable de su castidad, que estaba llena de encanto, que era mantenida por todos e incluso excitaba los deseos de los que se abstienen; evitó las presencias ávidas de elegidos y de nobles y, aunque no hubiese quien pudiese resistirse a su voluntad, no era esclava del placer. `Deja que de algún modo´ dice `Lucrecia se confiese vencida; que no hay hombre que pueda presumir de tanta virtud en el alma. Sin embargo, conozco a alguien único por su constancia perseverante. Pero no dudo en absoluto que de lo que él carece otros se admirarían y se quedarían estupefactos ante ello´. Entonces dijo ella: `¿Quién es él?´ Y el otro respondió: `Ciertamente es alguien incomparable entre los demás hombres, pero a quien el Señor enriqueció y lo dotó con toda la felicidad; en esto sólo lo dañó, pero, como él mismo asegura, lo salvó´. La reina, indignada, meditó sobre su causa que de algún modo había sido herida; se acercó a Sadio y preguntó con mayor interés, indagando con toda la adulación posible para oír su nombre, conocer a la persona. Sadio le rogó encarecidamente que lo mantuviese en secreto, aquella ciertamente lo

394 Proverbios XXV, 20. Nácar & Colunga 790. 317 prometió por su honor. Pero aquel dijo: `Mi querido Galo, aun cuando pueda vencer todas las insinuaciones de las mujeres, confiesa que está vacío por los hechos, pero tan sólo a mí´. Tras lo dicho, la reina en secreto se lamentó y no pudo contener en absoluto las lágrimas. Sadio le saludó, pensó que le había lanzado una andanada395 y, con la debida licencia, se alejó aliviado. Se apresuró en estar en secreto y sola, el otro en contarle lo ocurrido a su amigo, el cual le honró con agradecimiento sincero por su preocupación y se alegró del rescate a partir del cual esperaba y concibía que llegase. Pero esto fue lo que después sucedió: pues la reina, a la que Sadio había llevado a una desazón mayor, no dormía. Una vez que surgió todo lo que el amor podía mostrarle, sólo un plan, aunque peligroso, le complacía: a través de una de las damas más nobles de palacio ella anhelaba indagar lo que por vergüenza no se atrevía hacer por sí misma. La instruyó y le mostró la forma a través de la cual pudiese insinuarse al abrigo de Galo; le ordenó mostrarse desnuda ante su cuerpo desnudo, que sus manos penetrasen en sus partes pudendas, para que así la casta muchacha le refiriese si podía ser hombre o no. Así pues, envió a la muchacha, pero envidiaba haberlo hecho y la reina deseaba que hubiese sido ella la muchacha a quien ordenó ir; tumbada en su lecho, meditaba consigo misma: `Ya avanza hacia él; allí va la ayuda de cámara, con aquel a quien ciertamente no amo ni nombraré, para encontrarse con él como se encontró conmigo. ¡Oh, qué fiel y bueno fue siempre conmigo,

395 Terencio, Los hermanos 228. http://www.thelatinlibrary.com/ter.adel.html 318 qué compasivo y misericordioso, y qué duro es aquel Demea396 que tantas veces me repelió y, arrancado de mis brazos amansada me condujo a este plan, pero ciertamente intoxicada! Me llamaba reina, la más bella y la señora de todo, pero ciertamente la suya. ¿La suya? ¡Oh, cuán suya fui en verdad, para quien yo me rebajé hasta donde fue posible y más de lo que se podría hablar! ¡De qué manera tan suave me castigaba diciendo que yo era esposa y estaba consagrada al rey y que él era su juramentado y que por mi causa él tenía que hacer todo eso – pero añadía: “Excepto esto”. ¡Buen Dios! ¡Cuán duro era aquel “esto”. Todo lo que yo pedía era aquel “esto”. Pero “eso fue todo”, que es como decir nada. Ciertamente hubiese hablado más honestamente diciéndome: “Mi señora, gracias a ti haré que todo sea nada”. Y ojalá esto no supusiese para mí un plan para seguir rectamente y que así no se revelase su intención y me condenase a una repulsa eterna. Dios, ¿quién le arrebató tan cruelmente de los desnudos abrazos? O los suspiros de juventud me mienten, o los de la vejez (aun así, mi espejo es el más veraz), o este rostro puede reactivar el furor de cualquier hombre. ¡Ay, pero lo he olvidado! En verdad Sadio es fiel y es honesto: sus genitales le perdieron a Galo. ¿Acaso Galo no fue un fatuo, que me ocultó sus más honrosos propósitos, que no permitió que se le tocase, que me repelió para no repelerse a sí mismo? Si se hubiese interesado por mí, le hubiese convertido en el más próximo de mis amigos y, si hubiese descubierto su tardanza en responder, su fuerza ahí se perdería, según la cual una

396 Demea es el nombre del hermano más rígido en la comedia de Terencio. 319 mujer puede deducir si es hombre o no lo es. ¡Ay! ¡No es como yo creí! Sadio miente y Galo es un hombre, y es evidente gracias a indicios clarísimos que es un hombre, que es integro y que se halla lejos de tener defectos. Pero ¡oh, mísera y fatua de mí! Envié a la dama más hábil y cauta hacia mi más sincera debilidad. ¿A dónde huyó mi mente, a dónde mi alma? Se le insinuará y ella lo tendrá más seguro y púdico, hasta que sienta y conozca, en sus primeras caricias, que es otra distinta a mí; y, si no, ella se lo confesará y de balde la recibirá aún ante mis angustias. Esto sucederá una y otra vez antes de que regrese. Y, si ella persevera, ¿lo amará? ¿Ella será amada? No lo creo, no pienso que eso ocurra; tengo razón y no tengo dudas de que él está con ella ya donde debería estar yo hace tiempo, salvo por la consagración de mi cabeza, salvo que yo sea esposa; pero su fidelidad lo mantenía apartado.397 ¿Qué impedía esto? ¿Cuál de estas preocupaciones? Ciertamente ninguna, pero ciertamente sucedió. No se dijo `Todo excepto eso´, sino que esto se hacía sobre todo. ¡Cuán alegremente, cuán rápidamente huyeron de mi boca estas palabras anunciadas, qué incuestionables fueron! En verdad no fue indolente, ni tímida; no había un oso en el camino, ni un león en las calles, cuando saliese.398 Pero ya es de día. ¡Oh, qué veloz en ir, qué segura! Ahora el oso está en el camino, el león en las calles. Pero ella será retenida por aquel hombre impetuoso, para hacerla suya para siempre. ¡Ay, cuánta violencia sufrirá sin estar forzada a ello! Pero, ¿por qué me quejo? O

397 Según los editores (218), la lealtad de Galo al rey como tal y su fidelidad a él como esposo hacían que Galo se mantuviese alejado de la reina designada como tal y como esposa verdadera. 398 Proverbios XXVI, 13. Nácar & Colunga 790. 320 mejor, ¿qué puedo pretextar de manera justa? Me he convertido en un fraude para mi misma, en una traidora, me he engañado a mi misma. Aquella ciertamente no lo era: no hizo sino lo que yo hubiera hecho, sino lo que todo el mundo hubiera hecho. Pero, ¿acaso tenía razón Sadio? ¡No, no! Nada de eso. Es evidente que puede; porque, si no pudiera, aquella hubiese regresado. Todos los signos positivos son evidentes; ya su dulce ternura empieza a ser más acusada que cualquier mal detalle, no hay flacidez en sus miembros ni ictericia en sus ojos, ni timidez en su corazón. ¿Acaso un afeminado puede penetrar una cuña de hombres armados, destruir las glorias de todos los hombres, elevar su propia gloria por encima de las clámides de tantas honras? Tengo razón al decir que Sadio ha mentido, pero aquella a quien envié tan ufanamente por mis deseos, quien ya se vanagloria de mi amado, que me despreció con él, que no se apresuró a volver a mí, que tan abiertamentde no me obedeció, que no fue tan diestra para mi voluntad como para la suya, ella ciertamente feliz me arrebató mis delicias; ¿y qué debo decir, salvo que todo el que ama es un insensato? Pero me enteraré cuándo, de qué modo se fue, adornada, elegante, redimida´. Y llamó a una de sus damas a quien dijo: `¡Ay, Lais! ¿Cuándo marchó Ero? Entonces la dama contestó: `Ahora, con el primer canto del gallo´. Y la reina: `¿La que fue enviada en el crepúsculo? Y Lais: `La misma´. Y la reina: `¿Por qué tan tarde?´ Y Lais: `Si tarde fue enviada, tarde volverá´. Y la reina: `¿Acaso conocías nuestra causa y por qué fue enviada? Y Lais: `No, pero sé que con toda premura se preparó y ostensiblemente vestida se marchó tarde´. La reina: `Se siente dolida: ¿cómo iba vestida?´ Lais: 321

`Con collares, anillos, ungüentos, púrpura, finas prendas, maquillaque, bisutería; y no le faltó un prendedor para sus cabellos´. La reina: `¡Ay, mísera de mi! ¿Y para qué esto?´ Lais: `En verdad no lo sé; pero no se olvidó de nada para poder acercarse e ir hacia su amado. Uncida, aseada, adornada, espolvoreada, completamente engalanada se marchó; no se puede quejar que carezca ni de oro, ni de vestidos ni de ayuda alguna, se observa en todo con sumo cuidado y no piensa en un regreso inmediato´. La reina: `La creía tan simple, tan desconocedora de todas las artimañas´. Lais: `¿Ignorante? ¡Oh, cuán bien prudente en tales asuntos, si fuese digno de confesar!´ La reina: `Mi buena Lais, cuéntamelo todo´. Lais: `Se dirige a Galo, no sé con qué premisas´. Y entonces ¿qué hará él?´ Lais: `Hará como que la ama a ella, igual que si amase a otras´. La Reina: `Dices “que amase”; aun así, se dice que no puede´. Lais: `Ero ya sabe que puede´. `¡Ay, triste de mi! ¿Ero?´ Lais: `Ero´. La Reina: `¿La nuestra?´ Lais: `No conozco a otra´. La Reina: `¿Cómo sabes que ella sabe esto?´ Lais: `Lo supimos por ciertos signos´. La Reina: `Algunas veces fallan´. Lais: `¡Oh, por encima de todas las locuras el infeliz amor, que con el mayor cuidado intenta ocultarse y es conocido por todos antes de que él lo sepa! Y si se me concede esta osadía verbal.399 La Reina: `Buena Lais, atrévete a decirte cuanto puedas´. Lais: `Dicen que Galo fue educado entre extranjeros, pero alcanza hasta las venas y el corazón´. La Reina: `¿De quién son las venas y el corazón?´ Lais: `Ojalá no sean las tuyas, como en falso dicen algunos, pues llena mi corazón con todo tipo de angustias; mas, ¿a

399 Ovidio, Metamorfosis I, 175. Ruiz de Elvira 1992: 14. 322 quién no ha llenado? Pero oigo la puerta´. La Reina: `Quizás aquí llega ella. Ve a cualquier parte; pronto, que no nos encuentre hablando. ¡Ay! ¡Ero! ¿Por fin llegaste?´ Ero: `Llegué´. La Reina: ¿Qué sucedió?´ Ero: `Llegué a él, lo intenté, pero fui rechazada. Sin embargo, no tengo dudas de que él es capaz´. La Reina: `¿Por qué no regresaste inmediatamete? ¿Por qué demorarte te complacía?´ Ero: `En cualquier momento se desea la demora´. ‹La Reina: …› Ero: `¡Cuánto me apresuré ahora que he vuelto! ¿Cómo habría vuelto más rápidamente?´ La Reina: ¿Ahora? Entre este momento y la hora de mi llamada pudiste regresar desde donde estabas a diez millas, pero no quisiste hasta estar acicalada; ¿acaso ibas a acudir a tus nupcias?´ Ero: `Me pareció bueno poderle complacer hasta saber qué decir; y casi lo conseguí y sentí que era un hombre íntegro y diligente, como lo hubiera sentido siendo tú. Pero, cuando advirtió que yo era menor, que era menos hábil, que no era la idónea como tú, al instante fui rechazada´. La Reina: `Ahora sé que fuiste un indigna adúltera´. Y, tras cogerla los pelos, la reina le agredió, la golpeó con los puños y los pies y moribunda la entregó a sus acompañantes para ser vigilada cuidadosamente y que no se le permitiese hacer nada; y se arrojó en su lecho, nada allí calló que un amor pernicioso pudiese enseñar a un corazón acongojado, y a la vez volvió todas sus iras sobre Galo y lo denigró con todos aquellos improperios que la ira desata. La ira cruel de las mujeres y la inmisericorde venganza siguen a la persona odiada sobre todo aquello que es razonable. La reina rechazada no deja de dolerse ante sus fracasos e igual que se dejó llevar por la vehemencia del amor así se encamina por el 323 rigor del odio. Cualquier ofensa enciende la ira, pero aquellas que causa el amor perpetúan los odios aún más, bien robado por una adversaria envidiosa o burlado por el objeto de deseo. La reina se sentía burlada y aturdida por los deseos y no confiaba en su percepción, sino que en contra de todos los presagios de su corazón, lo cual es admirable, luchaba contra su propio corazón. Galo recibió orden de ella de acudir y acudió, y de manera ostensible y diversa confluyeron el encuentro, el ataque y la defensa. Pues aquella saltaba, este se defendía; aquella lanzaba dardos más envenenados, este los recibía con un modesto escudo; aquella se dirigía a Venus, aquel obedecía a Minerva. Este finalmente, una vez levantada una losa de más fuertes negaciones, la condujo a la certidumbre de la desesperación. La Reina, ya no una Reina sino una tigresa, como una más cruel, degenera del amor al odio y lamenta que su atrevimiento sea aturdido por la constancia, tan dolida como si hubiese sido reo de traición se arrastraba en la aflicción y juró que perseguiría a Galo. Llegó el día del cumpleaños del rey de los asiáticos; se sentaron junto al rey mandatarios y eminentes invitados que acudieron a la celebración. Mientras todos comían, Galo estaba solo sentado con los ojos fijos en la mesa. La mesa del rey era un inmenso hemiciclo, con su asiento en medio, de modo que, para eliminar las envidias en el hemiciclo, estaban todos sentados próximos al asiento del rey, para que nadie se sintiese dolido por la remoción ni pudiera vanagloriarse del que estuviera a su lado. Galo y Sadio estaban sentados codo con codo. Pero la Reina vigilante siempre de entre los que le vigilaban a él, a quien el arco de Cupido había penetrado, a quien el 324 plúmbeo agobio desespera, es la primera en darse cuenta de cuán solícita, cuán serena es el alma de Galo, y no duda de que Galo desearía mantener en secreto lo que se muestra con tanto fervor en el recuerdo; pues cuanto más creía ella que podía estar oculto y más firmemente esconde su propósito hacia él, con mayor avidez deseaba ella inducirle a la revelación, más anhela que el origen de tanta confusión se refleje en su rostro, por culpa del cual - y gracias a ser rechazada – se muere de vergüenza en su interior. Era costumbre del rey en los días coincidentes con su cumpleaños ofrecer a la reina regalos singulares según su elección. Ella solicitó, por tanto, y eligió del rey como regalo un presente sin nombre. El rey juró y se arrepintió ante él, pues no fue ante el Señor por quien juró.400 Ella añadió que hiciese confesar a Galo mientras estaba en la mesa y en presencia de los invitados aquel disfraz de un antiguo disimulo, que él se había revuelto con él mismo todo el tiempo de la fiesta. Palideció el rey y se horrorizó, y la mesa entera de uno a otro extremo se entristeció. Sin embargo, antes que todos los demás su querido Sadio fue el primero en condolerse por Galo y el primero en rogar que la promesa se cambiase. Mientras el rey, arrepentido de su improvisado juramento, sintió que él era el tercer reo de una promesa sin nombre. Podrías ver la confusión de Herodes y la presencia de una bailarina, el rubor de Febo y la obstinación de Faetonte en la angustia de este rey y en los delirios

400 Salmos CX, 4. Nácar & Colunga 751. 325 impetuosos de la Reina.401 Toda la reunión de próceres rogó que se actuase más benignamente con Galo, pero fue en vano: pues la reina se enzarzó más profundamente en la venganza, insistió más aún en lo dicho al principio, pensando en su propia victoria, aunque fuese vencida por la ira. Así que la necia mujer insiste con procacidad en su petición, como si su decoro dependiese del deshonor de un hombre inocente. Galo se mantiene sentado, inmóvil y, como no es consciente del daño, no teme las insidias, ni advierte lo que se le viene encima. Ante la vehemencia de Sado finalmente miró de arriba abajo y terminó su meditación con un intensísimo suspiro. De ahí que, cuando supo de los ruegos de la reina y del acuerdo del rey, se lamentó y pidió el favor para contar su historia. Y tras el conflicto surgido por las largas insistencias de los hombres y la negativa de la mujer, comenzó a hablar y dijo: `Hace ya un año, en el día de Pentecostes, debilitado largo tiempo por el calor de la fiebre, yo me mantenía tras cinco días en el lecho de la enfermedad en Salona; el día era festivo y mis asistentes, fatigados por el tedio y las duras labores, con la demás familia estaban presentes en las solemnes celebraciones de la ciudad. Deseaba salir engalanado con todas mis fuerzas, tentado por las armas y el caballo; me vestí con la coraza, me ceñí el casco y las demás armas. Estaba débil: monté mi caballo lleno de grasa y en desuso y, dejando la ciudad, me adentré por el camino del frondosísimo bosque y de ningún modo solté las riendas desde la mañana hasta la tarde. El caballo

401 Evangelio de San Mateo XIV, 6 ss. Nácar & Colunga 1172; Ovidio, Metamorfosis II, 1 ss. Ruiz de Elvira 1992: 44. 326 corredor me arrastró inopinado hacia lugares remotísimos; y, según me alejaba, quería regresar y sentía que el amor me había provocado errores tan grandes (pues yo amaba pero no era amado) y desconocedor del camino fue conducido hacia una ciudad grande y magnífica. Admiré sus excelsos palacios dentro de muros bien elevados, sus casas ebúrneas, la claridad y la rareza de las construcciones. O bien los habitantes estaban escondidos o bien nadie había. Atravesé la ciudad, reverberando en mi mente el dolor y sin atender al sentido o al consenso, tanto conducido como guiado por mi caballo hasta el palacio y sus muros interiores, tomé aliento, volví a mirar y admiré el que se extendía como el más ilustre entre los demás ante mis ojos. Atravesé el palacio a caballo y a nadie encontré y a través de una gran habitación y otras dos posteriores entré en un amplísimo jardín; allí encontré a una joven bajo un árbol frondosísimo,402 sentada con un vestido de seda a la manera real. Paré para desmontar y caí debilitado por el cansancio y me postré ante sus pies en un delicado trance. Ella en verdad no mostró ademán alguno de verme o de saber si estaba vivo. Me levanté y aparté mi escudo y mi lanza; en su presencia flexioné mi rodilla suplicante y la saludé con reverencia. Ella nada dijo. Añadí que todo lo que podría merecer era una respuesta; pero no conseguí sacar una palabra de ella, mas su imagen se mantenía en silencio. Ella se avergonzó de que yo me diese la vuelta sin un saludo y, aunque es un deshonor

402 Según Brooke & Mynors (226), el árbol en cuestión debe de referirse al cinus o schinus o árbol de masilla que aparece en Daniel XIII (Nácar & Colunga 1066-1068), aunque no parece, según ellos, que Map lo cite teniendo en mente esa cita bíblica. 327 confesarlo, estaba preparado para violentar a la misma boca arriba con toda violencia hasta recibir el principio de su pudor; y, como no podía defenderse por sí misma, gritó, llamando a Rivio. Rivio acudió inmediatamente. Era un gigante de estatura inimaginable, de magnitud nunca vista; de entre los que aquí se encuentran excepto nuestro señor el rey y Sadio podría ser igual.403 Acudió armado, montado en su caballo en armonía con él, sus ojos sobre la loriga abierta semejantes a antorchas encendidas. Tuve miedo de él, lo confieso, y me avergoncé, pero ahora ya por respeto al rey y a los asistentes nobles que la reina tenga compasión de mí, que lo que queda por narrar no se convierta para ella en un oprobio eterno´. Así que el rey y toda la compaña, movidos por la misericordia, suplican entre lágrimas por Galo, pero no pueden alterar a la tigresa inquebrantable, que bien observa a cualquiera de ellos para revivir, o bien para dignarse a responder, pero sólo tiene ojos para Galo, mientras se dedica a aplicarse a lo ya comenzado. De nuevo comenzó Galo: `En verdad el gigante, aunque exaltado en su furor, me ordenó volver a por mis armas, declinando así atacar con inquina a alguien desarmado. Nos citamos en un combate sin parangón para mí y peligroso. Pues sin esfuerzo y sin dificultad me arrojó con toda la longitud de su lanza hacia el puntal del árbol más próximo y me mantuvo allí inmóvil profiriéndome insultos y castigándome, mientras se vanagloriaba de sus fuerzas, y así su muchacha vengadora pudo gozar de mi miseria. ¿Acaso no fue eso suficiente, oh mi reina?´ El rey suplicó, todos veneraron aquella imagen sorda y a

403 Virgilio, Eneida I, 475. De Echave-Sustaeta 24. 328 todos conmovió, excepto a aquella que le ordenó continuar. Y Galo añadió: `Dios, en el cual me mantenía, me envió a otra muchacha, a la cual no conocía, que, arrojándose a los pies de la anteriormente mencionada y cruel, defendió mi indulgencia por mis extravíos; le besó los pies inundada en vanas lágrimas, pues la dama del gigante, de intensa soberbia, me amorató con su pie mis tiernos labios contra sus dientes. ¿Acaso no fue suficiente, mi reina? ¿Qué admirable o desdichado puede ser la circunstancia de un hombre? Pero sé que no me compadeces. Lo confesaré todo. Mi amor, una mujer dignísima para un hombre más noble besando el pie de un gigante tan ¡Ay! sangriento, defendía mi debilidad de una larga aflicción e imploraba a aquel que era una gran deshonor obligar a un hombre inane en fuerzas y privado de sangre a un combate singular. El gigante se avergonzó, pero no mostró respeto; esperaba la petición de aquella, su dama que estaba sentada, inmóvil e inmisericorde, y la miraba, sin que ella le mirase a él. Entonces mi amada, cuyo corazón por su dulce amor se condolía por mí, con lágrimas por amarme y por no poder optener la paz para mí, pidió una tregua de un año y se ofreció como rehén para que, al cabo de un año, en semejante día, si la muerte no se interponía, me presentase contra Rivio en combate singular y las lágrimas que hubieran podido conmover todas las iras y el corazón de un tirano, aun cuando no conmovían a la dama, ablandaron al gigante y lo comprometieron en la promesa. El día ha llegado y la que sustenta mi salud se halla en la puerta acompañada de quinientos caballeros; al gigante le siguen cinco mil. Esta meditación me hace estar aturdido en la mesa, pues es para mí inmensa y 329 terrible. Con todo ahora ¡oh, el mejor de los reyes! concédeme la venia de continuar para mi vergüenza con la secuela de lo dicho´. Entonces ella dijo: `Ciertamente aquella dama del gigante, a quien denigras porque no te atrajo, es de alma constante y firme, alabable en estos extremos que tú vituperas; pero esta es tu costumbre: no, tu vicio. Llora pues, que las lágrimas se manifiesten ante mí, que no soy un gigante ni me moverán; o bien, que venga aquella, tu objeto de elogio, tu amor, la que venció al gigante, cuyas lágrimas hicieron resurgir a un muerto, que aplacaron la ira de los demonios. ¡Oh, cuán bien alabas a quien alabas, cuán buenos sus lamentos – como aseveras – que sobresalen ante los cantos de Orfeo, que solamente bajo un dudoso pacto ganaron a Eurídice. Pero, ¿quién es Anfión ante estas lágrimas? Hubiese construido los muros de Tebas sin música. Hércules, domador de monstruos, sudó con utilidad para todo el orbe, sin embargo este, si hubiese querido, habría sido más útil lamentándose. Dejémosla llorar, si nuestro rey preclaro lo ordena. Permitámosle acabar su relato; que los asistentes atiendan; y yo me mantendré respetuosa ante el rey y con deferencia a los demás; oiremos todo lo que diga´. Y Galo continuó: `Me oiréis contar cosas aún más odiosas que las anteriores y que suponen un mayor oprobio, que entre los ruegos de nuestro señor el rey y de los asistentes hacia él y vuestras negaciones me he mantenido firme mentalmente hasta el final justo en el día establecido y que no sólo por mi compromiso, que denigrais, ni por cualquier otra circunstancia de cualquier tipo, ni por pérdida, ni por ganancia, por decoro o por honor, aparecería en el lugar predestinado contra el gigante armado o sin armas. Sin 330 embargo, convenimos que bajo juramento nuestro señor el rey y él mismo con una escuadra por bando estaríais presentes en el lugar, lo cual ahora no es necesario, porque no me encontraré con el gigante. Invoquemos a Hércules y que visite a los monstruos con su maza acorde a su valor, un enigma reservado a su esfuerzo, honores propios de un dios, no de un hombre. Daos cuenta de que habéis oído todo, no se os ha ocultado ni un solo detalle de mi ignominia. He hecho públicos los hechos vergonzosos de mis pasados desvaríos y mis futuros temores. ¿Qué puede haber más importante para que la reina quiera o pueda destruirme? Ya nada me queda, salvo habitar en desiertos inmensos, evitar la concurrencia de todo ser humano y que cuanto antes mi recuerdo se borre de la faz de la tierra, que a la manera de Empédocles salte a las llamas del Etna, o bien que me precipite sobre la espada de Píramo, o me entregue a los monstruos de Neptuno, a menos que, si vivo largo tiempo, sea una intensa señal de infamia o un recuerdo de decoro y una marca de la vergüenza. Que gocen con esta luz - ¡qué velozmente desapareceré! – los que aspiran a la libertad de costumbres, los que se atreven a hablar de lo que les complace y a callar que se inflija la muerte. He llevado conmigo esta cabeza y el silencio me ha golpeado este rostro, para no hablar más de lo que no quiero, o bien para callar salvo aquello que no conviene. ¡Oh, servidumbre letal, peor que la muerte! Incluso la mente de alguien libre de preocupaciones está llena de ataduras y de acciones vergonzosas y por lo que desea se mueve indefensa; en mi caso, que no ostigué a nadie por muy reprobado que estuviera, mi alma está atada, y al caballero se le ha otorgado una víctima ante su necio rostro – quizás antes un 331 caballero, ahora un monstruo entre los caballeros y una víctima de una mujer - ; desconozco por qué falta deberá purgar´. Dejó de hablar y se levantó de la mesa; pero no se fue solo, pues la mayoría de los príncipes y de la familia real en grupo que estaban condolidos lo siguieron. Pero la Reina, largamente desgarrada por su intensa inquietud,404 aplica dolor al pesar, y vocifera a espaldas de ellos: `Hemos oído de boca de Galo indicios clarísimos de su timidez, que no se encontrará con el gigante. Son estas las alabanzas compradas del gentío que lo sigue, los que elevaron hasta el cielo a Galo; estas son aseveraciones de su propia boca y de su soberbia jactanciosa. Él lo llama gigante; ¡oh, ojalá ahora se le requiriese para que viésemos si es un gigante! Ciertamente sabemos que todos los gigantes perecieron a manos de Hércules. Esta es sin duda la voz de un hombre amedrentado y vencido, castigado duramente y aturdido. Es suficientemente gigante quien con un simple golpe ha empequeñecido a cualquiera más elevado que un gigante. Ya es hora de que los dioses teman por su cielo y que estén precavidos con toda su diligencia para que los Titanes resucitados no les pongan sus garras encima. Que Piracmón y Estéropes se afanen bajo la mirada de Mulciber, que Júpiter no esté indefenso en las cimas de los montes; que él mismo de nuevo tome para sí el rayo, Marte el yelmo, Febo las flechas, Palas la égida, Diana las aljabas; o, si tantos son los gigantes cuantos éste (Galo) describe, que Estilbón ponga al frente charlatanerías entre las vanguardias adversas, que muestren respeto en presencia de su padre. Galo ha declarado una guerra

404 Virgilio, Eneida IV, 1. De Echave-Sustaeta 103. 332 desigual a los dioses; goza, Sadio, que ahora estás dolido, y regocíjate de que tu inocencia sale de su envidia´. Así acompañado por la presencia de la reina Galo con estas y otras inventivas salió tan victorioso por el silencio de la disputa como triunfador por su paciencia ante el deseo impuro de la reina. Ya se hallaba él a larga distancia de la ciudad y los demás habían regresado; mientras Sadio le suplica entre verdaderas lágrimas y dice: `Sé que todo hombre con veneración se enciende con tu deseo de guerra y que tú te mantienes entre los deseos de reyes y príncipes; pero nadie negará que tú me lo debes todo, a mi, cuya alma mantienes en tu corazón como doncella servicial tuya. Como ninguna brida, aun asi potente, puede apartarme de que no te obligue a mantener cualquier promesa, ningún estímulo te hará evitar mi presencia o huir de mi amistad. Es bastante creíble que en todo lo relatado que desconcertó a la reina eres veraz, excepto en la confesión de tu timidez, que nunca en tu corazón se elevó. No deseo que entres en un combate singular con el gigante, porque así lo has declarado; pero me complace asumir el peligro en tus armas bajo pretexto tuyo, de modo que en tu nombre sin ser nadie consciente pudiese luchar por ti estando a salvo tu integridad, que o bien vencido no sufrieses daño o de tu triunfo siendo victorioso no me defraudaras, que ningún suceso fortuito que rompiese nuestra amistad pudiese ser causa de alentar la envidia mutua´. Estas fueron las palabras de Sadio, con lágrimas sinceras y llanto suplicante. Pero Galo, aún sorprendido por la respuesta, se mantuvo firme entre abundantes sollozos; cuando pudo hablar, dijo: `Que goce el alma fiel, que exiliada desde hace tiempo regocijada vuelva 333 a su patria, que segura no tema al decantarse por su defensor Sadio. Mi queridísimo, tu amor halla un camino por el cual regresa, que la medida de tu invención se convierta en algo mesurado, a saber, que furtivamente nuestras armas se intercambien y que yo con las tuyas me encuentre con el gigante burlando la opinión de todos, puesto que, muerto yo, la veracidad de mi muerte será manifiesta, o bien, si sobrevivo, la gloria de tu triunfo a escondidas de mis armas depuestas con solemnes alabanzas se celebrará. Añado además, que antes de la lucha tú estás obligado a dar a conocer al rey mi señor y a la reina mi señora que debes afrontar por mí el peligro de mi duelo. Con ello que tu amistad sea fiel hacia mí: que al comienzo del combate, tras la confluencia de los contendientes, convoques a la mujer que me liberó y que a ella sóla le reveles la verdad de nuestro dolor y durante todo el tiempo que dure el combate le ofrezcas algún modo de consolación. Si por casualidad acudiesen con ella alguien de nuestro lado o bien de la otra parte, la conocerás por ser la más cercana en altura a la más alta, mayor que la media; de cabeza alta, hombros bajos, de belleza más extensa que las demás, que su belleza puede esconderse de aquellos deseos que son ardientemente buscados´. Dichos estos preceptos y observados fielmente, hé aquí cómo solemnemente una parte es ocupada por el ejército del gigante; la otra parte dejada al rey, a la que llaman la de los asiáticos, se concentra de manera ostensible. Pues bien, se levantó la tienda del gigante, de coste enorme, y alrededor de la misma, a ojos de todos, estaba sentada una dama, engalanada con paños de seda reales, que resultó ser la que había golpeado en el rostro a la amada de Galo, de tal modo en que 334 antes fue descrita. Entonces salió el gigante armado, ante cuyas dimensiones toda la compañía palidecía y confesaba su verdadera admiración con un gemido generalizado. El gigante se sentó en su gran caballo, tan suficientemente adecuado para su peso, y lo exacerbaba con frecuentes carreras y giros y le mostraba su destino inmediato, y casi como un juego lo preparaba para lo que iba a suceder de manera seria. Cualquiera que lo viera lo admiraba y lo temía, y levantaban un clamor sobre Sadio y tan pronto mostraban su favor por Sadio como su odio por Galo. Estos lo oían y no se movían, pero entre las alabanzas y el griterío Sadio actuaba fielmente, Galo confiadamente. Pues bien, el gigante irrumpió inopinadamente contra Galo; se lanzaron diversos proyectiles; el gigante arrojó su quebrada lanza contra el escudo de Galo, mientras que Galo partió el caballo del gigante desde la testuz hasta los hombros y derribó simultáneamente a uno y a otro. Así que viendo él que había sido derribado con su caballo, como una alta encina que se derrumba ante el postrero golpe de un hacha, dijo: `Puesto que a Galo permitiste por un pacto armarse ante tu benevolencia, para que ante ti no fuese un combate desigual con un hombre desarmado, desciendo de mi caballo, para que el duelo a pie no me sea desfavorable´. Descendió, como soldados de a pie recobraron sus fuerzas y se alzaron el uno contra el otro con todas sus fuerzas. El Rey se lamentó con profundos gemidos por su sobrino, que en realidad no sufrió ningún peligro. La Reina mostró su desaprobación en la cara de Sadio y denigró con múltiples oprobios al ausente. Sadio gozaba burlándose de ella, manteniéndose en silencio 335 mientras se giraba ante ella, y a ella se dirigió con devoción, en la medida debida, a quien se había entregado para consolarla. La reina lo veía y le miraba con malos ojos, pensando que aquella era la elegida y ella la despreciada, y su ira excitada se duplica por dos y sus ataques se triplican contra ambos. Cualquier cosa siniestra que le sucediese a Galo, los ojos de todos se volvían a Sadio. La denigración hacia Galo se pensaba y se comentaba, pero contra Sadio se mostraba la evidencia de la misma. Según la configuración de las batallas el enfrentamiento parecía desigual, según los golpes arrojados se juzgaba plena la igualdad y la audacia más grande que pequeña. El gigante retrocedía deliberadamente para frenar el ímpetu de los ataques de Galo con inesperado y súbito rechazo, pero tan cerca, tan duramente amenazaba Galo que el gigante se dejaba engañar por completo en su esperanza y una huida espontánea se hacía ya necesaria; ya se tambaleaba el gigante en la alfombra de su dama y Galo le lanzó un repentino ataque que ante ella el gigante se golpeó en un talón y se derrumbó detrás de ella. Un clamor aquí se elevaba, allí se lanzaban gemidos en voz baja y no se percibía con claridad qué sentimiento era más cercano o profuso, la ira o la alegría. El Rey y los suyos deseaban que se permitiese una señal de paz y hablaban con señas para que Sadio irrumpiese contra el yacente. Galo, sin embargo, en justa cortesía se adelantó para hacer levantarse al que se hallaba tendido y devolverle las armas. Así que el gigante se levantó diligente y a la vista de las lágrimas derramadas por su dama olvidó la venia de su reciente indulto; ya no hizo caso del compañerismo o de la justa retribución dictada, sino 336 que con todo el fervor de su corazón se dirigió como un torrente hacia su enemigo405 y con durísimos ataques intentó aniquilar a su oponente que resistía, “y el que bien lucha contra su enemigo hace que su lucha mejore”. Con su mano elevada al cielo intenta concluir el duelo con un único golpe y, mientras descendía con su casco, la espada se partió en la empuñadura. Pero, según su modo de actuar, Galo volvió sobre sus pasos, para aparentar ante todo ser un hombre bueno, concediendo así una tregua al gigante y permiso para ir a buscar su espada, diciendo: `Se debe buscar la gloria en la virtud, no en el azar´. Aquel y los suyos se sentían felices, mientras que todos los compañeros de Sadio estaban dolidos y se quejaban de que exponerse a esa victoria se convirtiría al final en un peligro. A mí, sin embargo, me parece injurioso y desconsiderado que alguien haga conscientemente algo hasta tal punto que alegre a los enemigos y haga sufrir a los amigos. El gigante regresó a su tienda y su chambelán le entregó una espada grande y bellísima, cuyo filo, tras cogerla, le hizo reconocer que no habría árbol, ni hueso, ni hierro, ni arma alguna que pudiera resistirla, y dijo además que él antes había sido engañado por un mozo de cuerda y con la espada agarró a ese mismo mozo desde la misma cerviz por la espina y con las riendas al suelo dice: `Siervo inútil, esta espada me hubiera dado la victoria en las primeros lances´; y añadió: `¡Eh, tú, que entraste en combate conmigo en el lugar de Galo, que ciertamente eres mucho mejor que Galo, te encerraré en mi cárcel, si deseas poner por delante tu vida a tu muerte´. Galo

405 Virgilio, Geórgicas III, 236. De la Ascensión Recio García & Soler Ruíz 336. 337 añadió: `Cuanto te confiere aquella espada de alma y jactancia proviene, no de tu valor, sino de mi licencia, y que se te permita si puedes hacer algo útil. Me siento seguro por la fuerza de mi cuerpo y la virtud de mi alma, no por la ventaja de mis armas; mi sostén es mi ayuda´. Así que el gigante irritado irrumpió contra Galo; con el primer golpe arrancó del escudo de Galo como un rayo cualquier cosa que pudiese tocar y con el segundo una gran parte de la loriga y del escudo. Galo sintió y vio con evidencia que ningún arma podría salvarle de aquella espada; sabía que debía buscar la protección con sus fuerzas y su destreza y contra una muestra tan palpable de peligro se preparó no para huir, sino para poner en fuga a su enemigo y mostró tanta destreza ante el rostro de su enemigo con su espada que de ninguna manera la mano del gigante empuñando el escudo no pudo librarse de una herida. Insistió en actuar firmemente y, aunque no le hizo que volviese atrás, consiguió que se retirara; este, precipitándose sobre su amada, se postró ante sus pies por su ofensa. Y Galo volvió sobre sus pasos y, aunque temía por su vida, volvió a mostrar evidencias peligrosas de su seguridad. Mandó levantarse al gigante, haciéndole ver que no lo temiese, garantizando que la reina alabase a Sadio y que estallase un alegre júbilo hacia él. Y el gigante gozó con la venia y, disfrutando providencialmente del beneficio del indulto, libre de temor se arrojó contra él e introdujo su espada con tal fuerza en el centro del escudo de Galo, que, cortada la loriga, con la profundidad de un puñal le infligió una grave herida en su rostro. La sangre manaba del lugar e hizo que se empapasen las armas de Galo hasta los pies; hacia donde retrocediese o avanzase dejaba restos evidentes, 338 convirtiéndose en un espectáculo odioso para los amigos y en una gloria para los enemigos. Galo, nada sorprendido, temía la espada, a la que había visto que pudiese atravesar cualquier obstáculo; se burló de los golpes cayendo, del escudo en ocasiones, con sumo cuidado se preocupó de que la espada no encontrase un obstáculo firme al cual pudiera clavarse. El Rey tenía miedo de su sobrino y deseaba guardar todo el reino por su salvación. La reina cogió las riendas de la situación, convocó a los hombres de Sadio, ordenó que fuese conducido cautivo y, sin alcanzar a saber que fuese obedecida, abandonó el lugar, sin saber si gozar por la confusión de Galo o afligirse por la muerte de Sadio. Galo, viendo como de costumbre a su enemigo más feroz, se precipitó irreverentemente sobre él y su mano indecisa ante el error seguro y tramó una emboscada de manera prudente y con atención; con un golpe rápido amputó esa mano mientras se deslizaba; veloz agarró su espada, se colocó en el lugar más próximo y subió a su caballo. Así que triunfador se presentó por la ranura del yelmo ante el rey con el gigante vencido bajo el nombre de Sadio; el regalo fue agradecidísimo y le siguieron multitud de acciones de agradecimiento. Rodeaban todos al vencedor, que elegían ver la herida de su cara. El Rey, más impaciente de lo habitual, pone su mano para desarmar la cabeza de Galo, puesto que el propio rey había prohibido hacerlo a otro, y se llevó consigo a Sadio y a su dama, para en secreto llevar a cabo el cambio de armas. Galo permaneció en casa con la dama, mientras que Sadio, expectante ante estos hechos, pidió audiencia en la corte. La herida fue buscada por el rey y toda la tropa se quedó estupefacta ante la integridad del rostro. Acudió rauda la Reina, 339 siempre con oprobios ante Galo y con alabanzas ante Sadio, trayendo consigo áureas cajas con deslumbrantes ungüentos; entonces le dijo Sadio: `Ninguno de tus ungüentos es para mí; debes saber que ha vencido aquel que portaba el signo de la victoria, aquel que recibió una herida, aquel que ya no es un enano, que parecía mayor que un gigante. Yo soy él, que ha sido blanco de vuestras burlas, aquel que, permaneciendo junto a su dama, oyó falsas alabanzas de vosotros e incalificables oprobios de Galo, cuya virtud – a Dios gracias – ha triunfado sobre todas las envidias comparables´. Ante esto la Reina casi como una Gorgona se quedó rígida por el estupor e intentó no creer la verdad que le horrorizaba. Desde ese momento ya nadie dudaba de la victoria; estaban seguros de la victoria de Galo y de la fe de Sadio; ya se alzaba el clamor de todos y lo difundían a porfía las águilas de la victoria.406 Una vez vista la herida, el Rey ya se mostró con reverencia a él y le pidió clemencia por las injurias vertidas. Y, aunque toda la ciudad gozaba inopinadamente, sólo la Reina mantenía tal grado de confusión que embotada languidecía, semejante a una serpiente que al atardecer, atrapada por la canícula, no había encontrado una sombra que la protegiese del calor y vengadora ante cualquier obstáculo vomitaba todo su veneno en vano y vaciada de veneno y latente bajo la hierba tramaba trampas que regresaban de comer hierba; y deseaba la muerte de cada uno de ellos y permanecía impotente; esta se consumía, sin fuerzas, en vanos deseos, mientras conserva sola su deseo de

406 Lucano, Farsalia, 238. A. Holgado Redondo (trad.) (2001), Lucano. Farsalia (Madrid: Gredos), pp. 89-90. 340 matar. Gracias al justo juicio de Dios Galo gozó de un buen final y, purgado en la fragua de Venus, brilló como ejemplo purísimo de castidad, mientras que la reina, por sus maldades reveladas, lloró como mérito, toda ella convertida en vano en un escarnio y en una fábula. Quizás esta historia pudiese parecer frívola y fatua, pero para los fatuos y los frívolos no proponemos nada; de tales hechos hablaremos sinceramente cuando sucedan, pero no para tales. Lo que sabemos y podemos lo empleamos para personas buenas y agudas, sabedores que la abeja razonable degusta el ajenjo y el tomillo que lleva desde los dulces y amargos lugares a los panales elegidos, al tesoro de la sabiduría, y de estas frivolidades, por la gracia dada de Dios, comprende qué vías amargas elegir y apreciar de la justicia, como Galo, y no como la Reina, que con obstinación pretende adherirse a delicias infames; así será un canto entonado para un corazón bondadoso.

III. SOBRE LAS DISCREPANCIAS ENTRE PARIO Y LAUSO

Que goce el lector y ame el oyente, porque la amistad de Sadio y Galo se mantuvo serena y sin nubarrones y admírense a la par de los nubarrones y el fraude en la amistad de Pario y Lauso. Nacido del corazón de Lucifer, la primera envidia se desató ante el supremo Dios con la osadía de un crimen y proyectada desde el cielo irrumpió en el Paraíso, primera y sublime parte del universo, de donde expulsada, tras vencer y ser vencida, exploró cualquier lugar exterior que pudiese encontrar y, recordando perfectamente su origen, despreció cualquier cosa que 341 viese bajo él; después intentó dirigirse sobre él, hacia arriba, y, despreciando siempre lo que abajo hubiese, pretendió siempre las esferas superiores, como si no se desesperase en ir paso a paso y en volver a su antiguo hogar en las zonas superiores. Se hizo igual y conforme a todos, aunque sus ataques se hiciesen sobre los que no eran como él, pues siempre irrumpía entre los superiores. Se encuentra pequeña en las cosas modestas, sublime en las altivas, pobre en los tugurios, espléndida en los palacios. Todo los demás vicios parecen estar promulgados hacia los fines de ella; esta en concreto excede todas las metas y, aunque se mantiene en el mundo, acaba esparciéndose en sus confines, acaba habitando de manera pestilente en todo modo de vida de la tierra, el mar y el aire, de modo que hasta el gusano sabe aojar al gusano; infecta todo lo que en la vida se pueda llamar mejor o peor y busca el sustento supremo de lo más bajo; aun cuando se debilita al desafiar a Dios, arrancó lo blasfemo de cualquier cosa sublime, casi como si pareciese próximo a Dios. Expulsada del cielo, prófuga del paraíso, se exilió en primer lugar entre nosotros e hizo de nuestro exilio una patria modesta para ella. Esta Envidia se introdujo discretamente en el trono de la soberbia Babilonia, encontró a su rey Nino en todo punto digno de ser envidioso y le convirtió en envidioso. Pues aquel que había sido amante del universo y símbolo de paz fue pervertido por el odio y el mal, cuya tiranía ejerció con suficiente envidia y deseo contra sus vecinos, como se pone de manifiesto en los libros. Pero esta misma Envidia, que había envenenado a Nino, provocó el mismo sentimiento a la vez entre dos amigos chambelanes, que siempre se hayaban conformes en todo – Lauso y Pario – y, 342 puesto que se hallaban los primeros después del rey, a la Envidia le pareció adecuado que ellos se volcaran sobre él y, como no pudo actuar sobre el mejor, borró al peor con la falacia de su maledicencia. Así que en secreto Pario envidió a Lauso, lo vil envidió a lo justo, lo perverso a lo benigno, y vigilándolo se aplicó con él con oscuros manejos, buscando el modo, el lugar y el recurso con el que poder hacerle daño arteramente. Todo aquello que pudiese complacerle en las costumbres de Lauso ahora le horrorizaba y como un pésimo augur interpretaba todo como una injuria hacia él. Que él consagrado a su señor lo asistía; que cuidaba de él con diligencia y cuidado; que estaba a su servicio fielmente; que con suerte era aceptado por su señor; que era un amigo sincero de Pario y ayuda decisiva en sus preferencias; Pario hablaba de duplicidades y culpaba a su fiel benefactor en sus beneficios de engaños. Lauso, que no recordaba tal ficción ni era consciente de tales acciones, exhibía toda su amistad con sincera franqueza. La expresión de cada uno y la abierta identidad en las palabras era semejante, el afecto y la inasumible oposición de sus corazones diferente. Gustaban de disputar su amor y su envidia en iguales deferencias y este culto a la bondad resultaba tan idéntico que nadie de manera expresiva alcanzaba a ver la fuerza de la similitud. Dios los veía del mismo modo en que los hombres admiraban a Niso y Euríalo, a Piritoo y a Teseo.407

407 Niso y Euríalo eran compañeros de Eneas y fieles amigos (Virgilio, Eneida V, 294 ss.; IX, 176 ss.; etc.). Pirítoo, rey de los lapitas, y Teseo se convirtieron en compañeros al penetrar en el Hades e intentar raptar a Perséfone, por lo cual fueron encerrados en el propio Hades (Pausanias, Descripción de Grecia, passim). 343

Ya por entonces Pario no podía soportar más las llamas del odio que él había alimentado por iniciativa propia; ya irrumpían violentamente de la fragua alimentada y su meditación, volatilizada por el sudor durante tiempo, consentía en desear envilecerse y actuar de inmediato; ya Pario concebía en su mente necia todo tipo de muerte para su amigo y, aunque le deseaba todo tipo de calamidades, buscaba furtivamente una única y secretísima forma de llevarlo a cabo, que la niña de la noche no saltase a la luz, indolente al conocimiento de los hechos. Él sabía que las mujeres escitias tenían pupilas semejantes en cada ojo y mataban a los que miraban de manera irascible.408 Sabía que los matemáticos de Tracia podían matar con la única violencia de sus recitaciones a los que se presentasen ante ellos. ¿Qué había más oculto que estos azotes? ¿Qué muerte sería más necia para aquel a quien se le acusase? Encontraba claros argumentos de desconfianza en ambos, temía a los mismos autores del crimen y lo que él sabía no sería creíble para nadie; desafiaba a Dios, ante el cual estaba desnudo y aun armado le estremecía que fuese de general conocimiento; como si quisiera borrar al hombre y a la muerte a la vez, engañaba su mente de todo modo posible y se perdió todo él en ajenas meditaciones, para invocarlo con un nuevo nombre, fuese homicida o morticida. Le parecían bien los venenos, pero los más insólitos, los más singulares, pero nada parecido a los de Escitia o Tracia; pasó por alto a Circe y Medea y también despreció cualquier vestigio de verdad que albergasen. Perpetró un crimen no visto y no oído antes y se

408 Plinio, Historia Natural VII, 16-17. 344 preocupó de que ninguna piedra se moviese; y, puesto que nada encontró ajustado de la antigüedad, su obstinación se volvió atrás, rechazada; sin embargo, su mente, necesitada de algo nuevo y carente de inventiva, volvió a lo antiguo. Así que recordó a Hércules y Deyanira, preparó un veneno para su amigo a la manera de Neso409 y, atrapado entre telas infectadas, murió. Todo el mundo hablaba de la muerte de Lauso, pero desconocían cómo ocurrió y tampoco qué decir en contra de ella; y, al no existir sospecha sobre el traidor, tampoco se hacía mención al autor de dicha traición. La muerte acabó con el hombre, de la cual nadie encontró el motivo. Todos querían saber y lloraban, pero los lamentos por el traidor sobrepasaban a las lágrimas de todos; el asesino se arrancaba sus cabellos y se golpeaba con sus puños, intentaba paliar su crueldad con piedad, hizo desaparecer la verdad de su odio bajo el pretexto de su amor; se arrojó contra el cadáver dispuesto en el túmulo y se defendía con injurias y amenazas de los que no se oponían contra su voluntad a enterrarlo. Pario preparó unas exequias para un asesinato, no para un hombre, y enterró dicho asesinato en presencia de todos con la mayor cautela; a duras penas aceptaba el consuelo venido de fuera que no aceptase en su interior, así que solo, con la

409 Ovidio, Metamorfosis IX, 99 ss.; Ruiz de Elvira 1994: 139- 146. Deyanira, esposa de Hércules, pidió consejo al centauro Neso sobre cómo recuperar el afecto de su marido. Neso le recomendó entregarle una prenda empapada con la sangre del centauro, pero previamente dicha sangre había sido envenenada por la misma flecha de Hércules, causándole un gran dolor cuando se la vistió. Sólo pudo escapar de tal azote arrojándose él mismo a una pira. 345 cabeza alta, sobrevivió en su sublime trono, sin conseguir que nadie compartiese su asiento. Pero, traidor del verdadero dolor, condujo al hijo de Lauso como testigo a palacio, un niño sin duda de distinguida elegancia, noble por costumbres y porte; fue conducido ante el asesino de su padre para ser instruido en el oficio de su progenitor; el lobo acogió en sus brazos al cordero, y contra la opinión de su mente exhibía alegría en su rostro. El feliz niño era instruido de manera modesta y avanzaba en su quehacer de manera adecuada; ante la mirada de Nino tenía tanta gracia que el rey lo prefería a él en lugar tanto de Lauso como de Pario. Ya el rey llegaba a mantener todo tipo de deliberación con el pequeño, no con Pario; el joven era llamado al cuidado de la cabeza, las manos y los pies del rey y nunca se excusaba su obligación. Así el ladrón de hombres estalló en su furia y excitó toda la audacia de su delirio; una retomada envidia le consumía y el autor de tanta calamidad volvió a sus antiguas venganzas; recordaba al mismo tiempo toda forma de muerte que hubiese sido o pudiese ser y se armó contra el hijo como cuando triunfó sobre el padre. Aquel que inspiró la envidia ahora entretejía la intriga; el autor del crimen dirigía toda esta desgracia y para, una vez creada, no abandonarla o dejarla sin rumbo, daba prueba de ella con recursos, mostraba su senda y alentaba su ineludible avance. Así pues, el que fue su maestro instruyó a Pario y se condujo hacia un nuevo crimen por segunda vez. Llamó Pario al niño que había educado; comenzó por alabar su manera de hablar y sus costumbres y, para que su adulación acabase en una mentira execrable, le dijo que él era el único digno de tanta 346 familiaridad por parte del rey, el único tan apto para ser obsequiado en secreto y alabó y destacó su diligencia. En un único punto, sin embargo, censuró un error por su parte, al decirle: `Aun cuando en ti, queridísimo hijo, la naturaleza te ha bendecido sobremanera y en todos tus miembros ha impreso su sello de elegancia, para no incitar la envidia de los dioses, ella se ha mantenido firme sin dar lugar a la perfección y, para que la más tierna flor de tu dulce boca no trastornase a todas las almas por la visión o por el tacto de ella, ha permitido que se engendrase un hedor peculiar. A ti te hablo, queridísimo, como un padre a un hijo, y deseo exhortarte de todos los modos para que no estés tan cerca del rey nuestro señor al tocar su cabello y su rostro; procura poco a poco actuar con mayor templanza y discreción, que te vuelvas odioso por tu insistencia, pues él mantiene hacia ti una gran reverencia por tu amor a él y, aunque es muy paciente, a duras penas tolera los excesos´. Así habló Pario y al mismo tiempo brotaron las lágrimas que, aunque infieles, destilaron fe en el niño. El desdichado se quedó atónito y rígido; la incontenible ansiedad por su dolor le obstruyó su llanto y su discurso, y condujo a su alma quebrada por las venas hasta el corazón. Cuando recuperó la respiración, pagó a su maestro por cuantas gracias sabía y prevalecía, arrojándose a sus pies con total condescendencia. ¡Qué dura resulta la villanía de quien no se compadece ni se arrepiente! Quien parecía ser un ser benévolo acabó rehaciéndose como malvado, y su cabeza llena de humildad dejó tras de sí sus pies de interminable soberbia; la más genuina mente transitó de la manera más cruel hacia la carne y la angustia de una mente afligida se convirtió en carne. Se tumbó en su lecho y 347 de él no salió. Nino buscó a quien había perdido, lo encontró, triste se sentó a un lado de su cama y consoló bondadosamente a aquel con quien se sentía tan cercano. El niño volvió su rostro por pudor para no ofender a su señor por el engañoso hedor. El Rey, desconocedor de la verdad, lo atribuyó a la vehemencia de su sufrimiento, lo llevó a cuantos mejores médicos pudieron hacer algo por él y tras un período extenso de tiempo lo recibió de ellos sano. El niño se entregó a la pureza y a sus quehaceres, nunca más presumió ante su señor si no era llamado a acercarse a él, continuó con su servicio con la cabeza baja y con el rostro vuelto completaba su servicio al rey. Nino, que se dio cuenta de estas circunstancias, no creía que él se hubiese curado por completo; decía que su cerebro estaría dañado, o bien débil; lo soportó así durante mucho tiempo y no quiso imponerle castigo por cualquier maledicencia o engaño, siendo así el Rey un óptimo intérprete de su lado bueno. Así que Pario, siguiendo su promesa de engaño perverso, ocupó el lugar habitual del niño, lo rechazó y lo inculpó cuando se acercaba y, casi deseando llenar sus defectos, cuando el otro era convocado por el Rey, Pario acudía raudo a él antes, lo mantenía alejado a base de castigos, consejos y su propia interposición, lo vituperaba cuando acudía, lo alababa cuando lo evitaba y lo infatuaba con adversas fórmulas mágicas. Todos los días el niño se consumía por completo en lágrimas. Nino estaba sorprendido y dolido, y quiso saber qué era lo que sucedía. El niño, aturdido, callaba por vergüenza. El Rey entonces habló en secreto con Pario, obligándole bajo amenazas a que dijese la verdad. Aquel traidor, postrándose ante sus pies, le pidió indulgencia con estas palabras: `Que 348 el rey más clemente tenga misericordia de mí, que no me convierta en acusado ni en causa de la muerte del niño a quien yo eduqué y a quien siempre dediqué mi singular afecto, como a su padre; confieso que esta cuestión la mantuve en secreto de ti por el excesivo amor hacia él. Si su delito tuviese perdón gracias a cualquier modo de misericordia, por este silencio yo sin duda merezco la muerte, apartado por tanta simpatía hacia el niño como por mi ingenuidad. Y, puesto que mi señor me ha obligado a confesar forzado y entre lágrimas, con dificultad me desembaracé de él con constante insistencia y, aun cuando conocí de primera mano su mentira, me juró contra mi propia palabra que él soportaba con mucha resignación acariciar el cabello o el rostro del rey y que vuestra boca (de la que no hay duda que destaca por su olor incomparable gracias a los frutos del verano y a frescos bálsamos) la comparaba con un desecho. Proclamo que estoy muerto y digno soy de esta muerte. Este es el motivo por el que él evitaba a mi señor con tanto odio, el motivo por el cual le volvía su rostro, por el que inclinaba su cabeza, por el que anteponía su mano a su boca, por el que declinaba hablar´. ¿Qué podría desacreditar a este hecho tan verosímil? ¿Qué niño no esquivaba a su señor? ¿Qué señor no se convertiría en un sanguinario para un inocente? ¿Qué crimen más cruel se puede encontrar? ¿Qué palabras son peores, las que se piensan o las que se oyen? ¡Qué grave y desmesurada es la sedición en uno y otro caso! ¡Qué cruel y despreciable es la iniquidad en casa de los demonios vestida con dobles

349 ropajes! Pero ciertamente tendrá que temer las nieves más frías.410 El Rey creyó a Pario y casi se volvió loco; se monstró inmisericorde con su amado niño y, aun cuando no hay nada más cruel para un rey lleno de ira, sin embargo desestimó la venganza, queriendo experimentar si era posible ser misericordioso, deseando más ser indulgente que vengativo. Entretanto se celebraron los solemnes juegos anuales en la ciudad, en las cuales el mismo rey estaba presente; se adornaba con los regalos más insignes y la diadema real o bien enviaba a alquien que lo supliese con los mismos adornos festivos y que era designado por el rey como su suplente durante todo el año entre todo el reino de Babilonia. Así que el rey ordenó al niño que se adornara para los juegos, que subiese al caballo más próximo con toda solemnidad. Pario, ante estas decisiones, creyendo que ha hecho menos de lo que resta por hacer, diligente continúa con su plan;411 no se atrevió a acercarse al Rey, sí lo hizo con el niño y de todas las formas le sedujo con recompensas llenas de bondad exhibidas y por exhibirse, y ahora con lágrimas verdaderas le dijo que le confería este honor sin que Nino lo conociese. Dispuesto el niño e inclinado a la ayuda de su padre adoptivo accedió. Así que Pario durante el día festivo salió de palacio ataviado con la corona real, los vestidos, el solemne cetro y montado a caballo. Nino subió a un asiento en lo alto de las torres para comprobar cómo se había ocupado del niño, y hé aquí que apareció Pario por el portón más noble, a la vista de todos. Hizo una parada

410 Proverbios XXXI, 21. Nácar & Colunga 795. 411 Lucano, Farsalia II, 657. Holgado Redondo 71. 350 para que experando durante más tiempo resplandeciese su dignísima aparición y su majestuosidad no disminuyese por su precipitada rapidez, cuando de repente un joven adornado para la ocasión irrumpió y, exhibiendo una justa y debida irreverencia a su indigna majestuosidad, hundió su espada en el corazón del lecho de tantas traiciones, que la frialdad del hierro atemperó la fragua de todas las iras. Cayó muerto, puesto que el sol se puso sobre su iracundia;412 el joven se dirigió a un lugar próximo a un altar, toda la ciudad acudió corriendo y ya no era un murmullo de hombres, sino un tumulto. El Rey pensó que había sido el niño el autor del hecho y acudió para ver al autor de la injuria. Reconoció a Pario muerto y vio al niño arrojándose medio muerto sobre él, invocando entre lamentos a su dignísimo maestro, arrancándose los cabellos y golpeándose el pecho lloraba por la diligencia de su fidelísimo protector. Cuando Nino lo vio, le dijo que Pario estaba muerto, pero no supo cómo explicarlo; llamó al niño para apartarlo de la multitud y entró en secreto al interior del tálamo; el niño, siguiendo la enseñanza del difunto, agachando la cabeza y poniendo su mano sobre su boca se arrodilló. El Rey estaba de nuevo iracundo y, mientras ya en su ánimo se preparaba para otra muerte, dijo: `¿Por qué pones tu mano sobre su nariz? ¿Cómo es posible que me haya vuelto abominable sólo hacia ti? ¿Es acaso el hedor de mi boca que no puedes acercarte más?´ Y el niño respondió: `En absoluto, más bien es la mía la que evito, para que no la sientas´. Y el Rey: `¿Qué te

412 Epístola de San Pablo a los Efesios IV, 26. Nácar & Colunga 1397. 351 reveló?´ Y el niño: `Pario, a quien él amaba inquebrantablemente, me enseñó que de todas las cosas se me había apartado, a saber, que el hedor de mi boca era tan excesivo, de modo que mi presencia no fuese molesta para ti. De ahí que mi idea de acercarme más a ti desapareció; de ahí que mi mano se encuentre siempre cerca de mi aliento, que mi hedor no sea molesto para ti y que la sobriedad de tu serenísimo rostro no pueda ser viciado por mí. Como recompensa ante esta cautela y otros cuidados fidelísimos mostrados, me pidió que le entregase ese honor recibido de ti. Hé aquí que toda mi alma se vuelca en ti y yo, pidiendo misericordia, me inclino de rodillas ante ti, mientras soporte el dolor debido o pueda recibir la gracia de tu venia´. Nino, conmovido pero sin sorprenderse, se apartó para discernir lo que había ocurrido y puso en conocimiento de los nobles sobre la doble traición del indigno Pario y de la justísima traición sobre él, acorde con el juicio de Dios; restituyó la gracia para el niño y ordenó que se colgase en un potro el cadáver del autor de la traición, para que se dejase de manifiesto estando ya muerto lo mal que había vivido. Nuestro Padre Misericordioso levanta su bastón y con su báculo conserva a sus hijos en el camino correcto y alejados de futuras iras, hasta que ellos lo desprecian por completo, como en el caso de Pario, que ya desde el primer momento y movido por los odios se complació al enfrentarse a Lauso y, no sólo no se opuso, sino que insistió abiertamente. Pues, aun cuando hubiese tolerado la prosperidad de Lauso, o depresiones por su promoción, o angustias de sus angustias, se debían asumir todos los castigos. Pero él mismo, afirmándose en su perfección, puso en fuga a 352

Dios de él; dándole la espalda por un crimen tan atroz, los cachorros de león que rugían pidieron de Dios como alimento a este,413 y les fue concedido, y lo guardaron, y entretanto mantuvo su voluntad plena de acabar con el hijo de Lauso igual que con el padre y, cebado por otras iniquidades, lo llamaron cuando fue debido. De este modo aquel a quien el Señor ha perdonado es dejado por aquel a quien Él abandona, para ocuparse de aquel que impunemente se ha separado, y espesa su vida de sucesos perjudiciales hasta la muerte, mientras su iniquidad se completa hasta ser vencida. Que oigan esto y se arrepientan los libidinosos, que no desprecian lo que yo les he hecho digerir con esta historia, si algo de utilidad parece subyacer. La abeja se asienta sobre hierbas dulces y amargas y de cada una elige una parte de miel o de cera; el que ama la sabiduría aprueba a cualquier poeta en algo y el más docto se aleja de toda página que contenga una carga. Se afana y se dedica a las letras y no la considera detestable, sino algo por descubrir, o despreciable, y no susceptible de ser leída. Si el autor tiene una opinión prudente sobre algo, lo aprueba; si en verdad (¡que se aleje!) no hubiese algo útil, que no se impute a la ineptitud del autor, sino a la estupidez propia y, aunque rechazado, mientras se afana en conseguir lo que es útil o provechoso, incide en nuevas y mejores argucias a las que él en calidad de autor aspira consolidar. No es que sean impíos, no, es que odian lo que antes habían oído, vilipendian lo que

413 Salmos CIV, 21. Nácar & Colunga 746. 353 antes tenía peso, que ensucian todo como si se hayasen entre suciedad.414 Sólo me complace de esto que me permite hablar del pasado; sin embargo, ¿es posible por un momento que se de cuenta de hechos acaecidos poco ha?

IV. SOBRE RASO Y SU MUJER

Un caballero cristiano, llamado Raso, uno de aquellos a los que se denomina entre la gente llana como vavasores,415 poseía un castillo que él mismo había fortificado por la necesidad de defenderse; tenía frecuentes contactos con una ciudad vecina de paganos, la cual estaba regida por un emir (que es el nombre de una dignidad). Aunque Raso era inferior en número y fuerzas a aquellos, sin embargo prevalecía sobre ellos por su valentía y la de su único hijo. La madre de este murió y Raso, deseando conseguir nuevas amistades, la sustituyó por una segunda mujer en su lecho y la convirtió en la más bella y en una mujer de grandes riquezas, a la cual se unió tanto en su alma que por causa de los celos se mantuvo impreciso durante largo tiempo por el peso y la anticipación de la decisión, sin saber si para él merecía la pena servir a su pudor de manera adecuada y

414 Salmos I, 4. Nácar & Colunga 692. 415 Sobre los vavasores: F. M. Stenton (1961), The First Century of English Feudalism (2ª ed., Oxford), págs. 16-23. Según Brooke & Mynors (262), el título de “vavasor” se intercambiaba en su uso con el de “vasallo”; en el siglo XII en Inglaterra se utilizaba para referirse a los caballeros de cierto rango social, aunque, según éstos, el origen del término no se puede precisar. 354 convertirla así en Dánae o en Procris.416 Raso había oído que Dánae había sido engañada por el oro y sabía que cualquiera que no ama puede amar `por la belleza, el valor o el oro´; Raso alababa a la seducida Procris por sus amores con Céfalo y le consideraba a este de manera sabia por haber hecho libre a su esposa con licencias; ambos eran felices: ella porque él se entregó a su esposa, él porque ella se mantuvo púdica, esto es, por mérito y retribución; veía que Dánae, encerrada, se había perdido y que Procris libre se había encerrado en sí misma; que la que estaba encerrada marchó en busca del deseo y que la liberada estaba encerrada por una valla de pudor; que la que temía se atrevió a pecar y que la que amó se negó a ello. Prefería ser amado por el beneficio de los méritos que ser temido por la dureza de la cárcel, pues el temor se muestra solícito a no temer, el amor deseoso de ser amado. Así que liberó a la bestia de su brida, para que buscase alimento siempre que el hambre se lo ordenase; ensalzaba hasta los astros su voluntaria castidad: aseguraba que la castidad de ella, forzada por una red o un castillo, era semejante en méritos a la de un castrado. Aquella, con rostro sereno, con palabras acompañadas de total certidumbre y con lágrimas que adornaban el asunto, mostraba total seguridad. Aquel, complacido por los votos de ella, tan deseados, derramaba lágrimas sobre él y, mientras en verdad se

416 Dánae fue seducida por Zeus, quien la había visitado en una ducha dorada, aunque finalmente fue encerrada en una torre. Céfalo acudió disfrazado ante su esposa Dánae para comprobar la fidelidad de ésta. Para Brooke & Mynors (262) no resulta evidente que Map se refiera a éste o algún otro incidente de la historia mitológica. Ovidio, Metamorfosis VII, 694-862. Ruiz de Elvira 1994: 82-89. 355 daba cuenta de los múltiples argumentos de su fidelidad, con el rigor atenuado de su antigua virilidad la encumbraba como futura esposa. Ya no confiaba plenamente en su único hijo, el cual junto con su familia estaban sujetos a los deseos de la mujer; cualquier cosa deseada era sometida a su arbitrio y nada quedaba que ella no juzgase por su propio deseo. Llegó el caso de que acudió cierto día el emir con un gran número de caballeros hasta las puertas y Raso, casi como un pretendiente, lo atacó con tanta violencia ante la presencia de su amada que no se pudo discutir el argumento de la vejez. En aquel día por él y por el valor de su hijo el emir fue capturado y encarcelado, y entregó las llaves de la ciudad a su amada. Por edad el emir era mayor que un niño, menor que un hombre joven, y en cuanto a su estatura se hallaba en la media de ambos extremos; apropiado en su porte, su rostro era amable por cuanto pudiese ser el de un sarraceno. Su esposa fue capturada ante sus ojos417 y, puesto que a ella se le había dado la facultad de controlarlo todo, quizás pudo cumplir lo prometido con facilidad; se tomó la libertad de ser audaz, impedía cualquier castigo hacia ella, esperaba del sarraceno lo que le apartaba del anciano, convirtió su celda en única, tenebrosa y bien construida, colgó la llave de la misma a su libre albedrío, restringía al cautivo la comida y la bebida y lo único modesto que ella pensaba que se le permitiría era mirar por una ventana, como si fuese un oso. No se dejaba acceder a nadie que no fuese de su absoluta confianza, sabedora de que todo orgullo es dominado por el hambre, y lo que Raso creía que se empleaba a favor de su fidelidad en realidad se dirigía

417 Judit X, 17. Nácar & Colunga 575. 356 hacia el deseo injurioso de ella. Ella era creída y alabada; el que la creía la alababa; el marido fue apartado y era sorprendente, pues la hipócrita esposa mostraba el más digno de los amores. Raso, seguro, marchaba a expediciones y combates, y parecía estar en casa por la fe en su esposa mientras se hallaba lejos. Así que la loba alcanzó la libertad y, tomando precauciones, se propuso captar al emir para llevar a cabo todo cuanto a ella le complaciese; tras burlar a los guardias, se marchó con el emir a caballo. Montó el emir en el caballo más querido por Raso, pues era el mejor e incomparable entre todos. Una vez instalados en la ciudad elegida, Raso volvió a su castillo; oyó y se lamentó, y reconoció cuánto se habían burlado de él, que en contra de las fabulaciones, historias y consejos recibidos desde el principio por personas él había confiado en que ella sería su esposa. Sin embargo, no se lamentaba por el emir, ni por su esposa ni por todo lo que ellos se llevaron, sino solamente por la pérdida de su caballo, y ni el consuelo de su hijo ni el de su familia le aliviaba. Pasados unos días, él entró en la ciudad disfrazado de pobre, y fue observado por su esposa entre los sedientos que solicitaban limosna; para poner fin a su temor, lo llevo ante el emir por considerarlo digno de ser ahorcado. El emir, tras ser anunciado por un heraldo, convocó a la ciudad, para que viese a Raso como enemigo público y, convertido en amenaza del pueblo, lo condujese a su eliminación. Acudió el pueblo en masa y algarabía, sonaron clarines y tubas. El tumulto y el clamor excitaron al hijo de Raso, que se encontraba cerca de allí, y, conocida la causa, disponiendo a sus seguidores desde el patíbulo se dirigió en silencio a un bosque cercano; y hé aquí que 357 en presencia de todos apareció la dama, salvadora de la ciudad, rodeada de múltiples alabanzas, y el emir, disponiendo y controlando todo. Inopinadamente e indefensos fueron atacados y el hijo de Raso dio muerte al emir con la primera saeta. La dama, montada en tan soberbio caballo, huyó fácilmente; hubo una gran destrucción de caballos y guerreros y se saqueo con crueldad todo el lugar. Raso fue llevado de nuevo a su hogar y se mantuvo triste entre tantas dichas, despreciando el botín y los espolios, los cautivos y la muerte del emir, la desolación de las gentes y su desdicha, y todo cuanto se había conseguido; al no haber sido devuelto su caballo, nada le importaba. Así que cambió su rostro y sus hábitos; fingía, disimulaba, nada le importaba a quien se pareciese como tampoco a quien no; estaba acomodado y se sentía a disgusto con él mismo todo lo que podía; el mismo día estuvo sentado entre los pobres y, al entrar, se preocupó de que su esposa no le observase a la cara, pero se preocupó de volver a sentarse teniendo detrás a aquella con la que antes se había sentado. A la hora de la cena el caballero rogó a la señora con la que cenaba que huyese con él durante la noche a alguna de las ciudades que eran de su posesión, alegando que por temor a Raso ella podría gozar libre toda su vida rodeada de comodidades. La idea empezó a agradar a la dama entre tales palabras y otras mencionadas por el emir, y la mujer, codiciosa de nobleza, ante los ruegos fue atraída fácilmente hacia los deseos del caballero; como hora señalada se decidió antes del alba y como lugar la puerta sur. Más cauto ante estas circunstancias, Raso salió feliz, celebrando todo lo que él sabía, y volvió de su castillo 358 armado y con intención de pasar toda la noche en aquella puerta, seguro de atacar al caballero si acudía para matarlo, o bien de llevarse a su dama, si se presentaba disfrazada del emir. Pero, como la mujer no podía dormir ante sus deseos, anticipó su hora de llegada al lugar; viendo a un hombre armado allí presente, le ofreció su mejor caballo y su ayuda para montar sobre él. Cuando él vio que su esperanza se cumplía sin esfuerzo diligente descendió de él e, intercambiados los caballos, partieron felices; la engañada dama no se sentía como tal y desconocedora de a dónde ir seguía a sus deseos en vano. Raso, que había vencido en su acometida y manteniendo una larga vigilia, se quedó dormido en su caballo y su ronquido fue reconocido por su esposa. Aquella le rogó que se apartase mientras dormía; él se apartó, pero tenía miedo de caerse y, apoyado sobre su lanza, se quedó dormido. Así que el caballero engañado, que no quería permitir el escándalo, levantó a toda la ciudad, anunció que su esposa había huído, y hé aquí que él acudió con un gran ejército armado al lugar del sueño. Aquella perniciosa dama, que no dejaba de pensar en cómo escaparía, observó a quien se acercaba y le intentó llamar con todas las señales que ella podía. Cuando ya aquella tropa se acercaba, el caballo de Raso, que no estaba acostumbrado a mantenerse tranquilo en la batalla, levantó la cabeza, relinchó y, restregando sus patas en la arena, previno a su amo de la muerte; excitado ante este beneficio, Raso resistió con fuerza las primeras incursiones y llamó a su hijo, que esperaba en el bosque cercano, y a su mesnada con voz excelsa. Aquellos, incansables por su esperanza, acudieron rápidamente, y sostuvieron con fuerzas las envestidas enemigas. Raso avanzaba por 359 donde quería con la velocidad de su caballo y acechaba a cuantos enemigos deseaba; animaba a su mesnada y se empleaba a fondo en la venganza. Su hijo, que era el único que amaba a su padre, uniformemente y en todos sus intentos buscaba la venganza contra aquella que había sido causa de todos los males,418 y finalmente la degolló, alejándose triunfador con su cabeza. Raso regresó con los suyos refiriendo el alegre triunfo. En lo sucesivo diría a los demás: `Cuidaos y (a vosotros os digo) creed en Raso cuando dice que, aunque muchas aves hayan huido de las redes, al final son capturados en el lazo, como esta ave´. Se ha escrito: `En vano se tiende la red a los ojos de las aladas aves´.419 En vano por lo extraño se tiende la red a aves de esta especie, pues no poseen ojos. Esta ave, esta loba, esta mujer había visto tantas buenas caras de su fidelidad, tanto había oído y no había oído sobre las dádivas de los acaudalados, y fue atraida por el rostro del cautivo sarraceno fuera de la ley, para acabar siendo ella una fuera de la ley, vil con la ley, adúltera ante su marido; a cuantas redes se prometió (hablo acorde con las leyes de Venus), ella las negó, y se lanzó indebida e inopinadamente contra el lazo. Poseía estas plumas, que le permitían volar; carecía de ojos, puesto que no miraba por ella, por lo que esto pareció un crimen más dulce que más nocivo, que más dañino para Raso. Pero no sufrió tanto Rollo como Raso por su indolencia.

418 Virgilio, Eneida XI, 361.De Echave-Sustaeta 344. 419 Proverbios I, 17. Nácar & Colunga 770. 360

V. SOBRE ROLLO Y SU ESPOSA420

Rollo, hombre de gran nombre y excelso en la milicia, era feliz por su situación y sus maneras; sin ser celoso, este hombre tenía una bellísima mujer, por cuyo amor suspiraba un joven vecino que sobresalía entre todos los de su edad en aquellos lugares por su belleza, linaje, riquezas y todo tipo de cualidades. Y no le quedaban esperanzas a las que aferrarse,421 rechazado por contundentes negativas, entre lágrimas buscaba con todas sus fuerzas qué era lo que le faltaba para alcanzar el éxito en el amor. En fin, él respetaba tanto a Rollo, caballero de distinguidísima fama, que siendo aún un niño que habitaba entre los barrotes de la cuna nada había hecho, nada ilustre había llevado a cabo; decía que era rechazado por sus méritos y, si no superaba a Rollo, no debía anteponerse a él. Decía que sus pretensiones eran injustas, pero que las negativas de ella eran aún más. Tan pronto, excitado, suspiraba por coger las armas como asistía a toda clase de combates en todas partes, aprendía diligentemente los trucos, cambios y circunstancias de las batallas; recibió el cinturón de caballero de manos del propio Rollo, de forma que se convirtió para él y desde ese

420 Según Brooke & Mynors (270), existen dos versiones de la historia, ambas ofrecidas por Gerardo de Gales (Perlas eclesiásticas II, 12; Topografía de Gales II, 226-228): en la primera el héroe (Reso) es llamado Reinaldo de Pumpuna, en la segunda es Ricardo de Clare, historias todas ellas recientes. Una similar se halla en la relatada por Giovanni Fiorentino en Il Pecorone; Hinton (1917-1918: 203-209) defiende que fue Gerardo y no Map su fuente. 421 Virgilio, Bucólicas II, 2. De la Ascensión Recio García & Soler Ruiz 175. 361 momento en su valedor y así podría tratar en confianza con su esposa, o bien hacerla ver lo que él sentía; y lo haría del mismo modo si finalmente la viese. Así que salió hacia donde su maestro el amor le llamaba buscando todo tipo de motines armados o disputas; asimismo siempre que encontraba alguna de estas situaciones rebajada o apaciguada, él las excitaba y las reconducía hacia el máximo y se convertía en el más habilidoso y poderoso de todos en las que se encontraban paralizadas. Destacando entre todos, en poco tiempo iba más allá de las alabanzas de sus vecinos y, sin excederse, se acogía a mayores gestas. Vencía a las más ferreas formaciones,422 los muros y las torres, y el espíritu que le trasladaba en todas las victorias no era menospreciado por él, sino casi afeminado, pues pasaba por alto la incapacidad femenina, como precipitándose en sus promesas sin respeto siquiera por iguales a ellas, una oveja dentro y un león fuera; destruía castillos fuera y, castrado en sus domésticos cuidados, acababa reblandecido, entre llantos, rogando e implorando. Aquella, no como una virgen o como una heroína, sino como un hombre lo hechizaba y lo despreciaba, y le arrastraba hasta la desesperación de cualquier manera que ella podía. Sucedió que cierto día Rollo viajaba con su esposa tan deseada a su derecha cuando apareció repentinamente el joven antes mencionado, al cual llamó por su nombre, Reso, y durante cierto tiempo los acompañó junto a una parte de sus señores y personas de edad; tras mostrarles buenas y solícitas palabras y despedirse de ellos, se marchó. La esposa disimulaba de manera insolente. Por el contrario,

422 Virgilio, Eneida VII, 622. De Echave-Sustaeta 218. 362

Rollo, pendiente de él con todo su interés, siguió observándole mientras se alejaba y finalmente apartó los ojos y en silencio siguió cabalgando. Recelosa como esposa suya y temiendo que hubiese advertido él algo, la dama preguntó a qué se debía todo aquello, por qué mantenía su mirada a aquel que no le devolvía la misma. Rollo respondió a esta: `Con gusto consideraba que ojalá pudiese ver siempre a un prodigio noble de nuestro tiempo, un hombre de linaje, de costumbres y de belleza, insigne por riquezas, fama y por todos los favores del mundo y, lo que el libro no pudo encontrar, que sea feliz en cualquier parte´.423 Aquella entre tanta alabanza, concibiendo más pensamientos en su mente de los que podía expresar con su boca, añadió: `No me parece atractivo y no he oído hablar de él por su coraje´. Daba vueltas a otro pensamiento en su mente, a saber, que Rollo era fiel y sincero y que lo que había oído de otros debía ser creído a partir de un aserto de su marido. Se arrepentía ahora de haber rechazado a Reso, ahora le desesperaba pensar cómo poder redimirse ante lo sucedido, y tenía miedo de haber elegido al más soberbio por creerlo humilde y haber despreciado al más humilde por su propia soberbia. Cuando regresaron y ella entró en sus aposentos, aunque quería llorar, no podía por el escándalo; las penas por sus pecados buscaban refugio y las hijas de la noche moraban en secreto recogimiento. De ahí que se precipitase en secreto hacia un retiro íntimo; implorando palabras de consuelo, sólo le complacía una que fuese definitiva y audaz, intentar mediante un mensajero que Reso se dignase a acudir a ella. El

423 Horacio, Odas II, 16, 27-28. Cristóbal 117. 363 mensajero de la desesperada acudió raudo y lo trajo ardiente en deseos hacia la inflamada de amor y ante la orden se retiró. Siguiendo los más altos deseos entraron en el antiguo tálamo y por tanto al amparo de Venus, y en el intervalo ella le dijo a él: `Quizás te preguntarás ¡oh, mi adorado! la causa por la cual tras tantas y tan crueles negativos me he entregado a ti. Rollo fue la causa; pues no creía en las habladurías, pues una afirmación suya – de él, a quien yo consideré el más veraz – me persuadió de que tú eras más sabio que Apolo, más benévolo que Júpiter, más agresivo que Marte, por obra del tiempo, del lugar y de las maneras; y no existe felicidad alguna concedida por los dioses antes de la eternidad que Rollo no haya omitido de tus elogios. Lo creí, lo confieso, y caí atrapada y aquí te entrego dichosa las delicias deseadas´. Se tumbó y se entregó; Reso se retrajo y, poniendo freno a su deseo, respondió: `Nunca la injuria será retribuída con bondad de Reso a Rollo; es descortés para mí violar su lecho, el cual todo el mundo me negó y él me garantizó´. Así que abandonó el lugar y desapareció; podría haber transgredido y no lo hizo; la habría conquistado y ceder ante ella, y ahora se había convencido de no tenerla; la primera victoria se dilató mucho tiempo, la segunda se consiguió rápidamente; aquella rechazada y buscada mediante muchas vigilias, rsta esquivada tras una intensa pero breve atención; aquella dulce y deseada, esta amarga y dolorosa, pero sus frutos en tiempos de siembra en sabores distintos.424 Así en contra de lo dispuesto por Ovidio por cuanto había en ello, la dama fue rescatada por alguien joven

424 Evangelio de San Mateo XIII, 30. Nácar & Colunga 1170. 364 y deseoso; aun así, ella mantuvo el mismo fuego de su deseo, a las puertas de Dione, al borde de su propia ruina, en la desesperación de la moderación. ¿Quién no se sorprende, y no lo imitaría si pudiese? Él ciertamente pudo emprender la fuga por gracia previniéndose él y cogido para evadirse por gracia de quien la siguió. Él fue fuerte, pero aún más fue el Señor para ambos; él es digno de alabanza, pero gracias al Señor. El indolente verá esto y esperará; se excusará en la gracia e incurrirá en la ofensa. Sin embargo, que nosotros no seamos así, sino que sepamos que sin Él nada puede suceder,425 y luchemos como si surgiese de nosotros y que la esperanza y la oración no se abandonen. Afanémonos en que Dios realice el esfuerzo de asistirnos y que sepamos aplacar nuestra violencia gracias a Él. La virtud bajo palio no desfallece, sino que por donde transites, si se ha elegido, acompaña sin cesar. Quien previene la carne huye de la ira y quien le pone freno es ayudado por el Señor. Démosle gracias por esta gracia.

FIN DE LA TERCERA DISTINCIÓN DE LAS MINUCIAS DE LOS CORTESANOS. COMIENZA LA CUARTA

425 Evangelio de San Juan XV, 5. Nácar & Colunga 1294. 365

CUARTA DISTINCIÓN426

I.PRÓLOGO

Conviene para nuestra formación en todos los aspectos que nadie viva con los ojos o los oídos cerrados, y desatento en alguno de sus sentidos, sino que es oportuno que se edifique nuestro interior con lo que ofrece el exterior. Por ello, puesto que estamos ciegos ante el futuro, algunas cosas del presente son plenas y también algunas del pasado. Apresurémonos a ver lo que no hemos visto y que no nos hastíe lo que no hemos oído, sino que, confiados en el futuro gracias a Dios, nos decidamos a informarnos de estas cosas que el Señor nos ha colocado ante nosotros para imitarlas o rehuirlas, siempre dirigiéndonos a Él como nuestro refugio, para que Él haga posible en nosotros la elección pura de los bienes y haga desaparecer el mal. Veo a los jóvenes despreciar o rechazar lo que ven y lo que oyen, y a muchos inmóviles en casa, en cuyo senectud no eluden lo que es vil o lo que conduce a la mediocridad. He visto a un niño, de cuyo parentesco me siento muy orgulloso, que ha sido educado entre nosotros y gracias a nuestra propia gente, siempre pendiente de la boca de un orador,427 siempre atento a las palabras de sus mayores, buscando el encuentro de los más valerosos e intentando también hazañas más destacadas, que nunca está ocioso, infatigable en las tareas, acérrimo en la indagación de las cosas honestas hasta tal punto que, aun no estando versado (lo cual

426 Ver supra pp. 75; 121. El capítulo I fue escrito en 1183. 427 Virgilio, Eneida IV, 79. De Echave-Sustaeta 106. 366 me duele), sabría escribir cualquier serie de letras. Antes de que cumpliese los veinte años, abandonó Inglaterra – su patria y la nuestra – para encontrarse solo y como un extranjero con Felipe, conde de Flandes,428 para ser instruido por él en el arte de las armas, habiendo sido previamente elegido por su señor; y no es excesivo decir que es el más valiente de entre los príncipes de nuestra época, excepto nuestro propio rey, después de que el rey Enrique el joven muriese, hijo de nuestro rey Enrique, ante cuyo nombre ¡a Dios gracias! no hay hoy en día parangón. Falleció aquel antes mencionado Enrique429 en Martell en el mes en el que escribí esta página junto a Salmur, en el día de San Bernabé, en el año de la encarnación de Nuestro Señor de 1182430 y en el vigésimo séptimo día de su Natividad, hombre

428 Según los editores (278), Felipe de Alsacia tuvo el rango de conde entre 1168 y 1191. La historia le ha dado a conocer como un gobernante capacitado y valiente, el cual cimentó las bases de la futura grandeza y prosperidad de Flandes. H. Pirenne (1902), Histoire de Belgique (Bruselas), pp. 197-202. 429 Enrique, hijo y heredero de Enrique II de Inglaterra, nació el 28 de Febrero de 1155; fue coronado rey en Westminster el 14 de Junio de 1170, fue el artífice de la revuelta contra su padre en 1173; se reconcilió con su padre en 1174 y de nuevo se reveló contra su padre en Abril de 1183 y el 11 de Junio (Día de San Bernabé) de ese año murió de disentería en Martel (región de Dordogne); sobre sus últimos años: Warren 580-593; O. H. Moore (1925), The Young King Henry Plantagenet (Columbus, Ohio); sobre la fecha de su coronación: A. Heslin (1965), “The coronation of the Young King in 1170”, Studies in Church History 2: 165-178. 430 Brooke & Mynors (280) insisten en el error de la fecha (28 de Febrero de 1183) atribuible, según ellos, a un escriba. Enrique nació el 28 de Febrero de 1155 y en realidad fue el 28 cuando murió. Stubbs, 1867, vol. I, pp. 300-301. 367 singular en el descubrimiento de nuevas armas, que envalentonaba al momento al caballero adormecido y lo conducía súbitamente al triunfo. Nosotros, como amigos y familiares suyos, pudimos verlo, conocer sus virtudes y así describir sus capacidades. Era impresionante en estatura y rostro ante los demás, el más afortunado en la elocuencia y en la afabilidad, el más dichoso por la gracia del amor y del favor de los hombres, tan eficaz en el arte de la persuasión que definitivamente engañó a todos los fieles a su padre para levantarse contra él. Tú podrías compararle con Absalón, si este en verdad no fuese superior a Absalón: aquel tenía un Aquitofel, Enrique muchos, pero ningún Hushai; lo que sin duda dejó hoy de manifiesto el Señor que Él ha llenado para nuestro su padre todas las misericordias del fiel David, esto es, aquellas gracias que tuvo para su fiel David,431 puesto que el Señor le libró de toda preocupación y sus ojos miraron con desprecio ante la ira de sus enemigos.432 Su Absalón había provocado a toda Aquitania, Burgundia y a muchos de entre los francos de la patria de nuestro señor y todos los de Maine, Anjou y a los bretones, y de entre aquellos que guerreaban con nosotros se tambalearon ante él. Sin embargo, los de Maine y Anjou, cuando asediábamos Limoges, despreciando nuestras lágrimas y nuestras súplicas, nos abandonaron y regresaron a su hogar, obligando a nuestro ejército a desperdigarse por los pocos efectivos existentes. Cuando Absalón consiguió aglutinar todo el poder del mundo, se juramentó contra

431 Isaías LV, 3; Ogle 210-211; para todo el pasaje: II Samuel XV-XVIII. Nácar & Colunga 373-378; 933. 432 Salmos LIV, 9. Nácar & Colunga 719. 368 su padre en Martel, y en ese mismo día golpeado por el martillo de la muerte gracias a la justísima mano vengadora se desvaneció, y discordia se convirtió en calma; así, el mundo pudo estar tranquilo cuando Pitón desapareció.433 Aunque él ordenó que fuese llevado su cuerpo para ser enterrado en Rouen, fue finalmente conducido a la Iglesia de San Julián a la fuerza por un contingente humano de Le Mans y allí sepultado; pero a día de hoy su padre ha ordenado que su memoria perpetua permanezca allí, la de un hombre pleno de favores y gracias. Aun siendo rico, generoso, amable, elocuente, bello, valiente, gracioso de todas las formas, algo menor que los ángeles,434 lo convirtió todo al lado siniestro y, como hombre tan fuerte ante su perversa felicidad se convirtió en un parricida de alma tan funesta que entre sus deseos más fuertes se halló el de la muerte de su padre, como dicen que Merlin había profetizado de él: “El lince, que todo lo penetra, cercenará a su propia estirpe”.435 No dejó prueba alguna, cambió todas las piedras, mancilló a toda la ciudad con sus traiciones, pródigo él mismo en sediciones y pródigo en maldades, fuente serenísima de crímenes, estímulo adecuado de la iniquidad, el más bello cetro del pecado, cuyo reino lo convirtió en el más corrupto. Que sepáis cómo se convirtió en el origen de la herejía de los traidores: su padre había sido capaz de apaciguar a todo el mundo por sí sólo, tanto a sus enemigos como a sus fieles; pero este se empeño en romper los pactos y contra ese rey pacífico

433 Claudiano, Contra Rufino I, prefacio, 15. M. Castillo Bejarano (trad.) (1993), Claudiano. Poemas, vol. I (Madrid: Gredos), p. 138. 434 Salmos VIII, 6. Nácar & Colunga 695. 435 Sobre las profecías de Merlín: Griscom, 1929, VII, 3, p. 388. 369 invitó a tomar las armas de los fieles yendo en contra de lo pactado y, siendo yo testigo, mintiendo a su padre en multitud de ocasiones; frecuentemente le exponía al escándalo y convencido regresaba a él y cuanto más proclive se sentía para cometer un delito más seguro advertía que no podría negarle la indulgencia. Nunca provocó ira alguna que no pudiese aplacar con una sola lágrima, ni anheló nada que no obtuviese con unos pocos halagos, que era alguien que podría ganarse a cualquier hombre contra su voluntad, porque había abandonado a Dios contra su conciencia y su fe. Este martillo, abatido en Martel, murió, como cuentan, pero de ninguna manera pudo doblegarse ante la paz de su padre; sus palabras fueron: “Si muero, estaré en paz; si no, lucharé”. Mantenía la guerra depositada en su corazón. Dejó a su hermano Ricardo (cuyo odio le consumía) como heredero, y murió lleno de ira; el Señor contempló su fin de manera diferente.

II. EPÍLOGO436

He escrito este libro a base de retazos sobre la corte del rey Enrique y lo he arrancado de mi corazón con enorme estupor, intentando seguir los preceptos de mi señor. Me horrorizaba lo que realizaba, me esforzaba por vencer aquello contra lo que no podía luchar. Mientras las Musas huyen de todas las cortes, a la nuestra la habían abjurado por encima de todos, a la que se habían opuesto por completo y a la que habían

436 Ver supra pp. 75-76; 121. Según los editores (283), este capítulo hasta “antes incluso de ver” fue escrito en 1191; el resto del capítulo en 1181. 370 convertido en su enemiga más que a otras, que la preocupación no colmaba tanto el deseo de quietud como para ser suficiente para el sueño, mucho menos para el estudio. Yo las forzaba y ellas sentían aversión por mí; sin embargo, tras oír la muerte del rey mi señor antes descrita, después de dos años de exequias y vaciado de lágrimas, me levanté para dirigirme a la sagrada fuente y me dí cuenta por primera vez del inestimable beneficio que suponía estar libre de la corte; supe a ciencia cierta que, relegado por aquella quietud, cuán desgraciado había sido estando ligado a ella. Hablo de quietud y de manera favorable, si hay quietud al reconocer con indicios ciertos la absolución del príncipe de las tinieblas y, con el permiso del Señor, que encadenado se libró de él, que su reino domina todas las cosas. Nos hemos entregado a Aquél que concedió su provisión al alabado beato Job, y lo sentimos tanto como el más impetuoso, siendo nosotros tan irresolutos en la victoria, como somos tan improvistos de paciencia. Aquel anciano de los días escrutó y subvirtió el mundo, tomó posesión de los corazones de todos los hombres y fue glorificado al obtener el mundo; la serpiente transgresora rodea todo con sus anillos y poco o nada queda fuera de ello. Tiempo ha las iniquidades surgían de perversos extorsionadores bajo el pretexto de alguna causa, que al menos la podredumbre tuviese un halo de cierta justicia. Ahora, sin embargo, incluso la justicia ha perecido y su rostro no se encuentra. Sin duda, despreciada la paz, la violencia ha dado pie por completo a la rapiña y todos los semblantes se han endurecido de manera tan obstinada que el pudor y la reverencia ya no significa nada. Ya nadie lastimado se queja o puede buscar el porqué de esto, puesto que ya 371 no hay razón para ello y nadie responde ante tales hechos. Y por ello me complace ahora acudir a la sagrada fuente, porque las Musas han cambiado con el mundo, y ya no merece la pena hablar de ellas fuera de los antros y ya ni se articulan según las reglas de las artes. Cualquier cosa que hagamos la hacemos según nos conviene, y no hay distinción entre virtud y vicio. ¡Que vuelva Catón, que regrese Numa, que se restaure a los Fabios y se convoque a los Curvios, que revivan los Rusones: que se llegue a ello como ellos lo harían! Pues allí donde no hay lugar para la civilización, de nada sirve la sabiduría de Catón, la justicia de Numa, la integridad de Fabio, la camaradería de Curvio, la piedad de Ruso;437 ya que nada queda de lo que hombres tan buenos fueron …, ciertamente son estúpidos. Si hicieses levantar a Nerón, a Vitelio, a Catilina, se encontrarían a muchos más monstruosos que ellos. Si hicieses salir a Mamerto de entre las sombras, Helicón y Piero nada harían ante tantos Rufinos. Así pues que duerma Marón con Homero, Marso con Catulo; que vigilen y dicten Querulo y Cluvieno, Bavio y Mevio, y que no haya nada que me impida graznar entre ellos.438 Son

437 En Epigramas V, 28, Marcial ridiculiza al hosco Mamerco, que “pensará y no hablará bien de ti, incluso si sobrepasas a los Curvios en piedad, a los Rusones en cortesía” y a algunos otros en sus virtudes específicas. Map ha alterado el catálogo y ha añadido a Catón, a Numa y a los Fabios para reemplazar a figuras menos conocidas en Marcial. Juvenal, VIII, 191-192. Brooke & Mynors 286. Guillén Cabañero 534. A. Ramírez de Verger (trad.) (2001), Marcial. Epigramas, vol. I (Madrid: Gredos), p. 230. 438 Sobre Marso y Catulo: Marcial, Epigramas I, 5. Sobre Quérilo: Horacio, Arte Poética 357. Sobre Cluvieno: Juvenal, Sátiras I, 80; sobre Bavio y Mevio: Virgilio, Bucólicas III, 90. Sobre “graznar” (interstrepere): Virgilio, Bucólicas IX, 36. 372 tiempos de poetas tales. Las Musas no pueden castigar ni reprochar sus injurias, ni pretextarán en las artes lo que es habitual en todas partes. Por tanto, no me puedo acercar seguro e indemne a aquello por lo que yo sentía temor. Ahora con este libro se encuentran los lectores; ellos me hacen ser poeta, pero no me leen como los impíos, no así,439 por tanto, atizarán a este pobre miserable hasta pulverizarlo; odian lo que antes han oído, vilipendian lo que antes han sopesado, envidian antes incluso de ver. Bien pues, si se me permite declarar cierto acontecimiento, sea. Tenía un amigo, hombre de vida erudita, a quien constantemente y tras largo tiempo y muchas visitas lo había notado cambiado en su vestimenta, en su gesto y en su rostro: con constantes suspiros, pálido, y aun así más suntuoso en su modo de vestir, más parco y grave en su locuacidad, y soberbio por su poco habitual sentido de la enemistad. Había desaparecido su antigua gracia y su habitual jocosidad; decía que estaba enfermo y se hallaba muy lejos de estar sano. Lo ví vagando solo y por cuanto mi reverencia me lo permitía declinaba sus discursos. Ví que sufría un arrebato provocado por Venus. De todo aquello que pudiese parecer todo era lo propio de un pretendiente, no de un erudito. Sin embargo, existía la esperanza de que resurgiera tras este vacío. Solía perdonarme lo que

Rufinas (“los Rufinos”) alude al Contra Rufino de Claudiano. El Helicón y el Piero son las guaridas de las Musas. Brooke & Mynors 286. Castillo Bejarano 137-188. Ramírez de Verger 24. De la Ascensión Recio & Soler Ruiz 184; 215. Guillén Cabañero 438. Silvestre 569. 439 Salmos I, 4. Nácar & Colunga 692. 373 yo ignoraba; lo juzgaba como un juego y era algo cruelmente serio. Él se estaba preparando para casarse, no para ser amado. No quería ser Marte, sino Mulciber. Sin embargo, mi mente me abandonó y, puesto que seguía el camino de la muerte, me comprometí a seguir con él. Hablé y fui repelido. Envié emisarios para que hablasen con él y, como no quiso oírlos, dije: “Una fiera terrible me ha devorado a mi solo”.440 Y, para saciar todos los vicios de la amistad, le escribí una epístola, cambiando nuestros nombres, llamándome Valerio a mí, que llevo por nombre Walter y a él, cuyo nombre es Juan y es pelirrojo, Rufino. Y di como título a la epístola lo que sigue:

440 Génesis XXXVII, 33. Nácar & Colunga 71. 374

III. DISUASIÓN DE VALERIO AL FILÓSOFO RUFINO DE QUE NO TOME ESPOSA441

Se me prohíbe hablar y no puedo callarme. Odio a las grullas y la voz de la lechuza; odio al búho y a las demás aves que de manera tenebrosa anuncian la dureza del despreciable invierno; y tú, tú subsanas los vaticinios de los daños que se avecinan, los verdaderos, si perseveras. Por ello, se me prohíbe hablar – yo, augur de la verdad, no de mi voluntad - . Amo al ruiseñor y al mirlo, que anuncian con su cálido canto la alegría de la tenue brisa que llega, y a la más capaz, Filomela, que llena el tiempo de la deseada alegría con toda la plenitud de las delicias; y no miento al decir esto.

441 Según los editores (288), este pequeño tratado en contra del matrimonio se escribió probablemente antes del resto de la obra y es seguro que circuló de manera separada (ver supra pp. 66, 70, 95, 111, 121, 130, 141). Los nombres del autor y del destinatario se ocultan bajo pseudónimos clásicos (Millor, Butler & Brooke, I, xlviii-xlix). Map pudo haber tomado el suyo de Valerio Máximo. Shullian (1937) sugiere que los nombres provienen de un manuscrito de Valerio Máximo en el que dicho nombre se confunde con el de Valerio Rufo. Tupper & Ogle (1924) sugieren como fuente la obra de Jerónimo Contra Rufino. La fuente principal de la Disuasión son las Metamorfosis ovidianas, texto favorito en cuestiones mitológicas, y el Contra Joviniano de Jerónimo, texto favorito en cuestiones antifeministas. Manitius (1931, vol. III, 262, nota 2) dice que las primeras palabras (loqui prohibeor) evocan el loqui ignorabit qui tacere nesciat del poema atribuido a Ausonio (Cento Nuptialis). R. Peiper (ed.) (1886), Decimi Magni Ausonii Burdigalensis Opuscula (Leipzig: B. G. Teubner), pp. 206-219. 375

Amas a los parásitos y a los comediantes, que susurran dulces halagos, y sobre todo a Circe,442 que vierte para ti los gozos plenos con ansiados aromas de dulzura, para engañarte. No puedo mantenerme en silencio, a menos que te conviertas en un puerco o un asno. Los coperos de Babel ofrecen una copa de miel envenenada; avanzan tranquilos y se deleitan, y traen el ímpetu de tu espíritu; por ello se me prohíbe hablar.443 Sé que por fin morderá fieramente como una culebra444 y herirá de manera que ningún antídoto pueda utilizarse; por ello, no puedo mantenerme en silencio. Tienes muchos instigadores de tu voluntad, incluso en el caso de que peligre tu vida, grandísimos oradores, y a mí solo me tienes para preconizar la insulsa verdad que repruebas; por ello se me prohíbe mantenerme en silencio. La voz fatua del ansar fue rechazada entre la de los cisnes tan iniciados en el arte de deleitar;445 aun así, esa voz mostró a los senadores cómo salvar a Roma del incendio, a sus tesoros de la rapiña, a ellos mismos de los dardos de los enemigos. Acaso tú lo comprendas igual que los senadores, porque eres prudente, que los cisnes son para ti señal de muerte y

442 Según Brooke & Mynors (288), Map conocía este nombre a partir del libro XIV de las Metamorfosis. 443 Proverbios XXIII, 31; Ezequiel I, 13. Nácar & Colunga 788; 1015. 444 Proverbios XXIII, 32. Nácar & Colunga 788. 445 Virgilio, Bucólicas, IX, 36. Map refiere en estas líneas a la historia según la cual los ánsares salvaron a Roma del saqueo de los galos. 376 el ansar de salvación; por ello no puedo mantenerme en silencio. Te inflamas por completo con tu deseo y, desorientado por la nobleza de una deslumbrante cerviz, tú desdichado, desconoces que es una quimera lo que buscas; aun así, te niegas a reconocer que aquel monstruo triforme se adorna con rostro de león, corrompe las entrañas de una fétida cabra, se arma con la cola de una serpiente virulenta; por ello, se me prohíbe hablar. Ulises fue tentado por los cantos de las Sirenas, pero, puesto que él conocía las voces de las Sirenas y la copa de Circe,446 él lo evitó virulentamente con los vínculos de la virtud, para huir del abismo. Yo, esperando al amparo del Señor, yo, digo, conjeturo que serás imitador de Ulises, no de Empédocles, que, vencido por su filosofía – no diré por su melancolía – eligió su propio mausoleo, y te sustraerás a la parábola que oigas, lo cual temo.447 Por ello, no puedo mantenerme en silencio. Finalmente, tu fuego, por el que la parte contraria converge contigo, es más fuerte que aquel que te inflama contra mí; salvo que el mayor atraiga al menor y yo perezca, se me prohíbe hablar.

446 Horacio, Epístolas I, 2, 23. Silvestre 359. 447 Ovidio, Metamorfosis XIV, passim. Según la versión mitológica, el filósofo Empédocles murió arrojándose al volcán Etna. Los editores argumentan (290-291) que Map estaría defendiendo que él espera y predice que su amigo imitará a Ulises, pues se entrevé en la reflexión de este último cómo tuvo tiempo de comprobar lo que suscitaba la atracción de las Sirenas mientras que “Empédocles el Frío al ardiente Etna saltó” (Horacio, Arte poética 465-466; Silvestre 579). 377

Si yo hablo con el espíritu que me hace tuyo, que ambos fuegos se compensen en una balanza, iguales o desiguales; deja que cualquier cosa que hagas, cualquier cosa que juzges ponga en peligro mi cabeza; debo ser indultado, pues, ante la impaciencia de mi amor, no puedo mantenerme en silencio. La primera esposa del primer Adán, tras la primera creación del hombre, por el primer pecado rompió el primer ayuno contra los mandatos de Dios. La desobediencia estuvo en ello; y en el Día del Juicio ella no dejará de incitar a las mujeres para que se sientan indefensas al ser consecuentes con lo que han heredado de sus madres. Amigo, una esposa es un reproche para un hombre. Sé precavido.448 La verdad que no se puede ocultar habla del beato David: `He encontrado a un hombre con mi mismo corazón´.449 Sin embargo, este ilustre se precipitó por el amor hacia la mujer desde el adulterio al homicidio,

448 Atendiendo al análisis comparativo entre la obra de Map y la de los satíricos clásicos latinos (ver supra pp. 130-131), al mencionar la desobediencia de una esposa que él califica como afrenta al marido está recordando a cómo Juvenal inicia su sátira IV: “¡Hete aquí otra vez a Crispín! Tengo que sacarlo muchas veces a escena, monstruo al que ninguna virtud ha redimido de sus vicios, gomoso enervado, con vigor únicamente para la corrupción; el adúltero no desprecia más que a las viudas. ¿Qué importa pues por cuántos pórticos cansa a sus caballos, o cuán densa es la sombra de los bosques por donde es conducido, cuántas yugadas de terreno y qué palacios se ha comprado cerca del foro? Ningún malvado es feliz y mucho menos el corruptor e incestuoso sacrílego con el cual no hace mucho yacía una vestal adornada con sus ínfulas, con peligro de ser enterrada viva” (1- 10). Guillén Cabañero 468. 449 Hechos de los Apóstoles XIII, 22. Evangelio de San Mateo XVIII, 7. Sobre la historia de Betsabé y David: 2 Samuel, XI. Nácar & Colunga 368-369; 1177; 1319. 378 para demostrar que los escándalos nunca vienen solos.450 Toda iniquidad tiene muchos ricos adeptos en la sociedad y cualquier casa en la que entre se ensucia con sus vicios. Amigo, Betsabé se mantuvo en silencio, no se comportó mal en ningún caso; aun, sin embargo, se le estimuló subverticiamente con un hombre perfecto y con una pulla mortal a su marido inocente. ¿Nunca habrá alguien tan inocente que luche por la elocuencia, como la Dalila de Sansón, o por su belleza, como Betsabé, habiendo vencido sin saberlo la sola belleza de la última? Si no tienes más influencia según la palabra del Señor que David, ten por seguro que puedes precipitarte. Salomón, sol de los hombres, tesoro del deleite del Señor, morada singular de sabiduría, ennegreció la luz de su alma por la oscura tinta de las tinieblas, perdió el aroma de su fama, la gloria de su casa ante la fascinación por las mujeres, y finalmente se postró ante Baal; y de la iglesia del Señor se convirtió en miembro del diablo, que por ello pareció que se

450 Aquí también se muestra un ejemplo de lo anterior (ver supra pp. 131-132). La desventurada historia de amor de David tiene su reflejo en la queja de Juvenal sobre la pérdida de valores que acarrea el paso del tiempo en IV, 11-21: “Pero ahora hablamos de crímenes más leves. Y sin embargo, si esto mismo lo hiciera otro, caería bajo el juez de costumbres. Porque lo que sería vergonzoso para hombres buenos, como Ticio y Seyo, le era lícito a Crispín. ¿Qué le vas a hacer cuando su persona es más funesta y más torpe que cualquier crimen? Ha comprado un salmonete por seis mil sestercios, que igualaba en libras de peso al número de sestercios. Así lo aseguran los que exageran incluso las cosas más grandes. Yo elogio esta decisión del artífice, si con ella consiguió la parte principal en el testamento del viejo sin descendencia. Hay además otra razón, y es, si lo envió a una gran amiga, que suele transportarse en una litera cerrada con láminas transparentes”. 379 precipitaba a un precipicio mayor que Febo en el caso de Faetonte, que de ser el Apolo de Júpiter se convirtió en pastor de Admeto.451 Amigo, si no eres más sabio que Salomón, y nadie lo es, no eres más poderoso porque puedas sentir fascinación por una mujer. Abre tus ojos y mira.452 La mujer verdaderamente óptima, que es más rara que el ave Fénix, no puede ser amada sin la amargura del miedo, de la inquietud y del habitual infortunio. Pero en verdad las peores, de las cuales existen copiosos ejemplos de que no hay un lugar libre de su maledicencia, cuando son amadas, luchan por amar y se despreocupan hasta la extenuación por dividir el cuerpo y el alma.453 Amigo, es de sabiduría celestial decir: “Toma nota de aquel a quien das”; es propio de la ética decir: “Toma nota de aquel que te da”. Lucrecia y Penélope junto con las Sabinas portaron el estandarte de la castidad, y con un pobrísimo cortejo retuvieron los trofeos. Amigo, ninguna es

451 Los editores (292-293) comentan la confusión que se desprende de estas líneas. La historia habitual cuenta que Apolo se convirtió en pastor de Admeto durante un año como castigo por haber matado a los Cíclopes. Sobre la caída de Faetonte, hijo de Febo Apolo, con las capacidades de Helios, dios del sol: Ovidio, Metamorfosis II, 1-400. Ruiz de Elvira 1992, vol. I, 44- 61. Sobre el declive de Salomón: 1 Reyes 11. Nácar & Colunga 406-408. Sobre el episodio de Baal: 1 Reyes XVIII. Nácar & Colunga 417-419. 452 2 Reyes XIX, 16. Nácar & Colunga 451. 453 Epístola de San Pablo a los Hebreos IV, 12. Nácar & Colunga 1430. 380

Lucrecia, ninguna Penélope, ninguna Sabina; témelas a todas.454 Contra las Sabinas Escila, hija de Niso, y Mirra, hija de Ciniras,455 entraron sus hordas y las siguió una turba inmensa de todos los vicios con sus huestes apiñadas, para convertir en un infierno entre sus cautivas los gemidos y los suspiros. Amigo, a menos que te conviertas en presa de depredadoras inmisericordes, no te quedes dormido a su paso.456

454 Lucrecia, Penélope y las Sabinas eran también ejemplos de esposas constantes y prudentes en contraste con la presente generación, según lo que defendían autores como Mateo de Vendôme (Comoedia Lydiae). E. du Méril (ed.) (1854), Poésies inédites du Moyen Âge (París), p. 358. 455 Ovidio, Metamorfosis VIII, 1-151; X, 298-502. Ruiz de Elvira, 1994, vol. II, 94-100; 185-193. Ambas mujeres traicionaron a sus padres: Escila por el amor del enemigo de su progenitor y Mirra por enamorarse de él. 456 Nuevo ejemplo en el que se puede comparar a Map con los satíricos latinos, en este caso al criticar a las mujeres, tal y como Juvenal refleja en una de sus sátiras (ver supra p. 132-134): “Preguntas de dónde vienen o de qué fuente han salido estos monstruos. La humilde fortuna defendía en otros tiempos a las castas latinas: no permitían la entrada a los vicios las pequeñas casas, el trabajo, el corto sueño y las manos ásperas y encallecidas por los vellones toscanos, y Aníbal que acampaba cerca de la ciudad y los esposos que estaban de guardia en la torre Colina. Ahora sufrimos los males de una larga paz y se ha echado sobre nosotros la lujuria más devastadora que las armas y ultraja al orbe dominado. No hay crimen que no se cometa, ni hazaña libidinosa que no se realice, desde que desapareció la pobreza de Roma. Por esta causa Síbaris se ha instalado en nuestros montes y colinas, y Rodas y Mileto y Tarento, coronado y petulante y empapado en vino. Ha sido el dinero obsceno el primero en introducir las costumbres extranjeras y las muelles riquezas debilitaron nuestra vida con su torpe lujo. “¿De qué se preocupa Venus borracha? No advierte la diferencia que hay entre la ingle y la cabeza, la que muerde en la media 381

Júpiter, rey terrenal, que se dice rey de los cielos por la singular fortaleza de su cuerpo y la incomparable elegancia de su mente, se rebajó al mugir por Europa.457 Amigo, aquí puedes ver sobre qué cosas tan excelsas se inclinó quien regía sobre los cielos, una mujer en comparación con las bestias. Tú también podrás verte reducido al efecto de un mugido, si no eres más fuerte que Júpiter, de cuya grandeza nadie se podía comparar. Febo, que por los rayos de su sabiduría fue el primero en dar sentido a toda la órbita terrestre de modo que él solo se embelleciese por su mérito con el nombre del sol, se infatuó por el amor de Leucótoe, lo cual le condujo a la ignominia a él y a aquel a la muerte y, alterado durante largo tiempo por los cambios de eclipse, se volvió necesitado de su propia luz, con la que todo el universo se regía. Amigo, para que la luz que hay en ti no se vuelva tenebrosa, huye de Leucótoe.458 noche las grandes ostras, cuando los ungüentos derramados se cubren de Falerno puro, cuando se bebe en una concha, cuando ya el techo da vueltas sobre la cabeza y en la mesa se duplican las luces. Anda y duda tú ahora con qué gesto de la cara respira Tulia, qué dice Maura la hermana de leche de la famosa Maura cuando pasan por delante del antiguo altar de la Pureza. De noche dejan aquí las literas, orinan por allí y cubren de abundantes porquerías la imagen de la diosa. Cabalgan alternativamente y se mueven bajo la mirada de la luna. Luego marchan a casa. Cuando tú vas por la mañana a visitar a tus ilustres amigos pisas los orines de su mujer” (VI, 286-313). Guillén Cabañero 496-497. 457 Ovidio, Metamorfosis II, 833-875. Ruiz de Elvira, 1992, vol. I, 80-81. 458 Ovidio, Metamorfosis IV, 190-255. Ruiz de Elvira, 1992, vol. I, 130-133. Evangelio de San Lucas XI, 35. Nácar & Colunga 1246. 382

Marte, del cual se dice que ganó el título de dios belicoso por la familiar frecuencia de sus triunfos, en los cuales demostró excelsamente una fortaleza intachable, sin temer nada por él de Vulcano se unió a Venus, sin duda con cadenas invisibles, sin embargo sí sensibles; esto sin duda ocurrió con el aplauso de los sátiros y la mofa de la corte celestial.459 Amigo, al menos medita las cadenas que no ves y sí sientes en parte y líbrate de ellas en tanto en cuanto sean romplibles, a menos que ese obrero cojo y torpe, a quien ningún dios le hace merecedor de su mesa ni ninguna diosa de su lecho,460 te encadene según su costumbre a su Venus o te haga ser semjeante a él, torpe y cojo, o bien – y esto es lo que más temo – te haga patituerto y no puedas poseer tus propias pezuñas para equilibrarte, sino que, atado a Venus, te consuma el dolor y te halles a merced de la mofa de los que te ven, mientras los ciegos te aplauden.461

459 Ovidio, Metamorfosis IV, 167-189. Ruiz de Elvira, 1992, vol. I, 129-130. 460 Virgilio, Bucólicas IV, 63. De la Ascensión Recio García & Soler Ruiz 190. 461 Aquí se puede comparar la metáfora que Map desarrolla sobre el hecho de que las cadenas del amor son un yugo del que difícilmente se puede el hombre liberar con Juvenal (ver supra pp. 134-136), que desarrolla por su parte la idea con toda su crudeza: “Si tú has de amar a tu mujer y te entregas a ella con toda el alma, inclina la cabeza con la cerviz dispuesta a soportar el yugo. No encontrarás ninguna esposa que perdone al amante. Aunque esté locamente enamorada, se goza con los tormentos y con los despojos del amante. Por consiguiente, al que haya de ser un marido bueno y deseable, le es muchísimo menos aconsejable el casarse. Nada podrás dar en tu vida sin que ella lo apruebe, no venderás nada contra su voluntad, ni comprarás cosa alguna si ella no quiere. Ella gobernará también tus afectos y simpatías: tendrás que dejar a este amigo ya antiguo, a quien recibían ya tus 383

Palas fue reprobada por un falso juez de diosas, porque prometió, no deleitarle, sino hacerle el bien. Amigo, ¿acaso tú no juzgas así? Te veo que con el alma hastiada y leyendo sin descanso, sin prestar atención a las palabras, sino esperando a encontrar figuras apropiadas. Esperas en vano hasta que este turbio río se agote,462 o hasta que este hedor desaparezca y se sustituya por un caudal puro; pues arrochuelos semejantes son los propios de su fuente, sean turbios o claros. Así la imperfección de mi discurso expresa la impericia de mi corazón y la viciada disparidad de las palabras ofende a un ánimo incólume. Soy consciente de mi pusilanimidad, que yo con gusto hubiese evitado el arte de la disuasión; pero, puesto que no pude mantenere en silencio, he hablado como he sabido. Que, si tuviese tanta virtud en mi padres, cuando le apuntaba el bozo de la barba. La libertad de hacer testamento de la que disfrutan los rufianes y los entrenadores de los gladiadores, e incluso los que luchan en el circo, no la tendrás, porque a ti se te impondrá a más de un rival como heredero. - Crucifica a este esclavo. - ¿Qué ha hecho que merezca ese suplicio? ¿Qué testigos hay? ¿Quién lo ha denunciado? Oye, nunca es demasiado larga la espera cuando se trata de la muerte de un hombre. - ¡Oh necio! Entonces ¿un siervo es un hombre? No ha hecho nada, conforme; pero lo quiero yo, lo mando, mi voluntad es ya causa suficiente. “Domina plenamente al marido, pero luego deja estos reinos. Muda de casa y pisotea el velo nupcial. Vuela de nuevo y vuelve al tálamo que antes había despreciado. Deja las puertas adornadas hace poco, y los velos colgados y las ramas todavía verdes en la puerta. Así va creciendo el número de maridos y en cinco años llega a tener ocho. Hazaña digna de un elogio sepulcral” (VI, 206-230). Guillén Cabañero 493-494. 462 Horacio, Epístolas I, 2, 42. Silvestre 361. 384 modo de escribir como ánimo de hacerlo, te transmitiría palabras tan elegantes y unidas con tanta elegancia, que cada una por sí solas y todas a la vez parecerían bendecir a su autor. Pero, puesto que me debes todo cuanto un amor desnudo e infecundo – no diré estéril – puede alcanzar, préstame atención durante un tiempo como parte de toda la deuda, mientras desarrollo lo que he enredado, y no me pidas palabras blancas o negras – las cuales confieso y me duele decir que desconozco - , y acepta la buena voluntad de quien te escribe y la verdad de la palabra escrita. Julio Cesar, cuya presencia abarcaba la amplitud del mundo,463 en el día en que Átropo se atrevió a cercenar el noble filo de su vida, se inclinó humildemente en las puertas del Capitolio ante Tongilio, humilde sin duda, pero de exquisita educación, que estaba instruido en dagas; que si César hubiese entregado su alma, aquellos que lo castigaron lo hubiesen castigado a él. Tú en verdad inclinas tu oreja como premonición de tus dagas, como aspid ante los hechiceros;464 ofreces tu alma como el jabalí ante los ladridos; te muestras complacido como la serpiente sedienta que se puso alba al sol de Cáncer; miras por ti como la despreciada Medea; te compadeces de ti

463 Juvenal, Sátiras X, 168. Guillén Cabañero 554. Átropos era una de las Moiras que cortaban el hilo de la vida. Según los editores (298), Tongilio no aparece como adivino en los Idus de Marzo en ninguna fuente conocida; tan sólo hay una mención a un Tongilio en En contra Lucio Sergio Catilina (II, 2, 4) como socio del propio Catilina. J. Aspa Cereza (trad.) (2000), Cicerón. Discursos: En defensa de Sexto Roscio Amerino. En defensa de la Ley Manilia. En defensa de Aulo Cluencio. Catilinarias (Madrid: Gredos), p. 320. 464 Salmos LVIII, 5. Nácar & Colunga 721. 385 mismo como el mar ante los naúfragos. Reprimes tus manos del contacto conmigo solo por reverencia a la paz del rey. Amigo, el dominador del mundo se ha humillado ante su fiel sirviente, aunque no de manera perfecta, y apenas apartó su pie (de la serpiente), pues casi obedeció y casi sucumbió pues no obedeció plenamente; su gran humildad no le proporcionó muchos beneficios, pues no fue plena. ¿Qué ventajas obtendrás con tu cruel inhumanidad, tu intransigente rigor, el horror de tu orgullo, que inerme te precipitas en las trampas de los ladrones? Humíllate, te lo ruego, ante la humildad de aquel que se humilló ante todo el mundo, y escucha a un amigo. Y, si crees que César ha errado por no seguir su consejo, escucha y presta atención a lo que a otros les ha sucedido, por si su daño te pudiese beneficiar. Pues el castigo que es más ejemplar es indemne para quienes lo impulsan. Desconozco en qué refugio estarás seguro o qué tábano te ha dejado entumecido. César se encontró en medio de pérfidos inmisericordes y no regresó; tú, si alguna vez te escapaste de un campo de batalla tal, has encontrado a píos convertidos en impíos. El rey Foroneo,465 que no impidió que se publicaran los tesoros de sus leyes a sus súbditos, sino

465 Son diversas las fuentes clásicas y medievales que mencionan a este rey, hijo del dios-río Ínaco, que tiene como patria la Argólide. Entre las fuentes clásicas se hallan Higino (Fábulas CXLIII; CXLV); Pausanias (Descripción de Grecia I, 39, 5; II, 16, 4; 20, 3; 35, 4), Apolodoro (Biblioteca mitológica II, 1, 1) y Estrabón (Geografía X, 3, 19). M. Rodríguez de Sepúlveda (trad.) (2002), Apolodoro. Biblioteca (Madrid: Gredos), p. 48; M. C. Herrero Ingelmo (trad.) (2002), Pausanias. Descripción de Grecia. Libros I-II (Madrid: Gredos), pp. 109; 173-174; 184-185; 229-230. Entre las medievales se puede citar San Agustín (La ciudad de Dios, XVIII, 3), Pedro Comestor (Historia Escolástica 386 que embelleció los estudios de los griegos con dichos tesoros, cierto día alcanzó el camino de la verdad y dijo a su hermano Leoncio: “Nada me impediría alcanzar la suprema felicidad si siempre careciese de una esposa”. A lo que Leoncio respondió: “Y ¿de qué modo una esposa se mantendría de tal forma?” Y aquel replicó: “Todos los maridos saben eso”. Amigo, ¡ojalá fueses y no fueses a la vez marido, para saber qué impide la felicidad. El emperador Valencio, que llegó a octogenario casto, al oír en el postrero día cómo se recopilaban elogios de sus triunfos, en los cuales él mismo había sido protagonista habitual, dijo que sólo había una victoria de la cual se sentía glorificado y, preguntado por cuál era, respondió: “Aquella en la cual conquisté mi cuerpo, el peor de todos mis enemigos”. Amigo, este emperador hubiese abandonado este mundo sin gloria si no hubiese resistido aquello con lo que tú has llegado a un acuerdo amistoso. Cicerón renunció a casarse tras el divorcio de Terencia, diciendo que no podía dar la misma importancia a la par a una esposa y a la filosofía.466 Amigo, ojalá tu alma te respondiera del mismo modo, o bien tu lengua a la mía, o al menos hablando te dignaras en imitar la elocuencia de un príncipe, para darme esperanzas aun cuando fueran vanas.

LXX) y Bernardo Silvestre (Megacosmos). Hinton (1923: 455) ofrece la referencia de Silvestre y otras para este grupo de historias. Migne, 1844, vol. CXCVIII, col. 1112. W. Wetherbee (ed. & trad.) (1973), Bernard Silvestris. Megacosmus (Nueva York, Londres), p. 76. 466 San Jerónimo, Contra Joviniano I, 48. Migne, 1883, vol. XXIII, col. 278. 387

Canio de Gades, poeta de verbo fácil e ingenioso,467 fue reprehendido por Livio de Cartago, historiador profundo y casado, que había gozado de múltiples amores con estas palabras: “No podrás participar de nuestra filosofía, mientras que tantos sean partícipes tuyos. No ama Ticio a Juno con su hígado que muchos buitres destrozan de manera múltiple”. Y Canio le respondió: “Si alguna vez caigo, resurjo con más cautela; si soy abrumado por un instante, recobro el aire con más fuerza. Las vicisitudes de la noche traen días más felices, pero la perpetuidad de las tinieblas es equivalente al infierno. Así los lirios en flor, bañados por el sol primaveral, retozan con efusiva alegría tanto con el viento del sureste como con el céfiro, y de entre éstos el impetuoso sur con un único soplo los rebaja. Así también Marte, rotas las cuerdas que le sostenían, se recuesta en el banquete celestial, en el cual el casado Vulcano se encuentra atado a su destino hace tiempo. Así muchos hilos se unen más rápidamente que una cadena y como filosofía son para mí una delicia, para ti un consuelo”. Amigo, aprecio las palabras de ambos, no así la vida de ninguno de ellos; sin embargo, muchos menos episodios de enfermedad con intervalos de salud hacen más daño que un único remedio que no deja de afligir entre dolores insoportables.

467 Según los editores (301), se asocia a Tito Livio con Canio a partir de la referencia a Marcial (Epigramas I, 61, 3), donde aparece un listado de escritores. Ramírez de Verger 61. “Peno” (en el original latino) de Cartago es una corrupción de “Aponi” (Bagni d´Albano, cerca de Padua). La conversación es invención de Map (James 1914: 267). 388

Pacuvio, llorando, dijo a su vecino Arrio: “Amigo, tengo un árbol desastroso en mi huerto; mi primera esposa se colgó sobre él, del mismo modo la segunda y ahora también la tercera”. Y Arrio: “Me sorprende que hayas encontrado las lágrimas en tantas ocasiones”; y de nuevo: “¡Oh, buenos dioses! ¡Cuántas pérdidas ha soportado ese árbol por ti!”; y una tercera vez: “Amico, cédeme los injertos de aquel árbol para que los siembre”. Amigo, te lo digo también a ti, me temo que tendrás que mendigar los surcos de aquel árbol cuando no puedan ser encontrados.468 Sulpicio se daba cuenta cuando le apretaba su zapato, pues él se apartó de su noble y casta esposa.469 Amigo, ten cuidado de que no te apriete un zapato del que no te puedas apartar. Dijo Catón de Útica: “Si el mundo pudiese prescindir de las mujeres, nuestro trato diario no contaría con los dioses”.470 Amigo, Catón hablaba solamente de cosas sensatas y conocidas, y nadie

468 Cicerón, Sobre el orador II, 69. E. W. Sutton (ed. & trad.) (1996), Cicero. De Oratore. Books I-II (Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press), pp. 345-346. Según los editores (302), los nombres proceden de Aulo Gelio (XIII, 2), donde Arrio es realmente Accio. 469 San Jerónimo, Contra Joviniano I, 48. Migne, 1883, vol. XXIII, col. 279. Plutarco, Moralia (Deberes del Matrimonio) 141 a y Paulo Emilio V, 2. C. Morales Otal & J. García López (trads.) (2001), Plutarco. Obras Morales y de Costumbres (Moralia). Sobre la fortuna. Sobre la virtud y el vicio. Escrito de consolación a Apolonio. Consejos para conservar la salud. Deberes del matrimonio. Banquete de los siete sabios. Sobre la superstición, vol. II (Madrid: Gredos), pp. 173-174. 470 San Agustín, Sermones CXCIV. Migne, 1863, vol. XXXVIII, cols. 1016-1017. 389 maldecía los trucos de las mujeres, sino aquel que había sido burlado, aquel que los había intentado o quien los conocía bien. Estos merecen que se confíen en ellos, porque hablan con la verdad por delante; estos saben que el amor merece la pena y cómo el amado es atormentado; estos supieron que la flor de Venus es la rosa, porque bajo su color púrpura laten muchas púas. Metelo respondió a Mario, con cuya hija opulenta en dote, noble por su belleza, preclara por linaje y dichosa por su fama él no quiso casarse: “Preferiría ser mío que suyo”. A lo cual Mario replicó: “No, pero siempre será tuya”. Y el primero: “No, pues el marido está obligado a ser de su esposa; pues es lógico que `se prediquen cosas tales que se sometan a su aprobación´”. Así la facundia de la palabra de Metelo hizo que desapareciera la pesada carga de su espalda.471 Amigo, si es oportuno casarse, no resulta ventajoso sin duda. Ojalá el amor no fuese ciego en el motivo, ni en los ingresos; que puedas elegir el rostro de tu esposa, no su vestido, y su espíritu, no su oro, y cásate con tu esposa, no con tu dote. Aun así, si de algún modo es posible que ocurra, podrás predicar y no te conducirás por los celos por estar sometido.

471 Los editores (303) desconocen la fuente de la que Map pudo extraer esta información. Sobre Metelo el Númida y su matrimonio: Aulo Gelio I, 6; es el propio Aulo Gelio el que debió confundir a Metelo el Macedonio con Metelo el Númida, que fue favorecido por Gelio y sus contemporáneos debido a las alabanzas de Salustio (L. A. Holford-Strevens (1977), “Towards a Chronology of Aulus Gellius”, Latomus 36: 94-95, n. 6). 390

Lais de Corinto, famosa por ser insigne en su belleza,472 se mostraba digna sólo ante reyes y príncipes; sin embargo, deseaba compartir su lecho con el filósofo Demóstenes, que pareciese que, por desenmascarar el milagro de su conocida castidad por su especial belleza, había conseguido mover las piedras, como Anfión con su cítara, y así se le insinuó dulcemente y lo atrajo con lisonjas. Y, cuando ya Demóstenes había sido atraído al lecho, Lais le pidió cien talentos por sus favores. Pero aquel, mirando al cielo, dijo: “Yo no pago tanto por arrepentirme”. Amigo, ojalá utilices la agudeza de tu mente y la dirijas al cielo y huyas de aquello que puede ser redimido mediante penitencia. Livia mató a su marido a quien mucho odiaba; Lucilia al suyo a quien no menos amaba; la primera mezcló veneno a voluntad, la segunda engañada le proporcionó la copa de la locura en lugar de la del amor. Amigo, estas dos actuaron con propósitos contrarios; sin embargo, a ninguna de las dos engañó el fin propio de la mujer, esto es, el mal.473 Las

472 Aulo Gelio I, 8. Hinton (1923: 455-456) ofrece otras referencias. La historia aparece también en Juan de Salisbury (Policrático VI, 23) (Webb, vol. II, p. 65) y en Ralph de Diceto y Gerardo de Gales (Topografía de Gales II, 172-173). En Gerardo la respuesta de Demóstenes sigue el orden de palabras de Map. Hinton conjetura que Gerardo pudo haber oído narrarlo a Map más que saberlo a través del texto de Las Minucias. W. Stubbs (ed.) (2012), The Historical Works of Master Ralph de Diceto, Dean of London (Cambridge: C.U.P.), vol. I, p. 46. 473 Un nuevo ejemplo de comparación entre Map y los satíricos clásicos latinos (ver supra pp. 136-137). Los ejemplos de mujeres despiadadas se repiten: Map refiere el de Livia, esposa de Druso, hijo de Tiberio, y el de Lucilia, personaje desconocido; Juvenal el de Poncia: “¡Ojalá estuviéramos fingiendo! Pero he aquí que 391 mujeres avanzan por muy diversas sendas y, sean cuales fuere los rodeos que sigan o por cuantos caminos inaccesibles se dirijan, su salida es única, única la meta de todos sus caminos: la malicia. Toma como experiencia el ejemplo de estas dos, que toda mujer es audaz ante todo lo que pueda amar u odiar e ingeniosa para hacer daño cuando quiere, que es siempre; y a menudo, cuando está preparada para ayudar, desaparece, de ahí que suceda que hace daño incluso sin querer. Te has situado en un horno; si eres oro, saldrás más puro. Deyanira vistió al héroe de Tirinto y vengó el martillo de los monstruos con la sangre de uno de ellos, y se convirtió en lágrimas lo que ella había maquinado para su felicidad.474 Amigo, la hija de Testio supo y vio que Neso fue atravesado con la flecha de Hércules; no obstante, Neso creyó en Hércules y casi por voluntad propia se vistió para morir en vez de aquel que debió vestirse con la prenda envenenada. La mujer, desequilibrada siempre en su

exclama Poncia: `Lo hice, lo confieso, preparé acónito para mis propios hijos; se ha descubierto y lo sabe todo el mundo. Yo misma realicé el hecho´. - `¿Pero tú, cruelísima víbora, mataste a los dos en una cena? ¿Tú a los dos?´ - `Y lo hubiera hecho a siete, si hubieran sido siete´. Creamos a los trágicos cuanto nos refieren de la siniestra hija de Colquis, o de Procne. Nada tengo que oponer. Y aquéllas se atrevían a cometer esas monstruosidades en sus tiempos, pero no por el dinero. Suscitan menos la admiración las grandes monstruosidades cuando es la ira la que mueve a este sexo, y encendiendo de rabia el hígado, se lanzan a los abismos, como las rocas arrancadas de las crestas de los montes cuando las cordilleras se hunden y la ladera presenta una aguda pendiente” (VI, 638-650). Guillén Cabañero 511. 474 Ovidio, Metamorfosis IX, 99-151. Ruiz de Elvira, vol. II, 139- 141. Ella es hija de Testio. 392 voluntad, de mente insana y alma corrompida, piensa lo que desea, no lo que es conveniente; y, como desea satisfacerse antes que todos, antepone su placer a todo lo demás.475 Hércules lleva a cabo doce trabajos sobrehumanos; por el décimotercero, que excedía a todos los anteriores, se consumió. Así el más fuerte de los hombres, a la par lamentándose y sufrido por otros, sucumbió, aquel que había sostenido el arco del cielo sin quejarse sobre sus hombros. Finalmente, ¿alguna vez una mujer, de entre tantos millones, se ha afligido ante alguien que le ha implorado diligente y solícito con un permanente rechazo? ¿O constantemente negará las palabras de quien la solicita? Su respuesta siempre implica un favor y, por más dura que haya sido, siempre tendrá en

475 En este ejemplo de comparación (ver supra pp. 137-138), Map cree que la mujer sólo sabe satisfacer sus propios deseos y nunca lo que es conveniente, mientras que para Juvenal los perfumes ocultan el verdadero rostro de las mujeres: “La mujer se lo permite todo; para ella no hay nada torpe, cuando ha rodeado su cuello de verdes gemas, y cuando colgó los grandes pendientes de sus orejas tirantes. No hay cosa más intolerable que una mujer rica. Entre tanto aparece con aspecto sucio, y haciendo la risa por su cara embadurnada de pan y exhalando el olor de los perfumes de Popea; y en todo caso se atascan los labios del desgraciado marido. Pero ante el adúltero se presenta con el cutis bien terso. ¿Cuándo quiere parecer hermosa en su casa? Los perfumes de nardo se guardan para los amantes; para recibirlos a ellos se compra todo lo más precioso que envían los gráciles indios. Finalmente descubre su rostro y quita las primeras capas, empieza a conocerse, luego se baña en leche, para lo cual lleva consigo, como compañeras de viaje, una manada de burras, si se ve desterrada hacia el polo norte. ¿Pero esta cara, a la que se aplican tantos y tan variados emplastes y que recibe tantas cataplasmas de harina cocida y empapada, será un rostro y una úlcera?” (VI, 457-473). Guillén Cabañero 504. 393 alguna palabra de su parecer a alguien escondido como estímulo escondido de tu petición. Cualquiera lo niega, ninguno lo rechaza.476 El oro irrumpió en las defensas de las torres de Acrisio,477 y rompió el pudor de Danae, señalado por múltiples vallas. Amigo, así el incesto vino llovido del cielo hacia una virgen que había triunfado en la tierra; así a aquella a quien no había fallado un humilde venció un sublime; así al árbol a quien no podía mover el viento del oeste lo arrancó de raíz el del norte. Perictión, una virgen en las puertas de la vejez y con fama constante de ser casta, obligada por el espíritu de Apolo, concibió y dio a luz a Platón.478 Amigo, hé aquí que a quien intacta la habían mantenido las vigilias una ilusión la ajó por el sueño, como si siempre toda rosa pudiese ser espoliada en su color rojo por alguna perturbación. Así que fue bueno (si es que existe algo así) que Platón cuidase de su padre en la sabiduría y que a su vez heredase el numen y el nombre de su excelso padre. Amigo, ¿te sorprendes o te indignas más ante las parábolas que he mostrado, que los paganos deban ser imitados por ti, los idólatras por un cristiano, los lobos por un asno, los malos por uno bueno? Quisiera que tuvieses argumentos semejantes a la abeja, que escoge la miel de la ortiga, que obtuvieses la miel de la piedra

476 Marcial, Epigramas IV, 81, 5. Ramírez de Verger, 2001, vol. I, p. 210. 477 Acrisio era el padre de Danae, a la cual encerró en una torre, a la cual acudió Júpiter con la apariencia de una lluvia dorada. Horacio, Odas III, 16, 1-8. Cristóbal 142. 478 San Jerónimo, Contra Joviniano I, 42. Migne, 1883, vol. XXIII, cols. 285-286. 394 y el aceite de una durísima piedra.479 He conocido las supersticiones de los gentiles; pero toda criatura de Dios posee algún ejemplo honesto a imitar, de ahí que se diga que el mismo Dios es a veces un león, a veces un gusano, a veces un carnero. Los incrédulos llevan a cabo una gran parte de cosas perversas, aun asi algunas realizan que, aunque en ellos mismos nada signifiquen, en nosotros fructifican abundantemente. Pues, si ellos tuvieran ceñidores de la piel, existiendo sin esperanza, sin fe, sin caridad, sin un predicador, si nosotros fuésemos asnos, o puercos o cualquier otro ser embrutecido y sin humanidad, ¿qué mérito adecuado relacionado con la fe, la caridad, la esperanza se nos descubriría cuando viésemos a los profetas, a los apóstoles y sobre todo a Aquel que es el corazón del mundo a quien sólo se le puede contemplar con los ojos del sol?480 O si aquellos se afligieran con múltiples intentos de mejorar su aprendizaje, sin percibir una futura felicidad, salvo que sus almas se mantuvieran ignorantes, ¿qué castigo recibiremos por despreciar la Sagrada Escritura, cuyo fin es la verdad e iluminar nuestros pies y ser la luz en las sendas hacia la luz eterna?481 Ojalá elijas esta, ojalá leas esta, ojalá la lleves a tu aposento, para que el Rey te lleve al suyo.482 Te entregaste a esta prometida con las flores de la primavera; ahora siendo tuyo esperas que te traiga uvas; por la injuria de esta no te

479 Deuteronomio XXXII, 13. Nácar & Colunga 259-260. Ogle 199-200. 480 Clemente I, Reconocimientos II, 22. J. P. Migne (ed.) (1857), Patrologia Graeca (París), vol. I, col. 1260. 481 Salmos CXIX, 105. Nácar & Colunga 757. 482 Cantar de los cantares I, 3-4; Nácar & Colunga 807. Ogle 209-210. 395 cases con otra, que no recojas en época de vendimia uvas silvestres.483 No quisiera que te convirtieses en el esposo de Venus, sino en el de Palas. Ella te adornará con bellas gargantillas, te vestirá con ropajes nupciales. Estos esponsales harán glorificar a Apolo como novio; el desposado Estilbón enseñará estos cantos nupciales a los cedros del Líbano.484 De esta tan deseada solemnidad he concebido una esperanza, pero se basa en el temor. El motivo de toda esta lección se ha hecho realidad; el fin de todo este discurso, aunque lento, se aproxima y el rigor de toda esta disuasión se mantiene vivo, cuyas poderosas agudezas las sientes como muchos célibes.

IV. CONCLUSIÓN DE LA CARTA ANTERIOR

Dura es la mano del cirujano, pero sanadora. Duro es también este discurso, pero sano, y ojalá te sea tan útil como beneficioso. Según dices, te inflijo una severa norma para vivir: sea. Severo es el camino que te conduce a la vida,485 ni es llana la senda que lleva a los gozos buenos; casi siempre evadimos las mediocridades a través de dificultades. A Jasón se le dijo que para alcanzar el vellocino de oro debía cruzar un mar hasta entonces virgen, sin medios ni remos, y enfrentándose a los toros sulfureos y a la vigilancia de la serpiente venenosa; valiéndose del consejo de que sería razonable, aunque no placentero, partió, volvió y regresó con el valioso objeto. Así la humildad de una

483 Isaías V, 12. Nácar & Colunga 893. 484 Cantar de los Cantares V, 15. Nácar & Colunga 811. 485 Evangelio de San Mateo VII, 14. Nácar & Colunga 1161. 396 mente exigente aceptó el ajenjo de la verdad, su diligente quehacer fue fecundo, la utilidad de su perseverancia produjo sus frutos.486 Así el viento del sur, el copero de la lluvia, asegura la simiente, el viento del norte, escoba de las calles, la consolida; el oeste, creador de las flores, promueve su floración. Así los duros principios se fortalecen con un fin dulce; así una estrecha vereda conduce a amplios palacios; las angostas sendas a la tierra de la vida. Pero, de cara a que el testimonio de los antiguos dé fe a mis palabras, inicia la lectura del Aureolus de Teofrasto y la Medea de Nasón,487 y descubrirás que pocas cosas hay imposibles para una mujer.

V. FIN DE LA CARTA ANTERIOR

Amigo, que Dios Todopoderoso haga que no te veas engañado por las falacias de las mujeres y que ilumine tu corazón, que no te inclines ante sus ojos impostores, algo que yo temo. Pero, para que no parezca que he escrito un Orestes,488 me despido.

486 Horacio, Epístolas I, 7, 8. Silvestre 391. 487 Atendiendo a las palabras de los editores (312), el consejo que ofrece Map no está bien argumentado. La Medea de Ovidio es un texto perdido tiempo antes de la época de Map, y en todo caso éste pudo haberlo conocido a través de Quintiliano (X, 1, 98); por su parte, no existe la obra de Teofrasto. Se sugiere que Map pudo haber hecho una lectura errónea de un pasaje del Contra Joviniano de San Jerónimo (I, 47), donde él habla del “aureolus Theophrasti liber” (“brillante libro de Teofrasto”). Webb 123. Migne, vol. XXIII, col. 289. 488 Es más que probable que Map no conociese de primera mano el Orestes de Eurípides o la Orestíada de Esquilo. Puede que Map tenga en mente a Juvenal (Sátiras II, 6), que refiere una tragedia contemporánea sobre Orestes que resulta demasiado 397

Sé a ciencia cierta que este tratado ha complacido a muchos, es denostado con inquina, se intenta copiar, se lee con enorme placer. Algunos niegan, sin embargo, que sea mío, sino de alguien vulgar. Envidian la carta sin duda, la menosprecian violentamente por su ornato y por su autor. Sólo he cometido una falta, que estoy vivo. Pero esto es lo único para lo que no pretendo una corrección: por mi muerte. He cambiado en el título nuestros nombres por el de otros muertos, pues sabía que esto sería grato. En caso contrario, hubiesen envilecido la carta, como a mí. Así pues, deseando proteger este pequeño y temerario tratado para que no sea lanzado al cieno desde un sayo,489 lo mantendré sujeto a mi lado. Sé lo que sucederá cuando yo no esté. Cuando me haya podrido, entonces el libro alcanzará su zénit, y mi muerte suplirá cualquier defecto descubierto en él, y en la más remota posteridad la antigüedad me convertirá en una autoridad, porque entonces como ahora el cobre viejo se preferirá al oro nuevo. Será una época de simios, como ahora, no de hombres, porque se burlarán de las cosas actuales, no tendrán paciencia con los buenos autores. Todos los siglos desprecian su modernidad y todas las edades desde la primera han preferido para sí la anterior; de ahí que, puesto que no han podido leer mi carta, han rechazado mi época. No me siento dolido, pues me lo merezco. Sólo de ello me enorgullezco, que he sido protegido por la envidia; nada puede encontrar en mí que sea digno de largo de copiar para el escriba. Map está diciendo que, aun cuando su gran sea juzgada sobre manera durante mucho tiempo, prefiere darla por finalizada en este momento. 489 Marcial, Epigramas I, 3, 8 (dirigiéndose a su libro): “Llegarás manteado hasta las estrellas”. Ramírez de Verger, vol. I, p. 22. 398 morderse. Ningún perro roe un hueso seco, ninguna sanguijuela se agarra a una vena vacía.490 Mi estilo soso y sin sangre se librará sólo por mi ineptitud. Si me conmoviese, estaría más sorprendido que el ahora obispo de Londres Gilbert Foliot, caballero de costumbres y tesoro de sabiduría, rico y preclaro, lúcido y con un estilo muy pulcro, que se le llamaba extravagante por haber escrito muchos libros, aunque nada más adecuado se pudiese encontrar salvo su obra; por eso, digo que estaría más sorprendido si no hubiese leído las palabras de aquel maravilloso cocinero que decía

Se leía a Ennio mientras te vivía, Roma, Marón.

Después, condoliéndose con Homero, decía:

Y su propia época se rio del Meónida.491

¿Quién es más grande en sus obras que Homero? ¿Quién es más feliz que Marón? ¿Quién, dirigiéndose a los que más lo injuriaron, no carga con sus debilidades pacientemente? ¿Quién se ofende ante la malicia de su época, aun cuando había ocurrido lo mismo en todas las edades? Así pues, escribe sobre ello, Gilbert; pierde cuidado, que puedas dar luz a las oscuridades de la ley de Dios y desenmarañar las intrigas con tu dulce elocuencia; que con suave serenidad abras las más duras asperezas allanando el tortuoso camino y ensanchando los caminos

490 Horacio, Arte poética 476. Silvestre 581. 491 Marcial, Epigramas V, 10, 7-8. Ramírez de Verger 220. 399 sinuosos.492 Ya la senectud y el uso de los libros te conducen a la ceguera y convierten a tu vejez en un circunloquio como al cegado Meónida. Ya no con los ojos de tu cuerpo,493 sino con los que los ángeles contemplan al Señor, que puedas ver y contemplarlo a Él y sus obras, para que te conduzca por estas tinieblas a Su admirable luz,494 que vive con Dios Padre y el Espíritu Santo y reina Dios por los siglos de los siglos. Amen. Ya los envidiosos empiezan a paralizarse; algunos recuerdan lo que escribió, se recobran y se arrepienten, aun siendo dignos de las penas de Empédocles o de la penitencia de Eudo. Quién fue Empédocles o de la pena por la que desapareció ya se habla extensamente en ciertos autores; pero, si es del gusto del lector, oigamos la historia de Eudo.

VI. SOBRE EL JOVEN EUDO QUE FUE ENGAÑADO POR EL DEMONIO

Cierto caballero, de entre aquellos que en Francia eran conocidos como “dominicos” y en Inglaterra como barones,495 dejó a su único hijo Eudo como

492 Isaías XL, 2. Nácar & Colunga 921. 493 Según los editores (314), ya en el año 1181 Gilbert Foliot era ya anciano, y de hecho murió en 1187. Él mismo informa en su comentario al Pater Noster que se estaba quedando ciego (Morey & Brooke 1967, n 271, pp. 334-335). Del libro que aquí se menciona, de haber sido concluido, no se tienen noticia de su existencia. Sus otras obras conocidas pertenecen a un período anterior de su vida (Morey & Brooke 1965: 70). 494 Epístolas de San Pedro I, 2, 9. Nácar & Colunga 1446. 495 Map parece estar aludiendo a una antigua mofa según la cual los barones ingleses eran unos arribistas, y por tanto a este caballero se le llamaría barón en Inglaterra, pero dentro de una 400 heredero de grandes riquezas en castillos, villas y copiosas rentas; un joven alto y bello, pero indolente y necio, además de derrochador de un gran patrimonio. Así pues, como un estúpido y su riqueza no envejecen, Eudo se convirtió en la mofa de sus vecinos y su herencia se convirtió para ellos en motivo de presa. Por ello, una tras otra de sus posesiones fue tomada y saqueada; él, fatuo, fue expulsado y, alejado de su propia región, desertando por pudor, desterrado vagó por tierras extrañas. Tras un largo período de mendicidad le sucedió que cierto día fuera de la ciudad en la que había estado mendigando estaba descansando con trozos de pan que había recogido bajo la sombra de un bosque cercano, y observaba con su horrible delgadez la pobre y exigua comida que había conseguido, pero, al recordar cómo había degenerado y cuán incompatible resultaba su pobreza en relación a su linaje, prorrumpió en lágrimas y lamentos, arrojó las migas y los mendrugos y, viendo de nuevo sus vestiduras, se asqueó de sus andrajos, palideció ante su miseria; el hecho de que él fuese conocido por todos como alguien vil le hacía sentirse envilecido y despreciable y, que si él pudiese huir de sí mismo, no esperaría un instante; en la incertidumbre se sienta y vacila y su alma agitada le aparta de sí mismo por la propia incertidumbre; hé aquí que entonces un hombre se detuvo junto a él, un hombre de admirable estatura, de enorme fealdad y rostro terrible, y aun así le invitó a confiar en él con su discurso tranquilo y sosegado; adivinó para él las categoría muy inferior de caballeros – propietario de una casa solariega en Francia. La posterior mención a “castella” puede referir a “castillos” o “ciudades”, aunque en otros lugares la denominación no está clara (I, 24; IV, 6; V, 6). 401 angustias de su mente, le prometió alivio y sus riquezas perdidas y que obtendría otras más elevadas según sus deseos, con tal de que se sometiera a su dominio y se dejase aconsejar. Eudo sospechó, se quedó paralizado y horrorizado ante la visión de este nuevo portento. La palabra “dominio” le creó la sospecha de que fuese un demonio, sin embargo le dijo: “¿Y tú quién eres? ¿Acaso fuiste tú quien con tus mentiras persuadió a Eva de nuestro exilio gracias a tus consejos, quien armaste a Caín contra Abel, el que convirtió a Cam en pantomima de su padre, el que convirtió al Faraón en un tirano contra el pueblo de Israel, el que enfrentó al pueblo de Israel contra Moisés, el que provocó la envidia de Darán contra Arón, que Aquitofel cometiese perjurio contra David, que Absalón albergase en su mente el parricidio, el que hizo que Jesabel fuese abominable en el acto? ¿Y quién ignora el fin último de estos hechos? ¿Quién no conoce las consecuencias de tus consejos y las terribles recompensas de tus promesas? ¿Quién no conoce el tributo tan dañino de todos los que trabajan para ti? Sabemos que tus redes ocupan todas las sendas y que tu cebo siempre se halla en los anzuelos. Tus lisonjas llegaron en este anzuelo y ¡ea! como si lo hubiera deglutido, soy tu presa”. Así habló y resonó lo que dijo, y se quedó atónito ante tanto horror. Y no sorprende; pues dicen que si los ladrones o las ciervas se reúnen de noche se horrorizan. De la cierva desconozco el motivo, pero los ladrones no causan el desasosiego, sino los demonios que los acompañan. Asi es que “el hombre se horrorizó por estar próximo a Satán”, hablando con él en una visión real. Así el desdichado reflexionó durante largo tiempo: “Si hago lo que me ordena, 402 moriré y mi morada será el infierno; si no, no podré escapar de sus manos”.496 Entonces el otro, que desde el comienzo había recogido toda su astucia en todos los extremos, presagiando lo que sucedería en caso de duda, incidió del siguiente modo: “No permitas que el temor al infierno te turbe, pues aún tienes una larga vida por delante y resta mucho tiempo para tu penitencia. Es más: antes de tu muerte te fortaleceré con tres signos evidentes,497 en el momento adecuado, en diversas ocasiones, para que puedas tener acceso a la penitencia entre cada una de ellas. Pero no me crees; dirás: “En caso de deglutir tu lisonja, seré su presa”. Este odio y un perpetuo dolor de nuestra raza nos infligió el Señor por la caída de Lucifer, de ahí que se tenga que hacer distinciones a dañinos e inocentes de igual forma. En los primeros momentos de soberbia que nuestra familia, ingrata ante Dios, contrajo ante la consecución de su nueva belleza, muchos, acompañándolo como un coro, siguieron a aquel príncipe hasta el aquilón;498 unos fueron artífices del cisma, otros coadyuvantes, otros sedujeron a terceros,

496 Job XVII, 13; Daniel XIII, 22. Nácar & Colunga 665; 1087. 497 Hinton (1923: 456) defiende que una historia similar a la promesa del Diablo de tres advertencias antes de la muerte se puede encontrar en Wright (1842: 35-36), procedente a su vez de la obra titulada Speculum Laicorum (British Museum Ms. Addit. 11284). T. Wright (ed.) (1842), A Selection of Latin Stories, from Manuscripts of the Thirteenth and Founteenth Centuries: A Contribution to the History of Fiction During the Middle Ages (Londres: The Percy Society), nº XXXIII, pp. 35-36; H. L. D. Ward & J. A. Herbert (eds.) (1910), Catalogue of Romances in the Department of Manuscripts in the British Museum (Londres: Longmans), vol. III, 160, p. 385. 498 Isaías XIV, 12-13. Nácar & Colunga 901. 403 otros conspiraron, otros dudaban qué hacer, todos se mostraron soberbios ante Dios o negligentes ante su sabiduría. Así que fueron aniquilados por la mano vengadora; la balanza se inclinó con tal violencia, se manifestó de manera tan justa que a la gracia no le faltó ignorancia ni a la venganza iniquidad. Así pues, sucede que los que más son atormentados por su merecida barbarie más tratan de herir por su innata malicia. De estos personajes hay cuya inhumanidad se desea y son capaces de procurar arduas polémicas que desearías evitar. Los hay también que con razón son temidos, en cuyas manos se han entregado los réprobos, a los que una crueldad incomparable los ha dañado. A estos se les enseña a engrandecer con recursos a aquellos que se les han entregado, a inducirlos con éxito, a mantenerlos seguros con defensa, cautos en previsión. Estas acciones las realizan por aquellos que les son útiles y de cuyo daño se protegen aunque quisieran. Estos lisonjan para destruir, encumbran para derribar; estos con razón son considerados detestables en el universo; más ¡ay! a nosotros se nos acusa por su infamia. Pues lejos de nosotros está la rapiña de los bienes, las destrucciones de las ciudades, la sed de sangre y el hambre de las almas, y el deseo de hacer más daño del que podemos. Sería suficiente para nosotros cumplir nuestro cometido por completo sin la muerte. Confieso que somos aptos para cosas absurdas y para los engaños, tramamos la fama, fingimos alucinaciones, creamos apariciones, para que ante la vil realidad aparezca una imagen vana y ridícula. Todo cuanto hacemos tiene como fin la risa, nada las lágrimas. Soy un exiliado del cielo, que sin cooperar o consentir el crimen del errante Lucifer fui conducido con los complices de sus 404 fatuos delitos. Y, aunque el Señor indignado expulsó a los indignos del cielo, sin embargo por su misericordia permitió que se nos castigara según el grado del delito bien en la inmensidad del desierto, bien en los lugares en los que morásemos. Los antiguos nos llamaban semidioses o semidiosas, otorgándonos nombres según fuese nuestro sexo, según la forma de nuestro cuerpo o nuestra apariencia. Por los lugares donde habitábamos o por los oficios que nos permitían ejercer nos llamaban Hombres de las Colinas, Habitantes de las Selvas, Dríadas, Oréades, Faunos, Sátiros, Náyades, y nuestros gobernantes – por imposición de aquellos – eran Ceres, Baco, Pan, Príapo y Pales.499 Sin embargo, todo lo que vimos desde un principio lo notamos,500 porque, una vez que Dios nos concedió la experiencia de las cosas

499 Ovidio, Metamorfosis I, 192-195: “Tengo yo semidioses, tengo divinidades campestres, Ninfas, Faunos, Sátiros y Silvanos que habitan los montes; puesto que a ellos todavía no les he concedido el honor de residir en el cielo, permitámosles al menos habitar la tierra que sí les di”. Ruiz de Elvira, 1992, vol. I, p. 14; Lucano, Farsalia III, 402-403: “Este bosque no lo ocupan los Panes, habitantes de los campos, ni los Silvanos, señores de los bosques, ni las Ninfas, sino los santuarios de unos dioses de bárbaros ritos”. Holgado Redondo 97. Según los editores (320), las referencias de Map en este pasaje no son claras: Monticole parece referir a los Silvanos, como menciona Ovidio en el pasaje citado (“hombres de madera de las colinas”). La lista de gobernantes no coincide con la lista de Ninfas, Sátiros, Náyades, etc.; Pales, como Pan, es un dios pastor, mientras que las Náyades eran ninfas del agua; Faunos y Sátiros, en la mitología romana, eran asistentes de Baco; las estatuas del dios de la fertilidad Príapo solía ser erigido en jardines y viñas por los romanos y en 1 Reyes XV, 13 (cfr.: Nácar & Colunga 413) se le identifica con una divinidad semítica. 500 Epístola I de San Juan I, 1. Nácar & Colunga 1453. 405 conocidas, nos enseñó la astucia y a conjeturar sobre el futuro a partir de las cosas pasadas; también nosotros como espíritus sabemos valorar las cosas presentes, donde quiera que moremos o cualquier parte de la tierra donde nos dirijamos, e independientemente de quien se someta a nosotros o de lo que recibamos nos preocupamos de mostrarlo ostensiblemente, de modo que la situación de todos los hombres sea manifiesta y puedan, si así lo desean, atacar súbitamente a los incautos, sorprender a una multitud con unas pocas fuerzas y regir todas las provincias según su voluntad; y no se nos permite estar con ellos si cometen actos profanos. Podemos manifestarles sus oportunidades; ellos, según sean, pueden librarse o perder. Pero tú nos temes por las palabras de los libros, aun cuando no seamos de aquellos de quienes se enseña a mantenerse precavidos. Por el contrario, bajo mi consejo y de mis hermanos tu condición se mantendrá a salvo de los cazadores de almas y te anunciaremos con antelación tu día fatal para que, por cuanto ellos lo desean, no duermas profundamente en tu muerte.501 Preveremos por ti tu último día por tu salud, que puedas anticipar dicho día con la penitencia debida. Y no te engañaremos, pues hemos adquirido experiencia en todo este tipo de cuestiones, pericia en la física tanto en las zonas celestiales como en las terrenales, el conocimiento – a saber – de las estrellas, las especias, las piedras y los árboles, y las causas de todo; de ahí que, igual que tú sabes que el sol desciende desde mediodía, conoces que se inclina al oeste y te das cuenta de la hora de su ocaso, nosotros no podemos

501 Salmos XIII, 4. Nácar & Colunga 697. 406 errar en el fin de un cuerpo abatido o dispuesto para la ruina. Por ello, por nuestra ciencia y conocimiento somos buenos consejeros y un gran auxilio, cuando el Señor lo permite. ¿Qué es lo que te demora o te hace dudar? Para que sepas que no actuamos de manera criminal o cruel, escucha, si te place, una historia de venganza, en la que mi hermano Morfeo reprende a un monje, que deberíamos llamar cruel.502 “El monje era pintor y sacristán de su monasterio. En todas las ocasiones en que el monje era aturdido por fantasmas nocturnos, con los cuales él sabía que Morfeo se hacía presente, soportaba todo tipo de ultrajes contra él y, en todas las oportunidades que se le ofrecían, lo retrataba en paredes, calderos y ventanas de vidrio completamente desfigurado y con gran precisión. Morfeo le exhortaba y le suplicaba que no le afease su figura y no ser blanco de tanta mofa popular y a la vez le convidaba a desistir de su actitud bajo amenaza de perder la confianza de sus semejantes. Sin embargo, el monje, despreciando las amenazas, los ruegos y los sueños, no desistió. Así pues, Morfeo en apariciones nocturnas persuadió a los vecinos nobles de aquel para que le enviaran regalos: vino, alimentos, plata, oro, anillos, pieles de ciervo –

502 Según los editores (322), la historia que se cuenta a continuación parece estar basada en los antiguos “Milagros de la Virgen”: el monje-pintor que ofendió al diablo ofreciéndole una figura repulsiva y el sacristán que huyó. A. Mussafia (1886), “Studien zu den Mittelalterlichen Marienlegenden”, Sitzungsberichte der kaiserliche Akademie der Wissenschaften in Wien. Philosophisch-historische Classe 113: 917-994; R. W. Southern (1958), “The English origins of the `The Miracles of the Virgin´”, Medieval and Renaissance Studies 3: 176-216. En Gerardo de Gales (Topografía de Gales) aparece una historia similar a la segunda (VI, 59). 407 arrancadas de los regazos de sus esposas – para un hombre, según decían, ocupado en el servicio a Dios, tan ocupado a veces que no podía banquetear con sus hermanos, que se ocupaba del ornato del altar, de sus prendas de vestir y de sus libros, que siempre rezaba por los fieles, como diciendo: `que a un hombre de tanta religiosidad le falten vituallas o que un hombre con tantas habilidades escasez a la hora de gestionar tantos utensilios para el trabajo en el que se halla´. Así que, en poco tiempo el monje se llenó de grasa, engordó y dilatado se recalcitró503 e, ignorando hacia dónde le conducían tales delicias, pasó del vino al amor y se enamoró de una bellísima viuda vecina suya; como él sabía que era un ignorante en el amor, tanto por carecer de gracia como por la fealdad de su rostro, se propuso afianzar sus designios con regalos. Se dice que estos dardos penetran una égida, incluso después de todos los triunfos de Minerva, aun cuando una belleza sea repelida, los fuegos del rostro se extingan y se contenga la fascinación de las palabras. Los primeros regalos se mostraron duros y rebeldes, pero la convencieron por su constante presencia. Pero, aunque convergían sus deseos, no había un lugar conveniente para ellos. La frecuencia de hombres y mujeres en casa de ella lo impedía, en su caso su reverencia al monasterio. Uno y otro deseaban el abrazo del amor y ambos temían la infamia. Buscando su satisfacción ocurrió que finalmente, juntando los tesoros de la iglesia y las opulentas riquezas de la viuda, huirían de miradas indiscretas y del tumulto de la gente; que hablasen contra ellos estando ausentes; que a todos se les permita hacer lo que quieran;

503 Deuteronomio XXXII, 15. Nácar & Colunga 260. 408 mientras estuvieran escondidos y juntos, no se sentirían avegonzados en el silencio del lugar elegido. Huyeron de noche, como habían planeado. “Los monjes se despertaron como de costumbre a la hora del servicio; se quejaban de que pasaba la hora del toque de campana; buscaron la causa; se percataron de que el altar estaba carente de sus objetos sagrados; buscaron más en profundidad y, al no encontrar los tesoros, se preguntaron dónde estaría el sacristán; lo siguieron y lo alcanzaron. A ella la dejaron ir, pues nada tenía que ver con ellos, pero a aquel pobre diablo lo llenaron de cadenas de hierro y lo arrojaron solo al calabozo más profundo, castigando su vino con agua, su comida con hambre, sus borracheras con un reducido sustento, pagando sus zalamerías con desnudez, la suavidad de los lechos con la rugosidad de la arena, sus excesos con una sobriedad forzada, los placeres de los lechos con el tormento de la prisión, la luz con la oscuridad, la alegría con la profunda tristeza. Después de un largo período de aflicción Morfeo se presentó ante él ufanamente: “Este”, dijo “es un pago digno por tu retrato; me pintaste y me dediqué con empeño en la retribución; que supieras y sintieras cómo se lleva a término mi astucia, no con virtud, sino con el permiso de Dios; aunque, si quisiera, sería más duro contigo, porque has tomado los miembros de Cristo y los has convertido en los miembros de una meretriz.504 De ningún modo puedes defenderte contra mis ataques, y ni siquiera se te permite levantar tus manos entre las cadenas para realizar el signo de la cruz. Pero en

504 Epístola I de San Pablo a los Corintios VI, 15. Nácar & Colunga 1365. 409 verdad ahora, puesto que he vencido y tú estás derrotado y encadenado de manera vil, siento compasión por ti y te liberaré de inmediato de estas cadenas, destruiré todo vestigio de tus crímenes, como si no hubieses sido aquel que cometió esas ignominias; y restituiré tu antiguo buen nombre, siempre y cuando jures que no me volverás a deformar en mi figura en ningún otro retrato en lo sucesivo”. El monje tomó juramento. Morfeo, reuniendo hierbas y con la fuerza de un hechizo, lo liberó y, transformándose en alguien similar al monje, se ciñó las mismas cadenas. El monje, instruido por el mismo Morfeo en aquello que tenía que hacer, acudió a su lecho, se tumbó, oró, se lamentó, tosió para ser oído y, cuando la hora regular llegó, tocó la campana; los monjes fueron convocados y acudieron. Aquel que había sido colocado en el lugar de nuestro monje tras su fuga fue el primero en advertir que había regresado de su prisión; este informó al abad y a sus hermanos. Admirados, acudieron corriendo y preguntaron quién lo había liberado y aquel preguntó: “¿De qué cadenas?”. El abad mayor le acusó de la fuga, de haber raptado a la viuda y del robo del tesoro, las cadenas y la cárcel. Este negó tajantemente todas las acusaciones: no había visto a la viuda ni había sentido las cadenas; elevó su mano y, haciendo la señal de la cruz ante él, dijo que estos hechos los había hecho volverse locos. Así pues fue llevado violentamente a la cárcel, para ser de nuevo encadenado. Allí encontraron atado a cadenas similares a mi hermano, inclinando su boca, su nariz y sus ojos, y haciéndoles el gesto de las cigüeñas en múltiples ocasiones.505 Los

505 Persio, Sátiras I, 58. Guillén Cabañero 334. 410 monjes se miraron los unos a los otros, quedaron estupefactos ante la semejanza entre el que se hallaba libre y encadenado, y sorprendidos al ver al uno reflejado en el otro, salvo que un monje lloraba y el otro reía y se burlaba de ellos; y para que el monje no pudiese ser desacreditado, tras soltar sus cadenas se lanzó al aire volando y dejando tras de si un enorme agujero en el techo. El abad y el convento entero se quedaron mudos y, postrados a los pies del hermano que lloraba y se quejaba airado pidieron perdón por su error; entonces dijeron que habían sido engañados por un fantasma. De hecho, se preocuparon de consolar a la viuda y desde ese momento apartaron toda sospecha de ella y tuvieron a bien en restituir con toda reverencia su fama. “Debes saber que esto fue lo que Morfeo hizo y que yo soy su hermano, y nos atraen habitualmente tales chanzas; no llevamos a los hombres al infierno ni a tormento parecido, ni hacemos que cometan pecado alguno, salvo que sea venial. Entre los vivos practicamos alegres trucos o incisivos juegos. Nada tenemos que ver con los muertos o con la destrucción de las almas. Créeme solo en esto, que unidas tus manos entre las mías te conviertas en mi fiel amigo y dominarás a todos tus enemigos”.506 Seducido por estas historias y otras semejantes, Eudo, por su propia voluntad, se avino al pacto, según el cual se juró y se prometió firmemente que su muerte se le anunciaría de antemano, al aproximarse, con tres signos. Los dos salieron a la vez y por cualesquiera lugares que atravesaban recogían adhesiones de bandidos fuera de la ley a su causa. De

506 Salmos IX, 5. Nácar & Colunga 696. 411 día dormían; de noche la amiga de los crímenes, mecenas de los hurtos, vagaba furtivamente por caminos intransitables, y no se introducía por caminos a tientas. Pues quien domina el grupo lleva por nombre Olga, para quien no existe senda desconocida, y a quien, después de que sucediese que se había delinquido en la región de Beauvais, ellos lo consideraban su consejero, su explorador, su estímulo, quien los instigaba a cometer delitos y de toda iniquidad que suelen ejercer partidas para así cometerlas, como de hecho ante un jefe tal cometían. Quien lideró el engaño falló al unir a muchos grupos con sus sirvientes. Los hijos conjuraban contra los padres, los jóvenes contra los ancianos, los amigos contra los amigos, y la maldad arremetía contra la inocencia con total libertad y de plano. La región cayó en sus manos como una presa por completo. Eran temidos sobremanera, pues su ferocidad no contemplaba límites. Olga, maestro de Eudo y su señor (pues el maestro había confesado que tal era su nombre) los informaba de las circunstancias de todo el mundo; y, aun teniendo inclinación y siendo fuente de mentiras, era fiel con sus seguidores sobre esas verdades que pueden ser más dañinas que una mentira. De ahí que todos sabían preparar emboscadas y caer de improviso sobre cualquiera. Ante cualquier partida contra la que se precipitasen regresaban cargados de vituallas como hormigas. Así ante el rostro de los arrebatados vaciaban castillos y villas, que eran ocupados por los malhechores. Por aquel entonces Eudo ya tenía sus propiedades e invadía por la fuerza otras ajenas; quien se había manifestado indolente e incapaz se convirtió en alguien astuto y audaz en cada frecuente escaramuza y 412 ante toda nueva situación esperaba resultados parecidos a los ya acaecidos. Y, aunque estuviese saciado por las victorias, ninguna le complacía sino iba acompañada de la destrucción total. Sobre todo lo que más le deleitaba era el espolio de los clérigos y la rapiña del patrimonio de Cristo. Fue severamente denunciado por el obispo de Beauvais, arzobispo y sumo pontífice, y por la maledicencia general de la gente. Pero colocaron un estorbo en lugar de un ciego y maldijeron al sordo, pues él pasó junto a ello disimuladamente y con desdén, aun teniendo ojos y no viendo, teniendo oídos y no oyendo.507 Así que el siervo inicuo complació al impío señor, a quien provió de sangre, enriqueció con cadáveres, regocijó con una intensa crueldad, agradó con una rabia incontenible y para saciar el ansia de sus crímenes llenó sus posesiones con cómplices de los mismos. Puso a los peores hombres al frente de los malos, les concedió fuerzas y les aumentó el poder a aquellos que atacaban a los inocentes con mayor maldad y puso al frente de todos a aquellos que desconocían la misericordia. No prescindía de ninguno de los suyos que quisiera prescindir de nada, no dejaba sin castigo ningún acto bueno, ni sin remuneración ninguna perversión;508 y, al no encontrar rival ni rebelde a su altura, como Capaneo, provocó la enemistad de los cielos.509

507 Levítico XIX, 14; Salmos CXV, 5-6. Nácar & Colunga 162; 752. 508 Inocencio III, De contemptu mundi III, 15. Migne, 1885, vol. CCXVII, col. 745. Bradley (397) sugiere que el pasaje de Map pudo ser compuesto con posterioridad a 1191, aunque también propone que el Papa Inocencio estaría citando a un autor anterior. 509 Capaneo, uno de los Siete contra Tebas, desafió a Júpiter y fue destruido por un trueno. Estacio, Tebaida X, 897 ss. 413

Profanaba cementerios, espoliaba iglesias, y no cesaba ante el temor de los vivos o por consideración ante los muertos; y es en verdad justo que aquel que no tenga miedo de Dios nada tema ante su caída, sino que su corazón se enorgullezca de precipitarse, que una larga iniquidad sea cercenada por el súbito golpe del hacha. Como un anatema es abatido y no tiene miedo por ello; es evitado por todos y no le horroriza este hecho; huye de la fama y busca la infamia. Hace caso omiso de todos los consejos de cualquiera, nadie le reprende, nadie le castiga, pero entre el desprecio y el silencio de sus amigos, como una piedra escarpada en su vértice se precipita irremisiblemente desde la cima, así él, libre, expedito y despreciado por todos, se dirige al Infierno a pasos agigantados y, como el mar ante los vientos, se encrespa y se engrandece ante las maledicencias y más violentamente amenaza ante la aflicción de todo el mundo; y, aunque acepte lo que él ha pedido y coja por la fuerza lo que se le ha negado, no puede saciarse con opulencia alguna ni su ambición se colma ante todas las bellezas de una tierra devastada. Estando así seguro Olga de su siervo y teniendo el alma de este constreñida con cadenas inquebrantables, acudió a su encuentro mientras vagaba solo en la espesura de un bosque. Se sentaron y charlaron y, mientras él recordaba recientes actos de iniquidad y le monstraba sus propios crímenes, Eudo era alabado y Olga reía y decía que él, su hermano y sus seguidores habían sido vencidos por grandes desastres y crueles artimañas. Finalmente Olga, suspirando enérgicamente y tras una larga meditación que lo

414 convirtió en un ángel de luz,510 dijo: “A donde quiera que se dirijan estas triquiñuelas, no te apartes del consejo de tu alma; me molesta que ejerzas una mayor iniquidad que lo que sea conveniente a mi destino y, aunque me ría, no conviene que te desprecien aquellos que traman trampas que conducen a tu perdición. Pues estas son las obras de Satán, Berith y Leviatán.511 Debes saber que los juicios del corazón del Señor se nos ocultan a nosotros e incluso a los ángeles del Señor; pero tales cosas que suceden por el destino, o bien designados de antemano según la ligazón de los elementos, que han sido dados a conocer por el nacimiento, ocaso y movimiento de las estrellas, que han sido preordenados según la física celeste o terrenal, lo que se mantiene gracias a una cierta cadena de acontecimientos, que se mantiene coherente de manera inmanente con un cierto grado de racionalidad, las cosas que están según el orden de la disposición divina y se mantienen por la condición de su creación, todas ellas las conocemos y contamos con la presciencia de ellas y de las cosas pasadas y presentes. Pero aquellas que Dios decretó alejar por misericordia por ser nocivas o por ira para ser aprovechadas legítimamente, estas son ocultadas a los hijos de la tierra y del cielo. Estas son las cosas que prejuzgan los astros, que imperan sobre los elementos y se ocultan en los tesoros del Altísimo. Sólo el espíritu del Señor pudo prever el dolor y el gozo a partir de las diferentes oraciones de Elías, el temor y el

510 Epístola II de San Pablo a los Corintios XI, 14. Nácar & Colunga 1384. 511 Sobre Leviatán: Job III, 8; XL, 20. Nácar & Colunga 655; 681. Berith, según los editores (332) procede de la obra La pasión de Bartolomé, en la que aparece como una deidad india. 415 robo de Nínive por la profecía de Jonás, las doce divisiones del Mar Rojo.512 Por tanto, mi queridísimo, tengo miedo por ti, que, en tanto provocas al Omnipotente, una repentina venganza sobre ti venga de antemano, y por mí, que no poseo el don de la providencia, que ello redunde en el oprobio y la infamia de los pactos. Por tanto – pues es lo único que te queda – procura absolución de tu anatema y, donde quiera que peques, pide perdón; no desconfíes, pues la brutalidad de ningún crimen puede superar o igualarse a la misericordia de Dios, con tal de que no desesperes”. Eudo se sorprendió y dijo: “Aquí te digo que no eres un demonio, sino un ángel del Señor, no sólo mi maestro, sino también mi padre”. Cada uno marchó por su lado; se apresuró Eudo a pedir al pontífice su absolución; se mantuvo en calma durante un tiempo y no se arrepintió por completo. De nuevo comenzó, una vez más se vio envuelto en una maldición y ganó su absolución, y así en muchas ocasiones. Finalmente el obispo, experto en estos engaños, se horrorizó y le acusó de ser aún peor con este comportamiento que en su constante obstinación y por su anterior y evidente locura. Así que clamaba al Señor con lágrimas, exorcizaba a la gente de que debían maldecirle e invocaba a la mano vengadora del cielo. El Señor despertó ante estos alaridos como quien no tiene sueño,513 y derribó a su enemigo de su caballo mientras cabalgaba, y visitó su soberbia rompiéndole su pierna. Y aquel, comprendiendo el

512 Según una tradición judía, que aparece en la Historia Escolástica de Pedro Comestor (Migne, 1865, vol. CXCVIII, cols. 1157-1158), el Mar Rojo fue dividido para permitir el paso de cada tribu de Israel. 513 Salmos LXXVIII, 65. Nácar & Colunga 733. 416 primer signo de Satán, obtuvo a duras penas que el obispo le oyese, confesó sus faltas y aún mantuvo en vigo la influencia de Olga; pero, cuando se restableció su salud, negó todo de manera despreciable y soberbia, y se ocupó de vengarse ante el mismo obispo, que no temió absolverle por las faltas cometidas y pedirle cuentas por los juramentos realizados. Así perjuró y, siendo aún peor que su otro yo, se reveló contra Cristo y contra su elección. Aún después recordó la advertencia y la brevedad de su vida, suplicó todavía con más fuerza, fue oído y perdonado. Pues en un tiempo temió que su muerte estuviera próxima, en otro tiempo, ante la contemplación de las advertencias que habían de llegar, se engañó a sí mismo por creer que sobreviviría a una vida breve, hasta que aquel a cuya custodia se entregó le privó de un ojo por medio de una flecha que un niño le había lanzado por casualidad. Así que, siendo aún más penitente por el temor a la segunda advertencia, aunque más por el momento dado, se dirigió raudo al obispo y, sintiendo pena por las heridas infligidas, se procuró la absolución por tanto perjuicio. Pero al momento, tras decrecer el dolor por las heridas, creció el deseo por la iniquidad, de ahí que el que se había tan a menudo deteriorado más que sí mismo se convirtió en la enfermedad de toda la iglesia y en la queja personificada del pueblo. Olga, a quien fue llevado, añadió la tercera plaga – que fue la última de Egipto514 – la muerte de su primogénito tan querido para él, de ahí que su vida se envileció en verdad después de lo sucedido. Vestido de luto, se tumbó en un lecho de cenizas y de cilicio,

514 Éxodo XI, 4-8. Nácar & Colunga 101. 417 tan sinceramente arrepentido, tan afligido en su pobre alma con tan pura contrición, que en un breve espacio de tiempo su piel se había fijado a los huesos y apenas su alma se sostenía en su cuerpo. Aunque tarde, la penitencia le parecía adecuada: presuroso se dirigía a todos aquellos a los que había humillado y, como era el más eficaz a la hora de persuadir, los ablandaba a todos a su misericordia tanto por su singular elocuencia como por su evidente miseria. Acompañado por todos ellos, se dirigió a Beauvais con un gran séquito. Encontró al obispo fuera de los muros junto a una inmensa pira, que los jueces de la ciudad habían avivado para quemar a una hechicera. El pontífice lo reconoció de lejos y se estremeció por completo ante la horripilante visión. Cerró su visceral misericordia hacia él y endureció su corazón para no curar al débil; se mantuvo firme para no volver a ser engañado y se volvió rígido por completo como el hierro. Aquel se acercó más solícito que de costumbre y mucho más humilde de lo esperado, no menos arrepentido por las lágrimas ocultas en sus ojos que por la pérdida del otro; se arrojó a los pies del obispo junto a la pira y, aun cuando sus lamentos verdaderos debieran haber servido en su beneficio, no prosperaron los ruegos de los príncipes ni los lamentos de la gente, ni conmovieron ni afectaron al obispo. En su memoria sólo permanecían las falacias ya urdidas. Eudo se mantiene erguido, vomitando todo el veneno que procede de lo más profundo de su ser, y no dejaba de revelar lo que siempre había mantenido guardado y los secretos más perversos de su señor y protector Olga. Se mantenía erguido allí a la vez buscando la absolución y que se le concediese una penitencia y 418 prometió seguirla, por muy difícil y dura que fuese. El obispo se negó a ello bajo juramento; aquel con lágrimas se reivindicó con gran contricción y alaridos. El obispo se negó una y otra vez y persistió en contradecir las palabras del otro. Eudo se mantuvo firme con tanta sinceridad en su corazón, con lágrimas tan sinceras, que finalmente obtuvo el perdón de todos sus enemigos, y por él acudieron e intercediaron por él, los lloros de aquellos ojos que él había obligado contra su voluntad de aquellos frecuentemente a derramar lágrimas por el Señor. Por fin, Eudo arrancó de sus enemigos su amistad, aplacó la tierra, abrió el cielo, se plegó a la justicia de Dios y consiguió ser perdonado por una confesión basada en la misericordia. El corazón del obispo se mantuvo lejos de él; Dios prestó atención, atemperó su ira y se humilló, ese hombre sólo parecía desdeñoso y orgulloso; y ante las impertinencias de los príncipes y de la plebe respondía que él estaba seguro de que Eudo no mantendría ni sus votos ni sus promesas y que no sería perdonado por el obstinado de los tiranos. Entonces aquel, que por toda su vida anterior había sido un miserable y ahora por primera vez era digno de consideración, se levantó de los pies del obispo inmisericorde, que no había cumplido hasta setenta veces siete del mandato,515 y que por la angustia de todos aquellos que le habían rogado se había convertido en alguien mucho más cruel y obstinado. Entonces Eudo, inundado en tal cantidad de lágrimas, rugiendo entre dolorosos gemidos ante los cuales ninguno de los presentes salvo el obispo pudo contener las lágrimas en su corazón y en sus ojos,

515 Evangelio de San Mateo XVIII, 22. Nácar & Colunga 1179. 419 sentenció: “El Señor arrastró mi alma a las manos de Satán, en las cuales confieso que entregué mi cuerpo, para que no pueda ser redimido nunca, si devoto no cumplo cualquier castigo que como penitencia me inflijáis”. Así que el pontífice, iracundo, incrédulo y endurecido, como provándole y burlándose de él, sentenció con sus estultos labios, diciendo: “Te castigo por tus pecados a que te arrojes a esta pira”. Y aquel, como si hubiese recibido una vida nueva, se arrojó feliz a la pira, tan dichoso, tan rápidamente, en lo más profundo de la misma, que nadie pudo alcanzarlo para extraerlo de allí, hasta que todo él se consumió en cenizas. El lector y el oyente discutirán si el caballero tuvo el recto celo y actuó según su conocimiento al obedecer la sentencia condenatoria del iracundo pontífice. ¿Qué pastor niega el establo a una oveja que viene del desierto, no lo abre antes de que oiga el balido, no diga que es suya, la reconozca y la ignore, casi anticipando que la rechaza? El padre acude ante el hijo pródigo, lo abraza y lo acepta con clemencia, lo viste con la primera estola y lo sacia con un ternero cebado.516 Este padre fue duro al rechazar al que acudía a él, arrojó piedras al que pedía pan, dio un escorpión al que rogaba por un ternero;517 llevó como carga el veneno de una madrastra, la espada vengadora y no la verborrea de una madre, las ubres propias de una madre.

516 Evangelio de San Lucas XV, 20-24. Nácar & Colunga 1252. 517 Evangelio de San Lucas XI, 11-12; XV, 22-23. Nácar & Colunga 1245; 1252. 420

VII. SOBRE CIERTO MONJE DE CLUNY QUE CONTRA SUS VOTOS INGRESÓ EN LA MILICIA518

Se puede inquirir también sobre la salvación del monje de Cluny, que, cuando allí llegó, había dejado abandonados multitud de castillos e infinidad de riquezas y, tras unos años, fue requerido por sus hijos y por todos los más notables de su región para regir las propiedades dejadas, que – por así decirlo – manteniendo su hábito, así pudiese servir en la milicia como ayudante y consejero de los mismos; fue apremiado por las lágrimas y expulsado por el abad. Se le ordenó salir, pero sin portar armas y, solucionados en paz los asuntos, se le instó a regresar. Su llegada al campo provocó un intenso revuelo entre los enemigos, pues era un caballero muy experimentado y de enorme fortaleza. Así pues, convocó a sus hombres y a cuantos otros pudo reunir; contra los que se hallaban escondidos y los que esperaban lo que sucediera irrumpió y atacó con ferocidad en rápidas incursiones, los asaltó con frecuencia y se mantuvo su presión sobre ellos de manera constante, de modo que sucedió que a menudo no encontraba iguales en astucia y fortaleza. Diariamente se recuperaban de su desconsuelo aquellos que estaban bajo su protección, para que ellos temiesen aquella paz y concordia acaecida en lugar de felicidad de los enemigos que ellos esperaban a la llegada de aquel. Finalmente, abatidos todos los enemigos y al borde de la rendición, solicitaron fraudulentamente una tregua. Aquel consintió y ambas

518 Esta historia es una repetición de I, 14. 421 partes accedieron. Sin embargo, los enemigos se anticiparon al fin de la tregua; tras recomponer furtivamente el ejército con cuantos efectivos pudieron, realizaron un ataque por sorpresa, apareciendo sobre el ejército desprevenido con fuerza inusitada. El monje se enarboló con las voces de sus hombres y el clamor de las trompetas, y él y los suyos se precipitaron sobre los enemigos. Entablaron combate y el mismo resultó ímprobo, pero desigual, pues el monje había enviado a muchos de los suyos a su propio hogar con la esperanza de la tregua; este se mantenía inerme en medio de los suyos, que iban de un lado a otro y casi en retirada; exclamaba, exortaba, ordenaba, daba órdenes, censuraba, los vituperaba;519 se colocó delante de los que huían y, cuando ya había hecho todo lo posible por retener a los que estaban armados y se mantenían inermes y sin esperanzas, arrancó súbitamente del portador de armas las que él había ordenado apartar para con él en caso de emergencia y de fatalidad y, haciendo caso omiso del momento, pero con la esperanza de corregirlo, se vistió con ellas y contuvo a sus soldados, no sólo a los que estaban en duda, sino a los que de manera cierta se habían dado a la fuga de la contienda; con la única ayuda de su diestra contuvo a muchas turbas de enemigos, infundió el temor en sus corazones y falsificó el asunto de la guerra, cambiando la victoria de los enemigos por botín. Separados los espolios y repartidos a voluntad, mientras volvía exultante a su hogar, el monje se sintió sofocado por el calor del sol, por su propio peso y el de las armas en desuso;

519 Epístola II de San Pablo a Timoteo IV, 2. Nácar & Colunga 1422. 422 acompañado de un muchacho, penetró en una vid que se hallaba fuera de su itinerario y, tras depositar las armas, se dispuso a buscar un poco de aire; y hé aquí que un traidor enemigo, armado de una ballesta, entró a sus espaldas; y, siendo evidente la presencia del monje y de manera repentina de improviso le atravesó con una flecha mortal y al momento desapareció. El monje sintió la muerte a las puertas; deseó confesarse, pero nadie había alrededor, salvo el muchacho, para poder hacerlo. El monje lo consideraba inapropiado para tal fin; pero, al no poder encontrar a nadie más, se confesó ante él; y volvó toda su alma ante él y rogó que se le otorgase una penitencia según sus pecados. El muchacho dijo con un juramento que jamás había visto u oído tal cosa. El monje permaneció orando, y se arrojó a los pies del muchacho y le exhortó de todos los modos posibles que le infligiese por todos los pecados cometidos; y, al no conseguir ni siquiera por la fuerza lo que el muchacho desconocía, le mostró unas últimas palabras diciendo: “Queridísimo hijo, que mi alma sea atormentada y torturada en el lugar del castigo eterna y sin remisión hasta el día del juicio, en tanto entonces sea salvada por la misericordia de Cristo”. El muchacho consintió tal cosa y le castigo con las mismas palabras. El monje pereció en la fe de Cristo, en buena esperanza y el celo ferviente del arrepentimiento.

423

VIII. DE NUEVO SOBRE APARICIONES FANTÁSTICAS520

Puesto que se ha dado el caso de hablar sobre ciertas muertes, que resultan de dudoso juicio, había un caballero de las Tierras Bajas que perdió a su mujer y durante largo tiempo se mantuvo lamentándose por ello. Él la encontró de noche acompañada de gran cantidad de mujeres en un ancho valle perdido. Se maravilló y tuvo miedo y, aun cuando la contemplaba tan viva como cuando había sido sepultada, no daba crédito a sus ojos y tenía dudas de lo que le depararía el destino. Con ánimo resuelto decidió raptarla, para de verdad gozar de ella, si ciertamente la veía, o, de ser un fantasma, poder ser engañado, para que no pudiese ser acusado de desistir frente al temor. Efectivamente la raptó, y gozó de su matrimonio durante muchos años, tan felizmente, con tanta celebridad como al principio, y tuvo hijos de ella, de los cuales hoy existe una gran progenie, y son llamados los hijos de una mujer muerta. Esto sin duda sería una increíble y pródiga excepción del ciclo natural, si no existieran vestigios ciertas de la verdad.

IX. DE NUEVO SOBRE APARICIONES

Hamon de Massey (dentado),521 llamado así por la magnitud de sus dientes, encontró a una muchacha

520 La historia parece referir a II, 13. 521 Según los editores (344), probablemente se refiere al varón normando Hamon aux Dents (o de Massey), líder de una rebelíón con el Duque Guillermo el Conquistador en 1047 y muerto en Val-ès-dunes (Stubbs, 1889, vol. II, 286-287; Chibnall 82-85). El 424 muy bella en un umbrío bosque a mediodía al borde de la costa de Normandía. Estaba sentada sola, adornada con sedas reales; lloraba sin voz suplicante – ella, la más bella de las cosas, aún más apropiada por sus lágrimas.522 El joven hombre se encendió con el fuego propio. Se sintió sorprendido ante un tesoro tan precioso sin custodia y como una estrella caída del cielo que se quejara por la cercanía de la tierra. Miró a su alrededor, pues temía trampas procedentes de ambos lados; no encontrando a nadie, se postró de rodillas ante ella suplicante y con reverencia le habló: “¡Oh, dulcísimo y evidentísimo ornamento de todo el universo, sea esta radiante serenidad de tu rostro hijo de Hamon se convirtió en dapifer (etimológicamente: sirviente de mesa, pero equivalente a un “steward” o chambelán) con Guillermo I y Guillermo II y “sheriff” de Kent, y su nieto, Robert FitzHamon, fue uno de los varones que estuvo al frente de la región de Marchia Wallie o “Welsh Marches” y el primer señor normando de Glamorgan. Murió en 1107, pero su herencia pasó, con la mano de su hija, al hijo ilegítimo de Enrique I, Robert, conde de Gloucester (Luard, vol. I, p. 44; vol. II, p. 60; D. C. Douglas (1944), Domesday Monachorum of Christ Church, Canterbury (Londres), pp. 55-56. La descendencia incluiría al conde Guillermo de Gloucester, hijo de Robert y bisnieto de Hamon, que murió en 1183, cuya hija y heredera Isabel se convirtió en la primera esposa del Rey Juan. La historia tiene elementos comunes a la que relata Gervasio de Tilbury sobre otras dos damas (Leibnitz, 1707, vol. I, 15, pp. 895-896; 1710, vol. III, 57, pp. 978-979). 522 Virgilio, Geórgicas II, 534: “Y Roma se convirtió en la maravilla del mundo”. De la Ascensión Recio García & Soler Ruiz 317. Ovidio, Fastos II, 757: “Las pudorosas lágrimas le sentaban bien”. B. Segura Ramos (trad.) (2001), Ovidio. Fastos (Madrid: Gredos), p. 85; Arte de amar I, 533-534: “Pero ambas cosas la hermoseaban: no la afearon sus lágrimas”. V. Cristóbal López (trad.) (2001), Ovidio. Amores. Arte de Amar (Madrid: Gredos), p. 170. 425 propia de nuestra raza, sea una divinidad la que ha querido mostrar a sus devotos a un ejemplo de entre sus florecillas, vestida con esta luz, gozo, y merece la pena que tú también goces, puesto que ha sucedido que llegues aquí a reposar en mis dominios. ¡Ay de mí, que he sido elegido para pasar a estar a tu servicio; para ti la gloria, que como una sentencia premonitaria te has desviado hacia este mismo lugar en el que has sido recibida como el ser más deseable!”. Ella respondió con voz tan inocente y como una paloma que creerías que es un ángel quien habla – alquien que podría engañar a un ángel a voluntad - : “Una cálida flor para los jóvenes y una deseable luz para los hombres, no ha sido una providencia espontánea la que me ha traído hasta aquí, sino el azar. Un barco impulsado por la violencia de una tormenta me transportó en contra de mi voluntad con mi padre para ser entregada en matrimonio al rey de los franceses; cuando hube desembarcado, con esta única dama de compañía a la que podéis ver (y hete aquí a la niña que la acompañaba), un viento favorable nos condujo como a un juguete y los marineros a toda vela desaparecieron con mi padre. Sé en verdad que, cuando sepan de mi ausencia, regresarán aquí con lágrimas. Sin embargo, a menos que los lobos u hombres malignos me devoren o me ataquen, permaneceré durante un tiempo con Vos, si me dais fe por Vos y los vuestros de no causarme daño; pues me siento más segura y tranquila de permanecer en vuestra presencia que regresar a la nave”. Hamon, que no se mantenía al margen de lo que oía, creyó cumplidos sus deseos, sinceramente dio todo cuanto se le pidió y condujo a su casa con el máximo júbilo de su alma al tesoro encontrado, mostrando a ambas 426 mujeres cuanta alegría podía exhibir. La introdujo en su casa, y se comprometió en matrimonio – esa brillante enfermedad –; él la comprometió a cuidar de su madre, y ella le dio una bellísima prole. La madre de Hamon era una habitual de la iglesia y su esposa aún más; una, la madre, ayudando a huérfanos y viudas y a todos los que necesitasen pan, la otra aún más. Para llevar a buen fin su malicia innata, llenaba de intensa alegría cualquier acto ante la mirada de los hombres, excepto que evitaba la aspersión del agua bendita y por una fuga premeditada, simulando la multitud o algún asunto, se anticipaba al momento de la consagración del cuerpo y la sangre del Señor. La madre de Hamon advirtió este hecho; sus propias sospechas le hicieron estar alerta y, temiendo todo lo peor, se mantuvo con muy certera diligencia para escrutar qué sucedería. Sabía que la mujer entraba en la iglesia los domingos tras la aspersión del agua y que huía tras la consagración y, para saber la causa de este comportamiento, de forma secreta le tendió una trampa consistente en perforar un agujero en su tálamo. Así que la vio a primera hora de un domingo, cuando ya Hamon había salido hacia la iglesia; entró en un baño y de una mujer bellísima se convirtió en un dragón y la vio salir del baño discretamente vestida con un manto nuevo con el que su dama le había cubierto, lo rasgó con sus dientes en trozos muy pequeños, lo revirtió a su antigua forma y lo entregó a su dama del mismo modo en todos los puntos. La madre informó a su hijo sobre lo que había visto. Él mando llamar a un sacerdote: ambos acudieron ante las dos mujeres desprevenidas y las rociaron con agua bendita; estas, súbitamente, atravesaron el techo y con un gran grito abandonaron ese lugar de acogida que 427 durante tanto tiempo habían habitado. No nos sorprendamos de que el Señor ascendiese al cielo con su cuerpo, ya que ha permitido a criaturas tan perversas realizar tales cosas, criaturas a las que es necesario que sean arrastradas hacia las profundidades en contra de su voluntad. De esta dama subsistió una extensa progenie, aún viva.

X. DE NUEVO SOBRE SEMEJANTES APARICIONES523

Sabemos que en tiempos de Guillermo el Bastardo un hombre de indudable preclaridad, que poseía el norte de Lydbury, raptó a la mujer más bella de un grupo de danzarinas que bailaban de noche, con la cual contrajo nupcias y de la cual tuvo un hijo. El rey se admiró tras oír el prodigio, tanto por la belleza de la joven como por el rapto y ordenó que se la llevase a su presencia al consejo de Londres y, una vez oída la verdad, la envió de nuevo a su casa. El hijo de este, Alnoth, el más cristiano de los hombres y con parálisis parcial al final de su vida, cuando ya se rindieron todos los médicos declarando su impotencia ante tal hecho, ordenó que fuese llevado a Hereford y allí ganó su absolución en la iglesia del bendito rey Etherbert y de los mártires elegidos; una vez que recuperó su antigua salud, concedió su posesión de Lydbury a Dios y a la Madre de nuestro Señor y Rey Ethelbert a perpetuidad; el lugar es mantenido en paz por el obispo del lugar, del cual se dice que es el sexto desde

523 Esté capítulo repite lo relatado en II, 12. 428

él que la recibió de manos de Alnoth,524 hombre cuya madre se desvaneció en el aire a la vista de muchos, pues ella se llevó indignamente el reproche de su marido de que había sido raptada de entre los muertos.

XI. SOBRE LA FANTÁSTICA ILUSIÓN DE GERBERT525

¿Quién no conoce la fantástica ilusión del notorio Gerbert? Gerbert era originario de Burgundia, joven de linaje, costumbres y fama noble; estaba muy arraigado en Reims, hasta el punto que venció tanto a los oriundos como a los allí llegados con la fuerza y a los eruditos en la palabra y lo consiguió. La hija del

524 Según los editores (350), si el capítulo fue escrito en tiempos del episcopado de Robert Foliot (1174-1186), esto significaría que el presente fue otorgado en tiempos del Obispo Reinhelm (sexto antes de Robert: 1107-1115) o posiblemente de su sucesor Geoffrey de Clive (1115-1129); pero la historia resulta aparentemente ficticia. 525 Sobre la versión de la leyenda de Gerbert (el papa Silvestre II: 999-1003), ver supra p. 34. Sobre las leyendas de Gerbert: R Allen (1892), “Gerbert, Pope Silvester II”, The English Historical Review 7, 28: 625-668; Stubbs, 1867, vol. I, pp. 193 ss.; 1889, vol. II, pp. lxvi-lxxiv; F. Liebrecht (1879), Zur Volkskunde: alte und neue Aufsätze (Heillbronn), pp. 47-48. Según los editores (350), Map ofrece una versión muy diferente del encuentro con el diablo: este hecho lo menciona por primera vez el Cardenal Benno en el siglo XI y tiene ecos en William de Malmesbury (inicios del siglo XII), quien cuenta la historia de la profecía de la muerte de Gerbert en Jerusalén. Sobre la leyenda que él rehusó celebrar: Brewer, 1862, vol. II, p. 34; y sobre la tumba sudorosa mencionada por el contemporáneo de Map William Godel, quien también cuenta la historia del contacto con el Diablo y Jerusalén: M. Bouquet (1874), Recueil des historiens des Gaules et de la France (París: Victor Palmé), vol. X, pp. 260-261. 429 preboste de Reims se hallaba en esa época casi como un milagro y era la admiración de la ciudad, hacia la cual se dirigían los suspiros de todos, y era rica en los votos y en el deseo de los hombres. Gerbert oyó de ella y no vaciló. Salió a su encuentro, la vio, se admiró, la deseó y se dirigió a ella; se consumió en la locura del laboratorio de Escila y, enseñado a olvidar por la madre de Morfeo,526 no rechazó su veneno, cuya virtud le hizo degenerar en asno, ser fuerte para soportar barreras, duro ante los latigazos, inactivo ante el esfuerzo, estúpido ante los duros trabajos, siempre soportando coces ante cualquier miseria. Las calamidades que le venían encima no las sintió, las flagelaciones de los castigos no lo conmovían; torpe para actuar con prontitud, ineficaz en las argucias, codiciaba constantemente sin miramientos e inopinadamente, rogaba suplicante, insistía arduamente, resistía obstinadamente y con la mente

526 El texto latino (a matre Morphoseos) quizás se refiere, según los editores (350-351), a Morpheos (“de Morfeo”). Según Ovidio (Metamorfosis XI, 634; 647), Morfeo era hijo de Sueño, pero en realidad Sueño era su padre, no su madre; sin embargo, aquí parece haber una clara referencia a Morfeo como dios de los sueños, pues de manera natural nos enseñó a olvidar. Por otro lado, el pasaje siguiente parece referir taxativamente a la Metamorfosis o El asno de oro de Apuleyo (la historia del hombre que fue transformado en asno al tomar la poción que le proporcionó una pitonisa). Webb (“De Nugis Curialium Walter Map, De Nugis Curialium. Edited by Montague Rhodes James. Anecdota Oxoniensia. Oxford, 1914”, The Classical Review (1915), 29, 4: 121-123) propone metamorphoseos por matre morphoseos; esta posibilidad es aceptada por James en su traducción (1923), pero este hecho parece improbable. Los editores proponen, por su parte, que este texto resulta ser un juego de palabras de Map: la pitonisa tratada como la autora, no como la madre, de la transformación en asno. 430 obtusa por su afán de inoportunidad se torturaba con decidida desesperación; abandonó la tranquilidad de su alma y, alterado y apartado de su camino, no era capaz de administrar su propiedad o resolver sus asuntos. Así sus propiedades se tambaleaban, le abrumaban las deudas, era víctima de los usureros, le abandonaban sus siervos, era evitado por los amigos y, cuando por fin se había quedado sin nada substancial, vivió solo en su casa, despreciando su propia persona, rudo y escuálido, horrendo y desaliñado; sin embargo, era por una de sus desgracias, a saber, que la extrema pobreza le había librado del amo, inicio de todas las miserias, de cuya memoria se veía privado por la presencia de las demás. Estas son las consecuencias, Dione, los daños tan dolorosos como fraudulentos, que provocas en tus soldados como pago por pertenecer a tu bando, que como consecuencia final de ti consiguen ser ridículos y estar confundidos, o que mantengan vivos todas tus penalidades. Este desdichado de quien hablo, liberado del garfio de Venus pero bajo la supervisión de la pobreza, fue ingrato hacia aquella que le había liberado, en tanto en cuanto las antiguas angustias parecían llevaderas en comparación con las presentes, y declaraba que una digna abstinencia era como una recompensa para el león, que roba el gamo del lobo para devorarlo él mismo. Cierto día salió Gerbert de la ciudad a mediodía, casi deambulando, y fue forzado por el hambre a derramar lágrimas, y completamente fuera de sí, paso a paso, se condujo hacia un bosque; al llegar a un claro del mismo, encontró a una mujer de belleza incomparable y dispuesta junto a ella una gran cantidad de monedas. Se apartó a pie rápidamente como huyendo, temiendo que fuese un fantasma o un 431 mal presagio. Pero aquella, llamándolo por su nombre, le conminó a confiar en ella y, casi compadeciéndose de él, le conminó a confiar en ella y, casi compadeciéndose de él, le prometió el dinero que él veía y cuantas riquezas pudiese desear, mientras despreciase a la hija del preboste que lo había rechazado tan insolentemente, y deseaba acercarse a él, no tanto como su señor o alguien más importante, sino como un igual y un amigo, y así continuó: “Soy llamada Meridiana (o Mariana),527 surgida de un ilustrísimo linaje, y siempre me he preocupado con el mayor cuidado de encontrar por todos los medios a alguien igual a mí, que dignamente mantenida me arrancase las primeras flores de mi virginidad, y no había encontrado a nadie hasta hallarte que se ajustase a mí; de ahí que, puesto que me complaces en todo, no te retrases en aceptar toda la felicidad que el Altísimo haga caer en abundancia desde el cielo – que yo soy, como tú, Su criatura. Y, a menos que arranques iras justificadas, estás bendecido y permaneces con toda la opulencia de los bienes; sólo que, cuando hayas renacido por completo gracias a mi diligencia, rechazarás con la misma soberbia a aquella que te hizo tan miserable. Sé que se arrepentirá y volverá para ser rechazada, si puede. En caso de que odiase tus deseos de castidad por instigación, merecería la gracia de vencer sobre ti. Pero solo por este motivo se mantuvo

527 Boutemy (72) llama la atención sobre la similitud de esta escena en el bosque con episodios de los lays Lanval y Graelent y sugiere que el nombre de la dama está conectado con el momento de su momento de su aparición (mediodía), lo cual evocaría el Salmo XC (6) (Nácar & Colunga 739). Las notas al margen pueden sugerir que Map nunca se decidió por uno de los dos posibles nombres (Mariana o Meridiana). 432 firme, que rechazándote a ti insolentemente, que a juicio de todos eras el más considerado de todos los hombres, favorecía a otros sin sospecha alguna; y bajo el falso peplo de Minerva cubrió a Afrodita y bajo el pretexto de repelerte hizo que otros acudieran antes sus iniquidades. ¡Ay, ay! Expulsada Palas, la Gorgona fue colocada bajo su égida y tu manifiesta confusión ha dado cobijo a las inmundicias de una loba y, como si fuese digna, tú le manifestaste lo contrario con respecto a tus abrazos; por ello, haré que disfrutes de todas las cosas excelsas de la tierra. Quizás temas que es una ilusión y tiendas a evitarme como si de argucias de un demonio se tratase. Te equivocas. Pues aquellos a los que temes se cuidan igualmente de las falacias de los hombres, y ni siquiera dando fe o seguridad alguna creen a nadie y nada, excepto el pecado, llevan a los que pretenden engañar. Pues si alguna vez, lo cual es extraño, consiguen algún éxito o ganancia, pasan por ello de manera tan inútil y tan vana, que no son nada, o bien caen ante la tortura y el acoso de los mentirosos. Yo no pido ninguna seguridad de ti, aun conociendo plenamente tu honestidad; y no muestro deseo de estar segura, sino de hacerte seguro a ti. Abiertamente te expongo todo esto y deseo que las lleves contigo, antes de que nos unamos, y que a menudo vuelvas para que tomes más, hasta que, una vez que pagues todas tus deudas, compruebes que no es una retribución ilusoria y no temas el pago que un amor justo merece. Deseo ser amada, no dominada, y no deseo ser una igual a ti, sino tu servidora; no encontrarás nada en mí que no sientas que sepa a amor; los juicios verdaderos no han podido encontrar signo alguno de adversidad en mí”.

433

Estas y muchas cosas semejantes refirió Meridiana, aunque no merece la pena exponerlas; pues Gerbert, ávido de las cosas que se le ofrecían, la interrumpió en mitad de su discurso para mostrar su aprobación, ansioso de escapar de la pobreza y deseoso de alcanzar la riqueza, y raudo en desafiar el peligro del bello deseo. Así pues, suplicante juró todo, ofreció fidelidad y, aunque no se le pidió, unió besos y juramentos, dejando a salvo del contacto su pudor. Regresó henchido Gerbert, fingiendo que los legados habían llegado con súplicas, y poco a poco le exoneraron de sus deudas, que no pareciese que se había encontrado con tales tesoros. En lo sucesivo y ya viéndose libre y contando con las riquezas que le proporcionaba Meridiana, enriqueció su ajuar, creció la familia, acumuló como un rico heredero o como el que cambia de vestimenta constantemente, se fortalecieron sus reservas de comida y bebida, como si su abundancia en Reims fuese semejante a la gloria de Salomón en Jerusalén y su lecho no menor en felicidad, aunque aquel fuese por el amor de muchas y este el de una sola. Cada noche era instruido por esta, que poseía un conocimiento propio del pasado, en aquello que cada día debía hacer. Eran como las noches del muy admirado Numa, en las que los romanos fingían hacer sacrificios y acoger de los dioses sus reuniones, mientras que en el caso de Gerbert sólo era para recopilar una única sabiduría, para la que se esforzaba intensamente cada noche en silencio.528 Gerbert progresaba en dos formas de

528 Numa, segundo rey de Roma, solía visitar, según la leyenda, a su esposa, la ninfa Egeria, de noche para recibir instrucciones. Los editores (356) argumentan que Map estaría asociando a la institutriz de Numa con la Sabiduría de Salomón. 434 sabiduría, en el tálamo y en la escuela, y triunfaba hasta la gloria en las embestidas más importante hacia la fama; y no era menor lo que prosperaba por su esfuerzo en su aprendizaje escolar que lo que mejoraba en el lecho, llegando en esto último hasta la gloria suprema, en lo primero a la iluminación por investigar en las artes. En poco tiempo no se encontraba a nadie igual a él, excedía a todos, y se convirtió en el pan de los hambrientos, el vestido de los necesitados y en la rápida redención de toda opresión; y no existía ciudad que no tuviese envidia de Reims. Tras oír y ver estas cosas, la hija de Babilonia, llena de miseria, que lo había llevado a las profundidades del valle por la soberbia de ella, con los oídos atentos esperó los habituales mensajes, se sorprendió ante ello y se avergonzó de la demora y, dándose cuenta finalmente concibió entonces los fuegos que en un principio la habían rechazado desdeñosamente.529 Ahora ella ya vivía más suntuosamente y aparecía más elegantemente, se presentaba ante él con más reverencia, se dirigía a él con más respeto y, sintiendo que por todo caería en el vituperio y en la abyección, bebió de la rancidez del alma en la misma copa con la que había enloquecido a su amado. Así que fuera de sí cogió las riendas, sin preocuparse de a dónde se dirigían o se retrahían las bridas, sino obedeciendo por completo con las espuelas con las que embestiría en su camino. De cualquier modo aquel la había asediado, es decir, de todos, y ella intentaba atraparlo. Pero la asechanza se

529 Ovidio, Metamorfosis VII, 9; ss. Ruiz de Elvira, 1994, vol. II, pp. 52 y ss. 435 frustró, las redes tendidas, los anzuelos arrojados. Pues el vengador del antiguo odio, el adulador del nuevo amor le negó todo lo que el amor suele dar, le disparó todos los dardos que el odio inflige. Así pues, cuando todos los esfuerzos se agotaron, el amor se convirtió en locura y la amargura de su dolor excedió el sentimiento amoroso e, igual que la insensibilidad de los miembros no admite medicina, así el alma no siente el solaz de esperanza perdida. Finalmente una anciana, vecina de Gerbert, la excitó casi como si la elevase de entre los muertos, y desde su cabaña le mostró a Gerbert a través de un agujero cómo deambulaba solo después de la cena en medio de un pequeño huerto en el calor del día; poco después ellas lo vieron acostarse bajo la sombra de una encina retorcida y descansar adormecido. Pero ella no descansó, sino que, vestida sola con un camisón y rehusando una toga, reptó bajo la clámide de él y se entregó por completo, con la cabeza cubierta, provocando besos y abrazos por su parte. De un hombre ebrio y saciado optuvo fácilmente lo que ella andaba buscando; el fervor de la comida y el vino convinieron en un momento de intensa fogosidad. Es sabido que Apolo, Pan, Ceres y Baco mostraron deferencia por Venus, y estos en sus célebres encuentros excluyeron a Palas.530 Ella le dedicaba abrazos y besos, adulándole tácitamente en palabras, pero con caricias, hasta que aquel, recordando a Meridiana, confundido por el pudor y no menos agitado por el temor, aunque sin embargo deseando

530 Los editores explican (358) que Apolo y Pan eran bien conocidos por sus flirteos, mientras que Palas Atenea o Minerva se caracterizaban por su castidad. Ceres y Baco representaban la comida (el pan) y el vino. 436 evitarla por vergüenza, se apartó, prometiendo volver, y en un bosque solitario y a los pies de Meridiana le pidió perdón por su extravío. Aquella durante largo tiempo lo despreció, hasta que finalmente aceptó la seguridad de ese hombre que la había despreciado; la obtuvo, y continuó seguro en su servicio. Entretanto sucedió que el arzobispo de Reims falleció y Gerbert, por méritos propios, le sucedió en la cátedra. Después, llevando a cabo la tarea que le proporcionaba la dignidad de su puesto y mientras se hallaba en Roma realizando su labor, fue nombrado por el Papa cardenal y arzobispo de Ravena; poco tiempo después, tras la defunción del Papa, por elección pública, ascendió a ese grado. Durante todo el curso de su sacerdocio no gustaba de asistir al sacramento del cuerpo y la sangre de Cristo, bien por temor, bien por respeto, y simulaba con enorme astucia que no lo llevaba a efecto. En ese momento apareció Meridiana, en el último año de su papado, recordándole la seguridad de su vida mientras celebraba misa en Jerusalén; al residir él en Roma, pensó que podría dejar de ejercer a su libre albedrío. Ocurrió entonces que Gerbert celebraba misa allí donde dicen que se halla la tabla que Pilato fijó a la parte alta de la cruz del Señor, inscrita con el título de su pasión;531 y hé aquí que Meridiana, en oposición a él, aplaudía, casi gozando ante el rápido acercamiento de Gerbert a ella. Al verla y reconocerla y tras tener noticia del nombre del lugar, convocó a todos los cardenales, al clero y al pueblo, se confesó

531 Los editores recuerdan (360) que Map se refiere a la Basílica de S. Croce de Jerusalén en Roma, llamada así por haber sido construida con reliquias de la casa, especialmente una reliquia de la verdadera cruz de Jerusalén. 437 públicamente y no observó ninguna tara relevante en toda su carrera. Entonces instituyó que la consagración se celebraría en adelante en contra del clero y del pueblo, a espaldas de todos. De ahí que muchos sacerdotes celebren entre ellos mismos y la gente, pero el Papa lleva a cabo su ministerio sentado cara a cara de todos. Gerbert llevó con sinceridad una breve pero modesta vida, obedeciendo una penitencia permanente e inalterable, y falleció tras una adecuada confesión. Fue sepultado en la iglesia de San Juan Laterano en una tumba de mármol, que exsuda constantemente, pero las gotas no forman una en Papa está a punto de producirse, la corriente fluye hasta la tierra; cuando es la de algún preboste, mana hasta una tercera, una cuarta o una quinta parte, casi como si indicase la dignidad de cada uno por ser un flujo más estrecho o más amplio. Aunque Gerbert por causa de la avaricia se mantuvo durante mucho tiempo en la estela del diablo, sin embargo rigió la iglesia de Roma magníficamente y con mano dura; como se dice, en su tiempo y en el de todos sus sucesores algo escapaba de sus posesiones. He oído que el Papa León ha dado inicio a una causa por la que los heredereros de Pedro León han ocupado el castillo de Crescentio, siendo casi desheredado el beato Pedro. Este Pedro León es un judío que fue convertido a nuestra fe por el Papa León y de ahí tomó el apelativo de León; el mismo Papa León se empeñó en aumentar sus prevendas y tierras, le confirió la custodia del castillo para aumentar su magnificencia y honor, y le concedió por esposa a la hija de un nobilísimo ciudadano, con la cual Pedro recibió doce hijos, a los cuales él mismo 438 prudentemente les otorgó honores singulares y los convirtió en prebostes de la ciudad. Les cedió la custodia del castillo disponiéndolo de este modo: les entregó doce estacas ligadas por una fuerte cuerda, para que el primero que pudiese romperlas sin deshacer la banda con su mano desnuda lo mantuviese a perpetuidad en herencia. Así que, cuando se comprobó que los esfuerzos de cada uno fueron infructuosos, ordenó desatar las estacas y a cada hijo romper la suya, lo cual se hizo en el momento. Después dijo: “Así, mis queridísimos hijos, en tanto la hostilidad os encuentre unidos por el vínculo del amor, resultará vencida, pero, si una fuerza superior os acomete separados a cualquiera, os vencerá”. Así la sabiduría y la astucia de Pedro mantuvo la unión entre ellos casi como una herencia del patrimonio de Cristo. En nuestros tiempos el Papa Alejandro perdió un tercio de la puerta de San Pedro, a la cual llaman `Pedagium´ y como altar del Señor de la misma iglesia, para un seglar, a saber, para el prefecto de Roma;532 y ahora, a día de hoy, Lucio ha sido elegido como Papa y sucesor de Alejandro III; el año anterior era Hubaldo, obispo de Ostia y cardenal de la Santa Iglesia de Roma.

532 Según los editores (364), el prefecto de Roma era el representante del emperador en el gobierno de la ciudad. D. Whilelock, M. Brett & C. N. L Brooke (eds.) (1981), Councils and Synods with other Documents relating to the English Church. I, 871-1204, 2 partes, Oxford, I, 826. Este cargo incluía el cobro de impuestos o tasas a los viajeros. Alejandro III murió el 30 de Agosto de 1181 y su sucesor, Lucio, fue elegido el 1 de Septiembre. 439

XII. SOBRE EL EMBRUJADO ZAPATERO DE CONSTANTINOPLA533

Por el mismo tiempo en el que Gerbert disfrutaba de esa sobrenatural felicidad había un joven de baja extracción en Constantinopla, un zapatero, que superaba a todos los maestros y principiantes de esta habilidad en descubrimientos; conseguía más en un solo día que otros en dos y su premura en realizar las labores era mucho más ostensible que los esfuerzos más notables de sus maestros. Pues en caso de ver un desnudo, estuviese jiboso o recto, al momento lo vestía con el calzado más adecuado, y no trabajaba con nadie salvo que viese su pie, de ahí que sólo aceptase a clientes nobles y nunca a pobres. En todos los espectáculos en la arena, como en los lanzamientos y la palestra y en acontecimientos de semejante virilidad, solía ganar el premio y a lo largo y ancho era aclamado por sus virtudes. Así que un día una

533 “Gouffre” o “Govuffe de Satalie” es el nombre con el que los cruzados conocían al Golfo de Antalia (en el suroeste de Turquía), procedente aparentemente del griego “eỉs Ảttáleian”. Hay diferentes versiones de la historia, como la que cuenta Roger de Howden (Stubbs, 1889, vol. II, II, 195-197; W. Stubbs (ed.) (1868-1871), Roger de Hoveden [Howden]. Chronica, 4 vols. (Londres: Rolls Series), III, 158-159) y Gervase de Tilbury (Leibnitz, 1707, vol. I, 920; II, 12). Este último cuenta que Perseo arroja la cabeza de la Gorgona al golfo. Boutemy (76) argumenta que la historia se traslada a la Tercera Cruzada (como en el caso de Howden) y que el capítulo fue escrito en la década de 1190. Es cierto que la flota de Ricardo I cruzó el Golfo de Antalia en 1191, pero cualquier otra flota pudo haberlo hecho por la costa sur de Asia Menor; además, la leyenda podía haber circulado en el lado oeste gracias a cruzados o peregrinos. Hinton 1923: 458- 460. 440 bellísima dama acudió con un gran cortejo a su ventana y le mostró su pie desnudo para que lo calzase. Aquel mezquino y mucho más perspicaz la contempló y, tras hacerle y venderle el calzado, comenzó desde los pies y la recibió entera en su corazón, bebiendo la pestilente malicia con la que se llenó por completo. Un esclavo deseoso de delicias reales que no podía alcanzar nada de lo que esperaba. Aun así, despreció sus pertenencias, vendió su patrimonio, se hizo soldado, de cara a que, aunque cambiase su vil condición por el estatus de noble, al menos se ganase ser rechazado de una manera más leve. Antes de presumir en dirigirse a la elegida, siguió con acerbo la carrera militar en la que se había embarcado y, gracias a la práctica y a frecuentes éxitos, se convirtió en compañero de soldados por imitación, como para verse apto entre los zapateros. Así que hizo el intento y, aun juzgándose digno, no consiguió su objetivo ante la petición al padre de la muchacha; se encendió su ira desmedida y, deseando obtener por la fuerza lo que le negaron por lo bajo de su linaje y la falta de bienes, reunió a una gran tropa de piratas, se dispusa a vengar con un ataque marítimo a la tierra que le repudió, de ahí que surgiese el hecho de que fuese temido por tierra y por mar, a quien nunca los éxitos abandonaron. Ahora, mientras apremiante presionaba y avanzaba sin cesar, oyó rumores ciertos sobre la muerte de su amada; este, aunque entre lágrimas, tras aceptar una tregua, se presentó a las exequias; contempló el túmulo, se percató del lugar y a la noche siguiente solo excavó la tumba y se tumbó junto a la que yacía como si estuviera viva. Cuando completó este acto execrable, tras dejar el cadáver, oyó una voz que le decía que 441 regresara en el momento del parto y transportase lo que allí había engendrado. Obedeciendo lo que había escuchado, regresó en el momento oportuno y, abriendo la fosa, recibió una cabeza humana de los muertos, bajo la prohición de que no se viese salvo por los enemigos que debían morir. La guardó discretamente fuertemente asegurada en una caja y, confiando en ella, a través del mar invadió la tierra y contra cualquier ciudad o pueblo que atacaba sostenía desafiante esa forma de Górgona. Los infelices quedaban petrificados al contemplar aquella forma de malicia semejante a la Medusa. Él temía especialmente que ellos perecieran, y él era recibido por todos como su señor. Nadie comprendía la causa de esa peste invisible ni de esas muertes súbitas. Pues, a la vez que veían, perecían, sin pronunciar una sola palabra, sin emitir gemidos; los hombres armados en las murallas morían sin herida alguna; castillos, ciudades y provincias se venían abajo; no había barreras que impidiesen su acción, y toda la caballería quedaba despreciablemente diezmada y expoliada sin beneficio alguno. Algunos lo llamaban matemático, otros un dios; cualquier cosa que demandase no encontraba rechazo en obtenerla. Entre sus triunfos se enumeraba uno, según el cual, muerto el emperador de Constantinopla, su hija y su herencia le fue dejada al zapatero. Aceptó el ofrecimiento, pues ¿quién no lo haría? Tras convivir con ella durante cierto tiempo, ella le preguntó por el motivo de la caja y no descansó hasta conocer la verdad; cuando ella lo supo, ella le despertó del sueño y le arrojó la cabeza a su cara. Así fue como él cayó atrapado por la misma serpiente y ella, vengadora de tales crímenes, ordenó que el portento en forma de 442

Medusa fuese arrojado en medio del Mar Egeo y que el autor de tales delitos compartiese su misma suerte. Los servidores partieron raudos en una galera y, cuando habían alcanzado mar adentro, arrojaron a las dos enormidades a las profundidades marinas. Mientras se alejaban se produjo una repetina ebullición del mar con sus propias arenas, como una lengua de fuego surgida desde las profundidades mostraba el vuelo de las aguas profundas en un súbito remolino y la ira de aquellos seres horribles hasta llegar al cielo, y el mar nauseabundo intentaba arrojar hacia arriba aquello que la tierra, de un negro parto, tras crecer había vomitado. Las olas subían hacia las estrellas y como fuegos se dirigían hacia las alturas. Pero tras unos pocos días el propósito de los monstruos había cambiado y las aguas que se dirigían a las estrellas cambiaron su dirección hacia abajo y formaron un remolino que se movía sin cesar. Lo que antes era un cúmulo ahora es un agujero. El lodo de las profundidades, que no podía soportar esa abominación y el horror del mar, se había agotado y estaba lleno de estupefacción, y abriéndose hacia el infinito con su permeabilidad había abierto un camino hacia las profundidades abisales,534 y desde entonces siempre puede absorber lo que el mar en su crueldad puede recoger en él, algo semejante a Caribdis junto a Mesina. Todo lo que en él cae por casualidad o es atraído por ávidas dentelladas irremediablemente perece allí; y, puesto que el nombre de la virgen era Satalia, es llamado el torbellino de Satalia y evitado por todos; vulgarmente se le conoce como Gouffre de Satalie.

534 Job XXXVIII, 16. Nácar & Colunga 679. 443

XIII. SOBRE NICHOLAS PIPE, EL HOMBRE DEL MAR535

Muchos de los que viven hay que nos cuentan que han visto a ese prodigio, grande, incluso con mayor admiración, llamado Nicholas Pipe, el hombre del mar, quien apenas sin descanso y frecuentemente durante un mes o un año frecuentaba el fondo del mar con los peces, sin sufrir daño y, cuando presagiaba una tempestad, impedía a los barcos salir del puerto, o les indicaba que volviesen de haber salido. Un hombre real, no se le conocía nada inhumano en sus miembros, ni tenía ningún defecto en sus cinco sentidos, pero había conseguido por encima de lo humano las aptitudes de los peces. Cuando descendía al mar para allí morar, llevaba consigo fragmentos de hierro antiguo de carros o de herraduras de caballos o trozos arrancados de utensilios antiguos, de lo cual yo jamás oí el motivo de llevarlos. En un solo aspecto estaba disminuido con respecto a los hombres y unido a los peces, que no podía vivir sin el olor del mar o el sabor del agua. Al oír estas historias, el rey Guillermo de Sicilia536 deseó verlo y ordenó que se presentase ante él. Mientras los hombres del rey lo llevaban

535 Como en el caso de la historia anterior, también se puede leer sobre Nicholas Pipe en la versión de Gervase de Tilbury (Leibnitz, 1707, vol. I, 921). Hinton 1923: 460-461. 536 Según los editores (370), Map puede puede referirse a Guillermo I (1154-1166) o Guillermo II (1166-1189), más probable el segundo, que fue yerno de Enrique II. Existía una frecuente comunicación entre la Inglaterra normanda y la Sicilia Normanda. R. H. Pinder-Wilson & C. N. L. Brooke (1973), “The Reliquary of St Petroc and the Ivories of Norman Sicily”, Archaeologia 104: 261-305. 444 forzado, murió entre sus manos por estar ausente del mar. Aunque he leído y he visto cosas no menos admirables, no conozco nada semejante a este portento. Sobre Le Mans, en el aire, apareció ante cientos de miles de hombres una gran grey de cabras. En la Bretaña Inferior manadas nocturnas y a soldados conduciéndolas, siempre avanzando en silencio, de las cuales los bretones frecuentemente conseguían caballos y animales diversos, que utilizaban, algunos con evidente peligro de muerte para ellos, algunos de manera indemne. Las compañías y escuadras nocturnas, a las que se conocía por el nombre de Herlething, eran apariciones bien conocidas en Inglaterra desde hace tiempo hasta esta época, la de nuestro rey Enrique II. Lo formaban tropas con infinita descoordinación, en rondas sin sentido y silencio atónito, en las que muchos de los que se suponían vivos habían sido dados por muertos. Esta compaña de Herlething había sido vista por última vez en marcha por Gales y Hereford en el primer año del reinado de Enrique II, alrededor de mediodía: viajaban como solemos hacerlo nosotros, con carros y jumentos, albardas y paneras, aves y perros, y concurrencia de hombres y mujeres. Aquellos que los veían primero concitaban contra ellos con cuernos y clamores de toda procedencia y, como es costumbre en la raza más vigilante (los galeses), un gran ejército acudía al momento e instruido con todo tipo de armas y, puesto que eran incapaces de arrancarles una palabra mediante palabras, preparaban respuestas disparando sus armas. Ellos, sin embargo, disparaban al aire desvaneciéndose en un instante. 445

Desde aquel día no se ha vuelto a ver a esa tropa; parecen haber pasado sus errores a nuestras insensateces, según las cuales destrozamos nuestras vestiduras, devastamos reinos, rompemos nuestros cuerpos y los de nuestras bestias y no nos detenemos en buscar cuidado para nuestras almas enfermas; no encontramos utilidad a nada salvo que sea comprado, no se encuentra ventaja si se meditan las pérdidas, no seguimos nada que haya sido meditado, nada de manera ordenada; con algo vano e infructuoso nos volcamos de manera insana, incluso precipitadamente; y, puesto que nuestros príncipes siempre conversan en el más absoluto de los secretos, sobre asuntos bien hablados y cerrados, nada de su consejo nos llega. Nos dejamos arrastrar por la furia y el ímpetu; nos preocupamos de manera negligente e impávida por nuestra presencia, mientras que nos comprometemos de manera casual por las cosas futuras; y, puesto que atendemos siempre a nuestra destrucción sabia y prudentenmente, errantes y dispersos, temerosos y tristes nos exterminamos antes que el resto de los hombres. Entre otros se suele buscar la causa del dolor, porque la tristeza es rara; entre nosotros se busca la causa de la alegría, porque el gozo es raro. De vez en cuando encontramos alivio para nuestra pena y desconocemos la alegría; nos alteramos ante el solaz y no sentimos alegría ante el gozo. Entre nosotros, junto con las riquezas, asciende la tristeza profunda, puesto que, cuanto mayor es, tanto más se agita su voluntad de atacar impetuosamente, y así arrebata el botín de otros. En esta corte miserable y curiosa yo languidezco, renunciando a mi propio placer, para complacer a otros. Mientras hay muy pocos que pueden ayudar a 446 uno solo, cualquiera es capaz injuriar a los demás; si no tengo todo mi cuerpo sosegado, no soy nada; si me adelanto a un hombre virtuoso para ser envidiable, me denigran a escondidas y dicen que mis defensores se burlan de mí por la apariencia. Si me juzgan simple, es que soy insípido; si pacífico, ocioso; si callado, un villano; si bien hablado, un actor; si benigno, un adulador; si muy ansioso, un avaro; … alguien pestilente; si pío, remiso; si rico, un miserable; si sigo las oraciones, un hipócrita; si no lo hago, un publicano. Los hombres que tienen la necesidad de estas alaracas suprimen sus virtudes y están llenos de faltas; distinguen con cautela cada uno su lugar, para parecer justos entre los buenos, pésimos entre los malos. Nadie discute un sano consejo, que la Trinidad siempre se reverencia en secreto y su arcana devoción se celebra con pureza sincera en los corazones, puesto que, mientras la vida privada sea preservada de manera adecuada con solemnidad y protegida con cuidado, sin importar el modo en que el Señor permita quebrantar la alforja, es mejor que de cara al exterior los cambios no alteren al hombre en su interior ni que las circunstancias transitorias perturben el lugar habitual de subsistencia del alma en el Señor. Sobre estas cuestiones me gustaría que la curia se manifestara, puesto que hasta ahora no se ha oído nada semejante en el pasado ni se teme nada del futuro. Deseo sin duda que los futuros embates de esta malicia se recuerden y sepan que lo que se perpetúa es tolerable, de nosotros que hemos aprendido a sufrir la intolerancia. Por tanto que surja, avancemos rectamente, pues como sirvientes de aquel a quien renunciamos en el bautismo no disponemos de tiempo para aplacar a Dios o para complacerle; pues todo 447 hombre bueno o bien toma esposa, o bien prueba el yugo de los bueyes.537 Oiréis ahora de qué modo evitó Salio estas excusas.

XIV. SOBRE SALIO, HIJO DEL EMIR PRINCIPAL

Salio, gentil por nacimiento y por rito, era hijo del emir principal, a quien su madre y su padre admiraban, junto a los de su nación, por su conocimiento maduro desde niño. Este, ansioso por la salvación de su alma, no hallaba en la ley de los gentiles donde concebir esperanzas. Así que, tras escrutar las tradiciones de sus padres, se convirtió a la verdad cristiana, uniéndose a los Templarios por el bautismo, la fe y la camaradería. Su padre, su madre y sus allegados más poderosos quisieron hablar en secreto con él para inducirle a que se arrepintiera de lo que había aceptado y que ellos consideraban un error por parte del joven; este les respondió: “Queridísimo padre, que superas a otros en sabiduría, deja de lado tus lágrimas y dime solo qué retribución obtienes de los dioses por tu alma por los servicios que has comprado”. Y el padre replicó: “Queridísimo hijo, nuestros dioses nos han reservado el paraíso, que fluye entre miel y leche por dos grandes ríos, y en la miel encontraremos el sabor de todos los alimentos deseables y en la leche el deleite de cualquier líquido”. Dijo entonces Salio: “Si no os apetecen, no os servirán de deleite; y, cuanto más os apetezca, tras una mayor saciedad os apartaréis para dejar de lado la naturaleza.

537 Evangelio de San Juan XIV, 31; Evangelio de San Lucas XIV, 19; 20. Nácar & Colunga 1251; 1293. 448

El alimento y la bebida del cuerpo no pueden desaparecer. Es necesario que tengáis cosas necesarias, y malogra el paraíso quien alberga en tal cabaña”. Así pues, viendo que la ley de sus padres era burlada por Salio y que el ejemplo de los padres resultaba vano contra su terquedad, se marcharon con lágrimas y maldiciéndole. Salio tampoco tomó esposa ni probó el jugo de los bueyes.

449

XV. SOBRE ALAN, REY DE LOS BRETONES538

538 Los editores (376) creen que esta es una versión muy confusa de los sucesos acaecidos durante el siglo IX en Bretaña, con muy pocos detalles que puedan ser considerados como veraces, salvo los nombres de los personajes que se asociacian con acontecimientos conocidos. Las figuras centrales son Salomón y Alan el Grande, ambos personajes ilustres; Salomón en particular sigue la tradición de los cantares de gesta creados alrededor de la figura de Carlomagno. A. Le Moyne de la Borderie (1898), Histoire de Bretagne, vol. II (Rennes-París), pp. 117-122; sobre la historia de Bretaña en este periodo: ibid, pp. 72-346. Sobre Salomón: W. Davies (1981), “On the Distribution of Political Power in in the mid-ninth century”, en M. Gibson, J. Nelson & D. Ganz, eds., : Court and Kingdom (Oxford), pp. 87-107; J. Smith (1982), “The Archbishopric of Dol and the Ecclesiastical Politics of Ninth-Century Brittany”, Religion and National Identity, Studies in Church History 18: 59- 70. Ilispón se basa en , hijo de , que fue muerto por su primo Salomón en 857 en una iglesia. La descripción que Map hace de Salomón no refleja el hecho de ser una de las figuras destacadas de la historia bretona; parece que debe ser considerado como el primer dux o princeps bretón en haber sido conocido como rex; es posible, sin embargo, que Erispoe reclamase el título, y la evidencia de su uso previo es difícil de vislumbrar. Salomón y su hijo Wigon (o Wigan) fueron asesinados en 874 a resultas de una conspiración llevada a cabo por el yerno de Salomón, , y el yerno de Erispoe, Gurhanat. En 888 Alan el Grande, hermano de Pascweten, se convirtió en duque o “rey” de toda Bretaña; murió en 907. A Alan se le conocía como Rebras o Rebres, nombre por el que Map lo conoce y que explicaría la frase de inicio (Alanus Rebrit o “Rey bretón”). El nombre Remelin puede estar basado en Riwallon, hermano de Wigon, o en algún otro Riwallon anterior, conde de Cornualles y contemporáneo de Salomón. Hoel, conde de Nantes, era hijo de Alan Barbetorte, duque de Bretaña entre 937 y 952. R. Merlet (ed.) (1896), Chronique de Nantes (París), pp. 112; 113-118. 450

Sin embargo, Alan Rebrit - esto es, rey de los bretones – tomó esposa en un día funesto. Era hermana del rey de los francos, conde de Rennes y señor, casi rey, de toda la Bretaña inferior. Era entonces conde de Lyon Remelín, el cual, aunque había jurado lealtad a Alan, pese a ello se comportaba de manera insolente, rechazando su compañía; esto fue advertido por la esposa de Alan y enojada se lo advertía a su marido con secretas pláticas nocturnas, casi acusándole de timidez y cobardía por no obligarle a Remelín a dar su vida o bien a prestar un servicio pleno. Finalmente Alan le dijo: “Es muy fácil deshacerse de uno, pero tiene dos hijos, Wigon y Clodoano, semejantes en el aspecto físico, pero profundamente dispares en costumbres; Clodoano es un hombre muy leído y prudente, pero ha degenerado como un bufón, como para ocuparse por completo en ritmos y chanzas y crecer entre ellas más allá de lo habitual; Wigon, por su parte, es alto, hermoso y sabio entre todos los hombres a los que yo he visto y posee un saber en las armas y una probidad tan solvente, que se le debería juzgar mucho mejor que Aquiles o Héctor como igual a uno y otro. Por la sabiduría de este último él y su padre nunca abandonan su patria a la vez, para que no se les pueda arrebatar a la vez”. Entonces ella respondió: “Puesto que el comportamiento de ambos es de tal forma, procuremos que, muerto el padre, la acometida del hijo no nos sea más perjudicial; propongámonos

A Erispoe se le llama Ylispodius en una inscripción de principios del siglo XIII, denominación que no se aleja de la que ofrece Map (Ilispón). 451 eliminar al joven, si no a ambos; haz que el padre venga aquí”. Alan aceptó; y hé aquí que aparece Remelín, a quien la Reina, simulando un amor verdadero, le llenó de honores, como hacía con los que la seguían su juego, mostrándose con verdadera generosidad. Regresaron a su patria cargados de regalos de oro, plata y vestidos femeninos y, cuando los consejeros de Wigon los vieron brillantemente adornados, se volvieron siniestros en sus planteamientos y se quejaban de que en su ausencia habían perdido sus ventajas. Mientras que la avaricia los desorientaba y los martirizaba, apareció un legado de Alan, hombre distinguido y bien versado en el engaño, que pidió con insistencia que acudiesen ante Alan el padre y el hijo y, que si no ambos, al menos el hijo, que no había estado allí con su padre. En principio dudaron y debatieron y la avaricia fue la portavoz en el debate de ambos. Decían que no hacía falta dudar en visitar a su soberano a la vez, siendo tan fieles como eran, cuando ven de manera bien evidente que él exhibe su amor hacia todos y no tienen por qué sufrir maquinación alguna. Sin embargo, Wigon tenía miedo y se echó atrás; finalmente, permaneció en su casa, en contra de la opinión de los suyos y con un evidente murmullo entre ellos. En privado se le acusaba de clara cobardía y faltaban a su palabra, pues censuraban en contra del auténtico conocimiento de sus mentes; se burlaban de él por ser vil e ignorante, aun sabiendo que él era muy querido e irreprochable. Pero, a la vuelta de Remelín, con él vinieron vestidos y oro, caballos y arreos, anuncios de Alan y alabanzas de la reina; entonces la llama de la avaricia estalló y, deseosos de tales regalos, insultaron a Wigon y dijeron: “El honor de 452

Alan está en la visita de sus vasallos y de ellos, y por ellos la humildad y el amor se les administran; el hecho de que te abstuvieras de acudir tantas veces como se te convocó ¿significa que le acusabas de traición o que propagabas tu queja con excesiva fuerza y soberbia? ¡Ea, pues! Obedece a los mandatos primigenios, piensa en tu reputación que desfallece, borra la vergüenza de la antigua infamia”. Wigon consintió, se persuadió del peligro de su vida y hé aquí que llegaron los mensajeros del rey y de la reina; al mismo tiempo que acudían padre e hijo Clodoano los encontró, se sorprendió, calmó sus pasos y mantuvo a Wigon en casa. Remelín fue recibido por el rey y la reina con la habitual reverencia o incluso con mayor dignidad. La reina especialmente, que tendía frecuentemente a la traición, se mostró especialmente dispuesta a todo tipo de familiaridad, le acompañó fuera y dentro de casa, le ofreció seriedad y distracción y palió su iniquidad con toda conmiseración. Estando sentados y manteniéndose a la defensiva, aparecieron dos blancos y fuertes buitres sentados sobre un cadáver; eran sin duda grandes y muy bellos, teniendo en cuenta la deformidad de su fama – es un ave sin proporciones bellas - ; y, de repente, un tercer buitre más pequeño y negro se precipitó con gran ímpetu sobre los blancos, los puso en fuga y obtuvo el cadáver. Remelín se rio y la reina le preguntó por qué. Él sintió lo ocurrido; deseando ocultar su sentimiento, cuanto más se callaba más se ponía en duda su razón. Igual que los vientos irrumpen con furia ante los obstáculos, así la mujer se abalanza sobre aquellos secretos por los que es negada y, mientras lo alcanza, no llega el fin para sus importunidades. Así pues, Remelín fue derrotado y 453 dijo: “Hay un gran monte en mi tierra que sirve de cobijo a buitres negros; hay otro monte en frente del anterior en el que habitan muchos buitres blancos; siempre que se enfrentan entre ellos uno negro sobresale entre dos blancos, del modo en que viste. Y, ya que del mismo modo uno de mis soldados puede vencer a dos de los vuestros en todo enfrentamiento, por eso me he reído”. Aquella respondió: “Si esto es verdad, es entonces digno de risa por vuestra parte y de lamentaciones por la nuestra”. Y transladando esta conversación a otros asuntos tiempo después, lo entretuvo la reina con jocosas palabras hasta la marcha de Remelín. Y la reina informó a Alan de las palabras mantenidas con mayor crudeza que como habían sido concebidas por Remelín; la discordia, hija del corazón de la reina, surgió entre ellos de manerá más intensa; insistió y prevaleció la idea de que él se convertiría con ella en el traidor de los inocentes. Colocó a cien caballeros franceses, armados e instruidos en secreto para la traición dentro de un edificio abovedado en una puerta exterior, para interceptar a Remelín y Wigon; de ese modo se les conminó de una manera más solemne y mediante legados de mayor rango y así se aseguraría su consentimiento. Ante esto, Clodoano, con lágrimas y presagiando el mal que se les venía encima, indujo a su hermano con enorme llanto a que lo enviase con su padre, ya que él, Clodoano, era tan parecido a Wigon que, en caso de poder derrotar a sus enemigos, moriría en lugar de su hermano, siendo una pérdida menor para el país. Wigon seguiría a una distancia prudencial y entraría si veía todo correcto; si era una trampa, regresarían a casa, puesto que había caballos preparados para cada uno a cada milla.

454

Así pues, Remelín y Clodoano entraron en el castillo; las puertas se cerraron súbitamente, fueron tomados por la fuerza, y Remelín mutilado y privado de la visión. Clodoano, tras confesar su nombre, fue liberado. La reina, viendo que Wigon se había librado de la muerte, convocó a sus caballeros y los envió tras él; arrojándose ante ellos, les rogó que se apresuraran – todo les dijo, todo les prometió - ; allá por donde iban arrasaban lo que encontraban apresurándose para acabar con los inocentes. Pero aquel, tras cambiar cinco veces de caballo, no encontró el sexto (pues un negligente siervo desocupado, que guardaba el sexto, previendo que nada siniestro ocurriría a su señor, se ausentó al pueblo más cercano para comer), y así Wigon en su temor espoleó a su quinto caballo, al cual no había espoleado esperando al sexto; cuando comenzó a cansarse, cerca del borde de un bosque, se volvió rápidamente hacia una mujer a quien había visto enfrente de su casa. Él se mostro ante ella, así como su deseo, y le prometió toda clase de cosas. Ella, entonces, le entregó a su hijo para que lo envolviese en la cuna dentro de su casa; él debía consolarlo para aliviar su llanto, mientras que ella esquivaría a los que venían a caballo. Él consintió; llegaron hasta ella los jinetes y, tras oírla rápidamente, no descreyeron sus palabras y se alejaron, pero a menudo volvían a los alrededores de aquella pequeña cabaña para escrutarla con mucha precisión. En el interior Wigon, para calmar el llanto del niño, ponía un cuchillo con el mango de marfil en sus manos y lo dejaba cuando estaba tranquilo; recorría la casa en su interior, buscaba un escondrijo y estaba alerta mirando las aberturas: finalmente ante el gemido del niño regresó y lo encontró muerto; había caído sobre el cuchillo. 455

¿Qué esperanza le quedaba? Él, que había sentido la proximidad de la muerte, ahora parecía atrapado y esperaba tranquilo con los ojos secos de lágrimas, pues la esperanza le había abandonado y con ella el temor. Mientras aquellos que buscaban a Wigon merodeaban en los alrededores, la madre encontró a su hijo muerto; ella misma se desmayó ante el cadáver del niño y fuera de sí se precipitó para denunciar a Wigon. Este, sujetándola por los pies, la retuvo y le juró que él sería un hijo para ella en lugar del fallecido, le persuadió de que no le sería útil la venganza y que, en caso de perdonarle, le facilitaría la esperanza de multidud de riquezas. Finalmente mostró flaqueza, y se apresuró en encontrarse con su marido para contarle todo; los dos, vencidos por la esperanza de lo prometido, pusieron a Wigon en un lugar seguro, conduciéndole por un pasadizo secreto y oscuro, mientras los soldados aún vigilaban. Entonces Wigon reunió a sus tropas y les relató la traición y su propia huida del peligro, y ante ellos todos premiaron a su salvador con el cinturón de la caballería, y le recompensaron con el título de bienhechor de sus riquezas y sus tierras. Sus descendientes aún poseen las propiedades, y son conocidos como los hijos del hombre desnudo, porque, como un hombre desnudo pero ataviado, pasó de ser primero un mendigo a ser un hombre rico. No obstante Wigon, para vengar las injurias de su padre y las suyas, se levantó entonces con una fuerza tal contra Alan Rebrit – esto es, contra el rey de los bretones – que no les quedaron muchas ciudades y

456 villas de sus enemigos donde poner sus cabezas,539 de modo que las huellas de este feroz hostigamiento aún son visibles: ciudades derribadas e iglesias destruidas lo atestiguan. Por ello, Alan acudió presto a su suegro, el rey de los franceses, por cuya intercesión la hija y heredera de Alan se le entregó en matrimonio a Wigon, y él mismo la recibió de nuevo en son de paz. Mediante esta alianza toda la región se mantuvo largo tiempo en paz y tranquilidad. Entonces sucedió que Wigon, mientras jugaba al ajedrez con su esposa, fue llamado por sus cortesanos a atender asuntos más importantes; dejó en su lugar a un leal caballero suyo para concluir la partida con la dama y se retiró. Cuando a continuación la dama hubo ganado, ella dijo al caballero con el que jugaba: “Jaque mate, no a ti, sino al hijo del hombre ciego”. Wigon fue incapaz de soportar este insulto; él acudió raudo contra Alan Rebrit y cayó sobre él sin previo aviso; Alan, vencido, huyó solo a la Iglesia de San Lewi, cerró la puerta y oró al santo Lewi para proteger una de las entradas gracias a sus méritos, hasta haber mantenido alejado al enemigo con sus armas en la otra entrada – pues la iglesia tenía dos puertas. Dichos enemigos, que fueron incapaces de entrar por la puerta del santo, entraron, no sin dificuldad, por la de Alan, lo arrastraron hacia fuera y enfrente de la iglesia lo castraron y lo privaron de la vista. Es por ello que en esa parroquia de San Lewi a día de hoy ningún animal puede concebir en ese lugar y, cuando está a punto de suceder, salen fuera para tal propósito. Para jactarse aún más de una venganza completa, Wigon se llevó

539 Evangelio de San Mateo VIII, 20; Evangelio de San Lucas IX, 58. Nácar & Colunga 1163; 1243. 457 consigo colgado de su cinturón a su siniestra los ojos y las partes pudendas de Alan, fingió el hecho y la finalidad con un rostro sonriente e hilarante, regresó a su hogar y se sentó para la partida de ajedrez con su esposa; cuando hubo ganado la partida, él espetó las mismas palabras que había aprendido de ella – “Jaque mate a la hija del hombre ciego” - . Ante lo visto la mujer percibió lo que había sucedido y, aunque su espíritu estaba constreñido ante la muerte, sonrió en calma, simuló alegría y dijo que su señor había llevado a cabo un sabio acto de justicia; y, aunque la mente de la dama se armó con toda la fuerza de la venganza, no insinuó nada de lo que en su mente se maquinaba. En ese tiempo el Conde de Nantes era Hoel, hombre joven, apuesto y galante; este, aun cuando pudo fácilmente encontrar el favor de la dama, solo encontraba un placer intenso debido al hecho de que gracias a sus tretas podía hacer daño a Wigon; ella mandó llamarlo, y ellos se unieron con el ánimo unívoco de perversidad – ella por venganza, él por codicia, los dos por lujuria. Se deseaban el uno al otro y mutamente deseaban su propio beneficio y la muerte de Wigon. Este funesto hombre entonces se dejó atrapar y fue enviado astutamente por la dama con el pretexto de organizar sus asuntos en dirección a Nantes y así ser aniquilado. Hoel usurpó todo el poder, se casó con la mujer de otro, la hizo suya, y entregó a la hija que él tuvo con ella en matrimonio a un noble llamado Ilispón. Unos años más tarde él tuvo un hijo con ella, a quien llamó Salomón, y murió. Ilispón le sucedió y gracias a una violenta invasión dominó toda Bretaña; y entonces para que no sobreviviera nadie que osase hacerse con la sucesión, 458 se dispuso a matar a Salomón. Henno, un hombre noble y muy leal de aquellas latitudes, se apiadó de él, lo llevó con él y lo escondió, aun siendo un infante, entre la servidumbre de su casa, para esconder la grandeza de su cuna educándole entre los humildes, de rango servil y condición miserable. Solo el padre putativo y su esposa eran conocedores del hecho. Cuando cumplió quince años, un verraco dejó atrás a los cazadores al servicio de Ilispón y entró por sorpresa en un bosque cercano a la cocina donde Salomón vivía. Henno y su servidumbre salieron precipitadamente ante el estruendo de los alaridos y circundaron el bosque con los cazadores, pero, como nadie era suficientemente atrevido para acercarse al verraco, Salomón se precipitó sobre él con sus ropas raídas, pero con el rostro encorajinado, sosteniendo un trozo de tela en su mano izquierda y un pequeño cuchillo en su derecha, y recibió el ataque del animal con bravura con su mano izquierda y lo atravesó con su derecha: era una visión espléndida de un niño, que provocó la admiración de todos; por eso, cuando el enorme tamaño del verraco hizo que todas las miradas se dirijiesen a él y al chico, un viejo cazador, que había estado con su padre, le llamó aparte y le preguntó por su nombre y su familia. “Salomón es mi nombre”, dijo; “No conozco a mi familia, pues Henno me encontró abandonado y me educó”. El otro le replicó con lágrimas: “Ya veo”. Cuando el niño informó sobre ello a Henno, este, temiendo que por la revelación de su plan sería asesinado o al menos desposeíado de todo por Ilispón, fortificó sus ciudades, hizo desaparecer el temor y mandó fuera de sus dominios a todos, conocidos y desconocidos, una declaración plena de sus intenciones. Él imploró la 459 ayuda de todos para él mismo y su señor. De esa forma, muchos príncipes de Bretaña, a quienes Ilispón había previamente sometido mediante la opresión y la tiranía, vieron ahora la oportunidad que deseaban, y gustosamente se reunieron con Henno. El conocimiento de estos hechos inquietó a Ilispón y convocó a todos aquellos que podían ayudarle: entre ellos apareció Meinfelin de Kimelec, un hombre de gran sabiduría. En ese momento la esposa de Ilispón había puesto sus ojos en un joven de ese ejército, y se amaban el uno al otro y temían que Meinfelin, hábil y entendido como era, revelase el secreto de la pareja. La dama se las ingenió para alejarlo de la corte, bien mediante algún cargo o interponiendo alguna causa vergonzante de ofensa. Tal cargo lo encontró fuera, y obligó a sus ocho hijos y al resto de su familia a practicar en todo evento con el mismo control con el que ellos lo vieran ejercitarse. El bufón, que estaba recorriendo el vestíbulo, instruido por su señora, volcó un recipiente de leche sobre la cabeza de Meinfelin, mientras él a su vez estaba bebiendo leche en la mesa. Este, como si se riera ante la broma, se sacudió la leche en la cara del bufón y con el semblante atemperado y pacífico esperó a Ilispón para vengarse de él – teniendo en cuenta a todas luces que no había sufrido ningún daño y que la extravagancia del bufón era por completo inocua: cuando todo pasó y quedó sin castigo, recibió el permiso de partir y se marchó en dirección a su hogar. Pero llegó hasta Henno, a quien encontró triste, pero su llegada elevó su alegría. Henno le dijo: “La única cosa que tememos y por la que podemos no obtener victoria – una victoria que Dios nos ha enviado con tu persona mediante tu ayuda – es esta, que nuestro vecino Camo, un joven sabio y 460 vigoroso, poseedor de muchas y buenas fortificaciones, había concebido con mi consentimiento la esperanza de casarse con mi única hija, pues no había sido cortejado aún por hombre alguno; y, como ahora ha oído que he cambiado de opinión y pienso en comprometerla con Salomón, está fortificando sus ciudades, reuniendo a sus gentes, aumentando sus fuerzas con todos sus esfuerzos, y está henchido con una evidente ira para vengarse por sus injurias y, puesto que el odio, que es la esencia degenerada del amor, es lo más pertinaz, a menos que él se vuelva sobre nosotros, no somos nada”. Dijo el hombre sabio: “Permite que Salomón y tu hija vengan conmigo, y dulcificaremos su ira contra nosotros”. A resultas de ello siguieron al hombre sabio y Camo los recibió a su llegada con un gran cortejo de caballeros. El hombre sabio dijo: “Nuestro señor Salomón, a quien las leyes y los derechos de nuestros padres han colocado por encima de nosotros, renuncia a su amor por ti, la hija incólume de Henno, para que tú, que fuiste el primero en desearla ardientemente, no quedes defraudado de tu deseo; y renuncia a su placer para satisfacer el tuyo, prefiriendo el tormento o quemarse a abrir de par en par una ofensa ante un amigo tal como tú”. Abrumado por esta sincera generosidad, Camo elogió a Salomón por su modestia y que su pretendida fuese restituida, y prometió ayudarle colocando todas sus tropas a su disposición. Cuando Ilispón oyó todos estos acuerdos, reunió sus fuerzas y se dispuso a atacar a Salomón, y fijó un día para la batalla. El cauteloso anciano de Kimelec examinaba el campo de batalla todos los días, la situación del lugar, la mejor forma de aproximarse a él, los puestos de guardia y la forma de escapar. Esto 461 lo hizo de noche, para impedir que el enemigo observase su cuidado y así cambiar el lugar del encuentro, por estar muy bien explorado, o para no imitarle y hacerlo como él lo hacía. Él también vio – algo que no se debe olvidar – la noche antes de la batalla que Ilispón llegó solo hasta un árbol en el lugar mencionado y ante sus ojos hizo un sacrificio a los dioses infernales, y en respuesta a su importunidad recibió la respuesta: que aquel que primero fuese hallado allí al día siguiente sería el vencedor. Mientras Ilispón regresaba con sus hombres para disponer el orden de batalla, intentando volver enseguida, el hombre sabio trajo a Salomón al punto señalado al amanecer para ser conquistado, y fue el primero en ser descubierto. Las escuadras de Salomón fueron entonces dispuestas por el hombre sabio, y dejó a cien caballeros en la reserva detrás de las líneas, ocultos en la espesura de un pequeño bosque. Y, para acortar una larga historia, el ejército de Ilispón fue vencido y puesto en fuga, pero el hombre sabio y siete de sus hijos fueron aniquilados; entonces, cuando Salomón regresaba con quince caballeros – todos los demás habían caído – de repente se encontró allí con un tal Leucio, uno de sus aliados, con treinta y seis hombres de sus filas. Él, viendo que era superior a Salomón en fuerzas, creyó con su mente criminal que, si Salomón era puesto fuera de combate, él sería el hombre más fuerte del reino y podría colocarse la corona en su propia cabeza; se reunió aparte en consejo con sus hombres y esto despertó las sospechas de Salomón, y él y los suyos se prepararon para defenderse o huir. Leucio y sus hombres lo atacaron y por número les obligaron a huir. Tras oír la conmoción, los cien caballeros escondidos por el hombre sabio 462 repentinamente interceptaron a Leucio, los hicieron prisioneros a él y a su banda y los castigaron como traidores con la merecida muerte en la horca. De ahí en adelante toda Bretaña fue gobernada por Salomón y sus herederos. Cualquier lector que pueda juzgar ajustado leer con detenimiento esto aprenderá de los muy diversos crímenes aquí relatados a armarse con precaución, pero él no será capaz de mantenerlo intacto a menos que con la más fuerte de las bridas ponga freno a la codicia – codicia que, más dura que el hambre o la sed y más despiadada que cualquier otra presión, conduce a los hombres a las profundidades de la iniquidad. Pues ella fue la que causó todas estas enormidades.

XVI. SOBRE LOS MERCADERES ESCEVA Y OLLO540

Esceva y Ollo, de edad semejante, pero de diferente carácter, jóvenes de baja extracción, acumularon al mismo tiempo un pequeño capital, y en nuestros días se han convertido en los primeros vendedores ambulantes con pequeñas comodidades y a partir de entonces han alcanzado mayores. De vendedores callejeros ascendieron a porteadores, de ser porteadores se convirtieron en superiores de muchos conductores de carros, y siempre se mantuvieron como fieles compañeros. Cuando creció su negocio, como dice otro autor, el deseo de dinero creció tanto

540 Los editores (392) recuerdan que la historia se localiza en Italia; se da por supuesto su origen italiano. La historia del ascenso de unos mercaderes pudo ser habitual en cualquier país de Europa. 463 como creció la riqueza.541 Los lazos del compañerismo y la sólida unión en los negocios ahora se hacían pesados, y se llegó al acuerdo de separar las posesiones. Hicieron una división del conjunto, tomaron sus lotes, cada uno cogió lo apartado para él, intercambiaron despedidas y partieron. Esceva, hombre gracioso por naturaleza y cortés por su clase, rogó a Ollo entre lágrimas que en el futuro se buscasen entre ellos, en los pueblos o ciudades donde pudieran asentarse y que, aunque separados en persona, las muestras de afecto los mantendrían unidos. Esceva eligió Rávena para vivir y durante mucho tiempo sin desposarse se entregó al intercambio de bienes; Ollo en Pavía se casó con una bella mujer. Al principio los mensajes de uno a otro eran frecuentísimos, pero al fin cesaron. Esceva fue a Pavía a visitar a Ollo con un gran séquito de sirvientes, bien equipado, y hé aquí que encontró a Ollo apresurándose con carretas cargadas para una feria distante. Intercambiaron besos y aun así Ollo le inquirió: “¿De dónde vienes y a dónde vas?”542; considerando su antiguo afecto, debería haber dado media vuelta y haber recibido a tan cercano amigo. Sin embargo, al oír que él era el principal motivo de la llegada de Esceva, se excusó de regresar, con el pretexto de la feria, y añadió que Esceva no podía ser recibido en su casa de cualquier forma por muchas razones, y entonces lo dejó y partió tras las carretas. Esceva, decepcionado por esta situación, empezó a hablar por casualidad con un pastor de Ollo cerca de Pavía, sin

541 Juvenal, Sátiras XIV, 139. Guillén Cabañero 595. 542 Horacio, Sátiras II, 4, 1. Guillén Cabañero 269. 464 saber que lo era, y oyendo sobre de quién se le preguntaba – las propiedades de Ollo, personales y reales – aprendió del pastor todos los secretos de la casa, y tales informaciones las reportó a la esposa de Ollo como contraseñas para ser recibido allí. Él fue recibido, y no permite ni que sus propios sirvientes o los de Ollo fuesen bastantes con lo que debía encontrarse entre las provisiones de la casa, amplias como eran. Había traído delicias de fuera, a las cuales él decía estar acostumbrado, y por su cuenta dispuso una cena tan espléndida y abundante que por su abundancia atrajo al vecindario. Invitó a aquellos que permanecían en la plaza,543 a transeúntes que allí paraban, y mostró tal riqueza en comida y en bebida que la esposa de Ollo, al igual que todos los demás, fervientemente rogaron que la ausencia de Ollo y la presencia de Esceva fuese permanente. La misma circunstancia continuó durante muchos días con una cada vez creciente elaboración: todos eran invitados, aquellos que venían eran honrados con intensa alegría, los que no tenían nada eran llenados de presentes enviados para ellos. Toda la provincia acudía a ver qué se le podía reportar: la admiración se extendió por villas y ciudades, y pilló desprevenido a Ollo en su viaje de larga distancia. Él estaba estupefacto, y decidió no volver hasta que el otro se marchase: y, aunque interiormente bramaba de ansiedad y celos por su esposa, no menos queja le producía el sentimiento de envidia y por ese deseo no le quemaba la codicia de esponer sus mercancías. Las pérdidas no le entristecían ni le agradaban los beneficios, ni malgastaba un pensamiento en ganar o ahorrar dinero.

543 Evangelio de San Mateo XX, 3. Nácar & Colunga 1181. 465

Perdió el cuidado de su elemental forma y se hizo mezquino con respecto a su esposa y, como él se cuestionaba con ansiedad las relaciones de ella y de Esceva y lo que estaba sucediendo, supo por casualidad la verdad. Pues Esceva se volcó por completo en aquello que Ollo más temía y la atrajo hacia su voluntad con todas las artimañas que él pudo maquinar y, una vez que se la hubo ganado y hubo abusado de ella de manera despreciable, no contento con esa iniquidad, continuó diciendo: “Mi queridísima, mi elegida, a quien amo más que a mi alma, tú puedes, si tu mente tiene esa voluntad, calmar mi alma que ahora está más ansiosa y completamente inflamada por el amor hacia ti, y decidir que a partir de ahora viviremos juntos con total seguridad: quiero decir rechazando admitir a Ollo cuando regrese y, ya que se sorprenderá por completo, repudiarlo y renunciar a él y negando que conoces a ese hombre.544 Procuraré llevar a cabo esto con la ayuda de sus vecinos y conocidos y atraeré al alguacil y a sus subordinados al mismo terreno, si sólo tú corroboras esto: entonces quienquiera intentar hacer que los jueces o cualquier subordinado crea que él fue alguna vez tu marido, o el propietario de esta riqueza, inmediatamente se echará atrás al oírme y, si es necesario, tendrá que jurar lo contrario, de modo que desconfiará de sí mismo y se sentirá cautivado de pensar que Ollo está en alguna otra parte, fuera de sí”. Ella, aunque desesperada ante la posibilidad del plan, consintió. Así pues, Esceva, dando recompensas y añadiendo promesas por todas partes, visitó a todos los conocidos de Ollo, pues las amistades con

544 Evangelio de San Lucas XXII, 34. Nácar & Colunga 1263. 466 personalidades deshonestas son inestables. Él se aproximó al príncipe y a los jueces, y los corrompió a base de disparates de la manera habitual. El ardid pareció funcionar con todos y la broma ocurrente, y ellos también reconocieron que era beneficioso que un ficus estéril debe ser cortado y un olivo fértil plantado en su lugar. Esceva siguió viviendo en la casa con la esposa como su marido legal, y como preceptor del engaño no dejó de enseñar a todos en sus mentiras, además de cómo debían contestar a Ollo. Ollo, cauto, como a él le parecía, se mantenía alejado, escuchando mientras Esceva se iba retirando, pretendiendo convertirse en el vengador de las injurias sobre su mujer y su torturador cuando ella no tuviese ayuda, y reacio a contemplar cómo se malgastaban los bienes de los que había oído hablar, pues un avaro está menos dolido por la pérdida de su sustancia si no la ve que si la ve. Con el tiempo él vio que todo se demoraba en exceso, tenía un enorme miedo al riesgo que tomaba y regreso de vuelta a casa. Llamó a la puerta y, como nadie acudía al instante para abrirla, perdió su templanza; volvió a golpear la puerta, armó un alboroto, se dejó llevar por la pasión; añadió amenazas a su ira. Altaneramente llamó por su nombre a Nicolás, a quien había hecho su portero. Él acudió y con la misma altanería respondió: “¿Quién eres tú? ¿Por qué armas este escándalo? ¿Qué demonio te lleva? ¿Por qué debemos ser molestados por estar mal de la cabeza? ¿Por qué interrumpes el descanso de mi amo? ¿Eres un lunático o algo parecido? Si estás fuera de tus cabales, podemos ponerte pronto dentro de ellos otra vez; si no te calmas, te pondrás a dormir gracias a un bastonazo”. Dijo Ollo: “Mi siervo, ¿acaso yo no 467 soy yo?; Nicolás: “Sé que tú eres tú; ¿tienes alguna duda de ser tú mismo?; Ollo: “¿Y no sabes que tú eres mi sirviente?” Nicolás: “Sé que eres un siervo; eres un loco poseído”. Ollo: “Abre mi puerta en seguida”. Nicolás: “¿Tu puerta? ¿No prueba eso que estás fuera de tus cabales? O controlas tu lengua o te silenciaré de una vez por todas con este bastón”. Ollo: “¡Oh, maldito sirviente! ¿No soy yo Ollo el que te hizo guardián de esta propiedad?” Nicolás: ¿Tú, tú vil bufón? Por supuesto que Ollo está dentro, y en la cama, con mi señora”. Ollo: “¿Con qué señora, demonio de hombre?” Nicolás: ¡Demonio tú! Para mayor seguridad con mi querida señora Biblis”. Cuando oyó el nombre de Biblis, se tambaleó de su caballo sin sentido y, tras un breve intervalo de inconsciencia, dijo: “Nicolás, sal y mírame bien; recobra tus sentidos y reconoce que yo soy tu amo y el marido de Biblis”. Nicolás dijo, estallando de risa: “Puedo verte bastante bien a través de este agujero, y puede que seas Ollo por lo que sé: pero no todos los Ollos son el marido de Biblis”. Ollo: “Sí, pero soy el mismo Ollo que la tomó como esposa en tu presencia de su padre Mela y su madre Bala”. Nicolás: “Bueno, nunca vi a un borracho o a un loco con tan buena memoria; de quienquiera que los obtuvieses o los recordases, conoces de memoria los nombres, Mela y Bala y Nicolás; quizás has oído hablar de nuestra criada Cristina también”. Ollo: “No me hace falta oír hablar de ella; la hospedo y la doy de comer y a ti también y a todos tus amigos, y yo construí esta casa y todo lo que hay en ella es mío”. Nicolás: “¡Cristina, Cristina, eh, Cristina! ¡Ven aquí y mira a un loco de lo más infausto! Conoce todo de aquí, nos mantiene a todos, es dueño de todo; aun así, es una locura amena 468 también la que se ha apoderado de él, pues lo convierte en un rey. Échale un vistazo. ¿No es el hombre que llevaron a galeras no hace mucho por asesinato y que se escapó y que buscó refugio? ¡Y ahora dice que es nuestro amo! ¿Qué piensas?” Cristina: “Bueno, iba a decirte que era él; pero ciertamente no tendríamos que ser duros con él, haga lo que haga. A alguien que esta bajo el poder de la locura y sujeto a ella se le permite hacer de todo”. Ollo aparte: “¡Qué impertinencia la de estos sirvientes! ¡Qué desvergonzada y obstinada es!; lo han conseguido de Esceva. Han sido pagados por él para repudiarme y, cuando él se atiborre de mis lujos y los agote, caerán a mis pies y me pedirán perdón, diciendo que actuaron ignorantes. Pero que perezca Ollo si no les pongo los pelos de punta”. Nicolás: “¡Masculla entre dientes, pobre ser sin cerebro! Y, si no quieres una tunda, desaparece inmediatamente!”. Cristina: “¡Eh, aquí! Tú que te haces llamar Ollo. Nos llamas locos y dementes. Ve a tus vecinos y, cuando te digan lo mismo que nosotros, date cuenta que estás poseído”. Convocó a los vecinos y les habló de las injurias que había sufrido. Ellos negaron que lo hubieran visto u oído hablar del hombre, y se rieron de él hasta mofarse y se decían unos a otros que lo atasen y le hiciesen razonar: cuando él insistió, lo sacaron de la plaza lanzándole piedras. Del mismo modo tiempo después fue rechazado por los magistrados y, cuando él encontró en todas partes que las mismas miradas de despreció se dirigían hacia él y las mismas respuestas, él mismo se examinó y preguntó a su propia gente quién y de dónde era y cómo eran las cosas, y todo se volvió en contra de su propio juicio y confiaba menos 469 en sus propios evidencias que la de los otros. Ellos, sin embargo, y el resto, sobornados por Esceva, hablaban por el dinero de Esceva. Por fin uno de ellos, llamado Barato, dijo a Ollo: “Amo, nosotros sabemos la verdad del caso, pero tú eres siempre tan duro con nosotros y nos muestras tus cejas arqueadas que por temor a ti tenemos que fingir que lo que es verdadero es en realidad falso. Tu casa y la Biblis que buscas aquí están en Rávena. Si no desconfías, vayamos allí y encontrarás lo que te crees que has visto aquí”. En consecuencia abandonaron Pavía, y en la primera noche del viaje Ollo fue abandonado por los que lo acompañaban, y ante la vergüenza del hecho casi perdió la percepción de la realidad. Vio cómo todos sus grandes recursos desaparecían, salvo aquellos que él tenía consigo: acudió a sus pastores, y los privó de sus rediles, y se deshizo de todos los bienes que podía manejar para echarles el guante. Esceva tuvo noticias de ello, lo siguió, lo pilló desprevenido y se lo trajo de vuelta encadenado como espoliador de sus bienes. Ollo tuvo miedo de enfrentarse a los jueces y de la mofa que seguiría, y con gran vergüenza abjuró toda reclamación contra Esceva.

Hazme caso: el dar es signo de inteligencia.545

FIN DE LA CUARTA DISTINCIÓN DE LAS MINUCIAS DE LOS CORTESANOS. COMIENZA LA QUINTA.

545 Ovidio, Amores I, 8, 62. Cristóbal López 2001: 25. 470

QUINTA DISTINCIÓN

I. PRÓLOGO

Los resultados de la industria de los antiguos están en nuestras manos; ellos protagonizan los hechos que incluso en su época eran pasados, presentes en los nuestros, y nosotros guardamos silencio; y así su memoria vive entre nosotros y olvidamos la nuestra propia. ¡Notable maravilla! ¡Los muertos vivos y los vivos enterrados en su lugar! Incluso nuestros tiempos quizás permiten algo no tan indigno del coturno de un Sófocles.546 Aun así, las excelencias de nuestros héroes modernos caen en el olvido y los denostados flequillos de la antigüedad vuelven a honrarse. Esto se da por seguro debido al hecho de que, mientras que nosotros sabemos cómo criticar, no sabemos cómo componer; tenemos una enorme necesidad de criticar, y ser criticados por algo es nuestra recompensa; y así las mentes están estancadas y los ingenios languidecen: así el valor generoso de esta época está escandalosamente extinguido y la luz brilla tenue, no por falta de material, sino porque los artesanos están abúlicos y nuestros escritores no tienen influencia. ¡Pensad! César vive de las loas trascendentes de Lucano, Eneas en las de Marón, en gran parte por sus propios méritos, y no menos por la vigilancia de los poetas. Para nosotros la compañía de bufones mantiene viva la fama divina de los Carlomagnos y Pepinos en baladas populares, pero de nuestros modernos Césares nadie habla; con todo, sus

546 Virgilio, Bucólicas VIII, 10. De la Ascensión Recio & Soler Ruiz 205. 471 personajes, con la fortaleza, temperanza y admiración de todos, están listos para volcarlos en la pluma. Alejandro de Macedonia, que censuraba la estrechez del mundo que había sometido, miró por fin la tumba de Aquiles y dijo con un suspiro: “Feliz de ti, joven héroe, que disfrutas de que anuncien tus hazañas”, pensando en Homero.547 Ese gran Alejandro es mi testigo de que muchos sobrevivieron en las descripciones de los autores, incluso todos los que han tenido éxitos mientras vivieron entre los hombres tras su muerte. Pero, ¿qué significado tenía el suspiro de Alejandro? Ciertamente lloraba por sus propios méritos, que permanecían a la espera de un gran poeta, para que el día de su muerte no se borrase de un plumazo. Pero, ¿quién osa hoy en día poner negro sobre blanco lo que sucede hoy, o incluso anotar nuestros nombres? En realidad esto significa que, si cualquier nuevo escrito os muestra a Enrique o a Walter o incluso vuestro propio nombre recogido, lo vilipendiais y os mofais de él; pero no ante sus errores, y espero que tampoco ante los vuestros. No obstante, si veis a Anibal o Menestrates,548 o a cualquier otro excelso nombre con el perfume de la vieja antigüedad, vuestros espíritus se elevan y añorais y os mostrais exultantes ante el pensamiento de entrar en la edad dorada de la antigua fábula. La tiranía de Nerón, la avaricia de Juba,549 y cualquier otra cosa que la

547 Cicerón, En defensa del poeta Arquias 24; Julio Valerio, Las hazañas de Alejandro de Macedonia I, 47. 548 Los editores (406) creen que es un nombre ficticio; Bradley (1917: 397-398) cree que es un eco de un nombre semejante en la Historia Natural de Plinio (XXXVI, 32-33). 549 James (1923) refiere a Lucano (IV, 670); este es uno de los pasajes a través de los cuales Map pudo conocer al Juba I, rey de 472 antigüedad os ofrece las abrazáis con reverencia total: la mansedumbre de Luis o la liberalidad de Enrique la despreciais. Pero, si rechazáis creer que nuestros héroes poseen la buena disposición de los antiguos y creéis que la afirmación es falsa, escuchad al menos relatos de la antigua maldad de nuestra gente, como lo hacéis con aquellos relatos de Nerón y semejantes, pues seguramente la malicia nunca degenerará como para no permitir que los modernos sean por lo menos capaces de la deshonra a la antigua usanza, incluso si ello niega su antigua nobleza. Pues aquí encontrareis retratado el honor de los hombres modernos con su gracia, y la bajeza de sus crímenes horrendos. Os mostramos esto para que sean rechazados por vosotros por sus bajezas, para que elijais lo otro por su ayuda: no apartéis vuestros ojos de uno y otro, a menos que lo hayáis visto por completo y lo hayáis asumido; pues debéis leer y escrutar cada página que veáis, y ni una sola debe ser malusada sin ser examinada con detenimiento. El usula es un pez del Danubio, que atraviesa las armas de sus enemigos hasta alcanzar tonos musicales, y no desiste incluso cuando está herido, sino que lleno de vida y orgulloso del órgano, sigue firme con el reclamo de su alma incluso hasta la muerte. Tal es la instancia triunfal del hombre noble y esmerado, a quien ni la expectoración, ni el consumo, ni inconveniencia alguna apartan de su estudio. Gracias a su pertinaz estudio trae el martirio a su cuerpo angustiado; pues en dicha finalidad la considera más

Numidia, pero este hecho, según los editores (406) no ayuda a comprender por qué Map asocia el nombre de Juba con la avaricia. 473 noble para volcarse ante Dios, un alma enriquecida por la luz del conocimiento, que en consentirla egoístamente y hartarla de desidio y ocio. De este modo debeis ser un usula.

II. SOBRE EL REY APOLONIDES550

Apolonides, rey de las partes occidentales, había saqueado a sus enemigos y regresaba a casa cargado con un inmenso botín; de camino un sacerdote clamaba detrás de él que él se llevaba una partida de sus bestias entre lo espoliado: el rey le tomó juramento y dijo: “Coge lo que es tuyo y regresa en paz”. Y, cuando el sacerdote, con un ojo puesto en su beneficio más que en la verdad, eligió lo mejor de todos los rebaños, Apolonides, aun al tanto de lo que estaba sucediendo, sin respetarlo nada dijo. Y, mientras ellos aún estaban sorprendidos ante esto, hé aquí que un segundo sacerdote apareció, y en parecidos modos ambos demandaron otra partida y se marchó abjurando como el primero; el rey, aunque enojado, aún no puso objeción: y, cuando un tercero apareció, profiriendo su juramento solo por dos bestias, el rey le dijo: “Jura por una partida como los otros que se han marchado”. Él,

550 Los editores (408) advierten de las numerosas sugerencias hechas a la identidad del rey a quien Map conoció y odió; Bradley (p. 398) vislumbra al joven rey Enrique, hecho que sería debido a la apropiación del nombre (“hijo de Apolo”, es decir, Faetonte, que intentó volar demasiado alto al conducir el carro de su padre, el sol, en su curso durante un día, con los consiguientes resultados. Pero la frase “en las partes del oeste” y la vida de saqueo y botín sugiere la existencia de un rey galés más que uno inglés; Tupper y Ogle (1924) apuntan las concomitancias de “Ap” con el patronímico galés. 474 sin embargo, dijo: “Mi señor, no abjuraré”. Entonces el rey, deseando recompensar su buena fe, le entregó más de dos, cien más, diciendo: “Este hombre más digno merece tener mis bestias, ya que tiene la voluntad sin un gran número por temor al perjurio, que aquellos otros que tienen las suyas y que prefirieron abjurar a marchar sin nada”. Esta, por Hércules, fue una palabra y un acto que yo reconozco digno de la pluma de Homero. Soy indigno de tratar un tema así de una manera tan noble. Este mismo rey, tras oír que su reino estaba siendo hostigado por un príncipe extranjero, envió espías, y determinó que el rey en cuestión vivía muy lujosamente de caros sustentos, y que en todo su ejército no se bebía nada excepto vino, pese a que el vino es una rara comodidad en esos lugares. Por tanto, observando que para él y sus hombres el agua era suficiente, dijo: “Desde el principio del mundo no se ha oído que el vino sea mejor que el agua”; y, como a lo largo de una extensa campaña siguieron bebiendo respectivamente vino y agua, la victoria cayó del lado del agua. Para los extranjeros, cuando el vino se acababa, volvían a su vino en su casa. He visto, conozco y odio a este rey. Pero no quisiera que mi odio ennegreciese su valor; no es mi deseo nunca ocultar la excelencia de cualquier hombre por la envidia. Este mismo hombre dio provisiones a sus enemigos cuando estaban siendo asediados y en riesgo de hambruna hasta el punto de capitular; él deseaba que fuesen vencidos por su propia fuerza y no por el deseo de pan y, aunque pospuso su victoria, aumentó el renombre de la misma. Él fue también pacífico y moderado con sus vecinos, pero venció a pueblos distantes, como el halcón, que nunca ataca a 475 las aves que viven cerca de su nido, pero, con las garras de un pacificador, mantiene alejado a sus enemigos, y convierte en presas a aquellos que viven lejos.

III. SOBRE LOS COMIENZOS DEL CONDE GODWINE Y SU PERSONALIDAD551

En el año 1054 desde la encarnación del Señor Jerusalén552 fue tomada por los sarracenos y mantenida por ellos cuarenta y cinco años. Doce años antes de que Jerusalén fuese sometida por los sarracenos, Inglaterra fue entregada a los normandos.

Después de que mil ciento setenta años pasaran

551 Sobre este capítulo, ver supra p. 34. 552 Los editores comentan (410-411) que Jerusalén fue probablemente tomada por los árabes a mediados del siglo XI; no es fácil hacer conjeturas sobre los acontecimientos que hay detrás de la supuesta captura de la ciudad en 1054. En 1056 a todo aquel que venía de occidente se le prohibía la entrada al Santo Sepulcro y muchos eran expulsados de Jerusalén (S. Runcinam (1965), A History of the Crusades, vol. I (Londres: Penguin), p. 49). Los versos que aparecen durante el capítulo no son obra de Map; los que se sitúan en 1066 aparecen en los anales de Bury y en la crónica de Hyde del siglo XIII (F. Liebermann (ed.) (1879), Ungedruckte anglo-normannische Geschichtsquellen (Estrasburgo), p. 129; E. Edwards (ed.) (1856), Liber Monasterii de Hyda (Londres: Rolls Series), p. 291; Hinton 1923: 461). El último pareado está en los anales de Vendôme (L. Halphen (ed.) (1903), Recueil des annales angevines et vendômoises (París), p. 67). El cometa Halley es un fenómeno considerado como un portento que trajo la conquista normanda. Jerusalén fue capturada por los cruzados en 1099 y Saladino la reconquistó en 1187. 476

El séptimo después del décimo se entregó Jerusalén a Saladino. [1187]

En el año mil sesenta y seis Los límites de Inglaterra vieron las crines del cometa. [1066]

En el año mil noventa y nueve Los francos tomaron Jerusalén con valor y audacia. [1099]

Treinta y tres años antes de que Jerusalén fuese tomada de los sarracenos Inglaterra fue entregada al cautiverio, y por la ira del Altísimo fue entregada a los normandos. Unos tres años antes de esta última caída de Jerusalén, Constantinopla, que había envejecido en paz continua, fue tomada y sometida por medio de muchas, incluso innumerables, intrigas de Andronico,553 cuya mezquindad igualaba, si no superaba, la de Nerón. Así, estas dos destrucciones fueron premonitorias y los presagios de las que sufrió Jerusalén. Pero es mejor que el modo y las razones de las mismas no se aparten del recuerdo postrero, deben ser enunciadas, y es por lo que se debe hacer una digresión de ellas. Edgar, rey de los ingleses,554 el más noble en linaje, personalidad y reino, engendró de su consorte a

553 Presumiblemente Andronico, hijo de Isaac Commeno, emperador entre 1183 y 1185. Distinción II, 18, pp. 114-115. 554 Cuando Edgar murió en 975, dejó dos hijos de madres diferentes, Eduardo, que le sucedió, y Æthelred. Eduardo fue asesinado en 978 en Corfe, y su cuerpo fue trasladado posteriormente a Shaftesbury. La reina Ælfthryth, madre de Æthelred, se la consideró durante el siglo XI sospechosa de estar 477

Eduardo, semejante a él, y siguiendo adecuadamente los pasos del padre: la madre de Eduardo murió, y de su segunda esposa legítima él (Edgar) engendró a Æthelred, cuya madre, que envidiaba que el reino fuese a parar a Eduardo, intentó envenenarlo con una bebida: esto no tuvo éxito, y por ello contrató soldados que lo aniquilaron en Shaftesbury. Æthelred, entonces, sucedió a Edgar como rey; y a él los ingleses lo llamaban “sin consejo”,555 pues él nunca consiguió acción alguna. Junto a la hermana del Conde (o

involucrada en el hecho de manera por otra parte injusta. En el siglo XII se convirtió, según la leyenda, en hechicera (S. Keynes (1980), The Diplomas of King Æthelred “The Unready”, 978- 1016 (Cambridge), pp. 163-174; C. E. Wright (1939), The Cultivation of Saga in Anglo-Saxon England (Edinburgo- Londres), pp. 158; 166). Æthelred II (978-1016) se casó en segundas nupcias con Emma, hermana de Ricardo II, duque de Normandía; de sus hijos, Alfredo (probablemente el más joven) fue asesinado durante una visita a Inglaterra en 1036, y Eduardo el Confesor finalmente se convirtió en rey (1042-1066). Sobre Alfredo: A. Campbell (ed.) (1949), Encomium Emmae Reginae (Londres: The Royal Historical Society), Camden 3rd series, vol. 72, pp. lxiv ss. 555 Bradley (399) enmienda la forma latina que Map utiliza para el famoso sobrenombre de Æthelred (“Unrǣd”, “sin consejo”, a la que luego se la traduciría corruptamente como “no preparado”). La certeza de este hecho se basa en que el sobrenombre no se encuentra registrado antes del siglo XIII. Es un juego de palabras sobre el nombre de Æthelred, que significa “de noble consejo”; según S. Keynes (1978), esto refleja la mala reputación que Æthelred el Sin Consejo tenía a finales del siglo XI y en el siglo XII. S. Keynes (1978), “The Declining Reputation of King Æthelred the Unready”, en D. Hill (ed.), Ethelred the Unready: Papers from the Millenary Conference (Oxford: British Archaeological Reports), British Series 59, pp. 227-253. 478

Duque) de Normandía,556 tuvo dos hijos: Alfredo y Eduardo. En los días de este innoble Æthelred, como consecuencia de su ineptitud e indolencia, los reyes de las islas adyacentes consiguieron tanto espoliar Inglaterra como obtener regalos a cambio de una paz segura. Ahora en esta época cierto hombre ha ascendido de este modo. Estando de cacería, Æthelred se había estraviado de su compañía. Era invierno, y llegó solo de noche vagando a la casa de un pastor suyo, y allí pidió y aceptó alojamiento, lo cual le fue concedido. El hijo del pastor, un joven llamado Godwine,557 acudió con entusiasmo: él era mucho más amable y cortés de lo que el linaje de su padre podría haberle hecho. Le quitó las botas al rey, se las limpió y se las puso de nuevo; cepilló al caballo, lo condujo fuera, lo

556 “Conde” era el título habitual usado por los “duques” de Normandía a principios del siglo XI, y continuó siendo común en documentos de principios del XII; a principios del siglo XI “duque” o “marqués” u otros títulos no eran infrecuentes para describir al Conquistador y a sus hijos; en época de Map “duque” era el título normal. El uso de “conde” puede indicar que Map acudió a una fuente escrita, pero el título alternativo bien podría ser aún familiar. 557 Godwine de Essex, el conde principal de época de Eduardo el Confesor, consiguió su condado bajo la influencia de Cnut; el nombre de su padre es Wulfnoth, y bien pudo haber sido un aristócrata, pero no se poseen más datos sobre el origen de Godwine; en el siglo XII surgieron varias leyendas que pretendían llenar dichos huecos sobre su biografía. Map no es el único autor que lo convierte en hijo de un pastor (Wright 1939: 218-229; Freeman, 1882, vol. I, pp. 719-731. La versión de Map es propia: el condado que se le otorga a Godwine en Gloucester es invención de Map, pues no hubo tal condado antes del siglo XII. Wright (1939: 197-198) sugiere que la historia de Map está en parte basada en la tradición de Gloucestershire. 479 examinó, lo limpió con una almohaza, le preparó un lecho de paja y le dio forraje; dispuso todo de manera ordenada, rápida y nítida. Evidentemente era el orgullo de su padre; como preceptor de la humilde casa puso al fuego el ganso más rápido y dispuso a su hermana para vigilarlo. Su padre le ordenó preparar un pollo; al momento puso tres para asar; el padre ordenó servir una pieza de cerdo salada y col; rápidamente añadió tres y, sin consultar a su madre o a su padre, sirvió un cerdo destetado,558 esto es, una puerca joven y virgen. Avivó el fuego, encendió velas, contó historias para pasar el rato, amenizó al rey, aduló a su madre, dio órdenes a su padre, sabiamente proporcionó todo lo que se deseaba; no se tumbó, se sentó, se apoyaba en sus codos o permanecía quieto, alguna vez se movía, no provocaba problemas, no miraba por su propio confort o meditaba sobre su promoción; estaba completamente comprometido con el rey y se vaciaba absolutamente en él. Y, aunque no sabía que era el rey, le mostraba la reverencia debida a un rey en toda su plenitud; se despreciaba a sí mismo y era mirado con afabilidad; se abandonaba y era llamado, no se reclamaba y era reclamado; no codiciaba o esperaba, no servía para conseguir, ni siquiera con cebo, para conseguir cualquier cosa; se expresaba libre y completamente, y con su corazón abierto discurría, no por su ganancia o su beneficio, y así ignorante pasaba de rondón entre el beneficio y la ganancia. El rey estaba sobrecogido por su buen hacer,

558 La explicación de Map del raro término nefrendem (literalmente, “que no puede morder”, “sin dientes”) no parece estar, según los editores (414), a la altura del uso clásico (Webb 1915: 122). Es un ejemplo, según ellos, de explicación basado en un conocimiento ambiguo, fruto quizás de la improvisación. 480 y lo adoptó como propio, para que rigiera una gran riqueza. Esta es la costumbre mundana, que cuando un hombre de manera ansiosa atrapa el garfio con lucrativa habilidad, no lo percibe, mientras que el favor venido de un esfuerzo candoroso llueve sin esperarlo del cielo. Pues el rey, torpe en otros aspectos, tuvo en cuenta todo, bebió y dio por bueno todo este servicio y, aunque indolente de por sí, aprobó el celo activo y la administración desinteresado del otro; pues muchos alaban lo que son y no se apremian por imitar. El rey finalmente lo acogió a su servicio, y con el paso del tiempo lo ascendió por encima de todos los príncipes del reino, y con el cinturón de caballero le confirió el condado de Gloucester.559 Recorrió de arriba abajo todos los puertos de Inglaterra, por tierra y por mar, acabando con todos los piratas; y por sus medios Inglaterra se convirtió en el terror de todos los países circundantes, ante los cuales era espolio y presa. Ella descansó y respiró de nuevo; pero el conde mismo, impaciente de paz y quietud, con toda su alma inflamada por el amor a la guerra, se ejercitaba en batallas más allá de mar, tan grandes y distantes, que su nombre era famoso entre los sarracenos y los cristianos al unísono y su fama era incomparable en todas partes. Y por eso a su regreso su reino estaba lleno de regocijo. Pues toda la afabilidad, la cortesía, la liberalidad que es o puede ser buscada razonablemente en las manos de cualquier noble - ¡no! – o de cualquier hijo de un rey, este hijo de un pastor las mostraba en gran medida por su generosidad. Y

559 Godwine fue conde de Wessex; ni él ni ninguno de sus hijos fue conde de Gloucester. 481 esto de hecho parecía lo más sorprendente, que sucediera de la manera menos esperada. ¿Quién supondría que alguien rústico pudiera ser tan puro en rusticidad y ser distinguido por el perfume tan dulce de las virtudes? No digo que fuese un hombre bueno, sí uno poderoso y sin escrúpulos. La bondad es la hija de la nobleza, y la sabiduría rechaza el grado más alto de la misma a los innobles; pero el valor puede existir tanto en los buenos como en los malos. La bondad hace a un hombre solo bueno, el valor lo hace bueno o malo. No puedo llamar bueno a este hombre, pues sé que era innoble, pero en cuanto al valor era valiente por sus actos, audaz en los peligros, repentino en las oportunidades, era invencible con respecto a sus seguidores, elegía rápidamente entre dilemas, y era fuerte al ganar su causa fuese acertada o no. Con estas sorprendentes características de su carácter el conde, bueno y cortés en apariencia, enmascaraba las tachas que debía a su nacimiento, y principalmente por su fuerza limitó la militancia innata de su malicia: y de hecho esto hace mantener una dura lucha para hacer de un hombre preeminente sobre sus congéneres, si tiene que luchar contra los vicios de la naturaleza. La codicia, sin embargo, no emergía y, aunque a duras penas se aferraba a las manos de las buenas cualidades, elevaba su cabeza, y la avaricia serpenteaba para mejorar su liberalidad, pues su objeto era adquirir dinero a cualquier precio, que él pudiese por todos los medios tener mucho que ofrecer; no se ruborizaba al coger lo que él pudiese ser capaz de distribuir, mientras la liberalidad no excediese la medida de los recursos de uno, y no es elogiable dar lo que se ha ganado engañando. Siendo él incomparablemente el más grande de su país y capaz 482

- siendo como era tan valiente y falto de escrúpulos – de obtener cualquier cosa de su inactivo y rico maestro, obtuvo de su señor el rey un condado y la mitad de otro y en varios lugares propiedades que le complacían, tanto del rey como de otros. Berkeley junto a Severn,560 una villa de quinientas libras de valor, pertenecía a ciertas monjas que allí habitaban y que tenían una noble y hermosa abadesa. Entonces, el hombre del que hablo se abasteció de todo con sutil habilidad, y concibió el deseo, no de la abadesa, sino de la propiedad de esta y, cuando pasó por el lugar, dejó al cuidado de ella a su sobrino, un joven muy apuesto, como excusa de su enfermedad, hasta que él regresase, y exigió al inválido que no se recuperase completamente hasta que hubiese conquistado a la abadesa y a tantas monjas como pudiese y, para dar al joven los medios de encontrar el favor con ellas, él le proporcionó anillos, fajas, pieles de ciervo, sembrados de gemas, para presentarse ante las monjas como un sabio traidor. En consecuencia entró con presteza y buena voluntad en el camino del placer, y lo aprendió fácilmente, pues fácil es el

560 Según los editores (416), hubo un monasterio en Berkeley en el siglo XI, y Godwine se benefició de su supresión. Freeman, 1882, vol. II, pp. 54-57 (2ª ed.); vol. II, pp. 556-558 (3ª ed.); C. S. Taylor (1894-1895), “Berkeley Minster”, Transactions of the Bristol and Gloucestershire Archaeological Society 19: 70-84; B. R. Kemp (1968), “The Churches of the Berkeley Hernesse”, Transactions of the Bristol and Gloucestershire Archaeological Society 87: 96-110. Es más que probable que Map haya combinado la suppression de Berkeley con la historia de cómo la Abadía de Leominster desapareció después de que su abadesa fuese seducida por el hijo mayor de Godwine, Swein (Freeman, vol. II, pp. 87-89 (1ª ed.); pp. 592-593 (2ª ed.); vol. II, pp. 89-90; 608-610 (3ª ed., 1877). 483 descenso al Averno,561 y jugó sabiamente en aquello que era de su gusto. En él habitaba todo lo que las vírgenes imprudentes podían desear – belleza, deseos de lujo, y trato amable; y el diablo estaba emocionado con encontrar una morada en cada una de ellas; por eso expulsó a Palas y trajo a Venus, y construyó una iglesia consagrada al Salvador y a los santos un execrable panteón, y convirtió un santuario en un burdel y a las corderas en prostitutas. Así, cuando los hinchados vientres de la abadesa y de muchas de las monjas no podían ser más encubiertos, el seductor desapareció y rápidamente llevó a su señor las águilas562 que había ganado como recompensa por su iniquidad. Godwine en seguida se aproximó al rey, hizo públicas la noticia de que la abadesa y las monjas se hallaban inmoralmente encintas, envió hombres para investigar, y a su regreso comprobó la verdad de todo lo que él había dicho. Las monjas fueron expulsadas, y él pidió y recibió Berkeley de su señor, que mejor se le podría llamar de su insensato. Bosham563 junto a Chichester fue visto y deseado por él y, acompañado por una cantidad de notables,

561 Virgilio, Eneida VI, 126. De Echave-Sustaeta 166. 562 Lucano, Farsalia V, 238. Holgado Redondo 162. 563 Los editores (418) aseguran que Bosham fue propiedad de Godwine, hecho que se puede apreciar en el Tapiz de Bayeux (http://www.bayeuxtapestry.org.uk/). Era una posesión muy apreciada por su hijo. Pero no hay razón, como se dice en el texto, de que perteneciese al arzobispo de Canterbury; una vez más, Map parece confrontar dos historias: la de la posesión y la historia de la lucha de Godwine con Robert de Jumièges, Arzobispo de Canterbury en 1051. F. Barlow (ed. & trad.) (1962), Life of King Edward Who Rests at Westminster (Oxford), p. 19. Sobre la historia posterior de Bosham: J. H. Denton (1970), English Royal Free Chapels, 1100-1300 (Manchester), pp. 44-47. 484 dijo con una sonrisa, como de broma, al Arzobispo de Canterbury, que entonces poseía el lugar: “Señor, ¿me concede Bosham?” El Arzobispo sorprendido repitió las palabras inquiriendo: “¿Te doy Bosham?”. Inmediatamente él y su grupo de caballeros cayó a los pies del arzobispo, como si él lo hubiera dispuesto, y los besó, y con profusión de agradecimientos se retiró a Bosham y lo mantuvo con agresivo poder y, apoyado en la evidencia de sus hombres, elogió al Arzobispo en presencia del rey, y poseyó el lugar en paz. De estos ejemplos, el lector puede concebir qué espíritu tenía, qué apestado era al adquirir, cuando él era tan pródigo en dar. Él era un cazador de las ganancias de todos los hombres, para satisfacer todos sus dones;564 para todos, una fuente de temor y esperanza, de pena y de gozo.

564 Primera Carta de San Pablo a los Corintios IX, 22. 1368. 485

IV. SOBRE CNUT, REY DE LOS DANESES565

El más rico y valiente de todos los reyes en esa época era Cnut, rey de los daneses. Él, llamado por los nobles de Inglaterra y tentado por sus frecuentes misivas - sin que los ingleses se opusieran, sino que lo invitaban y lo recibían con gozo – llegó con un fuerte contingente a Danesia (Dengey), la cual dicen que aún

565 El relato de las relaciones entre Cnut y el Conde Godwine es fundamentalmente ficticio: a Godwine se le puede considerar de hecho como una creación de Cnut. El padre de Cnut, Swein, rey de Dinamarca, encabezó varias invasiones de Inglaterra y, después de que sus seguidores hubieran continuado inmersos en campañas en Inglaterra, llevó a cabo lo que virtualmente era una conquista completa en 1013, siendo aceptado como rey; pero a principios de 1014 murió. Cnut marchó a Dinamarca, pero regresó al año siguiente con tropas de refuerzo. El hijo de Æthelred, Edmundo Ironside, intentó hacerle frente, y tras la muerte de Æthelred en Abril de 1016 tanto Cnut como Edmundo fueron reconocidos como reyes por diferentes sectores de la comunidad. En Octubre de 1016 se encontraron en el campo de batalla en Ashingdon, en la región de Essex; Cnut salió victorioso, y en Noviembre de ese año Edmundo murió, dejando a Cnut como rey indiscutible de los ingleses (1016-1035). Se casó con la viuda de Æthelred, Emma (ver supra p. 185), dejando esta a los dos hijos tenidos con Æthelred (Eduardo y Alfredo), en Normandía, la tierra natal de la madre; los hijos de Edmundo Ironside, Eduardo y Edmundo, fueron educados en Hungría. Habían sido enviados a Suecia por Cnut, y fueron llevados por el rey de los suecos San Esteban, rey de Hungría. Parte de las leyendas que se cuentan en este capítulo aparecen ya con anterioridad; gran parte de ellas también en la Vita Haroldi de fecha incierta. Wright 1939: 183 ss.; 218-229. Freeman, 1877, vol. I, pp. 658; 712-7; 741 (3ª ed.). 486 se llama Danesia de los daneses.566 Esto fue ocasionado por una vergonzosa opresión, pues con los reyes existe la regla de que cuanto más cobarde es cualquiera más cruel acaba siendo. De tal calaña y tan salvaje era Æthelred y, comportándose de manera cobarde y por temor a todos, dispuso trampas para todos, y no capturó a nadie enseguida, sino a los principales uno a uno, y redujo la libertad a esclavitud y viceversa: las cabezas de los nobles entregó a los siervos para ser pisoteadas, causando una incomparable aflicción, gobernando injustamente, sembrando la crueldad, siendo un semillero de severidad, sin vengar las injurias ni devolver los beneficios. No tenía aprecio a nadie a quien en su ira él no pudiese cargar con un servil nacimiento, traición, o algún otro crimen. En él se cumplía el dicho de “Un rey injusto no posee nada salvo ministros malos”.567 Aquel que era llamado benigno, moderado y misericordioso no prosperaba ante su vista.568 El orgulloso ojo del siervo y su insaciable pecho a estos los administraba con sumo placer.569 Toda su felicidad residía en las quejas y las lágrimas de los nobles. Las damas de gentil cuna eran obligadas a desposarse con maridos rústicos, y él obligaba a los hijos de la mejor sangre a rebajarse ante las hijas de los siervos.

566 El nombre de Dengey es habitual en Essex: es un nombre muy antiguo, incluso anterior a las invasiones danesas, y por tanto no se le concedió dicho nombre por ellos (P. H. Reaney (1935), Placenames of Essex (Cambridge), pp. xxii-xxiii, 213-214). No hay una evidencia clara de que Cnut o Swein llegasen alguna vez a ese lugar. 567 Proverbios XXIX, 12. Nácar & Colunga 793. 568 Salmos CI, 7. Nácar & Colunga 744. 569 Salmos CI, 5-7. Nácar & Colunga 744. 487

Respetaba los corazones de sus secuaces como al propio y los armaba con todo recurso típico de la crueldad. Había tantos reyes como gobernantes a sus pies: él era veraz en sus amenazas, falso en sus promesas, y por todas partes un martillo de toda justicia. Al comienzo de su reinado sus nobles lo sostenían, a menos que ellos parecieran empequeñecer su descendencia, pero más adelante ellos, a los que él de manera violenta los apartó de la nobleza para ofrecerles una base sólida, lo vendieron a gente extraña. Él estaba en sus estancias en Westminster en compañía de siervos a los que había elegido y cuya disposición él había alimentado en contra de la libertad, cuando la noticia de la llegada de Cnut se oyó en el exterior. Huyó en un bote y en Londres murió de temor entre sus siervos y, abandonado por ellos, fue llevado por la corriente del río “a donde bajaron Numa y Anco”.570 Aunque mi alma de manera natural es reacia a los siervos, este punto sobre ellos no me complace, que al final o en una emergencia ellos muestran plenamente cuánto merecen afecto. Hay un proverbio inglés sobre ellos: “Have hund to godsib ant steng in this oder hond”; esto es, “Toma un perro como padrino y un báculo en tu otra mano”. Así que Cnut apareció repentinamente y sin ser esperado por ellos, y fue recibido en seguida en Londres por aquellos que lo habían invitado, invadió todas las regiones adyacentes y, para asegurarse su parte, se casó con Emma, la hija del duque de Normandía, que recientemente quedó viuda de

570 Horacio, Epístolas I, 6, 27. Silvestre 383. 488

Æthelred. A los hijos de ella, sin embargo, Alfredo y Eduardo, no pudo encontrarlos pese a su búsqueda, pues cierto caballero se los llevó, como el Altísimo había ordenado, fuera de las luchas y de las turbulencias, y en secreto los colocó en un bote y los arrojó al mar, vestidos con ornamentos reales y con una carta que mostraba sus nombres y su linaje, y así los encomendó a la disposición de Dios. El segundo día fueron encontrados envueltos en lloros por unos mercaderes de Pannonia y traídos ante el rey de Hungría y devueltos posteriormente a su tio el duque. Pero, ¿cómo actuó Godwine en esta coyuntura? Reuniendo un gran y fuerte contingente de soldados, convocó a Edmundo, el hijo de Æthelred, y ellos se encontraron con Cnut, que acudió raudo a enfrentarse con ellos en Deerhurst, en el valle de Gloucester, sobre el Severn. A ambos lados los escuadrones y las falanges de los ejércitos estaban dispuestos para la batalla, siendo los más grandes los de Cnut, que había traído a la mitad de Inglaterra junto a sus daneses. Pero los daneses temían a sus fuertes e iracundos adversarios y su perversa causa, de la cual la codicia era su único sustento. Ellos insistían junto a Cnut en que el aniquilamiento de todo el ejército no debería ponerse en práctica, sino el de un solo hombre, y que un duelo reemplazaría a una batalla y el campeón victorioso obtendría el reino para su señor, y el resto volvería en paz.571 Ambos bandos estaban

571 El enfrentamiento en Deerhurst tuvo lugar poco después de la batalla de Ashingdon, pero fue una conferencia de paz en la que los reyes acordaron dividirse Inglaterra entre ellos, un acuerdo que rápidamente llegó a su fin al morir Edmundo en Noviembre de 1016 (F. M. Stenton (1943), Anglo-Saxon England (Oxford), p. 387; la leyenda del duelo que se cuenta es anterior a Map: es 489 complacidos con esto, y le pareció bueno a Edmundo confrontar el peligro él mismo y no permitir a ningún campeón ocupar su lugar. Al oír esto, Cnut decidió que él debía luchar de motu propio, para evitar una disparidad impropia, pues un conflicto entre reyes sería igual y ajustado. Se hicieron, por tanto, todos los preparativos necesarios con la debida solemnidad: se garantizó una tregua, se armaron a vigilantes del terreno, y los dos, montados en dos botes desde las orillas opuestas, se encontraron en una isla en el Severn, equipados con excelentes y preciosas armas y caballos para cualquier necesidad por su honor y salvaguarda. No podemos detenernos en sus numerosos fracasos y éxitos una vez que la lucha hubo empezado, ya que tenemos que pasar a otros asuntos – una lucha largamente librada en mitad del silencio de ambos bandos, de cambios diversos y contrarios que alternativamente elevaban los peores temores y las esperanzas más gozosas, mientras el ejército se mantenía estupefacto y sin moverse. Ello dio lugar, sin embargo, a una memorable frase: cuando sus caballos fueron abatidos y pasaron a ser soldados de a pie, Cnut, que era esbelto, delgado y alto, presionó a Edmundo, que era grande y equilibrado – en otras palabras, bastante fuerte – con tal fortaleza y persistencia en el ataque, que en una pausa que se permitieron para descansar Edmundo se quedó jadeando ostensiblemente y emitiendo profundas respiraciones; y, al oír la guirnalda, Cnut dijo: recogida por William de Malmesbury (Stubbs, 1867, vol. I, p. 180) y Henry de Huntingdon (T. Arnold (ed.) (1879), Historia Anglorum (Oxford: Rolls Series), p. 185) a comienzos del siglo XII. Wright 1939: 184-198; Freeman, 1877, vol. I, 3ª ed., pp. 705-717. 490

“Edmundo, respiras demasiado atolondrado”. Él se ruborizó, pero mantuvo un sincero silencio y en el siguiente ataque se avalanzó sobre el casco de Cnut con tal violencia que tocó el suelo con la rodilla y la mano; pero Edmundo se volvió atrás y ni golpeó al enemigo caído ni hostigó al vencido; sólo vengándose palabra a palabra, replicó: “No demasiado atolondrado, si puede batir a un rey tan grande”. Los daneses, cuando vieron que Edmundo había sometido a su señor en un conflicto de tanta enjundia y que cuando la victoria estaba en sus manos él había postergado su triunfo, incitaron a los dos entre muchos ruegos y lágrimas a hacer un tratado en estos términos, que durante sus vidas ellos poseerían el reino a partes iguales dividido entre los dos y que a la muerte de cualquiera el que sobreviviera le sucedería en todo el reino. Y en el acto se hicieron amigos y hermanos, sellaron juntos una fidelidad muy firme, de manera que ni el demonio, sembrador de enfrentamientos, ni sus cómplices, las odiosas lenguas afiladas de difamadores y aduladores, pudiesen disolver el acuerdo al que habían llegado, o su amistad. Sucedió, no obstante, que Edmundo falleció primero y de este modo. Es la práctica de algunos reyes confiar los secretos de sus aposentos y lechos a los sirvientes, sin temor a mostrarles sus propias mentes libertinas. Y hé aquí la anécdota que me ocurrió: Robert, conde de Gloucester,572 el hijo de

572 Muerto en 1147, era hijo ilegítimo de Enrique I, hermano y apoyo fundamental de la Emperatriz Matilda contra el rey Stephen y mecenas de los eruditos, como William de Malmesbury y Geoffrey de Monmouth. V. Gibbs et al. (ed.) (1910-1959), The Complete Peerage (Londres), vol. V, pp. 682- 686; vol. XI, Apéndice D, p. 106. Map no es el único que otorga 491

Enrique I, un hombre de gran prudencia y muy letrado, aunque, como sucede a menudo, petulante, solía aparecer mucho en los círculos de Stephen de Beauchamp, un hombre marcado por la misma falta, y parecía despreciar a todos los nobles entre sus caballeros. Entonces en el momento más álgido de un compromiso, cuando ya la trompeta encendía los espíritus, los cascos se ajustaban a ambos lados, las lanzas a sus objetivos, los escudos se ceñían a los pechos, las riendas firmemente dirigían los corceles, rápidamente Robert buscaba ayuda y consejo de sus nobles, dejando de lado a Stephen como alguien de poca ayuda. Y uno de los soldados le dijo: “Llama a Stephen”. El conde sintió la fuerza del reproche y se sonrojó; entonces, a todos los que había convocado al consejo dijo: “Tened piedad de mí, y no lo reduzcáis a perdonar a uno que confiesa su falta. Soy un hombre de fuertes pasiones y, cuando mi dama Venus me llama, llamo a su sirviente Stephen, que es el ayudante más disponible en tal caso; pero, cuando convoca Marte, me vuelvo hacia vosotros, sus alumnos. Pero, si mi oído siempre está atento a ella (os digo la verdad), la razón es que yo sirvo a Venus como voluntario, pero sólo debo luchar por Marte”. Todos

el calificativo de “letrado” a Robert, aunque sí es el único autor que cuenta la historia de Stephen de Beauchamp. Este fue uno de los más comprometidos con William de Beauchamp en la “carte” de los barones de 1166 y apareció, junto con el conde Robert, como testigo en la cédula de la emperatriz contra William de Beauchamp de c. 1141 (J. H. Round (1892), Geoffrey de Mandeville (Londres), pp. 314-315; H. A. Cronne & R. H. C. Davis (eds.) (1968), Regesta Regum Anglo-Normannorum (Oxford), nº 68). 492 rieron y le concedieron el perdón y le prestaron su ayuda. Esta supongo es la razón por la que los reyes apartan a los hombres libres y confían sus secretos a los siervos, porque ellos quieren servir a los vicios y rechazan la libertad de las virtudes; y, como se dice comúnmente, el igual busca al igual. Así, Edmundo buscó uno como él en su carácter licencioso, o mejor dicho en sus faltas, y situó por encima de los hombres libres de su corte a un hombre de condición servil y baja.573 Esta persona obtuvo de él muchos emolumentos que él no esperaba y que eran completamente inadecuados para su bajo origen; pero una villa, que en particular pertenecía a la corona, lo atrajo, en concreto Minsterworth de Severn, a tres villas de Gloucester. Él la pidió y recibió como respuesta del rey, no un rechazo, sino un aplazamiento. En seguida concibió una ira rápida y rabiosa, y este hombre, a quien el excesivo favor de su señor lo había llevado desaforadamente no al orgullo, sino a la locura, imaginó la iniquidad en su lecho,574 tal y como el alma de un hombre libre nunca hubiera concebido, incluso si estuviera herido por mil iniquidades. Los corazones de los nobles están encerrados en muros de metal, que ni la envidia, ni la ambición, ni el vinagre de la iniquidad pueden

573 Según los editores (428), esta es una clara referencia al justicia renegado de Mercia, Eadric Streona; no mató a Edmundo, pero desertó de él en Ashingdon y así aseguró su fracaso. Una leyenda similar también aparece en William de Malmesbury (Stubbs, 1867, vol. I, pp. 215-218) y Henry de Huntingdon (p. 186). El interés de Eadric en Minsterworth no aparece en otras fuentes. Wright 1939: pp. 185-206. 574 Salmos XXXVI, 4. Nácar & Colunga 709. 493 disolver, y por eso a ellos raramente se les encuentra ingratos de cara a los beneficios, aun encontrando la paciencia necesaria contra las injurias. Pero las defensas de las almas de los siervos son bien inexistentes o bien están rotas: ellas yacen abiertas a los hurtos, los saqueos y todas las demás hijas de la inmoralidad. Ellas desprecian valorar el honor en contra del deshonor y se satisfacen con ese verso vil:

Júpiter dictaminó que sería buena cualquier cosa que gustara.575

Ese es el evangelio del Diablo, que proviene de Evan, con una consonante V, que debe interpretarse como “locura”, de ahí que a Baco se le llame Evan:576 no es el evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, donde tenemos la vocal V doblada, de “eu”, que significa “bueno”; pues eso nos enseña abstenernos del mal y prestar atención al bien. Este siervo, meditando un odio gratuito en su mente, por fin dispuso un plan, tras considerar la situación de los reyes, y concibió el peor de los designios, exactamente que el que sobreviviera sería el que heredase al finado, y por su acto convirtió a Cnut en el superviviente, juzgando que él estaría a su disposición y sería como él, de modo que, como él, desearía, dejando de lado todo honor y todos los pensamientos en Dios, que todo el reino se unificase bajo él y que en recompensa a su iniquidad él recibiría

575 Ovidio, Cartas de las heroínas IV, 133. Pérez Vega 54. 576 Euhan o Evan es uno de los nombres alternativos de Baco (Ovidio, Metamorfosis IV, 15). Webb 1915: 123. 494 sin dificultad ni retraso lo que su señor había pospuesto darle. Entonces, este fue el modo de actuar. Cnut poseía Londres y las zonas más allá de Icknield; Edmundo el resto,577 y así llegó la deseada Minsterworth, la capilla de la cual yo, gracias a Dios, poseo por derecho de su iglesia madre en Westbury. Pero, cuando este siervo la vio, con todos los recursos y delicias que la pertenecían, su locura se inflamó y, ministro del Diablo como era, puso en el agujero de la privacidad de su señor una gran lanza afilada de hierro y, precediéndole mientras acudía con una intensa luz de velas, de repente las desvió en otra dirección, de modo que su señor pudo caer dentro de la trampa sin darse cuenta. Cayó dentro del agujero y fue atravesado con una herida mortal, y fue llevado desde allí y murió en Ross,578 una ciudad real que con su iglesia él concedió

577 El camino de Icknield era una antigua vía desde Dorset hasta Norfolk. La Anglo-Saxon Chronicle concede a Edmundo sólo Wessex, de ahí que se piense que la frontera se hubiese diseñado junto al Támesis; Map acierta al conceder Londres a Cnut. Sin embargo, Florence de Worcester (B. Thorpe (ed.) (1848-1849), Chronicon ex chronicis, 2 vols. (Londres), vol. I, 178) concede Essex e East Anglia a Cnut. Este dato es probablemente erróneo, puede representar la misma tradición que recibe Map, aunque es también probable que Florence no sea su fuente, ya que esta da por error Londres a Edmundo. C. Brooke & G. Keir (1975), London 800-1216 (Londres), pp. 23-24. 578 Map acierta al hacer de Ross una posesión de la catedral de Hereford, y es posible que él también esté en lo cierto al convertirlo en un presente de Edmundo y localizar la muerte de este en Ross. Florence de Worcester localiza esta circunstancia en Londres, Henry de Huntingdon en Oxford. Ninguna de las dos posibilidades tiene visos de verosimilitud, pues ambos lugares formaban parte más que probablemente de los dominios de Cnut; como la Anglo-Saxon Chronicle sitúa su enterramiento en 495 a la iglesia de Hereford que aún posee. El siervo se apresuró en presentarse ante Cnut y le dijo: “Saludos a ti, rey poderoso, que ayer no eras más que la mitad de un rey; y que puedas recompensar al autor de tu integridad por cuya mano tu enemigo ha sido arrebatado y tu contrario arrancado de la tierra”. El rey, aunque muy entristecido, respondió sin mover su rostro: “¡Buen Dios! ¿Quién ha sido tan buen amigo mío que pueda situarlo por encima de todos sus iguales? “Yo”, dijo el siervo. Entonces el rey lo cogió por lo alto y lo colgó del roble más alto: el fin debido y propio de los siervos. Cnut, por tanto, continuó siendo un monarca libre durante mucho tiempo y los daneses se expandieron por todas las regiones, y prevalecieron sobre los ingleses y los forzaron a la peor de las esclavitudes, utilizando de manera abyecta a sus esposas, mujeres y sobrinas. Godwine informó sobre esto con muchas lágrimas a Cnut, pero no fue escuchado para liberar a su pueblo; así, con pena por su propia raza se convirtió en el enemigo más despiadado y cruel del rey de los daneses, y virilmente se apartó del poder real (y, según dicen, prevaleció contra ello en muchos encuentros), continuamente suplicando la paz y la libertad para los ingleses. Pero cuando Cnut vio que él no podía ser vencido en la batalla, él prestó atención a sus ruegos,

Glastonbury, es probable que muriese más al oeste. H. P. R. Finberg (1961) (Early Charters of the West Midlands (Leicester), 1961, p. 145) defiende la historia de Map. Pero no existen datos que apoyan esta tesis; no resulta seguro aceptar los hechos históricos sólo teniendo en cuenta las palabras de Map; en otro lugar (II, 12) sí acierta al asignar una propiedad a la capital de Hereford, pero aparentemente se equivoca sobre cómo la catedral la adquirió. 496 de forma que él pudiese en tiempo de paz obtener mediante el engaño lo que él no podía obtener por la fuerza o por el arte de la guerra; y ellos se convirtieron superficialmente en amigos y la libertad se restauró en Inglaterra. A menudo los daneses rompían los pactos concluidos en términos semejantes, como rompieron este, y se enzarzaban en sus antiguas disputas de manera más violenta que antes. Aun así, esta paz duró mucho tiempo, durante el cual Cnut maquinó contra Godwine. A base de regalos frecuentes y muestras de amistad se ganó de él su credulidad y su afecto. Y, cuando el rey estaba completamente seguro de esto, él le convocó y, tras muchos suspiros y gemidos, dijo: “Con seguridad puedo presumir de tu perdón, ya que yo también he perdonado todo lo que parece merecer el castigo debido a la rebelión (discordia): digo “parece” y no digo “merece”, pues, mientras he sido injusto en mi persecución de tu pueblo, tu resistencia ha sido siempre tanto loable como justa. Ahora, si aún permanece algún escrúpulo o nube que te cause pena, que se te satisfaga con cualquier expiación por mi parte acorde con tu juicio”. El conde, apaciguado por estas palabras, aun siendo engañosas, y de algún modo calmado en su alma, concedió el perdón de todos los perversos designios anteriores. Entonces Cnut, para atraparle con mayor habilidad, continuó de este modo: “Oh mi señor conde, me has alegrado tanto la mente que deseo confiarte con seguridad el mando supremo de mis dos reinos. Primero, deseo que visites Dinamarca y allí ordenes y corrijas las deficiencias como veas que es adecuado. Y, como mi única hermana, la más bella y dulce de las damas, gobierna allí en mi nombre, ella recibirá una carta de mí escrita de vuestra mano, indicándole que reuna a todos los 497 nobles ante ti y a ellos les entregarás otra, al efecto de que ellos se sometan a ti, como a mí, con toda reverencia”. El conde consintió, recibió las cartas y el permiso para partir, y acudió rápidamente al puerto desde donde tenía que iniciar la travesía. Por consejo de su capellán Brand,579 a quien él conocía por ser un excelente maestro en astucias, abrió ambos sellos para comprobar la buena fe o el engaño del rey, pues no sin razón él temía a los “daneses incluso con dones en sus manos”.580 En la primera carta él leyó que los daneses iban a reunirse junto a él; en la segunda lo siguiente: “Que sepan mis leales daneses, que en justicia son todos muy queridos para mí, pues son los más fieles, que el Conde Godwine, ante quien habeis sido convocados por mi carta y habeis acudido, me ha sonsacado, tanto por engaño como por la fuerza, el gobierno de Dinamarca durante tres años, prometiendo ser para mí un ministro prudente y fiel incrementando mis rentas, la prosperidad general y vuestra protección, de modo que ni el mismo José beneficiaría más a Egipto. Justo del mismo modo se ofreció el lobo como vigilante al al fatuo pastor, que mientras él estaba confiado en alejar sus miedos, más libremente asistiría solo al espolio. Él (Godwine) desea vengar la vergüenza de la raza inglesa, y presumir de sí mismo

579 El único eclesiástico conocido con ese nombre poco usual en el siglo XI fue el abad de Peterborough (1066-1069). W. G. Searle (1897), Onomasticon Anglosaxonicum (Cambridge), p. 113. Map describe las cartas cerradas, con la vitela cerrada y sellada a través del pliegue. 580 Virgilio, Eneida II, 49. De Echave-Sustaeta 41. La historia aparece en la Vita Haroldi (W. de G. Birch (ed.) (1885), Vita Haroldi (Londres), pp. 14-15; 114) de fecha incierta, y parece más probable que ambos textos deriven de una tradición común que de la Vita copiada por Map. Wright 1939: 224-229. 498 en vuestra sangre. Yo percibí el engaño y consentí ante esta petición, fingiéndome loco, que de vuestra mano el conspirador de la muerte pueda perecer en su propia muerte y que la inteligencia se encuentre superada por la sabiduría. Pues, mientras él viva, yo no seré el único rey de los ingleses y de Dinamarca”. Godwine ordenó que esta carta fuese cambiada y, actuando con audacia, en contra de los deseos de sus hombres, que por temor le hubieran hecho volver, así alteró la orden del rey: “Cnut, rey de los ingleses y de Dinamarca, para los daneses, los únicos que aman su prosperidad, desea eso que han ganado por su fe y valor en todos las épocas de paz y de guerra. Es conveniente que sepáis que yo gobierno como monarca toda Inglaterra con salud y seguridad, que espero que agrade a Dios que me guía como a Jacob, a quien Él amó. A él y a vuestras oraciones os doy las gracias. Ahora para el portador de estos presentes, siendo el conde de York y señor de Lincoln, Nottingham, Leicester, Chester, Huntingdon, Northampton, Gloucester y Hereford, que durante largo tiempo se nos resistieron, tenemos una deuda mayor que cualquier otro ser humano vivo, pues su mano nos ha otorgado paz y su valor y sabiduría mantienen el reino en paz. A él como mi más fiel servidor he confiado el cuidado y las disposiciones de toda Dinamarca y le he entregado a mi hermana como esposa; y deseo que a su mandato os sometáis sin controversia. Adiós.581

581 Los editores (436) creen que la historia está inacabada o falta una hoja del manuscrito utilizado para su edición. 499

V. SOBRE ENRIQUE I, REY DE LOS INGLESES, Y LUIS, REY DE LOS FRANCESES

Enrique, rey de Inglaterra, padre de la madre de este Enrique que ahora reina, un hombre con previsión y amante de la paz, venció en una batalla cerca de Gisors y puso en fuga a Luis el Gordo, rey de Francia, con su orgulloso ejército y, de regreso victorioso, puso paz en Inglaterra.582 Había sido conquistada por su padre Guillermo el Bastardo, pero ni Guillermo mismo ni su hijo y sucesor Guillermo Rufo la habían llevado a una situación pacífica, pues sus antiguos habitantes de ningún modo consentían soportar el exilio en paz, sino que acosejaban a los que llegaban y por todo el reino había un estado de fiera sedición. Este Enrique, sin embargo, de quien hablo, disponiendo matrimonios entre miembros de ambas facciones y por otros medios que él pudo idear, unió a ambos pueblos en firme concordia, y reinó durante largo tiempo y felizmente sobre Inglaterra, Gales, Normandía y Bretaña, para honrar a Dios y la gran riqueza y permanente gozo de sus súbditos. Él también completó desde las cimentaciones el monasterio de Cluny,583 cuyas cimentaciones Alfonso, rey de los

582 Según los editores (436), esta es una probable referencia a la batalla de Brémule (unas millas al noroeste de Gisors) el 20 de Agosto de 1119, en la cual Enrique I de Inglaterra venció a Luis VI de Francia (1108-1137). Hinton 1923: 462-463. 583 Según informan los editores (436-437), la iglesia de la abadía de Cluny, en la regíon de Burgundia, fue reconstruida a finales del siglo XI y principios del XII; la certeza de este hecho la transmite el abad Pedro el Venerable, según el cual los reyes de Castilla (Alfonso VI) y de Inglaterra (Enrique I) fueron sus 500 españoles, había costeado y apenas había llevado a la superficie, y después había abandonado su propósito por miseria. El edificio, aunque grande y bello, cayó por completo al suelo no mucho tiempo después de que se hubieran completado los últimos detalles. Pero, cuando los cluniacenses con gran temor informaron de ello al rey y echaron la culpa a sus trabajadores, él los excusó, diciendo que ello había sucedido por la mano de Dios, que su propio trabajo podría no descansar en los cimientos de otro, dispuestos por un rey que había sucumbido a la codicia; y él envió a los primeros trabajadores e hizo que todo lo que Alfonso había colocado fuese arrancado del suelo, y construyó y concluyó una obra de magnífica grandeza y también dio a los monjes 100 libras esterlinas anuales para

principales benefactores. Alfonso VI murió en 1109, y parece probable que Enrique colmó de dones a Cluny desde aproximadamente esa fecha; uno de sus sobrinos favoritos, Enrique de Blois, fue monje allí. En 1131 él donó a la abadía una pensión de cien marcos. Aunque el relato de Map es sin duda exagerado e impreciso en los detalles, su testimonio es una confirmación importante de lo que se puede deducir de otras fuentes. C. N. L. Brooke (1971), “Princes and Kings as Patrons of Monasteries”, en II Monachesimo e la Riforma Ecclesiastica (1049-I 12.2.) (4, Settimana internationale di studio, Passo della Mendola), 1968; Miscellanea Del Centro Di Studi Medioevali VI (Milán), pp. 137-139; D. Lohrmann (1975), “Pierre le Vénerable et Henri 1er, roi d´Angleterre” en Pierre Abélard: Pierre le Vénérable. Les courants philosophiques, littéraires et artistiques en Occident au milieu du XII siècle (París), pp. 191-203; K. Conant (1968), Cluny (Mâcon), pp. 81-82; 99; 110-111; G. Constable (ed.) (1967), Letters of Peter the Venerable (Cambridge, Massachusetts), nº 89, vol. I, p. 229; vol. II, pp. 157- 158; J. Marx (ed.) (1914), William of Jumièges (Rouen-París), p. 312; J. H. Round (1899), Calendar of Documents preserved in France (Londres: PRO), nºs. 1387-1389. 501 sostenimiento permanente y mantener el edificio en buenas condiciones. El mismo príncipe, aunque se mantenía a medio camino entre lo mísero y lo pródigo, que no podía estar más cerca de ser pródigo sin caer en el vicio, fue siempre bendecido con toda opulencia, y creció en la prosperidad de los hombres y en los asuntos de su reino. Él seguía las costumbres de su casa y de su familia, ordenadas por él mismo y guardadas por escrito: de su casa, que siempre se mantuviesen gran cantidad de provisiones y que se cambiasen con mucha regularidad, dispuestas tiempo ha de antemano, y siendo conocidas públicamente, de permanecer dentro o moverse de todos los lugares, y que todo hombre destacado en el territorio, que son llamados barones, cuando acudiesen a él, tuviesen asignaciones definitivas de la generosidad del rey; de su familia, que nadie estuviese en estado de necesidad, sino que cada uno recibiese donativos fijos. Y se dice que, por lo que a este mundo se permitía, su corte permanecía a salvo, su palacio libre de tumultos y confusión, lo cual es raro de ver, y, si hemos de creer a nuestros antepasados, podríamos llamar a esta edad el reino de Saturno, a la nuestra la de Júpiter. Como ellos dicen, no solo nuestros propios compatriotas acudieron a su corte para ser relajados en los cuidados, sino que los foráneos acudieron también y encontraron allí gran cantidad de mercaderes y mercancías: pues uno diría que había un mercado que seguía al rey allá por donde él trasladaba su campamento, así fijados estaban sus expediciones y estancias de bienvenida. Aquellos que eran maduros por edad o sabiduría estaban siempre en la corte con el rey antes de cenar, y la voz del heraldo los citaba para convocar a aquellos que deseaban 502 audiencia por sus asuntos; después del mediodía y de la siesta, eran admitidos aquellos que se dedicaban a los deportes; y la corte de este rey era antes de mediodía una escuela de virtudes y de sabiduría y por la tarde una de hilaridad y alegría debida. Pero, ¿quién puede mantenerse alejado de los pequeños rasgos de cortesía de este – no tan emperador o rey como – padre complaciente y amable de Inglaterra? Pues no podemos hacer justicia ante los grandes. Su chambelán Payne Fitz John584 solía por costumbre traer un sextercio de vino todas las noches para aliviar la sed real; y se le pedía una o dos veces al año, o nada en absoluto. Así que Payne y sus pajes no tenían escrúpulos en beberlo todo, y a menudo hacían eso al comenzar la noche. Sucedió que en las horas nocturas pidió vino y no hubo. Payne se levantó, llamó a los pajes y no encontró nada. El rey los encontró buscando el vino y no encontrándolo. Por eso convocó a Payne, todo tembloroso y atemorizado, y dijo: “¿Qué significa esto? ¿No tomas siempre vino conmigo?” Él tímidamente respondió: “Si, mi señor, traemos un sextercio todas las noches y debido a que dejas de estar sediento o de reclamarlo, a menudo lo bebemos por la tarde o después de que te hayas ido a dormir: y ahora que hemos confesado la verdad, te rogamos perdón de tu misericordia”. El Rey: “¿No traías nada más que uno por la noche?” Payne: “No”. “Eso era muy poco para los dos: en el futuro trae dos todas las noches con los coperos, el primero para ti

584 Fue un eminente baron de la frontera galesa y vice- administrador de Herefordshire y Shropshire bajo Enrique I. Fue muerto en 1137. Gibbs et al., 1959, vol. XII, pp. 270-271. No parece haber más evidencias de que Payne fuese el chambelán de Enrique. 503 mismo, el segundo para mí”. Así su veraz confesión apartó a Payne de su temor razonable y mitigó el desagrado del rey; y era característico de la cortesía y la liberalidad real recompensarle con alegría y ganárselo en lugar de la reprimenda y la ira. Este rey merecería un mejor estilo y un discurso más largo: pero él es un moderno, y no se ha ganado la dignidad de la antigüedad. Por su parte, el rey de Francia, el anteriormente citado Luis el Gordo, era un hombre grande de cuerpo, y no más pequeño en actos y pensamientos.585 Luis, el hijo de Carlos el Grande, sufrió la pérdida de casi todos los nobles y todo el ejército de Francia en Evore gracias a la estúpida soberbia de su sobrino, Ralph de Cambrai. Desde ese día él gobernó el reino de los francos de manera bastante lamentable, hasta la llegada de Gurmund e Isembard, contra los cuales entabló batalla en Ponthieu con el resto de los francos, y regresó victorioso seguido de una pequeña parte, habiendo aniquilado a la mayor parte de sus enemigos

585 En este punto Map se aparta de Luis VI para ofrecer un resumen de la historia de Francia desde el siglo IX, basado sobre todo en la tradición de los cantares de gesta. Su idea fundamental es que la monarquía francesa había sido fuerte bajo el reinado de Carlomagno y débil y sujeta a la anarquía desde entonces; y, para Map, el comienzo de dicha anarquía se encuentra en los acontecimientos que narran dos de esos “chansons”: Raúl de Cambrai y Gormont e Isembart. Raúl o Ralph era sobrino de Luis, probablemente Luis d´Outremer (936-954), no Luis el Pío; fue muerto en la batalla de Origny, cerca de Vervins (llamado aquí Evore) en 943. Gormont e Isembart parece referir de hecho más a eventos anteriores de finales del siglo IX. R. Bossuat (1951), Manuel Bibliographique de la littérature française du moyen âge (Melun), pp. 46-49; 66-68. P. Meyer & A. Longnon (ed.) (1882), Raoul de Cambrai (París). 504 y, tras retirarse, murió poco tiempo después de las heridas y esfuerzos en esa batalla, lamentándose y llorando por toda Francia en su conjunto. Desde el fallecimiento de aquel Luis la espada no se apartó de Francia,586 hasta que el Señor por piedad envió a este Luis. Cuando él era joven, era incapaz de salir fuera de las puertas de París hasta el tercer mojón sin que saliesen o le escoltasen los príncipes próximos, y ni uno solo de ellos mantenía o temía sus órdenes. Sus altos espíritus aunaban su ira ante esto, y él no admitía ser confinado en estos estrechos límites. El Señor le despertaba como en sueños,587 y le dio fuerza para la lucha y frecuentemente la gracia de la victoria, y llevó a cabo sus tareas para la perfecta unidad y la paz de toda Francia. A él le sucedió su hijo Luis,588 el más cristiano y magnánimo de los hombres, y por la gracia de Cristo mantuvo todos los días de su vida la paz que su padre había ganado por las armas; él confiaba en el Señor, y no dudaba de Él, que nunca renunció a que tuviese confianza en Él. Hablo de lo que he visto o sé. Mientras él fue un hombre de tal bondad y simple magnanimidad, mostrándose afable con cualquier hombre pobre, con los suyos y con los extraños, hasta parecer ser estúpido, él fue el más estricto de los jueces, y un ejecutor, a menudo con lágrimas, de la justicia, rígido con el orgulloso y no siendo injusto con los dóciles.

586 2 Samuel XII, 10. Nácar & Colunga 370. 587 Salmos LXXVIII, 65. Nácar & Colunga 733. 588 Luis VII (1137-1180). Fue llamado “rex christianissimus” por Juan de Salisbury y otros del entorno de Thomas Beckett en la década de 1160, y la etiqueta se asoció a él y a sus descendientes. 505

Una cosa sucedió, como he oído de diversos grandes hombres, que es maravilloso de contar y que no parece irracional pensar que sea increíble. Un hombre dentro de los confines de Francia, un marqués, grande, pero de excesiva crueldad, infligía diariamente una violencia desproporcionada tanto sobre vecinos como sobre extranjeros: apremiaba a los peregrinos a su mazmorra y allí, o bien se consumían hasta la muerte con tormentos o los despojaba de todo o los dejaba ir medio muertos. Y mientras él era igual a Catilina en astucia y a Nerón en el crimen, él tenía una esposa que por nacimiento, belleza y costumbres excedía a todos tanto vecinos como alejados; y ella, que aborrecía la tiranía de su perverso marido, prefirió por ello la caridad de Cristo al temor a él, que no vaciló ante cualquier oportunidad de liberar a los encadenados, a los prisioneros y de enviarlos a la libertad, y de llenarlos de cualesquiera dones que ella podía, ni era feliz a menos que los dejase ir felices también. Ella lloraba ante cualquier crueldad de su señor y tan sinceramente simpatizaba mediante el amor de Cristo con los pobres miserables, que cualquier cosa que ella obtuviera por cualquier medio de los hurtos del tirano o de los propios pagos de los tenedores ella lo gastaba todo en aquellos a quienes él expoliaba o en otros que tuvieran necesidad. Y así sucedió que en cualquier momento en el que la crueldad y la mala fama de su marido eran oídas en el exterior, la piedad y la fama de la esposa se mantenían al mismo nivel, y brillaban más claramente, y su brillantez contrastaba con la oscuridad de su marido. Este tirano, que rechazaba someterse bien al consejo de su buena esposa, bien a los reproches del misericordioso Luis, fue arrestado por él, confesó sus 506 crímenes, fue sentenciado y conducido al patíbulo. Y ¡ay! esa buena mujer, de quien he estado hablando, su esposa, aunque encinta y esperando el parto, desdeñando todo el peligro, bien consigo misma ahora que casi estaba dispuesta a procrear, bien con el futuro retoño que estaba a punto de nacer, se lanzó a los pies del compasivo juez, rogó misericordia con suspiros lacrimosos, pidió el respeto debido a su fama, y aquellas lágrimas y aquellas gemidos desmoronaron al juez, a quien no podía moverle las armas ni suavizarle el oro; y cuán grande era la virtud de la suplicante que, aun siendo ahora libre, aun habiéndose librado de su despreciable opresor, ella tenía la voluntad, por mor del voto matrimonial, de estar atada una vez más. Y, aunque ella estaba bendecida por su pérdida y su soledad, no contaba con la pérdida de la libertad, la barrera de la servidumbre, la enormidad del castigo, no temía ser devorada por los anteriores escorpiones o caer de nuevo bajo el látigo, sino que enérgicamente con todo su corazón buscaba seguir los estrictos mandatos de la lealtad. En consecuencia, el criminal fue conducido de vuelta al palacio encadenado y, para que su malicia no pareciese que se pasaba por alto sin ser censurada o revocada, o se vanagloriase de no ser completamente castigado, el rey ordenó que se le cortase su oreja derecha. Y en ese momento ocurrió un notable prodigio, que en el periodo de cuatro días de su libertadora para el tirano nació un hijo que carecía de su oreja derecha. Habría sido menos portentoso si hubiera nacido tras la mutilación del padre, pero el hecho de que ya concebido en el vientre y completamente formado apareciese mermado es un signo de la compasión más excelsa.

507

Este fue uno de los actos misericordiosos de Luis: un segundo, el que sigue, sucedió de este modo. Walerán de Effria era un caballero iletrado, pero con un don muy preciado en el discurso, y era conocido y amado por el rey. Y el rey tenía tres ministros,589 a quienes les fueron asignados puestos por toda Francia: Walter el chambelán, Bouchard el mastín (vautre en francés) y William de Gournai, el preboste de París. Walter se llevó a voluntad todos los beneficios de Francia; Bouchard, que aparecía junto a él, una parte de ellos; William no menos; Luis, en su simplicidad, cualquiera que ellos le permitieran. Walerán veía esto y sabía lo que sucedía y, lamentándose que tan inmensas pérdidas fuesen sufridas por la hacienda pública por el poder de estos subordinados, compuso una rima sobre ello en francés con estas palabras:

Gautier vendange et Buchard grappe Et Willelmus de Gournay happe; Louis prend ce que leur échappe.

Cuando la rima fue oída en el exterior, estos hombres vieron que sus engaños estaban siendo descubiertos y sus connivencias reveladas. Se vistieron convenientemente y se armaron para la venganza; ellos reunieron contra él todo lo que podía herirle, le tendieron trampas, le acusaron de un crimen

589 Walter de Villebéon, o de Seine-et-Marne, fue chambelán de Luis VII y Bouchard le Vautre uno de sus principales consejeros. William de Gournai aparece en 1154 como uno de prebostes de París. A. Luchaire (1891), Histoire des institutions monarchiques de la France, 2ª ed. (París), vol. I, 175, 217 nota; vol. II, 317; 323. Walerán, por su parte, no ha sido identificado. Hinton (1923: 462) propone una sugerencia. 508 al rey, a quien, causándole problemas, le apartaron de sus buenos sentimientos. Finalmente, una dama muy rica y noble, pero de reputación dudosa, en la intoxicación de su rencor y su orgullo, acusó a Walerán en presencia del rey de haber cantado canciones ofensivas no solo sobre ella, sino también sobre el rey. Al rey se le aguzaron los oídos por esto y dijo: “Walerán, puedo soportar que se abuse de mí mismo con paciencia, pero el abuso de esta mi prima no lo puedo pasar por alto, ya que ella es de mi sangre y un miembro más de los míos”. Walerán contestó: “Un miembro muy enfermo”. (En francés se dice con más ingenio: “De ce membre tu es megrimé”). Incluso ante estas palabras el rey se mantuvo discreto. El resto rio, pero la dama, dolida ante la mofa, dijo: “Mi señor rey, dejadme su castigo a mí; yo se lo haré conveniente. Sé bastante bien cómo los mimos deben ser corregidos; buscaré tres meretrices para castigarle como se merece”. “Señora”, dijo Walerán, “habéis actuado bien, pero solo hay dos con quien actuar”. Ante esto, ella lloró y rogó venganza por estas injurias, y los tres hombres a quienes él había ofendido añadieron sus quejas a las de ella, y el pobre hombre fue proscrito. Así, Walerán buscó refugio con nuestro señor, el rey de Inglaterra, y fue cálidamente recibido. Entre tanto Walter derribó sus caballos, arrancó las viñas, eliminó los setos, y destruyó todo, y nuestro señor, dirigiénsose Luis dos veces por carta y tres de palabra para restaurarle, no fue escuchado. Walerán, percibiendo entonces que la intercesión de nadie lo avalaría para restituirlo, y sabiendo que Luis era el más compasivo, pidió ayuda ante su piedad; y, cuando los dos reyes fueron convocados en un gran campo, rodeados de un gran grupo de caballeros, 509

Walerán, habiendo advertido previamente a nuestro rey, vino cabalgando en un pequeño caballo negro, flaco y feo, estando él mismo con una apariencia descuidada – ropas arapientas de envejecido, sin afeitar, sin lavar, las espuelas colgándole de sus talones, las botas tiesas y agrietadas, en todos los detalles el más pobre de los hombres, deseando ser visto por Luis y nuestro propio rey. Sin duda fue visto, y sonoramente abatido del campo, como los mendigos, y apartado. Los dos reyes estaban conversando solos en el círculo y tratando de la paz de sus reinos. Pero Luis, que había notado la apariencia de Walerán, tenía miedo de que lo que se llevaba a cabo como una astucia bienintencionada no se fingiese, y le forzase la necesidad. Se horrorizó ante tanta severidad, tanto que él abandonó la presencia del rey para acercarse al Rey del Cielo, y se apresuró en reconciliarse él mismo con el cielo, dejando de lado la paz en la tierra. Nuestro rey le esperó pacientemente, enterado de que iba a pie; pero Luis, dirigiéndose a su propia gente, llamó a Walter aparte y dijo: “Te elegí de entre la gente y te convertí en príncipe, con la esperanza de que serías una persona sabia y fiel al frente de la frontera de todo el reino. Siempre mantuve mis oídos abiertos a ti, deseando que de tu sabiduría infundieses miel dentro de mí, por la paz de mi pueblo y mi propio bienestar. Pero has dejado caer veneno aconsejándome pecar en contra del Señor y contra mi hermano Walerán. Por una palabra él debería haber sido castigado con palabras, no aporreado y proscrito. ¡Ay! ¡Qué inmisericorde me veo ahora mismo, que he visto la miseria que le he provocado por ti! Siguió ese camino: síguele rápido y traelo de vuelta”. Walter, atemorizado, se lanzó entre la multitud, encontró y 510 trajo de vuelta a Walerán y lo restituyó por completo y, para apartar futuras rencillas, añadió más de lo que se había llevado y, cuando Walerán regresó gracias a su completa restitución, el rey obtuvo el perdón de él con las súplicas más devotas y humildes. Sucedió que, mientras permanecía largo tiempo en París con el rey590 y hablaba conmigo de las riquezas de los reyes, entre otros asuntos, dijo: “Como la riqueza de los reyes es diversa, así se distingue por muchas diferencias. Las riquezas del rey de los indios se basan en piedras preciosas, leones, leopardos y elefantes; el emperador de Constantinopla y el rey de Sicilia se vanaglorian de telas doradas y de seda, pero no tienen hombres que puedan hacer nada salvo hablar, pues en asuntos bélicos son inoperantes. El emperador de Roma, a quien ellos llaman el emperador de los germanos, tiene hombres dispuestos para las armas y caballos de guerra, pero ni oro ni seda ni ningún otro esplendor. Pues Carlomagno, cuando hubo ganado ese territorio a los sarracenos, entregó todo excepto los castillos y las fortalezas por Cristo a los arzobispos y obispos a quienes él había dispuesto en todas las ciudades que él había convertido. Pero tu señor, el rey de Inglaterra, que no desea nada, tiene hombres, caballos, oro, seda, joyas, frutas, juego y

590 Presumiblemente en la década de 1170, ya que Map continúa relatando que “sobre ese tiempo” acudió al Concilio Laterano de 1179. Esta historia la relata Gerardo de Gales de manera algo diferente (Brewer, 1891, vol. 8, pp. 317-318), donde el final es una interjección del rey en una discusión en su presencia: “Et nos certe panem … habemus et vinum et gaudium” (“Y ciertamente nosotros tuvimos pan, vino y gozo”). Es posible que Gerardo hubiese oído la historia de Map. Sobre este pasaje: C. Brühl (1968), Fodrum, Gistum, Servitium Regis (Colonia), vol. I, p. 755. 511 todo lo demás. Nosotros en Francia no tenemos nada, salvo pan, vino y gozo”. Estas palabras las anoté, pues se dijeron con tranquilidad y son ciertas. Sobre ese tiempo, cuando me apresuraba por orden de mi señor, el rey de Inglaterra, en dirigirme al Concilio, que iba a celebrarse en Roma591 bajo el Papa Alejandro III, el Conde de Champaña, Enrique, hijo de Teobaldo,592 me recibió – el más liberal de los hombres, tanto que para muchos él parecía pródigo, pues otorgaba a todos los que le pedían; y a la hora de conversar él alababa a su sobrino, Reginald de Mouzon,593 en todos los casos, excepto que él era muy suntuoso. Yo, sin embargo, que sabía que el conde era tan liberal como para ser considerado pródigo, sonreí y pregunté si él mismo conocía los límites de la liberalidad. Él replicó: “Donde no queda más que ser dado, ahí está el límite; pues no es liberalidad procurar por medios básicos lo que se otorga”. Esto me parece muy sabiamente dicho; pues, si tú tienes los medios de otorgar desaforadamente, te conviertes en alguien miserable para ser generoso.

591 El Tercer Concilio Laterano, celebrado en 1179 (supra p. 80). 592 Enrique el Liberal, Conde de Champaña (1152-1181), era hijo de Teobaldo IV, Conde de Blois y de Champaña (hermano, por tanto, del Rey Stephen), y marido de María de Champaña, hija a su vez de Luis VII y Eleonor de Aquitania. La corte de estos últimos se convirtió en un importante centro cultural. J. F. Benton (1961), “The Court of Champagne as a Literary Center”, Speculum 36: 551-591; sobre la reputación de Enrique: Hinton 1923: 462. 593 Reginald de Mouzon (o Mouçon) era hijo de Reginald II, Conde de Bar, y Agnes, la hija mayor de Teobaldo IV el Grande, conde de Blois y de Champaña. Fue elegido obispo de Chartres en 1183 y murió en 1217. 512

Este Luis y su padre fueron ambos destacados por sabiduría en sus actos y por su falta de adorno en su discurso. El hijo tenía tal reverencia por Dios que, en cualquier decisión que le tocaba tomar y la Iglesia tomaba parte, él lo resolvía consigo mismo decidiendo sobre el papel, como marcaban los cánones, y hacía su apelación contra el agravio. Era su costumbre que donde quiera que cayese dormido se tumbaba a descansar encima o cerca del lugar correspondiente. Mientras él estaba dormido junto a un bosque en la sombra, asistido sólo por dos caballeros (pues el resto estaba cazando), el Conde Teobaldo,594 cuya hermana él había casado, lo encontró y le mostró su desaprobación por dormir en solitario; no era adecuado, dijo, que un rey hiciera eso. Él contestó: “Puedo dormir solo con bastante seguridad, pues nadie me hace ningún mal”. Fue una respuesta simple, la afirmación de una conciencia pura. ¿Qué otro rey puede decir tanto sobre sí mismo? Con tan cálido favor él promovía a los clérigos que en su tiempo se congregaban en París venidos de toda la cristiandad y, alimentados y protegidos bajo la sombra de sus alas,595 han continuado en las escuelas hasta hoy. Así entonces sucedió que, mientras que yo con el resto permanecía allí en las escuelas, el más rico de todos los judíos de Francia atacó a una procesión de clérigos en rogativas, cogió a uno de ellos y lo arrojó al aljibe de su casa, por haber hecho daño a su hijo con una piedra. Cuando el rey cristiano conoció esto, ordenó que el judío fuese arrojado al

594 Teobaldo V, Conde de Blois desde 1152 hasta 1191. Luis VII se casó con su hermana Adela en 1160. 595 Salmos XVII, 8. Nácar & Colunga 698. 513 fuego. Ni las oraciones de toda Francia ni todos los miles de talentos de los judíos valieron para salvarlo. El rey contestó a los que le pedían entre lágrimas: “Haré que estos judíos sepan que deben mantener alejados a los perros de las procesiones de los cristianos”. Estos asuntos son quizás frívolos e inadecuados para libros grandes, pero para mis pliegos son bastante adecuados y a mí incluso me parecen demasiado elevados para mi estilo. Cuando estaba en París surgieron murmuraciones entre los clérigos y los laicos de la corte de este rey, y el cisma creció, y los laicos prevalecieron y visitaban a los clérigos casi con puños y palos y, entonces, por temor a la justicia del rey, huyeron a lugares secretos. Sin embargo, el rey oyó el llanto de los desvalidos, y acudió y encontró a un pequeño infante muy pobre vestido con una capa negra, que sangraba de una cabeza rota, y le inquirió: “¿Quién hizo esto?” Y el infante le señaló al maestro de chambelanes de la reina, que acababa de traer a la corte a la hija del rey de España,596 y presumiendo de orgullo y de su propia dignidad, no se dignó en huir, ni, una vez acusado, negó el acto: él solo respondió que el infante lo había injuriado. Siguiendo la orden del rey, él fue arrestado, encadenado y conducido al lugar de ejecución. La reina oyó esto y quedó atónita. Ella se apresuró en ir al lugar con el pelo enmarañado, se arrojó a los pies del rey y así hizo toda la multitud de cortesanos, y rogaron el perdón con grandes lloros. Ella alegó la nobleza del hombre, su sabiduría, el

596 El primer matrimonio de Luis VII con Eleonor de Aquitania fue anulado en 1152, y en 1154 se casó con Constancia, hija de Alfonso VIII de Castilla. 514 hecho de que el padre de ella le había confiado su mano y su cuidado; y un milagro sucedió, que la compasión movió a Luis a las lágrimas. Por todo ello, la justicia le obligó a castigar y ordenó que se le cortase la mano derecha, con la que la cabeza del chico había sido golpeada. Cuando el mismo rey había dado órdenes de embellecer Fontainebleau y una amplia zona rodeada de muros, incluyendo colinas y valles, cascadas y bosques, para que él pudiese disponer de una mansión allí para su deleite, y cuando ya habían sido levantados, estanques y muros, fosos y acueductos incluidos, un granjero que vivía cerca se quejó de que una parte de su terreno había sido invadida por los muros y los edificios del rey. Cuando el rey oyó esto, ordenó que los edificios fueran demolidos y los muros retirados, poniendo tanta atención en una queja tan pequeña, que la mayoría de los hombres le acusaron de locura más que de alabarle como él se merecía por su misericordia. Él no desistió hasta que el granjero pidió algo a cambio mucho mayor para su beneficio, y recibió algo incluso mejor que lo que él pidió. Su padre Luis el Gordo, cuando, tras someter a Francia con la espada, la hubo poseído libre e ininterrumpidamente, concibió su hijo primogénito, Felipe. Él, tras su unción y el juramento de fidelidad a él por parte de toda Francia, degeneró en los modos de su padre y se apartó de las órdenes de su progenitor, y con el ceño orgulloso y el gesto tiránico injurió a todos. Pero sucedió, por mandato del Señor, que un día, cuando en compañía de muchos caballeros había puesto su caballo a galopar en esa parte de París que se llama La Grève, un puerco negro salió corriendo de un estercolero en la orilla del Sena y fue a dar entre las 515 patas del caballo galopando. El caballo tropezó y cayó y el jinete se rompió el cuello y murió; el puerco se zambulló en el Sena y, como nadie lo había visto antes, no fue visto después. Así que su padre Luis el Gordo, o mejor dicho, el Señor que había arrancado a Francia de la boca del león, situó en su lugar al amable y misericordioso Luis, como Él puso a David en lugar de Saúl. Este rey, el Gordo, cuando, tras ser derrocado, como se dijo antes, por Enrique, rey de Inglaterra, había acudido a Pontoise, apareció en la mesa ante todos sus invitados muy alegre, no con el pretexto o con la depresión de un hombre derrotado, sino con el semblante del triunfo de un conquistador; y, cuando ellos sorprendidos le preguntaron la razón de su tan grande alegría cuando él tenía tantos motivos de pena, respondió: “Me sucedieron cosas como esta en casi todas partes de Francia, y por las frecuentes desdichas me he endurecido y las temo muy poco. Pero Enrique, rey de Inglaterra, que hoy me ha derrotado, ha disfrutado de éxitos ininterrumpidos, y él, que nunca ha sufrido ningún desastre – si eso que nos ha sucedido lo hubiera sufrido él – se habría apenado sin remisión y de manera execrable, y el exceso de dolor podría haberle conducido a la locura o a la muerte – un buen rey y alguien que necesita la Cristiandad. Por eso cuento su victoria como un éxito propio, pues de otro modo podríamos haberlo perdido”. Fue una respuesta digna de ser imitada, y pura de envidia. Este mismo rey, en el tiempo en el que sus príncipes luchaban con él, y Teobaldo, conde de

516

Champaña,597 era el príncipe de los príncipes opuesto a él, lo vencía en muchos enfrentamientos y a diario se ganaba su odio ilimitado. Ahora el Emperador de Roma favoreció al conde y le urgió a entrar en guerra, y así hizo con los príncipes del reino. Y, cuando ahora Luis parecía ser el mejor en la lucha, entonces acudieron mensajeros a él del emperador de Roma que decían: “El emperador de los romanos te envía y te ordena que, como disfrutas del estado de tu reino y tu propia seguridad, concluyas durante este mes una paz y un tratado con el Conde Teobaldo, teniendo presente su voluntad y su honor; y, si no es así, antes de que el mes concluya, él, el Emperador, rodeará París en un sitio y tú estarás dentro, si presumes de ser tan temerario como para esperarlo”. El rey les respondió: “¡Tpwrut Alemán!” Ahora esta respuesta es reconocida a día de hoy por todos los germanos como el peor de los insultos, y es un reproche que constantemente causa muchas disputas entre ellos y los extranjeros. Fue la réplica, en mi opinión, de un corazón confiado y de un espíritu bien asentado. De nuevo, mientras que entre él y Teobaldo hubo enemistad, mortal – quiero decir, peligrosa hasta la muerte – incluso inmortal, porque fue duradera, los sabios no pudieron encontrar una forma de encontrar la paz. Pero el Señor, que azota a los hijos que él

597 Los editores creen (458) que Map se refiere a Teobaldo IV de Blois y Champaña (muerto en 1152). Este incidente parece que sucedió en 1124: Teobaldo se hallaba en guerra con Luis, y en la alianza con Enrique I de Inglaterra el emperador Enrique V planeó una invasión de Francia. Luis VI convocó a todos sus señores feudales con tal éxito – hasta el propio Teobaldo envió un contingente – que el emperador fue obligado a abandonar su invasión. Hinton 1923: 463 ss. 517 recibe,598 cuándo y según su voluntad, puso en Su sabiduría un final cortés a esta furia. El rey se había escondido antes de llegar a Chartres en un bosque, con un ejército muy armado de caballeros, con vistas a enviar hombres que provocasen una salida y hacer que el enemigo atacase Chartres sin estar preparado; entretanto, el Conde Teobaldo, sobre la marcha, desconociendo lo que se estaba tramando, pasó junto al rey en completa seguridad. El rey, viéndole venir hacia sus manos, hizo muy poco por un triunfo tal, puesto que hubiese venido a él por casualidad y sin arreglo o problema, y por eso lo mantuvo a distancia, y por un mensajero lo reprobó, diciéndole que no fuese a ningún sitio tan descuidadamente mientras tuviera enemigos, y le dejó ir libre. ¿Quién no sería tocado por el espectáculo de un vencedor vencido por la bondad y un enemigo actuando con buen corazón como un padre? De nuevo sucedió que el rey había llegado a Blois con un gran ejército y había dispuesto las máquinas de asedio contra los muros, la caballería para el asalto y los hombres para incendiar las villas, oyó que el conde estaba dentro de la ciudad con unos pocos hombres, y que ese era el segundo día después de que se le hubiera hecho sangrar. Los rumores recorrieron todos los lugares de que el atrapado enemigo debía ser cercado de la manera más irremediable. Pero el rey pensó de otro modo. Trajo de vuelta a la caballería, retiró a los incendiarios, desmanteló las máquinas y se apresuró en volver. De hecho entonces, ellos, que se hacían llamar los más sabios, se enfurecieron,

598 Epístola de San Pablo a los Hebreos XII, 6. Nácar & Colunga 1437. 518 discreparon abiertamente con él, cargaron contra él por haber sido desastroso con todos por encima de lo permitido, negándose tercamente a usar tal crisis y rechazando la suerte que ello les proporcionaba, mostrándose inoperantes en vengar las injurias, amando y alimentando la hostilidad [o a sus enemigos], despreciando cruelmente la victoria que estaba en su mano. Este los respondió parcamente: “Si he errado, mi error no fue debido a ninguna de estas causas. ¡Bah! ¿No conocéis lo que Catón, el más sabio de los hombres después de Salomón, dice:

`Algunas veces, cuando podrías ganar, ¿es mejor ceder a tu hermano?´599

“¿Queréis ir en contra de su consejo? Además, había otra razón para impedir que un hombre excelente oyese de mí cualquier cosa siniestra en el momento de desangrarse que pudiera ocasionarle la muerte”. Su pueblo se rio y le ridiculizaron por esto, aunque a espaldas de él; pero el Señor, que mira dentro del corazón y que le dio esa sabiduría, lo recompensó con tal sabiduría que convirtió todas las espadas de Francia en rejas de arado,600 y posteriormente por el favor que procuró los sometió a su propia espada. Pues Teobaldo, cuando oyó de la misericordia de ese discurso y de la caridad de ese buen acto, admiró y reverenció a este amistoso enemigo y le envió esta carta mediante un mensajero de confianza: “A nuestro Señor, el rey Luis de

599 Pseudo-Catón, Disticha I, 34. M. Boas (ed.) (1952), Pseudo- Cato. Disticha (Amsterdam), p. 75. 600 Isaías II, 4. Nácar & Coluna 891. 519

Francia, el conservador de su salud, Teobaldo, Conde de Champaña, manda saludos en el Señor. En la Asunción de la bendita Virgen María yo, por el favor de Cristo, estaré contigo, intentando en el futuro obedecer tu mandato en todas las cosas; yo, que fui el que comenzó la lucha, pero que satisfaré al amante de la paz y me rendiré como conquistado ante el conquistador para que pueda haber perpetua paz entre nosotros, para tu honor y mi vergüenza. Pueda el Rey hacedor de la paz estar siempre bien en el Señor”. Al oír esto, Luis dio las gracias al altísimo y el día señalado elevó a Teobaldo de sus pies hasta abrazarlo y desde entonces lo amó con todo su corazón y Teobaldo lo amo en correspondencia, por la paz eterna de su tiempo y de su reino. Por eso, según la palabra del Señor, él puso ascuas de fuego sobre la cabeza de su enemigo, y convirtió al impío, y no fue así nunca más.601 Por ello, ¿por qué debo llamarlo impío, si él no fue así de hecho, a quien el Señor después de todo mostró un claro signo de amor? ¿Por qué (si se me permite la digresión) Teobaldo relató esto no para vanagloriarse, sino para hacer brillar las buenas obras, ante Luis, el hijo del Gordo, y rogó que el testimonio fuese guardado hasta el día de su muerte? Él solía ayudar a los leprosos con mayor voluntad y más placer que otras personas pobres, aunque él era amigo de todo tipo de gentes: pero con estos especialmente, porque cuanto más indignamente despreciables y más insoportablemente pertinaces eran, más placentero – esperaba él – que fuese el servicio que ofrecía a Dios, y más cariñosamente era aceptado. Él lavaba y

601 Proverbios XXV, 21-22; XII, 7. Nácar & Colunga 791; 779. 520 limpiaba sus pies y, teniendo presente a la gran Magdalena, devotamente seguía en los miembros del Señor lo que ella había llevado a cabo en su cuerpo. Aun así, había una sospecha de vida y una dulzura que conducía el corazón a ello, y a la más pura carne: aquí se hallaba el hedor de la muerte y una amargura que corrompía, y una liberación de las úlceras. Él construyó casas especialmente para ellos en las villas, bien para varios juntos, o apartadas individualmente, proporcionaba comida a todos. Hé aquí que atendía a uno en particular que vivía solo en una cabaña, el cual, en tiempos de prosperidad, de acuerdo con los requerimientos de su poder y su nobleza, había sido un hombre lleno de brillo por la púrpura y las finas prendas, en su estado leproso era más noble que cualquiera.602 Esto de hecho es el modo de la nobleza, que, cuando crece lo sustancial, la humildad crece y bajo la aflicción la paciencia reúne fuerzas. El conde siempre se cuidó de visitar a este hombre cuando él pasó ese camino, y disfrutó de su beneficioso consejo. Pero sucedió que, en cierta ocasión, cuando el conde lo visitó como era su costumbre, él lo encontró enfermo casi en la muerte y se unió al juez local para cuidar de él. Tras unos días volvió a visitarle en su cabaña: en vano llamó a la puerta de la casa, que encontró cerrada, e incluso se esforzó en esperar hasta que vio que todos los demás estaban a cierta distancia. Entonces desmontó y, llamando de nuevo humildemente, dijo: “Su amigo Teobaldo desea, si es posible, que la puerta le sea abierta”. El otro se

602 Sobre otras historias y evidencias sobre la caridad de Teobaldo: Brewer, 1891, vol. VIII, pp. 135-136; Hinton 1923: 465. 521 levantó y se mostró, con buenas palabras y una cara amable; cortesmente lo recibió y, mientras él se había acostumbrado a enojarle por el hedor de sus úlceras, ahora le refrescó con un dulce olor de especias. El conde se maravilló, pero se abstuvo de hablar de ello. Él preguntó si había hecho una buena recuperación. “La mejor posible”, replicó el otro, y le pidió abiertamente que el justicia del lugar pudiese ser recompensado, porque había sido un asiduo en ayudarlo. Teobaldo se regocijó allí mismo, y acudió acompañado por los devotos ruegos del otro y entonces, al encontrar al justicia, lo alabaron por el cuidado del enfermo y juraron que merecía una buena recompensa. El justicia respondió: “Señor, estuve lo suficientemente atento a él como me pedisteis, mientras vivió y, cuando murió, le preparé un funeral apropiado y, si me lo permitís, vayamos a ver su tumba”. El conde estaba atónito, pero no dijo nada de lo que había visto y, tras visitar la tumba, volvió a la cabaña y, al no encontrar nada salvo el edificio vacío, se regocijó que había contemplado a Cristo. Este rey Luis, hijo del Luis el Gordo, lo contó a nuestro rey tras la muerte de este Teobaldo.

522

VI. SOBRE LA MUERTE DE GUILLERMO RUFO, REY DE LOS INGLESES603

603 Según los editores (pp. 464-465), las circunstancias de la muerte de Rufo son misteriosas. Map cuenta, con variaciones, la historia generalmente aceptada: que Guillermo (o parte de los de su entorno) tuvieron sueños premonitorios la noche antes de su muerte; que Walter Tirel, Señor de Poix en el condado de Amiens, que tenía relaciones con las casas de Clare y Giffard, disparó una flecha a un ciervo mientras él y el rey cazaban en New Forest, la cual impactó en el rey por accidente y lo mató; que los asistentes del rey huyeron y el cuerpo fue llevado en un carro a Winchester y enterrado en la catedral; que, mientras tanto, el hijo más joven de Guillermo, Enrique, que también estaba en el bosque, cabalgó en seguida a Winchester para robar el tesoro real, y después siguió a Londres, donde él mismo había sido reconocido rey por los notables ingleses, y uncido y coronado por Mauricio, obispo de Londres; que Anselmo, arzobispo de Canterbury y en el exilio en Lyon, recibió milagrosamente un mensaje de la muerte del rey el día que sucedió. La veracidad de los acontecimientos que Map relata es difícil de escrutar: Walter Tirel aparentemente negó estar implicado en los hechos, y los editores defienden que no se deben tomar muy en serio las historias de sueños y portentos; sí parece más verósimil pensar en la posibilidad de que hubo una conspiración, en la cual estuvo implicado Enrique I. Sobre la evidencia y las leyendas: E. A. Freeman (1882), The Reign of William Rufus (Oxford), vol. II, Apéndice SS; sobre aspectos del acontecimiento: C. Brooke (1963), The Saxon and Norman Kings (Londres), cap. XI; W. Hollister (1973), “The Strange Death of William Rufus”, Speculum 48: 637-653; para la familia de William Tirel: J. H. Round (1895), Feudal England (Londres), pp. 468 ss. A la leyenda común Map ha añadido los siguientes datos. Convierte a Guillermo II en responsable de lo sucedido en New Forest y del desarraigo de treinta y seis iglesias – sin duda esta era la historia común, algo exagerada por otro lado, de lo que Guillermo I había hecho (F. H. Baring (1912), “The Making of 523

Guillermo II, rey de Inglaterra, el peor de los reyes, que condujo a Anselmo desde la sede de Kent, una vez que fue castigado por el justo juicio de Dios gracias a la flecha que voló, pues se había entregado al demonio que vagaba a mediodía,604 a cuya disposición había vivido, aligeró el mundo de una carga perversa; y se ha de notar que sucedió en el bosque de New Forest, que él había apartado de Dios y de los hombres para the New Forest”, English Historical Review 27: 513-514). Map elabora la historia del sueño de Guillermo e introduce al pío obispo Gundulf de Rochester (1077-1108) en ella; una versión muy similar de la historia del bosque, el sueño y la muerte es contada por Gerardo de Gales (Brewer, 1891, vol. VIII, pp. 322- 326). A los portentos él añade la historia de Peter de Meluis (alguien no identificado). Él atribuye la coronación de Enrique I a un trato corrupto con Gerardo, obispo de Hereford. Gerardo estuvo probablemente allí, y de hecho sucedió a Tomás I como arzobispo de York a lo largo de ese año; pero no hay base sólida para el resto de la historia de Map, ni siquiera para el nombre que se atribuye a Tomás (Alured), arzobispo de York; quizás es un desliz deliberado, o quizás una corrupción del predecesor de Tomás, Ealdred. El Arzobispo Gerardo murió el 21 de Mayo de 1108 en Southwell, de camino al Consejo de Londres. D. Whitelock, M. Brett & C. N. L. Brooke (eds.) (1981), Councils and Synods (Oxford), vol. I, pp. 695; 699; C. Johnson (ed.) (1961), Hugh the Chantor. The History of the Church of York (1066-1127) (Edinburgo), pp. 14-15; J. Raine (ed.) (1879-1894), The Historians of the Church of York and Its Archbishops (Londres) (3 vols), vol. II, pp. 111; 522. N. F. Cantor ((1958), Church, Kingship and Lay Investiture in England (Princeton), pp. 135-146) desarrolla un argumento ingenioso para defender la idea de Map de que Gerardo coronó a Enrique, pero las fuentes más antiguas están de acuerdo en que la ceremonia fue llevada a cabo por Mauricio, obispo de Londres (M. Brett (1975), The English Church under Henry I (Oxford), p. 69, nota nº 3). La reputación de Gerardo era ambigua, pero en ningún sitio se le acusa de simonía. 604 Salmos XCI, 6. Nácar & Colunga 740. 524 dedicarlos a las bestias y al deporte con perros; de él desarraigó treinta y seis iglesias matrices y mandó a su población al exilio. El consejero de esta locura fue Walter Tirel, caballero de Equesnes,605 cerca de Pontoise, en Francia, quien, no por propia voluntad, sino del Señor, lo apartó de la vida de un flechazo, que pasó junto a un animal salvaje y cayó sobre un monstruo odioso para Dios. A primera hora del día en que fue saeteado, él relató un sueño que tuvo a Gundulf, obispo de Rochester, en estos términos: “En un bello bosque, tras una larga persecución de unas bestias, me introduje en una capilla muy sobria, y vi en su interior a un hombre desnudo tumbado en el altar, cuyo rostro y todo lo que era carne era tan delicioso de mirar que podía bastar dar de comer y de beber a todo el mundo para siempre. Y por eso me comí el dedo corazón de su mano derecha, lo cual él sufrió con grandísima paciencia y semblante en calma: y de él regresé directo hacia las bestias, y en poco tiempo tuve hambre y regresé y me apropié de la mano de donde había tomado el dedo. Pero él, que antes era más bello que los ángeles, cogió súbitamente la mano con tal rapidez y me miró de arriba abajo con tal ira, cambiando su cara de ángel a algo horrible y tan insoportable, y con un desprecio tan inenarrable, que del cambio de aquella visión podría resultar lo contrario de lo hecho, no de un hombre, sino de todo el mundo. Y entonces me dijo: `De ahora en adelante no me comerás más´”. Ante lo cual Gundulf lloró y dijo: “El bosque es el reino de Inglaterra: las bestias son esos inocentes a quienes el Señor te ha entregado

605 Round 1895: 476. 525 para guardar y, mientras tú eres un ministro ordenado de Dios, de modo que a través de ti deben regocijarse en paz y quietud para su honor y alabanza, tú, según tu enferma voluntad, siendo no su señor, sino su sirviente, los desgarras, los devoras y los destruyes, como si ellos fueran fruta antes situada en un árbol. La capilla, ¿qué es sino la iglesia, que tú salvajemente invades y dispersas sus posesiones como pago - ¡sí! más que para malgastar – a tus caballeros? Aquel que es más bello que los hijos de los hombres es llamado el Hijo del Altísimo,606 y, cuando su dedo comiste tú, devoraste al bentido hombre Anselmo, aquel gran miembro del cuerpo del Señor, al que no se le verá más en sus quehaceres. Mientras tú ibas y volvías de nuevo hambriento, esto significa que tú aún intentas desgarrar al Señor de manera aún más perversa en sus miembros. En el hecho de que él te arrebatase su mano y cambiase su rostro de la luz a la oscuridad, la luz significa que él es dulce y amable y de gran misericordia ante todos aquellos que lo invocan:607 pero tú no lo has convocado, pero, en tanto ha dependido de ti, tú lo has estrangulado. Mientras que, en el hecho de su semblante hiciera que el color de su bella cara cambiase,608 tú fuiste la causa: él está iracundo y se ha vuelto terrible, y ahora lo achaca a ti que tú con desdén lo rechaces cuando él era capaz de ser apaciguado; y cuando él dijo `Tú no me comerás´ - tú ya has sido juzgado, y el poder de hacer el mal está tomado completamente de ti. Date la vuelta, aún cuando sea tarde, pues la muerte está a tus puertas´. El

606 Salmos XLV, 2. Evangelio de San Lucas I, 32. Nácar & Colunga 714; 1226. 607 Salmos LXXXVI, 5. Nácar & Colunga 737. 608 Lamentaciones IV, 1. Nácar & Colunga 1004. 526 rey no le creyó; y, en el mismo día, en el bosque que él tomo de Dios, él fue muerto por el anteriormente mencionado Walter Tirel, y por su propio pueblo fue expoliado hasta dejarlo desnudo. A un campesino le movió la piedad y, sin saber quién era él, lo tumbó en un tosco y humilde carro y pensó en trasladarlo a Winchester; pero, cuando llegó allí y no encontró al hombre que él había transportado, descubrió el cuerpo sucio de barro de una charca que él había pasado, y por ello lo condujo para ser sepultado. En el mismo día, a Peter de Meluis, un hombre de los alrededores de Exeter, le apareció un ser, feo y mugriento, sosteniendo un dardo ensangrentado, que pasó corriendo, diciendo: “Este dardo atravesó a tu rey hoy”. Este rey había donado a sus caballeros muchas posesiones de la iglesia que había tomado por medios injustos de los prelados: él se mostró cercano con lo propio y pródigo con otras gentes. El día de su muerte el señor abad de Cluny lo reveló a Anselmo, que estaba en el exilio y permaneció con él. Ahora Enrique, el hermano más joven de este mismo rey, estaba en Londres, entregándose ansiosamente para convertirse en rey, y no tenía a su lado a ninguno de los obispos para ayudarlo, en parte porque su hermano mayor, Robert, estaba en Jerusalén, en parte porque Anselmo, a quien ellos temían con buenos motivos, estaba aún en el exilio.609

609 Las objeciones en contra de Enrique eran que su hermano mayor estaba vivo y en la Cruzada, y que sus reclamaciones no deberían haber sido ignoradas en su ausencia; y que el arzobispo de Canterbury, que habitualmente uncía y coronaba al nuevo rey, estaba en el exilio. 527

Gerardo, sin embargo, el ignominioso obispo de Hereford, lo coronó, habiendo recibido su promesa, bajo juramento, del primer arzobispado que quedase vacante. El pueblo, que veía y sabía que Enrique era un hombre justo y valiente, estuvo de acuerdo con los nobles entonces presentes, y lo aclamaron; y no hubo ninguno que disintiera. Entonces Alured, arzobispo de York, murió – un hombre distinguido que había resistido virilmente al Rey Guillermo antes mencionado, y que fue casi el único hombre que preservó su iglesia íntegra e indemne de él, mientras el resto de las mismas eran hechas pedazos. Ahora vino Gerardo al Rey Enrique a reclamar su promesa. Pero el rey, arrepentido de requisitos propios de la simonía, le ofreció enriquecer el obispado de Hereford con propiedades hasta alcanzar el valor del arzobispado de York y otorgar libertad perpetua para ser tan grande como la que pertenecía al obispado de Durham, en el cual ningún ministro del rey puede hacer o intentar ningún acto – todos los poderes y los derechos pertenecen al obispo. Pero Gerardo, lleno del Demonio, rechazó todas las ofertas, se convirtió en arzobispo, y fue culpable de muchos actos violentos e inmisericordes. Sin embargo, un día después de la cena en Southwell él se tumbó entre sus clérigos sobre una bella alfombra y una almohada de seda, se durmió y expiró. Pero Enrique prosperó en el reino y, pese a que su entrada en él había estado viciada, superó a sus predecesores en la tranquilidad de su gobierno, en su riqueza y en las grandes sumas que él aportó por toda la cristiandad. Tres veces al año vestía a Luis, rey de Francia, y a varios de sus príncipes. Tenía un registro de todos los condes y barones de su territorio y les 528 asignaba a su llegada o durante su estancia en la corte ciertos presentes con los que él los honraba, de velas, pan y vino. Todo joven de este lado de los Alpes de quien él oía como deseoso de renombre y de un buen comienzo en la vida lo adscribía en su séquito y cualquiera que tuviese una asignación anual inferior a cien chelines recibía esa suma de manos de un mensajero; y siempre que sucedía que él era enviado por el rey recibía a su llegada un chelín por cada día después de que dejase su residencia. Este fue el modo de vida del rey en su reino. Él disponía con gran precisión y publicaba los detalles de sus periplos y de sus estancias, con el número de días y el nombre de las villas, de modo que todo el mundo pudiese saber sin margen de error el curso de su vida, mes a mes. Nada se hacía sin preparación, o sin disposición previa, o apresuradamente: todo se disponía como corresponde a un rey y con un control adecuado. De ahí que hubiese un intenso tráfico marítimo de lugares más allá del mar hacia su corte, de mercaderes con mercancías y artículos de lujo para vender, y del mismo modo de todas partes de Inglaterra, de modo que en ninguna parte, salvo en los alrededores del rey, había abundantes mercados. Él creía ser la gloria más grande en mantener la paz y la riqueza de sus súbditos. No tenía a su alrededor ningún hombre que sintiera la necesidad de justicia o de paz. Para aumentar la tranquilidad de todo el mundo él dispuso que en días de vacaciones permitiera el acceso a su presencia, bien en una gran casa, bien al raso, hasta la hora sexta. En aquel tiempo tenía con él a los condes, los barones y los nobles vasallos. Los jóvenes de su séquito, sin embargo, no estaban con él antes de cenar, ni los mayores después 529 de ella, excepto aquellos que decidieran ir según su elección para aprender o recibir instrucciones. Y, cuando este antiguo método se hizo conocido por todo el mundo, su corte fue deseada tanto como otras son rechazadas, y se hizo famosa y frecuentada. Los tiranos, fuesen señores o subordinados, eran frenados. Toda codicia contenía su mano – la avaricia que entonces era todavía una tacha, y ahora es la regla de los monjes blancos. Nadie, salvo un fatuo, era pobre en aquellos días. La comida y la bebida eran suministradas de manera más suntuosa que lo que eran utilizadas. Quien quisiera hacer de ello su objetivo vital a expensas de otros era mantenido por todas partes tan benévolamente que en ningún lugar le hacía falta sonrojarse por su ignominioso estado. Cuando cualquier conde, o uno de los grandes nobles caía, como resultado de un juicio, en la misericordia del rey, como suele decirse, se calculaban cien chelines como gran donativo, y él los pagaba en el plazo de tres años; y cualquiera que “cayese en misericordia” disfrutaba de paz en las Cortes del Rey con respecto a todos los cargos en los que previamente hubiera incurrido. Por esta razón muchos cometían ofensas para caer en misericordia, y se regocijaban de ser tomados así en el futuro. Ahora el Rey Enrique era rey de Inglaterra, duque de Normandía, conde de Bretaña, “cónsul”610 de Maine, Señor de Escocia, Galloway y de toda la isla de Inglaterra; y estas las gobernó de manera tan fuerte

610 Según los editores (472), se debe referir a “conde”. La afirmación de que Enrique era señor de Escocia es una bravata; el rey de los escoceses reconoció la supremacía de Enrique II cuando este pasaje se escribió; David I era vasallo de Enrique I, pero en virtud de sus honores ingleses. 530 y tan prominente como un buen padre gobernaría una única casa. De la abadía de monjas de Winchester tomó a una monja santa y a otra que había tomado los hábitos, la hermana de David, rey de Escocia,611 para llevarla como esposa al lecho nupcial, a lo cual Roma no dijo ni sí ni no, sino que lo sufrió. De ella él tuvo un hijo, el cual, llegado a la juventud, se ahogó en el mar en el Raz de Barfleur, y una hija, Matilda, que se casó con Enrique, emperador de los romanos; él murió sin descendencia, y ella fue dada por su padre a Geoffrey, conde de Anjou, con quien tuvo tres hijos: Enrique, Geoffrey y Guillermo, todos ellos hombres valerosos; pero los dos más jóvenes rápidamente exhalaron su último suspiro. Enrique, el primogénito de Geoffrey, tenía dos años cuando su abuelo el Rey Enrique murió, el cual fue sucedido en el trono por Stephen, su sobrino por su

611 Edith o Matilda, hija de Malcolm III de Escocia y de Santa Margarita, y por ello hermana de David I, fue educada en las abadías de Romsey y Wilton (cfr.: Whitelock et al., vol. I, p. 661 y nota; Knowles et al., p. 219). Cuando Enrique I deseó casarse con ella, ella satisfizo un consejo proporcionado por Anselmo, que ella no había tomado los votos y era libre de casarse, pero la historia de que ella había sido monja y por ello no debería haberse casado con Enrique tuvo cierta repercusión en el reinado de Stephen; se defendía que Matilda, hija de Enrique I, era ilegítima, y Stephen el heredero auténtico (Morey & Brooke 1965: cap. VII). Enrique y Matilda tuvieron tres hijos: el primero murió siendo niño; el segundo, Matilda, se casó primero con el emperador Enrique V (que murió en 1125), y después con Geoffrey, conde de Anjou, con el cual ella tuvo los tres hijos que se nombran después: Enrique, el futuro Enrique II (1133-1189), Geoffrey (1134-1158) y Guillermo (1136-1164); el tercero, Guillermo, murió en el hundimiento del White Ship en 1120, en el Pointe de Barfleur, presumiblemente en el lugar que aún se llama el Raz de Barfleur. 531 hermana, y Stephen, conde de Blois; él fue un hombre distinguido por la habilidad en las armas, pero en otros aspectos casi un loco, salvo que él tenía bastante inclinación al lado perverso. Bajo su mandato el reino estuvo casi inactivo durante dos años, pero en el tercero Robert, hijo del rey Enrique y conde de Gloucester, percibiendo la incompetencia del rey, por instigación y por el sabio consejo de Milo, después conde de Hereford,612 convocó a Matilda y su hijo Enrique de Anjou para supervisar el reino, y por la sabiduría y el valor de Milo ellos forzaron al rey Stephen a esta disposición, que él juraría el reino a favor de Enrique y lo mantendría él mismo hasta su muerte; y en el período de tres años murió y fue enterrado en Faversham, en una abadía de monjes negros fundada por él. A él le sucedió Enrique, hijo de Matilda, y Eleonor, reina de los franceses, la esposa de Luis, el más pío, fijó sus impúdicos ojos sobre él e ideó una anulación injusta, y se casó con él, aunque a ella se la consideraba que en secreto había compartido el lecho de Luis con su padre Geoffrey.613 Esa es la

612 Milo de Gloucester, nombrado conde de Hereford, por la emperatriz, en 1141, murió en 1143, diez años antes del Tratado de Wallingford entre Stephen y Enrique (Morey & Brooke 1967: p. 534). Otros detalles, tales como la referencia a Faversham, son precisos. 613 El matrimonio de Eleonor de Aquitania y Luis VII de Francia fue anulado en 1152 en términos de consanguinidad; está claro de hecho que las relaciones entre ellos habían sido problemáticas durante varios años. Es improbable que Enrique estuviese detrás de su deseo de acabar el matrimonio, y está claro tampoco cuánto había de verdad en las alegaciones contra Eleonor en este período de la vida de ella (sobre las alegaciones a su mala conducta a finales de la década de 1140: M. Chibnall (ed.) (1956), The Historia Pontificalis of John of Salisbury (Edinburgo: Nelson 532 razón por la que, se presume, su descendencia, tentada desde el principio, no llegó a nada. El mismo Enrique tenía unos veinte años cuando comenzó a reinar, y reinó treinta seis años sin ser conquistado y sin inmutarse, salvo por las penas que sus hijos le ocasionaron, y estas, dicen, no las pudo soportar con paciencia, sino con el rencor que ellas le causaron. Pero este mismo rey había causado al muy pío Luis muchas aflicciones, además de la injuria que he mencionado, y, como se cree, el Señor recordó estas firmemente, con la venganza sobre él mismo y sobre sus hijos. Yo ví el principio de su reinado y su vida subsiguiente, que en muchos aspectos fue encomiable. Él era un poco más alto que los hombres más altos de mediana estatura, y estaba bendecido con la solidez de los miembros y el encanto de su rostro, algo, de hecho, a lo que los hombres acudían a contemplar, aunque ya lo habían escrutado miles de veces. En la agilidad de miembros no tenía rival, no perdiendo en ninguna contienda con que se atreviera; no se le conocía talento adecuado alguno; él tenía habilidad en las letras por lo que se refiere a ser adecuado o útil en la práctica, y tenía conocimientos de todas las lenguas usadas desde el Mar de Francia hasta el Río Jordán, pero sólo hablaba latín y francés. Él tenía discreción a

Medieval Texts), pp. 52-53; 61; J. T. Appleby (ed. & trad.) (1963), The Chronicle of Richard of Devizes of the Time of King Richard the First (Londres: Nelson Medieval Texts), pp. 125- 126). Hay que resaltar que Map se sintió libre hacer estas referencias a la reina-madre inglesa (pues tal era su condición cuando el pasaje fue escrito). Tiene su interés comparar la descripción de Map de Enrique II con las que realiza Pedro de Blois en sus Epístolas (Migne, 1865, vol. CCVII, cols. 42-51). 533 la hora de hacer las leyes y de ordenar todo su gobierno y era un hábil inventor de decisiones en casos inusuales y oscuros; era afable, soberbio y modesto; tolerante con las incomodidades del polvo y el barro; en la opresión por quejas pertinaces o ante la provocación del abuso, todo lo soportaba en silencio. Por otro lado, él siempre estaba moviéndose, aguantando de manera insoportable largas estancias, como un correo, y en este respecto era inmisericorde más allá de la medida con el séquito que lo acompañaba; era un gran conocedor de perros y alcones, y muy ávido de ese vano deporte; continuamente se hallaba despierto y ocupado. Cuando se veía inquieto por sueños eróticos, él maldecía a su cuerpo, al cual ni el trabajo duro ni la abstinencia podían domesticarlo o reducirlo. Más aún, solíamos atribuir su esfuerzo excesivo, no a su volubilidad, sino a su temor a engordar demasiado. He oído que la enseñanza de su madre era para este fin, que prolongase todos los asuntos de todo el mundo, que recayesen en su mano durante tiempo todos los puestos en él, que recibiera todos de ellos, y que mantuviera a los aspirantes a ellos dependiendo de la esperanza; y su madre basaba su consejo en esta parábola cruel: un halcón rebelde, si se le ofrece carne y entonces la arrebata y la esconde, se hace más aplicado e inclinado a ser más obediente y atento. También debe estar más en su guarida y menos en público; nunca debe conceder nada a nadie por recomendación de cualquier persona, a menos que él haya visto o aprendido sobre ello; y mucho más si son de la peor calaña. Y en confianza atribuyo a esta enseñanza todos los puntos en los cuales el rey era molesto. 534

Al comienzo de su reinado una meretriz habitual, que no rehusaba su impureza, aceptó como padre a un hijo engendrado por una de sus muchas amantes, de nombre Geoffrey,614 a quien él aceptó impropiamente y con poca discreción como su hijo, y desde entonces lo ha promovido, hasta el punto de que hoy en día él es arzobispo de York. El nombre de su madre era Ykenai. Este hombre acogió para sí todos los hábitos problemáticos de su padre putativo que he escrito, por eso pocos de los buenos de los que existen significan continuas enemistades de sus cánones contra él, y viceversa; pues él está lleno de faltas y devoto del carácter. Puede que también os guste oír de la madre de este rey nombrado: que ella era la hija de un excelente príncipe y de la santa reina Matilda, y la madre de un buen rey, pero ella misma se encuentra a mitad de camino entre el bien y mayormente el mal. Su padre Enrique la dio en matrimonio al emperador de los romanos, que había decapitado con sus propias manos

614 Los editores comentan (478-479) que Map es el único autor en nombrar a la madre de Geoffrey (“Ykenai” o “Hikenai”), o en cuestionar que Enrique fue su padre. Geoffrey fue obispo electo de Lincoln entre 1173 y 1182, canciller de su padre, tesorero de York y otros cargos entre 1181-2 y 1189 y arzobispo de York entre 1191 y 1212 (Greenway, 1977, vol. III, 2, 25, 111; M. B. Lovatt (1974-1975), The Career and Administration of Archbishop Geoffrey of York (?1151-1212), tesis doctoral (Cambridge); D. M Smith (ed.) (1980), English Episcopal Acta, I, Lincoln 1067-1185 (Oxford: British Academy), pp. xxxvi- xxxviii; 177-183; D. L. Douie (1960), Archbishop Geoffrey Plantagenet and the Chapter of York (York)). Gerardo de Gales escribe un breve pasaje sobre él (Brewer, 1863, vol. IV, pp. 355- 431). Lovatt (1974-1975: 1 ss; 13-15) defiende que Geoffrey nació alrededor de 1151, antes de que su padre llegase al trono y antes de su matrimonio con Eleonor. 535 a su hermano más joven, el rey de Italia,615 cuando fue sorprendido en una batalla, y por la lujuria del poder había arrojado a su propio padre de su imperio, de modo que después en su pobreza fue mantenido por los comunes de algunos canónigos seculares de su reino. Ante estos pecados de su mencionado marido Matilda fue algo intermedio para añadir que él expropió de todos los duques, príncipes, obispos y arzobispos de su imperio ciudades y castillos para ser mantenidos en sus propias manos; y a cualquiera que no pudiese someter por sus órdenes intentaba vencerlo en la batalla. El duque de Baviera y Sajonia616 lo resistió duramente y dispuso todas sus fuerzas contra él; se llegó a la batalla, y ninguno de los bandos se retiró o forzó una retirada. La matanza mutua duró

615 Conrad era el hermano mayor de Enrique V y el hijo mayor de Enrique IV; fue elegido y coronado rey de Alemania por deseo de su padre en 1087, pero se rebeló y se coronó rey de Italia; su rebelión no tuvo un gran éxito, y murió de muerte natural en 1101, para ser reemplazado como heredero, y se rebeló contra Enrique IV gracias a su hermano más joven, el futuro Enrique V. 616 Estos dos ducados, según los editores (480-481), no estaban unificados en tiempos de Enrique V: posiblemente se refiere Map a la rebelión de Lothar, duque de Sajonia y posteriormente emperador en 1114-1115; formalmente esta rebelión no se extinguió, pero no hubo una guerra abierta entre Lothar y Enrique en los años inmediatamente anteriores a la muerte de Enrique en 1125. Es posible, sin embargo, que Map haya confundido a Lothar con Enrique el León, duque de Sajonia y Baviera, que se rebeló contra Federico Barbaroja y que era hierno de Enrique II, el cual fue desposeído de los ducados en 1180-1181. Hinton (1923: 465) ofrece otras referencias a la leyenda de la desaparición de Enrique V; se contaba una historia similar de Federico Barbaroja tras su muerte en 1190 y, de hecho, de muchos otros personajes afamados de la época medieval y moderna, desde el rey Arturo hasta el Zar Alejandro I. 536 todo un largo día al aproximarse el final de Junio, desde la mañana hasta la media noche: muchos miles fueron eliminados, pero unos pocos cobardes e inútiles se retiraron de ambos bandos. Y cuando el resto perdió la esperanza de ser capaces de enterrar los cuerpos, fueron abandonados a los lobos, a los perros, a las aves y a la putrefacción, y su hedor hizo que la soledad ocupara los alrededores. En ese día el Señor atravesó el corazón del mencionado emperador y por su gracia dispuso ante sus ojos que la avaricia le condujese a matar a su hermano y a expulsar a su padre, y también a la por entonces presente matanza, que no dejaría de ser innumerable y era deplorable para todo el mundo. Y él se arrepintió firmemente de sus malos hechos y salió y lloró amargamente,617 y con la ayuda de un chambelán, no de un ayuda de cámara, pero aun así sabio y fiel, él primero fingió una enfermedad y cerró sus puertas, y por fin anunció su muerte, y en penitencia se proscribió y se evadió en exilio voluntario. El chambelán había obtenido un cadáver para rellenar el espacio de la tumba, y lo había amortajado ricamente y perfumado con especias, y por eso lo había enterrado con pompa imperial. Pero Enrique mismo se presentó, vagando en cuerpo pero estable en alma, y ni el beneficio de esta gran decepción se pudo ocultar por completo (pues él había sido con total apariencia un hombre noble), ni la intriga justificada. En muchos lugares muchos hombres aparecían declarando que eran ese emperador y aseguraban el engaño de su muerte (después de su

617 Evangelio de San Mateo XXVI, 75; Evangelio de San Lucas XXII, 62. Nácar & Colunga 1193; 1264. 537 deceso o, mejor dicho, de su retirada) para conseguir honores; y a muchos se les descubrió que eran unos impostores. En Cluny, sin embargo, uno muy parecido a él, se decía, fue creído como tal – pobre en atuendo, muy desconcertante en el discurso, de manera que de su boca ninguna respuesta cierta se podía comprender. El abad lo mantuvo decentemente a la manera de Cluny. Sucedió que un superior de Cluny, un prior germano, llegó allí y el abad le envió este hombre con instrucciones para verlo e informar si lo había visto antes. El prior lo condujo con su sobrino, un hombre joven que había estado tiempo con el emperador, y él, al ver al hombre, en seguida dijo que era un impostor y un falso. El otro rápidamente, sin palidecer y confiado, le propinó una gran bofetada, y dijo: “Es verdad que tú estuviste conmigo, pero tú siempre fuiste un traidor, y en una de tus traiciones tu fuiste sorprendido, pero escapaste; solo uno de los guardias arrojo un dardo y perforó tu pie derecho, y la herida o la cicatriz debe de ser aún visible. ¡Vosotros, sirvientes! Agarraz a ese mentiroso y veréis”. Y de hecho la cicatriz era visible; pero el joven dijo: “Mi señor, por quien este hombre pretende pasar tenía un brazo derecho particularmente largo, de modo que, estando de pie a su altura natural, podía cubrir su rodilla derecha con la palma de su mano”. El hombre en seguida se levantó y llevo a cabo esto. Durante algún tiempo después de esta demostración él se mantuvo con respeto, pero finalmente se descubrió que era un impostor. Pero para volver al tema del cual me aparté, esto es, al rey Enrique II. Este mismo rey Enrique era un hombre de muchos, extensos y pingües actos de caridad, pero en secreto, para que no fuese conocido 538 por su mano izquierda lo que su mano derecha daba.618 El obispo de Acre619 fue enviado desde Jerusalén para buscar ayuda contra Saladino, y con los reyes de Francia e Inglaterra se reunieron los príncipes de cada nación, y él les imploró por esa tierra y pidió contribuciones. El rey de los franceses, como entonces no era más que un niño, urgió al rey de Inglaterra amistosamente por su sabiduría a hablar el primero, y él contestó: “Me he propuesto, cuando tenga la oportunidad, visitar los sagrados lugares y el sepulcro de Cristo, pero, hasta que ello pueda realizarse, ayudaré según mi poder; pues está claro que sólo una necesidad urgente y angustiosa puede haber traído directamente aquí a un mensajero tan eminente”. Enviaré allá por él y por mi propio pueblo sesenta mil marcos esta vez”.620 Lo que él dijo lo cumplió en el plazo de un mes, sin impacientar a nadie entonces o después con exacciones o exigencias – como muchos hacen al sacar dinero de sus súbditos para gastarlo con los prelados. Pero el rey de Francia, como si le hubiera alcanzado repentinamente una flecha, y todos los príncipes enmudecieron, y ni el rey mismo ni ninguno de los demás tras oír tan eminente afirmación se atrevieron a prometer nada. Esto sucedió en Semlis. Estos sesenta mil marcos con el obispo de Acre (que

618 Evangelio de San Mateo VI, 3-4. Nácar & Colunga 1159. 619 Fue el Arzobispo Guillermo de Tiro quien asistió a la conferencia entre Enrique II y Felipe Augusto (1180-1223) celebrada en Enero de 1188 entre Gisors y Trie y quien persuadió a los dos reyes de enterrar sus rencillas privadas y acoger la Cruz. El “diezmo de Saladino”, para los gastos de la cruzada, era recaudado en ambos reinos. El obispo de Acre había estado en Inglaterra en 1183 (Eyton 1878: 252). 620 Whitelock et al., 1981, vol. I (parte del II), pp. 1022-1025. 539 de antiguo era llamada Aqueronte) viajaron a Tiro (que era la antigua Siria).621 Pues antes él llegó a Jerusalén y Acre había sido tomada, y con esos marcos Tiro y el resto de la tierra de Jerusalén fue defendida por la mano de Bonifacio de Montferrat;622 más tardes dos asesinos lo mataron en la estancia de su campamento en presencia de Felipe, rey de los franceses, y Ricardo, rey de los ingleses. El rey Ricardo inmediatamente mandó despedazarlos. Los franceses dijeron que Ricardo mandó hacer esto sin medida, y que él procuró la muerte de Bonifacio. El anteriormente mencionado rey Enrique II era distinguido por muchos rasgos buenos y tachado por unos pocos vicios. Hay un vicio que, como he dicho ya, él contrajo de la enseñanza de su madre: él malgasta el tiempo en asuntos de su pueblo, y por ello sucede que muchos mueren antes de que sus asuntos queden decididos, o deja la corte deprimida y alterada y conducida hasta el hambre. Otro vicio es que, cuando él realiza una estancia en cualquier lugar, lejos

621 Para la identificación de Acre con Aqueronte y sobre el nombre “Sur” con Tiro, Hinton 1923: 466, que cita la crónica de Robert de Torigny (R. Howlett (ed.) (1884-1889), Chronicles of the Reigns of Stephen, Henry II and Richard I, 4 vols., (Londres: Rolls Series 82), IV, p. 84. “Sur” es la forma árabe para Tiro. 622 El cruzado Marqués de Montferrat, que fue asesinado el 28 de Abril de 1192, era Conrad; Map lo confude con su hijo Bonifacio, que asumió el título de marqués cuando su padre partió para la III Cruzada (C. W. Previté Orton (1912), The Early History of the House of Savoy (1000-1233) (Cambridge), pp. 355 ss.; sobre acusaciones contemporáneas contra Ricardo: W. Stubbs (ed.) (1864), Chronicles and memorials of the reign of Richard I. Itinerarium peregrinorum et gesta regis Ricardi (Londres: Rolls Series, 38), pp. 338-342; 444-445 (en este caso, se le exculpa); Appleby 80. 540 de su hogar, lo cual ocurre rara vez, no permite ser visto como sus hombres honrados lo tendrían que tener a la vista, sino que se encierra en sí mismo por completo y es solo accesible a aquellos que son desmerecedores de un acceso tan abierto. Hay un tercer vicio, que él no tolera la quietud y ni por compasión se refrena de provocar problemas a casi la mitad de la cristiandad. De estos tres modos él se equivoca: en otros aspectos él es muy bueno, y en todos afable. No parece que haya nadie además de él que posea tan buen talante y afabilidad. A cualquier salida a la que se dirija él es aclamado por las multitudes, distraído de un lugar a otro, obligado hacia donde no debiera y, aunque sorprende decirlo, escucha a cada hombre con paciencia y, aunque es asaltado por todos con gritos, zarandeos e empujones violentos, no desafía a nadie por ello, ni muestra apariencia alguna de ira y, cuando es angustiado más allá de lo soportable, en silencio se retira a lugar tranquilo. No hace nada de manera orgullosa o autoritaria: es soberbio, modesto, pío, fiel y cuidadoso, generoso y victorioso, y está dispuesto a honrar a los que lo merecen. Hace algún tiempo crucé el Canal con él con veinticinco barcos que tenían la obligación de trasladarle sin precio estipulado.623 Pero una tormenta los dispersó todos y los condujo contra las rocas y las costas poco apropiadas para los barcos, excepto el suyo propio, que por la gracia de Dios fue conducido a puerto. Por eso por la mañana envió y a cada marinero

623 Según los editores (486), dicho viaje debió de suceder el 3 de Marzo de 1170, en el cual una cruenta tormenta dispersó cincuenta de los barcos que acompañaban al rey. 541 restituyó la cantidad estimada de su pérdida, aunque él no estaba obligado a hacerlo; y toda la suma llegó a una gran cantidad; y quizás haya habido reyes que no hayan pagado ni siquiera sus justas deudas. Era costumbre de nuestra corte que los escritos sellados que contuviesen sus nombres y obligaciones fuesen redactados y entregados a los ministros de la corte gratis. El dispensador del rey informó en contra de un impresor de sellos, que él había rechazado entregarle un breve escrito que contenía su nombre y sus obligaciones sin pagar. Thurstan, hijo de Simón, era el dispensador, Adam de Yarmouth el impresor de sellos.624 La corte, tras oírlos, quedó con dudas, y llamó al rey; él primero oyó a Thurstan y después a Adam, que dijo: “Había recibido algunos invitados, y envié a un hombre para que rogase al señor Thurstan para que me diese dos porciones de vuestro pastel real. Él contesto: `No´. Después, cuando él quiso su parte, yo le recordé: `No´, y del mismo modo me dijo: `No´. El rey decidió en contra de aquel que había dicho `No´ primero. Hizo que Adam se sentara en el banco con el sello y la porción de Thurstan delante de él; y él obligó a Thurstan a quitar su mantel, y sobre las rodillas dobladas presentarse a Adam con dos pasteles reales, adecuadamente envueltos en una servilleta blanca y, cuando el presente había sido recibido, ordenó a Adam entregarle la porción, y así

624 Thurstan, hijo de Simón, era el dispensador hereditario, Adam de Yarmouth es, por otro lado, conocido por ser un justicia itinerante en 1169 y 1173. En 1173 Thurstan fue también justicia, y tenía a Map como colega. J. H. Round (1911), The King´s Serjeants (Londres), pp. 186-193; D. M. Stenton (1965), English Justice between the Norman Conquest and the Great Charter (Londres), p. 74; Eyton 1978: pp. 130; 176. 542 reconciliarlos; y él añadió que sus ministros no sólo deben ayudarse mutuamente de sus propias provisiones o las del tesoro, sino también ayudar a cualquiera de los sirvientes, o incluso a forasteros que estuviesen urgidos por la necesidad. Esto, creo yo, fue un acto de generosidad. Pero hoy en día incluso cosas más elegantes se hacen, en la opinión de aquellos que ahora tienen la oportunidad de hacerlas. Guillermo de Tancarville,625 gran chambelán del rey en ejercicio, un hombre noble de raza, único en el arte de la guerra, espléndido de fuerzas, de valía hasta en la muerte por los envidiosos, se hizo sospechoso ante nuestro rey por las acusaciones de muchas personas. Aun así, el rey oía hablar de sus victorias en muchos encuentros, oía que era un padre para sus caballeros y un pan para los necesitados, que él era alguien que podía cambiar los corazones de todos según su voluntad, salvo sólo los de los envidiosos, y que él era aceptado y querido para el rey de los franceses y para otros ante los que el rey temía. Él persiguió con ahinco a este buen hombre, derribó todas sus fortalezas haciendo acortar sus cuernos, le negó sus debidos derechos legales y sus libertades, y dio un poder irracional sobre sus posesiones a los que le envidiaban. Él, sin embargo, disimuló sus sentimientos, y soportó con corrección lo que tenía que soportar. Entonces sucedió que la fiesta de Navidad fue pregonada por muchos heraldos para ser

625 Chambelán hereditario de Normandía. Gibbs et al., 1945, vol. X, apéndices, pp. 47-54. 543 celebrada por nuestro señor el Rey en Caen.626 Por eso, una gran concurrencia de gente, tanto forasteros como nativos, se reunió, los principales de los cuales eran el rey y su hijo, ese magnífico rey Enrique y un tercer Enrique, el duque de Sajonia y Baviera (entonces en el exilio), yerno de nuestro rey; Ricardo, conde de Poitou, que es ahora rey; Geoffrey, su hermano, duque de Bretaña, y gran cantidad de obispos, junto con toda la comitiva de condes y barones. Entonces, cuando en la fiesta de Navidad alguien atendía a nuestro señor el Rey vertiendo agua en sus manos, hé aquí que a través de la multitud apareció el antes mencionado Guillermo – siendo el gran chambelán – escoltado, como era su voluntad, por un número de caballeros, quitándose su atuendo al modo en que lo hacían los ministros, agarrando las vasijas de plata y empujándolas violentamente hacia él. Los otros sostenían las suyas con dificultad, y miraron al rey, que le ordenó que les dejara ir, y recibió pacientemente el agua robada. Guillermo, tras darle a él el agua, a los hijos del rey y al duque de Sajonia, pasó las vasijas a uno de sus acompañantes y fue a tomar asiento. Hubo una gran sorpresa ante esto, y el ayuda de cámara del rey al instante pidió las vasijas, pero lo envió a él, y las sostuvo todas sin que pareciese percibir ofensa alguna. Durante la siguiente noche, algunos de los que odiaban a Guillermo estaban ocupados alrededor del rey, y había muchos que destacaban su robo, llevado a cabo en ese día solemne en la misma mesa del rey, por encima de

626 En concreto, en 1182 (Eyton 249): en ese año Enrique el León, antiguo duque de Sajonia y Baviera, marchó al exilio, y fue el año anterior a la muerte del joven rey Enrique. 544 todos sus otros excesos, y declararon al mismo rey como un pacificador, no como un castigador del error, y que cualquier cosa estaba calculada para irritarle. Entonces recorrieron las estancias de los príncipes, haciendo lo mismo que habían hecho en la del rey, y no desistían – o por lo menos no podían, pues la envidia no tiene descanso y Judas no duerme. Al día siguiente los líderes ocuparon sus lugares,627 y el administrador de Normandía628 se posicionó ante toda la disputa del rey contra Guillermo, recargándola y agravándola tanto como él sabía. Guillermo entonces se levantó, negó el robo y añadió: “Todos nosotros sabemos y ninguno de nosotros duda que nuestro señor el Rey y la corte presente favorece la justicia y no favorece ninguna violación de las reglas; pues aquellos que castigan los crímenes y el robo deben odiar eso que ellos persiguen. Yo traje fuerzas para soportar, no violencia. De hecho, ¿qué se puede hacer sin fuerza? Aun así, fue con una fuerza justa y de derecho que yo, el gran chambelán de nuestro señor el Rey, cogió las vasijas, que el otro, mi subordinado, intentó arrancármelas con injusta violencia. Que yo soy como consecuencia un ladrón, como este administrador de mi señor el Rey asevera, yo lo niego, pues yo de manera justa cogí lo que la ley (el derecho) me asigna. Cuando mi padre fundó una abadía en honor de San Jorge en Tancarville, él colocó en ella las vasijas que había tomado por derecho sin discusión de manos del rey Enrique I, y son testigos de ello allí,

627 Ovidio, Metamorfosis XIII, 1. Ruiz de Elvira, vol. III, 1994, p. 82. 628 William Fitzralph, administrador desde 1178 a 1200. C. H. Haskins (1918), Norman Institutions (Cambridge, Massachusetts), pp. 183-184. 545 y de igual manera otros en el monasterio de Santa Bárbara testifican lo mismo.629 Pero, si no se da crédito a evidencias de tal peso, si cualquier hombre se atreve a oponerse como adversario a mi derecho, yo estoy preparado para defenderlo por cualquier modo de fuerza o valor que esta corte decida, sin señalar a ningún hombre en mi lugar, sino en mi propia persona. Como por el hecho de que muchos me han denunciado inmerecidamente a mi señor como un criminal y se ha irritado enormemente la ira de mi señor contra mí, no tengo temor alguno. Sé que ninguna ira puede pervertir mi juicio. Quizás hay aquí muchos que intrigan en secreto contra mí. Ojalá ellos lo intentaran abiertamente y mostrasen eso que ellos en privado susurran al juicio justo de esta corte, tan única, tan selecta como es. Nuestro señor el Rey y sus príncipes saben cómo, cuando él había traido paz a Poitou tras la muerte de aquel famoso Patrick,630 la mantuve y la hice obedecer siguiendo sus mandatos, como en el bien conocido dicho:

No es menor mérito que el de buscar el de conservar lo que se ha conseguido.631

629 Los cimientos de Tancarville de Saint-Georges-de- Boscherville, una casa benedictina cerca de Rouen (pues Tancarville es claramente un error) y de Santa Bárbara en Auge (Calvados), un priorato agustiniano (R. N. Sauvage (1906), Chronique de Sainte-Barbe-en-Auge (Caen: Mémoires de l´Académie de Caen)). 630 Patrick, conde de Salisbury, fue asesinado en una emboscada en Poitou encabezada por Guy de Lusignan en 1168 (Millor et al., vol. II, 1979, pp. 566-567). No parece haber otra referencia a la administración de Guillermo en Poitou. 631 Ovidio, Arte de Amar II, 13. Cristóbal López 184. 546

“Siempre he luchado por mi señor según nuestros estipendios, y he rechazado lo que él nos ofreció honrosamente, y siempre que una emergencia nos convocó para atacar o defender estuvimos en todo encuentro en primera línea, o por lo menos al mismo nivel, que los primeros en acudir. No hagamos pensar al rey, sin embargo – pues mi servicio se ha probado como constante y adecuado – que yo he proferido esto con orgullo o arrogancia. Estáis escuchando a un hombre que ha sido acusado y está hablando con ira ante aquellos que lo envidian y lo difaman, a un hombre que se ensalza a sí mismo por sus méritos, no para vanagloriarse, no vanamente, sino para que pueda desafiar a los aduladores que están ante mí y oyen estas palabras, que, si ellos poseen algún mérito o una verdadera causa para vanagloriarse, ellos pueden contarla abiertamente y alegar en su propio beneficio las buenas acciones que no pueden ser negadas, o por lo menos desistir de perseguir secretamente a aquellos a los que ellos temen imitar o escuchar abiertamente”. Un gran murmullo siguió a este discurso, y todos los rostros se dirigieron a él. Pero el rey dijo: “Es mi deseo otorgar un juicio justo a lo que se ha dicho, y que nada indeseable se decrete sin afecto o disgusto. Y os ruego que recordéis en este caso que, cuando mi señor el Rey Luis y yo estuvimos alojados en mis estancias en París, con mi ayuda de cámara que se hallaba junto a mí, Guillermo, conde de Arundel,632

632 Él era ayuda de cámara del rey por herencia, y se casó con Adeliza, viuda de Enrique I; fue nombrado conde alrededor de 1189 (Gibbs et al., 1910, vol. I, pp. 233-235; H. A. Cronne & R. H. C. Davis (eds.) (1968), Regesta Regum Anglo-Normannorum, vol. III (Oxford), pp. xviii; xxv. Él fue fiel a Enrique en 1173 y murió en 1176. Enrique estuvo en París en Septiembre de 1158 547 fresco de su retorno de Jerusalém, a quien ninguno de nosotros habíamos visto durante tres largos años, de repente entró en la casa, brevemente nos saludó, rápidamente arrojó su lanosa capa – lo que ellos llaman una esclavina – y apresuradamente cogió la vasija del vino. El ayuda de cámara lo resistió, pero él, alto y fuerte como era, lo derribó con un empujón, y con las rodillas dobladas ante nuestro señor el Rey de Francia dijo: `Mi señor Rey, lo que estoy haciendo aquí no es una ofensa o un desprecio a tu honor. Mi señor el Rey sabe que por derecho de mis ancestros soy el principal y primero de los ayudas de cámara; pero este hombre, a quien he derribado, se ha apropiado arrogantemente para sí mi derecho, reteniendo lo que él debería haberme ofrecido sin preguntarme´. Así hizo y así dijo este Guillermo, y de esa gran corte trajo la reputación de la cortesía y no de la presunción. Y os recuerdo esto, con el fin de que podáis aprender de otra instancia, y que la sentencia de nuestra corte no sea demasiado benévola para este Guillermo sin afecto de parte de nadie, ni demasiado estricta por el desagrado de nadie: permitamos que lo que habéis oído se sopese en su justa medida, que, aunque esta corte pueda parecer inferior a esa otra, no pueda ser juzgado menos bien´. Por lo tanto, ya que nadie se opuso a su derecho, Guillermo lo mantuvo por el veredicto de todos. Esta parte de la cortesía de nuestro rey la añado al resto, que pueda ser completa para todos incluso para aquellos a los que él desagradó que él observara la misericordia en su ira.

(Eyton 41; J. H. Round (1911), The King´s Serjeants (Londres), pp. 142-143), de ahí que la ausencia referida correspondiese con los años 1155-1158. 548

Un sutil artesano había realizado una impresión del sello del rey en color oscuro, y había hecho un sello de cobre tan exacto al modelo, que nadie pudo ver la diferencia.633 Cuando esto llegó a oídos del rey, ordenó que el hombre fuese colgado: pero él vio a un hombre venerable, bueno y virtuoso, el hermano del criminal, llorando con la cabeza cubierta, y la pena le sobrecogió inmediatamente, y tuvo más en cuenta la bondad del hombre virtuoso que la villanía del culpable, y con lágrimas restauró el gozo al lagrimoso. Sin embargo, cuando el ladrón fue puesto en libertad, el Rey ordenó que fuese confinado a un monasterio, para que su pena pareciese más indulgente que justa. Este nuestro señor el Rey tenía a su servicio a cierto clérigo, que había escrito sobre estos asuntos para vosotros, cuyo apellido era Map. Él era querido y aceptado por el rey, no por sus propios méritos, sino por aquellos de sus antecesores que habían sido fieles tanto antes como después de su ascenso. El Rey también tenía un hijo que, tras nacer, llamó Geoffrey, si es legítimo decirlo así, de una prostituta común llamada Hikenai, como antes se insinuó, y a él lo reconoció como propio, algo contrario a su honor y al deseo de todos. Entre este hombre y Map hubo disputas habituales surgidas por pequeñas provocaciones, tanto en presencia del Rey como en cualquier otro lugar. El Rey lo había elegido para la sede de Lincoln, y él mantuvo ese obispado más tiempo del que debería haber sido, aunque a menudo nuestro señor el Papa lo presionaba para que, o bien lo

633 Para el forjado de sellos a mediados y a finales del siglo XII: T. A. M. Bishop & P. Chaplais (1957), Facsimiles of English Royal Writs to A.D. 1100 (Oxford), pp. xix-xxiii. 549 rechazara, o bien fuese un obispo consagrado; él vaciló largo tiempo, y no hacía ni una ni otra cosa o ambas. Por eso el Rey, que contemplaba con ansiedad un territorio tan grande encumbrado por una figura tan estéril, le obligó a tomar uno u otro camino. Él eligió renunciar. Y renunció, en Marlborough,634 donde hay una fuente de la que se dice que aquel que la prueba habla mal francés; de ahí que, cuando cualquiera habla esa lengua defectuosamente, decimos que él está hablando francés de Marlborough. Por tanto Map, cuando había oído decir a Geoffrey sus palabras de renuncia a nuestro señor Ricardo de Canterbury y el señor arzobispo le preguntó: “¿Cuáles son tus palabras?” (deseando que repitiese lo que él había dicho, de manera que todos pudieran oírlo); y él se mantuvo callado, y el arzobispo preguntó de nuevo: “¿Cuáles son tus palabras?” Map contestó por él: “Francés de Marlborough”. Todos los demás rieron, pero él se marchó airado. En el año inmediatamente anterior a su renuncia él había demandado con una rígida exacción, no como un pastor, sino con violencia, de todas las iglesias de su diócesis diezmos de todos los ingresos de las mismas, y había gravado a cada una, y obtenía por la fuerza diezmos según su propia estimación: y de la iglesia de Map, que se llamaba Ashwell,635 él orgullosa y arrogantemente ordenó que se le pagaran cuatro marcos, a razón de lo que él estaba saqueando

634 Geoffrey renunció en 1181, confirmó su renuncia formalmente en Marlborough el 6 de Enero de 1182; posteriormente fue nombrado canciller real (Greenway, 1977, vol. III, p. 2; Stubbs, 1867, vol. I, pp. 271-272; Lovatt 14-16; Smith xxxviii. 635 Ver supra p. 25. 550 al resto. Map no pagó, pero se quejó a nuestro señor el Rey, que tomó a ese elegido y lo llevó a una estancia apartada y lo castigó con palabras adecuadas y una severa zurra, que desde ese momento no molestase a los clérigos de ningún modo. Al regresar desde allí, profundamente aporreado, insinuó muchas amenazas a muchos miembros de la corte, y particularmente a su acusador: al encontrárselo por casualidad, juró por la fe que él debía al rey su padre que él lo usase severamente. Pero Map, que sabía que en sus juramentos él siempre utilizaba el nombre de su padre y también que añadía jactanciosamente “el Rey” a ello, dijo: “Mi señor, el apóstol Pablo dice: `Imitad a Dios, como sus queridos hijos´.636 Pues nuestro Dios, el Hijo de Dios, solía nombrarse a sí mismo por su parte más débil y llamarse el Hijo del Hombre, no diciendo nada de la cabeza divina de su Padre. Yo te deseo que con la misma humildad jures a veces por la profesión de tu madre y vuelvas a la realeza de tu padre. Ese es el camino adecuado para imitar a Dios, quien nunca hizo nada arrogantemente”. Entonces él, agitando su cabeza según el deseo y el modo real, clamó con amenazas. Map añadió: “Observo que yo te he corregido con el mismo éxito con el que el arzobispo hizo a su esposa”. ¿Qué fue eso?” dijo uno de los presentes. Map le susurró en el oído que la esposa del arzobispo, cuando estaba en la cama con él, hizo un ruido estruendoso y, cuando el arzobispo la golpeó, hizo otro. El Elegido, al oír esto, enfureció y le reprendió como si él hubiera sufrido la peor de las injurias.

636 Epístola de San Pablo a los Efesios V, 1. Nácar & Colunga 1398. 551

El día de la renuncia de este hombre nuestro señor el Rey le hizo feliz con el don de la Cancillería, y colgó su sello del cuello del dichoso acreedor. Él lo mostró al mencionado Map, y dijo: “Hasta ahora todo te ha llegado gratis ante tu reclamo del Sello, pero desde este momento ni la más pequeña brizna tendrás, sino que pagarás cuatro peniques por ello”. Map contestó: “¡Gracias a Dios! Este ascenso es una ganancia para mí. El infortunio de algunos es la salud de otros: el año pasado quisiste cuatro marcos; ahora cuatro peniques”. Tras esto, sin embargo, cuando estábamos en Anjou () y esta real persona había visto a Walter de Coutances637 convocado ante nuestro señor Ricardo, Arzobispo de Canterbury, para ser consagrado al obispado al que él mismo había renunciado, la envidia abrió sus ojos, y se quedó mudo y, finalmente atendiendo a sus habilidades, suplicó. Nuestro señor el Rey le apaciguó y le prometió los ingresos que él había perdido por la elección. Pero él, que entonces vio por primera vez que con el obispado había perdido irremediablemente todo por venganza … Y percatándose de Map, que era canónigo de la prebenda en Londres, que anteriormente había disfrutado, él le gritó: “Me devolverás mi prebenda, quieras o no”. Y Map: “No, con la mejor de las voluntades, si puedes concebir cualquier modo de recuperar todo lo que has perdido por nada”.

637 Walter de Coutances, clérigo real y archidiácono de Oxford, fue consagrado obispo de Lincoln por el Arzobispo Ricardo el 3 de Julio de 1183 en Angers. En 1184 fue trasladado al arzobispado de Rouen. Greenway, 1977, vol. III, p. 2. 552

VII. RECAPITULACIÓN DEL COMIENZO DEL LIBRO, QUE DIFIERE EN EXPRESIÓN PERO NO EN SUSTANCIA638

Agustín dice: “En el tiempo estoy y del tiempo hablo, y lo que el tiempo es lo desconozco”. Con semejante sorpresa puedo decir que en la corte estoy y de la corte hablo, pero no comprendo lo que ella es. Sé, sin embargo, que no es el tiempo. Pero es temporal, inestable y diversa, limitada en espacio y errática, y en la diversidad de sus componentes a menudo es diferente a sí misma. Nos apartamos a menudo de ella y regresamos, cuando los requerimientos de las circunstancias dictan un curso u otro. Cuando la abandonamos, la conocemos por completo; si permanecemos lejos de ella durante un año, nos encontramos un nuevo rostro al regresar, y nosotros mismos somos nuevos. Encontramos nativos desalojados por extranjeros y maestros por sus sirvientes. La corte de hecho es lo mismo, pero sus miembros son cambiados. Porfirio dice que un genus (linaje) es una pluralidad que mantiene una cierta relación con un principio simple. La corte no es ciertamente un genus, aunque sea algo de ese tipo, pues nosotros somos una pluralidad que mantiene una cierta relación con nuestro señor el Rey, hasta el punto de que lucha por complacerlo sólo a él. Está escrito por la Fortuna que sólo en la movilidad ella es estable.

638 Aparentemente, según los editores (498-499), este capítulo es un borrador de I, 1 ss. Las citas y los ecos de ese capítulo se repiten aquí. Esta rúbrica debe leerse como una glosa, añadida quizás por el editor de Map. 553

La corte no es la fortuna; aun así, está inalterablemente en movimiento. Dicen que el Infierno es un lugar de castigo. Cualquier cosa que contenga cualquier otra cosa dentro de ella es un lugar. Así también la Corte es un lugar; pero, ¿es un lugar de castigo? De una verdad sí lo es, y sólo en este aspecto es más templada que el Infierno, en que aquellos a los que atormenta son capaces de morir. Macrobio639 asegura que era opinión de los más antiguos filósofos que el Infierno no era nada más que el cuerpo humano, dentro del cual, tras ser arrojada el alma, sufre la locura de la oscuridad y el horror de la sordidez; y de entre todos los castigos que, según consideran las fábulas, han existido en el Infierno, ellos intentaron encontrar un lugar para todos en el sepulcro del cuerpo humano. Pero esto, pues es largo de distinguir y se puede encontrar en cualquier parte, lo dejamos a un lado. Aun así, si el cuerpo humano puede por alguna similitud ser llamado la prisión y el caos del alma, ¿por qué no debería ser la corte llamada la prisión del cuerpo y del alma a la vez?

La Estige el odio, el calor el Flegetonte, el olvido Lete: El Cócito el llanto, el Aqueronte permanecer en la tristeza.

Todos están en nuestra corte. En estos las efusiones de los castigos se mezclan juntas; en estos están todas las maneras de crímenes castigados. No hay

639 J. Willis (1970), Macrobius. Commentarium in Somnium Scipionis (Leipzig: Teubner), I, 10, 9-12, pp. 43-44. 554 transgresión que aquí y en estos ríos no encuentre apropiada venganza. Toda crueldad encuentra aquí un mazo semejante a ella, de modo que tu furia ¡oh Dios! es vista en estos ríos y tu indignación en este mar.640 La Estige de la corte es el odio nacido en nosotros de nuestras faltas o de las faltas de otros; su Flegetonte es el calor de la codicia y la ira; su Lete el olvido de la bondad de nuestro Hacedor y de la promesa dada en el bautismo; su Cócito el duelo inflingido sobre nosotros por nuestros excesos; llega de muchas maneras, junto con ese Maligno a quien esos excesos parecen invitar, que es la fuente de los dolores y el creador de ídolos en ellos que son suyos. Su Aqueronte es la tristeza, sea por la penitencia de los hechos o de las palabras, o debido a cosas deseadas y no conseguidas. Pero podemos distribuir aquí los azotes de los pecados y los sufrimientos de los castigos, si se nos permite. Caronte,641 el barquero del infierno, no transporta a nadie en su bote salvo aquel que le da la moneda de su boca – de su boca, se dice, no de su mano, pues nuestro barquero obliga si tú prometes, pero, si se la das, no te reconocerá más. Así que esto ocurre a menudo en otros casos: en la corte la sombra precede al cuerpo, duda de la certidumbre, promete dones. De Tántalo se mofa el río de la huída. Aquí somos engañados por las buenas cosas que tocamos con las puntas de los dedos y que retroceden de ellos; el beneficio, que parece ya conseguido, se desvanece.

640 Habacuc III, 8. Nácar & Colunga 1120. Ogle 203-205. 641 Aparentemente este personaje se trataba en I, 9 (capítulo perdido). 555

Allí Sísifo carga con una piedra desde la falda de un valle hasta lo alto de una montaña y, cuando rueda hacia abajo, entonces la sigue, para volver a cargar con ella y así poder caer otra vez. Aquí también están aquellos que ganan las alturas de las riquezas y creen que nada se ha conseguido y siguen a su corazón, cayendo de nuevo en el valle de la avaricia, trayéndola de vuelta a una montaña ya muy alejada, donde de hecho no está permitido asentarse, porque en la esperanza de lo que se desea lo que se obtiene parece pobre y ese corazón se asemeja a una piedra, pues el Señor dice: “Les arrancaré su corazón de piedra y les daré un corazón de carne”.642 Que Dios lo dé y lo haga con los cortesanos para que puedan ser capaces de descansar en alguna de las montañas. Ixión allí está rodando en su rueda, a menudo al contrario de sí mismo, arriba, abajo, aquí y allá. Nosotros también tenemos nuestros Ixiones, a los que su fortuna voluble atormenta con su destino. Ellos escalan a la gloria y caen a la miseria; cuando están abajo, tienen esperanzas; cuando están en la cima, están exultantes; cuando están en las profundidades se duelen; cuando se hallan a la derecha se encuentran esperanzados; cuando están a la izquierda ellos temen. Y, aunque en todos los puntos de la rueda hay lugar para el temor, no hay lugar en ella que sea devoto de la esperanza; y, como está compartida por la esperanza, el temor, el gozo y la pena, es la esperanza sola la que hace y mantiene juntos a sus ocupantes. Es todo terrible, es todo una lucha contra la conciencia, pero no menos para eso que se busca después.

642 Ezequiel XXXVI, 26. Nácar & Colunga 1049. 556

Ticio643 deseó ardientemente a Juno a primera vista y, siguiendo ansiosamente su deseo injustificado, no refrenó el calor de su enloquecido hígado, y por esa razón es justamente castigado en ese mismo hígado, que crece otra vez para su propia perdición: alimenta el apetito codicioso de los buitres y, aunque no se debilita, está condenado a no saciarlos. ¿No soy yo y quizás algunos otros también un Ticio en la corte, en cuyo corazón codicioso los buitres, esto es, las negras pasiones, están situadas, que lo desgarran porque no ha luchado, no se ha apartado de un deseo equivocado? Pero yo no soy el Ticio que no apartó de Juno las ansiedades de su mente lujuriosa. Sus pensamientos, sus palabras, sus actos, son claramente contrarios al buen hombre que no ha andado, ni se ha detenido, ni se ha sentado.644 Las hijas de Belo luchan allí con cribas para rellenar unas vasijas con agujeros en ellas, sin fondo, que dejan escapar todos los líquidos, y pierden las corrientes que continuamente emanan de la fuente del Lete. Belo se interpreta como viril o virtuoso: este es nuestro Padre, incluso Dios. Nosotros no somos sus hijos, pues no somos virtuosos, ni leales, sino más como sus hijas, pues, afeminados hasta la debilidad, nos esforzamos por llenar con un criba que corta el grano de la paja – esto es, con discreción – las vasijas perforadas, esto es, nuestros insaciables espíritus, el fondo de cuya ambicion se ha hecho poco sólido, que absorbe como Caribdis lo que se vierte dentro de ellas y sin la apariencia de estar llenas, siempre dejan

643 Ticio, las hijas de Belo y Cerbero se trataban en los capítulos perdidos 6-8 de la Distinción I. 644 Salmos I, 1. Nácar & Colunga 692. 557 escapar los sorbos inútiles. Esta criba no cuela el líquido turbio del claro, lo espeso de lo brillante, aunque fue creada para ese fin; no sostiene el -agua de una fuente que salte a la vida eterna, ni con el agua que cualquiera bebe no vuelve a tener sed otra vez,645 sino el agua del Lete, que el que la bebe no recuerda, que hechiza la garganta, que hace a uno tener sed otra vez, que directamente penetra en toda el alma, se mezcla con ella y la fuerza en el lodo del abismo. Cerbero, el perro de tres cabezas, es el portero allí. Él está domesticado para dejar entrar a los hombres, en completa quietud, pero, cuando ellos salen, los ataca con todo su terror, con su voz triforme. Ese portero enriquece el vestíbulo de Dis con ávidas entradas y lo vacía no por sus retiradas; él se mantiene, no se desgasta. El Dis de esta corte también posee criminales a quien él envía a prisión y a aquellos a quienes en simpatía fingida con ellos los acompaña al abismo; pero, cuando por la bondad del príncipe son libres para marchar, estos ladran contra ellos con los tres rapaces terrores de la demanda y la codicia por la comida, la bebida y el vestido, y obligan a los hombres a desnudarse y los espolian de todo lo suyo para prometerles lo que ellos no tienen; sin duda son verdaderos Cerberos, pues ellos devoran la carne de aquellos que están entre grilletes, y perros auténticos, sabiendo cómo llenar sus triples gargantas de aquellos que están en problemas. Estos sufren hambre como perros,646 y no se preocupan de quién es la comida que ellos arrebatan, ni distinguen entre la

645 Evangelio de San Juan IV, 13-14. Nácar & Colunga 1275. 646 Salmos LVIII, 7. Nácar & Colunga 721. 558 carne y la carroña, ni apartan la carne de lo rancio, ni el hedor del olor, ni piensan en lo que es justo. En el negro palacio del oscuro Dis Minos, Radamantis y Éaco arrojan las suertes dentro de una urna, y son dispuestos como jueces y un tribunal sobre las almas desdichadas.647 Ellos sopesan los malos actos en seguida. Ellos posponen o anulan los buenos actos. Si una suerte severa sale a la luz, ellos lo castigan más duramente; si es tranquila, ellos se oponen y la pervierten: esa virtud puede acabar en culpa; si es dudosa, la interpretan del lado más perverso. Pero ellos se han ganado la alabanza por la justicia de parte de su injusto señor, porque ellos nunca perdonan nada de un daño merecido. Aun asi, se dice que, si ellos son observados por aquellos que pasan a su lado, su rigor pierde fuerza como si estuvieran bajo un embrujo; sino, ellos insisten en los crímenes, sopesan los malos actos, y sacrifican y destruyen; ellos obligan a dejar pasar los buenos actos y, ofendiendo a Dios, apaciguan la tiranía de Dis. Aun con todo y, de algún modo, estos jueces son excusables, pues actúan, pero imitan la astucia de su terrible príncipe. Nosotros también tenemos censores bajo la máscara del más noble juez, y la justicia de su señor reprehende su injusticia, pues, pese a que ellos prestan juramento ante él para preservar la equidad en tentar a los hombres, aun así, como en los casos de aquellos tres jueces de Plutón, si el culpable los toma en consideración, él es recto; si el recto no los toma en consideración, él es culpable. Y esta palabra – tomar en consideración – debe ser glosada al modo de nuestro señor el Papa, que dice: “Ni en su propia

647 I, 9-10, capítulos perdidos. 559 persona, ni por un legado, él nos ha visitado ni nos ha tomado en consideración – esto es, no nos ha dado”.648 Estos, parece ser, arrojan las fortunas a una urna – esto es, ocultan casos de causas en un envoltorio, cubriendo las causas simples con los cargos graves, sometiendo a acusaciones a un escrutinio estricto; de estas acusaciones ninguno obtiene el perdón, salvo aquella para la cual la Madre Bolsa ruega con su boca arrugada. Ella es la dama de todas las cosas, la que perdona crímenes, justifica lo impío y no desea la muerte de los pecadores, ni sin causa arroja a aquel que llega a ella y

Permaneciendo inmutable, hace moverse a todas las cosas.649

Con todo, hay un lugar, el tesoro, en el que ella no puede hacer milagros, pues el ojo del justo rey parece estar siempre allí. Y así sucedió una vez que, después de que yo había oído un conciso y justo juicio dado contra un hombre rico a favor de uno pobre, dije a mi señor Ranulfo, el justicia principal: “Aunque el juicio

648 Según los editores (508), Map parece referirse a la reclamación papal de que todos los obispos tenían que visitar la Curia (“ad limina apostolorum”) todos los años o, si vivían a cierta distancia, visitarla por carta – lo cual, según deja entrever Map – hacía prever un medio de extraer dones de ellos. Esto era, sin duda, una parte de la verdad. 649 L. Pérez Gómez (trad.) (1997), Boecio. La Consolación de la Filosofía (Madrid: Akal), III, metro 9, 3, p. 211. La primera parte de la frase tiene ligeros ecos en Proverbios XVII, 15, Ezequiel XXXIII, 11 y Evangelio de San Juan VI, 37, pero está claramente basada en la oración: “Dios que justificas al impío…”. Ogle 201-202; 211. Nácar & Colunga 783; 1046; 1279. 560 del hombre pobre pueda haber sido aplazado por muchas anomalías, vos llegásteis a ello por una feliz y rápida decisión”. “Ciertamente”, dijo Ranulfo, “decidimos causas aquí mucho más rápidamente que vuestros obispos hacen en sus iglesias”. “Cierto”, dije yo, “pero, si vuestro rey estuviera tan apartado de vosotros como el Papa está de los obispos, creo que vos seríais tan lento como ellos”. Él rio y no dijo que no. Yo no digo que aquellos a los que el rey ha elegido para ser los justicias de todos sean hombres de la bolsa, sino aquellos a los que la codicia y las gestiones les ha conducido a su propio “rostra”; y no sorprende que aquellos a los que Simón ha promocionado para gobernar juren por Simón. Es el deseo de los mercaderes de vender lo que ellos compran. Una prueba y un argumento contundente de la justicia de nuestro rey es que quienquiera que tenga un buen caso está ansioso por tratarlo ante él; quienquiera que tenga un mal caso no acudirá a él, a menos que se se le obligue. Hablo del rey Enrique II, a quien España eligió ser el árbitro de una antigua y fiera disputa que fue dilucidada entre los reyes de Toledo y Navarra,650 mientras que era de antaño la costumbre de todos los reinos de elegir la corte de Francia y la preferían a todas las demás; pero ahora nuestra corte, la de nuestro rey, había sido merecidamente la preferida ante todas, y la vieja causa estaba nítidamente decidida. Aun con todo, aunque él estaba casi solo en este valle de miseria al ser un ministro aceptable de la justicia, comprar y vender continúan bajo sus alas.

650 Enrique II arbitró en la disputa entre los reyes de Castilla y Navarra en Marzo de 1177 (Stubbs, 1867, vol. I, pp. 144-154; Brewer et al., 1867, vol. V, pp. 376-377; 1891, vol. VIII, pp. 159; 218; Warren 143). 561

Pero los injustos ministros pagan más por respeto a él que a Dios, por lo que ellos no pueden ocultarle que ellos actuarán justamente contra su propia voluntad, pero por el hecho de que ellos saben cómo manifestarse ante Dios, no temen pervertirse; pues Dios es un vengador tardío, el rey uno rápido. No estoy hablando en contra de todos los jueces, sino en contra de la parte más grande e insana de ellos. Habéis oído del Infierno y de sus alegorías, pero las llamas agitadas, las nubes y el hedor, el siseo de las serpientes y las víboras, los gemidos y las lágrimas, la fetidez y el horror: ¿estaría permitido exponer sobre cada una de ellas alegóricamente, si el asunto no mereciese la pena? Sin embargo, uno debe liberarse de la corte; pues estas cosas demandan más espacio del que veo que se me abre. Aun así, de lo que se ha dicho se puede inferir que la corte es un lugar de castigo. No lo llamo Infierno, pero es casi tan similar al Infierno, como la herradura de un caballo es similar a la de una yegua. Pero el rey de esta corte, si el lo sabe bien, no está libre de culpa, pues él, que es un recto por obligación, ha de ser un corrector. Pero quizás aquellos que se sitúan por encima de ello con él no lo acusarán a menos que él lo purifique aún más, porque en aguas pantanosas ellos pescan con más beneficio, y ellos mismos no saben lo que ocurre debajo de ellos, ni el rey mismo sabe lo que ellos hacen. “Aquellos que tienen el poder”, dice el Señor, “serán llamados bienhechores”651 – por sus aduladores, entiéndase. Ciertamente ellos, que tienen el poder aquí, son más propiamente llamados envenenadores, ya que oprimen

651 Evangelio de San Lucas XXII, 25. Nácar & Colunga 1262. 562 a sus inferiores y engañan a sus superiores, de modo que de cualquier lado ellos pueden obtener ganancias de cualquier manera.652 Pero todas sus villanías ellos las ocultan al rey para no ser corregidos y conseguir menos beneficio y no para ser encumbrados e impedir hacer daño a aquellos que están debajo de ellos. El rey en su corte es como un marido que es el último en aprender de la infidelidad de su esposa. Ellos hábilmente le urgen para salir a ejercitarse con perros y halcones, de cara a que él no pueda ver lo que ellos hacen entretanto de puertas adentro. Mientras ellos le hacen entretenerse, ellos se concentran en asuntos serios, se sientan en el banco y deciden las causas justas e injustas, todo para el mismo fin. Cuando el rey regresa de cazar o de la cetrería, él les muestra su bolsa y la comparte con ellos, pero ellos no le muestran la suya. Pues con toda la energía que les hace alabarlo abiertamente en privado lo condenan. ¿No es sorprendente si él es engañado, que es tan rico en enemigos de su propia casa? Dice Flaco:

Yerma es la casa sin un gran excedente que pase inadvertido al dueño y aproveche a cacos.653

Él nos da a entender que cuanto más grande es la casa, más riesgo hay de que las personas y lo sustancial causen estragos en ella. Y por eso en esa gran casa de la que hablo hay gran confusión y un error sobremedido, que él solamente, cuando ve la

652 Horacio, Epístolas I, 1. 66. Silvestre 351. 653 Horacio, Epístolas I, 6, 45-46. Silvestre 387. 563 ocasión, traerá la calma, aquel que se siente sobre el trono y juzgue con justicia.654

FIN DE LA QUINTA DISTINCIÓN DE LAS MINUCIAS DE LOS CORTESANOS.

654 Salmos IX, 5. Nácar & Colunga 695. 564

APÉNDICE SOBRE LO DICHO POR WALTER MAP

Este apéndice aparece en el manuscrito Oxford, Corpus Christi Coll. MS 32, f. 94v y fue editado por James (1914: 261-262). Son los números xxv-xxvi de una colección de historias escritas por una mano del siglo XIII.

xxv. De lo dicho por Walter Map. Una cierva que huía de la vista de los cazadores se dirigió a un corral de un rico hombre, e hizo una parada en un establo entre los bueyes. Un buey le dijo: “El labrador vendrá y, cuando te vea, te matará”. La cierva respondió: “No tengo miedo del labrador, pues es ciego”. El labrador vino, preparó comida para los bueyes, no vio a la cierva y pasó de largo. De nuevo el buey dijo a la cierva: “El alguacil vendrá y te matará”. Pero ello contestó: “No temo al alguacil: él ve un poco, pero con poca nitidez”. El alguacil llegó y llamó al labrador: “¿Cómo están los bueyes?” Él replicó: “Perfectamente”. El alguacil entró, sacudió el forraje y, como ello los incitó a comer, se marchó. Una tercera vez el buey se dirigió a la cierva: “Nuestro señor vendrá y, cuando te vea, él te matará”. Dijo la cierva: “¡No, no! Ruego al señor de la casa que nunca venga aquí; pues nada puede escapar de sus ojos”. Cuando la tarde había llegado, el señor dijo a su sirviente: “Enciende la vela, que iré a ver a mis bueyes”. Y así él entró y se aproximó a cada uno de los bueyes en turnos, agitó su forraje, recorrió su mano por la espina dorsal de cada uno, con aprobación y gusto, indicándole a cada uno por su nombre que comiese. Al final él llegó al lugar donde la cierva 565 permanecía en una esquina, y dijo: “¿Qué estás haciendo aquí entre mis bueyes, tú cierva? Estás bajo pena de muerte”. Y, tan pronto como había pronunciado la frase, el la mató. De esto se ve manifiestamente que el señor de la casa ve más claramente que los otros. xxvi. Un clérigo del Rey Enrique, rico en rentas, pero miserable, dijo a Walter Map en broma: “Maestro Walter, llevas muy bien tu edad”. Él replicó: “¿Qué quieres decir?” A lo que el primero dijo: “Llevar tu edad bien es ser viejo y no parecerlo”. Walter Map replicó: “Del mismo modo tú llevas tus rentas. Pues tienes mucho y gastas poco”.655

655 James (1914: xxxviii) también anotó, en “la última cubierta” del manuscrito MS O.3.8 en una columna de versos: “El sello de Walter Map: si evitas los sobornos, vencerás a los archidiáconos”. El libro contiene un manuscrito del siglo XIII de las obras de Juan Crisóstomo en latín. A. G. Little, M. R. James & H. M. Bannister (eds.) (1914), Collectanea Franciscana (Aberdeen: British Society of Franciscan Studies), vol. V, p. 120. 566

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

 Allen, R. (1892). “Gerbert, Pope Silvester II”. The English Historical Review 7, 28: 625- 668.  Appleby, J. T. (ed. & trad.) (1963). The Chronicle of Richard of Devizes of the Time of King Richard the First. Londres: Nelson Medieval Texts.  Arnold, T. (ed.) (1879). Historia Anglorum. Oxford: Rolls Series.  Aspa Cereza, J. (trad.) (2000). Cicerón. Discursos: En defensa de Sexto Roscio Amerino. En defensa de la Ley Manilia. En defensa de Aulo Cluencio. Catilinarias. Madrid: Gredos.  Bailey, S. J. (1957). “Ranulf de Glanvill and his Children”. The Cambridge Law Journal 5, 2: 163-182.  ------(1958). “Ranulf de Glanvill in Yorkshire”. The Cambridge Law Journal 16, 2: 178-198.  Bannister, A. T. (ed.) (1921). Reg. Caroli Bothe. Hereford: Cantilupe Society.  Baring, F. H. (1912). “The Making of the New Forest”. English Historical Review 27: 513- 514.  Barlow, F. (ed. & trad.) (1962). Life of King Edward Who Rests at Westminster. Oxford.  Bate, A. K. (1972). “Walter Map and Giraldus Cambrensis.” Latomus 3: 860-875.

567

 Becquet, J. (1968). Scriptores Ordenis Grandimontensis. Corpus Christianorum. Series Latina VIII. Turnhout.  Bennett, R. E. (1941). “Walter Map´s Sadius and Galo.” Speculum 16: 34-56.  Bernards, M. (1951). Wissenschaft und Weisheit, Augustinisch-Franziskanische Theologie und Philosophie in der Gegenwart. Vol. XIV. Düsseldorf.  Bieler, L. (1992). Historia de la literatura romana. Trad. M. Sánchez Gil. Madrid: Gredos.  Bloomfield, F. (1739). An Essay towards a Topographical History of the County of Norfolk. Vol. I. Fersfield.  Blume, C. (ed.) (1907). Analecta hymnica medii aevi. Vol. LI. Leipzig.  Borzsák, S. (ed.) (1984). Q. Horati Flacci. Opera. Leipzig: BSB B. G. Teubner.  Bossuat, R. (1951). Manuel Bibliographique de la littérature française du moyen âge. Melun.  Bouquet, M. (1874). Recueil des historiens des Gaules et de la France. Vol. X. París: Victor Palmé.  Boutemy, A. (1945). Gautier Map, conteur anglais. Bruselas.  Bradley, H. (1917). “Notes on Walter Map´s De Nugis Curialium”. English Historical Review 32: 393-400.  Brett, M. (1975). The English Church under Henry I. Oxford.

568

 Brewer, J. S. et al. (ed.) (1861-1891). Giraldi Cambrensis Opera. 8 Vols. Londres.  Brooke, C. & G. Keir (1975). London 800- 1216. Londres.  Brooke, C. (1963). The Saxon and Norman Kings. Londres.  Brooke, C. N. L. & R. A. B. Mynors (eds.) & M. R. James (trad.) (1994). Walter Map: De Nugis Curialium. Oxford: O. U. P.  Brooke, C. N. L. (1958). "The Archbishops of St. David's, Llandaff and Carleon-on-Usk”. En N. K. Chadwick (ed.). Studies in the Early British Church. Cambridge, pp. 201-242.  ------(1971). “Princes and Kings as Patrons of Monasteries”. En II Monachesimo e la Riforma Ecclesiastica. Milán: 4, Settimana internationale di studio, Passo della Mendola, 1968. Miscellanea Del Centro Di Studi Medioevali VI, pp. 137-139.  ------(1976). “Geoffrey of Monmouth as a historian.” C. N. L. Brooke et al. (eds.). Church and Government in the Middle Ages: Essays presented to C. R. Cheney. Cambridge, pp. 77-91.  Brooke, R. B. (1975). The Coming of the Friars. Londres.  Brühl, C. (1968). Fodrum, Gistum, Servitium Regis. 2 Vols. Colonia.  Callejas Berdonés, M. T. (1999). “Sátira romana y literatura española: algunos ejemplos de pervivencia”. En A. M. Aldama Roy et al. (eds.). La Filología Latina hoy. Actualización y perspectivas. Vol. II. Madrid, pp. 809-816. 569

 Campbell, A. (ed.) (1949). Encomium Emmae Reginae. Camden 3rd series, vol. 72. Londres: The Royal Historical Society.  Cantor, N. F. (1958). Church, Kingship and Lay Investiture in England. Princeton.  Capes, W. W. (ed.) (1908). Charters and Records of Hereford Catedral. Hereford: Cantilupe Society.  ------(ed.) (1909). The Register of Richard Swinfield, bishop of Hereford. Hereford: Cantilupe Society.  Castillo Bejarano, M. (trad.) (1993). Claudiano. Poemas. Vol. I. Madrid: Gredos.  Cheney, M. G. (1980). Roger, bishop of Worcester. Oxford.  Chibnall, M. (ed.) (1956). The Historia Pontificalis of John of Salisbury. Edinburgo: Nelson Medieval Texts.  ------(ed.) (1973). The Ecclesiastical History of Orderic Vitalis. Vol. IV. Oxford: Clarendon Press.  Clausen, W. V. (ed.) (1959). A. Persi Flacci et D. Iuni Iuvenalis. Saturae. Oxford: O.U.P.  Coffey, M. (1989). Roman Satire. Bristol: Bristol Classical Press.  Colvin, H. M. (1950). “Holme Lacy: An Episcopal Manor and its Tenants in the Twelfth and Thirteenth Centuries”. En V. Ruffer & A. J. Taylor (eds.). Medieval Studies Presented to Rose Graham. Oxford, pp. 15-40.  Conant, K. (1968). Cluny. Mâcon.  Constable, G. (1964). Monastic Tithes. Cambridge. 570

 ------(1978). “Aelred of Rievaulx and the nun of Watton”. En D. Baker (ed.). Medieval Women, Oxford, pp. 205-226.  ------(ed.) (1967). Letters of Peter the Venerable. Vols. I & II. Cambridge, Massachusetts.  Cooper, H. (1988). “Chaucer and Ovid: A Question of Authority”. En C. Martindale (ed.). Ovid Renewed. Ovidian Influences on Literature and Art from the Middle Ages to the Twentieth Century. Cambridge: C.U.P., pp. 71- 81  Cosgaya, J., trad. (1997). San Agustín. Confesiones. Madrid: B.A.C.  Crawley-Boevey, A. W. (ed.) (1887). The Cartulary of the Cistercian Abbey of Flaxley. Exeter.  Cristobal López, V. (trad.) (1996). Horacio. Epodos y Odas. Madrid: Alianza.  ------(trad.) (2001). Ovidio. Amores. Arte de Amar. Madrid: Gredos.  Cronne, H. A. & R. H. C. Davis (eds.) (1968). Regesta Regum Anglo-Normannorum. Vol. III. Oxford.  Curtius, E. R. (1976). Literatura Europea y Edad Media Latina. 2 Vols. Trad. M. Frenk Alatorre & A. Alatorre. Madrid.  De Echave-Sustaeta, J., trad. (2000). Virgilio. Eneida. Madrid: Gredos.  De Ghellinck, J. (1939). Littérature latine au moyen âge. París.  De la Ascensión Recio García, T. & A. Soler Ruiz, trads. (1990). P. Virgilio Marón. 571

Bucólicas. Geórgicas. Apéndice Virgiliano. Madrid: Gredos.  Dean, R. J. (1950). “Unnoticed Commentaries on the Dissuasio Valerii of Walter Map”. Mediaeval and Renaissance Studies 2: 128- 150.  Delany, S. (1987). “The Naked Text: Chaucer´s Thisbe, the Ovide Moralisé, and the Problem of Translatio Studii in The Legend of Good Women”. Mediaevalia 13: 275-294.  Delhaye, P. (1951). “Le dossier anti- matrimonial de l´adversus Iovinianum et son influence sur quelques écrits latins du XIIe siècle”. Medieval Studies 13: 65-86.  Denton, J. H. (1970). English Royal Free Chapels, 1100-1300. Manchester.  Donkin, R. A. (1960). “Settlement & Depopulation on Cistercian Estates in the 12th & 13th centuries, especially in Yorkshire”. Bulletin of the Institute of Historical Review 33: 145-165.  Douie, D. L. (1960). Archbishop Geoffrey Plantagenet and the Chapter of York. York.  Douie, D. L., & H. Farmer, eds. (1961-1962). Magna Vita Sancti Hugonis: The Life of St Hugh of Lincoln. 2 vols. Nelson´s Medieval Texts.  Dronke, P. (1995). La lírica en la Edad Media. Barcelona: Ariel.  Duckworth, G. (1952). The Nature of Roman Comedy. Princeton.  Edwards, E. (ed.) (1856). Liber Monasterii de Hyda. Londres: Rolls Series. 572

 Ehwald, R. (ed.) (1919). Aldhelmi Opera. MGH Auctoritates Antiquae. Vol. XV.  Ellis, R. H. (1986). Catalogue of seals in the Public Record Office: monastic seals. Vol. I. Londres: HMSO.  Emden, A. B. (1958-1959). A Biographical Register of the University of Oxford to A. D. 1500. Oxford.  Eyton, R. W. (1878). Court, Household, and Itinerary of King Henry II. Londres & Dorchester.  Falls, J. S. (1978). “Ranulf de Glanville´s Formative Years c. 1120-79: The Family Background and his Ascent to the Justiciarship”. Mediaeval Studies 40: 312-327.  Faral, E. (1922). Summary Catalogue of Western Manuscripts in the Bodleian Library at Oxford. F. Madan & H. H. E. Craster (eds.). Vol. II, nº 3041. Oxford.  Finberg, H. P. R. (1961). Early Charters of the West Midlands. Leicester.  Flacio Illirico (1557). Varia doctorum piorumque virorum de corrupto Ecclesiae statu poemata. Basilea.  Foreville, R. (1958). Le Jubilé de S. Thomas Beckett. París.  Fox, C. (1955). Offa´s Dyke. Londres.  Fraenkel, E. (ed.) & F. Leo (1960). Ausgewählte kleine Schriften. Vol. I. Roma.  Fragoni, A. (1954). Arnaldo da Brescia nelle fonti del secolo XII. Roma.

573

 Freeman, E. A. (1867-1879). History of the Norman Conquest. 6 Vols. Vols I-IV, 2ª ed.: 1870-1876; Vols. I & II, 3ª ed.: 1877. Oxford.  ------(1882). The Reign of William Rufus. 2 Vols. Oxford.  Frye, N. (1957). The anatomy of criticism. Princeton.  Galbraith, V. H. & J. Trait (eds.) (1950). Herefordshire Domesday. Pipe Roll Society Series 63.  Gaussin, P. R. (1962). L´abbaye de la Chaise- Dieu. París.  ------(1980). Le rayonnement de la Chaise-Dieu. Brioude.  Gibbs, V. et al. (ed.) (1910-1959). The Complete Peerage. Vols. I, V, XI & XII. Londres.  Glendenning, R. (1986). “Pyramus and Thisbe in the Medieval Classroom”. Speculum 61: 51- 78.  Gover, J. E. B., A. Mawer & F. M. Stenton (1942). The Place-Names of Middlesex. Cambridge.  Graham, R. (1901). S. Gilbert of Sempringham and the Gilbertines. Londres.  Greenaway, G. W. (1931). Arnold of Brescia. Cambridge.  Greenway, D. E. (ed.) (1968-1977). J. Le Neve. Fasti Ecclesiae Anglicanae 1066-1300. Vols. I-III. Londres.  ------(ed.) (1972). Charters of the Honour of Mowbray 1107-1191. Londres: British Academy. Nº 44. 574

 Griscom, A. (ed.) (1929). The Historia Regum Britanniae of Geoffrey of Monmouth. Londres: Longman, Green.  Guillén Cabañero, J. (1980) Urbs Roma. Vida y costumbres de los romanos. Vol. III. Salamanca.  ------(trad.) (1991). AA.VV. La sátira latina. Madrid: Akal.  Gutiérrez Arranz, J. M. (1998). “The Classical and Modern Concept of Auctoritas in Geoffrey Chaucer´s The Canterbury Tales”. Selim. Journal of the Spanish Society for Medieval English Language and Literature 6: 85-102.  ------(2000). “Elements of Latin Satire in Walter Map´s De nugis curialium”. En F. J. Cortés et al. (eds.). Variation and Variety in Middle English Language and Literature. Barcelona: Kadle Books, pp. 47-54.  ------(2001). “Elementos de la sátira latina en De Nugis Curialium de Walter Map”. En J. F. González Castro & J. L. Vidal (eds.). Actas del X Congreso Español de Estudios Clásicos. Vol. III. Madrid, pp. 611- 618.  ------(2001). El mito clásico y su evolución formal en la Edad Media: Geoffrey Chaucer. Tesis doctoral. 2 Vols. Alcalá de Henares.  Hallam, E. (1975). “Henry II, Richard I and the Grandmont”. Journal of Medieval History 1: 165-185.

575

 ------(1977). “Henry II as a Founder of Monasteries”. Journal of Ecclesiastical History 28: 113-132.  Halphen, L. (ed.) (1903). Recueil des annales angevines et vendômoises. París.  Hart, W. H. (ed.) (1863-1867). Historia et Cartularium Monasterii Gloucestriae. Rolls Series.  Harvey, A. E. (1955). “The Classification of Greek Lyric Poetry”. Classical Quarterly 5: 155-177.  Hélin, M. (1972). La littérature latine au moyen âge. París.  Heslin, A. (1965). “The coronation of the Young King in 1170”. Studies in Church History 2: 165-178.  Highet, G. (1954). La tradición clásica. Influencias griegas y romanas en la literatura occidental. Vol. II. Trad. A. Alatorre. México.  Hilka, A. et al. (eds.) (1930-1970). Carmina Burana. Heidelberg.  Hinnebusch, J. F. (ed.) (1972). The Historia Occidentalis of Jacques de Vitry. Friburgo.  Hinton, J. (1917). “Walter Map´s De Nugis Curialium: its plan and composition”. PMLA 32: 81-132.  ------(1917-1918). “Walter Map and Ser Giovanni”. Modern Philology 18: 203-209.  ------(1923). “Notes on Walter Map´s De nugis curialium”. Studies in Philology 20: 448- 468.

576

 Holford-Strevens, L. A. (1977). “Towards a Chronology of Aulus Gellius”. Latomus 36: 93-109.  Holgado Redondo, A. (trad.) (2001). Lucano. Farsalia. Madrid: Gredos.  Hollister, W. (1973). “The Strange Death of William Rufus” Speculum 48: 637-653.  Housman, A. E. (1931). "Praefanda". Hermes 66: 402-412.  Howlett, R. (ed.) (1884-1889). Chronicles of the Reigns of Stephen, Henry II and Richard I. 4 Vols. Londres: Rolls Series 82.  Hunt, R. W. (1936). “English Learning in the Late Twelfth Century”. Transactions of the Royal History Society 4th ser. 19: 19-42.  James, M. R. (ed.) (1914). Walter Map. De Nugis Curialium. Anecdota Oxoniensia, Mediaeval and Modern Series 14. Oxford.  ------(ed.) (1917). “Two Lives of St. Ethelbert. King and Martyr”. English Historical Review 32: 214-244.  ------(trad.) (1923). Walter Map. On courtiers´ trifles. Record Series 9. Londres: Honourable Society of Cymmrodorion.  Johnson, C. (ed.) (1961). Hugh the Chantor. The History of the Church of York (1066- 1127). Edinburgo.  Kane, G. & E. T. Donaldson (eds.) (1975). Piers Plowman: the B version. Londres.  Keil, H. (ed.) (1864). Grammatici Latini. Vol. IV. Leipzig.  Keller, O. (1886). “Vermischte bemerkungen (1. Römische tradition in den norischen eisen – 577

und kupferbergwerken. – 2. Das wort `satura´”. Philologus 45, 2: 388-392.  Kemp, B. R. (1968). “The Churches of the Berkeley Hernesse”. Transactions of the Bristol and Gloucestershire Archaeological Society 87: 96-110.  ------(1980). “Monastic Possession of Parish Churches in England in the Twelfth Century”. Journal of Ecclesiastical History 31: 133-160.  Kernan, A. (1971). “A theory of satire”. En R. Paulson (ed.). Satire. Princeton, New Jersey.  Keynes, S. (1978). “The Declining Reputation of King Æthelred the Unready”. D. Hill (ed.), Ethelred the Unready: Papers from the Millenary Conference. British Series 59. Oxford: British Archaeological Reports, pp. 227-253.  ------(1980). The Diplomas of King Æthelred “The Unready”, 978-1016. Cambridge.  Knowles, D. (1951). The Episcopal Colleagues of Archbishop Thomas Becket. Cambridge.  ------(1963). The Monastic Order in England 940-1216. Cambridge.  Knowles, D., C. N. L. Brooke & V. C. M. London (eds.) (1972). The Heads of Religious Houses, England and Wales, 940-1216. Cambridge.  Kuttner, S. & E. Rathbone (1949-1951). “Anglo-Norman Canonists of the Twelfth Century: An Introductory Study”. Traditio 7: 279–358.

578

 Labourt, J. (ed. & trad.) (1949). Saint Jérôme. Lettres. Vol. I. París: Les Belles Lettres.  Lambert, G. (1950). “Jubilé hébreu et jubilé chrétien”. Nouvelle Revue Théologique 72: 234-251.  Leclercq, J. (1952). “Les écrits de Geoffroy d’Auxerre”. Revue Bénédictine 62: 274-291.  Leclercq, J., C. H. Talbot & H. M. Rochais (eds.) (1978). Opera Sancti Bernardi. Vol. VIII. Roma.  Lecoy de la Marche, A. (ed.) (1877). Anecdotes historiques légendes et apologues d'Étienne de Bourbon. París: Renouard.  Lehmann, P. (1928). “Reste und Spuren antiker Gelehrsamkeit in mittelalterlichen Texten”. Philologus 83: 193-203.  Leibnitz, G. W. (ed.) (1707-1710). Otia Imperialia. Hannover: Scriptores Rerum Brunsvicencium.  Leo, F. (1904). "Livius und Horaz über die Vorgeschichte des römischen Dramas". Hermes 39: 63-77.  Levine, R. (1988). “How to Read Walter Map”. Mittellateinisches Jahrbuch 33: 91-105.  Liebermann, F. (ed.) (1879) Ungedruckte anglo-normannische Geschichtsquellen. Estrasburgo.  Liebrecht, F. (1879). Zur Volkskunde: alte und neue Aufsätze. Heillbronn.  Little, A. G., M. R. James & H. M. Bannister (eds.) (1914). Collectanea Franciscana. Vol. V. Aberdeen: British Society of Franciscan Studies. 579

 Lloyd, J. E. (1939). A History of Wales from the earliest times to the Edwardian Conquest. 3ª Ed. 2 vols. Londres.  Lohrmann, D. (1975). “Pierre le Vénerable et Henri 1er, roi d´Angleterre”. En Pierre Abélard: Pierre le Vénérable. Les courants philosophiques, littéraires et artistiques en Occident au milieu du XII siècle. París, pp. 191-203.  Lot, F. (1918). Étude sur le `Lancelot´ en prose. París.  Lovatt, M. B. (1974-1975). The Career and Administration of Archbishop Geoffrey of York (?1151-1212). Tesis doctoral. Cambridge.  Luard, H. R. (ed.) (1864, 1865, 1869). Annales Monastici. Vols. I-II-IV. Londres: Rolls Series, nº 36.  Mackinnon, H. (1969). “William de Montibus, a medieval Teacher”. En T. A. Sandquist & M. R. Powicke (eds.). Essays in Medieval History presented to Bertie Wilkinson. Toronto, pp. 32- 45.  Madan, F. & H. H. E. Craster (eds.) (1922). Summary Catalogue of Western Manuscripts in the Bodleian Library at Oxford. Vol. II. Nº 3041. Oxford.  Manitius, M. (1911-1931). Geschichte der lateinischen Literatur des Mittelalters. 3 vols. Munich.  Marx, J. (ed.) (1914). William of Jumièges. Rouen-París.  Meyer, P. & A. Longnon (ed.) (1882). Raoul de Cambrai. París.

580

 Migne, J. P. (ed.) (1844, 1855, 1863, 1865, 1883, 1902, 1904). Patrologia Latina. Vols. XXIII, XXXVIII, LXXV, CXCVIII, CLIII, CLXXI, CLXXXIX, CCI, CCVII, CCXVII. París.  Millor, W. J., H. E. Butler & C. N. L. Brooke (eds.) (1955-1979). The Letters of John of Salisbury. 2 Vols. Oxford: Oxford U. P.  Mommsen, T. (1962). Historia de Roma. Trad. A. García Moreno. Vol. I. Madrid.  Moore, O. H. (1925). The Young King Henry Plantagenet. Columbus, Ohio.  Moralejo, J. L. (1980). “Literatura hispanolatina (s. V-XV)”. J. M. Díez Borque (coord.). Historia de las Literaturas Hispánicas No Castellanas. Madrid: Taurus, pp. 15-137.  ------(ed.) (1986). Cancionero de Ripoll. Carmina Rivipullensia. Barcelona: Bosch.  Morey, A. & C. N. L. Brooke (1965). Gilbert Foliot and his Letters. Cambridge.  ------(eds.) (1967). The Letters and Charters of Gilbert Foliot. Cambridge.  Mortimer, R. (1981). "The Family of Rannulf de Glanville". Bulletin of the Institute of Historical Research 54: 1-16.  Mozley, J. H. & R. R. Raymo (eds.) (1960). Nigel de Longchamps: Speculum stultorum. Berkeley.  Mussafia, A. (1886). “Studien zu den Mittelalterlichen Marienlegenden”. 581

Sitzungsberichte der kaiserliche Akademie der Wissenschaften in Wien. Philosophisch- historische Classe 113: 917-994.  Nácar Fuster, E. & A. Colunga (trads.) (1966). Sagrada Biblia. Madrid: BAC.  Oesterley, H. (ed.) (1872). Gesta Romanorum. Berlín.  Ogle, M. B. (1940). “Bible Text or Liturgy”. Harvard Theological Review 33: 191-224.  Ortega Carmona, A. (ed. & trad.) (2000). Quintiliano de Calahorra. Sobre la formación del orador. Vol. IV. Salamanca: Publicaciones Universidad Pontificia.  Peiper, R. (ed.) (1886). Decimi Magni Ausonii Burdigalensis Opuscula. Leipzig: B. G. Teubner.  Pérez Vega, A., trad. 1994: Ovidio. Cartas de las heroínas. Ibis. Madrid: Gredos.  Pfeiffer, R. 1968: History of Classical Scholarship. Oxford.  Pinder-Wilson, R. H. & C. N. L. Brooke (1973), “The Reliquary of St Petroc and the Ivories of Norman Sicily”, Archaeologia 104: 261-305.  Pirenne, H. (1902). Histoire de Belgique. Bruselas.  Poole, R. L. (ed.) (1927). John of Salisbury. Historia Pontificalis. Oxford.  Previté Orton, C. W. (1912). The Early History of the House of Savoy (1000-1233). Cambridge.  Raby, F. J. E. (1953). A History of Christian Latin Poetry. 2ª Ed. Oxford. 582

 ------(1957). A History of Secular Latin Poetry in the Middle Ages. Oxford.  Raine, J. (ed.) (1879-1894). The Historians of the Church of York and Its Archbishops. 3 Vols. Londres.  Ramírez de Verger, A. (trad.) (2001). Marcial. Epigramas. Vol. I. Madrid: Gredos.  Reaney, P. H. (1935). Placenames of Essex. Cambridge.  Rees, U. (ed.) (1975). Cartulary of Shrewsbury Abbey. Aberystwyth.  Reynolds, L. D. (ed.) (1983). Texts and Transmission. A Survey of the Latin Classics. Oxford: Clarendon Press.  Reynolds, S. (1981). ‘Eadric silvaticus and the English resistance’. BIHR 54: 102–105.  Ribbeck, O. (1891). Histoire de la poesie latine. París.  Richards, M. (1954). The Laws of Hywel Dda (The Book of Blegywryd). Liverpool.  Rico, F. (1969). “Las letras Latinas del s. XII en Galicia, León y Castilla”. Ábaco 2: 9-91.  Rigg, A. G. & C. Brewer (eds.) (1982). Piers Plowman: The Z-version. Toronto.  Rigg, A. G. (1977). “Golias and other Pseudonyms”. Studi Medievali 3ª ser. 18, 1: 65-109.  ------(1978). “Medieval Latin Poetic Anthologies (II)” Medieval Studies 40: 387- 407.  ------(1979). “Medieval Latin Poetic Anthologies (III)” Medieval Studies 41: 468- 505. 583

 ------(1992). A History of Anglo-Latin Literature 1066-1422. Cambridge: C.U.P.  Robertson, J. C. & J. B. Sheppard (eds.) (1875- 1885). Materials for the History of Thomas Becket, Archbishop of Canterbury. 7 vols. Rolls Series. Londres.  Rodríguez de Sepúlveda, M. (trad.) (2002). Apolodoro. Biblioteca. Madrid: Gredos.  Rossi, L. E. (1971). “I generi letterari e le loro leggi scritte e non scritte nelle letterature classiche”. Bulletin of the Institute of Classical Studies 18: 69-94.  Round, J. H. (1892). Geoffrey de Mandeville. Londres.  ------(1895). Feudal England. Londres.  ------(1899). Calendar of Documents preserved in France. Nºs. 1387-1389. Londres: PRO.  Ruiz de Elvira, A. (ed. & trad.) (1992; 1994). P. Ovidio Nasón. Metamorfosis. Vols. I & II. Madrid: CSIC.  Runcinam, S. (1965). A History of the Crusades. Vol. I. Londres: Penguin.  Russo, C. F. (1971). Divi Claudii.  . Introduzione. Florencia.  Sauvage, R. N. (1906). Chronique de Sainte- Barbe-en-Auge. Caen: Mémoires de l´Académie de Caen.  Schanz-Hosius, M. V. (1927). Geschichte der römischen Literatur. 4ª Ed. Vol. I. Munich.

584

 Scholberg, K. R. (1968). Sátira e invectiva en la España Medieval. Madrid.  Schullian, D. M. (1937). “Valerius Maximus and Walter Map”. Speculum 12, 4: 516-518.  Searle, W. G. (1897). Onomasticon Anglosaxonicum. Cambridge.  Segura Ramos, B. (trad.) (2001). Ovidio. Fastos. Madrid: Gredos.  Sherwin-White, A. N. (1973). The Roman Citizenship. Oxford.  Silvestre, H. (2010) (ed. & trad.). Horacio: Sátiras. Epístolas. Arte Poética. Madrid: Cátedra.  Smith, D. M. (ed.) (1980). English Episcopal Acta, I, Lincoln 1067-1185. Oxford: British Academy.  Southern, R. W. (1958). “The English origins of the `The Miracles of the Virgin´”. Medieval and Renaissance Studies 3: 176-216.  Spisak, J. W. (1984). “Chaucer´s Pyramus and Thisbe”. The Chaucer Review 18, 3: 204-210.  Stenton, F. M. (1943). Anglo-Saxon England. Oxford.  ------(1961). The First Century of English Feudalism. 2ª Ed. Oxford.  Stieve, F. (1829). De rei scenicae apud veteres Romanos origine. Berlín.  Strecker, K. (ed.) (1929). Moralische- Satirische Gedichte Walters von Chatillon. Heidelberg.  Stubbs, W. (ed.) (1864). Chronicles and memorials of the reign of Richard

585

I. Itinerarium peregrinorum et gesta regis Ricardi. Londres: Rolls Series, 38.  ------(ed.) (1867-1889). Gesta regis Henrici secundi Benedicti abbatis. The chronicle of the reigns of Henry II and Richard I A.D. 1169-1192, known commonly under the name of Benedict of Peterborough. Vols. I & II. Londres: Rolls Series.  ------(ed.) (2012). The Historical Works of Master Ralph de Diceto, Dean of London. 2 Vols. Cambridge: C.U.P.  Suchomski, J. (1970). Delectatio and Utilitas. Nueva York.  Sydney Hartland, E. (ed.) & M. R. James (trad.) (1923): Walter Map. De Nugis Curialium. Cymmrodorion Record Series 9. Londres.  Talbot, C. H. (1936). “An Unpublished Letter of St. Stephen”. Collectanea Ordinis Cisterciensis Reformatorum 3: 66-69.  Taylor, A. (1921). “In the Evening Praise the Day”. Modern Languages Notes 36: 115-118.  Taylor, C. S. (1894-1895). “Berkeley Minster”. Transactions of the Bristol and Gloucestershire Archaeological Society 19: 70-84.  Thompson, S. (1955-1958). Motif-Index of Folk-Literature. 6 Vols. Copenhage.  Thorpe, B. (ed.) (1848-1849). Chronicon ex chronicis. 2 Vols. Londres.  Thorpe, L. (1978). “Walter Map and Gerald of Wales”. Medium Aevum 47, 1: 6-21.

586

 Thouzellier, C. (1969). Catharisme et Valdéisme en Languedoc à la fin du XIIe et au debut du XIIIe siècle. 2ª Ed. Louvain-París.  Tupper, F & M. B. Ogle (trads.) (1924). Master Walter Map´s book De Nugis Curialium (Courtiers´ Trifles). Londres.  Ullmann, W. (1955). Growth of Papal Government. Londres.  Vahlen, J. (ed.) (1967). Ennianae Poesis Reliquiae. Ámsterdam: Adolf M. Hakkert.  Villar Vidal, J. A. (trad.) (2001). Tito Livio. Historia de Roma desde su fundación. Vol. II. Madrid: Gredos.  Von Moos, P. (1965). Hildebert von Lavardin. Stuttgart.  Von Schanz-Hosius, M. (1927). Geschichte der römischen Literatur. Vol. I. Munich.  Wade-Evans, A. W. (ed.) (1944). Vitae Sanctorum Britanniae. Cardiff.  Walther, H. (1963-1969). Proverbia sententiaeque latinitatis medii aevi. 6 Vols. Göttingen.  Ward, H. L. D. & J. A. Herbert (eds.) (1883- 1910). Catalogue of Romances in the Department of Manuscripts in the British Museum. 3 Vols. Londres: Longman.  Warmington, E. H. (ed. & trad.) (1967). Remains of Old Latin. Vol. 1. Londres: Heinemann.  Warren, W. L. (1973). Henry II. Londres.  Webb, C. C. J. (1915). “De Nugis Curialium Walter Map, De Nugis Curialium. Edited by Montague Rhodes James. Anecdota 587

Oxoniensia. Oxford, 1914”. The Classical Review 29, 4: 121-123.  ------(ed.) (1909). John of Salisbury: Policraticus. 2 vols. Oxford.  Webster, K. G. T. (1940). “Walter Map´s French Things”. Speculum 15: 272-279.  West, F. (1966). The Justiciarship in England 1066-1232. Cambridge.  Wetherbee, W. (ed. & trad.) (1973). Bernard Silvestris. Megacosmus. Nueva York, Londres.  Whitelock, D., M. Brett & C. N. L Brooke (eds.) (1981). Councils and Synods with other Documents relating to the English Church. I, 871-1204. 2 Vols. Oxford.  Wightman, W. E. (1966). The Lacy Family in England and Normandy, 1066-1194. Oxford.  Wilamovitz-Moellendorf, U. (1895). Hephaistos. Göttingen.  Willis, J. (1970). Macrobius. Commentarium in Somnium Scipionis. Leipzig: Teubner.  Wilson, R. M. (1952). Lost Literature of Medieval England. Londres.  Wingram, S. R. (1896). Cartulary of St. Frideswide at Oxford. Vol. II. Oxford Historical Society.  Wright, C. E. (1939). The Cultivation of Saga in Anglo-Saxon England. Edinburgo-Londres.  Wright, T. (ed.) (1841). The Latin Poems commonly attributed to Walter Mapes. Londres: Camden Society.  ------(ed.) (1842). A Selection of Latin Stories, from Manuscripts of the Thirteenth and Founteenth Centuries: A Contribution to 588 the History of Fiction During the Middle Ages. Londres: The Percy Society.

589

José María Gutiérrez Arranz es Doctor en Filología Inglesa y DEA en Filología Clásica.

590