Jorge Volpi nació en México en 1968 y Mario Bellatín nació en México en 1960, pertenece a la llamada generación del pero fue en Perú donde inició su carrera li- «crack». Su novela En busca de Klingsor ob- teraria. Es autor de casi una veintena de tuvo el Premio Biblioteca Breve en 1999 novelas cortas. Con Salón de belleza ob- y ha sido también galardonado con los Pre- tuvo el Premio Médicis a la mejor novela mios Deux Océans y Grinzane, en Fran- extranjera editada en Francia y con Flores, cia, y el de mejor traducción del Instituto el Premio Xavier Villaurrutia. En el año Cervantes de Roma, en 2002. Ha escrito 2000 fundó en México D.F. la Escuela Di- una decena de novelas, entre las que des- námica de Escritores, un espacio alterna- tacan sus dos últimas, El fin de la locura tivo a las escuelas y talleres tradicionales. y No será la tierra. Es también ensayista y La jornada de la mona y el paciente y El actualmente dirige al Canal cultural 22 en gran vidrio son algunas de sus novelas más la ciudad de México. recientes, la última de ellas publicada en Es- paña. Diálogo de la Lengua Mano a mano entre los novelistas mexicanos Jorge Volpi y Mario Bellatín sobre el fin de las ideologías, la desaparición de las tendencias literarias en Latinoamérica y la relación del escritor con el lector. caridad plaza Periodista

CARIDAD PLAZA.—Me gustaría que me co- mentarais en qué situación se encuentra la lite- ratura en español, la literatura iberoamericana.

JORGE VOLPI.—Yo he dado vueltas a esa pregunta y he llegado a la conclusión de que no tengo ni la menor idea. Creo que hay un caos fructífero, que se publican una enorme cantidad de libros y que hay muchos autores y de varias generaciones entremezcladas, pero no me atrevería a reconocer tendencias claras en las últimas creaciones literarias en espa- Jorge Volpi: «Una de las pocas ñol. Intento estar más o menos al día de lo que se publica y distingo pocas coincidencias. tendencias de las últimas Quizá, una de esas pocas tenga que ver con creaciones literarias en Español la general admiración que sentimos los de mi generación, y también los más jóvenes, hacia tiene que ver con la general Roberto Bolaño. Pero eso no se revela en las admiración hacia Roberto escrituras de cada uno, que son radicalmen- Bolaño» te distintas. Es curioso que escritores que no tienen nada en común, se sienten admirado- res de la obra de Bolaño y por razones distin- MARIO BELLATÍN.—Me interesa mucho tas. Y no ocurre sólo en México. Es un fenó- Bolaño y creo que es un escritor muy am- meno que se repite en otros países de América plio. De ahí lo que tú dices, que distintos es- Latina, en Chile, en Colombia... ¿Tú qué critores o distintos lectores se encuentran en opinas, Mario? Porque no eres uno de los in- Bolaño, no en un Bolaño, sino en los diferen- contables defensores públicos de Bolaño. tes Bolaños. Pero quisiera volver al principio, quórum 19 jorge volp0i, mario bellatín I 109 Quórum, 19, pp. 108-119 a intentar contestar a la pregunta de qué está Hoy cada cual escribe lo que quiere y todas pasando con la literatura en Latinoamérica, las exploraciones y todos los caminos son vá- y me gustaría romper la idea, el estereotipo, lidos. Por fin, se invalidó el sentido único. de las literaturas de los diferentes países, por- Yo leo, por ejemplo, a Jorge Volpi, indepen- que creo que la búsqueda de las literaturas dientemente de que sea latinoamericano, es- nacionales ha hecho mucho daño al desarro- pañol o norteamericano y puedo leerlo como llo de la escritura. Estoy totalmente de acuer- si fuera una traducción y encontrar el disfru- do contigo, Jorge, en lo del aparente caos y te literario por encima de todas las cosas. en que hay muy pocos elementos en común y creo que esa es precisamente la tendencia y J. V.—Coincido con lo que dice Mario. Cuan- el gran avance. Cuando comencé a escribir, do en los años ochenta, siendo muy jóvenes, en los años ochenta, había un espacio muy rí- empezamos a escribir el grupo de amigos que gido. Uno piensa que la libertad es el elemen- luego formaríamos el Crack 1, nos dimos to obvio del arte, pero entonces no era así y cuenta que todos intentábamos imitar a Juan descubrías que estabas entrando en un uni- Rulfo o a García Márquez, a pesar de que verso regido por reglas definidas y por tenden- nunca habíamos visto una vaca en vivo, ni cias que precedían a tu propia escritura. Y re- sabíamos lo que era un caballo y, por supues- cuerdo mis primeros textos en los que me to, tampoco bailábamos boleros. Y el primer sorprendía a mí mismo escribiendo falso. Fue texto común que hicimos, una reunión de muy gracioso: yo escribía a la manera de..., a cuentos que funcionaba como novela, fue pesar de que nunca había bailado boleros, ni una burla sobre los escritores de nuestra edad había estado en un colegio militar y no había y de nuestro medio urbano que escribían sufrido las consecuencias de una dictadura. como García Márquez o Juan Rulfo. A par- Pero, inconscientemente, había que pasar por tir de ahí, vino la siguiente etapa, a la que ha ese espacio para que tu escritura fuera acep- hecho referencia Mario, y fue sorprendente tada. Cuando empecé a escribir cosas más descubrir que ese nacionalismo seguía en- personales, a hacer mi propia escritura y a no quistado dentro de la vida intelectual de Amé- repetir esquemas constaté cuál era la reac- rica Latina y de España. Cuando publiqué ción: ¡Qué bien! ¡Qué experimental! ¡Qué En busca de Klingsor y, al año siguiente, Igna- kafkiano! ¡Qué nouveau roman! Al principio cio Padilla publicó Amphitryon, volvió el de- pensaba que era un elogio, pero no, me es - bate sobre la literatura nacional. No com- taban diciendo justamente lo contrario. Era prendían que no escribiéramos sobre México un insulto soterrado y lo que querían dar a en- y nos acusaron de estar peleados con lo lati- tender es que mi literatura no iba a ser to- noamericano, cuando la realidad era que ni mada en serio, ni iba a pasar a la historia, siquiera se nos había ocurrido plantearlo como porque los parámetros eran otros. Ha pasa- una batalla que había que librar. Yo escribí do el tiempo y las verdades que hace tan sólo sobre la Alemania nazi porque quería hacer cinco años parecían absolutas, ahora se ven ab- una novela sobre ciencia. Esa era la única ra- surdas. Si yo le hablo ahora a un joven de un zón y, sin embargo, todavía en los años 90, parámetro determinado no me entendería. se seguía discutiendo la pertinencia o no a la

110 diálogo de la lengua quórum 19 Quórum, 19, pp. 108-119 literatura nacional. Estaba tan vigente que el año más incierto de este país. Es verdad hubo un crítico que llegó a decir que nos de- que terminó siendo una novela sobre la Re- berían quitar el pasaporte mexicano. Poco a pública de Weismar y sobre el ascenso del poco ha ido desapareciendo la presión pero, nazismo, pero nació de la angustia y de la in- aún así, la tendencia sigue, sobre todo si uno certidumbre cotidiana que se vivía en Méxi- sale del ámbito de la lengua española. En co. ¡Es tan simplista hacer únicamente la lec- Francia o en Italia no es sencillo publicar un tura del escenario literal! Mario, por ejemplo, libro de Mario, porque los editores no acep- en El gran vidrio, hace tres textos que son tres tan que un latinoamericano no escriba sin su autobiografías y ahí está perfectamente claro, marca de identidad. de una manera literaria, lo que estamos dicien- do: son textos autobiográficos, aunque si uno C. P.—Algunos escritores jóvenes, sin que al no tuviera la leyenda autobiográfica, jamás parecer la identidad les condicione, dicen que lo relacionaría con su vida. Y es que una no- les resulta más fácil colocar a sus personajes vela pueda pasar en Rusia o en Zaire y ha- en su país de origen, en los lugares que cono- blar de México o de la identidad del autor. Es cen, en las calles que han transitado desde tan obvio que es sorprendente que mucha siempre. gente no lo vea, que recurra sólo a la lectura literal para fijar los referentes, como si la li- M. B.—Pero ese es el espacio, lo superfi- teratura fuera periodismo. cial: la avenida tal, el monumento cual, un momento histórico determinado... porque M. B.—Para hablar de la realidad no siem- escribimos sobre nuestras realidades. Lo que pre hay que utilizar los recursos del rea- dice Jorge es otra cosa, es que si escribes so- lismo porque se quedan cortos. Por eso yo bre la Alemania nazi te anulan todas las otras sentí la necesidad, y los del grupo Crack opciones personales, te anulan tus vivencias también, de tratar de profundizar en la co- si estas no están en escenarios reales. En mis tidianidad, en el propio ser, desde otra pers- textos no existe, muchas veces, una realidad pectiva. En El gran vidrio, ya que tocaste el reconocida pero yo estoy ahí, y ahí está La- tema, si se leen las biografías de una mane- tinoamérica también, porque están mis vi- ra literal me pueden acusar de que yo nun- vencias, está la mezcla que yo soy. No se ca viví en la India, ni mi mamá me llevó a los puede escribir de otra manera. Si no fuéra- baños públicos. Es una construcción. Las mos latinoamericanos y no hubiéramos vi- cosas se pueden contar de una manera tradi- vido en México, en un momento histórico cional, establecida y construida por otros y determinado, nuestra escritura sería dife- se pueden contar de otra manera y yo prefie- rente. ro esa otra manera porque me siento mejor en situaciones más universales, que trascien- J. V.—Empecé a escribir En busca de Klingsor den el momento. Además, estoy convencido porque quería hacer una novela sobre la cien- de que, después del boom, la literatura, la na- cia y sobre la incertidumbre y planeé mi tra- rrativa, devino en una cosa vacía, de repeti- bajo en México, en 1994, que para mí fue ción de formas. quórum 19 jorge volpi, mario bellatín I 111 Quórum, 19, pp. 108-119

C. P.—¿Influye la lengua en los escritores? por supuesto, no creo que el idioma influya ¿Es distinto expresarse en español o en otro en el escritor. Yo preferiría que el español fue- idioma? ra un idioma más compacto.

J. V.—Sin duda influye, como influye la pro- J. V.—Creo que últimamente los hablantes de pia personalidad o el lugar en el que naces. Los español tenemos una especie de soberbia, he- franceses lo llaman «el genio del idioma» y redada de ciertos políticos, y pensamos que parece que, de alguna manera, te rebasa por- nuestro idioma es lo máximo porque lo ha- que está ahí, en la propia estructura neuronal blan 400 millones y liga a muchos países. Es y, desde luego, está también la tradición de la verdad que el español ha creado ciertos ám- lengua, que está presente y de la cual uno tie- bitos inevitables y tiene una enorme canti- ne que responder. Pero coincido con Mario dad de ventajas expresivas, justamente por en que lo esencial no es la lengua, sino la li- ser una lengua hablada por tantas personas en teratura. el mundo, pero lo escritores, los verdaderos escritores, nunca se han circunscrito a una M. B.—Una buena traducción puede llenar lengua. La literatura no ha tenido esas fron- más que un original. Por eso yo juego en mu- teras y los escritores han leído traducciones o chos libros con la literatura japonesa. No es han leído en distintas lenguas para poder nu- que me interese especialmente la literatura trir su imaginación con la pluralidad de las tra- japonesa, que sí me interesa pero como me in- diciones y no solamente con la tradición de teresan otras, sino que trato de mostrar que su idioma. lo literario, lo que queda de pasar de un ide- ograma a una lengua occidental, queda in- C. P.—Lo que quieren decir es que uno se tacto. Me parece fantástico que una buena puede identificar con una novela, indepen- traducción de un escritor japonés, que escri- dientemente del idioma, si las vivencias son bió en ideogramas, siga conteniendo literatu- similares. ra y se pueda ingresar en los universos que plantea ese escritor. A mí la lengua en sí me J. V.—Sí, aunque decir esto no sea política- molesta y me molesta que el lenguaje sea de- mente correcto. masiado extenso. Por eso hago siempre un trabajo de sustracción hasta llegar a una suer- M. B.—Además yo trato de que la lengua te de neutralidad, donde el que hable sea el casi no exista, que sea sólo un vehículo lo silencio, lo que no está dicho. Yo sería feliz si más llano y lo más transparente posible. redujéramos el idioma al mínimo y eso está en contradicción con la idea que se tiene del J. V.—Y con todos los juegos posibles. En escritor, como de un ser de imaginación des- mi última novela, No será la tierra, no lo he bordada y con manejo del lenguaje. Yo, en utilizado, pero en las otras dos, El fin de la lo- la primera etapa de mi trabajo, tengo una cura y En busca de Klingsor, hay personajes imaginación desbordada y, a medida que que escriben en primera persona y uno es ale- avanzo, la voy reduciendo y eliminando. Y, mán y el otro ruso. El juego consiste en que

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Mario Bellatín: «Yo trato de que la lengua no exista, que sea sólo un vehículo lo más llano y transparente posible» estamos leyendo la traducción de lo que ellos al mínimo y, sin embargo, es una novela tan escribieron en la lengua original. extensa como las tres últimas, sólo que las páginas que no están las llena el lector. C. P.—Tus novelas son extensas, más exten- sas que la media y, sin embargo, las de Ma- M. B.—Respecto al lenguaje, yo quería seña- rio son más cortas que la mayoría. lar que dentro de la literatura es tan lícito practicar esta forma escueta como la otra, la J. V.—Las tres últimas novelas son extensas, de Lezama Lima, por ejemplo, que es total- pero también me gusta mucho la novela cor- mente opuesta, de un barroquismo impre- ta. Lo que pasa es que éstas son las que se sionante e igualmente fascinante. han vuelto más visibles, aunque para mí sean tan importantes como Días de ira, una nove- J. V.—Es que la lucha es sólo contra el «de- la de 62 páginas, que también se publicó en ber ser», contra los que marcan la crítica en España, a la que tengo un cariño especial y en cada momento. Es muy fácil verlo con la li- la que hay algo de lo que decía Mario. En esa teratura española. En los años 50, el «deber novela he reducido el lenguaje y la anécdota ser» de la crítica en España era la novela so- quórum 19 jorge volpi, mario bellatín I 113 Quórum, 19, pp. 108-119 cial. En los 60, cambia y hay que ser experi- riores, es el leiv motiv de las últimas novelas mental. En los 70, vuelve a cambiar y hay de Volpi. que hacer narrativa... y el escritor tiene que estar en contra de ese «deber ser» que le mar- J. V.—Son novelas autobiográficas en senti- can los lectores, los críticos o los académicos. do inverso porque yo no lo viví y me fascina- Ahora entre los críticos encontramos de todo ba pensar en la generación de mis padres, que y algunos, incluso, tienen su «deber ser» par- todavía tenía esa convicción ideológica tan ticular y por eso son, a veces, tan detestables firmemente establecida. Después, en algún para un escritor. momento, la convicción se quebró, se des- creyó de todo y la mayoría se volvió exacta- C. P.—El final de la izquierda, el final de ese mente lo contrario, un neoliberal radical. Así mundo que vivieron las generaciones ante- que decidí escribir sobre algo que yo no sen- tí. Nunca tuve un compromiso ideológico poderoso con la izquierda y tampoco tuve desencanto y, evidentemente, no tuve ni ten- go ningún compromiso ideológico con la de- recha. Yo soy un escéptico y tal vez por eso me interesaba tanto indagar en esa forma de vi- vir, con convicciones tan firmes.

M. B.—Yo lo viví también en otros. Veía a mis primos mayores, viviendo su militancia política, la ruptura, los viajes a las «Mecas» de la época y esperaba, pensando que a mí tam- bién me tocaría vivirlo y, cuando llegó mi momento, ya no había nada. De alguna ma- nera nos quedamos con esa ansiedad y con una pregunta sin contestación: ¿cómo sería vi- vir con esas convicciones? Como ya no exis- tían, tuvimos que construir algo nuevo. Y eso es lo que ha hecho Jorge, un trabajo de cons- trucción desde la nada, desde sí mismo, des- de la necesidad de llegar a un espacio que está vacío, en el que se han acabado las ideo- Jorge Volpi: «Debemos luchar logías. Esa literatura de reconstrucción me parece muy interesante porque es el comien- contra el ‘deber ser’, contra los zo de y no el epígono de. que marcan la crítica en cada momento» J. V.—Me fascina el tema del derrumbe de las ideologías, aunque a mí no se me derrumba-

114 diálogo de la lengua quórum 19 Quórum, 19, pp. 108-119 ra ninguna. Ahora, más que reconstrucción M. B.—Yo escribo pensando mucho en el de utopías, creo que se trata de construir des- lector, pero no en un público objetivo, sino de cero ciertas utopías que se vuelven única- poniéndome en las múltiples posibilidades mente personales y la literatura es una de ellas que tiene un lector cuando se enfrenta al li- porque tengo la convicción, sumamente fir- bro y creo que la labor del escritor es salirle me, de que sí sirve para algo. Yo, a diferencia siempre al jaque y mantenerle seducido. Lo de muchos otros escritores que dicen que les que me interesa como escritor es que el lec- gustan las novelas porque no sirven para nada, tor ingrese al universo que yo planteo, lo tengo la firme convicción de que sirven. Si no, transite y lo termine. Y le doy todos los re- la especie humana no las valoraría tanto. cursos para que pueda asumirlo y discutir conmigo. Pienso todo el tiempo en el lec- C. P.—Bueno pues, ¿para qué sirve la litera- tor, en las múltiples opciones de ese lector tura y qué aporta a la humanidad? demasiado entrenado y con demasiada in- formación, que no quiere leer en abstracto, J. V.—La literatura de ficción, particularmen- sino que lee lo que quiere. Mi misión ter- te, es esa herramienta única de conocimien- mina cuando logro convencerle de que debe to del ser humano que no tiene ni la psico- terminar el libro. En contra del escritor due- logía, ni la historia, ni la filosofía, y que ño de una verdad y lleno de respuestas, yo es- permite creer por un momento que uno es toy lleno de preguntas, que comparto con el otro o que está cerca de ser otro, aunque sea lector. falso. Eso es lo que te acerca a la experiencia de lo que significa ser un ser humano. J. V.—Pero yo me atrevería a decir algo que no suele decirse en esta época liberal y es que M. B.—Sirve para la creación de un univer- el escritor tiene inevitablemente algo de to- so paralelo, donde uno pueda profundizar talitario y de arrogante y, por lo tanto, tam- sobre la razón de ser, sobre el ser humano en bién de cruel. Tenemos que pensar que lo su totalidad. Sirve para entendernos a noso- que naturalmente debería querer hacer el lec- tros mismos, desde una perspectiva que la tor es escapar de nuestro texto, abandonarlo rea lidad no nos puede dar. Y sirve para re- lo antes posible. Y que lo que nosotros tene- construir un universo, haciendo creer que es mos que hacer como escritores es utilizar un espacio real. Por eso a mí me interesan los nuestra inteligencia y todas nuestras armas libros que no se pueden contar, los que obli- para convencerlo y que se quede o, mejor, gan a transitar por sus páginas y vivir la ex- que le sea imposible salir. Lo que yo quiero periencia para poder aprehender lo que se son lectores que dialoguen, que no se traguen está expresando y que no haya otra manera de las cosas y asumir que, si es inteligente, es experimentar ese universo que leyendo el posible que no desee leerme a mí sino a Dos- libro. toievski, por ejemplo. Por eso el escritor tie- ne que mantenerlo atrapado y convencerlo C. P.—¿Es importante para un escritor el de que ese mundo vale la pena de transitarse, contacto con el lector? como dice Mario. quórum 19 jorge volpi, mario bellatín I 115 Quórum, 19, pp. 108-119

M. B.—Y las preguntas que uno se hace tras- M. B.—El escritor tiene que ser el primer mitírselas al lector y que todo sea un gran lector de su propia escritura y cuenta con cuestionamiento. ¿Qué sucede si junto la be- todo el espacio y con todo el tiempo del lleza y la muerte? ¿Qué sucede si una biogra- mundo para reorganizar la información y fía se hace de esta manera? ¿Qué sucede si que el lector no tenga que compartir sus reinvento personajes del siglo XX, paradig- búsquedas personales o sus elementos bio- mas, y los pongo en una situación determi- gráficos. Yo tengo de mis libros, y de este nada, ficcional? ¿Si yo pongo, por ejemplo, a Vidrio en concreto, otro paralelo, que es Fidel Castro o a Kant de una determinada el mío, que es el que está lleno de viven- manera? ¿Qué sucedería si esto fuera real? cias, con un determinado lenguaje distin- to del otro. Y de ese libro construyo el C. P.—Pero, ¿no creen ustedes que el lector, otro, el del lector, el dirigido a esa perso- cuando elige comprar un libro, es casi siem- na inteligente, preparada, que sabe leer pre con la intención de quedarse en él hasta y que no quiere necesariamente leer mi el final, aunque a veces le resulte difícil? texto.

J. V.—Es posible que así sea, pero hay que fo- J. V.—Son los borradores. Por más que mis mentar lo contrario, hay que pensar en los tres novelas últimas sean extensas, mi proce- lectores que no quieren seguir y que sólo se so es el mismo que el de Mario: el de elimi- queden cuando no tienen otra salida, cuando nar. La versión original de esas novelas tenía es importante quedarse, cuando vale la pena, 850 páginas y he ido desbrozando. Uno siem- cuando creen que va cambiar algo en su vida pre tiende a la concentración, aunque termi- y cuando se está haciendo preguntas vitales. ne en 400 páginas si el material es muy exten- so y, paradójicamente, tiende también a la M. B.—Y luego está la pretensión del escri- conservación. A veces pienso que el libro que tor. Yo tengo la pretensión de decir cosas que yo hubiera querido publicar es el de las 850 nadie haya dicho antes y que eso que digo páginas, aunque sólo hubiera sido por el puro sea una experiencia interesante para otro. Ha- goce personal. cer evidente la combinación que uno es e in- tentar trasmitirla en un texto. Porque no es M. B.—Pero, por intuición, uno sabe el tan obvio que uno escriba sobre lo que le in- punto exacto de lo realmente interesante. teresa, escribe lo que puede y en una conjun- La tendencia es querer ponerlo todo. Por ción determinada y trata que eso que surge sea eso es tan importante contar con un tiem- trasmitible a un lector. po determinado para escribir el libro y no apurarse a la hora de escribir y menos a la J. V.—Porque es un experimento. Si el escri- hora de publicar, porque se necesita ese tiem- tor sabe exactamente sobre lo que va a escri- po del que hablo para poder darte cuenta bir, el experimento desaparece. Por eso resul- de lo que has escrito y tener la perspectiva tan tan aburridas esas novelas con tesis previa, suficiente como para convertirte en lector que se aplica y se lleva a la práctica. de tu propia obra.

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Mario Bellatín: «Yo escribo pensando mucho en el lector, poniéndome en las múltiples posibilidades que tiene el lector»

C. P.—¿Por qué se escribe? ¿Por qué se M. B.—Hay un «sin darse cuenta» que es convierte uno en escritor, a pesar de lo duro importantísimo. Yo nunca hubiera sido es- que es? critor, si hubiera sabido de manera objetiva, concreta y racional lo que era este oficio. Con J. V.—A mi no me parece duro, me parece diez años hice un libro sobre perros y, por la idiota. Los trabajos duros son otros... reacción de mi familia, me di cuenta del va- lor subversivo de la literatura. Mi familia no M. B.—Picapedrero, por ejemplo. era afecta a la cultura y en mi casa no había libros y, de pronto, yo consigo una máquina J. V.—Yo escribo porque empecé a escribir, de escribir viejísima y empiezo a escribir so- casi como una anécdota. Un día, cuando es- bre las razas de los perros que conocía y to- tábamos en la preparatoria —teníamos 16 dos reaccionaron mal porque no era una ta- años—, un amigo mío, Eloy Urroz, que tam- rea escolar. Y me sorprendió, como también bién es escritor y miembro de Crack y que me sorprendió que pensaran que era mejor ya para entonces escribía poesía, me dijo, ¿por que me fuera a jugar con el resto de mis ami- qué no escribimos un cuento? Cada quien el gos. Terminé el libro, se burlaron de él y su- suyo, claro. Lo escribí y descubrí que eso era frí escarnio. Algo raro pasaba en mi entorno lo que me gustaba hacer. No creo que en mis familiar por el solo hecho de querer escribir. inicios haya mucho más que eso. Pero continué y se fue dando solo. quórum 19 jorge volpi, mario bellatín I 117 Quórum, 19, pp. 108-119

J. V.—Ese cuento fue para mí el descubri- ser un escritor profesional, aunque respete a miento de la ficción, pero yo quería escribir los que se consideran así, un libros desde mucho antes. Mi padre, que es o un Vargas Llosa, que tienen que levantar- médico, es un gran lector y siempre hubo li- se temprano para escribir sin importar si llue- bros en mi casa. Desde los ocho o nueve años ve o truena. Yo no, yo a veces tengo necesi- y, sobre todo, desde los once, doce o trece, dad de escribir un libro y, cuando eso ocurre, tuve claro que quería escribir. A los trece me intento dedicar a ello todo el tiempo posi- planteé la realización de una enciclopedia so- ble. Pero también puedo dejar de escribir du- bre la Edad Media y planifiqué cada tomo. rante una temporada y no me pasa nada. Ter- Todavía no pensaba en la ficción, pero hubo miné mi última novela exactamente en junio un momento en que descubrí que la escritu- de 2006 y decidí que necesitaba no ya un ra era esencial en mi vida y que no podría descanso, sino una purga, después de tres no- cancelarla, aunque nunca me haya conside- velas tan extensas. Y me tomé un año sabá- rado un escritor profesional ni quiera ganar- tico de escritura para reflexionar. Todos los me la vida escribiendo. Por eso estoy aquí, días pienso sobre lo que voy a escribir —en dirigiendo el Canal 22 de Televisión. Yo es- el fondo, eso es también escribir— pero no cribo porque lo necesito y, al mismo tiem- llego a mi casa y me siento a la computado- po, porque me gusta, me trastorna y no ten- ra. Me permito a mi mismo que mi trabajo go manera de dejar de hacerlo. sea sólo mental, de planificación de mi pró- xima novela. M. B.—Todos los días me pregunto por qué lo hago. Y he llegado a la conclusión de que M. B.—Mi caso funciona más en cápsulas. es un impulso. Es algo irracional, sin ningu- ¡Es algo tan extraño esto de la escritura, esta na lógica y que va contra mi mismo, contra punción, esta necesidad! Yo escribo a diario, mi forma de ser, porque yo tengo gustos muy pero encerrado y encapsulado. Trato de dedi- dispersos, me interesa una cosa y luego otra car dos o tres horas al día y luego salgo de y cambio de modos de vida y, sin embargo, ese espacio y me olvido por completo. He lo- la escritura se mantiene inalterable desde los grado domesticar la palabra escrita. Hubo nueve años. Todas las decisiones que he toma- ciertos momentos en que era una carga es- do en mi vida han sido a partir de la escritu- pantosa. Pasaba las 24 horas del día frente a ra y ésta siempre ha estado en primer lugar, un texto y llenaba páginas y páginas... hasta antes que cualquier otra consideración de llegar a las 1.500, a las que faltaban otra 1500 tipo personal o profesional. La escritura ha más para redondearlo. Y luego en una sema- sido lo único que ha existido para mí y no na de extraña lucidez, con algo más de pers- quiero preguntármelo mucho porque, a ve- pectiva, me daba cuenta de que la novela es- ces, me da como miedo escarbar. taba hecha desde hacía un año y que lo único que tenía que hacer era sacar fragmentos, reu- J. V.—Es un virus que te seduce, te trastor- nirlos y votar el 80 por ciento para que, al fi- na y que hay que controlar. Por ejemplo, yo nal, se quedara en un texto de 80 cuartillas. no escribo todos los días porque no quiero A lo largo de los años —con algo más de sa-

118 diálogo de la lengua quórum 19 Quórum, 19, pp. 108-119 biduría en el arte de escribir— he tratado de premios literarios que da hasta el ayuntamien- quitarme de encima esa obsesión y dar a la es- to más pequeño y eso no existe aquí, pero en critura un lugar muy determinado, muy en- México hay un sistema de apoyo a jóvenes y capsulado. Dirijo una escuela de escritura, adultos, a creadores eméritos, amplísimo, que desde hace cinco años y mi labor de creación también contribuye a que sea más fácil dedi- se limita a esas dos o tres horas diarias. carse por completo a escribir y a que se pue- da vivir de la literatura, al menos en ciertos C. P.—Usted ha vivido mucho tiempo en periodos de la vida. Tal vez por eso hoy en Perú y ahora en México, ¿hay diferencia en- México hay tan buenos escritores: Guadalu- tre los dos países, desde el punto de vista de pe Nettel, Luis Felipe Lomelí, Martín Sola- la creación literaria? res, Adrián Curiel, , Pa- blo Soler Frost, David Toscaza. Y, por M. B.—Estuve 18 años en Perú y llevo 12 supuesto, mis amigos del Crack. en México y sí, hay muchísimas diferencias. La principal es que aquí es mucho más fácil M. B.—Y, aparte de estos apoyos directos de llevar una vida literaria. Al poco tiempo de lle- política cultural concreta, hay un cierto res- gar logré que mi vida girara totalmente alre- peto y reconocimiento a la figura del artista, dedor de la literatura y en Perú era muy di- a la figura del escritor. No es sólo el proble- fícil porque es una sociedad en la que hay ma económico, es importante también sen- poca cabida para el arte. tirse parte de una sociedad que te acepta.

J. V.—En México hay apoyos a la creación por J. V.—Y para hacer el comercial de Méxi- más cuestionados que éstos sean. Tiene algu- co completo: un canal como este, el Canal nas similitudes con España, que invierte mu- 22, que sólo es cultural, y otro, el 11, que cho en cultura, aunque sus sistemas sean dis- también es cultural, no es pensable en Es- tintos. En España, por ejemplo, hay 487 paña. notas

1. Grupo literario mexicano de 1996, compuesto por los novelistas , Jorge Volpi, Eloy Urroz, Pedro Ángel Palou y Ricardo Chávez-Castañeda.

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