Pdf Las Serranas De La Vera / Lope De Vega, Vélez De Guevara Y Valdivielso
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3 LAS SERRANAS DE LA VERA 4 5 LOPE DE VEGA VÉLEZ DE GUEVARA VALDIVIELSO LAS SERRANAS DE LA VERA Edición, introducción y notas de Jesús Majada y Antonio Merino 6 © De la edición: Caligrama Ediciones © Del prólogo y notas: Jesús Majada y Antonio Merino Diseño e imágenes de cubierta: Luis Felipe Comendador Caligrama Ediciones c/ Pinar, 28 29631 – Arroyo de la Miel (Málaga) tel.: 606 39 75 50 [email protected] ISBN: 978-84-95783-49-3 Depósito Legal: Printed by Publidisa 7 A Segundo y Flora, Serranos de estas sierras, como la serrana de la Vera. 9 Contenidos Introducción ........................................................................................ 11 La literatura ............................................................................ 12 Las otras Serranas .................................................................. 17 Las otras ediciones ................................................................. 19 Nuestra edición ...................................................................... 22 Apéndice I: Argumentos ........................................................ 24 Apéndice II: El perfil de las serranas ..................................... 30 El romance .......................................................................................... 35 La serrana de la Vera (Lope de Vega) ............................................... 37 ACTO PRIMERO ...................................................................... 39 ACTO SEGUNDO ..................................................................... 80 ACTO TERCERO .................................................................... 116 La serrana de la Vera (Vélez de Guevara) ....................................... 155 ACTO I .................................................................................. 157 ACTO II ................................................................................ 203 ACTO III ............................................................................... 245 La serrana de la Vera de Plasencia (José de Valdivielso) .............. 291 INTRODUCCIÓN 11 11 Introducción Allá en el extremo nororiental de la provincia de Cáceres, en los confines con Salamanca y Ávila, existe un recóndito rincón que mere- ce el interés y la atención solícita del viajero amante de horizontes quebrados y parajes deleitosos. Un espinazo de montañas, en perfecta diagonal, cruza el mapa de noreste a suroeste. Es la sierra de Tormantos, cuyo solo nombre nos hace imaginar terrenos abruptos, senderos escabrosos y peligros en cada recodo del camino. Sin embargo no es así, o al menos no del todo, pues los agrestes peñascos de Gredos allí se suavizan en declive, primero en pastizales de trashumancia, luego en robledales y castaña- res, y finalmente en feracísimas laderas. Por doquier el agua salta por gargantas, arroyos, cascadas, charcas, piscinas naturales y profundas pozas escarbadas en el mismísimo granito, para derramarse luego por la tierra impregnándolo todo, fructificándolo todo. La ladera norte baja hacia el valle del Jerte, nevado en flor al principio de cada primavera y pródigo a manos llenas en rojas y sa- brosísimas cerezas con la llegada del verano. Por la ladera sur, hasta llegar a las riberas del Tiétar, se extiende la comarca de La Vera. Resguardada de los fríos vientos del norte por las cumbres de las montañas y plácidamente tendida a la solana, dis- fruta de un clima atemperado, tibio en invierno y fresco en las noches de verano por las brisas de la sierra. Una veintena de pueblos laboran una tierra fértil, que produce toda clase de frutales y hortalizas, entre las que descuella el pimiento, del que se extrae el mejor pimentón de cuantos se elaboran en España. Pero La Vera es mucho más. Es remontarse a los orígenes en las ancestrales tradiciones del Pero Palo en Villanueva, en el incógnito arcano de Los Escobazos de Jarandilla, en el lejano secreto de la Quema de Judas de Garganta la Olla y Torremenga. Es vivir en peni- tencia, prendido al madero del Empalao, que, insólito y solitario, ocul- 12 LAS SERRANAS DE LA VERA to el rostro, recorre las calles de Valverde cada madrugada de Viernes Santo. Es retrotraerse a justicias y reos en los rollos y picotas de sus pueblos, a siervos y señores en sus castillos, como el de Jarandilla, más palacio que fortaleza, y hoy Parador Nacional. Es envolverse en el si- lencio que habita sus bosques, y en el eco de las salmodias y los rezos de Yuste, el monasterio en que el césar Carlos asombrosa y discreta- mente se eclipsó, tras haber renunciado a su imperio sobre el mundo... Tiene La Vera su fin, por el oeste, en Plasencia, centro gravitato- rio de estos pagos, de la que dista una treintena de kilómetros (allá en Garganta la Olla, / siete leguas de Plasencia…). Es ciudad solariega, con admirables iglesias, conventos, palacios renacentistas y dos cate- drales. La fundó Alfonso VIII a orillas del Jerte ut placeat Deo et ho- minibus, para complacencia de Dios y de los hombres. Y fue en esta Plasencia solariega, en los caminos que llevan a Garganta la Olla y en las breñas de la sierra de Tormantos donde vi- vió, se escondió y tomó venganza de los hombres aquella brava, sin- gular y legendaria mujer que fue La serrana de la Vera. La literatura Desde muy temprano, y a lo largo de toda la lírica medieval, apa- recieron las serranillas, composiciones cortas que tenían como prota- gonista a una hermosa moza que vivía en lugares apartados del cam- po: eran las serranas1, también llamadas vaqueras2. El viajero que por allí se extraviaba a veces las requería de amores3, otras la serrana guardaba y cobraba el portazgo del camino que atravesaba la sierra4, y en otras asaltaba al caminante. El germen literario de la Serrana de la Vera se encuentra preci- samente en una de estas últimas cancioncillas cuyo estribillo, luego incrustado en las piezas dramáticas de los tres autores de este libro, dice así: 1 La sierra es alta, fría y nevosa; / vi venir serrana gentil, graciosa... 2 Por tierra fragosa / perdí la carrera / do vi la vaquera / de la Finojosa… 3 Llegueme hasta ella / con gran cortesía. / Díjele: Señora, / ¿queréis compañía?... 4 ¿Por dó pasaré la sierra / gentil serrana morena?... INTRODUCCIÓN 13 13 Salteome la Serrana junto al pie de la cabaña… Y la canción dio origen a un romance que desarrolló más am- pliamente el tema; fue tan extraordinaria su difusión, que es uno de los seis más extendidos por el mundo hispánico: se han recogido de él más de doscientas versiones diferentes, doce de ellas en Garganta la Olla. Casi todas están compuestas en castellano, aunque también las hay en portugués y catalán5. Allá en Garganta la Olla, en la Vera de Plasencia, salteome una serrana, blanca, rubia, ojimorena… La serrana lleva a su cueva al viajero, quien va viendo el camino sembrado de cruces sobre tumbas; ya en la cueva, tras una copiosa cena, se entregan a los amores. Cuando la serrana se duerme, el cami- nante huye para no ser otra víctima más. Las razones del insólito comportamiento de la serrana, que pri- mero disfrutaba del desafortunado que caía en sus manos y luego lo mataba, necesitaban de una forma literaria más extensa para ser expli- cadas. Era el teatro en la España de los siglos XVI y XVII el principal entretenimiento de todas las capas sociales, y los dramaturgos de la época vieron en la romanceada historia de la serrana un inagotable y riquísimo venero en el que inspirarse para componer toda clase de obras teatrales. De entre todas las Serranas destacan una comedia de enredo de Lope, una tragedia de Vélez de Guevara y un auto sacramental de Valdivielso. Las tres fueron escritas entre 1598 y 1619. 5 Son datos del Proyecto sobre el Romancero Panhispánico, que, auspiciado por la universidad de Washington, está catalogando todos los romances documentados por el mundo desde el siglo XV; las antedichas versiones de La serrana de la Vera pue- den consultarse en internet. Nosotros hemos seleccionado para este libro una recogida en Jarandilla a finales del XVII; se incluyó en Amenidades, florestas y recreos de la provincia de la Vera Alta y Baja en la Extremadura... compuesto por D. Gabriel Azedo de la Berrueza, Ma- drid, 1677. Su comienzo se ajusta mucho a las versiones que incluyen Lope, Vélez y Valdivielso. 14 LAS SERRANAS DE LA VERA LOPE DE VEGA (1562-1635), no podía ser menos, fue el primero en teatralizar el tema, pues todo lo que tocaba lo convertía en materia escénica. Tal fue su facilidad para componer versos, que se calcula en más de mil las obras dramáticas que escribió: él mismo decía que sus comedias en horas veinticuatro / pasaban de las musas al teatro. Así debió de suceder con su Serrana de la Vera6, una muy enre- dosa comedia de enredo. Don Carlos se ha prometido con Leonarda, joven de la nobleza placentina, hermana de don Luis, quien ha regresado a Plasencia desde la corte, a donde había ido para solicitar del rey el hábito de la Orden de Santiago. Fulgencio, que está secretamente enamorado de Leonar- da, aprovecha el período de información pública sobre la concesión del hábito de la Orden para urdir un plan con el que arrebatar Leonar- da a don Carlos: hace creer a don Luis que don Carlos ha contraído un compromiso con Estela, una amiga de Leonarda y que, para justificar la ruptura del compromiso que tiene con Leonarda, está haciendo cir- cular por la ciudad que él, don Luis, tiene falta de limpieza de sangre, requisito indispensable para entrar en la Orden. Enterada Leonarda de la traición de don Carlos, decide marchar al monte; allí llega Fulgen- cio y le cuenta que