LA MUSA SONÁMBULA Revista Literaria
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LA MUSA SONÁMBULA Revista Literaria I S S N 2 5 3 9 0 6 1 - 9 Edición 2 I S S N 2 5 3 9 0 6 1 - 9 Medellín, 2 5 3 9 - 0 6 1 9 julio de 2017 2 5 3 9 - 0 6 1 9 LA MUSA SONÁMBULA Revista Literaria La Musa Sonámbula-Revista Literaria ISSN: 2539-0619 Director: Contenido José Mario Sánchez 4. Una carta para Medellín, Martha Quiñónez Comité Editorial: Gustavo Zuluaga José Mario Sánchez 7. Dos poemas a Eva: Pablo Quintero Martha Quiñónez Helena Restrepo Ilustracion carátula: Eva, Alberto Durero, Museo del Prado 8. Especial vi Festival Alternativo Diseño y diagramación: de Poesía, Medellín, 2017 Wber Rúa: wber.rú[email protected] Edición e impresión: 11. Citibundas (palabras que www.editoranuevomundo.com se divagan en el barrio) Mercadeo y Comunicaciones: Nuevo Mundo, Cultura & Medios 36. Especial Jony Albino Arenas, Tels: 315 792 29 47- 300 566 31 59 Cuando un poeta nace... Las ideas, palabras y concepto expresados en José Mario Sánchez Henao la revista son responsabilidad estricta de sus autores. 41. La poesía montaraz de Jony Albino Para sus comentarios escribanos: Arenas: Mauricio Hoyos Muñoz [email protected] Esta publicación ha sido impresa en cartulina y papel ecológico. 43. Nadaísmo & Neonadaísmo Somos amigables con el medio Diálogo entre Gustavo Zuluaga ambiente y Víctor Bustamante Edición 2 47. Crónica de una entrevista fallida Medellín, al poeta José Manuel Arango (I parte) julio de Juan Carlos Acebedo Restrepo 2017 Una carta para Medellín Marta Quiñonez: En buena hora, una de nuestras poetas vida que no pudimos soñar en otros lugares, nos seduces y insignes le escribe una carta a Medellín con motivo de su nos avientas de tu vientre como desechos vivos: hombres y cumpleaños. Realmente la carta es para nosotros, sus habitantes, mujeres venidos de todos los rincones de la vida o nacidos poetas y posibles lectores. Reflexionemos, pensemos y bajo tus propios rincones de blancos e inhumanos hospitales. soñemos con ella. Despertamos, alegres a veces, frente a la esperanza que nos muestras con muecas de burlas, imaginando que viviremos A Medellín cien años y uno en paz. Otros amaneceres nos despiertan sobresaltados por el ruido que producen las balas que rasgan El tiempo silenciará el clamor de los lamentos, el aire, buscando cuerpos dónde detenerse. No sientes pena y el lobo de muerte devorará esta manada. del alba que apenas se anuncia. Hinchadas de orgullo permanecen las conciencias Escabrosa y lujuriosa, Medellín. Te escribo desde este aun así, el zarpazo de la muerte los sorprenderá. búnker de la zozobra, en la comuna, de la cual desconozco esde aquí, desde esta altura del sueño y la marginalidad su número (porque a todas las tienes fichadas), pero en la te veo allá abajo, gloriosa Medellín, cercada por tus que percibo el fervor de los vecinos levantando el sueño de Denormes edificios. Una nube gris amarillenta te arropa una casa al pie de la quebrada con el temor de que ella se la generosa, ofrendándote su estela contaminada. arrebatará. Pero los sueños son promiscuos como la vida y A esta hora de la noche tu cielo truena como si antiguos aquí estamos todos reunidos, todos los malditos de la tierra, gigantes del Olimpo lucharan a muerte para protegerte. El los pobres, los sin pan, los arrendados, los parias. Aquí nos destello de sus espadas entra por las rendijas bajas de la vemos todos los días los rostros y, a veces, somos tan parecidos puerta trasera de mi casa. que ni siquiera nos miramos. Es suficiente con sabernos, con ¡Ah! Hermosa Medellín, aún con el invierno, indiferente, justificarnos unos a otros desde el silencio, o imaginándonos derrumbando el sueño de miles de desposeídos tus plantas unos más pobres que otros para estar más tranquilos. siguen floreciendo y los árboles, que no arrasa la borrasca Yo, nueva en la comuna antigua, ni siquiera soy una siguen en pie, cambiando de color del alba al cenit y de este extraña. Hago parte de tu atuendo cotidiano, salgo al rebusque al nadir. Medellín, hermosa e inmunda, ciudad de todos como todos a vender mis sueños de poeta, a ofrecerte todas los abandonos, nos complaces a todos con una aparente las miserias, que he acumulado en tu tierra por veinte años, ~4~ empastada al rústico. Amada Medellín, tal vez sea ingrata El invierno te colma de misterio; a mí, de frío hasta contigo, pero tengo que decirte —o hacerte pública desde los tuétanos. Amarga Medellín, amada Medellín. A cada una mi escritura— que tú no me las has dado. Vine con ella al de tus calles le he cantado y la he maldecido. Tú, ciudad de desierto de la tierra, fue el único pan que me echaron bajo primavera, me has arañado el vientre desde que tengo veinte la enjuta. He sido como Jesús, digna hija de un dios sin años, me he embriagado en tus bares y cantinas, he conocido dignatarios en la tierra. Soy también su iglesia: cristiana con la vista triste e iracunda tus niñas putas y mendigas y tus ciudad arrabalera. Tengo que decirte estas cosas ahora que proxenetas, malditos por siempre. Deberías avergonzarte lo piden tus escribanos y dignatarios acomodados, que con toda tu tristeza, ciudad de todos los afanes, cosmopolita escriba algo de ti en tus cumpleaños. En los míos escribo Medellín. He detenido la vista en tus viejos edificios, mientras poemas ateridos de soledad, te cuento que es mi compañera sus lozas de mármol, traído de antiguos países, se desprenden permanente. Como tú, estoy rodeada de gente y estoy sola. de cansancio para abrir y lacerar el cuerpo de tu ciudadana, Pero no estoy hablando de mí, estoy hablando de ti, querida transeúnte, desprevenida, desconocida. La indiferencia de y estimada big city. los otros ciudadanos y el miedo a que siguieran ellos, los ha Te escribo palabras para celebrarte, pero no temo obligado a abandonarla mientras se desangraba, de seguro decirte que cada noche el desasosiego —no el de Pessoa, ni murió en uno de tus hospitales de inmunda e hipócrita caridad. el de la vida— entra conmigo a la casa, él nos da tu aparente Conozco el olor de tus calles, calles que en antaño paz, que es la paz de los vencidos y de los muertos. Tus fusiles fueron la gracia y deleite de tus hijos ricos. Ahora son la en manos de adolescentes, que nacieron muertos o —como vivienda de tus hijos miserables, mendigos de todas las dijo tu ilustre cineasta cuando se daba dotes de escribano que calañas, te tratan como tú los tratas a ellos. Tus calles son el tenías— «con la lápida colgando del cuello». Esos jóvenes lugar predilecto para ellos inundarte con su podredumbre patrullan tus calles. Son los caballeros, los mensajeros de la interior: el olor a excremento y a orines es insoportable parca. A ellos temo también, ya temo a todo, qué horror vivir para cualquier transeúnte de tus adoradas calles. El olor a con temor. Pero afortunada yo, que todavía el temor cabalga mierda (no hay sinónimos en el rae) traspasa todo intento solo en mi corazón y no en mi conciencia. de comprenderte, estimada ciudad de todos los adioses. En En la jornada de un día agotamos la jornada de la vida, esas calles veo tu vientre, escucho el latido de tu corazón, que la noche anterior la prometía con calor y pan. Unos lo no sé si estás triste o alegre, con tus andenes teñidos de logramos, otros no pudieron, pero creen que mañana será sangre, con tus esquinas hechas basureros a pesar de todo posible, ellos siguen creyendo. Yo, con los años, voy perdiendo el esfuerzo de tus ee. vv. Los «chulos» bajaron del campo, la fe, voy creyendo menos, pero eso no importa, Medellín. No donde no falta uno que otro muerto que comer, pero tus te regalé ni un hijito, no alimenté tu vientre con mi vientre. barriadas los alimentan sin mucho problema. Tus esquinas Alimento tu desazón con mi desazón, de alguna manera son el temor del caminante, la noche es algo vetado para estamos a mano. Esta madrugada el estallido de «aparentes» los espíritus libres que aún posees, para los jolgorios de los seis balazos cruzaron el aire y estallaron cerca de mis oídos. noctívagos que aún persisten en tus calles. He despertado sobresaltada, son las cinco y cuarenta y dos Tengo miedo del miedo, mi querida y cantada Medellín. minutos, sé que ya muchos obreros —a los que consumes Temo a los muchos seres que he conocido por tus calles y en tus fábricas— van en tus buses hacia el desaguadero del anfiteatros del arte que andan como dijo tu poeta ilustre alma. Pero yo me rindo, Medellín. Me rindo a ofrendarme a J. M. Arango: «Gentes que todo lo consideran suyo/ que ese orangután monstruoso que cultivas con almas generosas quiebran/ arrancan/ que ni siquiera/ agradecen el aire». y menesterosas de tu pan. Quisiera cantarte mejor, como te Andan como por un cielo prometido o ya son muertos y aún cantan los poetas que invitas cada año. Y ellos, agradecidos no lo saben. Ellos se juntan en tus ferias a tomar vino pastoso, de tu generosidad, te escriben un poema en una lengua que que compran por gran vino. Nunca miran de frente, aúllan desconoces y que desconocemos tus hijos mendicantes. ante la alegría de los otros, pero si vos los vieras mostrando Nos leen el poema excelso que te han escrito, por ejemplo: los dientes, te asombrarías de cuan duro te muerden. La «Quisiera revisar la historia/ y dejarme invadir/para pensar desidia, la envidia, la rabia perruna duerme en sus labios, que Medellín/ es mi otra ciudad/ una ladera del país/ que porque ni corazón han de tener.