Papeles quemados 3 Por qué los púlsares superlumínicos no violan la teoría de la relatividad de Einstein 5 El 8% del genoma humano proviene de retrovirus y virus de ARN como los bornavirus 9 El glaucoma no sólo afecta a los ojos, sino también al cerebro 10 "El ser humano tiene una inclinación natural al abismo" 11 El universo del 'verdadero o falso' 13 Envidia 15 Contra el mal de ojo 20 Antropología de la envidia 22 El hombre que regala historias 23 El capitalismo que no ilusiona 25 Los ojos del mundo 26 Lo más parecido al amor 28 Regresos de González Sainz 32 Los otros trabajos del escritor 34 Historia de una psicosis colectiva 36 Una razón fundamentalista 38 Lazos funestos 40 Una adolescencia devaluada 41 Desastroso final de la guerra perdida 43 Antes del silencio 45 Marlowe y compañía 46 Identidades en riesgo 48 Mao: Yugong y el sol rojo 50 Para descubrir a la hermana 52 Lupa a las perplejidades del presente 53 Infiernos residuales 54 Fragancias para 2010 55 Recuerdos difusos 57 "El arquitecto siempre busca la Atlántida" 58 Entre el cielo y 61 Tan cerca del mar 65 Teseo en el laberinto 67 Desarrollo y equidad 71 La hermana menor 73 Ideas para relatos 75 Cómo ver el arte contemporáneo 77 Las mujeres engordan al casarse, incluso si no tienen hijos 82 Un nuevo récord matemático amenaza los códigos de seguridad de internet 84 Descubiertos en Argentina restos de dinosaurios de hace 190 millones de años 85

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Cuándo se escriben con tilde «cómo», «cuándo» y «dónde» 87 Vida a un kilómetro de la tierra 88 El primer animal que «funciona» como una planta 90 Uno de los grandes "raros" de la literatura 91 Acercando un nuevo mundo a los lectores norteamericanos 93 "Música para camaleones" de Truman Capote, a treinta años de su publicación 95 Una nueva técnica destruye las células grasas sin bisturí 96 La poesía del escritor Soyinka, en español 97 Vivir en el tejado 98 Las desventuras de Pinocho en el siglo XXI 99 Tras el terremoto, la pregunta por el futuro y por el pasado barroco 101 El inquietante mundo del cuerpo 103 "Un museo debe hacer que la gente se mire a sí misma en la historia" 105 La Historia del Arte en femenino 107 Gustavo Ferreyra: "El mundo incomoda y yo no lo mejoro" 109 La mirada de un maestro 112 El aula en la era de la educación global 114 La tecnología del deseo 116 María Negroni: "En la literatura fantástica, lo femenino es casi lo único que importa" 118 Nuevos tiempos, nuevas luces 120 Así suena una escultura 121 Un balón de materia oscura rodea la Vía Láctea 122 Un eclipse estelar cada 27 años 124 Fumando bacterias 125 Un método eficiente para cambiar genes en las células madre embrionarias 127 Crean un registro del habla española 128 El sueño perdido no se recupera, aun tras intentar compensarlo 129 Historias de no ficción 131 El escritor que Cela quiso salvar 132 Comprueban relación entre cáncer y estrés 134 Cromosoma Y evolucionó en últimas épocas 136 'Serial Chicken', nace la primera novela española en Twitter 137 ‘Consilience: la unidad del conocimiento’ de Edward O. Wilson 138 Las causas de la elevación del nivel del océano y sus efectos 140 Un tercio de investigadores chinos admiten haber plagiado datos en artículos científicos 142 Estrategias para calmar el dolor en los recién nacidos 143 Los e-books vienen con todo 145 El reencantamiento del mundo 146 Sensible retrato de un prócer 149

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Papeles quemados 14 de enero de 2010 Carmen Boullosa

Manuela Sáenz (1797- 1856) y Dolores Veintimilla (1829-1857), dos hermosas quiteñas: la mujer de acción, al lado de la poeta romántica; la “patriota y amante de usted”, al lado de la que levantó su “frente pura ante todos los hombres sin temor de que haya uno que tenga la facultad de hacerla doblar ruborizada”, la libertadora del Libertador (salvó la vida de Bolívar, éste le puso el sobrenombre), frente a la escritora: “la humana turba revoltosa/ Mi corazón hirió con su injusticia”.

Dos caras de la revuelta romántica del XIX: la que se vestía de varón para combatir al lado de su amante, y la de quien se disfrazó de india, de “chola”, para ir a la fiesta a casa del Gobernador de Cuenca a celebrar el día de los Santos Inocentes, causando escándalo con “tan inapropiado atuendo” -y enorme irritación cuando se negó a quitárselo-. Las dos se dieron el lujo romántico de elegir a sus amados: la Sáenz, ya casada, escogió a Bolívar; la Veintimilla a un doctorsucho colombiano de mala fortuna para casarse.

La Enciclopedia Espasa Calpe resume el final de la poeta Veintimilla con tono acusatorio: “se suicidó a los veintiocho años, alimentada una pasión en ausencia de su esposo”, engrosando las filas de la turba que la orilló en Cuenca al trágico desenlace, y me parece que se equivoca.

Dejo de lado a Manuelita Sáenz, de quien más se sabe, y voy a los detractores y defensores de la Veintimilla. La defendió Ricardo Palma: “de cuerpo era alta, de frente espaciosa, de ojos bellísimos, de boca fresca y pequeña, de cabellos castaños, noble y majestuoso el porte”. Lo de que fue bella no fue negado ni por sus más furiosos retractores, que usaron el atributo para cebarse contra ella. Como sus costumbres y su “virtud” se debate, algunos de sus defensores la dan por “frígida” para garantizar que, aún abandonada por el marido, se preservó impecable. “¿Atrevida –por no decir otra cosa-?” “¿Adúltera?”, “¿seguidora de Safo?”, “¿licenciosa?”.

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Su mayor enemigo fue Fray Vicente Solano, su coetáneo en la ciudad de Cuenca, influyente columnista del periódico La escoba. Éste le espetó al tropezar un día en la calle con ella: “¡Ahí va la boda de todo perro!”. Ella contestó: “¡Y usted es perro de todas las bodas!”.

Dolores Veintimilla causó escándalo desde su llegada a Cuenca: ¿cómo que quería tener baño en la casa?, ¿un piano?, ¿hacer veladas literarias?, ¿recibir hombres en casa para las charlas literarias del chocolate de los jueves?, ¿criticar a los bados del pueblo?, ¿hacer migas con otros poetas no cuenqueños, como el chileno Guillermo Blest Gana, uno de los llamados “atrasados románticos”? ¿Conque poeta? Ya sembrada la inquietud contra su persona, para hacer las cosas más difíciles, el marido la abandonó, emprendió camino hacia el Panamá.

El 20 de abril de 1857, la Veintimilla presenció la ejecución de un indio, Tiburcio Lucero, acusado de parricidio y condenado a muerte ejecución en la Plazuela de San Francisco. Oyó los gritos de la chusma: “¡Vamos a gustar la muerte del indio!”. Veintimilla publicó una nota necrológica:

“No es sobre la tumba de un grande, no es sobre la tumba de un poderoso, no es sobre la de un aristócrata que derramo mis lágrimas. ¡No! Las vierto sobre la de un hombre, sobre la de un esposo, sobre la de un padre de cinco hijos, que no tenía para éstos más patrimonio que el trabajo de sus brazos.” Terminaba con una petición al “Gran Todo”:

“Que pronto una generación más civilizada y humanitaria que la actual venga a borrar del código de la patria de sus antepasados la pena de muerte”.

El fraile Solano contestó defendiendo la legitimidad de la pena de muerte y la atacó en repetidos panfletos anónimos, llamaría a la Veintimilla “azota-calles”, “U. es un pecador público, en el concepto público”. Ella escribió al margen de alguno, cuando aún conservaba buen humor: “Me ha hecho reír la bulla que ha causado aquí mi pobre papel, por ser escrito de una mujer, es decir de un semi-animal, que es lo que piensan que somos”.

Una coincidencia de las dos quiteñas: a su muerte, sus papeles fueron quemados.

http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/47048.html

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Por qué los púlsares superlumínicos no violan la teoría de la relatividad de Einstein

Publicado por emulenews en 7 Enero 2010

El placer del conocimiento está en la ignorancia, el disfrute con el aprendizaje. Quien todo lo sabe, nada disfruta. El que como Sócrates sólo sabe que ignora, además sabe que tendrá una vida feliz aprendiendo, aunque tenga que morir con cicuta. Se nota que estoy leyendo a Fernando Savater mientras busco al adolescente que se oculta en mi interior. Ya siendo padre uno le relee con otros ojos y disfruta leyendo por primera vez su última obra “Historia de la filosofía. Sin temor ni temblor,” Espasa, octubre 2009, muy bien ilustrada por su hermano. Kanijo nos traduce en “Fenómeno de púlsar más rápido que la luz,” Ciencia Kanija, 7 ene. 2010, el artículo de Nancy Atkinson, “Faster-Than-Light Pulsar Phenomena,” Universe Today, January 6th, 2010. Entre los comentarios uno puede leer a Iván que dice que ”He releido un par de veces la entrada y sigo sin ver como este pulsar de giro supraluminico no rompe la ley de la relatividad, ¿alguien es tan amable de echar una luz sobre esto?“ Manuel Hermán (Kanijo) dice que “Sospecho que tiene algo que ver con que la restricción sobre la velocidad de la luz se impone a procesos de transferencia de información. Si alguien tiene más información al respecto, siempre es de agradecer.” Jurl que “Yo tampoco lo entiendo bien. Yo tenía entendido que esto era un “efecto óptico del observador”, y que ni la misma fuente realmente se está moviendo a esa velocidad.” Trata de explicar que la velocidad de fase del punto iluminado en la luna por un láser emitido desde la tierra se mueve a una velocidad mayor que la luz y que esto no implica que la velocidad grupo sea superlumínica. ”Creo que no me explico nada bien, además el efecto que se comenta en el artículo no es exactamente esto.” ¿Lograré entender el artículo con objeto de contestar a estas preguntas? ¿Lograré escribir una explicación sencilla del modelo de púlsares superlumínicos? Antes de nada, uno tiene que prepararse. Hoy, un chupito de ”Mariano Camacho” de Potes, Cantabria. Aguardiente de Orujo, sorbito a sorbito, mientras uno bucea en la web buscando información sobre la teoría de Houshang Ardavan, cuyo origen parece ser su artículo “Generation of focused, nonspherically decaying pulses of electromagnetic radiation,” Phys. Rev. E 58: 6659–6684, 1998 [gratis en .ps]. Alude a ideas previamente sugeridas por Bolotovskii y Ginzburg (1972) y Bolotovskii y Bykov (1990) sobre la posibilidad de que el movimiento conjunto de un grupo de partículas cargadas puede dar lugar a una distribución de cargas y corrientes que se propaga con una velocidad de fase que excede la velocidad de la luz en el vacío, aunque cada una de las partículas se mueve a una velocidad sublumínica. Lo curioso es que dicha distribución de cargas radia ondas electromagnéticas, que se propagan a la velocidad de la luz, obviamente, pero que aparentan ser superlumínicas. El artículo de Ardavan propone aplicar esta idea al modelo de púlsares, por lo que recibió varias críticas en su momento. A. Hewish, “Comment I on “Generation of focused, nonspherically decaying pulses of electromagnetic radiation”,” Phys. Rev. E 62: 3007–3007, 2000, criticó que los

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cálculos de Ardavan requerían sobreestimar la intensidad de emisión típica de un púlsar en un factor de mil millones (al aplicar la teoría de antenas a su modelo). J. H. Hannay, “Comment II on “Generation of focused, nonspherically decaying pulses of electromagnetic radiation”,” Phys. Rev. E 62: 3008–3009, 2000, criticó que los cálculos de Ardavan violaban un límite superior teórico a la intensidad que se puede recibir desde una fuente en rotación rápida. Obviamente, Ardavan contestó a ambas críticas en “Reply to Comments on “Generation of focused, nonspherically decaying pulses of electromagnetic radiation”,” Phys. Rev. E 62: 3010–3013, 2000, indicando que eran erróneas y que indicaban que los autores no habían entendido correctamente su artículo.

No quiero entrar en detalles matemáticos (los interesados pueden recurrir al artículo), por lo que recurro a figuras 1 y 3 del artículo de Ardavan. Una fuente de ondas esféricas (S) se mueve en un círculo a una velocidad sublumínica (v < c). Los frentes de onda que se generan en S (los círculos de tamaño creciente en la figura de la izquierda) tienen una envolvente en forma de una espiral (curva continua exterior en la figura). Si otra fuente realiza un movimiento similar (círculo punteado en el interior del primero), las envolventes de sus frentes de onda generan otra espiral similar. Un observador lejano, que no ve el movimiento circular de las fuentes, observa las envolventes de los frentes de onda (las curvas espirales) como si fueran la radiación emitida por la “fuente” (estas envolventes en óptica se llaman cáusticas y las podemos observar en el reflejo en una mesa producido por un vaso o en el fondo de una piscina). La velocidad “aparente” de la onda (casi plana) que recibe (técnicamente velocidad de fase asociada a la envolvente que recibe), obviamente, puede ser mucho mayor que la velocidad de la luz. Es igual que si coges un láser de gran intensidad, lo apuntas hacia la luna y mueves el láser sobre su superficie. Verás que el puntito de luz se puede desplazar sobre la superficie lunar a más velocidad que la de la luz. Este “fenómeno” se propaga a mayor velocidad que la luz, pero es sólo de forma aparente, en realidad sólo la velocidad de fase es superlumínica. La velocidad de fase no permite enviar información. Ningún selenita podría utilizar el puntito de luz que desplazamos por la luna para enviarle información superlumínica a otro selenita. Más aún, todos los fotones que abandona el láser en la tierra se propagan hacia la luna a la velocidad de luz. En ningún momento se está violando la relatividad especial de Einstein. Ahora toca la pregunta del millón de dólares. Si recibo luz de una fuente lejana, ¿cómo puede saber si ha sido emitida por una configuración de cargas similar a la propuesta por Ardavan? Su artículo nos ofrece la respuesta. La intensidad de la luz que recibimos de una fuente de ondas esféricas decrece con el cuadrado de la distancia (como 1/R²), sin embargo, para una fuente de Ardavan decrece con el inverso de la distancia (como 1/R). Esta diferencia podría permitir discernir entre ambos tipos de fuentes, pero hay que recordar que una onda que atraviesa un medio disipativo (la luz del faro de un coche a través de la niebla) también decae con el inverso de la distancia. Si no has leído el artículo de Kanijo todavía, ahora es el momento de hacerlo. Continuará (ahora tengo que pasear a mi crío). PS: Tras el regreso después de un paseo “decorado” con la ola de frío polar que se supone que sufre España, continúo. He releído la entrada ya escrita y he buscado, por curiosidad, los artículos que citan al de Ardavan de 1998. Me he encontrado con varias sorpresas. El comentario de Hannay arremetía contra el modelo de Ardavan porque afirmaba que una fuente finita, acotada en magnitud y suficientemente diferenciable no puede generar una intensidad de ondas que decaiga menos rápido que 1/R² (Ardavan afirmaba que en su modelo decaían como 1/R). Hannay utiliza cálculos elementales mediante los llamados potenciales retardados. Este comentario le sugirió a Ardavan que mucha gente ignoraba ciertos detalles sobre la contribución de las condiciones de contorno en dichos potenciales cuando se aplican a su modelo de un púlsar (contribuciones que según él, Hannay asume que son nulas), por lo que decidió aclararlo de forma detallada en ”Method of handling the divergences in the radiation theory of sources that move faster than their waves,” J. Math. Phys. 40: 4331-4336, 1999. Obviamente, Hannay contraatacó afirmando que el que estaba equivocado era el propio Ardavan en “Comment on “Method of handling the divergences in the radiation theory of sources that move faster than their waves”,” J. Math. Phys. 42: 3973-3974, 2001. Afirma que él ya había demostrado de forma breve y transparente un teorema que afirma que Ardavan está equivocado y que no entiende cómo sigue encabezonado con su contraejemplo, que no es tal. Este tipo de disputas entre dos investigadores son muy comunes en ciencia, sobre todo cuando no hay un tercero interesado en intervenir en la disputa. La siguiente sorpresa es bibliométrica. Errar es humano… e inevitable. Los autores y/o los editores de revistas internacionales también cometen errores. El artículo de J. Singleton, H. Ardavan, J. Fopma, D.

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Halliday, “Experimental observation of nonspherically-decaying radiation from a rotating superluminal source,” J. Appl. Phys. 96: 4614-4631, 2004, se publicó antes de tiempo con muchos errores que los autores habían descubierto al revisar las pruebas. El editor pidió disculpas (“Publisher’s Note: The original article was published without numerous corrections submitted by the authors. AIP apologizes for this error“), por lo que el artículo corregido volvió a ser publicado en la revista como J. Singleton, H. Ardavan, J. Fopma, D. Halliday, “Corrected Article: “Experimental observation of nonspherically- decaying radiation from a rotating superluminal source”,” J. Appl. Phys. 96: 7760-7777, 2004. Curioso, dos artículos al precio de uno. Esto si es matar dos pájaros de un solo tiro.

Bueno, vayamos al grano, este último artículo (o par de artículos) es interesante porque resuelve la disputa con Hannay por la vía más directa, el experimento. Construyen un modelo experimental sencillo para generar la radiación polarizada superlumínica predicha por el modelo de púlsares de Ardavan. Obviamente, para observar este efecto es necesario que la fuente (en rotación) y el detector estén suficientemente lejos (el detector se muestra en la figura de arriba y está colocado entre 200 y 600 metros de la fuente, situada en un laboratorio). Variando la velocidad de rotación de la fuente de radiación se puede variar la velocidad de fase de la radiación superlumínica detectada. En la figura de arriba, los resultados experimentales se presentan con símbolos: los círculos en negro corresponden a una velocidad v=1,063 c, las cruces rojas a v=1,25 c, y los rombos verdes a v=2,0 c (donde c es la velocidad de la luz en el vacío). Las curvas continuas corresponden a las fórmulas teóricas de Ardavan. La calidad del ajuste experimental es evidente. Utilizando este experimento los autores han logrado verificar que este tipo de radiación decae con la distancia como 1/R.

Resuelven estos resultados experimentales la disputa entre Hannay y Ardavan. Pues no. Todo experimento requiere una interpretación y entre “cabezotas” cada uno lo interpreta a su manera. Cada uno se siente en posesión de la verdad. La ve tan obvia que ni ceja ni entiende como el otro no la ve también obvia. Un diálogo de sordos. Obviamente, el que tiene todos los puntos en su contra es Hannay, que parece un “aprovechado” ya que aprovecha cada artículo de Ardavan para escribir un comentario criticándolo, al que Ardavan se ve obligado a contestar. Bueno, ganar, ganan los dos. Eso sí, los que trabajan más son Ardavan y sus colaboradores. Tratando de zanjar el asunto, decidieron volver a repetir el análisis teórico de 1998, con más detalles, en Houshang Ardavan, Arzhang Ardavan, John Singleton, Joseph Fasel, Andrea Schmidt, “Morphology of the nonspherically decaying radiation beam generated by a rotating superluminal source,” J. Opt. Soc. Am. A 24: 2443-2456, 2007. El artículo es una versión actualizada y mejorada del primero, e incluye la figura de arriba, que ya os sonará, y gran parte del análisis previo. J. H. Hannay no perdió la vez con “Morphology of the nonspherically decaying radiation beam generated by a rotating superluminal source: comment,” J. Opt. Soc. Am. A 25: 2165-2166, 2008, a lo que respondieron con “Morphology of the nonspherically decaying radiation generated by a rotating superluminal source: reply to comment,” J. Opt. Soc. Am. A 25: 2167-2169, 2008. Ardavan y sus colaboradores ya no saben como convencer a todo el mundo de que tienen razón (y acallar de paso a Hannay). No dejan dudas el título y el contenido de su artículo Houshang Ardavan, Arzhang Ardavan, John Singleton, Joseph Fasel, Andrea Schmidt, “Inadequacies in the conventional treatment of the radiation field of moving sources,” J. Math. Phys. 50: 103510, 1 october 2009. Este artículo aporta poco a lo ya presentado en los anteriores. Bueno, omito contar más sobre la misma historia (hay varios comentarios más de Hannay dándole vueltas a lo mismo). Ya estaréis cansados de tanto tira y afloja… volvamos al artículo traducido por Kanijo. Nancy Atkinson nos menciona tres artículos en ArXiv de Ardavan sobre su teoría de radiación superlumínica en púlsares: Houshang Ardavan, Arzhang Ardavan, Joseph Fasel, John Middleditch, Mario Perez, Andrea Schmidt, John Singleton, “A new mechanism for generating broadband pulsar-like polarization,” ArXiv, 2 Mar 2009; H. Ardavan, A. Ardavan, J. Singleton, J. Fasel, W. Junor, J. Middleditch, M. R. Perez, A. Schmidt, P. Sengupta, P. Volegov, “Comparison of multiwavelength observations of 9 broad-band pulsars with the spectrum of the emission from an extended current with a superluminally rotating distribution pattern,” ArXiv, 10 Aug 2009; y John Singleton, Pinaki Sengupta, John Middleditch, Todd L. Graves, Mario R. Perez, Houshang Ardavan, Arzhang Ardavan, “A Maximum-Likelihood Analysis of Observational Data on Fluxes and Distances of Radio Pulsars: Evidence for Violation of the Inverse-Square Law,” ArXiv, 2 Dec 2009. Me reclama mi hijo. Otra pausa…

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PS: Regreso, pues me siento obligado a regresar, quizás con pocas ganas, aunque disfrutando de una última copa de Cune, crianza, como postre. Me da pena que la botella quede con un “culín” tras la cena… despreciarlo, ¡yo, nunca, con thermolactyl! Un clásico de mi infancia que los jóvenes no entenderán, y muchos de los que no me conocen en persona tampoco. BTW Ya está disponible en la web el último número de Science. Habrá que acabar pronto con esta entrada (y tengo en mente otra sobre unos comentarios de foggy en Menéame sobre el zitterbewegung, y otra, …, yo no sé como me las arreglo, el número de borradores no para de crecer; un blog en manos de un “friki,” un vicio). El primer artículo [ArXiv, 2 Mar 2009] aporta poco. Repite cosas ya publicadas en artículos anteriores, aunque actualiza la figura que os muestro aquí. Los puntos en negro son el espectro continuo del púlsar del cangrejo (PSR B0531+21) y la curva en rojo es la predicción del modelo de Ardavan (es la mejor predicción tras un ajuste por regresión de los 2 parámetros libres del modelo a los datos). El segundo artículo [ArXiv, 10 Aug 2009] es más interesante pues compara el modelo teórico con el espectro de 9 púlsares, tras una ajuste de parámetros, y obtiene unos resultados bastante buenos en la mayoría de ellos, aunque no en todos, y no tan buenos como para el púlsar del cangrejo. Además, el ajuste es bueno si obviamos ciertos detalles, que los autores de este artículo asumen que dependen de los detalles de la magnetosfera del púlsar y por tanto difíciles de ajustar con su modelo. Para los autores del artículo el hecho de que el ajuste sea “bueno” en hasta 16 órdenes de magnitud es razón más que suficiente para garantizar la validez de su modelo. El tercer artículo [ArXiv, 2 Dec 2009] es realmente curioso, breve y directo al grano. Estudian los datos del espectro de 1109 púlsares obtenidos por un único instrumento, el Parkes Multi-beam Survey, y concluyen que, o bien hay errores sistemáticos en el instrumento, o bien los datos muestran un decaimiento en intensidad de tipo 1/R, es decir, lo esperado según la teoría de Ardavan. http://francisthemulenews.wordpress.com/2010/01/07/por-que-los-pulsares-superluminicos-no-violan-la- teoria-de-la-relatividad-de-einstein/?utm_source=feedburner&utm_medium=email

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El 8% del genoma humano proviene de retrovirus y virus de ARN como los bornavirus

Publicado por emulenews en 7 Enero 2010

Ya lo dijeron cuando se secuenció el borrador del genoma humano, parte del mismo no proviene de nuestros ancestros sino de virus. Se estima que del orden del 8% de nuestro genoma proviene del genoma de virus cuyo código genético es de ARN (como los retrovirus). No se conocen virus con código genético de ADN que hayan aportado genes a nuestro genoma. Los bornavirus son virus con ARN que no son retrovirus y pueden infectar el núcleo de las células de forma permanente gracias a que su ARN actúa como fuente de ARN antisentido que las células utilizan para la regulación de la expresión de genes en proteínas. Un nuevo artículo de investigadores japoneses, Horie et al., ha buscado en el genoma de las 234 células eucariotas secuenciadas hasta el momento rastros (genes) que sean similares (homólogos) a los genes de nucleoproteínas de los bornavirus. Y han encontrado muchísimos en varias especies de mamíferos, incluyendo humanos, primates no humanos, roedores y elefantes. En humanos, el estudio liderado por Keizo Tomonaga de la Universidad de Osaka, Japón, ha encontrado dos genes endógenos de tipo borna N (endogenous Borna-like N) que han llamado EBLN-1 y EBLN-2, es decir, genes similares a dos del bornavirus. No se conoce la función de estos genes en humanos. Sin embargo, otros genes insertados en nuestro genoma debido a otros retrovirus se ha demostrado que no sóno no son peligrosos, sino más bien al contrario, expresan proteínas que son esenciales para el desarrollo de la placenta. Obviamente, el nuevo estudio indica que los bornavirus son una nueva fuente de “mutaciones” en el genoma humano. Horie et al. también presentan en su artículo análisis filogenético que ha permitido determinar (aproximadamente) en qué momento de la evolución dichos genes víricos fueron incorporados en nuestro genoma. Nos lo ha contado Cédric Feschotte, “Virology: Bornavirus enters the genome,” News and Views, Nature 463: 39-40, 7 January 2010, haciéndose eco del artículo técnico de Masayuki Horie et al., “Endogenous non-retroviral RNA virus elements in mammalian genomes,” Nature 463: 84-87, 7 January 2010; así como muchos otros medios, como Tina Hesman Saey, “Bornavirus genes found in human DNA. Viral hitchhiker has been hanging on in mammalian genome for more than 40 million years,” ScienceNews, to be published on issue 16 January 2010. http://francisthemulenews.wordpress.com/2010/01/07/publicado-en-nature-el-8-del-genoma-humano- proviene-de-retrovirus-como-los-bornavirus/?utm_source=feedburner&utm_medium=email

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El glaucoma no sólo afecta a los ojos, sino también al cerebro

El estrés oxidativo asociado a la enfermedad lesiona áreas cerebrales Viernes 8 de enero de 2010 Sebastián A. Ríos LA NACION Investigadores argentinos demostraron que los procesos de estrés oxidativo que han sido constatados con anterioridad en los ojos de las personas con glaucoma también pueden manifestarse más allá de los ojos y lesionar ciertas áreas del cerebro relacionadas con la visión. Desarrollar tratamientos neuroprotectores que detengan este daño podría ser una nueva vía de tratamiento para esta afección, que constituye la segunda causa de ceguera en el mundo ?y la primera causa de las cegueras irreversibles?, proponen los autores del estudio que recibió un premio internacional a la investigación en glaucoma. "Si hubiera una forma de tratar la degeneración neuronal, representaría un avance en el tratamiento de esta enfermedad, ya que hoy éste consiste en bajar la presión intraocular de los pacientes, lo que no es suficiente para detener el avance del glaucoma en todos los casos", dijo a La Nacion el doctor Fabián Lerner, oftalmólogo del Departamento de Química Analítica y Fisicoquímica de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Lerner y sus colegas Sandra Ferreira y Susana Llesuy obtuvieron recientemente el Premio Allergan Latinoamericano de Oftalmología, por una investigación en la que demostraron la existencia de niveles elevados de estrés oxidativo en los tejidos neuronales de ratas a las que se les había inducido el desarrollo de glaucoma. Esta afección que en humanos alcanza a alrededor del 2% de la población adulta se caracteriza por el daño irreversible del nervio óptico, como resultado de la excesiva presión del líquido que llena el globo ocular. Un daño precoz "El glaucoma es una enfermedad que toma el ojo, pero la vía óptica tiene conexiones que llegan hasta la corteza cerebral ?explicó el doctor Lerner?. Hay trabajos que muestran que en pacientes con glaucoma hay daño a nivel cerebral, en el núcleo geniculado lateral, donde hacen sinapsis las neuronas que salen del ojo." Una de las preguntas que trataron de responder Lerner y sus colegas de la UBA es si este daño neuronal o degeneración neuronal aparece en forma precoz o tardía en los pacientes con glaucoma. Si el daño aparece temprano en la evolución natural del glaucoma, proponen los investigadores, prevenirlo podría también prevenir la pérdida de la visión que caracteriza a esta enfermedad. Para responder esta pregunta, relató el oftalmólogo, "trabajamos sobre un modelo de glaucoma en ratas, en las que medimos distintos parámetros que dan cuenta del estrés oxidativo a nivel cerebral". ¿Qué es lo que observaron los investigadores? "Observamos que existe un importante estrés oxidativo en el nivel cerebral en las ratas en las que habíamos inducido el desarrollo de glaucoma ?respondió Lerner?, y esto apareció en forma muy precoz." "No hay dudas de que los niveles elevados de estrés oxidativo a nivel cerebral se debían al aumento de la presión intraocular del glaucoma, ya que esto en el grupo control no se observó", dijo Lerner, y agregó: "Estos resultados lo que hacen es fortalecer la hipótesis de que el estrés oxidativo tiene una gran importancia en esta enfermedad". A la fecha, no existe ningún medicamento que haya demostrado tener un efecto neuroprotector que pudiera ser utilizado en glaucoma. De existir, su uso podría ser complementario al tratamiento habitual con fármacos que reducen la presión intraocular, pero también podría ser una alternativa válida para aquellos pacientes en los que las drogas actuales no detienen el avance del glaucoma. "Contar con un medicamento neuroprotector para prevenir el daño oxidativo no invalida el bajar la presión intraocular de los pacientes, ya que éste es el único tratamiento probado y comprobado para el glaucoma." http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1219664&origen=NLCien

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"El ser humano tiene una inclinación natural al abismo"

CARLES GELI - Barcelona - 08/01/2010

"Tengo como un detective en la cabeza que me hace buscar en el otro lo que no quiere darme; disfruto con lo que descubrimos sin que los otros quieran". Suerte que las entrevistas al ganador del Premio Nadal al día siguiente del evento son cortas, porque la afirmación de Clara Sánchez (Guadalajara, 1955) daría miedo si no fuera por su rostro afable.

"Somos detalles, pura psicología, mente sobre cuerpo: engañar, aprender..."

En cualquier caso, sirve como explicación de la alta densidad psicológica con la que suele vestir a sus personajes, recurso que también está en Lo que esconde tu nombre, su novena novela y con la que ha obtenido la 66 edición del decano de los galardones literarios. Un matrimonio nazi de ancianos de incógnito en la costa alicantina; Julián, un ex prisionero de Mauthausen que les da cerco, y la treintañera Sandra, que busca sentido a su vida mientras trabaja en casa del matrimonio, son los tres escenarios humanos en los que, en una mezcolanza de novela negra, tema histórico y relaciones humanas habla "sobre el miedo y el coraje, sobre la valentía para darse uno cuenta de a qué tenemos miedo".

Pregunta. Como amante de la psicología: ¿cómo explica que el hombre deje impune a gente que cometió tales barbaridades? Respuesta. Es que el ser humano tiene una inclinación natural a buscar el abismo, lo turbio. Y eso explica que no se persiga a veces según a quién o que se siga a un dictador o que veamos por televisión según qué comportamientos sin inmutarnos; lo sensato, como concepto, nos aburre. P. Sandra apunta a personaje naif: no sabe casi nada del nazismo, qué hacer de su vida y está muy alejada del resto... R. En la novela, los ancianos o Julián arrastran su pasado como verdugos o como víctimas y frente a ellos coloco a Sandra, que sólo ha visto un par de documentales sobre nazis y está ahogada por los problemas del presente; representan dos momentos históricos muy cercanos en el tiempo pero casi en las antípodas psicológicamente: estamos ante una fractura generacional como nunca antes entre mayores y jóvenes y esto impide cierto aprendizaje de la vida porque lo más importante lo aprendemos, siempre, a través de personas. P. ¿De ahí la importancia de la psicología?

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R. Como decía Stendhal, somos detalles, pura psicología, mente sobre cuerpo: engañar, aprender... Para esta novela, partí de una imagen que vi en la prensa y luego me puse a pensar qué habrían hecho esos dos nazis, qué yogur con calcio debían comprar y luego me metí en su casa a partir de los ojos de Sandra... P. Lleva nueve novelas en 20 años y dos grandes premios. ¿Se atreve con un primer balance? R. Estoy sorprendida de escribir siempre novelas sobre la actualidad, del presente, porque es en el presente cuando sentimos el calor del sol y la vida; quizá sea una manera mía de intentar retenerlo; igual escribo porque deseo poner este mundo tan cambiante en la mesa y frenarlo y pensar sobre él; lo que uno pone cuando escribe es el carácter. P. ¿Y de qué otros caracteres se siente gemela? R. De la tradición de Otra vuelta de tuerca, de Henry James: ir desvelando el trasfondo de las personas desde lo formal con estructuras sencillas porque el lector no tiene porqué ser fontanero. Contrapunto, de Huxley, Dos Passos y la novela negra también completan ese mundo. P. ¿Naturalismo? R. No, siempre hay algo kafkiano: este mundo me parece extraño. P. ¿Extraño? R. Sí, supongo que porque cambié mucho de lugar de vivir, mi padre era ferroviario y tanto cambio siempre produce una sensación de pérdida, de inestabilidad, de algo onírico; por eso me escondí en la lectura y el cine. P. Hablando de cine, ponga casting a su novela. R. El director, Martin Scorsese, por Uno de los nuestros pero también por La edad de la inocencia, eso de ofrecer dentro y fuera de uno... Julián tendría que ser Federico Luppi; para el matrimonio nazi necesito un casting y para Sandra, Scarlett Johansson con el pelo castaño. ¿O quizá una chica más dura?

http://www.elpais.com/articulo/cultura/ser/humano/tiene/inclinacion/natural/abismo/elpepicul/20100108e lpepicul_3/Tes

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El universo del 'verdadero o falso'

Científicos, conservadores y responsables de museo diseccionan el mundo de las falsificaciones tras las recientes polémicas sobre las pinturas de vanguardia rusa ROBERTA BOSCO - Barcelona - 08/01/2010

Un pequeño óleo, con la firma de Joaquín Torres-García, espera en el caballete la luz del láser, que le llega a través de un cable de fibra óptica. Al entrar en contacto con la molécula de pigmento el detector capta la información y la devuelve en forma de radiación espectromagnética, una onda coloreada que se comparará con las de referencia. Para poder afirmar que los pigmentos no corresponden a los que se utilizaban en esa época y lugar, la operación se repetirá más de 300 veces. La obra tiene buenas probabilidades de ser falsa. El precio del estudio de expertización ronda los 1.500 euros La ciencia no es suficiente para descubrir falsos con fines delictivos De hecho, al ser informado del resultado y quizás temiendo las consecuencias o tan sólo por la vergüenza de admitir el timo, su propietario jamás volvió a recogerla. Así que ahora sirve como ejemplo a los ingenieros Sergio Ruiz y Alejandro López-Gil, responsables del laboratorio Actio de la Universidad Politécnica de Cataluña, donde desde 1994 se realizan análisis de pigmentos para contribuir a fechar obras de arte y confirmar o establecer atribuciones.

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"La espectroscopia Raman-Láser es una técnica muy fiable, no invasiva y no destructiva, que combinamos con el análisis visual a través del microscopio y la exposición a rayos infrarrojos", explican, rodeados por centenares de diminutas muestras de pigmentos de todas las épocas y llugares. En esos años, han pasado por el laboratorio de la UPC unas 300 obras de particulares, museos, fundaciones y entidades públicas, que han querido corroborar su documentación con pruebas científicas. El precio del estudio ronda los 1.500 euros, dependiendo de la dimensión, la época, el estado de conservación y la técnica, ya que según los expertos, la acuarela es más fácil de estudiar y el óleo más complicado debido a los aglutinantes. "Los análisis con espectroscopia Raman pueden resultar muy útiles en algún caso para descartar una hipótesis o reforzarla, ya que aportan datos complementarios sobre la composición molecular de pigmentos, cargas, aglutinantes y barnices, pero constituyen un resultado parcial que se debe complementar y contrastar con otros exámenes para llegar a un diagnóstico que necesitará la corroboración de los historiadores del arte. Es un trabajo de equipo", asegura Mireia Mestre, jefe de Restauración y Conservación del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC). La ciencia, si bien resulta determinante para ampliar la información sobre los materiales de una obra, no es suficiente para determinar su autor o descubrir falsificaciones con fines delictivos. También hay otras posibilidades. "Es muy frecuente que obras de artistas importantes hayan sido copiadas por sus contemporáneos sin ninguna mala fe y que años después estas copias hayan sido introducidas en el mercado del arte, convirtiéndose en falsificaciones. En estos casos es muy útil el análisis con rayos X y reflectografía, porque las copias no presentan el proceso creativo previo subyacente, que estos exámenes sacan a la luz", explica Mestre. Cuando una obra debe ingresar en el MNAC, el museo realiza todos los exámenes en sus instalaciones y con personal propio. Primero se llevan a cabo los que no requieren extracción de micromuestras, como las radiaciones ultravioletas, infrarrojas y rayos X. Luego se emplean las técnicas analíticas más frecuentes: microscopía óptica y electrónica para el estudio estratigráfico de las muestras, y distribución y composición de los elementos químicos. "También se tienen en cuenta las alteraciones que sufren los materiales debido al envejecimiento intrínseco, el entorno o la interacción con elementos añadidos en restauraciones posteriores", matiza Mestre. Lo cierto es que, a medida que se refinan las técnicas y se profundiza en la investigación de los artistas con catálogos razonados y archivos documentales, es más difícil colocar falsos. "En los años inmediatamente posteriores a la muerte de Miró había menos control, que ahora. Además hay cada vez más coleccionistas que piden una expertización a la Fundación antes de comprar. Este año hemos certificado más de 250 obras y siempre hay algunos falsos", explica Rosa Maria Malet, directora de la Fundación Miró de Barcelona, que autentifica personalmente los grabados "a mano y directamente en el dorso", mientras que las obras únicas se examinan en París por un comité formado por los nietos y la bisnieta del artista (que detienen el derecho moral sobre su obra), el experto Jacques Dupin, el galerista Lelong, Joanet Artigas, hijo del ceramista de Miró y la propia Malet. "Cuando detecto un falso aviso la familia que bloquea la obra y presenta la denuncia pertinente, siguiendo un protocolo parecido al que aplican otras colecciones monográficas, como Chagall o Picasso", añade Malet. "En este periodo de crisis están apareciendo en el mercado obra de particulares, que no tienen prácticamente historial expositivo. Puede haber piezas muy interesantes, pero hay que ser muy cautos y más en el caso de una época tan controvertida y polémica como la vanguardia rusa", afirma Rosario Peiró, responsable de colecciones del Museo Reina Sofía de Madrid. El Reina es muy prudente a la hora de comprar obras que tengan un pedigrí reciente y prefieren tener documentación que la relacione directamente con la época, más allá de los materiales, ya que en el mercado negro se pueden adquirir telas, pigmentos e incluso pinceles de cualquier periodo. http://www.elpais.com/articulo/cultura/universo/verdadero/falso/elpepucul/20100108elpepicul_2/Tes

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Envidia

Para algunos es un pecado capital; para otros, el combustible de la sociedad moderna. Filósofos, psicólogos, pensadores y novelistas analizan este bajo sentimiento con el que debemos lidiar. Escribe Diana Cohen Agrest. Y además, el crítico y narrador italiano Alessandro Piperno describe con humor cómo funciona la envidia entre escritores y celebridades Sábado 9 de enero de 2010

Por Diana Cohen Agrest Para LA NACION - Buenos Aires, 2010 "Tengo envidia de tu sombra / porque está cerca de ti./ Y mira si es grande mi amor, / que cuando digo tu nombre / tengo envidia de mi voz", cantaba lastimosamente José Feliciano. Pero el poder de la envidia trasciende la ilusión romántica. La de Blancanieves, sin ir más lejos, más que una historia de amor, es un relato de venganza, traición y envidia. Y ni hablar de Cenicienta, cercada por mujeres tan carcomidas por la envidia que imponen un obstáculo tras otro en aras de impedir que la de los pies pequeños concurra al baile en el palacio.

Y aun si el envenenamiento del genial Mozart por Salieri fuera fantasía pura, la envidia del italiano no es sino una reacción natural a la lotería de la vida: haber nacido en el momento y en el lugar equivocado, dotado con un talento enorme opacado por la genialidad indiscutible de un rival.

Retratada como destructiva, inhibitoria, inútil y dolorosa, la envidia es condenada como uno de los siete pecados capitales. Nadie duda del papel siniestro y abismal de la envidia en la existencia humana. Porque se la suele acusar de irracional, imprudente, viciosa, equivocada. Porque se la considera innata y arrasadora, y se la oculta tras las máscaras de la crítica amarga, la sátira, la injuria, la calumnia, la insinuación pérfida, la compasión fingida y hasta la adulación servil. Y porque se recae en ella, una y otra vez.

Definida como la aflicción vivida por un sujeto cuando siente que no posee algo que su rival sí posee, a propósito de ella Ivonne Bordelois nos enseña en Etimología de las pasiones que in-vidia (de video, vedere, de donde proviene el verbo ver) significa "la mirada penetrante y agresiva de un ojo que, movido por alguna forma de animosidad, antipatía, odio o rivalidad, se hinca enconadamente en el de su enemigo para perforarlo y destruirlo".

Tan compleja de representar en las artes plásticas como fáciles lo son la tristeza, la alegría o el temor, es casi imposible retratar a un personaje con una maestría tan excelsa que, con sólo observar el retrato, se logre percibir en ese rostro al envidioso. Tal vez porque el envidioso no se alimenta de las diferencias

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reales sino de lo que le devuelve su percepción subjetiva, en tanto y en cuanto sólo ve lo que confirma su envidia.

Pese a su fuerza corrosiva (o tal vez explicable, precisamente, por ella), es la última de las emociones que cualquiera admitiría no sólo ante los demás sino incluso ante sí mismo. El tabú que desalienta toda declaración abierta de envidia es universal, pues se está dispuesto a admitir cualquier otro defecto antes que a reconocer que se es envidioso. Y aun cuando uno es capaz de conceder "envidio tus triunfos" o "envidio tu auto", parecería que sólo nos permitimos confesar esa debilidad cuando las circunstancias y el vínculo con el envidiado, al menos en la versión oficial, excluye la posibilidad de una envidia genuina, destructiva.

Genealogía ¿Cuáles son las condiciones que favorecen la aparición de la envidia?

Ya decía Aristóteles en Retórica que se envidia a un semejante, "el alfarero al alfarero". Porque es posible envidiar a un rival con el que se está en condiciones de competir, no a alguien tan inferior o tan superior que dicha asimetría vuelva imposible establecer una comparación. Y según reza el proverbio, "reina entre vecinos": el envidioso piensa que si su vecino se quiebra una pierna, él va a ser capaz de caminar mejor. En el plano discursivo, la envidia puede expresarse elogiando lo que es malo o, alternativamente, guardando silencio frente a lo bueno, porque todo aquel que elogia a otro, en su propio campo o en uno lindante, en principio se priva a sí mismo de dicho elogio (una de las razones por las cuales se acostumbra agradecer a los jurados de un concurso en el que, por su propia función, son excluidos de la nominación). Como en un sube y baja, todo elogio se pronuncia al costo de la propia reputación.

Por añadidura, el sentimiento de inferioridad es un factor esencial. El envidioso debe ser capaz de imaginarse la posibilidad de poseer el atributo deseado. Pero debe creer al mismo tiempo que ese atributo deseado está más allá de su poder y que jamás podrá ser alcanzado. Ese dispositivo imaginario se condensa mejor en un "podría haber sido mío" que en un "será mío", ya que lo deseado se encuentra próximo en la imaginación pero inalcanzable como predicción. El teórico social noruego Jon Elster sugiere que una princesa puede envidiar a una reina y las estrellas de cine a otras estrellas, pero la mayoría de los mortales no envidia ni a una ni a otras (o a lo sumo, las envidia débilmente).

La envidia, por otra parte, es una emoción que opera como en el tiro al blanco: sin un objetivo, sin una víctima, no se siente envidia. Su contrapartida puede ser la soledad del envidioso, quien no desea ser reconocido en su bajeza por el envidiado. Y hasta cualquier demostración de afecto o de amistad que éste pueda profesarle, a la espera de cierta reciprocidad y reconocimiento, puede resultar contraproducente: cuanto mayor es el afecto que se demuestra hacia el envidioso, mayor es su envidia.

Puesto que se carece de parámetros objetivos, no sociales, en el cálculo del propio valor se tiende a tomar a los otros como estándares. Cuanto más decepcionante es nuestro desempeño respecto del de nuestros pares, más disminuye la autoestima. En particular, cuando las comparaciones sociales no nos favorecen, se suele construir una imagen de sí en forma sesgada al servicio de la autoestima. Mediante este salto tramposo, se explica en parte cómo el dolor odioso de una comparación de la que se sale desfavorecido puede ser metamorfoseado en una emoción más soportable para la imagen de sí.

Tan unívoco es el mandato de ocultar(se) la envidia que suele ser reemplazada o transmutada en otras emociones. Con su talento para disfrazarse, la envidia tiene hermanastros tan tormentosos como ella misma: los celos, el resentimiento y la indignación.

Malditos celos La envidia y los celos tienen en común que una y otros suponen algo que le importa mucho a quien envidia o siente celos. Pero mientras que en la envidia se desea lo que no se posee (deseo de obtener o de lograr algo), en cambio en los celos se manifiesta un temor de perder lo poseído (¿acaso Serrat no cantaba "no hay nada más dulce que lo que nunca he tenido, / nada más amargo, que lo que perdí"?). Las diferencias no terminan allí: la envidia es una relación en la cual el envidioso codicia algo presuntamente poseído o logrado por el envidiado, cuando en verdad la preocupación del envidioso es

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que sea el otro el poseedor de algo material o no que él no tiene. Los celos, en cambio, conforman una relación triádica que involucran al celoso, al rival y al ser amado ("Las estrellas, celosas, nos mirarán pasar", poetizaban Le Pera y Gardel). El motivo de preocupación del celoso no es el rival sino el amado, aquel cuyo amor (o afecto, o alta estima) se teme perder en la medida en que un rival (las más de las veces, imaginario) puede poner en peligro la relación privilegiada y exclusiva que el amante mantiene con el amado. La imaginación es tan esencial a los celos que Proust la compara con un historiador sin documentos, pues los elementos probatorios son exigidos recién una vez que se comprende haber caído en un error (piénsese si no en Otelo, que comprende tardíamente, ante el cadáver de la fiel Desdémona, la trampa que le ha tendido un Yago ahogado en la envidia).

Aunque no es un axioma. Tanto se juegan los mecanismos imaginarios del yo que la pérdida es menos humillante si se es abandonado por un rival percibido como superior o por quien parece merecer más esa relación: cuando Camilla abandonó a su marido, el señor Parker Bowles tal vez habrá sentido que, al fin y al cabo, no era tan humillante ser desplazado por el príncipe de Gales -sin entrar a discutir los (controvertidos) méritos de Carlos- como por un jefe de oficina pedestre. Y como prueba del papel de la autoestima, en ausencia incluso de todo glamour, se señala la asimetría subjetiva sentida cuando se es abandonado por otro y cuando se es abandonado sin la sospecha de un tercero, cuando el adiós se vive con dolor pero sin celos.

El filósofo Georg Simmel distinguió un fenómeno intermedio entre la envidia y los celos: el deseo envidioso de poseer algo o a alguien, no porque sea especialmente deseable para el sujeto, sino porque es de otros; reacción emocional que puede expresarse de dos formas que reniegan, una y otra, de lo deseado: una es renunciar al objeto ("ya no me importa"). La otra forma es la indiferencia (la célebre fábula de la zorra y las uvas) o hasta una aversión al objeto ("lo odio"). Y en una u otra de sus formas, sentir horror ante el mero pensamiento de que otro pueda poseerlo ("prefiero verlo destruido antes que otro lo posea"). Simmel advertía que quien se siente abismado en un deseo envidioso puede no desear poseer el logro codiciado, y en caso de que pudiese llegar a poseerlo, ni siquiera podría disfrutarlo, pero no soporta que otro lo disfrute. Envidia el yate de uno aunque sufra de mareos y la avioneta de otro aunque sienta vértigo.

El envidioso no tiene un interés genuino en que algo valioso en poder de otra persona le sea transferido a él, aun cuando querría ver al envidiado robado, desposeído, humillado o lastimado. Si lo que envidia es el prestigio, el talento o la belleza, puede cobijar el deseo de que el envidiado pierda ese prestigio, ese talento o esa belleza, a sabiendas de que lo perdido no será de nadie. En contrapartida, dado que el envidioso sobrevalora y hasta idealiza lo envidiado, enfrentado a un disvalor o a algo que le resulta indiferente, no poseerlo no erosiona su autoestima. Más aún, si otro se destaca en una habilidad o posee un objeto escasamente valorado por el envidioso, hasta puede provocar un sentimiento opuesto a la envidia: si un amigo es campeón de truco o en el juego de tejos, puedo sentirme orgullosa de él. E incluso voy a mirar con simpatía su colección de caracoles.

Cautivos del resentimiento Prosiguiendo la línea trazada por Simmel, Melanie Klein observa en Envidia y gratitud que el envidioso persigue destruir a su víctima en su capacidad creadora y de goce, pues no puede soportar que un otro posea algo y él no lo posea. Intenta, entonces, denigrar y hasta destruir al otro para autoafirmarse en su narcisismo.

El resentimiento posee otra naturaleza. En las esclarecedoras páginas de Resentimiento y remordimiento, es caracterizado por el psicoanalista y escritor Luis Kancyper como "el amargo y enraizado recuerdo de una injuria particular", una suerte de rencor del cual nace el deseo de venganza. A diferencia de la envidia, que procura destruir al objeto, "el impulso resentido no persigue destruir al objeto sino castigarlo", nutriéndose del deseo de recuperar una realidad imposible en la ilusión de un tiempo circular. Pero como no puede destruir al objeto, lo tiene que preservar y controlar para poder continuar vengándose de una herida narcisista y de traumas injustamente padecidos de los que intenta vengarse.

"Después... ¿qué importa el después? / Toda mi vida es el ayer que me detiene en el pasado, / eterna y vieja juventud que me ha dejado acobardado / como un pájaro sin luz", revelaba Homero Expósito, con

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belleza impar, una de las facetas más demoledoras de la condición humana. El peligro es que si el sujeto se queda detenido con su resentimiento a cuestas, el tiempo de ese pasado vivido como injusto anega las tres dimensiones del tiempo: el presente permanece obturado por la memoria del rencor (cerrándolo con sus frustraciones resignificadas y reactivadas una y otra vez) y el futuro obliterado, obstruido, por la pasión de la venganza.

¿La indignación dignifica? Con el fin de poder ser aceptada por los demás y por nosotros mismos, la envidia suele mutar en otras figuras más decorosas. Puede, entre otras, metamorfosearse en indignación. Pero conviene distinguirlas: cuando la superioridad de un rival, medida según estándares objetivos, es dolorosa pero se reconoce como justa, la envidia suele enmascararse tras la retórica de la reivindicación ante una injusticia. En contraste, toda vez que sentimos que, objetivamente, nuestra desventaja es tan inmerecida como injusta la ventaja del rival, no provocará envidia sino indignación. En otras palabras, una vez que los sentimientos hostiles son legitimados, la envidia residual se transmuta en indignación, sentimiento más apropiado y aceptable para el yo privado y público. Si mi rendimiento laboral es claramente superior al de mi compañera y pese a todo, la ascienden a ella porque es la favorita del jefe, la envidia por su ascenso se trastocará en indignación. Y de allí a la autocompasión media un solo paso, ya que apiadarse de uno mismo puede ser un remedio eficaz a la hora de eliminar toda comparación envidiosa que amenace la autoestima.

Metamorfosis Si nos sentimos inferiores por una comparación poco ventajosa, ¿por qué no terminar por rendirnos a esta realidad? ¿Por qué no sentirnos felices por la superioridad del otro y, tomándolo como modelo, inspirarnos en él? Ese pasaje se prefigura en el lenguaje. Bordelois observa que el prefijo in- de in-vidia es ambivalente, pues puede significar tanto hostilidad como también "encerrar un secreto homenaje: en el fondo, la envidia es la mensajera nocturna de la admiración". Incluso Kierkegaard, quien consideraba la estupidez y la envidia como las dos grandes fuerzas de la sociedad, observó que "la envidia es admiración oculta. Un admirador que siente que la devoción no lo puede hacer feliz elegirá transformarse en un envidioso de lo que admira".

El envidioso es impulsado por una inferioridad presuntamente inmerecida, escudado en que esa situación subalterna no refleja su verdadero valor. Pero una vez que el objeto de la envidia es percibido claramente como superior al envidioso, ese mecanismo de defensa ya no funciona y, una vez eclipsada la hostilidad, la envidia puede ceder su lugar a la admiración. La diferencia entre una y otra es la que hay entre los antagonistas en una competencia (Federer versus Nadal) y los espectadores desinteresados que contemplan el torneo, capaces de admirar a los antagonistas sin envidia.

Otra de sus metamorfosis se produce cuando la envidia, devenida primero admiración, logra transmutarse en emulación -el deseo de evitar e incluso superar las acciones ajenas-. Por tortuoso que fuera el camino, el sujeto alcanza una emoción al servicio del yo pues, quien busca hacer lo que otro hizo, ya no vive cautivo de su odio. Y si bien la emulación requiere un rival, un competidor, éste no tiene que ser visto como un enemigo, y hasta puede tratarse de un amigo cuyo ejemplo estimula el talento propio.

Pero cuando los sentimientos de admiración y emulación fracasan, la envidia se metamorfosea en vergüenza. Mientras que la primera se bifurca entre el yo y el sujeto envidiado, la vergüenza nace en un yo defectuoso que concentra su atención en sí mismo, sin la presencia necesaria de una comparación subjetiva desfavorecedora. En particular, la vergüenza emana de tres fuentes: la vergüenza de sentir envidia y su sentido de inferioridad concomitante, la vergüenza de darse cuenta de que uno es culpable de su propia inferioridad y la vergüenza de sentir vergüenza. Nos resistimos a admitir su existencia porque socialmente es censurada y porque reconocer la propia envidia significa admitir, a fin de cuentas, nuestra condición paupérrima.

Así como la admiración y la emulación constituyen una salida socialmente aceptable a la envidia, y la vergüenza supone una dosis de sinceramiento, en el otro extremo del espectro moral se descubre un sentimiento tan abyecto que ni siquiera, en nuestro idioma, contamos con un término para designarlo. Schadenfreude es una palabra del idioma alemán que designa el sentimiento oculto de regocijo ante el sufrimiento o la infelicidad de otro.

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Políticamente correctos La antigua, rastrera e inequívoca palabra "envidia", que designa un proceso secreto y silencioso no siempre verificable, suele ocultarse tras la fachada más decorosa y políticamente correcta del "conflicto", conducta abierta y práctica socialmente aceptada. ¿Cuál es la diferencia que desautoriza a una y legitima al otro? Mientras que toda vez que aludo a la envidia debo aceptar que uno de los contrincantes es consciente de su inferioridad frente al otro, en cambio, cuando me dirijo a dos o más personas o grupos en conflicto, no necesito determinar quién es inferior.

Quizá fue la predilección de los sociólogos por los fenómenos observables la que condujo a la sustitución de la envidia por el concepto de "conflicto", empobreciendo numerosos aspectos de las relaciones sociales y humanas explicables en términos de envidia -una emoción muy primaria- pero no de conflicto. Se ha dicho, no obstante, que la sociología de la envidia pasa por alto que, entre el envidioso y el envidiado, no tiene por qué haber conflicto: lo irritante para el envidioso y lo que aumenta su envidia es su incapacidad para provocar un conflicto abierto con el objeto de su envidia.

Furia inmortal Para distinguir la envidia justificable de la que no lo es, se distinguió entre la envidia a secas y la envidia "sana". Yo puedo envidiar sanamente el talento musical de una amiga, y ni remotamente deseo que pierda ese talento. Y en muchos otros casos de envidia "sana", las acciones del sujeto se dirigen a asegurar lo deseado para sí mismo, más que a minar al rival. Esas actitudes probarían la posibilidad de sentir una envidia exenta de connotaciones negativas.

A fin de cuentas, si nos detenemos en sus aspectos más benévolos, podemos tender sobre todas estas emociones indignas un manto de piedad: los celos son un mecanismo afectivo para preservar relaciones excepcionales y la indignación restablece momentáneamente la imagen del yo. Una envidia moderada ofrece una salida a la depresión, una ocasión para crecer y cierta esperanza en superar los obstáculos. Y hasta la envidia destructiva puede ser metamorfoseada en una competencia honorable y constructiva. No sólo eso: se ha dicho que la envidia conduce, en el espacio macrosocial, a un reclamo de justicia, a un igual tratamiento para todos: si uno no puede ser el favorito, nadie lo será. Un club de fans, por poner un ejemplo elemental, expresaría una acción común basada en que nadie puede tener al ídolo. Y hasta la solidaridad en la que se renuncia a un bien para que pueda ser compartido con otros ha sido vista como el efecto de una mutación forzada de la hostilidad original.

Por su historial deplorable, la envidia es una de las emociones más silenciadas de la condición humana. Y si se la desea analizar en su abismal profundidad, como se examina, en una suerte de vivisección existencial, un órgano con un escalpelo, se descubre que cuanto más oculta, más fascinante. El novelista Laurence Sterne ironizó cáusticamente que "la muerte cierra tras de sí la puerta de la envidia y abre la de la fama". Y mucho antes Aristóteles había sentenciado, a modo de consuelo escatológico, que los muertos ya no son nuestros rivales. Hasta solemos consagrarles todos los honores escatimados en vida mientras silenciamos sus vicios y miserias. Pero nada de lo pavoroso parece ajeno a lo humano. ¿Acaso la envidia de los muertos, rondando como espectros, no puede continuar acechando el reino de los vivos, perseguidos en la intimidad de su conciencia por esa furia inmortal que triunfa sobre el tiempo y la finitud? http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1219065

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Contra el mal de ojo

Sábado 9 de enero de 2010 |

Desde el pensamiento mágico de las culturas primitivas hasta hoy, las sociedades han perseguido la neutralización de la envidia porque, en cualquier grupo humano, quien la sufre es un saboteador en potencia, un instigador que no puede ser aplacado por nada ni nadie. Los dispositivos diseñados con el propósito de neutralizar el "mal de ojo" irradiado por el ojo del envidioso son los consabidos talismanes: la ruda en el zapato, la cinta roja atada a la muñeca, la ristra de ajo o la jamsa (en árabe, "cinco"), también conocida como "mano de Fátima", que garantiza la protección de su portador.

El temor reverencial del poder de la envidia trasciende, extrañamente, el ámbito de lo humano. En el poema homérico, Aquiles advierte que la vanagloria por un éxito excesivo puede despertar la envidia de los dioses. E. R. Dodds, un erudito en el pensamiento clásico, desestimando la creencia en cierta amenaza sobrenatural, declaró que una vez sentado el carácter alegórico del relato homérico, se descubre que la envidia de los dioses no era tomada demasiado en serio en el mundo griego primitivo: no es que el pecado de un éxito excesivo fuese una provocación del castigo divino porque los dioses eran envidiosos. Más bien se creía que el éxito suele conducir a una soberbia que fácilmente se torna en hybris , la desmesura inducida por arrogancia del éxito asegurado, y es este pecado lo que se castigaba.

Desde siempre, el temor a despertar la envidia hizo de ésta un regulador de la conducta humana, modificando y condicionando numerosas conductas intersubjetivas. Los occidentales suelen interpretar como una muestra de modestia extrema por parte de los chinos lo que no es sino una actitud institucionalizada diseñada para aventar la envidia. Un individuo que presume ante otros no será visto con simpatía en su grupo. Y si fracasa, será objeto del ridículo. Pero los chinos no deberán esperar a confrontarse con la opinión pública o con un grupo de pares para reprimirse en su conducta.

Medidas análogas de precaución se toman fuera de China. Y no se trata de simple buen gusto sino de una compulsión a callar los logros personales, las nuevas adquisiciones o la buena suerte ante otros, salvo que esas menciones sean templadas por alguna desventaja, privaciones o una sombra en la fortuna reciente. Quien acaba de estrenar una casa en las afueras de la ciudad tal vez no dude en mencionar el tiempo que tarda en llegar a su trabajo (salvo que su jactancia lo supere y se apresure a decir que, si toma la autopista, tarda lo mismo que antes). Y quien obtuvo un ascenso laboral quizá se lamente ante sus compañeros rezagados de que su nuevo puesto es aún más estresante que el anterior. Todavía hoy, supuestamente

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liberados del pensamiento mágico, tratamos de no anunciar proyectos hasta que no se concretan. Incluso se dice que, en su verbalización, derrochamos cierta energía que debería ser canalizada y dirigida hacia su concreción. Y para el que tenga dudas, ¿quién se sorprende ante la costumbre de un anuncio optimista seguido de un "toco madera" no bien pensamos en lo que dijimos?

Hasta la propina, al menos en los orígenes de lo que se ha tornado una costumbre, se ha visto como un dispositivo simbólico para comprar la posible envidia de quien la recibe, en un intento de nivelar la relación entre el servido y el servidor, con quien establecemos una relación de poder en cuyas reglas implícitas figura una -que invierte el orden de las explícitas- según la cual quien nos atiende lleva las de ganar. La propina al mozo procura impedir que, gesto impúdico mediante (escupir nuestra comida), quien nos sirve sucumba a su envidia. En una suerte de intercambio complaciente, ni siquiera omitida tras un servicio mediocre, la propina simboliza la conveniencia prudencial de compartir la buena fortuna. En numerosas lenguas, el término que designa la propina alude a un dinero cedido para que el mozo pueda disfrutar de un buen trago como lo hace el comensal, de allí que a la propina se denomine en francés pourboire , término que literalmente significa "para beber".

Otras relaciones asimétricas de poder donde se procura neutralizar la envidia mediante un pago extra voluntario es la del cliente con el peluquero, quien tiene el poder de embellecernos pero también de arrasar nuestra cabellera. O la del pasajero con el botones de un hotel, quien tiene el poder de hacer desaparecer nuestro equipaje. http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1219072

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Antropología de la envidia

Sábado 9 de enero de 2010

Si hay una emoción que atraviesa todos los tiempos y culturas, es la envidia. No en vano el proverbio enseña que "la pena compartida es la mitad de la pena": tras convivir con los jíbaros de Ecuador y Perú, el antropólogo Rafael Karsten narró que toda vez que los miembros de esas tribus se veían obligados a atravesar el río anegado por copiosas lluvias, practicaban magia negra con el objetivo de que, una vez alcanzada la otra orilla, la lluvia continuara y otros viajeros padecieran las mismas dificultades que ellos habían padecido. Y si pensamos en los crueles ritos de iniciación que señalaban el ingreso a la adultez en las sociedades primitivas, se lo puede interpretar como la expresión de una envidia intergeneracional hacia sus sucesores en el implacable ciclo de la vida. Entre nuestras prácticas socialmente aceptadas, la costumbre en las despedidas de solteros de arrojar a una fuente callejera o de enharinar y amordazar en el baúl de un auto a los contrayentes, aunque disfrazada de humorada inocente, puede ser una expresión de envidia. No es por azar que el primero de los mandamientos violados por el hombre contra el hombre fuera el fratricidio primordial. Caín mata a Abel tanto por envidia como por celos. Víctima de la envidia de su hermano, Abel es asesinado porque su sacrificio al Señor era superior al de Caín. Pero este sacrificio era superior en el sentido de que su ofrenda satisfacía más al Señor que la de Caín, de allí también que cayera víctima de los celos fraternos. Esta conjunción pasional explica el valor intemporal de la escena del Génesis, pues en ella se expresa alegóricamente la inmemorial rivalidad entre hermanos para obtener el favor del padre, de la madre o de un tercero. También explica la íntima asociación entre la envidia y el sentimiento de hostilidad que la envidia puede provocar, pues se temen las consecuencias de la propia envidia tanto como las consecuencias de la envidia de los demás. En Los orígenes del amor y del odio , Ian Suttie menciona ciertos pueblos primitivos, el bantú entre otros, que tomaron medidas para contrarrestar los llamados "celos de Caín": entre los aborígenes de Australia central, narraba Suttie, con la complicidad de su primogénito, la madre devora a sus otros hijos tras darlos a luz, compartiendo su ingesta con el hermano mayor. El uso del canibalismo para atenuar los celos fraternos es sustituido en ciertas tribus aborígenes de Guatemala por un ritual igualmente sanguinario: con el fin de absorber la hostilidad que, de otro modo, podría ser dirigida por el primogénito hacia el recién nacido, suelen golpear una gallina hasta matarla. Hasta en los monasterios, el espacio donde virtualmente se logró eliminar todo motivo de envidia mutua, la consagración a los deberes religiosos o a los progresos en la fe incentiva la rivalidad. Y en otro espacio de enclaustramiento (aunque no legitimado por la devoción voluntaria), el psicoterapeuta Victor Frankl confesó su propia envidia hacia quienes, compañeros de desdicha en un campo de concentración, podían sin embargo darse el lujo de bañarse y usar un cepillo de dientes. Pero había algo más envidiable todavía: la cantidad de golpes que recibía un prisionero dependía en gran medida del guardia que supervisaba su trabajo. En ese escenario de violencia misérrima, donde la vida se reduce a una desnudez que roza la animalidad, los menos golpeados eran los más envidiados. http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1219076

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El hombre que regala historias

Los cuentos reunidos del venezolano Ednodio Quintero, creador de un mundo con mitología propia, lo confirman como uno de los autores latinoamericanos más imaginativos CARLES GELI 09/01/2010

Un funambulista actúa en un pueblo; todo el mundo acude porque saben que, dada la dificultad suicida, el equilibrista caerá tarde o temprano. Un joven va un día, y otro y otro y otro a verlo y nunca pasa nada; hay peligros, sustos, pero nada; una sola vez, una causa muy de fuerza mayor, y no puede acudir; el funambulista cae, efectivamente. Se lo regalo: escríbalo usted, pero ha de dejar bien claro que era el que iba cada día quien sostenía al funambulista". No es frecuente obsequiar a alguien con un relato... por hacer, pero así de generoso se muestra el venezolano Ednodio Quintero (Las Mesitas, Trujillo, 1947). Puede permitirse regalar ideas tan caras visto Combates (Candaya), primera entrega de sus cuentos completos que recoge, sin embargo, su producción corta más reciente, la que va entre 1995 y 2000: abundancia de historias en un paisaje duro que enmarca un mundo un poco angustiante, casi mitológico, de guerreros y personajes con códigos extraños, susceptibles a la metamorfosis y el antropoformismo, de los que sabemos lo justo gracias a un lenguaje tan preciso como breve. "El idioma es un instrumento descuidado; el escritor tiene que rendir cuentas no al mercado sino a Cervantes y a la lengua" "El 90% de la intelectualidad no está con Chávez, pero es un ignorante muy hábil y lo iguala todo por lo bajo" Ese punto de inquietante fantasía lo destila el propio Quintero, piel bruñida y ojos ligeramente achinados - "me considero mestizo, pero sólo soy un 16% indio, lo calculé"- destinado, como máxima aspiración social en esas latitudes, a ser telegrafista rural y hoy una de las voces más potentes de su país. "Nací en una aldea de 500 almas, apartado de todo y donde se llegaba a caballo; no había electricidad ni nada y el imaginario era casi medieval, del XVI, de cuando llegaron los descubridores españoles". La geografía rural era curiosa: "A más pobre, más subían las gentes la montaña", formula. En su caso, llegó a los 2.600 metros de un pueblecito llamado Visún. "Yo leía antes de hablar, más que nada por silencioso; luego tuve un conflicto de adolescencia pero pensaban mis padres que estaba enloqueciendo; yo me decía: 'No sé qué soy pero soy distinto a los demás'. Y me llevaron a temperar en el campo". El castigo fue una casa de un pariente con una biblioteca notable que se tradujo en la lectura de Faulkner a los 15 años y un "contacto intenso con lo natural, lo vegetal y, sobre todo, lo mineral". Y quizá por eso, quien quería ser ingeniero civil de vocación -"esos de construir puentes y carreteras"- acabó por error - "me equivoqué de verdad al matricularme"- en la de forestal, lo que le permitió recorrerse casi todos los bosques de la Amazonia y de Costa de Marfil, que pueden vislumbrarse como atrezzo en, entre otras, su primera y elogiada novela, La danza del jaguar (1991). ¿Si en parte explica una geografía, explica también esa infancia unos personajes? "Si hay algo de mitología, si acaso es griega, pero mis mitologías son inventadas, son rituales o cosas totalmente imaginadas o que lo parecen; la imaginación es la premisa básica de la escritura; no tengo nada contra el

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realismo, pero lo mío es la imaginación al servicio de la nada". Y en esa línea cita sobre todo a Kafka ("La transformación me dio pesadillas"), Borges y Cortázar, influjos que a partir de los relatos de El corazón ajeno (2000) desaparecieron. Ardua labor. "La escritura es una moledora de todo: un escritor, en su fase inicial, siempre es la imitación de otro autor precedente o de sus padres hasta encontrar un mundo, una voz...". Por eso se ha dicho de Quintero que es un explorador impune: "El idioma es un instrumento descuidado por todo el mundo; el escritor tiene que darle cuentas no al mercado sino a Cervantes y a la propia lengua, ayudar a crear un idioma, con un léxico propio y construcciones de forma particular...". ¿Un estilo? "No, va más allá lo que quiero decir... Y después, morirse: mi pacto fáustico sería ése". En esos cuentos que parecen sueños ("muchos provienen de él, como el relato 'Caza': los recuerdo al despertar; otras veces tengo ensoñaciones estando despierto y sólo reacciono haciéndome sonar los dedos de los pies") abundan guerreros de códigos extraños, heridos física y mentalmente. Casi un ejército al final. "Detesto la violencia, no discuto y ni por llevar, no llevo ni cortaúñas, pero la existencia es una guerra; el mundo es hostil; no profeso religión alguna pero existen dioses que se meten en tu vida; buenos y malos; en fin, la existencia es una mala batalla a librar". Y también caen mucho, ya en agujeros exteriores o en los más hondos de uno mismo, como explicita el relato 'La caída'. "Soy un jinete amniótico: estando embarazada, mi madre se cayó del caballo y yo recuerdo que me agarré del cordón umbilical como un mono de una liana: esa imagen me ha perseguido mucho tiempo". Pero los personajes de Quintero no se dan por vencidos ni en los peores contextos ("incluso en mis correos utilizo la coletilla: 'No nos rendimos'; sólo hay una vida"), hablan mucho consigo mismos, en primera persona, y hasta con su álter ego: "He llegado a la conclusión de que esa voz es fruto de lo solitario que he vivido; si tengo problemas, aún hoy me hablo en voz alta; yo viajo autárquico". ¿Y puede ser que sufran de una especie de ceguera? "El ojo humano está hecho para ver ciertas cosas, no está preparado para verlo todo de la realidad, como las energías que nos rodean". Y dice que la reflexión le lleva a pensar en el relato 'El hombre caja', donde el personaje decide vivir dentro de una caja en la que mira el mundo sólo a partir de una pequeña hendidura practicada para ver. El relato es del japonés Kobe Abe, que Quintero cita, junto a Banana Yoshimoto, como buen japonólogo que es y tras vivir en el país un año: "Lo japonés sintoniza con mi manera de ser: el respeto por el otro, la tranquilidad; dicen que son extravagantes y eso es fruto de su libertad". ¿Y cómo ve el efecto Haruki Murakami? "Se explica mucho por su mezcolanza entre lo estadounidense y lo japonés y también está la conexión por el lado chamánico". Es Quintero una voz consolidada -La muerte viaja a caballo (1974); Mariana y los comanches (2004)...- de una literatura venezolana de la que, desde fuera, apenas llegaron Rómulo Gallegos o Arturo Uslar Pietri y que con el boom latinoamericano justo sacaron la nariz Guillermo Meneses y Adriano González León. "Mi teoría es que, al igual que hacemos con el petróleo, nos creemos un país autosuficiente en casi todo; es un fenómeno muy del siglo XX; también es cierto que no hemos tenido exilio y sí una industria editorial correcta", acota. Pero tampoco hablan de ellos sus vecinos literarios cuando visitan España. "Eso es por el proceso de balcanización sociocultural de América Latina", responde y añade dos nombres imprescindibles: Rafael Cadenas en poesía y Victoria de Stefano en narrativa. ¿Y el influjo de un político como Hugo Chávez en la cultura venezolana? "El 90% de la intelectualidad no está con él, pero es un ignorante muy hábil: las librerías del Estado son muy baratas, por ejemplo, pero iguala por abajo: los extranjeros que llegan son, por ejemplo, bolivianos, y se da una orientación ideológica desde las escuelas notable". Dice que ha perdido energía al escribir, pero no al leer, a la que ha llegado a dedicar "sesiones de 14 horas"; quizá por eso puede citar a Bernardo Atxaga, Enrique Vila-Matas o Ignacio Martínez Pisón. Y, por eso, nadie mejor que él para definir el cuento, unas notas que saca de una pequeña libreta, como si de una fórmula se tratara: "Objeto narrativo geométrico -su mecanismo debe responder a una esfera-, preciso -sin ripios ni memeces- y precioso -con un lenguaje muy cuidado". Debe irse. Uno se disculpa por si lo ha entretenido en exceso. "No sufra; nunca llego tarde: siempre pasa algo que hace que esté a la hora por más que no quiera". ¿Estará regalando otro cuento? - . Combates. Ednodio Quintero. Candaya. Barcelona, 2009. 336 páginas. 18 euros http://www.elpais.com/articulo/portada/hombre/regala/historias/elpepuculbab/20100109elpbabpor_13/Te s

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El capitalismo que no ilusiona

Por Leonardo Tarifeño De la Redacción de LA NACION Sábado 9 de enero de 2010 |

A poco más de veinte años de la caída del Muro de Berlín, los europeos del Este entran al 2010 con una desconfianza hacia el capitalismo sólo comparable a la que no hace mucho sintieron por el comunismo. Entre 1996 y 1997 viví en Budapest, la hermosa capital húngara, y puedo decir que el descontento con la vida capitalista ya era muy notable. La crítica recurrente que escuché por entonces decía que nada había cambiado: antes, durante los años de la Cortina de Hierro, no había variedad de artículos para comprar; años después, tras la adopción del nuevo sistema, había más artículos en los mercados, pero a precios imposibles. Bajo el comunismo se conseguía poco y nada; una vez dentro de la galaxia capitalista había más para elegir, pero sólo se podía pagar por poco y nada. En algún lugar entre ambas miserias se suponía que habitaba la libertad. Según una encuesta reciente de Gallup, los húngaros están entre los cinco pueblos más pesimistas del mundo. Pero, en la Europa del Este, los recelos con el capitalismo no son propiedad exclusiva de los magiares, conocidos por la resignada elegancia con la que afrontan el desastre. Semanas atrás, el instituto de opinión Pew reveló que sólo el 30% de los ucranianos se pronuncia a favor del sistema multipartidista, frente al 71% que lo hacía en 1991; la posibilidad de elecciones libres no entusiasma a más del 39% de los lituanos, y el 72% de los húngaros y el 62% de los ucranianos y de los búlgaros creen que son más pobres desde que la economía de mercado se instaló en sus respectivos países. Como miembros del selecto club que vivió y vive la experiencia de los dos modelos políticos que marcaron el siglo XX, estos pueblos tienen mucho que enseñar. En el caso húngaro, su vasta literatura alberga no pocas metáforas sobre el lado oscuro de los sueños ideológicos. En 1992, Imre Kertész obtuvo el Premio Nobel de Literatura por una obra que apunta en esa dirección; más recientemente, y en una línea casi opuesta, Sándor Márai se convirtió en la contraseña de la narrativa magiar. Pero todavía falta descubrir a Gyorgy Faludy y su escalofriante My happy days in Hell, donde el autor cuenta sus años en los campos de concentración nazi y comunista. Allí, el relato de la doble cárcel ilumina la sospecha de que la política tiene más de pesadilla que de sueño. Un sueño del que, como bien atestiguan los húngaros, nunca se sabe si conviene despertar. http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1219063

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Los ojos del mundo

GERVASIO SANCHEZ 09/01/2010

Un haz de luz atraviesa la sala destrozada de la Biblioteca de Sarajevo. Es una de mis fotografías más conocidas y queridas. La publiqué por primera vez en agosto de 1993. Desde entonces ha dado la vuelta al mundo y el paso del tiempo la ha convertido en un icono de la barbarie o contra la barbarie. ¿Cómo la definimos? ¿Es fotoperiodismo, documentalismo o arte?

Antes que nada quiero ser honesto y aclarar que esa imagen nació de la casualidad. Unos días antes se me había roto el fotómetro manual. Era el último domingo de junio de 1993. Sobre las nueve y media de la mañana volví a entrar por enésima vez en aquel lugar destruido por el odio. Algunas veces me había protegido allí durante los salvajes bombardeos. Pero la calma era total aquella mañana.

Me coloqué en el lugar apropiado e hice media docena de disparos. Diez minutos después abandoné el lugar. Había caminado unos cien metros cuando me di cuenta de que había errado la exposición. Regresé rápido ya que no quería llegar con retraso a una cita de trabajo. Me recibió esa extraña luminosidad que embellece su terrible atmósfera. Sentí un temblor y comencé a disparar mi cámara.

Aquella fotografía nació para ser publicada en la prensa y así fue como empezó su largo recorrido. Forma parte de un amplio documento que recuerda la tragedia de Bosnia. Aunque algún día cuelgue de las paredes del mejor museo, sea comprada por un coleccionista importante o su valor económico se multiplique por las complejas y manipuladoras leyes del mercado, la imagen seguirá siendo fiel a su origen y pertenecerá al fotoperiodismo, categoría tantas veces considerada el pariente pobre de la Fotografía, menospreciada y dilapidada por los galeristas de moda.

Podrá ser ascendida al cielo del arte, pero la fotografía recordará que los que bombardearon la biblioteca querían acabar con la memoria de un pueblo, que el cerco de Sarajevo duró 1.260 días, entre el 6 de abril

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de 1992 y el 15 de septiembre de 1995, que 10.600 personas murieron, entre ellos 1.600 niños, y que otras 60.000 sufrieron heridas muy graves.

Otras imágenes han seguido los mismos derroteros y han transitado por caminos parecidos: del anonimato al aplauso general. Espacios de luz y verdad que nacieron con el objeto de documentar y que han abandonado las compactas tiras que forman los negativos para reconvertirse en iconos artísticos. La imagen de Sofía y Alia, de una madre mutilada de ambas piernas durmiendo plácidamente junto a su hijita, no existiría si no se hubiese producido una explosión de una mina quince años antes.

El drama y la muerte (María, hermana de Sofía, murió como consecuencia de ese accidente) acompañan todas las fotografías tomadas desde entonces. Una fotografía puede ser bella porque cualquier ser humano, aunque sufra terribles amputaciones, vive situaciones de gran belleza. Pero nunca un documento debe perder su fundamento original.

"El fotoperiodista escribe con imágenes, busca la verdad y sus herramientas le permiten ser los ojos del mundo en todos los acontecimientos", ha dicho el fotógrafo mexicano Héctor García, de 86 años y con más de sesenta años dedicados a este apasionante oficio. Leyendo esta maravillosa declaración de principios, ¿quién se atreve a decir que Andreas Feininger, Elliot Erwit, Manuel Álvarez Bravo o Henri Cartier Bresson no fueron fotoperiodistas?

Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959), último premio Nacional de Fotografía y premio Ortega y Gasset 2008 por su imagen Sofía y Alia, es autor de la serie Vidas minadas. www.vidasminadas.com. http://www.elpais.com/articulo/portada/ojos/mundo/elpepuculbab/20100109elpbabpor_1/Tes

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Lo más parecido al amor

La sociedad moderna creó la esperanza de mejorar la propia condición y así produjo una masa de frustrados potenciales Sábado 9 de enero de 2010

Lo único que mitiga la envidia en esta foto es que el dueño del coche no aparece. Quizá se estrelló con una Ferrari Foto: Archivo Por Alessandro Piperno Corriere della Sera, 2010 ¿Quién es el más rico de nuestros amigos? Ésa era la pregunta que mis padres debían oír una y otra vez de su antipático segundogénito. A pesar del dilapidado empeño en inculcarme la idea de que el dinero no lo era todo, no había para mí nada más emocionante que el espectáculo de la riqueza exhibida. Mi imaginación danzaba en un rosado vértigo de fantasías hollywoodenses. Claro, todo conspiraba contra este pequeño esnob. Época, medio, escuela, amigos...

Pero mírenlos, esos muchachitos que por la mañana desfilan a lo largo de los corredores del decrépito liceo romano, entre bustos neoclásicos y bajo grotescas pinturas hechas por Perin Del Vaga hace cinco siglos. Para vestirlos se han empleado medios superiores al sueldo mensual de nuestros docentes que, precisamente por eso, son despreciados sin piedad.

Quizá aun esta atmósfera viciada no baste para explicar por qué años después, al intentar demostrar como Scott Fitzgerald a su amigo Hemingway la diferencia antropológica de los ricos respecto a todos los demás, sentí el cuerpo invadido por el tierno rubor de la empatía.

Un día volví a casa desesperado y le revelé a mi padre que un amigo -cierto Gabriel T.- me había dicho que su padre (el de Gabriel) ganaba treinta y siete millones por mes (en esa época se hablaba en liras). "¿Por qué treinta y siete?", me preguntó riendo. "¿Cómo puede tu amigo ser tan preciso? ¿Por qué no puede redondear? Mi padre había puesto el dedo en la llaga. En ese circulito no había nadie que estuviese dispuesto a redondear en exceso o por defecto la importancia de las propias fortunas. Una precisión que

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testimonia hasta qué punto esos retoños se tomaban en serio el dinero, persuadidos de que nada como tener mucho podía servir la causa común, o bien inyectar en el corazón de los otros el veneno de la envidia.

Las muchachas de nuestros amigos Patrick Bateman, el protagonista de American Psycho , de Bret Easton Ellis, es un yuppie de Wall Street con la obsesión de las cosas de marca a quien, para desesperarse, le basta ver una tarjeta de visita más hermosa que la suya. Un rabioso espíritu competitivo hace de él uno de los más despiadados y absurdos asesinos seriales de la historia de la literatura. El rival de Bateman se llama Paul Owen. Él es el más envidiado y es también la única persona capaz de hacer que Patrick se sienta incómodo. ¿Hay algo más molesto que estar en el mismo cuarto con la persona que uno más envidia?

Owen pagará con la vida la envidia de Bateman. A mi Gabriele T., en su momento, le fue mucho mejor. En realidad ni yo ni Gabriele T. ni Patrick Bateman ni el pobre Paul Owen habríamos imaginado nunca ser al mismo tiempo víctimas y carniceros del mecanismo que René Girard definió como el "deseo triangular". ¿Se acuerdan de esas muchachas que en el liceo eran amadas por todos a pesar de que no tenían cualidades muy extraordinarias? Esas criaturitas eran, según la teoría girardiana, beneficiarias del "deseo mimético". Nosotros las amábamos porque las amaba nuestro amigo. Así como nuestro amigo las amaba porque nosotros las amábamos y así sucesivamente. Esa dinámica vale en el amor, por cierto. Pero vale aún más en las relaciones fundadas sobre la envidia. ¿Quizá porque no hay sentimiento más contiguo al amor que la envidia?

Supongamos que envidie a un tipo por su Bentley. Y bien, es inevitable que el paso sucesivo será conferir al propietario del objeto envidiado un prestigio que él, por sí mismo, no se merece. Transfigurarlo hasta el punto de creer que su vida es mucho más feliz que la mía, aunque un análisis atento podría mostrarla tan complicada como la que yo vivo. Es cierto que, en poco tiempo, el envidiado será para mí no menos prestigioso que el coche fuera de serie con el que se pavonea. Ésa es la perversa triangulación del deseo de la que habla Girard: "Sólo el ser que nos impide satisfacer un deseo sugerido por él mismo es verdaderamente objeto de odio". Por eso nos gusta estar con una muchacha que les gusta a nuestros amigos. Pero sobre todo es por eso que nos gustan tanto (¡vamos, no lo nieguen!) las chicas de nuestros amigos.

La envidia explica muchas cosas. Está en el origen de la mayor parte de nuestros comportamientos. En cierto sentido, los plasma. Y si hay algo que no funciona en una sociedad liberal como la nuestra es que ha autorizado en cada uno de sus integrantes la esperanza de mejorar la propia condición, creando una masa de potenciales envidiosos. La razón por la cual la gran novela del siglo XIX está poblada por muchas figuras emblemáticas de arribistas (Julien Sorel, Rastignac, Emma Bovary, Bel Ami) es que se trata del siglo de la burguesía triunfante, de los albores del gran sueño interclasista que producirá un exorbitante número de víctimas. Para nuestro organismo no hay experiencia más violenta y vertiginosa que la envidia. Denle una ojeada en YouTube al célebre encuentro televisivo entre John Fitzgerald Kennedy y Richard Nixon. Para quien es proclive a la piedad, es un espectáculo penoso. Los rasgos tensos de Nixon. Sus palabras titubeantes. El mentón viscoso de sudor. Está descompuesto por la incomodidad. Todo conspira en contra de él. Ese joven bellísimo, naturalmente elegante, con una fascinación asesina, producto de la mejor burguesía estadounidense es su pesadilla encarnada. Nixon no podía hacer nada. Lo sabe, sufre y no logra esconder el sufrimiento. Pobre Nixon, ¿qué culpa tiene de ser tan torpe y desagradable?

La envidia es un grito de indignación nacido de nuestras vísceras hacia Dios para protestar por la injusticia de la que somos objeto. La forma penosa que toma el deseo frustrado. El emblema de una reiterada impotencia.

Por eso es un impulso tan deshonroso. Porque ninguno de nosotros está dispuesto a admitir que es impotente, que no puede bastarse a sí mismo. Hemos sido educados en la idea de que la virtud consiste en ser felices por aquello que se es y que se tiene (¿cómo dicen los psicólogos de los talk show ? "Sentirse bien consigo mismo").

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Sentirse mal consigo mismo Hace unos años tenía un amigo más bien irónico que cada tanto me pedía: "Por favor, contame una de tus últimas desgracias". Cuando le preguntaba por qué me hacía un pedido tan inoportuno, me respondía: "Me hace bien saber que estás en dificultades". ¿Bromeaba? ¿Lo decía en serio? La Rochefoucauld sostenía que en la fortuna adversa de nuestros mejores amigos hay siempre algo que no nos disgusta. Voy más allá: sucede a menudo que la felicidad de las personas que amamos resulta para nosotros insoportable, insultante. No lo digo sólo yo. La Fedra de Racine grita con toda la fuerza de su garganta cuando descubre que su Hipólito está enamorado de otra (más joven). "No, no soporto una felicidad que me ultraja", grita Fedra, inconsolable.

Y es así como funciona. A veces la felicidad de los otros nos resulta tan intolerable que llegamos a desear que sea interrumpida por una desgracia. Es cierto que no todos tienen el carácter fuerte de Fedra. Ni todos están tan desesperados como ella. Sin embargo, la literatura desborda de personajes cuyos destinos están inextricablemente vinculados con la envidia. La primera vez que Emma Bovary comprende hasta qué punto la vida que su marido, Charles Bovary, le ha prometido no está a la altura de sus bovarísticas expectativas, es durante el baile en el castillo de Vaubyessard, cuando entra en contacto con el mundo fabuloso al que querría pertenecer (ese deseo se convertirá en una enfermedad). Pero piensen en la envidia del conde Mosca por la belleza de Fabrizio Del Dongo en La cartuja de Parma . ¿Y qué decir del llameante esnobismo proustiano si no que es la cara presentable y consoladora de la envidia de clase? ¿Y el Gran Gatsby? ¿Y Humboldt? ¿Es la infinita pandilla de los envidiosos?

La información Alguien podría insinuar que el frenesí del redactor de este texto en exponer a la intemperie a los envidiosos deriva del recuerdo humillante de su adolescencia a la Bret Easton Ellis. Lo que probablemente sea cierto. Por cierto no ha ayudado a su humor el hecho de haber pasado el resto de su vida -o sea la juventud que, por otra parte, está llegando a su fin- en un medio artístico literario. Un ambiente en el que ciertos sentimientos están tan al orden del día que todos pasan el tiempo acusándose recíprocamente de envidiarse los unos a los otros.

En su último libro, George Steiner cuenta la vida de Cecco d´Ascoli, el gran erudito del siglo XIV que, de acuerdo con el mito, estaba lívido de envidia respecto de Dante Alighieri. El comentario de Steiner es apropiado: "¿Qué quiere decir ser un poeta épico con aspiraciones filosóficas cuando se tiene, digamos, de vecino de casa, a alguien como Dante?". Un poco como la leyenda de Salieri y Mozart, que hizo memorable un texto de Pushkin y bastante popular un hermoso film de Milos Forman. No debe de ser agradable pasar a la historia como el emblema mismo de la envidia. Y sin embargo, desde que el mundo es mundo, no hay competición artística (aun las más titánicas) que no esté marcada por el fuego de la envidia. Desde aquella entre Leonardo y Miguel Ángel hasta la de Sartre y Camus.

(Y a propósito de esta última, nadie me quitará de la cabeza que el gran desafío que, a comienzos de la década de 1950, los enfrentó uno contra el otro, más allá de toda consideración ideológica, fue el resultado de una inevitable envidia recíproca, vieja de decenios. Una envidia, por otra parte, en ambos casos, del todo justificada.)

Un caso interesante es el de Kafka. En El otro proceso , Elias Canetti, analizando el espitolario entre Kafka y su prometida Felice Bauer, revela qué espantosa era la envidia que Franz sentía por todos los escritores amados por Felice. El hecho de que ese notorio santito segregase hectolitros de bilis sobre sus competidores más o menos ilustres es algo que da que pensar. Hace nacer la sospecha de que para un artista la envidia es un adminículo del oficio. Y no creo que lo mismo pueda decirse de los abogados o de los agentes de seguro.

Por esto, hoy las cosas son aún más complicadas. La paradoja es que en estos tiempos la crisis de la primacía humanista ha coincidido con una sólida popularidad regalada a algunos escritores. Una actitud historicista me obliga a pensar que hasta la gloria más efímera puede considerarse merecida. Y sin embargo, es difícil encontrar allí afuera a alguien dispuesto a reconocerlo. Es inevitable, por lo tanto, que los escritores famosos sean objeto de envidia, y a su vez sean envidiosos. Todo el sistema conspira para transfigurar sus éxitos no menos que sus fracasos. Los exalta y se burla de ellos. La caída puede ser no

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menos repentina que el ascenso. Por eso están tan nerviosos, son tan narcisistas, tan frágiles. La información global les tributa los honores que necesitan. El precio que pagan por ese maná es el "presencialismo", el exhibicionismo, un desmedido deseo de expresarse, una no pedida generosidad... Y al final del túnel se encuentran convertidos en víctimas de la envidia de los otros y de las mismas pulsiones envidiosas. El estrés es tal que uno llega a anhelar una retraite digna de Montaigne. Retirarse sí, siempre que uno no sea olvidado. ¡Miren a Salinger: un verdadero profesional de la desaparición!

No por casualidad el libro que, en los últimos años, habló mejor de la envidia se refiere a dos escritores, ni tampoco por casualidad tiene como título La información . La bellísima novela de Martin Amis cuenta la gesta de Richard Teull, fracasado escritor cuarentón que inventa de todo para vengarse del éxito planetario obtenido por su amigo Gwyn Berry. "Cuánto más hermoso era todo en los viejos tiempos, cuando Gwyn era pobre", es uno de los pensamientos más amables que Richard le dedica al amigo. La potencia satírica de Amis sólo secunda a la de Easton Ellis. Y el protagonista es siempre el mismo: la envidia, en su forma patológica.

¿Pero es posible que este sentimiento no tenga ningún aspecto positivo? ¿Que sea inútil como en una época se pensaba de las amígdalas y del apéndice? ¿Es posible que uno no pueda darle un uso constructivo?

Quizá, doy la idea, sería necesario partir de un coming out . ¡Sí, en suma, desahogarse! Está bien, sí, soy envidioso. ¿Qué puedo hacer? Quizá sea el primer paso para hacer de la envidia un instrumento válido de conocimiento.

¿Un ejemplo? ¿El comienzo de una novela abierta por casualidad en una librería te ha irritado? ¿Por tratarse de algo escrito por otro funciona hasta demasiado bien? ¿La envidia te macera? ¿Te maldices por no haber pensado algo semejante? ¿Le imploras a Dios que los lectores no se den cuenta? ¿Confías en el proverbial mal gusto del público? Dale..., al menos has dado con un buen libro. En medio de todo este asco, bueno, ya es algo.

© Corriere della Sera [Traducción Hugo Beccacece] http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1218644

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Regresos de González Sainz

ANTONIO MUÑOZ MOLINA 09/01/2010

En las novelas de José Ángel González Sainz siempre hay un regreso. Volver al mundo, se titulaba la que publicó en 2003, una novela grande, de hermosa ambición narrativa y política, en la que uno se sumergía poco a poco y en la que se quedaba a vivir durante todo el tiempo que le durara la lectura. Tenía la densidad y la duración de esas historias en las que un escritor pone exactamente todo lo que posee, la enciclopedia cifrada de toda su existencia. "La única pregunta que importa acerca de un libro", dice Joyce en Ulysses, "es a qué profundidad en el alma de quien escribe se ha originado". En esa novela se notaba en seguida la hondura de la que brotaba su caudal, de modo que las muchas sutilezas de su construcción como artificio narrativo -el juego de las voces, las idas y vueltas en el tiempo, el modo gradual en que se iba revelando la historia- importaban menos en la primera lectura apasionada que los caracteres y los destinos de los personajes. Uno iba leyendo y no podía dejar de hacerlo y lo que quería era saber más y comprender, y había momentos en los que la tensión se volvía tan irrespirable como si uno mismo se hubiera visto atrapado en los actos de aquellos seres en los que la intoxicación ideológica había sido el preludio para la ceguera y el crimen. La severidad política y moral de la novela era el fondo contra el que se desplegaba una rica invocación de la terrenalidad del mundo visible, de la naturaleza intacta y los paisajes campesinos creados por el trabajo humano, abandonados luego, revertidos poco a poco a un estado de desolación que es el de la inmensidad deshabitada de la España rural. 'Volver al mundo' era, en el fondo, una novela de miedo, una novela gótica de hechiceros y monstruos También hay monstruos en 'Ojos que no ven'. Es una crónica de cosas atroces que suceden todavía en nuestro país El trabajo del novelista, como el del lector, consiste en ponerse en la piel de seres desconocidos y probablemente imaginarios que sin embargo son sus semejantes, pero hay experiencias que no pueden inventarse, o que sólo se transmiten con una vibración de verdad si uno las ha vivido en su propia carne. Basta leer ciertas fechas y ciertos nombres de lugares en la solapa de los libros para adivinar una biografía. González Sainz nació en 1956, en Soria; estudió en Barcelona y Madrid; lleva veinte años viviendo en Italia. Pertenece a la generación de los que conocimos todavía un país pobre, atrasado y agrario, en el que las palabras que nombraban las cosas y los trabajos con los que los hombres y las mujeres se ganaban difícilmente la vida estaban anclados a la tierra y al orden arcaico de las estaciones. De haber nacido sólo unos años después sus recuerdos serían completamente distintos; si hubiera nacido unos pocos años antes, no habría tenido la oportunidad de estudiar y por lo tanto de salir del horizonte

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estrecho pero también protector en el que sus mayores habían vivido con esfuerzo y sin queja, con una oscura voluntad de resistir a las adversidades. El estallido biológico de la primera juventud fue para él exactamente simultáneo con el de las libertades políticas y los grandes vendavales ideológicos que agitaban las universidades hacia la mitad de los setenta, y que eran el resultado de la muerte del general Franco pero también la resonancia tardía del 68 europeo y americano. De pronto todo era tan nuevo que el mundo de los orígenes casi daba vergüenza por su atraso. En un país donde nunca hay grandes distancias, los pocos cientos de kilómetros que como máximo separaban las capitales universitarias de los pueblos a los que uno volvía con tanta desgana para las vacaciones se convertían en un viaje apesadumbrado en el tiempo, hecho por igual de hostilidad y de culpa. En el deseo de poner tierra por medio había sin embargo matices incómodos de vulnerabilidad a la añoranza que eran como anticipos de la melancolía sin remedio que habrían de llegar con la conciencia verdadera del paso del tiempo y de su acción devastadora sobre los seres queridos y los lugares de la memoria. De la potestad de destrucción que traía consigo lo radicalmente nuevo muchos nos dimos cuenta cuando ya era demasiado tarde. Las drogas y las ideologías vinieron como promesas subyugadoras de una libertad más allá de cualquier límite y dejaron anchas zonas de sombra sembradas de cadáveres o habitadas por muertos vivientes, o por monstruos que algunas veces, aunque ya no miraran igual, tenían los rasgos de personas conocidas. En Europa, en los años ochenta, los criminales alucinados de las Brigadas Rojas o de la llamada Fracción del Ejército Rojo estaban muertos hacía tiempo o encerrados en las cárceles, marcados por la ignominia pública. En España, hasta casi ayer mismo, sus semejantes mataban más que nunca y recibían, en el País Vasco, el cariño incondicional de familiares y vecinos, la abierta aprobación o la indulgencia política, incluso la bendición eclesial. En Volver al mundo González Sainz contó las historias de la generación que había creído liberarse del pasado y abrazaba tan fanáticamente lo nuevo que se dejó seducir por el brillo intelectual del crimen como herramienta necesaria en la consecución del paraíso. Era, en el fondo, una novela de miedo, una novela gótica de hechiceros y monstruos, los monstruos que han sido personas normales, los hechiceros intelectuales que seducen a otros para despojarlos de su humanidad y convertirlos en verdugos. También hay monstruos en la novela más reciente de González Sainz, Ojos que no ven; monstruos humanos que matan en nombre del pueblo o de la patria y otros que no matan pero acusan, aprueban, vuelven la cabeza, miran a otra parte; y pájaros carroñeros de picos fuertes y grandes garras que despedazan los cadáveres mientras otros más débiles esperan su turno para devorar las partes blandas, las vísceras y los ojos. La novela es una crónica de cosas atroces que suceden todavía en nuestro país -el terrorismo y las complicidades que lo alimentan- y también una fábula de intensidad primitiva, la del hombre que vuelve al cabo de mucho tiempo a los lugares de su infancia y la del padre que ve crecer a su hijo y convertirse en un extraño y en un enemigo y descubre que el monstruo más temible es el que ha engendrado uno mismo. Volver al mundo tenía la amplitud de esas novelas que según Balzac aspiran a competir con el registro civil; Ojos que no ven adopta la disciplina inversa, que es tal vez más exigente, la distancia ceñida de la novela corta, que abarca igual tiempos y vidas, pero comprimiendo el relato en lugar de dejándose llevar por él. En la novela larga se vive como en una casa durante muchos días. La novela corta, como el poema y el relato, como una obra musical, obtiene su efecto de la unidad de lectura. Los días se concentran en horas. Dura como un viaje. En ninguna otra forma narrativa es más poderosa la maestría. Termino Ojos que no ven en un cierto estado de sonambulismo y regreso a la primera página para fijarme con más cuidado en su meticulosa construcción. Me acuerdo siempre de Cyril Connolly: literatura es algo que ha de ser leído al menos dos veces.

Ojos que no ven. José Ángel González Sainz. Anagrama. Barcelona, 2009. 160 páginas. 15 euros. Volver al mundo. Anagrama, 2003.

http://www.elpais.com/articulo/portada/Regresos/Gonzalez/Sainz/elpepuculbab/20100109elpbabpor_4/Te s

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Los otros trabajos del escritor

¿Cómo lidiar con el detractor impenitente? El autor de Historias de hombres casados busca la mejor manera de enfrentarlo Sábado 9 de enero de 2010 | Por Marcelo Birmajer Para LA NACION - Buenos Aires, 2010

Luego de publicar cierta cantidad de libros, comencé a notar que poseía una serie de seguidores, pero no en el sentido de admiradores sino, por el contrario, sujetos sueltos, improbables lectores o aspirantes a escritores, que se me acercaban simplemente para detractarme. Más que seguidores, perseguidores. Me encontré con un antiguo compañero del secundario en una sala de espera, en el consultorio de un traumatólogo. Mi ex compañero había sufrido la desgracia de enterarse, el día anterior, por el diario del domingo, de que yo había publicado un libro. A eso se le sumaba que le habían partido el fémur en el partido de fútbol. -Yo también escribí un libro -me comentó mi ex compañero, que se dedicaba a la venta de bienes raíces-. ¿Cuánto debés pagar para que te lo publiquen? Le expliqué, ruborizándome, que yo no pagaba para que me publicaran un libro, sino que me pagaban por publicarlo. -¿Y luego tenés que ir pagándolo en cuotas? -insistió. A otro ejemplar he dado en llamarlo "Tengo una historia". Puede ser hombre o mujer, de cualquier edad a partir de los treinta años, y se presenta con frases como las que siguen: "Si yo te contara... podrías escribir cien libros"; "Ayer me pasó algo que, si te lo cuento, escribís una novela"; "Mi vida sería material para diez escritores distintos". Invariablemente, son vidas intrascendentes, sucesos aburridos, anécdotas banales. O bien sienten tal consideración por sí mismos que cualquier cosa que les pase es digna de literatura, o bien me creen capaz de convertir en aventura todo lo que toco. Desde ya descartemos lo segundo: en cuanto empiezo a escucharlos, más o menos a mediados de la historia, revelan que nunca han leído nada de mi autoría.

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En esta misma vertiente se ubican quienes me invitan a leer sus manuscritos: trescientas o quinientas páginas. Me los envían por e-mail , por correo, por señales de humo. Cuando les pregunto por qué se les ocurre enviarme su obra magna, responden que creen tener talento. Pero... ¿por qué a mí?; insisto: yo no soy editor. Fatalmente reconocen que no han leído ninguno de mis libros. Su verdadero pensamiento es: si al inútil de X (X soy yo, en este caso) le han publicado un libro, ¿cómo no me lo publican a mí? Y si la suerte ha sido tan injusta como para que publiquen a X y no a mí, entonces el propio X debe compensar esta falla y lograr que publiquen mi libro, incluso a costa de su propio trabajo. Pero no sólo los aspirantes a escritores se enfurecen de este modo, sino también simples mortales sin problemas vocacionales. Recuerdo un viaje en avión, en ocasión de presentarme en un pueblito francés. Cuando un argentino me preguntó el motivo de mi viaje, se produjo el siguiente diálogo: -Es que me tradujeron al francés. -¿Por qué? Frente a mi incapacidad para responder esta pregunta, mi ocasional compañero de viaje siguió: -¿Lo tuviste que escribir todo de nuevo en francés? Busqué con los pies el paracaídas, que se supone está debajo de los asientos; y por suerte ni siquiera encontré el bote salvavidas, porque me hubiera arrojado de todos modos, con la esperanza de caer en el Atlántico. Cerró su ataque con el remanido: -¿Tuviste que pagar mucho para que te publicaran en Francia? Otra especie de perseguidores está compuesta por aquellos ejemplares que, efectivamente, han leído uno de mis libros. Siempre es uno, nunca más. La herida imborrable que esa lectura les ha dejado los ha apartado para siempre de todos mis demás libros; no obstante, recuerdan en forma permanente los errores cometidos en ese único libro de mi autoría que han leído. Estos perseguidores me encuentran en ferias del libro, en escuelas, en parques públicos, incluso en baños públicos, e invariablemente me recuerdan desaciertos reales o supuestos. "La persecución que describes es imposible: esa calle es contramano." "Esa farmacia no vende gomas de mascar: es inverosímil." "Esa historia que has contado no le puede importar más que a la gente de tu barrio." "¿Por qué utilizas punto y coma, pudiendo utilizar la coma, y punto?" Es curioso, son lectores interesados en hacerme conocer exclusivamente mis errores. Se cuidan de que jamás se les escape un halago. Están entrenados para leer sólo aquellos párrafos de mi autoría que les desagradan. La mayoría de los escritores padecemos la ansiedad de no saber si nuestras obras sobrevivirán el paso del tiempo. Yo puedo sumar la de no saber si sobreviviré el paso de mis libros.

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1218645

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Historia de una psicosis colectiva

Saul Friedländer, maestro de la narración y el análisis histórico y cuyos padres murieron en Auschwitz, traza un relato sobrecogedor de la persecución y el genocidio de los judíos por el nazismo y la indiferencia europea entre 1933 y 1945 LUIS FERNANDO MORENO CLAROS 09/01/2010

Esta monumental obra historiográfica que presentan Galaxia y Círculo, editada con esmero y traducida con excelencia, narra con detalle el acoso y exterminio de los judíos europeos por el régimen de Hitler y sus Estados satélites entre los años 1933 y 1945; si algo sobrevivió al Holocausto fueron los testimonios de las víctimas y las pruebas documentales de los verdugos. Saul Friedländer (Praga, 1932), judío cuyos padres murieron en Auschwitz, en la actualidad catedrático de Historia en Los Ángeles, lleva décadas investigando el Genocidio por antonomasia. En España contamos con otros libros suyos: ¿Por qué el Holocausto? (Gedisa) y Pío XII y el III Reich (Península). Friedländer es un maestro de la narración y el análisis histórico, de ahí que los dos tomos que reseñamos absorban y atrapen al lector desde la primera página, dejándolo estupefacto con la descripción de unos hechos que incluso siendo conocidos han de sobrecogerlo. Friedländer también plantea preguntas: ¿qué juego de ominosas voluntades, azares y circunstancias condujeron a más de seis millones de personas a la muerte? ¿Cómo actuó Europa frente a Hitler y sus planes genocidas? ¿Hasta qué punto el odio ancestral hacia los judíos, nunca extinguido en nuestro continente, contribuyó a la tragedia?

El Tercer Reich y los judíos (1933-1939). Los años de persecución El Tercer Reich y los judíos (1939-1945). Los años del exterminio Saul Friedländer Traducción de Ana Herrera Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores Barcelona, 2009. 610 y 1.136 páginas 29 y 39 euros Las respuestas se hallan en estos dos tomos imprescindibles (publicados en inglés en 1997 y 2007), con los que Friedländer amplía la obra de prestigiosos historiadores del Holocausto, como Poliakov o Hilberg. Toda la inusitada crueldad de lo acontecido lo recoge esta obra: desde el ascenso de Hitler al poder y el inicio de la segregación racial de los judíos alemanes hasta el desenlace final: el casi absoluto exterminio de la "raza maldita" en Europa, no sólo en los "campos de la muerte", sino también en los masivos pogromos auspiciados por los nazis y perpetrados, a menudo con entusiasmo, por ciertos sectores de la población local de países tales como Polonia, Ucrania, Lituania o Rumania. El primer volumen describe los primeros años de la humillación colectiva de los ciudadanos judíos en el Tercer Reich, cuando el Estado racista de Hitler condenó a la miseria a miles de familias judías que, esquilmadas de todas las formas posibles, terminan por vagar de frontera en frontera en una Europa cuyos

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países más poderosos (también Inglaterra y Suiza) cerraron sus puertas a los inmigrantes extranjeros. Friedländer narra los pasos del macabro proceso alemán de acoso al judío: desde la promulgación de las leyes raciales de Núremberg hasta la Kristallnacht, el primer pogromo serio en el que ardieron sinagogas, miles de negocios judíos fueron destrozados y cerca de cien personas de la "raza impura" murieron "ajusticiadas" por el "pueblo" inflamado de "justa ira" por la muerte de un gerifalte nazi en París, tiroteado por un chico judío desesperado. El libro termina con una célebre reunión de jerarcas nazis en la que, animados por su odio racial, se las ingeniaron para dictar leyes antijudías cada vez más humillantes; tanto se ensañaron que el orondo ministro Göring observó: "No me gustaría ser judío en Alemania". El segundo tomo (Premio Pulitzer 2008) detalla el desarrollo del exterminio fáctico, explícito en media Europa, dando voz a víctimas y verdugos: los diarios de particulares, entre ellos los más conocidos de Viktor Klemperer, Ana Frank o Mijaíl Sebastian, aportan sentimientos y reacciones; recrean con viveza un marco de horror sin precedentes. La narración de las ejecuciones perpetradas por los Einsatzgruppen en Europa del Este llena al lector de indignación y repugnancia, tanta como los recuerdos de los campos de exterminio: los viajes infernales en los vagones de ganado, la selección, las engañosas duchas, los cuerpos desnudos hacinados; todo ello, teñido del atroz sufrimiento de las víctimas y la anormal ponzoña sádica de los asesinos. Recuerdos que, reunidos aquí, constituyen una verdadera enciclopedia del horror criminal, testimonio del proceder antihumano del que es capaz el hombre. Aparte de plasmar los crudos hechos de la humillación y el asesinato masivo, Friedländer describe la atmósfera social y política reinante en aquella Europa del Holocausto, cuando varios países abrazaban el fascismo. De los crímenes en sí fueron culpables los nazis y demás matarifes colaboradores, por supuesto, pero debe tenerse en cuenta que la tragedia halló un fértil caldo de cultivo en el odio ancestral a los judíos, dominante en una Europa que desde hacía poco menos de dos siglos aceptaba su emancipación. Atenazada por el miedo al bolchevismo, decepcionada del liberalismo, sometida a la demagogia de las derechas radicales, vio con indiferencia la persecución y el acoso de sus ciudadanos judíos. Friedländer es claro: la mayoría de los alemanes primero y de los europeos después miró hacia otro lado mientras se gestaba el genocidio. Las reacciones llegaron tarde. Una Europa torpona y semidormida, domeñada por una tradición cristiana mojigata y ciega que hasta aceptaba la idea de una "conspiración judía internacional", favoreció la psicosis colectiva que afectó en diversos grados al más culto de los continentes, revelando la ferocidad de sus demonios interiores; pocas naciones de Europa se salvaron de llevar sobre su conciencia sangre judía derramada. http://www.elpais.com/articulo/portada/Historia/psicosis/colectiva/elpepuculbab/20100109elpbabpor_6/T es

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Una razón fundamentalista

En Más allá de las imposturas intelectuales , el físico Alan Sokal retoma su pasión por combatir el pensamiento posmoderno, las pseudociencias y la religión, pero incurre en algunas torpezas que sólo compensa su savoir faire Sábado 9 de enero de 2010 | Ana María Vara Para LA NACION

Más allá de las imposturas intelectuales Por Alan Sokal Paidós TRAD.: Miguel Candel 576 Páginas $ 149

Si el asesino siempre vuelve a la escena del crimen, el intelectual lo hace al escenario de su consagración. Alan Sokal, el físico de la New York University que provocó uno de los escándalos académicos más divertidos -y reveladores- de los últimos años, retoma su batalla contra el pensamiento posmoderno, afila sus armas filosóficas y las dirige contra dos nuevos blancos: las pseudociencias y la religión. Primero, el ayuda memoria. En 1996, Sokal publicó en la influyente revista de estudios culturales Social Text un artículo titulado "Transgredir las fronteras: hacia una hermenéutica transformadora de la gravedad cuántica". Pronto confesaría que era sólo de una parodia. Con una retórica oscura y presuntuosa, el texto simulaba ofrecer fundamentos físicos a la idea de que no hay una realidad exterior, ridiculizando los extremos del posmodernismo en su apropiación de teorías científicas. El chasco tuvo amplia repercusión y convirtió a Sokal en conferencista internacional (incluso llegó a Buenos Aires en 1998). También dio como resultado dos libros. En Imposturas intelectuales (Paidós, 1998), el estadounidense se unía a su colega francés Jean Bricmont para hacer una antología de citas absurdas salpicadas de vocabulario técnico, tomadas de autores como Jacques Lacan, Julia Kristeva, Luce Irigaray, Jean Baudrillard, Paul Virilio, Gilles Deleuze y Felix Guattari. La periodista española Rosa Montero celebró el asalto a "unos cuanto santones atrincherados en sus jergas sagradas", y Didier Eribon, biógrafo de Foucault, consideró el libro "una obra de saneamiento público". De mayor enjundia fue el segundo libro derivado del " affaire Sokal", editado por Harry Collins y Jay A. Labinger, que incluyó tres contribuciones del autor, además de aportes de otros científicos y de expertos en estudios sociales de la ciencia. The One Culture? A Conversation About Science , publicado por University of Chicago Press en

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2001 y sin traducción al español, fue considerado un intercambio enriquecedor, una suerte de balance de las "guerras de la ciencia" de los años noventa. En Más allá de las imposturas intelectuales. Ciencia, filosofía y cultura , publicado originalmente por Oxford University Press, Sokal retoma el affaire : están el artículo original, la revelación y profusas notas, que su colega Peter R. Saulson comparó en la revista Physics Today con las explicaciones que terminan por arruinar un chiste y convierten al parodista en "una parodia de sí mismo". El comentario lapidario de Saulson tiene eco en otro igualmente duro del propio Sokal, quien cree que, no importa lo que todavía logre en su carrera, la anécdota de Social Text abrirá su obituario. Sin dudas, ese episodio ha transformado al físico en una celebrity académica, haciendo del experto un intelectual. ¿Pero por qué otra vez la provocación? ¿Cuál es la urgencia? Sokal argumenta que su preocupación es "la centralidad de la evidencia científica en todos los temas de debate público", que se encuentra nuevamente amenazada. Si su primer "experimento" -como lo llama- buscaba aclarar los tantos dentro de la propia izquierda, contribuyendo a "defenderla de un segmento sectario de ella misma", ahora lo moviliza el avance de la derecha. En el "Prefacio" sostiene que la ciencia está siendo asaltada por una "alianza entre grandes empresas que tratan de eludir normativas ambientales y de seguridad, por un lado, e integristas religiosos que tratan de imponer sus dogmas en la política educativa y sanitaria, por otro". En sintonía con sus antecedentes, Sokal elige abordar el problema desde la epistemología. En este sentido, cuatro capítulos son esenciales. Dos son conceptuales: "El relativismo cognitivo en la filosofía de la ciencia" y "Defensa de un modesto realismo científico" son acabados exponentes del realismo, la postura filosófica más extendida entre los científicos practicantes, quienes suelen decir que el "método científico" es puro sentido común y puede ser aplicado a todos los ámbitos de la vida. Sokal lo llama "enfoque racional": "Estudiar, lo más cuidadosa y objetivamente posible, los datos disponibles que tengan que ver con la verdad o la falsedad de la afirmación en cuestión; sopesar dichos datos racionalmente en la medida de la propia capacidad; y debatir los resultados con otras personas que empleen el mismo método". La extrema idealización de este modelo hace que sus análisis en los otros dos capítulos resulten un pálido reflejo de sus primeras victorias. El embate contra el "toque terapéutico", una forma de medicina alternativa bastante difundida en Estados Unidos, es revelador: no encuentra pruebas de su eficacia. Pero reflexiona poco sobre las cuestiones institucionales; minucias como que la fundadora de la técnica haya sido una profesional de su propia universidad. En su ataque contra la religión repite argumentos muy socorridos, similares a los del británico Richard Dawkins. Compara las afirmaciones religiosas con las "relativas a la historia, la ciencia y la vida cotidiana": a todas les impone el mismo "enfoque racional". Claro que la virginidad de María o la creación del mundo en seis días no lo resisten, y entonces Sokal lanza una diatriba contra la noción de fe. Los límites de su metodología, sin embargo, no son los de sus actitudes. Sokal es más flexible, más generoso, más astuto, cuando cuenta aspectos de su voluntariado en Nicaragua o cuando elige un editor. Hay un fundamentalismo en sus análisis que no se repite en su conducta; que en estos extremos del mundo reconozcamos su nombre y no el de otros físicos estadounidenses muestra un savoir faire que supera ampliamente las torpezas de su cientificismo.

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1218622

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Lazos funestos

JESÚS FERRERO 09/01/2010

La vida de Max Gallo representa un viaje lento y zigzagueante de la izquierda a la derecha, casi a la par que sus libros. Nacido en Niza en 1932 e hijo de emigrantes italianos, fue miembro del Partido Comunista hasta 1956, y permaneció fiel a la izquierda hasta los años noventa, época en que abandona el Partido Socialista para fundar el Mouvement des Citoyens. Desde 2007 apoya claramente a Sarkozy tras haber apostado por el "no" en el referéndum sobre el tratado constitucional europeo de 2005. Estos datos biográficos pueden servir de introducción a su novela El pacto de los asesinos, publicada en Francia el año pasado. La novela entraría dentro del género, acuñado por el autor, de "novela-historia", que consistiría en una narración tejida con los datos objetivos de la historia y los datos subjetivos de los sentimientos y las vivencias personales (nada nuevo, por supuesto). Y ahora cabe preguntarse qué cuenta más en El pacto de los asesinos, ¿la memoria histórica o el odio casi absoluto que Gallo le ha ido cogiendo a la izquierda? El pacto de los asesinos es un empeño casi heroico de hermanar el nazismo y el comunismo, que habrían llegado a formas de aniquilación muy parecidas, por no decir idénticas. Casi se puede decir que no hay otro objetivo en la novela: el narrador está totalmente empecinado en igualar nazismo y comunismo. Al mismo tiempo entona un canto egregio a la aristocracia, que según se desprende de la novela es la única clase social verdaderamente elegante, en todos los aspectos. No es el único autor francés que en los últimos tiempos ha emprendido el camino hacia la noblesse. Pero que no se engañe el lector pensando que aquí se va a encontrar con algo parecido a un panfleto. Gallo es un novelista muy experimentado y todo un "artesano" de la novela histórica, más poderoso que Druon y más vitalista, y coge además como punto de referencia fundamental el magnífico libro de Margaret Buber-Neumann (nuera del filósofo Martin Buber) que lleva por título Prisionera de Hitler y Stalin. Basándose en la vida y los hechos de Margaret Buber, Gallo construye el personaje de Julia Garelli: una aristócrata veneciana de ideología marxista y bastante activa sexualmente, con la que viajamos por Alemania, Italia y Rusia, las cárceles, los campos de concentración, y los hoteles de Moscú. Los capítulos ambientados en el hotel Lux en la época más dura del estalinismo no tienen desperdicio, y transportan al lector a un mundo de nervios tensos como cables; también merecen la pena los referidos al pacto entre Hitler y Stalin, que viene a ser en la novela el verdadero y definitivo pacto de asesinos. Mas no conviene olvidar que esos y otros ambientes aparecen ya en el libro de Margaret Buber, del que la novela de Gallo es ampliamente tributaria.

El pacto de los asesinos Max Gallo Traducción de W. Carlos Lozano Alianza. Madrid, 2009 464 páginas. 19,50 euros http://www.elpais.com/articulo/portada/Lazos/funestos/elpepuculbab/20100109elpbabpor_8/Tes

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Una adolescencia devaluada

Walter Cassara Sábado 9 de enero de 2010 |

Bolaño Foto: EL MERCURIO/GDA Una novelita lumpen Por Roberto Bolaño Anagrama 151 Páginas $ 82 Si bien no funciona como una regla universal, es sabido que cuanta más utilidad en el presente tiene la obra de un escritor, mayor es su costo de depreciación en el futuro. Roberto Bolaño está pagando demasiado caro las deudas adquiridas con su época y con sus contemporáneos. Hoy por hoy, toda su obra se nos presenta embargada por la verborragia del presente y aquello que podría haberlo distinguido alguna vez del rumor de la marea se está dilapidando rápidamente en manos de su agente literario y su editor, sin mencionar a sus exaltados panegiristas ibéricos ni a sus presuntos herederos latinoamericanos.

Lo peor que pudo pasarle a Bolaño es haberse "bolañizado", vale decir, haberse convertido en una caricatura de sí mismo y haber reencarnado en un fenómeno comercial, peleando cabeza a cabeza con Isabel Allende en los primeros puestos de los autores más vendidos. Se podrá objetar que ser asimilado a aquello que más aborrece es la suerte que corre todo escritor maldito. No obstante, a la espera de esa justicia poética que sólo puede dispensar el tiempo, los fanáticos del escritor de Estrella distante tendrán que hacer silencio y bostezar con Una novelita lumpen , un libro que ya desde el título -parodia de las Tres novelitas burguesas de José Donoso- bien puede leerse entre líneas como una caricatura o un cómic negro sobre las penurias, los desencantos y el despertar sexual de una adolescente -Bianca- perdida en los basureros de la posmodernidad.

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La adolescencia entendida como un estado de máxima combustión poética es un tema recurrente en la narrativa de Bolaño. Basta recordar que Los detectives salvajes es una larguísima novela protagonizada exclusivamente por un club de clones mexicanos de Rimbaud y Lautréamont. Pero mientras que en Los detectives... la bancarrota moral y cultural de la vida moderna apenas aparecía esbozada en los intersticios de una historia que fluye a un ritmo endiablado, al mejor estilo de las películas sobre la mafia, en Una novelita lumpen todo -desde los personajes hasta la trama, pasando por el lenguaje y las locaciones- es deliberadamente chato, artificial y trash .

Quizás el problema radique en que la adolescencia trash que pinta Bolaño es demasiado gruesa, demasiado cerebral o literaria para ser verosímil. Del mismo modo, la calculada mezcolanza de un oscuro actor de péplum con los programas diarios de la televisión basura, la combinación de fisicoculturismo con esa pequeña dosis de pornografía que la pequeña Bianca consume diariamente junto con su hermano, parecen clisés calcados del manual básico del escritor "berreta".

Ello, sumado a un intriga que coquetea vagamente con el policial y el gótico sureño de Estados Unidos, compone un extraño cóctel que podría elevar a Una novelita lumpen a la categoría de lectura para el verano, si no fuera esa clase de textos que sólo sirven para que los críticos frunzan el entrecejo y se pongan a releer las obras principales de uno de los escritores más prolíficos y polémicos de las últimas dos décadas. http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1218624

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Desastroso final de la guerra perdida

SANTOS JULIÁ 09/01/2010

Cuando publicó El honor de la República, Ángel Viñas culminaba la proeza de reescribir la historia de la Guerra Civil española, especialmente en su alcance internacional, sobre una montaña de nueva documentación, procedente en gran medida de archivos rusos. La soledad, el escudo, el honor constituyen una trilogía sin parangón posible entre la multitud de libros sobre la guerra publicados en las últimas décadas. Pero, en permanente debate con los actores e historiadores del drama, Viñas ha unido ahora su trabajo al de Fernando Hernández para retornar a las últimas semanas de la guerra, con particular atención a la política de Negrín y del Partido Comunista. La trilogía se convierte, pues, en tetralogía: un esfuerzo descomunal de acopio de materiales que proyectan nueva luz sobre la República en guerra.

El desplome de la República Ángel Viñas y Fernando Hernández Sánchez Crítica. Barcelona, 2009 681 páginas. 35 euros Ocasión de este volumen es un documento que los autores presentan -en dos versiones, modernizada, la impresa, y literal, en CD- como una de las piezas más espectaculares de los largos años dedicados a exhumar papeles de archivo: el primer informe del PCE sobre las causas de la derrota, dirigido a Stalin en el verano de 1939. Pero si ésa es la ocasión, los propósitos son otros: triturar con gran despliegue de evidencias empíricas las versiones pro franquistas sobre el fin de la guerra, denunciar las que llaman azañistas y casadistas, mostrar comprensión por la del general Rojo y reivindicar la política de resistencia de Negrín y del PCE. Un lenguaje condenatorio, exculpatorio o laudatorio, como de militantes de una causa o jueces en una sentencia, va salpicando la minuciosa reconstrucción, propia del historiador, del desplome republicano, con los potentes focos de la nueva documentación proyectados día a día sobre los

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principales personajes del drama, con vueltas y revueltas que afectan, no siempre para bien, a la estructura de la trama. Documentado de manera abrumadora que Negrín no fue un títere de los soviéticos y que los comunistas no controlaron el ejército, quedaba por ahondar en las razones de la resistencia cuando la mayoría de mandos militares, comenzando por Rojo, no vieron otra posibilidad que levantar bandera blanca de rendición. Si el PC y el ejército fueron las principales fuerzas sobre las que Negrín sostuvo su estrategia desde 1937, de la manifiesta opción de los mandos militares por una rápida entrega de las armas tras la caída de Cataluña pudo haber deducido el presidente del Gobierno la urgencia de terminar a la guerra. No la dedujo; o mejor, no vio la manera de poner fin a una guerra perdida: su error no consistió en jugar "en solitario, sin desvelar sus cartas a nadie"; su error, o su tragedia, fue que se quedó solo, sin ninguna carta que jugar y sin nadie con quien jugarla. Al cabo, también él abandonó antes del derrumbe, el 6 de marzo, mientras los comunistas, desorientados, sucumbían en Madrid ante las fuerzas de Casado, sostenido por republicanos, socialistas y anarquistas. El desplome se produjo así en las peores condiciones posibles, tras una guerra civil dentro de la guerra civil, como definió Morla Lynch aquellos días de marzo. Y éste, el desastroso final de una guerra dos meses antes perdida, fue durante años el motivo de las polémicas en el exilio: ¿era posible, tras la pérdida de Barcelona, "sin haber sido defendida" -inciso suprimido en la versión modernizada del informe del PCE-, mantener una política de resistencia, aunque sólo fuera con el propósito de escalonar la retirada con vistas a una rendición negociada? ¿Cómo sostener un repliegue y abrir una negociación si Rojo, jefe del Estado Mayor, se niega a obedecer la orden de regresar a España; si Francia y el Reino Unido reconocen al Gobierno de Burgos, si horas después Azaña dimite de la presidencia de la República, si la flota se rebela, si Casado actúa por su cuenta, si Besteiro se suma a la facción, si Miaja preside el Consejo de Defensa? Son cuestiones imposibles de zanjar de una vez por todas: tan plausible es afirmar que todo eso ocurrió porque Negrín se empecinó en su retórica de resistencia como atribuir a una conspiración de "embusteros" y "traidores" que Negrín no pudiera jugar unas cartas que se habría guardado para sí. En cualquier caso, además de "rescatar" a Negrín y hacer justicia al PCE, no habría sido superfluo un acercamiento menos agresivo y más sensible a la tragedia de quienes, tras dos años y medio de servicio a la República, destrozados los espejismos de varias batallas decisivas que iban a cambiar el curso de la guerra, decidieron que había sonado la hora de ponerle fin. Dictaminar quien "queda bien", quien no queda tan bien o quien queda francamente mal, parece más propio de las disputas del exilio que del trabajo de unos historiadores que, al exhumar textos fundamentales y documentar los hechos, han realizado una contribución sustancial a la historia de los últimos días de la República española.

http://www.elpais.com/articulo/portada/Desastroso/final/guerra/perdida/elpepuculbab/20100109elpbabpor _10/Tes

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Antes del silencio

Lolita Bosch Sábado 9 de enero de 2010 | Ayer Por Agota Kristof El Aleph TRAD.: Ana Herrera 112 Páginas $ 60

Kristof ya no escribe. Ahora vive en un piso anodino de una ciudad anodina, ve la televisión todo el día y no tiene ninguna curiosidad literaria. Se agotó. O eso dice, aunque su pasado demuestre lo contrario: nació en Hungría en 1935, cruzó a pie la frontera hasta Suiza en 1956, aprendió a marcar el ritmo literario en una fábrica de relojes de Neuchâtel y durante muchos años sus obras de teatro se representaron en cafés suizos sin que ella le contara a nadie que en realidad estaba escribiendo poesía. Así que probablemente, entre lo que Agota Kristof hace y lo que Agota Kristof dice que hace, exista el mismo abismo de ambigüedad y certeza en el que se mueven sus personajes exquisitos.El Aleph había editado ya su trilogía Claus y Lucas ( El gran cuaderno , La prueba y La tercera mentira ). Kristof había comenzado a escribirla en 1986, cuando había abandonado su húngaro materno y escribía en francés. Es una trilogía en la que trabajó seis años. Durante ese tiempo vivía en Suiza. Pocos meses antes su marido se había revelado contra la imposición del régimen soviético y la familia se vio obligada a cruzar la frontera a pie: por miedo. Pero cuando Agota Kristof, su esposo y su hija llegaron a Suiza y se sintieron libres, al fin, descubrieron que en realidad no tenían nada que hacer. Así que comenzaron una vida con la que no se sentían identificados y que estaba profundamente alejada de la que habían llevado en Budapest. Eso fue, curiosamente y en contra de lo que hubiera podido esperarse, lo que llevó a Kristof a escribir: la rutina. El Aleph había publicado también colección de relatos bajo el título No importa que la autora no había recopilado en un solo volumen. Pero no pienso en esa antología cuando digo que Ayer (escrita originalmente en 1995, en francés) es una fusión de sus libros anteriores, sino que la novela es el encuentro de la biografía que Kristof sintetizó en La analfabeta y el estado de ánimo que parece emanar de la novela Claus y Lucas . Y es además, por encima de todo, el libro más poético de la autora. Su prosa tiene algo profundamente doloroso, sin consuelo, un desamparo radicalmente humano y triste. Y, no obstante, mantiene la esperanza en la literatura que ya ha sido escrita; no como memoria, sino como la posibilidad precisa y meticulosa de construir un artefacto en el que encajar. Como si la autora húngara hubiese sido capaz de entender algún tipo de experiencia traumática y hubiera radicalizado su prosa. Y logra también que nosotros seamos capaces de entender su agotamiento. Porque aunque no sea una escritora mitómana, produce la sensación de haber hecho un esfuerzo inconsciente e inmenso para encajar en ese lugar abstracto desde el que se escribe con un ritmo literario auténtico que nosotros sólo tenemos la oportunidad de percibir leyendo a autores fundamentales como ella.

© Letras libres http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1218626

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Marlowe y compañía

No todos los crímenes son novela negra y policiaca de calidad. Entre la abundante oferta del género destacan los siete libros creados por Chandler sobre el detective Philip Marlowe, en un solo volumen, Mankell, Connelly, Bosch, Nesbo y Holt; además de algunos españoles ROSA MORA 09/01/2010

Tengo 42 años y mi independencia me ha echado a perder", dice Philip Marlowe en El largo adiós (1953), la mejor novela del mítico detective privado creado por Raymond Chandler. En ella aparecen todos los grandes temas que preocuparon al escritor. La decadencia de la sociedad, la corrupción de las clases privilegiadas y de las fuerzas legales en connivencia con el gansterismo, la injusticia social que todo ello provoca. El alcohol, algo que Chandler, con una marcada tendencia a la autodestrucción, vivió de manera terrible. Marlowe mide un 1,85, pesa cerca de 90 kilos, fuma en pipa y bebe, no tanto como su creador, desde luego, preferentemente bourbon y gimlet. Vive y trabaja en Los Ángeles (California). Cobra tarifas modestas. No se ocupa de divorcios. Tiene un humor devastador. Es insobornable. Se le contrata pero no se le compra. En un mundo que no le gusta, lucha por mantenerse libre y atenerse a sus propios principios. Es un caballero. En El largo adiós, se topa con Terry Lennox, un héroe de la I Guerra Mundial, alcoholizado. Borracho, caído en el suelo, lo recoge, lo lleva a comer hamburguesas, luego, en su casa, le prepara huevos revueltos, café con un poco de whisky. Sabía que le daría problemas. La escena se repite. Incluso va a la cárcel por él. Ése es Marlowe. Escéptico, pero mucho menos cínico que Sam Spade (el detective de Dashiell Hammett, uno de sus maestros). Tiene un humor devastador. Raymond Chandler (Chicago, 1888-La Jolla, California, 1959) empezó a escribir relatos y novelas cortas para pulps como Black Mask o Dime Detective, publicaciones baratas de gran tirada. Los investigadores que creó, como Mallory o Dalmas, muestran ya los rasgos de Marlowe, que nació, hace 70 años, en la primera novela del escritor, El sueño eterno (1939). Todo Marlowe reúne los siete libros sobre el detective y algún relato. Adiós muñeca (1940), La Ventana alta (1942), La dama del lago (1943). Aquí interrumpió el ciclo, para trabajar en Hollywood, y lo reemprendió seis años después con La hermana pequeña (1949), El largo adiós y Playback (1958). Las primeras novelas "canibalizan", como el autor ha explicado, algunos de sus relatos. Poco a poco abandona, o mejor, supera el estilo hard boiled (duro y en ebullición) de los pulp, el realismo puro y duro. Es más subjetivo, con una visión más romántica, a veces lírica. Marlowe narra las historias en primera persona, a partir de la descripción de los hechos y de los diálogos. Es un héroe irrepetible, que creó una escuela impresionante. Dejó el listón muy alto. Stieg Larsson no es, no debería ser, el único autor de 2009 en España. La moda sueca, la nórdica, causa destrozos. Y no es sólo eso, la avalancha de novelas negrocriminales satura el mercado y puede despistar al lector, porque buenos autores los hay. Como Henning Mankell que ha decidido jubilar a Wallander. El hombre inquieto es la última protagonizada por el policía. La quinta mujer, que se publicó en España en 2000, fue una revelación, innovadora. Mankell nos obligó a consultar el atlas, ¿dónde está Escania?, ¿e Ystad? ¿Está muy lejos Malmö? Tras ocho novelas y un libro de relatos hemos visto cómo ha desmontado nuestras ideas preconcebidas de la Suecia del bienestar. Su retiro no es una sorpresa, ya lo había anunciado en dos libros anteriores. En La Pirámide reconstruye la vida de Wallander antes de ser policía en Ystad. En Antes de que hiele introduce a Linda Wallander como policía siguiendo los pasos de su padre. El hombre inquieto es una historia de despedida. Mankell repasa todas las novelas de la serie.

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Linda es una puerta abierta al futuro. Ya veremos. No hay que olvidar el simpático truco de Conan Doyle, que mató a Sherlock Holmes en una pelea a muerte con el malvado Moriarty en El problema final y que luego lo resucitó tan campante. Y otro que se jubila es John Rebus, el policía Ian Rankin, a los 60 años. Real como la vida misma. Esto no pasaba con Marlowe ni Spade, pero en nuestro tiempo los investigadores desaparecen antes que sus creadores. No es agradable perder a amigos literarios. Como Mankell, el escritor escocés también lo anunció. En La música del adiós. Con Puertas abiertas ha dado un giro radical. Un multimillonario aburrido, un banquero asqueado y un profesor de arte deciden dar un golpe en la National Gallery de Edimburgo. Más en la línea del Dortmunder de Donald Westlake que en la de Rebus. Lo que no ha variado es su Edimburgo, la ciudad maravillosa que se ve y la oculta y peligrosa. Harry Bosch no se jubila por ahora, aunque no es el protagonista de El veredicto, en la que Michael Connelly recupera al abogado Mickey Haller. Sólo le vemos a través de sus ojos. Es un thriller legal bien armado que desmenuza un proceso judicial. La única verdad es que todos mienten: la policía, los abogados, los testigos, los acusados e incluso los jueces. De entre los nórdicos, tres: el noruego Jo Nesbo, con Némesis protagonizada por el policía alcohólico Harry Hole. Es duro y quiere parecerlo, pero tiene un punto romántico que recuerda a Marlowe. La también noruega Anne Holt, con La diosa ciega. El argumento tiene peso: la dificultad de la policía para encontrar pruebas y poder sentar en el banquillo a importantes abogados por tráfico de drogas. A quienes les ha gustado La mujer de verde del islandés Arnaldur Indridason, aún apreciarán más una novela anterior, Las marismas, ahora reeditada. También trata de un crimen cometido en el pasado cuyas consecuencias llegan al presente. Empieza con una violación cometida hace 40 años. -

Sorpresas El poeta Carlos Zanón (Barcelona, 1966) ha sorprendido con una novela sin concesiones, Tarde, mal y nunca, sobre la Barcelona de la crisis, de los barrios saturados de inmigración, donde no existe el pasado ni el futuro, donde los jóvenes viven colgados de la droga y del alcohol. Es todo menos políticamente correcta. Las palabras interculturalidad, integración y tolerancia no existen. Impar rojo es la segunda novela de Óscar Urra (Madrid, 1970) protagonizada por el detective privado Julio Cabria, un auténtico huelebraguetas. Un asesino en serie mata a sus víctimas y les deja un naipe encima. Recuerda el caso real del asesino del naipe que en 2003 mató en Madrid a seis personas, pero es mucho más. Por ejemplo, la mafia ha llegado a la capital, tampoco faltan las corruptelas de los curas. Elia Barceló (Alicante, 1957) ha escrito una novela de difícil clasificación, Las largas sombras, que cuenta el reencuentro de siete amigas 30 años después. Dos hechos inconfesables del pasado las separó, un suicidio o un asesinato las vuelve a poner en el ojo del huracán. Es el retrato psicológico de unas mujeres que arrastran un secreto y un relato de las miserias y esperanzas del tardofranquismo. ¿Y qué decir de Juan Madrid (Málaga, 1947) y de sus Cuentos completos? Que es un placer leerlos. Reúne toda su narrativa breve, desde Un trabajo fácil, Jungla, Crónicas del Madrid oscuro y Malos tiempos hasta los inéditos Vidas criminales. Tarde, mal y nunca. Carlos Zanón. Saymon Ediciones. Barcelona, 2009. 280 páginas. 14,50 euros. Impar y rojo. Carlos Urra. Salto de Página. Madrid, 2009. 215 páginas. 17 euros. Las largas sombras. Elia Barceló. Ámbar. Barcelona, 2009. 251 páginas. 17 euros. Cuentos completos. Juan Madrid. Ediciones B. Barcelona, 2009. 787 páginas. 22 euros. Todo Marlowe. Raymond Chandler. Varios traductores. RBA. Barcelona, 2009. 1.391 páginas. 35 euros. El hombre inquieto/L'home inquiet. Henning Mankell. Carmen Montes Cano al español. Tusquets, 2009. 484/435 páginas. 20 euros. Puertas abiertas. Ian Rankin. Traducción de Francisco Martín Arribas. 316 páginas. 17 euros El veredicto. Michael Connelly.Roca Editorial 2009 435 páginas. 21 euros. Némesis/Nèmesi. RBA/Proa. Barcelona, 2009. 448/496 páginas. 17/18 euros. La diosa ciega. Anne Holt. Editorial Roca. Barcelona, 2009. 330 páginas. 21 euros. Las marismas. Arnaldur Indridason.. RBA. Barcelona, 2009. 287 páginas. 16 euros. RBA. Barcelona, 2009. http://www.elpais.com/articulo/portada/Marlowe/compania/elpepuculbab/20100109elpbabpor_16/Tes

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Identidades en riesgo

María Rosa Lojo Sábado 9 de enero de 2010 |

Fernández Moreno Foto: GISELA ROMIO Mármara Por Inés Fernández Moreno Alfaguara 191 Páginas $ 49 Identidad, espacio y lenguaje son los tres ejes sobre los que Inés Fernández Moreno teje en Mármara las catorce historias de sus móviles y extrañados personajes, casi siempre fuera de su lugar, o en busca de otro distinto, comprometidos en un retorno demorado (y a menudo imposible) al espacio antiguo que alguna vez tuvieron.

Somos, ante todo, lo que creemos ser: es decir, el relato que nos constituye. El relato creado por nosotros o dado por otros, que aceptamos como verdadero. Para quienes lo han ido perdiendo todo, como tantas de las figuras que cruzan estos cuentos, esa narrativa se convierte en la única posesión cierta, en el ancla que otorga una pertenencia y un lugar en la historia y en la memoria.

Ejemplo paradigmático de esas operaciones la ofrece el último cuento: "Ser otro", en el que una centenaria española ocupa sus días atribuyéndoles historias que en realidad han vivido sus propios familiares a los antepasados de los viajeros que llegan a la aldea en busca de sus raíces. Los peregrinos regresan, sin embargo, emocionados y contentos con esas memorias prestadas en las que necesitan creer. "Mármara" narra otra reconstrucción identitaria: la de Mara (cuyo seudónimo en el campo virtual es "Mármara") y también la de la narradora, su compatriota y amiga de paso por España. Guiada por Mara, que lleva años trabajando en la península como arquitecta (profesión nada casual, en el plano simbólico) comienza a ubicarse en el nuevo ámbito y rehace el camino de sus propios orígenes. Cuando decide

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volver a la Argentina, no corta el hilo de la comunicación con Mármara y termina por asumir la personalidad de su amiga en el juego de Scrabble cibernético que la muerte le ha impedido concluir.

El espacio amenazador que tanto afuera como adentro encarcela y separa del flujo de la vida es otra marca de fuerte gravitación. Abundan las situaciones de encierro: la pasajera en el ascensor, frente a frente, en una coyuntura cuasi confesional, con un personaje que irá trasluciendo sus conexiones con el siniestro pasado de la dictadura; dos inmigrantes argentinos: una mujer, en España, y un hombre, en Estados Unidos, vivirán momentos de intolerable tensión al quedar atrapados en el balcón exterior, fuera de la casa, o en el interior de una cámara frigorífica; una mujer anciana percibe su cuerpo como una casa tomada, en la que la enfermedad va invadiendo y clausurando un cuarto tras otro; un visitante que se pierde en el laberinto de un museo y sale por una puerta de emergencia, devuelto al punto de partida y a su propia soledad.

Una madre y su hija pequeña sobrellevan una existencia clandestina en el diminuto consultorio del dentista que es amante de la madre, hasta que la aparición intempestiva de la esposa legítima las arroja nuevamente a la exclusión.

Los cuentos de Fernández Moreno iluminan con sutileza los matices de la conciencia y los juegos de la memoria errátil sobre la que se funda una identidad en riesgo, siempre inestable. Emergentes de un tiempo de exilios y extravíos, despliegan en un amplio registro, desde el lirismo hasta la ironía, la ignorada epopeya de los seres migrantes que buscan en el mundo extranjero el hospitalario refugio o el espejo que pueda devolverles una imagen reconocible. http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1218627

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Mao: Yugong y el sol rojo

ANTONIO ELORZA 09/01/2010

Aun cuando Mao Zedong era anticonfuciano, siguió puntualmente un consejo del maestro de la lógica tradicional: para el gobernante, lo esencial era dar con las designaciones correctas. Una vez encontradas, las palabras se convertían en acción. Eso intentó lograr Mao, en realidad "el último emperador", cuando lanzó de modo voluntarista los dos grandes procesos hacia la consumación de la sociedad comunista, el Gran Salto Adelante y la Revolución Cultural, que supusieron otros tantos desastres. Quiso repetir la hazaña de su personaje, el viejo Yugong, que se empeñó en demoler las montañas y lo logró, con la ayuda de los ángeles; él lo haría guiando al pueblo chino, al impulsar su lucha victoriosa contra el imperialismo y el revisionismo. Desde una ilimitada ambición de poder, refrendada por el culto que le prestaron voluntaria o involuntariamente cientos de millones de chinos.

La revolución cultural china Roderick MacFarquhar y Michael Schoenhals Traducción de A. Permanyer y D. Martínez-Robles Crítica. Barcelona, 2009 910 páginas. 45 euros La magnífica crónica de MacFarquhar y Schoenhals reconstruye con toda riqueza de detalles el insólito proceso revolucionario puesto en marcha por Mao en 1966 y que sólo se extinguió definitivamente con su muerte diez años más tarde. El título en inglés, La última revolución de Mao refleja muy bien la interpretación de los autores, al enmarcar el relanzamiento revolucionario de Mao en su guerra declarada al revisionismo soviético y en la encrucijada en que se encontraba China tras estrellarse en el Gran Salto, con Liu Shaoqi y Deng Xiaoping al frente de un Partido Comunista cuya organización escapaba al control directo de Mao, si bien no a su indiscutible preeminencia. Era "el sol rojo". El imperialismo americano perdía importancia, a fin de cuentas era un "tigre de papel" y por eso en plena efervescencia revolucionaria Mao recibirá a Nixon. La mayor laguna observable en el libro de MacFarquhar y Schoenhals proviene de que los autores no tienen en cuenta que la estrategia diseñada en 1966 responde a posiciones de importancia capital que Mao ya llevó a la práctica desde muchos años antes. Así la relación entre líder y masas por encima del Partido -"de las masas a las masas", en 1943-, el énfasis puesto en el papel decisivo de las ideas, y por ello en su capacidad creativa y/o destructora, más las consiguientes centralidad de la lucha ideológica y prioridad para el objetivo de la "reforma del pensamiento". La excepcional habilidad táctica de Mao en el curso de la Revolución Cultural fue nueva. No así su base ideológica. En contra de lo que opinan los autores,

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China en 1966 no era "un Estado comunista estándar". Los tremendos zigzags políticos, con su terrible coste económico y humano, el tipo de relación entre masas y Partido, entre éste y Mao, el protagonismo de aquéllas en la acción punitiva contra los adversarios de clase tenían desde antes poco que ver con los de otros países comunistas. La ausencia no afecta al rigor y a la precisión con que es descrito el proceso mediante el cual Mao moviliza primero a los Guardias Rojos, amparados en el Ejército y en la policía, para asaltar literalmente las posiciones de poder del Partido; sigue y orienta más tarde a sus seguidores en los avatares de unos enfrentamientos que acaban dinamitando al PCCh y llevando a la muerte a Liu Shaoqi, presidente de la República y número dos; frena luego la insurrección con el sostén del Ejército; contempla la muerte de su lugarteniente Lin Biao y por fin acaba admitiendo que el siempre fiel Zhou Enlai recupere al antes depurado Deng Xiaoping para restablecer los equilibrios políticos. No sin vaivenes de última hora que otra vez hacen retroceder a Deng en 1975, tras la aparición de la Banda de los Cuatro, así llamada por el propio Mao. "Para Mao Zedong", escribió Simón Leys, "la Revolución Cultural se saldó con una victoria personal; eliminó a sus adversarios, recuperó el poder del cual se le había apartado progresivamente desde 1959 y conjuró temporalmente la amenaza de desmaoización...". El libro de MacFarquhar y Schoenhals confirma esa visión, si bien al reconstruir los sucesivos episodios da lugar a una imagen más compleja, y al mismo tiempo más confusa, donde los cambios de rumbo se deben con frecuencia a la confianza absoluta que Mao tiene de su propio juicio, por encima de los alineamientos ideológicos. Podía encargar a Deng que corrigiera a la Banda y luego hacerse eco de sus críticas, ordenando una última purga contra Deng por "desviacionismo derechista". De La revolución cultural puede extraerse una conclusión similar a la de Zhisui Li en su libro sobre la vida privada de Mao: "Deseo que sirva para recordar las terribles consecuencias de la dictadura de Mao y cómo hombres buenos e inteligentes, al vivir bajo su régimen, se vieron obligados a violar sus propias conciencias y sacrificar sus ideales para sobrevivir".

http://www.elpais.com/articulo/portada/Mao/Yugong/sol/rojo/elpepuculbab/20100109elpbabpor_20/Tes

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Para descubrir a la hermana

Laura Casanovas Sábado 9 de enero de 2010 |

Norah Borges. La vanguardia enmascarada Por May Lorenzo Alcalá Eudeba 208 Páginas $ 48

En Norah Borges. La vanguardia enmascarada, la diplomática y escritora argentina May Lorenzo Alcalá se propone dimensionar la producción artística de Norah Borges (1901-1998). Parte de la hipótesis de que ésta debió enmascarar su carácter vanguardista detrás de su feminidad, debido a las expectativas sociales de la época. Y además postula que las fuertes presencias masculinas de su hermano, el escritor Jorge Luis Borges, y de su marido, el crítico español Guillermo de Torre, "opacaron" a la artista argentina. A partir de este marco general, que ancla en lo biográfico, el libro sigue el camino de Norah como artista plástica y como ilustradora, a través de sus trabajos. Como artista plástica, la autora considera que fue una "promesa vanguardista que se frustró". Norah comenzó a colaborar, a partir de 1919, en revistas de vanguardia de Europa y de América latina. Antes había tomado clases en L´École des Beaux Arts de Ginebra y luego con Arnaldo Bossi, que le enseñó la técnica del grabado en madera y la acercó al expresionismo. El casamiento con De Torre, en 1928, produjo un giro en su estética hacia los cánones femeninos de la época, señala Lorenzo Alcalá. Así, sostiene que su pintura a partir de los años 30, "plácida, de colores pastel, plagada de figuras religiosas, aldeanas, de niños regordetes", no es producto del movimiento de la vuelta al orden que cuestionó la radicalidad de las vanguardias, sino de "los condicionamientos socio culturales de la época para una joven casada".

En cambio, como ilustradora, desarrolló una incesante actividad, y la autora muestra cómo varió muy poco su concepción con los años. Se había iniciado en este género con las tapas a los dos primeros poemarios de su hermano: Fervor de Buenos Aires (1923) y Luna de enfrente (1925). E ilustró cerca de un centenar de libros como Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez, Las invitadas, de Silvina Ocampo, La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares, entre otros. A pesar de esta distinción entre la artista plástica y la ilustradora, en ambas facetas la producción de Norah manifiesta una singular sensibilidad e inteligencia artística. Es por eso que en el caso de que se pudiera pensar un posible enmascaramiento, como sostiene la autora, sería más adecuado para el caso de Norah considerarlo como imagen que se coloca sobre otra, no para opacar a la primera, sino para otorgarle nuevos poderes o atributos.

El libro de Lorenzo Alcalá se suma al reconocimiento que desde hace algunos años empezó a ganar Norah Borges, luego de que la historiadora del arte Patricia Artundo la rescatara en los últimos años. Mientras tanto, el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires adquirió en 2009, para su colección, un trabajo de Norah, lo cual refuerza la legitimación y valoración de su producción. http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1219506

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Lupa a las perplejidades del presente

SALVADOR GINER 09/01/2010

Tenemos la sensación de que, hoy en día, la democracia pretende preocuparse del futuro, pero que no sabe hacerlo. Nos esforzamos para hacer bien las cosas, a sabiendas de que nuestras decisiones económicas, bélicas, ambientales, van a tener repercusiones en el porvenir inmediato, pero sin la convicción de que vayamos por buen camino. En esto la derecha se siente mucho más segura y hasta paradójicamente casi triunfalista. La izquierda, sumida en sus ilusiones perdidas se sume también en el pesimismo y la nostalgia de sus utopías naufragadas. Constataciones como éstas han movido a Daniel Innerarity a confeccionar El futuro y sus enemigos. En él desmenuza las perplejidades del presente con respecto al porvenir.

El futuro y sus enemigos: una defensa de la esperanza política Daniel Innerarity Paidós. Barcelona, 2009 221 páginas. 25 euros Es altamente significativo que ignore, consciente de ello, las grandes teorías de la esperanza mundana sobre las que se ha fundamentado hasta hoy nuestra concepción del porvenir: las de Marx, Comte, y los demás teóricos del futuro a la vez inevitable y deseado. (Hasta Marc Bloch con su filosofía general de la esperanza halla sólo una evocación pasajera). El autor prefiere volcarse en una argumentación a favor de una esperanza razonable, capaz de reivindicar el futuro sin caer en una preocupación obsesiva por la gobernabilidad de la cada vez más intratable situación contemporánea. Muy bien señala que hasta la planificación en gran escala que se preconizaba ayer ha sido abandonada y que ello no ha conducido sino al pesimismo político. (A una aceptación más cínica que escéptica, añado, de la capacidad de la política por plantear futuros viables). El futuro y sus enemigos podría ser señal de que alborea -y ya era hora- una filosofía social tan emancipada de la fantasmagoría progresista de antaño, basado en el historicismo -en la pretensión de saber a ciencia cierta la marcha de un porvenir emancipatorio- sin caer en la arrogancia estridente de cierto neoliberalismo, que en nombre de la libertad, está dispuesto a atropellar la igualdad y la para él trasnochada idea de la justicia social. El autor enlaza su posición con la ética de la responsabilidad. Hace tiempo que la filosofía moral enriqueció sus preocupaciones y discurso con un giro hacia nuestra responsabilidad frente al futuro y las generaciones venideras, noción particularmente ausente en tiempos pasados. Daniel Innerarity enlaza con esta (relativamente) nueva corriente de pensamiento moral al proponer una ética amiga del futuro más o menos previsible, cuidadosa con lo que pueda acaecer. Sin que caigamos en el escepticismo radical de quienes afirman que del mañana nada sabemos, de ese porvenir tal vez sepamos y podamos imaginar mucho más de lo que parece. El futuro no nos deparará lo que los futurólogos profesionales prometen, bien pertrechados en sus despachos, pero será en no poca medida lo que queramos si se impone una esperanza razonable, bien informada, es decir, lo que él llama, un "escepticismo optimista". A la postre, un nuevo reformismo. No dan los tiempos para más. http://www.elpais.com/articulo/portada/Lupa/perplejidades/presente/elpepuculbab/20100109elpbabpor_1 8/Tes

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Infiernos residuales

Felipe Fernández Sábado 9 de enero de 2010 |

Antártida es el primer libro de la escritora irlandesa Claire Keegan y fue publicado originalmente en 1999. Se compone de quince cuentos que transitan por los escenarios de Irlanda, el sur de Estados Unidos e Inglaterra. Sus argumentos eluden la curiosidad rápida y merecen una segunda lectura. En ellos los pequeños detalles, lo sugerido y lo tácito desempeñan un papel fundamental. Lo que no se dice pesa tanto como la información suministrada, y algunos dejan la sensación de que uno se ha perdido el dato esencial que le deparará una revelación bien educada. La geografía norteamericana ambienta seis relatos. "Donde el agua es más profunda" está dividido en breves escenas que exudan una amenaza imperceptible y se centra en la relación de una niñera con el niño a su cargo. "Suba si se anima" presenta la cita a ciegas de una mujer, desilusionada de su esposo, que busca el vértigo de una aventura. El suspenso se adueña de "Siempre hay que tener mucho cuidado" cuando el dueño de un bote de pesca descubre que su pasajero ha asesinado a su novia. En "Sopa de pasaporte" una esposa responsabiliza a su marido de la desaparición de su única hija, y un hermetismo amargo rodea el episodio de violación de "El olor del invierno". Un desenlace simbólico cierra "Quemaduras", que muestra a unos chicos traumatizados por las agresiones sufridas a manos de una madre sádica. Keegan evita dar demasiadas precisiones sobre los sentimientos que guían a sus personajes, como si ellos mismos no estuvieran muy seguros de las fuerzas emocionales que los impulsan. Así sucede, por ejemplo, con las hermanas de "La cajera que canta", una historia que hace referencia al caso de dos famosos asesinos seriales británicos. "Antártida" también transcurre en Inglaterra y trata sobre una "mujer felizmente casada" que se pregunta "cómo sería dormir con otro hombre" y decide averiguarlo. El resto de los cuentos se sitúan en Irlanda. Este conjunto despliega estructuras narrativas más cercanas a la Keegan de Recorre los campos azules . Excepto "Nombre raro para un niño" (el encuentro de una muchacha con un amante fugaz para decirle que quedó embarazada de él), todos se inscriben en el espacio rural. "Hombres y mujeres" ofrece la perspectiva de una niña para describir, mediante una serie de sutiles elementos, el machismo imperante en una familia. El sometimiento a un sistema patriarcal resurge en "Tormentas", a través de una rebelión desolada, y en "Hermanas", que combina la figura de un padre tiránico con la rivalidad entre sus dos hijas. Una tragedia fruto del azar alimenta la trama de "Las palmeras en llamas". El despertar sexual de una chica maliciosamente inocente desencadena otra tragedia en "El sermón de Ginger Rogers"; y "Amor en el pasto alto" desarrolla el romance furtivo entre un doctor casado y una granjera solitaria. De Antártida se desprenden infiernos residuales. Una acritud sombría se va depositando a lo largo de sus páginas con la naturalidad de una sedimentación progresiva cuya materia son los desencuentros afectivos, el infatigable enfrentamiento entre el mundo femenino y el masculino, las infancias destrozadas y la violencia doméstica, desde sus formas más disimuladas hasta el horror del crimen. http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1218631

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Fragancias para 2010

MANUEL RODRIGUEZ RIVERO 09/01/2010

Propósitos para el nuevo año: habida cuenta de que los importantes ganan sueldos no muy inferiores a los 300.000 euros anuales (como Belén Esteban, la "princesa del pueblo" de Berluscinco; como Gérard Mortier, que aterriza en el Teatro Real pisando callos y corcheas; como los controladores aéreos, tan solidarios cuando llegan fechas señaladas), decido ponerme las pilas para incrementar mis ingresos. Lo único que se me ocurre es crear un perfume: si consigo que Max me ayude con el logo, para las próximas navidades podré comercializar mi Eau de Rodríguez, una original fragancia que olerá a letra impresa, a libro conservado en bodega o desván, a pegamento rancio de encuadernación fatigada. La idea me la dio Ana Rosa Quintana amadrinando una fragancia propia a la que ha tenido el buen gusto de no denominar Sabor a hiel, según el título de aquella novela suya (bueno, no sólo) en la que los envidiosos detectaron algunos párrafos muy parecidos a otros de Danielle Steel y Ángeles Mastretta, y con la que Planeta vendió casi 100.000 ejemplares. Quién sabe, quizás me forre: estoy convencido de que a medida que el lector electrónico se vaya convirtiendo en un artículo tan imprescindible como el cepillo de dientes, la gente sentirá la nostalgia de los aromas (nada asépticos) del libro pretecnológico. Mientras tanto, trato de recapitular los acontecimientos que me parecen más significativos de la última década de la historia en que el papel fue el soporte por excelencia de la cultura escrita. Me refiero a la década en que Google comenzó a implementar su idea democrática de la Biblioteca Universal (¡al alcance de una tecla!) y los editores temieron que se les acababa el negocio; la década en que descubrimos lo fácil que es comprar libros online y los libreros se mosquearon; la década en que Harry Potter, el niño mago, revolucionó

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modos y costumbres del comercio del libro; la década, en fin, en que lo escrito perdió materialidad y comenzó a llegar a la diminuta biblioteca portátil a través del ciberespacio. Sí: quizás los historiadores culturales (los Lucien Febvre, los Henri-Jean Martin, los Roger Chartier y los Robert Darnton de dentro de unos años) lleguen a calificar la primera década de este milenio como aquella en que tuvo lugar la revolución neolítica del libro. Bienvenidos al vertiginoso futuro. Y no se acomplejen: a mí tampoco me llega la camisa al cuerpo. Humillación Me armo de voluntad y termino de leer The Humbling (La humillación, Mondadori, a la venta el 12 de febrero), la penúltima novela de Philip Roth, cuyos derechos cinematográficos ya ha adquirido Al Pacino; Némesis, la última por ahora, se pondrá a la venta en Estados Unidos dentro de unos meses. A sus 76 años, Roth tiene prisa. Sus editores, su agente (Wylie, claro) y sus amigos deben de haberle aconsejado que no baje el ritmo. A otros -incluso más jóvenes, como Margaret Drabble, que ha decidido no volver a escribir novelas- la sospecha de que su carrera literaria podría manifestar síntomas de agotamiento no les hace huir hacia delante, sino pararse a pensar; incluso les reactiva aquel "detector de mierda" que, según Hemingway, constituye una de las herramientas esenciales del buen escritor. A Roth el detector parece fallarle. Su libro, que ha recibido al lado de críticas muy severas algunos ditirambos para mí incomprensibles, me resulta redundante, repetitivo, previsible, tedioso. Ni siquiera estoy seguro de que pueda calificarse de novela. Desde hace años vengo repitiendo que si hay un escritor estadounidense que se merece el Nobel es Philip Roth, pero estoy convencido de que al autor de obras maestras como El lamento de Portnoy o Pastoral Americana (por citar sólo dos) no le conviene publicar muchas novelas como ésta: sería terrible que alguien (más joven) empezara a leerlo por la última y creyera que "esto" es Philip Roth. De nuevo, el argumento se desarrolla en torno a un varón profesionalmente agotado -ahora es un actor- que entra en la vejez rebosante de deseos y fantasías sexuales. Ya sé que muchos grandes escritores escriben siempre el mismo libro; lo malo es cuando lo repiten. Sobre todo si la repetición está trufada de tópicos antiguos e inaceptables desarrollados en una historia absurda, lo que no excluye (sería imposible) que aquí y allá se encuentren destellos y maneras del grandísimo escritor. Hace un par de semanas el Sunday Telegraph concedía a Roth el título de "viejo verde del año" (Dirty Old Man of the Year): la idea de que un añoso actor amargado pueda seducir -con su sentido implícito de "curar" o "liberar"- a una esplendorosa lesbiana mucho más joven que él les ha parecido demasiado. Y qué quieren que les diga: a mí también. Resurrecciones Largo paseo por el corazón de la grandeur. Dejo atrás la Place de la Révolution (luego de la Concorde) - donde la guillotina funcionó ininterrumpidamente del 10 de mayo de 1793 al 13 de junio de 1794- y, tras vagar por los muelles del Louvre, y cruzar el frágil Pont des Arts (en cuyo pretil de hierro la Maga solía inclinarse sobre el Sena en la Rayuela de mi juventud), llego a ese prodigioso oasis que conforman en Saint Germain des Près La Hune y L'écume des pages, mis dos librerías trasnochadoras preferidas. En sus mesas me llama la atención la proliferación de libros que reivindican el marxismo, tras varias décadas de revisionismo neoliberal protagonizadas por los filósofos (y su prolífica descendencia) que ocuparon el centro del escenario mediático francés tras Mayo de 1968. Según el discutible, pero interesante, Les intellectuels contre la gauche. L'idéologie antitotalitaire en France (1968-1981), de Michael Christofferson (Agone), aquel trabajo ideológico ha contribuido poderosamente a retrasar el nacimiento de una auténtica alternativa de izquierdas. No creo que sea el único motivo. En la misma mesa de novedades tropiezo estupefacto con la reedición de dos clásicos manuales de adoctrinamiento comunista: Le marxisme (1ª edición: 1948), de Henri Lefebvre, que circuló profusamente en los años sesenta y setenta, y el célebre (y mucho más estalinista) Principes élémentaires de philosophie, que recoge las lecciones de "materialismo histórico" de Georges Politzer (a quien la Gestapo torturó y fusiló en 1942) en la Universidad Obrera. También en ellos -y en su dogmatismo- pueden encontrarse razones para el descrédito de cierta izquierda religiosa y culpable de anteojeras. Al lado de ellos, otros libros, vino nuevo en odres viejos, ofrecen alternativas antitotalitarias a la miseria moral e ideológica de los actuales hacedores de crisis. Cuando salgo, la terraza del Flore sigue abarrotada de turistas. http://www.elpais.com/articulo/portada/Fragancias/2010/elpepuculbab/20100109elpbabpor_21/Tes

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Recuerdos difusos

Armando Capalbo Sábado 9 de enero de 2010 |

Ángeles y hombres Por William Goyen La compañía TRAD.: Esther Cross 170 Páginas $ 55

Nacido en Trinity, Texas, el escritor William Goyen (1915-1983), de ascendencia vasca, luego de residir en Nueva York y de viajar ampliamente por Europa, enseñó escritura creativa en las universidades de Princeton y de Columbia. A mediados de los años cincuenta su talento irrumpió en los cuentos de Ghost and Flesh y en la novela The House of Breath , textos en los que ya se respiraba la mórbida pero fascinante atmósfera del gótico sureño. Por sus narraciones cortas y largas, durante mucho tiempo, la crítica lo comparó, acertadamente, con Flannery O´Connor y Carson McCullers. Pero en el embrujo de los climas melancólicos del Sur también confluía la áspera realidad de la llanura texana. La captación misteriosa del mundo cotidiano, a su vez, lo acercó al que fue durante un tiempo su amigo, Truman Capote. Casado con la actriz Doris Roberts y luego de un romance con la escritora Katherine Anne Porter, Goyen, en su rol de crítico literario, desautorizó el valor de la célebre novela de Capote Desayuno en Tiffany´s , lo que no fue sino el comienzo de una actitud de independencia respecto del escenario principal de la literatura de Estados Unidos. Ángeles y hombres , en su pertenencia al territorio ambiguo de lo fantástico, propone una suspensión de la credibilidad para conducir al lector a un recorrido por el dolor más íntimo de un puñado de personajes atrapados en el difuso universo de sus propios recuerdos. En "El camino de Rhody" y "Sobre el pueblo", apreciamos el singular testimonio acerca de la excepcionalidad de vidas destinadas al fracaso, donde la incógnita sobre el sentido de la existencia se impone a la narración. "De buena madera" y "El enfermero" coinciden en la memoria del horror y en la emotividad feroz de los desastres de la guerra. La evocación sentimental triunfa en "Memoria de mayo" y en "Ángeles y hombres". Ambos acentúan la sutil incertidumbre de pasado y presente que intenta afirmar la desaparición física sólo como un desliz aparente, fantasmal, pero nunca como una realidad. El crudo paisaje texano de algunos de los cuentos es uno de los grandes logros de Goyen, en la medida en que la tradición emotiva del gótico sureño se conjuga con la presencia rústica del nomadismo laboral, de la subcultura chicana y de los estertores de la reciedumbre del cowboy . En una cuentística de la seducción del lenguaje, Ángeles y hombres , merced a una notable traducción,funde el tono rememorativo con la dimensión mística de la voz de sus personajes para resucitar la violencia de la experiencia del mundo y la sorpresiva visceralidad de la identidad más acallada. http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1218633

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Renzo Piano

"El arquitecto siempre busca la Atlántida"

El creador del Beaubourg de París sigue siendo uno de los arquitectos más activos, con proyectos en todo el mundo. Se considera "un artesano". "Mi trabajo se basa en la verdad", afirma LUCIA MAGI 09/01/2010

Su estudio es una caja de cristal en equilibrio entre mar y montaña. Descansa en la ladera de una colina, justo encima de la bahía de Punta Nave, unos 30 kilómetros al oeste de Génova. Se accede por un ascensor transparente que trepa a cielo abierto hasta la puerta. Los cincos niveles de este fortín de luz son un hervidero de gente reunida alrededor de diferentes mesas, examinando dibujos, escrutando maquetas o charlando en los pasillos con un rotulador entre los labios. Renzo Piano se para, asiente con la cabeza, se toca la barba meditativo, sonríe. Su estudio, el Renzo Piano Building Workshop, es uno de los más activos y laboriosos del mundo. En este momento cuenta con 27 obras en curso: desde el campus de la Columbia University hasta el Tower Bridge de Londres; de un monasterio de monjas en Ronchamp, Francia, a Gandía, Valencia, donde acaba de arrancar la calificación urbana del puerto. La Fundación ICO de Madrid le homenajeará con una retrospectiva a finales de septiembre. A sus 72 años -nació en Génova en 1937- parece inagotable. Salta de un rincón a otro del planeta, dividiéndose entre la sede italiana del RPBW, la de Nueva York y la más antigua, abierta en 1981 en París, donde vive. Luego controla las obras in situ, observa, come entre los andamios, habla con trabajadores y vecinos. "Cuando estás con un nuevo proyecto siempre te acuerdas de una solución adoptada en el pasado, un error que evitas..." PREGUNTA. Usted prepara sus intervenciones como un buen reportero una pieza. En la calle. RESPUESTA. No se puede ser arquitecto sin un perpetuo trabajo de investigación de la realidad. Sin la actitud continua y humilde de preguntar a las personas y a las cosas que viven en un lugar. Un edificio no es un ornamento, es algo que dialoga con su contexto. Hay que prestar atención a ese entorno. Tampoco se trata de una celebración narcisista: interpretas a una comunidad, no te citas a ti mismo. Es un pirateo, que recoge estímulos de cualquier cosa. Un robo constante, y muy peculiar: a rostro descubierto y mano desarmada, perpetrado con la honesta intención de devolver el botín en el futuro. P. ¿Cómo se consigue? R. La mía era una familia bastante humilde: mi padre, constructor; mi madre, ama de casa. Pero lograron inculcarme el germen de la curiosidad. Me obligaban a leer. Una lectura asidua te hace instintivamente curioso. Y sólo si te interesa el mundo puedes escucharle. P. ¿El truco entonces está en su niñez? R. No se me daba muy bien la escuela. Eso me ha permitido crecer con la idea de que tenía que aprender de los otros. Los empollones se forman pensando que son superiores, y acaban siendo arrogantes. Yo tenía la sensación inversa. P. ¿El conflicto mundial afectó a su infancia?

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R. Los que nacimos con la guerra y nos criamos en sus consecuencias somos hijos de un temporal. Venimos al mundo en medio del drama, de la tragedia, del miedo. Cuando llegó la paz, empezamos a notar pequeños cambios: las calles eran cada vez menos destartaladas, los edificios menos agujereados, la comida más sustanciosa, el coche de familia más grande... Día tras día, mejoraba la vida. Al final, se te pega una suerte de optimismo intrínseco. Más tarde, llegó la universidad, la Politécnica de Milán. Vivía compartiendo piso e ideas; trabajaba en la bodega del arquitecto Franco Albini y por la noche participaba en la ocupación de la facultad. ¡Aquellos debates infinitos! Teníamos la sensación de que podíamos cambiar el mundo. P. ¿Sigue pensándolo? R. ¡Claro que sí! Un arquitecto tiene que cultivar la absurda idea de que puede mejorar la realidad. El sueño es lo que te empuja. P. Sin embargo, un edificio es algo con los pies bien plantados en la tierra... R. El arquitecto sigue dos pulsiones. Si por un lado idealiza, por el otro atiende a la tierra. Estudia la luz, el viento, la geología, la tecnología. Mi trabajo se funda en la pura fuerza de la necesidad. Se basa en la verdad, que es la cosa más terca y cabezota que existe. Estamos todos allí anclados. Pero luego me abro a cualquier sugestión, porque si no te quedas aplastado. Es un trabajo divertido que te hace testigo activo del mundo. P. Enzo Biagi [importante periodista italiano] decía: "El reportero debe ser testigo de su época". R. Je, je, creo, sin embargo, que un arquitecto es una especie rara de reportero. Es alguien que se transforma en ciudadano del sitio que relata con su obra. Tardas años en terminar un proyecto y pasas en aquel lugar un tiempo muy dilatado, que no transcurre en superficie, sino en profundidad. Para construir en una ciudad, te vinculas a ella, te identificas con ella, acabas considerándote ciudadano suyo. Eres el prototipo del antiturista, una persona que vive su permanencia con ligereza. P. ¿Logra ser turista a veces? R. Sí. Detrás del timón de mi barco. En el mar, la esencia de la que participas es acuática. Tocas la tierra y ya te vuelves a ir. Estás de paso, capturas una impresión mutable, de navegador. Como arquitecto no puedo. Me obligo a entender los ritmos, los rituales, los sentimientos de un barrio, de su comunidad. Acabo siendo lo que hago. Entro en un rol. Como un actor. A Vittorio Gassman le gustaba repetirme que un actor es un mentiroso que, sin embargo, sabe decir las cosas con gran sinceridad. El arquitecto no es un mentiroso, pero debe poder reproducir lo que captura en una ciudad con extrema lealtad. El arquitecto-actor genovés ha interpretado algunos de los lugares símbolos de la historia contemporánea. Aún joven, en 1971, con su compañero Richard Rogers, hizo planear en el centro de París un nuevo tipo de museo, aquel Beaubourg todo cristal, abierto a la ciudad, que rompió con la Academia más de cien mayos del 68. Él proyectó la Potsdamer Platz finalmente unificada, justo encima de la herida que había dividido el mundo en dos partes. La nueva sede de The New York Times fue el primer rascacielos construido en la Gran Manzana tras el 11-S. El año pasado inauguró la Modern Wing del Art Institute de Chicago, una gran alfombra voladora que cataliza el fervor cultural de una ciudad que se descubre orgullosa tras la elección de un ciudadano suyo a la Casa Blanca. La ecosostenible California Academy of Sciences de San Francisco, con su techo ondulado y verde, parece un himno a la naturaleza, cuando ésta se revela frágil y el hombre se pregunta cómo dejar de vulnerarla. En el trabajo de interpretación del mundo, Piano parece estar siempre en el lugar apropiado en el momento apropiado. Cuando se lo haces notar, rompe en una divertida carcajada. "He tenido suerte. El truco es no quitarte las antenas. Acabas siendo un sensor que capta las ondas emocionales y las necesidades de una comunidad". P. ¿Qué era lo que captaba en Nueva York? Construir en ese momento fue una especie de psicoterapia colectiva. R. Las personas necesitaban volver a confiar. Por eso nos decantamos por un edificio completamente de cristal, con un auditorio donde organizar eventos para los ciudadanos y una planta baja que es un continuo ir y venir de gente. La transparencia no te esconde y te deja ver el mundo, transmite seguridad y sentido de pertenencia. P. ¿Y en Berlín? R. Sentido de culpabilidad. Necesidad de inocencia. Ganas de olvidar, incapacidad de asumir una memoria tan dolorosa. Los berlineses son así: borrón y cuenta nueva. Lo habían tachado todo. En 1990, Potsdamer Platz era un desierto. Eso fue difícil. P. Hubiera dicho que sería más fácil construir en la nada que en un contexto urbano ya muy denso. R. Es un lugar común creer que sin pautas, en la más completa libertad, el creativo pueda expresarse mejor. Para no crear sólo objetos bonitos, necesitas una partitura, algo a lo que aferrarte. La fantasía es

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una cosa maravillosa. Como la mermelada: riquísima, pero no hay que abusar y resulta aún mejor encima de una buena rebanada de pan. P. Sueño y realismo, mermelada y pan. ¿Así nace un proyecto? R. La lentitud forma parte del proceso. Te reúnes con los que encargaron la obra, con quien va a usarla y con tus colegas. Debes dejar que los estímulos y la parte técnica conversen, fluyan, reposen. P. ¿El trabajo de equipo ayuda? R. Claro. Conmigo está gente desde hace 30 o 40 años. Nuestras reuniones parecen partidos de pimpón. Ni nos acordamos quién dice qué, lo nuestro es un proceso colectivo. Generamos tanta carga que luego basta un movimiento de la mano, una arruga en una hoja, para que nazca un boceto. P. ¿Cómo es su relación con las obras acabadas? R. Son tus criaturas, como los hijos. Aunque se hayan independizado, sigues preocupándote por ellas, te preguntas cómo están. Y además son tu memoria. Te dan coherencia. Cuando estás con un nuevo proyecto siempre te acuerdas de una solución adoptada en el pasado, un error que ahora evitas... P. ¿Vuelve a visitarlas? R. Claro. Por ejemplo, una vez al mes suelo comer en el Beaubourg. El día siguiente le envío al director una nota en plan: "La ventana de la tercera planta necesita reformas; la maceta de la sala tal está agrietada...". Pasaré por una madre ansiosa, pero éste es mi oficio. P. Habla de arquitectura como oficio y no como arte. R. Me da reparo usar esa palabra: arte. Es un concepto que se desvanece nada más pronunciarlo. Como si afirmara ser modesto. Al autoproclamarme tal, ya dejaría de serlo. No puedo definirme un artista. El arquitecto es un constructor, un artesano. P. Pero lo que crea dura, como el arte. R. La arquitectura dura porque es el oficio de hacer las ciudades. Y las urbes son longevas, igual que una buena sinfonía. Mi amigo Luciano Berio decía que música y arquitectura viven de tiempos largos como los ríos, las montañas o los bosques. P. Y cambian la realidad... R. El arquitecto siempre busca la Atlántida. La arquitectura es sueño. http://www.elpais.com/articulo/portada/arquitecto/siempre/busca/Atlantida/elpepuculbab/20100109elpba bpor_26/Tes

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Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944)

Entre el cielo y la tierra

Andrea Blanqué

EN TIEMPOS de aparente apocalípsis, cuando se vaticina la sustitución del libro de papel por sucedáneos electrónicos, resulta curioso conocer la estadística de los libros más traducidos y vendidos del mundo y de la Historia. Los grandes best-sellers son La Biblia y El Capital de Karl Marx. Pero en tercer lugar le sigue El Principito de Antoine de Saint-Exupéry: ochenta millones de ejemplares y ciento cincuenta traducciones. Aún no alcanzado por la serie completa de Harry Potter, El Principito continúa reeditándose y transformándose a partir de las políticas de merchandising. Pero este librito para niños -el único que el escritor francés escribió para aquellos hijos que nunca tuvo- es una obra iniciática. Quien lo ha leído de niño, queda marcado por él: miles de personas se saben sus frases de memoria, todos identifican las ilustraciones del propio autor -sin las cuales la lectura es casi inconcebible- y quien ha saboreado su magia es posible que intente repetir esta experiencia insólita en otros libros. La semilla de la literatura ha sido desperdigada gracias a él por todo el mundo en corazones de escritores y lectores y, curiosamente, es un libro que se regala a quien se ama, y se transmite de generación en generación. LOS LIBROS PERDIDOS. Si en el siglo XXI se va a una librería de grandes superficies siempre estará El Principito. Mucho más dudoso será que haya libros para adultos del escritor Saint-Exupéry, quien sin embargo vivió sus días -o sus noches- escribiendo para adultos, además de volar como piloto. No fue exactamente un escritor prolífico: escribió mucho, publicó poco, rompió y tiró a la papelera cientos de hojas manuscritas. Su primer éxito, su novelita Vuelo Nocturno, editada en 1931 con apenas ciento cincuenta páginas, tenía originalmente cuatrocientas. Metía muchísima tijera, hasta dejar lo esencial, palabra clave en la obra del escritor francés que se repite una y otra vez en sus textos, con varias definiciones diversas, aunque la famosa sea el secreto del zorro, la trilladísima pero no menos conmovedora "lo esencial es invisible a los ojos, no se ve más que con el corazón". Tenía un curioso método de escritura: no sólo tachaba todo lo que había escrito con su letra microscópica hasta dejar a veces solo una palabra en la hoja finísima, sino que hacía varias versiones de la misma escena, que pululaban por ahí, y en carpetas. Solía perder los manuscritos y luego los reescribía de memoria. Cuando tenía la mano agarrotada, de noche (escribía como Balzac, tomando litros de café y en pantuflas y bata de dormir), entumecido también por el reuma y las secuelas de los brutales accidentes de aviación que sufrió, tomaba un primitivo grabador y dictaba ideas y palabras. Mientras vivió en Estados Unidos, una secretaria iba a la mañana siguiente a intentar reconstituirlo todo y mecanografiarlo. Escribir y rodar por el mundo. Durante unos años llevó en una maleta, para arriba y para abajo, el manuscrito de lo que él mismo llamaba su obra "póstuma" y que luego sería la gigantesca y alegórica Ciudadela, publicada en 1948. En ese entonces nadie sabía cómo había desaparecido en el Mediterráneo el 31 de julio de 1944 el avión del piloto de guerra Antoine de Saint-Exupéry, mientras realizaba un vuelo de reconocimiento sobre la Francia ocupada por los nazis. Él creía que Ciudadela sería póstuma, porque estaba convencido de que estaba vivo de regalo, que después de tantos accidentes no era justo que no

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estuviese muerto cuando todos sus camaradas pilotos, sus adorados colegas pioneros, se habían estrellado y fenecido en la guerra. Pero en vida escribió y publicó varios libros para adultos y estos tuvieron mucho éxito: el relato El aviador, de 1925; la novela Correo del Sur, de 1928, escrita en el Sahara, cuando trabajaba en un destacamento aéreo, Cabo Juby; la citada Vuelo Nocturno -que le valió el prestigioso Premio Fémina- compuesta en Buenos Aires en 1929 mientras organizaba como piloto pionero, lleno de entusiasmo, la Aeroposta Argentina; la hermosísima e inclasificable obra Tierra de hombres (1939), escrita durante una convalescencia en Nueva York, después de un accidente en Guatemala -en donde sufrió 36 fracturas y le estuvieron a punto de amputar la mano derecha- tras querer batir el récord Nueva York-Tierra del Fuego, como piloto de prueba. En Estados Unidos también escribió sus otras mejores obras: exiliado en este país, luego de haber sido parte del ejército de la Francia derrotada, en 1942 publicó su narración filosófica Piloto de guerra, que increíblemente logró burlar la censura y editarse en París durante la ocupación. Prohibido de inmediato por los alemanes, lo insólito fue que también lo prohibió De Gaulle en Argelia, desde donde se preparaba la recuperación de la nación perdida: el General y el escritor no se soportaban mutuamente. En 1943, un Saint-Exupéry exiliado y con gran desasosiego, pero con una inspiración poética tremenda, publica su brevísima obra Carta a un rehén, un conjunto de prosas poéticas entre lo moral y lo filosófico dedicadas a su amado amigo León Werth, el judío que con hambre y frío había quedado en Francia. Y por supuesto, escribe y dibuja El Principito, que también está dedicado a León Werth, pero cuando era niño. A pesar de la preciosidad de la dedicatoria de esta obra maestra de la literatura infantil, cuando se conoce a fondo la historia de Saint-Exupéry, resulta un poco amargo que la dedicatoria no fuera para la mujer simbolizada por "la rosa" abandonada en el pequeño planeta del Principito... y musa de la obra inolvidable. Esa mujer tenía nombre: era la esposa de Saint-Exupéry, Consuelo Suncin Sandoval, la salvadoreña, escultora y pintora que él había conocido en Buenos Aires y que lo siguió contra todos los vientos por el mundo y soportó la difícil tarea de ser mujer de un genio. Literatura no es ficción. Luego está la lista de libros póstumos, que aún no cesan de aparecer. El más bello es Un sentido de la vida, donde en 1956 Gallimard recopiló los artículos que Antoine de Saint- Exupéry editó en publicaciones periódicas: no se trata exactamente de periodismo, son páginas magistrales de literatura, relacionadas con la terrible realidad de los seres humanos. Él no era un escritor de ficción, no por ello sus páginas son menos literarias. El libro comienza con el primer relato de Saint- Exupéry, que se titula significativamente "El aviador", y que formó parte originalmente de una narración más larga que se perdió. Quien lo descubrió como escritor fue el poeta Jean Prévost, que murió en una emboscada como miembro de la Resistencia francesa, en rara casualidad, al otro día que Saint-Exupéry. Prévost publicó el relato en la revista Le Navire d´Argent agregándole esta aclaración: "Saint-Exupéry es un especialista en aviación y en construcción mecánica. Lo conocí junto a amigos comunes y admiré la fuerza y la delicadeza con que describía sus impresiones, cuando supe que las había apuntado.(...). Este arte directo y este don de verdad me parecieron sorprendentes en un debutante". En los años 30, ante el éxito de su novela Vuelo Nocturno, resucita su anterior Correo del Sur y se convierte en un escritor de moda, llevado al cine. En 1935 el periódico Paris-Soir lo envía a Moscú como corresponsal. Ya desde el relato donde describe la trayectoria en tren hasta Moscú, con el retorno de los polacos pobres y desocupados a su tierra, se ve al poeta, al moralista. Luego vendrán varios artículos sobre su estadía en Moscú en pleno ascenso de Stalin. Pero en ese tren que lo lleva ve algo que constituye una de sus mejores páginas: es la descripción de un bebé polaco de una belleza extraordinaria, dormido entre sus padres vencidos. "Este es un rostro de músico, éste es Mozart niño, ¡qué bella promesa de la vida! Los principitos de las leyendas en nada se diferenciaban de él. Protegido, cuidado, cultivado ¿qué no podría llegar a ser? (...) No se trata de conmoverse ante una llaga perpetuamente abierta. Los que la llevan ni la sienten. Quien está herido, lastimado, no es el individuo, sino quizá la especie humana. (...) En cada uno de esos hombres, hay algo de Mozart asesinado". En el mismo libro Un sentido de la vida se recogen sus crónicas sobre la Guerra Civil Española, la cual presenció como testigo clave en dos momentos y dos lugares privilegiados. Como corresponsal de L´Intransigeant, estuvo en Barcelona en agosto de 1936, y relata con horror la banalización de la muerte, la quema de iglesias, los fusilamientos hasta de la criada del cura. Desprecia a Franco, pero le duele intensamente que esos anarquistas, hasta entonces "buena gente", se presten a esa hecatombe poniéndole fusiles en los riñones a un hombre que está tomando algo en un café. "Cada individuo es un milagro", se convence Saint-Exupéry: "La frontera, en la guerra civil, es invisible y pasa por el corazón de los hombres". "Una guerra civil no es una guerra, sino una enfermedad".

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En 1937, el Paris-Soir lo vuelve a mandar a España, esta vez a la Madrid bombardeada, donde el escritor francés ve morir niños y mujeres y a una vendedora ambulante limpiar los restos de un cerebro que había salpicado sus tesoros. Allí se mete en las trincheras, en pleno frente, en Carabanchel, las balas corren por encima de sus cabezas: uno de los momentos más memorables de estos artículos es el relato de cómo se gritan y hablan de ideales estos hombres hermanos y enemigos de trinchera a trinchera, a ochocientos metros: uno confiesa que pelea por España, el otro le contesta que por el pan de sus hermanos. Retomado en Tierra de hombres, las páginas de un artículo que muestran a un sargento que había sido un pacífico contable catalán en su otra vida, y ahora estaba por morir en el sitio de Madrid -convertido en otro hombre al alistarse por la República- constituyen una experiencia conmovedora tan inolvidable como El Principito. Y el artículo con que culmina Un sentido de la vida, es aquel en donde narra su experiencia límite cuando solo, en un avioncito con tecnología de los años 20, se halló en el cielo en medio de un ciclón en el sur de la Patagonia. Publicado en la revista Marianne, ha sido comparado con el famoso Tifón, de Conrad. Triunfo y derrota. Montevideo es una ciudad llena de librerías de viejo. Eso hace que los viajeros cultos se admiren por la ciudad, su Ciudad Vieja y la calle Tristán Narvaja. En esas librerías hay muchos libros de Saint-Exupéry usados, algunos a 5 o 6 dólares. Son libros que en el Río de la Plata se tradujeron, se publicaron y se leyeron ávidamente en los años 30, 40, 50 y 60. La editorial Banda Oriental llegó a editar Vuelo Nocturno en 1987. Pero en el 2000 se cumplieron cien años del nacimiento del escritor-aviador, del héroe perdido en la guerra, y mientras España reeditaba sus obras, ninguna librería montevideana vendía estas nuevas versiones. Es productivo reflexionar por qué un escritor tan bueno se lee tanto y un día se deja de leer. Lo relevan otros. O quizás el mundo cambia. En los años 70 a muchos no les gustaría leer a Antoine de Saint- Exupéry: hay un libro, titulado Carnets, publicado por primera vez en 1953, que recoge pensamientos sueltos que el escritor escribía en libretitas que siempre llevaba consigo. Si se leen estos fragmentos se comprenderá que este testigo prodigioso vio el ascenso del monstruoso nazismo y su primo el fascismo, pero a este hombre también le costaba creer en el comunismo, en la revolución. Y le preocupaban los defectos de las democracias: un libro entero titulado Piloto de guerra mostraba la cadena de errores y torpezas que la democracia francesa había cometido viendo en sus narices a los nazis armados hasta los dientes. Y como si fuera poco, reivindicaba en sus libros -que hablaban de aviadores transformados en héroes titánicos- el maravilloso don humano de la voluntad. La descripción que hace de su amigo Guillaumet, perdido en los Andes luego de un accidente, solo, en pleno invierno, caminando cinco días y cinco noches sin parar en la oscuridad y la nieve, y el relato de su propia experiencia de 1935, cuando su avión cayó en el desierto de Libia y estuvo junto a su maquinista buscando la salvación cuatro días en la arena y en la piedra, sin agua, con la lengua dura, casi agonizante, hasta que azarosamente los descubrió un beduino, quizás rescatan con demasiada visibilidad la ética, el valor del individuo. Con el triunfo del posmodernismo quedaba totalmente demodé Saint-Exupéry cuando sostenía: "Ser hombre es, justamente, ser responsable. Es conocer la vergüenza frente a una miseria que no parecía depender de uno. Es estar orgulloso de una victoria que los camaradas han obtenido. Es sentir, al colocar uno su piedra, que se contribuye a edificar el mundo". En los 80, cuando las bocas se derretían con los libros de Bukowski, o más tarde, con la novela American Psycho de Easton Ellis, nadie quería escuchar estas palabras de Tierra de hombres, escritas paradójicamente en 1939. En los 90, el Primer Mundo reventaba de bienestar. Los demás países querían lo mismo que ellos, aunque en sus vientres reventara la miseria. Con el olvido, muchos borraban estas palabras escritas de Saint- Exupéry para siempre: "Cualquiera que luche solo con la esperanza de los bienes materiales, no recogerá desde luego nada por lo que valga la pena vivir". Solo los niños se impresionaban con la estupidez del rey de El Principito, que aislado en su diminuto planeta se cree increíblemente poderoso, o tenían la altura moral para meditar sobre el narcicismo del personaje vanidoso, o se reían con horror de la esterilidad del hombre de negocios que en su planeta desierto se cree millonario y dueño del universo. Sin embargo, Heidegger sostenía que El Principito era el libro más existencialista que se hubiese escrito jamás. Un muerto que retorna. Pero hubo un par de eventos que volvieron a traer a Saint-Exupéry al tapete. Uno fue la revelación de la verdad sobre su muerte. Siempre había existido una aureola de misterio en torno a su desaparición. A los 43 años, tantas veces herido, ya era demasiado veterano para volar los veloces

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aviones de guerra que necesitaban pilotos de menos de 30 y más menudos (Saint-Exupéry era gigante como un oso). De Gaulle no quería ni oír hablar de él. Pero Saint-Ex, como le decían sus camaradas, quería enrolarse sí o sí. Quería luchar por su país, contra el fascismo. Tanto insistió que al final los estadounidenses se apiadaron de su afán, no sus compatriotas. Entonces le permitieron volar el cazabombardero Lockheed P38 "Lighting" número 223 para hacer vuelos de reconocimiento: fotografiar puestos estratégicos del enemigo. Él no quería saber nada de bombardear: ya había visto con amargura como su adorado invento, el avión, se había convertido en una máquina asoladora de guerra que destruía civiles, mujeres y niños. Lo dejaron hacer cinco vuelos y en verdad hizo ocho: muchos pilotos iban muriendo, él sobrevivía, hasta que el 31 de julio de 1944 ya no volvió. No se sabía qué había pasado con él. Se rumoreaba que le había venido un infarto, que se había suicidado, que había desertado hacia Vichy... Lo más normal hubiese sido pensar que un avión caza alemán lo habría abatido, pero al no encontrarse restos siempre quedaban las conjeturas y el misterio. En 1998 un pescador de Marsella encontró enredada en sus redes la pulsera de plata del escritor, que llevaba grabados su nombre, el de Consuelo, y el de los editores de El Principito. Además, tenía un trozo de tela: un desgarrón del uniforme. Luego los acontecimientos se precipitaron: pocos años después se lograron rescatar, limpiar e identificar plenamente los restos del avión del escritor (ver El País Cultural No. 1015). Pero la sorpresa absoluta la dio un viejito alemán, un jubilado periodista que a los 88 años, aún vivo, pudo confesarle al mundo que él había abatido el avión de Saint-Exupéry. La culpa lo acosó para siempre: él, un chico de 24 años, se había hecho piloto gracias a los libros de Saint-Ex, del que era fan. De mayor, le dio a sus hijos a leer esos libros sin confesarles que él había matado a su autor: aseguró que jamás habría hecho fuego si hubiese sabido que el piloto de ese avión que volaba tan bajo era nada menos que su adorado escritor.

Una rosa con memoria UN ESTUDIOSO y obseso de la obra del escritor, Alain Vircondelet, dio azarosamente con el abogado de Consuelo de Saint-Exupéry, su legatario. Ella había muerto en 1979, pero dejó una serie de increíbles tesoros: los baúles que Consuelo llevó y trajo por el Atlántico, con una carga preciosa de manuscritos, dibujitos, cartas y recuerdos de su marido. Y con algo fundamental: las memorias de sus quince años de matrimonio, escritas por ella en un cuaderno en 1946. Se publicaron en el 2000: Consuelo escribe bien, aunque el francés no es su lengua materna. Y relata así la personalidad del escritor como nadie pudiera haberlo hecho: ella es la rosa, él el principito que la abandonaba para irse a volar por las estrellas. Antoine de Saint-Exupéry era conde, venía de una familia rancia aunque empobrecida: cuando las hermanas se enteraron de que su único hermano varón vivo se casaría en Buenos Aires con una oscura latinoamericana que hablaba el francés con acento español, pusieron el grito en el cielo. Así comenzó la leyenda negra de Consuelo, con la xenofobia francesa de una familia aristocrática y que continuaron intelectuales adulones del gran escritor. Pero Consuelo y Tonio (como ella le llamaba) vivieron un amor extraordinario. Nadie sino Consuelo hubiese podido aceptarlo como era: con su inestabilidad emocional, con sus permanentes infidelidades de don Juan, con su vida caótica, con su instinto de muerte que lo llevaba a hacer proezas en aviones de prueba. La dejaba una y otra vez, y a ella volvía. Le rogaba que no lo abandonara. Ella pidió el divorcio en una ocasión, pero él la tomó a besos delante del abogado. Cuando la conoció en Buenos Aires, en una fiesta, le propuso llevarla inmediatamente a volar por el cielo de la capital argentina. Y así fue: en el medio del vuelo le pidió un beso, ella se negó, entonces él para chantajearla lanzó el avión en picado. Consuelo salió de ese vuelo muy mareada, pero tan enamorada como para quedarse encerrada con él tres días y tres noches sin salir de la cama de un hotel. Y para quedarse esperándolo siempre, toda una vida. "¡Ay!¡Ser la compañera de un gran creador es un oficio, un sacerdocio!", se queja en sus memorias Consuelo. Pero también reconoce, más adelante: "Quería vivir en el corazón de mi marido. Él era mi estrella, mi destino, mi fe, mi fin. Yo era pequeña, pero tenía un inmenso poder vital. Había reunido en mis pupilas todas las estrellas del universo para bañarlo con ellas. Un amor así era una grave enfermedad, una enfermedad que nunca se cura por completo". LA VERDADERA HISTORIA DE EL PRINCIPITO, de Alain Vircondelet. Roca editorial. Buenos Aires, 2009. Distribuye Random House Mondadori. 172 págs. http://www.elpais.com.uy/Suple/Cultural/10/01/08/cultural_463544.asp

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Tan cerca del mar

Alfredo Fressia

LA POETA ARGENTINA Alfonsina Storni había nacido en Sala Capriasca, Suiza, en mayo de 1892. Se suicidó en Mar del Plata el 25 de octubre de 1938 arrojándose al mar. Tres días antes había enviado al diario La Nación su soneto "Voy a dormir", un "poema de despedida" donde pide a una "nodriza fina" un descanso que el lector no vacila en identificar con la muerte. Por su lado, los dos últimos versos incluyen a una tercera persona: "si él llama nuevamente por teléfono/ le dices que no insista, que he salido…". En 2008, la editorial Losada decidió reeditar las obras de Storni. Uno de los volúmenes, el intitulado justamente Voy a dormir, incluye la totalidad del último libro publicado por la poeta, Mascarilla y trébol, del mismo año de su muerte, más treinta "Poemas premonitorios", la conferencia que pronunció en el famoso encuentro con Juana de Ibarbourou y Gabriela Mistral en Montevideo el 27 de enero de 1938, un texto suyo a propósito de la muerte, por suicidio, de Leopoldo Lugones, también de ese año final, un "Ideario", un antiguo "Retrato de Alfonsina Storni" por Gabriela Mistral, de 1926, un soneto nunca recogido en libro, y el discurso de Alfredo Palacios que homenajeó a Storni en el Senado argentino el 21 de noviembre de 1938. El conjunto, que también incluye algunas fotografías, se presenta prologado y organizado por el nieto de la escritora, Guillermo A. Storni. POETAS "OFICIALES". Los poemas de Storni se releen con admiración. Ciertamente, los temas de esa etapa final de su vida apuntan a una visión trágica, y casi no han envejecido en el sentido de que hay en ellos pocas concesiones a cierto gusto medio y compartible que se hubiera esperado de las tres poetas que asumían entonces una función "oficial" y extraliteraria, especie de rostro culto de los entonces prósperos confines australes del Continente, papel por cierto demasiado oneroso para cualquier poeta. Los "antisonetos" de Storni revelan una viva sensibilidad por lo pequeño, lo olvidado ("Una oreja", "Un lápiz", "Una gallina", "Un diente"), una tendencia hacia la mirada amarga, a veces irónica, la mofa implícita en ese "Eros" que es un guiñapo, las "Langostas", "Las euménidas bonaerenses". En todo caso, la biografía que Storni construyó no necesitaba recurrir a la omisión y al silenciamiento, y esto, admitámoslo, es un alivio para cualquier creador. No fue un secreto la existencia de Alejandro, su hijo nacido en 1912 de padre "desconocido", y más bien situó a la poeta en el discurso de las reivindicaciones femeninas. Fue obrera, maestra y profesora, es decir, no dependió económicamente de nadie ni de pensiones oficiales. Mientras Gabriela Mistral imaginaba que era su deber esconder su pasión lesbiana, mientras Juana de Ibarbourou ocultó de su imagen pública la tragedia familiar y la drogadicción, Storni parece por lo menos haber gozado de cierta libertad expresiva. No ha de ser mera casualidad el que Eduardo Víctor Haedo, cuando organiza la jornada de enero de 1938, la haya olvidado y sólo la víspera, el 26, la haya invitado, sabedor de que estaba pasando vacaciones en Colonia. Y tampoco ha de ser azaroso el hecho de que Storni, ya muy enferma, no dudase un segundo en aceptar la invitación, consciente de la trascendencia que ese encuentro tendría para su obra. Es decir, si

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Storni fue tal vez la más "libre" de las tres poetisas notorias de entonces, no se mostró en absoluto indiferente a las instancias de poder que pudieran promocionar su obra. SUICIDIO ANUNCIADO. Un caso más delicado resulta, en el tema de la construcción de la imagen pública, el de su suicidio. Sabidamente, Storni sufría los dolores provocados por la metástasis del cáncer de que había sido operada en 1935. Sabía que no había cura posible y es muy probable que esto la haya llevado a la decisión última. Sin embargo, el poema enviado a La Nación, y que de hecho salió junto a la noticia de la muerte, le confiere a ese suicidio una dimensión mediática, especie de antecedente, todavía discreto, es cierto, del gesto de esas figuras públicas (incluso escritores) que hicieron de su muerte un espectáculo. No faltó tampoco la aparente ficción de un amante, sugerido en los dos versos finales del soneto. Seguramente un suicidio por amor nos interroga más que aquel movido por una enfermedad. Treinta años después, y cómplice con la ficción final de Storni, la zamba "Alfonsina y el mar" de Ariel Ramírez y Félix Luna, divulgada desde 1969 por Mercedes Sosa, completó lo que el soneto sólo sugería. Los lectores lo agradecemos, ciertamente, porque la ficción puede ser más bella y convincente que la realidad. Finalmente, llama la atención el que Losada haya encargado la edición al nieto de la poeta. Es loable que Guillermo A. Storni haya incluido todos los poemas de Mascarilla y trébol. Además, la selección de "Poemas premonitorios" exhibe con buen tino poemas como "A Horacio Quiroga", y es útil que el libro reproduzca la conferencia de Montevideo. En cambio el recopilador y prologuista se muestra demasiado económico en lo que más podía dar, es decir, en recuerdos de familia, testimonios al menos de su padre. El recuerdo de la prisa con que Storni escribe la conferencia de Montevideo, sentada en el coche que los trae de Colonia a Montevideo, o la charla que parece haber tenido con su hijo en la playa Pocitos -después de esa conferencia- sobre su estado de salud son casi los únicos momentos en que la relación de familia del prologuista se muestra útil. Es una pena porque, con el nieto de Storni, se pierde tal vez la última oportunidad que los lectores tenemos de oír esas informaciones "de familia", incluso cuando también son ficciones. VOY A DORMIR, de Alfonsina Storni. Losada. Buenos Aires, 2008. Distribuye Oceáno, 200 págs.

Un lápiz Alfonsina Storni POR DIEZ centavos lo compré en /la esquina y vendiómelo un ángel desgarbado; cuando a sacarle punta lo ponía lo vi como un cañón pequeño y /fuerte. Saltó la mina que estallaba ideas y otra vez despuntolo el ángel triste. Salí con él y un rostro de alto bronce lo arrió de mi memoria. Distraída lo eché en el bolso entre pañuelos /cartas, resecas flores, tubos colorantes, billetes, papeletas y turrones. Iba hacia no sé dónde y con /violencia me alzó cualquier vehículo, y /golpeando iba mi bolso con su bomba dentro. (de Voy a dormir) http://www.elpais.com.uy/Suple/Cultural/10/01/08/cultural_463545.asp

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Biógrafo "oficial" de Gabriel García Márquez

Teseo en el laberinto

Oscar Brando

ALGUNA REVISTA especializada, algún número monográfico, ahora quizá una página web, tendrá la lista de las notas, reportajes, artículos, ensayos y libros escritos sobre el escritor colombiano Gabriel García Márquez. Habrá una columna de premios, distinciones, homenajes y otras chucherías. Su obra ha sido editada y reeditada sin pausas, tanto la de ficción como la periodística y espera, si ya no existe, un proyecto de Obras Completas como las que Aguilar solía hacer en vida de los escritores (son tiempos estos demasiado académicos, de ediciones críticas y estudio de variantes, como para soportar el clásico e ingenuo comentario que señalaba que esas "obras" no eran "completas" y que además estaban manipuladas por el autor). Es posible que se sigan rescatando trabajos de los numerosos diarios en los que colaboró. Finalmente quedarán inéditos fragmentos sin publicar, primeras, segundas o terceras versiones de novelas o cuentos que permitirán a futuros investigadores traspasar el infinito ya alcanzado. Como es de suponer no siempre las cosas fueron así en la vida de Gabriel García Márquez. En 1965, cuando el escritor chileno Luis Harss recorría varios países en procura de "los nuestros", haciendo entrevistas a los narradores que conformaban en esos años el star system de la literatura latinoamericana, no sabía de la existencia de García Márquez. Alguien le susurró que en México vivía un colombiano, autor de algunos libros, y que en ese momento estaba dedicado al cine. Harss tuvo que rastrearlo con dificultad. Cuando finalmente dio con él encontró un personaje con una depresión aguda, ganándose la vida con guiones poco exitosos y sin poder escribir una línea fuera de esos ganapanes. Después de muchas vueltas, y de regreso a Buenos Aires para la traducción y publicación de Los nuestros en la editorial Sudamericana, Harss se enteró de que habían comenzado a llegar fragmentos de una novela del colombiano desconocido que auguraban un éxito. Algo había pasado en ese poco tiempo. Para solaz de nuestro chauvinismo se podría recordar que un año antes que Harss, en 1964, Ángel Rama había publicado en el semanario Marcha dos notas: "García Márquez, gran americano" (febrero) y "Letras colombianas: García Márquez, la violencia americana" (abril), que serían el inicio de un larga preocupación del crítico uruguayo por la obra del escritor.

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Obra y vida. El éxito fulminante de Cien años de soledad, publicada por Sudamericana en Buenos Aires a fines de mayo de 1967, abrió el cauce del conocimiento de la obra y de la vida de ese escritor hasta entonces secreto. La fama abrumadora, que lo sometería a un ritmo cada vez más ajetreado y a una obra cada vez más exigida, le haría decir que antes de todo eso era "feliz e indocumentado". La investigación minuciosa a que se entregaron algunos críticos iría revelando dudas sobre la mentada felicidad. El universo feérico, maravilloso que se instaló con Cien años de soledad creó una fugaz cortina de humo que se fue disipando apenas las lecturas más atentas mostraron el trasfondo de violencia y soledad que su obra rezumaba. El propio escritor se encargó de incluirse en el mito de ese mundo mágico. Cierto es que en esos años se cultivaba un desprecio por lo biográfico. La seguridad de que no era importante para el estudio de una obra llevó a despreocuparse por las inexactitudes en las que una y otra vez el escritor incurrió. Ni siquiera era correcto el año de nacimiento. El extraordinario, monumental, exhaustivo hasta ese momento trabajo de Mario Vargas Llosa García Márquez. Historia de un deicidio publicado en 1971 es prueba de ese clivaje: "La realidad como anécdota", primer capítulo de su libro, en el que se ocupa estrictamente de historia y biografía, ocupa 80 de las casi 700 páginas del volumen. En el resto, sin despreciar detalles de la vida y de la "realidad real", el libro es un cuidadoso abordaje de la "realidad ficticia", libro a libro y cuento a cuento, de las influencias literarias, los demonios del escritor, los milagros que tiene que hacer como sustituto de dios y otros enfoques que desentrañan los procedimientos narrativos. El libro seminal de Josefina Ludmer publicado al año siguiente, Cien años de soledad. Una interpretación, dejó asentado ese programa textualista de lectura.

Pero a medida que García Márquez se hacía más conocido, con la reproducción asombrosa de la lectura de su obra, empezó a crecer la curiosidad por los antecedentes de ese personaje y por los detalles de su vida. No era inocente el propio escritor del despertar de ese interés, afianzado en su condición de artista y en la de hombre público. Esa doble misión no era ajena a los intelectuales latinoamericanos hacia 1970. Pocos de ellos se retraían de la vida pública y, en mayor o menor medida, opinaban, participaban, polemizaban sobre cuestiones continentales, en particular sobre la movediza realidad política. García Márquez no se sustrajo de ese aspecto, si bien no fue de los más decididos protagonistas de los debates públicos. De todas maneras el lugar que había ocupado luego de la difusión de Cien años de soledad había generado en torno a él una curiosidad siempre mal saciada.

Varios caminos recorridos se cruzaron en diferentes intersecciones. Un aspecto de la investigación comenzó a revelar los comienzos literarios de García Márquez. Hasta fueron necesarias algunas ediciones piratas de sus primeros cuentos, que se remontaban a 1947, para que el escritor se decidiera a hacer una edición autorizada de ellos. En 1970 había aparecido, al influjo de la fama de Cien años de soledad, la transcripción de un reportaje realizado en los años 50 al sobreviviente de un naufragio: el documento era un prodigio de escritura y periodismo de investigación, y anticipaba en varios años la tan mentada narrativa de no ficción de la que los escritores norteamericanos (Capote, Mailer) parecían haberse apropiado. Comenzaba a desbrozarse otro terreno hasta ese momento inexplorado: el de un trabajo periodístico intensísimo, sostenido, formador que se había iniciado al mismo tiempo que la ficción.

La consolidación de la obra con El otoño del patriarca (1975) y Crónica de una muerte anunciada (1981) despejó la inquietud de qué pasaría después del ciclo de Macondo. Una prolongada conversación con su viejo amigo, escritor y periodista Plinio Apuleyo Mendoza tuvo como resultado, en 1982, el libro- reportaje titulado El olor de la guayaba. La intimidad entre los conversadores, los guiños y los implícitos hicieron muy atractiva la lectura del breve volumen pero se plegaron a lo que Juan José Saer llamaría el "aura del biografiado". García Márquez seguía alimentando el mito de sí mismo, seguía entreverando vida y literatura, no dejaba de jugar con el estilo que había creado, pleno de exageraciones, leyendas y dramas populares. Al fin de cuentas, desde hacía años había encontrado la receta exacta, mixtura de una refinada escritura y la cultura del ballenato, el melodrama, el cuento folclórico. Lo que en su obra es único -García Márquez es uno de los ejemplos contados de "alta" literatura que al mismo tiempo soporta la lectura masiva- contagiaba su vida a la que poblaba de los mismos mitos. Vino el Nobel (1982), arreciaron los compromisos de toda índole y llegó un momento en el que ya no se sabía dónde estaba García Márquez, mucho menos en dónde quería estar. Sus movimientos entre México, Cuba, Colombia y Europa habían convertido su vida en un misterio público, aplaudido y resistido por fanáticos y detractores. Su obra siguió creciendo entre elogios y repudios y su vida se fue recostando sobre ciertas certezas: su mujer

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Mercedes Barcha, Carmen Balcells, Cuba y su amistad con Fidel Castro, los intentos frustrados de hacer algo por Colombia, sus vínculos con el jet-set político y artístico, su cáncer de pulmón.

LA VIDA AL MARGEN. Dos grandes mojones biográficos que ayudaron a ordenar la vida del escritor y confirmar detalles y oscuridades, fueron el libro que escribió su hermano Eligio García Márquez Tras las claves de Melquíades. Historia de Cien años de soledad, inconcluso por la enfermedad de su autor y publicado en el año 2001; y el relato autobiográfico Vivir para contarla (2002), también incompleto, que se había quedado por mitad de los cincuenta. El libro de Eligio, veinte años menor que Gabo, fue, mucho más que lo que su título prometía, una minuciosa e iluminadora investigación. La autobiografía resultó la antojadiza selección de recuerdos y su zurcido para inventarse una vida."La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla". Sin embargo hay en ella claves para entender esa vida. El episodio que abre la autobiografía sucede en el año 1950. La madre se le presenta en Barranquilla y le pide que lo acompañe a Aracataca a vender "la casa". El escritor recuerda que su madre se le plantó enfrente y "antes de que yo pudiera reaccionar, me dijo: Soy tu madre". La escena, rotunda, pone en juego las piezas centrales del drama: su madre, la casa, el viaje de regreso. No es que García Márquez no reconociera a su madre porque hacía mucho que no la veía. La afirmación que el escritor pone en boca de su madre insinúa un conflicto antiguo, una deuda que se empezaría a saldar, pausadamente, con ese viaje.

Este principio de interpretación, aplicable a las muchas pistas que cualquier escritor va dejando en su obra, necesitaba no un paso de aproximación sino de alejamiento. Ese movimiento estuvo a cargo de un inglés, nacido en 1944, especialista en letras latinoamericanas y profesor en Estados Unidos. Gerald Martin había comenzado en 1990 un largo rastreo que le llevaría 18 años y cuyo resultado está en Gabriel García Márquez. Una vida.

El modelo de Martin es el anglosajón, documentado, riguroso, cuyo ejemplo más destacado es la biografía James Joyce, de Richard Ellmann. Cada afirmación está respaldada por un testimonio y presenta una voluntariosa resistencia a ficcionar cualquier episodio. Los hechos son cuidadosamente ordenados sobre un hilo cronológico e incluye antecedentes históricos y familiares y el dibujo de un delgado marco histórico dentro del cual la vida se realiza. Tal vez la virtud insoslayable de esta biografía sea recomponer con cuidado los años de infancia de García Márquez. Si bien no todo lo que se dice es nuevo, el libro propone leer la tan proclamada felicidad de la crianza con su abuelo materno en contraste con el sentimiento de abandono que pesó en el niño; el clima de bonanza que supuso su recuerdo de Aracataca como contracara de la soledad. Ese paisaje costeño dejó un registro de signos opuestos y no es difícil ver en su obra, en la contraposición Macondo-el Pueblo (Aracataca-Sucre) las secuelas de estos sentimientos encontrados.

Martin no es avaro en la interpretación de los hechos de la vida del escritor, así sean tomados, con cautela, a partir de la obra. Ese doble proceso: su transformación en ficción y su retorno a la biografía desde la latencia simbólica exige pie de plomo; pero el biógrafo lo hace con naturalidad. Entiende, por ejemplo, que la novela en la que más se desnuda García Márquez es El otoño del patriarca pues devela sus grandes obsesiones: el poder, el paso del tiempo, la soledad. El minucioso recorrido biográfico le permite especular la manera en que García Márquez fue procesando sus conflictos, cómo esa materia se transforma en parte de su obra o cómo modela las grandes decisiones de su vida. Tal vez la factura más costosa, y que no queda claro que haya sido saldada, sea con su padre. La propia biografía de Martin no consigue construir una imagen convincente del esquivo Eligio García. El telegrafista de Aracataca, como lo dejó estigmatizado su hijo en más de una oportunidad, fue un sujeto resbaladizo que nunca pudo ser asido por las estrategias del escritor. Algo de indulgencia dejó El amor en los tiempos del cólera, pero para Martin, Eligio no fue más que el que sustrajo a Gabito de la influencia de la madre. La otra gran mancha temática del libro es la relación del escritor con el poder. Martin sostiene con timidez que el sinuoso recorrido pudo ser la recompensa a sus desventajas de origen y la culminación de una tozuda certeza (o vocación) que lo guió aun en los momentos más desangelados de su vida. A pesar de que García Márquez terminó declarando a Martin su biógrafo oficial, no siempre la biografía es indulgente con ese afán de protagonismo, los artilugios de figuración, el doblez que implicó declararse una persona progresista pero estar siempre mucho más cerca de los poderosos que de los desposeídos.

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El movimiento más subrayado por Martin es el de su acercamiento a Fidel Castro. Lo presenta como un cuidadoso plan que lo condujo desde su deficitaria actuación en el "caso Padilla" en 1971 a la conquista de la amistad entrañable con Castro. Martin observa que esa amistad, como la que sostuvo con Torrijos, con Felipe González y con varios mandatarios latinoamericanos no siempre fueron buenas apuestas políticas. La cercanía a Fidel le proporcionó adhesiones pero también repulsas. Su olfato político fue con frecuencia infiel, sobre todo cuando cultivó amistades como la del venezolano Carlos Andrés Pérez o el mexicano Salinas de Gortari. El despliegue internacional, que lo llevó en alguna instancia a entrevistarse con Clinton, no ha dejado huellas demasiado claras. En cuanto a su relación con su país natal, Colombia, se parece a su carrera como guionista de cine: un desacierto tras otro. Es mérito del libro no esconder estos perfiles menos favorables: aunque deba admitir una y otra vez que los errores nunca parecen afectar su popularidad.

Por lo menos cabe señalar dos déficits. Uno, perfectamente salvable y previsible, es el anticomunismo de Selecciones del Reader que rezuma cada comentario de Martin acerca de regímenes socialistas. El otro es más notorio, sobre todo porque parece información escamoteada: tiene que ver con la vida familiar del escritor, la relación con su mujer y con sus hijos. No acomete toda la vida sentimental con la misma sinceridad y crudeza con que expone el abandono a Tachia Quintana, su amor parisino. Generalmente se gastan insinuaciones respecto a la fidelidad del escritor pero protegidas por un pacto de silencio. No se trasluce con nitidez que la relación con sus hijos haya sido lo excelente que el escritor presumió alguna vez.

Pero esos reparos son nimios. Gerald Martin dice tener material para algún libro más, pero es dudoso que lo utilice. Esta biografía extensa y compacta cierra sin fisuras la versión de una vida. Monstruo y Ariadna al mismo tiempo, el escritor dejó a este nuevo Teseo dar un paseíto por su laberinto.

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ. UNA VIDA, de Gerald Martin, Debate. Buenos Aires, 2009. Distribuye Random House Mondadori. 762 págs. http://www.elpais.com.uy/Suple/Cultural/10/01/08/cultural_463547.asp

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Enrique Iglesias y el BID

Desarrollo y equidad

Carlos Luppi

AL CELEBRARSE 50 años de la fundación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), cobra mayor importancia el libro Al servicio de algo más que un Banco - Enrique Iglesias (1988-2005). En sus páginas releva los 17 años en que el Contador Iglesias presidió la institución, y se anota cómo la transformó en el principal instrumento de desarrollo, fomento de la equidad y cuidado del medio ambiente en América Latina y el Caribe. Y también en un activo agente cultural y foro de discusión de los problemas políticos, económicos y sociales. Hay un antes y un después de Iglesias en el BID, y el libro, compilado por expertos y supervisado por el actual Secretario General Iberoamericano, es fiel testimonio de eso. Este texto tiene mucho para enseñar en un Uruguay que vive inéditas experiencias políticas y económicas, y llega en el momento justo, cuando la crisis rconómica global -que ha devastado las economías de Estados Unidos y Europa- cambia los paradigmas del poder, la teoría y la praxis económica mundial. HIJO DE INMIGRANTES. Nacido en Asturias y nacionalizado uruguayo, hijo de una humilde familia de inmigrantes españoles, Iglesias trabajó en el almacén de barrio de su padre (circunstancias que siempre recuerda con orgullo) y se graduó en 1953 -con medalla de oro- de Contador Público y Economista en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de la República. Allí ya fue docente a los 21 años, junto a profesores como Israel Wonsewer, Luis Faroppa y Carlos Real de Azúa. Entre 1954 y 1966, Iglesias trabajó en la actividad privada como director-gerente de la Unión de Bancos del Uruguay. Y entre 1960 y 1967 se desempeñó en el sector público como secretario general de la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico (CIDE). Desde ésta fue que se lanzó el primer diagnóstico y se formuló la primera propuesta integral de soluciones para un desarrollo sostenido del país, y su proyecto -aplicado sólo en parte- permanece vigente. Entre 1966 y 1968, Iglesias fue el primer gerente general del Banco Central del Uruguay; entre 1969 y 1972 fue presidente del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Y en el período 1972-

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1985 actuó como Secretario Ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Entre 1985 y 1988 fue ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, recompuso la imagen externa del país tras la dictadura, y presidió la Conferencia Ministerial del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT) de 1986 en Punta del Este, que gracias a sus extraordinarios esfuerzos dio origen a la Ronda Uruguay, convertida luego en la Organización Mundial de Comercio (OMC). En marzo de 1988, Iglesias asumió como tercer presidente del BID, sucediendo a Antonio Ortiz Mena. Fue reelecto en 1993, 1998 y 2003, cumpliendo el mandato más extenso, hasta el 30 de setiembre de 2005. Concluyó la Séptima y la Octava Reposición de Recursos, incrementando notablemente la disponibilidad y capacidad operativa del Banco, creó la Corporación Interamericana de Inversiones, especializada en apoyo a Pequeñas y Medianas Empresas (PYMES), y el Fondo Multilateral de Inversiones FOMIN, que apoya al sector privado mediante donaciones, asistencia técnica e inversiones de capital. Renovó totalmente el BID y le dio estatura mundial. En 2003, el secretario general de la ONU, Kofi Annan lo nombró miembro de la Comisión de Alto Nivel para Evaluar las Amenazas a la Paz, y en 2005 lo designó en el Grupo de Alto Nivel que puso en marcha la Alianza de Civilizaciones. Desde 2005 ocupa el cargo de Secretario General Iberoamericano (SEGIB). En materia académica fue director de Desarrollo Económico y director del Instituto de Economía de la Universidad de la República y dictó cursos en CEPAL, ALADI e ILPES, y CLACSO. Ha escrito numerosísimos artículos y ensayos sobre temas de su especialidad, y libros entre los que se destacan Reflexiones sobre el Desarrollo Económico, Cambio y Crecimiento Económico, El desafío energético, Desarrollo y Equidad, La CEPAL y las relaciones económicas en América Latina y Las perspectivas del desarrollo económico en América Latina. Asimismo ha recibido innumerables distinciones y medallas entre las que se destacan la Orden de la Legión de Honor, adjudicada por Francia, la Gran Cruz de Isabel la Católica, por España y el Premio Príncipe de Asturias. Iglesias une las condiciones de ser economista y hombre de la cultura (son testigos recientes el Espacio Cultural Federico García Lorca y el nuevo SODRE-Auditorio Adela Reta). En los ´80, cuando arreció la crisis de la deuda externa latinoamericana, Iglesias señaló que "debía construirse una nueva arquitectura del sistema financiero internacional que superase el de Bretton Woods y que resolviera o previniera las crisis". Según él, debía establecerse un sistema de comercio mundial justo y equitativo, sin dejar de observar los equilibrios fiscales y monetarios. En los 90 advirtió sobre los excesos del neoliberalismo. Ante la actual crisis global sus planteos cobraron dramática vigencia y necesidad. Abogó siempre por el desarrollo económico con equidad social y la necesaria asociación entre Estado e intereses privados. Su gran obra es reconocida universalmente. Realizaciones. Iglesias, con su espíritu de fundador, transformó una institución pequeña y en plena crisis cuasi terminal (1988), en un gigantesco banco promotor de crédito y capacitación empresarial; promotor de la salud, la educación, los derechos individuales, la infraestructura, la investigación, el desarrollo de la ciencia y la tecnología, el cuidado del medio ambiente y la producción de tecnologías limpias y fuentes de energía renovables, además de un foro permanente de discusión que se extendió por todo el mundo, abarcando los temas más diferentes, importantes y urticantes, como el rol del Estado, el Consenso de Washington, y los nuevos paradigmas del siglo XXI nacido bajo la tragedia del 11 de setiembre y la Crisis Global. El texto se divide en una introducción y cinco partes: "Un banco grande"; "Un banco innovador"; "Un banco más eficiente"; "Más que un banco", "Balance y Perspectivas", complementado con apéndices estadísticos y documentales, así como una espléndida iconografía. Está salpicado de frases de Iglesias y de pensadores, escritores y poetas latinoamericanos, entre los que se destaca Pablo Neruda. Es, en este sentido, un libro útil para especialistas, estudiantes de ciencias sociales, y público en general. Tanto la parte de Balance y Perspectivas como el discurso de fin de gestión en el BID tienen el doble rol de describir lo hecho y enumerar la cantidad de desafíos pendientes en una región que exhibe la distribución de ingreso más desigual del mundo. AL SERVICIO DE ALGO MÁS QUE UN BANCO - ENRIQUE V. IGLESIAS (1988 - 2005). Banco Interamericano de Desarrollo. 284 págs. Washington D.C., 2006. http://www.elpais.com.uy/Suple/Cultural/10/01/08/cultural_463548.asp

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Reedición de un libro de Anne Brontë

La hermana menor

Soledad Platero

CUANDO ESTA historia fue publicada por primera vez, en 1847, su autora tenía 27 años. Vivió hasta los 29 y tuvo tiempo de escribir una última novela (La inquilina de Wildfell Hall, 1848) que hoy es valorada como una de las primeras en exponer el drama de la violencia doméstica y la situación de dependencia de la mujer en la Inglaterra victoriana. La primera mitad del siglo XIX es, para los súbditos británicos, una época de enormes cambios. Hacia 1840 la incipiente -aunque vertiginosa- industrialización, así como el desarrollo comercial que acompañó a la expansión imperial, no están muy regulados. Los ciudadanos pertenecientes a los sectores burgueses quieren participar de los beneficios de la inversión y los negocios, pero a menudo pierden todos sus ahorros en empresas fallidas. Los viejos valores del trabajo y del esfuerzo siguen mostrándose como pilares sólidos para una vida larga y honrada, pero no parecen ofrecer un camino rápido de ascenso social. Para las mujeres, el ascenso sólo es posible mediante el matrimonio. Las que no elijan esa vía (o no sean suficientemente atractivas, muchas veces por falta de dote) deberán optar por el único camino laico de autosustento que goza de cierta respetabilidad: el trabajo como institutriz o como profesora de internado. ASUNTOS DE FAMILIA. Anne Brontë, la menor de las tres hermanas escritoras, nació en 1820. Su madre murió al año siguiente, así que los pequeños Brontë (Maria, Elizabeth, Charlotte, Patrick Branwell, Emily Jane y Anne) fueron criados por el padre -el reverendo Patrick Brontë, vicario de Haworth- y por una tía. Anne tenía quince años cuando ingresó como pupila al colegio de Roe Head, en el que su hermana Charlotte era maestra. En el internado se preparó para ser institutriz, y consiguió su primer trabajo antes de los veinte años, en Blake Hall, con la familia Ingham. No fue una experiencia gratificante. Los niños Ingham eran revoltosos e intratables, y sus padres no estaban dispuestos a dejar que la institutriz los disciplinara. La joven Brontë, todavía inexperta, abandonó la casa al poco tiempo. Su siguiente empleo fue en el hogar del reverendo Robinson, cerca de York. Tampoco allí las cosas fueron fáciles para la joven maestra, pero al menos su paciencia estaba más desarrollada y consiguió un relativo éxito educando a las niñas, llamadas Bessy y Mary. Pero el vínculo laboral con los Robinson terminó escandalosamente, y no por culpa de la institutriz ni de las alumnas. Fue Branwell, el mimado hermano varón de Anne, el que provocó un drama al enamorarse de la esposa del vicario y enredarse con ella. Branwell había sido introducido en la casa por su hermana para enseñar música a las niñas, y no demoró

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mucho en caer rendido a los encantos de Lydia Robinson. La relación de los amantes duró algo más de dos años, y terminó en escándalo. Fue apenas el primero de los problemas creados por el joven, que resultó, durante su corta vida como adulto, una constante fuente de tensión y angustia para sus hermanas. Alcohólico, probablemente consumidor de opio, irresponsable y fatuo, fue el protegido de Charlotte, Emily y Anne, y vivió siempre a sus expensas, incapaz de alcanzar el éxito en ningún terreno del arte, a pesar de considerarse dotado para casi todos. EL SIGLO XIX, LA NOVELA Y LAS SEÑORITAS. La novela victoriana, según dicen, se propone expresar las circunstancias y preocupaciones de la clase social emergente, es decir, de la burguesía. Durante el siglo XIX, en Inglaterra, el público lector creció en forma constante gracias a la creación, primero, de las bibliotecas circulantes, y a la publicación generalizada, poco después, de las novelas en forma de folletín. Los relatos de ficción -novelas góticas y románticas, dramas sociales e historias en serie- llegaban incluso a personas que no sabían leer o no podían comprar libros, porque eran leídas en voz alta para grupos numerosos. En ese contexto, solía considerarse que las mujeres constituían el público mayoritario -ya fuera porque tenían más tiempo libre o porque sus actividades, casi siempre en el hogar, eran compatibles con la lectura a solas o en grupo- de manera que las obras narrativas eran por lo general usadas como vehículo para formar modelos de conducta. Las novelas del siglo XIX están llenas de heroínas recatadas y virtuosas, de mujeres sobrias y sencillas que se sobreponen a la adversidad y resisten la tentación, las humillaciones y las penurias con la fuerza de su carácter y la solidez de sus principios. Y Agnes Grey no es una excepción. BELLA POR DENTRO. Anne Brontë -cuya corta vida no conoció episodios románticos, al menos en carne propia- se inspiró en su experiencia personal para componer a Agnes, una joven que decide salir de casa a los 18 años para ganarse la vida como institutriz. La historia familiar de Agnes es similar a la de tantas jóvenes de la pequeña burguesía de la época. Su padre es un modesto vicario de pueblo, y su madre una mujer de origen acomodado que renunció a la fortuna paterna para casarse con el hombre que amaba, aun sabiendo que debería adaptarse a una vida de privaciones. El matrimonio vivía sin desahogos pero sin apremios, hasta que un día el vicario, ilusionado con la idea de dar a su mujer y a sus hijas una vida más cómoda, decide invertir sus ahorros en una empresa comercial en ultramar. La cosa, previsiblemente, sale mal, y la familia termina ahogada en deudas. Angustiada por la situación en la que vive la familia, Agnes, la menor de las dos hermanas Grey, considera que 18 años es una buena edad para salir de casa a ganarse el pan. La novela, en primera persona, es el relato hecho por la propia Agnes de su experiencia en casa de los Bloomfield -un matrimonio detestable formado por un hombre brutal y grosero y una mujer mezquina e indolente, y sus hijos mentirosos, violentos y carentes de toda inclinación a la urbanidad- y de los Murray -una pareja de señorones de provincia y sus malcriadas y caprichosas hijas. Leída hoy, es inevitable la sensación de estar oyendo a una mujercita pacata y pomposa que dicta cátedra de buena conducta. Pero, al mismo tiempo, la agudísima descripción que la narradora hace de sus alumnos, de sus patrones y de los personajes laterales provoca una también inevitable corriente de complicidad; una simpatía incontenible por esa muchacha joven obligada a ganarse la vida tolerando la tilinguería y el maltrato de personas notoriamente inferiores a ella. Y es que la escritura de Anne Brontë evita todo sensacionalismo, toda dramatización innecesaria, y se limita a exponer, con gran precisión y bastante humor negro, la infame forma de vida de la pequeña aristocracia rural: la corrupción de sus mujeres, dispuestas a tolerar cualquier humillación a cambio de una posición social que provoque la envidia de sus vecinas; la coquetería y fatuidad de las jóvenes cuya única meta es un matrimonio ventajoso; la depravación y brutalidad de los hombres, ociosos, bebedores y violentos, ajenos a toda preocupación por sus familias, y la penosa adulonería de los clérigos ambiciosos, tan autoritarios y exigentes con los pobres como indulgentes y serviles con los ricos. Un año después de publicar esta historia -en un volumen que también incluía la novela Cumbres borrascosas, de su hermana Emily- Anne llegó a publicar La inquilina de Wildfell Hall, en donde desarrolla el tema del matrimonio infeliz y la convivencia violenta, que ya se perfilan en Agnes Grey en el breve pasaje dedicado a la vida de casada de Rosalie Murray. Anne Brontë murió de tuberculosis -como sus hermanos Emily y Branwell- en mayo de 1849. Las hermanas Brontë publicaron siempre con los seudónimos masculinos de Currer, Ellis y Acton Bell. AGNES GREY, de Anne Brontë, Debolsillo. Buenos Aires, 2009. Distribuye Random House Mondadori. 243 págs. http://www.elpais.com.uy/Suple/Cultural/10/01/08/cultural_463549.asp

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Textos

Ideas para relatos Nathaniel Hawthorne

IDEA para un relato: un incidente causa una guerra general; el actor central de este incidente presenta cierta semejanza con el mal que ha provocado. *** La transformación de una alegre muchacha en anciana: los tristes hechos a su alrededor, que poco a poco influyen en su carácter. Ella termina enamorada de los cuartos de enfermo; le gusta acoger últimos suspiros y amortajar a los muertos; su mente está repleta de recuerdos fúnebres y conoce a más personas bajo tierra que sobre ella. *** La historia de un personaje capaz de vivir una honda y fuerte pasión. Espera impaciente ese amor apasionado que ha de ser el momento crucial de su vida. Pero el destino quiere que no se enamore nunca. Renunciando no sin tristeza a esa esperanza, concierta una boda racional, sin sentir por su esposa más que simple estima. La mujer podría ser alguien que en el pasado lo amó, pero que él habría despreciado en busca de la gran pasión. *** En una vieja casa se oyen unos golpes misteriosos en una pared donde antaño había una puerta, ahora tapiada con ladrillos. *** La historia de un hombre frío y de corazón sensible que no siente ningún lazo fraternal con el género humano. Tras su muerte, tratan de cavarle una tumba; pero a escasa profundidad las palas dan contra una roca, como si la tierra se negase a recibirlo en su seno. Se lo inhuma entonces en un antiguo sepulcro donde los ataúdes y los cadáveres se han vuelto polvo, de manera que yace solo. Muy pronto el cuerpo se petrifica y parece, por su actividad y su expresión, rechazar a la sociedad desde la eternidad de la muerte, rechazarla igual que en vida, a tal extremo que jamás otra persona será enterrada allí a su lado. *** Aquellos que son complicados a la hora de elegir esposa parecen no querer tomar ningún producto acabado de cuantos les ofrece la naturaleza, sino más bien una mujer fabricada a medida para ellos. ***

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Un joven matrimonio se instala en una calle apartada de una gran ciudad. Un día ella reúne en su hogar a varios de sus vecinos y les muestra el cadáver de su marido. *** Un baile de disfraces al que acuden los más importantes escritores norteamericanos disfrazados como sus propios personajes. *** Un horrendo secreto comunicado a varias personas de distinto temperamento. Serios o alegres, todos perderán la razón bajo el efecto del secreto, cada cual según su personalidad. *** Las abejas se ahogan muchas veces en su propia miel, del mismo modo que ciertos escritores se pierden en el cúmulo de su propia erudición. *** La otra noche soñé que el mundo estaba tan insatisfecho con la escasa precisión con que se da cuenta de los acontecimientos, que me ofrecían mil dólares a cambio de que narrara todos los hechos de importancia pública tal como ocurrieron realmente. *** Por más inocentes o débiles que sean mientras se encuentran en el diccionario, las palabras, para bien o para mal, se vuelven realmente potentes en las manos de quien sabe combinarlas. *** Una familia, que se compone del padre, la madre y un par de hijos, sale a dar un paseo y se interna en un bosque. La pequeña hija se pierde de vista entre los árboles. La llaman. Regresa al rato. Al principio ellos no advierten ningún cambio; sin embargo, poco a poco, parecen notar algo extraño. Hasta que, tiempo más tarde, llegan incluso a sospechar que no es su hija, sino en verdad una extraña, la que regresó con ellos. *** Un personaje muy fantasioso pide que, al morir, lo entierren en una nube.

El autor NATHANIEL HAWTHORNE nació en Salem (Estados Unidos) en 1804, y murió en New Hampshire en 1864. Educado en una familia puritana, fundador de la literatura norteamericana, sus textos luchan entre la parábola y la literatura profética de la modernidad del siglo XX. Su novela más célebre es La letra escarlata. Reunió sus relatos en Historias contadas dos veces. En distintos países fue anotando sus ideas. Las de esta página pertenecen a los Cuadernos americanos, que tradujo Eduardo Berti. http://www.elpais.com.uy/Suple/Cultural/10/01/08/cultural_463554.asp

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Cómo ver el arte contemporáneo

Esta época marca un regreso a la pintura "pintada"; las telas comienzan a mostrar más figuras reconocibles y menos imágenes abstractas o manchas de color Domingo 10 de enero de 2010

Jean-Michel Basquiat, Retrato del artista como un joven desamparado. 1982, Acrílico y óleo sobre madera, 203 x 280 cm Foto: Cortesía Galería Jerôme de Noirmont, Paris Segunda entrega: años 80 Los ochenta, sobre todo la primera mitad, se caracterizan básicamente por el regreso a la pintura "pintada". Esto ocurre ya sea porque se recupera la importancia de técnicas e instrumentos tradicionales (tela, colores al óleo, acrílicos, acuarelas, diseños en lápiz, etc.), ya sea porque se verifica un auténtico renacimiento de la pintura figurativa. Las telas van mostrando más y más figuras reconocibles y menos imágenes abstractas o manchas de color. Este regreso a la tradición se da principalmente en los Estados Unidos gracias a un pequeño grupo de artistas algo disparatados y no asimilables entre ellos (como Julian Schnabel, David Salle y Eric Fischl) y en Italia gracias a la tendencia llamada de la Transvanguardia, teorizada por Achille Bonito Oliva, cuyos principales representantes son Sandro Chia, Francesco Clemente, Enzo Cucchi, Nicola De Maria y Mimmo Paladino. Los ochenta han sido años de gran opulencia y las cotizaciones alcanzadas en la década por algunos artistas bajaron drásticamente en la década sucesiva no necesariamente por reducirse el valor artístico de esas obras, sino porque se había agotado la enorme cantidad de dinero que había invadido el mercado del arte entre 1980 y 1989. Según algunos críticos, los ochenta fueron más "ligeros", más frívolos y menos comprometidos que los setenta o los noventa. Desde el punto de vista artístico, sin embargo, estos años fueron igualmente importantes por haberle restado dramatismo a la predominante presencia del arte conceptual respecto de una pintura de enfoque más tradicional y por evidenciar algunos artistas que seguían trabajando sobre tela, pero con nuevos fascinantes elementos (Schnabel, que pega a la tela trozos de cerámica rota o Barceló, que dibuja a partir de las huellas dejadas por las termitas que se comieron sus hojas de papel), que demuestran que la innovación y la creatividad siguen siendo posibles aun en el limitado espacio de la hoja. Una característica típica de esta época que influirá notablemente sobre el mundo del arte es la importancia creciente de los museos de arte contemporáneo y paralelamente el relativo aumento de dimensiones de las obras, que empiezan a ser concebidas y realizadas no para el reducido espacio de un departamento, sino para las grandes paredes de un museo.

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Crece la importancia de los museos no sólo y no tanto en la promoción de artistas ya consagrados por crítica y mercado, sino en lanzar y consagrar a los jóvenes artistas. Mientras Picasso, que sin embargo gozó muy temprano de un amplio reconocimiento del valor de sus obras, tuvo su primera retrospectiva en un museo a edad ya madura, a partir de los ochenta los museos y sobre todo las Kunstverein alemanas y suizas (instituciones privadas con magníficas sedes, ágiles estructuras libres del peso de colecciones permanentes, curadores emprendedores e ingentes financiamientos aportados por los socios) empezaron a proponer muestras de artistas de 30 años, que encontraban en esas instituciones espacios alternativos a las estrechas galerías privadas. La extrema consecuencia que vemos ahora en el mundo del arte es que un joven artista debe poder contar en su currículum con una muestra en los más prestigiosos museos. Es más, son en general más numerosas las presentaciones en museos de renombre que las muestras en galerías privadas. Los museos suelen pedir obras de grandes dimensiones y los artistas se adecuan con facilidad a esta nueva exigencia creando telas de enorme tamaño (Schnabel ha pintado cuadros de 4 metros de alto por 6 metros de largo) y esculturas que sería imposible acomodar en restringidos espacios familiares (Tony Cragg y sus esculturas integradas por centenares de fragmentos industriales). Pero precisamente en contraste con la opulencia, el consumismo y la grandiosidad de esos años, a finales de la década, algunos artistas empiezan a mostrar cierta reacción, a partir de una nueva investigación de lo sagrado y lo espiritual (como Mimmo Paladino, James Brown o Christian Boltanski) o de los mecanismos y las disfunciones de la relaciones sociales entre grupos de individuos o entre los sexos (Trockel). Considerando los cuarenta años que van de 1970 a 2010, la década del ochenta es seguramente la que ha producido las obras más agradables y más comprensibles, lo cual -junto con el período de prosperidad económica- explica el éxito comercial de muchos artistas. Dicho éxito, sin embargo, no demuestra necesariamente una condescendencia o el deseo de complacer al público: el hecho de haber producido obras más "fáciles" surgió de un sentimiento común de artistas y coleccionistas hacia un mundo caracterizado por un bienestar en aumento y la ausencia de conflictos, que tuvo su apogeo precisamente en la caída del Muro de Berlín, antes de que se vislumbraran la crisis económica y la crisis de valores políticos y sociales que caracterizan en cambio la década siguiente. El Van Gogh de Manhattan Jean-Michel Basquiat Así como en el imaginario colectivo Van Gogh representa el prototipo del artista del siglo XIX, genial pero incomprendido, que muere pobre y suicida y cuyas obras se venden posteriormente por decenas de millones de dólares (la realidad es algo distinta: en todas las épocas, los artistas fueron en su mayoría ampliamente comprendidos y gozaron de fama y desahogo cuando estaban todavía vivos), de la misma manera Jean-Michel Basquiat personifica perfectamente el prototipo del artista contemporáneo inmediatamente proyectado hacia al éxito, literalmente lanzado de un día para otro -a los 20 años de edad- de una vida humilde a la fama internacional y por ésta quemado en pocos años hasta morir de una sobredosis de heroína a los 27 años, en la cumbre de su éxito artístico, rico y contendido por las principales galerías del mundo. Su breve pero muy prolífica vida fue especialmente novelesca: no es casual que otro artista de Nueva York, Julian Schnabel, haya dirigido en 1996 la película Basquiat, sobre él. Retrato del artista como joven derrelicto (Portrait of the artis as a young derelict) es un gran cuadro de dos metros por dos que presenta muchas características típicas de Basquiat. En primer lugar, el soporte sobre el cual está pintado no es una tela, sino que está integrado por tres paneles de madera, que no son lisos sino moldurados como hojas de puertas o ventanas, unidos por bisagras metálicas. Su forma es irregular, siendo el panel central más alto que los laterales. Esta elección sugiere un objeto encontrado en la calle y el artista quiere recordarnos así que -antes de lograr exponer en las galerías de arte- él acostumbraba pintar en los muros, en las puertas, sobre cada superficie disponible, como lo hacía otro artista, Keith Haring, que empezó pintando los vagones de la metropolitana de Nueva York: habiendo empezado a pintar grafitis, cargó toda su vida con la etiqueta de "grafitista". También las imágenes que vemos pintadas por Basquiat sobre la madera podrían pertenecer al infinito repertorio de signos y figuras que aparecen sobre los muros de la ciudad: palabras, figuras, siglas, manchas de pintura, firmas, borrones. Y sin embargo este conjunto bizarro es para Basquiat un nuevo lenguaje artístico propiamente dicho, del cual reivindica la paternidad (la letra C en un círculo, en el panel central es la sigla de la palabra "copyright", derecho de autor) por la cual se considera merecedor de reconocimiento y fama (la corona repetida dos veces en el medio y abajo en el panel central, es otro símbolo que se repite con gran frecuencia en sus obras).

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La imagen más impactante de toda la pintura es la máscara-autorretrato que vemos en el panel derecho rodeada por un halo naranja y la cabeza traspasada de espinas. Basquiat manifestó repetidamente una especie de obsesión por la muerte (en este cuadro, aparece sobre una cruz el letrero "morte") y por el miedo (el rostro es claramente el de una persona aterrada). En este caso, el miedo desborda, alimentado también por el malestar y la falta de adaptación de las personas de color -Basquiat era afrocaribeño- en el ámbito de la sociedad y la cultura norteamericana. Otras imágenes reconocibles en el enredo de signos y colores del "Retrato" son unas piezas anatómicas en el panel central con encima el rótulo "anca", igualmente típicas del maniático deseo de Basquiat de diseccionar el cuerpo humano e incluir en sus cuadros huesos y órganos internos. Es también notable el edificio estrecho y muy alto, sin puerta de entrada pero con cinco ventanas con barrotes que hacen pensar en una cárcel que quizás evoque la casa de cura siquiátrica en la que estuvo encerrada por un tiempo la madre de Basquiat. Sus cuadros son a menudo un vértigo de imágenes y palabras (Basquiat acostumbraba decir que usaba las palabras como si fueran pinceladas de color) que básicamente recuerdan la incompleta inserción del artista en la sociedad y sus consecuentes ansiedades expresadas de manera violenta y atormentadora al mismo tiempo. De no haber muerto tan joven, ¿hubiera Basquiat mantenido o incluso aumentado su notoriedad? Es difícil contestar. En unos años Basquiat realizó centenares de cuadros y un número aún mayor de dibujos: si hubiera seguido produciendo al mismo ritmo, probablemente su mercado se habría saturado y hubiera sido difícil ver el frenético ascenso de sus cotizaciones. Desde Gaudi hasta las pinceladas de platos rotos Julian Schnabel Hay artistas dotados de un talento tan grande que a cualquier signo que tracen sobre una hoja de papel o una tela logran darle tanta fuerza expresiva y un sentido tan perfecto de armonía y belleza que basta para despertar, en quien mire la obra de arte, un sentimiento de honda satisfacción. Schnabel es un autor de enorme habilidad que ha creado obras de grandísimo impacto emotivo, a pesar de que a veces tiene el defecto de limitarse a ese sentido "justo" del color y del signo sobre la tela, sin enriquecer o cargar la obra de estructuras formales o conceptuales. En las obras de Julian Schnabel todo es grande, exagerado, a partir del tamaño de los cuadros, muchísimos de los cuales son tan monumentales que no podrían seguramente colgarse en las paredes de casa (¿qué hacer cuando se tienen entre manos enormes telas para vela pintadas, de cinco metros por cinco?), sino que deben necesariamente ser hospedados en museos. Incluso los títulos de algunos cuadros revelan la desbordante personalidad del artista. Un ejemplo es el bellísimo "Retrato de Dios", de 1981, en el cual precisamente la falta de modestia del título vuelve casi figurativo un cuadro que luce a primera vista totalmente abstracto (manchas y pecas de color azul sobre una tela blanca). Aunque muchas veces Schnabel haya utilizado soportes absolutamente originales y novedosos para sus obras (telas para vela o terciopelo), su gran invento son los Cuadros de platos ( Plate paintings ). Unos soportes en madera llevan pegados encima trozos de platos y de vasos rotos sobre los cuales es extendida la pintura. La superficie del cuadro se vuelve una especie de campo de batalla y cobra una dimensión tridimensional, como si las imágenes quisieran emerger, aun en trozos, de un paisaje accidentado e irregular. Schnabel mismo nos cuenta cómo nació en él la idea de los cuadros de platos. En 1978, realizando un viaje por Europa, en España visita primero Barcelona y luego Madrid, donde la pérdida del pasaporte lo obliga a permanecer unos días más. En Madrid reflexiona sobre las arquitecturas de Gaudí que había visto en Barcelona y en la idea de crear unos mosaicos como los que había visto en muchos restaurantes españoles. Acostado en su cama de hotel, sigue rondándole por la cabeza la palabra mosaico hasta que empieza a asociarla a la estructura del gran ropero que ocupa una pared de la habitación; decide entonces hacer unos bosquejos de estructuras tridimensionales parecidas a roperos, cubiertas por manijas, piedras y cacharros: son los esbozos de su primera idea personal de mosaico. De regreso a Nueva York, construye una estructura portante en madera y, antes de empezar a pintarla, le pega encima trozos de platos rotos. En el transcurso de la noche, recuerda Schnabel, seguía escuchando caer y quebrarse ulteriormente en el piso los trozos de platos porque el pegamento no era suficiente para sostener el peso del material utilizado. A la mañana siguiente, vuelve a pegar los trozos y sigue pintando. Es 1978 y nace el primer "cuadro de platos", con el título The patients and the doctors. Los fragmentos de cerámica pegados al cuadro tienen para Schnabel la función de llamar a la concreción del mundo real y pueden recordar a otros artistas que basaron parte de su trabajo en reconstruir el aspecto

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más físico y material de la realidad: los fragmentos de pisos o banquetas, en las obras de la familia de escultores británicos Boyle, los muros del español Tápies o los grafitis en los muros del norteamericano Twombly. En Schnabel, sin embargo, la materialidad del cuadro no es la finalidad de la obra, sino un recurso que vuelve más reales a los personajes representados, además de atraer la curiosidad y la mirada del espectador. Las imágenes que pueblan los cuadros de platos de Schnabel son sobre todo figuras de parientes, amigos, colegas o mercaderes, personas que Schnabel conoce personalmente y con las que comparte aspectos de su vida. Sus retratos emergen de una superficie integrada por fragmentos curvilíneos que crean una sucesión de ángulos cóncavos y convexos, y por ende una serie de luces y sombras. Los claroscuros del cuadro, por lo tanto, no son pintados, sino reales, creados por las protuberancias de la superficie. Son cuadros compuestos quizá como nos imaginaríamos el retrato de Dorian Gray, igualmente reales y, al mismo tiempo, igualmente inquietantes y "diferentes". Retrato de Jacqueline retrata a la ex esposa de Schnabel, la belga Jacqueline Beaurang, captada en una expresión casi trasoñada, con los ojos cerrados y la cabeza volteada hacia arriba. El rostro parece surgir de la noche iluminado de luz propia e irradiando luminosidad, como envuelto de una luz azulada que rodea el cabello. La figura está pintada con grandes pinceladas intensas que quieren expresar la energía incluso física que Schnabel pone en la ejecución de sus obras. Los platos rotos que envuelven a la mujer están pintados con colores oscuros -negro, ocre y azul oscuro- y le dan al trasfondo nocturno una notable carga de fuerza física. Casi percibimos con nuestros dedos la sensación de aspereza de los bordes quebrados de platos y tazas, pero de esta sensación tan física surge en cambio un retrato que podría hacer pensar en la figura de una santa o de una mártir en un momento de profunda reflexión. Por lo que se refiere a las cotizaciones de sus obras, Schnabel -aunque se le tome a menudo como ejemplo de la rapidísima subida de los jóvenes artistas en los ochenta- nunca alcanzó los picos de algunos colegas suyos (como por ejemplo David Salle). Este hecho, sin embargo, lo volvió también menos vulnerable al rápido ajuste de los precios a principios de la década sucesiva. ¿Los símbolos? Descífrenlos, pero sobre todo déjense arrebatar por ellos Mimmo Paladino Gran protagonista de los cuadros de Paladino es el silencio. La ausencia de ruidos, sonidos, voces. Nadie grita, ningún objeto se cae al suelo, ningún perro ladra. Todo luce rodeado por una atmósfera "acolchada", que contribuye a dar ese sentido de misterio que es la característica más inmediatamente reconocible en las obras de Paladino. También Baal es un cuadro cargado de misterio. La palabra baal , de origen hebraico, significa "señor, patrón", y entre los semitas era el nombre de la divinidad (cuyo centro de culto era la pequeña ciudad de Baalbek, en el actual Líbano) patrona o protectora de un determinado lugar. La imagen central del cuadro, que domina al observador desde una altura de más de dos metros, es la de la divinidad, una divinidad que no habla pero se expresa a través de signos o símbolos oscuros que no pueden interpretarse directamente. Los ojos de Baal, igual que los de todos los protagonistas de las obras de Paladino, no tienen pupilas. Pero su mirada no es la de un ciego: es más bien el observador de la obra que no logra ver, encontrar o penetrar la mirada enigmática de la divinidad. Paladino representó a Baal en medio de un trasfondo gris que recuerda la pared de un templo o de una cueva donde algunos nichos esconden antiguos objetos de culto, como la lámpara de aceite a la derecha. La figura divina contiene en su interior otros rostros e imágenes y deja ver a la derecha el corazón que, rodeado por una mancha blanca, parece palpitar dándole un carácter de semihumanidad a la oscura figura del dios Baal. Una peculiaridad del cuadro es la forma redonda de la tela. Una forma poquísimo usada en el siglo XX (con algunas excepciones, como Damien Hirst y Ugo Rondinone) que automáticamente nos transporta al pasado y a su empleo en el interior de las iglesias en cuanto se prestaba muy bien -como círculo completo o como semicírculo- a decorar los espacios creados por las estructuras de arco o bóveda. También la perfecta estructura circular de Baal tiene un valor religioso y espiritual. El borde circular de la tela está marcado por doce formas oscuras que recuerdan las horas del reloj, pero que, distribuidas de manera irregular sobre el cuadrante, deforman la percepción del tiempo y contribuyen a volver aún más tangible la sensación de suspensión de la imagen en el tiempo y en el espacio. Baal resume varios elementos del estilo de Paladino. El artista ha creado un universo de figuras misteriosas, fantasmas, criaturas nocturnas que se mueven siempre en el interior de espacios llenos de objetos igualmente misteriosos, suspendidos en lugares que guardan huellas de rituales recién llevados a cabo, con signos no sólo cristianos sino también alquímicos y mágicos. Los orígenes de Paladino, nacido y crecido en Italia en Campania, cerca de Benevento, se han mencionado como un factor importante que contribuyó a crear en él una extraña mezcla de religiosidad y culto popular, sagrado y mistérico al mismo tiempo.

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¿Es necesario perseguir una interpretación precisa de ésta como de muchas otras obras de Paladino? No, es más bien importante dejarse arrastrar por el mundo fantástico y algo espectral de la tela. Por otra parte, el artista mismo declara que quiere dejar "una absoluta libertad de lectura a través del dato fantástico que propongo; así la casual estratificación de todos los posibles descifres […] genera un estado de duplicidad, de reflejo y por lo tanto de ambigüedad que considero una constante de toda mi labor". Una belleza sensual y casi desbordante, a duras penas contenida por los bordes superior e inferior de la tela Rainer Fetting ¡Qué hermoso es este cuadro de Rainer Fetting! Hablamos tanto de teoría del arte, de conceptos, de intelectualismos, pero cuando estamos frente a un cuadro de gran fuerza expresiva debemos al menos por un momento hacer a un lado todo razonamiento y racionalización para disfrutar la belleza casi violenta de la obra. Importa poco si el autor ha producido también obras mediocres y su fama, y por consecuencia sus cotizaciones, se ha drásticamente reducido en la década siguiente. Este gran retrato de Marc con flor de íride ( Marc mit iris ), de dos metros de alto y, por lo tanto, representando a una persona en tamaño mayor que al natural, queda seguramente como una de las obras significativas de Fetting (por otro lado, Enzo Cucchi, del cual hablamos antes, dice que las obras realmente importantes a lo largo de una entera carrera de artista son drásticamente pocas). Como es característico en la pintura de Fetting, el color aparece aplicado de manera tosca y casi "salvaje" (es por ello que Fetting es asimilado a un grupo de artistas alemanes llamados "Nuevos salvajes"). Su estilo pictórico es lo más alejado que se pueda imaginar del llamado "arte conceptual", que sin embargo en Alemania tuvo muchos adeptos y momentos de gran intensidad. Mirando bien, en algunos puntos el cuadro parece también recordar, o quizá burlarse de, otro movimiento artístico de la segunda mitad del siglo XX, el expresionismo abstracto de Jackson Pollock y Franz Kline, nacido en los Estados Unidos en los años 50 y caracterizado por abstractas pinceladas de color y goteos de pintura. También Fetting deja gotear el azul que sirve de trasfondo al retrato, y trata todo ese fondo como una imagen abstracta; al mismo tiempo, parece decir que, más allá de las sutilezas mentales y las técnicas de pintura abstracta (que en palabras de Fetting "añaden atmósfera al cuadro"), lo que cuenta de verdad es la figura, la imagen, el retrato. Fetting ha pintado frecuentemente desnudos que, lejos de ser en lo mínimo vulgares, representan la belleza del ser humano. Se trata de una belleza sensual y casi desbordante, a duras penas contenida por los bordes superior e inferior de la tela, en una postura de falso relajamiento, ya que el personaje está de puntillas y podría ponerse de pie en cualquier momento. La intensidad del color, la espontaneidad de la figura, la mirada dirigida al observador, son todos elementos importantes del cuadro, pero el auténtico toque adicional de la composición es la flor de íride que Marc tiene en la mano. La tiene en una posición innatural, así que parece más un puñal apuntado a la persona que un adorno o un símbolo de ternura. La flor se vuelve así un arma en contra de la belleza, arma en contra de la cual el cuerpo desnudo no tendría defensas en caso de que el personaje fuera presa de un impulso suicida. El cuadro "Marc con flor de íride" fue pintado a fines de los 80, al final de la década que vio renacer la pintura figurativa. Pero la década había terminado y los 90 verían un nuevo vuelco que confinaría otra vez en segundo plano las imágenes y las figuras más tradicionales. Muchos artistas, como Fetting mismo, ya no se destacarían tanto en el mundo del arte, y el retrato de Marc, con esa flor tan tenue pero al mismo tiempo amenazadora dirigida hacia la figura, luce casi premonitorio del inminente final de una época y de un género pictórico. Por Giorgio Guglielmino El autor es nacido en Génova (Italia) en 1957, es diplomático y ha actuado y vivido mucho tiempo en el Reino Unido, en Kenia, en la India y en la Argentina. Coleccionista y escritor de arte contemporáneo, sus libros más recientes son Cómo mirar el arte contemporáneo... y vivir feliz (edic. italiana 2000 y 2007; publicado en inglés en 2008 y rápidamente agotado y vuelto a editar el año sucesivo) y Las palabras del arte contemporáneo (edic. italiana 2009), distribuido en ocasión de la Bienal de Venecia de 2009. Copyright Umberto Allemandi Editore, Torino http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1219469&origen=NLRevis

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Las mujeres engordan al casarse, incluso si no tienen hijos

Suben entre siete y diez kilos en diez años Domingo 10 de enero de 2010 |

Nicholas Bakalar The New York Times

NUEVA YORK. Es bien sabido que las mujeres tienden a engordar luego de dar a luz. Pero ahora un estudio encontró evidencias de que, entre las mujeres sin hijos, las que viven con un compañero engordan más que aquellas que no lo tienen. Las diferencias, según los científicos, son notables. Luego de considerar otras variables, el peso promedio adquirido durante diez años por una mujer de 70 kilos fue de diez kilos si tenía un hijo y una pareja; de casi siete kilos si tenía pareja, pero ningún hijo, y de cinco kilos si no tenía ni hijos ni pareja. El número de mujeres con hijos pero sin compañero fue demasiado pequeño como para extraer conclusiones estadísticamente significativas. No hay razón para creer que tener un compañero pueda causar cambios metabólicos, por lo que entre las mujeres sin hijos y con pareja engordar estuvo casi con seguridad causado por la alteración de la conducta. Además se notó un continuo aumento de peso entre todas las mujeres a lo largo del estudio. Esto no explica aún el mayor aumento de peso en mujeres que quedan embarazadas. La principal autora del estudio, Annette J. Dobson, profesora de bioestadísticas de la Universidad de Queensland, en Australia, sugirió que los cambios psicológicos podían ser la causa. "Los cuerpos de las mujeres pueden adaptarse al aumento de peso asociado con tener hijos -afirmó la doctora Dobson-. Puede haber una adaptación metabólica que continúa luego del embarazo y que es difícil de revertir. Esta podría ser la explicación más coherente con nuestros descubrimientos, más que cualquier otra." El estudio abarcó a más de 6000 mujeres australianas durante un período de diez años. Cada una de ellas completó periódicamente un informe con más de 300 preguntas sobre el peso, la altura, la edad, el nivel de educación, la actividad física, hábitos como el consumo de alcohol, los medicamentos y una amplia gama de temas relacionados con la salud. Al término del estudio, publicado en la revista The American Journal of Preventive Medicine, más de la mitad de las mujeres habían ya obtenido un grado universitario, alrededor de tres cuartos tenía pareja y la

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mitad había tenido por lo menos un hijo. Casi todo el aumento de peso se había obtenido con el primer hijo, los nacimientos siguientes tuvieron poca influencia. También se dio que al finalizar el período del estudio había menos fumadoras y bebedoras empedernidas que al comenzar, más mujeres que realizaban menos ejercicios y una mayor cantidad sin un empleo fijo. Pero incluso luego de considerar todos estos factores y algunos más, las diferencias de peso entre las mujeres con hijos o sin ellos y entre las que tenían o no pareja permanecieron invariables. A pesar de las limitaciones del estudio, el peso lo informaban las interesadas, por ejemplo, y el grupo de prueba se redujo con el tiempo porque algunas abandonaron; otros expertos encontraron que los resultados eran valiosos. "Es interesante y destaca algunos puntos importantes", dijo Maureen A. Murtaugh, profesora adjunta de epidemiología de la universidad de UTA, que ha publicado abundantemente sobre el aumento de peso en las mujeres. Quizá, sugirió, una vida social más activa puede ayudar a explicar por qué las mujeres con pareja engordan más. "Pensemos en un restaurante -dijo la doctora Murtaugh-. Sirven la misma cantidad a un hombre de 1,80 metros que a mí, aunque mido 1,60 metros y peso 30 kilos menos." El estudio incluyó sólo a mujeres, pero los investigadores citaron un estudio previo que mostraba un incremento de la obesidad en hombres que tenían hijos, lo que agregó más evidencia a favor de los factores sociales y de conducta como explicación del fenómeno. La doctora Dobson afirmó que el descubrimiento del aumento de peso en todas las mujeres, ya sea con familia o no, era aun dato inquietante. "Es un tema de salud preocupante -agregó-. Casarse o mudarse con una pareja y tener un hijo son acontecimientos que disparan la tendencia a engordar." "Desde el punto de vista de la prevención, se debe ver esos momentos como especiales y es cuando las mujeres deben ser particularmente cuidadosas."

Traducción de María Elena Rey

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1220290

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Un nuevo récord matemático amenaza los códigos de seguridad de internet

Un grupo internacional de investigadores consiguió descomponer en sus factores primos una cifra de 232 dígitos

08/01/2010 | Actualizada a las 14:33h | Internet y Tecnología

Berlín. (EFE).- Un grupo internacional de investigadores consiguió descomponer en sus factores primos una cifra de 232 dígitos, un récord que apunta a que relativamente pronto los códigos de seguridad habituales en internet quedarán caducos.Así lo informó hoy la Universidad de Bonn, cuyo Instituto de Matemáticas participó en el proyecto.

Los códigos de seguridad habituales en internet se basan en la dificultad para descomponer grandes cifras en sus factores primos."Lo que cualquier estudiante de primaria consigue sin problemas con 21=7x3 resulta casi imposible con cifras lo suficientemente grandes", explica la universidad a través de un comunicado. La cifra descompuesta por el grupo de investigadores tiene 768 bits, lo que equivale a decir que tiene 768 dígitos en el sistema de numeración binario que, traspasados al sistema decimal, se convierten en 232 dígitos.

Se considera que una clave de seguridad lo suficientemente segura actualmente debe tener por lo menos 1024 bits. Para descomponer la cifra de 232 dígitos se utilizó una red de varios ordenadores, ya que según la universidad un solo ordenador normal hubiese necesitado cerca de 2.000 años para conseguirlo.

En el récord conseguido participaron, además de la Universidad de Bonn, el Departamento Federal de Seguridad en la Tecnología Informática, el Centro Wiskunde&Informatika de Holanda y la Escuela Federal Politécnica de Lausanne (Suiza), entre otras instituciones.

El software utilizado fue desarrollado en buena parte en el Instituto de Matemáticas de la Universidad de Bonn.Según el profesor Jens Franke, la descomposición en factores primos de una clave de 1024 bits será claramente más difícil y necesitaría modificaciones importantes en el software utilizado.

Sin embargo, Franke considera que antes del final de esta década se logrará por primera vez descifrar una clave de 1024 bits.Por ello, recomienda, para garantizar una alto nivel de seguridad a largo plazo, empezar a utilizar claves de seguridad de 2048 bits. http://www.lavanguardia.es/internet-y-tecnologia/noticias/20100108/53864144565/un-nuevo-record- matematico-amenaza-los-codigos-de-seguridad-de-internet-universidad-bonn-lausanne-ho.html

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Descubiertos en Argentina restos de dinosaurios de hace 190 millones de años

La Patagonia se consagrado como "estrella" del campo paleontológico con el descubirmiento de esta especia, que da nuevas pistas sobre la vida prehistórica

Buenos Aires. (EFE).- La Patagonia argentina se ha consagrado como "estrella" del campo paleontológico con el descubrimiento de una especie de dinosaurio de 190 millones de años de antigüedad, que da nuevas pistas sobre la vida prehistórica.

"No se habían registrado hallazgos de estas características en la zona. Es un descubrimiento importante porque permitirá conocer la diversidad del ambiente en esa época", explicó hoy a Efe el investigador Santiago Bessone, del Museo Egidio Feruglio (MEF) de la ciudad de Trelew, entidad a cargo de la expedición, en la que también participaron científicos estadounidenses y europeos.

Al cabo de una larga investigación, los expertos descubrieron en el cerro Bayo, situado a unos 80 kilómetros de la localidad de Gastre, en la Patagonia argentina, restos de al menos dos dinosaurios que vivieron aparentemente en el período Jurásico, del que no se tienen muchos datos, señalaron expertos del museo.

Los científicos sospechaban que en la zona podía haber parte de esqueletos de dinosaurios de la familia de los saurópodos, que medían entre 15 y 20 metros de largo, tenían cuello largo, cabeza pequeña, grandes patas y una imponente cola y se alimentaban a base de hierbas.

Estos dinosaurios habitaron la Tierra en momentos en que los mamíferos no existían aún y cuando el clima y la flora eran muy diferentes a los actuales, dijeron los científicos.

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La expedición, realizada el mes pasado, "duró unos veinte días y ahora estamos en plena etapa de estudio para analizar en detalle los restos", indicó Bessone, miembro del equipo dirigido por Diego Pol, quien actualmente continúa en campaña en la Patagonia, en el sur del país.

Durante las pesquisas, financiadas por instituciones científicas alemanas, los investigadores encontraron numerosos huesos, muchos de ellos encajados en pesados bloques de roca, que aún no han terminado de trasladar desde la zona del hallazgo, a unos 1.400 kilómetros al sur de Buenos Aires.Los esqueletos no están completos, pero se logró recoger huesos de patas traseras y delanteras, de la cintura y la columna vertebral.

Los investigadores también hallaron "restos de reptiles voladores muy primitivos" de la familia de los pterosaurios, que medían más de un metro de largo y eran ágiles en su vuelo, para lo cual tenían los huesos ahuecados, detalló Bessone, quien participó en la expedición junto a Mariano Caffa.

En la investigación -financiada por la Sociedad Científica Alemana y por el Museo de la ciudad germana e Múnich- tomaron parte expertos de ese país, además de especialistas del Museo de Denver, de la Universidad del estado de Pensilvania y de la Universidad de Cornell, de EEUU.

La Patagonia argentina se ha convertido en epicentro de hallazgos de restos de esqueletos de animales que vivieron hace millones de años, los cuales se encuentran diseminados en varios terrenos y hasta se pueden ver en una simple caminata por la región.

En diciembre pasado, un grupo de expertos argentinos también descubrió un yacimiento paleontológico en la patagónica provincia de Neuquén, donde halló restos fósiles de dinosaurios con una antigüedad de 130 millones de años.

Estos días, incluso, se encuentra de gira por Europa la inédita muestra "Dinosaurios gigantes argentinos", que tiene como objetivo presentar el proceso evolutivo de estos animales desde sus orígenes, hace alrededor de 230 millones de años, hasta su extinción hace 65 millones.

Dos de las estrellas de la exposición son el "Argentinosaurus huinculensis", una réplica del mayor dinosaurio herbívoro encontrado hasta hoy, y el "Giganotosaurus carolinii", el más grande de los carnívoros conocidos.Argentina tiene una gran riqueza en este campo, con piezas "fabulosas" que han sorprendido a la comunidad científica internacional, destacó recientemente Alejandro Kramarz, jefe de la División Paleontológica del Museo Argentino de Ciencias Naturales de Buenos Aires. http://www.lavanguardia.es/cultura/noticias/20100109/53865486334/descubiertos-en-argentina-restos-de- dinosaurios-de-hace-190-millones-de-anos-patagonia-universidad-c.html

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Cuándo se escriben con tilde «cómo», «cuándo» y «dónde»

11/01/2010 | Actualizada a las 18:06h | Cultura

La Fundación del Español Urgente recuerda que cómo, cuándo y dónde se escriben siempre con tilde cuando son palabras interrogativas o exclamativas.

Cómo, cuándo y dónde se escriben con tilde cuando funcionan como adverbios interrogativos o exclamativos, incluso cuando aparecen en frases que no son interrogativas o exclamativas directas, es decir, en frases que no están marcadas por los signos de interrogación (¿?) o de exclamación (¡!), como en «No sé cómo es el coche de Paco», «No hemos decidido dónde cenar» o «Dime cuándo es el cumpleaños de Marta».

Estos adverbios se pueden confundir con las palabras como, cuando y donde, que se pronuncian igual pero se escriben sin tilde porque sus significados y usos son diferentes.

Para saber cuándo estas palabras son adverbios interrogativos o exclamativos hay que recordar que cómo se escribe con tilde cuando significa 'de qué manera' o 'de qué modo', o cuando se puede sustituir por la locución 'por qué'; mientras que cuándo y dónde se escriben con tilde cuando significan 'en qué momento' y 'en qué lugar', respectivamente, y también pueden aparecer con otras preposiciones diferentes, como de (de dónde), desde (desde cuándo), hacia (hacia dónde), hasta (hasta cuándo), para (para dónde), etc.

http://www.lavanguardia.es/cultura/noticias/20100111/53867112665/cuando-se-escriben-con-tilde- %C2%ABcomo%C2%BB-%C2%ABcuando%C2%BB-y-%C2%ABdonde%C2%BB.html

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Realidades y utopías de la arquitectura

Vida a un kilómetro de la tierra

La nueva torre Khalifa en Dubai, de 818 metros, ha resucitado el interés por los rascacielos ANATXU ZABALBEASCOA - Madrid - 10/01/2010

Hay consenso entre ingenieros y arquitectos: la altura de un rascacielos podría ser ilimitada. "Si el Everest mide 8.850 metros, el hombre pude reproducirlo", explica Miguel Ruano, arquitecto jefe del hotel Arts, de 154 metros, en Barcelona. "Otra cosa es el coste". "Y otra que tenga sentido", apunta Carlos Rubio, autor junto a Enrique Álvarez Sala, de la torre Sacyr de 236 metros, al final de la Castellana madrileña. Ambos coinciden en que la fibra de carbono o el hormigón armado de alta resistencia ofrecen mayor dureza que los materiales naturales y permiten levantar estructuras hasta alturas sin límites. Eso hace que el problema actual no sea tanto el tamaño de los rascacielos como su rentabilidad. "Hay un umbral para lo absurdo. Por encima de 300 metros la planta queda tan repleta de ascensores y su uso tan reducido que resulta más rentable levantar dos torres de 300 metros que una de 600", explica Rubio. - ¿Hasta dónde subir? Arquitectónicamente, lo más sorprendente del 11-S no fue que las Torres Gemelas se cayeran sino que tardaran tanto en hacerlo. "Ningún edificio está preparado para aguantar el peso adicional de un avión con pasajeros más el impacto de ese avión. El World Trade Center lo hizo". Ruano ilustra así la resistencia de las estructuras actuales: la mayoría redundantes, sobre calculadas. Si el récord de la torre Khalifa -la más alta del mundo: de 818 metros y 160 plantas- tarda en batirse no será por cuestiones técnicas. Es más, experto en Dubai, Ruano cree que no pasarán cinco años antes de que aparezca allí mismo una nueva torre. "De 1.200 ó 1.400 metros". Ante la incredulidad de las cifras el arquitecto explica que hace 10 años el incrédulo era él, cuando le hablaban de una isla con forma de palmera en cinco kilómetros ganados al mar. Hoy hay tres islas con esa forma. Una de 15 kilómetros. "Hay un antes y un después de Dubai. Lo que en otros países supondría 50 años de consultas y permisos previos, allí sucede de inmediato", explica. - ¿Llegan más récords de altura? El rascacielos de un kilómetro que la promotora Nakheel, la rival de Emaar -que levantó la torre Khalifa- debía erigir sobre la isla con forma de palmera iba a tener jardines a 1.000 metros del suelo. Fue anunciado por Antonio Banderas y Melanie Griffith. Y en los cinco años en que se barajó su futuro cambió de arquitecto, de forma y, por supuesto, de altura. El último anuncio, de junio de 2008, le otorgaba 1.400 metros. Y aunque, finalmente, la cercanía del aeropuerto internacional Al Maktoum descartó su construcción, Ruano insiste en que no tardará en aparecer otra. "Dubai es un destino turístico de primer orden. Tal vez no para los europeos, los turistas españoles les preocupan tan poco que ni siquiera existe un vuelo directo. La ciudad es un teatro donde, como en Disneylandia, todo es agradable y limpio. Pero no tienen riqueza propia: el petróleo está en Abu Dhabi. Así que, mientras haya turistas, necesitarán atracciones con las que atraerlos", explica.

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- Seguridad después del 11-S. El argumento de un rascacielos como atracción turística escapa a la antigua rentabilidad de estos edificios. Pero los expertos señalan la seguridad como la mayor transformación de la última década. "Preparar un rascacielos para que soporte el impacto de un avión es tan poco realista como prepararlo para que resista una detonación nuclear", explica el ingeniero estructural Raymond S. Clark, director general de Perkins+Will, responsables de la ingeniería del rascacielos Spire de Calatrava en Chicago. Clark cuenta que el 11-S impuso más salidas, nuevos refugios y refuerzos en las estructuras que contienen las escaleras de emergencia. En Madrid, la torre Sacyr cuenta con un refugio para catástrofes de 25 metros cuadrados en cada planta con aire limpio y electricidad. Además, dos de los 24 ascensores son para los bomberos. "Una herencia del 11-S", cuenta Carlos Rubio. La seguridad es otro factor que empuja a pensar que el récord de altura se volverá a batir lejos de Occidente. Cuando el programa de la BBC Dubai dreams preguntó al presidente de Nakheel, Sultán Bin Sulayem, si no temía un ataque como el de Nueva York éste tardó 30 segundos en contestar. Y Bin Sulayem, finalmente, contestó: "Eso sería imposible en Dubai". - La vida en el aire. Los rascacielos de oficinas precisan más ascensores que los de residencias. La ocupación de los despachos es mayor y los ingenieros calculan el número de ascensores considerando las concentraciones en hora punta que no se dan en viviendas. Ni en hoteles. "Salvo en La Meca, cuando todos bajan para rezar a la vez, tardan una hora en salir del hotel", explica Ruano. Las torres domésticas requieren menos ascensores. Pero la gruesa estructura de un rascacielos alto dificultaría la llegada de luz natural al interior de los pisos. Por eso, Carlos Rubio considera razonable no superar los 300 metros. "La fascinación por estar en el lugar más alto la llevamos en el ADN", apunta Raymond S. Clark. Un rascacielos residencial es como una ciudad vertical. Se puede hacer vida sin salir a la calle. "Por supuesto que no será la residencia de alguien con vértigo. Pero los rascacielos domésticos concentrarían a la población. Urbanísticamente son más sostenibles que el modelo suburbano norteamericano", explica. ¿Sería habitable un edificio de 2.000 metros? Ruano contesta con otra pregunta: "¿Está habitado Nepal a 4.000 metros de altura? Claro que se podría sentir mal de altura. Pero también se ha subido al Everest sin oxígeno". El umbral de la altura es algo personal. Vivir en un rascacielos también lo será. Siempre que alguien esté dispuesto a pagarlo. http://www.elpais.com/articulo/cultura/Vida/kilometro/tierra/elpepucul/20100110elpepicul_4/Tes

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El primer animal que «funciona» como una planta

La Elysia chlorotica / PNAS ABC.es | MADRID Actualizado Martes , 12-01-10 a las 16 : 35 La capacidad de realizar la fotosíntesis estaba hasta ahora reservada a las plantas y las algas, pero los científicos han encontrado el primer animal que la practica y «funciona» como si fuera un vegetal. Se trata de una súper babosa de mar de un llamativo color verde, la Elysia chlorotica, que vive en la costa este de EE.UU. y Canadá, y que ha sido estudiada por científicos de la Universidad de South Florida en Tampa. La babosa era conocida por «robar» los genes de las algas que come, las Vaucheria litorea. De esta forma, obtenía los cloroplastos -unas estructuras de color verde propias de las células vegetales que permiten a las plantas convertir la luz solar en energía-, y los almacenaba en las células que cubren su intestino. Pero ahora parece que ha desarrollado toda una vía de químicos para la fabricación de su propio pigmento de clorofila, sin necesidad de robárselo a las algas. La clorofila es un pigmento que captura energía de la luz del sol en la fotosíntesis. Los investigadores utilizaron un sofisticado equipo radioactivo para comprobar que las babosas producían la clorofila por sí mismas y que ésta no estaba originada por las algas que comían. En la babosa, los cloroplastos se extraen y se esconden dentro de las propias células del animal, donde permanecen activas alrededor de un año. Una vez que una babosa joven se ha alimentado de las algas, nunca tendrá que volver a comer si tiene acceso a la luz y los suministros de clorofila y de otros productos químicos que se producen en la fotosíntesis. Los investigadores han encontrado babosas que no han comido nada en al menos cinco meses. El descubrimiento será publicado en la revista Symbiosis. http://www.abc.es/20100112/ciencia-tecnologia-biologia-vida-animal/primer-animal-funciona-como- 201001121342.html

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Uno de los grandes "raros" de la literatura

Con una galería de personajes anormales y una prosa vanguardista y experimental, el ecuatoriano Pablo Palacio buscó desestabilizar los convencionalismos de su época. Mucha bibliografía ha sido escrita hasta el momento sobre las vanguardias históricas y, especialmente, sobre la relación que, bajo el influjo de este movimiento, se estableció en América Latina entre tradición y ruptura en el interior de su sistema literario. Muchos libros incluso nos han hablado de la influencia de las vanguardias en la poesía, de los lugares señeros que ocupan allí las poéticas de Oliverio Girondo, Vicente Huidobro y César Vallejo.

Sin embargo, todavía sigue dando mucho que hablar a la crítica el lugar que ocupa la prosa en esta serie de experimentaciones vanguardistas que, al decir del crítico alemán Peter Burguer, dinamitan para siempre las certezas del arte burgués a partir del procedimiento del montaje y del nuevo concepto de obra de arte inorgánica. Y es aquí desde donde se puede hablar de la extraña obra del ecuatoriano Pablo Palacio (1906-1947), una especie de Antonin Artaud latinoamericano que ostenta el raro privilegio de ser triplemente marginal: por la desestabilización que sus textos provocan; por el lugar periférico del país donde nació y por formar parte, también, de otra periferia si se quiere: la vanguardia desde su apropiación latinoamericana.

Como señala Celina Manzoni (una de las críticas que más ha hecho por estudiar y difundir la obra de Palacio en la Argentina), las primeras lecturas que se hicieron de la breve obra del ecuatoriano sólo pudieron leer en sus textos las anomalías. Y en este sentido es interesante el prólogo de Un hombre muerto a puntapiés (su libro de cuentos de 1927), donde se puede encontrar un verdadero método de trabajo: "Con guantes de operar, hago un pequeño bolo de lodo suburbano. Lo echo a rodar por esas calles: los que se tapan las narices lo habrán encontrado carne de su carne". Aquí puede leerse un momento importante en la estética de Palacio: poner el ojo en "el asco de nuestra verdad actual", exacerbando sus contradicciones evidentes hasta llegar muchas veces a lo absurdo, a lo inverosímil. Desde allí su galería de personajes "anormales": el hombre muerto violentamente a puntapiés a partir de un supuesto intento de abordaje homosexual; la mujer de doble cuerpo, el antropófago que no puede resistir su compulsión por la carne humana y ataca a su propio hijo a dentelladas. Criaturas miserables colocadas en situaciones minimalistas, sórdidas, a veces crueles, donde no hay cabida para los héroes.

Lector de Lautrémont y por lo tanto afecto a cierto nivel de morbo en sus creaciones, es evidente en Palacio la intención de desestabilizar aquellas clasificaciones con que la medicina higienista de fines del siglo XIX y principios del XX construyó sus categorías de lo "anormal", "lo inmoral"; "lo enfermizo". Y es desde allí donde la crítica lo leyó durante más de treinta años, sobre todo teniendo en cuenta que el escritor murió en un manicomio, después de una internación de siete años y como consecuencia de la

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sífilis que contrajo a partir de su relación estable con una prostituta. Otro raro caso donde la vida copia al arte, ya que este mismo argumento había sido trabajado por Palacio en su cuento "Luz lateral". Allí, el narrador protagonista decide abandonar a su mujer debido a la desagradable costumbre que ella tiene de pronunciar la expresión "¡claro!" cada vez que habla. Exactamente como en la vida real le sucedería al propio autor, en el relato el protagonista se encuentra después de la separación con una prostituta que le contagia la sífilis, lo que lo termina sumiendo en la demencia.

Sin embargo, más allá del extremo biografismo con que la obra de Palacio fue leída durante años, desde hace ya un largo tiempo la crítica pudo descubrir en él a uno de los más exquisitos creadores de la serie de la prosa vanguardista, donde sin lugar a dudas descuella Vicente Huidobro y en la cual nuestro Macedonio Fernández es un visionario. Estamos en un momento de cambios importantes en las letras ecuatorianas, donde el Grupo de Guayaquil ofrece una clara renovación a la estética realista de Jorge Icaza, y su denuncia sobre el exterminio de los indios en la famosa novela Huasipungo.

La incorporación del habla cotidiana de cholos y montuvios en los relatos del grupo de Guayaquil marca una notoria diferencia con la tradicional novela de la tierra, donde el narrador queda a gran distancia lingüística de sus personajes. Sin embargo, la renovación de Pablo Palacio va en otra dirección. En sus dos novelas, Débora (1927) y Vida del ahorcado (novela subjetiva), de 1932, sus rupturas apuntan a desmantelar el código de la representación realista. Se trata de textos inquietantes, que desestabilizan un orden y una tradición. Textos excéntricos, que, como toda prosa vanguardista, muchas veces resultan difíciles de leer y que, como certeramente apunta Celina Manzoni, aparecen "como una zona enferma que altera la homogeneidad y la normalidad y que, en consecuencia, debe ser extirpada". Un desafío para las buenas costumbres, que posiblemente explique el largo tiempo que la obra de Pablo Palacio necesitó para ocupar su lugar en la literatura latinoamericana. http://www.clarin.com/notas/2010/01/12/_-02115939.htm

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Acercando un nuevo mundo a los lectores norteamericanos

| En el inmenso mercado editorial estadounidense apenas se traduce un 3% del total de libros editados. Ahora un nuevo sello encuentra un nicho en un sector difícil. ROCHESTER, Nueva York — La industria editorial está en problemas; las obras traducidas representan, en el mejor de los casos, un 3% del mercado de libros estadounidense; y los presupuestos para la educación superior se están achicando. Sin embargo, nada de esto parece amedrentar a Open Letter Books, una editorial pequeña creada hace un par de años, que está afiliada a la Universidad de Rochester y edita únicamente obras literarias traducidas. "Hay un conjunto de lectores muy interesados en traducciones y en literatura internacional y que no encuentran lo que quieren", dijo Chad W. Post, director de Open Letter. "Por eso creemos que nuestro modelo empresarial puede funcionar.

La literatura estadounidense tiene muchas grandes obras. Pero los lectores de habla inglesa no tienen un acceso pleno a expresiones y puntos de vista del resto del mundo, y estamos tratando de corregir esa situación." Hasta ahora ninguno de los 16 títulos de Open Letter vendió más de 3.000 ejemplares, pero sus esfuerzos atrajeron de inmediato la atención y también el elogio de la crítica. Los libros de Open Letter, como el recientemente editado "Season of Ash" (No será la tierra) del novelista mexicano Jorge Volpi, figuraron en las listas de los Mejores de 2009; y Amazon.com, que lanzó una iniciativa para hacer conocer más autores internacionales a los lectores estadounidenses, hace poco premió a Open Letter con un subsidio de US$ 20.000 por apoyar la publicación de "The Wall in My Head", una antología de escritores europeos del Este sobre la caída del comunismo.

Open Letter editó su primer título, una colección de ensayos de la novelista croata Dubravka Ugresic llamada "Nobody's Home" (No hay nadie en casa), en septiembre de 2008. Pero más de un año antes, para promocionar el arribo del libro y atraer a potenciales lectores, Open Letter había iniciado un blog llamado Three Percent (Rochester.edu/threepercent), una referencia mordaz al gueto literario al que está confinada la traducción. Aunque inicialmente puede haber sido pensado como un dispositivo de marketing, Three Percent resultó ser una animada caja de resonancia para todo lo relacionado con la literatura en traducción, y registra más de dos millones de visitas anuales a la página.

Los lectores pueden subir reseñas y enterarse de las novedades de las editoriales extranjeras. Un comité de selección formado por siete integrantes, que incluye a profesores de la Universidad de Rochester, selecciona los títulos que edita Open Letter. Si bien los miembros de ese grupo dicen que no son reacios a escoger un potencial best-séller –las novelas policiales del escritor sueco Stieg Larsson demostraron una vez más que los lectores estadounidenses reciben con los brazos abiertos algunos libros no escritos en

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inglés– no es ése su principal objetivo.

"Lo que buscamos es obra excelente, en cualquier idioma, ficción moderna ecléctica que suele ser pasada por alto", dijo Joanna Scott, profesora de lengua que es además autora de nueve novelas. "El comercio no entra en las discusiones; yo no sabría identificar un libro comercial si lo viera." Todos los libros de Open Letter tienen el mismo diseño característico escueto y despojado, comparable a los sellos de jazz especializado como Blue Note o Impulse! que construyeron una base leal de clientes combinando un aspecto y un sonido que los identifica. "Sus libros realmente se destacan", dijo Paul Yamazaki, encargado de compras de City Lights Books en San Francisco. "Están creando una identidad editorial con claves visuales, y con todas las opciones que tienen los lectores actualmente, eso ayuda, especialmente cuando la mayor parte de lo que hacen es presentar escritores nuevos a los estadounidenses".

Siguiendo esta idea, Open Letter también ofrece un servicio de suscripción. Por US$ 100 al año, un lector puede recibir todos los libros que Open Letter publica durante ese período.

Los traductores, como era de esperar, están encantados con la presencia de Open Letter. "Las editoriales comerciales están infectadas con la mentalidad de ganar la lotería", dijo Clifford Landers, que tradujo la colección "The Taker and Other Stories" (El cobrador y otros relatos) del escritor brasileño Rubem Fonseca para Open Letter. "Pero Open Letter crea un mercado para obras que quizá no presenten un atractivo popular masivo pero que no obstante tienen un valor importante en un sentido literario". http://www.clarin.com/notas/2010/01/12/_-02118487.htm

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"Música para camaleones" de Truman Capote, a treinta años de su publicación

Un libro de 1980, de reportajes y retratos en los que el escritor se metía en la piel de sus objetos periodísticos. Conocí a Truman Capote a mis 22 años. Por ese entonces yo trabajaba en una zapatería y garrapateaba horribles cuentos los sábados por la tarde, que tenía libres. Me imaginaba que la literatura era algo que les pasaba a las demás personas. Como consuelo leía cuanto caía en mis manos, pero todo cambió el día que llegó a mí Plegarias atendidas, la novela póstuma de Capote. No pude quitar mis ojos de esta historia y ese mismo día, cuando cerré el libro, decidí hacerme escritora. Plegarias atendidas había sido escrito más o menos a la par de Música para camaleones, un libro de reportajes y retratos.

Ya el prólogo es una lección de vida para los incautos. A ver, escribir no tiene nada que ver con pasársela de fiesta en fiesta con bebidas burbujeantes en la mano. "Un día empecé a escribir", cuenta, "sin saber que me había encadenado a un amo noble pero despiadado. Cuando Dios nos ofrece un don, al mismo tiempo nos entrega un látigo, y éste sólo tiene por finalidad la autoflagelación." Capote cuenta la técnica con que enfrentó las crónicas en Música para camaleones: en el periodismo, el objeto de estudio se trata linealmente. Y en la narrativa, verticalmente, en profundidad.

Esto quiere decir más o menos lo siguiente: un periodista no tiene por qué ponerse en la piel de su entrevistado. Capote se propone y esta es la innovación meterse en la piel de sus objetos periodísticos.

¿Qué hace falta para esto? La convicción de que todos somos más o menos iguales y que cometemos errores siempre por amor, dice él y la convicción de que la literatura es más sagrada que tu madre y que la religión juntas.

A primera vista, Capote parece un escritor frívolo, que entrevista estrellas como Marilyn Monroe o Marlon Brando, sin embargo tiene la rigurosidad de un cirujano. Investigaba sus propios métodos de trabajo, los cuestionaba. El escribía con todo su cuerpo, no escatimaba nada. Era un lector desaforado, leía según su propia declaración cinco libros por semana y todos los diarios todos los días. Lo anotaba todo, conversaciones, imágenes.

Era un tipo que había comenzado a escribir a los diez años y nunca paró de hacerlo. Sus orígenes eran muy humildes y cada logro tuvo que haberle costado un gran esfuerzo. Una persona no se vuelve un escritor o un artista, sino tiene una voluntad de acero. Pero después está lo otro, también, y a Capote no se le escapaba: el talento: "Al principio, escribir fue muy divertido. Dejó de serlo cuando averigüé la diferencia entre escribir bien y mal; luego hice otro descubrimiento más alarmante todavía: la diferencia entre escribir bien y el arte verdadero; es sutil, pero brutal. ¡Y, después de aquello, cayó el látigo!".

Demás está decir que me convertí en una fanática de los libros y las enseñanzas de Capote, que lo hice mi mentor. En alguna parte, él escribió: "Tengo la teoría de que si deseas algo con suficiente ardor, lo consigues, sea lo que sea. Pero hay que desearlo de verdad y concentrarse en ello las veinticuatro horas del día. Si lo haces, lo consigues". Yo, dejé mi puesto de vendedora en la zapatería y me hice escritora.

P. S. es escritora, ganadora del Premio Clarín de Novela. http://www.clarin.com/notas/2010/01/12/_-02118342.htm

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Una nueva técnica destruye las células grasas sin bisturí

Expertos en cirugía plástica consideran que cambia la tendencia en los cuidados estéticos Martes 12 de enero de 2010

Fabiola Czubaj LA NACION Una nueva tecnología para eliminar la grasa corporal promete reducir sin cirugía, anestesia ni reposo entre 1 y 3 centímetros de contorno en 20 minutos, siempre y cuando exista el compromiso de no comer demasiadas grasas y hacer por lo menos 30 minutos de ejercicio físico el día de la sesión. El procedimiento, que se presentó ayer por primera vez en América, i- naugura una tendencia no invasiva en los cuidados estéticos: aprovechar los procesos bioquímicos naturales del organismo. En este caso, estimular la membrana de las células grasas (adipositos) para que liberen la grasa intracelular, que, transformada en energía queda a disposición de los músculos para quemarla con ejercicio, como caminar a paso rápido o usar una bicicleta fija. Se trata de un sistema que emite bajos niveles de energía a través de pequeños emisores ( pads ) de luz láser fría que se apoyan sobre la piel; la energía penetra 1,5 centímetros. En el proceso, los triglicéridos, las grasas dañinas para el sistema cardiovascular y el metabolismo, se transforman en ácidos grasos y no quedan circulando libremente por la sangre. Esta tecnología está contraindicada para usar en las mamas; tampoco se aconseja utilizar en las embarazadas y las personas con marcapasos o con el sistema inmunológico debilitado. "El paciente tiene que comprometerse con el tratamiento para que los resultados sean duraderos. No existen las soluciones mágicas sin un adecuado cambio del estilo de vida", explicó ayer la doctora en química Dona Freeman, que realizó un estudio a doble ciego para evaluar los efectos del sistema i-lipo. Con ultrasonido, midió el grosor del tejido adiposo de 50 pacientes antes y después de una sesión. En esos 20 minutos, la reducción fue de alrededor del 30 por ciento. "Además de destruir las células grasas, actúa como un gran estímulo para mejorar la salud general", dijo la especialista, que trabaja en la empresa que desarrolló el sistema. Otro estudio, esta vez un seguimiento a 40 pacientes tratados con las dos sesiones semanales que se recomiendan durante cuatro semanas, la reducción del contorno corporal medido en tres puntos distintos fue de hasta 4 centímetros por zona. Antes y después de cada sesión, el paciente tiene que comer liviano (por ejemplo, una fruta en el desayuno o pollo con ensalada en el almuerzo) "para no confundir al organismo sobre qué grasa quemar", dijo Freeman. En el tratamiento, no se aconseja saltear comidas y se recomienda aumentar el consumo de frutas y verduras, y tomar entre 1,5 y 2 litros de agua por día. "Hoy se buscan buenos resultados con técnicas cada vez menos invasivas. La liposucción sigue siendo maravillosa en las manos correctas y los pacientes indicados. Pero la tendencia es dar buenos resultados siguiendo los mecanismos fisiológicos naturales del organismo mediante estímulos externos como el láser. Esta tecnología permite tener mejor calidad de vida, recuperarse más rápido y reducir complicaciones", señaló luego de la presentación el doctor Ricardo Hoogstra, jefe del Servicio de Cirugía Plástica del Hospital José M. Penna. Estimó que las 8 sesiones valdrán la mitad del costo de una liposucción. Por su parte, el cirujano plástico Alberto Rancati, que no participó de la presentación, opinó desde Miami: "El mecanismo de acción es inocuo y sin riesgo bioquímico para el organismo. Sin duda, ocupará espacio hasta desplazar a los procedimientos quirúrgicos". http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1220984&origen=NLCien

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La poesía del escritor Soyinka, en español

| El libro es una serie de poemas que el Premio Nobel nigeriano, primer escritor africano que lo recibe, escribió en inglés desde la prisión para mantener viva su mente. L os versos del Premio Nobel nigeriano Wole Soyinka, que atravesaron los muros de la prisión y el aislamiento al que fue sometido en su país en la década del 60, han sido ahora traducidos y serán publicados por primera vez en español. Lanzadera en una cripta es el título del poemario publicado por Bartleby Editores con prólogo y traducción de Luis Ingelmo.

Durante la década del 60, Soyinka fue encarcelado en Nigeria en dos oportunidades, primero en 1965 y luego entre 1967 y 1969. Acérrimo defensor de los derechos del hombre y crítico de los regímenes autoritarios fue acusado de alta traición por colaborar con los rebeldes de Biafra tras la Guerra Civil.

En sus períodos del encarcelamiento sufrió la incomunicación absoluta y fue sometido a un régimen de obscuridad y silencio, en medio del cual practicó, según cuenta Ingelmo, todo tipo de juegos mentales y geométricos para mantener viva su mente, y además, escribió en pequeños papelitos una serie de poemas capaces de atravesar los muros y burlar, en la clandestinidad, su aprisionamiento. Varios de ellos están incluidos en Lanzadera en una cripta , como "Enterrado vivo" y "Flores para mi tierra".

Algunos de ellos que ahora podrán leerse en español, aunque con algunos cambios, se dieron a conocer entonces en Nigeria en papeles pergamino, en los que además, se daban noticias sobre la próxima liberación del poeta.

Soyinka, de 75 años, que ganó el Premio Nobel de Literatura en 1986 y es autor de más de 20 obras literarias, también dejó testimonio de su encarcelamiento en el libro El hombre murió: Notas en la prisión , publicado en el año 1972. http://www.clarin.com/notas/2010/01/12/_-02118347.htmg

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Vivir en el tejado

Un libro selecciona 36 casas ejemplares de la última década M. JOSÉ DÍAZ DE TUESTA - Madrid - 12/01/2010

Ahora que son momentos tan inclinados a los balances, y cuando la arquitectura se está reinventando a marchas forzadas, la obra Vivir en el nuevo milenio: casas de comienzos del siglo XXI (Phaidon) muestra una selección de viviendas de distintos países que contienen rasgos de un nuevo lenguaje arquitectónico. Junto a proyectos de arquitectos consagrados se muestran otros de profesionales emergentes. De 36 casas, que se presentan con grandes imágenes y un texto descriptivo, la especialista y editora Emilia Terragni hace una selección. - Casa Tejado, de Tezuka Architects, en Hadano, Japón. En esta casa, que describe un tipo de hogar japonés, algunas de las actividades básicas de la familia pueden llevarse a cabo tanto en el interior de la vivienda como en la azotea, lo cual es una idea ingeniosa. La ligera estructura de madera y la simplicidad de la vivienda favorecen abrir grandes cristaleras y la estimulante función de la azotea como centro de actividad. Refleja el carácter ligeramente excéntrico del dueño a quien le gusta comer al aire libre. - Casa Larrain, de Cecilia PugaLarrain, en Bahía Azul, Chile. Los arquitectos jóvenes en América Latina están inmersos en un proceso de desarrollar su propio estilo, que se inspira en la belleza de sus paisajes. Esta casa, muy representativa de ese estilo, se ubica sobre un litoral rocoso sobrecogedor de la costa central de Chile, se concibe como un trampolín hacia el mar. Sus dos pabellones de hormigón armado unidos por un tercero invertido proporcionan un sorprendente perfil. En el interior domina el hormigón visto creando una unidad con el exterior. - Refugio Delta, de Olson Sundberg Kundig Allen, en Mazama (Washington), EE UU. Diseñado como refugio de un deportista para pasear por ese valle hermoso y remoto, la obra tiene un impacto visual mínimo. Esta elección es deliberada, lo mismo que su simplicidad técnica y su carácter espartano. Casi toda su estructura de acero es prefabricada. La gran idea del arquitecto es dotar a las contraventanas correderas de un sistema de cierre que arrastra los cuatro grandes paneles sobre las fachadas que permite ocultar la casa cuando está desocupada, sumiéndola en el anonimato y en un último gesto de respeto por el paisaje. - Casa Tóló, de Alvaro Leite Siza Vieira. Oporto, Portugal. Su escalonamiento en una colina escarpada confiere a la obra de un efecto visual muy dramático, pero también significa un uso ingenioso del espacio. Cada azotea puede ser usada como patio. Los escalones exteriores que controlan la longitud de la casa en intervalos rítmicos exageran su naturaleza de ladera y completa la forma escultural del edificio. http://www.elpais.com/articulo/Tendencias/Vivir/tejado/elpeputec/20100112elpepitdc_1/Tes

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Las desventuras de Pinocho en el siglo XXI

Se publica en castellano, Pinocchio, el cómic con el que Winshluss, el codirector de Persépolis, volvió a sacudir el mundo de las novelas gráficas.

Pinocho ha regresado. Pero esta vez no se trata del dulce niño atolondrado y acaramelado con el que triunfó Walt Disney, aunque no falten ácidos guiños al universo del americano. Ni tampoco es la marioneta que ideó Carlo Collodi en 1880, de vida mucho más cruda, aunque el cómic siga, libremente, casi todas las aventuras de su relato, incluido el ahorcamiento. De hecho, el Pinocchio (Ediciones La Cúpula) dibujado por Winshluss –el apodo artístico de Vincent Paronnaud (La Rochelle, 1970), codirector de Persépolis con Marjane Satrapi– ya no es de madera, sino de metal.

Y su creador no es un viejo solitario como Gepetto, sino un frustrado inventor con una mujer egoísta y libidinosa. Un inventor que no pretende que Pinocho sea hijo suyo, sino que, equipándolo con todo tipo de mortíferos artilugios de destrucción, desea venderlo al ejército. Por último, en este caso, su Pepe Grillo particular es un divertido insecto zángano y nihilista, una cucaracha que lee El idiota de Dostoievski y que utiliza su cabeza, en la que apenas hay cables y vacío, como un cómodo apartamento. Un personaje que el autor considera su álter ego.

El resultado es un fascinante cómic repleto de humor negro, a veces macabro, que recorre sin apenas diálogos la sociedad actual y sus azotes, desde la contaminación hasta la explotación del hombre por el hombre - también la del niño-, las guerras o el integrismo religioso, y que mereció el premio al mejor álbum en el pasado festival de Angulema, la meca del género.

Winshluss, que asegura que buscará para futuras entrevistas alguna justificación interesante de este apodo que le puso hace años un amigo, ha estado en Barcelona presentando su álbum y sus nuevos proyectos: adaptar a la gran pantalla Pollo con ciruelas,de Marjane Satrapi, con actores; un cómic contra el integrismo religioso y, ya acabada, una enloquecida película de zombis, periodistas, meteoritos y el fin del mundo: Villemolle 81.¿Por qué tantos zombis hoy? "Es simbólico de que la gente está un poco muerta intelectualmente - bromea-,y si el vampiro es el romántico, el zombi, que va en masa, es el proletario del club de los monstruos".

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El autor de tebeos como Monsieur Ferraille entra de lleno en Pinocchio: "Adoraba el Pinocho de Walt Disney. Fue el primer filme que vi cuando era niño. Era el símbolo de la inocencia, también la mía. Pero leí más tarde el libro de Collodi, muy diferente, moralmente mucho más ambiguo. En el origen de mi álbum tenía ganas de hablar de la sociedad actual, y la figura de Pinocho era simbólica de lo que he perdido, de la inocencia. Una reacción a las mentiras de Disney, a toda la dimensión social que se elimina en sus historias, y un cierto regreso a la visión de Collodi. Quería partir de algo clásico y lúdico e ir pasando a lo adulto".

"¿Negro? De algún modo en el libro está toda la miseria del mundo, las cosas que me perturban, me desesperan. Y que no están lejanas. Como en el cómic, en Marsella los niños trabajan en las fábricas de juguetes. Pero no me gusta la gente que aburre a los otros y todo está contado con humor. En este caso yo he encontrado una forma de explicar lo que quería a través de la mirada de un androide eléctrico, autista. No es un periodista. De hecho, el dibujo me permite que no haya casi palabras. Para algunas cosas no hacen falta. Pero aunque soy nihilista no es una mirada cínica".

Sí ácida. Como con el pobre pícaro ciego Wonder - sí, por Stevie Wonder-que cree vivir una revelación divina. "Hace años no hubiera atacado la religión. Tras el 11-S, la política de Bush, al que Dios le dictaba hacer la guerra y, en general, la vuelta a valores reaccionarios, sí. Porque la gente no se ríe de todo esto... Y la religión no respeta a los individuos y los que no respetan a los individuos me molestan". ¿Moral? "Soy amoral, pero ético. El individuo es lo más importante. No soy un ideólogo, no hablo en nombre de nadie,

Más que a un público me dirijo a una persona. La demagogia me enoja. De hecho, eso es lo que me molesta del mensaje de Disney, de que si uno es gentil, todo irá bien. Es falso, los que triunfan son los cabrones, los cínicos, esa clase de personas que chafan a los otros. Y, sobre todo, el mundo es complejo, lleno de historias cruzadas, no sirve la visión maniquea de o bueno o malo, cada uno tiene sus razones para hacer las cosas". Y curiosamente, Winshluss, que ha hecho cine o música, dice que es en el cómic donde ha encontrado más espacio para contar lo que le interesa: "Ha sido un género infravalorado y no se han hecho aún muchas cosas en él".

© La Vanguardia y Clarín http://www.clarin.com/notas/2010/01/11/_-02117942.htm

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Tras el terremoto, la pregunta por el futuro y por el pasado barroco

Se demora el esfuerzo por restaurar el esplendor barroco de L'Aquila, destruido tras el terremoto de abril de 2009. Las ciudades tardan siglos en desarrollarse pero pueden morir en un abrir y cerrar de ojos. Cuando un terremoto en abril del año pasado mató a cientos de personas y dejó a decenas de miles sin casa dentro y alrededor de esta ciudad medieval y barroca, los esfuerzos para ayudar en la emergencia fueron extraordinarios. Voluntarios de toda Italia corrieron a prestar auxilio, y los trabajadores de la construcción muy pronto estaban erigiendo docenas de complejos de viviendas en las afueras de esta ciudad, unos 100 kilómetros al noreste de Roma.

Pero ahora, lo que está en duda es el futuro de L'Aquila a largo plazo. La escasez de dinero, de voluntad política, de sentido común arquitectónico y de atención internacional –sumada a cierta predilección típicamente italiana por una especie de pensamiento mágico– amenaza con terminar lo que empezó el sismo.

Se están realizando esfuerzos por salvar los alrededor de 110.000 monumentos y objetos que, según estimaciones del ministro de Cultura, se vieron afectados por el sismo. Pero los funcionarios de ese ministerio suponen que llevará entre 10 y 15 años hacer volver el centro histórico de la ciudad a la normalidad, y casi toda la reconstrucción, que incluye las casas particulares, deberá mientras tanto obtener la aprobación del ministerio, un proceso laborioso.

Antes del terremoto, unas 10.000 personas vivían en el centro de la ciudad, y otras 60.000 en las cercanías. Tras una década o más de desplazamiento, los que antes vivían en el corazón de L'Aquila es posible que ya no estén o que no quieran volver, y la vivienda construida para ellos en la zona industrializada circundante probablemente esté tan cambiada que resulte irreconocible.

L'Aquila, una elegante ciudad medieval a la que se había agregado en precario equilibrio una barroca (esa precariedad explicó en parte el alcance del daño durante el sismo) era también una terminal comercial y cultural, una ciudad universitaria.

En pocos años, si el centro permanece muerto, puede llegar a convertirse nada más que en un lugar turístico de segundo nivel en medio de una expansión indiferenciada. Cualquier recuperación,

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especialmente una más rápida, depende de miles de millones de dólares (por lo menos US$ 16.000 millones según varias estimaciones) provenientes sobre todo del Parlamento italiano.

Últimamente, ni siquiera un pequeño impuesto al consumo para ayudar a la recuperación, propuesto por el alcalde de L'Aquila y varios funcionarios de cultura, llegó a buen puerto.

En un país apremiado por la necesidad de efectivo, el éxito de los esfuerzos de emergencia paradójicamente alimentó la impresión de que L'Aquila ya no necesita ayuda urgente. Como dijo Michela Santoro, colaboradora del alcalde, Massimo Cialente: "El mensaje de los medios es 'las cosas van bien'. Eso está muy alejado de la verdad".

"Si no reconstruimos bien será una vergüenza para todo el país", dijo Cialente –lo cual, desde su punto de vista, significa poner todo exactamente donde estaba, aunque protegido contra sismos.

"Seremos otra Pompeya." Es el lamento típico aquí. Los italianos suelen pensar que deben restaurar el pasado o de lo contrario acabar relegados. Es difícil imaginar alternativas.

¿Cuál es la solución? Incluso mientras caían bombas en Londres durante el bombardeo aéreo en 1940, los planificadores británicos evocaban visiones de un nuevo Londres en la posguerra. La calamidad pasó a ser una oportunidad para soñar.

Aquí, sin un liderazgo fuerte y orientador ni leyes sólidas sobre planificación urbana o foros públicos donde los ciudadanos podrían considerar seriamente una futura L'Aquila, solamente existe la idea de que la oportunidad se está escabullendo. Pero la oportunidad todavía está, quizá de adoptar una nueva arquitectura junto a la vieja, como hizo L'Aquila después del terremoto de 1703, cuando se transformó en la amada ciudad barroca que todos quieren preservar. L'Aquila, no una ciudad perfecta, sino real y viva, podría convertirse en el modelo de un nuevo tipo de centro histórico del siglo XXI en Italia.

Roberta Pilolli trabaja para el conservatorio de música de L'Aquila. La nueva sede de la escuela, un edificio de metal y vidrio que costó US$ 8 millones, fue construido en poco más de un mes y se inauguró oficialmente en diciembre. "Quiero mi casa exactamente como era", dijo Pilolli, hablando de su casa pequeña con terraza en el centro de la ciudad.

Refiriéndose a los nuevos edificios de departamentos construidos por el gobierno, que son similares al nuevo conservatorio, Aldo Benedetti, profesor de arquitectura en L'Aquila, dijo: "no tienen contexto, sólo un aire de barracas del ejército".

Para Pier Luigi Cervellati, un profesor de planificación urbana en Venecia, la recuperación debe apuntar a que los habitantes vuelvan al centro rápido, no a ofrecer viviendas, monumentos o centros alternativos. "Un centro que queda vacío durante años, muere", dijo. "Estas nuevas casas de las afueras son muy caras y no tienen lógica urbana. Son como terminales de aeropuerto. No tienen alma. El riesgo es que el centro se convierta en un no lugar. http://www.clarin.com/notas/2010/01/11/_-02117890.htm

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El inquietante mundo del cuerpo

'Arte y medicina' muestra en el Museo Mori el sueño del hombre de derrotar a la muerte a través de instrumentos, dibujos y complejos utensilios EDUARDO LAGO - Tokio - 11/01/2010

Quedan atrás las Fiestas del Olvido del Año, singular celebración con que los japoneses borran de la memoria lo ocurrido el año anterior. Durante los primeros días de enero, de obligado recogimiento y reflexión para los tokiotas, muchos eligen acercarse al Museo Mori, situado en el piso más alto de la torre del mismo nombre, en las Colinas de Roppongi. Además de contemplar toda la ciudad, allí se puede ver una de las apuestas artísticas más audaces y sugerentes del panorama internacional. Arte y medicina somete a examen la compleja relación que desde siempre han mantenido el arte y la ciencia. Lo que trata en realidad de conseguir la exposición es contar la historia de un sueño imposible: el intento eternamente fallido por derrotar a la muerte. El escenario del conflicto es el cuerpo humano, destinatario de la mirada doble que de manera perenne han dirigido sobre él artistas y científicos. Una de las secciones más intrigantes tiene por objeto exponer la increíble variedad de instrumentos de los que a lo largo de los siglos se ha servido la ciencia médica para combatir toda suerte de males físicos. El apartado dedicado a la ortopedia demuestra sin lugar a dudas que los mayores alardes de la imaginación humana no son patrimonio del temperamento artístico. Entre los objetos expuestos figuran un artilugio compensatorio de la práctica de la masturbación, un ojo de cristal presentado en un estuche como si fuera una joya de valor incalculable o un muñeco articulado diseñado en el siglo XVI cuyo parecido con el traje de un astronauta no puede ser mayor. Ya en nuestro tiempo, los expertos en robótica y biogenética han conseguido que el paciente pueda mover una silla de ruedas o una extremidad artificial mediante la activación de impulsos cerebrales. El conjunto transmite una inconcreta sensación de inquietud. En un rasgo de humor que permea sutilmente el espíritu que preside la exposición, se pueden contemplar objetos tan peregrinos como el bastón de marfil labrado de que se servía Darwin, cuya empuñadura es una pequeña calavera con dos esmeraldas engastadas a modo de ojos. En la misma vitrina podemos admirar una sección de la dentadura postiza del primer presidente de los Estados Unidos, George Washington, así como las zapatillas de Miss Florence Nightingale, pionera de la enfermería de guerra y eximia escritora. Las ilustraciones anatómicas de Leonardo da Vinci, Miguel Ángel y del filósofo francés René Descartes complementan las que aparecen en publicaciones de los siglos XVI a XVIII, como la Opera Chirurgica de Fabricio de Aquapendente, el Captorum Microcosmicum, de Johann Remmelin, o el Tratado de Anatomía de Andreas Vesalius. Aunando las visiones artística y científica de Oriente y Occidente, la muestra incluye láminas procedentes de tratados indios, tibetanos, chinos o japoneses, en un recorrido que abarca más de cinco mil años, desde los textos ayurvédicos hasta las terroríficas representaciones de Kawanabe Kyosai (1831- 1889) o, ya en nuestros días, las visiones más bien humorísticas de Maruyama Oky.

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Históricamente, apenas queda nada sin tratar, desde los teatros de intervenciones quirúrgicas y las autopsias recogidas en directo por los pintores del barroco europeo hasta las representaciones de la estructura de la doble hélice del ADN realizadas por su descubridor, Francis Crick. Uno de los momentos más e inquietantes (y más profundos) de la exposición es la serie de rostros fotografiados por el alemán Walter Schels. Realizadas a gran escala y agrupadas por parejas, la instantánea de la izquierda recoge la expresión del sujeto fotografiado aún con vida. La de la derecha registra el mismo rostro instantes después de su muerte. Varias obras realizadas a finales del siglo XX sirven de antesala a propuestas artísticas más actuales. Corazón (1979), de Andy Warhol, da paso a Reciclaje, escultura del artista chino Bai Yihuo en el que un carro de reparto transporta una víscera de gran tamaño, alegoría entre ominosa y burlona del mundo de los transplantes de órganos. Figura postrada (1977), de Francis Bacon, nos ofrece la visión atormentada de un paciente que podría ser cualquiera de nosotros. No podía faltar Damien Hirst, el artista más cotizado de nuestro tiempo y uno de los más polémicos. New York, pieza de 1989, es un botiquín pertrechado con el delirante arsenal farmacéutico presente en millones de hogares del mundo posindustrial. Maia, óleo fechado en 2007, reproduce con todo lujo de detalles la operación de cesárea a que se hubo de someter la compañera del artista cuando dio a luz al hijo de la pareja. La exposición juega constantemente con los límites de la percepción. En consonancia con una de las tendencias más acusadas del discurso artístico actual, la literalidad es desplazada por una ironía que no logra sepultar ciertas formas de terror que anidan en los pliegues más ocultos del subconsciente. Un video instalado junto a una sobria meditación pictórica de signo minimalista titulada Argumento de Ninguna Parte (2000), del filipino Alvin Zafra, nos revela que el material que recubre la obra que estamos contemplando son los residuos de una calavera humana laboriosamente pulverizada a mano a lo largo de 14 días. Las 6,500 lentejuelas que centellean prendidas de la falda de gasa del traje nupcial confeccionado por Susie Freman y Liz Lee, son otras tantas píldoras anticonceptivas recortadas de las láminas de plástico metalizado en que vienen preparadas. Conforme a los cálculos de Freman y Lee, la cantidad correspondería a 25 años de consumo del fármaco. Free, un bebé de tamaño natural que flota en una hornacina de metacrilato, es una escultura realizada con leche descremada en polvo. Cuando nos fijamos en los rasgos faciales de dos niños que juegan a Gameboy recostados en una pared, descubrimos que son dos clones humanos que han envejecido antes de alcanzar la pubertad. Lee Byung Ho consigue acelerar aún más el proceso. Su "Busto de la Vanidad", necesita 30 segundos para trasformar la belleza de una adolescente en la efigie de una anciana decrépita ante los ojos atónitos del espectador. En El Asilo, instalación del francés Gilles Barbier vemos a Superman, Wonderwoman, la Masa, Cat Woman y otros súper-héroes del mundo del cómic reproducidos a tamaño natural y sometidos a la misma suerte que padecen los millones de ancianos de los que nuestra sociedad no sabe cómo disponer mientras aguardan la llegada de la muerte. Hay mucho más en esta fascinante exposición. Con certera ironía, los artistas ponen a prueba la inestable relación entre ética y estética. ¿Tiene derecho el brasileño Eduardo Kac a exhibir un conejo transgénico inyectado con una sustancia fluorescente que le hace brillar en la oscuridad como si fuera una obra de arte? ¿Cuál es el valor estético resultante de implantar una oreja de silicona capaz de conectarse a internet en el brazo del propio artista, como ha hecho el australiano de origen griego Stelarc? La exposición se cierra con tres obras enigmáticas: ocultos entre unas alas que remedan la estructura del genoma humano, unos micrófonos repiten cinco sonidos en una serie de permutaciones infinitas; un dispositivo biogenético genera cantidades ilimitadas de cuero artificial; por último, de las ramas de un árbol que crece contra el horizonte de las colinas de Roppongi brotan minúsculas cabezas humanas. El resultado es estéticamente gratificante o aterrador, según la distancia desde la que se contemple la obra de arte. Suponiendo que todo esto sea arte, cabría matizar. Pero lo es. Se podría argüir que al hacer suyos los avances de la tecnología en punta aplicada a la ciencia, los artistas crean un lenguaje tan inaccesible al gran público como el propio discurso científico, pero si algo demuestra esta exposición es justamente lo contrario. Al igual que ocurre con la literatura, el arte está cada vez más sometido a criterios comerciales que lo banalizan. La ciencia está a salvo de semejantes manipulaciones. En algún lugar tenía que estar el límite. Arte y medicina propone un regreso a los orígenes y una indagación así sólo se puede realizar desde la más radical autenticidad. http://www.elpais.com/articulo/cultura/inquietante/mundo/cuerpo/elpepucul/20100111elpepucul_2/Tes

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"Un museo debe hacer que la gente se mire a sí misma en la historia"

Renovó a un museo en crisis y para 2010 hará una historia del arte universal con 100 piezas de la colección. Cuando Neil MacGregor asumió como director del Museo Británico en Londres, se hizo cargo de una institución llena de deudas y anticuada. MacGregor volvió a hacerla parecer divertida y cambió su destino. Ahora tiene nuevos planes para los objetos que están a su cuidado. Instado a elegir un objeto entre las 100 cosas que presenta en su nueva serie de la BBC Radio, "Una historia del mundo en 100 objetos", el director del Museo Británico optó por una talla en piedra de una pareja de los alrededores de Belén: la primera representación conocida de una pareja haciendo el amor.

"Si pensamos en El Beso de Rodin, esto abre esa tradición. Es fascinante ver cómo se construye la ternura en piedra y también qué dice sobre cómo pensaba la gente la relación con otra persona 11 mil años atrás. Porque no es en absoluto un objeto de la fertilidad convencional, remite a la ternura de la pareja. ¿Es ése el momento en que la noción del compañero, en términos sexuales reproductivos, es avasallada por la la pareja?"

La serie de MacGregor, que se emitirá en cien entregas de 15 minutos a lo largo 2010, es una antología de momentos como ése. Partiendo de una momia egipcia y terminando con un objeto hecho en 2010, que el museo está buscando en el mundo entero, apunta a reunir toda la civilización humana y usar la colección del Museo Británico para contar una historia (no "la" historia, aclara) de cómo llegamos a ser lo que somos."Creo que el objetivo de un museo es permitir que la gente piense acerca de sí misma en el contexto de una historia muy larga".

MacGregor es considerado por todos el salvador del Museo Británico que, cuando él asumió en 2002, estaba endeudado y muy pasado de moda. Este será el año de la colección permanente del museo -"la mejor exposición que se pueda tener"- y la serie radial. "Al llegar acá después de trabajar con una colección totalmente europea, me sacudió descubrir lo poco que sabía de la historia de culturas no europeas y las veces que aprendí algo fue únicamente porque Europa había interactuado con ellas, en general de manera desagradable".

De ahí, este ejercicio de un año en historia comparativa. En él, se aleja de la historia del arte que conocemos para abarcar algo más grande y libre. "Decidimos organizar los programas por fecha", dice. En la Semana 11, por ejemplo, hará un corte transversal del mundo alrededor del año 800: "Se puede ver

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qué está pasando en México, en Bagdad, Samara y las cortes, en Europa después de Carlomagno, en el sur de India, Sri Lanka y China. Y descubrimos que todas las culturas, en esa etapa, tienen cortes muy estructuradas y en todas ellas las mujeres desempeñan papeles muy particulares".

"La forma en que los europeos concibieron la historia del mundo se vio determinada por el hecho de que dichas culturas tuvieran o no fuentes escritas", dice MacGregor. Su historia del mundo se propone derribar las viejas jerarquías y cree que los objetos permiten "mirar igualmente" a las culturas. Dibujos de maestros del Renacimiento serán mostrados en el BM junto con esculturas de Africa occidental: "Sabemos del Renacimiento italiano pero nadie enseña que hay un gran movimiento artístico floreciendo en África occidental, con obras de una calidad comparable. Son dos renacimientos, el africano y el europeo, simultáneamente".

La idea del Museo Británico como una colección mundial en una ciudad mundial, es la visión de MacGregor. La nueva ampliación del museo, que costó 215 millones de dólares, se denomina con grandilocuencia Centro Mundial de Conservación y Exposiciones. Considerar a su museo como una terminal internacional es también su respuesta a los cuestionamientos en relación a que el BM debería devolver algunas cosas. "Es necesario decidir qué clases de museos queremos, si museos que intentan poner todo el mundo en un contexto, en un edificio, y tener un panorama de la totalidad, o museos que refieran historias nacionales o locales". La política del BM es que lo único que devolverá son restos humanos, que se apresura a señalar, "no son cosas; en el derecho son una categoría totalmente distinta". http://www.clarin.com/notas/2010/01/11/_-02117713.htm

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La Historia del Arte en femenino

Una exposición reúne obras de Frida Kahlo, Lempicka o Maruja Mayo FERNANDO VALVERDE - Granada - 11/01/2010

La presencia de las mujeres en la Historia del Arte es más bien escasa. Hasta que la Revolución Francesa supuso un punto de inflexión histórico en la visión del mundo, habían pasado desapercibidas. Sus trabajos, además de marginales, se reducían al campo de lo artesanal. Si no eran poseedoras de una vida social independiente, tampoco sus obras podían alcanzar el estatus reservado a los hombres. Tras 1789, en algunos lugares del mundo, las mujeres comenzaron a luchar por sus derechos hasta lograr una nueva revolución, esta vez artística, que se inició en el siglo XIX y se ha prolongado hasta nuestros días. La muestra, con obras de 35 artistas, puede verse en el palacio de Carlos V

Un recorrido histórico por el trabajo artístico de las mujeres desde esta época puede verse en la exposición que hasta el próximo 17 de enero permanecerá abierta en el Museo de Bellas Artes de Granada, en el recinto de la Alhambra. La muestra Creadoras del siglo XX propone una mirada retrospectiva que trata de explicar la evolución de la mujer como artista plástica.

Si en el siglo XIX se habían alcanzado algunas metas, no será hasta el siglo XX cuando la mujer ocupe, superando grandes obstáculos, el mismo lugar que el hombre en el arte. En España existieron ejemplos como los de Maruja Mallo o María Blanchard y, en otros lugares, nombres como los de Vieira da Silva, Tamara de Lempicka o Frida Kahlo.

La exposición organizada por la Consejería de Cultura acerca al público 35 obras de las principales artistas de los siglos XIX al XXI, que se distinguen especialmente por su mirada subjetiva, poniendo de relieve las distintas maneras en que las mujeres han ejercido una actividad creadora que ha marcado el arte del siglo pasado y que lo sigue haciendo en la actualidad. Las obras de las 26 artistas, entre las que se encuentran las anteriormente citadas, son una buena muestra del conglomerado de técnicas y estilos. En opinión de la comisaria de la exposición, María Oropesa, la mujer como creadora "ha estado olvidada dentro del mundo del arte al contrario que el hombre".

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Además, añadió que el motivo por el que en la Historia del Arte no ha quedado espacio para las mujeres es que ésta "ha sido escrita por hombres y para los hombres". "La mujer no fue considerada como una artista hasta que no se extendió el fenómeno de la venta de obras en el siglo XIX; pero hubo que esperar hasta el siglo XX para que se consolidara su faceta creadora".

Por último, insistió en la dimensión internacional de la muestra, que trata de mostrar una visión global. Prueba de ello es que la exposición reúne obras de artistas procedentes de Rusia, Alemania, Cuba, Grecia, Francia, México, Portugal y España, y abarcan el periodo comprendido entre 1879 y 1971. Las condiciones particulares del Museo de Bellas Artes han influido en la selección de las obras, que son presentadas por primera vez en Andalucía y que tras su estancia en Granada viajarán a Tenerife, León y Salamanca.

En la muestra también figuran obras de artistas contemporáneas como las españolas Carmen Calvo y Carmen Laffón o la cubana Gertrudis Rivalta, entre otras.

"No se trata de una exposición sexista", concluyó Oropesa, que quiso dejar claro que las autoras han sido elegidas por ser muy destacadas en el mundo del arte. Por su parte, el delegado de Cultura, Pedro Benzal, recordó durante la presentación que las mujeres siempre han sido una referencia en la historia del arte como modelo de inspiración y belleza o como coleccionistas, si bien su faceta como artistas quedó arrinconada, por lo que se congratuló de poder disfrutar de una muestra que es ejemplo "de su gran talento y proyección", concluyó.

http://www.elpais.com/articulo/andalucia/Historia/Arte/femenino/elpepucul/20100111elpand_15/Tes

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Gustavo Ferreyra: "El mundo incomoda y yo no lo mejoro"

Dueño de un estilo personal y contundente, Gustavo Ferreyra se ha consolidado como un autor de peso en las letras argentinas. Su sexta novela, Piquito de oro, habla de la rabiosa subjetividad de un porteño abrumado. Para leer esta entrevista hay que pedirle un favor al lector: que imagine a Gustavo Ferreyra riéndose a cada rato. De esa manera evitaremos colocar el incómodo (risas) en casi todas sus respuestas. El escritor se ríe de sí mismo, de sus personajes, y Piquito de oro, su flamante sexta novela, también lo hace reír. Dice que es con la que más se ha divertido hasta ahora. Soltaba carcajadas mientras la escribía en esa extraña postura que elige para el oficio: acostado boca arriba, cuaderno en mano, en una piecita que tiene al fondo de su departamento de Villa Urquiza. Un cuartito ínfimo con lugar para esa cama que vendría a ser su escritorio, y una PC amarillenta en la que luego transcribe todo. "Lo que está en el cuaderno es lo que después se publica". Alguna coma, algún espacio, eso es todo lo que corregirá cuando pase el manuscrito a Word. Sus cuadernos prácticamente no tienen tachones, y ha escrito todas sus novelas de un tirón.

Se ha dicho que Gustavo Ferreyra es un escritor extraño. En 1994 apareció en la escena literaria con El amparo, una novela que transcurre en una temporalidad ambigua y un único escenario donde se despliega un oscuro juego de jerarquías que tiene al paranoico sirviente Adolfo en el centro de la escena. Cinco años después apareció El desamparo, dejando a sus lectores boquiabiertos y a su mujer llorando. "Yo mismo me sentí oprimido por mi propia literatura", dice, recordando ese libro sobre la averiada iniciación de un muchacho al –o más bien contra el– mundo real. Mientras la escribía, no se rió para nada. Luego vinieron Gineceo, Vértice y El director, novelas que la crítica aclamó por su estilo único, el brillante manejo de la subjetividad de los personajes y un trasfondo político que Ferreyra despliega con una crudeza a la que pocos se atreven. Otro punto en común que tiene esa bibliografía es que hoy casi no se consigue.

-Se diría que tiene un perfil muy bajo. ¿Cómo se relaciona con el mundillo literario?

-Pasa que yo no era del mundillo literario desde el vamos. Soy sociólogo, pero me encantaba la literatura, más que la sociología, y escribía y escribía. No he buscado nunca estar en un mundillo aunque tampoco lo he rechazado. Se ha dicho que no doy notas, pero no es verdad. Tal vez las entrevistas se buscan tanto que si uno no lo hace parece que las rechazara. Mi actividad literaria es escribir, siempre, y tal vez eso me ha impedido estar ahí. Tenés que ganarte la vida, tenés una familia, y entre ir a un evento o escribir, siempre preferí escribir. Y así he quedado como un asocial.

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-Si le preguntan, ¿qué dice? ¿Es sociólogo, profesor, escritor?

-Por deseo soy mucho más escritor. Pero también soy profesor, que es con lo que me gano el dinero. Doy clases de sociología en el CBC y materias relacionadas en un secundario de adultos.

Y es un lector voraz. En su amplio living hay tres bibliotecas repletas de novelas. Se ven nombres como Dostoievski ("me abrió el mundo"), Tolstoi ("un gran maestro"), Pushkin, Chéjov, Céline, Walser, Balzac, Moravia, Vian. En literatura argentina, se reconoce como "otro más de los devotos de Saer", y también le gusta Fogwill. Está esperando leer 2666 del chileno Roberto Bolaño, y se apasionó con Los detectives salvajes. "En mi caso, la novela es la vida misma del escritor. Es casi un sino, una fatalidad para mí", dice Ferreyra. "La literatura también está hecha de tiempo, y eso te lo da la novela. Es desde donde ves y percibís la dimensión temporal de la lengua. Y muerde al lector como otros géneros quizá no pueden".

-¿Cómo desarrolló esa primera persona sin nombre ni apellido que es Piquito?

-En mis libros yo iba jugando al borde de la primera persona y al final caí. Mis terceras personas están muy construidas desde la subjetividad de los personajes, en una tercera medio engañosa que a veces da la impresión de una falsa primera. Llegué a una primera persona en mi novela anterior, El director, y disfruté escribiéndola. Piquito es una apuesta mayor: directamente un continuum subjetivo, una verba que no puede parar. Y creo que Piquito también tiene un poco de lo que en otros tiempos me provocó gusto leer: Walser y Céline. Diría que son opuestos, aunque en el fondo sus personajes luchan de algún modo contra la realidad y Piquito está en ese registro. También quise que su voz se destacara en el horizonte de la otra historia que tiene la novela: la de la familia del médico.

-Esa historia gira alrededor de un crimen y quedan un montón de cabos sueltos que al lector lo dejan intranquilo. ¿Escribe para incomodar?

-Sí, sí. Es mi especialidad. En general ocurre eso con mis novelas. El mundo incomoda y yo no lo mejoro. La realidad queda así, todos los casos terminan con cabos sueltos o tienen resoluciones muy precarias. Así que quizá sí, peco de realismo. No tranquilizo al lector, queda incómodo.

-Incómodo y paranoico. En el subte atestado, viniendo para acá, iba pensando quién de los pasajeros estaría rumiando las cosas que rumia Piquito.

-Y... Por ahí todos.

-Esas obsesiones, ese monólogo interior, esa labia de Piquito de oro, ¿lo ve como algo muy porteño?

-Es difícil identificar la cosa local, justamente porque uno está en la burbuja. Yo no estoy muy en el mundo de la porteñidad si se puede decir así. Pero evidentemente hay algo de eso, de la rabiosa subjetividad de un porteño abrumado. En el mundo hay locura de sobra, pero acá también debe haber una condensación bastante interesante, digo, esto de ser un país latinoamericano pero con pretensiones de otra cosa me parece que genera, sobre todo en los sectores medios, una angustia, una desilusión permanente.

-¿Esas pretensiones irán a desaparecer alguna vez, con el cambio de las generaciones?

-No sé, los clichés se van heredando. En el 2001 parecía que se iba a poner fin a eso, ¿no? Pero todo vuelve. Piquito es sociólogo. Cuenta Ferreyra que lo hizo así sobre todo para oponer ese mundo intelectual –Piquito está en pareja con una filósofa exitosa diecinueve años mayor– con el otro que se abre en la novela y contra el que está siempre a punto de colisionar: el de la opinión colectiva, representado en una familia aturullada por el corralito, la inseguridad y la incomunicación generacional. Pero Piquito también es sociólogo por una cuestión de inmediatez, al estar Ferreyra al tanto, por ejemplo, de lo que le toca hacer a un recién recibido para entrar al mundo laboral. La novela transcurre entre mayo y septiembre de 2002, con Duhalde en la presidencia y el telón de fondo de los piquetes. Pero nada de lo que pueda decirse de Piquito termina de explicar a Piquito, orgulloso desempleado, huérfano de padre y

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madre, cuya existencia tiene para él "la densidad del telgopor" y que pasa de la malacrianza infantil a la interpretación ontológica de su sexualidad, de la inacción complaciente a la militancia en el PO. "Es malicioso, Piquito", dice un sonriente Ferreyra, que logró dar con la mejor descripción de su personaje en la palabra "piquitismo".

-Se ha hecho mucho hincapié en la originalidad de su estilo, en el uso frecuente de palabras en desuso...

-Mi estilo apareció en mi primera novela y diría que era todavía más "original" que ahora. En Piquito está un poco más ligero. Hay palabras que tienen su fuerza, que son irremplazables, y trato de no privarme de ninguna que pueda sonar como la necesaria en ese momento, en ese lugar. No intento ser rabiosamente actual, si sos verdaderamente actual podés traer algo de lo remoto también. Me parece que es muy actual Piquito, y por eso puede darse el gusto de hablar así.

-¿Le interesa la crítica literaria?

-Leo poca crítica y más bien en sus vertientes más breves, accesibles: notas, artículos. He leído poca crítica erudita, digamos; no por despreciarla sino por... desidia, tal vez.

-¿Y ha llegado a estar en desacuerdo con algo que se haya dicho de su obra?

-En general he tenido críticas y reseñas muy favorables y me han sorprendido justamente por esto. A veces los reseñadores sacan a la luz tanta inteligencia que me pone feliz y algo orgulloso que la hayan aplicado a mis libros. Es difícil situar este asunto en términos de acuerdos y desacuerdos. El lector tiene su pequeño imperio –con su corte y con sus ciudadanos– y está bien que así sea. Los escritores tenemos los ejércitos, paupérrimos, pequeños o gigantes.

-¿Cómo queda cuando termina una novela? ¿Siente un vacío?

-Quizá por temor a ese vacío, cuando terminaba mis primeras novelas a los tres o cuatro días ya empezaba a escribir la siguiente, una locura. Ahora espero un poco más. Terminé la última hace dos meses y estoy planeando lentamente la próxima.

-¿O sea que Piquito no es su última novela?

-No, Tengo dos novelas más. Una se llama Doberman, donde aparece de un alto funcionario de Cancillería de tiempos del menemato que viaja a Polonia en misión internacional. La última es una saga, La familia: varias generaciones que culminan en un hombre que nació en 1959 en la Argentina y que va a ir cobrando cierta trascendencia internacional a medida que avanza el siglo. La novela toma su legado en 2106.

-Para terminar, tengo una duda personal. En Piquito de oro me da la impresión de que es X quien mata a X.

-Sí... A mí también me da esa impresión. http://www.clarin.com/notas/2010/01/11/_-02115933.htmg

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La mirada de un maestro

ROMÁN GUBERN 11/01/2010

Fue una de las semillas de la nueva ola francesa, pero no gozó del relumbrón que aureolaron a Godard, a Truffaut o a Resnais, que le acompañaron en su debut en 1959. Rohmer era profesor de literatura y fue captado por aquellos Cahiers du cinéma de tapas amarillas en las que se incubó la eclosión del nuevo cine francés que marcaría un antes y un después en la frontera de la modernidad.

En 1957 publicó una monografía sobre Alfred Hitchcock, escrita con Claude Chabrol, que es todavía un libro de referencia.

Pero El signo del león (1959), con el que se dio a conocer al público, mostró la implacable progresión de su protagonista hacia un abismo cotidiano con una mirada que hacía pensar en Balzac. Tuvo una acogida fría, porque la textura de su cine no ofrecía la brillantez formal de sus compañeros debutantes. Si Godard era un sprinter, Rohmer, el mayor de la camada, era en cambio un corredor de fondo. Y lo fue a lo largo de toda su carrera, con sus historias intimistas, con pocos personajes, tanto si trataban de la cotidianidad parisina como si su acción se situaba en épocas remotas propicias al espectáculo facilón (Perceval el Galo, La marquesa de O, Los amores de Astrée y Céladon, que fue su testamento). La crítica y parte del público empezaron a tomarle en serio cuando aparecieron Mi noche con Maud (1969) y La rodilla de Claire (1971), en parte gracias a sus actrices en estado de gracia.

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Además de realizador, Rohmer fue siempre un ensayista y teórico de primera fila, como lo demostró en los años sesenta con su fecunda polémica en torno al cine de poesía (que Pasolini defendió con sus postulados de filólogo) y el cine de prosa, que Rohmer argumentó y practicó en su propia filmografía. Su prosa procedía de la gran tradición de la novela francesa, pero su cine no fue nunca literario, en el sentido peyorativo de la expresión.

Cineasta elegante y austero a la vez, orquestó su filmografía en ciclos, como el de sus "cuentos morales", sus "comedias y proverbios" y sus "cuentos de las cuatro estaciones". Había en su mirada sobre sus personajes, siempre de reacciones contenidas y nada vistosas, algo propio de la mirada del antropólogo. Esto es tan cierto que, cuando presentó en la Bienal de Venecia El rayo verde (1986), asistí en el jurado del festival a una curiosa discusión, pues algunos se negaban a premiar la película arguyendo que la crisis que vivía la protagonista en la película era su propia crisis en su vida real, lo que le restaba valor dramático.

De todas maneras la premiamos y creo recordar que también a su protagonista, Marie Rivière. Su penúltima película, Triple agente (2004), dirigió su mirada hacia la guerra civil española de un modo muy poco convencional. Fue una película incómoda, porque huyó de los himnos líricos y de los acentos heroicos y habló de traiciones y de bajezas políticas, algo que obviamente existió en nuestra tragedia política.

Román Gubern es catedrático emérito de Comunicación Audiovisual en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona. http://www.elpais.com/articulo/cultura/mirada/maestro/elpepucul/20100111elpepucul_10/Tes

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El aula en la era de la educación global

Un texto reciente reúne trabajos de autores argentinos y estadounidenses sobre políticas educativas y análisis crítico del discurso. Qué hay detrás de una política educativa? ¿Qué transmite una institución escolar o universitaria? ¿Qué planos simbólicos se juegan en una decisión acerca de cómo debe aprender un estudiante y enseñar un docente? ¿Qué juegos de poder componen el medio social y cuáles involucran a la educación? Los discursos sociales y políticos han atravesado el universo educativo desde siempre, y el análisis crítico de tales discursos es una de las herramientas más valiosas a la hora de pensar cómo, para qué y para quiénes se está educando.

En la línea de esos interrogantes, UNSAM Edita acaba de publicar el libro Discurso y educación. Herramientas para el análisis crítico, que la doctora en Educación Mónica Pini compiló y reúne estudios e investigaciones de autores argentinos y norteamericanos en relación a los procesos y políticas educativas y el análisis crítico del discurso. Egresada en Ciencias de la Educación de la UBA, Pini hizo sus estudios de doctorado en la Universidad de Nuevo México. Allí se dio cuenta de que el análisis crítico del discurso aplicado a la educación tiene un lugar destacado en el mundo anglosajón y que los autores que trabajan en esa línea forman un corpus que viene desarrollando metodologías tan diversas como valiosas. Su tesis doctoral, acerca del discurso de las empresas que administran escuelas públicas en Estados Unidos, la acercó a dichos autores y a la inquietud de fundar en Buenos Aires una carrera que pudiera construir un campo de diálogo entre análisis del discurso y educación. Así el área de Educación en Posgrado de la Universidad de San Martín creó la Especialización y Maestría en Educación, Lenguajes y Medios, para reunir a estudiantes y docentes en la tarea de desarrollar una mirada crítica sobre el discurso educativo de cara a los cambios políticos y tecnológicos que se vienen desarrollando en el campo.

El libro Discurso y educación está íntimamente relacionado con los objetivos de la carrera, y es un aporte pedagógico para la comunidad académica de habla hispana, que podrá acceder a trabajos de investigadores estadounidenses que no habían sido traducidos hasta ahora. "La importancia de reunir una serie de trabajos académicos que analizan discurso en educación desde una perspectiva crítica radica en que –hasta donde llega mi conocimiento– no hay libros editados en español que aborden esta relación desde una variedad de perspectivas", comenta Pini. Reconoce, desde luego, la trayectoria de la revista electrónica Discurso y Sociedad, editada por Teun van Dijk, si bien la mayoría de sus trabajos en relación al ámbito educativo se centran en los libros de texto. En el caso de Discurso y educación, el foco del

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análisis está puesto en cambio en los discursos que subyacen a las prácticas concretas (el día a día de las aulas) y a las políticas educativas que son el marco de esas prácticas.

"La clasificación de los trabajos no fue fácil", cuenta Pini. "Las categorías en las que se agrupan, se cruzan o tienen límites difusos, lo cual se debe en parte a la variedad y riqueza del material obtenido". Y es que los autores que hacen un aporte metodológico, también exponen teorías. A su vez, algunas experiencias de campo dan por sentado su marco conceptual. Estos cruces en ciencias sociales no son extraños, y la compilación, prologada por el especialista en comunicación y educación argentino, Dr. Daniel Prieto Castillo, está dividida en cuatro cuerpos. Perspectivas en análisis del discurso y educación incluye trabajos de Mónica Pini, Rebecca Rogers, Rosa Nidia Buenfil Burgos, James Paul Gee y Jorge M. Gorostiaga. La sección da un panorama de dónde se encuentra hoy el campo del análisis crítico del discurso en educación, su trayectoria en América Latina y Estados Unidos y las ciencias que lo han nutrido históricamente. El segundo cuerpo, Análisis del discurso aplicado al contexto de las políticas educativas incluye textos de Eric Haas y George Lakoff, Sandra Taylor, Gary L. Anderson y Mariana Di Stefano y Cecilia Pereira. Esta sección pone en perspectiva los discursos educativos oficiales en nuestro país y Estados Unidos, y brinda herramientas metodológicas a partir de trabajos de campo.

La tercera parte, Análisis del discurso aplicado al contexto curricular-institucional, cuenta tres experiencias de abordaje crítico en relación a la política de instituciones educativas. Sus autores son Peter Ninnes, Mariana Landau y Ana Isabel Iglesias.

Por último, Análisis del discurso aplicado al contexto de la educación superior, se centra en experiencias, metodologías y estudios del ámbito universitario, con aportes de Norman Fairclough y Ruth Wodak, Gustavo Fischman, Luis Porta y Zelmira Alvarez.

El gran acierto del libro es que los títulos que parten de experiencias en EE.UU. son válidos para los espacios educativos argentinos. Es el caso de "Disciplinando directivos. Discurso, legitimación y educación neoliberal" de Gary Anderson, "Creando el sujeto éticamente incompleto" de Peter Ninnes o "La alfabetización crítica como análisis crítico del discurso" de James Glee. El otro acierto, es que Discurso y educación propone un intercambio académico necesario, en tiempos en que la educación global comparte las mismas crisis y los mismos desafíos. http://www.clarin.com/notas/2010/01/11/_-02115926.htm

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La tecnología del deseo

Un mensaje de texto –"te amaré por siempre"– dispara sorpresas y dudas en la mujer que lo recibe. "¿Lo habían secuestrado? ¿Se estaba por suicidar? ¿Y si le estuviera ocultando una enfermedad grave?", se pregunta la autora, mientras reflexiona sobre vejez y hi-tech.

Al leer una frase de Lilian Helman: "La gente cambia y se olvida de decírselo al otro", me puse a pensar que nos olvidamos de anunciar nuestros cambios porque pretendemos que los demás nos vean tal como deseamos ser vistos. No voy a referirme a la cosmética ni a la estética que requiere como ámbito imprescindible el quirófano o el consultorio, sino a otra, que habita en el mundo virtual y entra en nuestro correo.

Si no me diera vergüenza unirme al coro de optimistas de mostrador, diría que hay momentos en que la agradezco. Una tiene su corazoncito, diría mi tía mayor, que vendría a ser la menor, porque se murió primero y nunca exhibió arrugas ni achaques.

Sólo basta con hacer clic en el adjunto, afinar la vista, el oído y entregarse al cielo benefactor de la pantalla. Paisaje, música, personajes, palabras, venden una próxima época dorada: la vejez. De tono profético, las sentencias obvias que se empecinan en adjudicar a diversos autores de prestigio, juegan a favor del Edén melodioso y ecuménico, en el que el único requisito para asociarse, es haber traspasado o estar por traspasar el umbral de la alta edad. ¿Quién va a cuestionar la sintaxis o el sentido de los dichos en la cumbre de la eternidad? Entonces, como si fuéramos la contracara del envejecido protagonista de Muerte en Venecia, que extiende su brazo enamorado hacia el adolescente que se interna en el mar, le pedimos disculpas a Thomas Mann por la asociación, y nos internamos en la belleza tramposa del mail, donde la decadencia no existe.

Pero los pétalos del mensaje no perduran, y apenas el tallo desnudo de la flor desaparece en nuestra memoria, regresa la bestia que logramos mantener enjaulada durante el hechizo. En mi caso, ayudó a liberarla Philip Roth, justo ahí, en el escritorio, pegadito al teclado. Tapa negra y letras blancas para Elegía, novela poco recomendable si se frecuentan libros de autoayuda u otros vacilantes sostenes. Los versos de John Keats, acertado acápite, los ilustrará mejor que yo: "Aquí, donde los hombres se sientan y oyen sus mutuos quejidos; / donde la parálisis agita algunas, tristes, últimas canas, /donde la juventud palidece, adelgaza como un espectro y muere; /donde tan solo pensar es estar lleno de tristezas (...)"

Les propongo levantar el ánimo, y a Colette de su tumba, para enterarnos por qué ella, que convivió tres décadas felices con un hombre veinte años menor, en los finales exclamó: "¡Qué vida maravillosa he tenido! Pero habría preferido haberla tenido antes".

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¿Antes de qué, Colette?, le pregunto con respetuoso recelo. No me responde. ¿Y si buscara la respuesta en Chérie, obra en la que Colette trata una relación de características similares a la que ella tuvo con su joven amante?

Me arrepiento: los libros permiten múltiples interpretaciones y sobrarían quienes desautoricen la mía. Aunque el soliloquio también alienta enfrentamientos, deduzco que el antes, contemplado desde la vejez, resulta promisorio. Me asalta el temor de que lo que acabo de escribir suene a transitada receta filosófica, psicológica o resulte una especie de aforismo que alguien copia y convierte en mensaje de texto. Hace poco una amiga me contó que cuando en su celular leyó "Te amaré por siempre", se pegó un susto tremendo.

¿Qué causa terrible empujó a su marido a enviarle ese mensaje? ¿Lo habían secuestrado? ¿Se estaba por suicidar? ¿Y si le estuviera ocultando una enfermedad grave? La incógnita se develó con una simple llamada. El sólo había seleccionado una frase romántica en su teléfono móvil. No es que ella dudara de su amor, pero después de tantos años de matrimonio, diferente habría sido su reacción si las mismas palabras hubiesen venido en la tarjeta que corona un regalo.

En el género fantástico, el horror real y el psicológico están separados por una línea invisible, ella, profesora de literatura, ante la invasión de lo insólito en su cotidianeidad, actuó igual que cualquiera con juventud acumulada. Me excuso por abundar en ejemplos individuales, culpa de las estadísticas, poco confiables si nos fijamos en las cifras del INDEC, en las de los anticipos electorales, y en las de la inseguridad.

El siguiente, lo tomo de La plaza del Diamante, novela de Mercé Rodoreda:"Con los brazos delante de la cara para salvarme de no sabía qué, di un grito de infierno, un grito que debía hacer muchos años que llevaba dentro, y con aquel grito tan ancho que le costó mucho pasar por la garganta, me salió de la boca una pizca de cosa de nada como un escarabajo de saliva... y aquella pizca de cosa de nada que había vivido tanto tiempo encerrada dentro, era mi juventud que escapaba con un grito de infierno que no sabía bien lo que era..."

Mientras no sintamos ganas de expulsar el deseo que anida en nosotros desde que llegamos al mundo, mejor olvidemos avisarle al otro que hemos cambiado. El deseo, esa pizca de cosa de nada, tal vez sea la única fuente de Juvencia. http://www.clarin.com/notas/2010/01/10/_-02115920.htm

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María Negroni: "En la literatura fantástica, lo femenino es casi lo único que importa"

La ensayista y poeta argentina, radicada en Nueva York, acaba de publicar Galería Fantástica, donde analiza relatos de Carlos Fuentes, Rosario Ferré, Felisberto Hernández y Cortázar, entre otros, como derivados de la literatura gótica. No sólo de libros está llena la biblioteca de María Negroni. Aquí y allá, perdidas entre los estantes, hay muñecas antiguas, de esas de caras blanquísimas, ojos fijos y vestidos de organza ("Me encanta todo lo que tiene que ver con la infancia. Si no fuera escritora, sería coleccionista de juguetes). Las muñecas — dobles, miniaturas frías— también llenan muchos de los relatos que componen Galería Fantástica, ganador del VI premio de ensayo de Siglo XXI. En él, Negroni postula a la literatura fantástica latinoamericana como una deriva de la literatura gótica y toma como ejemplo de este vínculo relatos de Carlos Fuentes (Aura y La muñeca reina), Silvina Ocampo (El impostor), Felisberto Hernández (Las hortensias), Julio Cortazar (Las babas del diablo) y Alejandra Pizarnik (La condesa sangrienta), entre otros. A ambas literaturas —la fantástica y la gótica— les atribuye la particularidad de encarnar una formar de resistencia "a las cárceles de la razón y del sentido común" y de construir su "propio arsenal de oposición a la moral soleada (y petrificante) del statu quo".

-¿Cómo surge el proyecto de Galería Fantástica? -Empieza con la escritura de Museo Negro (1999), mi libro sobre el gótico norteamericano y europeo, en donde analizo textos como Otra vuelta de tuerca, de Henry James, Frankenstein y El retrato de Dorian Grey. Por esa época tenía una especie de radar para detectar los textos que en América Latina tenían características similares. Leí Cagliostro, de Huidobro, Bomarzo, de Manuel Mujica Laínez y me di cuenta de que los cuentos o relatos latinoamericanos tienen muchos elementos del gótico, que es algo que no había pensado antes. Aparecen muchos motivos repetidos. Están los científicos desmesurados, los artistas, el tema del doble, la relación entre el artista y la creación...

-Decís que a Silvina Ocampo le cabe el mérito de haber creado el gótico campero -¡Claro! En el relato El impostor no hay un castillo en Escocia como aparecería en el gótico, pero sí un chacra en el medio del campo que tiene muchas semejanzas. La casa está en ruinas, llena de filtraciones de agua, hay altillos que guardan los recuerdos de los ancestros, la cajita de música. Podría ser un revival de la casa de Una vuelta de tuerca, de Henry James. Pero además de los motivos repetidos, que aparecen y mucho, lo que verdaderamente me interesa es cierto carácter de resistencia que tienen estas literaturas frente a lo convencional. Ponen todo el tiempo en entredicho, desestabilizan las nociones con las que en general nos acercamos a la realidad, las categorías de tiempo, de espacio, de sujeto. Hay una especie de

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celebración de un mundo impreciso.

-Es como si el gótico y el fantástico ensancharan el mundo -No, no lo ensanchan, el mundo es ancho, lo recuerdan. Recuerdan que hay una parte oscura, que no sólo tiene que ver con los vampiros y el terror, sino con el mundo del deseo, el mundo de lo no controlable, de lo no articulable. Un mundo que está todo el tiempo tensando desde abajo, como en el relato de Poe, La caída de la Casa Usher, donde la hermana del protagonista, Lady Madeline, golpea desde abajo, recordando que allí hay algo que está vivo. Generalmente lo que está tensando ahí abajo, lo que está pulsando y latiendo, tiene que ver con lo femenino. No necesariamente con el cuerpo de una mujer, sino con una zona que se le escapa a la palabra, la zona del deseo.

-También decís que es la literatura que más se acerca a la poesía, ¿de qué manera lo hace?

-Se para en el mismo lugar, en el lugar de lo que no se sabe. No hay poesía desde la certeza, es el género que por antonomasia cuestiona los fundamentos de lo real, desde el momento que cuestiona el instrumento mismo del acercamiento a lo real que es la lengua. No es casualidad que Baudelaire, el primer poeta de la modernidad, fuera traductor de Poe, todos los poetas del surrealismo francés admiraban la literatura gótica, Breton se hizo construir un castillo, que llamaba su castillo estrellado. La literatura gótica y fantástica, como la poesía, son conjeturales, tentativas, no intentan imponer certezas, al contrario, miran el mundo con cautela, asombro, perplejidad.

-Los relatos que elegiste también están llenos de jardines

- Pero no son jardines edénicos. Son jardines manchados, los jardines después de que Eva mordió la manzana. Están teñidos de la ambición de conocimiento, siempre hay un castigo latente cuando aparece el deseo de conocer. Los jardines del fantástico están cargados de deseo, muerte, sexualidad, temporalidad.

-En Una cripta para la infancia, el análisis del cuento La muñeca reina, de Carlos Fuentes, decís que en los relatos fantásticos la escritura funciona como un imán, ¿hacia dónde nos arrastra?

-Sí, en muchos relatos aparecen diarios, notas, recortes de diario. Creo que la escritura magnetiza, tiene un conocimiento que nosotros no tenemos. Va más rápido. Cuando uno escribe, escribe cosas que no sabe que sabe. En estos casos, es una escritura que se ha independizado de su productor, que cumple un papel hipnótico. Funciona como una metáfora del deseo, uno camina hacia lo que desea dormido, se va dejando llevar por algo que lo va hipnotizando. La escritura en los relatos fantásticos es como un hilo de Ariadna al revés: no para salir del laberinto, sino para ir hacia el centro de él. El hilo lleva al fondo, a encontrar al Minotauro, no a escaparse de él. Y eso no sólo funciona con el protagonista, sino también con el lector, que en el gótico o en el fantástico también avanza hipnotizado. Hay un manejo de la trama y del suspenso que te lleva como dormido, aparte no nos olvidemos de que en general son mundos nocturnos.

-En el fondo hay un crimen, y casi siempre de origen sexual

-Pero a veces no es un crimen literal. La salida de la infancia es un crimen, la entrada al lenguaje es un crimen. Hay muertos y se mueren partes de nosotros, se censuran partes de nosotros, se suturan, se vuelven tabúes, todos estos son como pequeños crímenes, que quedan abajo en la cripta.

-¿Cuál es el papel que juega lo femenino?

-Yo pienso que cuando algo está ausente, en realidad está hiperpresente. Cuando vos vas al castillo de Drácula no hay una sola mujer, es él con él, pero luego viaja en barcos que se llaman Demeter y Ceres, las diosas de la fertilidad, viaja por el agua. El principio femenino está híperpresente en estos relatos. Cuando digo principio femenino digo lo que no se entiende, el cuerpo, el paso del tiempo, los cambios, el fluir de la vida, los ciclos, la muerte. Creo que en el gótico y el fantástico es casi lo único que importa, lo más interesante. http://www.clarin.com/notas/2010/01/08/_-02115427.htm

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Nuevos tiempos, nuevas luces

Tras la muerte de las bombillas, los 'leds' redibujan el futuro de las lámparas ANATXU ZABALBEASCOA - Madrid - 13/01/2010

La anunciada desaparición de la bombilla incandescente ha puesto a protestar a muchos diseñadores y a trabajar a otros tantos. La última colección de la empresa Habitat ya refleja esa desaparición apostando por luminarias que emplean fuentes de bajo consumo, como los leds o los fluorescentes, encerradas en cuerpos sorprendentes. Tal vez sea así, como las nuevas lámparas tratan de contrarrestar el efecto frío y mortecino de las nuevas fuentes de luz. Para romper el hielo, hacen gala de un recurso clásico: el empleo de materiales cálidos. Así, la madera - sobre todo la de roble- amenaza con convertirse en la protagonista no sólo del soporte de las nuevas lámparas, también de su foco de luz. Parte del encanto del círculo de tres posiciones que es la lámpara Al es su identidad esquiva. Un aro de roble contrachapado pegado a un soporte magnético encierra una batería de leds que sólo al encenderse aclara su uso. La reducción de las formas hasta su mínima expresión está también presente en una pieza minimalista de Nina Tolstrup, la lámpara Jazmine, que oculta un fluorescente en un ángulo recto de roble macizo. La tercera pieza de la colección no es que esquive su función o resulte visualmente ambigua, es que dobla su uso como lámpara y mesa de apoyo. La lámpara Mr. Woo es un cubo de roble cerrado por un lado por un cristal que encierra a una bombilla convirtiéndose así en una lámpara-mesa. Ya Verner Panton jugó en los años sesenta con mesas retroiluminadas como parte de la estética psicodélica que reinaba entonces. Y, aunque pueda sorprender, la madera también es una vieja aliada de la iluminación más intimista, una amiga de la bombilla incandescente con la que la luz mantiene una relación de amor-odio. Para que la madera deje pasar la luz es necesario que pierda uno de sus atributos fundamentales: la robustez. Y al atravesar la madera, la luz también deja -de alguna manera- de ser: deja de iluminar y pasa a ambientar. Con la desaparición de las bombillas incandescentes se podría acabar las pantallas. Los leds se asientan en cualquier sitio: mesas, paredes o cristales. Precisan muy poco espacio. De triunfar, las siguientes en desaparecer podrían ser las propias lámparas. http://www.elpais.com/articulo/Tendencias/Nuevos/tiempos/nuevas/luces/elpeputec/20100113elpepitdc_1 /Tes

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Así suena una escultura

Francisco López esculpe un túnel de sonido que une los espacios Sabatini y Nouvelle en el Reina Sofía ÁNGELES GARCÍA - Madrid - 12/01/2010

Francisco López (Madrid, 1964) lleva más de 30 años trabajando con los sonidos. Está considerado uno de los artistas clave en la música experimental y sus grabaciones de campo y performance se han podido escuchar en los museos de arte contemporáneo más importantes del mundo. Para el Reina Sofía ha creado una pieza especial, Sin título # 223, una instalación sonora que a través de un túnel semioscuro une el espacio de Sabatini con la ampliación de Jean Nouvelle en la tercera planta. El túnel, de unos tres metros de largo deja ver unos tímidos destellos de neón y sólo está amueblado con dos bancas en las que el visitante se puede sentar a escuchar y a dejarse llevar por un sonido que dura unos cinco minutos. Cada cual percibe la pieza de una manera, gracias a las especiales características acústicas del espacio. Lo que se escucha puede recordar una banda de bocinas que suena a un mismo tiempo siempre a un mismo volumen. Pero es una percepción personal. El cuento consiste en dejarse llevar por esta música concreta absoluta, en palabras del artista, quien explica que toma del entorno los sonidos con los que trabaja y luego los trata electrónicamente para despojarlos de sus fuentes originales. Manuel Borja Villel, director del museo, fue uno de los primeros en penetrar en el túnel. Antes, contó que la obra de Francisco López cuestiona la naturaleza de lo que es una obra de arte: "¿Es un objeto?, ¿Es la documentación de una acción?, ¿Es algo que engloba al espectador?". La instalación plantea estas preguntas y otras muchas. "López es un artista que no performa los escenarios, no cree que los sonidos muestren el alma interna del autor; cree que el espectador no es ajeno y se deben de recoger sus sugerencias. El lugar de su obra son los lugares ambíguos y al límite de lo que es soportable por el oído". http://www.elpais.com/articulo/cultura/suena/escultura/elpepucul/20100112elpepucul_9/Tes

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Un balón de materia oscura rodea la Vía Láctea

Los astrónomos ponen forma por primera vez al 70% de la masa de la galaxia - Su orientación causa sorpresa: "Ahora no sabemos cómo se generó la espiral" MALEN RUIZ DE ELVIRA - Madrid - 13/01/2010

Tan lejos y tan cerca. Mientras los físicos intentan encontrar en los detectores terrestres, aquí mismo, los supuestos extraños componentes de la materia oscura (que representaría, según las teorías vigentes, más del 70% de la masa total de galaxias como la nuestra), los astrónomos se trasladan a través de sus instrumentos a billones de billones de kilómetros por los alrededores de la galaxia para comprobar cómo y dónde se acumula esta materia, distinta de la que forma todo lo que podemos ver y palpar. "El grado de deformación es mayor de lo que creíamos"

Mientras, los físicos buscan en la Tierra sus exóticos componentes

El halo de materia oscura que rodea lo que llamamos la Vía Láctea -las estrellas y el gas que se pueden ver y que se agrupan en forma de espiral- tiene la forma de un balón de playa gigantesco y bastante deformado, aseguran astrónomos estadounidenses, los primeros que creen que han conseguido medir su forma. La materia oscura se llama así porque es invisible y porque nadie sabe de qué está formada. Sin embargo, no es indetectable, porque obedece, como la materia ordinaria, las leyes de la gravedad y tira de las pequeñas galaxias enanas que giran alrededor de la Vía Láctea.

Los astrónomos, de varias instituciones estadounidenses, han conseguido reconstruir la órbita original de la galaxia enana Sagitario, que se va disgregando debido al tirón gravitatorio de la Vía Láctea y deja restos en forma de estrellas a su paso. Los esfuerzos anteriores para resolver este problema daban soluciones muy diferentes para los diversos tramos estudiados. "Hasta hace muy poco, no entendíamos el comportamiento de los restos de Sagitario", ha explicado David R. Law, uno de los científicos. Hace cuatro meses, Law y sus compañeros ya habían sugerido que si el halo de materia oscura era tridimensional, con longitudes de eje diferentes, los datos de la órbita de Sagitario podrían casar. La solución que proponen ahora es que el halo invisible tiene la forma de un balón de playa que ha sido aplastado a lo largo, aproximadamente en perpendicular al plano de la galaxia en el que se agrupan las estrellas.

Esto ha constituido una sorpresa. "Esperábamos un cierto grado de deformación, sobre la base de las predicciones hechas según las teorías más aceptadas de materia oscura", dice Law, "pero es mayor de lo que creíamos y, sobre todo, la orientación del aplastamiento es totalmente inesperada. Ahora no sabemos cómo se formó nuestra galaxia con su orientación".

Este resultado sigue a los datos obtenidos en el detector de partículas CDMS, dedicado a la materia oscura y situado a 750 metros de profundidad en una mina de Minnesota (EE UU). A mediados de diciembre pasado, los físicos de este experimento indicaron que tenían un par de observaciones

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intrigantes que podrían ser de partículas exóticas que algunas teorías indican que forman la materia oscura, pero ni siquiera ellos descartan que se trate de partículas ordinarias. Otros detectores más avanzados van a contribuir pronto a la búsqueda y sólo cuando haya muchos más datos se podrá llegar a alguna conclusión.

Concretamente, en 2010 entrará en funcionamiento el detector XENON100 en el Gran Sasso (Italia) y también funcionará a un nivel mayor de energía el nuevo gran acelerador europeo LHC, que podría producir esas partículas como consecuencia de la colisión de protones. "El año que viene será el año de la materia oscura", ha comentado a Science.now Joseph Lykken, físico teórico en Fermilab (EE UU), laboratorio que participa en el CDMS. "Me extrañaría mucho que no lo fuera".

Las hipotéticas partículas de la materia oscura, nunca detectadas, serían súper simétricas, las llamadas WIMP, y estarían por todo el Universo, pero no distribuidas de forma uniforme, según un nuevo estudio de un equipo internacional presentado, como el de la materia oscura, en la reunión de la American Astronomical Society en Washington.

Los protones y neutrones que son componentes de todo lo que vemos constituyen una muy pequeña parte de la materia total del Universo, de hecho, la estimación más baja es de sólo el 4%. El resto sería la materia oscura y la todavía más misteriosa energía oscura, supuesta causa de la observada aceleración en la expansión del Universo.

En cada galaxia, la situación es diferente: la materia oscura llega a representar aproximadamente el 85% de su masa total. "A la distancia del centro de la Vía Láctea en la que hemos trabajado, 150.000 años luz, supone el 70% de la masa comprendida en ese radio, pero si nos alargamos hasta los 500.000 años luz, aumentaría hasta ser el 85% de la masa total", ha comentado Law a este periódico. El nuevo censo de galaxias cercanas presentado en Washington indica que cuanto más pequeña es una galaxia menos materia ordinaria y más materia oscura tiene, lo que plantea la pregunta de dónde ésta la materia ordinaria. Una explicación es que al explotar las estrellas, dispersan materia ordinaria por el espacio intergaláctico, y esta materia es captada en menor medida por las galaxias pequeñas, que tienen menos tirón gravitatorio.

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/balon/materia/oscura/rodea/Via/Lactea/elpepusoc/20100113elpe pisoc_11/Tes

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Un eclipse estelar cada 27 años

Termina la primera fase de un fenómeno misterioso EL PAÍS - Madrid - 13/01/2010

Con el nuevo año ha terminado la fase más espectacular de la pérdida brusca de brillo que se produce cada 27 años en la estrella Epsilon Aurigae. Se supone que este fenómeno se debe a que es eclipsada por un objeto celeste desconocido. Los primeros indicios del eclipse actual se detectaron en agosto pasado y la estrella, que se observa a simple vista normalmente, empezó a bajar mucho de brillo hasta estabilizarse a finales de año. Normalmente, esta situación de menor brillo, ligeramente variable,dura unos 18 meses, por lo que la estrella volverá a la normalidad en la primera mitad de 2011, informa la Asociación Americana de Observadores de Estrellas Variables. Hay dos teorías sobre lo que causa el eclipse. La primera indica que la estrella es una supergigante, por delante de la cual pasa periódicamente un sistema doble estelar incrustado en un disco de polvo. Según la segunda teoría, es una estrella moribunda, poco masiva, que es eclipsada periódicamente por otra estrella, que también está dentro de un disco. La estabilización del brillo de la estrella indica que el disco ha cubierto ya todo su diámetro. Nuevas observaciones realizadas con el telescopio espacial Spitzer, que se añaden a los datos archivados, indican que la segunda de las dos teorías es la correcta, informa la NASA. Los datos de infrarrojo acumulados confirman la presencia del disco de la estrella compañera e incluso el tamaño, bastante grande, de las partículas que lo forman. Además, se ha podido establecer el radio del disco, que es de aproximadamente cuatro veces la distancia entre la Tierra y el Sol. Sin embargo, son necesarias nuevas observaciones. El eclipse se puede seguir en la colaboración Citizen Sky. http://www.elpais.com/articulo/sociedad/eclipse/estelar/27/anos/elpepusoc/20100113elpepisoc_10/Tes

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Fumando bacterias

Los microorganismos contenidos en el tabaco pueden ser inhalados vivos junto con el humo y alojarse en los pulmones JORGE LABORDA 12/01/2010

A juicio de muchos, al que me uno, la llamada Ley Antitabaco que entró en vigor en España el 1 de enero de 2006 no ha resultado un éxito. Algunas de sus disposiciones han impedido, en efecto, gozar de un ambiente libre de malos humos en todavía demasiados lugares; en particular en pequeños locales de hostelería donde, además de los clientes, sus trabajadores están continuamente expuestos a humo del tabaco de segunda mano.

Estos hallazgos arrojan una nueva luz sobre algunos efectos del tabaco todavía por esclarecer De sabios es rectificar y, en este caso, también de sanos. Por esta razón, esperamos que la presuntamente inminente modificación de la ley que va a realizar el Gobierno proteja de una vez por todas a los no fumadores, y al mismo tiempo siga permitiendo a los fumadores dedicarse a su pasión en libertad, pero sin dañar la salud de nadie, salvo la suya propia. Para estimular la aplicación de la nueva ley lo antes posible, nada mejor que convencerse de su justeza apoyándose en nuevos estudios sobre los efectos perjudiciales del tabaco, uno de los cuales vamos a explicar hoy.

Asesino humeante Los estudios realizados acerca de los efectos del tabaco sobre la salud se han centrado, sobre todo, en las sustancias químicas contenidas en el humo. Resulta sorprendente que de él se hayan aislado más de 3,000 sustancias diferentes, muchas de ellas con efectos muy perjudiciales para la vida de las células y para su integridad genética. Prácticamente, cada calada que damos a un cigarrillo daña al ADN de alguna de nuestras células pulmonares, que puede entonces convertirse en tumoral. De no poseer las células la capacidad de reparar su ADN dañado, como sucede normalmente hasta que el tabaco acaba por dañar al propio mecanismo de reparación, el tabaco nos mataría de cáncer mucho antes.

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La originalidad del nuevo estudio al que me refería arriba, publicado por investigadores de la universidad de Maryland, EE. UU., en la revista Environmental Health Perspectives (Perspectivas de Salud Medioambiental), reside en que su enfoque no se centra sobre los efectos de una u otra sustancia química, sino sobre las bacterias contenidas en el tabaco. Los autores demuestran que dichas bacterias pueden ser inhaladas vivas junto con el humo y alojarse en los pulmones. Aunque no es el primer estudio que se realiza sobre este tema, sí es el primero en utilizar potentes técnicas de biología molecular que permiten detectar miles de especies bacterianas a la vez.

Los científicos estudiaron las bacterias contenidas en cigarrillos de cuatro marcas comerciales y los encontraron poblados por más de 700 especies diferentes de bacterias, muchas de las cuales son conocidos agentes causantes de enfermedad. Antes de que el calor pueda acabar con ellas, la aspiración del humo arrastra con él a las bacterias contenidas en la parte del cigarrillo aún no quemada y permite que alcancen los pulmones de los 1.200 millones de incautos fumadores que pueblan el planeta.

Fermentación tabáquica ¿De dónde provienen estas bacterias? Normalmente, la superficie de las anchas hojas del tabaco ya contiene bacterias, aunque en menor cantidad que el tabaco elaborado. Durante el proceso de elaboración de cigarrillos, las hojas del tabaco fermentan en condiciones que permiten un denso crecimiento bacteriano, lo cual incrementa dramáticamente su contenido en bacterias. Se estima que cada cigarrillo puede contener cerca de un millón o más de bacterias.

Estos hallazgos arrojan una nueva luz sobre algunos efectos del tabaco todavía por esclarecer. Es conocido que muchos microorganismos son capaces de producir infecciones agudas, pero son también agentes que contribuyen al desarrollo de enfermedades inflamatorias crónicas, e incluso pueden contribuir al desarrollo de algunos tipos de cánceres. Sin embargo, estos estudios no demuestran todavía que las bacterias contenidas en el tabaco sean un factor que contribuya al desarrollo de enfermedades asociadas con su consumo, y son necesarios estudios adicionales encaminados a confirmar o refutar esta posibilidad.

Sea como fuere, podemos pensar ahora en la producción de un tabaco menos insano que, aunque siga conteniendo más de 3.000 sustancias químicas, muchas de ellas perjudiciales, al menos se encuentre libre de bacterias patógenas. Sin duda, no será la solución a los problemas de salud causados por el consumo de cigarrillos y no cambiará el hecho de que los ambientes contaminados con humo de tabaco seguirán siendo perjudiciales para la salud de todos. Los no fumadores tienen derecho a un ambiente libre de humos, aunque sean humos limpios de bacterias, y este derecho debe ser protegido.

Jorge Laborda es Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad de Castilla-La Mancha http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Fumando/bacterias/elpepusoccie/20100111elpepusoc_10/Tes

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Un método eficiente para cambiar genes en las células madre embrionarias

La modificación genética permitirá estudiar mejor enfermedades y probar tratamientos en laboratorio EL PAÍS - Madrid - 07/01/2010

Científicos de California han hecho público un nuevo método para modificar genéticamente las células madre embrionarias humanas, que aseguran es 20 veces más eficiente que los utilizados hasta ahora. Con este método se podrán conseguir líneas celulares que sirvan de modelos para enfermedades genéticas humanas y como banco de pruebas para posibles tratamientos de estas enfermedades. "Esto permitirá avanzar mucho, no existen otras formas eficientes de hacer estudios genéticos con células madre humanas", comenta Yang Xu, catedrático de biología en la Universidad de California en San Diego, y director de la investigación, cuyos resultados publica la revista Cell Stem Cell. El método se basa en la utilización de cromosomas artificiales de bacteria, que son redondos y formados por ADN humano, no bacteriano. Las bacterias los replican como si fueran suyos y es entonces cuando se pueden insertar en ellos copias defectuosas de los genes que interesen. Una vez los cromosomas modificados se insertan en células humanas, a veces se unen con el segmento correspondiente en un cromosoma humano e intercambian segmentos de ADN, un proceso que se llama recombinación homóloga. Con este método se consigue la sustitución de genes normales por genes alterados en el 20% de las células tratadas, frente a menos del 1% que consiguen otros métodos. Como ejemplo, los investigadores consiguieron transferir una copia defectuosa del gen p53, que tiene un papel supresor del cáncer, a una línea de células madre embrionarias humanas. Repitieron el proceso para conseguir dos copias defectuosas, que es un escenario propicio al desarrollo del cáncer. También han experimentado con el gen ATM, relacionado con una ataxia y han demostrado que las células obtenidas son un mejor modelo que los ratones utilizados hasta ahora. Además, estás células se pueden diferenciar en distintos tejidos para investigar cómo los genes defectuosos dan lugar a enfermedades http://www.elpais.com/articulo/sociedad/metodo/eficiente/cambiar/genes/celulas/madre/embrionarias/elp epusoccie/20100107elpepusoc_11/Tes

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Crean un registro del habla española

Los usuarios pueden aportar sus grabaciones Jueves 14 de enero de 2010

MADRID (EFE).- La Wikilengua -un apéndice de la enciclopedia colaborativa online Wikipedia dedicado al idioma castellano- puso en marcha un atlas lingüístico oral que recoge las variedades del español en el mundo. Este sitio, único de Internet sobre el uso del español, supera los 11 millones de páginas visitadas desde 185 países, según fuentes de la Fundación del Español Urgente. En el segundo aniversario de esta web interactiva, su coordinador, Javier Bezos, aseguró que "lo más novedoso es la puesta en marcha de un atlas oral al que los hablantes de todo el mundo pueden subir grabaciones para reflejar una cierta habla". El objetivo del atlas oral es permitir que todos los hispanohablantes puedan construir con sus aportes un registro de las diferentes hablas del castellano, geolocalizadas en un mapa que usa la tecnología de Google Maps, al que se pueden ir añadiendo nuevas grabaciones de sonido. Existen, además, otros cambios en la Wikilengua, como la edición y creación de artículos por usuarios anónimos. "Son muchos los usuarios -asegura Bezos- a los que les gusta el anonimato que han participado por esa vía." En la Wikilengua - www.wikilengua.org -, se comparte información práctica sobre el uso del español, con respuestas a dudas sobre gramática, ortografía y léxico. Tiene el auspicio del gobierno español y de la Universidad Autónoma de Madrid. Dos años después de su presentación, la Wikilengua del español ha superado los 11,3 millones de páginas visitadas por un público procedente de una lista de 180 países, encabezada por España, México y Colombia, según los datos de Google Analytics. Gracias a las colaboraciones de los usuarios, de los que hay 8672 registrados hasta la fecha, la Wikilengua del español cuenta con más de 30.000 páginas y sólo en 2009 recibió 2.415.807 visitas. http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1221576&origen=NLCult

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El sueño perdido no se recupera, aun tras intentar compensarlo

Dormir menos de 7 horas durante semanas hace diez veces más lentas las reacciones Jueves 14 de enero de 2010 | Fabiola Czubaj LA NACION

Una buena noche de sueño el fin de semana no ayudará a recuperar las horas de descanso perdidas en la semana. De hecho, hacerlo causa una falsa sensación de bienestar matinal que, a medida que pasan las horas, vuelve diez veces más lentas las reacciones. Eso aumenta el riesgo de cometer errores o sufrir accidentes. "Puede enmascarar los efectos de la pérdida crónica de sueño -confirmó ayer a LA NACION la doctora Elizabeth Klerman, de la Universidad de Harvard-. Por ahora, no existe nada que reemplace el sueño, de modo que la única recomendación sería dormir un poco más." Pero no todos pueden hacerlo. Las personas con trabajos por turnos rotativos, como las enfermeras, los médicos, los policías y los choferes, o las que tienen dos trabajos y hasta quienes padecen de algún trastorno del sueño (como uno de cada cuatro argentinos) no siempre pueden cumplir con las 8 horas de descanso nocturno recomendadas. Además, dormir poco puede causar aumento del peso, enfermedad cardiovascular o debilitamiento del sistema inmune. Ahora, un estudio publicado ayer en la revista ScienceTranslational Medicine , suma a esa lista la alteración de por lo menos dos mecanismos biológicos reguladores en el cerebro. Uno registra las horas que pasamos despiertos y, el otro, acumula los días o las semanas que dormimos poco (menos de 7 horas). "Las personas que pierden horas de sueño de manera crónica desarrollan una falsa sensación de haberse recuperado después de dormir más horas, por ejemplo, una o dos noches el fin de semana. Eso se debe a una recuperación del nivel normal del rendimiento por pocas horas al levantarse. Sin embargo, siguen teniendo la deuda de sueño, que se evidencia a medida que su rendimiento disminuye con las horas", señaló Klerman, coautora del estudio y directora de la Unidad de Modelado Analítico de la División de Medicina del Sueño del Brigham and Women´s Hospital, de Harvard. Durante 38 días, el equipo dirigido por el neurólogo Daniel Cohen indagó cómo la pérdida de sueño aguda (no dormir durante 24 horas) y crónica (dormir entre 4 y 7 horas por día) afecta el rendimiento y los reflejos. Nueve voluntarios sanos, de entre 21 y 34 años, aceptaron pasar por varios ciclos de sueño-

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vigilia. Veintiún días durmieron apenas 5 horas diarias; los alternaron con noches de 10 horas de descanso. Cada 4 horas, les midieron el nivel de alerta y atención. Según los autores, una cura de sueño bastó para recuperarse de una jornada sin dormir, no así de la deuda de sueño de varios días y de lenta acumulación. Es más, el rendimiento disminuía aún más rápido por cada hora que los participantes pasaban despiertos y el tiempo de respuesta llegó a ser tan lento como cuando se tiene 1 g/l de alcohol en sangre, que es el doble de lo permitido aquí para manejar un automóvil particular. El estudio probó también la importancia de los ritmos circadianos en los tiempos de reacción. "El ritmo de casi 24 horas (circadiano) de nuestro reloj interno genera el estado de máxima alerta hacia el final de la tarde, lo que impide quedarnos dormidos con cada hora que pasamos despiertos y nos permite estar relativamente alertas durante 16 horas de un día normal", explicó por e-mail el doctor Cohen, investigador de la División de Medicina del Sueño del hospital de Harvard. Ese mismo ritmo induce el sueño a la noche y las primeras horas del día, "lo que impide que nos despertemos temprano tras dormir unas horas y amplía nuestra capacidad de dormir 8 horas por noche - agregó-. Cuando el ritmo no está bien «cronometrado», como ocurre con el jet lag , es más difícil mantenerse despierto 16 horas seguidas y dormir 8 horas". Para la doctora Mirta Averbuch, jefa de la Unidad de Medicina del Sueño del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro y directora del Instituto Somnos, el estudio "pone en evidencia que, aunque podemos funcionar bien por unas horas, la somnolencia aparecerá en horas poco habituales por las graves alteraciones en los ritmos circadianos. Y, con ella, los errores". Hoy, agregó, la falta crónica de sueño es "un problema endémico en los países industrializados; hay que educar sobre sus consecuencias tanto a los trabajadores como a los responsables de las agendas laborales". Los trabajadores fatigados y con disminución del nivel de alerta, dijo, cometen errores, trabajan más lento, prestan menos atención y tienen menos reflejos. http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1221612&origen=NLCien

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Historias de no ficción

Javier Cercas, Miguel Barroso y Santiago Rocangiolo dialogan en la Casa de América sobre la realidad y la imaginación dentro de sus novelas CAMILO SÁNCHEZ - Madrid - 14/01/2010

Algunos dicen que su precursor fue el escritor Truman Capote con A Sangre Fría. Recientemente se han reeditado las obras del periodista Manuel Chaves Nogales y parece que el sevillano ya se había adelantado en los años 40. Se trata de la literatura llamada de no ficción. Un género que mezcla la investigación periodística, basada en hechos reales, con unas gotas de inventiva y un toque de narración literaria. La Casa de América de Madrid, reunió ayer por la noche a los escritores Javier Cercas (Cáceres, 1962), Santiago Rocangliolo (Lima, 1975) y Miguel Barroso (Zaragoza, 1954) para que hablaran sobre los entresijos de esta forma de relatar la vida y sus historias. "La obligación de todo escritor es acercar al lector a una problemática de la mejor forma posible. Que se entere de qué sucedió, quiénes eran y por qué hicieron lo que hicieron", afirmó Javier Cercas. Y añadió: "Para mí, si un lector en Suecia, por ejemplo, no logra enterarse con Anatomía de un Instante, de quién era Adolfo Suárez o el Rey Juan Carlos I, creo que mi libro habrá fracasado". Para el autor de Soldados de Salamina, las historias, al ser contadas, sin diferenciar el género, siempre tendrán una cuota de invención. "Con esto no quiero decir que el periodismo sea una ficción, pero se puede argumentar", dijo en tono de broma. En la búsqueda de material para Anatomía de un Instante (Mondadori, 2009), Javier Cercas se topó con todo tipo de documentos y rumores que incluían desde complots de la CIA hasta versiones encontradas sobre la sexualidad del teniente coronel Tejero. Las historias, para el escritor, tienen muchas lecturas posibles y por eso el valor de contrastarlas. "Estoy seguro de que si hacemos el ejercicio de escribir una descripción de este salón, al leerlas no encontraríamos dos iguales", apostilló. Un tono distendido flotó en el ambiente durante todo el encuentro. Para Santiago Rocangliolo, la mayoría de los lectores busca reafirmar sus ideas y pensamientos en los libros que leen. Por eso, para el autor peruano "una función primordial de la literatura es la de desactivar y romper esas creencias". Rocangliolo habló sobre la escritura de su reportaje sobre el líder guerrillero del grupo terrorista Sendero Luminoso, Abimael Guzmán. Y de las dificultades que implica contar una historia de un tipo que casi "vuela en pedazos al Estado y mató a 70.000 personas". El autor de Memorias de una Dama, sostuvo que "la gente que está haciendo crónicas en América Latina, son más interesantes que los de ficción". El diálogo también se ocupó del papel de las fuentes en el trabajo de los escritores. Fuentes que, en ocasiones, suelen convertirse en personajes de sus propias novelas. "Con las fuentes hay que negociar y forcejear", aseguró Miguel Barroso. Cuenta el autor de Autoras en la Sombra (Plaza & Janés, 2009) que con el tiempo, algunas de esas fuentes se han convertido en "amigos de mi vida e incluso alguno se me ha muerto". http://www.elpais.com/articulo/cultura/Historias/ficcion/elpepucul/20100114elpepucul_2/Tes

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El escritor que Cela quiso salvar

Nicasio Pajares fue un novelista, dramaturgo y humorista ya olvidado en vida que ahora ni Padrón, su municipio natal, recuerda, aunque el Nobel lo admiró SILVIA R. PONTEVEDRA - Santiago - 14/01/2010

Debía de rondar el año 1930. Nicasio Pajares Ojeros acababa de volver de visita a Padrón, después de pasar muchos años fuera, en América y en Madrid. Y se encontraba paseando por la alameda con el periodista del Arriba Ánxelo Novo cuando le cayó sobre el sombrero una monda de plátano. Todo parecía indicar que la piel había venido en picado desde la copa espesa de la sequoya de Rosalía (aquélla bajo la que ella solía sentarse), pero era imposible distinguir entre el ramaje al autor de la gamberrada. Así que Pajares, cabreadísimo, se puso a dar gritos llamando al jardinero, y Manuel Cajaravilla se presentó al instante: "Non lle faga caso. É o sobriño das de Trulock. Di que está facendo de mono de Gibraltar... ¡Baixa, Camiliño José, que molestas a estes señores!" "Es el sobrino de las de Trulock, que está haciendo de mono de Gibraltar" Odiaba a Valle porque Valle lo ninguneaba. "A usted, 'ni caso", le decía Fue la primera y la última vez que se cruzaron la mirada, si es que llegaron a cruzársela, los dos novelistas padroneses, Camilo José Cela y Nicasio Pajares. El primero adolescente y el segundo casi cincuentón. El de los Trulock, una criatura con mucho carácter, se tomó con calma eso de obedecer al jardinero y siguió en la copa imitando a los monos. Cuando al fin bajó, Pajares, que a pesar de ser humorista perdía el humor con facilidad, empezó a reprenderlo, pero el chaval se escabulló con descaro. "Perdóneme usted que no pueda seguir atendiéndole en este momento, pero me esperan allí, junto al magnolio, unas lindas muchachas, y he de lavarme antes los pies". Dicho esto, Camilito José huyó a todo correr hacia la fuente. Al menos, así lo contó en un artículo el periodista de Arriba en 1966. Entonces, Cela ya era académico de la lengua y estaba consagrado, y Pajares (Trabanca de Arriba, 1881-Madrid, 1956) había muerto en el más sombrío de los olvidos. Según relata uno de sus escasísimos biógrafos, Juan Manuel de Prada, en un par de libros (Desgarrados y excéntricos, de Seix Barral, y Nicasio Pajares, de la Fundación BSCH), ni el Régimen se preocupó por él, pese a sus ideas anarquistas. Hacía mucho que había asumido su fracaso, le habían muerto dos de sus hijos, se había arruinado buscando remedio para ellos en los médicos, y con el fin de la guerra había perdido las ganas de seguir luchando por sus ideas políticas. De noche, según recordaba María del Carmen, la única hija que sobrevivió a la infancia, se encerraba en el cuarto de baño y lloraba. Al final se quedó ciego, estaba esquelético y ya no controlaba sus funciones fisiológicas. Se encontraba en el lecho de muerte cuando lo

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fueron a visitar un par de policías de Franco. Iban a por él, pero cuando María Escolano, su mujer, les abrió la puerta del dormitorio, se quedaron estupefactos. No se atrevieron a nada más que a disculparse e irse. En realidad, entre sus constantes idas y venidas a Uruguay y Argentina, la única vez que tuvo que ir a la cárcel, durante tres semanas, por sus flirteos con el anarquismo fue en 1906. Acababa de arribar al puerto de Vigo y, al abrirle la maleta, los carabineros descubrieron unos cuantos ejemplares de El despertar hispano, el diario ácrata que fundó con otros emigrantes en Rosario de Santa Fe. Lo mandaron de cabeza a la prisión de A Coruña. Luego, volvió un tiempo a Argentina, y llegó a ser portero del River Plate. También se dedicó a vender alcohol ilegal y ungüentos y pócimas milagrosas entre los nativos y así fue visitando los lugares más recónditos del país. Prada dice que despreciaba a aquellas gentes, y para liberar toda su bilis contra ellos escribió La indiada, la negrada y la gringada de las repúblicas del Plata. A pesar de esto, parece ser que no le hacía ascos a sus mujeres. Se sabía guapo, y su éxito amatorio (antes de asentarse en Madrid y casarse, con 40 años) era tal que muchos hombres lo rehuían, por miedo a que interfiriese en sus matrimonios. En Madrid, Pajares odió a Valle porque Valle lo ninguneaba ("A usted, ni caso", le dijo un día en una tertulia), pero hubo un tiempo en que llegó a tener admiradores, y hasta tuvo bastante éxito con su primera novela (El conquistador de los Trópicos), que inauguró para la literatura hispanoamericana el llamado género "de dictador". Sin embargo, pasados los años, hay escritores que consideran que su mejor obra fue Cómo pervirtieron a Palleiros, una autobiografía solapada en la que el autor tampoco se preocupó mucho por disimular en quién se inspiraba (Pajares / Palleiros). Pajares escribió, sobre todo, novela, pero también teatro. Dominó como nadie el insulto y toda su literatura, a pesar de destilar rencor contra aquellos países que lo rechazaban por "gayego" (se enamoró perdidamente de una chica en Montevideo, pero cuando fue a pedir su mano ella le dijo que casarse con él le daría vergüenza), estaba impregnada de humor. Hubo algunos cronistas de la época que compararon El conquistador de los Trópicos, por su calidad literaria, con Tirano Banderas o Silvestre Paradox, pero lo cierto es que hoy ni en su tierra lo recuerdan. Ya muerto el personaje, un día Cela, que no se acordaba de aquel fugaz encuentro en el parque de Padrón, lo descubrió. Se sintió atraído por su figura, empezó a buscar sus libros descatalogados y se propuso rescatarlo del silencio. Le quiso dedicar un número de Papeles de Son Armadáns y en los últimos años del Nobel, con la fundación ya en marcha, se propuso, sin llegar a conseguirlo, reeditar todas sus novelas. Desde Madrid, la única heredera, María del Carmen Pajares, ayudó como pudo, donando a la fundación Cela todos los recuerdos de su padre. Sus 30 fotos, sus 12 cartas, su maletín de viaje, la partida de nacimiento, la fe de bautismo, cinco novelas, recortes de artículos de prensa y un texto inédito mecanografiado siguen hoy almacenados en la sede de Iria. Fuera de esto, el único rastro de Agapito Francisco Nicasio Pajares, novelista padronés, se encuentra en Trabanca: un año después de su muerte, el ayuntamiento mandó colocar una placa en su arruinada casa natal. Hoy, ya casi no se lee http://www.elpais.com/articulo/Galicia/escritor/Cela/quiso/salvar/elpepucul/20100114elpgal_13/Tes

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Comprueban relación entre cáncer y estrés Los científicos afirman que las células víctimas del estrés pueden emitir señales que inducen a la generación de tumores que afectan a las células sanas vecinas EFE El Universal Miércoles 13 de enero de 2010 14:00

Investigadores chinos y estadounidenses demostraron científicamente por primera vez que existe una relación directa entre el cáncer y el estrés.

La investigación que lo demuestra se publica en la edición de hoy de la revista Nature, donde los científicos afirman que las células víctimas del estrés pueden emitir señales que inducen a la generación de tumores que afectan a las células sanas vecinas.

El estudio se realizó en moscas de la fruta, pero en el estudio se indica que los mismos genes y las mismas secuencias biológicas implicadas en este proceso están presentes en los seres humanos. Hasta ahora, se sabía que las inflamaciones crónicas, causa clave en el estrés, están asociadas con el crecimiento de los tumores en enfermos de cáncer y algunos expertos argumentan que las emociones negativas, las hormonas del estrés, las inflamaciones y el cáncer pueden estar interrelacionados, aunque no hay una evidencia clara.

También hay un consenso acerca de que las mutaciones genéticas causantes del cáncer sólo afectan individualmente a las células, pero este estudio indica que este no es siempre el caso, ya que diferentes mutaciones en células distintas pueden colaborar entre ellas en la generación y desarrollo de los tumores. Los autores del estudio centraron su trabajo en la actividad de dos genes mutantes causantes de cánceres. Uno de ellos es el RAS, que se relaciona con un 30% de los casos de esta enfermedad, y el otro es un gen supresor de los tumores, conocido como garabato, que cuando se presenta de manera defectuosa propicia el desarrollo del cáncer. Sin embargo, ni un gen RAS mutado ni una versión mutante del garabato pueden por sí solas causar un cáncer.

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Los investigadores estudiaron a moscas de la fruta que portaban ambas mutaciones genéticas y descubrieron que una célula que tiene sólo el RAS mutante puede derivar en un tumor maligno si se implica una célula cercana con un "garabato" defectuoso.

La conclusión es que el estrés era el factor determinante que unía a ambas células, generando proteínas marcadoras, denominadas cicotinas, para poder trasladarse de célula a célula.

El profesor Tian Xu, de la University School of Medicine de Connecticut (Estados Unidos), máximo responsable de la investigación, manifestó que "son malas noticias" , porque "hay una gran variedad de condiciones que pueden desencadenar el estrés físico y emocional, así como las infecciones y las inflamaciones".

En definitiva, el estudio demuestra que es más fácil de lo que se pensaba que el cáncer se arraigue en el organismo humano, tras constatar que es más probable que las mutaciones se ceben en varias células distintas que en una sola.

La buena noticia es que también identifica una potencial nueva vía para detener el cáncer, si se consigue bloquear el origen de la señal de estrés que reciben las células.

"Un mejor entendimiento del mecanismo subyacente en la generación del cáncer siempre ofrece nuevos instrumentos para combatir la enfermedad" , destacó el profesor Wu.

http://www.eluniversal.com.mx/articulos/57191.html

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Cromosoma Y evolucionó en últimas épocas

Una investigación entra en contradicción con la idea consolidada de que el cromosoma "Y" es una estructura muy estable que evoluciona muy lentamente debido a pérdidas genéticas EFE El Universal Miércoles 13 de enero de 2010 12:00

El cromosoma "Y" de los mamíferos ha evolucionado hasta el punto de sufrir cambios considerables en las últimas épocas de la evolución, revela un estudio publicado por la revista Nature. Un equipo de investigación del Instituto Whitehead, Cambridge, Massachusetts (Estados Unidos), liderado por David Page, secuenció el cromosoma Y (MSY) de los chimpancés machos y lo ha comparado con la correspondiente secuencia del MSY humano. La conclusión de la investigación es que las dos secuencias de cromosomas son radicalmente diferentes en su estructura y en su contenido genético, lo que indica una rápida evolución en los últimos 6 millones de años. Esta investigación entra en contradicción con la idea consolidada de que el cromosoma "Y" es una estructura muy estable que evoluciona muy lentamente debido a pérdidas genéticas; frente a la conclusión de este estudio de acuerdo con el cual la renovación domina en la evolución de los cromosomas Y de humanos y chimpancés. Los autores del estudio especulan con la posibilidad de que a la divergencia observada hayan contribuido la sinergia de distintos factores, desde la producción de esperma hasta el comportamiento de especies específicas en la búsqueda de la pareja. http://www.eluniversal.com.mx/articulos/57189.html

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'Serial Chicken', nace la primera novela española en Twitter Posted: 13 Jan 2010 03:01 PM PST

Desde ayer, trece de Enero, podemos disfrutar de una auténtica novedad en España, se trata de la primera novela Twitter, titulada Serial Chicken. El encargado de esta original iniciativa es el periodista y escritor Jordi Cervera, y está incluida dentro del certamen de novela negra BCNegra 2010, que tendrá lugar del uno al seis de Febrero en la capital catalana y del que os iremos informando de las novedades que vaya generando. De momento no está disponible ni el programa definitivo. Pero vamos a lo que nos ocupa, ‘Serial Chicken’ trata sobre una gallina asesina, sí, sí, como lo oyen… poco más se sabe de esta historia que en las propias palabras del autor “aún no está cerrada”. Avisa que el final de la novela puede que dependa de la participación de la gente y afirma que escribir de esta manera es todo un reto. Hay que recordar que la página de Twitter permite escribir mensajes en tiempo real con un máximo de 140 caracteres. De esta forma, Cervera se ha comprometido a escribir un mínimo de cinco microcapítulos diarios. La intriga de esta gallina supuestamente asesina puede seguirse desde la web twitter.com/bcnegra en catalán y en la página twitter.com/bcnegracast para seguirla en castellano, donde todo el que le apetezca podrá hacer conjeturas, comentarios y apuestas para inculpar o no a una gallina que ya empieza a caerme simpática, jeje… También podrá seguirse desde otras páginas como Facebook, Vimeo o Flickr. Y por si esto fuera poco, la web principal cuenta con la herramienta de Google Maps para conocer de cerca los lugares del crimen. La idea de la ‘novela Twitter’ ya se ha visto en varios países, son cinco ya las escritas de esta manera en Estados Unidos y en México se escribió una de forma colectiva. A mi me parece una idea genial y difícil. Ya estoy deseando saber como acaba, aunque para eso todavía nos queda tiempo de espera, la novela concluirá el cinco de Febrero, un día antes de la clausura de BCNegra. Ya está previsto también que una vez acabada se publique en un formato mucho más habitual para las novelas, en libro de tapa dura. Mientras tanto, aquí os dejo con el inicio de la novela, ya veréis como os dan ganas de seguirla: He visto muchos crímenes pero ninguno como este. Nada justifica la presencia de una gallina en el centro de la ciudad http://www.papelenblanco.com/novela/serial-chicken-nace-la-primera-novela-espanola-en-twitter

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‘Consilience: la unidad del conocimiento’ de Edward O. Wilson Posted: 13 Jan 2010 12:32 AM PST

Un poco sucede como con esas personas que tienen una concepción jerárquica del arte: se vanaglorian de leer a Unamuno pero a continuación son incapaces de descodificar las claves de Watchmen. O viceversa. Me refiero a la tendencia de compartimentar los conocimientos, a desconectarlos unos de otros, a especializarse cada vez más, a participar en el concurso de a ver quién acumula mayor número de Másters. Por el contrario, Edward O. Wilson vindica una concepción de la cultura y el conocimiento totalmente opuesta. Nacido en Alabama en 1929, galardonado dos veces con el premio Pulitzer, Wilson es un mundialmente conocido entomólogo, sobre todo en el ámbito de las hormigas, pero también es un activista medioambiental, un pionero de la sociobiología y, me atrevería a decir, un estupendo filósofo. El libro que ha escrito para articular esta versión renacentista y alfanumérica del mundo es el que nos ocupa, Consilience: la unidad del conocimiento. Consilience es un término inglés que no tiene un equivalente en lengua española, así que se ha optado por una traducción literal. Consiliencia sería algo así como una acepción de coherencia. La primera persona que habló de la consiliencia fue William Whewell en su síntesis Historia de las ciencias inductivas, de 1840. Entonces lo definió como un “saltar juntos” del conocimiento mediante la conexión de sucesos y de teorías basadas en hechos de varias disciplinas para crear un terreno común de explicación. Según Wilson, y muchos otros teóricos, las ciencias sociales continuarán dividiéndose dentro de cada una de sus disciplinas, y una parte de la biología se fusionará con las humanidades. En ese sentido, las humanidades, como la filosofía, la historia, la ética, la religión comparada o la interpretación de las artes, se aproximarán cada vez más a las ciencias y en parte se fusionarán con ellas. A juicio de Wilson, y por supuesto del mío, la mayoría de asuntos que nos preocupan actualmente, como los conflictos étnicos, la escalada armamentística, la superpoblación, el aborto, el medio ambiente o la pobreza endémica, no podrán resolverse sin antes integrar conocimientos procedentes de las ciencias

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naturales con los de las ciencias sociales y las humanidades. Sólo el flujo a través de las fronteras proporcionará una clara visión del mundo tal y como es realmente, y no tal y como se percibe desde las ideologías o los dogmas religiosos. Lamentablemente, la mayoría de los líderes políticos, intelectuales públicos, articulistas, pensadores y guías espirituales tienen una formación exclusiva en ciencias sociales o en humanidades. Y las ciencias naturales les suenan a chino. Así pues, sus análisis y reflexiones, aunque meticulosas y a veces atinadas, se fundan en una base de sabiduría fragmentaria y sesgada. No se puede adquirir una perspectiva equilibrada estudiando las disciplinas a retazos (sobre todo porque no hay tiempo material para ello), sino a través de la búsqueda de la consiliencia entre ellas. Tal unificación es compleja, según Wilson, pero es inevitable. En la medida en que las brechas entre las grandes ramas del saber puedan reducirse, la diversidad y la profundidad del conocimiento aumentarán. Este libro es una exhortación a emprender esta aventura intelectual, y también ofrece pistas de cómo podríamos hacerlo. Pero, ante todo, es un repaso a la historia de las ideas, al declive de la Ilustración y a lo apasionante que pueden llegar a ser las ciencias naturales: el libro tiene un capítulo dedicado a explicar en 30 páginas cómo funciona la ciencia y por qué es la herramienta intelectual más efectiva que conocemos que se encuentra entre las mejores páginas que he leído nunca sobre el asunto. Editorial Galaxia Gutenberg 486 páginas ISBN: 84-8109-239-8 http://www.papelenblanco.com/divulgacion/consilience-la-unidad-del-conocimiento-de-edward-o-wilson

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Las causas de la elevación del nivel del océano y sus efectos Posted: 12 Jan 2010 05:11 PM PST

El calentamiento global causa que el nivel del mar se eleve debido a dos factores: que el hielo en las plataformas continentales se derrite y que el agua del océano se expande al calentarse. La contribución relativa de ambos factores es muy difícil de medir. Anny Cazenave, del Laboratorio para Estudios en Geofísica, Oceanografía y Espacio (LEGOS), en Toulouse, Francia, y sus colaboradores [1] lograron medir ambos procesos de forma separada gracias a los datos gravitatorios de los satélites GRACE y a los registros de temperaturas oceánicas obtenidas por la red de boyas Argo. La expansión térmica del agua del océano se ha reducido recientemente y ha contribuido sólo a una elevación de 0,3 mm. por año del nivel del mar durante los años 2003 a 2008. Durante dicho periodo, el hielo continental derretido ha contribuido a una elevación de unos 2 mm. por año. Estos datos son preocupantes, ya que un review reciente de la misma autora [2] nos indica que en el periodo 1993–2007, la contribución de la expansión térmica fue del 30% y la del deshielo continental del 55% (en el último lustro ha pasado a ser del 80%). Estos datos parecen indicar que el deshielo de las regiones continentales se está acelerando alarmantemente. El estudio de la variación del nivel del mar en el pasado es complejo. Se cree que en los últimos milenios su tasa de crecimiento era de unos pocos centímetros por siglo. Sin embargo, en los últimos decenios ha crecido hasta una tasa de varias decímetros por siglo [3]. Los modelos parecen indicar que seguirá creciendo. ¿Hay que preocuparse? Se estima que durante el s. XXI el nivel global medio del oceáno crecerá menos de un metro, sin embargo, la variación regional de este nivel puede alcanzar varios decímetros. La figura del mapa que acompaña esta entrada [2] muestra tasa media de cambio del nivel del mar entre octubre de 1992 y mayo de 2007 obtenida a partir de medidas de altimetría mediante satélites. Los datos muestran una gran variabilidad espacial, hay regiones incluso en las que el nivel del océano está decreciendo. Se cree que la contribución dominante en la distribución espacial de estos cambios es la expansión térmica del océano que está controlada por la distribución de la temperatura en función de las grandes corrientes oceánicas y su dinámica [2]. Por si te lo preguntas, se estima que el error en esta figura es (probablemente) menor de 2 mm./año.

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Las regiones más afectadas del planeta debido a la subida del nivel del mar serán los grandes deltas. Muchos de ellos están densamente poblados por habitantes del tercer mundo que se dedican fundamentalmente a la agricultura. Sus habitantes sufrirán inundaciones y fuertes pérdidas económicas conforme el mar vaya ganando terreno. James P. M. Syvitski de la Universidad de Colorado y sus colaboradores [4] han estudiado los 33 deltas más importantes del mundo con objeto de determinar los efectos que están sufriendo y sufrirán en el próximo futuro debido al efecto conjunto del cambio climático y de la degradación de los mismos por las actividades humanas. El 85% de estos deltas ya han sufrido inundaciones severas en la última década que han provocado la inmersión temporal de 260.000 km2. El panorama que dibujan para lo que resta de s. XXI es bastante pesimista [5]. Más de 500 millones de personas viven en los deltas de grandes ríos o en sus proximidades. Los sedimentos depositados por los ríos en estas regiones las hacen muy productivas para la agricultura. El cambio climático las convierte en zonas de alto riesgo. Un riesgo que se ha acrecentado debido a las actividades humanas. Para acabar, hoy estoy un poco pesimista, aquí tenéis la evolución del nivel global del océano entre 1800 y 2100 a partir de observaciones (para los s. XIX y XX) y proyecciones gracias a modelos (s. XXI) [2]. La región sombreada en rosa son proyecciones “optimistas” (del IPCC 2007) y la región sombreada en celeste proyecciones “pesimistas”. La pena es que incluso las proyecciones “optimistas” son bastante pesimistas.

[1] A. Cazenave et al., “Sea level budget over 2003–2008: A reevaluation from GRACE space gravimetry, satellite altimetry and Argo,” Global and Planetary Change 65: 83-88, January 2009. [2] Anny Cazenave, William Llovel, “Contemporary Sea Level Rise,” Annual Review of Marine Science 2: 145-173, January 2010. [3] Glenn A. Milne et al., “Identifying the causes of sea-level change,” Nature Geoscience, Advance online publication, 14 June 2009 [postprint gratis]. [4] James P. M. Syvitski et al., “Sinking deltas due to human activities,” Nature Geoscience 2, 681-686, 20 September 2009. [5] “World’s River Deltas Sinking Due To Human Activity, Says New Study,” ScienceDaily, Sep. 21, 2009.

http://francisthemulenews.wordpress.com/2010/01/13/las-causas-de-la-elevacion-del-nivel-del-oceano-y- sus-efectos/?utm_source=feedburner&utm_medium=email

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Un tercio de los investigadores chinos encuestados admiten haber plagiado, falsificado o fabricado datos en artículos científicos Posted: 13 Jan 2010 02:18 PM PST

La revista Nature ha pasado un cuestionario anónimo a 6.000 investigadores de las 6 instituciones científicas chinas más importantes. Un tercio de los investigadores admite haber plagiado, falsificado o fabricado datos en artículos científicos. ¿Por qué Nature ha realizado este estudio? Porque los editores de la revista británica Acta Crystallographica Section E, que publica estructuras cristalográficas, ha retractado 70 estructuras cristalinas presuntamente “fabricadas” por investigadores de la Universidad de Jinggangshan, en la Provincia de Jiangxi, China. Los editores han asegurado que esperan más retracciones. Investigadores chinos son responsables de casi la mitad de las casi 200.000 estructuras cristalinas publicadas por esta revista en los últimos 5 años. Según los editores de la revista la inmensa mayoría de dichas estructuras está correctamente calculada. ¿Por qué los científicos chinos actúan así? Porque gran parte del presupuesto de las universidades chinas depende del número de artículos publicados en revistas con índice de impacto. Importa el número, no la calidad de dichos artículos. Se estima que una financiación de más de 150 millones de dólares ha sido obtenida en 2009 mediante publicaciones científicas “dudosas.” El gobierno chino ya abrió una investigación entre las instituciones científicas de Pekín que encontró un tercio de investigadores que admitieron prácticas ilegítimas (los cuestionados fueron 2000 investigadores de 10 universidades). Nos lo cuenta Jane Qiu, “Publish or perish in China. The pressure to rack up publications in high-impact journals could encourage misconduct, some say,” News, Nature 463: 142-143, 13 January 2010. Publica o perece. No te importe qué ni dónde, siempre y cuando tenga índice de impacto. ¿No os recuerda algo? Le pregunto a los investigadores españoles. http://francisthemulenews.wordpress.com/2010/01/13/publicado-en-nature-un-tercio-de-los- investigadores-chinos-encuestados-admiten-haber-plagiado-falsificado-o-fabricado-datos-en-articulos- cientificos/?utm_source=feedburner&utm_medium=email

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Estrategias para calmar el dolor en los recién nacidos

Cinco medidas sencillas, no farmacológicas, ayudan a disminuirlo y hasta prevenirlo Lunes 18 de enero de 2010

Fabiola Czubaj LA NACION Ni dejarlos llorar hasta que no puedan más, ni oponerse a que la enfermera haga su trabajo para que no lloren... Los bebes nacen preparados para responder al dolor, y así lo hacen saber cuando lloran o hacen pucheros.

Pero existen estrategias simples de alivio, no farmacológicas, a la vez que los ayuda a desarrollar un nivel de tolerancia adecuado a cada estímulo. Varias de esas medidas analgésicas aún se transmiten de madres a hijas, como el uso del chupete o el agua azucarada (con sucrosa).

En las últimas dos décadas, una gran cantidad de estudios reveló no sólo que los bebes serían capaces de sentir el dolor ya antes de los cinco meses en el vientre materno, sino que el dolor del recién nacido se puede prevenir o reducir con cinco medidas al alcance de cualquier adulto, incluidos los padres y los profesionales de la salud. De hecho, figuran en los protocolos de manejo del dolor en las unidades de neonatología modernas.

"Haber comprendido algo tan importante como es calmar el dolor en el ser humano es, a mi entender, quizás uno de los principales avances de la neonatología en los últimos años -señaló el pediatra José Ceriani Cernadas, jefe honorario del Servicio de Neonatología y coordinador del Comité de Seguridad del Paciente del hospital Italiano-. Un feto siente dolor la 20a y la 22a semanas de gestación, y puede ser que aun más temprano."

El dolor es una sensación subjetiva, que depende de la respuesta que cada uno tiene ante un estímulo de la misma intensidad. Pero en los bebes, "tiende a ser menos subjetivo que en los adultos porque responden con llanto y cambios del humor y lo hacen en forma bastante pareja entre ellos", agregó. De hecho, en un libro muy utilizado en las facultades de Medicina - Neonatología práctica (Editorial Médica

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Panamericana)-, sólo en su última edición, en 2009, amplió a nueve páginas un brevísimo capítulo sobre el dolor fetal y neonatal debido a los nuevos conocimientos, según aclaró Ceriani Cernadas, director del Consejo de Publicaciones de la Sociedad Argentina de Pediatría.

Hoy, entre el 70 y el 80% de los fármacos que se usan en las unidades neonatales no están autorizadas para el uso infantil, incluidos los analgésicos. Por eso, se usan dosis diluidas. "Un médico lo definió bien: los chicos son huérfanos terapéuticos", recordó. De ahí, la importancia de estudiar cómo manejar el dolor en los bebes, necesiten o no atención médica especializada. Unos y otros pasan por procedimientos como la extracción de sangre o la aplicación de una vacuna, o tienen cólicos.

Las cinco estrategias simples son: el amamantamiento y el uso del chupete, que activan en la boca las endorfinas, hormonas con efecto analgésico; el contacto piel con piel, como abrazar al bebe, tomarlo de las manos o acariciarlo; una dosis de sucrosa cinco minutos antes y durante el procedimiento; la postura con brazos y piernas recogidos, similar a la de la panza materna, y la reducción de los estímulos externos (luz, ruidos y temperatura ambiente). Y su combinación mejora el resultado, como usar la sucrosa con un chupete mientras la madre carga al bebe.

"El amamantamiento o la succión no nutritiva [chupete o tetina] -escribió en el libro la doctora Silvia Fernández Jonusas, del Servicio de Neonatología del Italiano- mostraron reducir el dolor en procedimientos cotidianos [punción de talón o venopunturas] y deberían usarse sistemáticamente."

Por otra parte, la doctora Norma Rossatto, experta en dolor del Servicio de Neonatología del Sanatorio La Trinidad, señaló la importancia de la formación de la memoria del dolor. "Cuando un bebe recibe alguna de esas formas de contención, su memoria del dolor se traduce en un consuelo más rápido y, a medida que crece, en respuestas más atenuadas -dijo-. En un chico sin esa contención, una vacuna puede alterarles la respiración y los latidos; además, sus funciones vitales tardan más en normalizarse." http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1223242&origen=NLCien

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Los e-books vienen con todo

Por Carlos Guyot De la Redacción de LA NACION Sábado 16 de enero de 2010 |

Los brujos del mercado aseguran que 2010 será el año de los e-books. Si bien por primera vez en su historia Amazon vendió para estas fiestas más libros digitales que "físicos", el pronóstico se apoya sobre todo en la inminente explosión de venta de los e-readers, esos artefactos que permiten leer un libro en una pantalla. En el último mes este mercado ha producido más novedades que en los últimos años: el Kindle (e-reader de Amazon) está finalmente accesible a escala mundial; Microsoft y Hewlett Packard anunciaron los suyos para los próximos meses y Apple presenta su iTablet en pocos días. Además, la cadena Barnes & Noble ya vende su propio artefacto, el Nook, y Sony sigue actualizando su e-reader. Algunos analistas creen que esta competencia puede provocar una guerra de precios que inunde de e- readers el mercado de los Estados Unidos y multiplique en poco tiempo los actuales cuatro millones de artefactos. De allí a la explosión de demanda de e-books habría un paso. Mientras tanto, a las grandes editoriales las desvela la siguiente pregunta: ¿el auge de los libros electrónicos puede provocar en la industria editorial lo que el boom de la música digital provocó en la discográfica? ¿Acaso la caída al 50% de ventas de cds en los últimos diez años es un espejo de lo que le espera a la venta de libros? Porque junto a los beneficios de accesibilidad, portabilidad e interacción, la explosión de los libros digitales puede traer aparejados también tres de los grandes "pecados" de la experiencia digital: la piratería, el derrumbe de precios y el reemplazo de los intermediarios. Paulo Coelho, por ejemplo, acaba de firmar un contrato directo con Amazon para vender diecisiete de sus libros en formato electrónico en portugués, accesibles en más de cien países. Pero allí no terminan las amenazas. En su blog sobre libros en nytimes.com, Mick Sussman cuenta la experiencia de leer las obras completas de Emerson en su iPhone: "Uno se siente un privilegiado, aunque por momentos puede ser frustrante". ¿Libros en la pantalla del celular? La idea puede erizar la piel de cualquier editor, porque ese mercado no es una promesa. Ese mercado ya explotó.

Links y más Perlas en la Red: blogs.lanacion.com.ar/guyot http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1221553

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Marcelo Cohen

El reencantamiento del mundo

El autor de la reciente Casa de Ottro repasa su obra y defiende la novela como un género cargado de futuro Sábado 16 de enero de 2010 |

Para Marcelo Cohen, el engaño del poder surge cuando las palabras pierden su ambigüedad Foto: MARTIN FELIPE Por Pedro B. Rey De la Redacción de LA NACION Hace más de una década que Marcelo Cohen (Buenos Aires, 1951) se reinstaló en la Argentina tras haber vivido una veintena de años en Barcelona, pero todavía conserva el raro garbo de un extraterritorial. Curioso impenitente y conversador impertérrito, se mueve por las aguas locales con la distante sorpresa del que no pertenece del todo a ninguna parte. Es una perfecta rara avis , como su literatura, una de las más originales de las que se producen hoy. Además de su constante actividad como traductor y de sus incursiones críticas, desde El país de la dama eléctrica , pasando por novelas como Insomnio (1985) o El testamento de O´Jaral (1995), Cohen se abocó a la construcción de mundos sintéticos, emparentados con la literatura fantástica y la ciencia ficción, pero que al mismo tiempo funcionan como una versión deformada del presente. A partir de los cuentos de Los acuáticos (2001), un territorio bautizado Delta Panorámico domina sus ficciones. La zona va creciendo de libro en libro, al tiempo que pasa de isla en isla, como si imitara la deriva a que están sometidas las formaciones naturales que le dan su primer nombre. Donde yo no estaba (2006), una novela de ochocientas páginas, y la reciente Casa de Ottro , son las escalas recientes de ese proyecto en progreso. Pobladas de toda clase de invenciones tecnológicas (muchas de ellas de dudosa calidad, como el "Corregíme", un aro que le avisa al usuario cuándo se encuentra en una mala postura), las novelas proponen una prosa regada de neologismos, donde también trafican, de tanto en tanto, como relucientes novedades, viejas palabras que el dialecto argentino fue dejando en el olvido. Casa de Ottro es la novela más política hasta la fecha de su autor: la protagonista es una investigadora social, ex asesora y nuera de Ottro, antiguo jefe político de la isla que, al morir, dejó a su cuidado una casa que a ella la saca de quicio y, poco a poco, empieza a poblarse por gente diversa. -Tus libros son muy personales, idiosincráticos. Al mismo tiempo los artículos que publicás en Otra Parte [la revista que codirige con su mujer, Graciela Speranza] revelan una atención a distintas líneas estéticas. ¿Notás que lo que escribís tiene alguna suerte de influjo en la literatura argentina? -Siempre hay repercusiones, ecos. Sería una falsedad decir que no lo noto. Pero también hay un gran intercambio. Soy un escritor que aprende de las lecturas, de las traducciones, de las conversaciones y recibo un impacto directo de escritores contemporáneos, incluidos amigos míos. También de los poetas. Muchas de esas cosas modificaron y modifican lo que escribo. -No es común que un escritor reconozca influencias tan cercanas. -Bueno, pero hubiera sido difícil leer en los ochenta, por ejemplo, "El vestido rosa", de Aira, y no advertir su extraña soltura verbal, una soltura que, curiosamente, no perseguía la elegancia. O conocer las tesis de Piglia sobre el cuento y no ponerse a discutir con ese texto. O leer, más tarde, Dos mujeres , de Elvio

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Gandolfo, y no ponerme a pensar caminos nuevos para la literatura fantástica. Hay muchos escritores de hoy que fueron modificando sus posiciones. No creo que sea porque leen a Balzac o Rulfo, sino porque leen lo que se escribe a su alrededor. -¿Cómo fueron cambiando tus narraciones, desde El país de la dama eléctrica hasta hoy? - El país... tenía un espíritu algo beatnik , pop, en la línea de obras como El cazador oculto , El gato y el ratón o los relatos de Dylan Thomas. Está hecho con la errada convicción de que fueron escritos con facilidad. Era un libro de gran inconciencia literaria, aunque me permitió cortar -yo ya vivía en España- con una visión de América latina, ligada al boom , que ya no podía sostener. Creo que con Insomnio y con los cuentos de El buitre en invierno se produjó una modificación. Empecé a utilizar fragmentos heteróclitos en materia de paisajes, tiempos, invenciones contradictorias, fragmentos diversos de experiencia, y los ponía en un mismo espacio. Por simple contiguidad, surgía algo nuevo. -¿En qué se diferencian, entonces, de los más recientes? -El método ya estaba, pero todavía escribía con un palo de escoba en el cuerpo. Tenía falsas ideas sobre la poesía, un exceso de metáforas (algunas muy enrevesadas), demasiadas palabras. Buscaba con desasosiego un estilo que me representara, había cierto deseo de excelsitud. Me perdono porque era mi manera de apartarme de los usos de la lengua. Lo que decía Beckett: "Habrá una literatura que se distinga por el maltrato de una lengua que se conoce muy bien". -¿Qué papel jugó tu oficio como traductor? -Cuando traduzco se parece a sentarse al piano y ponerse a tocar, porque el original funciona como una partitura. Es una fantasía insostenible, pero ésa la sensación física. No hay duda de que me ayudó a derribar las mediaciones entre lo que mi cabeza quería decir y aquello que imponía el pensamiento. No sé cómo ni cuándo ocurrió, pero a partir de cierto momento no puse más en la rueda el palito del estilo. -¿Quizá por eso las últimas novelas parecen más libres, como si estuvieran sujetas a una improvisación deliberada? -Sí, aunque en realidad mis libros están muy concebidos. Me gustan los detalles, tener todas las piezas en la mano. Si hay una anécdota de un personaje que refiere a la juventud, quiero saber qué edad exacta tenía y quiénes lo acompañaban en ese momento. Pero además tengo cierto ánimo de maquetista, de artesano. Hago cronologías, mapas, en otra época incluso armaba un guión de la novela. Probablemente todo eso venga de la literatura que uno leía en la infancia. -¿Por qué, entonces, ese aire de distensión? -Quizá porque en Donde yo no estaba me había propuesto responder de la manera más directa posible a los ofrecimientos de la vida cotidiana. Hacer lo mismo que D´Evanderey, el protagonista, que escribía la novela en forma de diario. Sacar la novela del escritorio e incluir todo lo que me iba pasando. Era una manera de darle otra flexibilidad a la historia y, al mismo tiempo, un deseo insensato de romper el velo del pensamiento. Quería conjugar la planificación -que es una manera de no dar gato por liebre- y la espontaneidad. -¿De dónde surgió la idea? -Me gusta establecer reglas que acatar, ciertas coerciones que no respondan al sistema habitual. Un poco al estilo de la escuela Oulipo, de Perec, Calvino, Harry Mathews. Es algo que, para escribir, despabila. Francamente, ya no me interesa, además, cómo van a terminar los libros. Me parece que el final de los relatos es un momento clave en que se juega la traición a la verdad que encierra lo que se cuenta. En Casa de Ottro trabajé con papelitos y con recortes. -¿Como Nabokov y las fichas en que iba escribiendo sus libros? -Sí, pero Nabokov, además de escritor, era taxidermista, y yo soy un simple neurótico. Normalmente los papelitos proliferan, y después los pasó a un cuaderno. Esta vez decidí no ordenarlos, porque el período en que escribí el libro fue turbulento y mi temperatura política variaba a medida que escribía. La novela trata sobre una mente en caos, que se encuentra con una situación inesperada, la herencia de una casa, algo muy fastidioso para ella. La novela se me escapó por todos lados. Ese era el dispositivo: que yo no pudiera agarrarlo, de la misma manera que Fronda Pátegher no puede ordenar su mente. De ahí también que la casa, que fue creciendo a medida que escribía, terminó por tener dimensiones incognoscibles. -¿Por qué dejás tantos elementos librados a la imaginación del lector? Por citar uno entre tantos: el "dirdul", esa especie de animal doméstico que nunca se describe a conciencia. -Es algo que atañe directamente al fantástico, un género en que si se describe demasiado se arruina la aparición del monstruo. Pero bien mirado, las obras del siglo pasado que de verdad importan siempre le hacen ofertas al lector para que complete los elementos del mundo. -¿Un libro puede proponer temas nuevos?

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-Me molesta mucho el axioma de que en el arte existen sólo un puñado de temas, como se dice tantas veces. Si se presta atención a la movilidad de la superficie, se advierte que no son exactamente los mismos, que cambian de color. La idea de que el trabajo hace al hombre y de que la tecnología, que prometía liberar a la humanidad, se convirtió en un medio de sujeción, son temas que no existían antes de Marx. Por no hablar de Freud. -¿Cuáles serían esos temas hoy, cuando el mundo parece fascinado por la velocidad de los cambios actuales? -Que mediante operaciones orgánicas o implantaciones de toda clase de prótesis una persona puede modificar el curso de su vida -por no hablar de los transplantes de cara- me parece un tema nuevo. La literatura, por disparatada que sea, es un terreno de observación de esas modificaciones. Pero si me estuviera engañando al creer que hay temas nuevos más allá del deseo, el poder, la muerte, al menos es seguro que siempre existe la posibilidad de que haya argumentos originales. Las mejores prosas que conozco son prosas con argumentos. -¿La novela, viéndola desde esa perspectiva, cumple alguna función específica? -Creo, y no lo digo con ironía, que es un género con mucho futuro. La tarea de la novela es reencantar el mundo, disolver la falaz dictomía entre razón e imaginación. La imaginación tiene una forma de razonar, que no anula las causas, pero superpone otras y arma figuras lógicas distintas. Creo que la literatura tiene un papel fundamental en la lucha contra el control y a favor de la expansión de los sentimientos. Es una gran engañifa pensar que viendo documentales o programas de investigación vamos a lograr que el poder no nos engañe. El engaño viene a través de la falta de ambigüedad de las palabras. Con el lenguaje, cuando la gente cree que al pan, pan y al vino, vino, estamos sonados. -La política siempre había figurado de una u otra manera en tus ficciones, pero en Casa de Ottro se produce una transposición reconocible de la actualidad argentina. Ottro es una suerte de ambiguo primer ministro progresista; el problema entre dos islas por un problema de contaminación recuerda el conflicto de las pasteras. -No se trata de hacer arte político, sino política con el arte, como dijo alguna vez un artista conceptual. Lo primordial es darle otras posibilidades de vida al lenguaje, encontrar resonancias que permitan evadirnos hacia una realidad más real de la que conocemos. Pero, cuando jugaba con la idea de abrir la literatura a la experiencia, ocurrió el fenómeno Kirchner. De alguna manera repercutió en el libro. -¿De qué manera? -Se puede decir cantidad de cosas a favor y en contra -suspendí esa operación porque me cansé de hacer listas de almacenero sobre el tema-, pero no puede negarse que Kirchner despertó un renacimiento de la efusión y el fuego político como no ocurría desde los años setenta. El viejo pigmeo militante, irreductible, que existe en mí se encontró comprando y leyendo más de un diario por día. Quizá porque viví veinte años en España y me había distanciado de los hechos menudos de la política. Lo que pasó en estos años me permitió pensar en profundidad qué había hecho con la política en literatura en otra época, tratar de corregirme y responder con historias de ficción a hechos inmediatos. -Frente a esa dimensión pública, en Casa de Ottro hay también introspección. La protagonista reflexiona mucho sobre las ideas de familia y de intimidad. ¿Hay algún punto de contacto con las novelas del giro autobiográfico que se publicaron en los últimos años?. -Me encantan ese tipo de libros cuando se guían por la incertidumbre. Me estremece Fernando Vallejo, por ejemplo. Pero yo no podría escribirlos porque me aburro pronto de mí mismo. Miro la intimidad y encuentro abismos. Supongo que en mi caso ese interés tiene un origen literario: es mi herencia de la novela del siglo XIX, de los personajes, la psicología, las variedades humanas. También, a pesar de mi amor por la ciencia ficción, no puedo dejar de notar que, frente a su densidad intelectual para juzgar la marcha de las sociedades, el género tiene en ese sentido un déficit. A veces me dicen que lo que escribo es raro: parte de esa rareza, me imagino, proviene del cruce entre el carácter especulativo tecnológico con las pasiones de la novela realista. -¿No podemos esperar un libro de corte autobiográfico firmado por Cohen? -Hace años que le hago la guerra a la cultura del yo. Mucho más ahora, en que existe ese amplificador de yoes baratos que es Internet. William Burroughs manejó la consigna de exposición total: abandonar las líneas de asociación del pensamiento lógico, dejar que fluya todo lo que es uno, lo bueno, la porquería, el néctar y el pus. En vez de eso, como podría haberse imaginado, Internet ofrece la posibilidad -ahora triunfante- de exhibir la marca mundial que es cada persona. http://www.lanacion.com.ar/diario-de-hoy/suplementos/adn-cultura/

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Sensible retrato de un prócer

Biógrafo de Simón Bolívar y uno de los máximos especialistas en la historia de América latina, John Lynch aborda la figura de José de San Martín en una obra que busca descubrir al hombre detrás del silencio Sábado 16 de enero de 2010

El historiador británico John Lynch Foto: Archivo Por Miguel Ángel De Marco Para LA NACION San Martín. Soldado argentino, héroe americano Por John Lynch Crítica TRAD.: Alejandra Chaparro 382 Páginas $ 74 En este excelente libro, John Lynch, uno de los más notables historiadores actuales, estudia la vida de José de San Martín luego de haberse ocupado con gran éxito de la figura de Simón Bolívar. El catedrático emérito de la Universidad de Londres, que desde hace varias décadas ofrece una visión renovadora del mundo hispánico a través de más de tres siglos ( Los Austrias, 1516-1700 ; Carlos V y su tiempo , La España del siglo XVIII , Las revoluciones hispanoamericanas, 1808-1826 ; Caudillos en Hispanoamérica 1800-1850 ), asumió la ardua tarea de escribir las biografías de ambos próceres para los lectores anglosajones. Las obras, sin embargo, no se circunscriben a ese público sino que sirven para cuantos quieran contar con una interpretación seria y honesta acerca de dos hombres en ocasiones distorsionados por las memorias contrapuestas de quienes los conocieron. Uno de los méritos de San Martín. Soldado argentino, héroe americano es la pericia narrativa. "El historiador -dice Lynch- tiene que alternar el movimiento y la inmovilidad con el fin de ocuparse de las condiciones en las que el Libertador operó; por tanto, el análisis acompaña el relato, lo que permita quizás al lector escapar del laberinto de los acontecimientos secundarios."

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El libro deja en evidencia una vez más que la biografía es un género de culminación intelectual al que no todos los que investigan y escriben logran acceder. Para retratar fielmente a determinadas figuras hay que conocer en profundidad su tiempo y sus circunstancias, internalizar las ideas y costumbres de la época; en suma, "ponerse en la piel de su personaje". En el estilo fluido de Lynch, que relaciona exquisitamente lo solemne con lo informal, se advierte una vez más su destreza profesional, su amplitud de criterios y hasta su buen humor para alcanzar el cometido. El autor se apresura a aclarar su convicción de que la grandeza de San Martín consistió en su habilidad para inspirar a los pueblos de Sudamérica a apoyar sus ejércitos y aceptar sus estrategias, lo que le permitió llevar la independencia más allá de las fronteras y los intereses nacionales y darle una identidad americana. "Hasta donde podemos juzgar, su vocación no respondía a ningún interés particular, social o económico, ni a la preocupación del poder y la gloria. La guerra y la paz fueron sus prioridades [?]. San Martín sostuvo que la gran prueba de América llegaría no en la lucha por la independencia sino en la posterior defensa de la libertad en las sociedades que no estaban preparadas para esa tarea." También subraya que el héroe debe ser juzgado por sus propios méritos, no mediante comparaciones constantes con Bolívar. La tarea de escribir ambas biografías presentó dificultades, enfatiza, pues si bien "el historiador tiene que defenderse de Bolívar y proteger su propia versión de la independencia contra el torrente de palabras con que el Libertador busca explicarse y convencer", en el caso de San Martín debe descubrir al hombre detrás del silencio, pues "su sentido de la decencia le hacía reticente a hablar de su vida privada y mantuvo una reserva natural acerca de su papel en las guerras independentistas". En este trabajo, Lynch traza la vida de San Martín desde sus orígenes: su niñez en las misiones, su permanencia en España y su participación en las guerras contra Napoleón, y ubica su actuación en contextos que describe con maestría. Después se ocupa de sus días londinenses, de sus amistades americanas y británicas, del singular momento en que se embarcó hacia Buenos Aires, de su llegada y su participación en los difíciles días iniciales de la Revolución. Aquí el auxilio de las más importantes colecciones documentales y de una cuantiosa bibliografía argentina se conjugan con el aporte de los papeles de origen inglés. Hay una carta notable del capitán Peter Heywood -antiguo partícipe del célebre motín del Bounty, condenado e indultado, quien por entonces era comodoro de la estación naval británica en el Plata- a sus superiores de Londres, en la que, cuando se refiere a la situación posterior a la revolución del 8 de octubre de 1812, afirma que el cuerpo de caballería mandado por el coronel San Martín, sus luego célebres granaderos, "tendrá más peso en una elección que toda la ciudad de Buenos Aires unida, si es posible que esa unión se produzca". Pero aquél tenía metas más importantes que prevalecer en sus disensos con Rivadavia y con Alvear o superarlos en influencia política. Lo animaba, nada menos, el propósito de acelerar la independencia, que recién pudo concretarse, en buena medida gracias a su insistencia desde Cuyo, en 1816. Las acciones en el Ejército del Norte, la gestación del Plan Continental, el cruce de los Andes, las grandes batallas de Chacabuco y Maipú, la liberación y el protectorado del Perú, y la entrevista con Bolívar en Guayaquil, de la que San Martín salió sin el apoyo que necesitaba para llevar adelante sus metas militares, con el resultado de su posterior partida al Viejo Mundo, son objeto de ponderado análisis. Lynch dedica la última parte de la obra a los días postreros del hombre "que condujo la revolución más allá de sus fronteras y le otorgó una identidad americana", y a una serena valoración de su legado.

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1221122

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