ASTURIAS SIGLO XXI

GRANDAS DE SALIME. CONTRA EL OLVIDO Y LA LEJANÍA

Fermín Rodríguez Rafael Menéndez

Grandas de Salime y el valle medio del Navia son las cuentas desenganchadas del collar de territorios astures. Inaccesibilidad, resignación, olvido, envejecimiento. Pero también un mundo diferente al lado de casa. Un paisaje que sólo está presente en poemas de románticos ingleses. Un rincón donde la vida pasa de otra manera.

Incomunicación, mala accesibilidad, desarticulación interna y aislamiento son términos constantes en el occidente interior asturiano. A pesar de las mejoras habidas en las últimas décadas aún estamos lejos de un cambio significativo de la situación. Y en el suroccidente, Grandas de Salime comparte con el valle medio del Navia (, ) y el de tras el Palo la peor situación de todas. Por eso, hablar aquí de malas comunicaciones, alejamiento, olvido y declive cobra especial significado. Grandas está lejos de casi todo. En la frontera entre el occidente interior asturiano y el aislado interior de es un paisaje amable, entre la montaña y los valles, edificado por y para la ganadería, que simultanea la producción láctea y cárnica. Para llegar al centro de , a la ciudad, una estrecha y sinuosa carretera asciende desde el embalse hasta el puerto del Palo. Para salir al mar, otra semejante sigue el valle del Navia. Con la comunicación es aún peor, por Piedras Apañadas. Además, el embalse cortó hace décadas la antigua carretera, dejando aislado el Valledor y Villarpedre (el lugar que el solitario Finisterre ahora elige para vivir). El anterior plan regional de carreteras destacaba esta situación de baja accesibilidad y proponía construir una carretera moderna entre La Espina y Grandas. Hoy este proyecto parece haber quedado relegado, a pesar de su conveniencia, aumentada por la construcción de la nueva vía entre La Espina y Cangas del Narcea, que acercaría la comunicación hasta Pola de Allande. Como resultado de su mala accesibilidad y de su tardía incorporación a las iniciativas de desarrollo rural, en las que sí fueron pioneros los vecinos Oscos, la evolución del concejo ha sido más negativa que en ellos, con una pérdida continuada de población en todas sus parroquias, siete, y aldeas, 50. Todas de menos de 100 habitantes, salvo la capital, que no llega a los 600, pero concentra al 75% de la población y es un pequeño núcleo de servicios. Cuatro de las parroquias, las peor comunicadas, tienen ya menos de 40 habitantes, y están en una situación crítica para la continuidad de la ocupación humana. Grandas se explica por la actividad ganadera, agroalimentaria y forestal. La ganadería ha marcado la actividad hasta la fecha. Tras el fuerte declive de la actividad en las dos últimas décadas, quedan poco más de cien explotaciones en activo, de las que 26 tienen cuota láctea. Del declive da idea el hecho de que en 1993 estas explotaciones con cuota eran aún 173. Para la continuidad de la actividad ganadera, el concejo cuenta con buenas condiciones naturales y posibilidades en el sector de la transformación de los productos agroalimentarios, dificultadas hasta la fecha por las pésimas comunicaciones hacia los mercados urbanos. Son pocos los efectos positivos del embalse de Salime sobre el territorio local. Es lento el despegue de las actividades terciarias. Entre las que destacan la decena de pequeños establecimientos hoteleros, que proporcionan menos de 100 plazas de hospedaje. La actividad necesita reclamos, como el conocido Museo Etnográfico, y el aprovechamiento de recursos, como el embalse, el Camino de Santiago o los yacimientos arqueológicos, que permitan una presencia real en el mercado turístico regional. El concejo se incluye en la comarca del Valle del Navia. Su lejanía a la costa y las dificultades de comunicación dejan hueco a su capital para desarrollarse como pequeño centro de servicios. A condición de bonificarla en sus equipamientos. Grandas y las otras capitales municipales son vitales para la superviviencia del mundo rural del occidente de Asturias. Ellas sobrepasan el tamaño de aldeas y no llegan al de las villas o centros comarcales, aún cuando sirvan a extensos territorios concejiles. El futuro pasa aquí por convertir estas capitales concejiles en robustos centros de servicios que permitan mejorar la calidad residencial del conjunto de la población municipal, aumentando el atractivo residencial, de forma que compense la lejanía y baja accesibilidad. Esto es fundamental para el desarrollo del sector terciario, de importancia decisiva para la creación de empleo femenino, en un territorio de predominio masculino. Grandas, núcleo de poco más de 500 habitantes, en la actualidad está infradotado, y el centro comarcal está lejos. Su futuro se vincula a la mejora de los servicios, desde la óptica de la sobredotación de equipamientos, de la articulación territorial y del desarrollo de nuevas posibilidades terciarias y turísticas. Y de la necesidad de dar continuidad a programas como el PRODER y a los proyectos de amplitud comarcal, que permiten impulsar pequeñas iniciativas pero de grandes efectos en concejos poco poblados. Además de en Grandas, el resto de la población se reparte en 50 aldeas y caserías de menos de cien habitantes, de las que más de la mitad se enfrentan a la amenaza de la desaparición como poblados. Suponiendo que se pretenda la ocupación dinámica del territorio, Grandas debería poder encontrar actividades complementarias a la ganadería, pues cuenta con un territorio con potencial productivo en lo agroindustrial y lo forestal. Y también debería explorar las posibilidades que ofrece la cooperación territorial, para hacer comarca e involucrarse en grandes proyectos, como es el caso del Parque Histórico del Navia. Pero para ello hay que estar comunicados, hay que tener carreteras del siglo XXI. Grandas es el cruce tradicional del Camino de Santiago y del valle del Navia. Dos ejes de comunicación tradicional, que encuentran fuertes resistencias para su transformación en carreteras modernas, que faciliten la comunicación ágil y el disfrute del paisaje. Hay que tener acceso también y de calidad a los servicios telemáticos y a los servicios públicos de referencia, en condiciones de igualdad con otros concejos de localización más central. Sin ellos no hay futuro como territorio de residencia de población activa y dinámica. El eje interior entre Oviedo y Lugo debería convertirse en carretera moderna, de ancho estandarizado, con trazado adecuado, con arcenes para ciclistas y peatones, con taludes cuidados, vía de paisaje con miradores y señalización turística. El eje del Navia hoy se termina en . Hay que llevarlo a Grandas y a Ibias, vertebrando todo el suroccidente de Asturias, un país cuya buena salud también depende de mantener ocupados y activos a Grandas y a sus iguales, sacándolos de la postergación y el olvido, que no merecen.