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SECOENClfi Secuencia (2000), 48, septiembre-diciembre, 137-150 Revistadehistorjaycienciassociales ISSN: 0186-0348, ISSN electrónico: 2395-8464 DOI: http://dx.doi.org/10.18234/secuencia.v0i48.710

Los estados confederados de America: caracter nacional y politica exterior haciaMexico, 1861

Gerardo Gurza Lavalle INSTITUTO MORA

Al inicio de la guerra de secesion en Estados Unidos, los estados confederados trataron de legitimar su lucha independentista mediante la consagraci6n de ciertos principios, valores y creencias que debfan constituir la base ideo16gica de la nueva naci6n. Esa ideologfa nacional ejerci6 una influencia considerable en la actuaci6n de la efimera republica surefia en la escena internacional y, particularmente, en sus relaciones con Mexico.

urante la guerra civil de Esta­ mundial es ya un presupuesto de acep­ dos Unidos, los estados sure­ taci6n generalizada. D nos trataron de conservar los Sin embargo, entre los numerosos principios ideol6gicos que les propor­ factores internos que cuentan con el cionaban una identidad y una justifi­ potencial para Influir tanto en el dlse­ caci6n para aspirar a la independencia. no de una determinada politica exte­ El analisis del ambtto intemo se ha rior, como en el curso de las relaciones convertido, desde hace ya algunas de­ de una naci6n con otra, no todos han cadas, en una preocupaci6n hasta cier­ merecido la misma atenci6n por parte to punto habitual de los estudiosos de de los historiadores. La comprensible las relaciones internacronales. Al mar­ tendencia a establecer jerarquias ha gen de las distintas preferencias de en­ conducido a los especialistas de este foque, la certeza de que los problemas campo a desdefiar aquellos elementos del entorno dornestico desempefian que no se prestan facilmente al trazo siempre un papel importante en la ac­ de relaciones de causalidad directa y tuaci 6n de los paises en la escena que, por lo mismo, no parecen de­

137 Secuencia, nueva epoca nurn. 48, sept.-dic. 2000 sernpefiar un papel central. Una de las asi como la necesidad de definir y reafir­ victimas principales de ese desden ha si­ mar lo que para efectos practicos puede do la Ideologia, pues su presencia en los denominarse como caracter nacional, estudios de historia diplomatica ha que­ han interventdo de rnanera constante dado por lo cornun subordinada con en el comportamiento intemacional de respecto a otros factores. Estados Unidos.2 En el caso de la historiografia esta­ Esto no equivale a decir que deba­ dunidense, si bien las tesis del realis­ mos confiar al examen de la ideologia mo no gozan ya de la vigencia que la tarea de producir una version comple­ alguna vez tuvieron, se ha conservado tamente nueva de la historia diplomatica cierta resistencia a considerar a la tdeo­ de Estados Unidos. Las relaciones in­ logia como una de las principales fuer­ temacionales, como cualquier otro pro­ zas en la determinacion de la politica ceso historico, escapan a la tirania de un exterior. Esto se manifiesta cuando se factor determinante unico. Sin embar­ toma en cuenta que aun las corrientes go, reconsiderar el papel de la ldeologia historiograflcas mas inclinadas al anali­ y poner un enfasis mayor en ella bien sis del ambito intemo, como la nueva puede abrir nuevas perspectivas y con­ izquierda, otorgaron a la ideologia un tribuir a incrementar nuestra compren­ papel de segundo orden, reconocien­ sion de ciertos problemas. dola urucamente como un cornple­ En las siguientes paginas elaborare­ mento de los intereses economicos, al mos un analisis del vinculo entre ideo­ suponerse que estos constitufan el logia, polltica exterior y diplomacia en resorte fundamental de la diplomacia un episodio especifico: las relaciones de Washington.1 del Sur con Mexico al inicio de la gue­ A pesar de lo anterior, el ejemplo rra civil estadunidense. estadunidense es quiza uno de los mas Desde varios anos antes de tornar el notables e interesantes en cuanto a la camino de la secesi6n en 1861, los es­ repercusion que ciertos elementos tdeo­ tados meridlonales de la Union habian Iogicos pueden tener en el desemperio iniciado la dificil tarea de confeccionar intemacional de las naciones. Practica­ una ldeologia nacional propia. Sabre mente desde el momenta en que Esta­ todo a partir de 1850, una elite de es­ dos Unidos alcanz6 su independencia, critores, intelectuales, periodistas y po­ dio inicio la construccion de una Iden­ liticos, hicieron lo posible para llamar tidad nacional basada en el mito del la atencion del publico sabre aquellos excepcionalismo y en la convtccion de rasgos de la sociedad surena que mas la que la flamante republica estaba llamada distinguian de su contraparte septen­ a realizar .una misi6n liberadora y civili- trional. Este esfuerzo por definir con la zadora en el mundo. Esta fe en una su­ mayor precision posible un conjunto perioridad institucional, moral y social de caracteristicas propias estaba dirigi­ (con toda una serie de valores cultura­ do a cumplir dos funciones esenciales: les y elementos ideol6gicos Implicitos), por una parte, convencer a la pobla­

1 Ninkovich, "Ideology", 1982, pp. 187­189. 2 Hunt, Ideology, 1987, pp. 3­17.

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ci6n surefia de su unicidad cultural y ldeologia surefia. Sin embargo, puede fundamentar asf un sentimiento nacio­ sostenerse que el ideario de los esta­ nalista en ciernes: y por la otra, pro­ dos meridionales fue edificado, en me­ porcionar a la comunidad internacio­ dida considerable, sobre estos tres pi­ nal un cumulo de evidencia sociologl­ lares. ca de su individualidady, por ende, de Debe hacerse menci6n, asimismo, su viabilidad como futura naci6n.3 De de un elemento que, si bien no podfa esta manera, al resaltarse una serie de equipararse en importancia con los tres principios basados en la experiencia anteriores, tenia una indudable presen­ hist6rica, social y cultural de la region, cia en el pensamiento de la regi6n: el gradualmente fue cobrando forma un expansionismo. Los estados surefios nucleo ideol6gico definido, cuyos com­ habian tenido razones pollticas y eco­ ponentes de mayor relieve pueden re­ n6micas de mucho peso para buscar la sumirse asf: anexi6n de territorios en Mexicoy en el a) La convicci6nde que la esclavitud Caribe. La motivaci6n politica mis evi­ de la raza negra era algo positivo, mo­ dente obedecia al temor de convertirse ralmente intachable y tan benefice para en una minoria en el gobiemo federal, el propietario como para el esclavo. especialmente a raiz de la admisi6n de b) Una fe absoluta en la doctrina de California como estado libre en 1850, los derechos estatales, la cual prescribfa hecho que marc6 la desaparici6n del un maximo de autonomia para los go­ equilibria Norte­Sur en el Senado.5 En biernos locales y una esfera de acci6n el aspecto econ6mico, el deseo de con­ estrictamente acotada para la autoridad tar con una mayor reserva de tierras pro­ federal, reconociendo s6lo las atribu­ picias para el cultivo del algod6n tam­ ciones que el texto constitucional oror­ bien.daba lugac a una intensa ambici6n gaba a esta de manera clara y explicita. por adquirir nuevos territorios. 6 Pero c) La certeza de ser, y de continuar mis alla de los indiscutibles fundamen­ siendo, una sociedad agraria apegada a la vida rural y a sus caracteristicas: 5 Hasta 1850, tanto el Norte como el Sur tu­ opuesta a la urbanizaci6n, la industria­ vieron el mismo mimero de senadores. En cam­ lizaci6n y sus inquietantes consecuen­ bio, en la camara de representantes el equilibrio se habia rota desde rnuchos aiios antes debido cias sociales tal como estas empezaban al acelerado incremento demograflco en los a manifestarse en el Norte.4 estados libres. Por ello, el Ingreso de California Sabra decir que existian otros ele­ a la Uni6n fue percibido por el Sur coma una mentos y que esta simplificaci6n de amenaza a sus intereses y dio lugar a tentativas ninguna manera pretende dar cuenta de recuperar el equilibria de poder regional mediante la ane.xi6nde nuevos territorios. cabal de algo tan complejo como la 6 Las motivaciones econ6micas del expan­ sionismo han generado un interesanre debate historiograflco, en cuyo analisis no es posible 3 En estos aspectos, el ejemplo sureiio es si­ detenerse en esta breve expostcion. Baste aquf milar al de muchos otros nacionalismos decl­ con decir que es indiscutible que drculos influ­ mon6nicos. Vease Smith, Tbeories, 1983, p. 215. yentes de politicos, plantadores y perlodistas 4 Para esta esquematizaci6n nos basamos en percibian la anexi6n de territorios como una Thomas, Confederacy, 1972, pp. 1­22. necesidad para la viabilidad a largo plazo de!

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tos pracncos que alimentaban el fervor famoso periodista britanico que visit6 expansionista, el Sur habfa desarrolla­ la Confederaci6n al comienzo de la gue- do su propia version del Destino Mani­ rra civil, registro en su diario de viaje fiesto, con un programa de redenci6n las observaciones de un ciudadano su­ de los pueblos atrasados de Mexico y el reno acerca del caracter de su pueblo: Caribe que contemplaba la introduc­ ci6n del trabajo esclavo y el estableci­ Nosotros somos un pueblo de agricul­ miento del dominio de la raza blanca. tores [ ... ] No tenemos ciudades ni de­ El expansionismo, como un proyecto seamos tenerlas [ ... ] No tenemos marina grandioso, prefiado de posibilidades y comercial ni marina de guerra y tam­ poco las queremos. Estamos mejor sin promesas de todo tipo, sedujo la imagi­ ellas [ ... ] No deseamos tener clase mer­ naci6n popular y se convirti6 en un an­ cantil, ni dase trabajadora o clase manu­ helo compartido por sectores de toda facturera [ ... ] . 9 la escala social surefia, 7 Ast pues, para el momento en que la De esta manera, el Sur iniciaria su proximidad de la contienda electoral aventura como naci6n independiente de 1860 recrudeci6 las tensiones regio­ con una ldeologia defiruda y con una nales, esa serie de certezas, conviccio­ percepci6n clara de las caracteristicas nes y anhelos habian madurado en la que lo distinguirian como nacion: una conciencia surefia hasta conformar un republica esclavista y agraria, con un nucleo ideol6gico ortodoxo, cerrado e sistema politico basado en la doctrina intolerance. Las iglesias de las principa­ de los derechos estatales y, quiza tam­ les denominaciones religiosas del Sur bien, expansionista. =bauttsta, metodista y presbttertana­ La ruptura con la Union, y la guerra habian roto ya con sus congregaciones que posteriormente sostuvieron los es­ septentrionales debido a las crf ticas a tados surefios para afirmar su indepen­ la esclavitud; las escuelas y universtda­ dencia, adquirieron legitimidad como des empezaban a retirar los libros de parte de un esfuerzo esencialmente texto de autores nortefios e instaban a conservador, la nueva naci6n solo po­ los intelectuales coterraneos a produ­ dla justificar su raz6n de ser en un afan cir sustitutos cuanto antes; la literatura de preservar los principios y valores declarada prohibida era quemada en compartidos que se encontrarian ame­ hogueras y se cerraban imprentas sos­ nazados de permanecer en la Union. pechosas." William Howard Russell, el En consecuencia, la autonomfa politica debla plantear una continuidad casi perfecta con el cuerpo ideo16gico de­ sisterna esclavista y de la producci6n algodo­ sarrollado durante el periodo previo, y nera a gran escala. Vease Ramsdell, "Natural", la congruencia exigfa que las medidas 1929, passim; Genovese, Political, 1989, pas­ del nuevo gobierno fueran el medio sim, y Ransom, Conflict, 1989, pp. 54 y ss. 7 Urban, "Ideology", 1956, pp. 53­55; May, para cristalizar esa ideologia en accio­ Southern, 1989,passim. 8 Mccardell, Idea, 1979, pp. 204­207, 226; Thomas, Confederacy, 1972, p. 34. 9 Citado par Luraghi, "Civil", 1972, p. 241.

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nes concretas. 10 Sin embargo, la diri­ puesta al cambio, por la otra, estaba gencia confederada no tardo en perci­ muy lejos de quedar resuelto; esta pug­ bir los inconvenientes que su bagaje na entre una ideologia que pareda de­ ideol6gico planteaba para la construe­ finir el caracter de la nueva nacion, con ci6n de un gobierno viable 'y tambien sus demandas de continuidad, y una para una conduccion adecuada de va­ acttrud pragmatica, atenta a las circuns­ rios aspectos del ejercicio publico. tancias asi como a los requerimientos Los primeros indicios de que la Con­ meditos de la guerra y de la edificaci6n federaci6n estaba dispuesta a tomar de un Estado s6lido, constituyo sin du­ cierta distancia del ideario surefio de la da uno de los ejes centrales de la breve preguerra surgieron durante los deba­ historia de la Confederaci6n. Sabra de­ tes de la asamblea que redactaria la cir que las contradicciones de ese anta­ nueva constttucion. En terminos gene­ gonismo afectaron profundamente rales, puede decirse que en la elabora­ varios aspectos del desernpefio de la ci6n de la Carta Magna domino la opi­ republica surefia, y entre ellos, por su­ nion de aquellos surefios que admitian puesto, el de la poli tica exterior. la necesidad de limitar los rasgos mas iQue clase de politica se perseguiria radlcales del credo ortcdoxo.l! La nue­ con respecto a las regiones antes per­ va ley fundamental no solo prohibia el cibidas desde una perspectiva mera­ comercio internacional de esclavos, mente expansionista? No era necesario sino que ademas dejaba la puerta abier­ realizar calculos demasiado complica­ ta para que estados no esclavistas pu­ dos para intuir que la ambicion anexio­ dieran ingresar a la Confederacion. 12 nista rradicional debia ceder terreno Pero a pesar de este aparente triunfo ante la urgencia de establecer relacio­ inicial de la moderacion, en realidad el nes cordiales y asegurar la neutralidad debate entre la vision de mundo he­ de los vecinos, Mexico principalmente redada del periodo anterior, por una y Cuba (Espana) en menor medida. Y parte, y una postura mas flexible y dis­ aunque todo parece indicar que esta certeza no escape a la vision del Depar­ tamento de Estado confederado, no es 10 Faust, Creation, 1988, p. 21. La profunda convicci6n de que el Sur habla tornado el ca­ menos cierto que, desde el prtncipio, mino de la secesion "no para carnbiar sino para los encargados de definir el curso di­ preservar" apareci6 con frecuencia en las explica­ plomatico que se seguiria con respecto ciones que los agentes confederados propor­ a Mexico permitieron que tambien los cionaron a los gobiernos extranjeros, Vease, para viejos anhelos entraran en juego. cltar solo un ejemplo, John Slidell a Edouard Thouvenel, Parfs, 21 de julio de 1862 en Records La mision de viajar a Mexico para of the Confederate States of America (en ade­ iniciar relaciones cordtales, y garanti­ lante RCSA), vol. 3, rollo 3. zar que este pais permaneciera neutral 11 Vandiver, "Confederacy", 1962, p. 281; durante la contienda civil en Estados Thomas, Confederate, 1979, pp. 56­66. Unidos, recay6 en la persona de John 12 Constitution of the Confederate States of America, articulo 1, seccion 9 y articulo rv, sec­ T. Pickett. Este hombre originario de ci6n 3. La Constitucion puede consultarse en Kentucky habia ocupado el consulado Davis,Rise, 1990, vol. 1, apendice K, pp. 559 y ss. estadunidense en Veracruz a lo largo

Los ESTADOS CONFEDERADOS DE AMERICA 141 de varios arios (1853­1858 y 1860­ Estados Confederados recibirian en lo 1861), de manera que tenia cierta ex­ futuro de los ilimitados recursos agrico­ periencia en ,asuntos mexicanos y co­ las y minerales de Mexico, asi como de la posesion del invaluable transito inter­ noda personalmente a algunos de los oceanico por el istmo de Tehuantepec. liberates mas promtnentes.P Pickett Hacia el Sur esta nuestro destino, y no debi6 su nombramiento a fa interce­ debemos mirar con indiferencia los muy si6n de John Forsyth ­ministro pleni­ patentes designios de nuestros enemi­ potenciario en Mexico de 1856 a 1858­ gos en aquella regi6n.15 quien escribi6 directamente a para recomendarlo, 14 anexando Esta breve exposici6n por parte de a su carta un documento en el que el Pickett debi6 bastar para que Jefferson propio Pickett exponia sus ideas acerca Davis y su secretario de Estado, Robert de los objetivos que la diplomacia con­ Toombs, quienes con toda probabili­ federada debia procurar con respecto a dad leyeron este escrito, llegaran sin di­ su vecino del Sur. En dicho documen­ ficultad a la conclusion de que su autor to, Pickett sefialaba la necesidad de im­ no seria el hombre mas adecuado para pedir por cualquier medio que el go­ procurar un buen entendimiento entre bierno de Washington llevara a cabo la Confederaci6n y Mexico. Sobre todo sus planes de expansion econ6mica y si se tomaba en cuenta que la posibili­ colonizaci6n en el norte de Mexico. dad de contar con cierta cooperaci6n, Debia hacerse, ademas, todo lo posible o aun con la absoluta neutralidad de para evitar que los gobiernos de Lin­ parte del segundo, estaria supeditada a coln y Juarez concluyeran un acuerdo la capacidad de convencer al gobiemo de alianza o cualquier convenio que de Juarez de que un Sur independiente resultase perjudicial para los intereses no planteaba amenaza alguna a la inte­ del Sur. En caso de que el regimen li­ gridad territorial de su pais. beral decidiera tomar partido por el Con todo, Pickett fue finalmente de­ Norte, la Confederaci6n podria prestar signado agente confidencial para re­ su apoyo a la facci6n conservadora y presentar a su gobiemo en Mexico; y ayudarla a retomar el poder. Por otra para hacer todavia mas dificil una posi­ parte, enfatizando que el Sur no debia ble evaluaci6n de los verdaderos pro­ descuidar su "herencia" en esa parte posltos de la Confederaci6n, se le ex­ del continente, Pickett agregaba: tendio un pliego de instrucciones en el que dominaba un tono por demas dis­ Me parece Innecesario hacer algo mas creto y mesurado. En ellas se indicaba que una alusi6n, en esta apresurada al agente que no solicitara el reconoci­ nota, a las inmensas ventajas que los miento diplomatico del Sur ni tampo­ co una recepcion oficial, pues bastaba 13 La larga gesti6n de Pickett en Veracruz no con que el gobiemo de Juarez se mos­ ha recibido atenci6n suficiente. Para un tra­ tarniento muy general vease Berbusse, "Two", 1975, pp. 501­512. 14 John Forsyth a Jefferson Davis, Washing­ 15 Pickett a Forsyth, Washington, 13 de mar­ ton, 20 de marzo de 1861 en RCSA, vol. 4, rollo 4. zo de 1861 en RCSA, vol. 4, rollo 4.

142 GERARDO GURZA LAVALLE trase dispuesto a sostener un inter­ Como se ve, estas sencillas instruc­ cambio amistoso y confidencial. Ade­ ciones reflejaban unicamente las preo­ mas de esto, y de otros puntos de esca­ cupaciones inmediatas de la Confede­ sa relevancia, destacaba nada mas una racion y, por tanto, implicaban una demanda de tono energico: aunque la separaci6n de las tendencias expan­ Confederaci6n no podia oponerse a sionistas tipicas de los afios cincuenta. que Mexico, en su capacidad soberana, Una consideraci6n, incluso superficial, celebrara convenios con Estados Uni­ de las circunstancias imperantes en dos, sf exigia la observacion de la mas 1861, apunta tambien a la conclusion estricta neutralidad y anticipaba su in­ de que la republica surefia no estaba a tenci6n de protestar "pronta y decidi­ la saz6n en condiciones de aventurar­ damente" si alguno de ellos implicara se en proyectos de engrandecimiento concesiones o ventajas especiales ("co­ territorial, toda vez que la guerra con rnerciales, politicas o territoriales") que el Norte demandaba todo su potencial, no fueran extendidas tambien al Sur.16 y, por otro lado, la expectativa de Io­ grar un pronto reconocimiento di­

16 Robert Toombs a Pickett, "General instruc­ morandum of instructions for mister Pickett" tions", Montgomery, 17 de mayo de 1861 y "Me­ (anexo al anterior) en RCSA, vol. 4, rollo 4.

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plomarico por parte de las potencias Al llegar a su destino, el agente con­ europeas marcaba la necesidad de se­ federado se encontro con un escena­ guir una linea prudente de conducta rio poco favorable a los intereses de la exterior. Para reforzar lo anterior, basta naci6n surefia, pues, practlcamente traer a cuenta el hecho de que en agos­ desde el inicio, pudo darse cuenta de to de 1861 Santiago Vidaurri, en ese que el gobierno de Juarez abrigaba entonces gobernador de Nuevo Le6n y mayores slmpatias hacia el bando nor­ Coahuila, invit6 discretamente al go­ tefio, Aun antes de que abandonara bierno surefio a iniciar negociaciones Veracruz para desplazarse hacia la capi­ para la incorporacion de los estados tal, alcanzaron sus oidos ciertos rumo­ bajo su mando a la Confederaci6n, res en el sentido de que aquel habia oferta que, pese a su generosidad, fue concedido a Estados Unidos un per­ rechazada sin titubeos por Jefferson miso para que sus tropas pudieran Davis.17 En suma, la interpretacion de cruzar cerritorio mexicano con el obje­ que el regimen rebelde estaba dis­ to de atacar a la Confederaci6n por la puesto a aprovechar la primera oportu­ reraguardia. En un principio pens6 nidad que se le presentara para apro­ que esa informaci6n no era digna de piarse de territorio mexicano carece de credito, pero como medida preventiva solidez. hizo circular la audaz insinuaci6n de Ahora bien, lo que queda por escla­ que si llegaba a otorgarse dicho per­ recer es el motivo de la elecci6n de miso, Mexico incurriria en una ruptura Pickett para viajar a Mexico a sabiendas de neutralidad tan grave que justifi­ de que se trataba de un devoto de la carfa una declaraci6n de guerra por version surefia del Destino Manifiesto parte del Sur. 18 Algunos dfas despues, y, mas todavia, el por que de la acep­ ya en la ciudad de Mexico, Pickett tacion, al menos implicita, que se dio a comunicaba con tranquilidad a sus su­ sus opiniones sobre la politica exterior periores que todo pareda indicar que mas conveniente para el frente diplo­ el gobierno de Juarez no serfa capaz matico mexicano. Esto ultimo cobra de cometer un error de esa magnitud, mayor relieve cuando se toma en cuen­ sabre todo debido a que habfa comple­ ca que las ideas expresadas en la carta mentado sus advertencias declarando cicada con anterioridad tuvieron un en repetidas ocasiones que en el mo­ peso decisivo en su gesti6n. menta en que se concediera un permi­ Es necesario detenerse brevemente so como ese, "30 000 agentes diploma­ en los rasgos mas significativos del de­ ticos cruzarian la frontera" para hacer sem pefio de Pickett en .Mexico para manifiesta su inconformidad. 19 despues intentar una explicaci6n. Este fue el comienzo de una cadena casi interminable de ejernplos que de­

17 Jose A. Quintero a Robert M. T. Hunter, Richmond, 19 de agosto de 1861, en RCSA, vol. 18 Pickett a Toombs, Jalapa, 27 de junio de 58, rollo 32; William M. Browne a Quintero, 1861, despacho num. 2, en RCSA, vol. 5, rollo 5. Richmond, 3 de septiembre de 1861 en RCSA, 19 Pickett a Toombs, Mexico, 11 de [ulio de vol. 12, rollo 10. 1861, despacho num. 3, en RCSA, vol. 5, rollo 5.

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notaban la absoluta carencia de tacto Posteriormente, el problema del diplomatico por parte del agente sure­ permiso para el transito de tropas de iio. Sin embargo, en este caso, las ame­ la Union por la ruta de Guaymas a Ari- nazas de invasion al menos obededan zona proporciono tarnbien varias opor­ a un proposito espedfico y consistente tunidades para que Pickett manifestara con el contenido de sus instrucciones, con toda libertad su vocacion expan­ o sea, impedir que Mexico confiriese sionista. Dicha conceston habia sido al gobiemo de Washington cualquier aprobada por el Congreso el 20 de ju­ privilegio que pudiera utilizarse en nio de 1861,21 y las autoridades mexi­ perjuicio de la Confederaclon, Pero la canas, ante las protestas del agente retorlca expansionista de Pickett no surefio, justificaron su decision en la tard6 en aflorar en su corresponden­ ignorancia de que la Confederaclon cia en una forma que hada pensar que reclamaba el territorio de Arizona co­ la anexi6n de territorios constituia tam­ mo parte de sus dominios. Asi, desde la bien uno de los objetivos de su misi6n. perspectiva del gobierno de Juarez, En las conversaciones que sostenia con la licencia no constituia violacion algu­ miembros de la comunidad extranjera na de la neutralidad, puesto que solo y de los circulos politicos locales, se le permitiria a las fuerzas estadunidenses preguntaba con frecuencia si el Sur no transitar de una parte a otra de su pro­ estaria acaso, ansioso por adquirir mas pio territorio. 22 En un principio, Pi­ territorio mexicano. Pickett se apresu­ ckett se mostr6 dispuesto a admitir es­ raba a contestar que esas ambiciones ta excusa, conformandose con sefialar eran cosa del pasado, pues desde que que Arizona era un territorio en dispu­ la Confederacion habla declarado su ta y que, por lo tanto, Mexico no podfa independencia el resorte mas evidente aceptar la autoridad de Washington del expansionismo surefio (la necesi­ sobre el mismo sin adoptar impHcita­ dad de mantener el equilibria de poder mente una postura parcial. 23 Sin em­ con el Norte) habia dejado de existir. bargo, al observar que el regimen Itbe­ No obstante, en los despachos dirigidos a sus supertores el ex consul en Vera­ 21 cruz expresaba su verdadero sentir: Vease William H. Seward a Matias Ro­ mero, Washington, 7 de mayo de 1861; Romero al Ministro de Relaciones Exteriores, Wash­ No debe suponerse, a parrir de este ington, 8 de mayo de 1861; Romero a Seward, lenguaje diplomatico, que no este yo Washington, 26 de agosto de 1861, todas en completamente convencido del hecho Romero, Correspondencia, 1870, vol. 1, pp. de que el Destina Manifiesto podrfa 721­722, 508. desmentir las afirmaciones anterlo­ 22 "Memoranda", John S. Cripps­Manuel res. iNadie lleva mas fija en la mente Maria de Zamacona, Mexico 17 de agosto de que el que esto escribe la gran verdad 1861, en RCSA, vol. 5, rollo 5; Zamacona a Ro­ de que la estrella del Imperio tomara su mero, Mexico, 8 de septiembre de 1861 en Ta­ mayo, Benito Juarez, 1965, vol. 4, p. 763. camino hacia el Sur!20 23 Pickett a Toombs, Mexico, 25 de agosto de 1861, despacho mirn, 7; Pickett a Toombs, 20 Pickett a Toombs, Mexico, 1 de agosto de Mexico, 28 de agosto de 1861, despacho num. 1861, despacho num, 5, en RCSA, vol. 5, rollo 5. 8, en RCSA, vol. 5, rollo 5.

LOS ESTADOS CONFEDERADOS DE AMERICA 145 ral no solo no rescindia el permiso, raba abiertamente objetivos anexio­ sino que ademas sostenia misteriosas nistas con respecto a su vecino. Segun negociaciones con el ministro estadu­ estas versiones, Pickett fue la eleccion rudense.j" empez6 a sugerir medidas 16gica de un regimen comprometido drasticas. En octubre de 1861 el agen­ con el esclavismo y con el expansionis­ te surefio recomend6 a sus superiores mo, y no existia contradiccion alguna que dispusieran el envio de un contin­ entre los excesos retoricos del agente gente militar a Monterrey con la finali­ sureno y la politica exterior de su go­ dad de retener esa ciudad como garan­ bierno. 26 tia de la neutralidad mexicana hasta No obstante, resulta muy dificil sos­ que pudiera lograrse un acuerdo de tener esta interpretacion si se roman paz con el Norte. Segun el agente su­ en cuenta los elementos que ya se han refio, si esa ocupacion era bien ejecuta­ mencionado, a saber: la absoluta ino­ da nada impedirfa que toda la region portunidad de una politica de este tipo del noreste mexicano pasara perma­ en la coyuntura de la guerra civil (la nentemente a manos confederadas. En probable apertura de un segundo fren­ esta forma, el permiso de transito y la te de guerra, el desvfo de recursos de cada vez mas ostensible parcialidad del por si escasos y el rechazo internacio­ gobierno de Juarez con respecto de la nal autornatico) y, evidencia quiza mas Union dejaban de constituir un motivo elocuente, la repulsa de} efferson Davis de preocupacion, pues, percibidos de a la sorprendente oferta de Santiago una manera adecuada, en realidad re­ Vidaurri. Por si esto no bastara, puede presentaban una "oportunidad de oro" agregarse el hecho de que el departa­ para que los Estados Confederados ade­ mento de Estado surerio no rectbio lantaran "una parte de ese inevitable masque dos despachos de Pickett, am­ destino que los impulsa hacia el Sur". 25 bos carentes de importancia, y que sus Este y otros pasajes similares de la mensajes restantes fueron intercepta­ correspondencia de Pickett han sido dos, por lo que su contenido perrna­ interpretados por varios autores como neci6 desconocido hasta que Pickett, una prueba contundente de que la ya de regreso en el Sur, entreg6 per­ Confederaci6n, guardando estricta co­ sonalmente un juego completo de herencia con sus antecedentes, procu­ copias. En consecuencia, el gobierno confederado no estuvo enterado de

24 Por esos dias se estaba negociando el Tra­ tado Corwin­Zamacona, mediante el cual el 26 Veanse, por ejemplo, Hendrick, States­ gobierno de Juarez esperaba obtener un presta­ men, 1939, p. 119; Mccornack, "Estados'', l9SS, mo de 9 000 000 de d6Jares, ofreciendo como pp. 336­339, 342; Owsley, King, 1931, pp. 92 y garantia de pago todos los terrenos publicos y ss. Fuentes Mares incluye un breve capitulo la propiedad eclesiasttca nacionalizada de los sabre Pickett en Iuarez, 1962, pp. 94­107, pero estados de Baja California, Sonora, Chihuahua y no aborda esta cuesti6n. Schoonover, Dollars, Sinaloa. Schoonover, Dollars, 1978, pp. SS y ss. 1978, pp. 13­48 presenta quiza el mejor analisls 25 Pickett a Toombs, Mexico, 29 de octubre de la misi6n de Pickett, aunque no torna una de 1861, despacho nurn. 12, en RCSA, vol. S, postura clara en torno a cuales eran Jos obje­ rollo S. tivos del gobierno confederado.

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manera oportuna del proceder de su de los elementos fundamentales del agente y, es obvio, no tuvo ocasi6n de ideario surefio; de manera simultanea, aprobar su conducta. 27 Por el contra­ los encargados de edificar el nuevo Es­ rio, existen indicios slgnificatlvos de tado no tardaron en cobrar conciencia que Pickett cay6 en desgracia mas tar­ de que los pilares del caracter nacional de debido a los desatinos cometidos du­ resultaban particulannente inadecuados rante su misi6n. Ciertos documentos para arrostrar las exigencias de una posteriores revelan que a su regreso a guerra de magnitudes desconocidas, o la Confederaci6n se le cerraron todas incluso para sentar las bases de un las puertas y que los altos funcionarios orden institucional y politico viable. del gobiemo empezaron a manifestarle A lo largo de los cuatro afios que una franca antipatia, De hecho, en una dur6 la contienda, la Confederaci6n carta dirtgida a Jefferson Davis dos atraves6 por un proceso de profundas anos despues, Pickett lleg6 a disculpar­ transformaciones: un transcurso Ueno se por la extravagancia que lo habfa ca­ de problemas nuevos e inesperados racterizado durante su desernpefio. 28 que implic6 un alejamiento cada vez Hace falta, entonces, responder a la mas notorio del pensamiento orto­ pregunta planteada paginas arras: epor doxo heredado de la etapa previa. La que se envi6 a Mexico a un hombre republica ideal, cimentada en un go­ cuyas opiniones se sabian de anterna­ bierno federal debil y en una vigorosa no divergentes de la pretendida mo­ autonomfa local, asi coma en la indis­ deracion que la dirigencia surefia de­ cutible superioridad social y economi­ seaba en su polftica exterior? ca de la producci6n agricola y del regi­ Una posible respuesta puede bus­ men laboral esclavista, pronto qued6 carse en las profundas · contradicciones subordinada a las necesidades practi­ ideol6gicas que la voragine de la guerra cas. El gobierno surefio se convirti6 civil depar6 a la Confederaci6n. Al mo­ gradualmente en una agenda de cen­ mento de inlciar su lucha armada por la tralizaci6n, arrogandose numerosas independencia, la naci6n surefia tuvo atribuciones propias del ambtto estatal que enfrentar una dificil paradoja: la y ampliando su esfera de acci6n hasta fundaci6n de un gobierno propio y abarcar areas antes vedadas. El Sur la elevaci6n de la otrora Ideologia regio­ agricola se transform6, por otra parte, nal al rango de ideologia nacional lle­ en productor de un sinnumero de ma­ varon consigo una inevitable exaltaci6n nufacturas necesarias para el esfuerzo belico, provocando con ello el erect­ 27 William H. Browne a Pickett, Richmond, miento de una clase trabajadora do­ 30 de noviernbre de 1861 y Pickett a Browne, mestica y SU concentraci6n en nucleos Veracruz, 31 de diciembre de 1861, ambos en urbanos.29 En lo que se refleria a la RCSA, vol. 4, rollo 4. esclavitud, la oferta de abolici6n reali­ 28 Pickett a Jefferson Davis, Richmond, 11 de enero de 1864. Vease tarnbien la nota que cie­ rra su cuademo de despachos, fechada en enero 29 Vandiver, "Confederacy", 1962, pp. 284­ de 1868 en Toronto. Ambos en RCSA, vol. 5, 285; Luraghi, "Civil", 1972, p. 246; Thomas, rollo 5. Confederacy, 1972, pp. 60­69.

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zada a las potencias europeas a cam­ de la vieja ideologia y, a la vez, de reco­ bio del reconocimiento diplomatico, nocimiento de su inutilidad para las en marzo de 1865, si bien fue una me­ circunstancias presentes, las demandas dida ultima y desesperada, constituye de continuidad de valores, creencias y quiza la muestra mas palpable de los principios como cimiento de la nueva cambios operados durante esos cuatro nacion, y la conciencia de la necesidad anos, Tai como sefiala un autor, esta de introducir modificaciones. oferta fue el signo de que la independen­ La aceptacion racita de las opinio­ cia dejaba de ser un medio para conser­ nes de Pickett refleja en buena medida var la forma de vida surefia y se con­ la renuencia a borrar de rnanera defini­ vertla en un fin valioso por si mismo. 30 tiva una ambici6n que englobaba sig­ Este transito al pragmatismo, sin nificados profundos para el pensamien­ embargo, no fue automatico ni resulto to surefio, pero sobretodo constituyo facil. Por el contrario, se llevo a cabo a una aprobacion de principios abstrac­ regafiadientes y contra la opinion de tos que no implicaban necesariamente aquellos que pensaron que se estaban un programa de accion. La retor ica perdiendo de vista los motivos de la expansionista de Pickett no proponia lucha. Se trato de un complejo debate una estrategia con pasos claramente interno que genero innumerables con­ enunciados, pues solo hacia referenda tradicciones. 31 a los anhelos tradicionales en un pia­ Estos contrasentidos debieron tener no ideal. De esta manera, el gobierno amplias repercusiones en la polftica confederado bien podia tolerar o in­ exterior de la Confederacion. En el ca­ cluso simpatizar con un discurso visio­ so de Mexico, la renuncia a los antiguos nario, que no involucraba plan concre­ anhelos expansionistas no podia darse to alguno, sin perder por ello de vista de manera instantanea. Induso los aban­ cual seria la Iinea de conducta exterior derados de la moderacion, represen­ mas adecuada para el contexto de la tantes de la actitud realista y mas preo­ guerra civil. Solo asi se explica que se cu pada por la procuracion de metas hayan dado por buenas las opiniones asequibles, no pudieron desvincular de Pickett al mismo tiempo que le tajantemente sus politicas de los viejos eran entregadas unas instrucciones intereses. En este sentido, es valido concebidas para guiar un desernpeno considerar la gestion de Pickett como moderado y prudente. Los problemas un epitome de la pugna entre el credo surgieron cuando el agente confedera­ recalcitrante y la postura mas ajustada a do se sinti6 autorizado para llevar sus las necesidades del momenco. Su nom­ impresiones a la practica, tomando ini­ bramiento puede interpretarse como ciativas que concordaban con su per­ un sintoma de la indefinicion que pri­ cepci6n pero que se separaron cada vaba en el gobierno surefio al atravesar vez mas del contenido de sus instruc­ la paradojica coyuntura de exaltacion ciones. Al actuar de este modo Pickett mostraba su propia confusion, ya que 30 Thomas, Confederacy, 1972, p. 131. inter'preto su nombramiento como 31 Faust, Creation, 1988, p. 85. una confirmaci6n de que su parecer

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coincidfa con los criterios del departa­ la vigorosa influencia de estos se filtro mento de Estado surefio, continuamente al desempefio de un De esta manera, la primera tentativa gobierno que trataba de sacrificarlos a diplomatica confederada con respecto la vez que segufa reconociendo su a Mexico32 se encontro con el fracaso valor para mantener la coherencia de que su indefinici6n le preparaba de la vision de mundo que le habia dado antemano, pues, como ya se mencio­ origen. no, la mayoria de los despachos de Pi­ ckett fueron interceptados en el correo y llegaron a manos de Juarez y sus mi­ BIBLIOGRAFiA nistros, 33 quienes al leer su contenido no hicieron sino confirmar sus sirn­ ­Berbusse, Edward J., "Two kentuckians patfas por el Norte y su repudio hacia evaluate the mexican scene from Veracruz, la Confederaci6n. 1853­1861", The Americas, vol. 31, mim. 4, Asi, aunque la dirigencia surefia hi­ 1975. zo lo posible por suspender la vigencia ­Davis,Jefferson , The rise and fall of the de los antiguos ideales, al menos du­ Confederate Government, Da Capo Press, Nueva York, 1990, 2 vols. rante el tiempo que durase la guerra, ­Faust, Drew Gilpin, The creation of confederate nationalism. Ideology and

32 identity in the civil war South, En terminos generales, puede hablarse de State University Press, Baton Rouge, 1988. tres tentativas o ensayos diplomattcos de la Confederaci6n en Mexico. La prirnera esta re­ ­Fuentes Mares, Jose, Juarez y la Inter­ presentada en la misi6n de Pickett. La segunda venci6n, ]us, Mexico, 1962. se desarroll6 en la zona fronteriza (, Coa- ­Genovese, Eugene D., The political huila, Nuevo Leon y Tamaulipas) y tuvo como economy of slavery. Studies in the econo­ principales protagonistas a las autoridades my and society of the slave South, Wesle­ locales de ambos lados de la frontera. La tercera yan University Press, Middletown Connec­ constituy6 un intento por utilizar a Mexico ticut, 1989. como instrumento para lograr un acercamiento ­Gurza Lavalle, Gerardo, "Una vecindad con Francia durante la guerra de intervenci6n. efimera; Los Estados Confederados de Este esfuerzo se llev6 a cabo en Paris, pues el y objeto era convencer a Napoleon III de que la America su politica exterior hacia Mexico, viabilidad del imperio mexicano dependia por 1861­1865", tests de maestria, Inst ituto completo de la independencia del Sur. Vease Mora, 1998. Gurza, "Vecindad", 1998. ­Heridrick, Burton j., Statesmen of the 33 El mismo Pickett pudo enterarse de que lost cause. Jefferson Davis and his cabi­ este habia sido el procedimiento que sisremati­ net, Little, Brown and Company, Boston, camente se habia seguido con sus despachos 1939. cuando, al hacer una escala en Tampico du­ ­Hunt, Michael, Ideology and U. S. fo­ rante su viaje de regreso a la Confederaci6n, el reign policy, Yale University Press, New encargado local de correos le confi6 que por 6rdenes superiores habla detenido toda su co­ Haven, 1987. rrespondencia, enviandola de vuelta a la ciudad ­Luraghi, Raimondo, "The civil war and de Mexico. Los pormenores de este incidente the modernization of american society: se describen en Pickett a Jefferson Davis, Rich­ social structure and industrial revolution in mond, 11 de enero de 1864, en RCSA, vol. 5, the old south before and during the war", rollo 5. Civil War History, vol. 18, num. 3, 1972.

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