Seguridad Y Defensa, En La Historia Ecuatoriana
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SEGURIDAD Y DEFENSA, EN LA HISTORIA ECUATORIANA TOMO I PACO MONCAYO Casa de la Cultura Ecuatoriana Camilo Restrepo Guzmán Presidente Nacional Patricio Herrera Crespo Director de Publicaciones Seguridad y Defensa, en la historia ecuatoriana, Tomo I © Paco Moncayo, Edición–CCE–2018 ISBN: 0000000000000 Correción de textos: Flor de Té Chiriboga. Diseño y diagramación: Leonardo Tafur R. Diseño de portada: Santiago Ávila S. Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión Dirección de Publicaciones Avs. Seis de Diciembre N16-224 y Patria Telfs.: 2 527440 Ext.:138/213 [email protected] www.casadelacultura.gob.ec QuitoEcuador SEGURIDAD Y DEFENSA, EN LA HISTORIA ECUATORIANA TOMO I PACO MONCAYO EJÉRCITOS ABORÍGENES INTRODUCCIÓN.- EL REINO DE QUITO.- EL EJÉRCITO QUITEÑO.- EL INCARIO.- EL EJÉRCITO DEL INCA.- GUERRAS DE RESISTENCIA A TÚPAC YUPANQUI.- GUERRAS DE RESISTENCIA A HUAYNA CÁPAC.- LA GUERRA CIVIL. INTRODUCCIÓN Escribir la historia de los ejércitos aborígenes presenta algunas complejidades. Implica acudir al testimonio de personas que participaron de los acontecimientos o fueron testigos presenciales de los mismos, sistematizar los aportes de cronistas que recibieron información de testigos de hechos sucedidos con anterioridad a su arribo a América y analizar la información de historiadores, arqueólogos, antropólogos, lingüistas y otros especialistas. Los testimonios de actores de los hechos están, como es obvio, cargados de sub- jetividad. En muchos casos, siendo los conquistadores en su mayoría analfabetos, dispusieron a sus secretarios escribir los informes para las autoridades americanas y españolas exagerando méritos propios o relativizando los ajenos. En algunos casos, intentaron crear una imagen negativa de sus competidores o rivales. En cuanto a los cronistas, sus relatos tienen la influencia de las fuentes de la in- formación. Algunos de ellos vivieron y escribieron en el Cuzco o en Lima, donde los descendientes de los incas procuraron exaltar y, en algunos casos, sobredimensionar, las hazañas civilizatorias de su pueblo, a la vez que desmerecer los avances culturales de las naciones conquistadas. Además, todo Estado, especialmente el imperial, procura, a través de sus aparatos ideológicos, legitimar la dominación y justificar su hegemonía. El Incario no tenía por qué ser la excepción. Influye, adicionalmente, en la diversidad de los relatos, el enfoque asumido por cada Estado nacional, en su afán de legitimar su existencia y, en más de un caso, de justificar sus afanes expansionistas. En este aspecto, es notable cómo políticos, diplomáticos y militares peruanos sostuvieron tesis orientadas a la reconstrucción del Tahuantinsuyo; del mismo modo que en el Ecuador se reforzó el mito fundacional del Reino de Quito. En todo caso, se debe considerar que lo anterior ha sucedido en la casi genera- lidad de procesos de conformación de los Estados nacionales y de los imperios en el mundo entero. Siempre los historiadores, al intermediar entre los hechos que investigan y su relato, escriben desde una circunstancia personal, en un espacio y tiempo específicos. Por esta razón, cuando Luis Andrade Reimers decide publicar la ‘verdadera’ historia de Atahualpa, denuncia al hacerlo la existencia de ‘falsas’ histo- rias, y aclara que: “Todo historiador es básicamente un testigo, el cual depone ante el público los hechos del pasado. Para que merezca nuestra fe debe constar, por una parte, que pudo conocer la verdad de los hechos y, por otra, que no tuvo intención alguna de engañar”.1 1 Andrade Reimers Luis, La verdadera historia de Atahualpa, FED, Quito, 1999, p.49 9 No se puede, además, soslayar que el conocimiento histórico, como toda forma de conocimiento, tiene razón de ser en la medida que es útil para los seres humanos. Y que puede ser utilizado con intencionalidades políticas y geopolíticas. A ello se refieren los esposos Piedad y Alfredo Costales, cuando advierten: “aún no hemos perdido la guerra con la historia, que a pesar de las conspiraciones internas de los propios ecuatorianos y la mentirosa actitud de los sureños, de ahora y de siempre, los testimonios de todas las ciencias están a favor de ese brillante pasado que se ha querido ocultar o que ha estado oculto por nuestra propia incuria”.2 En la misma línea de pensamiento, el historiador Lenin Ortiz Arciniegas afirma: “La historiografía filoincásica que nos despoja de historia y nos torna huairapamush- cas (hijos del viento), omite más de 19.500 años de desarrollo propio de los pueblos originarios de la región. La consigna de los sectores dominantes ha sido que pueblo sin pasado es fácilmente dominado y explotado… El arte popular, la tradición oral y en general toda expresión etnográfica auténtica está sometida al proceso acelera- do de aculturación eurocentrista o norteamericana… Casi la totalidad de estudios es realizada desde posiciones ideológicas difusionistas, positivistas, eurocentristas y neocolonialistas que inauguran la historia con el advenimiento inca y europeo”.3 Estas advertencias tienen razón de ser para la lectura de este trabajo que se limi- tará a presentar y comentar los relatos de diversos autores que escribieron sobre los acontecimientos suscitados en territorios del actual Ecuador, en la época aborigen, considerando con Federico González Suárez, que: “La historia de los incas del Perú ha sido escrita por muchos autores, pero apenas habrá historia más incierta ni más discordante que la de los antiguos soberanos del Cuzco. Cada autor la refiere a su modo, y no hay perfecta conformidad entre ninguno de ellos”.4 Martín Lienhard, refuerza el criterio del ilustre prelado cuando relata que el li- cenciado Vaca de Castro, gobernador del Perú, “… pretendiendo con mucha solici- tud saber la antigualla de los indios de este reino y el origen de los Ingas, señores que fueron de estos reinos, y si fueron naturales de esta tierra o advenedizos de otras par- tes”, convocó a comparecer ante su presencia a las personas de más edad del Cuzco para interrogarles al respecto, pero “… ninguno informó con satisfacción sino muy variablemente cada uno en derecho de su parte, sin saber dar otra razón más que todos los Ingas fueron descendientes de Mango Cápac, que fue el primer Inga...”.5 Con estas ideas en mente, se desarrolla el estudio de los Ejércitos Aborígenes del 2 Costales Piedad y Alfredo.-El Reino de Quito, Ed. ABYA YALA, Quito, 1992, p.43 3 Ortiz Arciniegas Lenin, Cochasquí, El agua del frente de la mitad, p.60 4 González Suárez Federico, Historia General del Ecuador, Libro Primero, Tiempos antiguos o el Ecuador antes de la conquista, Ed. Clásicos Ariel, No.28, Quito, p.45 5 Lienhard Martín, Testimonios, Cartas y Manifiestos Desde la conquista hasta comienzos del siglo XX, Selección, prólogo, notas, glosario y Bibliografía, Biblioteca Ayacucho, 1992, Vene- zuela, p.154 10 Ecuador actual, con énfasis en los aspectos militares de este apasionante período de la historia, acudiendo a las siguientes fuentes: Crónica del Perú. El señorío de los incas, de Pedro Cieza de León (España 1518 -1554), calificado por Marcos Jiménez de la Espada ‘El príncipe de los cronistas españoles’. A él se atribuye haber sido el primero en periodizar metódicamente la historia prehispánica en las épocas pre-incaica, incaica, descubrimiento y conquista. Suma y Narración de los incas, de Juan Díez de Betanzos y Araos (Betanzos, 1510 - Cuzco, 1576), cronista español que acompañó a Francisco Pizarro y a Diego de Almagro en la conquista del Perú, llegó a dominar el idioma de los nativos y trabajó muy cercano a Francisco Pizarro. Comentarios Reales de los incas, de Garcilaso de la Vega (Cuzco1539 - Córdoba 1616), primer historiador mestizo, que logró conciliar sus dos herencias culturales. Sus relatos tienen una gran carga de subjetividad al exaltar todo lo que corresponde a sus antepasados incas. Crónica y buen gobierno, de Guamán Poma (Ayacucho 1556 - Lima 1644), reco- ge datos sobre el Perú de los últimos años del siglo XVI y primeros del siglo XVII. Argumentó pertenecer a una noble estirpe pre inca e inca y denunció la explotación que soportaban los pueblos indígenas, reclamando del rey reformas para el gobierno colonial. Historia de la Conquista del Perú de William H. Prescott, (Massachusetts 1796 - Boston 1859), considerado uno de los mayores hispanistas norteamericanos, autor también de ‘La Historia de la conquista de México’ (1843). Miscelánea Antártica de Miguel Cabello de Balboa (Málaga 1535 - Camata 1608), especialmente en el relato de la guerra civil entre los ejércitos de Atahualpa y Huáscar. Verdadera relación de la conquista del Perú, Francisco de Jerez, (Sevilla 1497 - ? 1565), secretario y escribano oficial de la expedición de Francisco Pizarro y testigo de los acontecimientos que culminaron con la muerte de Atahualpa y caída del Imperio. De los historiadores ecuatorianos: “Historia del Reino de Quito en la América Meridional, La Historia Antigua”, del padre Juan de Velasco (Riobamba 1727- Faenza 1792). De este jesuita de excep- cional y atildada formación académica, dice Federico González Suárez: “Tuvo el P. Velasco la fortuna de investigar los manuscritos de Bravo de Saravia, del Padre Niza, de Palomino y de Montenegro, a quienes cita varias veces, y en cuya autoridad se apoya a menudo en el discurso de su narración… El P. Velasco tuvo además la venta- ja de recorrer todas las provincias del Reino, de conocerlas despacio y de examinarlas prolijamente: conocía y hablaba muy bien la lengua nativa de los indios y estudió nuestro país en circunstancias muy favorables, cuando todavía estaban en pie varios 11 monumentos de los antiguos pueblos. Su testimonio merece crédito y equivale para nosotros al de los otros autores, cuyos escritos se han perdido…”.6 “Historia General de la República del Ecuador” de Federico González Suárez(- Quito 1844 - 1917), un sacerdote, historiador y arqueólogo ecuatoriano, que narra los acontecimientos sucedidos en territorio ecuatoriano desde la era precolombina hasta la independencia. Su investigación la realizó en numerosos documentos en archivos nacionales y en España, de Sevilla y Alcalá de Henares.