Derecha Y Poder Local
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La Dictadura de Primo de Rivera 201 2.- La Dictadura de Primo de Rivera. El golpe de Estado de Primo de Rivera cerraba de manera autoritaria la descomposición política y social de la Restauración. En 1923, el desmantelamiento del Estado liberal parecía para buena parte de las clases dominantes en España un paso previo para establecer una nueva dinámica capaz a la vez de regenerar la vida política al forjar un nuevo consenso conservador y de frenar o reconducir las reivindicaciones populares que cuestionaban su dominio. Sin embargo, este acuerdo básico distaba mucho de ser ampliado a aspectos fundamentales como la duración de las medidas excepcionales, el sentido y concreción de la regeneración y, especialmente, los sectores políticos y sociales que se iban a ver favorecidos por la nueva situación. Las dificultades para alcanzar una solución estable eran grandes, especialmente a la hora de solucionar el encaje de las reivindicaciones autonomistas o nacionalistas. En el País Vasco bastó la supresión de las libertades y el cierre de los batzokis para desactivar al nacionalismo vasco. Sin posibilidad de movilización electoral y sin tejido asociativo, un movimiento desde fuera del sistema como era el nacionalismo vasco no podía hacer gran cosa, a no ser que optara por la insurgencia, estrategia que ni los aberrianos estaban dispuestos a desarrollar. La cuestión era mucho más compleja en Cataluña. Gran parte de las clases dominantes era catalanista y, además, habían apoyado a través de la Lliga el golpe de Estado. Esta circunstancia planteaba a la Dictadura dos retos importantes: obviamente, dar respuesta a las reivindicaciones autonomistas, pero, además, decidir el papel que la clase política catalanista iba a jugar en la nueva 202 La Dictadura de Primo de Rivera situación. Para acabar de complicar la situación, existía en Cataluña toda una cultura catalanista que por esa época ya había conseguido hegemonizar la vida cultural. Todos estos factores ayudan a entender que no fuera fácil para la Dictadura estabilizar la política catalana, especialmente en los escenarios locales. Para las élites políticas locales, una cosa era retornar al sano regionalismo limitando las radicalidades nacionalistas y otra desandar el camino recorrido en las últimas dos décadas. Pero, incluso en ese caso, otra cosa muy distinta era dejarse desplazar al frente del poder local por sectores minoritarios y poco representativos del conglomerado de fuerzas vivas y políticas. El contraste entre la situación en el País Vasco y Cataluña es especialmente claro en este ámbito local. Mientras en el País Vasco a la Dictadura le bastaba simplemente con impedir que el nacionalismo o los republicanos llegasen al poder, en Cataluña tocaba a las fuerzas vivas, a las bases del sistema de la Monarquía. Por ello, la estabilidad presidió la vida política del País Vasco, donde, suprimida la confrontación política, siguieron mandando los de siempre; mientras que en Cataluña se enfrentó a las múltiples resistencias de los desplazados del poder. De ahí que los personajes que potenció la Dictadura no consiguieran establecer sólidas redes de penetración, que acabaran siendo fuertemente dependientes del favor estatal y que la inestabilidad fuese la tónica. 2.1.- Las derechas locales tras el Golpe de Estado. En Vilanova una derecha en avanzado estado de descomposición política no podía dejar de saludar un conjunto de disposiciones autoritarias que, además de solucionar las graves tensiones sociales y asegurar un gobierno conservador, le devolvía la anhelada parcela de Estado que finalmente había perdido ante los republicanos (el ayuntamiento). Al producirse el golpe militar, la prensa de derechas que continuó publicándose acogió favorablemente las medias extraordinarias que proponía el Dictador. En octubre de 1923, el prodinástico Diario de Villanueva y Geltrú aplaudía la substitución del ayuntamiento por los vocales asociados. Ante la recuperación electoral La Dictadura de Primo de Rivera 203 de la izquierda y la grave crisis política que afectaba a la derecha local, el Diario se mostraba partidario de encontrar un nuevo sistema de representanción política que acabara con una situación en la que, como venía denunciando Josep Ferrer-Vidal desde sus páginas, “nuestros estadistas han arreglado las cosas de manera que una gran parte de los contribuyentes tengan sus votos anulados por miles de electores que cobran del Municipio”1. El criterio utilizado por el Directorio establecía como mínimo un denominador común desde el que iniciar una nueva dinámica de derechas. Los vocales asociados llamados a substituir a los concejales “tienen una esencial diferencia con éstos: la solvencia. Están extraídos de la lista de contribuyentes”2. Se trataba del primer paso hacia el corporativismo, contemplado como única vía para alcanzar la largamente anhelada regeneración y el fin del caciquismo: “Puede decirse que la reforma que más sensación ha producido es la destitución de los ayuntamientos. Fué unànime el aplauso. ¡No dirá Maura ahora que no hay pulso! ¡Comprenderá quizás que no supo encontrarselo!; pero el gran público se decepciona un tanto al ver que en algunos sitios los Alcaldes y los Vocales sustitutos son también hechura del caciquismo”3 La Defensa saludó rápidamente las propuestas regeneracionistas del Dictador contra una situación “creada pels desacerts de l'actuació funestíssima d'uns polítics més malvats que ineptes”4; pero se mostraba mucho más prudente que el Diario en su valoración de la reforma del sistema político y comenzó pronto a desconfiar del sentido concreto que tomaba. Las reticencias de los católicos vilanoveses no se derivaban, sin embargo, de la vulneración de los principios básicos del Estado liberal que las medidas del Directorio Militar implicaban. Por el contario, en las ediciones siguientes al golpe de Estado, el portavoz del catolicismo vilanovés alababa la supresión del jurado, la ejemplaridad y rapidez con que se condenó a muerte a los asaltantes de la Caja de Terrassa, los manifiestos dirigidos a patrones y obreros y la campaña moralizadora iniciada por el Directorio. Incluso, pedía mayor dureza en la persecución de los enemigos del orden 1.- FERRER-VIDAL, J. La propiedad ante el Municipio y el Estado. El Regionalismo como estado administrativo. El Problema de la Vivienda; Vilanova, Impr. Diario, 1922, p. 12. 2.- RASEA L “Concejales con fianza”, Diario de Villanueva y Geltrú, 11-X-1923. 3.- RASEAL “Concejales con fianza”, Diario de Villanueva y Geltrú, 11-X-1923. 4.- “Un cop d'Estat”, La Defensa, 15-IX-1923. 204 La Dictadura de Primo de Rivera público y, sobre todo, la intervención directa y coactiva del Estado en el campo de la moral, suprimiendo los diarios y espectáculos contrarios a la Iglesia y a la moral5 y el castigo gobernativo para los malhablados6. En resumen, los católicos vilanoveses no sólo aplaudían el autoritarismo estatal, sino que además pretendían que éste se pusieran al servicio de la moral católica.. Con esta actitud, los católicos vilanoveses no diferían en exceso de los planteamientos del catolicismo vasco. En Barakaldo, la Tercera Asamblea de Cooperadores Salesiana, presidida por el cura párroco, dirigía un escrito al ayuntamiento en febrero de 1924 que no dejaba lugar a dudas sobre su pretensión de aprovechar el giro autoritario introducido por la Dictadura, muy positivamente valorado, para imponer sus objetivos. Así, “persuadidos de que habremos cumplido con un sacratísimo deber de ciudadanía, é interpretando los grandes anhelos de nuestros gobernantes que afortunadamente hoy nos rigen, anhelos que empiezan ya a cristalizar con la realidad de los hechos hacia la consecución de una verdadera regeneración social,” las autoridades eclesiásticas locales exponían al Ayuntamiento sus conclusiones sobre la moral pública para que éste las hiciera cumplir “poniendo en práctica los admirables resortes que las leyes ponen a su alcance”7. La medidas propuestas se referían a la blasfemia y las publicaciones contrarias a la moral católica. El ayuntamiento, por su parte, respondía a esta petición de “poner coto y mordaza, si preciso fuera, á esos entes irracionales que se empeñan en invertir los órganos de sus ser” asumiendo por unanimidad las conclusiones de la asamblea y dando orden a la guardia municipal “de que dedique especial atención á los fines a que dichos acuerdos se refieren”8 Los halagos de las autoridades locales barakaldesas a las pretensiones católicas se mantuvieron durante toda la Dictadura. En mayo de 1926 se acordada otorgar un donativo de 1000 pesetas para la reconstrucción de la iglesia de Amorrobieta destruida por un incendio y, en noviembre del mismo año, se elevaba a 250 pesetas la aportación del ayuntamiento al monumento del Corazón de Jesús de Bilbao “considerando que es 5.- “Després del cop d'Estat” La Defensa, 6-X-1923. 6.- “Després del Cop d'Estat” La Defensa, 29-IX-1923. 7.- [Escrito al ayuntamiento], 26-II-1924, 247-12, AMB. (La cursiva es mía) 8.- “Sesión ordinaria de 12 de marzo de 1924", 247-12, AMB. La Dictadura de Primo de Rivera 205 exigua la cantidad de cincuenta pesetas que se propone, dada la importancia de este pueblo”9. Obviamente, la corporación asistió al año siguiente a la inauguración del monumento. Otras medidas que ilustran la buena relación de los consistorios dictatoriales con la Iglesia eran el adelanto de 4000 pesetas al párroco del Regato para efectuar reparaciones en la iglesia o la subvención a las funciones de beneficencia de las Damas Catequistas. Por otro lado, el cura párroco estuvo presente en todas la reuniones de fuerzas vivas convocadas para los distintos actos y fue abundante la presencia católica en la comisión de homenaje a Primo de Rivera. Las reticencias del catolicismo vilanovés, como las que pudiera tener el catolicismo barakaldés, no se derivaban, pues, de su participación del carácter democrático que según Garcia Checa habría impedido al catolicismo catalán, a diferencia del español, “admetre o justificar la dictadura”10. Para la derecha católica vilanovesa el principal punto de fricción con el nuevo régimen provenía del carácter anticatalanista que desde las primeras medidas extraordinarias tomaba la política del Directorio.