TRABAJOS DE PREHISTORIA 51, n. O1, 1994, pp. 111-125 APROXIMACiÓN AL ESTUDIO ETNOARQUEOLÓGICO DEL GUADIANA MENOR (JAÉN)

A PPROACHES TO ETHNOARCHAEOLOGY IN THE GUADIANA MENOR VALLEY (JAÉN)

MACARENA FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ (*) FRANCISCO JAVIER LÓPEZ FERNÁNDEZ (*) ANTONIO MADRIGAL BELINCHÓN (**) VICTORINO MAYORAL HERRERA (**)

RESUMEN . cent pasto Oral evidence given by the people that lived un­ der those conditions is of great help in order to unders­ La Etnoarqueología no ha sido habitualmente utili­ tand and compare the organisation and use of the lands­ zada en España, probablemente por fa lta de reconoci­ cape through time. In this paper we begin the study of an miento de un nexo con un pasado remoto. Sin embargo, area centered on the Guadiana Menor River Valley, using consideramos que en ciertas áreas apartadas y con re­ archaeological data (Iron Age), and medieval and recent cursos limitados, han podido mantenerse formas de vida written sources. básicamente similares, al menos desde fines de la Edad del Hierro hasta hace relativamente poco tiempo. Los testimonios ofrecidos por las personas que vivieron en esas condiciones son de gran ayuda para comprender y Palabras clave: Etnoarqueología. Cultura ibérica. Hábi­ comparar la organización y el uso del paisaje a través del tat Rural. Economía. Guadiana Menor. tiempo. En este trabajo se analiza un área centrada en el Valle del Guadiana Menor, a partir de fuentes arqueoló• Key words: Ethnoarchaeology. Iberian culture. Rural gicas, medievales y recientes. Settlement. Economy. Guadiana Menor.

ABSTRACT

Ethnoarchaeology has not been employed very ofien in , probably because we do not recognise any link INTRODUCCIÓN with our remote pasto However, we think that some mar­ ginal areas with limited resources have maintained a quite Al igual que ocurre en muchos otros países similar way of life at least from the Iron Age until the re- del ámbito mediterráneo (por referirnos sólo a nuestro entorno más inmediato), y debido en gran medida a una incorporación a un proceso (*) Museos municipales de Ciudad Real. de industrialización muy desigual y en general (**) Departamento de Prehistoria. Facultad de Geo­ grafía e Historia. Universidad Complutense. 28040 Ma­ retardado, en España existen aún amplias zonas drid. en las que las formas económicas y sociales del El artículo fue remitido en su versión final el 17-1-94. mundo rural tradicional se han mantenido hasta

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tiempos muy recientes. Sólo a partir de los últi­ EN TORNO AL CONCEPTO mos treinta años estos lugares han empezado a DE ETNOARQUEOLOGIA romper su aislamiento, y han sufrido una fuerte transformación que ha implicado una radical Al compás de los sucesivos y acentuados modificación de los modos de vida de sus habi­ movimientos pendulares que ha experimentado tantes. la teoría arqueológica desde sus inicios, la infor­ El núcleo fundamental de dichas formas de mación etnográfica ha sido objeto de un trata­ vida ha sido una economía campesina suma­ miento muy desigual. Por encima de todo hay mente autárquica, unos recursos tecnológicos que resaltar la gran frecuencia con que se ha de carácter pre-industrial y una estrecha adap­ empleado para establecer analogías sin una se­ tación a un entorno ambiental que general­ ria consideración de los contextos ambientales, mente presenta fuertes limitaciones. culturales e históricos de los datos que se pre­ El valle del Guadiana Menor, zona en la que tendían extrapolar hacia el pasado. vamos a centrar nuestro estudio, ofrece todas Durante toda la década de los sesenta y se­ estas características. Desde 1983 se vienen reali­ tenta los planteamientos de la arqueología tra­ zando allí investigaciones arqueológicas en el dicional fueron sometidos a una intensa labor contexto de un proyecto denominado "El po­ de crítica. En el marco de la grave crisis que blamiento ibérico en el valle del Guadiana Me­ esta corriente provoca nace la necesidad de de­ nor", dirigido por los doctores Teresa Chapa sarrollar nuevos puntos de referencia teórica, y Brunet y Juan Pereira Sieso, cuyo centro prin­ la Etnoarqueología, que tiene como verdadero cipal de intervención es la necrópolis y el po­ punto de arranque este momento, juega un im­ blado ibéricos de Los Castellones de Ceal (Hi­ portante papel al respecto al menos en dos sen­ nojares, Jaén). tidos principales. Diez años de excavaciones han facilitado un En primer lugar, debido al notable cambio intenso contacto con las gentes del lugar. A tra­ operado en los objetivos de la Arqueología, se vés de su testimonio y opiniones fue como em­ produjo un gran vacío teórico que indujo a mu­ pezamos a percibir la gran riqueza etnográfica chos a tomar prestados modelos e ideas directa­ que aún conservaba la región, y la participación mente de la teoría antropológica (del mismo de algunas de estas personas en los trabajos de modo que se hizo con otras disciplinas como la campo nos sensibilizó además sobre el valor Geografía o las Ciencias Naturales). De este potencial de este patrimonio para la contrasta­ modo se crearon relaciones de dependencia ción de problemas surgidos en el curso de la ex­ (Gould, 1980: 2) en perjuicio de la vitalidad y cavación arqueológica. Las crecientes eviden­ validez de un enfoque específicamente arqueo­ cias de una escasa modificación del medio lógico. Ulteriores desarrollos por este camino natural en los últimos dos milenios fueron un han llevado a algunos arqueólogos a tomar incentivo más para plantear la posibilidad de parte activa en la utilización de datos y procedi­ que procesos adaptativos desarrollados en mientos etnográficos, fomentando de este época ibérica pudieran ser mejor comprendidos modo la creación de verdaderos estudios inter­ a la luz del conocimiento de las adaptaciones disciplinares. propias de la vida rural tradicional que ahora Por otra parte, y en íntima relación con las se extingue. mencionadas transformaciones, fueron plantea­ A la hora de emprender nuestro estudio, y dos nuevos desafíos metodológicos, al cuestio­ como esperamos argumentar suficientemente narse la posibilidad de que la Arqueología lo­ en el curso de este artículo, consideramos la grara extraer del registro material pautas que aproximación metodológica de la Etnoarqueo­ aportaran información significativa sobre cual­ logía como el camino más productivo y estimu­ quier aspecto del comportamiento humano. lante. Se impone, antes de continuar, una breve Así, autores como Schiffer (1976) o Binford reflexión sobre este concepto, que será al (1977, 1981) (recogidos en Trigger, 1992: 336) tiempo un intento de clarificación sobre nues­ han intentado tratar de un modo sistemático la tras expectativas y objetivos. especificidad de los datos arqueológicos, así como la creación de técnicas concretas para comprender las relaciones entre estos y los complejos sistemas humanos en funciona-

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miento. Esto es lo que da sentido a la propuesta Onrubia (1987: 61) , por su parte, al igual que binfordiana del establecimiento de una Teoría Kent percibe el carácter crucial que tiene la va­ de Alcance Medio, esto es, de sistemas para in­ loración de la analogía en la resolución de pro­ vestigar de que modo factores adaptativos, cul­ blemas arqueológicos y antropológicos en gene­ turales o no intencionales influyen en las distri­ ral, y en concreto en la validación del uso de buciones de artefactos documentadas por los información etnográfica, afirmando que: "en su arqueólogos. Respecto a todo esto lo significa­ uso adecuado radica la legitimación de su interés tivo para nosotros es que uno de los caminos estratégico para el arqueólogo". trazados en esa dirección es un uso crítico de la Esta preocupación por el valor de la analo­ información que aportan las sociedades vivas a gía queda plasmada en ocasiones en la aprecia­ través de la Etnoarqueología. ción de una escala en la que poder situar los A partir de las líneas esbozadas durante el ejercicios de analogía etnográfica en función de desarrollo y crisis de la "Nueva Arqueología", su fiabilidad, para cuya evaluación el principal las publicaciones presentadas bajo el epígrafe criterio que se tiene en cuenta es la mayor o de "Etnoarqueología" han sido muy abundan­ menor distancia espacio-temporal de los casos tes. que se pretenden poner en relación. En realidad, pueden hacerse infinidad de co­ Pero aunque formulemos tantos criterios sas con datos etnográficos en relación con infor­ restrictivos como queramos para dar como váli­ mación arqueológica que estan muy lejos de po­ das conclusiones derivadas de su uso, la misma derse denominar estudios etnoarqueológicos. base conceptual de la analogía la coloca en un De hecho esta vasta bibliografía abarca una plano de debilidad teórica: continua o disconti­ amplia gama de premisas teóricas, procedimien­ nua, sistemática o selectiva, una vez se ha per­ tos y objetivos. dido la conexión entre las culturas vivas que Los diversos intentos que han sido hechos usamos como referente y las culturas del pa­ para poner un poco de orden en todo este pano­ sado, ambos tipos de analogía nos obligan a dar rama van desde esfuerzos mas o menos "taxo­ el mismo peligroso salto al asumir que las casi­ nómicos" (Stiles, 1977), hasta visiones ambicio­ llas en blanco del registro arqueológico pueden sas que pretenden indagar sobre los principios rellenarse con casos "análogos" del presente co­ filosóficos subyacentes a los principales trabajos nocidos de un modo mas completo, proce­ etnoarqueológicos (David, 1992). Su crítica ex­ diendo así quizá (por reducción al absurdo) tan cede por completo el espacio del que dispone­ alegremente como los ingenieros genéticos de mos. Bastará aquí decir que de entre todos los "Parque Jurásico", que reconstruían el ADN de trabajos consultados nos llaman la atención los seres extinguidos hace mas de 60 millones de análisis de Susan Kent (1987), y Jorge Onrubia años a partir de la fresca y viva materia prima (1987), por cuanto ambos abordan dos cuestio­ aportada por anfibios actuales (1). nes cruciales para la definición de la naturaleza Desde este punto de vista la necesidad de la de la Etnoarqueología, y por consiguiente para analogía dentro de un enfoque determinado de­ el tratamiento de la información etnográfica fine por exclusión lo que es Etnoarqueología. que hemos recopilado: la analogía y el unifor­ Así la analogía cobraría sentido en iniciativas mismo. orientadas a crear reconstrucciones histórico• Respecto a la primera, ya numerosos auto­ culturales, o simplemente muestrarios de refe­ res han llamado la atención manifestando que rencias etnográficas para el estudio descriptivo la analogía nos ha llevado todo lo lejos que po­ de rasgos concretos del registro arqueológico. día en el campo de la interpretación, añadiendo En contraste, un enfoque estrictamente et­ que esto ha sido bien poco (Gould, 1980: 36). noarqueológico, que es lo que nosotros perse­ La propia Susan Kent (1987: 43) se expresa en guimos, no sólo no tendría por qué, sino que no términos contundentes afirmando que "la ana­ debería depender de la analogía como núcleo. logía etnográfica no es de ningún modo una ex­ Para generar un modelo explicativo de mayor plicación de nada". Es mas, añadimos nosotros, alcance es preciso atender a nuestro segundo el procedimiento analógico deja el campo abo­ nado para la multiplicación de las asunciones (1) Pensamos que el carácter "biológico" de este previas, que lastran y fosilizan nuestro conoci­ ejemplo lo hace doblemente significativo para lo que que­ miento. remos decir.

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concepto clave: el uniformismo, según el cual: Resumiendo, aquello en lo que convergen "los procesos en el pasado no fueron cualitati­ los principales autores que han abordado el vamente diferentes a los observados en el pre­ tema es en que el objetivo de la Etnoarqueolo­ sente" (Kent, 1987: 43). Ello implica valorar gía es contrastar hipótesis y modelos surgidos cuidadosamente los factores ambientales (en­ en el estudio de regularidades detectadas por la tendidos en un sentido amplio, no restringidos investigación arqueológica, con los datos etno­ al marco físico-natural) en los que se definen las gráficos procedentes de sociedades actuales o formas de explotación económica, el desarrollo (como en nuestro caso) del pasado más inme­ de medios tecnológicos o los patrones de distri­ diato, intentando proponer qué adaptaciones bución espacial. De hecho la Etnoarqueología humanas del presente, entendidas desde una debe adoptar una perspectiva profundamente perspectiva sistémica, son útiles para la com­ ecológica (Gould, 1980: cap. 3), es decir, debe prensión de adaptaciones humanas del pasado. tratar con sistemas complejos en los que nume­ A este nivel de explicación no hay contradic­ r?sas variables interactúan en múltiples direc­ ción entre enfoques tan opuestos como el neo­ CiOnes. evolucionismo de Binford (1978, 1991, entre No obstante, la validez del procedimiento otros), el estructuralismo (Kent, 1987) o la Ar­ analógico ha sido defendida también en este queología simbólica y con textual de Hodder plano sistémico (Watson, 1980: 57) (2). Con esto (1988, entre otros). Por nuestra parte, queremos creemos que vamos llegando al fondo de la expresar nuestra postura dentro de este debate cuestión. añadiendo que junto a las corrientes teóricas ci­ Una utilización contrastada de la analogía tadas, vemos una escasa presencia de otros puede orientarnos en el manejo de ciertos con­ planteamientos de base en Etnoarqueología. juntos de rasgos que ponen en relación el pre­ Nos referimos al hecho de que las referen­ sente con el pasado, pero las asociaciones y re­ cias explícitas al tratamiento de la organización gularidades que percibimos en los hallazgos social están prácticamente ausentes en la biblio­ arqueológicos no se explican por sí mismas, no grafía etnoarqueológica (Vilá el alii, 1986). hay en ellas implícita una descripción de deter­ Aún cuando se admitiese en ciertos casos la minados procesos tecnológicos, intensidad de la imposibilidad de alcanzar ese plano social, la explotación del medio o grado de especializa­ comprensión de la interacción hombre-medio ción socio-económica. Utilizando la ocurrente nos estaría dando, como mínimo, las condicio­ expresión de Gould (1980: 45-47), los artefactos nes objetivas en las que se desenvolvieron los (y ecofactos) no son "culpables de asociación" procesos de producción en el pasado, y por por el mero hecho de aparecer juntos. tanto, información sobre la infraestructura eco­ En virtud de lo dicho, la analogía no nos nómica sobre la que se construyen las relacio­ ofrece por sí misma resultados concluyentes a nes sociales (Ruíz el alü, 1986). La línea queda­ un nivel de explicación mas abstracto (Kent, ría así al menos trazada a la espera de que 1987), al cual sólo llegaremos a través de la desarrollos metodológicos ulteriores nos ense­ comparación de los complejos sistemas de adap­ ñen a superar las limitaciones para llegar a en­ tación humana, independientemente de su posi­ tender y explicar ya no sólo en términos de "pensamiento" (Hodder, 1988 entre otros), flu­ ción espacio-temporal (por ejemplo, mediante jos energéticos o medios extrasomáticos de la formulación de modelos), de modo que la adaptación (White, 1949; Alcina Franch, 1989: cuestión no es tanto si nos sirve o no para algo 44). la analogía, como para qué es necesaria y en Esta perspectiva social e histórica tiene es­ función de ello qué objetivos, mas o menos am­ pecial importancia en el estudio de sociedades plios, están a nuestro alcance. campesinas como la que nos ocupa, cuya orga­ nización autosuficiencia y óptimo aprovecha­ (2) Watson (1980: 57): "Las analogías etnográficas miento del entorno, junto con la respuesta ade­ podrán ser relativamente complejas y presentadas en un cuada a condicionantes políticos y sociales que sistema que incluya principios uniformistas bien demostra­ emanan del exterior (rentas, propiedad de la dos o ampliamente aceptados (oo.) pero los modelos resul­ tantes dependen inevitablemente de analogías derivadas tierra, poder político centralizado ... ) son dos ca­ de observaciones de grupos vivos en interacción con su ras de la misma moneda (Wolf, 1982: 9-31), ma­ medio ambiente". nifestándose esto con mayor o menor intensi-

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dad a través de los diversos cambios culturales primera fase nos hemos centrado en los aspec­ que experimenta una determinada región. tos de subsistencia y economía como temas mo­ nográficos. Sobre todo ello volveremos en el apartado de conclusiones. EL TRABAJO DE CAMPO: METODOLOGÍA EMPLEADA SITUACIÓN GEOGRÁFICA A continuación se expondrán las líneas esenciales del sistema adaptativo tradicional La zona elegida para realizar el trabajo et­ que hemos documentado en el valle del Gua­ noarqueológico comprende un sector marginal diana Menor. El material se obtuvo fundamen­ de la llamada "Comarca de la Sierra de Ca­ talmente durante dos campañas de trabajo et­ zorla" (3) que se extiende por la primera y más nográfico en los meses de septiembre de 1992 y oriental de las depresiones transversales que 1993. Dichos trabajos consistieron en la realiza­ cruzan las sierras subbéticas, coincidiendo con ción de entrevistas guiadas mediante cuestiona­ el Valle Medio-Bajo del Guadiana Menor, que rios temáticos a un total de treinta personas (19 le sirve de eje principal. de ellas varones y 11 mujeres), con una media Se trata de una depresión estructural for­ de edad de 70 años. No hemos establecido nin­ mada por la erosión remontante del mencio­ gún criterio en la proporción por sexos. Estos nado río, origen del típico paisaje de band-lands cuestionarios trataban por separado los temas de la zona, enmarcado por los macizos calcáreos de la economía agro-ganadera (tipos y propor­ de la Sierra de al NE y de Mágina al SE ción de las especies aprovechadas, fases del ci­ (Higueras, 1961). Administrativamente com­ clo agrícola, estructura de la propiedad ... ), y la prende las localidades de Hinojares, con la al­ vivienda (selección de materiales, grado de es­ dea de Cuenca; , con las aldeas de Arro­ pecialización de sus constructores, funcionali­ yomolinos, Ceal y Chíllar, además de la aldea dad de las dependencias ... ). de Belerda (Quesada) (Fig. 1). En las entrevistas hemos marcado como lí• mite cronológico la década de los cincuenta (lo cual evidentemente determina la edad de nues­ tros informantes), ya que es en este momento cuando se acelera el proceso de transformación de la vida rural en la zona, debido entre otros factores, a la construcción de la primera carre­ tera asfaltada que enlazó las poblaciones de Huesa e Hinojares, y que alteró por completo la antigua dinámica de comunicaciones y despla­ zamientos. Además se inició una extensa recopilación de información gráfica sobre arquitectura, siste­ mas de aprovechamiento del medio, etc. (foto­ grafía, dibujo a escala y cartografía). Paralela­ mente está en curso una exhaustiva revisión del material documental referente a la evolución histórico-social de nuestra área de trabajo. Fig. 1. Situación del área de estudio y ubicación de las En ningún momento pretendemos con la ex­ poblaciones: 1) Pozo Alcón. 2) Fontanar. 3) Hino­ posición que sigue ofrecer un modelo explica­ jares. 4) Cuenca. 5) Huesa. 6) Arroyomolinos. tivo definitivo y completo para las adaptaciones 7) Cea!. 8) Chíllar. 9) Quesada. 10) Tíscar. 11) Be­ de época ibérica en el Guadiana Menor. Simple­ lerda. 12) Los Rosales. 13) Castell ones de Cea!. mente, iniciamos con ella el tratamiento de todo un conjunto de datos muy alentadores en ese (3) La comarca de la Sierra de Cazorla está inte­ camino, un camino que promete ser largo y aún grada por los términos municipales de Cazorla, Chilluevar, lleno de interrogantes. Además, y con el objeto Hinojares, Huesa, la lruela, , Pozo Alcón, de mejorar la calidad de la información, en esta Quesada y Santo Tomé.

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EL POBLAMIENTO cerros con mayor intervisibilidad y fácil de­ fensa, situándose los asentamientos en espacios El patrón de asentamiento de esta zona ha que no resten superficie a los cultivos (Barceló, sufrido transformaciones a lo largo del tiempo. 1988: 62), como lo demuestran la aparición de Durante la Edad del Bronce se eligen luga­ restos arqueológicos medievales en la Cortijada res elevados de difícil acceso, fácil defensa, de Chíllar, el Cerro de los Castellones d e buena visibilidad y amplio control del territorio, Cuenca, La Peña Negra de Tíscar, etc. cerrando el acceso a las vegas (El Poblezuelo de Desde el s. XVI, una vez consolidada la re­ Chíllar, Cerro Negro y Los Castellones de Ceal conquista, las poblaciones se sitúan en laderas, y Cuenca) (Sánchez, 1984). primando en su localización factores de tipo En la Edad del Hierro, aunque no es una económico (explotación del entorno) y sobre zona muy poblada, a juzgar por los datos de que todo, la facilidad de las comunicaciones, sin que disponemos, se eligen lugares estratégicos pró• intervenga ya el control defensivo. De esta ximos a las áreas de explotación y al control de forma aparecen separados de los yacimientos, los pasos naturales. El siglo VI a.e. marca el aunque siempre dentro del mismo territorio, inicio de un asentamiento, los Castellones de como sucede en Ceal, Hinojares, Cuenca, Arro­ Ceal, que va a tener su máximo desarrollo entre yomolinos y Huesa. los ss. IV-II a.e. Dentro del modelo de los op­ En la actualidad, la distribución espacial del pida, este yacimiento podría englobarse en la poblamiento en el Valle Medio-Bajo del Gua­ categoría de pequeños poblados (cerca de 1 diana Menor se estructura de manera jerár­ Ha), especializados en el control territorial. Au­ quica, en función de las divisiones administrati­ tosuficientes, pero no excedentarios, su relativa vas, mas que del tamaño de los asentamientos. riqueza, e incluso a veces su propia existencia Así tenemos villas (Quesada, Huesa Hinojares no se explicaría sino en función de una estrate­ y Pozo Alcón), aldeas (Los Rosales, Cuenca, gía económica dirigida por los pobladores de Arroyomolinos y Ceal), cortijadas (Chíllar, Ata­ otras áreas (Chapa, 1992: 318; Ruiz y Molinos, layuela, Atochar, Rincón Alto, Rincón Bajo ... ; 1993). cortijos, majadas y chozos (este último no No será sin embargo hasta época musul­ puede considerarse como vivienda). mana cuando se estructure el poblamiento que Generalmente, los núcleos de población ha perdurado hasta hoy. Así, Quesada, Huesa, aparecen situados en las laderas junto a cauces Chíllar, Cuenca y Tíscar aparecen en las fuentes fluviales. Esta ubicación permite explicar las escritas desde el siglo IX al XIII como plazas preferencias en la elección del lugar de asenta­ fuertes que controlan el paisaje (Cruz, 1991: 7- miento (Fig. 2): 9; Barceló et alii, 1989), de ahí que se elijan los

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Fig. 2. Esquema del aprovechamiento agrícola del entorno de Hinojares. A) Cultivos de secano en zonas altas amesetadas. B) Improductivo. C) Regadío. D) Bancales para olivar, maiz o frutales. E) Monte bajo. 1) Río TurriUa. 2) Horno. 3) Cementerio. 4) Era. 5) Municipio de Hinojares

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En primer lugar, se busca el control de la dencia: casa, cueva y casa-cueva (4), aunque en vega para su explotación agrícola, escogiéndose este trabajo únicamente nos ocuparemos de las zonas algo elevadas, con las viviendas orienta­ primeras, puesto que las dos últimas no son ca­ das al río para conseguir, por una parte, el má­ racterísticas de todas las poblaciones y no se ximo aprovechamiento del valle y por otra, la han documentado arqueológicamente. protección del poblado de los vientos y de posi­ La "casa-bloque" tiene generalmente dos bles riadas. También es importante el control plantas; la inferior dedicada a la actividad gana­ de pasos naturales, en una zona donde lo acci­ dera (cuadras, chiqueras o pocilgas, gallinero) y dentado del terreno dificulta enormemente las la superior, a vivienda y almacén (cocina-hogar comunicaciones. Muy en relación con esto esta­ y dormitorios- graneros), aunque a veces en la ría la necesidad de puntos de descanso y abas­ parte inferior puede haber un dormitorio. Ade­ tecimiento cada cierto intervalo en las vías tra­ más en ocasiones se dispone un tercer piso para dicionales de intercambio y circulación del almacenaje. ganado. En los cortijos (Lám. lA) y majadas distin­ guimos en primer lugar la vivienda familiar, que

ESTRUCTURA DEL HÁBITAT

La distribución de los poblados por la ladera de los cerros obliga a una disposición aterra­ zada de las viviendas, solución natural al pro­ blema de la pendiente. El sistema de terrazas se complementa con la construcción de muros de contención, que evitan el deslizamiento de tie­ rras en epoca de lluvias. Esto da lugar a un tra­ ele t.. zado urbano de calles transversales a la pen­ diente, adecuándose a las curvas de nivel. Las viviendas se sitúan escalonadas, y a tramos se interrumpen para dejar paso a las empinadas calles que recorren el desnivel. Este tipo de trama urbanística aparece tanto en poblaciones contemporáneas (Arroyomolinos, Hinojares, wu 1111 111111 Cuenca, Ceal) como en poblados de época ibé­ wu rica, no sólo de nuestra zona (Castellones de Ceal, Jaén), sino de otras áreas: Cerro de la Cruz, Córdoba (Vaquerizo, 1990); San Miguel de Liria, Valencia y Cabezo del Tío Pío, Murcia (Gusi y Olaria, 1984). La casa es el centro de la vida familiar y la distribución de su espacio está condicionado

por una actividad económica de subsistencia. I I l 1 4 IL Los modelos son distintos si se trata de una "casa-bloque" o casa "urbana", en la que bajo Fig. 3. Cortijo de Ramón González, Ceal. un mismo techo se reúnen todos los elementos A) Planta inferior de explotación, o de una "casa disociada" -cor­ B) Planta superior tijo y majada- en la que se separa el alojamiento del almacén y la ganadería. La adaptación de la vivienda a la topografía (4) Estas construcciones han sido objeto de un estu­ del terreno ha dado como resultado la aparición dio por A. Higueras (1961). Los distintos tipos fijados por este autor no pueden aplicarse per se debido a la enorme de distintas edificaciones dependiendo del cons­ variabilidad que ofrece la zona que estudiamos desde los tructor. En los "lugares" estudiados hemos po­ puntos de vista orográfico, climático, agrícola y del sistema dido constatar la existencia de tres tipos de resi- de propiedad.

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Lám.1. A) Cortijos junto al yaci mi ento de Castell ones de Cea!. B) Chozo loca li za do en Hinojares.

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suele tener dos plantas (Fig. 3); en la inferior se empleado sobre todo en la cimentación. Los localiza la cocina con el horno, y el dormitorio mampuestos van trabados con una argamasa, principal, y en la parte superior uno o dos dor­ resultante de mezclar barro, arena, yeso y cal, mitorios, utilizados también como graneros. En revocados con este mismo mortero y finalmente segundo lugar tenemos la cuadra, a veces con encalados. una puerta de acceso directo. Delante o detrás Los muros interiores siempre están realiza­ de la casa se sitúa el corral, en torno al cual se dos con adobes, siendo asímismo enlucidos de disponen las chiqueras, gallineros, leñeras y yeso o cal. La cubierta es a una o dos aguas, con compartimentos para el ganado. tejas al exterior y cañas sobre vigas de madera Del análisis del uso del espacio en las vi­ (pino blanco, sabina o enebro) al interior; la su­ viendas se deduce que hay estancias con una jeción de las vigas a las cañas y al barro se rea­ función muy definida: horno, establo, dormito­ liza con ramal de esparto; después se encala o se rio principal, mientras que en otras ocasiones recubre de una fina capa de yeso para evitar se produce un aprovechamiento para distintas que la humedad o los roedores la dañen. La funciones en el mismo espacio. Por ejemplo, ya presencia de yeso también en los suelos eviden­ lo hemos visto, a veces el granero puede utili­ cia la importancia de dicho elemento en la ar­ zarse como dormitorio, y en la cocina-hogar se quitectura. realizan la mayoría de las actividades domésti­ En general se practican pocos vanos al exte­ cas: se cocina, se almacenan víveres, se come, rior, dos o tres ventanas de pequeño tamaño, se guarda la vajilla, se recibe a los visitantes, se fundamentalmente destinados a la ventilación. teje ... Además, también en el exterior se llevan La puerta es de madera rústica de hoja única a cabo actividades diversas: preparación de las con dos batientes; ambas se atrancan con ce­ conservas, matanzas, trabajo del esparto, etc. Esta es una cuestión de la que empezamos a te­ rrojo, el cual se introduce en un agujero practi­ ner indicios a partir del estudio microespacial cado directamente en la pared. de las viviendas del poblado ibérico, en algunas Todos estos datos sobre selección de mate­ de cuyas habitaciones se documentan conjuntos riales de construcción, distribución del espacio, cerámicos que hacen referencia a toda una etc. son pistas que esperamos sean orientativas gama de actividades domésticas en el sentido para empezar a comprender la función y uso de más amplio (transformación de alimentos, con­ los mismos elementos en el poblado ibérico de sumo, almacenaje ... ) Castellones. Los elementos tradicionalmente utilizados En los últimos años se ha producido una en la construcción los ofrece el entorno inme­ gran transformación de la vivienda, debido fun­ diato en cantidad y variedad suficiente, con el damentalmente al retorno de los emigrantes y a consiguiente ahorro de tiempo y medios. Estos la introducción de nuevas técnicas y recursos. materiales se someten a un proceso mínimo de Estas variaciones afectan no tanto al aspecto transformación, elaborándose sólo aquellos que formal como al funcional: los espacios destina­ no pueden emplearse en estado natural, como dos a los animales (cuadras, pocilgas, galline­ es el caso del yeso, la cal, el esparto y el barro ros ... ) se han convertido en dormitorios, cuar­ para hacer adobes y tejas. tos de baño o cobertizos para la maquinaria En líneas generales, existe una uniformidad agrícola. en cuanto a técnicas y materiales de construc­ ción en su uso para las diferentes partes de la casa. Los muros exteriores son de mampostería ECONOMÍA irregular o de cantos de río, aunque en ocasio­ nes se utiliza también el tapial. En la selección La base económica de estas poblaciones es de la piedra tiende a preferirse la caliza sobre la un sistema mixto que combina agricultura, ga­ cuarcita, y en último lugar el basalto (5), que es nadería y recolección. Sólo en algunos casos existe una clara diferencia entre agricultores y (5) Al tratarse de una roca que se presenta en gran­ ganaderos. Generalmente cada familia dispone des bloques con superficies redondeadas resulta dema­ siado escurridiza y difícil de trabar con argamasa, de ahí de una pequeña huerta, en la que se cultivan que, aún siendo abundante y resistente, se emplee prefe­ hortalizas, legumbres y frutas, alguna parcela de rentemente en las hiladas inferiores. secano, y unos pocos animales: un cerdo, una o

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dos mulas, una cabra, algunas gallinas y, muy máticas y medicinales (tomillo, romero, la­ excepcionalmente, una vaca. vanda, mejorana), gramíneas como el esparto, y madera. A) Agricultura y ganadería Tomando como referencia la distancia exis­ tente entre el lugar de hábitat y la zona de ex­ plotación agrícola observamos tres categorías de terrenos, según su rentabilidad y el uso que se hace de ellos. Los campos más próximos, si­ tuados entre la población y el cauce del río, son pequeñas extensiones de tierra de regadío dedi­ cadas al cultivo de huerta, donde se plantan gran variedad de productos: lentejas, garbanzos, tomates, pepinos, pimientos, patatas, ajos, cebo­ llas, maíz, frutales y olivar de regadío. El tiempo empleado en llegar a ellas es de escasos minutos. En el límite entre una huerta y otra se construyen chozos con ramas y palos, destina­ dos al almacenamiento provisional de la cose­ cha durante la recolección (Lám. I-B). En segundo lugar distinguimos los terrenos de labor dedicados al cultivo de secano, situa­ 3.M dos en zonas de escasa pendiente y cerros ame­ Fig.4. Esquema de aprovechamientos y cultivos en un setados. En ellos se da el cereal (trigo, cebada, radio de 5 Km en torno a Cea!. A) Monte Bajo. centeno), el olivar de secano y, más reciente­ B) Secano, C) Regadío. D) Pinos. 1) Castellones mente, el almendro. Alcanzar estas parcelas re­ de Cea!. 2) Cea!. 3) Arroyomolinos. 4) Hinojares. quiere desplazamientos de una media de una a 5) Belerda. 6) Huesa dos horas de duración, que tradicionalmente se han hecho a pie o con caballerías. Cuando las El esparto ha sido un elemento económico comunicaciones ofrecen una dificultad excesiva, fundamental pues de su venta se obtenían los es frecuente que algunas familias habiten de medios necesarios para acceder a productos modo permanente en los cortijos, desplazán­ foráneos (calzado y vestido, vajilla domés­ dose hacia los pueblos para lo estrictamente ne­ tica ... ). La riqueza de esparto de la zona debe cesario. De hecho, algunos de nuestros infor­ de haber hecho posible su explotación y co­ mantes han pasado gran parte de su vida en mercialización desde época antigua. Son muy dichos lugares. abundantes los restos de esparto trenzado apa­ En cuanto a la estructura de la propiedad, recidos en las excavaciones. En los Castellones empezamos a percibir algunos contrastes, aun­ de Ceallo encontramos como elemento de sus­ que no muy acusados, en la extensión de las tie­ tentación de las ánforas (Chapa el alii, 1987: rras. Desde luego una diferenciación cualitativa 353) y como parte integrante de la techumbre muy neta la establece la posesión de terrenos de de las casas, al igual que hemos visto sucedía regadío, que no está generalizada. en las viviendas actuales. Con estas fibras los El resto del suelo, que constituye la mayor habitantes de la zona elaboraban cuerdas, ces­ parte del territorio, es extremadamente tas, esparteñas, barjas, esteras, etc. Su explota­ abrupto, caracterizado por barrancos, yesares y ción ha estado muy controlada hasta hace unos cerros de greda. Está poblado por vegetación años en que ha dejado de recolectarse de xerófila (esparto, tomillo, romero, mejorana, forma sistemática. etc.). En las zonas más alejadas y de mayor alti­ Por otra parte, las hierbas aromáticas se han tud crecen pinos (albar, laricio, salgarreño). Es­ venido empleando para la elaboración de esen­ tas tierras sin cultivar, de propiedad comunal y cias, de aplicación en perfumería, cosmética y hoy apenas explotadas, proporcionaron hasta medicina. Eran muy importantes las calderas hace unos años un importante complemento existentes en Hinojares y Chíllar y en los últi­ económico, al recolectarse en ellas plantas aro- mos años se están desarrollando de nuevo en

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Huesa. Las esencias resultantes se han dedicado dea (7 en la época de máximo esplendor). Un casi exclusivamente a la exportación .. importante punto de trabajo y discusión en el La base de la cabaña ganadera estaba consti­ futuro será el planteamiento de la hipótesis de tuida por rebaños de ovejas y cabras; éstos esta­ que el poblado ibérico de los Castellones pudo ban formados por 500-600 cabezas. Un ejemplo cumplir una función similar. representativo de la estructura de la propiedad Respecto al ganado porcino, hay que rese­ del ganado sería el documentado en Arroyomo­ ñar su valor estratégico en la organización de la linos, donde las cabezas de ganado se agrupa­ unidad doméstica campesina ban en dos o tres rebaños, conducidos por un Por último, la caza y la pesca tienen cabida pastor; dentro de ellas, algunos propietarios como complemento ocasional de la agricultura principales poseían una media de 100, 150 cabe­ y la ganadería. Se han cazado liebres, perdices, zas, limitándose la propiedad de los otros a 10, conejos, palomas, patos, cabra montesa, jabalí y 15 cabezas, que permanecían en el rebaño a gamos. Se pescaban truchas, barbos y algunos cambio de la apropiación de las crías. Quizá en otros peces, ademas del cangrejo de río. Más este campo la diferenciación entre propietarios frecuente ha sido y aún es la recolección de ca­ se hace mas neta que en la agricultura. racoles, muy abundantes en la zona. Dependiendo de la época del año había dos En los análisis de fauna y flora efectuados zonas de pasto; en el verano, y una vez recogida en el yacimiento de Castellones de Ceal, apare­ la cosecha, el ganado se llevaba a las rastrojeras cen representadas las mismas especies de ani­ y en el invierno y la primavera pastaban en la males y vegetales, tanto domesticadas como sil­ sierra. Estos ganados raramente estaban estabu­ vestres (Chapa, 1984; 1993). Los análisis lados; en la sierra pernoctaban al aire libre y en polínicos y las flotaciones efectuadas han docu­ la campiña se encerraban para el sesteo y du­ mentado restos de cebada y trigo, (cuya explo­ rante la noche en las majadas, donde se! habili­ tación es corroborada además por la abundan­ taba una estancia para el pastor. En las épocas cia de piedras de molino), lentejas, uvas y olivo, de mayor rigor climático (sequías, nevadas) los especialmente en las etapas finales del habitat, r ~baños transhumaban a otras zonas más propi­ lo que queda confirmado por la existencia de cIas. molinos de aceite (Blanco, 1959: 98). Otras es­ El principal aporte económico de estos ga­ pecies vegetales aparecidas son los pinos, que nados es su venta para aprovechamiento cár­ eran empleados como material constructivo en nico, bien a través de marchantes que recorrían las viviendas y como combustible en los ustrina las aldeas o bien directamente en las vecinas fe­ de la necrópolis (donde aparecen ramas y pi­ rias de Baza, Guadix y más excepcionalmente ñas), fresnos, álamos y esparto. En lo que a en Ubeda. Ocasionalmente se aprovechaba la fauna se refiere, encontramos una gran varie­ carne de los animales que sufrían una muerte dad de especies, entre las que hay caballos, bu­ violenta. La lana también se vendía, siendo una rros, vacas, ovejas, cabras, cerdos, ciervos, jaba­ parte aprovechada para la confección de teji­ líes, gamos, conejos y gallinas. Algunos de estos dos. animales (gallina y ovicápridos) están relaciona­ En resumen, la circulación del ganado ha dos con el ritual funerario en la necrópolis sido una fuente de beneficios fundamental para (Chapa et alii, 1991). Desafortunadamente no poblaciones como Arroyomolinos, ubicadas en contamos aún con estudios porcentuales sobre un punto intermedio de las rutas ganaderas que la presencia de cada especímen. No obstante procedentes de Toya, conducían a la región an­ podemos decir en líneas generales, que el ele- daluza de Baza y Guadix. El camino tradicional • mento dominante en la economía de Castello­ iba de Quesada a Huesa, y desde alli pasando nes parece haber sido la ganadería de ovicápri­ por Arroyomolinos e Hinojares alcanzaba Pozo dos (Ruíz y Molinos, 1993: cap. 3) Alcón, a partir de donde la ruta se bifurca, diri­ giéndose un ramal hacia Huéscar y otro hacia la B) Otras actividades depresión de Guadix, lugar de donde provenían La producción de sal, yeso y cal han sido tra­ la mayoría de los marchantes de ganado. El dicionalmente actividades complementarias. gran protagonismo de Arroyomolinos como La sal es muy abundante en la zona y resulta punto intermedio en esta ruta puede compro­ indispensable tanto en la dieta humana como barse por las numerosas posadas que tuvo la al- animal. Se han documentado dos salinas -Ba-

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Lám. II. A) Salina del Mesto. Hinojares. B) Horno para la elaboración de yeso. Chíllar.

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rranco de la Salinilla y Salina del Mesto (Lám. Desde un punto de vista metodológico que­ HA) (esta última en explotación al menos desde remos insistir en que todas las críticas que he­ el s. XVII (6»- de las cuales sólo una se man­ mos realizado respecto al uso de la analogía ni tiene en funcionamiento. La producción de am­ deben interpretarse como un rechazo frontal al bas siempre ha cubierto con creces las necesida­ empleo de este recurso, ni se contradicen con el des de toda la comarca, por lo que el excedente ejercicio descriptivo que constituye el núcleo de se exporta hacia las provincias de Granada y este artículo. Deberían verse mas bien como Almería. En el pasado, las salinas debieron ser una llamada de atención sobre las incongruen­ puntos estratégicos controlados por los pobla­ cias a las que podría llevamos su mal uso, bási­ dores de estos territorios (sobre todo si tenemos camente una confusión de expectativas y objeti­ en cuenta la importancia de la actividad gana­ vos a la que ya hemos aludido (ver pág. 113). dera). Nuestras dos salinas tenían propiedades Hemos obtenido, por ejemplo, abundantes indi­ diferentes. La del Mesto proporciona una sal cios respecto a la utilización de los mismos ma­ muy fina que según testimonios de los diferen­ teriales de construcción en viviendas ibéricas y tes informantes era perjudicial para el ganado. actuales, o sobre la presencia de las mismas es­ Por el contrario, la Salina de Chíllar produce pecies vegetales y animales en ambos casos, una sal más gorda, buena tanto para personas pero entre estas primeras pistas y la reconstruc­ como para animales. ción de todo un sistema de subsistencia y rela­ Como ya hemos visto, el yeso y la cal son ciones sociales dista un abismo, que confiamos materiales asociados a la construcción y se utili­ se vaya acortando progresivamente. Por lo zan indistintamente en interiores y exteriores. pronto, pensamos que el giro cualitativo está Para su elaboración existe gran abundancia na­ dado, desde el momento en que pretendemos tural de materia prima. El proceso de fabrica­ emplear todo el cuerpo de información que he­ ción del yeso requiere unas instalaciones de mos presentado, no como un mero recuento de complejidad variable, según el volumen de pro­ ejemplos descriptivos que "ilumine" en aspec­ ducción. Se han documentado desde simples tos concretos nuestro registro arqueológico, agujeros en el suelo, fabricados ex profeso para sino como plataforma para empezar a compren­ la construcción de una vivienda concreta (Lam. der la interacción que allí se ha desarrollado I1 -B) hasta yeseras que podríamos calificar con el entorno así como con otras comunidades. como "industriales" dado su rendimiento más En cuanto a los resultados prácticos, cree­ elevado y la mayor especialización de los traba­ jadores. mos definitivamente confirmado que uno de los Las caleras y yeseras se han mantenido en ejes básicos en tomo al cual ha de girar el plan­ actividad hasta hace pocos años. Las encontra­ teamiento de hipótesis es la persistencia a lo mos abandonadas en Chíllar, Huesa y Cuenca. largo del tiempo en la zona de acentuadas limi­ Conocemos arqueológicamente en Castellones taciones ambientales, que confluyen en una es­ de Ceal un uso abundante del yeso para la fa­ trecha interacción (áreas de cultivo muy reduci­ bricación de utensilios tales como tapaderas y das, protagonismo del elemento ganadero, pequeños recipentes y, ya lo vimos, para la máxima autosuficencia). No obstante -ya lo diji­ construcción, tanto en la necrópolis como en el mos- el plano social no debe ser abandonado, y poblado. habrá que insistir más en las diferencias inter­ nas observadas en la propiedad de tierras y ga­ nado, además de factores externos a estas co­ CONCLUSIONES munidades campesinas (dependencias en la explotación de la tierra, vinculación a redes de Tal y como señalamos al finalizar la intro­ intercambio ... ). En este último sentido será de ducción teórica, aún estamos muy lejos de po­ enorme interés abordar el problema de la circu­ der proponer resultados concluyentes para lación de productos foráneos documentada en nuestro estudio. No obstante, algunas cosas han el yacimiento de Castellones teniendo presente quedado claras. el tipo de transportes y comunicaciones que ha dominado tradicionalmente en la zona, el grado (6) Así lo atestigua el hallazgo de una moneda de de variedad de los productos intercambiados, bronce de Felipe IV. distancias de los contactos ...

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Otro camino muy prometedor es el del aná­ BARCELÓ , M.; KIRCHN ER, H .; MARTÍ, R . Y TORR Es, M. lisis microespacial, en relación con la polifun­ (1990): "Sistemas de regadío y asentamientos islámi­ cionalidad del espacio documentada etnográfi­ cos en la vertiente sur de la Sierra de Cazorla". III Jor­ nadas de Arqueología Andaluza. Cádiz. Ejemplar me­ camente. La heterogeneidad y abundancia del canografiado. contenido artefactual de muchas viviendas ibé­ BINFORD, L. (1978): "Dimensional analysis of prehistoric ricas ya ha sido valorado como posible indica­ and site structure: Learning from an Skimo hunting dor de la presencia de unidades familiares stand". American Antiquity, 43 (3): 330-361 a campesinas (Vaquerizo el alii, 1991: 182). La ob­ - (1991): " En busca del pasado". (2 ed.). Ed. Crítica. servación de la distribución de los materiales en Barcelona. BLA NCO, A., (1959): "Excavaciones Arqueológicas en la el poblado de Castellones empieza él aportar da­ provincia de Jaén". Boletín del Instituto de Estudios tos alentadores en esta dirección . Giennenses. Año VI, 22: 84-126. Jaén. Lo que queda desde luego manifiesto a la BONNICHS EN, R. (1973): "Millie's camp: an experiment in luz de los diversos factores restrictivos analiza­ archaeology". World Archaeology, 4 (3): 277-289. dos es que la escala de la actividad económica CHANG, C. (1983): "Review from Kramer "Village ethno­ en el curso medio del Guadiana Menor pre­ archaeology". American Anthropologist, 85 (4): 950- senta parámetros muy similares en la Segunda 95I. Edad del Hierro y en el mundo rural tradicional CHAPA, T. (1992): "Caracterización económica de la Alta Andalucía durante la etapa ibérica plena y tardía". En de, al menos, los últimos cien años. Esta demar­ A. Moure Romanillo (ed.): "Elefantes, ciervos y ovica­ cación de la magnitud y naturaleza de los proce­ prinos. Economía y aprovechamiento del medio en la sos que esperamos entender es de enorme im­ Prehistoria de España y Portugal". Univ. de Cantabria: portancia en el análisis arqueológico, y abre un 315-326. interesante panorama hacia el futuro en la me­ CHAPA, T.; FERNÁNDEZ, M.; PEREIRA, J. Y RUÍz, A. dida en que nos empieza a liberar de los indu­ (1984): "Análisis económico y territorial de los Caste­ dables riesgos de distorsión que puede provocar llones de Ceal (Jaén)". Arqueología Espacial. Colo­ quio sobre distribución y relaciones entre asentamien­ (a menudo inconscientemente) la proyección de tos , IV: 223-240. Terue!. conceptos y categorías de nuestro entorno ur­ CHAPA, T.; RUÍz, A. y PEREIRA , J. (1987): "Excavaciones bano e industrializado sobre el pasado, o mejor en el yacimiento ibérico de Castellones de Ceal (Hin 0- dicho y empezando a cambiar de terminología, jares, Jaén). Campaña de 1985 ". Anuario Arqueoló• sobre ese otro mundo, al que nosotros no per­ gico de Andalucía, II, 1985: 353-356. Sevilla. tenecemos. CHAPA, T.; PEREIRA, J. Y MADRIGAL, A. (e.p.): "El pobla­ miento de época ibérica en el área del Guadiana Me­ nor: el caso de los Castellones de Ceal (Hinojares, Jaén)". II Jornadas Históricas del Alto Guadalquivir. Agradecimientos DAVID, N. (1971): "The Fulani compound and tbe archae­ Queremos expresar nuestro agradecimiento ologist". World Archaeology, 3 (2): 111-13I. a - (1992): "Integrating ethnoarcbaeology: a subtle realis a los Drs. Dñ Teresa Chapa y D. Juan Pereira, perspective". Journal of Anthropological Archaeology, por el apoyo prestado durante los trabajos de 11 : 330-359. campo y la elaboración del texto, y a D. Anto­ GOULD, R. A. (1980): "Living Archaeology". Cambridge nio Uriarte, por su desinteresada colaboración. University Press. Cambridge. También queremos reseñar la ayuda recibida GUSI , F. y OLARIA, C. (1984): "Arquitectura del mundo de D. Marcelino Sánchez y Dña Cruz Sánchez. ibérico". Consejo de Aparejadores y Arquitectos Téc­ Ya que sería demasiado prolijo citar aquí a to­ nicos de la Comunidad Autónoma Valenciana. Caste­ llón. dos y cada uno de nuestros informantes, sirva HIGUERAS ARNAL, A. (1961): "El Alto Guadalquivir. Estu­ como prueba de reconocimiento a todos ellos dio Geográfico". C.S.I.c. Instituto de Estudios Gien­ el agradecimiento por su hospitalidad y coope­ nenses. Zaragoza. ración a los vecindarios de Hinojares, Ceal, HODDER, 1. (1988): "Interpretación en Arqueología. Co­ Chíllar, Cuenca y Huesa. rrientes actuales". Ed. Crítica. Barcelona. KENT, S. (ed.) (1987): "Method of theory for activity area research: an ethnoarchaeological approach". Columbia Univ. Press. KRAMER, C. (1982): " Village ethnoarchaeology. Rural Iran BIBLIOGRAFÍA in archaeological perspective". Academic Press. New York. ALCINA FRANCH, J. (1989): "Arqueología antropológica". MOLINA, F.; AGUAYO , P.; FRESNE DA , E. Y CONTRERAS, F. Aka!. Madrid. (1986): "Nuevas investigaciones en yacimientos de la

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