PELEADOR CALLEJERO II

CÉSAR REY MARCHANT

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César Rey Marchant

Título original: Peleador Callejero II Primera Edición: La Vieja Sapa Cartonera (Santiago, Chile), 2019 Segunda Edición: Lumpérica Cartonera (Lima, Perú), 2020

Edición y encuadernación: Wendy Yashira Diagramación e impresión: María Gabriela Flores Crovetto

Contacto: [email protected] Facebook: Lumpérica Cartonera Instagram: Lumpericaeditorial Página web: lumpericaeditorial.wordpress.com Spotify: Lumpérica Cartonera

Enero del 2020/ Lima – Perú

Tiraje: #50 ejemplares

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Podcast con el autor: https://open.spotify.com/episode/6mpdH9wHYgoUMplgMKTk2i

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A Aeleen Carcher estos poemas, estos 3 años, este camino que es la vida

Celeste Amanda, a tus ojos me encomiendo

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“en el cine y la televisión, de forma más radical aún que en nuestra imaginación, la muerte siempre es la muerte de los otros.”

(H.F)

“es inútil descubrir un poema donde no quedó nada”

(Ch. G)

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Con la guerra de los aliados contra Mesopotamia, entre el Tigris y el Éufrates, las vistas aéreas se convirtieron en un recurso cotidiano de los medios de comunicación. Los noticieros se inundaron de imágenes en blanco y negro con una mira en el centro, tomas que enseñaban el objetivo a punto de ser alcanzado por un proyectil o transmitían desde la punta misma de la bomba, mostrando la aproximación a un objetivo e interrumpiéndose al momento del impacto.

Esas imágenes apuntan hoy, hacia nosotros.

(H.F)

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8 vidrios rotos tras los ojos de occidente al fondo de esta comuna se ve un templo y yo escribo para espantar a los fantasmas, amor. un kimono rojo y la cabellera rubia de un karateca occidentalizando el mundo con mantras ataráxicos que creían en el fin de la historia mientras afuera corría el polvo de las ciudades y yo veía un templo al fondo de esta maldita comuna, clavado al final de la avenida 5 de abril estaba la estructura colonial de nuestras manos combinando botones y palancas sobre el último rinconcito de siglo que nos dejaron las guerras, holocaustos y el disparo de los misiles al centro de las plazas donde jugaban nuestros niños, la música sobre las esferas dando vueltas en cada pasaje de esta villa como un megamix entre polietileno y murallas de OSB mientras yo veía un templo en los contornos de la mentira. maipú superpoblándose entre el asbesto y los gritos de camino a melipilla, las metrópolis latinas se improvisaron en el segundo anillo de Dante y el collage se hizo presente en la periferia una vez que el surrealismo entendió lo necesario:

el arte nunca fue cotidiano y hoy dormimos a la orilla de líneas de ferrocarril que jamás llegaron al puerto:

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al fondo de este libro encontrarás un templo al centro de un silencio que nunca comprendimos:

al final de esta comuna encontrarás a tu madre negociando el cielo con la dignidad de la palabra

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“Aunque las emociones verdaderas son a menudo caprichosas, no atenderlas, sin embargo, es autodestructivo.

Reconocer el orden es igual que abrir un dique en un río.”

(El libro del Wen Fu)

11 padre nuestro me abandonaste Padre Nuestro y me dejaste a la deriva luego de dos guerras mundiales. me dejaste huérfano y te fuiste

a coquetear al otro lado del mundo. me pusiste la bota virtual

encima de mis rasgados ojos para encandilar el sol de Oriente.

me dejaste en esta pieza junto a R. y esta pantalla llena de fantasmas

te largaste y no volviste jamás a subir esta escalera por las noches.

te fuiste a escribir poemas en el infierno y a reventar ampolletas de casas abandonadas

a la orilla de líneas de ferrocarril imaginarias. te fuiste a caminar por los anillos de tu patria

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inventada en un mundo etéreo y trasnacional y acá me dejaste, huérfano

con los ojos llenos de vidrios, atorados de esquirlas y humedales en el centro del iris de la carne. por eso te elijo y exijo un primer plano

a tus rasgados ojos de huacho oriental: Nobody knows se proyecta en tus pupilas

y sé que a ti también te abandonaron y quiero dar vuelta este maldito videojuego y asesinar a cualquier conchesumadre que recuerde nuestra tragedia:

quiero rajarle el pecho a S. y tocar el dulce rostro de V.

quiero bailar desnudo con B. y morir en los pies de D.

quiero inyectarme heroína en las venas y bailar con los muertos en dictadura

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quiero tu budismo zen y tu rabiosa rabia para incendiar todos mis templos quiero romper la pantalla y asesinar al mal padre que ladró mentiras con este rítmico endecasílabo que colgaba desde su lengua púrpura,

quiero matar a todo aquel que se nos cruce; tengo rabia, mucha rabia y sé que tú también

sé que pierdes el equilibrio ante las manchas que dejaron en el cielo

los tanques y aviones que visitan de vez en cuando la cloaca del planeta

/ ustedes quieren que acá se les cuente como R. fue perdiendo el control de sus emociones, como el Satsui no Hado lo gobernó y traicionó el estoicismo que lo caracterizaba. Pero la verdad es que eso no importa mucho. Lo interesante de R. es ver

como desde su orfandad derivó su carácter. Como su orfandad es la metáfora de su lugar de nacimiento. Ese lugar que quedó

14 huérfano y no fue rescatado por su maestro Gouken, sino que por el mismo demonio que apretó el botón encima suyo. Esa metáfora es la que interesa y le otorga sentido a un lector del siglo XXI, ese lector que también jugó al juego más vendido en la historia de los videojuegos y vio como decantaba la evolución del sol naciente en un ejército de rascacielos y neón al más puro estilo neoyorquino. Los que elegían a R. sabían que algo había tras sus ojos de huérfano oriental, sabían que algo se escondía más allá de las pomposas luces que alumbraban a K. Fueron los niños huérfanos los que eligieron a R. y fueron los poetas los que también quedaron huérfanos al terminar un nuevo siglo. Fueron los poetas los que no se metieron más en problemas y estuvieron bien expulsados por platón de la república. Acá R. no tiene la culpa de nada, es nuestra maravillosa metáfora que no pudo controlarse ante el Satsui no Hado, es el símbolo de un descontrol que desafía hasta su propia cuna, pero ¿quién no lo haría si le hacen explotar dos bombas atómicas en la cara y su país se transforma en la tumba de las luciérnagas? /

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¿acaso se puede escribir al ritmo de la explosión de una bomba?:

revientan dos atómicas y la escena termina con un plano medio al quinceañero

que juega frente a la consola e intenta doblegar arquetipos griegos inmortales,

luego transformar este plano medio en un primer plano al rostro de aquel nonato

que nunca escuchó de Hiroshima y Nagasaki y asesina rivales en su pantalla en maipú.

después de eso, contar los pasos que nos separan de la catarsis

y filmar un traveling que nos lleve directamente a los ojos de dios

mientras suenan dos explosiones al otro lado del mundo

y las ambulancias y carros policiales se alejan velozmente por las autopistas

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17 este que ves, engaño colorido las imágenes fueron claras: golpes certeros a la estructura extendida. a martillazos caía el Gran Muro mientras cierres con OSB se multiplicaron

por los contornos de una ciudad dibujada hacia fines de siglo:

ampliaciones para los hijos de los hijos en blocks ninguneados por toda

la insidia del sol sobre las cosas. se derrumbaba la mezcla de hormigón

mientras hirvieron el corazón del siglo sobre las virutas de estas cuadras,

estaban por ladrar los muertos cuando me enviaron a pelear con los osos a Siberia:

el mismo lugar donde Bakunin y Trotsky resistieron el exilio

18 adivinando la dirección del viento la perestroika me fue a buscar.

volví lleno de cicatrices en el cuerpo y el siglo cayéndome a pedazos, caía la atractiva estructura de antiguos castillos medievales

y en tierras del sol naciente me imaginaron -en una épica un tanto extraña como aquel rumbo que cruzaría el desierto lleno de serpientes muertas en el cuello.

volví lleno de cicatrices de otro siglo y me fui a pelear becado al extranjero

vine a salvar al pueblo que imaginaban como una bodega obtusa, llena de fierros y metales.

nos invitaron a combatir al otro lado en un torneo lleno de luces y colores

que ganaron los que clavaban más símbolos y focos incandescentes

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en los nuevos paseos peatonales que terminaban hacia el final del callejón:

este que ves, engaño colorido, que, del arte ostentando los primores,

con falsos silogismos de colores es cauteloso engaño del sentido.

un gran cartel publicitario contuvo en sus tubos el anuncio:

la época se abre hacia el exceso de luz mientras suena like a prayer de fondo:

Madonna baila en la pantalla como sólo ella sabe hacerlo

life is a mystery, everyone must stand alone I hear you call my name

and it feels like home.

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excitado, miro la etapa donde peleo y veo una industria llena de herramientas

veo obreros aburridos y borrachos en éxtasis por ver cómo golpeo a mis rivales

mientras ojivas góticas a la entrada de feudos desaparecen en manos de desempleados modernos

sentados en el living de sus casas al son de la música de baywatch.

miro el mundo donde batallo y veo fierros, veo grandes cilindros de gas

veo muchos hombres iguales gritar y no veo ninguna mujer colgando en las barandas

¿no habían mujeres en la Unión de Repúblicas? ¿dónde escribió Selvinski, Tsvetáeva?:

a ti, que nacerás dentro de un siglo, cuando de respirar yo haya dejado,

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de las entrañas mismas de un condenado a muerte, con mi mano te escribo

que en pueblos donde explotaban misiles los jóvenes juntaron sus cuerpos

para sentir la catarsis misma del orgasmo explotando entre las bombas.

entre apareces caminando con tus pliegues llenos de antiguas capitales

y desnuda dibujas portales que nacen más allá de la onda expansiva. luciérnagas entran a la fosa del olvido mientras suena la III Internacional

y perdidos al centro de un plano general vimos caer el neorrealismo italiano:

las miradas azules fueron captadas por tomas aéreas de países destrozados

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que vi mientras peleaba alrededor del mundo sin ver a Dostoievski contento

en ningún otro lugar de este planeta. llegué de siberia lleno de cicatrices

y la plaza roja fue una herida abierta, un centro comercial lleno de luces

un fósil de pantallas gigantes donde exhiben el primer capítulo

de un guión lleno de elipsis y raccontos. una banda de pop con cinco lindos chicos

suena de fondo y me retiro, me espera otro largo invierno siberiano:

las antípodas protegen sus extremos: el choque de dos siglos nubla mis recuerdos

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25 no te vayas por favor y vuelve al verde

no me temas, ellos tuvieron la culpa, en sus laboratorios me imaginaron de esta extraña manera, nunca vinieron por acá y me pintaron verde, ellos se vuelven locos con el verde, viven encerrados entre murallas blancas y plomas, entre probetas y pantallas con símbolos extraños, el blanco y el plomo son sus centros y alrededores, algoritmos y territorios binarios caminando por sus pasillos uno contra otro, civilización versus barbarie: uno frente a otro en desventaja pero dos disputándose el siglo. Ellos me pintaron de verde, me metieron en la selva y me hicieron un ser extraño, ajeno y lejano pero no me temas, todo lo lejano resulta mejor que esto tan cerca, tan de cerca estar para no verse, no me ves, aparezco de vez en cuando y estoy verde para ellos el verde es la naturaleza en estado puro, algo raro, no manipulado ni cronometrado por sus ojos rasgados, lejanos, con un amanecer distinto y una boca con otro aliento al otro lado del mundo. Ellos tuvieron la culpa, no me temas, no te arranques mi amor, no es solo la selva lo que tengo aunque la selva debería bastarnos para ser felices y besarnos desnudos bajo la sombra de árboles nativos. No te vayas de esta periferia tan linda donde nos imaginaron, no te arranques de estas calles, acá podemos resistir abrazados hasta que pase el

26 diluvio, correr por todas estas villas con bombas de racimo entre los dientes, rechazar el cuadrado de binomio y dibujar fractales a la entrada de las ferias. Que no te alejen los arquetipos ni tu bastarda infancia entre las capas medias pujantes, ve más lento que ellos y no temas a mis descargas de corriente, fueron las secuelas atómicas, un exceso de occidente en el sueño de las masas, fueron los pactos con la pistola en la mesa que se han firmado a lo largo de toda la historia. No te vayas mi amor, tenemos la selva y los ríos, tenemos insectos y pajaritos cantando todo el día, la selva no calla, la magia no guarda silencio, devuélvete, revuelve tus prejuicios y mancha con témpera todos los mapas anclados en la cabeza, los pajaritos no cesan su melodía, la tierra es fértil y los árboles nos abrazan, es bello el verde, estoy verde y soy extraño, más no pretendo disfrazarme ante los daños colaterales de la época, no hay églogas ni bartolomé de las casas en estas cuadras de casas pareadas donde me lees y juegas supernintendo toda la noche. Estoy levitando por encima de la tradición y los nuevos imaginarios, me disparo en los pies para bailar con los muertos y caigo lentamente en desuso, me descargo, me ahogo y explotan todas las ampolletas a mi alrededor, me deshago en fonemas átonos y amperes robados de la tumba del mismísimo Tesla, me despido gratuitamente de las flores y las piedras flotan ligeras en los cielos que se han ido. No te vayas, no me temas, no dispares, tantas balas que llevamos

27 en el cuerpo nos han hecho olvidar tantas derrotas. No me temas, vida mía, haz de ti un poema donde la métrica sea la consecuencia de una práctica y no donde los versos vayan sin sangre por el río. Desnúdate en la frontera y alega inocencia ante los imbéciles, ven, ven y bailemos, bailemos toda la noche alrededor del fuego, como siempre lo hemos hecho, hace milenios que lo hacemos así que no temas, en el origen bailan todos los verbos mal conjugados, esos verbos donde digo que te amo y te pido que no te vayas. No te vayas por favor y vuelve al verde. No le temas como ellos y quédate aquí, en el mudo corazón del bosque junto a mí.

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“Tanto el camino de la renuncia, como el camino de la acción desinteresada, nos llevan al estado de la Dicha Suprema. Sin embargo, de los dos, es mejor el camino de la acción con desapego que el de la mera renuncia.”

(Baghavad Gita)

30 quieres escribir pero te sale espuma

quieres escribir sobre un peleador hindú que estiraba sus extremidades en la pantalla pero el exceso de cerveza te lo impide quieres arrojarte a conocer la cultura hindú y sus maravillosos símbolos y el Baghadav Gita y los mantras pero pones Amy Winehouse en youtube y bebes todo el día, y amas su preciosa voz y bebes, engordas y acomodas tus sueños en palabras inconexas que se adhieren a los cables y mueren raquíticas sobre los árboles como aquellos volantines que nunca lograste atrapar en la infancia, por más que corrías y corrías entre los pasajes, zanjas y casas de estas zonas de la capital donde el TV cable llegó años más tarde que en las comunas del centro

quieres escribir el mejor poema posible quieres que la intensidad lírica de sus versos haga retumbar hasta las torres de alta tensión como lo hacían los atentados del Frente quieres que las imágenes que recorren su geografía sean tan redonditas

31 como la metáfora más sublime escrita por algún representante del romanticismo alemán en esos paisajes inventados por la literatura: alegatos de almas famélicas ante la muerte y el silencio

quieres escribir sonetos con olor a tierra pero resultan hachazos desesperados de un neófito que en la calle conoció el hambre por primera vez en su vida

quieres quebrar la sintaxis como Vallejo pero solo quiebras tus fofos dedos mestizos al saltar sobre rejas cercando el inconsciente

quieres pintar animales en cavernas y olvidarte de las máquinas y la nanotecnología que te persigue a todas horas y te amarra y te entregas y te pierdes en ti mismo y quieres sentir amor del más puro pero despiertas por las noches miras tu teléfono y te pones a cantar sobre escenarios que no existen sin siquiera reparar en la luna que mengua como las lenguas trogloditas intentando comer el sentido de lo inútil frente a lo pragmático

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quieres que tus poemas tengan altos y bajos tan maravillosos como los tonos que Freddy Mercury puso en las orejas heterosexuales de tu generación que en estadios llenos coreaba su maravillosa voz y tú pensabas que toda la humanidad era feliz, pero no…

quieres jugar fútbol en un club de barrio y darle alegría a esas señoras que ven en sus hijos la esperanza de salir de la pobreza y arrancar de los quintiles y las fichas del estado pero te arrancas al primer indicio de poder adquisitivo que tienes frente a ti

quieres hacer un gol de globito al centro de un atlas universal y recortar la imagen de tu país décadas atrás cuando aún existía el cólera y la felicidad de prender la estufa saludando a tu vecino en la costa oeste de un país que bombardeaba Mesopotamia aquellos años en que te acercabas a la vida desde la costilla más limpia que pudieron darte

quieres beber más y poner a los Daft Punk para transformar tu pena de amor

33 en bailes llenos de deseo y pupilas dilatadas en discotecas oscuras donde dan ganas de tocarse e ingerir pastillas para ver todo en colores y besarte y tocarte y escuchar The Smiths en baños oscuros sin parar de besarnos y quieres más drogas, quieres más sílabas quieres más labios en los espejos y más peces saltando en cielos púrpuras, pero gases industriales te nublan, te contaminan se adelantan a tus manos y quiebran la gramática del cielo en hiatos resilentes y diptongos que unen pueblos abandonados por la historia oficial y sus secuaces

quieres escribir el mejor poema posible pero te cierras a su posibilidad porque te convencieron que los clásicos ya dijeron todo antes que tú, así que te largas a conseguir más droga en los blocks de la otra cuadra y renuncias a la potencia lírica para rellenar con crónicas, notas de prensa y realismo sucio los versos donde antes hubo metáforas, trabajo en la forma y deliberada destrucción de la sintaxis

quieres escribir el mejor poema posible pero te sale espuma, optas por el collage que superpone cañerías, nubes y corazones y te desangras y vuelves al bosque

34 pensando que bajo los árboles descubrirás la raíz, pero chocas de cabeza con los pinos y te incendias, te queman te llenas de heridas y duermes

quieres escribir un poema sobre un peleador hindú que estiraba sus extremidades en la pantalla pero el exceso de cerveza te lo impide

quieres arrojarte a conocer la cultura hindú y sus maravillosos símbolos y el Baghadav Gita y los mantras pero siempre divagas en la organización estética, te desvaneces en mil símbolos imaginarios y eso de que nada es arbitrario, todo es regulado en las comunas del arte se cumple a medias en tus poemas tal como nunca se cumplieron las profecías imaginadas en la infancia aquí, en las estrías del continente

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36 nostalgias imperiales los escritores tienen la tenue esperanza que los vagabundos también sean escritores, seres láricos y mitológicos que les hagan creer que ellos también son entes outsiders y no estudiantes de letras ni magister en estudios culturales ni expertos en poesía objetivista o la escuela de new york

los poetas organizan lecturas en las fronteras de países imaginarios nadie sabe que existen y aquello les excita mientras tú buscas combinaciones entre botones y palancas, alucinas con la dinastía tang, pero piensas e intoxicas con verbos tus versos mientras fumas al otro lado del mundo y abres un mall chino en la periferia de ciudades que nada tenían que ver con el wen fu

vienes arrancando de tus fantasmas y ataraxia, amas a Charly García mientras vives en un continente pintoresco y tu única esperanza es que nosotros, los chinos, leamos seriamente a Kafka en nuestros locales de meiggs

37 y los gringos ojalá no se vuelvan nunca, pero nunca, buenos pa´ la pelota

escribes esto mientras practico sumo en la ficción de una consola y las olas del mar muerto abdican en las sucias esquinas de tus barrios

anotas:

los poetas occidentales nunca pudieron superar a freud,

su poesía es aún, deudora del silencio

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V. sigue saltando desde la reja y los poemas son indefiniciones por definición

los combatientes bellos nunca pierden batallas gritabas mientras volabas por la reja con ese tono tan dulce de un rapsoda levitando sobre los techos de la tradición. lleno de colores penetrabas sutilmente los cuerpos tan toscos de tus rivales y es que lo tuyo siempre fue la sutileza, el flamenco y narciso dibujándote en las pozas que bordeaban las industrias. los delicados huesos de tu fenotipo digno de tumbas barrocas y los músculos fuertes como mausoleos en las afueras del vestido fueron siempre los puntos de fuga de tu belleza esquiva como la isla de plástico en la polinesia. la dulce caricia del más sanguinario de los sicarios la dibujabas al detalle con una sintaxis macabra

40 junto a pixeles mezclándose sobre pantallas multicolores que bien sabían narrar desde todos los ángulos la guerra

tú cantabas y te movías, te movías de una manera tan magenta, tan esdrújula y cercana a la danza de una muerte que vendría con el rostro cubierto a sacarte las tripas por la madrugada

te movías y tu belleza era la finta de una estética peligrosa. cantabas en forma tan aguda y te movías, sutilmente te movías y la culpa en tu cuerpo judeocristiano eran diez mil perros sin boca ladrando en éxtasis afuera de los museos

tus ojos verdes siempre peligrosos, atractivos como los ojos de virgo y todas aquellas córneas que reflejan el peligro de la burguesía camuflada al interior de los abedules

tu hermoso cuerpo devoraba mis tardes bajo las sábanas,

41 a escondidas del mundo miraba como cantabas y te movías, tu cuerpo devoraba el caos como esos agujeros negros que consumen desde el anonimato las categorías con que nombramos al mundo y sus arrugas. tu belleza se escondía en intuiciones, en girasoles eunucos reemplazando los miguelitos brillantes que caerían sobre los pasajes de esta población

tu rostro se intuía bello bajo la máscara: todo de ti había que intuirlo y mirarlo a escondidas de la sal -con los espejos girando obtusos sobre la cadencia de tu acento sevillano- tu pelo difuminaba los géneros y tu aspecto era el insert coin que buscaba toda la tarde en los videos, tu cuerpo era la frontera mental ante la misión macabra que traías

y es que siempre fuiste el ángel de la muerte rajándose el pecho luego de hacerme el amor, siempre fuiste la langosta puesta en la mesa del mandinga mientras caías desde la reja

42 hacia el charco de sangre que necesitaban aquellos dioses que conocieron el mediterráneo pero nunca vieron los silogismos al fondo del pacífico sur el silencio siempre fue tu aliado entre las calles y la trenza que caía sobre tu cintura hacía aún más bella tu silueta. tu cuerpo tan dulce y delicado, tu tono de voz tan afrodito seduciendo los contornos de andrómeda y tus bosques llenos de humedad tocando mis manos por las noches al mirarte volar por la reja y caer encima, bien encima de tus víctimas y yo tocándome por dentro, sobajeándome la entrepierna lentamente al verte caer por las noches de una manera tan sutil con tus genitales tan difusos, indefinidos ante la culpa de excitarme con una figura tan delicadamente asesina, tan etérea para los cánones de un padre y amigos que se masturbaban con mujeres voluptuosas inundando los vitrales de estas casas tiradas más allá del tiempo, al norte de una moral pechoña como daño colateral del subdesarrollo:

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los peces muertos avisaron la existencia de un río antiguo corriendo entre los pliegues de tu cuerpo hediondo a imperio y las rejas del mundo perdieron el sentido sin tu voz

aquella noche alguien gritó:

V. sigue saltando desde la reja y parece un poema: dibujos en el aire, sonidos fraguándose desde el siglo de oro y la influencia árabe sobre la península ibérica:

garabatos vomitados al salir sangrando desde las comisarías junto al misterio del vacío que-queda-al-interior-de-cada-verso:

tu bello rostro cubierto fue para nuestra generación la alquimia misma del poema:

indefiniciones logradas por una extraña definición y la consola prendida hasta el alba:

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la pubertad dibujada en círculos y un país recogiéndose a pedazos

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Los misiles Tomahawk son de alta precisión. Cada uno de estos misiles de crucero de largo alcance mide más de seis metros de longitud y pesa más de 1.500 kilos. Suelen llevar ojivas (cargas explosivas) de hasta 454 kilos, están diseñados para volar a bajas altitudes, alcanzando hasta 885 km/h y son capaces de alcanzar objetivos de hasta 1.600 kilómetros de distancia.

Estos misiles funcionan gracias a tecnología GPS. Por supuesto, pueden fallar, pero su margen de error estimado es de tan sólo 10 metros. Según Raytheon, el gigante estadounidense armamentístico detrás de su fabricación, "es el misil de crucero más avanzado del mundo", y fue usado "más de 2.000 veces en combate y sometido a pruebas en vuelo más de 500 veces".

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Johnny coge el bombardero y lo eleva por el cielo No hay cañón que alcance a Johnny, ni rival que lo derribe Johnny está en un videojuego controlando la pantalla Johnny nunca ve la muerte Johnny tira los pepinos oyendo jevimetal ¡es nuestro campeón!

(la polla records)

48 escribiremos con su sangre nuestro testamento

Tenían que caer, eran gajes del oficio o externalidades negativas que estábamos dispuestos a aceptar. tantos edificios, tantos civiles peatones o transeúntes que observaron nuestras bombas destruir sus monumentos sagrados, cunas de la humanidad en aquellos siglos de epopeyas templos y tumbas de ciudades que tenían que morir, que debían ser arrasadas por la boca del lobo y quedar sin bóvedas ni rastros de lo que alguna vez fueron las matemáticas cantadas mucho antes que Pitágoras, nadie podía recordar que Euclides y el número pi desfilaron por estos templos antes que Hollywood nos dedicara épicas escenas en los cines del primer mundo

pero tenían que caer, no había otra opción, teníamos que hacer valer nuestros aviones F-117 nighthawk armados por bombas inteligentes guiadas por láser hacia la misma boca de estos salvajes, teníamos que hacerles sentir el peso de nuestros F-4G wild weasel armados

49 con misiles antirradar o los A-10 thunderbolt II y nuestros helicópteros de ataque AH-64 y AH-61 que disparaban misiles helifire y tow mientras los F 15, F 16 y FA 18 quemaban todos los libros de sus antiguas bibliotecas

teníamos que llenar sus calles con nuestros tanques y bombardear sus estatuas que estorbaban las caravanas de nuestros soldados. teníamos que hacer arder el oasis en el desierto sirio y saquear Palmira sin importarnos la arquitectura aramea que era la más avanzada unos 2000 años antes que cristo. tenían que caer los budas de bamiyán porque Afganistán nos parecía peligroso y el sincretismo no nos ayudaba con el fanatismo que debíamos presentarle al mundo entero, la ciudadela de Alepo o el verdadero circo romano que estuvo primero en Bosra -Siriay es de donde arrancan hoy los niños por el océano hacia países que nos ayudaron por temor a que normandía no fuera otra película de spielberg o que Gilgamesh despertara con sus manuscritos quemados por nuestros misiles en sus manos

yo los vi, desde mi avión veía como salvamos a la humanidad destruyendo a estos bastardos, teníamos que reventarles Nimrud y robarnos sus joyas y monumentos, traerlos a nuestros museos

50 que son más lindos vistos desde nuestras galerías llenas de neón en new york city, teníamos que reventar el Zoco de Alepo y el antiguo Beirut (la “Paris de Medio Oriente”) teníamos que violar a sus mujeres y asesinar a todos estos fanáticos religiosos que miraba con rabia desde mi avión. no nos temblaba la mano, los misiles caían como lluvia de estrellas en un desierto plagado de mezquitas y petróleo, bombas y cuerpos reventados en las esquinas de ciudades que no podían seguir de pie, no más sánscritos ni libros, había que bombardear la antigua biblioteca de Alejandría y el museo arqueológico de Irak, teníamos que robarnos la dama de Warca: el primer rostro humano en la historia del arte, llevarnos las tablas sumerias y el olor de esas calles donde se crearon los números para que los pozos no fueran a perderse en manos chinas o moscovitas ni nada que tuviera rieles de ferrocarril en las cinco puntas del corazón

tenían que caer y no podíamos detenernos, desde mi avión tenía que seguir apretando botones encima de estas ciudades oblicuas llenas de cuadraturas con un fuerte olor a fractales. no me importaba el señor bisonte ni mi padre, lo importante era destruir este lado del planeta para ver crecer a nuestros niños en bellos parques,

51 poner el escudo de mi país en las catedrales de estos kamikazes para ver a mis dos hijas caminar tranquilas por el madison square garden: había que defender nuestra bandera y luego recién pensar en vengar a asesinado

había que vengar a nuestros mártires destruyendo estos monumentos sagrados con nuestros tanques y su espíritu escatológico meando la geometría euclidiana anterior a Euclides

había que clavar en el centro nuestra bandera quemando estas ciudades con nuestros misiles tomahawks saliendo impertérritos desde nuestros cruceros

había que cambiar la guerra fría por esta silenciosa guerra permanente

había que escribir con su sangre nuestro testamento y luego fabricar pastillas y códigos binarios para que nadie más recuerde esto por los siglos de los siglos, amén.

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Chun Li escribe su propio nombre sucede que en tránsito perpetuo fue creciendo el núcleo de mis actos, pasajera en trance puse la cuerda floja en pasarelas de autopistas concesionadas solo por joder, fui la silueta de una ciudad triste ante el espejo fosforescente de los días, fui la pistola de Kurt Cobain y los disparos de Pablo Escobar y hoy soy una isla de plástico al fondo de un océano imaginario. Cruzo la periferia por la línea del tren que va hacia San Antonio escuchando The Cure, sí, la cura y esa melena hermosa de Robert Smith que me hace gemir entre trenes de carga y anacoretas: la cordura no existe en el centro y entre los ángulos más lejanos diviso sus sombras mientras camino con mis largas piernas, son lindas mis piernas, siempre me las miran, mis muslos son pronunciados y mis canillas afirman la rabia que tengo contra los asesinos de mi padre. Sucede que me pierdo días enteros caminando, bordeo la línea desde la villa pizarreño (donde aún se siente el asbesto) hasta la altura de Melipilla aproximadamente, me beso con los perros por las noches y hago el amor con los árboles en medio de la nada, mis piernas son firmes y la rabia me mantiene despierta. Sucede que soy la rabia contra la máquina y los gatos peleando sobre los techos en la madrugada, los

54 gritos desesperados de huesos ordenados rigurosamente por algoritmos silenciosos y la cadencia oscura de callejones sin salida, basura en las veredas, piezas de OSB resistiendo en estas casas mientras algunos escriben poesía como acto de desobediencia civil (Henry David, te amo). Sucede que a veces escribo pequeños poemas, haikus que se transforman en bellas amigas aquellas noches donde la calle es cruda y la soledad sin techo asusta realmente. Escribo pequeños poemas, nada muy complejo, los pienso mientras avanzo y busco imágenes que aclaren el camino en la oscuridad: peces bíblicos nadando afuera de los malls o travestis como tristes luciérnagas al fondo de una escena de Almodóvar. Sigo escuchando The Cure y me transformo en aves que abandonaron el mar, ya que nunca les interesó el mar, lo que querían era comida, restos de animales muertos devorados por otros animales muertos, terminales pesqueros llenos de gaviotas en busca de pescados como poética de la supervivencia: los que nunca han pasado hambre escriben que la estética se encuentra buscando comida, volando por techos grises en un encuadre imperfecto, pero no, la estética del hambre es solo culpa retenida, niños de bien escribiendo como curas o corredores de bolsa. Sucede que soy la única mujer en este juego y todos miran mis piernas, que son hermosas, pero la belleza es peligrosa en un mundo tan hostil, así que las ocupo para caminar por fuera de la ciudad buscando a los

55 asesinos de mi padre: en la Villa México maté a un anacoreta que quiso tocarlas sin mi consentimiento, mis patadas eran las más veloces de todo el juego, recuérdalo, me elegías y te rompía la cara con mis largas piernas hermosas, me daba vueltas por la pantalla y tú intentabas verme los calzones, eras un niño amorfo que recibía los restos de una dictadura feroz sin saberlo, te pasabas toda la tarde en los videos mientras afuera los árboles desaparecían junto a tus vecinos, los jóvenes se iban y tú te quedabas pegado viendo mis piernas en la pantalla, intentando verme los calzones y sucede que yo bordeo la línea del tren semanas enteras, fumo pasta con los anacoretas mientras buscamos comida afuera de las industrias, fofeamos algunas noches mientras sentimos el silencio que significa la guerra cuando la van ganando los ricos, la guerra permanente, la desidia de caminar kilómetros enteros por el puro hecho de arrancar, salir de un centro que no es centro y hacer el amor con perdedores que aparecen de repente, evadir los pliegues de ciudades envenenadas mientras la imagen de mi padre muerto aparece como un poster clavado en el cerebro. sucede que escribo por las noches para cuidar la palabra en tiempos tan extraños como estos, pequeños poemas como frasquitos, como recuerdos escolares escondidos en veladores que ya no existen, no sé bien cuál es el valor de la poesía cuando tengo hambre, no sé nada de sintaxis cuando me pongo a contar los

56 rieles para no ver como la extensión de mi propio cuerpo, no tengo nombre así que me inventaron uno en la calle: me dicen la Chun Li, la de las piernas largas caminando por los bordes, la única que tendrá nombre completo en este libro de mierda. Me dicen la Chun Li y una en mí maté, ya no la amaba y ahora soy otra, una fantasmagoría que camina por las afueras de esta ciudad dibujando fractales: arrancado de un padre muerto

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B. y la última orilla de tierra antes del mar era algo más o menos así: sexo y boxeo brillando en éxtasis cual luciérnagas en el sótano de esta pieza, sex and box brillando en lámparas de múltiples adivinos bailando por los desiertos que hay afuera de estos casinos. lejanas las lentejuelas en el lumen y los vestidos rebotando en los espejos, lejana la piel de mujeres invisibles que acudieron al llamado de esta alma famélica -temerosa de estar sola en el silencio- la luz en los espejos encandilaba las jornadas, los labios rotos y las largas piernas, los golpes certeros en los puntos débiles de mis rivales, las drogas duras y el plástico indisoluble como saludo febril ante las incólumes banderas. bandas enemigas nos esperaban afuera de los gimnasios, en discotecas oscuras esquivaban la mirada de dios directamente a la pupila mientras pulpos disfrazados de fases pírricas

58 en el campo de batalla rendían culto a Sófocles y a las heridas del cuerpo. bandos contrarios y bandidos derivados del petróleo como aves de rapiña sobre los rascacielos divagaban afuera del ring, guerras alrededor del mundo invertían las acciones en la bolsa de comercio: me estafaron y el odio se incubó en mis oraciones. valores y bolígrafos quedaron reventados en el suelo todas las noches pues la rabia queda, la rabia no se va y la sangre revuelve el recuerdo de sus caras difusas arrancando de mi hogar con maletines llenos de dólares en sus manos: malditos especuladores de la palta y el boxeo malditos labradores de la carne muerta en bodegas y carnicerías pálidas como la gula. malditos los desechos del exceso que emana de sus mesas y la sequía de pueblos escondidos en el valle central haciendo gárgaras con los humedales y todas las noches fiestas, drogas duras a la vena y un jale, dos jales y otro jale y la noche se dilataba en el velador de los hoteles ¿qué hacer? siempre fui un negro más para ustedes, si no hubiese boxeado estaría en los pasillos de un supermercado reponiendo el plástico que consumen

59 o en un servicentro de países imaginarios ahí bien abajo en el continente. Seguía la fiesta y los ventanales iban explotando uno por uno, miles de vidrios nos cortaban la carne mientras bailábamos excitados sobre el éxito, esa nube tenue que oscurece a los políglotas, iluminaba con enormes focos los polígonos y cuadriláteros y mucho neón en las pupilas mucho rambo mucho Mike Tyson mucho taxi driver y muchas vistas al mundo por los cuatro costados de mierda que componen los equinoccios de la mente

sexo y boxeo, fiestas y bailes muchas formas y anilina en la comedia al sentir el saqueo de los gobiernos de derecha en los bolsillos que se rompen tomando el sucedáneo de los días al volver a las calles del Bronx, correr por bajos de Mena o la San Luis III sin más compañía que tú mismo, los bomberos suenan a lo lejos y las patrullas acechan en todos los semáforos, la calle es cruda y no es bueno tomarla como arma para retratar la realidad si nunca se ha tomado un cuchillo con las propias

60 manos, las metáforas son rudas acá, no es necesario el beneplácito romántico de niños bien educados en encabalgamientos y supresión de los gerundios

la nariz sangra en cada esquina, la mandíbula rota al fondo del camarín y tus manos, tus tibias manos como un exquisito baño maría ante la vorágine. todo eso tengo en la cabeza en estos momentos, cariño, -tómalo como una presocrática confesión- me apuntan con la pistola a la salida del casino y tengo que gritarlo todo: este mundo es otra gran mentira, un eufemismo húmedo pudriéndose en estas piezas de OSB y el boxeo es una de las pocas cosas honestas que nos quedan:

pegarse combos en el hocico mirándose directamente a los ojos y escribir versos tenues luego de haber sobrevivido a múltiples knockout:

abrirse a los portales del ataque sincero y regalar la quijada en un terrible uppercut: hacer el amor en casas hipotecadas

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para escuchar la voz del mar (tiritando entre las cuerdas)

Budas falsos traficados en la periferia santiaguina

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Sicario de shadaloo en mis tiempos muertos, me dediqué a vender budas importados en las ferias libres de una ciudad con olor a sangre todavía; a luca y a mil se iban las figuritas con las dueñas de casa mientras esperaba que salieran pronto mis papeles y la burocracia se incendiara viéndome comer ceviches de salmón en el puesto de mi casero favorito

perdí mi ojo en combate & soy un héroe nacional gracias al muay thai. gané batallas a pesar de mi altura & soy el zlatan ibrahimovic de mi pueblo. trafico budas en la periferia santiaguina mientras las hojas de los árboles se incendian en el amazonas y amazon.com ve crecer sus acciones junto a versos largos que agotan la vista y es difícil sostener la cadencia sobre poemas extensos en tiempos torrenciales y cambios de audiencia para la jodida industria del entretenimiento y sus psiquiatras

necesito vengarme de R. & me muevo igual que Jean Claude Van Damme pues soy la tragedia de esquilo en el momento justo en que chinos y rusos se replegaron y rearmaron a inicios de un milenio atolondrado: llueve en Cerrillos y mi único ojo se acostumbra a la luz interna de focos incandescentes y torres de alta tensión sonando entre los pliegues de las industrias

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hay un parche en mi rostro & mis brazos son tan largos que tocan el cielo de Tailandia algunas noches, entreno todas las tardes pacientemente, veo el arrebol que pinta con tinta china los paisajes orientales que llegarán muy pronto a todas las capitales de Latinoamérica en barcos ebrios sin Rimbaud ni poetas malditos que bajar a patadas por mentirosos

las consolas aparecieron en todas las piezas y los postes parpadearon aquellas noches donde morían niños autómatas a manos de los aparatos estatales y el monopolio ilegítimo de la violencia: paraderos de micros, oficinas del sename y liceos fiscales con sus ventanas rotas y pasarelas donde nos besamos con las compañeras de curso mientras lanzábamos avioncitos hechos con hojas de cuadernos sin cuadrados de binomio ni leyes de newton ni diptongos ni nada de materia en su interior:

tengo un ojo menos & el siglo cuelga de un alambre cada vez que vuelve el señor bisonte con tácticas para mantener los mares con sus límites nacionales y jurisdicciones limpias de seres extraños que arrancan hoy de aquellas guerras que no entiendes, pero se reflejaban en tu pantalla al elegir

64 a un luchador de muay thai tailandés que perdió un ojo ante la furia japonesa de un karateca huérfano o miras la selva brasileña con ojos de cientista social que describe de manera cualitativa los algoritmos necesarios para mostrar al mundo en metástasis y dialécticas sumisas:

Japón, india, china, brasil, tailandia, rusia y el imperio, por supuesto que el imperio se ve arriba de un mapa virtual que nos recuerda la verdad de todas las cosas en un diálogo propio del crátilo platónico, absurdamente platónico:

“donde nada es real, todo es posible”, dijo la poesía, “donde todo es real, nada es imposible”, respondió la realidad:

escribí esto en las murallas de la comisaría antes de morir y la república no fue más que un tráfico de budas falsos en la periferia

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Luces verdes sobre un fondo negro

Nunca pudiste llegar a mí, metías ficha tras ficha, insert coin / insert coin / insert coin. Todas las tardes intentabas alcanzarme, todos los días, tardes enteras esperando ver las grandes campanas que adornaban la opulencia de mi hogar. Era el último rival de tu videojuego favorito y amabas vencer al resto para ver mi uniforme burdeo y la impronta militar que tenía para manejar mis asuntos desde la oscuridad: en los pasillos definía las acciones más sanguinarias que podía y entre campanas escondí mi nacionalidad, ¿tailandés? bien podría ser cualquier país de oriente, lejos de la OTAN todos somos iguales y los países ya eran difusos en esos años, no importaba el origen del animal, las redes se movían desde todas partes y mis sicarios quebraban las aduanas antes del amanecer. Bailábamos desnudos en el desierto antes de salir a matar. Sí, maté, maté y asesiné a miles de personas, maté a mi esposa y al padre de Chun Li, maté niños y paradigmas que obstaculizaban la circulación de mi época, maté y seguiría matando, podría matar a cualquier persona, incluso a ti, que seguías metiendo fichas para llegar a mi palacio, pero era imposible, yo estaba muy lejos, en oficinas virtuales clavando dardos sobre las principales capitales del mundo. Perdías nuevamente y yo era invisible, me transportaba entre los átomos dando tonos dispares a la audiencia y tú perdías y corrías a

67 comprar otra ficha antes que se acabaran los segundos, insert coin / insert coin / insert coin. corrías y lo lograbas, pero no era suficiente, volvías a perder y mi palacio era mucho para ti, mis campanas retumbaban a finales de siglo y tú recién partías sin entender que el muro no cayó, se transformó en muchas piezas nuevas de OSB y estos flipers se acabarían, dejarían de existir como tu infancia, como tus manos, como tus dedos que introducían las fichas en las máquinas para seguir buscándome, ver mis hombreras metálicas bajo la mirada de un asesino, líder de una banda dispuesta a todo, incluso a matarte si era necesario, no lo olvides, para eso debías seguir metiendo fichas una tras otra, una tras otra, insert coin / insert coin / insert coin y así, toda la tarde de espaldas a la calle, a las grúas y metales que transformarían tu ciudad llevándoselo todo, incluidos tus amigos y tus muertos, las chacras y los faroles coloniales que quedaban en tu comuna, los grillos y las niñas corriendo en los pasajes mientras tú seguías metiendo fichas, intentando alcanzarme pero yo estaba muy lejos, manejando el mundo junto a mis campanas y portales, teletransportándome de polo a polo para poder llevar a cabo mi macabro plan: V, B y S esquivaban documentos en las fronteras sin dar un paso en falso, mis sicarios conocían los pliegues de las grandes metrópolis, alcantarillas y cloacas les servían para descansar de la barbarie y ver la miseria que escondían los muros y autopistas encargadas de recibir un nuevo milenio al interior

68 de un país deshidratado. cayó el muro y no pudiste llegar, no habían fotografías instantáneas esos años y desapareciste, te fuiste del barrio y no volviste a buscarme, no había tiempo para gastar fichas en matar militares asesinos así que dejaba vivir sus condenas en hoteles de lujo, la épica quedó fuera de tu época y creciste, olvidaste los tiempos muertos y moriste, vendiste tu vida y no me encontraste, mis campanas fueron objetos sagrados que no merecían aquellos niños sin sintagmas divagando en la materia, como tú. Shadaloo crecía febrilmente entre las bombas y mi palacio seguiría escondido hasta ver morir uno por uno todos los temores de tu bastarda generación. te repito: podría matarte aquí y ahora las veces que sea necesario por llevar a cabo mi plan y eso no lo olvides, a las grandes mafias del mundo no nos tiembla la mano, así que cierra este libro y que esto sea lo único que nunca olvides: podríamos matarte aquí y ahora si fuese necesario, al igual que a cualquier otra persona: no tenemos ética y en eso ha consistido hasta el día de hoy nuestra victoria: aquel plano con las luces verdes sobre una noche en medio oriente no se borrará jamás de tu cabeza y eso no lo olvides jamás: cierra este libro y disfruta el verde sonido de nuestras bombas

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Este libro se terminó de imprimir y encuadernar artesanalmente el 20 de Enero del 2020 En la casa Pez Austral (Lima-Perú) con un tiraje de 50 ejemplares por encargo de la editorial Lumpérica Cartonera con fines de difusión del presente texto.

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