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le encontrara nadie. Quizá por ello Mi- se saludan unos a otros, con parada chael Radford decidió rodar aquí El car- casi obligatoria, conio perfectos veci- tero y Pablo Neruda, aunque la experiencia nos. Parece que las vidas de cada per- real del poeta con sus apasionadas car- sonaje, ya sea conductor de autobús, tas transcurrió en Isla Negra (Chile), guía turística o ama de casa, son co- otro de sus exilios. En todo caso para mo una exposición permanente. Esto el ambos lugares eran casi gemelos. Esos lo comenta un taxista que durante seis o es difícil imagi- años 50 eran los buenos tiempos de a meses no suelta el volante por las in- nar al emperador Augusto paseando isla. No es que hoy sean peores, pe- tricadas curvas y las cansinas cuestas por Capri. Esa es una de las imágenes ro se oye por las calles que a Capri se que surcan la isla. Los taxis, que du- que a cualquiera se le pasa por la ca- la han cargado los turistas. Como sue- rante muchos años formaron un reclamo beza cuando oye por primera vez la le ocurrir, lo dicen algunos que hacen atractivo y alegre para la isla, eran historia de esta isla. Es fácil imaginarlo el trayecto en ferry desde Nápoles (40 berlinas antiguas que en vez de capo- departiendo órdenes a sus esclavos y minutos) hasta la isla. Lo más gracio- ta llevaban toldos de rayas para pro- - atendiendo sólo a los más banales ca so es que quienes lo difunden con acen- tegerse del sol. Hoy han sido sustituidos prichos. Y en esa línea de despotismo, . to crítico, son turistas en loda regla por los últimos modelos de Fiat, tamaño o es más sencillo todavía imaginarl El puerto de llegada, la Marina Gran- grande y descapotables. No obstante avaricioso repitiéndose "quiero Capri de, está atestado de gente. Demasia- existe otra alternativa para los menos . para mí". Y Capri acabó siendo suya da para una superficie de once kilómetros pudientes: el longevo autobús, que es- Lenin sin embargo llegó a la isla de for- cuadrados. Claro que en invierno los tá continuamente trotando por los al- ma clandestina para preparar su re- capriotas (13.000 en total) respiran rededores colmado de un gentío pa- volución. Y Pablo Neruda recaló en es - tranquilidad y se pasean aburridos, l'or ciente. Porque coches particulares no tos parajes cuando huía en busca de eso quizá son un pelín cotillas, lodos hay muchos, y por supuesto camiones un retiro seguro y pacífico donde no se conocen de sobra, mientras pasean menos todavía. Las mercancías se EI puerto de Marina Grande y el centro de Capri son dos de los lugares más concurridos de la isla. En esta página, algunas imágenes de ambos lugares. En la foto de abajo, la plaza de Umberto I, en Capri. En la página de apertura, una vista desde el hotel Caesar Augustus, la mejor panorámica de la isla. transportan en pequeños carros me- cánicos que deambulan por las calles como Pedro por su casa. El punto de encuentro, tanto de residentes como de foráneos, es la plaza de Umberto I, que es como una sala pública muy simbólica para sus habitantes: "Es co- mo nuestro salón de té, nuestro des- pacho de reuniones..." está presidida por la iglesia de Santo Stefano. Lo que está claro es que la plaza exhibe el es- píritu caótico del centro de Capri. Pa- ra conocerlo hay que recorrerlo más de una vez por una sencilla razón: hay mu- chísimas tiendas y escaparates que como anzuelos atraen irremediable- mente a su presa. Seducen de tal ma- nera, que no hay tiempo, en una pri- El parque Augusto mera vuelta, de fijarse en todo lo de- de han desfilado grandes personajes más, en la armonía de los edificios, la o incluso se han confabulado revolu- arquitectura y las callejuelas medieva- posee un mirador ciones. Porque si a Augusto le gustó les. El consumo es inevitable. Los is- Capri y se la robó por un tiempo a los leños están preparadísimos y no te de- napolitanos a cambio de la vecina Is- jan opción. Comprar, comprar y com- desde el que se chia, a Lenin también, aunque el re- prar. No faltan pradas, armanis, versa- volucionario se llevó un buen susto a ces y demás firmas nacionales. También su paso por la isla. Transcurría el año 1908 internacionales y llamativas tiendas de contemplan las mejores y regresaba de Suiza. Su gran amigo artesanía. Es sorprendente que en un y compañero de ideas Maxim Gorky, espacio tan minúsculo haya hueco pa- curaba sus pulmones en Capri. El en- ra todos, pero les va de maravilla. Es- vistas de la isla fermo y algunos otros estaban adver- to al menos declara Elisabetta Farella, tidos de su llegada y en vez de coci- la segunda de cuatro hermanas que han narle unos espaguetis con tomate, una montado un negocio de ropa. La tien- de las debilidades del ruso, le prepa- da lleva su apellido y son ellas mismas raron una broma. Corrían tiempos di- las que fabrican prendas artesanalmente. así que aprovechan el horario, que les fíciles para los marxistas, aunque más A la salida, tanto a la derecha, a la iz- mantiene en vela hasta bien entrada la tarde se salieran con la suya. Lenin lle- quierda como enfrente, hay más ne- noche. Siempre hay alguno que acaba gó al Quisisana (actualmente un cin- gocios. Pero, ¿salís adelante con tanta cayendo en la tentación de cambiar unos co estrellas), retiro donde su camara- competencia? "Pues sí. Como en cual- euros por una prenda a la última. da se recuperaba. Celebraron el en- quier ámbito hay gustos para todo y cuentro con abrazos y besos. Pero al con tanta gente siempre te toca algo". EI recuerdo de las villas cabo de unos minutos llamaron a la Porque Elisabetta, como el taxista, tra- Entre tantas vitrinas sofisticadas se puerta. Todos callaron, mientras Le- baja muchos meses, pero no todo el año, ocultan villas y hoteles míticos, por don- nin se preguntaba quién sería. Al otro Antes de entrar en la Grotta Azzurra se organiza un divertido revuelo. Diversas lanchas se acercan al barco que partió del puerto y recogen a los turistas para entrar en la gruta. En la página anterior, una vista desde el mirador del parque Augusto. lado de la entrada alguien dijo: "Po- licía, abran la puerta!". Lenin palide- ció. Pero el falso policía no era otro que un compañero capriota de Gorky. En- seguida estallaron las carcajadas. Fi- nalmente, el susto se transformó en al- garabía, que celebraron con un buen plato de pasta en honor al bolchevi- que. Tal fue en ese momento cuando terminaron de perfilar la revolución de 1917. AI menos, esa es la leyenda que les gusta propagar por Capri. Sea como fuere, Lenin tiene su mo- numento en las inmediaciones del parque Augusto, un mirador colosal que da directamente al mar y en el que los turistas se agolpan en masa para Imágenes de algunas de las villas privadas que han hecho famosa a Capri y a la derecha, la fachada de la iglesia de Santo Stefano, en la plaza de Umberto I. echar un vistazo. Unas vistas que no defraudan y un panorama sugerente que permite entender porque Lenin eli- gió este lugar como escondite y Ne- ruda pasó aquí algunos de sus días más felices en compañía de la calma y la belleza del paisaje. las doce residencias imperiales de crea- A la salida del parque, aparecen pe- ción augusto-tiberiana. Lleva casi vein- queños carteles con flechas que indi- te siglos construida y todavía queda al- can la Villa Jovis. Hay que caminar du- go. Y eso que durante la Segunda rante media hora larga y cuesta arri- Guerra Mundial los bombardeos ful- ba. A mitad de camino van apareciendo minaron parte de los pocos restos que más villas, pero privadas. Pertenecen seguían en pie. a algunas familias romanas de la ac- En Capri todo cuesta algo, aunque tualidad pero de larga tradición; o a otra existen recorridos que bien valen unos familia napolitana, que la utiliza de se- euros. Todo el mundo habla de la gunda residencia. En otras, más ocul- Grotta Azzurra. Forma parte de una de tas todavía, residen el modisto Valentino, las rutas más populares que se orga- una estrella del fútbol, algún político nizan: la vuelta a la isla en dos horas. retirado... Clientela selecta cien por cien. La excursión marítima parte del puer- Nada tiene que ver este majestuoso re- to de Marina Grande. Durante el ro- cuerdo del pasado con el no tan os- deo la isla comienza a vislumbrarse ní- tentoso cimiento de Villa Jovis, una de tidamente. Grutas, acantilados, arcos La vida nocturna, los naturales clavados en el mar, farallo- De paseo gastronómio nes y un sinfín de regalos de la na- mejores restaurantes y Por Capri no se puede pasar sin pro- turaleza aderezados con flores y ve- bar bocado. Es cierto que abundan los getación. escaparates de moda, pero no logran En medio de este bucólico recorri - eclipsar a los gastronómicos. Los apa- do, está la entrada a la Grotta Azzu- comercios se encuentran sionados de la isla tienen sus preferi- rra, una boca rocosa de baja altura, dos, y, como a un buen comensal ita- donde se despliega un caótico y di- liano no se le puede dar mal de comer, vertido alboroto. Pequeñas barcas de en la parte alta de la isla los chefs están perfectamente entrena- remos revolotean como pájaros recién dos.