Aproximaciones a La Historia De La Lectura En Honduras
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HISTORIA DE LA LECTURA EN HONDURAS: LIBROS, LECTORES, BIBLIOTECAS, LIBRERÍAS, CLASE LETRADA Y LA NACIÓN IMAGINADA EN HONDURAS. 1876-1930. Jorge Alberto Amaya Banegas Docente de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM). Correo electrónico: [email protected] 1 “El libro, y no la espada, es el único que entre nosotros debe hacer revoluciones; pero revoluciones en la esfera de la inteligencia, pero revoluciones que den la vida y no la muerte, pero revoluciones que hagan brotar la luz de las ideas, en vez de sumergirnos en el horrible caos de la anarquía”. Ramón Rosa, Discurso en la apertura de la Universidad Central de Honduras, 26 de febrero de 1882. “He abrevado mis ansias de sapiencia en toda fuente venenosa y pura, en los amargos pozos de la ciencia y en el raudal de la literatura”. Juan Ramón Molina, poema Autobiografía. “De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro”. Jorge Luis Borges. 2 DEDICATORIA A mi madre Lupita, quien sudando la gota gorda, me enseñó a valorar los libros y las lecturas, y con ellos, a conocer el feliz y fantástico mundo de las letras. A mis compañeros de la Dirección de Investigación (Russbel, Mario, Germán, Renán, Bessy, Dania, Ramón Salgado, y Julita), que en las alegrías y desventuras, me animan a seguir investigando la historia de mi patria. Dedicado también a Claudia Tábora, así como a la Dra. Patricia Vega Jiménez (Costarricense), en cuyos trabajos me inspiré para realizar este pequeño ensayo. También va dedicado a mis amigas y colegas hondureñas Leticia de Oyuela (mi primera mentora), así como a Helen Umaña, Elizet Payne, Yadira Eguigure, Daniela Navarrete, Adriana Yu- Shan, Yessenia Martínez, así como a Rolando Sierra, José Antonio Funes y a mis compañeros y compañeras del grupo literario “Paíspoesible”, que con sus obras, alimentan de lecturas y esperanzas a 7 millones de paisanos. 3 INTRODUCCIÓN GENERAL El libro ha fascinado a la humanidad desde tiempos inmemoriales. Desde su aparición masiva en la Edad Moderna, ha sido un instrumento que ha acompañado los grandes progresos y avances científicos, y además ha participado como herramienta de ocio y diversión por medio de los géneros literarios como la poesía, el cuento y la novela. A la par de la evolución del libro como principal recurso de lectura, también se desarrollaron en la Modernidad los periódicos y revistas, que se popularizaron en Europa y América desde el siglo XIX. Sin embargo, de manera tradicional, muchos sectores académicos consideraron que el libro, como herramienta de lectura, tenía su origen a partir del invento de Juan Gutenberg, que como es sabido, publicó La Biblia en el formato actual con que se conoce la obra como material de lectura -es decir en papel y tinta, además del empastado-. Empero, algunos autores contemporáneos, como Roger Chartier, consideran que el libro es mucho más antiguo que el publicado por Gutenberg, pues sostiene que los textos manuscritos que escribían los monjes medievales en las abadías y conventos de la Iglesia Católica tenían la misma función que el libro en su formato impreso, y la única diferencia es que habían sido producidos por amanuenses. De igual manera, Chartier arguye que los textos escritos en otros materiales desde la Antigüedad -como los escritos en tablas cuneiformes por los sumerios, o los textos escritos en papiro, cuero, madera, cortezas, piedra y otros objetos por egipcios, griegos, romanos y hasta civilizaciones americanas como mayas, aztecas e incas- también eran libros en la extensión de su palabra. Atendiendo este criterio, en Honduras es evidente entonces que los primeros libros los leyeron los mayas en sus elaborados códices que redactaban en pieles y en algunas fibras o cortezas naturales. En concreto, este estudio no comprenderá el análisis de las lecturas que se hacían en Honduras desde la Época Prehispánica por parte de los mayas, sino más bien el periodo comprendido entre la Reforma Liberal de 1876 y 1930. De este modo, el presente estudio tiene como objetivo analizar las lecturas que hicieron los hondureños y hondureñas en el periodo en cuestión. 4 Fundamentalmente, el estudio expone que entre 1876 y 1930, los libros y las lecturas se incrementaron notablemente en Honduras en comparación al periodo colonial y a la primera etapa republicana. La práctica de la lectura pasó paulatinamente de la de carácter religioso y devoto, a la lectura de temas cada vez más profanos, científicos, literarios y seculares. Gran parte de este despliegue de los libros y lecturas se debió al papel e influencia de la Reforma Liberal de 1876 conducida por Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa, la cual promovió una serie de medidas, como ser la transformación educativa, que dio lugar a la reorganización de la “Universidad Central” bajo el modelo Positivista. También se promovió la conformación de una “clase letrada”, que integró a una serie de intelectuales nacionales y extranjeros como el mismo Ramón Rosa, Adolfo Zúniga, Carlos Alberto Uclés, Rafael Alvarado Manzano, Antonio Ramón Vallejo, Antonio Ramírez Fontecha, José Martí, José Joaquín Palma, Tomás Estrada Palma, y más tarde seguidos por varios discípulos como Rómulo Durón, Esteban Guardiola, Manuel Molina Vigil, Carlos F. Gutiérrez, Lucila Gamero, Juan Ramón Molina y Froylán Turcios entre otros. Además, a partir de la Reforma, se amplió la difusión de medios impresos como libros, periódicos y revistas, que fueron los materiales de lectura predilectos de los hondureños, y que en algunos casos como el de la “Revista Esfinge” de Froylán Turcios llegó a estar considerada como una de las “mejores de Hispanoamérica”. Asimismo, se dio la fundación de la Biblioteca y Archivos Nacional, que constituyeron lugares de creación intelectual y de promoción de las lecturas. Del mismo modo, se impulsó la creación de espacios para nuevos lectores en casas particulares y librerías, así como el fomento de instituciones, organizaciones y actividades culturales, como academias, tertulias, juegos florales literarios, veladas, bandas musicales, teatro, etcétera. Todo esto permitió que en definitiva, a través de las lecturas, fueran penetrando en Honduras no solamente nuevas ideologías y corrientes culturales y literarias, sino también modas, diversiones; en concreto, fue introduciéndose la Modernidad. Además, lo anterior impulsó aceleradamente las lecturas en la sociedad hondureña de la época, no obstante, hay que matizar que todavía para este tiempo, la práctica de la lectura era más común en dicha “clase letrada”, así como en las clases acaudaladas de la ciudad de Tegucigalpa, aunque ya ciertamente las clases medias y bajas comenzaban incipientemente a retomar en su vida cotidiana la rutina de la lectura, ya sea para instruirse, informarse o simplemente como diversión. 5 El estudio está articulado en cuatro capítulos. El Capítulo I, titulado “Marco referencial para analizar el concepto de Historia de la lectura y sus relaciones con la Ciudad letrada y los imaginarios nacionales”, aborda una aproximación a los estudios sobre la Historia de la lectura, especialmente las teorizaciones expuestas por el francés Roger Chartier, quien establece una tipología entre “lecturas en soledad” y “lecturas en público”, modelo que intentamos aplicar para el caso de las lecturas que realizaron algunos hondureños entre finales del siglo XIX y principios del XX. Asimismo, planteamos el concepto relacionado de “Ciudad letrada” -elaborado por Ángel Rama-, para sustentar que en el caso hondureño, los reformadores construyeron y conformaron una “clase letrada” que acometió no solamente los proyectos políticos y económicos, sino también culturales en el proceso de construcción de una “cultura nacional” y de una “cultura libresca” en el país. Finalmente, se exponen en este capítulo algunos de los principales hallazgos de los estudios sobre la Historia de la lectura en América Latina y Honduras, especialmente las importantes contribuciones de Rómulo E. Durón, Rafael Heliodoro Valle, Jorge Fidel Durón, Miguel Ángel García y Ramón Oquelí al estudio de la bibliografía del país. El Capítulo II, intitulado “Situación del libro y las lecturas en la Época Colonial y Post- Independentista en Honduras. (1600-1876)”, básicamente aborda parte de la escasa producción bibliográfica hecha por hondureños -especialmente publicada en Guatemala y México-, y relata el importante papel de las lecturas Ilustradas que llevaron a cabo varios de los próceres de la Independencia, como José Cecilio del Valle, Dionisio de Herrera y Francisco Morazán. También, destaca el papel de algunas de las primeras bibliotecas y del incipiente comercio de libros que existía en Honduras por aquella época. Se plantea que durante la Colonia se dio el predominio de libros y textos religiosos, de filosofía y derecho, los cuales calzaban perfectamente con la ideología dominante, más bien escolástica y devota; sin embargo, entre la Independencia de 1821 y 1876, se dio una lenta evolución de libros y lecturas de carácter religioso, a los de ideología más secular, sobre todo, títulos más profanos, liberales y positivistas. En esta transformación jugó un papel importante la instalación de la primera imprenta en el país en 1829 por parte del general Morazán, que derivó en la publicación del primer libro en Honduras: “Primeros rudimentos de aritmética” en 1836 por el presbítero Domingo Dárdano; del mismo modo, fue importante en este proceso la creación de la Universidad en 6 1845, así como la ampliación del comercio de libros, la aparición de las primeras librerías y el leve incremento de la alfabetización. El Capítulo III, “Libros, lecturas, librerías, Bibliotecas y Ciudad letrada en Honduras desde la Reforma Liberal de 1876 hasta 1930”, constituye el capítulo medular de esta obra. En efecto, partimos del supuesto que este periodo histórico comprendido entre la Reforma y 1930 representó una de las etapas de mayor adelanto cultural y educativo en la Historia de Honduras, fenómeno que provocó una serie de transformaciones culturales que a la larga, repercutieron notablemente en el desarrollo de una “cultura nacional”, y desde luego, en las representaciones y prácticas sobre los libros y las lecturas en el país.