La Parroquia De Santa María En San Sebastián UTILIDAD DE LOS
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148 UTILIDAD DE LOS MÉTODOS GRÁFICOS EN LA La parroquia de Santa María INDAGACIÓN ARQUITECTÓNICA: EL “TRANSPARENTE” en San Sebastián DEL TEMPLO BARROCO DE SANTA MARÍA DEL CORO, Los orígenes históricos de la ciudad EN SAN SEBASTIÁN de San Sebastián se sitúan algo antes de 1180, cuando D. Sancho el Sabio, rey Ramón Ayerza Elizarain, Itziar García Larrañaga de Navarra, le otorgó su Carta-Puebla. Tradicionalmente, se ha supuesto que esta misma fecha correspondería a la fundación de la institución parroquial encargada de velar por la cura de almas de sus pobladores. Algunos indicios se- ñalaban, sin embargo, orígenes más re- motos. Por ejemplo, el documento de la pretendida donación de San Sebas- tián, en 1014 y por Sancho el Mayor, Rey de Navarra, al Monasterio de Ley- re “en los términos de Hernani a la ori- lla del mar un Monasterio que se dice de San Sebastián con su parroquia y aquella Villa que los antiguos llamaban Izurun con sus iglesias, conviene saber, de Santa María y de San Vicente Már- tir,…”. Se trata, por supuesto, de una falsificación, urdida después de 1100en el laborioso e interesado scriptorio de Leyre. La práctica era más que habitual. Eran pocos los que entonces sabían es- cribir, y sacaban provecho de ello. Tam- poco importa. Esta falsificación señala el momento en el que la población es- pontáneamente arraigada al pie del monte Urgull empezaba a tener alguna 1. El conjunto de Santa María a vista de pájaro, desde importancia y concitaba el interés es- el suroeste. La villa fortificada de San Sebastián for- tratégico de la Corona Navarra y la co- maba un rectángulo perfectamente orientado cuya arista norte, encajada en el diedro formado entre el dicia de los monjes de Leire. tómbolo arenoso y la ladera del monte Urgull, alber- Hace cinco años, los operarios que gaba todas las edificaciones religiosas. En el extremo excavaban bajo las escaleras del inme- derecho de la imagen, el Convento dominico de San Telmo, entre éste y Santa María, la plaza abierta en el diato Convento de Santa Teresa para solar del suprimido Colegio jesuítico de la Trinidad; jun- alojar allí un transformador dieron con to al margen izquierdo, el convento carmelita de San- unos enterramientos de lajas, apreta- ta Teresa. En la esquina inferior izquierda, un fragmen- to de la Muralla de Mar, de tiempos de los Reyes dos unos contra otros, cruzando la ca- Católicos, significando la proximidad de la parroquia lle de Elbira Zipitria entre Santa Tere- al centro económico de la Villa: su puerto. sa y Santa María. Los arqueólogos que expresión gráfica arquitectónica 2. Planta de Santa María, a nivel del coro, en 1924, por 1 / Miembro de una ilustre familia de arquitectos, principal Antonio Cortázar. Obsérvese la disposición pasante de Maestro constructor entre 1718 y 1750 de la Basílica del Pilar, de la hornacina dedicada ala Virgen del Coro, en el cen- Zaragoza. Autor de la traza de la Colegiata de Alcañiz, para la que se inspiró en la del Pilar, y en la que emplea pilares crucifor- tro del presbiterio, a través de la cual se comunica és- mes apilastrados como los que luego se utilizarían en el templo te con la capilla devocional situada en la prolongación de Santa María del Coro. Fallecido en 1745. del eje del templo. 2 / Astiazarain Achabal, María Isabel: La iglesia de Santa María de San Sebastián. Obra Cultural de la Caja De Ahorros Municipal de San Sebastián, 1989. estudiaron el hallazgo encontraron ba- bajo el patrocinio de Nuestra Señora sultados citan no menos de siete Maes- 149 jo aquéllos, otros enterramientos más del Coro y de San Ignacio, se instala- tros Tracistas traídos al retortero, uno profundos, es decir, más antiguos. To- ba en San Sebastián una sociedad mer- tras otro, otro al tiempo que uno, para das las tumbas eran anteriores a la fe- cantil, la Real Compañía de Caracas, alumbrar el proyecto: Domingo de Yar- cha fundacional de la villa. Las de arri- privilegiada importadora de especias za, 1 Miguel de Puial, Miguel de Irazus- ba, de los siglos X-XI; las de abajo, y del cacao de Venezuela. La situación ta, José de Lizardi, Pedro Ignacio de Li- quizá dos siglos anteriores. La presen- económica de la población de la Villa zardi (hijo del anterior), Miguel de cia allí de unos enterramientos en apre- en general, y la de algunos de sus ve- Salezan y los dos Ibero, Ignacio y Fran- tada disposición, orientados canóni- cinos en particular, se auguraba muy cisco, también padre e hijo (Fig. 2). camente, indica un cementerio prometedora, y era urgente, impres- María Isabel Astiazarain, 2 en un cristiano en cuya inmediación debería cindible, ponerlo de manifiesto. relato lleno de emoción e interés, des- hallarse el templo parroquial del que En el momento de decidir la traza, cribe cómo se dudó al principio entre dependía, y aquél no podía ser otro el Ayuntamiento se atuvo a sus tradicio- conservar las paredes anteriores, adap- que el de la parroquia matriz de la al- nales maneras de actuar en tales casos. tándolas, o proceder de nueva planta. dea que precedió a la villa, San Sebas- Al igual que hiciera dos siglos antes, pro- En 1734, Miguel de Bildasola, primer tián o Izurun, y el nombre de la parro- cedió con desorden, falta de ideas, do- director de la Real Compañía de Ca- quia, Santa María, o también como blez y olímpico desdén por los trabajos racas, encargó por su lado al arquitec- entonces fuese, pues las advocaciones que concitaba amén de por sus sufridos to azcoitiano José de Lizardi la ejecu- marianas empiezan a generalizarse a ejecutores. No nos resistimos, en artícu- ción de una traza que respetase las partir de mediados del siglo XII. lo dirigido a profesionales, a glosar de- dimensiones del templo precedente y talles tan significativos. Los textos con- aprovechase sus fábricas. Lizardi elabo- El templo barroco de Santa María del Coro La parroquia ha cumplido más de un milenio en el solar de Santa María. En ese tiempo, varios templos se han dado el relevo en el mismo emplaza- miento. El último de ellos es el esplen- doroso edificio barroco que ha llega- do hasta nuestros días, construido entre 1743 y 1774 en sustitución del trazado por Juan de Landerrain y Juan López de Lizarazu en el último tercio del siglo XVI. Posibilitaba el empeño la abundan- cia de bienes que afluyeron a la Pro- vincia en el siglo XVIII. En sus áreas ru- rales, los cultivos ultramarinos, maíz, patatas, alubias y pimientos, daban a la agricultura guipuzcoana una renta- bilidad desconocida hasta entonces. Por aquellos mismos años, en 1728 y 3. Santa María, manierista: Interior de sus naves, ha- cia poniente, con luz natural. 150 ró, en el plazo de una semana, dos pro- puestas que, en el largo período de su consideración, debieron de evaporarse a la vista de todos. Así, en 1741 se en- cargaba a Ignacio de Ibero y a los Lizar- di una traza de nueva planta. La elabo- raron éstos en quince días, pero no gustó a la Junta de Fábrica, que se puso en contacto con otros arquitectos, Irazus- ta, Yarza y Pujal, para que hicieran otra propuesta, que pareció, a su vez, dema- siado ambiciosa. Un año después, en 1742, vemos de nuevo a Ignacio de Ibe- ro, José y Pedro Ignacio de Lizardi ocu- pados en reformar esta última propues- ta en el plazo de casi otro mes. Parece ser que lo que hoy vemos en Santa María es el resultado de aquel pe- culiar modo de proceder. La alta co- herencia del edificio dado a luz por la desordenada colaboración de tantas ma- nos constituye un rotundo testimonio de la cuajada profesionalidad de los maestros intervinientes. Si convenimos que caracterizan el barroco los térmi- nos diversidad, desmesura y concilia- ción de elementos contradictorios, di- fícil imaginar procedimiento proyectual más radicalmente barroco que el segui- do en el caso de Santa María. Las formas de Santa María del Coro La decisión de rechazar las obras de reparación en beneficio de las de reno- vación total respondía a la intención de ampliar al máximo las dimensiones del templo. En el estrecho espacio in- tramural de la villa, lleno como un hue- vo, la obtención de suelo podía ser un empeño imposible. En este caso, ese suelo lo proporcionó el ámbito claus- tral que acompañaba al edificio rena- expresión gráfica arquitectónica centista, tan ancho como el conjunto arquitectura barroca en España que no estilemas decorativos para no perder de 151 de las naves, y las casas de vecinos si- lo cite como cumplido ejemplo de ple- vista el estilo. Visto en conjunto, el tem- tuadas al este de su cabecera, expro- no estilo, aunque construido en fechas plo se impone siempre como un formi- piadas tras del habitual pleito. correspondientes al rococó, circunstan- dable ejemplo barroco. ¿Qué lo hace El resultado es un amplio templo de cia que pone de manifiesto la decora- tan barroco? Hemos reflexionado so- tres naves y cuatro tramos de desigua- ción de la hornacina que acoge su por- bre las características del estilo. Los con- les longitudes, planta de salón y ábside tada principal. Todos esos textos ceptos clave parecen ser, ya se ha dicho semicircular en la prolongación de la describen un poderoso templo pura e in- antes, los de “diversidad” y “desmesu- nave central. Los tramos cubren con bó- discutiblemente barroco, poderosa y clá- ra”. La originalidad del barroco con- vedas de crucería y terceletes que se sicamente decorado pero sin excesos ni sistió en hacer de la diversidad, de la adornan con combados gilontañones- extravagancias Un cumplido ejemplo pluralidad, de la oposición de contra- cos en el tramo oriental.