Lenguas y pueblos altiplánicos en torno al siglo XVI Alfredo Torero

Una de las mayores dificultades para la comprensión del movimiento de lenguas y pueblos en el Altiplano peruano-boliviano ha sido el mantenimien­ to, bastante persistente, de dos errores de identificación: el uno, de los pue­ blos puquinas, uruquillas y uros como pertenecientes a una misma entidad sociocultural, y, el otro, de las lenguas puquina y uruquilla (o "Uru-Chipa­ ya") como idiomas emparentados. La persistencia de esta doble confusión se ha debido, a su vez, a dos fac­ tores: primero, la falta de un enfoque histórico que analizase estos problemas en correlación con los profundos trastornos y transformaciones ocurridos en el escenario social altiplánico desde unos siglos antes de la conquista española hasta al menos los siglos XVI y XVII; y segundo, la utilización en los docu­ mentos hispánicos de un mismo término para designar indistintamente a fe­ nómenos sociales tan diversos como una lengua, una cultura, una "nación" o, inclusive, una categoría socioeconómica para fines de imposición tributaria; y tal fue el caso de los vocablos aymará, uro, puquina, uruquüla. El presente trabajo se propone dar un aporte al esclarecimiento de la historia social altiplánica en base principalmente a la presentación de mate­ rial lingüístico que muestra la no existencia de parentesco evidente entre el idioma puquina y las otras tres lenguas nativas usadas en el Collao en el siglo

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XVI: la uruquil/a, la aymará y la quechua, y exhibe, en cambio, una cone­ xión particular entre la hoy desaparecida lengua puquina y el "idioma secre­ to" que aún hablan en Bolivia los herbolarios callahuayas. Nuestro propósito sólo puede cobrar sentido, no obstante, si se enmar­ ca dentro de la historia externa de esas lenguas, de la expansión o la reduc­ ción de sus territorios o su importancia social ; lo cual implica, a su turno, el examen -aun cuando breve en estas páginas- de las relaciones de poder que se habían ido configurando entre las "naciones" que poblaban el Altiplano antes de su conquista por los Incas: uros, aymaraes, puquinas y uruquillas; de la modificación de esas relaciones durante las sucesivas ocupaciones incai­ ca y española, y de los rasgos culturales que se asignaron a tales pueblos en las diferentes fases de su existencia. Estos temas fueron ya abordados por nosotros en tesis doctoral (Torero 1965) sustentada en París. En ella presentamos, además, el estudio lingüísti• co y la traducción de los textos puquinas recogidos en la obra de Gerónimo de Oré Rituale ·seu Manuale Peruanum, publicada en Nápoles en 1607(1 ). Parte de los resultados que obtuvimos por entonces fueron consignados en 1970 en nuestro artículo Lingüística e Historia de la Sociedad Andina, el cual plantea las áreas de origen y las expansiones o reducciones desde co­ mienzos de nuestra era de las que habrían de ser en el siglo XVI las "lenguas generales" del Perú: el quechua, el aymará y el puquina (Torero 1970). Ulteriormerlte, nuevas informaciones, así como estudios realizados por otros autores, han venido a reforzar nuestras conclusiones, pero también a plantear algunos otros aspectos de la situación social y lingüística en el Alti­ plano, particularmente a fines del siglo XVI. De estas fuentes y trabajos debemos mencionar en especial la Tasa de la Visita Gener(II de Francisco de '(oled o (15 71-15 7 3 ), publicada en l 97 5, con introducción y versión paleográfica de Noble David Cook y estudios de Ale­ jandro Málaga Medina y Thérése Bouysse-Cassagne (197 5: 312-3 28 ); y un manuscrito redactado hacia 1600 que refiere cuáles lenguas debían emplear en la época para sus predicaciones los curas del Obispado de La Plata(2). La correlación de las informaciones ofrecidas por este último documen­ to, que llamaremos Copia de curatos, con las de otras fuentes, en particular la Tasa de 1(1 Visita General de Toledo (TVGT), muestra bien que en torno a 1600 el panorama social y lingüístico altiplánico era mucho más complejo de lo que se estima generalmente. El antropólogo francés Nathan Wachtel, quien ha venido investigando el problema uro, ha contribuido valiosamente a nuestra labor de comparación lingüística del puquina y uruquilla al recoger para nosotros material de habla , en particular los vocablos chipayas correspondientes en significado a los despejados por nuestra parte de los textos puquinas de Gerónimo de Oré. Hemos tenido igualmente acceso a un rico material inédito de callahua­ ya, la lengua de los herbolarios del área boliviana de Charazani, recogido en varios años de investigación por el desaparecido antropólogo francés Girault,

330 Revista Andina, año 5 ______Torero: Lenguas altiplánicas material al que recurrimos aquí para la comparación con el puquina, a fin de verificar y ampliar nuestros propios datos obtenidos en trabajo de campo en Bolivia en 1966(3 ). Asimismo, hemos consultado la obra del letrado boliviano Enrique Obli­ tas Poblete. El idioma secretQ de los Incas, publicada en La Paz en 1968, que contiene una breve gramática de la lengua callahuaya y un vocabulario caste­ llano-callahuaya, acopiado a través de muchos años y que hoy se vuelve inva­ lorable vista la acelerada reducción del número ya exiguo de hablantes de esta lengua.

LA COPIA DE CURA TOS

El manuscrito sobre idiomas del obispado de La Plata (o Charcas) revela informaciones valiosas acerca de la situación lingüística existente en el gozne entre lós· siglos XVI y XVII dentro del dilatado territorio altiplánico y los flancos orientales de éste, exceptuado el sector noroccidental de la cuenca del lago Titicaca, sector que estaba a la sazón fuera de la diócesis del obispa­ do de La Plata y. dentro de la jurisdicción del obispado del Cusca. El manuscrito consiste en realidad_de tres secciones elaboradas sucesiva­ mente, cada una de ellas por mano de un escribiente distinto. La primera sec­ ción, que es la más importante para el fin que nos ocupa aquí, lleva como tí• tulo: · Copia de los curatos y doctrinas que se proueenpor el padronasgo real en este obispado de La Plata y en. que lenguas an de ser instruidos los doctri­ nan tes para mejor predicar el evangelio de Jesuchristo y su doctrina christia­ na. No tiene indicación de fecha. Al conjunto de las tres secciones nos referi­ mos abreviadamente como Copia de curatos (ver Anexo 2). El escribiente de la primera sección, o documento básico, hace inventa­ rio y deslinde de las cuatro lenguas usadas por entonces en el territorio del obispado: uruquilla, puquina, aymará y quechua; precisa los lugares en que éstas se hablaban y permite apreciar el grado de vigor e implantación de cada una de ellas. En un párrafo extenso -que transcribimos modernizando orto­ grafía y puntuación- resume bien el panorama idiomático: "La lengua general de casi todo este obispado es la aymará, y, así, en todas las doctrinas de Potosí -aunque hay muchas de tres lenguas- el sacerdote que supiere la aymará podrá ser proveído en ellas y sin saberla no, aunque sepa bien la quichua, si no fuere el cura de las piezas [escla­ vos]. En toda la provincia de Chucuito, en todo lo de Chuquiavo, en Pacasas, Carangas, Charcas, Quillacas, sólo puede ser proveído sabiendo la lengua aymará". "Las doctrinas que con sola quichua pueden ser proveídas son la de las piezas de Potosí, las dos de esta ciudad [La Plata], las de Guata y Sicha de los mercenarios y las de las chácaras de yanaconas. Las de Omasuyo, que son aymaraes y puquinas, si saben la una o la otra bien sabida {?O-

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drán ser proveídos. Sola Capachica y Coata piden padre puquina, por­ que la quichua solos los ladinos la saben". El segundo escribiente establece un listado alfabético de los curatos se­ ñalados por el primero e introduce una numeración correlativa en el docu­ mento básico, numeración que antepone al listado alfabético. El escribiente de la sección tercera y final tiene por preocupación con­ signar los nuevos c_uratos instituidos ocho años después de la elaboración de la lista básica e introduce su relación con la frase: "Doctrinas que se han acrecentado en este obispado de los Charcas de ocho años a esta parte"; pero tampoco suministra ninguna fecha absoluta. Este mismo escribiente hace varios añadidos e intercalaciones en el documento básico para agregar infor­ maciones que en parte recoge en su relación final. Thérese Bouysse-:Cassagne, la descubridora de la Copia de curatos, da como fecha para el documento básico el año 1580, pero sin justificar tal da­ tación. Por su parte, Waldemar Espinoza Soriano, quien ha publicado en dos oportunidades versiones paleográficas bastante incorrectas de las tres seccio­ nes, lo fecha en 1604, de manera igualmente infundada(4 ). El error funda­ mental de Espinoza reside en que no alcanza a discriminar en sus versiones paleográficas la infervención de los tres escribientes distintos y, por ello, pre­ tende fechar el documento bá~tco a partir de un añadido existente en la pri­ mera sección, que se refiere a la villa de Salinas del Río Pisuerga, villa funda­ da en el valle de Mizque en 1604. Ahora bien, tal añadido es de mano no del autor del documento inicial, sino del tercer escribiente; a más de esto, la re­ ferencia a Salinas del Río Pisuerga no está incorporada en la relación final de los nuevos curatos " acrecentados de ocho años a esta parte", por lo que su adición al documento básico parece, a todas luces, ulterior a dicha relación. De donde, a nuestro juicio, sería más acertado restar a 1604 esos ocho años cuando menos, operación que daría el año de 1596 como fecha más tardía de elaboración del primer documento. De otro lado, la fecha de 1612 que Espinoza fija para la sección tercera y final, sumando a 1604 los "ocho años a esta parte", queda descartada por el hecho de que en 1609 había sido erigido el obispado de La Paz segregán­ dolo del de Charcas y, por ello, mal podría concebirse que en 1612 un docu­ mento del "obispado de Charcas" siguiese incluyendo, como lo hace la ter­ cera sección, a curatos que ya por entonces estarían perteneciendo a la juris­ dicción de otro obispado. Nuevas investigaciones podrán más adelante establecer de manera preci­ sa la datación del documento básico; de nuestra parte, utilizamos por cautela la expresión "hacia 1600".

UROS Y NO UROS

Al ir estableciéndose la administración colonial española en el Perú, en

332 Revista Andina, año 5 ______Torero: Lenguas altiplánicas la segunda mitad del siglo XVI, las autoridades hispanas advirtieron que en la cuenca cerrada del sistema hidrológico de los lagos Titicaca y Poopó y los sa­ lares adyacentes existían dos géneros de poblaciones de comportamiento so­ ciocultural -tecnológico y sociológico- radicalmente distinto y contrasta­ do: de un lado, sociedades agropastoriles y de Estado, rígidamente jerarqui­ zadas en clases, y, de otro, grupos exclusiva o casi exclusivamente predado­ res, sin división social interna y nula o débilmente interrelacionados: los denominados globalmente uros por los propios habitantes del Altiplano. De las poblaciones altiplánicas, la de los uros se encuentra ampliamente señalada y descrita en las crónicas, "visitas" y relaciones hispánicas de los si­ glos XVI y XVII, y sus sobrevivientes modernos han sido objeto en el último siglo de no pocos estudios en diversos aspectos de cultura, raza y lengua. En Dieux et Parias des , Jehan Vellard (1954: 77) subraya correc­ tamente que los uros no son étnicamente uniformes. Podían ser, ya esencial­ mente pescadores con tecnologías bien adaptadas para el aprovechamiento de los recursos lacustres, ya cazadores y recolectores "paleolíticos" en los de­ solados espacios de las punas altiplánicas; y encontrarse sometidos a los seño­ res de las sociedades de Estado ("uros sujetos") o permanecer rebeldes a toda sujeción ("uros indómitos"). De todos modos, aun cuando no étnicamente uniformes en su conjunto, los diferentes grupos uros se distinguían de las sociedades de Estado que les eran vecinas no sólo, al parecer, por sus modos de subsistencia, sino también por determinadas expresiones artísticas colectivas, como danzas y cantos, según consigna Ludovico Bertonio en su . Jlocabulario de la lengua aymará para los uros de la provincia de Chucuito, el antiguo reino lupaca: hucchu o sisa quirquitha: baylar como los uros des ta provincia. quirquitha, o taquitha: Baylar, brincar, pisando con velocidad el suelo, como usan los uros, y también los que danzan con cascabeles. chiy chiy: Bayle de los uros. chiy chiytha: Baylar assi teniendo en las manos la chuspa o gualquepo. Los uros sujetos habían soiido dar a los señores de la tierra "en señal de reconocimiento" desde los tiempos prehispánicos tributo en servicios o en especies silvestres, sobre todo en pescado, pero siempre en cantidades poco elevadas. En cualquier caso, la riqueza de un señor altiplánico no provenía de manera significativa de la opresión de "sus" uros, sino substancialmente de la explotación de sus "atunlunas": los agricultores y pastores vasallos suyos al interior de .su propia sociedad clasista. Sobre los atunlunas, igualmente, ha­ bría de recaer más tarde, durante el imperio Inca y el dominio español, el peso mayor de la tributación al Estado y a los sefíores locales. Por lo demás, "libres" o sujetos a las sociedades de Estado, los uros se hallaban impedidos de poseer tierras de labranza y, sobre todo, ganados, la fuente principal de riqueza en el Altiplano, con la cual sus poseedores podían sostener interc.ambio conJas ,sociedades de tierras más bajas y obtener maíz,

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coca, ají, fru.tas, etc., que sus frígidas tierr.as no producían, dando a cambio los animales ,mismos, .su lana o ropa y otros-tejidos confec_cionados con lana. Era tal la importancia del· ganado para los,altiplánicos que, como varios informantes dijeron en _1575 a Garci Diez:de San Miguel, visitador de la pro­ vincia de Chucuito,. si carecieran de aquél no podrían sobrevivir en tan eleva­ dos territorios, nada o muy poco aptos _para la agricultura, la cual, además, estaba permanentemente puesta en riesgo por sequías, heladas o lluvias exce­ sivas (Garci Diez 1964: 146,.147 y 208;209). Al vetar a los uros el acceso a la riqueza agropecuaria y al limitarlos al aprovechamiento de los recursos lacustres -si bien normalmente suficientes para la sobrevivencia local de los predadores-, los dueños de la tierra los in­ capacitaban para ejercitar el intercambio con pueblos distantes, yungas coste­ ños o de selva, de territorios de por sí ricos en peces, y los constreñían, pri­ sioneros en su hábitat, a un trueque menor, cuando lo había, de pescado con­ tra las papas y el chuño que producían los agricultores inmediatamente veci- nos. Privados de la tierra firme, a raíz probablemente de un antiquísimo des­ pojo convertido en restricción permanente, y contenidos de esta manera en su desarrollo socioeconómico, los uros eran menospreciados por sus propios cercadores como seres anómalos, "no humanos", sobrevivientes de una pre­ humanidad; y esta concepción .la compartían los propios uros, según la ver­ sión que recogen varios cronistas, como Antonio de Herrera: "Estos Uros son tan salvages que preguntándolos quienes eran respon­ dían que no eran hombres sino Uros, como si fueran otra especie de animales" (Herrera 1721: III, 92). Un deslinde de raíz indudablemente milenaria les había negado el trán­ sito a la condición humana. Los uros son al hombre como la vicuña a la lla­ ma: lo silvestre, lo no doméstico. La función de la ideología así desarrollada y asumida estuvo seguramenJe dirigida, más que a justificar la opresión de los uros, a afirmar la explotación de los atunlunas en la sociedad de los hombres. Remanentes como la vicuña de un mundo oscuro y yermo en el que el sol no existía todavía, los uros permanecían en los márgenes peligrosos de la socie­ dad doméstica como una advertencia para los atunlunas: si se debilitara la disciplina productiva y se alterase el orden social, el mundo recaería en lo oscuro y estéril, las llamas retomarían a vicuñas y los hombres a uros. La ideología que en los uros sustentaba su calidad de no hombres sustentaba la sociedad de los hombres. Las pautas segregatorias contra los uros llegaban al extremo de tenerlos por inhábiles para consumir los bienes culturales producidos por las socieda­ des de Estado. Es ilustrativo al respecto el incidente relatado por fray Regi­ naldo de Lizárraga, a quien, a su paso por el Collao, un uro le pidió que le comprara pan:

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" ... díjome: Padre, cómprame un real de pan; yo le respondí: ve tú a comprarlo; respondió:no me lo dará el indio tambero porque me cono­ ce, soy Uro; repliquéle: Pues tú, Uro, ya sabes comer pan? ... " (Lizá­ rraga 1968: cap. LXXXIX). La administración española buscó por diversos modos, en especial a partir del virrey Francisco de Toledo, el incorporar a los uros al sistema tri­ butario colonial: se empeñó en reducirlos a pueblos y les señaló de oficio caciques extraídos de sus propios grupos que se responsabilizaran de la per­ cepción de los tributos. En atención, sin embargo, a su débil aptitud produc­ tiva, les fijó una tasa cuyo valor se estableció generalmente en la mitad del exigido a los no uros y cuyo pago se cumplió por lo común con la entrega de pescado seco y la hechura de costales o ropa basta. En un caso especial, el de 91 uros Uruquillas del pueblo de "Huchusu­ ma y puente del Desaguadero", reconocidos como "los de peor condición" de toda la provincia collavina de Chucuito, la tasa se fijó en un sexto de la correspondiente a los no uros de esa provincia(5 ). De este modo, y tal como se percibe en la Tasa de la Visita General de Toledo, el término "Uro" pasó a designar consistentemente a la menor de las dos categorías tributarias distinguidas por los tasadores hispanos en la región altiplánica. Cuando en un repartimiento o encomienda había uros y no uros, la TVGT establece la oposición con vocablos que traslucen reveladoramente el manejo de concepciones propias de las sociedades clasistas dominantes en el Altiplano en el siglo XVI; cosa que, por un lado, evidencia la simpatía de clase entre los señores hispánicos y los señores nativos, particularmente ay­ maraes, y, por otro, muestra que, al menos en el área del Collao, la Tasa fue elaborada en colaboración directa con los señores aymaraes o sus represen­ tantes, celosos de conservar al máximo la situación privilegiada nacional y de clase que habían adquirido en el Altiplano antes de los Incas y consolidado durante el Incanato. Así, la designación para la categoría de mayor aptitud tributaria, opues­ ta a uro, se refiere en primer lugar a sociedad clasista globalmente considera­ da ; y el término empleado de modo casi exclusivo en las tierras que rodean el lago Titicaca es el de "aymará ", el cual, por simplificación ciertamente inten­ cionada, absorbe no sólo a lupacas y pacases, efectivamente de "nación" y lengua aymará, sino a pueblos del norte y el oriente de ese lago, mayoritaria­ mente de "nación" y lengua puquinas. En tales casos, el vocablo aymará pier­ de su referente etnolingüístico para reducirse a mera categoría fiscal. Tal vez este empleo de los términos aymará y uro resultó de una extensión a todas las provincias del Collao del manejo que hizo de ellos Garci Diez de San Mi­ guel a raíz de su Visita, en los años 1567 y 1568, a la provincia de Chucuito, precisamente Ju paca. Con la salvedad indicada, en las encomiendas altiplánicas los términos étnicos de la oposición a uro son: en el sector collavino del "Distrito de la Ciudad del Cuzco": aymaraes, y, una vez , oxiveres; en el "Distrito de la Ciu-

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dad de la Paz": aymaraes; en el " Distrito de la Ciudad de La Plata", en cuyas encomiendas no hay mención a "aymaraes": en Totora, Urinoca, Chuquico­ ta, , Colquemarca y Andamarca: Carangas; en Paria: Soras y Casayas Soras; en Aullagas y Uruquillas: Au/lagas y Uruquillas; en Quillacas y Asana­ ques: Asanaques y Qui/lacas. En segundo Jugar, en vez del nombre étnico, o a la par de él , suele apa­ recer, particularmente en el sector cusqueño del Collao, el vocablo atunluna (hatunnma), expresión quechua que los diccionarios y documentos antiguos traducen por "vasallo", "plebeyo" o "pechero", esto es, el sector productor dentro de la sociedad de clases sometido a la obligación de tributar en espe­ ci es o en trabajo. La no utilización del vocablo atunluna para referirse a uro (y , más bien, su empleo como término opuesto) es significativa en cuanto evidencia que en la época continuaba percibiéndoselo como no aplicable a una población que no producía un excedente socialmente importante y, por ende, desconocía la separación clasista interna. Finalmente, en tres casos (encomiendas de Puna, Cavana y Aullagas­ Uruquillas), aparece como término "no uro" de la oposición la palabra caste­ llana indio, cuyo uso refleja de algú,n modo la asunción porlos encuestadores de la concepción altiplánica acerca de lo humano, fu_era de lo cual quedaban los uros. En su estudio de 197 S, . Toérese Bouysse-Cassagne había percibido co­ rrectamente que en la Tasa de la Visita General de Toledo los términos ayma­ rá y uro se utilizan no como referentes étnicos ni lingüísticos, sino como ca­ tegorías fiscales opuestas; sin embargo, cuando en 1980 aborda en su tesis doctoral el estudio de las sociedades altiplánicas, suele abandonar su hallazgo o perderlo de vista las más de las veces para manejar esos términos como indi­ cadores socioculturales casi exclusivamente; de modo que en definitiva termi­ na magnificando a la "nación aymará" y relegando a puquinas y umquillas a la condición de uros (Bouysse-Cassagne 1980: tomo 1, cap. 111). La antigüedad de la presencia de los uros (de los modos de vida uros) en el Altiplano, más aún en el corazón de éste, el lago Titicaca y sus contornos, es un punto crítico por dilucidar. Es sorprendente, de todos modos, hallarlos en una zona que vio florecer a una de las más brillantes civilizaciones prehis­ pánicas, la de Tiahuanaco. Quizá investigaciones arqueológicas y de antropo­ logía física podrán alguna vez determinar si estuvieron allí "desde siempre"; es decir, antes de la aparición de la agricultura y el pastoreo en la región; si ocurrió o no "invasión repentina" de agricultores y pastores que desplazaron a originarios pobladores paleolíticos hacia los lagos, los totorales y las punas agrestes y saladas, o si fue una misma población original la que se escindió en productores y predadores; si la llegada de los uros se dio en tiempo ulte­ rior a la del agropastoreo, cuando ya había sido superado el estadio paleolíti• co en el Altiplano; o si, finalmente, el "fenómeno uro" se recreaba continua­ mente en las áreas lacustres y en las punas altiplánicas con las gentes expulsa­ das de las sociedades de Estado y como válvula de escape a las tensiones de

336 Revista Andina, año 5 ______Torero: lenguas altiplánicas estas sociedades. Antes del hallazgo y la publicación de las informaciones contenidas en la Copia de curatos, en especial la mención a la lengua uruquilla explícita• mente distinguida de la lengua puquina, diversos autores -'Como Paul Rivet, Jehan Vellard, etc.- habían identificado, sin ningún fundamento lingüístico, al idioma puquina con el uruquilla ("uru-chipaya"). Habían sostenido, incluso, que era aquél el idioma de los uros, en base a razonamientos errados, tales como que una determinada lengua debía nece­ sariamente distinguir a los uros de las demás poblaciones altiplánicas; y que, si bien en los documentos coloniales se hacía numerosas referencias a los uros, no se daba la identidad de "su" idioma, en tanto que en los mismos se reconocía al puquina como una de las tres lenguas generales del Perú y se lo mencionaba con relativa frecuencia, pero diciéndose poco, y bastante impre­ cisamente, de pueblos puquinas. De allí se concluía que el puquina era la len­ gua que caracterizaba a los uros y que todo hablante puquina era un uro. A fines del siglo XVI, sin embargo, los uros no se identificaban específi• camente con, o por, una determinada lengua: hablaban uruquilla, puquina o aymará. Vimos ya que la TVGT hace referencia a los uros uruquillas de "Huchusuma y puente del Desaguadero" y sabemos de la pervivencia de esa lengua aun hoy día precisamente entre los uros ochusumas del Desaguadero y en el pueblo de Chipaya. En cambio, al norte del lago, en Coata, poblada sólo por uros según la Tasa de Toledo, el único idioma usado era el puquina de acuerdo con la Copia de curatos. Finalmente, en la provincia de Chucui­ to más de una cuarta parte de sus habitantes eran uros y hablaban aymará, excepto en el extremo sur de la provincia (pueblos de Cepita y Huchusuma) donde el uruquilla era empleado seguramente por uros y no uros (Garci Diez 1964: 204-206). Por otro lado, y descontadas la aymará, lengua "nueva" en el Altiplano, y el quechua, lengua "novísima", nada autoriza, en el estado actual de nues­ tros conocimientos, a inclinarse por el puquina o por el uruquilla como el idioma que habrían hablado primitivamente los uros. Quizá el puquina se de­ sarrolló originalmente en el área septentrional del Altiplano y el uruquilla en el área meridional; así, ambas son tal vez similarmente "antiguas", pero, tam­ bién, tal vez ambas demasiado "recientes" en relación con la antigüedad del modo de vida uro. En cuanto a la lengua o las lenguas que usaron los "uros marítimos" del desértico de Tarapacá y Atacama, en el norte del Chile actual, es evi­ dente que, a falta de documentos lingüísticos precisos, nada permite identifi­ carlas a partir sólo del hecho de que las hablaban dispersos grupos de pesca­ dores de escaso bagaje de cultura material a los que, por su modo de vida, se calificó de uros desde fines del siglo XVI. En las costas de Tarapacá se señala aymaraes y uros; en la región de Atacama, gente de habla cunza en el valle de ese nombre, y uros (más tarde llamados camanchacas y changos) en el litoral. Estos ''uros" no aparecen como tributarios en la Tasa de la Visita General de

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Toledo(6). Créqui-Montfort y Rivet yerran al sostener que la lengua ·arawak se ex­ tendía hasta las orillas del Océano Pacífico, por el mero hecho de haber allí gente llamada uro y por postular ambos que existía una "lengua uro" vincu­ lada con la familia arawak(7). Muestran, en cambio, una justa cautela al dese­ char como correspondiente al idioma original de los changos un breve voca­ bulario que habría recogido André Bresson en 1870; ese vocabulario -in­ dican con razón- es '·puro araucano" y no cabría esperar tal semejanza en hablas de poblaciones separadas por tanta distancia y tanto tiempo(8).

QUECHUAS

Para el Altiplano del Collao y Charcas, la Copia de curatos muestra una débil implantación del quechua, a primera vista sorprendente. Señala su em- . pleo casi exclusivamente en las parroquias citadinas o centros mineros acti­ vos (La Plata, Potosí, Porco, La Paz o Chuquiabo, Cochabamba) o en las doc­ trinas instaladas en las yungas orientales; esto es, allí donde se concentran yanaconas, mitayos, mitmas o esclavos ("piezas"). Esta escasa presencia de la lengua "más general" del Perú de entonces (la cual debe entenderse como correspondiente a la variedad Chínchay del quechua)(9), puede explicarse_p_or el vigor expansivo que seguía mostrando la aymará, pero también por un retroceso temporal del quechua resultante de la caída del Imperio Incaico, dado que en el Altiplano no había pasado de ser idioma de la administración imperial. Sin embargo, aparte del empleo de esa lengua entre ciertos grupos de . mitmas y yanas como supervivencia de los tiempos incaicos, el documento eclesiástico permite percibir ya una reanimación del quechua en el área, esta vez motivada por los intereses económicos hispánicos que movilizaban a mi­ tayos, yanaconas y esclavos para el laboreo en los centros mineros, el cultivo de coca en las yungas o el servicio doméstico en las ciudades. Respondiendo a tales intereses, el quechua habría de ganar terreno ampliamente en los si­ guientes siglos en regiones como las de Sucre y Potosí, Cochabamba y Lare­ caja. Para el noroeste del lago, región de los collas o hatuncollas, la Copia de curatos suministra información muy corta puesto que por allí empezaba la jurisdicción del obispado del Cusco en la época y sólo unas pocas localidades pertenecían al obispado de La Plata. No obstante, 1a Copia de curatos brinda un dato interesante al indicar que los pueblos, de Capachica y Coata requie­ ren de sacerdute que predique en puquina "porque la quechua sólo los ladi­ nos la saben'.'. La mención al quechua y no al aymará como el idioma que empezaba a asentarse.es significativa, por cuanto, de un lado, hace evidente que el aymará, pese a su pujanza en el Altiplano, no había logrado penetrar en esa área puquina y, de otro, prefigura la situación actual: ha sido la lengua quechua y no la aymará la que desplazó en definitiva al puquina de ese sector

338 Revista Andina, año 5 ______Torero: Lenguas altiplánicas collavino. Algo similar habría- de suceder e-n las "provincias" de Umasuyos y Lare­ caja, al oriente del lago Titicaca, donde aymará y quechua contendieron en la eliminación del puquina, para, finalmente, quedar en partes vencedora una u otra y en partes hasla hoy superpuestas una y otra.

AYMARAES

La lengua aymará forma. parte .< d.e la familia lingüística aru, junto con la· jaqaru y la ,k\a:uki, habladas··en la prbvincia peruana de Yauyos, sureste del departamentó -de Lima; la· fotegtaban otras hoy extintas, pero todavía vivas en el siglo· XVI : las llamadas hahuasimi, usadas por varios pueblos a lo largo de la Cordillera Occidental peruana, particularmente en el departamento de Ayacucho y en las lindes, de· éste con los departamentos de Huam~avelica y Apurímac. ·Sobre la historia de la familia' aru hemos tratado con detenimiento en trabajos anteriores(lO); aquí resumire~os brevemente nuestras conclusiones: la zona ocupada originalmente por el aru se 'extehdía desde el sur del valle de Cañete o del de Chincha hasta el de· Nasca o el de Acarí, en la costa sur pe­ ruana; de allí inició su expansión en los primeros siglos de nuestra era en di­ rección del este, ganando la síerra surcentral y parte de la sierra sur. Hacia el norte y el noreste su avance se vio contenido por la expansión contemporá­ nea que el protoquechua emprendía desde la costa central y nOrcentral hacia el interior. · A más de un milenio de la expansión inicial del protoaru, se encuentra al aru aymará a fines del siglo XVI -hablado desde la cuenca del río Pampas, en las provincias de · Cangallo y Víctor Fajardo, departamento de Ayacucho, y desde la cuenca del río Soras (Chicha) -que discurre entre los departa­ mentos de Ayacucho y Apurímac- hacia el este y el sureste, cubriendo, fuera del Altiplano peruano-boliviano, gran parte de los departamentos de Apurímac y Cusco y el noreste del departamento de Arequipa. El área de su configuración como lengua parece haber sido la cuenca del Pampas. La presencia de pueblos aymaraes (de lengua aymará) en el Collao y Charcas era relativamente reciente en el siglo XVI; su ingreso se había produ­ cido unas tres centurias antes, al parecer de manera violenta, por conquista militar avanzando desde el norte hacia el sureste a lo largo de la Cordillera Occidental de los Andes y repartiéndose el territorio altiplánico posiblemen­ te bajo forma de diversos señoríos o reinos, algunos de los cuales menciona Ludovico Bertonio en la introducción a su Vocabulario de la lengua aymará: Lupacas, Pacases, Carancas, Quillaguas, Charcas. Pedro Cieza de León recoge y nos transmite relatos acerca del avance guerrero de una parte de esos aymaraes sobre la orilla occidental del lago Titicaca, territorio en el cual se constituiría de este modo el reino preincaico de los lupacas y, tiempo más tarde, la provincia de Chucuito en la división

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colonial española. Uno de los relatos se refiere a la ocupación sangrienta de la isla sagrada de Titicaca por huestes aymaraes q,ue, comandapas por Cari, li­ quidaron totalmente a los ocupantes originarios de la ista, probablemente de "nación" puquina(l l ). ,,, . . A raíz de estas acciones invasoras, los lupacas se vieron enfrentados con Zapana, poderoso señor de los collas. Es necesario indicar aquí que el'vocablo colla tuvo variados referentes .en el uso de los autores de crónicas y relaciones. Inicialmente, lo emplearon los conquistadores españoles -Cieza entre ellos~ para designar genéricamen­ te a los pobladores del Collao. Más adelante se aplicó principalmente a lo~ aymaraes, colla vinos, la etnia más poderosa del área, y a su idi_oma. Sin em­ bargo, las informaciones más precisas -,-mas no necesariamente cqmpletas­ acerca de quiénes eran los .collas y en qué región habitaban nos las brinda Luis Capoche en su Relación General de· la Villa Imperial de Potosí. escrita en 1585. De acuerdo con los datos de este cronista, la "nación'' de los collas ocu­ paba a fines del siglo XVI la mayor parte de la región· cfrcundante del lago Titicaca, desde lugares como Pu.qo, Cavana y Lampa por el noroeste, y, de allí, rotando en el sentido de las agujas del reloj, por el norte, el este y el sureste hasta al.menos el pueblo de Achacachi, y tal vez más al sur(l 2). Capoche da cuenta, asimismo, de la existencia de una oposición de base geográfica vigente al interior de ..cási todas las ''naciones" altiplánicas, entre urcusuyu: "la parte o batida de los cerros'', y umasuyu: "la parte o banda del agua o los valles"; esto es, groso modo, los lados occidental y oriental del Altiplano, respectivamente. Ahora bien, esta oposición se presenta en la "nación" colla, mas no en la lupaca, la cual sólo se extiende en el lado occidental del Titicaca (urcusu­ yu), aunque sin llegar a cubrir el sector noroeste. De otra parte, por simplificación, algunos autores dividen toda la cuen­ ca collavina únicamente en dos grandes "provincias'', la de Orcosuyos (urcu­ suyu), coincidente con la provincia lupaca y predominantemente de idioma aymará, y la de Umasuyos u Omasuyos (umasuyu), correspondiente a la ban­ da nororiental y oriental del viejo territorio colla, mayoritariamente de len­ gua puquina. Por otro lado, la ubicación de los lupacas en sólo el sector occidental del lago y el carácter de noticia fresca que tienen las versiones transmitidas por Cieza de León acerca del avance de la gente de Cari desde las alturas de la Cordillera Occidental conducen a sospechar que la invasión lupaca -y tal vez también la de los pacases- se produjo no mucho tiempo antes de la irrupción cusqueña en el Altiplano. A mediados del siglo XV, amenazados por la creciente pujanza del reino de los incas del Cusco, ambos señores collavinos buscaron de una buena vez definir superioridades en el Collao, tratando cada uno por su lado de lograr la alianza o la neutralidad de los cusqueños; los incas optaron por aliarse con

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Cari, señor de los lupacas, pero su "ayuda" no llegó a ser necesaria por cuan­ to por sí solas las fuerzas de Cari se impusieron a las de Zapana. Sin embargo, llegados al Collao inmediatamente después del triunfo de Cari , los incas apro­ vecharon la situación para hacerse dueños de las tierras del norte y el este del lago y, tras establecer una alianza táctica con Cari, continuar su expansión por el Altiplano( 13 ). El mantenimiento de la alianza de los lupacas, así como de los pacases y otros grupos aymaraes, con los incas, que hizo posible la implantación del dominio cusqueño en el Altiplano, fortaleció a su vez a los aymaraes y acre­ centó el empleo de su lengua como la "general" del Collasuyo( 14 ), esto es, como idioma de relación con otros grupos etnolingüísticos, más allá de sus propias fronteras nacionales. La Copia de curatos la reconoce como lengua "casi general" del obispado de La Plata y propone su uso alternativo con el idioma puquina en las provincias de Umasuyos y Larecaja, regiones de pobla­ ción mayoritariamente puquina. Igualmente, Garci Diez, quien la designa como "lengua colla", la halla introducida en valles costeños de tradición pu­ quina tales como el de Sama(l 5 ). Como compensación a su incorporación "voluntaria" al Imperio Inca, los caciques aymaraes, en particular los lupacas y pacases, recibieron tierras, despojadas a otros pueblos, en las vertientes marítimas y de selva que flan­ quean el Collao al occidente y oriente. A tales tierras fueron a instalarse colo­ nos (mitmas) venidos de su núcleo aymará a fin de sembrar y cosechar pro­ ductos de tierra cálida para sus señores( 16 ). Los caciques Ju pacas conciliaron igualmente con el poder colonial hispá­ nico, logrando de este modo que su reino, -éonvertido en provincia,quedara directa y enteramente bajo gobernación y como patrimonio de la Corona es­ pañola, incluidas sus colonias yungas, sin sufrir el desmembramiento de su población y su territorio en repartimientos o encomiendas, como sucedió con los demás reinos altiplánicos. En todo caso, la ocurrencia del fenómeno de progresiva aymarización lingüística de regiones no étnicamente aymaraes -como Umasuyos y Lareca­ ja, entre otras- no debe atribuirse a la instalación forzada de colonias ayma­ raes en territorios ajenos, puesto que el número de tales colonos fue peque­ ño -sólo 721 tributarios en las yungas de costa y selva para el caso de los lupacas(l 7)-, sino al empuje político y económico que los aymaraes demos­ traron desde su ingreso militarmente victorioso en el Altiplano antes de for­ marse el Imperio cusqueño y, más tarde, durante su alianza y colaboración con los incas e, inclusive, con la administración colonial hispana. Los lupacas, por su parte, aún cuando instalados en el territorio agríco• lamente menos productivo del Collao(l 8), se ubicaron, al ganar la franja sur­ occidental del lago Titicaca, en un sector geográficamente estratégico, puesto que controlaban así la ruta más directa del Cusco a Charcas y algunas de las vías más importantes del comercio altiplánico con los valles de las vertientes del Pacífico.

No. 2, Diciembre 1987 341 Localización de uros y áreas mt'nimas de lenguas a fines del siglo XVI

UROS • PUQUINA czzn URUQUILLA-

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Finalmente, coadyuvó a la aceptación de la aymará como lengua de relación su marcada uniformidad -como lo destaca Ludovico Bertonio(l 9)-, uniformidad que permitía a sus usuarios el emplearla desde al menos la cuen­ ca del río Pampas hasta los confines meridionales del Altiplano.

PU QUINAS

La presencia del pueblo puquina en la historia reviste un aspecto casi fantasmal. En las crónicas y relaciones de la segunda mitad del siglo XVI y primera del XVII que mencionan a las poblaciones indígenas altiplánicas, en particular·las ·instaladas en torno del lago Titicaca o en las montañas vecinas, · el pueblo de habla puquina es a la vez omnipresente e inasible. Las alusiones a. él y, a su lengua son medianamente numerosas, pero escasos. y escuetos los datos acerca de su cultura e, inclusive, de su situación geográfica; sobre este último aspecto, sólo Ia Copia de curatos ha venido parcialmente a llenar el ~acfo .. La importancia de este pueblo era tal, sin embargo, que su idioma fu e reconocido en 157 5 por el virrey Toledo como µna de las tres "lenguas gene­ rales" del Perú de entonces, al lado del quechua y del aymará(20). No obs­ tante, menos de un siglo más tarde las referencias a pueblo (o pueblos) y a lengua puquinas desaparecen de los documentos que han llegado hasta noso­ tros. De allí que se haya tratado erróneamente de darles mayor consistencia y continuidad históricas identificándolos en cuanto a "nación" e idioma con la población uro y con la lengua "uruchipaya" (uruquilla) que sobreviven hasta hoy en el Altiplano, -· · Los puquinas no han tenido el beneficio de un examen detallado de su organización socioeconómica ni menos de una exposición pormenorizada de su idioma y de sus costumbres, concepciones y creencias, como sí lo tuvieron los lupacas aymaraes gracias a la Visita de Chucuito, de Garci Diez de San Miguel, y al Arte y el monumental Vocabulario de l(l lengua aymará, de Ludo­ vico Bertonio. Inclusive, no ha sobrevivido ningún ejemplar del único libro que contenía un léxico y preceptos gramaticales .del puquina: la obra del je­ suita Alonso· de Barzana, dada a la imprenta en Lima el año de 1590(21 ). Sólo se han librado de la desaparición los textos religiosos (confesionario y rezos) que contenía este libro, gracias a que fueron recogidos por Gerónimo de Oré en su Rituale seu .manuale Peruanum. De allí que únicamente a partir de datos aislados y a menudo contradic­ torios se pueda inten"tar comprender por qué y cómo desapareció la "nación" puquina, cómo su lengua se fue extinguiendo, qué espacios ocupó, cuáles fueron las culturas que supuso y cuáles el grado y el valor de su aporte al de­ sarrollo del mundo indígena prehispánico. El jesuita Bias Valera relieva la adhesión de puquinas y aymaraes a sus respectivos idiomas y su rechazo de la lengua quechua: " ... todos los collas [aymaraes] y los puquinas, contentos con sus lenguajes particulares y pro-

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pios, desprecian la del Cuzco"(22). A través de los documentos de fines del siglo XVI y comienzos del XVll, podemos determinar las áreas que ocupaba por entonces el puquina. En las cordilleras surorientales del Altiplano existía un bolsón de este idioma, amplio y consistente, entre San Francisco de la Puna, Potosí, Quila Quila, Yotala y La Plata (Sucre }, en los actuales departamentos bolivianos de Potosí y Chuquisaca; su presencia tan meridional se explica con mucha pro­ babilidad como resultado de una antigua expansión del puquina como "len­ gua general" en la zona. La Copia de curatos nombra los cuatro primeros lugares, si bien señala que en las doctrinas de Potosí, ''aunque hay muchas de tres lenguas", tiene la primacía el idioma aymará. En cuanto a La Plata, el cronista Vásquez de Es­ pinosa escribe en 1630 que los indios de esa ciudad "hablan la lengua quichua que es la general del Inga, otros hablan la aymará, y otros la puquina, cada uno conforme a su natural, sin otras particulares que hay en los demás pueblos'' (Vásquez de Espinosa 1969: cap. XXV). En las provincias que circundan el lago Titicaca la presencia del puquina es más consistente, excepto al parecer en el sector occidental o provincia de Chucuito, hábitat de los lupacas.., si bien Anello Oliva (l 895: 15) escribe en 1631 que la lengua puquina se habla "en algunos pueblos de la provincia de Chucuito". Tal vez este cronista quiere referirse con tal designación a todo el ámbito del Collao. Sin embargo, otro cronista, José de Acosta, no descuenta a la provincia de Chucuito de entre las que tenían usuarios del puquina, al me­ nos como idioma de relación, cuando afirma, en 1578, que los padres de la Compañía de Jesús que estaban por entonces en Juli, pueblo de esa provincia, "algunos hablan las dos lenguas, quechua y aymará, y algunos también la pu­ quina, que es otra lengua dificultosa y muy usada en aquellas provincias"(23 ). Sobre las vertientes marítimas de la Cordillera occidental, al oeste del Collao y probablemente hasta el litoral del Pacífico, el puquina continuaba siendo usado en la primera mitad del siglo XVII: las Constituciones del pri­ mer sínodo del Obispado de Arequipa ordenan, hacia 1638, "dado que en ciertas regiones del obispado se habla puquina", que los curas de los pueblos de Carumas, Ilabaya y Locumba "que son los que mejor conocen esa lengua", traduzcan al puquina un catecismo y diversas oraciones(24 ). Carumas se en­ cuentra en la cuenca del río Tambo, e Ilabaya y Locumba, en la del río Lo­ cumba. En la época, el área así definida comprendía la provincia de Colesuyo (Collesuyo) o Moquegua y el norte de la de Arica (actualmente, los departa­ mentos peruanos de Moquegua y Tacna(25)). Con mucha certeza se puede, por esto, identificar como puquina la lengua coli, que seguía hablándose to­ davía en 1790 en el "partido" de Moquegua (Barriga 1939-1955: IV, 75). Koli es la designación que Bertonio da a los pobladores yungas de Moquegua; y los nombres puquina y coli se mantienen en la toponimia de la región (hay

344 Revista Andina, año 5 ______Torero: Lenguas altiplánicas un pueblo llamado Puquina y un río Coli en la cuenca del río Tambo, y la Punta de Coles es un accidente geográfico del litoral cercano a la desemboca­ dura del río Osmore o Moquegua). Más al norte de la provincia de Moquegua, sobre el curso medio del río Colea o Majes (actual departamento de Arequipa), una relación de 1586 men­ ciona que hablaban lenguas "cada pueblo diferente del otro, muy bárbara" o una "lengua incógnita y para ellos solos"(26). Estimamos que, por su ubica­ ción geográfica, se trataba de idiomas relacionados con el puquina. Se hace evidente, en todo caso, que el avance de los aymaraes (colla­ guas, lupacas, pacases) sobre las punas y las vertientes altas de la Cordillera Occidental había vuelto discontinuo, y fragmentado incluso, el antiguo terri­ torio puquina. En la provincia de los aymaraes pacases, al sur del lago, el puquina es, hacia 1586, "lengua particular que se habla en algunos pueblos"(27). Los uros del repartimiento de Machaca, en la misma provincia, la estaban abando­ nando a la sazón en favor de la aymará por "la comunicación con los indios serranos"(28); hemos sostenido en un trabajo anterior que los uros de Macha­ ca estaban abandonando no su lengua materna (el uruquilla o "uru-chipaya", hablado hasta el presente siglo en esa zona), sino una "lengua general" que caía en desuso, la puquina, en favor de una nueva y más pujante "lengua ge­ neral", la aymará (Torero 1970: 227-228). En cuanto al lado oriental del lago Titicaca, la Copia de curatos cita al puquina para la casi totalidad de doctrinas de las provincias de Umasuyos y Larecaja, si bien junto con el aymará y, en _algunos casos, el quechua. Por fray Reginaldo de Lizárraga sabemos que la mayoría de la población de Urna­ suyos era puquina(29). Justamente, es al oriente del lago Titicaca, en la región de Charazani -actual provincia de Bautista Saavedra, departamento boliviano de La Paz­ donde aún sobrevive el puquina a través del léxico y de algunos rasgos grama­ ticales . de fa lengua de los, comerciantes y herbolarios callahuayas. El idioma callahuaya, que ha asumido en cambio, .casi enteramente, la fonología y la gra­ mática del, quechua cusqueño, tiene una elevada comunidad léxica con el ma­ terial puquina que nos ha transmitido Gerónimo de Oré (más de 41 o/o, según el examen comparativo presentado en el Anexo 1 del presente artículo). Para el territorio collavino del obispado del Cusco, el sector noroeste del lago Titicaca, no poseemos hasta hoy, infelizmente, un documento equiva­ lente a la Copia de curatos del obispado de Charcas. No obstante, la insisten­ te preocupación de la Iglesia cusqueña por la lengua puquina a fines del siglo XVI prueba indirectamente que ésta tenía una importante densidad de usua­ rios, sobre una extensión que quizá desbordaba las lindes del Collao en direc­ ción de la propia ciudad del Cusco. Ya la Copia de curatos muestra que podría esperarse una notable pre­ sencia, incluso un predominio, del puquina en el noroeste del lago Titicaca, cuando señala que en Capachica y Coata se requiere exclusivamente de sacer-

No. 2, Diciembre 1987 345 Estudios y Debates ______dote que predique en puquina. Un documento de 1666 existente en el Archi­ vo Arzobispal del Cusca indica que los pobladores de Taraco, pueblo situado a proximidad del lago, tienen por idioma el puquina(30); una investigación sistemática en archivos conduciría probablemente a comprobaciones seme- jantes. · De modo genérico, la Constitución sinodal del Cusco dispuso, en 1591 : "Porque en muchos pueblos de este nuestro obispado generalmente todas las indias, o las más, y algunos indios no entienden la lengua quechua, si- no la Aymará, o Puquina ... , todos los curas de indios ... confiesen en la lengua propia de su curato, quechua, aymará o puquina . . . "(31 ). En 1599, el obispo del Cusco, Antonio de la Raya, encomendó a losje­ suitas de esa ciudad que examinasen los conocimientos de los sacerdotes en los idiomas quechua, aymará y puquina "porque así mismo es necesario que la dicha lengua aymará y puquina se lean en esta Ciudad, por hablarse en mu­ chas partes deste Obispado"(32). Gerónimo de Oré, por su parte, recogió seguramente en territorio del obispado cusqueño la parte de los textos de su Manual que no se deben a Alonso de Barzana, pues consigna que los preparó "con comisión y aproba­ ción del obispo del Cuzco" (Oré 1607: 385). En todo caso, la presenci~__importante de la lengua puquina en el nor­ oeste, el norte y el oriente del lago Titicaca, territorio de los collas, hace de esta área la de mayor concentración de puquinas collavinos y encierra a la "nación colla" dentro de una más amplia "nación puquina'', ya, sin embargo, bastante debilitada y laxa a fines del siglo XVI. Hemos señalado la posibilidad de que el puquina fuera utilizado igual­ mente, aunque por pequeños pueblos y grupos dispersos, en el valle alto del río Vilcanota y en las serranías vecinas hasta no lejos del Cusco, en medio de poblaciones mayoritariamente aymaraes como los canchis y canas y en una situación similar a la que se ha descrito para la provincia de los aymaraes pacases. Vásquez de Espinosa (1969: cap. XCII) refiere que el inca Sinchi Roca conquistó hacia el sur del Cusco "las provincias de los Canas y Canchis y Puquinas hasta Chungara". El pueblo de Chungara se hallaba a breve distan­ cia de la localidad actual de Santa Rosa, en el borde septentrional del Collao, por lo que los puquinas a que alude Vásquez de Espinosa estarían habitando también -si su información es correcta- más al norte y noroeste de las fron­ teras collavinas. Finalmente, a la entrada del baptisterio de la iglesia de Andahuaylillas, situada a una treintena de kilómetros al sur del Cusco, se puede ver hasta hoy pintada en el muro una doble portada sobre la cual se halla escrita la fórmula del bautismo en cinco lenguas: latín, castellano, quechua, aymará y puquina. Las inscripciones, que datan posiblemente de finales del siglo XVI o princi­ pios del XVII y que fueron realizadas originalmente con pintura negra sobre

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fondo de color crema o rosado, muestran diverso grado de conservación, in­ dudablemente en relación con el mantenimiento o no de la vigencia de esos idiomas dentro del ámbito de influencia de la parroquia: las fórmulas en la­ tín -por razones obvias- y en castellano y quechua han recibido suficientes retoques como para destacar nítidamente hasta la actualidad; la inscripción en aymará está medianamente conservada; la puquina, en cambio, ha sufrido casi enteramente la caída de su pigmento negro y de la pintura de base que lo soportaba, de modo que se lee "en negativo". La presencia de esta inscripción en puquina -el único otro testimonio que tenemos de esa lengua junto a los textos del Manual de Oré- permite presumir que hablantes de puquina vivían por entonces cerca de la iglesia de Andahuaylillas y acudían a bautizarse en ella. Comparando la inscripción del baptisterio con los textos del Manual se perciben algunas variaciones: la primera registra sin yquile '.'nuestro padre" donde Oré escribe señ. yqf,li; Yt/flile [ikili] es la forma que para "padre" se consel'Va en el idioma callahuaya(33). Tales variaciones habían sido observadas por la Constitución sinodal cusquense antes citada, la cual reconoce ser la lengua puquina "tan varia y di­ ferente en cada pueblo a dónde se habla". Es indudable que un grado de dia­ lectalización avanzada ponía al puquina en desventaja para desempeñar el papel de "lengua general" frente al aymará y al quechua cusqueño, poco di­ versificados. Desde el punto de vista social y cultural, los puquinas son presentados como semejantes a los aymaraes desde las primeras referencias a ellos en cró- nicas y relaciones. · · -· · · Eran, en primer lugar, un pueblo de pastores y agricultores. Fray Regi­ naldo de Lizárraga, quien los encuentra constituyendo la mayoría de la nu­ merosa población de la provincia de Umasuyos -el sector oriental del lago Titicaca- dice que "son recios de ganado de la tierra, y participan de más maíz y trigo que los de la otra parte fel sector occidental o provincia de Orcosuyos], por tener sobre mano izquierda la provincia de Larecaja, abundante de lo uno y de lo otro" (Lizárraga 1968: Cap. LXXXIX). Por su parte, fray Martín de Morúa, cura de Capachica, norte del lago Titicaca, al distinguir a los uros de los collas [aymaraes] y puquinas, dice de los primeros que vivían sustentándose de totora y pescado, y de los segundos que "algunos de ellos o lo más en general se dan a criar ganado", aunque "al­ gunos moran cerca de dicha laguna entreverados con los uros" (Morúa 1946: 214). El Manual de Gerónimo de Oré, a despecho de sus restricciones (fue es­ crito con fines de catequización) contiene varios párrafos que dejan discernir entre los puquinas estructuras socioeconómicas tan complejas como entre los aymaraes; por ejemplo, se dirige a señores de diverso rango para preguntarles en puquina si tratan correctamente a sus vasallos y yanas y si no los han des-

No. 2, Diciembre 1987 347 Estudios y Debates, ______pojado de sus tierras y ganados(34 ). En el Manual, asimismo, aparece como equivalente de "reina" el voca­ blo puquina capacomi (capac "real"; omi o umi "madre" o "señora"). Este mismo vocablo es recogido por Ludovico Bertonio (1956: 414) bajo la forma ccapkhomi "reyna". Igualmente lo consigna Guarnan Poma (1936: 177) en una lámina que representa a las mujeres nobles del Collasuyo. El español Melchior de Alarcón declara en la Visita de C:hucuito que los uros de Coata, puestos directamente bajo gobierno de la Corona hispana, "se van ennobleciendo y haciendo gente de razón, y esto por no tener cacique aymará ni puquina salvo ser su cacique como ellos y su amo ha- berlos,recogido" (.Garc1 Diez 1964,: ,}41). , La asignación a los, grupos uros de caciques propios, iniciada en Coa ta, se generalizaría,ppcos aflos más tarde con la tasa de la Visita General de Tole­ do, a fin de sustraerlos, de la opresión de los caciques aymaraes y pu quinas y de asegurar su tributación directa al poder colonial. Los puquinas formaban, en tiempos prehispánicos, un pueblo compacto y aguerrido. Cronistas tempranos como Pedro Cieza de León, Miguel Cabello Valboa y Pedro Sarmiento de Gamboa notician de un pasado cercano en que aquellos demuestran su determinación guerrera y su rebeldía frente a los aymaraes y los incas. Cieza personaliza en dos grandes señores, Zapana y Cari, el enfrentamiento entre los éollas-puquinas y los aymaraes lupacas que abrió a los incas cusqueños las puertas del Altiplano al iniciarse la segunda mitad del siglo XV. Cabello Valboa relata la campaña de Inca Yupanqui contra los collas, la derrota de éstos en Pucará, la captura del Collacápac y la celebra­ ción de la victoria en el Cusco "con una nueva y no usada crueldad": "fue que habiendo triunfado de Collacápac (señor principal de las pro­ vincias del Collao) lo hizo sacrificar al Sol, que fue el primer sacrificio de sangre humana que los ingas se halla haber,hecho en sus triunfos" (Cabello Valboa 1951: 306). Sarmiento de Gamboa, quien llama al soberano de los collas Chuchi Cápac o Colla Cápac, "que todo es uno", dice que éste "cresció tanto en autoridad y riquezas con aquellas naciones de Collasuyo" que las tenía suje­ tas "desde veinte leguas del Cuzco hasta los Chichas y todos los términos de Arequipa y la costa de la mar hacia Atacama y las montañas sobre los Mojos" (Sarmiento de Gamboa 1942: 103-105). Este enorme territorio coincide bas­ tante cercanamente con el área de dispersión de la lengua puquina; pero la información recogida por el cronista quizá no corresponda a la realidad exis­ ten te en el siglo XV, cuando se enfrentaron por primera vez incas y collas, sino a una época ya legendaria, como podría ser la del apogeo de Tiahuanaco. Después del vencimiento de los chancas, primero, y, Juego, de los collas, los reyes cusqueños estaban sentando las bases sólidas de su futuro imperio. Para los collas y puquinas, en cambio, se precipitaba la liquidación de su organización política y su unidad nacional. Como reacción a esto, se alzaron

348 Revista Andina, año 5 ______Torero: Lenguas altiplánicas una o repetidas veces, durante los reinados de Pachacútec y Túpac Yupanqui, en gigantesco movimiento que puso en peligro el dominio inca en el Collao y, posiblemente, la existencia misma del Imperio cusqueño. Cabello Valboa narra una "soberbia rebelión de los collas" contra "la obediencia y el señorío de los Ingas", y las acciones realizadas por el reforza­ do ejército de Túpac Yupanqui para doblegarlos finalmente tras capturar las fortalezas de Pucará, Asillo, Arapa y Lana; los caciques principales de los collas que acaudillaron el alzamiento fueron desollados y sus pieles usadas en los "a tambores del Inga" (Cabello Valboa 1951: 335-336 ). Por este tiempo (hacia el año 1473, según los cálculos de Cabello Valboa) falleció en el Cusco Pachacútec Inca Yupanqui. Sarmiento de Gamboa describe no una, sino tres grandes rebeliones, puesto que "los collas eran unos de los que más procuraban su libertad, siem­ pre que hallaban coyuntura se aventuraban" (Sarmiento de Gamboa 1942: 111,113,131). El cronista indígena Santa Cruz Pachacuti nos transmite igualmente una versión de esos sucesos. Este autor aplica el nombre colla exclusivamente a los pobladores del norte del Collao, y lo usa así en dos ocasiones a lo largo de su obra: cuando cuenta que el Collacápac acude al Cusco para la fiesta de las bodas de Viracocha Inca y trata allí altaneramente al rey cusqueño, retándo­ lo con porfía a beber y jactándose de ser rico en plata y oro; y cuando descri­ be el alzamiento y la derrota de los collas,rebeldes. A los demás habitantes del Altiplano los denomina collasuyos, calificativo que se da a sí mismo. Según el cronista, al morir Pachacútec __ _ "se alzaron las provincias de los Puquinas y Collas, desde Vilcanota y Chacamarca, contados los Umasuyos de Urancolayme, Hachacach1, Uancani, Asillo, Asángaro, con todos los Taracos". La rebelión, pues, comprometió a la mitad al menos del Collao (desde Vilcanota en el noroeste, toda la región oriental y hasta Chacamarca -el río Desaguadero- en el sur); los combates, muy cruentos, duraron tres años, pero los rebeldes fueron cercados y vencidos finalmente por los ejércitos de Túpac Yupanqui, tras lo cual los sobrevivientes debieron sufrir la humillación de ver a sus mujeres y sus huacas públicamente profanadas (Pachacuti 1950: 249-251 ). En adelante, puquinas y collas habrían de verse vituperados como répro- bos por haber osado "traicionar a su señor". Como dice Cristóbal de Molina: "Era el Inga y todos sus súbditos enemicísimos en general de todos los que se alzaban y con los que más veces se habían rebelado estaba peor él y sus provincias y eran tenidos en gran oprobio de todos y no les per­ mitía ningún género de armas y siempre los aviltaba de palabras y en sus refranes como a los indios del Collao que se llaman Aznacolla [colla hediondo] ... " (Molina 1916: 7 5 ). No es de extrañar, entonces, que la leyenda negra forjada contra collas

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y puquinas durante el imperio cusqueño persistiese decenios después de aca­ bado éste y fuese acogida sin cuestionamiento por cronistas españoles e indí• genas, máxime cuando a fines del siglo XVI la antigua "nación" puquina se encontraba virtualmente desintegrada y cuando, ante el avance del aymará y del quechua, la lengua puquina empezaba a devenir en idioma de uros. Es explicable, así, que Guarnan Poma de Ayala califique a los "poquina­ colla" de "ressucios haraganes ladrones mentirosos" y afirme que, si bien "los poquinacollas también fue casta de yngas", por perezosos "no alcanza­ ron ni alligaron a la rrepartición de orexas de yngas". Este mismo autor, sin embargo, los liga íntimamente al lago Titicaca, al cual llama "laguna de po­ quina", y a la huaca de Titicaca; dice, además, que todas las ánimas de los muertos iban al país de los puquinas, donde andaban "padeciendo hambre y sed y calor y frío y fuego" (Guarnan Poma 1936: 85,271,278, 901-902). Es explicable, asimismo, que Reginaldo de Lizárraga refiera que a la isla Titicaca, "donde era el más famoso adoratorio que en todos estos reinos [el inca] tenía", acudiesen indios de todas las provincias para servirlo, pero que "sólo a unos exceptuaba, llamados puquinas, que viven la mayor parte en el camino de Umasuyo, que es de la otra parte de la laguna, por ser gente, como de suyo es, muy sucia, más que otra de estos reinos, como si el de~onio fuera más limpio" (Lizárraga 1968: LXXXVI, 69). Cabe conjeturar aquí qutf1á exclusión de los puquinas del servicio al adoratorio de Titicaca bien pudo tener su raíz más antigua en su expulsión de esa isla sagrada por parte de los invasores lupaéas. Los lupacas no cejaron en su intento de apoderarse del territorio de los collas ni frente al enemigo espaflol: en pleno cerco del Cusco por los ejércitos de Manco Inca, Cari dirigía sus tropas contra el norte del Collao, como dice la anónima "Relación del Sitio del Cuzco", escrita en 1539: " ... llegaron a Hemando Pizarro indios de Atuncollao, que era una pro­ vincia que después de la guerra y cerco del Cuzco le había venido de paz pidiendo que él los, socorriese, porque Cariapaxa, señor de la provincia de Lupaca, les ,hacía ·guerra, ... y que ellos habían hecho todo lo que podían por defender.se, Illas que si no los, socorría .era imposible soste- nerse''(35~ . . · . . . ·· . · · -. .. · Podemos de este modo, considerando el devenir de los,sucesos durante varios siglos de la historia 'altiplánica, comprender· el porqué de las informa­ ciones contradictorias acerca de los puquinás: se define, en realidad, a grupos humanos de personalidad sociocultural diferente, ligados únicamente por la lengua a través del tiempo. Las referencias de crónicas y relaciones que hacen mención a hechos sobrevenidos hacia mediados del siglo XV muestran-a una nación estructurada y numerosa, dotada de una bien definida individualidad. Los informes de situaciones existentes en los siglos XVI y XVII, en cambio, presentan bajo tal nombre a los restos más aislados y culturalmente menos

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dinámicos de ese mismo pueblo, o a grupos "mixtos" de puquina y uro, o, simplemente, a grupos uros que seguían utilizando el puquina como lengua materna o de relación. En el transcurso de un período multisecular, una serie de acontecimien­ tos graves perturbó profundamente a los pueblo& puquinas: duras luchas de resistencia contra el expansionismo de los aymaraes; más tarde, las represio­ nes sangrientas y los desplazamientos de población decretados por los incas y, finalmente, los trastornos socioeconómicos causados en el mundo indígena por el establecimiento del poder español. Tal sucesión de hechos decidió o precipitó la absorción, o la fusión, de la parte más activa de la población pu­ .quina por las poderosas etnias que se expresaban en aymará o en quechua. Los incas, señores del Tahuantinsuyo, los últimos que ascendieron a la gloria del mundo andino antes de la hecatombe, tuvieron póstumamente en el nostálgico y torturado mestizo Garcilaso de la Vega al mejor apologista que hubieran podido desear. Los chinchaysuyos, por su parte, hallaron su portavoz en un indio obs­ curo que, a la vez, fue el defensor de toda la raza autóctona ante el invasor blanco, el acusador valeroso y obstinado de curas y encomenderos malos y peores: el caótico, azaroso y torrentoso Guarnan Poma de Ayala. Los aymaraes dejaron también escuchar su voz vigorosa en un cronista de su linaje, de largo nombre que denota por sí mismo cuán difícil era conci­ liar las fuerzas en pugna en el mundo de entonces: Joan de Santa Cruz Pacha- cuti Yamqui Salcamaygua. · Nos faltó un cronista puquina. Si hubj~;ra existido uno, y si se hubiese atrevido a hablar.de un pueblo reprobado y casi extinto, es probable que nos habría .contado las proezas y vicisitudes de su pueblo y loado las grandezas de Pucará y Tiahuanaco, que sus remotos antecesores erigieron en torno al lago sagrado.· ·

URUQU/LLAS Distinguida netamente de la lengua puquina en la Copia de c:uratos, la uruquilla aparece como la menos importante de las lenguas altiplánicas, al menos en la estimación de los evangelizadores. De acuerdo con el documento eclesiástico, se hablaba en el pueblo de Cepita -extremo sur del lago Titica­ ca-, eri torno al lago Poopó (o Aullagas) y en la puna salada de Lípez, sur­ oeste de la actual Bolivia. La implantación geográfica de la lengua uruquilla se daba, ciertamente, dentro de una zona en qué, con más extensión, vigor y densidad de usuarios, se manejaba la aymará, lengua general en casi todo el Obispado de La Plata en la época. Es probable, entonces, que una parte socialmente importante de los hablantes de uruquilla lo fuera también de aymará, por lo cual la Copia . de curatos señala siempre la presencia de la aymará en los pocos lugares en que consigna a la uruquilla y, además, elimina a ésta de la enumeración de las

No. 2, Diciembre 1987 351 Estudios y Debates------,,------requeridas para la predicación en la diócesis. Tal eliminación debe, no obstante, ser examinada con cautela. La Copia de curatos se refiere a las doctrinas ya establecidas y no al número de doctri­ nas y de doctrinantes que sería necesario "implantar" para una efectiva labor de catequesis en el extenso territorio del obispado de La Plata. Ahora bien, de un lado, las labores evangelizadoras estaban a la sazón todavía en proceso de organización y, de otro, el salario de un sacerdote (700 pesos de plata por año(36)), era demasiado alto para ser soportado por poblaciones paupérrimas como las uros-aun en el supuesto de que deseasen ser doctrinadas-. Y como al sur del lago Titicaca el idioma uruquilla era hablado sobre todo por uros, seguramente en gran parte monolingües, es explicable que en la Copia de cu. ratos no se provea doctrinas a cuyos sacerdotes se reclame predicar única-· mente en uruquilla. Cabe suponer, por lo mismo, que en la parte meridional del Altiplano existían muchos lugares habitados por hablantes de uruquilla que el documento eclesiástico no menciona. La extensión de su uso, en efecto, era indudablemente mayor por lo que puede inferirse de informaciones más o menos contemporáneas de la Copia de curatos o de fechas más recientes. Es muy probable que a fines del siglo XVI se empleara en varios sitios a lo largo del "río" Desaguadero; por ejem­ plo, entre los uros uruquillas "de Huchusuma y puente del Desaguadero", a los que la Tasa de la Visita General se refiere com·o a la gente más mísera de la provincia de Chucuito. Asimismo, un documento de 1566 menciona a "Calala, pueblo de indios uruquillas", ubicado a dieciocho leguas al sur de La Plata (Sucre) y siete leguas al norte de Calcha(37); este pueblo ocupaba posi­ blemente la zona más oriental del uruquilla, colindante con los chichas y con el bolsón meridional del idioma puquina. Para el área de Calala, se señala la existencia actual, sesenta kilómetros al sur de Potosí y cerca de Caisa, de una gran comunidad indígena de agricultores llamada Uruquilla y que hoy habla quechua. Por otra parte, aquí es clave tomar en cuenta cómo las nuevas situacio­ nes surgidas de la conquista española y de la explotación económica colonial en el Altiplano (sobre todo en las minas de Porco y Potosí) iban acelerando el abandono de la lengua uruquilla -al igual que de la puquina- en favor de las lenguas '1más generales": la aymará y, desde el siglo XVII, la quechua. El aprovechamiento de estas últimas por los españoles habría de conducir a su rápida adopción por los sectores nativos más directamente alcanzados o gana­ dos por las nuevas condiciones socioeconómicas implantadas en el Altiplano. Es por esto que la uruquilla fue quedando prontamente reducida a idioma de los pueblos ''menos dinámicos"; en particuJar a un sector de uros lacustres que siguieron viviendo en gran parte al margen de la nueva economía indo- hispana. . ·por ello, con seguridad es a la uruquilla a la que, escribiendo a comien­ zos del siglo XVII, se refiere fray Reginaldo de Lizárraga como idioma de los uros pescadores del lago Titicaca:

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" ... casi a la orilla, o costa, y un poco más adentro, a legua y más, tiene sus islas pequeñas en donde vivían indios pescadores llamados en ambas provincias Uros ["ambas provincias": Umasuyo y Orcosuyo]; ... gente barbarísima, con lengua diferente de los demás de la tierra firme y la del Inga; muy raros la entendían, ni sabían, porlo cual dificultosísimamente recibían la fe ... " (Lizárraga 1968: LXXXIV, 67). De manera similar, Antonio de la Calancha, al promediar el siglo XVII, atribuye a los uros del lago Poopó o Challacollo el manejo de un idioma par­ ticular que los caracterizaba: "Su lengua es la más escura, corta y bárbara de quantas tiene el Peru toda gutural, i así no se puede escrivir sin gran confu­ sión" (Calancha 1639: 650). La -tendencia a devenir en idioma de pueblos aislados y reticentes al con­ tacto, esto es, esencialmente los uros, se verá plenamente concretada a fines del siglo XVII, cuando, en un documento de 1688, la uruquilla aparece desig­ nada ,como lengua "ura" y materna de uros '~indómitos"; "infieles,y perni­ ciosos" que habitaban-las ,orillas,e islas del lago ChallacoHo, "huyendo siem­ pre las comunicaciones de lós españoles"(38). De tal modo se instala la ecuación: uruquilla = lengua de los uros o ha­ blante de uruquilla = uro. Sin embargo, la Tasa de la Visita General de Toledo consigna todavía la existencia en 1575 de uruquillas que no eran uros y que son explícitamente diferenciados de éstos: en el repartimiento de Aullagas y Uruquillas se opone aullagas urnquillas a uros, pagando los primeros el doble de la tasa fijada a los uros(39). Según la Copia de curatos, en la doctrina de Aullagas se hablaba aymará y uruquilla. De igual manera, débese entender como remanente de una antigua "na­ ción" uruquilla la situación de 579 "uros" de Cepita y Yunguyo, pueblos de la provincia lupaca de Chucuito, que durante la Visita General rechazaron ante los visitadores la categorización de "uros" y se reputaron "aymaraes" para fines de tributación, ofreciendo incluso pagar mayor tasa que los tribu­ tarios étnicamente aymaraes. La ; Copia de curatos menciona precisamente a los "Uruquillas de Cepita" que hablaban uruquilla y aymará. Vemos, pues, en este caso la expresión de un conflicto étnico entre dos sociedades de Esta­ do, la aymará y la uruquilla, equiparables en cuanto a complejidad social y capacidad productiva, aunque con predominio político aymará. Uno de los visitadores de la provincia de Chucuito, Pedro Gutiérrez Flo- res, concluye en que "los uros de Cepita y Yunguyo paguen igualmente como los aymaraes por ser muy semejantes a ellos y en parte de más inteligencia para p~der ganar y adquirir de comer y su tasa, por tener ganados y abundancia de chácaras y el aprovechamiento de la laguna con que se sustentan y ga­ nan de comer en los años estériles y faltos de comida"(40). Los visitadores zanjaron salomónicamente el impase contando al grupo

No. 2, Diciembre 1987 353 Estudios y Debates ______de los 579 como "uros", pero tasándolos como "aymaraes"(41). Se hace evidente, por lo demás, que en la Visita de Chucuito efectuada por Garci Diez de San Miguel muy pocos años antes, esos "uros ricos" de Ce~ pita y Yunguyo habían sido contabilizados como "aymaraes" y no como "uros", puesto que dicha Visita afirma reiteradamente que los uros son gente pobre, carente de tierras de cultivo y, sobre todo, de ganados, en tanto que los aymaraes son los, "indios ricos" de la provincia por poseer chacras y, en especial, ganados. Los "uros" a que se refiere Gutiérrez Flores exhiben justa­ mente su , mayor aptitud tributaria por tener ganados y abundancia de cha­ cras; y es obvio que tal poder económico .era un hecho antiguo y no conse­ guido en el muy breve tiempo que transcurrió entre la Visita de Garci Diez y el establecimiento de la Tasa de la Visita General ordenada por el Virrey Toledo. Hubo, pues, todavía en el siglo XVI grupos exponentes de una "nación" uruquilla. No de otro modo podría comprenderse que mitmas uruquillas se contasen entre los de las 42 "naciones" que tuvieron el privilegio de ser insta­ ladas por los incas en la península de Copacabana, frente a la Isla del Sol (Ra­ mos Gavilán 1976: 43). Tampoco sería explicable que grupos designados in­ distintamente como "uros" mostrasen, sin embargo, tan disímiles niveles de desarrollo socioeconómico viviendo a tanta proximidad geográfica, tal como sucedía, de un lado, con los ~'.uros ricos" de Cepita y Yunguyo -reconoci­ dos, incluso, productivamente más capaces que los aymaraes- y, de otro, con los uruquillas de Huchusuma y puente del Desaguadero, "los de peor condi­ ción" de la misma provincia de Chucuito. Dos hablas uruquillas sobrevivientes han sido registradas y estudiadas por varios investigadores en los últimos cien años en dos localidades bolivia­ nas: la de los ochosumas en Iru-Itu (Jesús de Machaca), a proximidad del Desaguadero y no lejos de su nacimiento en el lago Titicaca, y la de los chipa­ yas, en Chipaya, inmediatamente al norte del Salar de Coipasa. Ambas son muy cercanas lingüísticamente. Se suele agruparlas bajo el nombre de Uru­ Chipaya, designación que juzgamos inconveniente por haberse fundado en el establecimiento de una conexión íntima y exclusiva entre la población deno­ minada uro y la lengua uruquilla o, más aún, en la confusión de ambos térmi­ nos para referirse indistintamente a un mismo pueblo y a un mismo idioma. Estimamos más apropiado utilizar el nombre uruquilla, como lo hace la Copia de curatos (o, tal vez mejor, urquilla, como escribe fray Buenaventura de Sa­ linas y Córdova(42)), o Chipaya~Ochosuma, por las designaciones histórica• mente aplicadas a los dos grupos cuyas hablas se han estudiado. La escasa divergencia que muestran los exponentes modernos de la uru­ quilla lleva, en todo caso, a plantear dos posibilidades: o una expansión rela­ tivamente reciente de este idioma desde algún punto del Altiplano (entre el sur del lago Titicaca y Lípez) o la desaparición de formas más divergentes, como fueron tal vez las empleadas en la puna de Lípez; no obstante, debe te­ nerse en cuenta también como posible que la diferenciación lingüística se

354 Revista Andina, año 5 ______Torero: Lenguas altiplánicas haya visto frenada o atenuada durante un largo período en razón de una gran movilidad y una comunicación continua entre los grupos hablantes de uru­ quilla. Por otra parte, no se ha logrado hasta hoy establecer una relación de pa­ ren ksco entre este idioma y cualquier otra lengua o familia lingüística ameri­ cana; la postulación por Créqui-Montfort y Rivet de emparentamiento de uru­ quilla ("uru" ) con puquina y con la todavía mal definida familia arawak no se funda en pruebas convincentes, como tampoco otras propuestas ulterio­ res( 43 ).

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NOTAS

( 1) La obra de Oré contiene amplios textos en quechua y aymará, menos amplios en puquina y unas breves páginas en mochica y guaraní. (2) Archivo General de Indias, Indiferente General 532. (3) El material callahuaya reunido por Girault -sesenta y cinco páginas que contienen vocabularios por temas, frases, esbozo gramatical y un texto del Pater Noster­ reclama una pronta publicación por su importancia como testimonio de una lengua que está a punto de extinguirse. ( 4) Ver "Los fundamentos lingüísticos de la etnohistoria andina y comentarios en tor­ no al anónimo de Charcas'', en Revista Española de Antropología Americana. Ma­ drid, 1981. Republicado en Aula Quechua, Ed. Signo, Lima, 1982, pp. 163-202. (5) TVGT, pp. 79-80. (6) Ver "Carta del Factor de Potosí Juan Lozano Machuca al Virrey del Perú .. ." [l.581], en Jiménez de la Espada, Relaciones Geográficas de Indias. Madrid , 1885 , pp. XXV-XXVII. (7) G. de Créqui-Montfort y P. Rivet, ''La langue Uru ou Pukina''; tomos XVII-XIX del Journal de la Société des Américanistes, de París. Véase en especial el apéndice I del tomo XVIII (pp. 110-115), donde los autores comparan dieciocho palabras puqui­ nas con numerosas hablas arawak (60 lenguas) y otros idiomas de la Amazonía; el resultado del examen comparativo es muy débil. Asimismo, el apéndice III en los tomos XVIII y XIX (pp. 121-138 y 57-69, respectivamente), donde cotejan un vo­ cabulario " uru" con palabras de las mismas lenguas a que se recurrió en la compara­ ción con el puquina; los resultados son muy forzados y dudosos. (8) Ver la crítica de Créqui-Montfort y Rivet a Bresson en cita a pie de página de "La langue Uru ou Pukina", tomo XVII del Journal, p. 219. (9) Específicamente, a la rama su:eña de_! ~hínchay (o Q)IC), que hoy comprende a los dialectos ayacuchano, cusqueno, bolivianos y de Santiago del Estero. (10) Ver, en particular, "Lingüística e Historia de la Sociedad Andina", pp. 237-244.

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(11) Cieza de León, cap. C de La Crónica del Perú y cap. XLI de El sefiorío de los Incas. El desplazamiento aymará hacia el Collao parece corresponder a un convulso perío• do en la historia andina y coincide en el tiempo con las invasiones que llacuaces y yauyos realizaron desde las punas del Perú central hacia valles más cálidos. (12) Capoche (1959 : 134-146). En la página 136, Capoche cita como collasurcusuyu a los pueblos de Caracoto, Juliaca, Nicasio, Lampa, Cavana, Cavanilla, Hatuncolla, Mañaso, Ullacache, Puno, Paucarcolla, Capachica y los uros de Coata, y como collas umasuyu a los de Asillo, Arapa, Ayaviri, Chichero, Samán, Taraco, Azángaro, Ca­ quijana, Chupa, Achara, Caminaca, Curahuco, Caneara, Carabuco, Moho y Comina, Guay cho, Guancaso y Ancoraimes. (13) Cieza de León, caps. C-CII de la Crónica del Perú y caps. XLI-XLIII de El Señorío de los Incas. (14) En las averiguaciones realizadas por encargo de Vaca de Castro ante los quipucama­ yos cusqueños se consigna que Viracocha Inga, a los que eran sus súbditos "desde Canas y Canches para arriba, hasta el último de los Charcas y todo el Condesuyo les dio por lengua general la lengua aymará, por ser muy común y fácil" (Discurso so­ bre la descendencia y Gobierno de los Incas, Colección de Libros y Documentos re­ ferentes a la Historia del Perú, tomo 3, p. 17). (15) Garci Diez, op. cit. ; "lengua colla" en Tara ta, valle de Sama: p. 195 ; "lengua colla que es la de la provincia [de Chucuito] " : p. 2 27. (16) ". . . en Moquegua y Sama y Capinota y en Larecaja y Chicanoma tienen algunos indios mitimaes que siembran trigo y maíz de algunos caciques y principales" (Garci Diez 1964: 80). · (17) TVGT, p. 78 ; provincia de Chucuito: "17779 indios tributarios ..., los 13725 aymaraes con 721 mitimaes e yungas de los valles de Moquegua, ~ama, Hinchura y Larecaxa y los 4054 restantes son uros". . -·· . (18) El español Melchior de Alarcón "entiende que esta provincia es mucho más estéril que otra ninguna del Callao porque de ella van a comprar comida a otros pueblos del Collao y de ellos nunca este testigo ve vengan ningunos indios a rescatar la dicha comida . .. "(Garci Diez 1964: 163). (19) " .. . uno que save bien la lengua de alguna provincia Aymará, especialmente de la provincia Lupaca, sabrá sin falta la de toda la nación Aymará, ecepto algunos voca­ blos particulares, bien pocos . .. " (introducción al Vocabulario de la lengua ayma­ rá). (20) Citado por Clemente Markham en Posesiones Geográficas de los indios que forma­ ban el Imperio de los Incas. Ed . Urteaga, 1923, p. 137. (21) Lexica et precepta grammatica, ítem líber Confessionis et precum, in quinque indo­ rum linguis quarum usus per American Australem, nempe Puquinica, Tonocotica, Catamarcan.a, Guaranica, Natizana sive Moguazana. (22) Citado por Garcilaso de la Vega en Los Comentarios Reales de los Incas, Libro sép- timo, Cap. III. (23) Acosta, Carta Annua; Biblioteca de Autores Españoles, No. 73, p. 294. (24) Citado por J. Vellard en Civilisations des Andes, p. 38. (25) "Relación del obispado de Arequipa", en Relaciones Geográficas de Indias, tomo II, p. XVII; asimismo, Málaga Medina, en TVGT, p. 301. (26) "Relación de la provincia de los Collaguas'', en Relaciones Geográficas de Indias, tomo 11, pp. 42-43.

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(27) "Descripción y· relación de la ciudad de La Paz", en Relaciones Geográficas de Indias, tomo II, p. 69. (28) "Relación de la provincia de los Pacases", en Relaciones Geográficas de Indias, to­ mo II, p. 55. (29) " . .. la provincia llamada Umasuyo ... está muy poblada y por la mayor parte son pu quinas ... " (Lizárraga 1968 : cap. LXXXIX). (30) Paquete 38; documento No. 6. Información suministrada por la antropóloga perua- na Angélica Aranguren. (31) Citado por Créqui-Montfort y Rivet, en Journal, tomo XVII, p. 223. (32) Citado por Créqui-Montfort y Rivet, en Journal, tomo XVII, p. 223. (33) Las inscripciones en aymará y puquina, registradas simétricamente sobre los cuatro pilares de la doble portada, han perdido, infelizmente, sus segmentos iniciales y ter­ minales por el deterioro completo de· la pintura. Resta de la fórmula en puquina, que identifiqué a principios de 1972, la secuencia: . . . NAQVIN SIN YQVILE CHVSCVM ESPIRITV SANCTOM M. .. que se analiza como sigue: ... (na)-qui-n// sin // yquile// ("bautizar")- ) ª-p. sing.- "asertivo" //"nuestro" //"padre"// chuscu-m// espiritu sancto -m // "hijo" - "con (y)"// "espíritu santo" - "con (y)"// La versión que trae Oré (p. 27), analizada, es : ni - ch // baptiza- que- · ··- n-ch // " yo" -"a ti"// "bautizar" -)ª p. sing. - "asertivo"// yqui-m // chuscu-m // espiritu "padre" - "con (y)"// "hijo"-"con (y)"/f"espiritu sancto-m// men-út // santo" - "con (y)"// "nombre" - "en"//. . En Oré, la fórmula del bautismo no contiene el vocablo equivalente a sin "nuestro", pero el Pater Noster se inicia con la expresión señ yqui, "nuestro padre" (p. 400). · (34) Oré, Rituale seu Manuale ... , p. 172: "Para caciques, macureyes y alcaldes". (35) "Relación del Sitio del Cusco". Anónimo. Biblioteca Peruana, Editores Técnicos Asociados. Tomo III, p. 603. (36) TVGT, p. 6. (37) "Carta a S.M. del Oidor de los Charcas Licenciado Juan de Matienzo", en Relacio­ nes geográficas de Indias, tomo II, p. XLIII. (38) Véase Gunnar Mendoza L. , "Posición geográfica de los indios urus del lago Poopó", Revista de Sociología de Bolivia, 1: 5 7. (39) TVGT, pp. 5 y 22. ( 40) Archivo de la Nación; Buenos Aires. Visita de Chucuito por Gutiérrez Flores. Cita­ do por Bouysse-Cassagne 1980: I, 110. (41) TVGT, p. 79. ( 42) Salinas y C6rdova, Memorial, p. 69. A causa de las diferencias fono tácticas entre el castellano y las lenguas andinas -en particular el quechua-,- en cuanto a patrón silá­ bico y series posibles en los racimos consonánticos internos, los españoles recurrie­ ron a menudo, para pronunciar y escribir secuencias de articulación inhabitual en su lengua, a vocales de apoyo cuya calidad fue condicionada por el contorno fonético

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(vocálico o consonántico). Algunas de tales realizaciones quedaron asimiladas defi- · nitivamente en el castellano peruano. Así, la voz quechua chakra lchak-ra] se pronunció chácara (de donde chacarero), y los vocablos lukma y machka dieron lúcuma (un fruto) y máchica (un potaje elabo­ rado con maíz tostado y molido con azúcar). El acomodo a la pronunciación caste­ llana continúa produciéndose; por ejemplo, en el habla peruana el término inglés watchman "guardián, vigilante" ha sido acogido como guachimán. Del mismo modo los racimos internos que contenían por primer elemento la "vi­ brante simple" (r j y no la vibrante múltiple propia del castellano en final de sílaba, fueron registrados en mu ch.as ocasiones con vocal de apoyo : gentilicios y topónimos como tanna, pannunga karwaxllo se dijeron (y se siguen diciendo los dos últimos) con vocal a de apoyo: ltáramaJ, (paramonga], [karabayllo ]. De allí que sospeche­ mos que la forma urquilla consignada por Salinas y Córdova sea la más próxima a la pronunciación nativa, y que las formas uruquilla y uriquilla (TVGT, p. 79) resulten de adaptaciones reclamadas por los hábitos articulatorios castellanos. En la propia Copia de curatos aparece escrita Urumiri una localidad que otras fuentes registran como Urmiri. ( 43) Véase nota 16 . Estimamos que quedan en mero nivel de hipótesis las postulaciones de Ronald O. Olson sobre afinidades del maya con el chipaya ("Mayan affinities with Chipaya of Bolivia I: correspondences", International Journal of American Linguistics, vol. XXX, No. 4, 1964) y de Louisa R. Stark sobre relaciones de paren­ tesco entre maya, yunga, chipaya y araucano ("Maya-yunga-chipayan: a new lin­ guistic alignment", International Journal of American Linguistics, vol. XXXII, No. 2, 1972, y "G lottochronology and the prehistory of western South America", en Lexicostatistics in Genetic Linguistics, lsidore Oyen ed., Mouton, La Haya, 1973).

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362 Revista Andina, año 5 ------Torero: Lenguas altiplánicas

ANEXO!

La comparación con los idiomas quechua (Q), aymará (A), callahuaya (Call.) y chipaya (Ch) de los 263 vocablos despejados de los textos puquinas contenidos en el Rituale seu.Manuale Peruanum de Gerónimo de Oré, que se presentan en las páginas que siguen, da el índice más alto de comunidad léxi­ ca con el callahuaya: 108 términos compartidos (41.060/0), 61 de ellos de manera exclusiva (23.190/0). Siguiendo en orden descendente, hallamos: puquina-quechua (en parti­ cular, el dialecto cusqueño), 87 vocablos comunes (33.030/0), 10 exclusiva­ mente (3.810/0); puquina-ayrnará, 79 vocablos comunes (30.030/0), 8 exclu­ sivamente (3.04o/o), y puquina-chipaya, 29 comunes (11.020/0), 2 de modo exclusivo (0.70/0). La comunidad léxica a la vez con dos de esos idiomas es: 37 voces con quechua y aymará; 13 con quechua y callahuaya; 9 con callahuaya y chipa­ ya; 7 con aymará y callahuaya; 3 con quechua y chipaya, y 3 con aymará y chipaya. La comunidad con tres lenguas es: 13 con quechua, aymará y calla­ huaya; 7 con quechua, aymará y chipaya; una con quechua, callahuaya y chi­ paya, e, igualmente, una con aymará, callahuaya y chipaya. Tres vocablos son compartidos por los cinco idiomas. De la _lista básica de 100 palabras empleadas en los cálculos de glotocro-

No. 2, Diciembre 1987 363 Estudios y Debates ______-'------nología léxicoestadística, 45 items pueden ser llenados con vocablos puqui­ nas. El cotejo de estos 45 con vocabularios de los otros cuatro idiomas con­ firma la proximidad con el callahuaya: 29 cognados evidentes o posibles (64.440/0 ). Con los tres restantes, en cambio, el orden se modifica en cuanto el chipaya pasa al segundo lugar: 8 posibles cognados (17.770/0), seguido por el quechua: 6 (13.330/0.) y el aymará : sólo 3 (6.660/0). El alto porcentaje de cognación en vocabulario básico entre puquina y callahuaya es prueba concluyente de que el callahuaya puede ser clasificado léxicamente con el puquina en un mismo grupo lingüístico. Refuerzan esta aserción los términos "culturales" compartidos por ambos idiomas ("casa'', "llama", "plata", "comprar", etc.) y una cantidad no desdeñable de voca­ blos de función gramatical que les son comunes, pese a que el callahuaya es esencialmente quechua en lo que toca a sufijos, nominales o verbales, de deri­ vación, flexión y oracionales. El hecho de que en vocabulario básico el puquina muestre una compe­ netración mayor con el chipaya que con el quechua y el aymará se explica por el más antiguo contacto que sostuvo con el uruquilla. Es evidente, en fin , que los acontecimientos ocurridos en la historia alti­ plánica, al menos desde la segunda mitad del siglo XV, favorecieron una in­ tensa impronta del quechua sobre el puquina, tal como lo muestran ya los textos de Oré y como lo exhibe el callahuaya actual. Otra fuente de "extranjerismos" en los textos puquinas del Manual resi­ de en el empleo de dobletes y de pares de vocablos de significación equivalen­ te dados en una misma frase. Este procedimiento tenía por fin principal, sin duda, paliar las dificultades creadas a la ·comunicación mediante el pu quina por el estado de dialectalización de esta lengua, de por sí ya muy fragmenta­ da y muy penetrada además por el quechua y el aymará a fines del siglo XVI. a- "decir", ''desear" acro- "dejar, abandonar". Call. ajchi-, ajni; Ch. eks. allca- "faltar", "omitir''. Q. y A. allqa-; Ch. ek'llacha­ ama "no" (prohibitivo). Q. ama; Ch. ana. ani "ropa". apa, appa "no", "ni". apisa ''cierto pariente''. Cal!. apasa "toda la familia". apu "señor", "noble". Q. y A. apu; Call. upalli- "reverenciar". aqui- " engendrar". ascha-, acha- "ser, tener". Call. acha-. assi "antes" ata- "preguntar". Call. ata-. atago "mujer", "esposa". Call. atasi; Ch. makata. atipa- "poder, tener poder". Q. y A. ''vencer"; Ch. ateps. atot "grande" . Q. hatun; Call. k'atu. atta- "juzgar". A. atamasi- "dar querella"; Ch . ateps.

364 Revista Andina, año 5 ______Torero: Lenguas altiplánicas

auca "enemigo". Q., A. , Call. y Ch. awka. ca, kaa "ahora". Q. kanan, kunan; Call. khii. ca-, ha- "ser, haber". Q. ka-; Ch. "vivir'' kans. caca- "repudiar". caci "vano". Q., A. y Cal l. cachia "cierto fenómeno de la naturaleza''. cachu "último, final". caguito- "allí ciertamente". caha "deuda". Call. y Ch. kaja. calla- ''empezar". Q. y A. galla-; Ch . kallpís. calla ca-, callaga-, kallaka- "hacer, obrar". cam "sangre". Call. qamru. cama "oficio". Q. y A. kama. cama, gama ''pecado". Q. y A. kama camachi- ''ordenar, mandar". Q. y A. kamachi-. camen, garuen "día''. Call. kaman. capa, cappa "tres". Call. qapi; U.-Ch. chep. capac, capaca, capaco ''señor, rey". Q. y A. qhapaq. car- "llorar" cara-, gara- "alimentar, sustentar" Q. y Call. qara-. cata--, catalli- "oír, escuchar". Call. q'ata. cato "mercado". Q., A., Call. y Ch. qatu. catto "interior". Call. katu cazquiti cona, casque Ticona "ciertos jefes o _¡i µtoridades" co, go "este". Q. kay. co "hermano". Call. sejo. co- "ir", "descender''. coa "ídolo, divinidad". coha-, coxa- "mirar". Q. qhawa-; Call. qhora-; Ch. chers. colla- "esperar, aguardar". collana "excelso". Q. y A. qollana coma "todos". Call. kumu. con "pene''. Call. qoon "testículo". conse "perro''. Call. qomse. cora, gora "mundo", "tiempo". Ch. sqora ''espacio". coschan "rostro". Call. qosñi. cuchu ''cantar coplas". Q., A. y Call. q'ocho cuha "así". cuma-, guma-, huma- "permanecer", ¿"sentarse"?. Cal l. kuma- ''sentarse", "residir" cupi ''diestra, mano derecha". I curin "viático". A. corina "merienda que '. se 'da a los que trabajan o a los jornaleros" cussi "feliz, venturoso". Q., A. y Call. kusi.

· No. 2, Diciembre 1987 365 Estudios y Debates'------

cuyapaya- "compadecer". Q. y A. khuyapaya-. ~aci- "ayunar". Q. y A. sasi-. ~apa "único, sólo". Q., A. y Call. sapa. cha- "clamar". Call. ch'a- "gritar", "rugir". chacar "cierto fenómeno de la naturaleza". chacata- "crucificar, clavar". Q . chakata-. chaque-, chazque- "castigar", ¿ "golpear"?. Call. chaque- "lapidar". chama- "divertirse". Q. y Call. chama-. chani "precio". Q. y A. chani. chapa ''órgano sexual''. chata, llata "cerro". chata- "denunciar". Q. y A. chata-. checa "nueve" checa, checca "verdadero''. Q. y A. cheqa. checa-, checga- "avergonzarse''. checni- "odiar". Q. y A. cheqni-; Ch. cinkás. chichu "seis". chinqui- "hacer el amor entre mujeres". A. chenqe y Call. chinki "órgano sexual femenino". china "estrella". Call. chia. chocna-, choquisna- "ofender". Call. ch'oqna- ''pegar, golpear". · chu "él, ella", "su (de él o ellaf": Call. chuy ''el o ella"; Q. chay "ése, esa". chuma- "tocar". chusa "nada". Q. y A. chusa. chuscu "hijo". ecaña-, eccuiña- "salir'', "sacar". elo- ''enviar". enahata "antes bien". enahamp "quizá". enan ''mas ~ ,, . . enqui "doncella", "soltera". ento "mal", "malo". Call. ethi. es-, s- "ir". Call. is-. escu- "vestir". A. isi "vestido". Ch. "ropa" skipi. euiga- "abandonar", "alejarse". gacho "cementerio". gatuch "de entre". gueso "voz". guño "enemigo''. haca- "vivir". A. haka-; Call. haka- "estar sano". halla- "morir''. Call. halla-; Q. aya "difunto". hamo "cosa", "motivo". Q. y A. hamu. hampi ''medicina, pócima". Q. hampi.

366 Revista Andina, año 5 ______Torero: Lenguas altiplánicas hamun "varios, muchos''. hanigo, hanego ''alto". Q. hanan.; A. alaj; Call. hanaj. harca- "despojar", ¿"asaltar''?. Q. y A. hark'a- "atajar, estorbar". hari "falsamente". hata- "desear, querer". Call. hata-, qhata­ hatahuallpa "gallina''. Q. A. Call. y Ch. atawallpa. haya, aya ''hijo". he "llama" ( camélido ). Call. qhe hicqui-, hixqui- "dar'' (cf. hiye-). Call. heqa-. hila "mayor". A. hila. hilacata ''principal del ayllo". A. hilakata. hinantin "todos''. Q. hinantin. hisi, his, isi "mes". Ch. his hisqui, squi ''ojo". hiye-, he- "dar" (cf. hicqui-). Call. xia-. ho- "acabar, concluir". Call. ejo-. halla- "hablar, decir". Call. huya-. hors, horsu "palabra". huacaycha- "guardar, cuidar". Q. waqaycha­ huaccha "pobre". Q. y A. waqcha. huacna "otros". Q. wakna; Call. wajsi. huachu-, huach- "llegar". huago ''bueno". huani- "enmendarse". Q., A. y Call. wana-. . huasu- "descender, bajar". huaruru "canción, copla". A. waruru. huata, ata "año". Q. y Ch. wata; A. mara. hucsto, ucsto, uquisto "uno", "otro". Q. huk; Call. ujsi. hucha, hacha "pecado". Q. y A. huca. hulla ''pérfidamente". humana-, xumna- "enemistarse, volverse enemigo". huntu "mucho". A. y Ch. huntu. ica- "cizañar, sembrar discordias". inti "sol". Q., A. y Call. inti. isticga-, histicga-, histic ha-, sticsca-, sticaha-, istic ca- "ocultar", "esconder" llaqui- "entristecerse, dolerse". Q. y A. llaki. Hulla- "mentir, engañar". Q. y A. Hulla-. lluqui- "huir, abandonar". maci "compañero". Q. masi. macu "cacique o principal del ayllo". Q. mallku; A. mallku, mayku. macha- "embriagar". Q. y A. macha-. mana, men "nombre''. Call. mini. maña, meñ, miñ, mñ "hombre", "indio". Call. mii ''gente". mata- "limpiar". Call. mata-.

No. 2, Diciembre 1987 367 Estudios y Debates, ______mati "limpio, pulcro". Call.machi. mati "prójimo"; Q. masi ; Call. masa ''paisano". miha- "fornicar''. A. meca- (Bertonio); Call. mija- ''dormir". misto, micsto ''ponzoña''. Call. mistu ''yerba venenosa". mocsca-, moxca- "reunir''. Call. mojsa ''reunión de gentes''. moha, muha "mano". muchu "doncella, virgen". muchu- "padecer". Q. muchu-; A. mutu-; Call. muthu-. ni "yo". Call. nishi, nisi. ñacari- "padecer". Q. y A. ñak'ari- occa-. ohcga-, oc ka-, oxa-, vea-, vka-, vxa- "comer". Call. oja-. oco-, ohcgo-, ohco- "beber". Call. ch'oqo. ore-, or- "decir, contar". Call. uri-. A. aru "lenguaje". paca-, paha- "esconder". Q. y Call. paka-. pacas "entero". pacas, vacas "tierra", "mundo". Call. pakas "tierra", "jardín". pachamama ''Madre Tierra". Q . y A. pachamama. pampaca "libertinamente". pampacha- "perdonar" . Q. y A. pampacha~. paña- "desterrar, arrojar". para, gara ''río". Call. waran ''río que corre turbio"; Q. para ''lluvia". para- "apartar". · ·- · patma- "partirse". Q . patma- "cortar por medio". penca- "avergonzarse". Q. p'enqa-; A. phenqa-. pese "primero" . Cal!. pig "antes"; Ch. paki ''antes". pi "tú". picha- "limpiar''. Q., A. y Call. picha- ''barrer", "limpiar". pip, pipe "carne", "cuerpo". Call. pipí "carne". poca "lleno". A. phoqha. poque- "cumplir". puca "rojo". Q. puka. puchuca- ''acabar, cumplir". Q. p'uchuka-; A. puchuka-. puta "todos'', "todo''. putra- " dolerse". Q. phuti-; A. puti­ quero, ero ''vientre". Call. qeri; Ch. cheri. quespi- ''salvar, librar". Q. y A. quespi- qui " ¿qué?", " ¿cuál?", '' ¿cuánto?". Call. ki "¿qué?". quichca-, quichga-, vichiga- "vivir". quichu- "dolerse, apenarse". quigui "¿cómo?" . quilla-, qui ylla-, quiilla- "pensar", "recordar". Call. keeri-. quio "hijo". Call. qea. quillchi- "dividirse'', "partirse". quinas "ocho"

368 Revista Andina, año 5 ______Torero: Lenguas altiplánicas quiq ui "mismo". Q. y A. kiki. quisin "noche". Call. qhos. raago "varón", ''marido". Call. laxa. re "chacra". Call. rey. reega "brujo". Call. reqa; A. y Ch. layqa. ripsu "peligro". Call. ripresin rirpu ''espejo". Q. rirpu; A. lirp'u. rosque-, roque- "fornicar". Call. llochqa~. rullin "cierto pariente". Call. rollin "persona que se vuelve pariente al casarse e instalarse en el lugar''. runa, luna "día''. Call. honaj. Q. 1 hunaq ; A. uru. saca- ''alcahuetear". A. sacca- saga- ''ocultar". Call. saqa- "cerrar". sallas, saliem "familia, parentela". A. saya "parcialidad" sama- "parir". Q. y A. ''descansar, respirar''. scalli- "temer". Call. sixchi- scama-, cam-, escama- "enfermar". Call. qami. scana "plata". Call. qena "plata, dinero". scata "diez''. Call. qhocha. sec "ojo". Call. ch 'ej; Ch.chuki. see, se e, sehe "corazón". Call. sau. señ "nosotros", "nuestro". sipi- "golpear". sisca- "saber". Call. seqa- "saber", "valer"; Ch. sís. so "dos". Call. soo. · -· · socnu "brebaje", "pócima". Call. soqen "medicina, yerba curativa". sper "cuatro". Call. pill. squi "hijo". sto- "añadir". stu "siete" sua "mancebo, amante". sua- "robar". Q. suwa-. suca- "menor". Q. y A. sullka. sucsca-, suesca- ''mentir". sullu- "abortar". Q. y A. sullu-. suma-, 9uma- "vivir". Q. sumaq "hermoso"; Ch. suma "bueno". sutin "verdaderamente". Q. sut'in. sutincha- "nombrar, bautizar". Q. sutincha-; A. sutia-. tacpa "cinco''. tacsca- "trabajar". Call. rajqa-. taga- "enterrar". taha- "soñar": Cal l. teja- "soñar mal". tantta "pan". Q., A. y Ch. t'anta. tax- "lavar". Call. taxna-; Q. taksa-.

No. 2, Diciembre 1987 369 Estudios y Debates ______

. " ,,, t1 SI . too "joven", "soltero". Call. thumi; Ch. thoo. too- "traer". toto, tot "grande". A. y Call. tutu. tucu- "convertirse". Q. tuku-. tunt "después". · umi, omi (cf. ymi) "madre", "señora". uqui, oqui (cf. yqui) "padre". vana ca "nuevo". Call. wana. vañi- "venir". vati "pícaro". Q. wati. ubacha- ''lavarse''. Q. upha- y Call. uwacha- "lavarse la cara". vea- "comprar". Call. uka-. vin ''todo". vii'iaya "siempre". Q. wii'iay; A. wiñaya. viracocha, vilacocha, viragocha "espai'iol". Q. y A. wiraqocha. vlli- ''alcanzar, lograr". Call. ulli- "alcanzar", "ganar dinero''. vnancha- "señalar", "conocer". Q. y A. unancha- "sei'ialar''; Call. unancha- "guiar". vpalli- "invocar", "adorar" (y posiblemente "besar"). Call. upacha- "besar". vque "luna". Call. oque, oqaro. yacchi- "malbaratar". yalli- "exceder, aventajar". Q. y A. yalli-. yana "criado", siervo", Q. y A. yana. yanapa- "ayudar, socorrer''. Q. y A. yanapa; Ch. yanaps. yapo "tierra de cultivo". Q. y A. yapu. y9u, isu, issu "casa'', "familia". Call. usi "casa"; isu "familia". ymi, umi, "madre", "sei'iora". Call. mili, umi. yqui, iqui "padre", "señor". Call. ikili., A. awki. yti- "recibir'', "apoderarse". Call. iti- ''tener, poseer". yucu- "engendrar". A. yoqa "hijo". yupaycha- "honrar", "respetar". Q. y A. yupaycha-. yuque "rostro". Ch; yuk.

370 Revista Andina, año 5

______Torero: Lenguas altiplánicas

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lenguas, extintas o existentes. Es posible Willem F.H. Adelaar observar un ejemplo bastante espectacular University of Leiden de substrato ay mara en el quechua de las Dept. o/ Comparative Linguistics (VTW) provincias de Azángaro, Lampa y Melgar, P.O. Box 9515 representado en una serie de textos recopi­ 2300 RA Leiden (Holanda) lados y redactados en el marco del Proyec­ to de Educación Bilingüe de Puno (Chuqui­ El estudio de Torero muestra claramen­ mamani y Komarek 1983; Büttner, Cointet te el impacto de los múltiples cambios que y Chuquimamani 1984 ). Esta variedad del afectaron a los pueblos del altiplano colla­ quechua, aunque muy cercana al quechua vino durante los últimos mil años. Esta cusqueño, utiliza varios sufijos verbales zona aparentemente tan conservadora en prestados del _aymara, a saber, -kata- 'atra­ realidad se ha modificado continuamente vesando un esp;icio', -kipa- 'contorneando', en cuanto a su composición étnica y la dis­ 'cambiando de dirección', -naqa- 'en varias tribución de sus idiomas. Las fuentes colo- direcciones', 'sin decidirse', -qa- 'hacia aba­ . niales, como el documento denominado jo', -ra- 'uno por uno', 'quitando', 'desha­ Copia de curatos que Torero trata en el ciendo', -si- 'reflexivo', -su· 'hacia afuera', artículo comentado, dan testimonio de la -tata- 'dispersando', -thapi- 'juntando' y enorme expansión del aymara que prece­ -t'a- 'de repente' (Adelaar 1986, en prensa; dió a otra más espectacular todavía del para el significado de los sufijos verbales en quechua, tanto por su rapidez· como por aymara, ver Hardman-de-Bautista, Vásquez su carácter devastador. Resulta evidente, y Yapita 1974). Con la excepción de -naqa­ además, que tanto el quechua como el y -si-, estos sufijos verbales representan aymara procedían de zonas más septentrio­ contenidos semánticos que carecen de ex­ nales y que no son oriundos de la cuenca presiciri gramatical en el quechua cusqueño, del lago Titicaca. Todo esto contribuye a motivo por el que su introducción no pue­ realzar la importancia del rescate de lo de causar sorpresa. Lo singular consiste en poco que nos puede quedar de las lenguas el hecho de que estos sufijos fueron presta­ aborígenes de la región, siendo algunas de dos en conjunto con algunas de las reglas las tareas más urgentes una descripción de eliminación vocálica que caracterizan el completa del chipaya y, como lo señala aymara y las demás lenguas aru (por ejem­ Torero, la publicación de material inédito plo, tiy-thapi-chi- 'permitir que vivan jun­ relativo al callahuaya. tos' de tiya- 'estar', 'hallarse' y pas-t'a-ku­ Además de las fuentes escritas de la épo­ 'pasar de repente' de pasa- 'pasar'). En ca colonial, se manifiestan varios caminos aquellos sufijos prestados, las consonantes que permiten extender, aunque modesta­ aspiradas y glotalizadas, como t' y th, se mente, nuestro conocimiento de la época conservan con violación de las leyes que ri­ pre-aymara. Entre aquéllos quisiera men­ gen la distribución de tales consonantes en cionar: (a) el estudio profundizado de va­ el quechua cusqueño y boliviano. Albó riedades locales del quechua y del aymara, (1986) menciona la existencia de un entre­ (b) el análisis lingüístico de los topónimos lazamiento similar de lenguas en el norte y la ubicación de su distribución geográfi­ del departamento de Potosí, en Bolivia. El ca, y (c) la comparación de rasgos lingüísti• carácter complejo y muy específico de di­ cos y culturales propios de lenguas no-que­ chos conjuntos de sufijos y reglas morfo­ chuas y no-aymaras de la zona. fonológicas, que el quechua debe al ayma­ El análisis detallado de variedades loca­ ra, difícilmente nos deja otra posibilidad les del quechua y del aymara (y quizá del que la de suponer que los hablantes de las español) permite la identificación de ele­ variedades dialectales quechuas de Azánga­ mentos de substrato procedentes de otras ro, Lampa y Melgar fueron hablantes del

No. 2, Diciembre 1987 373 Estadios y Debates ______aymara antes de llegar a hablar quechua. En incluye al valle medio del Tambo y los dis­ el caso mencionado por Torero de pobla­ tritos de Carumas, Calacoa y Cuchumbaya) ciones de habla puquina que hubieran aban­ y una parte castellanizada (que incluye la donado su lengua en favor del quechua, sin zona situada a lo largo de la ruta de Arequi­ adoptar el aymara en una fase intermedia, pa a Omate y Quinistaquillas y toda la par­ tal influencia del aymara quedaría práctica­ te yunga del departamento). Es interesante mente excluida. Un estudio dirigido al ha­ observar que también en las zonas quechua bla de zonas en las que el puquina proba­ y aymara los nombres de lugares conservan blemente fue reemplazado directamente rasgos fonéticos ajenos a estas lenguas. En por el quechua, como Coata, la península la zona quechua encontramos, por ejemplo, de Capachica y las islas de Taquile y Aman­ topónimos como Matalaque, Tonohuaya, tani, podría ser aclarador al respecto. Tal Sacuaya, Tonlaque y Chaguechajen; en la estudio permitiría, además, descubrir posi­ zona aymara, Calacoa, Cuchumbaya, So­ bles rasgos gramaticales y léxicos origina­ moa, Soilapa, Cambrune (qamru es 'sangre' rios del puquina. en Callahuaya; ver el anexo al final del ar­ El análisis de los topónimos y de su dis­ tículo de Torero), Muilaque, Sijuaya y Sa­ tribución en un determinado espacio geo­ cuaya; y en la zona castellanizada, Coala­ gráfico constituye un complemento útil a que, Oralaque, Puquina, Mollabaya, Caina­ la información obtenida a través de fuentes ragen, etc. A pesar de marcadas diferencias escritas de la época colonial, con la condi­ en las costumbres que separan las zonas ción de que se sepa reconocer la toponimia quechua y aymara en el departamento de característica de una lengua. En base a ésta, Moquegua, se trata probablemente de una es posible entrever la extensión que tuvo región que en su origen · fue homogénea­ un idioma determinado en un pasado no mente puquina. Esta región, probablemen­ muy lejano. te, fue en parte quechuizada y en parte ay­ En el caso del puquina, no resulta· difícil marizada durante la época de la colonia. identificar nombres de lugares pertenecien-. Toponimia puquina se encuentra también tes a esta lengua. Terminaciones caracterís• al norte del lago Titicaca (Italaque, por ticas como -baya, -huaya o -paya, -laque y ejemplo). -coa revelan la existencia en el pasado de Torero deja claro, en base a la informa­ grupos étnicos de habla puquina. La región ción contenida en la Copia de curatos, que que con más certeza exhibe características la lengua llamada uruquilla tuvo una distri­ puquinas es la que se extiende desde la ciu­ bución geográfica mayor que el actual uru­ dad de Arequipa hacia el sudeste y que chipaya. Si se trata de hecho de una sola comprende la mayor parte del departamen­ lengua, resultará quizás posible identificar to de Moquegua y una parte de Tacna. Allí agrupaciones de topónimos, como en el ca­ se encuentran también los pueblos de Caru­ so del puquina, valiéndose de los vocabula­ mas, llabaya y Locumba, identificados por rios existentes del uru ochosuma y del chi­ Torero como puquinahablantes en el siglo paya. No se puede descartar, además, lapo­ XVIII. Si en el caso del mismo Arequipa y sibilidad de que parte de la toponimia de sus alrededores encontramos toponimia ay­ Potosí sea relacionada con el idioma ataca­ mara (Umacollo, Chachani, Anuccarahui, meño, dado que la presencia del atacameño Socosani) y quechua (Uchumayo, Yana­ en el oeste de aquel departamento fue seña­ huara), en la zona que linda con la ciudad lada por varios autores (lbarra Grasso 1958; hacia el sudeste predominan los topónimos Loukotka 1968). puquinas, como Polobaya, Tiabaya y Soca­ La ·comparación del léxico de las lenguas baya. También en la zona quechuahablante no-quechuas y no-aymaras de la región del que ocupa el noreste de la provincia de lago Titicaca es una tarea que queda por Arequipa se encuentran algunos pueblos de hacer y que puede ser frenada por la falta nombre puquina (Chocalaque, Mollebaya). de datos dignos de confianza relativos a es­ El departamento de Moquegua está dividi­ tas lenguas. Sin embargo, vale la pena inten­ do en una parte quechuahablante (la zona tarla como lo muestra el caso del término del volcán Ubinas y el alto valle del río · para 'maíz', que fue registrado como tara Tambo), una parte de lengua aymara (que para el chipaya (Métraux 1936) y para el

374 Revista Andina, año 5 ______Torero: Lenguas altiplánicas uru de Iru-ltu (Vellard 1950). La misma Phonological and Grammatical Structu­ forma tara para 'maíz' fue encontrada en re. Department of Anthropology. Uni­ mosetén, lengua hablada en el alto Beni al versidad de Florida. Gainesville, 1974. norte del altiplano collavino (Bibolotti 1917). No hay suficiente evidencia para IBARRA GRASSO, O.E. Lenguas indíge• relacionar la forma tara con el quechua nas americanas. Editorial Nova. Buenos sara, como lo propone Métraux. Por el con­ Aires, 1958. trario, en apolista y en !eco, dos lenguas ge­ INSTITUTO GEOGRAFICO NACIONAL néticamente no relacionadas cuyo territo­ (antes INSTITUTO GEOGRAFICO MI­ rio lingüístico se localizaba -o, en el caso LITAR) del leco, se localiza- al -oeste de la zona Mapa del departamento de Arequipa. mosetena, se encuentran las formas ta y tay Lima, 1983. (en Leco sólo ta) para 'maíz' (de Créqui­ Mapa del departamento de Moquegua. Montfort y Rivet 1913). La distribución Lima, 1976. del término mencionado o de otros simila­ res podrá quizás servir de instrumento para LOUKOTKA, C. Classification of South establecer la antigüedad relativa de contac­ American Indian Languages. Latin Ame­ tos culturales, que abarcarían una zona ex­ rican Center. University of California. tensa con su centro en el altiplano del UCLA-Los Angeles, 1968. Collao. En aquellos contactos no participa­ METRAUX, A. "Les indiens uro-cipaya de rían las lenguas posteriores como el que­ Carangas", Journal de la Société des chua, el ay mara y, en este caso particular, Américanistes de Paris, nouvelle série, tampoco el puquina. 28: 337-394. 1936. REFERENCIAS: VELLARD, J. "Contribution a l'étude des indiens uru ou kot'suns", Travaux de ADELAAR, W.F.H. "Aymarismos en el l'lnstitut Fran~ais d'Etudes Andines, 2: quechua de Puno", Indiana, 11 . Berlín, 51-88. 1950. . 1986 (en prensa). ALBO, X. Comentario a W.F.H. Adelaar "La relación quechua-aru, perspectivas para la separación del léxico", Revista Xavier A/bó Andina, 4,2: 400-401. Cusco, 1986. Casilla 283 BIBOLOTTI, B. Moseteno Vocabulary and La Paz, Bolivia Treatises. Northwestern University. Evanston y Chicago, 1917. Lamento no disponer del tiempo y tran­ BÜTTNER, M.-M.; COINTET, F. y CHU­ quilidad suficientes para hacer un comenta­ QUIMAMANI VALER, N.R. Yanamayu rio de la amplitud que merece este impor­ ayllu l. Puno, 1984. tante artículo de Alfredo Torero. Pero re­ nunciaré a lo mejor y así no tener que re­ CHUQUIMAMANI VALER, N. y KOMA­ ·nunciar a dar mis impresiones. REK, K. Unay pachas ... qheshwa simi­ 1. Sobre la guía de curatos pi qollasuyu aranwaykuna, volumen 1. Lima, 1983. Son muy de agradecer las aclaraciones y precisiones de Torero sobre este documen­ CREQUI-MONTFORT, G. de y RIVET, P. to usado primero por Bouysse-Cassagne y "Linguistique Bólivienne: La . langue después por Espinoza, atribuyéndole diver­ Lapatu ou Apotista", Zeitschrift für sas fechas. Yo mismo había llegado a pen­ Ethnologie, 45: 512-.~31. 1913. sar que se trataba de documentos semejan­ HARDMAN-DE-BAUTISTA, M.J.; VAS­ tes, pero distintos porque, aparte de la fe­ QUEZ, J. y YAPITA MOYA, J. de D. cha, las dos listas no coinciden (Bouysse­ eds., The Aymara Language Materials Cassagne la acopla a las unidades mayores Project, volume 111: Outline of Aymara de la Tasa de Toledo; Espinoza añade más

No. 2, Diciembre 1987 375 detalle . de lugares) y en algunos casos las ralelismos complementarios no recogidos lenguas atribuidas a un lugar varían (por por Torero. He aquí algunos ejemplos: ejemplo, en Lípez o en Tiqµipaya). Por eso URU: apu,jefe; atta, hembra; kul, así. es tan importante dar las referencias lo más KALLAWAYA: acha-, decir. completas posibles y posibilitar el análisis AYMARA: -ka-, ser, estar; Tikuna (un ape­ de la fuente misma. llido); kupi, derecha; masi, prójimo. QUECHUA: uqu-, tragar. 2. Sobre el pukina Naturalmente, el hecho de que el voca­ Desde hace muchos años tenía deseos de bulario pukina llegado a nosotros sea tan conocer la tesis de Torero sobre el pukina. reducido y catequético dificulta la profun­ Por fin en este artículo parte de sus mate­ dización. Tal vez podríamos avanzar algo riales son asequibles. Esperemos que el res­ más recurriendo sistemáticamente al estu­ to, más lingüístico, vaya siendo publicado dio de topónimos, a los que Totero ya hace pronto. alguna mención para los valles costeños y Los sugerentes argumentos de Torero de los que el autor ha hecho uso abundante me han ayudado a comprender mejor la en otros estudios sobre lenguas perdidas actual "cuña" quechua al Norte del lago en el norte del Perú. Titicaca, pues no habría sido zona origina­ 3. Sobre uru riamente aymara. De todos modos, en esta posterior quechuización (no ocurrida, por Comparto la necesidad de distinguir tres ejemplo,en la parte noreste del lago, desde usos del término, como etnia, como lengua Huancané hasta La Paz), quizás tenga que o como categoría de censo y tributo. De ver también la ruta de la mitaCusco-Potosí. nuevo surgen preguntas: el nombre ''uru­ Me ayuda también a comprender la caracte­ killa", ¿tendrá que ver con el del señorío rización de Arequipa como pukina, hecha, Killaka, no lejos del actual Chipaya? por ejemplo, por Mons. Bernedo- Málaga Quiero recordar que, además de la co­ (1949). bertura señalada por la guía de curatos, los Sin embargo, sigue habiendo fenómenos urus se establecieron también en los valles histórico/sociolingüísticos, difíciles de ex­ de Cochabamba, incluso como agricultores plicar. Si era el idioma del importante seño­ con tierras, como resultado del proyecto río Colla y llegó a ser declarada lengua ge­ colonizador de Wayna Qapaq (Wachtel neral, ¿por qué desapareció tan velozmente 1981). Hasta hoy existen otros grupos con sin apenas dejar rastro? Otro, ¿por qué la diferentes nombres locales, pero relaciona­ lengua de los uru pasó a llamarse pukina, dos con los uru. Por ejemplo, los murato de habiendo argumentos tan contundentes so­ la orilla este del lago Poopó. Hace varios bre su abismal diferencia lingüística? La años tuve la oportunidad de acompañar a razón contemporánea dada por Vellard Wachtel en un encuentro de ellos y de los (1949: 149, cit. por Klein 1973) de que Chipaya con los uru de Iruitu (Machaca). fue un "monsieur" (Posnanski?) no explica Entre estos dos últimos no hubo problemas el uso muy anterior de esa misma identifi­ de comunicación en su lengua. Los murato cación. ya se han aymarizado, pero compartían vo­ El vocabulario comparativo recogido cabulario común, por ejemplo para instru­ por Torero deja también interrogantes mentos de caza y pesca, o de la indumenta­ abiertos para futuras búsquedas para saber ria más tradicional. Mario Montaño ( 1972) cuál es el primer origen de tantos vocablos habla también de los restos de un grupo comunes con el quechua o el aymara. En "capillu" por Turco (Oruro). este punto sería interesante también una Con relación al nombre más adecuado comparación más sistemática con otras lis­ para su lengua, aparte de las sugerencias de tas, como la recopilada recientemente por Torero, quiero mencionar otras refere.ncias Aguiló (1987) a partir del uru, según diver­ contemporáneas, tomo kot-suni (Vellard sos documentos, o las anteriores de Oblitas 1949, cit. por Aguiló 1987), ó el siguiente (1968) y Stark (1970) a partir de datos texto escrito por Lorenzo Inda (1987), de kallawaya contemporáneos. Un cotejo muy Iruitu: "Su idioma era el uchhumatago, co­ rápido al azar me ha mostrado algunos pa- nocido actualmente como pukina". Por

376 Revista Andina, año 5 ______Torero: Lenguas altiplánicas cierto que cuando los uru dijeron a los es­ OBLITAS P., Enrique. El idioma secreto de pañoles que no eran "hombres", sino urus, los incas. Amigos del Libro. La Paz, sería interesante saber qué término exacto 1968 . . fue utilizado por unos y otros. Ya sabemos que el nombre "hombre, gente" suele tener ST ARK, Louisa A. "Machaj-Juyai: Secret connotaciones étnicas muy precisas. language of the Callahuayas'', Papers in Andean Linguistics, 1,2: 199-227. 1970. 4. Sobre el aymara y quechua VELLARD, Jean-Albert. "Contribution a Estos temas son muy laterales en este l'étude des indiens Uru ou Kot'suñs", artículo. La poca diferenciación dialectal Travaux de l'institut Fran~is d'Etudes del aymara en la puna puede ser efectiva­ Andines, 1: 14-210; 2: 51-88; 3: 3-39. mente un argumento a favor de su llegada (Ver también los nn. 6, 7 y 8). 1949-51. tardía. Pero no acabo de saber cuál es la argumentación que lleva a Torero a pensar que el origen de esta lengua es por el río Pampas, que ha sido después área con mit­ Thérese Bouysse-Cassagne mas de orígenes muy diversificados. 1 O, rue des Gravillheis La expansión del quechua a expensas 75003 Paris del aymara ya en época colonial es tema in­ Francia teresante para otros artículos. Por ejemplo, aunque Torero llama a Santa Cruz Pachacu­ Estos comentarios al artículo de A. To­ ti el cronista "aymara", sin duda por su ori­ rero son !a continuación de un diálogo em­ gen colla, al nivel lingüístico muy poco es prendido con el autor en los años setenta, lo aymara rescatable en su crónica, lo cual durante la estancia de éste en el CNRS pari­ no sé si refleja su posterior formación cus­ sino. Mis apreciaciones se fundarán en mis queña o el poco peso que tenía ya esa len­ trabajos más recientes (además de los dos gua en su área de nacimiento. Hay en este mencionados por Torero): La identidad punto muchos más desafíos. Otro es la aymara, una aproximación histórica (CE­ quechuización de Co~habamba, a _pesar d~ RES-IFEA, La Paz, 1987, 450 pp.) y "Les que -según los arqueologos- los inkas alh Collas opprimés et puissants" (Les Cahiers no estuvieron ni medio siglo. Un tercero, es des Ameriques Latines, número especial el rol jugado por la mita de Potosí para la Bolivia, en prensa). Además de algunos es­ nivelación lingüística, etc., etc. tudios imprescindibles y recientes para quien pretende hablar de los grupos étnicos REFERENCIAS: del Collao: J . Hyslop, An archaeological investigation of the Lupaca Kingdom and its origins. Columbia, 1976; Gisbert, Shoop, AGUILO, Federico.. Uru y puquina. IESE­ Lauer et al. Espacio y tiempo en el mundo Centro Portales. Cochabam ba, 1987. Callahuaya. La Paz, 1984; C. Julien, Guano BERNEDO MALAGA, Leónidas. La cultu­ and Resource Control in sixteenth Century ra pukina. Ministerio de Educación Pú­ Arequipa. Andean Ecologie and civilisation. blica. Lima, 1949. (Masuda y Morris eds.), Tokio, 1985. Tomando en cuenta lo que conocemos INDA, Lorenzo. "Nuestra historia sobre los sobre el tema, considero que el aporte más urus de lrohito". Cartilla popular. Qha­ novedoso de A . ..T. es su presentación del na. La Paz, 1987. material lingüístico en anexo. Lamento que KLEIN Harriet E. Manelis. "Los urus: El ésta no sea la ocasión de una reflexión más extr~o pueblo del altiplano", Estudios _ nutrida y que sugerencias como las que ha­ Andinos, 3,1: 129-149. 1973. ce sobre "puquina e uruquilla como len­ guas similarmente antiguas o demasiado re­ MONTA?il"O, Mario. "Los capillu. Descubri­ cientes con el modo de vida uru" no sean miento de un nuevo grupo humano en más desarrolladas. Quizás hubiera sido im­ Bolivia", Pumapunku, 4:64-69. La Paz, portante añadir a la lista de palabras Calla­ 1972. huaya recogidas por L. Girault y a la de

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uruquilla de Nathan Wach,tel, el trabajo es­ va..v. en el contexto de la economía colo­ ta vez conocido y editado de otro francés, nial que los productos agropastoriles. Si el de Veillard (Boletín IFEA Nos. 1-2), re­ una categoría "uru" fiscal existe, conside­ ferente al uruquilla de Iru-Itu. La compara­ ramos que se trata de un indicador útil, en· ción del uruquilla de Chipaya al sur del eje la medida en que lo utilizamos en relación acuático del Callao con su "hermano" del con otros criterios como lenguas y con los norte (hoy desaparecido como lo he com­ datos generalmente socioculturales de las probado en el 86) y más en contacto a lo crónicas. Y eso de tal modo que los docu­ largo de su historia con la zona de expan­ mentos se critiquen o complementen unos sión del idioma puquina podría ser intere­ a otros. Un ejemplo: repetidas. veces A.T. sante. En cuanto al callahuaya, sugiero que insiste sobre la pertenencia de los Pacajes una comparación entre el trabajo de Girault a la "nación" aymara, conformándose con y el de Stark del 70 y 71 podría aclarar un la apreciación de Bertonio basada en un cri­ poco más la influencia del quechua en el terio exclusivamente lingüístico. Efectiva­ idioma callahuaya, tomando en cuenta, co­ mente, si consideramos tan sólo los pueblos mo lo hace notar Saignes, que la presencia de Guaqui y Viacha, ellos hablan aymara y de mitmacq chachapoya en esta zona ha si­ sólo aymara (Copia de curatos); sin embar­ do muy temprana (Saignes, "Espacio y go, según la Visita de Toledo en Guaqui la tiempo en el mundo Callahuaya"). población está calificada mitad por mitad En lo referente al artículo propiamente como "aymara" y "uru". Si tomamos este dicho diré, en primer lugar, por qué no me dato como un indicador nos fijamos efecti­ parecen "correctas" las críticas formuladas vamente que ambos pueblos, aun siendo de por A. T. a mi trabajo del 80 y, sobre todo, habla aymara, "seguían las costumbres de comentaré algunas de las posiciones del la gente de umasuyu a quien antiguamente autor en cuanto a las distinciones que esta­ estaban· sujetos". Si bien umasuyu -sensu blece entre grupos del Callao (aunque-a-ve­ lato- designa una zona mayormente ces sea difícil distinguir en el texto entre lo puquina, vemos cuán compleja es la situa­ que es afirmación e hipótesis). ción, cuán difícil es evaluar con precisión La mayoría de mis trabajos tratan de la la importancia del viejo substrato puquina historia temprana aymara. Estudié el con­ y hasta qué punto privilegiar un solo crite­ cepto de identidad aymara en una perspec­ rio es insuficiente. tiva histórica y no apologética (y mi libro La situación étnica del Callao tal como del 87 en castellano retoma gran parte de la hemos estudiado gracias a la Visita de mis conclusiones del 80). No he utilizado Toledo, la Copia de curatos y las crónicas una sola vez el término tan ambiguo de es la de unos pueblos que tuvieron que su­ "nación". Pero nunca abandoné la perspec­ frir las guerras incaicas con los consecuen­ tiva socioeconómica, que me parece consti­ tes desplazamientos de población hasta tuir uno de los parámetros fundamentales Pasto (tanto los Collas como los Lupacas para la identificación de grupos que han ve­ las sufrieron), con una gran cantidad de nido explotando durante gran parte de su muertos, del lado Colla particularmente historia ( en algunos casos hasta la época in­ (Bouysse en prensa), y, sobre todo en tor­ caica) zonas ecológicas totalmente distintas no al lago, con una total reubicación del (cf. Hyslop). Pienso, sin embargo, que el paisaje humano de parte de Túpac Yupan­ actual trabajo de A.T. adolece de este com­ qui que tuvo como consecuencia principal ponente socioeconómico. Si bien la Visita el hacer convivir a los aymara, que hasta el de T Jledo introduce categorías fiscales bajo momento ocupaban esencialmente las tie­ los términos "ay mara" y "uru ", estamos rras agropastoriles de altura, con una pobla­ por primera vez confrontados a un docu­ ción que por su parte se había ubicado mento amplio basado en un conocimiento · siempre en las tierras lacustres o circunla­ directo del campo. El interés de la adminis­ custres. Estos hechos me parecen funda­ tración española era evidentemente consi­ mentales para interpretar con la debida pro­ derar a la mayoría de la población como fundidad histórica la documentación a "ay mara" fiscales ya que el tributo consti­ nuestro alcance. tuido por productos lacustres era de menos Hyslop demuestra efectivamente que en

378 Revista Andina, año 5 ------Torero: Lenguas altiplánicas el área lupaca los trece sitios arqueológicos el de llave recibieron el privilegio de con­ censados como pertenecientes a la época de quistar Pasto, que las funciones religiosas Tiwanaku están todos situados a menos de de los Collas en el seno del Imperio Incaico cien metros sobre el nivel del lago, lo que son complejas y que efectivamente uno de sugiere una gran dependencia económica los más poderosos centros religiosos impe­ frente a los recursos lacustres de parte de riales había sido antaño su adoratorio (y los poblaciones puquina y uru, en esta etapa, mitos de origen incaicos se refieren cons­ así como la eventualidad de relaciones en­ tantemente a ello) (Bouysse en prensa). En tre los diversos sitios circunlacustres. cuanto a la importancia de los Callahuayas En cuanto a los aymara, su hábitat en la de habla puquina, ésta ha sido excelente­ zona lupaca era constituido por "pucaras" mente estudiada en el libro mencionado situados en las zonas más elevadas del alti­ arriba (no hay que olvidar que fueron unos plano (cf. Cieza de León). En el intermedio de los portadores de las literas reales). Sin tardío, Hyslop cuenta 25 sitios en altura minimizar las tremendas masacres que su­ versus 7 en la ribera del lago; en fin, "cuan­ frieron los Collas, es muy probable que do los ingas vinieron conquistando esta nuevos hallazgos documentales permitan provincia (en este caso R.G.I. habla de los demostrar la complejidad de su integración Pacaj) hicieron salir estos indios uros de al imperio, y lo mismo para los urus. Ha­ junto al agua y les hicieron vivir con los blando de Coata, A.T. atribuye la presencia Aymaraes y les enseñaron a arar y cultivar de caciques uru a la imposición toledana y la tierra y les mandaron que pagasen de tri­ a su pertenencia a la Corona Real. La pre­ buto pescado y hiciesen petacas de paja. sencia de caciques uru (y poderosos) está Por ser gente muy tosca, no les dieron or­ atestada mucho antes de 157 5 en una zona den como habían de adotar al sol y servirle, como Carangas, por ejemplo (cf. Riviere), y y con la comunicación_que han tenido con no es de extrañar que los uru ricos de Puno, los indios serranos, han venido a hablar la Ichu, Coata, poseyeran caciques de su etnia lengua aymara y casi han dejado su lengua (sea dicho de paso que la encomienda de que era puquina, y al presente tienen caci­ Coata pertenece a los Encinas desde la épo­ ques y habitan en pueblos . .. " (Relación ca de La Gasea). de la provincia de Pacaj). sn,fon los criterios que definen la autoc­ ¿Cómo llegaron los aymara al altiplano, tonía son siempre los de los . vencedores concretamente de dónde procedía Cari y toda la documentación a nuestro alcance cuando conquistó las tierras circunlacustres es el reflejo de estos hechos históricos, no y las islas? La respuesta de Cieza de León pienso que tengamos que acudir a "una le­ es de "Coquimbo" (valle del norte chileno) yenda negra" cuando la realidad es negra e Hyslop demuestra la importancia de un de por sí, pero sin duda alguna mucho más sitio altiplánico llamado Coquimbo como compleja que negra. capital lupaca y necrópolis de sus mallku. Es decir que si confiamos en esos datos, la ola aymara que penetra en el Urcosuyu vie­ ne de mucho más al sur de lo que pretende Rodolfo Cerrón-Palomino Torero. El mito de origen Pacaj confirma Casona de la Universidad de San Marcos esta oleada sureña que a mi parecer puede Nicolás de Piérola 1212 explicar el fuerte impacto de la lengua Lima 1, Perú aymara, sobre todo en la zona urcosuyu, frente a un umasuyu todavía de habla puki­ El artículo que comentamos constituye na en el XVI. una renovada contribución al esclarecimien­ Si evidentemente estoy de acuerdo con to de la historia sociocultural y lingüística A.T. para decir que la lengua pukina era la de los pueblos del altiplano peruano-boli­ lengua del señono poderoso de los Collas y viano durante los siglos XVI y XVII. Así, del Callahuaya, pienso que hay que matizar pues, el autor vuelve a tocar aspectos trata­ mucho más de lo que él hace sus relaciones dos en su tesis parisina y dados a conocer, con los Incas. No se debe olvidar, por ejem­ parcialmente, en su trabajo de 1970; Como plo, que tanto el jefe de Hatuncolla como se sabe, de esta fecha al presente han salido

No. 2, Diciembre 1987 379 a luz no sólo documentos coloniales rele­ Wachtel (l 978;, en un hermoso trabajo vantes al tema, sino también otros estudios al parecer desconocido por Torero, hubo que inciden sobre la problemática. Entre en verdad categorías socioeconómicas los primeros son de extraordinario valor la diferentes de u rus: al lado de los "terres­ Tasa de la Visita General del Virrey Toledo tref', que competían en status con los (1571-1573) y, sobre todo, la "Copia de aimaras, estaban los indómitos urus curatos", manuscrito de fines del s. XVI y "lacustres", en condición de verdaderos comienzos del siguiente. Luego de un rigu­ recolectores; entre ambos polos se ubi­ roso examen de tales materiales, el autor caba una tercera categoría formada por revisa sus planteamientos iniciales, refor­ toda una masa de tributarios en situa­ zándolos, ampliándolos y precisándolos. De ción de fuerte dependencia respecto de esta manera, la "historia externa" de los los aimaras. Este diverso grado de articu­ pueblos y de las lenguas del altiplano que lación de los urus en relación con la nos bosqueja, evaluando al detalle datos a sociedad aimara colonial implicó todo menudo escuetos y contradictorios, es una un proceso de aimarización que aún no muestra bien lograda del tipo de trabajo ha terminado. De manera que la distin­ que le aguarda al estudioso de la situación ción inicial entre puquinas agropastoriles sociolingüística del pasado andino. y urus depredadores resultó siendo de­ Los deslindes lingüísticos, geográficos y masiado generalizadora en detrimento socioculturales que el autor busca estable­ de los últimos. cer atañen a los pueblos de habla quechua, 2. La falsa ecuación uru.puquina. Como se aimara, puquina y uru (uruquilla, segÚn se sabe, fueron Créqui-Montfort y Rivet precisa). Sin desmerecer los esfuerzos inter­ (1925) quienes llegaron a sostener la pretativos referidos a los procesos de ex­ identificación entre urus y puquinas y, pansión del aimara y del quechua en la consiguientemente, de su lengua. Uno zona, que se ven mejor delineados y--enri­ de los documentos claves en el que se quecidos en el presente trabajo si los com­ basaron dichos autores fue aquel pasaje paramos con los esbozados previamente, los de la "Relación de la provincia de Paca­ comentarios que siguen se circunscribirán jes ", donde se dice textualmente que los al viejo problema uru-puquina, que es el indios urus de Machaca "casi han dejado que, a todas luces, constituye la parte me­ su lengua, que era la puquina", en favor dular del estudio que tenemos a la mano. de la aimara: Ocurre, sin embargo, que 1. El uru: "mito etnográfico". En su inten­ otros testimonios -como los de Garcila­ ción por deslindar a urus y puquinas des­ so y especialmente la "copia de cura­ de el punto de vista sociocultural, Tore­ tos" - separan nítidamente al uru del ro (1970) oponía a los primeros como puquina. De allí que Torero (1970) se pueblos "de nivel preagrícola, esencial­ inclinara por señalar que dicho pasaje mente recolector" frente a los segundos, debía interpretarse como significando que habrían sido básicamente agropasto­ que tales urus, previamente puquiniza­ riles. Esta distinción, sin embargo, reco­ dos (como los de Coata y Capachica), gía el estereotipo que se tenía de los habían hecho una mudanza lingüística urus considerados homogéneamente co­ en favor del aimara: abandonaban, en mo depredadores en las documentacio­ tal sentido, no su lengua materna, sino nes que se tenían a disposición, y que una adquirida. De otro lado, los esfuer­ respondían a un prejuicio muy antiguo zos de los autores mencionados por pro­ elaborado previamente por aimaras e bar el entronque genético entre el léxico incas. En el artículo que ahora comenta­ uru y el correspondiente al puquina re­ mos esta visión tradicional ha sido recti­ sultaron muy dudosos. De hecho, la im­ ficada, correspondiendo en todo caso plausibilidad de tal relación ya la había únicamente a los grupos del Desaguade­ demostrado José Toribio Polo en 1901. ro (llamados uchusumas o uruquillas) y No obstante ello, la orfandad evidente cuyos descendientes modernos vendrían de correlaciones en el material compa­ a ser los muratos del Poopó. En efecto, rativo fue achacada a factores de disper­ como Jo ha demostrado detalladamente sión geográfico-temporal. Todo ello co-

380 R€vista Andina, año 5 ______Torero : Lenguas altiplánicas

mo si los trescientos años que separaban Colisuyo)_de un grupo de habla puquina, al léxico puquina de su correspondiente como sugiere Torero. Finalmente, no es­ uru, recogido entre fines del siglo pasa­ tá muy clara aún la presencia de la len­ do y comienzos del presente, fueran su­ gua en el noroeste del lago, en torno a ficientes como para "alejarlos" tanto. las serranías del Cuzco, donde el aimara Bastaba con echar un vistazo al quechua tenía aún una fuerte presencia (particu­ o al aimara: entre las versiones recogidas larmente en Canchis y Canas). Por otro a fines del siglo XVI y las del presente lado , sin embargo, la famosa inscripción no hay mayor desfiguración léxica. Se puquina de la fórmula del bautizo en la nos ocurre, además, otro fragmento de portada del bautisterio de la iglesia de evidencia en contra de tal ecuación: ¿có• Andahuailillas, a pocos kilómetros de la mo se podía compaginar el hecho de ciudad imperial, constituiría, según To­ que el uru fuera considerado unánime­ rero, evidencia de la existencia de puqui­ mente como una lengua "oscura" y nahablantes alrededor de dicha locali­ "grosera" frente a la puquina, que había dad. Que ello haya podido ser así ha sido declarada oficial por Toledo en de­ sido puesto en duda por Mannheim creto fechado el I O de setiembre de (1985), quien señala que la investigación 1575 en Arequipa? Obviamente se trata­ documental de la Andahuailillas colonial ba de lenguas diferentes. Que ello es así no da pie p_ara semejante hipótesis. La lo había reconfirmado Torero en 1970, inscripción, según el mismo autor, sería previo cotejo léxico, cuya lista compara­ puramente emblemática, de ser los jesui­ tiva aparece ahora como apéndice del tas asentados allí los autores de la mis­ trabajo que comentamos, donde el uru ma: se habría querido reafirmar la voca­ está representado por una de sus varie­ ción plurilingüe de los miembros de la dades sobrevivientes: la chipaya, habla­ compañía. Ello no quita, ror cierto, que da al norte del salar de _Coi pasa. el puquina se haya hablado en otras zo­ 3. Area geográfica del puquina. Como lo nas del Cuzco. había notado Thérese Bouysse-Cassagne 4. Fecha de extinción del puquina. En el ( 1975), la "copia de curatos" resultó ser trabajo comentado, el autor ratifica, al un documento invalorable para la zoni­ parecer, su posición respecto de la pro­ ficación del puquina. Curiosamente, será bable extinción de la lengua al trasponer un documento similar -la relación de la primera mitad del siglo XVII. Bien mi­ "corregimientos y doctrinas de los lla­ rado, sin embargo, Torero no señala para nos" de 1630- el que ayude a deslindar tal fecha la extinción de la lengua; sólo la situación lingüística de la costa norte se limita a decir que, según sus rastreos peruana (cf. Torero 1986). La distribu­ documentales, a partir de esa data ''de­ ción geográfica del puquina, tan dispersa saparecen las menciones a la lengua pu­ como resultado de una serie de desplaza­ quina ". Han sido otros los autores (en­ mientos y sobreposiciones, es precisa­ tre ellos Girault 1 984) que interpretaron mente mejor ahora a la luz del mencio­ tal sugerencia como una afirmación más nado documento. Areas como las del explícita. Ahora bien, en los últimos noroeste del lago (Coata, Capachica, años se han publicado por lo menos dos Taraco), así como las de las cordilleras documentos que consignan la vigencia surorientales del !!ltiplano (entre La del puquina no sólo a fines del s. XVIII, Puna, Potosí y La Plata), que antes ape . sino incluso en las primeras décadas del nas se barruntaban como de habla pu­ XIX. El primero corresponde a una carta quina, aparecen específicamente men­ del obispo del Cuzco, Juan de Moscoso cionadas. Para la zona puquina compren­ y Peralta (1781), al Visitador General dida al oeste de la meseta del Collao, en José Antonio de Areche. Allí se dice que el litoral del Pacífico, Julien (1979) lla­ "hay población [ dentro de la Jurisdic­ maba la atención sobre la existencia de ción del obispado, se entiende J en que una lengua diferente: la coli. Tai parece, se hablan tres [idiomas] distintos, total­ sin embargo, que aquí se está frente a mente opuestos entre sí, como son la una designación étnica (de allí la región quichua general, la aymara, y Puquina

No. 2, Diciembre 1987 381 f ... ] ". La segunda referencia se en­ también al quechua local). Torero men­ cuentra en el informe de Clemente Al­ ciona, asimismo, aunque sin proporcio­ monte (1813) sobre su curato de Anda­ nar ejemplos, la presencia de algunos hua en el partido de Condesuyos (Are­ _rasgos gramaticales de procedencia pu­ quipa). Anota el mencionado sacerdote quina. No hay duda, pues, que el calla­ que ''el idioma general en ( tales }:meblos huaya surgió como lengua profesional es el quichua, la aymará, coli, puquina, en boca de antiguos puquinahablantes isapi y chinchaysuyo". Torero, quien se­ que devinieron posteriormente en que­ guramente no desconoce tales referencias chua y/o aimara parlantes. (cf. Rivarola 1985 para una llamada de Con respecto a los porcentajes de co­ atención sobre las mismas), parece no dar­ munidad léxica que el autor ofrece en les crédito. Ello se colige a partir del co­ relación con el puquina y las otras len­ mentario que desliza en el sentido de que guas estudiadas, se advierten ligeras re­ a los puquinas y su lengua se les ha trata­ visiones en comparación con los ofreci­ do de dar continuidad histórica identifi­ dos en trabajos anteriores. Ello se debe, cándolos con los urus y con la lengua sin duda alguna, a una reconsideración uru-chipaya, respectivamente. No nos de los datos previamente empleados, así parece que éste sea el caso en relación como al acceso a otros. La lista del léxi­ con la documentación señalada, sobre co puquina contra la cual son contrasta­ todo a la vista del segundo testimonio. dos los lexemas de parecido formal-se­ Aun cuando éste complica el panorama mántico correspondientes a las otras len­ (agregando una nueva entidad: isapi) y guas aparece esta vez en el apéndice del asumiendo que allí puquina equivale a trabajo, por lo que debemos saludar al uru, ¿qué decir de la coli, que según To­ autor. Puede verse ahora, con nitidez, el rero no sería sino una designación local trabajo parcial e inseguro que hiciera De del puquina? Por lo demás, que efectiva­ la Grasserie (1894) en el desbroce léxico mente exista esa falsa vigencia histórica de los textos de Oré. Señalaremos aquí, lo podemos ver cuando Albó (1981: 14) al paso, algunas omisiones tanto en la menciona que entre los murato del Poo­ matriz léxica puquina como en las equi­ pó y los iruitu del Desaguadero "algunos valencias postuladas. Así, faltan en el viejos aún recuerdan el idioma puquina ". léxico puquina por lo menos las palabras Aquí puquina debe entenderse como stu 'siete y yuri- 'nacer, brotar', este uru (o uruquilla, según prefiere Torero). último con un correlato quechua idénti­ Nótese que tal designación de puquina co. Se impónen, también, las siguientes no es académica, como podría pensarse inserci9nes: Q(uechua) para awki, así (en línea con la hipótesis de Créqui­ como luku- 'copular' para P(uquina) Montfort y Rivet), sino que pertenece a yuku- 'engendrar', y probablemente · la tradición lugareña, como nos lo hizo Q wama 'raro, nuevo' para P vana ca saber Albó (en comunicación personal). (cf. callahuaya wana). Asimismo, deben 5. Relación puquina-callahuaya. En reali­ corregirse QA(imara) waqa por wakca dad, la única vigencia histórica del pu­ (aunque en aimara es, en verdad, [wax­ quina sería una de carácter indirecto, a fa]) y A sutia- por sutiya- (tematizado través del callahuaya, lengua especial de mediante el causativo -ya). Por lo demás, los mentados curanderos de Charazani. notamos en el autor el empleo pruden­ Como lo han demostrado Torero y Stark cial del calificativo de "posibles''·al refe­ (1972), esta última de manera más ex­ rirse a las equivalencias propuestas. Cree­ plícita, dicha lengua posee tanto un sis­ mos, pues, que en este caso es prematu­ tema vocálico (que maneja la cantidad ro hablar, salvo en contados ejemplos, como rasgo distintivo) como un alto de verdaderos cognados: como en el vo­ porcentaje léxico de origen puquina, al cabulario compartido por el quechua y par que su sistema morfosintáctico es el aru en general, el fantasma del présta­ enteramente quechua ( con algunos ras­ mo está presente a cada instante. Y cier­ gos arcaicos, como la presencia de cier­ tamente el deslinde se hace muy difícil tas implosivas en final de sílaba, común en la medida en que no conocemos las

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reglas de evolución interna del puquina tado (?) a la experiencia de los hispano­ ni del chipaya. En tal sentido es preferi­ hablantes (del tipo chacra > chacara). ble hablar de "comunidad léxica", como Está solución no ha sido ajena, por cier­ lo hace Torero, antes que de "correspon­ to, en el tratamiento de ciertas voces na­ dencia léxica". Por lo mismo, nos incli­ tivas, como el mismo autor nos lo ilus­ namos a pensar que la relación histórica tra. Ocurre, sin embargo, que ni la se­ existente entre el callahuaya y el puqui­ cuencia [rk] es ajena al castellano (cf. na es una de contacto íntimo antes que horquilla!) ni tampoco el grupo [kr] en de parentesco. Subsumirlos en un mis­ esta misma lengua se libraba de una di­ mo grupo lingüístico equivaldría, por solución semejante (recuérdese el caso ejemplo, a considerar al inglés como len­ de corónica). Lo que no quita que haces gua románica, por el hecho de registrar · consonánticos verdaderamente descono­ no sólo un alto porcentaje léxico, sino cidos por el castellano sufrieran el aco­ también algunos sufijos derivacionales modamiento necesario: tal los casos de de origen latino. lúcuma o de máchica (alternando ésta 6. Sobre glotonimia. En relación con los con machica), donde las secuencias [km] nombres de los idiomas estudiados en el y [ck] ciertamente son peregrinas (aun­ trabajo que comentamos, llama la aten­ que contemos con el tecnicismo drac­ ción la reactualización que hace Torero ma) Siendo así, nos parece que, todo lo de la forma arcaica aymará, sin comen­ contrario, la forma originaria fue uru­ tario alguno, toda vez que en escritos quilla. Esto, además, por otras razones: anteriores empleaba la variante parcial­ en primer lugar, registrándose la voz uru mente moderna aymara (lo moderno resulta forzoso ver en uruquilla un com­ seria aimara, con i). Ignoramos la moti­ puesto uru-kiÍa, con un segundo elemen­ vación para ello, y conste que no se trata to de significado incierto (no se olvide de una mera variante, pues a lo largo del que las lenguas andinas tienen preferen­ trabajo se advierte el uso sistemático de cia por las raíces bisilábicas, sobre todo la forma esdrújula. De lo que no hay du­ si éstas son nominales); en segundo lu­ da es que el arcaísmo aymará es produc­ gar, _la pronunciación contracta puede to de una formación regresiva a partir de explicarse tranquilamente como efecto la versión plural [aymaráes], con vocali­ de la tendencia airnara a la supresión zación de la yod final de •aymáray ( cf. vocálica: como se vio, la mayor parte de *páqay >pacáy -pacaes; ver, a este res­ los hablantes de uru devinieron airnara­ pecto, Carrión Ordóñez 1983: 18 7). De parlantes (allí está. por lo demás, otra otro lado, en vista de la ambigüedad del alternancia: Urumiri - Urmiri, localidad término uru ( cuya acepción étnica podía consignada en la "copia de curatos"). tener como referentes tanto a hablantes puquinas como airnaras, según se vio), REFERENCIAS: Torero propone el empleo de uruquilla para designar a la lengua originaria de los ALBO, Xavier. Lengua y sociedad en Boli­ urus, lo cual nos parece muy atinado. via 1976. Instituto Nacional de Estadís• Sin embargo, frente al uso (colonial) al­ tica. La Paz, 1981. ternativo de la variante urquilla, el autor ofrece una larga digresión (ver nota 42) ALMONTE, Clemente. "Respuestas al inte­ para sostener que ésta habría sido "la rrogatorio enviado al cura de Andahua más próxima a la pronunciación nativa", (partido de Condesuyos) . .. " (1813). hecho que en sí parece razonable. Lo Publicado por MILLONES, Luis. "Pas­ que no convence es el argumento que se .. tores y tejedores de los Condesuyos de elabora pllra explicar la variación uru­ Arequipa: un informe etnológico al Con­ quilla - urquilla. Según Torero, la pri­ cejo de Regencia", Boletín de la Biblio­ mera variante sería la menos original, re­ teca Nacional, XXV, 57/58: 3-14. 1971. gistrando una vocal epentética que hace CARRION ORDOÑ'EZ, Enrique. La lengua eco con la primera, a los efectos de ta­ en un texto de la Ilustración. Fondo mizar un encuentro consonántico inusi- Editorial de la PUC. Lima, 1983.

No. 2, Diciembre 1987 383 DE LA GRASSERIE, Raoul. Langue Pu­ bución al estudio de la etnohistoria del Alti­ quina. K.F. Koehler, Libraire-Editeur. plano. Utilizando fuentes documentales, Leipzig, 1894. Alfredo Torero intenta reconstruir el pasa­ do lingüístico preincaico y prehispánico GIRAULT, Louis. "La culture kallawaya" para los grupos que no escribieron su pro­ (1974). En: GIRAULT, Louis. Kalla­ pia historia o no tuvieron un portavoz nati­ waya: guérisseurs itinérants des Andes. vo que asegurara que ésta fuera conocida. Editions de l'ORSTOM. Paris, 1984, El tema principal abordado es el de la iden­ pp. 15-26. tificación: qué lenguas se hablaban en el JULIEN, Catherine J. "Koli: A Language Altiplano, dónde y cuándo. Spoken on the Peruvian Coast", Andean Por las relaciones de poder entre los gru­ Perspectives, 3: 5-11. 197 9. pos que poblaron el Altiplano antes de la conquista incaica y porque las entidades MANNHEIM, Bruce. "Contact and Que­ lingüísticas después de la conquista españo­ chua-Externa! Genetic Relationships ". la se hacen realidad como nombres en los En : KLEIN, Harriet y Louisa Stark libros de tasas o tributos, frecuentemente (eds.) . South American Indian Languu­ la designación lingüística y/o cultural de ges: Retrospect and Prospect. Universi­ los pueblos se decidía en base a la lengua dad de Texas. Austin, Texas, 1985, pp. nativa empleada para dirigirse a los agentes 644-688. de gobierno. Como resultado, ambas for­ MOSCOSO Y PERALTA, Juan Manuel de. mas de identificación eran consignadas "Carta del Obispo del Cuzco al Visitador erróneamente. En el proceso de discusión General O. José Antonio Areche". de estos problemas, Torero establece tres (17 81 ). En: Tú pac Amaru y la Iglesia. puntos importantes: 1) el puquina se habla­ EDUBANCO. Lima, 1983, pp . 270~J78. ba en una variedad de lugares, no sólo en el Altiplano, sino también en sitios tan distan­ POLO, José Toribio. "'Indios uros del Perú tes como el litoral del Pacífico; 2) no hay y Bolivia", Boletín de la Sociedad Geo­ una relación lingüística identificable entre gráfica de Lima, X: 445-482. 1901. uru (o uruquilla) y puquina; y 3) algunas RIVAROLA, José Luis. Lengua, comu,1i­ lenguas tienen una menor variación dialec­ cacibn e historia del Perú. Editorial Lu­ tal que otras y por tanto .son más propensas men. Lima, 1985. a convertirse en lenguas generales. El puquina, una lengua cbn una exten­ ST ARK, Louisa. ''Machaj-Juyay: Secret sión geográfica mayor de lo que anterior­ Language of the Callahuayas", Papers mente reconocían los investigadores, ha in Andean Linguistics, 1, 2: 199-227. sido discutido en la literatura durante si­ 1972. glos. Aunque parece que estuviera extinta, TORERO, Alfredo. "Deslindes lingüísticos Torero -en un apéndice- proporciona da­ en la costa norte peruana", Revista An­ tos que apoyan la relación entre el puquina dina, 4,2: 523-548. 1986. y el callahuaya contemporáneo, la lengua WACHTEL, Nathan. "Hommes d'eau: le hablada por los herbolarios en Bolivia (véa­ probleme úru (XVI-XVIIe-siecles)", se también Stark 1985 y Bastien 1985), y llega a la conclusión de que el idioma actual Annales, XXXIII, 5-6: 1127-1159. Paris, de los herbolarios tiene gran semejanza léxi­ 1978. ca con la lengua puquina, si bien tiene una fonología y gramática/sintaxis derivadas del quechua cusqueño. Ha"iet E. Mane/is K/ein Este estudio es también un intento para Department of Anthropology demostrar la no relación entre la puquina y Montclair State College las otras tres lenguas del Altiplano: uruqui­ Upper Montclair, NJ O7043 lla, aymara y quechua. Se examina esta Estados Unidos cuestión en términos de interacciones his­ tóricas en el Altiplano. El paulatino debili­ Este trabajo es una significativa contri- tamiento de la nación puquina, inicialmen-

384 Revista Andina, año 5 ------Torero: Lenguas altiplánicas te provocado por su batallar contra la ex­ REFERENCIAS: pansión aymara, condujo gradualmente a la suposición de que los grupos conocidos BASTIEN, Joseph W. Mountain of the Con­ como uru y puquina estaban relacionados dor: Metaphor and Ritual in an Andean tanto lingüística como culturalmente y a Ayllu. Waveland Press. Prospect Heights, referencias a un grupo conocido como uru­ Illinois, 1985. puquina (véase Klein 1973).. Torero señala BRIGGS, Lucy T. "Dialectal Variation in que nuevos datos han llevado a revisar los Aymara''. In: South American lndian argumentos de estas relaciones. Gran parte Languages, H.E M. Klein and L. Stark de su evidencia proviene de la Copia de cu­ eds., pp. 595-616. University of Texas ratos, manuscrito redactado alrededor del Press. Austin, 1985. año 1600 en el que se detallan las lenguas usadas en los rezos por los sacerdotes del KLEIN, Harriet E Manelis. "Los uros: ex­ obispado de La Plata. Incluye un inventario traño pueblo del Altiplano", Estudios de . vocablos uruquilla, puquina, aymara y Andinos, 7, Ill(l): 129-150. 1973. quechua, precisando dónde se hablaba cada ST ARK, Louisa R. "The Quechua Language una de estas lenguas y su vigor o viabilidad. in Bolivia". In: S011th American lndian El debate terminológico sobre el uso de Languages, H.E.M. Klein and L Stark uruquilla versus uru es discutido con relati­ eds., pp. 516-545. University of Texas vo detalle. En algunos casos, la primera es Press. Austin, 1985. la lengua y la segunda la población. La Visi­ ta de Toledo distingue claramente entre un Traducción de Sheila Campion grupo llamado uruquillas y otro, urus. Se decía que los uruquillas, que pagaban el do­ ble del tributo fijado para los urus, se dife­ renciaban social y económicamente de los John V. Murra urus. Sin embargo, no parece que esta dis­ Instituto de Investigaciones tinción estuviera bien documentada en Andinas de Nueva York otras partes ni bien comprendida, llegándo­ 515 Dryden Road se a la conclusión de que estos términos lthaca, NY 14850 eran empleados indistintamente. Estados Unidos Finalmente, Torero aborda la cuestión de lo que hace que una lengua sea más via­ Desde hace varios años, el Dr. Torero ha ble para el intercambio lingüístico que otra. insistido en la importancia de la tercera Observa, igual que otros especialistas en "lengua general", el Puquina, hablada al lingüística andina (por ejemplo, Briggs Norte y al Oriente de la laguna de Chucuito 1985), que, como lengua, la aymara tiene o el Titicaca. Lamentablemente, como dice gran unüormidad, por lo que resulta em­ el autor, ''nos falta un cronista puquina" o, pleándose como lengua franca. Esto no su­ en la ausencia de tal, por lo menos un dic­ cede con las otras dos lenguas de la región, cionario como los de Gonzales Holguín o menos conocidas. La puquina tenía una de Bertonio. Como tales vocabularios los gran diversificación de dialectos y, por lo confeccionaron generalmente los frailes, no tanto, no era una buena candidata para ser es imposible que tal instrumento de confe­ lengua genera!. La uru, mancillada por ser sión aparezca en los archivos de las órdenes la lengua de un pueblo considerado 'no hu­ que todavía siguen cerrados a los investiga­ mano", ni siquiera fue candidata. dores seglares. La reciente aparición del Para los investigadores del pasado andi­ texto completo de Betanzos, del original de no, este artículo presenta algunas perspecti­ Cobo y del tomo faltante de Cieza sugieren vas nuevas e interesantes sobre las lenguas que tales hallazgos de diccionarios y otras del Altiplano. La integración de documen­ fuentes primarias son no sólo deseables, tos historicos con un análisis lingüístico da sino probables. . al iector una visión más amplia de un pasa­ Es muy útil la sugerencia de Torero de do indígena poco comprendido. separar el idioma uruquilla, cuya distribu­ ción en el altiplano se puede sugerir ya del

No. 2, Diciembre 1987 385 epíteto uru, aplicado a muy diversas pobla­ El léxico de A. Torero echa las bases de ciones más o menos lacustres. Ya en 1978, un análisis comparativo, bastante difícil Nathan Wachtel dibujaba los mapas del "eje porque son relativamente pocas las palabras acuático", cuyo uso hubiera reforzado el recogidas del puquina y del callahuaya. argumento de Torero. Creemos que sería interesante tratar de Una indicación interesante del autor: su­ reunir los vocablos por familias semántico­ pone que las colonias aymara-hablantes que culturales y daremos dos ejemplos. se encontraron en la orilla del mar y en los Parece que se podrían reunir las formas yu;1ka de madera y coca en el Oriente eran siguientes para futuras investigaciones: de fecha reciente, dádivas a aliados del Esta­ squi "hijo" · do cusqueño. La evidencia arqueológica quio "hijo" . . tanto en Tarapacá como en el río Osmore uqui, oqui, yqui, iqui ''padre" parece indicar la presencia de tales "islas" enqui "doncella" altiplánicas desde épocas muy anteriores al aqui "engendrar" Tawantinsuyu, seguramente Tiwanaku y chinqui "hacer el amor entre mujeres" quizás más antiguas todavía. y quizá además: Es menester aclarar la distribución y la hisqui, squi "ojo" estructura lingüística del puquina. Los es­ si se piensa en la "niña" del ojo, metáfora fuerzos de Torero en esta tarea merecen difundida por el mundo entero. respaldo. También hay evidente relación entre: atago "mujer" (call. atasi) raago "varón" (A.T. cita call. laxa, bas­ tante lejano). r,ernard Pottier En Luis Soria Lens ("Pequeño vocabula­ 26, rue Greuze rio calla waya ", Bol. de la Soc. Geogr. de La 7511& París Paz, LXIV, 71-72: 32-35, 1954) hay formas Francia que confirman la lista de Torero, como: atalaja "pareja de varón y mujer" (a tasi El trabajo del Dr. A. Torero es, como +laaja) siempre, una excelente aportación al cono­ ikili "amigo, hermano" (= iqui) cimiento de las lenguas antiguamente y khapi "tres"(= capa) actualmente habladas en el Perú . La docu­ kjholana "mirar"(= coba) mentación histórica aducida es rica y abun­ oha "comida"(= occa) dantemente utilizada . La posición de A.T. queda clara: supone Agradezco a Revista Andina la oportuni­ cuatro grupos de idiomas, tomando como dad de hacer estos breves comentarios. base el desaparecido puquina: quechua aymará Arturo Ruiz Estrada Universidad Nacional José uruquilla habla de los Faustino Sánchez Carrión (chipaya) callahuayas Huacho, Perú y expresa cuantitativamente las afinidades Nuevamente el lingüista peruano Alfre­ léxicas. do Torero nos hace conocer, en la línea de El estatuto lingüístico del callahuaya, las investigaciones que viene desarrollando con su morfología esencialmente quechua desde hace varios años, su aporte al comple­ y elementos léxicos afines a los del puqui­ jo problema de las sociedades altiplánicas na, lo pone aparte como lengua mixta liga­ en torno al siglo XVI. Utiliza para tal pro­ da a una población específica, la de los her­ pósito, principalmente, material lingüístico bolarios. El material reunido por L. Girault apoyado por el análisis de las relaciones de sobre los callahuayas parece estar en manos poder que se habían establecido en las so­ de la Sra. de Girault, y existe la eventuali­ ciedades clasistas que pugnaban desde tiem­ dad de su publicación. pos previos al régimen imperial del Tahuan-

386 Revista Andina, año 5 ------·------Torero: Lenguas altiplánicas tinsuyo en los territorios collavinos. Este lógica establecida para la cuenca del Titica­ eje de análisis resulta ser precisamente la ca y las propuestas del arribo de grupos ha­ clave para la comprensión del movimiento blantes de aymara y quechua cuando en de lenguas y pueblos en el Altiplano al que dicha cuenca se hallaban establecidos varios alude Torero. Otras fuentes para su estudio grupos nativos. Nuestras excavaciones es­ son las crónicas coloniales y varias investi­ tratigráficas en el área de Sillustani, zona gaciones modernas, que contrastadas y co­ de ocupación Colla, prueban la posición rrelacionadas críticamente dan validez cien­ tardía de la cultura inca, sobrepuesta a los tífica a las proposiciones que ordenada­ restos de culturas locales, representadas mente ofrece. por las alfarerías de las llamadas series Luego de analizar la llamada Copia de Collao, Sillustani y Umayo. Al respecto, es curatos, en sus aspectos informativo, cro­ necesario profundizar las investigaciones nológico y paleográfico, además de cotejar para conocer la distribución de dichos esti­ la Tasa de la Visita General de Toledo y los alfareros y cotejarlos con la información materiales de campo recogidos por el mis­ lingüística que presenta Torero. mo autor y diversos estudiosos, discute ra­ No debemos dejar de precisar la forma zonadamente la presencia, los conflictos y cómo los uros habían sido ideológica y so­ la historia externa de las sociedades colla­ cialmente marginados por comunidades vinas: uros, puquinas, uruquillas, aymaraes aborígenes más desarrolladas, hecho que, Y quechuas. Expresa las formas en que cada asimismo, mantenía la coerción de mino­ una de estas comunidades interactuaron y rías sobre grandes masas de pobladores del a la par de ello, cómo se fue acentuando ¿ altiplano. Esta situación era la que había perdiendo el uso de los idiomas nativos o generado la "débil aptitud productiva" de cómo han persistido todavía algunos hasta los uros, razón por la que el sistema tribu­ el presente. Sabemos entonces ahora, en tario español los consideró como los de más mérito al deslinde lingüístico que aporta baja condición económica. Torero, cuáles fueron efectivamente las len­ En una perspectiva coherente, los traba­ guas habladas aún en el siglo XVI y cómo jos de A. Torero siguen abriendo nuevas se abrieron camino, penetraron y se asenta­ vías para la comprensión de los niveles de ron hasta hoy en el amplio espacio geográ­ desilrfollo que alcanzaron nuestras viejas so­ fico del Collao. Se menciona también las ciedades nativas, frente a conceptos tradi­ diversas etapas durante las cuales pudieron cionales que sin pruebas convincentes y arribar las influencias lingüísticas a dicha concretas magnifican o restringen la reali­ área y la antigüedad de ellas y cómo el pu­ dad en la que se desenvolvieron. Las inves­ quina se mantuvo hasta el presente, aunque tigaciones del proceso histórico-social andi­ influido por el quechua, en el idioma de no tienen en el aporte de la lingüística, en aquellos andariegos y herbolarios callahua­ la manera como lo viene haciendo el autor, yas. Corrige las versiones que afirmaban una herramienta importante para ir escu­ que existe parentesco entre la lengua pu­ driñando nuestro pasado de modo que se quina, la lengua "uro-chipaya ", la aymara afirme sólidamente la identidad nacional. y la quechua Debe destacarse que la información re­ cogida constituye una base importante para el esclarecimiento histórico en cuanto a las Ruth Shady Solis antiguas ocupaciones de la zona. Creemos Universidad Nacional Mayor de San Marcos por ello en la necesidad de tener presente la Alberto Acosta 118 ubicación de las etnias y la distribución de Vista Alegre, Surco su lengua, lo cual ayudará al arqueólogo en Lima, Perú su tarea de contrastar y clasificar los restos materiales que descubre para una mejor Con su característico enfoque lingüísti• identificación de la historia social de esos co-histórico, Alfredo Torero ha centrado pueblos. esta vez su atención en las lenguas del gran En términos generales existiría corres­ altiplano del Collao y Charcas; y, como ya pondencia entre la periodificación arqueo- es usual en sus trabajos, plantea a la arqueo-

No. 2, Diciembre 1987 387 Estudios y Debates ______logía sugestivas rutas de investigación. taca la cultura Pucara con sede en el sector La identificación de las lenguas puqui­ noroccidental de la cuenca. Artefactos con na, uruquilla, aymara, quechua y la historia diseños de este estilo han sido encontrados de su importancia social, extensión o reduc­ en Kallamarca y Pocotia, unos cincuenta ción territorial, suscitan contrastación con kilómetros al sur de la orilla meridional del las culturas arqueológicas e indagaciones lago Titicaca, en Chumbivilcas ( departa­ sobre el proceso cultural de las poblaciones mento del Cusco) y, a mayor distancia, en que habitaron esa región. sitios de la fase Alto Ramírez del norte de Lamentablemente, los trabajos arqueo­ Chile y en el valle de lea (Concklin 1983: lógicos realizados allí son pocos y no han 2,8). Su importancia está en relación con el aportado información suficiente compara­ desarrollo alcanzado por las poblaciones ble con los datos histórico-lingüísticos que del norte del altiplano collavino y de los coadyuve a la comprensión del poblamien­ valles de la vertiente occidental; en su capa­ to prehispánico. No se ha realizado excava­ cidad de acceder a productos que Pucara ciones arqueológicas que permitan susten­ haría circular entre el litoral Pacífico y la tar con estratigrafía la serie de estilos cerá­ Amazonía. micos identificados casi sólo en base a re­ El rol de Pucara fue asumido siglos más conocimientos y colectas de superficie, los tarde por Tiahuanaco (300-600 d.de C.), con cuales, además, no llegan a cubrir de modo su centro de desarrollo en el lado sur de la sistemático tolla el área. cuenca collavina. Artefactos con rasgos de Por otro lado, los estilos alfareros no este estilo aparecen en los valles de Ilo­ están bien definidos; algunos autores no los Moquegua y Tacna, en Quebrada Victoria, distinguen y les dan la denominación gené­ a cincuenta kilómetros al sur de Arica, en rica de tipos Altiplano. Sólo cuandó se rea­ Punta Pichalo cerca de Pisagua, en el valle licen excavaciones estratigráficas, que sus­ de Azapa y en la parte alta del desierto de tenten a los estilos propuestos pará· las Atacama. Llegaron, asimismo, hasta Tupiza varias partes de la cuenca altiplánica, y dis­ en el noroeste argentino. El prestigio de pongamos entonces de una buena secuencia Tiahuanaco derivó de la interacción econó• cronológica y corológica, podremos efe~ mica que sólo entonces habrían podido tuar aproximaciones que en el presente son efectuar las poblaciones de los valles orien­ muy tentativas. No tocamos temas como el tales del lago y las del noroeste argentino, de la diferenciación cultural o de clase, el constituyéndose una esfera de fuerte inte­ problema Uro, etc., que no pueden ser tra­ gración entre éstas y las asentadas en los tados con la información arqueológica valles de las vertientes occidentales. actual. A estas épocas, entre 200 a.deC. y 600 d.deC., de vigencia de Pucara y Tiahuana­ Importancia cultural del altiplano collavino co, debe corresponder la configuración y Como bien reconoce Torero, el territo­ distribución de las lenguas puquina y uru­ rio del Collao fue escenario del desarrollo quilla en el Collao y zonas vinculadas. de dos culturas con organización sociopo­ Después de la crisis de Tiahuanaco y de lítica compleja, de prestigio interregional: la constitución de varias entidades políticas Pucara, en el norte de la cuenca, y Tiahua­ altiplánicas, identificadas con los estilos naco, en el sur. En ambas partes con ante­ Allita Amaya, Mollo, Chullpa, recuperarán cedentes que se remontan a por lo menos importancia las poblaciones del sector nor­ 1000 a.de C., a las culturas formativas de occidental de la cuenca del lago Titicaca, al Qaluyo y Chiripa. Al parecer, las socieda­ parecer caracterizadas por el estilo Collao, des de estas dos áreas compitieron en pres­ y la mantendrán hasta la intervención casi tigio a través del tiempo y llegaron a con&­ simultánea de pueblos de habla aymara y tituir centros de desarrollo en el Collao en de los incas. función de la mayor integración económica La hegemonía que lograron poblaciones lograda a nivel interregional, tratando con collavinas y su presencia a nivel interregio­ poblaciones de las vertientes marítimas y nal hacia la costa y los valles occidentales y de Amazonía. . orientales sólo fueron posibles por una tem­ Enfre los 200 a.de C. y 200 d.de C. des- prana acumulación y disposición de exce-

388 Revista Andina, año 5 ______Torero: Lenguas altiplánicas dentes. Se ha mencionado que el área más que establecen igualmente intensas relacio­ grande de campos acamellonados en Lati­ nes de intercambio con poblaciones de las noamérica está en la región del lago Titica­ vertientes occidentales. En estas últimas, ca, a la que se calcula, en base al estudio muestran combinación de rasgos locales preliminar de fotos aéreas, 82,056 has. con con otros comunes al Collao los estilos restos de camellones. La mayor concentra­ Churajón de las cuencas altas de los ríos ción se ubica en el lado noroccidental de Chili y Tambo, y Chiribaya, entre los ríos la cuenca, en el sector Juliaca-Paucarcolla, Tambo por el norte y Azapa por el sur, des­ con unos 356 km2 (56,533 has.), además de el litoral hasta los 2000 m. (Belan 1981 : de .campos esparcidos en las zonas de Ca­ 27). Es interesante señalar que tanto Chu­ banillas-Lampa, Ayabacas-Taraco (3,276 rajón como Chiribaya~ ac,lemás de tener ca­ has.) y Orurillo-Huancané (4,494 has.), lo racterísticas muy propias, están distribui­ que hace un total de 64,303 has. En la par­ dos de modo consistente en un área amplia te sur se encuentran esparcidos en Desagua­ y continua y no en sitios aislados. La pre­ dero (6,501 has.), Pomata (5,108 has.) y sencia en ellos de rasgos de estilos altipláni­ otros (2,192 has.), de lado peruano; y en cos evidencia así fuertes y permanentes vin­ Bolivia, en la zona de Aygachi (3,014 has.) culaciones con pobladores collavinos más y otros (938 has.). Estos campos se hallan que existencia de colonias o enclaves de entre 3,800 y 3,890 m. de elevación y den­ éstos. tro de los 30 kms. desde las orillas del lago. Algunos autores han creído ver en la re­ La cerámica asociada sugiere su uso prolon­ lación Mollo-Churajón la presencia en Are­ gado desde el período Formativo hasta la quipa de grandes colonias lupaca, lo cual, época inca (Lennon 1982: 1O, 16-17). en opinión nuestra, no es correcto por En el lado norte de la cuenca, en la zona cuanto la conexión Mollo-Churajón se dio entre los ríos Azángaro y Ayaviri, a 3,860 en un período previo al establecimiento de m., han sido identificadas las cochas, otro los lupaca en el Collao, como señalaremos procedimiento tecnológico para regular el más adelante, y porque el estilo Mollo no recurso hídrico y hacer producir mejor el identifica a lo que habría de ser la etnia territorio circunlacustre. lupaca. Esta información nos sugiere la existen­ Hacia el siglo XIII o XIV alcanza amplia cia de economías de fuerte carácter agríco• distribución en la cuenca del Titicaca el es­ la, complementadas con actividades de pas­ tilo Collao, identificado en los lados occi­ toreo y comercio, como señalan las fuentes dental y oriental del lago y en territorios documentales. Tanto los camellones como que en el siglo XVI se hallarían habitados las cochas requirieron de ingente fuerza de por distintas etnias: canas (sitio de Chej­ trabajo organizada proveniente de socieda­ narapi), collas urcosuyu, collas omasuyu des políticamente complejas y que dispo­ (Tschopik 1946:50) y lupacas (Hyslop nían de amplios excedentes de producción. 1976). En el ·sector suroeste hay evidencias de Culturas collavinas del período Altiplánico un denso poblamiento tanto en las tierras Con o después de la presencia del Tia­ bajas del lago como en los cerros por enci­ huanaco V, Expansivo o Decadente, hacia ma de los 4000 m., sobre los cuales se eri­ el siglo XI se encuentra en el altiplano co­ gieron extensos e imponentes pueblos amu­ llavino estilos alfareros distintivos que, sin rallados. A este período de predominio del embargo, comparten rasgos en formas y estilo Collao posiblemente correspondió la decoración, derivados de la tradición Tia­ hegemonía de los collas, y a ella debe hacer huanaco y de las interacciones que las po­ referencia la cita de Sarmiento de Gamboa blaciones realizaban. Tales estilos son: acerca de las naciones que tenía sujetas Za­ Chullpa en el lado sureste, Allita Amaya en pana, el soberano de los collas. el suroeste, Sillustani o Collao en el noroes­ Fuera del área circunlacustre, el estilo te y Mollo al noreste del lago, incluidas las Collao se expresa a través del componente vertientes amazónicas. Ellos corresponden Chilpe en los valles bajos y, más aún, en los a una época de afianzamiento, desarrollo y sez;ranos del sur del Perú y norte de Chile, fuerte contacto entre señoríos collavinos, as1 como e!l los oasis de Pica y Quillagua

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(Núñez y Dillehay 1978: 106) y en el En cambio, en los sitios bajos próximos al noroeste argentino, en varios estilos locales. lago, si bien predominaban los tipos Alti­ Se puede contrastar dos zonas en el alti­ plano, había significativa cantidad de Tia­ plano y sus flancos: 1) Una septentrional, huanaco, Chucuito e Inca (Hyslop 1976: productiva, con una orientación agropecua­ 117, 125). De esta información se puede ria, donde habitaban en el siglo XVI los observar: collas, lupacas, canas, canchis, collaguas, l. Los establecimientos de altura, en gran pacities, omasuyos, ubinas; y 2) Otra meri­ número amurallados, sin mayores preci­ dional, menos productiva, ocupada por ca­ siones han sido ubicados en el período rangas, quillacas, lipez y chichas, dedicados altiplánico, de 1100 a 1450, o sea den­ a actividade~ m6s ganaderas que agropecua­ tro de unos cuatro siglos, después de rias (Núñez y Dillehay 1978: 96-98). Una Tiahuanaco y antes de la invasión Inca. esfera de comunicación la constituyó el Si cuando se efectúen excavaciones se altiplano norte y los valles de la vertiente verificara que tales ~stablecimientos no occidental desde Majes hasta Loa; la otra, están asociados a alfarerías Mallo y Alli­ el altiplano sur con los oasis al pie de la ta Amaya, que aparecen allí sólo en lu­ puna atacameija y los valles del noroeste gares de entierro, y si se demostrara argentino. Antes de la conquista inca, si igualmente que ellas son anteriores al bien cada esfera presentaba internamente estilo Callao, asumiríamos que los po­ una fuerte interacción económica sustenta­ blados amurallados fueron construidos da por el intercambio, las poblaciones de después del prestigio de esos estilos y de la cuenca del Titicaca propiciaron la articu­ su amplia relación hacia las vertientes lación entre ellas. occidentales, y estaban más bien vincu­ lados a la época de presencia del estilo Los collas y la presencia de pueblos de Callao y de cierta restricción en los con­ lengua a ymara tactos interregionales. Debieron existir Las poblaciones collavinas mantuvieron entonces condiciones especiales para la el control sobre su territorio hasta cerca de habitabilidad de tierras por encima de la intervención de los incas, cuando el po­ los 4000 m., la edificación de grandes deroso señor de los collas, Zapana, es venci­ pueblos y la fortificación de éstos. do por Cari, señor de los lupacas, pueblo de 2. Tanto los sitios de altura como los ubi­ habla aymara. cados en las tierras bajas comparten alfa­ Como expresión del poder económico y rería de los tipos "Altiplano" y técnicas político de los collas quedan impresionan­ de construcción similares, rasgos cultura­ tes ciudades amuralladas, que fueron edifi­ les que los vinculan y explican mejor el cadas entre los 4100 y 4400 m. En el lado sustento económico de los extensos e sur-occidental han sido ubicadas un mínimo impresionantes poblados. de once de ellas, que cubren de I O a 30 has. Es posible que hacia los siglos XII y XIII, y hasta 150 has. en la de Tanka Tanka. Es­ el límite superior de la agricultura llegara tán protegidas por escarpados y murallas de en los Andes a niveles más altos por mejo­ piedra que las circundan de 1/4 a 1/2 km. ras del clima, como ha sido sugerido para el en sitios como Cutimbo y Llaquepa y de territorio de los Asto, un grupo coetáneo 15 km. en Pucara-Juli, con alturas de 1.5 a de la sierra central, igualmente con asenta­ 7 m. (Hyslop 1976: 111 ). mientos amurallados y de altura. Con lo Según Hyslop, el noventa por ciento de cual, la superficie de tierra arable disponi­ los fragmentos que recogió en aquellos si­ ble habría sido mayor que la actualmente tios de altura correspondió a tipos Altipla­ cultivable (Lavallée y Julien 1983: 121- no (post-Tiahuanaco y pre-inca). La alfare­ 122) y habría permitido la expansión de la ría era mayormente llana con formas pare­ población hacia zonas que de otro modo no cidas al Callao Llano, Allita A maya o Chull­ hubieran podido ser densamente habitadas. pa; fragmentos de los estilos Mallo y Allita No creemos que el patrón de establecimien­ Amaya fueron recuperados sólo de lugares tos de altura se haya debido a la intensifica­ de entierro, al igual que los ocasionales ción del pastoreo como base de subsisten­ fragmentos Tiahuanaco, Chucuito e Inca. cia (Hyslop 1976: 162). Edificaciones de la

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magnitud mencionada para Tanka Tanka y misma del altiplano meridional. Pucara-Juli requerían de fuerte inversión de Algunos investigadores han calificado trabajo y de una productividad económica como reinos aymaras a las entidades políti• mayor que la proveniente de la actividad cas collavinas del período Altiplánico, pero pastoril. La información arqueológica indi­ no hay ninguna evidencia arqueológica para ca que los sitios de altura y los de abajo asegurar el ingreso al Collao de pueblos cul­ contienen elementos culturales similares, lo turalmente diferentes antes del siglo XV. En que sugiere que ambas clases de estableci­ base a la sugerencia de Torero de que fueron mientos pertenecieron a una misma entidad grupos de habla aymara los que invadieron sociopolítica. Ella estaría sustentada por el territorio collavino desde el norte en tor­ una economía agropecuaria, mixta en am­ no al siglo XIII (Torero 1970; 1974: 108), bas zonas, pero con mayor énfasis agrícola Hyslop ha planteado que el cambio en el en las tierras bajas (camellones, cochas) y patrón de establecimiento y el desarrollo y mayor ép.fasis pastoril en las zonas altas. hegemonía de las ciudades amuralladas de Establecimientos amurallados han sido las alturas podrían relacionarse con la intro­ identificados no sólo en el sector suroeste ducción de pueblos de lengua aymara, dife­ del lago, sino también en el noroeste: Chej­ rentes cultural y lingüísticamente de los narapi (al NE de Orurillo), Mallaccasi ( 12.5 Tiahuanaco de lengua puquina (Hyslop km. al NO de Pucara), lscacancha, Sacllani 1976: 134). Ya hemos visto cómo esos pue­ y Kojra (cerca de Pucara); así como en el blos no eran diferentes .de los ribereños, ni noreste: Quenellata (3 km. al E de Vilque­ únicamente pastoriles. Se edificaron cuando chico) (Tschopik 1946: 8), Turi y M allku se elevaron los niveles agrícolas y estaban Xanalaya (valle de Chari, Bolivia) (Rydén relacionados culturalmente con los pobla­ 1957). Hacia las vertientes occidentales se dos de abajo, dependiendo su economía mencionan restos de extensos poblados también de éstos. Por tanto, ningún pueblo amurallados en las nacientes de los ríos extraño había logrado en ese tiempo esta­ Chili y Tambo. blecerse sobre la zona ribereña del suroeste Esta situación beligerante, al parecer, se del lago ni en los altos cerros que la circun­ acentuó en buena parte del territorio serra­ dan, y los cambios en la ubicación de los no de los Andes centrales y meridionales asent·amientos o su carácter defensivo fue­ hacia los siglos XIV y XV, coincidentes con ron respuestas internas a presiones exter­ el período de recesión o desmejoramiento nas, cambios de clima y guerras. del clima. En los flancos del área meridio­ Por otro lado, la información señala la nal altiplánica se encuentran aldeas defensi­ existencia de grupos que se movilizaban a vas o pucaras en los valles altos, tanto en el lo largo de las punas y salares, procurando norte de Chile como en el noroeste de ocupar territorios productivos del Collao y Argentina, formando un cinturón en torno de los valles serranos, y que los poblados a la puna. En él norte chileno se los halla amurallados y pucaras constituían una res­ desde Arica a Camarones, en la quebrada puesta defensiva contra ellos. Si observa­ de Tarapacá y entre el río Loa y los oasis mos que estos poblados o guarniciones de Atacama. En esta franja se han contado cuentan, además de sus estilos alfareros lo­ unos quince sitios de ese carácter. En el cales, con piezas vinculadas al estilo negro noroeste argentino, el cordón continúa en sobre rojo del altiplano collavino, podemos la quebrada de Humahuaca, Jujuy y Cata­ asumir que los grupos locales agredidos marca, con unos catorce sitios (Núñez y estaban relacionados con el estilo altipláni­ Dillehay 1978: 99-100). En su mayoría, co Collao. los sitios mostraban componentes de estilo Si tenemos en cuenta que los estilos "Al­ negro sobre rojo o versiones locales tle él, tiplano" compartían rasgos de la tradición lo que permite vincularlos con el Altiplano Tiahuanaco; que el estilo Collao, entre ellos, septentrional, y se hallaban ubicados en lu­ predominaba allí antes que los incas ingre­ gares estratégicos como guarniciones que saran y que los poblados y pucaras amura­ impedían el ingreso desde la puna hacia los llados tenían alfarería relacionada con la valles. En cambio, no se han registrado Collao, podemos plantear: l) hubo conti­ construcciones defensivas sobre la puna nuidad histórica y cultural en las sociedades

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collavinas; 2) una de las entidades políticas, CONCKLIN, William. "Pucara and Tiahua­ identificada con la alfarería Collao, alcanzó naco tapestry: time and style in a sierra presencia interregional; y 3) los señoríos weaving tradition ", Rawpa Pacha, 21, collavinos resguardaron su territorio de los Berkeley, California, 1983. grupos de puna y controlaron el área ribe­ reña y de altura circundante. HYSLOP, John. An archaeolo¡ical inv~sti­ El puquina o uno de sus dialectos pudo gation of the Lupaca Kingdom and its ser la lengua de relación entre las socieda­ origins. Tesis. Columbia University, des del altiplano collavino y su área de in­ 1976. fluencia en la época de mayor. interacción, LA VALLEE, Daniéle y JULIEN, Michéle. entre los siglos XII y XIII, e ir perdiendo Asto: curacazgo prehispánico de los terreno en los siglos XIV y XV frente al Andes Centrales. Instituto de Estudios aymara, llevado por los grupos que avanza­ Peruanos. Lima, 1983. ban por las altas punas de la cordillera occi­ dental y cuando se restringieron los contac­ LENNON, Thomas. Raised fields of Lake tos interregionales por la situación de con­ Titicaca, Peru: A prehispanic water ma­ flicto imperante en los Andes. Sin embargo, nagement system. Tesis, University of la hegemonía que tuvieron los señoríos c<>­ Coloradó, 1982. llavinos en la cuenca del Titicaca hasta bien entrado el siglo XV debió también mante­ NUÑEZ, Lautaro y DILLEHA Y, Tom. Mo­ ner el prestigio y uso del puquina. vilidad giratoria, armonía social y desa­ La invasión de grupos foráneos de habla rrollo en los Andes Meridionales: patro­ aymara al Collao se produciría tardíamen• nes de tráfico e interacción económica. te. Su llegada al lado suroccidental habría Universidad del Norte. Antofagasta, sido casi simultánea con la inca. Este even­ 1978. to debe corresponder a la información his­ RYDEN, Stig. Andean Excavations l. Toe tórica de la victoria de Cari, señor de los lu­ Tiahuanaco Area East of Lake Titicaca. pacas, sobre Zapana, señor de los collas. Publication of the Ethnographical Mu­ En el territorio que ocuparon los lupa­ seum of Sweden, 4. Stockholm, 1957. cas y pacajes, de habla aymara, se ha identi­ ficado a los estilos alfareros Chucuito y Andean Excavations II. Tupuraya and Saxamar, respectivamente, estilos que com­ Cayhuasi: two Tiahuanaco sites. Publi­ parten rasgos y aparecen en asociaciones cation of the Ethnographical Museum con el estilo inca. Ninguno de esos estilos of Sweden, 6. Stockholm, 1959. fue recuperado consistentemente en los TSCHOPIK, Marion. Sorne notes on the asentamientos amurallados de altura ni en archaeology of the department of Puno, la zona Omasuyo, explorada por Tschopik, Peru. Papers of the Peabody Museum of donde no hubo control aymara pre-inca. American Archaeology and Ethnology, En el lado noroeste del lago fueron los in­ Harvard University, vol. XXVII, No. 3. cas quienes se impusieron directamente. Cambridge, Mass., l 946: Sobre y junto con el estilo Sillustani de ese sector se encuentra alfarería inca. Allí son aisladas las ocurrencias de piezas Chucuito. Es posible que los poblados de altura fue­ Nathan Wachte/ ran abandonados al bajar los niveles de cul­ Eco/e des Hautes Etudes en tivo y al perder su función defensiva cuan­ Sciences Sociales do grupos aymaras e inca se establecieron 54, Boulevard Raspail finalmente en territorio de los otrora seño­ 75006 Paris ríos collavinos. Francia REFERENCIAS: Mi comentario será breve por una razón BELAN, Augusto. "Estudios sobre Chiri­ en principio material: mi lectura del texto baya ", Arqueos Perú, Año 11, Nos. 2-3, de Alfredo Torero fue dificultada por el Arequipa, 1981. hecho de que el ejemplar que me fue envía-

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do tiene un vacío (falta una página precisa­ Teresa Gisbert, Arte Textil y Mwido mente al inicio de la sección consagrada a Andino, La Paz, 1987, pp. 134-138). los urus). Este inconveniente habría podido 2. Aprecio plenamente los matices que in­ ser evitado si el autor hubiera tenido la cor­ troduce Alfredo Torero en lo que con­ tesía de informarme directamente de los cierne a las lenguas habladas por los urus resultados de su trabajo, ya que éste se fun­ ("los uros no se identifican con, o por, da en parte sobre el material que yo mismo una determinada lengua: hablan uruqui­ recogí en el curso de mis diferentes estadías lla, puquina o aymara "). Sorprende, por entre los Chipayas y que yo le confié para el contrario, su insistencia tan rígida en una investigación que debíamos, en princi­ la segregación de los urus y en la prohibi­ pio, realizar en colaboración. Este contra­ ción que les habrían impuesto los ayma­ tiempo no me iinpide, evidentemente, ren­ ras en cuanto a la posesión de tierras y dir homenaje al trabajo de Alfredo Torero: ganados ("Al vetar a los uros, como cas­ debemos todos agradecerle por sus análisis ta marginal, el acceso a la riqueza agro­ valiosos y pertinentes sobre problemas tan pecuaria . . . "). Yo mismo he intentado, difíciles como los del puquina, el uruquilla en un artículo ya antiguo, mostrar que y los urus. El presente artículo proporciona, el proceso de sedentarización y de ay­ incontestablemente, un aporte de primer marización de los urus (en el sentido so­ orden a nuestras investigaciones. cio-económico y cultural) había comen­ Me contentaré con hacer tres tipos de zado bastante antes de la invasión espa­ anotaciones: ñola. Ejemplo espectacular: Huayna Ca­ l. En principio, observaciones de orden ge­ pac había incluido a los urus de Paria en neral. Estamos condenados a una cierta su repartición de tierras del valle de Co­ confusión en tanto utilicemos (como es­ chabam ba (cf. "Hommes d'eau: le pro­ tamos obligados a hacerlo) categorías bleme uru (XVI-XVIIe siecle)", Annales tan vagas como: señoríos, etnias, pue­ E.S.C., 33, 5-6 : 1127-1159,Paris, 1978; blos, etc., ya que no sabemos exacta­ "Les mitimas de la vallée de Cochabam­ mente lo que podía ser, en los siglos XV­ ba: la politique de colonisation de XVI, un "grupo étnico". ¿Qué distin­ Huayna Capac" , Journal de la Société guía, por ejemplo, culturalmente a los des Américanistes, 1980-1981, pp. 297- lupacas, los pacajes o los carangas?, ¿có• 324) . mo se definían en relación a aquello que 3. Queda el problema más m~terioso: Toda nosotros llamamos (en nuestro vocabu· la interpretación de Alfredo Torero se lario) el sentimiento de su identidad co­ funda sobre la identificación del uruqui­ lectiva? Conviene en efecto no reducir Ua con la lengua que ..practican hoy en este último al solo criterio de las unida­ día los chipayas y, hasta hace poco tiem­ des socio-políticas. Estoy también de po, los Irus-Itus de Jesús de Machaca. acuerdo con Alfredo Torero cuando in­ No tengo ninguna competencia para in­ siste sobre el hecho de que categorías tervenir en el debate lingüístico. Pero tales como "uru" o "aymara" recubren una experiencia etnográfica a la cual he realidades complejas, donde se mezclan procedido confirma que Chipayas e Irus­ categorías fiscales, componentes socio­ Itus se comprenden entre ellos en su len­ económicos y sistemas de representacio­ gua particular. Ahora bien, nos topamos, nes; (sin embargo, me han convencido sin embargo, con otro dato etnográfico menos ciertos pasajes del artículo relati­ ineludible : los Chipayas son unánimes al vos a las divisiones en "clases" sociales, afirmar como una evidencia que esta que me parecen reintroducir una pers­ lengua, su lengua materna (que los etnó• pectiva demasiado europeo-centrista). logos denominan "uro-chipaya"), es pu­ Tenemos que lamentar, no obstante, una quina. ¿Debemos admitir, sin más re­ vez más, que la información científica flexión, que se equivocan?, ¿que ellos circule tan mal: hubiera deseado saber ignoran qué lengua hablan? ¿y debemos cómo Alfredo Torero integra en su inter­ tomar en serio las bromas según las cua­ pretación los últimos trabajos sobre las les los chipayas no hacen sino repetir migraciones aymaras venidas del sur ( cf. aquello de lo que los etnólogos que me

No. 2, Diciembre 1987 393 precedieron sobre el terreno (A. Poz­ ban puquina. ¿O debemos admitir que Die­ nansky, A. Métraux)' los habrían conven­ go de Tiezo también se equivoca y confun­ cido? Citemos un dato de los archivos de, como lo harán Rivet y Créqui-Montfort, de Sevilla. En su información presentada el puquina y el uruquilla? Serian ya mu­ en 16 l l, el licenciado don Diego de chos errores. Ciertamente, no queda invali­ Tiezo, chantre de la catedral de La Pla­ dada por ello la interpretación de Alfredo ta, aportaba las precisiones siguientes: Torero, pero entonces habría que suponer , "Y fué por comission de Vro Virrey a que los chipayas hablaban entonces puqui­ los pueblos de sabaya y y na y uruquilla, que perdieron luego el uso chipaya que estan en la provincia de los del puquina conservando el del uruquilla carangas y rreduxé todos los yndios de­ y que bautisaron con el nombre de puqui­ llos et hi9é los pueblos y dos yglesias en na la lengua uruquilla que continuaron los' dos pueblos prin9ipales y una capilla practicando. ¿A menos que hayan adop­ en el pueblo de los yndios uros/(2v) de tado esta última luego de haber abandona­ chipaya en el qua! averigué y entendí do el puquina, denominando, sin embargo, que los dhos yndios nunca auían confe­ puquina a la lengua uruquilla? Esto plantea sado porque auía sacerdote en todo el muchas hipótesis, y bastante extrañas. ¿Por obispado que supiese la lengua puquina qué entonces estos vaivenes? El enigma que ellos hablan .. ."( l ). permanece. ¡He aquí, pues, una información que precede, en tres siglos, a las influencias per­ NOTAS: niciosas de los etnólogos! Sorprende evi­ (l) AGI, Charcas 87, "Ynformacion fecha dentemente la conjunción de datos etnográ­ en la rreal audiencra de los charcas de los ficos actuales y de una fuente tan antigua, meritas y servicios del l.do Don diego de totalmente independiente (cuya fecha no tiezo chantre de la cathedral della:' es muy lejana de la de la Copia de élifatos): (1611 ), 27 ff. los chipayas, a inicios del siglo XVII, habla- Troducción de M. I. Remy RESPUESTA

que en inuchos casos los labraban efectiva­ Alfredo Torero mente, en particular para beneficio de los Universidad Nacional Mayo.r de S(,n Marcos señores altiplánicos, sino porque a nivel Alberto Acosta 118 ideológico tenían que aparecer como cultu­ Vista . .4legre ralmente inhábiles, no equiparables con los Lima, Perú. · miembros de las sociedades de Estado. Así, en tanto Martín Cari, cacique principal de l. Deslinde uros/no uros la provincia de Chucuito, contrasta a los Inicio mi serie de respuestas abordando aymaraes, "la mejor gente que hay en este una de las varias observaciones e interro­ pueblo", con los urós "que es gente pobre gantes que plantea Nathan Wachtel y que y no hacen chácaras sino que se mantienen podríamos formular como sigue: ¿eran los de sólo pescado y andar por la laguna"(l ), uros también cultivadores y podían poseer el testigo español Melchior de Alarcón, con chacras, ganadas por sí mismos o asignadas ocho años de residencia en la provincia, por otros? . desnuda de modo preciso y directo la prác­ En primer lugar, nie parece evidente que, tica real de explotación sobre los uros: aparte de pequeñas chacarillas sembradas " ... que los uros son gente no de menos en tierras marginales y como a hurtadillas, entendimiento y capacidad que los demas los uros sujetos estaban vedados de poseer aymaraes salvo que el tenerlos los caciques campos de cultivo y de aprovechar para sí en tanta subjeción y tener tanto señorío so­ mismos los productos de ellos; pero no por­ bre ellos y el no querer sea gente más noble que fueran ineptos para labrárlos, puesto y de más posibilidad los abate en gran ma-

394 Revista Andina, año 5 ------Torero: Lenguas altiplánicas nera demás como no están hechos al traba­ anulada de inmediato, en lo que a los uros jo son holga_zanes de su condición y entien­ toca, por el mismo declarante, quien afirma de este testigo la causa el querer los caci­ rotundamente que: que_s tenerlos en tan poco y que :ellos no . "nunca el ynga jamas· dio ni rrepartio entiendan merecen más porque los ha visto tierras para maiz a ningunos yndios uros ponerse muy bien al trabajo y que ningunas porque no savian beneficiar las chacarras de sementeras se hacen en la provincia que no maíz y porque eran haraganes y no savian sean los primeros a trabajar o en las de los anda?; sino en las lagunas y si acaso algun caciques y eh éstas siempre o en las de maíz sembraban en estando en choclo o otros iridios que les dan coca o de beber u ma90rca se lo comían y se yban a las lagu­ otro.género de paga : .:."(2). nas donde bivian y ansi no les dio tierras En segundo •lugar, varias versiones ha­ de maíz ningunas el ynga para ellos pro- blan de los intéhfüs, exitosos ·o no, de los pios"( 5 ). . . emperadores incas dirigidos a volver ~ro­ Esta doble actitud: explotar ·sin medida ductiva la potencialmente íngenté fuena Ja mano de-obra de los uros en las labran­ de trabajo de los uros. La "Relación de la z~s y otr?s seJVtcios,, pero negarles la pose­ Provin~ia . de los Pacajes" refiere _que en e1 sion de tlenas y ·ganados· bajo la,argucia de Repartimiento de Machaca 'además de q_ue,;por sí solos,, sin un gobierno "supe­ indios aymaraes, hay indi9s 'utos que "so­ nor , eran totalmente incapaces de organi­ lían habitar antiguamente en la laguna de zarse p.ara .produeir y conservar bienes .:... es­ C_~ucuito" y fueron "gente de poca·reputá­ to es; valerse de su trabajo como de una ~ion! a causa de no ser hábiles para el traba­ fuerza bruta procedente de la naturaleza o J~ m para sembrar, ni tuvjerep en·su pm.ici­ de seres irracionales-; va a ser ·asumida por p10 pueblos ni concierto en su vivir ni te­ los españoles, e.n especial por los religiosos nían caciques que les mandasen"' pero ·que ~e !ª ordel'!- de San Agustín1- quienes expo­ •'cuando los incas vinieron · conquistand~ liaran masivamente a · los uros dé Paria ,a esta provincia de los Pacaxes; hicier on salir trav.é.s de una red de eonventos de la orden ª.estos i?~ios uros de junto al agua y ·les hi­ establecidos en Challacollo, Capinota y el cieron vmr con los Aymaraes y les· enseña­ valle de Cochabam ba, tal como relata hacia ron a arar y cultivar la tierra .. · ."(J}\ · . 1629: · con ii)genuidad o. cinismo, el cronis­ N. Wachtel expone, en artículos publica­ ta Antonio)'ásquez de Espinoza: dos en 1978 y 1981, dos casos en·' que· los " ... est_e puebl<;> ,d4? Cha}lacollo, es muy uros labran chacras. Uno de ellos•es similar grande, y nco,,Jos md\o_s. del son (le,_nación al que devela Melchior de Alarcón par'a la Uros, gen_te muy ., bár.bara, y .vestial, que provincia de Chucuito: el apróvechamierito Libe~ qu.e ganaran,los españoles aquella tie­ de lós uros como mano de obra en la la­ _rra :and~v;an. como, __sal ~ages sip ,poblado.por branza _sin compensación alguna -y no re­ ~qu,ellos <::lVJlpos, · ríos, y Jaguna de I>aria, parto de tierras, como afirma Wachtel-· es­ sustentandose de la!!,rai~s .dt; ell;ls.que lla­ ta vez los beneficiarios no son caciques' ay­ man totor!l...,· y_.es esp,ecje _dejuncia, redúxe­ maraes, sino el incá y el estado cusqueño y ronlos a po ~\ado, y por .ser de tan poca ra­ las tierras están en el-"valle de Cochabain- Z?n, y gobit;rp<;>, n? ~ienen ~ propia par­ ba( 4 ). · · ticular, su, 1corµqmdad e~ · muy rica, tiene El se?undo caso, en cambio, se asemeja grandes cnas de todo género de ganados y al descnto en la "Relación de -la Provincia en rl val_le de C_ochabamba grandes ch~cr~s, de los Pacajes" y se refiere a cha·cras para Y. sementeras de mais,- trigo, papas,, estan­ maíz ·que asignaroh· los incas a·indios soras cias lo q\lal administra el prior del conven­ y u!os de ~aria y Callacollo para beneficio t9 de ~al;\ AgÚstí~ de, aquel pueblo, y .todo d_e estos mJSmos en Sicaya y Capinota -si­ se. ensi~:rra en el Convento, dqnd~ les dan tios, por lo demás, comprendidos en el siglo quapto an_, menester, porqµe esta nación, si XVI dentro de la provincia de Paria hábi­ no la. governa,ran_de est!l sue~-t~, entiendo tat de indios soras y uros- y en otro~ luga­ perec~e.ran, por no sa\)er gobernarse, guar­ res, como Charamoco, en el valle de Cocha­ dar, m conservar · co_¡;il .alguna, y de .esta ba~ ba: Esta última información, dada por suerte estan sobrados y~el Convento tam- un mdio sora de Sipesipe, es, sin embargo, bién"(~). · · · '

No. 2, Diciembre 1987 395 En cuanto a las tierras de Charamoco en de Cepita". el valle de Cochabamba(7), es probable que Nadie ni nada· contradice, en. cambio, la hayan entrado en ellas los agustinos antes calidad de uros de los 91 paupérrimos uru­ que los uros. quillas de. Huchusuma· y puente del Desa­ 2. Deslinde uro/uruquilla. guadero. Vale .d~stacar que .la-versión paleo­ gráfica de .la TVGT no registra aquí la for­ En cuanto a las realidades sociales a que ma uruquilla, sino uriquilla, variante que se aplican los términos uro y uruquilla, mi parece haberse estabilizado para designar posición es obviamente diferente a las enun­ específicamente a ei¡te grupo de uros míse• ciadas en sus trabajos por Thérese Bouysse ros, puesto que Garcilaso de . la Vega. (o y Nathan Wachtel. Bouysse, aunque reserva Bias Valera), en el mismo capítulo en que el vocablo uruquilla sólo para el idioma de pone a .los uros entre las naciones de indios otro modo conocido como uru-chipaya, ve "rudos , y t_orpes", se refiere igualmente a a uros en todos los hablantes de uruquilla; los "rudí,simos indios uri9~llas"(8). Wachtel supone a uruquilla otro nombre ' Finalmente, po'demos remitirnos a los para uro; €errón, quien parece comentar documentos estudiados y publicados por el un artículo' de Wachtel y no el mío, man­ propio N.W. relativos a mitma~ en el valle tiene la misma confusión; y-Klein, después de Cochabamba, documentos en los cuales de . disquisiciones contradictorias, acaba son mencionados diferencialmente, de un considerando a ,ambos términos como in­ lado "uros de Paria", y, de otro, ·•uruqui• tercambiables. John-Murra, en cambio,.asu­ llas. 'auilagas", ' '-'. uruquillas de aullaga" o, me mi posición al · señalar la. utilidad de simplemente, '. 'uruquillas' '.(9). mantener separados los campos referencia­ 3. .Deslinde uruquilla/puquina les de uro y uruquilla y si bien pareciera acoger a, uruquilla únicamente como desig­ Aquí cabe tratar de una afirmación equí• nación de idioma, su comentario traséiende voca de .N. Wachtel ~n el punto tercero de la aplicación a lengua en cuanto pone el én­ su comentax:io: ''Toda la interpretación de fasis en la existencia de -distribuciones espa­ Alfredo Torero se funda -dice- en la iden­ ciales no ·coincidentes; esto és, que había tificación con :el uruquilla de la lengua que zonas de población uro no hablante de uru­ practican hoy los Chipayas, y hasta hace quilla, así como, zonas de hablantes de uru- poco tiempo todavía los Irus-Itus de Jesús 1 quilla que no eran uros~ • de Machaca" (el subrayado es mío). Luego Para. mayor abundamiento, por · suerte, ad1:1ce que los chipayas actuales llaman pu­ en la TVGT la información más amplia y quina a su lengua; que lo mismo sostiene rica acerca 'de los repartimientos es la ·que un .cura en l 611 ; que los chipayas se enten­ se .refiere al de los :aulla:gas (yVúr'uquillas dían con los -Irus-ltus en su lengua particu­ (siete páginas), 1'a cual más·adelante aparece lar, según su propia comprobación; y que, también en fon:na resumida, como en el por tanto .. . queda el lector invitado a du­ cáso de todas:las de_mi\s encom\endas. Pode­ dar de todo le;> contenido en mi artículo y a mos, de este modo, comprobar redundante­ sospechar que el. uruquilla y el puquina son mente que '' los aúllagas '(y) uhiquillas son u~ solo y ¡nismo idioma, que los uruquillas distingüidos de' !os uros, con quienes apare- y los uros son la misma gente; etc... cen en neta oposición. ~ · ·· · Voy por partes: Por suerte, igualmente, el rotundo recha­ a) Los Ungüistas y los antropólogos esta­ zo dél ·calificativo ·'de "uros" que 'maiüfies• mos continuamente confrontados con tan los 569 -ttibutarios de Yunguyq y Cepi­ situaciones complicadas (no enigmas ni ta, no étnica pero sí tributariamente "ayma­ misterios) en cuanto a las referencias a raes", suscita tan prolijas y reiteradas expli­ lenguas y pueblos: un solo nombre para caciones del confundido visitador Pedro variar realidades, una sola realidad con Gutiérrez Flores que deja fuera de duda el varios nombres, etc. Es parte de nuestro no tratarse ·de un grupo étnicamente uro. oficio, entonce_s, el poner el mayor cui­ La Copia de curatos, aun cuando por el dado en desenmarañar nuestro campo sesgo de la referencia lingüística, provee en de investigación y, sobre todo, el poner definitiva su identidad como "Uruquillas orden entre nosotros mismos para en-

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tender lo mismo con las mismas pala­ Wachtel afirma que debí "tener la cortesía bras. de informarle directamente" de los resulta­ b) Tengo conmigo el documento de 1611 dos de mi trabajo, puesto que éste se funda que cita -parcialmente- N. Wachtel, en material que él recogió durante sus va­ puesto que me fue suministrado en rias estadas entre los chipayas y que me en­ 1982 u 83 .por Thiérry Saignes. No lo he tregó para una investigación que debíamos, utilizado en mi trabajo justamente por­ en principio, realizar en colaboración. Creo que cualquiera de las hipótesis que for­ que hay aquí confusión y olvidos: mula Wachtel, y otras más, podría suge­ En primer lugar, mi artículo actual se rirse para explicar la utilización por los funda primordialmente en mi propia tesis chipayas de la designación de puquina doctoral (París, Sorbona, mayo de 1965), para su idioma. ya antigua en cuanto tiempo transcurrido c) Debo dejar sentadas dos cosas: l) que desde su sustentación, pero válida hasta estamos indiscutiblemente ante dos len­ hoy por su contenido; prepararla me recla­ guas diferentes -llámeselas como se las mó cinco años de labor intensa para lograr llame-: la que testimoniaron Barzana y el descifre de los textos puquinas de Barza­ Oré en torno a 1600 y la que ha empe­ na y Oré, desentrañar las estructuras lin­ zado a recogerse en Ancoaqui o Iru-Itu güísticas del puquina y proceder a su com­ y Chipaya en el último siglo; 2) que paración con otros idiomas(lenguas arahua­ otorgo a la Copia de curatos el más alto cas, quechua, aymará, uru-chipaya, arauca­ grado de confianza, puesto que se trata no y, más tarde, en 1966, callahuaya que de un documento oficial del obispado recogí en trabajo de campo en Bolivia). Pa­ de La Plata, elaborado en cumplimiento ra la comparación con uro-chipaya utilicé de una Cédula Real, precisamente para los materiales recogidos por varios estudio­ examinar, en cátedra, a los aspirantes a sos, entre ellos A. Métraux y, sobre todo, curatos, en el idioma específico que ca­ Jehan Vellard, tratando, además, con estos ·da doctrina requería. Tal grado de auto­ últimos como alumno y amigo. Hube senta­ ridad no la concedo, en ·cambio, a un do en mi tesis que puquina y uru-chipaya cura que como el Licenciado Tiezo, pre­ no eng1_lenguas emparentadas hasta donde sentaba ante la Real Audiencia de Char­ podíamos avanzar en el estudio comparati­ cas una probanza de sus "méritos y ser­ vo y que se diferenciaban entre sí como vicios", tanto más cuanto que este cléri­ cualquiera de ellas se distinguía del quechua go no sabía él mismo el idioma que des­ o del aymará. Parte de los resultados apare­ cubría que nadie sabía ... por lo cual cieron, 'como he indicado, en mi artículo recurría a un intérprete. Como continúa "Lingüística e Historia de la Sociedad An­ la probanza: " ... entendí que los dchos dina", de 1970. yndios' [de Chipaya] nunca desde que ·En segundo lugar, fue N.W. quien me so­ nacieron se havian confesado porque no licitó, hacia 1976, que le suministrase la lis­ avia sacerdote en todo el obispado que ta de vocablos puquinas que yo había logra­ supiese la lengua puquina que ellos ha­ do descifrar, porque él deseaba comprobar blan para cuyo remedio por medio de personalmente, en directo trabajo de cam­ ynterprete hice y ordené otro chatecis­ po, cómo reaccionaban los chipayas ante mo y confesionario en su lengua"( 1 O). las palabras puquinas y qué términos em­ Lo preocupante, entonces, no es deter- pleaban a su vez para expresar los significa­ minar quién es el culpable de que los chipa­ dos rnrrespondientes; accedí a su pedido, y yas confundan a los ~tnólogos de hoy; lo él, más tarde, me hizo entrega de una copia grave es que los etnólogos de hoy puedan de las cintas grabadas, y, por mi parte, le sentirse tan fácilmente confundidos. ratifiqué lo que yo ya sabía desde años En otras palabras, por más que N.W. me afrás: que puquina y uro-chipaya eran len­ asegurase que él es francófono, no dejaría guas distintas. No hubo acuerdo, en culmto yo de comprobar que su lengua materna es tengo memoria, para investigar el problema inconfundiblemente románica, y no la ger­ "uro-puquina'' . en colaboración; de haber mánica que hablaban los francos. existido éste, N.W. habría debido tener la Ahora, una aclaración necesaria. N. cortesía de comunicarme antes de su publi-

No. 2, Diciembre 1987 397 Estudios y Debates ______

cación el contenido de al menos uno de sus de lengua de relación en el área de influen­ artículos, " Hommes d'eau", de 1978, tra­ cia altiplánica, tal como la variedad IIB-C bajo en el cual subyace el conocimiento vi­ (Chínchay) del quechua lo hacía en casi vido de las radicales diferencias lingüísticas todo el ámbito andino. Tal vez por eso el entre chipaya y puquina, conocimiento que Virrey Toledo reconoció en 157 5 al puqui­ sólo pudo partir del manejo de un vocabu­ na como una de las tres lenguas generales lario puquina cuyo establecimiento me ha­ del Perú ; y quizá así lo entendía Alonso de bía requerido años de labor. Huerta cuando, en 1615, escribió-que en el Dicho esto, no dejo de reconocer -y no reino del Perú, "por ser tan extendido y he omitido consignar los crédito~ debidos­ grande", que las listas de vocablos chipayas recogi­ " . .. hay [lenguas] generales para provin­ das por N. Wachtel, al ir pareadas con mis cias, con que, fuera de las maternas, se ha­ listas puquinas, me han posibilitado una blan los de cada provincia o reino distinto, más consistente base de comparación que como es la de Chile, los chiriguanaes, la la permitida por los precedentes vocabula­ aymará, la puquina, la pescadora de los va­ rios de hablas uruquillas, con sus inevitables lles de Trujillo, que todas son muy diferen­ vacíos; por lo cual he podido rectificar los tes unas de otras. Además de todas estas porcentajes de comunidad léxica entre el lenguas, hay una que se llama quechua o puquina de Barzana y Oré y el uruquilla, re­ general, por ser la lengua que hablaba el presentado ahora por el ·chipaya de Wachtel. Inca . . . "(11 ). Por último, en lo que respecta a la vali­ Sin embargo, de haber existido efectiva­ dez de la identificación de los nombres his­ mente esa variedad general, ya a fines del tóricos de puquina y uruquilla con determi­ siglo XVI habría estado cediendo rápida­ nadas entidades lingüísticas sobrevivientes mente al aymará el rol de idioma de rela­ o registradas, la demostración es fácil en ción, con lo cual saldría a luz la marcada cuanto al puquina, porque la Coj>ii de cu­ fragmentación dialectal del puquina\ ratos lo consigna, entre otros lugares, para Aplicando el cálculo glotocronológico al el pueblo de Charazani, y es precisamente cotejo entre el puquina de Oré y el calla­ en torno a este pueblo boliviano donde se huaya actual -aunque considerando la cifra habla hoy el callahuaya, idioma de elevado resultante como aleatoria y débilmente porcentaje de comunidad léxica con el pu­ indicativa-, se obtiene como época de se­ quina de Oré. El enlace entre el uruquilla paración de estos idiomas los siglos tercero de la Copia de curatos y el actual uru-chi­ a quinto de nuestra era; esto es, una pro­ paya puede establecerse a través de un do­ fundidad temporal similar a la estimada cumento no lingüístico , la Tasa de la Visita para las expansiones iniciales del proto-que­ General de Toledo; ésta menciona a los chua y el proto-aru. uruqui!las (uriquillas) del pueblo de Huchu­ No obstante, en este caso el alto porcen­ suma, sobre el río Desaguadero, en tanto taje (64.440/0) de comunidad en el voca­ que Jehan Vellard estudió hace unos dece­ bulario básico cobra su mayor importancia, nios la cultura y la lengua de los ochosu­ no sólo como indicador de tiempo de sepa­ mas, que estaban poblando virtualmente la ración, sino como prueba de parentesco. misma área, al borde del Desaguadero. Rodolfo Cerrón disiente de mi conclu­ sión en este punto, si bien lo hace con un 4. Relación puquina-callahuaya razonamiento no coherente, puesto que, de Es probable que a fines del siglo XVI lo un lado, acepta no haber duda de que "el que llamamos puquina fuera ya no sólo una callahuaya surgió como lengua profesional lengua "muy varia", sino una familia lin­ en boca de antiguos puquinahablantes que güística, o un complejo dialectal plurilin­ devinieron posteriormente en quechua y/o güe, cuyos exponentes, sin embargo, no aimara parlantes" y, de otro, se inclina a difetían a un punto tal que no se percibiese pensar que "la relación histórica existente su unidad de conjunto. Es probable, asimis­ entre el callahuaya y el puquina es una de mo, que una de sus variedades se hubiese contacto íntimo antes que de parentesco" difundido ampliamente unos pocos siglos y que " subsumirlos en un mismo grupo lin­ antes y hubiera estado cumpliendo el papel güístico equivaldría, por ejemplo, a consi-

398 Revista Andina, año 5 ------Torero: Lenguas altiplánicas derar el inglés como lengua románica, por al menos para el noroeste collavino. Garci­ el hecho de registrar no sólo un alto por­ laso de la Vega (a quien posiblemente copió cen~aj e. léxico, sino también algunos sufijos Vásquez de Espinoza) menciona a puquinas denvac1onales de origen latino" . entre Quiquijana y Chungara (Chuncara), Aparte de que callahuaya e inglés surgen cuando relata las conquistas que hizo el de situaciones· no comparables (para hacer inca Sinchi Roca al sur del Cusco: "Los un correcto paralelo tendría que darse un indios de las naciones puquinas y Canchi . .. ejemplo de hablantes originariamente de fueron fáciles de obedecer al Inca y some­ lengua románica que hubiesen asumido en terse a su Imperio, y en espacio de los años gran parte la gramática de una lengua ger­ que vivió, poco a poco, . .. ensanchó sus mánica), R. Cerrón desconoce al parecer la términos por aquella banda hasta el pueblo relevancia del cotejo fundado en lo que la que llaman Chuncara" ( 12). lexicoestadística denomina ''vocabulario cerrón desecha la posibilidad de que el básico" , esto es, las 100 plllabras que en puquina hubiese sido hablado cerca del todo idioma han mostrado tener la mayor pueblo de Andahuailillas, para lo cual cita resistencia al cambio a través del tiempo. una conjetura de Mannheim (l 985), quien Aplicando este criterio, se halla que supone que la inscripci.ón en puquina que mientras el puquina de Oré y el callahuaya hay en la iglesia de ese pueblo fue obra de exhiben en vocabulario básico una comuni­ los jesuitas, pero sólo como una manera de dad léxica de 64.440/0, volumen que esti­ exhibir su vocación plirilingüe; la conjetu­ mo definitivamente probatorio de parentes­ ra, sin embargo, es totalmente inválida por­ co, la cifra de latinismos o romancismos en que la iglesia fue hecha construir en los últi­ el inglés no excede de cinco o seis por cien­ mos años del siglo XVI por los dominicos, to de la lista básica, índice que se explica quienes continuaron en ella durante la pri­ meramente como asimilación de préstamos. mera mitad del siglo XVII, siendo reempla­ Bien dice, entonces, Bernard Pottier que zados después por sacerdotes seculares. Los " el estatuto lingüístico del callahuaya, con jesuitas la tienen a su cargo sólo desde su morfología esencialmente quechua y ele­ 1968, hace menos de veinte años . . . mentos léxicos afines a los del puquina, lo En lo que atañe a las vertientes maríti• pone aparte como lengua mixta ligada a mas del-sur del Perú y norte de Chile, en una población específica" . Creo que a la 1792 el intendente de Arequipa, Antonio lingüística comparativa le cabe hoy la im Alvarez y Jiménez, provee una importante portante tarea de abordar el estudio de los información sobre la situación lingüística procesos de convergencia con tanto o más del área al escribir que "no será fácil la to­ ahínco que los de divergencia, para poder tal abolición I de las lenguas nativas] en mu­ avanzar con pasos más seguros en la clasifi­ chos pueblos de los partidos de Condesu­ cación de los idiomas. El contacto entre yos, Caylloma, Tarapacá y Arequipa, que lenguas puede producir diversos grados de hablan la Quichua (,) en el de Moque gua ·1a contaminación e, inclusive, llegar a ser tan Coli y Aymará, en el de Arica la Aymará y íntimo que surjan lenguas mixtas clasifica­ en el de Camaná ( .. . )la Quichua . .."(13) . bles en distintos grupos ·lingüísticos a la Esto es, que a fines del siglo XVII la lengua vez ; como es el caso del idioma de los calla­ aymará había sido desplazada por la que­ huayas, " retoño" de puquina y quechua ~a de los Condesuyos y de Cailloma to­ nacido en respuesta a las necesidades de se­ davía aymaraes dos siglos antes, y qu~ la creto profesional, de mayor radio de acción aymará estaba reemplazando a la coli (pu­ y de economía idiomática. quina) en el partido de Moquegua. En cuanto a la fecha de "extinción" del S. El puquina; espacios y tiempos puquina (punto 4 de Cerrón), el abate Lo­ He indicado cómo es un tema por inves­ renzo Hervás continúa señalando su exis­ tigar la ubicación precisa de los sitios de ha­ tencia en 1800, en medio de un área de bla puquina dentro de la diócesis delCusco, quechua generalizado, pero sin precisar lu­ desde el noroeste del Collao hasta las cerca­ gares, así como también en Pucarani, cerca nías del Cusco mismo. Que el idioma estu.. de la orilla sur del lago Titicaca, en zona de vo presente en esas regiones es indudable, predominio aymará(l4). Para mí, como in-

No. 2, Diciembre 1987 399 diqué, sobrevive en el callahuaya actual. waya, laque, coa (los dos primeros, segmen­ El informe de Clemente Almonte de tos finales), que postula -a mi parecer, con 1813, sobre el Curato de Andahua, en el entero fundamento- como puquinas, y se­ partido de Condesuyos, me fue dado a co­ ñala que toponimia puquina se encuentra nocer por Luis Millones hace casi veinte también al norte (o nororiente) .del lago años, pero no lo he considerado en mi ar­ Titicaca tículo porque sus referencias a idiomas son En efecto, tienen mucho en común los demasiado vagas e inseguras. Cerrón trans­ nombres no aymaraes y no quechuas de lu­ cribe incorrectamente el informe, el cual gares del Collao y de las vertientes amazó• dice: "El idioma general en estos pueblos nicas y las vertientes pacíficas de las cordi­ es la quichua, la aymará, coli, puquina, isa­ lleras que circundan la cuenca collavina. Si pi y chinchaysuyo hablan en otros: entien­ bien en el Perú no se expende, por razones den los varones algo de castellano y uno de "seguridad nacional'', las cartas geográ­ que otro lo habla aunque imperfecto"( 15). ficas pormenorizadas de zonas fronterizas Es obvio que en este párrafo con fallas que elabora e!' Instituto Geográfico Nacio­ de puntuación, la primera frase concluye nal (Militar) -lo cual me ha privado de ob­ en la palabra quichua y la segunda empieza tener material comparativo abundante del en la aymará y sigue con la mención de sector oriental del departamento de Puno y idiomas de otros pueblos situados quizá a del sector meridional de Puno y Tacna-, centenares de kilómetros del curato de An­ con sólo comparar los mapas a escala ma­ dagua . Para redundar, la información del yor se hacen evidentes las semejanzas. Li­ intendente de Arequipa antes citada se re­ mitándose uno a seguir el segmento termi­ fería ya en 1792 sólo al quechua como idio­ nal -baya (o -huaya o paya, y -vaya en los ma nativo hablado en el partido de Conde- documentos antiguos), aparecen al oeste suyos. . del Collao, en territorios hoy peruanos o Por su parte, Willem Adelaar, como res­ bolivianos, los nombres Carabaya (Calla­ pondiendo a una sugerencia que me dirige huaya), Iscanhuaya (un recinto fortifica­ Albó, aborda a través del análisis de la to­ do), Quiabaya, Milluhuaya; y al sur del la­ ponimia y de su distribución geográfica la go, Yaribaya(l6); más alejados, al sur, Sa­ cuestión de los espacios que ocupó el pu­ baya y Chipaya, en el departamento boli­ quina, aportando valiosas observaciones re­ viano de Oruro, y Sibaya en el valle alto de sultantes del trabajo de campo que efectuó Tarapacá, en Chile. a fines de 1984 en las vertientes marítimas Sin embargo, desconozco el significado de los departamentos peruanos de Arequi­ de esta terminación toponímica. En su vo­ pa , Moquegua y Tacna. cabulario castellano-callahuaya, Oblitas Po­ Su exploración le permitió, asimismo, blete traduce por "fortaleza" la secuencia comprobar sobre el terreno la extinción del k'atu jewaya, donde k'atu significa "gran­ puquina en el área, así como determinar, en de" y "alto", pero no consigna el sentido el departamento de Moquegua -foco toda­ dejewaya. vía en l 792 de resistencia del puquina coli Un segmento terminal asignable, igual­ frente al avance del aymará- cómo lenguas mente, a un habla puquina es mani, que pa­ invasoras: aymará, quechua y castellano, rece entrar en nombres de cerros altos. En tienen hoy repartido el territorio. Sabemos el departamento boliviano de La Paz se tie­ de este modo que el antiguo "santuario" ne a los nevados Chachacomani e Illimani puquina de Carumas es parte ahora del nú­ y al pueblo de Chulumani, y en el departa­ cleo de resistencia aymará frente a la pro­ mento peruano de Tacna los poblados de gresión del quechua, idioma que, ausente Chucatamani, en las nacientes del río Sa­ aún del escenario dos siglos atrás, ha gana­ ma, y Lucumani, en un afluente del río do ya, en su marcha al sur, las tierras altas Locumba, así como el volcán Yucamani ( de de Moquegua, desde las cuales antes el 5508 metros de altura) en las nacientes del aymará amenazaba al puquina. Locumba. Oblitas Poblete registra minu Retirando las formas 'intrusas' de noto­ ''cerro". rio origen aymará o quechua, Adelaar retie­ Indudablemente, débese estudiar de ma­ ne algunos segmentos toponímicos, como nera exhaustiva la toponimia de toda el

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área altiplánica y de las cordilleras y vertien­ to de Ayacucho, ni tampoco de la altiplani­ tes que la encierran, para poder formular cie misma de Choclococha, departamento luego conclusiones más seguras. De igual de Huancavelica. modo, se tiene que realizar con mucha ur­ Con las informaciones que poseemos, gencia el estudio de las hablas callahuayas gracias en especial a las contenidas en las sobrevivientes, puesto que a menudo se en­ "Relaciones Geográficas de Indias", elabo­ cuentra no coincidentes las formas que pa­ radas hacia 1586, podemos hacer un cuadro ra significados equivalentes recogieron de distribución de idiomas que, para la an­ Oblitas Poblete y Girault, o se halla un nú­ tigua provincia de Vilcasguamán, hoy pro­ mero al parecer excesivo ·de sinónimos, co­ vincias ayacuchanas de Cangallo y Víctor mo es frecuente en el vocabulario de Obli­ Fajardo, nos presenta contendiendo al tas Poblete, lo cual lleva a la sospecha de aymará y al quechua; al sur de Vilcasgua­ haber sido colectado en diferentes pobla­ mán, en la mitad septentrional de la provin­ dos del área callahuaya. cia también ayacuchana de Lucanas, halla­ Así, por ejemplo, en tanto que para "ce­ mos al quechua generalizado, pero igual­ rro" Girault consigna tutu wasan y mitta, mente -aunque dispersas y aisladas entre Oblitas transcribe tteka, tuti, itu y minu. El sí- a varias hablas que fueron designadas texto puquina de Oré, a su vez, suministra como hahuasimis y que eran en realidad una forma diferente: chata (con la variante idiomas de la familia aru, parientes por lo condicionada Data). itu participa posible­ tanto del aymará, si bien ya no reconocidos mente en la composición de los nombres como tales por su marcada diversificación Chucuito e Iru-Itu; y chata en la de Quimsa (en situación similar a la del haqaru y el Chata "las tres cumbres" (kimsa ''tres" en kauki de la provincia limeña de Yauyos). quechua), pequeña cadena montañosa que En la región de los soras (pueblos ubica­ separa a Guaquí del Desaguadero, y Loco­ dos entre la provincia de Lucanas y la de chata "cerro loco", garganta a 4,500 metros Aymaraes, departamento de Apurímac) se de altura en la misma cadena( 17). El nom­ hablaba aymará y, asimismo, hahuasimis, bre Quimsa Chata se asigna también a un que tampoco llegaron a ser identificados volcán con tres cráteres que está a unos como i9iomas arus. Finalmente, en la cuen­ cien kilómetros al sur del Cusco, cerca del ca media y alta del río Majes (o Collca) el pueblo de Santiago de Cacha(l8). Ninguno aymará colindaba con varios idiomas "par­ de tales vocablos tiene antecedentes en las ticulares" y "antiquísimos", que, por la lenguas uruquilla, aymará ni quechua. El situación, he supuesto hablas puquinas, pe­ empleo del numeral quechua kimsa en refe­ ro que también pudieran haber sido arus rencia a las características de la formación hahuasimis. rocosa (tres elevaciones) ha contribuido, en El aymará, de este modo, se encontraba los dos casos indicados, a "congelar" en en el siglo XVI enmarcado por el quechua esos topónimos el significado de la voz pu­ Chínchay (Q.IIB-C) que avanzaba desde el quina chata. oeste; por el quechua Wáywash (Q.I) asen­ 6. El aymará; área de constitución. tado al noroeste desde el valle del Man taro; por las lenguas de la selva al noreste; y al Pide Javier Albó una mayor fundamen­ sureste, por la vieja área puquina en la que tación a mi tesis de que el aymará se confi­ penetró tardíamente. guró como tal en la cuenca del río Pampas. Es evidente, entonces, que el movimien­ Debo precisar, primero, que entiendo por to expansivo del aru aymará siguió inicial­ cuenca del Pampas el territorio que va des­ mente la dirección oeste-este, hacia las se­ de las nacientes de este río, cerca de la alti­ rranías de los departamentos de Apurímac planicie de Choclococha, hasta su confluen­ y Cusco, y que tal movimiento sólo pudo cia con el río Apurímac; y, segundo, que cumplirse a partir de la cuenca del Pampas me atengo para esta postulación a las infor­ en dirección del Cusco, y no a la inversa. maciones existentes. No hay datos acerca Otra información de mucho peso se ha­ de la situación lingüística reinante en el si­ lla en la "Relación de la provincia de Vil­ glo XVI en torno a las ciudades de Ayacu­ casguamán", donde se dice que en las loca­ cho y Huanta, en el norte del departamen- lidades de Chiqui y Apongo se habla "el

No. 2, Diciembre 1987 401 Estudios y Debates ______aymará corrupto"(l 9). Estos dos pueblos resto de la cuenéa predominaba el puqúina. se ubican justamente en la linde entre el Si a esta información lingüística se ro­ área aymará de la provincia de Víctor Fa­ man los relatos recogidos por ciertos cronis­ jardo y el área de los hahuasimis de la pro­ tas tempranos, en particular por Cieza de vincia de Lucanas. Existía, pues, allí -y León -a cuyas versiones reconozco la cali­ sólo allí, hasta donde sabemos-, entre el dad de "noticias frescas" - acerca de la aru aymará plenamente reconocido como conquista por Cari del sector suroccidental tal y los arus hahuasimis ya no percibidos de la cuenca y de la isla de Titicaca y acerca como relacionados con el aymará, una fran­ también de sus batallas contra el collacápac ja de transición cuyos pobladores emplea­ Zapana -batallas a las que pusieron fin los ban "un aymará mal hablado". La existen­ ejércitos cusqueños-, no podemos dejar de cia de esta franja de transición es tanto más concluir que cuando escribía Cieza, a me­ significativa cuanto que dentro de regiones diados del siglo XVI, las conquistas ayma­ de hablantes quechuas o aymaraes como las raes en territorio collavino eran aconteci­ de los lucanas, soras y collaguas, se pasaba mientos bastante recientes. Se llega, inclu­ sin transición a zonas pequeñas y aisladas so, a tener la impresión de que los collas, o de hablas no inteligibles para los primeros; puquinas collavinos, se vieron amenazados frente a tales hablas "particulares y antiquí• a la vez por diversos frentes y fueron ataca­ simas" el aymará, y con mayor razón el dos y desbordados casi simultáneamente quechua, eran indudablemente idiomas de por los aymaraes lupacas desde el suroeste presencia reciente. y por los cusqueños desde el noroeste. 7. El ingreso del ayrnará en el Altiplano Más aún, los pobladores de la provincia pacase, tanto los descendientes de oriundos Thér~se Bouysse-Cassagne y Nathan del lugar, étnicamente umasuyos, cuanto Wachtel oponen a mi afirmación de la pro­ los de origen foráneo, "serranos" aymaraes cedencia norteña del aymará "los últ-imos provenientes de las sureñas cordilleras de trabajos" sobre las migraciones aymaraes Carangas, convenían en afirmar hacia 1586 venidas del sur. N. Wachtel cita a Teresa que los indios serranos habían descendido Gisbert y T. Bouysse a John Hyslop. de las alturas y se habían asentado en las Pues bien, aparte el hecho de que los tierras bajas del sureste del lago sólo a raíz datos principales que maneja T. Gisbert de su derrota por los incas(20). han sido conocidos y discutidos desde tiem­ Nada, entonces, impide -ni los datos po atrás, y aparte también el error de T. lingüísticos ni los documentos históricos• Bouysse cuando hace decir a Hyslop lo que asumir las conclusiones arqueológicas que éste no escribió (Hyslop se refiere a Cu tim­ presenta Ruth Shady y postular que invaso­ bo, no a Coquimbo, en las alturas de Chu­ res aymaraes, venidos originariamente del cuito, y sospecha que Cieza se confundió norte en una o más oleadas, siguiendo las dada la similitud fonética de ambos nom­ tierras altas de la Cordillera Occidental an­ bres); aparte todo esto -digo-, no hallo dina, no pudieron vencer al comienzo, por contradicción alguna entre los aymaraes largo tiempo, las defensas de los puquinas invadiendo desde el norte y conquistando collavinos y debieron continuar su avance desde el sur. mucho más al sur hacia quizá la puna ataca­ Una vez más, las informaciones de la meña, pero atacando a las poblaciones pu­ Copia de curatos vienen a darnos luz sobre quinas y uruquillas (y/u otras más) de la lo que pudo haber sucedido, cuando con­ mitad meridional del Altiplano, hasta que­ trapone la situación lingüística de la mitad brar su capacidad de resistencia -capacidad meridional del Altiplano, casi enteramente indudablemente menor que la del sector aymarizada hacia 1600 (pese al importante septentrional, dadas las condiciones natura­ bolsón puquina entre La Puna, Potosí, les que no permiten allí una alta densidad Quila Quila, La.Plata y Yotala), a la mitad poblacional-. septentrional, · la circun-Titicaca, en la cual Una vez afianzados en la región meridio­ el aymará sólo se había asentado sólida• nal, algunos contingentes aymaraes habrían mente sobre la banda de Orcosuyos, aunque contramarchado tiempo después hacia el no en la totalidad de ésta, mientras en el norte, hacia el Callao, aprovechando lasco-

402 Revista Andina, año 5 ______Torero: Lenguas altiplánicas yunturas favorables generadas por la expan­ de ese modo con el estilo Collao del Alti­ sión cusqueña, y penetrado finalmente allí, plano septentrional, hacen pensar como po­ en una suerte de prolongado rodeo para al­ sible que una variedad del puquina se hu­ canzar al fin, siquiera parcialmente, la am­ biese extendido como lengua general en la bicionada tierra collavina. época por toda el área de influencia collavi­ En tanto los grupos aymaraes (lupacas y na, antes que el avance aymará y, sobre to­ pacases) se instalaban en las costas del lago do, la conquista inca, que favoreció de mu­ Titicaca, otros grupos permanecieron asen­ chos modos a los pueblos aymaraes (con ce­ tados en el sur del Altiplano, con lo cual el siones de tierras en las yungas occidentales idioma aymará se fue diversificando en va­ y orientales y respaldo político pleno como riedades no muy marcadamente distintas, ejecutores de los designios imperiales), lle­ pero sí lo suficiente como para que, a prin­ vasen la opresión y la marginación a los de­ cipios del siglo XVII, Ludovico . Bertonio más pueblos, sus culturas y sus lenguas. señalara la existencia de varias "naciones" La ausencia de poblados defensivos du­ aymaraes, con rasgos lingüísticos particula­ rante el Formativo Pucará, los períodos res, en especial la de los Charcas(21 ). Tiahuanaco Clásico y Expansivo y la fase En territorio chileno, algunos topónimos primera de las culturas Altiplano pudo de­ son obviamente aymaraes, tan al sur como berse al establecimiento progresivo de redes Copiapó (de qopi-yapu "tierra de olleros"); de intercambio económico y cultural que, además, el idioma araucano muestra algu­ centradas sobre el Collao, canalizaron un nos préstamos aymaraes, como el nombre flujo multidireccional de recursos variados del número 100: pataka (y no la forma pa­ y complementarios entre el noroeste y el chak del quechua sureño). Casos como éste sureste, el litoral y las vertientes del Pacífi• podrían esgrimirse para argumentar contac­ co y las vertientes y los llanos amazónicos. tos pre-incaicos entre aymaraes y pueblos La construcción, en cambio, de fortifi­ del Chile actual; pero la explicación de ellos caciones y pueblos amurallados del · siglo bien puede encontrarse meramente en el XIII al XV y el consiguiente aminoramien­ hecho de que el aymará fue el idioma del to, la interrupción tal vez, del flujo de in­ imperio cusqueño cuando Túpac Yupanqui tercambios, sólo son explicables por la in­ conquistó Chile y que continuó estando terposición violenta de gente forastera, aje­ masivamente presente en el sur andino an­ na a las milenarias tradiciones altiplánicas tes que lo hiciera el quechua. de complementación multirregional. Las grandes ciudades amuralladas descri­ Por sí sola, esa reacción defensiva gene­ tas por Hyslop para el suroeste del Collao ralizada, con su casi centenar de pueblos no serían, pues, obra de los invasores ayma­ fortificados como testimonio, es prueba raes, como este autor ha supuesto, sino suficiente de cuánto de utópico tiene el construcciones defensivas de los collas des­ modelo de archipiélagos multiétnicos pos­ tinadas a disuadir a los aymaraes de atacar tulado por John Murra. Unicamente la fuer­ las tierras bajas, así como para proteger sus za del imperio cusqueño victorioso a lo lar­ ganados y mantener abiertas sus rutas hacia go de los Andes hizo posible el despojo de los valles de la costa. la gente yunga y la entrega de parte de sus La misma función protectora frente a la fierras a los jefes aymaraes aliados de los amenaza de los aymaraes posesionados del incas. Altiplano meridional habrían cumplido las Cabe destacar, en fin, cuán fructífero se numerosas pucaras o aldeas defensivas que, muestra el enfoque interdisciplinario, como instaladas en las nacientes de los valles des­ lo señala el arqueólogo Arturo Ruiz. Espe­ de el norte de Chile hasta el noroeste de ro que este tipo de labor conjunta de espe­ Argentina, acordonaban las punas de Ca­ cialistas en diversos campos de la ciencia rangas, Lípez y Atacama, según describe (de la ciencia social en particular) se amplíe R. Shady reseñando los estudios de investi­ y profundice para avanzar en el conoci­ gadores chiienos y argentinos. miento más pronta y acertadamente. La presencia en la mayoría de esos sitios 8. El quechua en el noroeste del Collao. de "componentes de estilo negro sobre rojo o versiones locales de él" que los vinculan Adelaar subraya la adopción por el que-

No. 2, Diciembre 1987 403 Estudios y Debates------~-- chua de Azángaro, Lampa y Melgar, nor­ nes de la Casa de la Cultura del Perú. oeste de Puno, de sufijos aymaraes presta­ Lima, 1964, pág. 14. dos junto con algunas de las reglas de eli­ minación vocálica características del ayma­ 2) Visita ... Chucuito, op. cit., pp. 140- rá y las demás lenguas aru, y ve en estos ca­ 141. sos un ejemplo "bastante espectacular de 3) "Relación de la provincia de los Pacajes" substrato aymará", que iría contra mi hipó• [ 15 86?]. En: Relaciones Geográficas de tesis de pasaje directo del puquina al que­ Indias. Madrid, 1885, tomo 11, pág. 54. chua en esa área, sin una fase intermedia. Si bien es conveniente el estudio de todo 4) Nathan Wachtel, "Les Mitimas de la el quechua puneño, a fin de determinar si Vallée de Cochabamba. La politique de la contaminación con el aymará que se per­ colonisation de Huayna Capac' ', Jour­ cibe en las provincias aludidas ocurre o no nal de la Société des Américanistes, to­ en la región de Capachica y Coata, donde la mo LXVII, París, 1980-1981; anexo l, Copia de curatos denuncia hacia 1600 un pp. 318-320. incipiente proceso de quechuización, no de 5) lbidem, anexo 2, pp. 321-324. aymarización, estimo que los casos exami­ nados por Adelaar no reclaman invitable­ 6) Antonio Vásquez de Espinoza, Compen­ mente una etapa intermedia de empleo ex­ dio y descrirción de Las Indias Occiden­ tendido del aymará para ir del puquina al tales [1629 . Ed. The Smithsonian Insti­ quechua y que basta constatar la situación tution. Washington, 1948, pp. 571-572 de cerco· y permanente acoso por parte del y 574-575. aymará a que se han visto sometidos en ese 7) Tribunal del Poopó, Expediente 1O sector antiguamente el puquina y actual­ [años de 1593-1679], citado por N. mente el quechua. Compárese, salvando las Wachtel en "Les Mitimas ..."; véase en diferentes antigüedades de cada proceso, la particular pág. 301. situación del quechua de Puno con la del 8) Garcilaso de la Vega. Los Comentarios idioma rumano, rodeado por pueblos prin­ Reales de los Incas, Libro Séptimo, capí• cipalmente eslavos y contagiado de eslavis­ tulo IV. mo en la fonética, la gramática y el léxico. La quechuización del noroeste collavino 9) N. Wachtel, "Les Mi timas ...", anexo 1, debe haberse producido más o menos si­ pp. 318-320. multáneamente y en vinculación con la de 10) Probanza de Diego de Tiezo, 1611. canchis y Canas, e incluso Collaguas, y ha­ AGI Charcas 87. berse acelerado a Jo largo del siglo XVII. Bien advierte Albó cómo el cronista ayma­ 11) Toribio Medina, La Imprenta en Lima. rá Yamqui Sallcamaygua, pese a su mani­ Amsterdam, 1965, tomo I, pág. 141. fiesto orgullo genealógico, hace en su cró• 12) Garcilaso de la Vega, ob. cit., Libro pri­ nica, de comienzos de ese siglo, más uso mero, cap. XVII, y Libro segundo, cap. del quechua que del aymará. Débese estu­ XVI. diar, por esto, el quechua actual de esas 13) Citado por Luis Millones, "Pastores y ex provincias aymaraes, puesto que tal vez Tejedores de los Condesuyos de Arequi­ desde allí viene este quechua puneño tan pa : Un informe etnológico al Concejo transido de aymarismo. de Regencia ( 1813)", Boletín de la m­ De todos modos, el aymará nunca llegó blioteca Nacional, 57-58:4. ·Lima, 1971. a cerrar el cerco en torno al lago Titicaca: se lo impidió la marcha de la historia colo­ 14) Lorenzo Hervás y Panduro. Catáloao nial, que favorecía al quechua. de las Ienauas de las naciones conocidas. Madrid, 1800, vol. I, pág. 245. 15) Citado por L. Millones, "Pastores ...", REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS pág. 8. 1) Garci Diez de San Miguel, Visita ... a la 16) "Relación de la provincia de los Paca­ provincia de Chucuito, [ 1567 ]. Edicio- jes", op. cit. pág. 62.

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17) Jehan Vellard, Dieux et Paria des An­ Vilcasguamán . .. " [1586] . En: Relacio­ des. Ed . Emile-Paul. París, 1954 pp. nes Geográficas de Indias. B.A.E., vol. I, 120-121. ' pp. 205-219. 20) "Relación de la provincia de los Paca­ 18) Luis E. Valcárcel. Etnohistoria del Perú jes", op. ~it., pp. 57-5 8. Antiguo. Ed. Universidad Nacional Ma­ yor de San Marcos. Lima, 1959 pág. 21) Ludovico Bertonio. Vocabulario de la 148. ' Len¡ua Aymará. Juli, 1612, páginas in­ 19) "Descripción fecha de la provincia de troductorias y pág. 398.

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