M. BULNES PELÁEZ, «CRÓNICA DE LA TRADICIÓN…» BLO, VOL. EXTR. N.º 1 (2017), PP. 179-190

Crónica de la tradición oral en

María BULNES PELÁEZ (Investigadora independiente) [email protected] ORCID ID: 0000-0002-4393-1943

ABSTRACT. This article offers a review of the RESUMEN. Este artículo ofrece una aproximación main contributions to fieldwork, documentation and crítica a las principales labores de documentación y other related topics on the Cantabria’s () oral estudios centrados en la literatura de tradición oral literature, from the earliest attested examples to the de Cantabria (España) desde los primeros trabajos de present. campo hasta la actualidad.

KEYWORDS: oral tradition, oral literature from PALABRAS-CLAVE: literatura oral, literatura Cantabria (Spain) tradicional de Cantabria (España).

Hacer un repaso de la tradición oral en Cantabria es, en un porcentaje muy amplio, hacerlo sobre el Romancero tradicional. No en vano, los grandes nombres que en el mundo hispánico han aportado luz, rigor y dignidad al Romancero, desde el maestro Don Ramón Menéndez Pidal hasta José Manuel Fraile Gil han marcado a Cantabria como una de las zonas más ricas en este género. Por ello, la crónica que a continuación se presenta tiene como eje central los romances. No por eso se deben descuidar los demás géneros, que si bien es cierto han sido trabajados con menor intensidad, el trabajo de campo resultante constituye a día de hoy Patrimonio Inmaterial de esta tierra.

FINALES DE SIGLO XIX Y PRIMER TERCIO DE SIGLO XX Los primeros datos que tenemos de recopilación de la tradición oral en Cantabria se sitúan entre 1870 y 1880. En 1877 Amós de Escalante (Santander, 1831-1902) publica el libro Ave, Maris Stella, historia montañesa del siglo XVII, incluyendo en él el romance de La Virgen y el Ciego (é). Un año antes había publicado otro romance religioso: Soledad de la Virgen (eá). El interés despertado por el primero, llevará a Marcelino Menéndez Pelayo (Santander, 1856-1912) a incluirlo en el Volumen X de su Antología de poetas líricos castellanos, que verá la luz en 1910 (Menéndez Pelayo, 1900). Incluirá también en este trabajo algunas versiones y fragmentos que Ramón Ortiz de la Torre y Fernández de Bustamante había publicado en 1897 dentro de la obra Recuerdos de Cantabria. Libro de Bejorís (Ortiz de la Torre y Fernández Bustamante, 1897). En 1885 un joven Seminarista en Monte Corbán, Santander, comenzaba a recoger cantos populares y romances que poco a poco y por primera vez en Cantabria, se irán transcribiendo musicalmente. Se trataba de Sixto Córdova y Oña (Santander, 1869-1956), quién a partir de 1899 intensificará su trabajo recolector, ascendiendo la cifra final a más de mil setecientas piezas recogidas. Una vez ordenado sacerdote y siéndole encomendada la Parroquia de Santa Lucía en Santander, sería ayudado por el organista de la Parroquia, D. Cándido Alegría, lo que evidencia el trabajo depurativo llevado a cabo en las piezas. El mismo Sixto Córdova se jactará de haber retocado multitud de temas. No será hasta

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1947 cuando se edite el primero de cuatro trabajos, dedicado al Cancionero infantil español, compuesto por más de cuatrocientas piezas. A pesar del esmero en las transcripciones musicales, el corpus adolece de rigor metodológico en cuanto a localización geográfica o datos de los informantes. Sin embargo, este trabajo supondrá su nombramiento como Colaborador Honorario por el CSIC. Cabe señalar que ya en 1922 había recibido como reconocimiento a su trabajo el Premio Folklore del Ateneo de Santander. En 1952 y 1955 se publicarán los restantes tomos del Cancionero popular de la provincia de Santander. Por primera vez, la recolección no será sólo romancística sino que se incluyen cantos romeros, marineros, de quintos, nupciales, de cuna, Marzas o Picayos entre otros (Córdova y Oña, 1947, 1952a, b y 1955). Al margen de estos trabajos de recolección citados, tres romances anotados «en los alrededores de Santander» por Florencio Janer i Graells (Barcelona, 1831-El Escorial, Madrid,1877), constituyen el primer documento manuscrito recogido sobre la tradición oral en tierras cántabras1. No será hasta entrado el siglo XX cuando Ramón Menéndez Pidal (La Coruña, 1969-Madrid,1968) y su esposa María Goyri (Algorta, Vizcaya, 1874- Madrid, 1955) establezcan una red de colaboradores a lo largo de la geografía española, que recogerán para ellos un valiosísimo material; nacía así el Archivo Romancístico Menéndez Pidal-Goyri, el mayor de cuantos se conservan del mundo hispánico y gracias a la sensibilidad y empeño de este matrimonio, desde Cantabria fueron llegando poco a poco versiones manuscritas. En esta etapa prolifera el trabajo de campo de manos de intelectuales que, a pesar de su tesón recolector, carecen de cierto rigor en cuanto a la localización de las versiones e informantes, por lo que Ramón Menéndez Pidal imbuirá a sus ayudantes en la necesidad del uso de una cierta metodología. Así, a partir de 1906 comienzan a llegar los primeros romances de la mano de José Ramón Lomba y Pedraja (Santander, 1868-1951), procedentes de Trasmiera. Un total de sesenta y cinco versiones fueron enviadas desde su finca en Gajano a la Villa y Corte2. Otro colaborador de la familia Menéndez Pidal-Goyri sería Narciso Alonso Cortés (Valladolid, 1875-1972), quien envía al Archivo de Chamartín tres versiones recogidas en y (Fraile Gil, 2009). Este autor, que también se acercaría a tierras campurrianas, había publicado en 1906 un trabajo centrado en el Romancero en Castilla la Vieja, a la que pertenecía en aquellos tiempos la antigua provincia de Santander, hoy Comunidad Autónoma de Cantabria (Alonso Cortés, 1906 y 1920: 198-268). Manuel Manrique de Lara (Cartagena, 1863-St. Basien, 1929), marino y musicólogo, recibirá en 1918 una beca de la Junta de Ampliación de Estudios a través del Centro de Estudios Históricos en forma de «pensión de tres meses» para recorrer el Norte Peninsular y «recoger la música y letra de romances españoles»3. Tras visitar Palencia, Manrique de Lara llegó a Cantabria, donde recogió dieciocho versiones que remitiría al Archivo de Chamartín procedentes de las localidades de San Vicente de la Barquera, , Bustio y (Fraile Gil, 2009). En 1920, desde California llegaba a España Aurelio Macedonio Espinosa (El Carnero, Colorado, 1880-1958) con el fin de recoger cuentos tradicionales. Al tomar contacto con el Centro de Estudios Históricos, Menéndez Pidal le recomienda la recolección de romances además de cuentos, por lo que el americano vio ampliada su

1 Una versión puede consultarse en Fraile Gil (2009: n.º 642) 2 Cincuenta y ocho de estas versiones pueden consultarse en Fraile Gil (2009). 3 Según copia de expediente guardado por a JAE, hecha e 13 de agosto de 1926 por Santullano.

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tarea recolectora. Recorrería Santander, Cabuérniga, (donde se hospedaría con José María de Cossío) y Reinosa4. En 1922, la escritora Concha Espina (, 1869, Madrid, 1955) recogerá algunas versiones en Mazcuerras para los Menéndez Pidal, en cuyo archivo se conservan aún los manuscritos originales (Fraile Gil, 2009). A lo largo de esta década, José María de Cossío y Martínez Fortún (Valladolid, 1892-1977) y Tomás Maza Solano (Guarnizo 1893-Santander, 1975) irán reuniendo un rico material y dando forma a lo que en 1933-34 se publicaría bajo el título «Romancero Popular de la Montaña», compuesto por quinientos treinta romances distribuidos en dos tomos (Cossío y Maza Solano, 1933-1934). Finaliza la década de los veinte con la publicación en 1928 de dos versiones romancísticas procedentes de en la obra «Del solar y de la raza. Tradiciones y leyendas de la Montaña», de manos de Adriano García Lomas (Arenas de Iguña, 1891- 1972) y Jesús Cancio (1885-1961) (García-Lomas y Cancio, 1931). Nos encontramos en la década de los treinta y, justo en su primer verano, el matrimonio Menéndez Pidal-Goyri decide retomar el contacto con los bailes romanceados y se acerca a para admirar y recoger en esta localidad uno de estos escasos ejemplos que al son de La boda estorbada (á) aún hoy se conservan en la Península Ibérica. Les acompañará Gonzalo Menéndez Pidal Goyri que hará las veces de reportero gráfico5. Este viaje se repetirá dos años después para acompañar al musicólogo alemán afincado en Norteamérica Kurt Schindler (Berlín, 1882-Nueva York, 1935) visitando de nuevo Ruiloba con el objetivo de registrar en discos de aluminio el Baile a lo Llano6. En el mes de septiembre de 1931, Eduardo Martínez Torner (Oviedo, 1888- Londres, 1955) emprende una campaña de dos semanas por y , bajo el manto del Centro de Estudios Históricos. Por indicación de los Menéndez Pidal, Ruiloba y el «Baile a lo Llano» se hacen visita obligada7. En este mismo año, Jesús Bal y Gay (Lugo, 1905-Torrelaguna, Madrid, 1993), proveniente de la Residencia de Estudiantes en Madrid donde fue un entusiasta colaborador, recopila en Rocamundo, Municipio de Valderredible algunas versiones romancísticas. Pero en la segunda mitad de la década de los treinta, la vida en España se rasgaría por completo y con ella su cultura popular. Los trabajos de recopilación se centran en estos años oscuros en las campañas que la Sección Femenina lleva a cabo con el fin de nutrir y dar contenido a las actuaciones de uno de sus brazos más visibles: Coros y Danzas. Sin embargo, lo recogido se ve «convenientemente» depurado y adornado, por lo que las transcripciones y los informes que acompañan a cada pieza recogida gozan de poca fiabilidad después del paso del cepillo de carpintero que efectuaba la Regiduría Central de Cultura.

POSGUERRA Y DICTADURA: 1945-1975

4 Una versión recogida en Aradillos (Ayto. Campoó de En medio) puede consultarse en Fraile Gil (2009: n.º 182). 5 La revista Estampa y La Voz de Cantabria se harán eco de la visita de los Menéndez Pidal a Ruiloba. 6 En una publicación neoyorkina de la época, Folk Music and Poetry of Spain and Portugal, dependiente de la Hispanic Society, se incluye una versión procedente de Cabezón de la Sal, recogida por Schindler. 7 Sesenta y una de estas versiones pueden consultarse en Fraile Gil (2009).

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Pasado el paréntesis de la Guerra Civil, será en 1948 cuando siguiendo la estela de su abuelo, Ramón Menéndez Pidal, Diego Catalán Menéndez-Pidal (Madrid, 1928-2008) se acerque a las tierras de occidente acompañado por su primo, Álvaro Galmés de Fuentes (Madrid, 1924-2003). Sería D. Ramón quien autorizase este viaje y organizase la visita en complicidad con José María de Cossío que ejercería de anfitrión en la Casona de Tudanca. Recorrerán Liébana, Peñarrubia y recogiendo multitud de versiones romancísticas que pasarían a engrosar el Archivo familiar (Catalán Menéndez Pidal, 1969 y 1971-1972). Diego Catalán volvería en dos ocasiones más a Cantabria: en 1977 para realizar la «Encuesta Norte» y en 1983 acompañado de sus hijas, Débora y Mara Catalán, recogería algunas versiones más en Renedo de Cabuérniga8. En 1952, la BBC envía al tejano Alan Lomax (1915-2002) a Mallorca para grabar un certamen de folclore. El americano que contaba en su haber entre otros la primera grabación al padre del blues de Chicago, Muddy Waters, decide quedarse en España durante seis meses para recorrer pueblos y aldeas cargado con su magnetófono. De paso hacia , visita Potes, y Polaciones, donde, exceptuando la primera parada en la que es recibido por un grupo folklórico, lo recogido constituye una joya para nuestra tradición; nos encontramos ante un documento sonoro de extraordinaria calidad, en el que voces jóvenes reproducen para el visitante americano lo que bien podían haber cantado o tocado el Domingo anterior en la bolera. El resto de grabaciones realizadas con posterioridad en Cantabria han sido casi siempre el resultado de hurgar en los recuerdos de ancianos que evocaban su infancia y juventud. Escuchando sus grabaciones se respira la vida en estado puro, sin censuras ni cortapisas ni necesidad de ornatos. Lomax constituiría posteriormente una Fundación para preservar la memoria de los pueblos: La Asociación para la Equidad Cultural (ACE), en la que depositó todo el material recogido a lo largo de su vida. En el año 2004 los fondos fueron adquiridos por la Biblioteca del Congreso de E.E.U.U. y recientemente se ha volcado una copia de las grabaciones en Internet9. En 1977 el Seminario Menéndez Pidal dependiente de la Universidad Complutense de Madrid organizó la «Encuesta Norte» que se desarrollaría en nueve provincias, entre ellas la de Santander. Jóvenes investigadores fueron los encargados de recoger en precario soporte sonoro de casette lo que, a duras penas, la «nueva España» había conservado de aquella «vieja España» y sonaba por primera vez como una evocación del pasado y no como una recreación de la vida cotidiana. Parte de los materiales recogidos vieron la luz en forma de dos tomos bajo el título Voces nuevas del Romancero castellano-leonés (Aier, 1982).

DE LA ANTIGUA PROVINCIA DE SANTANDER A LA COMUNIDAD AUTÓNOMA DE CANTABRIA La aprobación del Estatuto de Autonomía para Cantabria en 1981 trajo consigo una necesidad imperiosa de lo que podríamos denominar reconstrucción de la cultura e identidad cántabras. Eran años de puesta en valor de los cantos, de las danzas, de los usos y las costumbres; pero sin darse cuenta, se estaba asistiendo a su agonía en favor de vidas más modernas, cómodas y sobre todo rápidas. Las mujeres ya no cantaban a sus hijos mientras los aneaban, pues en el mercado ya existían dispositivos musicales que cumplían

8 Diego Catalán incluiría varias de estas versiones en sus diferentes trabajos, y generosamente facilitaría a José Manuel Fraile Gil la localización de este material y otros en el Archivo de Chamartín para su incorporación al trabajo que se preparaba sobre Romancero en Cantabria. Así, un total de cuarenta y cinco versiones recogidas en este viaje pueden consultarse en Fraile Gil (2009). 9 Puede consultarse on-line en:

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esa función; las lavadoras y el agua corriente en casa apagaban sin darse cuenta la vida de los ríos y lavaderos llenos de mujeres cantando y así sucesivamente, a la par que se pretendía crear una región fuerte en identidades, sus rasgos iban desdibujándose en favor de lo que llamamos progreso. Como respuesta a esas inquietudes, comienza una nueva etapa de recolección en Cantabria y posterior edición de pequeños trabajos a lo largo de estos últimos cuarenta años, encabezada por autores locales. La mayoría de ellos son el resultado de pequeñas «incursiones» en el medio rural que permitieron la recogida de un material muy variado pero que por lo general adolecen de catalogación o estudios complementarios. Tal vez ahora, con una percepción más patrimonial y menos identitaria, sea el momento de reunir todo el material en una Antología que facilite el acceso a la documentación y permita la formación del interesado en Tradición Oral. De esta forma, comienzan a aparecer pequeñas publicaciones que poco a poco van conformando lo que hoy bien podríamos observar de forma conjunta como corpus de la Tradición Oral en Cantabria. Merecen mención explícita las Publicaciones del Instituto de Etnografía y Folklore «Hoyos Saiz», que llevaban desde 1969 aportando pequeños artículos de investigación. Desde esa fecha hasta el año 2003 en que se edita el último volumen, apenas podemos rescatar un trabajo de Ángel Palacio publicado en 1976 en su Volumen VIII sobre Quintillas populares que en la localidad de Navajeda se cantaban durante las Procesiones de Semana Santa y un artículo de Beatriz Valiente Barroso centrado en el romance La Flor del agua (áa) editado dentro del Volumen XVI10. Como ya hemos dicho, pequeños trabajos de índole local comienzan a ver a luz. En 1988 Juan M. Haya Martínez recogerá versiones de Romancero en Trasmiera; en 1993, Manuel Garrido Palacios (Huelva, 1947) publicará versiones romancísticas recogidas en Cantabria en su libro De viva voz, Romancero y Cancionero al paso. En 1991, Teresa Fernández González y Jesús Serrano Blanco, en su trabajo Mirando al pasado, recopilan varios romances recogidos en Campoo. Ese mismo año, desde el Departamento de Filología de la Universidad de Cantabria, tres estudiantes llevan a cabo el trabajo titulado Tradición Oral en la Cantabria Rural: Valderredible y Liébana (Romar García, Bravo Suero y González Velarde, 1991). Pedro Álvarez, maestro de escuela en Potes y hoy Cronista Oficial de Liébana, aportaría también su granito de arena. Atraído desde joven por la cultura musical de la tierra lebaniega que le vio nacer, recorrería a lo largo de la década de los ochenta y principios de los noventa casi la totalidad de pueblos y aldeas y recogería junto con Eneida Bustamante multitud de versiones y fragmentos que se verían publicados en forma de Cancionero popular de Liébana, cuyo primer volumen se edita en 1992 y el segundo en 1996 (Álvarez y Bustamante, 1992 y 1996). En 1996, la Universidad de Cantabria, a través del Aula de Etnografía, organizó junto con el Seminario Menéndez Pidal la encuesta «Cantabria 96», centrada en la recolección de romances. El trabajo permanece inédito en el Archivo Sonoro «Débora Catalán» de Chamartín.

10 Las versiones recogidas por Beatriz Valiente Barroso sobre este romance figuran en el Romancero Tradicional de Cantabria, de José Manuel Fraile Gil: n.º 576 y 579. Fueron el resultado de su Trabajo de Investigación «El ritual romancístico y el poder mágico de la palabra: un análisis antropológico de la literatura oral en la comarca de Campoo a partir del estudio del Romancero», dirigido por el Profesor D. Eloy Gómez Pellón de la Universidad de Cantabria.

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En 1997 Fernando Gomarín Guirado, junto a Diego Catalán, publica el Romancerillo Cántabro. Con anterioridad, pequeñas publicaciones habían visto a luz, entre las que destaca el Cancionero secreto de Cantabria, publicado en 198911. Será a finales de la década de los noventa cuando Manuel Bahillo y Roberto Diego, tras varios años encabezando el panorama musical folki en esta Comunidad e inmersos en una búsqueda sin fin de retazos de la tradición oral que pudieran resultar versionables para el plano folk, opten por editar gran parte del material que habían recogido durante casi una década. Aparecían así en forma de doble CD12, Música de Cantabria, Documentos de Tradición Oral, Volumen I y II, en el año 1998. Cuatro años más tarde editarían los volúmenes III y IV manteniendo el mismo formato que los iniciales. Nos encontramos con un total de ciento dieciséis cortes que abarcan una representación de casi la totalidad del corpus musical que ha llegado a nuestros días: Se recogen una representación de cantos de ritual fijo como Marzas13, Aguinaldos, Sacramentos Ramos de Pascua, Mayas o Bodas, Danzas rituales como los Picayos, las danzas de varas o arcos y el paloteo y piezas de baile popular a lo suelto y a lo «agarrao» al son de panderetas, gaita y tambor o pito y tambor. No faltan tampoco una pequeña representación de las tonadas y los romances. En 1997, y dentro de las celebraciones de XXV Aniversario de RNE en Cantabria, RTVE-Música tuvo a bien editar una pequeña muestra del trabajo desarrollado durante años por Jesús García Preciado para diversos programas de carácter etnográfico. Desde el otoño de 1972, en que nacía «Rutas del Norte», más de tres mil informantes fueron recogidos por los micrófonos y cámaras de la Radio y la Televisión. Las Bodas de Plata supusieron una buena excusa para editar La Música Popular de las Tierras de Cantabria; salían de esa manera a la luz en formato CD cuarenta y dos cortes sonoros que, aunque resultan una joya en los tiempos que corren, no sirven sino para seguir anhelando la digitalización de todo el Archivo de la Radio Pública, cuyo material «duerme el sueño de los justos» en algún almacén sin visos por el momento de ser rescatado del olvido, con el consiguiente deterioro que acabará desembocando en su pérdida definitiva14. También ese año, y con motivo de la celebración de Año Jubilar en Santo Toribio, el Arciprestazgo de Liébana ponía en marcha la edición del trabajo de campo llevado a cabo a lo largo de 1996 por los sacerdotes José Manuel Gutiérrez y Alejandro Sánchez y que recogía los textos de los cánticos del tiempo de la Navidad en esa comarca. Contiene una buena representación de los Ramos de Navidad15 y de los cantos petitorios de

11 Etnógrafo e investigador y durante años responsable de Aula de Etnografía de la Universidad de Cantabria. Tiene publicados también trabajos sobre los cuentos tradicionales, recogidos en el libro de Julio Camarena, Repertorio de los cuentos folclóricos registrados en Cantabria. 12 El librito que acompaña estos dos primeros volúmenes fue redactado por D. Manuel Luna Samperio, quién hace un análisis antropológico y musical de la tradición cántabra. 13 De los cantos de Marzas en Cantabria, existe un excelente trabajo al respecto, obra de Antonio Montesino (1992). 14 El librito que acompaña al disco contiene una documentación muy interesante, que incluye varias imágenes de rituales desaparecidos, así como de los últimos ejemplares de instrumentos pastoriles que Chuchi llegó a recoger, como flautas de ala de buitre o rutones, cuyo sonido se incluye en el disco. 15 En el Valle de Liébana, antes de comenzar la Misa de Gallo, cuatro o seis mozas del pueblo eran las encargadas de portar el Ramo hasta la Iglesia y una vez obtenida Licencia introducirlo en el Templo hasta el Altar Mayor. Allí lo recogería el Mayordomo y quedaría expuesto hasta Reyes, fecha en la que se rifaba. Este ritual tan común en todos los pueblos de Liébana, estaba salpicado de mil y un matices que lo hacían diferente y por tanto único en cada localidad: Variaba la estructura, desde una rama vegetal a soportes de madera de diversas formas construidos para tal fin y custodiados en la Iglesia; las rosquillas y manzanas eran un elemento común en el ornato, pero podían lucir también velas, flores de papel o incluso dulces y

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Aguinaldo, así como las transcripciones musicales16. En 2002, y fruto de la extensa recolección llevada a cabo en 1996 por estos dos sacerdotes, se editaba, al amparo de la Fundación Canónica María García de Noreña, La religiosidad popular en Liébana, Cánticos religiosos, salvando con ello del olvido entre otros los viejos Ramos de Pascua o los Gozos. En 1999 en la Universidad La Sapienza de Roma, la italiana Grazia Tuzi, Licenciada en Etnomusicología bajo la dirección de Diego Carpitella, obtiene el Doctorado en Ciencias Etnoantropológicas con una tesis sobre Pandereteras de Cantabria. Durante los años que preceden a esa fecha, Grazia recorrerá Cantabria en búsqueda de las últimas tocadoras de este instrumento. Además, será becada por la Fundación Botín para realizar parte de este trabajo cuyo material se encuentra depositado en los archivos de la Fundación. Posteriormente, en 2012 publica en Italia La pandereta. Suoni e identità della Cantabria. A finales del año 2000 veía la luz otro trabajo centrado una vez más en esta comarca del occidente cántabro. Desde el Aula de Etnografía de la Universidad de Cantabria se editaba «Canciones y Romances de Liébana», de Antonio Gamaza Vázquez. Un total de setenta y ocho piezas componen este trabajo, abarcando coplas, tonadas de ronda, cantos religiosos o comparsas de carnaval entre otras. Son el resultado del trabajo de recolección desarrollado a lo largo del año 1987. Es una lástima que las grabaciones no fueran de calidad, lo cual se tradujo en sendos errores de transcripción. En cualquier caso, Antonio y su esposa recogieron un material muy interesante, y los alumnos de la Escuela Taller con los que trabajó a lo largo de ese año le acercaron a lebaniegos anónimos, lo cual permitió ampliar el abanico de informantes que componen al día de hoy la memoria de la tradición oral lebaniega. Sin embargo, Cantabria estaba marcada desde los tiempos de Menéndez Pidal y Cossío como tierra de Romancero y eso provocó que especialistas en la materia se siguieran acercando desde otros puntos del país con el afán de seguir recolectando los flecos romancísticos que aún se podían escuchar en alguna cocina, especialmente en el occidente. Así, en 1986 un joven José Manuel Fraile Gil llega a Liébana atraído por las crónicas de la recolección que había orquestado D. Ramón Menéndez Pidal. Siguiendo los pasos de Diego Catalán recorre el valle y se acerca a Polaciones y Tresviso. Con él viajará el equipo de grabación de la discográfica SAGA, que un año más tarde sacaría al mercado en forma de casetes una parte del trabajo recogido17. El resto del material irá viendo la luz prudentemente a través de la misma casa, en cuya colección «La Tradición Musical en España», el volumen I está dedicado a la Cornisa Cantábrica, apareciendo siete piezas recogidas en Liébana y Tresviso. Poco después, en el volumen II, dedicado a

mandarinas; y los cantos que entonaban las mozas variaban también de un concejo a otro tanto en su contenido como en las cadencias con las que lo entonaban. Es una lástima que este trabajo rescatara del olvido todos los textos y melodías y descuidase la descripción específica de cada uno. 16 En Liébana los aguinaldos eran pedidos en su mayoría al atardecer del 31 de diciembre por los mozos del pueblo, que encabezados por el tambor comunal llamaban a cada puerta a la voz de «Aguinalderos somos, aguinaldo pedimos; ¿qué hacemos, cantamos, rezamos o nos vamos?». En caso de ser requeridos para cantar, cada pueblo tenía su costumbre, que por lo general era el canto de los Mandamientos o Sacramentos. Omisión importante en este trabajo son los Aguinaldos de Bárago, Municipio de Vega de Liébana, cuyo canto petitorio no alude a temas eclesiásticos, sino que contiene la joya del raro romance de «La merienda del moro Zaide», reminiscencia del antiguo romancero fronterizo. Para saber más de esta versión, consultar Fraile Gil (2009: n.º 9) y Catalán Menéndez-Pidal (1969: 85-100). 17 Un trabajo dedicado a Polaciones (VPC-235) y otro a Liébana y Tresviso (VPC-236).

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«Los últimos tañedores del rabel», pueden escucharse unas Jotas recogidas en Polaciones. En el año 1997 verá la luz un trabajo monográfico sobre el Valle de Polaciones, dentro de la misma colección y correspondiendo al volumen VII. Unos años antes, concretamente en 1991, veía la luz bajo los auspicios del Centro de Cultura Tradicional de la Excma. Diputación de Salamanca, Romancero Panhispánico. Antología Sonora, en el que Fraile Gil incluye temas recogidos en esta Comunidad (Fraile Gil, 1992)18. Cantabria pasa a ser una constante en el trabajo del investigador, por lo que su red de colaboradores va creciendo a medida que se hacen rutinarias sus visitas a esta tierra y su trabajo empieza a ser conocido y valorado. Como consecuencia la editorial Cantabria Tradicional abre sus puertas al archivo Fraile Gil y así ven la luz Narrativa Tradicional en el Valle de Polaciones en el año 2003 y Cantares de Lines Vejo en el año 2006. Durante esta época colaborará también dentro de las Jornadas de Música Tradicional en Cantabria, organizadas por el Parlamento de esta Comunidad. Sin embargo, será en 2009 cuando las novecientas sesenta y una páginas del «Romancero Tradicional de Cantabria» conteniendo ochocientas treinta y dos versiones y ochenta cortes sonoros sean al fin una realidad palpable. Prologado por Samuel G. Armistead y editado por la Fundación Botín, este magnífico trabajo reúne con la ayuda y apoyo de Diego Catalán Menéndez Pidal, prácticamente toda la recolección romancística llevada a cabo en las tierras de Cantabria desde principios del siglo XX, a excepción de El Romancero de la Montaña que José María de Cossío y Tomás Maza Solano editaran en 1933, del que urge una reedición convenientemente documentada. Acompañando a José Manuel Fraile Gil, realizará una importante labor en esta tierra la profesora Susana Weich-Shahak. Esta etnomusicóloga, especialista en la tradición oral de los sefardíes y miembro del Centro de Investigaciones de la Música Judía en la Universidad de Jerusalén, encontrará en Cantabria versiones romancísticas muy similares a las recogidas en las diferentes comunidades sefarditas extendidas por el mundo y conservadas en castellano medieval con primor por los descendientes de aquéllos que fueron expulsados en 1492 de España. Desde la Universidad de Alcalá de Henares, recalaría también en Liébana el profesor José Manuel Pedrosa, quien tras recoger un valioso material durante unas vacaciones en 1989, veía publicado en 1999 parte de su archivo bajo el título Canciones de las montañas de Liébana. Ya en la introducción a ese trabajo, se detalla parte del material recogido que quedaba en aquel momento a la espera de ser publicado, citándose romances, oraciones y cuentos. Quedaba también pendiente la edición en soporte sonoro de una muestra de las piezas recogidas. Entre el extenso contenido que incluye muestras del repertorio infantil, romances, coplas de baile o cantos petitorios, destaca la única versión recogida en este Valle de Las doce palabras. El profesor Pedrosa tuvo ante su grabadora entre otros, a informantes nacidos a finales del siglo XIX y principios del XX que supieron regalarle sus recuerdos más preciados. Otros investigadores como Maximiano Trapero (León, 1945) o los asturianos Jesús Suárez y Mariola Carbajal visitarán los pueblos más altos de los (Bejes y Tresviso) en los años 1994 y 1995. Trapero regresará a Liébana ya en el siglo XXI para visitar a la excelente informante de Caloca, Ángeles Vejo Gutiérrez (Fraile Gil, 2009). María Jesús Ruiz, experta en Literatura Oral y profesora de la Universidad de Cádiz, recorrerá Cantabria a principios de este siglo en busca de las últimas joyas que la tradición oral ha atesorado en el Norte.

18 En el año 2010 veía la luz Antología Sonora de Romancero Tradicional Panhispánico II.

ISSN: 2173-0695 DOI: 10.17561/blo.vextrai1.8 ~ 186 ~ M. BULNES PELÁEZ, «CRÓNICA DE LA TRADICIÓN…» BLO, VOL. EXTR. N.º 1 (2017), PP. 179-190

Volviendo al entorno local, en el año 2016, David Pérez Gómez edita un trabajo monográfico sobre su tía abuela Adela Gómez Lombraña (Salceda, Polaciones, 1917- , 2014). Hija de la «tía Mariquita» y de «Ti Eloy Gómez», y más conocida su familia como «los mariquitos» por ser descendientes de aquella mujer que cautivara a Dn. José María de Cossío con sus romances, Adela ha sido para los amantes del Romancero Tradicional un arca en el que se han guardado durante generaciones los mejores arreos del saber popular de las tierras más altas de Cantabria. Su casa o la de su hermano Luis siempre estuvieron abiertas a cuantos a ella se acercaron para escuchar, grabar, aprender o simplemente disfrutar de un café de puchero y una amena conversación. Contiene este trabajo un CD con veinticuatro cortes sonoros que son en su mayoría el resultado de grabaciones familiares y pequeñas aportaciones de investigadores locales como Marco Antonio Robles o Roberto Diego. Es una lástima que el gran saber romancístico de Adela no quede reflejado en este trabajo, portadora como fue de excelentes versiones de la épica francesa entre otras, que gustaba cantar acompañada de su bandurria o rabel19. Supone este libro en definitiva un pequeño homenaje para una gran mujer y mejor depositaria aún de la Tradición Oral del Valle de Polaciones. Malograda fue la obra que Tomás Macho (Fontecha, 1953-2014) estaba a punto de editar, fruto de su trabajo recolector en tierras campurrianas. Una muerte pronta e inesperada dejó al rabel campurriano huérfano y todo el trabajo de este gran hombre, perteneciente a una de las mejores familias portadoras de la tradición oral en esa tierra, guardado en el silencio de su casa. Quedan además de ésta otras colecciones pendientes de edición. Fraile Gil o el profesor Pedrosa entre otros, conservan en sus archivos abundante material inédito. Llega hasta aquí la crónica de la recolección de la tradición oral libre en Cantabria. Sin embargo, no quisiera cerrar estas líneas sin hacer alusión a la narrativa tradicional y a quienes han recogido cuentos y refranes en Cantabria. En 1995, Julio Camarena Laucirica (Ciudad Real,1949-2004), a través del Aula de Etnografía de la Universidad de Cantabria publica Repertorio de los cuentos folclóricos registrados en Cantabria20. Excelente manual que recoge la totalidad de los trabajos realizados hasta esa fecha. En todo caso, hablar de cuentos en Cantabria es hablar de Jesús García Preciado21 y su magnífico trabajo en forma de seis tomos que bajo el título de Cantabria, cuentos de la tradición oral han ido viendo la luz desde el año 2000 hasta el 2011. Un total de quinientas quince entradas componen esta maravilla de la narrativa oral (García Preciado, 2000- 2011). Por otra parte, se edita por cuarta vez en 2004 Millar y medio de refranes para Cantabria, de la historiadora María del Carmen González Echegaray, constituyendo este trabajo un referente en la actualidad para la Paremiología, al agrupar cuanto se había editado hasta ese momento22.

19 Pueden consultarse trece versiones romancísticas de esta excepcional informante en Fraile Gil (2009). 20 Gran investigador, colaboraría con el Seminario Menéndez Pidal en el campo del Romancero en León. Tiene en su haber además haber editado el repertorio de cuentos que Aurelio Macedonio Espinosa recogiera en Castilla y León. 21 Jesús García Preciado trabajó desde 1972 hasta 1994, en los programas «Rutas del Norte» y «Cantabria Nuestra». Además, dirigió para TVE el programa «La colodra», lo cual le reportó sendos premios, obteniendo el Premio Nacional «Marqués de Lozoya» por su documental sobre la siega del prau conceju de Tudanca y el galardón nacional de la Segunda Bienal de Cine y Vídeo de Madrid por su trabajo Fiestas de San Pedro en Tresviso, con la productora Estudio 4. Durante esos años fue recogiendo este valioso material. 22 Bajo el sello de Ediciones Tantín, se edita por primera vez en 1989; la segunda edición en 1990, una tercera en 1991 y la cuarta y última, ampliada e ilustrada en 2004.

ISSN: 2173-0695 DOI: 10.17561/blo.vextrai1.8 ~ 187 ~ M. BULNES PELÁEZ, «CRÓNICA DE LA TRADICIÓN…» BLO, VOL. EXTR. N.º 1 (2017), PP. 179-190

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Fecha de recepción: 14 de abril de 2017 Fecha de aceptación: 28 de abril de 2017

ISSN: 2173-0695 DOI: 10.17561/blo.vextrai1.8 ~ 190 ~