¿San Millán En Valderredible? Reflexiones a Propósito De Una Publicación Reciente
Total Page:16
File Type:pdf, Size:1020Kb
Nivel Cero 12 Santander, 2010 Pág. 97-113 ¿SAN MILLÁN EN VALDERREDIBLE? REFLEXIONES A PROPÓSITO DE UNA PUBLICACIÓN RECIENTE Enrique GUTIÉRREZ CUENCA Proyecto Mauranus [email protected] José Ángel HIERRO GÁRATE Proyecto Mauranus [email protected] 1. INTRODUCCIÓN quieren siempre de evidencias extraordinarias y con- sideramos que, en este caso concreto, tiene más vali- En la primavera y el verano de 2007 la prensa de Can- dez que nunca. Y lo hacemos porque llevamos más tabria recogía la noticia de la aparición de un trabajo de una década dedicados al estudio de la Tardoanti- que relacionaba a San Millán, un famoso monje del güedad en Cantabria y conocemos las escasas fuentes siglo VI, con las iglesias rupestres de Valderredible1 . documentales que tratan de la relación de San Millán La investigación, obra del profesor de la University of con esta región. Sobre todo la única que puede ser Tennessee Gregory Kaplan, demostraría la estancia de considerada como directa para el conocimiento de la San Millán en Valderredible durante los últimos años vida de este personaje, la Vita Sancti Emiliani, escrita de su vida, el depósito de sus restos mortales en ese por Braulio de Zaragoza alrededor del año 636. Por valle cántabro y la creación de un importante foco eso, tras asistir asombrados a la presentación de las de peregrinaje en la zona motivado por la presencia tesis de Kaplan y comprobar que dice haber encon- de esas reliquias. Además, en esas mismas fechas el trado en esa misma obra las pruebas de la estancia profesor Kaplan anunciaba el inicio de una nueva y muerte de San Millán en Valderredible, no hemos investigación, que probaría que el origen de la len- podido sentir otra cosa que perplejidad. Por nosotros gua castellana está en Valderredible y que empieza a y por todos los demás autores que han manejado la crear ciertas expectativas en la comarca2. Esta teoría, Vita y no han sido capaces de encontrar esas eviden- qu que se apoya en la que acababa de plasmar en la cias. Podemos llegar a asumir nuestra incompetencia, obra que analizamos en este trabajo, es el conteni- pero nos cuesta creer que historiadores de la talla de do principal de un nuevo volumen cuya publicación Joaquín González Echegaray, por poner un ejemplo se anuncia para marzo de 2009. En el momento de cántabro ilustrativo, hayan investigado este tema y escribir estas líneas, sabemos que la obra ha sido edi- tampoco hayan sido capaces de localizar los datos tada, pero escasamente distribuida. que Kaplan dice tener. Por tanto, nos hemos sumer- gido en la obra del profesor estadounidense con la Este artículo pretende hacer un análisis crítico de las esperanza de asistir a una completa revolución histo- tesis sostenidas por Kaplan en su obra El culto a San riográfica, esperando encontrar esos pasajes que tan Millán en Valderredible (Cantabria): las iglesias rupestres y la esquivos habían sido a los demás autores. formación del Camino de Santiago (2007), que reproduce y amplía un trabajo anterior (Kaplan, 2006). Más allá Lamentablemente y como se podrá comprobar en las del ruido mediático y de los debates políticos, con- siguientes líneas, no existen esas evidencias extraordi- sideramos muy necesaria una revisión del trabajo narias antes citadas, tan necesarias en una obra que de este investigador desde parámetros estrictamente pretende poner patas arriba un panorama histórico- científicos. arqueológico relativamente bien asentado durante décadas. Muy al contrario, del análisis de esa única Estamos completamente de acuerdo con la máxima fuente documental y de los resultados de los traba- que sostiene que las afirmaciones extraordinarias re- jos arqueológicos realizados en las últimas décadas en algunos de los escenarios –reales o supuestos– de la vida de San Millán, únicamente puede concluirse 1 El Diario Montañés, 14 de mayo de 2007, 31 de mayo de 2007 y 1 de agosto de 2007. Alerta, 1 de agosto de 2007. que la tesis de Kaplan carece de fundamento. Dedi- 2 El Diario Montañés, 22 de agosto de 2008. caremos las líneas que siguen a demostrarlo. ENRIQUE GUTIÉRREZ CUENCA Y JOSÉ ÁNGEL HIERRO GÁRATE 2. LA GEOGRAFÍA DE LA VIDA DE Todas estas localizaciones mencionadas en la obra SAN MILLÁN de Braulio han sido objeto de la atención de histo- riadores y arqueólogos desde antiguo. En las últimas La única fuente directa que existe acerca de la vida décadas algunos trabajos se han ocupado de su iden- de San Millán es la Vita Sancti Emiliani. Se trata de tificación (Castellanos, 1998 y 1999; Espinosa Ruiz, una pequeña obra hagiográfica que narra la vida y 2003), aportando evidencias toponímicas, documen- milagros del santo, desde su juventud como pastor tales y arqueológicas. En general, desde hace tiempo hasta más allá de su muerte, ocurrida alrededor del existe un amplio consenso al respecto, si exceptuamos año 574. Fue escrita por Braulio, obispo de Zaragoza la cuestión de la localización y la extensión de Canta- entre 631 y 651, como respuesta a un encargo de su bria, como veremos más adelante. Como recoge Gar- hermano Fronimiano, que recogía otro anterior de su cía Turza (1997: 11) y secunda la mayor parte de los también hermano y predecesor en la sede episcopal investigadores que han dedicado su atención al tema, cesaraugustana, Juan. La obra, concebida para ser “los hechos de la narración de San Braulio tuvieron leída en la misa del día de la celebración de San Mi- lugar en el territorio de La Rioja”. llán, se redactó a partir de una serie de testimonios –de los monjes Citonato, Sofronio, Potamia y Geron- El castellum Bilibio se identifica con las peñas o riscos cio– recogidos por Fronimiano, quien probablemente de Bilibio, en Haro (La Rioja) (Castellanos, 1998: fue abad de la comunidad monástica surgida, ya en 104-105 y 1999: 27-28; Espinosa Ruiz, 2003: 82). En vida del santo, alrededor de su oratorio (Castellanos, la punta más elevada, llamada San Felices, se encuen- 1998: 29-35). Debe hacerse notar el esfuerzo que tra una ermita construida sobre una covacha con ad- hace Braulio por buscar noticias de primera mano, vocación a ese santo, que fue quien instruyó a Millán algo que no siempre ocurre en la producción hagio- en la ascesis. El monte, habitado durante la primera gráfica de la época y que es característico de la Vita. Edad del hierro y citado como castellum en la Vita, cuenta con restos de amurallamientos de piedra de Para la redacción de este trabajo hemos consultado cierta envergadura en su lado norte, zona en la que la edición crítica de la obra publicada por Vázquez se han producido hallazgos casuales de cerámicas tar- de Parga (1943). Existe una traducción al castellano dorromanas, concretamente de Terra Sigillata Hispá- del texto de Braulio, realizada por Toribio Minguella nica Tardía. Además, a su pie, existen algunas cuevas (1883), pero hemos preferido manejar el texto origi- artificiales que han podido ser utilizadas como eremi- nal latino. Por tanto, salvo que se indique lo contra- torios (Pascual Mayoral et alii, 2006). Frente a él y al rio, todas las citas textuales en latín están tomadas de otro lado del Ebro, encajonando el río, se encuentra la edición de Vázquez de Parga y todas las traduccio- el castro de Buradón. Se trata de un yacimiento con nes que las acompañan son nuestras. una secuencia que va desde la Edad del Bronce hasta la Alta Edad Media y que presenta restos de haber La Vita Sancti Emiliani cuenta cómo Millán, un joven gozado de cierta importancia durante el tránsito en- pastor, siente la llamada divina y va en busca de Felix, tre la Antigüedad y el Medievo (Unzueta y Martínez, un famoso eremita que habita en el castellum Bilibium. 1994). Bilibio aparece recogido, con esa misma forma Tras pasar allí unos años, se traslada a un lugar cerca u otras similares, en documentación medieval de los de la villa Vergegio, donde vive una temporada. De allí, siglos XI, XII y XIII (Castellanos, 1995: 35, nota 31). abrumado por la popularidad que comienza a tener, Acerca de su etimología, la interpretación que cuenta se retira a lo más apartado del mons Dircetius donde con más aceptación es la que relaciona el topónimo practica la ascesis. Pero su fama es tal que el obispo con el teónimo prerromano Baelibio, atestiguado epi- Dídimo de Tirasona, la actual Tarazona, le pone al gráficamente unos 30 km al norte, en Angustina (Ála- cargo de la ecclesia Vergegio, puesto del que es expulsa- va) (Sáenz de Buruaga, 1994). do no mucho después, debido a ciertas prácticas su- yas, quizá demasiado “evangélicas” para las costum- La identificación de Vergegio con la actual Berceo pa- bres del clero de la época. Se retira a su oratorium, en rece fuera de toda duda y tiene total aceptación en el que pasará el resto de sus días y donde reposarán la historiografía, considerándose ya superada la po- sus reliquias. En ese tiempo que transcurre hasta su lémica que pretendía situarlo en Aragón (Monreal muerte, Millán realiza una serie de milagros sobre Jimeno, 1988: 73-74). El carácter de villa que se le numerosas personas –o sobre sus propiedades– bien atribuye en la Vita ha hecho que algunos autores lo recibiéndolas en su oratorio, bien desplazándose él interpreten como un núcleo de población desarrolla- desde allí. Algunos de sus lugares de procedencia son do a partir de una explotación vilicaria tardorromana el territorio de Amaia y Parpalines. También le es reve- (Castellanos, 1999: 32-33). lada la conquista de Cantabria por Leovigildo y realiza milagros post mortem, algunos de ellos sobre personas Al igual que ocurre en el caso anterior, la ubicación que viven en Banonicus y en Pratum.