Arquitectos En Aragón. Diccionario Histórico
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AROUITECTOS EN ARAGÓN ~DICCIONARIO HISTÓRICO JESÚS MARTÍNEZ VERÓN AROUITECTOS EN ARAGÓN ~DICCIONARIO HISTÓRICO VOLUMEN I ABAD - BUZALES PRÓLOGO DE JOSÉ LABORDA YNEVA INSTITUCIÓN «FERNANDO EL CATÓLICO» C. S. I. C. EXCMA. DIPUTACIÓN DE ZARAGOZA ZARAGOZA, 2000 ÉNTASIS CVADERNOS DE ARQVITECTVRA DE LA CÁTEDRA «RICARDO MAGDALENA» 14 Director JOSÉ LABORDA YNEVA Consejo Asesor RAMÓN BETRÁN ABADÍA ASCENSIÓN HERNÁNDEZ MARTÍNEZ JAVIER OÑATE MURILLO BASILIO TOBÍAS PINTRE MARTÍNEZ VERÓN, Jesús Arquitectos en Aragón: Diccionario histórico / Jesús Martínez Verón ; prólogo de José Laborda Yneva. — Zaragoza : Institución «Fernando el Católico», 2000. XLVIII + 96 p. : il. ; 24 cm. — (ÉNTASIS. Cuadernos de Arquitectura de la Cátedra «Ricardo Magdalena» ; 14). ISBN: 84-7820-580-2 (O. C.) 84-7820-581-0 (Vol. 1) 1. Aragón-Arquitectos-Diccionarios. I. LABORDA YNEVA, José, pr. II. Institución «Fernando el Católico», ed. Publicación número 2.109 de la Institución «Fernando el Católico» (Excma. Diputación de Zaragoza) Plaza de España, 2. 50071 ZARAGOZA (España) Tff.: 34/976 28 88 78/79 - Fax: 976 28 88 69 [email protected] © Del prólogo, José Laborda Yneva. © Del Diccionario de Arquitectos, Jesús Martínez Verón. © De esta edición, Institución «Fernando el Católico». ISBN: 84-7820-580-2 (O. C.) 84-7820-581-0 (Vol. 1) Depósito Legal: Z-2.759/2000 IMPRESO EN ESPAÑA - UNIÓN EUROPEA Imprime: Talleres Editoriales Cometa, S.A. Zaragoza Prólogo ARQUITECTOS EN ARAGÓN JOSÉ LABORDA YNEVA I Introducción DICCIONARIO HISTÓRICO DE ARQUITECTOS EN ARAGÓN JESÚS MARTÍNEZ VERÓN 1 Diccionario VOLUMEN I ABAD HERRERO 3 BABARÓN 49 ARQUITECTOS EN ARAGÓN JOSÉ LABORDA YNEVA Director de la Cátedra de Arquitectura «Ricardo Magdalena» ocas veces hay ocasión de prologar un diccionario, aunque, desde luego, P haya bastantes más que de escribirlo. Preparar un diccionario es una tarea ardua, metódica, un esfuerzo que exige vocación ante todo, afecto a lo que se ordena y recopila. Los diccionarios que pueden ser llamados así son resultado de años de esfuerzo, esfuerzo para que nada se olvide, esfuerzo para que todo resul- te tratado de forma coherente. No resulta fácil eso, requiere paciencia infinita y método; dos cosas que podemos encontrar juntas algunas veces, aunque resulta raro encontrarlas unidas a la disposición necesaria para discernir, para establecer relaciones entre las cosas. Otra cuestión diferente son los repertorios en forma de diccionario; los reperto- rios tan sólo necesitan elegir, repasar lo que otros dijeron ya de las cosas, elegir lo que mejor conviene y darle otro orden u otro sesgo; aumentar lo que se encuen- tra escaso y suprimir lo que no parece necesario. Es una cuestión de opinión, de presumir qué es lo que quienes consultan esos manuales quieren encontrar en ellos. Eso son los repertorios, diccionarios especializados en algo, diccionarios con opinión, diccionarios que tienden hacia una u otra cosa según la voluntad del autor o su deseo de facilitar uno u otro tipo de consulta. Sin embargo, los diccionarios básicos, esenciales —como lo es éste— rara vez opinan, casi nunca eligen, no aumentan ni suprimen nada, lo cuentan todo para que sea quien busca quien elija y, después, opine. Son instrumentos para ayudar a otros a conocer, tras ellos conocerlo casi todo. Naturalmente eso es vocación, sin ella los diccionarios no serían posibles, sobre todo los que desean decir cuan- to cabe. Y si, además, nadie antes ha dicho nada, o poco, sobre el asunto que tra- tan, la empresa pasa de ser vocacional a resultar heroica. Recuerdo ahora el diccionario de Antonio Palau, un héroe por cuyas manos habían pasado miles de libros, los fichaba, los cuidaba, los quería y decidió un día ordenar sus referencias, autor, título, año, edición, impresor, diferencias físicas, II JOSÉ LABORDA YNEVA matices y todas las circunstancias necesarias para que quien estuviera interesado en conocer lo conociera todo, lo que le interesaba y lo que no; siempre habría alguien a quien aprovechara lo que a otros no había servido. Compuso así su enorme diccionario bibliográfico de cuantos impresos han sido editados en España y América del Sur, modestamente titulado Manual del librero hispano- americano. Un instrumento imprescindible para cualquiera que desee adentrarse en el infinito mundo del libro español. De Palau han bebido cuantos después han tratado de componer nuevos reper- torios, como él lo hizo también de otros que perfeccionó y puso al día: la Biblioteca antigua de escritores aragoneses... de Félix Latassa, por ejemplo. Incluso ha habido quienes han encontrado lagunas en su ingente trabajo; es natural, no es difícil emplear unas horas en advertir faltas en la tarea de quien ha dedicado años a producir información. Lo principal ya está hecho, lo fácil es encontrar mati- ces a lo hecho y regocijarse con ello, —«no lo cita Palau», dicen alborozados. Pocas veces opina Palau en su diccionario, tan sólo describe, reúne y ordena, relata lo que ha pasado por sus manos o ha visto escrito en fuentes solventes, libros que un día tuvo a su alcance, ediciones únicas que nadie volverá a ver jamás pero que él conoció, apreció y anotó con método, paciencia infinita, vocación y criterio. Con ese sentido común infrecuente que proporciona la costumbre de ver y desentrañar semejanzas. Ése es, me parece, un ejemplo conveniente para valorar el Diccionario Histórico de Arquitectos en Aragón acopiado por Jesús Martínez Verón, en quien segura- mente concurren parecidas condiciones que en Palau, heroísmo incluido. Un tra- bajo de más de veinte años de anotarlo todo, iniciado en sus años de licenciatura en Historia del Arte y proseguido luego en el tiempo de su doctorado y de su empleo actual de catedrático. Acopiar notas para el diccionario, descubrir nuevos datos sobre los arquitectos que trabajaron en Aragón desde el principio de la arqui- tectura hasta en final del siglo XX, ha sido una de las constantes de su vida hasta este momento en que ha dado por concluido su trabajo. ¿Cabe un servicio mayor? Sin duda no; sobre todo si tenemos en cuenta que Verón no ha contado con reper- torios anteriores a los que añadir otros nombres y ponerlos al día. Su trabajo ha sido directo, imprecedido, precedente por eso de todos los que vengan después. Existen, desde luego, repertorios moderados que tratan de los artistas en Aragón e incluyen arquitectos en su contenido. Son prontuarios de lo más notable, que cuentan con la arquitectura casi como una obligación, más que como un acto posi- tivo. Les interesan sobre todo los artistas plásticos, —pintores y escultores— y los arquitectos se encuentran en ellos como despistados, sin saber bien qué hacer. Cabría ahora extendernos mucho sobre la relación entre los arquitectos y el arte, casi tanto como sobre los artistas plásticos y el arte, pero tal vez no sea ésta la oca- ARQUITECTOS EN ARAGÓN III sión; lo que resulta indudable es que esos repertorios no acometen el fondo de la cuestión, eligen, son superficiales, se quedan en la apariencia de las cosas, eluden el ingente trabajo de reunirlo todo para que sea quien consulta quien elimine. En ese sentido, el de Arquitectos en Aragón sí es un diccionario, sobrepasa con creces el concepto antológico para convertirse en una fuente indiscutible; lo reúne casi todo, reservando para sí su opinión sobre lo bueno y lo otro. Utiliza para ello los libros que han tratado de una u otra forma sobre la arquitectura aragonesa en cualquier tiempo: las escasas referencias impresas existentes hasta el final del siglo XVIII, las noticias históricas del XIX y la copiosa bibliografía del XX, más abun- dante a medida que el siglo avanza. La única condición es que esas referencias hayan aparecido alguna vez en alguna fuente impresa. Un trabajo solitario y paciente, apoyado por la hoy imprescindible ayuda de la informática. Por eso, el diccionario de Arquitectos en Aragón se llama a sí mismo Histórico; su vocación es abarcar la semblanza humanizada de la historia de la arquitectura aragonesa, las referencias de los arquitectos que la hicieron posible, desde los primeros alarifes musulmanes de los que se tiene noticia, a los jóve- nes arquitectos contemporáneos de cuyas obras alguien haya escrito algo. Una reunión alfabética, como no puede ser de otra forma en un diccionario, apoya- da por extensos índices cronológicos y toponímicos que lo sistematizan todo. Cada voz reúne las referencias que han tratado sobre ella, componiendo así sucintos datos biográficos y profesionales del arquitecto que define. Todo un estado de la cuestión de la arquitectura aragonesa, imprescindible en adelante para cuantos quieran, de una u otra forma, acercarse a ella. También Eugenio Llaguno compuso un diccionario de arquitectos en el final del siglo XVIII, Noticias de los arquitectos y arquitectura de España desde su res- tauración; pero no es lo mismo. Llaguno trabajó sobre todo con fuentes docu- mentales, las únicas que entonces había; revisó archivos y anotó cuanto pudo. Su enorme mérito es precisamente trasladar a la imprenta informaciones únicas, manuscritas, muchas de ellas desaparecidas hoy. Pero su tarea no podía ser com- pleta, por lo ingente; tan sólo se ocupó de lo principal, con ser mucho lo que dijo. Martínez Verón, en cambio, ha contado con medios derivados, los libros, todos ellos al alcance de cualquiera que pueda decidir comprobar lo que dice. No ha revisado archivos, recoge lo que los autores de esos libros han visto en aquellos. Lo que sí ha hecho es contrastar los datos ofrecidos por unos y por otros sobre la misma cosa, los ha puesto juntos, ha comprobado concordancias y discordancias. Conozco al autor del diccionario desde hace muchos años, supe hace ya tiem- po de su trabajo y me pareció que la Institución «Fernando el Católico» iba a ser un buen camino para que su esfuerzo viera la luz. Es la difusión de la cultura ara- gonesa lo que anima a la Institución y, dentro de ella, es el conocimiento de nues- IV JOSÉ LABORDA YNEVA tra arquitectura lo que define la actividad de la Cátedra «Ricardo Magdalena».