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PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE PSICOLOGÍA

MAESTRÍA EN PSICOLOGIA CLÍNICA

LA RELACIÓN TERAPÉUTICA COMO CONTEXTO EN LA RECONFIGURACIÓN DE IDENTIDAD EN JÓVENES CON PROBLEMAS ADICTIVOS

Presentado por: Laura Ximena Dueñas Ramírez

Directora de Investigación: María Cristina Riveros

Bogotá. D.C., Enero 14 de 2016 2

“La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por sus alumnos en sus trabajos de tesis. Sólo velará porque no se publique nada contrario al dogma y a la moral católica y porque las tesis no contengan ataques personales contra persona alguna, antes bien se vean en ellas el anhelo de buscar la verdad y la justicia” Artículo 23, resolución 13 de 1946

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AGRADECIMIENTOS

A los consultantes que participaron, por su inmensa generosidad y aporte en este encuentro de trasformación mutua.

A la Universidad Javeriana por favorecer el ejercicio investigativo.

A María Cristina por su guía y apoyo comprometido.

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Tabla de contenido

RESUMEN ...... 6 ABSTRACT ...... 6 0. INTRODUCCIÓN ...... 8 1. JUSTIFICACIÓN Y PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA ...... 10 2. FUNDAMENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA ...... 19 2.1 Acerca del paradigma Sistémico ...... 20 2.2 Relación Terapéutica ...... 25 2.3 Relación Terapéutica y Adicciones ...... 38 2.4 Proceso de configuración de Identidad ...... 42 2.5 Contextualización de los Trastornos Adictivos ...... 55 2.6 Adicciones tóxicas y no tóxicas: consumo de SPA, trastornos de la conducta alimentaria y adicción a juegos online ...... 58 2.7 Comprensiones del Trastorno Adictivo desde el Paradigma Sistémico ...... 63 2.8 Modelo Estructural en la atención de adicciones y TCA ...... 68 2.9 Modelo de Terapia Breve para la atención de TCA y Adicciones ...... 75 2.10 Escuela de Milán para la atención de TCA y Adicciones ...... 81 2.11 Modelos sistémico-constructivistas para la atención de adicciones y TCA ...... 82 3. OBJETIVOS ...... 87 3.1 Objetivo General...... 87 3.2 Objetivos Específicos ...... 87 4. METODO ...... 88 4.1 Tipo de investigación ...... 88 4.2 Contexto de la investigación ...... 94 4.3 Participantes ...... 95 4.3.1 Caso 1 ...... 95 4.3.2 Caso 2: ...... 98 4.3.3 Caso 3: ...... 101 4.4 Fuentes de recolección de la información ...... 103 4.5 Método de análisis de datos ...... 104 5

4.6 Procedimiento ...... 107 4.6.1 Primera fase: Delimitación del tema de estudio, socialización de la propuesta de investigación con la IPS, firma de consentimientos informados e inicio del proceso de intervención...... 108 4.6.2 Segunda fase: Revisión Teórica y construcción del marco teórico ...... 108 4.6.3 Tercera fase: Delimitación de los objetivos y análisis de la información ...... 109 4.6.4 Cuarta fase: Discusión ...... 110 4.7 Consideraciones éticas ...... 111 5. RESULTADOS ...... 112 5.1 Consultante 1: ...... 112 5.2 Consultante 2: ...... 136 5.3 Consultante 3: ...... 166 5.4 Cuadros comparativos ...... 195 6. DISCUSIÓN ...... 198 7. REFERENCIAS ...... 229 8. ANEXO A ...... 239

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RESUMEN El Fenómeno de Investigación-Intervención del presente estudio, se vincula con la comprensión de las pautas que se configuran en la relación terapéutica y la manera como dicha relación influye en la construcción del cambio tomando como referente, la reconfiguración de identidad de los consultantes en tres procesos interventivos asociados al consumo de alcohol, juego online y trastornos de la conducta alimentaria. Se asume una perspectiva sistémica compleja, apoyada en una metodología cualitativa y un análisis holístico de la información, desde el cual se realiza también un ejercicio comparativo entre los tres casos a lo largo de tres momentos del proceso terapéutico, que posibilita establecer diferencias y similitudes entre estas tres problemáticas en pro de su comprensión clínica y terapéutica; los resultados arrojan en los tres casos la importancia innegable de la relación terapéutica en los procesos de cambio, destacando una relación humana, colaborativa y respetuosa, en la que sea posible metacomunicar y hacer consciente el proceso interafectivo y reflexivo que se va generando, de modo que la relación se constituya en un vehículo seguro y confiable de transición hacia nuevas formas de concebir y experimentar el mundo, a otros y a sí mismo. Ello implica la exigencia de realizar ajustes particulares a nivel de la coordinación interactiva, el contacto comunicativo, las actitudes emocionales y las comprensiones en torno al problema, entre paciente y terapeuta, en función de la pauta misma del problema, del marco de referencia de los consultantes, y de los procesos autoreferenciales del terapeuta.

Palabras clave: Relación terapéutica, pautas adictivas, terapia sistémica, reconfiguración de identidad, cambio, dinámicas relacionales, cibernética de segundo orden, anorexia, adicción al juego, adicción al alcohol.

ABSTRACT The Investigation-Intervention phenomenon of the present study is related to the understanding of the patterns that are configured in the therapeutic relationship, and the way 7 in which this relation influence in the construction of change, taking as reference the reconfiguration of the identity of the consultants in three interventional processes associated with problematic alcohol consumption, online gambling and eating disorders. A complex Systemic perspective is assumed, supported by a qualitative methodology and a holistic analysis of the information, from which it is performed in comparision between the three cases, at three stages of the terapeutic process, that makes posible to establish differences and similarities among the three problems on behalf of its clinical and therapeutic understanding. The results show in all three cases the undeniable importance of the therapeutic relationship on the processes of change, stressing the relevance of a human encounter, and a collaborative and respectful relationship, in which it is possible to metacommunicate and to be aware of the interaffective and reflective process that are generated by the way in which the relation is constituted as a secure and reliable vehicle for transition to new ways of thinking and experiencing the world, others and himself. This process requires particular adjustments at a level of interactive coordination, communicative contact and emotional attitudes and understandings on the problema between patient and therapist, according to the same pattern of the problem, the framework of the consultants, and self-referential process of the therapist.

Keywords: therapeutic relationship, addictive patterns, systemic therapy, reconfiguration of identity, change, relational dynamics, second order cybernetics, anorexia, gambling addiction, alcohol addiction.

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0. INTRODUCCIÓN

Detrás de los procesos de transformación personal o colectivo, particularmente hablando de los procesos terapéuticos, se aprecia la facultad del ser humano para, realizar un proceso reflexivo conducente al cambio, que implica asumir el valiente desafío de volver la mirada sobre sí mismo, enfrentar temores, clarificar rumbos, agudizar la conciencia, en una conquista que le recuerda que es el autor de su vida no porque determine lo que en ella ocurra, sino porque decide cómo vivir y narrar lo que suceda.

Sin embargo, como señala Estupiñan (2003) el proceso reflexivo desde una perspectiva sistémica compleja, no es un acto introspectivo, sino relacional, de manera que sólo puede verse a sí mismo a través de un otro, siendo la terapeuta uno de esos “otros” para el consultante, y el consultante, uno de esos “otros” para la terapeuta; pareciera entonces que el vínculo que se construye entre la terapeuta y sus consultantes, resulta ser decisivo en el rumbo que siguen los procesos de cambio, como señalan Safran y Murran (2005) citados por

Arango y Moreno (2009) al decir que la vivencia de la experiencia relacional constructiva entre la terapeuta y el consultante no solo se constituye en un prerrequisito para el cambio sino su esencia misma.

Es entonces a partir de mi propia experiencia como participante, testigo y acompañante de estos procesos de cambio, que me he preguntado por la importancia y valor del encuentro que se da entre esas subjetividades que emprenden conjuntamente un camino de aprendizaje, autoconocimiento y transformación. Manciaux (2003) refiere que lo verdaderamente decisivo en la (re)construcción del sujeto no son las circunstancias materiales sino el reconocimiento del otro como otro, que conlleva aceptación, valoración y 9 que constituyen una fuerza para el cambio. Esto coincide a su vez con lo planteado por

Gómez (SF) quien señala que la comprensión acerca del modo en que un paciente percibe, almacena y recupera aspectos de la relación con su terapeuta para utilizarlos en pro de la apertura de opciones disponibles, entraña un conocimiento invaluable dentro de los procesos de intervención.

Este es un punto de interés para cualquier terapeuta que esté interesado en construir procesos de cambio y que lleva a preguntar por la relación terapéutica, que sin lugar a dudas, va más allá del concepto de alianza terapéutica y de las características esperadas en la terapeuta para lograrla (como empatía, capacidad de escucha, etc.), o del empleo de una estrategia general para el abordaje de un caso (aun cuando su elección puede estar conectada con ella), pues implica una forma particular de vinculación que se construye con el consultante que pareciera decisiva para el éxito de la terapia (Corbella y Botella, 2003;

Arango y Moreno, 2009), y que trae implícito dilemas de poder y de posicionamiento

(Hernández, 2007), que desde el orden epistemológico, teórico, ético, estético y pragmático buscan respuesta desde las diferentes escuelas de psicoterapia.

Resulta interesante, desde una perspectiva sistémica de segundo orden, volver la mirada sobre el sistema terapéutico, más específicamente sobre la relación terapéutica que allí se genera y que se constituye en un mecanismo de mantenimiento o de cambio; una de las intenciones en esta investigación, es retomar la relación terapéutica de la cual paradójicamente poco se habla en el enfoque sistémico, considerando que, al tener ésta un carácter emocional, cognitivo y pragmático, en ella transitan procesos auto-hetero- referenciales, que usados generativamente, logran introducir diferencias en el sistema terapéutico conducentes al cambio; es decir, suponemos, siguiendo a Guidano (1998), que en los procesos auto-heterorreferenciales que se dan al interior de la relación terapéutica se 10 generan aperturas y cierres que activan la capacidad auto-organizativa del sistema, lo cual implica, una reconfiguración de la identidad, que conlleva un proceso de individualización, diferenciación y autonomía, procesos que como señala Martínez (2011) se encuentran particularmente retados en estas configuraciones adictivas.

1. JUSTIFICACIÓN Y PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

Es indudable el aporte del paradigma sistémico con su lectura interaccional y contextual en la comprensión de las pautas de relación en las que emergen, se mantienen o transforman los fenómenos psicológicos. No obstante, resulta paradójico que aun cuando se hace referencia a cómo el sujeto se configura y reconfigura al interior de las relaciones en las cuales participa, haya faltado, como señala Flaskas y Perlesz (1996) teorizar sobre la relación terapéutica. Lo anterior se aduce a que las preocupaciones que tradicionalmente han sido abordadas en las terapias individuales, tales como las emociones, el self y por supuesto, la relación terapéutica, fueron marginadas en los proyectos iniciales de la teoría sistémica debido en gran parte a factores políticos, en la medida en la que buscaban censurarse los temas que eran asociados con teorías y principios vistos como opositores para la teoría o paradigma que se estaba fundando, ante lo cual terminó asumiéndose que la relación terapéutica no era sistémica, lo cual constituye un dogma que aún en la actualidad se encuentra de muchas formas presente atravesando la construcción de conocimiento desde el paradigma sistémico.

Esta poca teorización que se ha hecho sobre la relación terapéutica, también se atribuye a la influencia que tuvo en el paradigma sistémico los planteamientos del biólogo

Bateson, de Maturana y de Varela, quienes empleaban un lenguaje biologicista que pudo 11 ser limitado para describir temas tan particularmente humanos como las emociones, el self, y la relación terapéutica (Flazer, 1986; Luepnitz, 1988 citados por Flaskas y Perlesz, 1996).

Al respecto, es importante considerar aquí la crítica planteada por Hardham (1996) cuando expone cómo la terapia sistémica, a pesar de haber contribuido enormemente para analizarnos a nosotros mismos en contexto, en relación con otros, interconectados, constreñidos, recíprocamente influenciados, no es mucho lo que ha aportado en lo que consciente a ayudar a comprendernos no solo como sujetos incrustados en su contexto

(embedded in contexts) sino también como sujetos que encarnan un contexto (embodied), y que poseen una relativa autonomía con respecto de las relaciones en las que participa, lo cual justifica la relevancia del presente estudio en tanto si bien parte del reconocimiento de la implicación de lo relacional en la construcción de la identidad, también pretende comprender el modo como el sujeto se construye a sí mismo a partir de su relación con otros desde una postura activa, intencionada y más autónoma.

Ahora bien, el autor describe lo igualmente paradójico que resulta el que el giro mayor que tuvo la sistémica a partir de la cibernética de segundo orden, no incluyera un renovado interés por teorizar la relación terapéutica considerando el desplazamiento fundamental que tuvo lugar y que partió de considerarnos primeramente como observadores independientes que observan y comprenden la realidad del mundo y que pueden conocer el modo como los otros piensan y actúan, a una perspectiva en donde por causa de nuestra interdependencia influimos y hacemos ahora parte del sistema observado (Arnold y Osorio, 1998).

A pesar lo de lo anterior, Flaskas y Perlesz (1996) señalan que es poco probable que en términos prácticos se haya realmente dejado por fuera de la agenda de la teoría sistémica, pues los clientes son insistentes en su deseo por experimentar a los terapeutas como personas en relación con ellos desde una conexión más humana. Empero, este dilema no fue nombrado 12 a nivel teórico ni desde un discurso más público dentro del campo de la teoría sistémica, lo cual plantea riesgos importantes en torno a la posibilidad de estudiar y nombrar los fracasos e impases en la relación terapéutica por un lado, como también un problema relacionado con los procesos de entrenamiento de los psicólogos en formación, quienes como señalan los autores, son dejados en una lucha privada por encontrar maneras de dar sentido a la relación terapéutica y de realizar un uso de sí mismos como terapeutas. Ahora bien, pese a lo anterior no es posible desconocer que desde otras corrientes, esta ha sido más ampliamente abordada desde 1930 a partir del concepto de alianza terapéutica, la cual se configuró como un constructo que se reconoció como trasversal a cualquier modelo teórico en la medida en la que se relaciona con la eficacia de cualquier terapia, sean cuales sean las técnicas empleadas como planteó Strup (1973) citado por Escudero (2009). Desde entonces se han venido definiendo aspectos que influyen en la creación de tal alianza dentro de los cuales se han incluido la capacidad del cliente para conectar con la terapeuta, las características personales del terapeuta y el compromiso del cliente con los objetivos del tratamiento.

En este contexto es que Bordin (1980) citado por Escudero (2009), ha planteado un modelo de alianza más heurístico que ha logrado una mayor influencia en la psicoterapia al ser definido en base a tres componentes fundamentales: (1) el acuerdo entre la terapeuta y el cliente acerca de las metas del tratamiento, (2) el acuerdo de ambos sobre las tareas necesarias para conseguir esos objetivos, y (3) los lazos afectivos necesarios “tales como la confianza mutua, el consenso en el respeto y el interés, un compromiso activo con las metas de la terapia y con los medios para alcanzarlas y un sentido de asociación” (Horvath y Bedi, 2002 citado por Escudero, 2009). Lo anterior, teniendo en cuenta la importancia que asumen muchas veces tales lazos en el sostenimiento del arduo trabajo implicado muchas veces en el cambio terapéutico por un lado, y por otro, en el amplio reconocimiento que tiene la importancia de 13 la relación terapéutica con la eficacia de los tratamientos, lo cual ha sido arrojado por estudios de meta análisis, como aquel desarrollado por Martin, Garske y Davis, (2000) citado por

Escudero (2009) que incluyó 79 estudios con gran amplitud en cuanto al tipo de terapia, tipologías de pacientes y de problemas clínicos mostrando una medida de efecto significativa de 0.25 incluyendo terapias para el tratamiento de drogadicción.

En esta misma dirección, autores como Lambert (1992); Gaston, Marmar, Thompson y Gallager (1991) Barber, Crits-Cristoph y Luborsky citado por Corbella & Botella (2003); y Orlinsky, Grawe y Parks (1994), Satir (1985) y Beutler (1995) citados por Chazenbalk

(2004), han reconocido con base en sus estudios, el peso que tiene la relación terapéutica en los procesos de cambio, encontrando hallazgos que plantean que la persona del terapeuta resulta ocho veces más influyente que su orientación teórica y que las técnicas empleadas y la mejoría del paciente explicada por las técnicas, correspondía al 15%, en tanto que la proporción explicada por la relación terapéutica abarcaba alrededor de un 66% de la variancia del resultado final de la terapia. No obstante y como señala Escudero (2009) la mayor parte de las guías para la práctica terapéutica dan preponderancia a las técnicas que se han de aplicar y por lo tanto describen terapeutas impersonales que siguen protocolos de intervención de manera muy precisa buscando acoplarse a esas exigencias planteadas no solo desde la academia sino también desde instancias sociales y gubernamentales en los que se reconoce a la epistemología positivista como la única válida.

Ahora bien, frente a este dilema relacionado con si es preciso preponderar las técnicas sobre la relación terapéutica o viceversa, para el presente estudio se retoma una premisa sostenida por Maturana (2003) según la cual la emoción es lo que define a la acción y por ende, son las emociones que no pueden sino transcurrir al interior de una relación, en este caso la terapéutica, las que configuran y definen las acciones orientadas al interior de los 14 procesos de intervención. Por ello, un elemento que justifica la relevancia teórica y disciplinar del presente estudio se relaciona con la posibilidad que de él se desprende en lo concerniente a superar la dicotomía entre elementos técnicos y relacionales advertida por

Horvath (2005) y avanzar hacia la comprensión de ambos elementos como mutuamente co- determinados.

A su vez, sin negar los importantes avances que ya existen respecto a las características generales de la relación terapéutica realizados por autores como Rogers

(1961), Arango y Moreno (2009), Corbella y Botella (2003), De Barbieri, (2005) y Arribas

(2003), un aporte fundamental de este estudio tiene que ver con su interés por profundizar ya no en los caracteres aislados en uno u en otro miembro de la relación terapéutica, sino en trascender una comprensión más individual de este fenómeno para sumarse en los esfuerzos por teorizar la relación terapéutica desde la perspectiva sistémica. En consecuencia, el foco de atención se desplazaría de una perspectiva individual hacia esa influencia recíproca que tiene lugar entre el consultante y la terapeuta, y por ende, hacia esos patrones de relación que van configurándose entre ellos, partiendo del postulado de que cada elemento del sistema es necesariamente trascendido por la organización total, lo cual justifica la relevancia de este nuevo foco, en tanto sin negar los aportes de cada miembro del sistema terapéutico, se propone situarlos dentro de relaciones de interdependencia y dentro del contexto de la relación, constituyéndose esto en un aporte que ha sido descuidado tanto por los estudios previos que han tenido un enfoque más individual del fenómeno, como también por la teoría sistémica como tal, debido a la poca teorización que ha hecho en torno a este fenómeno como se mencionó al inicio retomando a Flaskas y Perlesz (1996).

Es preciso aquí considerar otra tendencia muy marcada cuando se discute alrededor del tema de la relación terapéutica que advierte Speed (1996) respecto al hecho de la mucha 15 atención que ha recibido aquello que el terapeuta ofrece en la relación por sobre lo que el cliente también aporta, desconociéndose la diferencia que el consultante también hace en el tipo de relación que se establece, lo cual espera poder balancearse al focalizar la mirada no en el consultante únicamente ni en la terapeuta sino en ese tercero que constituye la relación.

Adicionalmente, dentro de la revisión realizada, es posible percatarse acerca de que en los estudios que retoman las características del terapeuta o del consultante, se dejan por fuera sus teorías, creencias, concepciones y posturas epistemológicas implicadas en el proceso terapéutico, reduciéndose el asunto a las cualidades positivas o negativas de los mismos. Este estudio pretende entonces recuperar estas dimensiones ignoradas, desde una perspectiva interaccional y desde una epistemología de la complejidad, desde la cual pueda reconocerse el modo como estas dimensiones sin duda afectan la construcción del tipo de relación terapéutica que tenga lugar y así poder identificar que tan útil resulta en el proceso de reconfiguración de identidad unas u otras representaciones.

Aludiendo ahora a otro vacío investigativo identificado en la revisión realizada y que a su vez denuncian autores como Gómez (2010), se precisa contemplar la importancia de lograr una contextualización de los saberes en torno al tema de la relación terapéutica que podría servir de aporte sobre todo para las instituciones de salud mental que se enfocan en el tema de las adicciones, en las cuales según Miller y Rollnick (1999) tiende a prevalecer un modelo por lo general uniforme, rígido y confrontativo en el que la terapeuta se posiciona desde una relación vertical que deriva entre otras, en el hecho de que suela atribuirse al paciente plena responsabilidad por el fracaso del tratamiento dado su resistencia y poca conciencia de la enfermedad. En efecto, este estudio le apuesta a generar cuestionamientos en torno a las maneras de posibilitar un contexto terapéutico que se distancie de esas exigencias culturales patriarcales (de las que a veces resulta tan difícil escapar o incluso 16 iluminar dado lo naturalizadas que se encuentran), desde las cuales hay siempre quienes terminan irremediablemente deslegitimados y partícipes de relaciones de competencia, individualismo, jerarquización, falta de confianza, control y dominación del otro. Se propone por el contrario la construcción de relaciones más afines a la cultura que Maturana (2003) denomina con el nombre de matrística desde la que se promuevan relaciones de colaboración, coparticipación, respeto mutuo y confianza, pues tal como afirma este autor, cuando se interfiere con una relación cimentada en el amor, es decir, con una relación de convivencia en la que surgimos como seres legítimos en el respeto mutuo, nos enfermamos. De ahí que plantee que el único remedio que señala es el amor.

Lo anterior plantea un horizonte que nos sitúa en coherencia con la misión de la

Pontificia Universidad Javeriana (1992), que dentro de su proyecto institucional, contempla la importancia de generar acciones encaminadas hacia un fin social desde el cual se vele por la dignidad y el bienestar de las personas y se oponga a esa instrumentalización del ser humano que fácilmente puede tener lugar cuando la terapia se configura en un mecanismo de control y manipulación por sobre un espacio que realce la dignidad humana. Esto, en virtud de lo dispuesto en el Acuerdo Nº 0066 del Consejo Directivo Universitario 22 de abril de 1992.

Así mismo, es factible identificar la pertinencia interdisciplinar de este estudio si se contempla el delicado panorama que constituye para diversos sectores de la población y para profesionales pertenecientes a las diferentes ramas de salud, problemáticas que habrán de abordarse en los tres casos seleccionados relacionados con la adicción a SPA, trastornos en la conducta alimentaria y adicciones en torno al juego online. Al respecto de esta última, es particularmente importante tener en cuenta el claro bache investigativo que existe en torno a una comprensión relacional de este fenómeno, la cual permitiría trascender comprensiones 17 lineales y acercarse a una visión más compleja y contextual del fenómeno, configurándose también esto en un aporte importante de esta investigación.

Además de lo anterior, son también evidentes las modestas tasas de éxito en los tratamientos de estas problemáticas, lo cual se suma al creciente índice poblacional que acude a diferentes instancias de salud en busca de ayuda como lo plantea Sola, Rubio, y Rodríguez,

2013. En cuanto a la problemática del juego patológico por ejemplo, la prevalencia ha venido en aumento como lo plantea este autor, en la medida en la que hoy en día este trastorno afecta a un 2-3 % de la población, mayoritariamente masculina. Sus comportamientos se centran esencialmente en máquinas tragamonedas, aunque progresivamente ha ido tomando mayor relevancia el juego online, especialmente entre jóvenes.

Ahora bien, en cuanto a la eficacia de los tratamientos, y para el caso específico de la anorexia nerviosa, estudios longitudinales y de seguimiento a largo plazo establecen que 2/3 de los pacientes tratados siguen siendo restrictivos, 1/3 mantienen bajo peso y la mitad sigue con temor a engordar (Maturana, 2003). Pronósticos también desalentadores arroja el

National Institute on Drog Abuse (2011), en relación con la problemática de la adicción a sustancias, desde los que se plantea que incluso con el tratamiento más eficaz para adultos, el cual ha sido contemplado desde enfoques conductuales, sólo el 50 por ciento de los participantes logran un periodo inicial de 2 semanas de abstinencia y entre aquellos que lo hacen, aproximadamente la mitad volverá a usar drogas dentro del primer año. Así bien, en los estudios, las tasas de abstinencia de 1 año varían desde un 10 a un 30 por ciento, lo cual justifica la incuestionable importancia de continuar realizando esfuerzos por construir conocimiento que permita eventualmente el desarrollo de programas de intervención cuya eficacia supere los índices actuales y durabilidad de los efectos logrados por las mismas. 18

Es desde estas pretensiones que este estudio busca dar respuesta a la siguiente pregunta:

¿De qué modo se configura y reconfigura la dinámica al interior de la relación terapéutica en función del tipo de problemática y del momento del proceso terapéutico, y de qué manera ésta incide en los procesos de reconfiguración de identidad en tres casos asociados con la adicción al alcohol, al juego online y a comportamientos relacionados con los trastornos de la conducta alimentaria?

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2. FUNDAMENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA

Teniendo en cuenta que el fenómeno de Investigación-Intervención del presente estudio se relaciona con la posibilidad de comprender los patrones de relación que se configuran y reconfiguran al interior de la relación terapéutica, y su incidencia sobre los procesos de reconfiguración de identidad en el consultante a propósito del proceso de intervención desarrollado a partir de tres problemáticas motivo de consulta (Consumo de

SPA, Trastorno de la Conducta Alimentaria, y adicción a videojuegos); el marco teórico que se desarrolla a continuación presenta en primer lugar, las perspectivas que ofrece el paradigma sistémico-constructivista-construccionista-complejo para el abordaje del fenómeno, para luego conectarlo con las posibilidades que este marco epistemológico ofrece sobre la posibilidad de conceptualizar la relación terapéutica, acudiéndose para ello a referentes sistémicos y también a otros modelos que han procurado ahondar en el estudio de este tema y que han vinculado la relación terapéutica con los procesos de cambio y reconfiguración de identidad, profundizándose para ello en las perspectivas narrativas y provenientes de construccionismo social. Finalmente, y desde una mirada integrativa, se propone ahondar en las tres problemáticas motivo de consulta, incluyendo para ello el modo cómo se encuentran siendo contempladas dentro de un modelo adictivo que contempla la existencia de adicciones toxicas y no tóxicas, soportándose en las manifestaciones comunes que comparte el Consumo de SPA, los Trastorno de la Conducta Alimentaria y la adicción a videojuegos. Así pues, seguido a esto se desarrollará una lectura comparativa de estas configuraciones relacionales a la luz del paradigma sistémico, incluyendo las propuestas comprensivas e interventivas de los diferentes enfoques que lo componen como lo son el 20

Estructural-estratégico, la Terapia Breve, el Modelo de Milán y los enfoques Post Modernos haciendo énfasis especialmente en el enfoque Narrativo.

2.1 Acerca del paradigma Sistémico

Entendiendo que un paradigma contiene los conceptos fundamentales y las categorías rectoras básicas de inteligibilidad y sentido, al tiempo que determina el tipo de relaciones lógicas y las condiciones de organización de las ideas a partir de las cuales los sujetos piensan conocen y actúan como señala Estupiñan (2003), es preciso presentar en este apartado el paradigma sistémico en su continua trasformación, acudiendo a diferentes perspectivas que han redefinido la compresión clínica de los fenómenos, los cuales dejan de ser conceptualizados como estados intrapsíquicos para ser comprendidos como fenómenos que emergen en la dinámica interaccional, en un contexto social, histórico, cultural y ecológico.

No obstante en un inicio, la cibernética entrañaba una visión poco clara respecto al modo como nos relacionábamos con la familia en tanto objeto pues la observación se encontraba deslindada del observador; razón por la cual se asumían posiciones estratégicas y esquemáticas orientadas a corregir un sistema. Ahora bien, la investigación de segundo orden surge como una postura que se sitúa entre aquella que enfatizaba el rigor metodológico y las mediciones precisas y otra que desde una crítica posmoderna cuestionaba los logros de la primera, negando el método y burlándose de él tal como refiere Molina (2001).

Lo anterior implicó una transformación en el modo de concebir el sistema no ya como un término o categoría para definir totalidades sino como un macro concepto general de nuevas formas de relaciones, planteando una nueva posición epistemológica (Estupiñan,

2003). Esto implicó un cambio fundamental que partió de considerarnos primeramente como observadores independientes que observan y comprenden la realidad del mundo y que 21 pueden conocer el modo como los otros piensan y actúan, a una perspectiva en donde por causa de nuestra interdependencia influimos y hacemos ahora parte del sistema observado lo cual alude a la teoría de los sistemas observantes de Von Foerster (1996).

Así pues, esto implicó un desplazamiento hacia la cibernética de la cibernética, lo cual no implica en consecuencia abandonar la cibernética y la retroalimentación, sino que incluye la concepción de un orden de recursión superior y estudia fenómenos diferentes: la retroalimentación de la retroalimentación, la homeostasis de la homeostasis, el cambio del cambio, la estabilidad del cambio, el cambio de la estabilidad (Machín, Merlo, Milanese,

2010)

Es desde este paradigma que se enmarca el presente trabajo, considerando aquello que plantea Machín, Merlo, Milanese (2010) respecto a cómo en el contexto de las adicciones resulta imperioso partir desde un marco epistemológico más complejo, es decir, desde la cibernética de la cibernética, para abordar los temas de desviación social, las dependencias, la prevención, la reducción del daño y el tratamiento de farmacodependencias como lo exigen estos fenómenos hipercomplejos.

Así pues, este reconocimiento pleno del observador en la observación que se plantea desde este paradigma sistémico complejo, generó la necesidad de profundizar en los procesos autorreferenciales, pues desde la perspectiva de la cibernética de segundo orden, mirarse a uno mismo solo es posible en relación con el otro. Por consiguiente “toda relación social constituye una totalidad en si misma productora de nuevos caracteres y que trasforma al individuo en su estructura mental “(Piaget, 1975 citado por Estupiñan, 2003). Lo anterior implicó un cambio de foco a la hora de comprender las familias en el sentido de que se empezó a privilegiar la atención sobre sus recursos y posibilidades autorganizadoras contrario a esta analogía de familias multiproblemáticas que hablaban más que nada del 22 paradigma del observador; de igual modo, se trasformó la concepción del terapeuta, el cual dejó de revestirse del rol de experto para asumir una postura de interventor que emplea sus recursos autorreferenciales en el escenario de ayuda, incluyendo su marco de referencia, su cultura, sus valores, las premisas que lo guían y sus prejuicios en el acto de intervenir, en conjunción con el marco de referencia de los consultantes, con sus acciones, ideas, premisas y experiencias, en un “nosotros” que implica la relación que los convoca como plantean

Estupiñan (2003) y Gonzáles (2008).

De igual modo ocurre con la redefinición de lo clínico, desde la cual se recupera su dimensión contextual y ecológica y sus explicaciones estarían dadas por una perspectiva más compleja que incluye la simultaneidad, convergencia, contradicción, ambivalencia, y emergencia de los órdenes bio-psico-social-cultural y político, asumiéndose que ninguna de estas dimensiones puede comprenderse como la causa del problema sino que la comprensión está en la pauta que conecta los múltiples aspectos que involucran la emergencia de un fenómeno humano como lo son las problemáticas asociadas a las adicciones y a los trastornos de la conducta alimentaria, las cuales incluyen incertidumbres, contradicciones, caos, desorden, fluctuación y azar como elementos inherentes a la vida misma (Morin, 1990;

Estupiñan, 2003).

De esta manera, la complejidad sitúa al investigador-interventor hacia el reconocimiento de los mecanismos con los que construimos nuestros “mundos de vida” en palabras de Estupiñan (2003) y en evaluar el efecto de nuestras comprensiones sobre el mundo de las historias y narrativas en familias con dilemas por resolver. No obstante, hablamos de interventores e investigadores que cuentan con una historia de vida, con intereses y biografías para explicar los fenómenos humanos y los modos como un sistema se instituye como entidad autónoma que construye significaciones de su propia realidad, las 23 cuales provienen de sus propias acciones y de ninguna manera de datos del exterior (Varela,

1994 citado por Estupiñan, 2003). Así pues, no basta entonces con el reconocimiento de la descripción del otro pues la diferencia entre el primer orden y el segundo no se produce por la falta de autorreferencialidad del observador, sino porque en el primer orden él asume una visión descriptiva, pero no incluye el cómo, es decir, el proceso real, recursivo de sus observaciones que podría dar origen a reconstruir con el otro nuevas realidades y perspectivas como menciona Molina (2001). Esto da cuenta del modo como la complejidad sitúa al investigador-interventor en una postura más posibilitadora en el sentido de que resulta viable pensar en panoramas en donde los sucesos no se encuentren determinados, sino que pueden tomar diferentes cursos de conformidad con las circunstancias, con la participación en tales eventos y con los elementos aleatorios que también sobrevienen.

Este mandato de incluir al observador en la descripción, hace que “la circularidad pase a otro plano” puesto que comporta la participación de un actor humano” (Varela, 1994 citado por Estupiñan, 2003)

En consecuencia y como plantea Molina (2001), la auto referencia se entiende como una posibilidad de la reflexión que plantea que la observación tiene puesto su interés en sí misma como uno de sus objetos; lo anterior parte de reconocer que “el observador (ya sea una persona o un grupo) refiere a sí mismo las observaciones que hace porque es a través de esta referencia que el observar adquiere sentido” pues se entiende que la perspectiva del observador le confiere un sesgo a lo observado, como consecuencia de lo inevitable que resulta el que cualquier observador pueda hacer una observación absoluta, pues esta siempre es fruto de una selección y por ende es siempre parcial. De ahí que los procesos autorreferenciales permitan conocer lo que se incluye pero también, aquello que se excluye. 24

De igual modo, y como señala Luhmann (1984) citado por Estupiñan (2003), desde la teoría de sistemas, la autoreferencia: “es el proceso por el que los sistemas se diferencian internamente”. De ahí que en el proceso de autorreferenciarse se produce una clausura autorreferencial que puede derivar en nuevas aperturas lo cual reemplaza la clásica dimensión de los sistemas abiertos y cerrados. Esta clausura autorreferencial constituye un proceso de auto organización a través del cual el sistema logra construir su identidad y construir límites como parte de su espacio de generación, lo cual hace referencia a su propiedad autopoiética.

Al respecto de esta capacidad Molina (2001) la describe como el producto de la operación autorreferencial a través del tiempo a partir de la cual se despliega una complejidad propia en la que el sujeto produce sus propios elementos y los combina con lo que el sistema pueda jugar en la dinámica relacional de manera creativa, buscando su propia operación autónoma y autorreguladora como señala Estupiñan (2003).

No obstante, la construcción del self que deviene de estos procesos autopoiéticos requiere ser contemplado desde el paradigma de la complejidad pues solo de esta forma es posible comprender el carácter paradójico que constituye a la identidad. Así pues, es como consecuencia de este paradigma que se hace posible, como señala Munné (2000) que no se confunda la incoherencia con la falta de coherencia que también caracteriza los procesos identitatarios y que anteriormente, desde perspectivas más lineales, terminaban siendo contempladas como indicadores de lo patológico y amenazas contra la identidad que debían ser eliminadas. En esta medida, y desde una perspectiva compleja, se comprende que una persona tenga que no ser coherente para poder ser ella misma, lo cual entraña una concepción del self como un “sistema inestable, con aspectos no coherentes y por ello capaz de crearse y mantenerse en una identidad.” (Munné, 2000, p. 6). Lo anterior permite rescatar la singularidad y la diferencia propia del individuo mismo de una circunstancia a otra, lo cual 25 conduce al hecho de que cada ser adopta diferentes selfs de acuerdo al contexto relacional en el que se encuentra puesto que una persona puede autorreferir-se en diferentes aspectos y porque las autorreferencias resultantes pueden hacerse en relación con diversas situaciones(Munné, 2000); Esto nos lleva a reconocer como señalan Melillo, Suárez y

Rodríguez (2004), que es la relación social la que habrá de constituir la individualidad, pues no se trata de individuos preexistentes que se relacionan. En esta medida, para que la individualidad se sostenga, es necesaria la presencia del otro en el lenguaje y en la acción.

Esto interpela el proceso interventivo y más específicamente la relación terapéutica, en la medida en la que se configura como un contexto propicio para los procesos de reconfiguración de identidad. De ahí que Varela (1994) citado por Estupiñan (2003) plantee que el proceso interventivo depende del reconocimiento de la presencia del otro como interlocutor válido, lo cual deviene no del reconocimiento de la propia realidad como única, sino de la incorporación de una perspectiva compleja que promueva la inclusión del otro con su mundo, y de la propia inclusión al construir la realidad en la interacción con las demás personas, dentro de circunstancias histórico-sociales particulares, existiendo la relación en tanto cada uno construye al otro y todos construyen la relación (Von Foerster, 2000 citado por Garzón, 2008;Nardone y Watzlawick, 1999).

2.2 Relación Terapéutica

Es innegable la apertura que plantea la epistemología de la complejidad y la cibernética de segundo orden para la teorización de la relación terapéutica desde el paradigma sistémico, a pesar de la poca atención explícita que desde allí ha recibido como ya se ha venido advirtiendo acudiendo a autores como Speed, (1996) y Flaskas y Perlesz (1996). Esta posibilidad a la que se abre paso desde esta epistemología de la complejidad, guarda una 26 importancia clara en tanto permite abrazar un sinfín de paradojas irresolubles que no podrían asimilarse desde lógicas lineales; así pues, como terapeutas debemos alejarnos de una postura de experticia y aun así aceptar la responsabilidad por el proceso terapéutico; debemos atender los sentimientos del consultante mientras nos proponemos alterar los procesos de cognición.

Estamos llamados a apoyar la construcción de nuevos comienzos, al tiempo que procuramos atender y honrar el pasado. Debemos cultivar un nuevo sentido de identidad sin demeritar la experiencia del sufrimiento. Debemos construir un vínculo de compromiso con el otro a la vez que propiciar el desprendimiento, debemos trabajar desde adentro del sistema familiar y a la vez ser el forastero que mira hacia adentro. Debemos estar dispuestos a sentir lo que nuestros consultantes sienten, mientras buscamos conducirlos a una posición emocional distinta (Gibney, 1996).

Así pues, además de permitirnos navegar por contradicciones y paradojas, el que esta epistemología de la complejidad promueva procesos de autoreferencia alrededor del propio self del terapeuta como observador participe del sistema observado frente a como aprehende, experimenta y construye la realidad, constituye también una herramienta invaluable que de acuerdo con Hardham, (1996) potencia ampliamente la capacidad del terapeuta de usarse a sí mismo intencionalmente. En consecuencia, el poder posicionarnos como terapeutas con la conciencia de los significados relacionales que se construyen a partir de nuestra postura, podrá ayudarnos a decidir acerca de con qué tipo de libertad contamos para ser creativos y curiosos. Lo anterior entraña un cuestionamiento importante respecto a la imperiosa necesidad de que como terapeutas podamos escoger nuestras posiciones, pues de lo contrario nos encontraremos siendo posicionados por otros, impidiendo quizás con esto proponer un estilo de relación que resulte novedoso y movilizador para el sistema en tanto incorpore entre otras, una propuesta de relación congruente, flexible y creativa. 27

Esto último remite a valores que desde esta nueva cibernética se han contemplado fundamentales en la postura que asume la terapeuta, a los cuales se les suman otros dos de fundamental relevancia: la neutralidad y la circularidad. No obstante, desde el intento de evitar posiciones enjuiciantes que no resulten de ayuda, es frecuente que muchos terapeutas busquen desprenderse de sus valores, sentimientos y del modo como experimentan y conciben la realidad, lo cual ha sido criticado ampliamente por Boscolo (1989) citado por

Hardham (1996) quien explica este fenómeno desde la analogía de la “circularidad en la cabeza” contrario a la circularidad entre la terapeuta y la familia o sistema que consulta.

Así pues, a medida que los terapeutas han abandonado la pretensión de posicionarse desde la objetividad, han buscado asumir una postura más horizontal en donde entre otras, emerge la terapia colaborativa descrita por Harlene Anderson, quien plantea un modelo de intervención desde el cual el paciente se convierte en maestro, en tanto el terapeuta adopta la postura de “Yo estoy aquí para aprender sobre usted” contemplándose la posibilidad de reflexionar desde un trabajo conjunto, que implica estar más dispuesta a revelar y hacer explícitos los diálogos internos, los propios pensamientos, prejuicios, especulaciones, interrogantes, opiniones, temores y a aceptar realimentación, evaluación y critica. A su vez implica la construcción de una conversación dialógica que constituye un proceso generativo de indagación compartida, de donde emergen nuevos sentidos, los cuales no son introducidos desde afuera de la conversación, sino desde el diálogo mismo (Anderson y

Gehart, 2006).

Este tipo de terapias que incorporan un enfoque menos jerárquico y más colaborativo han implicado importantes giros en lo que concierne a la comprensión de la relación terapéutica. Uno de ellos tiene que ver con el supuesto fundamental que plantea Arribas

(2003) respecto a que no hay ningún sistema que no disponga de todos los recursos necesarios 28 para solucionar sus problemas, aunque no se encuentre utilizándolos en el momento. En esta medida, la interacción ha de tender a “ampliar el espectro de posibilidades” y trabajar en aquello que reduce el número de posibilidades, como por ejemplo los tabúes, las prohibiciones mentales, los dogmas, las evaluaciones sobre lo correcto e incorrecto, tal como se procura desde la terapia construccionista social. Para lograr lo anterior, estos autores plantean la importancia de que la terapeuta asuma esa actitud de neutralidad y omnineutralidad entendidas como la condición que permite que la terapeuta sea aceptado por todos los miembros implicados en tanto alguien competente, sin que estos tengan claridad frente a cuales de las ideas expuestas prefiere, ni puedan tampoco conocer de parte de quien está, lo cual implica la capacidad de tomar partido por todos los miembros por igual.

Resulta preciso entonces que la terapeuta pueda evidenciar flexibilidad respecto de las propias creencias y prejuicios, así como asumir una postura cálida, empática y creativa.

En consecuencia, es permitida y estimulada desde este enfoque la espontaneidad del terapeuta, desde la cual se admiten comportamientos como llorar, reír, sorprenderse etc., concibiéndose esta espontaneidad como fundamental dentro del proceso de construcción de la relación terapéutica como plantea White (2002) citado por Arango y Moreno (2009) situado desde un enfoque narrativo. Esto coincide con lo planteado por Gibney (1996) cuando menciona que una vez se le ha apostado a un modelo que reduce la jerarquía y honra la conexión, es inevitable incluir las experiencias del terapeuta, sus sentimientos y emociones como parte de la ecuación. Lo anterior remite a una pregunta central que ha atravesado la práctica clínica y que concierne al tema del poder. Así pues y como señala Von Franz (1993) citado por Gibney (1996): 29

“quizás ya sea hora de que los terapeutas consideren que, aunque hagamos nuestro mayor esfuerzo por ser respetuosos y por reconocer la experticia del cliente, no podemos negar que estamos revestidos de un poder personal, profesional, arquetípico y contextual. Ya sea que queramos verlo o no, cuando aceptamos un pago como contra prestación a la práctica terapéutica, cuando somos empleados por agencias que están socialmente sancionadas para hacer terapia, cuando otros buscan nuestra experticia, estamos inevitablemente imbuidos dentro del rol cultural de “ sanadores” (p. 238).

No obstante, Anderson y Gehart (2006) plantean que resulta una pretensión desde estos modelos de intervención narrativos, que la terapia pueda trascender los problemas de poder y buscar una relación más equitativa con sus clientes a través de la co-construcción de significado, un enfoque colaborativo y el desafío a paradigmas dominantes.

Ahora bien, de acuerdo con Gibney (1996) tanto las generaciones provenientes de la cibernética de primer orden como las correspondientes a la segunda cibernética, han evitado interpretar la naturaleza paradójica de la combinación entre poder y amor que caracteriza una relación terapéutica. Así pues, el poder en terapia ha de usarse de una forma amorosa, es decir, de una manera que incremente las opciones de la familia. Este amor se distingue del amor romántico en tanto la terapeuta no busca que sus propias necesidades emocionales puedan ser satisfechas en el vínculo y tampoco intenta atender a todas las necesidades emocionales de la familia o el sistema; por el contrario, busca ayudar a que pueda articularse el proceso emocional que ocurre en terapia entre los diferentes miembros de la familia y también entre ellos y él. De ahí que el autor sugiera que en terapia, el poder y el amor juegan un rol fundamental que balancea la relación entre el consultante y la terapeuta y que debe mantenerse vivo en la ecuación terapéutica.

Otra actitud que Arribas (2003) resalta como fundamental es aquella relacionada con la curiosidad, en la medida en la que a través de aquella pueda adentrarse en el proceso de formulación e investigación de las hipótesis sin el propósito de lograr certezas para ser coherente con la causalidad circular, lo cual se refleja en el hecho de que la terapeuta no 30 procure controlar la lógica interna del sistema, ni hacer juicios de valor sobre aquella, siendo de este modo consecuente con esa postura de respeto en la cual “la realidad es la construcción de quienes creen que descubren e investigan la realidad” como señalan Fernández y

Rodríguez (2001) citados por Arribas (2003). Es por esta razón que se justifica desde esta postura posmoderna la ignorancia del terapeuta entendida como un recurso que busca comprender y movilizar al sistema.

Por su parte, Chanzenbalk (2004) plantea la importancia de acentuar el papel que cobra el estilo personal del terapeuta en el proceso terapéutico, pues es a través de aquel que se construye esa relación terapéutica con el paciente que se ha concebido en todos los enfoques y modelos como el vehículo para alcanzar las metas fijadas. Fue así como Orlinsky,

Grawe y Parks (1994) citados por Chazenbalk (2004) encontraron que en un 66% de los casos considerados, la relación terapéutica se hallaba fuertemente asociado al éxito terapéutico, y la contribución del terapeuta al vínculo se relaciona con el éxito en un 53%. De ahí que Satir

(1985) citado por Chazenbalk (2004) plantee que el instrumento más importante de la psicoterapia es la persona del terapeuta. Un dato interesante fue aquel demostrado por Beutler

(1995) citados por Chazenbalk (2004) cuando a través de sus investigaciones descubre que la persona del terapeuta resulta ocho veces más influyente que su orientación teórica. No obstante, al respecto, Speed (1996) plantea que la orientación teórica en la que como terapeutas nos hemos entrenado, y con la que por las inversiones emocionales, de tiempo y dinero, nos encontramos profundamente comprometidos, determinará en parte el tipo de relación terapéutica que ofrezcamos a nuestros clientes y también lo que esperemos de ellos.

Lomas (1977) citado por Speed (1996) plantea por su parte, que la mayor parte de la capacidad con la que cuenta la terapeuta para ayudar proviene de “la escuela de la vida”. De ahí que este autor plantee que si la terapeuta empieza a creer que la eficacia de su teoría, 31 conocimiento científico o técnica puede suplantar o trascender la aplicación de ese conocimiento y experiencia ordinaria que tiene como persona, entonces todo el trabajo terapéutico se encontrará amenazado.

Así pues, desde esta perspectiva, la relación cobra un carácter central en la medida en la que no se aplica una terapia al consultante, pues se trata de un intercambio interpersonal en la que se busca que el énfasis recaiga sobre la calidad de la participación de este último, como plantea Duncan y Cols (1997) citados por Arribas (2003). Por su parte, Flaskas y

Perlesz (1996) plantean que la relación terapéutica desde lo sistémico tiende a contemplarse como una unidad de cambio o evolución, no obstante Hardham (1996) señala que no es solamente esto en tanto la concibe como el contexto del cambio, por lo que menciona que necesitamos trabajar en la construcción de una relación terapéutica que permita que cualquier cosa que hagamos sea efectiva. Es decir, construir un contexto en el que tengamos máxima flexibilidad y maniobrabilidad para posicionarnos a nosotros mismos y relacionarnos de múltiples maneras.

En este punto cabe preguntarse si la relación terapéutica está al servicio de los resultados de la terapia, lo cual sería contrario a lo planteado por Arango y Moreno (2009) quien señala:

“Es distinto construir la relación terapéutica solamente como un medio para lograr un objetivo determinado por la terapeuta, a construir un proceso dentro del cual la relación tiene que ver con el reconocimiento del otro como legítimo; es decir, como el protagonista de su proceso de cambio” (p.144).

En coherencia a lo anterior, Yalom (1984) expone el hecho de que la curación no proviene del psicólogo, ni de la técnica, sino de la relación, como también asegura De

Barbieri (2005) cuando resalta las oportunidades que se abren para el consultante cuando vivencia un «vínculo sano» y un modelo de relación que quizás no haya vivido durante toda 32 su vida. Bordin (1980) por el contrario afirma que la relación terapéutica no es curativa por sí misma, sino que es un ingrediente que hace posible la aceptación y el seguimiento del trabajo terapéutico (citado por Corbella y Botella, 2003).

Respecto a los riesgos involucrados en otorgar a la relación terapéutica un valor en sí misma, Paterson (1996) plantea que existen razones para pensar que una relación personal intensa no constituye algo que por lo general debería buscarse y que tiende a ser más una cuestión propia de la idiosincrasia del terapeuta que se entromete en el proceso. Así mismo, destaca lo difícil que resulta evitar un desbalance importante de poderes que puede derivan en abuso, principalmente financiero. Por otra parte, argumenta que puede ocurrir que la relación terapeuta - consultante tome el lugar de otras relaciones íntimas en la vida del cliente o que la terapeuta se vincule tanto con el consultante que pueda resultar muy herido y afectado, afectando su relación con los miembros de su propia familia o hacia otras familias.

Respecto a este dilema, es preciso retomar el planteamiento de Speed (1996) quien propone que la intensidad de la relación terapéutica y la forma que esta tome está en función de distintas variables. Por un lado, si se realiza una terapia grupal, la relación con los consultantes será diferente que si se encuentra haciendo terapia individual. Así pues, un cliente que viene solo a terapia podría por ejemplo estar más inclinado a querer construir una relación de mayor intimidad, emotividad y dependencia que lo que quizás lo buscaría una familia en la que los miembros cuentan entre sí para construir lazos de intimidad, emotividad y dependencia. De igual modo, una familia puede estar más inclinada hacia hablar acerca de problemas de comportamiento, que explorar contenidos más vergonzosos que incluyan sentimientos acerca del otro, lo cual a su vez influirá sobre la relación con la terapeuta.

Es claro que la terapia sistémica trabaja con un amplio rango de situaciones y que por tanto, los diferentes tipos de terapias que implican concepciones diferentes acerca de la forma 33 de construir la relación terapéutica no deberían ser alternativas opuestas y en relación de competición, sino enfoques complementarios correspondientes a dominios diferentes. Así pues, el autor señala que algunas situaciones demandan, sobre todo, claridad acerca de la teoría y de la técnica, mientras que otras requieren una relación terapéutica intensa entre el consultante y el cliente. Así visto, Speed (1996) menciona que dentro de los desafíos del terapeuta, está la posibilidad de implicarnos a la vez que de tomar distancia; que podamos relacionarnos en un amplio rango de intensidades, así como emplear el conocimiento personal y profesional, conforme a las necesidades particulares del consultante o de la familia.

Al respecto Baringoltz (1992) citado por Chazenbalk (2004) señala que un alto grado de concordancia entre los sistemas de creencias del terapeuta y del paciente, o una intensa complementariedad de los mismos puede desencadenar un estancamiento en los tratamientos, así como una disonancia definitiva que en últimas dificulta el establecimiento de una relación empática y genera un abandono del proceso terapéutico. Al respecto, Neimeyer y Mahoney

(1998) plantean que la distancia terapéutica óptima puede ser entendida como una “posición que armoniza la profunda cercanía experiencial con una comprensión profesional del cliente” que implica estar suficientemente cerca del otro para vivenciar sus sentimientos y al mismo tiempo estar suficientemente distante para reconocer que son los sentimientos del otro, y no los del terapeuta.

De igual forma Chazenbalk (2004) plantea que del Self del terapeuta dependerá que

él experimente sentimientos, conductas y pensamiento particulares que lo harán sentirse más o menos cómodo con uno y otro paciente, influyendo esto por supuesto en el proceso terapéutico. Además de lo anterior se postula la importancia de la credibilidad que el 34 psicoterapeuta genere desde el inicio en su consultante y su capacidad para sintonizarse con el marco de referencia del otro no solo a nivel verbal sino también no verbal.

Otras habilidades que han demostrado su relevancia en la construcción de procesos psicoterapéuticos exitosos descritas por Chazenbalk (2004), tienen que ver con las destrezas relacionadas con la conceptualización del caso, la elección de las estrategias adecuadas, la implementación en el momento adecuado de dichas estrategias, el desarrollo de intervenciones apropiadas en los planes de tratamiento que resulten consistentes con la orientación teórica y la seguridad del terapeuta con el marco de referencia y las técnicas que utiliza, lo cual se corrobora en los estudios de William y Chambleez (1990) citados por

Chazenbalk (2004) cuando encuentran la relación entre la autoconfianza del terapeuta percibida por consultantes y el éxito terapéutico. Desde la perspectiva de Bowlby (1989) citado por Chazenbalk (2004), la relación terapéutica constituye un espacio en el cual es preciso establecer lazos emocionales desde los cuales se fomente un apego seguro que conlleve a la reestructuración de los modelos operantes del paciente, para lo cual será necesario que la terapeuta sea consciente del modo como contribuye en la relación desde un reconocimiento de su historia de vida y desde un trabajo importante de autoexploración a partir del cual pueda revisar sus propias relaciones de apego y también su propio estilo cognitivo, pues será este el que actuará en ese cruce que tiene lugar entre las creencias propias y las del paciente.

Al respecto de la importancia de esta autoexploración Neimeyer y Mahoney (1998) mencionan que cuando la terapeuta se refugia en la hostilidad en vez de mirar hacia dentro de sí mismo, el proceso de terapia está dañado. La terapeuta debe tener el valor de asumir sus propios asuntos personales cuando se siente invalidado, lo cual es una experiencia que 35 fácilmente ocurre cuando la terapeuta se involucra como persona en el proceso. Así pues,

Joan Winter y Harry Aponte citados por Chazenbalk (2004)) representantes de la perspectiva sistémica y directores de programas de entrenamiento en terapia familiar, coinciden en afirmar que un terapeuta es más efectivo cuando se emplea a sí mismo para lograr la evolución tanto de su paciente como de su propia persona.

Frente a esta cuestión, Rogers (1961), reconocido por sus aportes en la comprensión de los procesos de cambio que tienen lugar a propósito de la relación terapéutica, afirma desde su experiencia personal y profesional, haber identificado un tipo de relación particular que facilita el que la otra persona descubra en sí misma su capacidad de utilizar dicha relación para su propia maduración, cambio y desarrollo personal, para lo cual plantea tres condiciones fundamentales que deben orientar la construcción de la relación terapéutica: 1) una autenticidad y transparencia en la cual la persona del terapeuta pueda reconocer y vivir sus verdaderos sentimientos, sin tener que ofrecer una fachada externa; 2) una cálida aceptación y valoración incondicional de la otra persona como individuo diferente, pues afirma Rogers (1961) que: “Cuando mi actitud es condicional, la otra persona no puede cambiar o desarrollarse en los aspectos que no soy capaz de aceptar.” (p. 65); y 3) una comprensión empática libre de juicio desde la cual se intente ver el mundo tal como el otro lo ve:

Solo mostrándome tal cual soy, puedo lograr que la otra persona busque exitosamente su propia autenticidad. (…) Sólo cuando comprendo los sentimientos y pensamientos que al cliente le parecen horribles, débiles, sentimentales o extraños, y cuando alcanzo a verlos tal como él los ve y aceptarlo con ellos, se siente realmente libre de explorar los rincones ocultos y vericuetos de su vivencia más íntima y a menudo olvidada (p. 46).

En este medida, el gran aporte de este autor consiste en los hallazgos que su práctica en psicoterapia e investigación arrojan relacionados con el hecho de que cuando la terapeuta 36 propicia la emergencia de estas tres características al interior del encuentro terapéutico, éstas terminan siendo incorporadas por el consultante en la relación que establece no solo consigo mismo sino también con los demás, en la medida en la que aprende también a escucharse y a escuchar sin prejuicios, sin temores, sin la necesidad de defenderse, sino desde una aceptación incondicional de sí mismo y del otro, que le permite en consecuencia y paradójicamente, empezar su proceso de transformación.

En este sentido, el autor identifica dentro de los cambios que se evidencian en los pacientes que participan de este tipo de relaciones que, al darles el permiso de ser libres, se fomenta su responsabilidad y ocurre un desplazamiento de su centro de evaluación desde el exterior hacia el interior del sí mismo; se tornan más realistas en su autopercepción, lo cual se evidencia en una mayor confianza en sí mismos y en otros, así como en una percepción de mayor capacidad para tomar sus propias decisiones. De igual modo, se evidencia una valoración más positiva de sí mismos, una menor tendencia a reprimir elementos de su experiencia (lo cual representa el extremo opuesto de una actitud defensiva), una mayor disposición para recibir de otras personas sentimientos positivos, la exhibición de una conducta más madura, socializada y adaptada, una mejor asimilación de las situaciones estresantes, una recuperación más rápida de las mismas, una mayor aproximación hacia convertirse en una persona más sana e integrada, en el sentido de que deja de experimentarse incoherente y fragmentada, pues acepta y articula todo aquello que la configura, y finalmente, se vuelve también menos rígida y más abierta a las pruebas que le proporcionan sus sentidos y se aproxima más al ideal que se ha propuesto; aspectos todos que no se evidencian en las modificaciones que ocurren en los grupos control, bajo otras modalidades de relación terapéutica según afirma este autor. 37

Ahora bien, una vez mencionado la influencia que tiene la relación terapéutica sobre la relación que establece no solo con otros, sino consigo mismo, es preciso en este punto retomar el cuestionamiento que hace White (1997) cuando invita a preguntarse por esa

“índole trasformadora de la vida del terapeuta que tiene este trabajo” (p. 176) lo cual implica la responsabilidad de identificar, reconocer y explicitar dentro del contexto de terapia, la contribución real y potencial que esta labor hace a nuestras vidas, pues solo de esta manera sería posible una concepción recíproca de la relación terapéutica. Lo anterior además de socavar la relación de poder del contexto terapéutico, introduce prácticas de relación alternativas desde las cuales se reconoce y exalta la contribución de los saberes y habilidades de las personas al trabajo y a la vida del terapeuta y cuestiona la idea de que las personas tienen deficiencias en sus saberes que solo pueden ser abordados recurriendo a los saberes del terapeuta. Así mismo, esta concepción recíproca del proceso terapéutico nos permite cruzarnos con acontecimientos significativos que contribuyen a la generación de descripciones más ricas de nuestro propio trabajo y de nuestras identidades incorporando los acontecimientos significativos del contexto terapéutico a los libretos de nuestras vidas, logrando por ejemplo incorporar a la propia vida, la experiencia de ser tan poderosamente incluidos en las vidas de otros.

Es importante vislumbrar la relevancia de lo anterior si se considera el potencial que esta forma de relación tiene sobre la posibilidad de transgredir ese límite entre el trabajo y la vida que suele delinearse tan rígidamente y reconectarnos permanentemente con nuestros objetivos primordiales, logrando un sentimiento de dirección positiva; esto a su vez podría invitar a devolver a estas personas algún reconocimiento del grado en que este encuentro terapéutico de hecho constituye la vida del terapeuta (White, 1997). 38

2.3 Relación Terapéutica y Adicciones

Si bien lo anterior guarda cierta consonancia con el modo como se ha conceptualizado el trabajo con pacientes con adicciones, sobre todo en los abordajes relativamente recientes, también es posible encontrar referencias respecto a matices de la relación terapéutica que le son propios al trabajo con sistemas en los que existen procesos adictivos. Uno de ellos es la importancia que algunos otorgan a una clara distribución de los roles y reglas pues como señala Arribas (2003), ello facilita la organización de la terapia, la realización de las tareas y la delimitación de las responsabilidades y de los objetivos terapéuticos de modo tal que estos sean viables.

Se suma a lo anterior, la importancia de trasmitir esperanza de un modo realista, ayudar a reconocer los logros y no hacer presuposiciones negativas sobre los pacientes, todas las cuales contribuyen para el establecimiento de una buena relación. Arribas (2003) señala como igualmente importante que el paciente experimente su propia libertad al interior del proceso terapéutico, de modo que pueda asumirse como el responsable, así como una acertada combinación de firmeza y flexibilidad en el trato que se le brinde, especialmente ante las variaciones que son comunes en el estado de ánimo en periodos posteriores a la cesación del consumo. De igual modo, Agrelo (2010) resalta lo útil que resulta investigar lo que es importante para el paciente, aliarse con el consultante para comprenderlo, procurando que no se sienta cuestionado y utilizando su mismo lenguaje para abordar como puerta de entrada, aquello que sí quiere cambiar. Otro aspecto importante tiene que ver con la creación de una narrativa común entre el consultante y la terapeuta, a través de la cual se busca desarrollar un sentido de mayor coherencia e integración de la narrativa biográfica 39 pues ello constituye una señal relevante de apego seguro y, por lo tanto, una meta a alcanzar en la terapia.

Esto coincide con los hallazgos de Biedermann, Martínez, Olhaberry, y Cruzat,

(2009) cuando se proponen estudiar las implicaciones clínicas de la teoría del apego en la intervención de los trastornos alimenticios, identificando la importancia de la relación terapéutica en tanto puede configurarse en un vínculo significativo a partir de la activación del sistema motivacional de apego del paciente a lo largo del proceso psicoterapéutico, lo cual constituye un aspecto fundamental, si se considera que los patrones de apego inseguros tan asociados con estas problemáticas, sólo pueden llegar a ser transformados a través de relaciones significativas que posibiliten experiencias emocionales correctivas, como lo fundamentan Egeland et al. (1988) citado por Biedermann, Martínez, Olhaberry, y Cruzat,

(2009). No obstante, teniendo en cuenta que algunas las personas con anorexia que presentan patrones de apego preocupados tendiendo a hiperactivar el sistema de apego, es preciso considerar la posibilidad de que se desarrolle una alta dependencia hacia la terapeuta, como elementos a resolver con este tipo de pacientes. Así pues, este autor plantea la importancia de que la terapeuta, consciente respecto al tipo de apego de su consultante, pueda regular sus conductas de acercamiento-distancia, así como el “timing” para las intervenciones en cada caso y situación en particular.

Algunas otras señales que indican un buen desarrollo del proceso tienen que ver con identificar durante las sesiones una mayor apertura al diálogo, aumento de la capacidad reflexiva y autocrítica, discurso protagónico de parte del paciente, aceptación de las construcciones del terapeuta, participación activa en la direccionalidad de la sesión, realización de las tareas asignadas. 40

En esta misma dirección Arribas (2003) realizó también un estudio que buscaba identificar las actitudes del terapeuta que aprecian las personas con problemas de adicción que se hallan en tratamiento en régimen de internado y su influencia con ciertas características de los encuestados. Así pues, las actitudes que se evaluaron fueron 1. Empatía,

2. Aprecio, 3 Congruencia, 4. Seguridad, 5. Pragmatismo, 6. Optimismo, y 7. Firmeza. Lo anterior a partir de una encuesta denominada “Encuesta anónima sobre las actitudes del terapeuta” aplicada a 38 voluntarios varones policonsumidores del Centro de Rehabilitación

Droga de Castillo de la Vega Burgos con edad media de 34.26 años.

Así pues, la puntuación más alta la obtuvieron las actitudes de firmeza y optimismo del terapeuta, las cuales incluyen las siguientes afirmaciones: “que la terapeuta me ayude a reconocer mis errores aunque me disguste”, “que no se deje manipular”, “que no cambie de opinión en función de cómo yo me sienta en cada momento”, “que sea constructivamente crítico” y por otro “que la terapeuta me ayude a crear soluciones novedosas”, “que confíe en mis posibilidades aún en momentos duros” “que tenga esperanzas en mi recuperación” y

“que sea animoso”.

Los cinco descriptores que mayor puntuaciones tuvieron fueron las afirmaciones

“que no se deje manipular” (Firmeza), “que me ayude a reconocer mis errores, aunque me disguste” (Firmeza), “que me ayude a anticipar las consecuencias de mis actos” (seguridad)

“que respete mis confidencias” (Seguridad) “que sepa proponer objetivos observables”

(Pragmatismo). Otros ítems que recibieron también una puntuación alta fueron los siguientes: “que sea coherente” “que intuya o se dé cuenta de lo que yo siento” “que la terapeuta se sienta cómodo y a gusto en la relación” y “que confíe en mis posibilidades aún en momentos duros”. 41

Una variable que marca una diferencia significativa tiene que ver con el tiempo de abstinencia pues se encontró que las personas que llevan menos de tres meses puntúan más la empatía del terapeuta que aquellas que llevan más de tres meses abstinentes. Estas últimas a su vez valoraban más el hecho de “que la terapeuta sea coherente” y “que no se deje manipular”. La variable relacionada con “Tener buenas relaciones familiares o dificultosas e inexistentes” no apreció diferencias de medias significativas en ninguna de las actitudes del terapeuta, al igual que lo que ocurrio con la variable referida a la droga de elección, salvo para los pacientes que contestaron que consumían fármacos tranquilizantes, quienes puntuaron más alto la actitud concerniente al “pragmatismo” y menos en el ítem “que sea animoso”. En cuanto a los consumidores de cocaína, se encontró que les parece más importante que a los no consumidores “que su terapeuta exprese sus verdaderas impresiones y sentimientos” y “que sea amistoso y cálido conmigo”. Todo lo anterior condujo a afirmar lo importante que resulta para los consultantes con adicciones tanto que su terapeuta sea empático y le aprecie, como que sea firme y pragmático. De igual modo resaltan lo beneficioso que resulta la coherencia, la seguridad en la relación y el optimismo en la recuperación para los pacientes drogodependientes.

Pese a lo anterior, Miller y Rollnick (1999) plantean que en el ámbito de esta problemática, uno de los enfoques que ha prevalecido es el que incluyen modelo confrontativo y absolutista como el que él tiene lugar al interior de las comunidades terapéuticas en donde poco se pretende descubrir la lógica del consultante. Aquí es frecuente atribuir al paciente el fracaso del tratamiento dado su resistencia y su poca conciencia de la enfermedad, no obstante los autores advierten la carencia de investigaciones que confirmen la existencia de ese conjunto de intensas defensas en pacientes con adicción. De hecho, las estrategias confrontativas que se derivan de ese modelo, parecen ser por lo general, 42 ineficaces. Por su parte, el modelo que se discute en este presente documento, plantea la importancia de comprender a profundidad la visión del otro, y la relevancia de que la relación terapéutica se construya desde la cooperación y la confianza mutua, ya que este constituye un factor fundamental para facilitar la adherencia y participación comprometida; este vínculo resulta especialmente importante para aquellos pacientes que llegan obligados o inducidos a terapia, pues el papel del terapeuta es esencial para ayudarle a trasformar su postura y apropiarse del problema (sea cual sea el que registre) pues de lo contrario, es probable que el tratamiento se interrumpa o se estanque (Agrelo, 2010).

Todo lo anteriormente planteado traza un recorrido necesario para comprender en qué forma la psicología ha abordado hasta el momento esa experiencia de encuentro que tiene lugar en el contexto terapéutico y esa revisión de aquellas características de la relación terapéutica que se han identificado fundamentales para el proceso de cambio y transformación de los sistemas, y por ende, las cualidades que de encontrarse en el self del terapeuta favorecen el proceso terapéutico tanto en términos generales como propios a los procesos de intervención con pacientes que presentan una adicción. No obstante es preciso hacer una final consideración para la que retomo los planteamientos de Riveros y Garzón

(2009):

“En el nuevo contexto narrativo el sujeto puede quedar a expensas de lo que la relación determine, ya que hace parte de la relación, quien es protagonista del encuentro con el otro, pero a la vez es participe activo en la construcción de ese otro yo en tanto miembro del contexto, es beneficiario y responsable del nosotros que se construye, apropiado de la experiencia vivida, de su historia y de su devenir. Es en relación yo-otro, en el trasfondo de la cotidianidad que el individuo construye la relación persona-mundo” (p.38)

2.4 Proceso de configuración de Identidad

La pregunta por la relación terapéutica adquiere entonces una vital importancia en los procesos de cambio, más si se reconoce el potencial que guarda en la reconfiguración de la 43 identidad. No obstante, para vislumbrar el contexto que hace posible considerar lo anterior es preciso retomar las comprensiones más posmodernas que se han realizado al respecto de los procesos identitarios, no sin antes reconocer que este tema ha sido estudiado desde múltiples perspectivas y enfoques. Así pues, desde la postura psicoanalítica, la subjetividad en tanto categoría filosófica, alude a aquello que remite al sujeto, es decir a lo opuesto a las cosas en sí. Es así como ha enfocado su estudio en los sistemas que configuran las cualidades de lo psíquico dentro de los cuales se incluye la instancia del Yo, el Ello y el Súper Yo por un lado, y por otro, lo consciente, preconsciente, e inconsciente, adquiriendo esta ultima un lugar preponderante que se concibe como un reservorio de energía y de huellas de memoria que se reflejan en manifestaciones subjetivas como lo son los sueños, actos fallidos lapsus linguae y los chistes (Ruiz Martin del Campo. 2009).

No obstante, se plantea que esta concepción alrededor de la subjetividad que incluye la existencia de un aparato psíquico sobre-determinado por lo inconsciente, se construye en la relación con otro ser humano al interior de una cultura particular, razón por la cual Carpintero

(2004) plantea que la práctica del psicoanálisis no se realiza exclusivamente sobre la realidad del mundo interno, tampoco sobre los comportamientos del mundo externo; se realiza en el lugar de encuentro, precisamente al interior de ese “ entre”, lo cual coincide con los planteamientos de Cragnolini (2001) cuando hace referencia a la constitución de subjetividad en el entrecruzamiento de fuerzas, entre la perdida y el tránsito, entre lo mismo y lo otro, entre la multiplicidad en uno mismo contraria a la visión respecto de la cual el sujeto se construye en una identidad-interioridad que accede al otro como exterioridad de sí.

No obstante, pese a este reconocimiento del papel que cumple la relación con otro, con la cultura y la historia en el psicoanálisis, es factible identificar en el modelo Sistémico y en el

Cognitivo- Comportamental una consideración de lo relacional que quizás permea más las 44 explicaciones en torno a lo subjetivo en la medida en la que lo contextual puede trascender la función de “telón de fondo” que en ocasiones es atribuida al psicoanálisis, quedando lo individual un tanto fuera del foco de atención desde estas otras dos posturas, en la medida en la que hacen ruptura con supuestos como el sí mismo como fuente principal del pensamiento y acción y lo contemplan como fruto del intercambio con el entorno lo cual coincide con los planteamientos de Nietzsche referenciados por Cragnolini (2001) cuando anima a abandonar la noción de identidad en tanto recipiente inmutable de rasgos y atributos subyacentes, a cambio de la adopción de una comprensión de las cosas en tanto efectos de una compleja red de fuerzas que se hayan en tensión mutua, lo cual habla de esa interconectividad y de la imposibilidad de establecer la identidad en asilamiento de sus efectos sobre todas las demás cosas. Es así como desde lo Comportamental no se vislumbra al discurso emocional como una forma que permita explicar eventos comportamentales, pues toda explicación debe remitirse a eventos ambientales manipulables como señala Novoa (2004). En el Sistémico por su parte, aun cuando comparta con el comportamental ese mayor énfasis sobre lo contextual y el entorno, lo relacional aquí tiene que ver más con la naturaleza misma de nuestros pensamientos, emociones y experiencias, como señala McNamee (2001), las cuales se configuran como el resultado de las relaciones en el lenguaje, siendo lo subjetivo ese proceso mediante el cual se da sentido y se organiza la experiencia no tanto en el sujeto, sino en el puro intercambio en la medida en la que se plantea que no es posible crear significado solo. De ahí que Melillo, Suárez y Rodríguez (2004) planteen que es la relación social la que habrá de constituir la individualidad, pues no se trata de individuos preexistentes que se relacionan. En esta medida, para que la individualidad se sostenga, es necesaria la presencia del otro en el lenguaje y en la acción. En consecuencia, Von Foerster (1996) menciona que la identidad se encuentra configurada en el dinamismo de los contextos que 45 integran familias, instituciones, comunidades y sociedades, desde una epistemología de segundo orden que articula al observador con el sistema que observa en la observación. Lo anterior plantea una postura que se aparta cada vez más de una objetividad reduccionista que considera el sí mismo como algo autónomo, estable y descubrible, como una realidad verificable, previsible y auténtica para reconocer una perspectiva más procesual, diversa social e intersubjetiva del self que se construye a través de elementos culturales como el lenguaje, cuestionando la posibilidad de un self auténtico (Páramo, 2008).

Esto propone una distinción importante entre identidad y personalidad, en tanto esta

última es entendida como la expresión interna de lo esencial del individuo, característica, estable y reconocible para los demás durante toda la vida. La identidad por el contrario sin omitir los aspectos biológicos que la conforman, se la reconoce como construida en la interacción con otros, cuyas caracterizaciones por sexo, clase, etc., son producto de elaboraciones sociales y culturales más que algo natural de las personas (Slugoski y

Ginsburg, 1989 citados en Linares, 1996) Esto remite a aquello que plantea Turner (1990 citado en Páramo, 2008) respecto al modo como la identidad se configura tanto en el orden individual como en el colectivo, derivado este último de las identificaciones y filiaciones que hacen los individuos a las instituciones y grupos sociales significativos como la familia, la escuela y la religión, entre otros.

Ugazio (2001) presenta un planteamiento afín al anterior cuando reconoce tanto la identidad individual como la familiar, pues señala que cada individuo se com-pone con los demás a partir de diferentes formas de participación y de organización. Así pues, “cada miembro de la familia construye la conversación dentro de una estructura semántica relevante compartida, que normalmente está formada por algunas polaridades semánticas” (p. 53). Esto implica que si bien la familia crea una identidad específica asociada a una estructura 46 semántica presente en el contexto cultural, también cada miembro de la familia se construye su identidad de acuerdo con esas polaridades semánticas propias de su familia.

En consonancia con lo anterior, el enfoque narrativo da igualmente prioridad a un yo dialógico (de naturaleza relacional y comunitaria), donde la subjetividad es una construcción social, interactiva y socialmente conformada en el discurso. En este sentido, si el yo es en esencia dialógico, es a través del relato narrativo como el sujeto emprende un compromiso con los otros y asume desde la acción, la responsabilidad de sus sentimientos, pensamientos y acciones (Connelly y Clandinin, 1995).

Sin embargo, Gergen (1996) advierte acerca de la imposibilidad de anticipar una coherencia completamente lógica entre las narraciones, pues, aun cuando la cultura otorgue importantes ventajas sociales a quien hace que sus relatos concuerden, no hay razón para esperar la existencia de un alto grado de coherencia entre dichas narrativas personales en la medida en la que ésta puede o no conseguirse temporalmente en cualquier relación dada. En este sentido, como señala Gergen (1996), “uno no adquiere un profundo y durable yo verdadero sino un potencial para comunicar y representar el yo” (p.254).

No obstante, como menciona este autor, dicha multiplicidad narrativa tiene importantes repercusiones sociales, pues le permite al sujeto desenvolverse en la variada gama de relaciones en las que las personas están inmersas, así como hacerle frente a las diferentes demandas de contextos relacionales diversos. Dominar por tanto diferentes formas de narración, intensifica la propia capacidad para su conexión, pues se dispone de un repertorio narrativo mucho más rico y complejo en el que es posible hallar mayor cantidad de enlaces (Gergen, 1996). Lo anterior es compartido por Connelly y Clandinin, (1995) cuando plantean que “cada modelo de relato de vida muestra una perspectiva del yo que recoge diferentes porciones de una realidad (personal, social, ideal, oculto, real) que, al 47 confrontarlas dialécticamente, surge un nuevo yo reconstruido” (p.38). En esta medida y como planten estos autores, es factible pensar que:

(…) construimos la existencia dentro de una estructura narrativa al interior de la cual coexisten múltiples discursos, conformados por una intertextualidad o comunidad de otros textos y por una polifonía o pluralidad de voces, lo que posibilita que pueda integrar diversos puntos de vista en diálogo con otros textos/voces (Connelly y Clandinin 1995, p.20).

En consecuencia y como señala Gergen (1996):

(…) existe una infinitud virtual de posibles formas de relato y de formas de auto narración, pero habida cuenta de las exigencias de coordinación social, determinadas modalidades se ven favorecidas mientras otras no lo son a lo largo de diversos periodos históricos” (pp. 241- 242) En esta medida, existen tres formas rudimentarias de narración planteadas por Gergen

(1996) que son las siguientes: La narración de estabilidad, la narración progresiva y la narración regresiva, las cuales constituyen tres diferentes maneras de estructurar un relato en función de la evaluación subjetiva que el narrador le otorga.

Así pues, en la narración de estabilidad, los acontecimientos son relacionados de modo tal que la trayectoria del individuo permanece esencialmente inalterada en relación a una meta o resultado, pudiendo desarrollarse en cualquier nivel a lo largo del continuo evaluativo, derivándose esto en expectativas sobre el futuro coherentes con esa estabilidad que se encuentra viviendo, sea ésta valorada en términos positivos o negativos; la narración progresiva por otro lado, vincula entre sí acontecimientos de tal manera que el movimiento de la dimensión evaluativa a lo largo del tiempo sea creciente, mientras que la narración regresiva, es aquella en la que el movimiento es decreciente. (Gergen, 1996).

En este sentido, Gergen (1996) propone que la socialización efectiva debe ayudar a formar individuos capaces de interpretar sus vidas como estables, como en proceso de mejora o como en declive. Así mismo, aclara que el desarrollo de esta habilidad para interpretar y narrar la propia vida puede permitir incluso ver la vida ya sea como una tragedia, como una comedia o como una epopeya heroica; la narración trágica estaría compuesta por una 48 narración progresiva seguida por una narración rápidamente regresiva. En cambio la comedia-novela es una narración regresiva seguida por una progresiva. Si una narración progresiva viene seguida por una de estabilidad, se estaría haciendo referencia a lo que comúnmente se conoce como mito. La epopeya heroica por otro lado, hace referencia a una serie de fases progresivo-regresivas, en donde es posible como señala Gergen (1996) “que el individuo describa su pasado como una lucha y como una gama continua de batallas que libra contra la oscuridad” (p.244).

La autobiografía enmarcada en cualquiera de estos géneros puede entonces constituirse en un medio de inventar el Yo, en donde el autor se crea a sí mismo, se autoinventa o crea un yo que no existiría sin ese texto, generándose de esta manera disyunciones entre un yo que relata en un momento dado, y los otros yo que permanecen inconscientes (Connelly y Clandinin 1995).

Así pues y siguiendo a Connelly y Clandinin (1995), esta narración de la propia historia va configurando una representación de sí mismo en la identificación con personas, pautas y valores, que puede presentarse como situacional, es decir de una manera más fluctuante y adaptable a situaciones y momentos, o como substancial y persistente. Esto remite a la paradoja descrita por Munné (2000) que logra ampararse en la epistemología de la complejidad en la medida en la que incorpora la incoherencia y atraviesa la noción de identidad consistente en la posibilidad de seguir siendo uno mismo al tiempo que ser otro, lo cual desde la lógica aristotélica y la psicología tradicional sería un sinsentido en tanto se ha asociado esta continuidad que tenemos en el tiempo a un yo fijo.

No obstante, a partir de la propuesta que hace este autor de las “cuatro caras del self” se reconocen dimensiones tales como el auto concepto, que remite a los fenómenos psicológicos de la cognición, la autoestima asociada a la emoción, la autoimagen al rol- 49 estatus, y la autorrealización vinculada a la voluntad. Empero, surgen contradicciones entre estos aspectos del self, que como señala Munné (2000), llevan a la persona a emplear estrategias para continuar autorrefiriéndose, proteger su mismisidad y conservar su identidad, en ocasiones mediante la manipulación intencional e instrumental de los autorreferentes para cambiar el sobre referente, es decir el aspecto dominante en el sistema, valiéndose por ejemplo de los propios esfuerzos de autorrealización para ocultar las propias debilidades en el auto concepto.

El self pues, además de ser plural, paradójico y complejo, se reconoce desde su impredictibilidad como consecuencia de su carácter no lineal, lo cual implica entre otras que esté construido fractalmente (Codina, 1998, citado por Munné, 2000), lo que implica que la persona sea siempre la misma porque siempre es diferente y viceversa. Además de esta propiedad, también se le atribuye al self el atributo de borrosidad, en el sentido de que a pesar de estar unido y condicionado, tiene a la vez un núcleo prototípico que constituye la identidad que hace a la persona diferente de otras personas. Otra manifestación no lineal del self tiene que ver con su dinámica catastrófica, en tanto asume bajo ciertas situaciones límite, un estado de inestabilidad necesario para salvaguardar la estabilidad estructural del sistema y su sentido de mismidad, gracias a las contradicciones entre los aspectos del self. Lo anterior remite nuevamente a la capacidad de auto organización del self como sistema de (auto) formación continua de identidad (Munné, 2000).

Estas contradicciones implicadas en el proceso de construcción de identidad son advertidas también por Gergen (1996), quien defiende que las identidades, al estar suspendidas en una trama relacional particular, difícilmente adquieren una coherencia completa, asegurando que tampoco tienen por qué hacerlo. No obstante, en la medida en que este tipo de acciones entren en conflicto con las exposiciones del yo, la validez de estas 50 autonarraciones se cuestiona, lo cual puede generar censura social sobre el individuo. En consecuencia, la validez de la auto-narrativa está en función de la afirmación de los demás, lo cual implica un desafío interminable compuesto por múltiples negociaciones con los otros, a fin de sostener la identidad. Por esta razón, es que Gergen (1996) señala que “el ser moral de uno nunca es un proyecto completo mientras prosigan las conversaciones con la cultura”

(p.257).

Del mismo modo en que la auto-inteligibilidad depende de si los demás están de acuerdo sobre el lugar que se les ha asignado en el propio relato, también la propia identidad de los demás se construye en función de afirmación que de ellos haga el autor, configurándose “una red de identidades en relación de reciprocidad” (p.258). De ahí que el autor plantee que cada uno de nosotros está soldado en las construcciones históricas de los demás del mismo modo que ellos lo están en las nuestras, lo cual tiene importantes implicaciones en el sentido de que si cualquier participante decide retirar el apoyo que anteriormente había otorgado a la auto narración del otro, de hecho, amenaza a todo el repertorio de construcciones interdependientes y genera “(…) una degeneración general de las identidades” (p. 258).

Para evitar precisamente lo anterior, es que los seres humanos procuran lograr una verosimilitud que los satisfaga a sí mismos y a sus oyentes, para lo cual deben regirse como señalan Connelly y Clandinin (1995), por un conjunto de reglas comúnmente aceptadas al menos en su grupo de interlocutores, que suministran de acuerdo con Bruner y Weisser

(1995), no solo un modelo, sino también una serie de constricciones respecto a cómo construir relatos, subordinándose a unas exigencias genéricas, estilísticas y culturales de la interpretación. 51

Frente a esto, Connelly y Clandinin (1995) plantean que “siempre que se estructura un relato se hace con el lenguaje propio de un grupo, pues lo individual se encuentra mediatizado por lo colectivo” (p.40). En concordancia con lo anterior, Bruner y Weisser

(1995) plantean que por lo general se necesita de un tutor que introduzca al sujeto en esas convecciones culturales que se han acordado, otorgándole a la familia un papel preponderante al ser ese primer círculo en el que el sujeto se ve instado a ubicarse y a aprender cómo hablar de la propia vida lo cual iría en consonancia con lo planteado por Ugazio (2001).

Así pues, “aprendemos el género de la familia, es decir, las temáticas, los requisitos estilísticos, los procesamientos agustinianos de ofrecer justificaciones y pedir disculpas y todo lo demás…y lo aprendemos sorprendentemente temprano” (Dunn, 1988 citado por

Bruner y Weisser, 1995. pp. 192 -193).

En este sentido, la familia continua siendo la representante de la cultura, perfeccionando y refinando los géneros del relato de la vida y las semánticas que empleamos.

No obstante, Bruner y Weisser (1995) mencionan que:

No se trata de que la familia moldee directamente la forma de una vida. Lo que sucede es

que, al proponer las estructuras temáticas en función de las cuales se puede dar cuenta de la

vida, al establecer los contrastes lingüísticos y definir los dilemas, la familia (en nombre de

la cultura) constriñe el manejo de la autoconciencia y la acción (p. 200).

Es entonces por la naturaleza social de los seres humanos y por su necesidad de convivir en familia, que los sujetos aprenden a co-inventar sus vidas a través de una autobiografía por medio de la cual se identifican con una familia, una comunidad, e indirectamente con la cultura más amplia (Bruner y Weisser, 1995).

En consecuencia, tal como señala Connelly y Clandinin (1995), la propia forma del relato es dependiente de lo que cada tradición cultural considera convencionalmente una 52 narración bien hecha, y de las tramas argumentales y los modelos de identidad y acción que ofrece a sus miembros. En concordancia con lo anterior, Gergen (1996) plantea que la forma narrativa, es en efecto, histórica y culturalmente contingente, derivándose en un repertorio de convenciones narrativas disponibles que acatan una serie de requisitos exigidos para contar un relato inteligible dentro de la cultura actual de occidente. De acuerdo a esto Gergen

(1996) plantea que una elucidación de estas convenciones para la estructuración de relatos, nos sensibiliza de los límites de la auto identidad y nos indica también qué formas tienen que conservarse a fin de adquirir la credibilidad como narrador de la verdad.

En consecuencia, el ser humano no está libre para tener simplemente una forma cualquiera de historia personal. Sin embargo, en este punto es pertinente afirmar aquello a lo que alude Gergen (1996) cuando menciona que “las convenciones narrativas no rigen, por consiguiente, la identidad, sino que inducen determinadas acciones y desalientan otras”

(p.248);

Ahora bien, y para retomar la importancia de la relación terapéutica en la reconfiguración de la identidad es preciso considerar como señala Connelly y Clandinin

(1995) que:

(…)es a través de la relación narrativa por excelencia que se teje entre la palabra y la escucha que la historia crece, no solo en la memoria interior de los hombres y las mujeres, sino principalmente en las relaciones que sean capaces de potenciar la reconstrucción de un relato que le devuelva la vida a la historia misma (p.38).

Esta posibilidad dilucidada por Connelly y Clandinin (1995) de reconstruir los relatos a partir de la relación con otros, responde a la conceptualización que Gergen (1996) le ha otorgado a las narraciones, al entenderlas como “construcciones abiertas a la modificación continuada a medida que la interacción progresa” (p.234). 53

Lo anterior tiene importantes implicaciones en lo que concierne a la invención del yo, si se tiene en cuenta que es a través de aquellas narraciones abiertas a una incesante modificación, que el yo se trasforma, pues es sometido a revisión y a sucesivas interpretaciones, pues, como plantea Connelly y Clandinin (1995), “es en el relato en donde el sujeto repiensa y reinventa su vida, tomando autoría de los hechos y por tanto pudiendo imaginar posibilidades de actuación futuras diferentes”(p.33); Es en este sentido que

Rosenwald y Ochberg (1992) citados por Gergen (1996) expresan que:

El modo en que los individuos recuentan sus historias, aquello que recalcan u omiten, su posición como protagonistas o víctimas, la relación que el relato establece entre el que cuenta y el público, todo ello modela lo que los individuos pueden declarar de sus propias vidas. Las historias personales no son meramente un modo de contar a alguien (a sí mismo) la propia vida; son los medios a través de los cuales las identidades pueden ser moldeadas (p. 240). Este proceso de textualización de la vida en términos de Bruner y Weisser (1995) implica una interminable interpretación y reinterpretación. En esa medida, Gergen (1996) plantea que cuanto más capaces seamos de construir y reconstruir nuestra autonarración, seremos más ampliamente capaces de construir relaciones que proporcionen bienestar.

Así pues, de acuerdo con estos autores, para otorgarle mayor variabilidad al relato también es importante ampliar la historia de vida con nuevos relatos y episodios, pues esas sucesivas reconstrucciones que pueden ir teniendo lugar a medida que dicha historia va cambiando, terminan influenciando la comprensión global de la vida que se vaya a hacer en el futuro. Lo anterior se debe en gran medida al inmenso potencial que tienen las historias para inspirar e instruir, para producir estados de conciencia alterados, nuevas perspectivas, opiniones diferentes, nuevos intereses, alegrías y tristezas; todo lo cual logra ponernos en contacto con aspectos desconocidos de la vida que, como asegura Jackson (1998) citado por

Connelly y Clandinin (1995) pueden transformarnos y alterarnos como individuos. 54

Así mismo y como señala Gergen (1996), otra de las bondades de las narrativas es que pueden constituirse en un instrumento a través del cual se confiere un sentido de coherencia y de dirección a la propia vida, pues es a través del relato como los seres humanos leen e interpretan su propia experiencia y la de los otros. Por esa razón es que Gusdorf (1991) expresa que “toda biografía es una obra de arte, y al mismo tiempo, una obra de edificación…nos muestra el esfuerzo de un creador para dotar de sentido su propia leyenda.”

(p.16).

Lo anterior expresa un rasgo especialmente interesante de la autobiografía, destacado también por Bruner y Weisser (1995), que tiene que ver con esa posibilidad que existe de narrar la propia vida en una modalidad o género y más tarde leerla o recordarla en términos de otro u otros distintos. En consecuencia, como señala Gergen (1996), las narraciones regresivas pueden configurarse como medios importantes para motivar tanto a los demás como a uno mismo para la consecución de fines positivos, gracias a esa función compensatoria que opera cuando el ser humano alienta el entusiasmo propio, por un proyecto dado. De esta manera, es posible vislumbrar el potencial de la narrativa, cuando es vista, como propone Bruner y Weisser (1995) como un “instrumento de resignificación a través de la cual los recuerdos episódicos pueden ser organizados en nuevas y diferentes matrices de recuerdos semánticos” (p. 185). Así mismo, Connelly y Clandinin (1995) señalan con respecto a la narrativa que:

Es a través de aquella que logra establecerse un orden en el conjunto de hechos pasados, entre lo que era y es hoy, entre las experiencias pasadas y la valoraciones que se han adquirido en relación con los proyectos futuros; todo esto mediante un proceso reflexivo a través del cual se da significación a lo sucedido o vivido (p.20).

Ahora bien, es preciso no perder de vista la importancia de ese contexto social más amplio en el que también se encuentra inserto el sujeto y que influye de un modo importante 55 en el modo como el sujeto se relaciona consigo mismo y con otros. De ahí la relevancia de considerar las implicaciones sobre los procesos de construcción de identidad que se derivan del panorama que plantea Briuoli (2007) citando a Skliar (2002) respecto a la sociedad que hoy habitamos: “Vivimos nuevos tiempos, de desorientación cultural. De conformación de nuevas identidades, de exclusión social, de globalización. De aferrarse a las pocas identidades disponibles o estallar en fragmentos” (p. 83).

Esta autora expone que frente a estas realidades se despliegan habilidades de supervivencia en la incertidumbre y se estructuran nuevas formas de ciudadanía y nuevas maneras de lograr una inscripción colectiva e individual orientada a resistir la amenaza de la desafiliación completa a la que estamos expuestos y ante la cual nos movilizamos para auto agenciarnos como sujetos. Esto constituye un desafío importante en cuanto a encontrar formas de intervención en la complejidad que incluya la diversidad que existe en los modos de vivir, de construir subjetividad y de vincularse con otros. No obstante, es preciso entender el lugar que hoy tienen las prácticas de competencia que devienen de esta sociedad individualista y patriarcal que fragmenta muchas veces los lazos sociales y genera prácticas de exclusión que conllevan pérdida de identidad social y experiencias de vulnerabilidad como las que se recogen en el presente estudio a través de los motivos de consulta que se conceptualizan y desarrollan a continuación.

2.5 Contextualización de los Trastornos Adictivos

La complejidad que subyace a los trastornos adictivos se ha evidenciado en los múltiples lentes bajo los cuales se ha intentado comprender y abordar esta problemática. De manera general la adicción ha sido descrita a partir de cuatro características fundamentales:

1) un fuerte deseo o un sentimiento de compulsión para llevar a cabo la conducta particular 56 que se acrecienta cuando la oportunidad de realizar tal conducta no está disponible; 2) la capacidad deteriorada para controlar la conducta (especialmente, en términos de controlar su comienzo, mantenimiento o nivel en el que ocurre; 3) malestar y estado de ánimo alterado cuando la conducta es impedida o cuando suspende la ejecución de la misma; y 4) y la persistencia en la conducta a pesar de la clara evidencia de que le está produciendo graves consecuencias al individuo (Chóliz, 2006).

Una vez descritas estas características propias de la presencia de una Dependencia-

Adicción, es preciso aludir a aquello que planteaba Ganitsky (2006) respecto a la importancia de distinguir lo anterior de un simple uso, o de un abuso, entendiendo por la primera como un consumo social controlado y esporádico que no genera ninguna consecuencia en la vida de las personas y por el segundo como un consumo que es recurrente y tiene consecuencias de incumplimiento en el trabajo, escuela u hogar, implicación en situaciones de riesgo, problemas legales frecuentes y la persistencia en el consumo a pesar de problemas sociales o interpersonales.

De igual modo, el proceso adictivo se caracteriza también por desarrollarse mediante ciertas fases que conducen a la persona dentro del ciclo adictivo, las cuales son descritas por la Fundación BACC en México (2001) de la siguiente manera:

(A) Gratificación a corto plazo: después de que ocurre el consumo tiene lugar una gratificación a corto plazo que le hace creer que el comportamiento adictivo o droga es bueno para él. (B) Sufrimiento a largo plazo y disfunción: Esta gratificación a corto plazo viene seguida eventualmente por sufrimiento a largo plazo dado por la incapacidad de enfrentarse psicológica y socialmente a la vida sin la necesidad de las drogas o el comportamiento adictivo. (C) Pensamiento adictivo: Este sufrimiento a largo plazo y la disfunción asociada, provocan el pensamiento adictivo, el cual inicia con una obsesión y compulsión por la droga 57 o comportamiento adictivo. Esta obsesión se refiere a un pensamiento continuo sobre los efectos positivos derivados del consumo o la práctica adictiva. La compulsión por su parte, se refiere a la urgencia y la necesidad irracional de consumir para obtener un efecto positivo aunque sepa que a largo plazo implica un daño, lo cual se asimila mediante estrategias de negación y racionalización de la problemática, es decir, la atribución de la culpa a otros y a situaciones ajenas al uso mismo de las drogas. (D) Incremento de la tolerancia: Antes de que la persona con la adicción esté consciente de lo que está ocurriendo, empieza a requerir de más droga o de una intensificación del comportamiento para producir el efecto deseado. (E)

Pérdida de control: La obsesión y la compulsión se vuelven tan fuertes que la persona con la adicción no puede pensar en ninguna otra opción y experimenta un estrés importante que culmina en el consumo de las sustancias o la ocurrencia en los comportamientos adictivos, siendo aquí donde inicia nuevamente otro ciclo. (F) Daño Bio-Psico-Social: Como consecuencia de lo anterior ocurre un daño biológico, psicológico y social importante que tiene lugar de manera progresiva. Esto a su vez dista mayor dolor y estrés emocional lo cual termina situando a los adictos en una trampa mortal pues a medida que el sufrimiento aumenta, incrementa a su vez la necesidad por el uso adictivo (Fundación Bacc México,

2001)

Una vez la persona logra un periodo de abstinencia es factible que ocurra el restablecimiento de la conducta adictiva, incluidos los pensamientos y sentimientos asociados a aquella. Al respecto, Marlatt y Gordfon (1980), Shiffman (1989) y Casas (1995) distinguen entre dos nociones importantes que son caída y recaída, planteando que la primera se refiere a un consumo puntual que no supone retroceso a la línea base de consumo que existía antes de tomar la decisión de cambio, en tanto se mantiene el contacto con el grupo terapéutico. La recaída por su lado implica además del consumo de drogas, la vuelta a un 58 estilo de vida anterior que incluya los mismos ambientes, la misma frecuencia además de un abandono del proceso. La relevancia de esta distinción parte desde una terapia basada en el cambio como proceso, y desde allí se considera que la ruptura de la norma autoimpuesta de estar abstinente puede significar un retroceso pero no una recaída total.

2.6 Adicciones tóxicas y no tóxicas: consumo de SPA, trastornos de la conducta alimentaria y adicción a juegos online

Las relaciones de dependencia han sido descritas no únicamente en términos de las adicciones a sustancias tóxicas, pues se ha planteado la existencia de adicciones denominadas no tóxicas, las cuales se refieren a las conductas adictivas sin base química, en las que la persona no experimenta control sobre esa conducta, además de que la misma le produce dependencia, tolerancia, síndrome de abstinencia, control de la conducta mediante claves externas e internas, pérdida de interés por otras actividades gratificantes y una incidencia negativa muy importante en su vida, que va a ser en muchos casos la causa de que acuda en busca de ayuda (Echeburúa, 1999 citado por Chóliz, 2006 y Griffiths (2010).

Algunas de estas adicciones no tóxicas son descritas por Ganistsky (2006) cuando se refiere a los Trastornos de la Conducta Alimentaria y las actividades compulsivas relacionadas con los juegos online, la esfera sexual, con el trabajo, las compras, el uso de internet, los juegos del azar, el afecto y las relaciones de pareja. Es preciso contemplar como muchas de estas constituyen actividades ante las que el ser humano siempre habrá de enfrentarse, por lo cual, ante un problema adictivo, existe una mayor amenaza de recaída y requiere de un mayor nivel de exigencia para mantenerse en recuperación.

Este reconocimiento de relaciones de dependencia y adicción que se generan no solo con fármacos sino también con comportamientos ya ha sido reconocido e incluido en la

última revisión contenida en el DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental 59

Disorders), en su quinta versión, en la cual se ha creado una nueva categoría para recoger las

“adicciones conductuales”, donde se incluye el Juego Patológico antes recogido en la categoría de “trastornos de control de impulsos no clasificados” lo cual ha suscitado críticas importantes y con ello una disyuntiva respecto de considerar la viabilidad de concebir las adicciones comportamentales. Frente a lo anterior, Sola, Rubio, y Rodríguez (2013) defienden el concepto de adicción comportamental en su sentido más amplio en la medida en la que plantean que lo que describe a una adicción tanto comportamental como a una sustancia, no es tanto la frecuencia con que se realiza sino el tipo de relación dependiente que se establece, la cual es experimentada como la necesidad subjetiva de llevar a cabo una conducta y la supeditación del estilo de vida, al mantenimiento del hábito lo cual puede darse por ejemplo al interior de los trastornos alimenticios..

Así pues, en cuanto a la Anorexia Nerviosa esta es entendida como

(…) un trastorno caracterizado por una deformación en la percepción de la imagen corporal, donde la persona se ve siempre por encima del peso deseado, o ve partes de su cuerpo deformadas por gordura. La persona emprende acciones orientadas a cambiar dicha imagen dentro de las que se incluyen la disminución en la ingesta de alimentos y/o mecanismo la disminución en la ingesta de alimentos o mecanismos de eliminación tales como vomitar, utilizar laxantes o diurético” (Jáuregui, 2012, p.4)

En cuanto a la Bulimia Nerviosa, el La DSM IV la diferencia de la anterior por los episodios de atracones de comida (comer compulsivamente) que se tienen hasta la saciedad, seguido de mecanismos de purga para controlar el peso, planteándose que para su categorización ha de evidenciar una frecuencia de un episodio a la semana en los pasados tres meses.

Una vez realizada esta breve contextualización respecto a los nuevos modos de conceptualizar estos trastornos en el DSMV R, es preciso mencionar que si bien ha habido autores que consideran que los trastornos de la conducta alimentaria pueden encuadrarse en 60 un modelo adictivo, también hay otros que los conciben dentro de un marco diferente. Los primeros se basan en la elevada comorbilidad observada entre dichos trastornos (sobre todo la bulimia nerviosa) y el abuso de sustancias psicoactivas, en las similitudes clínicas y bioquímicas que existen entre ambos trastornos y en la capacidad de los tradicionales modelos explicativos de las adicciones para dar explicación además a los desórdenes alimentarios. Es factible entonces plantear la posibilidad de postular en los TCA la dependencia a determinados comportamientos como por ejemplo al ejercicio físico excesivo como conducta compensatoria en el caso de Anorexia Nerviosa (AN) y la Bulimia Nerviosa

(BN) o como conducta central del trastorno en el caso de la Vigorexia; así pues, también podría concebirse la dependencia frente a determinadas comidas como los hidratos de carbono, que por su composición pueden tener un carácter psicoactivo de manera que pueden generar una adicción, y por tanto, los sujetos que recurren a ellos pueden hacerlo de forma abusiva y llegar a una intoxicación en forma de “cólico o empacho” (Von, Ranson y Cassin,

2007; Soria, 2011; David y Claridge, 1998, citados por Sola, Rubio, y Rodríguez (2013)

Resulta significativo el hecho de que sea característico de los TCA la pérdida de control sobre la ingesta (como ocurre en los atracones que caracterizan a la BN y los que se dan en determinados momentos de la enfermedad en la AN de tipo purgativo), aparición del

“craving” o deseo de ingerir un determinado tipo de alimento, tolerancia, síndrome de abstinencia, uso de la comida para disminuir el estrés o estados emocionales negativos, negación del trastorno, mantenimiento en el consumo a pesar de las consecuencias negativas y recaídas, siendo todos estos criterios que se cumplen en el caso de los trastornos relacionados con sustancias (Von, Ranson; Cassin, 2007; Soria, 2011, Garrido (1985) citados por Sola, Rubio, y Rodríguez, 2013) 61

En cuanto a la adicción a los juegos en línea, también conocido como " adicción a

Internet “, fue considerado dentro del DSM V para ser incluído de la categoría de juego patológico, pero en el trascurso del proceso, los miembros del grupo decidieron que no habían datos de investigación suficientes para hacerlo, así que recomendaron a la comunidad científica que este fuera incluido en el apéndice del manual con el objetivo de fomentar mayores estudios al respecto (American Psychiatric Association 2010)

Lo anterior dado seguramente por las dimensiones que ha cobrado la problemática del juego patológico para la salud mental en tanto que la incidencia ha venido en aumento como se planteó previamente en el apartado introductorio. No obstante, es preciso advertir que hasta la actualidad, este comportamiento parece ser aquel frente al que existe mayor unanimidad respecto a la posibilidad de abordarlo desde el modelo de adicción. Es así como

Bullock y Ponteza (2012) citados por Sola, Rubio, y Rodríguez (2013) han señalado la gran similitud que existe entre las bases neurobiológicas de la ludopatía y de las adicciones con sustancias, identificándose con claridad el “craving” es decir, las ansias por incurrir en el comportamiento o sustancia adictiva, la alta tolerancia y el síndrome de abstinencia y el alto riesgo de recaídas aun después de haber transcurrido mucho tiempo tal como mencionan

Sola, Rubio, y Rodríguez (2013) y Griffiths (2010).

Lo anterior se plantea dentro de un contexto en el que ocurra un uso que exceda las

40 horas semanales de juego, pensamientos obsesivos y recurrentes, sensación de placer, tolerancia, disminución en la capacidad de control de los impulsos y síndrome de abstinencia reflejado en un incremento en la conducta de juego a fin de lograr los mismos niveles de estimulación iniciales, así como altos niveles de inquietud y activación emocional cuando no puede tener acceso a las actividades preferidas de juego, observándose entre otras, irritabilidad, o aislamiento en situaciones distintas a las del juego. Así pues, es frecuente que 62 prefieran sentarse solos frente a la pantalla del computador y que evidencien un deterioro en cuanto al rendimiento académico en el colegio o en el trabajo a causa del frecuente absentismo, cansancio excesivo y problemas importantes de concentración. En esta medida se observa cómo el juego termina absorbiendo la vida de estas personas y actividades como comer estar con la familia, el colegio o el trabajo pasan a un segundo plano, lo cual implica un alto impacto en vida social, familiar, académica y laboral, aislamiento, y problemas de salud (Ballesteros, 2006).

Así pues, se propone que la adicción a los videojuegos tiene características diferentes de acuerdo al grupo de personas en el que se manifiesta, razón por la cual Griffiths (1993) citado por Tejeiro (2001) plantea que pueden existir dos tipos de adicciones a las máquinas de videojuegos. Los adictos del primer tipo, que denomina “adicción primaria”, serían adictos a la máquina en sí, y jugarían por el incremento en el arousal que produce la excitación del juego, así como por obtener recompensas sociales y para poner a prueba sus habilidades. El otro tipo (“adicción secundaria”) recurriría al juego con videojuegos como actividad de desplazamiento o para reducir el estrés que le producen otras áreas de la vida por lo cual los afectados ya no jugarían por diversión sino porque se ven incapaces de hacer otra cosa pues el mundo virtual se convierte en la única estrategia para afrontar las emociones negativas, así les implique costos importantes en otras áreas de sus vidas (Tejeiro, 2001; Gelitz (2010)

Dentro de los juegos que al parecer provocan mayor adicción se incluyen los juegos que implican roles interactivos denominados Massively Multi player Online Role-playing

Games (juegos de rol mutijugador en masa). Entre ellos destacan World of Warcraft,

Everquest, Final Fantasy y El señor de los anillos en su versión en línea.

Respecto al perfil atribuido a estas personas, Wölfling citado por Gelitz (2010) describe que se trata de individuos que anteriormente no presentaban síntomas de ningún tipo 63 y como consecuencia de la adicción suelen manifestar depresión. También pueden hacer parte personas que buscan superar presiones o fobias sociales aunque en menor medida. A diferencia de lo anterior García (2013) identifica en estas personas una tendencia hacia la introversión, baja autoestima, búsqueda de nuevas sensaciones, déficits en las relaciones interpersonales, déficits cognitivos, fantasías, dispersión de la atención y otras alteraciones psicopatológicas. En cuanto al perfil psicológico de los adolescentes que pasan más tiempo en Internet aparecen como emocionalmente inestables, tendentes a la introversión y pesimistas respecto a su capacidad para interactuar con otros. Así mismo, presentan un afrontamiento improductivo que no persigue la resolución de problemas, incomodidad con las relaciones sociales reales, búsqueda de relaciones reforzantes mediante las cuales sea posible evitar la presencia física, posibilidad de mantener el anonimato, elaborar una personalidad “ficticia” y abandonar la “relación virtual” sin consecuencias tan evidentes.

2.7 Comprensiones del Trastorno Adictivo desde el Paradigma Sistémico

Es preciso denotar cómo este abordaje de la adicción ha estado permeado de posturas que se centran en la experiencia de quien la padece, lo cual sintonizaba con el modo como era concebido el problema de las adicciones en tanto aspectos intrínsecos al sujeto que se establecían como consecuencia de configuraciones yoicas defectuosas al interior de las cuales se instalaba el abuso como una solución parcial y una relación particular consigo mismo. No obstante, Marcos (2009) señala cómo fruto de las limitaciones que se derivaban del tratamiento individual que se encontraba bajo el influjo del psicoanálisis, tales como la observación de recaídas ante la reinserción en la familia, o el empeoramiento de la familia ante la mejoría del paciente y viceversa, surgieron modelos que planteaban la necesidad de que la familia se implicara en el tratamiento, lo cual inició un sutil desplazamiento de la 64 atención de lo individual hacia lo familiar siendo esto un hecho igualmente evidente en los pacientes diagnosticados propiamente con un TAC ( Trastorno de la Conducta Alimentaria).

Es clara la importancia otorgada al sistema familiar, no obstante, Sluzky (1998) hace una crítica a las intervenciones sistémicas en donde estas terminan siendo las únicas tomadas como significativas, explicando que desde la génesis del paradigma, se propició la construcción de una frontera artificial entre las relaciones familiares y el resto del mundo social significativo del individuo. En esta medida hace un llamado a la dimensión social en la práctica clínica a fin de observar procesos que no han sido reconocidos para así construir nuevas compresiones acerca de cuáles variables pueden haber contribuido a desencadenar originar o mitigar los diversos problemas. Para lo anterior, puede ser útil contemplar ese contexto de relaciones más amplio que influye sobre el individuo (familia, amistades, relaciones laborales y escolares, relaciones comunitarias o de servicios), entendiendo que esta red corresponde al nicho interpersonal de la persona y contribuye substancialmente a su propio reconocimiento como individuo y a su imagen de sí.

Ahora, es bien conocido que en los trastornos de la conducta alimentaria, las drogodependencias y otras adicciones no toxicas, la familia cumple un papel particularmente importante, empezando por su injerencia en la toma de decisión de abandonar los comportamientos problemáticos e iniciar tratamiento por parte del paciente, es frecuente que estos pacientes no sientan que haya que hacer nada para modificar la situación. A si mismo pues se parte de la base que ver solo al portador del problema, especialmente si es menor de edad y vive con sus padres, es garantía de un fracaso seguro. Por el contrario, el apoyo familiar es un buen predictor del éxito terapéutico, constituyendo la participación paterna durante el tratamiento un factor que discrimina la abstinencia a los seis y doce meses luego 65 del tratamiento(Crispo y cols., 1994;Hoffman y Hollister, 1998 citado por López, León,

Godoy, Muela, y Araque, 2003).

Unido a lo anterior Sáenz (2003) señala que cuando las relaciones intrafamiliares son estables, entonces el grupo de pares que por lo general se asocia con un factor de riesgo, no tiene mayor influencia en lo que respecta al consumo. Así pues, Stanton y Todd (1988) plantean en correspondencia con lo anterior, que el abuso más severo de drogas constituye un fenómeno familiar, encontrándose estrechamente relacionado con la calidad de la relación padres – adolescentes y la presencia de disfunciones familiares que han de incluirse en el abordaje terapéutico de la persona que porte la adicción, (López, León, Godoy, Muela y

Araque (2003).

Ahora bien, desde el modelo sistémico diferentes escuelas han desarrollado teorías sobre las relaciones familiares en las adicciones (y en los trastornos alimentarios), asociando determinadas características de las familias a la aparición y mantenimiento del trastorno. No obstante, en lo que concierne específicamente a la adicción a los juegos online y al juego patológico, se observa un vacío conceptual e investigativo en este terreno, el cual ha sido abordado sobre todo desde el modelo psicoanalítico, modelos operantes, y desde el modelo integrador de McCormick y Ramírez (1988) el cual se basa en la teoría de la personalidad y postula cinco dimensiones predisponentes para el desarrollo de estas conductas de juego que en su interacción, apuntan sobre un perfil individual del jugador dentro de las cuales se encuentra predisposición o vulnerabilidad biológica, transmitida hereditariamente; fracaso en la socialización fruto de la relativa ausencia de habilidades sociales y la presencia de actitudes competitivas más que colaborativas; contacto con situaciones y eventos estresantes durante las primeras etapas de la vida, un posible trastorno de la personalidad y contacto con situaciones estresantes recientes. 66

Durante el año 2003 y 2004 tiene lugar en Bogotá la primera investigación realizada a gran escala orientada a analizar las prácticas de juego en niños, niñas y jóvenes en las categorías de juegos de suerte y azar, de destreza (videojuegos) y de suerte y habilidad

(maquinas) a partir del incremento de problemas individuales, familiares y comunitarios relacionados con los juegos y reportados en la literatura especializada. Esta investigación se realizó con 297 niños, niñas y jóvenes entre 10 y 22 años de edad y también participaron los padres y madres de los menos de 18 años. Dentro de las conclusiones arrojadas por el estudio plantea la función socializadora de los video juegos en la medida en la que efectivamente pueden convertirse en tema de conversación y en un modo de construir relaciones de amistad

(Ballesteros, 2006)

En esta misma línea Wölfling entrevistado por Gelitz (2010) plantea que lo que verdaderamente especial de los juegos en línea es que permiten que el prestigio social esté al alcance de cualquier persona, independientemente de su condición social y material. Además, el que estos juegos estén organizados de modo que solo se consiguen cosas en equipo, termina incrementando la motivación por el juego en la medida en la que se obtiene un reconocimiento social y se experimenta un sentimiento de pertenecía que eleva la autoestima.

Así mismo, parece que este reconocimiento no es obtenido en el mundo real o al menos no sin dificultad.

Dentro de estos procesos terapéuticos se sugiere generar un espacio al interior del cual puedan encontrar estrategias y descubrir recursos que les permitan alcanzar aquello que el juego proporciona como lo es el reconocimiento, la sensación de consecución de éxito y/o la liberación del estrés y la ira. Dentro de las recomendaciones que se ofrecen para el abordaje de las personas que abusan del juego se sugiere evitar la prohibición en primera instancia, arguyendo que es posible que la persona no disponga de otros medios para combatir el estrés 67 que sufre. En esta medida, deberían provocarse cambios a través del diálogo directo y sincero, sin generar sentimientos de culpabilidad en donde procuren comprender lo que el juego les aporta para poder proponer actividades alternativas. A su vez, señala la importancia de fomentar rituales al interior del sistema familiar, como sentarse juntos a cenar y comprobar que su hijo duerme realmente por las noches y acordar el tiempo de juego.

En cuanto al papel del terapeuta, este experto plantea que este se limita a acompañar a sus pacientes, pero que son estos quienes deben superar la dependencia por sí mismos. Para ayudarlos en esta tarea se brinda primero información sobre la adicción que incluya de qué se trata realmente y que le sucede a la persona que la padece. A su vez se procura exponerlos ante estímulos generadores de necesidad de jugar para que puedan ejercerse en la superación de los mismos y se sugiere la abstinencia completa del juego preferido. Este experto reconoce también la importancia de trabajar en grupo pues esto ayuda a reemplazar la comunidad virtual por un colectivo real y a disminuir los sentimientos de ansiedad al comprobar que hay otros que comparten sus problemas (Gelitz, 2010).

No obstante, es preciso en lo anterior contemplar cómo la comprensión relacional de la problemática es dejada a un lado encontrándose un vacío investigativo importante desde el paradigma sistémico. Así pues, escasamente se ha planteado dentro del modelo comprensivo, una relación entre esta problemática y una disciplina familiar inadecuada, inconsistente o excesivamente permisiva, la exposición al juego durante la adolescencia, la ruptura del hogar, unos valores familiares apoyados sobre símbolos materiales y financieros, la falta de planificación y el despilfarro familiar etc. (APA, 1995 citado por Jaén, 2001).

Una vez hecha esta salvedad, es preciso continuar con el desarrollo de los diferentes modelos que han teorizado sobre las relaciones familiares en las adicciones y en los TCA desde el paradigma sistémico, bajo la expectativa de que quizás dichas teorías relacionales 68 puedan también ayudar a comprender algunos cuantos elementos de las dinámicas detrás de algunas adicciones comportamentales como la concerniente a la adicción al juego online.

2.8 Modelo Estructural en la atención de adicciones y TCA

Así pues, uno de estos modelos es el estructural el cual fue fundado por Salvador

Minuchin (1967) quien plantea dos axiomas básicos que configuraron luego la terapia estructural: el primero de ellos se refiere a que la vida psíquica de un individuo no es exclusivamente un proceso interno, pues lo describe como una puntuación dentro de unos patrones de interacción que se encuentran en una relación de mutua influencia con el contexto y segundo, que las modificaciones en los patrones de interacción del sistema individuo- familia entorno, favorecen a la producción de cambios en la conducta y procesos psíquicos internos de los miembros de ese sistema (Coletti 1990).

A partir de lo anterior, se fueron desarrollando estudios que pudieron identificar características de la organización y la estructura propias de estas familias con un miembro adicto. Un elemento crucial identificado, tiene que ver con el modo como se abordan los conflictos al interior de la familia, siendo la Emoción Expresada Alta, una forma de comunicación familiar con el adicto en la que prevalecen críticas, comentarios hostiles que favorecen la construcción de un auto concepto negativo; también se ha visto la presencia de poco contacto visual, deficiencias en la habilidad para identificar estados emocionales y en la expresión de sentimientos íntimos, sumado a una utilización excesiva de referencias al pasado o a un futuro hipotético, generalizaciones abundantes, percepciones interpersonales erróneas, emisión de mensajes abstractos, poca claridad en cuanto a lo que se espera del otro como ocurre también en los TCA (Micucci, 2005, López, León, Godoy, Muela, y Araque,

2003 y Pumar, Ayerbe, Espina, García, y Santos (1995). 69

Al respecto, Espina (2006) describe lo frecuente que resulta en las familias de pacientes con trastornos alimenticios, un rechazo de la comunicación del otro, siendo habitual la contradicción, lo cual también coincide con lo planteado por Sáenz (2003) respecto a las familias con un paciente farmacodependiente en las que hay una presencia de dobles mensajes que implican la emisión de un mensaje que afirma por un lado y desconfirma por otro al nivel de la acción o la relación; esto, a pesar de encontrarse cada miembro instado a operar dentro de una estrecha gama de conductas aceptables definidas, a fin de evitar el conflicto (López, León, Godoy, Muela, y Araque, 2003; Micucci, 2005)

López, León, Godoy, Muela, y Araque (2003) encontraron a su vez entre los principales factores de riesgo presentes al interior de estas familias la presencia de desavenencias conyugales caracterizadas por una desilusión recíproca en la pareja que no es reconocida sino ocultada detrás de una fachada de respetabilidad y de unidad conyugal. Así mismo, es frecuente que la pareja construya relaciones simétricas que se configuran a partir de la lucha por determinar cuál el más sacrificado, siendo el sufrimiento la manera privilegiada para alcanzar una posición de poder en la familia como señala Selvini (1999).

Por lo general, los padres destinan importantes esfuerzos intentando ganarse al hijo para su bando de una manera encubierta, lo cual da origen a la presencia de coaliciones que Espina

(2006) señala como “el problema central”, asumiendo el portador del síntoma la función de suplir secretamente las carencias que tiene con su cónyuge. A diferencia de lo que se plantea como una característica de la dinámica familiar de los pacientes con TCA, en las adicciones a fármacos, aun cuando también existe la presencia de coaliciones intergeneracionales, es interesante que estas alianzas entre los miembros de las familias de adictos, no son encubiertas sino que tienden a ser explicitas y confirmadas verbalmente como plantean

Stanton y Todd (1988). 70

Lo anterior deriva en la siguiente característica correspondiente a la falta de fronteras claramente delimitadas presentes entre los subsistemas paterno y filial por lo que se favorece la simbiosis; lo anterior como un mecanismo que tiene la familia (tanto en las adicciones a sustancias como en los TCA) para alcanzar una mayor cohesión y protegerse así de su temor ante la separación como ha planteado Stanton y Todd (1988) y Micucci (2005). Son embargo, este tipo de relaciones amalgamadas tienden, según Dois (2006) y Micucci (2005) a que la persona use el consumo o los comportamientos asociados a los TAC como ilusión de diferenciación y control sobre sí mismo, lo cual paradójicamente, lo hace aún más dependiente de su familia. Esta indiferenciación hace referencia a la necesidad de estas familias de permanecer unidas hasta un punto tal que ninguna de las partes pueden moverse independientemente de las demás (Hoffman, 1981). Cuando existe un bajo grado de diferenciación, esto equivale a poseer un alto grado de apego emocional no resuelto a los padres. De este modo, para controlar la indiferenciación y para preservar el equilibrio familiar, algunas personas crean una distancia emocional entre ellos y sus padres y aíslan su sí mismo ante su presencia. Sin embargo, cuando la tensión se reduce pueden relacionarse con mayor espontaneidad. El otro extremo describe personas tan sensibles que ante la presencia física del otro, tienden predominantemente a buscar un cierto grado de distancia física, para preservar su equilibrio emocional. Sin embargo, estos dos tipos de mecanismos producen una distancia emocional denominada, “corte emocional” que, entre más definida sea en relación con los padres, más previsible es que repita el mismo modelo en todas las s relaciones futuras que impliquen interdependencia emocional (Bowen, 1991).

Ahora bien, el uso de esta ilusión de diferenciación, es frecuentemente gatillado por cambios puberales, la pérdida de un ser querido, de un empleo etc., es cuando existen muchas 71 posibilidades de que se busque una nueva identidad, resultando en ocasiones que tal búsqueda no importe demasiado bajo esas circunstancias, por lo que se opta a pasar a depender de alguna sustancia química, o derivar en el sometimiento a personas, grupos o ideas incluso mediante el control del propio cuerpo, adoptando acríticamente todas las señas de identidad de esos grupos sin estar consciente de estar sacrificando nada (Fromm, 1941 citado por

Ovejero, 2000)

De manera particular Espina (2009) plantea que los padres de hijas diagnosticadas con TCA tienden a no asumir el liderazgo, haciendo que la enfermedad lo asuma, además de que ninguno está dispuesto a asumir responsabilidades cuando algo sale mal. Es común encontrar la existencia de deseos de muerte que pueden darse en lo explicito verbal o en lo implícito actitudinal, así como una prevalencia de secretos familiares correspondientes al aquí y el ahora de la dinámica familiar, como es por ejemplo el encubrimiento de las acciones actuales de los diferentes miembros.

En este contexto de la etiología de estos trastornos adictivos y como fruto del trabajo realizado en el Nuevo Centro para el Estudio de la Familia, Fernández Cáceres C., Gonzales

Sánchez,. y Cols. (2006) informa acerca del Modelo etiopatogénico relacional de la adicción construido por Cirillo, Berrini, Cambiaso y Mazza relacionado con la existencia de una transmisión intergeneracional de traumas y carencias que fueron escasamente reconocidos y elaborados por los padres de los adictos en su vida posterior, por lo que los autores decidieron identificar y describir la historia de la relación familiar en la que más adelante el hijo inició el consumo de dogas. A partir de lo anterior, el autor describe la utilidad de esta perspectiva en términos de la posibilidad que ofrece en cuanto a la recuperación de significados que permitan comprender la realidad del consumidor de drogas de un modo diferente desde la cual los miembros de la familia, lejos de culpabilizar a alguien, puedan considerarse como 72 parte de un sistema en sufrimiento y que ahora gracias a esa revisión, puedan contar con la oportunidad de dar un paso importante sustentado en la conciencia de lo ocurrido y de las respectivas responsabilidades para emprender un nuevo rumbo.

Ahora bien, es preciso referir también el estudio adelantado por Cancrini (1991) a partir del cual logró la construcción de una tipología de los toxicómanos de acuerdo a la estructura familiar. La primera hace referencia a la A) Toxicomanía “traumática”: En este tipo se plantea que el síntoma del paciente no constituye una función principal por lo que no es crucial producir un cambio estratégico en la estructura relacional de la familia del paciente adicto, pues la adicción se comprende más en función de la dificultad del individuo para verbalizar la experiencia del “ trauma” o como consecuencia de la pertenecía a nuevas redes de relaciones que resultan inadecuadas en un momento de dolor, duelo, etc. También puede tratarse de hijos ejemplares que se han acostumbrado a guardarse sus problemas o que luego de superar la fase de individuación y al enfrentar algún trauma, pierden el equilibrio y entran en crisis también al no contar con un soporte social adecuado.

La segunda tipología hace referencia a la B) Toxicomanía de neurosis actual: esta tiende a ser la más frecuentemente evidenciada por los terapeutas familiares y se caracteriza por la existencia de una alianza trasgeneracional negada (triangulo perverso y la tendencia del padre cómplice a proteger y encubrir los comportamientos problemáticos del hijo); el limite difuso intergeneracional; el desarrollo de una polaridad que declara a un hijo toxicómano como el malo y al otro como el bueno; la prevalencia de un modelo comunicativo que se caracteriza por lo contradictorio ( no paradójico) de los mensajes y por la rapidez y violencia del desarrollo de los conflictos.

Esta perspectiva se relaciona con los hallazgos de Stanton y Todd (1988) quienes plantean el problema de la adicción como un proceso de “pseudoindividuación”. Así pues, 73 desde un enfoque estructural estratégico estos autores concluyeron también que la adicción se desarrolla en razón de que ofrece a la familia entera una falsa resolución respecto del dilema relacional desarrollado en su contexto familiar en el sentido de que logra por un lado mantener la unidad familiar y la dinámica propia de aquella a través de su preocupación, protegiéndose así de su temor ante la separación, y por otro, consigue propiciar paradójicamente una pseudo-independencia en el hijo quien tiene una ilusión de independencia y una sensación o competencia dada al menos por la subcultura de la droga con la cual se vincula. A si mismo resaltan como esa pseudo-individuación se relaciona con esa triangulación rígida entre los padres y el hijo adicto desde el cual se desvía el conflicto conyugal irresuelto.

De ahí que Cancrini (1991) a partir de los trabajos desarrollados por Stanton y Todd

(1988) y Grupo Albedo (1984) declara lo inútil que resulta trabajar de manera individual con pacientes desde esta categoría, pues refieren la importancia de modificar la estructura relacional de la familia debido a la triangulación en la que se encuentra el paciente identificado.

La tercer tipología recibió el nombre de C) Toxicomanía de transición: al interior de la cual se encuentran aquellas familias que mantienen frecuentemente mensajes paradójicos e incongruentes desde los cuales se procura que las relaciones interpersonales no sean definidas y se ignoren los mensajes de los otros miembros. En estas familias la enfermedad de la adicción les sirve para evadir la resolución del problema del liderazgo, moviéndose desde el auto sacrificio y contemplando el paciente adicto como el hijo fracasado, ante lo cual subyace una evasión o fracaso en la separación de su familia, primando en ocasiones la necesidad de estar aturdido de modo crónico sobre el efecto placentero de la droga. En cuanto a las intervenciones que se sugieren para esta tipología está la redefinición del problema 74 como una manifestación de una problemática interpersonal más relevante, o el empleo de una intervención contraparadógica.

D) La Toxicomanía sociopática: Estos pacientes además de pertenecer a familias caracterizadas por una desorganización caótica, también tienden a presentar comportamientos antisociales que preceden el comienzo del consumo y evidencian una fácil asimilación de la adicción dentro de su vida. Así mismo, se ha visto que pueden presentar dificultades importantes para relacionarse con otros, para amar y aceptar amor, dado también por la percepción que tienen del mundo como un ambiente frio y hostil. Dadas estas características se sugiere una intervención comunitaria desde la cual esta persona pueda ser acogida por un grupo sustituto de la familia.

Así pues, Stanton y Todd (1988) construyen un manual de tratamiento de adictos desde un modelo que integra lo estructural y lo estratégico. De acuerdo a esta estrategia, lo primero que debe abordarse es la triada compuesta por el adicto y ambos progenitores facilitando la individuación del adicto, aunque reconocen la importancia de incorporar otros sistemas implicados como hermanos, amigos, compañeros, etc. Las tres metas que se establecen rutinariamente son el abandono del uso de drogas, el uso productivo del tiempo y por último, que este pueda conseguir una situación más estable y autónoma. Para lo anterior, es de fundamental importancia facilitar un proceso desintoxicación por lo cual plantean que solamente después de un mes de abstinencia es posible pasar a otros objetivos como por ejemplo aquel relacionado con el proceso de individuación, emancipación y autonomía funcional del paciente. Para lo anterior es necesario que la terapeuta construya una alianza con ambos padres buscando promover un trabajo en equipo y construir un frente firme ante el adicto desde el cual se señalen los límites y reglas dentro de casa. Estas podrán ser 75 negociadas al interior del contexto terapéutico a partir de lo cual la terapeuta obtendrá información acerca de cómo lo hacen y favorecerá medidas que faciliten su cumplimiento.

Una estrategia específica que en este trabajo resultó especialmente importante fueron las pruebas de orina, pues ello permitió que el problema de la droga no fuera dejado de lado y sirviera como una forma de presionar al paciente hacia una vida más responsable. Desde estos autores, el desafío y la confrontación no suelen ser de utilidad en este tipo de familias, pues es frecuente que se encuentren a la defensiva y resistentes. En cambio, sugiere el empleo de “atribuciones nobles” aun en conductas que no resulten enteramente constructivas.

Es sabido que lo anterior parte desde un paradigma estructuralista por lo cual resulta

útil considerar las críticas que este modelo ha recibido de otros enfoques de la terapia familiar sistémica, las cuales tienden a girar en torno al rol del terapeuta quien se hace cargo de la tendencia al cambio y orienta a la familia hacia un funcionamiento familiar que él considera

"normal", no dejando que la familia encuentre su propio estilo relacional y provocando un estrés importante como consecuencia de los desafíos que plantean a las familias. De todas formas, es el modelo que más ha influido en los abordajes familiares de los trastornos alimentarios y el tratamiento en adicciones como señala Espina (2009).

2.9 Modelo de Terapia Breve para la atención de TCA y Adicciones

Pasando al terreno de la terapia breve centrado en la solución desarrollado en el

Mental Research Institute (MRI) de Palo Alto se propuso un abordaje de los problemas basado en el análisis de las soluciones intentadas que llegan a ser un problema al convertirse en pautas que mantienen la sintomatología. De ahí que la intervención esté orientada a proponer soluciones alternativas que bloqueen esas soluciones ineficaces como plantea

Nardone y Watzlawick (1999). Así pues, parte de cuatro premisas fundamentales que son las 76 siguientes: 1. El cambio es inevitable 2. Solo se necesita de un pequeño cambio 3. Los pacientes cuentan con la fuerza y los recursos necesarios para cambiar 4. Los problemas son intentos fallidos de resolver los conflictos. 5. No es necesario saber mucho del problema para resolverlo 6. Existen muchas maneras de enfocar una situación 7. Focalizar la atención en lo que es posible y modificable.

En un artículo presentado por Ulivi (2000) en el trabajo con familias de toxicómanos, este resalta la relevancia de trascender los modelos problemáticos ligados al pasado, para centrarse en las expectativas que existen en torno al consumo de drogas y la proyección del consumo hacia el futuro. Es preciso desde este modelo centrarse por ejemplo en lo que ocurre los días en los que el consultante decide no consumir drogas y no tanto en cómo o cuantas veces consume a fin de ayudarle al consultante a replicar ese modelo de solución en aquellas situaciones en las que se corra el riesgo de recaída. Para lo anterior, se precisa en una primera fase construir la alianza terapéutica buscando comprender el modo como el paciente significa el mundo, acoplándose a su propio lenguaje y descubriendo aquello que resulta importante para él. Así mismo, resulta fundamental en este momento del proceso establecer el objetivo de la terapia y situar el problema de la droga en un segundo plano, pues se ha visto que cuando los consultantes establecen una demanda terapéutica asociada a acabar con el consumo, estos terminaban desertando rápidamente de los tratamientos o continúan pero evidenciaban un alto índice de recaídas, lo cual contrastaba ampliamente con los consultantes que planteaban como demanda terapéutica, modificar problemas psicológicos, familiares sociales o médicos asociados al consumo como encuentra Codero, Cordero Natera y Caraveo

(2009). Algunas de las técnicas empleadas se refieren a las a). intervenciones sobre la secuencia sintomática: a partir de lo cual se busca cambiar la frecuencia, el momento de aparición, las personas involucradas, añadir un elemento nuevo, cambiar el orden de la 77 secuencia, descomponer la secuencia en elementos menores, unir la aparición del problema a actividades gravosas. Como segunda instancia se plantea la importancia de realizar b) intervención sobre el patrón del contexto en donde se cambien conductas e interacciones relacionadas con el síntoma y se formulen tareas que parten de proponer al paciente una definición de sí misma en tanto persona competente para posteriormente sugerirle que identifique y explore aspectos satisfactorios de su vida que desearía mantener. También puede formulársele que “haga algo novedosos” En caso de que el Paciente no pueda diferenciar aspectos en los momentos en los que surge el problema frente a cuando el problema no aparece y si su locus de control es interno se le sugiere que esté atento a qué hace cuando, por Ej. No se da un atracón. Por otro lado, si su locus de control es externo, atribuyendo el cambio a agentes externos, se le puede decir que esté atento a su entorno en esos momentos para detectar que cambia que le ayuda a no darse el atracón o en su defecto a no consumir la sustancia o desarrollar la conducta compulsiva (Espina, 2009)

Ahora bien, en cuanto a la teoría que se ha construido desde este modelo en torno al proceso de desarrollo y mantenimiento de la anorexia nerviosa restrictiva se ha planteado que el temor a engordar y la búsqueda de un cuerpo que armonice con los estereotipos culturales

“a fin de tener un buen auto concepto y autoestima lleva a la solución radical de no comer, que conduce a una apariencia mucho peor que la que tenía antes de intentar esa “solución”.

Ante esto, sus familiares preocupados por su salud la instan a que coma y engorde rápidamente, ante lo cual la paciente se sentirá incomprendida y forzada y buscará blindarse para luchar contra todos. Es así como se instala la desconfianza y el engaño en la familia, así como una incomprensión mutua. De ahí entonces que al abordaje incluya la negociación de un peso bajo, médicamente controlado y que esté fuera de peligro, unos hábitos alimentarios mínimamente sanos, a fin de alcanzar eventualmente un cuerpo que le guste. Las 78 intervenciones encaminadas hacia la familia buscaran bloquear la simetría que estimula la conducta problema y se les ofrecerá otras alternativas de manejo, sugiriéndoles que cesen la presión por que engorde más del mínimo pactado. También se les sugerirá a los familiares que abandonen el intento de controlar los alimentos en su intento de evitar los atracones declarándose incompetentes con lo cual se rompe la pelea simétrica, o se les sugiere un control absurdamente excesivo (prescripción de la conducta) destacando lo infructuoso de tal intento.

Con pacientes resistentes, Espina (2009) y Micucci (2005) resaltan la utilidad de utilizar técnicas de desafío, por ejemplo diciéndole que no es que no quiera cambiar, como le dicen sus padres y otros terapeutas, sino que no es capaz de cambiar, o que lo que desea es transmitirles a sus padres que necesita que estén encima porque teme crecer. Con los padres se fijan como meta que se hagan cargo de la hija haciendo que coma y con el mensaje claro de que los TCA se curan comiendo adecuadamente.

En las sesiones con la paciente, Espina (2009) describe dentro de las estrategias terapéuticas la prescripción del síntoma, ya sea el atracón, el vómito o ambos, realizando previamente una redefinición del mismo, felicitándola cuando obedezca, por su colaboración y autocontrol y sugiriéndole cambios mínimos en la secuencia: retrasar el vómito, poner en una mesa todo lo que suele ingerir en el atracón y que luego se lo coma todo, que se mire al espejo y diga su nombre antes de vomitar, después de vomitar anotar lo que hizo, pensó y sintió durante el proceso. Más tarde se le puede sugerir que disminuya la frecuencia de los atracones y vómitos, o que cambie una secuencia por una actividad relacionada simbólicamente con ella como por ejemplo protestar por algo, comportarse infantilmente, que después de vomitar arroje una moneda a la basura, etc. En caso de que no vomite después 79 de la prescripción del síntoma, se le advierte del peligro de cambios bruscos y se le recomienda que conviene avanzar poco a poco, amplificando pequeños cambios.

En cuanto a la atención de drogodependencia y demás adicciones es preciso retomar a Agrelo (2010) quien realizó una sistematización de los aspectos de esta interacción terapeuta-paciente que produce cambio durante cuatro sesiones de psicoterapia con nueve pacientes en tratamiento ambulatorio por consumo de sustancias. Esto, desde el modelo de intervención estratégica en psicoterapia y a partir de un diseño no experimental y longitudinal de panel, desde el cual el mismo grupo de sujetos fue medido en todos los momentos en puntos específicos del tiempo, para realizar un posterior análisis, contemplando para ello el momento en el que se encuentra el paciente para detectar las intervenciones que resulta más pertinente utilizar; A partir de esto, Agrelo (2010), partiendo de la base de que existen intervenciones más efectivas de acuerdo a la fase del proceso, en la Fase Inicial:

Diagnostica-Motivacional se construye con el paciente el problema, los objetivos terapéuticos y los indicadores de logro y los tiempos de evaluación periódica y se comparten en el caso del adolescente con la familia. Es pertinente usar la Técnica Pronostico Futuro en la cual se le pide al paciente que haga predicciones en la sesión respecto de que pasará hasta día siguiente en cuanto al consumo, para trabajar en estrategias de afrontamiento o si no reporta deseo de consumo y consume al día siguiente, trabajar en las decisiones que tomo y que paso por alto (Agrelo, 2010).

La Carta de mí mismo a mí mismo por su lado es otra manera que Agrelo (2010) señala para trabajar la disociación característica del adicto, pues se le solicita que cuando esté en un momento positivo en su proceso de cambio, se escriba una carta a sí mismo para usarla cuando esté a punto de consumir, argumentando que solo él sabrá qué decirse a sí mismo en tal situación y contrarrestar él mismo los argumentos a favor del consumo. Es factible 80 continuar trabajando con esas “dos partes de sí mismo” para abordar aspectos que promueven el que uno u otro emerja.

Técnicas muy útiles y apropiadas para esta fase incluyen la correspondiente a

Imaginar el futuro sin el problema de manera detallada; la Pregunta escala en la que puede evaluar su situación actual e ideal; la técnica del Balance de Decisiones en la que contrasta los argumentos a favor y en contra del consumo; el raport positivo; la redefinición de los constructos de dependencia y de autonomía trascendiendo el problema del consumo a todo el universo de conductas dependientes; y finalmente, el rastreo y reconocimiento de cambios ocurridos en procesos anteriores para descubrir pautas de conducta que favorecieron dichos cambios y potenciarlos. En la Fase Media: Elaboración-Acción, es preciso utilizar intervenciones paradójicas basadas en el desafío mediante la técnica de la redefinición del síntoma, del para qué de la medicación, y del porqué de la queja familiar, en donde la confrontación familiar se asocie a que lo perciben tan bien como para permitirse ser directos con sus sentimientos y reclamos”. A su vez, es preciso trabajar con la excepción rastreando los momentos en los que el síntoma no está presente, realizar una definición interactiva de la conducta de los otros desde la cual pueda reflexionar acerca de los efectos de su conducta sobre la de los demás, mediante expresiones que posicionen al sujeto en un lugar activo desde el cual se haga cargo de su proceso de cambio tales como ¿qué deberás hacer para que tu mama desconfié de vos?”.

Para lo anterior también resulta útil la construcción conjunta en esa etapa de los indicadores que habrán de informar que el tratamiento está concluyendo. Durante la Fase

Avanzada/Final (Fortalecimiento y Seguimiento) deberá trabajarse en la prevención de recaídas mediante la identificación de estímulos de alto riesgo como ciertos sentimientos y situaciones; identificación de factores protectores; construcción de conductas a realizar con 81 el fin de sostener el no consumo ante situaciones de riesgo; identificación de las pequeñas decisiones que realizó en los momentos previos a la recaída, y alterar los patrones post recaída empleados por el paciente y su familia antes del tratamiento entendiendo a dichos patrones como esas soluciones mantenedoras el problema (Agrelo, 2010) .

Al respecto, también resulta útil emplear una técnica denominada Certeza de Recaída por la que se le pide al paciente que imagine que tiene la certeza de que recaerá dentro de una semana, para posteriormente solicitarle que identifique en el presente y futuro inmediato, los factores de riesgo que podrían favorecer la conducta de consumo. De igual modo, resulta de gran utilidad en esta etapa la construcción del proyecto de vida con sus respectivos objetivos e indicadores para su evaluación. Existen algunas otras intervenciones transversales que resultan efectivas durante todo el proceso de terapia y que consisten en el empleo de metáforas, el reencuadre de la realidad o problemática ampliando o modificando el mapa de la realidad, y la reformulación de la información con la que cuenta el paciente para que le sea más útil. En cuanto a esa angustia que tiende a experimentarse en los momentos más difíciles del tratamiento dada por el reconocimiento de las pérdidas ocasionadas a sí mismo y a sus seres queridos, es preciso reformular el dolor y la culpa como el combustible para el cambio, e incluso prescribirlos previamente( Agrelo, 2010) .

2.10 Escuela de Milán para la atención de TCA y Adicciones

En este modelo, dirigido por Selvini Palazzoli (1978) se reconoce el síntoma como un medio para preservar la homeostasis familiar rígida y se plantean la existencia de juegos familiares en los que la pareja implica a un hijo en la pelea mediante estrategias enmascaradas que pueden adoptar tres formas. La primera es nombrada por el autor como Juego

Embrollado, en el cual el comportamiento sintomático aparece cuando el hijo se siente 82 traicionado por el padre cercano; el segundo juego al que alude como Estrategia basada en el síntoma se refiere a cuando uno de los padres sabotea la mejoría del hijo promoviendo su cronificación; y el tercer juego denominado Instigación, se refiere a cuando se instiga el paciente en contra del otro cónyuge. En consecuencia, la estrategia terapéutica desde este enfoque estaría orientada evitar a toda costa quedar absorbido por el juego familiar, propiciar prescripciones que le permitan a la familia asumir otro juego, y revelar el juego de la pareja a fin de abordar los problemas irresueltos que han sido negados.

Más adelante, Selvini (1988) citada por Espina (2009) replantea esta etapa paradójica pues menciona cómo la relación con los consultantes adoptó un carácter demasiado tecnicista que distanciaban a la familia del equipo terapéutico en cuanto a lo emocional pues se privilegiaba un juego intelectual, ante lo cual se empezó a otorgar más valía a la relación terapéutica. De ahí que Viaro (1990) citado por Espina (2009) recomienda para el tratamiento de las anoréxicas mejorar las habilidades relacionales de la paciente para hacer frente al

"juego familiar" para lo cual resalta la importancia de que la terapeuta sea franco en la expresión de sus emociones e intenciones, para ofrecer a la paciente un tipo diferente de relación, prestando atención en su influencia sobre la familia y sobre el juego familiar, así como la influencia de aquel sobre su conducta.

2.11 Modelos sistémico-constructivistas para la atención de adicciones y TCA

Desde esta postura, la terapeuta procura asumir una postura de neutralidad desde la cual trata de encontrarle sentido a todas las posturas que emerjan y procura posicionarse desde la premisa de que no hay una realidad más verdadera que otra, buscando una distribución equitativa del control y del poder y la producción de un sistema conversacional menos patologizante. Se desplaza pues el foco de atención de las secuencias de conducta a 83 los significados familiares compartidos de las conductas de los distintos miembros (Feixas,

1991 citado por Marcos, 2009). En consecuencia, los problemas tales como las adicciones a

SPA y los TCA son entendidos como fruto de mitos, premisas o creencias familiares que son coherentes con las conductas sintomáticas.

White (1989) en relación a la problemática de la anorexia nerviosa, se propuso estudiar el papel que cumplen los sistemas rígidos de creencias familiares, ante lo cual concluyó que las jóvenes desarrollan esta enfermedad en respuesta a creencias regidas y a prescripciones de roles que imponen límites estrictos tanto a la joven afectada como a la familia en su totalidad. Algunas de estas creencias identificadas con White (1989) que generaban una vulnerabilidad a la anorexia nerviosa activadas además por la presión social de imágenes idealizadas de mujeres tienen que ver con la premisa bajo la cual la mujer solo puede ser apreciada por los demás y por ella misma si se muestra dependiente con exclusión de su propia personalidad, lo cual promueve conductas de renuncia de la autoridad propia en relación con el concepto personal o la propia experiencia; otra premisa es que la realización emocional se logra mediante la conducta que procura cuidados a los demás, por lo que los deseos personales han de expresarse de manera indirecta. Así mismo, el valor de la mujer depende de su acople a ese ideal de delgadez de los últimos tiempos, todo lo cual al conduce a la paradoja de: “descúbrete a ti misma perdiéndote” y “encuéntrate a ti misma desapareciendo” y “realízate mediante la anorexia nerviosa y sigue en la vida el estilo anoréxico”. En cuanto al sistema más próximo que constituye la familia, White (1989) plantea la existencia de creencias intergeneracionales que promovían a) una alta valoración de la lealtad de los miembros de la familia entre si y gran adhesión a la tradición familiar. B)

Un papel muy definido para las hijas cuyo valor está en función de “ser para los demás” y c) un gran énfasis sobre unos criterios ante los cuales la hija experimenta culpabilidad por no 84 satisfacerlos. Así pues, desde una descripción complementaria del problema, el autor plantea que las mujeres que padecen de anorexia nerviosa suelen delegar en otros la responsabilidad de dirigir sus vidas, lo que las hacen cada vez más dependientes y menos autónomas para planear su futuro, menos capaces de alimentar sus propias esperanzas, al experimentar mayores dificultades para identificar su propia opinión, en tanto aumenta la preocupación por la comida y el peso. De manera complementaria, las personas que rodean a la mujer joven, experimentan una súper-responsabilidad por la vida de aquella, soportándose en la creencia respecto a la importancia de ser para los demás, con lo que terminan ejerciendo una mayor autoridad sobre la hija y depositando aún más esperanzas en ella.

Esto se complementa con los planteamientos de Ugazio (2001), quien desde una

óptica narrativo-conversacional, plantea que el modo específico en que se organiza el significado que caracteriza a las organizaciones asociadas a la anorexia y otros trastornos alimentarios psicógenos, tiene que ver con la dimensión semántica vencedor/ perdedor que proviene por lo general de una historia de caída y recuperación social o de diferencias de rango entre la familia de procedencia. Así pues, dado que esta polaridad es relacional, la relación con el otro es percibida en cualquier momento y circunstancia como central de la definición del propio self. Así pues, incluso en la relación con los terapeutas es común que estos consultantes lean los comportamientos de aquel en términos del problema de la definición de la relación.

Esta situación propicia el que estos sujetos construyan sus relaciones como formas de adecuación al otro y sus demandas o bien como formas de oposición, no obstante por una u otra vía terminan en un callejón sin salida en tanto terminan sintiéndose perdedores en el caso de actuar pasivamente ante las expectativas de los otros, o bien activos pero a la vez rechazados. Aquí, la lucha por definir la relación es el tema constante de la conversación, 85 pero, ya que el perdedor no puede aceptar la propia derrota, definen al menos como sacrifico su propia derrota, ante lo cual el otro continua trabajando por conservar su superioridad, generando continuas escaladas de poder. Ahora debido a que las diferencias individuales sirven para afirmar la propia superioridad con respecto a los otros o son un indicio de la propia derrota, estas familias desalientan la diferenciación individual. Desde esta perspectiva, el tratamiento estaría orientado a que la terapeuta cuestione las influencias limitativas de estas creencias, para lo cual resulta indispensable explicitarlas y permitirle a la familia reflexionar acerca de sus consecuencias.

Más recientemente, White (2007) desarrollo la técnica de la externalización del problema, la cual consiste en explorar el poder que ha ejercido la problemática sobre la vida del paciente y su familia, a lo cual denomina delineación de la influencia del problema, así como buscar los momentos en los que los miembros de la familia pudieron resistirse al problema a lo cual connota con el nombre de resultados singulares. A partir de aquellos, la terapeuta que interviene desde este modelo, procura crear junto con la familia nuevos relatos sobre sí mismos y sobre los otros, lo cual constituye un proceso de re autoría.

Desde este modelo se ha procurado entonces normalizar las dificultades familiares, ampliando aspectos de la relación y de la identidad de las personas que han sido relegados por la irrupción de la adicción, favoreciendo así el proceso de des identificación con respecto al problema (White, 2000; Neimeyer, 1984 citados por Marcos, 2009).

Así pues, para el abordaje terapéutico del consumo de SPA y en general de las adicciones, es fundamental comprender la construcción de este fenómeno con base en las dinámicas relacionales y semánticas a partir de las cuales personas interpretan y otorgan sentido a su experiencia particular dentro de un contexto social, económico, político y cultural más amplio y en un momento particular del ciclo vital particular. De ahí que Nicholls 86

(2008) en su propuesta interventiva para el trabajo familiar con consumo problemático de drogas en adolescentes, plantee la importancia de explorar el significado pragmático de su discurso en el seno de estos contextos, preguntándose por las relaciones en las cuales aquel discurso cobra sentido y ejerce a su vez efectos determinados. Así mismo, se deriva de este enfoque la posibilidad de generar cambios, a partir de miradas alternas, nuevos significados y acciones que posibiliten al joven y la familia ampliar sus horizontes de sentido en relación con la construcción de identidades narrativas que privilegien la autonomía, la diferenciación y co-evolución del joven y su familia.

Todo lo anteriormente planteado traza un recorrido necesario para comprender en qué forma la psicología ha abordado hasta el momento esa experiencia del encuentro que se construye entre el consultante y la terapeuta y cómo a partir del salto hacia el paradigma sistémico complejo se abren nuevas posibilidades para promover una mayor conceptualización en torno al tema de la relación terapéutica. Esto aun más en problemáticas que resaltan por ese carácter hipercomplejo al que aludía Machín, Merlo, Milanese (2010) en tanto se constituyen como parte de una construcción antropológica, social y familiar que construye una posición de daño psicológico importante que sin duda afecta los procesos de construcción de identidad, al inundar e invisibilizar otras esferas de la identidad de la persona y de las relaciones. No obstante, se precisa un abordaje que tenga en cuenta una mayor reciprocidad en la relación terapéutica como planteaba White (2002) y que trascienda el análisis de las características individuales del terapeuta o del consultante, para acceder desde una perspectiva más circular al modo como se organiza y configura la relación como un todo y su efecto sobre los procesos de construcción de identidad de ambos actores. 87

De ahí que este estudio pretenda estudiar ¿De qué modo se configura y reconfigura la dinámica al interior de la relación terapéutica en función del tipo de problemática y del momento del proceso y de qué manera ésta incide en los procesos de reconfiguración de identidad del consultante en los tres procesos interventivos desarrollados a propósito de tres motivos de consulta asociados con la adicción al alcohol, al juego online y a comportamientos relacionados con los trastornos de la conducta alimentaria?

3. OBJETIVOS 3.1 Objetivo General Comprender las pautas que se configuran en la relación terapéutica en tres procesos interventivos y la manera como esta influye en la reconfiguración de identidad de los consultantes.

3.2 Objetivos Específicos

3.2.1 Explorar la coordinación interactiva que se genera en el sistema terapéutico y la manera como se relaciona con la construcción del cambio en los procesos interventivos.

3.2.2 Reconocer el intercambio afectivo y emocional que tiene lugar entre la terapeuta y el consultante y su relación con el proceso de reconfiguración de identidad.

3.2.3 Identificar las comprensiones teóricas, epistemológicas, ideológicas que explican los fenómenos intervenidos y sus cambios.

3.2.4 Comprender la manera como se reconfigura la identidad en los procesos terapéuticos realizados y su relación con la relación terapéutica. 88

3.2.5 Abordar la versión de mundo del consultante partir de las polaridades semánticas que guían la organización de su experiencia en función del contexto sociocultural del cual es parte, el género, la época histórica, el momento vital, los mitos y creencias presentes en la propia familia y en las comunidades a las que pertenece.

3.2.6 Identificar los cambios que se generan en la relación terapéutica en los diferentes momentos del proceso y su relación con la construcción del cambio.

3.2.7 Identificar diferencias y semejanzas en el modo como se configura la relación terapéutica en función de la problemática abordada.

4. METODO

4.1 Tipo de investigación

La presente investigación además de enmarcarse dentro del paradigma sistémico, se circunscribe dentro de una metodología de segundo orden que implica una forma de observación que se caracteriza por ser auto reflexiva (autorreferencial) en tanto se reconoce que el objeto de investigación se constituye y modifica por acción de la reflexión del sujeto en el mismo proceso cognoscitivo, pues lo que se observa, se observa por un observador, quien le confiere a lo observado un sesgo dada su incapacidad de realizar observaciones absolutas sino siempre parciales fruto de criterios y códigos a través de los cuales el sujeto realiza distinciones (Mejía, 2002; Molina 2001).

Estos esquemas de distinción que emplea el sujeto a la hora de observar, se derivan a su vez de los sistemas sociales que se construyen en una determinada cultura y época, generando sentido mediante la preservación estructurada de normas y valores fundantes, que 89 actúan como límite a la acción individual. Es a partir de esto, que puede concluirse que el conocimiento no constituye el resultado exclusivamente de un producto mental intrínseco del observador, sino que responde a esquemas de distinción que él mismo ha producido en su relación con la sociedad en la que habita y que constituyen ese conjunto de relaciones sociales interiorizadas en forma individual bajo la forma de esquemas mentales de representación, apreciación y acción (Santibáñez, 1999 citado por Mejía, 2002).

Esto da lugar a la importancia que tiene la auto referencia, en tanto permite conocer lo que se incluye y lo que se excluye de las observaciones y de su interpretación, así como el modo a partir del cual de confiere sentido a lo que se indaga, pues es claro que dentro del proceso autorreferencial se requiere del reconocimiento del nicho desde el cual se la realiza la observación en tanto no se observa desde cualquier parte.

De ahí que Molina (2001) plantee que se trata por tanto una observación compleja en la que al observarse el objeto de la investigación, también se obtiene información acerca de la investigación misma; información que es capaz de ser usada para construir más investigación, lo cual aumenta la potencia de la capacidad investigativa.

De ahí que Ibáñez (1990) citado por Molina (2001) plantee la siguiente distinción:

“El pensamiento simple —de primer orden— piensa el objeto (los sistemas observados). El pensamiento complejo —de segundo orden— piensa el pensamiento (los sistemas observadores)”p. 4.

Además de la alusión que se hace del observador observado, Molina (2001) agrega la importancia de observar “cómo” observa el observador observado, trascendiéndose desde la perspectiva de segundo orden una visión descriptiva en la que se tome en cuenta el qué, por una que tome cuenta el cómo, es decir el proceso real, recursivo de sus observaciones, emergiendo así el modo como se imbrican unos y otros procesos a través del tiempo. 90

Todo lo anterior tiene implicaciones importantes en lo que respecta al modo como se conduce la investigación. En primer lugar, resulta indispensable para realizar una investigación de segundo orden, que el observador asuma desde el inicio la función de observador y la mantenga durante el proceso, resistiéndose a las posibles desviaciones como consecuencia de la resonancia cerca de algunos de sus objetos o el logro parcial de resultados.

A su vez es fundamental que la investigación se refiera específicamente a su foco de interés para desarrollar mediante este cierre, adecuados procesos autorreferenciales, que además exigen que todo lo que se observe sea puesto en contexto y se otorga importancia al contexto del contexto.

Por otra parte, resulta fundamental que se ejerza una labor conectiva y de enlace entre las propias operaciones, para potenciar su complejidad, a través, entre otras, de la observación de redundancias y variedades que aseguren la función autopoiética de la investigación que hace referencia al “desarrollo desde sí mismo, es el despliegue de una complejidad propia a partir del proceso autorreferencial” (Molina, 2001, p 27). Bajo esta perspectiva del pensamiento complejo, se busca entonces desarrollar un proceso en espiral que incluya la disyunción y la conjunción, la abstracción de fenómenos, la inclusión de homogeneidades y heterogeneidades y el desplazamiento continuo y bidireccional entre el todo y las partes.

(Vilar, 1997). Esto significa que se parte de una metodología que como refiere Morin (2005) busca exaltar la importancia de aspirar hacia un saber no dividido, reducido y reconocer su carácter inacabado e incompleto.

Así bien, amparada bajo esta perspectiva epistemológica, esta investigación reconoce que el conocimiento del ser humano se construye a partir de la relación dialógica entre la realidad externa al sujeto y la aprehensión subjetiva de esa realidad que de ella hace el sujeto, todo en un contexto socio político, económico, cultural, bioantropo social-cósmico, y de 91 experiencia cognitiva. De ahí que se precise por un lado, romper con la separación sujeto objeto, buscando no reducir lo complejo a lo simple, sino traducir la complejidad en teoría, y por otro, no separar los componentes físico, biológico, cultural, histórico, económico y social de los sujetos cognoscentes en su contexto. En esta medida, el pensamiento complejo se establece en la relación recursiva entre la teoría y el método, siendo este último la actividad organizacional necesaria para la teoría debido a la direccionalidad que proporciona (Vilar,

1997)

A su vez, esta investigación-intervención se encuentra definida dentro de una metodología cualitativa que tal como menciona Mejía (2002), opera a través de representaciones simbólicas de la realidad social, resaltando la vivencia particular de los sujetos y recuperando su subjetividad, es decir, su experiencia acumulada, sus sentimientos, creencias propósitos, valores, intenciones, significados y acciones. Esto, en aras en estudiar ese conjunto de cualidades que caracterizan a un hecho social. No obstante, no se pretende desde esta perspectiva, establecer cualidades aisladas o separadas sino busca dar cuenta en forma integrada, en una totalidad dinámica como menciona Martínez (1999) citado por

Mejía (2002), que pueda entrever las relaciones de interdependencia entre el conjunto de características que configuran el fenómeno y la cualidad emergente que no se deduce de sus elementos, pues se parte de la premisa de que la organización del todo genera cualidades nuevas que no se encuentran en las partes.

En esta perspectiva metodológica interesa resaltar el papel del sujeto en la construcción de la realidad social, en tanto se parte a su vez de una perspectiva construccionista desde la cual la realidad es comprendida como el producto de una co- construcción, lo cual implica que el investigador no puede permanecer distante del fenómeno social que se encuentra intentando comprender. Es en este sentido que Shaw (1999) citado 92 por Martínez (2006) propone que el investigador está llamado a asumir el rol de instrumento para la recolección de datos, que implica también la construcción de un clima de confianza que se describe como la única garantía de poder acceder al mundo subjetivo de los sujetos, constituyéndose esto en una premisa fundamental que guió la actitud y la postura desde la cual se llevó a cabo el abordaje del fenómeno que ha pretendido comprenderse en este estudio.

Así mismo, y teniendo en cuenta que en la metodología cualitativa el fenómeno social está llamado a ser comprendido como un producto no acabado en constante desarrollo

(Strauss y Corbin 1994 y Glaser y Strauss 1967 citador por Vasilachis 2007), este requirió ser abordado desde una perspectiva holística que implicó contemplar el fenómeno en el contexto de su pasado y de las situaciones en las que se halla, adoptándose de esta manera una mirada contextual e ideográfica (Taylor y Bogdan, 1987). Lo anterior justifica entonces la importancia de emplear un diseño flexible desde el cual se logre aquello a lo que

Vasilachis (2007) se refiere cuando invita al investigador a:

Saltar por sobre los interrogantes que formula en la investigación y por sobre las respuestas que espera, a fin de recuperar eso que el individuo es – su completa identidad – y que lo lleva a hacer, a decidir, a marchar, a detenerse, a proseguir el camino de su propio destino (p. 13). Para lo anterior, se implementó la estrategia de investigación clínica cualitativa la cual constituye una aproximación en la que el fenómeno de estudio constituye una práctica, población o situación propia de lo clínico, en la que al menos uno de los investigadores es un clínico y los métodos empleados en el estudio se han derivado de una técnica o procedimiento clínico previamente conocido y practicado que aspira a evaluar los procesos que tienen lugar al interior de un sistema a fin de asesorar a en la generación de cambios (Chenail, 1994). De igual manera se implementó la estrategia metodológica de estudio de caso único, que como señala Stake (2007), “…es el estudio de la particularidad y de la complejidad de un caso 93 singular, para llegar a comprender su actividad en circunstancias importantes” (p. 11). De ahí que este estudio de caso único se haya demostrado como una alternativa adecuada para investigar, desde una mayor profundidad, fenómenos que no han sido abordados, con el fin de obtener un conocimiento que además de ser más amplio, incorpore múltiples perspectivas y no una sola variable (Martínez, 2006). De este modo, se pretende, al elegir esta metodología, que se alcance una percepción más completa y holística del fenómeno, entendido como un todo (Tellis, 1997).

Este tipo de estudio de caso enfatiza entonces en la comprensión de los diversos procesos que cursa el fenómeno, como puede ser el que tiene lugar en el contexto especifico de la intervención terapéutica, así como el modo como el fenómeno en particular evoluciona y se ve influido por ejemplo, por el proceso terapéutico. Es por esta razón que no hay estudios de caso propiamente generalizables, ya que cada uno de ellos tiene su particularidad y especificad (Tellis, 1997). Ahora bien, partiendo del conocimiento de los diferentes tipos de estudios de caso que Yin (1993) enuncia, para la presente investigación se asumirá un estudio de caso de tipo descriptivo en el cual se aplica la técnica del apareamiento de patrones comparando los datos empíricos con patrones formulados teóricamente, lo cual implica además formulación de hipótesis sobre las relaciones causales.

Al ser esta una investigación afín a los parámetros de la investigación–Intervención, involucra también una relación entre terapeutas-investigadores y consultantes dentro de un proceso de cambio-investigación que exige responder tanto a las dinámicas de la practica terapéutica como los requerimientos de investigación, partiéndose de la existencia de ese proceso de retroalimentación doble vía que tiene lugar entre lo interventivo y lo investigativo

(Chenail, 1994). En otras palabras lo que se intenta con la investigación intervención es 94

“conocer cambiando” y poner en marcha instrumentos operativos orientados al cambio, los cuales habrían de iluminar acerca de los problemas recursivos que mantienen el problema como también las formas de relación e intervención que permiten la resolución del mismo

(Nardone y Watzlawick, 1999).

4.2 Contexto de la investigación

Esta investigación se llevó a cabo con tres consultantes atendidos en la Organización

Internacional para el Desarrollo Psicoemocional (OIPSI), la cual es una IPS habilitada en consulta externa en Psicología y como Centro de Atención para Pacientes con

Drogodependencia, localizada en la Carrera 7 BIS A No. 124-94. Así pues, esta organización provee atención mediante dos modalidades de tratamiento de acuerdo a la severidad de la problemática y a las posibilidades de los consultantes. Estas dos modalidades son: consultante externa y el programa ambulatorio, dirigidas ambas a personas que presentan diversos tipos de problemáticas entre ellas, a pacientes diagnosticados con adicciones tanto a SPA como a adicciones no toxicas. Es preciso aclarar que esta modalidad ambulatoria implica que los pacientes permanecen media jornada (de 8:30 – a 12: pm) en la institución para participar en sus tratamientos por lo que no pernoctan en la institución. Así mismo, cada uno se encuentra inscrito en el programa de recuperación por un periodo que oscila entre los

4 y los 7 meses de acuerdo a las condiciones iniciales estipuladas entre el Director Clínico de la institución, la familia y el consultante.

El modelo de intervención bajo el cual se estructuran los procesos terapéuticos en esta

IPS es el enfoque Sistémico, aunque en el trabajo grupal con los consultantes se incluye el

Modelo de los 12 Pasos de A. A, debido a sus resultados en la atención de estas 95 problemáticas. Es importante aclarar que la institución autorizó la intervención autónoma por parte de la investigadora quien semanalmente destina un tiempo de 60 a 90 minutos para realizar la intervención desde el modelo de intervención y metodología que considerada pertinente.

4.3 Participantes

Los participantes del estudio se encuentran en edades comprendidas entre los 17 y los 24 años de edad, realizándose una selección por conveniencia que tal como señala Navas (2010) constituye un tipo de muestreo no probabilístico donde los sujetos son seleccionados dada la conveniente accesibilidad y proximidad de los sujetos para el investigador.

Para ampliar la comprensión de cada uno de los casos se realiza a continuación una descripción de la información relevante haciendo uso de la estrategia del genograma relacional, a fin de esbozar la composición de los sistemas familiares y las relaciones al interior de los mismos.

4.3.1 Caso 1

Motivo de consulta: “quiero poder encontrar mis propias anclas, he destruido todas las heredadas pero entonces quedé perdido “me meto en algo y lo dejo botado, creo que no le meto mucho esfuerzo por miedo al fracaso” “quiero poder ser más empático, ese es un prerrequisito, quiero conectarme más con mis emociones pues siento que el trago me ayuda a conectar el cuerpo con la mente”

96

“Mermado por el Parkinson” (hace 22 años)

Medellín 56 53

32 31 24 Adicción al alcohol

4 1

Lectura del genograma y otros datos

El consultante 1 de 24 años de edad es hijo menor de una familia de tres hijos (dos hombres y una mujer). En su infancia temprana el padre, quien había sido reconocido en la familia por un éxito laboral contundente, es diagnosticado con Parkinson, lo cual implica una reorganización familiar importante en la que la madre asume un rol más reconocido dentro de las labores de crianza y el padre queda progresivamente relegado, lo cual genera diferencias en cuanto a la relación entre el consultante y el padre con respecto a la relación que si tuvo el padre con los hijos mayores, con quienes al parecer, fue muy estricto y presente.

Existe una diferencia de 7 y 8 años entre el consultante y sus hermanos, lo cual, entre otras cosas, favorece que el hermano mayor asuma un rol paternal no muy aceptado por el consultante, generándose una relación ambivalente en la que si bien existe una cercanía afectiva significativa, también existe un conflicto importante que genera sentimientos de culpa en el consultante y una tendencia a aislarse. Esta distancia emocional también marca 97 la relación con sus dos padres, con quienes el consultante siente que ha sido un mal hijo al tiempo que se siente presionado y desaprobado por ellos. Su relación con su hermana tampoco es muy cercana, pero sí existen diferencias importantes en la medida en la que el consultante siente que su hermana no se relaciona con él desde la angustia y la preocupación, lo cual hace que esta relación se viva menos invasiva. Los padres viven en Medellín mientras el consultante vive solo hace año y medio en Bogotá. El hermano mayor se casa hace año y medio y se muda a USA; la hermana vive en Perú con su esposo y sus dos hijos. El consultante estudia ingeniería pero aún no se ha graduado. No tiene una relación afectiva y refiere no tener amigos en Bogotá (únicamente en Medellín). Trabaja como analista en una bolsa. En este trabajo ha podido construir una relación afectivamente estrecha con su jefe, quien en alguna oportunidad se percata de su ausencia en un día laboral y lo encuentra en casa bajo los efectos del alcohol, el cual constituye según refiere el consultante, la única esfera de su vida con la que es constante. Este suceso con su jefe representa un punto decisivo para iniciar tratamiento en OIPSI, que el mismo se encarga de financiar. Aquí se establece que asista a dos consultas semanales con dos psicólogos distintos, existiendo independencia entre las dos sesiones.

Duración completa del proceso de Octubre de 2014 hasta febrero de intervención: 2015.

No. de sesiones: 11 sesiones de intervención individual y 1 sesión de intervención familiar.

Modalidad de intervención: Consulta externa 1 sesión a la semana de hora y media.

98

4.3.2 Caso 2:

Motivo de consulta:La consultante asiste debido a haber sido diagnosticada con un trastorno alimenticio (anorexia nerviosa) ante el cual plantea lo siguiente: “quiero recibir ayuda pues quiero curarme, no quiero hacerle más daño a mi familia” “en ocasiones no le veo sentido a esta vida y pienso en morirme aunque sé que no lo haría”. Adicionalmente refiere en cuanto a la relación con su familia: “quisiera que mi mamá pueda ser más firme, menos permisiva, que cumpla lo que diga y haga respetar las reglas en casa pues sé que eventualmente eso me ayudará a mí, y también a mi hermana. Quisiera también que respeten los espacios de cada uno, y que mi mamá le diga a mi tía que se vaya de la casa pues no me siento cómoda con ellas ahí (su tía y su prima) “quisiera que en mi familia no hayan tantos juicios”

99

Lectura del genograma y otros datos

La consultante 2 es una mujer de 19 años de edad que al momento de iniciar el proceso vive con su madre, su abuela, su hermana mayor de 22 años, su tía materna, y su prima de 32 años de edad, todas sostenidas económicamente por la madre de la consultante. Existe una experiencia de hacinamiento en la casa percibida por la madre y las dos hijas, en la medida en la que sienten que los espacios ni las pertenencias son respetadas. Esto corresponde con la existencia de relaciones amalgamadas y conflictivas entre los miembros de esta familia en donde la cercanía emocional es reducida en el sentido de que refieren experimentar desconfianza y dificultad para compartir alegrías y tristezas. Existe una relación particularmente conflictiva entre la consultante 2 y su hermana, quienes sostienen una especie de rivalidad relacionada con las coaliciones alternantes que hace la madre con sus hijas, cuando una de las dos emprende acciones con las que la madre se encuentra en desacuerdo.

Estas acciones vetadas dentro del sistema familiar tienen que ver con los límites rígidos que tiene la familia con respecto a sistemas extra familiares que influyen sobre el tránsito de esta familia por los diferentes momentos el ciclo vital, especialmente en lo que se refiere a la construcción de redes sociales fuera de la familia (amiga y pareja). Paralelo a esto se evidencian límites difusos dentro del sistema familiar en donde la abuela y la familia extensa intervienen en la crianza de la madre hacia sus hijas, descalificándola. La relación entre la abuela y la hija mayor es conflictiva debido a sus intereses en la música metal, su amplia vida social y el consumo de marihuana que realiza. Esta hija estuvo en un centro de rehabilitación durante la adolescencia, presentando paralelo al consumo, trastornos en la conducta alimentaria. Existe una relación muy cercana entre Jennifer y su abuela, que se relaciona con una mayor distancia entre la madre y Jennifer. La madre y la hija mayor es distante, aunque constituye la relación más cercana que establece esta hermana dentro de la 100 familia, procurando la madre proteger a su hija de los juicios que recibe de toda la familia incluida la extensa. Existe una relación conflictiva entre las hijas y la tía materna, quien es vista como una “niña” en tanto consideran que no se hace plenamente responsable de sí misma. Existe en las mujeres de esta familia una historia importante de maltrato físico y psicológico de parte de sus parejas, iniciando por la abuela, la madre de la consultante, la consultante misma en su relación de pareja previa, a partir de lo cual emerge un lema familiar:

“las mujeres podemos solas” al tiempo que una creencia respecto a la importancia de la unión familiar.

El trastorno alimenticio inicia un año y medio antes de iniciar el proceso de intervención, con lo cual la consultante se aísla más de su entorno social y construye una relación más cercana con su familia. Cuando se evidencia una pérdida significativa de peso

(38 kg) es internada durante un mes e inicia posteriormente programa ambulatorio, teniendo que suspender para ello la universidad.

Duración completa del proceso de Mayo – Noviembre de 2014. intervención:

No. de sesiones: 20 sesiones de intervención

individual y 10 sesiones de intervención

familiar.

Modalidad de intervención: Programa Ambulatorio (8 a 12:00

pm de lunes a viernes) que incluye una

sesión de intervención individual semanal

de hora y media y una intervención familiar

cada quince días de hora y media. 101

4.3.3 Caso 3:

Motivo de consulta:

“Soy un fracasado, le tengo miedo a todo, no tengo un motivo por el que luchar…siempre pierdo, soy un parásito, estoy gordo, odio mi cuerpo, me quiero morir pero tampoco tengo el valor de hacerlo” “no puedo dejar de jugar, es imposible, pero esa vida no es real y aquí no tengo nada por qué luchar”

Adicción a videojuegos online

Lectura del genograma y otros datos

El consultante de 17 años de edad es el hijo mayor entre tres hermanos. Vive con sus dos padres y sus dos hermanas. La relación con su padre es conflictiva y existe una historia de maltrato físico en la infancia, a partir de lo cual siente que le teme al tiempo y experimenta una rabia importante hacia aquél, fruto de sentirse desaprobado. Esta rabia se extiende a la madre, de quien argumenta no haberse sentido protegido cuando el padre lo castigaba físicamente. La relación entre los dos padres es conflictiva, pues tienen diferencias 102 experimentadas como irreconciliables respecto a la forma adecuada de criar a los hijos. La madre y el padre no están de acuerdo con el grado de confianza que deben dar a sus hijas y el tipo de permisos que pueden darles. La madre les prohíbe ir solas a cualquier sitio y el padre la desautoriza y les da su autorización y el dinero. La pareja se ha encontrado en varias oportunidades disponiéndose a separarse (sobre todo por iniciativa del padre) pero debido a los hijos se mantienen juntos. La relación del padre con las hijas es estrecha, fruto de estas coaliciones intergeneracionales que se conforman en ocasiones contra la madre. Las dos hermanas tienen una relación cercana según refiere el consultante, de la cual se siente excluido. Existe una relación un tanto amalgamada entre los padres y la abuela paterna, quien tiende a estar muy implicada en sus decisiones, lo cual a la vez produce conflicto. La relación entre el consultante y la abuela pareciera ser menos lejana y conflictiva que con el resto, aunque no significativamente, al igual que lo que ocurre con su tía paterna.

El consultante por lo general juega juegos online de estrategia por 20 horas diarias o hasta cuando es interrumpido por sus padres, quienes lo amenazan con hacer que abandone la casa si no entra a estudiar. Para el momento en el que consulta acaba de terminar 11 grado.

Durante la consulta, el joven reporta temores importantes respecto a engordar pese a ser delgado y procura restringir el volumen de su alimentación, aunque refiere nunca haber vomitado. Es importante aclarar que este consultante ya había asistido a un proceso de terapia con la misma terapeuta debido a un intento de suicidio que ocurrió un año y medio antes como consecuencia de una ruptura afectiva con su primera novia, quien según refería, constituía la única persona que ha querido en la vida y con la única con la cual se había sentido valioso. El motivo de consulta de entonces tuvo que ver con reducir el dolor experimentado por la ausencia de su novia. El proceso anterior constituyó el caso que inspiró el interés en torno a la relación terapéutica en la investigadora, debido a las posibilidades que 103 dicha relación ofreció en su momento en lo que concierne al proceso de reconfiguración de identidad de este joven. Este nuevo proceso de terapia surge como iniciativa del padre quien espera que su hijo pueda recibir asesoramiento para la elección de carrera; esto, a pesar del desacuerdo de la madre quien siente que la terapia puede constituir una pérdida de dinero, puesto que se encuentran en una situación económica difícil por haber atravesado dos quiebras económicas importantes.

Duración completa del proceso de Abril – Noviembre de 2014 intervención:

No. de sesiones: 15 sesiones de intervención

individual y 1 sesiones de intervención

familiar.

Modalidad de intervención: Programa Ambulatorio (8 a 12:00

pm de lunes a viernes) que incluye una

sesión de intervención individual semanal

de hora y media.

4.4 Fuentes de recolección de la información

La información fue recogida a través de los procesos terapéuticos individuales llevados a cabo con los tres participantes, los cuales fueron grabados en audio para una posterior transcripción. Se tomaron cinco entrevistas correspondientes al caso 1 y 3 y seis entrevistas correspondientes al caso 2, cada una con una duración promedio de hora y media.

Estas sesiones fueron seleccionadas por conveniencia, en función de la pertinencia para el 104 estudio y de su posibilidad de constituirse como sesiones representativas del fenómeno investigado; esto, claro está desde la perspectiva subjetiva de la investigadora que es característica de este tipo de muestreo (Navas, 2010). En este orden de ideas, se estableció de antemano un primer, segundo y tercer momento; estos momentos fueron organizados atendiendo a un criterio cronológico que pudiera dar cuenta del desarrollo evolutivo de los procesos. Para ello se tomó en consideración el número total de sesiones con cada paciente dividido entre tres, procurando elegir una sesión particularmente representativa que diera cuenta de las pautas que surgían en la relación terapéutica en un momento inicial, un momento intermedio y un momento final del proceso.

Así pues, con el consultante 1 se llevaron a cabo una totalidad de 11 sesiones individuales, dentro de las cuales se eligieron la No. 1 y 4 ubicadas dentro del primer momento del proceso; la 7 situada dentro del segundo momento del proceso, y la 10 y 11 ubicadas dentro del tercer momento del proceso.

Con la consultante 2 se llevaron a cabo 20 sesiones dentro de las cuales se eligieron para el primer momento la No. 2 y 6, para el segundo momento la 13 y la 16 y para el tercer momento la 19 y 20.

En relación al consultante 3, se llevaron a cabo 15 sesiones individuales dentro de las cuales se eligieron para el primer momento del proceso, la No. 1 y la 3; para el segundo momento, la 7 y la 8, y para el tercer momento, la 15.

4.5 Método de análisis de datos

El tipo de análisis de información que se utilizó fue el Análisis Holístico de Proceso descrito por Lieblich, Mashiach y Zilber (1998) el cual sostiene que los aspectos de la 105 estructura de la historia en igual medida que los de contenido, expresan la identidad, las percepciones y valores de quienes cuenta una historia. Así pues, el análisis de la estructura de una historia o transcripción puede revelar esa construcción subjetiva que hace terapeuta y consultante de su experiencia en evolución. Este tipo de análisis parte de la consideración de tipologías narrativas en las que puede encuadrarse un relato, al tiempo que considera la progresión que adopta la narrativa incluyendo en consecuencia la identificación de relatos regresivos, progresivos y estables. También considera el nivel de cohesión del relato en función de ciertas características que se han definido como necesarias tales como el hecho de que tenga una secuencia, un objetivo bien definido, una serie de historias que progresan en función del objetivo, relaciones de causalidad y secuencias entre esos eventos.

Este análisis de contenido requiere de la construcción de unos focos temáticos que se identifican como fruto de una lectura repetida del material a partir de la cual empiezan a vislumbrarse patrones, dinámicas inferidas a partir de ciertas formas que adopte el discurso y significados que empiezan a configurar una impresión global del texto; no obstante, también emergen de la identificación de excepciones a esa impresión general.

Se presentan a continuación los focos temáticos o categorías que emergieron de este análisis y que aportaron posteriormente en la construcción de los resultados y la discusión:

Focos temáticos

Relación Terapéutica: Constituye una unidad de cambio o evolución configurada a partir de la interacción entre la persona del consultante y del terapeuta, cuyo encargo tiene que ver con la posibilidad de propiciar una experiencia de encuentro que sirva de contexto para el cambio (Flaskas, 1989; Hardham, 1996) 106

Coordinación interactiva entre paciente y terapeuta: se refiere a un aspecto interpersonal importante que habla del grado de complementariedad o simetría que puede pautarse en la relación terapéutica y los roles y posiciones que asumen dentro del ambiente ecológico en que están inmersos (Jiménez, 2005).

Contacto comunicativo y actitudes emocionales que paciente y terapeuta evocan en el otro: se refiere al modo cómo se organiza el intercambio afectivo y emocional entre paciente y terapeuta en términos de los niveles de reciprocidad que se construyan en torno a la comunicación eficaz, la expresión de sentimientos, la empatía y la afirmación mutua

(Jiménez, 2005).

Comprensiones en torno a al problema y al cambio: Se refiere al marco teórico, epistemológico, ideológico fundamental, así como al conjunto de creencias y mitos a partir de los cuales consultante y terapeuta se explican tanto el problema como el cambio, y orientan sus acciones.

Identidad: Construcción social, interactiva y socialmente conformada en el discurso en tanto requiere de la presencia del otro en el lenguaje y en la acción. Alude a las formas de com-ponerse con otros a partir de diferentes formas de participación y de organización al interior contextos que integran familias, instituciones, comunidades y sociedades (Connelly y Clandinin, 1995; Melillo, Suárez y Rodríguez, 2004; Von Foerster, 1996; Ugazio, 2001.)

Versión de sí mismo: Se refiere a las narraciones del yo que dan cuenta del concepto y de la valoración de sí mismo en el seno de las relaciones vigentes y en la identificación con modos de ser, con valores, propositos, presentes o futuros, que pueden presentarse de una manera múltiple, polifónica, desplegada, centrada en los recursos, fluctuante y adaptada 107 al contexto y a las situaciones del ciclo vital y o bien, puede presentarse monofónica, restringida, centrada en el déficit, saturada del problema y cristalizada en el tiempo (White,

1997; Gergen, 1996; Connelly & Clandinin, 1995).

Versiones de otros significativos acerca de la propia identidad: Se refiere a las narraciones en torno a la propia identidad que parten del sistema social, familiar y terapéutico y que resultan significativas para la definición que el consultante hace de sí mismo (White,

1997; Gergen, 1996).

Versión de Mundo: Se refiere a los lugares de observación a partir de los cuales se significa la propia realidad, los cuales se encuentran inextricablemente vinculados con el contexto sociocultural del cual se es parte, el género, la época histórica, el momento vital, los mitos y creencias presentes en la propia familia y en las comunidades a las que se pertenece.

4.6 Procedimiento

Es importante advertir, pese al modo como se describen a continuación las fases que hicieron parte del desarrollo del presente estudio, el carácter dialéctico que asumió, cuya flexibilidad admitió la posibilidad de un enriquecimiento permanente fruto de la interacción y retroalimentación continua entre los procesos de investigación - intervención. En consecuencia, de manera permanente, se estuvo reeditando y complejizando el marco teórico, reenfocando el método y precisando los objetivos en función de esos procesos trasversales que tuvieron lugar durante todo el proceso, los cuales aluden a las sesiones de intervención, los procesos de trascripción de las entrevistas y los procesos auto reflexivos que las acompañaron. 108

4.6.1 Primera fase: Delimitación del tema de estudio, socialización de la propuesta de investigación con la IPS, firma de consentimientos informados e inicio del proceso de intervención.

En un primer momento se identificaron diferentes temáticas que guardaban un interés investigativo que se había venido desarrollando a lo largo de un proceso tanto personal como de formación académica; así pues, una vez identificadas, se procedió a reconstruir un solo tópico alimentado de las temáticas iniciales, procurando que este último diera cuenta de esa inquietud respecto al potencial de la relación terapéutica en los procesos de cambio. Una vez construida la pregunta de investigación, se procede a socializar con el Director Clínico de la IPS la propuesta de investigación y se obtiene el aval para emprender el estudio. A partir de este momento, se seleccionaron los participantes del estudio, acudiendo a un criterio de conveniencia, considerando la disposición de los consultantes para participar, al tiempo que la pertinencia de tales procesos interventivos con respecto a los fines previstos para la investigación (Navas, 2010). Una vez seleccionados, se procedió a la firma del consentimiento informado, el inicio de los procesos terapéuticos y la grabación de las sesiones.

4.6.2 Segunda fase: Revisión Teórica y construcción del marco teórico

Se realiza una cuidadosa indagación que inicialmente se enfocó en las investigaciones que diferentes autores han realizado alrededor de la relación terapéutica, la identidad, las conceptualizaciones y propuestas de intervención en problemáticas asociadas a la adicción de sustancias, trastornos alimenticios y adicción al juego online, en el marco del paradigma sistémico. Esto, con el fin de tejer de manera ordenada y articulada un texto que diera cuenta de las principales producciones teóricas e investigativas que se han hecho al respecto, para construir el contexto al interior del cual se sitúa la presente investigación. 109

4.6.3 Tercera fase: Delimitación de los objetivos y análisis de la información

Como fruto de los vacíos investigativos encontrados a partir de la indagación realizada en la fase previa, se estructuran los objetivos y el diseño que habrá de guiar la investigación, y se define en correspondencia con aquellos, la necesidad de emplear el

Método Holístico de Proceso descrito por Lieblich, Mashiach y Zilber (1998) para realizar el análisis de la información, entendiendo la oportunidad que ofrece en la posibilidad de centrar la atención en la estructura y el proceso que trascurre entre la terapeuta y el consultante a fin de apreciar las pautas de relación que se construyen entre ellos y su evolución a lo largo de los tres momentos en los que se previó analizar el proceso terapéutico y su efecto en los procesos de reconfiguración de identidad.

Para lo anterior, fue necesario realizar la transcripción de las sesiones que se consideraron particularmente significativas y representativas de los tres momentos en los que se dividió el proceso terapéutico, para posteriormente iniciar la identificación de los focos temáticos del texto a partir de la lectura y relectura de dichas transcripciones. Aquí el investigador se interesó por el contenido, pero atendiéndolo también en la medida en la que proveyera información de la estructura. El análisis se centró en el curso del desarrollo que tomaron los diferentes focos temáticos o categorías. Para identificar estos focos se realizó una lectura repetida del material a partir de la cual pudieron empezar a vislumbrarse patrones fruto de una revisión cuidadosa y empática, que procuró confiar en la propia habilidad para detectar el significado del texto, el cual fue más o menos relevante en función del texto como un todo y del contexto. Para esto fue preciso distinguir mediante un subrayado diferencial, los diferentes tópicos o focos en la trascripción, los cuales fueron leídos de manera aislada y repetitiva cada uno como sugiere Lieblich, Mashiach y Zilber (1998). 110

A continuación se construyó una impresión global del texto, identificando excepciones a esa impresión general, al tiempo que contradicciones. También se incluyó la identificación de las dinámicas propias de la trama que podrán ser inferidas a partir de ciertas formas que adopte el discurso. Estas formas de discurso incluyeron reflexiones en torno a determinadas fases o puntos decisivos que asume el relato, atendiendo a los términos o expresiones que entrañaban un componente estructural.

En este proceso, resultó fundamental la posibilidad de construir los resultados del estudio a partir del registro de las conclusiones que fueron emergiendo, identificando el momento del proceso en el que un tópico en particular emergía, las transiciones entre los temas abordados, el contexto en el que emergían y su importancia dentro del texto global, siendo preciso prestar especial atención a los episodios en los que parece existir una contradicción en los temas en términos del contenido, el ánimo o las evaluaciones hechas por el consultante.

El análisis de narrativas desde una perspectiva holística se realizó a partir de la perspectiva personal del investigador y sus impresiones evaluativas como indica Lieblich,

Mashiach y Zilber (1998), quienes exaltan la importancia de la sensibilidad del investigador en torno grado de emoción con la cual es descrita cada etapa o las discrepancias entre diferentes descripciones de la misma etapa, entendiendo que ello puede proporcionar pistas

útiles para una mayor comprensión.

4.6.4 Cuarta fase: Discusión

A partir de los análisis previamente elaborados, se realizó sobre ellos una lectura a la luz de la fundamentación bibliográfica, con el propósito de encontrar contrastes, semejanzas 111 y nuevas comprensiones que resultaran significativas a la hora de abordar la pregunta que guía el presente estudio y los objetivos formulados para su desarrollo, buscando a través de ellos aportar tanto a la disciplina psicológica, como a otras disciplinas cuyos intereses comunes apunten a promover procesos de desarrollo orientados a estimular el potencial de los seres humanos desde una reflexión en torno a las relaciones en las cuales dicho desarrollo emerge.

4.7 Consideraciones éticas

La presente investigación se desarrolló atendiendo a lo estipulado en la ley 1090 de

2006 que legisla la práctica psicológica y la resolución 8430 de 1993 por la cual establece las normas científicas, técnicas y administrativas para la investigación en salud. A su vez se mantuvo la confidencialidad tanto en los procesos terapéuticos, como en la sistematización de los datos y en la escritura del documento, haciendo uso de un consentimiento informado en el cual se le informó a los participantes que la información suministrada, sería utilizada solo para fines académicos e investigativos. (Ley 1090 de 2006 art. 5; resolución 8430 de

1993 art. 6, art 14). De esta forma se protegió la privacidad del individuo, sujeto de investigación, identificándolo sólo cuando los resultados lo requieran y él lo autorice

(Resolución 8430 de 1993 art. 8). Adicionalmente, en la investigación-intervención se dio prelación a los fines de la intervención por sobre los fines de la investigación, procurando que esta última se encontrara siempre al servicio del proceso interventivo, lo cual va en consonancia con lo que estipula la ley 1090 de 2006 art. 6; resolución 8430 de 1993; art. 5 y art 6 en lo relativo a la importancia de salvaguardar el bienestar y los derechos de los participantes velando de esta forma por una práctica clínica cimentada en principios éticos y en el respeto de la dignidad, la consideración de sus derechos y su bienestar. 112

5. RESULTADOS

Siguiendo los objetivos que persigue el presente estudio, se propone en este apartado presentar los hallazgos que emergieron durante la investigación-intervención, organizados de acuerdo al caso clínico al cual corresponden. Así pues el análisis de cada caso incluirá el desarrollo del modo como se fue configurando y reconfigurando la relación terapéutica desde una perspectiva que ilumine los pactos relacionales que emergieron en torno a la coordinación interactiva, el intercambio afectivo y emocional, así como los impasses terapéuticos y el tipo de comprensiones que transitaron por dicha relación entre consultante y terapeuta, todo esto desde una perspectiva que incluya una consideración temporal, en la que se reconozca el modo como la relación terapéutica se fue transformando, procurando no obstante, alejarme de una postura lineal, para aproximarme a otra que reconozca esa espiral dialéctica que da cuenta del movimiento continuo de retroalimentación que ocurre en este sistema terapéutico, en tanto sistema permeable y abierto a la continua interacción con sistemas más amplios a pesar de contar con algún grado de autonomía. De igual modo se ira conectando la relación terapéutica que se fue construyendo y los hallazgos alusivos al proceso de reconfiguración de identidad del consultante como un indicador del cambio, desde una perspectiva que incluya las versiones acerca de sí mismo, las versiones de otros significativos en torno al consultante y la visión de mundo que fue emergiendo en la narrativas del consultante a lo largo del proceso.

5.1 Consultante 1:

En el comienzo del proceso, la definición mutua que hacen los participantes en torno al otro y alrededor de la relación terapéutica es el eje central, en tanto se vislumbra una 113 negociación inicial desde la cual el consultante ofrece una propuesta relacional simétrica, que incluso le permite indagar por el estado emocional de la terapeuta. Esto genera una extrañeza inicial en la terapeuta, quien intenta retomar el control procurando valerse de su rol para encuadrar el propósito del espacio. No obstante, este mensaje no verbal que envía la terapeuta cuando interviene para realizar una presentación algo formal de sí misma y del contexto general de la terapia, se redefine a nivel digital en la medida en la que se legitima, mediante este re encuadre, una relación de mayor reciprocidad desde la cual no solo lo incluye como parte de un nosotros que está emergiendo, sino que lo invita a poder también expresar sus propias curiosidades en relación al terapeuta:

T.1. 1-17 Consul1: Hola. Terap: Hola como vas. Ya nos habíamos…yo te había visto no sé si tú me habías visto. Consul1: No. Terap: Te había visto cruzando por ahí. Consul1: ¿Cómo estás? Terap: Bien, ¿tú como estas? Consul1: Bien… (Silencio) Terap: ¿Bien?, ok. Bueno William te contó un poco el sentido de este espacio es que nos podamos conocer ¿sí? Consul1: Aja Terap: Que yo pueda…él me ha compartido un poco lo que han venido trabajando y la idea es que podamos entre los dos como construir una visión más amplia de lo que está pasando que nos pueda dar nortes más claros para que podamos seguir de aquí en adelante. Consul1: Perfecto. Terap: Básicamente es eso ok. Mi nombre e Laura Dueñas, soy psicóloga clínica, que más te cuento, llevo aquí con William trabajando más o menos tres años, no sé si tengas alguna curiosidad? Consul1: ¿Porque psicología? Terap: Psicología, es una pregunta….desde chiquita yo creo que fue el modo como yo encontré la manera de…como que encontré un lugar en el mundo en el que me sentía contenta, desde chiquita de alguna manera en los grupos: yo soy la que ayudo, entonces se peleaban y se arreglaban y eso fue como surgió primero la cosita pero empecé a ver que realmente esto era algo que me llamaba la atención, quería que…yo no soy muy, yo tengo mucho eso de…como que para mí el contacto humano es importante y como que la vida me fue llevando por rutas…yo quería tener un trabajo en el que yo pudiera en el proceso de hacerlo, disfrutar y no solo esperar a que en el final me diera gratificación sino que pudiera amar lo que hago y realmente la vida me fue dando “pisticas” de que esto era lo que yo quería hacer y que adicionalmente me pagan, creo que fue por ahí…si desde muy chiquita como te digo…Ok…que más te cuento…algo más que quieras saber de mí. Consul1: No. Terap: Ok, si surge alguna duda me puedes preguntar.

Ahora bien, a pesar de que este encuadre inicial pareciera dar lugar a la construcción de una relación de reciprocidad entre consultante y terapeuta, se observa cómo empieza a legitimarse a nivel de la interacción, que sea el consultante quien direccione la conversación 114 hacia los temas que él considere oportunos y relevantes, asumiendo la potestad de descalificar, posponer o vetar explícitamente la exploración de ciertos tópicos, ante lo cual la terapeuta asume una postura más complementaria y de seguidor, procurando abandonar los temas descartados por el consultante para evitar una escalada simétrica y para comprender las rutas de conversación a través de las cuales el consultante lo guía. No obstante lo anterior, se observa cómo esta forma de relación entre ambos, adquiere un carácter rígido, en la medida en la que margina la curiosidad de la terapeuta, en tanto solo constituye válido seguir el mapa de conversación que trae el consultante, pese al esfuerzo de la terapeuta por encontrar relatos alternos y excepciones.

T1.140-149 Terap: Como que inicialmente la marihuana fue esa ventana, pero que ahora ya la tienes dentro. Consul1: O sea que ya está incorporada esa ventana, ahhh nunca lo había pensado así ¿sabes? Terap: ¿Se siente así? Por cómo te escucho me parece que eres una persona que… (Me interrumpe) Consul1: No, no sé, porque el efecto clínico está y si antes generaba la ventana porque ya no genera, no sé, no sé. Pero el efecto cambio. Y si quieres ahorita hablamos de eso. Creo que es un reflejo como de la personalidad, me siento súper inseguro…hablamos de eso como en otro momento….Terap: Aja. Consul1: Y (silencio) se me olvido para dónde íbamos (…) Este mapa que emerge en medio de este primer momento del proceso, da cuenta de una narrativa personal cristalizada, monofónica y descontextualizada, a partir de la cual el sujeto hace alusión a la presencia de rasgos intrapsíquicos, individuales y defectuosos en sí mismo, que permean todas las relaciones de su vida, tiñendo incluso esas aparentes habilidades a las que alude, tales como su inteligencia y capacidad para desempeñarse en cualquier carrera de manera exitosa. Estas capacidades se contemplan como aspectos que acentúan la mayor responsabilidad que tiene el consultante por esa inconsistencia que percibe en sí mismo. Se observan descripciones muy generales, acontextúales, absolutas y sin matices, con lo cual queda un sentido de identidad saturado del problema, tal como se observa a continuación. 115

T.1.17-28 Terap: A mi gustaría que antes de que entráramos en los terrenos propiamente de lo que te tiene aquí y como de qué esperarías de este espacio, que me cuentes un poquito de ti como al margen de la dificultad (…) Consul1: No sé. Bacano ese ejercicio…e…difícil el ejercicio. Creo que a mi gusta todo, y no lo digo a la ligera, no lo digo a la ligera, creo que tranquilamente hubiera podido estudiar cualquier carrera y haber sido excelente en cualquier carrera que eso es mucho decir, no lo digo a la ligera. Pero la otra cara es que no me gusta nada (…) Y entonces, es raro porque a la vez quiero ser un poquito de todo, saber de todo, pero entonces termino no siendo nada, pierdo la consistencia, se me van las ganas fácilmente, entonces termino haciendo pocas cosas. Lo único que he hecho en la vida son los retos que he tenido momentáneos, pero aparte de eso no he hecho nada. Aparte de eso de verdad que no he hecho nada. Si, aparte de eso poquito. Y son retos muy grandes, la gente como que uy marica pero una vez, de eso me di cuenta hace poquito, me di cuenta que la verdad era lo único que había hecho, cumplir ciertos retos y una vez los cumplía como se me acaba la cosa y me iba (…) Por ejemplo en el colegio, para entrar a la universidad yo fui una súper universidad en los Estados Unidos, yo fui estudiante regular toda la vida porque nunca me importo mucho. Yo a finales de décimo dije, marica juguémonosla y entonces le metí la ficha y fui de los mejores estudiantes del colegio, de los mejores exámenes, a las mejores universidades, becado, todo, fui, entré y me echaron por necio. Que es un fracaso vergonzoso, a nadie lo echan de la universidad por necio, por malas notas, pero realmente es muy difícil que te echen después de haber hecho ya lo más difícil. Esta visión de sí mismo pareciera que se sostiene al interior de las relaciones en las cuales el consultante participa, siendo la familia el referente por excelencia desde el cual se puntúa a sí mismo, dando lugar a una experiencia de descalificación profunda de su identidad, que se construye en el modo como se había entretejido su propia historia dentro de las historias familiares que lo situaban en un lugar marginal en tanto oveja negra.

T1.127 Consul1: (…) Siempre me imagine en un camino muy rectico. Cuando yo estaba en el colegio yo decía marica mi familia es perfecta, y en papel es bastante perfecta, yo soy la única oveja negra (…) T1.219-225. Terap: ¿Me podrías hablar un poco de ellos? Consul1: Sí, es una familia de cinco, mis papas, tengo una hermana mayor de 32, vive en otro país, va para el segundo hijo. Terap: Eres tío…Consul1: Si, mal tío… (Risa) Como mal hijo, mal hermano (risas) (…) T1. 195 (mi hermano) contrasta un montón conmigo que he hecho todo lo opuesto, él tenía un papá mejor y marica él no se podía quedar acá y arrancó hecho mierda y se fue por el mundo a estudiar solo y yo acá en la casa de los papás, con un papá ya peor y más viejo y me atraso y no soy capaz de graduarme cuando tengo muchas más capacidades. Así pues, una forma de lidiar con este sentimiento de desaprobación que el consultante percibía de sí mismo y de la familia y de ir en búsqueda de su proceso de diferenciación, tuvo que ver con el inicio del consumo de marihuana y el cuestionamiento crítico que comienza a hacer del sistema del que forma parte, mediante la descalificación de 116 ese entorno del que no experimentaba un sentido de aprobación; desde allí, se pudo haber configurado la pauta de descalificación que el consultante hace de sí mismo, de su familia y hacia la mayor parte de personas a las que se refiere al inicio del proceso; pauta que también se repite en la relación terapéutica como se evidencia en el siguiente fragmento, en el que justo después de descalificar un tema propuesto por la terapeuta que apuntaba en dirección opuesta a la visión saturada de sí mismo y del problema, el consultante alude a esta rebeldía con la que se identifica y señala que la expresa cuando experimenta a otro tratando de influir sobre él, lo cual habla de la construcción de identidad desde la experiencia de oposición, en la que prevalece un “ellos” sobre la experiencia de un “nosotros”:

T1.40-48: Consul1: Algún día estaba con un psicólogo y yo le decía, marica yo soy muy poco consistente. Y me decía: marica pura mierda y yo ¿cómo así? ¿No has sido consistente con el trago? Y yo uy marica que me acaba de decir (risas) si toda la vida. Terap: Ya (risas). ¿Cómo te explicas que ahí sí? porque es la misma habilidad puesta en juego Consul1: Sí, no sé, no sé. Pues yo creo que debe haber varias cosas que eventualmente tocaremos. Terap: Si mentiras, todavía no estamos en eso. Consul1: Sí, eso. Soy súper rebelde, rebelde contra todo, sin causa con causa, contra todo. Absolutamente todo (…) Yo soy como: mi gente no se meta con mis cosas. (…) Entonces, y que me intenten como influenciar me molesta un montón, mis papas me dan buenos consejos y yo hago exactamente lo opuesto. (…)Me cuesta mucho respetar la opinión de las personas. Respeto muy poquitas opiniones. Se las tienen que ganar. Esta construcción de la identidad desde una pauta de oposición, dificulta la afiliación dentro de un sistema de valores, propósitos, ideas, relaciones, desde las cuales experimentar un mayor sentido de estabilidad identitaria, lo cual se evidencia a continuación:

T1.18-121 Terap: Me hace mucho sentido que quieras tener una vida sin anclas prestadas…Consul1: heredadas…Terap: heredadas…ok Consul1: Heredadas, porque cuesta….Terap: Y estas en el proceso de encontrar las tuyas pero también de romper con las otras. Consul1: El problema es que rompo mucho más de lo que creo, entonces me voy a la deriva. Lo anterior ocurre en medio de una oferta relacional desde la cual la terapeuta se posiciona en este primer momento desde un rol complementario la mayor parte de las veces buscando respetar los pactos que se empiezan a construir de manera implícita. Uno de los 117 pactos que cobra especial relevancia en la construcción de esta relación terapéutica, tiene que ver con la prohibición tácita respecto a la posibilidad de que la terapeuta reconozca positivamente al consultante. No obstante, pese a que el consultante desestimara con frecuencia las aperturas hacia una perspectiva más apreciativa, desde los primeros intercambios se observa que el reconocimiento del consultante hacia la terapeuta sí se instaura como una práctica frecuente.

T.1.153-158 Terap: ¿Tu mamá que diría si yo le hiciera esa pregunta? ¿Qué tan empático lo sentías de chiquito? Consult1: Uy no se buena pregunta, si estuviera acá, buena pregunta…no no se…si de pronto la fui perdiendo. Otra cosa es que conscientemente le di prioridad a la mente, a aspectos como del ser, durante muchos años. Entonces quizás pequeño fui más balanceado. Es posible ver que la dificultad evidenciada por el consultante para recibir reconocimiento positivo al interior de la relación terapéutica, ocurre en contextos sociales en los que refiere sentirse incomodo cuando recibe expresiones de afecto o valoración, en tanto siente que el otro espera que se le corresponda de igual manera, lo cual lo lleva narrarse como una persona a quien no le interesan las relaciones.

T1. 76 Consul1: En todo caso, todo el cuento no me parece tan importante. Me parecía más importante antes, pero ahora esa relación con los otros me parece poco relevante. T4. 186 Consul1: Yo nunca he estado del lado que da, pero muchas veces he estado del lado que recibe e incluso me siento incomodo porque ok, esa persona hizo esto entonces ok le importa, o sea algún nivel hay de importancia porque a algunos le diste y algunos no. Un nivel más alto o más bajito para algunos, pero nivel tiene, y me sentía yo incomodo, yo a usted no le regalaría nada. Y me sentía yo incómodo con eso, hasta maricaditas de que te escriban feliz navidad y yo no lo iba a felicitar a usted por nada del mundo, pues muy aburrido, no había pensado en usted en todo este mes. Se observa igualmente al inicio de la relación terapéutica, dificultad para lograr una comunicación más emocional en la que se acceda a la experiencia afectiva del consultante, quien ante la pregunta por sus sentimientos o en las conversaciones tiende a desviar el tema.

Llama la atención la dificultad que evidencia la terapeuta sobre todo en los dos primeros 118 momentos del proceso para poder conversar en torno a estas reglas implícitas que sentía se estaban instaurando.

La terapeuta evita una escalada con el consultante o comunicarle algo que pudiera posicionarlo frente a él como una figura de autoridad, asumiendo en cambio una postura más complementaria y decide avanzar a su ritmo y por los caminos que fuese autorizando explorar. Este al parecer fue un elemento importante en la construcción de la relación terapéutica en un primer momento, en tanto no fue la terapeuta desde un rol de experticia quien fijó los tiempos ni presionó hacia el cambio, sino que se permitió confiar en la guía que ofrecía el consultante a través de su mundo relacional. No obstante, de cuando en cuando la terapeuta probaba la flexibilidad del sistema para promover una pauta de relación menos rígida en la que también pudiese existir una relación de mayor reciprocidad, buscando dar paso a una nueva visión de la participación de cada quien en la terapia y en la construcción del cambio. Se observa dentro de la postura que asume el consultante al inicio de este primer momento del proceso, la presencia de actitudes de provocación y desafío de parte del consultante, frente a lo cual la terapeuta procura devolverle parte de la responsabilidad del proceso, además de no engancharse con los comentarios que podrían ser leídos como una provocación, lo cual facilita que sea el mismo consultante quien cuestione su postura, pues no tuvo que defenderla de la terapeuta, quien no se posiciona como experto, sino como un colaborador que requiere de la experticia del consultante para acompañarlo.

T1.119: Consul1: “(…) yo no creo que yo sería capaz de venir acá, si no estuviéramos andando por donde es (…) creo que difícilmente llegaríamos al final de cualquier cosa si es que no estamos caminando el camino que es. Terap: Aja Consul1: Porque yo me iría. Terap: Ok... ¿cómo sabríamos que nos estamos desviando? Consul1: No sé, esa pregunta está muy difícil. No se…Pues mentira, es más, ¡retiro lo dicho! Terap: ¡Borrador! Consul1: Si ¡borrador! Terap: ¿Con qué? Consul1: Con lo que yo me iría. O sea que si vamos a caminar un camino, es el camino que es. O sea es muy presuntuoso y claramente no es cierto porque he caminado caminos malos, un montón de veces y además puede que sea el que es pero 119

puede que me de miedo y me vaya. Terap: Ayúdame ahí. Tú que te conoces un montón, bueno, dentro de lo que el libreto te permite ver (sobre posición de voces) Consul1: Dentro de lo que el libreto permite Terap: Dentro de eso, hay una parte que está en tus manos en este proceso, ¿verdad? Consul1: Si Terap: Y una parte que está en las mías. Conociéndote, ¿cómo yo podría ayudarte a darte cuenta que te estas yendo del camino por miedo? Consul1: Diciéndomelo. Terap: Ok. Diciéndotelo. Terap: ¿Tú me darías ese permiso? Consul1: Sí, no total. Total. No total, y si algo necesito es honestidad como cruda. Y yo respeto eso Esto plantea un contexto en el que se empieza a reconfigurar su visión de mundo y con ello también su identidad, pues también se observa cómo empieza a cuestionar el carácter monofónico, único y verdadero de su historia, emergiendo la idea de que quizás hay varias historias acerca de su propia historia que no han sido contadas, facilitando una concepción más polifónica de sí mismo.

T1.267-270: Terap: Ok no los analicemos, están ahí (los sentimientos). Ok… (Silencio) Si nos imagináramos a la orilla de un camino, que ya tiene un largo camino atrás y viene otro para adelante con muchos caminos. Consul1: ¿Y atrás hay muchos o hay uno? Terap: Eso te iba a preguntar. A mí me da la sensación de que hay muchos, pero el libreto solo te marca uno. ¿Tú qué piensas? Consul1: Yo me imaginé uno. (…) claro porque si tengo el libreto actual que no permite ciertos caminos, no permite hacer actos, no nos va a permitir hacia atrás, no nos va a permitir hacia delante. Ahora bien, una situación que facilita, en este primer momento de la relación terapéutica, flexibilizar la pauta asociada a solo explorar los temas ya conocidos de un modo prestablecido por el consultante, sucede cuando entre la terapeuta y el consultante empieza a tejerse de manera natural una meta-mirada de la relación y del proceso que inicia, mediante el cuestionamiento que hace la terapeuta en el aquí y el ahora de una afirmación del consultante alusiva a la tendencia a descuidar su propio cuerpo y aspecto, lo cual introduce una novedad en el sistema terapéutico con la intención de aportar en el proceso de reconfiguración de identidad. Esto invita al consultante a observar el modo como se han explorado solo aspectos ya conocidos por él, así como la experiencia de comodidad que ello le ha otorgado. 120

De igual modo, se aprecia como a partir de este hecho, surge como posibilidad la emergencia de relatos alternos desde donde el problema se va trasformando, pasando de ser relatado como una carencia personal fruto de la deficiencia de rasgos individuales, hacia un relato del problema como fruto de una construcción lingüística que le impide vivenciar ciertas realidades alternativas, y experimentarse restringido en cuando a sus posibilidades de comportarse y relacionarse consigo mismo y con otros.

Se observa cómo la construcción de esta narrativa conjunta va configurando una nueva forma de relación terapéutica, observándose una mayor reciprocidad y participación simultánea de los miembros. Se flexibiliza la pauta caracterizada anteriormente (el consultante liderando y la terapeuta siguiendo) a un modo relacional caracterizado por una mayor simetría entre ambos. Algo que favoreció lo anterior se relaciona con el hecho de que la terapeuta haya aceptado seguir por un tiempo suficiente y haya introducido con prudencia una novedad, de una manera sutil y pausada, que no le resultó amenazante al consultante.

También la terapeuta se cuida de evitar mencionar reconocimientos positivos de manera explícita, lo cual permitió amplificar la desviación, sin activar los mecanismos de retroalimentación negativa; así mismo el impase presentado en la relación terapéutica, favoreció un proceso de reflexión respecto a la propuesta relacional que usaba el consultante en otro contexto relacional, todo lo cual se observa en el siguiente extracto:

T159-171: “Consul1: Si porque (el cuerpo) es como tu medio y termina siendo un reflejo de quien eres, y sumamente descuidado, como si no importara. Terap: Pero no te percibo así…no sé. Consul1: si…no se…pero es buen punto. Si es buen punto. Terap: cuando dices buen punto que piensas. Consul1: estaba pensando y me pareció interesante cuando dije buen punto, que de pronto no sé….en esta primera sesión me siento relativamente como bien porque estoy hablando de cosas medio dadas, todavía no estamos explorando mucho. Entonces gran parte ya… lo de las anclas ya lo sabía, lo de la fresa ya lo sabía, lo de la empatía ya lo sabía, ¿cierto? Emociones; el cuerpo no es que esté incómodo ni explorando mucho, entonces como ya lo sabía, entonces como que la mente desde la razón esta cómoda en ese aspecto y de pronto por eso no se manejaba así, porque estaba incomoda. Terap: 121

ok…es como si hubiera, voy a poner este ejemplo para ver si entiendo bien, es como si hubiera un libreto de ti mismo aprendido. Consul1: bacano. Terap: y es curioso que cuando dices: yo tengo memoria selectiva, como si ya hubieras escrito el libreto pero eso no te permite, o no sé si te permite, me lo estoy preguntando, reactualizar con los cambios y con la experiencia que vas logrando. Consul1: si total. Terap: cuando yo te pregunto, hoy no te veo para nada descuidado, no sé si ese libreto, ante esto que está pasando en el ya, en el ya y en el ahora, en la relación con el cuerpo y el momento, ¿cómo que no se actualiza? Consul1: me gustó mucho eso, me gustó mucho eso y creo que volviendo a lo de la memoria…alguna vez salí con una niña, termine la relación y marica, casual, que la gente no se entere, marica yo relajado de la vida y como que la cosa fue escalando, habían más emociones, pero como a mí me habían dado esa pautas, ¿tú crees que yo fui capaz de soltarme de esas pautas? No hay forma, así yo sintiera todo lo opuesto y al final no sé qué paso porque yo quería algo más pero yo siempre me la jugué como solo casual (…) Lo anterior marca en la relación terapéutica un hito pues es posible observar como el consultante empieza de aquí en adelante a hacer uso de un lenguaje que implica una concepción de pertenencia y un trabajo conjunto, el cual si bien empezó a ser usado por la terapeuta, hacia el final de este primer encuentro fue incorporado en varias oportunidades por el consultante, lo cual puede estar marcando el tránsito de una narrativa que inicialmente estaba construida como él en oposición a un otro y en referencia a un “ellos”, a un nosotros.

T1. 329-336 Terap: ¿Cuál sería una, qué te imaginas que te dirías a ti mismo para no venir? Consul1: El trabajo, cositas pequeñas. O no me acuerdo, ¿cierto? Uno no se acuerda de las cosas no porque no se acordó. Terap: Esas cuando lleguen, porque van a llegar. Consul1. Por qué van a llegar. Terap: Si, quiero que te acuerdes de este momento en el que las identificamos como alarma. Lo que decidas está bien, pero por lo menos recuerda que eso fue una alarma. ¿Ok? ¿Habría algo más que habríamos de anticipar o con esto nos ayudaría por ahora? Consul1: No yo creo que con esto. Terap: ¿Que sientes en este instante? Consul1: No se…como miedo seguro real…porque hicimos así a la salida, como que la cerramos. En cuanto a la intervención de la terapeuta, es factible observar que parte de la comprensión que tiene en torno al cambio, radica en la importancia del lenguaje en la construcción de las realidades, buscando a partir de allí emplear un lenguaje positivo y propositivo desde el cual se replantee la descalificación que hace el consultante de sí mismo desde una perspectiva de “no soy” a una de “quiero ser” ayudándolo a conectarse con sus valores, propósitos e intenciones y por ende en el proceso de construcción de identidad. 122

T1.77-80 Consul1: Como que el camino es de uno y hay que aprender a ser buena persona como que uno mismo y por el camino que coja. Terap: ¿Cuál es tu ideal de…o no sé si ideal, cuando tú piensas en este camino de ser una buena persona, que se te viene en mente? Consul1: C: No, muchas cosas, muchas cosas, me gustaría…son cualidades que me gustaría algún día tener. Como ser sencillo, tener empatía con la gente.

T1.95-105 Consul1: Y…no creo sabes. Ni con amigos, con mi familia definitivamente no, ni con las novias…Terap: Algún profesor…Consul1: No mucho….Terap: Ok, parte de lo que tú buscarías en este camino de ser buena persona es poder sentir que eres más empático con el otro. Consul1: Si claro, me parece un requisito, ni si quiera de los objetivos, sino de los requisitos. Terap: Ok. Consul1: Si claro, eso no está ni a la mitad del camino, sino mucho antes, está a comienzo del carro. Terap: ¿A través de eso que esperarías lograr? Consul1: Yo no sé si la falta de empatía es un resultado de otras cosas, como que esa esfera mía es…es, no sé, o sea mínima, yo súper poco emo (tivo)…bueno, soy muy poco conectado con mis emociones, pero yo creo que soy súper emocional pero yo creo que no sé dónde está esa parte de mí. Yo me siento acá y me dieron ganas de llorar, y no había pasado nada. Por ejemplo hablando con William. También es un momento difícil, pero soy medio llorón, a veces soy muy apasionado. Si quieres ahorita hablamos de eso. Como que creo que existe no es que sea no emocional. Pero como que no estoy en contacto con eso. Terap: Quieres construir el camino hacia ahí. Consul3: Si. Como lo mental lo emocional y lo físico, yo solo estoy en lo mental

De igual manera, se aprecia cómo incrementa al interior de la relación terapéutica un mayor intercambio emocional recíproco, cambiando progresivamente esa restricción inicial evidenciada en el consultante respecto a no poder hablar de sus sentimientos, cuestionando el relato de sí mismo como una persona desconectada de sus emociones, lo cual contribuye a verse desde otros ángulos rechazados por él. Esto contribuye a salir de la versión monofónica de su identidad. Así mismo, esta situación ayuda a propiciar entre la terapeuta y el consultante una mayor cercanía afectiva e intimidad:

T1.345-361: Terap: si tus lagrimas hoy me hablaran del miedo a enfrentar esta realidad que has visto, de que más me hablarían? Consul1: No en verdad son buenas lágrimas. Terap: Si, si me da esa sensación. Consul1: Si, son buenas lágrimas. Es que más que de miedo….es que miedo poquito, fue como de ese momento como de que ¡llegó la hora!...como que, vamos a hacer esto…como emoción…Terap: Ok…si…cuenta conmigo y te lo digo de corazón, desde el principio…yo amo esto que hago y lo hago con todo el gusto, esto si bien es tuyo, cuenta con mi absoluta entrega, desde lo que está en mis manos hacer. Consul1: Gracias. Terap: porque tu emoción me habla de que esto para ti es en serio. Que es algo que tiene importancia. Cuenta con que yo le daré la misma. Consul1: Vale. Bacano. Terap: Bueno empezamos entonces (Risas) Consul1: Risas en la hora de almuerzo es muy difícil. Otra vez para el trabajo, otra vez como si nada. Terap: Claro, claro…si es cierto. ¿Te puedo dar un 123

abrazo? Consul1: ¡Sí! (risas) si si claro. Terap: ¡Sí! (risas) si si claro. A mí siempre me ha parecido interesante que, pues uno tienes sus vueltas y uno cree que… y marica es todo un mundo, y uno cree que es un mundo. Pero toda esa parte está súper estudiadas y súper documentada ¿o no? Terap: ¿Vueltas? ¿A qué te refieres? Consul1: Pues con las locuras de uno, las trabas de uno, ¿no? Como que ya hay un montón de frameworks o mecanismos bajo donde observar esto. Terap: A mí eso es lo que me encanta de esto, que es absolutamente incierto, yo no sé. Es único, este espacio que tuvimos hoy nunca más lo voy a volver a tener ni lo he tenido ni…es como un momento único, en ese sentido no es una copia o una reproducción de cómo se hace esto, hasta lo critican mucho de cual ciencia es la psicología. Precisamente por esto, porque no hay lineamientos muy claros y muy definidos, a mí me gusta eso. Consul1: Si bacano… Terap: Permite que creemos juntos…ok Andrés hasta la próxima vez. Se observa una inquietud del consultante respecto a la autenticidad de la experiencia de conexión afectiva, ante lo cual se observa un interés por parte de la terapeuta por situar la relación dentro de un espacio de encuentro genuino y único, de lo cual puede derivarse la importancia que ambos atribuyen a que el intercambio pueda experimentarse como un encuentro real con otro, como un encuentro verdadero entre dos personas, la persona del consultante y la persona del terapeuta.

Se aprecia hacia el final de este primer momento una mayor relación de reciprocidad en la que existe más apertura de parte del consultante para identificar y explorar sentimientos y novedades tanto señaladas por la terapeuta como por sí mismo. La relación terapéutica se ha encuadrado de manera que los dos participantes han mostrado en su modo de ser, la manera como pueden y necesitan ir en el proceso para lograr un resultado; ahora es posible explorar el problema; dicha exploración se orienta hacia el contexto en el cual emergen los comportamientos que el consultante señala como problemáticos, lo cual permite ir haciendo conexiones junto con el consultante, desde las cuales se construye un nuevo marco de comprensión del problema y de sí mismo; puede entonces la terapeuta connotar positivamente ese retraimiento que asume en relación a su familia y esa actitud que refiere de irresponsable y poco consistente, como acciones dirigidas a ayudarle a la familia a 124 transitar por la enfermedad del padre, al configurarse como un distractor de la tensión que se experimentaba en el clima familiar y que no podía ser realmente expresada en tanto existían creencias familiares en torno a la importancia de afrontar esa situación en silencio. Este re encuadre le ayuda a su vez a encontrar conexiones entre el modo como él afronta las situaciones de dificultad, que es a través del aislamiento según refiere, y el modo como ha aprendido a hacerlo de su familia, con lo cual termina contextualizando su comportamiento y adoptando una perspectiva más relacional acerca del problema y de sí mismo.

T2. 264-266 Consul1: mi hermana no sé cómo fue su proceso, pero a ella siempre le ha ido muy bien, nunca le vi nada como a raíz de mi papá(…)es la única que a mí no me exige nada…es fresca conmigo, como que nos sentamos y me pregunta por mí. Terap: ¿Qué crees, cómo te explicas eso? Consul1: ¡Porque de pronto no necesitaba el escape! Entonces no me ve a mí como escape y no está pensando ahí está el escape sino que: ¿y mi hermano? (Silencio). T2. 267-268 Terap: tiene mucho sentido que tanto amor y dolor junto te haya llevado incluso a costa tuya, a hacer lo que estuviera en tus manos para darle a tu familia un respirito, creo que es más fácil preocuparse por ti que por él…Consul1: (Llora) y eso también ayuda a explicar por qué ahora está pasando lo que está pasando con él, que en verdad es gravísimo, nadie lo toca. Más bien hablemos de mí… (Llora) En lo que respecta al contacto comunicativo y la actitud emocional es factible notar como al finalizar este primer momento logra existir una sintonía tal entre las emociones del consultante y las del terapeuta que permite cuestionar abiertamente cuando se evidencia una falta de correspondencia entre el lenguaje verbal y no verbal, lo cual moviliza de manera inmediata al consultante, quien se apropia de sus emociones y logra reconocerlas, como por ejemplo el amor que siente hacia su familia y el dolor por la relación que tiene con ellos, favoreciendo el proceso de reconfiguración de la identidad al cuestionar relatos de sí mismo en los se etiqueta como un mal hijo, mal tío, mal hermano; como una persona desconectada de sus emociones, a quien no le interesa las relaciones y en especial la familia. La relación terapéutica establecida, permite al terapeuta dar una mirada distinta sin el temor inicial de 125 provocar rechazo, puesto que la novedad antes rechazada por el consultante ahora es recibida como apertura a nuevas visiones de sí mismo reconfigurantes de su identidad.

T1.278-282 Consul1: ¿Es que sabes que es lo más difícil de la teoría? Que no sé dónde esté todo ese amor… ¿me entiendes? Y por eso te digo, estamos hablando de muchos niveles por debajo de, yo tengo todo este amor entonces hagamos esto, pero el amor ni lo veo. Terap: ¡¿No lo ves?! Consul1: Si lo veo…y sé que está ahí…Terap: Para mí es tan evidente en serio, no es por molestar pero en mi vida lo he visto así…te veo los ojos y lo veo como si pasara a través tuyo, pero entiendo que no lo puedas ver, de alguna manera ha hecho más fácil aislarse. Consul1: Claro, (se sonríe) si es que estos son muchos niveles por debajo, siempre ha existido y lo escondía para poder hacer esto…como muchos niveles por debajo. Por otra parte, llama la atención cómo las comprensiones que hace la terapeuta del problema propias de su enfoque y distantes a las que traía el consultante, contribuyen a cuestionar la forma de ver el problema como focalizado en el individuo, para contextualizarlo en un momento de vida, en conexión con lo que vive en su sistema más cercano y significativo que constituye la familia, posibilitándose con ello trascender la idea de soy así, como un ser determinado, limitado a ser de una sola manera.No obstante, es posible en un segundo momento del proceso, observar el modo cómo la terapeuta y el consultante se adentran juntos en la comprensión del modo como el sujeto organiza su experiencia en distintos contextos y no solo el familiar, propiciándose una movilización importante del sentido de la propia identidad del consultante, en tanto ello le permite cuestionar esa visión cristalizada de sí mismo y adquirir una comprensión más polifónica de su sentido de identidad:

T4. 293-297 Consul1: Si totalmente, totalmente…si claro, eso es súper importante…me gusta por dos cosas, porque me creo más lo de la familia, que igualmente me costaba. Yo no sé qué putas hay, pero algo hay. Y bajo ese contexto no me deja ser la persona que quiero ser o no me dejo ser la persona que quiero ser. Y también veo más la buena persona porque me estaba viendo a mí a través del lente de mi familia. Terap: Claro. Consul1: Y no me veía a través de otros lentes. ¡Que son buenos! Terap: Aja. Consul1: Si ayuda un montón… ¡e incluso me ayuda con mi familia! Porque ya vi una buena persona entonces ya sé que esa persona existe, entonces marica, porque no puedes ser una buena persona con tu familia. Como que ya no es tan inherente, porque marica ¿cómo nos convertimos en una buena 126

persona? Si no más bien ¿cómo ser buena persona con tu familia? Si porque o sea, si puedes ser una buena persona, ¿por qué no con ellos? Empero, esto fue producto de un ejercicio de meta observación en donde la terapeuta se percató del énfasis que estaba otorgando a la familia, paralelo al descuido hacia otros contextos que podrían ser relevantes en la configuración del problema/solución, lo cual habla de que en el curso de la relación existe un proceso autorreferencial no solo de parte del consultante (como cuando se percata en sesión de seguir únicamente conversaciones conocidas que lo sitúan dentro de una mayor comodidad) sino también de parte del terapeuta, que le permite hacer más conciencia de esos supuestos que en ocasiones se vuelven puntos ciegos y que guían la intervención.

Por otra parte se observa cómo transcurre la construcción de intimidad entre el consultante y la terapeuta a medida que avanza el proceso, la cual si bien incluye un incremento en las referencias de parte del consultante respecto a la relación terapéutica propiamente y la experiencia de conexión que vive en su interior, también es posible notar una forma de referirse a dicha relación que resulta un tanto despersonalizada y crea a la vez distancia emocional. Este temor a la intimidad no solo se aprecia en el consultante, pues también se evidencia en la terapeuta como se ilustra en el ejemplo que sigue, cuando parafrasea al consultante excluyéndose de la referencia que hizo el consultante cuando lo inscribe dentro de esos contextos en los que se siente conectado de modo similar a como se siente con el amigo con el que experimenta mayor cercanía. Lo anterior puede aludir además un intento de cuidar con ello el contexto terapéutico y por ende, el proceso mismo.

T4. 135-151 Consul1: Estaba pensando como en tu pregunta, qué había permitido como en la relación. Estaba pensando cuál era el valor de eso, porque eso es lo que tengo como diferente, que lo tengo con poquita gente. Lo tengo con un amigo de colegio, es con la persona con la que mejor me llevo. Terap: Con él lo tienes…Consul1: Si, lo único que tenemos es eso, hablar de maricadas que no sabemos ni de que estamos hablando. Y es súper 127

interesante…más o menos parecido a esto, como lo que hablamos que de verdad no sabemos, pero no importa, venga exploremos. Terap: Aja Consul1: ¿No? Es súper interesante. ¿Y podemos estar hablando de algo completamente erróneo, pero no importa porque el ejercicio no está tanto en hablemos lo correcto sino como en la exploración? Terap: Aja (…) Terap: como que eso te permite, corrígeme, ¿como sentirte conectado con el otro? Aun no le he puesto dedo al asunto, ¿es como que esto que tienes con tu amigo, esto que tienes en este trabajo (…) podría yo pensar que esto te ayuda a sentirte más conectado con el otro o que tú tomes que rol en la relación? Consul1: Podría ser que como yo percibo todo como tan racionalmente, no sé si racionalmente pero como desde la mente, si es un vínculo fuerte como para hacer la relación porque finalmente es gran parte de lo que soy ¿no? Mucha gente no anda por la vida sintiendo. Este temor a la intimidad al parecer influyó sobre la posibilidad de realizar mayores procesos de meta comunicación que hubiesen sido útiles por ejemplo para reflexionar sobre la decisión del terapeuta de limitar la reacción o minimizar las percepciones de novedad, para evitar generar en el consultante un cierre o suscitar en él la necesidad de descalificar sus logros. Lo anterior lleva a reflexionar en torno a la excesiva responsabilidad que quizás asumió la terapeuta en torno al modo como el consultante decidía narrarse, pues ante la pauta del consultante de realizar un comentario de descalificación seguido del reconocimiento positivo que hacía de sí mismo, la terapeuta solía ignorar dicho comentario, lo cual tenía el efecto de que el consultante profundizara más en su experiencia de logro y pudiera con ello reactualizar su versión de sí mismo al incorporar su logro dentro del panorama de identidad.

Si bien esto fue así, si es posible notar cómo algunas de las experiencias emocionales del consultante (tales como el temor que experimentaba por entregarle de regalo de navidad que le había comprado a sus amigas, el miedo al compromiso en lo afectivo, el deseo de no hablar del sentimiento de ligereza que experimentaba por temor a que fuera fugaz) no fueron exploradas, lo cual me lleva a reflexionar sobre la postura que podía estar tomando como terapeuta en tanto editora (experta) encubierta del relato, lo cual hubiese sido distinto si hubiese sido posible hablar de esta pauta que tenía lugar al interior de la relación terapéutica.

No obstante, se observa cómo esta posibilidad de centrar la conversación en lo positivo e 128 ignorar el comentario de descalificación que le sigue facilita que poco a poco se vaya fortaleciendo esa versión de ser una mejor persona a quien le importan las relaciones:

T4. 195-206: Consul1: marica…si, ni siquiera lo compré para mí…sí...se siente bien, aunque no lo he entregado… supongo que hay también un poquito de miedo de entregarlo. Terap: ¡Pero a qué fecha estamos para entregarlo! Consul1: Ahhh pero es que yo ya me voy pero pues pa entregarlo. Terap: (Risas) ¿Sabes en que me hace pesar esto que me estás diciendo? Consul1: ¿Si? Terap: Cuando hablabas al principio, como de esta emoción de reencontrarte con tu familia, aunque te contagien, (risas) muy espontaneo también, muy: ay rico verlos, ¡ay y el regalo de mi sobrino! (risas) con…Consul1: (Risas) Terap: e...y un poco también lo de ay mami porque no invitamos a ella a acá (la tía), no me parecen muy aislados estos episodios que muy espontáneamente fueron saliendo…Consul1: Es que ya soy más consiente como de esa búsqueda de relaciones, parte de eso fue el regalo, eso fue medio consciente. Incluso lo pensé después ¿yo a quien aprecio y a quien me gustaría darle algo? ¿No? Pero resultó que nadie más cayo ahí pero pudieron haber caído. Lo importante fue el pensamiento, entonces, a quien me gustaría darle algo (…) Terap: Cuando yo te pregunto cómo eso cuestiona el libreto me dices: me siento mejor persona. ¿Esta vez fue más fácil decirlo que otras sesiones? Consul1: Si…si…sobretodo que hay evidencias muy claras, fui y compre el regalo. Como que no hay mucho para refutar. Vio algo, se emocionó, lo compró. . En un tercer momento de la relación terapéutica se evidencia un mayor empleo de una meta comunicación que facilita el afrontamiento de algunos impases que se encontraban truncando la emergencia de novedades en la conversación tal como se evidencia aquí. Lo anterior requiere de varios elementos que se van consolidando al interior de la relación y que permiten que haya meta comunicación: por un lado, existe una mayor incorporación del humor dentro de la relación terapéutica, que le permite a la terapeuta asumir un tono menos serio y más lúdico desde el cual se permite expresar con mayor facilidad lo que siente. Por otra parte, pareciera que existe una mayor experiencia de aceptación de parte del consultante hacia la terapeuta, que le permite a ella tomar el riesgo de cuestionar el relato del consultante:

T5.152-161: Terap: ¿Quién sientes que lo ha notado? Consul1: Nadie…yo no creo…Terap: ¿Tus amigas estarían notando algo? Consul1: No creo, no no creo…Terap: Yo no sé, me parece un patrón en ti y no sé si es en serio que nadie lo esté notando pero estoy acordándome que en otras oportunidades cuando te pregunto quién nota algo tú siempre me dices ¡no! Y hay veces me entra la duda de si esto es algo más tuyo que que realmente no lo vean (risas) Consul1: No se…me sigo inclinando por nadie, porque son cositas pequeñas. Mentira, digamos por ejemplo, si he estado llegando más temprano a la oficina (risas) Terap: Ah ok. Consul1: Entonces yo llegaba súper tarde, súper tarde y lo hablo un montón con el otro analista, porque en la oficina de nosotros no trabaja nadie, somos el analista, yo, la 129

secretaria del jefe y el jefe llega tarde entonces hablábamos marica aquí no hay incentivo para madrugar usted puede llegar y aquí no va a haber nadie y a las nueve y media de la mañana él llega y estoy yo. Si ¡seguro si se ha dado cuenta! (risas) Algo que empieza a observarse con mayor fuerza en un tercer momento de la relación terapéutica es un intercambio más flexible basado en una mayor igualdad, apreciándose un esfuerzo de parte de ambos por conectar las reflexiones que van emergiendo con lo conversado en otras sesiones a través de un intercambio continuo de posiciones simétricas y complementarias. Así pues, se observa una mayor apertura hacia el hecho de que la terapeuta guie la conversación incluso al interior de temáticas que conectan al consultante con una experiencia de vulnerabilidad. Puede notarse a su vez que la terapeuta en este momento del proceso no solo hace preguntas, también realiza comentarios respecto a sus propias percepciones y sentimientos, en los que reafirma el relato del consultante pero también otras en las que lo cuestiona con mayor fluidez y confianza. Llama la atención que no se observa esa postura de oposición propia del inicio del proceso, sino por el contrario el consultante permite al terapeuta ser más partícipe de la conversación y no solo ser un seguidor de la misma, pues si bien en ocasiones es seguidor como cuando parafrasea los sentimientos del consultante, también se le ha otorgado el permiso de guiar la conversación, incluso al interior de temáticas que conectan al consultante con una experiencia de vulnerabilidad:

T5.93-110. Terap: ¿Y hoy que no está este juego (de pretensiones con tu familia) te dan más ganas (de llamar y estar con ellos)? Consul1: ¡Claro, muchas más ganas! Me gusto eso, muchísimas más…porque ya es como de verdad, y pues tampoco es que yo arranque a llamar pero...Terap: Porque creo que tú también ya estas más en paz con el hecho de que tu no arranques a llamar. Consul1: Exacto, ¡¡¡exacto!!! Total, yo antes me decía: ¿será que yo tengo que llamar? Ya no, mamá yo no llamo todos los días, y nos pasa, mamá que más, no nada, que más no nada...mamá… En lo anterior se hace evidente también la posibilidad de poder expresar de manera recíproca una emocionalidad más vívida en el consultante, al tiempo que en la terapeuta una mayor posibilidad de ampliar los logros del consultante. Esto plantea una flexibilización 130 importante en el modo como se ha organizado la relación terapéutica, que resulta isomórfica a lo que empieza a suceder en la vida del consultante en otros contextos asociado al hecho de permitirse recibir más, como por ejemplo con sus padres cuando recibe el cuidado que le proporcionan después de su cirugía, o cuando acepta y retribuye las expresiones de afecto de sus amigas, transformándose de a poco las narrativas de oposición que predominaban en un primer momento y acrecentándose la experiencia de entusiasmo por sus logros.

T6-149 Consul1: Como con la gente, si eso es bonito ¿sabes? Lo que hablamos la vez pasada, que yo estaba enfocándome en lo que no era que era: marica no tengo a nadie acá de relaciones y claro huevon es que no le ha invertido tiempo. ¿No? Y por un cambio mínimo como que se empieza a ver la diferencia, tengo una, tengo poquita gente a quien invertirle tiempo, pero ahí el escribo: ¿que, no vemos? Y claro marica nos vemos, la chimba y que vas a hacer este fin de semana para que hagamos algo, en vez de estar saliendo por ahí con gente que no me importa. De verdad es un cambio súper grande, eso ha sido bonito… Esta mayor apertura que evidencia el consultante hacia sus logros, también se evidencia hacia sus propias emociones, lo cual se relaciona a su vez con la emergencia de las comprensiones que empiezan a tejerse en este tercer momento en torno al problema y al cambio, en tanto dichas experiencias emocionales proporcionan novedades que reestructuran el auto relato del consultante:

T5.21: Consul1: Yo creo que buscaba la aprobación de ellos y en verdad es algo nuevo, yo no sabía eso, lo habíamos hablado, había algo ahí, pero aquí sentados me di cuenta: marica ellos me quieren no es que no me aprueben tenemos nuestras diferencias pero está bien, igual me quieren. T5. 43: Consul1: También parte de sentirme ligero es como cierto desprendimiento como: oiga papá estoy bien y como si caja de pandora y todo pero también para mí, y no lo veo muy claro pero parte del compromiso que asumí con eso es oigan les voy a contar un poquito más, yo tampoco estoy viendo dentro de la caja. Y hay cosas buenas y cosas malas pero si les cuento no es tan grave solo que mi mecanismo de defensa siempre ha sido no les voy a contar nada. Llama la atención que, contrario a lo que ocurría en el primer momento del proceso, en este tercer momento se evidencia una relación del consultante consigo mismo que parte del reconocimiento de encontrarse en un proceso de autoexploración que aún no cesa. 131

Pareciera encontrarse preparado para sorprenderse y aprender nuevas cosas de sí mismo y que es la curiosidad la actitud que media la relación con el mismo, contrario a esta actitud inicial respecto de la cual el consultante se sentía ya conocedor de sí mismo, de sus respuestas, actitudes. Hoy también se recibe como una caja de pandora, de la que pueden provenir también cosas positivas; la solución la contempla en consecuencia como la posibilidad de seguirse explorando y permitirles a sus padres que puedan también conocerlo más.

Esta relación de aceptación incondicional que se fue construyendo entre terapeuta y consultante, empieza a emerger también en la relación entre el consultante y su familia y entre el consultante consigo mismo, que se evidencia en la nueva comprensión del problema hace el consultante desde la cual se redefinen los desencuentros y diferencias con su familia como algo válido, en tanto se contempla posible el hecho de que lo amen y aprueben, así no aprueben sus decisiones, situando ahora el cuidado y preocupación de sus padres, al tiempo que su deseo de guardar una mayor distancia, como desencuentros esperables enmarcados dentro de un contexto de transición que implica la redefinición de nuevos roles entre los padres y el hijo adulto:

T5.79-86 Terap: Me da a mi la sensación de que tú en ese espacio hiciste una distinción, como que entendiste que ella no estuviera de acuerdo con cosas que haces como por ejemplo mudarte cercana a la fecha. Consul1:¡¡Total! ¡Me di cuenta que ella nunca va a estar de acuerdo con eso pero me di cuenta que está bien! Y si me regaña por teléfono está bien. Que antes era jueputa la cagada, entonces no te cuento nada. Terap: Como que antes eso de ella no estaba de acuerdo era igual a ti, como que distinguiste las cosas: yo hay veces decido, como me gusta moverme en algunas decisiones y yo, como que esa distinción… porque pudiste sentir el amor a pesar de que ella no estaba de acuerdo…Consul1: Si y no tiene nada de malo que no esté de acuerdo, pues así como yo pienso una cosa ella puede pensar la otra. Mi papá le decía: marica que se vaya. Terap: Risas Consul1: ¿No? No tiene nada de malo. Pero también ese switch como de culpa, marica yo estoy haciendo esto malo, ¿será que no me debería ir? ¿Entiendes? Pero si no la siento y simplemente digo: marica pensamos distinto respecto a cosas…porque también si estamos en la transición, marica ella de pronto ya no está estresada por yo como me mudo, ella puede decir, él verá, él ya está grande, pero 132

antes es: marica usted como hace las cosas, como va a hacer eso, como todavía formando, pero entonces chocamos porque son cosas en las que pensamos distinto, y si me vas a formar no me vas a formar con respecto a eso no? Terap: Claro…de ahí un poco tú pregunta de bueno, entonces ¿cómo es la cosa? Consul1: ¡Claro! Exacto, ¿Entonces qué, estamos transicionando!?

A su vez se observa una trasformación importante en la visión de mundo que impacta por supuesto el sentido de identidad.: esta trasformación habla de una perspectiva más subjetiva de la realidad que le permite asimilar de un modo distinto las versiones que otros puedan tener de él, con lo cual estas disminuyen en algo la capacidad para desestabilizar de repente el sentido de la propia identidad. A su vez, se relaciona con la configuración de un nuevo estilo de apego desde el cual la diferencia con el otro, la crítica y el desencuentro, logran abordarse desde alternativas distintas a procurar un corte emocional. Se observa entonces como la reconfiguración de identidad en el consultante se enmarca dentro de la búsqueda de su proceso de emancipación y autonomía, al tiempo que en la construcción de vínculos más significativos.

T5. 90-92 Consul1: antes en la casa eso era un lio, si tus papás no están de acuerdo es un problema, pero te das cuenta, si me mudo a medias, si me voy a las estrellar no pasa nada…y además fue bacano, para mi mamá era un lio y pensaba que era un problema y me gustó mucho cuando me dijo: claro marica usted es un inmaduro y yo le dije: no mamá yo aspiro hacer eso a los cuarenta, me entiendes. Terap: Aja Consul1: ¡Y mi papá al otro lado cagado de la risa, marica váyase! Marica son mis papás y por un lado está bien y por el otro lado no, entonces quizás es de opiniones no es que este bien o mal inherentemente. Esta perspectiva menos dicotómica y monofónica en torno a la propia identidad se relaciona con la flexibilización que hace el consultante de esa polaridad semántica de

Éxito/Fracaso que al parecer organizaba la experiencia del sistema familiar y situaba al consultante ante el panorama de no sentirse suficiente para su familia ni para sí mismo, tal como se evidencia en la metáfora que el consultante evoca en la que expresa la exigencia que experimentaba antes de hacer algo grande y llegar desde arriba en paracaídas para reencontrarse con su familia; así pues, es posible dar cuenta del cambio en términos de la 133 posibilidad del consultante de poder vislumbrarse participando en relaciones más incondicionales en los cuales resulta necesario adoptar una postura superior, exitosa para poder acercarse, lo cual termina derivando en una mayor experiencia de autonomía:

T5. 118-122 Consul1: Te acuerdas cuando hablamos de que yo a veces sentía que tenía o quería no sé cuál es la palabra, que sentía que tenía que hacer como cosas grandes y cayendo como en paracaídas a la familia. Terap: Aja. Consul1: Ya no siento tanto eso… y en verdad en mi familia poquito ha cambiado, si ha cambiado algo es mínimo tampoco es que haya cambiado mucho, pero, a ver resumamos: esta por un lado el que vamos creciendo y que está bien ser distinto a los papás y que hay cosas que a ustedes no le gusta, igual noto que me quieren incondicionalmente entonces está bien, están preocupados porque me vaya mal…Terap: También porque no saben mucho que hay Consul1: Exacto por incertidumbre…y en verdad tienen mucho la razón porque de verdad siempre han tenido incertidumbre, yo nunca he sido muy transparente, y me han salido cosas bastante malas de la nada entonces mi mamá: pues claro. Pues no es que haya sido el niño súper juicioso, sin ninguna sorpresa, pero entonces al no tener como esa presión, no sé si es presión o…no sé cómo describirlo, pero no siento tanto esa parálisis, entonces me levanto un poquito más temprano y me levanto como por mí, es como que antes me levantaba de la cama como por ellos. Aquí es preciso conectar lo anterior con el desafío que le plantea el consultante al terapeuta en un primer momento del proceso cuando alude al modo como otros deben ganarse su respeto y la dificultad inherente a conseguir tal cosa, pues ello da cuenta de cómo esta experiencia de ser legitimado de manera condicional era reproducida hacia la terapeuta quien termina vivenciando gracias al consultante y en el espacio de la relación terapéutica, esta misma experiencia vital desde la cual era necesario hacer algo grande para poder acercarse a otro y ser efectivamente reconocido en su legitimidad.

T1. 48-50 Consul1: y…no sé, más o menos si…más o menos si, no se es que no sé cómo se vería entonces no me doy cuenta. Me cuesta mucho respetar la opinión de las personas, respeto muy poquitas opiniones. Se las tienen que ganar. A mí me hablan y sí. Me cuesta respetar la opinión de las personas. Terap: ¿De quienes si las respetas? ¿Quién se ha ganado eso? Consul1: Uy…tengo un amigo, ay medio respeto la de otros amigos y no mucho más. No obstante también hacia la terapeuta se modifica progresivamente propuesta relacional cimentada en una relación condicionada frente a la cual es necesario exigirse para existir para el otro: 134

T4. 135-140 Consul1: Estaba pensando cuál era el valor de eso, porque eso es lo que tengo como diferente, que lo tengo con poquita gente. Lo tengo con un amigo de colegio, es con la persona con la que mejor me llevo. Terap: Con él lo tienes…Consul1: Si, lo único que tenemos es eso, hablar de maricadas que no sabemos ni de que estamos hablando. Y es súper interesante…más o menos parecido a esto, como lo que hablamos que de verdad no sabemos, pero no importa, venga exploremos. Terap: Aja ¿No? Es súper interesante. ¿Y podemos estar hablando de algo completamente erróneo, pero no importa porque el ejercicio no está tanto en hablemos lo correcto sino como en la exploración? Esta reconfiguración de la versión de mundo a través de la flexibilización de esta polaridad semántica que se genera por la incorporación de una forma de relación con otros y consigo mismo desde una mayor incondicionalidad, promueve también un proceso de re significación de la experiencia de enfermedad del padre que resultaba muy dolorosa para el consultante, en tanto bajo esta nueva óptica, el padre pasa de ser narrado como un sujeto pasivo deteriorado por el Parkinson, a un sujeto realizado y feliz, pese a la enfermedad, que a su vez influye sobre esa versión que tenia de sí mismo relacionada con ser un mal hijo:

T5.92-100: Consul1: También me gustó lo de mi papá. Terap: ¿Que te gustó? Consul1: Marica fue muy lindo. Yo no sabía que él era tan contento, no tenía ni puta idea ¿sabes? Y pues marica uno se imagina, habrá gente muy contenta y todo pero resulta que mi papá me diga: miro hacia atrás y que vida tan buena. ¡¡Brutal! Consul1: Aja…si, y muy genuino… consult1: Si y eso que dijo, tengo unos hijos del putas, tengo una señora del putas, no brutal…Terap: ¿El ver eso que cambió en ti? Consul1: ¿No se sabes? No se…acepte un poquito más su estado porque me cuesta, lo hemos hablado, mi papá no hace mucho, pero también lo hemos hablado no sé si necesita hacer mucho, quizás ya hizo lo que quería hacer, no sé, parece que no le pesa y si no le pesa pues al pelo si está contento, ¿qué más? Terap: Toca preguntarse qué es hacer mucho…Consul1: Si también…también… Es preciso retomar la pregunta en torno al modo como la relación terapéutica pudo haber servido de vehículo para este proceso de reconfiguración de identidad que implicó entre otras la posibilidad de encontrar nuevos marcos a través de los cuales organizar el sentido de la propia experiencia. Para esto, puede resultar útil aludir a la conversación final que consultante y terapeuta tienen entre sí en la que reflexionan acerca del modo como se fue experimentando y organizando este encuentro, el cual pareciera estuvo atravesado por una experiencia muy afectiva y emocional en la cual pudo vivirse una genuina cercanía e 135 intimidad con el otro, desde una relación de igualdad y de mutua cooperación en el proceso de explorar, realizar conexiones y encontrar diferencias.

T6.162-188 Terap: Si miramos un poco el proceso, mmm…y tú me pudieras ayudar a ayudar a otros, si me pudieras ayudar a ver que de lo que pudo haber pasado en este espacio fue útil y que de pronto no fue tan útil, ¿qué me dirías tú? Consul1: (silencio) Estaba pensando que se podría mejorar, y no se me ocurre nada. Sí, no….la verdad me gusto bastante…y tienes habilidades súper buenas, entiendes súper bien, súper súper bien. De hecho hay cositas a medias, eres muy buena haciendo conexiones, tienes cositas a medias por un lado, pero oiga paso esto y tu: me suena como a esto de hace veinte citas. Terap: (Risa) Consul1: Y es realmente el patrón, y el patrón es marica, cambia todo, marica hay un patrón. Eso me parece muy muy bueno. Me gusta que eres súper dedicada. Terap: En qué sentido lo dices. Consul1: Te acuerdas, estás pendiente, y oiga y…estas comprometida, y no se hablando en esto, hay quienes de pronto son unos putas y ahí por encimita a punta de teoría: tienes esto esto y esto. Que aquí entre nos lo siento un poquito con William, como que se sienta ahí fresco. Como le hablo lo que ya sabe, que es un aprouch muy distinto a este: a ver que hay ahí y yo creo que eso son fortalezas y ya particularmente me gusta que discutíamos las ideas, no sé si eso funcione con la gente porque hay gente que de pronto…yo pienso esto, ¿tú qué piensas? Habrá unos que pagan para que les digan que pensar, oiga usted tiene que hacer esto (…)Oye muchas gracias, me gustó mucho ¿sabes?, ¿sabes que más me gusto?, se me olvido decirte, que es emocional…yo he ido, no sé, pero he ido a psicólogos…y no se o sea, porque muchas veces era marica suelte lo que hay ahí, y no me había pasado eso antes y eso me ayudo un montón, te acuerdas todo lo que lloraba al comienzo? En el anterior fragmento, es posible extraer aquellas características de la relación terapéutica que, desde la perspectiva del consultante, se constituyeron como aspectos fundamentales para configurar esta experiencia vivida dentro del proceso terapéutico. Así pues, es preciso resaltar la posibilidad que se ofrece al interior de esta relación de participar desde la experiencia de una profunda implicación y compromiso mutuo hacia el proceso, sin que ello reduzca la experiencia de libertad del consultante para actuar y pensar, en tanto experimenta la posibilidad de ser autónomo y gestor de su propia vida. Lo anterior se relaciona con la posibilidad de construir un dialogo entre iguales en el cual se promovía y legitimaba la emergencia de distintas perspectivas provenientes de los distintos marcos de comprensión del terapeuta y del consultante. Aquí es importante subrayar la experiencia que relata el consultante respecto a no sentir que su vida estaba siendo acomodada a lo ya conocido por la terapeuta, es decir a su marco de comprensión, sino que el marco de 136 comprensión era puesto al servicio de la comprensión del consultante, para lo cual resultaba decisoria esa postura de curiosidad y esa disposición para sorprenderse y ver aspectos novedosos y desconocidos.

Por otra parte, el tipo de comprensiones del problema que facilitaron la construcción de esta relación tiene que ver con aquellas que promovían la identificación de relaciones y patrones en el relato del consultante. No obstante, estas relaciones encontradas no eran impuestas sobre el consultante sino puestas en discusión y revisadas en conjunto. Finalmente se observa como todo esto emerge en un contexto de reconocimiento al interior del cual también la terapeuta recibe validación y retroalimentación respecto a la versión que dé él tiene el consultante, lo cual a su vez permite pensar que la identidad del terapeuta también se encuentra en proceso de reconfiguración.

5.2 Consultante 2:

A fin de describir la estructura que empieza a asumir la relación terapéutica en este primer momento del proceso, es preciso señalar esa coordinación interactiva desde la cual la terapeuta sigue de manera activa el relato del consultante quien lidera el curso de la conversación en torno a los logros alcanzados y a las comprensiones que emergen en torno al problema, a partir de lo cual se connota positivamente el síntoma de la anorexia en relación con el sistema familiar en tanto la forma que ha encontrado para promover una mayor independencia en su madre y en su hermana:

T1-6-12 Consul2: (…) de alguna manera y yo sé que es tonto y es ridículo que yo esté jugando con mi salud de esta manera, pero fue como una forma de que mi mama muestra que por primera vez hace algo que yo sé que verdaderamente le duele pero que es lo correcto y fue como un…no se algo se disparó en mí y dijo: no más. Y pues, con mi hermana yo quisiera que ella hiciera lo mismo, (…) Terap: Ese clic ¿qué nombre tendría?, ¿cuál fue la idea que llegó cuando tú la viste a ella así? Consul2: Como de recuperación, si de 137

recuperación, por eso te decía que era algo ilógico y como que yo esté jugando con mi salud de esa manera pero es como inconsciente, como que no quisiera hacer eso y no le veo lógica pero fue eso, eso sentí cuando dijo eso, yo sentí que ella también podía dar un paso para mejorar. Ya no es como mi mamá la débil, mi mamá la que siempre la hacen sufrir, mi mamá la que se aguanta absolutamente todo, entonces fue como si de alguna manera le encontrara una empatía a la enfermedad con el agotamiento psicológico y el dolor que mi mama siempre está sintiendo. Fue como, si mi mama pudo, yo también.

En el párrafo anterior empieza a evidenciarse una pauta frecuente en la consultante asociada al hecho de ligar su visión de sí misma y su capacidad de vencer el problema con los cambios que logre su madre, lo cual habla de una relación amalgamada entre ellas, que influye sobre el proceso de construcción de identidad. Se observa a su vez en este primer momento un acople entre esta pauta asociada al problema de la anorexia alusiva a un locus de control externo y la pauta que asume la relación terapéutica, desde la cual ambas evitan conversaciones en las cuales se responsabilice a la consultante por sus decisiones, priorizándose comprensiones en torno al modo como el contexto (familia, ideas creencias) influyen sobre ella, al tiempo que se alude a factores inconscientes responsables de sus acciones:

T1.25-32 Terap: Ok... Yo recuerdo lo que tú me hablabas de que desde muy chiquita tu asumiste el rol de ayudarle a sentirse a tu mama fuerte, que era suficiente, buena mama, buena papa y mama en una sola. Como que es parte de la misma encomienda que te hiciste desde muy pequeña. Consul2: Yo creo que de sí, pero una manera inconsciente de hacerlo, como de buscar que no sé, si yo no puedo cambiar a mi hermana que ella cambie de parecer para que no sufra pro ella, que sea fuerte. Terap: ¿Y esto lo pudiste hablar con tu mamá, esto que me estás hablando? Consul2: No, se lo nombre pero. No se lo dije tan explícito porque me parece mal hacerlo porque si le dije algo, le insinué que la mejoría que yo tuve fue pro verla a ella fuerte, si se lo insinué, le reitere mucho que era algo que yo le iba a agradecer en un futuro y que pensara que era lo que Daniela le iba a agradecer. Terap: Y que efecto tubo eso en ella. Consul2: Se quedó pensando pero no me dijo nada. Terap: ¿Qué crees que pasaría si tú mama ahorita empieza a tambalear un poco contigo? Consul2: No sé, las cosas como que empezarían a emporar sinceramente.

No obstante, esto termina favoreciendo un clima emocional de aceptación que contrastaba con aquel que la consultante vivía en su sistema familiar, en donde prevalencia un modo de relación marcado por la construcción de evaluaciones permanentes e intentos de 138 influir sobre el otro desde expectativas rígidas sino que le permite a la consultante explorar junto con otro en torno a sus creencias y posturas, lo cual es facilitado por la construcción que hace la terapeuta de preguntas no directivas en su gran mayoría. Lo anterior permitió construir una experiencia de curiosidad que guiaba esa exploración conjunta realizada entre el consultante y la terapeuta. Parte de esta exploración incluyó el cuestionamiento de versiones de mundo impuestas por la posmodernidad y transmitidas por parte de su familia y de la cultura, desde las cuales se evidencia esa polaridad éxito/fracaso que organizaba las relaciones al interior del sistema familiar y la construcción de la identidad de la consultante:

T1.32 Consul2: Igual como que esta experiencia me hizo caer en cuenta y me mostró que un semestre no es el fin del mundo, como que la sociedad te imprime un papel de tienes que producir rápido, tienes que ser rápida, tienes que todo rápido ahora, no desperdiciar nada de tiempo, entonces ¿a qué costo?, entonces no estoy haciendo ni una ni otra cosa bien, entonces de verdad tengo que dedicarme a mí y a mi recuperación (…)pues he estado hablando con amigos y todo que saben y me dicen que es lo mejor y ya le dije a mi mama y me dice que ella entiende que es lo mejor. No es muy acogida la noticia por mi abuelita sobre todo. Terap: ¿Siempre para tu abuela ha sido muy importante el estudio? Consul2: Muchísimo, yo creo que ha sido algo que la marco a ella porque igual si lo pienso ella no termino ni primaria ni nada, entonces ella siempre como que refleja eso hacia los demás, sobretodo en nosotros, es que quien no estudia no es nadie, ustedes tienen que salir adelante, tiene que retribuirle a su mamá lo que ha hecho por ustedes, sean profesionales, gánense su dinero, que no dependan de nadie (…) Terap: ¿Cómo se hubiera sentido asumir la carrera si esta idea no se te hubiera trasmitido, si no la hubieras apropiado como tuya. Consul2: ¿Sin pensar que es una responsabilidad? Terap: Si, y que es necesario para ser alguien en la vida. Consul2: Yo creo que…no tendría tanta importancia perder algo, es que de hecho me di cuenta que no soy alguien que esté preparado para el fracaso y para mi perder una materia es durísimo, yo pienso y genera en mí una impotencia, me siento como una mujer fracasada y tonta. Entonces ver eso sin que fuera una responsabilidad sería, luego lo termino, no es tan necesario, no voy a ser una mala profesional si repito una materia, pero es como mezclado esto de la responsabilidad reforzó el miedo al fracaso, me mantuvo muy alejada, entonces no fracasaba entonces no aprendía a levantarme correctamente cuando fracasaba (Silencio)

En cuanto a la coordinación interactiva, se observa como empieza a definirse de un modo más bien estable, los roles de cada una en la sesión y el modo particular de participación que se caracteriza por que la terapeuta plantea preguntas e inquietudes, procura centrarse en la opinión y perspectiva de la consultante, mientras que el consultante procura manifestar 139 apertura por el curso de conversación propuesto por la terapeuta. No obstante esta apertura, la consultante también asume un liderazgo en la construcción de conexiones y reflexiones que la llevan incluso a corregir y rectificar la comprensión que logra la terapeuta, lo cual habla de una coordinación interactiva flexible desde la cual terapeuta y consultante asumen de manera conjunta el proceso de exploración.

T1-148-151 Terap: Quiero asegurarme de entender, como que la necesidad de encontrarle un sentido a tu vida aun cuando el ya estuviera lejos y él te conectaba no solo con el sino con esta realidad que trasciende, como que tenías que encontrarle un sentido a la vida y te aferraste tan fuerte (a la vida) que fue cuando la anorexia llego para de alguna manera empezar a sobredimensionar la importancia de ciertas cosas en las que estabas tratando de encontrar un sentido. Consul2: Aja. Terap: Ok…o sea la anorexia fue un intento de encontrarle el sentido a la vida. . Consul2: De alguna manera. No de intentar encontrarle un sentido sino de atarme a cosas que a los demás los ata. Yo no creo que muchas personas se cuestione cosas como yo y que se hagan realidades pasajeras y fue como una manera de estar que, de alejar estos pensamientos, todas estas cosas porque la verdad cuando yo entro en estos estados todo comienza a ser loquísimo, me voy a dormir y comienzan estos sueños y es como una realidad no vivida (…) Entonces la anorexia fue una forma de quiero empatar con los demás.

Así pues, fruto de esta ausencia de juicio, la relación terapéutica empieza a construirse como un espacio al interior del cual la consultante quiere darse el permiso de estar sin esconder y de relacionarse con mayor libertad, lo cual habla del modo como se empieza a pactar el contacto comunicativo y las actitudes emocionales al interior de la relación. Esto empieza a romper la pauta de esconder y ocultar con la cual la consultante se relaciona en la mayoría de los contextos, siendo esto algo que facilita acceder a esa historia mística sobre la cual se ancla de un modo importante el su visión de mundo y sobre todo su sentido de identidad.

T1.60-62 Consul2: Es que todo esto, es que hoy siento que tengo que ser totalmente sincera, ¡hay muchas cosas que yo no he soltado y que no le cuento a nadie! (sube el tono de voz muy fuerte) Pero es que yo siento que de verdad me enloquece mucho eso. Hace mucho mucho tiempo, yo te dije que yo tenía un mejor amigo de hace como 7 años, que se llama Juan David, (…) Entonces es una persona como muy intuitiva pero no sé, recuerdo que en algún momento las cosas se salieron del parámetro normal porque comenzó a insinuarme de muchas formas que él ya me conocía…Yo te decía que yo no creía en ninguna iglesia ni nada así, pero él 140

me dio a entender que me había conocido en otro sitio, en otro lugar, ni siquiera en una vida humana sino como antes, y me explicaba algo de unos ángeles. Terap: Aja. Consul2: Y como de ciertas jerarquías y me decía que yo había pertenecido a una de ellas y que había ascendido muy rápido pero que por intentar decir la verdad que yo me había dado cuenta de algo, él me había apoyado y como que habíamos sido desterrados, pero me explicaba que un alma no se podía destruir, entonces que lo que hicieron fue encerrarnos, entonces él me decía que él tenía que cargar con el peso de recordar todo y yo de no saber nada, entonces como que es una conexión que no sé, que de alguna manera si yo lo pienso yo podría decir que es algo ridículo, pero de alguna manera yo no puedo negarlo, se convirtió en una verdad absoluta para mí, algo que rige mi vida, y algo a lo cual yo quiero, si algo de verdad le da sentido a mi vida es eso, se convirtió en absolutamente todo. Pensar en que… toda mi vida gira en eso (se le quiebra la voz) entonces él me explicaba también que no sé qué tan cruel sea decirlo, en que yo no podía amar a nadie, en que yo me encontraba presa en sentimientos.

En el anterior fragmento se observa cómo la versión de este otro significativo acerca de ella guarda un carácter ambiguo, pues por una parte ella es percibida en tanto ángel de alta jerarquía que fue desterrado como parte de un castigo a la vida mortal con la restricción de no poder amar, al tiempo que es señalada como un ser de luz que según refiere “pocas personas pueden ver”; esto puede ser leído en relación a cómo el otro es fuente de confirmación y seguridad por un lado, pero por otro, también es fuente de desconfirmación e inestabilidad, tejiéndose una relación doble vincular similar a la que establece con su madre y con su abuela, emergiendo en ambas relaciones (amigo y madre) la paradoja de: se independiente, pero depende de mí lo cual alude a otra polaridad semántica que organiza la experiencia de la consultante alusiva a la dependencia/independencia:

T1.91-93: Consul2: (…) yo le decía que yo quería saber las cosas que me dijera las cosas pero siempre me decía que las cosas tenían que ser con su determinado tiempo y sus determinadas condiciones que yo tenía que saberlo pero de otra forma, que yo tenía que encontrar mis propias respuestas, entonces todo ha sido un circulo pero es muy lento y es muy difícil saberlo porque tú te pones y posibles situaciones y cosas pero no estás seguro de nada, y es vivir en la incertidumbre. Y es todo incierto porque no sabes nunca nada de él. Terap: ¿Cuando tú le decías dime las cosas, a que te referías? Consul2¿Qué era eso, que era ese secreto, que es lo que pasa entre los dos, que es lo que me tiene que decir acá, porque está en mi vida, porque me dice y no me dice y me está volviendo loca.

Lo anterior permite dar cuenta de una experiencia de enajenación importante desde la cual la consultante, se narra cómo incapaz de obtener respuestas acerca de su propia vida, lo 141 cual la pone en un contexto importante de incertidumbre y de dependencia del otro, que dificulta el desarrollo de sus procesos de autonomía.

En cuanto a la versión de mundo alusiva a esta experiencia mística que la organiza, es posible observar una coordinación interactiva demarcada por una postura respetuosa y de curiosidad de parte del terapeuta, quien procura explorar los significados y la experiencia emocional que ha acompañado esta forma de ver el mundo, sin asumir una postura de experticia. La terapeuta por el contrario, sigue el relato del consultante desde una escucha activa que estimula preguntas orientadas a parafrasear a la consultante o favorecer una ampliación del relato. Se pone el foco sobre las experiencias que son narradas quizás de manera rápida y se fomenta una mayor reflexión en torno a aquello.

T1.77-83 Terap: Tú me hablas de que esto te llenó de sentido pero también siento que te ha dado mucha angustia. Consul2: Si. Terap: ¿Cómo te ha dado angustia? Consul2: En que esto (la historia mística) se volvió una realidad absoluta, irrefutable, esto dejo de ser como una posibilidad y se convirtió en mi realidad, entonces mi vida se hizo de lado, la vida se convirtió en una posibilidad en lugar de en la realidad, empezó a ser como incluso estar hablando contigo es verme desde afuera de alguna manera y es: debo hacer las cosas bien y debo hacer las cosas absolutamente bien, pero es verlo desde afuera. Me siento como despersonalizada y en parte esto como que me asusta, porque las cosas tienen que ser así para mí y no para los demás. Terap: Sentir que te ves desde afuera…Ok... esa otra dimensión que se percibe más real lo que entiendo es que se volvió la vida en la que más estas presente, y ésta como si…Consul2: Si como algo que se puede repetir, como si fuese un semestre. Lo pienso y podría ser algo preocupante porque si las cosas no me salen como yo espero pues no sé qué pasa si se me pierde la continuidad y me da por matarme porque la otra realidad es más importante para mí que esta realidad, pero entonces es como mantener esa cordura que ya no me parece cordura de intentar apegarme a estar realidad y de intentar pensar siempre en: no este es el momento y estas son las cosas pero es repetírmelo pero dejo de ser normal

Se aprecia a su vez en el fragmento previo una versión escindida del mundo; así pues, está la realidad socialmente consensuada que se experimenta como ficticia e irrelevante, y está esta visión de mundo más mística que se percibe como absoluta e irrefutable. No obstante, esto genera tensiones en la versión de sí misma, en tanto empieza a cuestionar su cordura y a sentirse distinta en relación con otros. En este primer momento de la relación 142 terapéutica se observa un giro importante en lo que respecta a la coordinación interactiva entre consultante y terapeuta que emerge cuando la consultante expone los sentimientos de melancolía y alude a la existencia de ideas de muerte como fruto de esta disyuntiva. Así pues, la terapeuta asume un rol más activo y de mayor liderazgo a través del cual busca construir nuevas redefiniciones del problema, expone contradicciones y facilita distinciones orientadas a cuestionar esa versión de sí misma asociada al no poder amar, partiendo además de su propia percepción en torno a la consultante, lo cual le permite a la consultante entrar más en conexión con sus propios sentimientos y experiencia, percibiendo inconsistencias con respecto a esa versión de sí misma construida por este amigo:

T1.132-138 Terap: (…) lo que yo te escuche al principio es: lo que hace a la gente tener sentido en la vida es el amor, y desde esta idea de haber recibido una especie de condena de tener que tener represados tus sentimientos…pero lo que yo estoy viendo, porque yo he conocido personas que les cuesta sentir, es que cuando te escucho no me generas eso, sino que lo que te cuesta es poner ese sentimiento en una relación de pareja porque has construido la idea de que las relaciones de pareja se acaban, que terminas sufriendo, que el otro me hace daño, mejor dicho desde lo que vivieron estas tres mujeres y desde lo que ocurrió con Andrés. Entonces no sé qué tanto tus sentimientos estén represados o hay creencias que para protegerte no te permiten la idea de entrar en una relación de pareja que eso sería diferente a no puedo sentir amor. (…)Consul2: Eso yo creo que me ha forjado por completo, pero es que recuerdo que él me lo dijo textualmente: presa en una cárcel de sentimientos, que no podría sentir amor…pero si lo pienso, yo siento amor profundo y sincero por mi familia, y de verdad si lo pienso a él, yo digo es increíble en serio pero no puedo en una relación. Terap: Pero es que el que te dijo eso se contradecía, que curioso que sea él quien te lo dijo: tú tienes represados tus sentimientos cuando hay tanto amor hacia el!” (Risas)Consul2: ¡¡Uy sí!! Terap: ¡Que de entrada no cuadra! Consul2: ¡Sí! Si totalmente…

Por otra parte, se observa como ocurre al interior de esta relación terapéutica, un proceso de reafirmación y validación mutua. No obstante, llama la atención que para expresarle su valoración y para construir esa conexión, la terapeuta busca identificarse con sus ideas y adoptar inadvertidamente este estilo místico desde el cual enmarca la relación terapéutica también en el contexto de lo mágico, del destino y la importancia de estar ahí para escuchar sus ideas. Aquí es posible percatarse de cómo esta necesidad de acoplarse a 143 sus ideas que evidencia la terapeuta, tiene que ver con un isomorfismo desde el cual la conexión que establece la consultante con otros requiere que se funda con sus valores, ideas y versiones de mundo, evadiendo las diferencias como sucedió también en la relación terapéutica:

T1.163-170 Terap: ¿Cómo decidiste contármelo hoy? Consul2: No sé, venía pensando en esto ( risas) y sentía que quería ser completamente honesta con todas las cosas que tenía adentro y con todas las cosas que pasaban o veía o notaba, porque de verdad de verdad quiero acabar con esto, ay es momento quiero dedicarme a mi salud y creo que necesitabas saber esto. Terap: Aja. Bueno valoro que te hubieras dado ese permiso pues entiendo que no sea fácil. Consul2: Sí que no se algo que tú digas ven y te cuento una historia porque pones en cuestión absolutamente toda la realidad. Entonces eso es muy difícil. Terap: Claro me imagino y lo valoro un montón y me sentó afín amuchas de estar ideas me parece bonito que me haya tocado estar aquí escuchándolas. Consul2: ¿Si? Ay porque a veces me siento una loca completa. Terap: No...Le veo el sentido que este yo ahorita escuchando esto... Por lo menos en mí no es casual. Terap: Yo también creo eso porque no es tan fácil decírselo a cualquier y sentía que hoy era el día de decirlo.

Esta pauta de buscar acoplarse a la versión de mundo del otro, también se manifiesta del consultante al terapeuta cuando se apropia de reflexiones y redefiniciones, que se han construido del problema, las cuales empiezan a configurar historias incuestionables que forjan su sentido de identidad. Esto mismo se observa con las expresiones y conceptos que la terapeuta introduce en su momento tales como huelga, protesta, dinámica familiar, vinculo, las cuales empiezan a ser incorporadas en el vocabulario del consultante. Esta pauta referida a la cohesión que la consultante persigue desde esa identificación con valores, ideas y versiones del mundo, constituye una pauta que sostiene el problema de anorexia, lo cual se relaciona con esa función que otorga la consultante a la anorexia en tanto la forma a través de la cual lograba mantenerse más atada y conectada.

T1.51 Consul2: Entonces los demás se preocupan demasiado pro su apariencia, entonces hay que estar bien, hay que verse bonito para que a los demás les agrades, hay que no sé qué, entonces fue todo como un círculo vicioso. Entonces la anorexia fue una forma de quiero empatar con los demás 144

Algo particular del modo como se construye la coordinación interactiva entre consultante y terapeuta, tiene que ver con la importancia que se otorga a explorar de manera conjunta los significados de la anorexia en la vida del consultante, lo cual se configuró en un objetivo compartido que organizó los roles al interior de la relación y creo una clima emocional de curiosidad y exploración. Esto facilitó la construcción de diversas redefiniciones del problema las cuales connotaban positivamente el síntoma en tanto la estrategia a través de la cual se garantizaba una adherencia a lealtades familiares que desestimulaban el despliegue de procesos de emancipación:

T2.41-52 : Terap: Hay algo más ahí, por un lado está el tema de que vino a hacer esta advertencia de que están todos juntos pero nadie se conoce, tú estás lejana a tu mamá, eso es importante para ti. ¿Qué más crees? Consul2: ¿Respecto a mi familia? Terap: Si.Consul2: Yo creo que también estas ideas que yo te decía que habían tan impuestas que de alguna manera me estaban poniendo una zancadilla para repetir. Terap: ¿Como si la enfermedad quisiera? Consul2: Es que no sé, seria paradójico porque de alguna forma me está poniendo una zancadilla pero me hizo verla en grande la problemática, que yo no tenía clara y pues de alguna forma me hace estar consciente como para alejarme de eso. Terap: ¿Como que te hizo vivirla tan intensamente que te permitió darte cuenta de la zancadilla? Consul2: Aja sí. Terap: Si esa problemática le ponemos un nombre cual seria.Consul2: ¿La de mi familia? Terap: Si, esto que ella te mostró y que paradójicamente te hizo caer en eso para que la vieras. Consul2: Como de alguna forma proclastinación y refugio en el mismo grupo familiar. Como nunca salir del apoyo entre mi familia pero que solamente es mi familia y como que si sienten que van a perder un miembro como que todo el mundo se vuelve loco.

A partir de esta comprensión del problema, la terapeuta emprende la tarea de facilitar una mayor autonomía respecto a la familia de origen a partir de lo cual emergen nuevas versiones de mundo que resaltan la importancia de construir su propia filosofía de vida y una proyección personal hacia valores y metas consecuente con esa visión de mundo que construya.

T2. 152-161 Terap: Ok, ¿entonces lo bueno de haberlo seguido es que te permitió ahorrarte sufrimientos aprovechando la experiencia de tu mamá? ¿Qué pasaría si los sigues con demasiada obediencia? Consul2: ¿Si los sigo con demasiada obediencia? Si los sigo con demasiada obediencia de alguna forma es como permitirme no vivir, porque igual la vida no solo se trata de los momentos buenos y felices, sino también de confrontar esos momentos, de aprender de ellos y crecer. Yo pienso que igual voy a vivir esos momentos y este es uno 145

crucial, pero no todo se debe evitar en la vida. Terap: ¿Esta idea es más tuya que de tú familia? ¿Cómo que al sufrimiento también es factible acercarse a él? Consul2: Más mía. Terap: Más tuya. ¿Cómo aprendiste tú esta idea? ¿De dónde vino? porque entiendo que en tu familia el amor es que el otro no sufra, que hago para que sufra lo menos posible. Pero lo que tú me estás diciendo es quiero evitar que el otro sufra en la medida de lo posible pero entiendo que necesito vivir para poder vivir, y no solo vivir a través de los ojos y la experiencia de otros. Consul2: Aja, No sé, yo creo que de alguna forma fue como la protesta de todo el sistema que llevábamos porque de alguna forma todos mis sueños y todas las cosas me alejaban también, tengo que vivir las cosas por mí misma y así sea inteligente y así sepa que va a pasar antes de que suceda, no, quiero vivirla yo misma, como que de alguna forma eso me iba a dar fortaleza para desapegarme, para poder luego hacer las cosas sola, para ser más sabia después. Terap: ¿Esto tendría que ver con el puente? Consul2: Si yo creo que si porque sería como la forma en la que me visualizo, como tener más como la sabiduría y no tanto como preguntarme de: ¿hay que pasaría? Y como encerrarme en cosas tontas sino más como estar concentrada en que es lo que quiero hacer y qué es lo que vine a hacer, de alguna forma un llamado. Terap: ¿Cómo que se apreciaría más el llamado de esta vida y no los llamados de tu familia solamente? Consul2: Aja Terap: Para acatarlos y obedecerlos siempre.

En cuanto al contacto comunicativo y actitudes emocionales, es posible observar en la consultante que si bien analiza y reflexiona con gran apertura, en este momento del proceso todavía no se muestra emocionalmente conectada con lo que va relatando, evidenciándose disonancias entre su lenguaje verbal y no verbal que se relaciona con ese mandato de mostrarse siempre fuerte que menciona opera en su familia, lo cual da cuenta de cómo la propuesta relacional vinculada al problema se pone también en escena al interior de la relación terapéutica:

T2.175-178 Terap: ¿Qué crees que pasa en tu familia para que tú y tu hermana en vez de destruir lo que hay afuera para reconstruir, como una remodelación, no lo remodela sino que trata de hacerlo consigo misma incluso destruyéndose. ¿Qué es lo que pasa? Consul2: No sé yo creo que es que mi familia no responde a esas cosas. Como que con las cosas que pasan con ambas no es como: ven habla de tus sentimientos, sino que de alguna forma es tan cerrado todo esto. Que esa impotencia para mostrar el dolor y el sufrimiento, que siempre hay que estar fuertes, se vuelve imposible cambiarlo. No se hace tan fácil un día a una persona a la que jamás has visto llorar, sentarte y decirle: oye me siento mal por esto y por esto, yo pienso que deberíamos cambiar esta dinámica porque no funciona, porque tú piensas que sencillamente no van a cambiar porque son personas que llevan toda su vida de la misma forma y que porque tú se lo digas no van a cambiar.

Esto contrasta con lo que ocurre durante el segundo momento del proceso, en el que existe la emergencia de procesos de meta comunicación entre consultante y terapeuta, desde 146 los cuales se abordan temas del aquí y el ahora, lo cual le permite a la consultante ponerse en contacto con su experiencia emocional y conectarse desde un lugar de vulnerabilidad. Esta apertura es compartida por la terapeuta, quien ahonda en dichas emociones, procurando darle lugar a la experiencia emocional a través del diálogo, desde una postura de solidaridad y reconocimiento frente al dolor de la consultante, lo cual fortalece una experiencia de conexión e intimidad al interior de la relación terapéutica.

T4.52-56 Consul2: Recuerdo que la única vez que yo recibí una felicitación de ellos fue cuando yo recibí un boletín que eran todas las notas en cinco. Fue la única vez. (Bajo el tono de voz)Terap: Me lo dices con mucho dolor. Consul2: Si porque en realidad siempre tuve notas buenísimas y no era suficiente para ellos nunca. Nunca (llora) (silencio prologando) Terap: Lamento mucho que eso haya sido así. Consul2: Gracias Lau (llorando).

Lo anterior facilita observar cómo el patrón alusivo a no expresar emociones de tristeza y vulnerabilidad que se vive en familia, empieza a transformase en la relación terapéutica y cómo aquello que se vive al interior de la relación terapéutica, se aprovecha para hacer nuevas conexiones respecto a lo que sucede entre la consultante y otras relaciones significativas:

T3.8-30 Consul2: Uy no sé cómo que en el taxi intenté hablarle y como que le cogí una mano y fue como: a no a mí no me toque, yo no sé hice para merecer hijas así y se paró súper seria entonces fue como muy hiriente, pero pues no se igual solo me queda como esperar a que se le pase y ya (…). Terap: Cuando me lo cuentas, mejor dicho no es que dude que no lo sientas, sé que sí, pero en tu cuerpo es difícil ver como el impacto que esto tuvo. Terap: ¿Como si no fuera nada? Consul2: Si, esa es la sensación. Terap: Uy no, (risas) no pero de hecho es como muy, es como que es muy al fondo eso, como que me hace cuestionar muchas cosas, como que me hace deprimirme muy al fondo, que horrible ni siquiera sé que decir, como que me deja sin palabras cada vez que pasa algo así. Como que no sé, como que se diga: ¿que hice para merecer esto?… es feo no sé, me hace sentir culpable, que soy como una carga como un karma algo así. (Sus ojos se aguan y se escurren algunas lágrimas) Terap: ¿Eso es lo que sientes? Consul2: Aja. Terap ¿Recuerdas lo que hablábamos en una sesión de cómo la tristeza termina siendo un sentimiento en tu familia que casi no se experimenta o se experimentaba, que casi no podía mostrarse? Consul2: Aja. Terap: ¿Cómo te has sentido en esa situación? ¿Ha pasado algo al respecto? Consul2: Pues sí, la semana pasada que estaba con mi mamá yo estaba triste como una cosa ahí pero yo se lo expresé, pero solo a mi mamá pero bueno, eso es un paso, al menos se lo mostré pero es eso, a veces como que pienso lo que tú dices, que no se exterioriza tan potentemente. Como que hace que sea algo ilegitimo. Como que es diferente yo decir que estoy triste a ponerme a llorar. Es 147

muy distinto y yo si siento que al menos hemos hecho el avance de comunicar porque antes ni eso. Terap. ¿Tú sientes que hoy ella pudo sentir tu tristeza? Consul2: No sé, no creo, no se la verdad (…)

Ocurre un giro importante en este segundo momento del proceso, en la medida en la que empieza a reorganizarse una nueva coordinación interactiva dada por una confrontación más directa hacia la consultante orientada a trasformar esa pauta asociado con adjudicar a causas externas la responsabilidad de sus elecciones. Esto a su vez se despliega como fruto de un vínculo de mayor empatía confianza y cohesión que ya admitía más fácilmente la puesta en marcha de procesos de meta comunicación en torno al modo como la consultante y terapeuta conversan y se relacionan. En consecuencia, desde esta nueva dinámica, se recupera una versión un poco más circular de lo sucedido. Frente a lo anterior, el consultante procura desviar el foco, mediante una crítica hacia el modo de operar de sus familiares procurando retornar a la dinámica relacional previa:

T3. 53-62 y 85-94 Terap: Aja. Me llama la atención que dices: yo no podía levantarme. Como que siento a tu mamá súper empoderada como que siente que el que no te levantes es carga de ella y responsabilidad de ella (me interrumpe) Consul2: Si, si…como que no me hice cargo de lo mío y se puso súper brava. Terap: Aja, como que la sentí híper haciéndose cargo de lo tuyo y a ti hipo haciéndote cargo de lo tuyo (risas). Consul2: ¡Si es cierto pero es que no podía de verdad y es cierto! Es cierto porque no estoy manejando mis responsabilidades como debería y ese fue el choque entre las dos (…) Terap: Esto entonces si lo fraccionamos seria: elegiste no despertarte pero te dijiste a ti misma que no podías despertarte. Consul2: Aja (risa) Terap: Y luego de eso tu mamá se híper responsabilizó de ti y se puso muy molesta y te dijo cosas que te hirieron, te pusiste molesta y ahí te rehusaste a ir. Tu abuela intervino y finalmente terminaste accediendo a venir.Consul2: Aja Terap: ¿Esto se parece a la mayoría de conflictos que tienen o? Consul2: Yo creo que es a escala de todo lo que pasa. Por eso es que todo el mundo termina como metido y mi mamá termina cargando cosas que no debe y nadie cumple con sus responsabilidades y se le recargan a la carroza. (…)

Esta comprensión de la pauta en su relación con la madre conduce a la identificación de un patrón más amplio que sostiene el problema y que atraviesa distintos contextos a partir de lo cual la consultante toma mayor conciencia de la postura que asume en relación con 148 otros. Para lo anterior la terapeuta promueve una coordinación interactiva más confrontativa trasformando su rol de seguidor, y valiéndose para ello del empleo de metáforas y del humor.

T3.81-88 Terap: Me llama la atención con respecto a esto que me dijiste hace un momento de que tú has venido sintiendo que de alguna manera si tu mamá avanza tu avanzas y que si ella retrocede tu retrocedes, como que las imagino como si estuvieran en ese juego de cuando uno era chiquito que le amaran los pies con el del otro (risas)Consul2: Aja (risas) Terap: Fue la imagen que se me vino y pienso en el comentario que decías de: no me pude levantar, realmente era que no podía y me lo dijiste otra vez incluso después de que yo te mostré un poco el juego del lenguaje: ¡no es que en serio no pude! (…) Es algo más grande que yo que no me deja pararme.Consul2: Ok. (…) Terap: Como si con tus pasos nuevamente tuvieras la idea o lo plantearas en términos de que no los guías ni los diriges tú sino otro, que es en función de que si tú mamá hace. (…) y me pregunto como de donde viene esta idea.Consul2: No se…no tengo ni idea la verdad. O sea yo creo la verdad que la anorexia tiene algo que hacer en mi vida y en mi familia, eso yo lo pienso firmemente, pero respecto a lo del sueño y eso no sé cómo que yo este empoderando a cosas más grandes en mi vida…tal vez tenga que ver con un paralelo con lo de Juan David y eso. Terap: Ok, ¿cómo lo estás viendo? Consul2: Pues no sé, si lo veo de esa forma de que hay algo mas grande como que rija mi vida y mis decisiones o algo así es lo único que se me ocurre porque yo digo a lo único a lo que yo le doy una trascendencia más grande que incluso es lo único que me puede hacer dudar de si el amarillo es amarillo es eso

Se aprecia en lo anterior una pauta adicional asociada a la tendencia de la consultante a aferrarse a ideas que terminan siendo connotadas como verdades irrefutables e incuestionadas hasta el punto de que termina invalidando su propia experiencia y privilegiando la versión de mundo de otros, cuando se trata de aspectos asociados a su sentido de identidad. Ante esto, la terapeuta desde la perspectiva del ciclo vital, logra cuestionar su relación con dichas creencias, más no sus creencias en sí mismas, con lo cual busca respetar el mapa de mundo del consultante, al tiempo que favorecer procesos de autonomía:

T3.122-138 Consul2: (…) me apegué mucho a esa idea de que él era un puente entre los dos lugares. Como que él era lo único que me lo recordaba. Terap: Aja. Cuando tú lo conviertes en el puentes, que cosas positivas trae y que cosas negativas.Consul2: Pues positivas que…de alguna forma yo siento que él es una persona muy buena y de alguna forma todo lo que me dice me guían a vivir bien aquí. Pero de alguna forma negativa es lo que te decía que se vuelve tan indudable que incluso un malentendido me marco hace años porque eso fue como hace 4 años y yo me creo incapaz de amar pro cuatro años y era un dolor y una pesadez tenaz. Terap: Podría ser un puente... (Me interrumpe) Consul2: ¿Sin que fuera malo? Terap: Sin que fuera incuestionable, absolutamente certero, que todo lo que haya dicho sea. Podría seguir siendo un puente si algo de lo que haya dicho no (Me interrumpe) Consul2: ¿Sea? Terap: Como digo…se me viene este ejemplo cuando uno es niño uno 149

necesita una guía Consul2: Aja Terap: Pero llega un momento de la vida, que es curiosamente en el momento en el que estás tú, mira qué bonito, ¿cuadra no? Un momento en el que empezamos a cuestionar la guía que nos dieron (…) Y eso no hace que tu mamá deje de ser una guía solo que se vuelve humana. Y entonces al ser humana eso te hace pensar que puede errar. Creo que el tema con Juan David es que quizás él se ha relacionado contigo no desde la humanidad sino desde el ser divino y tú lo asumiste como un ser divino y asumiste como divinidades y verdades todo aquello que venía de él. Consul2: Aja…Terap: ¿Al costo grande de qué? De que algo que el dijera pudiera marcar tu vida severamente y lo que yo siento es que invalidabas tu experiencia. Es decir, yo pude sentirlo algún segundo, pero tu debiste sentir el amor mil veces, debiste haber sentido una cantidad de cosas en el cuerpo, en el sentimiento, en tu experiencia de vida, y eso no tuvo valor porque él había dicho que estabas presa de tus sentimientos (…)Consul2: ¿Pero sabes algo? yo creo que es una decisión que yo misma tomé porque de hecho Juan David me ha expresado que viva mi vida, que yo misma descubra y que yo misma ame y viva y haga las cosas que implican vivir sola y me lo ha expresado pero de alguna forma yo misma…fue una elección tomada..

Un hito importante en la relación terapéutica, tiene que ver con la posibilidad de explorar con la consultante en torno al modo como se posiciona con la terapeuta y con las nuevas versiones de sí misma y del mundo que emergen en el espacio de consulta, lo cual permite la construcción de comprensiones en torno al problema y al cambio desde las cuales se promueve un cambio de paradigma, en el sentido de que se logra un mayor reconocimiento de la subjetividad de los interlocutores con quienes negocia y renegociará la versión de sí misma y del mundo.

T3.159-166 Terap: ¿Cuándo nosotras hablamos, cómo te sientes en ese sentido? Consul2: ¿En qué? Terap: Planteamos muchas hipótesis sobre cosas que podrían ayudarnos a entender y ese entender permita hacer cambios; qué tanto te ves cuestionando lo que aquí hablamos, y que tanto lo asumes como es, como te has visto, digamos yo he podido verte pero en la experiencia interna ¿cómo lo sientes?, si lo que hablamos aquí empieza a crear como una historia y una verdad como se mira. Cónsul: Yo creo que sí, con las cosas que yo hablo aquí contigo como que empiezo a abrir piezas, no es como ay Laura me dijo esto pero yo no creo, yo lo tomo más como verdad, como que lo asumo que es cierto y lo que hago es unir piezas. (…) Terap: ¿Se parecería a lo que pasa con Juan David? Consul2: Si yo creo…no sé a qué punto pero sí. Porque yo siento que lo que viene de acá es algo verdadero. Terap: ¿Cuál sería el riesgo conmigo con juan David o con tu mamá de que las ideas de cada uno cobren tan rápidamente, o no tan rápidamente, que se vean como verdaderas, que tengan un punto final? Consul2: Pues no sé, es que yo creo que igual somos humanos y de alguna forma lo que tu decías, que las personas en algún momento se equivocan (…)

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De igual forma, dentro de las comprensiones en torno al problema y a la solución, se facilitan conexiones en torno a este modo relacional y aquel que sostiene también a la anorexia, lo cual le ayuda a la consultante a cuestionar versiones de otros significativos acerca de si misma:

T3.175-186 Terap: Aja, OK. Voy a ponerla de otra manera para usarla en otros contextos. ¿Qué criterios te gustaría usar conmigo o con cualquier otra que represente? Porque fíjate que se repite con lo de Andrés, ahora que lo dices y con Jasón Consul2: Si Terap: Un poco lo que hablábamos la vez pasada en grupo. Ellos te vendieron la idea de que eras fea y de que eras gorda y como la verdad de Juan David la cogiste sin cuestionarla. Consul2: ¿O sea no cuestione esas ideas? Terap: Las empezaste a vivir hasta el punto de que te empezaste a ver de esa manera. ¡Mejor dicho las incorporaste con toda! Consul2: Aja Terap: Que es similar a lo de tu mamá o lo que podría pasar acá, que se vean como verdades. Consul2: Aja Terap ¿Cuáles serían los criterios que te servirían para saber si algo que alguien diga habría que usarlo o desecharlo? Consul2: No sé, yo creo que serían segundas opiniones de todo. Sería como el único criterio que tendría, porque como que tener mi criterio muy definido a pesar de estar escuchando cosas como no tomarlas tan verdad porque normalmente terminan haciéndome daño y es el caso perfecto de lo de Andrés. Terap: Aja Consul2: O sea él pudo haberme dicho pero habría sido profundamente diferente que yo hubiera dicho si a que fuera como: no porque yo me veo bien.

No obstante lo anterior, empieza a desplegarse un giro importante en este segundo momento del proceso, relacionado con conversaciones centradas menos en el problema y más en las soluciones. Esto, a través de la búsqueda de logros únicos asociados a su proceso de autonomía, lo cual influye sobre los procesos de deconstrucción de esa versión de mundo ligada a la idea de la vida en tanto castigo, recuperándose por el contrario esos valores y sentidos más personales que enriquecen su sentido de la vida:

T3.205-213 Terap: Más bien, ¿qué te gustaría hacer con respecto al mensaje de juan David? Entiendo que hay muchas cosas que lo reafirman. Consult2: También es que…no se a mi es que no se ni siquiera si lo quisiera encontrar algo que pusiera en duda esto porque de alguna forma esto me hizo darle un sentido a mi vida y lo que hizo no me parece malo porque hace que tenga un sentido, como una misión y quiero ayudar a la humanidad para algo, quiero cambiar al mundo, yo no quiero llegar a los 40 años y que sea igual, que no cambio nada. Terap: Eso lo construiste tú o eso Consul2: No, eso lo construí yo. Terap: O sea Juan David no lo dijo que tú habías venido aquí a cambiar el mundo. Consul2: No. Terap: Pero fíjate que ahí si lo lograste porque él lo que te dijo que es tu viniste acá 151

¡castigada! (risas) Consul2: (Risas) ¡¡sí! ¡¡Aja!! Terap: Pero parece que una parte de ti no compró mucho eso o quedó con el malestar y dijo: no yo vengo aquí es a aportar y a ayudar.

Lo anterior tiene un efecto importante en los proceso de reconfiguración de identidad en la medida en la que permite la emergencia de una versión de sí misma más empoderada e independiente:

T3. 225-226 Terap: ¿Que tan útil fue al sesión de hoy?, ¿como ves esto que estamos hablando que vas sintiendo? Consul2: Uy no sé yo siento que es la...es una sesión clave porque me permite dudar incluso de lo que yo considero indudable, me hace darme cuenta de que siempre ha estado eso en mí, que pone en duda las cosas. Como que yo digo, finalmente eso del Poder Superior y todo fue asumido tan…tan...lo creí todo pero en el fondo estaba cuestionando algunas cosas con las que no estaba de acuerdo y eso me hace sentir como más fuerte respecto de que lo próximo que venga de ahí que es como lo más indudable para mí, lo puedo dudar y como que de alguna forma me remite a mi construir mi vida y no que este diseñada por los demás.

No obstante, es posible identificar la fluctuación que ocurre entre sesiones en cuanto a la versión que tiene de sí misma. Esto se relaciona por un lado con esas versiones de otros significativos en torno a la consultante que resultan restringidas, cristalizadas y monofónicas, y por otro, como consecuencia de ese patrón de relación familiar consistente en atribuir a otros la responsabilidad de los propios actos como se evidenciaba al inicio en la consultante.

T4.16-18 Y 20 Terap: ¿Te sientes sola? Consul2: En alguna medida por parte de mi familia, yo siento que a veces como que las cosas mejoran y luego empeoran, luego quieren que les vuelva a mentir en la cara y luego digo, no, no aguanto. Como que estar siempre de pelea con mi familia me desgasta mucho y ser siempre el centro de atención que todo este girando alrededor de la enfermedad, si comió, si no comió, si comió mucho si comió y vómito, si…o sea todo el tiempo, entonces toda mi familia está girando en torno a eso, pero yo intento como sobresalir en otras cosas pero no sé en qué. Entonces no sé cómo puedo llamar la atención de manera buena para ellos. (…) Yo siento que me convertí en la excepción de mi familia, en el agujero en el bolsillo de todos, en la atención en todo, es como ahk! ¡Que embarrada! Mi abuela hace comentarios como: que embarrada usted ya se quedó sin estudio. Y eso me ofende tanto, me ofende tanto que no crean en mí. (…) yo me convertí como el blanco de mi mamá todo el tiempo, esta como echándome la culpa de todo lo que le pasa en la vida. Es como: ah si ve, yo no volví a gimnasio por estar pendiente de usted, ¡ah si ve! Yo no voy a trabajar en enfermería porque tengo que estár pendiente de usted todo el tiempo y que hartera, yo no quiero convertirme en la razón de que ella no haga las cosas que quiere.

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Ahora bien, llama la atención el modo como estos otros significativos que hacen parte del entorno más cercano de la consultante, como lo son la madre y su amigo, construyen una versión de ella alrededor de las nociones de castigo, karma, destierro, aquello que suspendió la vida en el caso de la madre, al tiempo que la consultante construye una versión de Juan

David por ejemplo en tanto ser casi divino y sobrenatural, lo cual da cuenta de una categoría importante en el modo como este sistema organiza la experiencia al interior de la polaridad

Divino/Maldito - Bueno/Malo. Esta última a su vez también influye en los imaginarios vinculados con la perspectiva de género, frente a las cuales la consultante logra distanciarse y asumir una postura más diferenciada que incide en los procesos de reconfiguración de su identidad.

T3.37- 40 Terap: ¿Qué tendrían ellas que ver en ti para no expresar esto de cría cuervos y?…Consul2: Yo creo sinceramente que para eso tendría que ser el estereotipo que ellas tienen de perfección en nosotras, como de la niña juiciosa que no sale nunca, que se la pasa con la familia, que trae notas excelentes a la casa, que se preocupa por como se ve, que sale bonita, que se hace respetar, que no va a fiestas. Para ellas eso sería para que no hicieran comentarios de ese tipo (…) Terap: Aja, ok… ¿con cuales expectativas que ellas tienen de ti no estás de acuerdo y que no quisieras seguir? Consul2: Yo creo que con no salir de mi casa, ¡no se a mí me parece sano tener amigos! y me parece que es algo fundamental en la vida y un proceso de desprendimiento familiar también pero hay que tenerlo en un equilibrio pero ellos esperan que uno este cien por ciento ahí metido y que lo vean clavado y lo vean como una monja, así para ellos….pero yo no estoy de acuerdo con eso la verdad. (…) yo si estaría de acuerdo en retribuir lo que de alguna forma mi familia ha hecho por mí y que al menos sea con el estudio o llevando notas que…sinceramente para mí siempre ha sido como un deber y no lo veo como algo malo y finalmente estoy haciendo lo que me gusta entonces no vería ningún problema.

Se observa cómo en este momento del proceso empieza a reorganizarse nuevamente la coordinación interactiva entre consultante y terapeuta en dirección a una mayor relación de simetría entre ellas que favorece un trabajo más colaborativo y una postura más empoderada en la consultante quien asume un rol más activo en el proceso de exploración, en contraste con aquel que ocurre cuando la terapeuta asume un rol más directivo. Desde esta nueva coordinación interactiva, se construyen comprensiones del problema que remiten a las 153 tensiones que enfrenta la familia y sus miembros en este tránsito hacia un nuevo momento del ciclo vital, como consecuencia de la amenaza que perciben respecto a la desafiliación derivada de los procesos de autonomía e independencia, lo cual facilita en la consultante la posibilidad de relativizar y cuestionar esas versiones negativas acerca de si misma que percibe en sus familiares:

T4.112-115 Terap: ¿Qué pasaría con tu abuela si ella deja de verte mancha, que crees que eso implicaría para ella? Consul2: No sé si eso fuera como el soltarme de alguna forma, deja de ser mi consentida y que me vea independiente como una adulto, yo siento que me ven como una niña chiquita, por completo. Terap: O sea si te ven mancha la idea es que tengo que soltarla porque ya está bien, ¿ya puede volar sola? Consul2: O sea si me ven mancha dicen, está bien que tenga mancha. Seria así. Pero si me ve y dice tengo mancha, tengo que corregirla y tengo que estar diciendo todo el tiempo, me está viendo como una niña chiquita.

T4. 149-152: Terap: (…) tú has asumido como muy personal la idea de no me reconoce y claro, es fácil asumirlo, pero cuando uno ve el contexto amplio me pregunto ¿qué tanto a tu familia la mantiene en equilibrio el hecho de que el otro no se vea tan bien? Consul2: Yo creo que mucho, de hecho estaba pensando en eso con Dani que siempre es una buena y otra mala. Como que últimamente las dos estábamos en una lucha de ambas somos buenas (risas) Terap: Uy (risas) Consul2: Y como que siempre estábamos mirando cómo hacer caer a la otra. Entonces Daniela como: usted huele a mortecino, y yo usted es una drogadicta, y yo no sé qué, y así y como que las dos como echándonos de hijuemadre, como que perdemos estabilidad en eso.

Ahora bien, surge una comprensión del problema que vincula la pauta familiar de no reconocer al otro explicita ni directamente, con la necesidad de que existan los problemas

(anorexia, problemas de consumo de spa de la hermana) en tanto formas a través de las cuales se obtiene y se otorga un reconocimiento indirecto e implícito que termina siendo vivido de manera ambigua en tanto reafirma y descalifica a la vez. Esto suscita en la consultante la identificación de una solución acorde a esta comprensión del problema en términos de encontrar nuevas formas de dar reconocimiento, lo cual permite trasformar una pauta en la relación dada por la prevalencia de conversaciones que no derivaban en soluciones tan claras, por privilegiarse un nivel más abstracto de reflexión en contraste con acciones puntuales que contribuyan con el cambio. No obstante, es interesante señalar como es la consultante quien 154 introduce este mayor énfasis en las acciones, el cual posteriormente es incorporado por la terapeuta, pues esto habla de esa coordinación interactiva entre terapeuta y consultante en la que la consultante asume mayor iniciativa y dirección dentro de la sesión:

T4.188-190 Terap: La idea que mencionas de pensar que si siguen emproblemadas la ayuda (a la abuela), es desde esta misma lógica de: esta es nuestra manera de decirle que es útil porque no encontramos otra.Consul2: Aja, o sea si toda mi familia lograra cambiar esa forma de expresarle a alguien reconocimiento, cambiaria todo eso ¿no? Terap: Y tu abuela podría sentirse útil y apegada a la vida: ¡cómo me aman!, que rico estar acá, me necesitan en el sentido de que disfrutan mi compañía, son valiosas mis historias, y no tanto soy valiosa desde: si no estoy acá qué va a ser de ellas, no van a poder.

En cuanto a lo concerniente a la dificultad para expresar reconocimiento, si pareciera ser una pauta que se transforma dentro de la relación terapéutica; esto, a partir de la emergencia de diálogos que ratifican la construcción de un sentimiento de pertenencia que incorpora la expresión de un intercambio afectivo desde lo digital y lo analógico, en tanto se incorporan abrazos, y se alude a una versión de mundo compartida lo cual influye en el proceso de reconfiguración de identidad del consultante y del terapeuta.

T4. 217-229: Consul2: (Abrazo) gracias Lau. Terap: No con todo el cariño con todo el gusto. Ay me enrede con la ropa. Yo siento que estás haciendo…siento el amor que le pones a esto. Consul2: Ay gracias. Terap: Yo sé que de aquí tienen que salir cosas lindas. Consul2: Gracias Lau. Terap: Imposible que uno haga algo con amor y no salga. Consul2: (voz sobrepuesta) ¿Y no salga? Terap: Así salen todas las cosas buenas.Consul2: Exacto. Ay yo me había soñado que tú me habías dicho eso en un sueño. Tuve un dejabu del dejabu del dejabu… (Risas)Terap: ¿Ahí sí? Creo que yo te lo había dicho que día Consul2: ah si jejeje entonces uno más se desorienta. Terap: Jejeje si Consul2: Bueno chao Lau. Terap: Un abrazo!

En el anterior ejemplo, se refleja otra pauta de relación que persiste en este segundo momento del proceso, que tiene que ver con el modo como la consultante sitúa la relación con la terapeuta en el contexto de una relación también atravesada por una experiencia mística, replicándose en la relación terapéutica esa mismo mecanismo que la consultante pone en marcha en la relación con su amigo, para sellar esta experiencia de cercanía, 155 conexión e intimidad. Frente a lo anterior, se observa como la terapeuta en esta oportunidad no resuena con dichas creencias místicas ni expresa identificación, lo cual puede hablar de una mayor diferenciación en la relación en el sentido de que la intimidad no se percibe amenazada ante las diferencias y desencuentros.

Esta mayor diferenciación que tiene lugar entre los miembros de la relación terapéutica se relaciona a su vez con una mayor diferenciación entre la consultante y los miembros de su familia, evidenciándose una mayor definición de los limites difusos que operaban entre los subsistemas familiares, al tiempo que una mayor flexibilización de los límites rígidos que existían en la relación con el entorno, y que dificultaban el tránsito de la consultante hacia un nuevo momento del ciclo vital. Esto termina influyendo sobre su visión de mundo y sobre su versión de sí misma, al experimentarse en este nuevo estadio más capaz de tomar sus propias decisiones y participando de relaciones en las que su adultez temprana es más reconocida.

T5.31-36 Terap: ¿Y esta semana en que estuviste saliendo cómo notaste a tu familia contigo? Consul2: Pues mi abuela siempre hace los comentarios típicos de: ay las niñas de casa no salen de noche, que bueno, no tienen mucha trascendencia. Pero mi mamá es como más asertiva al respecto, antes me lo desaprobaba más, era como: uy no Jennifer, ya salió el fin de semana pasado, ya no mas no más. (…) como que ella odia a Natalia y Natalia vino, vino de Canadá, entonces yo la recibí, yo fui con ella y todo y al principio fue como: a no, Natalia otra vez… y como que fue como bueno, pues sí, porque realmente yo le mostré que estaba muy feliz de que hubiera venido. Terap: ¿Para ti eso fue una sorpresa, verla diferente? Consul2: Si, de hecho yo creí que iba a decir, no, con Natalia no me sale, como que ya me deja tomar mis decisiones y no solo eso sino que hay momentos en que me ve como que hay mucha comida para la noche, y es como no Jennifer y ese montón de comida y yo ay mamá por favor y como que se queda callada y se lo guarda. Antes me quitaba lo que llevara en el plato, que no, que no.

Esto es relacionado por la consultante con la posibilidad de haber podido establecer un contacto comunicativo y actitudes emocionales más eficaces con su madre que le ayudaron a ella a respetar más sus decisiones y posicionar sus sentimientos y puntos de vista. 156

Este logro puede relacionarse con aquel que empezó a tener lugar en la relación terapéutica asociado a poder expresar con libertad emociones de tristeza, alegría, envidia, agradecimiento, afecto, deseo de cercanía, abriéndose paso a una relación de mayor intimidad y a conectarse con el otro desde su vulnerabilidad para compartirla . Esto empezó a influir en el modo como la consultante afrontaba impases con otros y comunicaba lo que quería y no quería en este momento de su vida, lo cual fue extendiéndose a otras relaciones cercanas, en las cuales empezó a relacionarse desde un mayor reconocimiento del otro como distinto y separado de sí misma:

T6.51-58 Consul2: yo considero que en estos días, luego de las reflexiones, estuve como más cercana a ellos, más consintiendo a mi abuela, como más dándole gracias, consintiendo a mi mamá, y aunque mi mamá estaba de malgenio porque no sé, no han sido buenos días, yo creo que para ella fue significativo, el hecho de que yo hubiera ido, y le dijera: mami, esto no me sirve, igual no sirve de nada que estés de malgenio, de verdad fue como la forma de reconciliar esos lazos. Terap: Eso sentiste con ellos. ¿Otras personas pudieron notar que estas reflexiones llegaron a ti, amigos, así no lo digan consciente, alguna parte de ellos pudo sentirte diferente? Consul2: Yo creo que Natalia, (…) como que le escribí y fue la primera vez que hacia eso, que le escribía todo lo que sentía, que realmente yo la consideraba a ella como una hermana y que no quería que nuestra amistad se acabara por alguien, entonces que esperaba que realmente estuviéramos cercanas, que aprovecháramos, que estuviéramos en el mismo lugar, en la misma ciudad para poder hacer más cercano nuestro vinculo Terap: La primera vez que lo hiciste, ¿qué significo que hubieras hecho eso Jennifer? Consul2: P: No sé, dejar de suponer cosas, si seguramente ella sabe lo que siento, pero si nunca se lo digo…Terap: Dejar de suponer… ¿Eso es frecuente que lo hicieras con las personas? Consul2: No, normalmente estoy: eso es de lógica, lo debe saber, siempre supongo que las personas lo saben.

Lo anterior a su vez favorece una trasformación en la versión de mundo de la consultante desde la cual se evidencia una mayor flexibilidad para establecer relaciones de intimidad y cercanía en contextos no solo familiares sino también extra familiares, lo cual contrasta con esa visión de mundo que existía hacia el inicio del proceso, en tanto existía la creencia de que solo contaba con las personas de su familia, por lo pasajeros y frágiles que resultaban cualquier otro tipo de vínculo, lo cual coincidía con la semántica familiar bajo la cual organizaban la experiencia y aseguraban límites rígidos y cerrados en relación con el 157 entorno. Lo anterior ilustra el modo como la consultante revalúa y reedita mandatos familiares, tomando una postura más autónoma en la construcción de su versión de mundo.

T6.70-78: Terap: ¿Qué te genera eso? Consul2: No sé, como alivio, de alguna forma sé que es como estar consolidando los lazos fuera de mi familia, como estar confiando en alguien fuera de mi familia, y como que lo considere como si fuera parte de mi familia. Terap: Eso es importante desde muchos temas que hemos conversado. Si esto fuera la puerta hacia algo, ¿sería la puerta de qué? Consul2: De estar haciendo barreras siempre alrededor de mi familia, de estar creyendo que lo único seguro está en mi casa.

En relación con el problema de la anorexia, se evidencia a su vez un proceso de re significación que le permite hoy señalarla como una experiencia legítima que ha podido integrar en su propia historia y en la versión que hoy tiene de sí misma en tanto la enmarca como una experiencia trasformadora y no como un quiebre que fractura el sentido de identidad, lo cual la ha llevado a compartir esta experiencia de atravesar por este problema con otros. Esto se relaciona con el modo cómo se construyeron las comprensiones en torno al problema al interior de la relación terapéutica en la medida en la que no se atacaba la anorexia, sino se connotaba positivamente, buscando encontrar la función que desempeñaba en su vida y en su entorno.

T5.39-40 y 56-58 Terap: cómo te sientes con esa relación? Consul2: Pues no sé cómo más cómoda conmigo misma, de hecho, respecto a la anorexia, antes era algo que prácticamente nadie sabía, yo lo tenía escondido, como que era un secreto para todos, yo no contaba nada en la universidad, me hospitalizaron y nadie sabía nada, solamente una amiga, y ahora ya es como, lo hice parte de mi vida, de lo que me paso, algo que me definió mucho entonces ahora no me da pena hablar de eso y como volvía a salir con Jeisson, yo te decía a mí me hablaban y no sabía cómo responder. ¿Y seguiste entrenando? ¿Y cómo va la universidad? ¿Y cómo estás? Y no tenía nada que decir, todo llegaba al mismo punto. Entonces como que yo dije no no más, y como que me invito a salir, y salimos y le conté, y resultó ser un apoyo grande(…) O sea no es como…de nada me sirve ocultar lo que paso si finalmente fue algo que me cambio, mucho , muchísimo. Como que no debería causar vergüenza. Terap: ¿Cómo te cambio? Consul2: Un montón nada más mira el cambio que hay en mi familia, que ya no vivimos tantas personas, la relación de todos, la forma en que yo veía a mi mamá, me di cuenta de que habían un montón de cosas que yo tenía guardadas desde chiquita, que pensaba que yo nunca había sido la hija favorita de mi mamá, que no había disfrutado de mi infancia. Muchas cosas Lau.

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Se evidencia como eso mismo que ocurre entre ella y el problema, ocurre también en la relación entre ella y algunos sentimientos y experiencias vividas tales como el maltrato físico y psicológico recibido de su ex novio, el abuso de su padre hacia su hermana cuando era una bebe, experiencias todas que terminan siendo integradas dentro de su historia ya no como fracturas en su identidad, en la medida en la que pudieron exponerse y ser confiadas a otro que aceptó esa parte de ella misma y de su historia. Esto mismo fue lo que ocurrió en la relación con su cuerpo en la medida en la que pudo exponerse con su amigo al interior de una relación de confianza y agrado, en la cual dejó de experimentar la vergüenza habitual.

Este acto de exponerse y aceptarse constituye el sustento en el cual se basó la relación terapéutica, lo cual permite evidenciar como esa relación contribuyo para el establecimiento de nuevas relaciones también matizadas por la confianza de exponerse, con lo cual se potencian los procesos de reconfiguración de identidad y esa mayor conexión con ella misma, con su cuerpo, sus emociones, y con otros.

T5. 68-72 Consul2: Yo antes era la mujer más avergonzada de mi cuerpo en serio, de verdad me sentía incomoda con todo y era como, no esto no, esto no, que pena. Incluso ahora es, como ¿nos bañamos juntos? entonces como que no sé, tenemos una relación muy distinta, es como más de confianza y de agrado. Terap: ¿Y te sientes distinta en tu propio cuerpo?…Consul2: Mucho Terap: ¿Cómo es? Consul2: Es que yo no sé yo creo que yo nunca llegue a estar tan consiente de que tan delgada estaba como para protegerme psicológicamente, porque incluso luego de haber subido diez kilogramos yo me veo al espejo y yo no noto mayor diferencia. Y pues claro es que diez kilos sin diez kilos, pero me siento más feliz conmigo misma, de alguna forma siento cierta aceptación por parte de los demás. Como que si sigue siendo eso algo importante, ya no es como lo único que define mi vida. Esta construcción de una versión alterna de sí misma, repercute sobre un mayor reconocimiento de su habilidad para establecer límites en la relación con otros orientados a respetar y escuchar sus propios valores, deseos, necesidades; esto desde un afecto renovado hacia sí misma.

T6:117-121 Consul2: Yo creo que eso es algo que me cambio desde ya, y que todas las personas con las que hablo, aunque no se los diga es como si hiciera parte de mi identidad, entonces pues no sé específicamente que, antes cuando podía describirme, yo dudaba de mi fuerza de voluntad, y ahora yo sé que es muy tambaleante, pero yo sé que está ahí, yo creo que eso se pone de manifiesto en las relaciones que yo tengo ahora. Terap: Ayúdame a 159

entender un poquito, ¿cómo es esa última parte? Consul2: La fuerza de voluntad, en qué quieran que haga algo que yo no quiero, como ¿quieres tomar? ¿Y yo?: no, no quiero, ¿porque? No, no quiero, entonces: ay que aburrida, ni que estuvieras vieja, no, no quiero, entonces como que de alguna forma me ayudo a formar carácter, como que yo dije no a la enfermedad, y si pude decirle no a tantas cosas, porque no le puedo decir no a gente que sencillamente no es trascendental en mi vida.

Lo anterior a su vez repercute en su posibilidad de relacionarse en su área afectiva y sexual desde una mayor autonomía y libertad, en tanto se experimenta más capaz de tomar elecciones, contrario a lo que refiere ocurría anteriormente en donde eran otros quienes terminaban eligiendo por ella, lo cual favorece una experiencia de empoderamiento personal:

T4. 74-79: Cónsul2: Pero a lo que iba es que incluso no se me siento como más segura de mi misma, antes me habría pegado de lo que tuviera (refiriéndose a cualquier pareja), antes como que esta persona me llamo, esta es. Así, pero no, ahora como que tengo la posibilidad de elegir y darle cierta prioridad a las cosas. Terap: ¿A qué te lo atribuyes? Dices me siento más segura, ¿cómo sientes que te estas percibiendo hoy y que has vivido que te hace sentir diferente contigo? Consul2: Pues tiene mucha mucha relación lo de Jeisson…no sé, también como…me siento más bonita ahora, me siento más bonita a mí misma y la forma en que los demás me ven.

De igual forma, se observa como la terapeuta contribuye a fortalecer esta nueva versión de sí misma al retomar una etapa del proceso en el que la consultante se resistió a asistir pese a todo la conmoción que esto implicó en su familia y a las instigaciones continuas, proponiendo un nuevo marco para comprender este impase el cual deja de ser visto como un suceso que irrumpe con el proceso sino que constituye parte importante del proceso de cambio:

T6:120-127 Terap: ¿Eso antes un problema? Consul2: Ush, inmenso, yo no podía decirle que no a nadie, me daba pena, me ponía como en el lugar de ellos, y yo decía, pero ¿por qué no? No podía sencillamente, era un problema de carácter enorme. Terap: Yo incluso en el pasado y yo te lo dije, Jennifer, yo te pensaba cuando no llegabas (al tratamiento): y yo ayyy, ahorita va a llegar a la casa, y la abuela y Daniela, juepucha! (expresión de susto) (…) pero yo decía mucha verraca también, porque se le arma el mundo encima, y no, como que te entrenaste un jurgo en situaciones extremas, que generan en los otros reacciones extremas. Pocas personas te van a forzar a que tomes con tanto ahínco como seguramente tu mamá a que comas, no comas, a que hagas, que vayas a proceso, que lo uno, que lo otro, y eso lo superaste. Consul2: Si, oye sí, no lo había visto de esa forma, pero sí. (…)Entonces como 160

que de alguna forma me hace marcar carácter, me acuerdo que estando muy mal, cuando estaba súper bajita de peso, salí con mi amiga Paula, y salimos con el primo de él y unos amigos y un amigo en serio, que hijuemadre tan intenso, me rogo como por 3 horas, por un beso, y es la primera vez que yo puedo en serio decir que no, que yo puedo decir no, no me interesa, no me gusta, no estoy buscando nada, me quiero a mi misma, y no quiero.

Es preciso destacar como este nuevo modo relacional también se hace evidente en la relación terapéutica en la medida en la logra centrarse más en sí misma y en sus necesidades, que en estas guías externas que podían ser proporcionadas por la terapeuta, a partir de permitirse replantear tareas cuando lo creía conveniente, lo cual habla de un crecimiento en su proceso de construcción de autonomía. Esta mayor autonomía que va alcanzando la consultante, se relaciona a su vez con la construcción de una forma de coordinación interactiva entre terapeuta y consultante desde la cual la consultante no acata lo que se le plantea desde una actitud pasiva y complaciente, sino que se muestra más activa en la construcción del cambio, introduciendo preguntas al sistema terapéutico que considera pueden aportar en la clarificación del camino hacia el mismo.

T5.97-98 Terap: ok, habíamos pensando en alguna sesión en la que nos encontramos, pensamos en un ritual, te acuerdas Consul2: No lo hice, me acuerdo que era un jueves me desperté ese día pensando en hacerlo y dije, no yo no quiero hacerlo, no sé por qué (risas). Justo se juntó con que en esos días ¿te acuerdas que cumplía años Juan David? Yo le escribí un mensaje súper bonito y súper largo y ni siquiera lo respondió y no me felicitó por mi cumpleaños ni nada y como que fue una forma muy clara de decir como que no iba a estar en mi vida más. Y entonces dije como no, tengo que replantear el ejercicio y que no esté relacionado con Juan David.

Me parece que es posible relacionar lo anterior con la importancia que tuvo al interior de la relación terapéutica la posibilidad de relacionarse en un contexto no tan directivo sino más bien guiado por la curiosidad, la conexión, y la exploración, promoviéndose con ello una experiencia de empoderamiento que al parecer logró trasladar a otros contextos en los que también se permite adoptar una postura más autónoma en relación consigo misma y su vida. 161

Es también importante resaltar como se trasforma la versión de mundo de la consultante respecto a la importancia del cuerpo, la belleza y la figura como meta principal de vida, en tanto termina siendo trasformada por una versión de mundo en la que si bien esto continua teniendo importancia, ya no se encuentra idealizada y tomando un primer lugar de importancia. Por el contrario, esta versión de mundo alterna que construye la consultante, pareciera incorporar nuevas fuentes de satisfacción, autorrealización, autoestima y reconocimiento.

T4. 74-79: Cónsul2: me siento más bonita ahora, me siento más bonita a mí misma y la forma en que los demás me ven sigue siendo algo importante, pero tomó tanta relevancia que dejó de ser tan importante. Que ya como que pasó a un segundo plano, como que: si ya estoy bien en esto, como que quedan otras cosas por trabajar. Terap: Esas otras cosas…Consul2: Respecto a mi personalidad o lo que estoy haciendo. Como que ya me puedo fijar en otras cosas como que ahora puedo decir, bueno, necesito crecer intelectualmente, tengo que seguir con mi carrera, con mis cosas, como que ya no es lo único verme bonita en un espejo. Terap: Otras partes de tu vida están tomando más luz.

Así mismo, se observa en el fragmento que sigue como parte de la comprensión que emerge en torno al cambio se relaciona con la posibilidad de haber volcado su mirada y su atención a esos sueños, propósitos y causas de un modo más autónomo:

T5-127- 145 Terap: ¿Cómo te has visto viviendo con su silencio? Consul2: Al principio mal, porque no quería eso, y como que más me abrazaba a la enfermedad (…) pero al final es como tengo que seguir mi vida, no puedo más con esto, si una persona no quiere estar conmigo yo no la puedo obligar y no puedo dejar que afecte como que todos los aspectos de mi vida y ahí fue cuando pude sacar la cabeza de la enfermedad. Terap: ¿Ahí la sacaste y la dirigiste hasta dónde? Consul2: Hacia el frente, hacia lo que yo quería, lo que yo soñaba tener. A hacer una vida aparte de él, como imaginar todas esas cosas que yo siempre he querido sin él.

De igual modo, resulta fundamental en este proceso de construcción de una versión de sí misma más independiente, el cuestionamiento de esa versión de mundo según la cual la autonomía se asociaba a la idea de soledad, de desvinculación y desafiliación; imaginario que ya se encontraba mayormente resuelto en el tema familiar pero todavía no otros 162 contextos. Para lo anterior fue clave la distinción entre la experiencia de estar sola y la de ser independiente y tomar sus propias decisiones.

T5. 133-145 (…) Terap: Me da a mí la sensación Jennifer que estas explorando la vida, sin estas situaciones que te dan algo de confianza, como cuando uno se aleja del lugar donde siente refugio, donde se siente protegido un poco. Consul2: Aja Terap: Como que cuando alguien decide por ti también, la anorexia o esto, como que te mantiene en un lugar protegidita, y no sé si esa zona en la que estas ahorita es sola o es independiente. Y no sé si los confundas. Consul2: Pero sola e independiente para mi es lo mismo. ¿Pero cómo? Terap: Háblame de eso, ¿cómo es lo mismo? Consul2: Cuando me refería a sola, decía sin que Juan David estuviera tomando decisiones en mi vida siempre, así no estuviera. El hecho de pensar en él cambiaba mi respuesta. Terap: Ya ¿Y cuando tu escuchas la palabra sola que sentimientos llegan? Consul2: Como que miedo, me aferra porque yo creo que eso es naturaleza humana, sentir miedo a estar sola, pero de alguna forma hace que saque como algo fuerte dentro de mi como de mi de realmente puedo hacerlo. Terap: Sientes miedo, pero sientes fuerza y confianza. ¿Cuál sería la diferencia entre sentirte no sola sino independiente? ¿Habría alguna distinción entre estos dos? Consul2: Si lo pienso así sí, porque sola seria como si deje de lado a todo el mundo, pero en cambio independiente seria como que sigo con las buenas relaciones familiares, de amigos, y todo, pero en la que yo puedo tomar decisiones por mí misma, que nadie decide en mí.

Lo anterior facilita a la emergencia de una nueva versión de sí misma cuando cuestiona la idea de encontrarse sola, narrándose en cambio al interior de un entorno del que se siente más aceptada y amada, lo cual evidencia la emergencia de relatos alternos en torno a la versión que otros tienen de ella misma:

T6.33 Consul2: Yo creo que de alguna forma, en eso ha ayudado todo lo que he vivido en el último tiempo para estar consciente de las cosas que tengo a mi alrededor, que no estoy sola, que realmente son personas que me aman, entonces eso me hace darle más importancia a eso, a este mundo, a esta realidad, y que no sea, solamente me apego a esto, y a esto no, como que de alguna forma los sentimientos de los demás que he visto más grandes, ha hecho que tomen más importancia para mí

Se observa a su vez como cambia la versión de mundo de la consultante, quien experimenta su realidad no como algo que se impone sobre ella, sino como algo que ella elije para sí misma, lo cual influye por supuesto en el modo como se percibe a sí misma, en tanto definida por esa actitud que refiere asociada a querer trascender, es decir, a volcarse hacia la construcción de una causa que tenga sentido para ella y que tenga que ver con cuidar de sí 163 misma. Esta nueva versión de mundo hace que cambie su relación con esa historia mística cuya revelación ya no se persigue como una necesidad imperiosa, en tanto ha logrado construir una versión positiva de sí misma en el entramado de otras historias y no solo en la historia mística.

T6. 179-185 Consul2: Hoy estoy feliz, como aferrada a esto, como… esto es lo que tengo y lo quiero realmente, no es como antes, es lo que tengo pero no lo quiero. Terap: Uyy, esa una diferencia muy grande. Consul2: Mucho. Terap: ¿Cómo te diste cuenta que te estabas sintiendo así? Consul2: Desde que desperté, me desperté diferente a estos días, me desperté y lo primero que hice fue tender la cama, me quede un rato hablando con mi abuela, me quede un rato con mi gata, fue el día distinto, no fue como me levante, desayuné, entonces fue distinto. Terap: ¿Qué lo hizo distinto? Consul2: Mi actitud, la actitud hacia el mundo, el querer hacer las cosas, como de alguna forma construir algo, pero no es construir algo sin sentido, es construirlo pero no lo quiero, ahora es como el pensamiento de hacer las cosas con cuidado, para mí.

No obstante, pareciera haber sido fundamental en la construcción de esta nueva visión de mundo, la relación que el consultante establece con la terapeuta, en tanto le ayuda a cuestionar esta idea de la vida en tanto realidad desprovista de magia y sentido, para lo cual fue indispensable que el consultante no hubiese percibido al terapeuta como una tabula rasa o un ser incognoscible.

T6.87-96 Terap: Ok, ¿qué me dicen ahorita tus ojos? Consul2: Jajajaja, pensé que me ibas a decir eso. No sé, que de alguna forma quisiera que no fuera así, en el fondo, que quisiera que la magia del mundo no se desvaneciera así de fácil, que hubiera cosas que me hicieran creer en algo distinto. Terap: ¿Tú crees que hay personas que en su vida viven con magia? Consul2: Si. Terap: ¿Quién se te viene a la mente? Consul2: P: ¡Tú! a mí me parece. Terap: ¿en qué lo ves en mí? Consul2: ¿No sé, en que siempre estás muy feliz de alguna forma, piensas que cada cosa que te llega a tu vida como te enseña, cualquier cosa que tienes en relación a los pacientes, de cosas que no son vivencias tuyas, lo tomas para alimentarte, para crecer. Terap: Valoro un montón que lo veas (silencio).

El fragmento anterior ilustra a su vez una cualidad importante que caracteriza esta relación terapéutica que tuvo lugar y que tiene que ver con la experiencia de reciprocidad que se vivía allí, desde la cual el consultante se experimenta conocido por la terapeuta, al 164 tiempo que se siente que conoce al terapeuta; de igual modo, no es solo la terapeuta quien ofrece su versión del consultante como se presenta a continuación, sino que también el consultante ofrece su versión del terapeuta, lo cual habla del tipo del tipo de contacto comunicativo y actitudes emocionales recíprocas que matizaron la relación. Así pues, esto tiene lugar al interior de un clima emocional de intimidad, en el que la terapeuta se permite un ejercicio de auto revelación desde el cual comparte con la consultante la experiencia que ha vivido en la relación con ella, lo cual suscita en la consultante una reafirmación de la versión que tiene de sí misma, manifestando una mayor confianza y sentido de estabilidad en su identidad personal.

T6.254-261 Consul2: Me llevo lo del puente, lo de estar haciendo desde otro lado, con respecto a estar feliz con mi vida, me llevo como un sentimiento de alegría de agradecimiento a la vida, y a lo que estoy viviendo en la vida, esa sensación de poder ver hacia atrás y poder ver en el lugar justo en el que caen las cosas. Terap: Yo te admiro mucho Consul2: ¡¡Gracias!! Terap: Cuando tú dices esto, es indudable todo lo que me generas, mmm como la fuerza que has tenido batallando todo esto, parándote, alguien que sea capaz de vivir lo que has vivido, la vida es difícil, pero mejor dicho es difícil que llegue algo que te quede grande, porque te has desafiado en muchos frentes juntos al tiempo, revueltos…. Juepucha! Eso hace que pinte un buen futuro para ti. (Abrazo) Consul2: Gracias Lau, significa un montón que lo diga alguien como tú, de verdad, muy poquitas personas existen en el mundo entero. Terap: Tan linda, no te imaginas lo que me has enseñado (silencio) Crecimos mutuamente. Consul2: si (risa).

Por otra parte, se observa cómo empieza a construirse una versión de sí misma en tanto una persona más autónoma y preparada para hacerse cargo de sí misma, lo cual a su vez le permite reconfigurar ese modo relacional que se expresaba en distintos contextos asociado a la idealización, como ocurre con los estereotipos sociales sobre la belleza y sobre el propio cuerpo, la familia, en el contexto de la búsqueda de pareja, o con su amigo Juan

David con quien existía esa experiencia de fusión (sentir que él escucha sus pensamientos y que le dice que elección tomar), lo cual significa un cambio importante en el modo de relación consigo misma y con otros, al tiempo que en la visión de mundo. 165

T6.22-30 Consult2: El primer día fue como desahogándome, fue como si hubiera puesto una barrera, que no sé, las palabras sobraban, prácticamente fue un silencio entendido, y en el tercero logré como transformar, de alguna forma volver a ver a Juan David, como lo veía antes, como mi amigo, como a una persona a quién le tenía confianza y le contaba mis cosas, que estaba enterado de mi vida pero desde lo cotidiano, como que no había tanta trascendencia en que lo que hablábamos me iba a cambiar la vida. Terap: ¿Eso qué efecto tuvo en cómo te veías a ti misma?: Consul2: ¿Cómo me veía en el tercer día?, creo que más yo, sin estar dependiendo de Juan David, sin estar aferrada a esas ideas. Terap: Cuando dices más yo, ¿me lo podrías ampliar un poquito más? Consul2: P: Como no sé, Cuando hablas con Jennifer, pero no está Jennifer y Juan David al tiempo, sino solo Jennifer. Terap: Ok y ¿cómo se sentía ese solo Jennifer? Consul2: Tranquilo, no se sentía triste de soledad, no, se sentía tranquilo, lo que yo le decía en el segundo día era que quería conformarme con otra persona, como cualquier otro ser humano, sentí que necesitaba hacerlo

Es posible observar a su vez cómo esta mayor conciencia en cuanto a ser un sujeto distinto e independiente, empieza a su vez a reflejarse en el modo como la consultante se posiciona al interior de la relación terapéutica y frente a su proceso de cambio, desde una mayor disposición para construir reflexiones y cuestionamientos en torno a si misma y el modo como afronta lo que vive, lo cual contrasta de manera significativa con lo que sucedía anteriormente en donde los cuestionamientos que iban orientados hacia ella, eran desplazados y reorientados en dirección a otros, en tanto sus propias acciones eran contempladas como efectos directos de la acción u omisión de los demás:

T5. 203-209 Terap: Exacto, cuando alguien hace un punto de vita, y quiero que te observes entre cuando esa persona manda un punto d vista, sea cual sea y cuál es el proceso tuyo, ok ya lo dijo, aprovecha la oportunidad de que lo diga, y pregúntate que hiciste con eso, lo cuestione, no lo cuestione, lo asumí tal cual no lo asumí tal cual, estoy pensando que no estoy de acuerdo con esto, me está dando rabia, que estoy haciendo con la rabia. Consul2: Yo estoy pensando en una situación igual pero pienso que si es un punto de vista de alguien más, yo fácilmente puedo contradecirlo, y cuestionarlo. Terap: Si tú eres muy hábil cuestionando. Consul2: Si y como que yo puedo poner mi punto de vista, pero si es sobre mi misma es complemente distinto, lo tomo como algo. Si me dijeron: uy esta horrible o algo así, yo voy rápido y me cambio de ropa. Así yo hubiera dicho esa misma mañana que bonita me veo. Terap: Ok…lo interesante es que te pasa lo mismo que te pasa con tu abuela, ya tienes los ingredientes, ya sabes bajarle a alguien que te importa mucho, la verdad de sus palabras. ¿Si? ya lo vuelves como parte de una opinión de una persona que tiene unos sentimientos en un día particular, con un estado de ánimo particular, con una historia de vida, ya sabes hacer eso. Ya sabes, siempre has sido muy hábil cuestionando argumentos que dan otros, perspectivas de otras personas, no tragas entero. Ahora el tema es que lo volquees contigo. Pero ya está, eso es lo bueno, que no tienes que aprender nada nuevo, es simplemente (me interrumpe) Consul2: Lograr hacerlo con otras personas. Terap: Exacto 166

Existe una comprensión de la solución por parte de la terapeuta que se evidencia en el párrafo anterior y que parte de la premisa de que la consultante cuenta ya con los recursos para generar el cambio, facilitando con ello un clima de mayor esperanza en relación al cambio, a partir de lo cual la terapeuta se configura en otro significativo que aporta en la construcción de una versión positiva e sí misma en tanto una persona competente para afrontar la vida.

5.3 Consultante 3:

En relación con este consultante, es preciso considerar a fin de contextualizar la dinámica que asume la relación terapéutica, que este consultante ya había participado en un proceso de intervención con la terapeuta, desde una modalidad ambulatoria que implicaba una asistencia diaria entre semana durante un periodo de seis meses, como consecuencia de un intento de suicidio que tiene lugar fruto de una ruptura afectiva con su primera novia, la cual representaba en su momento el único vínculo con quien refería sentir afecto y conexión.

Este segundo proceso lo inicia por iniciativa del padre quien le preocupa la dependencia de su hijo a los videojuegos y su consecuente deseo de que su hijo pueda recibir orientación en lo que respecta a la elección de un proyecto de vida ya que se encontraba recién cerrando el ciclo escolar.

Lo anterior significa que ya se había construido una relación de confianza con la terapeuta; no obstante había trascurrido un periodo de un año y 2 meses desde la finalización del anterior proceso. Así pues, es importante resaltar el modo como desde el inicio de este nuevo proceso, se pacta la relación terapéutica, evidenciándose un despliegue del contacto comunicativo y las actitudes emocionales, en el sentido de la gran apertura que evidencia desde el inicio el 167 consultante para expresar sus emociones. No obstante, se observa como este ejercicio de apertura emocional se inscribe al interior de una coordinación interactiva desde la cual el consultante asume de entrada un rol activo en la exploración de los sentimientos relacionados con los temores que experimenta como consecuencia de una percepción de incapacidad y una versión del mundo que le resulta amenazante:

T1. 1-2 Terap: ¡Hola Alexander! Consul3: Hola Laura, mira que me di cuenta de algo, mi presente es el problema también, ya no sé si pueda tomar decisiones ni nada, yo tengo miedo a todo y eso me destroza, tengo miedo a perder, tengo miedo a que me ganen, tengo miedo a verme mal, tengo miedo a los hombres, tengo miedo a que se me valla lo que más quiero, tengo miedo a sentir cosas nuevas, tengo miedo en si a lo nuevo, tengo miedo a quedarme sin opción, tengo miedo a quedar como un vagabundo basura, tengo miedo a seguir con mi vida así como va, tengo miedo a quedarme solo , tengo miedo a escapar de lo que creo correcto, tengo miedo a la luz, tengo envidia del mundo, tengo miedo que pasen sobre mí, tengo miedo a no poder ser mejor, tengo miedo a que le pase algo a las 2 personas que quiero profundamente, mis alianzas, [refiriéndose a la terapeuta como una de ellas], tengo miedo a que me traten mal por mis errores, tengo miedo a cansarme de algo, tengo miedo a que nunca deje de sufrir, tengo miedo de la vejez, tengo miles de miedo con la vida laura y no sé qué pueda pasar

Es posible a su vez apreciar en el anterior extracto cómo el consultante presenta una versión cristalizada de sí mismo, desde la cual alude a la experiencia de fragilidad e incompetencia para afrontar su vida, encontrándose la importancia que tienen las categorías semánticas ganar/perder, éxito/fracaso, miedo/valentía, poder/debilidad en la visión de mundo que construye el consultante y en la versión que tiene de sí mismo, las cuales asumen una rigidez que dificulta el afrontamiento de los retos de la vida desde una mayor confianza. Parecieran no haber muchos matices en estas polaridades sino que se presentan más bien monofónicas tal como se ilustró anteriormente. Lo anterior sin embargo, permite ir dilucidando junto con el consultante una comprensión del problema del juego en su vida, en función de las necesidades que logra satisfacer allí, en tanto el espacio que le permite relacionarse de un modo más flexible con la experiencia de ganar y perder, de vida y muerte, al tiempo que le 168 permite una experiencia de poder y competencia importante, que le ayuda a compensar esa versión deficitaria de sí mismo que tiene cuando no se encuentra en el juego:

T1.2-4 Consul3: le tengo miedo a la vida, pero en los juegos no siento nada de eso, no hay muerte, no hay nada, puedo morir y vuelvo y empiezo. Terap: ¿Es un tiempo eterno? Consul3: Es este mundo más otro más otro, y no sé, hay como un deseo de poder en todos los seres humanos que habitan ahí, todo el mundo quiere ser poderoso, buscar como ser poderoso, yo creo que eso es lo que nos falta a todos los que juegan eso.

Aquí emerge a su vez una postura importante que introduce la terapeuta y que pauta el tipo de comprensiones acerca del problema y de la solución que se fueron construyendo a lo largo de todo el proceso y que tiene que ver con la posibilidad de contemplar el juego no solamente como algo problemático, sino como un arsenal de recursos del consultante que entraña posibles estrategias y soluciones para abordar el problema de los miedos que refiere el consultante en la vida no virtual. Se observa ante esta propuesta, que el consultante asume un rol de experticia dentro del espacio de consulta, mientras que la terapeuta de aprendiz, lo cual habla de un tipo de coordinación interactiva que le ayuda al primero a disponerse con mayor apertura para encontrar posibilidades y soluciones, lo cual habla del efecto que ello tuvo en el proceso de empoderamiento y reconfiguración de identidad:

T1.19-45 Terap: Alexander ¿cuál dirías tu…o mejor dicho, si tu fueras a entrenar a alguien, para matar específicamente a ese, el paso número uno de la lista sería hacer qué para vencerlo? Consul3: Todo es una estrategia. Tienes, es que no se, que como es un grupo de curadores, tanques, son ellos los que reciben daño; entonces ahí hay varios pasos. Tienes que hacer que los tanques se lleven al perro, tú tienes que, por ejemplo mi hermana la estaba entrenando en ese perro. Porque es que un segundo tanque que le metan a ella, y si no le quito el tanque grande, la mataron. Mato al tanque también, se me va a mí porque yo siempre quito más que los demás no sé porque (risa) y va quitando así de lista en lista y va quedando en daños. Él sabe qué me hace daño y qué no. Pero la primera estrategia seria esquivar ese círculo, ese círculo tira de inmediato, pim! donde están todos. Terap: Esquivarlo…pero para eso tendrías que estar alerta a las chispitas. Ok quedémonos ahí en ese paso primero. ¿Este miedo se parece a ese perro? Consul3: La primera vez que lo enfrente sí. Terap: Aja…Consul3: Y hoy me da un poco de miedo, porque es que la probabilidad de morir es de un 90 por ciento y cada vez es un plan muy duro. Terap: O sea exige esfuerzo. Consul3: Exige como tres horas, de espera para poder armar el grupo. Terap: Ok, ¿exige paciencia? Consul3: Si, se parece…si… y bueno, también lo veo como algo invencible, el miedo…Terap: ¿Al perro también lo veías como invencible antes de que pudieras vencerlo? Consul2: Yo vi esa cosa y dije: me largo pero me dijeron que me quedara y perdimos también (…) Terap: O sea que tú en un primer momento, lo viste invencible, te ibas a retirar, alguien te sugirió 169

que te quedaras, te quedaste, igual perdiste. ¿Qué te hizo no desfallecer y seguir intentándolo? (…) Consul3 (Silencio) pues el grupo parecía…era un buen grupo. Entonces me llamaron todos entonces como que me motivaron a ir. Me dan la recomendación. Eso era ganar. Terap: ¿Qué nos dice eso frente a lo que tendrías que empezar a hacer, como ese primer pasito para empezar a plantear la estrategia? Todavía no enfrentarnos, pero por lo menos plantear la estrategia. Consul3: Mmm un grupo. Terap: ¿Conseguir un grupo verdad? Consul3: Si…

Es posible observar en el anterior fragmento un ejemplo de cómo empieza a configurarse una sincronía importante entre consultante y terapeuta fruto de la posibilidad que deviene de la inmersión que hace la terapeuta en las metáforas del consultante, en su lenguaje y en su realidad virtual, planteándose un trabajo en conjunto y colaborativo que es explicitado por la terapeuta cuando introduce expresiones tales como “todavía no enfrentarnos, pero por lo menos plantear la estrategia” la cual denota la intención de referirse a ese “nosotros” que empieza a construirse en la relación terapéutica. Esto coincide con la comprensión del problema que se fue tejiendo con el consultante en torno a la importancia de configurar una red de apoyo, que al parecer inicia en la construcción de esa alianza de complicidad que se explicita entre el consultante y la terapeuta.

T.1.66-70 Terap: ¿Cuáles podrían, que personas que te rodean podrían hacer parte del grupo? Consul3: Alguien que yo no haya abandonado…Terap: Aja Consul3: ¡Tú ya estás en mi grupo! Terap: ¡Si, yo ya estoy!

Ahora bien, es preciso aquí aludir a esa nueva versión de mundo que se relata en el contexto de la realidad virtual y que influye en la relación del consultante consigo mismo y con otros, en tanto entraña una concepción instrumental de las relaciones interpersonales en tanto medios para obtener un fin, lo cual impide la experiencia de intimidad, cercanía y solidaridad.

T.1.30-33 Consul3: Yo vi esa cosa y dije: me largo pero me dijeron que me quedara y perdimos también. Porque yo no metí suficiente daño. Mi líder que fue como un maestro, me enseñó, ayer lo mate. Terap: ¿Lo mataste? (risas). Consul3: si, al que te digo que tiene como 28 años. Que es un cerebro conectado con un computador (risas). Terap: (risas) a ya ya.

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Lo anterior a su vez se relaciona con una versión de mundo en el que las decisiones no se encuentran muy regidas por valores que en sí mismos guarden significación, sino que las acciones se evalúan como adecuadas o no en función de la viabilidad que representen para la consecución de una meta, lo cual denota un mapa del mundo que privilegia el fin por sobre los medios, lo cual coincide con la lógica de los video juegos:

T1.35-39 Consul3: (…) Si me quiero robar a alguien me lo robo. Pero no lo hago. Terap: ¿Robarte alguien de otros grupos? Consul3: No, robarme las cosas. Pero no lo hago. Es que las cosas que salen de ese perro son cosas legendarias, es tan duro que da cosas. Y salen por clases, el mago, el pícaro, el paladín, el guerrero, el chamán, así sale aleatorio. Tú te robas algo y te persiguen hasta la casa. Terap: ¿Entonces tú prefieres no robártelo? Consul2: Estaba pensando pero con un demonio; vale otro demonio que ahora considero que lo puedo vencer yo.

Se observa no obstante, como la relación terapéutica, al constituirse como un proceso conjunto de exploración libre de juicios, facilita para el consultante procesos de autor referencia en torno a su propia versión de mundo que le permiten identificar esa postura más instrumental orientada hacia un fin que impregna sus relaciones en el mundo virtual. A su vez logra percatarse de esas categorías de sentido que han limitado el tipo de relación que construye con otros en la vida real como lo es por ejemplo la de género, en tanto el hombre es visto como un ser peligroso que desaprueba. No obstante, se retoma esa excepción a partir de la cual el consultante logra relacionarse con otros al marguen de esas categorías, con lo cual se contribuye con una versión de mundo más flexible.

T1.82-91 Terap: ¿O sea que él entraría de una? Consul3: Si pero siento que estoy usando esa parte de él, es que ellos no son como personas para mí un amigo mío no es como una persona. No lo trataría como a una persona. Terap: ¿Cómo lo tratarías entonces? Consul3: yo a una persona la trato como algo diferente, como a eso (señala una mesa) Terap: ¿Como una cosa? Consul3: Si Terap: ¿O sea tú a ellos los tratas como seres humanos? Consul3: Como siento Terap: ¿cómo sientes? Ok Consul3: si porque ellos son hombres, pero yo no los trato como hombres ni los veo como hombres sino… si es la verdad (se ríe) yo no les digo eso, pero es la verdad. Tampoco son mujeres, son para mí otra cosa y por eso son…como en parte legible…entonces ahí digo que los siento. No voy a escoger con quien quiero estar sino que eso se escoge sensiblemente. ¿Cuál es la palabra que se utiliza como a la acción de sentir? ¿Sentir? Más bien sentirlos.

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Es importante resaltar el énfasis que adoptan las conversaciones en relación con la posibilidad de recuperar esas versiones alternativas de otros significativos acerca del consultante y su efecto en el proceso de reconfiguración de identidad, en la medida en la que le permiten narrarse a sí mismo al interior de relaciones cercanas, intimas en las que se sentía conocido, aceptado y perteneciente a un grupo que considera excepcional.

T1.94-103 Terap: ¿Y en qué momento te uniste a ellos? Consul3: Al principio de año Terap: ¿y quedaste? Consul3: no yo digo que no quedé, yo digo que no quedé ¡pero que les caí muy bien! Y que tenía como gustos que ellos decían que eran buenos, por ejemplo con la música y pues las cosas…yo no sé, Carmona me conocía del año pasado pero por el suicidio. Terap: Ellos te empezaron a conocer por qué temas ¿por la música, tus gustos? Consul3: Por como yo era. Terap: Aja. Consul3 Creo que les agradé, me llamaron, sus chistes, aunque yo no tengo la capacidad de reírme frente a un chiste pero (risas) siempre me paso eso, es un poco embarazosos no me podía reír. Puedo sonreír como para…pero no…Terap: ¿Cómo te sentías estando con ellos? Consul3: Bien, me sentía como en una especie de hogar, como que hablaba con ellos y como los sentía. No los sentía como algo tan externo a mí. Si era como un grupo que tú dices ¿de verdad existen? Si…era un grupo raro ¡pero existe! No existe ahora, no sé si existieron o existirá un grupo como ellos.

Siguiendo esta misma línea, se aprecia la importancia que tuvo dentro del proceso de reconfiguración de identidad, el énfasis sobre esas historias alternativas en la vida del consultante en las que logró resistirse a los efectos del problema asociado al miedo, realizándose un ejercicio importante de externalización que le permite empezar a des- identificarse con el problema, conectarse con valores y sentidos que no habían sido plenamente incorporados a su versión de sí mismo y construir una versión más empoderada:

T1.118-120 Terap: Ok, y Alexander, pero bueno algo que yo pienso es que uno se conecta con la gente con quien ve similitudes con uno. O sea que pareciera que tu pudiste ver en ellos eso exótico que seguramente también está en ti y por eso a ellos les agradaste porque como que encajó. Cuando encajaron y estabas con ellos y hacías todas esas cosas que me cuentas como jugar básquet en un árbol o salir en la noche a comer helado y a tocar instrumentos mientras caminaban, ¿qué pasaba con el miedo entonces? ¿Qué hacia ese miedo? ¿Tenía miedo el miedo, estaba asustado? Consul3: No, estaba ahí. Yo recuerdo que estaba ahí pero por encima del miedo hay un agrado, pero igualmente tienes como sufrimiento interno, pero ese sufrimiento no te hace decir: ¡no quiero ir a comer pizza, no quiero verlos! No, no es un sufrimiento que me lleva a la cama todos los días. El sufrimiento queda. Perdía su filo en un segundo, pero está ahí…no ha muerto Terap: O sea no moría, pero no se apoderaba de toda tu vida, no te aplastaba en todas...

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T1. 223-229 Consul3: Pero el perro no le hace daño a nadie, él está encerrado en su prisión, nosotros vamos es a matarlo, porque es un demonio que altera en si el ecosistema de la vida. Terap: ¿Un poco similar a tu miedo o no? Consul3: Sí. El hecho de existir destruye, tan así es su Poder. Terap: Pero ya lo has sentado en la silla antes. Terap: (Risas) Una vez. Terap: ¡¡¡ ¿Una vez?!!! No señor, aquí también te vi hacerlo ¿o no? Consul3: Sí... (Gesto facial de alivio y orgullo) (Sonríe)

Llama la atención que en el proceso de externalizar el miedo, el consultante empieza a direccionar la lucha ya no en contra de sí mismo mediante recriminaciones, sino en contra del miedo, por quien empieza a expresar deseos de venganza. Se observa como recurso en la construcción de la definición del problema, la imaginación del consultante y la capacidad de efectivamente personalizar al miedo y adjudicarle vida propia. Es posible aquí pensar que su modo de relación combativo que pone en marcha en los video juegos, empieza a su vez a marcar la pauta del modo como el consultante construye la relación con el problema. La terapeuta se une a esa definición del problema y entabla también con este una relación de lucha, lo cual fortalece la alianza entre consultante y terapeuta.

T1.200-202 Terap: ¿Tú quisieras sentarlos en sillas? Consul3: No, no solo sillas. Esos miedos generan sufrimiento. Todos esos miedos quiero que sientan sufrimiento, todo lo que yo he sentido. Quiero vengarme, sentarlos con esposas en una silla que no tenga cojines sino púas. Y arrebatarles su fuerza, su energía, sus ganas, si tuvieran ganas…siempre me quita mis ganas y el motivo también me quita, pero el miedo me quito también. Terap: ¿Pero el motivo si te lo quita o es más que el miedo usa a Alison para hacerte daño? Feo eso…que algo tan bonito lo esté usando para algo tan ruin.

Resulta entonces fundamental la exploración de los recursos del consultante en la construcción una versión de sí mismo más apreciativa, gracias a lo cual empieza a visibilizarse para esto esos valores y sentidos propios que no estaban muy integrados a su identidad:

T1. 124-132 Terap: Pero qué era en ese momento más visible y más evidente que el miedo, porque si el miedo hubiera sido más grande, te hubieras quedado en tu cama encerrado, pero no lo era. O sea había algo más grande que el miedo que te permitía no quedarte en tu cama. ¿Qué era eso más grande que el miedo? Consul3: (…) hay algo que siempre ataca todo lo que yo voy a hacer y es no sé cómo pereza…después pienso en qué voy a perder, en qué voy a ganar, entonces dejo de pensar en lo que voy a ganar y digo voy a perder un momento más de mi vida y ellos…no sé, de pronto se pierden de lo que yo pueda acompañarlos. A veces yo también sacaba cosas raras. Terap: ¿Cómo qué? Consul3: Por ejemplo, ¡quien hace una 173

cesta de más de la mitad de la cancha casi desde la otra chancha! Terap: ¡Ja! Consul2: Mis mejores cestas fueron con ellos. Terap: ¡¿Hiciste esa cesta desde mitad de la cancha?! O sea que había energía también en ti.

Se aprecia a su vez cómo la relación terapéutica mantiene una cualidad flexible que permite que la terapeuta pase de asumir una postura complementaria, a plantear un modo de relación más simétrico, el cual contribuye con el afrontamiento de un tipo de coordinación interactiva que surge en este primer momento del proceso asociado a la actitud provocativa que adopta el consultante cuando se refiere a la posibilidad de llevar un estilo de vida dominado por el miedo para así reunir el coraje requerido para suicidarse. La terapeuta reacciona ante esta provocación con tranquilidad mientras enmarca ese estilo de vida dominado por los miedos como una decisión válida y respetable, lo cual genera una paradoja que lo confronta y ayuda a asumirse responsable por esta elección y a recobrar un mayor agenciamiento en la elección del tipo de vida que quiere para sí mismo, lo cual contribuye con el proceso de reconfiguración de identidad.

T1. 163-172 Consul3: llegan miedos, cada vez me llegan miedos chiquitos, pero la acumulación de todos los miedos sería mi boleto de salida de acá. Terap: ¿Tú crees? Consul3: Si lo pude hacer (refiriéndose al intento de suicidio) y ni siquiera estaba con el miedo más grande que tenía en ese momento en que ella nunca más volverá a estar en mi vida, si pude, y era uno. Terap: Ok, casi que eso te plantea una decisión y es, quieres vivir de aquí a los 50 acumulando miedos en sillas para que algún día tengas la fuerza de quitarte la vida o… (Me interrumpe)Consul3: ¡No quiero que eso para mí! Terap: Porque ese sería un plan de acumularlos para ver si ellos todos juntos te ayudan algún día a quitarte la vida…Consul3: Si pero no es la vida que quiero. Terap: Ok…Consul3: No, ni siquiera se acerca.

No obstante, algo que reta el cambio en este primer momento del proceso en la relación terapéutica tiene que ver con esa rigidez importante en la versión de mundo del consultante, la cual refleja una perspectiva desesperanzadora que le impide proyectarse hacia un futuro y conectarse con propósitos y valores propios en tanto existe una versión de sí mismo en tanto alguien incapaz de tomar decisiones: 174

T2.137 Consul3: ¡No puedo decidir! no puedo decidir por nada ¡nada, nada nada! jugar no es una decisión, solo lo estoy haciendo. No sé si en realidad estoy jugando o estoy muerto por allá en un basurero. O en coma, no sé. Yo pienso eso todo el tiempo, no me permite ser libre. Decidir si algo es correcto o incorrecto. Yo creo en mis propios correcto o incorrecto porque no puedo acoplarme al del resto de la gente

De igual forma predomina una versión de sí mismo en tanto alguien constreñido por la sociedad, por su familia y forzado a comprometerse en una vida sin sentido. Esto es afrontado de modos distintos por la terapeuta. Así pues, en algunas ocasiones le resulta útil no sintonizarse con ese tono emocional de tristeza que gobernaba su postura, sino sorprenderlo con un tono emocional más festivo, que incorpora un sentido del humor desde el cual reenmarca su desesperanza como parte de las fases previstas por las que atravieza el consultante en su camino hacia el éxito, como ya se había determinado en el contexto del juego virtual. Esto tiene un impacto inmediato sobre la emocionalidad del consultante y en su versión de mundo en la medida en la que se incorpora una perspectiva un poco más esperanzadora respecto a su futuro y a su competencia para afrontar retos difíciles, que se presenta en un inicio como imposibles.

T1. 172-186 Terap: ¿cómo es la vida que quieres? Consul3: Es que es un sueño muerto, pero aun así la quiero, quiero esa vida pero es un sueño muerto, es un cementerio de ilusiones de momentos...de recuerdos… de ideas. ¡Yo sé cómo es la vida que quiero! pero es como decir lámete el codo, o vuela con tus manos. Terap: ¡A ok! Aquí estas justamente en la fase que estabas antes de que lograras vencer al perro. Consul3: (Silencio - cara de asombro - silencio). Terap: ¿Que te hace pensar eso Alexander? Consul3: (se tapa los ojos y sonríe) Terap: (Risas) Consul3: (Risas) ¡qué mala! ¡Eso me va a doler después! Terap: ¿Porque? Consul3: Porque me da algo de esperanzas, interiores inexistentes, voy a decir que son esperanzas malignas. Terap: (Risas) Consul3: Todas las esperanzas que sienta a partir de ahora son malas. Terap: (Risas) ¿por qué? Consul3: ¡Porque al perro lo pude vencer!

A medida que avanza el proceso en este primer momento, la terapeuta frente a esta versión desesperanzadora del mundo, se posiciona desde una mayor sincronía con su emoción, procurando comprenderla sin cambiarla, con lo cual se fortalece la relación terapéutica ayudando al consultante a seguir esclareciendo el tipo de vida que no está interesado en tener, desentrañado de a poco los valores que persigue: 175

T2.58-61 Consul2: Que no puede ser que yo tenga que aguantar otros siete años. Ya que reflexione sobre once; fueron siete encerrados haciendo lo que yo no quiero ¡¿y el resto de mi vida también?!....no, no es justo. Es preferible morirse (…) Terap: ¿Como que tú no quisieras volver a algo que se siente como una cárcel y como que te quita vida? ¿Estoy entendiendo bien? Consul3: Si, que consuma, que consuma mi fuego, mi magma interno, por decirlo así para que se pierda…Terap: Y cuando me decías: “quiero encontrar una carrera” ¿era desde dónde? Consul3: De que si yo estudiara algo y considerara que era algo bueno, y mis habilidades también, ahk es que son más cosas, lo que yo considero y lo que tengo habilidades. Mis papas dicen que en lo que tengo habilidades, pero yo les digo que si no me gusta yo no voy a estudiar. No, no, prefiero que me trague el petróleo, igual no voy a vivir mucho. O voy a abandonar, 99% de probabilidades, no me importa que pase hambre el resto de mi vida, no me voy a clavar ni en fuego ni en basura.

El anterior ejemplo ilustra esa mayor proclividad de parte del consultante para proyectarse en función de aquello que no quiere hacer ni ser, ubicándose desde una pauta de oposición con respecto a otros. Es posible aquí plantear que esta pauta vinculada con la construcción de una relación de oposición hacia su familia y otros grupos sociales, se sostiene a su vez a partir de esas polaridades semánticas que organizan la versión de mundo del sujeto asociadas al perder/ganar, debilidad/poder las cuales predominan en la experiencia del juego online, pero también en la versión que tiene el consultante de sí mismo:

T2.91-95 Terap: Aja, ok. Que cosas acerca de la vida piensas tu diferente a como piensan tus papas. Cuales mentiras… de las que dices no te gustaría seguir creyendo. Consul3: Yo pienso que todo es fácil, que todo se puede destruir si no resulta, ellos no. Yo me destruí cuando las cosas no me resultaron. Terap: ¿Pero eso no es lo que está haciendo tu papá cuando no se toma la droga? Consul3: Si…pero eso no es normal en él. Si yo tuviera el trabajo de él lo hubiera hecho varias veces, y él no lo ha hecho, no lo hizo por el trabajo, el trabajo es más potente. Terap: ¿Cómo así esa parte? Consul3: Yo no puedo por ejemplo exponer y eso me genera pensamientos de suicidio inmediatamente por la debilidad, a él no porque él dice pues, ve otra forma de hacerlo y ya.

Esta versión monofónica de sí mismo asociada al modo como se relaciona con otros desde su debilidad o desde ese instinto de destrucción del otro al que refiere, impide en el consultante un reconocimiento de otros patrones de relación alternos. No obstante, en este punto logra apreciarse el modo como la reflexión en torno a su participación dentro de la relación terapéutica favorece en el consultante la emergencia de relatos alternos que incluyen 176 excepciones dentro y fuera de la relación terapéutica, lo cual va dando cuenta del proceso de cambio:

T2.109-129 Consul3: A mí me afecta todo lo que no pueda ponérmelo encima o que me afecte y no pueda vencer. Terap: ¿Yo te afecto? Porque yo nunca te veo poniéndote encima de mí o venciéndome, pues o de pronto, no me he dado cuenta de que quieras vencerme. Consul3: Es que tú eres diferente. Terap: ¿Por qué? Consul3: Porque tú eres mi amiga. No tengo muchos amigos porque yo tiendo es como a ser templario. Terap: ¿Qué significa ser templario? Consul3: Destruir las ciudades de donde me maten. No me gusta la gente tampoco mucha, las personas que son mis amigas son muy especiales yo lo sé, porque yo no las ataco, creo. No siento la necesidad ni el instinto. Terap: Aja. Consul3: Tu eres importante…Terap: Tú también. Como que conmigo o con algunas de tus amigas, sientes que no tienes que ser el templario. Consul3: No, es un tema aparte (…) Tú, luisa, Yuyua, nunca ataque a Yuyua ni la considere tan amiga, era neutral, me caía bien, compartía el silencio que yo comparto.

A lo largo de este proceso, empieza a movilizarse esa versión de mundo y también esa versión de sí mismo, en tanto alguien que no logra acoplarse a otros, en la medida en la que se van construyendo comprensiones en torno al problema desde los cuales el consultante admite la posibilidad de recibir apoyo y ayuda de parte de otros:

T1.187-191 Consul3: No puedo solo. No puedo solo y la vida que necesito es mía, no de nadie más. Yo tendría que valer por Dios, tendría que ser el tanque, el curador y tendría que ser inmune a los tanques, que me corten de inmediato...tendría que tener un escudo grueso con el mundo para que el perro vaya cortando. Terap: ¿Tú crees que es posible hacerlo solo solo? Consul3: Si quiero, si existe alguna esperanza mínima, alguna probabilidad del 1.0.0 0 x10 a la menos 50, si existe algo así, me tocaría así: solo. Terap: Y ahí no reduces chances? Consul3: Pero es que sería como, pues podría reducirlo, dándole…ahí sí podría usar un grupo. Un grupo de apoyo anterior antes del perro. El grupo que limpia, el grupo que ayuda no se a prepararme o no se a construir los escenarios o las circunstancias, no es un milagro que aparezca. Esa sería una parte de fe, no sé, algo mágico. Todo esto para poner un grupo de apoyo, pero ya la batalla es mía, y ya seré fuerte y seria ese por diez mil.

Esta experiencia de cooperación es promovida a partir de la experiencia de intimidad que crece entre consultante y terapeuta, la cual re contextualiza y cuestiona esa versión de mundo más relacionada con la experiencia de dominación, que legitimaba el hecho de matar a quien sufre para alcanzar la libertad y que soportaba sus ideas suicidas:

T2.195-205 Consul3: Mi profesión no existe, mi profesión es crear algo que desinfecte el mundo del sufrimiento. Terap: Que lo desinfecte de sufrimiento Consul3: Obviamente seria a gran escala y no existe, no lo permitirían. Terap: ¿Sí que? Consul3: Me destruyen Terap: ¿Quién? Consul3: Ay, las personas, las personas tiene su: matar a alguien es malo para 177

ellos. Yo digo que puede ser bueno y malo. Él bebe no merecía morir…Terap: ¿Si yo estuviera sufriendo? (me interrumpe) Consul3: Ay no me pongas ese ejemplo. Terap: ¿Elegirías matarme? Consul3: No. Contigo no puedo. No sé, yo creo que mi reacción seria salvarte, alejándome de o hacer algo, desesperarme, llorar, no sé, pero…no se…

Esta nueva versión de mundo que emerge pasa de encontrarse centrada únicamente en alcanzar el fin, tal como ocurre en los videos juegos, para empezar a dar valor a los medios, al esfuerzo y al proceso de intentar dirigirse hacia una meta. Lo anterior diluye la polaridad semántica asociada a éxito/fracaso que ha organizado el modo como construye sentido, con lo cual logra re enmarcar esa idea de muerte como una experiencia asimilable en la medida en la que se perciba a si mismo comprometido con una causa que le haga sentido tal como buscar aliviar el sufrimiento de otros, así no necesariamente se alcance el fin:

T2.203-209 Terap: Yo eso es lo que siento muchas veces contigo. (Silencio) como ganas de salvarte, como que me desespero, como que digo: ¿qué tengo que ver?, ¿que no he visto? Como de querer quitarte el sufrimiento. Consul3: (Silencio) Terap: Si tu intentaras hacer eso, digamos yo no sé qué pase ni en que pueda ayudarte yo o no, pero igual solo el esfuerzo de hacerlo, es decir, como que sentir que en medio de todo así…como que no sé qué vaya pasar ni si pueda ayudarte o no pero solo estar aquí escuchándote para mi es mucho. Yo me pregunto si para esto que parece que en eso nos parecemos los dos, de querer que el sufrimiento no oprima a las personas y les impida vivir bien, y que lo siento específicamente contigo, no sé si para ti sea igual que para mí que solo intentarlo de por si trae…tiene sentido. Consul3: Pues claro (un tono de voz conmovido) como no va a tener sentido lo que tu sientes, o lo que quieres… (Silencio). Morir, hacer lo que yo hago, tratar de hacer la cura y terminar muerto en el petróleo no importa, yo hice algo y lo más importante es que cuando tú haces algo queda, tiende a soltar semillas. Terap: ¿Que te hace pensar eso? Consul3: No se…sentiría bien hacerlo. Lo podría comparar con esto que me da pena, como las rosas que yo le compraba a ella sin saber por qué. Sería algo así. Así ella no me las recibiera yo estaría bien. Yo ese día estaba bien, antes de darlas antes de todo, el hecho de comprarlas, yo hice, yo hice algo que en verdad vale para mí. Algo así seria. Terap: ¿Cómo independientemente del resultado? Consul3: Si, si yo fallase, hice algo, o adelanté, no sé. Me sentiría bien por haberla adelantado, por saber que existe la cura, sería muy súper importante. Sea la cura, sea algo, es algo que a mí me cause al menos un pequeño pellizco.

A si bien, empieza a construirse una comprensión del problema en torno a la importancia de realizarse a través de causas y sentidos que lo motiven para afrontar las adversidades, lo cual impacta la versión de sí mismo en tanto empieza a narrarse desde un 178 sentido del deber y un compromiso con esa causa en la que además empieza a percibirse competente:

T2.273-274 Terap: Lo que yo estoy preguntando es ¿qué significa para ti si encontraras la manera de hacer cosas que le ayuden a las personas a liberarse? ¿Qué tan importante sería eso para ti? Consul3: Ush muy importante, es lo que yo siento que debo hacer. Lo que quiero hacer, de pronto en lo que sea bueno. No me sentiría basura, pero, es que suena un poco redundante el para qué, pero de verdad necesito algo que me motive. Podría presentarse un inconveniente en el desarrollo de la cura, si no tengo algo que me motivé, me cansare, me canso. Si me caigo no me voy a levantar.

De igual forma se aprecia como la versión que ha construido la terapeuta del consultante a partir de su experiencia directa con él dentro de la relación, resulta fundamental en la medida en la que favorece el proceso de reedición de la propia narrativa, en tanto favorece una versión de sí mismo desde la cual logra reconocerse como alguien que es capaz de construir un compromiso entrañable con aquello que valora:

T2.277- 284 Terap: ¿Sabes que certeza tengo de lo que te conozco? Consul3: ¿Qué? Terap: Yo me imagino, se me viene esa imagen a la mente, en una montaña que me resbale y me caí y quede cogida de ti por tu mano y yo ahí me sentiría y segura de que tu harías lo que estuviera en tus manos para ayudarme a que no me cayera, así eso implicara cansarte y quedarte ahí así hiciera frio, así tuvieras que aguantar las cosas más terribles, yo siento que tu harías todo hasta que tus esfuerzas te permitieran sostenerte del dedo si quiera. ¿Es cierto este sentimiento que tengo? Consul3: Si Terap: Yo tengo la sensación de que cuando tú quieres algo eres más fuerte que la mayoría para soportar lo que tenga que soportarse con tal de sostener lo que te importa y eso me hace pensar que si tu encuentras esto en la vida que te haga sentirte no como basura sino que te haga sentir que estás haciendo algo valioso, pienso que eres capaz de soportar las cosas más tremendas mientras sientas que estás haciendo algo valioso. Como que yo ahí sería una metáfora de cualquier cosa que para ti tuviera valor o importancia. (…)¿Cómo escuchas esto que te digo? Consul3: Bien (risa conmovida) yo no sé qué decir, igual no te dejo caer. Terap: Yo sé que no. Así hago mi cambio físico. Si no soy tan fuerte uso mis intestinos como cuerda pero te salvo. Terap: Yo sé. Consul3: Yo creo que sí, podría, aunque suene macabro. O, no sé, se nos cae una avalancha encima…nos arrastra, nos matan a los dos y ya… no sé... para mi estaba bien lo que tu dijiste, o no, que yo dije y tu complementaste.

Además del intercambio afectivo que se observa tiene lugar entre consultante y terapeuta, propiciándose un contexto de validación y reconocimiento mutuo, también es preciso notar como se modifica esta versión de sí mismo como alguien desacoplado que no puede 179 integrarse a la sociedad, logrando poner en marcha una propuesta relacional que se sostiene más desde la identificación que desde la oposición en relación con otros, lo cual favorece el proceso de elección vocacional:

T2. 338-345 Terap: ¿Con esto que hablamos hoy hay algunas (carreras) que se parezcan a lo que quieres? Consul3: ¿En el fin? Terap: Y en los medios, en los procesos. Consul3: Sí, no digo que no. Pero no en todo, pero si…si hay…ya se cuales, algunas. Terap: Ok Consul3: Es algo a lo que voy a entregar mi vida…es como…no se…como casarse. Terap: Como fue para ti hoy.: consul3: Bien porque pude enfocar algunas carreras creadas por los seres humanos parecidas a mi meta, a mi profesión, encontré algunas.

Ahora bien, en el segundo momento del proceso, se evidencia en el consultante una dificultad para comprometerse en la definición del encuadre terapéutico, especialmente en lo que se refiere a la construcción del objetivo del espacio y la modalidad ambulatoria de atención. Ante esto la terapeuta no exhibe la pauta ante el consultante, pero persevera en sus intentos de establecer su deseo o no de comprometerse con el proceso, sin generar una escalada simétrica:

T3.49-63: Terap: yo le conté que yo te veía, que tu tenías una cantidad de habilidades para esto que hoy te gusta (psicología). No sabemos si en un futuro te guste otra cosa y estaría bien, pero que yo siento que quizás estando aquí en las mañanas podamos prepararnos juntos para cosas que vengan un poco desde lo que hablamos de ir descubriendo el camino. Consul3: Y los militares llegan a atraparme. Yo no me voy a dejar llevar. No voy a estar todo el día perdiendo el tiempo porque yo no puedo estar todo el día en puerto mirando gente y esperando que pase algo. Termino durmiendo. De seguro me duermo. Yo duermo donde sea, puedo dormir en el piso en la mesa Terap: De pie (risas). Consul3: De pie, sentado, en un vidrio, en lo que sea (risas). Terap: Toca averiguar si estando en un proceso, eso podría ser una ayuda para que no lo lleven todavía. Pero antes de temernos por el lado del ejército, quiero preguntarte si para ti tendría sentido. Consul3: Te manchaste. Terap: ¿Ay ya? Y tu papa estaría de acuerdo, pero yo quería preguntarte si quisieras venir algunas mañanas como para que podamos prepararnos más intensivamente para este trabajo que ya hemos hecho y podamos seguir el grafico que hiciste. Consul3: Enredado. Terap: ¿Estoy hablando muy enredado? Consul3: No, mi mapa conceptual súper detallado (risas) Terap: Cada vez lo veo y lo entiendo más. Consul3: No. Terap: ¿No qué? Consul3: Eso solo era un tema, imagínate si saco todo lo que yo pienso. Yo podría escribir en todas las paredes hasta que un día llegare al final y me muero de viejo, o me muero de… ¿cómo se dice? No eso era lo contrario. Es que estaba viendo un programa de una persona que dormía y nadie la podía despertar (…) 180

La insistencia del terapeuta desde una postura complementaria como estrategia de afrontamiento de este impase, permite que el consultante eventualmente se haga cargo de explorar ese dilema que experimenta respecto a comprometerse con el cambio, lo cual atañe la construcción de comprensiones en torno al problema que develan el lugar que cumplen los videojuegos en lo que concierne a la posibilidad de conectarse con una versión de sí mismo más competente, y por otro, a la posibilidad de gestionar las emociones que siente:

T3.157-173 Consul3: Saco ideas de ahí, malas y buenas. Incluso a veces saco inspiración, fuerza. Digo: si puedo ser, atacar así, ¿por qué acá no? Si soy así de dañino o destructivo, ¿por qué acá no? Terap: ¿Como que el juego te cuestiona las gafas que tienes sobre ti mismo por momentos? ¿Si estoy entendiendo bien? Consul3: Pues sí...Terap: corrígeme si en algo estoy siendo imprecisa. Consul3: Solo crea preguntas. Terap: Pero la parte de que te inspira y te hace preguntarte de que si allá puedes porque aquí no, como que me da la sensación de que te cuestiona cosas de ti, como que te permite ver cosas, partes tuyas que en esta vida no te permites ver? ¿Si es así? pero corrígeme si no. Consul3: Si…solo que allá es más evidente, acá no. Terap: No son todavía muy evidentes. Consul3: no acá son muy poco evidentes. Terap: Ya, o sea jugar es un amigo en la medida en la que te ayuda a conectarte con esas partes tuyas como de mayor… ¿cómo le llamo? Consul3: Reflexión. Terap: Como mayor reflexión, como mayor capacidad de influir en el entorno. Consul3: De cambiar...Terap: ¿De cambiar? Consul3: Si cambios…yo lo necesito para muchas cosas... ¿a quién le pego cuando siento toda esa rabia? siento la necesidad de golpear. Siento kilos y kilos y kilos y siento que me ahogo y trato y comienzo a respirar y me adapto a ella y soy rabia rabia y no soy rabia de enfermedad sino rabia de sentir sabia. Terap: ¿En esta vida? Consul3: Si en el juego yo puedo irme a destruir las vidas que yo quiera y me imagino que las estoy destruyendo de verdad y cura mí rabia. No termino amargado como siempre.

Es preciso aquí resaltar la importancia de la coordinación interactiva que fue asumiendo la relación terapéutica desde la cual consultante y terapeuta emprendían de manera conjunta un proceso de exploración no direccionado. Esto fue importante para superar el impase inicial que se vivió en este segundo momento, en tanto el consultante pudo asumir mayor responsabilidad y comprometerse en el proceso de cambio y en la definición del encuadre terapéutico:

T3.140 – 143 Terap: Si me imagino yo el camino que tú me trazaste, ¿qué cosas podríamos hacer hoy que nos podrían decir que estamos más caminando hacia ese lado? Si tu decidieras 181

no venir al proceso y es una elección, mejor dicho eso si es tuyo, no va a intervenir tu papa, si tú dices que no, no. Pero si eligieras hacerlo ¿sentirías que estas caminado hacia ese camino o crees que jugando puedes obtener cosas de ahí que te permitan estar caminando más hacia ese camino que trazaste en ese dibujo? Consul3: (Silencio) jugando no voy a llegar a ningún lado. Jugando solo voy a llegar a estar quieto. A perder la cabeza pero no con locura sino funcionalmente. Terap: Ok Consul3: Se siente mucho mejor estar acá que allá. Porque allá tú llegas, coges el computador y es como para ponerse a llorar porque no sabes qué hacer.

Paralelo a esto se observa como la relación terapéutica contribuye de un modo importante en la posibilidad de que el consultante cuestione por sí mismo esta versión de mundo tan opresiva y amenazante. Esto, a partir de la experiencia que tiene el consultante de reconocer en la persona del terapeuta un modo de relación con el mundo distinto, que lo invita a contemplar la posibilidad de realizarse y vivir una vida con sentido:

T3.210-232 Terap: Consul3: Pues yo sé que tú tienes la razón. Consul3: ¿En qué? Terap: En que son gafas. En que hay cosas mejores acá que allá. Terap: ¿Que te hace pensar que tengo la razón en eso? Consul3: No estarías acá. Si no tuvieras razones, no. Terap: ¿Cómo? Consul3: ¿Si tu vida no tuviera esa razón entonces qué razón tendría? ¡Tu energía! Tus sentimientos… no sé, dicen cosas que alivian a esa verdad. Por otra parte entonces tú las vives (…) ¡Tú has demostrado que tienes la razón! Tú me dijiste que podía ser valiente y fui valiente por ejemplo. Como no creer… me has demostrado que estas viva por ejemplo. No eres un ente que solo existe, como mucha gente. No…es imposible sino tendrías que ser algo importante para poder ser un ente que no vive, solo existe. Hay cosas que existen y no están vivas. Terap: (…) lo que te escucho es que tú has sentido que yo he podido ver cosas de la vida que me hacen querer estar aquí y que me hacen vivir y no simplemente existir. Consul3: ¡Tú vives! Terap: ¿Tú sientes que hemos vivido juntos?, es decir ¿tú también has vivido estando acá? Consul3: Sí, yo he llegado a vivir. Terap: Aja Consul3: Es una de mis habilidades. Tú ya la tienes pero una habilidad mía es ser un ente y vivir de vez en cuando.

Otro elemento importante que caracteriza este segundo momento del proceso tiene que ver con ese reajuste importante en el contacto comunicativo y actitudes emocionales entre terapeuta y consultante, dado por una mayor experiencia de confianza en este último respecto a la aceptación incondicional genuina del terapeuta, lo cual contrasta con el primer momento de la relación en el que el consultante vive la preocupación en cuanto a cambiar en direcciones distintas hacia lo que considera podría ser asimilable para la terapeuta. Esto da 182 cuenta del modo como trascurre el proceso de diferenciación también al interior de esta relación. Ahora bien, aquello que permite resolver esto, tiene que ver con la existencia de esa meta regla que se ha configurado en torno a la posibilidad de compartir temores y sentimientos en relación con el otro, al tiempo que la posibilidad de ubicar la relación terapéutica dentro del marco de una aceptación incondicional recíproca:

T2. 240-248: Consul3: Yo temería que tú me vieras cambiar, porque puede ser un cambio que tú no proceses así como yo no proceso este experimento. Terap: ¿Cuando dices no me gustaría que tú me vieras cambios, qué temerías si yo te viera cambiar? Consul3: Que tú me tuvieras miedo, que me odiaras por haber cambiado. Terap: ¿Hacía qué? Consul3: El cambio en que tú no aceptes. Yo podría cambiar de una manera en que nadie me acepte y esa sería la cura de pronto. Terap: ¿La cura? Consul3: La cura para liberarlo, pero nadie me apoyaría porque o si no yo tendría que quedar otro yo y ese no apoyaría.

T2.319-329 Consul3: (…) (Silencio). ¡¡Ahí!!(Risas) no me mires, debes pensar muchas cosas malas de mí. Terap: Mírame, ¿tú crees eso? Consul3: Si…tengo pensamientos de Hitler. Terap: (No se comprende la respuesta) Consul3: No pero, me odiarías. Imagíname con un bigotico (risas) Terap: ¿Tú me odiarías si termino con bigote de Hitler? Consul3: No. Terap: ¿Entonces porque asumes que yo sí? Consul3: Porque…no sé. (Silencio)

Lo anterior facilita de ahí en adelante una menor tendencia de parte del consultante para retomar discursos asociados a destruirse o a destruir a otros, que solían emergen en un tono provocativo para revisar el efecto sobre la terapeuta. Lo anterior a su vez potencia nuevos significados en torno a si mismo, útiles para tomar elecciones importantes en cuanto a su proyecto personal de vida:

T3. 266-282 Terap: Alexander, va a sonar como fuera de lugar de contexto mi pregunta pero ya lo conecto: como describirías como hemos podido conversar hoy. Consul3: No sé tú me entiendes, yo creo que no me tratas mal interiormente, yo siento que mucha gente me trata mal interiormente cuando hablo de algo que pasó en mí, o que piensan mal, no creo que tu pienses mal, no lo siento… me puedo liberar, contar lo que paso, recrear, repensar…Terap: ¿Y eso es útil para ti?, digamos como logramos hablar los dos ¿te resulta útil? Consul3: Es obvio que es muy útil, pienso nuevas cosas. Si no hubiera sido útil no me hubiera puesto a leer sobre la carrera. Ese día yo llegué y me puse a leer de noche, busque que tenía y que cosas, entonces busque ejemplos y no sé, me dio por buscar gente muriéndose en internet, una de las peores búsquedas que uno puede hacer un golpe. No sé, cómo que lo relacione contigo, con todo...me sentí bien de decir: voy a escoger esto y se parece mucho a lo que yo hablé contigo.

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Un elemento importante que se ha gestado desde el inicio de la relación terapéutica que puede relacionarse con esta experiencia de confianza y de aceptación que percibe el consultante, tiene que ver con el modo como la terapeuta se ha involucrado y acoplado con lenguaje idiosincrático del consultante y a su propio estilo conversacional, desde el cual él introduce muchas veces ideas yuxtapuestas, metáforas, lenguaje específico proveniente del juego virtual o de otros contextos. Es una constante en la terapeuta el mantenerse atento, pidiendo clarificaciones, ampliaciones, desde las cuales comunica al consultante su interés por acceder a su versión de mundo, con lo cual de alguna manera le otorga legitimidad. Esto contrasta con una relación terapéutica en la cual dinámica de la sesión y el modo de conversar se impone sobre el consultante quien se ve interpelado a ajustarse al estilo conversacional del terapeuta.

T3.287-295 Consul3: Es feo, muy feo, y el que yo vi fue horrible, en mí funcionó el experimento, y me sentí asqueroso ese día me acaba de bañar y me vi asqueroso Terap: ¡¿Y quieres que yo haga eso!? (Risas) Consul3: Quiero saber que crea tu mente en el espejo. ¿Si lo leíste? Terap: Si lo leí pero no lo hice. Consul3: Quiero saber que crea tu mente en el espejo, si crea algo malo o bueno. Terap: Ok, voy a hacerlo, salgo este sábado y lo hago. Consul3: ¡Quedas esquizofrénica! no mentiras no va a pasar nada malo. Terap: Bueno, yo confió en ti. Consul3: De pronto es algo feo, pero no te tienes que asustar tienes que concentrarte, tienes que mantener la calma. Yo lo hice varias veces hasta que pude, separar el miedo de la concentración.

De igual modo, se evidencia como este contacto comunicativo y actitudes emocionales que se despliegan al interior de la relación terapéutica, se caracterizan por la libertad y confianza que experimenta el consultante para compartir sus sentimientos, pensamientos e intereses, lo cual facilita que la relación terapéutica se configure en un vehículo través del cual el consultante logra tramitar sus emociones y descargarse, al tiempo que tomar conciencia de sus necesidades, todo lo cual plantea nuevas comprensiones en torno a la solución del problema del juego: 184

T3. 272-282 Terap: ¿Y lo de hoy está resultando útil? Consul3: Hoy me calma, pero aun así tengo miedo, es útil porque de seguro, si no hubieras dicho cosas, si no me hubiera podido expresar ¡estaba así! (hace un gesto simulando explotar) quería expresar hablar, no puedo hablar en mi casa, iba morir ya si no lo hacía, de pronto comenzaba a hablar solo y así si me atrapan, eso es lo que falta para que ellos me atrapen. (…) es más, cuando yo estoy acá hablando contigo no es un lugar a donde yo inmediatamente sienta la necesidad de jugar… ¡no! Eso es lo mejor…el hecho de venir quita la necesidad…se quita, o sea siento que puedo poner el computador acá y no voy a meterme al juego, ni siquiera lo voy a mirar, me olvido de él. Es diferente. Terap: ¿Y qué crees que es lo que quita la necesidad de jugar estando aquí? Consul3: Creo que me siento bien, siento que acá pienso, lo que me quita el computador no se me quita acá…el computador me quita el miedo por mucho tiempo, por mucho, el que tú quieras, eso es lo que quisiera perder por siempre…porque se incrusta y me hace llorar. Terap: ¿O sea aquí no se quita el miedo? Consul3: Es que aquí surgen muchas cosas, acá son mis días favoritos por decirlo así, hago muchas cosas que me hacen bien. En este momento mi cuarto es no sé, la calle del Bronx, sucio, animales gatos, basura, toda la vajilla ahí, mi computador encima de la cama, no me siento bien…porque tampoco puedo hacer nada, y si limpio tengo que ir al computador. También ahí viene lo de estar solo…Terap: ¿Cuál es esa parte? Consul3: Me siento que estoy siempre solo…y necesito compañía peor no al tengo, no existe. O sea es como el lugar donde te hundes y necesitas que alguien te acompañe, que no te caigas como los NN, como si uno cayera a un foso de arenas movedizas y nadie supiera que se calló, porque no había nadie ahí o nadie lo ayudara.

Un elemento importante a resaltar que ocurre durante el tercer momento del proceso, tiene que ver con la posibilidad que empieza a desplegarse para el consultante en lo que concierne a replicar con otras personas de su red social significativa, esa experiencia de intimidad y reciprocidad que vivió en la relación terapéutica, fortaleciendo con ello esa esas versiones alternativas de sí mismo, ahora soportadas en otros vínculos, que le permiten reconfigurar su versión de sí mismo en la medida en la que ya no se vive como alguien desacoplado sino conectado con otros desde la posibilidad de recibir y aportar desde sus gustos ideas y formas de ver el mundo que experimentan una revalorización. De igual modo se aprecia como esta forma de relación con otros influye en la trasformación de su relación con el juego online:

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T4.11-19 Consul3: ¿Adivina qué nueva amiga hice? Terap: ¡Jennifer! ¿Y cómo te sientes con eso? Consul3: Muy bien, tú no te imaginas todo lo que surge. Terap: ¿Cómo es eso? Consul3: O sea me hablo por Facebook súper genial, empezamos a hablar súper genial, nos salieron mil ideas de todo tipo. Me sentí muy bien, además tenemos súper gustos, es genial lo que comparte. Compartió sus gustos, sus cosas favoritas, yo también, muchas cosas, ese chat fue larguísimo imagínate un libro, toda una noche. Digo dos noches. Me parece muy chévere me siento bien. Le di una foto también mía, me dijo que la iba a poner en su lugares en el lugar donde tiene sus personajes favoritos. Me parece muy bien, me siento…ese día me emocione no sé por qué. Terap: ¿Cuándo te dijo eso? Consul3: Si y cuando empezamos a hablar y que nos entendíamos y todo eso. O sea muy chévere. Terap: ¿Esto es parte de lo que quieres para tu vida? ¿Sentirte cómo te sientes hoy? Consul3: ¡Sí! ¡Ya hay dos personas que me escuchan! ¡Que me entienden! (sonríe conmovido) Y mira, después de un mal día. O sea esa fue la peor llegada con mis papas, me conecto y me habla Jennifer y ahí fue hola hola, y ahí comenzaron las ideas…no jugué, pude votar todo, pude conocimiento de todo, cosas interesantes, me hablo de las auroras boreales y que daban cáncer.

T5.146-147 Terap: y ¿hablando con ella hay algo de ti que te ha sorprendido? Consul3: ¡Sí! ¡Si obvio! yo me sentí muy bien, de verdad estoy aportándole a la existencia misma del conocimiento…estoy sacando de mi cosas que ya sé compartiendo revolviendo y creando…No estoy quedándome quieto, o sea, soy como un fruto de todo lo que he aprendido sobre conocimientos, experiencias y cosas raras.

Existe no obstante un impase importante en este tercer momento del proceso asociado a la repetida inasistencia del consultante al programa ambulatorio en el que se encontraba, pese a las normas institucionales y al encuadre terapéutico pactado. Llama la atención que el modo de afrontar este impase replicó esa pauta que se ha evidenciado en la mayor parte del proceso, asociada al mayor énfasis que se otorga a la solución por encima del problema, lo cual lleva al consultante y al terapeuta a centrarse en las reflexiones en torno a los recursos desplegados por el consultante cuando sí asistía al proceso. Este enfoque tuvo un efecto en el proceso de reconfiguración de identidad en la medida en la que permitió un reconocimiento de recursos y habilidades asociadas a un mayor autocontrol y una experiencia de mayor empoderamiento:

T4.50-57 Terap: O sea que te ayudó identificar el segundo clave en que te estabas durmiendo. O ¿cómo así? ¿Cómo fue? repasemos sobre eso otra vez, ayúdame a entender cómo fue que lo hiciste.Consul3: Pude vencer ese problema del cansancio. Es más amanecí 186

muy cansado y sin ganas, pero me siento vacío…un poco vacío…estoy lleno de cosas peor no, me levante y yo sabía que me esperabas, pensé eso (risas) entonces por lo menos dije hoy no, me levante inmediatamente y en cuestión de segundos me metí al agua, el agua me ayudo a despertarme. Terap: Y te toco correr al agua Consul3: Sí, pero yo dormía donde sea, en el piso incluso, solo basta que yo cierre los ojos de nuevo. Puedo dormir hasta en el baño. No debo quedarme quieto, o sea es cuestión de moverse más bien. Voy a volver a hacer lo mismo mañana…Voy a volver a hacer lo mismo. Terap: Cómo sabes que… (Me interrumpe) Consul3: ¿Que va a funcionar? Terap: Si. Consul3: ¡Si porque es que tú te levantas…yo anoche, antes de acostar por ahí a las tres de la mañana mire y son solo dos horas, no importa! O sea yo me voy súper decido, digo bueno, mañana iré, bueno entonces le hago caso a la alarma, le hago caso a la alarma, le hago caso a la alama temprano salgo volando, voy corriendo rápido, y así pude. Una cosa es que este tan cansado que me pase que no me puedo levantar, pero no quiero eso, no de alguna manera lo voy a tratar de evitar, me tiro al piso ¡no se! (risas) no me demoro nada…

Esta nueva versión de sí mismo no se restringe a esa situación particular, sino que se generaliza de un modo importante en distintos contextos en los que el consultante experimenta un mayor sentido de empoderamiento respecto a su habilidad para controlar sus emociones y para enfrentar sus miedos, lo cual lo lleva a relatarse como una persona valiente que ha logrado hacer un cambio significativo con sigo mismo y su vida.

T4.71-75 Consul3: Auto bombardearse, autodestruirse…esa es la solución fácil…tú me decías que lo podíamos disminuir (el dolor), si lo disminuyo, yo puedo controlarlo. Puedo hacer bien, el bien a mi manera. Terap: Y que has conocido hasta el momento de lo que es hacer bien a tu manera. Consul3: Pues todo lo que yo hecho mira, yo soy diferente, yo sé que soy mil veces diferente a lo que era aquí la primera vez, yo sé que tú también lo piensas…Terap: Que es eso de lo que has hecho que te gusta, que del camino que has recorrido te gusta y es parte de tu manera de hacer bien. Consul3: Que he podido vencer miedos, creía que no podía ser valiente en nada y lo pude hacer una vez…ahora puedo controlar cualquier impulso que se avecine, cualquiera, ahora sí puedo controlarlos, puedo controlar el extremo cansancio y desgano, para poder venir terminé bien ¡y estoy bien! Estoy cansado pero estoy bien.

Otro cambio importante que se advierte en su visión de mundo, tiene que ver con esa nueva concepción del juego en tanto experiencia accesoria en su vida, que ha de acabarse y reducirse eventualmente en tanto existe ya un proyecto personal de vida en el que encuentra sentido, lo cual contrasta con la visión de mundo de los primeros momentos en donde la única 187 fuente de sentido y reconocimiento estaba puesta en el juego. Esto se relaciona con esa comprensión del problema que surge del consultante, quien concibe la solución como fruto de haber encontrado valores y propósitos que le permiten encontrar respuestas satisfactorias ante las preguntas por su existencia. De ahí que el juego se contemple como una solución a esa crisis existencial a la que alude, la cual hoy está siendo afrontada a través de su compromiso con otras fuentes de sentido como por ejemplo el mundo académico, las cuales repercuten en una visión de sí mismo más empoderada.

T4. 108 Consul3: Dicen que juego mucho en el computador, pero yo la verdad deje la parte que me apegaba al computador un poco. Terap: Cuéntame esa parte un poco más. Consul3: Lo estoy tratando de ver como un pasatiempo, nada difícil, nada largo, sino algo más pasajero, así como una película que yo sé que en algún momento se va acabar y que voy a estudiar algo que yo quiero! Entonces…debo medirlo o posponerlo…no se medirlo…yo me imagino midiéndolo…estudiar el noventa por ciento del tiempo y ese 10 por ciento que queda para comer, escribir y para jugar, no tengo muchos hobbies. Mis friends que me acompañen a algo o me inviten (…)

T5. 80-82 Consul3: Eso sí me parece bien, me parece que si lo debo hacer(estudiar), no lo otro (jugar), porque lo otro me obliga y yo estoy tentado a jugar, no puedo evitar que mi cerebro me obligue, pero con esto no me obliga, aun así si dejara de leer o de estudiar, que no creo, volvería a fijarme en el juego porque no sabría qué hacer, me ha gustado más la carrera porque sé que hacer conmigo, en la otra no se tanto, en el juego no sé qué hacer conmigo, entonces juego. Terap: ¿A qué te refieres con: “no sé qué hacer conmigo”? ¿Qué significa? Consul3: que no encuentro salida, o sea la pregunta de qué estoy haciendo, como una crisis existencial, entonces prefiero jugar, pero en realidad no pasa nada relevante porque uno solo entra y no sé, ya no me importa tanto como antes que me borren mi cuenta, de hecho lo contrario, me gusta más ser nuevo cuando juego, y claro, yo quiero jugar pero no, a mí me gusta mi mundo de fantasía, pero también me gusta mi mundo de conocimiento, no puedo dejar a uno por el otro, o son los dos, o me muero o dejo de ser yo. Con lo único que tengo problemas es con matemáticas.

Esta nueva versión de sí mismo a su vez influye en cierta medida sobre la relación del consultante con su propio cuerpo, el cual deja de suscitar el mismo rechazo que antes y empieza a exhibir una mayor libertad de expresión contrario a la experiencia de vergüenza que solía acompañar su relación con su cuerpo y que retaba la construcción de una relación 188 de conexión e intimidad con el consultante. La terapeuta, ante este cambio procura sintonizarse con la emoción del consultante y con su postura corporal ayudándole a ampliar ese logro y tomar conciencia de aspectos quizás no verbalizados, que fortalecían una nueva versión de sí mismo asociada a una mayor libertad y competencia personal.

T5.34-51 Terap: ¿Tú te das cuenta como me estás contando todo esto? Consul3: ¿cómo? Terap: ¿Cómo crees? Consul3: No sé, creo que lo estoy contando como con satisfacción. Terap: Aja. Consul3: Por saber, o por tenerlo presente en mí. Terap: ¿Eso es un poco, así se siente? Consul3: Un poco. Creo que se siente así. Terap: ¿Sabes que me llama la atención de tu cuerpo hoy? Consul3: Esta cabello largo, desarreglado, limpio, un color oscuro. Terap: Cuando te mueves, te siento como así, (la terapeuta se mueve imitando el movimiento del paciente) como no recogido, como así (La terapeuta realiza movimientos ejemplificando los movimientos del paciente ¿esa es la sensación que tienes interiormente, como mayor libertad? Consul3: No siento ningún encogimiento, prácticamente Terap: No sientes ningún encogimiento. Consul3: Pues cuando hablo de esto no (Silencio) Terap: ¿Qué significa esto Alexander? (ejemplifica la percepción corporal que tiene del consultante). Creo que es más importante de lo que podría parecer, el modo en que cuentas esto que viste en clase. Consul3: No sé, hice una elección buena en la carrera, escogí algo que de verdad me servía, que de verdad me sirve para mí, y además de eso me siento con capacidad, o sea en ninguna carrera me he sentido apto y en esta sí, de pronto…pues no me cuestiono tanto, me siento apto.

Ahora bien, estas nuevas versiones de sí mismo y de mundo que emergen, ocurren al interior de una coordinación interactiva entre terapeuta y consultante en la que es posible apreciar la experiencia de reciprocidad y trabajo en equipo que se vive en su interior, lo cual deriva en que los cambios sean atribuidos no al terapeuta, ni al consultante de manera aislada, sino a la relación misma. Lo anterior influye a su vez en la versión del consultante sobre sí mismo, quien logra narrarse con entusiasmo como parte de un equipo que siente vencedor:

T4.228-243 Terap: Entiendo. ¿Sabes que me llama la atención? Algo que he notado en esta sesión pero ya lo había visto en otras y no te lo había dicho Consul3: Me gusta verte (se refiere a mirarme a los ojos pues tiende a esquivar la mirada) Terap: A mí también me gusta cuando me miras. Al principio del proceso yo sentía que, corrígeme sino, era la sensación que yo tenía, como que eludías la palabra elegí, decidí, y lo ponías más en términos como si una fuerza externa te hubiera llevado y que tu no habías tenido control alguno sobre lo que paso, o decidiste o hiciste. Peor en esta sesión algo que he visto y en otras también lo he notado es que la palabra elegí, decidí, antes nunca aparecía, hoy si aparece. ¿Qué podría decirnos eso? Consul3: Dice muchas cosas…y la principal es que esto si funciona, todo lo 189

que hemos hecho…eso es como una calificación de 5 para un equipo, ¡ganamos un cinco! Terap: ¡¿Ganamos un cinco?!…y qué significa, yo estoy de acuerdo contigo, ¿cómo lo estás viendo tú? Consul3: Yo también. Terap: ¿Qué valor?, ¿cómo representa algo valioso para ti, esto de decir, yo decidí, escogí es valioso…? Consul3: Yo le tengo miedo mucho miedo a la decisión y poder elegir algo con la libertad de mi palabra y mi decisión ¡decisión! ¡Ay mira! ¡Decisión! Terap: (Risas) ¡ay si otra vez! Consul3: Entonces eso es algo que yo nunca hubiera podido hacer y nunca en mi vida lo hubiera hecho si ni hubiera, no, yo no, yo me quedo, lo juro. Terap: ¿Si no hubieras qué? Consul3: Si no hubiéramos hecho todo lo que hemos hecho. Ya he recordado muchas sesiones. Me he puesto en esa tarea, tengo en mi mente los archivos guardados pero las carpetas sin marcar. Terap: Aja. Consul3: Es un fruto…poder elegir algo es un fruto…es un fruto poder elegir dejarme llevar o no dejar fluir, pero no es toda la nota, yo sé que hay falencias, no en esto solamente, pero somos un buen equipo. Terap: Yo también lo creo...Consul3: ¡Matamos a Raknar!

Otro elemento importante que se hace evidente en ese mismo fragmento presentado con anterioridad, hace referencia a cómo el modo de conversar entre consultante y terapeuta es motivo de reflexión por parte de ambos, lo cual les permite encontrar nuevos logros y diferencias que surgen dentro de la relación misma y que favorecen el proceso de reconfiguración de identidad, en la medida en la que le permiten al consultante enfrentarse con una visión de sí mismo como un sujeto más libre y capaz de tomar decisiones. Lo anterior favorece a su vez la emergencia de una mayor autovaloración por parte del consultante, al tiempo que un cuestionamiento de esas versiones deficitarias acerca de si mismo provenientes de otros significativos:

T4. 244-245 Terap: (Risas) ¡sí! ¿El decir elegir y sentir que hoy tienes la libertad para elegir, como te hace sentir contigo mismo? Consul3: No sé, bien, siento que decir, como que me valoro…creo que soy otra persona, creo que está tomando muchas cosas que la gente ha dicho de mí y que me hieren y que yo me las creía y esas personas se la creían y me lo hacían creer…eso es una victoria entre ellos…yo desearía que…no sé, Alison me hubiera visto, no me importa para que en especial pero que viera que las personas si pueden cambiar.

Al tiempo que logra cuestionar versiones deficitarias acerca de si mismo provenientes de otros significativos, también logra fortalecer versiones alternas de sí mismo como fruto de realizar procesos de identificación con la terapeuta en relación con propósitos valores, 190 capacidades. No obstante, para lo anterior fue necesario que el contacto comunicativo y las actitudes emocionales propiciaran una experiencia recíproca en la que la terapeuta también se auto revelara y entablara una relación auténtica y genuina, contrario a la construcción de una relación en la que esta se constituyera como un medio para un fin y no como un fin en sí mismo:

T5.102-108; 117-122; 126-128; 132-134. Terap: En qué nos parecemos. (Título de la tarea) Consul3: Le puse título. Me pareció bueno ponerle título. Terap: Léela tú. Consul3: No, léela tú porque yo no tengo voz. Terap: Bueno, solo porque estas enfermo. Terap: (La terapeuta lee la “tarea” que realizó el paciente): Laura es muy bonita, tanto externa como internamente, ella me ha dicho que también lo soy, creo que finalmente debo aceptarlo. Terap: ¡Gracias Dios mío! (sube el tono de la voz, y lo dice eufóricamente) (risas). Terap: (La terapeuta lee la “tarea” que realizó el paciente): Tenemos capacidades distintas a las de los demás, nos resaltamos entre otros con nuestras habilidades Terap: (lee): Laura y yo tenemos ideas muy creativas. Tenemos en común una verdadera sonrisa, no es una mentira. Terap: ¿Creo que esa sonó con lo que te dijo tu amiga? Consul3: (Risas) Si, o sea yo pensé en ti, y yo sé que tú tienes una sonrisa, pero no tienes, no eres de ese tipo de una sonrisa fingida, uno reconoce una sonrisa fingida cuando finge (el paciente finge una sonrisa). Terap: (Risas) Consul3: Uno reconoce cuando algo así y no todo el mundo lo puede hacer, es una sonrisa vacía. Terap: (Lee): Tenemos en común una verdadera sonrisa y no es una mentira. Identifico que somos personas cariñosas y sentimentales, de otro modo nunca hubiéramos podido ser equipo. Terap: ¡Cierto! Terap: (Lee): Laura y yo somos demasiado fuertes y resistentes. Nuestra mente puede tener una gran similitud e inteligencia. Terap: Ok. Terap: (Lee) Nos parecemos mucho en la parte de valentía, creo que nos parecemos en nuestros deseos, más de conocer y ayudar, más los de conocer y ayudar. De igual modo se ilustra en este fragmento previo la importancia que tuvo la construcción de un vínculo de implicación afectiva y emocional entre ellos, en el cual se admitían expresiones emocionales de vulnerabilidad de parte del terapeuta tales como el llanto, las cuales terminan siendo enormemente valoradas por el consultante en tanto le permiten vivenciar una experiencia que describe como única y singular, en la medida en la que logra experimentar al otro real y genuinamente empatizando con él y con su dolor

T5.142-180. Terap: (Lee): Nuestros sentimientos son reales a comparación de un universo Terap: ¿A qué te refieres ahí? Consul3: El universo es… Recordé un momento, muy bonito para mí, y un momento así no lo he experimentado con alguien nunca en realidad, entonces me atrevo a decir esto con argumentos. Terap: aja, ¿a qué momento te refieres? Consul3: Lo recuerdo como si hubiera sido ayer, como si hubiera sido en el mismo sofá. Terap: 191

Cuéntame. Consul3: Tú recuerdas, tú puedes recordarlo. Terap: Pero si me das pistas. Consul3: (…) Tú estabas algo triste. Terap: ¿Por una cosa que tú hiciste? Consul3: No tanto, sino por lo que yo alcance a transmitir, y creo que lo acogiste. Terap: Hmm. Consul3: Ahora que lo analizó, es mil veces mejor sentirlo. Terap: ¿Podrías contármelo? Consul3: (…) Tus lágrimas, valían tanto como las mías, sería el acertijo, ya te dije todo. (Silencio corto) Terap: ¿Fue una vez que me contaste lo de los niños, como te habían… las cosas que te habían dicho? Consul3: Hablamos de muchos temas, pero creo que ese fue el principal. Terap: Creo que yo me puse a llorar. Consul3: Era imposible, ahí te sentí. No puedes negarlo. Terap: ¿Qué sentiste? Consul3: (…) Sí, creo que no todo el mundo llega a sentir esa experiencia en su vida. Terap: ¿Que nombre podría tener esa experiencia? Consul3: Prefiero dejarla así como sucedió. Terap: ¿Sería importante para ti que yo entendiera como fue esa experiencia para ti, no tanto el nombre, sino lo que implicó? porque yo sé el hecho, se cómo yo me sentí, pero no sé cómo te sentiste tú. Consul3: P: Yo lo valore mucho, salí valorándolo, y muchas cosas más.

Un componente central de la relación terapéutica en este tercer momento tiene que ver con la experiencia de mutua validación. Ahora bien, es interesante señalar cómo esta experiencia de profunda de valoración influye significativamente sobre el afrontamiento que hace el consultante de los momentos de dificultad y sobre el modo como él se relaciona consigo mismo desde una postura de mayor solidaridad y un reconocimiento de su importancia y valor:

T5.191-199 Consul3: Para mí fue importante, yo creo que para ti también, pero no sé, yo te lo pregunto. Terap: ¿Si para mí fue importante la relación que hemos construido o el suceso? Consul3: Ambas. Terap: ¡Claro que sí!, como no va a serlo. Consul3: (Sonrisa) Si, yo sé, pero solo quería que lo dijeras, tus actos todo lo demuestran, (sonríe), es mi sonrisa real la que ha salido, esa conexión en ese momento donde no existía sonrisa y ahora sale. Terap: Y cuando no estamos aquí en este lugar, ¿también sale? Háblame un poquito de eso. Consul3: (Se tapa la boca), es que realmente siento que me guías, que en algunos momentos me acompañas, que si estoy muy solo, no me duele, me ayudo, me siento como importante.

Un componente esencial de la relación terapéutica que influye sobre la coordinación interactiva que la configura y sobre el modo como se despliega el contacto comunicativo y las actitudes emocionales, tienen que ver con la importancia que asume la reciprocidad al interior de esta relación, la cual se profundiza en este tercer momento, en la medida en la que se reconoce también el efecto que tuvo el consultante en la vida del terapeuta, lo cual contribuye con el proceso de reconfiguración de identidad. 192

T5. 199-230 Consul3: (…) de pronto no sé, quizás haga un… eso es lo que me dijeron pero no me parece, contigo no. Terap: ¿Qué hagas un qué? Consul3: Un efecto colateral en ti, así como sería ayudar, porque tú me ayudas, yo te ayudo…pero no. Terap: Yo creo que es imposible no. ¿No crees? (…) Terap: Dime tu primero y luego te lo digo yo que nunca te lo he dicho tan claro, pero quiero antes de decírtelo y dañarlo, quiero saber en qué crees también que me has aportado a mi (Silencio) Consul3: Yo, no sé, es algo que yo he querido y no sé si lo estoy haciendo, o no, pero no sé, es profundo, (silencio), nunca creí que te lo iba a decir, pero bueno…Terap: Gracias (sonríe) (…) Consul3: Yo pienso que te ayudo a tener una vida más bonita. Terap: aja, es muy acertado. Consul3: (Silencio) (sonríe) (movimiento en la silla, suspiro), pienso que a veces te aporto conocimientos interesantes. Terap: Cierto. Consul3: No solo yo, sino como maneras de entender mejor las cosas, porque me doy cuenta que soy un complique, entonces tú me logras entender a mí, las otras personas con las que estuve, ni me entendieron, ni entraron en mí, entonces yo creo que te ayudo en eso. Terap: Gracias, es cierto, no porque seas un complique, porque no ha sido así, pero si me has ayudado a, yo si siento que he podido entrar, mejor dicho tú me abriste la puerta y me permitiste entrar, ya después de ahí pues yo siento que sí, debe ayudarme a mí para ayudar a otros, con lo que tú me ayudaste, abriéndome las puertas a entrar en un mundo que tenía una barrera tan gruesa, si lo siento (Silencio). ¿Tienes algo más? Consul3: Pienso que te podría ayudar cuando estés triste, casi nunca te veo triste pero…no me gusta, verdaderamente ayudar a alguien que este triste, que yo lo haga no es tan fácil, porque tú no eres un alguien para mí, tú no eres un alguien para mí. Terap: ¿Entonces? Consul3: Por eso te quiero ayudar cuando te sientas mal, porque yo sé que te sientes mal en algunos momentos, no eres una humana inmune a los sentimientos negativos.

Hacia el final de este fragmento es posible dar cuenta de cómo algo que favorece la construcción de esta experiencia de reciprocidad y esa coordinación interactiva que se configuró, tiene que ver con el hecho de que la terapeuta no se posicionara como un ser indescifrable, neutro e invulnerable, sino que pudo relacionarse desde su humanidad, lo cual permite la construcción de una relación en la que el consultante siente puede también aportar.

Esta relación terapéutica admite en consecuencia el hecho de que la terapeuta pueda compartir con el consultante el modo como éste aportó en su concepción de la psicoterapia y en su vida personal, otorgando al consultante un lugar de maestro, lo cual habla de los matices que adopta esta relación terapéutica en la que el liderazgo y la experticia se comparten con el consultante y el proceso de cambio se sitúa en un contexto bidireccional desde el cual las dos identidades se reconfiguran y trasforman: 193

T5.281 Terap: Ok, voy a decirte tres. Hmmm, mi carrera es de las cosas que más sentido tiene, yo te veo y me veo en muchos sentidos, y algo que me permitió la psicología fue encontrar mi lugar en el mundo, yo creo que no lo había encontrado, no lo tenía muy claro, todavía es el lugar en donde más siento que es mi lugar, de muchos otros y creo que acompañarte en este proceso fue clave para yo entender que es lo que yo quiero hacer en este lugar en el mundo que encontré, y contigo entendí como que esto trasciende las técnicas, que esto es más allá de saber qué preguntar, o saber qué tipo de pregunta hacer, qué hipótesis construir, cuál es la función del síntoma, trasciende un poco esas cosas más técnicas y tiene que ver con la posibilidad de conectarme, lograr una conexión con una persona, y que esa conexión en sí misma es el aporte que puedo dar a descubrir la mejor versión de sí mismo, al sentirse conectado, conocido por alguien, valorado, aceptado, pero yo nunca lo… Y yo he atendido casos antes que ti, pero creo que con nadie y eso lo agradezco un montón, mi tesis de grado de la maestría tiene que ver y salió de acompañarte a ti, y se pregunta por la relación terapéutica porque yo he visto que más que palabras y reflexiones, es así como yo quiero ayudar a los otros, construyendo una relación que los ayude de alguna manera, más que ideas, las ideas son importantes, y las valoro un jurgo y me encanta como pensamos juntos, pero ha sido especial para mí, y creo que tu tenías, yo creo que la vida me permitió entender, que es desde ese lugar y no desde el otro, y es hacer esto que yo amo profundamente y que me da sentido, y que me dio un lugar en la vida y fue contigo que yo lo tuve claro, con nadie más tuve eso claro, si sabía que es importante, tal… Un poco como te dijo el comentario tu amiga, si empatía y relación de confianza, pero ahorita lo veo y es mucho más que eso, es mucho más de lo que dicen los libros en ese sentido, eso lo valoro y eso es una cosa que le agradezco a la vida, y te agradezco porque tú eras el único que podía mostrarme eso tan claramente, como un maestro para mí en ese sentido, y lo agradezco un jurgo. Otra cosa, creo que ha sido especial, o no creo, ha sido especial para mí, el sentir tu cariño y sentir lo mucho que me valoras, creo que así como tú dices que aunque incluso cuando no estés acá te sientes importante y valioso, tú me has ayudado a sentirme importante y valiosa, porque he visto tu cariño y veo un cariño muy genuino y que a pesar de que yo aquí no esté hablando de mi vida, porque no es mi rol, al fin y al cabo te estoy acompañando y soy tu equipo y no puedo ponerme aquí digamos en ese sentido, pero siento que me conoces mucho, y siento que yo puedo ser genuina y autentica acá y que tú has sido genuino y autentico conmigo . (…) Y lo tercero, valoro un montón, cómo que te admiro, hay cosas que yo veo y digo: uy, Alexander, es más yo te pensé en estos días, a mí me parece incomodo estar en lugares en los que haya mucha gente, esa es otra cosa en la que nos parecemos, fui a un taller que día, de comics y el uso en la terapia, pero había mucha gente y yo decía: que mamera, y decía que incomodo, y entonces yo miraba el celular, y ay que incomodo, mi mamá me decía pero habla, aprovecha y has contactos, y yo decía no quiero, y era una sensación demasiado incomoda y me acordé de ti y dije: él es muy valiente, muy valiente y el ver como lo has afrontado aun cuando sea difícil, me ayudo a mí.

Por otra parte, es posible apreciar el efecto que tuvo la experiencia de revisar el aporte del consultante hacia la terapeuta sobre el proceso de configuración de identidad del 194 consultante en la medida en la que contribuyeron con la emergencia de una visión de sí mismo en tanto una persona más grande y fuerte:

T5. 284-291 Consul3: No me salen palabras, gracias no es suficiente Laura, mi corazón siente con más gracias, mucho más. Terap: Yo también. Consul3: (Silencio largo) (risas) Hay una fuerza muy potente en mí y me siento pesado, (en un tono de voz muy alto) ¡ahhhh! (Sonríe conmovido) Terap: Sabes que para mí tiene un sentido que me hablaras ahora así tú, ¿qué significa para ti? Consul3: Noooo, ¡que soy grande! (con la boca tapada) Terap: Si señor, que ya te das cuenta lo fuerte y lo grande que eres. Consul3: Me siento muy alegre y no lo puedo sacar.

T5.251-256 Terap: ¿El abrir estos secretos, te dicen algo de tu proceso personal? El que ahorita ya no estén guardados y me los hayas podido expresar, aunque no sean todos Consul3:(…)me siento bien como una liberación, pues que no es una liberación así como de una carga, sino como una liberación de algo bueno que salió de ti, entonces te aporta la idea que puedes tener cosas muy buenas.

Finalmente, Se observa a su vez como este ejercicio de mutua revelación entre consultante y terapeuta que tiene lugar a lo largo de la relación terapéutica influye de manera significativa sobre la necesidad que ha experimentado el consultante de ubicarse en un plano superior al resto evidenciándose más dispuesto de asumir otro tipo de coordinaciones interactivas con otros en los que asuma un rol complementario:

T5.311-315 Consul3: No, no más silencio… ¡mueroooo! Terap: Esta bien el silencio Consul3: Yo sé, yo siempre he pensado lo mismo, pero hoy no lo siento. Terap: ¿Y en dónde has pensado eso tú? consul3: P: No sé, es mi costumbre, aunque aquí no hay nadie más, no me siento relajado, pero si me siento como con la iniciativa de rebajarme, sé que primero los demás deben ser felices y después yo

Lo anterior nuevamente resalta cómo la relación terapéutica se configura en un puente a través del cual el consultante vehiculiza nuevas formas de concebir y experimentar el mundo y a sí mismo, como fruto de la posibilidad de experimentarse conocido, reconocido y aceptado, con lo cual logra acceder a nuevas versiones de sí mismo y nuevas ofertas relacionales desde las cuales visibiliza esos valores, propósitos y metas vitales que facilitan una postura más comprometida consigo mismo y con otros. 195

5.4 Cuadros comparativos

Se presentan a continuación tres cuadros comparativos por cada uno de los momentos del proceso, en donde se precisan las diferencias y semejanzas entre los tres consultantes en función de los focos temáticos que han guiado el análisis de la relación terapéutica desde una perspectiva interaccional y su influencia en el proceso de reconfiguración de identidad.

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6. DISCUSIÓN A partir de los resultados previamente desarrollados, se propone a continuación una mirada reflexiva e interpretativa de los mismos, que posibilite una comprensión de las pautas que se configuran en la relación terapéutica, en tres procesos interventivos asociados al consumo de alcohol, juego online y trastornos de la conducta alimentaria y la manera como dicha relación influye en la reconfiguración de identidad de los consultantes. Esto implicará dilucidar las conexiones entre las categorías que fueron emergiendo de la lectura y relectura de la información, referidas a la coordinación interactiva, al contacto comunicativo y a las actitudes emocionales que paciente y terapeuta evocan en el otro, al tiempo que las comprensiones que se construyen en torno al problema, a la perspectiva del cambio, así como sobre los procesos de reconfiguración de identidad visibilizados en las trasformaciones que tuvieron en las versiones de sí mismo, las versiones de otros significativos acerca de sí mismo y la versión de mundo relatada por los consultantes y la terapeuta, a lo largo los tres momentos en los que se contempló el proceso terapéutico.

Lo anterior se presenta a su vez a partir de un ejercicio comparativo entre los resultados que fueron emergiendo en los tres procesos terapéuticos y entre dichos hallazgos y los referentes teóricos planteados para esta investigación-intervención. Seguido a esto, se plantearán las limitaciones encontradas en el presente estudio y las propuestas investigativas, teóricas y de intervención, derivadas del análisis que se propone a continuación.

Siguiendo los fines que se propone este estudio, resulta importante partir del reconocimiento esencial respecto al carácter dinámico que asume la relación terapéutica a lo 199 largo del proceso, al tiempo que los ajustes particulares que se evidencian en función del caso, lo cual deriva en el hecho fundamental de que cada relación terapéutica se configura como fruto de un proceso intersubjetivo, generativo, singular, y complejo que conlleva una continua negociación del pacto relacional que se desarrolla de acuerdo a las necesidades propias del consultante y los sistemas significativos con los que se relaciona.

No obstante en esta singularidad emergente, fue posible observar a través del presente estudio, pautas comunes en la relación terapéutica que atraviesan los tres procesos desarrollados con los consultantes, lo cual ilumina dos planteamientos importantes: El primero, referido a que la persona del terapeuta participa en la terapia desde sus propias ofertas relacionales de preferencia, realizándose un acople de identidades, lo cual puntúa la importancia de los procesos autorreferenciales dentro del proceso terapéutico. El segundo, se refiere a la existencia de patrones de relación entre consultante y terapeuta que favorecen el proceso de reconfiguración de identidad en sistemas que evidencien una organización de tipo adictiva como lo es la anorexia, la adicción al alcohol y a los juegos online, los cuales habrán de presentarse a continuación.

Así pues, una pauta en común identificada en los primeros momentos de la relación terapéutica con los tres consultantes, tiene que ver con el establecimiento de un modo de relación complementario entre consultante y terapeuta, desde el cual este último procura confiar en la dirección que otorga el consultante a la conversación, acomodarse a sus ritmos y tiempos, aceptar sus negativas para explorar ciertos temas, así como su decisión de ampliar otros tópicos, absteniéndose de adoptar una postura directiva para concentrarse en ampliar, hasta donde sea permitido, el relato, los significados y las emociones. Esta coordinación interactiva favorece en los tres consultantes una mayor apropiación de sí mismos y sus 200 decisiones, con lo cual logran ser ellos quienes cuestionan su propia postura, pues no tuvieron que defenderla del terapeuta, pauta con la que se movían en otros contextos en donde los padres u otros seres significativos, en aras de lograr el cambio, cuestionaban su comportamiento repetidamente; este aspecto pone en relieve la necesidad de implementar en la terapia posturas relacionales diferentes a las ya probadas y repetidas por la familia para no caer en “más de lo mismo” como señalan los de la escuela de Palo Alto pensando la postura del terapeuta desde una perspectiva estratégica (Fisch, Weakland, Segal, 1982). Desde otro

ángulo, es posible vincular lo anterior desde la propuesta de una postura más colaborativa que se relaciona con aquello que plantea Anderson (1999) y Connelly y Clandinin (1995), en torno al deber que acompaña a los terapeutas de crear un contexto que estimule la responsabilidad y que favorezca que el sujeto asuma la autoría de sus hechos, para así poder posteriormente imaginar posibilidades de actuación futuras diferentes, a partir de lo cual es posible dilucidar la importancia de que dicho contexto no empuje hacia el cambio, pues paradójicamente, se evidencia cómo el soltar las expectativas en torno al cambio del otro es aquello que les permite experimentar la libertad para cambiar y hacerse cargo de sí mismos.

Esto coincide con lo que plantea Rogers (1961) en su estudio cuando se percata del impacto que tiene sobre los consultantes, la posibilidad de experimentar libertad al interior de la relación terapéutica en tanto ello fomenta su responsabilidad, al tiempo que termina ocurriendo un desplazamiento de su centro de evaluación desde el exterior hacia el interior del sí mismo experimentando mayor capacidad para tomar decisiones, lo cual fue un efecto evidente que pudo observarse durante el segundo y tercer momento de la terapia en los tres consultantes y que da cuenta de un proceso importante de reconfiguración de identidad en tanto emerge una mayor experiencia de empoderamiento. 201

Otro elemento importante que se deriva de la posibilidad de seguir al consultante en su relato respetando su lógica particular, tiene que ver con la posibilidad de que este pueda ir trasformando de manera progresiva esa versión de mundo consistente en la percepción del mundo como una realidad opresiva frente a la cual no se tiene control ni poder de decisión, lo cual puede leerse desde lo que planteaba Anderson (1999) respecto a la potencia que tiene en la construcción del cambio, el hecho de que sean las narrativas del consultante las que guíen la terapia más allá que las descripciones y explicaciones del terapeuta, a quien sugiere no intentar controlar la entrevista ni mover la conversación en dirección a un contenido o resultado específicos, procurando que la novedad, no sea introducida desde afuera de la conversación, sino desde dentro, en el diálogo mismo entre consultante y terapeuta. Todo lo anterior, empieza a legitimar la experiencia de autodeterminación y diferenciación en los consultantes, las cuales, al inicio del proceso eran vividas como ilegítimas pues derivaban irremediablemente en sentimientos de desaprobación y descalificación. Es decir, al interior de la relación terapéutica transita el dilema asociado al proceso de autodeterminación y diferenciación, siendo la misma relación fuente de posibilidades para su reconfiguración, en la medida en que valida y respeta al otro, como otro siendo este en un elemento central de todo proceso terapéutico.

Así pues, a este respecto, se encuentran como la experiencia de desaprobación al tiempo que la condición de rigidez de los sistemas a los que pertenecían los consultantes en los que la diferencia no era legitimada, pareciera que retó sus procesos de diferenciación, ante lo cual el objeto de adicción constituía una forma de pseudo-individuación a través de la cual buscaban reafirmarse a sí mismos, ya sea desde la búsqueda de oponerse o sobre adaptarse. Esto coincide con lo planteado por Stanton y Todd (1988); Dois (2006) y Micucci

(2005) cuando aluden a como las relaciones amalgamadas que caracterizan los sistemas en 202 los que existen procesos adictivos tienden a que la persona use el objeto o el comportamiento adictivo, como ilusión de diferenciación y control sobre sí mismo, lo cual paradójicamente, lo hace aún más dependiente de su familia.

También es posible percatarse de que la elección del objeto de dependencia no es casual, pues habla de los dilemas existenciales, relacionales y de las semánticas particulares a través de las cuales el sistema adictivo organiza el sentido, todo lo cual puede ponerse en juego en la relación terapéutica, la cual ha de asumir una organización que facilite un proceso de flexibilización en las polaridades de tal forma que no se requiera de un síntoma para resolver el dilema que la polaridad implica.

A partir de lo anterior, es posible retomar a Ugazio (2006) para analizar como la identidad individual de los tres consultantes se com-pone al interior de una estructura semántica relevante compartida en los sistemas familiares respectivos. Así pues, las polaridades semánticas más relevantes que se encontraron en estos tres sistemas adictivos fueron las siguientes: control/descontrol, vencedor/perdedor, dependencia/independencia, malo/bueno. Lo anterior implica que la relación con el otro es percibida en cualquier momento y circunstancia como central de la definición del propio self, como es evidente en los tres consultantes. Esta situación propicia el que construyan sus relaciones incluidas la relación con la terapeuta, como formas de adecuación al otro y sus demandas o bien como formas de oposición, no obstante por una u otra vía terminan en un callejón sin salida en tanto terminan sintiéndose perdedores en el caso de actuar pasivamente ante las expectativas de los otros, o bien activos pero a la vez rechazados.

Algo que permite flexibilizar las polaridades a través de las cuales estos consultantes organizaban la experiencia, tiene que ver con la posibilidad del terapeuta de tomar conciencia 203 de la posición que estaba ocupando en la dinámica relacional establecida con los consultantes, a partir de la cual se desplegaron procesos de meta comunicación a través de las cuales ambos tomaron conciencia del modo como participaban dentro de la relación, lo cual le permitió a los consultantes revisar cómo se posicionan en otras relaciones y la implicación de ello sobre sus procesos de auto agenciamiento. Lo anterior se relaciona con lo planteado por Hardham (1996) cuando exalta la importancia de los procesos de auto referencia alrededor del propio self del terapeuta como observador participe del sistema observado, en tanto ello potencia ampliamente la capacidad del terapeuta de usarse a sí mismo intencionalmente y posicionarse con la conciencia de los significados relacionales que se construyen a partir de la propia postura, pues de lo contrario se encontrará siendo posicionado por otros, impidiendo quizás con esto proponer un estilo de relación que resulte novedoso y movilizador para el sistema .

También se observa cómo la polaridad bueno/malo que dificultaba los procesos de autoafirmación en los consultantes, es movilizada en la relación terapéutica durante el segundo y tercer momento de los diferentes procesos, a partir de la posibilidad de vivenciar en su interior esa experiencia de aceptación incondicional libre de juicios y esa oportunidad para escuchar sus emociones y sentimientos, lo cual favorece el despliegue de una autodeterminación progresiva, con lo cual recupera una mayor experiencia de control sobre sí mismos sin necesidad de recurrir al objeto de adicción rompiéndose la pauta de sobre- adaptación u oposición.

En los tres consultantes se vislumbra a su vez un mayor reconocimiento de sus propios valores, necesidades y sentimientos (antes no registrados) que los llevan a poder establecer sus límites personales, no dejarse absorber por el otro, ni invadir al otro, lo cual es 204 crucial para la construcción de experiencias de intimidad real tal como refiere Martínez

(2011).

Se aprecia como un elemento fundamental de la relación terapéutica la posibilidad de entablar una comunicación afectiva y emocional intensa al tiempo que una profunda y genuina valoración del otro al interior de la relación, lo cual repercutía en la relación de estos consultantes consigo mismos, siendo lo anterior particularmente evidente en el caso 3 en donde escasa red de apoyo demanda una relación terapéutica más intensa. También fue clave en la posibilidad de diluir estas polaridades, el hecho de establecer una relación no instrumental con el consultante, sino una en la que fuera posible trascender esta búsqueda de poder sobre el otro, para adoptar una postura de poder con el otro. Esto cobra mayor importancia cuando la lógica que sostiene el problema mismo tiene que ver con la construcción de relaciones instrumentales de las personas y el privilegio del fin sobre los medios, como ocurre principalmente en el consultante con adicción a video juegos.

En los tres consultantes se evidencia un predominio de la polaridad independencia- dependencia que influye de un modo importante en la construcción de la versión de sí mismo, en tanto la autoafirmación y diferenciación era considerada como intrínsecamente malvada en la medida en la que se vivía en perjuicio de los demás. Se observa entonces la importancia de la incorporación de la perspectiva del ciclo vital dentro de las comprensiones que se hicieron dentro de la relación terapéutica establecida con cada consultante, en tanto ello les permitió cuestionar el que las diferencias fueran efectivamente amenazantes remarcándolas como asuntos naturales y esperables en la interacción entre padres de hijos cuando estos

últimos se encuentran en el proceso de desarrollo y construcción de mayor autonomía. No obstante, es posible pensar que la vivencia de esa incondicionalidad al interior de la relación 205 terapéutica durante todo el proceso y la posibilidad de ir pudiendo aceptar el reconocimiento del terapeuta en la sesión sin sentirse amenazados, y de autoafirmarse sin experimentar que vulneraban al terapeuta, fue vehiculizando la posibilidad de replicar esta experiencia con otros significativos.

Para lo anterior fue fundamental que la relación terapéutica facilitara un contexto seguro al interior del cual poder registrar sentimientos de tristeza, amor, culpa, deseo de cercanía, soledad, todas las cuales no solían registrarse, logrando en sesión integrar dichas experiencias emocionales a sus narrativas personales, con lo cual pudieron visibilizar valores y sentidos que estaban antes ocultos para ellos y que una vez reconocidos, promovieron un proceso importante de reconfiguración de identidad, en tanto cuestionaron esa versión de sí mismos.

Se observa pues en los tres consultantes la posibilidad de construir comprensiones del problema y de la solución en torno a la posibilidad de conectarse con valores y sentidos antes no incorporados en el relato acerca de si mismos, lo cual tiene el potencial de reconfigurar la identidad. Para ello se emplea un lenguaje positivo, propositivo y sintonizado con el propio lenguaje de los consultantes, a través de lo cual los consultantes lograban trascender esa perspectiva de “no soy” a una de “quiero ser”. Lo anterior se relaciona con aquello que refiere

Schon (1983) citado por Anderson (1999) en torno a la importancia del proceso interactivo por el cual nombramos las cosas a las que prestaremos nuestra atención y acotamos el contexto dentro del cual les prestaremos atención, pues ello definirá si una situación problemática podrá de ser trasformada en un problema trabajable o no trabajable 206

Esto favoreció cambios en la propuesta relacional del consultante asociada al problema, considerando que en un inicio la construcción de identidad sobre todo en el consultante 1 y 3 se plantea desde una pauta de oposición que dificulta la afiliación dentro de un sistema de valores, propósitos, ideas, relaciones, desde las cuales experimentar un mayor sentido de estabilidad identitaria. En la consultante 2 si bien se observa desde un inicio la posibilidad de conectarse con valores, la intervención va orientada a reconocer el modo como las expectativas de otros mediaban en su decisión de perseguir ciertos valores y propósitos, facilitándose un cuestionamiento del poder otorgado a dichas expectativas.

Lo anterior se vincula con ese proceso de auto organización que se promueve a través del cual los consultantes logran construir su identidad, afiliarse a otros y construir límites como parte de su espacio de generación, lo cual hace referencia a esa propiedad autopoiética descrita por Molina (2001) y entendida como el producto de la operación autorreferencial a través del tiempo a partir de la cual se despliega una complejidad propia en la que el sujeto produce sus propios elementos y los combina con lo que el sistema pueda jugar en la dinámica relacional de manera creativa, buscando su propia operación autónoma y autorreguladora como señala Estupiñan (2003).

En otras palabras, lo que se observa con los tres consultantes es un fortalecimiento de una mayor autenticidad entendiendo por este concepto la posibilidad de elegirse a sí mismo y conquistarse (Heidegger, 1995 citado por Martínez, 2011); alcanzar una verdadera apertura hacia el mundo y las cosas y apropiarse de sí mismo, de sus percepciones, emociones, haciéndose responsable de su proyecto vital, lo cual es contrario a los procesos ligados a la inautenticidad en las que impera una tendencia a desvincularse de aquellos aspectos humanos que son amenazadores, confusos, o incontrolables, y también una tendencia en donde la 207 persona se dispersa en lo social, perdiendo lo que le es propio (Cohn, 2002 citado por

Martínez, 2011)

Todo lo anterior fue posible no solo por esta experiencia de libertad inicial que proporcionó la relación terapéutica a los tres consultantes, sino también por la posibilidad de que la relación terapéutica se moldeara en función de cada consultante y se ajustara a su versión de mundo y a su oferta relacional de preferencia, (incluso aquella que contribuye en el sostenimiento del problema) lo cual conduce a desafiar en ocasiones teorías y técnicas, dándose prelación a lo que se experimenta en la relación, a los significados y emociones que allí transcurren, haciendo esto referencia a lo que plantea Maturana (2003) respecto a cómo es la emoción es lo que define a la acción y por ende, son las emociones que no pueden sino transcurrir al interior de una relación, en este caso la terapéutica, las que configuran y definen las acciones orientadas al interior de los procesos de intervención.

Así pues, se construyen en los tres procesos modos conversacionales muy singulares,

(conversación desde la lógica y la razón, conversación de tipo mítico trascendente, y conversación de tipo fantástica, combativa y lúdica) con lo cual se facilita una experiencia de cohesión, intimidad y conexión con la terapeuta, quien desde el primer momento del proceso acude de manera natural y genuina a facetas de sí mismo evocadas por el consultante, para luego ir introduciendo nuevas facetas de si y de su versión de mundo, que le ayudan al consultante a ganar mayor flexibilidad y construir nuevas formas de conversación, de conexión y de relación consigo mismo y con el problema.

La sintonización con el modo conversacional de preferencia del consultante termina uniendo al consultante y al terapeuta en una exploración conjunta, en la cual ambos 208 permanecen interesados y conectados para la construcción de conexiones e identificación de patrones, experimentándose ese forcejear conjunto por ver y hacer conexiones que ninguno puede establecer solo al que se refería Shotter (1993) citado por Anderson (1999). No obstante, a medida que trascurre el proceso, incluso en una misma sesión, se incorpora de manera intermitente y paulatina formas de conversación y de relación más versátiles.

Lo anterior también permitió que los consultantes se experimentaran validados, reconocidos y comprometidos con un proceso que no se experimentaba ajeno, sino teñido de su propia subjetividad, lo cual coincide con lo planteado por Chazenbalk (2004) cuando alude a la necesidad de sintonizarse con el marco de referencia del otro a nivel verbal y no verbal.

Un tema central que se va dilucidando tiene que ver con la importancia de que la relación terapéutica pueda alternar entre una intensa complementariedad que permite desplegar la experiencia de sintonía y conexión, junto con esa disonancia progresiva que evita el estancamiento del proceso, en tanto lo anterior permite ampliar los procesos de retroalimentación positiva del sistema y la flexibilización de formas de relación del consultante en otros contextos dentro de la relación terapéutica misma. Lo anterior contempla aquello que ya ha advertido Baringoltz (1992) citado por Chazenbalk (2004) cuando señala que un alto grado de concordancia entre los sistemas de creencias del terapeuta y del paciente, o una profunda complementariedad de los mismos puede desencadenar un estancamiento en los tratamientos, así como una disonancia definitiva que en últimas dificulta el establecimiento de una relación empática y genera un abandono del proceso terapéutico.

Esta posibilidad de flexibilizar esta pauta complementaria que a un inicio cobra una intensidad mayor, deriva eventualmente en una mayor simetría y en una creciente 209 reciprocidad en la relación terapéutica, reflejada en una distribución menos demarcada en cuanto a los roles y posturas, pues en momentos posteriores, estos van adoptando un carácter más dinámico, en la medida en la que no es solo el consultante quien expresa emociones y sentimientos, también lo hace la terapeuta (claro está, en la medida en la que dichas emociones puedan ser útiles al proceso del consultante); no es solo la terapeuta quien expresa reconocimiento al consultante, este también lo hace hacia la terapeuta. No hay un líder y un seguidor demarcado rígidamente sino que ambos lideran y siguen al otro de manera recíproca. Así mismo, se observa como el consultante no es el único cuya identidad se ve transformada por la relación con la terapeuta, pues también la experiencia de sentir la confianza, afecto y valoración del consultante tiene implicaciones en los procesos de reconfiguración de identidad del terapeuta fruto de experimentarse tan íntima y profundamente incluido en la vida de otros como ya había advertido White (1997). Así pues, ambos están llamados a observarse dentro de la sesión y revisar como participan de ella, ambos pueden abrir aspectos de sus vidas y experimentarse curiosos en relación con el otro, configurándose en consecuencia esa conversación dialógica a la que aludía Anderson (1999) caracterizada por esa indagación compartida, ese continuo intercambio de ideas opiniones, preferencias, recuerdos, observaciones, sensaciones, emociones, todo lo cual configura el cambio terapéutico.

Lo anterior contrasta con lo planteado por Arribas (2003) respecto a la importancia de realizar con los sistemas en los que existen procesos adictivos, una clara distribución de los roles entre terapeuta y consultante para facilitar la organización jerárquica de la terapia, la realización de las tareas y la delimitación rígida de las responsabilidades, pues lo que se observa en este estudio es como la construcción de esta experiencia de reciprocidad al 210 interior de la relación terapéutica favorece en sí misma procesos de reconfiguración de identidad y movimientos importantes en lo que respecta a la oferta relacional del consultante asociada al problema. Así pues, este modelo de relación que se construye en el cual se reduce la jerarquía y se honra la conexión, facilita en los tres consultantes la posibilidad de experimentarse partícipes de una relación de intimidad real entre la persona del consultante y la persona del terapeuta, en la medida en la que esta no se contemplaba como parte de la estrategia o maniobra terapéutica, sino que la relación se experimenta como un fin en sí misma y no únicamente como un medio para conseguir el cambio lo cual va en línea con lo planteado por Arango y Moreno (2009). Es importante advertir que esta pregunta por la autenticidad de la conexión constituía una inquietud que fue introducida por dos de los consultantes, lo cual puede llevar a reflexionar que esta necesidad de construir un vínculo genuino con la terapeuta efectivamente está presente en los consultantes y no solo corresponde a los significados que tenga la terapeuta respecto al ejercicio de la terapia.

La importancia de lo anterior yace en que los cambios que se vivieron en esa relación de intimidad con la terapeuta se experimentaron como reales, lo cual permitió que pudieran ser mayormente incorporados en la propia versión de sí mismo que tenían los consultantes, facilitando procesos de reconfiguración de identidad. Lo anterior da cuenta además de otra meta regla que se fue configurando al interior de la relación respecto a cómo la espontaneidad era una actitud permitida y estimulada, permitiéndose expresiones como llorar, reír, sorprenderse etc., no solo en el consultante sino también en la terapeuta, lo cual coincide con lo planteado por White (2002) citado por Arango y Moreno (2009) cuando enmarca esta espontaneidad como fundamental dentro del proceso de construcción del relación terapéutica y lo inevitable que resulta incluir las experiencias del terapeuta, sus sentimientos y emociones 211 como parte de la ecuación. Para esto fue clave que la terapeuta no experimentara su subjetividad ni sus emociones como una amenaza al proceso terapéutico, sino que se permitiera vivirlas también de manera auténtica sin tener que ofrecer una fachada externa, lo cual coincide con lo planteado por Rogers (1961). Así pues, el enfrentarse con la posibilidad de que la terapeuta se relacionara desde una postura espontánea y genuina, en el sentido de que no hacía parte de un intento de manipular al otro o esconderse bajo la fachada de su rol, invitó a los consultantes a probar este modo de relación menos defensivo y más espontáneo.

Un elemento central de este estudio tiene que ver con el potencial que reviste a la relación terapéutica para favorecer una mayor conexión con valores, sentidos, intenciones y propósitos que configuraron un pilar fundamental en el proceso de reconfiguración de identidad que tuvo lugar en los tres casos, lo cual se relaciona con lo planteado por Martínez

(2011) cuando alude a la importancia de asumir que la relación terapéutica es el camino privilegiado para la movilización de los recursos noológicos y para la superación de las restricciones psicofísicas que impiden la expresión del autodistancimiento y la auto trascendencia; la primera alusiva a la capacidad de tomar distancia de sí mismo, de monitorear los propios procesos emotivo-cognitivos; de tomar postura frente a la situación sin diluirse en ella; y la auto trascendencia entendida como la capacidad intencional de la conciencia para dirigirse hacia algo o hacia alguien significativo más allá de sí mismo, es decir, “a los significados de realización o a encontrarse con otros seres humanos a quienes amar” (Frankl, 1988). Así pues, es claro observar en estos tres casos un aumento en la posibilidad de dejarse tocar por el valor o el sentido captado y de resonar afectivamente ante su presencia; de enfrentar esa tensión entre el ser y el deber ser sin que ello se experimentara de un modo paralizante, lo cual se relaciona con el énfasis que se otorgó a exploración de 212 sentidos y valores dentro de las redefiniciones que se hicieron del problema, como también en la posibilidad de generar un contexto lo suficientemente seguro para poder realizar procesos de auto distanciamiento y autorreferencia.

Ahora bien, un elemento que al menos en el consultante 2 y 3 favorece esta posibilidad de sintonizarse con sentidos y valores, y por ende con una visión de mundo revalorizada, tiene que ver con el poder conectarse con la terapeuta desde su humanidad y su singularidad como persona, en tanto desde allí la terapeuta pudo invitarlos de manera inadvertida con su actitud hacia su propia vida, a contemplar una visión de mundo más esperanzadora en la que pudieron empezar a vislumbrar la posibilidad de comprometerse con valores que otorguen sentido a la existencia y cuestionar esas generalizaciones negativas en torno a la misma, que los consultantes compartían de una realidad opresiva y vacía de sentido.

Esto pudo favorecerse por un lado, debido al tipo encuadre en el que se inscribieron estas relaciones construidas con los consultantes 2 y 3 (terapia ambulatoria) considerando la oportunidad que ofrece para poder conocer al terapeuta en distintos contextos ( momentos de juego y ocio, grupos terapéuticos, a la hora de las comidas, etc.) pero también pudo deberse a las necesidades de los consultantes vinculadas también a la pauta del problema en la que se perseguía de manera urgente la posibilidad de sentirse aceptado y valorado por otros.

Todo lo anterior influyó en la posibilidad de construir una relación en la que fuera posible relacionarse con un terapeuta más asequible en cuanto a su singularidad y más cognoscible, que lo que sucede en consultante externa (consul1).También se aprecia en los consultantes 2 y 3 cómo esta modalidad de intervención ambulatoria plantea un mayor intercambio de expresiones de afecto verbales y no verbales, la mayor presencia de conversaciones en torno al modo como va evolucionando la relación terapéutica y la 213 posibilidad de explicitar el aporte del consultante a la vida del terapeuta, lo cual repercutió en el proceso de reconfiguración de identidad de estos consultantes. Aquí es preciso retomar el cuestionamiento que hace White (1997) cuando invita a asumir la responsabilidad de identificar, reconocer y explicitar dentro del contexto de terapia, la contribución real y potencial que esta labor hace a nuestras vidas, argumentando que solo de esta manera sería posible una concepción recíproca de la relación terapéutica y la posibilidad de realizar una distribución realmente equitativa del poder.

No obstante el formato de terapia, en los tres consultantes se aprecia un despliegue de esta capacidad de auto trascendencia dada también por la posibilidad de fortalecer ese

Nosotros Universal descrito por Dimaggio y Semerari (2008) citado por Martínez (2011), alusivo a la posibilidad de fomentar la creación de un espacio en común. La importancia de lo anterior ha de dimensionarse, reconociendo la profunda experiencia de aislamiento y de no empatar con otros, que vivían los tres consultantes como consecuencia de esa versión restringida que predominaba en el primer momento del proceso.

No obstante, se observa cómo se de-construye esa experiencia de aislamiento como consecuencia de que en la relación terapéutica incluyera dichas experiencias que los regalaban (tales como la lógica, el misticismo, y la imaginación y el pensamiento fantástico) se re enmarcaron como formas válidas de ver la vida, aprovechándose como recursos útiles en la posibilidad de resolver el problema. Así pues, es importante exaltar que fue justamente a partir de esas experiencias que los llevan a sentirse relegados y desacoplados, que se construyó la conexión entre terapeuta y consultante y con ello esa experiencia de pertenencia, la cual empezó a reducir la brecha entre los consultantes y esos otros significativos que los rodeaban. Esto da cuenta de cómo la relación terapéutica termina vehiculizando la 214 posibilidad de construir una relación con el mundo desde la experiencia de cooperación, en tanto los tres consultantes terminan replicando con otras personas de su red social significativa, esa experiencia de intimidad y reciprocidad que vivieron en la relación terapéutica, fortaleciendo con ello esas versiones alternativas de sí mismos , ahora soportadas en otros vínculos, que les permiten transformar su relación con el problema del alcohol, del juego o de la anorexia.

Otro hallazgo importante de este estudio tiene que ver con la importancia que tiene la relación terapéutica dentro del proceso de diferenciación tanto en el consultante como en la terapeuta, el cual va fortaleciéndose a medida que trascurre el proceso terapéutico. En la terapeuta, esta mayor diferenciación que se logra a medida que avanza el proceso, se refleja en la mayor posibilidad de expresar pensamientos e ideas sin el temor a generar una escalada en el consultante o un rechazo por parte del mismo. En esta medida, es posible observar como la confianza que también tiene la terapeuta en la aceptación incondicional del consultante le otorga mayor maniobrilidad terapéutica en el sentido de que puede tomar más riesgos en tanto siente que el otro va a poder aceptar traspases, equivocaciones, molestias, sobre la base de un afecto y aceptación que trasciende un intercambio puntual.

No obstante lo anterior, aquí es preciso aclarar que la aceptación que la terapeuta ofrecía al consultante nunca estuvo sujeta a la aceptación del consultante hacia la terapeuta, en tanto los desafíos y la pauta de descalificación y oposición que desplegaban en la relación terapéutica no era asumida personalmente, sino que servía para la comprensión de la pauta asociada al problema. En consecuencia, la terapeuta no adoptaba una postura hostil, ni propiciaba escaladas simétricas para trasformar la postura del consultante; lo anterior requirió de procesos auto reflexivos a partir de los cuales la terapeuta pudo en varias ocasiones percatarse de su propia necesidad de reconocimiento, procurando hacerse cargo de ella, sin 215 responsabilizar al consultante, lo cual fue clave para no asumir posturas defensivas. Esto coincide con la importancia de que la terapeuta realice una continua autoexploración como sustentan Neimeyer y Mahoney (1998) quienes plantean que la terapeuta debe tener el valor de asumir sus propios asuntos personales cuando se siente invalidado, lo cual es una experiencia que fácilmente ocurre cuando la terapeuta se involucra como persona en el proceso.

Esta mayor diferenciación en el terapeuta que es necesaria para no engancharse con las provocaciones, pero que también implica soltar la expectativa de ser aprobado por el otro, avanza a medida que transcurre el proceso terapéutico, y permite el despliegue del potencial de usar aquello que trascurre en la relación terapéutica, en el aquí y ahora, para introducir novedades que impacten el proceso de reconfiguración de identidad, en la medida en la que logra conversarse acerca de pautas de relación asociadas al problema, pero también logros y formas novedosas de relación consigo mismo y con la terapeuta.

Lo anterior permite construir una coordinación interactiva más flexible desde la cual no solo se sigue al otro en su relato y se actúa conforme a sus expectativas, sino también se aventura en la posibilidad de expresar desacuerdos, puntos de vista distintos, señalar disonancias entre el relato del consultante y su lenguaje no verbal. De igual modo, favorece la posibilidad de comprender el marco de referencia del otro sin tener que fundirse en él; de acompañar al consultante en la toma de decisiones, sin experimentar la necesidad de asumir la responsabilidad de tales elecciones como ocurre por ejemplo ante la idea de suicidio, la decisión de volver a vomitar, o el dilema de iniciar o no el proceso terapéutico. Esto sugiere hallazgos importantes que aluden por un lado, a la importancia del nivel de diferenciación del terapeuta sobre sus posibilidades de construir una relación que derive en procesos de 216 reconfiguración de identidad, y por otro, al potencial que tiene sobre el proceso de diferenciación del terapeuta (y por ende del consultante) el procurar construir una relación en la que exista la suficiente libertad para sí mismo y para el consultante, entendiendo por

ésta la posibilidad de hacerse responsable de sí, pues como diría Martínez (2003) citado por

Martínez (2011) “el hombre es libre para ser responsable; es responsable porque es libre”

(p.10).

Ahora bien, en es posible evidenciar como esa mayor diferenciación asume una forma distinta de acuerdo al consultante y que ese proceso de diferenciación empieza a visibilizarse en la relación con la terapeuta, siendo algo que favorece el proceso de diferenciación, la existencia de esa meta regla que se ha configurado en torno a la posibilidad de compartir temores y sentimientos en relación con el otro, al tiempo que la posibilidad de ubicar la relación terapéutica dentro del marco de una aceptación incondicional recíproca, que permite construir una mayor estabilidad en su sentido de sí mismo que no se perturba tanto como consecuencia de los retrocesos, dificultades, temores, y decisiones, entre otros.

Un elemento en común que se observa en los tres casos tiene que ver con la posibilidad que deviene con el proceso terapéutico, de enfrentar de un modo distinto las críticas y los juicios de otros sin que la identidad se vea amenazada, al tiempo que la posibilidad de relacionarse con otros sin esa experiencia de juicio y señalamiento que prevalecía, lo cual se relaciona con el hecho de haber participado de un contexto al interior del cual se de-construía y diluía esa polaridad bueno-malo y se favorecían comprensiones más circulares, al tiempo que se promovía esa experiencia de aceptación incondicional de la que se ha venido hablando. Esto se conecta con lo planteado por Rogers ( 1969) cuando alude a la posibilidad que se despliega como fruto de participar en una relación terapéutica mediada 217 por la aceptación incondicional, la empatía y la autenticidad, en tanto ello le permite incorporar ese modo de relación consigo mismo y con otros, en la medida en la que aprende también a escucharse y a escuchar sin prejuicios, sin temores, sin la necesidad de defenderse, sino desde una aceptación incondicional de sí mismo y del otro, que le permite en consecuencia y paradójicamente, su proceso de transformación.

Conviene en este punto señalar un elemento importante que se encuentra a través del presente estudio en la medida en la que influye de un modo importante en las cualidades que el consultante puntúa como valiosas en la relación terapéutica, tiene que ver con las comprensiones en torno al problema presentes en la relación terapéutica y en las instituciones en las que se enmarca la relación, pues ello predetermina unas expectativas en torno a rol del terapeuta, al rol del consultante y al tipo particular de coordinación interactiva entre consultante y terapeuta que ha de entablarse. Lo anterior podría explicar las disonancias encontradas entre las cualidades que los consultantes valoran en la terapeuta según el estudio de Arribas (2003) y aquellas que son reportadas por los consultantes en el presente estudio, pues mientras que en el primero las cualidades que se valoran se remiten a las actitudes de firmeza y optimismo del terapeuta, incluyendo la importancia de que la terapeuta le ayude a reconocer sus errores aunque le disguste, que no se deje manipular, que no cambie de opinión en función de cómo se siente en cada momento y que sea constructivamente crítico, en el presente estudio las características que los consultantes reportaron como valiosas tienen que ver con la posibilidad de sentir un genuino interés y compromiso de parte de la persona del terapeuta hacia la persona del consultante, la posibilidad de conectarse con el dolor del consultante, la ausencia de juicio, la posibilidad de realizar procesos de exploración conjunta en medio de una relación horizontal y recíproca, la posibilidad de trasmitir esperanza a partir 218 de la actitud misma del terapeuta respecto a la vida, la construcción de un vínculo genuino desde la cual la relación se experimente como un fin en sí mismo y no como un medio para un fin; la posibilidad de experimentar al terapeuta comprometido y entregado al proceso y la posibilidad de hacer conexiones y ver patrones.

Es posible contemplar que esta diferencia tan substancial encontrada entre ambos estudios tenga que ver con comprensiones distintas en torno al problema y versiones también distintas en torno a los consultantes que ingresan a terapia por motivos de consulta relacionados con patrones adictivos, pues podría concluirse a partir de las características que los consultantes valoran en el estudio de Arribas ( 2003), la existencia de comprensiones en torno al problema y en torno a ellos mismos en tanto personas tendientes a manipular, con déficits en estructura y problema de disciplina. De ahí que se valoren cualidades en la terapeuta que de alguna manera buscan suplir esas deficiencias con las que se narran quizás a sí mismos, planteándose desde esta perspectiva más centrada en sus déficits, una mayor predilección por un estilo complementario de relación que privilegia el liderazgo del terapeuta, lo cual podría dificultar en algunos casos la construcción de una mayor experiencia de empoderamiento. Esto se configura en una reflexión que podría ser útil a las instituciones dedicadas a la atención de personas que ingresen por estos motivos de consulta, en tanto invita a cuestionar esos rótulos o rasgos tan cristalizados que se asocian a las personas con un problema de adicción, para reflexionar en torno a la participación del propio marco de comprensión, sobre la construcción de relaciones terapéuticas que reifiquen esas construcciones identitarias en las cuales se cimenta el problema.

Así pues, esta comprensión en torno al problema que podría encontrarse subyacente a las características del terapeuta que Arribas ( 2003) describe como aquellas valoradas por 219 los consultantes, coincide con esa narrativa inicial que se encuentra en un primer momento en los tres consultantes en los que predomina la creencia en rasgos intrapsíquicos, individuales y defectuosos en sí mismos, que permean todas las relaciones de su vida y que derivan en narraciones acerca de si mismos muy generales, a-contextúales, absolutas y sin matices. Por el contrario, la relación terapéutica que aquí se propone, se establece desde la premisa de la importancia de cuestionar esa identidad estática, absoluta y monofónica, para experimentar una identidad más plural y situada en un contexto. Así pues, la comprensión del problema se dio con base en las dinámicas relacionales y semánticas a partir de las cuales personas interpretan y otorgan sentido a su experiencia particular, dentro de un contexto social, económico, político y cultural más amplio y en un momento particular del ciclo vital.

Es posible relacionar lo anterior con el despliegue de formas de coordinación interactiva entre la terapeuta y los tres consultantes que tendieron más hacia una forma de relación horizontal en la que al terapeuta no se le encarga la función de rectificar ni compensar las falencias del consultante, tales como la firmeza o la estructura, ni tampoco ser lo suficientemente hábil para evitar manipulaciones, sino facilitar un contexto conversacional y afectivo en el cual se potencien las posibilidades y recursos de los consultantes para lograr el cambio. Lo anterior puede vincularse con lo planteado por Speed (1996), cuando alude a cómo la orientación teórica en la que como terapeutas nos hemos entrenado, y con la que por las inversiones emocionales, de tiempo y dinero, nos encontramos profundamente comprometidos, determinará en parte el tipo de relación terapéutica que ofrezcamos a nuestros consultantes y también lo que esperemos de ellos. No obstante, lo que este estudio arroja es que esta orientación teórica también influirá sobre lo que los consultantes esperen de nosotros y de sí mismos en la relación, en tanto los roles, las reglas de la relación, y los significados en torno a la terapia, en torno a la relación terapéutica, en torno a sí mismos y al otro, parten de un 220 modo importante de la orientación teórica del terapeuta, y más específicamente, de las comprensiones del problema que se construyan.

Muy relacionado con lo anterior, se aprecia en los tres casos, cómo el problema con el objeto de adicción se situaba en un segundo plano durante las conversaciones, privilegiándose demandas más orientadas a modificar formas de relación con ellos mismos y con otros, asociadas con el problema. No obstante, cuando se retomaba, por lo general se realizaban connotaciones positivas del síntoma y se favorecía un reconocimiento de la función que ocupaba en su entorno primario y en su relación consigo mismos, lo cual influyó sobre los procesos de reconfiguración de identidad, en la medida en la que pudo trascenderse una intervención orientada hacia la eliminación de conductas, a una intervención de carácter más emocional. De igual forma, el poner en un segundo plano el consumo o relación con el objeto de adicción, favoreció una mayor adherencia al proceso como ya lo había advertido

Codero, Cordero Natera y Caraveo (2009) en la medida en la existían diversos referentes de progreso y logro que acrecentaban la esperanza y la motivación aun en momentos en los que el comportamiento adictivo seguía teniendo un lugar importante en la vida de los consultantes. Por otra parte, también favoreció que la relación terapéutica no adoptara la misma pauta de relación que existía entre el consultante y su familia, mediada por el rol de control social, lo cual fue un elemento esencial que favoreció el despliegue de procesos de autoagenciamiento. Esto también permitió que la terapeuta pudiera relacionarse con el consultante desde facetas distintas de sí mismo, que terminaban siendo opacadas en el sistema familiar a causa de la atención que naturalmente recibe el problema, favoreciéndose con esto la posibilidad de que el consultante pudiera verse a sí mismo al margen del problema y encontrar allí recursos y oportunidades. Esto plantea cómo la interacción con la terapeuta, mediada por la conversación y la construcción de una realidad intersubjetiva 221 psicoterapéutica, puede promover la emergencia de una realidad múltiple de experiencias sensoriales, emociones cognitivas y de significado como ya había advertido Gonçalves

(2002).

Ahora bien, a pesar de no haber situado a la relación con el objeto de dependencia como el eje central de las conversaciones y de la intervención, si se aprecia un cambio importante en el tipo de relación que los consultantes construyen con el objeto de adicción hacia el final del proceso, lo cual se configura como fruto de los cambios que ocurren en la relación consigo mismos y con otros y en su versión de mundo, lo cual permite que las funciones desempeñadas por su relación con el objeto empiecen a ser tramitadas de formas alternas.

En este sentido, la relación terapéutica se convierte en un espacio al interior del cual los consultantes encuentran nuevas maneras de tramitar emociones, tales como la rabia, la soledad, la tristeza, el miedo, la culpa, que anteriormente eran gestionadas a partir de la relación con el objeto de dependencia (los atracones, el ejercicio excesivo, el juego online, el alcohol). Esto se relaciona con lo que Tejeiro (2001) menciona en el contexto de la adicción a juegos online, pero que se evidencia también en las otras dos problemáticas, en torno a cómo el objeto de adicción constituye una actividad de desplazamiento, en tanto representa la única estrategia para afrontar las emociones negativas que le producen otras

áreas de la vida.

No obstante, es solo hasta (el tercer momento del proceso) cuando los tres consultantes encuentran formas de tramitar esas emociones con personas distintas al terapeuta, que los consultantes encuentran la manera de reducir significativamente la relación de dependencia con el objeto elegido. Esto da cuenta de la importancia de que los cambios 222 que trascurren en ese espacio intersubjetivo entre terapeuta y consultante, puedan extenderse a otros contextos. Es importante aclarar que en los tres consultantes esto no fue fruto de un ejercicio esforzado de parte del terapeuta para generalizar dichos aprendizajes en otras relaciones, sino que en los tres se fue dando de manera fluida y natural, lo cual cuestiona de un modo importante lo planteado por Paterson (1996) cuando menciona que existen razones para pensar que una relación terapéutica personal e intensa, no constituye algo que por lo general debería hacerse, argumentando que puede ocurrir que la relación terapeuta - consultante tome el lugar de otras relaciones íntimas en la vida del cliente, pues lo que se evidencia es que justamente esa relación puede vehiculizar la posibilidad de resignificar y revalorizar el lugar de otras relaciones del consultante, en la cuales logra relacionarse con mayor intimidad; éste fenómeno podría explicarse acudiendo a Chazenbalk (2004) quienes aluden a la relación terapéutica en tanto espacio llamado a establecer lazos emocionales a partir de los cuales se fomente un apego seguro que conlleve a la reestructuración de esos modelos operantes del consultante que influyen en su relación con otros.

Además de lo anterior, se observa como esta relación con el problema, se trasforma en un modo tal que favorece una nueva construcción identitaria desde la cual se aprecia una versión de sí mismos y del mundo más dinámica, flexible, plural, lo cual deriva en la incorporación de nuevas fuentes de satisfacción, autorrealización, autoestima y reconocimiento, las cuales permiten replantear el lugar que anteriormente tenía el objeto de adicción en la vida de los consultantes. Así pues, los consultantes si bien refieren una disminución en el consumo de alcohol, en los problemas con la comida o el juego, no parecieran situar estos como el mayor logro del proceso, sino que centran más su interés en esa posibilidad de poder leerse a la luz de distintos contextos, reconociendo y desplegando 223 diferentes facetas de sí mismos, experimentándose de manera más sana e integrada, mejorando la relación con su familia y con un mejor desempeño social, lo cual puede leerse a la luz de lo planteado por Gergen (1996) cuando señala que cuanto más capaces seamos de construir y reconstruir nuestra auto narración, seremos más ampliamente capaces de construir relaciones que proporcionen bienestar, lo cual constituye para Rogers (1961) y

Martínez ( 2011) un indicador de un estilo de vida más auténtico. Esto hace posible que en el tercer momento del proceso, los consultantes entablen una relación consigo mismos atravesada por un interés importante hacia el despliegue de procesos de autoexploración y auto revelación (en otros contextos distintos al terapéutico).

Así mismo, contrario a esta actitud inicial respecto de la cual los consultantes se sentían ya conocedores de sí mismos, de sus respuestas, actitudes, hacia el tercer momento del proceso, se aprecia una mayor apertura respecto a las formas que puede adoptar su identidad, percibida más dinámica y por ello incluso impredecible. Esto alimenta el tipo de construcciones en torno al cambio que se construyen, en tanto este se contempla como parte del ejercicio de seguirse descubriendo en la relación con otros, evidenciándose una postura menos defensiva que coincide con lo planteado por Anderson (1999) cuando se pronuncia en torno a cómo la oportunidad de reflexionar y de exponerse frente al otro, le permiten y permiten al otro una mayor flexibilidad para lidiar con las múltiples diferencias y opiniones, a veces conflictivas, sobre las complejas situaciones vividas por los consultantes.

Esto se relaciona con lo planteado por Bowlby (1989) citado por Chazenbalk (2004), respecto al potencial que tiene la relación terapéutica para favorecer la construcción de alternativas distintas al corte emocional ante las críticas y desencuentros, lo cual habla de un fortalecimiento en el nivel de diferenciación como se reflejó en los tres consultantes, y una 224 ruptura en ese patrón descrito por Ugazio (2001) en el que las diferencias individuales solían servir para afirmar la propia superioridad con respecto a los otros o se configuraban en un indicio de la propia derrota.

Ahora bien, este estudio señala que para posibilitar lo anterior se requiere que la relación terapéutica asuma una dinámica propia, ajustada al marco de referencia del consultante, a sus necesidades y a la oferta relacional de preferencia del sujeto, la cual si bien tiende a encontrarse asociada al problema, también esconde recursos propios que cuentan con un potencial inmenso para la resolución del mismo.

Lo anterior habla en consecuencia de procesos desplegados al interior de la relación terapéutica que necesariamente trascienden cualidades propias del terapeuta o del consultante, sino que aluden a formas de relación dinámicas, alternantes, mutables. No obstante, para que esas formas de relación fomenten los procesos de reconfiguración de identidad y de cambio, se identifica la importancia de que se encuentren monitoreadas y analizadas por ambos participantes de la relación terapéutica a partir de procesos de meta- comunicación, los cuales según Safran y Muran (2005) citados por Gonçalves (2002), pueden ser entendidos como aquellos que permiten desenredarse de la configuración relacional cuando se ha producido un impase terapéutico y consiste en un esfuerzo por salirse del ciclo relacional que se encuentra asociado al problema, para así tratarlo como el foco de atención de una exploración colaborativa entre ambos. En esta medida, tiene que ver con un esfuerzo conjunto por hacer consciente el proceso interafectivo mientras se produce, en tanto ello ilumina la comprensión de los principios organizativos centrales que organizan la identidad narrativa del consultante, siendo la metacomunicación el vehículo por excelencia 225 para acceder a ella y por ende reorganizarla. (Yáñez, 2005; Safran y Muran, 2005; Safran y

Segal 1994; Stolorow, Brandcraft y Atwood, 1994 citados por Gonçalves, 2002).

En este mismo sentido, podría contemplarse la posibilidad de extrapolar los hallazgos de este estudio en torno al modo cómo se organiza ese proceso interafectivo recíproco entre consultante y terapeuta y las pautas de relación que se encontraron asociadas con los procesos de reconfiguración de identidad, con otras relaciones a las cuales la cultura les ha hecho el encargo de promover desarrollo y el crecimiento, tales como la relación docente-estudiante, la relación padres-hijos, cuidador-paciente, y cualquier otra disciplina cuyo interés apunte a promover procesos de desarrollo orientados a estimular el potencial de los seres humanos, reconociendo que este, más allá de ser fruto de una conquista individual, posee un carácter inextricablemente relacional. Ahora bien, es preciso reconocer algunas limitaciones presentes en este estudio que podrían iluminar la necesidad de emprender nuevas investigaciones futuras. Así pues, es preciso contemplar que este estudio al centrarse en profundizar en la relación que se construye en formatos de terapia individual desde una perspectiva sistémica, deja de lado las particularidades que configuraban esta relación en sesiones de formato grupal o familiar. No obstante, esto permitió profundizar en esa dinámica singular que se posibilita en el formato de terapia individual y que según Speed (1996) tiene desafíos y particularidades especiales, argumentando que el consultante podría estar más inclinado a querer construir una relación de mayor intimidad, emotividad y dependencia que lo que quizás lo buscaría una familia. Empero, sería interesante poder realizar un ejercicio que incluya también un análisis de las pautas que tienen lugar en la relación entre la familia y la terapeuta que favorecen la construcción del cambio en sistemas organizados por procesos adictivos. 226

Otra limitación de este estudio tuvo que ver con la imposibilidad de contar con recursos tecnológicos y espacios adaptados para poder registrar los intercambios ocurridos al interior de la relación terapéutica por vías adicionales al audio, es decir, por medio de videos que pudieran aportar información acerca de esos elementos no verbales que son decisivos y determinantes en la construcción de la relación terapéutica y que de alguna manera no pudieron ser debidamente analizados en el presente estudio, lo cual constituye una limitación que de trascenderse en próximas investigaciones, podría arrojar información invaluable acerca del modo como se construye este encuentro y su relación con los procesos de cambio, en tanto lograría accederse a un material menos racionalizado, explícito y quizás más emocional.

Por último, considerando el importante hallazgo que arroja este estudio respecto al valor que cobra la relación terapéutica no solo en el proceso de reconfiguración de identidad del consultante, sino también del terapeuta, sería muy valioso poder contar con futuros estudios que revisen ese proceso de reconstrucción conjunta que se da en la identidad del terapeuta y del consultante como fruto de su relación. De igual modo, sería importante contar con investigaciones que incluyan el análisis de los espacios de supervisión en los que la terapeuta logra también gracias al encuentro con un otro, complejizar su versión de sí mismo como terapeuta y persona, fruto del despliegue de procesos auto y heteroreferentes, para así ampliar el conocimiento respecto a la posibilidad del terapeuta de posicionarse con más eficacia al interior de las relaciones que construya con sus consultantes.

Un logro de este estudio que tiene que ver con el haber asumido una postura ética al reconocer y hacerme cargo de la propia responsabilidad como co-narradora en el contexto terapéutico y como co-participe en el progreso de reconfiguración de identidad del 227 consultante a partir de las propuestas de relación de preferencia tanto como persona/terapeuta, como aquellas que emergían en la interacción y que procuraba poner al servicio del otro y de su proceso de trasformación, aferrándome al principio planteado por

Von Foerster (1996) de actuar siempre de manera tal que aumentemos las posibilidades. Esto implicó un importante ejercicio autorreferencial que atravesó necesariamente todo el proceso y que permitió mantenerme atenta a mis intervenciones, posicionamientos y sentimientos en relación con el otro, para conversar reflexivamente sobre ello incluso con el consultante, lo cual nos permitía hacer ajustes juntos, encontrar conexiones, evolucionar en conjunto en nuestras descripciones de nosotros mismos y enriquecer el trabajo terapéutico.

Otro logro importante de este estudio tiene que ver con el aporte que hace en dirección a la de-construcción de ese dogma advertido por Flaskas y Perlesz (1996) desde el cual se sancionaba el estudio de la relación terapéutica desde enfoques sistémicos, como consecuencia de encontrarse asociada con teorías y principios vistos como opositores para la teoría o paradigma sistémica que se estaba fundando en su momento, ante lo cual terminó asumiéndose que la relación terapéutica no era sistémica, pese a la llegada de la cibernética de segundo orden. En este sentido, el presente estudio procura abrir camino hacia una mayor profundización de ese encuentro que ocurre entre la terapeuta y el consultante en donde se plantea yace el potencial curativo y terapéutico, desde una perspectiva sistémica relacional.

También plantea un aporte en la construcción de puentes con otros modelos y corrientes teóricas para facilitar un mayor diálogo inter enfoques y por ende, la construcción de perspectivas más complejas y en consecuencia, más capaces de aproximarse a la complejidad inherente a los sistemas humanos. 228

No podría finalizar sin antes compartir como este estudio se ha configurado en una experiencia verdaderamente trasformadora en tanto me ha permitido resignificar la práctica de la psicoterapia, como consecuencia de haber podido cuestionar ese énfasis sobre las técnicas, para encontrarme con una forma de contemplar la psicoterapia en tanto un acto creativo que se arraiga en la posibilidad de construir un vínculo singular, auténtico, cercano, real y honesto con otro, que le sirva de trampolín en el proceso del despliegue de sus recursos y su potencial, pues dicha relación se configura en una señal que despierta en el otro la esperanza para soportar las circunstancias adversas y experimentarse más confiado para emprender su reconstrucción.

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239

8. ANEXO A A continuación se presentan las diapositivas que hicieron parte del proceso de sustentación oral del Trabajo de Grado, buscando a través de aquellas, proporcionar al lector una guía que pueda orientarlo en la lectura del presente documento, al condensar los ejes centrales de los distintos apartados.

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ANEXO 3

BIBLIOTECA ALFONSO BORRERO CABAL, S.J. DESCRIPCIÓN DE LA TESIS O DEL TRABAJO DE GRADO

FORMULARIO

TÍTULO COMPLETO DE LA TESIS DOCTORAL O TRABAJO DE GRADO

La relación terapéutica como contexto en la reconfiguración de identidad en

jóvenes con problemas adictivos

SUBTÍTULO, SI LO TIENE

AUTOR O AUTORES

Apellidos Completos Nombres Completos

Dueñas Ramírez Laura Ximena

DIRECTOR (ES) TESIS O DEL TRABAJO DE GRADO

Apellidos Completos Nombres Completos

Riveros Reina María Cristina

FACULTAD

Psicología

PROGRAMA ACADÉMICO

Tipo de programa ( seleccione con “x” )

Pregrado Especialización Maestría Doctorado

x

Nombre del programa académico

Maestría en Psicología Clínica desde el enfoque sistémico

Nombres y apellidos del director del programa académico

Johanna Burbano Valente.

TRABAJO PARA OPTAR AL TÍTULO DE: 252

Magister en Psicología Clínica

PREMIO O DISTINCIÓN (En caso de ser LAUREADAS o tener una mención especial):

CIUDAD AÑO DE PRESENTACIÓN DE LA TESIS NÚMERO DE PÁGINAS O DEL TRABAJO DE GRADO

Bogotá 2016 355

TIPO DE ILUSTRACIONES ( seleccione con “x” )

Tablas, gráficos y Dibujos Pinturas Planos Mapas Fotografías Partituras diagramas

x x

SOFTWARE REQUERIDO O ESPECIALIZADO PARA LA LECTURA DEL DOCUMENTO

Nota: En caso de que el software (programa especializado requerido) no se encuentre licenciado por la Universidad a través de la Biblioteca (previa consulta al estudiante), el texto de la Tesis o Trabajo de Grado quedará solamente en formato PDF.

MATERIAL ACOMPAÑANTE

FORMATO DURACIÓN TIPO CANTIDAD (minutos) CD DVD Otro ¿Cuál?

Vídeo

Audio

Multimedia

Producción

electrónica

Otro Cuál?

DESCRIPTORES O PALABRAS CLAVE EN ESPAÑOL E INGLÉS

Son los términos que definen los temas que identifican el contenido. (En caso de duda para designar estos descriptores, se recomienda consultar con la Sección de Desarrollo de Colecciones de la 253

Biblioteca Alfonso Borrero Cabal S.J en el correo [email protected], donde se les orientará).

ESPAÑOL INGLÉS

Narrativa conversacional Conversational narrative

Consumo de sustancias psicoactivas Consumption of psychoactive substances,

Identidad narrativa Narrative identity

Dinámicas relacionales Relational dynamics

Semánticas familiares Family semantics

Reconfiguración del Self Reconfiguration of Self

Terapia familiar. Family therapy.

RESUMEN DEL CONTENIDO EN ESPAÑOL E INGLÉS

(Máximo 250 palabras - 1530 caracteres)

El Fenómeno de Investigación-Intervención del presente estudio se relaciona con los procesos narrativos conversacionales en relación con la construcción de la identidad de los jóvenes y las familias, las dinámicas relacionales y semánticas con base en las cuales interpretan y otorgan sentido a la experiencia particular del consumo de SPA, y en el contexto de la terapia familiar, con la emergencia de miradas alternas, nuevos significados y acciones posibilitadoras de horizontes de sentido en relación con la construcción de narrativas que privilegien la autonomía y co-evolución de los miembros de la familia. Se asume una perspectiva sistémica compleja, apoyada en una metodología cualitativa de corte hermenéutico experiencial, encontrando en la narrativa conversacional un dominio explicativo y un método de intervención posibilitador de relatos reconfigurantes de la identidad y las dinámicas familiares, viabilizando la flexibilización del sistema narrador, la diversidad y polifonía del self y la construcción de versiones privilegiadas de autonomía en los sistemas participantes.

The Investigation-Intervention phenomenon of the present study is related to the conversational narrative processes in relation to the construction of the identity of the young people and their families, 254

relational dynamics and semantics on which it basis they interpret and give a great deal of sense to the particular experience of the SPA consumption, and in the context of the family therapy, with the emergence of alternative glances or postures, new meanings and possibiliting the actions to horizons of sense in relation to the construction of narratives that privilege the autonomy and Co-evolution of the family members. A complex Systemic perspective is assumed supported by a qualitative methodology of experiential hermeneutic approach, finding in the conversational narrative an explanatory dominion and an intervention method for reconfigurative stories of the identity and the family dynamics, letting the flexibilization of the narrative system, the diversity and the polyphonic of self and also the construction of privileged versions of autonomy in the participant systems.