Revista Del Centro De Estudios De Sobrarbe, N.º 13. 2012 REVISTA Del Centro De Estudios De
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SOBRARBE Revista del Centro de Estudios de Sobrarbe, n.º 13. 2012 REVISTA del Centro de estudios de sobrarbe N.º 13 Centro de estudios de sobrarbe INSTITUTO DE ESTUDIOS ALTOARAGONESES Consejo de Redacción: Jesús Cardiel Mariano Coronas Joaquín Guerrero Manuel lópez José Ramón MonClús José Antonio Murillo José Manuel Murillo Severino pallaruelo José Ignacio pardinilla Emilia puyuelo Coordinador: Manuel lópez dueso Portada: Foto: Imagen de Jesucristo pintada en el altar de la ermita de la Espelunca (siglo xvii) (Manuel López Dueso) Redacción y Administración: Centro de Estudios de Sobrarbe Plaza España, s/n 22340 BOLTAÑA (Huesca) Depósito Legal: Hu. 62/1995 I. S. S. N.: 1136-4173 Imprime: Gráficas Alós. Huesca Índice Josefina roMa riu, San Beturián, un santo de Sobrarbe . 9 Manuel lópez dueso, Monasterio de San Victorián: ¿“el Escorial de Sobrarbe” o una granja? . 27 antonio plá Cid, Julio César. El Ésera. La Solana. Fanlo, Buisán . 97 thibault dieste Mur, Un paseo por una casa-patio tradicional de Sobrarbe . 127 Juan antonio Gil; Gonzalo Chéliz; Juan Carlos asCaso y Carlos pérez, Disponibilidad trófica del quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) en las unidades de pastoreo del Pirineo aragonés . 233 antonio bestreGuí, El gaitero de Bestué . 249 Javier CarniCer (recopilador), Cosetas d’antes del Sobrarbe . 263 Un número más, aunque sea considerado tradicionalmente nefasto, es la muestra de que el Centro de Estudios de Sobrarbe continúa con su labor, pese a estos tiempos que vivimos tan difíciles. También el propio Centro vive complicadas situaciones por la falta de colaboración y renovación en sus órganos de dirección, así como las colaboraciones siguen siendo ralas. Pero debemos continuar, para que la identidad que nos constituye como comunidad, con una identidad que construimos cada día pero que se nutre de nuestro pasado común, nos permita seguir adelante, salir de este profundo bache. En este número publicamos el texto de algunas de las conferencias que dentro de las Jornadas “Monasterio de San Victorián. Miradas y palabras”, se pronunciaron; así como la aportación de otra conferencia del arquitecto Thibault Dieste. Disfruten de estas líneas, que esperamos que formen parte, junto a otros artículos publicados a lo largo de estos años, de ese interesante “corpus” sobre Sobrarbe que han generado los números ya aparecidos. La Junta Directiva Artículos SOBRARBE Revista del Centro de Estudios de Sobrarbe, n.º 13 San Beturián, un Santo de SoBrarBe por Josefina roMa riu Venir a Boltaña a hablaros de san Beturián, precisamente a vosotros, que os podéis sentar a meditar en la sillería del coro de su monasterio, me parecería un atrevimiento suicida si no fuera porque vengo en servicio de urgencia, para suplir la conferencia que nos hubiera tenido que ofrecer Manuel Benito que, mucho más preparado que yo en este tema, ha tenido que renunciar a una charla que sin duda tenía muy bien preparada, y que todos, empezando por él, hubiéramos disfrutado al máximo. Pero las cosas no van como las hemos pensado y aquí me tenéis, vigilada de cerca por la sombra de la Peña Montañesa, que tantas cosas nos podría contar de san Beturián y de sus andanzas en la Espelunca, y con la sombra casi fantasmagóri- ca de un monasterio que fue y debería haber seguido siendo un núcleo de espiritua- lidad y de cultura para todo Sobrarbe. El monasterio al pie del Castellar. Colección: Manuel López Dueso 11 Josefina roMa riu Voy a reflexionar en mi intervención sobre algunos aspectos que creo signifi- cativos: 1) Vínculo fundacional de san Victorián con el Sobrarbe. 2) Episodios de la vida y milagros de san Victorián que le relacionan con el entorno físico y social y que lo interpretan, junto con sus advocaciones más repre- sentativas. 3) La tentación amorosa en las narraciones de las grandes fundaciones. Héroes positivos y negativos. 4) Las reliquias del fundador y la disputa por su posesión. Paralelismos con otros restos sagrados. 5) Apuntaré aquí solamente algunos aspectos del litigio del monasterio con el Obispado de Barbastro, porque este tema corresponde a otro ponente y merece un mayor desarrollo. 6) Finalmente, quisiera presentar una propuesta para la reinterpretación del legado de san Victorián. 1) San Beturián, fundador. En primer lugar, hay un hecho significativo que hace de san Victorián (480-558), como también de san Úrbez y san Visorio (de los ss. vii-viii), santos locales, a pesar de haber nacido más allá de los Pirineos. Todos fundan sus eremitorios en Sobrarbe y emprenden su búsqueda espiritual, eremítica, que luego derivará en monástica, con sus discípulos, en el caso de san Úrbez y san Victorián. Sus monasterios no son fundaciones secundarias, como tantas otras, que fue- ron delegadas por los grandes monasterios de más allá de los Pirineos para extender una cosmovisión cristianizada y, al mismo tiempo, para colonizar un territorio, cam- biando la caza y recolección local, su ganadería y pequeña agricultura, por grandes extensiones cultivadas después de ser roturadas. Todo esto sucederá más tarde, una vez establecido el monasterio como centro sagrado, recibiendo las donaciones rea- les. Así las propiedades del monasterio de San Victorián se extenderán, como todos conocéis, abarcando 50 poblaciones. Pero san Victorián, el mismo, como san Úrbez, siguiendo su búsqueda espiritual, llegan a Sobrarbe sabiendo lo que buscan, como los grandes iniciadores del monaquismo: un entorno agreste, difícil, justamente opuesto a las ciudades de su tiempo, en las que habían crecido rodeados de comodi- dades. Es el ideal eremítico-monástico, que conocían bien, como el de san Antonio o san Pablo Eremita, que hace del desierto el centro y núcleo espiritual, invirtiendo la atracción de la sociedad por la ciudad. San Fructuoso, fundador de monasterios en la Península, desarrolla su actividad en el Bierzo, donde san Úrbez adquirirá su iniciación. El Bierzo es también una comarca difícil para la supervivencia, como lo era Sobrarbe. El paralelismo entre san Úrbez y san Victorián se hace evidente en este paso de los Pirineos y su asentamiento en la parte más indómita que pueden encontrar. Otro paralelismo de sus vidas es la huida de ambos de honores y alaban- zas. San Úrbez, como pastor de rebaños, recibe la veneración de quienes le visitan, pero también de quienes le emplean y consideran su trato con la Naturaleza como 12 san beturián, un santo de sobrarbe milagroso. De aquí el cambiar de entorno, de Sastral a Albella, a Cerésola, para huir de la admiración de las gentes. Para san Victorián, su temprana dedicación a la vida monástica causa admiración por la espiritualidad que irradia y ello le hace huir primero al sur de Francia y después a Sobrarbe. A la izquierda, dos imágenes de san Úrbez en la ermita de San Úrbez de Albella. A la derecha, imagen de san Victorián en la ermita de la Virgen del Pilar de Oncins. Fotografías: Manuel López Dueso Quisiera, pues, subrayar esta primera característica de san Victorián, que lue- go seguirá san Úrbez, a la que me he referido, como conformando un cierto parale- lismo vital. Su fundación en Sobrarbe no solo la lleva a cabo por sí mismo, sino que es la que le acompañará para el resto de sus días. Es la definitiva. No es un monas- terio cuyos primeros abades pasan desapercibidos, recibiendo su autoridad de otro centro, sino que constituye su creación personal y será el personaje sagrado inicial, que dará origen y sentido al monasterio. Es aquí donde se desarrollará su modelo monástico y, en el caso de san Victorián, que será la fundación que perdurará más en el tiempo, solo por una posterior tendencia de unificación de las diferentes vías monásticas, desde Roma, acabará confluyendo con la orden benedictina, dejando para el momento fundacional la personalidad del fundador y la peculiaridad de su camino de crecimiento espiritual y de convivencia con sus discípulos, en eremitorios en los que la contemplación mística puede hacerse más intensamente con un centro de culto para las celebraciones comunitarias. 13 Josefina roMa riu Para situar a san Victorián en su entorno espiritual, debemos considerar una época de efervescente e inquieta búsqueda íntima, uno de cuyos síntomas es el pro- ceso de conformación del monaquismo en toda la cristiandad, derivándose del ere- mitismo aislado, y luego conjunto, entre los siglos iii y iv, que en Oriente comienza por san Pablo Ermitaño y san Antonio, cuya fiesta celebramos hoy, que en su últi- ma etapa recibió discípulos. Pero quien verdaderamente fundó el monaquismo en Oriente fue san Pacomio (286-346) con la reunión de los monjes bajo la dirección y obediencia de un abad, con la redacción de una regla por la que regir sus vidas. También están en los inicios del monaquismo, en el Oriente de la cristiandad, san Sabas y san Efrén y un discípulo de este, san Basilio establecerá la existencia de la regla como indispensable para la vida monástica. Por esto se le considera uno de los padres del monaquismo cristiano. En el Occidente cristiano, antes del surgimiento de las grandes corrientes mo- násticas irlandesas, hemos de tener en cuenta a san Agustín en el norte del África romana, pero por lo que nos atañe, la concentración de vida eremítica y monástica en las Galias, con san Martín de Tours (315-397) procedente de Panonia, que funda dos monasterios, Ligugé y Marmoutier, en el año 370. Su influencia se extenderá por nuestra península, concentrándose en los Pirineos. Así encontramos establecidos en Asán una comunidad de eremitas bajo la advocación de san Martín y su conoci- miento atraerá a san Victorián. Los relatos cuentan como san Victorián, yendo de caza, oye de un peregrino que se dirige a la tumba de san Pedro en Roma, la exis- tencia del grupo de eremitas, reunidos en un lugar fragoso y salvaje, idóneo para el ideal de penitencia y contemplación de aquellos momentos, y esto fue el detonante para dejar su casa y marchar a través del sur de las Galias primero, y más tarde y definitivamente hasta la Peña Montañesa.