Espacio Regional Vol. 2, n.º 12, Osorno, julio - diciembre 2015, pp. 13 - 23

LA IMPORTANCIA ESTRATÉGICA DE LA UBICACIÓN DE LA CIUDAD DE OSORNO EN EL SUR DEL REYNO DE PARA SU REFUNDACIÓN. UN EJEMPLO DE VIOLENCIA ONTOLÓGICA DEL TERRITORIO 1

STRATEGIC IMPORTANCE OF THE LOCATION OF THE CITY OF OSORNO IN SOUTHERN CHILE KINGDOM IN THE TIME FOR HIS NEW FOUNDATION. AN EXAMPLE OF ONTOLOGICAL VIOLENCE OF TERRITORY

Javier Soto Cárdenas2 & Gabriel Cárdenas Carrasco3 [email protected] - [email protected] Universidad Austral de Chile - Universidad San Sebastián Valdivia, Chile

RESUMEN

La ciudad de Osorno (la más austral de tipo continental) constituye para el Reyno de Chile un punto estratégico para el intercambio y comunicación entre Valdivia y el archipiélago de Chiloé, además del contacto que es posible mantener mediante vías anexas con la población que se localizaba al otro lado de la cordillera de los Andes. La intención de repoblar Osorno y refundarla se sustenta bajo los principios económicos y políticos de un Reyno que se encontraba en constante amenaza de corsarios holandeses y que a la vez buscaba reponerse de la Rebelión de las siete ciudades del sur de Chile, logrando de este modo un grado de consolidación en un territorio en constante disputa, lo que significa un cambio ontológico del territorio luego de su refundación.

Palabras claves: Osorno, colonialidad del Ser, ontología, territorio.

ABSTRACT

The city of Osorno constitute for the Reyno of Chile the strategic point for the exchange and communication between Valdivia and the Chiloé Island, besides the contact which is possible to maintain through related pathways with mapuche people, which was located to the other side of the Andes Mountains. The intention of restock Osorno and refound is sustain under the economic and politic principles of a Reyno which was in constant threat of Dutch privateers and in the meantime was looking recover it from the Seven Cities Rebellion at south of Chile, accomplishing of this way a degree of consolidation.

Key words: Osorno, coloniality of Being, tntology, territory.

Artículo recibido el 10 de noviembre de 2014; aceptado el 14 de diciembre de 2014. 1 Este artículo es parte de los dos proyectos individuales que ambos autores hicieron coincidir a partir de su postgrado en el Magíster en Ciencias Humanas mención Historia por la Universidad de Los Lagos, Chile. 2 Profesor de Historia y Geografía, Magíster en Ciencias Humanas mención Historia, Magíster Latinoamericano en Estudios Culturales y Literarios por la Universidad de Los Lagos, y doctorante del Programa en Ciencias Humanas mención Discurso y Cultura por la Universidad Austral de Chile. 3 Profesor de Historia y Geografía, Magíster en Ciencias Humanas mención Historia por la Universidad de Los Lagos. Docente de la Universidad San Sebastián, Chile. Dossier Vol. 2, n.º 12, julio – diciembre 2015, Javier Soto & Gabriel Cárdenas

Introducción

La ciudad de Osorno fue fundada en 1558 por García Hurtado de Mendoza en la zona indígena llamada Chaurakahuin4, como punto estratégico en la red hispana, entre el Fuerte de Valdivia y el territorio de Chiloé, que comprendía no sólo el Archipiélago de Chiloé, sino también los territorios continentales aledaños a él. La ubicación de Osorno por lo tanto es de carácter estratégica y significa un punto intermedio en el entramado urbano del sur del Reyno de Chile.

Figura 1. Plano de la Ubicación de Osorno en el Territorio indígena del Chaurakahuin. Fuente: Memoria Chilena.

A pesar de lo anterior, el antropólogo Guillaume Boccara sostiene que el contexto geográfico es profundamente desconocido por los españoles, y por tanto también lo es su conceptualización sociopolítica:

…las unidades sociopolíticas (lebo, rewe, cabi, ayllarehue) son a menudo confundidas y la pertenencia a tal o cual grupo, o cacique a tal o cual agregado sociopolítico, no es más que arbitraria y aproximadamente determinada (Boccara, 2007, p. 232).

Como podemos ver en esta cita según Boccara, los españoles no conocían la epistemología del territorio indígena, por lo que sus concepciones ontológicas eran diferentes.

La fundación de la ciudad de Osorno, se dio entonces en el contexto de la políticas de fundación de ciudades, que el proceso de Conquista español tenía para con los territorios del Reyno de

4 Chauracahuin, Chaurakawin o Chausra-Kawün, se puede escribir de las tres maneras dependiendo del grafemario. Posiblemente significa reunión de murtas en la unión léxica de los vocablos chaura = murta + cahuín=reunión, que comprende el espacio territorial entre el río Damas y el río Rahue. Para todos los efectos en este artículo lo escribiremos Chaurakahuin.

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Chile. Era importante la presencia de la población indígena y las distintas características que tenía ésta en el territorio respecto de los españoles, para lo cual la Corona tenía la concepción que los indios debían ser pacificados:

…después de vencidos, acataban el requerimiento y se transformaban en vasallos del rey de Castilla…sus tributos eran otorgados a los beneméritos conquistadores y pobladores, en el régimen de la encomienda (De Ávila, 1986, p. 183).

De esta manera, se sustentaban las numerosas fundaciones de ciudades que los españoles realizaban en América, con el fin de “civilizar” el territorio en lógica occidental usufructuando del trabajo de los indígenas. “…el encomendero tenía la obligación de velar por la evangelización de sus encomendados y velar por defensa de la tierra” (De Ávila, 1986, pág. 183).

Tenemos entonces una doble relación entre Conquistador y Conquistado. Por un lado, el Conquistador debía evangelizar a los indígenas bajo su cargo, a pesar de un profundo grado de desconocimiento de sus lógicas y de su cultura, para lo cual se fundaron y trasplantaron varias instituciones eclesiásticas, como bien se aprecia en el libro Historia de la Iglesia en Osorno del editor Carlos Pappe (2008).

Mientras, el Conquistado, tenía la obligación de pagar tributo al Rey, como cualquier súbdito, concepto que se pagaba con trabajo, incorporando de esta forma al indígena al sistema productivo español este a su vez tenía la obligación de civilizarlo a través de la evangelización. Lo interesante de analizar, es que a su vez la propiedad de la tierra era para el español Encomendero, por lo que los indígenas no tenían posibilidad alguna de reclamar por lo territorios usurpados, bajo la lógica que la tierra es de quien la trabaja, concepción ontológica del territorio muy distinta de la concepción territorial de los pueblos indígenas. De esta forma, los conquistadores encontraron un pretexto moral para una ética de la explotación, convencidos que el proceso de aculturación religiosa, transformaba a los indígenas en hijos de Dios, por lo cual todos los abusos que se pudieran cometer estaban correctos, en nombre de la religión y de La Corona. Los indígenas al no conocer el concepto liberal de propiedad privada, no podían defender sus tierras ni las tierras de sus vecinos en términos occidentales de tipo jurídico, por lo cual fueron paulatinamente movilizados, e incorporados a los sistemas económicos de acumulación protocapitalista, como era el sistema mercantil.

El Padre Guarda nos cuenta que otra de las razones suficientemente importantes para fundar ciudades como Osorno y Valdivia, era la cercanía con importantes lavaderos de oro y plata:

…el de Valdivia y Osorno es un oro muy subido en quilates. Respecto de la mano de obras, las primeras ordenanzas que rigen el trabajo indígena en el sur son de 1559, por el oidor de la Audiencia de Lima, don Hernando de Santillán, fijando el periodo de trabajo de los indios en las minas de oro, desde 1 de diciembre hasta el 31 de julio, periodo semestral que puede ser modificado según el clima de la zona, en este caso, en una relación de circa de 1580, se establece que “se saca oro de las quebradas y arroyos, desde el 1 de octubre hasta postreros de marzo, porque demás del año es de muchas aguas, y no se puede sacar en el oro (Guarda, 1953, p. 63).

Considerando que se ocupaban en los lavaderos de oro “la sexta parte de los indios de cada encomendero, debiendo proveérsele de herramientas, comida y doctrina, más la sexta parte del

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oro que sacan” (Guarda, 1953, p. 63). En una carta de Antonio Carreño al Rey, en 1576, se precisa que:

…los indios van a los lavaderos desde el 1 de noviembre a fines de marzo, dedicándose el resto del año a labores agrícolas. La tasa promulgada por el Mariscal Gamboa, en 1580 fija en “nueve pesos de oro el tributo anual de cada indio al encomendero, cifra que en Valdivia y Osorno debe ser de solo 7 pesos (Guarda, 1953, p. 64).

Lo que refleja la importancia en la economía mercantil de la época, que tenía en este territorio una valoración minero-agrícola.

Además el Padre Guarda, menciona la importancia estratégica que tenía la fundación de Osorno, respecto de la meta última que tenían los conquistadores de alcanzar el Estrecho de Magallanes, límite septentrional de la Gobernación, adelantándose así a la conquista de estos territorios de otro conquistador, teniendo en cuenta que Pedro de Valdivia fundó 8 ciudades (De Ávila Martel, 1986, p. 183) y otras 7 restantes fueron fundadas posterior a su muerte, dando cuenta de las ideas del Conquistador de Chile respecto de su plan estratégico para con el Reyno. Cabe señalar la importancia militar de los asentamientos españoles en la época, cuando continuamente los enemigos de la corona, visitaban en numerosas expediciones las costas de Chile.

Principalmente holandeses e ingleses merodeaban y planificaban expediciones a estos territorios, por lo que era absolutamente necesario en ese escenario, fundar ciudades, tanto en la costa como el caso de Castro y Valdivia, como en el interior del Reino como en el caso de Osorno y Villarrica. Respecto de esto, se tiene noticia de las variadas incursiones de los corsarios holandeses que desde el siglo XVI circunnavegaban las costas chilenas, buscando la oportunidad de establecer fuertes y dominios en los territorios de estudio.

Cabe señalar, que después de la destrucción de las 7 ciudades, los expedicionarios holandeses al mando de Elías Herkman, quien vino en la expedición de Hendrick Brouwer, muerto en Ancud en 1643, pasando Herkman a ser el almirante de reemplazo, establecieron un Fuerte en Valdivia y estuvieron bastante tiempo parlamentando con los indígenas, empresa que no prosperó, volviéndose a la colonia holandesa de Pernambuco en Brasil, el mismo año, dejando atrás de si la destrucción de la ciudad de Castro y del fuerte de Carelmapu (Guarda, 1953, p. 128), mientras Brouwer estuvo con vida.

Durante el siglo XVII, no es mucho lo que puede hacer La Corona para recuperar la recién destruida ciudad de Osorno y si hubo voluntades de hacerlo se desconoce. Recién en el siglo XVIII, se pronuncia respecto de franquear la comunicación por tierra entre Valdivia y Chiloé, para lo cual aparecía implicado especialmente Chiloé. La Corona a solicitud de los vecinos y el Cabildo de Castro, comenzó con la idea de realizar esta obra y recuperar la ciudad de Osorno. Por Cédula del 28 de agosto de 1723, ordenó el allanamiento y ejecución del Camino Real (que conectaba Valdivia-Osorno-Chiloé) y el 8 de noviembre de 1740, por cédula daba licencia y fomento a los vecinos de Chiloé de repoblar la ciudad destruida de Osorno en 1600 por los ejércitos de y despoblada entre 1603 y 1604 después de un largo asedio (Cavieres, 1789, p. 233).

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“La ciudad de Castro respondió con un plan de construir dos fuertes cercas de las ruinas de Osorno, uno en la entrada de la ruta desde la Provincia de Chiloé y el otro en Osorno propiamente tal, pero al final no se realizó en la década de 1740” (Cavieres, 1789, p. 234), sino hasta 1796, después del Tratado de las Canoas o Parlamento de las Canoas celebrado el 8 de diciembre de 1793. Este tratado fue firmado en la orilla del río Rahue, entre los indígenas del Chaurakahuin, donde estaban las ruinas de Osorno recientemente encontradas por Tomás de Figueroa que había llegado hasta el Río Bueno a apaciguar una rebelión indígena del cacicato de Río Bueno de Antitipay y Queipal que había destruido la misión de San Pablo Apóstol en Río Bueno. La represión sobre los indígenas de Río Bueno permitió que a los españoles que específicamente Tomás de Figueroa se enterara respecto de donde se encontraban exactamente las ruinas de Osorno y permitió que por fin la ciudad sea repoblada pocos años después.

Eduardo Cavieres señala que la decidida intención, tanto de parte de La Corona como de parte de los indígenas de los territorios circundantes a Osorno, que se restituya el camino Chiloé- Valdivia, también conocido como Camino Real, estaba basado en la necesidad de reactivar el comercio entre estas dos ciudades, especialmente de alcoholes y maderas en el caso de los chilotes. Situación que era importantísima tanto para la economía de Chiloé y Valdivia, como en alguna medida para la población indígena de los caciques Iñil del Chaurakahuin y Vurín, quienes muy probablemente tenían interés en la re-fundación de la ciudad como punto intermedio de una red establecida de comercio informal con las ciudades españolas mencionadas y además con el resto del pueblo mapuche que se encontraba allende Los Andes en la que hoy, y desde el Tratado de Altas Cumbres de 1881, firmado entre Chile y , este territorio le pertenece a Argentina, “los que se comunicaban a través del llamado camino de los chilenos o rastrilladas que tenía varios pasos a través de la cordillera Villarrica, Huahum y Ranco (Bello, 2011, p. 55), en una inmensa red de economía de intercambio que funcionaba separada de la Corona española y que en el caso de los indígenas cercanos al territorio del Chaurakahuin, donde estaban las ruinas de Osorno convenía contar con una ciudad específicamente para el cacique Iñil que habitaba el lugar.

También era conocido esta ruta patagónica además de Camino de los Chilenos como la Rastrillada de los Chilenos o Rastrillada Grande que era una continuación de la llamada Ruta de la Sal entre las Salinas Grandes cerca de Córdoba hacia Buenos Aires y Bahía Blanca. Existiendo en estos vastos territorios grandes caciques que dominaban el flujo de mercancías y las rutas de caravanas, y que después de largas disputas principalmente entre Calfucura (abuelo de Ceferino Namuncura) contra los caciques Toriao, Melín y otros, permitió que Calfucura domine las pampas posteriormente a la refundación de Osorno durante la década de 1840 y establezca pactos con el gobierno de Rosas y los caciques del Neuquén o país de las manzanas como con el cacique Sayhueque hijo del cacique Chocorí, con quién Calfucura siempre tuvo una profunda enemistad, así como también con el cacique Quilapán y por medio de este con los que dominaban los pasos cordilleranos.

Todos estos caciques terminando completamente derrotados por el cambio de política con la caída de Rosas a manos de Urquiza y posteriormente con el Gobierno de Bartolomé Mitre y más tarde con las estrategias del general Julio Argentino Roca en la llamada Guerra del Desierto a partir de la década de 1870, terminada la Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay. Guerra del Desierto que además de conquistar los territorios -tehuelches respondía a una carrera contra el tiempo contra las pretensiones de Chile de reclamar ese territorio con medidas como la colonización galesa del Chubut o la reubicación de miles de sujetos indígenas en reducciones cordilleranas o en el caso de 3000 indígenas llevados a Buenos Aires y separados por sexo donde los varones fueron enviados a la isla Martín García y las mujeres repartidas como sirvientas.

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Pero volvamos al Parlamento de las Canoas que se desarrolló en las riberas del río Rahue en 1793 como señala Eugenio Alcamán con todos los caciques por los cuales pasaba el Camino Real en Chile entre Valdivia y Chiloé, excepto el cacique Queipil y el cacique Antitipay quienes se encontraban en Santiago invitados por el gobernador Ambrosio O’Higgins, con el fin de hacer las paces y quienes no firmaron el Tratado de las Canoas sino otro tratado en Santiago en una inteligente jugada de pactar con los caciques alzados por separado. Documento que significó incorporar un nuevo territorio al mercado para que sirva de espacio de tránsito en la ruta comercial que intercambiaba alcoholes, cueros y vacunos de pie entre los mapuches de Chile y los poderosos caciques mapuche-tehuelches al otro lado de la cordillera y que fueron perseguidos y exterminados en la llamada Guerra del Desierto y que no fue otra cosa que el proceso de expansión territorial del Estado argentino sobre el territorio mapuche, tehuelche y entre otros pueblos indígenas de la pampa, la cordillera y la Patagonia, similarmente a lo ocurrido en Chile.

Circuito comercial que desapareció con el asentamiento de los Estados oligárquico nacionales Chileno y Argentino que configuró el territorio tal como lo conocemos hoy luego del Tratado de Altas Cumbres de 1881 en plena Guerra del Pacífico. Proceso expansionista oligárquico nacional que significó el repliegue del pueblo mapuche a reducciones tal como lo quería luego Vicuña Mackenna en Chile y Julio Roca en argentina y que como señala Pierre Castres en su libro La Sociedad contra el Estado, los pueblos indígenas americanos fieles a sus lógicas colectivistas, jamás establecieron Estados Nacionales sino que vivían en una sociedad con grandes cuotas de autonomía territorial sin un poder central, situación que significó una Conquista española más lenta, con procesos de sincretismo y mestizajes profundos y que no se tradujeron en dominaciones tan rápidas como ocurrió con los imperios Azteca e Inca (Cavieres, 1789, p. 232).

Figura 2. Plano de Osorno. Ruinas encontradas en el año 1793. Fuente: Memoria Chilena.

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Figura 3. Ruta de los españoles despoblados de Osorno. Fuente: elaboración propia.

Por lo anterior, podemos concluir que la intención de repoblar Osorno y su importancia estratégica en el extremo sur del Reyno de Chile, tanto para los españoles como para algunos caciques mapuche-huilliches estaba basada en una necesidad económica comercial del eje norte sur del Camino Real y de las rutas de comercio con las pampas y la Patagonia.

De igual forma permitía restablecer el orden colonial perdido producto del alzamiento mapuche en la zona sur del país, lo que para el Reyno de Chile resulta primordial si se consideran las complejas relaciones fronterizas que se han establecido con la población mapuche-huilliche. Podemos sospechar que seguramente no fue una alternativa de la más deseada para todos los caciques del Chaurakahuin repoblar la ciudad, he incluso puede que esta decisión haya sido tomada bajo temor que Tomas de Figueroa los allá amenazado por las armas. Los cierto es que el tratado fue firmado por los caciques Catrihuala, Yñil y Canihú.5

La Colonialidad del Ser y la refundación de Osorno, un ejemplo de violencia ontológica del territorio

La colonialidad del poder está íntimamente ligada a la noción de violencia epistémica que se aloja en la construcción de la modernidad, algo que Walter Mignolo llama “la herida colonial”.

5 Foerster, Rolf. El Tratado de Paz de 1973, Una aproximación a la gramática de la memoria mapuche- huilliche, Revista Austral de Ciencias Sociales, pp. 59-68.

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La modernidad ha olvidado su parte más oscura que es la colonialidad del poder, ésta traducida como forma de dominación basada en el aspecto racial. Y ejerce una violencia de tipo epistémica como una forma de invisibilizar al otro en este caso al huilliche, negándole su posibilidad de representación, invalidando todas sus formas tanto históricas como territoriales como ya lo hemos analizado en el caso de la Refundación de Osorno, luego del Tratado de las Canoas.

Este análisis está muy conectado a las nociones de colonialidad del poder de Walter Mignolo y de subalternidad y violencia epistémica de Spivak, que creemos dan una herramienta de análisis inmejorable para comprender el proceso colonial. Pero en la búsqueda por las explicaciones territoriales que nos interesan, el concepto desarrollado por Nelson Maldonado- Torres acerca de la “Colonialidad del ser” nos parece aún mejor en términos que explicaremos a continuación.

Mientras la colonialidad del poder opera en términos teóricos como de violencia epistémica por ejemplo, la Colonialidad del Ser actúa sobre el territorio y describe lo que para nosotros realmente ocurre con la refundación de Osorno, una violencia de tipo ontológica (Maldonado- Torres, 2003, p.130).

La Colonialidad del Ser “se refiere, entonces, a la experiencia vivida de la colonización y su impacto en el lenguaje” (Maldonado-Torres, 2007, p. 2). Esta idea, tiene su correlato en comprender como es afectado el sujeto colonial en su experiencia vivida, por eso pensamos tiene un carácter explicativo inmenso.

En la refundación de la ciudad en 1796 se reconoce como forma de interacción un lenguaje ajeno a la cultura mapuche-huilliche que es la lengua del colonizador y del cual somos herederos que es la lengua Castellana, es decir, con la Refundación de Osorno, se articuló nuevamente la Colonialidad del Pensar, además del poder. En este punto de partida, para Maldonado-Torres, está la construcción de la subjetividad del encuentro del sujeto racializado con su colonizador. Así según este autor, el nuevo sujeto colonial, comienza a elaborar su aparato exitenciario en la conjunción de los elementos que provee la Colonialidad del Ser. En otras palabras, el sujeto mapuche-huilliche del Chaurakahuin, libre por 195 años, comienza a definirse luego de la refundación como un sujeto producto de la relación colonial.

Se define y se vuelve a hablar del concepto de indígena, de indio, etc., y en castellano, se vuelve al uso de la lengua colonial. La modernidad instalada en el proceso de refundación, establece una jerarquía de valores basada en una ontología colonial que propone al ser como algo homogéneo pero a la vez diferenciado, en el sentido de que mientras el ser lo abarca todo y nadie puede librarse de él, los grados y las formas de ser son distintas, aún entre humanos, quienes son vistos con más y menos posibilidades de ser. He ahí el carácter ontológico del racismo, a lo que se le puede llamar la colonialidad del ser (Maldonado-Torres, 2007, p. 2).

Es así entonces que este proceso recrea una nueva condición en pos del lenguaje y de la propia visión de los sujetos colonizados racializados, recreando un nuevo ser provisto de los elementos dominadores alojados en lo que se ha nombrado colonialidad del ser. En otras palabras se recrea la visión de que existen individuos que no son solo inferiores producto de las estructuras que los oprimen, la violencia llega a niveles que se entiende esa diferenciación en términos naturales y biológicos, además que simbólicos y epistemológicos. La Colonialidad epistémica es tan profunda que todos los grafemarios del Mapudungun o del Chezungun, se han escrito con grafemas occidentales.

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La Colonialidad del Ser no se refiere, pues, meramente, a la reducción de lo particular a la generalidad del concepto o a un horizonte de sentido específico, sino a la violación del sentido de la alteridad humana, hasta el punto donde el alter-ego queda transformado en un sub-alter. Tal realidad, que acontece con regularidad en situaciones de guerra, es transformada en un asunto ordinario a través de la idea de raza, que juega un rol crucial en la naturalización de la no-ética de la guerra a través de prácticas de colonialismo y esclavitud racial. La colonialidad del ser no es, pues, un momento inevitable o consecuencia natural de las dinámicas de creación de sentido. Aunque siempre está presente como posibilidad, ésta se muestra claramente cuando la preservación del ser (en cualquiera de sus determinaciones: ontologías nacionales e identitarias, etc.) toma primacía sobre escuchar los gritos/llantos de aquellos cuya humanidad es negada (Maldonado-Torres, 2003, p. 150).

Eso es lo que podemos notar en el acto materializado de la refundación de Osorno, una violencia de tipo ontológica en virtud de considerar a los huilliches fuera de su condición humana, violentándolos más allá de las consideraciones normales de su situación o herencia histórica. De esta forma el nivel ontológico de la colonialidad acarrea las marcas en la cuales se inscribe este nuevo sujeto, altamente formado en la subjetividad hispana y la relación con la otredad su propio origen, violentada profundamente en niveles de pensamientos, creencias, técnicas, lógicas, sistemas políticos, económicos, etc. La Colonialidad del Ser surge con la radical noción del sujeto transformado. Notamos que existe una considerable vinculación entre el ser y el poder en la época colonial, hasta la refundación de Osorno los mapuche-huilliche aún existen como ser ontológico alejado de la condición del poder colonial, pero producto de las nuevas estructuras coloniales, emerge una figura condicionada por lo que ya comentamos anteriormente. La influencia del lenguaje y la subjetividad presente ante la otredad silenciada e invisibilizada. La violencia es ontológica porque llega a niveles donde transforma la condición natural existente y su propia definición. Además los mapuche-huilliches sufren la desterritorialización y la deshistorización ontológicas de su ser histórico.

Nos olvidamos luego de la refundación de la ciudad de Osorno en el territorio del Chaurakahuin, que sus habitantes, los mpuche-huilliche, existían. Solo se reconoce en la historiografía tradicional la invención de este nuevo ser colonial, aunado bajo la única vía de reconocimiento que es la raza. De esa forma, se cumple lo que explica Paul Ricoeur con respecto a la historiografía diciendo que; (su) “referente último del discurso de la historia es la acción social, de su capacidad para producir vinculo social e identidades” (Ricoeur, 2004, p. 497).

La identidad y el vínculo social a través del lenguaje, resultan claves en la conformación del ser y son manejados en esta Colonialidad del Ser al punto que como dice Ricoeur produce identidades, o sistemas de identidades donde el discurso, la historicidad y la concepción del ser de una cultura o raza, anula las otras. Así este nuevo ser se configura en el discurso histórico del olvido. Los mapuche-huilliches entre tanto ya no son considerados dentro de esa conformación socio-históricas. El nuevo ser, se sustenta en los pilares del lenguaje y la racionalización eurocéntrica, la que se articula a través de la violencia ontológica, mencionada. En otras palabras, la Colonialidad del Ser, es producto de las dinámicas que intentan crear una ruptura radical entre las formas existentes en este territorio (indígena) y las recreadas en el orden del discurso de la subjetividad (español). Esto queda anclado en la idea de la diferenciación natural entre los sujetos. Reconoce Maldonado-Torres que:

Los indígenas estaban en una situación parecida, pero diferente. El "ser," o más bien "no ser" del indígena lo marca como inferior y sin valor histórico alguno. El ser del indígena es un ser fantasmagórico, considerado como anacrónico cuando aparece en

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el presente o como violento si se plantea su existencia en el futuro. Es un ser con valor en el pasado y siempre en proceso de ser domesticado a las funciones que se le consideren propias en la formación de la nación blanca, en el caso de Estados Unidos, o en el mestizaje, en la mayoría de los casos latinoamericanos” (Maldonado- Torres, 2007, p. 6).

Hemos podido evidenciar la similitud del concepto de Colonialidad del Ser con lo ocurrido históricamente en el territorio del Chaurakahuin, toponimia que se invisibiliza históricamente luego de la refundación de Osorno, pues la historiografía y la cartografía, que se levanta posterior al Tratado de las Canoas, no considera esta toponimia. Sino, considera a los sujetos en relación con la superestructura establecida, funcionando como dice Foucault, como un “dispositivo del poder”, pues el uso de la toponimia Osorno, por sobre Chaurakahuin, es un imposición del poder al nombrar un territorio, políticamente hablando. El Chaurakahuin, es decir el territorio indígena mapuche-huilliche, es silenciado e invisibilizado, olvidando y negando su propia cosmovisión y epistemología del territorio, sus propias subjetividades, en palabras de Nelson Vergara. Es toda una Otredad silenciada, borrada, como si nunca hubiera existido.

Conclusión

Cabe decir, que a partir de la refundación de Osorno en 1793, nace un nuevo ser en el territorio en estudio, producto de la violencia ontológica producida y recreada constantemente, encarnada en el sistema simbólico de los españoles, en su imaginario o cosmovisión. La violencia es ontológica porque los seres humanos del Chaurakahuin se redefinen en torno a un nuevo lenguaje y religión, en torno a la condición y autopercepción, ahora de individuos altamente racializados, algo que cambia el sentido mismo de las cosas y cambia sustancialmente su ser en el territorio y en el mundo.

Para cerrar, reconocemos varios elementos de nuestro análisis historiográfico, primero, la Refundación de Osorno fue un proceso histórico, producto de los intereses económicos de los sujetos del territorio y sus territorios cercanos de repoblar la ciudad. Luego, existe una invisibilizacion histórico ontológico territorial. Solamente se reproduce el conocimiento (toponimias) desde su herencia cultural europea, el innegable factor cultural de los mapuche- huilliche en el proceso de refundación es omitido en la historia decimonónica y en la cartografía. La historiografía ha generado “verdades históricas” y clasificaciones antojadizas que van en la línea de la lógica occidental, que para el caso de la refundación de Osorno están de igual forma alejadas de la situación concreta, mestiza e indígena. La historiografía en su análisis también ha obviado algunos elementos en torno a la explicación y solo se ha construido en función del método positivista ilustrado, que desacredita cualquier forma de conocimiento fuera del método científico.

Además esbozamos el concepto de Colonialidad del Ser y (además del Poder) como uno Todo lógico dominante que se instala y despliega en la refundación de Osorno. Con la fundación de las instituciones y las estructuras económicas, políticas y culturales de los españoles en este territorio, se evidencia como se articulan los diferentes niveles de Colonialidad del Ser y Colonialidad del Poder, del Pensar, etc., producto que existe un cambio profundo en la historicidad de los mapuche-huilliches del Chaurakahuin, quienes pasan a ser osorninos y luego de la Independencia de 1818 devienen en chilenos, pero ese periodo no es objeto de este estudio, podría hacerse de él otro estudio.

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Todos estos elementos que afectan a los huilliches, nos permite reconocer y enunciar solamente, que existe un nuevo ser humano en las condiciones que describíamos, de violencia ontológica, la cual funciona a niveles profundos, determinando la nueva condición del ser histórico, y ahora reconociéndose en situaciones de sujetos presos en otra estructura, una nueva, la estructura occidental y con otras características, en la cual se autoperciben de forma distinta, muchas veces desde la autodiscriminación, existiendo un evidente conflicto en las identidades del sujeto histórico de este territorio.

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