El Ignorante ■
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1 EL IGNORANTE ■ “Ignoro la verdad absoluta, pero soy humilde Ante mi ignorancia: En ella residen mi honor y mi recompensa.” (Khalil Gibran) 2 Domingo, 05 de junio 2011, Buenos Aires, Argentina. "El ocio hace que las horas sean largas y los años pasen rápido", así pensó Don Juan observando a su huésped que con un gran habano entre los dientes acariciaba a Ramiro, el perro mascota del barrio. Boris Krug, a pesar de las apariencias, se estaba preparando para una reunión crucial cuyo resultado podía afectar el destino de todo el planeta. Por este motivo se había alojado hace casi cuatro años en la pequeña habitación de Don Juan. A pesar de sus muchos recursos, ningún lugar le podía brindar la misma privacidad y seguridad suficiente para llevar a cabo su plan. Dentro de esas viejas paredes Boris escondió el objeto del deseo de todo el mundo, o más bien de la parte del mundo que sabía de su existencia. Lo escondió durante más de dos años, decidiendo finalmente de ponerlo a la venta en el comienzo de 2010. Los "clientes" más obstinados de Boris eran hombres poderosos, ricos y despiadados, que si hubieran sabido dónde vivía, sin duda habrían enviado comandos armados para matarlo y robarle su tesoro. Krug había logrado cubrir sus huellas al mundo escondiéndose en la multitud, yendo a vivir en los últimos cuatro años en una zona residencial de una metrópolis como Buenos Aires, cambiando muchas veces identidad y eliminando también el uso del teléfono celular y de su propia computadora. Para comunicarse con los potenciales compradores había asignado a cada uno de ellos una dirección diferente de correo electrónico adonde enviar una oferta y esperar la respuesta. El correo electrónico lo chequeaba en locutorios de Países cercanos donde normalmente podría cruzar la frontera sin ser registrado y adonde no se quedaba más de un par de horas. A cada cliente lo había visto sólo una vez, cuando él mismo, apareciendo de la nada, mostraba la reliquia y explicaba la forma de comunicar una oferta; así fue capaz de generar una subasta de locura que había alcanzado proporciones asombrosas. Viernes, 24 de octubre 1941, Odessa, Ucrania. La furia asesina llegó a su cenit. La orden perentoria del dictador rumano fue de vengar inmediatamente el ataque del día anterior con la matanza de 200 judíos ucranianos por cada oficial que fue víctima de la bomba instalada en la sede rumana de Odessa, también otros 100 judíos ucranianos tuvieron que morir por cada soldado rumano que había fallecido en el ataque. Cuarenta fue el número de soldados rumanos muertos, 17 oficiales incluyendo el gobernador, todos los comunistas tenían que ser capturados y 100 judíos en el barrio iban a ser ahorcados. Las tropas germano-rumana habían entrado en Odessa por 8 días y ya tenía cerca de 20.000 víctimas, 25.000 judíos fueron obligados a marchar hasta la ciudad de Dalnik que estaba a unos 30 km. Aquellos que no podían seguir el ritmo murieron en el acto, a fin de que la larga marcha dejó un rastro de cadáveres compuestos principalmente por mujeres, ancianos, niños y personas con discapacidad. Una vez en Dalnik, los sobrevivientes no tuvieron ningún premio por su resistencia: fueron separados en cuatro grupos y encerrados en cuatro galpones. En las dos paredes adyacentes había unos agujeros para el paso de los cañones de las armas de fuego. Yaroslav Kalienko, un chico ruso joven y guapo de veinte años, fue el primer y único a imaginar lo que sucedería, así, tan pronto como los soldados terminaron la perforación de las paredes, sin proferir palabra, se colocó en la intersección de las dos paredes con las piernas cruzadas y las manos sobre las orejas. La matanza terminó a las 17,30 horas, cuando, para asegurarse de que no había sobrevivientes, el coronel Deleanu ordenó prender fuego a lo que quedaba. 3 Esa misma noche, el coronel dio a su chofer un paquete para entregar personalmente a un oficial nazi que estaba en Odessa, su contenido había sido robado unos días antes de la casa de un científico ruso por sus soldados. Cuando el oficial se dio cuenta de lo que contenía el paquete, inmediatamente informó a su Führer Adolf Hitler quien no dudó en hacer una petición para que tan pronto como sea posible fuera consignado a el mismo. Fue fácil acordarse con el coronel Deleanu pero los alemanes igualmente se quedaron con las manos vacías: después de sólo unos pocos kilómetros el conductor del coronel fue sorprendido por un oculto joven ruso escondido en la parte trasera del coche, el cual le apuntó con una pistola obligándolo a detener el vehículo y a desvestirse, luego le colocó una bala en la cabeza y se fue con el coche y el paquete. Yaroslav había sobrevivido a aquel trágico 24 de octubre: Cuando las armas pararon de verter plomo sobre sus conciudadanos, se levantó de su rincón y se escondió debajo de algunos cadáveres que se habían acumulado en el centro del gran almacén, un grupo de 5000 cuerpos estaba siendo revisado por una docena de soldados armados que con latas de gasolina habrían rociado la montaña de cadáveres para luego prenderle fuego. Justo en el momento en que un soldado rumano comenzó a subir sobre la montana de cuerpos, Yaroslav salió de ella como una cobra, y sin que los camaradas Balcanes y alemanes se dieron cuenta, le dio al rumano en la yugular con un pedazo de hierro, tapándole la boca con la otra mano, luego lo tiró adentro a la cueva de carne humana y se vistió con su ropa. Cuando salió de nuevo a la superficie sacó un fósforo del bolsillo de su chaqueta nueva y prendió el fuego, creando la confusión necesaria para alejarse del galpón con tranquilidad. Yaroslav ahora tenía un coche nuevo, un nuevo uniforme, nuevos documentos y un paquete misterioso como pasajero. Mató a dos personas en las últimas tres horas, pero para él no era una gran sorpresa, hace un poco más de un año se había retirado de la policía secreta rusa, la NKVD, donde había participado con el general Nikolai Yezhov en la Gran Purga, la eliminación de todas las personas que se pensaba que eran adversos al gobierno de Stalin. Yaroslav, después de que el general fue derrocado y reemplazado, consiguió cambiar su identidad y huir a Odessa, donde comenzó una nueva vida; fue buen profeta: Nikolai Yezhov fue efectivamente ejecutado el 4 de febrero de 1941, y varias personas cercanas a él hicieron lo mismo; el soldado Kalienko habría sido uno de ellos. Yaroslav, a pesar de las recientes subidas y bajadas tuvo suerte, estaba ileso y tenía un plan para una nueva vida en los Estados Unidos de América. Sabía que lo más difícil sería llegar hasta allá, pero, a pesar de todo, ya había pasado pruebas mucho más complicadas durante su corta vida. Martes, 30 de agosto 2005, New Orleans, EE.UU. Un huracán, mejor dicho el huracán, una ciudad a merced del agua: Julián Puerta, acostumbrado, por motivos profesionales, a presenciar cualquier tipo de catástrofe, se enfrentó a la peor de su carrera. Millones de metros cúbicos de agua se vertieron en Luisiana inundando la capital todavía habitada por miles de personas. El desastre natural que hasta ahora le ha costado más al gobierno de los Estados Unidos de América. Después de unos segundos de sorpresa y unos minutos de reflexión, Julián Puerta empezó su marcha y en menos de una hora llegó a la puerta de su objetivo: el hogar de Nikola Key Nikola. El viejo Key se decía que era demasiado molesto para salir de su casa en los días de alerta y de huir a Miami con sus odiados nietos, por lo que tomó la decisión de aguantar el huracán Katrina barricado en el piso de arriba de su quinta-bunker. Eso sería pasado si los nietos no se habían apresurado a sacarlo de la cama el día antes del infierno para cargarlo en su helicóptero privado, por supuesto, con la aprobación de los guardaespaldas también alarmados por la llegada del huracán. 4 Julián era excepcionalmente bueno en su trabajo y sobretodo en la preparación de una misión: estudiaba meticulosamente cada detalle, podría predecir las situaciones que se iban generando, así, como casi siempre ocurría, también aquella vez acertó. Desde hace unos diez años Julián sabía que en la quinta del señor Key estaban unos manuscritos históricos de gran importancia, pero sobretodo sabía cuánto los deseaba Darko Basarab, el cliente rumano que por primero se lo había comentado. La quinta era, en condiciones normales, impenetrable, tenía sistemas de seguridad de última generación y un pequeño ejército de vigilancia, por lo que sólo un desastre como Katrina habría permitido la recuperación de los bienes a un especialista como Julián Puerta, conocido en el rubro con el nombre de "Cobra". Su actuación se producía principalmente en lugares donde ocurrían catástrofes, desastres naturales o golpes de Estado. En la mayoría de los casos, gracias a su diligencia extrema, era el primero en llegar en cualquier parte del mundo y tenía un plazo de ejecución de un rayo, no se detuvo casi nunca más de un día en los lugares de la "recuperación", con raras excepciones, entre ellas, el derrumbe de la Unión Soviética en 1991. No tenía armas de fuego, el único equipo adicional que tenía era un doble anillo diseñado por él, que se ponía en el dedo medio y en el anular, tenía las características de un taser*, al golpear producía un choque de alto voltaje.