“Luces, Cámara, ¡Acción!: Arqueología, Toma 1”
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Coniplutum, 8,1997:311-334 “LUCES, CÁMARA, ¡ACCIÓN!: ARQUEOLOGÍA, TOMA 1” Pedro J. Hernández Descalzo* RE5UMEN< El cine es ano de los más populares medios de difusión de ideos. Partiendo de esta premisa, el autor analiza (en la forma pero principalsnente en el fondo) las relaciones mutuas y las dtstintas versiones, no sse/np/-e acertados, que de la Prehistoria y la Arqueología ita dado el Séptimo Arte. El artículo señala ¿unas priníeras apreciaciones de tipo general (contexto, géneros, origen argumen tal de los ‘películas históricas”) para finalizar con un repaso más detallado de los diferentes subgéneros cinematográficos (Prehistoria, Cultu- ras Orientales, Grecia, Roma y la imagen del arqueólogo). ARSTRAa. - Today, cinema is one of tite most popular media. According to titis, tite autitor analyses (mainly uhrough concepts and ideas) d,fferen¿ images, ofien ,nis¡oken, witich cinema itas transmitted about Prehistoric ouid arcitaeological knowledge. Tite work star¡s witit several in¡roducing propositions (contexts, cinematogro- pitic gen/-es, plot sources of “itistoricfilms”) to conclude revising in detail sorne kinds of unovies as tite Prehis- toric, Orie,ztaL Greek, Roman and “archaeologist’ rvpes. PAMnu¿ás CMve: Géneros cinematográficos, Prehistoria y Arqueología en e/cine. Ka WORDS: Movie gen res, Preitistory and arcitaeology on cinema. 1. INTRODUCCIÓN guaje intercíasista y prácticamente universal. El efec- to visual, además, benel3cia la posible pasividad del El cine es la suma elaborada de ingredientes espectador, que realmente no es tal ya que la asImi- tan dispares como la industria, el comercio, la forma lación de la acción, los contenidos y estereotipos re- artística, un lenguaje propio; una manifestación so- quiere un mínimo pero necesario esfuerzo por parte cial e ideológica clara (Htíeso 1976: II). Estos postu- del público. lados y otros muchos que mantienen los diversos au- El cine sirve de referente personal en cuanto tores vienen a incidir básicamente sobre el mismo a mundo vivido: nadie en nuestra época puede des- punto: el cine como medio de difusión cultural. El ci- vincularse en su recuerdo de personajes como “La ne, frente a otros, es un comunicador que no necesi- momia”, “Supe~án”, John Wayne o Humphrey Bo- ta, generalmente, una formación previa, posibilitan- gart. Las películas han contribuido a la formación do así un entendimiento y aceptación en capas muy cultural de la sociedad como “creadoras de memoria” amplias de la población. Utiliza unos códigos de len- (Monterde 1986), asumiendo el papel iconográfico guajes simples que, en esencia, todos comprenden. que en la Edad Media ostentó el arte religioso; el ci- Ello es así en una sociedad, pero también a un nivel ne, en cierta manera, ha ejercido la función de “cate- más extenso: ya que “toda sociedad recibe las imá- quesis visual” del siglo XX. genes en función de su propia cultura” (Ferro 1980: La Historia y la Arqueología han prestado 15), y los países occidentales, pese a sus diferencias tradicionalmente poca atención a la problemática cí- locales, siguen unas pautas comunes y una gran parte nematográflca como santo y seña artístico y culturi- del mundo percibe cercano el mismo tipo de comuni- zador de este siglo, prestándose más a la crítica pun- cación. Ese mismo marco social ha sido denominado tual del género “histórico”. En las relaciones entre la en ocasiones “la civilización del ocio”, por causa de Arqueología y el Cine (o mejor, la Sociedad), se ob- la aparición del tiempo libre como costumbre. Ambas serva, habitualmente el siguiente esquema: el desa- circunstancias favorecen sin duda la extensión de la rrollo de ambas respeta líneas de actuación paralelas gran pantalla a todos los ámbitos, a través de un len- con leves intromisiones mutuas (subvenciones, pe- * Departamento de Prehistoria. Universidad Complutense de Madrid. Ciudad Universitaria, sIn. 28040 Madrid. 312 PEDRO J. HERNÁNDEZ DESCALZO queñas reseñas en prensa y televisión) hasta que, re- cuya acción se representa en el pasado. Otros prefie- pentinamente, surge un descubrimiento o polémica ren denominarlo “género épico”, por presentar la (normalmente, valorable por criterios extra-arqueoló- mayoría de las producciones unas características que gicos) de gran “impacto” que ocasionalmente vuelca las aproximan a ese modelo literario. Sin embargo, al conjunto social, a través de los medios de comuni- en estas líneas se va a utilizar la idea “género cine- cación (incluido en ellos el cine), en el trabajo ar- matográfico’ de manera más abierta, desde una defi- queológico (ejemplos del descubrimiento de la tumba nición como la de Hueso: “temática que es observa- de Tutankamon o, más próximo, la Plaza de Orien- da y plasmado en irnágenes cinéticas a través de una te). Durante un período breve, ambas lineas estre- concepción estética peculiar’ (Hueso 1976: II), en chan relaciones rápida pero intensamente (películas, que “temática” equivale aquí a “pasado”, y “concep- informaciones, exposiciones, etc.); finalizado el inte- ción estética” podemos entenderla como “ambienta- rés mediático, se retorna a la posición original. ción”. Igualmente amplia es la percepción que consi- Sin embargo. el arqueólogo puede y debe dera como película de género a aquella que sirve de descubrir cómo utilizar (desde su obligación final de “lugar de reunión de distintos elementos (estilemas) difusor histórico) este medio de comunicación a gran de tipo iconográfico, narrativo, sonoro, cronológico escala. Las diferentes modalidades cinematográficas o social en forma canónica y cuya presencia la de- (ficción o documental) ofrecen al investigador una termina diferencia/mente (.1 respecto a otra” (Ro- posibilidad divulgativa muy amplia en exposiciones, maguera y Riambiau 1983: 197). Parece, pues, en el docencia o simples emisiones frente, por ejemplo, a caso del “cine del pasado” bastante difícil determinar las publicaciones especializadas. Si en arqueología la otras características propias, salvo la de su situación imagen (objeto+contexto para reconstruir el pasado) en otra época; obviamente no puede considerarse un es básica, ¿por qué no utilizarla junto a la prosa? género pues incluye a otros (Monterde 1986: 188); (Pratap 1988: 113). Indudablemente, esto requiere un en caso contrario, tan sólo tendríamos dos géneros: conocimiento del universo audiovisual, pero no es “histórico” (del pasado) y “actual’ (ambientado en el menos cierto que la Arqueología experimenta un ver- presente). tiginoso proceso de cambio, modernización técnica y No obstante, a efectos de claridad expositi- adaptación en los últimos años. va, se hablará de “cine histórico” entendiendo por és- Este texto no busca poner en evidencia (qui- te toda película no documental cuya trama se desa- zá tan sólo un poco) las representaciones que de cul- rrolla en el pasado, independientemente de que el ar- turas anteriores ha realizado el cine; prefiere, por gumento carezca o no completamente de relación con contra, extenderse más en la perspectiva hermenéuti- la épica u otros hechos de la Historia. Es lo que Ro- ca del Séptimo Arte desde la definición de “historio- senstone, dentro de su clasificación del cine, denomí- fotía” de Hayden White o la “representación de la na drama, en oposición a documento y experimento Historia y nuestra concepción de ella en imágenes (cit. en Paz y Montero 1995). Se busca conocer la visuales y en el discurso cinematográfico” (cit. en imagen que acerca de la Prehistoria y la Edad Anti- Paz y Montero 1995: 17). Abunda en lo anterior el gua se ha difundido desde las pantallas del cine y la hecho de que el cine no es otra cosa que la reestruc- televisión, tanto en dramas como en películas de turación de diversas interpretaciones matizadas por aventuras, eróticas, de comedia o terror. cuestiones culturales que arrancan de la primera rea- Por nuestra parte, entendemos el cine como lizada por el historiador; sobre ella operan los tópicos vehículo de comunicación mayoritario (cine comer- y circunstancias de su época, a las que se añaden en cial) o minoritario (experimental), que puede presen- el momento de la filmación las del novelista (si ha- tarse en cualquiera de estas dos posibilidades bajo los blamos de una adaptación literaria), las del cineasta, formatos de documental (de cuyo “modus operandi” su equipo, el público y las propias del sistema de co- no es objeto este trabajo) y dramatización. En ella, municación del medio. El público y su trascendencia unos determinados personajes (humanos o animados) posterior también nos dejan pistas que utilizar en la nos cuentan unos hechos, que según el teórico rigor nueva interpretación que, años después, se presenta histórico que planteen, podríamos dividir del si- en estas páginas. guiente modo, yendo de más a menos: • suceso puntual, personaje o proceso histó- rico a base de personajes igualmente reales. Mínimas 2. ¿GÉNERO O GÉNEROS? licencias y proximidad al documental. Entre ambos está el llamado docudrama; Es frecuente escuchar a los teóricos del cine • narración libremente basada en un suceso hablar de “género histórico” para referirse a películas o celebridad (individual o colectiva); se intercalan o “LUCES, CÁMARA, ACCIÓNI: ARQUEOLOGÍA, TOMA 1 313 protagonizan la ncción, convergente a ese “chispazo desaparecidas; presentando el pasado como caduca- histórico”, figuras inventadas. Deben incluirse las do; sentimientos no individuales, sino genéricos de películas basadas en novelas históricas y ciertas “ha- la colectividad y representativos: tipos, no indivi- giografías”. Gran importancia