Homenaje a Eustaquio Sosa

7 de octubre de 2011

Departamento de Taquígrafos

Área Legislativa

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SEÑOR PRESIDENTE (Oscar Curutchet).- Buenas tardes a todos y a todas. Damos inicio a este acto de homenaje que realiza la Junta Departamental al señor Eustaquio Sosa con motivo de haber sido recientemente declarado Ciudadano Ilustre de nuestro departamento.

(Es la hora 14:10)

______Les damos la bienvenida a él y a su señora, a todos los Ediles departamentales, a los vecinos y vecinas de nuestro querido departamento, a los Directores de la Intendencia de , a los funcionarios de la Junta Departamental. Previamente a comenzar la parte oratoria, le vamos a dar la palabra al señor Secretario General para que dé lectura a algunas adhesiones recibidas.

SEÑOR SECRETARIO GENERAL (Carlos Otero).- Llegó una nota que dice así: “Señor Presidente de la Junta Departamental de Montevideo Edil Oscar Curutchet Presente. “(…) Sin duda, Eustaquio Sosa merece la distinción de que es objeto por el Gobierno Departamental de Montevideo, y aunque seguramente nunca la anhelara, estamos seguros que la recibe con humildad y orgullo. Razones ajenas a mi voluntad me impiden acompañar esta lúcida ceremonia, en la que me siento de todos modos presente, junto a seres queridos que siempre admiraron las virtudes de Eustaquio. Sin otro particular y agradeciendo tengan en cuenta mis disculpas, lo saludo y en su nombre al Cuerpo con mi consideración más distinguida. Jaime Mario Trobo. Representante Nacional”. También tenemos saludos del señor Senador Gustavo Penadés; del Representante nacional Gerardo Amarilla; del Intendente de Colonia Walter Zimmer; y de la firma Sondor, que dice así: “Sr. Edil de la Junta Departamental de Montevideo Don Enrique Arezo. En el sello discográfico Sondor recibimos con mucha alegría la noticia del nombramiento del poeta-cantor Eustaquio Sosa como Ciudadano Ilustre de la ciudad de Montevideo. Entendemos que es un importante reconocimiento para quien, como otros lo han hecho en el pasado, forja y mantiene la identidad de nuestras raíces folclóricas(…) Vayan para Eustaquio nuestras más sinceras felicitaciones, y para usted y todo el Cuerpo de la Junta de Montevideo un reconocimiento por haber tenido presente a uno de los más importantes poetas que tiene nuestro país”.

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SEÑOR PRESIDENTE (Oscar Curutchet).- La señora Intendenta de Montevideo, a quien vamos a recibir en nuestra Casa, está en camino hacia la Junta Departamental. Para dar comienzo a la parte oratoria, le damos la palabra al señor Edil Enrique Arezo.

SEÑOR AREZO (Enrique).- Muchas gracias, señor Presidente. Quiero agradecer la presencia del Cuerpo Legislativo del departamento de Montevideo, de los vecinos y, sobre todo, destacar la importancia de contar hoy en esta Sala con Eustaquio Sosa y su señora en el marco de este merecido homenaje. Ya sabemos que te han entregado una cantidad de premios en todo el país desde que eras muy joven hasta la fecha. Hoy tenemos el honor de hacer esta sesión de homenaje en la Junta Departamental de Montevideo. Voy a tratar de resumir lo que quiero decir. Por supuesto que para hablar de la vida de Eustaquio Sosa para mí sería necesario contar con varios días seguidos. Todo lo que hemos leído y lo que hemos conversado en estos días -sobre todo con mi compañero de trabajo Nicolás Fossati, con quien hemos hecho una recopilación importante- respecto a tu vida, a tu trayectoria, sin lugar a dudas es muy rico; por eso digo que no alcanzaría una semana para hablar de tu trabajo, tus poesías, tus guitarreadas y todo lo que vendrá de acá en más. Es así que voy a comenzar hablando de Gregorio Rivero Iturralde, quien era crítico de “Últimas Noticias” y decía: “Junto a la poética de Eustaquio Sosa, nadie puede pasar indiferente. Basta leerla para conmoverse. Cuenta Eustaquio que „esto me ha ocurrido desde niño. Cuando escribí Lejos de Treinta y Tres, la reacción de los escritores, fue que no se podía hacer una canción repitiendo… (por lo menos) 12 veces, Treinta y Tres‟. Pero esta canción es la más popular que tiene, según él y la escribe siendo un muchacho de 14 años. Nunca he sabido el secreto de la popularidad de una canción”. Nace en Puerto Charqueada el 2 de mayo de 1939. Su padre, Eustaquio Sosa, era el Juez de Paz y poeta en ese lugar, apretado en el paisaje arrocero que hay entre el Cebollatí, el Olimar, el Parao y la Laguna Merín. Su madre, Antonia Aquino, tenía 12 años menos que su padre y se dedicaba, como era común en aquellos tiempos, a las labores de la casa. Su padre fallece en el año 44 con tan sólo 39 años; su madre tenía 27 años. Eustaquio era el mayor de cuatro hermanos, a quien le siguen Inés Mirta, que también luchaba por su propia literatura; Manuel Oribe, pintor y profesor de pintura, y Estela Marys, quien fuera la acompañante de su madre durante la vida de ésta. Fueron tiempos duros, ya que deben emigrar a la capital del departamento, Treinta y Tres, lo cual afectaría tremendamente al poeta. Después de ir a la escuela de varones, es enviado al Seminario de Florida, donde se enferma de algo misterioso que se había aposentado en sus bronquios. Los mayores decían casi en secreto: “Tiene un asunto llamado alergia”. Después se hacían la señal de la cruz. Cuenta Eustaquio: “Sentía sus palabras susurrantes: „Pobre gurí. Las cosas que hay ahora‟. Por entonces, y teniendo, pese a la alegría, una voz brillante y atronadora, ya cantaba. El “Nene” Aquino, su tío, lo acompañaba con su guitarra cantando en los boliches del barrio Olimar o en el de Nelsa Gómez. De allí volvía con los bolsillos llenos de monedas, haciendo así sus primeras armas, con tan sólo 14 años de edad, aunque ya había leído una barbaridad. Dice Eustaquio:

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“Éramos muy pobres, y seguramente por ello conseguí convencer a mi familia y llegué a Montevideo, a la casa de un primo de mi padre, con una cartita de presentación escrita por mi madre. Leída la cartita, aquel tío me la rompió en la cara y me dijo: „Fuera de aquí, yo no mantengo parásitos‟. Lloviznaba, y con unos diarios que me alcanzaron los hijos de aquel tipo, debajo de un banco de la plaza Madame Curie me fabriqué una choza. Los muchachos, mis primos, me querían y todos los días me traían aunque sea un pedazo de pan. Allí estuve como una semana. El instrumento que llevaba era una guitarra brasileña. A media cuadra de mi paradero, en Rivera y Larrañaga, por aquellos tiempos había una parrillada y vinería, „El Palenque‟. Una noche me arrimé hasta allí, porque creo que cenaba del humo que soltaba el asado. En una de esas oportunidades, en la vereda de la parrillada había un hombre alto, delgado, con una verruga grande al costado de la cara. Me preguntó qué hacía con la guitarra. Yo no estaba ni limpio ni bien vestido, pero le dije que cantaba. Me hizo entrar y me presentó a algunas personas, entre ellas -casi me desmayo-, estaba el agasajado, el gran Francisco Amor, ex cantor de Francisco Canaro, con quien llegué a ser muy amigo. El hombre alto me dijo que se llamaba Hugo Beltrán y me hizo subir al escenario. A mí todo aquello me sonaba a cachada. Cortésmente, el Hugo le dijo al auditorio: „Este joven dice que canta. Precisamente, en este lugar cantamos, desde ahí, desde ese escenario‟. Y mucho en broma dijo: „Métale mi amigo que lo van a escuchar‟. Es así que por junio de 1954 Montevideo oiría por primera vez tres emblemáticas poesías del autor: „De la lejanía‟, „Yerra‟ y „Lejos de Treinta y Tres‟”. Luego de una etapa en la que pasara varias experiencias que lo marcarían, entre ellas conocer al Carau Peralta, hace sus primeras armas en la televisión, en Canal 12, y también viaja al exterior por primera vez, a Porto Alegre, Brasil. Radicado ya en forma definitiva en Montevideo conoce al payador Luis Alberto Martínez y se hacen buenos amigos. Participa en la Cruzada Gaucha, de Dalton Rosas Riolfo, dando el gran salto en su carrera, y se enamora de Montevideo, de Colón, donde hoy vive, y de sus cosas. Allí organizó un festival que hasta ahora se lleva a cabo con los cantores del barrio y con algún invitado especial. A esas alturas, a mediados de los 50, ya conoce a Alberto Moreno, a Pablo de Santis, a Oscar Villanueva, a las hermanas Méndez, a Voces de América, a Anselmo Grau, a Miguel Ángel García, a Marisa Lamar, a Alberto Mastra, a Rufino Mario García, a Los Carreteros, al muy joven Santiago Chalar, a los Halcones Negros -Germán Reina, Tito Ferrés y Pocho Espinosa-, a Romeo Maritato, a Roberto Rodríguez Luna y a esa cantidad de nombres que se conocen en los festivales. Aparte de los festivales de Treinta y Tres y Melo, se preparaba para participar en el primer festival de Parque del Plata. En 1962 entra a la vinería Altamar -después Teluria- y a una porretada que estaba diseminada por Montevideo: Los Cocuyos, Rinconcito Mío, La Carreta, La Telita, Telandra, Sombra Azul, La Sombrilla, Toto Miranda. Y actúa con una cantidad de artistas verdaderamente enorme y de muchos de los cuales se hace amigo, como se hizo de Francisco Tabaré Etcheverry Tor, quien fuera correligionario de Eustaquio y escribiera con el seudónimo famoso de Pancho Tor. También hizo amistad con Conrado Gallegos, Cabrera Rijo, Carlos Maidana, Carlos Burgos, Héctor Scelsa, Aníbal Sampayo, Osiris Rodríguez Castillo, Aramís Arellano. Luego se sumaron artistas más jóvenes, como el payador Juan Carlos López, Carlos María Fossati y Carlos Benavides. Trabaja algún tiempo -un par de años- en el programa “Mediodía con usted” en el

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Página 5 de 17 Homenaje a Eustaquio Sosa - 7 de octubre de 2011 canal 4, y en Generación 55, con Zitarrosa. Recibe todos los premios importantes de este país, entre ellos, en 1986, el primer Charrúa en democracia; el Palenque del Tala, la Guitarra Olimareña, el Charrúa de Oro, en “Todo el canta en Durazno”; un Bartolomé Hidalgo, el premio internacional El Gaucho, dado por los rotarios de Uruguay y Argentina, y recientemente, en Minas, se le concedió uno de los Morosoli de Plata, entre otros. Posee también medio centenar de plaquetas y medallas. Ha publicado poemas en diarios y revistas y dos libros de poemas: “Más allá de los grillos, Puerto Charqueada y otros pájaros” -con el apoyo de Cofac- y “Los textos de las estrellas” -con Editorial Rumbo-, que tuvo muy buena repercusión en la prensa. Tiene también un centenar de canciones, unos veinte trabajos grabados desde 1962 hasta hoy, y acaba de grabar algunas canciones para una antología de Sondor sobre el Bicentenario. Es así que podemos concluir que el poeta es referente indiscutible de la literatura y de la música, tanto de su partido como de la prosa nacional en general, así como de las viejas generaciones y de las que llegan, como nuestro compañero Nicolás Fossati, joven cantor que ha grabado alguna cosa de Eustaquio Sosa.

(Ingresa a Sala la Intendenta de Montevideo, señora Ana Olivera) (Aplausos)

______Le doy la bienvenida a la señora Intendenta de Montevideo en esta sesión de homenaje a Eustaquio Sosa. Nicolás Fossati se refiere a Eustaquio Sosa como un ejemplo de poeta, y ve en él a un treintaitresino que ha luchado una ardua pelea con la vida para ganarle su sustento y el de su familia, pero para ganar, más que nada, la satisfacción de ser considerado el más grande poeta de nuestro tiempo -al menos para nosotros- en lo referido al canto popular. Señor Presidente: voy a hablar ahora en primera persona. Quiero decir que tuve la posibilidad de conocer a Eustaquio Sosa -seguramente él no se acuerda, pero yo me acuerdo muy bien- en una peña, cuando estábamos en las juventudes de mi partido allá por el año 2000, y tuve la posibilidad de reencontrarme contigo cuando se trajeron los restos de Timoteo Aparicio al departamento de Florida. Allí pudimos hacer una linda prosa y un excelente canto en una magnífica jornada de recuerdos e intercambios de ideas. Fue entonces que pensé que íbamos a tener que presentar este tema en la Comisión de Cultura. Se lo planteamos al señor Presidente, Dari Mendiondo, se discutió el tema y hoy estamos llevando a cabo esta ceremonia. A nosotros nos llena de alegría y orgullo que esta Junta y este departamento de Montevideo te estén realizando este homenaje, además de lo que significa haber entregado la distinción de Ciudadano Ilustre de nuestro departamento a un hombre que ha nacido en Treinta y Tres y que ha adoptado a Colón como su casa, a alguien que nos ha brindado todas estas poesías y cantos. Como bien te dijo Wilson cuando estaban luchando por tratar de descifrar si había habido irregularidades en las elecciones del año 71, y cuando se decía que quizás Eustaquio Sosa se había olvidado del partido: “el Partido Nacional se olvidó de Eustaquio Sosa”. Y hoy, Eustaquio Sosa, este departamento de Montevideo te está haciendo este merecido homenaje. Sin lugar a dudas te vamos a apoyar en ese libro, en ese trabajo que vas a

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Página 6 de 17 Homenaje a Eustaquio Sosa - 7 de octubre de 2011 emprender en pocas semanas, para que sigas adelante, para que sigas dándonos esa satisfacción que nos has dado en la lectura, en la música y en la poesía. Las nuevas generaciones, generaciones como las nuestras, te recordaremos y te seguiremos impulsando todos los días de nuestras vidas. La verdad que es un gusto conocerte y ahora estar en este merecido homenaje a tu figura, lo que a nosotros nos llena de orgullo, satisfacción y emoción. Gracias, señor Presidente.

(Aplausos)

SEÑOR PRESIDENTE (Oscar Curutchet).- Gracias a usted, señor Edil. Continuando con la lista de oradores, tiene la palabra el señor Edil Fernando Pazos.

SEÑOR PAZOS (Fernando).- Gracias, señor Presidente. Difícil es hablar después de lo dicho por “Quique”, pero creo que es importante expresar que para nosotros esto es de justicia; se está haciendo justicia con uno de los mejores cantautores que tiene nuestro país. Señor Presidente: hoy estamos haciendo uso de uno de los momentos más lindos que tiene esta Junta: homenajear en vida a un artista nacional. No se trata de cualquier artista, sino de uno muy especial, muy querido por quienes desde algunas de las trincheras hemos intentado colaborar con la defensa del folclore y de nuestras más lindas tradiciones orientales. En lo personal, vamos a vincular este homenaje también con los nueve años de la promulgación de la Ley Nº 17.536, que establece el Día del Cantor Nacional de todos los géneros. Esa ley fue promulgada el 21 de agosto de 2002 y consagra un reconocimiento a todos los cantantes e intérpretes de nuestro país. Esa ley se logró también gracias a que el legislador reconoció el esfuerzo y tesón de varias organizaciones que durante muchos años trabajaron por la música nacional. Por lo tanto, al homenajear hoy aquí a este representante de nuestra cultura que es Eustaquio Sosa, estamos homenajeando a todos los artistas y cultores de nuestra música nacional, gente que ha enaltecido nuestra cultura. En su nombre queremos homenajear a todos los cantantes de todos los géneros tan ligados al sentir del pueblo, que han forjado con sus voces buena parte de lo que ha sido nuestra identidad nacional. Me refiero a esos cantantes que han sido castigados por las estructuras políticas y gubernativas al negarles muchas veces su apoyo, pero que aun así siguen adelante porque entienden, porque saben que nuestra cultura necesita de ellos, que requerimos de ellos para que se mantenga la llama de nuestra identidad nacional. Volviendo al homenaje a la persona de Eustaquio Sosa, diremos que él se autodefine -y esa es una de las cosas que más nos gusta de él- como intérprete de canciones vernáculas, y no como folclorista o cantante. A fin de identificar su aporte a la cultura nacional y especialmente a nuestra música, debemos decir que sentimos por él una gran admiración por lo que representa su canto, pero también por lo que representa su persona, por las enseñanzas que nos dejó al abrir su corazón con cada una de las anécdotas que nos ha contado, marcando así, con la humildad que lo caracteriza, la diferencia. Algunos de ustedes saben que yo tengo un diario local. Lo que no muchos saben es que durante ocho años conviví y me esforcé por darle una mano a una institución tradicionalista, una de las pocas que hay en Montevideo, que es la Sociedad Potros y Palmas. Ahí conocí en profundidad la música de Eustaquio Sosa. Esa figura con la barba

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Página 7 de 17 Homenaje a Eustaquio Sosa - 7 de octubre de 2011 blanca y ese excelente manejo de los silencios tanto en la música como en la canción, ha marcado la diferencia. Voy a contarles una anécdota personal. Hace unos días dialogaba con Pablo Silveira -un amigo que tiene un programa en CX38- y salió el tema de este día. De inmediato surgió también el tema de la importancia que tenía ese silencio que hace Eustaquio en esas canciones. Hablamos de cómo ese silencio nos obliga a seguir pensando, después, en las hermosas letras de esas canciones, como “Del Cardal”, que es una de las que más nos ha gustado. Eustaquio representa lo mejor de nuestra tradición nacional con sus cielitos, con sus canciones y con sus acciones. Es hoy un exponente ineludible de nuestra música nacional a la hora de nombrar a nuestros referentes. Es el último y mejor de una vieja guardia de músicos que, con el respeto que me merecen las nuevas generaciones, ha peleado y nos ha nutrido con un claro y emotivo mensaje artiguista, así como ha defendido las raíces de nuestro ser nacional. Señor Presidente: quiero felicitar al señor Edil Arezo por tomar la iniciativa de homenajear y declarar Ciudadano Ilustre a este hombre. Felicito también a la Comisión de Cultura y al Cuerpo, que hicieron suya la propuesta, así como a la Intendenta, que la acompañó y nos ayudó a hacer realidad este logro. Don Eustaquio, de corazón, quiero agradecerte por dejarnos en tus letras un trozo de nuestra identidad nacional sustentada en la figura de Artigas, que hoy se mantiene viva. Muchas gracias.

(Aplausos)

SEÑOR PRESIDENTE (Oscar Curutchet).- Tiene la palabra el señor Edil Carlos Larrosa.

SEÑOR LARROSA (Carlos).- Gracias, señor Presidente. Eustaquio Sosa Aquino, nacido en lo profundo de nuestro querido territorio, en su amado Treinta y Tres, junto al río Cebollatí, en el pintoresco y acogedor paraje del puerto La Charqueada, es, sin duda, merecedor de este reconocimiento que hoy llevamos a cabo. Su poesía, su canto, su trayectoria, que ha dejado una profunda huella y nos ha emocionado y deleitado durante tantos años, son enormes logros que sólo se dan en personas elegidas por la providencia para sentirnos orgullosos de pertenecer al género humano. Por lo tanto, me congratulo y felicito al compañero que propuso llevar adelante esta merecida distinción al poeta y cantor Eustaquio Sosa Aquino, que supo plasmar en sus versos y en su voz particular y única la emoción, la belleza, la alegría, la nostalgia y el placer de pertenecer al país que da estos grandes artistas de los que nos sentimos orgullosos. A este gran uruguayo, a quien le deseamos, junto a sus queridos familiares, larga vida y felicidad, le manifestamos que lo apreciamos. Estaremos siempre recordando su obra y su hombría de bien. Muchas gracias.

(Aplausos)

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SEÑOR PRESIDENTE (Oscar Curutchet).- Tiene la palabra el señor Edil Dari Mendiondo.

SEÑOR MENDIONDO (Dari).- Gracias, señor Presidente. Bienvenidos Eustaquio Sosa y señora a esta Junta Departamental de Montevideo, donde tratamos de reconocer los méritos culturales e intelectuales de nuestros conciudadanos montevideanos, uruguayos, orientales. En estos casos siempre tenemos en cuenta la Constitución de la República. Por eso nos importa el contenido, la esencia de lo que se escribe, de lo que se canta, de lo que se dice en las artes plásticas, en la poesía, en el periodismo. Nosotros tenemos en cuenta las aptitudes intelectuales. No nos importa el color de la piel, ni la religión, ni el color político; nos importa el uruguayo, el oriental o la “orientala” que contribuye a enriquecer el acervo cultural de esta nación. Tratamos, con honor y honra, de que la celebración del Bicentenario esté acorde con nuestro destino histórico, porque seguimos construyendo identidad nacional, seguimos construyendo patria. Y si hay algo que refleja la patria son precisamente sus intelectuales, las creaciones literarias, el canto, la poesía. Cuando se hicieron las primeras calles en la ciudad de Montevideo, luego de la primera Constitución de la República, la idea de esa Comisión de Nomenclatura -presidida por don Joaquín Suárez, luego Presidente de la República- fue reconocer en las primeras 18 calles de la Ciudadela -antes de derribar el muro- a los patriotas y al papel que habían jugado en el proceso de la Independencia; reconocer a personalidades internacionales que habían aportado al mundo de las ideas desde la política -como George Washington, cuyo nombre figura desde 1837 en una calle de la Ciudad Vieja-, pero también reconocer sus ríos, sus cuchillas, sus sierras, su flora. Por eso los nombres de nuestras calles tienen identidad con el país, con la nación, con sus hechos históricos y sus protagonistas, pero también con su naturaleza. No hay nada mejor para expresar la identidad de un pueblo, de una nación, de una historia, que sus cantores. Por eso, cuando nace la patria, nace con Bartolomé Hidalgo: “Cielito que digo que sí cielito que digo que no que a los godos los echo yo”. Es decir, patria es identidad nacional, pero también es cultura. Es por eso que este hombre, con esa inmensa trayectoria, se une a otros orientales a quienes en esta Sala también hemos homenajeado y designado Ciudadanos Ilustres. Así podemos hablar de Federico García Vigil, de , de Jaime Roos, de Malena Muyala, de Ignacio Suárez y de Lucio Muniz, paisano de Eustaquio Sosa, de Treinta y Tres. Podemos hablar del Olimar, del Cebollatí, de ese río que está en Charqueada y que ahora puede ser un canal de comunicación con Yaguarón y una salida de las exportaciones arroceras de Treinta y Tres, que se transformó en un polo de desarrollo y producción. Pasaron cien años desde que la Embajada brasileña editó un libro sobre el acto en el que el Barón de Río Branco reconocía los límites de Yaguarón por la mitad del río. Hasta ese entonces el límite entre Brasil y Uruguay era la frontera terrestre; no había una línea media de las aguas. Ese libro demuestra en qué medida el pueblo de Treinta y Tres, el pueblo uruguayo, ha ido luchando para afirmar su identidad, su geografía y su independencia nacional. Con el Gobierno de Luis Batlle Berres y el Gobierno del general Perón se estableció la línea media del río Uruguay posteriormente; pero, ¿cuántos años

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Página 9 de 17 Homenaje a Eustaquio Sosa - 7 de octubre de 2011 después? Para que veamos en qué medida la identidad nacional es una lucha constante en todos los planos. En Treinta y Tres, en ese río, en ese pueblo Charqueada, que cada vez más pasa a ser un pueblo gravitante en la vida del país por ser un centro de producción y de transporte, ahí nace Eustaquio Sosa. Como “Nacho” Suárez, que nació en Rocha; Bisio, en la Rivera de los caminitos de tierra colorada, u Osiris Rodríguez Castillo, que vivió en Sarandí del Yi y luego en Florida, muchos hombres de tierra adentro han tratado a través del folclore de generar canciones y poemas que reflejen nuestra historia y nuestra identidad. Vamos a finalizar, estimado Eustaquio, diciendo que tuviste varios premios, como el Charrúa de Oro, Puerta de la Ciudadela, el Palenque de Oro. Nosotros hoy, con el acuerdo y el apoyo de la Intendenta de Montevideo, profesora Ana Olivera, te daremos el título de Ciudadano Ilustre de la ciudad de Montevideo, de la capital del país, en el año del Bicentenario. Nadie te ha regalado nada; lo que has logrado ha sido con tu propio talento y una actitud ante la vida. Al ser autor y cantautor se puede ser exitoso, se puede triunfar, pero el gran drama en la vida de los hombres no es solamente el éxito personal sino ser capaz de generar academia, escuela, formación. En eso nadie puede negar que has sido uno de los hombres cabales que ha generado academia y ejemplo de vida, que es lo que importa cuando estamos aquí en esta Tierra. Por lo tanto, estimado Eustaquio: ¡adelante! En nombre del Frente Amplio te saludamos y te deseamos larga vida. Somos la generación del 30, la generación del Estadio Centenario: ni nos matan ni nos morimos. Gracias.

(Aplausos)

SEÑOR PRESIDENTE (Oscar Curutchet).- Prosiguiendo, tiene la palabra el señor Edil Mario Barbato.

SEÑOR BARBATO (Mario).- Gracias, señor Presidente. Bienvenida, señora Intendenta, profesora Ana Olivera. Un gran saludo al homenajeado del día de hoy, cantautor Eustaquio Sosa. Pido disculpas por mi intervención fuera del protocolo original. Razones médicas impidieron que estuviera aquí presente para coordinar la intervención, pero un amigo en común que tenemos con Eustaquio Sosa, el músico Marcel Chaves -que está sentado por allí-, con quien intercambiamos unas cuantas historias de don Eustaquio, me alentó para brindar en este homenaje, en nombre de la bancada del Partido Colorado, nuestro sincero aprecio a su obra, a su trayectoria. Para ello entendemos que hacemos justicia reiterando la cita de un escritor, crítico y periodista que ha definido su obra discográfica titulada “Lejos de Treinta y Tres”. Dice: “Es difícil lograr transmitir en palabras lo que cada una de las interpretaciones merece, por su elevado valor artístico. „Lejos de Treinta y Tres‟ -la obra publicada por Sondor y en la que Marcel Chaves lo acompañó musicalmente en varias de sus interpretaciones- “distancia sin medida, que transita en la copla, y se vuelve brillante, en átomos de luz, habitando el celeste espacio que ilumina el sentir.

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La poesía que nace en auroras boreales, con extrañas e indefinidas esencias, misterios y colores… Perfumes del paisaje con agreste frescura, sentimiento naciente de costumbres vernáculas, que evocan un pasado, encendiendo el presente, para transportarse al futuro, en la memoria colectiva. Tu fecunda obra, nacida de la cimiente noble, sembrada en el surco cálido del intelecto, es el ombú majestuoso que señala el paisaje comarcano; de cuyas raíces se sustenta el recio carácter de la libertad, el abrigo invernal de la generosidad, y en su copa piadosa anida el canto y la vida en pájaros inquietos, inspirados por el Espíritu Santo, ¡padre de toda manifestación artística en los seres humanos! Pobres son los pueblos que ignoran sus propios valores y anteponen lo foráneo al sagrado patrimonio de su Orientalidad. Gracias por vuestro aporte a la Cultura Nacional”. Esto lo suscribe Alfredo Laureano Pérez García y hacemos nuestras sus palabras, en este sentido homenaje, que reflejan a uno de los estandartes y baluartes de la cultura nacional. Bienvenido a esta ciudad que reconoce como su segundo hogar, la ciudad de Montevideo, y a su querido barrio Colón al que tanto prestigio usted le ha dado con el festival que lleva su nombre y que se realiza en esa zona para los cantores populares que allí van surgiendo y contribuyen a continuar la huella profunda que usted ha marcado en la tierra de la cultura nacional. Muchas gracias.

(Aplausos)

SEÑOR PRESIDENTE (Oscar Curutchet).- Le damos la palabra a la señora Intendenta de Montevideo, profesora Ana Olivera.

SEÑORA INTENDENTA DE MONTEVIDEO (Ana Olivera).- Bueno, don Eustaquio, usted sabe que no me es tan fácil hablarle porque, aunque ustedes no puedan creerlo, me conoce de chica.

(Interrupción del señor Edil Álvaro Viviano)

______Está bien, Viviano, mido 1,52. Más o menos como cuando usted me conoció, que tenía 12 años; mido exactamente lo mismo, don Eustaquio, ¡qué le vamos a hacer!

(Hilaridad)

______Realmente, don Eustaquio para mí representa una generación que no es la mía, que es la de mi padre, de quien don Eustaquio fue amigo. El señor Edil Mendiondo dijo que fue la generación del 30; don Eustaquio nació por el 39 y mi padre era de finales del 20. En realidad, fue una generación que buscó y que además logró que muchos jóvenes -Marcel ya no está tan joven, pero cuando lo era fue de los que lo hizo- trataran de cultivar lo que en aquella época se llamaba el nativismo -es uno de esos términos que se van perdiendo-, que

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Página 11 de 17 Homenaje a Eustaquio Sosa - 7 de octubre de 2011 era rescatar de dónde veníamos. Y como todos saben venimos de muchos lugares, somos un crisol de culturas, pero en ese crisol de culturas hemos ido generando nuestra propia cultura. Yo creo que este homenaje es bien apropiado en el año del Bicentenario. Yo he mirado la producción discográfica que hay, pero en realidad mis recuerdos de don Eustaquio son de antes de 1971. Anoche estuve buscando -no lo encontré, pero le prometo que se lo voy a llevar- un casete que tengo que me acompañó en el exilio, que se llamaba “Las montoneras orientales”; recuerdo de ese casete -soy muy mala cantando- aquello de: “Los chanchos que vivo de…”, y a mí bailando el cielito con su música. Recuerdo que también estaba el bandoneón de “Panchito” Maquieira. Muchas veces nos cuesta reconocer en vida a aquellos que han formado a una generación, más allá del pensamiento político que hayan tenido; que la pautaron con determinados valores, reconociendo de dónde venimos para proyectarnos hacia dónde vamos. Los cantos de aquella década del 70, que reivindicaban el espíritu libertario, tenían que ver con lo que vivíamos. Entonces, desde ese punto de vista, yo no podía estar ausente de este homenaje que se está haciendo hoy aquí, don Eustaquio. Usted sabe que en mis palabras están las palabras de su gran amigo. No sé cuándo nació en Treinta y Tres usted, porque para mí era un montevideano. Debe ser como muchos de los que han pasado por acá o por la sala de acuerdos de la Intendencia, que muy chicos vinieron a Montevideo y lo que traían lo aportaron sin perder de vista de dónde venían. Así que Montevideo, con esa puerta de la Ciudadela lo vuelve a recibir; lo recibe una vez más, pero ya sin sitio de Montevideo. Muchas gracias por lo que nos enseñó y, si me permiten, quiero entregarle esto…

(La señora Intendenta de Montevideo y el señor Presidente de la Junta Departamental de Montevideo hacen entrega al señor Eustaquio Sosa de una medalla y una plaqueta alusiva) (Aplausos)

SEÑOR PRESIDENTE (Oscar Curutchet).- Para finalizar, le vamos a dar la palabra al homenajeado, don Eustaquio Sosa.

SEÑOR SOSA (Eustaquio).- Buenas días o buenas tardes; ¡no sé en qué momento me encuentro!

(Hilaridad)

______Lógicamente, a mí me han dado muchos reconocimientos; es verdad y no lo niego. He hecho muchísimas cosas en materia de festivales; he andado por muchos sitios; he caminado el tiempo. Para darles una idea a ustedes de cómo es el tiempo, les voy a contar que en aquella época en que salí de Treinta y Tres me subí a un tren y empecé a ir estación por estación. Me bajaba en las estaciones, y donde había un boliche me metía para adentro. Desde luego que también en aquella época preguntaba si había caña blanca primero que nada, que era lo que había aprendido a tomar con los guitarreros de Treinta y Tres. Con el “Nene” Aquino, a quien yo le canté la canción “El tío guitarrero”, que dice: “Este lugar de cantor

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caminito de guitarras me lo enseñaste de niño mostrándome las torcazas y fuiste la cerrazón, la luna serena y blanca y en noche blanca y serena, camino de serenata”. Y era muy lindo, porque en aquella época había serenatas en Treinta y Tres… Yo les cuento para que vean dónde aprendí, dónde asenté el canto. Una noche de gran tormenta, yo ya vivía acá en Montevideo, habíamos decidido salir con mis primos, los Segovia Aquino -yo soy Eustaquio Sosa Aquino-, que eran todos guitarreros y cantores. Recuerdo que en los cumpleaños de mi abuela -y hay gente que me dice: “¡Uh, Eustaquio, por favor, que no se le vaya la mano!”- venían cuarenta guitarreros y todo el mundo tocaba. A mí los primeros acordes de guitarra me los enseñó una hermana de mi madre, cuyo nombre era Ana Bernardina, que ya murió; después lo hizo mi madre a raíz de que empezó a desaparecer otra gente, como mi hermana, por ejemplo, quien luchó tanto con su literatura, y que cuando murió se llevó con sus alas a mi madre. Era una noche de tormenta, una noche muy fea, pero no llovía ni nada por el estilo. Entonces, Alfredo Martirena propuso que fuéramos a dar la serenata. El “Nene” Aquino agarró su guitarra, y junto con el compadre Velázquez -que era un payador de Treinta y Tres- salimos por la calle en busca de la casa de la novia de aquel tío. Cuando llegamos había unos tremendos relámpagos, una tormenta impresionante. Entonces, el “Nene” Aquino le dice a mi tío, que se llamaba Blas Adalberto Gutiérrez: “Blas, presente la serenata”. Y en ese momento empezaron a caer unas gotas como tortas fritas, con agujero en el medio y todo. El tío Blas dice: “En esta noche serena, bajo una luna de plata, a la señorita Clara López dedico esta serenata”. Y tuvimos que salir corriendo porque se nos mojaban las guitarras...

(Hilaridad)

______Era todo así. Éramos personas ingenuas. ¡Yo me alegro tanto! Por esa época debuté en radio Carve; en aquel entonces, llegar a radio Carve era el súmmum. Yo tenía esa canción, y pensaba: “¿Con qué canción empezaré?”. No sabía... Mi madre lo llamó a mi tío y le dijo: “El „Chito‟” -que soy yo- “canta esta noche, a las nueve, en radio Carve”. El tío llegó de su trabajo a las cinco y media de la tarde porque pidió para salir antes. Encendió la radio, puso radio Carve, preparó el mate en su brasero y se sentó a esperar. Pero también tenía un poco de caña; entonces, para qué íbamos a andar despreciando la cosa. Empezó a tomar caña, a darle y a darle, y siguió y siguió. Llegaron las nueve, y el compadre Velázquez, que había venido, le dice: “Vine a estar contigo y a acompañarte en esto que estás haciendo de escuchar al „Chito‟. El „Chito‟ va a llegar a ser grande, porque no es como nosotros”. Y en ese momento yo empiezo a cantar “El tío guitarrero”. Dicen que cuando dije: “„Nene‟ Aquino, hermano de mi madre y de mi canto”, el tío pegó un salto y gritó: “¡Sáquenme de aquí, sáquenme que me muero!”. Entre dos lo sacaron para afuera, para que tomara aire. Y él les dice: “¡No sean brutos, traigan la caña primero!”

(Hilaridad - Aplausos)

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______Yo me crié en un lugar así. Un día me encuentro con el “Jubilado” Julio Pérez. Hay muchos que deben de conocerlo. En el bar había una cantidad de gente jugando al casín, al truco; otros jugaban a la conga y gritaban: “¡Así no vale!” Había un ruido terrible. El “jubilado” estaba en un ángulo del boliche, mirando hacia la pared, meta guitarra. Y viene uno de los que estaban allí y le dice: “Che, „Jubilado‟, tocá la guitarra para nosotros, más fuerte”, y el “jubilado” se da vuelta, lo mira y le dice: “Dejame tranquilo, que me estoy escuchando”.

(Hilaridad)

______Nosotros teníamos esa barra. Después yo vine a Montevideo, con aquel miedo terrible. Tengo un poema en el que cuento que los rieles del tren me decían: “Vuélvete, vuélvete, vuélvete”. Los hoteles oscuros que me asustaban... Pero me fui quedando. Y dice al final: “Donde aprendí a ser ciudad y a ser Montevideo”. Siempre lo dije, en todos lados. Mi esposa me dijo la otra vez: “Eustaquio: ¿qué te parece si nos vamos a...?” Le contesté: “Bueno, si es en Colón, estoy de acuerdo”. Incluso nos ofrecieron una formidable casa en Gregorio de Polanco -se lo cuento para que sepan que en mi vida ocurrieron otras cosas-, y nos miramos los dos y dijimos: “No, nos vamos a quedar en Colón”.

(Aplausos)

______Si me pusiera a contarles lo que fue aquella vida que comencé con Aramís Arellano, con don Luis Alberto Martínez, con Clodomiro Pérez, con Alberto Mastra, a quien recuerdo como una persona extraordinaria… Un día vamos con Mastra a visitar a Joaquín Piñón, en Buenos Aires. Yo nunca había ido a Buenos Aires, porque no me interesaba; a mí me interesaba cantar aquí, para mi gente, nunca pretendí viajar ni nada por el estilo. Y Joaquín Piñón me dice: “¿Vos sabés que me invitaron a la casa de Aníbal Troilo? ¿No querés venir conmigo?” Para mí Aníbal Troilo con una mano agarraba a Dios; era una emoción indescriptible llegar allí. Y cuando llego, me recibe Edmundo Rivero, quien me da un beso, me acompaña y me dice: “Hay un amigo suyo acá”. Y estaba Alberto Mastra. Entonces, me presentan a Troilo, y yo lo saludo. Él me dice: “No, no, no saludes tanto; al que tenés que saludar es a tu coterráneo; porque, míralo” -Alberto Mastra era chiquito-“, no sé dónde cabe tanto talento en este hombre”. Fíjense ustedes que yo hice tres festivales absolutamente gratis -aquí está Roger Tijman, que lo puede corroborar-; no cobrábamos nada, pagábamos a los artistas como podíamos; venían mis amigos, Numa Moraes… Y de ahí salieron tres grandes cantores… Ya estoy hablando demasiado. Mis hijas querían festival de folclore, festival de esto y lo otro, y les dije que no, que íbamos a hacer un festival de cantautores orientales y que lo íbamos a llamar “Encuentro de cantautores orientales”. Nos apoyó la Intendencia y nos dio un escenario, amplificación, y dije: “Esto es totalmente gratis; que vengan todos”. Conseguimos unos cajones de manzanas para que los niños que quisieran comer, comieran. Hicimos todo a pulso. Y les dije a mis hijas: “¿Y si hacemos un concurso?” A lo que ellas contestaron: “¿Cómo vamos a hacer un concurso de cantautores orientales? Fijate papá que no va a venir nadie.” “Vamos a ver; yo no sé si van a venir o no”, dije yo. Y los trabajos comenzaron a llegar; llegaron 164

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Página 14 de 17 Homenaje a Eustaquio Sosa - 7 de octubre de 2011 trabajos de individuos que cantaban, porque tenían ganas de estar. Muchos de ellos eran extraordinarios. Recuerdo a uno que le dimos un premio porque le hizo una canción a la ONDA, que ya no estaba más. Así ha sido mi vida -perdónenme que hable de ella-; ha sido andar de vagón en vagón, yendo por los caminos, viviendo donde podía, comiendo donde podía, porque yo tenía una propuesta para mí mismo: quería llegar a ser cantor. La gente me decía: “¿Con tu voz? ¿Pero cómo vas a ser cantor con esa voz horrible que tenés?” Yo iba a hacer algo, y la poesía me lo dio. Luché mucho con la poesía. Anduve perdido por ese territorio maravilloso y encantado, con esas palabras tan raras que venían, que si era una silepsis, un hipérbaton, cómo eran los versos de conjugaciones irregulares. Todas esas cosas las comencé a absorber. Abel Soria, el gran cantor nacional, uno de los mejores escritores de este país, me dio una mano grande; me ayudó muchísimo. Yo me fijé mucho en Osiris Rodríguez Castillo. Son personas que hoy no escucho en ningún lado. Yo tengo un programa en la radio Continental de Pando, en el que solamente paso canciones orientales cantadas por orientales; aclaremos esto: canciones orientales. También trato de que los ritmos sean orientales. Claro, uno no puede decir: “esto llega hasta aquí”, no, porque también hay un pueblo del otro lado. Ustedes saben perfectamente cómo es la música de Sampayo, es muy parecida a la de todo el litoral argentino. Y en Rivera, los grandes poetas son poetas de portuñol, lo que es inevitable. Nosotros no nos hemos ido fuera de la región, allá lejísimo, a sitios extraños, a lenguajes distintos por completo; nosotros hemos tratado de ver si podemos hacer una condensación de un canto que sea nacional, de un canto que se refiera principalmente a lo que escribió -y miren lo que voy a decir- primeramente Bartolomé Hidalgo y después Ansina. Ansina tiene puesto en sus poemas todo el pensamiento de Artigas; me refiero a aquellos poemas que fueron recopilados en dos tomos por Hammerley Dupuy. Hoy día tendrían que ser exaltados como uno de los textos más grandes de la historia de este país, porque tiene el pensamiento de Artigas con toda claridad. Ansina escribió sobre Artigas, con todos sus defectos y sus virtudes. Aquel hombre que llegó algún día a ver a su amigo en su tumba, y al encontrarla vacía casi se muere. Y todos los negros que fueron con Ansina anduvieron por allá haciendo pueblo; en ellos todavía está el pensamiento de Artigas. Ustedes saben lo que pienso: que yo realmente no merezco esto. Yo sé que esto ustedes me lo dan con todo el corazón, pero les voy a decir algo: yo simplemente hice lo que quería, yo viví haciendo lo que quería. A mí no me importaba el hambre, la sed, tener que dormir debajo de un puente: a mí me interesaba la poesía. De un libro del doctor A. J. Cronin, llamado “La Ciudadela”, tomé el principio básico por el cual me rijo para hacer la poesía. Ese libro se trata de un médico de la época en la que los médicos hacían todo: operaban, sacaban muelas. Entonces, este médico quería ascender y fue a dar exámenes a un lugar, y creyó que había perdido. Él último que le estaba tomando examen -lo miraba y le gustaba porque lo veía pobre, con los pantalones gastados, se acordaba de sí mismo-, antes quiso saber algo. Fue así que le dijo: “Doctor: como una simple curiosidad, ¿qué toma usted como principio básico para el ejercicio de la medicina que usted lleva adelante?”. El médico se dio cuenta de que estaba comprometiendo todo lo que había dicho, y le contestó tartamudeando: “Creo, doctor, en mi fuero íntimo que no debo tomar nada como absoluto”. Y ese es el principio básico de la poesía: no debo tomar nada como absoluto. Les doy un abrazo tan grande que no se imaginan. Yo creo que esto realmente es una cosa que me regalaron.

(Aplausos)

______Antes de retirarme, quiero mostrarles a ustedes cómo, de verdad, yo escribí este

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Página 15 de 17 Homenaje a Eustaquio Sosa - 7 de octubre de 2011 libro con la mayor parte de las cosas de Montevideo. Quiero que oigan una de las cosas que escribí y que dice así: “a ti te dieron un nombre intrincado y a tus puertas llaman perros ateridos por las mediasnoches ciegas Monte VI hacia el oeste conturbado de escolleras donde los barcos aprenden el sexo de las sirenas y el faro del Monte apunta al soplo de tus galernas nombre tal vez con vestigios de alguna indígena lengua

en ti oscilan las palabras sobre una cósmica greda y en sus articulaciones aves de angustia despiertan los niños del hormigón y los pecios de la arena las razas tienen razones para escuchar la tristeza cuando se estiran de olvido olvidando las leyendas los charrúas remolinos con boleadoras de piedra negros con sus tamboriles membranófonas maderas y los tantos emigrantes costumbres de cosas lejas

a veces el viento sur llena el aire de consejas y se desploma en las faldas de las mujeres morenas importunando sus muslos y el ritmo de las caderas un viento hambriento de calles de muros y enredaderas

azul de grandes azules y los grises de tragedias el que despierta a los niños dormidos en las veredas viento de las prostitutas escondido tras las cercas cuando vienen las patrullas olvidando el hambre terca y ellas huyen atrapadas por soledades de piedra mientras los perros aúllan convocando las tinieblas

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2 a ti te dieron un rostro sensitivo como el viento el rostro de muchos barrios el de obcecados obreros musicales en canciones cancioneros del silencio el tango del arrabal y los candombes murgueros

Melilla te endulza el rostro con manzanos y viñedos aguas de plata te ciñen la cintura y entre vuelos las gaviotas forman letras como escribiendo en tus sueños las luces en la distancia me parecen tus cabellos y los autos pisotean los restos de un perro muerto atropellado en ayer por un brillante destello la luna cae a olfatearlo pleniluna de silencios y la noche lo amortaja con su catafalco negro mientras responsan los grillos impasiblemente lentos

3 entonces rueda la lluvia por balcones y ventanas aterida y tiritando con sus destellos y escamas mientras el trueno se enoja en las esquinas mojadas arrastrando los despojos de los cantos de las ranas

Montevideo tu luna se ahogó cruzando una charca en una costra aceitosa donde flota la carcaza plástica de una botella como una pérfida maga de oscuro significado sin luz y sin resonancias pretendiendo los poemas que suben a las guitarras

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la voz se te ha puesto dura cercada por las nostalgias de las viejas vinerías donde el tango trasnochaba con estilos y cielitos con las milongas floreadas y donde nadie recuerda cómo tus gentes cantaban tu pueblo Montevideo sonoro Río de Plata”

(Aplausos)

SEÑOR PRESIDENTE (Oscar Curutchet).- Damos por finalizada la sesión.

(Es la hora 15:13)

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