Homenaje a Eustaquio Sosa
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Homenaje a Eustaquio Sosa 7 de octubre de 2011 Departamento de Taquígrafos Área Legislativa Página 2 de 17 Homenaje a Eustaquio Sosa - 7 de octubre de 2011 SEÑOR PRESIDENTE (Oscar Curutchet).- Buenas tardes a todos y a todas. Damos inicio a este acto de homenaje que realiza la Junta Departamental al señor Eustaquio Sosa con motivo de haber sido recientemente declarado Ciudadano Ilustre de nuestro departamento. (Es la hora 14:10) ______Les damos la bienvenida a él y a su señora, a todos los Ediles departamentales, a los vecinos y vecinas de nuestro querido departamento, a los Directores de la Intendencia de Montevideo, a los funcionarios de la Junta Departamental. Previamente a comenzar la parte oratoria, le vamos a dar la palabra al señor Secretario General para que dé lectura a algunas adhesiones recibidas. SEÑOR SECRETARIO GENERAL (Carlos Otero).- Llegó una nota que dice así: “Señor Presidente de la Junta Departamental de Montevideo Edil Oscar Curutchet Presente. “(…) Sin duda, Eustaquio Sosa merece la distinción de que es objeto por el Gobierno Departamental de Montevideo, y aunque seguramente nunca la anhelara, estamos seguros que la recibe con humildad y orgullo. Razones ajenas a mi voluntad me impiden acompañar esta lúcida ceremonia, en la que me siento de todos modos presente, junto a seres queridos que siempre admiraron las virtudes de Eustaquio. Sin otro particular y agradeciendo tengan en cuenta mis disculpas, lo saludo y en su nombre al Cuerpo con mi consideración más distinguida. Jaime Mario Trobo. Representante Nacional”. También tenemos saludos del señor Senador Gustavo Penadés; del Representante nacional Gerardo Amarilla; del Intendente de Colonia Walter Zimmer; y de la firma Sondor, que dice así: “Sr. Edil de la Junta Departamental de Montevideo Don Enrique Arezo. En el sello discográfico Sondor recibimos con mucha alegría la noticia del nombramiento del poeta-cantor Eustaquio Sosa como Ciudadano Ilustre de la ciudad de Montevideo. Entendemos que es un importante reconocimiento para quien, como otros lo han hecho en el pasado, forja y mantiene la identidad de nuestras raíces folclóricas(…) Vayan para Eustaquio nuestras más sinceras felicitaciones, y para usted y todo el Cuerpo de la Junta de Montevideo un reconocimiento por haber tenido presente a uno de los más importantes poetas que tiene nuestro país”. Departamento de Taquígrafos - Área Legislativa Página 3 de 17 Homenaje a Eustaquio Sosa - 7 de octubre de 2011 SEÑOR PRESIDENTE (Oscar Curutchet).- La señora Intendenta de Montevideo, a quien vamos a recibir en nuestra Casa, está en camino hacia la Junta Departamental. Para dar comienzo a la parte oratoria, le damos la palabra al señor Edil Enrique Arezo. SEÑOR AREZO (Enrique).- Muchas gracias, señor Presidente. Quiero agradecer la presencia del Cuerpo Legislativo del departamento de Montevideo, de los vecinos y, sobre todo, destacar la importancia de contar hoy en esta Sala con Eustaquio Sosa y su señora en el marco de este merecido homenaje. Ya sabemos que te han entregado una cantidad de premios en todo el país desde que eras muy joven hasta la fecha. Hoy tenemos el honor de hacer esta sesión de homenaje en la Junta Departamental de Montevideo. Voy a tratar de resumir lo que quiero decir. Por supuesto que para hablar de la vida de Eustaquio Sosa para mí sería necesario contar con varios días seguidos. Todo lo que hemos leído y lo que hemos conversado en estos días -sobre todo con mi compañero de trabajo Nicolás Fossati, con quien hemos hecho una recopilación importante- respecto a tu vida, a tu trayectoria, sin lugar a dudas es muy rico; por eso digo que no alcanzaría una semana para hablar de tu trabajo, tus poesías, tus guitarreadas y todo lo que vendrá de acá en más. Es así que voy a comenzar hablando de Gregorio Rivero Iturralde, quien era crítico de “Últimas Noticias” y decía: “Junto a la poética de Eustaquio Sosa, nadie puede pasar indiferente. Basta leerla para conmoverse. Cuenta Eustaquio que „esto me ha ocurrido desde niño. Cuando escribí Lejos de Treinta y Tres, la reacción de los escritores, fue que no se podía hacer una canción repitiendo… (por lo menos) 12 veces, Treinta y Tres‟. Pero esta canción es la más popular que tiene, según él y la escribe siendo un muchacho de 14 años. Nunca he sabido el secreto de la popularidad de una canción”. Nace en Puerto Charqueada el 2 de mayo de 1939. Su padre, Eustaquio Sosa, era el Juez de Paz y poeta en ese lugar, apretado en el paisaje arrocero que hay entre el Cebollatí, el Olimar, el Parao y la Laguna Merín. Su madre, Antonia Aquino, tenía 12 años menos que su padre y se dedicaba, como era común en aquellos tiempos, a las labores de la casa. Su padre fallece en el año 44 con tan sólo 39 años; su madre tenía 27 años. Eustaquio era el mayor de cuatro hermanos, a quien le siguen Inés Mirta, que también luchaba por su propia literatura; Manuel Oribe, pintor y profesor de pintura, y Estela Marys, quien fuera la acompañante de su madre durante la vida de ésta. Fueron tiempos duros, ya que deben emigrar a la capital del departamento, Treinta y Tres, lo cual afectaría tremendamente al poeta. Después de ir a la escuela de varones, es enviado al Seminario de Florida, donde se enferma de algo misterioso que se había aposentado en sus bronquios. Los mayores decían casi en secreto: “Tiene un asunto llamado alergia”. Después se hacían la señal de la cruz. Cuenta Eustaquio: “Sentía sus palabras susurrantes: „Pobre gurí. Las cosas que hay ahora‟. Por entonces, y teniendo, pese a la alegría, una voz brillante y atronadora, ya cantaba. El “Nene” Aquino, su tío, lo acompañaba con su guitarra cantando en los boliches del barrio Olimar o en el de Nelsa Gómez. De allí volvía con los bolsillos llenos de monedas, haciendo así sus primeras armas, con tan sólo 14 años de edad, aunque ya había leído una barbaridad. Dice Eustaquio: Departamento de Taquígrafos - Área Legislativa Página 4 de 17 Homenaje a Eustaquio Sosa - 7 de octubre de 2011 “Éramos muy pobres, y seguramente por ello conseguí convencer a mi familia y llegué a Montevideo, a la casa de un primo de mi padre, con una cartita de presentación escrita por mi madre. Leída la cartita, aquel tío me la rompió en la cara y me dijo: „Fuera de aquí, yo no mantengo parásitos‟. Lloviznaba, y con unos diarios que me alcanzaron los hijos de aquel tipo, debajo de un banco de la plaza Madame Curie me fabriqué una choza. Los muchachos, mis primos, me querían y todos los días me traían aunque sea un pedazo de pan. Allí estuve como una semana. El instrumento que llevaba era una guitarra brasileña. A media cuadra de mi paradero, en Rivera y Larrañaga, por aquellos tiempos había una parrillada y vinería, „El Palenque‟. Una noche me arrimé hasta allí, porque creo que cenaba del humo que soltaba el asado. En una de esas oportunidades, en la vereda de la parrillada había un hombre alto, delgado, con una verruga grande al costado de la cara. Me preguntó qué hacía con la guitarra. Yo no estaba ni limpio ni bien vestido, pero le dije que cantaba. Me hizo entrar y me presentó a algunas personas, entre ellas -casi me desmayo-, estaba el agasajado, el gran Francisco Amor, ex cantor de Francisco Canaro, con quien llegué a ser muy amigo. El hombre alto me dijo que se llamaba Hugo Beltrán y me hizo subir al escenario. A mí todo aquello me sonaba a cachada. Cortésmente, el Hugo le dijo al auditorio: „Este joven dice que canta. Precisamente, en este lugar cantamos, desde ahí, desde ese escenario‟. Y mucho en broma dijo: „Métale mi amigo que lo van a escuchar‟. Es así que por junio de 1954 Montevideo oiría por primera vez tres emblemáticas poesías del autor: „De la lejanía‟, „Yerra‟ y „Lejos de Treinta y Tres‟”. Luego de una etapa en la que pasara varias experiencias que lo marcarían, entre ellas conocer al Carau Peralta, hace sus primeras armas en la televisión, en Canal 12, y también viaja al exterior por primera vez, a Porto Alegre, Brasil. Radicado ya en forma definitiva en Montevideo conoce al payador Luis Alberto Martínez y se hacen buenos amigos. Participa en la Cruzada Gaucha, de Dalton Rosas Riolfo, dando el gran salto en su carrera, y se enamora de Montevideo, de Colón, donde hoy vive, y de sus cosas. Allí organizó un festival que hasta ahora se lleva a cabo con los cantores del barrio y con algún invitado especial. A esas alturas, a mediados de los 50, ya conoce a Alberto Moreno, a Pablo de Santis, a Oscar Villanueva, a las hermanas Méndez, a Voces de América, a Anselmo Grau, a Miguel Ángel García, a Marisa Lamar, a Alberto Mastra, a Rufino Mario García, a Los Carreteros, al muy joven Santiago Chalar, a los Halcones Negros -Germán Reina, Tito Ferrés y Pocho Espinosa-, a Romeo Maritato, a Roberto Rodríguez Luna y a esa cantidad de nombres que se conocen en los festivales. Aparte de los festivales de Treinta y Tres y Melo, se preparaba para participar en el primer festival de Parque del Plata. En 1962 entra a la vinería Altamar -después Teluria- y a una porretada que estaba diseminada por Montevideo: Los Cocuyos, Rinconcito Mío, La Carreta, La Telita, Telandra, Sombra Azul, La Sombrilla, Toto Miranda. Y actúa con una cantidad de artistas verdaderamente enorme y de muchos de los cuales se hace amigo, como se hizo de Francisco Tabaré Etcheverry Tor, quien fuera correligionario de Eustaquio y escribiera con el seudónimo famoso de Pancho Tor.