Colombia: En Búsqueda De Una Política Exterior
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NOTAS COLOMBIA: EN BÚSQUEDA DE UNA POLÍTICA EXTERIOR Por GERHABD DREKONJA KORNAT A. EL «PAÍS ANDINO» Las pocas evaluaciones que existen en torno a la política exterior colombiana van desde el juicio de su «consistencia fundamental» has- ta la opinión crítica de su «fraccionamiento» y hasta su no-existencia l. Por otra parte, cabe observar que quien acometa la tarea de efec- tuar una sobria adición de los elementos de poderío potencial que en- cierra Colombia, tiene que llegar a la conclusión de que este país debería'ser, indiscutiblemente, una potencia regional con un poder negociador de calidad comparable a la de México, Argentina y Vene- zuela2. Con todo, hay analistas que identifican situaciones en las cua- les Colombia ha resultado jugar un papel más preponderante. Tal es el caso de su capacidad negociadora, sobre todo, en el ámbito de los convenios de integración3. Bogotá, que ahora se encuentra cada vez más involucrada en las tensiones caribeñas, ha comenzado ya a percatarse de esta contradic- ción entre la capacidad potencial y la capacidad efectiva. Se suceden las definiciones y las iniciativas por aquello de que el low-profile en materia de política exterior no se debe a máximas de neutralidad ni i En cuanto al argumento de la consistencia, véase BUSHNELL, David: Colombio. In H. Eu. Davis-L. Wilson (eds.) Latin American Foreign Policies. An Analysis. Washington D. C. The Johns Hopkins press, 1975, p. 412. En cuanto al argumento del fraccionamiento, véaso DREKONJA KOBNAT, Gerhard. Colombia Política Exterior. Bogotá, 1982. 3 MUÑOZ, HERALDO: «The Str.-.tegic Dependency of the Centers and the Economlc Impor- tance of the Latin American Periphery», en Latin American Research Review, 16 (1981), 3, página 23. 3 «Colombia ha demostrado gran habilidad para obtener ventajas de este tipo de acuer- dos, debido a su espíritu ofensivo en sus trr.tativcs y a la adecuada preparación de sus recursos humanos».... MERCADO JARRIN, EDGARDO: «El siglo xxi. siglo de la Amazonia-, en Geosur (Montevideo), 3 (1981), 25, p. 18. 259 Revista de Estudios Internacionales Vol. 4. Núm. 2. Abril-junio 1983 GERHARD DREKONJA KORNAT a teoremas abstencionistas que sean producto de concienzudas refle- xiones, como en el caso del Canadá, Suiza o Austria, sino que es el resultado de la evolución histórica, tras el desmembramiento de Pana- má. Alfonso López Michelsen hizo ver cómo la devaluación geopolítica que había sufrido Colombia con la pérdida de Panamá había originado un ámbito ajeno a competencias y desprovisto de todo espíritu ambi- cioso. Colombia se encerró en su cascarón, de modo que parece acer- tada la alusión a un «Tibet de Suramérica», que también hiciera el doctor López". O se habló del «País Andino» con su polo de desarrollo hacia adentro. Es evidente que tal catalogación sólo se puede sostener si se hace un enjuiciamiento del perfil adquirido por Colombia en la percepción de la nueva política exterior latinoamericana, la cual tiende a ampliar la «autonomía periférica»5. Mirándola desde la perspectiva tradicional, Colombia cuenta, natu- ralmente, con una política exterior y el Ministerio de Relaciones Exte- riores de Bogotá cumple las tareas que le han sido asignadas. El Mi- nisterio se ha concentrado, particularmente, en el problema del territo- rio nacional con la correspondiente delimitación de fronteras con los vecinos. Tal y como lo demuestran los textos clásicos de la historia diplomática colombiana6, aquellas han sido tareas que han consumi- do casi todas las energías del Ministerio de Relaciones Exteriores de Bogotá, que no siempre han encontrado una solución favorable y que, en cierto modo, han quedado pendientes, como, por ejemplo, la delimi- tación de fronteras en el golfo de Venezuela. El hecho de que Colombia, en su calidad de Estado sucesor de la Gran Colombia, hubiese perdido en el transcurso del último siglo una buena parte del territorio inicial para que de él se beneficiaran los vecinos, o que fuera mutilada a consecuencia de revueltas manipula- das (¡tal fue el caso de Panamá!) es un hecho que pone de relieve la traumática experiencia que ha dejado la política exterior, y es por eso que la inactividad ha sido considerada como el mal menor. Fue así cómo a comienzos de los años setenta un ministro colombia- no de relaciones exteriores7 le dio todavía prioridad al Concordato con 4 LÓPEZ MICHELSEH, ALFONSO: «Grandeza y decadencia do las relaciones internacionales do Colombia». Conferencia, Corporación Foro Regional (Medellín), noviembre 10, 1981. 5 Véase la síntesis en TOMASSINI, LUCIANO (ed.h Relaciones internacionales de la América Latina. México, Fondo de Cultura Económica, 1981. 6 CWELIER, GERMÁN-, La política internacional de Colombia. Cuatro tomos. Bogotá. 1949-59. CAICEDO CASTILLA, JOSÉ JOAQUÍN: «Historia diplomática», en Historia extensa de Colombia, volumen XVII, tomos I y 2, Bogotá, 1974. 7 En MINISTERIO PE REXACIONES EXTERIORES: Memoria, Alfredo Vásquez Carrizosa, 1973-1974. Bogotá, Imprenta Nacional, 1976. 260 COLOMBIA: EN BÚSQUEDA DE UNA POLÍTICA EXTERIOR el Vaticano, incluyéndolo entre las diez tareas fundamentales de la política exterior emanada de Bogotá, todas las cuales se basaban en una posición de laissez-faire, desembocando así en una tradición frag- mentada en materia de política exterior8: Juridicidad estricta, des- arrollo y perfecionamiento del Derecho internacional, del Derecho de asilo, del Derecho del mar, énfasis en la actuación colectiva en las organizaciones regionales y globales, defensa del principio de la no- intervención, de la solución pacífica de litigios internacionales y de la cooperación internacional. Todos éstos son principios que pueden tener importancia cuando se trata de defender una posición dentro de un sistema en el cual el statu quo esté equilibrado, pero tales principios apenas son instru- mentos suficientes para acometer la defensa de los intereses naciona- les durante la fase de transición del antiguo orden económico mun- dial, habida cuenta de que, a pesar de toda la interdependencia que pueda haber en este último, su estructura se va a regir, entre otras, por la utilización prudente del poder negociador de la Periferia. En este orden de ideas cabe anotarle a la nueva política exterior latinoamericana una marcada aversión contra el statu quo y un claro propósito desestabilizador' (frente al antiguo orden mundial); mien- tras tanto, la inactividad de Colombia tendía a flanquear el statu quo hasta comienzos de los años ochenta. La reciente tentativa de hacer política exterior colocará a Bogotá ante la alternativa de seguir aco- plando la pasividad con el statu quo o de combinar sus actividades con el cambio —de naturaleza reformista— para así entrar a engro- sar las filas de los países que forman la poderosa corriente de la nueva política exterior latinoamericana. B. «RÉSPICE POLUM» En el siglo xix, Colombia —consolidándose como Estado Sucesor y dentro de las limitaciones inherentes al conflictivo proceso de con- vertirse en nación— desempeñó ciertamente un papel en el concierto de los Estados latinoamericanos que debían emprender mancomuna- damente la tarea de defenderse del colonialismo y del expansionismo comercial de los europeos. El anhelo expansionista de españoles, in- 8 «Una visión de la política internacional de Colombia». Discurso de Alfredo Vasquez Carrizosa ante la XXV Asamblea General de las Naciones Unidas, en Ministerio de Relacio- nes Exteriores, Memoria, 1970-1871, Bogotá, Imprenta Nacional, 1972. Un geopolítico 'colombiano llamó esta actitud «pais sin sed de espacio». LONDOÑO, JULIO: Geopolítica del Caribe. Bogotá, 1973, p. 200. 261 GEBHARD DBEKONJA KORNAT gleses y alemanes era, por cierto, más marcado que el de los Estados Unidos, que inicialmente se limitaron a lanzar ofensivas en Centro- américa y en el área de] Caribe. Las relaciones entre Bogotá y la joven Washington fueron desarro- llándose, consecuentemente, libres de tensiones y en términos casi siempre amistosos9. Las fricciones comenzaron a presentarse sólo cuando los Estados Unidos contemplaron a la provincia colombiana de Panamá como al- ternativa para la construcción de un canal ístmico. Verdaderamente traumática fue para Colombia la rebelión de la Provincia de Panamá (en 1903), que fuera favorecida por los Estados Unidos, modificando así, de la noche a la mañana, la idea que Bogotá tenía en Washington. Al unísono con la crítica del imperialismo que hacían los literatos, como elaborado en Suramérica, ejemplarmente, por Rodó y otros, Co- lombia se fue recuperando de sus profundas heridas, condenando, por su cuenta, el expansionismo de los Estados Unidos. El Libro azul10, publicado por el Ministerio de Relaciones de Colombia, se convirtió en el pilar sobre el cual se levantó una aguda protesta (la cual adquirió con José María Vargas Vila—Ante los bárbaros 119171 — una notable base como literatura de vanguardia) y que permitía esperar tan sólo aspectos negativos para el desarrollo futuro de la relación ". Incluso un competente observador norteamericano no pudo dejar de afirmar que el asunto con Panamá «destruyó la amistad de casi un siglo y des- pertó la indignación de todos los colombianos»I2. Pero tan pronto se inauguró el Canal de Panamá (en 1914) los in- tereses de seguridad propugnados por los Estados Unidos pasaron de la fase expansionista a la fase de consolidación, puesto que ya habían alcanzado el límite externo de su expansión territorial en el Caribe. Para las repúblicas isleñas del Caribe y para unas regiones de Cen- troamérica, esto vino a significar la diplomacia del dólar, la interven- ción, la ocupación militar ". Anticipándose a la política de buena ve- cindad, para Colombia se reservó, sin embargo, una diplomacia de lineamientos mucho más suave, ya que el país había dejado de tener 9 PAHKS, E. TATLOR: Colombia and the United States 176S-1934. Durham: Duke Unlverslty Press, 1935. 10 MINISTERIO BE REIACIONES EXTERIORES (Colombia): libro Azul. Documentos diplrmáticos sobre el Canal y la rebelión del Istmo de Panamá. Bogotá. Imprenta Nacional, 1904. 11 URIBE, ANTONIO JOSÉ: Colombia y los Estados Unidos de América.