Frontera Norte ISSN: 0187-7372 [email protected] El Colegio de la Frontera Norte, A.C. México

Vázquez León, Luis Reseña de "Antropología de las . Alteridad, historia e identidad más allá de la línea" de Miguel Olmos Aguilera (coord.) Frontera Norte, vol. 20, núm. 40, julio-diciembre, 2008, pp. 211-216 El Colegio de la Frontera Norte, A.C. , México

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Antropología de las fronteras. Alteridad, historia e identidad más allá de la línea, Miguel Olmos Aguilera, coord., México, El Colegio de la Frontera Norte/Miguel Ángel Porrúa, 2007

Luis Vázquez León*

Resultado de un simposio que reunió a medianamente razonable de la polise- casi una veintena de estudiosos, tene- mia a la que está sujeta la sola palabra, mos ahora entre las manos la recopila- no se diga su ontología y epistemo- ción variopinta de trabajos realizados logía. Ya que el particularismo pare- bajo la equilibrada coordinación de ce predominar en los demás autores, Miguel Olmos, y cuyo propio ensayo sus trabajos se agrupan en las subsi- abre la obra, en la sección de las “Fron- guientes secciones “Fronteras e identi- teras simbólicas”, al lado de otros tres dad”, “Frontera y diversidad cultural”, estudiosos dedicados a resaltar la con- “Frontera, educación y salud”, “His- cepción imaginaria más que simbólica toria, región y frontera” y, por último, de la frontera (de hecho, uno de ellos la “Etnología del noroeste”, sección aduce estar en un “mundo sin fronte- donde las fronteras parecen difuminar- ras”). Las divergencias de tratamiento se deveras, acaso porque los etnólogos y sentido de la misma idea de fronte- no se muestran interesados en ver de ra –y enseguida la derivación de una algún modo problemática a la presunta antropología, etnohistoria o etnología frontera, lo que termina por confirmar sustentadas en semejante estudio– de- que la estructuración de este progra- muestran que una antropología socio- ma de investigación seguirá un camino cultural de este campo de conocimien- más sinuoso de lo que cabría esperar. to aún aguarda a su mayor integración Desde luego, es característico de y coherencia programáticas, y que ello cualquier compilación –y ésta no será puede empezar por el esclarecimiento la excepción–, que los trabajos reuni-

*Investigador de c i e s a s de Occidente. Dirección electrónica: [email protected] 211 212 Frontera Norte, Vol. 20, Núm. 40, Julio-diciembre de 2008

dos contrasten en calidad, originalidad de 1990 en la frontera norte, la cuota y aportación. En tal sentido, tenemos actual por cruzar 400 mil ilegales es de que el ensayo de apertura de Olmos, 400 muertes al año (Jencks, 2007). En “La antropología de la frontera: ¿tiem- suma, no es correcto confundir a los po de híbridos?”, constituye todo un seres humanos de carne y hueso, aun si manifiesto crítico dispuesto contra la son tomados como mercancías huma- moda de los estudios culturales que ha nas en movimiento, con las maravillas asaltado a la academia, en clara imita- de la difusión cultural. ción (acomodo sería más exacto decir) Precisamente por no caer en seme- de la dominante academia estadouni- jante confusión es que destaca la con- dense, algo de lo que incluso los acadé- tribución de Olmos, quien no viene a micos franceses se han quejado (Bour- sacudirse de la cultura, sino de su uso dieu y Wacquant, 2005:209-230). Con banal y hasta de su rapto por la antropo- todo, tal valor crítico desmerece un logía posmoderna estadounidense. No tanto cuando se advierte que varios de se olvida tampoco de que en la región los autores compilados no tienen nin- fronteriza norteña no sólo se juega la gún motivo de queja para con el pos- identidad individual, sino que se pone modernismo, sino que contemporizan en acción la identificación social –o sea amistosamente con él. Y la verdad es una expresión del poder descarnado de que el malestar de Olmos no tendría los Estados sobre los seres y cosas, y mayor razón de ser si realmente todo el que Vila (2004) había ya comenzado a campo de estudio de la frontera fuera indagar, lo que trastoca hasta las fron- como si hubiera un tránsito libre, limi- teras étnicas preexistentes por el otro nar, imaginario, simbólico, metafórico, hegemónico, y condiciona por fuerza a en fin, como en “un mundo sin fronte- las “naciones indígenas binacionales”. ras” por el que apuesta Francisco de la A este respecto el lector echará en fal- Peña. Pero como Rafael Pérez-Taylor ta la nula referencia del concepto de sopesa en “Fronteras reales, fronteras frontera étnica de F. Barth (1976) y su imaginarias”, ante las fronteras reales ulterior reconsideración en el estudio las posibilidades de tránsito disminu- de los migrantes paquistaníes en No- yen. Así, lo que había sido del senti- ruega. Aunque Eugeni Porras, en su do común general, o sea el saber que trabajo “Fronteras étnicas y procesos desde el 11-S las dificultades (y riesgos) de simbolización”, es evidente que se del movimiento humano se han acre- refiere a este concepto, su uso etnoló- centado, hoy se confirma que de 100 gico parece ser menos exigente y por muertes en promedio anual a mediados lo tanto abierto a la libre interpreta- RESEÑA BIBLIOGRÁFICA 213 ción. Mas a partir de él, ninguno de los una definición atemporal de frontera, trabajos etnológicos que le acompañan pero sí de contextualizar y dar sentido vuelve a mencionarlo. Esto, a mi modo a la polisemia del uso en boga. Pero no de ver, lejos de fortalecer al programa hay que ignorar tampoco que los es- de investigación en ciernes, le resta ri- tudiosos estadounidenses parecen ser queza analítica y lo acerca demasiado al especialmente agudos en este campo, impresionismo posmoderno. aun siendo conservadores o liberales. Una clara tensión entre rumbos Sin embargo, ha sido otro antropólogo opuestos se centra en la distinción en- e historiador, Thomas S. Sheridan (por tre las fronteras simbólicas y las fron- cierto muy influido por la geografía teras reales. Quizá porque la línea de marxista de David Harvey), quien ha demarcación es inexistente –lo real descrito la frontera entre México y Es- social conlleva lo simbólico desde el tados Unidos del siguiente modo: lenguaje, de suyo simbólico–, o porque hace falta una tipología de la frontera Este límite internacional surge con una que vaya desde lo ontológico hasta lo energía inimaginable que acorrala las epistemológico –o si se quiere, desde frustraciones y las aspiraciones de Lati- la realidad social hasta su representa- noamérica, dejándose caer las barreras ción–, el punto es que no se está ha- de la vigilancia que tratan de contener- blando de lo mismo. Quienes más se las […] primero, por una línea imagina- ria significando conquista y soberanía acercan a una caracterización de la nacional, segundo, por una arteria de fábrica social de la realidad fronteriza transporte diseñada para mantener a las (en el sentido realista de Searle, 1997 dos naciones juntas, al menos económi- por supuesto,) son los historiadores de camente. Estas dos construcciones per- las fronteras, y no por casualidad, me pendiculares, ambas proyectadas por el temo. Me refiero al ensayo de Lawren- poder estatal, aplastan cualquier rasgo ce Douglas Taylor, “El concepto histó- natural del valle [de Nogales] mismo rico de la frontera”, donde a pesar de (Sheridad, 2006).. la influencia de la historiografía- nor teamericana (en especial de F. J. Tur- Aprovecho la cita para recordar que ner, quien hacia mediados del siglo x i x es precisamente Sheridan quien ha postulaba la frontera como el impulso mostrado que la especulación de las tie- vital del pueblo americano destinado a rras comunales de los o’odham dentro la expansión), él va mostrando cómo el de ha sido tan deletérea como concepto varía en el tiempo y la acep- la mostrada por Everardo Garduño en ción. No se trata entonces de declarar su trabajo “Mujeres yumanas: género, 214 Frontera Norte, Vol. 20, Núm. 40, Julio-diciembre de 2008

etnicididad y lucha por la tierra”, donde mente no se asume limitada por una el despojo territorial sólo se cifra en los frontera, luego su “territorio étnico” “rancheros y ejidatarios mexicanos”. incluye tierras mexicanas) que desde Cabe aquí la pregunta: ¿desde dónde 1998 peregrinan a México en un viaje habla Garduño, desde Mexicali o Ca- simbólicamente “peligroso”, pero que lexico? Su posición cuenta, pues sin en realidad está protegido tanto por la ser el caso de una “etnografía multisi- policía india de la reservación como tuada” –el aquí y el allá conjuntados–, por la policía mexicana. Al leerla, uno la intención interpretativa de fondo es se convence de que las visiones o per- capital. Lejos de procurarse minorizar cepciones de la frontera difieren para a estos grupos, como argumenta Gar- cada uno de los individuos que rebasa duño, ocurre que no se puede ignorar (o intenta hacerlo) la línea. La subjeti- que al declive demográfico de las tribus vidad de este acto está fuera de toda yumanas le sigue el debilitamiento del discusión. Pero lo que está en el fondo control territorial de la propiedad. Él práctico del acto es quién lo hace en mismo informa que 67% de la pobla- calidad de illegal alien, esto es, como un ción indígena de los ejidos y ranchos ya extraño trasgresor, antes deshumaniza- radica fuera de ellos. Por otro lado, la do como si fuera extraterrestre. Por lo especulación de terrenos agrícolas es un que sabemos, bien pronto esa trasgre- fantasma que también recorre México sión a la cultura jurídica estadouniden- desde 1991. En medio de eso, parece se será castigada con la cárcel y no sólo discordante la defensa de un territorio con campos de internamiento tempo- étnico al que ellos mismos venden. rales (Jencks, 2007:49-52). En efecto, y Otra expresión de una tensión irre- como aduce Guillermo Alonso en uno suelta en la compilación (pero que de los mejores ensayos de la compila- de seguro será materia de análisis de ción (“¿Terrorismo gringo? Antropo- un programa de antropología de las logía de la globalización y la migración fronteras) está en la “aventura” de los clandestina en la frontera México-Es- tohono o’odham para viajar a Quito- tados Unidos”), en las estadísticas de la vac, descrita por Neyra Alvarado en muerte en la frontera hay también cul- su breve ensayo “Los avatares de la tura. Cultura práctica y mucho dolor de memoria: pápagos (tohono o’odham) parte de las y los inmigrantes ilegales peregrinos hacia Magdalena de Kino, que son violadas o mueren, se les per- ”. Se trata de un grupo de native- sigue y deporta como a delincuentes. american citizens de la reservación Toho- Para estos mexicanos (y centroameri- no O’odham Nation (que imaginaria- canos) no habrá nunca las mieles de RESEÑA BIBLIOGRÁFICA 215 la “ciudadanía cultural” –ésas parecen bién presente en la parte histórica del reservadas para las élites indígenas glo- libro) y que está presente en la antropo- bales, como ya lo están para otras élites logía sociocultural desde Barth, al me- bien diferenciadas (Ong, 2004:55-68), nos: las fronteras étnicas no son límites y hasta para los inmigrantes de segun- impermeables sino procesos. Transitar da generación, cuyos límites de la ciu- por este camino movedizo puede por dadanía social se han estrechado (se una parte admitir a “la frontera como recordará que el “camino a la ciudada- una creación perpetua” (Vélez-Ibáñez, nía americana” toma más de 10 años, 1999), pero también que “dicha fron- sólo para descubrirse como ciudadano tera se está ‘diluyendo’, ‘desdibujando’, incompleto, según la ubicación de cla- ‘desplazando’ [hacia el norte, se entien- se, etnia, raza, sexo, edad, etcétera). En de] o ‘convirtiendo en una especie de suma, cuenta mucho el quién es quién línea de puntos’” (Huntington, 2004); al momento de la “aventura de viajar a sólo que unos puntos suspensivos, sin Estados Unidos”, como la percibe mo- estar pronunciada la última palabra, o lesta pero no imposible un conocido como si experimentara una estructu- académico inglés (Ash, 2007:11).. ración constante, pueden significar un Cuando una misma frontera se costo social altísimo. ablanda o se endurece, filtra o retiene A estas alturas pareciera que la an- según la condición de cada cual, da tropología de las fronteras no pue- pauta para una elaboración más ambi- de prescindir de conceptos auxiliares ciosa de la explicación y comprensión como Estado, nación, soberanía y po- antropológicas. El asunto ya había sido der. Hablamos en todo caso de una percibido a modo de contracciones de síntesis, de una confluencia de realida- inclusión y exclusión, bonanza y de- des históricas, símbolos e interacciones presión, demanda y recesión (Vélez- socioculturales de vital importancia Ibáñez, 1999:338). Ampliando mucho para mucha gente, para naciones ente- la lente antropológica, como si de gran ras. Esta antropología de las fronteras angular se tratara, es factible pensar es apenas el atisbo de un programa de en una concepción interactiva o como investigación de alcances aún no del punto de encuentro social, que es una todo sospechados y menos aún plan- cierta visión de la frontera muy exten- teados. Pero es también el necesario dida en la historiografia reciente (tam- punto de arranque del mismo. 216 Frontera Norte, Vol. 20, Núm. 40, Julio-diciembre de 2008

Bibliografía

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