Jesús Carranza Neira Santiago Vidaurri Valdés
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Jesús Carranza Neira Santiago Vidaurri Valdés Correspondencia 1856-1864 Lucas Martínez Sánchez © Gobierno del Estado de Coahuila © Consejo Editorial del Estado © Colegio Coahuilense de Investigaciones Históricas Jesús Carranza Neira Santiago Vidaurri Valdés Correspondencia 1856-1864 Lucas Martínez Sánchez Producción Victoria 608 cuarto piso Saltillo, Coahuila Primera edición: 2006, Gobierno de Coahuila/Consejo Editorial del Estado/ Colegio Coahuilense de Investigaciones Históricas Impreso en Saltillo, Coah., México PROFR . HUMBERTO MOREIRA VALDÉS GOBERNADOR CONSTITUCIONAL DEL ESTADO LIC . Ó SCAR PIMENTEL GONZÁLEZ SECRETARIO DE GOBIERNO PROFR . J ESÚS ALFONSO ARREOLA PÉREZ PRESIDENTE DEL COLEGIO COAHUILENSE DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS PROFR . A RTURO BERRUETO GONZÁLEZ DIRECTOR DEL CONSEJO EDITORIAL A Ed Mata Medina In Memoriam Roque Vidaurri Borrego Rosa Robles Bosques Paula Vidaurri Robles Presentación El hombre que está de pie produce una impresión de autonomía; estar parado por sí solo, implica la posibilidad de movimiento y de que tiene el poder de tomar cualquier tipo de decisión. El hombre sentado posee un peso específico que se proyecta hacia afuera despertando en el observador una sensación de duración y cierta calma. Mientras permanezca sentado no podrá caerse y cuando se levante podrá crecer y tener autonomía. El hombre que se entrega al descanso, el hombre yacente –diría Elías Canetti–, ha depuesto sus armas, por lo que resulta fácil dominarlo. El yacente es vulnerable; sólo hasta que vuelva a erguirse podrá ser tomado en consideración. El hombre muerto, el que ya nunca volverá a levantarse, produce la aprehensión más profunda que puede experimentar un ser humano. Y es así porque la muerte es el único evento que nos grita a la cara nuestra condición de vulnerabilidad: somos potencialmente el recinto de la muerte y tenemos la certeza de que algún día, de manera inevitable, ella tomará posesión de su casa y vendrá a residir en ella cancelando la vida que latía en el interior de ese recinto. Pero a pesar de eso, el hombre muerto tiene una posibilidad de supervivencia, en el sentido de sobrevivir a otros; me refiero al impulso gestual del acto de haber existido adoptando como norma la audacia de los emprendedores, de la guerra, del poder, de la lealtad, del espíritu constructivo que en vida adquirió el brillo de lo único e irrepetible. La historia demuestra que por mucho tiempo fue posible alcanzar la gloria en un solo día –el campo de batalla era el mejor escenario–; el método era dejar suficiente evidencia para que los cronistas del futuro pudieran elaborar hipótesis acerca de su nombre, fecha de nacimiento, el día crucial de su muerte y otros elementos que den la oportunidad de conocer sus defectos, cualidades, talentos, debilidades, enfermedades e incluso sus más íntimos amores. Este dominio pertenece a esos seres que sobreviven a la muerte. Su heroicidad estriba en la conquista de la gloria por sí mismos, vía las acciones y las decisiones que tomaron en vida. A estos seres la historia no les inventó una respuesta; ellos tuvieron que dársela mientras hacían frente a los acontecimientos que su época les planteó como desafíos. Los célebres conquistadores de la historia han recorrido este camino. Jesús Carranza Neira y Santiago Vidaurri Valdés pertenecen a esta categoría. Ambos se identificaron con una época que los vuelve afines en sus preocupaciones esenciales. Los dos se afanaron por encontrar el sentido de su tiempo y sucumbieron a la fascinación de orientarlo hacia una dirección que consideraron era la adecuada. En el estudio de la historia resulta fácil encontrar un sentido al desenvolvimiento de las sociedades; ella misma ha encontrado que este sentido adquiere siempre una dignidad pues la verdad que mueve a sus protagonistas está impregnada de honestidad histórica. Ése es el trasfondo que se advierte en este libro de Lucas Martínez Sánchez, que compila la correspondencia sostenida por Jesús Carranza Neira y Santiago Vidaurri Valdés, entre 1856 y 1864. En el libro, el autor realiza una profusión de notas críticas que complementan la visión que hoy tenemos de estos dos personajes tan esenciales para la historia de esta región y de México. Nos ayuda a comprender el contexto social en que se dio la etapa juarista por estos rumbos. Esta obra pertenece a la Colección Juarista , ordenada por el Gobernador del Estado, profesor Humberto Moreira Valdés, con motivo del Bicentenario del natalicio de don Benito Juárez García, y nos permite reconocer que estas figuras no han muerto; han sobrevivido para aleccionarnos contrastando su quehacer en el curso de su época con el nuestro en el devenir del tiempo que nos corresponde confrontar. Enhorabuena por esta obra de Lucas Martínez Sánchez, publicada por el Consejo Editorial del Estado. Lic. Jaime Torres Mendoza COORDINADOR DE PROYECTOS Y PUBLICACIONES DEL CONSEJO EDITORIAL DEL ESTADO Jesús Carranza Neira: La consolidación del clan familiar Aportar algunos elementos a la biografía de Jesús Carranza Neira, nos permite encontrarnos, primeramente, aunque de manera breve, con los nombres de sus ancestros, ligados a la villa, capital de la provincia de Coahuila: Santiago de la Monclova, raíz de su origen coahuilense y la tierra de sus mayores. En 1760 contrae matrimonio en la parroquia de Monclova el genearca del apellido Carranza en la región: don Francisco Carranza Magaña: Dn. Fran co . Carranza con D a. Fran ca . de Cárdenas españoles. En cinco de agosto de dicho año [1760] en la iglesia parroquial de esta villa casé y velé in facie eclesiae por palabra de presente que hace verdadero matrimonio a Dn. Franco. Carranza Magaña originario de la ciudad de Valladolid y residente en esta villa e hijo legítimo de Dn. Francisco Carranza Magaña y de Da. Rosalía Carranza Borja, difuntos vecinos que fueron de la ciudad de Pátzcuaro, con Da. Francisca de Cárdenas originaria y vecina de esta dicha villa e hija legítima de Dn. Pablo de Cárdenas ya difunto y de Da. Isabel Tijerina vecinos de esta dicha villa, estando precedido de las diligencias dispuestas por el S. Concilio de Trento, quien casó con dispensa, habiéndose practicado todo lo que su señoría Ilma. y RRma. manda y expresa en dicha dispensa y para la celebración de dicho matrimonio se hicieron presentes Fernando Tijerina, Dn. Pedro de Ábrego y Dn. Cristóbal Sánchez quien fue padrino con Da. Teresa de la Paz y para que conste lo firmé. José Miguel Sánchez Navarro. 1 Los padres de la esposa de don Francisco Carranza, Francisca de Cárdenas Tijerina, contrajeron matrimonio en la parroquia de Santiago Apóstol en 1745, siendo él hijo de Nicolás de Cárdenas y Gertrudis Flores de Ábrego y, la madre, de Fernando Tijerina y María García. Don Francisco Carranza, el michoacano avecindado en Monclova, se distinguió entre sus coterráneos por su constante actividad dedicada a la minería teniendo por muchos años una hacienda de beneficio de metales cercana al río Monclova entre la capilla de la cofradía de la Purísima y la presa de Tlaxcala, 2 de ahí su segunda característica, una muy estrecha cercanía con los habitantes del pueblo y misión de San Francisco de la Nueva Tlaxcala, a quienes daba trabajo. En el censo de 1780 en que se consignan a las familias de la villa de Santiago de la Monclova se asienta: 1 Mickey García, Matrimonios de Monclova en la Época Colonial , Bejareños Genealogical Society, San Antonio, Texas, 2001. 2 Al oriente de la actual Alameda Juárez, en el sector El Pueblo de Monclova, Coah. Dn. Francisco Carranza, español, casado con Da. Francisca de Cárdenas, española, tiene un hijo soltero, una huérfana española párvula, una mulata esclava doncella, una coyota viuda que tiene tres hijos párvulos mulatos, un mestizo y un español solteros. 3 El 8 de noviembre de 1783 se celebró el matrimonio eclesiástico del único hijo de Francisco Carranza: Juan Joseph Carranza de Cárdenas, quien contrajo nupcias con María Dolores Ramón, siendo los pretensos originarios y vecinos de la villa de Monclova. 4 Al año siguiente de 1784, don Francisco Carranza aparece ya viudo y su único hijo, como hemos establecido, ya casado: Dn. Francisco Carranza, español, viudo, tiene un hijo casado con española, una mulata casada, su marido ausente, una española huérfana párvula. 5 El 25 de abril de 1800, después de cuarenta años de vivir en Monclova la familia Carranza, el comandante general de Provincias Internas don Pedro de Nava dispuso se fundara nueva población en la antigua hacienda de Dolores 6 perteneciente al marquesado de San Miguel de Aguayo, fundación que ejecuta el gobernador de la provincia de Coahuila don Antonio Cordero y Bustamante el día 24 de mayo de ese año, 7 enlistando como uno de los fundadores de la naciente población a Juan José Carranza de Monclova, quien junto a su familia, entre quienes se cuenta a sus hijos Rafael y José Antonio 8 Carranza Ramón, son como se ha establecido, fundadores de la villa de San José de Cuatro Ciénegas. Rafael Carranza Ramón, 9 contrae matrimonio con Ignacia Neira entre 1807 y 1808. 10 Alcalde de su pueblo en 1860 y ciudadano muy participativo en los asuntos de su comunidad, falleció a los 84 años de edad en 1866: En la expresada villa a los 7 días del mes de abril de 1866 ante el ciudadano Pedro Guajardo juez del estado civil en dicha villa y su comprensión se presentó Don Jesús Carranza Almaguer manifestando 3 Archivo Municipal de Monclova, en adelante AMMVA, Fondo Censos, caja 1, fólder 1. 4 Catálogo de Matrimonios Archivo Histórico de la Parroquia de Santiago Apóstol de Monclova, Coah., Fondo Matrimonios, exp. 1021. 5 AMMVA, Fondo Censos, caja 1, fólder 2. 6 Desde finales del siglo XVI, los misioneros jesuitas provenientes de La Laguna, establecieron un puesto misional en Cuatro Ciénegas, que incluso llega a tener alcalde mayor en la persona de Juan de Ontiveros, puesto por la Nueva Vizcaya, pero los frecuentes ataques de los indios, convirtieron el área en una constante desolación, lo que no disuade a la Corona que ve en el punto un lugar de óptimas condiciones para establecer una población, como sucede al inicio del siglo XIX.