JESÚS Aproximación Histórica
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JOSÉ ANTONIO PAGOLA JESÚS Aproximación histórica ...p p e Primera edición: septiembre 2007 Segunda edición: octubre 2007 Tercera edición: noviembre 2007 Diseño: Amparo Hernández Pereda-Velasco Estudio SM © 2007, José Antonio Pagola © 2007, PPC, Editorial y Distribuidora, SA Impresores, 2 Urbanización Prado del Espino 28660 Boadilla del Monte (Madrid) ppcedit®ppc-editorial.com www.ppc-editorial.com ISBN 978-84-288-1940-4 Depósito legal: M-46,Sü4-2007 Impreso en España I Printed in Spain Imprime Huertas Industrias Gráficas, S.A. Queda prohibida, salvo excepción prevista en la Ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comuni cación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de su propiedad intelec tual, La infracción de los derechos de difusión de la obra puede ser constitutiva de delito contra la propiedad inte lectual (arts, 270 y ss, del Código Penal), El Centro Español de Derechos Reprográficos vela por el respeto de los citados derechos. PRESENTACIÓN ¿Quién fue Jesús? ¿Qué secreto se encierra en este galileo fascinante, na cido hace dos mil años en una aldea insignificante del Imperio romano y ejecutado como un malhechor cerca de una vieja cantera, en las afueras de Jerusalén, cuando rondaba los treinta años? ¿Quién fue este hombre que ha marcado decisivamente la religión, la cultura y el arte de Occi dente hasta imponer incluso su calendario? Probablemente nadie ha te nido un poder tan grande sobre los corazones; nadie ha expresado como él las inquietudes e interrogantes del ser humano; nadie ha despertado tantas esperanzas. ¿Por qué su nombre no ha caído en el olvido? ¿Por qué todavía hoy, cuando las ideologías y religiones experimentan una crisis profunda, su persona y su mensaje siguen alimentando la fe de tantos millones de hombres y mujeres? Para mí no es una pregunta más. Tampoco un simple deseo de satis facer mi curiosidad histórica o intelectual. Quiero saber quién está en el origen de mi fe cristiana. No me interesa vivir de un Jesús inventado por mí ni por nadie. Deseo aproximarme con el mayor rigor posible a su per sona: ¿quién fue? ¿Cómo entendió su vida? ¿Qué defendió? ¿Dónde está la fuerza de su persona y la originalidad de su mensaje? ¿Por qué lo ma taron? ¿En qué terminó la aventura de su vida? Sé muy bien que no es posible escribir una «biografía» de Jesús, en el sentido moderno de esta palabra, como tampoco lo podemos hacer de Buda, Confucio o Lao-Tse; no poseemos las fuentes ni los archivos ade cuados. No podemos reconstruir tampoco su perfil psicológico; el mundo interior de las personas, incluso de aquellas cuya vida está bas tante bien documentada, escapa en buena parte a los análisis de los his toriadores: ¿qué podemos decir del mundo íntimo de Augusto o de Tibe rio? Sin embargo conocemos el impacto que produjo Jesús en quienes le conocieron. Sabemos cómo fue recordado: el perfil de su persona, los ras gos básicos de su actuación, las líneas de fuerza y el contenido esencial de su mensaje, la atracción que despertó en algunos y la hostilidad que generó en otros. El trabajo que llevan a cabo tantos investigadores modernos puede ser discutido en un aspecto u otro, pero, cuando es realizado de manera rigurosa y honesta, resulta casi siempre purificador y ayuda a evitar gra ves deformaciones. Es irritante oír hablar de Jesús de manera vaga e idea lista, o diciendo toda clase de tópicos que no resistirían el mínimo con traste con las fuentes que poseemos de él. Es triste comprobar con qué seguridad se hacen afirmaciones que deforman gravemente el verdadero proyecto de Jesús, y con qué facilidad se recorta su mensaje desfigurando su buena noticia. Mucho más lamentable y penoso resulta asomarse a tantas obras de «ciencia-ficción», escritas con delirante fantasía, que pro meten revelarnos por fin al Jesús real y sus «enseñanzas secretas», y no son sino un fraude de impostores que solo buscan asegurarse sustancio sos negocios. En este trabajo he buscado aproximarme a la figura histórica de Jesús estudiando, evaluando y recogiendo las importantes aportaciones de quienes están hoy dedicados de manera más intensa a la investigación de su persona. He tenido en cuenta sus análisis de las fuentes, el estudio del contexto histórico, la contribución de las ciencias socioculturales y antro pológicas o los hallazgos más recientes de la arqueología. No es un tra bajo fácil. He procurado evitar el riesgo de quedarme enredado en las inevitables discusiones de los especialistas, para captar a través de sus aportaciones más sólidas el impacto singular e inconfundible que pro dujo Jesús. No me he dejado atrapar por la reconstrucción diseñada críticamente por este o aquel investigador. Me he esforzado por estudiar a fondo sus trabajos teniendo en cuenta un dato histórico incuestionable, que es reco nocido por todos: Jesús fue recordado por quienes le conocieron más de cerca como una «buena noticia». ¿Por qué? ¿Qué es lo que percibieron de «nuevo» y de «bueno» en su actuación y su mensaje? Esto es lo que he querido estudiar y contar con palabras sencillas a los hombres y mujeres de hoy. He querido captar de alguna manera la experiencia que vivieron quienes se encontraron con Jesús. Sintonizar con la fe que despertó en ellos. Recuperar la «buena noticia» que él encendió en sus vidas. La refle xión teológica es necesaria e indispensable para ahondar en la fe cris tiana, pero no podemos permitir que quede encerrada en conceptos y es quemas que van perdiendo su fuerza en la medida en que la experiencia humana va evolucionando. La vida concreta de Jesús es la que sacude el alma; sus palabras sencillas y penetrantes seducen. El Jesús narrado por los evangelistas es más vivo que el catecismo; su lenguaje, más claro y atractivo que el de los teólogos. Recuperar de la manera más viva posible a Jesús puede ser también hoy una «buena noticia» para creyentes y no creyentes. Es difícil acercarse a él y no quedar atraído por su persona. Jesús aporta un horizonte diferente a la vida, una dimensión más profunda, una verdad más esencial. Su vida es una llamada a vivir la existencia desde su raíz última, que es un Dios que solo quiere para sus hijos e hijas una vida más digna y dichosa. El contacto con él invita a desprenderse de posturas rutinarias y postizas; libera de engaños, miedos y egoísmos que paralizan nuestras vidas; introduce en nosotros algo tan decisivo como es la alegría de vivir, la compasión por los últimos o el trabajo incansable por un mundo más justo. Jesús enseña a vivir con sencillez y dignidad, con sentido y esperanza. Todavía más. jesús lleva a creer en Dios como ha creído él, sin hacer de su misterio un ídolo ni una amenaza, sino una presencia amistosa y cercana, fuente inagotable de vida y compasión por todos. Jesús nos conduce a ser de Dios como lo es éL Lamentablemente vivimos a veces con imágenes enfermas de Dios que vamos transmitiendo de generación en generación sin medir sus efectos desastrosos. Jesús invita a vivir su experiencia de un Dios Padre, más humano y más grande que todas nuestras teorías: un Dios salvador y amigo, amor increíble e inmerecido a todos. Escribo este libro desde la Iglesia católica. La conozco desde dentro y sé por experiencia lo fácil que es confundir la adhesión a la fe cristiana con la defensa de una herencia religiosa multisecular. Conozco bien la tentación de vivir correctamente en su interior, sin preocuparnos de lo único que buscó Jesús: el reino de Dios y su justicia. Hay que volver a las raíces, a la experiencia primera que desencadenó todo. No basta confesar que Jesús es la encarnación de Dios si luego no nos preocupa saber cómo era, qué vivía o cómo actuaba ese hombre en el que Dios se ha encarnado. De poco sirve defender doctrinas sublimes sobre él si no caminamos tras sus pasos. Nada es más importante en la Iglesia que conocer, amar y se guir más fielmente a Jesucristo. Nada es más decisivo que volver a nacer de su Espíritu. Sé que Jesús es de todos, no solo de los cristianos. Su vida y su men saje son patrimonio de la Humanidad. Tiene razón el escritor francés Jean Onimus cuando manifiesta su protesta: «¿Por qué ibas a ser tú pro piedad privada de predicadores, de doctores y de algunos eruditos, tú que has dicho cosas tan simples y directas, palabras que todavía hoy son para todos palabras de vida?». Mientras escribía estas páginas he pen sado en quienes, decepcionados por el cristianismo real que tienen ante sus ojos, se han alejado de la Iglesia y andan hoy buscando, por caminos diversos, luz y calor para sus vidas. A algunos los conozco de cerca. No sienten a la Iglesia como fuente de vida y liberación. Por desgracia han conocido a veces el cristianismo a través de formas decadentes y poco fie les al evangelio. Con Iglesia o sin Iglesia, son muchos los que viven «per didos», sin saber a qué puerta llamar. Sé que Jesús podría ser para ellos la gran noticia. Pienso también en quienes ignoran casi todo sobre él. Personas que se dicen cristianas y que no sabrían balbucir una síntesis medianamente fiel de su mensaje. Hombres y mujeres para quienes el nombre de Jesús no ha representado nunca nada serio, o cuya memoria se ha borrado hace mu cho de su conciencia. Jóvenes que no saben gran cosa de la fe, pero que se sienten quizá secretamente atraídos por Jesús. Sufro cuando les oigo de cir que han dejado la religión para vivir mejor.