TRACTADO DE LA DIVINAR~A

, 1 WIcIa4 GRITICA, Y ESTUDIO DE

PALOMA CUENCA MUÑOZ

Dfl~ECItJR DE TESIS: Dr. NICASIO SALVADOR ICGUEL

flS~D aIdPUTra~SE , 1992 La presente tesis doctoral se ha realizado bajo la dirección del Dr. Nicasio Salvador Miguel. Mi agradectniento para quienes, de una o de otra manera, z~ han ayudado a elaborar la 1 edición crítica: Eduardo Cuenca biaf5oz, Jesús Gúinz G&~z, Alvaro Alonso Miguel, María balsa Palacio Sánchez-Izquierdo y al propio Nicasio Salvador Miguel. 1 INDICE GENERAL.

págs.

1. Trayectoria biográfica. 4 1.— La corte de Juan II. 5 2.- Los tres obispados: , Arila y Cuenca. 17 3.- La corte de Enrique IV. 25

II.—Catálogodelasobras . 28

III. El Tractado de la divdr¡m~rn 37 1.- La fotma del contenido. 38 2.- AdivInación: magia frente a hechicería 47

3d,- El aojamiento 54 4.- Otros textos de los siglos XV—XVI 64 5.- Los nndel.os literarios 80 6.— Breves consideraciones lingdisticas 124

7.— Problenas textuales ...... 128

. 2

IV Abreviaturas. 147

y. Bibliografía. 149

VI. Tractado de la divlxianca e sus esrecies. anesonlas espe9ies de la arte mágica... 165

[Prólogo] 167

Prinrra parte.... st.. 169 Capítulo prdxirro. 172 Capítulo ti? 181

Capítulo terqero. ~5~S 186 [Capitulo quartol 193

Segunda parte. 196

Tercera parte. 203

Quarta parte.. 210

Quinta parte.. 215

Capítul.o id... 219

Capítulo ±10.. . 5 221

Capítulo 1±10. .5.. 222 Capítulo quarto.... 226

Capítulo va 227

. 3 0. Capitulo vi 229 [Capítulov410] 234 Respuesta e solu 9ión de la prdnnra ~... 242 Respuesta de la segunda. questión 244

Respuesta de la jjj~ questión 245

Respuesta de la 1311a d~anda 246 Respuesta de la quInta questión. 248

Respuesta de la .4ia questión 250 Respuesta de la vila questión. 252 Respuesta de la octava ...... 254 Respuesta de la it questión.. 255

Respuesta de la Ka questión... 256 Respuesta de la xia questión.. 258 Respuesta de la ~di~ questión. 259

Respuesta de la ~d1i~ .... .5 260 Respuesta de la rLiiia questión.... 262 Respuesta de la quinzena questión.. 264 Respuesta de la xvia questión. 265 Respuesta de la xvi±aquestión 268

Respuesta de la xviiia ...... 269 Respuesta de la ~cLxquesti~n. 271 Respuesta de la loca e postrÉnra questión. 274

VII. Notas al texto 277

VIII. Glosario 297

IX. Indice orianástico ...... 302 1

1 TRAYECItEIA 3I~AFIC&. 1.— La corte de Juan II.

Lope de Barrientos, que nace en fr~dina del Cm~o () en el año 1382, es el segundo hijo de Pedro de Barrientos1, quien, a las órdenes del infante don Fernando, mere durante la ca~afia de Antequera2. Lope marcha a , después de realizar los prii~ros estudios en Madina; allí sigue los cursos de artes y de teología, donde coincide con el futuro cardenal Torqusnada, y posibls~nte tarbién con el cardenal Cervantest Una vez finalizados los estudios, vuelve a su pueblo natal para profesar dentro de la orden dcninica en el convento de san Andrés. A partir de este ~nto, canienza a fraguarse la que más tarde sería una importante carrera teológica

~ Juan Pablo Mártir Rizo, en Historia de la niy noble y leal ciudad de Cuenca, Madrid, 1629, [ed. facs., , El AThir, 1974] sitúa de forma concreta e]. linaje de la familia Barrientos: “ay vn lugar entre el. Eeyno de Nauarra, y el Principado de , que se flama Barrientos, y de aquí salió vn Cauallero, cuyo ncrbre era Lope Gutierrez, el qual se fue a viuir a la villa de Ledesma, tuno vn hijo llamado Pedro Gutiérrez de Barrientos, el qual se casó en Astorga, y fue padre de Lope de Barrientos nuestro Cbispo, que antes que lo fuesse se fl.amaua Lope Gutierrez, ccww su abuelo, los quales Caualleros son de sangre noble, y illustre” p. 169. Y más adelante: “el principio de su linaje [de los Barrientos] es de vn intero de cierto Rey de León, que saliendo a caqa mataron entre los dos vn jaualí en vna grande espesura, adonde se ‘rían la ruinas de vn edificio. Alegrose el Rey tanto deste sucesso, y en particular de aquella antiguedad, que aulan descubierto, que dúo al mntero, que se fl.amaua Barrientos, le pidiesse alguna nrrced, y él entonces le pidio aquel sitio, que aulan descubierto, y el Rey se le concedió libera.]mnte, adonde ay tradición, que despues se fundó Astorga” (p. 171).

2 Según relata la Crónica de Juan II, ed. Juan de Mata Carriazo, Madrid, Real Acadeid.a de la Historia, 1982, cap. 75, pp. 170-171, Pedro de Barrientos y Juan de Porras, denasiado impulsivos en el “fazer de las armas”, nieven en ira escararuza contra los n~ros cuando intentan aprovisionarse de trigo. ~Vicente Beltrán de Heredia, Bulario de la Universidad de Salamanca Universidad de Salamanca, 1966, II, pp. 145-146.

, 6 y política, vinculada prinrro a la Universidad y más tarde a la corte de Juan II. Del citado convento de san Andrés, en Madina, hacia 1406 le envían a san Esteban de Salamanca cain profesot. En 1415~ es Catedrático de Prima en Salamanca, awxque sabews que no fue ni el primar catedrático dccinico ni el primar catedrático de Prima de esta Universidad’. De cualquier ¡indo, Barrientos desenpeña una labor esclusivaca-ite docente hasta 1429, año en el que Juan II le n~ra preceptor del príncipe heredero don Enrique’. En ese ¡~nto, canica a entreverarse la actividad docente y la política en la trayectoria biográfica de Barrientos; y, precisanente, en su faceta de hcztre de Estado es en la que el dcmninico alcanza mayor relevancia dentro de la sociedad española del si4lo XV, si bien es cierto que en la carrera política de Barrientos, iniciada cain preceptor del futuro Enrique IV, se alterna la actividad propianrnte cortesana con su labor pastoral en los diferentes obispados que ocupa. La importancia de fray Lope en la corte crece de manera continuada.

‘ Q. Aldea Vaquero, T. Martín Martínez, J. Vives Gatell, Diccionario de Historia Eclesiástica de Esnafia, Madrid, C.S.I..C., 1972, 1, pp. 194-195. Así lo afirman, por ejenplo, Aldea Vaquero et alii, op. cit., p. 194, yMataCarriazo, op.cit., p. CXflV.

6 Los historiadores antiguos le atribuyen erróneaxiente el puesto de primar catedrático de Prima en Salamanca. En contra, vid. Vicente Beltrán de Heredia, op. cit., II, p. 145; y Luis G. A. Getino, Vida y obra de Fray Looe de Barrientos, Salamanca, Anales samantinos, 1927, p. XIX, n. 1.

7 Y~4±,Caru:os de la Casa y Corte de Juan II de Castilla, ed. Alicia G&¡2z Izquierdo, Universidad de Valladolid, Cuadernos de la Cátedra de Paleografía y Diplc¿nática, V, 1968, PS85 (en adelante cito esta obra por £írgQ!>; Pero Carrillo de Lete, Crónica del halconero de Juan II, ecl. Juan de Mata Carnaza, Madrid, Espasa-Calpe [Colección de Crónicas Españolas, VIII], 1946, p. 45, (en adelante cito esta obra por Halconero); Lope de Barrientos, Refundición de la crónica del halconero, ecl. Juan de Mata Carnaza, Madrid, Espasa-Calpe [Colección de Crónicas Españolas, IX), 1946, p. 83 (en adelante cito esta obra por Refundición)

. 7 Desde 1434, aparece ya cani confesor del propio rey Juan ir. Sin anbargo, a despecho del éxito curial, esa nñ~ año de 1434 resulta funesto para la fama de Barrientos. A la mierte de don el Rey ordena a su confesor que expurgus la biblioteca de aquél para que, c~ teólogo, determine cúales de sus libros se apartan de la doctrina cristiana y deben, por lo tanto, ser condenados al fuego. La importancia histórica del episodio sería exagerada a través de los siglos, incluso entre la crítica especializada ya en la actualidad; de nudo que el donoso escrutinio habría servido para que la figura de Barrientos fuera considerada tan sólo de nudo parcial, en su faceta de censor. Se hace necesario, por lo tanto, reconsiderar la cuestión con más detenimiento.

El hecho mi si de la quena es innegable. A la injerte de Enrique de Villena en 1434, según relata la Crónica de Juan II el Rey mandó que le fuesen traidos todos los libros que tenis, los cuales mandó que viese fray Lope de Barrientos, maestro de Príncipe, e viese si babia algunos de malas artes; e Fray Lope los miró e hizo quenar algunos é los otros quedaron en su podeú. PrícticanEnte todos los cccEntarlstas califican de manera peyorativa el suceso, tanto en lo que concierne a la acción cain a su autor, y cain tal suelen referirise ú-iic~nte a Barrientos, pero no al rey Juan II, quien, sin ertargo, era el responsable máxian. Así, ya en el siglo XV, tan sólo diez años después de la ¡inerte de don Enrique, y de la destrucción de su biblioteca, el poeta Juan de b~na en su laberinto se lamnta:

~!XSQ!’ p. 85. Por este nuevo cargo se le asigna ini total de renta de 14400 maravedíes anuales. Crónica de Juan II, Madrid, Atlas, [B.A.E.,68, IIJ 1953, año 1434, p. 519.

: 8

aquel claro padre, aquel dulce fuente, aquél que en el cástalo nunte resuena, es don Enrique, señor de Villana, onrra d’España e del siglo presente. O ínclito sabio, autor a¡y ciente, otra e otra ‘regada yo lloro porque Castilla perdió tal thesoro non conosgido delante la gente. Perdió los tus libros sin ser conoscidos, e cain en esequias te fueron ya luego inos nEtidos al ávido fuego, otros sin arden non bien repartidos. %erto en Atenas los libros fingidos que de Pitágoras se reprovaron con girizcnia mayor se qusnaron quando al senado le fueron leídos.’0

A partir de este testi,wnio, los ejenplos reprobatorios podrían niltiplicarse, ca~ aparece recogido en la bibliografía”. Por su parte, la crítica de nuestro tienpo tiende a establecer una oposición absoluta entre las figuras de los dos personajes históricos, Barrientos y Villena, considerados cain representantes enfrentados del escolasticiw y del pre- humanisin del Cuatrocientos, respectivanente. Adanás, Barrientos deseipeña por su posición eclesiástica un papel si,~Úficativo en la política de la época mientras que, por el contrario, Villena, sin ningún cargo social relevante,

~laberinto de Fortuna, ed. Louise Vasvari Fainberg, Madrid, Albatra, 1982, coplas 127 y 128, pp. 145-146. Véase la interpretación que de estos versos hace M~ Rosa Lida de Malktel, . voeta del vrerrenacimiento ~ [1950],ltÉd.co, El Colegio de Máxico, 19842, p. 63.

“ Adenás de los críticos que aparecen calEntados con más detenimiento en este apartado, tanti.én nencionan el aanto de la qu~a de la biblioteca otros autores, c~ por ej~plo: Juan Antonio Pellicer ~n~gya..3tjrn! biblioteca de autores esnafoles, Madrid, 1778, Ps 65; Cotarelo y I~tri, ~ Enriciue de Villena: su vida y obras, Madrid, 1896, pp. 113 y as.; Marcelino Menéndez Pelayo, Antología de voetas líricos castellanos, Santander, Aldus, 1944, II, cap. IX, p. 35 y Ss.; Nicholas G. Round, “Renaissance Culture and its Opperents iii Fifteenth Century Castile”, MLR, 57 (1962>, p. 207; Pedro M. Cátedra, La esDosición del saJi~i “Ouoniam videbo” de Enriaue de Villena Madrid, Anejos del Anuario de Filología Española de El Crotalón, 1985, pp. 54- 55.

, 9 desarrolla de manera casi exclusiva su faceta de escritor. De este mido, quedan trazados los rasgos fundar~ntales que oponen a las dos figuras, casi sienpre de manera maniquea, ca~ se opone lo negativo a lo positivo, y lo reaccionario a lo progresista. Si querews c~render correctanEnte la vida y obra de Barrientos, debere2x~s abandonar los planteamientos que explican su figura tan sólo ccix> contrapunto de la de Villena. Deberws volver a la realidad histórica para reconsiderar los problenas que se ha planteado la crítica con respecto a la destrucción de la biblioteca, que son dos fwida~nta]mnte: los xwtivos de la mi~a y, en segundo Lagar, si Barrientos utiliza en sus escritos algunos libros de los que allí se encontraban. Eriste, adenás, tm tercer aspecto que tatién ha preocupado a los estudiosos. Se trata de averiguar la cantidad de libros desaparecidos tras la quena. Según la Crónica del halconero de Juan II y la Refundición de la Crónica del halconero del propio Barrientos, puesto que autos textos coinciden en ello, los libros destruidos por el fuego alcanzan la cifra aproximada de “~erca de ginquenta volúnEnes”’2. Sobre las causas de la quena de la bilioteca de Villena, camnzareins por exponer aquí las opiniones de dos autores que, aunque son ¡¡snos rigurosos que los citados con posterioridad, aparecen prfrnro para proporcionar una visión cronológica del problena, tal y cani ha sido analizado por la crítica ¡irderna desde rrsdlados de los años 50. Así, Luis Bonilla’3 supone que la quena de la biblioteca de Villena se habría debido a una “venganza póstuma’! por parte de Juan II; venganza que se se explicaría por tres razones: 1) ViUena era ini hatre de gran personalidad, frente al Rey sie~re rodeado de validos; 2) Enrique III había tenido problenas con Enrique de Vifl.ena, ya que el Rey

12 Halconero, pp. 181—182; Refundición, pp. 170—171.

Historia de la hechicería y de las brulas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1962, 159-163. la le obliga a contraer matraiwnio con su anante, María de AJtornoz, sin que Villena supiera la existencia de tales relaciones adúlteras. Cuando lo advierte, repudia a su najer y se enemísta con el Rey; pero tatién con la Reina, quien ve en Villena al encubridor de los annrios extraconyugales de su marido. Según Bonilla, la reina inculca el odio por Villana a su hijo Juan II; 3) Don Enrique era pretendiente al marquesado de Villena y sus posesiones. Hasta aquí la explicación de Bonilla sobre las causas de la decisión real. Más adelante, analiza tarbién la acción de Barrientos y se pregunta si éste utiliza los libros de Vlilena para la canposición de sus propias obras. Y responde: pero él (Barrientos] sólo qasa6 algunos y otros los guardó, los cuales le sirvieron cain fuente de información cuando el misin rey le mandó ccu2poner tui tratado sobre lo que debía ser conceptuado de magia y lo que no lo es; recopilación que tituló Tratado de la divmnanza, escrito cuando ya era obispo de Cuenca.’4

Felipe Xinénez de Sandoval, en su estudio sobre Villena, afirma con idéntica rotundidad: El propio Fray lope de Barrientos, confesor de Juan II y obispo de Cuenca, no parece creer en el famoso pacto [de Villena con el diablo]. De haberlo creído hubiese dado al fuego todos los escritos del señor de Iniesta sin atreverse a ~plear para la ecuposición de algunos de los suyos las experiencias y conocimientos de aquellos contenidos.’~ Tairbién, más recientaxEnte, Amia María Gallina en su estudio preliminar a la edición del Tratado de aojamiento de Villena, después de citar el texto

Ibid, PS 161. Canp. Samel M. Waxznan, “Chapters on Magic in Spanish Literature”, ~, JOCXVIII, (1916>, Pp. 393, al cccentar el pasaje de la Cronica de Juan II en que se nencinna la qua de la biblioteca de Villena, dice: “El rey mandó que le fuesen traidos todos los libros que tenía (Villena) los cuales mandó que viese Fray Lope de Barrientos, maestro del Principe, e viese si habrá algunos de malas artes: é Fray Lope los miró é hizo qusnar algunos é los otros quedaron en su poder.” This last phrase seens to give a simple explanation of a very simple fact. Lope examnined Villena’s library, burned s~ of the books aid kept others which, singulary enough, he latér used in bis a~n x.~ork on divmnati.on”. Don Enrioue de Villana, Madrid, Organización Sala Editorial, 1973, p. 120. 11 que sobre la quena redactó el propio Barrientos en su Tractado de la

~ afirma: “Egli stesso fu uno di quei “sabios” e senza dubbi.o si senil delle opere prossedute dal Villena, che aveva conservato, per II suo Tratado de la adivinanza”’6. Por citar otro ejemplo, Antonio Torres Alcalá en su libro wnográfico sobre Villena, hace un cainntario sii~.lar: La bIbliografía [...] de sus obras [las de Barrientos] presenta una serie de títulos que en poco difieren de los gustos del misn Vifl.ena y que parece sugerir que Barrientos, efectivanEnte, hizo uso de los libros que conservó de la biblioteca de aquél. Los títulos de algunas de sus obras sugieren una materia tan her~tica cami la que hubiese atraído a Villena. Dada su actuación en la quena de la biblioteca de don Enrique, el critico de literatura no podría evitar la curiosidad de saber c&a, éste escribió: Tractado del divmnar, Tractado del dormir ‘,~ despertar y del soñar, Tratado del caso y fortuna. En efecto, la curiosidad que dice sentir Torres Alcalá se habría resuelto feliz¡snte leyendo el texto de las obras cuyos títulos cita. Desde luego, en ellas no hay nada de esa materia “tan herética ca~n la que hubiese atraído a Villena”. Adenás de que, ccix> vers¡ns en el estudio sobre el Tractado de la divmnanc~, el z~todo de trabajo de autos autores es ¡¡uy diferente; por ejeiplo, en cuanto al tratamiento de sus fuentes literarias, en las que adanás no co±nciden’%Cax textos básicos de Barrientos, se podría citar en ini rápido repaso: la Biblia, santo Tcuiás, la patrística y los autores de ccnpendios teológicos. Por el contrario, de Villena, habría que micionar, sobre todo, los nctres de Aristóteles, de Alberto Magno o de Averroes. Si analizans el contenido del Tractado de la divmne”’y~, tatién

encontrareins diferencias significativas con respecto a otros pasajes de Villana sobre las artes mágicas; por eje¡¡plo, sobre el aojamiento, caw

Bari, Adriatica Editrice, 1978, PS 20. Don F¿nriaue de Villena. Un mago al dintel del Renacimiento, Madrid, Studia Hnnanitatis, 1983, p. 52, n. 21. Véase, por eja~lo, la reflexión que sobre el tratamiento concreto de la Biblia cain fuente realiza Pedro M. Cátedra, La exposición del salnn “Quonian videbo” de Enriaue de Villana, ed. cit., p. 38.

” 12 verertos en otro apartado, o sobre la clasificación de las artes mágicas en general. Así, canpárese la clasificación de Villena en las Glosas a la Eneida con la que aparece en el Tractado de Barrientos, según los respectivos esquenas:

Barrientos, Tratado de la adivinanza, p. 213 : las 20 artes mágicas.

advinaciári 13

Villena, Glosas a la Eneida, f• Sy.” : las 40 ciencias vedadas.

,nathejnática prestigia

ydromnqia alsonqoria e¡np¿rica aeromnanqia pulsaria sopniaria inprecatoria pironanqia congregatoria invocatoria ligatoria geomanqia trazafonnatoria fligroinalica

astromnqia { conoEancia 1 { { litho,nancia 1 pedaxomncia { arnoinancia spatuloinazqa pasionaria stricatoria

{ tursoria faqinataria fulguraria ludibria fíbrica clxozanqla extan.a treinulana sortiligio sonoriqia autorja auspicium natatoria

“Cito por el ma. 10.111 de la B.N.M., cuyo titulo ecepleto es : “Aquí canienqa la tabla de las glosas sobre el prianro e segundo e terqero libros de la Eneyda de Virgilio, que fizo don Enrique de Villena” (fol. 2r). 14

Así, pues, del análisis ccwparado de las obras de Barri.entos y ViUena, se deducen más diferencias que seirj anzas entre los respectivos intereses literarios de autos autores. Lo cual no implica, de manera necesaria, que Barrientos despreciase todo el material bibliográfico examinado en el escrutinio de la biblioteca de Vfl.lena, sino que lo utiliza a su ¡indo. Por ejemplo, en el Tractado de la divin~ry~~ (pp. 196-201), Barrientos reame el contenido de una obra titulada Raziel, que pertenecía a la biblioteca de Viflena,ycitaeltitulodeotrastresobrasdelabibliotecadevillenaque tratan sobre el arte mágica, esta vez dentro de la tradición salcm5nica: la Clavicula Salcunnis, el Arte notoria y el Libro de los experimentos Ahora bien, conviene que maticeina el sentido de las diferencias establecidas entre la obra de Barrientos y la de Vfl.lena para no incurrir de nuevo en la oposición absoluta entre mitos autores, considerados caw representantes de dos escuelas enfrentadas, del escolasticismn contra la del pre-htnanian90. Así, en txi trabajo minográfico sobre la quena de la biblioteca, Elena Gascón Vera dibuja la figura de Villena cain la de iii adelantado con respecto a su época, frente a la figura de otros escritores, ccix> Barrientos, considerados cain “tradicionalistas” o críticos de las “las libertades intelectuales y el eclecticismo científico que exhibía” Villena2.

20 Vid. cccx> Pedro M. Cátedra se opone a este típico enfrentamiento al estudiar algunas obras de Villena ea su articulo, “Enrique de Villena y algunos humanistas”, AcadaTd.a literaria Renacentista, III, (1983), pp. 187— 205. Por otra parte y en general, la posible existencia de rasgos humanistas en el siglo XV es una cuestión ¡¡uy disputada.

21 irLa quena de los libros de Don Enrique de Villena: una maniobra

política y antisemítica”, ~, 56 (1979>, p. 319.

. 15 La oposición establecida entre Barrientos y Villena depende, por tanto, de

consideraciones de más largo alcance, que lejos están de resolverse en tui solo sentido. El hnani~ no es sinónizmo de progresisw, ni tampoco se opone al escolasticismo caun si fuera una alternativa exclusiva. Manís, en el articulo citado de Elena Gascón Vera, se fonnala otra hipótesis más concreta que la anterior y, por ello, más discutible, ya que se puede deinstrar su inexactitud con mayor facilidad. Gascón Vera afirma que Barrientos se hace cargo de la quema de la biblioteca por su antisenitiux> en contra de Villena, que estaría, entonces, a favor de los judíos conversos22. Sin sitargo, la trayectoria biográfica de Barrientos y sus obras daestran que el dccdnico no sólo no es antisemita, sino que defiende fervorosannite a los judíos de los ataques de los antisemitas, cain aparece en tui opúsculo suyo titulado ~ntrgimg~ cizañadores de la nación de los convertidos del pueblo de Israel, o en otro en el que arguunnta a favor de que Los judíos no realicen oficios públicos Parte del éxito político de Barri.entos se debe, además, a sus buenas relaciones con poderosos castellanos, caw ha estudiado Nicholas G.

Con respecto a la quema de la biblioteca de Villena, aquel episodio que ha determinado de manera absoluta la interpretaci.ón de la viña y de la obra de Barrientos, conviene subrayar, por últizmo, con independencia de las

interpretaciones ideológicas establecidas, que era ini encargo personal del rey Juan II al que su confesor no podía negarse. Mamás, no hay que olvidar que,

22 Ibid, p. 320.

23 The Greatest Man Uncraqned. A Studv of the Fail of Alvaro de Luna , Tanesis, 1986, pp. 207 y sa.; pero la figura de Barrientos ca~ defensor de los judios aparece ya en la obra de Antrico Castro, ~ historia [1948],Barcelona, Crítica, 1984~, pp. 516-517 y La realidad histórica de ~ [1954],bÉd.co, Porrúa. 1980’, pp.48-49.

., 16 aunque a principios del siglo XV no había una Inquisición n.xy estructurada en Castilla, a la injerte de fray Vicente de Lisboa, inquisidor general de la provincia de España, la Inquisición decreta que fuesen inquisidores generales todos y cada uno de los provinciales dauxfnicos. Lo cual permite suponer que Barrientos, cuando censura los libros de Villena en 1434 ejercía tantién las prerrogativas propias de su cargo de inquisidor, “en virtud del narbrarniento del provincial de Castilla denccinado de España”24. Conviene subrayar, en el miar sentido, que Barrientos no quena todos los libros contenidos en la biblioteca, sino tan sólo una parte de la niana. No obstante, y a pesar de las críticas recibidas por algunos de sus contemporáneos, el escrutinio de la biblioteca de Villena no impide que la carrera política y eclesiástica de Barrientos siga en ini constante ascenso. Así, dos años después de 1434, Barrientos logra otro éxito para su curriculun, esta vez al servicio de su orden. Fray Lope consigue que se adecriba a la orden dcainica la custodia de la anita construida en la Peña de Francia

(Salamanca>, bagar en el que se había descubierto ¡nilagrosan»nte ixia imagen de la Virgen~. Claro que, además de sus néritos religiosos intrínsecos, por esta época fray Lope goza de ini gran poder político, ya que cani.enza el

ti periodo que concide con la obtención de los obispados de Segovia, de Avila y fina2~nte de Cuenca.

Vid. Juan Antonio LLorente, Historia crítica de la Inquisición 2~~2~& [1822],reed. Madrid, Hiperión, 19812, pp. 91, 93—94. 25 Aldea Vaquero et alli, ov cit, p 194. 17

1 2.- Los tres obispados: Segovia, Avila y Osca.

Fray Lope es consagrado obispo de Segovia en 143826, y se instala en el castillo de Turégano, si bien realiza continuos desplazamientos al lado de Juan II. La carrera del confesor real en la corte tanti.én sigue en ascenso. Al menos desde 1440, Barrientos era oidor de la Audiencia, ya que en este año el rey le concede para ello ocho excusados2’. Por otra parte, en 1439, Juan II había “hecho anrqed” de la cindad de Segovia a su hijo el príncipe don Enrique, quien se había instalado allí con su privado, Juan Pacheco, Y en 1440 el rey ncxrbra a Barrientos Canciller Mayor para que pueda estar más cerca del príncipe28. Pero ese mi~ año fray Lope se aleja de la corte, por sus desavenencias can el valido del príncip&9, del que deja de ser preceptot. bbwntáneanrnte alejado de la corte, Barrientos se dedica con fervor a las actividades pastorales propias de su nuevo cargo eclesiástico. En flhrégano celebra un sínodo para el que prepara su Instrucción synot½l, con el. fin de

26 Sabemos, por docurwntos papales, la fecha exacta de la confirmación de los tres obispados. El de Segovia el 21 de febrero de 1438, el de Avila el l9dejuliodel44lyeldeúsencaelldeabrildel445.Vid.TnanasKappeli, Scriutores ordinis praedicatonn medil aevi, Ranae ad 5. Sabinae, III, 1980, p. 98; y Alfred Baudrillart, Dictionnaire d‘ histoire et de ReozraDbie ecclesi.asticsues, Paris, 1932, VI, col. 921. ~!¡8Q!~ pp. 85—86.

28 Ha] c>nero p. 336

29 La existencia de probisas personales entr» Juan Pacheco y Barrientos se menciona, por ejenplo, en la Crónica de don Alvaro de Luna, ed. Juan de Mata Carriazo, Madri.d, Espasa-Calpe, Colección de Crónicas Españolas, II, 1940, p. 250.

30 Halconero, p~ 335 18 contribuir a la formación de sus clérigos. Pero, cuando mayor parece su celo pastoral, nuevos sucesos políticos reclaman al obispo, que se ve obligado a volver a la corte y a sus trabajos curiales. Barrientos des~eña varias tareas diplanáticas que, con independencia de su resultado, redundan no sólo en su 4oria personal, sino tarbi.én en su patriannio: el 25 de junio de 1441, se le concede por juro de heredad 1200 maravedíes, seguranEnte en rec~ensa de su infatigable actividad camo mediador3. En 1441, se desatan las desavenencias entre Juan II y su hijo el 1 príncipe Enrique. A ello se une los enfrentamientos entre Alvaro de Lina y ti Juan Pacheco. Requerido por el rey, Barrientos viaja a Avila junto a Alonso de Cartagena y dos seglares; de allí todos siguen camino hasta Arévalo para tener ini encuentro con la liga rebelde, formada por la reina y los infantes, en busca de una soinción pacífica que no encuentran32. Pero la situación delicada en la que se ve envuelto el rey de Castilla no proviene tan sólo de una rebelión interna, sino que a este conflicto con su propia familia se une el problena de la intervención navarra. Barrientos madia tarbién en el litigio entre Juan II y su han5nizmo el rey de Navarra. El 12 de mayo de 1441, Barrientos viaja con el rey de Castilla en tina expedición bélica contra el de Navarra. El 6 de junio, Barrientos se entrevista con los representantes navarros en el minasterio de santa María de la Dueñas; a la vez, mantiene una entrevista con los representantes de la liga de los rebeldes castellanos, en busca de una soinción pacífica. Entrevista a la que asisten, por parte del rey, el obispo Barrientos y el conde de Alva y, por parte de la liga, el Almirante don Fadrique y el obispo de Palencia, don

~ggg~, p. 86.

32 Diego de Cohnnares, Historia de la miv antlzua. noble y leal cindad de Segovia: y ccuwendin de las historias de Castilla, 1640, p. 347. 19 Pedro. Incluso la propia reina y el príncipe piden al rey que sea Barrientos quien trate con ellos para “mdlos de concordia”~. Pero todas las e~ajadas resultan infructuosas, ya que el 28 de junio el obispo Barrientos se encuentra al lado de Juan II, cuando el rey de Navarra y el infante don Enrique coaligados logran capturarle. Cccn las relaciones entre el príncipe y su antiguo preceptor se encuentran cada día más deterioradas, y caw desde 1439 el príncipe y su valido se establecen en Segovia, Barrientos decide penuatar su obispado por el de Avila. Dicha transferencia, realizada por Eugenio IV, tiene fecha del 19 de julio de 1441, aunque posibleiente no sería del todo efectiva hasta 1442, caro aparece tanto en el Halconero caro en la Refundición. Al cantiar de obispado, Barrientos traslada las prebendas que había conseguido; así, en 1443, se lleva los ocho excusados anteri~nte concedidos por su cargo de oidor. A ellos hay que añadir ocho excusados por juro de heredad, más diez excusados que consigue en mayo del ¡daro año de 1443, que ya se asientan 1 desde el principio en el obispado de Avila. Sin sitargo, a pesar de que la intenci.ón inicial de Barrientos cuando pernnta su obispado era alejarse de los problenas de la corte, se ve obligado a seguir dese~eñando su papel de nEdiador entre las diversas banderías políticas. En 1444, los problenas entre el príncipe don Enrique y el condestable don Alvaro de liria eran evidentes. Entonces, Barrientos, sisipre favorable a las decisiones del Condestable, aconseja al Príncipe que no escuche los ofrecimientos del rey de Navarra, quien tan sólo quiere unirse al

1 bando de don Enrique para aniquilar el poder y la persona de don Alvaro de

Iama. Las intervenciones políticas hacen aumantar, cada vez más, el patrinonio 20 de fray Lnpt. Precisamante en 1445 tiene lugar una de las últimas intervenciones de Barrientos en la vida política castellana: la batalla de DInEdo”. Prinnro participa en las conversaciones previas a la batafl.a, y después su intervención es decisiva, ya que gracias a su habilidad diplanática consigue retrasar la batalla hasta que llegaron los refuerzos del Rey, y así, unidas las fuerzas castellanas, derrotaran a navarros y aragoneses. En cuanto a su carrera eclesiástica, se produce otro caxtio de obispado a partir de 1445. El 3 de febrero, a la nierte del arzobispo de Santiago, Lope de Mendoza, el rey le ofrece dicho obispado a Barrientos, quien al principio parece aceptar el ofrecimiento; pero a continuación lo desestima36. Entonces 1 el rey pr~ al obispo de Cuenca, Alvaro de Isorna, al obispado de Santiago dejando vacante el de Cuenca, que pasa a ocupar Barrientos2’; según consta por docunEntos papales fechados el 7 de -abril. Aunque viaja a la ciudad de Cuenca el 12 de agosto de 1444, según algunos testinnnios38 la tana de posesión

efectiva no tendría lugar hasta 1445; así se docucenta, por ejenplo, en el Halconero y la Refundición

~ ~!~gQ 2,pp. 87-88: “Por albalá de 2 de enero de 1445 se le concedieron 8excusados que teníaD. Pablo, obispodeBurgos, finado. Porotrode29de abril de este año, otros e, excusados por ¡inerte de la reina Da MM, asentadosenelobispadodeAvila. [.4! Poralbaláde2odemayode 1445 se le concedieron 1.376 maravedís de los 5.510 que tenía de doncel Alfonso de Alarcón, que se había pasado al Rey de Navarra. Por otro de 25 del misn n~s y año, 7.500 rs. de los 30.000 rs. que tenía D. Lope de Mendoza, obispo de Santiago. Por otro de 28 de agosto, 14.000 rs. que tenía Juan de Medina, criado del Rey de Navarra y se le asentaron en las alcabalas de Cantalapiedra. En este año tenía 52.415 rs. por juro de heredad.”

Halconero, p. 462.

36 Prueba de ello es que Barrientos adelantó 2.250 ducados de oro que correpondían a la Cámara apostólica por r~ón del expolio de Lope de Mendoza, los cuales luego fueron devueltos por Alvaro de Isorna. Vid. Beltrán de Heredia, Cartulario de la Universidad de Salamanca, Universidad de Salamanca, 1970, 1, p. 348, nota 7. Crónica de Juan II, ed. cit, año 1445, p. 625. ~ Juan Pablo Mártir Rizo, o¡. cit, p. 170.

. 21 Barrientos, habituado a sus continias intercesiones en el doble litigio que enfrenta a Juan II con navarros y aragoneses, por una parte, y con la liga levantisca, por otra, intenta poner paz entre el Rey y el Príncipe, para solucionar de una vez axtos problenas. En 1446, interviene cain nEdiador en otro encuentro entre el Rey y el príncipe don Enrique que tiene lugar en Arévalo. Por esta nueva intercesión, Juan II le ofrece a Barrientos, a la nuerte de don Gutierre, el arzobispado de Toledo; aunque por influencia de don Alvaro sobre el rey, el cargo finaln~nte sería para Alfonso Carrillo”. Quizás por haber sufrido esta decepción, el obispo de Cuenca le pide al rey permiso para retirarse de la corte nada más finalizar las conversaciones de éste con su hijo. Cai» otras veces, el retiro del obispo dura escaso tienpo. En 1447, / Barrientos, a pesar de lo ocurrido, defiende los derechos de don Alvaro, frente a Rodrigo Manrique. A la vez, el rey le encanienda la defensa de Cuenca, ante el ataque navarro, y le ordena para ello expulsar de esta ciudad a Diego Hurtado de Mendoza, sinnigo del rey Juan II y pariente de Rodrigo Manrique, cuya casa resulta incendiada al negarse a abandonar Cuenca. Pero en la defensa de la ciudad, Barrientos no sólo se enfrenta a problenas internos, sino que se ve obligado a organizar dicha defensa en 1449, para hacer frente a los ataques propiciados por don Alfonso, hijo del rey de Navarra, G&Ez Manrique y otros capitanes que, aunque superiores en rú¡~ro, se retiran hacia Aragón el 28 de febrero40. La carrera política de Barrientos llega a su cenit unos años después. 1 A la ¡inerte de su privado don Alvaro de Luna, acaecida en junio de 1453, Juan II confía el gobierno del reino de Castilla al obispo de Cuenca y al prior de

Halconero, p. 470

40 ~rgg~, p. 89; Halconero, p. 480. 22

Guadalupe, fray Gonzalo de Illescas. El nanbraniento es iii justo pre~.o a la fidelidad absoluta de Barrientos para con su rey, adanás de existir otras razones, caxn el control tributario que ejercía Barrientos y sus óptimas relaci.ones con los principales conversos del reino4t. El gobierno del obispo de Cuenca y del prior de Guadalupe aparece caw un periodo de transición, en el que se intenta agradar a los dos centros de poder enfrentados, el del rey Juan II y el del futuro Enrique IV. Por este motivo, no fue a¡y efectiva su labor política, aun explica Nicholas Round: Barrientos and the Prior of Guadalupe liad been given a govennntal

progr so antitious in ita scope that it was urtLikely to cain to anything in practice, and they had little but routine and honourable service to put in ita place~2.

El periodo de transición finaliza cuando - el rey Juan II de Castilla maere en 1454 y le sucede su hijo, Enrique IV.

Los datos que sobre Barrientos nos ofrece el testainito de Juan II son

interesantes para calibrar su inx,rtancia en la política y en la sociedad del siglo XV. Juan II delega todo el poder gubern~ntal en manos del obispo de Cuenca y del prior de Guadalupe, adenás de en su camarero Juan de Padfli.a’3. Por otra parte, el rey manifiesta su voluntad explícita para que sean taitién el obispo de Cuenca y el prior de Guadalupe quienes se ocupen de la tutoría de los infantes don Alonso y doña Isabel, con derecho de veto sobre las

Vid. Nicholas Round, on. oit., pp. 207 y ss.

42 Ibid., p. 237.

~ Vid. el “Testaz~nto del serenisimo rey don Juan el Segundo” extraído de Le parti medite della “Crónica de Juan II” di Alvar García de Santa María ed. flonatella Ferro, Venezia, Consiglio nazionale della ricerche, 1972, pp. 230-235. Sobre Juan de Padilla vid. Nicasio Salvador Miguel, La poesía cancioneril. El ‘Cancionero de Estúñiga’, Madrid, AI.haxrbra, 1977, pp. 167-178.

, 23 decisiones de la reina44. Por últinn, deja en herencia mrosos bienes materiales para el obispo y para el prior, así ca~ el salario establecido por su trabajo de tutoría45. Adanás, Juan II ordena a su hijo Enrique IV que, en el gobierno del reino, tenga en cuenta la voluntad de sus dos consejeros: E assindsin ruego e mando al dicho principe mi fijo [...1 especialnnnte que tenga cerca de si en su consejo a los dichos obispo de Cuenca e prior/ don fray Gontalo d’Illescas mis confessores e del mi consejo que son personas leales e prudentes e provetos e de bueno e sano consejo e tann a Dios e aman ini servicio e del dicho principe e la justicia y el bien c~.n e paz e sossiego de mis reinos, e soy bien cierto que sienpre daran e bueno e sano e verdadero e fiel consejo, con los quales el cananique e haya su deliberacion e acuerdo e consejo en todas cosas.’ Pero Enrique IV no acepta, al monos en este punto, la voluntad paterna. Es cierto que Barrientos obtiene el cargo de Canciller Mayor de Castilla durante el reinado de Enrique IV; pero su importancia política se va diluyendo poco a poco, ya que adenás de sus desavenencias personales con el valido del

~ Le parti medite della “Crónica de Juan II”..., ed. cit., pp. 236- 237: “A la qual dicha reina mi nuger ruego e mando que consulte con los dichos mis testazzatarios todas las cosas tocantas (sic) a ella e assfrffsn, a la dicha tutela e administracion e crianqa e doctrina de los dichos infantes mis fijos e a sus casas, e reciba e siga el consejo delios especia2nEnte de los dichos obispos de Cuenca e prior de quien yo confio las cosas tocantes a mi anima e a descargo de mi conciencia.” E...] “ E que la dicha reina sin los dichos mis testamontarios no pueda fazer ni disponer cosa alguna de lo tocante a la dicha administracion entutela...”

~s Ibid,pp. 239-240: “E daro e establezco por mis testamontarios e executores e mansesores a los dichos reverendo padre en cristo don fray Lope de Barrientos obispo de Cuenca oidor de la mi audiencia e al reverendo devoto e honesto religioso prior don fray Gonqalo d’ Illescas, mis confessores e a Joan de Padilla mi camarero, todos del mi consejo, a los quales apodero por la presente en todo mi tesoro e plata e oro e moneda monedada e joyas. e en todos (sic> las otras cosas mías e bienes, e do poder e autoridad con libre e cunplidad facultad a ellos o a la mayor parte delios seyendo impedido o ocupado qualqui.er delios, e no queriendo o no pudiendo usar de la esecutiax deste mi testa¡wnto para que puedan tanar e taren del ml tesoro e oro e plata e otras qualesquier cosas que yo tengo [...] e assimisn!D fasta que el dicho infante mi nuy caro e cuy amado fijo sea de edad de los dichos catorze años para ayuda de sus costas e gastos los dichos obispo de Cuenca e prior don fray Gon~alo d’Illescas cada ciento e cinquenta mil maravedis de mas de la ayuda de costa qua a cada uno delios ha de ser librada por estar e residir e continuar en el it consejo e en las otras cosas cuqilideras al bien de la cosa publica de mis reinos”. 46 Ibid, p. 241. 24 nuevo rey, sus relaciones con éste se deterioran cada vez más. 25

3.— La corte de Enrique IV.

Barrientos había sido preceptor del príncipe Enrique; pero, cuando éste puede elegir sus propios colaboradores, no sienpre acude a Barrientos. Antes

de alcanzar el trono, don Enrique escoge ccxzv valido a Juan Pacheco, con el cual lleva a cabo el levantamiento en contra de su padre, Juan II. Si tenas en cuenta que Barrientos sianpre daxestra fidelidad hacia su rey, resultan )¿gicas sus desavenencias con el privado del príncipe levantisco, y con el propio don Enrique. Manís de que Pachecho es enanigo acérrixz de don Alvaro, a quien fray Lope apoya hasta el final de su vida. Enrique IV, por lo tanto, no podía mantener con Barrientos la miana relación que su padre, Juan II. A su vez, el apoyo que Barrientos otorga al nievo rey tampoco es incondiconal; tan sólo le secunda en algunas de sus acciones, y le reprueba fuertaznnte en otras’7. Aunque Barrientos es narbrado Canciller Mayor de Castilla, su intervención en la vida política castellana es cada vez manor y más conflictiva, incluso llega a tener enfretamientos directos con su antiguo discípuls99. Por todo ello, en el últinx, peri.odo de

Así, es famDsa la reprinm~da que Barrientos propina a Enrique IV en la sesión del Consejo real, celebrada en Valladolid en 1464. Barrientos, el primro en hablar, se inclina por una solución bélica del conflicto planteado, pero el rey se excusa para no tanar en cuenta dicha posibilidad, a lo que Barrientos responde: “Ya he conoscido, señor, e veo que vuestra alteza no ha gana de reynar pacíficanente, ni quedar c~ rey libertado; y pues que no quiere defender su honra, ni vengar sus injurias, no esperéis reinar con glori.osa fama. De tanto vos certifico que dende agora quedaréis por el más abatido rey que jamás ovo en España; e arrepentiros héis, señor, cuando no aprovechare”, Refundición, p. CSCXVII. 48 Así, en la contienda entre el rey de Aragón, don Alonso, y el rey de Castilla, don Enrique, Barrientos se encuentra entre las huestes de este ifltim~, aunque escribe Diego de Valera en su ~Éz~rial de diversas hazañas Madrid, Atlas [B.A.E, 70, III], cap. flX, p. 34: “Lope de Barrientos, Cbispo

, 26 su trayectoria biográfica, durante el reinado de Enrique IV, se mantiene más apartado de la corte que durante el de Juan II, y se dedica con mayor celo a sus actividades pastorales. Siendo obispo de Cuenca, Lope de Barrientos maere “en Cuenca, martes a treinta de mayo entre las siete y las ocho de la mañana, quando sallan de

Prima, año de 1469”, según el testimiio que nos ha dejado Juan Pablo Mártir

Rizo en su Historia de la miv noble y leal ciudad de Cuenca’% Enterrado en la capilla mayor de la Catedral, es trasladado con posterioridad a Madina del Campo, su pueblo natal, a la capilla de su fa~.lia en el hospital de santa María de la Piedad. Aunque otros testiz~nios aseguran que el hospital de Madina al que trasladan sus restos nnrtales es el de san Antón~ o el de san Andrés31. Sobre los bienes dejados en el testannnto, existen cargos prcccvidos por el sucesor en la sede espiscopal de Cuenca, Antonio Jacobo Veniero, en contra de los herederos de Barrientos. Pablo II llega a e~oliar los bienes de Barrientos, aun cuando con anterioridad diversos papas habían confinado los privilegios de éste para disponer con libertad de sus bienes, cani queda manifiesto por diversas bulas de Eugenio IV, Nicolás V y Pio Ir2. El hospital de santa María de la Piedad, fundado por Barrientot3, ya de Cuenca, siguia asindsai al rey don Enrique, aunque contra toda su voluntad”. Juan Pablo Mártir Rito, op. cit, p. 171. Diego de Cobmnnares, op. cit, p. 349. Este testiannio no se contrapone con el anterior ya que el natre cc¡npleto del hospital es el de santa María de la Piedad y san Antonio Abad. ~ Juan Pablo Mártir Rizo, op. cit, p. 171.

52 Vicente Beltrán de Heredia, Bulario..., II, pp. 136-137.

“ Esta fundacikn aparece corroborada por los breves fragmntos que se conocen de su testanrnto. Vid. José Martí }tnzó, Estudios histórico-artísticos relativos princinalnnnte a Valladolid, Valladolid, 1898-1901, pp. 305-306. 27 no existe en la actualidad54. Tartién se le atribuyen las fundaciones de otros hospitales y conventos de Madina del Campo, Segovia y Cuenca. Sin etargo, resulta difícil encontrar documantos que atestiguen las fundaciones del obispo, cair> se desprende de las investigaciones llevadas a cabo en diferentes archivos, ca~ el Archivo Histórico Nacional y otros direct~nte vinculados por su localización a la trayectoria biográfica de Barrientos: los archivos catedralicios de Segovia y Cuenca, el Archivo de la Universidad de Valladolid o el Archivo General de Simancas. Tan sólo disponaws de documantos publicados por Beltrán Heredit, pertenecientes a la Universidad de Salamanca, que confirman las fundaciones de san Pedro de Ricunros y de san Andrés, en la diócesis segoviana. Pero no conocews docunEntos sobre las danés fundaciones que se le atribuyen: el hospital de san Andrés y el de san Antón, en Madina del Campo; y el hospital de san Sebastián, en Cuenca. Hasta aquí lo que sabaws de la trayectoria biográfica de Lope de Barrientos. A continuación, establecsivs la edición crítica y el estudio del Tractado de la divin~nca; adanás de un catálogo del resto de su obra literaria, catálogo que no había sido recopilado de manera tan ccmpleta por ninguno de los estudiosos que aborda con anterioridad la obra de nuestro autor.

~ Sobre la fundación de este hospital y sus constituciones vid. Eufanio Lorenzo Sanz

En el presente catálogo se agrupan en prixrn lugar las obras escritas en latín, y a cont2nuacin los textos en r~ance, incluyendo tanti.én, dentro de cada inc de los dos apartados, las obras de atribución dudosa. Puesto que la mayor parte de las obras carecen de datación., resulta arriesgado establecer ‘a arden cronoikgico. A pesar de ello, se puede afinar que prácticanence todas están escritas o copiadas durante su etapa en el obispado de Cuenca <1445-1469>; tan sólo unas pocas pertenecen al obispado de Segovia (1438-1441), y ninguna parece escrita durante el obispado de Avila (1441-1445), o no se conserva ningún testtwnio que permita asegurarlo. Lo cual se corresponde con los datos que conocans sobre la trayectoria biográfica de Barrientos, quien se dedica de manera más intensa a sus actividades políticas y cortesanas, probablsiEnte en detrfrEnto de las 1 literarias, durante los obispados de Segovia y Avila, adanás de los prii~ros años del extenso obispado de Cuenca. De todos modos, a pesar de la dificultad que exi.ste para datar con

precisión las obras de Barrientos, es posible establecer ‘a orden tenporal relativo entre algunas de ellas. Es el caso concreto de los dos tratados que más nos interesan, por estar directanrnte relacionadas con el Tractado de la 443j~~56: el Traccado de Caso y Fortuna y el Tractado de los sueños; si

Por ejsuplo, resultan nny inprecl.sos los ccs~ntarios de Snilio Cocarelo y btri, sobre la fecha de ccxnposición del Tractado de la divin’~”ce ya que en su estudio Don Enriaue de Villana: su vida y obras, realiza el siguiente cal»ntarib: “Don José Amador de los Ríos, en su Historia repetidas veces citada, VI, p. 287, cree que la obra en que fray Lope consignó las palabras del testo fue escrita en 1445 y por más que en los códices de la Biblioteca Naci.onal no hay otros datos para saber la fecha de su canposiciñn que el de ser su autor U~ispo de Cuenca (cargo que obtuvo en 1445) no hay Inconveniente en admitir aquella afirmación y más cuando los hechos ndsws la cauprueban indirectanEnte”, p. 112, n. 2. Ccwnp. Juan de Dios Mandoza Negrillo, en Fortuna y Providencia en la literatura castellana del sido XV, Madrid, Anejo 27 de la R.A.E., 1973, asegura esto a: “Juan II le pidió que escribiera etas tratados [sobre el dormir e despertar e soñar e profecía e

, 30 bien no se ha establecido todavía la fecha exacta de canposición de ninguno

de los tres tratados.

Sabeins que el Tractado de Caso y Fortuna es el primaro que redacta Barrientos por una afirmación suya que aparece en el prólogo del Tractado de la divinsnwre (p. 167), donde dice: “por lo qual tu Sennoría de nuevo ma enbió mandar que d’ello te copilase otro tractado, en lo qual, canz dixe en el

nrimaro de Caso e Fortuna.. •“

de Caso y Fortuna, segundo el Tractado de los sueños y tercero el Tractado de la divixwgncfl Con independencia de ulteriores precisiones cronológicas, el orden del catálogo de la obras de Barrientos, de acuerdo con los criterios propuestos, resulta caw sigue:

agUeros e adivinanzas] cuando leía el Tratado de Caso y Fortuna, terminado por Barrientos, en 1445”, p. 32.

. 31

A> (tras en. latín.

1.- Clavis sauientiae57. Ms. 1795 de la B.N.M. Consta de una tabla o índice alfabético

de ‘a sínodo celebrada en Turégano el martes tres de mayo de 1440, si.endo obispo de Segovia fray Lope de Barrientos. La B~1’3 recoge otro manuscrito sinodal de la Biblioteca de Palacio con la si~gnatura 1773. Th~as Kaeppeli nnnciona la e,d.stencia de otro manuscrito en el Archivo de la catedral de I’urégano59. Según afirma Co)miaret0, la Instrucción sinodal taxtián se conoce con el titulo de Tratado del sacramanto o De sacramxtit’

~‘ En la edición de la obra de Eslava, Las noches de invierno, Pamplona, 1986, pp. 121-122, n. 121, Julia Barella identifica de manera errónea la Clavis sanienti.ae, que es una obra independiente, con otros tratados de Barrientos: “Barrientos escribió una Clavis saoientiae que contenía el Tratado del dormir, del desoertar y del soñar, el Tratado de la adivinanza y sus especies y del arte mágica, el Tratado del caso y fortuna y el Tratado de los sacrannntos” • Ca~i hens visto la Clavis savientiae es una obra independiente de los tratados; el últfrn de los cuales, en realidad, es la Instrucción sinodal, núm. 2 del presente catálogo. 58 Según el incipit, esta copia manuscrita de la obra pertenece al periodo del obispado de Cuenca: “Incipit líber qui clavis sapienti.e intitulatur de terminorum seu vocabuJ.orum sI~tLficatione ac eonzzden conveniencia et diferencia a sufficiencia scilicet dialectica artis ac eti.am naturalis et nnralis phisica neenon zwthaphisica et theologica facultate ccxipilatus per iaxtija servum christi Iawpum de Varrientos, dei et apostolice sedis gracia eoisconun condensen, sacre theologie professoren ordinis predicatorum ad sui et unltorum utilitaten...” (E. 26y)

60 ~±.Sjr.t, pp. 345—346. 61 Con el segundo título la cita, por ejauplo, A. Baudrillart, on. cit. VI, col. 922, y Julia Barella, ~ n. 57.

., 32 3.- Cap. incipit tabula edita a reverendo vatre danino daino Inrpc concbensi eniscono sunra li.brum Revnerine. Ms. 3-373 del A.C.S. (fE. 275r a 344r). Se trata del índice de una obra de Rainerio de Pisa, autor de una extensa stmna theologiae clasificada por orden alfabético. La mayor parte del volt.~n lo ocupa la obra del propio Rainiero. 4.- Or,usculum suver intellectu ciuorundam verborum cuiusdam decretí

contentí iii volumine Decretorum. ubí Gratianus tractatus de materia sacrilea44 in causa 17 auaest. 4 ait: Sacrilezii auociue reatum incurrit csui iudaeis officia ccmnittit... Esta obra aparece citada por Nicolás Antonio en su Bibliotheca Vetus. Manuel Alonso ha editado esta obra si.gui.endo el manuscrito 1642 de la 3. R., Ef. 65r-70t2. Se conserva, tantién, una traducción al

ranance de dicho ~ que corresponde al niim. 12 del presente catálogo. Obras atribuidas

5.—Cccentario de ‘a Erasznnto de la Ph

62 Alonso de Cartagena, Defensorium unitatis christianae, Madrid, C.S.LC, 1943. Esta obra de Barrientos ocupa el Apéndice 1, pp. 323-342.

: 33

B) (tras ea castefl.azv.

1.- Tractado de Caso y Fortuna. Mss. 6401, 18455 y 2915 de la B.N.M., ms. de la colección Egerton 1868 del 3.M., ms. 2096 de la B.U.S. y el ma. Tickior D.7 de la P.B.L. copia del siglo 2CIX. Hay una edición de Ints G. A.

Getino en Vida y obra de fray Lope de Barrientos, Salamanca, Anales Salmantinos, 1927, pp. 205-245, realizada a partir del manuscrito que se encuentra en la Universidad de Salamanca. 2.— Tractado de los sueños. Mss. 6401, 18455, 8113 y 2915 de la B.N.M., ms. de la colección Egerton 1868 del B.M., ma. 2096 de la B.U.S. y ma. Ticlinor D. 7 de la P.B.L. Sabe2ns que Barrientos lo escribió antes que el Tractado de j4jj~g~. Publicado por Getino, op. cit., pp. 1-85. Tanto en esta edici.ón ccmn en la del texto siguiente, el editor no e~q~lica cuáles de los manuscritos conocidos sigue. 3.- Tractado de la divixu~n”n. Mss. 6041, 18455, 8113 y 2915 de la B.N.M., ¡x>s de la Colección Egerton 1868 del B.M., ma. 2096 de la B.U.S, ma. Ticimor D.7 de la P.B.L. y ma. h.flI.13 de la B.E. Es la obra de Barrientos que se encuentra conservada en ‘a mayor núu2ro de códices. En el repertorio de los fondos de la biblioteca del conde-duque de Olivares’3 que realiza Gregorio de Andrés, aparece con el núm. 861 la obra titulada “Algunos tratados suyos [de fray Lope de Barrientos] del caso y fortuna del sueño y vela, del adivinar, y otros”. Marcado bajo la signatura L.21 de la antigua biblioteca del Conde-Duque, no tiene correspondencia con ninguna signatura de las bibli.otecas existentes en la actualidad. Dicho manuscrito, por lo tanto, se

63 Historia de la Biblioteca del Conde-Duoue de Olivares y descripción de sus códices, Madrid, C.S.I.C [Cuadernos Bibliográficos, XXX], 1973, p. 51. 34 encuentra en paradero desconocido64. Del Tractado de la divirwrc~ hay una

edición parcial de Getino, ~ pp. 89-180. 4.- Contra algunos cizañadores de la nación de los convertidos del pueblo de Israel. Ms. 455 de la B.U.S., copia del siglo XVII. Mata Carriazo

fecha la obra en 145165. De esta obra ha realizado una edición Getino, op cit., pp. 181-204. 5.- Traslado de una oro~osigión fecha al nq reverendo magnífico Sennor don Lope de Barrientos. por la divinal providencia obispo de Cuenca. Ms. 1181 de la B.N.M.

‘~ Antonio Torres-Alcalá, gp~s~±, pp. 49-52, cita, a través de Emilio Cotarelo, el ma. 10111 de la B.N.M. cazo códice que contiene este tratado. En realidad, se trata de una traducción de la Eneida realizada por Enrique de Villena, y que, en la actualidad se encuentra en reserva dentro de los fondos de Toledo. 65 Refundición, ed. cit., p. CXXXLC.

66 Así, por ejenplo, en la Blbliotheca Vetus de Nicolás Antonio.

Citado por A. Baudrillart, o~. cit., VI, col. 922, y itiñoz Soliva, Noticia de todos los Ob....., p. 152. Mata Carriazo en su estudio preliminar a la Refundición, p. aL, cataloga autos títulos cazo si se tratara de dos obras diferentes. 68 Ms. 1181 Biblioteca Nacional de Madrid, Ef. 128y y 129r: “Muy sabio sennor resplandeqiente con claridad de qi.enias divinales e humanales. Muchas vezes dubdé del entendimiento de una palabras que fallé escriptas en ‘¡xi decreto contenido en el volnlEn de los Decretos, donde Graqiano, tratando la materia del sacrilezio en la causa XVII en la questión quarea, dize ansy: “CrinEn de sacrilegio incurre el que a los judios públicos ofi 9ios caxEte”, esto se prueva por ‘a decreto del santo concilio Toledano cuarto que dize ansy: “Ordeno el santo con~ilio que los judios, nin aquello que son de los judíos, públicos ofiqios non ayan, porque so esta ocasión a los christianos Eazen injuria z cetera.. •“ (el subrayado es mío).

. 35 latina primitiva, de la que no se conserva ningún ejemplar, (véase el núm. 4 del presente catálogo). Con respecto al texto en ranance, se conserva en la Biblioteca Nacional del Madrid en la copia manuscrita ya mencionada. Hay tantién noticia de ‘¡xx manuscrito perdido que pertenecía a la Biblioteca de). Corjde Duque’9” y de otro códice en el ltnasterio de los Jeróniizos de Fresdeval’0. 6.-Refundición de la Crónica del Halconero. Ma. X.II.13 de la B.E. Hay una edición de Juan de Mata Carriazo, Colección de Crónica Españolas 31, Madrid, Espasa-Calpe, 1946, en cuyo estudio preliminar se encuentran los principales datos sobre este texto. 7.- Dos sínodos de Cuenca”. Ms. 340 de la B.U.S.C.V. Pertenecen a los años 1446 y 1457. 8.- Traducción castellana del Re~1niento de orincines de Egidio Rcanano. 14o se conserva ningún códice de esta traducción, pero se alude a ella en una “Carta de testamento de Basco Ramírez de Guzmán, Arqedi.ano de Toledo, otorgado

Vid. 69 — Gregorio de Andrés, 2p~i~~ p. 51: “860.- Ligas, ‘¡xi cuaderno de diferentes ligas, en 40, Caz. 21, núm. 22. Lope (D) de Barrientos, ob~ de cuenca, respuesta a una proposición, 40• 1!. 23.”. Esta si~xatura, igual que sucede con otras obras de la biblioteca del Conde-Duque , 1983] a “En la librería del btnasterio de Gerónyzzos del Frez del Val, cerca de Burgos, se conservan algunos libros, y trabajos de mano, que fueron del CalEndador mayor de Calatrava D. García de Padilla, cuya lista recogió D. Joseph Pellicer; y en ella consta que ‘¡xi libro grande en folio entre otros tratados, hay ‘¡mo que escribió el sabio Obispo de Cuenca D. Lope de Barrientos, dando respuesta a una oreminta aue otro haitre arande de su tianpo le hizo, sobre caw se entendía aoueflo del Concilio Toledano IV aue los judios • ni los oue son delios públicos 1 • 1 vúblicos oficios It DQLAY!~i p• 144. Sobre este texto de Barrientos ha realizado ‘a breve estudio Eloy Benito Ruano, Los orígenes del problena , Barcelona, El AThir, 1976, pp. 59—62.

71 Hacen referencia a eflos Mata Carriazo, op. cit., pp. 00001-aL; y de forma más canpleta la BaET3.

nn—-n Aa Inc a,%nNa,enr. ida nfla4 I’4 E 1% •~— — — - — — — 36 en XX de septisitre año de 1438~72. 9.- Un Decreto en el que otorga indulgencias a los que favorezcan con sus donativos al Hospital de la Magdalena, “Decreto de fray Lope Barrientos, obispo de Segovia, otorgando indulgencias a los favorecedores de la

institución. [...] 26 de novieitre de 1438”. Se encuentra en el rna. 697, E. 45 ryyde laB.N.M. (tras atribuidas En el Inventario General de Manuscritos de la B.N.M. se le atribuye a Barrientos el texto titulado: “Sucesos en la qindad de Toledo, contra los conbersos desde el año de mili y quatrocientos y quarenta y nuebe que fue el robo que llamaron de Pero Sarmiento asta el año de mill y quatrocientos y sesenta y siete, en el qual se reinvió la cleregía contra los zirLazos”; ma. 2041, fol. Ir. Dicha atribución se basa en que el naxtre de Barrientos aparece al final de docunaito, pero no cazo autor del texto sino cazo personaje al que va dirigido el texto siguiente’ ¾cuyo titulo es: IrLa Instrucción del Relator para don lope de Barrientos el obispo de Cuenca, sobre la qiqaña de Toledo contra Pero Sarmiento y el Bachiller Marquillos, alias Marcos García deb*zra”

72 Ms. 773 de la B.N=L,E. Isár: ‘~Manda a Alfonso de Guanín, su hermano, su mala la nieva y el regimiento de los Príncipes y otro libro que tenía en ztxnanqe que trataba de diversas cosas ccmpiesto cazo él dice por un sabio converso. El libro de regimiento de Príngipes parege que deve ser (de] Aegiddn Rcxnano que entonqes avía trasladado en ranange el obispo de cuenca don Lope de Barrientos para el Príncipe don Enrique, cuyo maestro era” • Vid. Vicente Beltrán Heredia, Cartulario..., ~. 422-423. No obstante, en el estudio que Juan Beneyto Pérez realiza sobre la Glosa castellana al ‘Regimiento de Príncipes’ de Eaidio Ranano, Madrid, Instituto de estudios políticos, 1947, no ¡mnciona a Lope de Barrientos entre los glosadores castellanos de dicha obra.

‘~ Fol. 10v: “De estos subcesos tubo nntivo el relator Misen Haizono por parte de los conbersos, de escribir la ynstrucclbn que a esto se sigue contra Pero Sarmiento y el Bachiller Marcos García, a quien él flna Marqufl.los, a don Lope de Barrientos obispo de Cuenca de el consejo del rey”. Sobre la Instrucción del Relator y el Msinrial del Bachiller Marcos García de Mira vid E. Benito Ruano, op. cit., pp. 55-66.

. u’ a.. TEACtAIX) DE LA DIVINArÁ 38

1.— La forna del contando.

El problana que plantea definir el tratado cazo iii género especifico nEdiev-al hace que gran parte de la crítica se haya dec:fdido por defender ira postura que no pone lI~tes claros, pero que tiende a agrupar bajo ixi mi~ concepto diferentes términos’4. Keith. Itinnan, en un articulo en el que se refiere de forma miy concreta al siglo XV, señala cáni el término tratado no está incluido cazo género en los manuales, sino que más bien hace referencia a unas técnicas retóricas’5. Más tarde, John Dagenais ha escrito sobre el tena un nuevo articulo que, en realidad, no hace más que abundar sobre las ideas ya expuestas por K. Wninnan. Dagenais tantién llega a la conclusión de que “‘tratado’ was not the nama of a genre”’6.

“ las críticos que defienden la existencia del tratado cazo género nrdieval no llegan a explicar de manera definitiva una estructura o ini contenido específico del mi~. Tan sólo señalan algunas líneas generales que lo definen cazo un género nnralizante y didáctico por naturaleza, con contenido filosófico y que tiene su origen en la tradición retórica. !14, Arma KRAUSE, “El tractado novelístico de Diego de San Pedro”, BEL, LIV (1952), pp. 242-75. Cfr John Dagenais, “Juan P~dríguez del Padrón’ a translation of the BursariL: Nao’ light on the ~aning of “Tra

“Autor aid tratado iii the fifteenth century: santie latinian or ety¡zological trap7”, BBS, LIX (1982), pp. 211-218. La teoría que expone Udnnan en este artículo queda resi.nida, por lo que respecta al siglo XV, en el siguiente párrafo: “There seana little reason to suppose that itere ±5any distincion to be made bei~Geen a tratado and a libro aue trata de any subject at al.l, factuafly or fictionaly, didactically or otherwise. The only esseritial qualifications for a tratado are that it should be written dwn, that it sbould, at least in the latter pan of de fifteenth century, be it prose, and, possibly, that it should be of a certain length”

16 John Dagenais, art. cit, p. 135. Señala, asimisun, que algunos términos latinos cazo seriota, gp~j~, o Líber en realidad tienen un referente de átito nuy general y funcionan cazo sinóninns en el nundo nDdieval. 39 El Tractado de la divin’~xr~, en cualquier caso, está construido cazo una obra ~raliz ante y didáctica, de contenido filosófico y teológico, que, a su vez, se nos maestra cazo tui libro aue trata de la adivinanza y, por extensión, de las prácticas mágicas medievales. La disposición sistenática del Tractado de la divin~nr~ se concibe para no dejar lugar a la duda, por lo cual está organizado con un orden descendente o deductivo (de lo general a lo particular y de lo teórico a lo práctico), marcado de forma expresa por parte del autor, en aras de una mayor claridad expositiva. El tratado ha de funcionar cazo un manual para el rey Juan II, quien le pide a Barrientos que lo escriba. Por tanto, aunque el texto aparece cazo tui testtzonio más de entre los que conocezos del sigla XV, su finalidad concreta le hace destacar por la incidencia que pudo tener en la corte castellana. El texto se articula en tres apartados de extensión desigual. El prfrsro, que ocupa casi la mitad del tratado

Cazo respuesta a esta pregunta, Barrientos maneja dos opciones opuestas ¡ en la prtwra intenta dezostrar, según el testimdn de los filósofos, que la 40 magia no existe por razones naturales. En la segunda, por el contrario, basa su testimonio en las autoridades de la patrística y en la propia Biblia; y, así, llega a la conclusión de que la magia sí existe, según los teólogos. Tal disyuntiva tan sólo se invalida en el caso de la astrología, la

ia> El ángel Raziel, guardián del Paraíso, habría explicado el arte mágica a un hijo de Adán, quien la habría tran~itido a, las generaciones venideras. Hipótesis rechazada por Barrientos. 2~) Cuando el mencionado hijo de Adán volvía del Paraíso, un ángel le habría hecho entrega de un libro que contenía las artes mágicas: el Raziel, que con posterioridad se habría difundido por todo el ando. Hipótesis que tantién rechaza Barrientos. 3~> El origen del arte mágica estaría en la alianza de los hatres 41

malos, cazo dice literab~nte el propio Barrientos, y los espíritus mali~os, quienes intentan ser superiores a Dios por modio del conocimiento de las cosas futuras. Esta es la hipótesis que fina2z~nte acepta Barrientos. En el segundo apartado, cuando se juzga si es pecado utilizar la magia, la sentencia de Barrientos es taxativa: la consumación o incluso el intento de realizar actos mágicos es pecado mortal. Cazo argunentos en los que basar su condena, expone cuatro razones que se podrían resumir de la siguiente manera: los adivinos quieren usurpar el poder de Dios para conocer las cosas venideras y, para ello, nrdiante la enzefianza del diablo, pactan un contrato con los espíritus traUgnos. Así, pues, todo el proceso, de principio a fin, atenta contra la autoridad divina. Por todo efl.o, no necesita Barrientos desarrollar con detenimiento su argt.mnntación sobre la ilicitud de la magia en esta parte cuarta, que es la más breve de todo el Tractado. Adenás de que la punibfl.idad de la magia, cazo tena de fondo, aparece tatién en otras partes del Tractado de la divinr~tj~ En el tercer apartado, se aborda el ts~ de la adivinación desde un punto de vista práctico. En un prt~r miEnto (pate 59, Barrientos nos ofrece un índice canpleto de las artes mágicas o mancias más utilizadas, a juzgar por la utilidad práctica del tratado, en la Castilla del siglo XV, aunque cazo verezos al analizar a otros autores de los siglos XV y XVI, en última instancia reniten en gran parte a una tradición literaria; así cazo un breve explicación, en algunos casos insuficiente, de en qué consisten. Más adelante (parte 69, Barrientos escoge veinte casos de prácticas mágicas cuya ilicitud resulta más discutible. En lo que se refiere a la mantas, de manera general, Barrientos las divide en tres grupos, según que intervengan o no los espíritus mali~os, y según que sea magia ritual o natural:

. 42 1) Magia ritual, con invocación de espíritus malignos. En este epígrafe, se incluyen: el prestigium, la adivinación por sueños, la nigrcmancia, el uso de tui ph4.~~n, así cazo la interpretación de algunas señales en objetos y figuras. Las xwncionadas prácticas mágicas sienpre se consideran cazo pecaminosas, adenás de fraudulentas. 2) Magia ritual, sin invocación de espíritus mallaios. A este grupo, pertenece la observación de agUeros en el sentido más amplio del término, más relacionado con la superstición y la magia que con la interpretación. Y, cazo tales prácticas supersticiosas que no provienen de causas naturales, los agderos no son permitidos, porque se consideran pecado. 3) naaia natural, sin invocación de espíritus malimios. En e epígrafe, se incluye la astrología, entend3da cazn el infinjo de los astros sobre la naturaleza y sobre el harbre; y la observación de los agUeros, aunque tan sólo se considera caxn tales los movimientos y los sonidos determinados por la constelación celeste que producen las aves. Este tipo de magia se basa en principios naturales. Se podría discutir, aunque no es el caso, hasta qué punto los fen~os concretos que en el siglo XV se consideran naturales, se pueden considerar hoy día cazo tal o son ya clararjrnte supersticiosos; pero lo que sí se puede deducir, del tratado es que Barrientos condena, desde un punto de vista teológico, aquellos fenámnos que van más allá de lo explicable madiante la aplicación de la regla de causa y efecto. De ahí que donde puede aplicarse este principio, según Barrientos, no debe hablarse de magia maléfica, ni de pecado, sino de magia natural, y ésta no sólo está permitida, sino que adenás no se considera 43 pecaminosa. Así, pues, en último estrazo, tanto la astrología cazo este tipo de agderos se encontrarían dentro del campo de la interpretación causal y no de la magia. Después de esta clasificación general, Barrientos describe diferentes prácticas de supuestas artes mágicas, agrupadas en veinte apartados a los que ya se ha aludido anteriornaite. Cabe suponer que las prácticas a las que hace referencia Barrientos eran de las más usuales durante el siglo XV; pero, en cualquier caso, todos los ejenplos están tratados desde el punto de vista de la ortodoxia cristina. Así, atendiendo a la licitud o ilicitud de dichos actos, se podría realizar una división de las artes mágicas en tres grupos: las prácticas lícitas, las prácticas ilicitas y aquellas otras prácticas que son antivalentes, por su mezcla de procedimientos naturales y rituales: 1) Prácticas licitas: La astrología”; el aojamiento; el reconocimiento de algunas señales para curar enfermedades; llevar escapularios que contengan palabras sagradas o figurillas de santos: esta última práctica se considera lícita, pero poco reccuEndable. 2) Prácticas ilícitas: La piranancia y la hidrcnancia; el arte notoria; los agUeros supersticiosos; invocar a los espíritus maliwos; hacer uso del astrolabio y de la astrología para averiguar dónde se encuentran objetos robados; mezclar los

Aunque puede parecer extrafio que un teólogo considere lícita la astrología, hay que tener en cuenta que, por ejez~lo, san Bernardino de Siena, en el siglo XV, admite públi.camente la influencia de los planetas sobre los cuerpos. En la mentalidad de la época, la astrología se identificaba con la filosofía, con la ci.encia y taxtién con la teología. Y14, Eugenio Garin, ~, zodiaco de la vida. La x~olénica astroló2ica del Trescientos al Ouinientos trad. A. Prazeteo bt~ra, Barcelona, Ediciones Península, 1981, pp. 48-49, 55 y ss. Por su parte Dezatrin Santos, Introducción a la historia de la .~arg1ggí~, Barcelona, Teorena, 1986, señala que hay un estrecho vínculo entre la religión cristiana y la astrología, ya que los sírtolos astrales se utilizan, desde antes de la Edad b~dia y hasta el final de este periodo, tanto para descifrar profecías bíblicas cazo para ornannitar los tenplos cristianos.

, 44 radios naturales con instnmnntos o con palabras de la religión cristiana para sanar a los enfermos; la interpretación de fiRuras por parte de algunos astrólogos; y, por último, algunas prácticas clericales poco ortodoxas, caw desnudar los altares, cubrir las imágenes de hito; apagar las luninarias; celebrar misas de difuntos y hacer cama (según la expresión que utiliza el propio Barrientos) en medio de la iglesia para que miera algún vivo. 3) Prácticas lícitas! ilícitas: La curación mediante productos naturales es lícita, puesto que se considera magia natural; pero si, adenás, ésta se mezcla con signos rituales, en el acto de sanar o al recoger los productos, se convierte en práctica ilícita. La observación de fen&innos celestes o auzosféricos es lícita; pero utilizar la información que nos ofrecen los astros para mediatizar la voluntad hnnana y el libre albedrío es ilícito. Asimiazo, el encantamtento de los nilios, de enfermos y de

animales, en especial de serpientes, se considera cazo tui acto lícito, ya que se puede realizar dentro de la ley divina; pero, si se utilizan conjuros u otras mediaciones del diablo para llevar a cabo dichos encantamientos, la acci.ón pasa a ser autcxnáticannnte ilícita. Barrientos deja al margen de esta clasificación de fená~mxos concretos la existencia de las brujas y si éstas son seres reales o no. Aunque la resoluci.ón del problena no se aleja del espíritu que mantiene durante toda la obra, la tesis que defiende Barrientos es la misna que había planteado el Canon episco~i en el siglo XIII y que, desde entonces, había fincionado cazo opinión generalizada en la Iglesia: las brujas no existen, sino que son producto de la imaginación humana, pues, en realidad, lo que popularmente se conoce con el narbre de brujas no son más que espíritus malignos que se nos 45 representan con formas humanas para engañarnos. Sin erbargo, añade que, en michos de los casos, lo que se atribuye a acciones de las brujas no es más que producto del descuido humano; en estos términos plantea Barrientos, por ejs~lo, el caso de los niiios que desparecen de sus casas o que meren en circunstancias extrañas. Para el dctinico, las causantes de este tipo de tragedias no son anca las brujas; sino, mas bien, la madres negligentes que descuidan la crianza de sus hijos. El planteamiento del Canon episco~i. al que se adhiere la Iglesia y, por lo tanto, Barrientos, descarta la existencia física de brujas. En concreto, Barrientos, que cita el pasaje correspondiente del Canon Episconí niega la creencia, al. parecer uuy popular durante el stg2.o XV, en una diosa Diana que conduciría a las nnjeres volando a la grupa de diversos antnales nocturnos’8. Precisaizente, en el siglo XV, se inicia la persecución sistanática y general de la brujería que, basta entonces, tan sólo se había realizado en casos excepcionales, cuando se acusaba a alguien de ser bruja por practicar magia maléfica”. En restmEn, según los datos que nos ofrece el Tractado de la divfrztns!a para Barrientos, tanto la magia caro la adivinación son actos condenables, sianpre que en ellos intervengan espi.ritus malignos. Frente a aquellos otros

Varios estudiosos se han referido a este culto a la diosa Diana, por ejenplo, L.F.A. Maury, La maaie et l’astrologie dans l’Antiauité et aix kg~, Paris, 1864, p. 176, n. 3: “las sorciers croyaient chevaucher dans les airs en canpagnie de Diane, que les écrivains ecclésiastiques qualifiaient de déron”. .1. Caro Baroja, “La magia en Castilla durante los siglos XVI y XVII”, Al2unos mitos españoles [1941], Madrid, Ediciones del Centro, 1974~, p. 204: “Las brujas latinas que recorrían de noche el Esqufl.ino invocaban, pues indistintalEnte a Diana o a Hecate, y tarti.én a Proserpina”. Ccnp. Frank Donovan, Historia de la brujería, Madrid, Alianza Editorial, 1971, pp. 39, 81, 86 y 88. Sin etargo el estudio más detallado sobre las brujas, con respecto al Canon Episconí, desde el siglo XIII hasta finales de la Edad Media, es el de Franco Cardini, Maaa. brujería, y superstición en el Occidente medieval trad. A. Pra~teo bbya, Barcelona, Ediciones Península, 1982, pp. 29, 41-42, 91—94. E. Donovan, 22&S±.t,p. 105.

, 46 casos que, atmque de carácter sobrenatural en apariencia, se pueden explicar mediante un esqusna de causa y efecto, y que, por lo tanto, se encuentran dentro de la magia natural, permitida dentro de la ley divina. Ahora bien, la distinción entre magia lícita o ilícita resulta más problenática cuando se desciende a prácticas y usos concretos, puesto que, cazo henns visto, en algunos fen~nos se produce cierta antivalencia. 47

2.- Mivinaciña: ungía frente a hechicería.

Barrientos aborda el problana de la adivinación, tanto en la parte teórica caro en la práctica, a través de frecuentes divisiones y subdivisiones con las que intenta tipificar el contenido del Tractado, según se ha visto en el epígrafe anterior. Ahora bien, en la obra, a pesar de las marcadas divisiones, subyace una idea esqusnática acerca de qué se debe considerar magia; y, a partir de la aplicación de esta idea, se deternina cuáles de las prácticas concretas entran dentro del átito de lo mágico. En cuanto a la clasificación general de los tipos o clases de magia que aparecen en el Traetado de la divinmnc~, no resulta específica ni original de rvestro autor, caro vetazos al canpararla con las de otros escritores coetaneos. Más discutible sería plantear si se trata de una esqusna ideológico que corresponde a tma época concreta, la del siglo XV, o si más bien hay que encuadrar dicha clasificación dentro de una línea catn, a la que pertenecerían la mayor parte de los tratadistas teólogos desde la Edad Media en adelante. Son machos los críticos que coinciden en sef¶alar que el uso e Lnfinjo de las artes mágicas se increzenta a partir del siglo flII00~ pero la lejanía

80 Vid. J. Amador de los Ríos nos ofrece una panorámica general de las artes mágicas en España, a lo largo de los siglos medievales en “Artes mágicas en el suelo Ibérico”, Revista de Esu~f~, vol. XVIII, (1871), para este mato histórico en concreto, pp. 14 y sa.; 14. Menéndez y Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles [1880-1881], Madrid, Editorial Catolica, 19W, 1, 1. III, cap. VII, pp. 601 y as; el 2. Mendoza Negrillo apunta las posibles causas de este ferúzeno en su op. cit., p. 123; Eugenio Garin, El zodiaco de la vida. La volénica astrológica del Trescientos al Quinientos, ed. cit., pp. 48 y sa., afirma esto inisin alegando, precisarte, la cantidad de censuras recogidas durante este periodo. No olvidaros que durante el reinado de Juan II se crea fonnalmnte la Inquisición en tierra castellana, amque 48 en el tiempo hace que no resulte tarea fácil precisar los diferentes estadios por los que discurre la magia durante la Edad Media, a través de los textos conservados. No obstante, parece que la presencia de la magia se incrarnta de manera paulatina, hasta llegar al siglo XV, cuando las prácticas mágicas se hacen más habituales en todos los niveles de la sociedad. En el siglo XV, la palabra magia desi~ia un ~ de ritos y creencias msy amplio que va desde la astrología

1 desaparece con la caída de Alvaro de liria, y no queda verdaderamente establecida hasta el reinado de Isabel 1, caro explica Henry Oaarles lea, Historia de la Inauisición española, trad. Angel Alcalá, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1983, pp. 175 y ss. Los inpuguadores de la magia ya estaban presentes en el siglo XIII, así Pedro Pascual, obispo de Jaén, Libro contra las fadas et ventura et oras minguadas et simrs et planetas, y en el XIV, Gil de Albornoz en su Catecien editado por Derek Imaz, El cateciaro de Albornoz, en Studia Albornotiana Publicaciones del Real Colegio de España, 1972, IX, p. 223; pero hasta el siglo XV no se intenta sistematizar el uso de fronteras entre lo permisible y lo mágico. En esta línea se encuentran, entre otros autores del siglo XV, Lope de Barrientos, Martín de Córdoba y Alfonso de la Torre, y se prolonga en el XVI con otros caro Martin de Castañega o Pedro Ciruelo.

82 Julio Caro Baroja da diferentes definiciones del término magia según se relacione con el árbito religioso, natural.., pero la más directa es la que aparece en Las bruiasvsu ruando, p. 32, donde se dice que la magia: “es una respuesta peculiar que da el hatre a un grupo de hechos concretos”. Pero

, 49 desglosar con carácter más o menos universal y atauporal los diferentes tipos de magia. Pero ninguno de estos intentos resultan, al menos por el ~nto, definitivos. De tal nodo que las teorías que intentan recoger una tipología concreta de las creencias mágicas desde un determinado punto de vista son susceptibles de crítica desde otros prisnas nntodológicot3. De manera paradójica, resulta más difícil establecer una tipología de la magia en la actualidad, cuando las barreras entre disciplinas afines caro la astrología y la astronanía parecen más claras que en la Edad Media, cuando apenas había diferencias entre el ámbito de lo científico y el de lo mágico. De hecho, a Barrientos no le resulta difícil proporcionarnos en su Tractado de la divin~n~e una clasificación perfectamente sistanatizada del arte mágica, que procede de las definiciones generales hasta descender a los casos particulares. No todas las artes mágicas tienen para Barrientos la mm utilidad. Si atenderos a su función, se establecen dos grandes grupos: las prácticas adivinatorias y los hechizos. Mientras que la adivinación tiene cazo fin últtnn la predicción ad futurum, mediante el uso de diferentes eleatos, la mayoría de ellos obtenidos de la naturaleza, los hechizos o encantamientos

teorías más ca~lej as y cccpletas son las que ofrecen James George Frazer, La rama dorada. maaia y relialÑ,, trad. Elizabeth y Tadeo 1. Campuzano, México, Fondo de Cultura Econúnico, 1981 y E. Durkheim, Las formas elanntales de la s4r2Mg~M, trad. Ea~n Ranos, Madrid, Akal, 1982. ~ Vid, los textos citados en la nota anterior caro ejenplo. El texto de Frazer es el más antiguo, su prfrnra edición es de 1890, y es uno de los intentos inés serios de establecer inia clasificación clara y documentada de los diferentes tipos de magia, y de intentar explicar en qué consisten la relaciones entre magia y religión. Pero tanto Caro Baroja, op. cit., p. 31 , cazo E. Durkheim, op. cit., p.336, critican los presuspuestos de Frazer. Lo que para Caro Baroja es excesivamente racionalista, para Durlteim es un error, yaque “lamagianoespues, encontradeloquebasostenidoFrazer (pp. 69- 75), un dato originario del que la religion no sería más que una forma derivada. Muy por el contrario, los preceptos en los que se basa el arte del mago se han constituido bajo la influencia de ideas religiosas y sólo por extensión de tipo secundario se han aplicado a relaciones puramente laicas”. 50 necesitan i~eriosamente, y en diferentes grados, del contacto con algún espíritu o espíritus que, cazo mediadores, instruyan sobre cuáles son los pasos exactos que debe dar el oficiante, quien puede llegar incluso a un estadio palingenésico, al establecer contacto con la deidad maligna. En esto consiste la magia cerezoni.al o ritual. En su Tractado de la divin~r~~, Barrientos se refiere de manera casi exclusiva a las prácticas adivinatorias, aunque, en escasas ocasiones, trata de la divinanza por medio de espíritus, cuya finalidad consiste en obtener una predicción. La magia de laboratorio, que se sirve de ungUentos y de objetos especialmente macabros, o la magia sistematizada y ritual de los conventículos no aparece contemplada en el Tratado. Hecha esta salvedad, se podría establecer el siguiente esquema que subyace bajo las frecuentes divisiones y subdivisiones del Tractado de la divinAnc~

M 1.- Adivinación Magia ad futunmn

A r -- Astrología G 2.- Magia natural -l 1 1--- Aojamiento A 3.- Hechicería Magia cereirníal

La adivinación y la hechicería son los tipos de magia que Barrientos condena; quienes los practican, por lo tanto, deben ser castigados. En cambio, admite el aoj~.ento y la astrología cazo prácticas de magia natural. Conviene tener en cuenta que la tipología de la magia, tal y cazo aparece en el Tractado de la divin~my”, no es original. Por el contrario, es posible encontrar paralelos en otros tratados sobre el tema; por ejenplo, en el Directorium inouisitonmf4, escrito a finales del siglo XIV por el también daninico Nicolás Eymeric. El Directorium, no cabe duda, es un manual con finalidad didáctica en el que se pretende trazar los límites entre la

84 El manual de los incuisidores, trad. L. Sala M~lins y F. Marín, Barcelona, lAichnik, 1983, pp. 163—4.

: 51 ortodoxia y la heterodoxia, desde un punto de vista teológico, para condenar esta última. Pero, a diferencia de Barrientos, Eyi~ric juzga la licitud no sólo de las artes mágicas, sino también de los magos o adivinos, entre los que distingue dos clases diferentes, que se corresponden con dos tipos de magia: 1) Magia no herética, practicada por los sin~les adivinos o simules videntes, que se corresponde con la magia matanática y con la magia natural o ele~ental. 2) Magia herética, practicada por los adivinos o videntes heréticos, que se corresponde con la brujeria (benéfica) o maléfica.

Tanto Barrientos cazo Eynrric consideran permisible un único tipo de magia: la magia natural, a la que se puede asimilar la magia matenática, puesto que las matanáticas son imprescindibles para realizar cualquier tipo de cálculo incluido el astrológico, cazo señala el propio EynEric. Adanás en el Directorita, al igual que en el Tractado, hay alusiones a diversas prácticas heréticas concretas: así, bautizar imágenes, rebautizar nilios, untarse con ungtientos santos, fumigar la cabeza de los difuntos, o realizar los sortilegios para encontrar objetos perdidos. En todo caso, la distinción entre magia natural y cereronial se mantiene, con diferencias mínimas, en otros tratados del siglo XV, o del siglo XVI, cazo señala Juan García FonÚ5. En teoría, lo que diferencia a la magia natural del resto de las actividades mágicas es que no existe en ellas pacto ni mediación diabólica. Ahora bien, tal distinci.ón no aparece de forma tan clara en la práctica. De ahí la necesidad de establecer una casuística, caro hace Barrientos, quien en su Tractado de la divin~pcn, enx~ra y explica

85 Magía-brulería: dazr,nolooln, Barcelona, Glosa, 1976, pp. 37-46 52 hasta veinticinco prácticas mágicas. De entre todas las actividades mágicas que, de manera general, preocupan a los tratadistas medievales, la alquimia y la astrología son las que presentan mayor dificultad para delimitar su alcance. Barrientos no aborda de manera explícita la alquimia, pero sí dedica más de una reflexión a la astrología. El dcninico no se adscribe ni a los apologistas ni a los detractores de la causa astrológica, aunque coincide con aquellos tratadistas 86. Caro que defienden la existencia de ir influjo astrológico de tipo natural en otros casos, Barrientos se renite a la postura teórica de santo Tcmnás, resumida en estos términos por A. Graff: San Tcxmxaso anmette l’azione loro [degli astril sulla vegetazione, suil’ atrosfera, sui corpí in genere, non esclusí gil tnani; ma nega che pos sano operare sull’ intelletto e la volontá salvo che indirettamente, e togli.ere o scanare la libertá dell’arbitrio. Anche gil. astri, del resto, sono organi e strunnti della provvidenza87. Para santo Tcc3ás, y por lo tanto para Barrientos, la astrología existe en tanto que se considere un influjo natural controlado por Dios. El resto de las acciones que se atribuyen al poder de los astros no debe considerarse cazo astrología, sino magia. Así, los problenas que plantea la licitud de la astrología se reducen a una cuesti.ón más general: la de la influencia que ejercen los elsarntos naturales (los astros y sus xwvtnientos) sobre el

86 Entre los detractores, la aversión a la astrología ya venía desde Petrarca, aunque éste no consiguiera formar una corriente de opinión. Algunos ej ~plos son el texto citado de EynEric, Directori¡.n inquisitorum, o el italiano Pico della Mirandola, Adversus astroloaos libri XV. Cfr. Julio Caro Baroja, Vidas mágicas e inrsuisici>ón, Madrid, Taurus, 1967. Por lo que se refiere a los defensores de la astrología, baste citar algunos tratadistas más de los siglos XV y XVI cuya opinión coincide en lo fundannntal con la de Barrientos, Martín de Córdoba, Fortuna; Alfonso de la Torre, Visión delectable y Pedro Ciruelo, Reorobaciónde las suoerticiones y hechicertas

~‘ Mití. leaende e suoerstizioni del !~frdio Evo, Torno, Vicenzo Bona, 1925, p. 205. Cccp., por ejsnplo, Tanás de Aquino, Sana theologiee, tI. IP~, quest. 95, art. 5.

. 53 hat re. La astrología, por lo tanto, está permitida síenpre que se dedique a estudiar fen~rnos de tipo afln~sferico o similar; pero la voluntad Enana es patrinvnio de Dios. Por eje~lo, la astrología genetliaca, tan conocida en la Edad bt~dia, carece así de sentido, pues es Dios quien detennina el futuro de las personas y, en ningi~i. caso, los astros. Por decirlo de otra manera, el harbre puede intrepretar lo que Dios ha escrito en las estrellas, pero no está determinado por ellas. No obstante, es frecuente durante el siglo XV, sobre todo en escritores formados teológicamente, una soluci.ón inten~dia al abordar el problena de la licitud de las prácticas astrológicas. Casi todos elios coinciden en señalar que la astrología puede aplicarse en los casos en que se utilice car ira pseudociencia; pero condenan de forma enérgica los casos en que el estudio de los astros se utiliza para la predestinación o para la adivinación. 54

3.- El aojamiento: el Tratado de Fnrixpr de VtlJnia y la Sun de santo Tcuiás.

Al analizar la clasificación general que Barrientos realiza de las artes mágicas, ya he,ns señalado cáin, de entre todas las prácticas que menciona, dos de ellas se pueden adscribir a la magia natural: el aojamiento y, en detenidnados casos, la astrología. La polénica astrológica está vigente a lo largo de los siglos XV y Xvr8. Acerca de ella, la postura de Barrientos no es más original que la del resto de teólogos, quienes suelen apoyar en sus planteamientos lo que hoy vendría a corresponderse, en la mayoría de los casos, con el estudio de la astroncoía concebida cazo una ciencia; pero rechazan la astrología o, más en concreto, el uso de la astrología c~ instrunento mágico para predecir el futurct9. Más extraña resulta, sin sitargo, la opini.ón que defiende Barrientos sobre el aojamiento o fascinación. En este caso, el problsna no se plantea de manera directa al considerar si esta práctica pertenece al orbe mágico y, por tanto, es condenable; o si pertenece al ámbito científico y, por el contrario,

88 Véase Eugenio Garin, “Magia y astrología en la cultura del Renacimiento”, Madioevo y Renacimiento. Estudi.os e investiaaciones, <1973), trad. Ricardo Pochtar, Madrid, Taurus, 1981, pp.112-139.

89 La astrología, con el correr del tiempo, abandona su lastre de magia maléfica para acercarse cada vez más a la magia natural y a la ciencia. Un ejenplo de esto se establece al canparar la postura de Barrientos, ya mencionada, así cazo la de otros tratadistas del siglo XV, con la del también dceinico Nicolás Eynsric, quien hacia 1376 escribe sobre la astrología en el Directorium: “Se dedican [los nigranantes] a adivinar el futuro, aun en cosas que dependen únicamente de la voluntad de Dios o de los brtres. La mayoría recurren a la alquimia o a la astrología. Si alguien es presentado al inquisidor bajo la acusación de n±granancia y el Inquisidor ve que es astrólogo o alquimista, o adivino, ya cuenta con un indicio seguro: todos los adivinos son, manifiestamente o a escondidas, adoradores del diablo. Los astrológos tantién, y los alquimistas lo misro, pues cuando no logran sus fines piden consejo al diablo, le imploran y le invocan” ca90. Así, coinciden, por ejemplo, con las que foznala Enrique de Villana en su Tratado del aolamiento, sin que por ello sea necesario suponer una relación de dependencia del Tractado de la divinm’c~ con respecto al Tratado del aol amiento, cazo algunos autores dan a antender. En efecto, el natre de Villena se asocia al de Barrientos ya desde el siglo XV, a consecuencia del fannso episodio de la quena de la biblioteca. Ca~ heros visto, parte de la crítica actual supone que Barrientos realizaría un escrutinio de los libros de Villena, previo a la incineración de la biblioteca, del que habría atraído material bibliográfico para la canposición posterior de sus obras originales y, más en concreto, del Tractado de la 44y4nonc.&. Sin etargo, en contra de esta creencia tan generalizada, se podría alinnar que la influencia de Villena en el Tractado de la divinmn’~ es inexistente. No hay más que analizar los irodelos literarios de Barrientos

~ Para ini análisis más amplio de los textos concretos que tratan sobre el aojamiento en los siglos XV y XVI, así caro una visión general sobre los diferentes aspectos que intervienen en el mal de ojo véase la edición que realiza Anna Maria Gallina de la obra de Villena, Tratado de aolamiento Bari, Adriatica Editrice, 1978, pp. 29-54.

, 56 para darse cuenta de que los autores citados en el Tractado apenas tienen que ver con los gustos literarios de Villena. La influencia directa del Tratado del aol amiento en el Tractado de la divin~n~~, no se puede sostener, al menos, a partir de la canparación entre autos textos. Con independencia de que existan paralelia~ns entre los dos tratados atribuibles a la mentalidad canin delaépoca. Tanto Vtllena caro Barrientos parten de la consideración del aojamiento caro una enfe~dad que padece tanto el aojado c~ el aojador. Una enfen~dad que hay que caitatir con los reindios de la medicina natural que, cazo ocurre con frecuencia en el siglo XV, se subsuun dentro del árbito de la magia natural91. Así, Barrientos describe el aojamiento caro “el danno que puede venir E...] de aquellos que tienen dañado el instrunEnto de la vista, por tal manera que pueden aojar”.

Qide tal infecqión de vista dañada e infecta inpriae y faze daño conoSgido en los catados o mirados mediante el are infecto en que ~s partiqipan, el uno por abqión y el otro por pasión, e el tal acto o reqebqión dizen aojamiento o fa9ina4ión9z. A partir de esta definición, aritos autores consideran que el aojamiento es una enfennadad susceptible de cura nádica. Así, Barrientos afirma que tal daño “puede venir e acaesqe naturainrnte anchas vezes” (el. subrayado es mío, p. 251), por lo cual conchqe que se pueden reEdiar sus efectos o, menos, paliarlos de ando natural. Aunque Barrientos no entra en detalles concretos

A propósito de la relación entre magia y medicina natural señala Dais Granjel, La medicina española antiaua y medieval, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1981, p. 50: “tantién en el misro concfl.io [segundo concilio de Braga] se prohibió al ‘recoger hierbas que son medicinales hacer uso de algunas supersticiones o encantamientos’, lo que apunta a la trabazón de magia y enpirian peculiar en los nidos de actuación primitivos ante la enfermedad”.

92 cito esta obra a través de la edición citada, p. 102. 57 sobre los relEdios de la medicina natural, cazo si hace Villena:

Por virtud natural usan traer coral e fojas de laurel e rra#z de mandrágora e piedra esnEralda e jacinto e dientes de pez e ojo de águila e mirra e bálsamo ... .1 Por calidat, ... .1 mandan traer buenos olores e suaves, así c~r almizque e auibra e ligoáloe e gálbano e unajLa odorífera e cálamo arr~ático e clavos e cortezas de manqanas e de 3. 9idras e nuezes de qiprés, porque son de buen oloÚ Una vez establecida la naturaleza de la enfe~dad y sus posibles

radios, hay que considerar los efectos del aoj amiento en el sujeto activo y en el objeto paciente. Por lo que se refiere al primaro de ellos, el aojador, tanto para Vtflena9’ c~ para Barrientos , no es más que un enfenin con el sentido de la vista dañado, lo que causa que enpozoñe el aire y a los que lo respiran. De manera específica, en el Tratado del aojamiento se considera que las aij eres en periodo de xrstruación son aojadoras en potencia, acción que suelen llevar a cabo mediante el uso de ini espejo.

La tipología del aojado, por el contrario, es bastante más amplia, ya que, en principio, cualquier persona puede serlo. Los síntcsnas de la

enfetmedad que produce el aojamiento aparecen ruy bien descritos en el tratado de Villena, al hablar, dentro del apartado que dedica a lo que él dencoina “remedios cualitativos”, de cú~ se puede detectar el mal de ojo: ... .1 en la catadura del enfenzo, que la tiene turbada e una tener los ojos baxos e estar echado e non sentirse fuerga e estar pensoso y sospitar de vagar, y tener cuydado sin saber de qué, e sentir quexo en el cora!=ne escuresamiento e dolerse en el cuerpo, camro en non querer cazer nin tener señales de espegial acosturrbrada dolenqia, ida saber causa nonbrada, prestarle poco las caimes melezinas. E aun fállanle a las vezes frío e súbito se nada en calor e alternándose por vezes trocadas, e sudores que le vienen non rrazonables, e mego lo dexan; e aprieta las manos e asconde los pulgares, e bosteza a menudo, e tiene el oyr más agudo que de ante, y estriñese de vientre, e tales ¾identes amaestran daño de ojo ayer esto causadoY

Ibid, pp. 113-114.

“ Ibid, p. 39.

, 58

Ahora bien, por sus características intrínsecas, es más probable que una determinada enfet~dad afecte a ini determinado tipo de víctimas. Al menos, en el caso del aojamiento, la enfeni»dad suele recaer sobre los niños; según explican tanto Villana cazo Barrientos. Pero mientras que el obispo de Cuenca no específica las causas de ello: “te~r el danno que puede venir a los nimios de aquellos que tienen dannado el instrumnto de la vista” (p. 250); sí lo hace Villena: “E por esto más en los niños pequeños tal acaesqe daño, mirados de dañosa vista: por abertura de sus poros e fervor e calidez de su sangre e abondosa, dispuesta a resgebir la inpresion fázese”96. Sin etargo, aunque no utiliza de forma explicita el término ~~i&r, Barrientos aborda de nuevo el problena cuando se pregunta si es licito encantar a los niños en la “Respuesta a la XIII questión”. De seguir su proceso de razonamiento, si es licito aojar, ha de serlo igualnente aojar a los niños; adanás de que la fascinación no es más que una forma de encantamiento. Ahora bien, Barrientos es consciente de que “machas vezes se mezclan en tales auctos algunas cosas superstiqiosas”

96 ~44~p. 101. 59 la X~ questión” (p. 256) Barrientos analiza si se debe o no llevar colgado al cuello “las palabras divinas de la Sacra Escriptura”; y concluye que, aunque no aprovecha nada llevar colgados al cuello frag~ntos de textos bíblicos, a ando de relicario, puede hacerse si~re y cuando no se mezcle con supercherías. Villena, a su vez, en inc de los párrafos del Tratado del ~ menciona dos radios concretos para el aojado, que se refieren a esta práctica de llevar objetos atados al cuello. El primro de los casos que menciona Villena ilustra de manera fiel la práctica que Barrientos considera lícita. Se trata de un testimonio que, según refiere Villena, le relató Cresques Abrahant’8: me contó viera colgado al cuello el salmo que canienga [...], que entre nosotros dize: Beatus vir, que luego el pa~iente sudava si non era de ojo; e si non sudava, pares9ía su conplesLón estar mal con,ertada por el daño de fa9ina9ión rresqebidd9. El segundo rezedio oye cita Villena, por el contrario, nos maestra un ejenplo que Barrientos probableiente calificaría de ilícito, ya que, en. este caso, intervienen lo que él denanina “cosas vanas e illígitas”. Más en concreto, Villena nos maestra con un ejatiplo lo que en Barrientos aparece mencionado, de forma vaga, caro “figuras e carateres” supersticiosos: “Aun por virtud de suspensiones, aplicagiones fallaban esto: cr poniendo sobre los pechos la piedra carduro, que se falla en el estanago del oso, faze venir los ojos en lágrimas al pasionado.’001’ En conclasión, parece que, a la vista de los paralelisros establecidos entre el Tratado del aolamiento y el tratamiento que el tana recibe en el Tractado de la divini~rcn, e,dsten ciertas concanitancias entre atibas obras.

98 Se trata de un fatinso cartógrafo judio mallorquín de fines del siglo XIV. Vid. Julio Samsó y Juan Casanovas, “El Atlas Catalán de Cresques Abraham”, en Cosrografía. astrología y calendario, Barcelona, 1975. Thid, pp. 119—120.

no Ibid, p. 120. 60 Pero de ahí no se deduce, de manera necesaria, que exista ira relación genética entre ellas. Tampoco hay motivos pata pensar, caro se ha hecho, que Barrientos utilizara en la carpasición de sus obras los libros de la biblioteca de Villena, antes de incinerarlos. Al menos, en el caso del Tractado de la divin’pc~, no hay por qué suponerlo. En primar lugar, ninguno de los críticos mencionados aduce préstamo alguno del Tratado del aoimniento en el de la divinanza. Matiás, se da el caso de que lo que pudiera parecer dependencia intertaictual, en últinn extrsn, no se reduce más que a conccmitancias o a paraleliaros atribuibles a la mentalidad de la época. Manís de que la fuente directa, en este pasaje, del Tractado de la divlrr’rn no es Enrique de Villena, sino la Sunna

Thi~1~~&@ de santo Tanís de Aquino, caro señala el propio Barrientos, cuando aborda el problema del aojamiento en la “Respuesta a la ma questión” que trata sobre “si es cosa liqita morar el observar algunas sennales para conosqer algunas cosas advenideras contingentes así c~ enfermedades o sanidades, segunt que algunas vezes lo guardan los físicos”. En concreto, Barrientos cita la ciusestio 95, Secunda secundae, aunque el pasaje que copia de manera textual no se encuentra ahí precisarrente, sino en la ~4,g 96, artículo 30101:

~ Vid, la traducción de la ~n&t ~1ésL&,Madrid, Editorial Católica, [B.A.C., flC], 1955, p. 287 “Toda enfen~dad tiene sus causas precedentes, y de eU.a parten ciertos síntanas que nos manifiestan los males que se seguirán. Y es licito que los nádicos las observen. Por lo misro, no está prohibido tampoco presagiar sucesos futuros estudiando sus causas, caro en el caso del siervo que tez» el azote viendo a suamo airado. Taitién. se aplica esto a quien temiese que un ojo que fascina iba a hacer daño a algún niño”. 61

Sunna theoloaiae, Ir 11 Tractado de la divin~nj~, p. 86 quest. 96, art. 3. Ad priann ergo dicendi.~ quod A esta quistión se deve responder infirmitatum causae que considerando las sennales de praecedi.mt iii nobis, ex las cosas advenideras por sus quibus aliqua signa procedunt causas determinadas, las quales futurortn mDrbonn, quse claramente se niestran por la tales licite a tindicis observantur. sennales e causas, esto tal non es Unde et si quis praesagium cosa illígita, así c~ si el futurortn eventuum consideret siervo considerando al seimor yrado ex sua causa, non erit non es cosa illíqita que tana los illicitum: sicut si servus aqotes; e asinn~ tezrr el danno tfrEat flagella videns danini que puede venir a los nimos de iran. Et simile etiam esse aquellos que tienen dannado el posset si quis timeret instnm»nto de la vista, por tal noazz»nttn alicui puero ex manera que puede aojar, e por ende, aculo fascinante. teinr el tal danno no es cosa illíqita.”

C~ se puede observar, Barrientos t~a de la Sunna la carparación entre la posibilidad de evitar o curar el aojamiento, a través del análisis de sus causas, y el castigo previsible que el arr> infiere al esclavo. A partir de esta catiparación, Barrientos defiende la existencia del aojamiento caro hecho real, frente a los que lo niegan; defensa que se basa en la aplicación de los principios naturales al sistema aristotélico de causa-efecto. Ccxix, fuente de esta argucentación, Barrientos cita, de ¡nievo, el fra~~nto referido de la

Sunna, 1? 11, auaestio 95, en realidad, auaesti.o 96, articulo 30• Sin etargo, la explicación más extensa que santo Tanás realiza del problema del aojamiento no aparece allí, sino en la primera parte de la Surrma, quest. 117,

3fl 30.

Ad secundum dicendum quod fascinationis causan assignavit Avicenna ex hoc, quod materia corporalis nata est obedire spirituali substantiae magis quam contrariis agentibus iii natura. Et ideo quando anima fuerit fortis in sua imaginatione, corporalis materia innutantur secundnn eam.

Et hanc dicit esse causan oculi fascinantis. - Sed supra ostensia ea quod materia corporalis non obedit substantiae spirituali ad nutun, nisí soli Creatori. Et ideo n»lius dicendun est, quod ex forti ixnaginatione animae i~tantur spiritus corporis coninncti. Qiae quiden immtatio spirituum maxin» f it in oculis, ad quos subtlliores spiritus perveniimt. Ozuli autan inficiint aeren continuum usque ad deteminatin spatixmn: per oyen nn&n specula, si fuerint nava et pura, contrahunt quandam impuritaten ex aspectu nilieris mestruatae, ut Aristoteles dicit ix,. libro ‘De sain. et vig.’. 62

Sic igitur cm aliqus anima fuerit veh~nter caix~ta ad malitiam, sicut ma~dma in vetulabus contdngit, efficitur secundmn madun praedictum aspectus eius venenosus et nonus; et maxin» pueris, qui habent corpus

tenerum, et de facili receptivum dnpressionis. - Posaibile est etiam quod ex Dei pennissione, vel etian ex aliquo facto occulto, cooperetur ad hoc mali&iitas daennnnn, cm quibus vetulae sortilegae aliquod foedus habent. 2

Es, por tanto, en este apartado de la obra tcuxista donde aparecen explicadas, de forma porannorizada, las causas del aojamiento, a la vez que se admite su existencia física y real. Y este proceso t~ista de razonamiento es el que subyace en el Tractado de la divins.tre, si bien de forma sintética e implícita, puesto que Barrientos no cita el pasaje correspondiente de la Sunna En cualquier caso, no se trata tanto de establecer ahora las fuentes

concretas del Tractado de la divfrs~pr~~, caro de profundizar en las ideas sobre el aojamiento que Barrientos resu~ de forma miy condensada. Caro baos visto, cuando en el Tractado de la divini~nwy. se aborda el tena del aojamiento,

primero se adapta un fragz»nto de la Smnna (1? 11a, quest. 96, art. 3). Y,

Según la traducción citada, pp. 1033-1034: “Avicena señaló caro causa de la fascinación el hecho de que la materia corporal naturalnnnte obedece a la substancia espiritual más que a los agentes naturales contrarios. Así, cuando la representación imaginaria es nnyfuerte, la materia corporal se imita conforme a ella, y ésta dice él que es la explicación de la mirada fascinadora. Pero ya se ha dainstrado que la materia corporal noestá al arbitrio de las substancias espirituales, exceptuando únicamente al Creador. Por lo cual, parece más propio pensar que el alma, mediante una fuerte representación imaginaria, puede alterar los hurinres del cuerpo a ella unido. Esta irmatación de los hunnres corporales tiene bagar principalmente en los ojos, adonde concurren los espíritus más sutiles. Los ojos inficionan después el aire contiguo hasta un deteminado espacio, del ando que los espejos, cuando están nuevos y tersos, se empañan la mirada de la nujer en su época de reglas, según dice Aristóteles. Se diría, pues, que cuando el alma siente ira vebemnte connnción mal4ia, caro de ando particular puede darse al caso en esas vejezuelas hechiceras, la mirada de éstas se hace ponzoñosa y dañina del ando que heros dicho, especialmente para los niños, que tienen el cuerpo tierno y fácil para impresionarse. Es tantién posible que, por permisión de Dios o incluso mediante algún hecho oculto, intervenga en esto la mali,~iidad de los dannios, conquienes tales viejas hechiceras pueden tener algún pacto”.

. 63 con posterioridad, cuando se reflexiona sobre las causas naturales del aojamiento, también recurre a la Sunna <1% quest. 117, art. 30>, aunque esta vez no se cite de manera explícita. Ccun versns en el epígrafe correspondiente, la S’nna de santo Tcciás es el nndelo más importante de Barrientos, en su Tractado de la divixu~ne~e; por más que en algunos casos concretos, caro en el del aojamianto, parezca coincidir con otros autores contemporáneos, que escriben sobre los mi~s temas, caro es el caso de Enrique de VflhLena. 64

4.— Otros textos de los siglos XV-XVI.

En la Península, durante el siglo XV, varios tratadistas escriben en castellano sobre el tena de la adivinación, si bien casi ninguno de ellos lo hace caro Barrientos, de forma nnnográfica. Sin. erbargo, se discute la posibilidad de predecir el futuro al tratar de cuestiones afines, caro sucede en el debate, tan típico del Qiatrocientos, sobre la e,dstencia de la Fortuna o la incidencia de la Predestinación en el hatre, con respecto a la Providencia divina. No es extraño, pues, que aparezcan consideraciones sobre la adivinación en otros tratados del siglo XV, de entre los que verexos tan sólo tres ejemplos, mxy diversos entre si, pero que se pueden relacionar con el Tractado de la divini~mr~, de una o de otra manera: la Visión delectable de la filosofía y las artes liberales de Alfonso de la Torre, el Canpend.io de la Fortuna de fray Martín de Córdoba y el Arcipreste de Talavera, más conocido caro Corbacho, de Alfonso Martínez de Toledo. Tanto estos textos caro los que aparecen en apartado dedicado al siglo XVI han sido elegidos por sus evidentes paralelos con el tratado de Barrientos, aunque hay que advertir que sin la pretensión de ser exhaustivos. En el tratado de Alfonso de la Torre, e,d.sten sei»j anzas con el de Barrientos en lo que respecta al tena de adivinación. Por el contrario, en el Q~~n44&, las similitudes se producen en la discusión sobre la astrología, de la que tanbi.én trata la última parte del Corbacho. Manís, en dos de los textos citados no sólo hay se~j anzas ideológicas, sino también en cuanto a la forma del contenido. Aun cuando ni en el titulo de la obra de Alfonso de 65 la Torre ni en la de Martín de Córdoba aparece el vocablo tratado, atas se ase~j an al Tractado de la divinq~~~ por su disposición formal, heredada de la tradición escolástica nndieval. Predcnina, por tanto, la claridad expositiva con finalidad pedagógica. No se puede olvidar que, así caro el Tractado de la divir~rce lo escribe Barrientos para aconsejar a Juan II. de Castflj.a, la Visión está al servicio de la educación del príncipe Carlos de Viana, mientras que el ~ lo escribe ‘m catedrático de teología para don Alvaro de Luna. Claro que la herencia escolástica no es exclusiva de los autores citados, por lo que tairbién se podrían encontrar procedimientos formales afines en otras obras, caro el Tratado sobre la Predestinación de fray Diego de , azmque las cuestiones que abordan ambos autores sean diferentes’~3. En cuanto al tema de la adivinanza, Alfonso de la Torre nos ofrece un panorama de las artes mágicas en el capítulo 17 de la primera parte de la Visión delectable. En principio, el autor clasifica las artes mágicas según los diferentes tipos de personas que las practican, entre los cuales, diferencia hasta ocho: ni.grcznantes, adivinos, los que hacen sacrificios a los ídolos, astrólogos, agoreros, prestidigitadores, sortílegos y arianánticos. A su vez, entre los que sacrifican a los dioses m~ciona no sólo a los

103 En el caso de Diego de Valencia los paralelisins de tipo formal se producen en la estructura de la argt.mmtación; así: “El cual libre albedrío se probará ser en el harbre y esto en tres maneras: lo primaro es por razón necesaria; lo segundo es por razón y exreriencia sensible e inteligible; lo tercero es por razón y experiencia y por autoridad de la santa Escritura. Que en estas tres maneras de probanza es sustentada toda razón” en Tratados castellanos sobre la Predestianción y sobre la Trinidad y la Encarnación, del maestro fray Dieao de Valencia O.F.M. . Identificación de su autoría y edición crítica, si. Isaac Vázquez Janeiro, Madrid, C.S.I.C. Instituto “Francisco Suarez”, 1984, p. 107. De manera paralela escribe Barrientos: “Segund lo qual paresqe claro que las pdn»ras razones provavan e proqedian var vía natural que los spíritus non tienen ni pueden ra2ar cuerpos. E así se deven responder e soltar todas las dichas razones e argiz~ntos, pero lo contrario deveros creer e ter segunt la exPerien9ia e segund determinación de la santa Escriutura por la manera que dicho avaros” ¿Tractado de la divinanca, p. 31>. El subrayado de axtos textos es mio. 66 idólatras sino tatién a los ariolos, que interpretan las manifestaciones diabólicas, y a los pitones, que adivinan a través de haibres vivos. Entre los astrólogos, diferencia los astrón~s de los astrólogos judiciarios y, entre éstos, los magos, los arúspices, que adivinan mediante el análisis de las entrañas de los animales, y los genetlíacos, que adivinan por el día del nacimiento. Por fin, entre los sortílegos, distingue Alfonso de la Torre los llamados epixmánticos

...; y ves cáw entre tantos géneros de errores, cuya verdad era niy poca, bueno fue vedarse, ca en otra manera los bat res sinples fueran enaañados et michos delios fueran idólatras; ~...] et aquestas solas artes que usan sangres o sahianErios todas son malditas.’”

Al canparar la Visión con el Tractado de la divinsnty’, se observa cáin Barrientos señala también de manera explícita que los hcrbres i~orantes tienen mayor propensión a caer en el pecado. De forma que, si Alfonso de la Torre señala a los hatres simDles can~ principales víctimas de los adivinos, para Barrientos, son los izxorantes los que pueden tergiversar su tratado y aprender en él practicas mágicas concretas, en Lagar de repudiarlas:

E por quanto, sy más plática d’esta espeqi.e [la ni,granancia] e de las otras [especies del arte mágica] aquí se pusiese, podría traher danno porque sería dar causa de errar a los iaiorantes que non, lo entendiessen, ni. lo tanasen en el verdadero seso, segunt se deve entender (p. 219). Aitos autores no sólo coinciden al sefialar los aspectos ilícitos de las artes mágicas, sino ta¡ti.én cuando condenan determinadas prácticas, ca~ la

104 Alfonso de la Torre, Visión delectable de la filosofía y de las artes liberales, Madrid, Atlas [B.A.E. 36], 1950, w. 364-366. Ibid, p. 366 67 astrología. Tanto Barrientos ca~ Alfonso de la Torre distinguen dos tipos diferentes de astrología: una positiva, cuyo origen es natural y de carácter científico, en la que el haitre no intenta ser superior a Dios; y otra sobrenatural, cuya finalidad reside en obtener poder sobre la vida humana, arrogándose las prerrogativas del poder divino. Para Barrientos, así cccr para Alfonso de la Torre es licito estudiar de manera científica el influjo de los astros, sienpre y cuando no se considere que éstos fuerzan o determinan la voluntad humana. Por ejenplo, sobre el poder que tienen los cielos, las constelaciones y los planetas, escribe Alfonso de la Torre: “no pueden [éstos] costreflir ni fuerzan el ánima del batre, ca la virtud corporal no puede sino sobre todo cuerpo, et al hctre queda libertad de facer lo que quiere”; con anterioridad había afirmado: “el adevinar en las estrellas, lícito es. si es a buen fiA~106. Del mi.~ modo opina Barrientos, para quien “si ... . J quiere alguno determinar por el juyzio de las estrellas [...] las cosas que proqeden de la voluntat e alvedrio de los onbres, esto tal proqede de yana el faJ.ssa opinión, en la que se mezcla e ayunta la operaqi.ón de los spiritus malignos, e por tanto es ilíqito e reprovado” (pp. 242-3>. Así, pues, e,dste una corriente de opinión en el siglo XV, representante de la postura adoptada por la Iglesia, que considera necesario informar sobre los diferentes tipos de artes mágicas, con la finalidad de que, ira vez definidos, se pueda deslindar mejor los que pertenecen a la magia ritual o talianánica de los que forman parte de la magia natural para, así, poder juzgar y condenar los usos pecaminosos. Junto a esta condena, se produce tanti.én la defensa de algunas prácticas, ca~ la astrología, relacionada con la magia natural, pero que se encuentran en la frontera con otros tipos de prácticas supersticiosas.

106 ~ pp. 387 y 366. 68 Ahora bien, a partir de aquí y en lo que se refiere al siglo XV, nos vanos a ocupar tan sólo de las opiniones que exponen sobre la astrología los textos que citanos al canienzo de este apartado. Aunque, vaya por delante, hay que señalar que no todo ellos abordan el tana desde la miana perspectiva. Así, mientras que los tratados de Alfonso de la Torre, de Martin de Córdoba y de Martínez de Toledo, al igual que el Tractado de la divin~nc~, noralizan sobre el tena, otra obra, que se ha atribuido a Enrique de Villa, el Tratado de astroloaíe’0’, explica en qué consiste esta disciplina, al zni~n tienpo que procura mantenerse, en lo posible, dentro de los márgenes que delimita la ortodoxia.

En la Castilla del Cuatrocientos, no hay límites precisos entre la astrología-superstición y la astronanía. A pesar de ello, durante el Otoño de la Edad Media, todos los autores, en general, aceptan la distinción que, según afirma Julio Samsó, había establecido sobre las prácticas astrológicas Isidoro de Sevflia’08. Así lo hacen, por ejexplo, tanto el autor de la Visión delectable c~ el del Tractado de la divix~mryt. E incluso podaus añadir las otras dos obras antes citadas: el Cawendio de Fortuna de fray Martin de Córdoba y el Corbacho de Alfonso Martínez de Toledo. El ~ es, por lo tanto, otro exponente de la obras que abordan el problena de la licitud astrológica según los principios establecidos por la Iglesia. Fray Martin de Córdoba realiza un análisis del tana de la

‘~‘ Sobre la atribución, véase la Noticia Preliminar del Tratado de ~ ed. Pedro M. Cátedra, introd. Julio Samsó, Barcelona, Huinanitas, 1983, pp. 87—98. ~ Introd. al Tratado de astroloc4F, ed. cit., p. 23: “Distingue [Isidoro de Sevilla] entre astrología natural (astronanía rudinnntaria referida a las observaciones con finalidades prácticas relativas, por ejenplo, al cálculo de los tienpos, astro-meteorología agrícola, arte de la navegación nocturna, etc.) y astroloaía supersticiosa (cultivada por los mathanatici quienes predicen el futuro de los astros)”. 69

Providencia y de la Fortuna a través de las obras de Aristóteles y de sus principales c~ntaristas (Averroes y santo Tcrnás). Esto supone un punto de partida cai<’n con Barrientos, ya que, can~ vererins, las obras de Aristóteles cainntadas por santo Tcxnás son taxtién ima de las fuentes principales del Tractado de la divb~nve. Adenás de partir de presupuestos y clasificaciones ya establecidas, fray Martin de Córdoba admite la posibilidad de que los astros influyan sobre el harbre, con la consabida salvedad de que la influencia se ejerce sobre la materia Innana, pero nunca sobre el lina, por lo danás patriiwnio divino’09. Incbaso va ir poco más alla al advertir en su obra que los “físicos”, para el ejercicio de su profesión, deberían conocer la parte científica que supone el conocimiento astrológico”0. En cuanto al tratado de Alfonso Martínez de Toledo, tambi.én analiza en la última parte las posibles influencias de los astros sobre el hcitre’11. Para explicar los límites de la determinación astral en el hatre, el Arcipreste de Talavera se rs~nta hasta la Creación, puesto que Dios tairbién ha creado la órbita celeste: Pues, byen paresce que nuestro Señor Dios es el que faze todas las cosas e non otro fuera dél. Pues, luego, fados, planetas, sygnos ni. ventura non han pste poder; que antes, ca~ suso dixe, son regidos e governados por El, e a la su voluntad sus operaciones e circuytos

109 Cito por la siguiente edición: Martin de Córdoba, ~244a~I& Fortuna, en “Prosistas castellanos del siRio XV”, ecl. Fernando Rubio, Madrid, Atlas [B.A.E., 171], p. 13: “aunque el cielo infliqa sobre los cuerpos humanos por quanto son engendrados por su infinencia, axpero derechamante no influyen sobre el ánima humana, ca ésta por virtud del cielo non es criada, mas solan2nte por virtud de Dios, así que sobre ella non se falla otra cosa sinon Dios”.

‘~‘ Según Mendoza Negrillo, oD. cit., Pp. 126-127, no todos los autores nndievales admiten cierta influencia astral sobre el hct re, sino que algunos incluso niegan este hecho, y cita los ejenplos de Pedro Pascual en el siglo XIII con su Libro contra las fadas et ventura • et oras min~uadas et sianos et pjgg~g, y Alfonso de Valladolid en el XIV, Capítulo contra los oua dicen oue hay fados et ventura. Vid. Felipe Díaz Jimno, Hado y Fortuna en la Esuaña del nWa~, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1987, p. 28, n. 26. 70 faze [n] con su pennisyón”2. Asimismo, por pendsión divina los planetas y los astros ejercen cierta influencia sobre los cuerpos inferiores, que son los de los harbres:

Pero sy ma dizes que el ánima es más noble e nEjor, as’y ca~n lo es - segund Aristótiles e todos los naturales dizen-, den~ndote, pues, sy el ánima, por s’y, es onbre, o sy el cuerpo, por s’y, es onbre, o sy juntos axns fazen onbre, teniendo unidad de conpafiía perpetu al tienpo que byven. Sy ma respondes que es verdad que ánima e cuerpo juntos fazen onbre, pues, sy las planetas e syguos dan sus ynfluencias a los cuerpos ynferiores, seguirse ‘ya que daría[n] ynfluencia eso n~szn al e que tanaría el az~ de las correspondecias de la planeta o sygno cada que el a~ nasciese o engendrado fuese en el tal tienpo que la tal planeta o sy~io tal curso fuese o ynflnencia diese. Digo, pues, que non te lo niego que non den las planetas e sygnos sus ynfluencias; pero non para determinar, ida dar ser o non ser, nierte o vida; que esto sólo está en la prenisyén de Dios.’13 Por últi~, una vez establecidas las condiciones del influjo celeste, reprueba Martínez de Toledo la extendida creencia de que las estrellas deten~.nan la voluntad y el libre albedrío humano; por ejenplo, cuando nace el harbre o cuando realiza determinados actos”4, ya que el único responsable es el propio ser humano y en última instancia, Dios “faze e desfaze””~. Con lo que, de nuevo, se vuelve al planteamiento inicial, sobre el poder cmiínodo de Dios.

112 Arcipreste de Talavera o Corbacho, ecl. J. González frtela, Madrid, Castalia, 1981, p. 225.

113 Ibid., p. 249.

“~ Ibid., p. 272: “Non diga: ‘La ventura ~a lo fizo; mi dicha que asy avía de ser; mi mala postrsx~ría que lo avía de fazer; mis días que non eran conplydos; mi ora de mal ayer que non era llegada; en día aziago mi madre ma pario, en ora nenguada nascí; en mal sygno ftq engendrado; en fuerte planeta fuy concebydo’. Todo estos e otros dichos son falsos, malos, e reprovados por el juyzio e seso natural [e] el franco alvedrío que la criatura tiene e que a la persona le es dado, conosciendo quándo faze byen o mal. Pues, sy le non plaze dexarse de fazer mal, quando veee que faze mal, non dé culpa a la ventura, al fado, ida a la planeta, synán a sy mmx> que se lo procuró, le plugó e lo quiso”.

115 Ibid., p. 273: “Digo, pues, que sólo nuestro Señor [es] el que faze e desfaze, e da ser e non ser, viada e manda, e so el su absoluto poderlo todas las cosas son puestas syn dubda, e la criatura asy es en su propio e franco alvedrio que puede de sy fazer lo que le pluguiere”. 71 En este misx> sentido, se podrían añadir las opiniones de otros autores, cax> Alonso de Cartagena, sobre la influencia celeste16. Sin embargo, tan sólo nos ranitiremos al Tratado de astrología ya citado, en el que aparece tma visión diferente de la que era mayoritaria durante el siglo XV. En el Tratado de astrología, se adopta un punto de vista nEramante informativo sobre el saber astrológico, sin enjuiciar su posible licitud. Al ~nos en teoría, se parte del análisis de la astrología cwt> pseudociencia o magia natural, que tanti.én era aceptada en el siglo XV incluso por la Iglesia; a pesar de la e,d.stencia de algunos recelos de los que, según apunta Julio Samsó, el propio autor del Tratado de astrolo~f~ es consciente’17. Han quedado establecidos los paraleliains entre el Tractado de la 4iwi~ y otras obras del siglo XV, sobre todo en lo que se refiere al debate sobre la astrología. Estos paralelismos, sin erbargo, se podrían hacer extensibles a otros textos publicados ya en el siglo XVI.

116 Dentro de la obra en la que Alonso de Cartagena canta De las siete artes liberales de Séneca, incluye ira glosa de la palabra fados en el capítulo y. Esta glosa está editada por Mandoza Negrillo dentro de su obra Fortuna y Providencia..., ecl. cit, p. 437, en ella Cartagena expone también, y coincidiendo con los autores tratados en este epígrafe, cómo sí se debe creer en la influencia astral, pero con ciertos limites: “Ca todo «in vee quanta obra fase la influenqia del sol por lo que se vee pero qiertas quadrillas son del todo fuera del poderlo de las estrellas. Et desando las otras nonbrareins aqui dos. La vna es la quadrilla de todas las cosas que non vienen por manera prin9ipal delibrada. mas (sic) por aqídente ccix> acaesge que va a~ a vn fyn et sale a otro. Ca labrando por abrir qimiento de casa acaesgio ya fallar tesoro [...] La segunda quadrilla es de las cosas que pertenesqen a la voluntad humana”.

117 Escribe Julio Samsó, introd. a su. ecl. cit., p. 41: “La actitud prudente del autor del Tratado se debe al hecho evidente de que un sector considerable de la Iglesia católica, así c~ del judaísmo y del islam, han sospechado siere de la ortodo~d.a de los astrólogos”, lo que se debe a los “residuos de creencias en divinidades astrales que pueden encontrarse en la astrología y también en la convicción de que la influencia astrológica puede destruir el libre albedrío. Eso explica el que los autores insistan, por ejenplo, en que la ainipotencia divina puede abolir las influencias astrales”. 72

Felipe Diez Ji~no”8 señala cáx> la inestabilidad política que supone el reinado de Juan II y la crisis de la ~ral madieval dan lugar a un conjunto de obras en las que se tratan temas relacionados entre sí, ccix> la astrología, la adivinación y la fortuna. Pero, además, hay que añadir a esto que los cambios sociales, políticos y literarios que se producen en el sigJLo XVI no evitan, en modo alguno, que este tipo de obras siga teniendo un lugar m.xy determinado dentro de la producción escrita. Hay, por tanto, durante este sigo, autores que abordan el tema de la adivinación según los presupuestos y las formas de la tradición madieval; es el caso, por ejemplo, del Tratado de las supersticiones y hechicerías”9 de fray Martín de Castafiega o de la Reorobación de las supersticiones y hechicerías de Pedro Ciruelo, obra la de este últinn que examinaremos con algún detenimiento’20. Ccix> modelos literarios de la Reprobación, Ciruelo cita en el prólogo los narbres de san Agustín, de santo Tanás y “tras él Guillermo obispo de Paris: y el chanciller Gerson: y otros machos teóloaos a quien yo voy

~ P2LAi&±~pp. 23—41.

“9 De esta obra existe ixia edición ¡moderna realizada por A. G. Awúa, Madrid, Bibliófilos, 1945. Así, por ejemplo, la visión que este autor expone del aoj~.ento difiere en poco de la que, según vimos en el epígrafe correspondiente, ofrece Barrientos. Qffi, F. Diez Jiarno, op.. cit, p.SO.

120 Un breve análisis textual que ccinpara el texto de Ciruelo con el de Castafiega es el que realiza Francisco ToThada en su edición de la Reprobaci.ón de las suversticiones y hechicerías, Madrid, Joyas Bibliográficas, 1952, pp. Xv-X:rx. 73 siguiendo en esta doctrina: casi no poniendo cosa alguna de mi propia phantasía”21. Habría que preguntarse, en prdx~r lugar, si es posible que, entre esos “otros nichos teólogos” anónixmos a los que alude Ciruelo, se encuentre el propio Barrientos. La disposición formal de la Reprobación no difiere, en lo esencial, de la del Tractado de la divianrn, o de otras obras afines ya rmncionadas, en las que se observa una pornnnorizada división del texto en apartados y subapartados. Al igual que Barrientos, Ciruelo comienza por explicar de ¡x>do genérico en qué consiste la superstición (tres capítulos>, para después, en un segundo apartado, clasificar los tipos de artes mágicas nediante definiciones y ejemplos de cada una de ellas (ocho capítulos>. Al final de la Reprobación, en los últínns doce capítulos, examina y anailza diferentes hechizos concretos. A su vez, cada uno de estos tres grandes apartados se subdivide en otros ordenados con frecuencia de manera descendente, de lo general a lo particular’22. En cuanto a la finalidad de la obra, también se puede establecer paralelisins entre el Tractado de Barrientos y la Reprobación de Ciruelo. Si bien, mientras que Barrientos escribe a instancias de Juan II de Castilla, Ciruelo lo hace por propia iniciativa, según el ~smo aclara en el pró2ogo>23.

121 Cito este texto por la siguiente edición, Reprobación de las supersticiones y hechizerias, ecl • Alva V. Ebersole, Valencia, Albatros- Hispanófila, 1978, p. 26. El subrayado es mío.

122 El propio Ciruelo, consciente de ello, afirma: ibid, p. 35, “La buena horden en qualquiera libro, segun dizen los sabios phflosophos: es prianro dezir las cosas generales: y despues venir a las especiales: y a la fin a las particulares”.

123 Ecl. cit., p. 26: “Y porque aquel tratado de la confesion auia de ser breue y no prolixo: no pude allí entera¡~nte declarar todas las particularidades de las vanas supersticiones. Mas porque manifiestarmnte veo quanta necesidad ay que ellas sean bien declaradas y reprouadas Porque hazen macho daño: y son causa de la perdición de anchas ánimas christianas: y este mal se continua por anchos dias y años: he deliberado con buen zelo de caridad [...] escreuir este otro libro”. 74 Anbos autores pretenden con sus tratados respectivos contribuir al conocii~ento sobre las artes mágicas, con el propósito de que se eviten las

prácticas supersticiosas y los errores derivados de su uso • Ya el título de Reprobación que encabeza la obra de Ciruelo indica con exactitud cúal sea su finalidad. Caix, Barrientos, Ciruelo juzga constante~nte la licitud e ilicitud de las diferentes creencias mágicas. La intenci.onalidad didáctica y ¡moralizante se ve, además, reflejada en el uso del ranance”4, ccix> señalan ambos autores:

Ciruelo, Reprobación, p. 26. Barrientos, Tractado, p. 171. subrayado es ndo) Mas porque manifiestanEnte Esta prinnra parte es materia mw veo cuanta necesidad hay que ardua e de alta especulaqión, tal ellas [las supersticiones] que era maj or dezirse por palabra sean bien declaradas y biva que non por escriptura, por reprobadas, porque hacen quanto ay en ella algunos passos nicho daño y son causa de la que por escriptura serían difíqiles peridici.ón de machas ánimas de se entender, espeqia2l¡rente a los cristianas [...] he que non saben los prinqipios de las deliberado con buen celo de s9ienqias; pero [...] porrré aquí caridad [...J escrebir este las más palpables razones que podré otro libro en nuestra e cessaré de poner otras de tanta 1w.. invortanqia que non sufren escriptura en ranan~, porque a los ignorantes non recrecan dende mayores dubdas por las non poder entender, E...] ~éssolopor la causa sobredicha. nor ser la escriptura en ranance. la 0’~~ viniendo c~ verrná a noticia de alaunos inorantes podrían errar c~ dicho es. E, por quanto todo lo que escrivo e escriviere es mi deseo que sea entendido quanto posible fuere a los leyentes, por tanto uso e entiendo usar el más plano estilo que pudiere, ca puesto que el alto estillo se sufra en las materias basas, pero non es conveniente en las materias de alta especulaqión, ca de otra guisa el trabajo sería doblado, lo uno para

U4 Sobre la voluntad literaria de escribir en lengua vulgar, véase Dcningo Yndurain, “La invención de una lengua clásica. (Literatura vulgar y Renacimiento en España)”, Edad de Oro, 1, 1982, pp. 13-34.

. 75 entender el estiMo de la escriptura, el otro para entender la altura de la especulagión.

Prix~ro, Barrientos, en aras del didactismo, a~te en su Tractado las partes que por su “inportanqia” debería escribir en latín, para evitar confundir a los ignorantes. Escribe en rctnance, por lo tanto, para poder llegar a más gente. En segundo lugar, se entiende que “el más plano estillo” de Barrientos alude, antes que a una diferencia estilística, a un desnivel lingtiístico del rcinance frente al latín. De manera s~j ante a camo el Marqués de Santillana, en su Prohanio e carta para el Condestable de Portugal, i.dentifica el grado “sublinn” con “aquellos que las sus obras escrivi.eron en lengua griega e latyna”, frente al “mdiocre e ínfyiw” de aquellos “que en vulgar escrivieron”’25. Barrientos parece sentir la necesidad de escribir en rctnance lo que hasta entonces se había escrito de manera mayoritaria en latín. Su afirmación apunta hacia una mayor difusión del texto y, por lo tanto, es lógico pensar que se refiera, en gran parte, a la lengua en que escribe su tratado. De hecho, el propio Barrientos nuestra de nievo su preocupacLón sobre la necesidad o no de escribir en runance cuando le advierte a Juan U: pero, considerando la excelencia de tu alto juyzio, e asinnsw conosgiendo que non faltarán a tu Alteza sabios que te aclaren las dubdas que ocurrieren, porrné aquí las más palpables razones que podré e cessaré de poner otras de tanta importanqia que non sufren escriptura en rananse, porque a los ignorantes non recrescan dende mayores dubdas por las non poder entender Barrientos y Ciruelo coinciden también al abordar cuestiones más puntuales. Así, señalan, de manera explícita, que España está asolada por las supersticiones; según Barrientos, España es el país en el cual el Raziel alcanza ma mayor difusión ; mientras que, para Ciruelo, a causa de

125 En Ctras ccenletas, ecl. Angel G&¡~z Ltreno y Maximilian P.A.M. Karkhof, Barcelona, Planeta, 1988, p. 444. 76 la negligencia de los prelados y de los jueces, tanto eclesiásticos cair seglares, las supersticiones “andan my publicas en maestra España”’26. Sobre la licitud de las artes adivinatorias, mitos autores basan su condena en la imposibilidad Innana de escrutar los designios de la Providencia. El conocimiento del futuro, la visión de espíritus corporeizados.., sólo puede llegar al hatre a través de las revelaciones divinas’2’. Así, tanto Barrientos (Pp. 229-30 y 242-3) cain Ciruelo’28 distinguen entre dos tipos de astrología: ma verdadera, que se corresponde con el sistema de causa-efecto, y es lícita, frente a otra falsa, la astrología judiciaria, que no responde a dicho sistema, y que sie~re es ilícita. Aitos autores concluyen que los astros inclinan, pero ninca fuerzan ni la voluntad hLnana ni los designios divinos. En otros casos, las coincidencias entre estos dos autores son tan sólo parciales, entre otras razones, por la distancia cronológica que existe entre aritos. Por ejemplo, en lo que se refiere al aojamiento, Ciruelo contenpla dos posibilidades: aojar por curso natural o bien iwdiante maleficios diabólicos’29. Para Barri.entos, sin etargo, tan sólo existe lo prinEro, ya que el aoj amiento se produce sisipre por causas naturales. Por lo tanto, más que taxa superstición, el aojamiento sería una enfernEdad (p. 250>. Algo parecido sucede en cuanto a la brujería. Can no se puede justificar su existencia por razones naturales, Ciruelo deduce que se trata de xxi fen&~no espiritual o sobrenatural’30. No es así para Barrientos, para

126 Ed. cit., p. 25. Ibid. pp. 53, 75. Ccxnp. Barrientos pp. 186 y ss.

128 Ibid,pp. 56—58.

229 Ibid, Pp. 94—96.

130 Ibid p. 37. 77 quien lo que no se puede justificar según el sistema aristotélico de causa- efecto no tiene razón natural y, en consecuencia, simple~nte no existe

~ Tanto en un caso cciw en otro los dswnios tcnan posesi.ón del cuerpo de un ser bnnano vivo. Para Barrientos, esto es lo que hace cualquier adivinador, al invocar a los darnios para que se apoderen de su cuerpo y le revelen determinados conocimientos futuros. Por su parte, Ciruelo, que observa este misin fenúmno, z~nciona la existencia de das tipos de exorciazns’36: los ordenados por la Santa Madre Iglesia; y los realizados por nEdiación del diablo. Asimisw, señala que ha de ser forzosannate el dernio quien se apodere de estos cuerpos, ya que, si fuera otra aJma htnana la que

131 Ibid, pp. 60—61; Barrientos pp. 234. Ibid, pp. 77—78; Barrientos pp. 235—6. Ibid. ,pp. 73-76; Barri.entos pp. 265—7. Ibid. ,pp. 62—63; Barrientos pp. 230—3. Ibid, Pp. 108—118; Barrientos, Pp. 226. 78 lo hiciera, ésta no tanaría un cuerpo real; sino uno “phantástico”’3’. Con esta afirmación, Ciruelo parece aludir de manera velada a la imposibilidad de la reencarnación, o n2tempsícosis, con lo que el asunto adquiere tma dinrnsión que, c~ h~s señalado, no exA.ste en Barrientos. Por últinn, habría que señalar que el Tractado y la Banrobación coinciden en algún pasaje concreto, referido a un ¡nzdelo literario ccnm. Así, cuando autos autores explican el significado de la palabra “adivino”, se remiten al mi~ pasaje de la Sunna de santo Tanás: Ciruelo, Reurobación (p. 54>: A estas artes llaman los sanctos doctores artes diuinatorias: y a los que las vsan llaman diuinos en latin: quiere dezir hatres que son ccix~i dioses: porque fingen que saben lo que solo Dios pertenesce saber: y que estan llenos de la sciencia dtrlna: de esto dize Esayas. Anuriciadnos las cosas que estan por venir y direa~s que soys dioses.

(Barrientos, Tratado, pp. 210-11 y 206> por quanto divino, segund dize sant Ysidro en las Ethimilo4a! quiere dezir quasí lleno de divinidat, non porque lo sea salvo porque los divinos fingen e se maestran llenos de divinidat, esto es que se fingen seer dioses, pues quieren usurpar el secreto de las cosas ocualtas advenideras, la sabiduría de las quales a sólo Dios pertesqe”. “E aquesta es propia sennal de divinidat segimd lo dize Ysayas a los XLI capítulos: Anunciate que ventura sunt in futurun et sciermas quia dii estis vos, quiere dezir, dezidnos las cosas advenideras e por aquí sabrews que soys dioses. He aquí el pasaje correspondiente de santo T~ás: Sunna theologiae II’ flM, quest. 95, art. 1:

unde dicitur Is. 41.23: ‘Anninciate quae futura ant iii futurum, et scienis quoniam dii estis vos’ [...] Ex hoc aliqui ‘divini’ dicuntur: tunde dicit Isidorus, in libro ~x~1.: ‘Divini dictí quasí Deo pleni. divinitate enin se plenos simalant, et astutua quadan fraudulentiae hanlnibus futura coniectant’.

137 iikj4., p. 114.

, 79 Sin sibargo, t~oco en este caso hay préstains literales que puedan servir para probar tria dependencia directa de la Reprobación de Ciruelo con respecto al Tractado de Barrientos. Las sennjanzas entre ambas obras se podrían explicar por su pertenencia a una tradición literaria ccttn, presente t~bién en otros textos de los siglos XV y XVI. Si bien no hay por qué excluir la posibilidad de que, adanás, Ciruelo habiese leído el Tractado de 80

5.- los andelos literarias.

Aunque los textos y autores citados de forma expresa en una obra no

conforman el total de sus fuentes, su estudio nos puede ofrecer xxi baren

parcial nq importante, que nos sitúa en unos determinados estadios anteriores. Así, vanes a determinar qué xxdelos utiliza Barrientos en el Tractado de la divin~nc~

Al realizar un análisis cuantitativo de los autores citados por Barrientos en el tratado que aquí estudianns, se ve cáan entre santo Tcxnás

<42%> y la Biblia <32,5%> ocupan casi ini 75% de la citas. El resto, ya en una proporción mxy inferior, lo canponen textos de San Agustín, Jacobo de Vorágine, Alejandro de Hales, Raimido de Pefiafort...; todos ellos, que escribieron ccepedios de teología o hagiografías, pertenecían al estamanto eclesiástico, en diferentes cargos’36. Por lo que se refiere a los escritores paganos, Barrientos tan sólo nenciona dos: Aristóteles, a quien santo Tcrnás dedica machas líneas en diversos cawntarios a sus obras131, y Cicerón, cuya única cita aparece más, por

136 Es importante la pertenencia de estos autores a diferentes órdenes religiosas, ya que esto nonnaJmnte los adscribe a una corriente teológica concreta. Por ejemplo, que fray Lope profesara en la orden dcxninica determina su orientación tcxnista.

“‘ Santo Tenis camnta tan sólo la obra de tres filósofos: Aristóteles, Prado y Boeci.o. Mientras que al estudio de los dos últinns les dedica una obra en cada caso, sobre la obra de Aristóteles escribe doce libros a r~do de ccxinntario. Cfr. Temis de Aquino, Suma teolódbca, ed. cit., 1, p. 58.

. 81 su valor histórico que por cualquier otra consideración relativa a la importancia filosófica o literaria de sus escritos. En conjunto, el estudio de las fuentes dibuja una trayectoria que va de Aristóteles a santo Tanás, pasando por los Padres de la Iglesia. No es otro el ca~no de la historia del pens~Jento cristiano en la Edad l4dia, que gira en torno a las relaciones entre la razón natural y la fe’38, hasta que en el siglo XII se plantean tres posibles soluciones: separar la razón de la fe (es el Aristóteles de Averroes>, utilizar la razón para confirmar con probabilidad la fe y, por últiz~, la doctrina desarrollada por Tanás de Aquino un siglo

— 139 despues A partir del siglo XII, durante el periodo que canprende el desarrollo de la escolástica nndieval, se realizan niltitud de trabajos en forma de sinnae o canpendios, en los que, después de adoptar una de las tres soluciones antes citadas, se intenta d~strar a Dosteriori lo acertado de la posición”0.

Antes de que Abelardo y Gilberto de la Porrée c~nzaran a escribir acerca de esta relación a madd.ados del Xli, otros autores, can Lanfranco o Ansebw de Besate, hacia finales del siglo XI, ya habían realizado tentativas de solucionar dicho conflicto. Vid. Eti.enne Gilson, La filosofía en la Edad Media. Desde los orígenes patrísticos hasta el fin del si2lo XIV [1958], Madrid, Gredos, 19892, pp. 218-224; Erwin Panofsky, Arquitectura gótica y pensamiento escolástico, [1957], trad. J. Varela y E. Alvarez Una, Madrid, Eds. La Piqueta, 1986, p. 22.

139 Para un recorrido cronológico más ccwpleto, véase Etienne Gilson, gp~, cit. En general, se admite que la fase más inportante de la escolástica ccuienza a finales del siglo XII y se desarrolla durante el XIII; es la época de los grandes filósofos escolásticos: Alejandro de Hales, Alberto Magno, San Buenaventura y Santo Tanás.

140 La escolástica utilizó diferentes estructuras formales para desarrollar sus contenidos; así, por ej~lo, fueron niy camines los Libri Sententiarum, que caisntaban la obra de Pedro Laitardo; o los diferentes tipos de disoutationes o c,uaestiones entre las que destacaron las de ~4i~t, torneos verbales en que los maestros escolásticos, dos veces al año -Pascua y Navidad-discutían sobre los tenas más en candelero, diferenciandose en ello de las disputationes ordinariae. (Vid. M. de Wulf, Historv of Madiaeval ~4g~gp1w, Londres, 1938~, II, p. 9> Pero la forma que tuvo más éxito fue la sima. Robert de Melin, en 1150, la define can sin~ulorum brevis ccmvrehensio o ccvvendiosa collectio, y es a finales del si4Io XII cuando se produce una contaminación con el significado de “sumario” sentido que perdura hasta hoy. . Precisanrnte la prtirra sima 82 A z~diados del siglo XV, se habían impuesto dos de estas líneas teológicas: la de san Buenaventura, que representaba un agustini~ renndelado, y la de santo Tanés, que suponía una nueva visión aristotélica. Según la línea cronológica descrita, Barrientos canpone su obra totab~nte dentro de la doctrina tc¡nista, según las formas de expresión que de manera sistenática habían sido fijadas en la escolástica. Pero, aunque la filosofía tanista traspasa la barrera del siglo XV, tampoco debeins olvidar que en la España del Cuatrocientos algunos autores escriben sobre el t~a de la magia obedeciendo a lineas n¡y diferentes, cain, por eje2plo, Enrique de Villena. A n¡y grandes rasgos, éstas son las influencias que se detectan en el tratado de Barrientos, las cuales examinarexns a continuación. En todo caso, si atendans al contenido de las fuentes expresas, bien podríanns clasificar a nuestro autor entre los filósofos o tratadistas. Prianro examinarex,s, en orden cronológico, la tradición cristina que, desde la Biblia, aparece en el Tractado de la divini~nc~. Y en segundo término, los dos únicos autores profanos citados por Barrientos.

concebida y acabada ca~ tal es la Sunna tbeologiae de Alejandro de Hales, texto citado por Barri.entos en el Tractado de la divinmnrt 83

La Biblia.

La Biblia es el texto más citado a lo largo del Tractado de la ~ Pero este dato, sin más, no adquiere todo su significado si no quedan aclarados ciertos aspectos. Aunque abimdan las citas, no todas ellas dan cuenta de ima influencia directa del texto sagrado, ya oye en 11 casos sobre un total de 2? la Biblia aparece citada a través de santo Tanás y en un solo caso, si bien nuy extenso, a través de Raimando de Peñafort” ¾Más en concreto, las citas bíblicas a través de santo Tanés pertenecen a la ~i~.s1rn~&g4~, pero tan sólo a las cuestiones 95 y 96 de la Secunda secundae, que se reproducen prácticante ccxnpletas y respetando el orden de los artículos. Por supuesto, la existencia de citas indirectas no significa que Barrientos no conociera la Biblia sino que le interesa más la interpretación o, n»jor, la elaboraci.ón teológica que de ella hacen otros autores, en especial santo Tanás. Son los intereses literarios y didácticos de este autor y su visión de la Biblia lo que Barrientos nos ofrece en un núnero no pequeño de casos. La adopción de este pinto de vista es importante, porque Barrientos no copia tan sólo de manera literal, sino que acanpaña la cita con los ccvrntarios que de ella hace santo Tccás, quien, evidentaEnte, elige las citas en funci.ón del esclarecimiento de su propia argunEntación, y así la suya se convierte en la de Barrientos, asimilada sin atir el ncxrbre del verdadero creador. Hay que tener en cuenta que, desde ~a perspectiva do~nática, la

141 En las notas al texto, señalo los pasajes bíblicos y sus c~ntarios correspondientes. 84 posibilidad de adivinar el futuro requiere del mayor tacto, ya que la descripción preurnorizada de las artes mágicas o mánticas puede tener consecuencias opuestas a las deseadas, si el lector extrae información sobre las prácticas supersticiosas que se utilizan para ello, en detrirsnto de la doctrina. Hay que aclarar cualquier duda que suscite este posible error; para lo cual, Barrientos recurre a la auctoritas y se atiene a la tradición cristiana iniciada por la patrística. Por lo que se refiere a las citas directas, ligeran~nte superiores en núiinro a las indirectas, no es extraño que las Biblia esté utilizada ca~ auctoritas y, con tal uso ejanplar, es índice de ima elección propia y original de fray Lope. Pero no es ésta la vertiente bíblica que más nos interesa, por estar utilizada de forma no marcada, sino la que nos da cuenta de ma determinada exégesis que, en el caso de Barrientos, aparece nEdiatizada por la filosofía tanista. Pode~s, así, concluir que la influencia de santo Tanás es determinante para la lectura escolástica de la Biblia que nos propone Barrientos quien, no sólo por razones de tienpo y de áitito cultural, es ajeno a los intereses filológicos de los humanistas y a las propuestas que reivindican la lectura directa de la Sagradas Escrituras, sin internEdiari.os’42. Según Gilson, toda filosofía tiene su escolástica, pero ésta canienza a tener un sentido peyorativo cuando “en vez de tonar caiv objeto de reflexión el etstente concreto para profundizarlo, penetrarlo y esclarecerlo más de modo incesante, se dedica a las fórmilas propuestas para explicarlo, ca~ si

142 Para un análisis más por~norizado de las relaciones entre escolásticos y hinanistas, vid• Gabriel Gónzalez, Dialéctica escolástica y lógica humanística, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 1987, pp. 26-29. Ccop. Etienne Gfl.son, El tcxniscn. Introducción a la filosofía de Santo I~4A~4n~~ Pamplona, Ediciones Universidad de Navarra, 1987. 85 estas fórmalas, y no lo que esclarecen, fueran la rea1idad~h143. Cabe plantearse si la obra de Barrientos no es una maestra de esta concepción escolástica, ya que el tratamiento del problema de la magia es, al xxenos, tan importante cain la forma en que se expresa, nediante la filosofía y los esquemas tcoistas. FinaJ~nte, por lo que se referiere a la tradición bíblica, todo hace pensar en el texto latino y no en una versión rcnanceada. Pero es poco lo que se conoce de la tradición bíblica latina entre los siglos XII al XV. Así, tan sólo se sabe que la versión utilizada de forma mayoritaria por los teólogos de estos siglos es el “texto parisino” de la Vulgata, aunque no se haya determinado con exactitud cuántos ni c&n; a pesar de las controversias que planteaba el texto de la Vulgata con respecto a otras versiones. Ha de llegar el siglo XVI para que se lleve a cabo una nieva traducción de la Biblia al latín”’ Ahora bien, aunque sea la obra tanista el filtro más importante por el que pasa la interpretaci.6n de la citas bíblicas en la obra de Barrientos, antes de analizar la importancia de santo Tanás, conviene acudir a otros autores citados ta¡ti.én en el Tractado de la divix’snre; los cuales pertenecen a un estadio anterior de la tradición cristiana. Sin ellos, cain es el caso de san Agustín, no se puede explicar la obra de autores posteriores, bien por sus conecoitancias o bien por sus diferencias. Para ofrecer ima visión ccmnpleta y coherente, es necesario estudiar la infbaencia que el obispo de Hipona haya podido ej ercer en Barrientos, y si ella es canpatible con su férreo tania2n.

143 Etienne Gilson, ~ p.644.

144 Vid. Elaus Reinhardt y Horacio Santiago-Otero, Bibliotéca bíblica ibérica nedieval, Madrid, Centro de Estudios Históricos, 1986; señala, en concreto, las diferencias entre la Vulgata y el texto original hebreo, pp. 11- 13. 86

San Agustín y otros Padres de la Iglesia.

Entre los Padres de la Iglesia, Barrientos cita a san Agustín y a dos autores de la patrística tardía: Isidoro de Sevilla y Juan de Damasco o Damasceno; aunque este último, representante de la tradición griega, no se conocería en Occidente hasta el siglo XII. Es importante señalar dónde estriba la diferencia básica entre la patrística griega y la occidental, diferencia que se desprende de las culturas originarias. Así, frente a Rcoa, donde abundan excelentes moralistas, tanto historiadores c~ oradores, la cultura griega se caracteriza por varios textos fundanrntalnrnte sobre Metafísica. Sin erbargo, es la tradición latina y su patrística la que determina la existencia de la cultura de la Alta Edad Media, aunque ésta no sea desconocedora de la tradición griega.145. Ccun en el caso de la Biblia, cabe preguntarse si la influencia de la patrística en la obra de Barrientos proviene de un verdadero influjo, o bien si sus textos no son más que puntos de apoyo, no para elaborar, sino para corroborar y ej enplificar ira teoría de filiación tcmnista. En lo que se refiere a san Agustín, al igual que sucedía con la Biblia, tanti.én se citan sus obras directa~nte o bien a través de la Sumna

4~ggL~. A juzgar por las citas directas, lo que nnjor conoce nuestro obispo de la obra del obispo de Hipona son dos de sus textos más generales sobre teología de la historia: De civitate Dei y De doctrina christiana

145 Etienne Gilson, P~s44., p. 162.

, 87 ambos nuy conocidos en la Edad Media latina146. Otras obras de san Agustín dedicadas a un análisis más porz~norizado de los problemas que plantea el aparente litigio entre razón y fe

Siiwliciano o las Questiones in Heptateuchun), no han dejada huella en nuestro autor, ya que se citan tan sólo incidentájnente, ambas a través de santo Tc¡nás de Aquino. Can en el caso de la Biblia, san Agustín aparece aludido, sobre todo, por su auctoritas y por su importancia histórica dentro de la tradición cristiana. Así, pues, Barrientos no asta la doctrina teológica agustiniana, basada en llegar al conocimiento natural de Dios y al

de su carácter causal a través de tui camino psicológico, nsdiante un neoplatoniwn cristiano”’; sino que para Barrientos, por antonal2asia, la doctrina que se debe seguir es en esencia la tcwista. Así, san Agustín dedica al estudio de la ilicitud de las prácticas adivinatorias, dentro de la enseñanza católica, partes diferentes de sus obras”8; y, además, escribe xxi breve tratado titulado De divinatione daeronum”9, en el que

146 La prinrra se utilizaba para el conocimiento de la doctrina práctica, la segunda can programa de cultura general, y44. Enzo Beilini, Los Santos Padres en la tradición cristiana, ed. Inigi Saibene, Madrid, Ediciones Encuentro, 1988.

147 Un análisis concreto sobre las relaciones entre las doctrinas de san Agustín y santo Tcxnás en Agustino Masnovo, 5. Agostino e 5. Tctaso Concordanze e svilum,i, Milano, Vita e Pensiero, 1950. 148 De doctrina christiana, Madrid, Editorial Católica [B.A.C.,XV] 1957, libro II, 20-26; De civitate Dei, Madrid, Editorial Católica [B.A.C., XVI] 1977, libroV, 9, sobrelaposibilidadhinanadeconocerel futuro; De diversiis c¡uaestionibus ad Simoliciani.n, Madrid, Editorial Católica [B.A.C., II], 1973, p. 142.

149 San Agustín, De divinatione daainnixn (De divination des déinns), ed. de G. Bardy et alii, Paris, Desclée de Broiuert et Cie, 1952.

. 88 título “Los dennnios anuncian el futuro”, nos habla no sólo de los espíritus, sino también de los h~,res que pactan con ellos; tema al que Barrientos dedica parte de su Tractado de la divinrn~rn. Sin embargo, a pesar de la coincidencia en el tema, Barrientos no nEnciona a San Agustín, sino que se refiere de nievo a la Sunna theolo2iae; porque su planteamiento, que es el de Santo Tcxnás, difiere totaixiEnte del de San Agustín, al zinnos en este ejemplo concreto: mientras que en el De divinatione daa~num se intenta dainstrar que los espíritus malignos no adivinan, sino que conocen los sucesos que en un futuro ellos mi~s realizarán, y se defiende que estos espíritus se aparecen en cuerpos sutiles a los hcmtres e incluso se introducen dentro de ellos; Barrientos no acepta la corporeidad de estos daimios y, para reforzar su opinión, recurre en calidad de auctoritas a san Juan Damasceno

Capítulo terqero, pp. 186 y ss. Vid. n. 16 y 17, p. 279. 89 referencia a una definición de demonio que supuestar~nte aparece en La Ciudad de Dios de san Agustín y en la que se dice que los malos espíritus adquieren corporeidad madiante una nezcla de cualidades telúricas y aéreas. Pero ésta no es la idea que había defendido la tradición cristiana, por lo que Barrientos se apresura a aclarar, que dicha opinión no proceda de San Agustín, sino de la obra de Apuleyo Del Dios de Sócrates, y que la intención, del obispo de Hipona es reprobar la definición calEntada desde su propia posición teológica. Al contextualizar el sentido de la cita, a Barrientos le interesa sobre todo insistir en el indiscutible valor c~ auctoritas de san Agustín en tanto que Padre de la Iglesia. Por otra parte, en el Tractado de la divirance, la obra de san Agustín aparece con frecuencia citada a través de otros autores . En general, se podría hablar de un agustiniano indirecto, que le llega a Barrientos sobre todo a través de santo Tanás y, en un sólo caso, pero nuy extenso, a través de Radaxido de Peñafort. El papel secundario que san Agustín desempeña en la obra de fray Lope está, en parte, justificado por la historia de la teología. Cuando se er¡pieza a conocer la obra de Aristóteles a partir del siglo XII

“‘ Para ver la trayectoria que sigue san Agustín en los últin,s si4Ios de la Edad Media, y~4. Benn Marrou, San Agustín y el agustiniano, Madrid, Aguilar, 1960, pp. l82yss.;AmatoMasnovo, op. cit.;VladixniroBoubldk4~ predestinazione. 5. Paolo e 5. Asostino, Rana, Librera editnice della pontificia Universitá Lateranense, 1961. 90

Isidoro de Sevilla La influencia de Isidoro de Sevilla en el Tractado de la divinen2 se nos presenta con un aspecto más enciclopédico que la de san Agustín, en parte por el propio carácter de las ~ de donde Barrientos tana la definición de dos términos: adivino: “viene a significar lleno de Dios”’: fingen estar henchidos de Dios y con artificios engafosos predicen el futuro

a los batres” ~ 1. VIII, 9, 14); y pitonisa: “deriva sus nccbre de Apolo Pitio, inventor de este tipo de adivinación” (Edn., 1. VIII, 9, 21>. Aunque resulta bastante probable que fray Lope ram atas referencias, de nuevo, a partir de sendos pasajes de la Sunna , en los que santo Tanás expone las diferentes especies adivinatorias y arguienta sobre la necesaria relación entre la adivinanza, caw arte mágica, y la nnntira. Por lo que se refiere al prin2r término, adivino, dice Barrientos: “quiere dezir quasí lleno de divinidat, non porque lo sea salvo porque los divinos fingen e se naestran llenos de divinidat”. Basta aquí la definición que aparece en el Tiractado de 144Y4!wi~; si se caupara con la que aparece en la Secunda secundae acerca del a pasaje de san Isidoro, las sindlitudes son evidentes; pero, adanás, tanti.én el ccurntario que Barrientos adjunta a la cita está tanado del texto tanista:

. 91 Tratado de la adivinanza, p. 210-11 Suma, 11 11, quest.95. art.1. por quanto divino, segund dize sant Et ex hoc aliqui ‘divini’ dicuntur: Ysidro en las Ethi.nnlogías, quiere unde dicit Isidorus, in libro dezir quasí lleno de divinidad, non ‘Etynnl.’: ‘Divini dictí quasí Deo porque lo sea salvo porque los pleni: divinitate enin se plenos divinos fingen e se niestran llenos sir¡fl.ant, et astutia quadam de divinidat, esto es que se fingen fraudulentiae hcuiinibus futura seer dioses, pues quieren usurpar coniectant’ [...] 2mc autan sokm el secreto de las cosas ocultas dicitur divinare quando sibí advenideras, la sabiduría de las indebito modo usurpat quales a sólo Dios pertenesce. rraenuntiationan futurorin eventum.

En el caso del seg~indo término, pitonisa, el paralelo con la obra de santo Tccás no se puede establecer por la definición en si, ya que, en realidad, lo que aparece es una alusión aiy breve; pero, de nuevo, al contextualizar la cita se observa el paraleliaw, en este caso con la Secunda secundae, quest. 95, art. 3. Aztos, después de hablar de la nlgrctnancia o adivinación nEdiante los miertos, analizan la adivinación DEdiante hatres vivos o fitones, análisis que refuerzan con la auctoritas de san Isidoro. Hasta aquí Barrientos sigue la miana disposición textual que aparece en el texto de santo Tcznás. A continuación, el texto tcmnista aborda la clasificación de las artes mágicas; pero Barrientos prefiere dedicar un apartado ccnpleto inicial a dicha división. Así, pues, en el Tractado, Barrientos condena este tipo de magia ixndiat~nte después de definirla, mientras que santo Tcnás lo hará en una cuestión posterior. En el Tractado de la divinarj~, se cita, además, otra obra de San Isidoro manos atendida por la crítica: De st.~ bono’52; pero sólo caxo ini testfrnnio más, junto al de Gil de Sana ~ II, 1, dfst. VIII). A

152 En el repertorio bibliográfico de la obra de San Isidoro que incluye Serafín Bodelón, Literatura latina de la Edad Madia en EspAfiz~, Madrid, Akal, 1989 se catalogan 11 incunables del De stmx~ bono, siete ediciones del siglo XVI y una sola edición individual durante los siglos XVII y XVIII. Por otra parte, dicho texto no se incluye en recopilaciones tan tnportantes ca~, por ejemplo, la P.L. de Magne 92 propósito de la corporeidad de los espíritus, Barrientos afirma que la materialización aérea de los buenos espíritus se distingue de la de los malos según el tipo de aire utilizado en la operación, idea amplinnte argulEntada por Gil de Rama. Barrientos, que al tratar el problanas de la incorporeidad de los espíritus había arguirntado en favor de esta idea con el testi¿wnio de Aristóteles, debe, en su paree do~nática, aludir a un argumEnto cristiano (en “contra”) para establecer posteriormEnte una entente cordiale entre razón y fe. Este tipo de argi.~ntación vro et contra aparece de manera frecuente en el texto cuando Barrientos desarrolla de forma teórica el problema de la adivinación. Por ello, quizás resulte útil ver este ejsuplo ca~c> representación de este tipo de planteami.entos. En él, las referencias están tonadas directazBnte del Tractado de la divinmnce, y los tres testimnios aparecen acarpañados, en el tratado, de las citas de otros autores. Así, ante la pregi.nta:

¿Se pueden corporeizar los espíritus?

NO Si

(argumento p¡g> (argumento £2fl1~U Razón Fe Aristóteles, jj~g~ca, 1. 1: Vorágine, Vida de San Martín:

‘si dixeren que se engendran de nada [los Un espíritu maligno se le aparece al santo en espíritus], esto es falso ¡j..] de la nada artículo de muerte. non se puede fazer algot 93

Acuerdo entre

~A1áNY FE Juan Damasceno, De orthodoxa fide, 1.11, o. 3

‘el es~fritu maliano es substancia sin otierpo, al qual non puede enpachar cosa alguna, pero

¿launas veces toma cuerno en el qual pueda seer visto de los mortales, que son los hombres’. 94

San Juan Damasceno Son varios los personajes que con el ¡nitre de san Juan Damasceno han pasado a la historia, por una u otra circunstancia. De todos ellos, fray Lope se refiere, en el Tractado de divins”nc~, a tmo de los principales representantes de la patrística griega. Su obra es tria de las más importantes dentro de la teología, no tanto por su originalidad, sino porque cumple un papel de puente transni.sor entre las culturas griega y latina durante la Edad Media. El título de su canpendio teológico es La fuente del conocimiento (P~g~~g~gs). Atendiendo a su contenido, el texto se divide en tres partes: una prinrra de introducción filosófica, la segunda en que cuenta la historia de las herejías, y una última parte que consiste en una colecci.ón de textos de sus predecesores más importantes en la religión cristiana. SolanDnte esta tercera parte la traduce del griego al latín Burgundio de Pisa, en 1151, y a partir del siglo flíl se conoce con el título De Eide orthodoxa”3 La occidentalización de la obra de san Juan Damsaceno fue más allá de la i~ra traducción; sus cien capítulos se dividieron en cuatro libros, a se~j ariza de las Sentencias de Laitardo. Por otra parte, la disposición del texto c~ un estudio de carácter general (se estudian los ángeles, el. hatre, el cielo y la tierra) atrae nicho a los escritores del siglo XIII, que buscan en él un nrdelo escolástico para crear snnae y canentarii Barrientos utiliza la auctoritas de san Juan Damasceno para corroborar la idea de que los espiritus ¡nal4xos no tienen cuerpo, pero no cita ninguna

E. Gilson, La filosofía en la Edad Media..., e4. cit., p. 88 y Ss.

. 95

obra en concreto. Ahora bien, sobre lo material y lo inmaterial escribe Juan

Damasceno larganrnte, por ejemplo, en su Dialogus contra Manicheos’~~; pero

donde atiende de manera especial al tana de la incorporeidad de los espíritus es en el De fide orthodcixa, libro II, caps. 3 y 4, al hablar de los ángeles y los dewnios, respectivamante. Pues bien, el capítulo tercero de dicho texto incluye una definición de los ángeles en la que Damasceno nos aclara su posición con respecto a la incorporeidad de los mlsxns, aunque no es la manción literal que aparecen en el Tractado de la divirfince Angelus itaque est substantia intelligens, perpetus anta, necnon arbitri libertate praedita, corporis expers, Deo servi.ens, i¡~rtalitaten in natura Dei criere consecuta: eujus fonnam substantiae sc definitionan creator solus novit. Quod auten corpore sc materia vacare dicitur, hoc nostri ratione intelligendin est. Alioqui enin qui.dquid cta deo confertur, qui solus mili cccparari potest, crasstn et materiale invenitur. Sola quippe divina natura vere materia et corpore vacat.”5 Pero cuando de manera paralela en el capítulo siguiente nos relata las características de los malos espíritus, tampoco nos ofrece ninguna definición sobre su inmaterialidad tan clara y exacta cain la que de él cita Barrientos. A pesar de esto, es bastante probable que, aunque Barrientos no cita ningún título concreto, utilice ca~ fuente el De fide orthodoxa y no otros textos de san Juan Damasceno. Al hecho de que sea el libro más difundido de este autor, se une el que trata de ando específico del tana de la incorporeidad de los espíritus; y, sobre todo, el carácter de cccpendio teológico que tiene esta obra la sitúa en la mima línea de otros autores

eclesiásticos citados por Barrientos. Si estas características atraen a los escolásticos del siglo XIII, no resultaría difícil que, a través de ellos, interesase a fray Lope.

‘~ Higne, L~, t. 94,, col.442 y 55.

“~ M±gne,E&., t. 96, 1. II, cap. 3, col. 155.

: 96

Santo Tanás.

Resulta necesario hablar de santo Tanás antes que de otros autores del siglo XIII, tairbién citados en el Tractado de la divir~n~~, puesto que la intervención de dichos escritores, todos ellos hcvtres de Iglesia, se justifica por su vinculación con el tanisnn. Además de que la obra de santo Tanás es la que más se cita en el tratado de fray Lope. En la variada y abundante obra de santo Tcnás, se encuentran textos de creación personal entre los que destacan las stmxnae y las quaestiones (dis~tat~ y de ~ugi~S~),y otros en los que realiza caz2ntarios a obras ajenas; principabwnte la Sagrada Escritura y, en xwnor cantidad, a teólogos y filosofos relevantet’~6. De esta importante producción, Barrientos cita los ccuEntarios a las Sentencias de Pedro Lccbardo, a la Física y a la Metafísica de Aristóteles; pero, sobre todo, la ~ que, caa~ obra de creación personal, constituye el atmazón del sistema de santo Tcc3ás. La atracción por la Sunna queda patente en las ideas y citas que aparecen en el Tractado; además, hay que tener en cuenta que el daninico fray Lope, al seguir la doctrina tantsta, se maestra fiel a la regla oficial de su orden257. Caw es obvio, en el Tractado de la divin~r’r2, se citan aquellas panes de la Sunna que tienen relación con el tena abordado: “De la adivinación”

156 Para una bibliografía canpleta de la obras de santo Tanás véase, Tceás de Aquino, Suna teolózica, ed. cit., 1, pp.56—61.

‘~ Según E. Gilson, o~. cit., p. 506, no tardó nicho en afianzarse el tcnis~ cam~ regla de la orden danlnica, de nndo que dos siglos después seguía firmE e indiscutible caa~ tal dogma. 97 (Secunda secunde, auaestio 96). Tan sólo con los enunciados de los capítulos,

nos darais cuenta de que éstos nos maestran un construcción paralela a la del

esquema general del Tratado de fray Lope. Así, tanto la obra de Barrientos

carn la parte aludida de la obra t~ista constan de una prix~ra parte general

sa> en la que se resuelven diferentes dudas sobre el conocimiento de la

adivinanza, y una segunda parte (parte 6~ del Tractado: respuestas a las veinte cuestiones planteadas) donde azrbos autores e~onen la licitud de diferentes casos concretos de prácticas mágicas. Podriazn~s decir, incluso, que el Tractado de la divin~nt~ es una reelaboración parcial de la %~í, tanto por el contenido de los arguuentos ccmn por su disposición. Tanto el

Tractado ccuw la ~, en sus cuestiones 95 y 96 Secunda secundae transcurren de toma paralela, aunque en ocasiones Barrientos amplía con respecto a santo TunAs. Véase el siguiente esqusna de correspondencias posibles entre atas obras:

, 98

Secunda secunde, quest. 95 ?ractado de la divinanca

Sin correspondencia absoluta Parte l~: sí la adivinanza existe Ideas sueltas del conjunto de Parte 2a: dónde nació. artículos. Parte 31: qué es.

Art. l:Si la adivinación es Parte 41: 8i la adivinación e las pecado’ }———————— otras artes mágicas son pecado” Art, 2:’Si es una especie de superstición’

Art. 3:’De las diversas clases de } {Parte Sí: uiversas especies e adivinación, maneras del divinar”.

Arta. 4-8

Secunde secunde, quest. 96, }———————— Parte 6’. Prácticas mágicas. Arta. 1-4

A pesar del paralelisni entre autos textos, las tres prinrras pates del Tractado no encuentran correspondencia con ninguno de los dos capítulos iwncionados de la Sunna, aunque algunas citas y reflexiones tcxnistas de

dichas cuestiones tantién aparecen en el texto de Barrientos • A su vez, en la última parte de las dos obras, los dos autores realizan el a análisis de una serie de prácticas superticiasas. Barrientos traslada todos los casos que aparecen en santo TunAs, variando, eso sí, el orden; además de añadir la ~~jg 18S (sobre algunos ritos nefandos que realizan los clérigos> y la 99 19~ (sobre las brujas), temas éstos que no se tratan en el c~endio tanista.

La disposición textual es paralela, pero diferente en antos autores. Santo Tc¡nás canienza cada uno de los artículos que cctnponen la Sunna con el planteamiento de la auaestio, que se limita al título del misn~; a continuación añade la argtmitación del problema, que se subdivide a su vez en tres tipos de opinión: en contra, a favor, y la oninión personal de santo Tanás; final~nte el artículo acaba con las soluciones a la cuesti.ón planteada, a ¡indo de conclusión. Barrientos desordena este hilo argunentativo, para otorgar un lugar preponderante en la exposición a la doctrina moral. Así, después del planteamiento de la auaestio, aparecen las oniniones personales del autor, coincidentes con las de las autoridades a favor; finalmnte apelando a la auctoritas • Este esquema se ranpe tan sólo en dos de las partes del tratado. En la prinEra parte se ranpe para acercarse, aúi más, a la división textual de santo Tomás, ya que, entre el planteamiento y las opiniones a favor, incluye las opiniones en contra; y finaliza nezclando sus opiniones con las de los doctores católicos. La otra excepción la constituye la segunda parte; y en este caso para alej arse de la distribución tomista, que supone, a la vez, un apartarse de la doctrina de santo Tomás, ya que no se alude a ninguna fuente concreta, ni siquiera a las autoridades; y los arguu2ntos expuestos se reducen a una opinión troncal anónima con algunas variantes. La Sna theolo~iae supone la exposición £~kfl! y si~lificada de la filosofía tomista. Esta doble condición hace que Barrientos vea en ella un texto básico, que contiene opiniones sobre muy diferentes aspectos de la magia y sobre su tratamiento; las cuales, por la claridad del razonamiento tomista, pueden ser trasladadas casi hiteraln2nte. Esto nos lleva a ver en el Aquinate al autor que no está utilizado tan sólo cano auctoritas, sino tati.én cano el principal referente ideológico de la obra de Barrientos. 100 Encontramos en el Tractaclo de la divimnn~n la base de la filosofía y de

la teología tomistas’58, que consiste en dez~strar cualquier creencia religiosa ¡~diante la conjunción de la fe con el razonamiento, de la teología revelada (que parte del dogma) y la teología natural (elaborada por la razón>. A este sistema le corresponde una exr’ositio concreta, cuyo esquema

podría ser el siguiente: se plantea ini problema (la ouaestio> y su solución se desarrolla ¡indiante dos opciones opuestas: una dogmática, autorizada por los Padres de la Iglesia, y otra racional, por los filósofos. Ambas opciones funcionan, en este caso, cain argucaitos pro et contra. Al final, con la modificación de los argu~ntos, se adopta ¡ma fónaila equilibrada entre atas’59. Así, pues, a pesar de que, caxn señala Gilaon”0: “no hay que considerar a todos los ‘t~.stas’ caic repetidores literales y asiduos de las fónnalas del maestro”, fray I.ope mantiene la literalidad formal e ideoL5gica del pensamiento de santo Tomás. En este sentido, se le puede considerar cain un discípulo, si bien bastante retrasado (ya en 1340 se había pasado a una escolástica tardía>, cuya labor consiste en propagar la ideas expuestas por el maestro, sin por ello dejar de añadir interpretaciones o calEntarios al

~ Sobre la filosofía tomista véase G.M. Manser, La esencia del tanisir> ed. Valentín García Yebra, Madrid, Instituto “Ints Vives” de Filosofía C.S.I.C., 1947; E. Gilson, El taniszn, ed. cit.; U. Eco, 11 problema estetico in Tcmnaso d‘Aouirz, Milano, Bcopiani, 1982; entre otros. 159 E. Panofsky, op. cit., p. 65 restm~ el esquema de argu¡mntación que aparece en la Stmmma theologiae: “Cada tópica (por ejemplo el contenido de cada articulus de la ~Imgs~r21ga~>debe ser formilada cain ¡ma c¡uaestio; en la discusi.ón de esta auaestio se comienza por enfrentar ¡ni conjunto de autoridades (videtur ,....> a otro (sed cont.....>, se avanza hacia la soluci.ón (res~ondeo ,,...> y, por último, se critican uno a uno los arg¡nntos rechazados (~t.prjn~, ad secundan etc...) sólo en la nsdida, por supuesto, en que la Interpretación de las autoridades y no su legitimidad esté en entredicho”.

160 ~zS~&.t, p. 503.

, 101 sistema de preguntas y respuestas ya elaborado por santo Tomás. Pero el sistema tomista, desde su creación, había sido acusado por otras tendencias teológicas de ser excesivanente racional. No olvida2ns la controversia planteada entre la razón y la fe, que en el siglo XIII había supuesto el distanciamiento entre las doctrinas teológicas de San Buenaventura y Santo Tomás; o las diferencias que existían entre los franciscanos, que preconizaban una unión directa entre el alma y Dios, y la doctrina de la orden dominica que, con su aparente alejamiento de Dios, se decantaba en favor de la razón. Barrientos, dos siglos después, consciente de estas críticas, campleta el sistema t~sta con un conjunto de autoridades cristianas que lo corroboran, sin dejar de reproducir las que ya había citado Santo Tomás en su obra. Con la suma de estas auctoritates al sistema tomista, Barrientos crea una conjunción entre razón y fe puesta al servicio de su labor docente, ccxxn él mi~ anuncia en el prólogo del Tractado. Cuantos más receptores se hagan eco de la doctrina y de los consejos expuestos, rrej or alcanzará la obra su objetivo. Pero fray Lope mEnciona a un receptor concreto, Juan II de Castilla, en el que con toda probabilidad podex,s ver al representante de un estamEnto social cuya labor consiste en impartir justicia, seguranente por la gracia de Dios. Para dicho representante jurídico, el Tractado de la divixinnrm se ofrecía c~ manual en el que observar diferentes tipos de actuaciones mágicas, y si procedía su licitud o su condena. La observancia de la normas que se exponen en el Tractado da cuenta de la aceptación cristiana de un esquema expuesto de manera racional. San las normas que deben seguir los buenos cristianos, a los que apenas se informa sobre textos de magia o sobre prácticas adivinatorias, más que las estrictamEnte necesarias para establecer su condena y evitar, así, la tentaci.ón de caer en ellas. Pero la sumisión de fray Lope a santo Tomás no obedece tan~ sólo a su 102 concepción racionalista de la filosofía. Tanto santo Tanás can~ Barrientos consideran la fe desde ir punto de vista jerárquico, segt~ el cual los instruidos deben impartirla a los sencillos, y éstos deben recibirla en forma de continuas lecciones. Ya henns señalado el carácter docente tan marcado del Tractado de la divinanca. Este esquema jerárquico de transmisión doctrinal se rompería a partir de la mística, en “razón de su conciencia de experiencia personal de la fe”’61. Así, pues, Barrientos adapte conscient~nte los presupuestos tomistas en su obra, y lo hace ad litteram en michas de las ocasiones. Por lo tanto su originalidad no reside en el tratamiento de las fuentes, sino más bien en su adaptación a las necesidades de la sociedad española del sig2.o XV. Completa la problanática tomista y la actualiza al incluir en su tratado otras cuestiones que, can verens al hablar de Raimndo de Peñafort, santo Tcnás no había abordado en el siglo XIII, quizás por su escaso interés social; pero que en el XV, cuando la Inquisición no funcionaba todavía de manera tan sistemática can con posterioridad, preocupaban a los jueces ordinarios. No obstante, la solución de estas nuevas cuestiones para Barrientos pasa necesarianrnte por el principio fundanrntal del tcamiszn, que es el de equilibrar, previa exposición de argunEntos, la razón y la fe. Así ocurre, por ejemplo, al abordar el problema de la e,dstencia y actuación de la brujas. Fray Lope complete a santo Tomás sólo con el propósito de erradicar la práctica de las artes mágicas. A pesar de haber sido escrito a nEdiados del siglo XV, en el Tractado de la divir’nc~ no existe ningúna consideraci.ón sobre la magia can predecesora de la ciencia (tan sólo considera can magia

‘~‘ Elisabeth Gbsnann, ‘Te y conocimiento de Dios en la Edad ~da”, Historia de los do0nas, Madrid, 1, Cuaderno 2b, Biblioteca de Autores Cristianos Enciclopedias, 1975, p. 99. 103 natural ciertos aspectos de la astrología), idea que sí fue intuida por otros autores contemporáneos”2.

162 E. Garin destaca cáw nichos de los harbres renacentistas “purificaron” el tena de la magia, madiante una distinción entre magia verdadera (o natural>, antecedente de la ciencia, y falsa ,en b~dioevo y Renacimiento. Estudios e investiaaciones, 1973, trad. Ricardo Pochtar, Madri.d, Taurus, 1981, pp. 112—139. 104

Otros atores cristianos del siglo YJn.

La fuente más inmdiata e importante del Tratado de la adivinanza es, sin ninguna duda, santo Tomás; pero tazti.én aparecen citados varios autores de compedios teológicos, que canplemtan o campletan la doctrina tomista. Todas las opiniones que Barrientos recoge de dichos autores reiteran, cuando no igualan, las expuestas en la S¡nna theolo~iae. Así, la Enea vertebral del pensamiento teológico y filosófico de Barrientos es el tceiaxn, accopa5ado del testimonio que prestan otras autoridades y del apoyo de varios autores muy cercanos a la filosofía expuesta en la obra de santo Tomás. Estos autores, nacidos algunos a finaies del siglo XII, pero que escriben su obra durante el XIII, ejercen una influencia en la obra de fray I.ope análoga en todos los casos. Jacobo de Vorágine, Rainndo de Peñafort, Alejandro de Lles, Pedro de Tarantasia y Gil de Roma conforman un ~g~pj~ secundario de autoridades en las que Barrientos apoya sus ideas. Todos ellos son autores de compedios de teología más o mos originales y, con la excepción de Jacobo de Vorágine, los textos que de ellos se mencionan en nuestro tratado son stmnae teológicas o ca~ntarii a las Sentencias del maestro Pedro Lcrbardo. Si recordamos que, de Santo Tomás, Barrientos cita una sunna más los cai~ntarios al texto de Pedro I.a>tardo; y, de San Agustín, sus textos doctrinales de carácter general, resulta claro el tipo de fuentes utilizadas: grandes compendios teológicos que abarcan en su estudio los temas medulares de la doctrina cristiana. Fray Lope extrae de ellos los capítulos dedicados al análisis de las artes adivinatorias, sin tener en cuenta los tratados que abordan el tema 105 de la magia más en particular. Para mayor claridad expositiva, trataremos primero de Radmndo de Peñafort (+ 1275> y de Alejandro de Hales <1170 o 1180-1245> ; en segundo lugar, de Pedro de Tarantasia (escribe sus camtarii entre 1256-59 y naere en 1276> y de Gil de Rana (hacia 1247-1316); agrupados según el tipo de ca~endio que escriben: los primeros, ~ y los segundos, ca~ntarii a las Sentencias de Pedro Latardo. Por últinn, analizareins el canpendlo hagiográfico de Jacobo de Vorágine (escribe entre 1277-1295). 106

Badamdo de Peñafort y Alejandro de Hales

El daninico Raiamdo de Peñafort fue confesor del monarca JalDE 1 y del Papa Gregorio IX, quien le pidió que ccxnpflara sus propias decretales y las de sus predecesores. Así, se crean las Decretales de Greaorio IX, utilizadas cain código de la Iglesia en las Universidades de Paris y Bolonia. Además, en 1238 Pe5afort reestructura la constitución general de su orden y, a partir de 1240, se dedica a la conversión de los judíos en España y Africa. Para la enseñanza de la moral, escribe una Sumna de noenitentia dividida en tres libros, a los que añade un cuarto titulado Sunmala de matrimonio. La obra resulta ser, en realidad, una actualización de la Sinna de sponsali.bus et matrimonio del canonista Tancredo de Bolonia”’ Es importante dedicar unas lineas al tratamiento que de la Sunmila

~&~!A44,hace Lope de Barrientos; ya que, caw en el caso de Santo Tanás, el pasaje citado corresponde a una traducción casi. literal de los capítulos 7 y 8, en los que Pefiafort aborda diferentes aspectos de las artes mágicas. Así pues, las respuestas a las cuestiones 19 (sobre las brujas) y 20

163 Para este autor vid. Manuel García Castro, San Ralamdo de Pefiafort Su época y su obra, Tenerife, I~renta Editorial Católica, 1968.

. 107

Ra.imndo de Peñafort, Sunna, s.l. Lope de Barrientos, Tractado de la y sa., B.N.M. 7/11829, libro 1, 41~4n~n&~, (parte 6k). Respuesta de pp. 106—107. la XIX cuestión.

Quid de c¡uibusdam sceleratis Respuesta de la XIX questión, milieribus • auae credtnt . et conviene saber, qué cosa es esto nrositentur cum Diana de vaganorum que se dize que ay unas nugeres que nocturnis boris, vel cimn herodiade, se llaman, brincas las quales creen e vel cnn inrnanEra miltitudine dizen que de noche andan con Diana, malierum eauitare suner ouasdsni deesa de los paganos, con michas bestias • et maltarum terrartn migeres cavalgando en bestias e spatia i.ntem nestae noctis silentio andando e pasando por machas pertransire, eiusque inssionibus tierras e logares, e que pueden obedire, velut Dianae, et certis aprovechar e dannar a las noctibus ad eius servitium euocari criaturas. asserwat, etiam ab illis aliqvas [A] esto se deve responder lo que creaturas, in nalius, vel in sobre esta razón dize e determina deterius posse imiutari, ant iii Rayzrvndo, que las sewj antes cosas aliam specien. Vel similitudinan son operaqiones de los spíritus transforman. De bis dicit malignos, los qua.Ies representan concilium aquiense, quod non a aquefl.os fantasnas a la fantasía de divino svinitu. sed malizxo taJ.ia los onbres e de las mageres, o que phantasma mentibus fidelium en los spíritus malignos, fablando irrogantur: diabolus enim, cnn theologa2x¡Dnte, se transforman en anima alicuius per talan diversas speqies e figuras, e se crudelitatan subiugauenit sibí, representan e engannan a las ánimas transformans se iii diversaruin que tienen captivas. Hin deve 108

nersonarum suecies. atolle ninguno creer tan grant vanidat que

similitudines • et tientan. o’‘~ crea acaesger estas cosas

captivam tenet. miltipliciter corpora2nEnte, salvo en suennos o

deludit. nec debet aliciuis. vel por opera9ión de la fantasía, e aliaua in tantam venire stultitiam qualquier que lo contrario creyese

vt credant haec amia • ciuae ti es infiel e peor que pagano, segunt

samnis • et spiritu tantin fiunt que esto e otras cosas machas etiam in corpore accidere, cnn se~j antes se determinan, navia etiam Paulus non audeat afferere, questión, Episcopí.

quod fuerit raptus ti corpore: ouici.niue erzo talia crediderit vel asseruerit. proculdubio

infidelis est • et pagano deterior 26 a.. 5 Episcopí

Este es el caso más elocuente del uso que Barrientos hace de sus fuentes. No debe concluirse, por ello, que sea un mero plagio, según el sentido actual del término, ya que para entender esta dependencia directa de los textos ajenos hay que pensar en factores tan diversos c~ el concepto de ~mitatio en la Edad Media, el afán pedagogico de la obra o el concepto de auctoritas cristiana. Además de que Barrientos no oculta intencionadamente,

en ningún caso, los natres, títulos o ni~ros de las cuestiones y artículos de los que copia sus argunnntos, aunque, a veces, su localización sea tan sólo aproximada.

.,“ 109 Por su parte, Alejandro de Hales, el primer maestro franciscano de la

Universidad de Paris, es tawbién autor de tui a~lio ccuipedio, aunque la autoría de la Sunna theoloaiae fue discutida ya por ”4. Se trata de una extensa obra que surge de la refundición miscelánea de textos ajenos, por lo que resulta difícil entresacar de ella el pensamiento original de Alejandro de Hales. A pesar de ello, el franciscano es impulsor de un grupo de teólogos de su mi~a Orden que ca~arten indéntica visión doctrinal, basada en los principios de san Agustín. En esta línea, Alejandro de Hales es el maestro reconocido de san Buenaventura quien, por cierto, recoge la primera cita conocida de la obra de Alejandro hacia 1250. A su vez, san Buenaventura crea una nieva corriente teológica en el siglo XIII paralela y, en algunos puntos, opuesta a la de santo Tomás. Podría parecer extraño que Barrientos, tanista convencido, acuda a la obra del maestro de san Buenaventura, pero debur,s tener en cuenta el carácter de ésta. La Sumna es una enciclopedia teológica que, debido a su constitución nvnimntal y, sobre todo, miscelánea no implica una línea específica de pensamiento. La recopilación trata más de un conjunto de interpretaciones diferentes sobre los problenas del cristianisw que de la exposición de una línea filosófica determinada. En este afán de ccnpilar, la Sunna de Alejadro de Hales es iiny sexnjante a la de Peñafort, con independencia de que aquél sea representante de una línea doctrinal opuesta a la propia de la orden dxnfnica, de la que Barrientos es un epígono más en el siglo XV. La cita concreta que de la Sunna de Alejandro de Hales aparece en el Tractado es, en sustancia, un arguisnto más en favor de la astrología aplicada a la determinación de fenámnos atnDsféricos, regidos por el esquana causa-

164 Para tma discusión sobre la autoría del texto, véase H. Gorce, IrLa sanin Théologique d’Alexandre de Hales est-elle authentique?”, en The nw Scolasticisn, y, (1931>, pp. 1—72. Cfr. E. Gilson, 0v. cit., p 436. 110 efecto. Esta ~ idea es señalada por Barrientos a lo largo del texto en diferentes ocasiones, adoptando siempre la miana postura, que coincide con la de santo Tcsnás. Pero Alejandro de Hales desciende a un caso astrológico más concreto: el uso del astrolabio c~ instriDEnto para buscar objetos robados. Así, cuando Barrientos analiza prácticas mágicas concretas, recuerda el testimnio de Alejandro de Hales, al que tan solo hace una breve alusión que reproducimos acto seguido:

Alejandro de Hales, Sunna theoloaica, secundae partis secundi libri, inq. III, tract. VIII, sect. 1, quaest. II, nsrbrum VI, cap. 3 b.) Ita Augustinus in V De civitate dei: ‘Non frrrrito creditur, cta astrologi mirabiliter malta vera respondent, occulto fieri instinctu spirituum non bonorizn, quorum cura est has falsas et norias opiniones de astralibus fatis inserere ¡~ntibus himianis atque firmare, non horoscopí vocatí et inspectí ahiqua arte, que niILla est’. c.) Ita, hoc ida videtur par hoc dicitur iii Extra, De sortileaiis, ~ tenore, ubí dicitur quod quidam ‘presvyter cta quondam ad privatia loan accessit, non ea intentione ut ixwocaret dainnium, sed ut inspectione astrolabii furttn cuiusdam ecclesiae posset recuperare’, sicut dicebat: quod licet pro bono zelo et simplicitate feciese proponat, tanEn graviesima fuit’ peccatum. Restat ergo quod peccatum est per inspectiona astrolabii e iudicia astronanica inquirere ea que subsunt libero arbitrio [solutio]. Ad quod videtur dicendun quod ant quaedam iudicia de lis quae sequuntur proprienatationsn astrorum, sicut est de caJ.ore et frigore, irbre et siccitate, et de talibus non est peccatum arguere, salva Dei virtute, quae praeeninet. Si auta fiat iudicium de iis quae subsunt libero arbitrio, quae non ant subiecta legi astrorun, peccatum est ixx lis magna fida adhibere. Generaliter anta, ubí interu-enit irivocatio den~nizn vel aliud superstitiostn, grave est peccattn.

Barrientos tan sólo t~a la práctica concreta y su condena. Así pues, hace uso de la Sunna ca~ de una enciclopedia de donde se extrae no una línea de pensamiento, sino tan sólo tui ejemplo. 111

Pedro de Tarantasia y Gil de Rana

Pedro de Tarantasia, que también pertenece a la Orden de Predicadores,

se convierte al final de su vida do, se ha señalado que la relación de los ccmzentarii de Tarantasia con la obra de santo Tanás va más afla de los préstaws concretos, hasta el punto de que: “sa maniére fait souvent pressentir se2tle-t-il, celle qu’adoptera, plus tard, saint Thanas dans la Sanis Theologique’””; ya que, caw maestra la datación de ambos textos, los ccc~ntarii de Tarantasia son algo anteriores a la Sumna taxd.sta, ccmpuesta entre 1266-1273. Sin erbargo, en gran parte, la filosofía que el futuro Inocencio V expone en sus

~ Uno de los escasos estudios sobre la obra de Pedro de Tarantasia se titula Deatus Innocentius PP.V (Petrus de Tarantasia O.P.) . Studia et docimnta, RcxnaeAdS. SabInas, 1943, pp. l75yss. Manís, para su biografía, vid. Agostino Saba, Historia de los Papas [1948], Barcelona, Labor, 19642, 1, pp. 762—3. Ibid, p. 178.

. 112 ca~ntarios consiste en el Intento de conciliar las contradictorias interpretaciones teológicas de santo Tanás y san Buenaventura. Así, Tarantasia sigue la doctrina ta~sta cuando define a Dios o a la causalidad divina cazo el origen de todo, tanti.én al hablar de la gracia o, por poner otro ejemplo, al establecer la relación entre la substancia y el accidente. Pero, a la vez que se maestra tanista en estos aspectos, hay al manos tui punto importante en el cual Pedro de Tarantasia se distancia del tcxniszn y, en consecuencia, de Lope de Barrientos, ya que, al abordar el problana de la materialización de los espíritus, Tarantasia asegura que ésta es posible, en contra de santo Tc¡nás, quien defienden la incorporeidad de dichos espíritus. Parece que la verdadera labor del futuro Inocencio V fue la de conjuntar de manera coherente dos mantalidades. teológicas enfrentadas, sin optar por ninguna de ellas. Parece que Barrientos sigue a Tarantasia sólo cuando éste coincide con santo Tanás, pero, en realidad, la dependencia entre artas obras no es directa, sino que Barrientos tana la cita de los ca~ntanii de Tarantasia a través de la obra tanista. Y elio no se dewaestra tan sólo por vía negativa, caw en el caso anterior, sino tazrbi.én en la única cita de los ccr¡Entarios que aparecen en el Tractado de la divirrn~r’a. Originalmente, pertenece a los CamEntarii, pero tatián aparece en la Suma theologica (Secunda secunde, q. 96, art. 2>. De acuerdo con la doctrina tw&sta sobre el particular, se afinna que para predecir el futuro es lícito observar el tiempo atmosférico y sus variaciones, por curso natural; pero es ilicito y reprobable hacerlo intentando imponer la voluntad hinana sobre el orden natural y divino. Que el hatre quiera estar por encima de Dios o de la naturaleza es absolutazmnte ilícito y reprobable. De nuevo, santo Tanás resulta ser el vinculo entre la obra de Barrientos y el resto de las fuentes que aparecen en el Tractado de 113

Los c~ntarii de Gil de Ecca o Egidio Ranano”’, a pesar de estar conceptuados por la crítica can aristotélico-tcnistas, excepto el cccEntario al libro 1 de las Sentencias”8, no son el producto de la refundición de textos ajenos, can en el caso de los ca~ntarii de Tarantasia. Bien al contrario, se trata de un autor que defiende sus propias tesis, aunque en ocasiones éstas coincidan con las de Santo Tcnás; pero esta coincidencia es un resultado a g~ri,gr~,. Gil de Rina y santo Tcxnás siguen caminos propios e individuales cada uno; de hecho, no existe coincidencia entre axtos en la argw~ntación, y es aquí donde Egidio Ecmnano da,estra su originalidad. A pesar de estar de acuerdo con santo Tmnás en machas de sus resoluciones (de ahí que se hayan calificado sus cc¡irntarii de tanistas>, éstas se arguyen con razones diferentes. Barrientos, que parece darse cuenta de la originalidad de Egidio Ranano, al citarlo en su tratado, deja a un lado el proceso de razonamiento para pla~ar tan sólo las conclusiones. Así, una amplia argumentación de Gil de Rina (Ccimntarti, II, dist. VIII> sobre las posibfl.i.dades de los espíritus para corporeizarse, queda reducida en el Tractado de la divir~¡r

167 Algunos estudios y bibliografías sobre Egidio Ranano son: Mattioli, Studio critico sopra Eaidio Ranano Colonna, Ecea, 1896; 6. Bonfitto, ~gg~ di biblioarafía eaidi~np, Florencia, 1911; E. Hoceder, Gules de Eme et Saint Thceas, Paris, 1~langes Mandonnet, 1912. 168 E. Gilson, 2R~A44, p.5O8. 114

Jacobo de Vorágine

Son machas la recopilaciones hagiográficas que se escriben durante la Edad Media. Todos estos textos intentan acinalar el mayor náinro de testinnnios posibles, lo que les lleva a repetir, con más o nEnos originalidad, textos de autores anteriores’9. Cuando esta tradición llega al siglo XIII, la narrativa hagiográfica se encuentra en uno de los ~ntos de mayor esplendor, no tanto por la originalidad de las obras, sino más bien por la cantidad de datos e historias que se han ido acunalando en los autores anteriores • Es, en este ~nto, cuando surgen hagiografías tan importantes para la literatura de los siglos XV y XVI cazo la ~ de Jacobo de Vorágine, las Vitae Patrum de Bernardo de Brihuega, o el Sveculum Sanctorum seu Vitae Sanctorum de Bernardo Guido .

La ¡~g¡~~17O cazo se sabe, fue el ccxnpendio hagiográfico más utilizado durante los dos siglos siguientes a su creación”’. La finalidad que

169 Algunos autores, en su intento de realizar ita overa cmiia, tnan textos ajenos. Así, Valerio copia la Historia m’iachonn de Rufino, el De reparatione lansí de Juan Crisóstcmn, las Vidas de Pablo e Hilarión de Jerónjizo, la Vita Martini de Sulpicio Severo, y la Vida de San Azrbrosio y San Germán. Vid. Serafín Bodelón, ~ p.22. ~ Al citar este texto nos referi~s en concreto a la traducción al castellano realizada por José Manuel Hacías, Madrid, Alianza Editorial, 1982, quien, a su vez, sigue la edición canpuesta por Th. Graesse en 1845. En sitas ediciones, aparecen publicados 182 capítulos originales de Jacobo de Vorágine más sesenta y uno de suple~nto, escritos por diversos autores.

“‘ Por ejauplo, escribe el Reverendo Padre Servé Savon en el estudio previo a su edición de La léaende dorée, Paris, Garnier-Flaninarion, 1967, p. 11: “Tout cecí fait cccprendre qu’aprés avoir connu une exceptionelle fortune pendant plusieurs siécles la 4g! ~dor& ait vu son crédit décliner rapidsimnt des les XVIe siécle sous les attaques conjuguées d’une érudition plus ~dgeante et d’une pi.été plus austére, défiante devant ini surnaturel trop extérieur et hostile á 1’e,wbérance et ant bizarreries de 1’ imagination 115

este texto tiene en la obra de Barrientos se reduce a su razón de ser más innEdiata, que es la de manual ejemplificador; y, cazo tal, posee un valor plenanEnte didáctico. Todas las citas hagiográficas que aparecen en el Tractado de la diviiwne~ están tanadas a izodo de ~m~1xn.Son un testinnnio más de autoridad, cazo h~s sefialado para la Biblia y para todos los escritores cristianos salvo santo Tccás. Lo que aparece en la obra de Barrientos no es la tesis que plantea Jacobo de Vorágine, el conflicto entre

Dios y el Espíritu del mal; sino algunos casos concretos que ilustran el

Tratado, y en el que la Leyenda dorada tan solo aparece cazo iii repertorio hagiográfico, sin trabazón interna aunque con un tema caixan, cazo se puede ver

al contextualizar algunas de sus citas. A> Para ejemplificar que los dainnios pueden tonar y tanan cuerpo: A. 1> Vida de san Martin: “donde dize que estando sant Martín en el artículo de la mierte, le paresqió el spíritu maliguo, e c~ el glorioso santo lo vido díxole: ¿Oué fazes ay cruenta bestia? Non fallarás en cosa aue ma uueda enpaU~~ para vr a la abra ecétera, de lo qual paresce claramente que aquel spíritu tcai cuerpo para paresqer a sant Martín, ca de otra guisa non lo pudiera veer.” Vida de san Bernardo: “donde se lee que estando apassionado de dolenqia nnrtal, le aparesgió Sathán con otros machos spíritus de su familia, e ccznnqaron a dezir machas cosas contra el glorioso santo por le traher en desesperagión, el qual sin t~r ningi.no les respondió diziendo asy: Yo conosco aue non soy diz~o alcan9ar el revno de los 9ielos ~or mis nrrescimientos pero el Salvador le posee por dos derechos, conviene saber, por herenqia del Padre e por márito de su passión. El es contento con irno d’estos derechos • e yo ma tengo por bienaventurado de lo alcanqar por el otro derecho, c~ esto oyó Sathán e los otros spiritus de su familia, con grant confusión desaparesgieron, el qual aparesqer e desaparesger non se pudiera fazer sin tonar cuerpos, c~ dicho es.” (p. 183) A.3) Vida de san Antón; sin testim~nio: “E asiz»~zo se puede provar lo susodicho por algunas cosas contenidas en la Vida de sant Antón” (p. 184>. B) La aparición de los espíritus corporeizados causan admiración o espanto: 3.1> Vida de san Antón; sin testim-¡io: “E nunca se lee aver apares4do ángel bueno o malo que de tal aparigión non se siguiese alguna admiraqión o espanto, e aquesto caazo dize sant

—. 1~

. 116

Jeróniaz en la Vida de sant Antón, ca~i es así a los ángeles buenos cawn a los malos” (p. 190). kmque el testi~nio proviene direct~nte de una obra de san Jerónlnn, la idea tatién aparece en la hagiografía de Jacobo de Vorágine.

C) Los buenos espíritus causan admiración y confortan, los malos causan espanto: C. 1) Vida de san Juan Bautista: “onda dize: Bonorum anaelorum est pronriun ex sua visione territos verbis benizússtiús consolari. mali auten c¡uos territos senciunt maiori terrore concuciunt, quiere dezir que los buenas ángeles confortan con beni,~as palabras a los que se sienten espantados de su visión, e los malos ángeles acresgientan mayor espanto a los que sienten turbados de su visión”.

Pór lo general, en los ejemplos que aduce Barrientos, tanto en los de Jacobo de Vorágine cazo en los testiannios de otros autores, se da una relación lógica entre la doctrina que se quiere izostrar y el ~ que la ilustra. Se establece, por tanto, una correspondencia absoluta entre la ensefianza teórica y el ejemplo práctico. 117

Dos autores paganos: Aristóteles y Cicerón.

Frente a la tradición cristiana, que predcinina de manera abrumadora en el Tractado de la divinsr.ce, el papel de los autores paganos es nicho nrnor desde un punto de vista cualitativo y cuantitativo. En realidad, se reduce a

un escaso nttmnro de citas extraídas de L42~p~U4.~ de Cicerón y de dos obras de Aristóteles: la Física y la Metafísica; aunque tairbién aparecen nEncionadas otras tres obras de este autor, pero sólo su título: De anima, ~ sensu et sensato, y De mwria et raniniscentia

La Física y la Metafísica, dos de las grandes obras de Aristóteles, han sido objeto de diferentes caiwtarios e interpretaciones a lo largo de la historia de la filosofía. Los c~ntarios más importantes son los realizados por Averroes y Santo Tcmás; tairbién se conservan las obras al respecto de Avicena y Av±cebr6n,entre otros. En especial, interesa el caTsntario de santo Tcxnás por su vinculación con Barrientos. El Aqui.nate escribe doce ccmt.arios sobre otras tantas obras de Aristóteles, entre las que se encuentran, no por casualidad, las cinco obras que aparecen citadas o siaplalEnte nEncionadas en el Tractado de la 4j4~~j~. Por lo tanto, cabe preguntarse cúal es la verdadera fuente de la que “copia” fray Lope: si es directai~nte Aristóteles o bien si es éste, a través de los ccu~ntarios de santo Tcnas. De entre las referencias aristotélicas incluidas en el Tractado de la

~ sólo una de ellas presenta el carácter de una reelaboración literal o textual, cuando Barrientos renite al libro 1 de la Física para negar la posibilidad de materialización de los espíritus. He aquí el cotejo

. 118 de los pasajes correspondientes de Aristóteles y Barrientos, además del cazentario de santo Tanás:

Física, 1, 6. In octo libros Tractado de la Phv sicorum dt!4ng~Q!, 1, p. 177 expositio,I, 1, 21 Videtur autem Duo auten supponebat ca fablando Anaxagoras se Anaxagoras, ex qui.bus naturalxiente. de la infinita opinan, precedebat. Quortn nada non se utaccipiat canmem pndnun est quod etiam puede fazer algo, así opinionen physicorum ab omnibus carizo lo que es algo esse veram, tanquam naturalibus non se puede torrnar non fiat nuflum eorun philosophis nada, así lo que es ex eo quod non est. supponebatur, ~iM nada non se puede Propter hoc enim scflicet ex nihilo tornar algo. dicint quod erant niihil fiat sinil amia, et fien hiaiuszodi statuerunt alterari: alii auten congregationein et segregationen.

Cazo se puede ver por los subrayados, el latín de santo Tcxnás está macho más cercano al r~ance de fray Lope que éste al lenguaje de Aristóteles. Las otras dos referencias del Tractado de la divixwnrn que remiten a la Física (en concreto a los libros VI y VIII> no son más que la expresión de ideas básicas que aparecen iguaJ.nnnte en Aristóteles y en santo Tcxnás. De la Metafísica”2, solo~~ce una cita en la que se afi~a que no funciona la relación causa-efecto en los sucesos accidentales. Pero la cita, incluida en el capitulo dedicado a juzgar la licitud de la adivinaci.ón por x~dio de los astros, se interpreta a partir de la opinión y del razonamiento de santo Tcxnás; puesto que, en realidad, es este y no Barrientos quien remite

272 E. ?anofsky, op. cit., p.23, n. 3, sefiala cázo en 1215 la Universidad de París, por una decisión tanada en el Sínodo de París de 1210, condena por herejía la Metafísica de Aristóteles, entre otras obras. Dicha condena perduró hasta que en 1231 el Papa Gragorio flC la admitió tacitanEnte. Tan sólo treinta años después, santo Tanás cccdenza a escribir la Suuxna theolo2iae, de marcado carácter aristotélico, y poco después (1268> sus cccentarios a la Metafísica

. 119 al filósofo. Barrientos sigue litera.b~nte el tratamiento que hace de la cuestión santo Tcc~ás en la Sixtina theologiae, y t~a inclusive la cita de Aristóteles con la que santo Tanás arguzrenta. En santo Tanás, fray Lope encuentra la ratificación de su pensamiento, mientras que Aristóteles sólo está utilizado cazo una auctoritas que ca~leta la argimEntación.

En cualquier caso, es importante observar que no es el Aristóteles de la ~fica,Política y Econúnica evocado por los bananistas”’ el que tiene en cuenta Barrientos, quien participa y está macho más cerca de la filosofía aristotélica, tal y caro se adapte en la escolástica de los siglos XII y XLII. Cciii, a santo Tanás, a Barri.entos le interesa la parte pseudocienttfica de la

obra de Aristóteles, porque quiere de2nstrar que los principios cristianos pueden explicarse tradiante la razón; lo que, según su peculiar visión, les dotaría de las cualidades de lo real. De este trodo, la concepción que de la magia se ofrece en el Tractado de la divinsrrn seria no sólo la que debe tener un buen cristiano, sino tarti.én la única posible raci.onalmente.

“~ Vid. Peter E. Russell y Anthon4. R.D. Padgen, ‘!Nueva luz sobre una versión española cuatrocentista de la Etica a Nicánaco”, en Hcx¡nnale a G Guastavino, Madri.d, 1974, pp. 125-146; Anthoni R.D. Padgen, “The D’iffusion of Arístotle’s ?tral ThIJ.osophy ti Spain, ca. 1400 - ca. 1600”, !44s~, DOCE (1975), pp. 287-313; laureano Robles Carceda, “El estudio de la Etica az España ”, Renertorio de historia de las ciencias eclesiásticas en Es,s~fl~, Salamanca, Universidad Pontificia, 1979, pp. 235-353.

. 120

Cicerón

El Cicerón que aparece en el Tractado plantea otro problema de tradición textual. Barrientos cita el Scunium Scinionis, que forma parte del De

~~ki4&~. Sin aitargo, el testo caxpleto de esta obra no se conoce durante la Edad Media; debió de perderse en el siglo VII”4 y no se recupera hasta que, a finales de 1822, el Cardenal Angelo M~ realiza la prinrra edición. Desde el siglo VIII al XIX, sólo se conoce del ~kp~jbi4g& precisamente el fra~ranto en el que se nana el sueño de Escipión; frag~rnto conservado en nzmrosos marn.zscritos, sobre todo a partir del siglo X, y que fue incluso traducido al griego por el nnnje bizantino Maxim~ Planudes. Así, pues, en la Edad Media, con independencia de las citas indirectas,

del ~~~klin! sólo se conoce el SaIniuD Scipionis, con los carentarios de Macrobio y los de Favonio Eulogio. Pero el ccv~ntario de Macrobio es el que de manera más profunda enlaza con las inquietudes medievales, por sus ideas platónicas que encajan con la filosofía cristiana medieval. Aunque hay que tener en cuenta que no toda la filosofía medieval es platónica (en la línea marcada por san Agustín>, sobre todo a partir de los siglos XIII al XV, cuando se produce la renovaci.ón aristotélica de la escolástica. En cuanto al cc¡rantario, Macrobio lo realiza sin adjuntar el testo original. Más tarde, y quizás por una necesidad de los receptores, actos textos -original y caxnntario- candenzan a aparecer juntos; lo que mitiva la separación del Sueño de). resto del PgIgpiak~4n~. Con posterioridad, los

~ Vid. Sobre la República, ed. de Alvaro D’Ors, Madrid, Gredos, 1984, PS 10.

. 121 Inamanistas atienden a otros criterios, ya que ensalzan cain valiosa la obra original, en detrinento del carantario, lo que llevaría a la publicación del S~iium Scipionis sin la interpretación de Macrobict’5. De la historia que cuenta el sueño de Escipión, Barrientos se refiere al pasaje concreto en que se describe la aparición de Africano después de ixuerto. Analizando lo que conoc~s de la tradición textual, y después de revisar texto y cairntario”6, todo hace suponer que Barrientos utiliza el texto original de Cicerón, que cita literainnite, aunque fray Lope lo traduce del latín al r~ance. De todos nrdos, en el pasaje citado no hay ninguna referencia a los carantarios, cazo se puede ver al canparar los textos. Además de que Barrientos no utiliza cazo título de la obra Sainium Sciovionis, sino

~3~pi~kli~. A pesar de todo lo cual, parece probable que Barrientos conociera tantién el texto de Macrobio, que fue, a su vez, el más difundido:

Tractado de la divinmn~y~, p. 184-5 Cicerón, ~gpjjkiÁg~, 1. VI, 10 Asymszo pone Tullio en el libro De •.. .quan ubí adnoui, equiden r~~k14s& que veyendo Sqipión que cohorrui; sed ille: ‘Mes, inquit, Africano, que era mierto, le anian et coitte tirzore, Scipio, et apares9ió en forma más espantable quae dicam nszoriae trade”’. que lo él oviese conosqido, súbito cayó espantado, al qual dtco Sqipión: Esfuér9ate. non temas, e nota las cosas oue te diré ecétera.

A.T. Macrobii, Ccairntarii iii. saxnium Scipionls, 1.2 - 1.3, p. 11. corporis, si tanto ingurgitatus mit distentus cibo vel abundantia praefocari se aestinnt vel gravantibus enierari, mit contra si esuriens cibum mit potum sitiens desiderare, quaerere, vel etiam

Cicerón, Sueño de Escinión, ed. Antonio Magarifrs, Madrid, Clásicos Fiwrita C.S.I.C., 19502. La introducción que realiza A. Magariños al texto aborda, de forma básica, el problema de tradici.ón textual de la obra. Para el texto ciceroniano acerca del Scm2ium SciDionis, véase La £4pijk~4qu~, ed. Esther Bréguet, Paris, Les Dalles Lettres, 1980. y para el cainntario de Macrobio, Cairantarioria in sandnm scivionis libri duo, ed. Inigi Scarpa, Padova, Liviana Editrice, 1981.

, 122 invenisse videatur: fortunae ami se quis aestimat vel potentia vel magistratu aut augeri pro desiderio aut exui pro ttzore. haec et his si~lia, quonaan ex habitu ~ntis quietan sicut praevenerant ita et tubaverant dormi.entis, una cun samo avolant et pariter evanescint. hinc a inscxmio naxnn est non quia per saNdiEn videtur -hoc enia est huic generi cainme ami ceteris-. sed quia in ipso samio tantnn nndo esse creditur din videtur, post samium nullan sui utilitatan ver significationan relinquit”

Sea cazo fuere, la cita del ~~ukli~ no tiene otra función en el Tractado de la divin~n~n que la de argunrntar en favor de la materialización de los espíritus, cuestión a la que Barrientos dedica la priirara parte, en la que intenta dezostrar con arguinntos oro et contra que los espíritus, inmateriales por definición, pueden materializarse. Al hablar de Aristóteles, señalamis que existían autores contanporanéos de Barrientos que veían la obra del filósofo desde otro punto de vista más cercano al que después se generalizaría en el siglo XVI. lo miazo sucede con el ~JpiakI4&g. Barrientos sólo cita a Cicerón cazo auctoritas, por su importancia histórica. Sin arbargo, escritores incluso de la prinDra mitad del siglo XV, canienzan a ver en Cicerón un ¡nielo de escritura, al m~szo tiempo que un referente inevitable de su actividad literaria.’7’ Es necesario subrayar que la mayor parte de las citas de autores cristianos y paganos, exceptuando las citas tcxnadas de santo Tcxnás, hacen referencia a la posibili.dad real de corporeizaci.ón de los espíritus. Así, Aristóteles es el autor que Barrientos utiliza para negar esta idea; frente

Por ej enplo, Enrique de Villena traduce la Retorica ad Herenniun de Cicerón y Alonso de Cartagena nsnciona en su obra la práctica totalidad de los textos ciceronianos sobre retórica. Véase, Ottavio di Camillo, El htnaniaw castellano del sialo XV, Valencia, Fernando Torres Editor, 1976, pp. 58-59. 123 a él los testinnnios de san Agustín, Jacobo de Vorágine o Cicerón; y, en ini acuerdo de solución intenradia entre ambas posturas, se encuentran citas cazo las de san Juan D~asceno o Egidio Ranano. Quizás por lo controvertido del tena, Barrientos actnila testi¿zonios en uno u otro sentido. A nido de conclusión, se adhiere a la postura conciliadora, según la cual los espíritus no pueden t~ar cuerpo, excepto cuando se corporifican por n»diación divina.

Solución intenradia que coincide, también en esta ocasión, con la que adopta santo Tanás. Por últix¡n, reseñar que la aportación que realizan estos dos autores paganos, Aristóteles y Cicerón, al Tractado de la divinw’re es ínfima ~ pero lo es aú~ más si se carpara con las conti.mias citas aducidas de autores cristianos. El prinEro de ellos queda subsumido en la doctrina tcaista, cazo se ha visto; el segundo pasa a formar parte de la lista de autoridades citadas. 124

6.- Breves ccxialñeraciaies lingilísticas.

La lengua del Tratado de la adivinanza se ajusta a las características generales de la época. Cazo afirma Lapesa en su Historia de la le¡~pe

española, en “la prinEra mitad del siglo XV pervivían en la lengua michas inseguridades: no se había llegado a la elección definitiva entre las distintas soluciones que en michos casos contendían””8.

Vacilación en el vocaliazo átono: por ejemplo, guistiones

ouestiones (p. 209); .~~si4x~& (PS 172) pero ~izi4r.~ (p. 1173); ~fl, (p. 166)

pero humilldat (p. 269); .~Qs!X (p. 178> pero bitares (PS 178); inconvinientes

pero divinos (p.

201). También alternan las formas ~

a) En el caso de la -~ y -d: ~ (p. 169), n4n&¡~ (p. 269),

~ (PS 197), divinidat (PS 203) o enfernedat (PS 251) alternan con

por ‘sastre’ que, segi~n señala Emilio Alarcos Llorach”9, era trueque frecuente en el castellano nedieval

“s Madrid, Gredos, 1981’, p. 272.

Fonología esi,aíiola, Madrid, Gredos, 1983~, PS 266: IHay que señalar que ciertas oposiciones eran algo vacilantes: prtraro, por el escaso margen de seguridad entre sus mietros, y segundo por su distribuci.ón defectiva en el discurso. Por ejatiplo, entre fricativas ápico-alveolares y dorsopaiatal.es hay, en el castellano ¡radieval trueques frecuentes”.

. 125

c) A su vez, el grafena -ss- , que aparece normain2nte en posición

intervocélica: prossecu9ión (p. 169>, ne9essario (p. 169), passos (p. 170),

cessaré (PS 170), exnressa (PS 172>, ~ , espessa ,

aparece también en falsso (PS 177) o en falssedades (PS 230), lo que

contradice la oposición sorda/sonora de la sibilantes, caw señala también Emilio Alarcos180. d) En general, se prefiere f- a cualquiera de las otras dos soluciones, h- o ausencia de grafía, lo que es bastante ccxrún en el lenguaje literario de la época; así, fechura

fablan (PS 173), filo (p. 190), fidiondo

e) Optapor la.~ líquida en: stixttos (PS 231), .~t~2S4& (p. 173),

~ .

f) Se prefieren las consonantes dobles en: t~xar (PS 264), ~

, auttenticos , e incluso en inffunde (p. 174>, coniunc9ión (p. 176); adenás de que se conservan grupos de consonantes que en el habla se irían simplificando, cazo estiMo , illusiones , htnilldat (PS 269>. Los aruvos consonánticos: suelen mantenerse frente a las formas

reducidas, que aparecen en n~nor núnnro, así el grupo -~-: esclarescido

166), ~ (Ps 167; también ~¡ ¡, p. 203>, ~2~~A~42 , aDares9ió <~s 181>, Pres9i.en9ia

(PS 168; tairbién tratado, p. 220), auctoridades (PS 169>, contractos (p. 172; 126

t~ién contrato, p. 246), subiecto

206), coniecturas (p. 207), mmctos (p. 209; también puntos, p. 235); -~—:

izwrantes (PS 170; también inorantes, PS 170); -W-: en dubdas (PS 168) y -

en escriptura . Cultisnos: Aparecen algunos cazo ~

, imposíbile

~ , animalias (p. 248), leventes (p. 171>, ~ygj~g (p. 230); y el uso de los grafenas ph,

sh, y ~h: christianíssixzo (p. 167>, ~hilosofos(p. 172), theólogos

pi4S~n (PS 216), pb~gg~~ , thesoro ,

filosophaJnrnte (PS 186>; al mi~ tietipo que nntátesis vulgarizantes, cazo

por ejetiplo, ~r~g¡g~ por ‘milagros’ (~s 184) y ~4~4g~ por ‘prelados’ (PS 167).

Por lo que al aspecto nnrfosintáctico se refiere, en general, el Tractado de la divinaire posee la características caames a los textos en prosa de principios y nEdiados del siglo XV’82. Así, se usa el participio de

presente en lugar de la oración de relativo ; la prosa se desarrolla de manera profusa al repetir, en ocasiones, un mi~ concepto con proposiciones equivalentes o, incluso, en los misnos términos

inposibles, [...] Prix~ranrnte provareins ser inposible la adevinansa E...] dende resultará que son inposibles las espegies de arte mágica”, pp. 172-3);

~ Es escaso el uso del superlativo hasta bien entrado el sig).o XVI. Vid M~ Rosa Lida de Hafldel, Juan de Mena. Poeta del ~rerrenacAniento es¡>añol ~tcico,el Colegio de bÉcico, 19842, PS 258, n. 31. 182 Vid. Rafael Lapesa, op. cit., pp. 265-274.

., 127 el intento de conseguir la mayor claridad e~ositiva se refleja formalmante

en el uso repetitivo de claúsulas sinátricas o paralelas ; el gusto por lo

arcaizante aparece no sólo en el léxico (ursn2 PS 170, sotil PS 177, defender ‘prohibir’ p. 257)8¿, sino ta¡rbi.én en algunas formas verbales (272 p. 168, g~y~4g, p. 230>, sobre todo en la formación del futuro y el condicional. Por lo que se refiere al futuro, se registra en varias ocasiones el uso arcaizante de la pérdida de e en los verbos en .g¡, lo que, en este caso, se soluciona con la unión de atas consonantes, con la exigencia de una matAtesis, así podría aparecer “porné” y tatién “porré”’85, pero lo que aparece en el Tractado es una nnzcla de estas dos formas, ~ . En cuanto al condicional se usa de manera frecuente en su forma arcaizante, así, seauirse

g

183 Rafael Lapesa señala en su artículo “Los casos latinos: restos sintácticos y sustitutos en español”, B.R.A.E., 1964, pp. 57-103 que “El uso de a ante el objeto directo personal se ha entendido con el transcurso del tiatipo: el español madieval y clásico lo ofrecían con regularidad nicho manos que el moderno”, p. 77; y añade que aun en los siglos XVI y XVII era frecuente la ceisión.

Vid. M~ Rosa Lida, op cit, p. 239, n. 7 y 248. ~ R. ~néndez Pidal, Manual de aramática histórica esi,añola, [1904], Madri.d, Espasa-Calpe, 198(W, p. 323.

~a~Vid. Manuel Alvar y Bernard Pottier, Mirfoloz!a histórica del est>afiol Madrid, Gredos, 1983, p. 249.

, 128

7 .—Problsims textuales.

Del Tratado de la adivinanza se conservan cuatro códices manuscritos (E, N, 3 y 5) apa, aunque no llevan indicación alguna, se podrían fechar a madiados del siglo XV, por razones paleográficas. En tres de los códices, el Tratado de la adivinanza c~arte voltmn con otras dos obras del mi~ autor,

el Tratado de Caso y Fortuna y el Tratado de los suennos. Tan sólo el manuscrito escurialense posee cau único texto el tratado que aquí nos ocupa.

Hay trt quinto manuscrito (G) escrito, al igual que las copias antes citadas,

en letra gótica, pero ini riguroso análisis revela que se trata de una copia posterior que se podría fechar hacia finales del siglo XV.’~’ Se conocen otros tres códices (14, Do y EC), más alejados del miaito de canposición de la obra. El primro se conserva actualmite en la Biblioteca Nacional de Madrid, se trata de una copia del siglo XVI; el segundo se encuentra en la Biblioteca Pública de Boston y es del siglo XIX; y el tercero, tantién del siglo XIX, se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid.

El manuscrito E.’88 Se encuentra en la Biblioteca del Real }tnasterio de San Lorenzo de El

187 Fad.sten rasgos paleográficos, ca~ son el ainnto de los rasgos cursivos en la escritura, con respecto a los restantes manuscritos del siglo XV, y la aparición ya de rasgos humanísticos en algunas grafías.

~ Para ini estudio y transcripción paleográfica más ponlEnorizada de este manuscrito véase ~. trabajo, ‘!El Tratado de la adivinanza en el manuscrito h.Ifl. 13 de la Biblioteca del Real )tnasterio de El Escorial’t, Revista de Cuenca, Cuenca, (en prensa). 129 Escorial con la signatura h.111.13. En el la~ se encuentra grabado

“F.CVENGá”, que quizás se refiera a tui depósito anterior. El libro está escrito en papel y encuadernado en cuero marrón in follo Nunerado en arábigos en la parte superior derecha cante el error de repetir el núirro 27 en lo que corresponde al folio 27y y al 28r. Contiene tui total de 67 foli.os, de los que dos al principio y dos al final están en blanco. El

voltEEn mIde 274 x 185 mii. Su letra, gótica cortesana librarla, se forma entre

1400 y 1425 y, aunque tiene vida corta, dura prácticnte ini siglo. Se utiliza para los doan~ntos particulares que requieren algún e~ro y para códices que contienen obras literarias. Aparecen, asimisin, algunos reclanns en el texto que señalan la prinrra palabra del folio siguiente. La disposición de la página va a dos colurnas y sin colofón. El volurrn tiene dos tipos de filigranas: en las hojas de guarda iniciales y finales aparece una mano con estrella, marca que se registra desde finales del siglo XV; el papel del cuerpo textual está marcado con irnos nvntes, filigrana que se saplea sobre todo a finales del siglo XIV. En cuanto a la ornamntación, el texto se decora con pequeños detalles policrcvns, así lleva algunas capitales dSbujadas en rojo, aunque la mayoría de ellas aparecen tan solo apuntadas; la encuadernación, apenas adornada, lleva cubierta rígidas con corte dorado. El manuscrito E solanrnte contiene el Tractado de la divinmnc= y

conserva la representación gráfica y explicativa de tm árbol con. las diferentes especies mágicas (p. 218 de la presente edición).

El manuscrito N ActuaL~nte se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid con la signatura ma. 6401. Está copiado a i~diados del siglo XV sobre papel por una sola mano, y encuadernado en cuero. No sabe3ns nada de su paradero anterior.

. 130 Las madidas del libro son 285 x 200 nm. Este manuscrito se puede fechar paleográfica~nte hacia madiados del siglo XV. Su letra es una gótica cortesa libraria con similares características paleográficas a las de los otros manuscritos del siglo XV,

así, hay una perfecta distinción entre ~ y ~, se usa; y .~ alta en maddo y principio de palabra, a vesc, en principio aparece una s envolvente de gran módulo, y la s espiral es habitual al final de palabra, tarbién se diferencia con claridad s alta de f.

Contiene III + 72 + V folios, en los que aparecen -y por este orden-

el Tractado de Caso y Fortuna (fol.1 a liv), el Tractado de los sueños

debería ser el fol. 72, porque hay ini núnnro repetido). Este últinn resulta incanpleto, ya que se le arrancó, no sab~s cuándo, una página en la que aparecía presumible~nte el dibujo del árbol con la especies adivinatorias y el final de la Ouinta parte princiw’1 Hay dos tipos de filigranas papeleras que conforman este volxmn: en los folios de guarda aparece el antivo de los tres círculos, marca de agua que aparece en el siglo XIV y la prin2ra mitad del XV; en testo aparece otra marca diferente, se trata de una tijeras, esta filigrana es exclusivannxte de origen italiano y parece anterior a 1433 ya que no va accmpañada de ningún signo accesorio. La página va dispuesta a plana ccopleta y sin colofón. En cuanto a la ornanentación del texto es niocrana, se usa el color sepia, con hueco para dibujar las capitales que van tan solo apuntadas. El volimnn está

encuadernado con cubiertas rígidas de cartón y ti.ene ini corte natural anteada de color rojo y negro.

El manuscrito G Este volurrn perteneció a Pascual de Gayangos, a quien se lo regaló su

. 131 amigo Miguel Lafuente Aléantar. Ahora pertenece a la Biblioteca Nacional de Madrid, registrado bajo la signatura ms. 18455.

El volunen, U + 63 + 2 + 1 folios, contiene los tres tratados de Barrientos que anterionrente he~s señalado; el Tractado de la divinAnse ocupa los folios ir a 26v. Al final del volunEn hay dos folios añadidos <64-65) en los que alguien anotó algunos rasgos de la vida del autor con posterioridad. Su letra gótica, con algunos rasgos de humanística, se puede datar hacia finales del siglo XV. Escrito sobre papel, la tinta es de color sepia con versales en rojo, aunque algunas de ellas faltan y tan sólo aparecen apuntadas

al margen. Mide 255 x 195 mii. En cuanto a las marcas de agua aparecen dos nudelos diferentes: por una parte, en los foli.os de guarda, se aprecian tres círculos (y4,4. el manuscrito N); por otra, en el texto aparece una mano con una cruz (x~4. el manuscrito E). La página va dispuesta a plana ocopleta, y no aparece colofón alguno. La ornaflEntación es policrcxna, en el texto aparece el color sepia y las versales que han llegado a ser dzfbuj as, las anotaciones y las llamadas de atención van todas en rojo. Su encuadernación es blanda en pergamino. El corte es natural.

El manuscrito 3 Pertenece a la colecci.on Egerton del British btsetn de Londres, con la

signatura E. 1868. Está incluido en ini voltmEn ndsceláneo en el que se contienen, entre otras obras, los tres tratados de Lope de Barrientos. El volimen tiene en total 268 folios, de los que el Tractado de la divln’n~ tan sólo ocupa del fol 95v al 146. El material sobre el que se escribe es papel. Su letra, nuy caligráfica, es tma gótica de nEdiados del siglo XV. Copiado por una sola mano, no contiene la representación gráfica del árbol de la especies de adivinanza. Resulta prácticamante ilegible por deterioro del manuscrito el últi~ vuelto del Tractado de la divinatv~, por

. 132 lo que, de alguna manera, resulta también incanpleto’”.

El manuscrito 5 Se encuentra entre los manuscritos conservados en la Biblioteca Universitaria de Salamanca con la signatura ms. 2096; aunque anteriomte perteneció a la Biblioteca de Palacio, en Madrid. Escrito sobre papel, el volunnn contiene 58 folios en total, de los que el tratado que aquí estudianns ocupa del 12 a 55. Mide 290 x 200 m2’0 Esta copia, que se puede fechar hacia n2diados del siglo XV, aparece firmada al final por Dcningo de Santervas, que en algún repertorio bibliográfico”’ se identifica con el ncutre del copista. Carece astni~ de la representación gráfica del árbol desde su canposición.

Las copias de los sidos XVI y XIX La copia fechada en el texto con el año 1549 se encuentra asimimn, en

la Biblioteca Nacional de Madrid con la signatura ma. 8113. Se trata de tu’ volunnn misceláneo que, de Lope de Barrientos, contiene el Tractado de los sueños

189 No puedo aportar otros datos codicológicos de los manuscritos B y S ya que no he tenido acceso más que ini microfilm de los misnvs. ‘90Los datos ofrecidos en la descripción de este manuscrito corresponden a los de la B.O.O.S.T.3, núm. 2798.

191 B.0.0.S.T.’, núm. 2798

. 133 Las copias del siglo 2W~ se encuentran en la Biblioteca Pública de Boston y en la Biblioteca Nacional de Madrid. La priz~ra de ellas está registrada dentro de la colección donada por Tic1c~or, con la signatura D.7192. Según la B.O.0.S.T.” este manuscrito decinrndnico es una copia del que perteneció a Pascual de Gayangos (G), fechado en el siglo XV. La segunda se encuentra dentro de ini volu¡~n mlsceláneo catalogado con la signatura ms. 2915, donde el Tractado de la divin~nca ocupa los folios 2r a 32r; este manuscrito (EC) procede de la biblioteca de don Seraffn Estébanez Calderón y, según consta de manera expresa en el texto, se trata de i.na copla sacada de ini códice que pertenció al conde de Torreplana. Si nos atenatns a los datos que ofrece el cotejo con el resto de los manuscritos, hay que afirmar que nuevaiwnte se trata de una copia del manuscrito G; de lo cual se podría deducir que dicho volulEn antes de pertenecer a Gayangos perteneció al ya mancionado conde de Torreplana.

2 Este manuscrito aparece recogido por H.G. Sones, “Early Spanish Manuscripts itt Public Libraries”, La Coronica, 6-1 (1977), p. 42. Pero tanto H. G. Jones, p. 43, c~ Faujihaber, B.O.0.S.T.3, núm. 50, DEncionan la e~cLstencia de otro manuscrito del siglo XIX del Tractado de la divixu.nrn. La Public Boston Lybrary no reconoce tener entre sus fondos dicho manuscrit¿, por lo que tan sólo se ha podido constatar la existencia del testo que resulta ser una copia del manuscrito del siglo XV que perteneció a Gayangos

En prinnr lugar, ziediante el cotejo de los mam.zscritos más cercanos a la fecha de caziposición de la obra

Según el cotejo de las variantes de estos cuatro códices, aparece tui rn3nero iz~ortante de casos en que la lectio de B y 5 coincide frente a la de 14 y E; y, dentro de ellos, en ¡michas ocasiones las lecturas de B y 8 presentan errores camines conlintivos frente a los otros dos textos. A partir de la collatio realizada, resultan más de una treintena de errores de este tipo. Los más si&dJficativos son: B,S: E,N: p. 169, 1. 3 dividat 1 diversidat p. 169,1.7-8 eescrivíenalgunosleaunalgunos p. 175, 1. 5 toviese ser subjecto 1 toviese ser sin subjecto p. 175, 1. 17-18 ca posible fuese 1 ca si posible fuese p. 176, 1. 13 hornánicos 1 orgánicos 135

PC 176, 1. 17 cuerpo de plata 1 cuerpo de planta

PC 178, 1. 7 otherogéneos 1 etberogéneos

PC 187, 1. 7 materia 1 manera PC 188, 1. 13-14 non se enz~orporan las non se encotporan con los cuerpos 1 segund se encorporan las ánimas

PC 189, 1. 20 De Lbrica 1 ~~lica p. 198, 1. 6 espegies gelestes 1 esperas gelestes

PC 216, 1. 16 spitulanqia 1 spatulanqia

PC 219, 1. 7 blanas prestigur ¡ llámase prestiginm p. 220, 1. 5 espeqi.es en maneras ¡ espeqies e maneras PC 221 Falta el título que corresponde al capitulo 1.1 p. 225, 1. 1 machixiatoribus 1 machinationibus p. 226, 1. 1 Capitulo xa ¡ Capitulo quarto

PC 228, 1. 1 arispiciun 1 avispicium p. 230, 1. 8 aquel e efecto ¡ aquel efecto

PC 231, 1. 6 lntestus 1 Instintos p. 232, 1. 5 Contracto de los suennos ¡ Tratado de los suennos p. 239, 1. 3 encantas ¡ encantar p. 240, 1. 6 dolos 1 dolor p. 240, 1. 8-9 cotidiana deesa ¡ con Diana deesa

~C 245, 1. 4 fazer tal misterio ¡ fazer tal mixtión p. 245 1. 8 mugiones im~~i~ p.. 253, 1. 5 esservaqlón 1 observaqh5n p. 253, 1. 14 Pedro de Taransta ¡ Pedro de Tarantasia

PC 258, 1. 5 fuzia 1 finza

PC 259, le. 1 honzena dubda 1 XII questión

PC 265, 1. 14 es una e ninguna efica~ia 1 es yana e de ninguna eficaqia 136 p. 267, 1. 2 arte sacrílegar reprovada 1 arte sacrílega e reprovada p. 213, 1. 17 Deuteranine 1 Deuteron~io PC 274, 1. 9 Deuteronanine La existencia de estos errores ocumes nos hace pensar que los manuscritos 3 y 5 pertenecen a tui estadio textual posterior al de N y E. Adala, By 5 quedan configurados dentro de una mIsna rama stemnática. Poda~s establecer, por tanto, una prinera agrupación en la que B y 5 se situarían en las ranas inferiores del stenna, frente a 14 y E que lo harían en la superiores. Un análisis de los errores separativos entre los manuscritos 3 y 8 da cai~ resultado la imposibIlidad de una filiación directa entre ellos, por lo que parece necesario pensar en tui subarciuetioo, fuente ccutin de actos. Vea¡ws: PC 223, 1. 2-3, E,N: mayor poder temían que los santos glorificados.

3: mayor temían oye los santos glorificados. 5: mayor gloria temían que los santos glorificados

Según el contexto, la única lectura posible es la de los manuscritos E y N. 8 introduce una innovación y 3 cante ini error por coisión. Así pues, parece lo más apropiado pensar que el evidente error de B se ha corregido posteriomnrnte en SC La adición de la palabra sI&r~, que no carece de todo sentido, probabl~nnte se origina por contaminación del adjetivo, y no por re~xir a ini texto anterior. Lo que implicaría una filiación B --> 5 • Sin erbargo, esta hipótesis no es definitiva, ccxv lo damiestran otros casos. p. 252, 1. 9-10: E,N: los cuerpos e los mienbros se axieven segund los zinvlmientos de los cuerpos qelestes. B: los cuerpos e los miertros de los cuerpos vnferiores son subiectos a los cuer¡~os 9elestes. 8: los cuerpos e los mienbros de los cuerpos ~elestes 137 Lo que aparece subrayado en B ha sido afiadido en el margen izquierdo por la mdsr¡a mano que copia el texto. Si 5 sigue al pie de la letra la lectura de B, éste realiza iz~ amDlificatio, “de los cuerpos”. Ahora bien, si 5 hubiera sido copia de B, ccw establecía el caso anterior, el copista habría afiadido la parte subrayada, ya que sin ella el texto carece por c~,leto de sentido. Fao cabe la posibilidad de que S copie de E con un error por salto de línea. Veatxvs, por tanto, otro ejsnplo que corrobore lo que aquí se ha planteado:

pe. 193, 1. 5-6, 5: “e... es a saber, que así ocmi las sustanqias intelectuales upe son los ángeles non pueden por sí veer las cosas

sensuales, así las cosas sensuales ocmi son los onbres non pueden por sí veer en propia esenqia las cosas intelectuales.” E lee Igual que 5, pero cnite la parte subrayada. No parece lógico pensar que este error hubiera sido subsanado por el copista de 5, sobre todo si tenazvs en cuenta que la lectura de este manuscrito coincide literajxysnte

con la de E y N. Luego 5 —--> 3. A esto se tren los casos en que falta texto en 3, que sí aparece en 8, con respecto a las ramas superiores. Y viceversa. Los dos ejeriplos citados se excluyen entre sí y, por lo tanto, se justifica la existencia de un nndelo anterior, cadnx a aritos. En el prfrEro de los casos (p.. 223), el error por cmnisión ya estaría en el subarquetipo, con la variante de que 8 intenta corregirlo, frente a B que solannnte copia. En el segundo (p. 252) es E el que corrige, frente a 8 que lee tal cual. La existencIa de este subarquetipo explicaría tazrbién que la arirlificatio apareciera en los dos manuscritos exact~nte en el ndsn orden. Ahora bien, hay que analizar la posibilidad de que el subarquetipo sea uno de los textos conservados, E o 14 • Esto parece prácticanEnte imposible, ya que N contiene algunas variantes que no aparecen en 3 o 8, que leen de forma 138 correcta y msy cercana a E. Veaz~s in caso: pe. 208, 1. 13-14, E,B: pongaxos por caso que conozcanns las causas intrínsecas extrínsecas de una ropa 14: ponganns por caso que conozcaixos las causas extrínsecas e extrínsecas de una ropa 5: pongas por caso que conozcanns las causas yntrínsecas de una ropa Por ma parte, E lee correctannnte donde 14 c~te un error, y suponiendo que E corrigiera sobre ese error el orden hubiera quedado alterado. Por la otra, 5, ccvnte tui error por anisión, en el que sólo utilIza el término que 14 cmnite. Pero e~dste, adanás, otra particularidad de E y 5 que corrobora este plnteanztento. Autos textos añaden ini párrafo de apro~dmadanente diez líneas, al final de la tercera parte del tratado (pe. 209f), en que piden al rey Juan II especial atención a este capitulo. Esta s~lica no aparece en ninguno de los otros textos del siglo XV, porque en realidad se trata del final del capítulo copiado del Tratado de los sue5os, al que hace nr>ción el propio Barrientos. Los copistas de E y 8 o, más probablswnte, aJ.gút copista anterior traslada indiscriminada3rnte el capítulo de tratado anterior sin expurgarlo de lo innecesario. E y 5 tampoco pueden derivar de E, ya oye N lee el 50% de las ocasiones con E (véanse ejeriplos en la lista de errores conjuntivos) y el otro 50% con E y 8 (pp. 17Sf, l8ibdef, lS2ahij, 18Thc, lB9bd, 2OSdef, 208ade, 220ac, 223de, 229afg, 230be, 244bcf, 270a) mientras que E lee una sola vez con E y ninguna con 8. A ello se añade la inexistencia de errores conjuntivos entre los manuscritos 3, 5 y E.. Por lo tanto, 3, 5 y 14 están dentro de una tana familia aunque en diferentes estratos, mientras que E no se incluye dentro de ésta. tina vez detenninada la filiación de los manuscritos en las dos ramas 139 Inferiores del stezma, el siguiente paso es establecer qué tipo de relación existe entre N y E. La posibilidad de una relación directa entre los manuscritos E y N carece de un apoyo textual.. E no puede derivar de N, ni viceversa, porque no contienen errores c~mes, y hay entre ellos lecturas equipolentes (por ejsnplo, p. 187, 1. 11, E: “en el VIII libro”! N: “en el 30 libro”; p.. 205, 1. 8, E: “en su ánima”! N: “en su corazón”). Además en algunas ocasiones E añade frases con respecto a 14 y por ditografía (pp. 175b, 180c, 203c, 204b, 206e, 227W así caxrz por falta de concordancIa

293 En la p.. 181, 1.. 5-6 E lee: “e. e le fablo e respondió”, frente al resto de los ~nanuscritos, incluido G que lo hacen: “.... e le fabló el qual aparesgió en figura de culebro e le fabló e respondió”. Por la Innecesaria repetición del verbo tablar analizarains esta variante dentro de los problemas del usus scribendi. Con independencia de esto, se trata de vn caso en el que se evidencia la relación, aunque sea en un nivel secundario, entre los manuscritos G, por una parte, y 3, 14, y 5 por la otra. 141 y que añade al manos una innovación de copista. Resolvaxos entonces que G, lejos de presentar un estadio anterior de la obra, resultó más deteriorado.

En cuanto al manuscrito citado del siglo XVI, parece una copia del manuscrito E, aunque el copista debía de tener a la vista otros textos, cain lo dawestra el hecho de que aparece copiado y posteriormnte tachado, el fra~nnto añadido dedicado al rey que sólo teníamos en 3 y 5. Posibl«zente se tachó por inoperancia, era inútil pedir algo al rey don Juan II bastantes años después de su maerte.

En res~n el staTxna quedaría establecido de la siguiente forma:

[O]

a

/3 14 G siglo XV 1.

E s ti siglo XVI Bo EC siglo JOX 142

El ~gp~p.

Una vez establecida la filiación de los manuscritos según el starina resulta evidente que E es el codex ovtimas o que, en teoría al manos, refleja de manera más aprczdmada la voluntad del autor, por ser el que contiene manos errores.. En este sentido, conviene no olvidar los errores conjuntivos de B y 3, atribuibles a los copistas, frente a E y N; errores que convierten a 3 y 3 en codices deteriores En cuanto a N, hains visto que el códice no está ccmnpleto, puesto que falta el final de la “Quinta parte prin¡ipal” y la representación gráfica del árbol de las especies mágicas que, según aventura Getino: “acaso por estar bien dibujado lo arracarían, pues el códice está nuy bien escrito”’9.. En cualquier caso, la sustracción del diagrama no invalida a 14 ccxin posible coder 2R~4~4!, puesto que en su estado original si era un códice ccmnpleto.. Se hace necesario, entonces, determinar y clasificar si las diferentes lecturas que aparecen en 14 con respecto a E son lecturas adiáloras (se encuentran en la constitutio textus) o bien se trata solanente de lecturas equitolentes (no van más allá del nivel de la recensjo), en cuyo caso las lecturas correctas determinarán el códice preferible para una edición crítica. Así pues, se pueden agrupar los errores de 14 en tres apanados: 1) Errores de copia, por ejs~lo: “aventura” por “ventura”, p.. 179f

“~ Vid. mis G.. A.. Getino, Vida y obra de F.. Laoe de Barrientos Salamanca, Males Sabnantlnos, 1927, p. LXXVII.

,. 143 “extrínsecas e extrínsecas” por “intrínsecas e extrínsecas” p. 208c “onzena” por “dozena”, p. 229a “tres cosas” por “quatro cosas”, p.. 256e “fablando de sí nnsro” por “fallándola de sí rearo”, p. 266d “visitativa” por “vegetativa”, p. 176a

2) Errores gramaticales; en especial de concordancia:

“esta parte se partirá en tres capítulos: en el prirero [CCC]; ne la segundt..”, p.. ].69h “e que tiene tal respecto con aquel cuerpo ccwmv tiene las intelligenqias con los cuerpos gelestes”, p. 175, 1. 12-13 “segunt deternrinazión de santo Tanás en el libro e questión susodicha” p. 257d “la sqiengia e sabiduría de las cosas advenideras, que sola¡rente ~ a nuestro Sennor”, p. 203a 3) Errores determinados por el usus scri.bendi.. Normabrente, en la citas del Tractado de la divirz~n~e, Barrientos explicita el notre del autor y el título de la obra citada, o del fraprnto al que se refiere. Cuando de manera excepcional no lo hace, Barrientos tampoco cita el original literajsrente, sino que lo parafrasea, caro aparece en E:

- “Ita esto ~ se prueva por dos ángeles que aparesgieron en

el sepulcro de nuestro Sennor in albis sedentes.”, p • 182h Por el contrario, N intenta precisar sin éxito la procedencia concreta del pasaje bíblico, para lo cual deja vn espacio en blanco: -“Ita eso n~aro se prueva por sant

sus partes, caro sucede en N. De manera paralela , se lee en N: -“se pnieva por algrcs auctos que están escriptos e aprovados en la Santa Escriptura, segunt se escrive en la estoria del apóstol Santiago”, p.. 223e Lo cual contradice tantién el usus scribendi, por las razones aducidas, ya que se renite sin citarlo literabEnte a vn pasaje concreto de los frclws de los apóstoles.

En resinen, por todos los errores examinados de N frente a E, este últim manuscrito debe servir de texto base para la edición crítica del Tractado de la divfr~nrn

195 Barrientos tanti.én cita de manera genérica los libros de magia, caro la Clavicula Salcnxds, p. 201. Pero son evidentes las diferencias entre este tipo de obras y la Biblia. 145

Criterios de ediciñi.

Aunque mantene~s el estado gráfico en que se encuentra el texto, resulta necesario realizar algunas andificaciones, ya que no se trata de una edición paleográfica, sino crítica. 1..- Se actualiza el uso de 4/5 yde ulv según su valor vocálico! consonántico. 2.- La consonantes dobles en posición Inicial y final, y la E. con ese mi~ valor, se transcriben caro sencillas; aunque se respetan en interior de palabra (inifunde, p. 174) 3.- Las construcciones inusuales en el castellano actual del tipo ~

d ‘ oride, ~ se se5alan n~dSante itt apóstrofo.. 4.- Los diferentes tipos de s (alta, baja y envolvente) se igualan en uno solo, la ~ baja..

5..- Se resuelve el si9guo tironiano caro e. Aunque parece generalizado 96, en nuestro texto el uso de y a partir del primr cuarto del siglo XV’ no aparece ni vn solo caso. 6..— Se desarrollan abreviaturas sin indicación alguna. Las abreviaturas de nasal ante 2 0 b se sustitiqen por g, ya que, en el texto, son raros los caso de m.. 7..- Se actualiza el uso de mayúsculas y minúsculas. 8.- Se actualiza la puntuación.. 9.- Se actualiza la separación de palabras..

196 Véase, Rafael Lapesa, Historia de la lengua española, p. 280. 146 10.- Se actualiza la acentuación, con las siguientes excepciones:

- Se acentúa en su caso la y con valor vocálico.

- Se acentúa la forma fg del condicional.

- Se acentúa la á con valor verbal frente al uso de a caro preposici.ón. 11.- Se ern~ran las lineas del texto. Por últinr=,conviene advertir que el texto va accsnpañado de un doble sistema de notas. A pie de página, en orden alfabético, se indican tan sólo las variantes de los manuscritos N,B , 5,G, caro corresponde a un aparato critico negativo. Al final del texto, se editan las restantes notas.. IV ABREVflAS 148

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TRACTADO DE LA DIVINAN9A

E SUS ESPE9TiiS, <~]E 5C14 I.AS ESPE9IES DE LA ARUE MAGICAL. 166

Por mandamiento del miy esclaresqido e nzy poderoso e christianíssinn rey don Juan’, copilado por la su cmnill fechura. Cbispo de Cuencr.

QE. NES : Lo incluye de manera resumida dentro del titulo, con variantes poco significativas ~ 167

[Pr6logo]~

Rey cbristianíssi~, Prín9ipe de grant poder. Por quanto en el Tractado de los sueños, que por mandaiento de tu Alteza’> copillé, se faze nDnqi.ón de la adevinan~a2, e non se pusieron en él las espe9ies del divinar e 5 ade.rir.anqac por lo qual tu Señoría de nuev& me enbió mandar que d’ello te copilase otro tractado; en lo qual, camn dixe en el pri~ro de Caso e Fortunr3, se maestra bien tu virtuosa condigión e real deseo en querer saber lo que a todo rey e prínqipe pertenes¿e saber, ca1, non lo sabiendo, non podrías por ty juzgar e determinar en los tales casos de arte mágica, quando 10 ante tu Alteza fuesen denunqiados.. E por esta causa todos los prínqipes e perlados deven saber todas las espegi.es e maneras de la arte mágica, porque non les acaesca lo que~ soy qierto que a otros acaesqió: condenpnar los inoqentes e absolver los reos. Por ende, poniendo en execuc~ión tu real mandamiento, acordé partir este

a TÍTULO Tractado del divinar e sus espegies del arte mágica NBS Tractado de las espeqias de adevinangas copilado por mandamiento del christianíssimo rey don Juan por Iape de Sarrientos, obispo de Cuenca

que para tu Alteza NBS

divinar o adevinanqa >138

d om. de nuevo BBS

orn. comw dixe en el primero de Caso e Fortuna NBS

eG

9oinqueBs orn. e 5 168 tractado en seys partes.. En la prinnra, se dirá sy es posible o inposible que aya adevinan~a o arte mágica. En la segi.mda, se determinará d’ónde ovo

dependenqir o nasgimiento esta arte • En la tergera, se declarará qué cosa es divinanca.. En la quarta, se detezminará en qué manera pecan los que d’ella 5 usan. En la quinta, direnns quintas son las espeqi.es de la divdnanqt. En la sexta, se nnverán e soltarán las dubdas o quistiones que pueden occurir qerca d’el divinar e de sus espeqies..

pendenqia RS de la adevinanga o divinar ~ 169

Prinera parte d‘este tractado. Si ay adevinanga o n.

[Q]uantoa la prossecugión de la primra parte, es a saber que, entre los sabios de los phllósofos e los theólogos, ay grande diversidat’> sobre esta razon, por quanto los phfls5sofos afirman e creen que la adevinanqa e todas 5 las otras artes mágicas o si.~erstiqiosas son inposibles, por la manera que lo escriven e determinar los santos doctores aprovados por la Santa Iglesia;

los theólogos” afínnanlo en alguna manera por posible e sin, en algunos actos, por ne9essari.o.. E, segunt esto, esta parte se partirá en tres capítulos.. En el prt~ro, porneinst las razones naturales por donde los 10 philósofos pruevan ser inposible la adevinan9a e las otras artes mágicas, por las maneras9 que los tbeólogos lo escriven. En el segund&, diren~s las razones e auctoridades por donde los theólogos prusvair en alguna manera ser

oin. d’este tractado £ II Prinerarente si ay adevinan9a o non 1438

‘> d.ividat 3 : dividad 8

C e lo deterrninan G

los philósofos theólogos ~

• posible, e escrivíen algunos auctos por nesqesario ES

ponernos 35 ~ la nanera lBS ~ la segunda lBS

~ los theólogos lo pruevan NBSG 170 posible, e por donde confirmar su Intento. En el terqer&, pornenns la

conclusión e concordanqiac determinada por los doctores cathólicos. Esta prix~ra parte es materia mq ardua e de alta especulaqión, tal que

era mejor dezirsed por palabra biva que non por escriptura, por quanto ay en 5 ella algunos passos que por escriptura serían difíqiles de se entender, espeqiaiimnte a los que non saben los prinqipios de las sqienqias; pero,

considerando la excelencia ded tu alto juyzio, e asinnsin conosgiendo que non faltarán a tu Alteza sabios que te aclaren las dubdas que ocurrieren, porrne aquí las más palpables razones9 que podré e cessaré de poner otras de tanta 10 inportanqia que non sufren escriptura en rananqe, porque a los i,~aorantes non recres can dende mayores dubdas por las non? poder entender, ca de tu alto juyzio e entendimiento’, gierto scy que te serán clarar~nte~ manifiestas e notorias, d’ellas por ty e d’ellas con poca ayuda de sabios prinqipiados. Per& qéssolo por la causa sobredicha, por ser la escriptura en rcnanqe,

15 la qual viniendo c~ yerra a notiqia de algtmos inorantes podrían errar,

a afuman G

‘> la ter~era liES

c En! cocordan9ia por error.

d dezirse á ES

• serian de diffíqiles de se entender G

~ del tu E

‘ orn. razones 11BS

Ii non las liES

orn. e entendimiento RS

~ caramente G

> Yo RS 171 ca~ dicho es. E, por quanto todo lo que escrivo e escriviere es mi deseo que sea entendido quanto posible fuere a los leyentes, por tanto uso e entiendo usar el más plano estillo que pudiere, ca puesto que el altoa estilo

se sufra en las materia baxas, pero non es conveniente en las materias de 5 alta especulagión, ca de otra guisa el trabajo sería doblado, lo uno para

entender el estilo de la escriptura, el otro para entender la altura de la

especulaqión. Protestando en todo lo dicho e lo que dixere sienpre estar a correcqión

de Santa Madre Iglesia. Fide catholica ssnper salvt

el tal estilo RS

‘> En ~ soivr por arlar.

. 172

Capítulo prianro. De las razones por dcxxle pruevmi los phflósofos” que n es posible ayer divinanqa ¡da sus especies.

[E]n este prinnro capítulo, se deve considerar que todas las espeqies de divinanqa e de arte mágica se conprehenden generalmnte en tres, e de 5 aquestas dependen las otras, las quales todas se fazen o con expressa invoca9ión de los spíritus malignos, o por contractos táqitos, segund adelante se dirá. E salvando la astrología en alguna manera, todas tres se provarán por razones naturales seer inposibles, e después se dirá en qué manera son posibles’>. 10 Primaramente provarews ser inposible la adevinanqa e las otras speqi.es de arte mágica, por quanto si verdat fuereo que los spíritus mali~os oyesen e respondiesen e viniesen quando fuesen llamados, & con ellos se fiziese algund contracto táqito o expresso, seguirse ja que los spíritus malignos oyesen e fablasen e viesen e sintiesen c~ los onbres e los otros animales, 15 e por consiguiente se siguiría que toviesen cuerpos, lo qual. todo es inposible. Por ende, desque ayas provado que los spíritus malignos non oyen a los onbres, ¡da veen, nAzi fablan con ellos, nAzi menor pueden de los onbres

• físicos S orn. e después se sirá en qué rnanera son posibles ~ ~ s. 1. fuere E fuese NBSG

deG

orn. menos NBS 173 ser ofdos nAzi vistos, nAzi pueden responder a maestras demandas, nin tienen cuerpos nin los pueden tcoar, dende resultará que son inposibles las espegies de arte mágica. E prin~razmnte provar~s que non tienen cuerpos nAzi los pueden tanar 5 o res9ebir, e por consiguiente que non pueden oyr, rda veer, nin fablar, e

pruévasr en esta manera. Ca a los que dixeren e afirmaren que los spíritus malignos pueden tanar cuerpos, podá~sles’> demandar si en aquella encorpor~ión resqiben ntaqión alguna o non, e sy dixeren que non resgiben

aitaqiónc salvo que se están por la forma e manera que estavan ante de la 10 encorporaqión, segunt esto, seguirse ha que los spíritus malignos non se encorporen, pues en ellos non ay nadanqa alguna, e todavía se están en el seer prinEro, e segunt esto, tanto suena dezir que el spíritu maligno se encorpora c~ si dixswsd que la nada se encorpora, conviene saber, que ante de aquella encorporación non tenía seer aquel cuerpo, e después tavo seer, e 15 non que el spíritu resgibi.ese al cuerpo nAzi el cuerpo al spíritu. Si por ventura dixeren que quando el spíritu se encorporó resqibió alguna mtaxión, d’esto se seguiría qu’el spíritu fuese cuerpo, por quanto toda cosa que resqibe mtaqión es cuerpo, lo qual es claro r qualcpier que algo sabe en la sci.engia natural. E así se prueva e determina en el VP Libro de los Físicos~ 20 de lo qual paresge que los spíritus non pueden tc¡nar cuerpos. It~ esto nnsz~ se prueva por otra razón, por quanto dtziendo e

• proévase G II orn. e pruévase en esta rnanera RS

‘> les podemos >138

o o non, e ay dixeren que non resqiben rnutaqión ~

d dixésenos NSSG

eBS

, 174 afirmando qu’el spiritu se encorpora, negessariaznte avíanns de otorgar uno

de tres inconvenientesa. El prii~ro, o que aquel masin spiritu se torrna e se convierte en cuerpo. El segundo, o que aquel spíritu se’> inifunde en cuerpo,

por manera qu’el spiritu que antes era separado del cuerpo después se torrnó

5 potenqia en cuerpo, asf c~ la potenqia vegetativa e la sensitivac. El tergero, o conoscersws que el spíritu que de antes non era potenqia en aquel cuerpo nAzi con él fue después potenqia con aquel cuerp&, segunt e por la manera que es la ixxteligenqia con el cuerpo celeste. Sy por ventura dixieren qu’el spíritu se convertió e se tormo cuerpo, 10 esto es del todo inposible, ca non pueden las cosas tornarse una en otra si son sinples salvo si son conpuestas de materia e forma, tanto que la materias d’ ellas sea una; e macho más es esto inposíbile en las cosas que non son materia, nAzi forma en materia, segtmt son los spíritus. E sy por ventura ddxeren que la ¡~sna iziteligenqia non se tormo cuerpo, 15 salvo que se torrné potenqia infindida en cuerpo, así can~ la~ ánima vegetativa e la sensitiva, esto asiziesw es inposible, por quanto toda potenqia en cuerpo se divide e parte quando se paree el cuerpo en que está, segunt se prueva en el octavo Libro de los Físicos~, ca la cosa que tiene ser indivisible non se puede infundir en cuerpo divisible, ca si así fuese

• En E ‘incoveniente? por error.

‘> orn. se G

~ sensitura 13

cl fue después potenqia sin aquel cuerpo ~ ¡ fue después potensia aquel cuerpo ~

• es a la ES ~ la materia e forua ¿‘ellas ES

~ orn. la DSG 175 torrriarse ja divisible lo que es indivisible, esto es inposible. Ca, por esta guisa, una cosa se tornaría otra cosa, verbi gratia, sy posible fuese que la blancura por sí masna toviese ser sin subjecto e de su naturaleza e propiedat fuese indivisible, non sería posible inftndir eh estendersec en cuerpo, salvo 5 queriendo confessar que tria cosa se puede tornar otra, lo qual es inposible salvo por la manera susodicha. E si por ventura dixeren lo tergero, convient saber, que la encorporagión del spíritu non es otra cosa salvo que de antes aquel spíritu non era potenqia con cuerpo, e después fue potengia con cuerpo pero non en 10 cuerpo; e que tiene tal respecto corr aquel cuerpo cr tienen las inteligenqias con los cuerpos celestes~, de lo qual se seguirían michas falsías La primara, que aquel cuerpo con el qual es potengia non puede fablar, nAzi oyr, nAzi veer, nAzi sentir con otro sentido alguno, por quanto el tal 15 sentir non pertenesge por sí a ningund spíritu o in.teligenqia, ca si~ posible fuese que” el ánima intelectiva estoviese por sy en el cuerpo del onbre sin

la sensitiva e sin la vegetativa, non podría’ el onbre z~verse ¡~tu recto

• orn. sin ES o HES ~ entenderme G

cl add. a RS

• orn. con 38 ~ add. e la ánima intelectiva con el cuerpo del onlire, liES ~ orn. si ES orn. que G

~ vesitativa NS

, 176 nAzi oy-r, nin tener otro sentido alguno, por quanto la causa de esto es la sensitiva, que es potenqia en cuerpo, e la intelectiva non puede seer causa de sarj antes actos; e sería” aquel cuerpo can quien se encorpora la inteligenqia tal camn es el cuerpo celeste, que nin oye, nin vea, nAzi siente, 5 nAzi se nieve ~tu recto La segunda falsía que se seguiría de lo susodicho es por quanto aquel cuerpo, con el qual el spíritu tana liga” e conjuncgión para que sea forma con él e non en él, o es cuerpo conpuesto o simple.. Si por ventura dixeren que es simple, non puede seer salvo iro de los quatro els~ntos & imo de los cuerpos 10 celestes, ca non ay más cuerpos sinples, e si fuese alguno d’éstos non podría tener ojos, e pies, e manos, e boca, e lengua, e los otros mi.enbros orgánicor, por quanto los sobredichos cuerpos sinples son cuerpos hawgéneos, e non tienen nAzi pueden tener mienbros eterogéneos, nAzi es esto cosa que sin la fantasía lo~ pudiese pensar naturah~nte fabJ.ando. E si por ventura dixeren 15 que aquel cuerpo con quien tana liga e conjuncqión el spíritu es coapuesto, conviene que sea o cuerpo de minera, o cuerpo de plantr, o cuerpo de animal,

o cuerpo de onbre; e si fuese cuerpo de minera sería innvvible, segund son las mineras, e por consiguiente non podría andar, xxiii sentir, e por

~podrí~ causa ¿‘éstas >1

“ serian G

c Iigua~

de38

• hornánicos RS ~ orn, lo ES

‘ cuerpo de plata ~

. 177 consiguiente non se podría nnver aquel cuerpo que tanasen los spíritus malignos, o se seguiría dende que fuese animal ¡~vIble e inx~vible todo junto, lo qual es Inposible.. E aqueste mas~ inconveniente se seguiría si dixésans que fuese cuerpo vegetativoa. E sy por ventura dixeren que es cuerpo de 5 anua]? así cuznn cuerpo de león o de cavallo, o de otro qualquier animal, esto es inposible, por quanto dende se siguiría que fuese ragional e irra9ional todo junto.. E si por ventura dixeren que aquel cuerpo que tana el spíritu es cuerpo de onbre, esto aslnnin es inposíbfl.e, ca si tal cosa fuese non podría ser tan sotil que entrase por Lagares estrechos e traspasas se 10 súbito grandes distanqias, quanto más bolar, segunt algunos dizen que buelan, ca todo esto es inposlble a los cuerpos de los onbres, ca de otra guisa seguirse ya que fuesen onbres e aves, e ragtonales e irragionales todo junto, lo qual es unposible. Otrosí aquellos cuerpos, en que se encorporan o en que se ¡~iestran los 15 spíritus malignos, o se engendran en aquel tienpo de la encorporaqi.ón o eran e tenían seer ante de la encorpora9ión. Si estonge se engendran, o” se engendran de algo o de nada, si dixeren que se engendran” de nada esto es falsso, segurid se prueva en el primaro de los Físicos’, ca fablando naturalx¡snte de la nada non se puede fazer algo, ca así caxa lo que es algo 20 non se puede tornar nada, así lo que es nada non se puede torrnar algo. E si por ventura dixeren que aquellos cuerpos se engendran de algo, o aquel algo de que se engendran es aJ.gino de los cuerpos que agora son, o es la materia

visitativo N orn. de 1438 0eBS engendraron 1438(3 s.l. si dixeren que se engendran de nada E 178 prima. Sy dixeren que se engendran de la materia prima, conviene que sean mo de los quatro ele¡mtos o de los conpuestos d’ellos, ca non puede seer otro segund que de sí unsin es claro; lo qual todo es inposible por las razones susodichas, ca si los tales cuerpos fuessen de are o de fuego, o de algmno 5 de los otros elsxrntos sinples, non terrnan mienbros orgánicos etherogéneot, nAzi oyrían2, nAzi fablarían, c~ dicho es; nAzi tanpoco pueden seer conpuestos de elainntos por los inconvinientes susodichos. De lo qual, resulta que los apíritus malignos non pueden tonar cuerpos. Otrosí les es de preguntar ay, después que el tal spíritu desaparesqe, 10 aquel cuerpo que avía tonado o queda algo & se torrna nada. Non pueden dezir que se torna nada’, ca segund dicho avezna, natura]mnte fablando inposible es lo que es algo torrnarse nada, así c~ es inposible la nada torrnarse

algo. E ay dixered que los tales cuerpos quedan e permanesqezr, estonge les será neqessario otorgar que los tales cuerpos tengan logar, ca negessarto es 15 a todo cuerpo tener logar, e” estonqe se deve denandar dónde es el lugar de los tales cuerpos, ca o será en el qi.elo o en el lugar de los ele~ntos, pero

‘> otberogéneos ES 2 tberogéneos ~ “oyriaE

cl e NES

• 2!. No pueden dezir que se torna nada, >138 ~ dixiere E ~ Se produce un fuerte hipérbaton en 38 al alterar el arden sintáctico: que los tales cuerpos tengan lugar, ca riesqesario es a todo cuerpo tener lugar, estonqe les será neqesario otorgar, orn, e >135 179 doquier que estoviere [nV,negessario es que sean de la natura del logar donde estovieren, ca el lugar sigoifica la naturaleza de la cosa que está en el lugar; e c~ los cuerpos qelestes non sean generables nAzi corruptibles”, segund esto, los tales cuerpos de los spíritus maligoos, pues” son generables, 5 inposible es que estén en el qielo. E si por ventura dixeren que los tales cuerpos non tienen logar en el qielo, salvo debaxo de la luna en el logar de los ele~ntos, esto es asinraxn inposlble, por quanto todas las cosas que están en este lugar son generables e corruptiblescl, e c~ non pueda seer generable e corruptible salvo lo que es conpuesto, seguirse ja dende que 10 aquellos cuerpos sean conpuestos de diversas cosas, lo qual es inposible, así por la opinión de los philósofos caHz> por la conclusión de los tbeólogos. E sy por ventura~ dixesen que non son conpuestos, salvo que se faten de algund elei~nto sinple, así c~ de ayre, o de fuego, o de alguno de los otros elawntos, esto asinewn es iz~osible, segvnt dexinns de sus~’, por 15 quanto todos los cuerpos sinples son hcmngéneos, e non puede” naturainrnte ningimd cuerpo sinple tener mienbros etherogéneos o orgánicos, de lo qual se seguirla que, si fuesen de algund elsato sinple los tales cuerpos que tanan los spíritus, oye non temían pies nAzi manos, nin oyrían nin fablarían,

a orn. estoviere ES : estovieren G

orn. fin corruptibles RS

2!’ pues ES

cl son gene e cono ~

orn. la RS ~ aventura >1

~ orn, de suso £

“ pueden £ 180 ecétera. Por estas razones e par otras machas que se podrían dezir, pares~e ser inposible que los spíritus puedan t~ar cuerpos, rdn andar, nln oyr, nAzi fablar, nAzi responder aunque sean llamados por los nigrcsnánticos, segund lo 5 qual paresqería que todas las artes mágicas non tienen seer real alguno,

sinon solnte en la fantasía de los que fingen saber las cosas advenideras.

ágora queda de pravar lo contrario de todo esto para que más claran2nte paresca la verdat, la qual provanqa non se podrir fazer por razones naturales, pero fazerse ha por testiminios e auctori.dades de la Santa

10 Escriptura, así del Testanento Viejo CQMD del Testamanto Nuev&.

podh bien fazer liES

b Nuevo Testairnto ~ 181

Capítulo II~. Fa que se prueva que los spiritus pueden tenar arpos, e arxlat, e oyr, e respccder.

PrinEranEnte se prueva que los spiritus t~an cuerpos”, segtnt se

prueva4 por el spíritu mali~o que aparesgió a Evr e le fabló e respondió, 5 segunt se contiene en el primaro libro de la lar, de lo qual paresge claro que el spíritu maligno tct cuerpo e fabló e respondi&, e por consiguiente que puedes tenar cuerpo para venir e fablar e responder, quando fuerert’ llamados de los mágicos. Iten esto nn~ se prueva por el spiritu maligno que tentó a Job, al

10 qual preguntó nuestro Sefor d’ónde venia, e respondió que avía gercado e andado la tierra9, el qual qercaú e andar e fablar non puede fazer otro~ salvo

terqero 9

b orn. e andar ES

o s. 1. cuerpos E

cl g~• segunt se prueva liES

• add. e le faLlé, el gual le aparesqiá en figura de culebro, ~¡~9

~ add. ecétera 1438 ~ pueden ES

“ fueron (3 ~ qercarniento RS

orn. otro BES 182 cosa que tenga cuerpo, segunt es claro a qualquier que tiene prin9ipios de sgienqia.r. De lo qual resulta que los spíritus malignos puedan t~ar e tanan

cuerposb. Ita asinrsnr, se pruevaM esto en el Testa~nto Nuevo por el

5 Evangelista, onda dize que el spíritu maligno aparesgió a nuestro Salvador en el desierto quando le fabló e le dixo: 5v fijo de Dios eres, faz aue estas 0, e Diedras se torrnen p~n’ después le~ puso sobre el pináculo del tenplo quando le dixo que él le daría todos los reynos del nindo si le adorase, segnnt lo qual paresge claro que el spíritu maligno aparesqia e fablava, lo 10 qual non pudiera fazer si non toviera cuerpo.

Ita estcr ~2HIX) se prueva poÚ dos ángeles que aparesqieron en el sepulcro de nuestro Señor, izi aThIs sedentes ecéterail. Otros# se prueva esto’ en la Vida de sant Martín, donde dize~ que estando sant Martín en el artículo de la nierte, le aparesgió” el spíritu

• s~ienqia HES

b add. ecétera 9 ~ esto mesmo RS

cl proeva G

• orn. esto £ ~ se BS ~ eso 38

lx sant lhueco en blanco~ donde dize que aparesqieron en el sepulcro de nuestro Sennor dos ángeles iii albis sedentes liES

~- add. mesina N38

se lee NES

ic orn. le S II conparesqiá ~ 183

maligno, e c~ el glorioso santo lo vido díxole: ¿Qué fazes a’~ • cruenta bestia? Non fallarás en mi cosa aue ma pueda enpachar para vr a la abra ecétera’2, de lo qual paresge claramante que aquel spíritu tctt cuerpo para aparesger a sant Martín., ca de otra guisa non lo pudiera veer. 5 Itet esto arsin se prueva en la Vida de sant Bernardo”, donde se lee que, estando apassionado de dolen9ia z~rtal, le aparesqi.ó Sathán con otros nichos spíritus de su familia, e ccmengaron a dezir rmichas cosas contra el glorioso santo por le traheú en desesper¾ión,el gua]. sin tazrr ningimo les respondió diziendo a4: Yo conosco oue non soy’ dia~o alcancar el revno de 10 los 9ielos oor mis nnresgimientos. pero el Salvador le posee por dos derechos

conviene saber, por heren9ia del Padre e por márito de su nassión. Él es contento con ira d‘estos derechos~4 yo ma tenzo por bienaventurado de lo

~ por el otro derecho”, camn esto oyó SaltAn e los otros spíritus de su familia, con grant confusión desaparesqi.eron, el qual apares~er e 15 desaparesqer non se pudiera fazer sin tanar cuerpos, came dicho es.

E de aquí paresge claramante provado nuestro intento, conviene saber, que los spiritus malignos pueden tcxnar cuerpos por la manera que adelante

• aquífl~

b ~ Iten NESG ~ Bernaldo SG

cl atraher >1 : atraer en despera~i6n ES

los reynos ES ~ add. a BES ~ a. 1. derechos E lx a mi (aun 14> taze rnerqed del otro derecho, por qual me tengo por bienaventurado HES

j de lo alcan9ar ecétera : fl~

. 184

[se]a dirá. E asin2sin se puede provar lo susodicho por algi..rias cosas contenidas en

la Vida de sant ~ntón”’~ ;C por otras machar escripturas auténticas, así del Testarento Viejo e Nuevo, caani por las vidas e miraglos de machos santos

5 canonIzados, se podrir provar ~ flE~, lo que]. se dexa así por evitar prolixidat, c~ porque esto basta a nuestro propósito.. E segunt estas auctoridades e testixwnios de la Santa Escriptura paresqe clara~nte que los spíritus malignos t~an cuerpos, e aparesgen, e fablan, e oyen, e responden, lo qual todo paresce contrario a lo que de suso se provó. Por quanto por las 10 razones sobredichas, se provó que los spíritus malignos non pueden tanar cuerpos, nAzi c’yr, nAzi fablar, nAzi responder, e por estas auctoridades e testinnnios autténticos” de la Santa EscrLptura se primeva lo contrario, conviene saber, que los spíritus malignos pueden t~ar cuerpos e aparesger,

e oyr e tablar e responder. E si las unas razones e las otras todas fuessen

15 verdaderas, segunt por ellas paresqe’, paresgería la verdat repuguar e

add. se BBS Por error add. e asiinesrno se puede provar lo susodicho por algunas cosas contenidas en la Vida de sant Antón G Otrosy se prueva esto msrno en la Vida de sant Antón ecétera N omiten la frase carnoleta RS. add, e G

cl orn. rnuchas G

oLporES tpodráfl~

~ esso G orn. auttenticos >1

~ . paresge, ~ 185 cantradezir a la verdair, lo qual es inposible, ca non ay cosa que repugne e

contradiga a sí ~sna en xn i~&~ aucto e por ~n respecto, segund paresge contradezirse la verdat en esta parte; para lo qual, nos queda agora declarar c&flD se entiende esta encorporaqión de los spíritus malignos, por tal manera 5 que paresca la entiníión de las unas razones e de las otras, e quede la verdat en su fuerqa e vigor, segund detenninaqión de la Sancta Escriptura..

a 2!’ repugnar e contradezir a la verdat ~ 186

Capítula ter9ero. En el

5r esta questión se oviese de determinar filosophalmnte, ligera seria de determinar, por quanto los spíritus malignos nAzi” tienen cuerpos nAzi los

5 pueden tcrar naturaJs~nte”, segtnt se ha provado por las razones naturales antedichas, pero miraglosanrnted por pennissión e misterio de nuestro Señor pueden tonar e tonan cuerpos, segund se provó por los testiminios e auctoridades sobredichas de la Santa Escriptura. E non los tienen de suycr nAzi los pueden tazar por s, segund que inés larga¿~nte se determina en el Decreto

10 en la causa XX~VI~, questión quinta, donde en~ fin concluye e dize: Q4&s~~±§ ergo credit alioua creaturam. mit in nelius mit ti deterius~ imitan ant iii alían specien transformare’. nisí ab ipso Creatore per ouan facta sunt amia

(testante Johanne): amia Der iosi.n facta sunt nrocul dubio infidelis est • et ami pasano deterior’~, quiere dezir, qualquier que cree que criatura alguna 15 puede trasmidarse en or o en peor, o transformarse en otra espeqie, salvo

b non BBS

o carnalmente £

cl iniraglosa 9

• suso ~

~ add. su >1

~ add. ni 8

“ transforman BES

7 187 por nuestro Criador por el qual todas las cosas son fechas, segind testinnnio de sant Johan, el que tal creyere es infiel e peor que pagano.. E para mayor conosg2niento d’esta materia dezimos que, puesto que naturabz~nte los entendimientos hvnnanos, non alcangen nAzi basten para entender 5 la maneraa c&zni los spíritus tc¡nan los tales cuerpos, pero theologalnnnte fablando esto non es Inposible nAzi difíqile al podar de nuestro Señor fazer de ayre los tales cuerpos, pues crió de nada todas las cosas. E si algunos quisiesen? contra esto argUir, diziendo que lo contrario se prueva por sant Agostín en el VIII~ de la Ciudat de Dios, donde definiendo los spíritus

10 malignos dize así: Dawnes st.nt genere aniinalLa, aninn passiva • corpore aerer e duracione eterna’6, quiere dezir que los spíritus malignor son del género de los animales e sod passivos, los cuerpos tienen de are e son perpetuos en duraqi.ón, segund lo qual paresge que los malignos spíritus tienen cuerpos de suyo e non es a ellos neqessaria petmissi.án divina para los tazar. A esto

15 se deve responder que non fabla a14 sant Agostíri de sí ~ segunt su opinión, salvo” segunt la opinión de Apulegio, poniendo las palabras formales de Apulegicr’.

a uiateria ES

“ alguno quisiese BES

e 30 HES

cl Por error o erea 9

• los spfritus rnalignos e pasivos son del género de los aniuiales ~j

orn. son ES

~ add. salvo ES

h orn. salvo 38

~rn.poniendo las palabras forales de Apulegio. 9 188 Por ende con±irmandoalo susodicho, concluyo con Damaxeno, en el terqero capitulo del segundo libro, onde dize: Quia diabolus est sustantia incor~orea cuí neaue aliqua soliditas obstat assuntum taz~n” auoaue corpusc Art auo possit

conspicí a mortalibus’~, quiere dezir que el spíritu mali#io es substanqia sin 5 cuerpo, aJ~ qual non puede er~achar cosa alguna, pero algunas vezes tana cuerpo en el qual pueda seer visto de los mortales, que son los oztres. E si alguno contra esto quisi.eset argUir diziendo que, si verdat fuese que tonasen cuerpos, seguirse ~ que aquellos cuerpos nnresqi.esen gualardón o pena, segunt

los auctos que con ellos e en ellos obrasen, segund que los cuerpos de los 10 onbres maresgen pena o gloria segund las obras que en ellos e con ellos fazen las ánimas.. A esto se deve responder que non vale este argun2nto, por quanto los spíritus mali,gws non se ericorporan9 con los cuerpos segund se encorporan las ánimas, enformando sus cuerpos propios e dandoles ser c~ forma substanqial, salvo que tonan aquellos cuerpos para ser vistos e exerqer 15 algunas operaginnes con ellos, así camn con instn.mentos, segunt que los ofiqiales usan de sus instrn~ntos, en lo qual non se da el galardón o pena al instru~nto salvo al ofi’ial, el qual es reprehendido o loado e galardonado segund las obras que faze.

& afirmando G

orn. toen E : assunturn toen ileQible fl ¡ asumniecun orn, toen 8 : assuinit br G corus NSG

cl ni 8

oni. sn cuerpo, al ES

1 quisiere ES ~ orn. cori los cuerpos segurid se encorporan ~

. 189 E así es de dezir en nuestro propósito que los cuerpos que t~an los spíritus malignos, camn dicho es, son instrtz~ntos para exerqer en ellos aquellas oper¾ionesa que son deputados, e por tanto los tales cuerpos non resgebirén gXoria nAzi pena por las tales operaxi.ones, segunt que los 5 dnstnamitos de los ofigiales non resciben pena nAzi gualardón salvo los ofiqiales. Pero es aquí macho de notar que los cuerpos que resqiben los malignos spiritus, nin tanpoco los que resgiben los buenos spiritus, non son verdaderos cuerpos de aquella espeqie que se ¡muestran, segund que lo determina Egidio en el segundo de las 54~~3a~, sobre la distinqión octava?’9 E 10 asinesn, lo determina sant Agostín, en el noveno libro sobre el Génesi2o. Otrosí es de notar que asic los ángeles buenos c~ los malos, en el tonar de los tales cuerpos fazen tres cosas: la prinEra, forman aquellos cuerpos, la segunda, forman aquellos cuerpor represéntanse en ellos a la vista de las gentes, lo tergero, en prinqipio o en fin de su vista causan 15 miedo o espanto en aquellos a quien se representan, segund que se escrive por sant lachas en el prinsr capitulo, que estando Zacharías, padre de sant Joban, a la diestra del altar, le aparesqió el ángel, e luego Zacharías se turbó e el ángel le consoló diziendo: Non tenas Zacharías ecétera”. Asynnw pone

Tullio en el libro ~npukj±gr que veyendo Sqipi6n que Africano, que era 20 mierto% le aparesqió~ en forma más espantable que lo él oviese conosqido,

• orn. de dezir ES orn. octava BES

s. 1. así E : orn. así G

cl orn. forran aquellos cuerpos fl~

• De Rúbrica RS ~ muerte G ‘go

súbito cayó espantado, al qual dtco Sgipióir: Esfuércate. non temas • e nota las cosas Que te diré, ecétera22. Esto es en primeva que causan espanto en

pringipio quando aparesgen. E asAn~mn se primeva que a las vezes causan aquel espanto en fin de su vista, segtnt se escrive en el libro de Thobias a los 5 XII capítulos, que quanda se quiso partir el ángel que avía aconpañado al fijo de Thobías, dixo: Paz sea con vos, non tsnávs., e súbito desaparesqió, e eflos espantados cayeron e así estovieron” por espacio de tres oras23 • E nunca se leec ayer apares9ido Angel bueno o malo que de tal aparigión non se siguiese alguna admir¾ión& espanto, e aquesto ca~ dize sant Jerónimo en 10 la Vida de sant Antón24, carúi es así a los ángeles buenor ccmw a los malos;

pero ay esta diferenqia, que los buenos ángeles confortan a los que sienten turbados, e los malos ángeles acresciéntales el espanto, segunt lo requiere el aucto a que vienen. Así lo determina Jacobo de Vorágine, escriviendo la

Vida de sant Johart bautista, onde dize: Bonorizn anaelorunf est propriin ~ 15 sima visione territos verbis benizdssiz~É consolari. mali autewg~g

apares~iese BBS • Por error add. que Africano que era muerto ~ ~ estudieron HES

0lesRS

cl e NBSG

• Buenos ángeles fl~

anglonun ES ~ey~ >~ begninisirnis ~

~ consolavi ~

ante £

! 191

territos sencit.nt maiori terrore concucit.nt25, quiere dezir que los buenos ángeles confortan con beni&Iasa palabras a los que se sienten espantados de su visión, e los malos ángeles acresqientan mayor espanto a los que sienten

turbados de su visión. 5 Otrosí es aquí de notar que0 asy los ángeles buenos camn los malos tanan los dichos cuerpos de ayre, el qual para tal oper¾ión se espessa e forma en la manera del cuerpo que el tal spíritu ha de tazar. Pero ay esta diferenqia, que los buenos spíritus tanan cuerpos del ayre alto e más linpio, e los mali~os spíritus tanan cuerpos del are más baxo e fidiondo% así lo 10 determina Egidio en el segundo de las Sentenciast e asfreazn sant Ysidro en el libro De sumo bono”, e as# paresge ya declarado e determinado segunt testixwnA.os e auctoridades de la Santa Escriptura, c~ los spíritus malignos tanan cuerpos de are en la manera susodicha. Segund lo qual, paresge claro que las priarras razones provavan r proqedian por vía natural, que los 15 spíritus non tienen nAzi pueden tcear cuerpos. E así se deven responder e soltar todas las dichas razones e argunmi.tos, pero lo contrario deveins creer e tener segunt la e~qerienqia e segund detenninagión de la Santa Escriptura, por la manera que dicho avezos. §erca d’esta materia se requerían declarar algunas cosas arduas e ¡muy 20 notables, las quales non son para escrevir en rcrvanie, que~ más son para

• begninas BES E repite de por error 0~que9

cl fidiendo E

• E repite e por error

g~.que~

. 192 enseñar por palabra biva que non por escriptura, por quanto son tales que core pocas palabras se podrir entender e con larga escriptura non se podrían declarar2a, pero por causa de lo susodicho, porque non quede esta parte falta se puede aquí demandar a qué fin tcnan estos cuerpos, así los ángeles buenos 5 c~ los malos.

• por 9 1.93

[Capitulo cuarto] A qué fin e por qr causa tonan cuerpos, así los

ángeles haya caso los iwloe..

Para entender e conoscer la causa por qué los spíritus tunan cuerpos,

es a saber, que así c~ las sustanqias intelectuales, que son los ángeles, 5 non pueden por sí veer las cosas sensuales, así las cosas sensuales c~ son los onbres non pueden por sí veer en propia essenqia las cosas intelectualer, que son prinrrallEnte nuestro Señor, e después los ángeles e las ánimas apartadas de los cuerpos, c~ son las ánimas de los defuntos. Estas tales intellgenm4as non pueden naturah»nte seer vistas por la vista corporal o 10 sensitiva de los onbres, e la causa es por quanto los ojos de los onbres son tastrunrntos corporales, e por tanto non pueden veer sinon cosas corporales materiales, e ccmzo nuestro” Señor Dios nAzi los ángeles nin las ánimas separadas non sean cosas~ materiales corporales, por tanto non pueden seer

vistos de la vista corporal de los onbres, segurxt qu& más larganrnte se 15 declara en el Libro del ánima, e en el libro De sensu e sensato, e en la

Sciencia de la verspectivr, a los quales ma renito en esta part&. Por ende, fue conviniente e útile que por misterio e permissión divinal

• no pueden por sí en propia essen~ia ver las cosas intelectuales HSG : ver las cosas sensuales, canw

son los ontres, non pueden por sí en propia esenqia veer las cosas inteletuales

“ add. salvador e 6

c ~

orn que H

• Sentenqia de la perspectiva 9 194 para algunas cosas ¡nisteriales, los ángeles, así los buenos c~ los malos, algunas vezes tunasena cuerpos, camn dicho es, para que pudiessen seer vistos de los onbres e pudiesen exerqer en aquellos cuerpos las oper¾ionesa que son deputados, segtint lo determina sant Agostín en el libro de la <~ibdat de 5 p, onde dize que los ángeles tonaron!’ cuerpos e aparesgieron a Abraham e fueron vistos de toda la familia3o; e asinEsro aparesgieron a Loth e a los vezinos de Sodcna e Gcnnrra dos ángeles en figura de dos onbres man~ebos~; e asi~w aparesqio e fue visto de machos el ángel que aconpañ& al fijo de Thobíat2, los quales cuerpos non los tunan para s~ nAzi por sf salvo por nos, 10 para que los podanns oyr e veer en aquella forma, pues non pueden seer vistos

en su propia esenqia. E quanto atañe a si los Angeles buenos c~ a los malos, non requiere más larga prueva, por quanto la experien9ia nos lo miestra

e la Santa Escriptura lo prueva por truchos testinnni.os e auctoridades. E esto nos basta para nuestro intento, que fue saber a qué fin los spiritus tonan 15 cuerpos, el qual fin, ca~w dicho ave~s, es por causa que los podamis veer

e oyr.. E así paresqe declarado de las razones susodichas cúmn los spíritus non tienen cuerpos propios nAzi los pueden tunar por sí, salvo por divinal permissión, e asii~sin es declarado de qué materia tonan aquellos cuerpos e 20 por qué fin, de lo qual paresge que los maliguos spíritus por divinal permissión pueden tonar cuerpos e figuras diversas para nor tanptar e exerger

• tárnanse en cuerpos ES

b tornan RS

o aconpanna 5

cl vos S 195 aquellas Opera9iones e visionesa que les son pezmissas. De lo qual todo resulta que, pues los spiritus malignos pueden tonar cuerpos, que pueden aparesqer a” los mágicos o nigranánticos, e les” pueden llamar e fablar e oyr sus respuestas por la manera que adelante dirers. 5 E aquesto basta quanto a la prii~ra parte, que era saber si era posible ayer adevinansa e las otras speqies de arte mágica, la qual paresge posible pues que los spíritus mali&~os pueden tonar cuerpos e c~’r e responder, caxizo dicho es. Agora queda progeder a la segunda parte, conviene saber, d ónde ovo dapendenijia o nas9imiento ela arte mágica.

• illusiones HES “que HES

Come liES II beNES

cl la HES 196

Seguirla parte printipal. D’&Kle OYD nasqlmieato ela arte mágica.

[9]erca del nasqimiento o dependen9ia del” arte mágica ay diversas e varias opiniones, pero por evitar proflxfdat non porrné aquí salvo aquefl.as que más afirman los doctores d’esta sgienqia repravada, los quales tienen e

5 creen que esta arte mágica ovo nasqimiento e dependenqia de tui fijoc de los de Adam, el qual afirman que la deprendik del ángel que guardava el Par4so terrenal, e después, de aqueste fijo de Adam, proqedió a los otros desqendientes, fasta el día de ay, en gran pestilenzia e ensuziamiento del linaje humanal, lo qual dizen que acaesgió en esta manera: que después que 10 Adam conosqió su vegez e la brevedat de su vida, enbió i.no de sus fijos al Parayso terrenal para que denandase al ángel alguna cosa del Árbol de la Vida, para que caniendo de aquello reparase su flaqueza e inpotensiad, e yendo

el fijo al ángel segund le avía mandado Adam, diole el Angel tui rann del Árbol de la Vida, el qual ra~ plantó Adam, segund ellos dizen, e cresqió en 15 tanto que después se fizo d’él la cruz en que fue cruqificado nuestro Salvador. E denia d’esto dizen los auctores d’esta sqi.enqia reprovada qu’el

la HES

h de la HES

C orn. de un fijo G

d orn. e inpotenqia ¡~ 197 dicho ángel ense5ó al fijo de Adam esta arte mágica, por la qual pudiesea e sopiese llamar los buenos ángeles para bien fazer e a los malos para mal obrar, e de aquesta doctrina afirman que ovo nasqixniento aquel libro que se flama Razie1~, por quanto llamavan así al Angel guardador del Parajso que

5 esta arte enseñé al dicho fijo de Adaut.

Pero algunos otros de bac dichos auctores d’esta sqienzla dizen que non es aquel ángel el que enseñé esto al fijo de Adam, salvo otro spíritu que encontró al dicho fijo de Adam quando bolvía del Parajso terrenal, el qual dizen que dio este libro al fijo de Adam, e después de allí se naltiplicó por 10 el ¡miado. Este lAbr& es aquel que después de la nierte de don Enrriqi.ae, tú c~ Bey christianíssi¿w, mandaste a mi, tu siervo e fechura, que lo quenase a bueltas de otros machos, lo qual yo puse en execugión en presenqir de algunos tus servidores, en lo qual, así camn en otras cosas ¡michas, paresgi.6 e paresge la grant devoqis5n que tu Señoría sienpre ovo a la religión 15 cbristiana, e puesto que aquesto fue e~ es de loar; pero por otro respecto en alguna manera es bueno guardar los dichos libros, tanto que estoviesen en guarda e poder de buenas personas fiables, tales que non usasen d’ellos salvo que los guardasen, a fin que en’~ aigunt tienpo podrir aprovechar a los sabios

• pudiesen ~ a HBSG

C de los otros dichos ES

orn. Este libro B

• persengia G

‘ orn. e 14

guardasen, que algunt tienpo fl : guardasen, en que algtmt tienpo $ “p~dfianG 198 leer exr los tales libros para deifensión de la fe e de la religión christiana, e para confusión de los ydólatras” e nigranánticos. E, puesto que todos los otros libros d’esta arte non tengan eficagia nAzi sean fundados 4 sobre razones naturales ,~ pero aqueste libro Raziel afirman los actores 5 d’esta sqienqia que es fundado sobre razones naturales; e fúndanlo en esta manera, diziendo que en cada una de las esperat” gelestes ay inteligenqiss o ángeles diversos deputados~ a diversos ofi9ios e operaqi.ones, segunt que en la tierra ay diversos ofiqios e ofi9i.ales deputados, d’ellos en corte, d’ellos en las qibdades e villas e lugares, en los quales ofigios unos tienen 10 jurisdi~i6n~ sobre otros, segnnd la diversidat e condiqión de cada uno de los dichos ofiqios, e por esta vía e axy más perfectarzEnte afirman los dichos doctores que ay estos ofiqios e dignidades en cada una de las esperas gelestes, e de aquí fundan e afirman que qualqui.er que sopiere conosqer los nonbres de los dichos ángeles, e los ofiqios e dignidades a que son deputados, 15 e los sopiere llamar por sus nonbres, en qierta forma que vernán e responderán e revelarán los secretos e cosas advenideras, a los que así los sopieren llamar e nonbrar por sus ofiqi.os e nonbres.

orn. leer en ES

b ydálatros HES orn. pero aqueste libro Raziel ah.run los actores d’esta s9ien9ia que es fundado sobre razones naturales O auctores liB : abtores £

• espe~ies ES ~ orn, a diversos ofiqios e operaqiones, sequnt que en la tierra ay diversos ofigios e ofigides deputados 6 ~ juzidiqión ES 199 E de aquí concluye¡r que este libro e la sqienqia en él contenida es fundada sobre razones naturales, el qual funda~nto es falsso e de ningina eficaqia, ca, puesto que así philósotos ca~ theólogos todos concuerden” que entre los ángeles ay diversos ofigios e dignidadese, pero d’esto non se sigue 5 que los ángeles sepan las cosas advenideras, nAzi asinnmn que por fuerga ayan de venir quando los llamaren los nigrcxnánticos. E por estas dos razones si.guientes’~ paresce la tal invoca4ón ser

frívola e de ninguna eficagia. La prADEra, porque los ángeles non saben por causas determinadas las cosas que progeden de la voltntad de los onbres e, 10 por tanto, non las pueden revelar detenninadanwntr a los tales nigrceánticos La segunda, porque los spíritus non pueden seer d’ellos costrefiidos para que vengan cada que los llenaren, ca sy los ángeles buenos ot malos pudiesen seer costreñidos, esto seria ante por los varones virtuosos que non9 por los tales crininosos nigranénticos, e pues los onbres virtuosos non tyenen de sin~sws 15 tal poder para costreí¶ir a los ángeles buenos o malos, nacho z~cos lo terrnín los criminosos ni,granánticos. Esto paresge claro quando nuestro Señor er¡bió los apóstoles a predicar por todo el mando, a los quales segund dize el Evangelio: Dedit potestat~ suvet cunia dannia et ut1 lan~res curarent3t

• concluye SS concuerdan NG : acuerdan ES ~ orn. e dignidades ~ g~. siguxentes HES

• determinada G ¼6

~ virtuosos que son, que por los tales SS

b supra ¡~

, 200 de lo qual pares~e que ellos non tenían tal poderío de suyo, ca si de suyo lo tovieran non era neqessario de ge lo dar. AsInns~ paresce en las vidas de algunos santos que nuestro Señor les dio poder sobre ellos, segt.nt que más larga~nte se contiene en el libro que fizo Jacobo de Vorágine de las vidas 5 de los santo&’. De lo qual resulta que esta arte mágica e aqueste libro Raziel susodicho non tienen” fundanento nAzi eficagia alguna, pues por ella non pueden los Angeles seer costreñidos a venir quando fueren llamados, nAzi pueden revelar las cosas advenideras que proqeden de la voli.mtat de los onbres, pues non las 10 saben por causas determinadas, segund adelante más largan~nte se dirá. E, si por ventura algunas vezes vienen a los llamamientos de los tales n±grcnánticos,esto non es porque ellos sean costreñidos, salvo que por las grandes maldades e pecados de nosotros nuestro Señor permite que se maestren costreñidos e vengan para nos engañar, pero non se escusa por esto el grant 15 pecado de ydolatría que los tales n±granánticos cawten con saft.m»rios e invocaqiones que fazen para llamar los dichos spíritus; e, puesto que en el dicho libro Haziel se contienen’ machas oraqiones devotas, pero están nezcladas con otras machas cosas sacrílegas e reprovadas en la Sacra Escriptura, este libro es más maltiplicado en las partes de España que en 20 las otras partes del mando, la causa d’esto qesso de escrevir por guardar la honestidat que en este caso se requiere. Carrir, quier que sea por conclusión determinada, devenDs creer que non

~ aut 8

a nuestro sennor Dios ES

E non tiene ES se contiene ES 201 es posible que ángel bueno enseñase tal arte nAzi diese tal libro al fijo de Adam, ca non es de creer que ángel bueno enseñase doctrina tan reprovada para cairter tan grandes maldades c~ en ella se contieneir, salvo que algunos onbres malívolos” invenqionaron las tales ficqiones para se nnstrar divinos 5 o sabidores’ de las cosas advenideras, el saber de las quales a sólo Dios nuestro Señor pertenesqe. r, si por ventura algunos ángeles intervinieron en la :1nventión d‘esta sgienqia reprovada, estos serian spíritus malignos, lo qual es más razonable de creer, por quanto los actos4 e oper~iones reprovados d‘esta sqienqia«, a tales c~ ellos pertenes*e e non a los buenos 10 ángeles, por quanto son linpios de tales cosas sacrílegas, e non podía d’eflos proqeder salvo sqienqia e doctrina liopia, segunt ellos son. E lo que dicho avezns d’este libro Raz±el,que es sin fundannnto e de ninguna eficaqia, esto z~a~ dezinns de todos los otros libros e tractados de la arte mágica, así d& los Libros de los experinnftos c~ del libro que se llama Clavícula de 15 Salazón, ca~ del libro que se llama Del arte notoria~8, ca pues el dicho libro Raziel, segunt efl.os afirman, es de mayor eficaqia que todos los otros,

se contiene ES ~ ¡¡alivosos B ; malinosos SG

o sabios G ~ orn. E 5

• senten~ia G

‘ auctos HE altos S ~ santengia ~

ka así de (s.l. bo> los libros B

‘ pues ~ 202 por quanto segund ellos dizerr es fundado sobre razones naturales; e aqueste” es de ninguna eficagia por las razones susodichas, macho de z~nos efica9ia serán todos los otros que non tienen funda~nto alguno sobre razón natural e umios sobre razón theologal, por tanto non es de creer que los unos libros nAzi

5 los otros progediesen del’ ángel bueno, segund ellos afirman, salvo de doctrina de los spíritus malignos e de onbres perversos, c~ dicho es. E aquesto es lo que se puede fallar e honestannnte escrevir de la dependenqia e nasciniento d’esta sqienqia sacrílega e reprovada. E asj es fin de la segunda parte printipal.

a oni. dizen ES

b aquesto ES ~ de G 203

Ter9era parte pringipal. Qt cosa es divinanqa.

Segund deterxninaíidn de sant Agostin en el libro De doctrina cbri.stiana divinanqa es usurpaqión del saber o conosqer las cosas advenideras causadas de aJ.guna pestífera conpafiia entre malos onbres e los spir-itus malisjios~. 5 Quiere dezir, que ca¡¡w la sqienqia e sabiduría de las cosas advenideras que solamante pertenesqear a nuestro Señor, que aquellos que se trabajan e presi.men saber las tales cosas advenideras por algina de las artes mágicas o divinatorias estos tales usurpan o quieren usurpar la sabiduría que a la divinidat pertenesge” e por eso son llamados divinos, non porque lo sean, 10 salvo porque presun~n usurpar la sabiduría que a la divinidat pertene~. Q>de para mayor declaraqión e porque esta parte non quede falta, es negessario poner aquí el capítulo que posy¡wr en fin del Tractado de los sueñor0, para saber quáles de las cosas advenideras pueden saber los onbres e quáles pertenescen sabeú solamante a nuestra~ Señor, porque de aquí resultará!’ quáles

• pertenesqe ~ s.l. o quieren usurpar ~ p~. o quieren usurpar 9

y add. onda para mayor declaración fl

d a. 1. e por eso son llamados [...] divinidat pertenesqe. ~

puseft~

1 sobre O

g mi Sennor ~

•~... ~tnnur. rifle rrrlnc bac rnCOO ntnii~n4.., ‘~.—4.~--——~—--- , 204 cosas son las que se trabajan de saber los mágicos, por las quales se llenan divtxos, cairo dicho es. Para lo qual es a saber que4’ las cosas advenideras se pueden considerar en dos maneras. La primra, considerando las cosas en sí magnas non aviendo respecto a 5 sus causas, e por esta vía non se pueden saber nAzi de los onbres nAzi de los ángeles, e la causa d’esto es por quanto las cosas advenideras en quanto futuras o adveniderasa aún non tienen seer en sí nnsnas, e aquella cosa que non tiene seer non puede seer conosqida, e sólo nuestro Señor Dios conosce las cosas advenideras en sí nssnas en quanto futuras e adveniderat, lo qual 10 se puede pravar en tres maneras fablatido theologahrite, conviene saber, por auctoridat,’ por razón e por seirj anga. Pri~r~nte se prueva por auctori.dat, ~ Villo: Scit antequan fiant42, quiere dezir, nuestro Señor sabe las cosas ante que sean, e asimear sant Pablo Art Bananos quarto capítulo, dize: Vocat eaaue non sunt sicut eac¡ue sint~, quiere dez ir, nuestro Señor nonbra 15 las cosas que non son, así c~ las que son. Lo segundo, se prueva esto por razón, en esta manera, camw el entendimiento de nuestro Señor sead e es eterno, r entiende e conosqe todas las cosas non por respecto de pretérito nAzi de futuro, salvo seguod que todas las cosas prinqipaL~nte son presentes e se representan a su eternal entendimiento, en tal manera qu’ el entendimiento

~ ES

orn. en quanto futuras o advenideras 1

b add. en si mesarnas en quanto futuras o advenideras aun non tienen ser en si mesas e aquella cosa que non tiene ser non puede ser conosqida e solo nuestra sennor Dios conosce las cosas advenideras en sí mssmas en quanto futuras e advenideras, 9 add. e HES

4 OIL sea G

orn. e NRSG 205 divino conos e, e entiende, e acata todas las cosas 4 c~ presentes, por quanto las vee en su eternidat, la qual sienpre es e todas las cosas cotiprehende; e entendiéndosr asizes~ vea e entiende e conosqe todas las cosas, d’onda paresqe clarar~nte lo que provar querianns. Terqeranrnte, se 5 prusva esto masu~ por tal se~j ancua?, que0 los ofiqiales en su ánima tienen las formas de las cosas que pertenesqen a sus ofi 9ios e por tanto las sabez? ante que las fagan, así ccmw el carpentero ante que faga la casa la sabe e la tiene figurada en su ánimr, ca de otra gudaa non la podría nAzi sabría fazer, e mm después de fecha puesto que se quare o se pierda en otra 10 qualquier manera, sienpre queda la forma de la casa en el ánima del carpentero, asís en nuestro propósito nuestro Señor, que es criador e fazedor de todas las cosas, las sabe e conosge ante que las faga, e puesto que algunas d’ellas se pierdan e corronpan sietipre queda la sabiduría d’ellas en su intelecto eternal. Astresn, se puede esto entender por otra tal ss~janqa. 15 Considerando que alguno est& en una torre tan alta que jwitan~nte vea todos los que passan por el camino, non considerando nAzi aviendo respecto que los unos han passado e los otros están por passar quanto al que los mira desde la torre, aunque por respecto de los que passan algunos sean passados e otros

a entiéndose N entiende ES

b orn. esto mesmo por tal semejanza que ~

o orn que 9

d tienen HES

• figurada en su coraq¿n g guardada en su coragén 9 e asiresmo HES ~ está ES 206 están por passar, e los que debaxo de la torrr están non vean salvo los que passan ~erca d’ellos, e por tanto judgan que unos son passados e otros por passar, pero el que está en la torre alta todos los vee e son a él presentes, e los sabe e conosge segund que son en sí unsin. E aquesta es propia señal 5 de divinidat segund lo dize Ysajas a los XLI capítulos: Anunciate cus ventura stnt in futunn et sciemas auia dii estis vos’”, quiere dezir, dezidnos las cosas advenideras e por aquí sabrs~ns que soys dioses. La segunda manera, se pueden’~ considerar e saber las cosas advenideras en sus causas, qerca de lo qual es de notar que conos~er las cosas advenideras 10 en sus causas non es otra cosa salvo conosqer la inclin¾i.ónque tienen las cosas para produzir aquellos efectos e operaqiones, segutid que conosqsns en los árboles quando están dispuestos a produzir sus fructos; e las cosas advenideras vienen e sianan de sus causas en tres maneras. Priznerannate, algunas de las cosas advenideras vienen e enanan de sus causas sietipre e 15 neqessariannnte, por quanto las tales~ cosas están determinadas en sus causas, e por tanto pueden seer sabidas e conosqidas en sus causas, asy/ caii~ podeina saber que el sol neqessarianrnte nas~erá mañana, por quanto está así determinado en sus causas. La segunda manera por donde se pueden saber algunas de las cosas advenideras que proceden e enanan de sus causas, non si.enpre 20 ca las susodichas, salvo machas vezes, e aquestas tales non se pueden saber

orn. de la torre 5 orn. e conosqe 9

o nos ES

se puede ES • add. e por aquí sabrems que soys dioses G om. tales ES 207 por 9ertinidat e causas determinadas, salvo por conjecturas, conviene saber, por algunas señales segunt que los físicos conosgen la sanidat de los enferws; por ende, quereú conos~er e saber las cosas advenideras que son determinadas en sus causas, las quales acaes~en e vienen sieripre o por la 5 mayor parte segutid dicho es, esto tal non es pecado, por guanta el tal saber non es salvo por vía natural, ca judgar que del huevo sallirá pollo non es pecado fazer tal juyzio, por quanto sabe2ns que el po11o está en sus causas determinadas, las quales causas son el huevo e el calor de la gallina, por ende non acaesqe pecar en tal caso, salvo quando fazamns juyzi.o de las cosas 10 adveni.deras que non tienen causas determinadas. Otra terqera manera es de querer saber las cosas advenideras, aquellas que propiansnte non tienen causas determinadas, e aquestas tales solanDnte las sabe nuestro Señor Dios e

aquellos a quien Él las quisiere revelar; e los que se trabajan por saber las tales cosas quieren usurpar la sabiduría que solamante pertenes9e a la 15 divinidat, e por tanto el vulgo los llama adevinos, por guanta presimw saber la cosas que a sólo Dios pertenesqen, así caxx~ aquellaso que solanEnte proqeden de la voluntad, ca todo discreto puede entender si es posible por vía natural saber lo que proqederá de la volintat del Santo Padre o de qualquier rey o prín~ipe o de otra qualqui.er persona, e si le fará bien o mal, 20 o si será con ellos prosperado, e otras cosar seisj antes, las quales cawv non tengan causas algunas determinadas para se poder saber, salvo la voluntat

• add. vía de HES add. e RS

o aquellos fl

d Oil. 00988 ~ 208 sola, la qual non sabe nAzi puede saber synon solo Dios, el qual la conosge e inclina donde le plaze. Por tanto, los que de tales cosas fazen juyzios determinados, non solannnte non deven seer creydos, mas deven seer penados, segunt en los 5 derechos e en las leyes d’este reyno se contiene, por quanto presu¡~n usurpar la presgiensia que a solo Dios nuestro Señor pertenes ge. E los que se~j antes juyzios Lazan engañan a los sinples, faziéndoles entender que por sus nasgimientos se pueden saber las tales cosas; e non se niega que, sabidos verdaderamante los nasgimientos, bien se pueden por ellos saber e conosger 10 algunas causas reintas, las quales non bastan nAzi pueden bastar para que por ellas pueda alguno fazer juyzins determinados de las cosas que progeden de la volintat de los onbresl. Ex~plo: ponganns por caso que conoscanns las causas intrínsecas e extrinsecas” de ira ropa, las quales causas son guatro, conviene saber, 15 material, formal, efigiente e final. La material es el paño, la formal es la forma o figura de lad ropa, la efigiente es el xastre4~, la final es el vestir. Puesto que estas causas sean sabidas, nAzi por eso se sigue que por ellas se puede saber quién vestirá aquella ropa, ca bien puede seer que algun señor mandase fazer ropas para dar a los suyos, o para las dar a pobres, r puesto 20 que determinase en su voluntat o non determinase a quién daría cada ropa, non

• orn. salvo la voluntat sola, la qual non se sabe nin puede saber HES orn. de los onbres ES

o extrínseca e extrínsecas N : yntrínsecas ~

d add. dicha liES

orn. e RS 209 podenns conosger e saber por las dichas quatro causasa a quién dará cada ropa o quien la vestirá, por quanto esto pro9ede sola~nte de la voluntad del señor que las mandó fazer. E por este exariplo se podrá conosger c&ini es i.nposible saber las cosas 5 advenideras que proqeden de la voluntad, e pues estas causas non bastan, micho manos puede bastar lo que nichos burladores fazen entender a los iguorantes, conviene saber, que por putictos o quistiones, o~ por astrolabio, les” dirán lo qur les ha de acaesqer en qualesquier fechos particulares advenideros que proceden de la voluntat. Estas cosas en este capítulo 10 contenidas dete~na santo Thcxnás en tres libros: prinnrannnte, en el segundo de las ~gjt~j~3,s~,en la distinqión Vila, artículo 110; asyne~, en la prianra parte en la questión LVII0, artículo 1110; asiz~aa~ lo determina en

las questiones De malo, en la itia questikn46 .t

• Cambian el arden sintáctico, non podemos por las dichas quatro causas conosqer e saber HES pueden ~

o e HESG

le dirán G • qual O ~ add. Par ende, rey christianisimo este capitulo deve estar sienpre pronto en tu memoria, por el qual, bien entendido, podrás aqeptar o desechar las cosas advenideras quando fueren fabladas a tu Sennoría, la qual si en algunas de las cosas contenidas en este tractado dubdare, preguntindolas a sabio perfecto soy qierto que te las fará entender por palabra biva, ca por seer la materia de tan alta especulaqión non puede por escritura seer más declarada. E sennaladazente dixe que se deve preguntar a sabio perfecto, ca non seyendo tal, podría seer por non lo entender que en su declaraqión, o reprehendiese lo que es de loar, o lo declarase en tal seso que non feziese ál propósito. ES La petición anterior aparece tachada pero le~j.ble en N. En realidad, se trata del último fraurnento del capitulo del Tractado de los suennos que se titula: “Cuáles cosas advenideras se Dueden saber e cuáles son innosibles de ser sabidas ante que vengan 210

Qiarta parte d’este tractado. Si es pecado usar de la divinanqa ea las otras

~s —.

Determinado e declarado cáimi ay divinanqa e d’ónde progedis5, e qué cosa es divinanqa, agora en esta quarta parte dir~s en qué manera pecan aquellos 5 que usan el divinar e las otras espeqies de la arte mágica. Qerca de lo qual es de notar que divinar sienpre es pecado nnrtal, lo qual se prueva por quatro razones, conviene saber. PrinEranente, por razón del xzndo non devido que los mágicos e divinos tienen en tal caso. Lo segundo, por razón de la ayuda que los divinos procuran, conviene saber, de los apíritus 10 malignos. lo tergero, por razón del contracto que con ellos se faze. Lo quarto, por razón del mandamiento que en tal caso se quebranta. PrixiEranEnte, digo quYel divinar es pecado ur’rtal, por raz6n del mido que en tal caso tienen los divinos, en esta manera. Qie qualquier que por manera non devida se trabaja de usurpat el secreto de las cosas advenideras 15 que a solo Dios pertenesgeir, este tal peca nnrtaJnEnte, e pues esto fazen los divinos síguese que pecan xrnrtaixrented, pruévase en esta manera: por quanto

o BSG

b add. el saber HES

c pertenesge £

d ~i• e pues esto fazen los divinos síguese que pecan mortalmente, 5 211 divir, segund dize sant Ysidro en las Etbi~loaí~”, quiere dezir quasí lleno de divinidat, non porque lo sea salvo porque los divinos fingen e se miestran llenos de divinidatb, esto es que se fingen seer dioses, pues quieren usurpar el secreto de las cosas ocnltasc advenideras, la sabiduría de las 5 quales a sólo Dios pertenesqe. Onde para mayor conosqiniento d’esto es a saber que por tres maneras se pueden saber las cosas advenideras: primaramante, por razón o razones naturales, e aqueste tal saber non se diie ni.n es divinar, segunt dAzdnvs en el capítulo próxin~ passado; lo segundo, se pueden saber las cosas advenideras por revelaqión de nuestro Señor, e aqueste tal saber non” 10 es divinar, por quanto en este caso non se usurpa lo que pertenesge a la divinidat, ante es resgebir hmiibwnte aquello que de parte de la divinidad le es dernan~iado para que lo revele; lo terqero, se pueden saber las cosas advenideras por enseñanqa e madianería del diablo, e aqueste tal saber es prop2.annnte divinar, conviene saber, usurpando el saber que a sólo Dios 15 pertenesge, segund que adelante dirans por extenso. Todas estas cosas susodichas son palabras e detenninaqiones de santo Thrrís, en la Secunda secunde, a las xca questiones, en el artículo V~. Lo segundo, dixinns~ que el divinar es pecado nnrtal por causa e razón de la ayuda de que usan los divinos en tal caso, conviene saber, la ayuda de 20 los spíritus malignos, lo qual se prueva en esta manera: qualquier que procura

orn. divino ES

b ~ ~ porque lo sea salvo porque los divinos fingen e se muestran llenos de divinidat, E

o orn. ocultas ES

“nínli

• orn. caso ES ~ dixe HE lo priuro, dixe ~ 212 e resgihe la ayuda de los spíritus malignos para saber las cosas advenideras,

este tal peca ~rtaJ~nte, pues c~ toda divinanga progede de parte de los malos spíritus, o por seer e~ress~nte llamados parr las tales non devidas

oper~iones, o porque ellos se ingeren por engañar e inplicar los onbres en 5 vanidades e errores% de lo qual resulta en qualquier d’estas maneras, que paca ~rtaJi~nte qualquier que en tal caso procura e usa de la ayuda de los malignos spíritus. Terqeranente, digo que qualquier que faze con los malos spiritur contracto tágito o eDqresso, este tal peca x~rtabwnte”, e pues esto fazen los 10 divinos ofresqiéndoles sacrificios o procurando e rescibiendo expressa¡~nte su ayuda, síguese d’esto que los tales pecan iwrtalxrente; onda aquí es de notar que una cosa es pre~mtar algunas cosas a los malos spíritus, e otra cosa es llamarlos, por quanto querer saber algunas cosas de los malos spír±tus, o de grado o por violenqia e costrefiinienta, en alguna manera es 15 permisso a fin de algund provecho, espeqia3nrnte quando por virtud de nuestro Señor son conpelidos para que digan verdat de algunas cosas, segindt se lee Marchi quinto, que nuestro Señor preguntó a un tal~ spíritu quál era su nonbre, e respondió que su nonbre era I.egióir, e esto se permite fazer a fin

por ES

b Oil. e errores liES

o malignos apiritus ~¡j~ orn. malos fl

“ ~4. qualquier que en tal caso procura e usa de la ayuda, Q

e costrenirniento ES

~ add. que HES

‘ orn, tal ES

ti Legio ~ 213 que manfiestena algtmas cosas, que son a gloria de nuestro Señor e acresgentaniento de la religión chnistiana e confusión de los malos. Por esta manera e a senEjante fin, cau~ dicho», nona es prohAhito de los preguntar.

Otra manera es llanar e~ressaz~nte los malignos spínitus para saber 5 d’ellos algunas cosas ocultas advenideras, lo qual znmca es liqito nAn perwisso por ningund provecho tenporal o corporal, querer saber de los malignos spiritus las cosas advenideras ocultas, por quanto non ay provecho alguno texporal o corporal que pueda ser cor~arado al peligro e detriz~nto de la salud spiritual, el qual peligro e detrinrnto nasqe e proqede de inquirir 10 e querer saber las cosas ocultas advenideras por invocaiión expressa de los spíritus malignos. I.o quarto dixe qu’el divinar es pecado nnrtal por causa del quebrantamiento del preqepto que en tal caso se traspassa, e pruévase por esta manera”: qualquier” que va contra el mandamiento divino peca nnrtalnnnte, 15 e pues aquesto fazen los mágicos o divinos síguese que pecan mirtalnnnte. Qie vayad contra el pregepto divino, esto se prueva por aquello que se escnive en el ~ a los XVIII0 capítulos, onde dize: Non sit a¡14h pbitones

• magnifiesten ¡ : agnifiesten fazer ES

» add. es G

~ 5. 1. non E

“ orn. manera ES

• qualquiera ES van G

‘~ Deuteroinhne ES libro Deuteronoinine ~ 214 consulat aut’~ divinos”. E, por zrstrar la graveza d’este pecado, se puso en el Decreto5’ la pena de los que tal crinan cateten. Todo lo susodicho en esta quarta parte es deterndnaqión de santo Thanás en la Secunda secunde, en la quistión susodichas2.

• al N 215

Q4nta parte prinqzipal d’este tractado. De las diversas espeQies e unieras del divinar.

Lo quinto e pri.nqipal diidix>s que declararíanrs la diversidat de las maneras camn este crinan se cate, esto es’, que dirianis las espeqies del 5 divinar o adevinanga, las quales especies», así principales ca~ n~nos prinx4pales, son veyate e qinco, por lo qual esta terqera parte se devria partir en veynte e ginco capítulos, segtnt el nú~ro de las espeqies del divinar, salvo porque es neqessario conprehenderse algunas en loso capítulos

de las otras, segunt la dependenqia que tienen tmas de otras”. E por quanto 10 es algund tanto difí~ile conosqer c&ir estas espeqi.es dependen unas de otras, por ende para mayor conosgimiento paresgionos seer conviniente ordenar este árbor siguientd, por el qual quien bien quisiere mirar conosgerá c&wn todas las espegies de arte mágica nasgen e dependen d’este nonbre: divinanqa, el qual es género de todas ellas. De]. qual pri~ranente dependen tres espegies

• s. 1. es E orn. especies HES

tías

d unos de otros G

• Debido al deterioro aue ha sufrido este manuscrito falta desde acul hasta el comienzo del tapitulo primero. De la ~rimraepecie de divinancat fl segunt ~ 216

pringipales, que son, la prin2rr, quando los malos spínitus se llaman por espressa invocagión, la segunda especie se faze sin» expressa invocaqión, por sola consideraqión de la disposi9ión de alguna cosa, la tergera se faze sin expressa invocaqi.ón e por propia operaqion para que se nos manifieste alguna

5 cosa oculta. De la prin2ra espeqie dependen otras0 qinco especies, conviene saber: prestigio, sueño, nigrcwanql.a, phitón, figuras paresgientes en las cosas que non tienen ánima; e d’esta quinta espeqie nasqen e dependen otras qinco, conviene saber: gecinangia, que se faze en piedra resplandiente o en fierro 9ecalado, e en saniantes cosas, la segunda, ydrananqia, que se faze 10 en el” agua, la ter9era, aerimangia, que se faze en el ayre, la quarta, piranan4a, que se faze en el fuego, la quinta, avispiciuin o auspician, que se faze en el acatamiento de las aves. De la segunda especie priraqipal, nasqen e dependen dos espeqies, conviene saber, la prin2ra astrología, la segunda agileros. 15 De la tercera espeqi.e pringipal, nasge otra espe9ie que se llama de las suertes, e d‘esta nas~en otras tres, conviene saber, qira~an¡ia, spatulanqir e gecwan9iat. E d’esta terqera speqie~ e postrimEra nasqen otras qinco: la primnra que se faze con punctos, la segunda que se faze con plan, la terqera con qédulas, la quarta con dados, la quinta con libro.

‘ que sola (so la) primera £

b orn. sin S

O otros G

d orn. el ES

• spitulan9ia ~ spitulanangia 9

‘gromnqia 9

orn. speqie ES 217 Segund que exer~lazmIte todo esto se niestra en este árbor siguiente e se mostrará más clar~ente en los capítulos que adelante se farán d’estas dichas espegies, en los quales se aclararán todas estas espegies, segunt determinaión de santo Thctnás en la Secunda secunde, a las noventa 5 quistiones53. En el árbol?.

orn. En el árbol, y la representación gráfica del rnisrno. ESG 218

divdna~ión por espressa sin e~ressa sin expressa invocaxiórl de ixxvoca9ión de invoca~i.ón de los los malignos los malignos malignos spíritus spínitus spínitus, por por propia operación sola consideraqión porque la cosa oculta de la disposigión se nos manifiesta de alguna cosa

sortilegio

pbitón F nigrcna4ia] figuras paresgientes en las cosas que non tienen ardan si en

si en si en si en si en ciro spatu ¡ geo piedra agua are fuego el aca manqia langis ~nsia resplan tato diente de las o en aves fi.erro qecalado ~4irananqia ydrcxnancia aerimancia pircinancia auspigium o auspiqium 219

Capítulo 10. De la primera espeqie de divinaa9a.

Después que avsxrs dicho e declarado’ las quatro partes pri.nqipales susodichas, agora en esta» parte direz~s quántas e quiles son las espegies del divinar, las quales segi.mt paresge por el dicho árbol” son veynte e ginco”. 5 Ir primera espeqie es [la] que se faze e cQXEte por espreasa o manifiestd invoca9ión de los malos spínitus, la qual pertenesqe a los nigranáticos e liMase orestiaiun~, que quiere dezir, qerraniento, por quanto estonqe se qierran los ojos de los nigrcnánticos, por tal manera que non puederr conosger las illusiones diabóli.cas que los malignos spínitus usan en 10 los tales auctos. E por quanto, sy més plática d’esta espeqie e de las otras aquí se pusiese, podría traher daño porqur sería dar causa de errar a los ignorantes que non lo entendies sen, nin lo tonasen en el verdadero seso,

declarado e dicho N

b add.quintaparteli :adduaxtaparte~

o ladichaárborH: ladichaobraES

“ omiten el número de estiecies. RS : El hueco en blanco se rellenó con las palabras veinte e cinco en letra humanística 9

• orn. La >1 ~ magnifiesta e espiesa ~

bIazas prestigur ~ puedan ~

X por quanto HES 220 segunt se deve entender, el qual error soy gierto que non acaesgr a tu Señoría, segint la devoqión e afecgiórt que tienes a la religión ebristiana;

pero por quanto este tractado podrá venir a notiqia de otros michos, por tanto non ctr~le en esto macho alargar, ca asaz basta a tu Alteza” saber en 5 general las espeqies e” manera d’estos malefigios para que, quando ante tu Alteza fuere denunqlado sszEjante crinnn, sepas conosqer de qué espegir es, e sepas judgar e determinar lo que en tal caso se requiere, condepnando al culpado e salvando al inoqente, e non por el contrario, segnnt algunas vezes se ha fecho, caim dtdmos en el prólogo d’este tratado. 10 Pero lo que sin regelo de lo susodicho aquí se puede saber e denandar es sy pueden los spínitus malignos seer llamados e costreñidos por los onbres para que vengan a sus llamamientos, e respondan a lo que les fuere preguntado, lo quÉ sin bien se mirare’ fue asaz declarado por extenso en la prianra parte prin~±pald’este tractado, e por tanto non es negessario replicarlo en este 15 capitulo.

• acaes~era RSG afecqión e devoqión 9 Sennoria HBSG

cl en ES

espe~ies orn. es G

‘ mirase H 221

Capítulo 119. De la segunda espegie de divinanqa’.

La segunda spegie del divinar o divinanqa se llama divinasión por sueños, de la qual largax~nte fablas en el Tratado de los sueños, que por 5 mandamiento de tu Señoría copflél>M. E por seer materia tan prolizca non se pone en este capítulo, por quanto está bien declarada en el dicho tratado, al qual en esta parte renito.

Omiten el titulo del capitulo ES copilamos HES 222

Capíniio ma. De la tersera speqzLe o manera del divinar.

La tercera apegie o manera de divinar se llama nigrcmanqia, por la qual con algunas palabras de encantamiento e con alguna sangre que ende se pone, paresge que resucitan los miertos, e responden a las cosas que les preguntan.» 5 Este vocablo, n4rcunanqia, es nonbre griego, por quanto ~4g~gg en griego, en nuestra lengua latina quiere dezir ‘waerto’ e mancia quiere dezir ‘divinan¡a’, así que suena tanto3 c~ si” ddxésews divinan~a que se faze con los niertos e” por los maertos. E, para mayor conosqimiento d‘esto, conviniente cosa es danndar aqua. sy es posible que los maertos ressuqiten~ con lose 10 encantamientos e respondan a las quistiones que les fueren demandadas, lo qual, entendida la prin2ra partt d ‘este tractado, se conosgerá clarannnte c&uw los tales mágicos e divinos non tienen poder para costrefiir a los spíritus malignos, e manos para resuqitar los maertos con sus encantamientos; e non es esto’ cosa que ninguno deva creer salvo si del todo perdiese el

Falta la numeración del capitulo y el titulo E add. E RES add. así ES

d orn. si E

oHES

‘ resu~itan ES ~ tales liS

ti prinqipal HES

‘ ésta HES 223 sentido, ca si los ni.gratiánticos tal poder toviesen de ressuqitar los niertos e costreñir los spíritus malignos, mayor poder terrnian que los santos glorificados, los quales si algina vez obraron» esto fue por espeqial pennissión e poder de nuestro Señor, e non en su propia virtut, segunt que 5 de susso se provó que nuestro Señor Jhesuchristo’ dio este poder a los apóstoles quando los enbió a predicar por el ando. E si por ventura algino quisiesed argUyr contra esto, diziendo que lo contrario se prueva por algunos auctos que están escriptos e aprovados en la Santa Escriptura, a’ esto e a las tales cosas se deve responder segunda 10 determina~ión de los santos doctores, que aquellas cosas non eran verdaderas, ante erad’ fantasnas e illusiones diabólicas permissas por nuestro Señor, por mal e daño de los perpetradores de tales malefigios, segint se declaró en la prADEra parte prin4pal, espeqiaJaEnte por aquello que está escripto en el prianro Libro de los Reves, donde dize que el rey Saúl fue a consultar con 15 la pbitonisa e le dixo que ressuqitase a Saa¡el, la’ qual le resuqitó, segunt~

a orn. poder L mayor gloria ternian ~

obraren G

o nuestro Sennor N nuestro sennor Dios ES nuestro Salvador 9

d quisiere HES

• add. segunt se escrive en la estoria del apóstol Santiago, ~

~ e a esto ES

q de la terminaqiánE:add. laS ~ serán S

‘ el qual 5

~ se B e S 224 allí se recuenta, e respondió a las demandas que Saúl le fizo ecétera~~. E asimasi~ se lee de otros se~j antes cosas en la Santa Escniptura.

A esto e a las otras cosas ss~j antes, se deve responder que los miertos non pueden por los onbres bivos seer ressuqitados e conpehidos a responder 5 a las tales demandas de las cosas advenideras, nin sabrían» responder a ellas segunt dicho avans, e asii~~ se dirá” adelante. E si alguna vez paresqen responder esto es por divinal pezmissi.ón, por alguna causa misterial. En” quanto a lo susodicho, que la phitonisa resuqitó a Sannel e respondió a las demandas que le fizo Saúl, a esto responde sant Agostín a Simpliciano, 10 diziendo asy: Non est absurdur credere aliciua disvensatione’ oennissun

ut non daninante~ arte magica. set dispensatione occultaaue rtitonisaiú et Saulan latebat’. se ostendet~ spiritus iusti asoectibus re2is divina euir

E asiinesm se lee de otros otras cosas semejantes ~ Asiinesmo se lee de otros otras cosas semejantes ES E asimesmo se lee de otras cosas semejantes 9

» sabrán ES

se dirán ES

U E HES

• absurdi E absurd 5 dispensacone ~

dorninate £

~ fitonisani _

~ letehat S

‘ ohstendet ES ~ euui 5 225 sentencia percussurus. Et non vere spiritus Sarnuelir a reauie sua» excitatus

est. sed ahicuod fantasmac et illusio vrnaginaria diabohi” macIdnationibus~ facta cuan scrintura Sarnuel~ appellat sicut solent’ vna~ines rertin suarun

nrmdnIbustsp~Th4, XXVIa, questión VIa, nec nd.runj~56 )

a Samuel ES

b reque sila ES ~ Por error 1atasrna 9

“diabuli ES

rnachinatoribus ES machinacioibus G

‘ solet B orn. solent 5 nolluinus B nolluinus 5

ti ¡uruni S ‘ add. Quiere dezir, no es asurdo creer por dispesagión divina ser permiso, que non ensenoreante

Capítulo quartcr. De la quarta espegie o nmra de divinar.

La quarta manera de’> divinar se faze con onbres bivos”, segunt que la terqera antedicha se faze con los nuertos, e dizese aquesta divinan~a o

divina9ión que se faze por phitón, e ovo nasgimiento e depedeníia de aquel

5 M~itón que se llawavad maestro de la divinanqa, segunt lo pone el doctor sant Ysidro en las ~ Pero non devr ninguno creer que los onbres bivos puedad seer coripelidos nin sepan responder a las tales denandas de las cosas advenideras; e sy alguna vez responden esto es por divinal pennissi.ón, por alguna causa misterial, e aun estonqe será otro spíritu el que fabla e 10 non onbre bivo nin m.’erto, segund se ddxo en el capítulo próximi paseado.

tES X del SS ~ buenos 5

U llama 9

• a. 1. ve

‘ pueden 9 227

Capitulo V0. De la Va espeqzLe o nrera del divinar.

La quinta manera de divlnar,b segund detenninaqt5n de santo Thanás en la Secunda secunde, a las noventa quistiones~0, se faze por algunas Ligures o señales que patesgen en las cosas que non tienen ánima, especiab~nte 5 paresgert en ginco espegiesd, segunt la diversidat de ginco cosas en que se

obra, de las quales la primra se obra en fierro o piedra resplandiente, e aquesta se llama gecnangiat. La segunda ~ obra e esta en agua, e aquesta se llama ydrcxnanqia, por quanto se ddxiva d’este vocablo, y~gr, que en la lengua griega quiere dezir tanto caxiw agua en nuestra lengua latina. La 10 tergera se obra e cata en el ayre, e aquesta se llama aerimangia, el qual nonbre se conpone de iyr~ e de mancia, que quiere dezir ‘divinanqa fecha en el ayre’. La quarta se obra e asta en fuego, e aquesta se llama pirctnanqia, por quanto en la lengua griega tanto quiere dezir c~ ‘fuego’. La quinta

orn. V~> N

k> segimt deterinina~i6n de santo ThomAs en la Secunde Secunde a las noventa quistiones, ~44.e seguÉ lo qual esta quinta espeqie se parte en qinco espeqies (LA) ES paresqe E

d cosas BS qinco cosas, add. segunt lo gui esta quinta espe~ie se parte en quico espeqies segund la diversidat de qinco cosas en que se obra G

• respiandeqiente 3 ~ gromanqia ~ gicanqia ~ ~ orn. se E 228 espe9ie se obra e cata en las entrafías de las aninaliar sacrificadas en las aras de los spiritus mali&ios, e por tanto se llama esta espegie avisniciurú’ por guanta se cata en las entrañas de las animaJias sacrificadas en las aras de los spiritus maJ.4nos.

5 E por quanto estas glnco espeqies dependen de la quinta espegie susodicha, non conviene fazer prinqipalc capítulo de cada ma d’ellas, ca asaz

bastad lo dicho para saber lo que cinple segint nuestro Intento, ¡dii conviene sobre esto más dilatar para provar la falsía e engaño de estas espegies de gecKflaflqia~ ca asaz es de flaco enter2ddniento el que entiende e cree que 10 mirandc9 en la piedra o en e). fierro o en el are, e en las otras cosar susodichas, puedeh por all>< saber e juzgar de las cosas ocultas advenideras que non tienen causas determinadas.

• alirannas ES

b anspigiun liES

o especial ~

d Éasta ES

• gromanqia fl

‘ mirado ES

‘ a. 1. cosas E pueden ~$

, 229

Capítula VP. 2» la segunda speqie prlnqdpal, la

La segunda espe

onzena liES dezizos ES

o ~• segunt deterininaqián de santo Tomás en el 131ro e questi6n suso nonbrada ES

~ susodicha HG • sino ES

t es xiiP por respecto de las susodichas HES

‘ add. que (nasa a discurso indirecto) HES alguna ES 230 onbres e las cosas que han de aces9er, aquesto proqede de malo e falsso propósito, e aquesta tal divinanga es iligita>’, por quanto en aquesta tal interviene operación diabólica para erzbolver las voluntades de los onbres en vanidades e falsaedades. Ca puesto que los qielos non tengan poder sobre los 5 spíritus maJ4-ic’s, por quanto ellos non son subjectos al rrAniento de los gielos, enpero seyendo llamados algunas vezes vienen por irno de dos fines, o porque saben e conoscen la disposigión de los qielos, e que la virtud de aquella costellaqión ayudará a produzir aquel” efecto deseado que los onbres procuran, e creana que viene por operaqián de los apíritus malignos, o vienr 10 a fin de acostunbrar e induzir los onbres a pecadd de ydolatría, porque adoren e bonrren alguna de las estrellas en lugar de divinidat o magestat; e de aquí salió el rytw de la ydolatría, segtnt lo determina santo ¶JYncxnés en el segundo escr4to de las ~ La segunda speqie o manera que procede de la susodicha, la qual es 15 quatorzena por respecto de las otras espegies susodichas, se causa del ¡wvizniento o de las bozes de las>’ aves o dé otros qualesquier animales, o por

e las cosas ocultas que han de acaesqer ~j: las cosas ocultas en de acae~er ~ : las obras ocultas en de ane~er (sic) ~

~> liqita ¡ illiqita NBSG. Es errónea la lectura de E, aunque queda corregida en el texto

add. e ES

d creen G

• vienen HES

~ pecrado ~ ~ retu G

~. add. otras 5

om. de E orn. de otros S de otro cualquier ~

. 231

estornudos de los onbres, e aquesto tal se llama agUero, e dirivase este nonbre del garrito o gorgear de las aves. Onde es a saber, que estos agUeros se causan a las vezes en las orejas, conviene saber, quanto a las bozes e cantos de las aves e animalias>’, e a las vezes se causan en los ojos, esto es,

5 quanto a los ~viz~.entos de las aves e de las aninalias; onda es aquí de notar que aquestos dnstlnctosd naturales de las aves e animalias se causan en ellos por tres maneras, conviene saber, o del nnvtniento del gielo, o por parte de Dios, o por parte de los malignos spíritus. Primaranente, digo que aquellos zr,imientos o stuntos naturaler de las

10 aves e animalias se causan del ~vimiento del qielo, por quanto los cuerpos celestes’ ti.enen virtud de inflmqr e inprtnir en las tales aves e aninalias, por ende, si alguno considerase los tales naturales instintos e nvvixnientos, c&rnn vienen e acaesqen a las aves e animalias por inf3nen~ia e inpressión de los cuerpos ‘elestes~, non pecaría quien tal juyzio sopiese fazer e lo 15 fiziese? 0mw si alguno judgase que lloverí- en breve porque la corneja gorgea a unnudo, oi porque el asno sacude las orejas, quien esto tal sopiese

• guaritu ES

» alinannas ES

“ na... (ilegible) E : natura 5 intestus B : yntestus 5

• ales ES ~elestia1esES ~ gelestiales S haddhlES

~ lloveria G

leES 232 dosgenier e judgase por ello non erraría ida se podría dezir divinar, pues se puede alcanqar por prdnqipios naturales. Pero los agoreros, seguri ddxinns en el Tractado de los sueños, non juzgan por s~ienqiab salvo por antojo e volintat e por opinión reprovada, e por tanto peccan grav~nte, segund se 5 contiene por extenso en el dicho Tractado” de los sueños62 lo segundo dixe que las aves e animalias a las vezes resqilben de parte de Dios alginos stlntos camv naturales, segtnt que resgibió la palcna que desqendió sobre niestro Salvador, e astwsw los cuervos que trayan de cax~r a Helías, e asinEaln la vallerza que tragó a Jonás e después lo alanq&d. Pero 10 aquesto acaesqe raro e en cosas senaladas de grant misterio, e por tanto non se deve d’esto tal fazer juyzio general, e quando algtmt juyzin se fiziere, en tal caso deve seer fecho por persona niy discreta e de alta sqien~ia, e non por la vía que lo acostunbran fazer los agoreros. lo terqero dtce que las aves e animaRas resqiben a las vezes estos 15 stuntos de parte de los epíritus mal4ios, los quales usan d’ estas operaqiones de los animales brutos por caer a los onbres en vanas e falsas opiniones, las quales se les siguen por parte de los spíritus malignos en querer saber las cosas advenideras por los nrnrimientos e opera4ones de las aves e animalias. E aquesta espegie de divinansa se lina agUero, que quiere dezir ‘juyzio que 20 se faze sobre las bozas e ~vt~entos de las aves e animalias’. Todas estar cosas aquí dichas son senten9ias e deterrninaqi.ones de santo

• divinanqa Es

b add. par los suennos ¡xiii ES por senten9ia ~ ~ Contracto E Contrabto 6

~ tragó e después alanqó a Jonás HES

• aquestas £

. 233 ‘franás en la Secunda secunde, a las XC questiones’4. 234

[Capítulo VIlO]. Ter~era espegie pringipal, que es quinzena por respecto de las otras speqzLes ~s printi.pa]ew.

La tergera speqie prinqipal, que es quinzena por respecto de las otras espegies manos prinqipales», aquesta se faze sin expressa unvocaqic5n de los 5 spíritus maliguos, por sola considera9ión de’ algunas cosas que nasgen od acaes~en de algunos auctos que los onbres fazen para saber las cosas ocultas advenideras, esto es, quando los onbres echan algunas maneras de suertes para

inquirir e saber algunas cosas advenideras, e aquesta spegie se llama divinanqa por suertes, e aquesta divinanqa de suertes algunas vezes se llama 10 divisoria, esto es quando se lanáan las suertes para dar a cada parte lo que le copiere; otras vezes se llama consultoria, esto es quando se lanqan las suertes para saber lo que se deve’ fazer; otras vezes se llama divinatoria, esto es quando se lanqan las suertes para saber algunas cosas ocultas

advenideras e aquesta9 conti.ene tres spegies o maneras.

cii. el titulo. liES

b cii. La terqera spegie prin;ipal, que es guunzena por respecto de las otras espe9ies menos pnnqipales, £ ~ repite de E

de G

• add. e ES

orn. deve G

~ cii. aquesta RS 235 La pri~ra espeqfr que depende d’esta, la qual es XVI~ por respecto de las susodichas se llama 9ircxnanqiab, quiero’ dezir, divinanqa fecha en la mano, por quanto los que d’esto usan, prestmEn e se trabajan en saber las cosas secretas advenideras por las rayas o líneas que están en las manos, e 5 dirívase de mr vocablo griego que se llana giros, el qual en maestra lengua quiere dezir ‘mano’, e ~ quiere dezir ‘divinanqa’, e por tanto qiraaanqia quiere dezir ‘dd.vinanga que se faze en la mano’ La segunda espegie que depende de la susodicha, la que). es xvita por respecto de las susodichas, se llama spatulanqia, por quanto ésta se faze e 10 se cata en la espalda, esto es, en algunas figuras que se fallan en las’ espaldas de algunas animalias. La tergera espegie que depende de la susodicha, la qual es diez e ocho por respecto de las susodichas se llama gectnanqir, la qual es otra manera de geananqia diversa’ de la susodicha, e aquesta se faze en qinco maneras. La 15 prI~ra manera9 se faze por lanqamiento de pintos con péñola, e por consideragión de las figuras que d’ellos” proqeden. La segunda manera se faze por cansideragión de algunas figuras oye proqeden del píCa> retido lanqado en agua. La terqera manera se faze con algunas qédulas escriptas o non escriptas

• Din. Spe9ie 3 qironianqias ES

o qnere ~

~ algunas ~

• groJDan9ia ~

£ gromnqia dubdosa ~

~ CL manera ¡

k d’ello 3 236 puestas en lugar secreto, considerando quil cédula viene a cada iro~; asim~sni se faze esto con pajas que non sean yguales para veer quien resqi.be la mayor o la nmior, faziendo’ juyzio sobre ello. La quarta manera se faze

echando las dados e ~rando los pimtos que lan9a cada uno • La qud±Ltab se faze 5 t~ando mm libro, el qual tiene en cada foja mr filo e están” en cada foja escriptas diversas maneras de suertes, e aquel que quiere saber lo que le ha de acaesger pónenle aquel libro delante, e sin deliberaqión alguna trava de

alguno de aquellos filos, e abre~ el libro, e’ por lo que está escripto en

aquella foj a faze juyzio en las cosas secretas advenideras que quiere saber 6• 10 E todas estas ginco maneras se llaman e tienen nonbre de suertes, asi lo determina santo Thcmnás en el libro e questián susodicha67. E contando estas qinco maneras con las espeqies susodichas, serían así veynte e W~ speqies dichas de divinanqa, así prinqipales c~ manos prinqipales. Otras maneras superstiqiosas o mágicas ay que9 non se ponen aquí por 15 quanto se reduzen a las susodichas, así cccmi son los carateres e figuras e

las ligaduras que atan al cuello o en otro mienbro alguno. E asinnnn, quando van andando dos amigos junctos e se entrepone entre ellos>’ alguna piedra o algund nifr pequeño; asymsin quando alguno se cal9a, si estonqe estornuda,

a faze ES

b add. ranera NBSG

C está BS

~ abren RS

• Din. e RS

‘ XX jveynte ~j espe9ies de divunanqa ~

~ninBS

>‘ eatr’ellos ES 237 tórnase a la cama; eso mesao torrnar a casa si ca~nnsando canino entropieqa68. Todas estas r otras semaj antes son species superstigiosas, segunt que más por estenso se pone en el Decret&9, pero todas se pueden reduzir e incluyr so las espegies de suso nonbradas. 5 Aquestas speqies o maneras de divinanca pus lms en este tractado en la mamra susodicha, non curando>’ dilatar en la prática” d‘ellas por non dar causa de pecar a los iguorantes que en este libro leyeren, e asinEar porque lo susodicho basta a nuestro Intento, el qual fue copilar todas las maneras mágicas o supersticiosas que se llaman espeqies de divinan¡a. Pero, por quanto 10 gerca d’ellas podrían ocurrir a los leyentes algunas dubdas tocantes en la permissi.ón o prohibiqión de las espeqies antedichas, por tanto conveni.ente cosa es nmer aquí algunas questiones o demandas, en que se aclaren e suelvan” brevemEnte las dubdas que occurriererr en la presente materia. La prdnEra questión’ es si es cosa ligita divinar e judgar por el juyzin 15 de las estrellas. La 11% sy es pecado usar de las cosas naturales para salud de los cuerpos himianos. La thai, si las señales o carateres se pueden nezclar con las cosas

• orn. e ES >‘ ~ de £

o plática d’elias ~ plática d’ellos RS

omn. e suelvan ES asuelvan G

• ocurrien RS

Din. questión 14: demanda o questión 3 : demanda e questión ~

add. es ~ add. questión es ES add. questión ~

Ii add. es H : add. questión es, conviene saber, ~ 238

naturales para produzir algunos efectos. La IIII~, si es lígita la divinagión que se faze llamando los spíritus

—5. La V~, si es líqito judgar por agUeros. 5 La vro, si es cosa li9ita mirar e observar algunas señales para conosger algunas cosas advenideras contingentes, así caz¡~ enfen~dades o sanidades segunt que algunas vezes lo guardan los físicos. La vna questión” es si. es líqito observar algunos tienpos para obrar

lo que quer~s fazer. 10 La VIII% si es pecado e’ cosa yllígita inquirir e querer saber de las cosas furtadas e tunadas, e aquesto acatando en el astrolabio e en el jmqzio de las estrellas. La i» es, si cojendo las yerras para algunas enfenirdades, es líqito dezir algunas or¾iones o poner algunas escripturas sobre los onbres e 15 animalias. La Xl>’, si es cosa li9ita colsar al cuello las palabras divinas de la Sacra’ Escriptura.

• add. q¡iestión es HES : add. gliestión 9 add. dubda es HES

add. dubda es N

“ orn. questión ES : dubda HG

• add. duMa es NESG ‘oES

~ Falta el número de la cuestión. add. duMa N : add. o questión ~ : add. duMa G ~ add. duMa es HG add. es ES

‘ Sacra HES 239

La ~a sy es cosa liqita traher las reliquias de los santos o tenerlas en otra qualquier manera. La XIP”, sy es cosa lígita encantar a las serpientes e a las otras’ aninalias. 5 La flhI~, si es cosa líqita encantar los niños e’ los enfenx,s. La flhII~, si es pecado procurar e saber algunas cosas de los spíritus

—5. La XV~>’, si es cosa ylíqita’ ~el juyzio del fierro ardiente o de agua firviendo que Laxen tanar algunos por e~erinrntos1’ e saber la qertinidat’ de 10 algunos delictos occultos.

La XVI&I, sy es cosa líqita usar de las observ¾ionesde la~ arte

• add. duMa es HG : adi es ES b add. dubda es 14 : add, es ES dozena demanda £

encantas ES

“ o a otras 14 : o otras RS : o a las otras G

444. es N9:444. questión es ES o NBSG

~ add. questión es HES : add. cosa es G

h add, questión es ~ add, es 25

‘ líqita ~j

i add. si G

k experimentar HES

qertonidat £

add. questión es ]j ¡ add. es ES

dcl HES

r 240 notoria para saber e alcanqar scien9ir. La XVII~>’ si es cosa ligita usar de las ymágines que Laxen los astrólogos. La XVIIIac, si es lígito a los clérigos desnudar los altares o cubrir 5 las ymágines de luto, o quitar las lanparas o lininarias agosturibradas, por causa de dolor’ por algunas vinlen4as fechas a la iglesia. La XIX~ questiów es qué cosa es esto que se dize que ay unas mageres que se llaman bruxas, las quales creen e dizen que andan de noche” con Diana’, deesa de los paganos, con michas e inu¡~rables nageres cavalgando en bestias 10 e andando e passando por michas tierras e logares, e que puedeni aprovechar

e” dañar a las’ criaturas. La )OC~ e postrinEra dubda e questiórr» es que, pues’ estas artes mágicas

• sentenqxa G

b add. es HES II orn. cosa RS

~ add, es lBS

“ abrir O

— e HES

‘ dolos RS

o¡n. guestión ~

>~ de noche andan G

~ cotidiana ES puedan ES

o NESG

‘ muchas ES duMa o demanda G

La XX duMa es pues HES 241 son frívolas e de ninguna efica9ia, segtnt dicho avenrs, cámv acaesgen e vienen michas vezes aquellas cosas que los adevinos e mágicos dizen e afirman ante que vengan. 242

Respuesta e soli¡qi&r de la prin~ra dubda e” questi&i que es” ay es cosa lí~ita divinar e judgar por el juyzio de las estrellas”.

[A] esta quistiórr se dev’e responder segtmt determina9ión de santo Thanás en el libro e quistióri. susodichos±7o,que los cuerpos qelestes non son 5 causa de dos cosas o efectos, las quales cosas non son sitj actas substanqiainEnte al ~vimiento de los cuerpos. La primra cosa es el efecto o cosa que viene por accidente, agora sea en los fechos humanos, agora sea en las cosas naturales; así se prueva en el VI? libro de la ~thafísica’¾ onde se dize que la cosa que es por acqiderite non tiene causa espeqialnEnte 10 natural, así ca~ cayendo la piedra se faga terrento, o cavando el onbre falle thesoro’2. Lo segundo, dezInns~ que los cuerpos qelestes non son causa

de los actos que proqeden de la voinntat; enpero disponiendo , pueden los cuerpos qelestes inclinar a los onbres a los tales actos en quanto inprin»n e influyen en los cuerpos humanos, enpero de aquesto tal non se sigue 15 neqessidat a la voluntat e libre alvedrio.

• orn. e soluqión NR orn. dubda e 143 gjp. que es »

“ Falta el título. S

• A la qual liES

£ susodicha HES

~digo ~ 243 Por ende, si en estas dos cosas quiere alguno determinar por el juyzio de las estrellas, conviene saber, para conosqer las cosas que acaescen por caso e fortuna, ea las cosas que progeden de la voluntat e alvedrio de los onbres, esto” tal progede de” yana e Lalssa opinión, en la qual se” unzela e 5 ayunta la oper¾iónde los spíritus mali~rs, e por tanto es iliqito e reprovado; enpero usar del juyzio de las estrellas para conos~er las cosas advenideras que se causan del ~vdmiento de los cuerpos qelestes, así cauw lluviar e sequedades, e otras cosas sa~j antes que tienen causas’ naturales, esto tal non es flJ.íqito nAzi pecado, segunt que más larganrnte lo declaran~s 10 en el Tractado de Caso e Fortuna~’3

o HES

“ d’esto ES

c orn. de ES

“ muestra e ES

• luvias NES ~ add. semejantes 9

~ add. segunt dexirnos ES

. 1~ 244

Respuesta de la segunda questikzr, coariene saber, ay es pecado usar de las cosas naturales para salud de los cuerpo&.

Respondiendo a esta questián, deziros’ que usar de las” cosas naturales en las passiones corporales, para las quales tienen alguna virtut, non es 5 esto cosa fl.ligita nAzi superstiqiosa, con tanto que non nezclen nAzi ayunten’ señales o carateres o nonbres non conos9idos, las quales cosas non tienen virtut natural nAzi eficaqia alguna para produzir de s,5 los tales efectos de sanidat, e por tanto si la tal mazda se fiziese~, danés de seer vani.dat sería cosa illiqita e superstiqiosa. Así lo determina santo Thanás en el libro e 10 quistión sobredich&’~.

dernandaG

“ add. humanos >435

A lo qual se deve responder ~

ci add. tales ~¡

• orn. esto O

add. a ellas otras cosas illí9itas así como algunas 1425

~ tiñere 14

> sobredicha NG sobredichas ES 245

Respuesta de la iiia questi&a, caivia~e saber, si las señales o carateres se pueden n»sclar con las cosas naturales para produzfr algins efectos.

A esta qui.sti.6fr se deve responder que non se deve” Laxer tal mixti.ónd, 5 por quanto las tales señales e figuras e carate res naturalnnnte non tienen eficatia alguna, por quanto las tales figuras non son nAzi pueden seer prinqipio de nAnguna oper~i6n natural. E si algunos efectos o operaqi.ones

parescen’ tener, aquello tal. proqede de las ~ de los spiritus malignos, e por tanto, non se deve usar las tales señales e figuras, ca el 10 tal uso es cosa flhíqita e superstigiosa, segunt lo determina santo Thanás en el libro e quistión sobredicha~~

a es conveniente >4 orn. conviene saber ES que es £

“ A la q¡xal liES

o ReDiten responder Bi

misterio BS

• orn. si RS paresqe ~

illugiones ES 246

Bestr de la ruta dsimndt, ‘si es cosa9 11<4ta la div4—aq-n cpae se Laxe llan~ndo los spíritus mali.gi>os.

A esta quistiórr se deve responder segtnd detenninaqiñn de santo Thanás en el libro e quistién susodicha76 que non es lzqito, antes es grave pecado 5. por dos razones: la primEra, por quanto en la invocaqión de los spíritus malignos se Laxe con ellos expresso contracto, lo qual es cosa illiqita e reprovada, e por tanto contra estos tales escrive xsafas a los nunro

capítulos, onda dite: DixLstis: nercussimas fedus cta nvrte • et cta inferno fecimis vactu¡n7’, quiere dezir, vosotros disLates fezinns contracto con la 10 nierte e astzniv con el infierno, onda faxer contrato’ con la nierte es’ Lazer contrato con los spíritus malignos, de lo qual se sigue la muerte del ánima, e por consiguiente se sigue el contrato con el infierno, donde los tales serán deputados para sienpre jamás. La segunda razón es por el peligro que dende se sigue, por quanto los spiritus malignos entienden sienpre en sus 15 respuestas la dapnación. e perdiqión de los onbres, e puesto que algunas vezes

• add. e solu~ión O

questión HES

add. que es, ~ “orn, cosa >4

A la qual NES

fazen contratos G

‘ add. a ES 247 digan verdat, esto Lazar por acost’.nbrar los onbres para que les crean e les den fe fasta que los trayan a caso de perdiqión. E por tanto Athanasio, er~oniendo aquello que se escrive por sant Lachas a los quatro capítulos,” dize que nuestro Señor increpé al spíritu maligno 5 quando dixo: ~ntesce’8, onde dize la glosa que puesto qu’el spíritu maligno fablase verdat, nuestro Señor le increpé e le mandé cafl.ar, o’ porque non nrzclase alguna falsía con la verdat, o porque non acostunbrase los onbres para que le oyesen e diesen fe, fasta que los traxese a perdiqión. E por tanto non les deve ninguno llamar flAn procurar sus respuestas, ca grave pecado es 10 dexar los consejos e doctrinas de la Escriptura Divina, e yr [al buscar la doctrina diabólica. E si por ventura algm.mo contra esto quisiere argUyr de aquello que se escrive en el primaro de los Reyes a los flVII capítulos, onde dize que Saúl fue a trinar conseja de la phitonIsa’~, a esto se deve responde aquello que sobre” este passo responde sant Agostín, segund dtdas en el 15 capítulo passado de la tergera espeqie de divinanqrao.

fazer ES

“ add. onde NES

“eRS “ oin. sobre

• divinar ES 248

Respuestr de la cpzfnta questiát, conviene saber, si es ]iqito judgar por agiierot.

[A] esta questiér se deve responder segunt determinaqién de santo

Thanás en el libro e questión susodichas ‘, que del z~iflmiento o canto’ de las 5 aves non se pueden conoster las cosas advenideras de tal conos9imiento que sea por causas, mas las operaqiones de los animales brutos es mr Instinto a manera de natura, el qual proqede de das causas La una causa protede del nvvimiento de los cuerpos celestes, e por esta manera non es inconveniente que las operaqianes de los animales e aves sean 10 señales de las cosas advenideras, en quanto son conforn2s a la disposiqión del ayre e de los cuerpos Lelestes, de la qual disposigión acaesgen algunas cosas advenideras, pero aquí conviene guardar das cosas, la primera, que aquestas consideraqiones e juyzios non se extiendan~ salvo a conosqer las cosas advenideras que se causan de la disposiqión e nvvlmiento del ayre e de 15 los cuerpos gelestes, lo segundo, que non se extiendan los tales juyzios

• add. e soluqión 9

~ que es NG : orn. conviene saber, »

“ Falta el título. 5

A lo qual HES : A esto 9

‘ qtanto ~

~ extienden ES 249

salvo a las cosas que pertenesqen a las aves e animalias, las quales alcanqan

de los cuerpos celestes ini conosgimiento natural, que es negessario para su mantenániertto e conservagión de su vida. E fasta en esto se puede tcxnar juyzio

de los nnvimientos de las animalias e canto de las aves 5 Por otra manera, este instinto de las aves e animaJlas procede de causa

apiritual, así c~ de nuestro Señor, segund pares~e por la palma que desgendió sobre nuestro Salvador, e en el cuervo que dio de cazar a Bellas, e en la vallena que tragó a Jonása2. Qm procede el tal instinto de los spiritus malignos, los quales a las vezes usan de las opera’iones de las aves e 10 animalias para mater las ánimas en algmras vanidades” e opiniones falsas, e

en tal caso, non sería líqito el tal juyzit. En quanto a lo que se escrive de Joseph a los rY XIIIP capítulos del Génesí, que non zuna su semEjante en la sqi.enqi.a de los agUeros~, esto se deve entender segund lo determina sant Agostírt4, quanto a la opinión que d’él tenAr el pueblo, e non porque la

15 tal arte sea permissa nAzi aprovada.

• orn. O B

add. e opera9iones, 9

‘tenianG 250

Respuesta de la vta quesriúr conv-teze saber, si es cosa 11<4ta mirar e observar algunas señales para ccws¿er algunas cosas advenideras contingentes así c~ enfeniEdades o sanidades, segunt que algunas

vezes Jo guardan los físicos’ -

5 A esta quistión” se deve responder que, considerando las señales de las cosas advenideras por sus causas determinadas, las quales claranEnte se muestran por las tales señales e causas, esto tal non es cosa illigita, así c~ si el siervo considerando al señor redo non es cosa illigita’ que tana9 los a*ytes; e asinEal» temEr” el daño que puede venir a los niños de 10 aquellos que tienen dañado el instrunEnto de la vista, por tal manera que pueden aojar, e por ende, ta~r el tal daño non es cosa illíqita. Así lo determina santo Thcsnás en el libro e quistión susodichae5. Non enbargante que algunos tienen opinión que non se puede causar el tal daño de ojo, la qual opinión se les causa por no ayer perfecto

• dubda HES : questión ¡esta 9 que es ~

o 32 los físicos E

d A lo qual >438

e125 oin. así coinmo si el siervo considerando al sennor yrado non es cosa illígita £

9terneES “tmeli 251 conoscimiento de los prinqipios naturales, ca el tal daño puede venir e” acaesqe naturainnate muchas vezes, e por tanto conosqiendo las causas e señales del tal daño non es cosa ylli9ita observar las tales señales por desviar el tal daño. Por esta vía asimasntn, en algunas señales se conosgen

5 las causas de sanidad o enfen~dat, e de la vida e de la nherte, en lo qual liqitannnte se pueden Lazer juyzios por las dichas causas e señales. Así lo determina santo Tcxnás en el libro e questión susodicht6.

• ca 35 252 Re~p~rnr~ de Ja vfl~ q>±esr4&a que es” si es líqito observar algunos tienpos para obrar lo que querws Lazer.

ER] espondiendo a esta questión, dezinns’ que algunas cosas son que vienen por curso natural, e otras cosas” son que vienen por curso voluntario, 5 por ende, observar los tienpos para fazer las cosas que se causan por cor~li2d.én natural de los elsinzitos e de los tienpos, esto non es pecado, e por tanto los físicos, curando de las passiones corporales para dar las mEdiginas curativas o purgativas, consideran e observan los nnvimientos de los cuerpos qelestes, e por esto non pecan, por quanto los cuerpos e los 1.0 mienbros se mueven segund los ni~.entos’ de los cuerpos qelestes’. Pero en aquellas cosas que son voluntarias e subjectas a la voluntat e alvedrio de los onbres, es pecado faxer las tales observaqi.ones de tienpos. Onde, para mayor conos9ind.ento d’esta razón, es a saber que la observaqión de los tienpos es en tres maneras: ira manera es illiqita e 15 superstigiosa, e’~ esta es guardando los advenlnientos de las cosas que son

• duMa HES : demanda G

h om.qiie esES A lo gijal se deve responder ¡1~

oni. cosas HES

• curativas peurgativas B ¡ curativas o ponirgativas ~

Por error movientos E

~ e los mienbros de los cuerpos ynferiores son subjectos a los cuerpos gelestes 6: orn. se mueven segund los movimientos B orn. e NBSG

1 avennnientos HES 253 sitj ectas a la voluntad e libre alvedrio de los onbres, así canni cainnsando algunos Lechos himianos so gierto e señalado si~o del gielo. E los que tales

observa4ones Laxen son reprehendidos por Ysayas,1 onde dize: Estéir e avúdente tus a2oreros’~ aue contaran los años e los días e los mases8’. La segunda 5 observaqión’ es de providenqia e discregión, conviene saber, guardando la qualidat del tienpo por ayer habundan9ia de los fructos tenporales e” evitar

las indigenqias e carestías, e aquesto tal nAzi’ se loa nAzi se reprehende. Ecclesiastici, LO(~Ifl capitulo: QrAg~ diem suprerlat et annus annunr Otra observaniit de tienpo es de piedat e devoqién, esto es, quando los 10 buenos ebristianos guardan las fiestas para loar a nuestro Señor e Lazer’ obras de caridat, espegiahirnte por conosqimiento de algunos benefigios en tales días rescebidos; e por eso dize el Apóstol Ad Rcc2anos, fl~IIIl~ capítulo: Alius indicat inter disn e die~’. Así lo determina todo esto susodicho Pedro de Tharantasia~ en el IUI~ escripto de las Sentencias, a las 15 xjocani distin~i.ones, artículo IIII~.

Esté ES aguoreros 35

esservagián ~

OL e ES

• cazevias ES non ES

ajes NG : om. deus ES

observa9ión G

~- fazen ES

Pedro de ~aransiaES

. 254

Respuesta de la octava qasstióna, qut es si. es pecado e cosa fllíqita inquirir e querer saber de las cosas furtadas e lanadas, e aquesto acatando en el astrolabio o en el juyzio de las estrellas.

[A] esta questiáir se clave responder que inquirir e querer saber 5 aquellas cosas que propiamante siguen a curso de las estrellas e cuerpos celestes, así canx querer saber si fará calor o Lriura”, o lluvias o sequedades, esto tal non es pecado; pero judgar de aquellas cosas que son sitj ectas a la voluntad e alvedrio de los onbres, e non son subjectas a la ley e curso de las estrellas, esto tal es grave pecado, por quanto en tales 10 cosas cccúnnte interviene invoca9ién de los spíritus malignos, e~ressa o tá4ta. Así lo determina Alexandre de Ales en la Ita parte de’ su Sunna, a las LII questiones, artículo VIS’.

• duMa NBS orn. que ES A esto NBSG

~ friuras ES

• luvias ES

‘ add. la NBSG 255

Pespuasta de la iia cy..iasti.áa, conviene saber, si cogiendo las yerras para algunas enfenisdades es 11<4to dezir algunas oraqknes o pa~r algunas escripturas sobre los «tres e animales.

[A] esta questián’ dezfrns que non se deven” dezir nAzi poner otras 5 devoqiones nAzi escripturas, sinon solanente el Credo e el Pater Nuestro. E si otras cosas superstiqiosas se ponen o dizen, grave pecado es, segunt que por extenso se determina en el Decretc92, onde se lee de mr clérigo que apartándose en mr lugar secreto, non con entingión de fazer invoca<4ón a los

malignos spíritus, salvo con propósito de buscar el estrolabio e inquirir iii 10 furto que fue fecho en una iglesia, en lo qual puesto que su entinqién e zelo era bueno, pero grave pecado ccvrtió por la razón susodicha. Así lo determina santo Thcnás en la Secunda secunde, a las XC questiones93. Por tanto en los tales actos non se deven usar otras oraqiones ¡xiii escripturas salvo las susodichas. Por experi.enqia se falle de michas personas 15 entre otras devoqiones aver n2zclado otras cosas flJ.íqitas, por tanto en tales casos non cunple, so color de devoqién, exceder de lo que está en los Derechos establesgido e determinado.

• add. duMa o HES dubda G es >435

(A] esto G

d oin. deven RS 256

Pesraastade laxaqaestiár, coriene saber, si es cosa líqita colgar al anlln las palabras divinas de la Sacrr Escriptura.

A esto deziws” que en este caso son de acatar e guardar quacro cosas: la prmnnra, qué cosa es aquella que se escrive o se cuelga a). cuello, ca’ si 5 es para demandar ayuda o fazer i.nvocaqión a los spíritus malignos, esto tal manifiesto paresge que es illiqito e superstiqiosa; la segunda? es nitrar e aguardar’ si las tales escripturas contienen en si algunos nonbres non sabidos nAzi conosqidos, so los quales podría estar encubierta algtma cosa yllígita, por tanto, non es permisso, antes es cosa ±111<4ta e defendida en los 10 Derechos~~, que ninguno non sea osado de traher n&~nas nAzi otras qualesquier escripturas que asía contengan alginos nonbres non conosgidos; lo tergero, es de mirar e aguardar que la tal escriptura non contenga en sí alguna cosa de falsedat, ca de la talk escriptura non se podría’ esperar buenos efectos de

• duMa NBSG que es ~ : es ~ tSantaBS A lo qual se deve responder ~ : A lo que se deve responder 3

tres ~ : OIL quatro 6

‘ ga D : que 8 illí9ita e superstiqiosa G lo segundo HES

• guardar ~

en si 38

¡. 1. tal E 257 nuestro Señor ca~ Él non sea testigo de falsedata; lo quarto es de guardar que con las palabras divinas non se mazcien algunas cosas vanas e illigitas, así camn figuras o carateres, synon sola¡~nte la señal de la cruz. Así lo

determina todo esto santo Tanás en el libro e questión susodich&~. 5 Pero es de creer que aprovecharíac más oyrlo en la iglesia que non traherlo colgado del cuello, e si aquesto non aprovecha, mios aprovecharía colgado al cuello, ca micho es de mayor eficaqia lo que entra por la oreja que lo que está colgado al cuello, por quanto lo que entra por las orejas e por los otros sentidos, va e llega al ánima, e lo que está colgado al cuello 10 non lo puede así fazer, por quanto el cuello non es tal sentido o instrumnto donde el ánima pueda res~ebir juyzio de las cosas que en él” están colgadas. Asixxesw, es de creer que tener el Evangelio o las otras palabras divinas en el entendimiento es de mayor eLicaqia que non tener aquellas letras e figuras colgadas al cuello. Pero guardando las quatro condicigiones sobredichas, non 15 es cosr illígita trabar las tales escripturas colgadas al cuello.

‘podrían ES

a orn. de falsedat ES

“ susodicha NBSG

aprovechará HES

orn. en él S

orn. cosa ?3 258

Respuesta de la zia cpnstt5re, qu& es si es cosa 11<4ta trabar las reliquias de los santos o tenerlas en otra qualquier cunera.

A esta d~anda~ dezimDs que una nnsrna razón es de las reliquias de los santos e del Evangelio e de las palabras divinas ,“por quanto, sy las tales

5 cosas se traben por fiuzrs6 de los santos cuyas son, esto tal non es iJJ.iqito, pero es de acatar que non se aytnte~ con ello otra cosa alguna de vanidat, así ca~ creer que aprovech& más la caxa en que andar seer quadrada o redonda o triangular, ca para la reveren<4a de nuestro Señor non aprovecha’ más la ma figura que la otra, e por tanto, creer lo contrario cosa iJ.liqita es e 10 superstiqiosa. As# lo determina santo Th~ás en el libro suso nonbrado~’.

& duMa o demanda lIES : adi o duMa G orn. que ~ : ~ que es G A lo qiial H : A la qiial ~ add. e ES

1luzas N : fuzia ES ayunten 6

aprovecha ~ : aprovechan ES ~ orn. en que andan ~

‘ aprovechan fl 259

4 A~a bsi es cosa 11<4ta encantar las Respuesta de la rita qtJest- serpientes o a” otras anímalias.

[A] esto” se deve responder que si en s~j antes encantaqioner se aviere respecto e’ consideraqión solansnte a las palabras sacras e a la virtat 5 divina, non será cosa ylligita, pero los que usan de tales encantaqinnes por la mayor parte guardan algunas ylllqitas observaqiones~ e vienen en efecto sus

encanta~iones, espeqia.bmnte en las serpientes, por quanto la serpi.enté’ fue el prmnnro instrunrnto diabólico para engañar al onbre~. Así lo determina santo Thanás en el libro e quistién susodicha~.

dubda o demanda >4 honzena dubda o demanda 35: duMa G

“ add. que es >4 : add. es 8

C orn. a G

d A lo qual RES

• encantamientos ES

‘oES

~ observanqias HBSG

h orn. por quanto la serpiente ES 260

Respuesta de la rina qaestiúr, que esb si es cosa 11<4ta encantar los niños e’ los enfenws.

[A] esto se deve responder segunt detezmina±i.óndel santo Doctor’00, que si en los tales actos non se faze” nin se mandr fazer o dezir cosa alguna 5 superstiqiosa, sinon sola~nte llqitas ora9iones e’ conjura9iones, así ca~

conjurando por la cruz e passión de nuestro Señov & por otras cosas tales, non peccan los que lo Laxen’, salvo si lo fiziesen después que les fuese defendido por la Iglesia, por quanto las tales cosas son de’ defender, porquek

zinchas vezes se nnzclan en tales auctos algunas cosas superstiqiosas, salvo 10 sy los tales se fiziesen por personas discretas e devotas que fiziesen ora9iones devotas, non sobre las ropas o gAritas, salvo poniendo las manos

duMa G

b ~ que esES ~ o HBSG

“ fazen NBS

• mandan HES

‘oG ~ add. Dios G e NBSG

~ fazer ES i s. 1. de E

k par guanta HES 261 sobre los enfer~s, can dize el Evangelio’~’, esto tal es 11<4to e pennissoa. Así lo determina santo Thanás en la Su~na susodicha~O2.

• lí9ito es e permiso HES 262

Respuesta

[A] esta questiózt dezfrnr que es cosa ylligita e grave pecado por dos razones: la prinrra, porque non enbargante que procurar de’ alcanqar el saber 5 de si sea bueno, enpero procurar de lcr alcan~ar por manera non devida, conviene’ saber, con ayuda de los spíritus malignos, esto non es buerxo~ nAzi líqito$, e aqueste es el fin de la arte notoria, segunt adelante se dirá en la questión XVI; la segunda razón es porque procurar de saber las cosas advenideras nediante de los spíritus malignos es grave pecado, lo prizwro, 10 porque los spíritus mali~xos non saben determninadanEnte las cosas advenideras,

lo segundo, por la cor~eñía que en cal caso con ellos se tracta. Así lo

• guestión HE : questiones ~ b ~ que es E

o orn, e >4

“dejnandaG • A lo qual se deve responder ~j: A esto se deve de responder »~

del ES

‘~ pero ~ ~ del RS

‘ add. a 5

bien ES

k illíqito ~ 263 determina santo Timás en el libro e quistión susodichr’~

• sobredicha HBSG 264

Respuesta de la quinzena questi.&r, si es cosa yllígLta el juyzio del fierro ardiente o de agua firvlerdo que fazen tcxnr algunos por experimxtar e saber la qertdnldat de algunos delictos ocultos.

[A] esta quistión dezinns” que es cosa yfliqita e grave pecado por tres

5 razones. La prinEra, porque la tal cosa se Laxe a fin de saber e juzgar las cosas ocultas, las quales solanate son reservadas” a juyzio divino. La segunda razón es porque en los tales casos se espera miraglo, lo qual es tenptar a Dios. La terqera razón es por seer reprovado e defendido en el Derecho~o. Así lo determina santo Thcoás en el libro e questión sobredicha’~~.

• demanda o dubda 6 add. que es >4 : add. es ES

o A lo gual se deve responder ~

“ relevadas ES 265

Repuesta de Ja XVI~ questf&a quet’ es si es cosa líqi.ta” usar de las observac-Jsxrs deid arte notoria para saber e alcan~ar sqimda.

[A] esta questiózr se deve responder que la’ arte notoria es yllíqita e asinesix~ es de ninguna eficaqia. PrinEra~nte digo que la arte notoria es 5 yllíq ita por quanto en ella ~ usa de algunas cosas que, en quanto tales, non tienen virtut de causar acienqia alguna, así camn mirando algunas figuras e señales e palabras de las quales el arteh notoria non usa, así camzn de causas nAzi caxm~ de señales por Dios e por la Iglesia ordenadas, segunt que son las palabras sacran2ntales, e non son tales las señales de la arte notoria, mas 10 antes son tales que pertenesqen a los contractos que Laxen con los spfr±tus malignos los que usan d’esta arte notoria. E por tanto, esta arte del todo es reprovada e deve seer evitada de los fieles christianos, así c~ las otras artes ylligitas e superstiqi.osas que dicho averne.

• quistiones ~ : demanda £

b es si B : si 5

“ illígita g

“ de la ES • A la qiiaJ. HES

‘ el ES

~ om. en ella se NBSG

h add• mágica ~ 266 Lo segundo dixe que esta arte notoria es yana e dr ninguna eficaqia para alcansaú sgien<4a, lo qual se maestra e confirma por esta razón: la sgiens4a se alcan~a o por manera que es al onbre natural o por Infusión divinal, pero nunca se alcan~a por operagión de los spiritus malignos. Digo 5 que se alcarxqa por manera que es al onbre natural”, “conviene saber,

fallándolae de si nESID o aprendiéndola de otr&; asin2~ diga que se alcanqa por infusión divinal segunt que se escrive por sant luchas a los 20C1 capítulos: Ego dabo voUt os et sapientiam’06, la qual sgiens4a non la alcanqa alguno por el arte notoria salvo por graqia e don divinal, segunt lo escrive LO el Apóstol, Prima ad Corintios, a los dow capítulos: AliiQ~4~ datar sernx~ sciencie et sanientie, ecécera; et subditur in fine: bac cunia oi~eratur ~ idan Spiritus dividens” prout vult¡r~, quiere dezir, din aslnnw que anca la sqien<4a se alcanqa por operaqión de los apíritus malignos, por

• es una e ninguna ~

t’ add. senten9ia G

“ natura RS

“ add. e RS

• fablando 11 add. alguno G

‘~ g~. digo ~

h nobis S

XXII capítialos £ ~AliisG

k quidein ~

‘adgue ~

m ~44,singelis HE: add, singulis ~ 267 quanto non pertes9e a ellos alunbrar maestros enteridrimientos. Así lo deten~na

todo esto santo Th~ás en el libro e quistión susodichalos. Por tanto non deve ninguno presu~r e trabaj arse de alcan9ar sgienqias por tal arte sacrilegr e” reprovada, ca otras buenas maneras ay por donde se 5 puede alcanqar micha scienqia sin poner fe e” esperanqa en cosa tan yana e de ningina efic¾ia.

sacrilegar RS

“ orn. e ES ~ orn, fe e g 268

de la xvna quesriñr “si es cosa” 11<4ta usar de las

ymígines que fazen los astrólogos.

[A) esta dubda e questiáir deztws’ que non es liqito nin permisso usar de las tales ymágines, por quanto non tienen efecto salvo por operaqión de 5 los spíritias ma1i~aos; señal de aquesto es porque sienpre han por neqessari.o escrivir otras9 algunas figuras o carateres en las tales imAgines, las quales naturaJ.~nte, non pueden obrar cosa alguna nAzi tienen efica9ia para produzir lo que quieren?. E por tanto, o se Laxen ende contracto tá 9itos con los spíritus malignos, o les faxen expressas invoca9iones. Así lo determina santo t suso nonbrado~’09 10 Thcnás en el libro e questikn

add. e soluqián ~

b questión XVII ESG

o add. es 2$

d orn. cosa RS

• oii. e questián G A lo gual se deve responder fl~

‘ o cavar >438 add. aquellos que las traen HES

~ g~. e guestión HES de suso nonhrado HES 269

Respuesta de la cpestián XVIIISa, “si” es li4Ltoa los clérigos dwadar

los altares ¿ cúbrir las ynígines de luto o quitar las llaparas st hmdnarlas acostmmbradas, por caisa de dolor por aig¡mas violnn~ias

fechas aF la Iglesia.

5 A esta quistIs5n~ se deve responder que non es 11<4to, antes es prohibito de Derecho, navia questián, W ~ E si el que lcr tal fiziere non se purgare e fiziere penitengia, deve ser dispuesto, salvo sy lo oviese fecho re9elando alguna contaminaqión de las cosas sacras o alguna subversión da la fe, ca en tal caso más se nuestra huntlldat que engaño, segunt se determina 10 en el dicho capítulo ~ Asynemw en el dicho capítulo es defendido que nlngwit saqerdote non sea osado de gelebrar la misa de los defuntos por los bivos que mal quiere, porque ruaran más en breve, nAzi fagan cama en redio de la iglesia e ofiqio de miertos, porque’ los tales nieran aha, e~ sí

a XVIII guestiónN

~> add. es ES o que 21

d o NBS

• Ianpararas (sic> o g en SBS

~ A lo gual lIES

~1 orn. lo HES

15.LqueE 270 algunos sacerdotes fizieren lo contrario e pudieren seer detenidos, deve ser dispuesto el sa~erdote que tal Laxe, e si algtnt lego a tal cosa le oviere inqitado, ~os deven seer a fazer penitenqia en cárqel perpetua deputador.

Así se determina en el dicho capítulo ~

~ orn. si >4

ser perpetuamente deputados a tazer penitenqia en círqel perpetua. HESG 271

Respuesta de la XIX questiár, carin saber, qué cosa es esto qn se dize qn ay unas migeres qn se flama bruzas las quales creea e dizea qn de noche ardan caa Diana, deesa de los paganos, cw~ michas migeres cava]gando ea bestias e atriando e pasando por michas tierras e logares, 5 e qn puedax aprowechar e’ dañar a las criaturas.

[A) esto se

15 questión, ‘~pj~gp~,’12~

dub&G

“ orn. conviene saber RS : que es £

“ ca RS o NBSG

• add. feziese G ~ ~ Y Episcopi ~ 272 Ea Lablando naturaJn~nte, todo onbre que seso e juyzio tenga, deve considerar si aquellas bnn’as que se dizen andar por lugares irirnzrerables, e entrar en las casas por los resquigios, “dexan los cuerpos quando van en los tales actos, o lievan consigo los cuerpos. Non es de dezir que los dexan, ca 5 inposible es” segunt los theéJngos e” phtlósofos qu’el ánima dexe el cuerpo quando quisiere e le tam quando quisiere; e sy dixeren que llevan consigo los cuerpos, esto es asiz~~ ix~osible, ca todo cuerpo naturalmite Lablando tiene tres dimEnsiones que son luengo e ancho e fondo, las quales tan grandes camn ellas son, tan grande espacio e lugar han neqessario para entrar e 10 passar, segunt lo qual inposible es que puedan entrar por los resquiqios o agujeros de las casas, e dezir que se torrnan ansares e entrair a chupar’ los niños, esta es mayor vanidat, dezir e afirmar que onbre e niger pueda dexar la forma de su espeqie e tcmar formas de otras espe<4es quales” quisiere. Por tanto es de creer e afirmar que son operasiones de la fantasías, e 15 que las tales personas tienen dañada~ alguna potenqia de las interiores, segund dtcins en el Tractado de los sueños’13. Por tal manera que la fantasía

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t’ Pe~uefla mancha ilegible E : o NESG

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g~. e yadd. ninsegunt)j~ : ~ segund~ • entrar HES

‘ chupan ~ ~ formas S

fantasma ES

dannanda ES 273

anda sin freno suelta faziendo las tales operagiones, e creer lo contrario non viene sinon por falta de junio, non considerando las razones susodichas. Por tanto las mugares deven poner buen recabdo en sus criaturas e, sy nirieren por mala guarda, non se excusen con las brwvas que entraron a las matar por 5 los resquigios de las casas, ca dezir tal vanidat seria afinar que tienen cuerpos glorificados para entrar camr entró nuestro Señor a los di4fpulos. tannir clausis”~ I~1xy poderoso Rey, tafl’ grant deseo tengo, si fazerlo pudiese, de erradicar del pueblo las tales abusiones, que non querría en esta vida otra 10 bienaventurans? synon poderlo fazer. Por ende, pues mi poder es tan flaco e el tuyo tan alto e tan soberano, más márito alcangarás en destruyr las tales vanidades que en quantos ayunos farás en toda tu vida. Bien creo que algunos tyenen e afirman lo contrario, lo quales soy qierto que non lo osarán” afirmar donde sabios perfectos oviere, ca las razones susodichas son tales qn bien 15 miradas non tienen solución alguna, las quales bastan para nuestro intento.

• Anus G

“ 444. grande dese tan grant (siel B grande dese tan

~ osarian ES 274

Respuesta e sobiqi&r de la ~a e postrizsrt questi&r, cwviane saber, ¡une estas artes mágica s~a frívolas e de ninguna eficaqia, segtmd didr avaine, cómo acaesqei e viaxai michas vezes aquellas cosas qn los adevime e mágicos dizai e aLlanan, ante que vwgaa.

5 [A] esta postrimEra questis5rr se deve responder segi.mt detenninaqión de Raynndom, e asyc~ain de sant AgostIn~6 el qual suelve e determina esta questión en esta g~dsa. Dize que aquesto se Laxe por divinal peunissikn, para que aquellos que tales cosas oyen sean provados cómo permanesqen en la finnza de la fe. Así se determina a los JOEII capítulos en el Deuteronrnio’

10 onda dize: Si surrexerit iii madio tui propheta aut9 cnfl sonniun dicaú se

vidisse’ e perdiveritt~~~ portentir e evenerit~g~4’ lociutus est

orn. e so1u~i6n ~ orn. e postrimera NBS

o dubda HES : duMa o demanda G

“ es HES que es ~

• A esto HES : A esta demanda G ~ Deutexonámine ES Deutornortio G

~ at RS ~ dicad S

sibi disse ES

~ perdixerit HES

,. 275 e dixerita tibí enis e seauamut deos aMenos auos 4xores et servia¡m.is eis non audias verba” taus rrophete aut sopniatorin ouia tem,tat vos” datas ut

~~iw fiat utrum dilkatis’ eum ant9 nona ~ quiere dezir en senten&ia, sy algtnt propheta o soñador se levantare e dixere que vio aJ.gina señal o 5 miraglo, e viniere segunt él lo dize, e sy te dixere vanns e siguanns e sirvanos a los dioses ajenos que tu non conos~es, non oyas las palabras de tal profeta o soñador, por quanto aquellas es teaptaqión de Dios porque se paresca si le amáys o non. Asinrani santo Thanás en la Secunda Sectmde”~ dize que aquellas cosas que los onbres en prinqipio experixtEntaron acaesqían e 10 veníanh por caso o por acqidente, pero después que los onbres se entreEtían e davan fe a tales observanqias~ mágicas, machas cosas tales acaesqieron por engaño de los malignos spíritus, porque los onbres que de talas artes usasen’

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~ observa~iones 9

usaren ES 276 dando fe a las tales cosas, se enholviesen en lazos de error tan detestable.

Asi lo determina sant Agostín en el libro De doctrina christiana~~, por tanto, quand& alguno oyere las tales vanidades abh~dnables, aunque algunas cosas les” sean nnstradas por experiengia, non las deven creer nAzi poner en ellas 5 ningirza” £e, ca o serán inposibles o~ verrnínf por ilusiones diabólicas por r~ter a los onbres en lazos de s~j antes errores, canj dicho es. Et sic est finis presentis tractatus. Gracias arnirotenti Deo. ad enius glorian et honorem e servicitnn tue celssitudinis amia stwra dicta. ut iam presuriosui presupono fore dicta correctione ecelesie e tiñe catholica server 10 salva.~

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• A partir de auní solo se ieen algunas Níabras sueltas a causa del deterioro del manuscrito. B veniA G

~ orn. la clausula latina y en su liwar escribe: Fin. E así es fin d’este tractado. ~ ¡ ~ Aqul se acaba el ‘katado de la adivinan9a. G VII NOTAS AL TEXIO 278

1. Cano se señala en el estudio preltninar, el rey al que Barrientos alude en el prólogo es Juan II de Castilla, muerto en 1454, año que se convierte, por lo tanto, en la fecha ante ~usni del Tractado de la divinanca

2. Se refiere, en concreto, al “Capítulo del divinar”, Tractado de los sueños, ms. 6401 de la B.N.M., ff. 37r a 38r. 3. Hace referencia al Prohanio del Tractado de Caso e Fortuna, ma. 18455 de la B.N.M (que falta en el ma. 6401 de la B.N.M.), f. 27;: “preguntado por tu Señoría algunas vezes qué cosa era Fortuna, a lo qual él [Barrientos] te ovo respondido por palabra lo que ha (sic> esta demanda se requería [.. .1 te vino en olvido la dicha respuesta, tanto que de nuevo tu Señoría torn6 a preguntar e querer saber la obsoluqión dala dicha demanda [...] E por quanto agora nuevanrnte, de i.n mas a esta parte, con un servidor de tu Señoría ¡w enbiaste mandar que te enbiase alguna cosa de escriptura agradable ... .1, por tanto, [...] delibero ordenar un breve tractado para qertificaqión de la dicha demanda

4. Cito la Física y Metafísica de Aristóteles por ediciones en las que junto al texto aristotélico aparece el coatarin al mi~ de santo Tania, ya que, cctmo henos visto en el capitulo dedicado al estudio de las fuentes, la infinencia aristotélica en el Tratado de la divin’~r~ llega a través de la i.nterpretaci6n que de ella hace santo Tania; para este caso concreto In octo libros flavsicorum Aristotelis ewositio, ed. P. M. Magiblo O. P., Taurini/Ranae, Marietti, 1954, 1. VI, cap. 1, lect. VIII. 5. In octo libros Plwsicorum..., ed. cit., 1. VI, cap. 1, lect. VII.: “Praenittit t~n quod non sim±liter se habet de eo ciuod mtatur, vel it malius dicatur secundum auod antatur, sicut de tenpore et rmobfll. Cum enim sit tria accipere iii. ¡ma.tatione, scilicet ¡mobfle quod mtatur, it hamo; et in quo nitatur, ut teupus: et in quod mtatur, ut albun; horum duo, scilicet tenpus et nubile, sunt senper divisibilia. Sed de albo est ala ratio ¡ quia album non est divisibile per se, sed taman tam ipsum qu~ atila alia huiusnndi, stmt divisibilia per accidens, inquantin scilicet illud cui accidit albin vel quaecisp.ie alia qualitas, est divisibile. Divisio aute alLí por accidens potest esse dupiiciter. Uno ¡modo secundum partes quantitativas; sicut si superficies alba dividatur Aa duas panes, albin por accidens divisum erit. Alio modo secundan intensionem et reni.ssionen: quod anAm ira et eada pars sit magis val z~nus alba, non est ex ipsa ratione albedinis (quia si esset separata, non diceretur secundtn magis et mAntas: sicut neque substantia suscipit magis et mAntas) : sed est ex diverso nudo participandi albedinen ex parte subiectí divisibilis. Praetermisso igitur hoc quod dividitur por accidena, si accipiamas ea secundan quae est nutus, quae dividuntur por se et non por accidens, neque etin Aa bis erit prixmam.” 6. In octo libros Phvsicorum..., ed. cit., 1. 1, cap. 1, lea. IX: “Duo auten supponebat, et ex quibus procedebat. Quorum primxn est quod etiam ab cunibus naturalibus philosophis supponebatur, guod scilicet ex nihilo rdhil fiat. Et hoc est quod dicit, quod Anaxagoras ex hoc videbatur opinan esse principia infinita, quia accipiebat c~anen opinionen aminm philosophorum naturalinm esse varan; hanc scilicet, qyod i4 quod si~liciter non est, miLlo ¡modo fíat.

. y 279 Quia enin hoc supponebant tanqua principiun, ad diversas opiniones processerint.” (El subrayado es mío). 7. Vid. p. 178, líns. 3 a 10 de la presente edición.

8. Las referencias bíblicas, de aquí en adelante, se citan por: [1977], ed. Colunga-Turrado, Madrid, Editorial Católica, [B.A.C.], 1985v. En este caso concreto, Barrientos alude al Gen. 3: 1-4: “Sed et serpens erat callidior cunctis animanti.bus tenas quae fecerat Darinus Deus. Qui diad.t ad malieren: Ciar praecepit vobis Deus ut non ccwx2deretis de cnai 14o paradisí? Ciad. respondit nalier: De fructu ligixorin, quse sunt la paradiso, vesamir: de Eructu vero ligni quod est da tedio paradisí, praecepit nobis deus ne ccrnderenis et ¡e tangeremis tilud, te forte mirinnur. Dixit auta serpens ad malieren. Nequaquam nnrte nnrianini.”

9. Iob, 2:2 :“ ut diceret Danirvs ad : Unde venia? Qn respondeus, att: Circuiví terram, et pera¡rbulavi ea. “y 1:7 : “Ciii dixit Daninus: Unde venís? Qn respondens, att: Circuivi terram, et perantulavi eam”. 10. bIt., 4:3 : “Er accedens tentator dixir ei: Si films Dei es, dic iat lapides istí panes Eiant”. 11. Att. 1:10 : “C¡nque intuerentur da caelun etanten illin, ecce duo viii astiterunt iwcta tilos da vestibus albis, ...“ 12. Se refiere a la La leyenda dorada. A propósito de las diferentes versiones que nos han llegado de este texto, seguinns el fijado por Th. Graesse, ya que según la crítica ¡moderna, es la que ¡innos errores contiene. Vid Alain Boureau, La légende dorée. Le svst~e narrattf de Jacc¡ues de Voraaine <+ 1298), Paris, Les éditions dii cerf, 1984, p. 15: “Notas citons la Lé~ende dorée d’aprés 1‘unique mad.s ancienoe edition contenporalne, celle de Th. Grasase. 1%..] L’édition de Graesse se fonde sur des éditions incunables, ccmnparés A certains manuscrita (dont léditeur zie Eatt pasnrntion précise). Nous avons ccuparé le text de Graesse & celui dii plus anclen des marniscrits datés et ccrnplets da X111 siécle, [...] en concluant A une assez bonne fidelité de l’éditdnn Graesse, qu’ ti serait Ampnudent de rattre en catasse, avant ini collationnenentplus inportant”. Una traducción al castellano del texto de Th. Grasase es la de José Manuel Macías, La leyenda dorada, Madrid, Alianza Editorial, 1982, (de aquí en adelante citamos por esta edición), 1.1, p. 726: “Apenas dijo esto, vio cerca de sí al diablo, y en cuanto lo vio se encaró con él y lo increpó de esta manera: ¿Qué haces tú aquí, cnuelísima bestia? No pierdas el tienpo buscando cargos contra mí, porque no los hallarás...~” 13. La leyenda dorada, II, p. 516: “Cuando el demonio terminó de hablar, el juez le invitó a responder a los cargos que el acusador había formilado. Entonces él tcm5 la palabra y, sin miedo, sin la manor turbación, ca~let~nte sereno, dijo : ‘Reconozco que soy indigno de entrar en el reino de los cielos, y que si para entrar en él no contara con otros n~ritos que los míos j amia sería recibido en tan santo lugar; pero estoy seguro de que entraré en ese reino, porque su dueño y absoluto soberano es mi Señor; y lo es por dos títulos: por derecho de herencia recibida de su Padre y por derecho de conquista obtenida nndiante su Pasión”. 280 14. La leyenda dorada, 1, pp. 107-110, por eje~lo: “Luohó contra tales apetitos, rezó y pidió a Dios que le perr~xiera ver con sus propios ojos al diablo que tentaba a los j ovenas con estas cosas. Tan pronto camo con el recurso de su fe logró si.~erar aquella prueba, un dennolo, en forma de nilio negro, sepresentóamteél, sepostróasuspiesyledijo: ‘Yosoyesea quien acabas de vencer’. San Antonio ecuentó en voz alta: ¡Qué poca cosa eres1 Me alegro de haberte visto, porque en adelante jamás taxeré tus accc~tidas”.

15. Se refiere al Decretan cia glossa de Graciano, que se cita según el ma. 12.790 B.N.M. (fechado en el siglo XIV) causa XXVI, quest. V, fol. 251y, col. 2. 16. De civitate Dei, Madrid, Editorial Católica [B.A.C. XVI], 19642, 1. VIII, 16: “Breviter autan eos definiens erit, dasmones esse genere anixnalia, andimo passiva, ~nte rationalia, corpore aeria, tanpore ..... •“ 17. Los capítulo 14 a 22 del libro VIII de La Ciudad de Dios son ini cai~ntario de san Agustín a Del dios de Sócrates; en el capítulo 16, San Agustín calata el capítulo 6 de la obra de Apuleyo. 18. Aunque no he podido localizar la referencia concreta del texto de san Juan Damasceno, existen coincidencias de sentido en algunas obras suyas; ~ orthodoxa fide, enMigne, ~9., 94, 1.11, cap. XII <“De hcoine”), col. 179: “Incorporeum igitur esse, Deo convenit secundan naturara; angela matan, st daarcnibus, et ardxnis, secundan gratiam, habitaque ratione ad materiae crasaitian.”; y en la Ranilla II in ~rnÚtionan 3. 17. Martas, t. 96, col. 742: “Dasmones [.5.] nitrosa quaedam apectra, Id quod natura mi. si.nt, perperam fingentea, Aa subsidinm accedsnte aberranttmn haninum ainntia. (...] Nam quod da~mn natio corpore careat, inter am~es constat; etiam inter eos qui mantis oculis captí ant”. Al respecto, reszsa Dan Rs¡~r Ceillier, Histoire 2énérSl des auteura sacrés et ecclésiastiaues, Paris, Qiez Lotais Vives, 1862, XII, art. 3, p. 157: “L’Ange, selon sainz Damascena, eat ime nature raisonable, intelligente, libre, ¡amble, in~s2Qr!i1~, dxm,rtelle, non par sa nature, mata par la grace de Dieu. [...] Les Démons sont de ~ nature que les baos Anges”

22. L kli~1a§, ed. Esther Bréguet, Paris, Les Bellas Lettres, 1980, 1. VI, 10: “Afnicanus se ostendit ea fauna quae mihi ex imagine etas quam ex ipso erat notior; que ubí adgnoui, equidan cohorrui; sed ille: ‘Mes, inquit, animD et ~tte ti~re, Scipio, et quse dicam ¡~moniae trade”’.

23. Tob., 12-21: “Dixitque sis angelus: Par vobis, nolite tii~re [...] Et cun haec dita set, ab aspectu eorun ablatus eat, et ultra eun vidire non potuerunt. Tunc proatratí par horas tres Aa facien, benedixerunt Deiza: st emirgentes narraverunt amia mirabilia eius.” 24. Se refiere Barrientos a la obra de san Jeréntmo, Vita 5. Pauli nrimi eremitas, P.L., 23, col. 22-23: “Astas Paul st Antonil.- Sed ut ad id redeam imde d4res sus siam, cia j e centum tredecim annos beatus Pau2ns vitam coelesten ageret in terris, et nonagenarins Aa alia solitudine Antonuus mararetur

25. La leyenda dorada, 1, PS 335. Después de la aparición de iii ángel a Zacarías, afirma Jacobo de Vorágine: “CalEnta la Glosa, y parece conveniente transcribir aquí su ca~ntario, que es propio de los ángeles buenos tranquilizar en seguida con bondadosas consideraciones a quienes se asustan al recibir sus visitas; y que, por el contrario, cuando espíritus malos se disfrazan de buenos y se aparecen a alguien y notan que el oye recibe la aparición se turba, no sólo no consiguen serenarlo, sino que mientras dura la aparición la turbación del vidente crece, y éste va e~erinmtando ira sensación de horror cada vez más intensa y espantosa.”

1~ 282

26. In secundun librum Sententiarum, ~• ~ l~ parte, dist.. VIII. pp. 342: “exequitur de quaestionn praetacta, quantixn 4 Angelos bonos, quod habent corpora serea de asre subtili, et puro fonnata: Secundo esequitir quanttnn 4 malos, quia eorum corpora ratione culpae fuenunt in deterius permutata da aerem spissiorezn.” 27. De sino bono tractatus, Parisiis, 1646, 1, XII, PS 43-44: “Boni aut~ angeli 4 ¡ninisteriun salutis hunanae deputatí sunt, vt curas adrninistrent mti et regant ~ia uussu dei, testante apostolo: nonos cines, inquit ant adwinistratorii spiritus da ministerium missi propter eos qui hereditaten capiunt sahutis? Angeli corpora da quibus haninibus apparent, de superno aire stnnt, solidar~ue speciem ex caelesti elarEnta induunt, per quam humanis obtutibus manifestius darnstrarentur, singulae gentes pr [o) positos angelos habere creduntur, cpaod ostenditur testinrnio angeli Danieli loquentis.”

28. ~ PS 171, lis. 1 a 7 de la presente edición.. 29. Los tres tratados de Aristóteles a los que se refiere Barrientos, ~ anima , De sensu et sensato y De nEimoria et reniscentia, fueron cccEntados por varios autores; entre ellos santo Tcxnás. 30. De civitate Dei, Madrid, Editorial Católica [B.A.C., XVI], 1964, 1. X, cap. VIII: “eide~ue Abrahae praedictum ab Angelis caeleste incendian Sodcrmonn, quos Angelos hcxninibus similes hospitio susceperat, et par eos de prole ventura Dei pranissa tenuerat?”. 31. Gen., 19:1-29: “Veneruntque duo angeil Sodcciam vespere, et sedente Lot la foribus civitatis. Qui cia vidisset eos, surrexit, et ivit obvian eis: adoravitque pronus da terram, et ditt: Obsecro, dcznini, declinate da dama pueri vestri, et matete ibí: lavate pedes vestros, et mane proficiscsnini da vi~ vestram. Qiai dixerunt: MininE, sed da platea manebimas Ccx~uhit tilos oppido ut diverterent 4 etc: ingressisque dcxii» Iflius fecit convivinm, et coxit azyma, et ccunderunt...” 2 Ptr.., 2:6-7, Inc., 17:28-30. Cfr. San Agustín, De civitate Dei, 1. X, cap. VIII: “ipsoque inminente iam incendio, miran de SodcuzLs per eosd«n Angelos liberationen Lot filil fratris ejus?”. 32. Tob. 5-12: “Tung egressus Tobias, davenit uuvensn splendi.dum, stanten praecincttc, et quasí parattnn ad awbulandia. Et ignorans quod angeflais Dei esset, salutavit etc, et cl±xit: Unde te habemas, bote iuvenis? & ille respondit: FSc fihis Israel. Et Tobi.as dtcLt ei: Nosti viern, quae diacit da regianen Medorum? Gui respondit: Novi: et amia itinera eius frequenter arrbulavi, et mansí apud Gabelin fratren nostrun: qui nnratur da Rages civitate Medorurn, quas posita est da nwte Ecbatanis. •.“ 33. Esta obra, a la que se refiere Barrientos innDdiatanrnte después

34. Sobre este pasaje, c~nta Antonio Eslava en sus Noches de Invierno, ed. cit., p. 121: “Don Lope de Barrientos, obispo de Cuenca, en ir libro que hizo de las Especies de Adevinar

35. Tal y ccun parece en el Tractado de la divinanqa, espera ‘esfera’ es la forma corriente durante el siglo XV; sin erbargo, ya Juan de Valdés escribe en el Diálogo de la lengp~, ecl. Juan M. Lope Blanch, Madrid, Castalia, 1976, ~S 102: “ MARCIO: [...] siendo, esfera vocablo griego, ¿por qyé vos los escrivís conf y otros con p, escriviéndolo el griego con ps?. VALDES: Los que lo escriven con p, darán cuenta de si; yo escrívolo con £ por conformar ~. escritura con la pronunciación.” 36. It., 3:15, “Et dedit illis potestat~ curandi infirmitates et eiiciendi das2nnia”. Mt., 10:1, “Et convocatis duodecim discipulis suis, dedit illis potestaten spirituum i~ndorum ut eiicerent sos, et curarent amen languoren, et amen infirmitatan”. le., 6: 18-19, “st sanerentur a languoribus suis. Et gui vexabantur a apiritibus immndis, curabantur. Et amis turba quaerebat aiim tangere: quia virtus de lilLo exibat, et sanabat ames”. 37. En efecto, aparecen varios eje~los narrados en la ~ que son testi¡monio del daninio que Dios ejerce, a través de los santos, sobre los demonios; por ejemplo, 1, p. 103: “Los demonios trataron de asustarlo y para consguirlo ccwxenzaron a hablar en voz alta. Uno de ellos, dirigiéndose a la ¡~ia que servía de cabezal al cuerpo de una najer diEnta, dijo: ‘Levántate y ven a bafiarte con nosotros’. Otro diablo, desde dentro de la ¡innia, contestó: ‘No puedo levantarnE; tengo iii peregrino encima de mi’. Macario, lejos de asustarse, en tono festivo, y siguiendo la corriente a los demonios, dijo a la m2nia: ‘¡Anda¡ ¡Levántate si puede y vete con ellos¡’ Los demonios, al oír esto, huyeron de allí diciendo a voces: ‘¡Sefior¡ ¡Nos has vencidol “‘. 38. Además del Raziel, Barrientos cita tres “tractados de la arte mágica” que tairtién se atribuyen al rey Sala,¿n, entre otros autores. Vid. Lynn ThonKldlce, A historv of maaic and exverinrntal science, Coluntia University Press, Naa’ York-London, 1964’, II, pp. 792-793, 280-283. En ocasiones, se supone que la mara posesión de este tipo de libros concede al poseedor diversos poderes mágicos; creencia que atestigua Eliphas Levi en el siglo XIX, Histoire de la magie, Paris, 1860, pp. 109-110: “Les traditions populaires de la magie disaient que le posseseur des clavicules de Salcumon peut converser avec les esprits de tous les ordrss st se faire obéir par toutes les puissances naturelles. Or, ces clavicules plusieurs fois perdues, Éuis retrouvées, te sont autre chose que les talisnans des soixante st douze nans et les ¡~rstéres des trents-deux vodes hiároglyphique2nit reproduits par le tarot. A l’aide de ces signes st mi ¡aiyen de leurs ccubinaisons infinies, cm celles des ncrbres st des lettres, on peut, en effet, arriver A la révélation naturelle st mathánatique de tous les secrete de la nature, st entrer, par conséquent, en cormanication avec la hi.érarchie entiére des intelligences st des génies”. 284 39. De doctrina christiana, 1. II, cap. 23, párr. 36: “Ornes igitur artes huiusnodi vel rnagatoriae vel noxiae superstitionis, ex quadan pestifera societate baninum et daarnnaam, quasí pacta quasdam infidelis et dolosae amicitiae constituta, penitus sifl repudianda et fugienda christiano.” 40. Se refiere, en concreto, al capítulo del Tractado de los suefos titulado “Cuáles cosas advenideras se pueden saber e cuáles son i.nposibles de ser sabidas ante que vengan”

”., E- 285

48. En realidad, se trata de la Sv~ma theologiae, lía 11, quest. 95, art. 5.

53. Ya que el pasaje de Santo Tania al que alude Barrientos se el referente ix~diato de la clasificación de las artes mágicas establecida en el Tratado de la diviN~ncp, se reproduce aquí canpleto, a pesar de su extensión, sí artículo cori¿~jondiente de la Sunna theologiae, 1? 11, quest. 95, art. 3: “‘Utran eit determinare phures divinationis epeqies’. Ad tertian sic proceditur. Videtur quod non sit determinare plures divinationee speci.es. 1. Ubí sida est ma ratio peccandi, non videntur esse plurse peccatí speci.ss. Sed da in~i divinatione est Izia ratio peccandi; quia scilicet utitur aliquis pacto daamam al cofnoscendum futura. Ergo divinationis non sin diversas epecies. 2. Praeterea, actus hinanus epecien sortitur ex fine, ut supra habitum sst <1- 2 q.1 a.3: q.18 a.6). Sed amis divinatí ordinatur al iran fina», scilicet al praenuntiationa futurorum. Ergo amis divinatio set unius speciei. 3. Praeterea, sigua non diverstficant specien peccatí: sive enlm aliquis detrahat verbis, vel ecripto vol tutu, set salen peccatí epecise. Sed divinationes non videntur dufferre nisí sectmdum diversa signa ex quibus accipitur praecoguitio futurorun. Ergo non stnt diversas divinationis epecies. Sed contra set quod Isidorus da libro ‘Etynr>l.’ enunnrat diversas spsqies divinationis. Respondeo dicendum quod, sidut dictan set

54. Vid. Tractado de los sueños, fol. 12r: “Tractado del dormir e despertar e del soñar e de las adevinanqas e agiieros e profeqía. Copilado por manda~.ento del christianistw rey don Juan el segundo de Castilla e de León, por la su hzx~.ll fechura inutill Cbispo de Cuenca, su confesor, e maestro del sereníssinn prínqipe don Enrique, su amado fijo.” 55. 1 Sa., 28: 6—20. 56. De diversis ciusestionibus al Sdnoliciannn, Madrid, Editorial Católica, [B.A.C., IX], 1973, 3, 1-2: “non set absurdun credere ex aliqua dispensatione divinas vohuntatis psnnisum Luis se, ut non invitus nec dc¡nlnante atque subiugante magica potentia, sed volens atque obtsnsperans occultas dispensationi Dei, quas st pychonissam illam st Saulan letebat, cansentirst epiritus prophetas eancti se ostsndi aspectibus regle, divina sun sententia percuseurus [...] Qu~uam da hoc Lacto potest eses altas facihior exitus st 287 em,editior intellectus, ut non vere spiritum Saielis excitatuza a requis sua credanus, sed aliquod phantasma, et imaginaria» illusionem diabolí machinationibus Lactan, quam propterea Scriptura nanine Sanielis appellat, quia solent imagines rennx earum n~inIbus apellari, quarum imagines sunt.” Cfr. Sinna tbsologiae, ha has, quest.95, art.4: “Ad sscundum dicendia quod, sicut Agustinus dicit, ‘Ad Simplicianiam’, ‘non est absurdin credere aliqua dispensatione pezmissin fuisse ut, non daninante arte magica vel potentia, sed dispensatione occulta, quas puythonissam et Sauleza latebat, se ostenderet spiritus iusti aspectibus regis, divina cii» sententia percuseurus. Vel, non vere epiritus Samaslis a requis sua excitatus sst, sed aliquod phantaana st illusio imaginaria, diaboli machinationibus fecta: gua» Scriptura Sairuelen appellat, sicut solent imagines rertn suarin naninibus appsllari”. 57. Isidoro de Sevilla, Ethtnologiae, ecl. cit., 1, 1. VIII, cap. 9: “Pythonissae a Pythio Apolline dictas, quod is auctor fusrit divinandi”.

58. Sunna theoloziae, lía hIn, qusst.95, art.3.

60. Sunna theologiae, 1? lía., quest. 95, arte. 3 (~44. nota 53, líris. 40- 45) y 5: “Si quia ergo consideratione astroruin utatur al praecognoecendos futuros casleles vel fortuitos eveatus, mit stiam ad congnoscendtn per certitudinan futura opera haninuza, procedet hoc ex falsa st varia opinione. Et sic operatio dasnonis se d~.scet • linde alt divinatio superstitiosum st illicita. Si vero aliquis ut---tur consideratione astrorta praecog~oscendin Lutura qtaae ex caelestibus ca¡asantur corporibus, puta siccitates st pluvias st alta huiuamodi, non srit lllicita divinatio nec superetitiosa”. 61. In otaattuor libros sententiarta, ecl. cit., 1. II, dist. 15, queet. 1, art. 2: “sed cii» czmais mitus sic actus ~toris st inotí, oportet quod da nntu relinquatur virtus ¡notoris st virtus imobilis: imds ex ipeo mibili, quod corpus est, habet virtuten mivendi inferiora corpora srl disposisitones corporales, ex parte anta» mitoris gui set substantia spiritiaalls, quaecunrjue sit ulla, habet virtuten ncvsndi ad formas substantiales, seciandum quas est eses specificum, quod divina esse dicitur, relinquitur auten virtias epiritualis substantias da nrtu corporis caeleetis, al ~dn» quo virtus nntoris relinquitur da instn~nto A’ 62. Se refiere al capítulo titulado “Declaración [de] qué cosas son profecía, aglieros, e adivinanqa.”

~...] esta observaqión en ma manera non es pecado antes es permlssa ... .1. En quanto a la tergera manera de los agUeros ~...] es mucho de maravilla e de los onbres, a quien nuestro Señor dio juyzio e razón, non considerar caam~ el encuentro de las aninalias e el canto de las aves les acaesqe por caso e fortuna, e quiérenlo silos aplicar a las causas naturales e fazen juyzins neqesarios en cosas que non tienen prdnqipios nAzi causas determinadas”. 63. Mt., 3:16 : “Baptizatus mita Tesus, confesttn ascendit de agua, st ecce apertí sint si caeli: st vidi vidit spirittn Dei descendenta» sicut coluntam st venienten super se”. Mc., 1:10 : “Et stattn ascenderis de aqua, vidit caelos apertos, et Spirituzn tanqiaam colttam descendente», st manenten da ipeo”. Le., 3:22: “st descendit Spiritus Sanctus corporali epecie sicut coluta da ipsum: st vox caelo facta es: Tu es filias tas dilectas, da te canplacui miihi”. lo., 1:32 : “Et testimznium perhibuit loannes, diceris: Quia vidi Spiritixn descendente» quasí coltnbam de caelo, st mansit super siam”. 3 Reg. 17:2-7 “Et Lacan» set verbum Danini ecl en» [Ellas], dicens: Recede hinc, st vade contra orienta», st abseondere da torrente Carith, qui set contra hordanen, st ibí de torrente bibes: corvisqus praecepí ut pascant te ibí. Abiit ergo, st fecit ixncta verbum Dcmnini: cx~ue abiisset, ssdit ti torrente Carith gui set contra hordanen. Corvi quoqus deLerebant ei pane» et carnes mane, si~.liter pena» st carnes vespsri, st bibsbat de torrente. Post dise mita» siccatus ea torreas: non «di» pJaaerat super terram.”. loa., 2:1, : “Et praeparavit Daninus pisca» grande» ut dsglutiret Ioxm; st erat lonas da ventre piscis tribus disbus st tribus noctibus”. Cfr. Sunna theolo2ia~, II. 11”, quest. 95, art. 7: “Alio mido instioctus huinsnodi causantur ex causa spirituaili. Scflicet vel ex Deo: ut patet da coluta super C&istum descendente , etin cete gui absorbuit st elscit Ion~

67. Sinna thsoloziae, tía IIae, quest. 95, arte. 3

68. San Agustín utiliza también estos ~smns casos a ¡modo de ejsnplo en De dcotrina christiana, 1. II, cap. 20, 31: “Bis adinguntur riuJ.ia inanissinarum observatiornin, si ~ztnn aliquod salierit, si itmctim ~ulantibus amicis lapis, aut canis, ant puer andius tn.tervenerit”. 69. Decretum cia gloesa, causa XXV.L, quest. V, f. 249v, col. 1-2.

70. Sunna theologiae, LEa 11, quest. 95, art. 5: “linde non poteet sese quod ex inspectione siderta accipiatur praecognitio futuroru¡n nisí sicut ex catasis praecognoscuntur effectus. Duplices anta» effectus subtrabnxitur causalitatí caslestium corporta. Prixmo quidan, «mes sifectus per acci.dens contingentes, sive da rebus humanis sive da rebus naturalibus. Quia, ut probatur da VI ‘Mataphys.’, sns per accidens no habet causa»: st praecipus naturalan, cuiuswdi sst virtus aselestium corporta. Quia quod per acci.dens fit nequs est ens proprie nequs irna: sicut qtaod, lapide cadente, fiat terraantus, vel quod, h~ine fodients septalcrum, daveniatur thesaurus; haec en», st huiuamodi, non sunt in.n, sed si~liciter nilta. Operatio anta» naturae s«er tezndnatur al aliquid unta: sicut st procedit ab uno principio, quod set forma reí naturalis.” 71. Matavhysicorum liber, ed. cit., 1. V, 30: “Accidene dicitur quod inest alicui, st set vena dicere, non t~n ex neceseitate, nec secundum magis: ut si quis fodlens plantae fossam, tbesaunn davenit: hoc qulden accideas fodisndi fossam invenire thesaurun. Nsc en» ex neceseitate hoc ex boc, ant post hoc: nec ut seciandum magis, si quis plantat davenit thesaurum”. Cfr Sunna theologia, 11 II~, quest. 95, art. 5 ~j4. nota 70). 72. Este últi~ ejenplo, de origen aristotélico, parece que tuvo nicho rendimiento cccx’ ej~plificación de lo que se la fortuna a lo largo de los siglos XV y XVI. Así Barrientos tarbi.én lo utiliza en el Tractado de Caso y Fortuna, ff. 3v-4r: “así caw cavando Pedro a fin de abrir qimiento para Lindar una caa fallá thesoro sda fin e propósito de fallar tesoro, en ésto el fín de Pedro non era synon abrir qimiento para la casa, pero salió dende otro fda non pensado, que fue el fallar tesoro, el qual fin acaesqió por caso e fortiana”; y aparece tantién en otros autores, camo por ej~lo Martin de Córdoba, Caupendio de Fortuna, ecl. cit., 1. 1, cap. 2, p. 7; Antonio de Torquenada, Jardín de flores curiosas, ecl. Giovanni. Allegra, Madrid, Castalia, 1982, p. 340; Diego García de Palacio, Diálogos militares, Maxico, 1538 [ed. facs., Madrid, 1944], f. 81v. 73. Se refiere al capítulo del Tractado de caso e fortuna titulado “Solución de la terqera dubda, la qual es de quien procede la fortuna o quien es la causa d’ella” (Ef. ir a 8r). 74.Sunna theologi.ae, IP II~, quest. 96, art. 2: “Respondeo dicenduza quod da bis quas fii.nt ad aliquos affectus corporales inducendos, consideranduza est utrin naturaliter videantur posse tales effectus causare. Sic aiim non srit illicitum: licet enin causas naturales adhibere ad proprios effectus. Si ante» naturaliter non vi.deatur poese tales effectus causare, consequeris est quod non adhibeantur al hoc effectus causandos tanquam causas, sed solun quasí sigua”.

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75. Sinma theoloaiae, lía 1)», quest. 96, art. 2: “Ad prin.n ergo dicenclin quad si sd~licitsr adhibeantur res naturales ad aliquos sffsctus producendos ad quos putantur naturalem habere virtutan, non set superstitioswn nequs illicitum. Si vero adiungantur vel characteres aliqui, vel aliquis nanina, vel alias quaecumque varias observationes, quas manifsstum est naturaliter sfficacimn no habere, srit superstitiosum st illicitum.”

76. Sunna theoloaias, tía Irte, queet. 95, art. 4: “Eenpondeo dicendum quod amis divinatio quae fit per davocationes daemimn set illicita, duplicí ratione. Quarum prima sinnitur ex parte principii divinationis, quod ecilicet estpactin exprssse cnn da~ne inittn per ipsam daezvnis davocationan. Et hoc set amino inicitnn. Unde contra quosdam dicitur le. 28,15: ‘Dixistis: Percassimas foedas cnn mirte, et cnn inferno fecimas pactum’. Et adiuc gravius essst si sacrificiun vel reverentia daamoni invocato exhiberetur. Secanda ratio sumitur ex parte futuri eventus. Daan enlm, qui datendit perditionen hcmninnn, ex huiundi suis responsis, etiam si aliquando vera dicat, datendit hanines assuefacere ad hoc quod si credatur: st sic intendit perducere da aliquid quod sit salutí Enanas nocivum. Unde Athanasius, s~qonens id quod habetur In. 4,35, íncrepavit illi.n, dicens, Obnxztescs’, dicit: ‘Qianiris vera fateretur daaron, cccpsscebat tamn (Lristus sius setnnna, ne simal cii» veritate stiam sus» iniquitata» prcmalget. Ut nos etiam assusfaciat no cursuas de talibus, etsi vera loqui videantur: nefas enia set ut, cii» adsit nobis Scriptura divina, a diabolo instruanir”. La Glosa a la que hace referencia el texto es Ex ccmxentariis e. Athanasii da Inca, P.G., t. XXVII, p. 1857: “‘Et da synagoga srat hamo habens spirittmn daemonii inmandi, st exclamavit voce magana dicens: sine, quid nobis st tibí, Jeen Nazarena? Venisti perdere nos. Sctmas te quis sis, Sanctus Dei’. Dasmos qui diadt ‘Scimas te’ non vere sciebat ipstn; sed verbis sixailabat”. 77. le., 28:15 : “Dixistis enim: Percuesimas fosdus cumnnrte, et cii» inferno fecimas pactum”. Cfr. ~~~x1rgkg~g, 1? IJt~, quest. 95, art. 4

81. Sarna theologiae, lía Ita., quest. 95, art. 7: “Respondeo dicendun quod mitas vel garritus avium, vel quaecu~us dispositiones huiasmodí da rebus consideratas, manifeettmx set quod non sant causa futuroriz» eventuin: unde ex sis futura cogrecí non possant sicut ex causis. Belinquitar ergo quod si ex eis aliqua futura congnoscantur, hoc erit inquantam sant effectus aliquarum causartin quae etia sant causantes vel praecognoscentes futuros eventus. Causa ante operationum brutorum animalium set instinctas qui.dam quo miventur da midum naturas: non aiim habent daninium eui actas • Hic anta» instinctus ex di.~lici causa potest procedere. Uno quide nudo, ex causa corporali. Cta aiim bruta animalia non habeant nisí animan sensitiva, cuins ames potentiae sant actas corporalium organorta, subiacet eorum anima dispositioni continentiin coprorun, st primrdialiter caeletitmn. Et ideo nibil prohibet aliquas sorun operationes sese futurortin signa, i.nquantum conformantur dispositionibus 291 corponn caelestixn st aeris continentis, ex qua proveniant aliqui futiari eventus. In hoc temen din considerari oportet. Priman quida», ut hiaiusm,di operationes non extendantur nisi ad praecognoscenda futura quas causantur par m~tus caelestíum corparum, ut st.~ra dictar» est (a. 5-6)5 Secundo, ut non extendantur ¡dei ecl ea quas alíqualiter possant ac¶ huiuaindi aninafl.a pertinere. Consequantur enij» per caelestia corpora co&xitiona» quandan naturaler» st instinctum ad ea quas sorta vitae sant neceesaria: sicut sant inatationes quse fitnt per piaxvias st ventos et alía huiumodi. Alio ando instinctus 1vius~di causantur ex causa spiritaali. Sctlícet vel ex No: ut patet da colunta super Christum descendente, st da corvo qui pavit Elian, et da cate qui absorbuit st slecit tonan. Vel etiam ex daexonibus, qui utintur huiuawdi operationibus brutorta animalium ad iniplicandas animas vanis opínionibus”. 82. Para estos episodios bíblicos rex~to a las cita 63. Cfr. Sinna theolo4~ Ita t1, quest. 95, art. 7 (vid. n. 81, lIna. 21-24). 83. Gea., 44:15 : “Quibus ille ait: Oir sic agere voluistis? an ignoratis quod non sit siniili.s ¡ini iii augurandi ecientia?”. Sunna theologiae, 1? 11, quest. 95, art. 7 tateuchizn. Librí VII, Turnholti, Corpus ebristianonmn, ]OCXIII, 1958, quest. CXLV, suver Genesí 44:15; Cfr. Sunxnatheologiae, 1? lía, quest. 95, art. 7: “st ipse [Iosephj postea dixit fratribus sais: ‘Aa ignoratis quad non sit simia nei da augurandi ecientia?’ ... .1 Ad priaim ergo dicendin quod hoc quod Ioseph diacit, non eses aliquen sibi simia» la sci.entia augurandí, sscizñn Augustixaim, ioco dtctt, non serio, referena forte hoc ad íd quod vuJ.gus de eo apinabatur.” 85. Sunna theoloaiae, trt 11, quest. 96, art. 3: “Ad primar» ergo dicendum quod infimítatum causas praecedunt da nobis, ex quibus aliqua signa procedant futurorur» ¡morborun, quas licite a ¿indicie observantur. linde st si quis praesagiun futurorum eventuin consideret ex sua causa, non ant illicitur»: sicut si servas tineat flagelia videns daniní iram». Et simile stiam eses posset si quis ttwret nocx.~ntum alicuí puero ex aculo fascinante: de quo dictar» set la Pnizmo Libro (q. 117 a.3 ecl 2)”.

86. Sunna theologiae, II’ lía, quest. 96, art. 3 . 87. le., 47:13 “Stent, st ealvent te augures caelí qui conteaplabantur sidera, st supputabant ¿innaes ut ex sis annuntiarent ventura tibí”. 88. Eccli., 33:7 : “Quare dies dien supsrat, st iterur» lwc lacen, st amin amar» a sole?”. 89. Ra».., 14:5 : ‘!Nam alias indicat din» friten din»: alias autan iudicat anne» día»: unusquisqus da sao sensu abundet”. 90. No be sabido localizar tal pasaje en In IV libros Sententiarin Ccmrxnntaria, Tolosas, 1652.

, 292 SL. Alejandro de Hales, Stnna theologi~, ecl. PP. Collegii S. Bc,navsrtturae, Florentise, 1930, III, sectmdas partis secindí libri, inq. III, trat. VIII, sect. 1, quaest. II, r~~ram VI, cap. 3, p. 772 : “b.I Ita» Angustin¿as mV De civitate Dei: ‘Non in~rito creditur, cmi astrologí mirabiliter ailta vera respondent, occulto fisri instlnctu spirittnam non bonoram, quorum cura set has falsas st no~das opiniones de astralibias fatis inserere unntibus Enanis atque firmare, non horoscopi vocatí st inspscti aliqua arte, que nilla set’. Ita», hoc idem videtur per hoc quod dicitur da Extra, De Sortileglis, Ex tenore, aSí dicitur quod quidar» ‘presvyter cii» quondar» ad privatun locum accassit, non ea intentione ut invocaret dcunnium, sed ut inspectiane astrolabii furtum cuisdar» eccíesias posset recuperare’, sicut dicebat: ‘quod licet pro bono zelo st simplicitate fecisee proponat, tana graviseimar» fuit peccatuin’. Restat ergo quod peccatur» set per i.nspectiona» astrolabii e ludida astronanica inquirere ea que súbstmt jibero arbitrio [solutio]. Ad quod videtur dicendum quod eunt quaedam iudicia de iis quse sequnatur proprie mitationan astrorur», sicut est de cabra st frigore, inbre st siccitate, et de taflbus non ea peccatum arguere, salva Dei virture, quas praeeninet. Si anta» fiat iudicinm de lis quas stabsí.nt libero arbitrio, quas non sant subiecta legí astrorta, peccatum set da lis ¿nagnar» fida» adhibere. Generaliter aut~, ubí datervenit invocatio dsrxnn¿n vel aliad superetitiosin, grave set peccatum”. 92. Decretum cta aboesa, causa XXVI, quest. V, fol. 250, col. 1 y qaest. VI, fol. 253r, col. 2. El episodio del clérigo pecador ha tenido repercarsión en textos posteriores; por ejatiplo, de Pierre Le Brun, Historia crítica de las supersticiones prácticas • csue han enaa±ladoa los vueblos • y atarazado a los sabios, Madrid, 1745, pp. 142-143: IrLa Iglesia, que no puede ser engaliada por estas locuras, ¡nachisian timnpo ha las avia condenado, y en nichos Antiguos Penitenciales se lee, que el que huviesss buscado en un Astrolabio cosas perdidas, o ocultas, hiciera penitencia dos a5os. En el duodécinn sW~ fue por si~licidad un Presbytero a buscar ini adivino, no para invocar a]. Deminio, sino es para saber si el Astrolabio sefialaria el robo, que avia sido hacho en tria Iglesia. El papa Alexandro III fue Infonnado y no le escusé al buen Presbytero su sii~licidad para que su acción paresciesee una falta considerable, y que por mas de in alio le privaseen del Altar”. 93. Sunna theologiae, II? tt, q¡aest. 96, art. 4: “AcI prlmam ergo dicsndmam quod etianu proferre divina verba, ant invocare divinnm nairn, si respectas habeatur ad sola» Dei reverentiam, a gua expectatur sffectus, licitum erit: si vero habeatur respectas ad aliquid aliad vane observatum, erit allicituin.” 94. Decrettn cii» alossa, causa IOWI, qusst. VI.

95. Sunna theolod¿.ae, JiS, Irt•, quest. 96, art. 4: “Respondeo dicendun quod da «mibus incantationibus vel ecripturis suspensAs duo cavenda vi~dentur. Prizmo quider», quid sit quod profertur vel ecribitur. Quia si set aliquid ad invocationes daanuxn pertinens, manifeste ea superstitiosin st iflicitaam. Similiter alar» vi.detar eses cavsndum, si contineat $&Iota ncxnina: ne saS illis aliquid illicitum lateat ... . J Est etiam cavendun ne aliquid falsitatis contineat. Quia sic síus effectus non posset expectarí a Deo, qui non est testis falsitatis. Deinde, secundo, cavendum set ne c’.n verbis sacrAs contineantur ivi aliqua yana: puta aliqui characteres inseriptí, praeter sigrnn Gratis. Aut si epes habeatur da nvdo scdbend¿l ant Ugandá, ant da 293 quaarnnus huias~dí vanitate gaas ad divinar» reverentiar» non pertdaeat. Quia hoc iudicaretur superstitiosin. Alias autan est licitum.” 96. Con respecto a fiuzia <‘dat., fiducia) escribe Valdés, on. cit., p. 123: ‘TY por mejor tengo confianca que fiuzia ni hiazia.” 97. Stmna theologiae, tía Irte, quest. 96, art. 4: “Ad tertlin dicendin quod sadea etia» ratio set de portatione reliquiarum. Quia si portentur ex fiducia Dei st sanctorar» quorum sant reliquias, non erit lllicitum: si auter» circa hoc attenderetur aliquid aliad vanin puta quod vas esset triangulare, mit aliquid aliad bi.aiusmodi quod non pertineret ad reverentiar» Dei st eanctorum, seset superstitiosun st iflicitum!’. 98. A este pasaje bíblico, en el que la serpiente aparece camo instrinnto diabólico, alude Barrientos en el cap. II, parte 1, p. 181.

99. Sunna theoloaiae, tía tía., quest. 96, art. 4: “Ad secundum dicendum quod etia da incantationibus serpentmzx vel qaorunun~ue animaflun, si respectus habeatur solum ad verba sacra st ad virtuten divina», non erit illicitum. Sed plerur~ue tales praecantationes habent illicitas obeervantias, st per daemones sortiimtur sffecttn: st praecipas da serpentibas, quia serpens fuit priaim daemonis instrtzinntta ad I~ne» decipisndum.”

100. Sima theologias, 1? 11, quest. 96, art. 4

101. La curaci.ón de enfenmos ¿indiante la imposición de manos aparece en varios pasajes de la Biblia; así por ejenplo, Mt., 8:1, 8:14, 9:18, 9:27, 20:29; t., 1:29, 1:40, 5:21, 7:31, 8:22, 9:14; Le., 4:40, 5:12, 13:10, 14:1; lo., 9:1. 102. Sunna theologiae, 1? 1?’, qusst. 96, art. 4.

103. Sunna theoloaiae, 1? ~ quest. 96, art. 2: “Ad priann ergo dicendum quod acquirere sicientiar» bonum set: sed acquirere sai» ¿indo indebito non set borLas. Et hine fine» datsndit are notoria. ... .1 MI tertiin dicendmn quod exquirere cognitiona» futurorum a dasinnibus non solar» set peccatumn propter hoc quod ipsi futura non cognoscuat: sed propter societata» cta sta initiam, quas etiam da porposito loan habet.” 104. Decretam cum aloesa, causa XXVI, quest. V, fol. 251y, col. 2. 105. Sunna theologiae, 1? 1?’, quest. 95, art. 8: “MI tertii.n dicendum quod iudicium fsrri candentis vel aquas ferventis ordinatur quida» art alicuias peccatí occialtí inquisitinne» per aliquid quod ab ha~ne fit, st da hoc convenit cuz» sortibus: Inquantta tamn expectatur aliquis miracalosis effectas a Deo, excedit c~msn sortixn rationa». Unde huins~di indicitin illicitin rsdditu: tur» quia ordinatur ad iudicandun occulta, quae divino liadicio reservantur; ti» etiam quia huiasindí iudicium non set auctoritate divina sancitiaz».” 106. le., 21:15 : “ego aiim dabo vobis os st sapi.entiam, cai non potennt resistere st contradicere «mes adversarii vestri”. Sunna theologiae, 1? tI, quest. 96, art. 1: “DcEinus etiamdiscipulis suis dicit, Le. 21,15: ‘Ego 294 dabo vobis os et sapientian, ciii non poterunt resistere st contradicere asnas adversarii vestri’.

107. 1 (br., 12:8-11 : “Alii quider» per Spiritum datar senr sapientias: alii autem sen~ scientlas sectmdmn sunder» Spiritum: alteri fides la soda» Spiritu: alii gratia sanitatur» la uno Spiritti: alii operatio virtutam, ahí prophetia, ahí discretio spirituun, allí genera hinguaruz», ahí daterpretatio ssmm. Haec autem ~nIa operatur urnas atque ida» Spiritus, dividens singulis prout vult”. Sunina theologiae, lía tías, quest. 96, art. 1: “Mii quida» datar per Spiritum senrn sapi.entiae, ahí ssnmn ecientias secundar» ei.mdan Spiritun”; st postea subditur: “Lee and.a operatur unas atque ida Spiritus dividens singuhis prout vult”.

108. Sauna theologia”, Ir 1í, quest. 96, art. 1: “Bespondeo dicendum quod are notoria st illicita est, st inefficax. Ihhicita quida» set, quia utitur qui.busdam ad scient1am acquirendam quas no habent sectandmam se virtuten causandá scientiam ... . J Est etian haiasx>di are ineficax ad ecientiar» acquirendamn. Ca» aiim per buiuwdí arta» non tendatur acquisitio sci.entiae per x~dan hmiini connaturalan, ecilicer adinveniendo vel addiscendo, consequens set quod iste effectus vel espectetur a Deo, vel a daewnibus [...] Acquistio autan sci.entiae st sapi.entiae fit per ilhu~natio~ datellectus. Et ideo nullus taziquan per daainnee sci.entiam acquisivit.”

109. Sauna theologiae, lía lía., quest. 96, art. 2: “linde etiar» imagines quas astronanicas’ vocant, ex operatione daanDnzam haben stfectur». Guias si#n» set quod neceese set eis inscribí quosdam ‘characteres’, qui. naturaliter ad nibil operantur: non enim est figura actionis nataralis princiluz». Sed da hoc distant astroncunicas imagines a nigrcxnanticis, quod da nigrananticis fiimt expressae invocationes st prasetigia quaedam unde pertinent ad expreesa pacta saz» daantlbas mita: sed la allis imaginibus stant quaedam tacita pacta per quaedam figurann seu charactertn cigna”. 110. Decretan can aloesa, causa XXVI, quest. V, fol 2SIy, col. 1. 111. Raimndo de Pefiafort, Sunna, s.l., s.a.. Cito por el ejsnplar de la B.N.M. 7/11829, ya que no he conseguido ninguna edición ¡wderna, ni manuscrito del siglo XV; 1. 1, cap.7, pp. 106-107 : “Quid de quibasdam eceleratis mahisribus quas credunt se, st prositentur cur» diana de paganorur» nocturnis horis, ve]. cum berodiade, ve]. can innunnra nultitudine nalierur» equitare super quasdan bestias, st rmaltana terrarum spatia inta» pestas noctis silentio psrtransire, eiusque lusionibus obedire, velut dianas, st certis noctibus ad síus servitiur» evocan asssrunt, etiam ab iflis ahiquas creaturas la unlias, ve]. da dsterlns poese imintarí, aut da aliar» apecian. Ve]. similitudhxxa» transforman. De bis dicit concilian aquiense, quod non a divino spiritu, sed mali&io talia phantasna ¿inntibus fidelita irrogantur: diabolus enia, ca animam alicuias per tajan crudelitata» subiugaverit sibí, transfonnans se da diversarur» personanzin epecies, atque sixnilitudines, st ¿inntan, quar» captivar» tenet, maltipliciter deludit, nec debet aliquis, vel ahiqua da tantam venire stultitiam, ut credant hase amia, quae da ecusnís, st spiritu tantum fixnt, etíam da corpore accidere cia eti.am Paulas non a¡adeat afferere, quod fuerit raptas da corpore: quicuwye ergo talia crsdiderit, ve]. asssrverit, procialdubio infidelis set st pagano deterior. 26. q. 5. Episcopí.” 295 112. Decretin cuz» alosea, causa J~VI, quest. y, fol. 251;, col. 1. 113. Tratado de loe sue5os, fol 33r : “non deve dar fe nin poner esperanga en las visiones que pares~en en sueños nin tanpoco en las que pareegen velando, por quanto las que paresqen en sueños son engañosas por la causas susodichas, e las que paresgen velando o estando despiertos canante se causan por alguna lesión o enfer~dat que viene en alguna o algunas de las potengias interiores, por lo qual la fantasía queda suelta e las otras potenqia o poten9ias por estar apascionadas e enfermas non las pueden resistir e guiar”. 114. Alude Barrientos a la segunda aparición de Jesús, después de resucitado, a los discípulos, lo. 20:26 :“Et post dies octo, iterun erant discipulí etas datus: st Thanas cta sis • Venit lesas isnais clausis, st stetlt da ¿indio, st dixit: Paz vobis”

, VIII GLLEARIO 298

- ayna

- abusionee ‘pronto’

‘abusos’ - cédulas

- acaescer ‘papel, cartas’

‘suceder, ocurrir’ - gerca

- acatar ‘acerca’

‘mirar’ - qerti.nidat

- aerixnangia ‘certeza’

‘adivinación por nedio del - ciranancia aire, los vientos y las ‘adivinación undiante la nubes’ lectura de las líneas de la mano’

‘expulsar’ - color de devo~ikn apariencia o pretexto de ‘animales’ devoción’

- ante - conpeler ‘antes’ ‘obligar a uno o por fuerza

- arte notoria o autoridad, a que haga lo ‘adivinación nediante wi que no quiere’ pacto con el diablo’ - copilar

- asaz ‘ccmnponer~ ‘denasiado’

- avispiciuz» o auspiciuzn - criminosos ‘adivinación por i~dio d e ‘criminales’

las att rafias de los — defender animales’ ‘prohibir’ 299 -dende 1. ‘Adivinación de tipo ‘de ahí’ matemático que se realiza

- deprender m~diante pintos trazados ‘aprender’ sobre el sol o sobre in

- deputar papel, y ordenados según ‘destinar para tria ocupación, reglas precisas’ canisión o ministerio’ 2. ‘Adivinación por tEdio de

- divinanqa unos pintos realizados al ‘adivinación’ azar sobre la tierra que

- apachar ccciponen diversas figuras’ ‘estorbar’ -exwero ‘galardón’

‘pero’ - guardar

- entinqión 1. ‘mirar’ ‘intención’ 2. ‘tener en cuenta’

- ssclaresqer 3. ‘aguardar’

‘aclarar’ - ingerirse

- esperas irna cosa en ‘esferas’ otra’

- estar apasionado - invengionar ‘estar enfena,’ ‘inventar’

— falsías -luengo ‘falsedades’ ‘largo’

- fian - minera ‘confianza’ ‘mineral’

- friura - ndxtión ‘frío’ ‘tEzcla’

- gsananqia 300

- ocurrir ‘llano’

‘suceder’ - por ende -cinjíl ~por eso’

‘humilde’ - prestigio -onde 1. ‘adivinación por nedio ‘donde’ del engaño o artificio’

- paresqer 2. ‘nigromancia o 1. ‘aparecer’ adivinación por ardio de 2. ‘opinar’ hatree maertos’

-péñola - protestar ‘pía’ ‘declarar el ha> que mo

- perlados tiene, en orden a realizar ‘prelados’ alguna cosa’

— pennissión - provanqa ‘permiso’ ‘pruava’

- phitón - recreecer ‘adivino’ ‘ocurrir, acontecer’

- phitonisa - resplandiente ‘adivina, niaga’ ‘resplandeciente’

- pináculo - retir

‘la parte superior y más alta ‘derretir’

de m templo’ -tytu

- pirananqia ‘rito’

‘adivinación por nndio del. - salvo

fuego. Se echan diversas ‘sino’

sustancias para que el fuego - se estar adquiera formas diferentes’ ‘quedares, permanecer’

- plano - solver

r 301 ‘desatar, resolver’

- spatulancia adivinación por z~dio de prácticas osteománticas; aquí, iwdiante los huesos de la espalda de los animales’ -suso ‘arriba’

- trasmudares ‘transformares’

- tratado ‘libro, obra’

- sastre ‘sastre’

- ydrcxnanqia ‘adivinación por nndi.o los nnvdinientos y reflejos del agua’

- ymagines ‘figuras’ -yrado ‘enfadado, airado’ nc INDI~ CIU4ASTICD

de antores y obras citadas en el Tractado de la divirrre

. 303

0sica, pp. 173-4, - ~g~4: vid. Graciano - Aristóteles: H 175, 177. De anima, p. 193. De

sensu st sensato, p. 193. ~4g~jg - Graciano, Decreto: pp. 186-7, de la perspectiva (De minria st 214, 237, 255, 256, 264, 269, reminiscentia), p. 193. 271. b~thaDh4sica, p. 242.

- Hales, Alejandro de: Swrna: p.

- Barrientos, Lope de: Tractado de 254. los suei~ns, pp. 167, 203-209, 221,

232, 272. Tractado de Caso e - Libros de los experimentos: p. Fortima: pp. 167, 243. 201.

— Biblia: pp. 181, 182, 189, 190,

191, 194, 199, 200, 204, 206, 212, - Pefiafort, Raimindo de: Sunna, pp. 213—4, 223, 224, 246, 247, 249, 271, 274. 253, 257, 258, 261, 266, 273, 274.

- Raziel: Pp. 197, 198, 200, 201.

- Cicerón, Marco Tulio, De - Banano, Egidio: Sentencias, Pp.

r~p~4~g: Pp. 189—90 189, 191.

- Clavícula de Salcn5n: p. 201.

- San Agustín: De civitate Dei, pp.

- Del arte notoria: p. 201. 187, 194. De Genesí ad litteram

- Derechos: vid. Graciano p. 189. De doctrina chrlstiana

, 304

pp. 203, 274-275. De diversis ciunestionibus ad Sixnpliciannm Pp. 224—225, 247. Oiaaestiornam da Heptatechum, p. 249.

- San Atanasio: Ex ca~~ntariis S Athanasii da Lacar», p. 247.

- San Isidoro: De sumin bono, p. 191. Etl-iimlogiaa, Pp. 211, 226.

- San Jeróninn: Vida de san Antón p. 190.

- Santo Tanás de Aquino.

Sentencias, pp. 209, 230. Sunna

~2~Ñ~s1a§ IaL, p. 209; lía II~, pp. 211, 214, 217, 227, 229, 233, 236, 242, 244, 245, 248, 250, 251, 255, 257, 258, 259, 260, 261, 263, 264, 266, 268, 275. Ouaestiones de Malo,p. 209.

- Tarantasia, Pedro de: Sentencias p. 253.

- Vorágine, Santiago de la: La

1Qy§n~&~i3r!~, pp. 182-3, 184, 190—91, 200.

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