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No me valdré para ello de un lenguaje caustico y apasionado ageiio de mi caracler, íino del templa<lo y frió que conviene para esclarecer ia verdad, y hacer triunfar á la razón sobre el error ó ia malicia. Firme en este propósito, del caal oíngun hombre que coooxca sus obligaciones debiera salir nun ca, máxime cuando ocupa un lugar distinguido en la ^cíedad, voy á entrar en materia sin ma» prearabuío, concretándome en lo posible al liecbo que motiva este eiorito. En 2J> de enero último recibí una carta con el sello de Vitoria, que abierta resultó ser un mero sobre que contenia uo pe (»el impreso en pliego, coj'O lenor es el siguicolc : DICTAM EN [i] Que dio El Exmo. Sr. D. Baldomcro Espartero, Comandante general de las Provincias Vascongadas, al Excmo. Sr. General en gefcde los ejércitos de ope raciones y de reserva, en cumplimiento de la orden que le comunicó al efecto, sobre la causa instruida contra el bataÜon franco Voluolarios de Guipúzcoa, (i) Se ropU buU con U misQU pantuacion <{ae erÍ|'o»l. cort motivo de Ioa robos, profanaciooes de igksíos, sacrilegios, heridas y otros atentados comel¡dos en va rios pueblos.— Kscmo. Sp. — £u y isla del olicio <|uc V, E. se sirve pasarme con fecKa í,® de este mM c o d - secuente á la consulta qiic tra.slodé á V. E. del Fiscal de la causa instruida contra los autores y cómplice* de io s robos y dem as atentados com etidos por. el Irtta-r lion de Volunta rioíf de Guipúzcoa; me veo cu el sen sible caso de haccr á V* E* manirestacioncs que esta ba muy lejoft de creer necesariüs, después de haber deferido gustosa á lo opinado por dicho fiscal en b insulta que sometí á la superior determinación de y . E.a^Estaba persuadido, de que la medídn tomada para corregir los inauditos criroeiies del esppesado.l>a- tallon, y para que su pernicioso ejemplo no coutami* nasc á los demas cuerpos, se liabia de considerar ge neralmente precisa, indispensable, y conveniente, aca tándola auQ aquellos mal aveoidos cou to<lo lo que propende á mantener el orden y la disciplina Je Ins Iropas. Nunca llegue á sospechar, que después de la cerado mi corazon por ol seni^íble castigo que me fue necesario ordenar: que despiícs del terrd)!» choí^ue e n tre m i am or a l soldado > y un acto de ¡usLícia qiic si prevaleció' fue por la conservación del mismo, y por lo que tlel)Ía intlitir en la salvación de )a patña; $ú me atacase sin respeto A U autoridad, sin mir.iraieu- lo i la subordinación m ilitar, sin considcrnciou al os^ deií, J sin reparo du los mnlei? que b^bla de rejwrtJir Á la causa de la iiberlail; en un lugar sagraek», en f-i ,SaDtuario de las I^eyes, Pero ¿cuál habr¿ sido mi sor- presa al leer en la Gaceta del 29 del |>osado Ins iuter- pcbcioDcs hecha^O r dos represe ufantes de la Xacion? ¿Y cuál iQÍ asombro al ver denunciado por es ios uu acto de nece.snm juMÌcia? La aproBacicn de V. E. -c<»nàgn&da en Li a dicción á la ordcu generai del 16 del pasado, apcobncion afianzada eo cL cumplimiento d e lo p re ve ni ilo e n lu« Reales ordeo^U7:aft y disposicio- ues de la ortlen jjexieral del Kj ère Ho: mi convencí» mieaio Ìniìaio de haber obrado con equidad, ju»iiei<'i y conveniencia publica, y los lestimomos de acepta ción mcrecicLos p o r la sen^t<^7. de lo« hom bres que co- uocfdores del crimen, vieron la absoluta necesidad del castigo; |>arecia do)>cr IranfjuHixar mi espirito, y despreciar indicaciones que e^tny seguro Ia5 destechará el Estamento en qnese ha cometido el arro¡o de pro* .ferirla»; pero la^í eonsecucocÍ.'iít pueden ser falales y Atsio me obliga á solicitar su reparación. El publico quv ignora los bcclios y que ve que un reprPitentanle cali fica el acto de arbil.rariedaH horroroso, juzga con pre vención, y desconfía con fundamento. El ej«rcilo re- >cil>e un ejemplo pernicioso; cuyos terribles cfecLos l»e principiado \ a á tocar. Varios gefes se me han presen tado demostrando sus recelos de poder mantener U disciplina en vista de tales indie aciones. Temen y con razón que se subvierta el orden, y que el soldado sa bedor de eílas, se coa&iderc autorizado para consumar los crímenes mas horrendos, cuando por Padres qxw» se llaman de la patria se predisponen doctrinas, capa ces de minar el cimiento, la basQ fundamenlal de la sociedad. Nuestros enemigos que por desgracia no soa pocos , sacarán tambíeu fruto, hallando medios para la escisión que algunas veces ha concedhio ventajas i íu injusta causn re tarsiando el triunfo de U lilwrtad. Estos males Excmo. Sr., conoce V. E. necesitan dé proíiío y eficaz remedio^ y su superior ilustración, ■sabrá adoptar el mas oportuno, como el primero into- ù resadoen que el Ejercito que diguamenle màoda, con- serre el ot^cn y la discipliua qnc lia sabido mantener en medio délas oscilaciones políticas, par<^cíéndoine no obstante dtW v indicnr que los dos Srcs. Procura dores que tan inoportuna mente hablaron en la sesión 4Ícl 28 de diciembre último, del castigo impuesto al Jialallon de Cbapclgorris, abusaron ademas de U m i sión que les está cometida, porque no es el poder le gislativo al que corre»|WtkÍc graduar ai aquel fue bien ó mal aplicado, y cate »bu.w cuya» consecncncias luí demostrado en jwrlc, ha hecho i la vez incurrir eu erro res y contradicciones que marcan la parcialidad t^in agena de un Sr. Diputado. V. E. es sabetlor délos Jxechos, ha hecho la debida graduación y sabrá soste nerla con la aercdiladü dignidad de su caractóp, abs- teniéiiílome por lo lauto de analizar las implicaciones c imprcTÍsion con qi»e se ha tocado este punto en el Estamento. Pero como V. E. me pide en su referido oficio la causa original y que esprese mi concepto, 8io duda pora resolver la consulta dci fiscal; al dar cum plí miento á esta orden con la remisión de la causa, creo indisj)cn5able esplayar mi opinion, dándola una latitud que si omití al trasladar a V, E. dicha consul ta , fue movido de mi natural clemencia, y en la per suasión de que el castigo impuesto reformaría las de- praradas costumbres del batallón de Voluntarios de Guipúzcoa, sin necesidad de renovarlo y de hacerlo sentir, desde el primer gefe hasta el último individuo, persuasión que ha destruido tan irregular incidente, pues deduzco que en vez de reconocer los cnmenesy la indulgencia , han maquinado moviendo resortes es- Irafios y depresivos de la autoridad de V. E-»*El fia- cal en la consulta dice, que los atentados de La-Bastí- dan no resultan &uu Uu ostcnsos, tao grayea ¿ íoaudi« tos coiTio se deduae de lo actuado, y de la idea que forma el <^ue couoce de lo i]ue es susceptible un baU* llon que á la desbandada obra sin freno, y á di^re* cion se ocupa de la r^píQa. Esla aserción comprobada coa cuantos antcccdcntcs (iese el público enterado de aquel lamentable suceso, se corrobora también con el oiick» que he mandado unir a la causa, del Excmo. ^ lllmo. Sr. obispo de Calaborm en el cual se yen re* copDadoii los robos de las iglesias y los sacrilegios co> m elidoe en elluA |>ur esa banda de hom bres im píos, re- hijttdoj é inmoi*ales, por eae batallón, que no parece sino que fue formado por el genio del mal y de la rehülion, para fomcnlar esta y desacreditar al yirtoo- so cjércitOj qu« con tanta gloria ]a combate. Guando üOnt«fsté á dicho oficio eu los térm inos que aparece de la copia que igualmeute be dispuesto se un» á la cauM, no lenia idea de tan horrendos crimencsr sahía solo por indicaciones estraju^iciales que se liabian comeli> d o ro b o s, y para su averigaacion había preyenídoun recoDoctmíeuto general y las oportunas pesquisas de los autores. ¿Pero cómo habían de aparecer? ¿Cómo se habían de denunciar? Y ¿cómo había yo de tener ttotícia exacta habiendoios cometido todos, y siendo los primeros culpables los mismos 1 quienes se preyi* no la justiíicacion? Así es que no se me dterou resul* tallos respecte de U averiguación, y solo disculpas fundadas en los continoos moyimientoade las tropas.