Arte Rupestre En El Departamento De San Martin
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! " " ! " # $ %&&' Agradecimiento: A la Lic. Adela Pino Jordan. Al Prof. Jorge Rodríguez Cerrón y la Lic. Isabel Cerrón Salinas por todo este tiempo. A Jean Alcócer P. y al Ing. Carlos Alcocer G. y a los que me brindaron su apoyo. INTRODUCCIÓN El arte no es un fenómeno aislado, forma parte de una cultura, y esta vinculado a la historia de los pueblos. Su carácter universal no deja de lado a ningún individuo o sociedad y van variando según su tiempo. A la Historia del Arte le interesa la obra y el artista dentro de un contexto histórico cultural, con cambios y continuidades estilísticas, sus procesos creativos, entidades, innovaciones, códigos e ideales, sus relaciones al entorno social y natural; todo ello constituye un sistema interactivo a la que se une el espectador. Es de este modo que el arte rupestre constituye el punto de partida en la Historia del Arte, un arte que tiene su origen en el interés despertado tras el descubrimiento de pinturas rupestres (1879 Sautuola da a conocer las pinturas de la cueva de Altamira), lo que fue llamado como arte prehistórico, debido a su evidente datación, fue visto no solo como manifestación de una cultura; sino que además se designó como obra de arte, por la calidad de elaboración y el diseño de cada forma, a esto se sumaba una evolución estilística, una concepción y carga ideológica, el manejo de una técnica, el dominio y elaboración de los materiales; además de las particularidades representativas. Sin embargo, considerar estas manifestaciones artísticas primigenias (pictografias y petroglifos) como arte, resulta imposible para muchos, debido a que al hablar de arte se relaciona este término con la estética, comúnmente entendida como el concepto de belleza; es en este punto donde no se precisa una valoración correcta, puesto que la costumbre induce a concebir la belleza dentro de los parámetros tradicionales. No puede apreciarse entonces el lenguaje artístico, el ideal y carácter plástico. Puesto que nos encontramos ceñidos a considerar arte, íntegramente a lo producido dentro de las Bellas Artes. Para apreciar plenamente una obra de arte es preciso tomar en cuenta el marco para el cual fue creada, esto se aplica sobretodo al arte rupestre. I Es imposible concebir el arte rupestre como una expresión vacía, meramente funcional, falto de contenido, irrelevante y sin valor documental, debido a la aparente simplicidad de sus diseños; por ello en algún momento fue comparado con el trabajo infantil, sin embargo la mente de un niño no es capaz de elaborar una forma que se aproxime al modelo natural, que interprete la realidad o refleje el ideal artístico, que forme un mensaje con una fuerte carga ideológica. Los dibujos de los niños no presentan aspectos como: precisión en el trazo, variación de diseños, rasgos, maneras o modos de hacer, secuencias, expresión, ejes direccionales, etc. La representación naturalista o abstracta de una realidad, fue la mezcla de caracteres diversos, teniendo como consecuencia la elaboración de símbolos llegando de algún modo a formar un lenguaje artístico, donde la temática de la obra, no solo formaba parte de la ceremonia propiciatoria de cacería, sino que en algún momento produjeron un goce estético entre los observadores, además de representar el adiestramiento del artista que lo producía. Si bien es cierto, que el ejecutor de las obras rupestres, poseía un agudo sentido de observación de la naturaleza, también fue un artista capaz de modificar y perfeccionar su trabajo, procesando las formas, variándolas y cambiando los modos particulares de ver, dando lugar así a diversos estilos de representación manteniendo la temática, las ideas, los usos, etc. La presente investigación pretende realizar un estudio de tipo histórico – interpretativo sobre las manifestaciones artísticas del arte rupestre en el departamento de San Martín las pictografías de Aucapata (Moyobamba), los petroglifos de Inkaiko, Sinami (El Dorado), Bello Horizonte (San Martín) y Cunchihuillo (Mariscal Cáceres). Sitios seleccionados tras un viaje de reconocimiento basado en datos alcanzados por guías de la región. De estas dos modalidades de arte rupestre se han seleccionado y clasificado los motivos representados para su posterior interpretación simbólica y formal; enmarcados en el espacio socio-cultural de los grupos prehistóricos. Por medio de la base teórica de co-tradición de los estudios de Wendell C. Bennet se plantea aquellos puntos faltantes en el contexto sociocultural del área estudiada. Puesto que este concepto define una unidad tratada como un todo que se refiere a la unión e interrelaciones de las tradiciones culturales en un tiempo y espacio, en la cual se van adoptando características comunes en la subsistencia, alimentos, vestimenta, artes, etc; a partir de las cuales es posible plantear los cambios que sufren las diversas II tradiciones, aunque existen ligeras variaciones ocasionadas por el medio ambiente y en el espacio geográfico.18 Los objetivos de esta investigación se dirigen a determinar las relaciones existentes entre el pensamiento mágico-animista, la vida de las formas y la finalidad del arte rupestre y realizar un esbozo del área de expansión tempo – espacial, y los parámetros de desarrollo del arte rupestre en el departamento de San Martín. El tema de investigación surge ante la vaguedad de los conocimientos acerca de un desarrollo cultural en el área selvática, específicamente en el departamento de San Martín, por la falta de exploraciones e investigaciones, sobretodo por las dificultades del agreste espacio geográfico. Sin embargo, existen publicaciones que proporcionan alguna información, cayendo a veces en el equívoco de consignar datos de sitios inexistentes. En 1986, Rogger Ravines registra tres cuevas con pintura rupestre: Aucapata y Tuyahuaje en la provincia de Moyabamba; y la cueva de Chambira en la provincia de Lamas19, referencias que no existen o que difieren mucho de la realidad. Lo cual se constató en la visita de reconocimiento de los sitios realizada en el año 2002 gracias a la colaboración de los Profesores: Víctor Chuquipiondo, al sitio de Aucapata. César Arévalo Vásquez y Nancy Noriega a los sitios de Incaico y Sinami, el Sr. Marco Tafur al sitio de Bello Horizonte. El Sr. Elmer Tuanama Vásquez al sitio de Cunchihuillo. En 1995 el mismo autor en un estudio sobre la cerámica del Huallaga Central, registra, en 18 Bennet, Wendell C. “La Co-tradición Peruana” en Lecturas en Arqueología. Órgano del Museo de Arqueología y Etnología de la U.N.M.S.M. Lima. Nº 1. Serie Traducciones. 1978:4. “…el área de co-tradición viene a ser la unidad total de la historia cultural de un área dentro de la cual las culturas componentes han estado interrelacionándose durante un período se esperan subdivisiones regionales, por que ellas reflejan las culturas componentes, y la supeditación a las influencias generales. Dentro del período cubierto los cambios son notorios, más o menos uniformes pero no idénticos. ” 19 Ravines, Rogger. Arte Rupestre del Perú. Inventario General. Edic. I.N.C. Lima.1986:53. “Sitio: Cueva Aucapata. Ubicación política: Jepelacio, provincia: Moyobamba. Ubicación geográfica: cueva con pinturas rupestres de color rojo y blanco. Dimensiones del área decorada: 3 x 4 m. Clase de roca: sedimentaria. Técnica: pintado. Elementos de diseño: antropomorfo y zoomorfo. Conservación: mucho en buen estado. Sitio: Cueva Chambira. Ubicación política: Shatoja, provincia: Lamas. Ubicación geográfica: cueva profunda. Dimensiones del área decorada: 6 x 14.3 m. Clase de roca: esquisto pizarrozo. Técnica: pintado, colores rojo amarillo, blanco. Elementos de diseño: antropomorfos, zoomorfos, geométricos. Conservación: mucho en buen estado. Sitio: Cueva Tuyahuaje. Ubicación política: Moyobamba, provincia: Moyobamba. Ubicación geográfica: en las paredes de la cueva se destacan diversos motivos pintados en rojo, en su mayoría borrados por efectos de la lluvia. Dimensiones del área decorada: indeterminada. ” Clase de roca: sedimentaria. Técnica: pintado. Elementos de diseño: antropomorfos, zoomorfos.” III el departamento de San Martín, hachas de piedra pulida sobre sitios de habitación, además de la presencia de los petroglifos de Bello Horizonte en la provincia de San Martín20, datos confirmados que integran la presente investigación. De un modo o de otro, la existencia de arte rupestre es una prueba clara de un temprano asentamiento humano dirigido por los mismos intereses y bajo patrones ya existentes en las otras regiones. A pesar de que las manifestaciones artísticas del departamento de San Martín quedan reducidas a la etapa del antiguo Perú, con los templos del Gran Pajatén y el mausoleo de los Pinchudos, su origen histórico queda aún por precisar; inicio que fue relegado al olvido al igual que las investigaciones en la región selvática. Sin embargo, cuando en 1958, Augusto Cardich21 , estableció los continuos flujos poblacionales hacia ambos lados de la cordillera, integrando la región amazónica a la tradición andina; haciéndola partícipe de sus desarrollos culturales y apostando por un período prehistórico para dicha área, expuesto con precisión en 198022, cambió la percepción de frontera impenetrable e infranqueable que se tenía hasta entonces. La historia del departamento se inicia con la fundación española por el Obispo de Trujillo Jaime Baltasar Martinez de Compañon y Bujanda23. Pero la existencia en la actualidad, de vestigios como las pictografías y los petroglifos producen interrogantes cuyas respuestas buscan integrarse a la prehistoria peruana, por ser estas manifestaciones exclusivas de dicha etapa. La falta de exploraciones e investigaciones en esta parte del territorio ha contribuido a mantener en la sombra estas formas artísticas, pues el interés arqueológico ha centrado su atención en las regiones de la costa y la sierra. A esto se agrega el desinterés de las autoridades y centros de cultura. Los estudios que se han realizado carecen de seriedad; están basados enteramente en mitológicas suposiciones o comentarios intrascendentes; sin faltar 20 Ravines, Rogger. “Cerámica Antigua del Huallaga Central, departamento de San Martín” en Boletín de Lima. Vol: XVII. Nº 99. Año 17. Junio- Agosto.