JOSÉ MARÍA BALCELLS, De Jorge Guillén a variar por completo en el poema guillenia- Antonio Gamoneda, Secretariado de Publi- no. Bajo un fondo no menos clásico, aun- caciones de la Universidad de León, 1998. que más actual, se desarrolla «Jorge Guillén y la superación del fin». Balcells conoce Poco después de dar a conocer una nueva bien cómo en los textos del Nuevo Testa- edición de El rayo que no cesa, en Losada, mento, en Gonzalo de Berceo y en la litera- José María Balcells continúa sus indagacio- tura medieval, en Quevedo y en el Barroco, nes críticas en torno a la poesía española la presencia del fin de los tiempos constitu- contemporánea. Junto a la literatura medie- ye una de las obsesiones que conforman la val y a la escrita en el Siglo de Oro, la poe- visión de la temporalidad humana para Oc- sía española del siglo XX es el otro gran te- cidente. Aborda aquí el poema «El fin del rritorio literario en el que el catedrático de mundo», perteneciente a Clamor, y a su al- la Universidad León investiga de manera rededor teje un discurso crítico que infor- frecuente. De Jorge Guillén a Antonio ma también sobre el tiempo que nos envuel- Gamoneda se inserta aquí y constituye, ve y que ya indefectiblemente se precipita como sugiere el título, una travesía crítica a sobre nosotros: el fin del milenio y la pre- través de dos momentos cruciales en la li- sencia de las profecías apocalípticas. El in- teratura contemporánea en nuestra lengua, vestigador destaca —podría decirse que eli- el perteneciente a la generación de Jorge ge con Guillén— una actitud bien diferente Guillén, de y de Gerardo al pesimismo y a las claudicaciones de la Diego, y el de las nuevas generaciones de inteligencia a las que llevan no sólo los pre- posguerra. En realidad, la mayoría de los sagios que ruedan con la tradición sino la textos incluidos en el volumen aborda as- historia de un siglo plagado de señales pectos que tienen que ver con la historia apocalípticas: la universalización de la gue- posterior a la guerra civil española, período rra, la destrucción de la bomba atómica..., que presenta, para la investigación, muchas a los que se podría añadir hoy todo un surti- más lagunas bibliográficas que su pasado do de signos que apuntan hacia el fin. inmediato. Asimismo, estos estudios, que Balcells elige las palabras de Clamor y las resultan iluminadores para una mejor com- presenta de nuevo en los límites del milenio: prensión de la época y de sus autores, abor- «Nada más fácil para la inteligencia que el dan temas que se hallan presentes en las pes- abandono a un apocalipsis. Ninguna tenta- quisas más arriesgadas de la modernidad. ción seduce al ánimo vulgar como el des- No falta, por ejemplo, la indagación en el ánimo». Y vuelve sobre la lúcida respuesta diálogo entre vanguardia y tradición, que es guilleniana incluida en El argumento de la acaso uno de los debates más persistentes a obra: «No nos dejemos invadir por el des- lo largo de la literatura del siglo XX. ánimo. Evitemos la facilidad peor: el aban- El primer gran poeta tratado es Jorge dono al apocalipsis. Nuestro planeta sin bri- Guillén. «El mito de Anaxárate en Home- llo alcanza una altura de formidable naje» trata de las transformaciones de este crecimiento. Multitudes de todos los colo- motivo, que hace su aparición en la litera- res van empezando a ser humanas, y los ím- tura áurea con las célebres liras de Garcilaso petus de reforma multiplican sin cesar la in- de la Vega y se prolonga como tópico hasta creíble potencia del hombre, de ese hombre

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cuya capacidad de abyección es sólo com- ción misma del poema-libro 13 bandas y parable a su capacidad más sublime». El 48 estrellas. Especial atención merece el autor de Cántico advierte, en su madurez, hallazgo albertiano de una realidad y una que la historia cerca la creación literaria y poesía que nada tienen que ver con el lugar establece unos límites más estrechos que del que procede. En «Veinte minutos en La los que pudo intuir cuando leía a Mallarmé, Martinique» se muestra, además, la «otra» a Valéry, a San Juan de La Cruz. Advierte, realidad, la del hombre negro que soporta además, sobre los peligros que acechan a la la esclavitud. El poeta viene a situarse, en interpretación «caosista» de la historia, cierto modo, en el camino de lo que más como dirá en otro poema. tarde será el gran movimiento de la poesía También la historia marca el destino negra en la colonia francesa. Sólo en 1939, de la poesía de Rafael Alberti. Se nos mues- debe recordarse, aparece Cahier d’un retour tra ahora al Alberti inmerso en los avatares au pays natal, de Aimé Césaire, y sólo a políticos e ideológicos que tanta influencia partir de los años 40, con la publicación de han tenido en todos los dominios de la cul- Tropiques, se estrechan los lazos de la tura occidental. Son estudiadas, sin embar- «negritud» entre las diversas regiones del go, parcelas a menudo soslayadas por la crí- Caribe. Alberti también ha viajado a Cuba tica albertiana, en concreto, los poemas y asimila, con el oído excepcional del que escritos entre 1934 y 1937. Como es cono- siempre hizo gala, los ritmos africanos de cido, el autor de Sobre los ángeles sitúa su la poesía cubana. Motivos del son y Sóngoro actividad creadora durante estos años bajo cosongo, publicados por Nicolás Guillén al el signo de la revolución. Su viaje inicial comienzo de los años 30, están muy pre- más allá de las fronteras españolas, que le sentes, según indica, en 13 bandas y 48 es- lleva hasta Rusia, modifica su visión del trellas. mundo. La fundación de Octubre, el con- No menos interesante resulta el texto tacto con AÉAR o, ya iniciada la guerra ci- que se dedica a analizar la visión albertiana vil, su participación en el Congreso Anti- de México. Alberti lee en la cubierta del fascista..., hacen de Alberti, como de pocos barco que le aleja de Cuba la Historia ver- poetas españoles de su generación, uno de dadera de la conquista de la Nueva Espa- los intelectuales y creadores más inmersos ña, de Bernal Díaz del Castillo. El libro, en las contradicciones y utopías de aquella adquirido curiosamente en una librería de hora. Pero Balcells destaca su otro viaje, el París, va a estar muy presente en su visión que le conduce hacia América y el que le del país. En «Méjico (el indio)», además, permite escribir una serie de creaciones que el poeta se interna en la interpretación del poco tienen que ver con las que poco antes mundo mexicano y se aparta de las visio- habían realizado, en torno a Nueva York, nes ofrecidas por Diego Rivera. Balcells García Lorca o Moreno Villa. Alberti deja cita el pasaje: constancia, sobre todo, de su viaje por América Latina. Las circunstancias que allí Se sabe, se comprueba que no eres lo llevan son precisas: recaudar fondos para esa curva monótona y sin músculo apoyar a las familias que habían sido obje- que por los anchos muros oficiales to de la represión tras el fracaso de la re- Diego Rivera ofrece a los turistas. vuelta obrera de de 1934. El mun- Contra el gringo que compra en tu retrato do que observa está marcado, así, por el tu parada belleza ya en escombros, compromiso político. Este periplo está des- prepara tu fusil. No te resignes crito con brevedad y apunta a la elabora- a ser postal de un álbum sin objeto.

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El poema de Alberti puede verse tam- De Jorge Guillén a Antonio Gamoneda bién aquí en el camino por el que habrían atiende, asimismo, a la intensa actividad de transitar numerosos exiliados españoles crítica de Ángel Crespo. Se habla de la pu- después de la guerra, y numerosos euro- blicación Guerra en España, el libro juan- peos. Pienso en los poemas de Cernuda y ramoniano recopilado por Crespo y que Moreno Villa dedicados más tarde a los dio- borró del panorama historiográfico la idea ses mexicanos. Pienso en otro viajero, en del poeta al margen del mundo. No faltan André Breton que encuentra en Rivera, ape- tampoco alusiones a la gran actividad tra- nas unos años más tarde, una imagen muy ductora (Dante, Petrarca, Pessoa) y al pa- diferente a la que ofrece el poeta español. pel que desarrolla como orientador y críti- La visión mexicana esboza, sin duda, un co al frente de diversas publicaciones. En sendero por el que la literatura española va Puerto Rico, se señala, funda y dirige The a transitar frecuentemente desde 1939. Art Review durante los años 60; también, Los artículos que siguen se acercan a la en esta misma época, pone en marcha la obra de y a la encrucijada en- influyente Revista de Cultura Brasileña. tre vanguardia y tradición. Se recurre ahora a Crespo es así, según sugiere Balcells con la lectura mediadora de Ángel Crespo y se acierto, una de las personalidades más in- ponen al descubierto las actitudes de los jó- teresantes de la literatura española de siglo venes vanguardistas de los años 40 en rela- XX. La variedad de intereses intelectuales, ción con el autor de Imagen. Se habla, ade- la traducción, la crítica, los ensayos, la crea- más, de la recepción de la obra en «los poetas ción poética, así lo testimonian. De igual del cincuenta». Otros artículos están dedica- manera se interesa por el arte, una preocu- dos a y al más desconocido pación ausente con frecuencia en la litera- Antonio Pereira. Retorna, sin embargo, a la tura española contemporánea. Se trata de poesía y a la obra de Ángel Crespo. Y hace uno de los motivos que comparte con otro bien en destacar a esta figura, polifacética y poeta estudiado aquí. Me refiero a José extraordinaria, que vivió a menudo al mar- Corredor-Matheos. gen de la escena literaria española y que con- Inteligente crítico de arte, José Corre- tribuyó, como pocas, a dinamizar la cultura dor-Matheos es, acaso como Crespo, un y la literatura en nuestra lengua. El investi- poeta casi secreto que vive al margen de gador analiza las diversas etapas que confor- los lugares en que se diseña la historia lite- man la poesía de Crespo y muestra una tra- raria. Corredor-Matheos es conocido en yectoria que, si parte del postismo y de otras Canarias por su presencia como crítico de inquietudes de los años 40, se despliega por arte. Participa, por ejemplo, en el ciclo de las vías más vivas de la modernidad hasta conferencias organizado por Carlos Eduar- convertirse en una poesía metafísica de natu- do Pinto en torno a la exposición dedicada raleza cada vez más personal. Buen amigo a Juan Ismael por el Centro Atlántico de de Crespo, Balcells conoce la biblioteca y los Arte Moderno, en 1998. Su poesía es, sin libros que leyó. Resulta curioso, por ejem- embargo, un coto al que sólo han accedido plo, los subrayados que el autor de Una len- lectores muy avisados. El mismo Ángel gua emerge hace en la antología de la poesía Crespo realizó el prólogo a su Poesía (1951- de Huidobro, publicada en Ediciones Júcar, 1975), editado por Plaza y Janés en 1981. en 1980. Crespo halló aquí, sin duda, autén- Resulta singular la trayectoria a partir ticas «cifras» de su propia poesía: «el poeta de los años 70, cuando el poeta depura pro- es un pequeño dios», «todos los siglos can- gresivamente su lenguaje y emprende un tan en mi garganta». diálogo con una tradición que procede del

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Antonio Machado creador de los apócrifos, «No sólo Li-Po: Wang Wei o Tu Fu están y que enlaza con la lectura de la poesía cerca, despojados, eso sí, de su sensoriali- oriental en Europa y en España. El haikú, dad, concentrados en la bruñida y elíptica según destacó Pedro Aullón de Haro, fue desnudez de una expresión que descubre la una forma poética que sedujo a numerosos claridad vacía de lo visible. Pero tampoco escritores durante «la edad de plata». Co- estamos lejos del haikú japonés». rredor Matheos va, sin embargo, más allá y De esta manera, la travesía crítica lle- se aproxima a las fuentes de las que proce- ga hasta Antonio Gamoneda, el poeta vin- de, se acerca a las tradiciones poéticas dicado en estos últimos años. Balcells, orientales. Así se muestra en la escritura como Jaume Pont en torno a Ory y los despojada de Carta a Li-Po. Balcells, que postistas o como Miguel Casado en sus lec- sí conoce bien cómo se entretejen las his- turas de Gamoneda, enseña un panorama torias de la literatura en España, señala la poético por el que, sin duda, debe adentrarse recepción de esta obra entre los más jóve- la investigación más a menudo. Balcells, en nes, entre aquellos en los que la lección este recorrido De Jorge Guillén a Antonio poundiana condujo a las fuentes chinas y Gamoneda, trae a nuestro presente, como japonesas, acaso para que Corredor en el conocido soneto, «callados contrapun- Matheos comience a verse en el lugar que tos» que merecen ser escuchados con ma- merece. Cita, por ejemplo, estas palabras yor atención. de Pere Gimferrer dedicadas en 1976, des- de las páginas de Destino, a la singular obra: Nilo Palenzuela

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