Juan De Mariana, La Antropología Política Del Agustinismo Católico Y La Razón De Estado1
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CRITICÓN, 118, 2013, pp. 99-112. Juan de Mariana, la antropología política del agustinismo católico y la razón de Estado1 Harald E. Braun University of Liverpool En su libro From Politics to Reason of State, Mauricio Viroli sostiene que en Italia tuvo lugar una «revolución de la política» durante las últimas décadas del siglo xvi y las primeras del xvii2. Según Viroli, Maquiavelo, Guichiardini y Botero, junto con un conjunto de otros escritores políticos italianos, desarrollaron y promovieron un nuevo lenguaje del arte del Estado. Esta nueva comprensión del arte de la política como arte de gobernar y búsqueda del poder, explica Viroli, derrumbó gradualmente y sustituyó la práctica y celebración de la política como justicia, virtud y la búsqueda del bien común. La «muerte de la filosofía civil» proclamó el «triunfo de la razón de Estado»3. Viroli combina un análisis convincente de los grandes desarrollos del Renacimiento italiano y del pensamiento político de la temprana modernidad con una solicitud apasionada y tentadora de una nueva política europea de justicia y virtud. De hecho, lamenta explícitamente la desaparición de las nociones clásicas de la política, la libertad y la comunidad asociadas inextricablemente al ideal griego de la polis, e invita a sus lectores a recuperar y renovar con orgullo su compromiso con «los valores políticos de la ciudad justa y libre»4. Menos persuasivas, sin embargo, son dos suposiciones suyas sobre las que construye la articulación de su estudio. La primera suposición es que tanto la concepción, desarrollo y madurez de la filosofía civil como la razón de Estado fueron 1 Traducción de Jesús Pérez Magallón. 2 Viroli, 1992. Estas páginas son una version ligeramente revisada de una ponencia dada en el Coloquio Internacional Agustín de Hipona en España: política, cultura e historia, 23-24 de febrero de 2012, Instituto de España en Madrid. Quisiera expresar mi gratitud a Marina Mestre Zaragozá, Philippe Rabaté y Jesús Pérez- Magallón, quien tradujo mi texto al castellano. 3 Viroli, 1992, pp. 281-295. 4 Viroli, 1992, p. 294. 1 0 0 H A R A L D E . B R A U N Criticón, 118, 2013 dos fenómenos exclusivamente italianos5, como resultados perceptibles de la política secular y la ingenuidad humanista de la Italia tempranomoderna. La segunda suposición, estrechamente relacionada a la primera, se refiere específicamente a la razón de Estado como tal. En la genealogía de Viroli la razón de Estado representa el paso primero y necesario en el camino europeo hacia la modernidad. Pero si los pensadores italianos dieron este primer paso, el desarrollo futuro y la actualización más efectiva de los modos racionalistas de la política como búsqueda del poder tendrían lugar en la Europa del norte posterior a la Reforma. En estas explicaciones resuena una idea que marcó la historia intelectual anglófona y especialmente la historia del pensamiento político. Son buen exponente de una línea teleológica de pensamiento que establece una equivalencia entre razón de Estado y secularización del pensamiento y cultura tempranomodernos, con la génesis de los modos de política racionalista y secular que le aseguraron a los países occidentales, y en especial a los norteeuropeos y a América del norte, la hegemonía global desde finales del siglo xviii hasta el siglo xx 6. En ese sentido, la genealogía de Viroli, al menos hasta cierto punto, está endeudada todavía tanto con la obsesión de Jacob Burckhardt por Italia como el laboratorio de la modernidad como con el paradigma de Max Weber en el que se excluía a la mayoría de la Europa católica de los procesos intelectuales y culturales de la modernidad7. En esta perspectiva teleológica, Italia empieza constituyendo una excepción entre las sociedades católicas (tempranomodernas) por haber dado nacimiento en el pensamiento europeo a tendencias tanto cívicas y republicanas como seculares y racionalistas; pero luego Italia deja esta orientación y regresa al redil católico, abandonando el camino hacia la modernidad que conduciría en la Europa del norte a una era de Reforma, industrialización y secularización, junto a un futuro de liberalismo social y político. Ahora bien: esta genealogía de la modernidad según Viroli y otras semejantes no prestan la suficiente atención a los discursos de racionalidad política secular y razón de Estado —un complejo, diverso y fluido cúmulo de nociones, conceptos y retórica— tales como se dan en otros lugares de la Europa tempranomoderna, y especialmente en el seno del catolicismo. Los discursos contemporáneos sobre el arte de gobernar en la península Ibérica de la temprana modernidad se presentan como un campo de investigación particularmente fértil a este respecto. De hecho, la Monarquía y la Iglesia españolas no tuvieron los recursos necesarios, ni hubo un grado de acuerdo y determinación suficientes para sofocar el discurso político secular o las nociones y retórica de la razón de Estado que se iban compaginando con la filosofía civil aristotélica. El discurso secular y práctico-político coexistió y compitió 5 Por ejemplo, Viroli, 1992, p. 280, donde escribe: «The story ends where it began: the same country where the language of politics as civil philosophy was born, nourished also the growth of its mortal enemy and grave digger». 6 Probablemente Skinner, 1980, lo ha argumentado de modo más exhaustivo. Para una crítica reciente desde el punto de vista de la historia del pensamiento político español, ver Gil, 2012, así como las aportaciones en Peña, 2000. Sobre España y la modernidad, ver, por ejemplo, Fernández Albaladejo, 2007. 7 No tengo espacio siquiera para una brevísima discusión sobre la crítica de los paradigmas de Burckhardt y Weber respecto a la percepción y estudio de las sociedades católicas tempranomodernas, de su política y su cultura. Sobre Burckhardt, ver, por ejemplo, los trabajos recientes de Howard, 1999, y Hinde, 2000; para una crítica y desarrollo de las nociones de Weber sobre racionalidad y religión, ver D’Avray, 2010. J U A N D E M A R I A N A 1 0 1 entremezclado y fundido con la jurisprudencia escolástica y la filosofía moral, lo mismo que con tendencias más ortodoxas de la teología cristiana. Se desarrolló, fortaleció y floreció dentro de los variados contextos de la monarquía compuesta española y dentro de los cambiantes géneros y lenguajes de la literatura política española de la época, incluidos los del derecho y la teología. El final del siglo xvi y el siglo xvii —también el Siglo de Oro de la literatura española— fueron testigos de la proliferación de definiciones de la razón de Estado junto a la deslumbrante cima del pensamiento escolástico, teológico y legal, y al vivo debate sobre las fronteras entre religión y política8. Entre los autores españoles tempranomodernos que incorporan la razón de Estado en el discurso político se encuentran profesionales del arte de gobernar y autores «tacitistas» como Baltasar Álamos de Barrientos y Diego Saavedra Fajardo, así como jurisconsultos regalistas como Jerónimo Castillo de Bobadilla, Juan Solórzano de Pereira y Francisco Salgado de Somoza. También se cuentan muchos clérigos seculares y regulares deseosos de recuperar para la Iglesia católica el razonamiento político sin menoscabo de la pericia teológica. Teólogos como el agustino Juan Márquez, el franciscano Juan de Santa María e incluso el jesuita Pedro de Rivadeneira vinculan un sentimiento antimaquiavélico con opiniones pragmáticas sobre la política9. En este trabajo me gustaría reexaminar la genealogía del pensamiento político europeo propuesta por Viroli y suscitar nuevas exploraciones alternativas sobre genealogías, fuentes y contextos de la razón de Estado y de los modos racionales de política en el mundo ibérico tempranomoderno. Me detendré específicamente en un autor y un libro: el teólogo e historiador jesuita Juan de Mariana (1535-1624) y su tratado De rege et regis institutione libri tres (Madrid, 1599). Mariana es un excelente caso práctico porque su manera de tratar la razón de Estado ilustra un aspecto todavía poco estudiado de la relación entre la teología católica y los debates y discurso tempranomodernos sobre la justificación de la acción y el pensamiento político: la antropología agustiniana católica. Sin la menor duda, san Agustín fue una de las autoridades religiosas y filosóficas más destacadas en la Europa de la Reforma y la Contrarreforma10. Las opiniones y la autoridad de san Agustín atraían y servían de base al mismo tiempo a teólogos escolásticos, historiadores humanistas, jurisconsultos y profesionales de la política. Los ecos, usos y efectos de la visión pesimista de Agustín sobre el hombre y la creación dejaron sus huellas incluso en aquellos autores que más abiertamente deseaban separar la política práctica y la ética política cristiana ortodoxa. Maquiavelo es el ejemplo más prominente —y más controvertido— de una doctrina de la política como búsqueda del poder en la que se oye 8 La culminación de la escolástica tardomedieval —filosofía, derecho y teología— se asocia a menudo en España con la llamada «escuela de Salamanca»; ver Belda Plans, 2000. La noción de «escuela» salmantina de pensamiento es el objeto de un interés cada vez mayor en la investigación académica. 9 Reevaluaciones recientes de la presencia de Maquiavelo en el discurso político español son las aportaciones en Rus Rufino, 2000; Rizzo, 2004; Forte Monge y López Álvarez, 2008; también Braun, 2011b y Howard, 2012. 10 Véase ahora Visser, 2011. Para acercarse a exposiciones sobre la presencia e impacto de san Agustín en la filosofía y la teoría política modernas, ver Loriaux 1992, y Hanby, 2003. 1 0 2 H A R A L D E . B R A U N Criticón, 118, 2013 un eco de las nociones agustinomaniqueas de la humanidad y la creación11. Involuntariamente, el Padre de la Iglesia proporcionó a los autores tempranomodernos el material y el método para explorar la justificación pragmática de la política del momento desde el interior mismo de la doctrina cristiana12.