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Sesión 4. Lisergia Martes 14 de agosto, 22 h

Mondo Cane* , y Franco Prosperi 1962 / Italia / 35 mm / 108 min / VOSC

*Película no recomendada para menores de 16 años.

Un collage alucinógeno de ritos, anomalías y sordidez Por Mery Cuesta, programadora de Gandules’18 @mery_cuesta_leopardissima

«Todas las escenas que verán en esta película son verídicas y siempre referidas a la verdad. Si acaso hubiera escenas amargas, es porque muchas cosas lo son sobre esta tierra». Con estas palabras arranca , todo un éxito de taquilla en el año 1962.

La película está formada principalmente por material de archivo que muestra fragmentos de situaciones en diversos lugares del mundo: costumbres de las tribus en Papúa, rituales funerarios para mascotas en Pasadena o masajes para hombres ebrios en Japón —entre muchas otras tesituras— desfilan de manera caleidoscópica a lo largo de 108 minutos. El film parte de la premisa falsa de ser una especie de documental antropológico, y constituye, sin embargo, el paradigma del cine llamado exploitation, esto es, cine sensacionalista que ofrece altas dosis de violencia, sexo, excentricidad o salvajismo para atrapar al espectador y despertar emociones fuertes dentro de una falsa coartada de denuncia o —como en este caso— de exhibición con fines antropológicos. La tesis de la película es que el verdadero salvaje (el verdadero Cane, entendiendo el perro como símbolo de lo bestial opuesto a lo humano) es el propio individuo occidental. La película levantó agrias polémicas siendo entendida en dos direcciones completamente opuestas; una parte del público entendió la crítica velada que dirigía Mondo Cane hacia la crueldad inherente en la condición humana, y la otra parte se escandalizó por la violencia y la sordidez de las imágenes, tachando el film de racista y cruel con la especie animal. Curiosamente, ambos bandos tienen alguna razón en cierto sentido, y por ello el filme se convirtió en

la piedra angular de un subgénero que iría desarrollándose años después, llamado Cine Mondo o Shockumentary, en cuyo seno encontramos cintas como Mondo Bizarro, Mondo Freudo, Mondo Balordo o Mondo Infame. Al Cine Mondo pertenece también la saga , falsos documentales sobre muertes escenificadas que tuvieron un buen acomodo en los videoclubs de los años ochenta y noventa, simpatizando con películas de género gore y splatter, muy en boga también en la época.

De entre las secuencias que forman parte de Mondo Cane, una de ellas es particularmente recordada: en París, el artista Yves Klein acompañado de una orquesta, prepara una performance en la que unas modelos actúan como si fueran pinceles humanos. Cubiertas de pintura azul, se restriegan contra las telas mientras que Klein dirige la situación como si de un mago o un mentalista se tratara. Klein se mostró horrorizado al ver Mondo Cane, indignado por el tono grotesco y lascivo en que los realizadores italianos habían reflejado la performance. La rumorología dice que el disgusto de Mondo Cane agravó el estado de salud precario de Klein, quien murió un mes después de que el documental se estrenara en Cannes. Igual que la película al completo, esta secuencia puede interpretarse de formas dispares, aunque hoy no deja de destilar una fascinante belleza extraña.

En cualquier caso, el collage alucinógeno de sexo, violencia, rituales y ritos, anomalía y sordidez que ofrece Mondo Cane preludió el tipo de narrativa que actualmente podemos hilar de manera natural navegando por YouTube. Es por ello que hoy puede parecernos desactualizada o pasada de moda. La película, sin embargo, fue completamente novedosa en su momento, constituyó un fenómeno que recibió diversos galardones, entre ellos la nominación a la Palma de Oro de Cannes en 1962 y al Oscar por la mejor canción, la melódica More del maestro italiano de las bandas sonoras .

Antes de la película proyectamos Soy cámara: Herramientas para pensar: Papúa, Nueva Guinea. Félix Pérez-Hita, 6 min.

Próxima sesión: miércoles 15 de agosto Segona vida (Seconds) John Frankenheimer / 1966 / EE. UU. / Blu-ray / 106 min / VOSC